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Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

Traducción de

GUSTAVO LEYVA
PETER STORANDT DILLER

Revisión de la traducción de

GUSTAVO LEYVA
Edición e introducción de
ALBRECHT WELLMER

LÍNEAS DE FUGA
DE LA MODERNIDAD
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

Primera edición, 2013

Wellmer, Albrecht ÍNDICE


Líneas de fuga de la modernidad. - 1a ed. - Buenos Aires :
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

Fondo de Cultura Económica; Universidad Autónoma Metropo-


litana, 2013.
408 p.; 21x14 cm. - (Filosofía) Introducción, por Gustavo- Leyva .............................................. 9
Traducido por: Peter Storandt Diller Nota del editor............................................................................. 31
ISBN 978-950-557-982-2

1. Filosofía. 1. Storandt Diller, Peter, trad. II. Título I. Hannah Arendt sobre la revolución .................................. 33
II. Derechos humanos y democracia ..................................... 69
CDD 190 III. La disputa por la verdad. Pragmatismo sin ideas
regulativas ........................................................................ 101
IV. Hans-Georg Gadamer: una hermenéutica
en la disyuntiva entre tradicionalismo e Ilustración......... 133
V. La reflexión hermenéutica a la luz de la deconstrucción .. 137
VI. Crítica radical de la modernidad versus teoría
de la democracia moderna: dos caras de la Teoría Crítica 165
VII. Discurso de agradecimiento: Adorno y las dificultades
de una construcción crítica del presente histórico ........... 193
Armado de tapa: Juan Balaguer VIII. Sobre negatividad y autonomía del arte.
Foto de solapa: Anne Wellmer La actualidad de la estética de Adorno y las lagunas
D.R. © 2013, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA DE ARGENTINA, S.A. de su filosofía de la música ............................................... 225
El Salvador 5665; C1414BQE Buenos Aires, Argentina IX. La promesa de felicidad, y por qué tiene que permanecer
fondo@fce.com.ar / www.fce.com.ar
Carr. Picacho Ajusco 227; 14738 México D.F. sin ser cumplida ................................................................ 277
X. La muerte de las sirenas y el origen de la obra
En coedición con la División de Ciencias Sociales y Humanidades
de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, México. de arte ............................................................................... 301
XI. Lenguaje - (Nueva) música - Comunicación ..................... 321
ISBN: 978-950-557-982-2 XII. El tiempo, el lenguaje y el arte (con una digresión
Comentarios y sugerencias: editorial@fce.com.ar sobre música y tiempo) ..................................................... 363
Fotocopiar libros está penado por la ley.
Índice de nombres ....................................................................... 399
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medio de impresión o digital, en forma idéntica, extractada
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X. LA MUERTE DE LAS SIRENAS Y EL ORIGEN


DE LA OBRA DE ARTE*

LA HISTORIA, tal como se narra en el libro duodécimo de la Odisea


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de Homero, es bien conocida: Circe había advertido a Ulises del


poder irresistible del canto de las sirenas y le había aconsejado
que al pasar ante ellas tapara los oídos de sus hombres con cera y
se atara fuertemente al mástil, de modo que sus hombres, quienes
no oirían los cantos de las sirenas, siguieran remando y el propio
Ulises, quien estaría indefenso ante la irresistible seducción de las
sirenas, no pudiera detenerlos. Un arreglo perfecto que permitiría
a Ulises escuchar el canto de las sirenas sin pagar el precio por
ello: morir por ceder a la tentación. Para Adorno y Horkheimer,
este episodio se convierte en una alegoría del “entrelazamiento de
mito, dominación y trabajo” en los orígenes de la civilización, es
decir, de la dialéctica de la Ilustración misma (p. 34).1 Su texto, sin
embargo, es tan ambiguo como sugestivo, así que es difícil decir
cuál es el contenido real de la alegoría. Hay al menos dos lecturas
posibles de esta alegoría o, quizá mejor dicho, dos alegorías dife-
rentes, dos historias que contar, dos diferentes estratos de sentido,
que, sin embargo, Adorno y Horkheimer no parecen distinguir
uno del otro. Y tal vez haya una tercera lectura posible, para la
cual pueden encontrarse -aunque los mismos pasajes sobre Ulises
y las sirenas apenas lo sugieren- algunas pistas en el contexto más

* La versión original de este artículo apareció en inglés con el título “The Death
of the Sirens and the Origin of the Work of Art”, en New Germán Critique, núm.
81, número especial sobre Dialectic of Enlightenment, Nueva York, otoño de 2000.
1
Todas las páginas mencionadas entre paréntesis en el cuerpo del texto se
refieren a Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, Dialectic of Enlightenment,
Nueva York, 1986 [trad. esp.: Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos,
Madrid, Trotta, 1994].

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amplio del libro. Con respecto a los textos de Adorno, alguna vez sólo conoce dos opciones para escapar. Una de ellas la ordena a
he sugerido que se necesitaría una “lupa” para separar y distin- sus hombres. Les tapa los oídos con cera, y deberán remar con
guir diferentes estratos de sentido que aparecen a simple vista todas sus fuerzas. Quien quiera subsistir no debe hacer caso a la
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como fusionados, o que estos textos necesitarían una lectura “es- tentación de lo que es irrepetible, y sólo es capaz de ello al no
tereoscópica”, con la cual tendría que restaurarse una imagen tri- poder oírla. La sociedad siempre ha procurado esto. Frescos y
dimensional latente a partir de una imagen bidimensional mani- concentrados, los trabajadores deben mirar hacia delante, de-
fiesta. Creo que lo mismo puede decirse de la Dialéctica de la jando lo que se encuentra a sus lados. Deben sublimar obstinada-
Ilustración que, después de todo, constituye la fuente originaria de mente en esfuerzo adicional el impulso que insta a la distracción.
las ideas de gran parte de lo que Adorno elaboró en sus obras pos- Así se hacen prácticos. La otra opción la escoge el propio Ulises,
teriores; incluso yo afirmaría que las dispersas observaciones so- el señor que pone a trabajar a los demás para él. Él oye, pero
bre el arte que se encuentran en este libro contienen el material atado al mástil, impotente, y cuanto mayor es la tentación más
fundamental que Adorno elaboró en su Teoría estética tardía. El fuertemente se hace atar: así como más tarde los burgueses se ne-
episodio de Ulises y las sirenas forma parte de este material. garían a sí mismos la felicidad tanto más obstinadamente cuanto
Las dos alegorías, o las dos historias que están manifiesta- más esta se les acercaba con el crecimiento de su propio poder. Lo
mente presentes en el texto, son 1) la historia del surgimiento si- que Ulises oye no tiene consecuencias para él; él sólo es capaz de
multáneo de un sí-mismo unitario [unitary self], la represión de la mover la cabeza como señal para que lo desaten; pero es dema-
naturaleza interior y exterior, de la dominación social y el surgi- siado tarde, sus hombres, que no oyen, saben sólo del peligro
miento del arte como “belleza devenida impotente”, 2) una histo- del canto mas no de su belleza, y lo dejan en el mástil para sal-
ria sobre el surgimiento de un orden patriarcal y la concomitante varlo a él y a sí mismos. Ellos reproducen la vida del opresor
junto con la propia, y aquel ya no es capaz de abandonar su papel
necesidad de poner bajo control el poder amenazante de la sexua-
social. Las ataduras con las que él se ha amarrado irremediable-
lidad femenina. Y la tercera historia, apenas perceptible en el texto,
mente a la práctica mantienen al mismo tiempo a las sirenas aleja-
es la del surgimiento simultáneo de un sí-mismo reflexivo, por un
das de la práctica: su tentación es neutralizada al convertirla en un
lado, y de la belleza artística y del placer estético, respectivamente,
mero objeto de contemplación, en arte. El atado presencia un con-
por el otro. Estas son, evidentemente, tres historias diferentes y, al
cierto, escuchando inmóvil como más tarde los asistentes a un
distinguirlas, las tres son de una complejidad inmensa; de modo
concierto, y su entusiasmado grito para que lo liberen se desva-
que, una vez que comencemos a leer estereoscópicamente la lec-
nece ya como aplauso. Así, el disfrute del arte y el trabajo manual
tura que Adorno y Horkheimer hacen del episodio de las sirenas,
se separan al abandonar el mundo de la prehistoria (p. 34).*
bien podrá disolverse el sugerente y poético poder de su lectura.
Voy a comenzar por las dos lecturas de la alegoría de Adorno
Adorno y Horkheimer interpretan las medidas adoptadas por
y Horkheimer que se sugieren de manera manifiesta por su pro-
Ulises en su barco como una alegoría de lo que después pasaría en
pia lectura alegórica del episodio de las sirenas, y después inten-
la sociedad burguesa de clases donde tanto el opresor como el
taré gradualmente la tercera lectura que he mencionado, una lec-
oprimido se encuentran prisioneros de los roles sociales en los
tura que se sugiere sólo de forma indirecta por el contexto más
amplio del libro. Primero quiero citar con todo detalle a Adorno y
* Traducción de Peter Storandt, basada en el texto original alemán. [N. del E.|
Horkheimer. Ulises -dicen-
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que a ambos se les niega la felicidad: los trabajadores son reduci- punto, el episodio de Ulises y las sirenas comienza a parecer una
dos a una vida de trabajo en aras de una mera supervivencia, y alegoría de la constitución de un sí-mismo masculino con sus pro-
por la misma razón están ensordecidos ante las tentaciones de la yecciones y ansiedades específicas que lo acompañan sobre la
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belleza; el capitalista reduce su propia vida a la acumulación de sexualidad femenina y la necesidad de someterla a control: el mito
capital y, por tanto, se niega a sí mismo la persecución de la felici- de las sirenas sería el mito de Lulú. Circe le había dicho a Ulises
dad: la experiencia de arte que él puede permitirse será un placer que las sirenas estaban sentadas en prados; las traducciones dicen:
sin consecuencias, una especie de elemento meramente decora- “prados llenos de hierba” o “prados llenos de flores”. La connota-
tivo de una vida desprovista de todo significado más profundo, ción general de la palabra- griega leimón (que en el texto griego se
una vida obsesionada por perpetuar un sistema de dominación encuentra sin adjetivo) parece ser la de humedad –“prado” era en
social. En consecuencia, lo que podría ser el significado de una griego coloquial también un vocablo para el sexo femenino-. Las
crítica a la “neutralización” del canto de las sirenas, de su trans- sirenas mismas dicen que sus voces son “dulces como la miel”.
formación en (mero) arte, sólo puede ser una depreciación [depriva- Circe le había dicho además a Ulises que las sirenas -sentadas en
tion] específica del arte, su reducción a la función de lubricar la adorables prados- están rodeadas por la carne podrida y los hue-
maquinaría de reproducción social: tal como se convertirá des- sos dispersos de sus víctimas. Así que la atracción erótica, la pro-
pués en objeto de crítica por Adorno y Horkheimer en el capítulo mesa de felicidad y la muerte se funden entre sí en el mito de las
sobre la industria de la cultura. Lo que a primera vista parece una sirenas; pero “muerte” aquí no significa una “Liebestod” [muerte
alegoría del surgimiento del arte -de la neutralización del canto de amor] wagneriana sino algo horrible: carne podrida y huesos
de las sirenas y su transformación en objeto de contemplación, es esparcidos, como lo indicó Circe.
decir, en arte-, aparece ahora como una alegoría de la depreciación Si el mito de las sirenas se toma como la expresión de una fan-
del arte genuino en el contexto de la sociedad burguesa, su some- tasía colectiva que surge con la constitución de un orden patriarcal
timiento a los fines de una economía capitalista. -como Adorno y Horkheimer lo hacen en la frase que he citado-,
Pero ¿qué tiene que ver todo esto con Ulises y las sirenas? La el episodio de Ulises y las sirenas no tendría nada que ver con el
felicidad que Ulises se niega a sí mismo es la de morir en los bra- surgimiento del arte como arte; no trataría de la transformación del
zos de las sirenas, es una felicidad por el precio de la muerte. Sin canto de las sirenas en “mero” arte, sino de la “domesticación” pa-
embargo, comparar esto con el sujeto burgués, con su sí-mismo rí- triarcal de las propias sirenas y parecería, por tanto, relacionado
gido que censura el placer, sólo tiene sentido si se toma el mito de con la discusión de los autores sobre la “domesticación” de la
las sirenas como una especie de fantasía mítica que acompaña la sexualidad femenina en el contexto de su interpretación del episo-
formación de un sí-mismo masculino, de un orden patriarcal; es de- dio de Circe: “Como representante de la naturaleza, la mujer en la
cir, en última instancia, como una fantasía colectiva masculina en sociedad burguesa se ha convertido en la enigmática imagen de
torno del poder de la sexualidad femenina, amenazante para la vida irresistibilidad e impotencia” (pp. 71 y 72). Ulises, el varón, ha
y anticivilizatoria. En realidad es precisamente esto lo que Adorno y aprendido a resistir el poder irresistible de las sirenas, a “mante-
Horkheimer sugieren en un punto cuando dicen de las sirenas: ner a las sirenas alejadas de la práctica”:* es decir, de interferir con
“Con la irresistible promesa de placer, como la cual su canto es per-
cibido, amenazan el orden patriarcal que devuelve la vida de cada
* El término “práctica” debe ser entendido aquí en el sentido de praxis y
uno sólo a cambio de su plena medida de tiempo” (p. 33). En este este, a su vez, comprendido como trabajo. [N. del E.]
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su vida de praxis. Sin duda, esta victoria en función de preservar a ción del ahora como conocimiento practicable” (p. 32). “El im-
un emergente sí-mismo masculino equivale también a una auto- pulso de salvar lo pasado como algo vivo, en lugar de utilizarlo
mutilación: Ulises “se ha atado irremediablemente a la práctica” y como materia del progreso, se satisfaría [a partir de ahora, A. W.]
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por lo mismo, ha renunciado a esas posibilidades de realización sólo por el arte.” (Más adelante los autores tomarán la epopeya de
plena que prometía el canto de las sirenas. Cabe señalar que el Homero como ejemplo de arte literario en este sentido.) Sin em-
mástil al que Ulises fue (literalmente) atado, puede leerse como un bargo, después, de la frase citada, los autores continúan: “En tanto
símbolo fálico; es el símbolo de su dominación sobre las sirenas. A que el arte se abstenga de considerarse conocimiento y de esta
partir de entonces, él -el “él” alegórico- visitará a las prostitutas manera se cierre ante la práctica, la práctica social lo tolera, como
para obtener placer sexual, sin el riesgo de perderse a sí mismo. tolera el placer”. Y esto significa que la práctica social no va a tole-
Las amenazantes sirenas se habrán transformado ya sea en amas rar el arte en su sentido pleno y auténtico sino sólo como belleza
de casa asexuales o en meros objetos de placer sexual sin conse- “privada de poder” y es esta “depotenciación” de lo bello que
cuencias: un lubricante en el mecanismo de reproducción social. tiene lugar en el barco de Ulises, cuando el poder del canto de las
Aunque pueda ser tentador seguir explorando los paralelos sirenas “es neutralizado y se convierte en un mero objeto de con-
entre el mito de las sirenas y el de Lulú -tal vez incluso con el fin templación: se convierte en arte”, donde “arte” significa ahora
de una lectura hermenéutica profunda o deconstructiva de arte impotente [disempowered].
Adorno y Horkheimer-, podría parecer ahora que he perdido la Pero ¿hay algún otro tipo de arte? ¿No es el arte musical,
pista del relato alegórico de Adorno y Horkheimer. Aunque su como sugieren explícitamente los autores, el canto mítico privado
texto sugiere claramente -es decir, nos tienta a- el tipo de lectura de poder? Pero si el arte es la transformación del canto mítico en
que he propuesto (¡tantas tentaciones!), parece que he perdido de objeto de contemplación, ¿qué está mal con él? ¿Qué está mal con
vista el tema de su relato: la transformación del canto de las sire- Ulises? (Es que algo parece estar mal aquí.) Permítanme volver a la
nas en un mero objeto de contemplación, en mero arte. Finalmente última frase que cité; los autores continúan enseguida: “Pero el
sólo he hablado de la transformación de las mujeres en objetos de canto de las sirenas aún no se ha hecho impotente deviniendo
un placer sin consecuencias; lo único parecido a la transformación arte” (pp. 32 y 33). Parece que aquello a lo que los autores se refie-
de una poderosa tentación en objeto de contemplación sería en ren aquí con “arte” no es el arte en su sentido pleno y auténtico
este punto la invención de la pornografía y peep shows. Pero la ale- sino en un sentido ya depravado. Porque ahora describen el canto
goría que estamos tratando de descifrar es sobre el surgimiento de las sirenas como si fuera un modelo arcaico de su concepción
del arte musical. Así que volvamos a la historia real. del arte como de un mantener vivo lo que se fue, del arte como
De hecho, Adorno y Horkheimer sugieren una forma distinta rememoración, como conocimiento. Las sirenas -siguen los auto-
de leer la alegoría, indicando -antes de que se desarrolle la histo- res, citando a Homero- “saben ‘todo lo que ha pasado jamás en
ria- lo que sería el arte genuino, es decir, el arte antes de la priva- esta tierra tan fecunda [...], cuantas cosas los hijos de Argos y los
ción de su fuerza en la cultura burguesa/en el barco de Ulises. troyanos han sufrido en las llanuras de Troya por la decisión de
Con la formación de un sí-mismo idéntico, masculino, dirigido los dioses’”. En realidad, lo que las sirenas prometen explícita-
por metas al salir de la prehistoria -de la que trata la Odisea, según mente a Ulises es que, si acepta su invitación, regresará después a
la lectura de Adorno y Horkheimer-, surge una nueva forma de su patria como un hombre más sabio de lo que era antes. Por el
temporalidad: el pasado es sujetado al futuro, puesto “a disposi- contexto de la reflexión de los autores sobre el arte -auténtico y
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depravado [depraved]-, el canto de las sirenas parece aquí un mo- como una “promesa de felicidad que permanece sin ser cumplida”.
delo arcaico de arte auténtico, es decir, de una belleza que aún no Adorno piensa aquí, por supuesto, en el arte como arte autónomo,
ha devenido impotente. Sin embargo, en este punto comienza a en la obra de arte como objeto de contemplación. La promesa de
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aparecer una nueva ambigüedad: si el mito de las sirenas, como felicidad reside ahora en el objeto mismo de contemplación esté-
he sugerido tentativamente, es una fantasía colectiva relacionada tica, como si el poder del canto de las sirenas se conservara todavía
con un orden patriarcal emergente, entonces trata de la atracción en él. Y, por supuesto, es precisamente esto lo que debemos pensar
erótica de la mujer y no de los atractivos de un arte “auténtico”. de Ulises escuchando el canto de las sirenas. Como Ulises sabe que
La promesa de conocimiento, rememoración y sabiduría tendría la promesa de las sirenas es un engaño, se hizo atar a sí mismo al
que ver entonces con los placeres sexuales prometidos por el mástil. Pero la promesa que oye sigue siendo, por supuesto, la
canto de las sirenas. Y el principal elemento fantástico del mito misma de antes y es tan irresistible como lo fue siempre: después
sería la amenaza mortal que implica el canto de las sirenas. ¿Cómo de todo, trata desesperadamente de ser desatado. Así que para él,
su canto podría ser entonces una especie de paradigma de arte el canto no se ha convertido realmente en objeto de contemplación
auténtico? La fusión entre placer y conocimiento que los autores estética, sino que más bien sigue siendo aquello que lo incita a en-
evidentemente atribuyen a la obra de arte auténtica no puede ser tregarse a la seducción de las sirenas que él puede ver y oír. ¿Es
la misma que la fusión entre placer y conocimiento que sólo se entonces posible que la promesa de felicidad de la que Adorno ha-
promete por (y no está contenida en) el canto de las sirenas: y esto no bla con respecto a la obra de arte sea la misma? Es difícil creerlo,
depende de si la promesa es un engaño -como el mito sugiere- o después de haber visto que Ulises no tiene en realidad una expe-
no. En consecuencia, el canto de las sirenas no puede ser un para- riencia estética, ya que definitivamente es incapaz de contemplar de
digma de arte auténtico ni hay ninguna ruta directa del canto de un modo estético el canto de las sirenas. Sin embargo, Adorno cree
las sirenas a la obra de arte como objeto de contemplación. evidentemente que la promesa de la que habla sigue siendo la
Así que yo creo que para hacer la historia inteligible hay que misma: quiere decir, la misma que en mi lectura “realista” del
tomar el mito en serio en su dimensión realista como opuesta a su mito. Esto se hace evidente si reunimos todos los conceptos rela-
dimensión fantasmal. De acuerdo con el mito, la fusión entre pla- cionados con la metáfora “promesa de felicidad” en su Teoría esté-
cer y conocimiento es sólo una promesa falsa en el canto de las si- tica, como “Schein des Scheinlosen” [apariencia de lo que carece de
renas. Sin duda, es una promesa tentadora: la “irresistible promesa apariencia], “reconciliación”, la ilusión de la “presencia de lo abso-
de placer” que caracteriza el poder del canto de las sirenas es, al luto” en la experiencia de gran arte, etc. La felicidad prometida
mismo tiempo, la promesa de recuperar el pasado y de recibir una por la obra de gran arte sería un estado de reconciliación que
respuesta a todas las preguntas no resueltas, una promesa de satis- puede caracterizarse exactamente por esa fusión de “pleno” placer
facer todo cuestionamiento. El canto de las sirenas despierta un y “pleno” conocimiento que, según el mito, es prometida por las
deseo inconmensurable y contiene, al mismo tiempo, la irresistible sirenas. Y ahora podemos ver por qué Adorno y Horkheimer acep-
promesa de satisfacer este deseo. Pero el único cumplimiento con- tan, después de todo, una versión de lo que he llamado una lectura
cebible de este deseo es la muerte, la pérdida del sí-mismo. La pro- “realista” del mito de las sirenas: Ulises tenía razón en tratar la
mesa es un engaño. promesa de las sirenas como un engaño, porque esta promesa sólo
¿Qué sería “realista” en torno al mito si es contado de esta ma- puede cumplirse después de que la historia de la civilización -con
nera? Recuérdese la posterior “definición” que Adorno dio del arte todas sus deformaciones de la razón y de la sí-mismidad- haya
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seguido su curso. Eso condena la historia de la civilización a ser ciado” como “una fantasía de plenitud imposible de erradicar que
una historia de renuncia -una historia de “subjetivación” y reifica- impregna cualquier deseo particular”.3 Como quiera que sea, creo
ción-, en la que sólo la obra de arte como belleza impotente puede que no es mucho más que un lugar común decir que para el Adorno
mantener viva una promesa de reconciliación definitiva.2
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tardío una “audaz afirmación de no-identidad”, como lo llamó Co-


Sin embargo, mi lectura “realista” del mito de las sirenas no iba lín Sample, incluyendo una afirmación de no-identidad y diferen-
en esta dirección. Como he tratado de demostrar, difícilmente tiene cia dentro del sí-mismo, se ha convertido en una condición deter-
sentido decir que con las medidas tomadas en el barco de Ulises el minante de autonomía racional y que para él la individuación
canto de las sirenas haya sido reducido a un objeto de contempla- genuina sólo sería posible a través de una (afectiva) “káthexis de
ción estética. Pero ¿cuándo se habría “reducido” a un objeto de con- no-identidad”,4 de alteridad y de diferencia con respecto a los de-
templación semejante? Evidentemente en el momento en que Uli- más y al mundo. Desde esta perspectiva, el carácter totalizador y
ses dejó de intentar desatarse y empezó a perderse en el canto de objetivante de la razón instrumental así como la unidad compul-
las sirenas, extrayendo un placer a partir de su escucha “contem- siva del sí-mismo racional parecerían en última instancia irracio-
plativa” que no conocía antes, un placer dependiente de su toma nales: y precisamente de esto trata la Dialéctica de la Ilustración. Que
de distancia estética ante el canto de las sirenas y olvidando su de- al final esta historia de las sucesivas deformaciones de la razón y
seo de sumergirse literal y físicamente en el mundo de ellas. El cum- de la sí-mismidad, sin embargo, no quede virtualmente ninguna
plimiento de este último deseo, un deseo inconmensurable -esto vía de escape no se debe a un convincente análisis histórico y em-
es lo que implica mi lectura “realista” del mito- sólo podía ser la pírico sino a una construcción teórica que, por enfocarse en los
muerte, la disolución del sí-mismo. Pero entonces la historia de mismos orígenes de la sí-mismidad, la racionalidad y el pensa-
la “neutralización” del canto de las sirenas, de su transformación miento conceptual, no deja ningún espacio conceptual para una
en un “mero” objeto de contemplación estética, está empezando a razón y una sí-mismidad no pervertidas, excepto en el sentido de
aparecer bajo una luz nueva. Se está convirtiendo en la historia de un horizonte utópico casi inarticulable de la historia real. Apar-
cómo lo bello apareció por primera vez en el escenario de la civili- tada en este horizonte utópico, la idea de reconciliación se con-
zación humana, concretamente, como el correlato de un sí-mismo vierte en la idea imposible de un cumplimiento de la promesa de
reflexivo que había aprendido a resistir -y tal vez a jugar con- su las sirenas al final de la historia. Mi lectura “realista” del mito
deseo regresivo de un estado de plenitud sin mediación e inmedia- apunta, sin embargo, en una dirección distinta. Permítanme enton-
tez no diferenciada, su deseo de “abolición de diferencia y distan- ces volver una vez más a Ulises y las sirenas.
cia”, como lo llamó Castoriadis. El denominó a este deseo de abolir Esta vez -la tercera lectura de la alegoría de Adorno y Horkhei-
la diferencia y la distancia el “maestro de todos los deseos”, que mer- Ulises no es el héroe que renuncia a la perspectiva de la felici-
tiene, según él, sus raíces en un “inconsciente primario no diferen- dad en aras de conservarse a sí mismo, sino el héroe que -por ha-
berse atado al mástil de su sí-mismo reflexivo con la ayuda de sus
2
Para una crítica de este horizonte radicalmente utópico presente en la lec-
compañeros- renuncia al deseo regresivo de “suprimir la diferencia
tura alegórica del episodio homérico del canto de las sirenas por Adorno y
Horkheimer, véase Irving Wohlfarth, “Das Unerhörte hören. Zum Gesang der
3
Sirenen”, en Manfred Gangl y Gérard Raulet (comps.), Jenseits instrumenteller Todas las citas de Castoriadis provienen de Colin Sample, “The Affective
Vernunft. Kritische Studien zur ‘Dialektik der Aufklärung’, Fráncfort del Meno, Elements ot Autonomy: Adorno on ‘Freedom to the Object’”, ms., p. 15.
1988, especialmente pp. 256 y 257. 4
íbid., p. 27.
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y la distancia” y, por la misma razón, descubre las posibilidades la formación de un sí-mismo “idéntico”, ya que permanecen atra-
de una felicidad humana adulta al igual que los excitantes nuevos pados en la estructura conceptual de una dialéctica de sujeto-objeto
placeres de la contemplación estética. Estos dos descubrimientos que oculta de manera sistemática las propias condiciones de posi-
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van de la mano -ambos presuponen la “afirmación audaz” de bilidad de un pensamiento conceptual, de sí-mismidad, de inter-
no-identidad y distancia-, pero no son idénticos: porque el canto subjetividad, e incluso de dominación (de la naturaleza interior y
de las sirenas que se ha convertido en objeto de contemplación exterior): es decir, las condiciones de posibilidad del discurso. Por
estética, es decir, de goce estético, ya no es experimentado como tanto, sólo pueden ver los potenciales de horror pero no los de libe-
una promesa de satisfacer el deseo de plenitud cabal -de una re- ración que se abren a través del discurso; o mejor dicho: como ellos
dención última-, sino más bien como una pieza de música que saben de estos potenciales últimos pero, a la vez, no tienen un lugar
inspira placer y lo mantiene vivo dentro de sus propios límites, es para ellos en su concepción del concepto y del sí-mismo, el poten-
decir, los límites de su contemplación estética distanciada y re- cial de liberación tiene que retroceder a un futuro utópico.
flexiva. No representa ni promete un posible estado futuro de feli- Naturalmente, esta no es toda la verdad. Si tomamos en cuenta
cidad “total”, sino que más bien se ha convertido en una parte el contexto más amplio del relato alegórico de Adorno y Horkhei-
importante de las clases de placer humanamente posibles, es de- mer, podemos encontrar -como debe de asumirse- por lo menos al-
cir, de la felicidad que podemos entender y experimentar -cuando gún, apoyo para lo que he llamado la tercera lectura de la alegoría.
las cosas van bien-. Así que el énfasis está ahora en lo que es nuevo En cierto momento los autores discuten la herencia mágica en el arte:
en la experiencia de lo bello, un placer que sólo puede lograrse “La obra de arte tiene aún en común con el encantamiento el es-
cuando la fuente de placer ha sido separada del objeto de deseo; tablecimiento de un ámbito propio y encerrado en sí mismo que se
por tanto, un placer que se ha hecho reflexivo, es decir, un placer sustrae del contexto de la existencia profana. En él gobiernan leyes
estético. Este placer no es un placer “truncado”, como Adorno y especiales”. A continuación, los autores pasan a caracterizar la obra
Horkheimer lo querrían, a saber, el correlato de un sí mismo emer- de arte en contraste con la ceremonia mágica por su “renuncia a la
gente que teme la autodisolución; siendo un placer estético es más influencia”. Esta renuncia a la influencia “coloca la imagen pura en
bien un deleite nuevo, basado en una condición de “différance”, contraste con la existencia corpórea, cuyos elementos absorbe en sí”
correlato del sí-mismo reflexivo de un animal que ha aprendido a (p. 19). En este punto no hay ninguna queja sobre la “depotencia-
hablar, que se ha individuado al ser socializado y que, por tanto, ha ción” de la ceremonia mágica; la obra de arte surge más bien como
aprendido también a tomar distancia del mundo y de sí mismo. El algo nuevo, un producto de la liberación del hechizo mágico. Y ha-
deseo y los objetos del deseo no desaparecerán de esta nueva forma cia el final de la divagación sobre “Ulises, o mito e Ilustración”, la
de placer; ellos vuelven como parte de esas cosas mundanas que misma epopeya de Homero se convierte en un paradigma de la
entran en la obra de arte y son transformadas por ella. Pero la obra obra de arte literaria, que “pone de manifiesto el abismo que se-
de arte misma se ha convertido en objeto ya no de deseo sino de para [el mito] de la patria chica y la reconciliación” (p. 78). “Heimat
contemplación: de una contemplación cuyo carácter estético y pro- ist das Entronnensein”.* [“Patria es el haber escapado” (p. 78)]. La
cesual específico puede describirse, creo, aún de manera adecuada
-aunque sólo aproximadamente- por la fórmula kantiana de un li-
* Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, Dialektik der Aufklärung,.en Theo-
bre juego de entendimiento e imaginación. Adorno y Horkheimer
dor W. Adorno, Gesamunelte Schriften, t. 3, Francfort del Meno, 1984, p. 97. [N.
en su relato alegórico no pueden tener en cuenta esta dimensión en del E.]
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

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epopeya como el relato de la formación de un sí-mismo racional en mágico ni un instrumento de dominación-. En consecuencia, la
su salida de una prehistoria mítica se convierte ahora en agente de transformación del canto de las sirenas en una obra de arte no su-
la formación de un sí-mismo reflexivo. cede realmente a bordo del barco de Ulises, sino a través del
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“canto” muy épico que canta sobre el canto de las sirenas y sobre
Es la autorreflexión la que hace detenerse a la violencia en el mo- cómo Ulises vence su irresistible poder.6
mento de la narración. El discurso mismo, el lenguaje en su con- Por último: la muerte de las sirenas. En la digresión sobre
traste con el canto mítico, la posibilidad de conservar recordando “Ulises, o mito e Ilustración” Adorno y Horkheimer vuelven al
le desgracia pasada, es la ley del escape homérico. No es en balde episodio de Ulises y las sirenas. Hacia el final de esta nueva va-
que el héroe que se escapa es introducido una y otra vez como riante de su lectura alegórica del episodio especulan sobre lo que
narrador. [...] Sin embargo, la detención en el discurso es la ce- podría haber sucedido a las sirenas después de que Ulises resistió
sura, la transformación de lo relatado en sucesos acontecidos en con éxito a su tentación. “La epopeya -afirman- no dice nada so-
un pasado remoto por medio de la cual centellea la apariencia de bre lo que pasó con las sirenas una vez desaparecido el barco. En
libertad que la civilización desde entonces ya no ha extinguido.5 la tragedia, sin embargo, habría sido su última hora, como lo fue
para la Esfinge cuando Edipo resolvió el enigma, cumpliendo su
Esta es evidentemente una historia totalmente nueva, no sólo sobre encomienda y, por tanto, desencantándola” (p. 59). La especula-
el surgimiento de la obra de arte sino también sobre el papel del ción es confirmada por fuentes antiguas -y tal vez Adorno y
discurso en la constitución simultánea de la obra de arte y de un Horkheimer estuvieron conscientes de ello-. Aunque disponemos
sí-mismo reflexivo. El pasaje que he citado es, en el contexto del li- de documentos literarios sólo de la época posclásica, hay una fa-
bro, excepcional por su énfasis en los potenciales liberadores del mosa representación del episodio en una jarra del siglo v a. C.
habla en contraste con el habitual énfasis de los autores en el carác- temprano, en la que una de las sirenas es presentada como ca-
ter “instrumental” del pensamiento conceptual “identificador”. La yendo cabizbaja al mar en el momento en que Ulises, atado al
epopeya de Homero es puesta ahora en una fuerte oposición al mástil, la ha pasado con su barco: una representación que los his-
canto mítico, es decir, como el lugar de un emergente sí-mismo re- toriadores del arte han tomado como indicación de una creencia
flexivo que se libera -a través del discurso y la rememoración- de muy extendida ya en aquellos tiempos de que una sirena tenía que
su inmersión en el círculo mítico de encantamiento, violencia y de- morir si un hombre se le resistía con éxito. La muerte de las sirenas
sastre. La obra de arte -la epopeya de Homero- es, por otra parte, se produce en el momento en que han perdido su poder. Las tres
considerada como una agencia en la formación de un sí-mismo diferentes lecturas que he propuesto de la lectura alegórica que
reflexivo, algo que no es resultado -como “belleza privada de po- Adorno y Horkheimer hacen del episodio sugieren tres interpreta-
der”- de una supresión de un deseo de felicidad, sino que se con- ciones distintas de lo que podría significar esta pérdida de poder,
cibe más bien como abriendo un nuevo espacio de libertad. Y este y por tanto la muerte de las sirenas -alegóricamente-. De acuerdo
espacio es llenado por el discurso -que no es ni encantamiento con la primera lectura -permítanme llamarla “feminista”- la pér-
dida de poder sería la “domesticación” del poder femenino –en
5
He citado desde el original en alemán porque la traducción al inglés no es
totalmente adecuada. Véase Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, Dialektik 6
Véase Renata Salecl, “The Sirens and Feminine jouissance”, en Differences,
der Aufklärnung, op. cit., p. 98. vol.9, núm. 1, 1997, p. 2.
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316 LÍNEAS DE FUGA DE LA MODERNIDAD LA MUERTE DE LAS SIRENAS Y EL ORIGEN... 317

particular del poder femenino sexual- mediante el establecimiento y de la interacción social. Así podríamos decir ahora que la muerte
de un orden patriarcal. La muerte de las sirenas sería el someti- de las sirenas es el origen de la obra de arte. O, como lo expresó
miento de la mujer, su “domesticación”, ya sea a través de la insti- Tzvetan Todorov: “El canto de las sirenas debe cesar ante una can-
ción sobre las sirenas que han de aparecer”.7
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tución patriarcal del matrimonio o con su expulsión -como meros


objetos de deseo- al margen de la sociedad (y, más tarde, sería oca- Sin duda, en cierto sentido esto no parece ser un final feliz -ni
sionalmente también su muerte literal como brujas). Sin embargo, para las sirenas, ni para el texto de Adorno y Horkheimer, y quizá
como hemos visto, esta lectura de la alegoría nos apartaría de una ni siquiera para el intérprete que ha estropeado este texto-. Sin em-
comprensión del origen del arte. De acuerdo con la segunda lec- bargo, lo referente a las sirenas no nos debe importar realmente,
tura de la alegoría, la pérdida de poder de las sirenas sería la de- pues aunque las sirenas pueden morir, nunca mueren las sirenas, ni
potenciación de la belleza de su canto, la transformación de este en el mito ni en la realidad. Por otra parte, Adorno y Horkheimer
canto en un mero objeto de contemplación, en arte. Sin embargo, parecen después de todo tener razón al sugerir que el eco del canto
esta lectura -que es sugerida por Adorno y Horkheimer de ma- de las sirenas sigue resonando perennemente en la vida del arte y
nera más directa- en realidad no tiene mucho sentido, como he que, sin este eco, el eco de un deseo excesivo, el arte se perdería, tal
tratado de mostrar; o más bien, sólo parece tener sentido porque en vez junto con las sirenas (y con toda la humanidad). Si es esto lo
el texto está entretejida con elementos de la primera historia. Así que sugieren los autores, no parece ser sino un matiz opuesto a lo que
que queda la tercera lectura: ciertamente, una lectura “violenta” realmente dicen. Pero creo que este matiz marca una diferencia “ums
del texto de Adorno y Horkheimer. El poder del canto de las sire- Ganze” [total], como Adorno lo formuló alguna vez en otro contexto.
nas representa aquí un deseo inconmensurable, un deseo de total A continuación, tampoco tenemos que estar realmente preocupa-
plenitud, de abolición de diferencia y distancia, el “maestro de to- dos respecto del texto de Adorno y Horkheimer: porque su libro
dos los deseos”, un deseo que sólo puede cumplirse con la muerte, parece pertenecer a los textos que pueden sobrevivir incluso a una
con la pérdida del sí-mismo. La pérdida del poder de las sirenas crítica devastadora (y mi lectura de una pequeña parte del texto
sería entonces el siempre doloroso resultado de la formación de puede considerarse devastadoramente crítica). Mi lectura de su
un sí-mismo reflexivo que habría aprendido a afirmar diferencia y lectura del episodio de Homero sobre Ulises y las sirenas, aunque
distancia y, que, a través de esta afirmación, habría descubierto a primera vista parece quitar fuerza poética a su lectura, podría
también nuevas fuentes de placer, y habría aprendido a manejar sugerir una lectura diferente de la Dialéctica de la Ilustración en su
-y a jugar estéticamente con- sus fantasías y deseos regresivos sin conjunto: no como un tratado teórico, que sí lo es, sino como una
sucumbir a ellos. La experiencia de la belleza artística significaría colección de fragmentos (que lo es), de destellos brillantes de com-
un nuevo placer que un sí-mismo reflexivo semejante es capaz de prensión, de metáforas y aforismos condensados, escrita en un
experimentar. La belleza artística, como los propios Adorno y momento en que los horrores reales de la historia superaron in-
Horkheimer indican, surge con la emergencia de la libertad hu- cluso los descriptos y predichos por los autores. Las fortalezas del
mana. Esto, por supuesto, no implica negar que la represión de la libro pueden estar incluso intrínsecamente, ligadas a sus debilida-
naturaleza interna juega un papel crucial -y a menudo doloroso- en
el surgimiento de un sí-mismo reflexivo; pero no es esta represión
7
como tal la que marca el surgimiento del arte, sino una transforma- Tzvetan Todorov, The Poetics of Prose, Oxford, 1977. p. 58 [trad. esp.: Poética
de la prosa, México, Era, 1973]; citado por Renata Salecl, “The Sirens and Femi-
ción (liberadora) de la naturaleza interna en el medio del discurso nine Jouissance”, op. cit.
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des teóricas. Pero entonces hay que proteger al libro contra una que hace pagar con un sueño semejante a la muerte por la euforia
lectura demasiado literal, es decir, demasiado teórica -aunque esta en que el sí-mismo se encuentra suspendido es uno de los más
sea la de sus propios autores-. Por cierto, Adorno nunca revocó lo antiguos eventos sociales que median entre la autoconservación
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que él consideraba las pretensiones filosóficas centrales de la Dia- y la autodestrucción: un intento del sí-mismo de sobrevivirse. El
léctica de la Ilustración y lo que es problemático en su brillante obra temor de perder el sí-mismo y de suprimir junto con el sí-mismo
posterior puede remontarse todavía a lo que es una problemática el límite entre sí y otra vida, el miedo a la muerte y la destruc-
construcción teórica que subyace a partes considerables de este ción, está íntimamente asociado con una promesa de felicidad
notable libro. Ciertamente, el libro sigue siendo un documento fas- que amenazaba a la civilización en todo momento. Su camino era
cinante de un pensamiento crítico radical; pero si nosotros quere- el de la obediencia y el trabajo, encima del cual el cumplimiento
mos hacer un uso filosófico productivo del mismo, no parece ha- resplandece constantemente como mera apariencia, como belleza
ber otra alternativa que primeramente despedazarlo. Hacerlo y ser privada de poder (p. 33).*
capaz de rescatar algo valioso de los restos del libro sería un final
feliz para el intérprete. Post scriptum. Pregunta: ¿Qué pasa con la dialéctica de la Ilustra-
Quiero terminar con una cita de la Dialéctica de la Ilustración ción? ¿A dónde ha ido? Respuesta: Todavía no sé. Mi ambición no
que siempre he encontrado particularmente sugerente. Al escribir era reescribir la Dialéctica de la Ilustración. Sólo quería apuntar a
este ensayo traté de buscar un lugar para ella, pero cada vez que una confusión conceptual específica que, en mi opinión, es para-
me sentía tentado a usarla decidí finalmente que no era conve- digmática de las deficiencias teóricas del libro; deficiencias que, sin
niente. Ahora me parece que la razón de ello es que las tres lecturas embargo, tal vez no pueden separarse de la construcción “dialéc-
de la alegoría que he propuesto encuentran un lugar en este pasaje tica” de la historia de la Ilustración por los autores. Finalmente, tal
y que es esto lo que hace que el pasaje sea tan particularmente su- vez sería mejor no leer en absoluto el libro como un tratado teórico
gerente. Pero, si estoy en lo correcto en mi intento de separar diver- sino como una colección de fragmentos (que lo es), de destellos de
sos estratos de sentido en el texto de Adorno y Horkheimer, habría comprensión brillantes, de metáforas y aforismos poéticos, escrita
que separar los diferentes estratos de sentido en este pasaje para en un momento en que los horrores reales de la historia superaron
saber cuál es la verdad -y la no-verdad- allí. Espero haber dado al incluso aquellos que Adorno y Horkheimer presentaron y predije-
menos algunas pistas para una lectura más detallada de este pa- ron. En definitiva, la Dialéctica de la Ilustración tiene su fortaleza en
saje que, cabe señalarlo, es parte integral de la lectura alegórica proveer una peculiar “Verfremdung” [distanciamiento extrañado]
del episodio de Ulises y las sirenas de Adorno y Horkheimer. Aquí de la historia, proporcionando una “visión externa” sobre la histo-
está la cita: ria y el presente histórico que hace visibles los horrores de la his-
toria real. Se trata de un libro “antihermenéutico”, y en cierto sen-
La humanidad tuvo que hacer cosas terribles a sí misma hasta tido puede ser considerado, sin duda, un precursor de la obra de
que se formara el sí-mismo, la naturaleza orientada por fines y Foucault. Las fortalezas del libro pueden estar incluso intrínseca-
viril del hombre, y algo de eso se repite en cada infancia. El es- mente ligadas a sus debilidades teóricas. Sin embargo, no creo
fuerzo por mantener cohesionado al yo es inherente al yo en to- que esto invalide mi crítica; solamente dificultaría el rescate de las
das las etapas, y la tentación de perderlo siempre se ha conjugado
con la ciega determinación de conservarlo. El éxtasis narcótico * Traducción basada en el texto original alemán. [N. del E.]
son exclusivamente didácticos. Prohibida su reproducción parcial o total sin permiso escrito de la editorial correspondiente.

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ideas de Adorno y Horkheimer de las ruinas de su libro. Además,


pienso que no puede haber duda de que los autores mismos sí to-
maron en serio sus pretensiones teóricas; Adorno, de hecho,
Este material es para uso de los estudiantes de la Universidad Nacional de Quilmes, sus fines

nunca se retractó de ellas, y lo que es problemático en su brillante


obra posterior puede remontarse todavía a lo que sí es una cons-
trucción teórica equivocada que subyace al menos a partes impor-
tantes de este notable libro. En consecuencia, si el libro ha de tener
aún alguna utilidad para nosotros, no hay otra alternativa que
primero despedazarlo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

HORKHEIMER, Max y Theodor W. Adorno, Dialectic of Enlighten-


ment, Nueva York, 1986 [orig. al.: Dialektik der Aufklärung, en
Theodor W. Adorno, Gesammelte Schriften, t. 3, Francfort del
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‘Freedom to the Object’”, ms.
TODOROV, Tzvetan, The Poetics of Prose, Oxford, 1977 [trad. esp.:
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instrumenteller Vernunft. Kritische Studien zur ‘Dialektik der
Aufklärung’’, Francfort del Meno, 1988.

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