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(UAPA)
Asignatura:
Terapia psicoanalítica
Tema:
Tarea Unidad III
Participante:
Perla A. Almonte
Matricula:
15-6673
Facilitador (a):
M.A. Vladimir Tavares
Fecha:
Martes, 16 de abril del 2019.
Santiago de los Caballeros, Rep.Dom
El examen histórico
Freud ya había descubierto que toda asociación, toda acción del paciente en
tratamiento debe contar con que habrá resistencia. Las asociaciones del paciente
son también una transacción entre las fuerzas de resistencia y las que luchan por
la recuperación.
La resistencia y la defensa
La defensa se refiere a procesos en la vida cotidiana que ponen a salvo del peligro
y el dolor, en contraste con las actividades instintivas que buscan el placer y la
descarga. En la situación analítica, las defensas se manifiestan en forma de
resistencias. Durante el curso del análisis las fuerzas de resistencia echarán mano
de todos los mecanismos, modos, medidas, métodos y constelaciones de defensa
que el Yo ha empleado en la vida exterior del paciente.
Las resistencias operan en el interior del paciente, esencialmente en su Yo
inconsciente, si bien ciertos aspectos de su resistencia pueden ser accesibles a su
Yo conservador y opinante. Tenemos que distinguir entre el hecho de queel
paciente esté resistiendo, cómo se resiste, a qué se resiste y por qué lo hace. Al
comenzar el análisis, el paciente suele sentir la resistencia como cierta
contrariedad en relación con las peticiones o intervenciones del analista más que
como un fenómeno intrapsíquico. Al desarrollarse la alianza de trabajo, la
resistencia se percibirá como una operación defensiva ajena al Yo dentro del Yo
afectivo del paciente.
La resistencia y la regresión
3. Resistencias del Ello, que Freud describió como una especie de “viscosidad de
la libido”, “compulsión a la repetición” que le impide cambiar de objetos y que
tiende, sobre bases constitucionales, a fijar la personalidad.
Para poder analizar las resistencias egosíntónicas, primero hay que hacerlas
ajenas al Yo del paciente con aclaraciones y confrontaciones. De ordinario al
empezar el análisis se trabaja con las resistencias ajenas al Yo, sólo después de
que el paciente ha logrado formar una alianza de trabajo segura es posible
empezar a buscar las resistencias egosintónicas y a laborar con ellas.
El reconocimiento de la resistencia
Esto puede ser sencillo cuando la resistencia es patente, como en los ejemplos
citados en la sección VII.2. Es más difícil cuando la resistencia es más sutil,
compleja, vaga o egosintónica para el paciente. La observación intelectual del
paciente ha de completarse con la empatía del analista para descubrir esas sutiles
resistencias.
La confrontación
La aclaración de la resistencia.
Ya hemos hecho ver al paciente con la confrontación que tiene una resistencia.
Por ejemplo, llegó tarde a la sesión, se quedó callado un tiempo y después dice
que soñó anoche, pero lo olvidó. El terapeuta dice que el paciente parecía querer
escaparse de la terapia.
Ahora hay que buscar: 1) ¿Por qué huye el paciente? 2) ¿De qué huye el
paciente? 3) ¿Cómo huye el paciente? Las dos primeras preguntas pueden
considerarse juntas el motivo de la resistencia. La cuestión de cómo se refiere al
modo o los medios de la resistencia. Las respuestas a estas preguntas serán la
aclaración de la resistencia.
La interpretación de la resistencia
Para analizar las resistencias de las primeras sesiones hay que considerar los
puntos siguientes:
Mejor evitar en las primeras sesiones la utilización del término resistencia, que es
un tecnicismo. Se puede señalar con frases como “está usted evitando,
rehuyendo, esquivando, ocultándose, etc.”
Para que una interpretación o confrontación sea eficaz tenemos que estar seguros
de que el paciente puede percibir, entender, captar la interpretación o
confrontación. Por eso debemos asegurarnos de que el paciente tiene a su
disposición un Yo razonable. Analizamos primero las resistencias, porque ellas se
opondrían a la formación de un Yo razonable. El trabajo con el contenido puede
ser más interesante, más chispeante; el trabajo con las resistencias es más lento y
pesado. Pero si no se analizan las resistencias
del Yo, la labor analítica acabará por estancarse. El paciente terminará, regresará
destructivamente, o el análisis se convierte en un juego intelectual o una
satisfacción oculta de la transferencia.
En todos los análisis que logran penetrar hasta el fondo de las neurosis infantiles
se producen tormentas emocionales. En el colmo de la efusión emocional hay una
pérdida, en mayor o menor grado de las funciones yoicas, según la intensidad y la
índole del afecto desbordado. Si el caso se produce al comienzo de la sesión, la
paciencia y el silencio de apoyo bastarán a dar al paciente bastante oportunidad
de descargar su emoción acumulada. A medida que se reducen el pánico, la rabia
o la depresión, se puede notar el retorno de una parte del Yo razonable y volver a
intentar la labor analítica. Pero si la tormenta emocional no cede o si estalla hacia
el final de la sesión, resulta necesario intervenir. Aunque lo ideal seria que el
paciente descargara a cabalidad sus sentimientos, por razones de conveniencia
es necesario interponerse. Sería peligroso dejar que un paciente se marchara en
la culminación de una tormenta emocional y sin un Yo razonable suficiente.
En casos extremos, hay que asegurar al paciente que nada de peligroso ocurrirá
en presencia del terapeuta.
La impropiedad:
La intensidad:
La ambivalencia:
Los caprichos:
La tenacidad:
Es fácil que las reacciones esporádicas se produzcan sobre todo al principio del
análisis, pero las reacciones prolongadas y rígidas suelen aparecer en las fases
ulteriores. Los pacientes adoptan hacia el analista un surtido crónico de
sentimientos y actitudes que no ceden fácilmente a la interpretación. Estas
tenaces reacciones requieren un largo período de análisis, a veces años. El
paciente se aferra a su posición fija porque los sentimientos que entraña son
sobredeterminados y satisfacen importantes necesidades instintuales y
defensivas.