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La Huella Ecológica.

Es un indicador definido como el área de territorio ecológicamente productivo ya sean cultivos,


pastos, bosques o ecosistemas acuático, necesaria para producir los recursos utilizados y para
asimilar los residuos producidos por una población definida con un nivel de vida específico
indefinidamente, donde sea que se encuentre esta área.

Como se calcula la huella ecológica

En primer lugar hay que decidir qué comunidad (país, ciudad o región) se quiere estudiar y
elegir un periodo de tiempo. Luego se busca para dicho año cuánto consume esa población
para cubrir sus necesidades, tales como: alimentarias, energética, de materias primas y de
suelo.
Se trata de conocer cuánto campos de cultivo se han necesita para producir alimentos, forrajes
y materias primas; cuánto terreno de pastos provee de huevos, carne o leche; la superficie
forestal necesaria para obtener la madera; el espacio marino necesario para los productos
pesqueros que se consumen; el territorio construido ocupado por pueblos, ciudades, viviendas,
carreteras e industriales, y finalmente la energía que se necesita, que se traduce en la superficie
forestal necesaria para absorber el CO2 desprendido de la quema de los combustibles fósiles.
Dentro de este cálculo el 12% del territorio se reserva para la conservación de la biodiversidad.
Sumando todas las superficies y dividiéndola entre los habitantes del área estudiada se obtiene
la huella ecológica per cápita.

La comisión Brundtland consideró que el 12% de la capacidad ecológica mundial es suficiente,


aunque muchos consideran que esta valoración subestima las necesidades de los millones de
especies con las que la humanidad comparte el planeta.

La capacidad de carga global es la superficie disponible por habitante; es la suma de la tierra


ecológicamente productiva per cápita que supone 1.5 hectáreas de terreno por habitante (0.25
de cultivos, 0.6 de pastos, 0.6 de bosque y el resto de superficie construida) más 0.5 de espacio
marino y los 2 que quedan de los habitantes. Si se empleara el agua, la madera, los alimentos y,
en definitiva, el conjunto de bienes que pueden producir esas 2 hectáreas de forma sostenible,
se podría pensar que nos mantenemos dentro de la capacidad de carga del planeta. Este valor
es el número de referencia para comparar las huellas ecológicas. La huella media debería ser
reducida a este valor. Sin embargo actualmente la huella media mundo es 2.85 hectárea por
habitantes, es decir que la humanidad consume más de lo que la naturaleza puede regenerar;
se está sobreexplotando el capital natural. Cuando los expertos han hecho los cálculos han
comprobado que cada persona excede en aproximadamente un 30% la superficie productiva
que le corresponde, siendo la media de la huella humana de 2.85 hectárea por habitante. Sin
embargo las "medias" frecuentemente ocultan grandes diferencias en el reparto, y la razón por
la que algunos países pueden sobrepasar con creces su biocapacidad es porque otros no se
comen la porción del pastel que les corresponde. Así, mientras la huella de un ciudadano de
Bangladesh es 0.5 hectárea, la de un estadunidense medio es 9.6 hectárea. Esto significa que si
todos los habitantes de la tierra consumieran como un norteamericano, se necesitaría al menos
tres planetas como la tierra disponible para obtener sus recursos energético y materiales. En
España se ha calculado una huella ecológica de 3.8 hectárea por habitante.

A escala global, la huella ecológica ha superado la capacidad de generación de recursos del


planeta desde la década de 1980. La huella correspondiente a 1961 se estimaba en un 70% de
la capacidad de regeneración de la tierra. En la década de 1980 el consumo alcanzó el total
disponible y en 1999 excedió la disponibilidad planetaria. Ahora la humanidad está
consumiendo el 120% de lo que produce el planeta. Traduciendo a términos de economía
doméstica, estamos gastando por encima de nuestro sueldo mensual y cubriendo el déficit
haciendo uso de la herencia que nos dejaron los abuelos.

La huella ecológica es un índice únicamente medioambiental, y aunque también hace


referencia a aspectos sociales y económicos, no los evalúa.

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