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El Rol de

Comparación de la Mujer
la Mujer
en “El Ideal de Renacimiento,
ingenioso
hidalgo
Don
Dulcinea de Don Quijote
Quijote
de la
y Aldonza del Toboso de
Mancha”
Sancho Panza

PROCES

Profesora Mariela Silva | Analía Pereiras Suárez


Mujer Ideal del renacimiento:
Las características femeninas son : piel blanca, sonrosada en las mejillas, cabello rubio
y largo, frente despejada, ojos grandes y claros, hombros estrechos así como también la
cintura, caderas y estómago redondeados, manos delgadas y pequeñas en señal de
elegancia y delicadeza, los pies delgados y proporcionados, dedos largos y finos, cuello
largo y delgado, cadera levemente marcada, senos pequeños, firmes y torneados, labios
y mejillas rojos o sonrosados.
En esta época solo usaban maquillaje como el colorete y el carmín para eso tonos rosas
de la cara, vestidos majestuosos, una ambición en mostrar la perfección corporal.
Mujer delicada que se dedicaba a la casa y a la crianza de los hijos, sumisa, era
considerada inferior al hombre, por lo que el machismo fue una constante de la época.

Mujer Ideal Dulcinea de Don Quijote:


Dulcinea mujer sin par, personaje femenino idealizado por excelencia en la novela, sus
características físicas coinciden con los tópicos de la mujer renacentista : “ Sus cabellos
son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus
labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su
blancura nieve, y las partes de la vista encubrió la honestidad son tales, según yo pienso y
entiendo, que solo la discreta consideración puede encarecerlas, y no compararlas.”

Don Quijote busca un amor para invocar sus victorias y para que lo ampare durante sus
aventuras, este amor se llama Dulcinea del Toboso, emprende sus aventuras y con casi
todos los personajes que se encuentra durante la novela les cuenta sobre su amor.
Así es para Don Quijote la amada, es un ser construído con categoría de heroínas de
literatura caballeresca.
Una de las más lindas frases de referidas a su ideal de amor del Quijote:
“—Ella pelea en mí y vence en mí, y yo vivo y respiro en ella, y tengo vida y ser ...”

El Quijote decide dedicarle sus andanzas y hazañas a una dama, casi no la conoce, pero
decide que él se quiere enamorar de una idea de una dama, no de una mujer sino de la
idea, luego le pone un nombre pero primero la llama de señora de mis pensamientos
(aquella a la que dedica sus pensamientos), como tenía que tener un nombre semejante
al de él, un nombre caballeresco, la llama Dulcinea del Toboso.
Dulcinea le permitió al Quijote cobrar fuerzas de debilidad esta es la gran enseñanza.
La admiración hacia Dulcinea del Toboso, su amor idealizado hacen que Don Quijote
sea un caballero andante ya que como él lo afirma, “un caballero andante sin amores es
árbol sin hojas y sin frutos y cuerpo sin alma”.

“porque antes la bendigo y la bendeciré todos los días de mi vida, por haberme hecho digno de
merecer amar tan alta señora como Dulcinea del Toboso” capitulo XXXI

“Dulcinea vive en su mente y en su corazón, y de allí se proyecta afuera hacia el lector.


Una imagen, una idea; pero una idea tan viva y vital, que pronto se escapa a su propio creador,
Don Quijote, que la vive como algo real, o, si duda de su existencia, lo hace en términos
totalmente objetivos: «Dios sabe si hay Dulcinea o no en el mundo, si es fantástica o no es
fantástica y éstas no son de las cosas cuya averiguación se ha de llevar hasta el cabo» (II, 32).7
Olvida Don Quijote que Dulcinea vive en él, y si es fantástica o no, él solo puede saberlo; y es
precisamente él quien nos aconseja dejar en un sagrado misterio la realidad de tan alta figura.8
En otro aspecto escapa Dulcinea a su creador: ella inicia su trayectoria vital cuando Alonso
Quijano se transforma en Don Quijote. Vive en el alma del Caballero como Dama de sus
pensamientos; sin embargo no muere con él, no se desintegra al desaparecer la locura y el loco.
Esta figura, creada magistralmente en forma indirecta por el genio de Cervantes, se nos presenta
a primera vista en tres aspectos: real, trascendente y ficticio. De la relación entre los tres surgirá
el valor simbólico-alegórico de la figura.
Aldonza vuelve a aparecer en boca de Quijote y Sancho, ya en su dimensión de figura, es decir de
su creación. Cuando el Caballero se retira en su penitencia en la Sierra Morena (I, 25), en un
coloquio que tiene con Sancho a propósito de la Señora de sus pensamientos, las dos imágenes —
Aldonza y Dulcinea— se separan para siempre. Sancho se sorprende que la que «debía ser alguna
princesa» sea la «moza [...] de pelo en pecho» hija de Lorenzo Corchuelo. Afirma: «Bien la
conozco», y nos da de ella una descripción detallada, en términos de robustez y fuerza hombruna.
Su descripción está en plena antítesis con la idealización que desde siglos se hacía de la mujer, y
que el neoplatonismo y petrarquismo renacentista había codificado: ser etéreo, delicado, cuyas
características físicas desaparecen bajo el velo de las metáforas tópicas. Los detalles que nos da
Sancho, relativos a la fuerza física y de carácter, no contradicen sin embargo, dejándola
sencillamente a un lado, la sugestión escueta que nos había dado el propio autor: «moza de muy
buen parecer». Don Quijote, que todavía acepta la idea concreta de Aldonza, en su contestación
nos da la clave de su idealización, y de toda idealización. Empieza con un panegírico que rivaliza
en corpulencia con la descripción de Sancho. Pero la conclusión es trascendente: «Así que,
Sancho, por lo que yo quiero a Dulcinea del Toboso, tanto vale como la más alta princesa de la
tierra». Para estar enamorado hay que ser «hombre que tiene valor para serlo». Es un eco claro
de las teorías sobre el amor
«Y así bástame a mí pensar y creer que la buena de Aldonza Lorenzo es buena y honesta [...] y
para concluir con todo, yo imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada, píntola
en mi imaginación así en la belleza como en la principalidad, y ni la llega Elena, ni la alcanza
Lucrecia, ni otra alguna de las famosas mujeres de las edades pretéritas, griega, bárbara o latina»
(I, 25).
La transfiguración es completa, consciente y voluntaria. Si la descripción realista12 de Sancho
hace de contrapunto cómico, no hay que asombrarse: Sancho todavía no puede participar de las
perspectivas sublimadoras del amo, su «locura». Pero de aquí en adelante, nótese bien, se referirá
a ella siempre como a «mi señora Dulcinea». A partir de este diálogo, una cosa queda asentada:
Aldonza no es Dulcinea. Dulcinea adquiere desde este momento la verdadera dimensión del
epíteto que se le atribuye constantemente: «sin par». Y a la vez se afirma claramente que el Amor
es efecto no de la excelencia de su objeto, sino del valor de quien es capaz de sentirlo”
Fuente: https://cvc.cervantes.es/Literatura/cervantistas/congresos/cg_VII/cg_VII_38.pdf

La necesidad de Don Quijote de tener una dama de sus pensamientos para llegar a ser
caballero andante.
“…se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse,
porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma…”
(Capitulo XIII)

En él, el amor es cosa de pensamiento y de imaginación una especie de religión,


Dulcinea es un ser abstracto, lo de menos es que exista “ y así bástame a mi pensar y creer
que la buena Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta (…)yo imagino que todo lo que digo es así,
sin que sobre ni falte nada y píntola en mi imaginación como la deseo” Capitulo XXV

La mentalidad del hidalgo cambia de una manera fulminante y ahora sólo tiene una cosa
en mente, ser un caballero andante, esto claramente indica una evasión de la realidad y
al mismo tiempo podemos ver cómo se va moldeando un concepto alentador que poco a
poco va adquiriendo fuerza y grandeza.
Al ver en Don Quijote un caballero, la falta de una espiritualidad, la misma es llenada al
ser sustentada por la constante inspiración en la imaginaria Dulcinea del Toboso, aquí
encontramos un ejemplo claro y breve de como el ser humano busca remediar su vacío
acudiendo, en muchos casos a tomar defensa en los entornos que su misma imaginación
puede ofrecerle.
Lo mismo ocurrirá con los deseos de este valiente caballero, sin un rumbo evidente, sin
una dirección definida, se verá en una lucha trágica contra la realidad hostil y grosera en
defensa de sus convicciones como hidalgo, es por eso imprescindible la figura de
Dulcinea, alguien a quien nuestro héroe pueda dedicar sus victorias y una entidad que
sirva de sustento a la chispa anticuada de la cual Don Quijote se inspira y honrra.
El Quijote decide hacerlo, emprender las aventuras de caballero andante a diferencia de
quienes sueñan y nunca deciden nada, quienes quieren cosas y no se atreven a vivirlas.
Hay otras fábulas semejantes en las que se pone a prueba la intención del sueño o la
intención del cometido, es como una cruzada o como un camino donde nos encontramos
con diversas opciones del “hago o no hago” el “cojo hacia la izquierda o hacia la
derecha”. El Ser Humano diariamente se va a enfrentar con la alternativa de tener que
optar, porque en la vida no se puede tener todo y no se puede elegir, lo que muchas
veces provoca a veces no nos dan esa opción e igualmente así el alma sueña, el hombre
sueña.

Mujer Real Aldonza del Toboso por Sancho Panza :


La describe a la moza con rasgos hombrunos, por medio de palabras y expresiones
cargadas de dobles sentidos;

…cuyo nombre real es Aldonza Lorenzo. "¡Cómo no! Bien la conozco -dijo Sancho-, y sé decir
que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo. ¡Vive el Dador!,
que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del
lodo a cualquier caballero andante, o por andar, que la tuviere por señora".(capitulo I, XXV)

Además, con mucha sutileza, Sancho le hace ver a don Quijote que Dulcinea no es en
realidad la gran señora que él le ha hecho creer que es.

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