por las diócesis FAJARDO-HUMACAO
Que brote la comunión fraterna y evangelizadora en todos los agentes de pastoral de la Diócesis Misionera de El Yunque, es uno de los regalos que Monseñor Eusebio le pidió a los Reyes.
Ante las enfermedades, pobreza económica, dolor por
los fenómenos naturales, confusión espiritual y etapas de
crisis personales y sociales, nuestro jíbaro supo encontrar
en los Santos Reyes preciados aliados para afirmar su fe, su
confianza en la Providencia Divina y celebrar con alegría el
misterio de la Navidad.
Así, fue forjando una tradición única y singular cele-
brada en todo Puerto Rico, por grandes y chicos, por vie-
jos y jóvenes, y expresada de múltiples formas: parrandas,
comidas familiares, visitas, promesas de fe y de esperanza,
en rosarios “cantaos”, regalos de los Reyes, y una frondosa
artesanía que todos apreciamos.
A través de los años los Santos Reyes han inspirado
a nuestro Pueblo y les han llamado a “adorar al Niño”, es
decir, a afirmar su fe católica reconociendo en Jesús, al
Hijo de Dios e Hijo de María, que viene a salvarnos. Que
le ofrezcamos como ellos oro, incienso y mirra, o sea,
nuestras vidas desde la generosidad, la espiritualidad y la
bondad.
Por esta visita de los Reyes de Juana Díaz a la Dió-
cesis del Yunque, contemplamos el relato que nos hace
San Mateo sobre los Reyes Magos; personajes misteriosos
procedentes de pueblos paganos que salen a buscar al
Salvador.
Herodes intenta impedirlo, pero el Espíritu Santo es
el que les guía. También hoy, los Herodes de la historia y
de la vida, tratan de desviarnos de la fe, de la misión, de la
contemplación de nuestro Rey. En la Escritura, vemos que
se impone el Plan de Dios. Así, también tiene que ocurrir
en nuestras vidas. No permitamos que nos desvíen de la
tarea y misión cristiana que todos tenemos.
Pero, observemos también las acciones y actitudes
de los Reyes: vienen de lejos, están en búsqueda, pregun-
tan, analizan los signos de los tiempos, leen las Escrituras,
escogen con libertad a quien escuchar y no se dejan
confundir. Finalmente, encuentran al Niño, se arrodillan,
lo adoran y le ofrecen oro, incienso y mirra. Les ofrecen
sus corazones, sus riquezas, sus personas, sus proyectos
futuros, les ofrecen la vida. Son transformados por ese
encuentro: se llenan de una inmensa alegría y cambian de
ruta. Se trata del relato evangélico que nos invita a la fe y
a cambiar de vida por el encuentro con Jesús. Noticia que
hay que anunciar. Experiencia que tenemos que testifi-
car. Para eso celebramos la Navidad: para renacer como
cristianos, recrearnos como personas y rehacer a nuestra
sociedad puertorriqueña inmersa en la violencia, y en la
incertidumbre social.
El regalo de los Reyes
Los Reyes buscaron y encontraron al Niño Dios. En
esta visita, cuando hacemos memoria de aquel acon-
tecimiento de salvación, también el Emmanuel se hace
presente y sigue invitándonos al Proyecto que El nos trae:
el Reino de Dios. Que Dios reine en el corazón de todos
los hombres y mujeres que habitan esta tierra borinque-
ña. Pero, sabemos que no es así. Hay que luchar contra la
indiferencia y dispersión religiosa. Hay que trabajar para
erradicar la violencia, las injusticias sociales, hay que sanar
y reconciliar a nuestras familias para que se afirmen en
ellas la fidelidad, la responsabilidad de los padres, la fe
cristiana, la institución matrimonial como Dios la creó.
El Niño Dios es el gran regalo de la Navidad, pero
hay que acogerlo en el corazón y dejar que actúe con su
amor y su paz para que se transformen los egoísmos, los
miedos, las desconfianzas, la hipocresía, las cegueras del
corazón y las falsas espiritualidades. Ahí, en el Pesebre, los
Reyes nos muestran al Niño Dios. Observemos, hermanos,
16 al 22 de enero de 2011 ev: 23
como observan María, José, los Reyes y los Pastores. Hay
una oferta de vida, de paz, de alegría desbordante para
todos. Vamos a acogerla, renacer como personas y recrear
al País donde vivimos, con esfuerzo, con pasión y sacrificio.
Finalmente, y aprovechando que esta es una ocasión
muy especial, me atrevo a pedirle a los Reyes tres regalos
muy especiales, respecto a la Diócesis de El Yunque:
* Que se firme la Tradición de la Navidad en el Orien-
te de Puerto Rico, pero con todo su trasfondo cristiano,
cultural y con el amor patrio que esta contiene.
* Que brote la comunión fraterna y evangelizadora en
todos los agentes de pastoral que tenemos la responsabi-
lidad de levantar la Diócesis Misionera de El Yunque con
identidad propia, con un compromiso firme y decidido
con la vida nueva en Cristo, la justicia como nos la presen-
ta la Doctrina Social de la Iglesia y el respeto por la vida y
la creación que Dios nos ha regalado.
* Y en el marco de la justicia social, que haya justi-
cia y respeto para los residentes de Vieques y Culebra,
proveyéndoles un servicio de transportación marítima a
la altura y de acuerdo con sus necesidades. Y en la misma
línea, que se haga un puente que resuelva la situación de
inundaciones del Río Fajardo, de tal forma que toda la
Diócesis esté conectada desde Humacao a Loíza sin tener
que sufrir este calvario que por años venimos soportando
todos los que de una razón u otra, tenemos que usar esta
vía principal del Este de Puerto Rico.
(Fragmento de la homilía pronunciada por Monseñor
Eusebio Ramos Morales durante la visita de los Reyes
de Juana Díaz a la Concatedral Dulce Nombre de Jesús
en Humacao.)