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Aporte del psicoanálisis

a la teoría y la práctica
de la salud mental

Mauricio Abadi, WilIy Baranger, Vicente Galli,


Leonardo Goijman (coord.) y Aurora Pérez

LEONARDO GOIJMAN (coord.) - Después de más de 40 años de presen-


cia del psicoanálisis en nuestro país es la primera vez que hay psico-
analistas en la función pública. y esto constituye un motivo para
reflexionar, entre otras cosas, acerca de qué respuestas pueden dar o
cómo piensan este pasaje de lo que sería un campo estrictamente
privado -es decir, el trabajo en los consultorios- al marco público,
como lo es la restauración, programación y defensa de la salud men-
tal. Especialmente qué es lo que puede decirse distinto de la psiquia-
tría no psicoanalítica.

Este es el motivo de la convocatoria de ustedes a esta mesa redonda.

Escuchemos a Mauricio Abadi.

MAURICIOABADI- A mí me parece que la parte más importante del


psicoanálisis como teoría de la salud mental estriba en la noción de la
singularidad del hombre enfermo. Lo cual se opone a la noción de
masificación implícita en el concepto de enfermedad mental.
654 M. Abadi, W. Barunger, V. Galli, L. Goijman (c.) v A. Pére:

Quiero decir con esto que hay implícitamente una renuncia a una
medicina nominalista. Hay un cuestionamiento de toda nosografía.
y hay que poner el acento sobre el hecho de que lo enfermo de cada
individuo ha de encontrarse en los aspectos más singulares e intrans-
feribles de su personalidad. Vale decir, en su biografía, en su infancia,
en su particular manera de establecer relaciones con su entorno. Esto
es, a mi juicio, lo que el psicoanálisis aporta a la conceptualiza-
ción de la salud mental: la visión de una enfermedad que está en el
hombre enfermo y no en los cuadros nosográficos, de una enfermedad
que está en la historia de cada persona y no en la constitución de su
personalidad. Lo cual lleva a que los diagnósticos se hayan enrique-
cido con la contribución del conocimiento de las estructuras incons-
cientes y de su dinámica.

Esto y nada más es lo que les quería decir a manera de comienzo ...

L. GOIJMAN (coord.) - Escuchemos a Willy Baranger.

WILLy BARANGER - Primero tengo que decir que estoy absolutamente


de acuerdo con lo dicho por Mauricio Abadi y que realmente ahí
está el problema de base.

Creo que nos encontramos frente a una situación paradójica. Perso-


nalmente, si estuviera en condiciones -no es mi caso, por motivos
obvios- de estar en la posición de elaborar planes de salud mental,
me rascaría violentamente el cuero cabelludo.

Por otra parte, pensaría que tengo que apechugar con la función que
me toca. Y apechugar no como cualquier médico argentino sino
también como psicoanalista. Así que nos encontramos, o yo me encon-
traría, por lo pronto frente a una serie de paradojas.

Lo que creí oportuno para introducir la discusión era tratar de for-


mular algunas de estas paradojas esenciales.

Como el título mismo de la mesa redonda lo indica, podemos enfocar


el aporte del psicoanálisis a la salud mental desde varios puntos de
vista. O podríamos distinguir tres clases de aportes posibles: un apor-
te directo teórico (se puede desarrollar, no lo haré en este momento,
pero ustedes ven enseguida a qué me refiero); un aporte directo clíni-
co (con aporte directo clínico me refiero al psicoanálisis strictu
sensu en los consultorios privados y en las instituciones, en la medida
en que el psicoanálisis strictu sensu es practicable -creo que sí- en
ciertas instituciones); y un aporte -sería el iercero- indirecto, me-
diante las psicoterapias orientadas analíticamente y las otras psico-
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [... ] salud mental 655

terapias que pueden ser igualmente valederas -no es mi ánimo


criticarlas, naturalmente-, pero no entran dentro de nuestro tema.

Ahora, la paradoja de base, a mis ojos, es que cualquier institución


de salud mental debe necesariamente --es su cometido- dar prio-
ridad, en la administración de los recursos, a la eficacia terapéutica.
Cosa que el psicoanálisis a menudo consigue, pero nunca puede pro-
meter. No es en ninguna forma el mismo problema que en la medi-
cina, por ejemplo; naturalmente, un médico no puede prometer con
el ciento por ciento de seguridad que va a curar a un paciente una
determinada enfermedad, pero sí en un porcentaje estadísticamente
comprobado con una seguridad científica relativamente suficiente.

Otro problema que se me plantea desde el principio es la escala del


enfoque, y aquí retomo directamente -con otras palabras, pero la
idea es exactamente la misma- lo que decía Abadi. No se puede
perder de vista que el psicoanálisis apunta al conocimiento del indi-
viduo, de lo individual; mientras que las instituciones de salud
mental por esencia tienen un enfoque comunitario o sociológico.

Otro problema es saber en qué medida puede considerarse -si to-


mamos nuestra idea del tercer aporte posible y ante las psicoterapias
orientadas analíticamente- que el psicoanálisis es la base o puede
ser la base, por lo menos teórica, de las otras formas o de unas
cuantas otras formas de psicoterapia.

Otro problema igualmente fundamental se refiere al tipo de pato-


logía que puede encarar el psicoanálisis. Si admitimos groseramente
-aunque no sea esto lo esencial, no podemos dejarlo de lado, porque
tiene su importancia- el tipo de patología que puede considerarse
analíticamente o considerarse eficazmente desde un punto de vista
analítico, o no. Problema que varía evidentemente mucho si tratamos
de neurosis, de psicosis, de perversiones, de adicciones, de sociopa-
tías, etc.

Es decir que el aporte posible del psicoanálisis varía en forma con-


siderable no quizás en la comprensión sino en la solución posible de
estos problemas.

Inclusive cabe preguntarse hasta qué punto la técnica psicoanalítica


en su forma bipersonal o bisubjetiva -como se quiera decir- clá-
sica es rentable desde el punto de vista de la Salud Mental.

Otro problema de base, y que es un problema implicado en lo que


decía Abadi también, es el de la situación del psicoanálisis frente a
la ideología de la salud mental. Toda institución de salud mental
656 M. Abadi, W. Baranger, V. Galli, L. Goijman (c.) v A. Pére:

apunta a un conjunto organizado de fines o valores, e instrumenta


un conjunto de medios para conseguirlos. Es decir, una política de
salud mental.

Salud mental tiene ciertos contenidos precisos, variables según la


comunidad considerada. Por ejemplo, pueden ser los contenidos:
el rendimiento laboral, la adaptación a las normas de convivencia, la
reducción del marginalismo mental, la reducción de plagas sociales:
delincuencia, toxicomanía, etc. A veces puede ser acatamiento ciego
a pautas ideológicas o políticas, etc. (Con esto último no me refiero,
naturalmente, a nuestra sociedad en este momento preciso.)

Es factible y evidente en ciertos casos que el psicoanálisis pueda


entrar en contradicción con la ideología de la salud mental. Porque el
psicoanálisis no fue ni creado ni desarrollado ni practicado en función
de ella.

Otro problema se refiere a la idea de salud mental en general, no


digo salud mental como institución, como organización, sino salud
mental como concepto que tiene el psicoanálisis y más aun, si debe
tener alguno, o si puede no tener ninguno.

Todos estaremos de acuerdo -en tanto psicoanalistas- en que no


tenemos que imponer nuestro concepto de salud mental individual
a nuestros analizandos. Pensamos ubicarnos más allá del concepto de
adaptación a una regla social o a una ideología determinada.

Nuestra idea analítica de la salud mental es inseparable de una ética


-contrariamente a lo que parece creer Jacques Alain Miller, no lo
ignoramos-, tanto para nosotros mismos como para nuestros ana-
lizandos, en la medida en que quieran seguirnos en este camino. Esta
ética apunta antes que todo al conocimiento, no al comportamiento.

En este punto queda abierta la brecha natural que sirve de límite al


posible aporte del psicoanálisis a la salud mental a nivel comunitario.

Bueno, ésos me parecen ser algunos problemas de bastante ardua


solución y que no son más que la explicitación de la paradoja que me
sirvió de punto de partida.

L. GOIJMAN (coord.) - Una pregunta sobre el final es acerca de la


definición de salud mental y de cómo ésta es inseparable de una
ética. El profesor Baranger dijo: en cuanto al conocimiento del indi-
viduo y no al comportamiento. Escuchemos ahora a Vicente Galli.
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [. .. ] salud mental 657

VICENTE GALLI - Es una ética del conocnmento y no una ética del


comportamiento. El concepto de salud vinculado al análisis, eso es lo
que entendí yo ...

Sí, lo que dice Willy sobre rascarse el cuero cabelludo, de estar en mi


lugar, es la reacción de comienzo, y es la reacción más o menos per-
manente trente a una cantidad de los problemas planteados en estas
cuestiones que traen Abadi y Baranger. También concierne a la
búsqueda de posibles caminos de implementación de soluciones para
otra cantidad de problemas que en el área de salud mental no tienen
que ver ni con el instrumento analítico ni con la formación analítica
específica que podamos tener.

Antes de entrar a considerar algunas de estas paradojas que coinci-


den con algunas de las inquietudes que los dos traían, yo querría dar
un pantallazo general sobre algunos aspectos que me parece impor-
tante considerar.

El título de la mesa dice: "Aporte del psicoanálisis a la teoría y la


práctica de la salud mental". Teoría y práctica de la salud mental
me parece una delimitación demasiado rigurosa -desde el punto de
vista metodológico- para lo que en realidad pasa con "salud mental"
como disciplina. Ella no tiene un status científico unívoco ni concep-
tualizable desde una teoría propia de la salud mental, sino que está
constituida por cantidad de aportes de distintas fuentes del conoci-
miento, y para nosotros, desde el psicoanálisis, como un elemento
muy fundamental pero no único.

Desde esta perspectiva, creo que es interesante tomar en cuenta que


ya los conocimientos y la divulgación analítica -inclusive la conven-
cionalización de algunas formulaciones revolucionarias- forman par-
te del acervo cultural, aunque mucha gente no sepa de dónde es
oriundo ese conjunto de ideas que maneja.

En este momento, las conceptualizaciones diversas que hay sobre


salud mental han ido dejando de lado la idea de normatizaciones en
relación con pautas de comportamiento absolutamente prefijadas
en relación a performances esperadas en cuanto a trabajo y rendi-
miento; aunque siguen siendo índices usados y usables por mucha
gente.

Una definición de salud mental que realizó un comité de expertos de


la Organización Mundial de la Salud incluye la idea de un estado
sujeto a fluctuaciones, provenientes de factores tanto biológicos como
sociales; habla de síntesis y de integración sujetas a esas fluctuacio-
658 M. Abadi, W. Barangcr, V. Galli, L. Goijman (c.) y A. Pére:

nes. Se refiere a tendencias instintivas potencialmente antagónicas


-esto es obviamente sacado del análisis- y define el estado de salud
como la posibilidad de ver qué hace el individuo o el pequeño grupo
con esas oscilaciones, participando de relaciones con su contexto, más
o menos armoniosas, y tomando parte en sus propios cambios ubi-
cados en los cambios de su contexto personal y social.
Es, evidentemente, una especie de síntesis bastante difícil de rastrear
en sus fuentes conceptuales, que incluye nociones psicoanalíticas,
nociones sociológicas e inclusive tiene una evidente perspectiva polí-
tica. Porque lo de la participación en los cambios que se puedan dar
en su contexto puede ser entendido sociológicamente, pero concierne
al elemento político que hay que entender en la definición de salud
mental. Es justamente lo que la hace rechazable como construcción
en los regímenes autoritarios y autocráticos. Esto es, que la gente,
estando en mejores condiciones psíquicas, está más interesada y
participa activamente en su contexto.

Otro elemento para los prolegómenos, antes de entrar a las cuestiones


planteadas en las paradojas. La psiquiatría se mantiene todavía mu-
cho más atada al eje ideológico de la medicina-poder que las concep-
ciones, las tendencias y las problemáticas actuales de la medicina
como sistema general. La psiquiatría medicalizó la conceptualización
de la enfermedad mental que se tenía como efecto de demonios y
esas cosas, ayudó a la marginación y a la "salvaguardia" de las comu-
nidades -entre comillas esto de que sirvió para la salvaguardia- y
tiene todavía dificultades aun con las concepciones de la medicina
actual y de la salud pública actual, que intentan romper el eje ideali-
zado puesto en el hospital y en la enfermedad, para salir a percibir
el proceso de enfermarse físicamente como algo que comienza mucho
antes de que aparezcan la demanda hospitalaria y el pensamiento
puesto en la enfermedad.

Toda la tendencia de la salud pública actual busca utilizar los avances


tecnológicos hechos por la medicina. Pero necesita desestimar la
sobreidealización que se ha hecho de ellos. Que también crean un sis-
tema complejísimo, muy caro, muy oneroso, y de muy difícil utili-
zación para las grandes masas de población.

Digo esto porque me parece interesante en relación con que ustedes


hablaron de lo que el psicoanálisis es como método de tratamiento
y como campo de investigación fundamentalmente en la práctica
privada y en la intimidad de una relación dual. La dificultad está
vigente desde la necesidad de dar método a prácticas que tienen que
ver con números mayores para encarar.
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [... ] salud mental 659

Yo creo que es al revés lo que uno se podría plantear. Dejando bien


en claro que una de las cosas que después tendríamos que discriminar
juntos, dada la importancia que tiene para nuestra conceptualización
psicoanalítica, es lo que llamamos encuadre. Es decir, para la aplica-
ción del método psicoanalítico hace falta un determinado encuadre.
Un encuadre que no es meramente un instrumento puesto para de-
velar algo que existe antes de que ese instrumento sea puesto, sino
que el encuadre genera una situación que produce sus propios efectos,
y sobre esos efectos se trabaja y se re-trabaja y se elabora la historia
actualizada del paciente y se elaboran permanentemente las condi-
ciones mismas del método en el cumplimiento del encuadre.

Pero el análisis es, además de teoría e implementación técnica de esa


teoría, un acervo de conocimientos. Son éstos los que yo creo que se
pueden utilizar en muchas acciones a realizar en el campo de la salud
mental. Incluyo no sólo las actividades terapéuticas específicas -a
las que hacía alusión Willy Baranger- sino también conceptualiza-
ciones y deducciones psicoanalíticas que pueden ser trasladadas a
nociones generales sobre la manera en que pautas culturales, pautas
sociales, dificultades socioeconómicas y presiones de distintos pode-
res pueden tener y tienen influencias nocivas sobre las condiciones de
desarrollo posible de la vida mental del sujeto.

Lo mismo, para lo que estaba diciendo en relación con el desplaza-


miento del eje centrado en el hospital y la enfermedad hacia el eje
centrado en la comunidad y la salud.

Con él se busca cambiar sistemas que generan mucho de lo que


después aparece como patología hospitalaria. Si este modelo médico
se corre a la salud mental, es evidente que hace cambiar totalmente la
perspectiva de la psiquiatría clásica. La psiquiatría clásica está cen-
trada en la enfermedad mental vista en su encuadre particular: el
gran hospital de internación, con una perspectiva escéptica y con una
terapéutica durante mucho tiempo ineficaz y actualmente muy rela-
tivamente eficaz, sobre síntomas.

Si uno se pone en la otra punta, en la otra perspectiva, creo que


uno de los aportes fundamentales del psicoanálisis a lo que puede
ser así una idea general de salud mental es lo que yo llamaría "el
amor por los síntomas". Si en una perspectiva de la salud mental
se priorizan todo tipo de síntomas ... se pueden priorizar las sinto-
matologías que aparezcan como producción de indicios que pueden
significar la necesidad de la intervención de algún personal especia-
lizado, no solamente en la terapia, en la terapia individual, sino en
las aproximaciones en las crisis a las familias o a los grupos. Es
660 M. Abadi, W. Baranger, V. Galli, L. Goijman (c.) y A. Pére:

decir, si se toma el síntoma como un elemento potencialmente crea-


tivo y no algo que hay que sacar para lograr la adaptación, aparece
la perspectiva que yo pienso es uno de los aportes del psicoanálisis
a la salud mental que puede tener más implicaciones transforma-
doras de las perspectivas "oficiales" de salud mental; en la medida
en que no está trazada fijamente una norma estable sobre los stan-
dards que tienen que tener todo sujeto y todo grupo.

Tomando lo que había planteado Abadi en relación con esto, y to-


mando algunas de las cosas que dijo Baranger -también en relación
con lo que dijo Abadi-, yo creo que si bien el análisis, el psicoaná-
lisis, está enfocado fundamentalmente en la noción de singularidad
del sujeto, la singularidad del sujeto está hecha sobre la base de que
su historia ha devenido estructura psíquica funcionan te. Esto es lo
que se intenta develar en el vínculo terapéutico.

Acá creo que es interesante discriminar con lo que Freud mismo


planteaba en 1918, cuando hacía la prospección sobre la utilización
del método analítico para tratar a mucha gente, no solamente a los
ricos. Allí abrió la posibilidad de usar conocimientos analíticos y
aplicaciones del análisis fuera del campo estricto del análisis "or-
todoxo".

Creo que es en este campo donde el límite que plantea Willy es entre
la ética del conocimiento del análisis y lo que podría ser una ética del
comportamiento de alguna doctrina normatizadora o de algunas de
sus implicaciones normatizadoras. Puede ser de más utilidad, dentro
de esta tensa paradoja, sacar conocimientos analíticos adquiridos e
investigaciones analíticas adquiridas dentro de su encuadre particu-
lar, para un cuerpo de conocimientos generales que se los aplique
o que se los implemente o que los use como marco de referencia para
tipos de intervenciones que los puedan tener como marco sin que
sean exclusivamente utilizados dentro del método psicoanalítico.

Evidentemente es un desafío. Evidentemente es una problemática


conceptual y práctica muy grande. Pero creo que es algo que se
aproxima a la problemática planteada por ustedes entre el método
individual centrado en una sola persona y el conocimiento trasladado
a grandes poblaciones.

Son muchos los puntos. Voy a dedicarme sólo a otro de los que
planteó WiJly Baranger. La nosografía clásica también está en crisis
en la psiquiatría moderna. Está puesta en crisis -entre otros apor-
tes- por el aporte del psicoanálisis.
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [. .. ] salud mental 661

En realidad la nosografía es una manera de normatización sobre de-


terminadas tormas de funcionamiento visible de los sujetos. Como
toda normatización, aparece como deducida del promedio. Cuando,
como toda normatización, en realidad se traduce en pautas: la norma
no se deduce del promedio sino que se traduce a favor de él.

Entonces, la nosología psiquiátrica en cuanto normatizadora lo que


traduce es el concepto de los psiquiatras sobre cómo tipificar las
conductas. Además, cómo tipificarlas dentro del contexto asistencial
y con los elementos terapéuticos existentes en él.

Si se cambia la perspectiva, toda la nosología se revisa, de acuerdo


con el marco teórico con que se hace la revisión. Lo que da una
interesante cantidad de posturas teóricas y conceptuales. Es una dis-
cusión en la cual el análisis puede terciar de una manera interesante,
justamente enfocando si no lo idiosincrático de una persona, sí la
individualidad de cada una de las situaciones de crisis ...
Yo pararía por acá, porque evidentemente me voy a extender mucho.
Después seguiré.

L. GOIJMAN(coord.) - Escuchemos a Aurora Pérez.

AURORA PÉREZ- Yo quisiera poder incluir algo que me parece que


tiene importancia para nosotros los psicoanalistas, y es justamente
el poder accionar desde una función pública, en un punto en el que
me parece que acordamos acerca de definición y alcances como lo
que sería lo que llamó el profesor Baranger una política de salud
mental.

En este momento en nuestro país estaría armándose a través de los-


planes de salud mental trabajados en el nivel nacional y en el muni-
cipal con la tranca participación de psicoanalistas y especialistas en
salud mental.

Como bien dijo Galli, la salud mental no es mimetizable con el psi-


coanálisis, porque intervienen otros factores en la posibilidad de
equilibrio o desequilibrio de los aspectos mentales de la población.

En principio está la inclusión del nivel político. Porque ¿cómo se


estructura esa singularidad de la que hablaba el profesor Baranger?
Se trataría de compatibilizar la política de salud mental con la con-
cepción psicoanalítica del hombre.

Son importantes los desarrollos, hacia los años 40, desde la inclusión
de Melanie Klein. Se intensifica la observación directa de niños. Ese
662 M. Abadi, W. Baranger, V. Galli, L. Goijman (c.) y A. Pérez

fue un momento clave de cambio, para la obtención de datos acerca


de la organización temprana del aparato psíquico. Winnicott, los
trabajos de la escuela norteamericana -desde Spitz hasta Mahler-,
nos han puesto en la pista de que esta estructuración, si bien está
basada en un antagonismo instintivo, va unida a lo que Freud llama
las series complementarias.

La aspiración no es que la teoría psicoanalítica provea a un país de


cierta cantidad de terapeutas o agentes de salud mental que puedan
llevar a cabo el encuadre psicoanalítico tal como lo refería el profesor
Baranger, en una relación dual donde la ética de esta tarea está des-
tinada al conocimiento.

Yo creo que elaborar una política de salud mental enfocada desde


una orientación psicoanalítica no es tener tantos psicoanalistas que
puedan hacerse cargo de tantas personas con estas patologías. Obvia-
mente eso más bien es una tarea de una institución psicoanalítica:
formar personas en este sentido.

Sabemos de la importancia de actuar en distintos momentos evoluti-


vos de la formación del aparato y de la estructuración del órgano
mental, por aportes precisamente de los psicoanalistas -y debo
incluir ahora al Dr. Peter BIos-. Existen situaciones que van más
allá de los vínculos endogámicos que terminan de completar la
maduración del aparato en relación con la salida fuera del sistema
familiar y la comunidad. Esta salida es la contrapartida natural de
todos estos procesos dinámicos, libidinales, que terminan de cons-
truir, de armar y de consolidar el aparato.

Por otra parte, el ingreso en la comunidad incide en el aparato


mental del sujeto adulto; es un desarrollo de la etapa genital, en
que la convivencia matrimonial determina una nueva estructura-
ción, con la convergencia de dinámicas para producir nuevas madu-
raciones en el aparato mental de ese sujeto (las funciones materno-
paternas, etc.).

Lo que se configura en los procesos tempranos evidentemente lidera


la especificidad de ese aparato. Pero también sabemos que el ingreso
y las interrelaciones en el ámbito de la comunidad durante la ado-
lescencia y las dinámicas que surgen en el armado y organización de
la pareja estable, madura, en el ejercicio de las funciones materno-
paternas, son puntos disposicionales que permiten algún tipo de
salida de situaciones conflictivas.

Estos aportes los debemos exclusivamente a los estudios psicoanalí-


ticos, con las características de armados y estructuraciones de distin-
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [... ] salud mental 663

tos modelos psicológicos. Nosotros incluso hasta hemos tenido un


congreso internacional donde se trabajó específicamente sobre ciclo
vital, y justamente el Dr. Peter Blos participó en forma importante.

Entonces, en este sentido, yo creo que los conocimientos aportados


por el psicoanalista son de un valor realmente importante para poder
diagramar políticas de salud mental. Si bien podemos hacer la salve-
dad -y creo, desde luego, que hay que hacerla- de que no nos esta-
mos refiriendo al empleo sistemático del método psicoanalítico tal
como ha sido planteado por el profesor Baranger.

En las problemáticas de salud y enfermedad, poco a poco se van


como estrechando estas polaridades que habría entre lo biológico y
lo psicológico. Va resultando que en todas las personas con alguna
manifestación somática hay cosas a considerar desde sus aspectos
emocionales; y una de las llaves para comprenderlas -y a mí me
parece que es la más lograda y la más importante en este momento
como conocimiento humano- es la que proviene de la investigación
psicoanalí tica.

Así que pienso que también puede haber una extensión hacia otras
áreas que no sean estrictamente las de la salud y la enfermedad
mentales.

Para mí es un misterio por qué hemos aparecido los psicoanalistas


liderando esta política de salud mental. Pienso que además hay una
relación entre este concepto de lo que tiene que ser la atención de la
salud de una manera más precoz en la búsqueda de los indicadores
tempranos, y otras áreas de las ideas políticas en las actuales autori-
dades para la atención de la salud, si coinciden las líneas más moder-
nas en la aplicación de los conocimientos psicoanalíticos en la de-
tección temprana y el alerta precoz acerca de sintomatologías, algunas
de las cuales pueden transformarse en muy graves, como por ejem-
plo en psicosis. Margaret Mahler y su equipo se han ocupado intensa-
mente de esto y otros autores en forma importante acerca de per-
versiones también, de la organización del aparato psíquico con la
problemática de perversiones. De estos aportes se pueden ir extra-
yendo algunas posibilidades de anticiparse y así evitar o corregir
eventuales perturbaciones, por la importancia que tiene el encuentro
entre la salida instintiva y el medio social, la relación con el otro
para la organización del aparato. Todo esto, desde un lado, o sea
desde el paciente en sí mismo. Del otro lado, que es la contrapartida
de esa organización, también se puede operar y conseguir cambios.
664 M. Abadi, W. Baranger, V. Galli, L. Goij/1UIIl (c.) y A. Pére:

L. GOIJMAN(coord.) - Después de estas exposiciones iniciales sería


el momento de pasar a discutirlas y la ocasión también para profun-
dizarlas.

M. ABAD! - Hace cosa de 24 siglos, Sócrates solía repetir: Nadie peca


a sabiendas. Vale decir que el pecado, la culpa, equivalen a la igno-
rancia y al desconocimiento. Y que por lo tanto podían evitarse ha-
ciendo que -Sócrates decía-, mediante el proceder mayeútico, el
sujeto llegara a conocer las motivaciones de su conducta.

Hay toda una ideología detrás de esta afirmación de Sócrates. Porque


en último término es como si él hubiese dicho: Si yo sé más, no voy
a ser más sabio, voy a ser más santo. Una ideología similar preside el
pensamiento de Freud. Freud piensa que los síntomas son reminis-
cencias; vale decir que Freud piensa que uno se enferma por des-
conocimiento.

Freud piensa que nadie se enfermaría si pudiera saber. Luego, el


pensamiento que está detrás de la práctica freudiana es: Si yo sé más,
no voy a ser más sabio, voy a ser más sano.

Es llamativa la similitud entre los dos planteos: el socrático y el


freudiano. Ambos planteos remiten -como ustedes ven- a la valo-
ración del conocimiento; y tanto por parte de Sócrates como por
parte de Freud sería lo determinante de la prevención del pecado o
de la prevención de la enfermedad mental.

Ahora bien, es evidente que estamos hablando no de cualquier cono-


cimiento sino de un cierto saber. No hago otra cosa que reformular
la vieja frase de Charcot: "il y a savoir et savoir" (hay saber y
saber), que Freud cita en una de las conferencias de Introducción
al psicoanálisis.
El saber del que se habla es un saber afectivo, no es el saber cientí-
fico. Con todo, es un saber.

Todo este largo discurso es para llegar a sugerir la conclusión si-


guiente, que no sé si ustedes compartirán o no, pero que me parece
digna por lo menos de ser tomada en cuenta y discutida, siquiera
para refutarla después: yo pienso que el principal aporte que puede
hacer el psicoanálisis -no sé si a la teoría pero sí a la práctica de
la salud mental- consiste en crear las condiciones para que ese
conocimiento se haga carne en el pensamiento corriente, manifiesto
o latente, de toda una población.
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [... ] salud mental 665

No vamos a ingresar por intermedio de cursos y conferencias, de


audiciones televisivas o radiales, o artículos en la prensa, ese saber
afectivo del que nos hablan los sabios. Pero vamos a crear las con-
diciones adecuadas para que la población acepte como un hecho
natural ciertas postulaciones básicas de la teoría psicoanalítica: el
inconsciente, la noción de conflicto intrapsiquico, la sexualidad infan-
til, el complejo de Edipo, la idea de que el paciente 110 es solamente
víctima sino artífice de su propia sintomatologia.

Esto tiene una funcionalidad defensiva. Si todo esto se puede leer,


comprender o, para decirlo con una palabra que para nosotros ya
está sacralizada, interpretar. Yo personalmente pienso que el psico-
análisis logra esto y me consta de que en parte en nuestro medio y
en gran parte en otros medios, como los Estados Unidos, esto ha
ocurrido. Si el psicoanálisis logra que toda la población tenga un
pensamiento marcado por un sesgo psicoanalítico y que ocurra lo que
de hecho muchas veces comprobamos que ocurre: que una persona de
extracción social y cultural humilde pueda venir a nuestro consultorio
y aludir directamente a los problemas psicológicos que siente que
están presentes detrás de su queja y de su sintomatología, si logramos
esto, hemos logrado muchísimo.

Yo no pretendo desechar ninguna de las otras contribuciones que se


pueden lograr desde el psicoanálisis. Y me parece que ha sido exhaus-
tiva y brillantemente expuesta por los otros integrantes de esta mesa
redonda. Pero quiero señalar que, a mi juicio, la cosa principal que
espero del psicoanálisis es su penetración en el pensamiento de la
gente corriente. Penetración a la manera del líquido que penetra y
logra empapar una esponja.

El hecho de que la gente automáticamente, de modo natural, tienda


a correlacionar hechos de su vida, o de la vida de su entorno, con
estas cosas. Si se dan estas condiciones, va a ser muchísimo más
fácil, a partir de ahí, acceder por ello a un camino más o menos
largo pero eventualmente facilitado por todo esto, al saber afectivo
que nos pondría en la situación ideal de ser más sabios y, por ende,
más sanos.

Esto quería proponer para la discusión en esta mesa redonda. Quizá


no está ausente de mi propuesta una intención polémica, no dirigida
a los integrantes de esta mesa redonda, sino en general a cierta parte
del mundo psicoanalítico que tiende a cultivar la ciencia que culti-
vamos como si fuera una ciencia esotérica que hay que reservar para
ciertas minorías y hay que evitar que se expanda y se divulgue.
666 M. Abadi, W. Baranger, V. can; L. Goijmun (e.) y A. Pére:

Si, en cambio -como yo pienso-, logramos que el psicoanálisis


penetre donde tiene que penetrar ...

A. PÉREZ- A mí me parece excelente la propuesta del doctor Abadi


para abrir yo no diría una polémica, pero sí una discusión muy enri-
quecedora. Porque al comenzar la mesa se habló de los años de desa-
rrollo que lleva la institución psicoanalítica en nuestro país. Además,
en alguna oportunidad hemos hablado con usted acerca del fenómeno
tan particular de la penetración y difusión que ha tenido en la Ar-
gentina el psicoanálisis. Usted ha viajado mucho por América latina
y sabe bien cuál es la situación en esos países. Incluso algunas ins-
tituciones psicoanalíticas antiguas se siguen manteniendo en un
recinto muy cerrado y tienen en este momento cinco o seis didactas,
lo que indica un desarrollo muy limitado.

Creo que en Holanda el psicoanálisis tuvo una difusión masiva, como


en nuestro país. Habría que ver con qué consecuencias para la polí-
tica general de salud mental.

Un instrumento muy importante, como escribí alguna vez en el


Boletín de la Sociedad Argentina de Pediatría, es el acceso al nivel
político. La posibilidad de que, desde un nivel político que dirige po-
líticas de atención médica, se puedan aprovechar ese tipo de aportes.

La actual colaboración del psicoanálisis me parece una cosa inédita,


algo que requiere explicación, lo mismo que la difusión del psico-
análisis en todo nuestro país.

En el último Congreso Latinoamericano pude advertir el asombro de


los colegas de otros países al ver a dos psicoanalistas -GaIli y yo-
en puestos en cierto modo claves.

y en ese sentido coincido exactamente con Abadi en la necesidad de


un consenso popular. Porque si circunscribiéramos al psicoanálisis al
diván o a la relación bipersonal y ]0 entronizáramos como eso, evi-
dentemente tendríamos que darnos por vencidos, porque no tenemos
ninguna posibilidad de formar tantos psicoanalistas como serían nece-
sarios para un traslado mecánico de la situación del consultorio a la

•..
situación del hospital. Aparte del problema de los recursos, que nos
había adelantado el profesor Baranger .
-
Mientras que si tenemos esta ideología de apertura se nos abre un
camino lícito de utilizar todo esto y aparte tenemos la plataforma
política que permite estar incluidos en una política nacional de salud.
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [. .. ] salud mental 667

Comparto la preocupación del doctor Abadi por el hombre común


(yo lo llamo "común" más que "corriente"). Me parece adecuada y
posible ...

M. ABADI- Y las instituciones no tienen que descalificar al psicoana-


lista que difunde sino que al contrario tienen que respaldar ese poner
el psicoanálisis al servicio de todos.

A. PÉREZ- Sí, claro; y, por otra parte, otro hecho que creo que está
demostrado en nuestro país y en otros países es que hay un interlo-
cutor válido. Esa persona es el médico corriente, el generalista o el
pediatra. Esa persona está cerca del crecimiento y el desarrollo de los
seres humanos en todos sus niveles etarios, ya que no me estoy refi-
riendo a los niños solamente -a pesar de que es mi especialidad-
sino también a los viejos, a las parejas, a las familias en los períodos
de crisis familiares.

y en ese sentido en nuestro país ya hemos llegado a abrir un poco


ese campo. El médico corriente es el detector temprano. Y entonces
éste es el que va sabiendo que los afectos están implicados en toda
dolencia o malestar, y el que dentro de la relación médico-paciente
quizá ya emplee ese saber o derive a su paciente a especialistas en
salud mental cuando el peso de los factores emocionales sea dema-
siado grande.

M. ABADI- Un chico de mi familia -sin dar mayores precisiones->,


de 3 años de edad, tiene que ser sometido a una levísima y muy poco
importante intervención quirúrgica; realmente una pavada, diríamos.

El pediatra que lo atiende se encargó de decirles a los familiares que


por favor con algunos meses de anticipación pusieran al chico en
tratamiento psicoterápico para hacer una psicoprofilaxis.

A. PÉREZ- Se enseña en nuestros programas.

M. ABADI- Claro. Y para mí es edificante ver que un médico, un


pediatra, que no es un psicoanalista, toma esta posición especialmente
en momentos en los cuales autoridades de asociaciones psicoanalí-
ticas extranjeras siguen luchando por la idea perimida de que al
psicoanálisis hay que preservarlo de cualquier contaminación con
todo lo que no sea psicoanálisis puro.

L. GOIJMAN (coord.) - Tomando dos o tres puntos, para agregar are-


na a la mezcla ... Uno, lo que decía Aurora Pérez acerca de este mis-
668 M. Abadi, W. Barangcr, V. Galli, L. Goij711G71 (e.) v A. Pére¿

terio: los psicoanalistas en la función pública. A mí no me sorprende,


creo que no es una casualidad ni un hecho imprevisible. Porque
tenemos muchísimos indicios; en estos cuarentaitantos años de psi-
coanálisis en la Argentina ha habido muchos hitos que fueron anun-
ciando una serie de cambios: 1] en el orden de las instituciones:
paulatinamente las instituciones hospitalarias y asistenciales en ge-
neral fueron incorporando de distinta manera la participación del
psicoanálisis; desde luego que las primeras deben haber sido las salas
o servicios psiquiátricos, pero posteriormente pasaron a incluirse
psicoanalistas en servicios de pediatría, de ginecología, en materni-
dades. Que es lo mencionado recientemente, es decir la presencia
también en las salas de cirugía o en la psicoprofilaxis quirúrgica. Y
en la actualidad ya es consenso que todo eso está incorporado.

En estos días Florencio Escardó fue nombrado Profesor Emérito. El


es "el responsable" de una serie de innovaciones que tenemos que
pensar que algún parentesco tienen con los descubrimientos del psico-
análisis: las internaciones de los chicos con sus madres en los servicios
de pediatría, la difusión activa de nociones de puericultura, desde el
momento mismo del nacimiento y durante la lactancia.

Esto en cuanto a manifestaciones evolutivas. Luego efectivamente


veremos que nuestro país debe estar entre los primeros respecto de
la cantidad de pacientes tratados con alguna forma de práctica psico-
analítica.

En el Congreso Internacional de Madrid nuestro contingente fue


numéricamente el tercero, luego de Estados Unidos y España que
era el huésped.

y otra cosa que me pareció muy importante es lo dicho por Abadi,


respecto a la relación entre el conocimiento, entre ese saber afectivo
-que es el que descubre el psicoanálisis-, y, la posibilidad de que
esto permita una mayor cercanía respecto de la salud: cuanto más
sepamos, menos enfermaremos.

y entonces en esto seguimos dentro de nuestra práctica de tra-


tar de recordar más y de saber más para repetir menos. Y obvia-
mente también estamos partiendo de la base de que uno de los pri-
meros aportes del psicoanálisis es señalar que parte de la enfermedad
mental considerada a nivel social no es otra cosa que producto de
una sucesión de repeticiones: repeticiones individuales, quizá repe-
ticiones sociales -aunque en esto último ya no podemos incursionar
sin tener que hacer saltos muy grandes ...
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [... ] salud mental 669

A. PÉREZ- Bion y Winnicott han aportado sus ideas y modelos res-


pecto de la estructuración temprana del psiquismo. Como teórico,
Bion me parece más importante, aunque quizá algo falte en el rnode-
laje de las emociones.

Un nuevo impacto relevante de lo social, a partir de esa plataforma


emocional, se da en la salida del adolescente a la comunidad.

V. GALLI - Quiero aclarar un par de cosas con las cuales pienso que
podemos comenzar a abrir una línea de cuestionamientos a lo que afir-
mó tan entusiastamente Abadi.

En primer lugar, yo -como psicoanalista en función de Director Na-


cional de Salud Mental- no creo para nada que el psicoanálisis sea el
instrumento teórico metodológico único que uno tiene que propugnar,
sino que ésta es una coyuntura muy particular de desafío a una inte-
gración de los psicoanalistas con otra gran cantidad de agentes im-
prescindibles para cualquier programa de salud mental. Que incluye,
además de la integración de dirigentes y líneas doctrinarias distintas
dentro del psicoanálisis, la interacción interdisciplinaria de conoci-
mientos y especialistas múltiples.

No estoy tan seguro de si este saber afectivo se puede desarrollar con


una gran expansión de los conocimientos psicoanaIíticos, en la medi-
da en que sabemos que las resistencias y la estructura misma del
aparato psíquico van transformando el modo de encubrimiento y de
representación del conflicto.

Eso lo vemos en nuestra ciudad, donde está tan desplegada la terapia


psicoanalítica o el psicoanálisis vera. En la cantidad de gente que
hace psicoanálisis. Van cambiando los perfiles de presentación de
los procesos terapéuticos y de la sintomatología; lo cual no significa
que vayan cambiando las estructuras teóricas básicas con las que uno
comprende esas formas de aparición.

Por eso, como política global, lo que propongo es justamente la posi-


bilidad de establecer un gran diálogo, un gran foro de discusión con
toda la gente que tiene que ver con la salud mental; y también usar
actitud analítica en el sentido de poder escuchar a esas otras voces, a
las que, en general, los analistas tenemos bastante poca posibilidad
y ganas de escuchar.

Lo que sí creo es que quizá lo que Abadi estaba diciendo -y lo que


después se fue transformando en esas ejemplificaciones sobre psico-
670 M. Abadi, W. Baranger, V. Galli, L. Goijinan (c.) y A. Pérez

profilaxis, pautas de relación materno-infantil, conocimiento del desa-


rrollo endogámico hacia la salida a la exogamia- hace al acervo de
conocimientos que surgen de la observación y de la investigación
psicoanaIíticas y que se pueden aplicar como conocimientos, que se
pueden utilizar como conocimientos y como actitud aunque no sea
dentro de una indagación psicoanalítica validada por el método de la
asociación libre y la interpretación hecha dentro de la asociación
libre; eso es lo que se llama aplicación del conocimiento psicoana-
lítico.

Esta aplicación del conocimiento psicoanalítico genera -o puede ge-


nerar- un tipo de diálogo con otros agentes de salud en general y
agentes de salud mental en particular, un tipo de actitud e inclusive
un tipo de aproximación indagatoria al método con el cual funcionan
tales o cuales otros agentes de salud. Tal vez ahí, el conocimiento
analítico pueda también permitir teorizar cómo funcionan otros sis-
temas terapéuticos.

Baranger hablaba hace un rato de que el psicoanálisis es estrictamen-


te un método individual y que cuando se va al grupo y a la sociedad ya
escapa a lo específico del análisis. Esto es absolutamente cierto en la
estrictez ortodoxa de la aplicación del método analítico.

En la utilización de conocimientos analíticos podemos y hemos utili-


zado muchos conocimientos analíticos para las situaciones de grupo
-sean terapéuticas o no-, los grupos familiares, las terapias vin-
culares; es decir, se pueden utilizar conocimientos analíticos para
entender o hacer hipótesis sobre qué pasa en ese tipo de cosas.

Inclusive yo tomaría -de lo que decía Abadi- la utilización de estos


conocimientos y de estas actitudes en la instrumentación que perso-
nas sin formación analítica pueden hacer de su función en la relación
interhumana.

Por ejemplo, la problemática (no por conocida, solucionada) de la


relación médico-paciente y la problemática de la relación paciente-ins-
titución en un hospital general. Es tarea en la cual los conocimientos
analíticos, entreverados con otros conocimientos, tienen mucho para
decir.

El modelo clásico de nuestra medicina occidental es que la persona


enferma se somete a alguien idealizado que tiene un lugar de poder
que está además avalado por un discurso científico o distintos dis-
cursos científicos, pero que fundamentalmente es un discurso de
poder: el médico y la institución médica.
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [. .. ] salud mental 671

La actitud terapéutica que deviene de la experiencia y del método


analítico es saber escuchar a la persona para que ella se escuche a
sí misma y se haga responsable de lo que tiene responsabilidad, de lo
que puede tener responsabilidad y participación en su sintomatología.

Es cambiar totalmente el hecho.

Esto mismo, trasladado a otra cantidad de relaciones médico-paciente


o paciente-institución, puede ser sumamente interesante porque im-
plica la participación del sujeto o del grupo en sus propios problemas
y una validación de sus crisis y conflictos como modos de expresión de
la angustia o de la queja.

Pongo esto para ejemplificar, ya que no creo que sea con una gran
difusión de conocimientos psicoanalíticos sino con la posibilidad y
desafío de transmitir algunos de los instrumentos básicos de la acti-
tud analítica, con lo que se podría lograr una fertilización de utiliza-
ción y de aplicación del análisis en otros campos que no son espe-
cíficamente los del campo analítico experimental, que es el del
psicoanálisis.

Por supuesto que coincido con una de las paradojas de Baranger.


Yo creo que la situación que se da en este momento, de redefiní-
ción, redescubrimiento y reconceptualización permanente de la teoría
y el método analítico como tal, son la manera de mantener un
campo especial de conocimiento y un campo especial de inves-
tigación. Al mismo tiempo, el animarse a salir y mezclarse fuera
del gabinete, con lo que nosotros perdemos parte de nuestro propio
endiosamiento. El gabinete de análisis es para nosotros, en general,
el marco en el cual somos reyes. Mientras que si salimos de allí, nos
vemos obligados a interactuar de manera muy diversa y estar a nivel
de paridad con otra cantidad de personas que dentro del gabinete por
más que postulemos no caer en las tentaciones omnipotentes de los
analistas, caemos.

En el afuera de ese ámbito está uno de los desafíos fundamentales de


la posibilidad política del momento. Creo que va a generar muchos
efectos, esperados e inesperados: desde planteas y discusiones teóri-
cos y doctrinarios, a implementaciones técnicas, a enriquecimientos
conceptuales sobre algunos de los tipos de práctica que se hacen sin
mucha conceptualización, a otras cosas que todavía no podemos defi-
nir pero a las que supongo bastante estimulantes.
672 M. Abadi, W. Baranger, V. Galli, L. Goijman (c.) y A. Pére:

W. BARANGER - Esta vez lamento no compartir del todo el optimismo


de Mauricio Abadi acerca de la posibilidad de una verdadera difu-
sión de las nociones psicoanalíticas fundamentales en gran escala.
Lo que sí podemos hacer, lo que sí está hecho ya -como lo decía
muy bien Galli- es el traslado de vocabulario analítico a una serie
de campos que no son el campo específicamente analítico o inclusive
al lenguaje común. Es perfectamente pensable -o una experiencia
habitual- charlar del complejo de Edipo con un taxista, supongamos;
que no tiene por qué o no tendría por qué estar al tanto de eso.

Pero con eso no nos aproximamos realmente al saber, al saber tal


como Abadi lo definía. Quiero decir que, al lado de la aceptación
de la terminología, se produce un descentramiento del inconsciente y
más o menos estamos en lo mismo. .. No, estoy exagerando mi pen-
samiento, pero el beneficio no es tanto como uno podría pensar a
primera vista.

Tenemos un ejemplo muy importante: es el auge del psicoanálisis en


los Estados Unidos de Norteamérica, que, como saben, precedió
en unas dos décadas al auge del psicoanálisis en la Argentina. Hubo
una popularización muy grande de nociones psicoanalíticas. Y lo que
siguió fue (tengo mi idea sobre el asunto pero hoy no viene al caso)
un cierto decaimiento del psicoanálisis, juntamente con el floreci-
miento de una cantidad de psicoterapias que no tienen absolutamente
nada que ver con el psicoanálisis y que no funcionan sobre ninguna
teoría psicoanalítica o, eventualmente, sobre ninguna teoría.

Así que soy partidariode lo que decía Abadi acerca de una difusión,
y estoy muy de acuerdo con la gente -entre ellos, el propio Abadi-
que contribuye a esta difusión. Me parece muy bien. Pero yo no
creo que haya que exagerar demasiado el alcance de este aporte.

Otros métodos de difusión de los que se habló se refieren a la aplica-


ción -que mencionó la doctora Pérez, por ejemplo-, la aplicación
de la teoría, del conocimiento, de la psicología psicoanalíticos, en
distintos campos donde estos conocimientos tienen vigencia. Se men-
cionó la crianza de los lactantes, etcétera. Todo eso me parece muy
valedero, naturalmente.

Desde luego, si pensara yo que el psicoanálisis es una psicología, esta-


ría mucho más tranquilo y vería muchas menos paradojas de las
que veo. Lo que pasa es que no pienso que sea una psicología.

Si la actitud del psicoanalista como tal fuera la actitud del psicólogo


como tal, si tuviese continuidad con la actitud del psicólogo, estaría
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [. .. ] salud mental 673

totalmente de acuerdo. Pero lo que yo creo es que hay no una con-


tinuidad sino una discontinuidad, que subrayaba Galli cuando ha-
blaba del discurso del poder (no sé si cito exactamente su frase) ...

V. GALLI- Sí.

W. BARANGER - Si existe esta discontinuidad, las paradojas que es-


tuve enumerando son paradojas valederas. Ahora bien, me pareció
que en lo que dijo Galli había (no sé si lo entendí totalmente o sufi-
cientemente; en realidad necesitaría seguir escuchándolo) una vía
de solución de las paradojas. Es decir, como una superación dialéc-
tica, que permite dejarla atrás.

V. GALLI- Una de las cosas que podríamos articular con esto que
estamos diciendo es que el psicoanalista, cuando sale a trabajar fuera
de su gabinete, tiene una confrontación mucho más clara que dentro
del gabinete con la infinidad de factores que tienen que ver con la
salud y la contlictiva mentales -tanto como con la salud y la enfer-
medad físicas- y que no dependen exclusivamente de lo que se ma-
neja desde el Sector Salud; o que no dependen exclusivamente de
los factores que manejan específicamente las personas vistas indivi-
dualmente.

Por ejemplo, se habló del problema de las toxicomanías. Desde el


gabinete psicoanalítico se piensa en la toxicomanía vinculada con una
determinada estructura psicopatológica; y se meterá o no terapéutica-
mente, con su método, para tratarla. La adecua y la ubica nosológí-
camente. .. nosológicamente no, nosográficamente, la ubica dentro
de una determinada tipología.

Si uno sale a observar el problema de la toxicomanía en el mundo


actual, se encuentra con que depende tanto de factores sociológicos,
sociales, de factores políticos y fundamentalmente de factores econó-
micos que hacen que la droga -en nuestro país no en gran escala,
pero sí en muchos países del mundo- comienza a ser inducida en
su consumo desde el colegio primario, generando una habituación
biológica que evidentemente va a generar trastornos de todo tipo.

Que son posteriores a lo que nosotros en este momento -y como el


instrumento utilizado es de gabinete- adjudicaríamos a series com-
plementarias, utilizando la terminología de Aurora Pérez.

Es decir; el factor externo, el factor social, el factor económico, el


factor ideológico que se crea para todo eso, genera una problemá-
tica que evidentemente no se puede abordar exclusivamente con
674 M. Abadi, W. Baranger, V. Galli, L. Goijman (c.) y A.. Pére:

el instrumento analítico, aunque el conocimiento analítico pueda


tener importancia.

En ese sentido, creo que ustedes perfilaban una problemática en


la que es obvio que solamente pensar en el conocimiento del instru-
mento analítico para abordarlo sería absolutamente insuficiente desde
la perspectiva de alguien que piense en problemáticas de salud mental
en general.

Pasa lo mismo con las psicoprofilaxis diversas que tienen que ver con
las prácticas médicas. Sería absurdo pensar en la utilización del ins-
trumento analítico o del método analítico o de los métodos psicotera-
péuticos de base analítica o de cualquier otra cosa, para remediar
toda la cantidad de problemas generados iatrogénicamente por la
manera del sistema médico, por la forma de funcionamiento de las
instituciones y por todas sus consecuencias.

Mientras que es mucho más lógico dar la lucha política sobre doc-
trinas obtenibles por estos conocimientos, para que se cambien
formas de los sistemas asistenciales, para que se cambien técnicas
de relación. Lo que traía Goijman: la inclusión de la madre en la
internación del chico. No podremos nunca tener exacta noción ni se
podrá evaluar exactamente la exitosa prevención que con ella se ha
hecho de patologías posteriores. Porque no hay un instrumento ade-
cuado para medir cualitativamente eso, con la misma tipificación con
que se hace un relevamiento epidemiológico de síntomas psiquiátricos
críticos.

Lo que puede hacerse con gente especializada en problemas de salud


mental trabajando con la institución escolar: se reduce tremenda-
mente la cantidad de chicos-problema en la institución escolar tratada
y no tratando al chico directamente. Pueden utilizarse conocimientos
psicoanalíticos más otros conocimientos, sin hacer tratamiento direc-
tamente sobre el individuo.

Creo que la mayor parte de las acciones que se pueden hacer pen-
sando en grandes problemas de salud mental es a través de este tipo
de intervenciones.

El otro sector muy específico es el de las psicoterapias, que Baranger


había planteado como el tercer aporte que podía hacer el análisis en
la salud mental. Yo creo que sí, que es sumamente importante, y hay
posiciones muy polares. Hay en este momento psicoanalistas de nota
trabajando en instituciones públicas, que consideran que en el hospi-
tal se puede hacer psicoanálisis; entendiendo por psicoanálisis algo
similar a lo que hacía Freud al principio, en el sentido de apuntar a
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [... ] salud mental 675

la sintomatología inmediata y pensando en tiempos cortos. Y le llaman


a esto análisis.

En general tenemos en la forma de ir procesando la comprensión del


proceso analítico, una dimensión mucho más larga en cuanto apunta
a un cambio estructural y no solamente a una resolución sinto-
mática. Pero a veces nos olvidamos de la importancia que tiene la
resolución sintomática como disminución de una determinada dis-
capacidad y apertura de otras posibilidades vitales.

Yo veo mucha de la acción posible por ese lado más que por una gran
tarea de difusión de conocimientos analíticos. La veo más como
una tarea de difusión y fertilización de actitudes y modos de relación
de las personas que tienen en la estructura social responsabilidades
asistenciales directas o indirectas, o preventivas, más que como una
gran tarea de difusión general.

A. PÉREZ - Yo quisiera trabajar un poco dos puntos. Sobre todo las


dos intervenciones tuyas en relación a lo que había planteado el doc-
tor Abadi. Yo no entendí que el doctor Abadi dijera que la difusión de
conocer (el complejo de Edipo, por ejemplo) fuera una forma de hacer
un logro psicoanalítico. Más bien se trataría de conocer las vicisi-
tudes de lo que eso emocionalmente significa para la gente, y la
posibilidad de actuar en un momento determinado sobre una madre o
sobre un padre o sobre un paciente o sobre su pareja como una posi-
bilidad de no enfermar. Porque me temo que la alternativa es la que
se afirma en todas las posturas del profesor Baranger, acerca de
que la condición para que haya psicoanálisis es la existencia de un
paciente y un psicoanalista.
Pero lo que en cierto modo me parece plantea una discrepancia
importante con lo que tanto Galli como yo estábamos planteando y
en cierto modo también el doctor Abadi planteaba, es que no nos
interesa tanto tener un paciente y un psicoanalista para devenir en
método psicoanalítico, como tratar de que ese ser humano no llegue
a la situación de paciente en condición de situación psicoanalítica,
tal como lo plantea el profesor Baranger.
Porque si solamente eso es psicoanálisis, evidentemente tenemos que
esperar que se enferme un paciente, que el paciente venga al consul-
torio y pida su atención a un psicoanalista. Entonces, en este sentido
creo que ahí estaríamos muy atrapados para tratar de poder abrir
la cuestión de una instrumentación de lo psicoanalítico justamente en
términos de no lograr un paciente psicoanalítico para que se pueda
desarrollar el psicoanálisis.
676 M. Abadi, W. Baranger, V. Galli, L. Goijman (c.) y A. Pére;

V. GALLI- Habría una cierta diferencia entre lo que plantea Abadi y


como lo llevó Baranger. Creo, además, que estaba hecho con una
cierta intencionalidad de exagerar y caricaturizar. No para caricaturi-
zarlo a Abadi sino para entrar por esa línea para ver hasta donde se
podía llegar.

Yo seguí esa línea en el sentido de que -ahora sí, tomando lo de


saber afectivo- creo que es distinto el saber afectivo que se procesa
en un proceso terapéutico, donde uno va poniéndoles nombre a cosas
que no existían antes de ponerles nombre. De esa manera conoce y
trabaja distinto a lo que puede ser un saber afectivo que se adquiera
empíricamente. Por ejemplo: los prestadores de salud cuando están
formados en un medio en el cual se validen y se respeten algunas de
las pautas que está diciendo Aurora ...

M. ABADI - Veré de promover una mejor comprensión de lo que es-


taba explicando, porque tal vez es mucho más simple de lo que
se pensó en un comienzo.

Yo digo que lo que hay que difundir y profundizar es el pensamiento


psicoanalítico. Y digo que cualquier procedimiento que sirva a esta
difusión del pensamiento psicoanalítico en la población es válido.

No me refiero al conocimiento científico -que se sepa lo que es el


complejo de Edipo-, sino me refiero a que puedan pensar en función
del complejo de Edipo, de la sexualidad infantil y de tantas otras
cosas.

Esta difusión del pensar analítico es lo que se puede lograr, lo que


se ha logrado en muchos países, entre otros en el nuestro, y es
aquello que yo propugno incrementar. ¿Cómo lograrlo? De distintos
modos. Uno de ellos, divulgar -por ejemplo, pero es uno de tan-
tos- ciertos conocimientos, pero no porque yo piense que a partir
del momento en que están formulados ya actúan, sino porque su
divulgación y ponerlos al alcance de la población produce -después
de un cierto procesamiento, en gran parte inconsciente, por parte de
la población- que devengan pensamientos psicoanalíticos.

Es importante que se tenga en cuenta que no hablo de conocimiento


sino de pensamiento. Y de un pensamiento que nos permite acceder
al saber afectivo.

En otros términos, estoy asombrado porque desde hace bastante tiem-


po veo muchísima gente de primera vez, en consulta; es decir que, al
lado de mi trabajo como psicoanalista, recibo montones de pacientes
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [... ] salud mental 677

que vienen a verme una sola vez no para que los trate sino para un
diagnóstico y eventualmente una indicación terapéutica.

Para mí ha sido una experiencia muy enriquecedora. Veo gente que


no me dice que ha aprendido alguna cosa por la divulgación que se
haya hecho, sino gente que piensa psicoanalíticamente.

Ayer vi a una persona que vino a verme por una colitis ulcerosa grave
de la que fue operada. Y le pregunté: ¿Qué le pasa, señora? Y me
contestó: Y ... yo quiero hacer una terapia, porque tengo una colitis
ulcerosa grave y fui operada. -Pero ¿ quién le indicó que hiciera una
terapia ... ? -Nadie, por supuesto, vengo porque creo que estoy en-
ferma, porque me pasa algo.

A mí me llama la atención este episodio que se produce diariamente;


es como si la gente ya tuviera -si puedo decirlo aSÍ- una cierta
conciencia inconsciente de que todos los problemas existenciales se
están expresando a través de la enfermedad. No me piden remedios
en su inmensa mayoría. Es decir, me dicen de entrada: "Estuve me-
dicado con tal droga", como dándome a entender que no vienen a
una consulta para recibir una nueva medicación, sino para hablar
y escuchar.

Ahora a mí me produce admiración y una cierta alegría el comprobar


que vivo en un medio en el cual la gente, no es que haya aprendido
cosas, sino que piensa psicoanalíticamente.

Para mí siempre es asombroso y motivo de gran alegría sentirme


coparticipando de un medio cultural en el cual una persona de ex-
tracción humilde puede hablar así. Esta es la primera cosa que quería
decir.

Hay otra cosa que quiero decir. Creo que gran parte de los malenten-
didos que de vez en cuando pueden surgir en una discusión entre
colegas depende del sentido que se le da a la palabra psicoanálisis.

Para mí el psicoanálisis es una ciencia (punto y aparte. Y en el aparte


sigue así:)

De esa ciencia se pueden hacer muchas aplicaciones. (Punto final.)

En cambio, si la gente dice que el psicoanálisis es una cierta prác-


tica, fundante de una cierta teoría o derivada de una cierta teoría, e
identifica el psicoanálisis con la práctica del llamado psicoanálisis
ortodoxo, entonces, no digo que no tengan razón, digo que estamos
hablando con dos vocabularios diferentes, y lo menos que nos puede
pasar es que no nos entendamos.
678 M. Abadi, W. Baranger, F. Galli, L. Goijman (c.) y A. Pére:

Por ahí tienen razón. .. Lo que yo digo es que en mi vocabulario el


psicoanálisis es como si se dijera: historia, sociología, química, físi-
ca, etc. Y las aplicaciones como usted las trajo: una de tantas
aplicaciones es la aplicación del llamado psicoanálisis ortodoxo, hay
infinitas otras ...

L. GoIJMAN(coord.) - Yo quisiera hacer un comentario sobre una de


las líneas que se fueron desarrollando y sobre ciertas coincidencias
que me parecen muy importantes.

Por ejemplo, hay una coincidencia entre la oportunidad de difundir


un pensamiento psicoanalítico -como hablaba Abadi-, con lo que
Baranger señalaba acerca del psicoanálisis como un planteo de cono-
cimiento del individuo. Era lo que decía Galli también; apuntaba a
la investigación del síntoma dentro de una estructura de poder.
Es decir, acá creo que existe, como línea común, la idea de que el
nuestro es un instrumento de develamiento de cosas ocultas y una
posibilidad de acceso a un nuevo conocimiento; y que es cierto que ya
está difundido aun cuando nosotros no nos lo propongamos de mane-
ra explícita o a través de un plan orgánico; por ejemplo, en la con-
ciencia inconsciente del paciente con colitis ulcerosa.

Es decir, ya está en marcha y existe en nuestro medio y es un efecto


como el efecto general del que hablaba Freud de la acción benéfica
del psicoanálisis. Creo que éste es un punto en el que han coincidido.
También han coincidido en el señalamiento de dificultades. La que
va a surgir de la aplicación del psicoanálisis a los nuevos instrumentos
terapéuticos. Así como también -yo agregaría- a las que surgirán
de las distintas formas de difusión que ahora serán posibles de uti-
lizar, en las que se puede hacer uso de un conocimiento psicoanalítico.
Otra de las dificultades viene de lo que señalaba Abadi: el efecto de
la resistencia. Sabemos que es una característica de la enfermedad
psíquica la de que ante la aplicación de un instrumento surja una
nueva forma de oposición, y seguramente tendremos que contar con
esa nueva forma de enfermedad que aparecerá como resistencia.
y por supuesto otra dificultad es la de los factores que intervienen
en aquellas enfermedades de génesis social: los políticos y los econó-
micos. Esas contingencias adversas van a tener que enfrentarse.
Independientemente de los resultados que haya de aquí en más, lo
cierto es que esto se parece a lo que ocurre con el paciente que llega
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [... ] salud mental 679

a una consulta psicoanalítica: a veces llega a un punto final; a veces


son pasos de un camino que recorre buscando alivio a sus padeci-
mientos. Pero éste ya existe, es una realidad presente que puede ser
aprovechada.

A. PÉREZ- Yo no dejaría de lado algo de lo que dijo el doctor Abadi


en su ejemplo de la colitis ulcerosa. Dijo que esa persona tenía un
pensamiento psicoanalítico porque pensó su enfermedad en términos
dinámicos.

Me parece importante precisar que el modo en que se arma esta


enfermedad entra dentro del campo de lo psicoanalítico. Para el doc-
tor Abadi creo que sería así.

Entonces, una persona, antes de ser el paciente que planteaba el profe-


sor Baranger, capaz de un intercambio psicoanalítico, ha pasado por
otros momentos. Pregunto: mirar sobre esa parte ¿no correspondería
también al psicoanálisis?

V. GALLI- Yo dije algo sobre esto antes, cuando discriminaba entre


lo que es la praxis específica en el método analítico y la aplicación de
conocimiento psicoanalítico en una multiplicidad de utilizaciones o
de instrumentaciones posibles.

Creo que son muy distintos una consulta que puede hacer una per-
sona con formación psicoanalítica y el tipo de orientación o con-
sejo que dé a una determinada persona -aunque no le indique
tratamiento-, o la manera de hacer el enfoque de una problemática,
de lo que se puede hacer con un instrumento de trabajo que no sea
psicoanalítico.

En eso estoy totalmente de acuerdo y pienso que es algo que desesti-


mamos bastante los psicoanalistas cuando -curiosamente- uno tie-
ne una multiplicidad de referencias propias y de personas con las
cuales convive para quienes algún encuentro que tuvo, alguna vez en su
vida, generó una experiencia emocional de integración o de unión
de aspectos separados, que implicó un rico giro en su vida.

M. ABADI - Sí, pero, Vicente, permitime que te diga porque si no me


sentiría muy mal conmigo mismo por dejar pasar una cosa con la
que no estoy de acuerdo.

Yo insisto en que no hay diferencia entre las aplicaciones psicoana-


líticas de las que has hablado y el instrumento psicoanalítico por
680 M. Abadi, W. Baranger, V. cau, L. GOijl1Wl1 (c.) )' A. Pérez

excelencia. (Intervengo en este diálogo porque me parece que si lo


dejo pasar en silencio, el lector puede llegar a pensar que estoy
de acuerdo con esto.)

Quiero señalar que no puedo aceptar esto como la diferenciación que


vos proponés. Por el hecho de que para mí no existe esa diferencia.

Que se haga un psicoanálisis super ortodoxo de cuatro sesiones sema-


nales, en las condiciones más ortodoxas, o que se haga como psicopro-
filaxis, son diferentes aplicaciones de una misma ciencia.

A. PÉREZ- Sí. Yo creo que no habría lugar a confusión en esta mesa


redonda, por lo que usted acaba de decir: se trata de distintas
aplicaciones del método psicoanalítico.

M. ABAD!- Sí, así es.

W. BARANGER - Sí. Es precisamente el punto que nos separa a él y


a mí. Entre paréntesis, yo pienso que algo que no tiene que ver nada
con la situación bipersonal, supongamos Tótem y tabú -la obra de
Freud- es absolutamente psicoanalítica.

V. GALLI- Ajá.

M. ABADI- Entonces no estamos tan separados ...

V. GALLI- Habría que intentar diferenciar no tanto lo que se en-


tiende formalmente por el encuadre ortodoxo de análisis, sino por lo
que nosotros entendemos como aplicación del método, la forma
de procesamiento que tiene que ver con esa búsqueda de asociación
libre y de la elaboración dentro de un proceso. Por eso se llama
método analítico. Otra porción de acciones son aplicaciones, aunque
parezcan ser muy cercanas al método. Yo pienso que son interven-
ciones analíticas, pero no sé si lo llamaría aplicación del método
analítico. Yo jerarquizo mucho la importancia que esto tiene. Este
es un nivel.

El otro nivel es ... Creo que es muy interesante lo que Abadi planteaba
en relación con el tipo de consulta que ejemplificaba con ese pa-
ciente. Pero lo que no hay que olvidar es quiénes son los que pueden
demandar consultas a un psicoanalista muy conocido.

Digo porque tu experiencia, Mauricio, es coincidente y compartida


por algunos de nosotros en algunos sectores de la consulta; pero no
es coincidente con lo que pasa cuando uno sale y toma contacto
Mesa redonda: Aporte del psicoanálisis a la [. .. ] salud mental 681

con otros que son ajenos a esa organización. Es algo a tomar en


cuenta: que para tener una impresión más abarcativa de lo que
puede ser la difusión encarnada de conocimientos analíticos, hay
que leer universos más amplios donde uno se encuentra tanto
con zonas en las cuales esto es absolutamente cierto como con zonas
en las cuales esto sería absolutamente fatal. Es una de las dificultades.

M. ABAD!- A mí me parece interesante porque quizás en función de


muchas cosas (no dichas) que se pueden rescatar también de lo que
hacen ustedes en un cargo público o político, se ha producido lo
que yo llamaría una cierta movilidad del psicoanálisis. ¿A qué llamo
movilidad? Ya no son los mismos pacientes durante años, de los
mismos analistas, del mismo barrio -Villa Freud-, de los mismos
rituales, de los mismos tics mentales. Habría una difusión mayor, no
sólo territorial, y acceden al psicoanálisis personas de extracciones
sociales que no son las habituales.

Hay gran cantidad de gente que tiene que ver con el análisis en todo
el interior. He estado recorriendo el país y hay ciudades en las que
hay 20 médicos y hay 100 psicólogos. Ellos hacen psicoterapia.

Hay pacientes que vienen. .. no saben lo que es psicoanálisis. Piden


un tratamiento pero hablan un lenguaje psicoanalítico, me pasa esto
y esto y esto. Hay una alusión a una conflictiva interna, hay una
alusión a que esto se está expresando a través de los síntomas. Pero
-por su extracción cultural- si yo les dijera: hagan un tratamiento
psicoanalítico, muchos de ellos me preguntarían ¿yeso qué es?

Pero, sin embargo, hablan como si lo supieran desde el vamos en la


consulta. Eso también es otro hecho que me llamó mucho la atención.

V. GALLI- Creo que hay conocimientos psicoanalítico s que han en-


trado como parte del acervo cultural actual. Y en este sentido son
causalidades oriundas únicamente de un campo científico, causali-
dades detectadas en un campo científico, que después pasan a ser
causalidades compartidas ...

M. ABADI- Han tomado carta de ciudadanía en otros ámbitos de la


cultura ...

A. PÉREZ- La salida del psicoanalista de su gabinete a otros medios


(a donde se traslada, por supuesto, con toda su identidad psicoanalí-
tica, que no es una cosa que pueda dejar para desarrollar una tarea)
y todo el campo que se abre y que se puede abrir fuera del gabinete
psicoanalítico me parece que sería importante discutirlo no desde las
682 M. Abadi, W. Baranger, V. Galli, L. Goijman (e.) y A. Pérez

integraciones posibles y los desafíos que significan para una tarea,


por ejemplo el desarrollo del Plan de Salud Mental, sino dentro de
nuestras instituciones.

Yo creo que eso sería verdaderamente importante y que nos ayudaría


a ubicarnos acerca de los alcances y límites de esta ciencia. Para el
doctor Abadi, evidentemente esto es una ciencia.

Pero pienso que sería válido que ese punto lo discutiéramos desde
dentro de nuestras instituciones.

L. GOIJMAN (coord.) - Bueno, éste fue un intento de crear un es-


pacio para poder pensar. Yo pienso que lo que han vertido aquí
ha sido un conjunto muy importante de ideas y una discusión suma-
mente provechosa.

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