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El origen de la leyenda de la casa Matusita

por Emmanuel Cuadros

Un predio de tamaño considerable y de dos pisos de alto, que se encuentra ubicado en el cruce de
las avenidas Wilson (antiguamente llamada Garcilaso de la Vega) y España en el cercado de la
ciudad de Lima, guarda una de las leyendas más conocidas en el Perú, la famosa historia de la casa
Matusita.

Durante muchos años, desde 1950, esta residencia estuvo ocupada en el primer piso por una
tienda ferretera fundada por un japonés llegado a Lima en 1937, llamado Hideo Matsushita, del
cual dio origen al nombre de la leyenda, ya que fue él quien junto a su padre pusieron el nombre al
negocio que presentaba como Casa Matusita. Luego, en el año 2005, el primer piso pasó a ser
utilizado por Mi Banco, entidad que en junio del 2016 empezaría a remodelar la casa, demoliendo
el segundo piso para poder construir oficinas.

Fuente: ArkivPeru

Existen varias historias alrededor de esta vivienda, entre las más conocidas se encuentra sobre un
antiguo dueño japonés, el cual encontró a su esposa con otro hombre y decidió matar a ambos,
prosiguiendo con sus hijos para la final suicidarse. También se da el relato de un dueño perverso
que abusaba y maltrataba a sus dos sirvientes, quienes cansados decidieron dar un escarmiento a
su amo durante cena con visitas poniendo una sustancia en sus alimentos; los empleados
escucharon gritos, y al entrar al comedor encontraron las paredes llenas de sangre y los cuerpos
destrozados, al no poder soportar ver esto se suicidaron.

Otra de las historias conocidas es sobre el párroco que ingresó al edificio para realizar un
exorcismo; el párroco una vez dentro escuchó los gritos y reclamos de los espíritus que habitaban
el lugar, lo que hizo que pierda la cordura y debido al pánico y desesperación por querer salir
terminó muriendo.
La crónica más reciente, y tal vez la más famosa es la del periodista Humberto Vílchez Vera, quien
“ingresó” a la casa con una cámara en la que permaneció varios días y al salir, fue internado en un
centro psiquiátrico por los trastornos que obtuvo en el lugar. Sobre esta historia se hablará más
adelante.

Pero ¿cuál es la verdad de la casa Matusita? Es verdad que lo fantástico y misterioso atrae más
que los hechos reales, sin embargo esto no significa que se deje de lado la investigación de la
realidad de las cosas, y es muy cierto que la mayoría de historias tienen una razón y un inicio.

Lo que se sabe es que la residencia fue construida con adobe y quincha a fines de 1800 y
perteneció a Francisco de Alvarado Torne, quien vendió la propiedad en diciembre de 1924 a Don
Armando Andrade, lugar donde junto a su esposa y sus 5 hijos empezaron a morar. La vivienda
estuvo ocupada durante varios años en el seno de una familia típica limeña criolla, hasta el año
1947 luego de la muerte de Don Armando, cuando su hija Lidia Andrade Fernández, quien heredó
la vivienda, decide mudarse junto a sus hijos a un barrio residencial de Lima para evitar los
recuerdos dolorosos, alquilando años después el primer piso del inmueble a un negocio ferretero y
el segundo usándolo como almacén. Actualmente, luego de la muerte de Doña Lidia Andrade, el
predio pertenece Ladislao Terry Andrade.

Por lo expuesto, quedan excluidas las historias sobre las muertes y suicidios que se vertían
alrededor de la casa, salvo el más reciente que se le atribuye a Humberto Vílchez Vera. Pero
¿realmente sucedió lo que se menciona sobre él?

Tal parece que la leyenda de la casa Matusita tuvo sus orígenes en la notable imaginación de un
periodista llamado Raúl Villarán por los años 60, cuando al pasar por la casa y ver el segundo piso
deshabitado se le ocurrió para él una gran noticia, apoyado de rumores que indicaban haber visto
luces que se movían en su interior y sonidos de cadenas y rejas que escuchaban algunas personas.

Pero esto se debió, según lo menciona Don Ladislao, actual


dueño del inmueble, que luego de mudarse del lugar junto
a su madre y sus hermanos, contrataron a una persona
para que cuidara el segundo piso. Santos San Miguel fue
encargado como guardián de la casa. Esta persona tenía el
vicio de beber bastante, y al llegar a la vivienda en las
noches, andaba con un farol por las habitaciones, abría una
reja que se encontraba a mitad de las gradas, arrastraba las
cadenas de las puertas y movía algunos muebles; esos eran
los ruidos que se escuchaban de madrugada.

Años después, apareció otro periodista, muy famoso y


reconocido en la época por su programa radial “Los
Fantasmas se Divierten” y su programa televisivo "Bingo en Domingos Gigantes". Se menciona que
cada domingo Humberto Vílchez Vera desataba verdaderas neurosis colectivas gracias a sus
conocimientos de psicología aplicada y de masas. La gente
creía firmemente en todo aquello que la estrella dijese cada
domingo.

Según ArkivPerú, Humberto Vilches recurría a las


anfetaminas para mantener el ritmo de su popularidad,
tenía los nervios destrozados y tenía ideas de lograr la
inmortalidad. Había cumplido muchos retos para lograr su
trascendencia y uno de ellos fue entrar a la casa Matusita, lo
cual fue anunciado en su programa para atraer el éxito y
estremecer al público. Después Humberto Vílchez
desapareció. Tras las especulaciones del público
supersticioso surgió la noticia en un diario que creó la
leyenda de que los fantasmas dentro de la casa lo habían
vuelto loco. El animador había pasado una noche en la Casa
Matusita, y esa osadía le había hecho perder la cordura.

Sin embargo, su desaparición se explica que al parecer el animador sufrió una descompensación
antes de entrar a la casa Matusita y por lo tanto la pericia se canceló. Después de ser dado de alta
su programa también salió del aire por problemas de rating.

Tiempo posterior, en 1990, el presentador revelaría la verdad en su novela llamada "El Cazador de
Fantasmas", donde menciona:

“Nunca entré a la casa Matusita, decía ahí. Aunque también decía ahí que, imaginariamente sí
entró; porque la gente necesita creer en algo y han creído por años esa historia que lo llaman loco,
cuando en realidad tan sólo sea huachafo, en fin; y que esa noche en la Casa Matusita olía a
azufre, que oyó voces en latín, campanas y cadenas y vio tres monjes de gris sentados en sillones
de plata, desde donde le revelaron algunas profecías: la tragedia de Huaraz, un golpe de Estado,
un hombre cojo, un despertar de odio, muerte, que descenderá de las montañas, alcaldes
asesinados, una araña roja asediando la ciudad…

… La palabra de un ídolo de la televisión es una palabra fundamental y yo había anunciado que


entraría la casa embrujada. Nunca entré pero todos me vieron entrar, nunca hablé con un
fantasma pero ellos me miran como si me hubiera convertido como un ciudadano del más allá.
Bromas imbéciles, cuentos de aparecidos e invenciones fantásticas en torno a ese hombrecito de
televisión que un día pretendió acaparar la atención nacional logrando un rating del 100 por
ciento”

Y así es como surge una de las leyendas de casas embrujadas más conocidas de la actualidad
peruana. Actualmente ya la casa Matusita dejó ese aire de misterio y se convirtió en un lugar de
lleno de oficinas frías pero libre de fantasmas e historias inventadas.

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