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172 FILOSOFÍA P01ÍTICA

Defensor pacis. No obstante, Tomás de Aquino tuvo el mérito de pensar la ciudad


política cristiana que serviría de referente hasta los albores de la modernidad. En
6. La sociedad del miedo
cuanto a la escasa importancia que en los textos tomistas, como en los de otros
teólogos cristianos, toma la libertad política, y aparte de motivaciones más
ideológicas, hemos de resaltar que la ciudad cristiana, en todas sus versiones, es
una comunidad absolutamente cerrada, pues tiene prefijada su bien y su ley, su fin
y su orden, tal que el cristiano adquiere su perfección en la fe y la obediencia «El único modo de erigir un poder común capaz de
doctrinal, como el mejor de los siervos de Dios. defender (a los hombres) de la invasión extranjera y
las injurias de unos a otros asegurando así que, por su
propia industria y por los frutos de la tierra, los hombres
puedan alimentarse a sí mismos y vivir en el contento,
es conferir todo su poder y fuerza a un hombre o una
asanjhlea de hombres, que pueda reducir sus volun-
tades, con pluralidad de voces, a una voluntad».
Th. Hobbes, Leviathan, XVII

1. La razón, el orden y la comunidad

Hobbes está presente, en el imaginario filosófico político, con rostro jánico, bifronte.
Por un lado, con la máscara del Leviatán, de la defensa ilimitada del poder político,
de la preferencia de la sumisión a la anarquía; por otro, con la imagen del individua-
lismo, con la apuesta por el hombre aislado y solitario incapaz de a.mar nada ni a
nadie, condenado a relacionarse con el mundo como puro depredador. La filosofía
es la autora de esas paradojas; pero la filosofía es también capaz de resolverlas.
Nuestro objetivo en este capítulo es el de presentar ambas figuras no sólo como
conciliables sino como implicadas la una en la otra; y mostrar que el individualismo
radical y coherente lleva a la defensa del poder extraño y despótico.
Es conveniente situar los conceptos hobbesianos de libertad, igualdad, poder
político y justicia en el escenario filosófico, donde se engendraron, sacándolos del
ámbito de la historia de las ideas políticas, donde han sido desplazados y donde se
configuran en rostro bifronte. Toda política incluye, tácita o explícitamente, una
filosofía política; y, hasta nuestros días, en que nihilistas, deconstruccionistas y
pragmatistas han cuestionado a fondo toda vía del fundamento, la filosofía política
era determinada desde una metafísica -ontológica o epistemológica- por
mediación de una filosofía de la historia y/o una concepción de la naturaleza
humana. En Hobbes era innegablemente así, como nos muestra su proyecto de
sistema, De corpore, De homine, De cive. Por tanto, pensar filosóficamente la idea
política de Hobbes nos exigirá remontarnos una y otra vez, de manera incansable,
a sus presupuestos filosóficos generales.
Repartiremos nuestro intento en cuatro asaltos a otros tantos aspectos centrales
de su pensamiento: su amor al orden, su trágica visión del individuo solitario, su
lúcida representación del estado de naturaleza como guerra de todos contra todos,
su profética idea de la república con el rostro del Leviatán. Cuatro asaltos a un
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pensamiento inquietante, que la filosofía occidental siempre ha procurado obviar de lo correcto y lo incorrecto, languidecería y desaparecería; y la humanidad
con censuras y silenciamientos; un pensamiento que reta a la filosofía a enfrentarse disfrutaría de una paz eterna»5º5•
sin cartas marcadas con su verdad, con el fin de la ilusión, con la búsqueda sin Esta preocupación política por el método adecuado aparece también en el De
esperanza. civ~, donde se atribuye el atraso de la filosofía política a la ausencia del mismo.
Considera que, a diferencia de los matemáticos, los filósofos de la moral han violado
los procedimientos de la razón crítica. Todos los males de nuestra disciplina se
2. El amor al orden deberían a la falta de un método idóneo, de un «idoneous priciple of tractationv=,
que permitiera salir de una reflexión circular. Supone Hobbes que hay una clave
2.1. Orden en el pensamiento, orden en la acción de la razón ( clue of reason), que originalmente está en la oscuridad, pero que una
vez desvelada nos conduce a la luz más clara: «El principio del método (principle
Hobbes es, como moderno, un amante impenitente del orden. Si Descartes, Galileo of tractation) ha de ser tomado de esta autoridad, y entonces la luz llegará allá para
y Newton acabaron con el universo mágico, panteísta y animista del renacimiento disipar las dudas»5º7• Los filósofos, según el filósofo inglés, deberían tratar los
y con el razonamiento analógico e intuitivo, imponiendo la elegante uniformidad derechos naturales como los matemáticos la figuras y los físicos el movimiento, a
del mundo uniforme, bien determinado por leyes, y la asepsia del cálculo, propia saber, examinando lo particular hasta descubrir su ley y, una vez conseguido,
del método de razonamiento científico, Hobbes prosigue esa tarea en el dominio elevándose a las acciones universales.
de las ciencias sociales, de lo que en su tiempo se denominaba filosofía moral, que Hobbes, como todo su siglo, ama la paz y el orden y cree que los mismos son
con la filosofía natural se repartía el campo del saber. . obra de la razón; la sinrazón, las pasiones, en cambio, son las causas de la
En The Elements of Law (1640) Hobbes escribe que el retraso de las ciencias inseguridad, del miedo, del caos. El desorden amenaza la verdad y la vida; la razón
del hombre, su estado de confusión, constantes debates, falta de criterios para y el método son a un tiempo los instrumentos de construcción de la verdad y de la
decidir en las controversias, etc., eran una prueba obvia de que esta ciencia «no comunidad. Sus preocupaciones epistemológicas, por tanto, son también políticas.
había comprendido su propio objeto»5º2• Expresa así un sentimiento generalizado Hobbes, hijo de su tiempo, lo confía todo a la razón; su discurso será exquisitamente
en el siglo xvn, siglo ávido de claridad y distinción. Hobbes distinguía y comparaba racionalista. Pero, paradójicamente, la razórñhobbesiana es un mero instrumento
dos tipos de ciencias: matemáticas y dogmáticas. Las matemáticas estaban libres de cálculo: la razón, que ha de construir y garantizar el orden, no puede poner los
de contradicciones y disputas; por tratar de las figuras y del movimiento, no fines ni los valores; ella no puede imponer al hombre, fingiendo conocer lo absoluto,
afectaban a las pasiones ni a los intereses inmediatos de los hombres. En cambio, una ley a la cual someterse, unos deberes que cumplir, unos derechos que proteger.
en las ciencias dogmáticas, como la ética y la filosofía política, que tratan de las La razón es el instrumento del orden, pero no en tanto que lo construye, sino en
cosas humanas, de los derechos e intereses de la humanidad, de sus formas de tanto que lo descubre o reconstruye. Su tarea no es imponer el orden verdadero,
vida, de su organización, reinaba la confusión, generándose apasionadas e inter- bueno, bello o justo al hombre, sino descubrir y decir al hombre el orden que es
minables discusiones y luchas. Hobbes constata esa situación y la considera verdadero, bueno, bello y justo para él.
inevitable en tanto subsista la falta de acuerdo en el método. La pretensión de Los residuos objetivistas y transcendentalistas de su epistemología son patentes.
Hobbes, en consecuencia, será elevar las ciencias dogmáticas al estatus metodo- Para Hobbes hay un orden natural a descubrir y respetar; el mundo humano
lógico de las ciencias matemáticas. Estaba convencido, con la ingenuidad del adquiere su perfección -su sobrevivencia- en la medida en que se adapta y respeta
converso, que el desorden y las querellas desaparecerían con un buen método, ese orden. de ahí que Hobbes fuera siempre fiel a la máxima: «dondequiera que la
pues los descubrimientos relevantes sobre la naturaleza humana y la vida social ya razón se vuelva contra el hombre, allí el hombre se volverá contra la razón»-".
estaban dados?", Máxima de inmediatos y estremecedores efectos: las grandes ideas postuladas por
Sin entrar a fondo en la problemática del método de Hobbes5º4 y sus efectos en la razón como fines, valores o bienes, son ilusiones que generalmente llevan a la
la filosofía política, debemos destacar dos consecuencias que se derivan de su destrucción. Los mayores males que advienen a los hombres, dice Hobbes, proceden
concepción: en primer lugar, su convicción de que la posibilidad de una filosofía de esas grandes ideas de libertad, justicia o dignidad, que los arrastran a la guerra
política como conocimiento claro y distinto dependía de la posibilidad de aplicar y a la muerte.
en ella un método como el matemático de los modernos; en segundo lugar, la tesis Examinada con más atención y en su contexto la citada máxima refiere a una
sorprendente en el pesimista Hobbes según la cual de ese conocimiento resultaría concepción alternativa y provocadora: el hombre es esencialmente deseo (deseo
la paz: «Si fuese la naturaleza humana tan clara y distintamente conocida como la de poder, deseo de vivir). En el Leviathanr" el hombre es reducido a materia en
naturaleza de la cantidad en las figuras geométricas, la fuerza de la avaricia y de la movimiento, tal que el deseo pasa a fundamentar la antropología y la ética. El
ambición, que se sustenta en las erróneas opiniones del vulgo sobre h naturaleza deseo es el nombre de la tendencia a sobrevivir que la naturaleza pone en el hombre;
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éste es en cuanto desea, pues vivir es «desear vivir», desear mantenerse en la vida, aportara razones para decidir en las controversias. Ahora bien, esa ciencia, como
movimiento de autoconservación: «Pues no tener deseo es estar muerto, tal como él mismo decía, ya estaba inventada; él mismo, en la época que escribe el Behemoth,
tener deseos débiles es torpeza y desearlo todo disipación o distracción»51º. Pero, ya había publicado la mayor parte de sus obras políticas. ¿Por qué entonces el caos
aun siendo el deseo expresión de la vida, no es su garantía. La vida es esencialmente de aquella guerra? Su respuesta es tópica, pues recurre a la falta de educación cívica
orden, regularidad, ley, de complejidad creciente; y la vida social es, analógicamente, de las gentes, en su mayoría ignorantes de sus deberes cívicos; la causa estaría en
orden, regularidad y ley de mayor complejidad y sofisticación. La vida es orden que los principios de la filosofía política no habían arraigado en las gentes. Reparte
ganado al caos de lo inerte; la vida social es orden impuesto al caos de la existencia especialmente las culpas entre la Iglesia y las Universidades, que silenciaron -y
natural. El orden, aliado de la vida -y de la paz, del comercio, de la riqueza- es por condenaron- las obras hobbesianas, manteniéndose instaladas en una reflexión
tanto una perfección ontológica. el amor al orden, en consecuencia, se fundamenta anacrónica y caótica, ambigua y confusa, ajena a los principios metodológicos de
en su complicidad con la sobrevivencia. Cuando la razón pone el orden como su la ciencia moderna. O sea, unos porque no sabían leer y otros porque, aún sabiendo,
objetivo, cuando aconseja orden como valor de verdad y virtud política, actúa no tenían tiempo, dedicados a sus negocios y placeres; el púlpito encerrado en sus
simplemente como instrumento al servicio de la vida, es decir, al servicio de la dogmas y la cátedra en sus prejuicios; los canales de enseñanza, lejos de enseñar
naturaleza humana. los deberes, llamando a desobediencia514; en fin, la falta de conocimientos y las
La filosofía, por tanto, ha de hacer compatibles el deseo y la razón, la pasión y ideas erróneas se revelan como la fuente de la guerra y del desorden. La crítica de
el orden, en los que se sustenta la vida. La filosofía ha de pensar la libertad y el Hobbes a las Universidades no es sólo porque crearon el desorden al llamar a la
desorden del deseo y la necesidad y el orden mecanicistas, propios de un mundo desobediencia civil, sino porque contribuían igualmente al desorden con sus
reducido a materia en movimiento, en una ontología que permita su reconciliación; enseñanzas retóricas, manteniendo las ambigüedades y confusiones teológicas,
ha de pensar la vida humana en las coordenadas de la libertad y la necesidad. La Aristóteles era, para Hobbes, culpable tanto de la confusión en las ideas científicas,
filosofía puede soñar con una hermosa aventura: pensar un orden que no vaya con su teleologismo y su hilemorfismo, como de la confusión en las opiniones
contra el hombre, contra su naturaleza, contra el deseo. ¿Es eso posible? Hobbes políticas, llamando a la democracia y a la amistad. La ética aristotélica era consi-
dirá: no. Todo orden es antinatural, toda ley es una cadena. No hay reconciliación derada por Hobbes una distracción, una sarta de especulaciones ilusorias cuyo
posible. El hombre está condenado a la guerra; su existencia es una guerra contra único efecto era el de alejar cada vez más, por estéril, a la filosofía de los cargos
todo y contra todos; su propia individualidad está atravesada por la escisión y el
conflicto. Declarada imposible la identidad, la única aspiración razonable es a una
políticos515• '·

Proyectar el mal sobre la ignorancia y la sinrazón no es original, pero al filo de


batalla soportable, a unas cadenas compatibles con una vida mutilada que, no estas reflexiones Hobbes formulará una idea brillante. El dominio oscurantista de
obstante, sea preferible a la muerte. la Iglesia y las Universidades le lleva a comprender que los hombres no aman la
virtud ni la ley por el mero hecho de que la filosofía así lo prescriba; en el mejor de
2.2. Orden y comunidad los casos se conseguía una simulación, que se quebraba a la menor ocasión. Había
que aceptar que el hombre no puede amar nada que vaya contra su naturaleza. En
La idea de comunidad política hobbesiana es deudora de su amor al orden: o, para vez de exigirles la profesión de fe y de amor a la ley, que sólo simularán, era preferible
ser más correctos, de su aversión al desorden. La experiencia del desorden de su decir a los hombres que si no hay razón alguna para amar la ley sí las hay para
época511 tiene tanta importancia como la influencia del caos, las sombras, la falta someterse a ella y respetarla; que si no hay razones para amar la libertad y morir
de claridad, en el método científico. Donde mejor se aprecia la preocupación por ella, sí las hay para respetar a los otros y cumplir los pactos. Y estas razones
hobbesiana por el desorden de la época -un desorden que refleja cualquier pequeñas, pragmáticas, las entienden hasta los hombres. Y pensaba Hobbes que
historia512- es en su Behemoth: The Long Pariiament ( 1688), donde intenta resumir así, obedeciendo la ley por interés y no simulando amor a la misma, el vínculo era
sus puntos de vista sobre la guerra civil inglesa. En estas fechas la guerra había más fuerte516• En definitiva, pensaba que el miedo al castigo es más eficaz que el
acabado y la monarquía había sido restaurada; pero Hobbes dudaba de que se amor a la virtud a la hora de cumplir los pactos; y que si un grupo de hombres
hubieran extraído las lecciones oportunas. únicamente unidos por el interés no es una comunidad política en sentido estricto,
Analizando el «círculo del movimiento del poder soberano», pasando alterna- como mínimo es una asociación de individuos que comercian en paz.
tivamente de Carlos 1 al Parlamento Largo, luego a Cromwell, de nuevo al Parla- En el Leviathan Hobbes toma la naturaleza como modelo del orden político;
mento, por fin a Carlos 11513, cree descubrir la clave de la revolución en la corrupción pero ahora, a diferencia del mundo clásico, la naturaleza no es un cosmos ordenado,
de las opiniones políticas; sólo así podía justificarse ese movimiento alternativo jerárquico, moral, cerrado, con finalidad, en definitiva, un modelo de orden al
del poder. Por tanto, se reafirma en que en la base del caos está la falta de una cual los individuos se conforman consiguiendo así su dignidad y su excelencia.
ciencia de la política clara y rigurosa, que pusiera los fundamentos del estado y Esa concepción de la naturaleza es sustituida en la modernidad por otra, ontológica-
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mente muy empobrecida, al reducirse a materia en movimiento517• El conocimiento a la experiencia519• No obstante, el hombre hobbesiano es una construcción racional,
de esa naturaleza pasaba por establecer la materia de la que estaba constituida y las con pinceladas de realismo empírico. Sin entrar en el debate planteado por
formas de movimiento de la misma; del mismo modo, pues, habría que tratar al Macpherson, que entiende que el individuo descrito por Hobbes es el del
hombre y a la sociedad, establecer su materia y las causas eficientes que la mueven. «individualismo posesivo», la imagen del burgués, hemos de reconocer que el rostro
En el caso de la política la materia y las causas residen en el mismo ser: el individuo. del individuo descrito por Hobbes es inquietante por su proximidad, por su
El individuo es materia y causa eficiente de la república; ésta no es sino un conjunto familiaridad, por su parecido con los hombres de nuestra época.
de individuos en movimiento, teniendo estos movimientos sociales, y las relaciones En rigor, la antropología de nuestro filósofo gira en torno a un hombre solitario,
que determinan, sus causas en los deseos de los mismos individuos. radicalmente aislado y encerrado en sí mismo. Hobbes ha secuestrado al hombre
La primera consecuencia de esta concepción filosófica es la idea de la comuni- del mundo, lo ha convertido en una mónada incomunicada, sin más horizonte
dad política como república'!", como commonwealth, como simple asociación para que lo que ocurre en solitario confinamiento dentro de su cuerpo. Este aislamiento
la defensa y la conservación. La república es una persona artificial, una ficción se nos muestra en los distintos lugares del discurso, de la metodología a la ética, de
jurídica, construida por la alienación de los derechos de los individuos; por tanto, la ontología a la política, de la epistemología a la psicología. Su antropología tiene
un poder externo a los individuos, a los que estos se someten por su incapacidad efectos en todos los campos de reflexión filosófica. Buena parte de la filosofía política
de sobrevivir conforme al derecho natural. La república la componen los individuos de Hobbes se deriva de esta pregunta: ¿Cómo conocer a los hombres? El efecto
y el poder que los protege y ordena; la sociedad es un mero artificio, el nombre de metodológico se concreta en torno a la posibilidad de una filosofía política o de
una asociación para la no agresión. El poder político que pone unidad y orden es una ciencia del gobierno, que parecen exigir un conocimiento previo de la
sólo coacción, temor; en todo caso, actúa sin otro fin que la conservación y naturaleza del hombre, que Hobbes ha declarado inaccesible. El individuo
seguridad de los individuos. hobbesiano está irremisiblemente encerrado en sí mismo, en solitario confina-
Es difícil decidir en qué proporción esta idea de la comunidad política como miento dentro de su cuerpo; sabe de la existencia del mundo por los fantasmas
mero mercado garantizado externamente por la fuerza del poder político es fruto que en él produce, pero no conoce su esencia, ni su ley. ¿Cómo conocer a los otros?
del momento histórico; del individualismo introducido por la Reforma; de la Por observación apenas se llegaría a conocer exhaustivamente a unos cuantos; y
génesis de los estados modernos, instaurados sobre la destrucción de otras formas ¿con qué derecho podríamos generalizar? Además, lo observable es la conducta,
de identidad, imponiendo un orden, una autoridad, sobre territorios y comunidades pero no las intenciones, ocultas en la mente; las causas de los comportamientos y
con poblaciones desiguales en lenguas, culturas, religiones, costumbres, etc.; o de actitudes quedan siempre escondidos; la acción no manifiesta las intenciones, no
un modelo de racionalidad que partía de elementos simples (átomos, sensaciones, revela la mente.
individuos) y jugaba a ordenarlos mediante un ars combinandt unas veces funcional Ante esta situación, Hobbes ofrece una salida metodológica audaz: «Quien ha
y otras genealógico. Tal vez todas estas determinaciones influyeran en nuestro autor. de gobernar toda una nación, debe leer dentro de sí mismo, no a este o a aquel
Pero creemos que las determinaciones más inmediatas proceden, por un lado, de hombre en particular, sino a la hurnanidadx-". Cree que sólo en una lectura secreta
la concepción del método y del modelo de racionalidad científica, por otro, del de la propia conciencia, sin el enmascaramiento intrínseco a la publicidad de la
individualismo que la sociedad mercantilista precapitalista va generando en la misma, podemos encontrar los rasgos comunes a los hombres, la naturaleza
conciencia social. Por eso insistiremos en ambos aspectos, en la racionalidad cientí- humana ontológicamente igual. Y para los reticentes que sospechen de este método
fica y en la concepción del hombre, para comprender la idea hobbesiana de repú- introspectivo, Hobbes lanza un reto escalofriante: «cuando haya expuesto de modo
blica, que es la primera gran idea del estado moderno. Hemos de enfatizar que, claro y ordenado mi propia lectura, desbrozando así el camino, sólo necesitarán
por primera vez, la comunidad política deja de ser comunidad para ser sólo estado. considerar si encuentran o no lo mismo en sí propio. Pues este tipo de doctrina no
admite otra demostración»521• Está seguro de que encontraremos en nosotros ese
universal «hombre lobo del hombre» que nos describe; no ignora que nos
3. La naturaleza humana: el hombre solitario resistiremos a vernos en él, pero sabe que ya nunca podremos librarnos de la
sospecha de si la irrealidad está en el espejo o en nuestra mirada.
3.1. El acceso al conocimiento del hombre Dado que la mente no es observable y la opinión y la conducta no son fieles
expresiones de la mente, al gobernante sólo le queda un recurso para conocer al
Al igual que otras filosofías políticas están fuertemente determinadas por una hombre: leer en la propia mente, pues ésta sí es transparente a uno mismo522• Ahora
concepción de la historia, la de Hobbes depende esencialmente de una concepción bien, para poder leer en uno mismo a la humanidad hay que establecer un
del hombre. Podríamos decir que Hobbes ha renunciado al ideal metafísico racional presupuesto: la uniformidad de la naturaleza humana. No le es difícil a Hobbes
de hombre, sustituyéndolo por un concepto pretenciosamente empírico, ajustado hacerlo, tanto desde la mera observación, como filosóficamente. La obvia similitud
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de la estructura de los cuerpos y de sus movimientos le permite afirmar la universo que gira sobre sí mismo; un centro de actividad definido por el corazón
uniformidad biológica; su posición materialista le facilita reducir sensaciones, y orientado a la sobrevivencia. Todo es movimiento, «pues el movimiento nada
sentimientos, deseos y pensamientos a actividades o movimientos del cuerpo, produce sino movimiento»?". La vida es «movimiento vital», identificado por el
consiguiendo así la uniformidad psicológica y aún espiritual. La argumentación flujo de la sangre, por la fuerza del corazón; todas las partes del cuerpo tienden a la
mecanicista consigue el resto: el hombre como una máquina cuyo funcionamiento vida de esa unidad natural; todo está organizado para maximizar el movimiento
es homólogo a cualquier otro animal-máquina. Apoyándose en las teorías de vital.
Harvey, nuestro autor pone el corazón en el centro de toda actividad vital, sea el Junto al movimiento vital ciego, instintivo y mecánico, orden de lo biológico,
conocimiento, la pasión o el deseo. Hasta donde llega el movimiento del corazón, un segundo tipo, los movimientos voluntarios527, definen el campo del deseo. Unos
hasta allí llega la vida; su zona de influencia marca los límites de cada ser vivo, de y otros, entre sí homogéneos, están dirigidos al mismo fin, a proteger, extender y
cada individuo; donde no llega, lo exterior a ese límite, es lo otro, es el enemigo. reproducir la vida, a garantizar el orden y la unidad del ser vivo. El deseo es, para
Entre el individuo vivo y lo otro exterior no hay más comunicación que la nuestro autor, el nombre de un conjunto de fuerzas ( conatus) que tienden a proteger
relación física, que las interacciones mecánicas. La representación es reducida a una parte de la naturaleza, individualizándola como ser particular y único. El deseo
un proceso físico: ante una presión en el cuerpo del individuo, que le llega al corazón es signo de vida individual; es lo que individualiza y especifica a un ser vivo. Hay
a través de los espíritus animales, aquel reacciona con una fuerza hacia fuera para una perfecta coincidencia entre el ámbito del deseo y sus objetos, por un lado, Y
contrarrestar la presión hacia dentro. En esa acción se genera un fantasma, una los límites del individuo, de su cuerpo, de su vida, de su identidad, por otro. Cada
imagen, que sabemos producida por el cuerpo exterior, pero que no sabemos hombre es uno de esos seres delimitado por un centro de deseo que lo individualiza;
realmente si se parece al mismo. Esa representación es todo nuestro conocimiento el hombre, en la representación hobbesiana del mismo, aparece ontológicamente
de lo otro: certeza de su existencia, avalada por el fantasma, pero ignorancia de su encerrado en su amor de sí, contrapuesto mecánicamente a los otros; queda para
esencia. Sabemos de la existencia del mundo y de los seres, pero conocemos qué y siempre circunscrito a su deseo de vivir y, por tanto, al deseo de poder, expresión
cómo son. Incomunicación total, en base a un materialismo mecanicista radical de su independencia y seguridad; queda definitivamente negado para salir de sí,
que al menos tiene la ventaja de hacer plausible la tesis de que, reducidos a de su individualidad, y unirse a los otros por el reconocimiento o el amor; queda
autómatas, es razonable pensar que todos los hombres funcionan de manera para siempre privado de toda aspiración a lo común y universal.
semejante. Observándose uno a sí mismo conocerá a los otros: «Quienquiera que La reflexión hobbesiana sobre el deseo nos permite ver el efecto psicológico de
inspeccione en el interior de sí mismo y considere lo que hace cuando piensa, su antropología, el hombre sujeto de deseos y condenado a amarse a sí mismo.
opina, razona, espera, teme, etc., y en qué se funda, acabará interpretando y Deseo y aversión son esfuerzos por vivir y por huir de la muerte528; amor y odio
conociendo cuáles son los pensamientos y pasiones de todos los demás hombres son otros nombres del deseo y de la aversión, «por lo que el deseo y el amor son la
en ocasiones similares ( ... )»523• misma cosa»529• Esta psicología hedonista anticipa el efecto moral de su concepción
Luego matizará y dirá que se trata de la «semejanza de las pasiones»524, no de del hombre como ser solitario. Bueno y malo son los nombres de los objetos
los «objetos de las pasiones». Watkins comenta, con razón, que tal matización deseados o rechazados, amados u odiados53º. De esta forma, las categorías morales
convierte la tesis en metafísica, por inverificable525; en rigor es así, pero no creemos quedan reducidas a la vida, a lo que potencia o debilita la vida; la moral se reduce
que Hobbes estuviera buscando una verificación; sólo aspiraba a una hipótesis a las reglas del deseo. El bien es el nombre moral del deseo. Las demás pasiones son
plausible, a una conjetura que viniera a sancionar lo verosímil, el sentido común, nombres diversos de lo mismo531•
la extendida experiencia de que nuestras actitudes y estrategias responden siempre Hobbes reformula como variantes del deseo todos los fenómenos vitales, así
al supuesto de que los demás hombres actúa y reaccionan como si tuvieran nuestros como las pasiones y virtudes. Se llama benevolencia o caridad «el deseo de un bien
sentimientos y pasiones. O sea, siempre vemos a los otros a través de la representa- para otro»; El deseo de cargos es ambición»; «la aversión unida a la creencia en el
ción de nosotros mismos. daño es el temor»; los celos son «amor con el temor de que no sea recíproco»; la
«risa es un aplauso de sí mismo»; la compasión es «aflicción por la calamidad del
3.2. El imperio del deseo otro( ... ) y surge al imaginar que puede recaer una calamidad sobre uno mismo»532•
Cuando, como dice en el Leviathan, el bien y el mal, la virtud y el vicio, pierden
Ya sabemos cómo acceder al interior del hombre. ¿Qué encontramos? ¿Qué más toda objetividad, la moral pasa a ser una máscara de la lucha por la vida: «Pues las
refleja el espejo? Según Hobbes descubrimos el ser del hombre, un universo de palabras bueno, malo y despreciable son siempre usadas en relación con la persona
vida y pensamiento cerrado en sí mismo; descubrimos el efecto ontológico de su que las usa, no habiendo nada simple y absolutamente tal, ni regla alguna común
antropología, donde el hombre aparece como simple deseo de vivir y de garantizar del bien y del mal que se derive de la naturaleza de los objetos mismos, sino del
la sobrevivencia, es decir, simple deseo de poder. Un simple ser natural, un pequeño individuo (donde no haya República) o de un representante (cuando la hay), o de
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un árbitro o juez, a quienes hombres en desacuerdo eligen por consenso, haciendo una razón instrumental capaz de optimizar resultados pero sin una razón práctica
de su sentencia regla»533,
capaz de proponer fines o ideales.
En cierto sentido, Hobbes ha liberado al hombre de la trascendencia, de los ¿Cuál es el rostro de este hombre en el plano político? ¿Puede vivir en comuni-
deberes para con normas morales, valores y fines impuestos; puesto que sería dad? ¿Qué orden social soporta? ¿Qué idea de comunidad puede corresponderse
arbitrario prescribir lo imposible, el hombre hobbesiano es liberado del peso de la con este concepto de naturaleza humana? Estas son las preguntas que ahora nos
moralidad. Su concepto representa un hombre sin más fines que la vida, sin ningún toca contestar. Pero señalemos, de paso, un efecto ideológico interesante. Este efecto
ideal que cumplir, ninguna esencia que realizar, ningún valor que defender; un ideológico se concreta en la defensa de la libertad de pensamiento y de creencias.
hombre tan sometido a la necesidad biológica que queda liberado incluso de los La tesis de la inaccesibilidad del alma humana le sirve a Hobbes para proteger el
efectos de su tentación de autodeterminarse moralmente, de ponerse a sí mismo librepensamiento, incluidos los ateos, pues al fin nadie nunca puede demostrar su
fines y perfecciones que trasciendan su solitaria pasión de vivir. El individuo ateísmo, y para condenar toda inquisición, porque nadie accede al alma de los
hobbesiano es dramáticamente libre, con esa libertad que brota de su ontológica otros. Hobbes fundamenta de este modo la absoluta libertad de conciencia humana,
soledad.
pues es inútil «extender el poder de la ley, que no es más que una guía para la
Es verdaderamente inquietante esta antropología hobbesiana, esta visión del acción, a los propios pensamientos y conciencia de los hombres mediante el examen
hombre condenado a desear ser, El egocentrismo convierte todos los objetivos y la inquisición de cuanto opinan. Curiosamente, esa figura del hombre solitario
humanos en una escala uniforme de placer dolor. Para Hobbes la vida es lucha por encierra una llamada a la tolerancia539•
la vida, deseo constante de vivir; la felicidad no se identifica con un estado de
satisfacción534, sino con un proceso de satisfacción del deseo; la muerte del deseo
es la muerte de la vida misma. La felicidad queda como «una progresión continua 4. Estado de naturaleza y derecho natural
del deseo»?". Y el deseo de vivir desemboca en el deseo de poder. El deseo de vivir
es siempre deseo de poder vivir, deseo de una vida segura y asegurada, deseo de 4.1. Ley natural y derecho natural
que la propia vida dependa de uno mismo; en otras palabras, deseo de poder.
Porque «el poder de un hombre viene determinado por sus medios reales para La ficción del estado de naturaleza en toda la filosofía política moderna juega, sin
obtener un bien futuro aparente»536• Puede tratarse de un poder natural, que debe duda, la función de instancia normativa, regulativa, desde donde juzgar el orden
entenderse como «eminencia de las facultades corporales y mentales, como civil. Por eso cada propuesta de república requiere una ficción particular del estado
extraordinaria fuerza, belleza, prudencia, artes, elocuencia, liberalidad, noblezas-": de .naturaleza desde donde pensarse y legitimarse. Pero, además, el estado de
o de un poder instrumental, constituido por todos los medios conseguidos por el naturaleza juega, al menos en Hobbes, otras dos funciones no desdeñables: resaltar
poder natural o por la fortuna, como «riquezas, reputación, amigos ( ... )»; lo que la ciudad, la sociedad civil, es un artificio construido por todos los hombres y
importante en todo caso es que los hombres son esencialmente deseo de poder. defender que éstos, siendo libres e iguales en la condición natural, deciden
Ha de ser así, puesto que «tener siervos es poden>, pero también «tener amigos es libremente pasar a la condición de súbditos.
poder»; y «la reputación es poden>, «la afabilidad de los hombres ya en el poder es La condición natural suele describirse por los derechos naturales. En la
instrumento de poden>, «la reputación de prudencia en la conducta es poder», «la metafísica tradicional, la ontología dictaba la moral; la ley del ser fundaba la ley
nobleza es poder», «la elocuencia es poder»-".
moral. El hombre como sujeto moral venía al mundo cargado de deberes: tenía el
Es impresionante esta imagen hobbesiana del hombre. En el plano epistemo- deber de perseguir su perfección ontológica, su propia excelencia, que estaba escrita
lógico, encerrado con sus fantasmas, sus ideas del mundo que sabe suyas, que en su naturaleza. En correspondencia, para cumplir esos deberes necesitaba tener
reconoce como artificios por él elaborado; aislado gnoseológicamente de un mundo ciertos derechos. La vieja tradición de Ios derechos naturales respondía a esa
del que sólo sabe su existencia, pero del que ignora su esencia, su forma, su fin o su ontología: los hombres tenían derecho a aquello que era necesario para cumplir
orden; condenado a combinar ideas, a sumar y restar, produciendo una represen - sus deberes, siendo éstos establecidos por una ley ontológico-moral, la ley de su
tación sin más ley que la de potenciar su vida; en el plano ontológico, determinado naturaleza. Los derechos naturales, por tanto, en su versión clásica derivaban de
a la ciega lucha por la vida, que le lleva a ver en los otros el peligro, el obstáculo o una ley natural metafísicamente establecida. Esta concepción constituye la tradición
la amenaza; en el plano psicológico, forzado a amarse a sí mismo y a no tener del derecho objetivo.
acceso a los otros por ser incapaz de amarlos; en el plano ético, empujado por su En la época moderna se produce la ruptura con esa teoría del derecho natural
naturaleza a ser individuo sin posibilidad de elevarse a lo universal; condenado a al menos en tres frentes: se cuestiona la relación lógica entre ley natural y derecho
ser uno, a ser único. Y en el plano moral, egoísta, incapaz de benevolencia o de natural; se rechaza la fundamentación de los derechos en deberes; y, por último, se
solidaridad, de piedad, simpatía o altruismo, insensible a valores y virtudes, con sustituye el referente teológico de los derechos por el referente humano (derechos
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184 FILOSOFÍA POL!TICA

subjetivos). En Hobbes aparecen con claridad estos tres rasgos de la modernidad. distinguido y antepuesto los derechos a los deberes en el hombre, abriendo así las
Por un lado, la ley natural pierde su estatus ontológico y se convierte en mero puertas de la modernidad a la teoría del derecho. Esta perspectiva, además, justifica
«precepto de la razón», tal que ya no funda el derecho natural; por otro, los derechos las recientes reivindicaciones de Hobbes como verdadero pionero del liberalismo,
naturales tienen ahora un fundamento ontológico inmediato, como cualidades al haber puesto en el origen al hombre como sujeto de derechos naturales sin
del ser del hombre en su estado de naturaleza, por lo cual el derecho de los hombres subordinación ontológica alguna, sin referencia a leyes naturales metafísicas.
es anterior y más importante en su sistema que el deber. En fin, el referente es el La ficción del estado de naturaleza sirve a Hobbes para poner en el origen de
hombre, sujeto de derechos naturales presociales, premorales y ajenos a cualquier la comunidad al hombre prepolítico, radicalmente libre y esencialmente insociable.
fin metafísico o teológico. En el orden de la fundamentación, la antropología El plano de la fundamentación oculta y enmascara el orden histórico real. En éste
sustituye a la teología; si en la tradición clásica Dios dictaba la ley de la naturaleza, los individuos que pasan a constituirse como súbditos del estado moderno fueron
tal que los derechos de los hombres se derivaban de su deber de cumplirla, en el resultado de la fragmentación y aniquilación de las comunidades precapitalistas;
Hobbes se parte de un hombre concebido como sujeto de deseos, con un derecho en la representación de Hobbes, en cambio, se toman como origen abstracto que
natural ilimitado y negativo, siendo las leyes naturales consejos pragmáticos de la permite inaugurar un discurso sobre la génesis y fundamentos del orden político
razón optimizadora. en la que el punto de partida es la idea de un individuo libre, sin dependencia
En los últimos tiempos la historiografía hobbesiana ha tendido a reconstruir alguna, sin obligación moral, sin pecado original ni méritos derivados de la creación;
un Hobbes fundador del liberalismo, alejándose de una tradición más proclive a un discurso que pone al hombre como artífice del estado, de la moral, de la justicia,
ver en nuestro autor un teórico del absolutismo; para ello se ha acentuado su del bien y del mal; y, sobre todo, un discurso que pone en el origen al hombre
ruptura con la tradición iusnaturalista y resaltado su carácter de pionero de la abstracto, asocial, sujeto privado de derechos naturales.
teoría moderna de los derechos naturales. Esta teoría moderna, frente al iusnatu-
ralismo, no derivaría los derechos de la ley natural, de la recta razón, sino de la 4.2. Descripción del estado de naturaleza en De cive
voluntad del hombre. Y Hobbes, para esta línea interpretativa, sería el primero en
sustituir el orden natural o la recta razón divinos por la voluntad humana. Para precisar la idea hobbesiana de .estado de naturaleza hemos de referirnos a
En el fondo, la apertura de una nueva perspectiva culmina el cierre de una unos pasajes del De cive. En el «Prefacio» explica su propósito de deducir, a partir
larga tradición. La teoría de la ley natural tiene un origen griego, continuación de su teoría de la naturaleza humana: a) que el estado de naturaleza es un estado
romana (Cicerón y estoicos), prolongación medieval y desenlace moderno (Locke). de guerra de todos contra todos; b) que en el estado de naturaleza todos tienen
Sin duda alguna, en su versión clásica tuvo una inspiración religiosa>", La tradición derecho a todo; e) que todos están movidos por la necesidad de, o el impulso
aristotélica, hasta Tomás de Aquino, mantiene equivalentes y cerrados los natural a (dada la miseria del estado de naturaleza) salir de él; d) que el abandono
significados de derecho ( ius) y ley (lex). «Derecho» significa «lo que es correcto», o o superación del mismo exige renunciar a su esencia (el derecho de todos a todo),
sea, «lo que es de acuerdo con la ley». Para Tomás de Aquino541, que comienza la o sea, renunciar al derecho natural; e) que la naturaleza del contrato social se deriva
teoría de la justicia analizando El ius, el derecho equivale a la cosa justa, a lo que es del derecho natural; y e) que el objetivo del contrato es la paz. Los puntos a) y b)
equitativo. Pero ya Suárez542 y Grotius543 distinguirán entre «derecho objetivo» y constituyen, en resumen, la doctrina del derecho natural; el e) funda la necesidad
«derecho subjetivo», el primero como contenido de la ley y el segundo como de las leyes naturales (preceptos de la razón) y, desde ellas, del contrato social; el d)
facultad, poder o privilegio. De todas maneras, la facultad o poder eran vistos y el e) establecen el contenido del contrato; y el f) define su objetivo final. Partamos,
como efecto de la ley: eran privilegios a la hora de hacer o no hacer algo, es decir, pues, de la deducción de los dos primeros.
a la hora de los deberes. Casi siempre en la base de todo derecho se situaba, más o En la «Epístola dedicatoria» del De cive subraya las «dos máximas de la
menos oculto, un deber fundamental: que lo bueno debe ser hecho y lo malo naturaleza humana», a saber, el deseo natural de poseer más que los otros y el
abolido544• deseo de evitar la muerte por violencia (el primero relacionado con la parte pasional
Para muchos críticos545, con Grotius y Puffendorf comenzó su secularización, del alma y el segundo con la parte racional). De la conjunción de ambos deducirá
iniciando una nueva era de la teoría, al poner como fundamento un orden racional la necesidad de alianzas y pactos, y de aquí la necesidad de rudimentos morales y
eterno que el hombre puede conocer y que existiría incluso sin la existencia de de prudencia social. En el citado «~refacio» al De cive se dice que, desde su
Dios. Otros estudiosos546 consideran que no debería verse como ruptura, sino como nacimiento, por naturaleza, los hombres tienen disposiciones, deseos de placer y
enfatización del fundamento, siguiendo Dios puesto en la base de la obligatoriedad. de vivir y aversión y miedo al dolor y a la muerte. Igualmente se afirma el infinito
Pero hay unanimidad en aceptar que hasta Hobbes no se produce el cambio deseo de posesión de los hombres, que implica su incapacidad para amar a los
jurídico-epistemológico. L. Strauss547, autor sin duda autorizado, afirma con demás y su natural deseo de destrucción de los otros. Y a partir de aquí se deduce
radicalismo que el principal mérito filosófico jurídico de Hobbes radica en haber el derecho de los hombres a usar su poder, los medios a su alcance, para conseguir
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ese fin natural al que es impelido. Esas dos máximas de la «Epístola» y esa de la libertad natural de usar su cuerpo y su mente, su poder, en la satisfacción de
descripción del «Prefacio» ofrecen los fundamentos del derecho natural, la su deseo. Estos derechos no son instaurados por generalización de experiencias,
concepción del hombre visto como mero sujeto de pasiones, impelido por el deseo sino por exigencia racional: no es razonable prohibir en nombre de la naturaleza
a buscar únicamente su propio bien y con una razón instrumental y subordinada aquello que la naturaleza fuerza a hacer.
a la satisfacción de los deseos. Visto así el hombre, y sólo así, fácilmente se tiene la Podría decirse, claro está, que Hobbes toma por naturaleza humana lo que no
evidencia empírica de que cada uno tiene un derecho natural a todo aquello que es tal, o sólo una parte, el cuerpo. Ciertamente, el monismo hobbesiano, la reducción
asegure su vida y aleje su muerte. Esta es la tesis desarrollada en los capítulos I al de la mente a una función biológica, está en la base de esta instauración del derecho
VII del texto. En los dos primeros se establece el hombre como sujeto de pasiones, natural. Partir, como la tradición, de una naturaleza racional, moral y abstracta,
deseando sólo aquello que es bueno para él548 y entrando en sociedad únicamente del hombre, de una recta razón con sanción divina, era ya partir de un deber, era
en busca de su bienestar y su gloria: «Por tanto no buscamos la sociedad de forma partir de un imperativo, de unas leyes naturales a partir de las que se determinaría
natural y para su propio bien, sino porque esperamos recibir algún honor o el derecho natural. Lo nuevo de Hobbes está en que pone en el origen el derecho y
provecho; esto es lo primero que deseamos, y aquellos en segundo lugar»>". no la ley y el deber; y puede hacerlo por su antropología materialista. De todas
Las dos causas de la sociedad son así claramente establecidas: la primera, el formas, así quedan establecidas las dos premisas autoevidentes, conocidas por
deseo de compañía dirigido a satisfacerlas dos dimensiones de su esencia pasional, propia experiencia. La primera dice que la experiencia pone de manifiesto a cuantos
la seguridad y el placer y bienestar; la segunda, el narcisismo, el deseo de gloria y observan atentamente los asuntos humanos que toda libre asociación surge bien
reconocimiento, pues sólo en compañía, por comparación con los otros y admira- de la pobreza compartida o del afán de vanagloria, tal que las partes o bien persiguen
ción de ellos, es posible gozar de nosotros mismos, de nuestra «superioridad»?". O compartir algún beneficio o algún tipo de reconocimiento y honor555• La segunda
sea, la sociedad nace por nuestros deseos y para su satisfacción, especialmente el premisa, igualmente evidente por experiencia, es que «las disposiciones naturales
deseo de bienestar (bien de los sentidos) y el deseo de gloria (bien de la mente )ss1• del hombre son tales que, al menos que sean contenidas por el miedo a algún
Y, en cualquier caso, ambos como expresión de, y subordinados a, el deseo de poder coercitivo, cada uno sentirá desconfianza y temor de los otros; y, como por
seguridad, de vida. derecho natural puede hacerlo, por necesidad hará uso de su fuerza con tal de
De la misma manera, quita a la sociedad su carácter de condición de la preservarse a sí mismo»556,
perfección humana, de su plena realización como ser racional y moral. La sociedad
tiene su origen inmediato en el miedo a la muerte, y este miedo, esta inseguridad, 4.3. Descripción del estado de naturaleza en el Leviathan
radican en la propia condición del hombre: excesivamente iguales en cuanto a su
capacidad de matar y empujados a la destrucción mutua por su infinito deseo de En el Leviathan se sigue, de forma resumida, el mismo proceso y con los mismos
posesión=', De la articulación de ambas, del conflicto entre el deseo de poseer y resultados, si bien de forma más radical y contundente, pues ya se dispone de la
los bienes escasos, se derivará necesariamente la discordia. Y dado el carácter filosofía natural elaborada en el De corpore y en el De homine. Dicha filosofía se
necesario de esta fuerza que les impele a buscar su bien, se deduce que tienen expone en los primeros capítulos=", que le permiten reducir el deseo-aversión a
derecho a usar de su poder y de los medios a su alcance para conseguirlo: «De formas del movimiento común al mundo material. También aquí el hombre es un
rnodo que cada hombre desea lo que es bueno para él, y rechaza lo que es malo, mero sujeto de pasiones, y no precisamente dirigidas por la mente a fines morales,
principalmente el mayor de los males, que es la muerte; y todo esto empujado por sino al contrario, rigiendo el funcionamiento de la mente, subordinada a ellas. La
un cierto impulso de la naturaleza, semejante al que hace caer a la piedra hacia aportación de esta nueva redescripción reside en el mayor radicalismo y la más
abajo»ss3. nítida contundencia con que expone sus tesis. Son varios los momentos
No queda duda alguna al respecto: el hombre está naturalmente determinado aprovechados por Hobbes para radicalizar esta tesis antropológica. Uno de ellos lo
a buscar su bien, y esto es fuente de derecho: «No es por consiguiente ni absurdo encontramos cuando trata el tema de la «deliberación»?". Se produce, nos dice,
ni reprensible, ni contrario a los dictados de la recta razón, que un hombre use cuando en la mente del hombre, los apetitos y las aversiones, las esperanzas y los
todos sus recursos en preservar y defender su cuerpo y los miembros del mismo temores, concernientes a una y la misma cosa dominan alternativamente y, en
----------- de la muerte y del dolor. Pero lo que no es contrario a la recta razón cualquier consecuencia, surgen a la mente, sucesivamente, distintos bienes y males derivados
hombre tiende a hacerlo justamente y conforme a derecho. La misma palabra de realizar y de omitir la acción: «de modo que a veces tenemos apetito de una
«derecho» no significa otra cosa que la libertad que cada hombre tiene para hacer cosa; a veces sentimos aversión hacia ella; ahora me siento capaz de hacer algo,
uso de sus facultades naturales de acuerdo con la recta razón. Por tanto, el primer luego me desespero o temo intentarlo; la suma de todos los deseos, aversiones,
fundamento del derecho natural es este: que cada hombre tiende cuanto puede a esperanzas y temores que continúan hasta que la cosa haya sido hecha o se vea
proteger su vida y sus miembross-". Empujado por naturaleza a la posesión, goza como imposible es lo que llamamos deliberación»559• Como vemos, la
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«deliberación», que la tradición filosófica se representa como la actividad de la debe considerarse en la naturaleza de la guerra del mismo modo que se considera
mente del sujeto, para Hobbes se reduce a un juego de fuerzas de pasiones: una en la naturaleza del tiempo atmosférico. Pues así como la naturaleza del mal tiempo
contraposición de deseos y aversiones, de imágenes de placeres y dolores derivables no está en un chaparrón o dos, sino en una inclinación hacia la lluvia a lo largo de
de la acción. La razón, en la deliberación, se reduce a una mecánica del placer. Se muchos días, así la naturaleza de la guerra no consiste en el hecho puntual de una
acaba cuando una pasión vence: esa es la decisión de la razón. La única fuerza de la batalla, sino en la disposición conocida hacia ella durante todo el tiempo en que
razón consiste en haber suscitado las imágenes de placer y de dolor que se seguirán no hay seguridad de lo contrario»564•
de una opción; pero ésta se determina por la pasión más fuerte. Por tanto, surgida la necesidad del estado de guerra del hecho de ser el hombre
Algo similar pasa al hablar de la capacidad de la mente, donde afirma que «Las un sujeto de pasiones y estar empujado necesariamente a satisfacerlas a costa de
causas de estas diferencias de talentos se encuentran en las pasiones, y la diferencia los otros, puede deducirse el derecho natural del hombre a buscar el bien propio
de pasiones procede parcialmente de la diferente constitución del cuerpo y por sus propios medios: El derecho natural, que los escritores llaman comúnmente
parcialmente de la diferente educación ( ... )»560• Insiste en que «las pasiones que ius naturale, es la libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder como él
fundamentalmente causan las diferencias de talento son principalmente el mayor quiera, para preservación de su propia naturaleza, es decir, de su propia vida; y,
o menor deseo de poder, de riquezas, de conocimiento y de honor»561; y acaba por por consiguiente, de hacer toda cosa que a su propio juicio y razón conciba como
reducirlo todo a deseo de poder, estableciendo con fuerza retórica que un hombre el medio más apto para ello. Y por libertad se entiende, de acuerdo con la
que carezca de grandes pasiones por alguna cosa podrá ser un buen hombre, pero significación apropiada de la palabra, la ausencia de impedimentos externos,
ni tendrá fuerte imaginación ni mucho juicio. Por tanto, empujado por la pasión, impedimentos que a menudo pueden arrebatar a un hombre parte de su poder
más aún, empujada su razón por la pasión, especialmente por la pasión de posesión, para hacer lo que le plazca, pero no pueden impedirle usar del poder que le queda,
por el deseo de poder, su felicidad consistirá en «un continuo progreso del deseo de acuerdo con lo que dicten su juicio y razól1»565•
desde un objeto a otro, donde la obtención del anterior no es sino camino hacia el Es comprensible que surja la sospecha respecto a si una filosofía moral de este
siguiente. La causa de ello está en que el objeto del deseo humano no es sólo disfrutar cuño es realmente moral. Strauss ha intentado salvar el escollo que plantea
una vez y por sólo un instante, sino asegurar para siempre el camino de su deseo semejante identificación de derecho natural y deseo natural; y lo ha conseguido al
futuro. Y, en consecuencia, las acciones voluntarias y las inclinaciones de todos los encontrar en los textos de Hobbes una distinción entre justo e injusto en el estado
hombres no sólo tienden a conseguir, sino también a asegurar, una vida satisfecha, de naturaleza. Según su tesis, el filósofos inglés establece una diferencia entre unos
y se diferencian sólo por el camino, que se configura en parte por la diversidad de deseos naturales útiles para la vida, que serían «justos», y otros deseos antinaturales
las pasiones en los distintos hombres y en parte por la diferencia de conocimiento o perversos, que serían «injustos». Pero esta interpretación elude el problema de
o de opinión que cada uno tiene de las causas productoras del efecto deseado»562, fondo, a saber, la argumentación que permite legitimar la identificación entre
Como en el estado de naturaleza el hombre alcanza su propio bien a costa de justicia y mera eficacia. Además, contribuye a oscurecer la originalidad de la teoría
los otros, pues los medios son escasos; dado que la igualdad en capacidad de matar, hobbesiana del derecho natural, consistente en pensar los derechos como absoluta
generando una igualdad de esperanzas en el triunfo en la lucha, provoca la libertad, es decir, como derechos indeterminados, exentos incluso de la cláusula
inseguridad; y dado que la gloria es un poder (pues ser reconocido como rico, de utilidad. Porque. en rigor, es esa falta de garantía de la utilidad del derecho
poderoso, sabio, generoso, etc., es tan importante como serlo); por todo esto surgirá natural la que lleva a renunciar a él.
necesariamente la competencia y el deseo de destrucción entre los hombres.
Necesidad, inseguridad y deseo de gloria son las tres pasiones básicas para la
discordia: «La primera hace que los hombres se enfrenten por las ganancias; la 5. La república, asociación contra el miedo
segunda, por la seguridad; la tercera, por la reputación. En el primer caso se usa la
violencia para convertirse en amos de otras personas, hombres, mujeres, niños y 5.1. Fundamentos del pacto
ganados; en el segundo, para defenderse; en el tercero, por simplerías, como una
palabra, una sonrisa, una opinión distinta, o cualquier otro signo de menosprecio, La idea de comunidad política hobbesiana es, como hemos dicho, profundamente
ya sea directamente sobre su persona, o por reflejo en la prole, los amigos, su nación, deudora de su amor al orden: o, para ser más precisos, de su aversión al desorden.
su profesión o su nombre»563• Hobbes puede concluir que mientras se vive sin La experiencia del desorden de su época566 tiene tanta influencia en su pensamiento
poder político el estado es de guerra de todos contra todos, especialmente si se como la constancia del caos, de las sombras, de la falta de claridad, en el método
tiene en cuanta el sentido del concepto «guerra»: «Pues la guerra no consiste sólo de la filosofía moral. La república será para Hobbes la presencia del orden, el
en batallas, o en el acto de luchar; sino en un espacio de tiempo donde la voluntad dominio de la razón en la esfera de lo práctico, al igual que el estado de naturaleza,
de disputar en batalla es suficientemente conocida. Y, por tanto, la noción de tiempo ausencia de reglas de razón (morales, políticas o epistemológicas), es la expresión
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antropológica del desorden. De ahí que la filosofía haya de pensar el paso de una a recomienda la paz a cualquier precio, sino que determina el ámbito de su valor: en
otra. la medida en que sea posible. Cuando no lo sea, el consejo de la razón es el de
No hay nada de original en una filosofía que piensa el orden; tal propósito es procurar la mayor destreza en las técnicas de la guerra. Por tanto, la primera y
común a la tradición filosófica, apareciendo ya en los mitos griegos y siendo muy fundamental ley de la naturaleza es «buscar la paz», pagando por ella el precio de
reforzado por la escatología cristiana del pecado, como hemos visto; o sea, la filosofía renunciar al derecho natural; pero, si no es posible, la razón aconseja «defendernos
siempre había recurrido a la razón como agente del orden, hasta el punto de que por todos los medios que podamos», pues tenemos derecho a ello571•
pensar filosóficamente, pensar con el máximo rigor, exhaustividad y radicalidad, Esta primera ley de la naturaleza incluye a todas las demás, que son algo así
en el fondo equivalía a pensar con método, con orden, y a pensar la unidad, el como sus corolarios. La segunda ley o precepto es «que un hombre esté dispuesto,
orden. No obstante, hay algo peculiar en la filosofía hobbesiana, que refiere a su cuando otros también lo están tanto como él, a renunciar a su derecho a toda cosa
manera de pensar el orden. Tal peculiaridad consiste en la inauguración de un en pro de la paz y defensa propia que considere necesaria, y se contente con tanta
nuevo tipo de explicación del mundo, en la que la razón es declarada impotente libertad contra otros hombres como consentiría a otros hombres contra él»572•
frente a lo irracional, en la que la irrenunciable victoria sobre el desorden ha de Esta ley aconseja «renunciar al derecho», es decir, a la libertad de usar el propio
provenir de su interior, del deseo. En concreto, el impulso a abandonar el estado poder para limitar la libertad de otro. La paz cuesta la renuncia al derecho natural,
de naturaleza, lugar de la libertad, y acceder a la vida civil, lugar de la ley, no se la renuncia a la libertad; y Hobbes entiende que la razón aconseja pagar ese precio
explica como una victoria de la razón imponiendo su determinación a la voluntad, por ella.
sino como el juego incontrolable de las pasiones que ciegamente empujan a la Esta ley fundamenta el pacto social y establece sus límites. El pacto, o
vida. La paz, que en el pensamiento clásico y cristiano era un atributo de la razón transferencia de derechos, es un pacto de renuncia de cada individuo con los demás;
universal, en Hobbes es resultado del deseo, como la ciudad misma, lugar de paz, todos pactan, menos el soberano, que queda en situación de estado de naturaleza,
será efecto de la lucha por la vida: «las pasiones que inclinan a los hombres hacia la con todos sus derechos naturales indemnes. El pacto es para Hobbes la condición
paz son el temor a la muerte, el deseo de las cosas necesarias para una vida de posibilidad de la vida en paz. Por eso indicará que la validez del pacto no depende
confortabley la esperanza de obtenerlas mediante la industria»567• El orden político de la virtud de los contratantes ni de las condiciones externas al mismo. Por eso es
no es un impulso moral, ni una elección racional de una vida más humana; en el válido el pacto con los herejes573, o el pacto arrancado por miedo574• Los únicos
fondo de la asociación civil sólo actúa el deseo de vivir. La razón interviene, pero pactos no válidos son aquellos que van contra la razón de ser de los pactos, es
sólo como instrumento: sugiriendo recomendaciones estratégicas que hagan decir, contra el impulso de vida. Por ejemplo, no es válido un pacto en el que un
posible el acuerdo entre los hombres, proponiendo «artículos de paz» o «leyes de hombre se comprometiera a no defenderse a sí mismo o a acusarse a sí mismo575•
la naturaleza». La razón no prescribe el orden; sólo ofrece modelos de orden a los Las otras leyes de la naturaleza, exceptuando la tercera, que funda la justicia, y
hombres que, en su huida del miedo, de la inseguridad y de la muerte, desean la que la analizaremos posteriormente576, tienen menor importancia y todas ellas,
vida, el bienestar y la paz568• deducidas de las anteriores, no pasan de ser llamadas a la conveniencia de la renuncia
Hemos de resaltar que las leyes de la naturaleza son, para Hobbes, consejos de al derecho natural como precio para conseguir la paz, es decir, el objetivo de ese
una razón al servicio del deseo de vivir, y no prescripciones de una razón que mismo derecho. Como se ve, los preceptos de la razón no van más allá de proponer
enuncia la voluntad de Dios, el orden natural, la perfección ontológica del hombre una asociación para el intercambio y la convivencia de individuos incapaces de
o el sentido de las cosas. La ley natural es un «precepto de la razón»569 que manda compartir otra cosa que el miedo. En tanto que racionales, estos preceptos serán
a los hombres cuanto favorece su vida y les prohibe cuanto va contra ella. Así, la débiles, incapaces de hacerse oír en el estado de naturaleza, imperio del la pasión y
ley se opone al derecho, que es libertad indeterminada, al poner límites a la libertad, el deseo.
o mejor, al determinarla. La ley se opone al deseo infinito e indeterminado, Pero Hobbes niega con radicalismo cualquier esperanza humana en la fuerza
determinándolo igualmente. de la razón. El pacto social se fundamenta en el deseo de vida, en la necesidad de
Entre sus recomendaciones, el primer precepto o «regla general de la razón» paz; la razón sólo pone la forma apropiada. Por eso la instauración de la república
es que «todo hombre debiera esforzarse por la paz, en la medida en que espere requiere la instauración de un poder que, garantizando la paz y la vida, sea más
obtenerla,y que cuando no puede obtenerla debe entonces buscar y usar toda la fuertes que las pasiones inmediatas que conducen a la guerra. Puesto que los
ayuda y las ventajas de la guerra»>". La razón no aconseja nada contra la naturaleza hombres «aman naturalmente la libertad y el dominio sobre los otros», sólo
humana, no prescribe un deber trascendente; se limita a obedecer el mandato del aceptaran la renuncia, el pacto, es decir, entrar a formar parte de una república,
deseo, calcular la vía de optimización del mismo y recomendar la paz siempre que para «cuidar de su propia preservación y conseguir una ida más dichosa»577• Esto
sea posible. Y la mejor prueba de que la paz no es propuesta como valor en sí, sino quiere decir que las leyes de la naturaleza, los preceptos de la razón que aconsejan
como instrumento o condición máximamente favorable para la vida, es que no la paz, los pactos, la justicia, la modestia, la misericordia, la imparcialidad, la
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equidad, etc., al ser contrarios a las pasioneshumanas, no tendrán éxito. Estos hombre o asamblea de hombrees se le concederá por mayoría el derecho a
preceptos sólo surtirán efectos en otrascircunstancias, cuando la razón sea capaz representar la persona de todos ellos»585• Ahora se señala el modo de elegir al
de generar unas pasiones contrarias y más fuertes que neutralicen los deseos soberano («por mayoría») y su estatus (erepresentante»); pero se sigue manteniendo
egoístas. Es decir, ese deseo de poder que en el fondo es miedo a perder la vida, que que todos ellos, tanto los que votaron a favor como en contra, «autorizarán en lo
se ve potenciado por la precariedad de todo poder personal, sólo puede ser sucesivo todas las acciones y juicios de ese hombre o asamblea de hombres como
controlado por un temor a perder la vida más fuerte que el primero. Y eso es lo si fueran los suyos propios hasta el final»586• A nuestro entender se sigue
que funda el pacto político: la instauración de un poder capaz de infundir un manteniendo el espíritu del pacto: no es un compromiso mutuo entre el pueblo y
temor tal que anule los otros. «Sin la espada los pactos no son sino palabras y el soberano, sino un pacto de renuncia entre individuos que deja intacto el poder
carecen de fuerza para asegurar en absoluto a un hombre»578• La presencia de ese absoluto del soberano. Como consecuencia de ello se entiende que Hobbes señale
poder y su carácter ilimitado son la mayor garantía de paz, al impedir que nadie que los súbditos no pueden cambiar de régimen ni de gobierno587, ni deponer al
pueda soñar con poder burlarlo. monarca o rebelarse contra el soberano, pues «es manifiesto que quien es hecho
Formalmente, el pacto político consisteen la transferencia579 por cada uno de soberano no suscribe ningún pacto con sus súbditos de antemano»588• Hobbes es
sus derechos a «un hombre o a una asambleade hombres» tal que, reuniendo en sí claro en que el poder del soberano no está condicionado; un poder condicionado,
el poder de todos, sea capaz de «reducirtodaslas voluntades( ... ) a una voluntad»58º. fruto de un pacto entre el monarca y el pueblo, le parece contradictorio; y,
Se crea así una comunidad política en sentidofuerte, pues, como dice Hobbes, no efectivamente, es contradictorio desde los principios filosóficos que ha establecido.
se trata de mero «consentimiento o concordia», sino de la creación de una nueva Si el pacto no tiene más justificación que la paz y la seguridad, un pacto
«persona», cuya voluntad y poder es la «verdadera unidad» de las voluntades y condicionado es absurdo, pues toda su fuerza sería el compromiso por ambas parte
poderes de cada uno de sus miembros581• Esta comunidad política, llámese de cumplirlo, y ese compromiso son «sólo palabras y alientos», pues los pactos
«república» o «ciudad» es el «Leviathan» o «Dios mortal», es nuestra garantía de que no se establecen en unas circunstancias en que haya una fuerza que obligue a
paz y defensa, pues «administra tanto poder y fuerza que por el terror que inspira cumplirlos son estériles589• En caso de diferencias de interpretación entre el pueblo
resulta capacitado para formar las voluntadesde todos»582• y el soberano, ¿qué poder decidiría? Convertido el soberano en parte, y no en árbitro,
Sin duda alguna es una comunidad del miedo.Hobbes no oculta, coherente- ¿quién haría de juez? Por tanto, si el único fundamento del pacto es la paz y la
mente, que los hombres no pueden amar la a ley, ni la justicia583, ni a los otros, qve seguridad, y si los mismos son estériles sin un poder que obligue a cumplirlos, este
su naturaleza los condena a ser individuo, a relacionarse con el mundo como poder, que es el poder del soberano, no puede ser parte, no puede ser «juez y parte».
individuos en lucha por la sobrevivencia;es decir, que los hombres nunca acceden Es un derecho del soberano que su poder no sea cuestionado y que sus acciones
a una naturaleza social, sino que simplementeaceptan por miedo vivir junto a los no sean juzgadas=", es también un derecho no ser acusado ni castigado, «pues
otros, tolerarse, ejercer sus poderes en el marco de la ley, vivir sin más libertad que puede cometer iniquidad, pero no injusticia o injuria en sentido propio»>", Será
la que el soberano les conceda. La república con rostro de Leviatán no puede ser derecho del soberano decidir y controlar las enseñanzas, las opiniones, la religión,
objeto de amor, pero sí de respeto. pues «Un buen gobierno de las opiniones determina un buen gobierno de las
acciones humanas a efectos de la paz y la concordias-". Por supuesto, le competen
5.2. Los limites de la comunidad los derechos de declarar la guerra y la paz, de hacer leyes sobre la propiedad («leyes
civiles»), de juzgar las controversias, de elegir los cargos políticos y administrativos,
En el Leviathan hay dos capítulos que son esenciales para captar la idea hobbesiana de recompensar y castigas, de honrar y ordenar. Todos estos derechos son la esencia
de comunidad política, que tratan respectivamentesobre los derechos del soberano de la soberanía.
y sobre la libertad de los súbditos584• De entrada es sorprendente que se hable de En rigor, podría haberse ahorrado' la lista diciendo que los derechos del
los «derechos del poder soberano», que presumiblemente habría de gozar de soberano son los derechos naturales, a los que los súbditos han renunciado. Hasta
derecho natural a todo, incluida las personas y las propiedades de los súbditos, ya tal punto que él mismo se cura en salud al decir que «alguien puede objetar aquí
que él no ha pactado; de igual modo, es sorprendente que se plantea una reflexión que la condición de los súbditos es muy miserable, siendo presas ignorantes para
sobre «la libertad de los súbditos», cuando en rigor, desde los términos del pacto, la lujuria y otras pasiones irregulares de aquel o aquellos que tienen un poder tan
ha renunciado a su libertad al renunciar a su derecho natural. Pero bajo estas ilimitado en sus manos»593• Hobbes se autorresponde con dos observaciones. La
reflexiones se ocultan los matices del pacto que constituyen los perfiles de la primera, muy expresiva de su ideología, es recordar que, si bien existe el riesgo de
comunidad política así instaurada. despotismo, hay que sopesarlo con el riesgo de la anarquía. Hobbes, producto de
Hobbes no rectifica nunca su idea de que el pacto es entre individuos, dejando su época, parece decidido a pagar cualquier precio por la paz y la seguridad. En
fuera al soberano; pero ahora dice: «pactancada uno con cada uno que a un cierto este mismo sentido, parece advertir que la limitación de los poderes del soberano
194 FILOSOFÍA POL1TICA LA SOCIEDAD DEL MIEDO 195

equivale al aumento del poder de señores, instituciones, propietarios de tierras, individual, en el hueco de la ley o voluntad del soberano. Pero un espacio de libertad
cuya capacidad de rapiña y expoliación no es menor que la del monarca o la que no limita el poder absoluto del soberano, el poder de éste sobre la vida y la
asamblea. Es decir, Hobbes combate con tal ardor el mal político, que identifica muerte de sus súbditos; no es una libertad positiva, que expresara un derecho del
con el poder y los privilegios arbitrarios de los señores, que menosprecia los efectos individuo respecto al soberano, sino mera libertad negativa, hueco de la ley, ámbito
negativos del poder del soberano, que no por absoluto ha de ser arbitrario o no reglado, sombra de la voluntad del poder. Es la única libertad al alcance del
despótico. Por ello, y en segundo lugar, argumenta contra las sospechas respecto al súbdito, ajeno a toda libertad positiva o poder de determinar el orden político. En
despotismo y crueldad del soberano, pues éste, si es razonable, sentirá poco deleite rigor, sólo la república goza de libertad sustantiva, una libertad idéntica a la que
y conseguirá poco beneficio de expoliar a los súbditos; al contrario, entenderá que tendrían los hombres si no existieran las repúblicas'P, Los súbditos no gozan, en
«en el vigor de los súbditos consiste su propia fuerza y gloria», que en la satisfacción principio, de otra libertad que la de los espacios fuera de la ley. Ahora bien, ¿tienen
de éstos consiste su propia seguridad. Aunque no lo dice explícitamente aquí, algún otro derecho los súbditos? Es decir, ¿gozan de algún derecho que suponga
Hobbes parece pensar que el mejor antídoto contra el despotismo del soberano es obligación por parte del soberano? Toda la reflexión anterior empujaría a concluir
su propio interés en seguir como soberano y su racionalidad, que le aconsejará que no; en cambio, no es así. Hobbes deja la puerta abierta a algunos derechos del
conseguir para sus súbditos aquello por lo cual han decidido ser súbditos. No individuo, que debemos reconstruir.
olvidemos que si bien Hobbes considera «injusticia», en sentido estricto, cualquier En el fondo se trata de revisar el pacto o los derechos transferidos en el mismo.
subversión contra el régimen instaurado, igualmente considera que los hombres «Pues en el acto de nuestra sumisión consiste tanto nuestra obligación como nuestra
se rebelarán contra una situación sin libertad en la que estén más inseguros, con libertad, lo cual debe, por tanto, inferirse mediante argumentos tomados de allí,
más miseria y más dolor que aquella que abandonaron como precio por la paz y el no habiendo obligación de hombre alguno que no surja de algún acto suyo, pues
bienestar. todos los hombres son igualmente libres por naturaleza»6º3• Es decir, si toda
Esta idea que acabamos de exponer queda mejor ilustrada al tratar de «la obligación, obediencia, libertad o sumisión surge de un acto libre del hombre,
libertad de los súbditos». Sin renunciar nunca a que el poder del soberano debe de debemos revisar ese acto, ver lo que en el mismo se transfiere, qué obligaciones se
ser absoluto594, otorgará al hombre ciertos derechos o libertades. Definida la libertad asumen, qué derechos se alienan, qué libertades se recortan.
como «falta de oposición»595, Hobbes hace una distinción muy interesante entre Del análisis del contenido del pacto y de sus fundamentos extrae una
carecer de libertad y carecer de poder: esta última carencia es un límite de la consecuencia: «todo súbdito tiene libertad en aquellas cosas cuyo derecho no puede
naturaleza (el hombre no puede volar), mientras aquella es un límite puesto transferirse por pacto»6º4• Tiene libertad, por tanto, en lo concerniente a los derechos
externamente (el hombre encadenado no puede huir). La libertad del hombre, no alienables ya señalados, como la autodefensa y la no autoinculpación; pero hay
por tanto, consiste en hacer aquello que quiere hacer y que cuenta con la fuerza o algunos derechos más. Así, no sólo tiene derecho a no matarse a sí mismo, sino «a
el ingenio para hacerlo, o sea en no verse «estorbado para realizar su voluntad»596• no matar a ningún otro hombre»6º5, a no ser en aquellos casos en que de la
Y los obstáculos que Hobbes considera se reducen a obstáculos sociales, a los otros obediencia dependa el cumplimiento del fin del pacto (es decir, defensa del estado).
hombres; en ningún modo consideraría un obstáculo la ignorancia, el miedo, los Por tanto, «un hombre a quien se ordena luchar como soldado contra el enemigo
condicionamientos ideológicos o psicológicos. puede en muchos casos rehusar sin injusticia, aunque su soberano tenga derecho
De esta definición se deducen ideas sorprendentes, como que «miedo y libertad suficiente para castigar tal negativa con la muerte»6º6• Cuando se es mercenario, o
son compatibles»597, tal que pagar una deuda por miedo a la cárcel es pagarla libre- cuando el estado está en peligro, desobedecer es injusticia, es romper el pacto; en
mente, ya que nadie le forzó a ello; o que «libertad y necesidad son compatibles»598, otras circunstancias, desobedecer es cobardía, instinto de salvación, y no es
pues realizar la propia voluntad es libertad en sentido social y necesidad en sentido injusticia; aunque tampoco sea injusto que el soberano obligue. Hobbes, insistimos,
biológico, ya que la voluntad es un efecto causal. Pero lo que más nos interesan es terriblemente coherente. Por ejemplo, dirá que si un grupo de hombres se rebelan
son las «cadenas artificiales» que los hombres han creado para obtener la paz y la contra la república, esta primera acción es injusta;' pero si, perseguidos por su
conservación, las llamadas «leyes civíles»599• Los hombres, con sus pactos, han creado crimen, se defienden con las armas, tal acción de autodefensa no es injusta; pasa a
esas cadenas que van de los «labios» del soberano, de su voluntad, a los «oídos» de serlo, en cambio, si se perdona su delito y se les exime de toda pena y, no obstante,
los súbditos, a la voluntad de éstos. Con este artificio, con esta sumisión voluntaria continúan alzados en armas?". Las libertades del súbdito tienen un doble ámbito;
implícita en el pacto, ¿qué libertad hay en la república? en primer lugar, donde la ley guarde silencio; en segundo lugar, en todo aquello
En primer lugar, Hobbes define lo que I. Berlín llamará «libertad negativa»6ºº, que afecte a derechos inalienables, entendiendo por tales sólo aquellos derechos
es decir, libertad de hacer cuanto no esté prohibido: «La libertad de un súbdito cuya transferencia o renuncia implicaran perversión, efectos contrarios a los que
yace por eso sólo en aquellas cosas que al regular sus acciones el soberano ha se persigue con el pacto. Ahora bien, incluso en estos derechos no hay obligación
omitido»"?'. Se define así un espacio de libertad individual, de derecho o poder correlativa por parte del soberano. Es normal que así sea, pues se trata de derechos
196 FILOSOFÍA POLÍTICA

naturales no transferidos, y no de derechos derivados de un pacto con transferencia 7. La sociedad de mercaderes


de obligaciones recíprocas.
Hay un ejemplo aducido por Hobbes que esclarece su concepción del poder
del soberano y de la libertad de los súbditos. Dirá que si hay una disputa de tierras
entre un particular y el soberano, éste actúa como parte y debe buscarse un juez
que decida; es así porque se disputa una posesión según una ley existente, que
puede ser interpretada de forma desigual por el particular y el soberano. En cambio, «Habiéndose encomendado al gobierno, esté en manos
si el soberano no se apropia de las tierras en base a la legalidad, sino en razón a su de quien esté, y según he demostrado, la misión y el
poder como soberano (deberíamos entender por razón de estado), entonces su propósito de hacer que los hombres puedan conservar
decisión es inapelable, porque cuanto hace en base a su poder soberano lo hace en y asegurar su propiedad, el príncipe, o el senado, si bien
nombre de todos los súbditos=", Hobbes, como vemos, aleja del poder absoluto tienen el poder de hacer leyes para regular la propiedad
cualquier contenido de arbitrariedad y de dominio personal. entre sus súbditos, nunca pueden afectar, ni total ni
Pero donde se aprecia con mayor claridad la libertad de los súbditos es al decir parcialmente, a la propiedad de sus súbditos sin su
que «la obligación de los súbditos para con el soberano se sobreentiende que dura consentimiento».
tanto como el poder mediante el cual éste es capaz de protegerlos»6º9• En el fondo, J. Locke, Segundo Tratado, XI, § 139
esta idea no hace sino explicitar el principio de que nadie puede enajenar el derecho
a defenderse cuando ningún otro puede hacerlo. El pacto de renuncia, instaurando
el poder político, en el fondo tenía una condición subyacente: me comprometo a 1. Locke y el problema de la modernidad
no defenderme mientras el estado me defienda. El fin de la obediencia es la protec-
ción y, donde ésta no se da, aquella desaparece. De acuerdo con esto, la comunidad Locke fue un filósofo afortunado. A pesar de su escasa obra escrita, dos textos se
tiene su fundamento y su límite en su poder para conseguir mantener atractiva la convirtieron en símbolos de la modernidad: El Ensayo sobre el entendimiento
obediencia. Ningún vínculo que no sea el de la utilidad liga a los hombres de la humano dio entrada a la moderna epistemología empirista y el segundo de sus
comunidad hobbesiana; ningún interés que no sea el de conservarse como indivi- Dos tratados sobre el gobierno civil abrió el ideario filosófico político liberal
duo; ningún fin que no sea el de vivir en paz y seguridad; ningún deber que no sea parlamentario, inspirando las declaraciones de independencia de las naciones
el de la prudencia. Es una comunidad de individuos éticamente incomunicados, norteamericanas y-aunque en menor medida- las constituciones de la revolución
que se relacionan como competidores y hostiles, que sólo comparten la renuncia y francesa. Dos textos, por otro lado, de difícil conciliación: las tesis epistemológicas
el miedo. del Ensayo no son compatibles con su fundamentación de los derechos de los
hombres en la ley natural. Pues del Ensayo, con su declaración de fe empirista,
parece derivarse una concepción subjetivista y convencional de los derechos en
línea con Hobbes. En cambio, en los Dos tratados sobre el gobierno civil, nuestro
autor se aferra a una fundamentación del orden civil que, siendo políticamente de
contenido liberal, filosóficamente busca apoyo en la ley natural.
Para una indagación como la nuestra, que pretende ser filosófica y no político
ideológica, esta cuestión es importante porque pone el problema en los siguientes
términos: ¿cómo conciliar una fundamentación politica de la ciudad, implícita en
el reconocimiento de la soberanía popular (el consentimiento y la elección como
vía de fundamento), y una fundamentación metafísica de la misma, manifiesta en
su recurso a la ley natural y a la teología de la creación (un referente objetivo y
racional como vía de fundamento)? ¿Cómo hacerlo si la primera vía apunta a una
sociedad abierta y la segunda a un orden cerrado?
Para situar mejor el problema del fundamento, recordemos que la modernidad
suele ser pensada como la renuncia a toda metafísica del ser (a todo referente
objetivo y trascendente como fundamento de la verdad, de la belleza, del bien y de
la justicia), sustituida por una metafísica de la conciencia o de la subjetividad (que
320 FILOSOFÍA POLÍTICA NOTAS 321

of Politics. Nueva York, Columbia UP, 1966. 530 lbid., VI, 159. 566 Ver Richard Peters, Hobbes. Londres, 600 l. Berlin, «Dos conceptos de libertad», en
504 Sobre el método hobbesiano en las ciencias 531 Ibid., VI, 161. Penguin Books, 1956, 23 ss.; y M.M. Goldsmith, Cuatro ensayos sobre la libertad. Madrid, Alianza,
sociales ver, J.M. Bermuda, «Vico y Hobbes», en 532 tu«, VI, 161-165. Hobbes's Science of Politics, ed. cit., 43. 1988, 187-243.
Cuadernos sobre Vico 1(1991):135-154. 533 Ibld., VI. 567 Levtathan, XIII. 601 Leviathan, XXI, 302.
505 Bernard Gert (ed.), Man and Citizen, 534 Ibíd., 47. 568 «Por tanto, la ley de naturaleza, tal como 602 Ibid., XXI, 303-4.
Thomas Hobbes's «De homine» and «De cive». 535 Ibíd., 85. puedo definirla, es el dictado de la recta razón 603 tu«, XXI, 305-6.
Atlantic Highlands (NJ), Humanities Press, 536 Ibld., X, 189. referente a aquellas cosas que son o tienen que 604 tu«,XXI, 306.
1968, ed. cit., 92. 537 Ibíd., X, 189. ser hechas u omitidas para la constante 605 Ibtd., XXI, 307.
506 Man and Citizen, ed. cit., 92. 538 tu«, X, 189-190. preservación de la vida» (De cive, II, 2). 606 tu«, XXI, 307.
507 lbid., 92. 539 Elements of Law, II, vi, 569 Leviathan, XIV 228. 607 Ibid., XXI, 308.
508 lbid., XV. 540 Ver [ohn Bowlw, Hobbes and his critics, 570 Ibid., XIV, 228-9. 608 Ibid., XXI, 309.
509 Leviathan, VI (citamos sobre la edición de Nueva York, Barnes & Noble, 1951; yL. Strauss, 571 Ibid., XIV, 229. 609 Ibid., XXI, 309.
C. Moya y A. Escohotado en Madrid, Editora Natural Right and History, Chicago, Chicago UP, 572 lbid., XIV, 229. 610 A. Iohn Simmons, «Locke's Sta te of Nature»,
Nacional, 1979. 1953. 573 Ibfd., XV, 244. Politica/ Theory 17 (agosto, 1989): 449-470.
510 Ibid., VIII. 541 T. de Aquino, Summa theologica, 2-2, 57, 574 ne, XIV, 236. 611 No compartimos, a pesar de ser sugestiva,
511 Ver Richard Peters, Hobbes. Londres, art. l. 575 Ibid., XIV, 237. la tesis de Michel H. Hoffeimer ( «Locke, Spinoza
Penguin Books, 1956, 23 ss.; y M.M. Goldsmith, 542 De legibus, 1, 2, 5. 576 Ver al respecto el capítulo VI de Jean and the Idea of Political Equality», History of
Hobbes's Science of Poli tics, ed. cit., 43. 543 De iure belli ac pacis, r, 1, 3-5. Harnpton, Hobbes and the Social Contract Política/ Thought 7 (verano, 1986): 341-360),
512 Cf P. King, The Ideology of Order. Londres, 544 T. de Aquino, Summa tneologica, 2-2, 57, Tradition. Cambridge, Cambridge UP, 1990. defendiendo la influencia de Spinoza en Locke.
Macrnillan, 1974; T.A. Spragens, The Po/itics of art. 2. 577 Leviathan, XVII, 263. 612 1\vo Treatises, JI, secc. 4-15.
Mot io n: The World of Tho mas Hobbes. 545 Como [ohn Pinis, Natural Law and Natural 578 tu«, XVII, 263. 613 Two Treatises, II, Prolegómenos, 6.
Lexington, University Press of Kentucky, 1973. Rignts, Oxford, Clarendon Press, 1980, p.43; 579 Recordemos que es un pacto de renuncia 614 De iure naturae et gentium, II, 1, 6.
513 Thomas Hobbes, Behemoth or the Long Coleman Phillipson, «Samuel Puffendorf», en entre individuos, cuya fórmula es: «autorizo y 615 De legibus naturae, JI, 2 y 28.
Parliament (ed. de F. Tonnies), Nueva York, MacDonnell (ed.), Great [urists, 313-314. abandono el derecho a gobernarme a mí mismo, 616 Two Treatises, JI, secc. 4-6.
Barnes & Noble, 1969, 204. 546 Como Frederick Olafson, «Thomas Hobbes a este hombre, o a esta asamblea de hombres, 617 Ibid., secc. 6.
514 «Las Universidades han sido para esta and the Modern Theory of Natural Law», con la condición de que tú abandones tu 618 Como en Grotius (De iure, belli ac pacis.
nación lo que el caballo de madera para los lournal of the History of Philosophy 4 (1966). derecho a ello y autorices todas sus acciones de Prolegómenos, 6)
troyanos». Behemoth, ed. cit., 40. 547 L. Strauss, The Political Philosophy of manera semejante» (Leviathan, XVII, 267). 619 Como en Puffendorf (De iure naturae et
515 iu«, 90. Hobbes. Chicago, University of Chicago Press, 580 Leviathan, XVII, 267. gentium. II, 1, 6) y en Curnberland (De legibus
516 C.B. Macpherson, The Politica/ Theory of 1952. 581 Ibid., XVII, 267. naturae, JI, 2 y 28).
Possessive Lndividuolism: Hobbes to Locke. 548 De cive, I, 14. 582 tu«, XVII, 267. 620 Two Treatises, II, secc. 16 ss.
Oxford, Oxford UP, 1962; ver también Samuel 549 De cive, I, l. 583 R. Polin, «[ustice et raison chez Hobbes», 621 La ley natural regula el orden moral, pero
Peters, The Huntlng of Leviathan. Cambridge, 550 De cive, I, 2. en Rivista critica di storia della filosofia 4 ( 1962). no el de las «cosas indiferentes», que quedan a
Cambridge UP, 1962. 551 De cive, I, 2. 584 Son, respectivamente, los capítulos XVIII, criterio de la libertad de juicio. Aquí han visto
517 Ver los primeros capítulos de Leviathan, 552 De cive, I, 3. «De los derechos de soberanos por institución», muchos una posición lockeana conservadora y
donde de forma resumida Hobbes reduce la vida 553 De cive, I, 7. y XX, «De la libertad de los súbditos». autoritarista. Por ejemplo, J.W. Gough, [ohn
y el pensamiento a formas de movimiento. 554 De cive, I, 7. 585 Leviathan, XVIII, 268. Locke's Política/ Philosophy. Oxford, Oxford UP,
518 Leviathun, XVII, 267. 555 De cive, I, 2. 586 Ibid., XVIII, 268. 1950, pág. 180. También M. Cranston ha
519 C.M. Macpherson (La teorfa política del 556 De cive, «Prefacio». Estas premisas también 587 Ibtd., XVII, 269. destacado esta fase de Locke como fuertemente
individualismo posesivo. Barcelona, Fontanella, aparecen en el capítulo I, cuando señala las 588 tu«, XVIII, 270. influida por Hobbes (John Locke, a Biography.
1979) dirá que ajustado a la experiencia parcial muchas facilidades para que surjan entre los 589 Ibid., XVIII, 270. Londres, Longrnan, 1957, cap. rv. (aunque Locke
del hombre burgués. hombres los conflictos y el deseo de matar; y 590 Ibid., XVIII, 271. no se refiere en ningún momento a Hobbes).
520 Leviathan, «Introducción», 117-119. también están, como hemos dicho, en la 591 Ibíd., XVIII, 272. Recordemos que «injus- W. von Leyden, más conciliador, aun recono-
521 tu«, 118 «Epistola dedicatoria». ticia» es simplemente incumplimiento del pacto, ciendo que Lo~ke se posiciona, en este ambiente
522 Ibid., 119. 557 Leviathan, V. y no incumple el pacto quien no lo ha subscrito. de la Restauración, en favor de la autoridad y
523 Ioid., 118, 558 tu«, VI. 592 lbid., XVIII, 272. en contra de la libertad y el anticonformismo,
524 tu«, 119. 559 Ibid., VI, 12. 593 Ibid., XVIII, 274. destaca que no obstante nuestro autor intenta
525 J.W. Watkins, ¿Qué ha dicho verdadera­ 560 Ibid., VIII, 176-177. 594 iu«, XX, 298. conciliar la autoridad y la tolerancia
mente Hobbes? Madrid, Doncel, 1972. 561 tu«, VIII, 177. 595 lbid., XXI, 300. ( «Introduction» a Essays 011 the Law of Na tu re.
526 Leviathan, I, 124. 562 tu«, XI, 1-2. 596 Ibid., XXI, 300. Oxford, Clarendon Press, 1954, págs ..25-27).
527 Ibid., VI, 157. 563 Ibid., XIII, 224. 597 Ibid., XXI, 300. 622 Two Treatises, JI, l.
528 lbtd., VI, 157. 564 tu«, XIII, 224-225. 598 lbíd., XXI, 301. 623 Ibid., l.
529 iu«, VI, 158. 565 Ibíd., XIV, 227-228. 599 Ibid., XXI, 301. 624 tus; 118.

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