Sei sulla pagina 1di 30

Aplicación Normas APA

Presenta

Alba Mileidy Ruiz Ruiz ID 409406

Angie Katherine Mora Castañeda ID 602027

Yeilis Martínez Arias ID 608296

Sandra Liliana Garzón Cardona ID 446440

Docente

Fernando Andrade Sánchez

NRC: 4225

Investigación Educativa

Facultad  de Educación

Licenciatura en pedagogía infantil VII Semestre

Bogotá D.C. 22 de Marzo de 2020


Contenido
Marco Teórico..................................................................................................................................3

Territorio...........................................................................................................................................3

Conceptualización del territorio....................................................................................................4

Dimensiones del territorio.......................................................................................................12

Dimensión comunicativa.........................................................................................................12

Dimensión social.....................................................................................................................13

Dimensión económica.............................................................................................................15

Dimensión política..................................................................................................................15

Dimensión cultural..................................................................................................................16

Dimensión geo-eco-antrópica.................................................................................................17

Territorialidad, Desterritorialidad y Reterritorialidad (T-D-R)..............................................19

Enseñanza del territorio en los textos escolares de las Ciencias Sociales...............................22

Texto escolar...........................................................................................................................23

El concepto de territorio en los textos escolares de Ciencias Sociales...................................25

Enseñanza del territorio en la geografía escolar.....................................................................26

Referencias.....................................................................................................................................30
Marco Teórico
“Se nos enseña que la dignidad no tiene precio, que resistir no es aguantar. Se nos enseña

a amar y valorar el territorio como espacio de vida, a luchar por este, incluso poniendo en riesgo

la propia vida” Francia Márquez.

El concepto del territorio en el texto escolar de Ciencias Sociales es el tema central de la

presente investigación la cual se aborda desde tres partes, el territorio, el texto escolar y el

territorio en el texto escolar de Ciencias Sociales. A continuación, se presenta el marco teórico de

la investigación teniendo en cuenta referentes teóricos para los tres componentes antes

mencionados. En este marco teórico se da a conocer en primer lugar el concepto de territorio

desde diversos autores que han trabajado esta categoría en distintos contextos y tiempos; en

segundo lugar, se toman en cuenta trabajos que abordan el texto escolar como unidad central de

estudio y se evidencian investigaciones de las Ciencias Sociales en las cuales aparece el territorio

como parte de sus análisis. Por último, se analiza la importancia de la enseñanza de la geografía

escolar en relación con el territorio y los textos escolares.

Territorio
El territorio es la categoría sobre la cual se fundamenta la presente investigación, su

conceptualización en diferentes temporalidades y autores permite evidenciar las permanencias y

los cambios que se integran alrededor de su análisis desde disciplinas geográficas, antropológicas

y sociológicas con autores relevantes para el tema como Claude Raffestin (1980 y 1986), Gilberto

Giménez (1996 y 1999), Gustavo Montañez y Ovidio Delgado (1998 y 2001), Jorge Luis

González (1999), Mario Sosa (2012), Marcos Saquet (2015) y Lucas Labigalini Fuini

Todos ellos desde sus enfoques dan al territorio un concepto y sentido en distintos

espacios y en temporalidades que abarcan los finales del siglo XX y los inicios del XXI, en sus
planteamientos es posible hallar puntos de encuentro y desencuentro desde los cuales se alimenta

el concepto de territorio de diversas formas.

En relación con la investigación sobre el Concepto del territorio en los textos escolares

de Ciencias Sociales es importante señalar el camino conceptual que ha tenido el territorio desde

sus inicios en el siglo XX cuando se hizo una distinción entre espacio y territorio hasta estudios

actuales en los que se relaciona con diferentes dimensiones y en distintas escalas de

profundización. Dada la importancia que tiene el concepto de territorio para la investigación se

aborda desde los siguientes elementos:

Conceptualización del territorio

Dimensiones del territorio

Territorialidad, Desterritorialización y Reterritorialización (T-D-R)

Conceptualización del territorio.


El concepto de territorio ha estado presente a lo largo de la historia en diferentes trabajos

y enfoques, pero especialmente entre 1950 y 1980 se produce un auge de su importancia en

estudios hechos desde la antropología, la economía, la sociología y la geografía, sobre esta última

Raffestin afirma, en el prefacio hecho a la obra de Saquet (2015), que la conceptualización del

territorio en la geografía surgió en 1970 bajo la hipótesis de que “fue en esa época que se

comenzó a tomar conciencia de los peligros que las transformaciones territoriales podían tener

sobre las condiciones de la existencia humana.” (p.9) Es decir que los estudios del territorio desde

la geografía conceptualizan esta categoría a partir de las relaciones entre el espacio y el ser

humano teniendo en cuenta la incidencia que ejercen mutuamente, destacando que estos primeros

análisis se enmarcan en las últimas décadas del siglo XX y se profundizan en las primeras del

siglo XXI.
Para Raffestin (1980), el territorio es una categoría que merece especial atención pues se

le ha confundido o equiparado con el espacio y no son lo mismo, en su obra Por una geografía

del poder hace alusión a la conceptualización del territorio señalando en primer lugar que espacio

y territorio no son equivalentes y su confusión radica en el uso indiscriminado que se ha hecho de

sus significados, así pues “es esencial comprender que el espacio es anterior al territorio, que éste

se generó a partir de aquél y que es el resultado de la acción de un actor sintagmático en algún

nivel.”(p.102)

Desde los planteamientos de Raffestin (1980), el espacio es la base sobre la cual se crea el

territorio y para hablar de territorio es necesario un actor que ejerza una acción enmarcada en el

campo del poder, la apropiación, el dominio y el control en diferentes ámbitos. En esta distinción

entre espacio y territorio, el espacio es “la “prisión original”; el territorio es la prisión que los

hombres se dan a sí mismos.” (p.102). El espacio está dado de manera natural, el territorio lo

construye cada persona. Raffestin marca un camino hacia el análisis del territorio y su

conceptualización, dando al territorio una importancia particular y separándolo de su sinonimia

con el espacio, territorio y espacio no son lo mismo, pues este último es la base sobre la cual se

produce el territorio gracias a las relaciones de poder que ejercen los actores sintagmáticos. En

1986 Raffestin pública Ecogénesis del territorio allí continúa sus aportes hacia la

conceptualización e importancia del territorio desde la metáfora del cuerpo: El cuerpo del

hombre y el cuerpo de la tierra,

El cuerpo humano comprende un conjunto de órganos que se pueden describir como

"endosomáticos": estos son los instrumentos fenotípicos. Pero, comprometido con la historicidad,

el hombre ha agregado una gran cantidad de instrumentos de los cuales, teóricamente, la serie es

infinita: son los instrumentos exosomáticos que ha producido y que sigue produciendo a partir de

ellos. Instrumentos endosomáticos e instrumentos exosomáticos que ya están en su poder. El


cuerpo de la tierra también está constituido por "instrumentos" endosomáticos tierra y mar,

montañas y ríos, bosques y desiertos, etc. En resumen, todas las morfologías que no deben nada

originalmente a la acción antrópica, contrariamente al "territorio [que] es en el sentido pleno del

término una extensión del organismo marcado por signos visuales, vocales, olfativos" El

territorio es un macroinstrumento exosomático que resulta de "la capacidad de los hombres de

transformar tanto su naturaleza circundante como sus propias relaciones sociales a través de su

trabajo". El territorio es el producto de la transformación del endosomático terrestre por el

exosomático humano. (Raffestin, 1986, p. 176-177)

La conceptualización de territorio que expone Raffestin (1986) está relacionada con una

concepción de relación antrópica en la cual el espacio está representado por los elementos

endosomáticos (componentes naturales, relieve, hidrografía, entre otros.) y el territorio está

formado por los elementos exosomáticos, (componentes externos y antrópicos). Es decir que el

territorio podría entenderse como una fórmula entre componentes endosomáticos y exosomáticos,

en la que los primeros son modificados por los segundos dando origen al territorio. Esta relación

entre lo endosomático y lo exosomático abre espacio a la ecogénesis territorial entendida como

los inicios de la comprensión del territorio, enmarcada en la unión del cuerpo de la naturaleza y el

cuerpo de la cultura, en otras palabras, desde la ecogénesis territorial, el territorio es el trabajo de

lo humano sobre una parte del espacio, dando un nuevo orden y una carga de información

cultural.

Es importante señalar que los planteamientos de Raffestin frente la conceptualización del

territorio han marcado una pauta sobre los estudios del territorio y las relaciones que de él se

desprenden, no solo para el campo de la geografía sino también desde sus relaciones con la

historia, pues como él mismo señala “en el corazón de la historia aparece la necesidad geográfica.

La historia es precisamente aquello por lo que existe una necesidad geográfica.”(p.184) entonces
es posible comprender que no hay historia sin espacio y a su vez ningún hecho histórico puede

suceder sin la geografía, la historia es una intención o una serie de intenciones que se da en las

geografías. Además, estas disciplinas estudian el movimiento de las sociedades en el tiempo y en

el espacio. Los estudios y análisis que se hacen sobre el territorio deben darse a la luz de la

historia y la geografía para así comprender los cambios a lo largo del tiempo, sus incidencias

espaciales y el impacto que puede generar no solo desde lo individual sino en especial en lo

colectivo. Raffestin es uno de los principales geógrafos que plantea la importancia del análisis

territorial y de sus investigaciones han surgido otras tantas interesadas por este tema, como se

podrá evidenciar más adelante.

A medida que se desarrollan otras investigaciones sobre el territorio aparecen dudas e

inquietudes sobre su existencia y la posibilidad de su desaparición, es así como Gilberto Giménez

(1996) argumenta porque no es posible hablar de un fin del territorio a pesar del auge de las

tecnologías y su incidencia en el campo territorial, para ello destaca la importancia de la relación

entre cultura y territorio. Para Giménez, el territorio, desde los planteamientos de Giménez

(1996), está fundamentado en una construcción social, pues se relaciona con las acciones y los

simbolismos que impregnan en él los seres humanos en distintas escalas y con diferentes niveles

de arraigo y control. Una de estas escalas es la nacional desde la cual se establecen relaciones con

el Estado-Nación, que resulta inviolable y casi sagrado pues se le identifica con la nacionalidad y

se enlaza con la territorialidad definiendo comunidades y sociedades políticas.

Otros autores que trabajan el territorio, a finales del siglo XX, son Gustavo Montañez y

Ovidio Delgado quienes en 1998 publican su trabajo Espacio, territorio y región, allí abordan el

territorio como una categoría básica en la construcción de un proyecto nacional democrático que

permite el control social del espacio, en este control el territorio se fundamenta en la


especialización del poder y en las relaciones de cooperación y conflicto que de ella se derivan.

(Montañez y Delgado, 1998, p. 120).

Las características del territorio planteadas por Montañez y Delgado (1998) muestran que

la conceptualización de esta categoría mantiene una base en lo social, pues las relaciones con el

espacio se dan desde el ejercicio del poder, la pertenencia y la identidad, expresados en la

territorialidad, lo cual, retomando a Raffestin (1980), transforma al espacio en territorio a través

de la apropiación y plantea nuevas dinámicas entre los seres humanos y los lugares que habitan.

En 1999 Gilberto Giménez retoma el análisis del territorio para afirmar que:

No todo es territorio pues este no constituye la única expresión de las sociedades.

El territorio se compone de la apropiación de un espacio, el uso del poder y el

establecimiento de una frontera.

El territorio responde a necesidades económicas, políticas y sociales, siendo objeto de

operaciones simbólicas y visiones del mundo.

Para este autor, el territorio se fundamenta en lo social y lo cultural, agregando elementos

políticos y económicos, en los cuales muestra otras visiones y posibilidades del territorio, es

entonces el territorio un entramado entre cultura, política y economía, en el que los seres

humanos determinan dinámicas y transformaciones sociales.

Simultáneamente, González (1999) trabaja el concepto de territorio desde la cultura y la

identidad, conceptualizando esta categoría como espacio socializado, culturizado y en constante

transformación que delimita unidades territoriales y se configura con las intervenciones humanas

y las formas en las que cada cultura genera sus modelos de asentamiento. Para este autor, el

territorio posee mayor significación cultural que el concepto de espacio dando mayor sentido al

territorio puesto que se integra a las dinámicas y determinaciones humanas. Adicionalmente,

González (1999), plantea que el territorio como artificio cultural indaga las huellas de memoria
que una sociedad deja en un lugar y una temporalidad determinada, es decir que la memoria y sus

huellas son elementos constitutivos del territorio y la cultura, pues reflejan formas de habitar,

construir y morar la tierra. El territorio es entonces un híbrido de culturas expresadas en la

memoria.

A finales del siglo XX e inicios del XXI los cambios de orden mundial y nacional

generaron la necesidad de hacer nuevos estudios y análisis sobre el territorio desde su

conceptualización e importancia en las diferentes dimensiones del ser humano, es así como

Montañez y Delgado (2001) retoman el análisis territorial teniendo en cuenta los aportes de

distintos autores y enfoques (antropología, sociología, geografía, economía, política, entre otros).

Desde esta diversidad, plantean tres elementos importantes para la conceptualización del

territorio, a saber:

Espacio geográfico y territorio no son lo mismo, pues el espacio geográfico es una

categoría social e histórica que tiene en cuenta procesos de producción y apropiación social

mientras que el territorio es un concepto relacional unido a vínculos de dominio, poder,

pertenencia o apropiación entre una parte o la totalidad espacio geográfico y un determinado

individuo o colectivo. “El territorio es, pues, el espacio geográfico revestido de las dimensiones

política, identitaria y afectiva, o de todas ellas.” (p. 20-21).

Los humanos son seres geográficos que modifican la tierra para convertirla en su hogar,

es decir que las personas transforman el espacio geográfico y lo convierten en territorio,

generando cambios en el planeta que inciden en sus formas de vida y sus organizaciones sociales.

Existe una relación entre Estado-Nación y territorio, es decir la conceptualización

territorial vinculada a lo nacional en sus diferentes ámbitos, lo cual lleva a mantener vigente un

proyecto territorial de la nación fundamentado desde 1998. Desde este proyecto se plantea la
necesidad de un ordenamiento territorial que reconstruya la nación teniendo como ejes centrales

la articulación del territorio y la relevancia de las regiones y las localidades.

Este tercer elemento, presenta varios obstáculos de orden político, económico y social,

entre ellos el poco valor que conceptual y culturalmente se le da al territorio. Es importante

señalar que el proyecto territorial de la nación planteado por Montañez y Delgado (2001)

conceptualiza el territorio como un entramado de relaciones de poder que genera un impacto en

ámbitos sociales, culturales, en posturas políticas y en modelos económicos. Este impacto

produce un “renacer” de la producción académica del territorio pues desde distintas disciplinas

(históricas, geográficas, antropológicas, sociológicas, entre otras) se aborda la conceptualización

y las nuevas posibilidades de leer y vivir el territorio.

En este sentido, Mario Sosa (2012) conceptualiza el territorio como una construcción

integral, dialéctica, compleja, multidimensional y pluridimensional basada en lo social desde

múltiples relaciones, procesos y dinámicas. Esta construcción del territorio es desarrollada a

partir de una relación geo-eco-antrópica y el análisis de lo que Sosa denomina dimensiones del

territorio (social, económica, política y cultural). Para este autor, el territorio tiene una base física

en la que se dan procesos de apropiación, sentido y arraigo, atravesando diferentes dimensiones

de los seres humanos y permitiendo que la relación humano-naturaleza esté impregnada de

sentido, identidad, pertenencia y contradicciones que se reflejan en las disputas territoriales que

se han vivido a lo largo de la historia.

Marcos Saquet, por su parte, plantea que el territorio es producto y creación que cobra

vigencia e importancia en las dinámicas actuales, para Saquet (2015) el territorio.

Es hoy un concepto esencial, una vez que las sociedades, en grados distintos y con

intensidades variables, modifican, hasta destruirlos, el espacio y las propias condiciones de vida

sobre la Tierra. El territorio es el instrumento por medio del cual los hombres, las comunidades,
las sociedades toman posesión del mundo y también lo transforman y destruyen poco a poco, si

no se previenen de ello. (p.8)

En esta perspectiva, el territorio como construcción y producción social implica una

transformación relacionada con las problemáticas que sobre él se presentan, las cuales están

reflejadas en daños ambientales como la sobreexplotación de los recursos, así el desarrollo

territorial es “al mismo tiempo una manera de vivir con la tierra pero también contra ella”

(Saquet, 2015, p.9) Es decir que el territorio es el resultado de un proceso de producción que se

manifiesta a través de un sistema de relaciones denominado territorialidad, este sistema deja

marcas que representan un peligro para la tierra, no en vano hay un auge en el calentamiento

global que abre la discusión sobre los efectos de las acciones humanas en el planeta.

Un segundo elemento que tiene en cuenta Saquet en su conceptualización del territorio es

el espacio geográfico. Muchas veces se usan estas dos categorías de manera indiscriminada como

si fueran sinónimos, pero como ya lo habían señalado Raffestin (1980, 1984); Montañez y

Delgado 2001), espacio geográfico y territorio no son equiparables aunque son indisociables,

pues se encuentran en una unidad permanente en la que el territorio es el resultado de la

apropiación y dominación del espacio geográfico, en otras palabras el espacio geográfico es un

elemento constituyente del territorio desde lo político y lo simbólico.

Por último, Fuini (2017) analiza el territorio desde los planteamientos de diversos autores

que han trabajado el concepto de esta categoría en la transición de la Modernidad a la

Posmodernidad. En este sentido, los estudios del territorio desde la Modernidad se enfocan en su

unión con el Estado, es decir que el territorio se plantea como un concepto geográfico

fundamentado en relaciones de poder y relaciones simbólico-culturales que generan la base del

Estado, la cual debe ser protegida, dominada y expandida para garantizar el desarrollo de un

pueblo. Mientras que en la Posmodernidad, los estudios sobre el territorio toman mayor fuerza
gracias a su auge en la academia desde enfoques históricos, sociales, políticos, económicos y

filosóficos, así entonces, desde los planteamientos de la Posmodernidad el territorio toma un

significado propio desde elementos relacionales, multidimensionales, multiescalares,

autonomistas, emancipatorios e interdisciplinares.

En este sentido es importante resaltar que Fuini (2017) no pretende poner un paradigma

por encima del otro, sino que busca mostrar postulados sobre el territorio elaborados en la

modernidad y los que se están construyendo en la posmodernidad, analizando la transición de

esta categoría desde relaciones de poder rígidas a procesos reticulados con fronteras y límites

móviles.

Dimensiones del territorio.


El concepto de territorio se configura desde distintos elementos que en esta investigación

se denominan dimensiones, las cuales brindan aportes y permiten evidenciar la diversidad de

enfoques que se encuentran en el análisis y la conceptualización territorial. Teniendo en cuenta

los aportes que brindan Raffestin (1980 y 1986), Giménez (1996 y 1999), Montañez y Delgado

(1998 y 2001), González (1999), Sosa (2012), Saquet (2015) y Fuini (2017), se presentan las

principales dimensiones que se desarrollan en sus planteamientos sobre el territorio, no sin antes

señalar que ninguna de ellas puede ser analizada como unidades separadas o indisociables, por el

contrario cada una de ellas tiene relación con la anterior, pues como dice Sosa “el territorio es

una red, un tejido de diferentes componentes” o mejor de diferentes dimensiones.

Dimensión comunicativa.
Para Raffestin el espacio se convierte en territorio gracias a un proceso comunicativo

basado en el lenguaje como marca de representación, es decir que a través de las palabras se

interpreta la realidad y se hace del espacio un territorio. En esta perspectiva, el lenguaje

determina unos límites sobre el conocimiento del territorio o como plantea Wittgenstein (1923)
“los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo” (Citado por Raffestin 1980, p.102).

Unos límites que expresan relación con alguna porción del espacio y que lo convierten en

territorio gracias a la apropiación que determinan las palabras.

Este proceso comunicativo no sería posible sin la presencia de actores sintagmáticos,

sujetos o grupos sociales, que producen el territorio gracias al uso del poder y el lenguaje. Todas

las personas de una u otra forma son actores sintagmáticos ya que en diferentes lugares producen

territorio y en su producción elaboran estrategias de poder que chocan con las de otras personas

generando conflictos territoriales.

Un tercer elemento de la dimensión comunicativa es el control del territorio basado en el

control de las redes de circulación, comunicación y telecomunicación, pues son estas redes las

que permiten la difusión de modelos dominantes lo cual trae como consecuencia la pérdida de la

autonomía cultural, en palabras de Ernst Jünger (1895) "a medida que las conquistas se extienden

por el espacio, la libertad del individuo se vuelve cada vez más estrecha". (Citado por Raffestin

1984, p.182).

Para concluir, lo que esta investigación denomina como dimensión comunicativa está

fundamentada en la presencia de actores sintagmáticos que a través del lenguaje y la

comunicación producen el territorio, en este proceso comunicativo el poder tiene un papel

fundamental pues el control sobre los medios de comunicación permite la expansión territorial de

determinados actores.

Dimensión social.
Uno de los elementos más recurrentes en los planteamientos sobre la configuración del

territorio es la dimensión social, la mayoría de los autores coincide en afirmar que las relaciones

sociales con el espacio son las que permiten construir el territorio, añadiendo elementos de otras

dimensiones como lo comunicativo, económico, político, cultural y geo-eco-antrópico, es decir


que la dimensión social brinda los cimientos a los demás elementos que integran el territorio. A

continuación, se presentan los principales postulados que brindan los autores señalados

anteriormente, sobre la dimensión social.

Montañez y Delgado (1998), presentan un concepto del territorio ligado a ámbitos

sociales y enmarcado en el poder, desde estos dos aspectos plantean la conceptualización de

nuevos territorios que proyecten mejores condiciones de vida y nuevas relaciones basadas en la

democracia, en el conocimiento y en la apropiación de los espacios. Así entonces, el territorio

pasa de ser una parte de la identidad nacional para convertirse en un proyecto de vida digna y

justa.

Giménez (1998) y González (1999) plantean que el territorio es una producción social

ligada a la cultura, las apropiaciones sobre el espacio y su apropiación dan origen al territorio, en

el que las relaciones de poder se manifiestan a través de tradiciones, rituales y expresiones

sociales.

Sosa (2012) plantea que el territorio es una construcción social basada en procesos de

comunicación, organización, apropiación y transformación territorial, generados por actores e

instituciones sociales a lo largo del tiempo. Estos actores e instituciones crean relaciones sociales,

económicas, políticas y culturales con el territorio, configurándolo de manera particular de

acuerdo con su enclave social, es decir que la dimensión social es productora del territorio y al

mismo tiempo es un resultado de éste.

Saquet (2015) señala que

Las fuerzas sociales efectivizan el territorio en el y con el espacio geográfico, centrado en

las territorialidades y temporalidades de los individuos y emanado de ellas, condicionando y

siendo directamente determinado por nuestra vida cotidiana. Históricamente se forman territorios

heterogéneos y superpuestos. Se cristalizan territorialidades e intereses predominantemente


económicos y/o políticos y/o culturales y/o ambientales que dan significados pluridimensionales

a los territorios. (p.41)

El territorio es entonces la unidad formada por actores sociales con base en el espacio

geográfico, el tiempo, lo político, lo económico y lo cultural.

Para finalizar, Fuini (2017) plantea que la conceptualización del territorio está relacionada

con las intencionalidades de acuerdo al objetivo y la mirada que se da sobre la conversión del

espacio al territorio, una de estas intencionalidades es la social, desde la cual se tejen relaciones

históricas, políticas, culturales, económicas y pedagógicas, es decir que la base del territorio es la

dimensión social y a partir de esta se configuran los demás elementos territoriales.

Dimensión económica.
En la perspectiva de Sosa (2012) el territorio es un “conjunto articulado de elementos,

dinámicas y procesos que, permiten entender el grado de desarrollo productivo y su

productividad.” (p.63) Esta configuración del territorio está medida por elementos como los

modos de producción, la fuerza del trabajo, el mercado, el capital y los recursos, la acumulación

de estos últimos generan apropiación y reapropiación del territorio.

Es importante señalar que los demás autores no hacen referencia a esta dimensión en sus

planteamientos, se señalan otros elementos a la configuración del concepto de territorio, dejando

lo económico como parte de lo político, lo social o lo cultural.

Dimensión política.
La dimensión política “se refiere al ejercicio de poder que se traduce en constantes y

complejos procesos y dinámicas de lucha por la posesión y control del territorio” (Sosa, 2012,

p.71). El territorio se conceptualiza como un escenario de relaciones de dominio y ejercicio de

poder bajo unos intereses particulares que lo apropian, lo construyen y lo transforman, gracias al

uso y a la apropiación de fuentes y recursos. Este poder de decisión sobre el territorio se refleja
en las divisiones político-administrativas de algunos países que al ser impuestas van en oposición

a lo étnico y lo social. Este ejercicio del poder convierte el territorio en un escenario de luchas

por su control, apropiación, defensa, reapropiación ya sea desde lo individual o lo colectivo, es

decir que el territorio presenta un valor desde lo geopolítico y lo geoestratégico.

En este sentido, Fuini conceptualiza el territorio desde las relaciones de poder y las

cuestiones de identidad abordadas por Foucault. Además, tiene en cuenta los aportes de autores

como:

Badie (1996), la construcción territorial desde el ámbito político no es natural sino

histórica.

Bonnemaison (2002), el territorio es el lugar de mediación entre los seres humanos y la

cultura, esta última entendida desde lo geosimbólico y la identidad.

Haesbaert (1995, 1997, 2004), la conceptualización territorial pasa por tres dimensiones:

política, económica y cultural.

Cabe resaltar que Fuini plantea que la categoría de territorio se trabaja desde

intencionalidades sociales, históricas, políticas, culturales y pedagógicas.

Dimensión cultural.
El territorio es un soporte de las actividades culturales ligadas con hechos simbólicos,

prácticas de identidad y pertenencia, de allí es posible afirmar con Machuca (2005) que los

cambios en el territorio tienen “consecuencias en las maneras de conocer y ubicarse en el mundo

(Citado por Sosa, 2012, p.102) pues el territorio posee un significado y un valor simbólico,

trascendental para el sujeto y/o la colectividad quienes culturalmente territorial izan,

desterritorializan y reterritorializan su territorio.


Uno de los autores que mayor trabajo tiene sobre la dimensión cultural del territorio es

Gilberto Giménez (1996 y 1999), para este autor la conceptualización territorial, se evidencia

desde tres relaciones entre la cultura y el territorio:

El territorio como geosímbolo, el territorio es visto como un lugar o una porción del

espacio que por razones, políticas, religiosas o culturales, genera un símbolo identitario.

El territorio como marco o área de distribución de instituciones y prácticas culturales, las

cuales se relacionan con aspectos como el vestuario, los rituales, fiestas y/o carnavales.

El territorio puede ser apropiado como objeto de representación, de apego afectivo y

como símbolo de pertenencia socio-territorial.

Además, Giménez (1996 y 1999) tiene en cuenta aspectos políticos como la

mundialización y la globalización para argumentar que el fin del territorio no es posible, pues a lo

largo del tiempo y bajo elementos políticos y económicos el territorio sigue siendo un soporte y

un relevo para la expansión de los modelos vigentes en la sociedad, de allí que se afirme que los

territorios

Se transforman y evolucionan en razón de la geopolítica y la geoeconómica.

Siguen siendo actores económicos y políticos que funcionan como soporte simbólico y

cultural.

Se caracterizan por su valor de cambio y pueden ser representados como "la prisión que

nos hemos fabricado para nosotros mismos". (Giménez, 1999, p.27).

Dimensión geo-eco-antrópica.
Desde la dimensión geo-eco-antrópica el territorio es visto como una “relación entre el ser

humano, la naturaleza, el espacio y el tiempo” (Sosa, 2012, p. 14), en esta relación los seres

humanos han encontrado las condiciones óptimas para sobrevivir y apropiarse de los recursos que
le permiten afrontar y controlar las diferentes dinámicas que se presentan tanto en la naturaleza

como en las relaciones sociales de las que forma parte.

Desde esta perspectiva, Sosa (2012) plantea que la relación geo-eco-antrópica configura,

representa y construye la dinámica territorial teniendo en cuenta que el territorio

● Es un tejido de componentes físicos, sociales e históricos.

● Está representado por sujetos o actores sociales de manera unidimensional,

multidimensional, parcial o totalmente.

● Es un resultado de procesos de territorialización y apropiación que pueden darse

desde luchas por su soberanía o su autonomía.

● Se construye gracias a procesos políticos, económicos, históricos, sociales y

culturales que pueden darse desde contenidos contradictorios o co-producidos.

● Se entiende a partir de sus relaciones entre lo local y lo global teniendo en cuenta

el significado y el sentido que le impregnan los componentes sociales e históricos.

Como resultado de los aportes que brindan las dimensiones a la conceptualización del

territorio es posible afirmar que cada una de ellas incorpora a esta categoría un sentido distinto

aunque no separado de las demás, ya que el territorio es visto como una integración de

dimensiones, sin dar mayor relevancia a una por encima de las otras.

Lo que se pretende mostrar es que el territorio no debe ser entendido desde una dimensión

absoluta sino que en él existen interpretaciones:

Comunicativas, el territorio como construcción del lenguaje y de los procesos de

comunicación que de él se desprende.

Sociales, el territorio se construye desde una organización y unos actores sociales.

Económicas, “el análisis de la economía del territorio permite establecer las posibilidades

para su desarrollo y la reducción de condiciones de pobreza y desigualdad”(Sosa, 2012, p.66)


Políticas, el territorio es fuente de poder, dominio, lucha, posesión y defensa.

Culturales, el territorio es la base de lo étnico, lo ancestral y especialmente de lo

simbólico.

Analizar y conceptualizar el territorio pasa entonces por la multidimensionalidad y por

comprender como plantea Martha Olivares (2010) que “la defensa del territorio no tiene sólo un

carácter productivo económico, no es sólo un pedazo de tierra, bosque o montaña, es un espacio

cargado de historia y de relaciones construidas con la naturaleza y con lazos de parentesco.”

(Citado por Sosa, 2012, p.97) Parafraseando a Sosa (2012), lo que se busca es generar un

proyecto de sujetos capaces de crear territorios bajo políticas de igualdad, desarrollo, tecnología,

pertenencia, identidad, nacionalidad y respetuosos de los conocimientos y saberes ancestrales.

Territorialidad, Desterritorialidad y Reterritorialidad (T-D-R).


La configuración del concepto de territorio se relaciona con tres elementos que

manifiestan grados de poder, apropiación, vinculación, despojo y reasentamiento del territorio,

estos configuran procesos que autores como Raffestin (1980 y 1984), Giménez (1996), González

(1999), Montañez y Delgado (1998 y 2001); y Saquet (2015) denominan territorialización,

desterritorialización y reterritorialización, lo que Raffestin denominaría como procesos T-D-R.

Para Raffestin (1980), la apropiación del territorio está enmarcada en el poder y se

manifiesta en la territorialidad, la cual “tiene un valor totalmente particular, ya que refleja la

multidimensionalidad de la vivencia territorial por parte de los miembros de una colectividad y

por las sociedades en general” (p.112). Estas vivencias se enmarcan en el poder y en las

relaciones que de él se desprenden considerando los aportes de diferentes disciplinas enmarcadas

en lo histórico (social) y lo geográfico (espacio-temporal).

La territorialidad se manifiesta en las acciones de los sujetos, sin embargo, este concepto

nace de la naturaleza a partir de las conductas de los animales por defender sus territorios, los
estudios hechos sobre estas conductas se relacionarían con la territorialidad expresada por los

actores sintagmáticos en diferentes “escalas espaciales y sociales y siendo consustancial a todas

las relaciones; se podría decir que la territorialidad es “la cara real de la “máscara” del poder.”

(Raffestin, 1980, p. 114)

Raffestin (1984) plantea que la territorialidad colectiva e individual está limitada por

agentes mediadores ya sea de manera externa o alterna, como consecuencia “la territorialidad está

menos "espacializada" que "temporalizada" porque está controlada por la modernidad” (p.183),

lo cual genera alteraciones en la desterritorialización y la reterritorialización pues se encuentran

las tres (T-D-R) mediadas por agentes externos.

En este sentido, no es posible hablar de territorialidad sin hacer mención a los cambios

temporales (territorialidad temporalizada), es decir, a lo largo de la historia los procesos de T-D-

R cambian y si en los inicios de la ecogénesis territorial se hablaba de espacios vividos, identidad

y cultura, en la modernidad el territorio está relacionado con “la información consumada, la

identidad condicionada y modelos culturales dominantes.” (p.184) Así, la territorialidad se

relaciona con la información y el tiempo, haciendo que la identidad sea condicionada con

modelos culturales dominantes, definiendo identidades y pertenencias a lo largo de la historia.

En la perspectiva de Giménez (1996), los procesos de T-D-R se encuentran conectados

entre sí a través de la identidad y la pertenencia territorial. Así pues, el concepto de territorio

desde los planteamientos de Giménez se enmarca en una dimensión cultural y en ella se alimenta

de aspectos afectivos, simbólicos, de apropiación, afectivos e identitarios, todos ellos

relacionados con la producción del territorio desde una base social.

Por su parte, Montañez y Delgado (1998 y 2001) relacionan los procesos de T-D-R con el

ejercicio del poder, la pertenencia, la identidad y las nuevas dinámicas entre los seres humanos y

los lugares que habitan. Estos dos autores plantean que la conceptualización del territorio
presenta unos límites los cuales transmiten una idea de cerramiento y dominio, relacionadas con

un poder que puede darse desde lo público o lo privado y que se refleja en procesos de

territorialización y desterritorialización, el primero relacionado con el grado de control sobre una

parte del espacio geográfico, su apropiación, identidad y afectividad espacial, teniendo en cuenta

sus prácticas, expresiones materiales y simbólicas las cuales garantizan apropiación y

permanencia sobre el territorio. El segundo tiene que ver con la pérdida del territorio y los

conflictos derivados del poder. Estos dos elementos generan lo que Montañez y Delgado

denominan geografía del poder. En este sentido, González (1999) coincide en hablar de una

desterritorialización generadora de desplazamientos y conflictos.

Las territorialidades son relativas y jerárquicas dependiendo de la organización social y la

distribución del poder. Asimismo en un territorio pueden existir diferentes territorialidades que se

crean, recrean y transforman en procesos de territorialización y desterritorialización.

En la perspectiva de Saquet (2015), la territorialidad se relaciona con la temporalidad, sus

formas de dominación y las variaciones que presenta a lo largo del tiempo, es decir que “la

territorialidad cambia y/o permanece en el tiempo de acuerdo con las características de cada

grupo y clase social” (p.34). Este autor plantea que las relaciones con el territorio deben estar

desarrolladas y constituidas bajo territorialidades sustentables a lo largo del tiempo, bajo un

proyecto en el que se construya conocimiento y se generen prácticas de cooperación y desarrollo

territorial desde “un mundo más justo, menos degradante, más seguro, menos corrupto, más

tranquilo, menos burocrático, más saludable en el proceso de apropiación y producción del

territorio en diferentes niveles escalares (Magnaghi, 1976; Raffestin, 1980/1993; Dematteis,

1985).” (Citado por Saquet, 2015, p. 16)

Otro aspecto importante que desarrolla Saquet (2015) es la importancia de analizar los

cambios de la territorialidad a lo largo de la historia teniendo en cuenta las huellas que ésta deja
sobre la tierra y que se reflejan en los daños o peligros que ocasionan para la existencia tanto del

planeta como de los seres humanos.

El impacto de los procesos de territorialización, desterritorialización y reterritorialización

en el marco de las dimensiones humanas convierte la tierra en un escenario de conflictos,

problemáticas ambientales y daños a lo largo plazo, por ello es importante desarrollar un proyecto

que busque frenar estos impactos y genere una conciencia sobre la importancia del territorio en el

mundo actual.

Finalmente, es posible afirmar que la territorialidad es el nivel de poder, apropiación y

pertenencia que se tiene sobre un espacio determinado, mientras que la desterritorialización se

refiere al despojo del territorio en diferentes situaciones como el conflicto o los desplazamientos

forzados; y la reterritorialización hace alusión a territorializar nuevamente un territorio, lo cual

puede darse en un territorio reincorporado o en uno nuevo como el caso de los migrantes que

viajan con su territorialidad. Territorialización, Desterritorialización y Reterritorialización (T-D-

R) son tres manifestaciones del concepto de territorio, las cuales permiten evidenciar que esta

categoría se encuentra enmarcada en distintas dimensiones y con incidencia tanto en los seres

humanos como en el planeta que se habita.

Enseñanza del territorio en los textos escolares de las Ciencias Sociales.


Hasta aquí se ha hecho referencia al primer elemento del marco teórico que es el

Territorio, desarrollado desde su parte conceptual, sus dimensiones y manifestaciones (T-D-R),

ahora se presenta el segundo elemento a trabajar en esta investigación el Texto escolar y su uso

en las Ciencias Sociales para la enseñanza del territorio.

Texto escolar.
El texto escolar es un elemento que ha tomado gran importancia en la enseñanza de las

disciplinas del sector educativo, por ello autores como Álzate, Lanza y Gómez (2005) lo han
definido como “un libro que presenta o comunica un saber: él dice qué se debe hacer para acceder

a él, presentando operaciones sucesivas organizadas según un orden premeditado.” (pág. 23).

Está concebido con la intención de servir en la enseñanza, dirigidos no solo a los estudiantes sino

también y en gran medida al maestro ya que le da un uso del método didáctico. “El texto

prescribe todo lo que debe hacer el alumno durante el tiempo del aprendizaje y pone la

exorbitante exigencia de transformarlo.” (p. 29).

En este sentido, el texto escolar es un medio para la enseñanza de diversas disciplinas

enmarcadas en el ámbito educativo, especialmente para las aulas de la educación de primera

infancia, básica primaria, básica secundaria y media, pues se convierte en guía de aprendizaje

para los estudiantes y docentes, quienes abordan sus contenidos y actividades como medio de

aprendizaje a lo largo de los años, pues como lo señala Mejía (2013) el texto escolar es un

“vehículo de apropiación y transmisión para la enseñanza y el aprendizaje (...), el texto se ha

convertido en una fuente histórica que permite el análisis de los contenidos educativos que se han

desarrollado a lo largo del tiempo.” (pág. 25)

Para este autor, el texto escolar como instrumento ha pasado por tres momentos: primero

para direccionar las lecciones del maestro; segundo, para enseñar y transmitir una doctrina

específica; y tercero para hacer referencia a lo local. De estas tres etapas nace el texto escolar, el

cual incluye actividades, discursos, disciplinas y acciones que se relacionan con los currículos de

cada país.

Castro (2008), retoma los planteamientos de Mc Ginn y Borden (1995) para exponer la

importancia del texto escolar no solo como transmisor de un currículo oficial sino que resalta que

un buen texto tiene la capacidad de generar cambios independientemente de la capacitación del

profesorado y de compensar posibles deficiencias de su formación. La mayor parte de los textos

modernos sugieren al profesor metodologías alternas que pueden aprovecharse eficazmente como
medios para entrenar a los maestros con relativa rapidez en nuevas técnicas de enseñanza que su

preparación anterior no les había entregado. Pero aún, si su formación es satisfactoria, lo libros

pueden ser una ayuda para introducir innovaciones metodológicas en el aula de clase... O

brindarle abundante información para ayudarle a realizar mejor su trabajo. (Citado por Castro,

2008, pág. 21)

No se desconoce entonces que los textos escolares han sido fuente de investigación,

consulta y apropiación tanto de estudiantes como de docentes, estos últimos los han usado ya sea

de manera abierta y enmarcada en los requerimientos del aula o de forma privada y casi oculta. El

uso de los textos escolares es un tema que sigue vigente en el ámbito escolar y en ellos se

legitiman, de una u otra forma, discursos, conceptos, miradas del mundo, entre otros aspectos. Es

importante entonces analizar aquello que se presenta, teniendo en cuenta los aportes y análisis

que ya se han hecho sobre las páginas que llegan a las manos de cientos de docentes y

estudiantes.

Los análisis de los textos escolares en diferentes espacios y tiempos han permitido

establecer sus aportes y limitaciones en los procesos de enseñanza-aprendizaje que se dan en las

aulas escolares. Es así como las autores nombrados hasta este momento, Álzate, Lanza y Gómez

(2005), Castro (2008) y Mejía (2013) hablan de los beneficios que tienen los libros escolares en

el ámbito educativo; mientras que autores como Sáiz (2011 y 2013), Palacios (2012) y Gómez

(2014) hacen un análisis del texto escolar teniendo en cuenta no solo sus aspectos positivos sino

sus limitaciones en aspectos como los contenidos, las actividades y el uso de los recursos que se

encuentran en ellos, entendiendo recursos como aquellos elementos que hacen referencia a las

imágenes, esquemas, mapas, gráficos, secciones, entre otros. Estas críticas serán profundizadas a

la luz del análisis de resultados de la presente investigación.


El concepto de territorio en los textos escolares de Ciencias Sociales.
La enseñanza del concepto de territorio en el marco de las Ciencias Sociales se relaciona

con lo geográfico y de allí se desprenden otros elementos referidos a lo histórico, lo político, lo

económico, lo antropológico, entre otros. Al hacer una revisión de las investigaciones que

retoman el territorio como parte de la enseñanza de las Ciencias Sociales no se evidencia un

trabajo que aborde el concepto de territorio como parte central de la investigación, sino que éste

se aborda en relación con otros conceptos como la identidad nacional, la nación o las divisiones

político-administrativas de un Estado.

Es posible afirmar que las investigaciones abordadas sobre los textos escolares de

Ciencias Sociales no evidencian un análisis sobre el concepto de territorio, pues esta categoría

queda relacionada a otras que representan mayor interés para los investigadores, como es el caso

de la identidad, la nación o el Estado, entre otros. Solo en la investigación hecha por Cáceres

(2011) se dan aproximaciones al concepto de territorio con referentes teóricos y se establecen

algunas relaciones sociales, culturales y ambientales, que existen entre este concepto y otras áreas

de la geografía. Sin embargo, no se evidencia un análisis sobre la incidencia de este concepto en

la geografía escolar, ni se halla un trabajo que aborde el territorio desde los diferentes elementos

que lo componen.

Enseñanza del territorio en la geografía escolar.


Para cerrar el presente marco teórico es importante plantear un tercer elemento enmarcado

en los procesos de enseñanza-aprendizaje que desde la geografía escolar se dan para el concepto

de territorio, teniendo en cuenta los siguientes aspectos:

La geografía escolar

Los conceptos geográficos

El territorio
La enseñanza de la geografía escolar

El texto escolar

La geografía es una de las disciplinas de las Ciencias Sociales que desde la espacialidad y

la realidad cobra importancia a nivel social, en cuanto a su presencia a nivel escolar Souza

Cavalcanti (2017) plantea que la geografía desarrolla el pensamiento espacial de los estudiantes y

que su enseñanza debe estar enmarcada en lo cotidiano, los sentidos y significados a través del

docente que es mediador de los aprendizajes, “por lo tanto, buscar formas de aprendizaje espacial

que sean instrumento para mejorar las condiciones de participación en la vida social, es una

manera de hacer, por la Geografía, justicia educativa en la escuela.” (p.100).

En este sentido los procesos de enseñanza-aprendizaje deben ir encaminados a contenidos

que busquen potenciar actividades como el análisis de contexto, el uso de las experiencias, la

imaginación, la observación, el pensamiento escalar, la vida social y la orientación de los

aprendizajes desde la formación de conceptos.

Los conceptos geográficos hacen relación a “las herramientas culturales, que representan

mentalmente un objeto, y están formulados por sucesivos procesos de generalizaciones en el

pensamiento; al mismo tiempo que, una vez formados en la mente del sujeto, se convierten en

conocimientos que generalizan sus experiencias.” (Souza Cavalcanti, 2017, p.102) Es decir que

una vez apropiados los conceptos se ponen en relación con las vivencias y con nuevas miradas de

mundo, generando nuevos análisis y reflexiones sobre contextos cercanos y lejanos. Es

importante señalar que desde la geografía escolar existen conceptos que orientan los procesos de

enseñanza aprendizaje, estos son: el paisaje, el lugar, el territorio y la naturaleza, siendo relevante

para la presente investigación el territorio.

Souza Cavalcanti (2017) considera que el territorio es un concepto que estructura los

contenidos geográficos, se relaciona con el poder, la apropiación, los límites, las fronteras y en
gran medida con lo social, pues a partir de la conceptualización territorial se analizan las

extensiones de hechos, acontecimientos y fenómenos. Pensar la dinámica espacial, desde los

territorios “ayuda a los alumnos a entender que no solo están involucrados en las lógicas de poder

los territorios más instituidos y legalizados, sino que los territorios de su vida cotidiana también

lo están.” (p.105) Desde esta perspectiva la conceptualización territorial, acerca a los estudiantes

a sus realidades pues las dinámicas que viven encuentran otros sentidos y miradas desde un

pensamiento geográfico y social.

El desarrollo de conceptos geográficos, como el territorio, en las dinámicas escolares pasa

por una serie de alcances y desafíos en la enseñanza de la geografía escolar, pues se hace

necesaria una renovación de la escuela tradicional, que como plantea Souza Cavalcanti (2017) se

fundamenta en la memorización, la improvisación, los programas estáticos, las relaciones

distantes (alumno-profesor) y la fundamentación en textos escolares que guían los procesos de

enseñanza-aprendizaje. Es necesario dar pasos hacia una educación que tenga en cuenta la

cotidianidad de los estudiantes, el análisis de fenómenos naturales y sociales, la formación de

conceptos y la integración de diversos saberes.

Este conjunto de cambios en las prácticas docentes de la geografía escolar debe estar

apoyado en la cualificación del quehacer pedagógico, es decir en la formación de docentes que se

apropian de los conocimientos geográficos y hacen de ellos una posibilidad de leer, analizar y

reflexionar sobre las realidades de quienes habitan la tierra. Además de generar cambios en las

dinámicas escolares, en las relaciones con los estudiantes y en la producción de nuevos materiales

didácticos.

Los materiales didácticos son herramientas que los docentes usan para orientar su labor,

como medio de apoyo para sus clases o para el desarrollo de diferentes actividades, entre estos

materiales se encuentra el texto escolar, libros que han sido usados tanto por padres como por
estudiantes y maestros, para orientar el trabajo en las diferentes disciplinas, su uso ha sido la base

de discusiones entre quienes se oponen a llevarlo al aula y quienes lo defienden como

herramienta de trabajo. Las críticas hechas a estos materiales giran en torno a las creencias sobre

su establecimiento como currículo oficial y su uso acrítico en las aulas escolares. Es necesario

entonces comprender que

el análisis de los libros didácticos, como orientación curricular, como recurso didáctico,

como fuente de conocimiento, como orientador del trabajo escolar, no puede ser ingenuo,

academicista y pensar que ellos son representantes incontestados de los contenidos escolares,

pues ellos no son neutros, son arbitrarios culturalmente, es decir, sus contenidos dependen de una

(...) red de articulación entre las referencias científicas, los autores y sus conocimientos, las

orientaciones curriculares oficiales, las políticas de evaluación y distribución para las escuelas,

los editoriales, los distribuidores, las escuelas y profesores. (Souza, 2017, p.114).

Desde esta perspectiva, el análisis de los textos escolares debe tener en cuenta los

diferentes factores que lo integran, sus alcances, limitaciones y sus posibilidades de uso en las

aulas escolares y para este caso en la geografía escolar y en particular en la enseñanza del

concepto de territorio desde sus diferentes componentes, dimensiones y manifestaciones. La

integración de los docentes en la elaboración de estos materiales y de expertos tanto en las

disciplinas como en el quehacer pedagógico pueden dar la posibilidad a nuevos textos escolares

que atiendan las necesidades de los procesos pedagógico, su uso crítico y la potencialización de

sus contenidos abren el campo hacia una herramienta que no tiene verdades absolutas, pero que

puede ser un apoyo al trabajo docente desde la autonomía pedagógica y su mediación en el

aprendizaje de los estudiantes.


Referencias
Andréu, J. (2002). Las técnicas de análisis de contenido.una revisión actualizada: Granada:

Fundación Centro de Estudios Andaluces.

Bardin, L. (1986). El análisis de contenido. Madrid: Akal.

Berelson, B. (1952). Content Analysis in Communication Researches. Glencoe III: Free Press.

Cáceres, L. (2011). La geografía en los textos escolares de Ciencias Sociales (1195- 2008),

tendencias y posibilidades (Tesis de maestría). Bogotá: Facultad de Humanidades:

Universidad Pedagógica Nacional.


Castro, H. (2008). Propuesta de textos escolares desde un enfoque conceptual, integrado y

problematizador (Tesis de maestría). Manizales: Centro de Estudios Avanzados en Niñez

y Juventud. Universidad de Manizales.

Ciscar, J., Santiago, J., & Souto, X. (2012). Identidades nacionales y territorialidad en los libros

de texto. Los estereotipos enciclopédicos en la geografía escolar. Scripta Nova. Revista

Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales., 16. Obtenido de

http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-418/sn-418-36.htm de Souza Cavalcanti, L. (2017). El

análisis de la espacialidad y la comprensión del mundo: llave para la relevancia de la

geografía escolar. En R. Sebastián Alcaraz, & E. Tondar Monllor, Enseñanza y

aprendizaje de la geografía para el siglo XXI (págs. 97-116). Alicante: Universidad d

´Alacant.

Potrebbero piacerti anche