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Consideraciones para el desarrollo del agro colombiano

José David Torres Yepes

Lectoescritura

Robinson Valencia Galvis

Ingeniería Ambiental

Facultad de Ingeniería

Universidad de Antioquia

24 de mayo de 2020
En estos momentos de crisis y pandemia mundial, donde la globalización y el libre mercado
parecen flaquear, donde la economía mundial tambalea cada vez que el precio del petróleo
fluctúa, donde las circunstancias nos demuestran la importancia del mercado interno, es
imposible no cuestionarnos sobre qué es lo que realmente importa para la economía. Añorar y
sentir tan lejana la seguridad alimentaria y la planificación de una economía basada en la auto
sostenibilidad como lo hacemos hoy en nuestro país que tiene tanto potencial para la producción
de materias primas debido a su geografía y riqueza biológica, es ofensivo a la lógica y a la razón.

En este contexto de la relevancia de la agronomía y de la producción de alimentos para la


economía y en particular para la nuestra, lo que nos concierne en este ensayo es cuestionarnos
sobre las existentes y más recurrentes vías que hay para impulsar y desarrollar el agro.

Sin duda, la revolución verde de mediados y finales del siglo pasado nos ha dejado una
marcada herencia respecto a las recurrentes técnicas de desarrollo para el agro, un método que se
puede sintetizar en el uso de ingeniería genética, agro tóxicos y fertilizantes inorgánicos.
Llevando casi que al olvido y al desuso los conocimientos de 10 000 años que la humanidad ha
acumulado gracias a la agricultura empírica tradicional.

La relativamente nueva técnica presenta a la transgénesis, en la segunda fase de la revolución


verde, como reemplazo al uso de agroquímicos, técnica propia de la primera fase, pues la
experiencia muestra que el uso de agroquímicos es la causa de diversas problemáticas
ambientales en virtud de los súper nutrientes que los componen. Problemas ecológicos como: la
eutrofización, que es el desequilibrio ecológico debido a la proliferación de algas; la
contaminación de aguas subterráneas, que son la mayor reserva de agua dulce del planeta; y la
erosión de suelos, a causa de la esterilización de la microbiota presente en los mismos (Ceccon y
Eliane, 2008).

Siendo sondeadas algunas de las consecuencias ecológicas derivadas del uso de agroquímicos
es momento de cuestionarnos la transmutación genética como técnica idónea para desarrollar del
agro colombiano, pues esto es lo que el sistema económico y político actual nos quiere hacer
creer en pro de los intereses económicos capitalistas-consumistas (M. Pfeiffer, 20001).

Sin lugar a dudas el argumento más fuerte que se opone a la práctica de esta técnica es el
impacto ambiental que puede generar. Si en algo están de acuerdo los autores y estudiosos del
tema es que pese a los avances en el estudio y conocimiento de la técnica todavía es imposible
insertar un gen con exactitud en un genoma receptor, de modo que los riesgos y efectos
secundarios de transmitir genes aún son impredecibles. En este orden de ideas es pertinente
reconocer la existencia de principios presentes en la legislación ambiental colombiana e
internacional. Entre estos, para efectos del tema, destacan el principio de responsabilidad con las
generaciones futuras y el principio de precaución, que estipula que basta con detectar los
posibles peligros para evitar la degradación del ambiente, sin necesidad de evidencia científica
del daño.

A continuación, se enuncian algunos de los riesgos ecológicos que se pueden desencadenar


por la práctica de la transmutación de genes. La mutación de súper malezas y de agentes
patógenos, el desplazamiento y reducción de biodiversidad para la producción agropecuaria y
siembra de monocultivos (E. Rodríguez, 2013), y la erosión genética debida a la competencia
entre las plantas modificadas y su cepa progenitora, a esto se añade que en la mayoría de los
casos se ha encontrado que estas dos plantas son incompatibles entre sí para la obtención de
semillas viables. La erosión genética significa mucho más que la pérdida de biodiversidad para
los científicos del futuro, también conduce a la uniformidad genética que es la disminución en la
variedad de plantas que consumimos, y esto ha llevado a crisis como “La gran hambruna
irlandesa”. Hoy en día el 95% del potencial nutritivo del mundo se obtiene en promedio de 30
plantas (Ceccon y Eliane, 2008).

Otras consecuencias que la transmutación genética nos ha dejado como experiencia son las
relacionadas con la salud pública. Se ha demostrado que la ingesta de alimentos transgénicos
estimula el aumento de la resistencia bacteriana intestinal a antibióticos (E. Rodríguez, 2013).
Asimismo, el consumo de alimentos modificados genéticamente estimula el desarrollo de
alergias que se deben a la reacción alterada del sistema inmunológico hacia un antígeno
determinado, las personas reactivan episodios alérgicos a causa del consumo de un alimento al
que se supone no generan reacción, y esto se debe al gen transferido de una planta a otra,
circunstancia que crea el ambiente perfecto para incitar la exacerbación de alergias. Cabe resaltar
que en Colombia la situación se agrava, porque no se exige el etiquetado de estos alimentos con
el pretexto de que sería competencia desleal frente a equivalentes sustanciales.
Los argumentos previos explican por qué no se debe practicar la transmutación genética en
general, pero sin lugar a dudas otra razón muy relevante por la cual no se debe implementar esta
técnica en Colombia y en los países del tercer mundo, es porque se perpetuaría nuestra
subordinación económica a las multinacionales del primer mundo (Syngenta, Bayer, Dupont,
Dow Agroscience), dueñas de las patentes de plantas y semillas transgénicas. (M. González,
2007)

Por otro lado, es pertinente exponer que los partidarios de la transgénesis argumentan el
aumento en el rendimiento, ya que permite disminuir los costos de producción al reducir y hasta
erradicar el uso de agroquímicos. También permite cuadruplicar la producción de metabolitos
secundarios respecto a la cantidad que se obtiene comparada con la agricultura tradicional en la
misma proporción de área. En ese orden de ideas, los defensores de la transgénesis sustentan la
necesidad de ponerla en práctica para satisfacer el déficit alimentario global. Además de la
eficacia, también se alega la disminución en el impacto ambiental comparado con el uso de
agroquímicos y la equivalencia sustancial de los alimentos producidos por medio de la
transmutación genética con los generados con la agricultura tradicional.

Con la intención de contrastar las ideas de los partidarios de la transgénesis se manifiesta que
existen otras técnicas como la agricultura tradicional y la agroecología que generan un impacto
ambiental mucho menor y ni siquiera consideran el uso de agroquímicos. También se cuestiona
la supuesta mayor producción de metabolitos secundarios y la disminución en los costos de
producción, pues debido a los riesgos impredecibles asociados a la transgénesis, antes expuestos,
su alta eficiencia no se puede afirmar porque el rendimiento puede ser insostenible. Además, es
oportuno mencionar que múltiples estudios y autores concuerdan en que el déficit alimentario
mundial no se debe a la falta de alimentos, sino a la desigualdad en el poder adquisitivo. Incluso
se ha encontrado que el resultado de implementar esta técnica ha sido agudizar la desigualdad
(Ceccon y Eliane, 2008). Por último, si hay equivalencia sustancial entre un producto obtenido a
partir de técnicas seguras y un producto obtenido a partir de técnicas que implican riesgos y
ruptura de principios ético-ambientales internacionales ¿qué sería lo más sensato?

Para concluir es oportuno recalcar la importancia de desarrollar el agro en nuestro país y


hacerlo apuntando a la seguridad alimentaria real, la sostenible a largo plazo, la seguridad que no
compromete nuestro futuro siendo consecuentes con los principios de la legislación ambiental
internacional. Para cumplir con este propósito es concerniente analizar diferentes modelos y
técnicas, evitando estigmatizar las nuevas técnicas progresistas que abren nuevas oportunidades
como la posibilidad de cultivar en terrenos y ambientes inhóspitos, pero siendo muy críticos
respecto a ellas. En este orden de ideas es factible considerar e invitar al análisis de otras
técnicas biotecnológicas como los cultivos in-vitro y la hidroponía o sistemas de cultivo con
menor impacto ambiental como la agroecología.

Referencias:

 Rodríguez E. (2013). Temas éticos en investigación internacional con alimentos


transgénicos. Scielo, Volumen (19). Recuperado de: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?
script=sci_arttext&pid=S1726-569X2013000200005
 Pfeiffer M. (2001). El riesgo Biotecnológico: ¿ficción o realidad?. Scielo, volumen (7).
Recuperado de: https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1726-
569X2001000200008
 González M. Biotecnología, ética y sociedad. 97-108. Recuperado de:
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2699272
 Ceccon, Eliane. (2008). La revolución verde tragedia en dos actos. Redalyc, Volumen (1).
21-29. Recuperado de: https://www.redalyc.org/pdf/644/64411463004.pdf

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