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a la teoría y la práctica
de la salud mental
Quiero decir con esto que hay implícitamente una renuncia a una
medicina nominalista. Hay un cuestionamiento de toda nosografía.
y hay que poner el acento sobre el hecho de que lo enfermo de cada
individuo ha de encontrarse en los aspectos más singulares e intrans-
feribles de su personalidad. Vale decir, en su biografía, en su infancia,
en su particular manera de establecer relaciones con su entorno. Esto
es, a mi juicio, lo que el psicoanálisis aporta a la conceptualiza-
ción de la salud mental: la visión de una enfermedad que está en el
hombre enfermo y no en los cuadros nosográficos, de una enfermedad
que está en la historia de cada persona y no en la constitución de su
personalidad. Lo cual lleva a que los diagnósticos se hayan enrique-
cido con la contribución del conocimiento de las estructuras incons-
cientes y de su dinámica.
Esto y nada más es lo que les quería decir a manera de comienzo ...
Por otra parte, pensaría que tengo que apechugar con la función que
me toca. Y apechugar no como cualquier médico argentino sino
también como psicoanalista. Así que nos encontramos, o yo me encon-
traría, por lo pronto frente a una serie de paradojas.
Creo que es en este campo donde el límite que plantea Willy es entre
la ética del conocimiento del análisis y lo que podría ser una ética del
comportamiento de alguna doctrina normatizadora o de algunas de
sus implicaciones normatizadoras. Puede ser de más utilidad, dentro
de esta tensa paradoja, sacar conocimientos analíticos adquiridos e
investigaciones analíticas adquiridas dentro de su encuadre particu-
lar, para un cuerpo de conocimientos generales que se los aplique
o que se los implemente o que los use como marco de referencia para
tipos de intervenciones que los puedan tener como marco sin que
sean exclusivamente utilizados dentro del método psicoanalítico.
Son muchos los puntos. Voy a dedicarme sólo a otro de los que
planteó WiJly Baranger. La nosografía clásica también está en crisis
en la psiquiatría moderna. Está puesta en crisis -entre otros apor-
tes- por el aporte del psicoanálisis.
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [. .. ] salud mental 661
Son importantes los desarrollos, hacia los años 40, desde la inclusión
de Melanie Klein. Se intensifica la observación directa de niños. Ese
662 M. Abadi, W. Baranger, V. Galli, L. Goijman (c.) y A. Pérez
Así que pienso que también puede haber una extensión hacia otras
áreas que no sean estrictamente las de la salud y la enfermedad
mentales.
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situación del hospital. Aparte del problema de los recursos, que nos
había adelantado el profesor Baranger .
-
Mientras que si tenemos esta ideología de apertura se nos abre un
camino lícito de utilizar todo esto y aparte tenemos la plataforma
política que permite estar incluidos en una política nacional de salud.
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [. .. ] salud mental 667
A. PÉREZ- Sí, claro; y, por otra parte, otro hecho que creo que está
demostrado en nuestro país y en otros países es que hay un interlo-
cutor válido. Esa persona es el médico corriente, el generalista o el
pediatra. Esa persona está cerca del crecimiento y el desarrollo de los
seres humanos en todos sus niveles etarios, ya que no me estoy refi-
riendo a los niños solamente -a pesar de que es mi especialidad-
sino también a los viejos, a las parejas, a las familias en los períodos
de crisis familiares.
V. GALLI - Quiero aclarar un par de cosas con las cuales pienso que
podemos comenzar a abrir una línea de cuestionamientos a lo que afir-
mó tan entusiastamente Abadi.
Pongo esto para ejemplificar, ya que no creo que sea con una gran
difusión de conocimientos psicoanalíticos sino con la posibilidad y
desafío de transmitir algunos de los instrumentos básicos de la acti-
tud analítica, con lo que se podría lograr una fertilización de utiliza-
ción y de aplicación del análisis en otros campos que no son espe-
cíficamente los del campo analítico experimental, que es el del
psicoanálisis.
Así que soy partidariode lo que decía Abadi acerca de una difusión,
y estoy muy de acuerdo con la gente -entre ellos, el propio Abadi-
que contribuye a esta difusión. Me parece muy bien. Pero yo no
creo que haya que exagerar demasiado el alcance de este aporte.
V. GALLI- Sí.
V. GALLI- Una de las cosas que podríamos articular con esto que
estamos diciendo es que el psicoanalista, cuando sale a trabajar fuera
de su gabinete, tiene una confrontación mucho más clara que dentro
del gabinete con la infinidad de factores que tienen que ver con la
salud y la contlictiva mentales -tanto como con la salud y la enfer-
medad físicas- y que no dependen exclusivamente de lo que se ma-
neja desde el Sector Salud; o que no dependen exclusivamente de
los factores que manejan específicamente las personas vistas indivi-
dualmente.
Pasa lo mismo con las psicoprofilaxis diversas que tienen que ver con
las prácticas médicas. Sería absurdo pensar en la utilización del ins-
trumento analítico o del método analítico o de los métodos psicotera-
péuticos de base analítica o de cualquier otra cosa, para remediar
toda la cantidad de problemas generados iatrogénicamente por la
manera del sistema médico, por la forma de funcionamiento de las
instituciones y por todas sus consecuencias.
Mientras que es mucho más lógico dar la lucha política sobre doc-
trinas obtenibles por estos conocimientos, para que se cambien
formas de los sistemas asistenciales, para que se cambien técnicas
de relación. Lo que traía Goijman: la inclusión de la madre en la
internación del chico. No podremos nunca tener exacta noción ni se
podrá evaluar exactamente la exitosa prevención que con ella se ha
hecho de patologías posteriores. Porque no hay un instrumento ade-
cuado para medir cualitativamente eso, con la misma tipificación con
que se hace un relevamiento epidemiológico de síntomas psiquiátricos
críticos.
Creo que la mayor parte de las acciones que se pueden hacer pen-
sando en grandes problemas de salud mental es a través de este tipo
de intervenciones.
Yo veo mucha de la acción posible por ese lado más que por una gran
tarea de difusión de conocimientos analíticos. La veo más como
una tarea de difusión y fertilización de actitudes y modos de relación
de las personas que tienen en la estructura social responsabilidades
asistenciales directas o indirectas, o preventivas, más que como una
gran tarea de difusión general.
que vienen a verme una sola vez no para que los trate sino para un
diagnóstico y eventualmente una indicación terapéutica.
Ayer vi a una persona que vino a verme por una colitis ulcerosa grave
de la que fue operada. Y le pregunté: ¿Qué le pasa, señora? Y me
contestó: Y ... yo quiero hacer una terapia, porque tengo una colitis
ulcerosa grave y fui operada. -Pero ¿ quién le indicó que hiciera una
terapia ... ? -Nadie, por supuesto, vengo porque creo que estoy en-
ferma, porque me pasa algo.
Hay otra cosa que quiero decir. Creo que gran parte de los malenten-
didos que de vez en cuando pueden surgir en una discusión entre
colegas depende del sentido que se le da a la palabra psicoanálisis.
Creo que son muy distintos una consulta que puede hacer una per-
sona con formación psicoanalítica y el tipo de orientación o con-
sejo que dé a una determinada persona -aunque no le indique
tratamiento-, o la manera de hacer el enfoque de una problemática,
de lo que se puede hacer con un instrumento de trabajo que no sea
psicoanalítico.
V. GALLI- Ajá.
El otro nivel es ... Creo que es muy interesante lo que Abadi planteaba
en relación con el tipo de consulta que ejemplificaba con ese pa-
ciente. Pero lo que no hay que olvidar es quiénes son los que pueden
demandar consultas a un psicoanalista muy conocido.
Hay gran cantidad de gente que tiene que ver con el análisis en todo
el interior. He estado recorriendo el país y hay ciudades en las que
hay 20 médicos y hay 100 psicólogos. Ellos hacen psicoterapia.
Pero pienso que sería válido que ese punto lo discutiéramos desde
dentro de nuestras instituciones.