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C a p ít u l o 6

La identificación proyectiva
Prólogo y comentarios por R. H. Etchegoyen

Melanie Klein:
teoría y técnica
Bernardo Álvarez Unce

editorial
POLEMOS
o.l. La proyección en la obra de Sigmund Freud
Ir. su estrategia como escritor, con el fin de favorecer la observación libre
.3. evolución espontánea de sus conjeturas y teorías, Freud, deliberada-

—.ente, evitaba cualquier definición que restringiera el uso de los términos,


don su gran destreza de escritor, podía evitar el empleo innecesario de tér­
minos técnicos para detallar sus conceptos, se valía de diferentes palabras
rara expresar una idea y de las mismas palabras para exponer otra. Cuan-
zo estudiamos sus apreciaciones referentes al mecanismo de la proyección,
tomo escritor, precisamente, nos coloca en esa suerte de circunstancia. Sin
rmbargo, el joven estudiante de psicoanálisis, cuando inicia el estudio de
Freud, encuentra que ese fino y correcto lenguaje para experimentar con
términos, metáforas, modelos y puntos de vista, se convierte en uno de
sus mayores escollos.
Darius Ornston (1978a; 1978b) investigó con meticulosidad el uso
que hace Freud en sus escritos neurológicos del término proyección (Pro-
■ ektion). En el estudio sobre las afasias (1891a), Freud demuestra el error
en que se encontraba su maestro Theodor Meynert cuando afirmaba que
ia periferia del cuerpo se “ proyectaba” punto por punto en la corteza
cerebral:

[...] una representación completa del cuerpo está presente solamente en


la materia gris de la médula espinal (como una “proyección” ) mientras
que en la corteza, la periferia del cuerpo se representa con menos detalle
a través de fibras selectas organizadas de acuerdo a su función. (Freud,
1897 [1891], p. 241)
2.30 • M ela n ie K l e in : t e o r ía y téc n ic a

considera que
Sobre esta base procuró que se le diera a las parálisis periféricas el
síntomas, y la
nombre de “parálisis por proyección” y a las parálisis cerebrales, el de
son las dos “r
“parálisis representativas” (1893, p. 161), pues en la corteza hay fibras
En Sobre t
representativas y no una reproducción proyectiva de la periferia punto
la bomosexua
por punto. En relación con los afectos, aparece en su correspondencia
especial atenc
con Fliess. Lo hallamos en el Manuscrito H, inserto en la carta de enero
potencial infi.
24 de 1895, donde considera por primera vez la paranoia, materia con la
la proyección
que trajinó a lo largo de toda su obra. Una vez más, en el manuscrito K
infidelidad se
(1 de enero de 1896), sostiene que en la paranoia, como en la histeria y
como él exprc
en la neurosis obsesiva, tiene lugar la “ represión por proyección” (1950
1922, p. 224
[1892-1899], p. 226) de la experiencia primitiva. Estos tempranos usos
tan intensami
del término proyección tenían significado descriptivo; fue en Nuevas ob­
aliviarse, recu
servaciones sobre las neuropsicosis de defensa (1896d) donde empleó por
debe guardar
primera vez el término proyección con su acepción de mecanismo mental
proyectados.
(Projektion). Después de considerar el síntoma en la histeria y la neurosis
al menos se h
obsesiva, se vale del término proyección para explicar el mecanismo de
infidelidad se
formación del síntoma en la paranoia: “ En la paranoia se reprimen los
más, pone la
autorreproches de una manera que se puede describir como proyección”
En su ensa
(1896, p. 184).
cia emocional
En La interpretación de los sueños (1900) también usa el término pro­
la patológica,
yección con el sentido de operación mental, para explicar la composición
el yo para re
de imágenes de diferentes personas sobre una sola superficie: composición
viviente cont
de la imagen del Doctor R, en su sueño del tío de la barba amarilla. Así
está en confli
se constituye el mecanismo de la condensación.
solucionar es
Ha sido un error considerar que Freud consideraba el mecanismo de
pesar y la sa:
la proyección sólo como una defensa. Asumía su presentación en diversas
hostilidad en
circunstancias psicológicas, que corrientemente forman parte de nuestra
üeudo cree qi
actitud hacia el mundo que nos rodea. Por ejemplo, en Tótem y tabú
na cambiado
contempla la proyección como un medio para construir la representación
momento se
de nuestro mundo, puesto que “ las percepciones internas de los procesos
n hecho de c
emocionales y de pensamiento se pueden proyectar hacia fuera en las mis­
-Cid inconsí
mas condiciones que lo hacen las percepciones sensoriales” (1913, p. 64
rroyección-
En el estudio sobre Schreber (1911), Freud resalta la perspectiva defen­
De nuevo
siva de la proyección. Después de destacar, por primera vez en su obra, el
m ~es ponde
importante papel que juegan en la paranoia las fantasías homosexuales.
r i pensaba ¡
CAPÍTULO 6 • 231

considera que la proyección, mecanismo mediante el cual se forman los


r-i--'isis periféricas el síntomas, y la represión, relacionada con la patogénesis de la paranoia,
hs cerebrales, el de son las dos “ marcas distintivas de la paranoia” (1911, p. 65).
: i corteza hay fibras En Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y
L -e la periferia punto la homosexualidad (1922) corrobora sus aserciones de 1911. Al prestarle
- ; _ correspondencia especial atención a la supuesta evidencia de infidelidad que el celoso, un
• en la carta de enero potencial infiel, encuentra en otra persona, Freud centra su atención en
¡rmoia, materia con la la proyección mucho más que en trabajos anteriores. Las sospechas de
en el manuscrito K infidelidad se nutren de los propios deseos de infidelidad del celoso o,
; tío en la histeria > como él expresó, de sus “impulsos inconscientes de la misma naturaleza”
- c proyección” (1950 1922, p. 224). El sujeto niega su tentación a la infidelidad, pero siente
I í : os tempranos usos tan intensamente la presión interior de su impulso a ser infiel que, para
r ; fue en Nuevas ob- aliviarse, recurre a la proyección de ese impulso sobre la persona a quien
- - d donde empleó po- debe guardar fidelidad. Freud denominó este impulso inconsciente celos
- ce mecanismo menta- proyectados. Su origen, si no reside en la infidelidad del individuo celoso,
: histeria y la neurosis al menos se halla en su impulso a ser infiel. La represión del impulso a la
- :car el mecanismo de infidelidad se sostiene gracias a la proyección. Por lo tanto, Freud, una vez
.ccnoia se reprimen los más, pone la proyección al servicio de la represión.
- :_r como proyección En su ensayo Tótem y tabú, segundo capítulo, “ El tabú y la ambivalen­
cia emocional” , Freud encuentra, tanto en la vida mental normal como en
nren usa el término pro- la patológica, que la proyección es el procedimiento defensivo que emplea
,explicar la composición el vo para reprimir la hostilidad. La hostilidad inconsciente del sobre­
l superficie: composición diente contra el difunto, expresada como satisfacción por su muerte,
- .c barba amarilla. As: está en conflicto con sus sentimientos afectivos; por lo tanto, él intenta
> .ucionar este conflicto entre los dos conjuntos de sus sentimientos -el
aceraba el mecanismo de tesar y la satisfacción por su muerte- mediante la proyección: eyecta la
cresentación en diversas '.ostilidad en el mundo externo y en el difunto y se desvincula de ella. El
:: rman parte de nuestra :tudo cree que se ha liberado de la opresión interna, pero únicamente la
-—.pío, en Tótem y tafo m cambiado de sitio, la ha colocado en el difunto, quien a partir de ese
; cstruir la representacior. momento se transforma en un demonio maléfico: “ Es imposible escapar
< alternas de los procer c. hecho de que el verdadero determinante es, invariablemente, la hosti-
B r hacia fuera en las mis- cad inconsciente” a la que sigue “ la represión [...] por el método de la
sensoriales” (1913, p. 64 ccovección” (1913, p. 63).
salta la perspectiva deíen- De nuevo, en esta explicación encontramos que el miedo al difunto
rcimera vez en su obra, e- cresponde a una identificación del muerto con aspectos nuestros. Freud
¿ fantasías homosexuales. pensaba en ese proceso como una identificación por proyección. En
2.32. • M e la n ie K l e in : t e o r ía y té c n ic a

realidad, trataba de explicar el mecanismo de la represión, y en este sen­ cuerda con h


tido, la proyección era sólo un medio para reprimir. por desapan,
De cualquier manera, la proyección, como inicialmente la describió sobre un nue
Freud, es un mecanismo intrapsíquico. La identificación proyectiva, como tificación de
se verá más adelante, es un mecanismo bipersonal, porque el objeto que carga erótica
recibe la proyección conserva una íntima conexión con el sujeto que pro­
yecta. Allí [en el
Esta era la opinión de Freud hasta Inhibición síntoma y angustia sino que $
(1926), cuando presume la existencia, además de la represión, de otras del yo con
defensas temporalmente más tempranas. En Más allá del principio del éste últim<
placer ya había anunciado la importancia que adquiriría la proyección: cial, como
“ está destinada a jugar una parte importante en la causa de los procesos
patológicos” (1920, p. 29). Y unas lín

: •*.] la ida
6.2. La identificación en la obra de Sigmund Freud primera fo
objeto, iIb
Freud empezó a trajinar con la idea de identificación en los manuscri­
tos L y N. En La interpretación de los sueños, la idea de identificación 2n el cap:
tenía un sentido descriptivo para explicar la unificación de dos personas —is del yo 1
con un atributo común. Cuando hablaba de identificación histérica se — ero asín
refería a un tipo de sintomatología compartida entre dos o más personas, - * aniquila
derivada de elementos inconscientes colectivos. Este tipo de identifica­
ción, advertía Freud, no es debida a una simple imitación, sino a una P re n d a b a ,
asimilación sobre la base de “una pretensión etiológica similar” (1900, p. ia *Tinficaciói
150). Sólo en Tótem y tabú (1913) el término adquiere un sentido psico­
lógico, cuando destaca la identificación del hijo con el padre de la horda ^ -cenan o t
primitiva: “ en el acto de devorarlo [al padre] ellos [los hijos] logran la Jer
identificación con él” (p. 142). Sobre este supuesto, en la edición de 1915
de Tres ensayos (1905) se refiere a la incorporación oral canibalística cuan
como “ el prototipo de un proceso que bajo la forma de identificación,
más tarde, va a jugar una parte psicológica importante” (pp. 249-50). En
Duelo y melancolía (1917), el concepto de identificación cobra especial
relevancia psicológica, cuando Freud sostiene que la identificación es el
resultado de la carga de libido que recibe el yo después de la pérdida del
objeto. Esta identificación es el primer estadio de elección de objeto y con­
CA PÍTU LO 6 • 233

cuerda con la incorporación oral del objeto. Cuando se pierde el objeto,


- ■ - . v en este sen-
por desaparición, menosprecio o decepción, la libido libre no se desplaza
sobre un nuevo objeto, se concentra en el yo y se transforma en una iden­
- te-te la describió
tificación de tipo narcisista del yo con el objeto perdido que sustituye la
c Trovectiva, como
carga erótica con ese objeto:
r-ue el objeto que
- el sujeto que pro-
Allí [en el yo] no se la empleó [la libido libre] en una forma inespecífica,
sino que sirvió para establecer una identificación [la cursiva es de Freud]
w.zoma y angustia
del yo con el objeto abandonado. La sombra del objeto cae sobre el yo, y
-irresión, de otras
éste último podría de aquí en adelante ser juzgado por una agencia espe­
del principio del
cial, como si fuera un objeto, el objeto abandonado. (1917, p. 249)
urrría la proyección:
::_ ;a de los procesos
Y unas líneas después agrega:

[...] la identificación es un estado preliminar de elección de objeto, es la


primera forma -expresada de manera ambivalente- como el yo elige a un
íreud objeto. (Ibíd.)

aaón en los manuscri­


En el capítulo VII, “ La identificación” , en Psicología del grupo y aná-
b a de identificación
:s;s del yo (1921), reafirma que la identificación deriva del canibalismo:
^ción de dos personas
el sujeto asimila el objeto añorado y apreciado sólo después de devorar-
traficación histérica se
: y aniquilarlo, como lo hace el caníbal en las culturas primitivas. La
-e dos o más personas.
1 ratificación se lleva a cabo por el mecanismo de la introyección. Pero
Este tipo de identifica-
arerenciaba, sutilmente, entre identificación y elección de objeto: en la
. imitación, sino a una
: ratificación, al sujeto le gustaría ser como el objeto; en la elección de
z:ca similar” (1900, p.
' eto, al sujeto le gustaría tener el objeto. El primer tipo de vínculo del
; riere un sentido psicc-
str rumano es la identificación; precede a la carga de objeto, es decir, a
. n el padre de la hom-
. i-quier elección sexual de objeto. Asimismo, por regresión, la identifi-
los [los hijos] logran U
— :n puede llegar a sustituir el vínculo libidinal con el objeto. De igual
r :, en la edición de 191-
_ raerá, cuando el individuo reemplaza una elección sexual de objeto por
ición oral canibalística
- - -centificación, el yo asume las características del objeto. Un ejemplo
arm a de identificación
: rae tipo de elección de objeto fue el de Dora, cuando imitó la tos de
rrunte” (pp. 249-50). t
- : .ore: “la identificación apareció en lugar de la elección de objeto, y la
orificación cobra espe^-~
de objeto regresó a la identificación” (1921, p. 106, 107).
:ue la identificación es r
a. ese capítulo VII, cuando conecta la identificación con la “ empatia” ,
después de la pérdida ce
- - :na por única vez ese término en toda su obra: “ estamos enfren-
c elección de objeto > e
Z34 • M ela n ie K l e in : t e o r ía y téc n ic a

tados a un proceso que la psicología llama ‘empatia [Einfühlung] y que


interviene en la mayor parte de nuestro entendimiento de lo que a nues­
tro yo le es inherentemente extraño de otras personas” (Ibíd.). Gracias a
esa capacidad de experimentar empatia, como destaca Laura Etchegoyen
(2000), llegamos a entender lo perteneciente a otras personas y que nues­
tro yo siente extraño.
En el proceso que describe en Psicología del grupo, consistente en
reemplazar el ideal del yo por un objeto externo, estuvo cerca de explicar
la identificación por el mecanismo de la identificación proyectiva, especial­
mente cuando consideró que en el enamoramiento se reemplaza el ideal
del yo por un objeto externo: “ El objeto ha sido puesto en el lugar del
ideal del yo” (Freud, 1921, p. 113).

6.3. Melanie Klein: concepto de proyección e identificación


El concepto de proyección aparece en el primer artículo de Klein, El
desarrollo de un niño (1921). Fritz, su pequeño paciente, proyecta sobre
el padre sus fantasías agresivas y lo convierte en un demonio, habitante de
cavernas y casas extrañas. La proyección, en ese momento, comprendía la
atribución al padre de un estado anímico propio del niño, no consistía er.
la acción mental de poner partes del selfen un objeto. En Principios psico­
lógicos del análisis infantil, en 1926, introdujo términos como “ expeler"
y “ expulsar” que, de alguna manera, transmitían la idea de sacar cosas
concretas desde el interior del cuerpo, partes de sí mismo y, lógicamente,
objetos:

Por la división de roles el niño tiene éxito para expeler el padre y la madre
a quienes, en la elaboración del complejo de Edipo, ha absorbido dentr:
de sí mismo y quienes lo atormentan desde el interior por su severidad. Ei
resultado de esta expulsión es una sensación de alivio, que contribuye er
gran medida al placer derivado del juego. (1926, Writings, Vol. I, p. 133:
O. C., Vol. 1, p. 141 y 142)

Klein no se refiere al simple desembarazo del niño de un afecto, sin:


a la expulsión concreta del padre y de la madre desde su interior. Elh
CAPÍTULO 6 • Z35

ec_= Einfühlung\ y que no pensaba en términos de representación mental de los padres, sino en
ter.to de lo que a nues- términos de objetos concretos, de habitantes en el interior del sujeto, con
(Ibíd.). Gracias a los mismos atributos de realidad de los objetos del mundo circundante del
:a Laura Etchegoyen niño. Sin duda, influida por su maestro Abraham (1924a), se refería al
- personas y que nues- sentido concreto de las fantasías de expulsión anal de objetos interiores.
En su obra, gradualmente se amplía el significado de la proyección. En
".¡ñ o , consistente en La personificación del juego de los niños (1929) demuestra que durante
euvo cerca de explicar el juego, el yo del niño utiliza dos mecanismos para separar, temporal­
c rroyectiva, especial- mente, las identificaciones primarias constitutivas del superyó: la escisión
se reemplaza el ideal (splitting up) y la proyección. Mediante estos mecanismos, el niño “ per­
~ -esto en el lugar del sonifica” mientras juega, puesto que “ estos mecanismos (la escisión y la
proyección) son el factor principal en la tendencia a la personificación”
(Ibíd. p. 205; p. 211). La personificación tiene el sentido de una proyec­
ción en el mundo exterior; el yo logra así un desenlace favorable de los
n eidentificación procesos psíquicos y un alivio de sus cargas de culpa y ansiedad, el cual
hace que el conflicto intrapsíquico yo-superyó sea menos violento.
artículo de Klein, El Inicialmente, Klein explicaba la severidad y la crueldad de los padres
--Tile, proyecta sobre por la ley del talión. Sólo en 1933, en su metódico trabajo El desarrollo
rmonio, habitante de temprano de la conciencia en el niño, asumió que los niños, debido a la
rento, comprendía la proyección de sus impulsos agresivos, distorsionan la imagen de los pa­
niño, no consistía en dres y que luego introyectan estas imagos distorsionadas para formar un
En Principios psico- superyó con base en los atributos sádicos de los tempranos estadios pre­
co s como “ expeler” genitales del desarrollo. Igualmente, advirtió en ese trabajo que el superyó
dea de sacar cosas temprano poseía una proporción importante de dotación sádica innata o
r n o y, lógicamente, instinto de muerte.
Fue en su trabajo sobre el símbolo de 1930 donde expuso, por primera
vez, las ideas fundamentales sobre su futuro concepto de identificación
" el padre y la madre proyectiva (Álvarez Lince, 1974; Segal, 1991). Sus conceptos sobre el
na absorbido dentro simbolismo tuvieron como fuente el tratamiento de Dick. Este niño tenía
‘ por su severidad. El la fantasía de meter “ dentro” del cuerpo de la madre lo que él sentía como
que contribuye en su mala orina, sus malas heces y su mal pene, equivalentes a partes de él
-mgs, Vol. I, p. 133; mismo; su madre se llenaba de esas sustancias y órganos, y él, yerto, se
sentía vacío. La defensa temprana que usaba Dick tenía un carácter vio­
lento y era diferente de la represión. Esa defensa consistía en la expulsión
de un afecto, sino del sadismo, en sacarlo del interior para colocarlo dentro de un objeto del
n su interior. Ella mundo exterior; concretamente, dentro de la madre.
236 • M ela n ie K l e in : t e o r ía y téc n ic a

Ahora bien, cuando el niño dirige sus ataques sádicos a los órganos
y objetos de su fantasía -pene, vagina, pechos-, se despierta en él una

P-. 'o
intensa ansiedad que lo mueve a identificar aquellos órganos con objetos en la déca
del mundo exterior, configurando lo que Klein llamó ecuaciones simbó­ proyectiva ;
licas (1923b; 1930). Estas ecuaciones, a su vez, despiertan ansiedad; el primaria, pi
niño, con el fin de aliviar su ansiedad, establece nuevas ecuaciones con Klein lie
objetos más lejanos de los objetos originales. De esta manera, la relación en 1946. Se
primitiva con un objeto único se despliega hacia una relación con una >10 modinc;

gama más amplia de objetos, más alejados de aquel. A través de este ría el conce
proceso de formación de ecuaciones simbólicas, el ser humano llega a exclusiva d
componer el símbolo y se aproxima a la adaptación a la realidad. Por lo Hoy sería 1
tanto, la fuerza impulsora del simbolismo es la ansiedad que despierta el listas y pee
sadismo y el mecanismo que lo pone en marcha es la identificación. Estas original qu
tempranas ideas de Klein acerca de la relación entre sadismo, ansiedad e más allá de
identificación fueron la base de su propuesta teórica sobre el mecanismo en el libro
de la identificación proyectiva en 1946. ve idenufic
Identificat
La ider
6.4. Identificación proyectiva sos de esc
de partes
En el primer texto de su artículo N ota sobre algunos mecanismos terno. Kle
esquizoides, publicado en el International Journal o f Psychoanalysis en
1946, el término identificación proyectiva aparece una sola vez, en la La otn
página 104. En la segunda versión de este artículo, como capítulo IX del expele
libro Develompents in Psychoanalysis (Desarrollos en psicoanálisis), el dentro
término adquiere mayor propiedad. odio, ]
En la década del 40, los discípulos de Klein concentraron su atención Estos
en el análisis de pacientes seriamente perturbados y ahondaron en la com­ tambi
prensión de los mecanismos esquizoides. Las observaciones de Rosenfeld madre
sobre pacientes esquizofrénicos se centraron sobre las fantasías concer­ sepan
nientes a la entrada violenta de partes del self del individuo en el objeto Much
para controlarlo, dominarlo y someterlo hasta vaciar su interior de todo Esto 1
lo bueno. (1947; 1949). Hanna Segal, en un trabajo temprano, Some prora
aspects o f the analysis o f a schizophrenic (1950), relata las fantasías de térmi
un paciente psicótico, con el diagnóstico de hebefrenia, subyacentes al c.,v
uso del mecanismo de la identificación proyectiva: “ él era tanto la madre
238 • M ela n ie K l e in : t eo ría y téc n ic a

El bebé usa este mecanismo desde el nacimiento y lo opera con toda


su fuerza durante los tres o cuatro primeros meses de vida. Mediante sus
heces “ expele” y “ proyecta” las partes malas y buenas de su self. Las
heces adquieren un doble significado: son sustancias peligrosas y hostiles
que entran con odio dentro de la madre, concretamente dentro de su pe­
cho, pero también tienen el significado de regalo en la medida en que son
partes amadas del self. Pero siempre, ya sea como sustancias peligrosas o
como regalos, poseen un carácter omnipotente.
Vale la pena advertir que en 1946 Melanie Klein usaba el concepto
de self y de yo indistintamente y que el pasaje citado antes fue donde,
por única vez en su obra, se refirió al carácter anal de la identificación
proyectiva; de ahí en adelante sólo toma en consideración el carácter oral
del mecanismo (Meltzer, 1978, II). Este hecho es curioso porque el meca­
nismo, en esencia, es expulsivo.
Cuando el bebé proyecta las partes de su self siente que toma pose­
sión y control de su madre, llega a sentirla no como un ser separado,
sino como una parte de su self. La madre se convierte en el self malo del
bebé y, como objeto vengativo, despierta intensas ansiedades persecutorias
porque retorna con toda su fuerza aquel self rechazado y lo introduce nue­
vamente dentro del bebé. Por consiguiente, el bebé reintroyecta el mismo
objeto que él dañó con su proyección:

La proyección de un mundo interno hostil, gobernado por miedos per­


secutorios, conduce a la introyección -un volver a tomar- de un mundo
externo hostil; y viceversa, la introyección de un mundo externo distorsio­
nado y hostil refuerza la proyección de un mundo interno hostil. (1946,
Writings, Vol., III, p. 11; O. C., Vol. 3, p. 20)

Mediante el uso de la identificación proyectiva, el yo también se des­


hace de sentimientos buenos y de partes buenas del self. Depositar estas
partes buenas en el interior de la madre es esencial para desarrollar buenas
relaciones con el objeto. Sin embargo, la proyección excesiva de partes
buenas empobrece y debilita al yo. La internalización previa del pecho
bueno, como punto nodal del yo, es indispensable para proyectar, subsi­
guientemente, sentimientos buenos y partes buenas del self e.n un objeto
externo y para sostener buenas relaciones con éste. El establecimiento
CAPÍTULO 6 • 239

: y lo opera con toda seguro de un objeto bueno en el interior proporciona al yo sentimientos


:e vida. Mediante sus de riqueza y abundancia y lo capacita para proyectar y reintroyectar amor.
cenas de su self. Las En conclusión, cuando el yo proyecta reviste con libido el mundo externo
5 peligrosas y hostiles y sus objetos.
ente dentro de su pe- La identificación proyectiva es una fantasía inconsciente de naturaleza
r medida en que son concreta. Klein especificó los medios físicos concretos usados para deshacer­
-manetas peligrosas o se de las partes del self: Los órganos excretorios son los agentes ejecutivos
de la proyección y sustancias como la orina, las heces, la saliva, las lágrimas,
m usaba el concepto etc., componen el medio para proyectar. Cualquier órgano (ojos, oídos, ano,
■-? antes fue donde, pene, etc.) está al servicio de la proyección y cualquier acción y sustancia
ce la identificación palabras, entonación, gases, heces, etc.) puede ser su medio. En el historial
sción el carácter oral de Ricardito abundan las referencias a este tipo de fantasías (Klein, 1961).
e so porque el meca- No siempre se destaca la naturaleza concreta de la identificación proyectiva.
Su grado de realidad concreta depende de la condición mental del paciente;
ente que toma pose- por ejemplo, cuando las defensas están al servicio de la posición esquizo-
n: un ser separado, paranoide, la fantasía de proyección es más corporal y concreta.
' 7 en el self malo del En 1955 Klein publicó Sobre la identificación, una interpretación de la
7cades persecutorias novela de Julien Green I f l were you. En este trabajo demuestra los efectos
: y lo introduce nue- del uso del mecanismo en la personalidad de Fabián, héroe del libro. El
: ntrovecta el mismo diablo le garantiza a Fabián el poder de dejar su propio cuerpo y de en­
trar y tomar posesión del cuerpo y vida de cualquier otro ser que él elija.
Quizá a Klein le llamaron la atención los procesos concretos que experi­
a c : por miedos per- mentaba Fabián para deshacerse de sus partes y ubicarlas en el cuerpo de
mar- de un mundo sus víctimas mediante una “ intrusión” violenta. En toda su obra, sólo en
c : externo distorsio- esta oportunidad Klein utiliza el acertado término “ intrusión” .
memo hostil. (1946, Cuando Fabián se mete dentro de otra persona, habita allí y toma con­
trol sin perder el sentido de lo que realmente es él. Conserva su sentido de
identidad gracias a la parte de su personalidad que permanece dentro de
: también se des- él, a pesar de la proyección: “ aquel componente del yo que los pacientes
* Depositar estas sienten inconscientemente haber retenido mientras que otras partes son
: :etarrollar buenas proyectadas en el mundo externo y se pierden” (Klein, 1955, Writings,
excesiva de partes Vol. III, p. 166; O. C., Vol. 3, p. 172). En esa parte conservada descansaba
previa del pecho el sentido de lo que realmente era Fabián.
m proyectar, subsi- En este trabajo señala Klein que es esencial proyectar las partes buenas
7 self en un objeto del self dentro del objeto para establecer buenas relaciones. Esto sólo es
— establecimiento posible si previamente se ha establecido con seguridad el objeto bueno (el
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pecho bueno) dentro del yo. Este objeto bueno interno garantiza los senti­
mientos de riqueza y abundancia interior que permiten la efusión de libido
y la proyección de partes buenas del self t n el mundo externo, sin experi­
mentar sentimientos de depleción o empobrecimiento de la personalidad. i
En Envidia y gratitud, Klein conecta la avidez (voracidad) con la intro- I
yección y la envidia con la proyección: i
J
Una diferencia esencial entre avidez y envidia, aunque no se puede trazar :
una línea divisoria rígida puesto que están estrechamente asociadas, sería -
que la voracidad está principalmente conectada con la introyección y la J
envidia con la proyección. (1957, Writings, Vol. III, p. 181; O. C., Vol. <
3, p. 187) 1

La avidez es esencialmente una introyección y su fuente es un deseo


insaciable que excede las necesidades del sujeto y las capacidades del ob­
jeto para satisfacerlas. La envidia, en cambio, es una proyección, mediante
la cual se coloca dentro del pecho la maldad (self malo) para arruinar su
bondad con heces y orina omnipotentes.
Precisemos el funcionamiento del mecanismo de la identificación
proyectiva. Una vez escindidas las partes del self, causantes de dolor y
ansiedad, el individuo las proyecta dentro de un objeto para liberarse
de ellas. Con estas partes dentro del objeto, el sujeto domina, controla
y se adueña de sus facultades. De este modo, el individuo logra evitar la
conciencia de una existencia separada del objeto y de los sentimientos de
pérdida, dependencia y admiración; en especial, se libra del dolor de la
envidia. Los dos objetivos específicos de la identificación proyectiva, su­
brayados por Klein, son: liberarse de las partes del self causantes de dolcr
y ansiedad y evitar la separación del objeto. El precio que se paga por
estos supuestos beneficios es alto, se sufraga con ansiedades persecutorias,
claustrofobia y pánico.
Elliot Jaques (1955) comenta que el pánico es una expresión extre­
ma de la identificación por proyección. Los asirios se lanzaron a la fuga
cuando se enteraron de que Holofernes, su líder, había perdido la cabeza
a manos de Judith. Los soldados asirios, por identificación proyectiva.
habían alojado su cabeza en la de su líder, y cuando éste la pierde, elle;
también la pierden y a la desbandada huyen despavoridos. Este es el me-
CAPÍTULO 6 • 141

garantiza los senti- canismo que vincula las grandes masas con líderes, no obstante lo insanos
a efusión de libido que sean.
.'eterno, sin experi- En los años ‘50, estrechos colaboradores de Klein -Rosenfeld, Segal y
ie la personalidad. Bion- usaron el concepto de identificación proyectiva con desenvoltura,
::dad) con la intro- pero sólo en los años ‘60 se expande realmente la aplicación del concepto.
Es sobresaliente que en Argentina empezara a usarse el concepto desde
los años cincuenta, cuando la obra de Melanie Klein aún no se había
r no se puede trazar traducido por entero al idioma español. La traducción de Psicoanálisis
ate asociadas, sería de niños, a cargo de Arminda Aberastury, apareció en 1948; Desarro­
la introyección y la llos en psicoanálisis, en 1962; y Contribuciones al psicoanálisis, en 1964,
p. 181; O. C., Vol. editados por Paidós. Como reseña R. Horacio Etchegoyen (1986, 2005),
León Grinberg, bastante temprano, en 1956, dio a conocer su primer tra­
bajo sobre el papel que jugaba la identificación proyectiva en la relación
rúente es un deseo analista-paciente. En su reconocimiento al gran psicoanalista argentino,
opacidades del ob- Etchegoyen expresa:
•: yección, mediante
: para arruinar su El primer trabajo de Grinberg sobre el tema, “Aspectos mágicos en la
transferencia y en la contratransferencia” , fue presentado a la Asociación
se la identificación Psicoanalítica Argentina el 27 de marzo de 1956 y se publicó en 1958.
lasantes de dolor y Es un estudio de la magia a la luz de los mecanismos de identificación,
> eto para liberarse donde el fenómeno queda definido con las palabras siguientes: “ La ‘con­
: domina, controla traidentificación proyectiva’ se produce específicamente como resultado de
:¿uo logra evitar la una excesiva identificación proyectiva del analizado que no es percibida
-as sentimientos de conscientemente por el analista, y que como consecuencia se ve ‘llevado’
_rra del dolor de la pasivamente a desempeñar el rol que, en forma activa -aunque incons­
ron proyectiva, su- ciente- el analizado ‘forzó dentro suyo’” (Grinberg, 1958, pp. 359-60).
■ sausantes de dolor Un mes después de esa ponencia, en el Simposio sobre técnica psicoanalíti­
a que se paga por ca de la Asociación Psicoanalítica Argentina que presidió Heinrich Racker
m d es persecutorias, en abril de 1956, Grinberg presentó su trabajo “Perturbaciones en la inter­
pretación por la contraidentificación proyectiva” , que publicó en 1957, en
—1 expresión extre- el cual estudia especialmente el efecto de la contraidentificación proyectiva
: onzaron a la fuga en lo que es la labor esencial del analista: interpretar (1986, p. 313).
: a rerdido la cabeza
iroación proyectiva,
: este la pierde, ellos
- ndos. Este es el me­
242. • M ela n ie K l e in : t e o r ía y téc n ic a

6.5. Evolución del concepto


Se puede enfocar el concepto de identificación proyectiva desde tres
puntos de vista: como una fantasía inconsciente; como un mecanismo
“incitante” o “ evocativo” por la presión que ejerce sobre el objeto; como
un medio al servicio de la comunicación.

a ) L a id e n tific a c ió n p r o y e c tiv a c o m o f a n t a s í a

Cuando Melanie Klein expresa “ los excrementos dañinos, expelidos


con odio, escindidos del yo [...] proyectados [...] dentro de la madre”
(1946, p. 8), se refiere a una fantasía inconsciente del bebé consistente
en meter partes de su self, mediante sus heces y orina, dentro del cuerpo
concreto de la madre, específicamente dentro del pecho. El bebé, en el
marco de esta fantasía, se deshace de su self malo y, al introducirlo den­
tro del pecho de la madre, toma control y posesión de ella y evita así la
separación. Por otra parte, si el bebé ha establecido con seguridad en su
interior el objeto bueno, adquiere la capacidad de proyectar un self bueno
y de crear buenas relaciones con los objetos externos. Las fantasías de
expansión del yo (megalomanía) tienen su fuente en estas fantasías de
proyección de partes malas y buenas del self.
Aunque Klein afirmaba que la proyección consistía en la fantasía con­
creta de forzar la entrada de sustancias toxicas y venenosas dentro del
objeto, advirtió que la proyección no comprometía emocionalmente al
receptor, en absoluto. Primero que todo, describió un mecanismo mental
en el inmediato presente del niño, en su “ aquí” y “ ahora” . Al circunscribir
el mecanismo al reino de la fantasía del bebé, no contempló la posibili­
dad de que el objeto real se afectara con la proyección. Sus discípulos, en
cambio, fueron más allá.
El concepto de identificación proyectiva incluye, conceptualmente,
tanto la escisión del self y/o del objeto como la identificación del objeto
receptor de la proyección con la parte proyectada. Por lo tanto, el meca­
nismo es de naturaleza esquizoide y narcisista: la proyección de las partes
idealizadas del self convierte a la otra persona en un ser amado y admira-
CA PÍTU LO 6 • 243

do que puede llegar hasta la fascinación; la proyección de las partes malas


la convierte en el self malo.
Klein diferenciaba las relaciones de objeto narcisistas de los “ estados
narcisistas” (1952). En la relación de objeto narcisista se involucra un
objeto externo; en los “ estados narcisistas” , el individuo se retira a una
relación con un objeto interno que forma parte del cuerpo del sujeto y del
self amado. Un ejemplo de estado narcisista es la gratificación autoerótica,
porque implica el retiro a una relación con un objeto internalizado. A dife­
rencia de Freud, sostenía que el autoerotismo y el narcisismo concurrían:

Por muchos años he sostenido el punto de vista de que el autoerotismo y el


narcisismo en el lactante son contemporáneos con las primeras relaciones
de objeto -externas e internalizadas. (1952c, Writings, Vol. III, p. 51; O.
C., Vol. 3, p. 60)

Como comenté, Klein hacía hincapié en que la identificación proyecti-


va se circunscribía a la fantasía del individuo, sin afectar al objeto externo.
Esta idea iba de la mano de su concepción de transferencia y contra­
transferencia. Consideraba que la transferencia reflejaba las relaciones de
objeto infantiles, porque era una “ fantasía” basada en una identificación
proyectiva que deformaba la percepción que tenía el paciente del analista
1952c). Suponía que la contratransferencia, escasamente mencionada en
su obra, siempre era un obstáculo al desenvolvimiento técnico del analista.
En Envidia y gratitud, incluso, advierte sobre los riesgos del compromi­
so contratransferencial, previene de la tendencia de ciertos analistas a
reasegurar al paciente, a abrogarse el rol de objeto bueno para reforzar
-a. transferencia positiva y evitar la transferencia negativa: “ Mis observa­
ciones me han demostrado que las técnicas basadas en el aseguramiento
raramente son exitosas; en particular sus resultados no son duraderos”
1957, Writings, Vol. III, p. 225; O. C., Vol. 3, p. 230). Pensaba que la
necesidad de aseguramiento que experimenta el paciente se remonta a su
temprana relación con la madre, de quien esperó asistencia en todas sus
ntuaciones de angustia:

El analista que es consciente de esto analizará las raíces infantiles de estos


deseos; de otro modo, en identificación con su paciente, la necesidad tem-
244 * M elante K lein : t e o r ía y t éc n ic a

prana de aseguramiento puede influir fuertemente su contratransferencia


y por lo tanto su técnica [el destacado es mío]. Esta identificación puede
fácilmente tentar al analista a tomar el lugar de la madre y entregarse
inmediatamente a la urgencia de aliviar las ansiedades de su niño (las del
paciente). (1957, Writmgs, Vol. III, p. 226; O. C., Vol. 3, p. 231)

Los efectos de la identificación proyectiva causados sobre el analista


-pensaba Klein- constituyen una seria prueba técnica que él debe resolver
en su propio análisis. Ponía en tela de juicio el uso de los sentimientos
del analista como fuente de información acerca de la transferencia del
paciente; nunca estuvo de acuerdo con la expansión del concepto de con­
tratransferencia. Como Freud, la consideraba como una transferencia no
analizada del analista. Del mismo modo, estaba prevenida contra el mal
uso de la noción de identificación proyectiva. Spillius (1983) narra la his­
toria de un joven analista en supervisión que le comentó a M. Klein (su
supervisora) que al sentirse confundido interpretó que su paciente le había
“metido” su confusión (la del paciente) dentro de él (del analista). Klein le
respondió “No querido, es Ud. el que está confundido” . La interpretación
del joven analista probablemente estuvo mal formulada, pero tenía razón
en cuanto al efecto que había ejercido la proyección sobre él.
En su momento, Klein también mencionó el proceso opuesto a la iden­
tificación proyectiva, la identificación del propio self con algunos aspectos
del objeto, y lo designó con el término “ identificación introyectiva” . Sin
embargo, esta idea no hizo mayor carrera.

b) L a id e n tific a c ió n p r o y e c tiv a c o m o m e c a n is m o e v o c a tiv o

Diversas corrientes psicoanalíticas se habían mantenido a distancia de


la obra de Melanie Klein, pero después del impresionante impacto que
causaron las teorías de Bion en Norteamérica, se despertó un gran inte­
rés en su pensamiento. El concepto de identificación proyectiva mereció
especial atención y, como era de esperar, suscitó encendidas discusiones
¿Se trata sólo de una fantasía? ¿El concepto sólo comprende aquellos
casos en los que se afecta el objeto receptor de la proyección? ¿Supone la
identificación proyectiva la proyección de buenas o malas cualidades del
C A PÍTU LO 6 • Z45

selfi ¿Se debe distinguir entre proyección e identificación proyectiva? ¿La


proyección es una fantasía corporal o se circunscribe a lo mental? Estas
inquietudes han ocupado las discusiones teóricas sobre el concepto de
identificación proyectiva, entre seguidores y contradictores.
Actualmente, el concepto despierta interés entre analistas no propiamen­
te “kleinianos” , tanto en Inglaterra (Sandler, 1987) como en Norteamérica
Grotstein, 1981; Ogden, 1979; 1982). En Latinoamérica siempre se lo
consideró un fino instrumento teórico y clínico desde finales de los años
cuarenta y principios de los cincuenta, a partir de los trabajos de Racker
1948, 1960), aunque él no hizo uso especial del concepto. En la obra
de Grinberg (1956; 1957; 1958; 1963), la identificación proyectiva tiene
especial relevancia. R. H. Etchegoyen, en Los fundamentos de la técnica
psicoanalítica (1986), recorre la historia del uso del concepto en nuestra
región.
Los analistas de Norteamérica han mostrado gran interés en la dis­
tinción entre identificación proyectiva y proyección (Malin y Grotstein,
1966; Langs, 1978; Ogden, 1979 y 1982; Orston, 1978; Meissner, 1980;
Grotstein, 1981). Numerosos analistas han supuesto que se debe hablar
de identificación proyectiva cuando la fantasía del proyector afecta al
recipiente, y de proyección cuando no se involucra emocionalmente. Las
restricciones del concepto de identificación proyectiva contradicen el signi­
ficado que le dio Melanie Klein y restringen su utilidad. El punto de vista
del analista kleiniano es amplio, le es indiferente que el mecanismo sea
¿vocativo o no, incluye aquellos casos en los que el recipiente es emocio-
nalmente afectado y aquellos en que no.

c W ilfr e d B io n : id e n t ific a c ió n p r o y e c tiv a y c o m u n ic a c ió n

Bion abrió la puerta hacia nuevas comprensiones del mecanismo en


su trabajo Ataques al vínculo (1959). Además de dar por hecho que la
dentificación proyectiva es un medio para provocar emociones en el ob-
¿:o, estableció una diferencia entre una identificación proyectiva normal
una patológica (Sandler [1987] prefiere hablar de identificación proyec-
:: "a patogénica en lugar de patológica, porque la patogenia no especifica
una patología determinada). Muchos analistas piensan que la cualidad
246 • M ela n ie K l e in : t e o r ía y téc n ic a

de la identificación proyectiva depende de la respuesta del analista; por


manera ~i
su reacción, el analista puede considerar que el mecanismo es un medio
las emocí
de comunicación y comprensión o un fenómeno patológico. De cualquier
evacúa es
manera, a medida que se ha comprendido la operación del mecanismo
Bion dem
en la relación del individuo con sus objetos, ha disminuido el reparo que
despierta
los analistas han tenido para tratar pacientes que hacen uso extremo del
bebé no i
mismo.
evacuacic
Bion prestó especial atención a aquellos pacientes que hacen uso exce­
comunic.
sivo del mecanismo y que presionan al analista para convertir la fantasía
tolerar rz
en realidad (acting out); señala que no son raros los pacientes en quienes
reintegrái
la identificación proyectiva es el único medio de comunicación que tienen
capacidat
a su disposición. Asimismo, aclara que este es el mecanismo usual del
1962a, P.
bebé, a partir del nacimiento, para hacerse comprender por la madre:
dre carea
La co
Supondré que hay un grado normal de identificación proyectiva, sin definir
comunic
los límites en los que descansa la normalidad, y que asociada con la identi­
entender
ficación introyectiva, constituye el fundamento para el desarrollo normal.
pero que
(Bion, 1959, p. 103; en español, p. 141)

Y añade:
u proye*
- “ - . r X

De esta manera, el vínculo entre paciente y analista, o niño y pecho, es el


mecanismo de la identificación proyectiva. (Ibíd., p. 105; p. 144)

Este punto de vista suscitó agitación en el medio psicoanalítico y se


llegó a pensar en la inconveniencia del uso del mismo término para desig­
nar los dos fenómenos: la identificación proyectiva normal (realista) y la
identificación proyectiva que siembra sentimientos y fantasías en el objeto
(patológica).
Bion describió la relación del bebé con el pecho de la madre como una
interacción entre un contenido y su continente, y la representó con los sig­
nos <$ $, a la manera del acoplamiento pene-vagina. La relación pecho-bebé
subyace al mecanismo de la identificación proyectiva: el pecho de la madre
funciona como el continente ($) más apto para contener las experiencias
emocionales {S) que el bebé le “mete” porque no quiere tenerlas en su inte­
rior, por considerarlas malas, de alguna manera. El bebé se comporta de uní
CAPÍTULO 6 • Z47

manera “razonablemente calculada” para que la madre pueda experimentar


: 5 emociones que él no tolera en su interior y de las que quiere deshacerse;

: rcua esas emociones mediante el tipo de identificación proyectiva que


cion denominó “ realista” . Es una especie de comunicación primitiva que
aespierta en la madre un sentimiento concordante con la emoción que el
cebé no tolera en su interior. Cuando el bebé “ hipertrofia” este tipo de
evacuación omnipotente de sus emociones intolerables, esta modalidad de
comunicación se degrada. Si la madre posee la capacidad suficiente para
tolerar razonablemente en su interior las emociones de su bebé antes de
reintegrárselas, se dice que posee una capacidad adecuada de reverte. Esta
capacidad constituye una especie de “órgano” receptor de emociones (Bion,
1962a, p. 116; en español, p. 160). Sin embargo, puede suceder que la ma­
dre carezca de este órgano o que el bebé, por envidia, lo destruya.
La consideración de la identificación proyectiva como un medio de
comunicación permitió al analista disponer de un instrumento útil para
entender las emociones que los pacientes no pueden tolerar en su interior,
pero que desean, inconscientemente, que él entienda, como en su ocasión
esperaban que la madre comprendiera.
Bion cobijó con el término réverie la facultad del objeto para tolerar
la proyección de las emociones, la cual se puede entender como un tipo
de reflexión imaginativa (Alvarez Lince, 1996). Para prevenir asignarle
prematuramente un significado al contenido de emociones que evacúa
y proyecta el bebé, Bion adoptó el término sofisticado “ elemento beta”
para nominar ese contenido y lo representó con la letra griega correspon­
diente (3). Este término designa las emociones, sensaciones, percepciones,
etc. que experimenta el bebé desde el momento de su nacimiento y que
aún carecen de significado: “ los elementos beta no se sienten como fenó­
menos, sino como cosas en sí mismas” (Bion, 1962b, p. 6; en español,
p. 25). Una “ cosa en sí misma” incumbe a objetos desconocidos para
el hombre. Apoyado en la teoría de Freud del principio placer/realidad,
supuso que el bebé, bajo el dominio del displacer, proyecta los elementos
beta -emociones, sensaciones, percepciones- en el pecho. Este, mientras
posea la capacidad de réverie, transforma en su interior esos elementos,
les da un significado y los reintegra a su bebé, quien los reintroyecta como
emociones transformadas. La madre lleva a cabo ese proceso de trans­
formación gracias a lo que Bion llamó “ función alfa” (a). Esta función
248 • M ela n ie K l e in : t e o r ía y téc n ic a

transforma aquella materia prima, carente de significado, en “ elementos


alfa” (a). Estos hipotéticos elementos también son indispensables para ~ .
construir los pensamientos oníricos (dream thougths) y los pensamientos :«n
inconscientes de la vigilia. Ahora bien, cuando el bebé reintroyecta esas
emociones transformadas por la función alfa de la madre, también intro-
yecta la función alfa de la madre (la capacidad de revene). Al introyectar re
esta función, el bebé adquiere, en su forma embrionaria, la capacidad -

para pensar, simbolizar y tolerar la frustración. Paralelamente, con esos ~ i

elementos alfa construye una “ barrera de contacto” permeable entre cons­ coi
ciente e inconsciente. Una adaptación de esta naturaleza entre madre y je •
bebé supone la operación “ realista” de la identificación proyectiva. No - i
obstante, el mecanismo siempre conserva su carácter omnipotente. En
esta situación, Bion supone un bebé que ha proyectado en el pecho de
la madre una parte atemorizada de su self que contiene en su interior un
intolerable miedo a morir. La madre recibe esta parte y, al guardarla en su
interior, la transforma, la recubre de significado y la hace tolerable, luego
la reintegra a su bebé y él la reintroyecta en ese estado transformado,
dotada de significado.
Este proceso de transformación de las emociones se puede malograr
por dos motivos: primero, por la incapacidad de la madre para desem­
peñar la función réverie-, segundo, porque esa función réverie -capacidad
de la madre de tolerar la proyección de las partes atemorizadas de la
personalidad- despierta la envidia del bebé y éste destruye la función alfa
de la madre.
Una madre refractaria a la proyección pone al descubierto su incapa­
cidad para desempeñar la función réverie. Bajo esta circunstancia, el bebé
reintroyecta las partes atemorizadas de su personalidad, pero en peores
condiciones porque, se supone, esa madre le ha “ arrancado” el significado
a aquel miedo a morir y lo ha transformado, como dice Bion, en un terror
sin nombre. El pecho de esta hipotética madre, refractario a la proyección.
no se siente como un pecho “malo” , sino como un pecho “ peor” . El bebé,
en consecuencia, incrementa la fuerza y omnipotencia de la identificación
proyectiva; la reintroyección consiguiente se efectúa con igual fuerza ;•
omnipotencia.
Ahora bien, si en el bebé prevalece la envidia, él se halla bajo el do­
minio de un objeto interno con las características de un pecho voraz
CAPÍTULO 6 • 249

. en “ elementos ávido que, envidiosamente, arranca la bondad a todo cuanto recibe. En el


: impensables para mundo interno de este supuesto bebé sólo subsiste ese objeto envidioso,
os pensamientos omnisciente, moralizante, desinteresado en la verdad y en la realidad. Este
r reintroyecta esas objeto es inepto para contener las proyecciones.
mre, también intro- Esta forma de entender la identificación proyectiva convierte el
- ¿• . Al introyectar mecanismo en una gran herramienta técnica del analista. En la sesión psi-
c_lría, la capacidad
coanalítica, el paciente siempre reacciona a la interpretación del analista
amente, con esos con una respuesta consciente e inconsciente. Sin subestimar la respuesta
: maleable entre cons- consciente, en la respuesta inconsciente del paciente reside el mejor criterio
i zza. entre madre y de verdad de la interpretación; en otras palabras, la evaluación inconscien­
con proyectiva. No te del contenido de verdad de la interpretación es la más atinada. Como
omnipotente. En advierte Etchegoyen en un breve pero admirable ensayo, no muchos ana­
mido en el pecho de listas creen que el analizado evalúa la interpretación y, menos aún, los
eme en su interior un que piensan que lo hace con acierto (Etchegoyen, 1999). Precisamente,
: .al guardarla en su Bion (1959) ilustra con un caso clínico la importancia de la observación
- ice tolerable, luego de la identificación proyectiva para evaluar y corregir la interpretación
-:id o transformado, equivocada del analista. Un paciente recurría a la identificación proyectiva
en la sesión con una frecuencia tal que daba la impresión de nunca en la
es se puede malograr vida haberse podido valer del mecanismo. Parecía que un objeto interno le
r.adre para desem- había negado esa posibilidad. Consecuente con esta situación, el paciente
1; - reverle —capacidad sentía que Bion rehusaba recibir las partes de su personalidad que quería
nem orizadas de la depositar en el analista. Seguramente, Bion sintió que él, como analista,
: iruye la función alfa en algún momento había rechazado las proyecciones del paciente, lo cual
le permitió comprender la naturaleza del objeto, interno y externo, que
1 ricubierto su incapa- le había negado al paciente el uso de la identificación proyectiva en el
_ circunstancia, el bebé pasado. Bion refiere que ese paciente, para deshacerse de su temor a la
. .cad, pero en peores muerte, escindía (split off) la parte de su personalidad que contenía ese
raneado” el significado temor y la depositaba en el analista; en una ocasión, él sintió que el ana­
c_ce Bion, en un terror lista evacuaba esa parte de la personalidad y se la devolvía, no sólo sin
: i icario a la proyección, modificación alguna, sino bajo condiciones aún más dolorosas. Este tipo
: criho “ peor” . El bebé, de comprensión de la identificación proyectiva le sirvió a Bion de pauta
- cía de la identificación para entender la naturaleza de las respuestas del objeto interno y externo
meca con igual fuerza y a las proyecciones del paciente. El analista, después de percatarse de su
identificación con un objeto interno refractario del paciente, rescató la
1 i. se halla bajo el do- capacidad de formular la interpretación correcta. El paciente, al sentir
x ; de un pecho voraz y que su analista rechazaba las partes atemorizadas de su personalidad,
2.50 • M elante K l e i n : t e o r ía y t é c n ic a

persistió en metérselas con más violencia y desesperación, pero el analista,


finalmente, captó la calidad del objeto interno de este paciente:

Sentí que el paciente había vivenciado en la infancia una madre que res­
pondía obedientemente a las manifestaciones emocionales del niño. Esta
respuesta obediente tenía un elemento de impaciencia, de “ no sé lo que
tiene esta criatura” [...] El paciente tuvo una madre que no podía tolerar
la vivencia de tales sentimientos, y reaccionaba negándoles la entrada o,
alternativamente, siendo presa de la ansiedad resultante de la introyección
de los sentimientos del niño. (1959, p. 104; en español, pp. 142 y 143)

d ) B e tty J o s e p h : id e n tific a c ió n p r o y e c tiv a y o m n ip o te n c ia

Betty Joseph (1987; 1989) destaca la función evocativa de la identifi­


cación proyectiva y subraya que esta función reviste al mecanismo de un
“ irreal” poder omnipotente. Asimismo, señala que el mecanismo no es
autónomo, que siempre está conectado con la escisión y las ansiedades
para configurar un estado mental de naturaleza narcisista, que el indivi­
duo mantiene con rigidez y precariedad. Un paciente bajo este estado se
resiste con toda su personalidad a cualquier intento de interpretación que
el analista haga para localizar y devolverle las partes escindidas, proyec­
tadas y perdidas de su self; siente que el reintegro de estas partes amenaza
su precario equilibrio narcisista, porque la recuperación de aquellas partes
lo hundiría en la psicosis.
A través de un material clínico, Joseph examina meticulosamente la
acción evocativa de la identificación proyectiva. Un joven profesor inicia
su tratamiento por las dificultades en sus relaciones con las personas, cor.
la esperanza de cambiar de profesión y hacerse analista. Comenta que sus
colegas elogian su trabajo y que se sienten amenazados por él por su ma­
yor conocimiento, lo cual lo intranquiliza, pues pueden sentir hostilidaa
hacia él. A la analista no le fue difícil mostrarle que él albergaba ideas
semejantes hacia ella; por ejemplo, que ella no lo animaba a abandonar
su profesión para volverse analista, porque un joven tan inteligente se
convertiría en una amenaza para ella. El paciente, incapaz de asimilar la;
interpretaciones constructivamente, las reinterpretaba con arreglo a alg;
CAPÍTULO 6 • 251

de teoría psicoanalítica que conocía. Cuando se le interpretaba con fir­


meza, respondía de prisa, en tono polémico; en su mente se producía una
ligera explosión y expulsaba lo que se le había dicho para devolverlo a la
mente de la analista con fuerza para desbaratar su pensamiento.
Mediante el uso del mecanismo de la identificación proyectiva, este pa­
ciente implantaba en la mente de la analista su self envidioso y asumía el
papel de ella: puesto que él “ sabía” lo que ella iba a decir, lo decía él mis­
mo. Mediante este mecanismo eliminaba toda relación real con la analista
e impedía que una existencia separada de ella permitiera la asimilación di­
recta de las interpretaciones. Asimismo, al proyectar las partes envidiosas
de su self, evitaba experimentar los sentimientos de dependencia, envidia
y celos y conseguía mantener su omnipotente equilibrio narcisista.
Betty Joseph ha examinado el diferente uso del mecanismo que hace el in­
dividuo en las posiciones esquizo-paranoide y depresiva. Durante la posición
esquizo-paranoide, cuando aún carece de cualquier interés en el objeto, el
niño se concentra en la liberación de las partes escindidas de su self, causantes
de dolor, y en la proyección de esas partes dentro del objeto. Mediante estas
partes de su self, proyectadas y puestas dentro del objeto, domina, controla y
se adueña de las facultades del objeto, lo cual lo protege de la separación, de
.a pérdida y de la dependencia.
El logro de la posición depresiva se facilita cuando la madre se desempe­
ña como un buen continente de las proyecciones del hijo, es decir, cuando
: riera y comprende sus emociones. Durante esa posición, la escisión total
definitiva de partes del self cambia hacia una escisión menos absoluta y
Temporal. En esta condición, el pequeño infante está en mejores condiciones
para reintegrar a su personalidad sus partes escindidas y proyectadas. En la
p: sición depresiva, el uso primario de la identificación proyectiva nunca se
: : andona, su empleo se modifica convenientemente, incluso adquiere las
características de la empatia. Laura Etchegoyen, en un esmerado trabajo, La
a ~atía en la práctica psicoanalítica (2000), destaca la intervención de la
: ratificación proyectiva en el fenómeno de la empatia, sin dejar de señalar
: r Melanie Klein “ no aplicó su enorme descubrimiento [de la identifica-
: a proyectiva] al estudio de la empatia” (pp. 147-148).
252. • M e l a n i e K l e i n : t e o r ía y t é c n ic a

e) H e r b e r t A . R o s e n f e l d : s u t e o r ía d e l a i d e n t i f i c a c ió n p r o y e c t i v a

Desde 1947, Rosenfeld investigó el uso de la identificación proyectiva en


pacientes “ fronterizos” y psicóticos. Se comenta que él arribó al concepto
al mismo tiempo que Klein, pero prefirió concederle la primicia a ella. A
través de su extensa obra describe los usos que hace el paciente de la identi­
ficación proyectiva, la relación del mecanismo con la envidia y la conexión
con unas relaciones de objeto de tipo parasitario y delirante (Rosenfeld,
1971). Advierte que todo uso de este mecanismo acarrea la negación de la
realidad psíquica porque el yo, al escindir las partes del self que contienen
los impulsos y ansiedades y al proyectarlas dentro del objeto, niega su rela­
ción emocional con dichas partes.
El mecanismo posee una cualidad omnipotente y tiene su fuente en la
temprana relación con el objeto primario; su objetivo, en la relación trans-
ferencial, es el control de la mente y cuerpo del analista. El paciente fuerza
con omnipotencia la entrada de su self “ loco” en la mente del analista;
como consecuencia, se siente fusionado y confundido con el analista. El
paciente presume que el analista ha enloquecido, que está realmente loco,
lo cual le despierta una ansiedad extrema por el temor de que, por reta­
liación, le devuelva la locura y lo despoje de su sanidad mental. El temor
a la retaliación del analista le despierta ansiedad extrema, teme que éste
le devuelva esa locura y lo despoje de su pretendida sanidad mental. Por
esta razón, supone que el analista lo puede enloquecer y, en su momento,
cree que realmente está “ loco” porque el analista lo ha privado de su
aparente salud mental. Sólo la interpretación detallada de este tipo de
relación transferencial -observa Rosenfeld- puede incidir en esta situación
delirante omnipotente y prevenir la desintegración de la personalidad.
La identificación proyectiva también forma parte del manejo de la en­
vidia. Si suponemos un paciente que considera que la mente, el cuerpc
y la capacidad de entendimiento del analista forman parte de su propic
self, diremos que este paciente se encuentra en un estado de narcisismc
omnipotente. Tan pronto como las interpretaciones correctas del analista
empiecen a tener efecto, este paciente empezará a sentirse separado de­
analista y a expresar reacciones agresivas. Las interpretaciones oportunas
le han demostrado la capacidad de entendimiento del analista y le han re­
cordado que él necesita proveerse de ese entendimiento porque por sí sól:
CAPÍTULO 6 • 253

: : lo podría lograr. A causa de su furia envidiosa, ridiculiza y despoja de


fzrido la interpretación. Puede llegar a sentirse enfermo en la situación
-mlítica y a reproducir en la transferencia, con plena realidad, el rechazo
r.ginal que él, debido a su envidia, experimentaba cuando su madre lo
lamentaba y lo cuidaba. Recuerdo un paciente anoréxico que se retiraba
: vomitar siempre que sentía acertadas mis interpretaciones, porque lo
i-imentaban. Como reacción contratransferencial, el analista puede llegar
: experimentar que él no posee nada valioso para ofrecerle al paciente,
legún Rosenfeld, este tipo de reacción violenta de los pacientes se rela­
jon a con la reacción terapéutica negativa, la cual, como sostuvo Klein en
1957, se debe a la envidia violenta por las buenas cualidades del analista.
El paciente utiliza dos modalidades de identificación proyectiva para
defenderse de su envidia. Puede proyectar la parte envidiosa de su self
centro de un objeto externo para deshacerse de ella; el objeto se convierte
en la parte envidiosa de su self. Esta modalidad corresponde a la descrip­
ción clásica de Klein: escindir (splitting off) y proyectar las partes malas
;el self en un objeto externo. Según la segunda modalidad, el paciente,
: mnipotentemente, puede entrar en el objeto que despierta su admiración
v envidia para usurpar su rol. Mediante este tipo de identificación proyec-
r.va, la envidia se niega totalmente, aunque reaparece cuando el analista
formula una interpretación correcta, porque la interpretación ajustada
r.ace sentir al paciente nuevamente separado del analista.
Rosenfeld también describe dos tipos de relación de objeto dominadas
enteramente por la identificación proyectiva: una de naturaleza parasitaria
y otra de naturaleza delirante. El paciente cree que vive dentro del analista
como un parásito que se nutre íntegramente de sus capacidades y está a
la espera de que el analista desempeñe las funciones de su yo. Este severo
parasitismo, por identificación proyectiva total (masiva), no es precisa­
mente un estado defensivo para negar la separación, es una expresión de
la agresión, específicamente de la envidia, que hace de este estado “ un
problema terapéutico particularmente difícil” (Rosenfeld, 1971b, p. 124).
Estos pacientes consiguen el amor, la benevolencia y la indulgencia como
parásitos del analista y extraen de él conocimiento y poder, mientras enve­
nenan la asociación paciente-analista. Bion, en Transformations, también
examinó la relación parasitaria, pero se refirió a un tipo de paciente cuyo
rasgo esencial consiste en una estimulación y frustración simultánea de la
254 * M e l a n i e K l e i n : t e o r ía y t éc n ic a

esperanza, lo cual esteriliza el trabajo analítico y desacredita al analista y


a él mismo; es una especie de “ asesinato crónico de paciente y analista”
(Bion, 1965, p. 28). El paciente descrito por Bion es más activo que el de
Rosenfeld, pero en los dos casos el mecanismo operante es la identifica­
ción proyectiva.
Rosenfeld también considera que los pacientes esquizofrénicos severa­
mente delirantes parecen vivir en un mundo irreal, alucinatorio y delirante
como un resultado de un self omnipotente y omnisciente. A este mundo se
le atribuyen unas cualidades que sugieren un tipo particular de objeto (la
madre), también delirante, que no experimenta dolor y posee una capa­
cidad absoluta para satisfacer cualquier antojo. En el análisis, el paciente
esquizofrénico delirante proyecta sobre el analista su mundo y objetos
alucinatorios. Mediante “ propaganda” , el self omnipotente y omnisciente
de estos pacientes persuade al self sano, que aún conservan, para que se
retire del mundo de la realidad y se meta en ese mundo delirante, idea­
lizado y lleno de virtudes, donde se obtiene satisfacción absoluta y una
cura instantánea. Clínicamente, el paciente fuerza la entrada de su selt
en ese mundo delirante mediante la identificación proyectiva como únicc
método posible. Esta situación se concreta en un constante acting oír.
con objetos externos que representan ese mundo delirante e idealizad:
(Rosenfeld, 1987).

f) E s t h e r B i c k : l a i d e n t i f i c a c ió n a d h e s i v a

En los años sesenta, poco después de la muerte de Melanie Klein, su


discípula Esther Bick publicó dos breves pero perennes artículos, que buz
inspirado a no pocos analistas: Notas sobre la observación de bebés r
el entrenamiento psicoanalítico (1964) y La experiencia de la piel en .u.
relaciones de objeto tempranas (1968).
Desde el punto de vista de Bick, el bebé, en su estadio más primiti' :
carece de la fuerza necesaria para mantener unidas las partes de su s-:
y vivencia que sus partes se mantienen unidas de manera pasiva por uuu
piel que sirve de límite a todo su self. Mientras tanto, el instinto de mu r:
te hace sentir su acción como un sentimiento de desintegración de es­
partes del self. El bebé experimenta este sentimiento de desintegra;: :
C A PÍTU LO 6 • 255

como “ angustia de precipitación” a través de un espacio infinito y como


sensación de una “ licuefacción interior” que rebasa sin control hacia el
exterior. Estas vivencias primarias, de inminente “ catástrofe” , desencade­
nan la búsqueda imperiosa de un objeto que contenga el self. Puesto que
este objeto puede llegar a ser el continente de las partes de la personalidad,
el bebé -dice Bick- concentra su atención en objetos brillantes, en soni­
dos, en una voz, en un olor, en cualquier cosa que estimule su sensualidad
porque equivale a aquel objeto. El objeto ideal es el pezón dentro la boca.
El bebé introyecta el pezón como un tipo de objeto que cumple la función
de contener las partes de su self. El bebé, por supuesto, se identifica con
esa función continente, lo cual genera la fantasía de un espacio interno y
externo que contribuye a la superación de aquel estado de desintegración
e inminente catástrofe. Cuando fracasa la identificación con la función
continente del objeto, se recurre al uso incesante de la identificación pro-
yectiva, en su calidad de mecanismo omnipotente.
Las vividas descripciones que hace Bick de las experiencias tempra­
nas del bebé corresponden a los hechos que ella descubrió a través de la
observación de bebés. Fue pionera de este inestimable método de inves­
tigación y aprendizaje del psicoanálisis que inició en la Tavistock Clinic
en 1948. Basada en sus observaciones, propuso la existencia de un tipo
de identificación que denominó identificación adhesiva, consistente en el
apego del bebé a un objeto que pueda sostener su self. No se trata ni de
una proyección ni de una introyección, sino de la adhesión a la superficie
de un objeto. Si el bebé y el objeto llegaran a separarse, ocurriría un daño,
una especie de desgarramiento. En este nivel primitivo de desarrollo no
existe el concepto de profundidad, el mundo es aún bidimensional. Bick
nunca presumió haber desarrollado una nueva teoría, tampoco relacionó
la identificación adhesiva con la identificación proyectiva ni supuso que
la identificación adhesiva fuera un nuevo mecanismo, anterior a la iden­
tificación proyectiva, o que se tratara de un mecanismo que entraría en
operación ante el fracaso de la identificación proyectiva.
La noción de Bick de un self que cae desintegrado en pedazos en un
espacio infinito es consistente con la concepción de Bion (1965) de ca­
tástrofe. Pero mientras la catástrofe que señala Bick es una experiencia
infantil primaria, la que reseña Bion es inherente al encuentro con la ver­
dad (‘O’, lo no conocido). Es evidente la conexión entre las ideas de Bick y
256 • M e la n ie K l e in : te o r ía y téc n ic a

de Bion. Sin embargo, y a pesar de la estimación que se guardaban, pienso


que ella no llegó a conocer el trabajo teórico de Bion en profundidad.

g ) D o n a ld M e ltz e r : la id e n tific a c ió n p r o y e c tiv a in te r n a

En julio de 1965, en el XXIV Congreso Internacional de Psicoanálisis,


en Amsterdam, Donald Meltzer leyó su trabajo clásico La relación de la
masturbación anal con la identificación proyectiva. Este artículo, proba­
blemente su mejor escrito, se publicó en 1966 en el International Journal
o f Psychoanalysis y fue el antecedente de su teoría del proceso psicoana-
lítico (1967). Este trabajo, esencialmente, explica la conexión existente
entre el uso de una modalidad de identificación proyectiva, que Meltzer
denominó “ identificación proyectiva interna” , con el proceso psicoanalí-
tico y la masturbación anal.
El proceso psicoanalítico consiste en unas secuencias de interacción
transferencia-contratransferencia en el contexto de un adecuado encua­
dre (setting). Sobre la base de secuencias de esta naturaleza se configuran
experiencias de evacuación del dolor y de alivio mental. Mientras tanto,
se establece un ritmo, semana tras semana, de angustia de separación y de­
fensa contra esa separación mediante el uso de la identificación proyectiva.
La angustia de separación pone en acción una modalidad de relación de
objeto a niveles profundos del inconsciente. La intensidad de esta relación
se incrementa a medida que las transferencias que han estado dispersas
durante la vida del paciente se recogen y concentran en el analista durante
el transcurso de las sesiones (the gatbering ofthe transference).
Siempre y cuando se cuente con un setting adecuado, el alivio derivado
de la interpretación y el shock de la primera separación ponen en marcha
el proceso analítico. Paso a paso, se configura una modalidad transfe-
rencial alrededor de la separación. Como defensa frente a las ansiedades
de esta separación, el paciente recurre a varios mecanismos de mayor o
menor omnipotencia, entre los cuales domina el uso de la identificación
proyectiva en un objeto interno. Es indispensable -advierte Meltzer- el
ajustado manejo técnico de las defensas que el paciente moviliza ante la
separación. Un proceso psicoanalítico sólo se afirma cuando se despea
meticulosamente el uso de la identificación proyectiva y se desenmascara
CAPÍTULO 6 • Z57

ardaban, pienso la omnisciencia y omnipotencia que el paciente despliega en su lucha con­


•rofundidad. tra cualquier tipo de dependencia del proceso analítico y de la persona
del analista.
El primer período del análisis se concentra en la disolución de la auto-
m a idealización y de la independencia espuria (síndrome de pseudomadurez).
Es indispensable el establecimiento de un tipo de transferencia con un
ie Psicoanálisis,
“pecho-inodoro” (pecho analítico) que alivie, por proyección, los estados
j relación de la de confusión. Con el transcurrir del tiempo, se llega a establecer un vín­
artículo, proba- culo con un “pecho nutricio” y, cuando se logra, surge una intolerancia a
lational Journal las separaciones, que siguen el ritmo de los fines de semana y de las vaca­
oceso psicoana-
ciones periódicas. Sólo cuando se alcanza este nivel se pueden analizar los
lexión existente detalles profundos de la relación existente entre separación y la modalidad
va, que Meltzer de identificación proyectiva con un objeto interno. Este mecanismo se
ceso psicoanalí- expresa mediante fantasías de masturbación anal.
Cuando Klein describió por primera vez, en 1946, el uso de la iden­
; de interacción
tificación proyectiva, la conectó con la expulsión anal de excrementos.
decuado encua-
Curiosamente, en su obra subsiguiente no vuelve a mencionar esta co­
za se configuran
nexión. Para construir su idea de identificación proyectiva interna, Meltzer
Mientras tanto,
tomó en consideración esta primera descripción de Klein de identificación
separación y de-
proyectiva y los estudios de Freud (1905c; 1908; 1917) y Abraham (1920;
ición proyectiva.
1921), donde se señala que la retención y expulsión lenta, rápida y rítmica
i de relación de
de la masa fecal es un estimulante masturbatorio. Sobre esta base, Meltzer
l de esta relación
observó la existencia de una conexión entre la angustia de separación y la
astado dispersas
masturbación anal como vehículo de un tipo de identificación proyectiva
analista durante
en un objeto interno. Obviamente, se refería a una masturbación anal
rence). de tipo críptico. Después del examen minucioso de las experiencias de
■[ alivio derivado separación a lo largo del proceso analítico, dedujo la siguiente secuencia:
'onen en marcha
una vez que la madre le ha dado de comer al bebé y lo ha colocado en la
dalidad transfe-
cuna, se aleja y le da la espalda; el bebé la sigue con su mirada y, en forma
a las ansiedades
hostil, confunde el pecho que lo ha abandonado con las nalgas de la ma­
mos de mayor o dre; luego, cuando él pasa sus manos por sus nalgas y siente su redondez y
la identificación
tersura, eventualmente, sus dedos penetran en el ano y llegan a sus heces.
;erte Meltzer- el Al confundir la identidad del pecho con las nalgas de la madre y con la
moviliza ante la
redondez y tersura de sus propias nalgas, el bebé idealiza su recto y conte­
lando se despeja
nido fecal. Así toma forma la fantasía de “ intrusión secreta” en el ano de
se desenmascara
.a madre interna (Abraham lo había insinuado en 1921) para despojarla
258 • M ela n ie K l e in : t e o r ía y téc n ic a

de unas heces idealizadas con las que ella alimenta al padre y a los bebés
se viv
que contiene en su interior. Por esta razón, Meltzer pensaba que el nom­
entre
bre de identificación intrusiva era más apropiado para la identificación
su pér
proyectiva masiva y hostil dentro un objeto interno, generalmente objeto
Provee
parcial. Este tipo de identificación proyectiva es de naturaleza delirante,
lista y
pues borra las diferencias entre niño y adulto en cuanto a prerrogativas y
momei
capacidades, y es la base de la autoidealización e independencia espuria o
del obj
síndrome de pseudomadurez. La “personalidad como si” (Deutsch, 1942)
de libr,
y el “ falso self” (Winnicott, 1954; 1960) son equivalentes a este síndrome.
caracte
Los primeros años del análisis se concentran en la resolución de la
Sin c
identificación proyectiva interna. Durante este período, el paciente vive
simbóii,
el análisis como un pecho-inodoro y el alivio que experimenta es de na­
retomai
turaleza evacuativa. El análisis de la masturbación anal críptica bebe ser
paranoi
meticuloso. Al cabo del tiempo, se establece otro tipo de vínculo: el víncu­
sünbóli,
lo con un “pecho nutricio” . Sólo bajo una relación con un pecho nutricio
seíf-obje
se observa, en toda su magnitud, la intolerancia a las separaciones.

h) H a n n a S e g a l: id e n tific a c ió n p r o y e c tiv a y sím b o lo 6.6.

En un clásico del psicoanálisis, Note on symbol formation (1957 . El cor


Hanna Segal destaca la distinción entre la formación del símbolo en la -xpansiój
posición esquizo-paranoide y en la posición depresiva. Durante la má; T sesenta,
temprana relación de objeto, en la posición esquizo-paranoide, cuand: to rtean *
la vivencia de ausencia difícilmente existe, el yo no siente que ha sid : ' ---- O l i o Si
privado del objeto bueno, sino que ha sido asaltado por objetos malo;
En estas circunstancias, el yo utiliza la identificación proyectiva com : r'X *rnjl o¡
defensa para deshacerse de esos objetos (y partes del self) y proyectar­ *r o s muc
los en objetos del mundo externo. Estas proyecciones e identificación:; * * * 2 ) , M,
inician el proceso de formación del símbolo. Los primeros símbolos n ^—a-istas b
son representaciones del objeto, son el objeto en sí; objeto y símbol: d del
constituyen una “ ecuación simbólica” . Los objetos externos y las par:; 'tS¿rTCLo 1
del self proyectadas sobre ellos se tratan como si fueran idénticos, co~ ~~ -» érstui
miembros de una ecuación. Coa la c
La capacidad de crear símbolos, en el sentido propio de la palabra, i-- cC
logra cuando se alcanza la posición depresiva. En esta posición, el ob ;' —«ÍÜS1
CAPÍTULO 6 • Í 59

se vivencia como un todo, con conciencia de la diferencia y separación


entre yo y objeto; se experimenta ambivalencia hacia el objeto, miedo a
su pérdida y sentimientos de culpa. Predomina la introyección sobre la
proyección, el pensamiento omnipotente cede el paso al pensamiento rea­
lista y se reconoce que el objeto bueno y el malo son uno mismo. En este
momento surge el símbolo como creación, no como un simple equivalente
del objeto original, y se diferencia del objeto simbolizado. El símbolo es
de libre disposición y se puede distinguir y reconocer por sus propias
características.
Sin embargo, advierte Segal, el proceso que transcurre entre la ecuación
simbólica y el símbolo es reversible. Cuando las ansiedades persecutorias
retoman su fuerza, tiene lugar una regresión hacia la posición esquizo-
paranoide, la identificación proyectiva recobra el ímpetu, la función
simbólica se revierte hacia la ecuación simbólica, recrudece la confusión
self-objeto y el símbolo se confunde nuevamente con la cosa simbolizada.

6.6. Expansión del concepto de identificación proyectiva


El concepto de identificación proyectiva ha experimentado una gran
expansión, ha sobrepasado los límites provinciales de los años cincuenta
y sesenta. El mecanismo ha merecido especial atención de los analistas de
Norteamérica. Arthur Malin y James S. Grotstein publicaron el primer
artículo sobre este mecanismo en Estados Unidos. Su trabajo Projective
Identification in the therapeutic process se publicó en el International
Journal o f Psychoanalysis en 1966. A este trabajo precursor siguieron
otros muchos de gran nivel: Langs (1976; 1978; 1980), Ogden (1979;
1982), Meisner (1980; 1987) y Ornston (1978b). Estos distinguidos
analistas han ampliado el concepto; no sólo lo han aplicado a la comp­
rensión del proceso terapéutico, también les ha sido útil para entender el
desarrollo normal y patológico del individuo. Asimismo, se han interesado
en la distinción entre proyección e identificación proyectiva.
Con la claridad que lo caracteriza, Thomas H. Ogden, en su artículo
“ On projective identification” (1979), expone el punto de vista de los
psicoanalistas norteamericanos al respecto. Destaca que el mecanismo,
descubierto por Klein en 1946, entraña un conjunto de fantasías y una
2. 6 o • M ela n ie K l e in : t e o r ía y téc n ic a

relación de objeto en la que el sujeto se libera de aspectos no deseados del


self y los deposita dentro de la otra persona. De cualquier manera, esos as­
pectos proyectados se recuperan como una versión modificada de aquellos
originariamente expulsados. Con base en el trabajo de Malin y Grotstein,
Ogden supone que el mecanismo se presenta en tres fases simultáneas e
interdependientes que constituyen una unidad psicológica.

a ) P r im e r a fa s e

La primera fase, según Ogden, consiste en la fantasía de expulsar par­


tes del self para depositarlas en otra persona sobre quien se ejerce control.
Meter partes del self en otra persona y ejercer control desde su interior
es el fin medular de la identificación proyectiva. La proyección empaña
los límites entre el self y la representación del objeto, la persona que pro­
yecta se siente “ una sola” con el recipiente. La vivencia de desaparición
de los límites entre sujeto y objeto marca la diferencia entre proyección
e identificación proyectiva: en la proyección, el sujeto no guarda ningún
contacto con el sentimiento que proyectó, se siente distante del objeto; en
la identificación proyectiva, el sujeto proyector se siente profundamente
conectado (identificado) con el objeto recipiente, hasta tal punto que los
límites entre ellos pueden llegar a borrarse. Ogden piensa, y con razón,
que en la práctica no hallamos la proyección y la identificación proyecti­
va en su forma pura: “ uno regularmente se encuentra con una mezcla de
los dos, con mayor o menor preponderancia de la unidad [identificación
proyectiva], o del sentimiento de extrañeza, entre proyector y recipiente
[proyección]” (1979).

b) S e g u n d a fa se

En la segunda fase de la identificación proyectiva, el proyector ejerce


sobre el recipiente una presión para que experimente pensamientos, senti­
mientos y comportamientos congruentes con la fantasía proyectiva. No se
trata de una presión y control imaginarios sobre el objeto, se trata de una
presión e influencia “ real” que se ejerce mediante una gran variedad de
modalidades y a través de la interacción interpersonal. De alguna manera.
CAPÍTULO 6 • 261
c
o
D
-1

se manipula la realidad para que el objeto cumpla la fantasía proyectiva. O


u
2
Por la sutileza de la manipulación, el proyector no puede ver en el objeto D
:
recipiente sino lo que puso dentro de él; y cuando la realidad no confirma 4)
la proyección, esa realidad deja de existir.

c) T e rc e ra fa se

Inspirado en el concepto de Bion de reverle, Ogden denomina a la


tercera secuencia de la identificación proyectiva, fase de “procesamiento
psicológico” . Durante el procesamiento, el recipiente o continente elabora
en su interior la fantasía proyectiva, hasta alcanzar la condición necesaria
para que el proyector la pueda incorporar e internalizar nuevamente. Du­
rante este proceso, el continente recibe la proyección y se experimenta a sí
O -2
mismo de la manera exacta como lo “ pinta” la fantasía proyectiva. Pero O c
este continente, en la medida en que es una persona separada del proyec­ s £
tor-contenido, es autor de sus propios sentimientos; por lo tanto, posee 5 p
las condiciones para procesar la fantasía proyectiva de manera diferente
a las intenciones del proyector. De este modo, la fantasía proyectiva se
transforma en una versión procesada que el proyector puede, nuevamente,
internalizar a través de su interacción con el continente.
En conclusión, la primera de las secuencias propuestas por Odgen con­
siste en la fantasía de expulsar una parte del self y depositarla en otra
persona sobre quien se ejerce control; en la segunda secuencia, el proyec­
tor, por vía de la interacción interpersonal, ejerce presión sobre el objeto
“ recipiente” para que experimente unos pensamientos, sentimientos y
comportamientos congruentes con la proyección; en la tercera secuen­
cia, el recipiente o continente procesa los sentimientos, pensamientos y
comportamientos proyectivos, modifica la versión original y la pone a
disposición del proyector, quien la re-internaliza.
Ogden, al considerar la identificación proyectiva como un modo de
pensamiento, trazó la diferencia entre un pensamiento de tipo proyecti-
vo y la proyección como mecanismo en su sentido clásico. En el modo
proyectivo de pensamiento, el individuo tiene la fantasía de liberación de
una parte de sí mismo al colocarla dentro de otro individuo; el individuo,
al reconocer que lo proyectado forma parte de sí mismo, mantiene una
2.62 • M e la n ie K l e in : t eo r ía y t éc n ic a

conexión con el objeto receptor. En cambio, en la proyección en su sentido


clásico, el aspecto de sí mismo expulsado se niega y se atribuye al objeto
por entero; por lo tanto, el proyector no guarda vínculo con el objeto, el
objeto es una especie de extranjero. En conclusión, la proyección es un
mecanismo intrapsíquico, la identificación proyectiva es un mecanismo
bipersonal.
El argumento de Odgen es discutible. De cualquier modo, pienso que
no proyectamos sobre un mundo externo, sino sobre la imagen que nos
hemos forjado de ese mundo. Además, no creo que los objetos dejen de
guardar una íntima conexión con nosotros, específicamente con nuestros
deseos. Por consiguiente, con los elementos teóricos actuales es imposible
distinguir la proyección de la identificación proyectiva. Se puede decir que
cuando proyectamos identificamos y cuando identificamos proyectamos.
Según Ogden (1979), las emociones son procesadas; según Langs,
metabolizadas (1976); según Bion, contenidas (1959) por el continente.
Rosenfeld destaca, como factor esencial para la terapia analítica, la capa­
cidad mental del analista para procesar las proyecciones del paciente. Este
último no sólo reintroyecta las proyecciones procesadas por el analista
sino también el estado mental de un analista que posee o no la capacidad
para procesar las proyecciones.

6.7. Identificación proyectiva y técnica psicoanalítica


La teoría de la identificación proyectiva ha tenido una importante re­
percusión sobre la técnica psicoanalítica. Como comenté, Klein sostenía
que la identificación proyectiva era una fantasía, y advertía que si la pro­
yección ejercía algún efecto sobre el analista, se debía a una situación
personal de ese analista. Sus discípulos fueron más allá: consideraron que
la identificación proyectiva era un medio de comunicación (Bion, 1959;
Rosenfeld, 1971b; Grinberg, 1956; 1957). Concentraron su atención no
sólo sobre las fantasías atinentes a la proyección de partes del self en el
analista, sino sobre lo que el analista experimenta cuando se ha con­
vertido en el continente de las proyecciones. Supuestamente, un analista
entrenado está abierto a las proyecciones del paciente y capacitado para
contenerlas y tolerarlas, sin negarlas ni cerrarse a ellas. Presumamos un
CAPÍTULO 6 • 263

paciente desesperanzado, que no espera ningún beneficio del tratamiento


porque el método “ no vale la pena” . Un analista puede reaccionar a estos
sentimientos proyectivos, ora esforzándose en demostrarle al paciente las
bondades del psicoanálisis, ora disgustándose, ora diciéndose que en efec­
to ese paciente “ no vale la pena” . Otro analista, en cambio, puede tolerar
el menosprecio, compartir la “ verdad” del paciente sin contradecirla y
permitirle que sienta que el método “ no vale la pena” . Probablemente
esta actitud puede facilitar a este presunto paciente la comprensión del
menosprecio que él y su madre mutuamente compartían y la conexión con
el menosprecio omnipotente actual a su analista.
El destino de las partes proyectadas depende del manejo técnico y uso
que haga el psicoanalista del mecanismo. El terapeuta no es un receptá­
culo vacío donde el paciente simplemente deposita las partes de su self-,
es un ser con su historia, sus represiones, sus conflictos, sus miedos y
sus áreas de experiencia humana cargadas de conflictos que no deja de
compartir con el paciente. Pero su entrenamiento, su análisis personal y
su experiencia se aúnan y lo aparejan con el “temple” indispensable para
ser el continente favorable y oportuno para la identificación proyectiva
del paciente. De ese temple depende la fortaleza conveniente para com­
prender lo que ocurre entre analista y paciente y para dar los pasos que
permitan corregir los inevitables errores que se cometen en el manejo de
la identificación proyectiva en la situación analítica. Sólo en este ámbito se
llega a interpretaciones psicoanalíticas con contenido de verdad (Wisdom,
1967; Klimovsky, 1986; Etchegoyen, 1986; 1989; Álvarez Lince, 1996;
Ahumada, 1999).
El terapeuta puede llegar a identificarse con los métodos del paciente
para manejar las partes proyectadas. Esta posición defensiva puede resul­
tar en algún tipo de pacto inconsciente, y aun consciente, entre paciente
y terapeuta. Robert Langs (1975) denomina a esta condición defensiva
“ therapeutic misalliances” . Paciente y terapeuta buscan a través de mi-
salliances algún tipo de gratificación secreta y disfrazada que fortifica
inconscientemente las defensas. Cualquiera que sea el tipo de fracaso del
analista para contener la identificación proyectiva, el paciente re-interna­
liza sus partes proyectadas, pero fortalecidas por el inadecuado manejo
defensivo que el terapeuta pudo haberle dado a la proyección. No es ex­
traña la situación en que el terapeuta ejerce presión sobre el paciente para
2.64 • M ela n ie K l e in : t eo ría y téc n ic a

convertirlo en el continente de su propia identificación proyectiva. Este


terapeuta, movido por su fantasía de ser el tipo ideal de persona, ejerce
presión para que el paciente se comporte dentro de los parámetros de su
ideal de persona. La situación de este analista es igual a la de aquellos
padres que proyectan sobre el hijo el hijo ideal que ellos quisieron ser. Sin
embargo, un paciente o un hijo relativamente saludables pueden llegar a
caer en la cuenta de esa presión y alertar a su analista o padre sobre esa
situación. Si bien no se puede cambiar de padres, por fortuna se puede
cambiar de analista.
Vale la pena considerar si la fantasía de la identificación proyectiva
produce o no una modificación de la realidad. En mayor o menor medida,
la identificación proyectiva, con miras a cumplir una fantasía, encierra
algún grado de manipulación de la realidad, por efecto de la presión que,
de cualquier modo, ejerce sobre el objeto. En este sentido, un individuo
traslada su fantasía proyectiva desde el escenario de su representación
psicológica al escenario mental de un objeto externo con la intención de
alterar las representaciones psicológicas de éste. A menudo, en el intento
consigue éxito y logra influir sobre los sentimientos y auto-representacio­
nes de la otra persona. Por lo tanto, la identificación proyectiva sí puede
llegar a modificar la realidad.
CAPÍTULO 6 • 265

tiva. Este
na, ejerce
:ros de su
: aquellos B u e n o s A i r e s , 20 de junio de 2009
i>n ser. Sin Q u e r id o B e r n a r d o :
:n llegar a He leído con mucho interés el capítulo 6 de tu libro, “La identificación
sobre esa proyectiva”, que viene después de la teoría de las posiciones y las defensas. Em­
1 se puede piezas con el concepto de proyección en Freud, para seguir después con el de
identificación. Es un buen comienzo, ya que es fundamental comprender ambos
proyectiva conceptos antes de internarse en la identificación proyectiva.
or medida, Es muy acertado tomar como punto de partida de la proyección la forma en
a, encierra que Freud la emplea en su estudio sobre las afasias y cuando diferencia las parálisis
resión que, periféricas (por proyección) de las parálisis cerebrales por representación. Aquí,
l individuo proyección y representación se refieren a cómo se procesan los estímulos en el
esentación sistema nervioso con una definida connotación neurológica. Más adelante, sin em­
itención de bargo, le van a servir para estudiar los fenómenos psicológicos. Lo hace en 1896,
a el intento donde define la proyección como un mecanismo de defensa, que ya había vislum­
>resentacio- brado en su correspondencia con Fliess. En este momento, y después en Schreber,
va sí puede la proyección es un mecanismo de defensa, pero en Tótem y tabú se la entiende,
también, como un instrumento para construir nuestra representación del mundo.
Asimismo, el concepto de identificación varía en Freud a lo largo de su inves­
tigación, hasta llegar a Duelo y melancolía, donde descubre la identificación en el
proceso de duelo y, en consecuencia, la introyección en el yo del objeto perdido.
Es muy interesante el recorrido que haces del concepto de proyección en la
obra de Melanie Klein, hasta que, en 1933, llega a la conclusión de que el niño
proyecta su sadismo en los objetos del mundo externo. El trabajo de 1930 sobre
los símbolos es importante ya que se vislumbra el concepto de identificación
proyectiva, cuando Dick pone cosas de sí mismo en el cuerpo de su madre.
Sobre la base de esta revisión, puedes estudiar a fondo el revolucionario
concepto de identificación proyectiva que se ha extendido notablemente y
hoy lo aceptan psicoanalistas de las más distintas escuelas. Más adelante en su
investigación, Klein comprendió los trastornos de identidad que produce la
identificación proyectiva y su íntima vinculación con la voracidad y la envidia,
así como también su importancia con el vínculo de dependencia con el objeto.
Melanie Klein siempre consideró que la identificación proyectiva es una fanta­
sía inconciente y subrayó su carácter corporal; pero nunca pensó que este proceso
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pudiera tener repercusión en el objeto al que se dirige. Es cierto lo que dices .


pesar de que Klein siempre señaló el significado concreto y corporal de la idee: -
ficación proyectiva, nunca tuvo en cuenta la reacción del objeto que la recibe. Esc_
actitud va de la mano -como tú dices—con su concepto de contratransferencia, c
es para ella un obstáculo y nunca un instrumento de comprensión.
Son sobre todo los alumnos de Melanie Klein los que estudian la respues::
del que recibe la identificación proyectiva, rescatando su valor como instrumen­
to de comunicación (Bion, Grinberg, Spillius).
Para Bion, la interpretación proyectiva realista coloca en el pecho de la ma­
dre la angustia y el malestar, para evacuarlos; pero, al mismo tiempo, para que
la madre sienta lo que a él le pasa. Cuando la madre contiene y procesa lo que
el bebé le deposita, lo transforma y lo devuelve en forma tolerable, ejerce su
capacidad de rev en e, que tú calificaste en un escrito anterior como reflexión
imaginativa. Este proceso puede ser interferido por la incapacidad de reverle de
la madre y por la envidia del niño por la capacidad de la madre.
Es sumamente interesante tu comentario sobre Betty Joseph y cómo utiliza
técnicamente la identificación proyectiva para resolver la transferencia del pacien­
te, como un intento de Betty, tal vez, de recuperar su vínculo con Paula Heimann.
Señalas con razón que Rosenfeld fue el primer analista que utilizó la identifi­
cación proyectiva y es cierto que estuvo a punto de publicarlo antes que Melanie
Klein, que era su analista. Rosenfeld describió la identificación proyectiva como
vía de comunicación, como un medio de negar la realidad y como un método
de control.
Son muy atinadas tus reflexiones sobre Esther Bick y la identificación adhe­
siva, que retoma Meltzer, que también introduce el concepto de identificación
proyectiva en un objeto interno, también propuesto por Money-Kyrle.
Está muy bien expuesta la expansión del concepto de la identificación pro­
yectiva en los Estados Unidos a partir de Ogden y otros autores.
Son muy acertadas tus reflexiones sobre la identificación proyectiva y la téc­
nica psicoanalítica, a partir del momento en que el concepto original se amplía
y se reconoce su valor comunicacional.
Como tú dices al final, la identificación proyectiva es un mecanismo biper-
sonal y abres la última pregunta, ¿en qué sentido la identificación proyectiva
modifica la realidad?
Un fuerte abrazo
Horacio

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