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GIOVANNI BIASIOTTI
1
Bollettino d’arte del Ministero della P. Istruzione. Notizie delle Gallerie del Musei e dei
Monumenti. Roma, E. Calzone Editore, 1914. pp. 73-95.
2
G. B. DE ROSSI, Mosaici cristiani, Roma, 1899.
3
I. P. RICHTER y A. CAMERON TAYLOR, The .golden age of classic christian art, Londres,
1904.
4
N. KONDAKOW, Histoire de l'art byzantin, París, 1886, t. I, p. 104.
incluso expertos en arte como estos no han sido más que simples imitadores -.
Un examen atento de esta nueva reproducción podrá ser oportuno para
estudiar el monumental mosaico también del lado artístico, cosa que no hizo
Rossi, quien lo explicó sólo en su significado arqueológico e iconográfico.
Agregaré a estos clichés algunas explicaciones, y expondré nuevos aspectos
sobre la interpretación de algunos de los temas representados en este
mosaico. Me consideraré, entonces, muy afortunado, si los lectores son
clementes conmigo.
EL DIVINO TRONO
5
La dedicatoria de Sixto III está en caracteres blancos sobre fondo azul. Esta especie de tarja
tiene una forma rectangular y cubre el pie izquierdo de San Pedro y el derecho de San Pablo.
Tal superposición, poco artística, hace sospechar que dicha dedicatoria haya sido agregada
más tarde en el mosaico.
6
Dos cabezas de animales con colgantes pendiendo de sus bocas están a los lados del
respaldar del trono.
forro o tela [soppanno] de color cerúleo con orlas azules), que tiene sus
extremidades colgando detrás en forma de lemnisci sobre cada una de las
cuales resalta una especie de letra ‘C’ en oro. Estas
dos letras ‘C’ se vuelven la una hacia la otra en la
apertura. Sobre la grada o suppedaneum del trono,
hay un rollo cerrado por siete sellos. De Rossi, en
este trono crucífero del Divino Códice, acompañado
de un séquito apostólico con los libros abiertos en la
mano, que tienen por encima de ellos los cuatro
El trono divino. animales evangélicos del Apocalipsis, identifica una
alusión simbólica a la doctrina dogmática definida en el Concilio de Éfeso.
Ciertamente, la cruz apoyada sobre el trono y con la corona a los pies significa
triunfo. Como también el trono con el rollo o libro cerrado con siete sellos (Ap.
5, 1ss) - que ninguno puede abrir más que el Cordero de Dios, es decir Jesús -,
nos dice que aquel es el trono del reino de Cristo, el cual en la Nueva Ley se ha
manifestado al mundo como reino de justicia y de caridad. En Jesucristo,
donde verdaderamente las dos naturalezas - divina y humana - se reúnen en
una sola persona, la naturaleza divina espera como Verbo de Dios el trono de
la soberanía.
Tanto los dos apóstoles, San Pedro y San Pablo, que asisten al trono
divino con los libros abiertos en la mano, así como las
místicas imágenes personificando los cuatro
evangelios ubicadas por encima de estos, quieren
significar que el reino de Cristo no puede ser
separado del concepto de la doctrina evangélica y
apostólica predicada por la iglesia, en la cual se
perpetúa el magisterio divino. Que semejante
preparación del trono sea aquella que los griegos
En la primera
escena, a la izquierda del
espectador, se ve un
ángel (Gabriel), que baja
desde lo alto y señala la
paloma, símbolo del
Espíritu Santo. Los
ángeles con alas y
nimbo, a la derecha de la La encarnación del Verbo; La adoración de los magos.
Virgen, asisten de pie y como séquito de la Madre de Dios, que sentada frente
a su morada, en gesto de hilar. Este cuadro, por al presencia del mensajero
celeste y de la simbólica paloma, debería interpretarse como la Anunciación de
María. Sin embargo, el texto del evangelio canónico (Lc. 1, 28), nos dice que el
ángel al entrar donde estaba la Virgen, pronunció primero un saludo y, luego, le
reveló el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, que estaba cumplido en
Ella. Esta conversación angélica sería, entonces, dentro y no fuera de la casa
de María.
7
Esta y otras interpretaciones las debo a la cortesía del ilustre profesor Nicodemo Kondakow,
quien con exquisita generosidad, se dignó rever y corregir este modestísimo trabajo mío, por el
que le estoy agradecido.
Richter y Cameron Taylor opinan que la figura del ángel que vuela
probablemente no sea antigua8, y que el tema del cuadro no sea la
Anunciación sino el misterio del parto virginal. Observando esta escena y
uniéndola con otra vecina que es parte del mismo cuadro - esto es, un hombre
que está en diálogo con un ángel delante de un edículo -, se deduce que el fin
del artista fue el de representar la divina concepción, como lo describe Mateo
(1, 20): María, su madre (de Jesús) casada con José, antes que estuviesen
juntos se descubre encinta del Espíritu Santo. El mismo evangelista, más
abajo (1, 22-23), ilustra este gran misterio citando el texto del profeta [Is. 7,14]:
Aquí la Virgen concebirá y parirá un hijo, y por nombre lo llamaran Emanuel,
que significa ‘Dios con nosotros’.
8
Loc. cit., p. 277ss.
9
Vetera monimenta, t. I, p. 206.
misma fuente, se toma el cortejo formado por una guardia angélica, que se
hallan en otros cuadros de este mosaico, y que, evidentemente, con su
presencia tienen el fin de manifestar el origen divino del hijo de María y la
El cuadro, que
está en la misma zona de
la parte opuesta, nos
ofrece distintas escenas:
en la primera, se ve a la
Virgen - con San José y
el acostumbrado cortejo
de ángeles a su lado - en
gesto de presentar al
Presentación del Mesías; La Sagrada Familia en Egipto.
Divino Hijo11, mientras
viene a su encuentro Simeón, que extiende las manos veladas hacia Jesús;
Ana está dentro de un gran pórtico de arquería de estilo arquitectónico de los
siglos IV y V - de tal pórtico aparece un sólo lado -. Según De Rossi, esto sería
el pórtico de Salomón, que era aquel que circundaba a Oriente, hacia el Monte
de los Olivos, la inmensa explanada donde surgía el templo. Esta escena
reproduce con gran fidelidad la narración del evangelio apócrifo de la Infancia
de Jesús (capítulo VI). Observemos que Simeón no lleva vestimenta
sacerdotal sino túnica y palio.
10
Quien desease profundizar sobre la controversia nestoriana podrá consultar M. Jugie,
Nestorius et la controverse nestorienne, París, 1912.
11
El ilustre profesor Kondakow observa que en esta escena del recibimiento del Mesías por
parte de Simeón, la virgen lleva al Niño como en la composición Nicopeia, es decir, en acto de
presentar al mundo el Salvador
algunos de estos señalan a un templo que está en el fondo. La fachada está
compuesta de cuatro columnas, que sostienen un frontispicio triangular ornado
en el medio con una figura sedente - similar a aquella clásica de Roma -; a
derecha e izquierda de dicha figura, otras dos más pequeñas como bustos. Se
ornamenta con cabezas humanas sobre la cornisa del tímpano. Dentro de la
puerta del templo, del cual penden dos vela [cortinas], arde una lámpara y
sobre los escalones de la gradas (con barandilla) del mismo hay dos palomas y
dos tortolitas.
Sin embargo, considero que las actitudes de las figuras tanto de los
sacerdotes como de los levitas sean más bien de señalamiento y de invitación
a entrar al templo, el cual debía ser al menos un recuerdo de aquel edificio
santo de Jerusalén. De lo contrario, no se sabría como explicar la presencia no
sólo de las palomas y tortolitas, que eran la ofrenda de los pobres según el uso
12
Bull. 1882, p.149ss.
13
Loc. cit., p. 325.
14
Sobre la historia de Jerusalén y su templo, cfr. P Baldi, Nei luoghi santi, Florencia, Barbèra,
1912, p. 36ss, y p. 114ss.
judaico de la purificación (Lev. 12, 6-8) sobre la puerta de dicho templo, sino
también de la lámpara que arde allí, símbolo de luz de la nueva fe15.
15
El templo era considerado como la habitación de Dios; y, en este sentido, era la imagen de la
humanidad de Jesucristo.
16
Storia dell’Arte Italiana, I, 270.
venida y manifestación del Verbo por medio de su encarnación y nacimiento,
como en aquella venida que tendrá lugar el día del Juicio Final de los hombres.
La terminología y doctrina de San Pablo, que tanta influencia tuvo en la
literatura cristiana, fueron seguidas por los Padres y escritores de la iglesia, los
17
Cfr. La Revista Roma e l’Oriente, de la Abadía de Grottaferrata (1912, fasc. 15, p. 157ss. y
fasc. 18, p. 367), donde son citados pasajes importantísimos de San Ignacio, San Atanasio,
Teodoreto, San Juan Crisóstomo, San Basilio, etc., con los cuales se demuestra claramente
que es equivalente a o fiesta de Navidad en la iglesia antigua.
18
Nota del Traductor: De teandría. Naturaleza divina y humana de Cristo.
Según Duchesne19, la fiesta de la manifestación ( ) da
testimonio de un origen más antiguo que la de Navidad, la cual es recordada
por primera vez en el calendario filocaliano (c336) - el más antiguo documento
conocido hasta ahora sobre el tema -. En el culto cristiano antiguo,
particularmente en Oriente, la fiesta de Epifanía conmemoraba tanto la Navidad
de Nuestro Señor Jesucristo como su adoración por parte de los magos20. Y,
así también, la iconografía cristiana de los primeros siglos gustó de reunir en
una sola escena el nacimiento del Hijo de Dios con la adoración de los magos,
que se representaban frecuentemente de este modo: La Santísima Virgen,
Madre de Dios, con el Niño Jesús sobre sus rodillas y los magos que ofrecían
los simbólicos presentes al mismo.
19
Origines du culte chretien, París 1908, 261ss.
20
El nombre de ‘magos’ en la antigüedad era común para designar a los sabios en todo
Oriente. Entre todos los pueblos orientales que se disputaban el honor del origen de los magos
evangélicos, la mayor probabilidad de la fortuna parece favorecer a los árabes; en efecto, a la
‘Feliz Arabia’, todas las circunstancias corresponden al texto evangélico. En verdad, aquella
región es precisamente ‘oriental’ respecto a Palestina tanto que en las Sagradas Escrituras se
la llama generalmente ‘Oriente’. Además, la calidad de los presentes ofrecidos son propios de
tal región. La costumbre de aquel pueblo era la de ofrecer regalos indígenas que eran su
especialidad: el oro, el incienso y la mirra, abundaban y aún abundan en la Feliz Arabia.
También, los árabes se entregaban al estudio, y especialmente al de la creación, así que las
Sagradas Escrituras cuando quiere decir que alguno es sabio lo comparan con los árabes. El
vaticinio también de la estela de Balaam era famoso en todo el Oriente. Probablemente, los
magos fueron ricos y poderosos jefes de tribu; además de hombres de varios saberes,
custodios de antiguas tradiciones, observadores de los astros y de gran autoridad en su
pueblo.
Sin embargo, la iconografía cristiana de los tiempos más antiguos, es decir, de las catacumbas,
y que constituye la primera expresión artística de la adoración de los magos, los representa
siempre con vestimentas orientales, esto es, como persas: con gorro frigio, túnica doblada
sobre los muslos, capa volante, anassiridi [tipo de pantalón] y calzado cerrado. Esta
vestimenta, que encontramos reproducida en los bajorrelieves mitraicos y en los otros donde se
representan los pueblos de oriente tributarios del Imperio Romano, creo que inspiró a los
primeros artistas cristianos para aquella de los magos. Prudencio, en el siglo IV, haciéndose
eco de estas formas y conceptos artísticos, canta en el Cathamerinon (XI; VIII KAL. IAN., v. 25-
29):
21 e
L. Duchesne, L’iconographie byzantine dans un document grec du IX. , Grotaferrata, 1913.
Este importante códice es una carta de los Patriarcas Cristoforo de Alejandría, Job de Antioquia
y Basilio de Jerusalén, dirigida en el año 836 al Emperador Teófilo. El ilustre Duchesne
reivindica la autenticidad del documento, que no fue mencionado ni en la reelaboración
francesa de la historia de los Concilios de Hefele, ni en la historia de la literatura bizantina de
Krumbacher y Ehrard.
las escenas históricas de la infancia de Jesús en el arco de triunfo. Y, que el
ilustre P. Grisar (Analecta romana, v. I, pp. 587, 588), había ingeniosamente
querido explicar con esta afirmación: Sixto III, para mejor recordar tal misterio,
habiendo hecho reproducir la gruta y pesebre betlemita original en la Basílica
Liberiana [Santa María Mayor] - merecidamente considerada como la Belén de
Roma -, el cuadro de la Navidad sobre el mosaico habría sido una inútil
repetición.22
23
Los artistas cristianos cuando representan el pesebre unen a la historia evangélica la
atractiva leyenda del buey y el asno, y quererla separar sería bastante difícil. Estamos así
habituados a ver reproducidos aquellos dos animales en la escena del pesebre, que ni siquiera
se nos viene a la mente la duda por saber si alguno de los evangelistas haya señalado la
presencia del buey o del asno al lado de la cuna de Nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo,
solamente en los evangelios apócrifos de la Navidad de María y de la Infancia del Salvador
(cap. XIV) se hace mención de ellos. La leyenda fue sin dudas imaginada para justificar la
profecía de Isaías 1, 3 “agnovit bos possessorem suum et asinus praesepe domini sui” y el
pasaje mal comprendido de Habacuc 3, 2 “ ” interpretado:
“in medio duorum animalium cognosceris”. Mientras, en cambio, San Jerónimo así rectifica
este pasaje de la versión alejandrina: in medio annorum vivifica illud. La liturgia consagró
definitivamente la tradición en un célebre responsorio del oficio de Navidad. En la Edad Media,
el arte cristiano sustituye al pesebre por el altar, sobre el cual se ubica al Niño como víctima, y
reprodujo a María con los hombros vueltos hacia a su Divino Hijo; en suma, nada de afectos
humanos o maternales. Sólo con los cuatrocentistas tendremos a la Madre de Dios arrodillada
ante el Niño, en contemplación, con las manos juntas y que parece rodearlo de un infinito amor.
24
Sobre la ampolla 3, por primera vez, el primer mago aparece arrodillado, acto que no se
volverá a ver más que en el medioevo. Además, el artista sustituye los tres tipos habituales
antiguos imberbes y semejantes con tres tipos diferentes, de los cuales, dos tienen barba y uno
no. Es el arte comienza a alejarse del modelo tradicional y lo hace a partir de una nueva forma.
Así, vemos poco a poco fijarse la edad que los magos tendrán siempre de ahora en más: el
primero, el aspecto de un viejo con barba blanca; el segundo, de una persona de mediana
edad con una barba ligera; y, el tercero, de un adolescente aún imberbe. Desde el siglo VIII,
los magos no llevaran sus vestimentas antiguas a la manera persa sino atuendos principescos
que más adelante cambiarán por reales. Y, un poco antes del 1000, veremos reemplazar sobre
la frente de los magos la mitra oriental o gorro frigio, con la corona real. Entonces, devendrán
en los reyes magos y representarán las tres razas humanas, las tres partes del mundo antiguo
(del cual asumirán también la forma y el colorido), viniendo a rendir homenaje a Jesús.
25
El ilustre profesor Kondakow considera que las vestimentas que lleva María en el mosaico
del arco del triunfo de la Basílica Liberiana, sean las de las nobles patricias y de las princesas
de la familia imperial del Bajo Imperio, incluso aún más rico, como podría vestirse una
emperatriz madre. Los atuendos de los emperadores y de las emperatrices del Bajo Imperio se
distinguía por la clámide (paludamentum), que en nuestro mosaico María no lleva en absoluto.
La grave matrona cubierta con un oscuro palio (que la antigüedad
asignaba a los profetas) y en pose de estar pensando, sentada a la izquierda
del trono, tiene un significado simbólico: tal vez, la sibila Eritrea, en cuyas
profecías los primitivos apologetas y escritores cristianos26 creyeron ver la
prefiguración del nacimiento del Mesías27; o, quizá, la Sinagoga. E incluso,
algunos intérpretes quieren ver en la misma figura mujeril cubierta con un
manto a la Ecclesia ex gentibus de la cual los magos fueron la primicia.
En ese cuadro vemos al Niño Jesús de pie, seguido por María, José y la
habitual escolta angélica. Según dicho apócrifo, la huida a Egipto sucede
cuando Jesús había llegado a la edad de dos años. También aquí se ve bien el
cuidado del artista para destacar la divinidad de Jesús, representándolo en el
centro de la escena sin el apoyo materno. El Emanuel, que está vestido con un
palio con letras y lleva la cruz resplandeciente en el nimbo, es recibido por una
multitud que huye de la ciudad, en donde los ídolos se caen a su llegada.
26
Cfr. Pichon, Lactance, París. 1901, pp. 120, 128, 209, 211.
27
Incluso, el emperador Constantino en el discurso ad Sanctorum coetum (cfr. Eusebio, Opera,
pars I, ed Migne, Patrol. graeca, t. XX, 1288) para demostrar la divinidad de Cristo apela a la
autoridad de la sibila Eritrea.
28
Hist. de l’art byzant., 1886, p 105.
29
Röm. Quarlalschr., 1887, p. 175.
30
Nuovo Bull. archeol. crist., 1889, p. 133ss.
Al frente de la multitud, está el soberano vestido de emperador, rodeado
por soldados y teniendo a su izquierda un hombre semidesnudo, con barba
espesa, que lleva sólo un palio y ciñe en la mano izquierda una clava, mientras
sostiene la derecha en alza como el rey egipcio31, en gesto de hablar.
31
En este hombre, Richter (loc. cit., p. 145) cree reconocer un filósofo cínico, según la
descripción que hace San Agustín (De Civil. Dei, XIV, 20): “Y, sin embargo, vemos existir los
filósofos cínicos, que son aquellos que no sólo se envuelven en pallium sino incluso llevan
bastón.” Los filósofos fueron en la antigüedad considerados como los más competentes
consejeros. Su influencia verdaderamente fue muy amplia y cercana a la autoridad, para los
cuales personificaban la sabiduría iluminada, indispensable para un buen gobierno.
LAS MADRES DE BELÉN ANTE HERODES
32
W. De Gruneisen, Santa Marie antique, plancha. LXIII, pp. 321-323.
33
La masacre fue ordenada por Herodes a posteriori del fracaso de la búsqueda.
A Gruneisen (loc. cit.), le parece que este niño mira oblicuamente al juez
con ojos llenos de reproche, y cree que la madre, con la mano derecha
extendida, estuviese en tal actitud como para probar la inocencia del hijo. El
niño, que lleva la cruz sobre la frente, a Gruneisen le sugiere la idea de
reconocer por ella al Salvador Niño - por odio a quien se prepara la masacre y,
que por ello, reprochará a Herodes su crueldad -. La mujer distinguida por la
cruz en el manto sería la Virgen María. Ella y su Divino Hijo serían, según el
mismo Gruneisen, los únicos del grupo de los acusados que hablan con el juez,
y a los mismos referiría el gesto del actor.
34
El profesor Kondakow reconociendo la señal de la cruz sobre la frente, como propias de los
seguidores de Cristo, opina que el artista del mosaico de Santa María Mayor, así precisamente
quiere presentar los párvulos de Belén, es decir, como primicias de los cristianos.
Además, el niño marcado con la cruz, en esta escena, lleva una túnica
con franjas de varios colores, así también la supuesta Virgen, Madre de Dios;
vestimentas que son justamente diferentes de esas que Jesús y María utilizan
en las otras escenas. Ahora, sabemos que las vestimentas, en aquel tiempo,
no eran como en el presente cuestiones de gustos personales sino que eran
distintivos de las clases, de los grados y de los cargos. Por ello, eran
rigurosamente regladas, como en nuestros días los uniformes de los militares, y
de algunos cargos y oficios públicos.
Muy probablemente el artista del mosaico, que en todos los temas del
arco demuestra un gran estudio de la realidad, quiere representar en las
vestimentas nacionales a las madres de Belén. La figura de Herodes está
reducida a la mitad y cubierta por la pilastra de estuco superpuesta en uno de
las restauraciones hechas en la basílica.35 El artista quiso evitar en el ciclo de
las escenas triunfales el cruel espectáculo de la matanza de los inocentes, los
cuales - como escribe San Agustín - fueron las víctimas debidas al Dios
encarnado que había venido a condenar la malicia del mundo. El tema de la
masacre de los inocentes, tan atractivo durante el período de las
persecuciones, luego del triunfo de la iglesia es más raro de encontrar.
35
Nota del Traductor: actualmente, esta pilastra fue retirada y puede verse la figura de Herodes
en su totalidad.
36
En la antigua Ley, los doctores eran los escribas, a los cuales en la nueva doctrina los
sucederán los apóstoles.
Este cuadro, de composición
relativamente simple - comparados con los
otros -, es sin embargo de una gran eficacia
representativa. Salvo la figura de Herodes,
que está reducida a la mitad por la pilastra que
se apoya sobre éste y sobre la cual
permanecen las primeras letras del nombre
‘HE’, las otras figuras tienen una gran fuerza y
verdad de expresión.37 Por una parte, se ven a
los tres magos uno tras otro - personificaciones
de los gentiles iluminados -, quienes, luego que
Los magos y los escribas ante de
expertos interpretes de los cuerpos celestes Herodes; Belén.
hubieran divisado sobre el cielo de su país la nueva estrella entre todas las
otras brillantes, reconociendo en aquellas apariciones extraordinarias una
visible manifestación sobre la tierra del supremo dominador de los astros y
empujados por un irresistible impulso interno, con el deseo de conocer y rendir
homenaje a este soberano poderoso (por el cual tiemblan las cosas celestes y
a quien obedecen la luz y el éter)38, se ponen en viaje siguiendo el curso de la
estrella milagrosa39. Detenida esta estrella sobre Jerusalén, los magos
preguntan donde se encuentra el rey nacido. Tal extraño pedido, pasando de
boca en boca, puso en curiosa conmoción a la ciudad de David. Tanto así que
quedó impresionado también Herodes, quien mandó llamar ante sí a estos
37
Nota del Traductor: actualmente, esta pilastra fue retirada y puede verse la figura de Herodes
y su tituli en su totalidad.
38
Prudencio, Cathemer., XI, vv. 33-36:
JERUSALÉN Y BELÉN
40
Observemos que los magos en los mosaicos de Santa María Mayor están siempre
representados más erguidos que el tipo usual, que comienza a partir del siglo II y que, se
vuelven casi canónicos y se repite siempre continuadamente por varios siglos (cfr. F. Fornari,
Nuovo Bull. archeol. crist., 1910, p. 71)
interrumpidas en distintos puntos por torres cuadradas que aseguran los
ángulos del perímetro. Estas torres están cubiertas por techos de forma
piramidal sobre cuyas puntas brillan esferas áureas. También las torres tienen
paredes gemadas. Dentro de la muralla, ornadas de piedras preciosas,
sobresale como principal edificio, una basílica, cuya fachada está constituida
por un frontón triangular sostenido por cuatro columnas y con un baptisterio
cercano de planta central. Al lado y detrás de ella, hay otros edificios de similar
tipología arquitectónica. Sobre las cúspides de los mismos brillan globos
dorados y otros ornamentos; en el umbral de la puerta de la ciudad se reúnen
los corderos, símbolo de los fieles salidos del judaísmo.
41
Nota del Traductor: se hace referencia a la alegoría.
así a María del título de Madre de Dios. Y, verdaderamente, los mosaicos del
arco de triunfo de Santa María Mayor son un poema épico que el arte compone
para exaltar al Hombre Dios y a la Virgen, Madre de Dios.
Fueron estos, sin embargo, los últimos resplandores que el arte clásico,
convertido a la nueva fe, envió en Roma.
Todos los cuadros del mosaico del arco triunfal de la Basílica Liberiana
tienen una frescura, una expresión muy viva de sentimiento y de afecto, un
carácter verdaderamente dramático que únicamente derivan del arte imperial
romano. La rica imaginación del artista da una gran fuerza representativa a
todas las figuras; y los personajes, quizá a veces demasiado numerosos,
toman todos parte en la acción, real, animada. Los edificios, las ricas sillas,
etc., sirven para realzar también más el efecto de la escena. La técnica es
perfecta, y se ve claramente que el artista es todavía dueño de sus medios, de
los cuales se sirve bien para hacer expresivas a las figuras. El tema de la
grandiosa pintura es, como hemos visto, la historia del nacimiento y de la
infancia de Jesús, de la cual los cuadros deben demostrar que Él es
verdaderamente Dios y Hombre, habiéndose encarnado el Verbo en el seno de
María Virgen por obra del Espíritu Santo y uniendo así a su naturaleza divina la
humana, en la Persona Divina, de donde María es llamada Madre de Dios
42
Los artistas cristianos, al haber extraído indistintamente de las fuentes canónicas y de las
apócrifas, dieron origen en sus obras a un complejo tan genialmente ideado y realizado, que en
aquellas obras nos encontramos en apuros para discernir los temas agregados a los que se
encuentran en los libros canónicos. Frecuentemente, estos agregados son símbolos y,
verdaderamente, los símbolos y la historia se compenetran mutuamente en las antiguas obras
cristianas; es más se prestan recíproco apoyo.
extrayendo los motivos artísticos, eligió los momentos más vivos para la
eficacia de la representación. De tal resumen histórico, que impacta con los
símbolos la imaginación popular, el pintor creó la epopeya.
43
Cfr. Venturi, Storia del arte italiana, v. I, p. 252ss.
algunos querían, en aquel grandioso mosaico, en el cual domina en cambio el
clasicismo con aquella armonía admirable de elegancia y de esplendor que
hacen de ello la más bella manifestación del arte decorativo de la primera mitad
del siglo V en Roma. L’alma Urbe [Roma], en aquella época, era aún la capital
del arte cristiano.
Son conocidos en el arte las mezzetinte [matices], que son ese tono que
está entre la luz y la sombra, y que define la calidad del color, esto que es
llamado ‘localidad’, incluso en la jerga pictórica. Es precisamente el estudio y
la reproducción exacta de esta contingencia de colorido lo que ofreció a los
mosaiquistas del arco de triunfo de Santa María Mayor el medio para dar a las
figuras relieve y la fuerza del color local. La técnica y la coloración de las luces
y de las sombras son un gran mérito de nuestros mosaiquistas. En general,
ellos prefirieron las medias tintas: el blanco no es más puro; el carmín, el
naranja, el verde, el azul, el añil, el amarillo, el violeta en sus varias mezclas
son claros y ligeros. Las carnes, por ejemplo, son generalmente de un color
claro amarillento, violeta, rosáceo, con sombras ligeras verdosas y con acentos
de rojo carmín sobre la boca, los pómulos, en la nariz, etc.
Jesús lleva siempre túnica larga con clavi y palio con letras. Está
descalzo en dos escenas; en la de Egipto lleva los campagi. Dos veces se lo
representa con la cruz resplandeciente como estrella sobre su cabeza y el
nimbo44 alrededor de ella. Una vez, en cambio, mantiene la cruz sobre el
nimbo. Tal cruz es comúnmente interpretada como símbolo de la futura pasión
e insignia gloriosa de la redención humana. Jesús está siempre representado
como un niñito gentil con dulce cara redonda, con bello y tupido pelo rizado.
José lleva siempre túnica rayada con clavi y, en una escena, sucinta,
palio, sandalias y calcei doblados al exterior; tiene siempre la barba
redondeada, bella melena y abundante, aspecto noble, ojos vivaces.
44
El nimbo alrededor de la cabeza de cristo es signo de la divinidad. El nimbo era un atributo
de gloria y de potencia dada por los paganos a los emperadores al celebrar la apoteosis, y que
se convierte en el arte cristiano en símbolo de santidad. En nuestro mosaico, también Herodes
tiene la cabeza ceñida por un nimbo, pero esto tiene un significado diferente al de Cristo y de
los ángeles: es símbolo de la regia potestad, no de naturaleza superior a la humana.
45
Nota del traductor: actualmente, su cabeza está restaurada.
Los ángeles llevan túnica blanca con clavi y palio46, están siempre
descalzos, tienen el nimbo celeste claro, la cara juvenil imberbe bronceada y
llevan alas que son el símbolo de su naturaleza aérea. Su pelo es copioso,
rizado, de color leonado - claro en las zonas iluminadas, oscuro en aquellas
con sombras -. Las escleróticas de sus ojos son avivadas por teselas blancas.
Así también dichas teselas blancas, colocadas sobre la punta de la nariz y en el
centro del mentón de la guardia celeste, los hacen resaltar mucho; las pupilas
son castaño oscuro.
La Virgen lleva túnica intima (interula) con mangas largas que tienen en
los extremos una hilera de perlas. Sobre esta túnica, tiene una dalmática con
largas mangas de color ópalo. Sobre ésta, da vuelta la palla contabulata, acu
picta [palla con tablas, bordada] que cubre los hombros con una doble remeatio
46
La sigla ‘L’ que se destacan sobre los palios son simplemente atributos ornamentales, quizá
querer su significado buscar sería oscuro incluso para el autor. La explicación que da Ciampini
(Vetera monimenta, Romae, 1690, v. I, p. 103) es que sería la marca del taller donde estas
vestimentas fueron tejidas, como lo eran los sellos figulinos [de barro cocido], pero es poco
convincente. Ninguna de las figuras de nuestro mosaico lleva la toga; del resto de la pintura
cristiana casi siempre aparece el palio; la toga muy raramente.
47
Hasta finales del siglo IV, los Santos Juan Crisóstomo, Cirilo y Gregorio de Niza habían
entablaron vivas polémicas con los nestorianos en favor de la adoración de María.
48
Cfr. G Wilpert, Un capitolo di storia del vestiario en l’arte, año I, 1898, p. 99ss. El lorum
es para los primeros seis siglos un anacronismo.
también gemado. La palla pende por debajo de la franja gemada con los
extremos que cubren artísticamente los costados y el cuerpo.
Simeón lleva túnica muy larga con clavi y palio que le recubre
enteramente los hombros, brazos y manos. El santo anciano, que tiene la
cabeza redonda con barba y pelo blanco, avanza encorvado por sumo respeto
hacia María, que sostiene en sus manos a Jesús como en gesto de ofrecerlo al
profeta. Éstos, para recibir al Divino Niño, tienen las manos veladas; lo cual
era un gesto convencional de veneración entre los antiguos. Simeón lleva los
soleae. El palio y la túnica del santo anciano son de color blanco y violeta con
sombra variada. Las pupilas de los ojos y las cejas son castaño oscuro. El
colorido de las carnaciones es común.
La profetiza Ana viste túnica larga talar y lleva un ancho manto, que le
cubre también la cabeza - distintivo éste de los profetas -; sostiene la mano
derecha con el índice extendido y los otros dedos cerrados en gesto de hablar,
dirigiéndose hacia Jesús. Quizás el artista quiso representarla mientras da
49
En toda la escena del mosaico del arco de triunfo donde aparece María , ella
siempre tiene las mismas características.
gloria a Dios, hablando del Mesías a todos los que esperaban la redención de
Jerusalén (Lc. 2, 38). El manto de Ana es de púrpura violáceo oscuro, la
vestimenta es de tela tejida con oro. En los pies, lleva los calcei. Las pupilas
de los ojos y las cejas son castaño oscuro.
Los sacerdotes hebreos llevan una túnica y, sobre ésta, una capa
ampliamente abierta sobre el pecho y enganchada delante con un gran broche,
ornado de perlas y piedras preciosas. Esta especie de abolla o lacerna con
fibula sobre los monumentos iconográficos a partir del siglo V aparece como
capa de los hebreos, pero más frecuentemente de los sacerdotes del Antiguo
Testamento y, sobretodo del rey Melquisedec, sacerdote del Altísimo. Esta
capa lleva ribetes verticales, tiene el color violáceo y el broche sobre el pecho.
Los levitas tienen túnica interna manicata, sobre ésta, otra con clavi con
mangas anchas ad cubitum [al codo] y cincta [cinturón]. Los sacerdotes y los
levitas - todos tienen barba y pelo, unos canoso, otros castaño variado - llevan
sandalias o gallicae con gran sistema de cordones.
El rey Herodes viste el hábito de los generales: lleva la coraza con frisos
dorados, túnica corta, con los pteryges - apéndices de la lorica -, y clámide
púrpura violácea, en los pies tiene las gallicae. Los soldados que lo rodean
llevan la lorica, túnica sucinta, manicata [con mangas], el sagum [manto de uso
militar] y el casco (cassis; en bajo latín o latín medieval, cassicum). Este hábito
es de los legionarios romanos, transformado en la época del Bajo Imperio. Los
dos militares - en la escena a la derecha donde está representado Herodes,
están a su lado y parecen oficiales - llevan, como los magos, la banda con
gemas alrededor de los hombros y con los extremos colgantes adelante y
atrás. En los pies, tienen todos las gallicae. En el otro compartimento a la
izquierda, ese oficial - entre Herodes y las madres de Belén - lleva la túnica roja
tejida con oro, tiene las canilleras de acero (expresado en el color azul), la capa
de púrpura violáceo oscuro.
Para reforzar los hombros del arco, del lado del transepto, se observa
aún (subiendo en el desván de la basílica) un engrosamiento del muro, que
descarga a tierra con igual espesor al arco triunfal, prosigue por encima de este
hasta casi los tirantes de los caballetes de la nave mayor. En el medioevo,
cuando las cabriadas estaban descubiertas, el muro del arco sobre el mosaico
tenía una decoración pictórica que imitaba un arco con platabanda, formado
por pequeñas tejas alternativamente rojas y amarillas. Sobre el reverso,
además, del lado del ábside, corría una banda con motivos florales.
El fondo del mosaico del arco triunfal de Santa María Mayor es dorado, y
dado que la luz no lo impacta directamente, sus figuras, en algunas horas del
día, adquieren tal esplendor y majestad, que parece casi rodeado de gloria,
destacando, al mismo tiempo, la plenitud y el gusto del modelado52.
50
Sulle soglie dell’arte, Roma, 1912, p. 95.
51
En los siglos IV y V, la pintura mural era en gran medida un honor. Para llevar a cabo el
ideal de aquellos tiempos, una iglesia debía contener toda la teología y desarrollar un poema
entero. Así, el pueblo de Dios (plebs Dei), aunque iletrado, podía en ella leer e instruirse.
52
Y esto, aunque el arte musivo no sea de inspiración sino de cálculo, mientras descompone la
figura humana en un gran número de figuras geométricas, por las cuales - a fin que tal arte
decorativa resulte pleno y eficaz - es necesario que sean empleadas luces osadamente
desparramadas acá y allá sobre las mismas; o, son justamente estas luces, esparcidas con
tanta maestría sobre las figuras del mosaico del arco de Santa María Mayor, las que dan a las
mismas un magnífico relieve. Así, además, la interpretación en forma convencional, que es
propia del arte musivo, la cual debe dominar en la imaginación más que en la realidad (como,
Las teselas - o cubos de esmalte que lo componen - son de varios
tamaños, y las más finas fueron empleadas para las partes que se querían
tratar con un cuidado particular, por ejemplo, las cabezas. Los colores de las
teselas son más bien claros, en comparación con aquellas que fueron utilizadas
en los mosaicos a posteriori del siglo VI y que tienen tinte oscuro.
Los cubos, en los cuales está aprisionada una hoja de oro pálido
Algunos, como por ejemplo Garrucci (Arte crist., IV, p. 17), han
expresado la duda de que el mosaico del arco de triunfo hubiese sufrido
profundas restauraciones que habrían alterado su carácter primitivo. Sin
embargo, no puedo estar de acuerdo con los susodichos en esto, porque en el
mosaico las partes más grandes caídas54 fueron recuperadas en distintos
momentos, con estucos de enlucido pintado y dividido en muchas pequeñas
teselas para imitar la antigua pintura musiva, y naturalmente la diferencia de
técnica hace reconocer rápidamente las partes reconstruidas.
por ejemplo, en las ciudades o edificios que no tiene la necesidad de parecer habitables porque
son un símbolo) es como nunca feliz en nuestro mosaico.
53
Observemos que, en el arco triunfal, las teselas áureas no están en contacto sino que están
un poco apartadas una de la otra para evitar el reverbero deslumbrante de la luz, que en
cambio en ellas se atenúan fuertemente.
54
Las pequeñas partes caídas de nuestro mosaico fueron, en cambio, retomadas con teselas.
Así que podemos notar especialmente por los cubos de oro (en los cuales este es aplicado
sobre una masa opaca - a veces roja, otras oscura -, propia de los tiempos más cercanos a
nosotros), que en el opus vermiculatum originario tenía - como se describió arriba - los fondos
translúcidos.
superficial, mientras que el estuco introducido en las partes caídas y pintadas
permanece tal cual era antes de la restauración (si así puede llamarse a la
limpieza) mandada hacer por Benedicto XIV. Además, he podido constatar que
la sustitución con estuco, hecha a los mosaicos caídos, se limitó a partes
secundarias, como por ejemplo en el borde superior del arco, donde se
encuentra la cara inferior del techo.
En el centro del arco, se rehizo un ala del águila de San Juan, la cabeza
de San Pablo, las partes superiores de las alas del león de San Marcos, el
coronamiento de la cruz en el tondo central, la figura entera del ángel que
simboliza a Mateo, la cabeza del apóstol Pedro, el cielo arriba del edículo, la
parte superior del ala del ángel de la Anunciación, y una parte de las palomas.
Además, esta obra sufrió daños a lo largo de los lados del arco, porque
las pilastras de estuco han invadido el campo del mosaico, haciendo
desaparecer algunas figuras y cortándolas otras a la mitad.55
El estado actual del insigne monumento deja, sin embargo, hoy mucho
que desear. En varios lugares, el mosaico fue sostenido con grandes grampas
de metal dispuestas en cruz, las cuales estropean las figuras y, además,
estando bastante deterioradas no cumplen muy bien su función. Así que sería
oportuno - es más, necesario - que con la debida cautela se procediese a una
exploración del mosaico y que personas competentes - específicamente en
este arte - propongan las oportunas restauraciones, que según mi modesto
parecer, podría consistir en la separación parcial y en la reaplicación de los
pedazos que ahora están hinchados. Pues, el enlucido que llevan las teselas
ya no se adhiere más a la mampostería del fondo a la que había sido aplicado.
Este sistema me parece preferible al otro, que está también en uso, de abrir un
55
Nota del Traductor: actualmente, estas pilastras fueron removidas.
pequeño agujero y un sutil canal en el enlucido hinchado, por el cual se
introduce con soplado el mortero líquido para que llene el vacío de manera que
lo sostenga y firmemente lo vuelva a unir con el muro.