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Díaz A. Camejo, M. (2014). Epistemología y educación. Articulaciones y convergencias.

Interdisciplinarias:
Universidad de la República Uruguay. Apartes del texto.

Epistemología y educación. Articulaciones y convergencias.


Andrea Díaz Genis y Marina Camejo. Compiladoras

…Si entendemos a la epistemología como teoría del conocimiento, debemos reconocer a René Descartes
y John Locke como los primeros epistemólogos. Desde la filosofía se entiende que la modernidad da
comienzo con el pensamiento de Descartes, quien a su vez da inicio a la teoría del conocimiento como
ámbito de reflexión. Descartes, desde filas racionalistas, sentó a la razón como origen y por ende fuente
del conocimiento certero.

Prontamente llegaría una respuesta contraria desde filas empiristas de la mano de John Locke, quien
defendería a los sentidos como origen y límite del conocimiento humano, es decir, el conocimiento se
originaría en los sentidos, pero más allá de ellos no es posible conocer nada. Más allá de estas
divergencias presentadas escuetamente, ambos filósofos coincidirían en que no conocemos a los objetos
en sí mismos, sino qué ideas presentes en nuestra mente acerca de los objetos. Ambos filósofos
sembraron las semillas para posteriores indagaciones llevadas a cabo por autores como David Hume,
George Berkeley, Emanuel Kant, entre otros, quienes intentaron responder al desafío escéptico.

…Immanuel Kant, ..puede ser considerado un teórico del conocimiento en tanto el objeto de reflexión que
le ocupa a lo largo de la Crítica de la razón pura es el conocimiento, aun cuando parte de él como un
hecho (por lo menos en un primer acercamiento en tanto entiende que los hombres pueden conocer), debe
demostrar cómo este conocimiento se da. Explicar cómo es posible que el conocimiento se produzca, lo
que supone indagar por sus condiciones de posibilidad, es una de las estrategias asumida por el autor
para responder al escepticismo. Pero también podemos considerarlo un antecedente de la epistemología,
en tanto en la misma obra, parte de su argumentación consiste en fundamentar a la ciencia, fundamento
que reside en dar cuenta de las características que posee el conocimiento científico —entiéndase
matemáticas y física— y que no poseería la metafísica.

No es de extrañar que Kant haya emprendido como tarea la fundamentación filosófica de la ciencia si
tenemos en cuenta que la ciencia moderna, ciencia que fue dada a luz entre los siglos XVI y XVII, supuso
una forma revolucionaria de ver, comprender y también de modificar el mundo. Uno de los aspectos que
forma parte de la revolución científica y contribuyó a forjar una nueva identidad a la ciencia moderna fue la
matematización de la realidad, junto a la observación y la experimentación. Galileo Galilei, considerado
pionero de la ciencia moderna, despoja a los fenómenos o hechos naturales de sus características
secundarias, la ciencia ha de centrarse en aquellos aspectos o características que son objetivas y por tanto
cuantificables; a saber, velocidad, aceleración, etc. A través de lo cuantificable pueden determinarse las
leyes que regulan los fenómenos de la naturaleza. La naturaleza no es caótica, sino que posee un orden
racional que puede ser descubierto y plasmado en leyes que explican la regularidad…

En definitiva, el éxito de la ciencia reposa en su capacidad explicativa y predictiva, que se encuentra


sustentada en la posesión de un método, lo que aseguraría que la ciencia obtenga, a diferencia de otros
saberes, buenos resultados. Alimentados por el éxito de la ciencia moderna, cuyo mejor ejemplo es la
teoría newtoniana, resultado de la conciliación de los aportes de Johannes Kepler y Galileo Galilei,
emergen pensadores del siglo XIX tales como Ernst Mach, Henri Poincaré, Pierre Duhem o Heinrich Hertz,
preocupados por aspectos puntuales de las ciencias, que pueden ser considerados, al igual que Kant,
antecedentes de la epistemología. Más allá de las contribuciones que cada uno de ellos realizó a la rama
de la ciencia de que eran partícipes, estaban interesados por los problemas filosóficos surgidos en el seno
de las disciplinas científicas. Predominaba una preocupación por la naturaleza y el alcance del
conocimiento científico por oposición al conocimiento vulgar, así como por la clasificación de las ciencias y
por la posibilidad de edificar la ciencia inductiva a partir de observaciones.
…En la actualidad creemos que una epistemología que no aporte a la ciencia ni enriquezca a la filosofía no
merece el apoyo de la sociedad. Esto supone pensarla y abordarla desde las relaciones que la ciencia
posee con la sociedad y la tecnología. Es impensable e ingenuo hoy en día problematizar a la ciencia
totalmente desvinculada de la sociedad, por ello la epistemología debe aportar, entre otras cosas, a
generar mecanismos y políticas educativas (incluidas las políticas científicas) que permitan una
apropiación social del conocimiento científico. Solo así creemos que se puede valorar en todas sus
dimensiones a la ciencia.

Muchos autores entienden que la ciencia debe ser estudiada en su contexto, que siempre es social. La
ciencia actual es una forma de cultura de alta pregnancia en la sociedad, que a su vez está profundamente
influida por esta. Por consiguiente, los aspectos teóricos y metateóricos de la ciencia no son los únicos, ni
acaso tampoco los fundamentales para la filosofía de la ciencia, contrariamente a los postulados de la
concepción heredada en la filosofía de la ciencia. (Echeverría, 1995: 41).

Desde esta perspectiva... se trata de educar en ciencia y educar para la ciencia, se trata de una filosofía de
la ciencia que eduque a los hombres a discutir, discernir y comprometerse con los procesos de la ciencia;
para que la ciencia deje de ser el mejor saber frente a otros, pero también para que deje de
responsabilizarse a la ciencia por todos los males habidos y por haber. Una filosofía de la ciencia que
eduque para que la ciencia deje de ser un conocimiento intocable y pase a ser un conocimiento del que me
he apropiado, que he hecho mío. En definitiva, una filosofía de la ciencia con conciencia…

6.6. Consecuencias para la educación

Decidir qué saberes se incluyen y cuáles no, solo puede ser resultado de la discusión pública. Pero para
discutir esto último es necesario que el conocimiento científico sea público (y en el sentido más literal del
término). Esto supone que deben difundirse los hallazgos científicos, las teorías científicas y su aplicación,
pero además deben generarse los mecanismos desde el Estado que permitan la circulación de estos
saberes. El Estado debe contribuir con el desarrollo de espacios consultivos elegidos democráticamente.
Así, Feyerabend dice que el hombre de la calle puede y debe supervisar la ciencia. El hombre común y
corriente debe conformar los espacios consultivos…Esos espacios consultivos deberían estar constituidos
por legos, es decir, por hombres ajenos a la experiencia científica, que han de discutir y decidir sobre
cuestiones tales como qué se investiga, cómo se investiga y para qué se investiga.

En estas discusiones llevadas a cabo por legos pueden participar científicos, pero lo que más interesa es
que participe el educador, el sociólogo, el economista, el empresario, el político, el hombre común etc., que
desde sus propios campos disciplinares o experiencias puedan aportar a la discusión y no siempre porque
consideren a la ciencia el modelo de conocimiento, sino porque tal vez algunos de ellos tenga razones
para considerarla freno de la democracia. Los expertos no han de tener la última palabra. La última palabra
es la decisión adoptada por los cuerpos democráticamente seleccionados ,siendo los legos quienes
prevalecen.

Podríamos discutir por qué la ciencia ha pasado de ser una necesidad filosófica a convertirse en un
negocio y, sobre todo, esto último, porque es un saber que responde a las coordenadas del mercado.
¿Por qué? Porque el desarrollo de la ciencia y la tecnología permite el desarrollo de las instituciones y, por
ende, el desarrollo del Estado. Se investiga en función de lo que es útil y aplicable, y no por el solo interés
en el conocimiento.

Feyerabend propone los cuerpos consultivos constituidos como ámbito desde el cual discutir la ciencia, lo
que no está mal, pero la educación científica que incluya su cuestionamiento también debe ser llevada a
cabo en la escuela. Así, la escuela se convierte en el terreno donde se puede concretar un nuevo contrato
de la educación tecnocientífica con la sociedad, para lo que hay que considerar tres elementos básicos
para la definición y justificación del papel de la enseñanza de las ciencias y las tecnologías en la formación
de una ciudadanía: conocer, manejar y participar (Martín Gordillo y Osorio: 2003).

…De lo que se trata es de educar para la libertad, desde la mirada de Feyerabend. Y el escenario para esa
educación es la democracia. Se debe educar en democracia y para la democracia. En una democracia
cada individuo tiene derecho a leer, escribir y difundir lo que quiera. Y cada individuo, como lego, puede
participar en las discusiones y contribuir a las decisiones.

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