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GRADO EN SOCIOLOGÍA
BLOQUE TEMÁTICO 4:
DEL MERCADO DE TRABAJO A LAS CONDICIONES DE TRABAJO.
DE LAS CONDICIONES DE TRABAJO A LAS CONDICIONES DE EMPLEO.
“El trabajo se considera como vía principal para ser reconocido, sentirse socialmente
útil e integrado, y la empresa se concibe como crisol de esa alquimia, ya sea en la
primera toma de contacto del joven con la sociedad o en la reintegración tras un
periodo de exclusión” (Meda 1998, en Köhler y Martín Artiles 2007:18).
El trabajo es más que una actividad productiva, la empresa es más que una actividad
de fabricación, es una entidad socializadora, forma parte de su identidad individual y
colectiva, es en la empresa donde un trabajador se convierte en profesional,
compañero, sindicalista, etc.
(Se leerá en clase la lectura: “Los parados de Marienthal”, de Paul Lazarsfeld, Marie Jahoda y Hans Zeisel,
en Köler y Martín Artiles 2007: 19-21-Disponible en ANEXO 1).
Pero, desde los 70s, la casi imparable glorificación del trabajo ha tocado techo, están
surgiendo enfoques que cuestionan la centralidad del trabajo en nuestras sociedades.
La crisis del trabajo en sus dimensiones de pleno empleo, acceso a la ciudadanía, base
del Estado del Bienestar y orientación biográfica, así como los impactos de la
globalización, de la emancipación de la mujer, de los movimientos migratorios y de las
nuevas tecnologías requieren una reconceptualización de la categoría social básica de
la sociedad del trabajo. Todo esto lo veremos en los siguientes bloques temáticos,
pero antes conceptualicemos la crisis del trabajo en Europa a partir de Carlos Prieto.
Bibliografía:
PRIETO, Carlos (ed.) 1999.
La crisis del empleo en Europa. Valencia: Germania. 2 volúmenes.
Carlos Prieto afirma que la segmentación de los mercados de trabajo hace que se
configuren las distintas clases de empleo en función de las diferentes condiciones
laborales, adoptando la forma de “verdaderas” clases sociales que jerarquizan a la
población afectada por unas condiciones de empleo o por otras.
En los dos volúmenes en los que nos basamos en este apartado, Carlos Prieto (1999)
a partir de su propia visión sobre el empleo en Europa y en España, y a partir de la
visión de colegas europeos, presenta un análisis de la crisis del empleo en Europa,
contemplando sus transformaciones, sus tendencias y sus lógicas desde una
perspectiva comparada entre distintos países de referencia: España, Francia, Gran
Bretaña, Italia, Bélgica y Alemania.
Un término o concepto llega a ser una norma social cuando al mismo tiempo que
indica un hecho, expresa su deber ser, de ahí su facticidad e imperatividad normativa
como aspectos inseparables.
2.1. La norma social del empleo en los años sesenta/setenta: una norma
social universal y de gran consenso (antes de la crisis).
Las semejanzas:
En los 70 la norma social del empleo esta vigente en los países europeos, como
situación y como tendencia. Predominaba el empleo asalariado, estable, a tiempo
completo, acogido a algún convenio colectivo de rama, con perspectiva de promoción,
inscrito en una tendencia a cierta homogeneización y universalización en las
condiciones de trabajo y ligado a medidas de protección social. El ciclo de vida laboral
mayoritario era largo y sin interrupciones, desde el inicio de la vida laboral hasta la
jubilación, o con interrupciones “friccionales”. “Quien durante su vida laboral trabajara
de forma continuada y a tiempo completo esperaba la máxima protección social”
(Dombois -analista de la situación alemana-, en Prieto 1999).
2. Todos los países se hallan en situación de pleno empleo, pero éste se logra por
vías muy distintas. Los países centroeuropeos no sólo tenían pleno empleo,
sino que carecían de mano de obra suficiente para lograr el pleno empleo. Su
problema no era el pleno empleo de la población, sino de las máquinas,
recurrieron masivamente a fuerza de trabajo inmigrada. Los países del sur sólo
alcanzaron el pleno empleo porque sus trabajadores emigraron.
3. En todos los países europeos predominaba la norma del empleo asalariado por
encima del empleo por cuenta propia; aunque había diferencias entre países
(por ejemplo, Francia superaba el 85 %, mientras en España no iba más allá
del 70 %).
4. Todos los países se distinguían por una fuerte regulación de las condiciones de
empleo, aunque había diversidad. En Francia o Alemania la actividad
económica irregular u oculta era escasa. En Italia, España o Bélgica tenía
5. Todos los países europeos han implantado un Estado Social, éste incide en la
regulación de las condiciones de empleo y protege a los trabajadores, y con
ellos, a sus familias. Pero cada Estado ha generado un modelo de sociedad
diferente. En 1993 Esping-Andersen distinguía tres modelos societales de
Estados de Bienestar, representados por el de Reino Unido, el de Francia y el
de España. Por ejemplo, en Francia, las rentas sociales dependen de las
cotizaciones sociales, y no se recurre a ningún sistema de ahorro; al que sí se
recurría en Reino Unido. España, a finales de los 70 salía de una dictadura, y
siempre ha tenido un Estado de Bienestar raquítico, y por tanto unas rentas
sociales y unos servicios públicos raquíticos también.
6. La última diferencia entre los países europeos se refiere a la dinámica
institucional con la que se construyó la norma social del empleo. El empleo se
normativizó por la intervención del Estado en la relación salarial y por el
sistema de relaciones industriales. Habría dos modelos, el de Gran Bretaña, con
una escasa intervención reguladora del Estado que deja en manos de las
relaciones entre los interlocutores sociales la regulación de la norma de
empleo; este sistema se ha definido como “laissez faire colectivo”. Francia
estaría en el otro extremo, el papel de las relaciones industriales es secundario
ya que las relaciones se mueven dentro del marco establecido por el Estado,
así, se introducen mejoras en unas condiciones de trabajo y de empleo
previamente definidas universalmente por el Estado. El resto de los países
estarían en un lugar intermedio.
Había profundas diferencias de la norma social del empleo entre los países europeos,
aunque existía una tendencia común que funcionaba simbólicamente. Conviene no
olvidar un rasgo central del modelo societal implicado por la norma social de empleo
de los años sesenta/setenta: el empleo por tiempo indefinido, a tiempo completo,
acogido a normas negociadas colectivamente y cuyos beneficios sociales completos
dependían de una larga permanencia en la ocupación era una categoría de empleo de
la que sólo disfrutaba plenamente una categoría social: la de los varones. El salario
era concebido como salario familiar. Eso significa que las mujeres quedan excluidas
1
Real Decreto-ley 16/2013, de 20 de diciembre, de medidas para favorecer la contratación estable y mejorar
la empleabilidad de los trabajadores. BOE número 305 de 21 de diciembre de 2013.
Si analizamos el caso de las mujeres con relación a la norma social del empleo
podemos visibilizar su distinta relación con el empleo. La relación de las mujeres con
el empleo no es la misma que la de los hombres.
b) Aún así, la tasa de actividad femenina sigue siendo inferior a la de los varones.
d) Su relación con las distintas formas de empleo es diferente. Las mujeres están
más afectadas por las modalidades atípicas de empleo, especialmente por el
tiempo parcial, aunque el porcentaje de mujeres empleadas a tiempo parcial es
diferente según los países, pero en todos los casos es mayor que la tasa de los
varones.
i) Los autores ven imposible volver a la norma anterior, lo que no quiere decir
que la opción neoliberal de remercantilizar el trabajo y la sociedad a través de
la desregulación del empleo sea la opción adecuada. No está claro el camino
alternativo a seguir, es algo pendiente en el pensamiento crítico europeo.