Sei sulla pagina 1di 3

DESPUES DE LA MUERTE.

No recuerdo nada ni de cuando era un feto ni de cuando era un bebé. Sé que


existía pero para mí es como si no hubiera estado viviendo. Con este texto
quisiera compartir mis dudas, hacer reflexionar y conseguir evocar ideas que de
verdad importan.
Una de las preguntas que la humanidad ha estado repitiéndose es “¿Hay vida
después de la muerte?” Se han inventado dioses y paraísos para responder a
esa pregunta pero, hoy en día -al menos yo- necesitamos algo más para creerlo:
pruebas científicamente irrefutables de que, en efecto, la vida no es más que el
principio. Mientras tanto, no podemos hacer más que sacar nuestras propias
conclusiones con el conocimiento que hemos atesorado.
Como ser humano que soy, con mis virtudes, mis defectos y mis dudas, es lógico
que yo también me haya preguntado si al morir todo se convertirá en oscuridad y
dejaré de existir para siempre. No veré, no oiré, no sentiré, no escucharé, no
respiraré, no me moveré, no pensaré… no existiré. Mi cuerpo, si es que lo
encuentran, será lo único que quedará de mí, hasta que se pudra. No es una
visión alentadora, y menos cuando no podemos recuperar el tiempo que perdemos
porque, hagamos lo que hagamos, todos moriremos algún día. Es difícil
aceptarlo, pero así lo ha decidido la naturaleza, y, aunque nos creamos
superiores, no somos nadie para discutírselo. También existen otras preguntas
filosóficas típicas: “¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? ¿a dónde vamos?
¿estamos solos en el universo?” A mí estas preguntas, a diferencia de las que
conciernen a la vida y a la muerte, no me quitan el sueño. Somos animales que
sufrimos la terrible maldición de comprender nuestra existencia. El problema es
que no entendemos por qué existimos. Puede que vengamos de un meteorito,
del agua… e incluso se dice que nos crearon extraterrestres. ¿De dónde vinieron
ellos? ¿quién los creó? Cada respuesta plantea enigmas de mayor calado.
 

“¿Hay vida después de la muerte?” Para responder me hice otra pregunta “¿hay
vida antes de la vida?” No recuerdo haber vivido antes de vivir. No recuerdo
nada hasta que tenía ya unos años. Entonces, hay una etapa previa a la vida en la
que no existimos y, por tanto, es lógico que no existamos cuando se
esfume nuestra vida. Es decir, parece que todo a punta a que venimos del no
existir para dirigirnos al no existir de nuevo. Si hay una etapa en la que no hay
vida, nada impide que otra tampoco la contenga. Quién sabe, quizá hemos estado
viviendo toda la eternidad y nos vamos reencarnando. O que, simplemente y como
diré más adelante, vivimos la misma vida una y otra vez. Puede que viviéramos
antes pero que no nos acordemos, algo similar a lo que decía Platón con  su
mundo de las ideas. Es inconcebible lo poco que avanzamos como especie.
Hay una teoría según la cual nuestro universo dejará de expandirse, como ya
sabéis que hace, mis versados seguidores, y empezará a contraerse hasta formar
un minúsculo punto para explotar y expandirse de nuevo. Big Crunchs y Big
Bangs eternos. Eso significaría que la historia es cíclica, como ya decía
Nietzsche en una de sus teorías. Todo lo que hemos hecho, hacemos y haremos
ya lo hemos hecho antes y volveremos a hacerlo otra vez. Para siempre. Pero
entonces, ¿qué sentido tiene la vida de un niño que apenas vive unos minutos?
¿Está su conciencia, su alma, condenada a vivir unos confusos instantes para
siempre? Tanto los que tienen una buena vida como los que la tienen mala, ¿la
repiten para siempre? ¿Alguien que pasa toda su vida en coma o en destinos asaz
peores, debe hacerlo hasta el fin de los días sólo para reiniciar otra vez y tener
que volver a hacerlo? No me parece ni justo ni lógico.
Voy a compartir con vosotros la mayor duda que de verdad puede hacer que me
replantee la certera y por ello desdichada idea de que no hay ningún más allá.
Ojo, porque es difícil de explicar. Para ello voy a abrir fuego con  una batería de
preguntas: ¿Por qué yo soy yo? ¿Por qué no soy otro? ¿Por qué he nacido en
esta época y en este lugar? ¿Por qué no nací en Japón hace cien años? ¿Por qué
no soy un conejo? Eso es lo que de verdad me fascina. Tengo control sobre mi
cuerpo y sobre mi mente, pero no entiendo por qué. No entiendo por qué soy yo y
no soy tú. Creo que hay un alma, algo que tenemos que nos permite manejarnos.
Levanta la mano. Sigue leyendo. ¿Por qué puedes hacerlo? ¿Por qué eres el que
estás leyendo esto y no eres
otro?  ¿Por qué ese otro no es
tú, que estás leyendo esto? Me he liado hasta yo que soy el que lo entiende.
Es impepinable que nuestra efímera e inane existencia no tiene valor en tanto en
cuanto se enerva como un minúsculo e imperceptible fragmento de algo
infinitamente más grande e importante. A pesar de algunas dudas y de la
esperanza, creo que no hay nada. Somos un cúmulo caduco de experiencias y
emociones. Creo que la vida es un regalo… quizá envenenado. Creo que
llamamos alma a nuestra facultad de ser conscientes de nosotros mismos. Sé que
lo que nos ha creado, sea la naturaleza o un ser supremo, es salvaje y horrible.
Porque creo no hay nada más aterrador que el miedo a lo desconocido. Porque
tenemos la capacidad para entender ese tipo de miedo, pero no la facultad para
plantarle cara. Sé que la muerte es un presente futuro y que no me va a quedar
otra que abrazarla. Y eso es lo único que importa.
 

Potrebbero piacerti anche