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ANTECEDENTES GENERALES

Los mitos como reflejos fantásticos en la mente de los


hombres, de algo que en algún momento existió, o se creía que
existió, son ficciones inherentes al desarrollo de la humanidad
y por lo tanto tienen una razón históricamente determinada.
Los hombres son los que crean los mitos; principalmente los
hacen por necesidades culturales, ideológicas, psicológicas y
hasta políticas.
Íntimamente ligada a esta necesidad está la otra, la de la
representación de los hechos y fenómenos dados, que en un
primer momento no tienen explicación objetiva; en la medida
que el desarrollo del pensamiento lógico es producto de un
largo proceso, tan largo como la historia del hombre, y en
estos primeros tiempos, sobre todo, porque aún no se ha
logrado comprender el origen, movimiento y tendencias de
desarrollo de esta forma del pensamiento.
Esta es la razón, del porqué, de este proceso no ha
escapado ningún pueblo del mundo y estos elementos son
materia prima de todas las formaciones histórico-sociales;
además hay que añadir, que los mitos siguen, más o menos, la
trayectoria de los hombres, de los pueblos y las necesidades de
las épocas. Pero de alguna forma también, los hombres siguen
el movimiento de los mitos, y esa interrelación tiende a
alimentarse y reproducirse constantemente. Esta acción está
directamente ligada al hecho de la transmisión y
retransmisión, quitando o agregando algo, formando así una
tradición.
El tema de los mitos es tan amplio como las fantasías y
necesidades de sus creadores. Según Claudio Levy Strauss, en
términos muy generales podríamos mencionar los: "... mitos
cosmogónicos, estacionales, divinos, heroicos, tecnológicos,
etc". (Levy Strauss 1986: 14)
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Los mitos tienen que ver, de igual modo, con la
concepción del tiempo en la historia y como ésta se desarrolla,
(en este nivel la etno-mitología se confunde con la filosofía);
en esta dirección, podemos distinguir, grosso modo, tres
corrientes. Los que nos configuran la historia en desarrollo
lineal; los que creen que la historia se desarrolla en comienzos
y recomienzos para nuevamente volver a comenzar. Y
finalmente los que sostienen la idea de que siendo en esencia
distintos, en la forma se presentan, una y otra vez, parecidos.
Los mitos, como juegos mentales y culturales, como falsa
conciencia o conciencia deformada de la realidad, muchas
veces, (confundiéndose con las utopías) se adelantan o
retrasan a los procesos históricos y a las mentalidades
colectivas; en otros casos mueren y vuelven a nacer en
tiempos, formas y modalidades distintas; sólo los más
arraigados y "necesarios" son los que perduran y trascienden
épocas históricas y espacios continentales.
Que los mitos se relativizan y hasta tienen un desarrollo
propio, puede ser verdad hasta cierto punto; pero es pertinente
aclarar que con variantes más o variantes menos, la historia de
estos fantasmas es la misma.
Veamos tres casos, sólo a manera de ilustración. En uno
de los más conocidos poemas de Octavio Paz, PIEDRA DE
SOL, se expone mitológicamente la idea del tiempo circular
en la historia; algunos años después de la conquista, es decir
400 años antes de haber sido escrito el poema de Paz, esta
misma idea circulaba de boca a oreja, en los indios del recién
destruido Imperio del Tahuantinsuyo, hoy es conocido con el
nombre del mito del INKARRY.
Por último, en base a la información que nos da Karl
Popper, este pensamiento vendría originariamente de oriente;
y en Grecia lo popularizó Hesíodo en la conocida metáfora
mitológica del EDIFICIO, ocho siglos antes de nuestra era.

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En la vida y el movimiento de estos fantasmas podemos
observar que se repite en negativo o en positivo, como
felicidad o como desgracia, siempre deformada, la vida y el
movimiento del hombre y las sociedades. Para la mitología no
existen los términos medios, sencillamente se desconoce la
palabra mesura.
Estos entes que viven en el tiempo pero fuera del espacio
y gracias a la necesidad del hombre han adquirido
independencia y más aún algunos de ellos, altura suprema; en
muchos de los casos se convierten en amos y hasta tiranos de
quienes los crearon; ellos controlan frecuentemente sus actos y
orientan sus acciones, censuran o premian sus hechos, y
además muchas veces, llenan el alma y dan sentido a la vida.
En relación a otro aspecto del mito, Levy Strauss escribe
que: "... la función de los mitos consiste en incorporar y
exhibir las oposiciones presentes en la estructura de la
sociedad en la cual nace el mito. El mito es la manera en que
una sociedad se entiende e ignora su propia estructura; revela
una presencia, pero también una carencia. Ello se debe a que
el mito asimila los acontecimientos culturales y sociales".
(Levy Strauss 1980: 57)
Complementando la idea anterior Carlos Fuentes nos
ilustra otro aspecto de la función del mito en la historia, así:
"La función del mito es proclamar que el tiempo existe y que
debe ser dominado si queremos recuperar el tiempo original.
¿Pero, por qué hemos de desear esta reconquista del tiempo
original? Porque la memoria nos dice que éramos felices:
vivíamos en la edad de oro". (Fuentes 1990: 66)
Lo escrito por el mexicano, vendría a ser la función de un
tipo de mito, el que tiene los ojos puestos en el pasado. La otra
función del mito, el cual tiene la mirada en el futuro, fue
planteada, entre otros, por el peruano José Carlos Mariátegui
en estos términos: "El mito mueve al hombre en la historia.
Sin un mito la historia del hombre no tiene ningún sentido
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histórico (...) El hombre contemporáneo siente la perentoria
necesidad de un mito. El escepticismo es infecundo y el
hombre no se conforma con la infecundidad".
Posteriormente ubicando el fenómeno en un plano
histórico-social y de clases, decía: "Lo que más neta y
claramente diferencia en esta época a la burguesía y al
proletariado es el mito. La burguesía no tiene ya mito alguno,
se ha vuelto incrédula, escéptica, nihilista. El mito liberal
renacentista ha envejecido demasiado. El proletariado tiene un
mito: la revolución social. Hacia ese mito se nueve con fe
vehemente y activa. La burguesía niega; el proletariado
afirma". (Mariátegui 1976: 27)

VARGAS LLOSA ENTRE EL MITO Y LA


REALIDAD

Vargas Llosa en sus análisis de los mitos-utopías, entiende


estos términos como sinónimos, rechaza tajantemente la vuelta
al pasado, a lo cual denomina "La utopía arcaica"; de igual
manera desautoriza la propuesta hacia el futuro calificándola
de "La utopía socialista". Lo afirmado se puede comprobar
leyendo su libro LA UTOPÍA ARCAICA. JOSÉ MARÍA
ARGUEDAS Y LAS FICCIONES DEL INDIGENISMO, y
en especial, la parte dedicada a Hildebrando Castro Pozo.
Vargas Llosa hace la diferencia entre la utopía como
proyecto histórico-social y la utopía individual, descarta la
primera y apoya la segunda, leamos: "La utopía hay que
combatirla como un gran obstáculo para la civilización
humana en términos de sociedad, pero no creo que se deba
condenar la utopía en términos individuales porque creo que
es lo mejor que tiene el hombre para intentar proyectos que
trascienden lo posible". (Autores varios 1990: 19 y 20)
Se han mencionado los mitos que miran el pasado y los
mitos-utópicos que miran al futuro, también hay los actuales,
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que cumplen funciones de seguir alimentando las falsas
conciencias. Hay los que vienen de arriba hacia abajo y
cumplen el papel de control ideológico, psicológico y político
en la población. O los que naciendo en los pueblos, luego de
comprobar su eficacia, son sistematizados, sintetizados y
finalmente utilizados como herramientas ideo-psicológicas,
por parte de los estados, para ejercer de igual manera dominio
y control, muchos de ellos son defendidos por Vargas Llosa,
como veremos más adelante.
Si en la antigüedad se dio la predominancia de la política a
través de un manto mítico, en el feudalismo se invertirán los
papeles, ya que se dio, el predominio de lo mítico-religioso a
través de la política. Los mitos locales, regionales y hasta
nacionales cederán su lugar a esa fuerza omnipresente y
omnipotente de marca trascendente que todos conocemos con
el nombre de Dios.
Para muchos, no sólo hombres del común, sino que
incluso para grandes filósofos, como Hegel por ejemplo, nada
puede tener lugar sin el por ser obra de él. Leamos cómo el
filósofo sustenta su idea: "El hecho de que la historia
universal, bajo el cambiante espectáculo de sus episodios, sea
el transcurso de ese desarrollo y el proceso real del Espíritu,
constituye la verdadera teodicea, la justificación de Dios en la
historia. Lo único que puede reconciliar el Espíritu con la
historia universal y la realidad es la intuición de que lo que ha
ocurrido y ocurre todos los días no sólo no tiene lugar sin
Dios, sino que es esencialmente la obra de Él mismo". (Hegel
1989: 458)
Con el renacimiento, la ilustración, el positivismo y el
cientificismo, en pleno desarrollo y predominio del sistema
capitalista, muchos mitos antiguos que pervivían como
consecuencia aún del manto medieval, entraron en crisis, y el
vacío se adueñó del alma de los pueblos. Crisis y vacío que
fueron solucionados y llenados, momentáneamente, por la
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razón y la ciencia, razón y ciencia que se convirtieron
posteriormente, aunque parezca contradictorio, en base para la
configuración de nuevas formas mitológicas.
Algunos estudiosos (Lukács, Goldmann, Sábato) sostienen
que es el momento cuando ocurre la muerte de Dios, y es
precisamente la novela, como género literario abarcador y
totalizante, quién cumplirá ese papel de sustituto de la deidad,
y se encargará de llenar el vacío dejado en el alma y el
sentimiento del hombre. Esta es una verdad a medias, en la
medida que se cumple en un reducido sector de la población,
(en la mayoría de la capa intelectual), mientras que en la gran
masa, con sus variantes y niveles, como opio, verdugo o
esperanza, está allí presente.
El escritor, motivo de esta investigación, es uno de los que
sostienen esta teoría de la muerte de Dios; idea que la plasmó
en su tesis doctoral titulada GARCÍA MÁRQUEZ:
HISTORIA DE UN DEICIDIO, tema que desarrollaremos en
el último capítulo de esta investigación.
A la par con lo dicho, el capitalismo conciliando en parte
el mito-utopía de la otra vida y el paraíso terrenal, nos da una
serie de mitos y utopías en todos los sentidos de la vida, con
ayuda de los cuales se ha desarrollado y se mantiene, más aún,
pretende eternizarse: Allí tenemos entre los más difundidos de
estas alquimias, además del dinero que ya fue descrito, el mito
de la libertad en abstracto, de la democracia sin apellido, de la
igualdad ante la ley, de las elecciones libres y soberanas, de
las oportunidades para todos, del héroe que se hizo solo, del
mercado que premia, no al más fuerte, sino al más capaz, de
las ganancias producto del esfuerzo, y de la riqueza como
consecuencia del ahorro, etc. Estos son los principales mitos,
que en los últimos años defiende intransigentemente, Vargas
Llosa.
Hemos descrito el mundo de los mitos y su relación con
las sociedades, para adentrarnos en el tema de nuestra
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investigación, debemos mencionar que nuestro autor nació en
un momento histórico marcado por el predominio del sistema
capitalista en su etapa imperialista, en medio de dos grandes
guerras y dos grandes revoluciones en el mundo.
En Latinoamérica y Perú-Bolivia se respiraba este
ambiente en general, más concretamente el tránsito de
sociedades semifeudales a capitalistas con todas sus
consecuencias. En el hogar de los Llosa, -los Vargas no
cuentan en esta primera etapa,- se transitaba de una
aristocracia provinciana algo cultivada venida a menos, hacia
una mediana burguesía, que vía el estudio o los cargos
públicos-estatales, intentaba buscar un espacio seguro en esta
movediza sociedad.
Vargas Llosa (dice en sus memorias) además de jugar
mucho, es un niño dedicado a la lectura. A los cinco años de
edad aprendió a leer y uno o dos después, ya había leído
algunos libros por completo, como GENOVEVA DE
BRABANTE, SANDOKAN, EL REY ARTURO, etc. El
ambiente familiar conservador, pero tolerante e informado,
donde él no sólo era aceptado sino que muy querido, lo
condicionaron, para que, en el contexto latinoamericano y
peruano, sea un niño fuera de lo común y se le pueda
considerar un niño precoz. Los amantes de las mitificaciones,
dirían un "pequeño genio". En base a esto, cuando tenía 15 ó
16 años, a la par que escribe y pone en escena una obra de
teatro, LA HUIDA DEL INCA, escribía artículos y notas
periodísticas para el diario La Crónica de Lima y luego para el
diario La Industria de Piura. De igual manera esta actividad, a
tan temprana edad, para el mundo intelectual del continente, y
especialmente peruano, sale de lo normal.
Reconstruyendo parte de la vida de Vargas Llosa, entre los
17 y 19 años, y centrando en el aspecto económico, el crítico
J. M. Oviedo, escribe: "Esta es una etapa de especial
inseguridad económica para Vargas Llosa, que se angustia
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tratando de conseguir un puesto que le permita vivir sin dejar
de estudiar. Este puesto no existe en Lima para él y entonces
echa mano de todo lo que puede. El drama adquiere contornos
casi grotescos: por algún tiempo, el joven Vargas Llosa
detenta hasta siete puestos (...), desde redactor de noticias en
una radio hasta registrador en el Cementerio General de Lima,
pasando naturalmente, por la labor de periodista en varias
publicaciones". (Oviedo 1977: 26)
En lo escrito por Oviedo, siendo verdad; pero al no haber
precisión deviene en exageración; por ejemplo cuando afirma:
" ...Vargas Llosa detenta hasta siete puestos...", información
que al lector común y corriente lo impresiona de tal manera y
termina creyendo que ese joven, si no era, estaba muy cerca de
ser un "super hombre", que fue capaz de cumplir, por algún
tiempo, con siete empleos a la vez. Así el crítico, sabiéndolo o
no, va contribuyendo a la formación y la estructuración del
mito Vargas Llosa.
En 1959 aparecerá el libro de cuentos LOS JEFES, el que
mereció el Premio Leopoldo Alas en España. Libro y premio
que preparó el ambiente que llegará cuatro años después,
cuando antes de ser pública su primera novela LA CIUDAD Y
LOS PERROS obtiene el Premio Biblioteca Breve instaurado,
años antes, por la Editorial Seix Barral, editorial que publicó
el libro y a partir de ese momento Vargas Llosa se convirtió en
uno de los más conocidos novelistas latinoamericanos.
La publicidad de toda índole trabajará la figura de Vargas
Llosa, de igual manera algunos de sus colegas escritores,
como es el caso del chileno José Donoso, quién en su deseo de
mistificar a Vargas Llosa, escribe: "Candidato Universal a
todos los premios y los honores desde que entró en la literatura
con el pie derecho al obtener el Premio Biblioteca Breve con
su primera novela, La ciudad y los perros, a los veintitrés
años, su encumbramiento basado en la excelencia sucesiva de
cada una de sus novelas, su férrea disciplina de trabajo, su
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posición política intransigentemente democrática que hace que
cuando una ideología lo desilusiona, lo diga y la abandone
aunque se le ofrezca el oro y el moro por ocultarlo, es una
especie de dios en Perú y en todo el mundo de habla
hispana:...". (Donoso 1981: 152)
Lo de Dios, más allá de figura literaria, está en la línea de
endiosamiento y así se contribuye a acrecentar la fama. De
igual manera se le rebaja la edad (de 27 a 23 años) para
hacerlo más impresionante en el imaginario popular, sabiendo
que la precocidad es un componente llamativo. Después de
todo, es así como se han trabajado y trabajan la mayoría de los
mitos modernos. Con un lenguaje emocional más que racional,
figurativo antes que conceptual, de adjetivos antes que
sustantivos, de esa manera, como la vieja experiencia nos
enseña, se penetra con mayor facilidad, no en la mente, sino
en el sentimiento de los pueblos, y luego, como se preguntaba
Nietzsche: "Lo que la plebe aprendió en otro tiempo a creer
sin razones, ¿quién podría-destruírselo mediante razones?".
(Nietzsche 1995: 387), encuentra confirmación en la realidad.
El juego de palabras y la extrapolación de términos es
técnica conocida en estos menesteres. Siguiendo con el
razonamiento de Donoso, se dice por ejemplo en Perú, Vargas
Llosa es en el extranjero algo así como un Dios; y en el
extranjero de igual manera, en Perú Vargas Llosa es algo así
como un Dios: El colorario podría ser: aquí no, pero allá sí. En
la mayoría de los casos, es posible que el personaje aludido ni
siquiera tenga conocimiento de los malabarismos de que es
objeto su nombre y su fama. Porque Vargas Llosa es
consciente de la diferencia que hay entre la fama del escritor,
el escritor y el hombre que come y duerme.
En el caso del escritor chileno que nos sirve como
paradigma de análisis, no se limita sólo al caso Vargas Llosa,
lo hace extensivo a todos los miembros del BOOM, de allí que
el crítico uruguayo Ángel Rama, analizando estas ideas,
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escribía: "En su libro HISTORIA PERSONAL DEL BOOM,
José Donoso establece una jerarquización que parece calcada
del empíreo celestial donde hay tronos, serafines, arcángeles,
poniendo sólo cuatro nombres en la diestra de Dios Padre
Todopoderoso". (Rama 1983: 82)
Años después, para el filósofo Miguel Gómez, Vargas
Llosa ya no tendrá la categoría de una especie de Dios como
en Donoso; pero se mantendrá en el nivel del hijo, leamos: "...
muchos vieron en su figura elegante y carismática el Mesías
que la derecha había esperado durante tanto tiempo. El Mesías
justificaba su llegada diciendo que se dedicó a la política
como un servicio nacional transitorio, después volveré a la
literatura". (Gómez 1989: 11)
El hijo de Vargas Llosa de igual modo, cuando narra los
prolegómenos a un mitin en Arequipa, escribe: "Era un
espectáculo hermoso, lleno de color y música que parecía
presagiar una jornada de triunfo. Recuerdo las caras bañadas
en lágrimas de mujeres de aspectos mesingo que saludaban la
llegada de un Mesías, viejos orgullosos del retorno de un
paisano suyo gritando `¡Bienvenido, Mario!´ (...) Las madres
se acercaban con sus hijos para que los tocara". (Vargas 1991:
141)
Finalmente el escritor norteamericano Jeff Daeschner,
siguiendo en la línea de los mitos dice: "En un país fascinado
por todo lo extranjero, la élite peruana cotizaba a Vargas Llosa
como el muchacho local que había triunfado en el viejo
continente. Los artistas plásticos y los escritores
latinoamericanos disfrutaban de un status casi mítico como
poseedores de una percepción especial, y Vargas Llosa
cumplía a cabalidad con ese rol". (Daeschner 1993: 14)
Como hemos podido ver, a Vargas Llosa, se le ha
encumbrado al sitial de "... una especie de Dios", de "... el
Mesías" de " ... casi mítico". Todos estos adjetivos, dan forma
y contenido al concepto que hemos desarrollado a lo largo de
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esta parte del presente trabajo, de allí que nuestro autor, como
consecuencia de todo lo escrito, ha devenido, para un sector
significativo de la población lectora, en un ser que cumple,
para bien o para mal, este rol. Es por ello que en el desarrollo
de esta investigación, nos interesa humanizar a esa especie de
dios o Mesías y naturalizar a ese personaje casi mítico.
Para ello, seguiremos paso a paso al hombre de carne y
hueso, buscando explicaciones a sus inquietudes intelectuales,
políticas y artísticas en la época que le tocó vivir, a sus
tristezas y alegrías en el ambiente en el cual nació, creció y se
formó. Además, naturalmente, comprender la voluntad y
deseo que han moldeado su personalidad. Y por último,
escudriñar en sus sueños y sobre todo en sus pesadillas, que
muchas veces lo desvelan, y así tener, una idea del hombre
como totalidad.

EL CAMBIO DEL PAPEL DE LOS


INTELECTUALES EN AMÉRICA LATINA
DESPUÉS DEL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN
CUBANA

Con el triunfo de la Revolución Cubana se parte la historia


de América en dos; el antes y el después, tiene como
referencia obligada lo sucedido el primer mes de 1959. Las
repercusiones y consecuencias se darán en todos los niveles y
expresiones de la vida.
Hoy que han pasado algo más de cuarenta años de haber
ocurrido los hechos y con la tranquilidad y ecuanimidad que
dan el tiempo y la distancia transcurridos, recordemos algunas
opiniones de entendidos y actores directos en la experiencia
cubano-latinoamericana.
El escritor Miguel Gutiérrez, analizando el fenómeno
literario que se dio por esos años y a uno de sus principales
personajes, escribe: "El acontecimiento central del cual se
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debe partir es el triunfo de la Revolución Cubana,
acontecimiento que era parte de las luchas de liberación
nacional y movimientos anti-colonialistas de los países del
Tercer Mundo que empiezan luego de la segunda post-guerra
y alcanzan su auge hacia fines de la década del 50 y primera
mitad de los 60. Dentro de ese proceso (que, entre otras cosas,
pone fin a la visión eurocentrista de la Historia), el triunfo de
los guerrilleros cubanos comandados por Fidel Castro y el Che
Guevara tuvo especial importancia: De pronto, todas las
miradas del mundo, en especial de Europa, se dirigen a esta
pequeña isla que luego de la instauración del gobierno
revolucionario debe enfrentar el cerco económico,
diplomático, político y militar de los Estados Unidos, (...).
Pero la Revolución Cubana no sólo despertó la admiración y
solidaridad de los intelectuales revolucionarios, progresistas o
con alguna decencia moral de Europa y del propio Estados
Unidos para con Cuba (...), sino que suscitó el interés que era
casi un redescubrimiento, sobre todo por su cultura y arte; a su
vez, el triunfo de la Revolución Cubana significó la ruptura
del aislamiento y la superación de la balcanización política y
cultural en que habían vivido nuestros países desde la
emancipación. Sin la influencia de la Revolución Cubana no
habría sido posible armar el llamado `boom´ de la novela
latinoamericana de la segunda mitad de la década del 60".
(Gutiérrez 1988: 220)
Para comprender y valorar a cabalidad la atmósfera que
respiraba el mundo intelectual en América Latina después del
triunfo de la revolución en la isla, citemos el testimonio del
escritor chileno José Donoso, quién tomando como referencia
el Congreso de Escritores celebrado en la ciudad de
Concepción-Chile, el año 1962, escribe: "En este sentido lo
más importante que Carlos Fuentes me dijo durante el viaje en
tren a Concepción fue que, después de la revolución cubana, él
ya no consentía hablar en público más que de política, jamás
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de literatura; que en Latinoamérica ambas eran inseparables y
que ahora Latinoamérica sólo podía mirar hacia Cuba. Su
entusiasmo por la figura de Fidel Castro en esta primera etapa,
su fe en la revolución, enardeció a todo el Congreso de
Intelectuales, que a raíz de su presencia quedó fuertemente
politizado, la infinidad de escritores de todos los países del
continente manifestó casi con unanimidad su adhesión a la
causa cubana". (Donoso 1981: 45)
En la misma dirección de Carlos Fuentes, y acaso yendo
más allá, el otrora distraído y desinteresado en cuestiones
políticas y considerado uno de los miembros del "cogollo del
Boom", Julio Cortázar, escribe: "El triunfo de la revolución
cubana, los primeros años del gobierno, no fueron ya una mera
satisfacción histórica y política; de pronto sentí otra cosa, una
encarnación de la causa del hombre como por fin había
llegado a concebirla y desearla. Comprendí que el socialismo,
que hasta entonces me había parecido una corriente histórica
aceptable e incluso necesaria, era la única corriente de los
tiempos modernos que se basaba en el hecho humano esencial,
en el ethos tan elemental como ignorado por las sociedades en
las que me tocaba vivir, en el simple, inconcebiblemente
difícil y simple principio de que la humanidad empezará
verdaderamente a merecer su nombre el día en que haya
cesado la explotación del hombre por el hombre". (Cortázar
1984: 36)
Así como la mayoría de los intelectuales de América
Latina se identificaron decididamente con la causa cubana,
muchos otros del mundo entero hacían lo mismo. En algunos
casos la simpatía se trasformó en producción, ya sean
reportajes, libros, canciones, pinturas o películas, como fue el
caso del filósofo J. P. Sartre con su reportaje HURACAN
SOBRE EL AZUCAR o el sociólogo norteamericano Wright
Mills con su libro ESCUCHA YANQUI.

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Cuando el impacto de la revolución se mantenía en su
máximo nivel, el nuevo gobierno cubano inició una política
cultural que repercutió a lo largo y ancho del continente, ésta
se manifestó, entre otras formas, en la fundación de la
excelente y hoy histórica institución, llamada Casa de las
Américas.
El crítico uruguayo Rodríguez Monegal en relación a lo
que venimos analizando escribe: "Además, el propio gobierno
de Fidel Castro asume una posición cultural decisiva y que
tendrá incalculables beneficios para toda América Latina. Sin
descuidar a escala nacional el problema de la educación y
sobre todo del analfabetismo, la Revolución Cubana proyectó
en sus primeros años una política cultural a escala
latinoamericana.”
Y en seguida agrega: “Para romper el bloqueo, que no sólo
es militar y económico de los Estados Unidos, Cuba crea una
institución, Casa de las Américas, que por algunos años se
convertirá en el centro revolucionario de la cultura
latinoamericana. (...) Esa institución realiza muchas cosas.
Entre las más importantes está la fundación de una Revista
bimestral cuyo primer número es de junio-julio de 1960. (...)
Casa de las Américas también organiza Congresos, festivales
y concursos. (...) Casa de las Américas también publica libros:
reediciones de clásicos de la literatura latinoamericana,
algunos olvidados o conocidos sólo en sus respectivos países;
reedición de obras nuevas y aun novísimas que se ponen al
alcance del lector hispanoamericano:..." Por último, Rodríguez
Monegal, termina afirmando: "El impacto de la política
cultural, a escala hispánica no deja de sentirse en todo el
continente, y aun fuera de él". (Rodríguez Monegal 1971: 14)
Esta revista logrará un gran nivel, prestigio y difusión, por
lo menos en una primera etapa, gracias al esmero de sus
directivos y cuidado de sus editores, y naturalmente a la
excelente plana de colaboradores, encabezada por la mayoría
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de los escritores, que años después serán los más famosos del
continente y del mundo en lengua castellana. Allí estuvieron,
como miembros o amigos, entre otros, Julio Cortázar, Gabriel
García Márquez, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, etc.
Tiempos después, Cuba no sólo brinda apoyo a los
intelectuales, sobre todo a los que se reclaman de izquierda, si
no que también les exige. García Márquez cercano conocedor
de esta experiencia, declara: "La definición de un intelectual
de izquierda latinoamericano se convirtió en la defensa
incondicional de Cuba. Y los cubanos, a través de sus propios
mecanismos, determinaron quién cumplía con esa solidaridad
y quién no, aprovechándose de la situación que prevalecía
para muchos intelectuales en sus propios países". (Castañeda
1995: 218)
Esta fascinación, dice un escritor cubano: "... llegó a su
punto máximo en 1967-1968, en el congreso Cultural de la
Habana y el Salón de Mayo, al que asistieron casi todos los
que pertenecían a la inteligencia latinoamericana". (Castañeda
1995: 218) Claro que para ser justos, con respecto "a la
inteligencia latinoamericana", tendríamos que decir que se
refiere a la mayoría de intelectuales de izquierda o
progresistas.
Como todas las fascinaciones duran poco una de las
mayores expresiones será la invasión de Checoslovaquia por
los tanques rusos en el año 1968 y el apoyo que brindó Fidel
Castro a dicha acción. Pocos años después ocurrirá el Caso
Padilla, que dio motivo o pretexto para los resquemores,
alejamientos, injurias, oposiciones y hasta condenas.
Ante estos dos hechos, entre los más famosos (a nivel de
los novelistas) se experimentaron tres actitudes bastante
marcadas, por ejemplo García Márquez, Carpentier y
Cortázar, conociendo y reconociendo los errores, creían que
los logros son mayores y nunca dejaron de apoyar la
revolución; otros como Fuentes o Donoso mantuvieron un
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perfil bajo y una prudente distancia, y unos terceros, como
Cabrera Infante y Vargas Llosa, en un proceso largo, lento,
pero seguro, terminaron en el otro extremo, incluso el último
de los nombrados, sosteniendo una campaña permanente en
contra de Cuba, como se puede ver en otra parte de este
trabajo.
La iglesia católica Latinoamericana tampoco quedó al
margen del remezón caribeño, de allí que en una guerra
interna entre los auténticamente comprometidos con la causa
de los pobres y los que, por confusión u oportunismo, remaron
en favor de lo que se dio en llamar la Teología de la
Liberación. Corriente, no excepta de contradicciones, tuvo sus
cabezas visibles en el después "excomulgado" sacerdote
brasileño Leonardo Boff y el sacerdote peruano Gustavo
Gutiérrez.
Algunos organismos de investigación y análisis, creados
años antes con el fin de conocer, comprender y desde luego,
controlar mejor la vida político-social en América Latina se
radicalizaron, estamos pensando en la CEPAL, la que con sus
sociólogos y economistas generaron y propagandizaron la
famosa Teoría de la Dependencia. Un sector de los teóricos
cepalinos creían haber demostrado con la experiencia cubana
la validez y objetividad de sus teorías; validez que las hacían
extensivas a todas las sociedades del continente.
El hecho más sorprendente y famoso, notorio y duradero,
en el plano de las ideas y de la fantasía, es sin lugar a dudas la
aparición de ese fenómeno, entre político y publicitario; pero
sobre todo literario, conocido con el nombre del BOOM DE
LA NOVELA LATINOAMERICANA, fenómeno que
desarrollamos, en otra parte de esta investigación.
En este ambiente, como afirma J. Petras en el trabajo aquí
citado, muchos intelectuales considerados conservadores
evolucionaron a demócratas, los demócratas se reclamaron
progresistas, los progresistas se declararon izquierdistas, los
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izquierdistas se transformaban en comunistas, y los
comunistas, los más consecuentes, creían que había llegado la
hora de materializar los sueños, incendiar la pradera y tomar el
cielo por asalto, como efectivamente veremos a algunos de
ellos, pocos años después, como integrantes de los
movimientos guerrilleros que entraron en acción a lo largo y
ancho del continente.
Son los años en los cuales reclamarse de izquierda
significaba honor y prestigio, por eso se ha dicho, entre broma
y en serio, cuando se preguntaba a un intelectual
latinoamericano qué profesión tenía, él respondía sin titubear:
"Intelectual de izquierda". Los sociólogos fueron los más
celosos guardianes de esta postura, según la opinión de Jorge
Castañeda.
Claro es pertinente puntualizar, que esta fiebre, como
todas las fiebres pasó, y la mayoría de los afectados se
reconciliaron con el orden, y algunos, los más radicales,
tuvieron que pedir disculpas al padre sistema, por las
travesuras de juventud. Esta es la razón que lleva al otro
disidente norteamericano y también sociólogo, James Petras, a
escribir lo siguiente: "El poder y las atracciones del poder, el
ascenso y descenso de las clases dirigentes o movimientos
populares son un determinante importante de las orientaciones
intelectuales. El ascenso de los movimientos de masas
ciertamente influenció a muchos intelectuales a virar hacia la
izquierda durante los años 60. De igual manera, los triunfos
militares de los regímenes neo-liberales de los años 70
sentaron las bases para el giro de los intelectuales a la derecha,
hacia la democracia liberal de los años 80. En muchos casos,
los ideólogos de la izquierda y las guerrillas de los 60 se
convirtieron en los ministros y funcionarios públicos de los
regímenes neo-liberales de los años 80 y 90". (Autores varios
1991: 98)

39
Como escribe Petras, desde los 70 y sobre todo de los 80,
la historia se repite en este plano, pero en sentido
inversamente proporcional a lo sucedido una década anterior,
y la oleada del viento conservador, hasta mediados de la
década del 90 no amainaba y amenazaba arrasar con todo y
con todos. La vergüenza y desconfianza por su pasado
revolucionario hace que estos intelectuales no pierdan
oportunidad para abjurar de sus antiguas creencias y a la vez
proclamarse los más puros defensores y celosos guardianes de
las nuevas teorías, hoy en boga, como "La teoría única" o "El
fin de la historia " por ejemplo.
Volviendo a nuestra idea original, hay que decir, que otra
de las consecuencias de esta revolución es el haber logrado
significativos niveles de unidad, coordinación y vinculación
de los intelectuales latinoamericanos, a través de revistas,
libros, congresos, etc. Unidad que revivía la etapa de la
independencia, donde se luchaba, en primer lugar, por la patria
grande; esta realidad, deseo y voluntad está reflejada, por
ejemplo en una representativa canción de las décadas 60 y 70,
que fue, por muchos tiempo, algo así como un himno para los
latinoamericanos, y en parte su letra dice: "Yo que soy
americano, no importa de que país, quiero que mi continente
viva algún día feliz. Que los países hermanos de Centro
América y Sur borren las sombras del norte a ramalazos de
luz. Si hay que callar no callemos pongámonos a cantar y si
hay que pelear peleemos si es el modo de triunfar".
La mayoría de los intelectuales latinoamericanos, sostiene
Gutiérrez en LA GENERACIÓN DEL 50. UN MUNDO
DIVIDIDO, que hasta entonces se caracterizaron por repetir,
sin mucha originalidad, ideas que venían de fuera, a partir de
este momento súbitamente, los importadores se convierten en
exportadores. En Europa y EE. UU a los intelectuales
latinoamericanos se les abren las puertas de las universidades,
de los institutos y los centros académicos, a la par que son
40
invitados a conferencias, seminarios y congresos; la curiosidad
tanto por su historia, su arte, su literatura y su cultura en
general, se hace evidente, teniendo en cuenta que, con muy
contadas excepciones, América Latina fue vista, más o menos
hasta estos tiempos, como "La tierra virgen", donde mora "El
buen salvaje": "... idea que persistiría, dice Chomsky, incluso
en las obras de los eruditos, hasta que el despertar cultural de
la década de 1960 terminara por abrir muchos ojos".
(Chomsky 1993: 11)
En otro nivel, el marxismo como método y concepción del
mundo ganó mucho terreno en la sociedad, y en particular, en
colaboración con la lucha de estudiantes y profesores, en las
universidades latinoamericanas, y así entró a competir con las
demás corrientes ideológicas y métodos de investigación.
Desde ese tiempo no hay investigación, en cualquier rama de
las ciencias humanas, que se precie de seria, que no recurra,
siquiera como referencia, a este marco teórico-conceptual.
En el plano político-militar, escribe Jorge Castañeda: "No
fueron Fidel Castro y los cubanos que inventaron la lucha
armada en América Latina o en el Caribe. En la región
imperaba una larga tradición de tomar las armas que data del
siglo XIX y que se prolonga hasta la víspera de la Revolución
Cubana. Los que forjaron esta tradición fueron los
nacionalistas, los liberales radicales y, en ocasiones, los
marxistas. Martí, Mella y Gutiérrez en la propia Cuba; Villa y
Zapata por supuesto, Sandino en Nicaragua; en cierto modo,
Farabundo Martí en el Salvador; los levantamientos
campesinos en Colombia que analizamos más adelante; José
Figueres en Costa Rica; innumerables intentos de insurrección
en la República Dominicana y Haití, que se remontan a
Toussaint L'Ouverture: Fidel y su 26 de Julio tenían muchos
antepasados". (Castañeda 1996: 83)
Si bien es cierto que la Revolución cubana era un punto de
llegada de "...las luchas de liberación y movimientos anti-
41
colonialistas..."; era a la vez y de igual modo, un punto de
partida para la continuación de las mismas, ello se desprende
de lo escrito por el estudioso argentino Daniel Pereira, leamos:
"No puede ignorarse la importancia enorme que tuvo la
experiencia cubana como ejemplo e inspiración para miles de
revolucionarios en todo el continente. A partir de su triunfo se
producen grandes cambios en el escenario político, se dividen
organizaciones y partidos, surgen otros nuevos, se radicalizan
miles de jóvenes y el camino de las armas es asumido por
muchos como el único capaz de llevar a los pueblos a su
liberación. Es así mismo cierto que desde ese momento el
fenómeno de la lucha armada bajo formas muy diversas y en
disímiles circunstancias comienza a desarrollarse en casi todos
los países de América Latina de una manera mucho más
rápida e intensa". (Pereira 1994: 19)
Las respuestas de las clases dominantes del continente,
como era natural, no se hicieron esperar, teniendo como
cabeza a los EE. UU, inició una contraofensiva total,
comenzando con La Alianza para el Progreso, organizando y
apoyando golpes militares, ayudando a partidos políticos que
defendían el orden y a sindicatos orientados por los mismos,
creando y financiando centros de estudio e investigación,
fortaleciendo y controlando la instrucción pública,
reestructurando currículos de estudios universitarios, hasta la
preparación intensiva de cuerpos especializados en la lucha
anti-subversiva, todo acompañado con una prédica
anticomunista. Las clases dominantes del continente veían
agentes cubanos hasta en sus propias sombras, vivían, con
alguna razón, el "Síndrome de Cuba".
Oligarquías y burguesías nativas, y en especial, la de los
EE. UU, aprendieron la lección, experiencias que las aplicarán
posteriormente en la lucha anti-subversiva en todo el
continente, a lo largo de las cuatro últimas décadas. Perdieron
el miedo a la palabra revolución y la utilizaron a diestra y
42
siniestra, hasta lograr domesticarla y prostituirla. Por esos
años Carlos Fuentes nos advertía en torno a esta técnica,
escribiendo: "... basta repetir mil veces una palabra para que
pierda todo sentido y no sea sino un rosario (...) de sílabas
huecas..." (Fuentes 1992: 272)
En esta dirección entendemos que muchos regímenes
militares, incluso, hasta con marcadas tendencias ideológicas y
políticas fascistas, se autoproclamaron como revolucionarios;
los curas mostraban sus querellas como acciones
revolucionarias, y en los últimos años, los neo-liberales
propugnan la vuelta a las viejas ideas de la economía clásica,
presentándolas como nuevas y revolucionarias.
El mismo trato han recibido algunos símbolos
revolucionarios como el Che Guevara. La publicidad ha hecho
de él un "ícono inofensivo" ubicando su fotografía hasta en los
urinarios públicos, el turismo ha creado "el Tour por la ruta
del Che"; por último, unos terceros hablan, del "san Ernesto de
la Higuera".
Para el gobierno de los EE. UU, Cuba es un tema aparte,
ellos en principio se sintieron desorientados y después, por
muchas razones, se vieron hasta invadidos. Desde antes de la
independencia cubana, en los predios del poderoso vecino se
trabajaba con la doctrina Monroe que reza: "América para los
americanos", esto en teoría y para la exportación; pero para el
consumo interno y en la práctica, ya lo advertía el Ché
Guevara, se orientaban con la consigna de "América para los
norteamericanos".
La soberbia, arrogancia y el complejo del país más
poderoso de la tierra había sido mancillado por la insolencia
de un pequeño país, que no pasaba de ser, para muchos
estadounidenses, más que una prolongación de una parte de su
costa atlántica. Ligado a esto no olvidemos, que la Revolución
Cubana, se convirtió en un pésimo ejemplo, para los demás
pueblos pacíficos y obedientes del continente. De allí se
43
explica en parte la obstinada y permanente agresión de los EE.
UU, a lo largo de estos cuarenta años, en contra de Cuba.
Hasta aquí hemos planteado, en términos generales,
principalmente las consecuencias positivas, del triunfo de la
Revolución Cubana a nivel de la inteligencia de izquierda en
América Latina. Veamos la otra cara de la medalla.
En el plano internacional, luego de la euforia causada por
el triunfo de la revolución, en el mundo intelectual, el año
1967 hay una cierta confusión y tristeza, la que tenía que ver
con la muerte del Che Guevara en Bolivia. Se habló de las
discrepancias ideológicas y políticas de éste con el gobierno, y
hasta del abandono de los dirigentes cubanos a Guevara en su
afán de crear "varios Vietnam en América Latina".
Lo aquí mencionado tiene algún asidero, gracias a la
información proporcionada por el estudioso Carlos Tablada en
su libro EL PENSAMIENTO ECONÓMICO DEL CHE
GUEVARA, en la medida que, entre 1962 y 1965 Guevara
recorrió, entre otros países, la Unión Soviética y la República
Popular China. Después de su visita al primer país, declaró
que en el plano económico, aquella sociedad caminaba
aceleradamente a la restauración capitalista. Y por otro lado,
que la línea política internacional del Partido Comunista de
China, en la polémica de esos momentos, servía mejor a los
intereses de los pueblos del mundo en función de su
liberación. Esta es la razón, según el estudioso cubano, el
porqué en Cuba, Guevara fue acusado de "trotskista" y de
"maoísta".
En 1968 llegará el primer desencanto, para un sector de la
intelectualidad de izquierda, cuando los tanques del
denominado Pacto de Varsovia, invadieron la entonces
República de Checoslovaquia, en razón de que en este país se
iniciaban algunas reformas políticas y económicas, y la vez,
intentaba escapar del control soviético.

44
El problema no sólo fue con Cuba, (en la medida que Fidel
Castro en el Discurso sobre Checoslovaquia pronunciado el 30
de agosto, entre otras cosas dijo: "Aceptamos la amarga
necesidad que exigía mandar tropas a Checoslovaquia"), sino
que con el socialismo en su conjunto. Esta acción hacía ver al
mundo, y especialmente a los intelectuales, que los supuestos
países socialistas actuaban en la práctica, de la misma forma
como los países imperialistas.
Además hay que recordar, lo que párrafos antes declaró
García Márquez, de que los cubanos, a la vez que recibían y
daban apoyo a los intelectuales latinoamericanos, del mismo
modo les exigían, entre otras cosas, defender la línea de la
revolución. En ciertas ocasiones, ante hechos considerados
importantes, estos últimos pedían "la opinión", otros dirían el
"visto bueno", del gobierno cubano, como sucedió con Vargas
Llosa, cuando "pidió la opinión de Cuba" al saber que era el
ganador del Premio Internacional Rómulo Gallegos, otorgado
por el gobierno venezolano, en mérito a su novela LA CASA
VERDE.
Una preocupación que rondaba en la cabeza de los
intelectuales, no sólo latinoamericanos, en estos primeros
años, era el no grato recuerdo, ocurrido tiempos atrás, con los
intelectuales disidentes en el denominado "campo socialista",
y especialmente en la Unión Soviética. Los casos más
propagados por ese entonces, en el plano de la literatura,
fueron los de los novelistas Boris Pasternak y Alexandr
Solzhenitsin. Todos esperaban, que en la recién triunfante
revolución, esta historia no se repita.
En el plano interno el gobierno cubano tenía problemas
con algunos intelectuales de renombre, como por ejemplo,
cuando fue prohibida en 1965 la novela TRES TRISTES
TIGRES de Cabrera Infante y un año después se criticó la
novela de Lezama Lima PARADISO. Además, algunas
películas tendrán un destino parecido.
45
La verdad es que desde un primer momento, se inició lo
que se ha dado en llamar la institucionalización de la cultura,
es decir, el Estado controla directa o indirectamente la vida
cultural del país; para ello se crearon organismos especiales
que se encargaban del control de lo que se publicaba, de las
invitaciones a congresos, seminarios o conferencias en el
extranjero, especialmente.
Otro hecho fue lo relacionado con los permisos a los
intelectuales para salir del país (a cumplir funciones
intelectuales); les otorgaba el gobierno a través de algunos
organismos, sólo en tanto y en cuanto estas instituciones
aprobaban dicho pedido, a partir de ese momento el invitado u
otra persona que la institución creía conveniente para la
revolución, podía salir del país. La Unión Nacional de
Escritores y Artistas de Cuba fue, y es, un organismo bastante
conocido en estos menesteres.
Como consecuencia aparecieron un conjunto de
funcionarios del partido que en la mayoría de los casos, no
tenían la formación suficiente en este nivel, para catalogar
cual era bueno o malo, ya que no sabían, como diría Vallejo:
"... distinguir las conveniencias políticas del arte de las
conveniencias artísticas de la política". (Vallejo 1978: 261)
En Cuba no existe y no existió la censura; pero no es
necesario, allí está su hermana gemela la autocensura. En otras
palabras se repetía, casi paso a paso, en algunas coyunturas
más que en otras, la amarga experiencia en este nivel, de todo
el "campo socialista", para con los intelectuales y artistas.
El año 1971 marcará un hito en la relación Revolución
Cubana versus intelectuales, ocurriría, el después célebre caso
Padilla. Heberto Padilla fue un poeta de alguna nombradía en
la isla, fue un intelectual que habla más de cuatro idiomas, y
fue posiblemente miembro del Partido Comunista de Cuba, y
seguro, integrante de la Unión Nacional de Escritores y
Artistas Cubanos.
46
Padilla fue detenido, junto a otros escritores e intelectuales
por Seguridad del Estado cubano el 20 de marzo de 1971. Y
semanas después hizo una autocrítica pública, por su labor
"contrarrevolucionaria" ante los miembros de la U. N. E. A. C.
En esta autocrítica, enfila contra Cabrera Infante, acusándolo
de agente de la C. I. A. Se arrepiente de la críticas hechas,
algunos años atrás, a Lisandro Otero. En referencia al
contenido ideológico de su poemario FUERA DEL FUEGO
dice: "Y yo inauguré el resentimiento, la amargura, el
pesimismo, elementos todos que no son más que sinónimos de
contrarrevolución en la literatura". (Libre 1971: 100)
En otra parte, entre otras ideas, reitera: "Yo, compañeros,
como he dicho antes, he cometido errores imperdonables. Yo
he difamado, he injuriado constantemente a la revolución, con
cubanos y con extranjeros. Yo he llegado sumamente lejos en
mis errores y en mis actividades contrarrevolucionarias".
(Libre 1971: 98)
Al conocerse la noticia de estas detenciones, y más aún, de
esta autocrítica pública, muchos intelectuales amigos o
simpatizantes de la Revolución Cubana se alarmaron y se
pronunciaron. En principio creyendo que la autocrítica de
marras era obligada, o en el mejor de los casos, inducida. De
ello deducían, que la joven y hasta entonces encantadora
revolución, repetía los mismos errores de las otras
experiencias socialistas para con los intelectuales y artistas.
Los pronunciamientos, las cartas y las renuncias públicas a
organismos que trabajaban o simpatizaban con la revolución,
no se hicieron esperar. Ante tales hechos, el gobierno cubano,
a través de la Declaración del Congreso Nacional de
Educación y Cultura y del mismo Fidel Castro, les respondió,
acusándoles de "Seudo izquierdistas descarados que quieren
ganar laureles viviendo en París, Londres, Roma". Y además,
advertía: "Ya saben señores intelectuales burgueses y
liberalistas burgueses y agentes de la C. I. A. y de las
47
inteligencias del imperialismo, es decir, de los servicios de
inteligencia, de espionaje del imperialismo: en Cuba no
tendrán entrada ¡no tendrán entrada!" (Libre 1971: 120)
Después de casi tres décadas, nos preguntamos: ¿cuánto
fue oro y cuanto fue ceniza en el caso Padilla?, la verdad es
que del precioso metal quedó muy poco; hubo subjetivismo y
como consecuencia exageración por los dos lados. Padilla no
era un "contrarrevolucionario" como él se autocalificaba. En la
realidad no pasaba de ser un individualista y hasta arribista,
"enfermedad" común a la mayoría de intelectuales. Cuba no se
transformó en una cárcel gigante, como auguraban algunos de
los que protestaron; que hay control en muchos niveles y
especialmente en el que venimos tratando, es verdad; pero está
lejos de ser una "satrapía". Y menos estos "intelectuales
burgueses" fueron agentes de la C.I.A como se les tildó, a lo
máximo que han involucionado es a socialdemócratas o a
neoliberales.
Entre los intelectuales que protestaron estaba Mario
Vargas Llosa, además de su firma en las cartas colectivas,
envió una personal a la directora de la Revista de Casa de las
Américas, Haydée Santamaría, haciendo de su conocimiento
su renuncia al comité directivo de dicha revista.
Todo lo aquí planteado, en la parte final de este sub-
capítulo, nos lleva a dilucidar un problema mayor, que los
clásicos del marxismo no han logrado explicar diáfanamente,
y tampoco la práctica del socialismo ha logrado dar soluciones
satisfactorias. Nos referimos a la relación del poder y la
inteligencia, que lleva directamente a otro, el del individuo y
la sociedad. Y al fin termina con el problema de la libertad y
la necesidad.
Cuando una revolución, orientada ideológica y
políticamente por el marxismo triunfa, inmediatamente se
inicia la construcción del socialismo, como una etapa previa al
comunismo. En este proceso largo de construcción socialista,
48
el Estado que materializa y representa, teóricamente, los
intereses del proletariado y del pueblo en su conjunto, se
encuentra y enfrenta a un sinnúmero de problemas, y uno de
ellos, es justamente con quienes conforman ese sector social
que produce las ideas y las artes, los que en sus producciones,
no necesariamente coinciden, con las concepciones de los
dirigentes del partido y del Estado. Teniendo en cuenta que los
intelectuales y artistas desempeñan un papel muy importante
en favor o en contra de tal o cual proceso histórico,
comúnmente se ha dado, y en Cuba de igual modo, que el
Estado desconfía de esta capa, por su no oculto espíritu
anarcoide y arribista.
El Che Guevara, recogiendo la experiencia cubana en el
año 1965, escribía "...es la dictadura del proletariado
ejerciéndose no sólo sobre la clase derrotada, sino también,
individualmente, sobre la clase vencedora. (...) Todo esto
entraña, para su éxito total, la necesidad de una serie de
mecanismos, las instituciones revolucionarias. En la imagen
de las multitudes marchando hacia el futuro, encaja el
concepto de institucionalización como el de un conjunto
armónico de canales, escalones, represas, aparatos bien
aceitados que permitan esa marcha, que permitan la selección
natural de los destinados a caminar en la vanguardia y que
adjudiquen el premio y el castigo a los que cumplen o atentan
contra la sociedad en construcción". (Guevara 1993: 11)
Pero esta institucionalización tiene sus bemoles, como
hemos visto líneas antes. Cierto sector de intelectuales y
artistas se sienten no sólo controlados, sino que hasta podados
en sus creaciones y fantasías, por aquellas instituciones o
individuos que vienen en nombre de la revolución, del partido
o del Estado, a velar por la justa aplicación de la línea
ideológica y política, en este nivel de la vida humana. Allí es
cuando se da el desencuentro, que muchas veces deviene en
conflicto y finalmente hasta en guerra total.
49
El problema es que hasta el momento no se ha sabido
delimitar, para luego armonizar, los conocimientos e intereses
ideológicos y políticos con los artístico-intelectuales en
función de la causa humana, de allí la contradicción hasta hoy
no resuelta. La capa dirigente, desde su punto de vista, tiene
razón, y "la inteligencia" desde el suyo, de igual manera, tiene
razón.
En torno a la relación del individuo y la multitud, el autor
líneas antes citado, escribía: "Ya no marchan completamente
solos, por veredas extraviadas, hacia lejanos anhelos. Siguen a
su vanguardia, constituida por el Partido, por los obreros de
avanzada, que caminan ligados a las masas y en estrecha
comunión con ellas. Las vanguardias tienen su vista puesta en
el futuro y en su recompensa, pero ésta no se vislumbra como
algo individual; el premio es la nueva sociedad donde los
hombres tendrán características distintas: la sociedad del
hombre comunista". (Guevara 1993: 15)
Si se acepta el binomio vanguardia y masas, la inteligencia
reclama qué papel juega el individuo como tal, en la medida
que no todos pueden o no quieren cumplir ciertas tareas
humanas que por "necesidad, temporalidad o casualidad
histórica" sólo algunos lo pueden cumplir cabalmente.
Nuevamente la contradicción no resuelta: individuo y masa,
las dos partes, desde sus respectivos puntos de vista, reclaman
tener la razón.
Y finalmente, el problema de la necesidad-libertad del
intelectual y del artista es otro tema que unos teóricos
socialistas han comprendido mejor que otros, pero en la
experiencia concreta del socialismo vivida hasta hoy, está aún
lejos de haber sido correctamente solucionado. Entre el arte y
la política hay algunas diferencias, se guían por lógicas
distintas y tienen sensibilidades diferentes.
Veamos cómo César Vallejo entiende este problema: "Un
artista puede ser revolucionario en política y no serlo, por
50
mucho que, consciente y políticamente, lo quiera, en el arte.
Viceversa, un artista puede ser, consciente o
subconscientemente, revolucionario en el arte y no serlo en
política. Se dan casos, muy excepcionales, en que un artista es
revolucionario en el arte y en la política. El caso del artista
pleno". (Vallejo 1980: 43)
La meta del socialismo, es en términos de Guevara,
construir el "hombre nuevo", los que hoy se dan sólo son
casos excepcionales; mañana la excepción será regla; por eso
él, recogiendo la experiencia de cinco años de construcción
socialista en Cuba, escribía: "No debemos crear asalariados
dóciles al pensamiento oficial ni becarios que vivan al amparo
del presupuesto, ejerciendo una libertad entre comillas. Ya
vendrán los revolucionarios que entonen el canto del hombre
nuevo con la auténtica voz del pueblo. Es un proceso que
requiere tiempo". (Guevara 1993: 18)
Mientras que Máximo Gorki, con algunos años más
vividos en la Unión Soviética, que construía, de igual manera
el socialismo, declaraba en torno al tópico, lo siguiente: "El
trazo típico del escritor proletario está en el odio activo en
contra de todo lo que de dentro o de fuera oprime al hombre,
impidiéndole su libre desenvolvimiento y el pleno desarrollo
de sus facultades". (Vallejo 1987: 345)
Los tres citados inciden en el "artista pleno", el "hombre
nuevo" y el "libre desenvolvimiento"; es decir en lo que
debería ser, y muy poco, en lo que es; claro que el tiempo
político para la construcción de una nueva sociedad es
demasiado corto, por no hablar del tiempo histórico. Mientras
tanto, como se ha podido ver en la experiencia cubana, cada
uno de los sectores, desde su concepción, lógica e intereses,
reclamaban y reclaman tener la razón.
Los intelectuales y artistas, no todos naturalmente,
sostenían y sostienen que vivían y viven bajo una dictadura
que no les permitía, no sólo no disfrutar de su libertad, sino ni
51
siquiera disponer de ella, ya que en todo les controlaban y
controlan y les obligaban y obligan producir o crear lo que al
partido le interesa, o de lo contrario aparece la censura, la
autocensura, la cárcel o el exilio. Desde su punto de vista, de
realización meramente particular o individual, tenían y tienen
razón.
Por el otro lado se sostenía y se sostiene que la libertad,
entendida aisladamente de la necesidad y más aun fuera de un
determinado contexto histórico, económico, político-social es
una palabra hueca, sin sentido, que ni siquiera en aquellos
países que proclaman el reino de la libertad se cumple, porque
siempre la dictadura de las clases dominantes está detrás, de
una manera indirecta y subliminal, haciéndoles creer que son
libres, siendo en realidad meros "siervos" del sistema.
Libertad, que a lo mucho sirve para el desarrollo del
personalismo o del individualismo, en desmedro de la
sociedad en su conjunto.
Los argumentos de unos y otros son encontrados, y desde
sus respectivos puntos de vista y lógica, los dos tendrían razón
y así queda instaurado, simple y llanamente, un diálogo de
sordos. Un mal que el propio desarrollo histórico, político-
social se encargará de dar solución. Solución que pasará
inevitablemente por un doble respeto: del individuo al
colectivo y viceversa. En la medida que el yo y el nosotros
tendrán que trabajar, como escribe Ernesto Sábato: "... no en la
abstracta identidad, sino su dialéctica integración, del mismo
modo que los instrumentos forman una orquesta precisamente
porque son distintos". (Sábato 1987: 106)

VARGAS LLOSA COMO AUTOR DEL


BOOM DE LA NOVELA LATINOAMERICANA

José Donoso sostiene: "Para mí la anécdota del boom


como tal comienza en aquella aparatosa fiesta en la casa de
52
Carlos Fuentes en 1965, (...) fue el momento de la primera
efusión, cuando todo parecía estar cuajando, desde la política
de acercamiento de los intelectuales cubanos coalicionando a
todo nuestro ambiente con su promesa de libertad, hasta la
fundación de Mundo Nuevo con su sede agresivamente en
París". (Donoso 1984: 87)
Allí en Ciudad de México, estuvieron muchas
personalidades de todos los ambientes, entre ellos, el aún no
célebre García Márquez, donde la estrella fue, la entonces
esposa de Fuentes, Rita Macedo y terminó, según Donoso, con
la fiesta de noche vieja el año 1970 celebrada en la casa del
escritor español Luis Goytisolo, en Barcelona; a esta reunión
concurrieron un número bastante reducido, (en comparación a
la fiesta anterior) entre ellos, además de los que estuvieron en
la fiesta en México, (los Fuentes, los García Márquez y los
Donoso) asistieron los Vargas Llosa y Julio Cortázar con su
pareja. En esta ocasión de igual modo fue una mujer, la
estrella, María Antonia, la esposa de Goytisolo.
Si el BOOM existió, ¿qué fue del BOOM posteriormente?
Para nosotros sin lugar a dudas el BOOM existió, y más aun,
pensamos que mientras Fuentes, García Márquez y Vargas
Llosa sigan publicando, en los lectores comunes y corrientes,
el BOOM seguirá existiendo.
En otros niveles, tienen la palabra autorizada los
especialistas; además lo que sí debemos evidenciar una vez
más, es que a este prestigiado BOOM se le ha explotado hasta
el cansancio, acción que linda muchas veces con lo ridículo,
por parte de la publicidad que está directamente vinculado al
mercado y a la industria editorial. Estos malabaristas han
descubierto un nuevo miembro del BOOM allí donde hay, en
el mejor de los casos, un escritor de segunda o de tercera
categoría.
En las últimas dos décadas, amparados en el prestigio del
BOOM y con un buen trabajo de mercadeo, han hablado del
53
BOOM junior, del Sub-BOOM y han ofertado al público,
especialmente femenino y europeo, el BOOM femenino; una
chilena, una cubana y una nicaragüense son las dueñas de la
piedra filosofal.
Vargas Llosa a los 15 ó 16 edad años escribe y pone en
escena una pieza teatral llamada LA HUIDA DEL INCA, a
este escrito se lo comió la tierra; luego el año 1959 publicará
un pequeño libro de cuentos titulado LOS JEFES con el cual
obtuvo en España el Premio Leopoldo Alas; de cualquier
modo, era poco para lo que se veía venir. Antes de ser
publicada LA CIUDAD Y LOS PERROS, el año 1962 gana el
Premio Biblioteca Breve, y el año de su publicación (1963), en
Barcelona, obtuvo el Premio de la Crítica. Este joven autor al
irrumpir causó impacto y a la vez desconcierto, seguramente
porque este escritor era algo menos que desconocido en la
opinión pública. Un joven venido de un país con gloria y fama
por su pasado; pero ruinoso y casi olvidado por los lectores en
el presente. Vargas Llosa con sus 27 años se convertía en la
figura central de lo que a partir de ese momento se dio en
llamar el BOOM DE LA NOVELA LATINOAMERICANA.
Él responderá a todo esto, por un lado, con mucho trabajo,
como un verdadero profesional, como que en 1966 publicará
LA CASA VERDE con la cual ganará el Premio de la Crítica
y luego el Premio Internacional de Literatura Rómulo
Gallegos un año después. Y en 1969 publicará una de sus
mejores novelas CONVERSACIÓN EN LA CATEDRAL. La
mayoría de especialistas en literatura coinciden en que uno de
los aspectos más destacados en la obra de Vargas Llosa es su
excelente técnica y su alto profesionalismo en el trabajo. A
decir del mismo autor, para el perfeccionamiento de su técnica
y su dedicación al trabajo literario, hay dos autores de quienes
él se considera alumno y deudor: G. Flaubert y W. Faulkner.
Complementando lo anterior, hay que recordar que nuestro
autor desarrollará un excelente sentido de las relaciones
54
públicas y agudizará, desde horas muy tempranas, el don de la
oportunidad, para mantenerse siempre en al cresta de los
acontecimientos, sean estos literarios, políticos, deportivos o
del espectáculo.
Los directamente implicados en el BOOM han dicho poco
o casi nada sobre el ya legendario fenómeno. El que menos ha
hablado, siendo aparentemente el más beneficiado, es García
Márquez. Cortázar y Vargas Llosa en declaraciones o en
artículos no aceptan, en otros momentos dudan o aceptan a
regañadientes, y en otros rechazan tajantemente, comenzando
por la expresión BOOM. Carlos Fuentes es el único que ha
dedicado un excelente estudio al fenómeno, pero con la
lucidez que le caracteriza, en ningún momento, en las cerca de
cien páginas que consta el trabajo, menciona, ni la frase ni la
palabra, su investigación lleva por título LA NUEVA
NOVELA HISPANOAMERICANA.
En este libro que fue publicado el 1969, escribe: " ...
nuestro lenguaje ha sido el producto de una conquista y de una
colonización ininterrumpida; conquista y colonización cuyo
lenguaje revelaba un orden jerárquico y opresor. (...) La nueva
novela hispanoamericana se presenta como una nueva
fundación del lenguaje contra los prolongamientos
calcificados de nuestra falsa y feudal fundación de origen y su
lenguaje igualmente falso y anacrónico. Cabrera, Sainz,
Agustín y Puig nos indican dos cosas. Primero, que si en
América Latina las obras literarias se contentasen con reflejar
o justificar el orden establecido, serían anacrónicas: inútiles.
Nuestras obras deben ser de desorden: es decir, de un orden
posible, contrario al actual. Y segundo, que las burguesías de
América Latina quisieran una literatura sublimante, que las
salvase de la vulgaridad y les otorgase un aura esencial,
permanente, inmóvil. Nuestra literatura es verdaderamente
revolucionaria en cuanto le niega al orden establecido el léxico
que éste quisiera y le opone el lenguaje de la alarma, la
55
renovación, el desorden y el humor. El lenguaje, en suma, de
la ambigüedad: de la pluralidad de significados, de la
constelación de alusiones: de la apertura". (Fuentes 1969: 31)
Por su parte Vargas Llosa en 1971 declara: "Lo que se
llama Boom y que nadie sabe exactamente qué es-yo
particularmente no lo sé- es un conjunto de escritores,
tampoco se sabe exactamente quiénes, pues cada uno tiene su
propia lista, que adquirieron de manera más o menos
simultánea en el tiempo, cierta difusión, cierto reconocimiento
por parte del público y de la crítica. Esto puede llamarse, tal
vez, un accidente histórico. Ahora bien, no se trató en ningún
momento, de un movimiento literario vinculado por un ideario
estético, político o moral. Como tal, ese fenómeno ya pasó".
(Rama 1983: 59)
Después de 5 años de estas declaraciones, Julio Cortázar
hará las suyas sobre el tema y dice: "Quiero decir, en primer
lugar, que esta palabra, BOOM, siempre la he detestado,
porque finalmente es falsa, y además es lástima que para
designar un fenómeno típicamente latinoamericano, alguien
haya utilizado una palabra inglesa. Luego te diré que en
América Latina, en el momento en que este llamado BOOM se
manifiesta, existía un estado de sensibilidad que se traducía en
una expectativa, en un deseo de encontrarse a sí mismos, y de
encontrar a los escritores que podían expresar y traducir lo que
el pueblo no pudo expresar y traducir, sino es oralmente, y de
manera privada. Entonces, por otro lado, una serie de
escritores que aparecieron cada uno independientemente del
otro, y en países diferentes pero unidos en el tiempo, digamos
en un plazo de diez años, produjeron una serie de libros que
respondieron exactamente a esa expectativa y a esa
sensibilidad". (Campra 1987: 152)
Por otro lado Alejo Carpentier, considerado sin duda un
miembro del BOOM; pero no del "cogollo", niega
rotundamente la existencia del tal fenómeno en estos términos:
56
"Yo nunca he creído en la existencia del BOOM (...) El
BOOM es lo pasajero, es bulla, es lo que suena.(...) Luego, los
que llamaron BOOM al éxito simultáneo y relativamente
repentino de un cierto número de escritores latinoamericanos,
les hicieron muy poco favor, porque el BOOM es lo que no
dura. Lo que pasa es que esa fórmula del BOOM fue usada por
algunos editores, con fines más o menos publicitarios, pero yo
repito que no ha habido tal BOOM". (Rama 1984: 78)
El más célebre autor del BOOM es naturalmente García
Márquez, y de lo producido por este fenómeno, es su novela
CIEN AÑOS DE SOLEDAD. A partir de la década del 90 del
siglo pasado, el colombiano es el autor más famoso en el
mundo. En un afán de síntesis, cedemos la palabra a Carlos
Fuentes, para qué el mexicano nos ilustre en que consiste el
mérito literario del símbolo del BOOM. Leamos: "García
Márquez logra combinar el asombro de los primeros
descubridores con la ironía de los últimos: nosotros mismos.
La maravilla de esta gran novela es que hace presentes los
tiempos personales e históricos de la América india, negra y
española, en el espacio intemporal del inmenso continente.
Nos hace darnos cuenta del hambre que nuestro inmenso
espacio sigue teniendo de historia. Pero esa historia, cuando se
manifiesta, lo hace con una fuerza épica que avasalla y
sojuzga a la naturaleza y a los hombres. Entre la naturaleza y
la historia, García Márquez fabrica la repuesta del mito, de la
narración, del arte. Al recordar todo, García Márquez lo desea
todo. La condición es escribirlo todo para obtener algo: la
parcela de realidad que nos corresponde vivir". (Fuentes 1990:
19)
A pesar de los silencios, dudas y negaciones de parte de
los directamente implicados y beneficiados con el fenómeno,
nosotros creemos que el BOOM DE LA NOVELA
LATINOAMERICANA fue (algo queda) un fenómeno entre
político y publicitario; pero sobre todo literario que se
57
materializó, principalmente, en ese conjunto de novelas
producidas más o menos en un lapso de 10 años, donde se
combina la técnica más depurada de las mejores novelas
producidas en los últimos cien años en Europa y en EE. UU,
con las grandezas y las miserias de la vida diaria de estos
pueblos y, a la vez, con lo que guarda la memoria popular en
el continente latinoamericano.
A esto llámese encuentro, injerto, sincretismo ó
aculturación; los adjetivos en español sobran, dependiendo
mucho, de las concepciones y perspectivas con las cuales se le
mire y juzgue. Para nosotros el término más preciso sería
síntesis. Síntesis de lo universal y lo particular, de la realidad y
la fantasía, del pasado y del futuro, de lo que muere y de lo
que nace, de los sueños y los desvelos, y por último de la
imaginación más desenfrenada y la técnica mejor cultivada.
Más aún creemos, mientras los tres, de los "cuatro grandes"
que todavía viven, sigan escribiendo y publicando, el BOOM
seguirá existiendo, posiblemente para los especialistas no,
pero sí para la publicidad, el mercado y sobre todo, para el
común de los lectores.
Finalmente, en este nivel, terminamos dando la razón a
Miguel Gutiérrez cuando resume el significado y los aportes
del BOOM en la literatura castellana: "Como todo gran hecho
literario la nueva novela latinoamericana fue, ante todo, un
gran acontecimiento verbal, pues con el conjunto de sus
realizaciones, el español (y el portugués) americano alcanzó
un esplendor y dimensión poética comparable al español de
Cervantes y Quevedo. ¿Cometo una hipérbole?... He dudado
un instante. Pero en seguida he recordado la prosa de Borges,
la magnificencia verbal de Paradiso, de Gran Sertón: Veredas
y esa polifonía de voces con que está tejido Tres Tristes
Tigres, y se disipan mis dudas". (Gutiérrez 1996: 18)
Los concursos literarios y los premios organizados por los
Estados, empresas privadas o fundaciones fueron otro
58
condicionante; claro que los mismos comenzaron antes que el
BOOM hubiera aparecido, como por ejemplo el organizado en
1941 por la casa Farrar-Reinhart, de Nueva York, que premió
al peruano Ciro Alegría por su novela El MUNDO ES
ANCHO Y AJENO; el de 1957 por la Fundación William
Faulkner que premió al chileno José Donoso por su novela
CORONACIÓN. Y en 1960, finalmente, en vísperas de la
aparición del BOOM, la revista Life en español premió
CEREMONIA SECRETA del argentino Marco Denevi.
Después vendrán los concursos y los premios en
Barcelona El Premio Biblioteca Breve, además del Premio de
la Crítica. El Premio internacional Rómulo Gallegos en
Venezuela será famoso, hasta los anuales de Casa de las
Américas. Por último vendrán todos los de Europa,
especialmente los de España, hasta llegar al codiciado Premio
Nóbel.
Estos concursos y premios no estuvieron al margen de
intereses económicos y políticos, como es ya historia
conocida. En la mayoría de los casos los organizadores, o
estaban ligados a la industria editorial, o eran directamente
estas empresas quienes los organizaban. García Márquez
conocedor de tales métodos y negocios nos da una versión de
primera mano, cuando escribe: "Un editor me dijo hace poco
que la industria editorial no la hacen los escritores, ni los
escritores y editores juntos, sino sólo los editores. (...) Esa
concepción mesiánica de su propio destino es sin duda lo que
ha inducido a las casas editoriales a la patraña de los
concursos literarios. Los organizan y convocan con ínfulas de
benefactores de la humanidad y arcángeles de la cultura,
cuando lo único que hacen en realidad es promover el nombre
de sus propias empresas a costa de los escritores que no tienen
quién los publique, como no lo han tenido al principio de sus
vidas ninguno de los escritores grandes que en el mundo han
sido". (García Márquez 1992: 154)
59
Las empresas editoras que lanzaron al BOOM tienen tres
centros de impresión, difusión y publicidad. En Buenos Aires,
Losada, Emecé, Sudamericana y Compañía General Fabril
Editora. En México, Fondo de Cultura Económica, Era,
Joaquín Mortis. En Barcelona, Lumen, Anagrama y Seix-
Barral.
Este último centro y empresa editora es digno de mención,
en la medida que por allí se comenzó hablar del BOOM y esto
está directamente ligado a Vargas Llosa. Las contradicciones
interregionales con la burguesía española fue el motivo que
impulso a tres empresarios catalanes (Joan Petit, José María
Castellet y Carlos Barral) a fundar la Editorial Seix-Barral, la
misma creará el Premio Biblioteca Breve que se otorga cada
año.
Es muy sintomático que desde su creación hasta 1969,
(año de la división de la empresa) se otorgó el premio, en su
mayoría, a escritores latinoamericanos, veamos: El año 62 al
peruano Vargas Llosa, el 63 al mexicano Vicente Leñero, el
64 al cubano Cabrera Infante, el 67 al mexicano Carlos
Fuentes, el 68 al venezolano Adriano León y el año 69 al
chileno José Donoso. La mayoría de los dueños fueron jurados
al premio y tenían como lengua materna el catalán, de allí que
algunos estudiosos, como Donoso, sostienen que esto
influenció en su decisión de otorgar el premio a los hispano-
hablantes de América Latina, y no a los hispano-hablantes que
tienen como centro Valladolid, y así premeditadamente o no
impulsaron el BOOM DE LA NOVELA
LATINOAMERICANA en su conjunto.
Luego tenemos que desde los años 50 ó 60, como
consecuencia del desarrollo del sistema capitalista, los
mercados de América Latina se abren más a Europa y EE. UU,
y quienes manejaron los mismos, ampliarán
considerablemente su interés sobre esta vasta población, que
con sus dialectos disímiles, hablan el mismo idioma; como
60
consecuencia el intercambio fue fluido y las empresas
editoriales directamente, o vía sucursales, pudieron funcionar,
o vender en cualquier país del sub-continente americano.
Los capitales públicos, privados o mixtos españoles se
interesaron nuevamente por la industria editorial y trataron de
conquistar nuevos mercados o de recuperar donde los habían
perdido como consecuencia de la Guerra Civil. Esta actividad,
es otro de los hechos, que condicionaron la aparición y el
desarrollo del BOOM DE LA NOVELA
LATINOAMERICANA.
En directa relación con lo anterior se ha internacionalizado
más la cultura y especialmente el libro y como consecuencia
los autores. La demanda sobrepasa a la oferta, hay miles de
lectores activos y millones potenciales, especialmente en la
pequeña burguesía acomodada, en la burguesía
intelectualizada y en la aristocracia ilustrada.
Como parte del mercado y de las empresas editoras, la
publicidad juega un rol importante, que si bien no lo hace
todo, su contribución es fundamental en tiempos como los que
se viven; esto no implica, bajo ningún punto que se
desmerezca la calidad, fantasía y el gran nivel técnico-literario
alcanzado por la mayoría de los miembros del BOOM,
especialmente los del "Cogollo".
Los comentarios, reseñas y entrevistas; además las
invitaciones a congresos y seminarios, las traducciones y los
numerosos viajes contribuyen considerablemente a hacer
conocidos el nombre de los escritores, y naturalmente
producto conocido es producto vendido. De ahí que la
escritora Rosa Montero tiene toda la razón cuando escribe: " ...
el nombre, la imagen y la idea previa pesan más en el destino
de un libro que la calidad y el contenido del libro en sí".
(Montero 1998: 6)
Con estas ideas entendemos a Julio Cortázar cuando decía
"... es lástima que para designar un fenómeno típicamente
61
latinoamericano, alguien haya utilizado una palabra inglesa".
La verdad es que el capitalismo como sistema, para poder
sobrevivir, una de sus razones de ser es la ganancia, y en
función de ella su acción no tiene fronteras, no hay idioma, ni
cultura que valgan, si no sirve a sus intereses. El inglés por ser
el idioma de las dos más grandes potencias colonial-
imperialistas de todos los tiempos, es el lenguaje de la compra
y venta, del mercado, y, como es natural este fenómeno tan
importante para el continente, comenzando por el nombre, no
podía escapar a su sello.
Ángel Rama en torno a la palabra BOOM, escribe: "Ella
no proviene sino remotamente de la vida militar, como
onomatopeya de explosión, teniendo sus orígenes en la
terminología del "marketing" moderno norteamericano para
designar un alza brusca de las ventas de un determinado
producto en las sociedades de consumo. Postula la existencia
previa de dichas sociedades, tal como se percibió desde la
posguerra en los enclaves urbanos más desarrollados de
América Latina, donde ya se había producido el BOOM de los
artículos de tocador y pronto se registraría el de las
calculadoras y los electrodomésticos". (Rama 1983: 56)
Los escritores del BOOM, especialmente del "cogollo"
tienen una formación cultural bastante amplia, y en algunos,
hasta enciclopédica. Todos hablan un inglés fluido y de buen
nivel, además de francés. Son escritores que han tomado esta
actividad con seriedad y responsabilidad, es decir, como
verdaderos profesionales, hecho que en América Latina no se
había dado antes, salvo contadas excepciones. Sus vidas, con
algunos cortos intervalos, están totalmente dedicadas a la
producción literaria.
Claro que esto tiene también sus bemoles, como que
rompen con la idea tradicional de artistas y para algunos son
sólo técnicos altamente calificados del lenguaje, porque han
perdido la espontaneidad, y más aún, sus compromisos con las
62
empresas editoras les obliga producir, no espontáneamente,
más bien mecánicamente. Lo último explicaría el porqué, en
los autores conformantes, como los llama José Donoso, del
"Club de los cuatro", salvo García Márquez, en su larga
producción tienen algunos altibajos, y da la impresión que
estos altibajos (Cortázar reconoció esto) son motivados por la
presión del tiempo y las editoriales, de allí que la calidad no
tenga la brillantez y el toque final de las otras obras que fueron
trabajadas a ritmo normal.
La mayoría, si no viven aún en el extranjero, han vivido
por largas temporadas, y los "cuatro grandes" si ya no
publican, pero de igual manera publicaron en el extranjero,
particularmente sus primeras novelas. Por un buen tiempo la
mayoría fueron buenos amigos y hasta vivieron en una misma
ciudad, Barcelona; se estimulaban y apoyaban mutuamente, es
la razón que llevó a algunos escritores, como Miguel Ángel
Asturias, a hablar de la "mafia" o de la "argolla".
Casi todos los miembros del BOOM de la novela
latinoamericana se declararon en su momento ideológica y
políticamente como izquierdistas y anti-imperialistas,
especialmente los del "cogollo". La Revolución Cubana fue
una de las acciones que los encandiló, como se puede ver en la
parte correspondiente de esta investigación. Ahora los tiempos
han cambiado. Julio Cortázar murió en su ley, Carlos Fuentes
se ha reconciliado con el orden, pero tiene el buen sentido de
no ser anti-comunista, Gabriel García Márquez podría decir,
repitiendo a José Carlos Mariátegui, "antes de haber cambiado
he madurado", y Mario Vargas Llosa, su historia es más o
menos conocida, que en el momento nos ahorra comentarios,
teniendo en cuenta que este aspecto de su vida, lo tratamos en
otra parte de este trabajo.

63
EN TORNO A LA IDEA DE GENERACIÓN
LITERARIA

La utilización del término generación tiene vieja data y la


bibliografía es abundante; además, es pertinente aclarar, que
no sólo se refiere a esa forma especial de conocimiento y
expresión humana llamada literatura, como es más o menos
idea generalizada; sino que también a la historia, la política, la
filosofía, etc. Nosotros nos detendremos en las ideas de José
Ortega y Gasset, en la medida que es el autor de LA
REBELIÓN DE LAS MASAS, el más conocido y quién más
ha influenciado, con su idea de generación, en la mayoría de
estudiosos peruanos y latinoamericanos.
En un artículo publicado en el año 1933, dice: "Allá por
1914, y luego en un libro que se publicó en 1921, me atreví a
decir que la generación era el concepto fundamental en la
historia, cuando nadie en Europa hablaba de ello". Párrafos
después precisa, "... la vida del hombre se divide en cinco
edades de a quince años: niñez, juventud, iniciación,
predominio y vejez. El trozo verdaderamente histórico es el de
las dos edades maduras: la de iniciación y la de predominio.
Yo diría que una generación histórica vive quince años de
gestación y quince de gestión". (Portuondo 1981: 51 y 52)
Cuando Ortega y Gasset dice "nadie en Europa hablaba de
ella", está exagerando, en la medida que por esos mismos
años, si bien es cierto con distinto entendimiento, también
hablaron de generación F. Metré, G. Lukács y J. P. Sartre,
entre otros.
En América Latina, centrando principalmente en el plano
de la literatura, se ha trabajado con alguna amplitud dicho
tema, desde los tiempos del mexicano Juan José de Eguiara,
pasando por el argentino Ricardo Rojas y el colombiano

64
Gustavo Otero hasta el dominicano Pedro Henríquez Ureña y
los cubanos José Portuondo y José Arrom.
De igual manera en Perú se ha recurrido a dicho concepto,
no sólo en el plano de la literatura, sino también en la historia,
la política y la filosofía. La verdad es que con diferentes y
hasta antagónicas concepciones, encontramos la idea en los
trabajos de José Carlos Mariátegui, Luis Alberto Sánchez,
Alberto Tauro, Alberto Escobar, Augusto Salazar Bondy,
Pablo Macera y Antonio Cornejo Polar, entre otros. En los
últimos años destaca la investigación de Miguel Gutiérrez con
el sugerente título: LA GENERACIÓN DEL 50: UN
MUNDO DIVIDIDO.
En el párrafos siguiente, Gutiérrez resume su concepción,
no sólo discrepante, sino que, en lo fundamental diferente a la
de Ortega en torno a la idea de generación, leamos: "Será
necesario añadir, sin embargo, que las generaciones -
conformadas por la totalidad de coetáneos en un momento
histórico dado e insertas en las clases sociales, producto todo
ello del reino de la necesidad tanto biológica como social- se
irán escindiendo, agrupándose y reagrupándose como
consecuencia de las opciones asumidas por sus integrantes -y
éste es el reino de la libertad- frente a la lucha de clases, a los
diversos proyectos sociales en pugna -conservadores,
reformistas y revolucionarios- y a las formas ideológicas,
incluidos las formas estéticas; ...". (Gutiérrez 1989: 36)
En principio aceptamos la idea de generación como "...
concepto fundamental de la historia,..." que nos sirve para
poner límites en el tiempo y poder tener una idea formal y
general de cuanto ha sucedido en ese lapso de "... quince
años..."; hasta allí concordamos con Ortega y Gasset. Pero si
en la investigación nos limitamos a ello, simple y llanamente
nos estaríamos quedando en lo superficial, en el nivel que la
epistemología llama la etapa empírica o sensorial del
conocimiento. Por el contrario el interés que tiene la ciencia en
65
toda investigación es penetrar y desentrañar las esencias, las
causas últimas que generan el fenómeno, esto implica buscar y
entender los hechos dados en sus más insignificantes
existencias. Existencias que se dan fuera e
independientemente de la voluntad del investigador; además
es obligación conocer si estas particularidades se rigen por
principios lógicos o simplemente por el azar: Si se da este
último caso, el papel del investigador será bastante limitado.
En el otro caso, como creemos que sucede en la realidad,
conociendo los principios lógicos que impulsan y determinan
los fenómenos en sus interioridades, tendremos la obligación
de sistematizar y sintetizar, y así tener un nuevo conocimiento,
en grado superior, del fenómeno investigado. De haber
sucedido ello, comprenderemos mejor sus rasgos y tendencias
de su posterior desarrollo.
Sin caer en el psicologuismo, creemos que la metáfora de
H. Hesse de que: "... el hombre es una cebolla de cien telas, un
tejido compuesto de muchos hilos". (Hesse 1998: 71), nos
ayuda a comprender las muchas diferencias que puede haber
entre personas y con mayor razón en un grupo de individuos
conformantes de una determinada generación.
La otra cara de la medalla se da en personas muy
diferentes por generación, por país de nacimiento y aun por
pasado cultural; pero en un momento dado se agrupan y se
entienden con otras personas, que generacionalmente no
tienen nada en común, como es el caso del belga-argentino
Julio Cortázar, 22 años mayor que el "andino y serranito"
Vargas Llosa. Al pasar el tiempo, trabajan en el mismo género
literario, y no sólo son dos de los mayores representantes del
BOOM DE LA NOVELA, sino que también cultivaron una
gran amistad que, ni las diferencias ideológicas y las
discrepancias políticas posteriores mellaron esa relación
humana, que duró hasta que el primero de ellos dejó de existir.

66
De allí que César Vallejo era concluyente cuando escribía:
"La edad común a un grupo de escritores no determina el
espíritu común de su producción. Muchas veces este espíritu
común existe más bien entre escritores de diversas edades y
aún de diferentes épocas". (Vallejo 1987: 311)
En concreto, como se puede deducir de nuestra
argumentación en torno a la idea de generación, nosotros
concordamos plenamente con el concepto de Vallejo y
Gutiérrez que tiene que ver más con condiciones o contextos,
y sólo hasta una primera etapa con la concepción de Ortega y
Gasset, entendido el término generación como un método para
comprender los fenómenos históricos-políticos, filosóficos-
literarios.

CONTEXTO EN EL CUAL SURGIERON LAS


GENERACIONES DE INTELECTUALES EN
PERÚ

La denominada "Generación del 900" es el primer


antecedente en este siglo. Este grupo aparece en el Perú, en un
momento histórico marcado por las siguientes características:
En el plano económico, la sociedad peruana, desde hacía
treinta años atrás, vivía un proceso de tránsito de una
estructura feudal a semi-feudal. Las primeras manifestaciones
de desarrollo del sistema capitalista se harán evidentes.
Expresiones, por un lado, como producto de las
necesidades del desarrollo interno, propio del desarrollo de las
fuerzas productivas nativas y también de la penetración de
capital imperialista, principalmente inglés. Este proceso lento
fue de alguna manera interrumpido por esa acción político-
militar, conocida con el nombre de la "guerra del salitre",
(1879-1883) entre los aliados Perú-Bolivia en contra de Chile.
Es claro que detrás de ellos estaban las empresas

67
estadounidenses o inglesas que pugnaban por el control
económico de la zona.
El desarrollo del capitalismo se expresará, entre otras
formas, con el crecimiento de las ciudades y en éstas de los
primeros centros fabriles y manufactureros, principalmente en
Lima y el puerto del Callao; además con el inicio y desarrollo
de las actividades de perforación y extracción de petróleo en la
costa norte, la agroindustria a lo largo de la costa, los centros
mineros, principalmente en la sierra norte y centro del país y,
por último, en la comercialización de cueros y lanas en la red
Arequipa, Cuzco y Puno, productos que luego terminarán en
las fábricas de Manchester y Londres.
Algunas haciendas y latifundios serranos evolucionaban
lentamente y se "modernizaban" y sobre todo crecían, a
expensas y en desmedro de las parcialidades y comunidades
campesinas indígenas, fenómeno conocido con el nombre de
despojo.
A nivel internacional la influencia y control del
imperialismo inglés decaía, este aparente vacío será llenado
con creces por el imperialismo internacional en su conjunto,
particularmente, por los EE. UU.
En el plano político-social se daba un reacomodo al
interior de las facciones de las clases dominantes, en relación
al control del Estado y del gobierno, de las instituciones
públicas y representativas, del poder regional y local. Las
alianzas y las trenzas en este nivel, determinadas por
necesidades, funcionaron a satisfacción. Algunas familias y
nombres aristocráticos decayeron y fueron reemplazados por
los nuevos ricos, ligados a actividades menos nobles pero más
lucrativas, como la extracción del caucho, los cultivos de caña
de azúcar, algodón, vid, el comercio y la manufactura.
Las clases dominantes se preocupaban en "modernizar" el
Estado, comenzando con la burocracia y sobre todo las fuerzas
armadas, que venían de una derrota humillante en la guerra del
68
79, se hacían más profesionales y se encargaba su
reorganización y preparación a misiones extranjeras,
particularmente francesas y españolas. Después, fueron los
EE. UU los encargados, no sólo de su equipamiento y
reorganización, sino sobre todo de su control.
La iglesia católica seguía siendo no sólo el gran poder
espiritual, sino que también el político, su influencia en la
conciencia de la población, en lo fundamental se mantenía,
desde su llegada con la conquista; a pesar de que el
protestantismo, con su prédica renovadora, patrocinada por
Inglaterra primero y EE. UU después, hacía su aparición con
muchos bríos en el país.
A nivel de las ideas, el positivismo había penetrado con
mucha fuerza, particularmente en las universidades y había
ganado el interés y la mente de nuestros principales
intelectuales, es así como el método y las recomendaciones de
Augusto Comte y Herbert Spencer serán repetidos de buena
manera, con mucho entusiasmo y con algo de imaginación,
por nuestros positivistas nativos, como Javier Prado, Manuel
Vicente Villarán, Jorge Polar, Joaquín Capello, Carlos Wiese,
Mariano H. Cornejo. Método que contagió, hasta cierto punto,
a la "Generación del 900", es decir a los hermanos Francisco y
Ventura García Calderón, Oscar y Luis Miró-Quesada, y hasta
un determinado momento, a Víctor Andrés Belaúnde y José
de la Riva Agüero. A este grupo habría que agregar al poeta
José Gálvez y a "... ese auténtico disidente que fue, dice
Guitiérrez, José María Eguren". (Gutiérrez 1989: 43)
En esta su etapa filo-positivista y rebelde, es cuando de la
Riva-Agüero recorre gran parte del "Paisaje peruano" a lomo
de mula y sin ningún temor y con mucha amargura y
desengaño acusará a la aristocracia gobernante, de la cual
provenía, de ser la culpable de los terribles males que agobian
al país. Leamos: "!Pobre aristocracia colonial, pobre boba
nobleza limeña, incapaz de toda idea y de todo esfuerzo! (...)
69
!qué incomprensión de las seculares tradiciones peruanas, qué
estúpido y suicida desdén por todo lo coterráneo, qué sórdido
y fenicio egoísmo!". Por su parte Belaúnde refiriéndose a la
misma clase y en cabeza de su generación, por estos mismos
años, escribía: "No somos los Quijotes que se estrellan
noblemente contra los molinos de viento, sino los Sanchos
fracasados expuestos al mantenimiento y a la risa universal".
Y tiempo después reclamaba ¡Queremos patria!". (Roldán
1986: 138)
Por otro lado, el campesinado indígena tendía a disminuir,
las comunidades y las parcialidades sufrían el despojo a manos
de los grandes y medianos terratenientes y como consecuencia
se veían obligados a emigrar a las capitales de distrito, de
provincia, de departamento, y por último a Lima, la capital de
la república. Una cantidad respetable de estos sectores
emigrados, lentamente se transformaron en proletariado
industrial, semi-industrial o agrícola, particularmente, en las
haciendas agro-industriales o en los centros mineros.
En las ciudades medianas y grandes muchos artesanos se
arruinaron, como consecuencia de la penetración de la
máquina, la producción en escala y las importaciones, muchos
de ellos terminaron vendiendo directamente la fuerza de su
trabajo como proletarios modernos en las fábricas nacientes, y
sólo unos pocos lograron transformarse y devenir en pequeños
empresarios con relativo éxito en la competencia que la nueva
situación les imponía.
Los sectores medios o pequeño-burgueses nacientes se
multiplicaban a lo largo y ancho del país, del mismo modo sus
necesidades y demandas, sobre todo en el plano de la
educación y cultura, que hasta ese entonces era patrimonio,
casi exclusivo, de la aristocracia decadente y de la gran
burguesía naciente.
Así como la aristocracia y la gran burguesía generaron, o
intentaron generar un conjunto de intelectuales,
70
gramscianamente hablando "intelectuales tradicionales", para
a través de ellos expresar sistemática y sintéticamente sus
inquietudes, aspiraciones e intereses políticos e ideológicos,
los sectores populares, de igual manera en esta época,
generarán sus teóricos, portavoces o "intelectuales orgánicos".
Allí tenemos a toda la producción y creación artístico-
intelectual que toma al indio y el proletario naciente como su
centro y referente. Y de igual modo, la producción que tiene
en los sectores intermedios su fuente de inspiración.
La expresión política de estos sectores serán el anarquismo
y el indigenismo en sus diversas vertientes y variantes,
movimientos que frecuentemente han intentado, si no
fusionarse, sí alimentarse mutuamente; los más grandes
exponentes de esta tentativa son, sin lugar a dudas, Manuel
González Prada y Pedro Zulen.
Lo descrito es el contexto histórico, económico-social que
fue denominado por el historiador Jorge Basadre como la
República Aristocrática (1895-1919). República que tuvo su
centro en Lima, y contaba como réplicas menores las ciudades
de Arequipa y Trujillo.
Es la etapa del predominio del "gran partido del orden", el
partido civilista y con pequeños y ligeros intervalos de los
partidos menores, llámense el Liberal o el Demócrata.
En Lima nació y se desarrolló la "Generación del 900". La
mayoría de sus miembros descendían directamente de la
aristocracia limeña, pasan por el colegio La Recoleta, y
después de sus tempranos coqueteos con el positivismo en la
Universidad regresan a su antiguo espíritu de casta y a su no
desterrado espiritualismo e hispanismo.
La herencia teórica del doctor Alejandro Deustua renace
en terreno abonado, y así se convierten en el alma y la
conciencia de esta clase que vivía su última primavera
histórico-política. De allí que, años después, cuando la
aristocracia terrateniente es desplazada por la gran burguesía
71
del control del Estado y del gobierno, no tendrán ningún pudor
en adherir, propagandizar y hasta teorizar en las "nuevas"
ideas que avanzaban arrolladoramente en la Italia de los
"fascios", la España de la "falange" y la Alemania del
"nacional-socialismo". Es decir, el espiritualismo o neo-
tomismo en lo filosófico, el fascismo en lo político y el
corporativismo en lo organizativo. En los años 30, una
variante del fascismo, "El fascismo mesocrático arraigó en los
claustros de la Universidad Católica, en las filas de los
miembros de la Acción Católica y en los colegios regentado
por religiosos". (López Soria 1981: 22)
Esta universidad, desde su fundación (1917), y no sólo en
los años 30, sino que hasta bien entrado el siglo XX, ha sido
un centro académico donde se han almacigado y cultivado, las
más oscuras ideas de casta, de raza y, naturalmente,
antidemocráticas
Víctor Andrés Belaúnde en 1931 rechazaba, con parecidos
argumentos, tanto la democracia liberal como al socialismo.
Leamos para la ocasión este párrafo: "No hay que basar la
sociedad política ni en el individuo ni en la masa, extremos
que se tocan (Rousseau y Marx se entienden), sino en la
familia y el gremio. Sin el gremio no habría habido control
para el feudalismo. La utopía de Rousseau nos dio, bajo el
Estado liberal, el dominio de una casta industrial. Las
corporaciones viven en las trade-uniones y en muchos
sindicatos del siglo XIX que han sido la gran fuerza
controladora. La ilusión de Marx, nos dará en realidad, el
dominio de una casta de demagogos. Para prevenirla o para
liberarse de esta dominación no hay otro remedio que el
corporativismo". (Belaúnde 1964: 16)
José de la Riva-Agüero escribió en 1937 luego del triunfo
del fascismo en Italia: "Por fin la reacción ha triunfado en
todas las líneas, y ha producido sus naturales desinfectantes y
salubérrimos efectos. Ha triunfado en Italia definitivamente,
72
contra los tibios centristas desorientados y los frenéticos
demagogos subversivos; y ahora difunde, no sólo en Europa
sino en el Universo entero, los ecos jubilosos y las salvadoras
imitaciones de su incomparable y redentora victoria". (de la
Riva-Agüero 1975: 270)
El fin de la República Aristocrática en 1919 y la
instauración del llamado "Siglo de Leguía", significó el
desarrollo y profundización del capitalismo en el país.
Capitalismo que se coludía y entrelazaba con el capital
imperialista; por consiguiente, condicionado por sus propias
necesidades, determinó el desarrollo y crecimiento de las
ciudades en desmedro del campo.
A nivel de clases, la aristocracia terrateniente cedía al
empuje de la gran burguesía. La gran burguesía en el poder,
representada por el presidente Leguía y sus once años de
gobierno, se propuso, y en parte consiguió, "modernizar"
capitalistamente al país, comenzando con el plan vial a nivel
nacional, el plan urbanístico en las capitales de departamento
y principalmente de la capital de la república, pasando por la
industrialización sectorizada, la formación de organismos
deportivos y de recreación, y terminando con la Constitución,
de predominante orientación demo-liberal burguesa del año
1920, donde tuvieron destacada actuación en su polémica
jurídico-política dos conocidos personajes: Javier Prado y
Evaristo Gómez Sánchez.
En el plano de las ideas, el positivismo de la generación
anterior, encontraba mejores condiciones para desarrollarse, la
instrucción pública se amplió a otros sectores sociales, la
Universidad se democratizó, la reforma del año 1919 fue la
mejor expresión de lo dicho, la iglesia católica se
metamorfoseó una vez más y abandonó, en alguna forma, a
sus antiguos socios y adhirió al nuevo "Pachacútec", como
solía hacerse llamar Leguía. Los sucesos del 23 de Mayo del
año 1923 son una muestra de lo aquí afirmado.
73
Las también denominadas clases subalternas ganan
terreno y espacio en la sociedad, los obreros conquistaban las
8 horas de trabajo, los indios a fuerza de luchas, sangre y
organización se hacían sentir hasta en la misma capital de la
república, de allí que el presidente se hacía llamar "protector
de la raza indígena" y pronunciaba algunos de sus discursos en
quechua, idioma del cual tenía pocas luces, naturalmente.
A nivel internacional se vivía, por un lado, los efectos de
la Primera Guerra Mundial y el triunfo de la primera
revolución socialista en el mundo, en Rusia 1917, hechos que
no sólo en el Perú sino en el mundo entero, remecerán las
estructuras económicos-sociales, y naturalmente las
conciencias de la población.
Y, por otro lado, el país se había integrado decididamente
a los vaivenes de la política económica internacional y así se
acentuaba su condición de semi-colonia. El control
económico, político-social y militar de EE. UU, lógicamente,
se hizo hegemónico, ésta es la razón que lleva al historiador
Pablo Macera a afirmar lo siguiente: "El Perú podría ser
considerado alrededor de 1920 a 1930 una provincia del
imperio capitalista norteamericano". (Macera 1977: 228)
En otras palabras, en esta etapa, la sociedad peruana se
había flexibilizado y creció, tanto horizontal como
verticalmente, y a la vez, puso las bases, tanto materiales
como espirituales, para que la "Generación del 20" se
desarrolle, florezca y dé los frutos que dio, frutos que sin lugar
a dudas alimentaron a las generaciones siguientes, y en el caso
de uno de ellos, Mariátegui, se discute la vigencia de su
pensamiento hasta hoy.
La "Generación del 20", por vivir otro momento histórico,
por la extracción de clase de la mayoría de sus miembros, por
la presencia provinciana y de las mujeres, y por el libre
albedrío de algunos de ellos, se diferenciará notablemente de
la generación que la precedió. Esta generación no se
74
circunscribió a Lima, muchos de sus miembros comenzaron su
formación en provincias (Chiclayo, Trujillo, Cuzco, Puno),
tampoco se orientó en una sola dirección, su interés por
comprender el país fue múltiple y variado, su formación
cosmopolita, y algunos de ellos fueron autodidactas.
Es de importancia constatar que este cosmopolitismo hace
que el 90% de los miembros de esta generación, si no vivieron
hasta su muerte en Europa, caso de Vallejo, por lo menos
visitaron largas temporadas el viejo continente. Europa, en
cualquiera de sus veinte variantes, ha jugado y juega un rol
cautivante en el imaginario del intelectual peruano y sin temor
a equivocarnos también en el latinoamericano, como veremos
posteriormente.
Sólo como ilustración mencionamos algunos nombres
conformantes de esta generación: Julio César Tello además de
médico es arqueólogo, Luis E. Valcárcel es un historiador y
etnólogo, Jorge Basadre historiador, Luis Alberto Sánchez
literato y político, Haya de la Torre ensayista y político, José
Carlos Mariátegui ensayista y político y César Vallejo poeta y
ensayista.
Como se puede observar, por la variedad de disciplinas
cultivadas, esta generación abarcó casi todas las ramas de las
ciencias humanas, desde los estudios del origen del hombre
peruano, pasando por su historia y economía, sus expresiones
culturales y artísticas, hasta el interés por el futuro que depara
a esta sociedad, como un segmento más de la humanidad
entera. Además, es de importancia hacer resaltar la irrupción
de la mujer en campos que hasta entonces estuvieron
reservados exclusivamente para los hombres.
Aunque parezca contradictorio, esta generación se forjó
bajo la sombra de una dictadura con máscara de civil, no
respiró los aires de libertad y democracia que comúnmente se
reclaman para el florecimiento de estas actividades humanas,
acción similar que se repetirá con la generación del 50 que se
75
forja, como veremos posteriormente, envuelta también por el
manto de una dictadura.
En el plano estrictamente de las ideas y la investigación,
en esta generación encontramos, en lo fundamental, el
predominio del método positivista y del materialismo
dialéctico e histórico, el neo-tomismo fue desplazado pero,
como veremos más tarde, no había muerto. En el plano
estrictamente político estará marcado por la aparición del
socialismo y el aprismo, corrientes políticas que de alguna
manera se han disputado el control e influencia de las mentes
más lúcidas y de las masas populares, hasta bien entrado el
siglo en este país. Estas corrientes están ligadas a dos nombres
de esta generación: José Carlos Mariátegui y Víctor Raúl Haya
de la Torre respectivamente.
Por último, en esa revolución en la cultura que duró 10
años más o menos, se dio la gran ruptura, nunca más las clases
dominantes hegemonizarán la vida intelectual y política en el
país. La crítica al sistema y a las clases dominantes, es verdad
que no tuvo la acidez que destilaba la pluma del maestro
González Prada, pero en cambio precisó serena y
coherentemente las causas de los males y más aún, las
alternativas viables. En otras palabras, de parte de los sectores
populares y proletarios, democráticos y progresistas, la crítica
en contra del orden establecido fue materializada desde varios
ángulos y con fuego cruzado. Ataque del cual, sólo 50 años
después, intentarán recuperarse y contraatacar, precisamente a
través de la pluma, el prestigio y la acción de Mario Vargas
Llosa.
Algunos miembros de esta generación, como es natural
nunca rompieron con el sistema y otros se reconciliaron, si en
algún momento se habían enemistado, ya entrados en años les
encontramos trabajando y apuntalando el orden, como
Valcárcel, Basadre y Porras que llegaron a ser ministros de
gobierno, Haya de la Torre presidente de la Asamblea
76
Constituyente o Luis Alberto Sánchez Vicepresidente de la
república. Esta acción, en algunos de ellos, no desmerece,
naturalmente, la obra de investigación realizada.
En contraposición a los primeros, otros miembros de esta
generación se mantuvieron hasta el final de su vida en sus
posiciones y murieron en su ley, destacando entre ellos, José
Carlos Mariátegui y César Vallejo. Los dos personajes que
simbolizan con sus vidas y sus obras la ruptura y la
consecuencia, de allí que se hayan convertido, al pasar de los
años, en las dos figuras simbólicas del pueblo peruano; e
incluso, algo sintomático, las mismas clases dominantes han
intentado, no en pocas oportunidades, adueñarse de sus
nombres y convertirlos en figuras "nacionales", pero a
condición, como no podía ser de otra manera, de ocultar el
mensaje de su pensamiento.
Mariátegui es la personalidad emblemática de la
generación y su resplandor cubre todo el siglo; en Perú y
Latinoamérica la bibliografía es frondosa y creemos, a
despecho de lo que algunos afirman que las ideas del Amauta
han pasado de moda, se seguirá escribiendo, en la medida que
la realidad latinoamericana y principalmente peruana por él
analizadas, y sobre todo criticadas en lo esencial, han
cambiado poco.
El Amauta sin lugar a duda imprime su sello a esta
generación y a las demás generaciones, que no sólo recurrirán
al "arma de la crítica", sino que, en un momento dado,
emprenden "la crítica de las armas". Concretamente nos
referimos a algunos miembros de la generación del 50 que
dieron todo o casi todo en respaldo de sus ideas y
convicciones, en especial los que comienzan con Luis de la
Puente y Guillermo Lobatón y terminan con Abimael Guzmán
y Antonio Díaz Martínez. Todos confesos seguidores de
Mariátegui.

77
A partir del año 1929, una onda de regímenes militares
recorrió muchos países de América del Sur; las causas que
atribuyen los analistas es el desgaste de las democracias, o
para ser objetivos, las seudo-democracias, a consecuencia de
la crisis financiera internacional, el llamado "Crac del 29".
El Perú, con profundos problemas internos de toda
naturaleza, no podía quedar al margen, es así que el año 1930
es derrotado el presidente Leguía, como consecuencia de un
golpe de Estado encabezado por el ejército y el comandante
Luis M. Sánchez Cerro en Arequipa. Con esta acción, la vieja
aristocracia recupera terreno político y social, no totalmente es
verdad, porque las condiciones del país habían cambiado, de
allí que esta clase se ve en la necesidad de hacer pactos y
alianzas de toda naturaleza, en especial con la gran burguesía
y otras clases emergentes.
El control y la represión es asfixiante, particularmente
entre los años 1930 al 1939. Como consecuencia, la obra de la
generación del 20 será momentáneamente paralizada y la
sociedad vivió, en alguna forma, 15 años de anemia
intelectual, anemia que preparó las condiciones tanto
económicas, sociales, políticas e ideológico-culturales para la
irrupción, con mucha fuerza, de la denominada "Generación
del 50".

LOS ESCRITORES DE LA GENERACIÓN DEL


50 EN PERÚ Y SU RELACIÓN CON
VARGAS LLOSA

En 1945 había terminado la Segunda Guerra Mundial y


vientos de libertad y democracia soplaban en el mundo
teniendo en los aliados occidentales, particularmente en los
EE. UU, su voz mayor. El "Plan Marshall" se implementaba
en Europa. El llamado campo socialista se incrementaba
notablemente, particularmente con la aparición en la escena
78
política internacional de la República Popular China, y a la
vez, se dio inicio a lo que por muchos años se dio en llamar la
"guerra fría".
Pero en América Latina, a despecho de la prédica liberal y
democrática de los EE. UU, esos vientos no llegaron a soplar
en Nicaragua, República Dominicana, Guatemala o El
Salvador, víctimas estos países de largas dictaduras militares.
Por el contrario, aquel país, con el pretexto del "peligro del
comunismo" y dominado por el mac-carthysmo, propiciaba y
apoyaba abiertamente una ola de regímenes militares en todo
el Continente. Leamos a manera de ilustración lo que escribe
el antes citado Pereira sobre el tópico: "Así fue derrocado en
1946 Villlarroel en Bolivia; así cayeron Bustamante en Perú
en 1948 a manos del general Odría y Rómulo Gallegos en
Venezuela para dar paso a Pérez Jiménez. El asesinato del
líder popular Eliecer Gaitán da el pretexto para la dictadura de
Lauriano Gómez ese mismo año en Colombia. En Cuba se
produce el golpe de Batista en 1952. En 1954 el general
Stroessner se encarama al poder en Paraguay, en Guatemala
un Golpe de la CIA derroca a Jacobo Arbenz y en Brasil una
presión brutal lleva al presidente Getulio Vargas a suicidarse
iniciando una década de inestabilidad al cabo de la cual las
fuerzas armadas se harán cargo directamente del poder".
(Pereira 1994: 39)
En medio de los acontecimientos nacionales e
internacionales, la sociedad peruana siguió lentamente su
largo ciclo evolutivo, en el año 1945, condicionado por las
líneas antes mencionadas, sectores amplios de la sociedad
intentan manifestarse, el Frente Democrático que encabeza
Bustamente recoge a la mayoría de estas fuerzas; allí
encontramos, desde algunos herederos de la República
Aristocrática, pasando por sectores de la gran burguesía, de la
mediana y pequeña burguesía, hasta sectores populares y
algunos proletarios.
79
Los tres años que duró la "primavera democrática" del
Frente Democrático Nacional ven aparecer las primeras
manifestaciones de la producción cultural de la generación del
50. A nivel de poesía está marcada por la figura de Jorge
Eduardo Eielson y su gran libro REINOS: "... pero sin olvidar,
escribe Gutiérrez, que el trío Eielson-Sologuren-Sebastián han
publicado en años anteriores". (Gutiérrez 1988: 51)
Como en todo conglomerado heterogéneo, esa alianza no
podía durar mucho. Los enfrentamientos al interior de las
clases dominantes (entre el poder ejecutivo con el poder
legislativo) se hicieron cada vez más notorios, evidentes e
insostenibles. La llamada ingobernabilidad se adueñó de la
escena política peruana, momento propicio para que una
alianza de grandes burgueses (principalmente el sector
exportador) y terratenientes, utilizando al Ejército y al general
Odría materializaran el golpe de Estado el año 1948 en
Arequipa.
En los 8 años que duró la dictadura de Odría, la sociedad
peruana logró un evidente crecimiento. Se dio inicio en este
período con mucha fuerza el "Boom de la pesca", las
exportaciones crecieron gracias entre otras razones, a la guerra
de Corea; de igual manera el empleo, las redes de construcción
vial llegan al 70% de las capitales de provincias, se iniciaron
muchos proyectos de irrigación, se construyen las Grandes
Unidades Escolares en las principales ciudades del país, asi
como las Unidades Vecinales y los Barrios Obreros. La
migración del campo a la ciudad se hizo masiva y aparecieron
los primeros barrios marginales, antecedentes directos de lo
que posteriormente se dio en llamar pueblos jóvenes.
La sociedad peruana, en estos momentos, se mueve con
alguna agilidad. Hay cambios en los distintos sectores
sociales, la educación juega un papel muy importante en la
"ascensión o movilidad social". Jorge Castañeda nos da la
siguiente información en torno a los alumnos universitarios:
80
"Durante ese mismo lapso, la población estudiantil en Perú
creció casi 15 veces: de 16 mil en 1950 a 246 mil en 1980".
(Castañeda 1996: 225)
Este movimiento es típico de sociedades en transición y
donde las clases sociales no están lo suficientemente
estructuradas, de allí que en un lapso de dos o tres
generaciones podemos encontrar nuevos ricos desempeñando
roles importantes en diferentes esferas de la sociedad. Lo
dicho se hizo más evidente en la década del setenta con la
entrada en la escena nacional del fenómeno del narcotráfico.
Los sectores medios o pequeña burguesía, en sus
diferentes niveles y variadas manifestaciones, como
consecuencia de la evolución de la sociedad en su conjunto,
crecieron significativamente, y como era lógico reclamaron y
lucharon para ser reconocidos como sujetos activos con
espacio propio en la sociedad. Cuantitativamente, a mediados
de la década del 50, este sector se convirtió en el segmento
más significativo de la sociedad peruana, en desmedro del
campesinado indígena, principalmente.
En este período, de igual manera, las universidades,
colegios secundarios y las escuelas primarias nacionales
ampliarán el número de sus asistentes (el analfabetismo
retrocede y los lectores aumentan considerablemente). Los
métodos de enseñanza y las técnicas de la pedagogía
norteamericana se implementan, a la par se imparte el idioma
inglés, en los colegios secundarios, como idioma obligatorio.
Los sectores más ilustrados e influenciados por las
recomendaciones de las Fuerzas Armadas norteamericanas
intentan al interior de las Fuerzas Armadas peruanas, por
primera vez, conocer en forma sistemática el país, que por
muchos años gobiernan y controlan, y así, dejan de ser meros
expertos en táctica y estrategia o "perros guardianes de la
oligarquía", para utilizar una frase muy común en los
discursos del general Velasco Alvarado en los años 70, para
81
formar al interior militares especializados en economía,
sociología, antropología, psicología, lingüística, etc. En
función de ello, el año 1950 fundan el Centro de Altos
Estudios Militares.
En el régimen encabezado por el general Odría, escribe el
sociólogo G. Portocarrero: "... el país retornaba al desarrollo
dependiente impulsado por el capital extranjero y basado en
las exportaciones primarias. Autoritarismo político y
liberalismo económico se combinan para formar un régimen
dictatorial y primitivo que hereda, sin embargo, una estructura
tributaria basada en los impuestos a las ganancias lo que le
permite implementar un `populismo liberal´, es decir, no
intervención del Estado pero nivel relativamente alto del gasto
público en: edificios, carreteras e irrigaciones. Fórmula que
resultó bastante exitosa". (Portocarrero: 1983: 206)
Exitosa fórmula que estuvo barnizada con las conocidas
frases "la democracia no se come" para contrarrestar a los que
demandaban libertades democráticas, de igual modo, la no
menos conocida "hechos y no palabras" en contra de los otros
que reclamaban claridad ideológica, planes y programa.
Por lo tanto en Perú, como en el tiempo de la dictadura de
Leguía, sin dejar, más aún acentuando su condición de país
semi-colonial en lo externo, y pese al impulso y desarrollo del
capitalismo, semi-feudal en lo interno, creció y se amplio y a
la vez puso las bases para la aparición de ese fenómeno,
político-social, académico-intelectual e incluso deportivo-
musical, conocido con el nombre de la "Generación del 50".
El ambiente anti-democrático y la represión condicionaron
en gran medida la lectura y la reflexión en círculos pequeños,
semi-clandestinos y de gabinete. En las universidades, a pesar
de las restricciones y el control policiaco, se lee la más variada
literatura, gracias, entre otras razones, a las traducciones y
ediciones que llegan de México y Argentina principalmente.
Sin lugar a dudas es un momento de acumulación de
82
conocimientos en las más variadas direcciones de la vida
humana, se repite con más amplitud y en otra dimensión la
revolución en la cultura, algo más soterrada es verdad, de la
que fue protagonista la "Generación del 20".
A la represión política y al control policiaco, se añadía la
prensa adicta al régimen que propagandizaba sus "éxitos
económicos". Desde el Estado se difundía la idea de que se
vivían "tiempos de bonanza y bienestar". Al pueblo se le
ofertó variada diversión, es así como muchos bailaron y se
enamoraron a los acordes de los pegajosos boleros y las
"machistas" rancheras mexicanas, las películas procedentes de
este país invadieron los remozados cinemas, la vida
noctámbula, con sus bailarinas y desnudas, entraron a formar
parte de la vida cotidiana. Fueron pues, los movidos y
asfixiantes años 50, que las personas, ya entrado en años,
recuerda con cierta nostalgia.
Los dos diarios más importantes del país entablaron una
polémica. El Comercio, de la familia Miró-Quesada que
defendía posiciones "controlistas y nacionalistas" en lo
económico y democracia liberal burguesa en lo político, hacía
oposición al régimen. El diario La Prensa de propiedad de
Pedro Beltrán que defendía posiciones liberales en lo
económico y un autoritarismo anticomunista en lo político,
apoyaba decididamente al régimen, e incluso Beltrán llegó a
ser ministro del presidente Odría. En las páginas editoriales de
estos diarios se reflejan claramente las pugnas en el seno de
las clases dominantes, polémica que se mantendrá, con otros
actores y con renovada fraseología, hasta el golpe militar del
año 68.
Algún tiempo después, en el plano estrictamente cultural,
los resultados se harán evidentes, desde la aparición de las
distintas corrientes en la poesía y la música, de la novela
moderna, pasando por los abundantes y documentados
estudios históricos, económicos, políticos y sociales, hasta
83
llegar al discurso político que anuncia el inicio de la lucha
armada en el país. Todo hecho por hombres, una vez más, que
forman parte de esta generación, dando no sólo continuidad a
la ruptura teórica-política, que caracterizó a la generación del
20, sino también a la ruptura de carácter político-militar,
demostrando que en la historia, así como hay ruptura, también
hay continuidad.
Hemos planteado el contexto en el cual se desarrolló esta
generación. Intentemos ahora algunas precisiones, Miguel
Gutiérrez, en el libro ya mencionado, escribe: "...integrantes
de la generación del 50 son la totalidad de coetáneos
(intelectuales, artistas, hombres y mujeres de acción) nacidos
en el Perú (o venidos muy jóvenes e integrados a la cultura del
país) entre 1920 y 1935, con figuras fronterizas como, por
ejemplo, Mario Vargas Llosa y Tilsa Tsuchiya, y que entre los
años de la post-guerra y la década del 50 desempeñan gran
actividad política y cultural en Lima y provincias del Perú,
como el Grupo Renovador Alkamari en Cuzco, Avanza Sur en
Arequipa, Peña del Mar y Bahía en Trujillo, Grupo Yunga en
Chiclayo, Piedra y Nieve en Huaraz, Hora Cero y Raíz de
Piedras en Huancayo, y Grupo Liberación en Talara".
(Gutiérrez 1989: 49)
En Perú desde hacía varias décadas atrás, se habían escrito
novelas, como AVE SIN NIDO de Clorinda Matto,
MATALACHE de López Albujar, Ciro Alegría había
publicado sus tres conocidas novelas, destacando EL MUNDO
ES ANCHO Y AJENO, José María Arguedas había hecho lo
mismo con YAWAR FIESTA y LOS RÍOS PROFUNDOS;
pero a pesar de la calidad de algunas de ellas, no llegaron a
romper con el pasado, la tierra no estaba fértil y no había
llegado la hora de la novela; además el ambiente estaba aún
dominado por la poesía, era muy difícil escapar, a la sombra y
al prestigio de César Vallejo.

84
Vargas Llosa conoce esta producción y tiene una buena
relación amical con Arguedas y piensa que LOS RÍOS
PROFUNDOS es su mejor novela, porque: "El libro seduce
por la elegancia de su estilo, su delicada sensibilidad y la
gama de emociones con que recrea el mundo de los Andes".
(Vargas Llosa 1996: 176) Justamente estas ideas fueron
escritas en el trabajo titulado: LA UTOPÍA ARCAICA, JOSÉ
MARIA ARGUEDAS Y LAS FICCIONES DEL
INDIGENISMO, en el cual el autor hace una especie de
balance y liquidación de esa corriente ideológica, política y
literaria en Perú. (1)
Este tipo de novela llamada nativista, naturalista, o de la
tierra (en Perú, sobre todo "indigenista") se dio en toda
Latinoamérica y serán precisamente los de la generación del
50 en Perú y a nivel Latinoamericano los del denominado
BOOM, quienes la transformarán totalmente con nuevas
concepciones, técnicas y estilos, y así lograrán integrarla al
concierto de la novela y literatura universal. En estos dos
niveles, peruano y latinoamericano, Vargas Llosa es una
figura de primer orden.
Entre 1962 y 1964 aparecen tres libros que simbolizan las
más altas inquietudes de la "Generación del 50", por lo menos
en una primera etapa. El historiador Juan José Vega con LA
GUERRA DE LOS HUIRACOCHAS inauguraba los estudios
serios y documentados en torno a la historiografía de los
movimientos populares andinos, y así el hombre andino
entraba en la historia peruana, como ha sido un común
denominador en su vida, luchando. LA CIUDAD Y LOS
PERROS de Mario Vargas Llosa subraya la cuestión social,
llegaba a la conclusión implícita, de que no fue el Jaguar quien
asesinó al Esclavo, sino que fue el sistema, el mismo que
engendró, amamantó y moldeó, a este tipo de sujetos que son
efecto y a la vez causa de este torbellino de males socio-
estructurales. Por lo tanto, el sistema estaba en cuestión.
85
Por último, ese sintético y a la vez brillante ensayo de
Sebastián Salazar Bondy titulado LIMA LA HORRIBLE,
donde nos muestra la otra cara de la sociedad peruana,
especialmente limeña, ese rostro que las clases dominantes y
los huachafos de siempre intentan groseramente ocultar o
torpemente ignorar, vendiendo la idea de la "...dulce Lima,
ciudad de los perfumes...". Salazar Bondy, para sintetizar esa
vida y conducta, y toda la producción intelectual en torno a
ella, lo enmarca dentro del concepto de "la arcadia colonial".
El, repitiendo y citando a Mariátegui, su voto es en contra del
pasado que pervive en el presente y su apuesta es
rotundamente por el futuro.
En esta generación está expresado el Perú de "todas las
sangres" y de todas las regiones y provincias, de todas las
clases, nacionalidades y culturas. Todas las inquietudes,
encantos y desencantos son llevados a su máxima expresión;
con esta generación la acción humana llegó a sus límites y
podemos ver hasta donde puede dar el hombre. El juego de la
vida o la comedia humana, encuentra un papel en blanco para
escribirse, dibujarse o graficarse, de allí que encontremos
personajes conformantes de esta generación, que despiertan y
simbolizan encontrados sentimientos, todo lo posible e
imaginable es fácilmente ubicable.
Por esas cosas del centralismo histórico, que tiende
siempre a concentrarse en la capital, ya sea de provincia, del
departamento o de la república, Lima, a pesar de que el Perú
había crecido, sigue siendo el centro principal de la cultura y
del saber. Para los intelectuales o artistas provincianos, llegar
y "conquistar" intelectual y artísticamente Lima era la gran
ambición, ya que a futuro, esta "conquista" se podría convertir
en el mejor puente para poner los pies en el continente de las
fantasías y los mitos, ya sea España para la literatura, Francia
para la historia, la sociología o la plástica, Alemania para la
filosofía o Inglaterra para los estudios económicos.
86
Vargas Llosa recuerda en 1985 lo que significó para él, la
lejana y acariciada idea de viajar a Europa: "Cuando supe que
había ganado la beca para hacer el doctorado en Madrid,
rememora, sentí una indescriptible felicidad. Desde que, niño,
leí a Julio Verne, a Alejandro Dumas, a Dickens, a Víctor
Hugo, llegar a Europa, vivir en Europa, era un sueño
morosamente acariciado, que, más tarde, de estudiante
universitario, se volvió una necesidad casi física. El viaje
europeo me parecía, como a muchos jóvenes de entonces en
América Latina, un requisito indispensable para tener una
formación intelectual digna. Europa ejercía un magisterio
cultural sobre nosotros, que, creo, ha perdido algo de fuerza en
las nuevas generaciones de latinoamericanos". (Vargas Llosa
1990: 9)
El recorrido de Mario Vargas Llosa es representativo,
porque los cambios regionales, culturales y los giros
idiomáticos marcarán la vida y la personalidad del famoso
novelista, como se podrá ver en el capítulo siguiente. De
Arequipa es trasladado a Cochabamba (Bolivia), luego a
Piura, después Lima, nuevamente Piura, para después de un
año volver a Lima, y finalmente ver realizadas las ilusiones de
llegar al viejo pero a la vez nuevo mundo, primero París, luego
Madrid, nuevamente París, Barcelona y Londres. Lo demás es
historia conocida.
En su última estancia limeña, Vargas Llosa como ya
hemos visto, escribe teatro, cuentos y artículos periodísticos,
estudia en la Universidad, visita bares, prostíbulos; hace vida
política militante, trabaja "en siete empleos" y se casa; todo
esto en un lapso de seis años. Vivió la vida con mucha prisa y
el tiempo le faltaba para seguirla viviendo, podríamos afirmar.
En estos años, entre 1952 hasta 1958, se vincula con
muchos intelectuales de renombre, principalmente con algunos
de la "Generación del 20", como el historiador Porras
Barrenechea, el literato Luis Alberto Sánchez o el lingüista,
87
algo más joven que los anteriores, Luis Jaime Cisneros, entre
otros.
Además forma un pequeño grupo de lectura y discusión,
principalmente literario, con tres miembros de su generación,
Luis Loayza, Abelardo Oquendo y José Miguel Oviedo, grupo
que publicó las revistas CUADERNOS DE COMPOSICIÓN y
LITERATURA respectivamente. Por último en este nivel, no
sólo tendrá amistad sino que será también influenciado por dos
hombres, algo mayores que él; pero a la vez miembros de su
generación, que le servirán como engarce con toda la
producción literaria anterior, pensamos en Sebastián Salazar
Bondy y el cuentista Julio Ramón Ribeyro, personajes éstos,
por variadas razones, muy cercanos al BOOM. Ellos
cumplieron el papel que a nivel latinoamericano cumplió, para
con Vargas Llosa, Jorge Luis Borges.
En estos años es cuando Vargas Llosa comienza a leer a
los clásicos de la literatura, especialmente de la moderna, con
mucho rigor, en ese tiempo es un sartriano consumado, de allí
que su primera novela, LA CIUDAD Y LOS PERROS, se
abre con una cita del filósofo francés. En otros niveles su
relación con los futuros historiadores, también de su
generación, Pablo Macera y Carlos Araníbar serán, por
razones de trabajo, bastante estrechas.
De igual modo ocurre aunque en otra dirección, que
analizamos luego en este trabajo, con los miembros del grupo
Cahuíde y de la misma generación, como Héctor Béjar, Juan
José Vega, Virgilio Roel, Alfredo Torero, Félix Arias
Schreiber, Lea Barba, etc.
Como última idea diremos: el personaje de nuestra
investigación nace, crece, se forma intelectual y
artísticamente, y a la vez comparte todas las inquietudes,
emociones, angustias, encantos y desencantos de este grupo de
hombres y mujeres que dieron todo algunos, otros prometieron
y no dieron nada, los demás se quedaron a mitad de camino;
88
muchos traicionaron y renegaron de sus ideas y convicciones
que en estos tiempos, apasionadamente, defendían.
A este grupo, que en el plano político está marcado por
los ocho años de la dictadura encabezado por el general Odría,
cuyo régimen motivó a Vargas Llosa a escribir una de sus
mejores novelas, CONVERSACIÓN EN LA CATEDRAL, se
le conoce con el nombre de la "Generación del 50 en el Perú".
Generación de la cual Vargas Llosa es el más famoso y en el
género de la novela su más alto exponente.
Para conocer las posibilidades y los límites de los
individuos importantes, en cualquier nivel de la vida, tenemos
que conocer la época que les tocó vivir, las condiciones
históricas, sociales, culturales y familiares en la cuales se
formaron; este aspecto en la vida de Vargas Llosa, lo
desarrollamos en el capítulo siguiente.

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