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no con la realidad. Algo análogo ocurre en todas las proposiciones físicas en las
que
interviene el concepto de «simultáneo». Para el físico no existe el concepto
mientras
no se brinde la posibilidad de averiguar en un caso concreto si es verdadero o no.
Hace falta, por tanto, una definición de simultaneidad que proporcione el método
para decidir experimental-mente en el caso presente si los dos rayos han
caído simultáneamente o no. Mientras no se cumpla este requisito, me estaré
entregando como físico (¡y también como no físico!) a la ilusión de creer que
puedo dar sentido a esa afirmación de la simultaneidad. (No sigas leyendo,
querido lector, hasta concederme esto plenamente convencido.)
Tras algún tiempo de reflexión haces la siguiente propuesta para constatar la
simultaneidad. Se mide el segmento de unión AB a lo largo de la vía y se coloca en
su punto medio M a un observador provisto de un dispositivo (dos espejos formando
90° entre sí, por ejemplo) que le permite la visualización óptica simultánea de
ambos
lugares A y B. Si el observador percibe los dos rayos simultáneamente, entonces es
que son simultáneos.
Aunque la propuesta me satisface mucho, sigo pensando que la cuestión no queda
aclarada del todo, pues me siento empujado a hacer la siguiente objeción: «Tu
definición sería necesariamente correcta si yo supiese ya que la luz que la
percepción de los rayos transmite al observador en M se propaga con la misma
velocidad en el segmento que en el segmento
Sin embargo, la comprobación de este supuesto sólo sería posible si se dispusiera
ya
de los medios para la medición de tiempos.