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Revisto de Psimloglo de El Salvodor, 1990, Vol.

IX, NO 36, 123·146


UCA, San Solvodor, El Salvador, C.A.

LA VIOLENCIA EN CENTROAMERICA:
UNA VISION PSICOSOCIAL*
Ignacio Martín-Baro

RESUMEN

El autor presenta un análisis de la violeneia en el contexto ceno


troamericano, destacando su condicionamünto sociohistórico, y pro·
pone un plan psicosocial para combatir la eftcacia de la violencia.

Sugiere la necesidad de clariftcar el análisis diagnóstico de la vio·


lencia señalando la ideologización de la misma, y examinar los ele·
mentos que provee la investigación psicosocial para intervenir de
manera constructiva en este ámbito.

Ast, se analizan características de la justiftcación de la violencia:


su definición misma, el empleo de la "imagen del enemigo" y su le·
gitimación más global en doctrinas de tipo represivo. Para la in·
terveneión psicosocial en el campo, se propone que el psicólogo debe
trabajar de manera que los comportamientos violentos sean menos
útiles para lograr determinados propósitos. Se destacan varios aporte&
de la investigación psicosocial que pueden aportar en esta dirección.

• Conferencia pronunicada en la Univenidad de Costa Rica durante las D Jornadas


de Psicologlo Sociol. Ciudod Universitoria RodriSO Facio, 26 de octubre de 1987 y
publicado por lo Revisto Costarricense de PBicologla, Nos. 12 y 13, pág. 21·34,
1988.

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ser brutalmente torturados o "de-
l. Introducción: Centroamé· saparecidos". En Nicaragua, el
rica, encrucijada de vio· Instituto de Formación Perma-
lencia nente (INSFOP) eleva a 1,215 la
cifra de civiles muertos por la
Desde hace no menos de una agresión de "la contra" entre
década, Centroamérica se ha con· 1981 y 1986 (CODEHUCA, 1986,
vertido en una verdadera encru- pág. 22); ahora bien, sólo en el
cijada de violencia. Para unos, período comprendido entre el 6
los conflictos centroamericanos de agosto y el 15 de octubre de
son una simple versión de la con- 1987, el Comandante Humberto
frontación entre el este socialista Ortega, Ministro de Defensa de
y el oeste capitalista; para otros, Nicaragua, reconoció que se
se trata más bien de una expre- habían producido 1,372 muertes
sión del conflicto entre el norte, en combates, 783 "contras", 224
rico y prepotente, y el sur pobre y soldados del ejército sandinista y
explotado; otros consideran, en 365 civiles; y, en Guatemala, el
fin, que se trata fundamen- Comité Pro-justicia y Paz 0985,
talmente del afloramiento de un pág. 155) contabiliza 905 civiles
conflicto estructural interno asesinados por fuerzas militares
entre los intereses elitistas de las o paramilitares en un solo año,
minorías sociales explotadoras y entre noviembre de 1984 y oc-
las necesidades básicas de las tubre de 1985. No parece exa-
mayorías oprimidas. Muy posi- gerado calcular que, en promedio,
blemente, en Centroamérica con- una persona muere cada hora en
fluyen los tres tipos de conflicto, Centroamérica como fruto de la
aún cuando su influjo sobre los violencia política. Si al número
procesos sea de muy diversa na- de muertos añadiéramos el de los
turaleza y magnitud. Pero, cual- heridos, tendríamos probable-
quiera sea la explicación más cer- mente que multiplicar la cuenta
cana a la realidad, el hecho in- y decir que cada veinte minutos
negable es que la violencia abru- un centroamericano sufre en su
ma hoy a los pueblos centroa- cuerpo el efecto de la violencia
mericanos, que se encuentran su- sociopolítica. Y si a ese número
mergidos en un costoso desan- añadiéramos el de todas aquellas
gramiento cotidiano e imposibi- personas que, como consecuencia
litados así para pronunciar con de las mismas confrontaciones,
libertad su palabra histórica. son amenazadas o aprisionadas,
tienen que esconderse o salir
En El Salvador, se calcula que huyendo de su hogar, probable-
los muertos por la guerra pasan mente llegaríamos a la pavorosa
ya de los 65.000, la mayoría de consecuencia de que cada tres
ellos civiles, muchos de ellos tras minutos un centroamericano pa-

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ga en carne propia las consecuen- con que, desde su misma aproba-
cias de la violencia bélica que ción, ha empezado a tropezar la
abate al istmo. aplicación de estos acuerdos
muestra no sólo lo enraizado de
Téngase en cuenta que hasta los conflictos centroamericanos,
aquí no hemos mencionado más incluso en su manifestación más
que un tipo de violencia social: la extrema como es la guerra, sino
de naturaleza político-militar. Si el poder de las fuerzas e intere-
a ella añadiéramos otras formas ses sociales que militan más o
de violencia social, tanto las que menos abiertamente contra el
se dan al interior del hogar Oa éxito de este plan de paz, comen-
violencia del hombre hacia la zando por el interés hegemónico
mujer, la de los padres hacia los y miope del actual gobierno nor-
hijos), como las que se dan en los teamericano.
diversos ámbitos de la vida pú-
blica, tendríamos un panorama Pero aún cuando Esquipulas
tan desolador como realista. Está 11 tuviera éxito, todavía no se
comprobado, por ejemplo, que las podría esperar razonablemente
guerras precipitan un incremento que desapareciera el flagelo de la
de la delincuencia y criminalidad violencia generalizada. Se redu-
llamada común (ver, por ejemplo, cirían, eso sí, las formas más
Archer y Bartner, 1984). En El masivas de asesinato, como son
Salvador y Guatemala, por ejem- los operativos militares. Sin em-
plo, se ha podido comprobar el bargo, aún habría que resolver el
acelerado aumento de quienes, al problema de los "escuadrones de
abrigo o como consecuencia de la la muerte" así como el de todas
confrontación bélica, han asu- aquellas unidades represivas que
mido la violencia como su herra- operan al abrigo, más o menos
mienta de trabajo, y han conver- firmes, de las estructuras mili-
tido el asalto y aún el secuestro tares legales. El caBO de Colom-
en su ocupación habitual. bia, a pesar de sus obvias dife-
rencias, resulta diciente. Tras el
Frente a esta avalancha de acuerdo logrado entre el pre-
violencia, política y social, el sidente Betancour y los grupos
acuerdo firmado el 7 de agosto guerrilleros en 1984, un buen
del presente año en Guatemala grupo de simpatizantes políticos
por los presidentes centroameri- de los insurgentes formaron un
canos y conocido como "Esquipu- partido político, la Unión Pa-
las 11" es un notable esfuerzo por triótica (UP), y se lanzaron a la
resolver al menos los aspectos lucha en el marco de la legalidad.
más críticos del problema. Sin Desde aquel momento de 1984
embargo, no cabe hacerse mu- hasta el 11 de octubre de 1987,
chas ilusiones: las dificultades 471 dirigentes y simpatizantes

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de la UP han sido asesinados por especificidad de nuestro cono-
"escuadrones de la muerte", la cimiento, para contribuir a en-
mayoría de ellos con claras vin- frentar el problema de la violen-
culaciones al interior de la Fuer- cia en nuestros paises? Pongá-
za Armada. El último y más sig- moslo en términos sencillos: ¿qué
nificativo de esos asesinatos ha haríamos cada uno de nosotros si
sido el del ex-candidato presiden- los presidentes centroamericanos
cial de la UP, JlÚme Pardo Leal. nos pidieran elaborar un plan de
Este hecho pone de manifiesto trabajo para combatir junto con
una vez más que, en definitiva, otros especialistas la violencia en
la violencia sociopolítica origi- el área? Confrontados con una
naria no es la de quienes tratan propuesta así, probablemente
de cambiar los ordenamientos comprendamos lo precario de
sociales injustos, sino la de quie- nuestro conocimiento sobre la
nes, desde sus privilegios prepo- violencia y lo poco que en la
tentes, se oponen a cualquier práctica podemos hacer para en-
transformación significativa, frentar este problema (ver De-
cualquiera sea la forma como se partamento, 1986).
busque.
Sin embargo, no alcanzo a ver
Una reconciliación social que pregunta alguna de mayor im-
permite establecer un nuevo portancia para nosotros, psicólo-
marco para la convivencia, en el gos, en los momentos históricos
que se reduzca al mínimo el em- actuales. Por eso, con toda la hu-
pleo de la violencia, abierta o mildad de quien sabe cuán limi-
encubierta, no es sólo un proble- tado es su conocimiento, pero con
ma de orden político; es un pro- la insistencia de quien sabe que
blema también de orden psico- es un asunto vital en el que está
lógico y cultural. De poco serviría en juego su credibilidad científica
lograr una paz entre los grupos y profesional, debemos poner
contendientes, si se mantienen manos a la obra. Nuestros pue-
las mismas estructuras sociales blos juzgarán si nuestro aporte
de explotación y dominio, los mis- es grande o pequeño, importante
mos valores de competencia y o secundario; en todo caso, que se
poder, el mismo estilo ideal de nos juzgue por acertar o fracasar
vida consumista que lleva al en el empeño, no por haber elu-
acaparamiento injusto y arrastra dido nuestro compromiso.
la discriminación social. Es aquí
donde entra el papel de la psico- Dos pasos nos parecen nece-
logía y donde el reto se nos plan- sarios para examinar el aporte
tea a los psicólogos centroameri- que la psicología puede hacer
canos: ¿qué podemos aportar no- frente al problema de la violencia
sotros en concreto, desde la generalizada en Centroamérica.

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En primer lugar, es preciso de- pero no menos violencia es el en-
senmarañar el análisis diag- frentamento pasional entre dos
nóstico que parece prevalecer en pretendientes celosos; violencia
el área acerca de la naturaleza y es la tortura infligida al. opositor
causas de la violencia imperante. político en una cárcel clandes-
Esto nos obliga a revisar algunos tina, pero también lo es el asalto
puntos críticos de lo que se po- en el que se adespoja de sus per-
dría llamar "la historia psicoso- tenencias al ciudadano que espe-
cial de la violencia" centroamerí- ra un bus en el centro de la capi-
cana (ver Martín-Baro, 1983, tal. Ahora bien, si el término vio-
págs. 403-420). En segundo lu- lencia cubre por igual a la agre-
gar, debemos examinar todos sión física que al ataque moral, a
aquellos elementos que nos ofre- la represión política que a la
ce la investigación psicosocial pa- coerción educativa, a la destruc-
ra intervenir constructivamente ción militar en gran escala que al
en el ámbito de la violencia (para enfrentamiento pasional entre
una revisión muy comprehensiva, amantes, su significado se vuelve
sobre todo de la violencia polí- muy abstracto y vago. Y las abs-
tica, ver Zimmermann, 1983). tracciones -que no es 10 mismo
Nos arriesgaremos, así, a pro- que las teorizaciones-- con fre-
poner un plan tentativo de tra- cuencia más que develar tienden
bajo psicosocial, que pueda ser a ocultar la realidad.
discutido y criticado, pero que
nos permita al menos ir abriendo En un reciente análisis,
perspectivas nuevas al quehacer Cueva (1987) mantiene la necesi-
de la psicología centroamericana. dad de acijetivar el concepto de
democracia si se quiere entender
2. El nombre de la violencia la naturaleza de los procesos po-
líticos que se están produciendo
El primer problema que nos en los países latinoamericanos.
plantea el análisis de la violencia "Democracias conservadoras',
en nuestros países es de orden 'democracias reformistas', 'demo-
semántico: el término violencia cracias revolucionarias"': el sólo
es demasiado genérico y consti- uso de estos términos suena casi
tuye un paraguas bajo el cual se a provocación en una coyuntura
cubren procesos y comportamien- en que la ideolOgía dominante
tos muy diferentes. Violencia es intenta borrar hasta el más leve
ciertamente el bombardeo sobre vestigio de discusión y análisis
un cantón donde se sospecha que sobre los contenidos y orienta-
hay guerrilleros, pero lo es tam- ciones de la democracia realmen-
bién la "cincheada" que el papá te existente" (Cueva, 1987, pág.
da al hijo como castigo: violencia 61). Las pretensión de una de-
es el asesinato del líder sindical, mocracia sin acijetivos significa

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en la realidad política de Lati- 1985).
noamérica la instauración de
regímenes cuya formalidad de- Es necesario, por tanto, volver
mocrática puede esconder la con- los ojos a las formas concretas de
tinuidad renovada de formas de violencia que se dan en nuestros
dominación tradicionales y un países en los momentos actuales,
esfuerzo por desarticular, prác- en lugar de arrancar de defini-
tica y teóricamente, toda lucha ciones genéricas, teorizaciones
popular. abstractas o presupuestos de sen-
tido común. En 1982, yo plantea-
Algo similar debe afirmarse ba la existencia de tres modali-
respecto a la violencia, aunque dades predominantes de acciones
aquí no se trata de adjetivar sino violentas en la realidad salva-
de sustantivar. En efecto, el dic- doreña: la violencia de los com-
cionario define al término "vio- portamientos delictivos, la vio-
lencia" como la "calidad de vio- lencia de la represión sociopo-
lento"; es decir, que el significado lítica y la violencia de la confron-
del sustantivo se remite al ad- tación bélica (Martín-Daró,
jetivo. Y es que no existe la vio- 1983b, págs. 359-364; ver, tam-
lencia en abstracto; lo que exis- bién, Martín-Daró, 1982). En
ten son actos violentos, formas aquel entonces subrayaba el pre-
concretas de actuar violenta- dominio estructuran te de la vio-
mente. Por ello, el carácter de la lencia represiva, aun cuando se-
violencia debe ser juzgado en ca- ñalaba el avance, cuantitativo y
da caso examinando los actos que cualitativo, de la violencia bélica.
califica. La violencia no tiene que Hoy día, el mismo análisis apli-
ser adjetivada, sino sustantiva- cado no sólo a El Salvador, sino a
da, a fin de discernir su natu- Centroamérica en su conjunto,
raleza, su alcance y sus raíces es debe reconocer la primacía que
decir, de captarla en su concre- ha tomado la violencia bélica sin
ción histórica. Nada más encubri- que ello haya supuesto la desa-
dor entonces que la afirmación parición de la violecia represiva,
que condena en abstracto a toda aún cuando sí su disminución
violencia "venga de donde ven- cuantitativa, sobre todo con rela-
ga", pero que, en la práctica, co- ción a la escalada militar de las
mo acertadamente señalan guerras, y su evolución cualita-
Chomsky y Hermann (1979), sólo tiva (para el caso de El Salvador,
se aplica a los actos violentos de ver Martín-DaTÓ, 1987). Esquipu-
quienes se oponen al orden social las II constituye el reconoci-
(un ejemplo típico de un análisis miento indirecto de la magnitud
sesgado en esta dirección se en- alcanzada por la violencia bélica,
cuentra en Merari y Friedland, que llega a poner ya en peligro la

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misma viabilidad histórica de los Ciertamente, la crueldad hacia
estados centroamericanos. las víctimas que se observa en
ciertos asaltos o el trato que se
Vale la pena sefialar que las da a la población civil en deter-
acciones de los "escuadrones de minados operativos militares re-
la muerte", ese producto híbrido flejan a menudo los rasgos de sus
de oligarcas y militares, hijo no autores más que una exigencia
reconocido de la compulsión he- objetiva de los actos mismos. Sin
gemónica de los Estados Unidos embargo, lo característico de las
y de las exigencias de seguridad formas predominantes de las ac-
de los regímenes latinoameri- ciones violentas en los momentos
canos, juntan las tres formas actuales de Centroamérica es su
sefialadas de violencia: la bélica, despersonalización por no decir
la represiva y la delincuencia!' su profesionalizaci6n: se realiza
La bélica, por que los "escua- el asalto o el bombardeo, el se-
drones" se nutren normalmente cuestro o la tortura con el mismo
de las unidades militares o de los desapasionamiento tecnócrata
cuerpos de seguridad, y porque con que se repara un reloj o se
con frecuencia son los encargados cocina un pollo. Ello mismo pone
de desarrollar aquella parte de la en cuestión ya de partida los
guerra llamada "sucia" que las enfoques psicológicos predomi-
legislaciones y los acuerdos inter- nantes que tratan de encontrar
nacionales expresamente prohi- en el individuo la explicación a
ben. La represiva, porque su los actos de violencia.
blanco lo constituye la población
civil, no el ejército enemigo, y su Como es bien sabido, con
objetivo consiste en lograr me- frecuencia el agresor tiene que
diante la coerción violenta aquel recurrir a la devaluación de la
control político que no se logra víctima (Lemer y Simmons,
mediante la convicción ni el con- 1966), a su deshumanización y
senso social. La delincuencial, aún demonización, como recurso
porque todo su operar se da al psicológicamente necesario para
margen de la ley y porque, a poder ejecutar el acto violento
menudo, el mismo operar repre- contra ella (ver Samayoa, 1987).
sivo constituye o deriva en un Recuerdo a este respecto haber
modo de vida, un simple negocio escuchado la grabación de la con-
ilícito al estilo de las mafias versación entre el piloto de un
profesionales. bombardero salvadorefio y su co-
mandante en el puesto de mando.
Las formas sefialadas de com- El piloto, que sobrevolaba la po-
portamiento violento reflejan en blación de Tenancingo, veía a un
algunos casos las características grupo de personas, arrebatadas
personales de sus ejecutores. por el pánico, intentando cobijar-

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se en la iglesia del lugar, y trans- acto busca su inmediata justifica-
mitía a su jefe que se trataba de ción. Como en el caso de los
civiles a los que no podía dis- "actos fallidos" freudianos que al
parar; pero desde el puesto de pasar por la conciencia se con-
mando se le insistía que "todo lo vierten en raciona les, el acto vio-
que se moviera eran enemigos", lento tiende en forma casi me-
que no eran más que "subver- cánica a cubrir su desnudez con
sivos" y, por tanto, que dispa- la ropa de las justificaciones.
rara. Obviamente, es más fácil Pero no se trata en modo alguno
disparar contra un "terrorista" de un proceso mecánico se trata
que contra un joven campesino, de una consecuencia lógica de la
aplicar la tortura a una "alimaña naturaleza calificativa de la vio-
comunista" que a un disidente lencia. Si toda forma de violencia
político, bombardear a un grupo reclama una justificación es por-
de subversivos que a un grupo de que no la tiene en sí misma. Lo
familias. La psicología ha en- cual lleva a la consecuencia de
señado a los estrategas militares que la viollincia no puede ser
la conveniencia de poner entre el considerada en abstracto como
soldado y sus víctimas media- buena o mala, lo que contradice
ciones técnicas, que hagan de un uno de los presupuestos implíci-
asesinato masivo una simple ope- tos de la mayoría de enfoques
ración técnica de apretar un psicolÓgicos; la bondad o maldad
botón frente a una pantalla elec- de la formalidad violenta provie-
trónica. Pero, cuando los amor- ne del acto que la sustantiva, es
tiguadores técnicos no son po- decir, de lo que un acto en cuanto
sibles, se busca establecer "amor- violento socialmente significa e
tiguadores psicológicos", como lo históricamente produce. Y aquí
son la devaluación de la víctima es donde aparece con toda clari-
y hasta su animalización (ver dad el carácter ideológico de la
Fanon, 1963). Lo cual nos lleva a violencia.
un segundo punto esencial para
clarificar el problema de la vio- ¿Qué se quiere decir cuando
lencia centroamericana: su ideo- se afirma que la violencia tiene
logización. un carácter ideológico? Por lo
menos dos cosas: (a) que expresa
Todo acto de violencia va in- o canaliza unas fuerzas e intere-
defectiblemente acompañado por ses sociales concretos en el marco
su justificación. Por lo general, la de un conflicto estructural de
justificación precede y desenca- clases; y (b) que tiende a ocultar
dena el comportamiento violento; esas fuerzas e intereses que la
pero, en aquellos casos en que se determinan. Eso significa que el
da un acto de violencia casual o sentido de un acto violento hay
no pretendido, la realización del que juzgarlo a la luz de las

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fuerzas e intereses que en cada estriba la ideologización de la
caso concreto promueve y, por campaña? En que las minas, pa-
tanto, de su efecto en la realidad ra el discurso imperante, son
histórica. Para entender lo que es siempre "minas terroristas", "mi-
un acto violento no basta con nas subversivas", "minas del
saber de qué acto se trata; hay FMLN", pero nunca "minas de la
que saber quién lo realiza, en qué Fuerza Armada", "minas guber-
circunstancias y con qué conse- namentales" o "minas norteame-
cuencias (ver Habery Seidenberg, ricanas". Y, sin embargo, se sabe
1978). Sólo así se explica que el que el ejército WI8 minas sis-
asesinato condenado en el adulto temáticamente, como parte de su
normal sea excusado en el re- estrategia militar, y que sus mi-
trasado mental; y sólo así se nas también producen víctimas
comprende que el mismo acto ca- entre la población civil. Por tan-
lificado como asesinato cuando lo to' cuando la Fuerza Armada
realiza un guerrillero sea concep- critica las minas del FMLN argu-
tuado como acto heroico cuando mentando desde el respeto a los
lo realiza un policía. El acto es el derehos humanos, está ideologi-
mismo; su significado social es el zando el empleo de las minas que
que varía. Y ese significado pro- sería bueno y justificable en su
viene fundamentalmente de su caso, malo y reprobable en el
vinculación con unos intereses caso del FMLN. La defensa de los
sociales, es decir, de si favorece a derechos humanos no representa
los intereses de unos o a los de así un valor real, que rija el
otros. propio comportamiento, en este
caso de la FA, sino un simple ins-
En El Salvador, tanto el go- trumento más para combatir al
bierno como diversos organismos enemigo. Lo que determinaría la
paragubernamentales han desa- bondad o maldad de esa particu-
rrollado recientemente, con el lar violencia que consiste en uti-
apoyo y asesoría norteamericana, lizar las minas sería el que fa-
una intensa campaña para com- vorezca a los propios intereses o
batir el uso que se expone, y con a los intereses rivales.
razón, es que las minas afectan a
la población civil y constituyen, El carácter ideológico de los
por consiguiente, una violación a comportamientos violentos nos
sus derechos humanos. El pro- permite comprender dos tesis
blema es que esta campaña se bien conocidas, aunque insufi-
dirige exclusivamente contra el cientemente analizadas: (1) el
FMLN, al que se achacan vícti- que siempre y únicamente se
mas propias y ajenas, víctimas considere como malo e injustifi-
reales de las minas pero también cable el comportamiento violento
de otro tipo de acciones. ¿Dónde del otro, no el propio; y (2) el que

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la justificación social de la violen- hacer, y diferenciando así entre
ll
cia engendra la proliferación "nosotros, los buenos y "ellos, los
tanto de las justificaciones como malos" (ver Ascher, 1986).
de la violencia misma (ver
Hacker págs. 15-18). En Centroamérica, la imagen
del "enemigo" se utiliza como es-
La creación de la figura del pantajo mortal que justifica
enemigo, tanto si corresponde a aquello mismo que dice querer
alguien real como si no, consti- combatir. Es claro que el "gran
tuye uno de los resortes básicos enemigo" esgrimido por las fuer-
para la ideologización de la vio- zas centroamericanas en el poder
lencia. (ver Wahlstrom, 1987). es el del "comunismo soviético",
Según el análisis de Finlay, Hols- que tomaría carne en el gobierno
ti y Fagen (1976), el enemigo sandinista de Nicaragua. El san-
cumple tres tipos de funciones: dinismo se ha convertido así en
psicológicas, sociológicas y políti- el gran "enemigo" de los gobier-
cas, Psicológicamente, '10s ene- nos del área, que se sienten justi-
migos ayudan a identificar las ficados para agredir a sus pro-
fuentes de frustración y justifi- pios cuidadanos a fin de evitar la
can los actos que de otro modo presunta agresión sandinista,
podrían ser impropios o ilegales; para reprimir toda disidencia a
actúan como foco de la agresivi- fin de evitar la presunta ame-
dad y como medio de distraer la naza del totalitarismo comunista
atención de otros problemas y hasta para atacar militarmente
apremiantes y más difíciles; y a la propia Nicaragua mediante
proveen un contraste mediante el "la contra", a fin de contrarrestar
cual podemos medir o inflar la presunta exportación militar
nuestra propia valía y nuestros de la revolución sandinista. La
valores" (págs. 18-19). Sociológi- existencia de este "enemigo" jus-
camente, los enemigos sirven tifica y promueve precisamente
para alentar y fortalecer las polí- aquello que dice querer evitar: la
ticas represivas, para promover represión, el totalitarismo in-
la solidaridad y cohesión interna transigente, la agresión bélica.
del grupo, para justificar la reali- Todo lo que se haga o se diga que
zación de diversos planes así se hace contra ese enemigo está
como para encauzar la conducta por lo mismo justificado, aunque
y las creencias en la línea de- sea utilizando el mismo tipo de
seada. Finalmente, el enemigo acciones violentas que se atri-
sirve también funciones políticas buyen y se condenan en el ene-
en los procesos de decisión y de migo.
socialización, ayudando a con-
figurar las imágenes ideales de lo Sería ciego negar que una
que una sociedad debe ser y imagen de enemigo es creada

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también por los nicaragiienses o nación histórica de aquel ene-
por los insurgentes salvadoreños, migo; sin embargo, esa imagen
y que esa imagen sirve funciones sirve no sólo para justificar la
similares. Como han mostrado violencia ya existente sino para
diversos estudios, la imagen del promover su incremento.
enemigo constituye un fenómeno
característico de las situaciones Ahora bien , la alta dosis de
de polarización sociopolítica, que coerción violenta requerida para
hace a los contrincantes verse mantener los ordenamentos so-
mutuamente con los mismos ciales en la situación estructural
rasgos, aunque invertidos, de tal de injusticia que caracteriza a
manera que, desde ambas pers- Centroamérica hace que el sis-
pectivas, el propio grupo es "el tema requiera una justificación
bueno" y el grupo enemigo es "el más estable que la imagen cir-
malo (ver Dronfenbrenner, 1961; cunstancial de un enemigo. Y esa
White, 1966). Sin embargo, debe- justificación la ha suministrado
mos cuidamos mucho de asumir en la década del setenta la doc-
una total simetría en el fenó- trina de la "seguridad nacional
meno de la "imagen especular", lo que en la actual década ha ido
que supondría que se trata de un siendo substituída por la doctrina
fenómeno totalmente subjetivo, sobre los "conflictos de baja in-
sin correlato en la realidad ob- tensidad". Ambas doctrinas coin-
jetiva. Es en cada caso el análisis ciden en que la sociedad capita-
histórico del fenómeno el que lista confronta un conflicto de
debe mostramos su veracidad o poder entre los intereses sociales
falsedad, su validez reveladora de las clases dominantes y los
de la realidad o su carácter de intereses de las clases domina-
encubrimiento ideológico (ver das, y que todos los ámbitos de la
Martín-DaTÓ, 1983a). Porque, en existencia están sometidos a ese
definitiva, el hecho de que unos y conflicto estructural, favore-
otros se descubran mutuamente ciendo unos intereses y otros. La
con los mismos rasgos no pre- lucha contrainsurgente debe ser,
juzga de por si el que la per- en consecuencia, una lucha total,
cepción de los unos se aproxime .que incorpore a todos los sectores
más a la realidad objetiva que la y todos los aspectos de la vida
percepción de los otros. social (ver Comblin, 1978).

La violencia centroamericana La diferencia más significa-


no es ciertamente creada por la tiva entre la doctrina de la se-
imagen del enemigo, y mucho guridad nacional y la doctrina so-
menos por aquel que, en un bre los conflictos de baja intensi-
momento concreto es identificado dad consiste probablemente en la
por unos u otros como la encar- insistencia de esta última en el

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papel de la llamada "guerra psi- pretender impedir. Ahora bien,
cológica" (ver Martín-Baró, la aplicación de actos violentos
1987). Lo que se busca con la para preservar al régimen frente
guerra. psicológica es ganar "las a la amenaza del "enemigo" pone
mentes y corazones" de las perso· de manifiesto la ideologización de
nas para aceptar las exigencias la violencia, es decir, que con la
del orden imperante y, por consi- violencia se pretende responder a
guiente, para asumir como buena los intereses sociales de las cIa-
y hasta "natural" aquella violen- ses dominantes y que la formali-
cia que sea necesaria para man- zación de la violencia como nega-
tenerlo. En última instancia, la tiva depende de quién ejecute un
guerra psicológica busca lo que acto y a quién beneficie su reali-
podríamos llamar una militari- zación.
zación de la mente humana. Difí-
cilmente se puede comprender la En modo alguno pretendo in-
violencia actual en Centroamé- currir en un reduccionismo socio-
rica sin captar en qué medida los político que reduzca toda forma
sectores dominantes tienen su de acción violenta a problemas
mente militarizada y aceptan co- estructurales relacionados con la
mo bueno cualquier forma de vio- lucha de clases. He mantenido
lencia que les permite mantener- que una de las formas predomi-
se en el poder y en el disfrute de nantes de violencia en Centroa-
sus privilegios. mérica es la delictiva, muchas de
las agresiones violentas penadas
En síntesis, las formas predo- por la ley son consecuencia direc-
minantes de violencia en la ac- ta de problemas personales o de
tual situación centroamericana factores de personalidad estricta-
son, en este orden, las acciones mente individuales. Sin embargo,
bélicas, las represivas y las delic- creo también que ni siquiera esas
tivas. Las más significativas de formas de violencia se entienden
estas acciones se justifican frente si no se contextualizan social y
a la amenaza de un enemigo po- políticamente. La violencia de los
deroso y omnipresente, que se padres hacia sus hijos, por ejem-
llama comunismo y que adopta plo, refleja tanto los conflictos al
diversas caras según el caso: interior de la familia como las ca-
expansionismo soviético, totalita- racterísticas de una cultura que
rismo sandinista, subversión ha puesto el destino de los hijos
marxista-leninista, terrorismo casi totalmente en las manos de
guerrillero. La necesidad de com- sus progenitores, con frecuencia
batir a ese enemigo justifica la poco preparados para esta res-
aplicación de aquellas mismas ponsabilidad. Pero ni la familia
medidas violentas que se afirma es una isla autónoma, ni la cultu-

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ra emerge o se transmite con plicación reduccionista, cabe pre-
abstracción de las condiciones guntarse por qué se recurre tanto
históricas de una sociedad. Por a los comportamientos violentos
eso, hasta las formas más pulsio- en la actual situación centroame-
nales de comportamiento violento rican a. ¿Por qué los gobiernos
tienen que ser situadas en el echan privilegiadamente mano
aquí y ahora de unas circunstan- de la violencia para preservar el
cias que posibilitan unas formas orden social, y no de otras formas
de actuar y no otras, que ofrecen de actuar político? ¿Por qué el
unos patrones y no otros. A lo padre de familia utiliza con tanta
largo de 1987, por mencionar un frecuencia el cinturón con sus
caso concreto, casi un cen tenar hijos, el patrón lanza a la policía
de personas han muerto en El o a sus guardaespaldas contra los
Salvador debido a bombas arro- obreros y el grupo de manifestan-
jadas por soldados en casas parti- tes destroza los buses de trans-
culares, en vehículos públicos O porte público?
en medio de fiestas y bailes. En
la mayoría de los casos, los he- Sabemos bien que el compor-
chores se encontraban ebrios o se tamiento violento puede provenir
dejaron llevar por un arrebato de una multiplicidad de causas y
pasional. Pero poco entendería- que, con frecuencia, un mismo
mos de esta nueva forma de vio- comportamiento remite a diver-
lencia delictiva si nos quedára- sas causas. Hay también diversos
mos en el plano de la explicación factores que influyen en un mo-
psicológica individualista, incluso mento determinado para que la
de las formulaciones más recien- acción elegida sea de carácter
tes cognoscitivo-neoasociacionis- violento y no otra. Pero, si es
tas (ver Berkowitz, 1984) y no si- cierto que la violencia puede te-
tuáramos ese comportamiento en ner diversas causas y desenca-
el contexto histórico de un con- denantes circunstanciales, parece
flicto estructural de clases, de que las más de la veces hay una
una guerra que se prolonga ya razón prioritaria para utilizar la
por siete años y de un aparato violencia como forma de compor-
ideológico que convierte al sol- tamiento: su utilidad instrumen-
dado en "autoridad", legitimando ta\. Como acertadamente señala
a prwri su comportamiento vio- Jonh Sabini en su análisis de los
lento. estudios experimentales de la
psicología sobre la violencia y la
Ahora bien, aceptada la irre- agresión, "la agresión es por lo
ductibilidad entre diversas for- general un acto instrumental,
mas de violencia y, por tanto, destinado a lograr algún fin"
descartando cualquier tipo de ex- (1978, pág, 369). La elección tan

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persistente y a todos los niveles queado todo esfuerzo por lograr
de violencia como forma prefe- los cambios sociales a través de
rida de comportamiento se debe a medios pacíficos, no violentos, in-
una razón muy sencilla: es eficaz. cluso en el marco de sus propias
En otras palabras, con la vio- reglas electorales. De la misma
lencia se consigue en nuestra so- forma, distinto, es el sentido que
ciedad lo que al parecer no se tiene la utilidad de la violencia
puede conseguir por otros me- en el caso de papá que castiga a
dios. Por tanto, puede que la vio- sus hijos que en el del policía que
lencia no sea muy racional en tortura al líder sindical, en el del
muchos casos, pero ciertamente asaltante que mata a su víctima
es útil en casi todos. que en el del soldado que hace
volar por los aires a los asisten-
Ahora bien, que la razón pri- tes aun baile. En unos casos, el
mordial para el uso de la violen- aspecto más importante es la fal-
cia en los paises centroamerica- ta de alternativas comportamen-
nos sea su utilidad y su eficacia tales, en otros, la presión grupal
tiene un sentido y unas conse- o cultural, y en otros la obnubila-
cuencias muy distintas según las ción ideológica al servicio de unos
diversas formas de violencia. Que intereses sociales.
la violencia sea el medio más efi-
caz para mantener el orden esta- Ahora bien, la utilidad instru-
blecido tiene un sentido muy dis- mental de la violencia como ra-
tinto a que sea el medio más efi- zÓn más común para su frecuente
caz para cambiar ese orden. En empleo abre una ventana a la in-
un caso, se trata de la falta de tervención psicosocial. El objetivo
voluntad o de la incapacidad de es claro: hacer que los comporta-
quienes se encuentren en el po- mientos violentos, sobre todo
der para resolver los problemas aquellos que más hieren los dere-
sociales, lo que les permitiría chos fundamentales de las perso-
mantener el orden social a partir nas y grupos, sean menos útiles,
del consenso más que de la coer- que se vuelven socialmente inefi-
ción, del convencimiento más que caces. Cómo lograr este objetivo,
de la represión terrorista. En el es el reto que, en concreto, tene-
caso de quienes pretenden cam- mos planteado los científicos so-
biar el orden social significa que ciales, incluidos los psicólogos, en
ese orden no les ofrece alternati- Centroamérica. Con vistas a este
vas más eficaces para lograr sus objetivo intentaré sintetizar bre-
propósitos que la de la violencia. vemente los recursos que la in-
El caso de El Salvador es claro al vestigación psicosocial nos ofrece
respecto, ya que repetidas veces y cómo se pueden aprovechar
los sucesivos regímenes han blo- esos recursos en un programa

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.'
que contribuya a sacar a nues- la profundidad del enraizamiento
tros países de esa encrucijada de de la violencia y la agresión en el
violencia generalizada en que psiquismo humano y, por consi-
hoy se encuentran, guiente, sobre la necesidad de no
confiar en que incluso las mejo-
3_ Un pIan psicosocial contra res políticas sociales vayan a
la eficacia de la violencia erradicar toda forma de violencia
y agresión. Esto no significa de
Podemos distinguir dos gran- por sí aceptar la existencia de un
des bloques de aportes de la psi- instinto de agresión y menos aún
cología al análisis de la violencia: el presupuesto de que las formas
aquellos que se refieren a las de violencia que se dan histórica-
agresiones individuales y aque- mente entre nosotros sean sin
llos que se refieren a las agresio- más connaturales al ser humano
nes institucionales, Hagamos un y, por tanto, inevitables; pero sí
rápido recuento de los más signi- apunta a la necesidad de no incu-
ficativos, la mayoría de los cuales rrir en utopías ingenuas sobre la
no son bien conocidos, erradicabilidad de todo tipo de
violencia humana.
Desde un punto de vista etoló-
gico, Konrad Lorenz insistió ha- El enfoque ya clásico del gru-
ce tiempo en la necesidad de po de Yale (ver Dollard y otros,
promover válvulas de escape so- 1939) pone de manifiesto cómo la
ciales para dar salida constructi- vida cotidiana se puede consti-
va a las tendencias agresivas (ver tuir en una frente continua de
Lorenz, 1971). Lorenz, en concre- tendencias hacia la agresión, al
to, proponía la multiplicación de frustrar de múltiples maneras la
encuentros deportivos y compe- actividad de las personas orienta-
tencias de todo tipo, que llevaran da hacia la satisfacción de sus
los conflictos sociales al terreno necesidades. Esta condición es
de la confrontación simbólica de particularmente obvia en nues-
tal manera que las tensiones tros países, donde la mayoría de
agresivas se resolvieran en forma la población, como hemos indica-
ritual. do, no puede ni siquiera encon-
trar respuesta adecuada a sus
Los planteamientos de Lorenz necesidades más básicas.
han sido fuertemente criticados,
y no seré yo quien ahora los de- La salida que tradicionalmen-
fienda. Sin embargo, creo que la te se ha propuesto para que la
comente etológica representada frustración no aboque a la agre-
por Lorenz constituye una impor- sión ha sido la de propiciar for-
tante llamada de atención sobre mas catárticas, es decir, encon-

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trar modos como las personas psicologista"; pero concebidas
puedan desahogar sustitutiva- como un complemento personal a
mente su frustración sin causar otras soluciones pueden consti-
daños a terceros. Es bien cono- tuir un aporte de mucho interés,
cido el ensayo de algunas empre- particularmente para ciertos ca-
sas que ofrecían a sus trabajado- sos o ciertas formas de violencia.
res la posibilidad de desfogar su
encono golpeando a muñecos con Los estudios basados en el en-
las caras de sus jefes. Pero, fuera foque del aprendizaje social re-
de que el método no ha ofrecido presenta un puente entre la vio-
los resultados que sus promoto- lencia personal y la violencia ins-
res esperaban, resulta inacepta- titucional, precisamente por su
ble ya que deja sin tocar las raí- énfasis en los procesos educati-
ces de la frustración de las perso- vos, formales e informales. Quizá
nas y más bien serviría para per- los trabajos más conocidos al res-
petuar las situaciones generado- pecto son aquellos que se centran
ras de frustración. en el aprendizaje de modelos
agresivos a través de los medios
Una alternativa más reciente de comunicación masiva. Estos
para encauzar la energía gene- estudios han sido y siguen siendo
rada por las frustraciones hacia aún fuertemente debatidos, más
objetivos alternativos a la agre- de fondo, al hecho de que tocan
sión, lo constituye el entrena- intereses económicos muy pode-
miento en el control personal (ver rOSOS (ver Freedman, 1984, 1986;
Carry Binkoff, 1981). El control Friedrich-Cofer y Huston, 1986).
personal consiste en una serie de Con todo, podemos suscribir la
técnicas, empleadas en la prác- moderada conclusión de que "la
tica clínica, que pretenden dar a mayoría de investigadores de es-
la persona recursos para orientar ta área están actualmente con-
su comportamiento a los fines vencidos de que la violencia exce-
que estime convenientes, sin ver- siva en los medios de comunica-
se arrastrados a acciones violen- ción aumenta la probabilidad de
tas por la fuerza de los proble- que por lo menos algunos de los
mas y frustraciones cotidianas. espectadores actuén más violen-
Estas técnicas incluyen métodos tamente" (Huesmann y Mala-
de relajamiento, formas de auto- muth, 1986, pág. 1).
conocimiento, habilidades menta-
les y otras más. Por supuesto, si Hasta ahora, la principal po
estas técnicas se plantean como lítica que han motivado los estu-
una forma de dejar intactas las dios sobre la violencia en los me-
fuentes de frustración personal, dios de comunicación ha sido el
se trata de una forma de "opio intento de lograr que la televi-

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sión disminuya su dosis de vio- cientización y, por tanto, una
lencia, en particular en aquellos actitud crítica frente a los medios
programas orientados a la au- de comunicación masiva.
diencia infantil. Pero, un somero
análisis de las programaciones Programas más amplios y am-
televisivas en nuestros países biciosos son los que persiguen
basta para convencemos sobre la otros psicólogos que tratan de lo-
futilidad de este intento. Concre- grar un influjo significativo en la
tamente, Chicas y Güezmes educación escolar y, más en gene-
(1984) pudieron contabilizar en ral, en los procesos de socializa-
una semana de programación de ción. Ervin Staub (s.f.), por ejem-
tres canales comerciales de tele- plo, propone una compleja agen-
visón de El Salvador 4,280 esce- da para promover un marco cul-
nas de carácter violento, lo que tural de actitudes y motivaciones
supone un promedio de 204 esce- propicio a la cooperación más que
nas violentas por día y canal. In- a la competencia, a la conviven-
cluso, aparece que la tendencia cia solidaria más que a la agre-
de las programaciones es hacia el sión y la guerra, con objetivos a
incremento y no hacia la dismi- mediano y largo plazo. Staub
nución de las escenas agresivas parte del supuesto de que los an-
(ver Femández, 1985, pág. 50). tagonismos ideológicos, los con-
De ahí que algunos psicólogos ha- ceptos culturales propios y otras
yan empezado a ensayar otras precondiciones de la violencia no
formas para impedir o paliar el pueden ser cambiadas directa-
aprendize,je social de la violencia mente, sino en la medida en que
a través de los medios de comuni- se produzcan nuevos tipos de re-
cación. Así, por ejemplo, varios laciones intergrupales e interper-
psicólogos sociales vinculados con sonales. Roberto Roche y Andrés
la Universidad de IIIinois han di- García Robles (1987) han tratado
señado y experi men tado varias de traducir esta orientación en
formas de intervención entrenan- programas concretos aplicados en
do a los padres de familia o a los escuelas y otros centros educati-
niños a fin de lograr una postura vos. Lo interesante de estos plan-
crítica frente a los persone,jes y teamientos es que, aceptado el
escenas de los programas de te- enraizamiento social de la violen-
levisión (ver H uesmann y otros, cia y sin ignorar la dificultad de
1983; Eron, 1986; Huesmann, un cambio social radical, propo-
1986). Al parecer, los resultados nen formas concretas para ir a-
obtenidos hasta ahora son más briendo alternativas personales y
bien modestos, pero, en mi opi- grupales a través de la educación
nión, van en la dirección correcta escolar.
de propiciar un proceso de con s- Hay otros dos estudios bien

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conocidos que tienen importantes personal queda limitada a la pre-
consecuencias sobre las raíces cisión técnica del eslabón, pero
institucionales de la violencia y no a lo que produce la cadena del
agresión: el estudio de Stanley acto o de la actividad. Al final de
Milgram sobre la obediencia y el la segunda guerra mundial, los
de Philip Zimbardo sobre el apri- juicios de Nürenberg dejaron en
sionamiento. Es bien conocido el claro que ninguna persona podía
estudio de Milgram (1980) en el ser eximida de su responsabili-
que personas consideradas nor- dad frente a comportamientos ge-
males llegan a convertirse en tor- nocidas alegando su vinculación
turadores en el lapso de unos a la cadena de una autoridad le-
breves minutos, al abrigo de una galmente constituída. Pero tras
institución académica y aparen- el vergonzante perdón norteame-
temente encadenados a la volun- ricano al Teniente Calley, corres-
tad de una autoridad legitimada. ponsable de la matanza de My
Lo terrible de los experimentos Lai en Vietnam, las leyes del lla-
de Milgram es que muestan des- mado "punto final" aprobadas en
camadamente que la agresión Argentina y Uruguay, que exi-
más cruel puede convertirse en men a los miembros de las Fuer-
un acto ejecutado en el claroscuro zas Armadas de su respon sabili-
de una violencia sometida a los dad en los actos de represión ma-
imperativos de la ley, incluso siva durante las recientes dicta-
contra los propios principios éti- duras militares, suponen un gra-
cos del actor y despojado de todo ve retroceso histórico así como
sentido. una grave ofensa a la voluntad
de justicia de las instituciones
El hecho de considerarse ata- militares como a la capacidad del
do a una autoridad y de delegar sistema democrático para tratar
en ella la responsabilidad de los con equidad a todos los miembros
actos es una de las circunstan- de la sociedad.
cias que más ha facilitado histó-
ricamente las agresiones en ma- Tocamos aquí un punto cru-
sa y los asesinatos más crueles. cial para la proliferación de la
Lo que ocurre, en el fondo, es un violencia en Centroamérica: su
desmembramiento de la estruc- impunidad al abrigo de la ley.
tura formal del acto, de tal mane- Mientras los pricipales actos de
ra que la conducta en cuanto ma- violencia queden impunes, mien-
terialidad de la acción es separa- tras los principales promotores
da de su sentido: cada sujeto no de la agresión masiva y del terro-
asume más que una porción del rismo de estado queden ampara-
acto en cuanto totalidad y, por dos por el manto de la convenien-
consiguiente, la responsabilidad cia institucional y (o) de presun-

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tas "razones de estado", no cabe has tareas el psicólogo puede y
esperar una reducción significa- debe participar, sobre todo ofre-
tiva ni en las formas ni en la ciendo análisis lúcidos sobre la
cantidad de actos violentos. Por estructura de los comportamien-
el contrario, es muy de temer que tos y, por tanto, mostrando las
la violencia siga siendo el instru- condiciones psicológicas que hace
mento más adecuado para el lo· posible la vivencia de la respon-
gro de cualquier objetivo, per- sabilidad así como los puntos
sonal o grupal. En un reciente hacia donde hay que orientar las
estudio, Dane Archer y Rosemary sanciones sociales (tanto los pre-
Gartner (1984) examinaron datos mios como los castigos) y donde
sobre acciones violentas en 110 puede realizarse la intervención
naciones y 44 grandes urbes y educativa y correctiva.
llegaron a la conclusión de que la
mayor parte de sus hallazgos po- Un último aporte para la com-
dían explicarse con una hipótesis prensión de la violencia institu-
aparentemente sencilla: que cional nos lo da el estudio de
cuando un país violenta a los Philip Zimbardo sobre el encarce·
seres humanos mediante guerras lamiento (Zimbardo y otros,
o ejecuciones, incita de hecho a 197311986). Su prisión experi.
sus ciudadanos a una violencia mental en un sótano de la Uni-
mayor. ¿Qué esperar entonces de versidad de Stanford mostró
nuestros países, donde la agre· cómo personas catalogadas como
sión institucionalizada llega a ni- psicológicamente maduras se de-
veles tan pavorosos como las jaban arrastrar en apenas un par
campai'ias del terrorismo estatal de días por la fuerza del rol de
realizadas en El Salvador y Gua- guardián que le tocaba desem-
temala? peilar hasta llegar a ejecutar
actos de gran crueldad hacia
Los estudios de Milgram nos aquellas otras personas que de-
alertan entonces sobre la necesi- sempeilaban el papel de presos.
dad de devolver a cada acto su No interesaba aquí tanto discutir
sentido y a cada actor su res· si la transformación operada por
ponsabilidad personal y social. la ejecución de los roles se debía
Yo pienso que difícilmente se va a la fuerza condicionante de la
a lograr esto mientras no se institución como tal, es decir, a la
propicien por lo menos dos cosas: estructura si stematizada de re-
una toma de conciencia sobre la laciones entre guardianes y pre-
corresponsabilidad colectiva y sos, o se debía más bien a la
una profunda revisión de los sis- imagen que sobre lo que debía
temas de justicia, sobre todo de ser un guardián tenían de ante-
las legislaciones penales. En 8JD- mano las personas. En cualquier

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caso, se trata de los cambios in- social. Sabemos de muchos casos
ducidos al asumir un papel so- de soldados que disparan sus car-
cialmente prescrito que, en este gadores al aire para después in-
caso, lleva al ejercicio de compor- formar que han causado tantas
tamientos de agresión grave. bajas al enemigo. Entrenar para
la desviación social es, en este
Ya estudios anteriores, de sentido, una forma de educar
Zimbardo (1970) habían tratado para la paz en sociedades como
de mostrar cómo la despersonali- las nuestras, estructuradas y
zación o desindividualización de mantenidas con altas dosis de
los actos estimulaba la destructi- violencia.
vidad y la violencia. Cabe enton-
ces preguntamos en qué medida 4. Conclusión
la violencia que se da entre no-
sotros en las circunstancias ac- Recapitulemos. En Centroa-
tuales se encuentra instituciona- mérica nos encontramos con una
lizada en roles, socialmente pres- situación de violencia generali-
critos y asumidos con su carga de zada, que hunde sus raíces últi-
violencia impersonal y, por tanto, mas en unas condiciones conflic-
sin que el ejecutor tenga que car- tivas de injusticia estructural,
gar con el peso de la responsabili- que se alimenta de justificaciones
dad por lo que hace. El estudio ideológicas y que se propaga y
de Zimbardo representa, enton- multiplica dada su utilidad para
ces, un valioso complemento al lograr aquellos objetivos que el
aporte de Milgram, ya que mues- sistema social no ofrece por otros
tra cómo el sistema social ofrece conductos. Frente a esta situa-
institucionalmente roles que re- ción, la psicología reclama una
quieren ejercer la violencia en intervención a múltiples niveles,
forma impersonal y sin carga de desde aquellos más personales
responsabilidad para el ejecutor. hasta aquellos más sociales. Co-
¿Cómo no va a ser eficaz y con- mo indican Goldstein, Carr, Da-
veniente la violencia en estas vidson y Wehr (1981, pág. x), "se
condiciones? Por ello, al psicólogo puede entender mejor la agre-
le toca propiciar una vez más sión, facilitar su control y pro-
una necesaria conciencia crítica mover alternativas a ella si se la
de las personas que les ayude a enfoca simultáneamente desde la
descubrir lo que de intolerable y perspectiva individual, grupal
deshumanizador hay en las exi- comunitaria y societal". Hay que
gencias de la normalidad cotidia- retomar la ''historia psicosocial"
na impuesta como connatural, y de nuestra violencia desde sus
que le muestra cómo separar el rafces personales y sociales hasta
desempeño de la norma, la eje- su elaboración institucional en
cución personal de la exigencia roles y en leyes, pasando por

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todas las instancias socializantes ses, que refuerce continua-
y todos los mecanismos circuns- mente el compartir, no el aca-
tanciales que la facilitan y re- parar, el éxito colectivo, y no
fuerzan_ sólo el triunfo individualista;

De acuerdo a los estudios (4) propiciar aquel nuevo orde-


mencionados, un programa de namiento de las relaciones so-
intervención psicológica debería ciales que devuelva la totali-
incluir, por lo menos, cuatro dad de su sentido a cada com-
grandes objetivos: portamiento y que obligue a
cada actor (persona o grupo) a
(1) entrenar a las personas en el asumir la parte de responsa-
control personal y en el desa- bildiad social que le corres-
rrollo de capacidades y hábi- ponde, lo que en la práctica
tos que les permitan canalizar significa contribuir a un pro-
simbólica o constructivamente ceso de cambio radical de las
sus frustraciones; estructuras de control alie-
nante, propias del actual orde-
(2) desarrollar en la escuela y en namiento social.
el hogar una conciencia crítica
tanto frente a los modelos so- Sólo en este contexto social
ciales que se transmiten a tra- nuevo, la violencia dejará de ser
vés de las diversas instancias el medio más económico y eficaz
socializadoras como frente a entre nosotros, sea para desaho-
las exigencias instituciona- garse, para satisfacer necesida-
lizadas de determinados roles des o para lograr reivindicaciones
sociales, desenmascarando los y cambios sociales. En última
intereses que promueven y las in stancia, en una sociedad afec-
falsas justificaciones con que tada por un conflicto de opresión
se recubren. Esto requiere, e injusticia estructural tan grave
entre otras cosas, desmontar como el de nuestros países, la
la ideología del "enemigo", solución a los principales proble-
ubicando los problemas allá mas de violencia pasa necesaria-
donde realmente se encuen- mente por la transformación de
tran y no derivándolos en esas estructuras, aunque no
"chivos expliatorios"; basta con ella.

(3) promover socialmente actitu- Vuelvo al punto de partida. El


des de cooperación y, sobre to- problema de violencia generali-
do, un estilo de vida austero y zada que actualmente vivimos en
solidario, consistente con los Centroamérica no es primero ni
recursos objetivos de los paí- fundamentalmente un problema

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psicológico, sino un problema Ascher, WiUiam. (1986). The moraliBID oC
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nativa incipiente, que puede y Sfgueme.
Conüt.é Pro-justicia y paz de GuaLemala.
debe ser criticada, corregida y (1985). SitlJOci6n di! las dl!rech ..
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contribuir así a construir un Chicas, Mario y Guezmea, Juliéo. (1984).
hombre nuevo en una sociedad In/l""ncias di! la 7V Y el lipo di!
institucidn educativo en la rorm~idn
nueva. Está el problema; está el di! aclitudl!s hacia el pais. Tesis de li-
reto; y están, sobre todo, las ma- cenciat.ura. Sao Salvador: Uni-
yorías de nuestros pueblos cuyo versidad Centroamericana José
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