Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
jptnttarstig oí ÍEtfrmtta
H
Miss Helen J. Bell
HANDISOLND
AT THE
INISERSITY OF
TORONTO PRESS
JOCELYN
Alfonso de Lamartine
ALFONSO DE LAMARTINE
JOCELYN
POEMA EN VERSO
BARCELONA
1913
o
ES PROPIEDAD
LAMARTINE
do de embajada.
Un día, entre dos copias de despachos, descubrió que
sabía hacer versos, y cultivó la poesía. Su inspiración
era tan espontánea y fecunda que, hasta el fin de su
vida, admiróse de haber sido un gran poeta. Parecía
haberse asimilado el alma entera del Dante y del Pe-
trarca.
Amoldó la lengua francesa al lirismo italiano, y
elevó la poesía a las serenas alturas de los ideales más
puros.
Como aun se inspiraba en las tradiciones del pasado,
su poesía era a un mismo tiempo religiosa, amorosa y
mística.
Según él, ila poesía sirve para orar, para amar, para
soñar, para gemir...,» y fué siempre tan fiel a este
de
Por esto, deseosos de dar una versión fidelísima
a los que no pueden
saborear las
tan magnífico poema
creído que el mejor modo
bellezas del original hemos
una traducción en prosa
de realizarlo era publicar
de escrupulosa exac-
qur ofreciese todas las seguridades
la del
titud, comotenemos la certeza de que las ofrece
señor Enseñat.
Los Editores
A MARIANA ELISA
Enero de 1S36.
ADVERTENCIA DE LA PRIMERA EDICIÓN
de Dios.
Pero asunto tan vasto y del cual cada poeta, cada
siglo tal vez, no pueden escribir más de una página,
necesitaba su forma propia, su drama y sus tipos indi-
viduales. Esto es lo que he intentado encontrar; si lo
produjo.
i ; de enero de 1816.
POSDATA DE LAS NUEVAS EDICIONES
PROLOGO
Y subí.
La estancia estaba desierta y sombría; sólo dos ci-
sa muchedumbre.
Cuando llegó mi turno: ¡Oh, santo amigo! exclamé,
¡duerme en paz! No es mi corazón el que se aflige,
tinieblas.
do mis lágrimas.
— ¿No escribía nunca? pregunté a Marta.
— A veces, los domingos, contestó la sirvienta, se
ponía a trabajar sobre un papel blanco; cuando lo ha-
sueltas.
liza por ella como una suave brisa; veo caer de las
17 de mayo de 1 7S9
18 de mayo de 1786
26 de mayo de 1 786
deré mi camino.
3 de junio de 1786
dedo:
— ¡Dios mío!, ¿es posible que él, tan joven y tan
gallardo, prefiera a nuestro amor una sotana negra?
¡Pobre muchacho! El mundo le da miedo.
Pasando luego por delante de mí, me dirigían una
mirada abrumadora y triunfante exclamando:
— ¿Acaso no somos ya bellas?
Y todas procuraban contener la risa. Yo me fingía
6 de junio de 17S6
— ¡Adiós! exclamé.
Y en vano quise añadir alguna palabra más; mi co-
razón, ahogado de angustia, apenas logró exhalar un
sollozo, y me escapé corriendo y sin volver la cabeza,
como un hombre temeroso de que algún remordi-
miento le detenga.
Fui atravesando campos sin camino, por temor de
encontrar o de oir algún ser humano, hasta que llegué
a la árida cumbre desde la cual empieza la sombría
montaña a descender hacia otra campiña. Sobre una
peña gris tapizada de musgo y en que anidan las
águilas, elévase una cruz de granito, para bendecir a
abría la ventana.
Mi alma entera voló a aquel dulce sitio en alas de
un suspiro, y cayendo de hinojos sobre la hierba, ex-
clamé:
— ¡Dios mío! vos que os lleváis el hijo, no abando-
néis a la madre; haced que, para ella, ni aun la hora
de mi partida sea amarga! No me alejo ¡oh, Dios mío!
de esa morada y de esos corazones sino para depa-
rarles más paz y más amor; que el amor y la paz que-
den en mi puesto y que mi sacrificio atraiga al menos
vuestra gracia. Velad en lugar mío por esos amados
seres;bendecid día y noche su ruta y sus instantes, y
sed vos mismo, ¡oh Dios!, ¡oh padre celestial!, para la
madre el hijo, para la hermana el hermano! Colmad-
les de vuestros dones; llevadlos de la mano por larga
vida y por un camino fácil al término en que debere-
mos daros gracias juntos, y haced que ya desde esta
baja tierra vuestro seno nos reúna.
Dije, y, tras las selvas de aquellas últimas cumbres,
el horizonte paterno desapareció para siempre.
SEGUNDA ÉPOCA
Febrero de 1793
hombre!
¡Venturoso yo, al menos, puesto que aun guía mis pa-
sos el resplandor de la fe, y, apartándome de la impe-
tuosa multitud, traza una ruta aparte a mi pobre pen-
samiento, ruta que conduce a un punto muy distinto
25 de febrero de 1793
28 de febrero de 1793
«¡Ved!»
¿Qué anuncia la naturaleza en su marcha eterna?
¿Dónde detiene su carrera? ¿Dónde descansa? ¿Cuál
de esos mil soles que giran a la vista de Dios, cente-
lleantes rayos de su celeste eje, duerme en medio de
su inflamada órbita?¿Qué ruta de los cielos hay cerra-
da ante ellos? ¿Qué oleada de los aires se estanca en
el reposo? ¿Qué gota de los mares duerme en el lecho
bramiento.
JOCELYN 5 7
JOCELYN 59
presalias.
* ,:
JOCELVX 6
vinos atractivos.
Detiénese mi guía y me enseña el asilo que la
allí
flor del loto, caída sobre las ondas a causa del peso
del rocío, y el argentado plumón que el cisne silves-
tre ha dejado en la orilla al bañarse en sus aguas; gol-
fos estrechos, escondidos en los repliegues de los va-
lles, paisajes sin límites, de dilatado horizonte; abismos
72 ALFONSO DE LAMARTINE
20 de marzo de 1793
mismo vaso.
25 de agosto de 1793
26 de agosto de 1793
27 de agosto de 1793
17 de septiembre de 1793
su voz.
2S de octubre de 1793
juntos.
Pero cuando vuelvo en mí al oir su voz, y levanto
la cabeza para enjugar mi llanto, cuando se disipa la
le arranca de tu lado?
Ya sea que, difundida por la tierra y por el espacio
como primero o quinto elemento, se revele tu fuerza
bajo diferentes aspectos, atraiga nuestras miradas a
los rayos de la estrella, al movimiento de los mares, a
vendaval.
Cuanto más horribles son los bramidos de los vien-
6 de enero de 1794
horas aguardándome.
Al percibir el rumor de mis pasos en la escalera el
%,
'
dosa providencia!
«Sed más prudente que nunca, me decía; ¡desdicha-
taba en el suelo.
JOCELYN 119
naturaleza y de Dios.
— Explícate, repuse, amigo mío, en virtud de qué
influencia pensaba mi alma en el mismo instante lo
LAURENCIO
corazones.
YO
LAURENCIO
YO
celeste.
LAURENCIO
fundidades!
YO
LAURENCIO
vo
LAURENCIO
vo
25 de julio de 1794
15 de octubre de 1794
pulturero desentierra.
Al oir esos chasquidos sordos de las cimas, esos
estruendos de las tempestades, se nos encogía el co-
tú murieses!..
una ensenada del lago que mugía a sus pies: tomó im-
pulso como para arrojarse en él y lo cruzó de un salto
que hizo palpitar mi seno.
— ¡Ah! Te estremeces, dijo con risa extraña: ¡mejor!
jme has hablado de la muerte, y me vengo!
Quise reñirle, pero ya había huido. ¿Qué siniestro
relámpago ha brillado en el corazón de ese niño?
Esa alma, que tan profunda aparece a los ojos que la
contemplan, ¡cuánto amor y espanto infunde! ¡Y qué
precauciones hay que tomar con ella!
6 de noviembre de 1794
7 de diciembre de 1794
zos de un árbol.
Yo veía humear la montaña en mil puntos, y estos
vapores ablandaban la corteza de nieve: mis pies no
encontraban ya un camino sólido, sino que, pesados
y sin apoyo en aquel terreno movedizo, a cada paso
que daba iban hundiéndose más. Eché a correr teme-
roso de que la nieve derretida hiciese que se derrum-
138 ALFONSO DE LAMARTINE
tra la roca.
criatura.
12 de diciembre de 1794
6 de enero de 1795
Febrero de 1795
mi frente.
Marzo de 1795
¡Saber que ella está allí, tan cerca; que duerme, que
vela quizás, que, mecida por el amor, da vueltas cien
veces en su mente a la misma idea; que sólo el ángel
custodio ve sus castos atractivos; que entre el cielo y
16 de marzo de 1795
Abril de 1795
Mayo de 1795
bre los ojos! ¡Un ser que sería ella y yo, nuestra ima-
gen, nuestro amor celestial elevándose del suelo, nues-
tro amor visible en un amor viviente, nuestros ros-
156 ALFONSO DE LAMARTINE
zarlo en la tierra!
Mayo de 1795
la pesada puerta.
— ¿Sois vos, hijo mío? ¡Venid, que yo os vea! ¡Oh!
Tenga yo en mi última hora la suprema satisfacción
•
de estrechar contra mi pecho a un hijo de Jesucristo,
a un hermano de mi fe, nutrido en el mismo espíritu.
I 66 ALFONSO DE LAMARTINE
W ~T
12 de agosto de 1795
zón me tenía allí como clavado, sin vista, sin voz, sin
al pasar
vo, me arrastré hasta sus plantas, para que
colérica sobre mi cuerpo, pudiera aplastar mi vida y
mi cabeza contra el suelo.
pero no renacer!
Sí, tu cielo entero no es en tu seno, Dios mío, sino
el eterno regreso después de la breve despedida, la
17 de septiembre de 1797
JOCELVN 20
emoción de la dicha.
ALFONSO DE LAMARTINE
to veo.
una voz para orar; los enlaces que bendigo, los niños
5 de mayo de 1798
tezas.
crucifica.
ne a la vida.
mecerían ante los ojos que los vieron nacer, ver cuán-
menor ruido.
2 1 de julio de iSco
22 de septiembre de 1800
do y una esperanza?
JOCELYN 245
ventura.
Esta noche, como ayer, he salido al amparo de las
tinieblas; el encapotado firmamento rodeaba la morada
bellos?..
pasos.
NOVENA ÉPOCA
Valneige, 12 de octubre de i8co
a mi
¡Oh nido que en la montaña sirve de abrigo
alma! Heme ya de regreso para siempre a
mi alber-
refugia en un
gue, como un pajarillo sin alas que se
agujero de pared para morir. ¡Mi alma, anhelante
la
distancia
de un poco de reposo, precedía desde gran
grata fué a mis
a mis pasos con el pensamiento. ¡Cuan
ojos la sombra de las grandes montañas
que se per-
raleza.
JOCELVN 255
*h
:
uift.
8 de diciembre de 1800
JOCELYN 27
festín de la tierra.
(El autor intercala aquí una extensa poesía sobre Ro?na, a/ya tra-
ducción omitimos porque la composición no guarda relación alguna
cen este poema.)
21 de noviembre de 1802
puso:
— Ya sabéis quién fui; juzgadme ahora.
Inclinado sobre su lecho, con la mirada fija en el
27 de noviembre
gua morada.
Penetré sin atreverme a respirar en la gruta desier-
ta, como entraría un muerto olvidado de sus deudos,
sin que nadie lo conociera, en su propia casa, cuyas
paredes ya no saben el nombre del que las construyó.
JOCELYN 30
(1) El Diario.
304 ALFONSO DE LAMARTINE
funta es mi mujer!
— Explicaos, le dije, y si decís verdad, no oraréis
solo junto a ese querido féretro; mis lágrimas brota-
rán del corazón juntamente con las vuestras, pues
aunque ya no me quedan para mí, todavía tengo para
los demás.
Esto diciendo, sentóme junto al cadáver en el lecho
del torrente.
— Señor, dijo, soy un pobre tejedor: casado joven
aun con que amaba, vivíamos de trabajo y esperan-
la
28 de diciembre, en el lecho
VISION
EL PASTOR
Vil
EL PASTOR
(') 1839.
322 ALFONSO DE LAMARTINE
YO
EL PASTOR
YO
¿A. vos?
EL PASTOR
Sí, a mí.
YO
¿Y cómo?..
EL PASTOR
YO
EL PASTOR
YO
EL PASTOR
Y la de su amigo, al lado.
YO
EL PASTOR
YO
EL PASTOR
YO
EL PASTOR
yo
EL PASTOR
YO
EL PASTOR
YO
¿Y eran?..
EL PASTOR
FIN
índice de laminas
Páginas
!fm^SSJj^X'^k^^tíj^íf^hm^Í4MÍí?7kJ^Si
PQ Lamartine, Alphonse Marie
2325 Louis de
J6S5 Jocelyn