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BIBLIOTECA ILUSTRADA DE CASPAR Y ROIC. ■

EL GENIO
DEL CRISTIANISMO.
ó

BELLEZAS DE LA RELIGION CRISTIANA,


POR Et VIZCONDE DE CHATEAUBRIAND,
THAOUCIDO

POR DON MANUEL M. FLAMANT.

MADRID.
IMPRENTA DE GASPAR Y ROIG, EDITORES,
calle del Príncipe, núm. 4.

1853.
[

EL GENIO DEL CRISTIANISMO.


POR

P. A. DE CHATEAUBRIAND.

PREFACIO O), —.... ñaua a un mismo, y como no me he


considerado en tiempo alguno sino en mis relaciones
Cuándo el Genio del Cristianismo vió por primera generales con los destinos de mi país, me veo precisa­
vez la luz publica, la Francia salia del caos revolucio­ do a reconocer unos hechos por nadie controvertidos;
nario; todossus elementos sociales esfaban confundi­ hechos que han podido ser apreciados de diferente ma­
dos, pues la mano terrible que empezaba áseperarlos nera, mas no por ello es menos incontestable su exis­
nb había dado aun cima ásu obra colosal: el orden nó tencia.
nabia brotado aun del despotismo y de la guerra La literatura se tiñó en parte con los colores del
El Genio del Cristianismo se publicó por decirlo así Genio ael Cristianismo; los escritores me hicieron el
en medio de las rumas de nuestros templos, como pa­ honor de imitar las frases de llené y de Atala, no de
ra devolverles la pompa del culto y los ministro- del otro modo que el pùlpito tomó y toma todavía diaria­
altar; San Dionisio estaba abandonado, pues no había mente o que he dicho de las ceremonias, de lasmisio-
negado el momento en que Bonaparte se acordase de nes y de los beneficios del Cristianismo.
n“esaria ™a sepultura régia; ¡difícil le hu­ Los fieles se creyeron salvados por la publicación
smo l, p ad’vina.r entonces donde habia colocado el de un libro que respondía tan completamente á sus
suyo la 1 rovidencia! Veíanse por todas partes ruinas disposiciones interiores; sentíase una necesidad de fe
hastf una 7 de raon,asterios recien demolidos, siendo y de consuelos religiosos, que procedía de la carencia
nasta una especie de pasatiempo el ir á pasearse por de estos consuelos por espacio de muchosaños ¡Cuán­
ta fuerza sobrenatural no era preciso pedir para tantas
fnibV°s eríceos de aquella época , los periódicos los calamidades! ¡Cuántas familias cercenadas debían bus­
deZ ^.ios lll,ros no »testiguasen el electo del Genio car al pié de Padre de los hombres los hijos que ha­
ael Cnstianismo, no debiera hablar de él; pero como bían perdido! ¡Cuantos corazones dilacerados cuántas
rnTeiVn lla'ifa.S n,arnaha!1 .una m™o divina que las cu-
(I) Bste prefacio fue compuesto para la edíeion de 1828. mn tltUí J® Pre,ciPltaba en la casa de Dios, co­
mo se entra en la del medico en un dia de contagio.
P
BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
el Genio Del CRtSTtAN'ISStO. g
Las víctimas de nuestras discordias (¡y qué víctimas!) tuciones, penetrándose del conocimiento del siglo y de sus apologías, á eScepción de un fragmento de la i
se acogían al altar, bien así como los náufragos se armonizándolas virtudes déla Fe conlas de laCaridad, apología notable por su método y raciocinio. Por des­
abrazan á la roca en qué cifran su salvación. hubiérase llegado con seguridad al fin propuesto. Vi­ primera, conservado por Eusebio. San Gerónimo y el i gracia, su estilo es desmayado, aunque sus ideas no
vimos en un tiempo en que son menester mucha in­ obispo de Cesárea hablan de la segunda como de una carecen de cierto brillo. «Si los filósofos antiguos, dice
Lleno de los recuerdos de nuestras costumbres, de obra maestra.
la gloria y de los. monumentos dé nuestros reyes, el dulgencia y misericordia. Una juventud generosa está »Abadia, adoraban las virtudes, esta adoración no era
Genio del Cristianismo respiraba la monarquía por próxima á arrojarse en brazos de cualquiera que le Los paganos echaban en cara á los fieles el ateismo, el »en último término otra cosa que una hermosa idola-
predique sus nobles sentimientos, que tanto se herma­ incesto y ciertas comidas abominables, en que, según »tria.»
entero; su'heredero legítimo estaba oculto, digámoslo
así, en el fondo del santuario, cuyo velo descorría mi nan con los- sublimes preceptos del Evangelio, pero decian, se devoraba la carne .de un niño recien naci­ Mientras lá Iglesia triunfaba aun, Voltaire hacia
detesta la sumisión servil; que en su digno afan por do. San Justino defendió la causa de los cristianos des­ renacer la persecución de Juliano, teniendo el arte fu­
mano; y la corona de San Luis brillaba suspensa del
altar del Dios de San Luis. Los franceses aprendieron instruirse, profesa á la razón un apego superior á su pués de Cuadrato y Arístides; mas su estilo carece de nesto de hacer de moda la incredulidad en un pueblo
edad. galas, y las actas de su martirio prueban que derra­ caprichoso y frívolo, y afiliando el amor propio de la
á dirigir con amargura sus miradas á lo pasado; pre­
El Genio del Cristianismo ve hoy la luz, despren­ mó su sangre- por su religión con la misma sencillez generalidad en liga tan insensata; la religión se vió
paráronse las sendas del porvenir, y se reanimaron las
dido de las circunstancias á que hubiera podido.atri­ con que habia escrito por ella. Atenágoras empleó mas atacada con todo género de armas, desde el ligero fo­
casi muertas esperanzas. ingenio en su defensa; pero no tiene la originalidad lleto hasta el pesado in-fólio; desde el festivo epigrama
Bonaparte, que deseaba á la sazón cimentar su po­ buirse una parte de su buena acogida. Los altares han
de Justino ni la vehemencia del autor déla Apologéti­ hasta el grave sofisma. Si veia la luz algun libro reli­
der sobre la primera base déla sociedad, y que acaba­ sido levantados de nuevo; los sacerdotes han vuelto
ca. Tertuliano es el Bossuet africano y bárbaro; Teó­ gioso, el autor era al punto ridiculizado, en tanto que
ba de hacer arreglos con la córte de Roma, no opuso del cautiverio; los prelados están investidos conlas filo, en los tres libros dedicados á su amigo Autólico, todos ensalzaban hasta las nubes ciertas obras de que
obstáculo alguno á la publicación de una obra tan útil primeras dignidades-del Estado. Esa especie de desfa­
revela imaginación y ciencia; y el Octavio de Minucio Voltaire era el primero en burlarse con sus amigos-
á la popularidad que ambicionaba. Y como tenia que vorable prevención con que por lo general se mira al
r elix presenta el hermoso cuadro de un cristiano y de
luchar contra los hombres que le rodeaban, enemigos poder, debería tener igual lugar respecto de todo lo dos idólatras que hablan de la religión y de la natura­ reírse que muy superior á sus discípulos no podia menos dé
declarados de toda concesión religiosa, se regocijó al que ha favorecido su restablecimiento, pues cuando algunas veces de su entusiasmo religioso. No
leza de Dios, paseándose á orillas del mar. obstante, tan destructor sistema iba propagándose por
verse defendido etilo exterior,por la opinión invocada se combate se piensa poco en la victoria.' Arnobio el retórico , Lactancio, Eusebio y San Ci­ Francia y estableciéndose en las academias de pro­
en el Genio del Cristianismo. Mas tarde se arrepintió Acaso el autor perjudicaría en estos momentos á la priano han defendido también el Cristianismo; pero vincia, que han sido otros tantos focos de mal susto
de su error; y en el momento de su caída confesó que obra. No sé en qué consiste que los servicios que he se detuvieron menos en hacer resaltar sus bellezas
esta habia sido la obramas perjudicial á su poder. tenido la fortuna de prestar, han sido muy pocas ve­ y de facciones Las mujeres de alguna posición social
que en poner de manifiesto los absurdos de la idola­ ) los-grayes filósofos teman sus catédras de increduli­
Empero Bonaparte, que amaba la gloria, se dejó fas­ ces objeto de gratitud hácia mí por parte "de aquellos tría.
cinar por lo que presentaba su sello; érale grata la á quienes los he prestado ; siendo así que aquellos á dad. Por ultimo, se reconoció que el Cristianismo era
Orígenes, que combatió á los sofistas, parece haber
nombradla; y aunque en breve toda reputación llegó quienes he combatido, han mostrado siempre inclina­ un sistema bárbaro, cuya caída debia tener lugar mas
tenido las ventajas de la erudición, del raciocinio v del ó menos pronto en bien de la libertad humana, del
á excitarle envidia, al principio se esforzaba en'apode- ción á mis escritos y aun á mi persona; no son, por estilo, sobre su adversario Celso. El griego de Oríge­
rarse del hombre en quien reconocía alguna fuerza. cierto, mis enemigos" los que me han calumniado, ¿.-e- progreso de las luces, de las dulzuras de la vida y del
nes es muy armonioso, pero está mezclado de hebraís­ refinamiento de las artes. ’3
Por esta razón, aunque el Instituto no incluyó la pre­ rá que en las opiniones que lie apoyado, porque bajo mos y de locuciones extranjeras : habitual achaque de
sente obra en el número de las que aspiraban«! pre­ mas do un concepto son las mias, se encierre cierto Prescindiendo del abismo en que estos principios
escritores que poseen muchos idiomas. nos han hundido, las consecuencias inmediatas de este
mio decenal, recibió la orden de presentar un informe fondo de ingratitud? No, seguramente: toda la falta es­ En tiempo del emperador Juliano la Iglesia se vio ex­ odio al Evangelio fueron un retroceso mas afectado
sobre ella; y aunque yo habia herido mortalmente á tá de mi parte. puesta á una persecución del carácter mas peligroso
Bonaparte, este hablaba todos los dias á Mr. deFónta- Atendidas las diferentes consideraciones de tiempos, que sincero al culto de los dioses de Roma y Grecia á
pues no se empleóla violencia sino el desprecio contra quienes se atribuyeron los prodigios de la antigüedad.
nes de los empleos que se proponía crear para mí, y lugares y personas, debo deducir que si el Genio del los cristianos. Empezóse despojando los altares,- para No causo vergüenza el echar de menos ese culto que
de las cosas extraordinarias que reservaba á mi for­ Cristianismo halla todavía lectores, las causas de esto concluir prohibiendo á los fieles Ja enseñanza y el es—
tuna. no deben buscarse ya en las mismas que le valieron tudio de las letras. Mas, el emperador que conocía la convertía al genero humano en un rebaño de insensa­
Aquel tiempo ha huido; han trascurrido veinte años, su primer triunfo; pues en el mismo grado que las tos, de impúdicos? o de fieras. De aquí debia forzosa­
ventaja délas instituciones cristianas, y quiso imitar­ mente llegarse al desprecio de los escritores del siglo
han brotado nuevas generaciones , y un mundo anti­ circunstancias le fueron favorables en otro tiempo, le las al abolirías, fundó hospitales y monasterios; y á de Luis XIV, que si a tan alta perfección supieron ele­
guo que estaba fuera de Francia, ha vuelto á ella. son contrarias hoy. No obstante , mi obra se reimpri­ semejanza del culto evangélico, procuró unir la moral varse, o debieron a la índole religiosa de sus escritos
Este mundo ha disfrutado de trabajos concluidos me á pesar de la multitud de antiguas ediciones, y a la religión, haciendo pronunciar en los templos una Y si nadie se atrevió a contrarestarles de frente á causa
por esfuerzos ajenos á los suyos , sin conocer los afa­ continuo considerándola como mi primer título al pú­ especie de sermones.
nes que han costado ; ha visto destruido el ridículo de blico aprecio. de la celebridad que les rodeaba, atacóséles de una
Los sofistas. que rodeaban á Juliano se desataron
que Voltaire habia cubierto la religión; ha visto á la manera indirecta, haciendo creer que habian sido se­
contra el Cristianismo, y el mismo Juliano no se dignó
juventud asistir á misa, y á los sacerdotes respetados medir sus fuerzas con los Galileos; lá obra que con­ cretamente incrédulos, ó por lo menos que hubieran
en nombre de su martirio; pero ese mundo antiguo tra ellos escribió no ha llegado hasta nosotros; pero sido varones harto mas eminentes si hubiesen vivido
ha creído que todo esto se habia producido por sí mis­ en nuestros dias. Todos los autores bendecían el des-
ban Cirilo , patriarca de Alejandría, cita algunos frag­
mo, y sin necesidad de ajeno concurso. tino que les habia hecho nacer en el hermoso siglo de
mentos en su refutación, trabajo que poseemos. Cuan­ os .Hderot y losAlembert; siglo en que los documen-
Ni se tardó en sentir cierta especie de desvío hácia
el hombre que habia vuelto á abrir la puerta de los
PRIMERA PARTE. do Juliano se muestra razonador , San Cirilo triunfa de ??(, , . sabiduría humana estaban dispuestos por orden
el; mas cuando el emperador recurre á Ja ironía el
templos, predicando la moderación evangélica; hácia alfabético en la Enciclopedia, Babel de las ciencias v
DOGMA 7 DOCTRINA. patriarca pierde sus ventajas. El estilo de Juliano es de la razón. J
el hombre que habia querido hacer amar el Cristia­ vivo, animado, florido, al paso que San Cirilo se en­
nismo por la hermosura de su culto, por el espíritu de coleriza y se muestra incoherente, oscuro, amanerado. Algunos hombres dotados de gran doctrina y supe­
sus oradores, por la ciencia de sus doctores, y por las
virtudes de sus apóstoles y discípulos. Si era menes­
LIBRO PRIMERO. Desde Juliano hasta Lulero la Iglesia no hubo menes- rior talento intentaron oponerse á este torrente pero
ter de apologistas, puesto que se hallaba en su apogeo su resistencia fue inútil, puesto que su voz se perdió
ter llegar mas allá, confieso en mi conciencia que esto Misterios y Sacramentos. Al estallar el cisma en Oriente, á la par de sus nuevos entre la muchedumbre, y su victoria quedó ignorada
no me fue posible. de un mundo frivolo, que sin embargo gobernaba la
enemigos se dejaron ver sus nuevos defensores. For­ Francia, y al que por esta razón era necesario con­
Por espacio de veinte años mi vida ha sido un com­ zoso es confesarlo: los protestantes alcanzaron al prin­ mover.
bate contra lo que me ha parecido falso en religión, en CAPITULO PRIMERO. A
cipio la superioridad sobre los católicos , á lo menos
filosofía y en política, contra los crímenes ó errores de Así pues la misma fatalidad que habia hecho triun­
en cuanto á las formas literarias, como lo observa far a los sofistas en tiempo de Juliano, se declaró en su
mi siglo," y contra los hombres que abusaban del po­ INTRODUCCION. Montesquieu. El mismo Erasmo se mostró débil con-
der supremo para corromper ó para esclavizar á los favor en nuestro siglo. Los defensores de los cristianos
lra Cutero; y Teodoro de Beza tuvo una ligereza de
pueblos. Nunca he parado mientes en el grado de ele­ Tres çlases de enemigos han combatido sin cesar ríos ° de qUe P°r '° general carecieron sus adversa- cayeron en una falta que ya les habia perdido, pues
vación en que esos hombres se mostraban; y desde el Cristianismo, desde su feliz aparición sobre la tier­ no echaron de ver que ya no se trataba de discutir
Bonaparte que hacia temblar al mundo, pero que nun­ ra: los herejes, los solistas, y esos hombres frívolos en Empero cuando Bossuet descendió á la arena la acerca de este ó de aquel dogma, toda vez que se re­
ca me hizo temblar, hasta los oscuros tiranuelos, cono­ la apariencia que destruyen todo con el arma de la risa. victoria no se mantuvo indecisa mucho tiempo v de chazaban absolutamente sus bases. Hablando de la
cidos tan solo por mi desprecio, me he atrevido á de­ . Numerosos apologistas han contestado victoriosamen­ nuevo fue derrotada la hidra de la herejía. Su Historia misión de Jesucristo, y subiendo de consecuencia en
cir todo al que osaba intentarlo todo. Por donde quiera te á las sutilezas y mentiras; pero han sido menos fe­ tte las variaciones y su Exposición de la Doctrina dez consecuencia, establecían, es cierto, con mucha soli­
he podido, he alargado la mano á la desgracia sin te­ lices contra la sátira. San Ignacio de Antioquia, San las verdades de la fe; pero semejante modo de ar­
teridaT C °S °^raS maestras h116 Pasarán á la pos-
ner nada de común con la prosperidad; que siempre Ireneo, obispo de Lyon, y Tertuliano, en su Tratado gumentar muy á propósito en el siglo xvu, cuando
dispuesto á mitigar los infortunios, no sé lisonjear de las Prescripciones, que Bossuet califica de divino, Es natural que el cisma conduzca á la incredulidad nadie controvertía sobre la esencia délos heéhos era
las pasiones vencedoras. impugnaron á los innovadores, cuyas orgullosas inter­ de todo punto ineficaz en nuestros días. Era indispen­
y que el ateísmo siga á la herejía. Bayle y Espinosa
¿Hubiera sido acertado seguir la senda trazada por pretaciones corrompían la sencillez de la fe. sable tomar el camino contrario, pasando del efecto á
aparecieron después de Calvino, pero hallaron en Clar-
mí, para devolver á la religión su saludable influencia? La calumnia fue rechazada primero por Cuadrato y Leibnitz dos talentos capaces de refutar sus la causa, esto es, no probando que el Cristianismo es
Así lo creo. Examinando el espíritu de nuestras insti­ Aristides, filósofo de Atenas; pero nada conocemos sofismas. Abadía escribió en favor de la religión una excelente porque emana de Dios , sino que emana de
este porque es excelente. 4
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EL GENIO DEL CRISTIANISMO. ‘
0 ■ BIBLIOTECA DE GASPAR Y R01G.
vejez no es tan desgraciada sino porque lo sabe todo; los arcanos de nuestra naturaleza. No se trata ya de
Era además otro error el ocuparse en responder con Nos atrevemos á creer que este medio de considerar
en buen hora para ella, al terminar los misterios de la un inútil arreglo de nombres, sino de la salvación y
formalidad á unos sofistas, hombres á quienes no es el Cristianismo presenta relaciones poco conocidas:
vida, empiezan los de la muerte. prosperidad del género humano. El hombre, que tan
posible convencer, porque siempre están equivocados. sublime por la antigüedad de sus recuerdos, que suben
Si esto sucede respecto de los sentimientos, lo mis­ á fondo conoce todos los dias su ignorancia y su debi­
Olvidábase que nunca buscan de buena fe la verdad, hasta el origen del mundo, inefable en sus misterios,
mo ocurre respecto de las virtudes, siendo las mas an­ lidad, ¿pudiera desechar los misterios de Jesucristo,
Y que solo siguen su sistema en razón de la celebridad adorable en sus Sacramentos, interesante en su histo­
gelicales aquellas que, emanando inmediatamente de que son los de los desvalidos?
que alcanza; prontos á mudar de opinión al dia si- ria , celestial en su moral, rico y encantador en sus La Trinidad, primer misterio de los cristianos, abre
pompas, reclama toda especie de cuadros. ¿Queréis Dios, como la Caridad, se gozan en ocultarse á las mi­
8Upoi’tno haber hecho esta observación, se perdió mu­ radas, como su divino manantial. un campo vastísimo de estudios filosóficos , bien sea
seguirlo en la poesía? El Taso, Milton, Corneille, Ra­ que se le considere en los atributos de Dios, bien se
cine y Voltaire os pintan sus milagros. ¿En las bellas- Pasando á las relaciones del espíritu, vemos que los
cho tiempo y trabajo. No se trataba de reconciliar con placeres intelectuales son también secretos. El secreto busquen los vestigios de este dogma, antiguamente
la Religión á los solistas, sino al mundo extraviado por letras, la elocuencia, la historia y la filosofía? ¡Que
es de naturaleza tan divina, que los primeros hombres difundido en el Oriente. Es un torpe modo de dis­
ellos pues se le seducia diciéndole que el Cristianis- no han hecho, merced á su inspiración, Bossuet, currir el rechazar lo que no puede ser comprendido.
Fenelon, Massillon, Bourdaloue, Bacon, Pascal, Eu- del Asia no hablaban sino por medio de símbolos. ¿A
mo era un culto nacido del seno de la barbarie, absur- qué ciencia nos inclinamos sin cesar? No sino á aquella Partiendo desde las cosas mas sencillas de la vida, se­
do en sus dogmas, ridículo en sus ceremonias, ene­ ler, Newton y Leibnitz! ¿En las artes? ¡Qué de obras
que siempre deja algo por adivinar, y que fija nues­ ria fácil demostrar que lo ignoramos todo; ¡y queremos
migo de las artes y de las letras , de la razón y de la maestras! Si lo examináis en su culto, ¡cuánto no os sondear los designios de la Sabiduría!
dirán sus antiguas catedrales góticas, sus admirables tras ideas en una perspectiva infinita Si nos estraviamos
hermosura; culto que no había hecho sino derramar en el desierto , una especie de instinto nos hace huir La Trinidad fue tal vez conocida por los egipcios,
sangre, aherrojará los hombres, y retrasar la felicidad oraciones y sus soberbias ceremonias! En su clero
de las llanuras, donde todo se descubre de una ojeada, pues la inscripción griega del gran obelisco del Circo
hallareis á todos los hombres que os han transmitido
y las luces del género humano. Debia, por consi­ y nos encaminamos en busca de esos bosques, cuna Mayor, decía:
guiente , probarse todo lo contrario; es decir, que de la lengua y las obras de Roma y Grecia; á todos los
solitarios de la Tebaida ; á todos los asilos para los des­ de laReligion; de esos bosques cuya sombra, rumores El tiran Dios; el Engendrado de Dios, y el
todas las religiones que han existido, la cristiana es la y silencio están llenos de prodigios; de esas soledades Todo—Brillante .(Apolo, el Espíritu).
mas poética, la mas humanitaria, la mas favorable a graciados , á todos los misioneros de la China, del Ca­
donde los cuervos y las abejas suministraban alimento
la libertad, á las artes y las letras; que el mundo mo­ nadá y el Paraguay, sin olvidarlas Ordenes militares,
á los primeros padres de la Iglesia, y donde aquellos Heráclido de Pont y Porfirio reproducen un famoso
derno le es deudor de todo, desde la agricultura hasta origen de la Caballería. Hemos hecho servir á nuestra santos varones gustaban tales delicias, que escla-
causa las costumbres de nuestros antepasados, la pin­ oráculo de Serapis:
las ciencias abstractas: desde los hospicios fundados maban: ¡Baita, Señor, que espiraré de dulzuras,
para los desvalidos, hasta los templos edificados por tura de los antiguos dias, la poesía, y hasta las nove­
sino mitigáis mi alegría! En fin, nadie se detiene al Todo es Dios en el origen; después el Verbo y el
Mi'rnel Angel y decorados por Rafael. Debíase demos­ las y los secretos déla vida. Pedimos sonrisas a la cuna pié de un monumento moderno, cuyo origen es cono­ Espíritu; tres dioses coengendrados á la par, y reu~
trar que nada es mas divino que su moral, que nada y lágrimas al sepulcro; ora habitamos las cimas del cido; pero hállase inopinadamente en una isla desierta niéndose, en uno solo.
es mas amable y pomposo que sus dogmas, su doctri­ Carmelo y del Líbano, con el monge maronita; ora en medio del Océano una estátua de bronce, cuyo
na y su culto;'debia decirse que favorece al genio, velamos á la cabecera del enfermo con la hermana de brazo extendido muestra las regiones donde se pone el
la Caridad; aquí dos esposos americanos nos llaman al Los magos tenian una especie de Trinidad en su
depura el gusto, desarrolla las pasiones virtuosas, im­ sol, y cuya base esta cargada de geroglíficos, y corroí­Meiris, Oromasis y Araminis, ó sean Mitra, Oromaso
prime vigor ai pensamiento , ofrece nobles formas de fondo de sus desiertos; allí fimos gemir á la virgen en da por el mar y el tiempo, y ¡qué manantial de medi­ y Aramino.
estilo al escritor, y acabados modelos al artista; que las soledades de claustro; Homero viene á colocarse taciones para el viajero! Todo es oculto, todo ignorarlo
al lado de Milton , y Virgilio cerca del Taso ; las ruinas Platón habla al parecer de este dogma en muchos
no es vergonzoso creer con Newton y Bossuet, con en el universo. El hombre mismo ¿no.es un extraño lugares de sus obras.
Pascal y Racine; preciso era en íiu apelar á todus los de Meníis y Atenas contrastan con las de los templos misterio? ¿Do qué foco parte la centella que denomi­ No solo se pretende, dice Dacier, que conoció el
prestigios de la imaginación y á todos los intereses cristianos, y los sepulcros de Osian con nuestros ce­ namos existencia, y en qué noche va á extinguirse?
menterios campestres; visitamos en San Dionisio las Verbo, hijo eterno de Dios, sino que también se ase­
del corazón en defensa de esa misma Religión contra El Eterno ha colocado el nacimiento y la muerte bajo gura que conoció el Espíritu Santo; y que por consi­
la cual habían sido armados aquella y este. . cenizas de los reyes; y cuando nuestro asunto nos la forma de dos fantasmas veladas , en las dos extre­ guiente tuvo alguna idea de la Santísima Trinidad,
obligue á hablar del dogma de la existencia de Dios, midades de nuestra carrera: el uno produce el incon­
Aquí ve el lector el plan de nuestra obra. Los demas porque escribe al jóven Dionisio:
nos limitaremos á buscar las pruebas de ella en las cebible momento de nuestra vida, que el otro se apre­
géneros de apologías están agotados, y acaro serian «Debo declarar á Arquedemo lo que es mucho mas
inútiles en estos momentos. ¿Quien leería hoy una maravillas de la naturaleza; en una palabra, nos pro­ sura á devorar. »precioso y divino, y lo que tienes gran deseo de saber,
obra de teología? tan solo algunos hombres piadosos ponemos conmover por todos los medios posibles el No debe pues, sorprendernos, vista la propensión »pues así me lo has expresamente manifestado; porque,
que no necesitan ser convencidos, ó algunos verdade­ corazón del incrédulo, sin atrevernos á creer que po­ del hombre á los misterios, que las religiones de todos »según lo que él me ha dicho, crees que no te he ex-
ros cristianos, ya persuadidos. Pero tal vez se pregun­ seemos esa vara de la Religión que hace brotar mentes los pueblos hayan tenido sus secretos impenetrables. »plicado con bastante claridad lo que opino acerca de
tará : «; No hay algún peligro en considerar la Religión de agua viva del infecundo seno de un peñasco. Los ailivinos estudiaban las palabras prodigiosas de las»la naturaleza del Primer-Principio; debo escribirlo
bajo un punto de vista puramente humano?» ¡Cómo! Cuatro partes, divididas cada una en seis libros, palomas de Dodona ; la India y la Persia, la Etiopia y »por enigmas, para que si mi carta es interrumpida en
, Teme acaso nuestra Religión la luz? Convincente prue­ componen la presente obra. La primera trata de los la Escitia, las Galias y la Escandinavia tenian sus ca­ »tierra ó mar, el que la lea no entienda su contenido.
ba de su celestial origen es que arrostra incólume el dogmas y de la doctrina. , , vernas , sus montañas santas y sus encinas sagradas, »Todas las cosas están alrededor de su rey ; subsisten
exámen mas severo y minucioso de la razón. ¿Se pre­ La segunda y la tercera encierran la parte poética dondeel bracman, elmago, e'1 gimnosofista y el druida »por él, y él solo es la causa de las cosas buenas; se-
tende que nuestros adversarios nos lancen eternamente del Cristianismo, ó sean las relaciones de esta Religión pronunciaban el oráculo inexplicable de los Inmor­ »gundo para las segundas, y tercero para las ter-
la acusación de que ocultamos nuestros dogmas en una con la poesía, la literatura y las artes. tales. »ceras.»
santa noche, por temor de que se patentice su false­ La cuarta contiene el culto , es decir , todo lo que ¡No permita Dios que intentemos comparar estos En el Epinomis y en otras partes establece por prin­
dad? ; Parecerá menos verdadero el Cristianismo cuan­ se refiere á las ceremonias de la Iglesia , y todo lo re­ misterios con los de la religión verdadera, y las inmu­ cipio el primer bien, el Verbo ó el entendimiento,y el
do parezca mas hermoso? Desterremos pusilámines lativo al clero secular y regular. tables profundidades del Señor que puebla'los cielos, alma. El primer bien es Dios;... el Verbo ó el enten­
preocupaciones, que no es justo dejar perecer la Reli­ Por lo demás , hemos acercado con frecuencia los con las instables oscuridades de esos dioses, obra de dimiento, es el hijo de este primer bien, que lo ha
gión por un esceso de Religión. No vivimos ya en los dogmas y la doctrina de los demás cultos á los dogmas la mano de los hombres! Nuestro objeto ha sido úni­ engendrado semejante á él; y el alma, que es el tér­
tiempos en que bastaba decir: Creed, y no examinéis, y la doctrina del culto evangélico; y para satislacer á camente hacer ver que no hay religión sin misterios, mino entre el Padre y el Hijo, es el Espíritu-Santo.
puesto que se examinará por mas que se pretenda toda clase de 1.'dores, hemos tocado tamb en algunas porque ellos y el sacrificio constituyen esencialmente Platón había tomado esta doctrina de la Trinidad de
evitarlo' V nuestro cobarde silencio, no solo aumen­ veces la parte histórica y mística de la Religión. Co­ el culto; el mismo Dios es el gran misterio de la na­ Tiineo de Loores, que la había recibido de la escuela
tará el triunfo de los incrédulos, sino que disminuirá nocido ya por el lector el plan general de la obra, en­ turaleza; la Divinidad estaba cubierta con un velo en itálica. Marsilio Ficino, en una de sus observaciones
tremos en el exámen de los Dogmas y de la Doctrina; Egipto , y la Esfinge se sentaba en el umbral de sus relativas á Platón, prueba, de acuerdo con Jámblico,
el número de los fieles. , ■ y antes de pasar á los Misterios cristianos, empecemos
Tiempo es yade que el mundo sepa a que se reducen templos. Porfirio, Platón y Máximo de Tiro, que los pitagóri­
esas acusaciones de absurdo, grosería y pequenez, por analizar la naturaleza de las cosas misteriosas. cos conocían también la excelencia del Ternario, indi­
diariamente fulminadas contra el Cristianismo; tiempo CAPITULO III. cado por Pitágoras en este símbolo: Honorato inpri-
es va de probar que lejos de amenguar la inteligen­ CAPITULO II. mis habitum, tribunal et Triobolum.
cia se presta maravillosamente á las altas inspira­ de los misterios cristianos. La Trinidad es conocida en las Indias.
ciones del genio , siéndole dado embelesar el alma no De la naturaleza del Misterio. «Lo mas notable y sorprendente que he visto en
menos divinamente que los dioses de Virgilio v Ho­ De la Trinidad. este género, dice el padre Calmette, es un texto saca­
mero. Nuestras razones tendrán á lo menos la ventaja ■ Solo son hermosas, dulces y grandes en la vida las
do del Lamaastambam , uno de sus libros... Empieza
de hallarse al alcance de todos, bastando un mediano cosas misteriosas. Los sentimientos mas maravillosos Descúbrese al primer golpe de vista, en lo relativo diciendo : hl Señor, el bien, el gran Dios, en su boca
buen sentido para juzgarlas. Quizá se desdeña en de­ son aquellos que nos agitan un poco confusamente: el á los Misterios , una gran ventaja de la religión cris­ reside la palabra. (La voz de que se sirven la personi­
masía , en este género de obras, el lenguaje propio de pudor, el amor casto y la amistad virtuosa están llenos tiana sobre las religiones de la antigüedad, cuyos Mis­ fica). Habla luego del Espíritu-Santo en estos térmi­
cada lector; pero si es preciso ser docto con el docto, de misterios. Pudiera decirse que los corazones que terios no tenian relación alguna con el hombre, y solo nos: Ventus seu Spiritus perfectus, y concluye por
lo es también ser poeta con el poeta. Dios no nos pro­ se aman se entienden á medias palabras, y que solo formaban á lo mas un asunto de reflexiones para el fi­ la creación , atribuyéndola á un solo Dios.»
híbe seguir las sendas de flores cuando conducen á El, están entreabiertos.' La inocencia , que es una santa lósofo, ó de cantos para el poeta. Nuestros Misterios, En el Tibet:
que no siempre la descarriada oveja torna al aprisco por ignorancia, ¿no es el mas inefable de los misterios. por el contrario, se dirigen á nosotros, pues contienen
La niñez no es tan feliz sino porque nada sabe ; y la «Hé aquí lo que acerca de la religión del Tibet ha
los ásperos y encumbrados caminos de la montana.
8 BIBLIOTECA DE gaspar y roig. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 9
llegado á mi noticia : aquellos naturales llaman á Dios ciado, la ha engendrado; siendo, por lo tanto, Hijo de tra naturaleza, propensión combatida por una voz que perfección, de que la naturaleza humana ha caido por
Konciosa, y parece tienen alguna, idea de la adorable Dios, y Dios, en virtud de la unidad de su sustancia. nos dice que fuimos formados para.la virtud? ¿Cómo su culpa.
Trinidad, porque ya le llaman Koncikocick, Dios uno; Si el sol dilata uno de sus rayos, su sustancia no se explicarnos la aptitud del hombre para el dolor; cómo Si el hombre ha sido creado , lo ha sido para algún
ya le denominan Kocioksum, Dios trino. Sírvense de separa, sino que se extiende Así pues, el Verbo es esos sudores que fecundan un surco terrible; cómo fin : por consiguiente, habiendo sido creado perfecto,
una especie de rosario, sobre el cual pronuncian estas espíritu de un espíritu, y Dios es Dios, como una luz las lágrimas, las amarguras y los infortunios del justo; el fin á que habia sido llamado no podia dejar de serlo.
palabras : om, ha, hum; y cuando se les pide la ex­ encendida en otra. Por consiguiente, lo que procede cómo los triunfos y prosperidades del perverso; cómo, Pero , ¿la causa final dél hombre no ha sufrido al­
plicación de ellas, responden que om significa inte­ de Dios es Dios, y los dos con su espíritu, no forman repito, pudiera comprenderse todo esto sin una pri­ guna alteración, en virtud de su caida? No, puesto
ligencia ó brazo, es decir, poder; que ha es la pala­ sino uno, que se diferencia en propiedades, no en mera caida? Por haber desconocido esta degeneración, que el hombre no ha vuelto á ser creado; no, puesto
bra, y que hum es el corazón ó el amor; voces que, número; en orden, no en naturaleza; el Hijo ha salido cayeron en extraños errores los filósofos déla antigüe­ que la raza humana ha sido aniquilada, para ser reem­
reunidas, significan Dios.» de su principio sin abandonarlo; ahora bien : este rayo dad , é inventaron el dogma de la reminiscencia. Pa­ plaza por otra.
Los misioneros ingleses en Otaiti han encontrado de Dios ha bajado al seno de una virgen, y se ha re­ ra convencernos de la fatal verdad de donde procede Así pues, aunque el hombre se ha hecho mortal é
algunos vestigios de la Trinidad entre los dogmas reli­ vestido de carne, haciéndose un hombre uñido á Dios. el misterio que nos rescata, no necesitamos mas prue­ imperfecto, merced á su desobediencia, lia subsistido
giosos de los habitantes de esta isla. Esta carne, sostenida por el espíritu, se alimenta, bas que la maldición lanzada contra Eva, maldición no obstante con sus fines inmortales y perfectos. ¿Có­
Además, creemos entrever en la naturaleza misma crece, habla, enseña y obra : ved aquí á Jesucristo. que todos los dios se cumple á nuestra vista. ¡Cuántas mo ¡legará á estos fines, en su actual estado de im­
una prueba física de la Trinidad. Es el architipo del Esta demostración de la Trinidad puede ser com­ cosas no encierra esa dilaceracion de las entrañas, perfección? No le es posible conseguirlo mediante su
universo, ó si se quiere, su divina armazón. ¿No seria prendida por cualquiera inteligencia por mediana que y no obstante, ese placer de la maternidad 1 ¡'Cuán propia energía, por la misma razón que un enfermo
posible que la forma exterior y material participase sea. Es preciso recordar que Tertuliano hablaba á unos misteriosos anuncios del hombre y de su doble desti­ no puede elevarse á la altura de ideas á que un hom­
del arco interior y espiritual que la sostiene, á la ma­ hombres que perseguían á Jesucristo, y que se esfor­ no, predicen á la vez el dolor y la alegría de la mujer bre en plena salud le es dado remontarse. Hay por lo
nera que Platón representaba las cosas corporales como zaban por hallar algún medio de atacar la doctrina y que le da á luz! No es posible desconocer las miras del tanto cierta desproporción entre la fuerza y el peso
la sombra de los pensamientos de Dios? El número hasta las personas de sus defensores. No ampliaremos Altísimo, al hallar los dos grandes fines del hombre en que es forzoso levantar; y en esto se vislumbra ya la
tres parece ser en la naturaleza el término por exce­ estas pruebas, y las abandonamos á los que han estu­ los dolores de su madre, y es preciso reconocer á un necesidad de una ayuda ó redención.
lencia. El tres no-es engendrado, y engendra todas diado la secta itálica y la alta teología cristiana. Dios, hasta en su maldición. «Este raciocinio, se replicará, seria exacto respecto
las demás fracciones, lo que inducía á Pitágoras á Por lo que respecta á las imágenes que someten á Además, vemos diariamente al hijo castigado por del primer hombre, pero nosotros somos capaces de
denominarle el número sin madre. la debilidad de nuestros sentidos el mayor de los mis­ el padre, y el rechazo del crimen de un antepasado nuestros fines. ¡ Cuánta injusticia y cuánto absurdo
Puede descubrirse alguna tradición oscura de la terios , nos cuesta trabajo adivinar lo que el formida­ protervo herir á un descendiente virtuoso, lo cual sería darse á creer que todos somos castigados por la
Trinidad, hasta en las fábulas del politeísmo. ble triángulo de fuego impreso en la nube, pueda prueba satisfactoriamente la doctrina del pecado ori­ falta de nuestro primer padre!»
_ Las Gracias la habían tomado por su término; exis­ tener de ridículo en poesía. El Padre bajo la figura de ginal. Empero, como un Dios de bondad é indulgen­ Sin decidir aquí si Dios tuvo ó no razón para ha­
tia en el Tártaro, para la vida y la muerte del hombre, un anciano, magestuoso antepasado dé los tiempos, ó cia sabia que perecemos con esta caida, ha venido á cernos solidarios, todo lo que sabemos y todo lo que
y para la venganza celestial; por último, tres dioses representado como una efusión de luz, ¿será una pin­ salvarnos. No preguntemos á nuestro entendimiento nos basta saber es que existe esta ley, pues vemos
hermanos componían, reuniéndose, el poder entero tura tan inferior á las.de la mitología? ¿No es cosa que sino á nuestro corazón , pues , somos débiles y culpa­ que en todas partes el hijo inocente sufre el castigo
del universo. maravilla el ver al Espíritu-Santo, al espíritu sublime bles, cómo un Dios puede morir. Si este perfecto debido al padre culpable: ley tan estrechamente en­
Los filósofos dividían el hombre moral en tres par­ de Jebová, conducido por el emblema de la dulzura, del modelo del buen hijo; si este ejemplo de fiel, amistad; lazada con el principio de las cosas , que se repite has­
tes; y los padres de la Iglesia creyeron hallar la imá- amor y de la inocencia? ¿Siente Dios la necesidad de si ese retiro al monte de las Olivas, ese cáliz amargo, ta en el orden físico del universo. Cuando nace un
gen de la Trinidad espiritual en el alma del hombre. sembrar su palabra? El Espíritu no es ya esa paloma ese sudor de sangre, esa mansedumbre de alma , esa niño contaminado de males, á consecuencia de la vida
«Si imponemos silencio á nuestros sentidos, dice que cubría á los hombres baje sus alas de paz, sino cruz , ese velo rasgado, ese peñasco hendido y esas licenciosa de- su padre, ¿por qué no nos quejamos de
Bossuet, y nos encerramos durante algún tiempo en un Verbo visible, una lengua de fuego que habla todos tinieblas de la naturaleza; si, por último, ese Dios la naturaleza, pues en último término, qué ha hecho
el fondo de nuestra alma, es decir, en esa parte donde los idiomas de la tierra, y cuya elocuencia levanta ó que espira por los hombres, no puede conmover nues­ ese inocente para que sobre él recaiga el castigo de
la verdad se hace oir, veremos en ella alguna imagen derriba los imperios. tro corazón ni inflamar nuestros deseos, es de temer ajenos vicios ? Ahora bien : las enfermedades del alma
de la Trinidad que adoramos. El pensamiento, que Para pintar al divino Hijo, nos bastará trasladar que nunca se hallen en nuestras obras, como en las se perpetúan como las de! cuerpo, y el hombre se ha­
sentimos nacer como el gérmen de nuestro espíritu, del poeta , «brillantes milagros,» speciosa miracula. lla castigado en su última posteridad, de,1a falta en
aquí las palabras del que lo contempló en la plenitud
y como el hijo de nuestra inteligencia, n-os ofrece «Las imágenes no son razones, se me objetará tal que le hizo incurrir la primera levadura del pecado.
de su gloria : «Estaba sentado en un trono, dice el
alguna idea del Hijo de Dios concebido eternamente vez; este es un siglo de luces, que nada admite sin Probada así la caida por la tradición universal y por
»Apóstol; su rostro brillaba como el sol en toda su
en la inteligencia del Padre celestial. Hé aquí por qué »fuerza; sus piés se asemejaban al metal fundido en pruebas.» la trasmisión ó la generación del mal moral y físico ; y
Que nos hallamos en un siglo de luces, cosa es de por otra parte, habiendo quedado los fines del hombre
este hijo de Dios toma el nombre de Verbo, para que »la fragua, y sus ojos eran dos ascuas. De su boca
entendamos que nace en el seno del Padre, no como que algunos han dudado; pero no nos causará sorpresa tan perfectos como antes de su desobediencia, aunque
»salia una espada de dos filos; en la mano derecha
nacen los cuerpos, sino como nace en nuestra alma el que se nos dirija la citada objeción. Siempre que se él haya sufrido una degeneración, debemos inferir
»tenia siete estrellas, en la izquierda un libro sellado
esa palabra interior que en ella oimos, cuando con­ ha tratado de argumentar contra el Cristianismo, han que una redención ó un medio cualquiera de hacer al
»con siete sellos, y delante de sus labios corría un rio
templamos la verdad. respondido los Orígenes , los Clarke y los Bossuet; y hombre capaz de sus fines, es una consecuencia na­
»de luz. Los siete espíritus de Dios resplandecían en
»Empero la fecundidad de nuestro espíritu no ter­ cuando estos temibles adversarios han cerrado el ca­ tural del estado en que ha caido la naturaleza hu­
»su presencia como siete lámparas, y de su escabel
mina en esa palabra interior, en ese pensamiento in­ mino á toda impugnación ulterior, se ha procurado mana.
»salían voces, relámpagos y rayos.» (Apoc., cap. I
desvirtuar sus razones, echando en cara al Cristianis­ Una vez admitida la necesidad de una redención,
telectual, en esa imágen de la verdad que se forma en y iv). mo esas mismas disputas matafíSicas en que se qui­ busquemos el órden en que podremos encontrarla.
nosotros. Amamos esa palabra interior y el espíritu
en que nace; y al amarla sentimos dentro de nosotros siera envolvernos. Decíase, como Arrio, Celso y Por­ Este órden puede tomarse en el hombre, ó en una con­
cierta cosa que no nos es menos preciosa que nuestro CAPITULO IV. firio, que nuestra Religión es un tejido de sutilezas que dición superior á él.
nada ofrecen á la imaginación ni ál corazón, y que no En el hombre. Para suponer una redención, nece­
espíritu y nuestro pensamiento; que es el fruto del De la Redención.
uno y del otro, que los une, que se une á ellos y forma tienen otros sectarios que unos locos é imbéciles. Mas, sitase que el precio esté a lo menos en razón directa
con ellos una misma vida. ¿se presenta alguno que, respondiendo á estas acusa­ déla cosa que se ha de rescatar. Y, ¿cómo suponer que
Bien así como la Trinidad encierra los secretos del
ciones, se propone demostrar que el culto evangélico el hombre, imperfecto y mortal, pudiera ofrecerse á sí
»Así, pues, en cuanto es posible hallar relaciones orden metafísico, la Redención contiene las maravi­
es el del poeta, el del alma tierna? pues bien : enton­ mismo para reconquistar un fin perfecto é inmortal?
entre Dios y el hombre, se produce en Dios el amor llas del hombre, y la historia de sus fines y de su ces se replica : «¿Qué prueba todo eso, sino que sa­ ¿Cómo el hombre, partícipe de la primera culpa, hu­
eterno, que sale del Padre que piensa, y del Hijo, que corazón. ¡ Con cuánto asombro veríamos, si nos detu­ béis pintar un cuadro mas órnenos perfecto?» En una biera podido bastar, asi para la parte de pecado que
es su pensamiento, para formar con él y su pensa­ viésemos un poco en tan altas meditaciones, estos
palabra: si tratamos de pintar y conmover se nos pi­ le corresponde, como para la que corresponde al res­
miento una misma naturaleza, igualmente feliz y per­ dos misterios que ocultan en sus sombras las prime­
den axiomas y corolarios, y si procuramos, razonar, to del género humano? Semejante abnegación ¿ no exi­
fecta. » ras intenciones de Dios y el sistema del universo 1 La
se nos reclamen sentimientos é imágenes. Difícil es, gía un amor y una virtud superiores á la naturaleza.
Hé aquí un hermoso comentario á propósito de una Trinidad confunde nuestra pequenez, abisma nuestros por cierto, entenderse con unos enemigos tan frívo­ Parece que el cielo quiso dejar trascurrir cuatro mil
sola palabra del Génesis : Hagamos al hombre. sentidos con su gloria, y retrocedemos anonadados á los, y que nunca se hallan en el lugar á donde nos lla­ años desde la caida hasta la rehabilitación, á fin de
Tertuliano se expresa en estos términos en su Apo­ su presencia. Pero la tierna Redención, al arrasar en
logética, acerca del gran misterio de nuestra religión: man. Aventuraremos algunas palabras acerca de la dar-á los hombres tiempo bastante para juzgar por sí
lágrimas nuestros ojos, les evita que se deslumbren
«Dios ha creado el mundo mediante su palabra, su Redención, para demostrar que la teoría del Cristia­ mismos cuán insuficientes eran sus degeneradas vir­
demasiado, permitiéndonos á lo menos lijarlas un
razón y su poder. Vuestros mismos filósofos convie­ nismo no están absurda cual se finge creerlo. tudes para tamaño sacrificio.
momento sobre la Cruz. Una tradición universal nos enseña que el hombre Réstanos, pues, ya solamente la segunda-suposi­
nen en que logos, el Verbo y la razón, es el creador Vemos desde luego salir de este misterio la doctrina
del universo. Los cristianos añaden únicamente que ha sido creado en un estado mas.perfeetoqueel actual, ción; esto es, que la Redención debía proceder de una
del pecado original, que nos da la explicación del hom­
la propia sustancia del verbo y de la razón, esa sus­ y que ha tenido una caida. Esta tradición se robuste­ condición superior al hombre. Veamos si podia ser
bre. Sin la admisión de esta verdad, conocida por ce con la opinión unánime de los filósofos de todos
tancia por cuyo medio Dios ha producido todo, es obra de algunos seres intermedios entre Dios y él.
la tradición de todos los pueblos , nos rodea una no­ tiempos y países, que nunca han podido esplicarse el
espíritu; que esa palabra 6 el verbo ha debido ser Millón concibió una idea feliz al suponer que des­
che impenetrable¡ ¿Cómo nos daríamos cueijta, sin hombre moral, sin suponer un primitivo estado de
pronunciada por Dios, y que habiéndola Dios pronu.,1- pués del pecado, el Eterno preguntó al consternado
la mancha primitiva, de la viciosa propensión de núes-
EL GENIO DEL CRISTIANISMO. ?í*
JO BIBLIOTECA DE GASPAR r ROIG.
todas partes de la gracia; el rio sale de la fuente; el impaciente todos los golpes de la campana bautismal.
cielo si habia alguna potestad que quisiera sacrificarse sino en el corazón; no enseña á disputar, sino á vivir león es primero alimentado con una leche semejante á Todos rodean el lecho materno, y todos los ojos vier­
por la salvación del hombre. Las gerarquías celestiales bien. Sin embargo, no carece de secretos. Lo que la que chupa el cordero; y entre los hombres, el Om­ ten lágrimas de ternura y religión; el nuevo nombre
enmudecieron , y entre tantos Serafines, Tronos, Ar­ hay de verdaderamente inefable en la Escritura es esa nipotente ha prometido la gloria del cielo á los que del niño, antiguo nombre de su abuelo, repítese de
dores, Dominaciones, Angeles y Arcángeles, ninguno mezcla continua de los mas profundos misterios, y de practican las mas humildes virtudes. . labio en labio; y mezclando todos los recuerdos pasa­
halló en sí bastante fuerza para presentarse cual vícti­ la mas extremada sencillez; caracteres de que proce­ Les que no descubrieron en la casta Reina de los dos con las presentes alegrías, se cree reconocer al
ma propiciatoria. Esta concepción del poeta es rigu­ den lo tierno y lo sublime. Ño debemos, pues , admi­ ángeles sino unos misterios de oscuridad, dignos son anciano en el recien nacido, que hace revivir su me­
rosamente verdadera en teología. En efecto, ¿dónde rarnos de que la obra de Jesucristo hable tan elocuen­ de lástima. Parécenos que pudiera decirse algo bas­ moria. Tales son los cuadros que presenta el sacra­
hubieran hallado los ángeles, en prò del hombre, el temente ; y tales son también las verdades de nuestra tante tierno acerca de esta mujer mortal, que llegó mento del Bautismo; pero la Religión siempre moral,
inmenso amor que supone el misterio de la Cruz? Di­ Religión, no obstante su escaso aparato científico, que á ser la madre inmortal de un Dios redentor; acerca siempre grave, aun cuando es mas risueña, nos mues­
remos además que la mas sublime de las potestades admitido un solo punto es forzoso aceptar todos los de esa María, á la vez virgen y madre, los dos estados tra al hijo de los reyes vestido de púrpura,_ renunciando
creadas no hubiera tenido ni aun la fuerza necesaria restantes. Hay mas: si intentamos eludir los racioci­ mas divinos de la mujer; acerca de esa hija candorosa á las grandezas de”Satanás en la misma piscina en que
para consumarlo. Ninguna sustancia angélica podía, á nios negando el principio, como por ejemplo, el pe­ del antiguo Jacob, que acude al amparo de las mise­ el hijo del pobre, cubierto de harapos, acaba de abju­
causa de la debilidad de su esencia, arrostrar unos cado original, arrastrados en breve de consecuencia rias humanas, y sacrifica á un hijo, para salvar la rar unas pompas á cuya participación no será llamado.
dolores, que según dice Massilion, unieron sóbrela en consecuencia, nos veremos precisados á ir á per­ raza de sus padres. Esta tierna mediadora entre el Hallamos en San Ambrosio una descripción curiosa
cabeza de Jesucristo todas las agonías físicas que po­ dernos en el ateísmo; desde el momento en que se Eterno y nosotros, abre con la dulce virtud de su sexo del modo con que se administraba el sacramento dpi
día suponer el castigo de todos los pecados cometidos reconoce á Dios, la religión cristiana llega inevitable­ un cerazon lleno de bondad á nuestras tristes confi­ Bautismo en los primeros siglos de la Iglesia. El dia
desde el nacimiento de las razas, y todas las penas mente con todos sus dogmas, como lo han observado dencias, y desarma á un Dios en su enojo; ¡dogma elegido para esta ceremonia era el Sábado Santo, y se
morales todos los remordimientos que habían debido Clarke y Pascal. Hé aquí, á nuestro parecer, una de de consuelo que mitiga el terror que un Dios inspira, daba principio á ella tocando las ventanas de las na­
sentir los pecadores al incurrir en la culpa. Si el mis­ las pruebas mas poderosas en favor del Cristianismo. é interpone la hermosura entre nuestranada y la ma- rices y las orejas del catecúmeno, diciendo ephpheta,
mo Hijo del Hombre halló amargo el cáliz, ¿cómo lo Por lo demás, no debe sorprendernos que el que gestad divina! abrios; luego se le hacia entrar en el Santo de los San­
hubiera acercado un ángel á sus labios? No hubiese rige sin confundirlos, esos millones de globos que Los cánticos de la Iglesia nos pintan á la bienaven­ tos, y en presencia del diácono, del presbítero y del ' N
podido apurar las freces, y el sacrificio no hubiera si­ ruedan sobre nuestras cabezas, haya derramado tanta turada María sentada en un trono de candor, mas puro obispo , renunciaba á las obras del demonio. Volvíase
do consumado. armonía en los principios de un culto establecido por que la nieve; brilla sobre ese trono como una rosa hácia el Occidente, imágen de las tinieblas , para ab­
No podíamos, por lo tanto, tener por Redentor sino Él; no debe sorprendernos que haga girar los encan­ misteriosa, 6 como la estrella de la mañana, pre­ jurar al mundo, y hácia el Oriente, símbolo de la luz,
á una de las tres Personas existentes en toda la eter­ tos y grandezas de sus Misterios en el círculo de una cursora del sol de la gracia; los ángeles mas hermo­ para sellar su alianza con Jesucristo. Entonces el obis­
nidad ; y de estas tres divinas Personas, vemos que lógica incontrarestable, así como dirige la revolución de sos la sirven, en tanto que las harpas y las voces ce­ po bendecía el baño , cuyas aguas, en sentir de San
el Hijo,' por su misma naturaleza , debía ser el único los astros, para traer las flores ó las tempestades de lestiales forman en su derredor suavísimos conciertos; Ambrosio, indican los misterios de la Escritura: la
que nos redimiese. Amor que enlaza las diversas par­ las estaciones. Apenas se concibe el desenfreno del si­ en esta hija de los hombres se encuentran el refugio Creación , el Diluvio, el paso del mar Rojo, la Nube,
tes del universo; Medio, que reúne los extremos; glo contra el Cristianismo. Si es verdad que la Religión de los pecadores y el consuelo de los afligidos; ignora . las Aguas do Mara, Naaman y el paralítico do la Piscina.
Principio vivificador de la naturaleza, él era el único es necesaria á los hombres, como lo han creido todos las santas iras del Señor, que toda es bondad, toda Hecha sobre las aguas la señal de la cruz , sumergíase
que podia reconciliar á Dios con el hombre. Presentó los filósofos, ¿con qué culto se pretende reemplazar compasión, toda indulgencia. en ellas tres veces al catecúmeno en honor de la Tri­
se este nuevo Adam, hombre según la carne por Ma­ el de nuestros padres? Durante mucho tiempo recor­ María es la divinidad de la inocencia, de la debili- nidad, ensenándole que en el Bautismo dan testimonio
ría , hombre según la moral por su Evangelio, hombre daremos aquellos dias en que unos hombres sangui­ dady del infortunio. Lamultitud de sus adoradores en tres cosas: el agua, la sangre y el espíritu.
según Dios por su esencia. Nació de una virgen para narios intentaron erigir altares á las virtudes sobre nuestros.templos se compone de pobres marineros, á Al salir del Santo de los Santos, el obispo ungía la
no participar de la falta original, y para ser una vícti­ las ruinas del Cristianismo; hombres que con una quienes ha salvado del naufragio , de antiguos inváli­ cabeza al hombre renovado para imponerle el sello
ma sin mancha; y nació en un establo, en el último mano levantaban cadalsos, y con la otra garantizaban dos , á quienes lia librado de la muerte bajo el hierro de la raza elegida y de la nación sacerdotal del Señor.
escalón de las categorías humanas, porque hemos en el frontispicio de nuestros templos la eternidad á de los enemigos de la Francia, y de mujeres jóvenes Luego se le lavaban los piés , y se le vestía un traje
caido en el orgullo ; aquí empiéza la profundidad del Dios, y la muerte al hombre; y los mismos templos cuyos dolores ha calmado. Estas presentan sus hijos blanco, símbolo déla inocencia; despucs de lo cúalre­
misterio : aquí el hombre se confunde y el velo des­ donde en otro tiempo se veía á ese Dios conocido del ante su imágen; y el corazón del tierno infante, inca­ cibía en el sacramento de la Confirmación el espíritu
ciende. universo, y esas imágenes de la Virgen que consola­ paz de comprender aun al Dios del cielo, comprende de divino temor, de sabiduría é inteligencia, de con­
Así es que el objeto á que podíamos llegar antes de ban á tantos infelices, estaban consagrados á la Ver­ ya á la divina madre que lleva un niño en brazos. sejo y fuerza, de doctrina y piedad. El obispó pro­
la inobediencia, vuelve á sernos nuevamente propues­ dad, á quien ningún hombre conoce, y á la Razón, nunciaba en alta voz las palabras del Apóstol: Dios
to; mas el camino que ó él nos conduce no es ya el que jamás ha enjugado una lágrima. el Padre te ha marcado con su sello; Jesucristo
CAPITULO VI. Nuestro Señor te ha confirmado, y ha dado á tu
mismo. Adam inocente hubiérale alcanzado por” ca­
minos encantados ; pero Adam pecador no puede con­ LOS SACRAMENTOS.
corazón las arras del Espíritu-Santo.
seguirlo sino á través ile precipicios, l a naturaleza ha CAPITULO V. El nuevo cristiano marchaba entonces al altar, para
cambiado desde la falta de nuestro primer padre, y el El Bautismo y la Confesión.
recibir el pan de los ángeles, diciendo: Entraré en el
De la Encarnación. altar del Señor , del Dios que alegra mi juventud.
objeto de la Redención no ha sido hacer una creación
nueva, sino hallar una salvación final parala primera. La Encarnación nos presenta al soberano de los Si los Misterios anonadan el espíritu por su gran­ En presencia del altar, cubierto de vasos de oro, an­
Todo , pues, quedó degenerado con el hombre ; y este cielos en un establo; al que lanza el rayo, rodeado deza , esperiméntase otra especie de asombro, pero torchas , flores y telas de seda , el neófito exclamaba
rey del universo, que habiendo nacido inmortal, de­ de pañales de lino; al que no puede ser contenido en acaso no menos profundo, al contemplar los Sacra­ con el Profeta: Habéis preparado una mesa delante
bía elevarse, sin cambiar de existencia, á la bienaven­ el universo, encerrado en el seno de una mujer. La mentos de la Iglesia, instituciones que abrazan por de mi; el Señor me sustenta, y nada me faltará,
turanza de las potestades celestiales, no puede ahora antigüedad hubiera sabido sacar gran partido de esta entero al hombre civil y moral. pues me ha colocado en un lugar abundante en ali­
gozar de la presencia de Dios sin pasar por los desier­ maravilla. ¡ Qué cuadros nos hubieran dejado Homero El Bautismo, primer sacramento que la Religión mento. La ceremonia terminaba con la celebración
tos del sepulcro, como dice San Juan Crisòstomo. Su y Virgilio del nacimiento de un Dios en un pesebre; confiere al hombre, le reviste de Jesucristo, según la del sacrificio de la misa. Muy augusta debía ser la
alma ha sido salva de la destrucción final, mediante de unos pastores que acuden presurosos á rodear su palabra del Apóstol. Este sacramento nos recuerda la fiesta en que los Ambrosios daban al pobre inocente
la Redención; empero su cuerpo, que ála natural fra­ cuna; de unos magos guiados por una estrella; de corrupción en que hemos nacido , las entrañas rasga­ el puesto que negaban al emperador culpable.
gilidad de la materia reúne la debilidad accidental unos ángeles que bajan al desierto; de una Virgen das por el dolor que nos encerraron, y las tribulaciones Si en este primer acto de la vida cristiana no se
del pecado, sufrió en todo su rigor la primitiva sen­ madre que adora á su recien nacido, y de toda esta que en este mundo nos esperan; nos dice que nues­ advierte una mezcla divina de teología y de moral, de
tencia : cae, se funde y se disuelve. Dios, después de mezcla de inocencia, de encantos y de grandeza! tras faltas recaerán sobre nuestros hijos, y que todos misterios y sencillez, nunca habrá cosa divina en Re­
lacaida de nuestros primeros padres, cediendo á los Prescindiendo de lo que nuestros Misterios tienen somos solidarios: enseñanza terrible que, bien medi­ ligión.
ruegos de su Hijo, y no queriendo destruir á todo el de directo y sagrado , pueden hallarse bajo sus velos tada , bastaría por sí sola para hacer reinar la virtud Pero considerado en mas alta esfera y como figura
hombre, inventó la muerte como una semi-nada, pa­ las verdades mas embelesadoras de la naturaleza. Es­ entre los hombres. del misterio de nuestra Redención , el Bautismo es
ra que el pecador sintiese el horror de la nada por en­ tos secretos del cielo, sin hablar de su parte rústica, Ved al neófito en medio de las aguas del Jórdan: un baño que restituye al alma su primer vigor. No
tero á que hubiera sido condenado sin los prodigios del son tal vez el tipo de las leyes morales y físicas del el solitario del vecino peñasco derrama sobre su ca­ es posible recordar sin emoción la hermosura de los
amor celestial. mundo, lo cual seria muy digno de la gloria de Dios, beza el agua lustral; el rio de los patriarcas, los ca­ antiguos dias, cuando los bosques no tenian bastante
Nos atrevemos á creer que si hay algo claro en y entonces se entrevería el por qué ha querido mani­ mellos de sus orillas, el templo de Jerusalém y los silencio ni las grutas bastante profundidad para los
metafísica, es la ilación de este raciocinio. Aquí no se festarse en estos Misterios, con preferencia á cualquier cedros del Líbano, muéstranse atentos ó por mejor fieles que iban á meditar en ellos los Misterios. Aque­
da tortura á las palabras, ni aquí hay divisiones y sub­ otro que hubiera podido escoger. Jesucristo, por ejem­ decir, miran al joven en las sagradas fuentes. La re­ llos primitivos cristianos, testigos de la renovación
divisiones, ni términos oscuros ó bárbaros. El Cristia­ plo , ó el mundo moral, naciendo en el seno de una gocijada familia que le rodea, renuncia por él al pe­ del mundo, se ocupaban de pensamientos muy dife­
nismo no se compone de estas cosas, como quisieran virgen, nos enseñaría el prodigio de la creación físi­ cado , y le da el nombre de su abuelo, que se inmor­ rentes délos que boy nos encorvan hácia la tierra,
hacérnoslo creer los sarcasmos de la impiedad. El ca , y nos mostraría el universo formándose en el seno taliza en ese renacimiento perpetuo que el amor pues somos cristianos envejecidos en el siglo, que no
Evangelio ha sido predicado al pobre de espíritu y ha del amor celestial. Las parábolas y las figuras de este produce de raza en raza. Ya el padre se apresura á en la fe. En aquel tiempo la sabiduría se albergaba en
sido entendido por él ; es el libro mas claro de cuantos misterio se habrían grabado luego en cada uno de los tomar á su hijo para llevarlo á una esposa que cuenta los peñascos, en las cuevas de los leones, y los reyes
se conocen; su doctrina no halla su asilo en la cabeza objetos que nos rodean. En efecto, la fuerza nace en
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GASPAR Y R01G.
iban á consultar al solitario de la montaña. ¡Dias harto EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 13
que se puede concebir la idea del pecado; pues es
rápidos! Ya no hay un San Juan en el desierto; y el cierto que á los siete años el nino tiene las nociones naturaleza y los hombres se nos muestran desapia­ la Cristiandad sale de su dolor: las campanas se reani­
venturoso catecúmeno no sentirá ya correr sobre su del bien y del mal. Todos los hombres, sin escluir á dados , es muy tierno hallar un Dios pronto á perdo­ man, los santos se descubren, y el grito de la alegría,
cabeza las aguas del Jordán, que arrastraban al mar los filósofos, sean cuales fueren por otra parte sus narnos; que sola la religión cristiana pudo hacer her­ el antiguo aleluya de Abraham y de Jacob, hace re­
todas sus manchas. opiniones, han, mirado el sacramenfo de la Penitencia manos el arrepentimiento y la inocencia. sonar la bóveda de los templos. Las tiernas doncellas
Al Bautismo sigue la Confesión ; y la Iglesia, con como una de las barreras mas fuertes que pueden opo­ vestidas de lino, y los mancebos coronados con guir­
esa prudencia que solo ella posee, lia fijado la época nerse al vicio, y como la obra maestra de la sabiduría. CAPITULO VIL naldas de hojas, se adelantaii por un camino sembrado
de la administración de este sacramento en la edad en «¡Cuántas restituciones y reparaciones, dice Rousseau, con las primeras flores del año, y se dirigen al san­
De la Comunión. tuario repitiendo los nuevos cánticos; sus padres les
siguen, y en breve desciende Jesucristo al altar para
A los doce años y en la primavera, el adolescente sé ofrecerse á aquellas almas delicadas. El pan de los án­
une á su Criador. Después de haber llorado la muerte geles es depositado en la lengua veraz , no manchada
del Redentor del mundo con el monte Sion , y des­ aun por mentira alguna, mientras el sacerdote bebe
pués de recordar las tinieblas que cubrieron la tierra, en el vino puro la sangre meritoria del Cordero.

El. BAUTISMO.

En esta solemnidad, Dios recuerda un sacrificio de tica en que la razón se ve precisada ¡i someterse á un
sangre bajo las especies mas pacíficas, pues á las in­ absurdo sin provecho alguno para las costumbres?
conmensurables alturas de estos misterios se mezclan Permítasenos responder desde luego en general por
los recuerdos de las mas halagüeñas escenas. La na­
todos los ritos cristianos, que encierran la mas alta
turaleza resucita con su Criador, y el ángel de la pri­ moralidad, por el mero hecho de haber sido practi­
LA SANTÍSIMA TRINIDAD.
mavera parece le abre las puertas'de la tumba á imi­ cados por nuestros padres; por el mero hecho de
tación de aquel espíritu de luz que levantó la piedra
haber sido cristianas nuestras madres; y por último
del glorioso sepulcro. La edad de los tiernos comul­
porque la Religión ha cantado en deredor délas sepul­
gantes y la del nacimiento del año confunden su ju­
no produce la Confesión entre los católicos!» En sen­ Sin esta institución saludable, el culpable caerla en turas de nuestros mayores , y deseado paz á sus ce­
ventud, sus armonías y su inocencia. El pan y el vino nizas.
tir de Yoltaire,. «la Confesión es una cosa muy útil, y la desesperación. ¿En qué seno descargaría el peso de anuncian los dones de los campos, próximos á su ma­
»un freno al crimen, inventado en Ja mas remota an- Empero, aun suponiendo que la Comunión fuese
su corazón? ¿Acaso en el de un amigo? Mas, ¿quién durez, y reproducen los agradables cuadros de la agri­
»tiguedad. Ei pueblo se confesaba en la celebración ¡ puede contar con la amistad de los hombres? ¿Bus- cultura; por ultimo, Dios baja á las almas de esos ni- una ceremonia pueril, es por lo menos mucha ceguedád
»de.todos los antiguos misterios , y nosotros liemos ¡ caria los desiertos como confidentes? I.os desiertos re- nos para fecundarlas, bien así como baja en aquella no ver que una solemnidad que debe ser precedida de
»imitado y santificado esta sabia costumbre muy una confesión general, que no puede tener lugar sino

15 »oportuna para inducir al perdón á los corazones ul-


»ceradospor el odio.»
,
!
1
suenan siempre amenazadores para ei crimen con el
eco de aquellas trompetas que el parricida Nerón creia
oír en derredor de la tumba de su madre. Cuando la
estación al seno deja tierra, para hacerla producir sus !
dones y riquezas. 1
¿Y qué significa, se preguntará, esa Comunión mis- '
después de una larga serie de acciones virtuosas es
muy provechosa á las buenas costumbres. Lo es basta
tal punto, que si un hombre se acercase dignamente

is
14 BIBLIOTECA DE GASPAR v R01G.
EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 18
una sola vez al mes al sacramento de la Eucaristía, este fue su Hijo, que se dió al hombre en la Eucaristía, do con tierna solicitud en el estado natural, no le te, en que los fieles se reunían para orar sobre las ce­
sería necesariamente el mas virtuoso de cuantos pue­ haciéndose, digámoslo así, el camino sublime por cu­ abandonará en el social. Admirad aquí la profundidad nizas de los mártires. Aquellos cristianos habian reci­
blan la tierra. Haced extensivo este argumento de lo yo medio nos reunimos de nuevo al Creador de nuestra de los designios del Legislador de los cristianos. No ha bido del cielo un sacerdocio que nosotros hemos
individual á lo colectivo, esto es, del hombre al pueblo, alma. establecido sino dos sacramentos sociales, si podemos perdido. Mas que una asamblea popular, formaban una
y vereis que la Comunión es una legislación entera.. Empero si el Hijo permaneció en su esencia primiti­ decirlo así, porque en efecto, solo hay dos estados en comunidad de levitas y de religiosas : el Bautismo ha­
«Hé aquí unos hombres, dice. Voltaire (cuya opi­ va, es evidente que la misma separación hubiese exis­ la vida : el celibato y el matrimonio. Así, pues, sin bía hecho de todos unos sacerdotes y confesores de
nión no será sospechosa), que reciben en sí á Dios, tido en la tierra entre Dios y el hombre, toda vez que detenerse en las distinciones civfles, inventadas por Jesucristo.
. en medio de una ceremonia augusta, al resplandor de no puede haber unión entre la pureza y la mancha, nuestra mezquina razón, Jesucristo divídela sociedad San Justino el Filósofo, en su primera Apología, hace
cien cirios, después de oir una música que ha embe­ entre una realidad eterna y el sueño de nuestra vida. en dos clases, á las que da, no leyes políticas sino mo­ una admirabje descripción de la vida de los fieles de
lesado sus sentidos, y al pié de un altar donde resplan­ Pero el Yerbóse dignó hacerse semejante á nosotros, rales, y en esto se halla de acuerdo con toda la anti­ aquel tiempo. «Se nos acusa, dice, de perturbadores
dece el oro. La imaginación se siente avasallada y el al descender al seno de una mujer. Por una parte se güedad. Los. antiguos sabios de Oriente, que han de­ de la tranquilidad del Estado, y no obstante, uno de
alma enternecida; respirase con dificultad; el corazón enlaza con su Padre en virtud de su espiritualidad, y jado tan colosal nombradla, no reunían á los hombres los principales dogmas de nuestra fe es que nada está
se siente desprendido de los bienes terrenos, y se une or la otra se une con la carne, en razón de su forma tomándolos al azar, para meditar impracticables cons­ oculto á los ojos de Dios, y que nos juzgará severa­
con Dios, que está en nuestra carne y en nuestra san­ umana; de esta manera se constituye el lazo busca­ tituciones, sino que eran unos verdaderos solitarios mente un dia por nuestras buenas ó malas acciones:
gre. ¿Quién se atreverá á cometer é podrá cometerla, do entre el hijo culpable y el padre misericordioso. que habían viajado mucho tiempo, y cantaban á los pero, ¡oh"poderosoemperador! las mismas penas que
una sola falta, ni concebir tan solo el propósito de ar­ Ocultándose bajo la especie de pan, se hace un objeto dioses sobre la lira. Cargados con las riquezas adqui­ lias decretado contra nosotros, nos radican en nuestro
rojarse á ella? Era imposible ciertamente imaginar un sensible para los ojos del cuerpo, mientras permanece ridas en extrañas naciones, y aun mas ricos con los culto, pues todas esas persecuciones nos han sido pre­
misterio que impeliese con mas eficacia los hombres un objeto intelectual para los del alma. Si na escogi­ dones de una vida santa, pulsando el laúd y ostentan­ dichas por nuestro Maestro, hijo del Supremo Dios,
al ejercicio de la virtud.» do el pan para velarse, es porque el trigo es un emble­ do una corona de oro sobre la nevada cabellera, aque­ padre y señor del universo.»
Si nos expresáramos con igual vehemencia, se­ ma noble y puro del alimento divino. llos hombres divinos, sentados á la sombra de algun «El dia del sol (el domingo), todos los habitantes de
riamos calificados de fanáticos. Si esta elevada y misteriosa teología de c¡ue nos li­ látano, dictaban sus lecciones á todo un pueblo em- la ciudad y del campo se reunían en un lugar común;
La Eucaristía tuvo su origen en la Cena ; y aquí mitamos á trazar algunos rasgos, arredra á nuestros elesado. ¿Y cuáles eran las instituciones de los Am­ leíanse las Sagradas Escrituras; luego, un anciano ex­
apelamos al pintor para que decida acerca de la her­ lectores, obsérvese no obstante cuán luminosa es esta bones, los Cadmos yjos Orfeos? Una hermosa música, hortaba al pueblo á imitar tan hermosos ejemplos. Le­
mosura del cuadro en que Jesucristo está represen­ metafísica comparada con la de Pitágoras, Platón, Ti- llamada Ley, danzas, cánticos, algunos árboles consa­ vantábanse y oraban de nuevo; se presentaba agua,
tado diciendo : Sóc est Corpus meum. Respecto de meo, Aristóteles, Carneades y Epicuro, pues no se grados, unos ancianos que guiaban unos niños, un pan y vino, y el prelado recitaba la acción de gracias,
esto debemos advertir cuatro cosas: halla en ella ninguna de esas abstracciones de ideas, himeneo formado al pié de un sepulcro, la Religión y respondiendo la concurrencia Amen. Distribuíase una
1. ° En el pan y el vino materiales se ve la consa­ para las cuales es forzoso crearse un lenguaje ininteli­ Diosen todas partes. Esto lo ha hecho también el Cris­ parte de las cosas sagradas, y los diáconos llevaban el
gración del alimento del hombre, que procedo de Dios, gible al común de los hombres. tianismo, aunque de una manera aun mas admirable. resto á los ausentes. Hacíase una cuestación, y los
y que debemos á su largueza. Aun cuando en la-Co­ Resumiendo lo que hemos dicho acerca de la Co­ Sin embargo, los hombres nunca se avienen relati­ ricos daban lo que tenían á bien. El prelado guardaba
munión no hubiera otra cosa que este ofrecimiento de munión , vemos que presenta desde luego una pompa vamente á los principios, y las instituciones mas sabias estas limosnas para asistir á las viudas, huérfanos,
las riquezas de la tierra al que las dispensa, esto solo encantadora; que enseña la moral, porque es preciso han hallado detractores. Así es que en estos últimos enfermos, presos, pobres y extranjeros, y en una pa­
bastaria para compararla á las mas hermosas cos­ hallarse puro para acercarse á ella; que es la ofrenda tiempos se ha clamado contra el voto del celibato, in­ labra, á todos los necesitados, que corrían esencial­
tumbres religiosas de la Grecia. de los dones de la tierra al Criador, y que trae á la herente al sacramento del Orden. Unos, buscando por mente por cuenta del prelado. Si nos reunimos en el
2. “ La Eucaristía recuerda la Pascua de los israe­ memoria la sublime y tierna historia del Hijo delHom- donde quiera armas contra la Religión, l an creido ha­ dia del sol, es porque Dios formó el mundo en él, y en
litas, suceso que sube al tiempo de los Faraones; bre. Unida al recuerdo de la Pascua y de la primera llarlas en ella misma, y han hecho valerla antigua él resucitó á su Hijo para confirmar á sus discípulos
anuncia la abolición de los sacrificios sangrientos; es alianza, la Comunión va á perderse en la noche de los disciplina de la iglesia, que, en su opinión permitía el en la doctrina que liemos expuesto.
también la imágen de la vocación de Abraham y de la tiempos; se enlaza con las primeras nociones relativas matrimonio al sacerdote, al paso que otros se han con­ »Si te parece buena, respétala, y si despreciable, re­
primera alianza de Dios con el hombre. Cuanto hay al hombre religioso y político, y exprésala antigua tentado con hacer déla castidad cristiana el blanco de cházala ; mas no por ello entregues á los verdugos
de grande en antigüedad, en historia, en legislación igualdad del género humano; finalmente, perpetúa la sus sarcasmos. Respondamos á los hombres razonado­ unos hombres que ningún mal han hecho, porque nos
y en figuras sagradas, se encuentra reunido en la co­ memoria de nuestra primera caida, y la de nuestra re­ res y á las objeciones morales. atrevemos á anunciarte que no evitarás el juicio de
munión del cristiano. habilitación y reunión con Dios. Es cierto que el séptimo cánon del segundo concilio Dios si permaneces en la injusticia; por lo demás, sea
3. ° La Eucaristía anuncia la reunión délos hom­ de Letran en el año 1139, fija sin ningún género de cual fuere nuestra suerte, ¡cúmplasela voluntad de
bres en una gran familia, pues enseña el fin de las ene­ CAPITULO VIII. duda el celibato del clero católico en una época mas Dios! Hubiéramos podido reclamar tu equidad en vir­
mistades, la igualdad natural y el establecimiento de remota; pueden citarse algunas disposiciones del con­ tud de la carta de tu padre César Adriano, de ilustre
una nueva ley que no conocería ni judíos ni gentiles, LA CONFIRMACION, EL ÓRDEN V EL MATRIMONIO. cilio citado, en 1123; de Tibur, en 895; de Troli, y gloriosa mtmoria; pero hemos preferido confiarte
é invitaría á una misma mesa á todos los hijos de en ('09; de Toledo, en 633, y de Calcedonia, en 451. la justicia de nuestra causa.»
Abraham. Examen del voto de celibato bajo sus relaciones mo­ Baronio prueba que el voto' del celibato era general La Apologia de Justino estaba bien hecha para sor­
Finalmente, la cuarta cosa que se descubre en la rales. entre el clero en el siglo diez y seis. Un cánon del pri­ prender la tierra. El autor acababa de revelar una
Eucaristía es el misterio directo y la presencia real de mer concilio de Tours escomulga á todo presbítero, edad de oro en medio de la corrupción, y de descu­
Dios en el pan consagrado. Aquí es preciso que el al­ Es imposible no experimentar cierta admiración al diácono ó suhdiácono que hubiese conservado su mu­ brir un pueblo nuevo en los subterráneos de un anti­
ma vuele por un momento á ese mundo intelectual considerar la época de la vida en que la Religión ha jer después de recibidas las órdenes: Si inventus fue- guo imperio. Semejantes costumbres debieron parecer
que le fue abierto antes de su caida. señalado el solemne himeneo dél hombre con el Cria­ ritpresbyter cum sua presbytera, aut dmeonus cum tanto mas hermosas, cuanto que no eran conocidas
Cuando el Omnipotente hubo criado al hombre á su dor : esa época es el momento en que el corazón va á sua diaconisa; aut subaiaconus cum sua subdiaconi- en los primeros dias del mundo, en consonancia con la
semejanza, animándole con un soplo de vida, hizo alian­ inflamarse en el fuego de las pasiones; el momento en sa, annum integrum excommunicatus habeatur. La naturaleza y las leyes, y formando un notable contras­
za con él. Adam y Dios conversaban en la soledad, que la mente puede concebir al Ser Supremo: Dios se virginidad era mirada con el estado mas perfecto para te con el resto de la sociedad. Lo que hace la vida de
pero la alianza quedó rota de hecho por resultado do muestra como el inmenso genio que atormenta súbita­ un cristiano, desde los tiempos de San Pablo. aquellos fieles mas' interesante que la de esos hom­
la desobediencia, porque el Ser Eterno no podia pro­ mente al joven, llenando todas las facultades de su al­ Pero aun admitiendo por un momento que el matri­ bres perfectos cantados por la Fábula, es que estos
seguir comunicándose con la muerte, ni la Espiritua­ ma inquieta y engrandecida. Pero el peligro aumenta, monio de los sacerdotes hubiese sido tolerado en la se nos representan felices, y aquellos se nos mues­
lidad tener algo de común con la materia, pues entre y el inexperto viajero, lanzado á la senda de la vida, primitiva Iglesia, lo que no puede sostenerse histórica tran á través de los encantos del infortunio. La virtud
dos cosas de propiedades diferentes no puede estable­ Íiá menester de nuevos auxilios. La Religión, que no ni canónicamente, no se inferiria de esto que les de­ no se ostenta con mas poder á ¡asombra de los bosques
cerse punto alguno de contacto sino en virtud de un le olvida, le reserva un apoyo en la Confirmación: es­ biese ser permitido en la actualidad. Las costumbres y á la orilla de las fuentes, sino que debemos verla á
medio. El primer esfuerzo que el amor divino llevó á ta acude á sostener sus trémulos pasos, como el báculo modernas se oponen á esta innovación, que destruiría la sombra de los muros de las cárceles, y entre las
cabo para acercarse á nosotros, fue la vocación de Abra­ del peregrino, ó como aquellos cetros que se trasmi­ por otra parte radicalmente la disciplina de la Iglesia. olas de sangre y de lágrimas. ¡Cuán divina es la Reli­
ham y el establecimiento délos sacrificios, figuras que tían de raza en raza entre los reyes antiguos, y en los En los antiguos dias de la Religión, dias de comba­ gión , cuando en el fondo de un subterráneo, en el
anunciaban al mundo el advenimiento del Mesías. El cuales se apoyaban los Evandros y los Néstores, pasto­ tes y de triunfos, los cristianos poco numerosos y llenos silencio y en la noche de los sepulcros, un pastor ro­
Salvador, al rehabilitarnos tn nuestros fines, como he­ res de los hombres, al juzgar á los pueblos. Notemos de virtud, vivían fraternalmente entre sí, disfrutaban deado de peligros celebra al resplandor de una lám­
mos observado al hablar de la Redención, debia devol­ que la moral entera de la vida se encierra en el sacra­ de las mismas alegrías y participaban de las mismas para , delante de un rebaño de fieles, los Misterios de
vernos nuestros privilegios; y el mas precioso de estos mento de la Confirmación, puesto que todo aquel que atribuciones en la mesa del Señor. El pastor podia, un Dios perseguido!
era sin duda el de comunicar con el (Mador. Pero esta tiene la fuerza necesaria para confesar á Dios, practi­ pues, en rigor tener una familia en medio de aquella Era necesario consignar sólidamente esta inocencia
comunicación no podia ya tener lugar inmediatamen­ cará por precisión la virtud, toda vez que el pecar es sociedad santa, que era ya su familia; no era desviado de los cristianos primitivos, para enseñar que si á pe­
te como en el Paraíso terrenal; en primer lugar, por- renegar del Criador. por sus propios hijos del cuidado desús restantes ove­ sar de tanta pureza se hallaron inconvenientes al ma­
ue nuestro origen subsistió mancillado; y en segun- El mismo espíritu de sabiduría ha colocado el Orden jas, pues formaban parte de su rebaño; ni podia dela­ trimonio de los sacerdotes, seria de todo punto impo­
o, porque nuestro cuerpo, ya esclavo de la muerte, es y el Matrimonio inmediatamente después de la Con­ tar en provecho de ellos los secretos del pecador, pues­ sible admitirlo en la actualidad.
harto débil para comunicar directamente con Dios sin firmación. to que no había pecados que ocultar, y las confesiones En efecto, cuando los cristianos se multiplicaron y
espirar, Era preciso, pues, un intermedio mediato, y El niño es ya hombre, y la Religión que le ha segui­ se hacían enalta voz en aquellas basílicas de lamuer- la corrupción cundió entre los hombres-, ¿cómo hu­
16 BIBLIOTECA DE GASPAR Y R0IG.
EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 17

biera podido el sacerdote desempeñar al mismo tiempo á tratar de esta materia cuando nos ocupemos de las compuso tres tratados acerca de la virginidad, em­ cíente al número de esos demonios, 6 de esas inteli­
los deberes de su familia y de su iglesia? ¿Cómo hu­ órdenes monásticas. Añadamos, no obstante, que el pleando en ellos todas las galas de su elocuencia, y se gencias superiores de que nos habla en sus escritos.
biera permanecido casto al lado de una esposa cjue clero favorecía la población, predicando la concordia excusa de ello diciendo que lo hace para cautivar el La virginidad, pues, subiendo desde el último es­
babia dejado de serlo? Y si senos presentan como ob- y la unión entre los esposos, deteniendo los progresos espíritu de las doncellas mediante la dulzura de sus labón de la cadena de los seres hasta el hombre, pasa
jeccion los países protestantes, diremos que en ellos del libertinaje, y fulminando las censuras de la Igle­ palabras. El citado santo denomina la virginidad una desde este á los ángeles y desde estos á Dios, en quien
ha sido preciso abolir gran parte del culto exterior; sia contra él sistema del pequeño número de hijos, exenciónele toda mancha, y demuestra cuan prefe­ se pierde. Dios brilla’eternamente único en los espa­
que un ministro no se presenta en un templo dos ó adoptado por el pueblo de las ciudades. rible era su tranquilidad á los cuidados del matrimo­ cios de la eternidad, como el sol, su imagen, en los
tres veces á la semana; que han cesado casi todas las Por último, parece casi demostrado que en un gran nio, diciendo á las vírgenes : «El pudor que colora espacios del tiempo.
relaciones entre el pastor y el rebaño, pues aquel es estado son necesarios algunos hombres que separados vuestras mejillas os hace extremadamente bellas. Re­ Deduzcamos que los poetas y los hombres de mas
por lo regular un hombre cíe mundo, que da bailes y del resto del mundo é investidos de un carácter au­ tiradas de la vista de los hombres cual rosas solitarias, delicado gusto, nada razonable pueden oponer al ce­
banquetes. Por lo que respecta á algunas sectas moro­ gusto , puedan trabajar en los progresos de las luces, vuestras gracias no están sometidas á sus falsos jui­ libato sacerdotal, puesto que la virginidad forma parte
sas, que afectan la sencillez evangélica, y quieren una en la perfección de la moral y en el alivi > de los des­ cios , y no obstante ba jais al palenque para disputar del recuerdo en las cosas antiguas, de los encantos en
religión sin culto, esperamos.que nonos serán presen­ graciados , sin hijos, sin esposa y sin las ocupaciones el precio de la hermosura , no la corporal, sino la de la amistad, del misterio en la tumba, de la inocencia
tados como objeción. Por último, en los países donde propias del siglo. ¡ Cuántos milagros no Dan operado la virtud; hermosura, que las enfermedades no desfi­ en la cuna , de todos los atractivos en la juventud, de
está establecido el matrimonio clerical, la ’confesión, ba jo estos tres puntos de vista en lasociedal, nuestros guran, que los años no marchitan, que ni aun la muer­ la humanidad en los religiosos, de la santidad en el
la mas preciosa de la? instituciones morales cesó’ y clérigos y religiosos! Déseles una familia, y esosestudios te arrebata. Solo Dios se constituye juez de estas lu­ presbítero y en el anciano, y de la divinidad en los
debió cesar inmediatamente, pues es muy natural que y esa candad que consagraban á su patria, los utiliza­ chas de las vírgenes, porque ama las almas hermosas ángeles y en el mismo Dios.
nadie se atreva á hacer dueño de sus secretos al hombre rán en pró de sus parientes; y ¡felices si no convierten aúnen los cuerpos feos... Una virgen no conoce los
que ha hecho á una mujer dueña de los suyos; téme­ en vicios las virtudes! inconvenientes de la preñez ni los dolores del parto;
se con razón confiarse al hombre que ha roto su con­ CAPITULO X.
Hé aquí lo que teníamos que responder á lo-' mora­ es un don del cielo y la alegría de sus parientes; ejerce
trato de fidelidad con Dios, y repudiado al Criador para listas, relativamente al celibato clerical. Veamos ahora en la casa paterna el sacerdocio de la castidad, y es CONTINUACION DEL ANTERIOR.
unirse con la criatura. si podemos decir algo á los poetas: para ello nos son in­ una víctima qne se inmola diariamente por su madre.»
Réstanos solo responder á la objeción deducida de dispensables otras razones, otrgs autoridades y otro En el hombre , la castidad presenta un carácter su­ El Matrimonio.
la ley general de la población. estilo. blime, y si combatida por las tempestades del cora­
Parécenos que una de las primeras leyes naturales zón sabe resistir, es celestial. «Un alma casta, dice La Europa debe á la Iglesia el pequeño número de
que debió abolirse al empezar ja Nueva Alianza, fue San Bernardo, es por virtud lo que el ángel por natu­ buenas leyes que posee. Acaso no hay una sola cir­
la que favorecía la población mas allá de ciertos limi­ CAPITULO IX. raleza ; y si hay mas felicidad en la castidad del ángel, cunstancia en materia civil que no haya sido prevista
tes. Uno fue Jesucristo y otro fue Abraham : este se CONTINUACIÓN DEL ANTERIOR. hay mas valor en la del hombre. En los religiosos se por el derecho canónico, fruto de la experiencia de
mostró en un tiempo de inocencia, en que la tierra transforma en humanidad, como lo acreditan los Pa­ quince siglos y del talento de los Inocencios y los Gre­
carecía de habitantes, al paso que Jesucristo apareció Del sacramento del Orden. dres de la Redención y todas esas Ordenes hospita­ gorios. Los emperadores y los reyes mas sabios, como
en medio de la corrupción do los hombres y cuando larias , consagradas al consuelo de nuestros dolores; Cario Magno y Alfredo el Grande, han creido muy
el mundo habia perdido su soledad. El pudor puede La mayor parte de los sabios de la antigüedad vi­ cámbiase en estudio en el sabio; es meditación en eí conveniente admitir en el código civil una parte de
cerrar en nuestros dias el seno de las mujeres, pues vieron en el celibato; y sabido es cuan venerada era solitario: carácter esencial del alma y de la fuerza ese código eclesiástico en que se refunden la ley leví-
la segunda Eva, al curar los males que habían abru­ la castidad entre los gimnosoíistas, los bracnianes y los mental, no existe un hombre que no haya conocido tica, el Evangelio y el derecho romano. ¡Cuán vasta
mado á la primera, ha hecho bajar del cielo la ¡virgi­ druidas. Los mismos salvajes la miran como celestial, sus ventajas para entregarse á los trabajos intelectua­ y milagrosa es la nave de la Iglesia!
nidad , para darnos ■ una idea clei estado de pureza y porque todos los pueblos han abrigado una opinión les; es, por consiguiente, la primera de las cualida­ Al elevar el Matrimonio á la dignidad de sacra­
de alegría que precedió á los antiguos dolores de la unánime acerca de la excelencia de la virginidad. En­ des , puesto que imprime nuevo vigor al alma, y esta mento , Jesucristo nos ha mostrado la gran figura de
madre. tre los antiguos, los sacerdotes y las sacerdotisas, de es la nart.e mas preciosa de nosotros mismos. su unión con la Iglesia. Cuando se considera que el
El Legislador de los cristianos nació de una virgen quienes se creia que comunicaban íntimamente con Pero si la castidad es necesaria en alguna parte, es Matrimonio es el eje sobre que gira la economía so­
y murió virgen. ¿No ha querido enseñarnos en esto, el cielo, debían vivir solitarios; y el mas ligero ataque en el servicio de la Divinidad. Oigamos á Platón: cial , ¿ puede suponerse que sea bastante santo ? Nun­
bajo las relaciones políticas y naturales, que la tierra á sus votos era seguido de un castigo terrible. Ofre­ «Dios es la verdadera medida de las cosas, y debemos ca se admirará en demasía la sabiduría del.que lo ha
habia llegado á su complemento de habitantes, y que cíanse, tan solo á los dioses las terneras que aun no hacer todos los esfuerzos posibles para asemejarnos á señalado con el sello de la Religión.
lejos de multiplicar las generaciones, seria preciso habian sido madres. Cuanto habia de mas sublime y él.» El hombre que se ha consagrado á los altares, La Iglesia ha multiplicado sus desvelos en favor de
disminuirlas en lo sucesivo? En apoyo de esta opinión dulce en la Fábula poseía la virginidad, dote que se está mas obligado á esto que otro cualquiera. « No se un acto tan solemne de la vida, y ha determinado los
vemos que los estados nunca perecen por falta, sino concedía á Venus-Urania y á Minerva, diosas.del gé- trata aquí, dice San Crisóstomo, del gobierno de un grados de parentesco dentro de cuyo limite es permi­
por esceso de hombres. Una población exhuberante es nio y de la sabiduría ;.la Amistad era una adolescen­ imperio ó del mando militar, sino de un cargo que tida la unión de los esposos. El derecho canónico re­
el azote de los imperios. Los bárbaros del Norte de­ te, y la misma virginidad , personificada bajo los atri­ exige una virtud angelical, pues el alma de un sacer­ conocía las generaciones simples partiendo del tronco,
vastaron el globo cuando sus bosques se vieron llenos. butos de la luna, ostentaba su misterioso pudor en los dote debe ser mas pura que los rayos deí sol..» « El mi­ y prohibió hasta la cuarta el matrimonio, que el de­
La Suiza se veia obligada á derramar sus industriosos frescos espacios de la noche. nistro cristiano, añade San Gerónimo, es el intérprete recho civil, contando las ramas dobles, fijaba en la
habitantes por los reinos extranjeros, como derrama Considerada bajo otros puntos de vista, la virgini­ entre Dios y el hombre.» Es preciso, pues, que el sa­ segunda; así lo preceptuaba la ley de Arcadlo, inserta
sus rios fecundos; y á nuestra vista, en el momento dad no es menos amable. En los tres reinos de la na­ cerdote sea" un personaje divino; que en su derredor en las Instituías de fustiniano.
mismo en que la Francia perdió tantos labradores, la turaleza es el manantial de las gracias y la perfección reinen la virtud y el misterio; y que, retirado en las Pero la Iglesia, obedeciendo á su acostumbrada
agricultura se mostró mas floreciente. ¡Ah! Miserables de la hermosura. Los poetas, á quienes nos propone­ santas tinieblas del templo, se le oiga sin ser visto; sabiduría, ha seguido en este reglamento el progre­
insectos, zumbamos en derredor de una copa de ací­ mos convencer aquí, nos servirán (Je autoridad contra que su voz solemne, grave y religiosa, pronuncie pa­ sivo cambio de las costumbres. En los primeros siglos
bar, en la que por casualidad han caido algunas gotas ellos mismos. ¿No se complacen en reproducir en todas labras proféticas, ó entone himnos de paz en las sa­ del Cristianismo, la prohibición de matrimonio se ex­
de miel, y nos devoramos recíprocamente cuando el partes la idea de la virginidad en sus descripciones y gradas profundidades del tabernáculo; que se deje ver tendía hasta el séptimo grado ; y aun algunos conci­
espacio falta á nuestra multitud. Por una desgracia cuadros? Encuéntranla también en medio de los cam­ pocas veces entre los hombres, y que no se muestre lios, como el de Toledo, en el siglo xvi, prohibían de
aun mayor, cuanto mas nos multiplicamos, mas cam­ pos, en las rosas de la primavera y en la nieve del invier­ en el siglo sino para hacer bien á los desvalidos, por­ una manera ilimitada toda unión entre los individuos
po falta á nuestros deseos. De este terreno que dismi­ no ; y la colocan en las dos extremidades de la vida, que solo á este precio se le conceden el. respeto y la de una misma familia.
nuye siempre, y de estas pasiones que aumentan sin esto es, en los labios del niño, y en los cabellos del confianza. Y no tardará en perder aquel y esta, si se El espíritu que dictó estas leyes es digno, de la pu­
cesar , deben resultar tarde ó temprano espantosas re­ anciano ; colócanla asimismo, en los misterios del se­ le halla á la puerta de los magnates, si tiene esposa, reza de nuestra Religión, pues los paganos se han
voluciones. pulcro, y nos hablan de la antigüedad que consa­ si le rodea la familiaridad, si se muestra con todos los mostrado muy inferiores á esta castidad cristiana. En
Por lo demás, los sistemas se desvanecen ante los graba á los Manes unos árboles sin semilla, porque la vicios de que se acrimina al mundo, y si se puede Roma se permitía el matrimonio entre primos herma­
hechos. ¡La Europa está desierta, merced á un clero muerte es estéril, ó porque en la otra vida se desco­ por un momento suponérsele un hombre como los nos ; y Claudio hizo publicar, para casarse con Agri­
católico que ha hecho voto de celibato! Hasta los mo­ nocen los sexos, y el alma es una virgen inmortal. Nos demás. pnia, una ley en virtud de la cual el tio podía unirse
nasterios son favorables á la sociedad, porgúelos frai­ dicen por último que entre los animales, los que mas Finalmente, el anciano casto es una especie de di­ con la sobrina. Solon habia dejado al hermano la li­
les esparcen la abundancia en la cabaña del pobre, al se acercan á nuestra inteligencia están consagrados á vinidad : Príamo, viejo como el monte Ida, y de cabe­ bertad de casarse con su hermana uterina.
consumir sus géneros en las localidades que pueblan. la castidad. ¿No creemos reconocer en la colmena de llos tan blancos cual la encina del Gárgaro; Príamo, La Iglesia no ha limitado á esto sus precauciones.
¿Dónde se veian en Francia paisanos bien vestidos y las abejas el modelo de esos monasterios donde las en su palacio y en medio de sus cincuenta hijos, Después de haber seguido algún, tiempo el Levítico,
labradores cuyo aspecto anunciase la abundancia y la vestales componen una miel celestial con la ñor délas presenta á los siglos el espectáculo mac augusto de la relativamente á las afinidades, concluyó declarando
alegría, á no ser bajo la dependencia de alguna opu­ virtudes ? paternidad; pero Platón, sin esposa y sin familia, impedimentos dirimentes de matrimonio todos los
lenta abadía? Las grandes propiedades no producen Por lo que respecta á las bellas-artes , la virginidad sentado al pié de un templo en la punta de un cabo grados de afinidad correspondientes á los de paren­
siempre este efecto; y las abadías ¿eran acaso otra co­ constituye asimismo sus encantos, y las Musas le de­ azotado por las olas; Platón, enseñando la existencia tesco dentro de los cuales está prohibido el matrimo­
sa que unos dominios donde residían sus propietarios? ben su eterna juventud. Pero en el hombre es donde de Dios á sus discípulos, es un ser mucho mas divino; nio. Por último, ha previsto un caso que habia pasado
Pero esto nos llevaría demasiado lejos, y volveremos desplega especialmente su excelencia. San Ambrosio pues se muestra desprendido de la tierra y pertenc- desapercibido para todos los jurisconsultos : el caso en
18 BIBLIOTECA DE ¡ASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 19
que un hombre hubiese mantenido un comercio ilícito Este, conociendo también antes que la filosofía, la de la carne, la sangre de la sangre de su esposo. El duría de la Religión vence de nuevo aquí la de los
con una mujer; la Iglesia declara que no puede elegir proporción en que nacen ambos sexos, fue el primero hombre, al unirse con ella, vuelve á tomar una parte hombres.
esposa en la familia de esta mujer, mas allá del se­ que advirtió que el hombre no puede tener sino una de su sustancia, pues así su alma como su cuerpo es­ Consideremos primero la soberbia, vicio que la Igle­
gundo grado. Esta ley, muy antigua en la Iglesia, mujer, y que debe conservarla basta la muerte. El tán incompletos sin la mujer; si él tiene la fuerza, ella sia considera como el primero, de todos. Es el pecado
pero fijada por el concilio ele Trento, pareció tan divorcio es desconocido en la Iglesia católica, á no ser ostenta la hermosura; él combate al enemigo y cultiva de Satanás, el primer pecado del mundo. La Soberbia
prudente, que el código francés, aunque rechazó la en algunos lugares de la lliria, sometidos en otro los campos de la patria; pero como nada se le’ alcanza es en tal manera el principio del mal, que la vemos
totalidad del concilio, no dejó de aceptar este canon. tiempo al dominio de Venecia, y sectarios del rito de los quehaceres domésticos, le falta la mujer para prestar su colorido á todas las enfermedades del alma:
Por lo demás, los impedimentos matrimoniales en­ griego. Si las pasiones de los hombres se lian suble­ preparar su alimento y disponer su lecho. Si el hom­ brilla en la sonrisa de la Envidia; resalta en las orgias
tre parientes, tan multiplicados por la Iglesia, ade­ vado contra esta ley; si no lian echado de ver el des- bre tiene pesares, allí está su compañera que los dul­ del deleite; cuenta el oro de la Avaricia; centellea en
más de sus razones morales y espirituales, tienden órden que el divorcio introduce en el seno de las fa­ cifica; si sus dias son sombríos y borrascosos, halla en los ojos de la Ira, y sigue los atractivos de la Lujuria.
políticamente á dividir las propiedades y á impedir milias, alterando las sucesiones , desnaturalizando los su lecho unos brazos castos en que olvida todos sus La Soberbia despeñó á Adam; armó á Cain del arma
que andando el tiempo, toda la riqueza territorial se afectos paternales, corrompiendo el corazón, y ha­ males; que sin la mujer seria rudo , grosero y solita­ fratricida, levantó á Babel, ydestruyó á Babilonia. Por
acumule en algunas familias. ciendo del Matrimonio una prostitución civil, algunas rio. La mujer suspende en su derredor las flores de la su soberbia Atenas arrastró en su ruina á toda la Gre­
La Iglesia ha conservado los desposorios, cuya an­ palabras que sobre el particular diremos, no serán vida, bien así como esas lianas de los bosques que en­ cia; la Soberbia derrocó el trono de Ciro, dividió el
tigüedad es muy remota. Aulo Gelio nos dice que inoportunas. galanan el trono de las encinas con sus perfumadas imperio de Alejandro , y abrumó á Roma bajo el peso
fueron conocidos'del Lacio; los romanos los adopta­ Sin entrar en la profundidad de esta materia, ob­ guirnaldas. Por último, el esposo cristiano y su esposa del universo.
ron , los griegos los siguieron, y eran tenidos en ho­ servaremos que si por medio del divorcio se cree ha­ viven, renacen y mueren á la par; crian á la par los En las circunstancias particulares de la vida, la
nor en la Antigua y Nueva Alianza: José se desposó cer á los esposos mas felices (y este es actualmente frutos queridos de su unión; á la par se reducen al Soberbia produce resultados aun mas funestos, pues
con María. El objeto de esta costumbre es dar a los un gran argumento), se incurre"en un grosero error. El primitivo polvo, y vuelven á hallarse á la par mas hace blanco de sus ataques al mismo Dios.
esposos el tiempo necesario para que se conozcan an­ que no ha labrado la felicidad de su primera esposa; allá de los límites "del sepulcro. Si investigamos las causas del ateísmo, vendremos
tes de unirse. el que no se ha ligado con ella por su ceñidor virginal á dar en la triste observación de que la mayor parte
En nuestros campos, los desposorios se verificaban ó por su primera maternidad ; el que no ha podido de los que se rebelan contra el cielo abrigan algún
CAPÍTULO XI.
con sus antiguos encantos. En una hermosa mañana sujetar sus pasiones al yugo de la familia ; el que no motivo de queja contra la sociedad ó contra la natura­
de agosto un joven campesino iba á buscar á su novia ha podido encerrar su corazón en su tálamo nupcial, La Extrema-Unción. leza (esceptuando no obstante los jóvenes seducidos
á la vivienda de su futuro suegro. Dos gaiteros pre­ nunca labrará la felicidad de una segunda esposa ; ¡en por el mundo, ó los escritores ansiosos de celebridad).
cedían la comitiva , tocando romances caballerescos ó vano se esperaría tal prodigio ! Ni él mismo ganará cosa Empero, donde el Cristianismo desplega toda su Mas, ¿por qué los que se ven privados de esas frívolas
cánticos de peregrinos. Los. siglos salían de sus góti­ alguna en semejantes cambios; porque la que con­ sublimidad es á la vista de ese sepulcro, silencioso ventajas que la casualidad concede ó niega á su ca­
cas tumbas para acompañar con sus antiguas costum­ sidera diferencias de genio entre él y su compañera, pórtico de otro mundo, pues si la mayor parte de los pricho, no saben hallar el remedio á esta insignificante
bres y sus vetustos recuerdos á aquella alegre juven­ es únicamente la inclinación de su inconstancia y la cultos antiguos han consagrado las cenizas de los que desgracia, acercándose á la Divinidad ? Esta es la ver­
tud. La mujer recibía del párroco la bendición de los inquietud de su deseo. La costumbre y la duración del dejaron de ser, ninguno ha pensado en preparar el dadera fuente de las gracias: Dios es de tal manera la
desposorios, yponia sobre el altar una rueca adornada tiempo son mas indispensables de lo que se cree para alma para, esas regiones desconocidas de que jamás se hermosura por excelencia, que solo su nombre, pro­
de cintas. La comitiva volvía á la casa de la desposa­ la felicidad y aun para el amor. No somos felices en el regresa. nunciado con amor, hasta para imprimir cierto sello,
da ; y la señora y el señor del lugar, el párroco V el objeto de nuestro cariño, sino cuando hemos vivido en Venid á contemplar el mas hermoso espectáculo de divino al hombre menos favorecido por la naturaleza,
alcalde se sentaban con los futuros esposos, los labra­ su compañía muchos dias, y especialmente si estos la tierra: venid á ver morir el fiel. Este hombre no es como se observó en Sócrates. Quédese el ateísmo para
dores y las matronas, en derredor de una mesa en que han sido sellados por el infortunio. Es preciso que nos ya el hombre del mundo, no pertenece yaá su país, y aquellos que, faltos de la nobleza suficiente para ha­
se servían el verraco de Eumeo y el becerro de los conozcamos á fondo; es preciso que el velo misterioso cesan todas sus relaciones con la sociedad. Concluyen cerse superiores a las injusticias de la fortuna, no
patriarcas. La fiesta terminaba con un paseo por las con que se cubria á los dos esposos en la primitiva para él los cálculos relativos al tiempo, pues su fecha muestran en sus blasfemias otra cosa que el vicio pri­
alquerías inmediatas; la señorita del castillo bailaba Iglesia, sea levantado por ellos en todos sus pliegues, pertenece ya á la gran era de la eternidad. Un sacer­ mitivo del hombre, lastimado en su parte mas sensible.
al compás de la gaita con el desposado, mientras los en tanto que permanece impenetrable á los ojos del dote le consuela sentado á su cabecera, hablándole de Si la Iglesia ha señalado el primer lugar á la Sober­
espectadores, sentados sobre las nuevas garbas, res­ mundo. ¡ Cómo ! ¿ por el mas leve capricho, será pre­ la inmortalidad de su alma; y la escena sublime que bia, en la escala de las degradaciones humanas, no
piraban los recuerdos de las hijas de Jethro, de los ciso temer verse privado de una esposa y de unos hi­ la antigüedad entera solo presentó una vez en el pri­ ha clasificado con menos oportunidad los demás seis
segadores de Booz y de los desposorios de Jacob jos, y renunciar á la esperanza de pasar la yerta vejez mero de sus filósofos moribundos, se renueva diaria­ vicios capitales. No creamos que el orden en que los
y Raquel. á su lado? Ni se replique que este temor obligará á ser mente en el mísero lecho del último de los cristianos, vemos colocados es arbitrario, puesto que basta exa­
A los desposorios seguía la publicación de las amo­ mpjores esposos; ¡ no ! porque no nos identificamos sino próximo á su fin. minarlo para descubrir que Religión pasa con sumo
nestaciones , prudente costumbre, ignorada de la an­ con el bien de que tenemos seguridad, y miramos in­ El momento supremo ha llegado: un sacramento acierto de los crímenes que atacan á la sociedad en
tigüedad y debida á la Iglesia, siendo forzoso referirla diferentes el que puede perderse. abre al justo las puertas del mundo, y otro sacramento general, á los delitos que solo recaen sobre el culpa­
mas allá del siglo xiv, pues se hace mención de ella No demos al Himeneo las alas del Amor, ni hagamos las cierra; la Religión le meció en la cuna de la vida, ble. Así, por ejemplo, La Envidia, la Lujuria, la Ava­
y sus hermosos cantos y su mano maternal acaricia­ ricia y la Ira, siguen inmedialamente á la Soberbia,
en una decretal del papa Inocencio III, quien la con­ de una santa realidad un aéreo fantasma. Otra circuns­
rán su sueño de muerte. La Religión prepara el bau­ porque son vicios que se ejercen sobre personas ex­
virtió en regla general en el concilio de Letran; el de tancia destruirá además la felicidad de esos lazos efí­
tismo de este segundo nacimiento; pero ya no elige el trañas , y no viven sino entre los hombres; mientras
Trento la renovó, y la ordenanza de Blois la introdujo meros : atormentarán el alma los remordimientos, pues
en nuestro país. El espíritu de esta ley es evitar las se comparará sin cesar una esposa con otra, lo que se agua sino el aceite, emblema de la incorruptibilidad los últimos, es decir, la Gula y la Pereza, son unas
uniones clandestinas, y hacer públicos los inconve­ ha perdido con lo que se ha encontrado, y ¡ deseche­ celestial. El sacramento libertador rompe poco á poco inclinaciones solitarias y vergonzosas, reducidas á bus­
nientes que pueden oponerse al matrimonio entre las mos necias ilusiones ! la balanza se inclinará constan­ las ligaduras del fiel, y su alma, medio emancipada car en sí mismas sus principales fruiciones.
temente en favor de las cosas pasadas : así plugo á de su cuerpo, se hace casi visible en su semblante. Ya Adviértese el mismo conocimiento de la naturaleza
partes contrayentes.
oye los conciertos de los serafines; ya está próximo á en las virtudes preferidas por el Cristianismo, y en el
Mas ya llega el matrimonio cristiano, y se presenta Dios formar el corazón humano. Ese olvido de un sen­
volar á las regiones á que le llama esa esperanza di­ lugar que les señala Antes de Jesucristo, el alma del
con un aparato muy diferente de los desposorios. Su timiento por otro envenenará todas las alegrías ; al hombre era un caos; pero el Yerbo se hizo oir, y al
vina , hija de la virtud y de la muerte. El ángel de la
paso es grave y solemne, augusta y silenciosa su pom­ acariciar á un nuevo hijo, se pensará en el que se ha paz desciende sobre ese justo, y tocando con su cetro punto penetró la luz en el mundo intelectual, como á
pa ; adviértese al hombre que se abre para él una nue­ abandonado ; al estrechar sobre el pecho la nueva es­
de oro sus ojos fatigados, los cierra deliciosamente á la misma palabra todo se habia ordenado en el mundo
va senda, y las palabras de la bendición nupcial (pa­ posa, el corazón clamará diciendo que 1.a primera era físico : fue la creación moral del universo. Las virtu­
la luz.
labras que el mismo Dios pronunció sobre la primer mas digna de amor. Todo en el hombre propende á la Muere, y no se ha oido su postrer suspiro; muere, des subieron á los cielos, á semejanza de unos purí­
pareja del mundo), infunden al marido gran respeto, unidad, por cuya razón no es dichoso si se divide: y y mucho después de su muerte sus amigos enmude­ simos resplandores : cuales, rutilantes soles, atraje­
pues le dicen que llena el acto mas importante de la á semejanza de Dios, que le hizo á su imagen , su al­ cen en torno de su lecho, porque creen que aun duer­ ron las miradas por la brillantez de su luz; cuales,
vida; que va á ser, como Adam , cabeza de una fami­ ma se inclina incesantemente á reconcentrar en un me: ¡tan dulce ha sido el tránsito del cristiano! modestas estrellas, buscaron el pudor de las sombras,
lia , y que se carga con todo el peso de la condición punto lo pasado, el presente y el porvenir. en que no pudieron ocultarse. Yióse establecerse desde
humana. La «sposa recibe no menor enseñanza, pues Hé aquí lo que teníamos que decir acerca de los sa­
entonces una admirable balanza entre la fuerza y la
la imagen de los placeres desaparece á sus ojos ante cramentos del Orden y el Matrimonio. Por lo que res-
la de los deberes conyugales. Parece que una voz le pectaálos cuadrosáquese prestan, seria supèrfluo des­
LIBRO SEGUNDO. debilidad, porque la Religión fulminó sus rayos contra
la Soberbia, vicio que se alimenta de virtudes; y des­
grita desde el altar: ((¿Sabes que ya no hay otra li­ cribirlos en este lugar. ¿Qué imaginación necesita que Virtudes y Seyes morales. cubriéndolo en los pliegues de nuestros corazones, lo
bertad para tí que la de la tumba ? ¿ Sabes lo que es se la ayude á representarse al sacerdote que abjura persiguió en sus caprichosas metamórfosis; los Sacra­
llevar en tus entrañas mortales al hombre inmortal y las alegrías de la vida para entregarse á los desgracia­ mentos marcharon contra él en santo ejército, y la
hecho á semejanza de Dios?» Entre los antiguos, un dos, ó á la tierna doncella que se consagra al silencio CAPÍTULO PRIMERO.
Humildad, vestida de un saco, ceñido el talle "con
himeneo era una ceremonia llena de escándalo y ale­ de las soledades para hallar el del corazón, ó á los es­ Vicios y Virtudes según la Religión. una cuerda, desnudos los piés, la frente cubierta de
gría , que nada enseñaba de los pensamientos graves posos que se prometen amarse al pié de los altares?
La mayor parte de los antiguos filósofos han hecho ceniza, bajos y arrasados en lágrimas los ojos, se trocó
que el Matrimonio inspira; el restablecimiento de su La esposa del cristiano no es una simple mortal, sino
la clasificación de los vicios y virtudes; pero la sabi­ en una de las primeras virtudes del fiel.
dignidad estaba reservado al Cristianismo. un ser extraordinario, misterioso, angélico; es la carne
20 üiblioteca de Gaspar y ítólfi. EL GENIO DEL cristianismo. gj
se hace de ella la vista intelectual, por cuyo medio se
i convertir, en bien de las virtudes nuestros afectos y ¡Hombres!sed iguales.
CAPITULO II. descubren las maravillas de la Ciudad Santa y el im­ nuestra ternura, ha inventado una nueva pasión, no Ama á la virtud por sí misma, y renuncia al fruto de
perio de las existencias reales; si sirve de alas á nuestra sirviéndose para expresarla de la palabra amor, que tus obras.
De la Fe.
alma para elevarse sobre las tribulaciones de la vida, no es bastante severa, ni de la palabra amistad, que se ¡Mortal! sé prudente y serás tan fherte como diez
¿Y cuales eran las virtudes tan encarecidas por los reconoceremos que los libros santos no han exagerado pierde en el sepulcro , ni de la palabra piedad, harto mil elefantes.
sabios de la Grecia? La Fuerza, la Templanza y la Pru­ esta virtud, al hablar de los prodigios que con ella próxima al orgullo, sino que halló la voz caridad, que El alma es Dios.
dencia. Solo Jesucristo podía enseñar al mundo que pueden verificarse. ¡ Fe celestial! ¡ Fe consoladora! encierra lastres primeras, y se refiere al mismo tiem­ Confiesa las faltas de tus hi jos á Dios y á los hom­
la Fe, la Esperanza y la Caridad son virtudes que así ¡Tú haces mas que trasladar las montañas, pues le­ po á cierta cosa celestial, por cuyomedio dirige nues­ bres, y purifica tu alma en las aguas del Ganges.
convienen A la ignorancia como á la miseria humanas. vantas los pesos abrumadores que gravitan sobre el tras inclinaciones hácia el cielo, purificándolas y refi­
Admirable ciertamente es la razón que nos lia hecho corazón humano 1 riéndolas al Criador, y enseñándonos la maravillosa
Leyes egipcias.
ver en la Fe el manantial de todas las virtudes. Solo verdad de que los hombres deben amarse, por decirlo
hay poder en el convencimiento. Un raciocinio no es así, á través de Dios, que espiritualiza su amor, y no Señor, dios universal, tinieblas desconocidas, os­
sólido, un poema no es divino, y un cuadro no es her­ CAPITULO III. deja de él sino su esencia inmortal, al servirle de paso. curidad impenetrable.
moso, sino porque la mente ó los ojos que los juzgan Pero si la Caridad es una virtud cristiana, directa­ Osiris es el dios bueno, Tifón el dios malo.
De la Esperanza y de la Caridad.
están convencidos de cierta verdad oculta en tal ra­ mente emanada del Eterno y de su Yerbo, hállase Honra á'tus padres.
ciocinio , tal poema ó tal cuadro. Un escaso número La Esperanza, segunda virtud teologal, tiene casi la también en estrecha alianza con la naturaleza, pues el Sigue la profesión de tu padre.
de soldados, persuadidos de la pericia de su general, misma fuerza que la Fe; el deseo es el padre del poder, carácter de la verdadera Religión se reconoce en esa Sé virtuoso, pues los jueces del Lago juzgarán tus
pueden llevar á cabo increíbles proezas. Treinta y y todo el que desea con ahinco, alcanza. «Buscad, dice armonía ne interrumpida del cielo y de la tierra, de Dios obras después de tu muerte.
cinco mil griegos realizan con Alejandro la conquista »Jesucristo, y hallareis; llamad y se os abrirá.» Pitágo­ y de la humanidad. Por lo regular, las instituciones Lava tu cuerpo dos veces al dia, y dos á la noche.
del mundo. Lacedemonia se confia á Licurgo, y des­ ras decía en el mismo sentido : El poder habita cerca morales y políticas de la antigüedad están en contra­ Vive frugalmente.
cuella como la mas sabia de las ciudades. Babilonia se de la necesidad, porque esta implica privación, la dicción con los sentimientos del alma. El Cristianismo, No reveles los misterios.
conceptúa formada para las grandezas, y estas se cual marcha á la par del deseo. Padre del poder, el por el contrario, siempre de acuerdo con los corazo­
prostituyen á su fe mundana; un oráculo promete la deseo ó la Esperanza es un verdadero genio, dotado nes, no pide virtudes abstractas y solitarias, sino
virtudes deducidas de nuestras necesidades y útiles á Leyes de Minos.
tierra á los romanos, y estos se enseñorean de la tier­ de esa virilidad que produce, y de esa sed que nunca
ra. Colon, aislado en el mundo, se empeña en creer se extingue. Si un hombre se ve burlado en sus pro­ todos; por esto ha colocado la Caridad como un pozo No jures por los dioses.
que existe ui) nuevo universo, y un nuevo universo yectos , consiste en que no ha deseado con ardor, y de abundancia en los desiertos de la vida. ¡Joven! no examines la ley.
surge de las olas. La amistad, el patriotismo, el amor en que ha carecido de ese amor que logra tarde ó tem­ «La Caridad espacíente, dice el Apóstol, es dulce, La ley declara inlame al que no tiene un amigo.
y todos los sentimientos nobles son también una especie prano el objeto á que aspira; de ese amor que en la no intenta sobreponerse á otro,. no obra con temeri­ La mujer adúltera sea coronada de lana v vendida.
de fe. Por haber creído, los Codros, los Pílades, los Divinidad lo abraza todo y goza de todos los mundos, dad, no se ensoberbece. ■Sean públicas tus comidas, tu vida frugal, y tus
Régulos y los Arrios hicieron prodigios. Y ved aquí el por medio de una esperanza siempre satisfecha y rena­ »No es ambiciosa, no sigue sus intereses, no se ir­ danzas guerreras.
por qué esos corazones que nada creen, que apellidan ciente siempre. rita, no piensa el mal. (No trasladamos aquí las leyes de Licurgo, porque
ilusiones los lazos del alma, y locuras las acciones Hay, no obstante, una diferencia esencial entre la »No se regocija en la injusticia, sino que se goza en se limitan á repetir en parte las de Minos).
generosas, que desprecian la imaginación y la ternura Fe y la Esperanza, considerada como fuerza. La Fe la verdad.
del génio, no darán cima en tiempo alguno a ninguna tiene su asiento fuera de nosotros, pues nos procede »Todo lo tolera, lo cree todo, lo espera todo, lo su­
fre todo.» Leyes de Solon.
empresa grande ó sublime, pues no tienen fe sino en de un objeto extraño, al paso que la Esperanza nace
la materia y en la muerte, insensibles como aquella, por el contrario dentro de nosotros para exteriorizarse. Muera el hijo que olvide dar sepultura á su padre,
helados como esta. La primera se nos impone, mientras nuestro propio CAPITULO IV. y el que no le defienda.
En el lenguaje de la antigua caballería, dar su fe deseo hace nacer la segunda; aquella es una obedien­ Sea prohibida la entrada en el templo al adúltero.
era sinónimo de todos los prodigios del honor. Rolan­ cia, esta es un amor. Pero como la Fe engendra mas De las leyes morales ó del decálogo. El magistrado ébrio beba la cicuta.
do, Duguesclin y Bayardo eran leales caballeros; y fácilmente las demás virtudes; como se deriva direc­ Muera el soldado cobarde.
los campos de RÓncesvalles, de Auray, de Bresse, y tamente de Dios, y es por consiguiente una emana­ Humillante es para nuestro orgullo que las máximas La ley permite dar muerte al ciudadano que se
los descendientes de los moros, de los ingleses y lom­ ción del Eterno, brilla mas hermosa que la Esperanza, de la sabiduría humana puedan compendiarse en bre­ mantenga neutral en medio de las discordias civiles.
bardos dicen aun' boy quienes eran aquellos hombres que no es sino una parte del hombre; la Iglesia ha’ ves páginas; ¡y aun en estas páginas cuántos errores El que quiera morir, declárelo al arconte y muera.
que prestaban fe y homenaje á su Dios, á su dama y debido colocarla por.esta razón en lugar preminente. se advierten! Las leyes de Minos y de Licurgo no han Muera el sacrilego.
á su rey. ¿ Citaremos á los mártires, «esos héroes que, sobrevivido á la ruina de los pueblos para que fueron El hombre sin costumbres no podrá gobernar.
Pero la Esperanza presenta en sí misma un carác­ confeccionadas, sino como las pirámides de los desier­
en sentir de San Ambrosio, vencieron sin armas y sin ter particular : el que la pone en relación con nues­
legiones á los tiranos, domeñaron los leones, despo­ tras miserias. Revelada fue sin duda por el cielo esa tos, inmortales palacios de la muerte.
, Leyes primitivas de Roma.
jaron al fuego de su poder, y á la espada de su punta?» Religión que hizo una virtud de la esperanza. Esta
La fe misma, mirada bajo este aspecto, es una fuerza nodriza délos desvalidos, colocada al lado del hombre, Leyes del segundo Zoroastro. Honra la Pequeña-Fortuna.
tan terrible, que trastornaría el mundo si se la apli­ como una madre cerca de su hijo enfermo, lo mece El hombre sea labrador y guerrero.
case á fines aviesos. Nada hay que un hombre some­ en sus brazos, lo aplica á sus pechos inagotables, y lo El tiempo sin límites é increado es el criador de to­ Reserva el vino á los ancianos.
tido á la influencia de una persuasión íntima, y que brinda una leche que aplaca sus dolores. Vela en su do. La palabra fue su hija, y de esta nacieron Orsmo, Condena á muerte al labrador que coma carne de
sujeta incondicionalmente su razón á la razón ajena, cabecera solitaria y le aduerme con sus cantos mági­ dios del bien y Arimanes, dios del mal. buey.
no sea capaz de llevará término feliz. Esto prueba que cos. ¿No es sorprendente ver á la Esperanza, que tan invoca al toro celestial, padre de la yerba y del-
hombre. Leyes de los galos ó druidas.
las mas eminentes virtudes, cuando se las separa de dulce nos es guardar, y que parece un movimiento na­
Dios y se las considera en sus simples relaciones mo­ tural del alma, transformarse para el cristiano en una La obra mas meritoria es cultivar bien el campo El universo es eterno, inmortal el alma.
propio. Honra la naturaleza.
rales, se aproximan mucho á los mayores vicios. Si los virtud rigurosamente exigida? De modo que, haga lo
filósofos hubieran hecho esta observación, no se hu­ que quiera, el hombre se ve obligado á beber á gran­ Pide con pureza de pensamiento, de palabra y de Defiende tu madre, tu patria, la tierra.
acción. Admite á la mujer en tus consejos.
biesen tomado tanto trabajo para fijar los límites del des sorbos en esa copa encantada, en que tantos mise­
Enseña el bien y el mal á tu hijo, á la edad de cinco Honra al extranjero, y.separa su parte en tu co­
bien y de! mal. El Cristianismo no necesita, como rables juzgarían una felicidad humedecer por un ins­
años. secha.
Aristóteles, inventar una escala para colocar ingenio­ tante sus labios. Hay mas (y esta es la maravilla),
samente en ella una virtud entre dos vicios, pues será recompensado por haber esperado y por haber La ley debe castigar al ingrato. El infame sea sepultado en el lodo.
, Muera el hijo que ha desobedecido tres veces á su
resolvió la dificultad de una manera segura, ensenán­ labrado su propia felicidad. El fiel', siempre mili­ No construyas templos, ni confies sino á tu memo­
padre. ria la historia de lo pasado.
donos que los virtudes no lo son sino en cuanto reflu­ tante en la vida, y en lucha perenne con el enemigo,
yen hácia su origen, que es Dios. La ley declara impura á la mujer que nasa á segun­ ¡Hombre! eres libre; vive pues sin propiedad.
es tratado por la Religión, en su derrota, como aquellos das nupcias.
Est-a verdad quedará evidenciada si aplicamos la Fe generosos vencidos á quienes el Senado romano reci­ Honra al anciano, y el joven no pueda deponer con­
Castiga con azotes al falsario. tra él.
á esos mismos negocios humanos, pero haciéndola bía en triunfo, no por otra razón sino porque no ha­
llegar á nosotros por medio de las ideas religiosas. De bían desesperanzado do su victoria. Empero si los an­ Desprecia al que miente. El valiente será recompensado después de su muer­
la Fe van á nacer las virtudes sociales, pues consta tiguos atribuían algo de maravilloso al hombre á quien Guarda tres dias de fiesta al fin y al principio te, y el cobarde castigado.
del ano. 1
por el unánime consentimiento de los sabios, que el nunca abandonaba la Esperanza, ¿qué hubieran pen­
dogma que nos manda creer en un Dios remunerador sado del cristiano, que en su admirable lenguaje no Leyes indias. Leyes de Pitágoras.
y vengador, es el apoyo mas sólido de la moral y la dice mantener sino practicar la Esperanza?
política. El universo es Wiehuou. Honra á los dioses inmortales, según están estable-
Por lo que respocla á la Caridad, hija de Jesucristo, Todo lo que ha sido es él; todo lo que es, es él; todo ciclos por la ley.
Finalmente, si se destina la Fe á sus verdaderos representa en su sentido propio gracia y alegría. As­
usos; si se la consagra esclusivamente al Criador; si pirando la Religión á reformar el corazón humano, y á lo que será es él. I Honra á tus padres. •
22 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 23
Haz lodo aquello que no mancille tu memoria. iniquidad de los padres y la iniquidad de los ¡ Leyes de Dios! ¡ cuán poco os parecéis á las de losde todas las cosas: pero el viento no conocía su pro­
No admitas ai sueño en tus ojos, antes de -tiaber que me aborrecen, en los hijos de la tercera y hombres! Eternas como el principio de que emanáis, pia obra, es decir, la mezcla. Esta engendró á su vez,
examinado tres veces en tu alma las obras del día. la cuarta generación, y dispenso gracia mil con el viento su padre, á Mot ó el limo, y de este
en vano se deslizan los siglos, pues resistís á estos, á
Pregúntate: ¿En dónde be estado ? ¿Qué he hecho? veces á los que me aman y observan mis Man­ la persecución, y aun á la corrupción de los pueblos. procedieron todas las generaciones del universo.»
¿Qué hubiera debido hacer? damientos. Esta legislación religiosa, organizada en el seno de las Si pasamos á los filósofos griegos, Tales, fundador
Así pues, después de una vida santa, cuando resti­ 3. No tomarás el nombre de Jehová, tus Dioses, en legislaciones políticas (y no obstante independiente de la secta jónica, reconocía el agua como principio
tuyas tu cuerpo á los elementos, serás inmortal é in­ vano; porque no declarará inocente al que to­ de.sus destinos), es un extraño prodigio. Mientras las universal. Platón sostenía que la Divinidad había ar­
corruptible, y no podrás morir (t). mare su nombre en vano. formas de los reinos pasan y. se modifican, y en tanto reglado el mundo, pero que no habia podido crearle.
Hé aquí casi por entero todo lo que lia podido reco­ 4. Acuérdate del dia del Sábado para santificarlo. que el poder rueda de mano en mano, á merced de la Dios, dice, formó el universo según el modelo que
gerse de esa tan famosa antigua sabiduría de los tiem­ Trabajarás seis dias, y harás tu obra, y el dia suerte, algunos cristianos que se han mantenido fieles desde la eternidad existia en sí mismo. Los objetos vi­
pos. Unas veces se representa á Dios con cierta oscu­ séptimo de Jehová , tus Dioses, no harás faena en medio de los caprichos de la fortuna, continúan sibles , no son sino sombras de las ideas de Dios, úni­
ridad, aunque sin duda en fuerza de su luz, pues las alguna, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu adorando al mismo Dios, y sometiéndose á las mis­ cas verdaderas sustancias. Dios infundió además un
tinieblas deslumbran nuestros ojos cuando nos propo - criado, ni tu criada, ni tu camello, ni tu hués­ mas leyes, sin creerse libres de sus vínculos por las soplo de vida en los seres, y compuso de él un tercer
nemos mirar al sol; otras, se declara infame al hom­ ped , delante de tus puertas; porque Jehová revoluciones, ni por las catástrofes, ni por el ejem­ principio, á la par materia y espíritu: este principio
bre sin amigos, y el legislador castiga á casi todos los hizo en seis dias las maravillosas aguas su­ plo. ¿Qué religión no perdió en la antigüedad su in­ se llama el alma del mundo.
desgraciados; ora vemos el suicidio convertido en ley; periores, la tierra, el mar, y todo lo que en fluencia moral, al perder sus sacerdotes y sacrificios? Aristóteles discurría como Platón acerca del origen
ora en fin, algunos de esos sabios parecen olvidar en­ ellas se encierra, y descansó el séptimo, que ¿Dónde están los misterios del antro de Trofonio y los del universo, pero concibió el hermoso sistema de la
teramente á un Ser Supremo. ¡Y cuántas cosas vagas, Jehová bendijo y santificó. secretos de Ceres-Eleusina ? ¿ No cayó Apolo con Del- cadena de los seres; y subiendo de acción en acción,
incoherentes y vulgares no se advierten en la mayor 3. Honra á tu padre y á tu madre, para que tus dias fos, Baal con Babilonia, Sérapis con Tebas, y Júpiter probó que existe en alguna parte un primer móvil.
parto de esas sentencias 1 Los sabios del Pórtico y de sean largos sobre la tierra; y mas allá de la con el Capitolio ? Solo el Cristianismo ha visto der­ Zenon decía que el mundo se arregló en virtud de
la Academia anuncian alternativamente máximas tan tierra que Jehová, tus Dioses, te ha dado. rumbarse muchas veces los edificios donde se cele­ su propia energía, y que la naturaleza es ese todo que
contradictorias, que puede probarse muchas veces con 6. No matarás. braban sus pompas, sin vacilar en su caída. No siem­ lo abraza todo; que este todo se compone de dos prin­
el mismo libro que su autor creía y no creia en Dios; 7. No serás adúltero. pre ha tenido templos Jesucristo, pero todo es templo cipios, uno activo y el otro pasivo, no existiendo se­
quereconocia y no reconocía una virtud positiva; que 8. No hurtarás. para el Dios-Vivo: la mansión de los muertos, la ca­ parados sino unidos; que estos dos principios están
la libertad es el primero de los bienes, y que el despo­ 9. No levantarás falsos testimonios contra tu prójimo. verna de la montaña, y especialmente el corazón del sometidos á un tercero la Fatalidad; que Dios, la
tismo es el mejor de los gobiernos. •10. No desearás la casa de tu vecino, ni la mujer de justo; no siempre ha tenido Jesucristo altares de pór­ materia y la fatalidad forman un ser único; que com­
Mas, si en medio de tantas perplejidades, viésemos tu vecino, ni su criado, ni su criada, ni su fido , ni púlpitos de cedro y marfil, ni por servidores ponen á la vez las ruedas, el movimiento y las leyes
aparecer un código de leyes morales, que sin contra­ buey, ni su jumento, ni nada de lo que per­ á hombres felices; pero una piedra en el desierto de la máquina, obedeciendo como partes á las leyes
dicciones ni errores, hiciese cesar nuestras incerti­ tenece á tu vecino. basta para celebrar sus misterios; un árbol para pre­ que dictan como todo.
dumbres; que nos enseñase lo que acerca de Dios dicar en él sus leyes, y un lecho de espinas para Según la filosofía de Epicuro, el universo existe
debemos creer, y cuales son nuestras verdaderas re­ Hé aquí las leyes que el Eterno grabó, no solo en practicar sus virtudes. desde toda la eternidad, y no hay en la naturaleza
laciones con los hombres; si ese código se anunciase la piedra del Sinaí, sino también en el corazón del sino dos cosas: el cuerpo y el vacío.
con una seguridad de doctrina y una sencillez de len­ Los cuerpos se componen de la agregación de par­
guaje desconocidas hasta allí, ¿no deberíamos inferir
hombre. Llama desde luego la atención el carácter de
universalidad que distingue esta tabla divina de las LIBRO TERCERO. tes de materia infinitamente pequeñas, esto es, de
que semejantes leyes no podían emanar sino del cielo? tablas humanas anteriores á ella. Esta es la ley de to­ Verdad de las Escrituras; caída los átomos que tienen un movimiento interno, la gra­
Pues bien: poseemos esos preceptos divinos; y, ¡ que dos los pueblos, de todos los climas, de todos los vedad; y su revolución se'verificaría en el plano ver­
del liomlire. tical, si no describiesen una elipse en el vacío, en
preceptos para el sabio! ¡qué cuadro para el poeta! tiempos. Pitágoras y Zoroastro se dirigen á los griegos
Yed á ese hombre que baja de las incendiadas al­ y á los medos; pero Jehová, al hablar á todos los virtud de una ley particular.
turas : sus manos sostienen sobre el pecho una tabla hombres, se ostenta como el Padre Omnipotente que CAPITULO PRIMERO. Epicuro supuso este movimiento de declinación pa­
de piedra: su frente despide dos destellos de fuego; vela sobre la Creación, y que deja caer igualmente de ra evitar el sistema de los fatalistas, que se reprodu­
Superioridad de la tradición de Moisés sobre todas las ciría por el movimiento perpendicular del átomo. Pero
su rostro irrádia las glorias del Señor; el terror de su mano el grano de trigo que alimenta al humilde demás cosmogonías.
Jehová le precede, y allá en el horizonte se extiende insecto, y al sol que lo alumbra. su hipótesis es absurda, porque si la declinación del
magestuosa la cordillera del Líbano con sus nieves Se notará asimismo que nada es mas admirable, en Hay verdades por nadie controvertidas, aunque no átomo es una ley, esta ley es necesaria; y ¿cómo una
eternas y sus cedros que se pierden en las nubes. su sencillez llena de justicia, que esas leyes morales puedan aducirse respecto de ellas pruebas inmediatas: causa forzosa produciría un efecto libre? “
Arrodillada al pié de la montaña, sobre cuyas cimas de los hebreos. Los paganos mandaron tributar honor al número de esas verdades pertenecen la rebelión y La tierra, el cielo, los planetas, las estrellas, las
estallan el trueno y el rayo, la asombrada posteridad á los padres, y Solon impuso la pena capital al mal la caida del espíritu de orgullo , la creación del mun­ plantas, los minerales y los animales, incluso el hombre,
de Jacob vela su cabeza, temiendo ver á Dios y mo­ hijo; mas, ¿qué hace Dios? promete una larga vida do , la felicidad primitiva y el pecado del hombre, nacieron del concurso fortuito de estos átomos; y cuan­
rir. Pero los truenos enmudecen y hé aquí que re­ á la piedad filial. Este mandamiento está tomado en pues es imposible creer que una mentira absurda lle­ do la virtud productiva del globo se hubo evaporado, las
suena una voz: la misma fuente de la naturaleza. Dios ha hecho un gue á ser una tradición universal. Abrid los libros del razas vivas se perpetuaron por medio de la generación.
precepto del amor filial, mas no hizo otro del amor segundo Zoroastro, los Diálogos de Platón y los de Los miembros de los animales, formados al acaso,
«Escucha , oh tú Israel, á mí Jehová, tus Dio­ paternal, porque sabia que el hijo, en quien se reú­ Luciano, los tratados morales de Plutarco, los fastos ningún destino particular tenían; la oreja cóncava no
ses (2), que te he sacado de la tierra de Mitzraim , de nen todos los recuerdos y todas las esperanzas del de los chinos, la Biblia de los hebreos y los Edda de habia sido ahuecada para percibir los sonidos, ni el
la casa de esclavitud. padre, seria entrañablemente amado por este; pero los escandinavos; trasladaos á los países poblados por ojo convexo habia sido redondeado para recibir la luz,
impuso, sí, el amor al hijo, porque conocía la in­ los negros del Africa, ó comunicad con los sabios sa­ sino que como estos órganos eran propios para estos
1. No tendrás otros Dioses en mi presencia. constancia y el orgullo de la juventud. cerdotes de la india, y todos os narrarán los crímenes diferentes usos, los animales se sirvieron maquinal­
2. No formarás ídolos con tus manos, ni imagen al­ A la fuerza del sentido interno se unen en el Decá­ del dios del Mal; todos os pintarán los tiempos asaz mente de ellos, con preferencia á otro sentido.
guna de cuanto existe en las maravillosas logo , como en las demás obras del Todopoderoso, la breves de la bienandanza del hombre, y las largas Inútil seria hablar de las cosmogonías de los poetas,
aguas superiores, ni sobre la tierra, ni en magostad y la graciado las formas. El bracman explica calamidades qne siguieron á la pérdida de su ino­ después de haber hablado de lasde los filósofos. ¿Quién
las aguas que están debajo de la tierra. No te prolijamente las tres presencias de Dios, al paso que cencia. no conoce á Deucalion y Pirra, la edad de oro y la de
inclinarás delante de las imágenes, ni les da­ el nombre de Jehová las expresa en una sola pala­ Voltaire dice que tenemos la peor copia de todas las hierro? Por lo que respecta álas tradiciones esparcidas
rás culto, porque yo soy Jehová, tus Dioses, bra, que encierra los tres tiempos del verbo ser, uni­ tradiciones relativas al origen del mundo, y á los ele­ entre los demás pueblos de la tierra, en la India un
el Dios fuerte, el Dios celoso, que persigue la dos mediante una combinación sublime: havah , fue; mentos físicos y morales que lo componen. ¿Será que elefante sostiene el globo; el sol es el autor de cuanto
hovah, siendo, ó es; y je, que cuando está delante prefiera la cosmogonía de los egipcios, esto es, el existe, en el Perú; en el Canadá , el Gran-Liebre es
de las tres letras radicales de un verbo, indica ei fu­ gran huevo alado de los sacerdotes de Tebas? Hé aquí el padre del mundo; en la Groenlandia, el hombre ha
(1) Pudiera añadir á este cuadro un extracto de la Repú­ lo que nos refiere con mucha gravedad Herodoto, el salido de una conchado marisco; y por último, la Es-
blica de Platón, ó mas bien de los doce libros de sus leyes, turo , en hebreo , será.
que son en nuestro juicio su mejor obra, tanto por el hermo­ Finalmente, los legisladores antiguos consignaron mas antiguo de los historiadores después de Moisés: candinavia vió nacer á Asko y á Emla; Odin les dió el
so cuadro de los tres ancianos que discurren dirigiéndose á en sus códigos las épocas de las fiestas de sus nacio­ «El principio del universo era un ambiente som­ alma, Hcenero la razón, y Lcedur la sangre y la her­
la fuente, como por la severa razón que brilla en su diálogo. nes ; pero el dia del reposo de Israel es el mismo del brío y tempestuoso, un viento formado de un aire mosura :
Mas, como tales preceptos no lian sido puestos en práctica, descanso de Dios. El hebreo, y su heredero el gentil, muy denso y de un turbulento caos. Este principio
nos abstenemos de hablar de ellos. Askum et Emlam, omniconatu destitutos,
en las horas de su oscuro trabajo, tienen á la vista no tenia límites, y durante mucho tiempo no había Animam nec possidebant, rationem nec habebant,
Por lo que respecta al Alcorán, lo que en él se encuentra nada menos que la creación sucesiva del universo. La tenido extensión ni figura determinadas. Pero cuando
de bueno y justo está tomado casi literalmente de nuestros Nec sanguincm, nec sermonen], nec faciem venustam:
libros sagrados ; lo reslante es una compilación rahínica. Grecia, tan poética por oirá parte, jamás pensó en este viento se enamoró de sus propios principios, re­ Animam dedit Odinus, rationem dedítHcenerus;
(2) Reproducimos el Decálogo textualmente traducido del referir las tarcas del labrador ó del artesano á aquellos sultó de ellos una mezcla que los hombres denomina­ Lcedur sangulnem addidit et faciem venustam.
hebreo, á causa de las palabras tus Dioses, que ninguna famosos instantes en que Dios creó la luz, trazó la ron deseo ó amor.
traducción ha desentrañado. órbita del sol, y animó el corazón del hombre. »Esta mezcla, una vez verificada, fue el principio En estas cosmogonías nos vemos colocados entre
~4 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
cuentos de niños y abstracciones de filósofos; y si pre­ armonía con la razón humana, que el Criador bajando EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 38
ciso fuese optar, seria preferible inclinarse á los pri­ á la noche antigua para crear la luz á una sola palabra? órden del Altísimo? no otra cosa que un capricho in­
meros. muerte y la de su posteridad. El seereto de la exis­
Al punto el sol se muestra en el cielo, en el centro digno de la Divinidad,. sin que resulte moralidad algu­ tencia política y moral de los pueblos y los misterios
Para descubrir el original de un cuadro entre mul­ de una inmensa bóveda azul, envuelve en sus invisi­ na de la desobediencia de Adam. Por el contrario, to­
titud de copias, debemos buscar aquel que en su uni­ mas profundos del corazón humano, están encerrados
bles redes á los planetas,, y los retiene en su derredor; da la historia del mundo se deriva de la ley impuesta en la tradición de ese árbol admirable y funesto.
dad ó en la perfección de sus partes revela el genio del los mares y los bosques empiezan á agitarse en el glo­ a nuestro primer padre. Dios puso la ciencia á su al­
pintor. Esto es lo que hallamos en el Génesis, origi­ Ahora bien: ved aquí una maravillosa consecuen­
bo, y levantan sus primeros murmullos para anunciar cance, porque no podia negársela, habiendo nacido el cia de esta prohibición de la Sabiduría. El hombre
nal de esas pinturas reproducidas en las tradiciones de al universo ese maravilloso himeneo de que Dios es el hombre inteligente y libre; pero le predijo que si quería
todos los pueblos. ¿Hay algo mas natural, y sin em­ cae, y el demonio del orgullo es quien ocasiona su
sacerdote, la tierra el tálamo nupcial, y el linaje hu­ saber demasiado, el conocimiento de las cosas seria su caída. El orgullo finge la voz del amor para seducirle
bargo mas magnífico, mas fácil de concebir, mas en mano la posteridad.

EL MATRIMONIO.
LA EXTREMA-UNCION.

CAPITULO II. por haber probado el fruto de ciencia, por haber sabi­
do conocer demasiado el bien y el mal, y por haber ce­ y Adam intenta igualarse á Dios, estimulado por la bajo la figura de varios animales; por esta razón Eva
Calda del hombre; la serpiente; una palabra hebrea. mujer : profunda esplanacion de nuestras dos prime­
sado de ser semejante al niño del Evangelio. Supónga­ no se sorprendió al oir hablar á la serpiente, como
Gran admiración despierta esta otra verdad consig­ se cualquiera otra prohibición por parte de Dios, ras pasiones: la vanidad y clamor. tampoco al ver á Dios mostrarse bajo una forma sen-
nada en las Escrituras: El hombre muere por haberse relativamente á otra cualquiera inclinación del alma; Bossuet dice en sus Ëlevaciones á Dios, al hablar siblc.» Bossuet añade : «¿Por qué determinó Dios al
envenenado con el fruto de vida; el hombre se perdió ¿que serán en tal caso la sabiduría y la profundidad del tlel misterio de la serpiente, que los ángeles conversa­ ángel soberbio á dejarse ver bajo esta forma, con pre­
ban con el hombre en la forma que Dios permitía y ferencia a cualquier otra ? Aunque no es necesario sa-
2
26 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO, 27

berlo, la Escritura nos lo insinúa, diciendo que la ser­ res sobre su línea espiral, ¡os anillos de la encantada servacion, la paz y ventura de.los seres? Cuanto mas dió así: Adam se propuso abrazar el universo, no con
piente era el mas astuto de todos los animales, es serpiente se ensancharon, y unos tras otros se dejaron visibles son la.armonía de las cualidades y délos movi­ el sentimiento sino con la idea, y al tocar el árbol de
decir, el que • mejor representaba al demonio en su caer en el suelo en forma de círculos concéntricos. Los mientos en el resto déla naturaleza, tanto mas notable ciencia , admitió en su entendimiento un rayo dema­
malicia, en sus añagazas, y luego en su castigo.» cambiantes de azul, verde, blanco y oro recobraron es en el hombre su divergencia. Existe una perpetua siado vivo de luz. Al punto el equilibro quedó roto, la
Nuestro siglo rechaza con altanería todo lo que pre­ su brillo sobre su estremecida piel; y él reptil, volvien­ lucha entre su entendimiento y su deseo, entre su confusión se apoderó del hombre, y en lugar de la
senta un carácter maravilloso; pero hemos observado do ligeramente la cabeza, quedóse inmóvil en la acti­ mente y su corazón. Cuando llega al apogeo do la civi­ claridad que se había prometido, espesas tinieblas cu­
muchas veces la serpiente, y, si nos atrevemos á de­ tud de la atención y del placer. lización, hállase en el último escalón de la moral; si es brieron su vista, porque su pecado se extendió como
cirlo, hemos creido reconocer en ella ese instinto per­ En aquel momento el canadiense anduvo algunos libre, es grosero y rudo; si suaviza sus costumbres, un velo entre él y el universo. Su alma se perturbó
nicioso y esa sutileza que le atribuye la Escritura. pasos, haciendo producir á su flauta sonidos dulces y se forja pesadas cadenas. Si brilla en las ciencias, apa­ y se sublevó : sus pasiones combatieron su juicio, y
Todo es misterioso, oculto y sorprendente en este monótonos; la serpiente bajó su abigarrado cuello, en­ ga su imaginación; si se hace poeta, amengua su en­ este se propuso aniquilar aquellas; y en tempestad tan
incomprensible reptil. Sus movimientos se diferen­ treabrió con su cabeza la menuda yerba, y empezó á tendimiento; su corazón se desarrolla á expensas de su desecha, el escollo de la muerte presenció estremeci­
cian de los de todos los demás animales, y no puede arrastrarse tras los pasos del músico que la subyuga­ cabeza, y esta á expensas de aquel. Estrechad círculo do de júbilo, el primer naufragio del hombre.
decirse donde reside su facultad locomotora, porque ba, deteniéndose cuando él se detenia, y volviendo á de sus ideas á medida que ensancha el de sus afectos, Tal fue el accidente que alteró radicalmente la ar­
no tiene aletas, ni patas, ni alas y no obstante huye seguirle cuando él volvia á alejarse. Así se la sacó de vse empobrece en estos en la proporción erique.se en­ moniosa ó inmortal constitución humana. Desde aquel
como una sombra , se desvanece mágicamente, vuel­ nuestro campo, en medio de multitud de espectadores, riquece en aquellas. La fuerza le hace áspero y duro, triste momento los elementos de su ser han permane­
ve á aparecer y ocúltase de nuevo, á semejanza de los salvajes y europeos , que con dificultad dallan asenso y la debilidad le enerva. Una virtud le acarrea siempre cido diseminados, y no han podido reunirse. La fami­
destellos de una espada en la oscuridad. Ora se plega á sus propios ojos; á tal prodigio de la música, la con­ un vicio; y este, cuando se retira, le roba siempre una liaridad, ó pór mejor decir, el casi amor al sepulcro
circularmente, y vibra una lengua ele fuego; ora, apo­ currencia gritó unánime que se concediese la vida á la virtud. Las naciones, consideradas, en su conjunto, que la materia lia contraido, destruye todo proyecto
yándose en la extremidad de su cola, camina perpen­ maravillosa serpiente. presentan las mismas vicisitudes, pues pierden y re­ de rehabilitación en este mundo, porque nuestros
dicularmente como por encanto. Arrójase arrollada so­ A esta especie de inducción, derivada de las costum­ cobran alternativamente las luces. Pudiera decirse que años no son bastante largos para que nuestros esfuer­
bre sí misma, sube y baja en espiral, hace ondular sus bres de la serpiente en favor de las verdades de la el genio humano, agitando una antorcha, vuela ince­ zos por recobrar nuestra primitiva perfección, puedan
anillos cual las olas, serpea sobre las ramas de los ár­ Escritura, añadiremos otra tomada de una voz hebrea. santemente en derredor de este globo, en medio de en tiempo alguno reparar los daños de nuestra caida.
boles, y se desliza pérfida por entre la yerba de las pra­ ¿No es muy estraordinario y al mismo tiempo muy fi­ la noche que nos cubre, y se muestra álas cuatro par­ Poro se preguntará : ¿Cómo hubiera podido el mun­
deras, ó sobre la superficie de las aguas. Tan capricho­ losófico que el nombre genérico del hombre signifique tes de la tierra como ese astro nocturno, que crecien­ do contener todas las razas, si no hubieran quedado
sos é indecisos como su marcha son sus colores, pues en hebreo la fiebre ó el dolor? Enosh, hombre, se de­ do y menguando sin cesar, disminuye á cada, paso sujetas á la muerte? Esto es una objeción quimérica,
cambian según los diversos accidentes de la luz, y riva por su raiz del verbo anash, hallarse peligrosa- respecto de un pueblo la claridad que aumenta respec­ porque es pedir cuenta á Dios de sus infinitos medios
presentan como sus movimientos, la mentida brillan­ te enfermo. No denominó Dios así á nuestro primer to de otro. de acción. ¿Quién sabe si los hombres se hubieran mul­
tez y las pérfidas faces de la seducción. padre, sino que le llamó simplemeute Adam, tierra Es por lo tanto-razonable suponer que el hombre, tiplicado tanto como actualmente vemos? ¿Quién sabe
Mas asombrosa aun en sus demás costumbres, sabe roja ó limo. La posteridad de Adam no tomó hasta en su constitución primitiva, se asemejaba al resto de ' si la mayor parte de las generaciones hubiera perma­
arrojar sin ser vista, cual un asesino, su túnica man­ después del pecado el nombre de Enosh ú hombre, la creación , y que esta constitución se formaba de la necido virgen, ó si esos millones de astros que giran
chada de sangre, temiendo ser reconocida. Poruña es­ que tan perfectamente se adaptaba á sus miserias, y perfecta conformidad del sentimiento con la mente, de sobre nuestras cabezas, nos hubieran sido reservados
tarna facultad, puede hacer entrar en su seno los con tanta elocuencia recordaba la transgresión y el cas­ la imaginación con el entendimiento. Acaso nos con­ como moradas deliciosas, á donde hubiéramos sido
monstruos que el amor ha hecho salir de él. Duerme tigo. Tal vez en un movimiento de amargura, Adam, venceremos de esta verdad si observamos que esta, trasladados por los ángeles? Y aun pudiera aventurar­
meses enteros, frecuenta los sepulcros, habita en lu­ testigo del doloroso parto de su esposa, y al recibir en reunión es necesaria aun para saborear una sombra de se mas : es imposible calcular á qué altura hubiera
gares desconocidos, compone venenos que hielan, sus brazos á su primogénito Cain, lo elevó al cielo es- esa felicidad, en hora triste perdida. Así, pues, por podido llegar en las ciencias y las artes el hombre,
abrasan ó manchan el cuerpo de su víctima con los clamando: ¡Enosh! ¡Ohdolor! ¡Triste exclamación, des­ la mera ilación del raciocinio y por las probabilidades perfecto é inmortal poblador de la tierra. Si.desde lue­
colores de que aparece teñida. Allí levanta dos ca­ tinada á designar en lo sucesivo la especie humana! do la analogía no podemos negar, el pecado original, go se hizo dueño de tres elementos; sino obstante las
bezas amenazadoras; aquí hace sonar un cascabel, sil­ puesto que el hombre tal cual hoy le vemos, no es pro­ mayores dificultades: disputa hoy á las aves el im­
ba como un águila de montaña , y brama como un bablemente el hombre primitivo. Contradice á la natu­ perio de los aires, ¿qué no hubiese llevado á cabo en
toro. Asociase naturalmente á las ideas morales ó re­ CAPITULO III. raleza entera;. elemento perturbador en medio del su carrera inmortal? La naturaleza del aire, que pre­
ligiosas, como por resultado de la influencia,que ejer­ órden; doble, cuando todo es sencillo, misterioso, senta en el estado actual un obstáculo invencible al
CONST1TCCION PRIMITIVA DEL HOMBRE. versátil é inexplicable, se muestra ostensiblemente en
ció en nuestros destinos; objeto de horror ó de admi­ cambio de planeta, era acaso diferente antes del Dilu­
ración, los hombres le profesan un odio implacable ó el estado de una cosa dislocada por algún trascenden­ vio. Como quiera que sea, no es indigno del poder de
Nueva prueba del pecado original. tal accidente; es un palacio desmoronado y reducido Dios y de la grandeza de! hombre, suponer que la raza
sucumben ante su genio; la mentira la invoca, la pru­
dencia la reclama, la envidia la lleva en su corazón, y Hemos aducido, al hablar del Bautismo y de 1; Re­ á escombros, en que se admiran partes soberbias y de Adam estaba destinada á recorrer los espacios y á
la elocuencia en su caduceo. Arma en los infiernos el dención, algunas pruebas morales del pecado original; partes repugnantes; magníficos peristilos sin objeto animar todos esos soles, que privados por el pecado
látigo de las Furias, y en el cielo es el símbolo de la pero no debemos tratar superficialmente tan impor­ conocido ; grandiosos pórticos y bóvedas mezquinas, de sus habitantes, no son Otra cosa que unas brillantes
Eternidad. Posee además el arte deseducir la inocen­ luces vivísimas y profunda lobreguez: en una palabra, soledades.
tante materia, pues, como dice Pascal, «el nudo de
cia: sus miradas fascinan Jas aves en los aires; y bajo la confusión y el desorden en todas partes, especial­
nuestra condición toma sus múltiples rodeos en este
mente en el santuario.
el helécho del pesebre, la oveja le abandona su lecho.
Pero la serpiente se deja á su vez seducir por los soni­
abismo; de modo que el hombre es mas inconcebi­
ble sin este misterio, de lo que tal misterio puede ser
Por consiguiente , si la constitución primitiva del LIBRO CUARTO.
dos suaves, y para domarla bástale al pastor su flauta. incomprensible al hombre.» hombre consistía en las conformidades, cuales las ve­
En julio de 1791 viajaba por el Alto—Canadá , con mos establecidas en los demás seres, para destruir un Continuación «te las verdades «le la
Paréceme que puede deducirse del orden del uni­ Escritura. — Objeciones contra el
algunas familias salvajes de la nación de los Ononta- estado cuya naturaleza es la armonía, basta alterar
verso una nueva prueba de nuestra degeneración pri­ sistema «le Moisés.
gués. Habiéndonos detenido cierto dia en una dilata­ mitiva. su contrapeso. La parte afectiva y la parte inteligente
da llanura á orillas del Genesio, entró en nuestro cam­ formaban en nosotros este precioso equilibro, pues
Si dirigimos una ojeada al mundo, veremos que por
po una serpiente de cascabel. Babia entre nosotros un Adam era á la par el mas profundo y el mejor de los CAPITULO 1.
una ley general y al mismo tiempo particular, las par­ hombres, es decir, el mas poderoso en inteligencia y
canadiense que sabia tocar la flauta, y deseando di­ tes integrantes, los movimientos interiores ó exterio­ el mas poderoso en amor. Cronología.
vertirnos, se adelantó contra la serpiente con su arma res, y las cualidades de los seres se hallan en completa Pero todo lo queha sido creado sigue necesariamente
de nueva especie. Al acercársele su enemigo, el reptil armonía. Así, los cuerpos celestes verifican sus revo­ una marcha progresiva. En lugar de esperar del tras­ Desde que algunos sabios han dicho que el mundo
se arrolló en espiral, acható su cabeza, hinchó sus car­ luciones con admirable unidad, describiendo cada cual curso de los siglos, nuevos conocimientos que hubiera- encerraba en la historia del hombre ó en la de la na­
rillos, descubrió sus dientes venenosos y sus sangrien­ su órbita particular, sin contrariarse á sí mismo. Un
tas fauces; vibró su doble lengua cual dos llamas; sus recibido con nuevos sentimientos , Adam quiso cono­ turaleza, señales de una antigüedad demasiado remota
solo globo nos da la luz y el calor; pero estos dos acci­ cer todo á la vez. Y nótese un hecho importante : el
o jos parecian dos ascuas; su cuerpo hinchado por la ra­ dentes no están repartidos entre dos esferas, sino que para tener el moderno origen que le asigna la Biblia,
hombre podia destruir la armonía de su ser, de dos muchos se han puesto á citar á Sanchoniathon, Porfi­
bia, se elevaba y deprimía á manera de un fuelle; su el sol los confunde en su disco, bien así como Dios, cu­ maneras : ó intentando amar demasiado, ó aspirando rio, los libros sánscritos, etc. Pero, ¿los que hacen
piel dilatada tornóse inate y escamosa, y su cola, que ya imágen es, une al principio que fecundiza el prin­ á saber demasiado. Pecó solo por este segundo extre­ valer estas autoridades, las lian consultado siempre
hacia oir un ruido siniestro, se agitaba con tan extra­ cipio que alumbra. mo , porque en realidad nos aqueja mucho mas el or­ en su fuente?
ña celeridad que se asemejaba á un ligero vapor. _ Obsérvase la misma ley en los animales: sus ideas, gullo de las cienciasque el del amor; pero este orgullo Es un poco temerario querer persuadirnos que Orí­
Entonces el canadiense empezó á tañer su flauta si así puede decirse, están siempre de acuerdo con hubiera sido mas digno de lástima que do castigo, y
salvadora; la serpiente hizo un movimiento de sorpre­ genes, Eusebio, Bossuet, Pascal, Fenelon, Bacon,
sus sentimientos, su razón y sus pasiones. Por esta si Adam se hubiese hecho culpable por haber querido
sa, y retiró hacia atrás la formidable cabeza. A me­ razón no hay en ellos ni aumento ni diminución de iw- Newton, Leibnitz, Huet y tantos otros, eran unos ig­
dida que cedía al efecto mágico, sus ojos perdían su sentir demasiado, mas bien que por haber querido norantes, ó unos imbéciles, ó unos perversos que ha­
telígencia; y es fácil seguir esta regla de las armonías concebir demasiado, el hombre hubiera podido tal vez
poder fascinador, la agitación de su cola disminuía y en ¡as plantas y los minerales. blaban contra su íntima convicción. Estos hombres
el rumor que en ella resonaba se fue debilitando pau­ rescatarse á sí mismo, sin que el Hijo del Eterno se ilustres dieron asenso ála verdad déla historia de Moi­
¿Por qué incomprensible destino, solo el hombre se hubiese visto precisado á inmolarse. Empero no suce­
latinamente hasta cesar del todo. Menos perpendicula­ exceptúa de esta ley tan necesaria al órden, á la con- sés, y no podemos dejar de convenir en que poseian
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38 BIBLIOTECA BE GASPAR V IlOlfí.
EL GENIO BEL CRISTIANISMO. 29
una erudición á cuyo iado la nuestra es harto iris-gui­ de Nabonasar, y por la'de los mártires. Los turcos
tienen su Egira, y ios persas su yezdegerdic. Compú­ gas sombras, porque todo esto no impide que el gé­ deducir estas dos consecuencias: l.’que el Egipto no
ñeante. •
Mas, empezando por la cronología, los sabios tase además por las eras Juliana, Gregoriana, ibérica nero humano sea de ayer. Los nombres de los inven­ era á la sazón bárbaro, toda vez que el egipcio Inaoo
inodenios lian superado según parece sin el menor y acciana. No hablaremos de los mármoles de Arun- tores de las artes nos son tan familiares como los de llevaba por aquel tiempo la civilización á Grecia; 2.° que
tropiezo las dificultades insuperables en que se han • del, ni do las medallas y monumentos de todo género un hermano ó un abuelo. Hyp,¿uranio construyó las m ?si5to 110 estaba cubierto 'ie ruinas, puesto que
estrellado Escáíígero, Peteau, Ushery Grocio. Reman­ que esparcen nuevas tinieblas en la cronología. ¿ Hay chozas de caña, albergue de la primitiva inocencia. Tebas florecía, y Amenoíis era padre de Sesostris, que
se ciertamente de nuestra ignorancia si les preguntá­ un hombre de buena fe, que al recorrer estas páginas, Usoo cubrió su desnudez con pieles de fieras, y arros­ Hevo a su apogeo la gloria de los egipcios. Según re-
semos cuándo han tenido principio las Olimpiadas; no convenga en que tantas maneras dudosas de calcu­ tró el mar en el tronco de un árbol. Tubalcain puso llere el historiador Josefo, Thetmosis obligó á ios pas-
cómo se armonizan estas con el modo de contar por lar el tiempo, bastan para convertir la historia en un el hierro en la mano de los hombres; Noé ó Baco plantó tores á abandonar enteramente las orillas del Nílo.
arcontes, por eforos, per ediles, por cónsules, por caos espantoso? Los anales de los judíos, por confesión la viña; Caín ó Triptolemo encorvó el arado; Agrotes Pero , ¡ qué nuevos argumentos no se hubieran
reinados, juegos Pitios, Nemeanos, y Seculares; có­ de los sabios, son los únicos cuya cronología es sencilla, ó Ceres recogió la primera cosecha. La historia, la me­ aducido contra la Escritura, si se hubiera conocido
mo coinciden todos los calendarios de las naciones; regular y luminosa. ¿Por qué pues, consumir el espí­ dicina, la geometría, las bellas artes y las leyes, no otro prodigio histórico que se enlaza también con las
de qué manera es preciso computar para poner en ritu á. impulso dejiin celo ardiente de impiedad, en son mas antiguas cu el mundo, y las debemos á He­ ruinas, ¡ ay! cómo toda la historia, de los hombres!
consonancia el antiguo año de Rómulo, de diez meses cuestiones de tiempo, no menos áridas que indesci­ rodoto, Hipócrates, Tales, Homero, Dédalo y Minos. Hanse descubierto no há muchos años en la América
y 354 dias, con el de Numá, de 355 dias, y con el de frables , cuando tenemos el hilo mas seguro para no En cuanto al origen de los reyes y de las ciudades, la Septentrional, unos monumentos extraordinarios en las
julio César, de 365; y por qué medio se evitarán perdernos en la noche de la historia? Véase en esto historia nos ha sido conservada por Moisés, Platón, margenes del Muskiñgum, del Miani, del Wabacbe
inexactitudes, asimilando estos años al año común una nueva evidencia en favor de las Escrituras. Justino y algunos otros, y sabemos cuándo y por qué del uluo y especialmente del Escioto, donde ocupan
se han establecido en los pueblos las diferentes for­ una longitud de mas de veinte leguas. Esos monumen­
ático de 354 dias, y al embolísmico, de 384. mas de gobierno.
Sin embargo, no se limitan á esto las perplejidades tos son unas murallas de tierra con fosos glacis
CAPITULO II. Y si se manifiesta alguna admiración al encontrar lunas, medias-lunas y conos de desmesurada altura’
relativas á los años. El antiguo año judío solo tenia
354 dias, y ai iin de él se añadían otros doce, y algu­ tanta grandeza y magnificencia en las primeras ciu­ destinados á servir de sepulcros. Los hombres inves­
Logografía y hechos históricos. dades de Asia, esta dificultad se desvanece sin el me­ tigadores lian preguntado , aunque en vano cuál fue
nas veces un mes de treinta dias después del de Adar;
A las objeciones cronológicas aducidas contra la Bi­ nor esfuerzo ante una observación derivada del genio el pueblo que dejó tales huellas de su paso. El hom­
lo que tenia por objeto la formación del-año solar. El
délos orientales. En todas las edades esos pueblos lian bre está suspenso en el presente, entre el pasado v el
moderno año judío cuenta doce meses, y toma siete blia , siguen las que algunos intentan deducir de los
construido ciudades inmensas , sin que de ello pueda porvenir, como sobre una roca que descuella entre
años de trece meses en el espació de diez y nueve años. mismos hechos históricos. Al efecto exhuman la tra­ inferirse nada en favor de su civilización , y por con­ dos. abismos: á su espalda y á su vista se extienden
El año siriaco varia igualmente, y se formade 365 dias. dición de los sacerdotes de Tebas, que concedía diez siguiente de su antigüedad. El árabe que lía abando­ prolundas tinieblas, á través de las cuales vislumbra
El año turco ó árabe tiene 354 dias, y recibe once y ocho mil años al reino de Egipto, y citan la lista de nado las abrasadas arenas donde se conceptuaba feliz algunos lanlasmas, que levantándose del fondo de am­
meses que se intercalan en el discurso de veinte y nue­ las dinastías de estos reyes, que lia llegado hasta nos­ a! encerrar una ó dos tocsas de sombra bajo una tienda óos abismos, se mecen un instante en su superficie
ve años. El año egipcio se divide en doce meses de otros. de pieles de oveja; ese árabe ha construido casi á para tornar á hundirse en ellos. ■
treinta días, y añade cinco de estos al último; el año Plutarco, á quien nadie supondrá adicto al Cristia­
nismo , se encarga de una parte cíe la respuesta á tales nuestra vista ciudades gigantescas y extensas metró­ Sean cuales fueren las conjeturas acerca de estas
persa llamado yezdegerdic, es igual al año egipcio. polis , donde, ciudadano de los desiertos , lia queri­ rui,nas americanas; aun cuando se agreguená ellas las
Además do estas mil maneras de medir el tiempo, objeciones. Hé aquí cómo se expresa al hablar de los do al parecer encerrar la soledad. Los chinos, tan visiones de un mundo primitivo, y las quimeras de
no todos estos años tienen el mismo principio , ni las egipcios,: «Aunque su año llegó á ser de cuatro me­
poco adelantados en las artes, tienen también las ma­ una Atlantida, la nación civilizada que ha hundido el
mismas horas, ni los mismos días, ni las mismas di­ ses, según algunos autores, al principio no se com­
yores ciudades del globo, con jardines, murallas, pa­ arado en las llanuras donde el iroqués persigue hoy á
visiones. El año civil de los judíos (como todos los de ponia sino de uno, y solo contenia el tiempo de una lacios, lagos y canales artificiales, como los de la an­ los osos, no lia necesitado, para consumar sus destinos
los orientales), empieza en el novilunio de setiembre, lunación; así es que haciendo de un solo mes un año, tigua Babilonia. Finalmente, nosotros mismos ¿no de un tiempo mas largo que el que ha bastado para
y su año religioso en.el de marzo. Los griegos cuen­ el tiempo trascurrido desde su origen parece extre­ somos un ejemplo ostensible de la rapidez con que se devorar los imperios de Ciro, Alejandro y César. ¡Di­
tan el primer mes de su año desde el novilunio que madamente largo, y aunque habitan nuevamente su civilizan los pueblos? No há mas de doce siglos que choso a lo menos un pueblo que no ha legado su nom­
sigue al solsticio de verano. El primer mes del año de país, pasan por el pueblo mas antiguo de todos.» Por nuestros antepasados eran tan bárbaros como los ho- bre a la historia, y cuya herencia no ha sido recogida
los persas corresponde á nuestro mes de junio; y la otra parte, sabemos por Herodoto, Uiodorode Sicilia, tentotes, y en la actualidad sobrepujamos á la Grecia sino por los corzos de los bosques y las avecillas del
China y la India empiezan en la primera luna de mar­ Justino , Jablonsky y Estrabon, que los egipcios cifran en el refinamiento del gusto, del fajo y de las artes. cielo! Nadie irá á renegar del Criador en aquellas sil­
zo. Vemos luego meses astronómicos y civiles que se su orgullo en oscurecer,su origen rodeándolo de las La lógica general de las lenguas no puede ofrecer vestres moradas, y á pesar con la balanza en la mano
subdividen en lunares y solares; en sinódicos y pe­ tinieblas del tiempo , y en ocultar, por decirlo así, su ninguna razón sólida en apoyo de la antigüedad del el polvo de los muertos, para probar la . eternidad de
riódicos; vemos secciones de meses en calendas, idus, cuna con el tupido velo de los siglos. hombre. Los idiomas del primitivo Oriente, lejos de la raza Humana.
décadas y semanas; vemos dias de dos especies, arti­ El número de sus reinados no puede presentar difi­
anunciarnos unos pueblos envejecidos en el estado Yo, amante solitario de la naturaleza y humilde
ficiales y“ naturales, que empiezan, los primeros al cultad alguna, pues es sabido que las dinastías egip­ social, descubren por el contrario unos hombres muy confesor de Ja Divinidad, me he sentado en aquellas
salir el sol, como entre los antiguos babilonios, sirios cias se componen de reyes contemporáneos ; por otra próximos al estado natural, pues su mecanismo es en rumas. Viajero anónimo, he conversado con aquellos
y persas; y los segundos, al ponerse, como en la parte, una misma palabra se lee de cinco ó seis ma­ gran manera sencillo: la hipérbole, la imagen, las despojos tan ignorados como yo mismo. Los confusos
China y la Italia moderna, y como antiguamente entre neras diferentes en las lenguas orientales, y nuestra figuras poéticas se reproducen en ellos á cada paso, recuerdos de los hombres y las vagas meditaciones
los atenienses, los judíos y los bárbaros del Norte. Los ignorancia en ellas hace cinco ó seis diversos persona­ mientras que apenas contienen algunas palabras para que brotan del desierto se mezclaban en el fondo de
árabes empiezan su día á las doce de él, y la Francia jes de una misma persona; esto es lo que ha sucedido la metafísica y las ideas, por lo cual seria imposible mi alma. La noche había llegado á la mitad de su car-
actual á media noche , como la Inglaterra, la Alema­ 'relativamente á las traducciones de un solo nombre. expresar con claridad en hebreo la teología de los dog­ leu, enmudecían Ja luna, los bosques y los sepulcros
nia, la España y el PortugaL Finalmente, ni aun las El Atlu.th de los egipcios se ve traducido en Eratóste- mas cristianos. Solo entre los griegos y los árabes mo­ y solo se- oia á largos intervalos la ruda caída de algún
lloras dejan de ser de difícil inteligencia en cronología, nes por una palabra griega que significa el letrado, dernos se hallan los términos compuestos propios para
pues se distinguen en babilónicas, italianas y astronó­ como Athoth lo expresa en egipcio ; pero no se lia de­ árbol que el bacila del tiempo derribaba en la profun-
la explanación de las abstracciones ideológicas. Nadie da espesura de las selvas; todo cae, todo se anonada
micas ; y si intentáramos insistir mas sobre el parti­ jado de ver el nombre de dos reyes en la citada pala­ ignora que Aristóteles es el primer filósofo que inventó asi al mismo golpe.
cular, no veríamos sesenta minutos en una hora eu­ bra, y lo mismo ha sucedido respecto de Herw.es ó las categorías, en que las ideas van a colocarse nece­
ropea, sino mil ochenta escrúpulos en la hora caldea Hermógenes. Pero el Athoth de-Maneton se multiplica No nos creemos obligados á hablar con formalidad
sariamente, sean cuales fuesen su clase ó naturaleza. de los cuatro jogues ó edades indias, de las cuales la
y árabe. y se bacs Tholh en Platón, y el texto de Sanchonia- Preténdese, por último, que antes que los egipcios primera duró tres millones doscientos mil años - la
1-láse dicho que la cronología es la antorcha de la ihon prueba en efecto que es el nombre primitivo. La hubiesen construido esos templos de que nos quedan segunda un millón; la tercera mil seiscientos; y la
historia. ¡Ojalá fuese ella la única que nos hiciese vel­ letra A es una de las que.se añaden ó suprimen in­ tan hermosas ruinas, los pueblos pastores apacentaban cuarta o la edad actual, que durará cuatrocientos mil.
los crímenes humanos! ¿Quesería, si por colmo de distintamente en los idiomas orientales: por esta razón sus rebaños en otras ruinas abandonadas por una na­
perplejidad , penetrásemos en el inestricable laberinto el historiador Josefo traduce por Apachnas el nombre , Si agregamos á todas estas dificultades de cronolo­
ción desconocida: lo cual supondría una muy remóla gía, de logografía y de hechos, los errores que ema­
de los períodos, las eras olas épocas? El periodo Vic­ del mismo hombre que Africano llama Pachnas; Hé antigüedad.
toriano , ciue recorre quinientos treinta y dos años, aquí, pues, que Tholh, Athoth, Hermes ó Hermóge­ nan de las pasiones del historiador, ó de los hombres
Para resolver esta cuestión seria indispensable sa­ que viven en sus fastos; si agregamos además las ine­
está formado de la multiplicación de los ciclos del sol nes ó Mercurio, se presentan como cinco hombres ber con exactitud quiénes eran y de dónde procedían
y de la luna; éstos mismos ciclos, multiplicados por famosos que abranzan cerca de dos siglos, siendo así xactitudes de los copiantes y mil accidentes de tiem­
los pueblos pastores. Mr. Bruce, que hallaba todo en
el ile Indicción, producen los siete mil novecientos que estos cinco reyes no eran sino un solo egipcio que pos y lugares, forzoso será convenir en que todas las ra­
Etiopia, los juzga oriundos de este país; no obstante
ochenta años del p- ríodo Juliano. El periodo de Cons- tal vez no vivió sesenta años. zones alegadas en favor de la antigüedad del globo por
los etiopes, lejos de poder esparcir á larga distancia medio de la historia, son tan poco satisfactorias cuanto
tantinopla comprende un número de años igual al del Pero prescindiendo de esto, ¿qué necesidad hay de algunas colonias, eran en aquella época un pueblo de inútil investigación. Y en verdad, no puede negar­
periodo Juliano, pero no empieza en la misma época. eternizarse en disputas logográíicas, cuando basta la rocíen establecido. ¿Etiopes, dice Ensebio , ah Indo
Por lo que respecta á las eras, aquí se cuenta por el historia para convencerse de! moderno origen del Ilumine consurgentes, juata ¿Egiptum consederunt mundo se que es muy inexacto establecer la duración del
año de la Creación; allí por olimpiadas, por la lunda- hombre? En vano se forman cálculos con siglos in­ tomando por base la vida humana. ¡Cómo' ;Se
Maneton, en su sexta dinastía, llama á los pastores intenta demostrarnos la permanencia y la realidad de
cion do Roma, por ti nacimiento de Jesucristo , pol­ ventados, cuyo padre no es el tiempo; en vano se jemcios extranjeros, y Eusebio refiere su llegada á las cosas, por la rápida sucesión de sombras pasaje­
la época de Ensebio, por la de los Seléucídas, por la multiplica y supone la muerte para tomar de ella va- Egipto al reinado de Amenoíis; dé lo cual es preciso ras ! ¿Se pretende hacernos ver una sociedad sin prri-
30 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 31
cipio ni fin, señalándonos sus escombros? ¿Necesítan- i sabio de Atenas; pudiendo decirse que la Musa de la en ellos el nombre de Dios. ¡ Cómo! ¿ En figuras tan á lanada, conseguirán formar una eternidad. Pero
se acaso muchos días para amontonar muchas ruinas? astronomía habia conservado una oculta inclinación diferentes y en tan gran diversidad de caracteres , no se engañan á sí mismos, y descubren lo que intentan
¡Cuán decrépito seria el mundo, si por estas se con­ hácia los pastores, su primer amor. le será posible hallarlas letras que forman su nombre? ocultar; porque cuanta mas alta es la pirámide fú­
tasen sus años! Durante las largas calamidades que acompañaron y ¿El problema de la Divinidad no está resuelto en el nebre , mas disminuye la estatua viva colocada en su
siguieron la caída del imperio romano, las ciencias no cálculo misterioso de tantos soles? ¿Una álgebra tan vértice; que la vida parece mucho mas pequeña cuando
tuvieron otro asilo que el santuario de esa Iglesia que luminosa no puede servir para despejar la gran In­ el enorme fantasma de la muerte la levanta en sus
CAPITULO III.
hoy profanan con tanta ingratitud. Refugiadas en el cógnita? brazos.
Astronomia. silencio de los claustros , debieron su salvación á los La primera objeción astronómica que se opone al
mismos solitarios, hoy despreciados por ellas. El mon­ sistema de Moisés se busca en la esfera celeste, y se
Búscanse las segundas pruebas de la antigüedad del go Bacon, el obispo Alberto, y el cardenal Cusa resu­ pregunta: «¿Cómo es tan nuevo el mundo ? La sola CAPITULO IV.
mundo y de los errores de la Escritura en 1.a historia citaban en sus vigilias el genio de Eudoxio, de Timo- composición de la esfera supone millones de años.» CONTINUACION DEL ANTERIOR.
del firmamento. Y véase aquí cómo los ciclos que re­ charis, de Hiparco y de Tolomeo. Protegidas por los Por esto es cierto que la astronomía es una de las
fieren la gloria de Dios á todos los hombres, y cuyo papas, que daban el ejemplo á los reyes, las ciencias primeras ciencias cultivadas por los hombres. Mr. Bailly Historia natural: el Diluvio.
lenguaje entienden todos los pueblos, nada dicen al abandonaron al fin aquellos lugares sagrados donde la demuestra que los patriarcas anteriores á Noé conocían
incrédulo. Felizmente los astros no son mudos, aun­ Religión las habia abrigado bajo sus alas. La astronomía el periodo de seiscientos años, el año de 36o dias, cin­ No siendo poderosa la astronomía á destruir la cro­
que los impíos son sordos. renació en todas partes, pues Gregorio XII! reformó el co horas, 51 minutos y 36 segundos; y por último, nología de la Escritura, se combate con las armas de
La astronomía debe su nacimiento á los pastores. calendario; Copérnico restableció el sistema del mun­ que habían denominado los seis dias de la Creación la historia natural la verdad de esta; unos nos hablan
En los desiertos de la nueva Creación, los primeros do; Ticho-Brahé renovó desde lo alto de su torre la según el orden planetario. Puesto que las razas pri­ de ciertas épocas en que todo el universo se rejuve­
humanos veian solazarse en su derredor sus familias y memoria de los antiguos observadores babilónicos, y mitivas eran ya tan sabias en la historia del cielo, ¿no neció; otros niegan las grandes catástrofes del globo,
rebaños, y siendo tan íntima, tan viva su felicidad, Kepler determinó la forma de las órbitas planetarias'. es muy probable que los tiempos que trascurrieron como el Diluvio universal, y dicen : «Las lluvias son
esta no era destruida por una previsión ¡mí lil. En la Dios empero confunde otra vez el orgullo humano, después del Diluvio fuesen mas que suficientes para los vapores de los mares ; por consiguiente, la masa
partida de las aves de otoño no veian la rápida car­ concediendo á los juegos de la inocencia lo que niega darnos el sistema astronómico tal como hoy lo cono­ de estos no bastaría á cubrir la tierra á la altura que
rera de los años, y la caída de las hojas no les advertía á las investigaciones de la filosofía , pues unos niños cemos?.Es imposible, por otra parte, establecer nada fijan las Escrituras. A esto podríamos responder que
otra cosa que la vuelta do los frios. Cuando la inme­ descubrieron el telescopio. Galileo perfeccionó el nue­ seguro relativamente al tiempo necesario al desarrollo el discurrir de esta suerte es desconocer esas mismas
diata colina habia dado todas sus yerbas a sus ovejas, vo instrumento , y entonces se acorlaron los caminos de una ciencia. Desde Copérnico hasta Newton, la as­ luces que tanto se encarecen , puesto que la química
se trasladaban con sus hijos y esposas en carros cu­ de la inmensidad; el genio del hombre.rebajóla altura tronomía ha progresado mas, en menos de un siglo, que moderna nos enseña que el aire puede convertirse en
biertos de pieles, á través de los bosques, en busca de de los cielos, y los astros aceptaron las medidas á que durante tres mil años. Podemos comparar las ciencias agua; y en tal caso, ¡cuán espantoso diluvio no sobre­
algún rio ignorado donde la frescura de la sombra y aquel los sometió. á los países cortados por llanuras y montañas: ade­ vendría! Pero renunciamos de buen grado á estas ra­
lo apacible de las soledades les invitaban á fijarse de Tantos descubrimientos anunciaban otros aun ma­ lántase rápidamente en las primeras, pero cuando se zones científicas que dan cuenta de todo al espíritu,
nuevo. yores, pues la humanidad estaba ya bastante cercana llega al pié de las segundas, se pierde un tiempo infi­ sin darla de nada al corazón. Nos limitamos á respon­
Faltábales empero una brújula para trasladarse á al santuario de la naturaleza para'que lardase mucho nito en descubrir los caminos y en salvar las cimas der que para anegar la parte terrestre del globo basta
aquellos bosques sin caminos, y á lo largo de aquellos en penetrar en él. Faltábanle ya únicamente métodos desde donde se baja á la otra llanura. No debemos que el Océano lance fuera de sus orillas las aguas de
rios sin navegantes; esto les obligó naturalmente á á propósito para descargar el espíritu de los cálculos inferir que, puesto que la astronomía ha permanecido sus abismos. Por otra parte, ¡hombres jactanciosos!
confiarse á las estrellas, y á dirigirse por su curso. enormes que le abrumaban; pero Descartes concibió cuatro mil años en su edad media, ha debido hallarse ¿habéis penetrado en los tesoros del granizo, ó co­
Legisladores y guias , metodizaron el esquileo de las la audaz idea de referir al gran Todo las leyes físicas millares de siglos en su cuna, porque semejante nocéis los reservatorios del abismo de donde el Señor
ovejas y las emigraciones á lejanas comarcas. Cada fa­ de nuestro globo; y merced á uno de esos “rasgos de creencia choca con todo lo qué sabemos acerca de la hizo áalir la muerte en el dia de sus venganzas?
milia se entregó al giro de úna determinada conste­ ingenio, de queapenas se cuentan cuatro ó cinco ejem­ historia y de la marcha del espíritu humano. Bien sea que Dios, elevando el fondo de los mares,
lación , y así cada estrella marchaba al frente de un plos en la historia, obligó al álgebra á unirse á la geo­ La segunda objeción se saca de las épocas históricas derramase sobre ios continentes el iracundo Océano;
rebaño. A medida que los pastores se entregaban á metría, como la palabra al pensamiento. Nexvton uti­ enlazadas con las observaciones astronómicas de los bien que, desviando al sol de su camino ,'le mandase
estos estudios, descubrían nuevas leyes astronómicas. lizó los materiales que le habían preparado tantas pueblos, y en particular de las de los caldeos ó indios. levantarse sobre el pulo con señales funestas, es lo
En aquel tiempo Dios se complacía en descubrir los manos; pero justo es confesar que lo hizo como artista _ Respecto de los primeros, respondemos que es sa­ cierto que un diluvio horroroso despobló la tierra. En
caminos del sol á los moradores de las cabañas, y la sublime, pues de los diferentes planos sobre que podía bido que los setecientos veinte mil años de que se en­ aquel tiempo la raza humana fue exterminada Casi por
Fábula refiere que Apolo habia bajado del cielo para construir el grandioso edificio de los orbes, eligió tal vanecen, se reducen á mil novecientos tres. entero; todas las discordias internacionales terminaron,
habitar entre los pastores. vez el designio de Dios. El talento comprendió el or­ Por lo que respecta á los segundos, las observacio­ y cesaron todas las revoluciones. Reyes, pueblos y
Unas humildes columnas de ladrillo servían para den que los ojos admiraban; la balanza de oro que Ho­ nes que se apoyan en hechos irrecusables no ascienden ejércitos enemigos suspendieron sus sangrientas riva­
conservar la memoria de las observaciones: el mas po­ mero y la Escritura dan ai Arbitro Supremo, le fue mas allá del año 3102 de nuestra era. Esta antigüedad lidades, y se abrazaron poseídos de íntimo pavor. Los
deroso imperio no presentó en tiempo alguno mas sen­ entregada; el cometa se sometió; el planeta atrajo al es ciertamente muy grande, pero al fin entra en los templos se llenaron de suplicantes que liabian rene­
cilla historia. Con el mismo instrumento con que habia planeta á través de la inmensidad; el mar sintió la límites conocidos; en esta época empieza la cuarta gado acaso durante toda su vida de la Divinidad; pero
perforado su flauta, y al pié del mismo altar donde presión de dos navios que surcaban su superficie á jogue ó edad india. Mr. Bailly demuestra, examinando la Divinidad renegó de ellos á su vez , y en breve se
habia inmolado el primer cabrito nacido en su rebaño, millones de leguas; y desde el sol hasta el átomo, todo las tres primeras edades y reuniéndolas á la cuarta, anunció que la mole de las aguas del Océano rugia á
el pastor grababa sobre una piedra sus inmortales des­ se mantuvo en maravilloso equilibrio; solo el corazón que toda la cronología délos braclnnanes se encierra en la puerta de los templos. Eli vano las madres huyeron
cubrimientos; y colocaba además en otra parte nuevos humano careció de este contrapeso en la natu­ un intérvalo de cerca de setenta siglos, lo que coincide con sus hijos álas cimas de las montañas; en vano el
testigos de esa astronomía pastoril, pues cambiaba raleza. perfectamente con- la cronología de los Setenta; dicho amante creyó hallar un asilo seguro para su amada en
sus anales con los del firmamento, porque del mismo ¿Quién hubiera podido imaginarlo? El momento en autor prueba hasta la evidencia que los fastos de ios la misma gruta donde lo habia hallado para sus ilícitos
modo que habia escrito los fastos de las estrellas entre que se descubrieron tantas nuevas pruebas de la gran­ egipcios, los caldeos, los chinos, los persas y los indios placeres; en vano los amigos disputaron á los espan­
sus rebaños , escribía los fastos de estos entre las es­ deza y sabiduría de la Providencia, fue el mismo en se adaptan con admirable exactitud á las épocas de la tados osos las copas de las encinas ; las mismas aves,
trellas. El sol descansó en su carrera en los apriscos; que el hombre cerró mas tenazmente sus ojos á la luz; Escritura. Citamos á Mr. de Bailly con tanta mayor arrojadas de rama en rama por las olas siempre en au­
el toro anunció con sus bramidos el paso del padre no es decir, sin embargo, que los inmortales Copér­ complacencia , cuanto que este sabio murió víctima mento, fatigaban con inútil afán sus alas impotentes
del dia; y el carnero le esperó para saludarle en nom­ nico, Ticho-Brahé, Kepler, Leibnitz y Nexvton fuesen de los principios que nos liemos propuesto impugnar. sobre unas llanuras de agua sin límites. El sol, que
bre de su dueño. Poblaron el cielo vírgenes, niños, ateos, sino que sus sucesores imaginaron, por una fa­ Guando éste desgraciado escribía, hablando de Iiy- solo alumbraba ya la muerte á través de unos celajes
espigas de trigo, aperos de labranza, corderos y hasta talidad deplorable, que tenían á Dios en sus crisoles patia, joven astrónoma asesinada por los habitantes sin matices, mostrábase pálido y sin fuerza, cual un
el perro del pastor, quedando convertida toda la esfera y en sus telescopios, porque veian en ellos algunos de Alejandría, que los modernos perdonan á lo menos inmenso cadáver anegado en los cielos ; apagáronse
celeste en una gran cabaña habitada por el Pastor de de los elementos sobre los cuales ha fundado el mundo la vida, aun que lastimen la reputación, no sospe­ los volcanes, despidiendo tumultuosas humaredas , y
los hombres. la Inteligencia universal. Cuando se ha vivido en los chaba que él misino seria una prueba lamentable de uno de los cuatro elementos , el fuego, pereció con
Huyeron para siempre dias tan venturosos, pero los dias de nuestra revolución, y cuando se reflexiona que la falsedad de su aserción, puesto que estaba conde­ la luz.
hombres retuvieron una memoria confusa de ellos en casi todos nuestros males han sido abortados por el nado ó renovar la historia de Hypalia. Entonces el mundo se encapotó en temerosas ti­
esas historias de la edad de oro , donde hallamos el orgullo del saber, ¿no nos sentimos inclinados á creer Por lo demás, todos esos cálculos infinitos de ge­ nieblas, de cuyo seno salian espantosos clamores; en­
reinado de los astros confundido con el de los rebaños. que el hombre ha estado próximo á perecer de nuevo, neraciones y de siglos que hallamos en muchos pue­ tonces, en medio de las húmedas tinieblas, los demás
La India es aun astrónoma y pastoril, como un dia lo por haber acercado segunda vez la mano al fruto ve­ blos, tienen su origen en una debilidad natural en el seres vivos, el tigre, el cordero, el águila, la paloma,
fue el Egipto. No obstante , con la corrupción de las dado de la ciencia? Sírvanos de materia de reflexión corazón humano, pues sintiendo los hombres en sí el reptil, el insecto, el hombre y la mujer, treparon en
costumbres nació la propiedad, y con esta la agrimen­ esta máxima relativa al pecado original: Los siglos mismos un principio de inmortalidad, se avergüenzan tropel á la roca mas escarpada del globo; pero el Océa­
sura, segunda edad de la astronomía. Pero por un des­ sabios han sido seguidos siempre de ios siglos de des­ en cierto modo de la brevedad de su existencia; paré- no los siguió, y levantando en derredor de ellos su
tino harto singular, los pueblos mas sencillos fueron trucción. celes que amontonando sepulcros sobre sepulcros, amenazadora inmensidad , hizo desaparecer bajo sus
los que mejor conocieron el sistema celeste: el pastor Muy digno de lástima nos pareced astrónomo que ocultarán el vicio primordial de.su naturaleza, esto tormentosas soledades el último punto de la tierra.
del Ganges cayó en errores menos groseros que el pasa las noches leyendo en los astros, sin descubrir es, lo eiímcro de su duración; y que añadiendo la nada Habiendo Dios consumado su venganza, mandó á
. BIBLIOTECA Mi GASPAR Y ROIG.
los mares qué se restituyesen á sus abismos; pero EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 33
desórden de árboles inclinados sobre sus troncos, ni
quiso imprimir en el globo señales eternas de su có­ de troncos inclinados sobre la corriente de los ríos. seria perjudicial á los órganos respiratorios por su ex­
lera: los esqueletos de los elefantes de la India se aglo­ CAPITULO IL cesiva densidad ó por su excesivo enrarecimiento. La
Las ideas inspiradas, los rumores venerables, las vo­
meraron en las regiones de la Siberia; las conchas de luna, muy cercana ó muy distante de nosotros, nos
ces mágicas y el santo horror de los bosques se hu­ Espectáculo general del universo.
los mariscos magallánicos se encerraron en las can­ bieran desvanecido con las bóvedas que les servían seria alternativamente invisible, ó se mostraria san­
teras de Francia; bancos enteros de cuerpos marítimos de asilo, y las soledades de la tierra y del cielo hubie­ Hay un Dios ; las yerbas del valle y los cedros de grienta, cubierta de manchas enormes, ú ocupando
se detuvieron en las cumbres de los Alpes, del Tauro la montaña lo bendicen; el insecto zumba sus alaban­ la bóveda celeste con su desmesurado disco. Poseído
ran quedado desnudas y desencantadas al perder las
y de las Cordilleras; y estas mismas montañas fueron zas; el elefante le saluda al despuntar el dia; el paja- como de una extraña locura, marcharla de «¿elipses
columnas de encinas que las unen. El mismo dia en que
los monumentos que Dios dejó en los tres mundos el Océano derramó sus primeras olas sobre las playas, rillo le canta en la enramada; el rayo hace brillar su en eclipses, ó girando al azar sobre sí misma, descu­
para anunciar su victoria contra los impíos, bien así bañó sin duda los escollos anteriormente carcomidos poder, y el Océano revela su inmensidad. Solo el hom­ briría al fin el hemisferio que oculta á la tierra. Las
como un monarca levanta un trofeo en el campo donde bre ha exclamado en su delirio: «¡No hay Dios!» estrellas parecerían dominadas por el mismo vértigo:
por aquellas, los arenales sembrados de conchas de
lia derrotado á sus enemigos. ¿Será que nunca baya levantado en sus infortunios advertiríase en ellas una serie de conjunciones hor­
mariscos, y los cabos descarnados que sostenían sobro
Dios no se limitó á estas manifestaciones generales sus ojos al cielo, ó que nunca en sus prosperidades rorosas; súbitamente un signo de verano tropezaría
las aguas las inseguras costas.
de su pasada cólera; sino que, sabiendo cuan fácilmente haya mirado la tierra? ¿Tan lejos de él se halla la en otro de invierno; el Bootes conduciría las Pléya­
Sin esta vejez primitiva, no hubiera habido pompa
se borra en el hombre la memoria del infortunio, mul­ naturaleza, que no puede contemplarla? ¿ O es que la des, y el León rugiría en el Acuario; allí, unos astros
ni magestad alguna en la obra del Eterno; y (lo que
tiplicó los recuerdos de aquella. El sol no tuvo ya por no podía ser), la naturaleza en su inocencia hubiese juzga el mero resultado de la casualidad? Poro ¿qué pasarían con la rapidez de una exhalación; mas allá
trono en la mañana y por lecho en la tarde sino el sido menos hermosa de lo que es actualmente en su casualidad ha podido obligar á una materia desorde­ permanecerían inmóviles; algunas veces formarían,
elemento húmedo en que parece se apaga todos los nada y rebelde, á colocarse en órden tan perfecto? agrupándose, una nueva via láctea; y despees, desa­
corrupción, puesto que una insípida niñez de plantas,
días, como en los tiempos del Diluvio. Las nubes del Podría decirse que el hombre es el pensamiento pareciendo todas á la vez, y rasgando la cortina de los
de animales y de elementos, hubiera coronado una
cielo imitaron muchas veces las olas aglomeradas, ■ostensible de Dios, y que el universo es su imagina­ mundos, según la feliz expresión de Tertuliano, des­
tierra sin poesía. Pero Dios no fue tan adocenado dibu­
vastos arenales ó blanquecinos escollos; en la tierra, ción bajo una forma sensible. Los que han admitido cubrirían los abismos de la eternidad.
jante de los vergeles de Edem, como los incrédulos
los peñascos dejaron caer turbulentas cataratas; la luz la hermosura de la naturaleza como prueba de una Pero tan perturbadores espectáculos no amedren­
pretenden persuadirlo. El hombre-rey nació de treinta tarán á los hombres antes del dia en que bastará á
de la luna y los pálidos vapores de la noche cubrieron años, para ponerse de acuerdo, mediante su mages­ inteligencia superior, hubieran debido mencionar una
algunas veces los valles con las apariencias de una circunstancia que ensancha prodigiosamente la esfera Dios abandonar al mundo para destruirlo.
tad, con ias antiguas grandezas de su nuevo imperio,
vasta extensión de agua; en los lugares mas áridos na­ al paso que su compañera contó sin duda diez y seis de las maravillas; esto es, que el movimiento y el
cieron árboles cuyas ramas se inclinaron mustias al primaveras, que sin embargo no había vivido, para reposo, las sombras y la luz, las estaciones y el curso CAPITULO II!.
suelo, cual si saliesen del seno de las aguas; el mar hallarse en armonía con las flores, las aves, la inocen­ de los astros, que varían las magníficas decoraciones
recibió la órden de levantarse de nuevo sobre su lecho, cia, los amores y toda la parte jóven del universo. del mundo, no son sin embargo progresivas sino en la Organización de los animales y las plantas.
é invadir sus playas dos veces al dia; las cavernas de apariencia, pero permanentes en la realidad. La es­
las montañas conservaron sordos mugidos y voces cena que se borra para nosotros se colora para otro Descendamos de estas nociones generales á ciertas
lúgubres; la cima de los bosques presentó la imagen
de un mar movible, y parece que el Océano legó sus
LIBRO QUINTO. pueblo; no cambia el espectáculo, sino el especta­
dor. De este modo ha sabido Dios reunir la duración
ideas particulares; veamos si podemos descubrir en
las partes de la obra la misma sabiduría que tan bien
rumores á la profundidad de los bosques. Es5steiD®áa «He JSios, <Sena®stra«St%B>op absoluta y la duración progresiva : la primera está se manifiesta en el todo. Nos serviremos desde luego
2as fifias «B® la naturaleza. colocada en el tiempo, la segunda en la extensión; de una clase de hombres que las ciencias y la huma­
por la primera, las bellezas del universo son unas,'in­ nidad reclaman á la par : hablamos de los médicos.
CAPITULO V. finitas, siempre idénticas; por la segunda, son múlti­ El. doctor Nieuxventyt, en su Tratado de la Exis­
CAPITULO 1. ples, finitas y renovables; sin aquella, no hubiera tencia de Dios, se esfuerza en demostrar la realidad
Juventud y vejez de la tierra.
habido grandeza en la Creación; sin esta, hubiérase de las causas finales. Sin seguirle en todas sus obser­
Objeto de este libro. vaciones, nos limitaremos á trasladar algunas.
Llegamos á la última objeción relativa al moderno advertido en ella enojosa monotonía.
origen del globo. Dícese : «Todo anuncia la caduci­ Aquí el tiempo se nos muestra bajo una nueva Al hablar de los cuatro elementos, que considera
Réstanos por examinar uno de los principales dog­ en sus armonías con el hombre y con la Creación en
dad déla tierra. Examinad sus fósiles, sus mármoles, | mas cristianos : el estado de los castigos y las recom­ fase: la menor de sus fracciones es un todo completo,
que comprende todo, y en el cual se modifican todas general, hace ver, con relación ál aire, cuan maravi­
sus granitos, sus lavas, y en ellos leereis sus innume­ pensas en la otra vida. Pero no podemos tratar de
rables años, señalados por círculos, por capas, ó por las cosas, desde la muerte de un insecto hasta el na­ llosamente se conservan nuestros cuerpos bajo una co­
este importante asunto sin hablar primero de las dos lumna atmosférica cuya presión equivale á un peso
ramificaciones, como se ve en el cascabel de la ser­ columnas que sostienen el edificio de todas las religio­ cimiento de un mundo; cada minuto es una pequeña
piente, en los dientes del caballo y en las astas del eternidad. Reunid, pues, en un mismo momento, por de veinte y mil libras. Prueba además que la mudan­
nes: la existencia deDios y la inmortalidad del alma. za de una sola propiedad, ya en enrarecimiento ya en
ciervo.» Somos, por otra parte, llamados á este estudio por medio de la imaginación, los accidentes mas hermo­
Esta dificultad ha sido resuelta mil veces con esta sos de la naturaleza; suponed que veis á la vez todas densidad, en el medio en que respiramos, bastaría
el desarrollo natural de nuestro asunto, puesto que para destruir todos les seres vivos. El aire hace subir
respuesta : Dios ha debido crear, y ha creado sin solo después de haber seguido la fe acá abajo se la las horas del dia y todas las estaciones, una mañana
duda el mundo con todas las señales de vejez y de de primavera y otra de otoño; una noche tachonada el humo, y mantiene los líquidos en sus receptáculos;
puede acompañar á esos tabernáculos á donde vuela purifica los espacios mediante sus movimientos, y
complemento que hoy advertimos en él. al abandonar la tierra. Fieles siempre á nuestro plan, de estrellas y otra cubierta de nubes; praderas esmal­
En efecto, es verosímil que el Autor de la natura­ tadas de flores, bosques secos por los hielos y campos lleva á los continentes las nubes del mar.
prescindiremos en las pruebas de la existencia de Dios Níeuwentyt demuestra luego la necesidad del agua,
leza plantase,desde el principio antiguas selvas y tier­ y de la inmortalidad del alma, de las ideas abstractas, dorados por abundantes mieses; y entonces'tendréis
nos bosquecillos ; que los animales naciesen ,' unos una idea exacta del grandioso espectáculo del universo. aduciendo al efecto multitud de experimentos. ,¿ Quién
para no emplear sino las razones poéticas y las de sen­ no admiraria el prodigio de este líquido cuando sube,
llenos de dias, y otros adornados con las gracias de la timiento , es decir, las maravillas de la naturaleza y Mientras admiráis esc sol que se oculta bajo las bóve­
edad primera. Las encinas, al romper el suelo fecun­ das del Occidente, otro observador lo mira salir radian­ contradiciendo las leyes de la gravedad, en un medio
las evidencias morales. Platón y Cicerón entre los mas ligero que él, para darnos las lluvias y el rocío?
dado, abrigaron sin duda á la vez los añosos nidos de antiguos, Clarke y Leibnilz entre los modernos, lian te de las reglones de la aurora. ¿Por qué inconcebi­
los cuervos y la nueva posteridad de las palomas. Oru­ ble magia, ese astro secular que se adormece fatigado La disposición de las montañas para que los ríos cor­
demostrado metafísica y casi geométricamente la exis­ ran desembarazadamente; la topografía de esas monta­
ga , crisálida y mariposa, el insecto se arrastró por la tencia del Ser Supremo, y los mas eminentes genios y ardiente en el polvo de la tarde, es en aquel mismo
yerba, y colgó su huevo de oro en los bosques, donde instante el astro jóven que despierta rico de luz y ñas en las islas y en los continentes; las aberturas de
han admitido en lodos los siglos este dogma consola­ los golfos, las bahías, los mediterráneos, y las innu­
se estremeció mecido por las auras, mientras la abeja, dor; y si algunos sofistas lo rechazan, Dios puede humedecido de rocío en los blancos velos del alba?
que solo habia vivido una mañana, contaba ya su am­ A cada momento del dia el sol se levanta, resplandece merables utilidades de los mares, nada se oculta al
existir sin su asentimiento. Solo la muerte, á que los espíritu investigador de este sabio. Del mismo modo
brosía por generaciones de flores. Debemos creer que ateos intentan reducir todo, necesita que se escriba en su zenit y se oculta al mundo; ó por mejor decir,
la oveja no se halló sin su carnero, ni la golondrina sin no tiene Oriente, ni Mediodía, ni Occidente verda­ nos descubre la excelencia de la tierra, y sus leyes
en favor de sus derechos, porque tiene escasa reali­ como planeta. Describe las ventajas del fuego, y los
sus hijuelos, y que los bosquecillos ocultaban ruiseño­ dad para el hombre. Olvidemos, pues, á esos míseros deros. Todo se reduce á un punto fijo, desde el cual
res que se complacían en hacer oir sus primeros gor- la lumbrera del dia derrama, simultáneamente tres grandes recursos que del ha sabido sacar la industria
partidarios, que por otra parte ni aun se entienden
geos, al abrigar las frágiles esperanzas de sus primeros resplandores en una sola sustancia. Esta triple luz es humana.
entre sí; porque si los hombres que creen en la Pro­ Cuando pasa á ocuparse de los animales, observa
placeres. videncia están de acuerdo en los puntos principales tal vez el hecho mas hermoso de la naturaleza, por­
Si el mundo no hubiese sido á la vez jóven y viejo, que al darnos una idea de la perpétua magnificencia que los que llamamos domésticos nacen precisamente
de su doctrina, por el contrario, aquellos que niegan con el grado de instinto necesario para domesticarse,
lo grande, lo grave y lo moral hubieran desaparecido al Criador no cesan de disputar sobre las bases de su v del supremo poder de Dios, nos ofrece también una
de la naturaleza, porque estos sentimientos se enlazan brillante imagen de su gloriosa Trinidad. en tanto que los inútiles al hombre conservan siempre
nada; tienen delante de sí un abismo, y para cegarlo su natural indómito. ¿Puede acaso ser la casualidad la
inevitablemente con las cosas antiguas. Cada lugar les falta la piedra del fondo, pero no saben donde ¿ Puede concebirse bien lo que seria una escena de
hubiera perdido sus peculiares encantos : la roca rui­ la naturaleza, si se viese abandonada al mero movi­ ueinspira á los animales mansos y útiles la resolución
tomarla. Además, hay en el error cierto vicio de natu­ e vivir en sociedad en nuestros campos, y á los da­
nosa no hubiese gravitado sobre el abismo con sus raleza, que hace que cuando no participamos de él miento de la materia? Las nubes, obedeciendo á las
largas gramíneas; los bosques, despojados de todos leyes de la atracción, caerían perpendicularmente so­ ñinos la de vagar solitarios por los lugares inhabitados?
nos choque y al punto nos irrite : de aquí proceden ¿Por qué no vemos rebaños do tigres conducidos al
sus accidentes, no hubieran presentado ese hermoso bre la tierra, ó se remontarían por los aires á manera
las interminables discordias de los ateos.
de pirámides, y un momento después la atmósfera sonido de una gaita por un pastor ? ¿Y por qué los
EL GENIO DEL cristianismo. , 35
34 BIBLIOTECA DE ASPAR Y ROIG.
tud, y no cesa de impacientarse hasta que ha reco­ muestra, así de la tristeza como de la alegría : el ave
leones nó se solazan, en nuestros jardines? Las fieras inspiran horror; ¡ tan. poderosa es en los hombres la
gido bajo sus alas la familia coja y mojada que aumen­ que ha perdido sus hijuelos no interrumpe su canto;
no han podido servir en tiempo alguno sino para arras­ idea de Dios! ¡tan viva es su sorpresa cuando no des­
ta su desconsuelo. repite los aires de tiempos mas felices, porque no Sabe
trar la carroza de algún vencedor no menos cruel que cubren el sello de la Suprema Inteligencia! I-láse que­
Entre los diferentes instintos que el Arbitro del otros; pero merced á un recurso artístico, el músico
ellas, ó para devorar cristianos en un anfiteatro : los rido deducir de estos desórdenes una .objeción contra
mundo ha esparcido en la naturaleza, uno de los mas ha cambiado de llave, y las arias del deleite hánse tro­
tigres no se civilizan en la escuela de los hombres; la Providencia; nosotros los miramos por el contrario,
asombrosos es el que trae anualmente á los peces des­ cado en lamentos de dolor.
pero estos se hacen algunas veces feroces en la escuela como una prueba visible de esa misma Providencia,
de aquellos. de el polo á las benignas latitudes de nuestros climas, Los que pretenden desheredar al hombre, arrancán­
pues nos parece que Dios ha permitido tales produc­ pues vienen sin extraviarse á través de las inmensas dole el imperio de la naturaleza, se complacerían mu­
Las aves presentan á nuestro naturalista motivos de ' ciones de la materia para enseñarnos lo que es la
observación no menos interesantes. Sus alas, convexas Creación sin él; sombras son esas que hacen resaltarla soledades del Océano, á encontrar en un diaseñalado cho en demostrar que nada se ha hecho para nosotros.
el rio donde deben celebrar su bodas. La primavera Pero el canto délas aves tiene de tal manera por objeto
por la parte superior y cóncavas por la inferior, son luz; son una muestra de. esas leyes de la casualidad,
unos remos oportunamente cortados para hender las que han'producido el universo, en concepto de los prepara en nuestras regiones la pompa nupcial; coro­ nuestro oido, que en vano se persigue á los huéspedes
regiones de la atmósfera. El reyezuelo, que gime en ateos. na los sauces de hermosa frondosidad ; extiende al­ de los bosques, se les arrebatan sus nidos, se les acosa,
las cercas de juncos y matorrales, para él vastísimas fombras de musgo en las grutas, y desplega sobre las se les hiere ó se les caza; puede el hombre abrumarlos
soledades, está provisto de un doble párpado para pre­ aguas las hojas del nenúfar, riquísimas cortinas de de dolor, pero no reducirlos al silencio. Les es preciso
servar sus ojos de todo accidente funesto. ¡Admirables CAPITULO IV. estos tálamos de cristal. No bien terminan tan brillan­ embelesarnos á nuestro pesar, y cumplir los desig­
fines de la naturaleza! ese párpado es transparente, y tes preparativos, vemos llegar esas esmaltadas legio­ nios de la Providencia. Esclavos en nuestras casas,
Instinto délos animales. nes; los extranjeros navegantes animan todas nuestras multiplican sus melodiosos acentos; hay sin duda ocul­
el cantor de las cabañas puede bajar este velo diáfano
sin privarse de la vista. Lá Providencia, no lia queri­ riberas; estos, cual leves ampollas de aire, suben ta cierta armonía en la desgracia, porque todos ios
Después de haber reconocido en la organización de perpendicularmente desde el fondo de las aguas ; mó­ desvalidos son inclinados al canto. Finalmente, aun­
do se estraviase al conducir una gota de agua ó un los seres un plan regular que no puede atribuirse á la
grano de mijo y ha dispuesto abrigue en lá maleza casualidad, porque supone necesariamente una po­ cense otros voluptuosamente en las olas, ó parten de que los pajareros arranquen, por un refinamiento de
un centro común á manera de innumerables irradia­ barbarie los ojos á un ruiseñor, su voz nada pierde
una tierna familia que no se queje de ella. tencia directa, nos quedan por examinar otras causas
¡Y cuán ingeniososresortes hacen mover los piés del finales, no menos fecundas ni maravillosas que las ciones de oro; estos deslizan oblicuamente sus resba­ de su armonía. Este Homero de las aves gana su vida
ave! No determina su voluntad, ni se mantiene firme irimerás. Aquí no seguiremos ajenas opiniones, pues ladizas formas, á través del azulado líquido ; duermen cantando y compone, sus mas hermosos aires des­
en la rama mediante un juego de músculos; sus piés labíamos consagrado á la historia natural unos estu­ aquellos á un rayo de sol que penetra vivísimo por la pués de perder la vista. «Demodoco, dice el poeta de
argentada gasa de las olas. Todos se pierden, vuelven Chio, al presentarse bajo las facciones del cantor de
están construidos de tal manera que cuando se apoya dios que nunca hubiéramos interrumpido, si la Provi­ nadan, se sumergen, circulan, se ordenan en escua­
en el centro del talón, los dedos se cierran natural­ dencia nonos hubiese llamado á trabajos de diversa los feacios, era el favorito de las Musas; pero estas ha­
drones, se separan , y tornar, á reunirse: el habitante bían mezclado para él el bien con el mal, pues le ha­
mente sobre el cuerpo que les sirve de sustentáculo. índole. Era nuestro propósito oponer una historia na­
de los mares, inspirado por un soplo de vida, sigue bían privado de la vista al concederle la dulzura de
De este mecanismo resulta que las uñas del ave se ad­ tural religiosa á esas obras científicas modernas en
hieren mas ó menos al cuerpo sobre que descansa, en que no sé ve otra cosa que la materia ; y para que no
gozoso la huella de fuego que su compañera imprime sus cantos.»
por su amor en las olas. El ave parece el verdadero emblema del cristiano
razón de los movimientos mas ó menos rápidos de este se nos acusase con desprecio de ignorantes, habíamos
objeto ; porque en el balance de la rama, ó esta recha­ tomado el partido de viajar y verlo todo personalmente. . en la tierra, pues prefiere como él la soledad al mundo,
za el pié, ó este rechaza aquella, lo que en uno y otro Consignaremos, pues, algunas de nuestras observa­ CAPITULO Y. el cielo á la tierra, y su voz bendice sin cesar al
case obliga á los dedos del habitante del aire á con­ ciones relativamente á los instintos de los animales y Criador.
traerse con mayor fuerza. Así pues, cuando vemosá las plantas, á sus costumbres, emigraciones, amores", Canto de las aves; tiene por objeto el hombre; ley rela­ Hay algunas leyes relativas á los gritos de los ani­
tiva á los gritos de los animales. males, que en nuestra opinión no han sido observadas,
la entrada de la noche, durante el invierno, á los etc.: el campo de la naturaleza no tiene límites, y
cuervos posados en la desnuda copa de alguna enci­ produce siempre nuevas cosechas. Los secretos de. aunque merecen serlo. El diferente lenguaje de los
La naturaleza tiene grandes épocas de solemnidad moradores del desierto nos parece calculado en vista
na, suponemos que siempre vigilantes y atentos se Dios no se encierran en una casa de. fieras, ni en ella para las cuales convoca los músicos de las diferentes
sostienen con inauditos esfuerzos en medio de las tor­ se aprende á conocer la sabiduría divina; es preciso de la extensión ó el encanto de los lugares en que vi­
regiones del globo. Yernos entonces acudir en tropel ven, y de la hora del dia en que se dejan ver. El ru­
mentas y de las nubes; empero no es así, pues.indife­ sorprender esta en los desiertos, para-no dudar de su eminentes artistas que ejecutan sonatas maravillosas; gido del león, fuerte, seco y áspero, está en armonía con
rentes al peligro y llamando á Jas tempestades , todos existencia; la. impiedad es. imposible en los reinos de errantes trovadores que solo saben cantar baladas con
los vientos arrullan su sueño : el mismo aquilón los la soledad, régna solitudinis; ¡desgraciado aquel via­ las arenas abrasadas en que resuena, mientras el agres­
estribillos, y peregrinos que repiten mil veces las es­ te mugido del buey llena de embelesólos ecos campes­
fija en la rama de donde creemos va á precipitarlos; jero que despues.de dar la vuelta al globo, regrese ateo
trofas de sus largas canciones. La oropéndola silba, la tres de nuestros vallas; el balido de la cabra, -algo tré­
y cual viejos pilotos cuya movible cama pende de los al hogar de sus padres!. golondrina gorgea, y la paloma torcaz gime; la pri­
combatidos mástiles de un bajel, cuanto mas azota­ mulo y salvaje, ofrece cierta analogía con las rocas y
He visitado en medio de la noche el valle solitario mera , posada sobre la rama mas alta de un olmo, de­ ruinas en que le es grato encaramarse; el belicoso ca­
dos se sienten por las tempestades, mas profundo es habitado por los castores, sombreado por los abetos,
su reposo. safia á nuestro mirlo, que en nada cede á la cantora ballo imita los agudos sonidos del clarín; y, como si
y hondamente silencioso al resplandor de un astro tan extranjera; ¡asegunda hace oir bajo un techo hospita­ sintiese que no" ha sido creado para los trabajos agrí­
En cuanto á la organización de los poces, su sola tranquilo como el pueblo cuyos trabajos iluminaba.
lario su canto confuso, como en los dias de Evandro; colas, enmudece bajo el aguijón del labrador, al paso
existencia en el agua, el cambio relativo de su gra­ ¿Cómo no hubiera visto en aquel valle alguna señal de y la tercera, oculta en el follaje de una encina, pro­
vedad, cambio en cuya virtud flotan así en un agua mas la Inteligencia divina? ¿Quién lia puesto la escuadra y que relincha gozoso bajo el freno del guerrero. La no­
longa sus arrullos semejantes á los ondulosos sonidos che, ya encantadora, ya siniestra, tiene al ruiseñor y
ligera como en otra mas pesada, y bajan dé la superfi­ el nivel en el ojo de. ese animal, que sabe construir
de una trompa en los bosques; por último, el pitirojo al buho; canta aquel para el céfiro, los bosquecillos,
cie á lo mas profundo de los abismos ., son prodigios un dique en declive por la parte de las aguas y per­ repite su modesta cantilena en la puerta de la alquería
perpetuos : verdadera máquina hidrostática, el pez pendicular por el lado opuesto? ¿Sabéis el nombre del la luna y los amantes; chilla este para los vientos, los
donde ha colocado su abultado nido de musgo. Pero bosques decrépitos, las tinieblas y los muertos. Por
nos hace ver mil fenómenos por medio de una simple físico que ha enseñado á ese admirable ingeniero las
el ruiseñor no se digna malgastar su voz en medio de último, casi todos los animales que se alimentan de
vejiga que vacia ó llena de aire á su placer. leyes de la hidráulica, ó quién le ha hecho tan hábil aquella sinfonía, sino que espera la hora del recogi­ sangre están dotados de un grito peculiar parecido al
Los prodigios de la inflorescencia en las plantas y en el uso de sus dos dientes incisivos y de su cola miento y del reposo, y se encarga de la parte de la or­ de sus víctimas; el gavilán gruñe como eí conejo, y
los usos de las hojas y las raíces son minuciosamente aplanada? Nunca predijo Reaumur las alternativas de questa que debe ejecutarse durante la noche.
examinadas por ei doctor citado, quien hace la curio­ las estaciones con la exactitud de ese castor, cuyos maya como los gatos de poco tiempo; el mismo gato
Cuando el primer silencio de esta y los últimos mur­ tiene una especie de murmullo parecido al de los pa-
sa observación de que las semillas están dispuestas de almacenes mas ó menos abundantes, indican en el mullos del dia luchan aun en las colinas, en las orillas
tal modo por sus figuras y sus pesos, que caen siem­ mes de junio la mayor ó menor duración de los hielos jarillos de nuestros jardines; el lobo bala, muge ó la­
de los ríos, en los bosques y en los valles; cuando las dra; el zorro cacarea ó grita; el tigre tiene el mugido
pre en el suelo en la posición en que deben germinar. del eneró. A fuerza de controvertir los milagros de selvas enmudecen gradualmente, y no suspira en ellas del toro, y el oso marino una especie de resuello pavo­
Por consiguiente, si todo fuese producto de la ca­ Dios, hásé llegado á esterilizar toda la obra del Omni­ ni una hoja, ni un musgo; cuando la luna domina en el
sualidad, ¿las causas finales no so alterarían alguna potente : los ateos han pretendido encender el fuego roso, semejante al estruendo de los arrecifes azotados
cielo, y el hombre presta vigilante oido, el primer can­ orlas olas en donde busca su presa. Esta ley es admíra­
vez? ¿Por qué no habría peces que careciesen de la de la naturaleza con su helado aliento, y lo han apa­ tor de la Creación entona sus himnos al Eterno. Em­ le en alto grado, y oculta acaso un terrible secreto.
vejiga natatoria? ¿y por qué el aguilucho, que aun gado; al exhalar su soplo sobre la antorcha de la Crea: pieza haciendo repetir al eco los magníficos tonos del
no necesita armas, no rompería la cáscara de su cuna cion, la han rodeado de las tinieblas de su pecho. Observemos que entre los hombres, los monstruos si­
placer; reina el desórden en sus cantos; pasáde los so­ guen la ley de los animales carnívoros: muchos tiranos
con el pico .de una paloma? Nunca se ha notado un Otros instintos mas comunes, y que podemos obser­ nidos graves á los agudós, y’de los suaves á’los fuertes;
descuido, nunca un accidente de este género en la var diariamente, no son menos maravillosos. La ga­ han presentado indicios de sensibilidad en el rostro y
hace pausas; ora eslento, ora vivo; es un corazón ébrio la voz, y usaban ¿n público el lenguaje de los desgra-
ciega naturaleza. De cualquier modo que arrojéis los llina, animal tan tímido, desplégala osadía de un de placer, un corazón que palpita bajo la mano del
dardos, siempre os ofrecerán los mismos puntos. ¡ Hé águila cuando es preciso defender á sus polluelos. ciados á quienes en su interior se proponían devorar;
amor. Pero súbito la voz espira, y el ave enmudece. sin embargo, la Providencia no ha permitido que nos
aquí una estraña fortuna ! Sospechamos que antes de Nada hay mas interesante que sus temores cuando,
Mas, torna á su canto: ¡cuán diferentes son sus acor­ engañemos completamente en este punto, pues por
salir los mundos de la urna de la eternidad, se han ar­ engañados por los tesoros de otro nido, aquellos la
des! ¡cuán tiernas sus melodías! Ora son lánguidas, poco que examinemos de cerca á los hombres crueles,
reglado secretamente todas las suertes. abandonan y corren á solazarse en un estanque inme­
No obstante, hay monstruos en la naturaleza, y diato. La madre asustada vaga en derredor de éste, aunque variadas modulaciones; ora unos aires un tan­ hallaremos á través de sus mentidos halagos un aire
to monótonos, sencillos y melancólicos como las anti­ de falsedad y de destrucción, mil veces mas repugnan­
estos no son sino sores privados de algunas de sus batiendo sus alas; llama á su imprudente familia, se
causas finales. Merece observarse que estos seres nos agita incierta, se detiene, vuelve la cabeza con inquie- guas canciones. El canto es con harta frecuencia la te que sus furores.
¿o BIBLIOTECA DE GASPAR V R0IG.
EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 37
No bien han abierto los árboles sus llores, cuando giinda vez de su encierro; y el tierno rey de los aires, Este es el momento oportuno de mencionar otra ley
CAPITULO VI.
mil obreros dan principio á sus trabajos. Quienes lle­ que ostenta aun en su frente la corona de la infancia, natural. Entre los pajarillós, los huevos están por lo
NIDOS DE LAS AVES. van largas pajas á la abertura de una ruinosa pared; atrévese ya á contemplar el anchuroso cielo, las ondu­ regular pintados de uno de los colores dominantes del
quienes construyen edificios en las ventanas de una lantes copas de los pinos,y los abismos de verdor-que macho. El ave que anida en la espiga egipcia, en los
Admirable es por cierto la sabiduría que en ios ni­ iglesia; quienes roban una crin á una yegua, ó se apo­ al pió del techo paterno se dilatan. Y en tanto que los groselleros y en las malezas de nuestros jardines, tie­
dos de las aves se advierte. No es posible contemplar deran de la vedija de lana que la oveja ha dejado pen­ bosques se regocijan al recibir á su nuevo huésped, ne sus huevos de color de pizarra, como su dorso. Re­
sin dulce ternura esa bondad divina que hace indus­ diente de un matorral. Hay entre ellos numerosos le­ un ave caduca que se siente abandonada de sus alas, cordamos haber encontraclo una vez uno de estos ni­
trioso al débil, y previsor al indolente. ñadores que cruzan las ramasque han cortado sobre se deja caer sobre la margen de un arroyo, donde re­ dos en un rosal; parecia una concha de nácar en cuyo
signada y solitaria espera la muerte en lasmismasoíillas interior habia cuatro perlas azules; debajo de él se me­
donde cantara un dia sus amores; orillas cuyos árboles cía una rosa cargada de rocío; el macho posaba inino-
sostienen aun su nido y su armoniosa posteridad. I ble sobre un arbusto inmediato, á manera de una flor

MOISÉS.

de escarlata y azul. Estos objetos se reproducían en las piedras que habitan. Es pues, una ley que puede
las aguas de un vecino estanque, al par de la sombra pasar por invariable, que el ave desplega sobre su huevo
de un nogal que servia de fondo á la escena, en cuyo la librea de sus amores, y el símbolo de sus costum­
último término se destacaba magnífica la aurora. Dios bres y destinos. Al mero aspecto de tan frágil monu­
nos dió en aquel pequeño cuadro, una idea de los mento, casi pueden adivinarse su patria, sus hábi­
atractivos con que ha engalanado la naturaleza. tos ,. sus inclinaciones é instintos; si pasaba dias
Entre las aves corpulentas, la ley del color de los borrascosos cruzando los mares, 6 si mas feliz, hacia
LAS VIRTUDES TEOLOGALES. huevos varia notablemente. Sospechamos que en ge­ una vida pastoril; si era doméstica ó montaraz. El
neral el huevo es blanco en las aves cuyo macho tie­ anticuario de los bosques se apoya en una ciencia me­
ne muchas hembras, ó en aquellas cuyo plumaje no nos equívoca que la del anticuario de las ciudades: una
tiene color lijo para la especie. En las clases acuáticas encina deshojada ó cubierta de musgo anuncia mucho
a copa de un árbol é hilanderas que tejen seda so­ ) enseña con tierna solicitud á levantarse sobre su le­ y exóticas, que construyen sus nidos, unas en los ma­ mejor al que'le dió el incremento, que la columna rui­
bre un cardo. Elévanse mil palacios, cada palacio es cho. Poco después se atreve á posarse sobre el borde res y otras en las copas de los árboles, el huevo suele nosa al arquitecto que la levantó. Los sepulcros son,
un nido, y cadanido esteatrodemetamórfosis sorpren­ de su cuna, desde donde dirige su primera mirada á la presentar un color verde-azulado, y por decirlo así, te­ entre los hombres, las páginas de su historia; la natu­
dentes: primero ve un huevo brillante, y luego un pa- naturaleza. Lleno de temor y de júbilo, precipítase en­ nido de los elementos que le rodean. Ciertas aves que raleza, por el contrario, no imprime sino en la vida,
jarillo cubierto de un ligero vello. Este débil ser no tre sus hermanos, que aun no han visto tan soberbio anidan en lo alto de las torres y en los campanarios, y no há menester el mármol ni el granito para eternizar
tarda en adornarse de sedosas plumas, y su madre le espectáculo; pero á la voz de sus padres sale por se- tienen huevos verdes como las yedras, ó rojizas como lo que escribe. El tiempo ha corroído los fastos de los
38 biblioteca de ASPAR V ROIG.
reyes de Memfis en sus pirámides fúnebres, mas no ha como sus destinos; así pues, pasa el Verano en tes EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 33
podido borrar una sola letra de la historia que el ibis ruinas de Versalles, y el invierno en las de Tebas. mugido de los bosques cierta cosa que embelesa el correos partían de aquella nueva Tiro con muchas
egipcio lleva estampada en la cáscara de su liusvo. Apenas ha desaparecido, cuando se ve adelantarse oido. Los árboles que mecen tristemente sus desnudas guardias, que por mandato de la Providencia se dis­
en Jos vientos del Norte una colonia que viene á reem­ copas, sirven de albergue á negras legiones que se persaban sobre los mares para socorrer á los nave­
CAPITULO VII. plazar á los viajeros del Mediodía, para que no queden han asociado para pasar el invierno ; tienen sus centi­ gantes. Unos se colocan á cuarenta ó cincuenta leguas
vacíos nuestros campos. Durante los opacos dias del nelas y sus avanzadas ; frecuentemente una Gorneja dé una tierra desconocida, y son un indicio seguro
EMIGRACIONES DE LAS AVES. otoño, cuando el cierzo sopla destemplado y los bos­ secular, antigua sibila del desierto, se mantiene sola, para el piloto que los ve flotar sobre tes olas como las
ques se desnudan de sus últimas hojas, multitud de posada sobre una encina con la que ha envejecido: boyas de un ancla; otros se posan sobre un arrecife,
Aves acuáticas ; sus costumbres ; bondad de la Provi­ patos silvestres atraviesa silenciosa á la desfilada un inmóvil allí, y como abrumada de sombrías ideas, donde, cual vigilantes centinelas levantan durante la
dencia. cielo melancólico. Si desde lo alto de los aires des­ abandona á los vientos proféticos monosílabos. noche una voz lúgubre para alejar á los marinos; otros,
cubren alguna quinta gótica rodeada de estanques y Es notable que las cercetas, los ánades, los gansos, merced á la blancura de su pluma, son unos verda­
Nadie ignora estos hermosos versos de Racine, el bosques, se preparan á bajar; esperan la noche y ha­ las becadas, los pluviales y las ave-frias que nos sirven deros fanales sóbrelas negras rocas. Imaginamos que
hijo, acerca de las emigraciones de las aves: cen evoluciones sobre los bosques. Apenas los vapores de alimento, llegan cuando la tierra está seca, al paso por la misma razón la bondad de Dios ha hecho fos­
de te tarde encapotan los valles , cuando tendido el que tes aves exóticas que acuden en la estación de los fórica la espuma de tes olas, y siempre mas brillante
Ceux qui, de nos hivers redoutant le courroux, cuello y silbadora el ala, se precipitan simultáneamente Irutos, no tienen con nosotros otras relaciones que las en los bajíos, en razón de la violencia de la tempestad;
Vont se réfugier dans les climats plus doux, sobre las aguas, que sordas resuenan. Un grito ge­ del placer: son unos músicos enviados para amenizar muchos bajeles zozobrarían en las sombras sin esos
Ne laisseront jamais la saison rigoureuse neral, seguido de un profundo silencio, se levanta en nuestros banquetes. Debemos exceptuar algunos, como faros milagrosos encendidos por 1a Providencia en los
Surprendre parmi nous leur troupe paresseuse. tes lagunas. Guiados por una débil luz que brilla tal la codorniz y la paloma torcaz, cuya caza no se veri­ escollos.
Dans un sage conseil par les chefs assamblé, fica basta después de la cosecha, y engordan en nues­
Du départ général le grand jour est réglé ; vez en. 1a estrecha ventana de una torre , los viajeros Las aves predicen todos los accidentes de los mares,
Il arrive; tout part: le plus jeune peut-être se acercan á tes paredes á favor de las cañas y de las tros trigos para servir en nuestras mesas. Así, pues, el flujo y el reflujo, la calma y la tormenta. La gaviota
Demande, en regardant les lieux qui Pont vu naitre, sombras. Ratiendo allí sus ates, y prorumpiendo por las aves del Norte son el maná de los aquilones, como baja á un arenal, oculta su cuello entre la pluma, es­
Quand viendra ce printemps par qui tant d‘ exilés intérvalos en gritos, en medio de los roncos rumores los ruiseñores son los dones de los céfiros; de cualquier conde una pata, y manteniéndose inmóvil en 1a otra,
Dans les champs paternels se verront rappelés. de los vientos y de tes lluvias, saludan la habitación punto del horizonte qúe sople el viento, este nos trae advierte al pescador el instante en que las olas se le­
del hombre. algún presento de la Providencia. vantan; mientras la alondra marina quecorreá lo largo
Hemos visto á algunos desgraciados á quienes este Uno de los hermosos habitantes de estos retiros, de ellas, exhalando un grito dulce y triste , anuncia
último rasgo hacia verter lágrimas. No sucede con los pero cuyas peregrinaciones son menos largas, es te por el contrario el momento del reflujo; por último,
CAPITULO VIII.
destierros prescritos por la naturaleza, lo que con los polla de agua. Muéstrase en tes orillas de los juncos, las procelarias se establecen en medio del Océano.
impuestos por los hombres. El ave solo se ve dester­ penetra en su laberinto, déjase ver y torna á ocultarse AVES MARITIMAS ¡ EN CUANTO SON ÚTILES AL HOMBRE. Compañeras del marino, siguen el derrotero de los ba­
rada momentáneamente para su bien ; parte con sus exhalando un chillido salvaje; recorre ufana los fosos jeles y profetizan la tempestad. El marinero cree ver
vecinos, con su padre y su madre , con sus hermanos del castillo, y se complace en posarse sóbrelos escudos Que las emigraciones de las aves servían de calendario en ellas cierto sello sagrado , y les concede religiosa
y hermanas; y como nada deja en pos, lleva consigo de armas esculpidos en sus paredes. Cuando perma­ á los labradores en los antiguos dias. hospitalidad cuando el viento tes arroja á bordo ; así
todo su corazón. La soledad le ha preparado el sustento nece inmóvil en ellos, puede tomársela, al ver su respeta el labrador al pitirojo, que le predice los her­
y un albergue ; los bosques no están armados contra negro plumaje y la mancha blanca de su cabeza , por Siendo de raza doméstica las cercetas, los ánades y mosos dias, y lo recibe bajo su techo de paja durante
ella, y vuelve al fin á morir en las regiones natales, un ave heráldica derribada del escudo de algún an­ los gansos, habitan donde quiera puede haber hom­ los rigores del invierno. Éstos hombres desgraciados,
donde encuentra de nuevo el rio, el árbol, el nido y tiguo caballero. AI acercarse la primavera , se retira bres. Los navegantes han bal lado innumerables colo­ colocados en las dos condiciones mas duras cíe la vida,
el sol paternos. Empero, el mortal espulsado. de sus á lejanos manantiales. Una raíz de sauce minada por nias de estas aves bajo el polo antàrtico y en las costas tienen sinceros amigos deparados por la Providencia,
hogares, ¿no regresa á ellos alguna vez? ¡Ah! El hom­ tes aguas, le ofrece un asilo para substraerse á tes de 1a Nueva-Zelandia. Nosotros las liemos encontrado y hallan en un ser débil el consuelo ó 1a esperanza que
bre no puede decir al nacer qué punto del universo miradas. El convólvulo, el musgo y los culantrillos á millares desde el golfo de San Lorenzo hasta la ex­ en vano buscarían entre sus semejantes. Este comercio
ocultará sus cenizas, ni á qué región le lanzará el so­ suspenden delante de su nido vistosos festones de tremidad del istmo de la Florida. Un dia vimos en tes de beneficios entre unos pajarilios y unos hombres
plo del infortunio. ¡ Si á lo menos se le dejase morir verdor; el puerro y 1a lentejale proporcionan delicados Azores una bandada de cercetas azules, que cediendo desventurados, es uno de esos rasgos interesantes en
tranquilo! Pero no bien se muestra desgraciado, todo manjares; el agua murmura blandamente á su oido; y al cansancio, habíanse posado sobre una higuera. Este que abundan las obras de Dios. Entre el pitirojo y el
le declara ruda persecución, pues la injusticia parti­ tes Náyades del rio plantan en derredor de esta solícita árbol, que aunque no tenia hojas, ostentaba unos frutos labrador, entre la procelaria y el marinero, se advierte
cular de que es objeto, llega á ser una injusticia ge­ madre, para mejor ocultarla, sus ruecas de Caña car­ encarnados unidos de dos en dos al mostrarse car­ una tierna conformidad de costumbres y destinos. ¡Oh!
neral. No halla, como la ociosidad, ála hospitalidad en gadas de una lana purpúrea. Entre estos pasajeros del gado de aquella nube de pájaros que dejaban colgar ¡Cuán árida es 1a naturaleza explicada por los sofistas!
su camino; llama y nadie le abre su puerta ; no tiene aquilón hay algunos que se familiariza'n con nuestras sus fatigadas alas, presentaba un extraño espectáculo: ¡Pero cuán rica y fértil parece á los corazones sencillos
otro apoyo á sus cansados miembros que la- columna costumbres y se niegan á volver á su patria: unos, á los frutos parecían de brillante escarlata sobre las ra­ que no buscan sus maravillas sino para glorificar al
del camino público, ó el mojon de alguna herencia; y imitación de los compañeros de Ulises, quedan cautivos mas cubiertas de sombra, mientras parecía, como Criador!
por lo regular hasta se le disputa este lugar de des­ por la dulzura de ciertos frutos; otros, como los deser­ por un prodigio, haber brotado súbitamente un fo­ _ Si el tiempo y el lugar nos lo permitiesen, pinta­
canso, que colocado entre dos campos, parecía no per­ tores de 1a nave de Cook, son seducidos por encanta­ llaje azul. ríamos otras muchas emigraciones, otros muchos se­
tenecer á nadie ; oblígasele á continuar su camino doras que los retienen en sus islas. Empero la mayor Las aves marítimas tienen puntos de cita donde pa­ cretos de la Providencia; hablaríamos de las grullas
hácia nuevos desiertos, porque el decreto que le lia parte nos abandonan después de una estancia de al­ rece deliberan en común los negocios concernientes á de las Floridas, cuyas ates producen sonidos tan ar­
desterrado de su país, parece le ha extrañado del mun­ gunos meses; asocianse a los vientos y á tes tempes­ su república; esto por lo regular sucede en un escollo moniosos, y que hacen tan curiosos viajes sobre los
do; muere, y nadie se encarga de darle sepultura; su tades que empañan la diafanidad de las aguas, y les situado en medio de las otes. Muchas veces Íbamos á lagos, tes sábanas y los bosques de cipreses , de na­
cadáver yace olvidado sobre un camastro , de donde entregan 1a presa que se les escaparía en otras transpa­ sentarnos en la isla de San Pedro (I), en la costa ranjos y palmeras ; alastraríamos al pelícano de los
un juez se ve precisado á hacerle trasladar, no como rentes; gózanse en los retiros ignorados, y recorren el opuesta á un islote llamado por aquellos naturales el bosques visitando á los muertos de la soledad, y no
á un hombre, sino como una inmundicia perjudicial ámbito de la tierra por un círculo de soledades. Palomar, porque tiene esta forma, y en la primavera deteniéndose sino en los cementerios indios y orí los
á los vivos. ¡Ah! ¡Cuánto mas feliz es cuando espira _ Las aves no siempre visitan en masas nuestras re­ van á él en busca de huevos. montes de los sepulcros ; aduciríamos las causas dé
en algún foso á orillas de algún camino, y cuando la giones. Algunas veces dos hermosos extranjeros blan­ La multitud de las aves retiñidas en aquel peñasco esas emigraciones siempre relativas al hombre: di­
caridad del samarltano arroja al pasar un puñado de cos como 1a nieve, llegan con las heladas, bajan álos era tan considerable que muchas veces oiamos sus ríamos los vientos y las estaciones que tes aves eligen
tierra extranjera á sus restos! No esperemos sino en matorrales, á un lugar descubierto al que no es posible gritos entré el bramido de las tempestades. Aquellas para cambiar de climas, sus avenluras, los obstáculos
el cielo, y no temeremos la emigración: ¡en la Religion acercarse sin ser visto; y después de algunas horas de aves tenían voces extraordinarias, como tes que salían que tienen que superar, y sus naufragios; cómo llegan
se encierra toda una patria! de los mares; si el Océano tiene su Flora, tiene tam­ algunas veces, lejos del país que buscan., á unas cos­
descanso se remontan á tes nubes. Al visitar el lugar bién su Filomela: cuando al ponerse el sol, silba el
Mientras una parte de la Creación publica todos los de donde han partido, hállanse tan solo algunas plu­ tas desconocidas, y cómo perecen al cruzar los bosques
dias en los mismos lugares las alabanzas del Criador, mas, únicas señales de su paso , ya esparcidas por el chorlito en 1a punta de un peñasco, acompañado del incendiados por el rayo, ó tes llanuras reducidas á ce­
otra parte viaja para narrar sus maravillas. Numerosos viento: ¡ feliz el favorito de tes Musas, que como el ronco estrépito délas otes, forma una de tes mas me­ nizas por los salvajes.
correos atraviesan los aires, se deslizan en las aguas y cisne ha abandonado la tierra sin dejar en ella otros lancólicas armonías que pueden llegar á humano oido; En las primeras edades del mundo, los labradores
salvan montes y valles. Estos llegan en alas de la pri­ despojos y recuerdos que algunas plumas de sus nunca el esposo de Geix llenó de tan dolorosos ecos y los pastores arreglaban sus trabajos atendiendo á la
mavera, y desapareciendo en breve con los céfiros, alas! las playas que fueron testigos de sus infortunios. inflorescencia de las plantas, á la caida de tes hojas y
siguen de climas en climas su movible patria; aquellos Ciertas analogías con las escenas de la naturaleza, Una completa inteligencia reinaba en la república á 1a partida y llegada de las aves. De aquí nació el
se detienen en la habitación del hombre, y viajeros ó ciertas relaciones de utilidad para el hombre, son tes del Palomar. No bien nacia un ciudadano, su madre arte de la adivinación en ciertos pueblos, porque se
de remotas comarcas, reclamante antigua hospitalidad. causas que determinan las diferentes emigraciones de le sumergía en las olas, á imitación de aquellos pueblos supo que unos animales que predecían las estaciones
Cada cual sigue su inclinación al elegir su huésped; los animales. Las aves que se dejan ver en los meses barbaros que sumergían á sus hijos en los ríos para y las tempestades, no podian dejar de ser intérpretes
el pitirojo se dirige á las cabañas; la golondrina llama de las tempestades, tienen voces tristes y costumbres endurecerlos contra las fatigas de ía vida. Numerosos de 1a Divinidad. Los antiguos naiuralislas y los poetas
en los palacios; esta hija de reyes se muestra aun in­ salvajes como te estación que las trae ; no vienen para (á quienes somos deudores de la poca sencillez que
clinada á las grandezas, pero á las grandezas tristes hacerse oir, sino para escuchar, pues hay en el sordo (t) isla á la entrada del golfo de San Lorenzo, en la costa aun queda entre.nosotros), nos enseñan cuán maravi­
de Terranova. lloso era este modo de contar por los fastos de la na-«
40 BIBLIOTECA DE GASPAR V ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 41
turaleza, y cuanto embeleso esparcía en la vida. Dios un solo momento abandonadas á su propio instinto, de ser enviados á estos salvajes por una Providencia nos ceden el imperio, seguros de que uno de nosotros
es un secreto profundo; y el hombre creado á su ima­ perecerían casi en totalidad. Unas, al querer llegar á milagrosa. Aquellos monstruos marinos llegan á las causará mas estragos que diez mil de los suyos.
gen, es igualmente incomprensible: era, pues, una las latitudes frías, llegarían á los países tropicales; costas del Labrador, sobre los hielos flotantes ó en res­ Replicarase tal vez: ¿Por qué hace Dios seres su-
inefable armonía el ver los periodos de aquellos dias otras, proponiéndose trasladarse al Ecuador, so halla­ tos de bajeles, donde se muestran como unos vigorosos pérfluos que obligan luego á llevar á cabo una inmensa
ajustados á unos relojes tan misteriosos como él rían bajo el polo. Los pitirojos, en lugar de atravesar marineros que se han librado del naufragio. destrucción ? Por la sencilla razón de que Dios no obra
mismo. la A,sacia y la Germania en busca de insectillos, serian Los elefantes viajan también por el Asia; la tierra conio nosotros de una mañera limitada; conténtase con
En las tiendas de Jacob y de Booz, la llegada de un en África presa de algún enorme escarabajo; el groen­ se estremece bajo sus plantas, y no obstante, no hay decir: Creced y multiplicaos; dos palabras que abra­
ave ponía todo en movimiento: el patriarca daba la landés oiría salir un gemido de los peñascos, y, vería motivo alguno de temor: casto, inteligente y sensible, zan el infinito. Según parece, será preciso que para
vuelta á su campo, á la cabeza de sus domésticos ar­ á un pájaro ceniciento cantar y morir: ese pájaro seria Behmot es manso porque es fuerte, y benigno porque ser sabíala Divinidad sea mezquina; lo infinito será un
mados de hoces. Si corría la voz de que los hijuelos de la desvalida Filomela. es poderoso. Primer servidor del hombre y no su es­ atributo de que la despojaremos, pues rechazando todo
la golondrina habían sido vistos, todo un pueblo,em­ Dios no permite semejantes equivocaciones. Todo clavo , ocupa el segundo lugar en el orden de la Crea­ lo inmenso, diremos: «Esto es supérfluo en la natu­
pezaba con alegría la siega sobre la fé de Dios, al oir tiene sus analogías y sus relaciones en la naturaleza: ción : después de la caída original, los animales se ale­ raleza,» porque, nuestro entendimiento no podrá com­
tan fausta nueva. Estas lisonjeras señales tenían la para las flores los céfiros , para los inviernos las tem­ jaron de la habitación del hombre; pero puedecreerse prenderlo. Y si place á Dios colocar mas do cierto nú­
ventaja de predecir las alternativas de la estación pró­ pestades , y para el corazón humano el dolor. El piloto que el elefante, naturalmente generoso, se retiró con mero de soles en la bóveda celeste, condenaremos este
xima , al dirigir los trabajos de la presente. Si los mas hábil farda mucho en llegar al puerto deseado; el mayor pesar, pues se ha mantenido siempre en las aumento; y en consecuencia de esta prodigalidad de
ánades y las cercetas acudían en abundancia, se sabia pero el pez no se equivoca acerca de la longitud del inmediaciones déla cuna del mundo. Salen de tiempo universo, declararemos al Creador convicto de locura
que el invierno seria largo; si la corneja empezaba á mas insignificante escollo del abismo: la Providencia en tiempo de sus desiertos, y se encaminan á un país y de impotencia.
construir su nido en enero, los pastores esperaban en es su estrella polar, y sea cual fuere el punto á que se habitado, para reemplazar á sus compañeros muertos, Considerados en sí mismos, sea cual fuere la defor­
abril las rosas de mayo. El casamiento de una donce­ dirija, ve siempre al astro que nunca se pone. sin reproducirse, al servicio de los hijos de A'dam. midad de esos seres que llamamos monstruos, pueden
lla á la orilla de una fuente, se relacionaba con el Él universo es como una inmensa hospedería, donde reconocerse en sus horrorosas facciones algunas seña­
desarrollo de una planta; y los ancianos, que por lo todo está en incesante movimiento. En ella entran y les de la bondad divina. Un cocodrilo ó una serpiente
regular mueren en otoño, caían con las bellotas y los de ella salen multitud de viajeros. Acaso nada es mas CAPITULO X. no son menos tiernos para sus cachorros que un rui­
frutos maduros. Mientras el filósofo, reduciendoó alar­ hermoso en las emigraciones de los cuadrúpedos, que señor ó una paloma. Es un contraste sorprendente ó
gando el año, trasladaba el invierno á la primavera, los viajes de los bisontes á través de las sábanas de la Anfibios y reptiles. interesante ver á un cocodrilo construir un nido y po­
el labrador no temia que el astrónomo que le venia Luisiana y del Nuevo-Méjico. Cuando llega el tiempo ner un huevo de cuya cáscara sale un pequeño mons­
del cielo se equivocase, pues sabia que el ruiseñor no de cambiar de clima, para ir á llevar la abundancia á truo á semejanza de'un pollueio. La hembra del coco­
tomaría el mes de los hielos por el de las flores, ni los pueblos salvajes, algún búfalo, guia de los rebaños Al pié de los montes Apalaches, en las Floridas, se drilo muestra ios mas tiernos desvelos en pró de su
baria oir en el solsticio de invierno las canciones del del desierto , convoca en derredor á sus hijos é hijas. hallan unas fuentes llamadas pozos naturales. Cada familia; pasea entre los nidos de sus hermanas, que
estío. Así pues, las tareas, los juegos y placeres del El punto de cita son las orillas del Misisipí, y el mo­ pozo está abierto en el centro de un montecillo plan­ forman canos de huevos y de tierra colocados como
hombre campestre se determinaban, no'porel incierto mento de la marcha es el anochecer. El guia, sacu­ tado de naranjos, de catalpas y otros árboles. Este las tiendas de un campamento á la margen de un río.
calendario de un sabio, sino por los cálculos infalibles diendo sus crines, que cuelgan en desórden sobre sus montecillo se abre en forma de inedia luna por la.parte La amazona se constituye vigilante centinela, y deja
del que ha trazado la órbita del sol. Este Supremo Re­ ojos y encorvadas astas, saluda al sol en su ocaso ba­ que mira á la sábana, y por esta abertura sale del pozo obrar el calor del sol; porque si el delicado cariño de
gulador quiso que las fiestas de su culto se ajustasen á jando la cabeza y alzando sus lomos; un rumor sordo, una corriente de agua. Los árboles, al inclinarse sobre la madre está como representado en el huevo del co­
las simples épocas marcadas en sus propias obras; y señal de la partida, se exhala al mismo tiempo de su la fuente, ennegrecen su superficie; pero en el lugar codrilo , la fuerza y las costumbres de este poderoso
en aquellos dias de inocencia, en que se atendía á las profundo pecho, y se arroja súbitamente á las olas es­ donde la corriente se escapa de la base del cono , un animal se pintan , por decirlo así, en el sol que lo em­
estaciones y á los trabajos agrícolas, la voz del céfiro pumosas , seguido de la multitud de terneras y toros rayo de luz penetra en el cauce del canal, y cayendo polla , y en el limo que le sirve de fermento. No bien
ó de la tempestad, la deí águila ó de la paloma, llama­ sobre un punto de la fuente, produce el efecto del lia roto el cascaron, la hembra toma bajo su protec­
que mugen de amor á su lado.
ban al hombre al templo del Dios de la naturaleza. Mientras esta poderosa familia de cuadrúpedos atra­ espejo en la cámara oscura del pintor. Retiro tan en­ ción Iosmonstruosquenacen: estos noson siempre sus
Los campesinos se sirven aun algunas veces de esas viesa con estrépito ríos y bosque-, una flota tranquila cantador sirve por lo regular de albergue á un enorme hijos, pero hace por este medio el aprendizaje de la
tablas encantadoras en que están grabados los tiem­ boga silenciosa sobre un lago solitario á favor de los cocodrilo, que se mantiene inmoble en medio del es­ maternidad, ó iguala su destreza á su ternura. Por
pos de los trabajos rústicos. Los pueblos de la India céfiros y á la claridad de las estrellas. Las pequeñas tanque : al mirar sus verdes escamas y las anchas ven­ último, cuando su familia se desarrolla, la conduce al
hacen el mismo uso de ellas, y los negros y los salva­ ardillas negras, después de haber deshojado los noga­ tanas de su nariz, que lanzan las aguas en dos mati­ rio, la lava en sus aguas cristalinas, la enseña á na­
jes americanos computan el tiempo del mismo modo. les de las inmediaciones, se resuelven á buscar fortuna zadas elipses, pudiera tomársele por un dragón de dar, pesca pececillos que la alimenten, y la protege
Un siminol de la Florida, dice: «La doncella se lia y se embarcan en busca de otro bosque; luego, levan­ bronce, caprichoso adorno de alguna gruta de los bos- contra los machos que intentan muchas veces devo­
casado á la llegada del colibrí.—El niño ha muerto tando sus colas , y desplegando al viento esta vela de quecillos de Versalles. rarla.
cuando la oropéndola ha mudado.—Esta madre tiene seda, la osada especie desafia la inconstancia de las Los cocodrilos ó caimanes de las Floridas no viven Un español residente en las Floridas nos refirió que
tantos hijos como huevos el nido del pelícano. olas: piratas imprudentes á quienes ciega el amor á siempre solitarios, puesto que en cierto tiempo del año habiéndose apoderado de la cria de un cocodrilo, y
Los salvajes del Canadá señalan las seis de la tarde las riquezas. La tempestad estalla, y la flota, próxima se reúnen y emboscan para atacar á los viajeros que haciéndola llevar en una cesta por unos negros, la
en el momento en que las palomas torcaces beben en á perecer, se esfuerza por ganar la inmediata bahía; deben llegar por el Océano. Cuando estos lian subido hembra le siguió exhalando lastimeros gritos. Pusié­
los manantiales; y los salvajes do la Luisiana las fijan á lo largo de los ríes y falta el agua á su muchedum­ ronse en el suelo dos cachorros, y al punto la madre
pero algunas veces un ejército de castores se opone al
cuando la efímera sale de las aguas. El paso de dife­ bre , ó mueren estrellados en las rocas y amenazan empezó á empujarlos con sus manos y su hocico, ya
desembarco , porque temen que aquellos advenedizos
rentes aves determínala estación délas cacerías; y inficionar la atmósfera, la Providencia los entrega de colocándose detrás de ellos para defenderlos, ya pre­
saqueen las mieses. En vano los ágiles escuadrones que
los tiempos de la siega del maiz, de la avena-loca, etc., repente á un ejército de cuatro ó cinco mil cocodri­ cediéndoles para mostrarles el camino. Los cachorros
han saltado á la playa se salvan trepando á los árboles,
los. Estos monstruos, arrojando un grito pavoroso y se arrastraban gimiendo sobre las huellas de su ma­
son anunciados por ciertos animales que nunca dejan desde cuyos altos baluartes se burlan de la lenta mar­
de acudir á la hora del banquete. cha de sus enemigos, pues el talento venceá la astu­ haciendo rechinar sus desmesuradas mandíbulas, caen dre; y este enorme reptil, que poco antes estremecía
sobre los extranjeros. Saltando en todas direcciones, la playa con sus rugidos, hacia oir en aquellos mo­
cia: adelánlanse los zapadores, minan la encina y la
los combatientes se reúnen, chocan y se entrelazan, mentos una especie de balido tan suave como el de
derriban con todas sus ardillas, no de otro modo que
CAPITULO IX. sumérgense en el fondo de los abismos, se arrastran una cabra que amamanta á sus cabritillos. La ser­
una torre cargada de soldados caia al golpe del anti­ sobre el légamo, y tornan á mostrarse en la superfi­ piente de cascabel compite con el cocodrilo en ternura
CONTINUACION DE LAS EMIGRACIONES. guo ariete. cie del agua. El ensangrentado rio se cubre de cadáve­ maternal; este reptil, que da á los hombres lecciones
Otros muchos percances acontecen á nuestros aven­ res mutilados y de humeantes entrañas. Nada puede
tureros, que se consuelan con algunos frutos y algu­ de generosidad, se las da también de ternura. Cuando
Cuadrúpedos. dar una cabal idea de estas escenas extraordinarias su familia es perseguida, la acoge en su boca, y si los
nos juegos: Atenas, tomada por los lacedemonios, no descritas por los viajeros, y que el lector se siente in­ lugares donde pudiera ocultarla no le parecen segu­
Las emigraciones son mas frecuentes en los peces y se mostró menos amable ni menos frivola. Subiendo el clinado siempre á tomar por vanas exageraciones.
rio del Norte en el paquebot de Nueva-York, vimos ros , la hace entrar en sí misma, no bailando un asilo
las aves que en los cuadrúpedos, á causa de su mu­ Rotas, dispersas, llenas de espanto las legiones
en Albani á uno de aquellos desgraciados que pugnaba mas inviolable para unos hijos que el seno de su ma­
chedumbre, y de la facilidad de sus viajes ó través del extrañas, y perseguidas hasta el Océano, se ven pre­
aire y del agua; solo excita la admiración el modo con con vano ahinco para vadear el rio, por lo que le sa­ dre. Ejemplo de sublime abnegación, no sobrevive á
cisadas á volver á los abismos, para que. útiles en lo la pérdida de sus cachorros, porque para arrebatárse­
que llegan sin extraviarse á las regiones á que se en­ camos del agua ya medio ahogado; aquella ardilla era sucesivo á nuestras necesidades, nos sirvan sin da­ los, es preciso arrancarle las entrañas.
caminan. Concíbese bien que un animal acosado por de un hermoso color de ébano, y su cola tenia dos ñarnos.
el hambre abandone el país que habita, en busca de veces la longitud de su cuerpo; recobró la vida, pero ¿ Hablaremos del veneno de esta serpiente, siempre
Estas especies de monstruos han sublevado alguna mas activo cuando tiene familia? ¿Describiremos la
alimento y abrigo; pero ¿cómo se.explica que la ma­ perdió la libertad, pues un pasajero la hizo su escla­ vez la sabiduría del ateo; y no obstante, son necesarias
teria le haga ir aquí mas bien que allá, y le guie con va. Los renos del norte de Europa, los caribús y los ternura déla hembra del oso, que á semejanza de la
en el plan general. No habitan sino los desiertos don­ mujer salvaje lleva el amor maternal hasta el punto de
maravillosa exactitud precisamente al lugar donde se originales de la América Septentrional tienen su tiem­ de la ausencia del hombre reclama su presencia; están
hallan este alimento y este abrigo? ¿Por qué conoce po de emigraciones, siempre correlativas á las nece­ laclar á sus hijos, despues de muertos ?
allí colocados para destruir, hasta que llega el gran Examínense estos pretendidos mónítrüos en sus
los vientos y las mareas, los equinoccios y los solsticios? sidades del hombre. Ni aun los osos blancos de T.erra- destructor. Asi que nos presentamos en una costa,
No dudamos que si las especies viajeras se viesen por Nova, cuya piel es tan necesaria á los esquimales, dejan instintos: estudíense sus formas y sus armas; atién-
42 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO. DEL cristianismo. 43
dase al eslabón que en la cadena de la Creación ocu­ tras los pastores ven deslizar á sus piés dias tran­ tástrofe. La infeliz halló debajo de unos guijarros una tanto con tu grandeza Cotilo etí aquellas noches en
pan ; obsérveles en sus relaciones recíprocas y con el quilos? de esas cajas en que los marineros guardan botellas; que suspenso entre los astros y el Océano, veia la in­
nombre, y nos atrevemos á asegurar que las causas La flor produce la miel: es la amable bija de la tal vez la habría llenado en otro tiempo, en obsequio mensidad sobre mi cabeza y la inmensidad á mis pies!
finales soñ tal vez mas visibles en esta clase de seres mañana, el encanto de la primavera, el manantial de de su esposo, de cordiales comprados con el fruto de Nada soy : no soy sino un simple solitario; he oido
que en las especies mas favorecidas de ¡a naturaleza; los perfumes, la gala brillante de la virgen y el amor sus modestos ahorros: así lo juzgamos ai verla enju­ muchas veces á los sabios disputar acerca del Primer
bien así como en una obra bárbara los rasgos del ge­ del poeta; pasa rápida corno el hombre, pero entrega gar sus lágrimas con la punta de su delantal; los hon­ Ser, y no los be entendido; pero lie observado siempre
nio se destacan mas en medio de las sombras que la blandamente sus hojas á la tierra. Entre los antiguos gos marinos cubrían entonces aquellos olvidados pre­ que ese Ser desconocido se manifiesta en toda su glo­
rodean. coronaba la copa del festín y los nevados cabellos, del sentes de su amor. Así, mientras el estampido del ría al corazón humano á la vista de las. grandes esce­
La objeción contra los lugares habitados por estos sabio; los primeros cristianos adornaban con flores á cañón anuncia á los poderosos el naufragio de los se­ nas de la naturaleza. Una tarde en que reinaba pro­
mónstruos no nos parece mas fundada. Los pantanos, los mártires y el altar de las catacumbas; hoy, en me­ ñores del mundo, la Providencia, cuando quiere co­ funda calma, nos hallábamos en los hermosos ma­
á pesar do que parecen tan perjudiciales, presentan, moria de aquellos antiguos dias, decoramos con ellas municar alguna calamidad á los pequeños y á los des­ res que bañan las costas do la Virginia; todas las velas
no obstante, grandes utilidades, pues son las urnas ó nuestros templos. En e! mundo enlazamos nuestros validos, les despacha en secreto algún hacecillo de estaban amainadas; yo me hallaba ocupado en «1 en­
depósitos de los riosen los países llanos, y los reser- afectos con sus colores: su verde simboliza la espe­ yerba, ó algún despojo que hable á su corazón. trepuente cuando, al oir la campana que llamaba á los
vatorios de las lluvias en las regiones distantes del ranza , su blanco la inocencia, y sus matices de rosa tripulantes á la oración , me apresuró á mezclar mis
mar. Su légamo y las cenizas de sus plantas suminis­ el pudor; hay naciones enteras donde la flor es el fiel preces á las de mis compañeros de viaje. Los oficiales
intérprete de los mas tiernos sentimientos: ¡ libro má­ CAPITULO XII. ocupaban el castillo de popa con los pasajeros; el ca­
tran á los labradores excelentes abonos; sus cañas pro­
porcionan fuego y albergue á las familias pobres; frá­ gico que no encierra ningún error peligroso, deposi­ Dos perspectivas de la naturaleza. pellán , con un libro en la mano, se mostraba á su
gil abrigo muy en armonía con la vida del hombre, tario querido de la fugitiva historia de las revolucio­ frente, los marineros estaban esparcidos indistinta­
pues no llega 'mas allá de nuestros dias. nes del corazón! Lo que acabamos de decir de los animales y de las mente sobre cubierta, y todos nos manteníamos en
Estos lugares ofrecen también cierta hermosura Al colocar los sexos en diferentes individuos en plantas, nos conduce á considerar los cuadros de, la pió, vuelto el rostro á la proa, cuyo rumbo era á Oc-
propia: fronteras de, la tierra y del agua, tienen ve- muchas familias de plantas, la Providencia lia multi­ naturaleza bajo un punto de vista mas general. Tra­ . cidente.
jetales, paisajes y habitantes particulares; todo par­ plicado los misterios y las bellezas de la naturaleza; tamos de hacer hablar en conjunto á esas maravillas, El disco del sol, próximo á sumegirse en las olas, se
ticipa en ellos de la mezcla de ambos elementos. Las por esta causa la ley de las emigraciones se reproduce que tomadas aisladamente, nos han dicho ya tantas dejaba ver entre los cables del navio, en medio de ios
espadañas ocupan el medio entre la yerba y el arbusto, en un reino que parece desprovisto de toda facultad cosas acerca do la Providencia. espacios sin confines. A juzgar por los balances de la
entre el puerro marino y la planta terrestre; algunos locomotriz. Unas veces viaja la semilla ó el fruto, otras Presentaremos, pues, á nuestros lectores dos pers­ popa, hubiera podido decirse que el astro del dia cam­
. de los insectos fluviátiles parecen unos pajarillos: una parte de la planta ó la planta entera. Los cocote­ pectivas de la naturaleza, la una marítima, terrestre biaba á cada instante de horizonte. Algunas nubes
cuando la señorita, con su traje azul y sus alas trans­ ros suelen crecer sobre, las rocas en medio del mar; la otra; aquella, en medio de los mares Atlánticos; estaban agrupadas en peregrino desórden hácia el
parentes sé ufana en la flor del nenúfar blanco , crce- cuando la tempestad estalla caen sus frutos, y las olas esta, en los bosques del Nuevo-Mundo, para que no Oriente, en el que la luna se remontaba lentamente en
ríase ver al pájaro-mosca de las Floridas en una rosa los arrastran á las costas habitadas, donde se transfor­ se pueda atribuir la magestad de ambas escenas á los los serenos espacios; el resto del cielo estaba puro; y
de magnolia. Durante el otoño estos pantanos están man en hermosos árboles; símbolo de la virtud que monumentos de los hombres. liácia el Norte, una bomba marina que resplandecía
plantados de juncos secos que dan á la esterilidad el descuella sobre los peñascos combatidos por las tor­ El buque que nos trasladaba á América perdió de con los colores del iris, formaba un glorioso trián­
aspecto de las'mas opulentas mieses, y en la prima­ mentas , y que cuanto mas ia azotan los vientos, mas vista las costas, y el espacio no presentó en breve otra gulo con los dos magníficos luminares del dia y de la
vera presentan batallones de verdes lanzas. Un abedul tesoros prodiga á los hombres. cosa que el doblé azul del mar y el cielo, ásemejanza noche, y se levantaba del nebuloso seno de los mares
ó un sauce solitario en que la brisa ba suspendido al­ En las orillas del Yar, riachuelo del condado de de un lienzo preparado para recibir las futuras crea­ imitando el efecto de una maravillosa columna de
gunos manojos de plumas, domina estas ondulantes, Suffolk en Inglaterra, vi una especie de berro muy ciones de un gran pintor. Las aguas presentaban un cristal que sostuviese la bóveda delcielo. , .
campiñas; él viento que se desliza suave entre las curioso, pues cambia de lugar y avanza como por aspecto verdoso, y sus gruesas oleadas llegaban de la Digno ciertamente de gran compasión hubiera sido
cañas, las inclina alternativamente dóblase una brincos y saltos; tiene en sus extremidades muchas parte de Poniente, aunque el viento soplaba del lado aquel que en tan grandioso espectáculo no hubiera
mientras otra se levanta; luego, inclinándose á la vez barbas, y cuando las que se encuentran en una de I opuesto; las enormes ondulaciones se extendían de reconocido la hermosura de Dios. Mis ojos se arra­
todo el bosque, se descubre el alcaravan dorado ó la ellas son bastante largas para llegar al fondo del agua, Norte á Mediodía, y abrían en sus valles vastísimas saron en involuntarias, lágrimas, cuando mis com­
se arraigan en él. Arrastrados por la acción de la sinuosidades que se ocultaban á la vista en los desiertos pañeros, quitándose sus sombreros barnizados de al­
garza real blanca, que se. mantiene inmóvil sobre una
planta, que se inclina hácia su nuevo pié, los asideros del Océano. Aquellos, movibles paisajes cambiaban sin quitrán, entonaron con ronca voz su sencilla canción
de sus largas patas.
del lado opuesto se sueltan, y el berro , girando sobre cesar de perspectiva : ora multitud do verduscos mon­ á ¡\uestra Señora del Buen-Socorro, patrona de los
su tallo, se desprende en toda la longitud que lo se­ téenlos representaban surcos de sepulcros en un in­ marineros. ¡ Oh! ¡ Cuán tierna era la plegaria de aque­
CAPITULO XI. para de su retoño. Al dia siguiente se le busca en el menso cementerio; ora las olas, rizando sus cimas, llos hombres que sobre un frágil leño contemplaban
lugar donde se le dejó el anterior, y se le descubre imitaban blancos rebaños esparcidos sobre agitados en medio del Océano al sol que se ocultaba en las
De las plantas y sus emigraciones. mas arriba ó mas abajo en la corriente, formando con matorrales; otras veces el espacio parecia limitado por olas! i Cuán directamente llegaba al alma aquella in­
el resto de las familias fluviátiles nuevos efectos y la falta de un punto de comparación; pero si de im­ vocación del pobre marinero á la Virgen de los Dolo­
nuevas armonías. No hemos visto ia florescencia ni la proviso se levantaba una onda, ó bien otra se encorvaba res ! La conciencia de nuestra pequeñez á la vista de
Entramos en ese reino en que las maravillas de la lo infinito; nuestros cantos que se extendían á io lejos
naturaleza presentan un carácter mas risueño y agra­ fructificación do aquel extraño berro, que hemos lla­ mintiendo una costa lejana, ó atravesaba el horizonte
dable. Al verlas elevarse en los aires y en la cima de mado MiGitATOR, es decir viajero, por su relación con un escuadrón de perros marinos, el espacio se ensán­ en las ondas; la noche que se acercaba con sus tinie­
nuestros propios destinos. chala súbitamente á nuestra vista. Pero la idea abru­ blas ; la maravilla de nuestro bajel en medio de tantas
los montes, pudiera decirse que las plantas participan
Las plantas marinas están sujetas á mudar de cli­ madora de la extensión se agigantaba especialmente maravillas; una tripulación religiosa poseída de admi­
algo del cielo á que se acercan. Vemos con frecuencia
mas , y participan al parecer de las inclinaciones cuando una niebla ligera rozaba la inquieta superficie ración y de temor; un respetable sacerdote en ora­
al amanecer en medio de una profunda serenidad á las
aventureras de esos pueblos insulares á quienes su del mar, añadiendo al parecer .inmensidad á la inmen­ ción; Dios inclinado sobro el abismo, deteniendo con
flores do un valle inmóviles sobre sus tallos; indi—
posición geográfica ha hecho comerciantes. El fucus sidad misma. ¡Oh! ¡Cuán grandes y melancólicas son uña mano al sol en las puertas del Occidente, levan­
nanse de mil maneras diferentes, y miran á todos los
giganteas sale de las cavernas del Norte en alas de las en tales momentos las perspectivas del Océano! ¡ En tando con la otra la luna en el Oriente, y prestando á
.puntos del horizonte. En aquellos momentos de apa­ través de la inmensidad atento oido a la voz de su
rente calma, so realiza un gran misterio : la naturaleza tempestades, y se adelanta por los mares salvando es­ qué meditaciones nos .abisman, ya sea que la imagi­
pacios inmensos. Semejante á una red tendida de una nación se pierda en los mares del Norte, en medio de predilecta criatura : lié aquí lo que no puede pintarse,
concibe, y aquellas plantas son otras tantas tiernas los ¡ríelos y las tempestades, ya encuentre en los ma­ lo que todo, el corazón humano basta apenas á sentir.
madres vueltas hácia la región misteriosa de donde á otra costa del Océano, arrastra consigo las almejas,
las focas., las rayas y las tortugas que toma en su ca­ res del Mediodía risueñas islas de reposo y bienan­ Pasemos á la escena terrestre.
debe llegarles la fecundidad. Los silfos tienen simpa­ Habíame extraviado una tarde en un bosque á cierta
tías menos aéreas y comunicaciones menos invisibles; mino. Algunas veces, cansado de nadar, alarga una danza I
raíz basta el fondo del abismo y se detiene; luego tor­ Muchas veces nos levantábamos durante la noche é distancia de la catarata del Niagara, y no tardé en
el narciso entrega á los arroyos su estirpe virginal; la ver extenderse la noche en mi derredor; esto me hizo
violeta conlia á los céfiros su modesta posteridad ; una nando á su navegación con un viento favorable, y íbamos á sentarnos sobre el puente, donde no hallá­
después de haber flotado bajo mil diferentes latitudes, bamos sino al oficial de guardia y algunos marineros disfrutar en toda su soledad, del hermoso espectáculo
abeja liba su miel de fior en flor, y fecunda, sin aper­ de una noche en los desiertos del Nuevo-Mundo.
cibirse de ello, toda una pradera; una mariposa con­ va á alfombrar las costas del Canadá con las guirnaldas que fumaban en silencio en sus pipas. No se oia otro
arrancadas á los peñascos de la Noruega. rumor que el de la proa al hender las olas, en tanto Una hora después del ocaso , la luna se mostró
duce sobre sus alas un pueblo entero. Sin embargo, sobre las copas de los árboles en el opuesto confin del
los amores de las plantas no son igualmente tranqui­ La emigración de las plantas marinas, que á pri­ que leves centellas se deslizaban con una blanca espu­
mera vista parecen meros caprichos de la casualidad, ma á lo largo dcJos costados del navio. ¡ Dios de los cris­ horizonte. Una brisa embalsamada que esta reina de
los: los hay también borrascosos , á semejanza de los la noche traía consigo desde el Oriente, parecia prece­
del hombre, pues nccesítanse grandes tempestades tienen sin embargo tiernas relaciones con el hombre. tianos! ¡Cuán profundamente has grabado el sello de
Paseando una tarde en Brest, á orillas del mar, tu omnipotencia en las aguas del abismo y en la pro­ derla en los bosques cual su fresco aliento. El astro
para que el cedro del Líbano celebre sus bodas con el solitario subió con pausado curso por et cielo : ya se-
cedro del Sinai sobre inaccesibles alturas, mientras descubrimos á una pobre mujer que marchaba encor­ fundidad dé los cielos! ¡Los millones de estrellás que
vada entre las rocas, examinando con gran atención en el sombrío azul de la bóveda celeste resplandecían; guia lentamente su azul carrera, ya descansaba sobre
al pié de la montaña basta el viento mas suave para grupos de nubes, semejantes á tas cimas de enhiestas
establecer entre dos humildes llores un comercio de los restos de un naufragio, y especialmente las plan­ la luna que brillaba magestuosa en medio del firma­
tas adheridas á ellos, como procurando adivinar por mento, un mar sin límites, lo infinito en el cielo, lo montañas coronadas de nieve. Estas nubes, plegando
placer. ¿No agita del mismo modo el huracán de las
su mayor ó menor vejez la época cierta de aquella ca­ infinito en las aguas! ¡Nunca me has confundido y desplegando sus velos, se desarrollaban en zonas
pasiones á los reyes de la tierra en sus tronos , mien-
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GASPAR Y ROIG.
EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 4o
diáfanas que parecían de raso blanco, y que se dis­ te anterior para que pueda verse á través de ellas, y anímales, debemos decir algo relativamente á los del pierde todos los dias en un bajel, obra maestra de la
persaban en leves copos de espuma, ó formaban en resistentes en su tejido para que los ojos se manten- hombre físico; pero como este reúne los sentimientos industria humana, en la misma costa en que el esqui­
los cielos deslumbradores bancos cual de algodón, tan gan lijos. Ha bocho estos resbaladizos y movibles para de las diferentes razas de la Creación, por ejemplo el mal, bogando en una piel de vaca marina, se burla do
suaves á la vista, que parecía se percibían su blan­ darles los medios de evitar todo lo que pudiera ofen­
dura y elasticidad. amor paternal, etc., es preciso elegir uno que le sea todos los peligros. Ora oye bramar el Océano, que lo
derlos, y para que dirijan fácilmente sus miradas á to­ exclusivo. cubre á cien piés sobre su cabeza; ora asalta los cielos
No menos encantador era el panorama terrestre : la llos los lugares. La pupila, donde se reúne lo que cons-
luz azulada y aterciopelada de la luna penetraba por Ahora bien : este instinto peculiar del hombre, el en las turbulentas cimas de las olas; mécese con su piel
tituye la fuerza de la visión, es tan pequeña que se mas hermoso, el mas moral de los instintos, es el amor en medio de ellas, bien así como se columpia un niño
los claros de los árboles, y deslizaba rayos de apacible sustrae sin el menor esfuerzo á lo que es capaz de he­ á la patria. Si esta ley no estuviese sostenida por un sobre las ramas en las tranquilas profundidades de un
luz hasta la espesura de las mas profundas tinieblas. El rirla. Los párpados, que son las cortinas de los ojos, milagro permanente, y en el cual, como en tantos otros, bosque. Al colocará aquel hombre en la región de las
no que á mis pies se deslizaba rápido, se perdía alter­ llenen una superficie interna lisa y suave para que no no paramos mientes, los hombres se precipitarían en tormentas, Dios lia impreso en su frente un ostensible
nativamente en los bosques, y tornaba á presentarse les dañe su continuo roce. Ya sea que el temor á algún las zonas templadas, dejando desierto el resto del glo­
brillando con Jas constelaciones, cuya tranquila imá- sello de supremacía. «¡Vé! te gritó desde el seno del
peligro nos obligue á cerrarlos, ya que queramos bo. Fácil es imaginar cuantas calamidades resultarían torbellino, desnudo te arrojo á la tierra; mas para
gen reproducía. En una sábana situada en la opuesta abrirlos, los párpados están formados para prestarse á de esta aglomeración de la especie humana en un solo
orilla, la claridad de la luna dormía sin movimiento que á pesar de tu miseria no ignores tus destinos, do­
ello, y entrambos movimientos son instantáneos; bú­ punto de la tierra. A fin de evitar estas desgracias, la marás los monstruos del mar con una caña, y hollarás
sobre los muelles céspedes. Los abedules, agitados llanse, por decirlo así, fortificados con una empalizada Providenciaba fijado, por decirlo así, los piés de cada incólume las tempestades.»
por las brisas y esparcidos aquí y acullá, formaban islas de cerdas , que les sirve para rechazar lo que viene á hombre á su suelo natal mediante una atracción inven­
de sombras flotantes,sobre aquel mar inmóvil de luz. Así, al ligarnos á la patria, la Providencia justifica
lastimarlos cuando están abiertos, y para envolverlos cible: así es que los hielos de la Islandia y las abrasa­ siempre sus grandes miras, pues tenemos mil razones
De cerca, todo hubiera sido silencio y reposo sin la á fin de que descansen tranquilamente cuando el sue­ das arenas del Africa no carecen de habitantes. para amar el suelo natal. EÍ árabe no olvida el pozo del
caída de algunas hojas, la súbita ráfaga cíe viento ó ño los cierra y nos los hace inútiles. Nuestros ojos tie­ Es también digno de atención que cuanto mas in­ camello, la gacela, y sobre todo el caballo, fiel compa­
el . gemido del buho; á lo lejos, se dejaba oir á intér- nen además la ventaja de hallarse ocultos y defendi­ grato es un país, cuanto mas destemplado su clima, ó ñero de sus excursiones; el negro se acuerda siempre
valos el solemne retumbar de la catarata del Niágara, dos por medio de unas prominencias; porque por un cuantas mas persecuciones se han sufrido en él, mas de su ranchería, de su azagaya, de su banano, y del
que en la calma de la noche era repetido de desierto en lado tienen las cejas para detener el sudor que baja de encantos nos ofrece. ¡ Cosa extraña y sublime es que sendero de la cebra y del elefante.
desierto, y espiraba á través de los solitarios bosques. la cabeza y la frente; y por la otra tienen'en la parte nos identifiquemos al suelo por la adversidad, y que Refiérese que un grumete inglés liabia llegado á
La grandeza y la asombrosa melancolía de cuadro interior los pómulos qúe los protejen. La nariz está co- el hombre que no ha perdido sino una cabaña sea el
tan colosal no pueden expresarse en humano idioma, profesar tan entrañable cariño al buque á cuyo bordo
locada entre ellos cual un límite divisorio. que mas eche de menos el techo paterno! La causa de habia nacido, que no podia alejarse de él por un ins­
pues las noches mas deliciosas de Europa no son ca­ »El oido permanece constantemente abierto, por­ tal fenómeno consiste en que la prodigalidad de una
paces de ofrecer una idea de él. En vano la imagina­ tante. Cuando se quería castigarle, se te amenazaba
que lo necesitamos siempre, aun durante el sueño; v tierra demasiado fértil destruye, al enriquecernos, la con envíarleá tierra, á cuya intimación corría á ocultar­
ción procura espaciarse en nuestros campos cultivados, si entonces le hiere algún sonido, despertamos al pun­ sencillez de los lazos naturales que se forman por resul­
porque halla por donde quiera habitaciones humanas; se á la cala, prorumpiendo en gritos. ¿Qué habia inspi­
to. Sus órganos tienen conductos tortuosos para evitar tado de nuestras necesidades; así, cuando dejamos de rado á aquel joven marinero tan vivo amor dunas tablas
pero en aquellas regiones salvajes el alma se complace la introducción de algún cuerpo extraño, lo que ocur­ amar á nuestros padres, porque ya no nos son necesa­
en perderse en un océano de bosques; en mecerse so­ juguete de los vientos? No procedía ciertamente su
riría si fuesen rectos... rios, dejamos de amar la patria. " alecto de circunstancias meramen te locales y físicas.
bre el abismo de las cataratas; en meditar á orillas de ”¿7 qué diremos de las ventajas y utilidades de Todo corrobora la verdad de esta observación. Un ¿Procedía acaso de algunas conformidades morales en­
los lagos y losrios, y por decirlo así, en hallarse sola nuestias manos en las artes? Los dedos se alargan ó salvaje tiene en mas su choza que un príncipe su pa­
en presencia de Dios. tre sus destinos y los del bajel ? ¿O es que hallaba un
se doblan con la mayor facilidad, merced á la flexibili­ lacio; y el montañés halla mas encantos en su monta­ placer secreto en reconcentrar sus alegrías y sus pe­
dad de sus articulaciones. Por su medio las manos ña , que el habitante de la llanura en su surco. Pre­ sares en su cuna? El corazón se goza naturalmente
CAPITULO XIIL manejan el pincel y el cincel, tocan la lira y la flauta. guntad á un pastor escocés si querría,cambiar su suerte en replegarse, por decirlo así, sobre sí.mismo; pues
Esto por lo que concierne á lo agradable. Por lo que con la del primer potentado de la tierra, yvereis cómo cuanto menos se exterioriza menos superficie presen­
El hombre físico. afane álo necesario, cultivan los campos, construyen ‘ lejos de su querida tribu conserva en todas partes su ta á las heridas : ved aquí por qué los hombres muy
casas, fabrican diversas telas y vestidos, y trabajan el recuerdo; cómo pide en todas sus rebaños, sus torren­ sensibles, como lo son en general los infortunados, se
Para dar término á estas reflexiones acerca de las cobre y el hierro. El espíritu inventa, los sentidos exa­ tes, sus nubes. No aspira sino á comer pan de cebada, complacen en habitar reducidos retiros. Lo que el
causas finales, terminantes pruebas de la existencia de minan, la mano ejecuta; de tal manera que si nos ga­ á beber leche de cabra, y á cantar en el valle Jas mis­
Dios deducidas délas maravillas de la naturaleza, rés sentimiento gana en intensidad lo pierde en extensión:
rantimos de la intemperie, si cubrimos nuestra desnu­ mas baladas que cantaban sus abuelos; desfallece sino cuando la república romana tenia por límites el monte
taños ya únicamente considerar al hombre l'isico. De­ dez, si tenemos ciudades, murallas, habitaciones y vuelveá su país. Es una planta de ia montaña, y por lo
jaremos hablará los sabios que han profundizado esta Aventino, sus hijos morían con júbilo por ella; pero
templos, lo debemos alas manos, etc.» tanto sus raices están destinadas á asegurarse en los dejaron de amarla cuando aquellos llegaron ájos Al-
materia. forzoso es confesar que, así ha formado la solamate- peñascos, pues no puede prosperar sino la combaten pes y al Tauro. Es indudable que alguna razón de este
Cicerón describe así el cuerpo humano: ria el cuerpo humano para tantos fines admirables, co­ los vientos y las lluvias; la tierra, los abrigos y el sol de género alimentaba en el grumete inglés su amor al
«Al examinar los sentidos, por cuyo medio el alma mo este hermoso discurso del orador romano ha sido la llanura la desecan.
conoce los objetos exteriores, vemos que su estructu­ buque natal. Navegante ignorado en el océano de la
compuesto por un escritor adocenado. ¡ Con cuánta alegría vuelve á ver su cabaña! ¡ Con vida, veia levantarse los mares entre él y nuestros
ra corresponde de una manera admirable á su destino, Muchos autores, especialmente el médico Niewen- cuánta satisfacción visita las santas reliquias de su in­ dolores; y era en verdad feliz, puesto que divisaba des­
y que residen en la cabeza como en una fortificación. ty t, han probado que los límites en que nuestros sen­ digencia!
Los ojos, vigilantes centinelas, ocupan el lugar mas de lejos las tristes playas del mundo.
tidos, se encierran son los verdaderos límites que les En los pueblos civilizados el amor á la patria ha he­
elevado, desde donde, descubriendo ios objetos, pue­ convienen, y que nos veríamos expuestos á multitud
den desempeñar sin esfuerzo su cometido. Un puesto Doux tresors! se dit-il, chcrs gages, qui ja ruáis cho prodigios. Hay siempre en los designios de Dios
de inconvenientes y peligros, si tuviesen mayor ó me­ N’attirátes sur vous Tenvie et le mensonge, una admirable correlación: en virtud de ella ha cimen­
igualmente culminante con venia al oido, pues sus ór­ nor alcance. Galeno, poseido de sabia admiración en Je vous reprends: sortons de ces riches paJais, tado en la naturaleza el amor al suelo patrio, y el ani­
ganos están destinados á recibir el sonido, cuya natu­ un análisis anatómico del cuerpo humano, abandona Comine Ton sortirait d’un songe. mal comparte en cierto grado con el hombre éste ins­
ral dirección es ascendente. La nariz debía ocupar la el escalpelo y exclama inspirado:
misma situación, porque los olores suben también; y tinto; pero el hombre lo extiende, y convierte en virtud
«¡Oh tú que nos has hecho! ¡Al componer un discur­ ¿ Quién mas feliz que el esquimal en su espantosa lo que tan solo era un sentimiento'de utilidad general;
era preciso que se hallasen inmediata á la boca, pues­ so tan santo, creo cantar un verdadero himno á tu patria? ¿Qué le importan las flores de nuestros climas, de esta manera las leyes físicas y morales del univer­
to,que nos ayuda de una manera decisiva á formar los gloria! Yo te honro mas al descubrir la hermosura de comparadas con las nieves del Labrador, y nuestros pa­
juicios relativos á las bebidas y los alimentos. El gusto, so se encadenan admirablemente. Dudamos que sea
tus obras, que al sacrificarte hecatombes enteras de lacios en parangón con su ahumada caverna? Embár­ posible tener una sola virtud verdadera, un solo verda­
cuyo objeto es hacernos sentir las cualidades de lo que toros, ó al hacer humear los templos con el incienso case con su esposa en la primavera en algún hielo flo­ dero talento sin amor ála patria. Esta pasión hace ma­
comemos, resideen la parte de la boca por donde la na­ mas precioso. La verdadera piedad consiste en cono­ tante, y arrastrado por las corrientes, se interna en ravillas en la guerra, y en las letras lia formado á Ho­
turaleza abre paso á los sólidos y líquidos. Por lo que cerme á mí mismo, y luego en enseñar á los demás alta mar sobre aquel trono del Dios de las tempesta­ mero y á Virgilio. El poeta ciego pinta con preferencia
respecta al tacto , está generalmente repartido por to­ cuánta es la grandeza de tu bondad, de tu poder y tu des. La montaña columpia sobre las olas sus luminosas
do el cuerpo, á fin de que no podamos recibir impre­ las costumbres de la Jenia, donde abriera sus ojos á
sabiduría. Tu bondad se revela en laigual distribución cúspides y sus árboles de nieve; los lobos marinos se la luz; y el cisne de Mantua se ocupa de los recuerdos
sión alguna, ni ser atacados por el frió ó el calor sin de tus prestentes, pues lia repartido á cada hombre entregan al amor en sus lóbregos valles, vías ballenas de su país. Nacido en una cabaña, y expulsado de la
sentirlo. Y bien así como un entendido arquitecto no los órganos que le son necesarios; tu sabiduría resplan­ le acompañan en el Océano. Ei osado salvaje estrecha
colocará cerca de los ojos ó de la nariz del propietario herencia de sus abuelos, estas dos circunstancias in­
dece en la excelencia de tus dones; y tu poder se ma­ sobre su corazón, en su movible escollo, ála mujer que fluyeron poderosamente en la índole de su genio, pues
el receptáculo de las inmundicias de una casa, la na­ nifiesta en la ejecución de tus sorprendentes desig­ Dios te dió, y goza con ella alegrías desconocidas en
turaleza lia,alejado de nuestros sentidos lo que hay de 1c imprimieron ese colorido de melancolía que consti­
nios.» aquella mezcla indefinible de placer y de peligros. tuye uno de sus principales encantos; recuerda sin ce­
semejante á esto en el cuerpo humano. El esquimal tiene por otra parte poderosas razones sar ambos acontecimientos, y se ve que se acuerda
«Pero, ¿qué artífice, á no ser la naturaleza, cuya
sabiduría es incomparable, pudiera haber formado tan
CAPITULÓ XIV, para preferir su país y su estado á los nuestros. Por de­ siempre de aquel Argos, donde pasara sii juventud:
gradada que nos parezca su naturaleza, adviértense,
artísticamente nuestros sentidos? Ha rodeado los ojos Instinto de la patria. Et dulces moriens reminiscitur Argos.
ya en él, ya en las artes que practica, ciertos rasgos
deunas túnicas muy delgadasy transparentes en supar- Puesto que liemos considerado los instintos de los que descubren la dignidad del hombre. El europeo se (zEiz., lib. x, 782.)
46 biblioteca de GASPAR v ROIÚ.
EL GENIO DEL cristianismo. 47
Pero la religión cristiana ha venido á dar su verda­ le quedaban una barca en el Hin, para guarecerse en
dera medida al amor á la patria. Este sentimiento lia ella con su mujer y sus .dos hijos. Pero como llegase los números,y concebir, asilas mayores como las me­ cosa alguna, ó se ocupaba tan solo en las del mundo?
producido grandes crímenes entre los antiguos, pues á faltarle el dinero, llegó á faltarle la hospitalidad; nores dimensiones. Finalmente, henchida, mas no No era esta, por cierto, la expresión de sus labios
rayaba en la exageración. El Cristianismo ha hecho cuando se le expulsaba de una orilla, pasaba sin que­ saciada de lo que ha devorado, precipítase en el seno entreabiertos, ni la de aquel cuerpo inmóvil, ni la de
de él un amor principal, no un amor exclusivo, pues jarse á la opuesta; muchas veces, perseguido en am­ de Dios, centro en que convergen todas las ideas de aquella mirada fija en el suelo : el recuerdo de Dios
antes que todo nos manda ser justos, y quiere que bas márgenes, se veia obligado á anclar en medio del lo infinito, en perfección, en tiempo y en espacio; pasaba por su alma en el sonido de la campana reli­
amemos á la familia de Adam, porque es la nuestra, rio, y allí pescaba para proveer al sustento de su fami­ pero no se abisma en la Divinidad, sino porque la giosa.
aunque nuestros conciudadanos tengan el primer de­ lia; pero los hombres le disputaban aun los beneficios encuentra rodeada de tinieblas, Deus absconditus; si Si es imposible negar que el hombre espera hasta
recho á nuestro amor. Esta moral era desconocida an­ de la Providencia. Al llegar la noche, iba á recoger la viese con toda claridad, la despreciaría como á cual­ bajar al sepulcro; si es cierto que los bienes terrenos,
tes de la misión del Legislador de los cristianos, y es yerbas secas para encender un poco de fuego, dejando quiera de los objetos, cuya medida se halla á su al­ lejos de saciar nuestros deseos, contribuyen única­
un error el asegurar que intentaba aniquilar las pasio­ á su mujer en mortales agonías hasta que regresaba. cance. Y aun pudiera decirse que tendría alguna razón mente á dilatar el vacío del alma, debemos concluir
nes, pues Dios no destruye su obra. El Evangelio no Precisada á hacerse salvaje entre cuatro naciones ci­ al proceder así; porque si el alma se explicase bien el que hay algo mas allá del tiempo. Oigamos á San
es la muerte sino la regla del corazón, siendo á nues­ vilizadas, aquella familia, que no tenia en el globo principio eterno, seria superior á este principio, ó A gustin : Vincula hujus mundi asperitatem habent
tros sentimientos lo que á las artes ese buen gusto que un solo rincón de tierra donde fijar su pié, cifraba por lo menos igual á él. No acontece en el órden de veram, jucunditatem falsam, certum dolorem , in-
suprime lo que en ellas puede adolecer de exagera­ todo su consuelo en respirar algunas veces el aire que las cosas divinas lo que en el de las humanas, puesto certam voluptatem, durum laboren, limidam quie­
ción, de falso, de común ó trivial, y les deja lo que tie­ les llegaba de las (renteras de su patria. Si se nos pre­ que un hombre puede comprender un rey sin ser rey; ten, rcmplenam miserice, spem beatitudinis ina-
nen de hermoso, de verdadero, dé razonable. La reli­ guntase en qué consiste la fuerza de los vínculos que pero el que comprendiese á Dios, seria Dios. nem. «Los lazos de este mundo tienen una verdadera
gión cristiana bien entendida no es otra cosa que la nos ligan al suelo natal, nos costaría algún trabajo Los animales no sienten el estímulo de esa espe­ aspereza y una falsa dulzura, dolores ciertos, place­
naturaleza primitiva, lavada de la mancha original. ranza que anida en el corazón humano, porque col­ res inciertos, trabajos rudos, un descanso inquieto,
responder. Tal vez és la sonrisa de una madre, de un man al punto su felicidad, siendo así que un puñado cosas llenas de miseria y esperanzas vacías de felici­
Cuando nos hallamos lejos de nuestro país es cuan­ padre, ó de una hermana; tal vez es el recuerdo del
do mas que nunca sentimos él poder del instinto que viejo preceptor que nos educó, ó el de los tiernos com­ de yerba satisface al cordero, y un poco de sangre al dad.» Lejos de lamentar que el deseo de esta haya
nos arrastra hacia él. A falta de realidades nos esfor­ pañeros de nuestra infancia; tal vez son los .desvelos tigre. Si se sostuviese, con algunos filósofos, que la sido colocado en el mundo actual, y su satisfacción en
zamos en crearnos sueños que nos la retraten; el co­ de una nodriza, de un antiguo doméstico , parte tan diversa estructura de los órganos constituye la única el mundo ulterior, admiremos en esto la bondad de
razón es fecundo en quimeras, pues todo aquel que esencial de la casa (domiís); son, por último, tal diferencia entre nosotros y el bruto, pudiera á lo mas Dios. Puesto que es indispensable salir de ésta vida
se ha alimentado al. pecho de la mujer ha bebido la vez las circunstancias mas sencillas, y si se quiere, admitirse este raciocinio con relación á los actos me­ mas tarde ó mas temprano, la Providencia ha colo­
copa de las ilusiones. Ora convierte una cabaña en el mas triviales: un perro que ladraba durante la noche ramente materiales; pero, ¿de qué sirve la mano al cado mas allá de la meta un aliciente que nos atraiga,
techo paterno; ora aplica á un bosque, á un valle ó á en el campo; un ruiseñor que volvía todos los años al pensamiento, cuando en la calma de la noche se lanza para disminuir el horror al sepulcro : cuando una ma­
una colina algunos do los dulces nombres de la patria. jardín; el nido de la golondrina en la ventana; el cam­ á los espacios, para hallar á través de ellos al Hace­ dre quiere hacer salvar un obstáculo á su hijo, le.
Andrémac.a apellida Simois á un arroyo.' ¡Y cuán tier­ panario de la iglesia, que se veia descollar sobre los dor de tantos mundos? ¿Por qué ni> hace lo mismo alarga al lado opuesto un objeto agradable, pura indu­
na verdad se encierra en el riachuelo que reproduce árboles; el tejo del cementerio; el sepulcro gótico; el buey ? Sus ojos le bastan; y aun cuando tuviese cirle á pasar.
los piés ó los brazos del hombre, seríanle harto inú­
un caudaloso rio de la patria! Lejos de las orillas que ¡ hé aquí todo! Pero estos pequeños medies demues­
nos han visto nacer, la naturaleza nos parece raquíti­ tran con tanta mayor certidumbre la realidad de una tiles para el caso. Puede acostarse sobre el césped,
levantar al cielo su cabeza, y llamar con sus mugidos CAPITULO II.
ca, y la pálida sombra de la que heñios perdido. Providencia, cuanto que no podrían ser el origen del
Otro ardid del instinto patrio es conceder gran pre­ amor á la patria y de las grandes virtudes que brotan al Ser desconocido que llena esa inmensidad. No su­
De los remordimientos y de la conciencia.
cio á un objeto de escaso valor intrínseco, pero que de este amor, si una voluntad suprema no lo hubiese cede así: prefiriendo la yerba que pisa, nada pregunta
procede de nuestro país y hemos llevado al destierro. dispuesto así. a esos soles, evidente demostración de la existencia La conciencia suministra una nueva prueba de la
El alma se asocia hasta á las cosas inanimadas que han de Dios. Insensible al espectáculo de la naturaleza, inmortalidad de nuestra alma. Cada hombre tiene en
compartido nuestros destinos: una parte de nuestra vi­ no sospecha, bajo el árbol á cuya sombra descansa, el fondo de su corazón un tribunal donde empieza por
da se identifica con el asilo donde descansó nuestra LIBRO SEXTO. que él es también una pequeña prueba de la inteligen­ juzgarse a sí mismo, esperando que el Juez Supremo
cia divina. confirme la sentencia. Si el vicio no es otra cosa que
felicidad, y sobre todo con aquel que prestó sombra á'
nuestro infortunio. Inmortalidad del alma , La única criatura que se exterioriza y no se basta un resultado físico d o nuestra organización, ¿ de dónde
Para pintar la languidez interior que se experimen­ por la moral y el sentimiesuto. por completo á sí mismo, es el hombre". Dícese que proceden esas zozobras que anublan los dias de una
ta fuera dé la patria, el pueblo dice : Este hombre tie­ el pueblo no experimenta semejante inquietud : cier­ prosperidad criminal? ¿Por qué son tan terribles los
ne el mal del país; verdadera enfermedad que no pue­ tamente es menos desgraciado que nosotros, pues se remordimientos, que so prefiere someterse ó la po­
CAPITULO I. distrae de sus deseos con sus trabajos, y apaga en sus breza y á todos ios rigores de la virtud, antes que
de curarse sino regresando al suelo patrio. Pero por
pocos años que haya durado la ausencia, ¿qué halla­ sudores su sed de felicidad. Pero cuando le vemos allegar ilegítimas riquezas? ¿Por qué hay una voz en
Deseo de felicidad en el hombre. afanarse los seis dias de la semana para gozar algunos la sangre, y una palabra en la piedra? El tigre despe­
mos en los lugares que nos han visto nacer? ¿Cuántos
hombres existen de los que habíamos dejado llenos de placeres el séptimo; cuando, esperando siempre el daza su presa y¿ duerme tranquilo, mientras el homi­
Aun cuando no hubiese nías pruebas de la existen­
vida? Los sepulcros ocupan el lugar de los palacios, y cia de Dios que las maravillas de la naturaleza, tan descanso y no encontrándolo nunca, llega á la muerte cida vela insomne; busca los lugares desiertos, y no
estos el de aquellos; el campo paterno se ve cubierto fuertes son estas pruebas que bastarían para conven­ sm cesar de desear, ¿podra decirse que no participa obstante, la soledad le aterra; arrástrase en derredor
de malezas ó entregado á un arado extranjero, y der­ cer á todo aquel que busca la verdad. Empero si los de la segunda aspiración de todos los hombres hácia de los sepulcros, y sin embargo, los sepulcros le hor­
ribado vaco el árbol que nos alimentara. un bienestar desconocido ? Y si se replica que este deseo rorizan. Su mirada es inquieta, y no se atreve a lijarla
que niegan la Providencia no puedeñ explicar sin
Había en la Luisiana una negra y una salvaje,’escla­ ella los portentos de la Creación, mayor será la difi­ está por lo menos limitado para él á las cosas de la en las brillantes paredes del salón del festin, pues
vas de dos colonos vecinos. Cada una do estas mujeres cultad que experimenten para responder ó las obje­ tierra, diremos que esta aseveración es muy inexacta: teme leer en ellas caracteres funestos. Parece que sus
tenia un hijo: la negra una niña de dos años, y la in­ ciones de su propio corazón. Al renunciar al Ser Su­ dad, sino, al hombre mas pobre los tesoros del mun­ sentidos adquieren mayor sutileza para atormentarle:
dia un niño de la misma edad ; este murió. Habiendo premo, se ven precisados á renunciar á otra vida, y do; suspended sus trabajos, satisfaced sus necesida­ ve en medio de la noche amenazadoras claridades;
elegido las dos madres un lugar en el desierto, se reu­ no obstante, su alma les agita; preséntase, por decirlo des, y antes de algunos meses será también juguete rodéale á todas horas el hedor de la carnicería; des­
nieron en él durante tres noches consecutivas. Una lle­ así, á su vista; y les obliga, á despecho de los sofis­ del tedio y de la esperanza. cubre el gusto del veneno en las viandas preparadas
vaba su hijo muerto, y la otra su hija viva; la una su tas, á confesar su existencia y su inmortalidad. Por otra parte, ¿es cierto que el pueblo, aun en su por su mano; su oido percibe rumores allí donde reina
Manitú, la otra su Fetiche, y no se admiraban de ha­ Digásenos sino, si el alma se extingue en el. sepul­ actual estado de miseria, no conoce ese deseo de feli­ el silencio; y al abrazar á su amigo, cree tocar un
llarse bajo la influencia de .una misma religión, pues am­ cro , ile donde procede ese deseo de felicidad que nos cidad que se prolonga mas allá de la vida? ¿De dónde puñal oculto bajo sus vestidos.
bas eran desgraciadas. La india hacia los honores de atormenta. Nuestras pasiones pueden tener en la tier­ procede ese instinto melancólico que se advierte en ¡ Formidable conciencia! ¿Pudieras no ser sino un
la soledad: «Este es el árbol de mi país, decía á su ami­ ra fácil satisfacción : el amor, la ambición, la cólera, el hombre campestre? Muchas veces en el domingo y fantasma abortado por la imaginación, ó el mero te­
ga; ¡siéntate y llora! «Luego, según el uso de los fune­ tienen una segura plenitud de goce; pero la necesidad otros dias feriados, cuando toda la aldea había ido á mor de los castigos humanos? Yo me pregunto: Si te
rales entre los salvajes, suspendian sus hijos de las de felicidad es la única que carece de satisfacción y orar al Segador que separa el buen grano de la ciza­ fuese posible, en virtud de un solo deseo, dar muerte
ramas de un arce ó de un sasafrás, y los columpiaban de objeto, porque ni aun sabemos qué cosa sea esa ña, liemos visto á algún paisano solo en la puerta de á un hombre en la China y heredar su fortuna en Eu­
cantando los aires de su país. felicidad tan suspirada. Es preciso confesar que si su cabaña, prestando oido al son de la campana : su ropa , con la convicción sobrenatural de que nunca
Pero estos juegos maternos, que adormecían á me­ todo es materia, la naturaleza ha incurrido aquí en ademan era pensativo, y no le distraían las avecillas se averiguaría la verdad, ¿transigirías con tal deseo?
nudo la inocencia, no podían despertar la muerte. Así un grave error, pues lia creado un sentimiento sin de la era vecina, ni los insectos que en su derredor En vano me exagero mi indigencia; en vano pretendo
se consolaban aquellas dos mujeres, una de las cuales aplicación alguna. zumbaban. Aquella noble figura del hombre, colocada atenuar este homicidio, suponiendo que merced á
hahia perdido su hijo y su libertad, y la otra su liber­ Ni es dudoso que nuestra alma pide incesantemen­ como la estátua de un dios en el dintel de una cabaña; mi deseo, el chino morirá repentinamente sin dolor
tad y su patria : ¡ las lagrimas ofrecen consuelos recí­ te , pues no bien ha conseguido el objeto de su deseo, aquel a frente sublime aunque abrumada de cuidados; alguno, que no tiene herederos, y hasta que á su
procos ! cuando se lanza á nuevas aspiraciones, porque el uni­ aquella espalda sombreada por una negra cabellera, y muerte el Estado perderá sus bienes; en vano supongo
pícese que precisado un francés á emigrar durante verso no es bastante á satisfacerla. Lo infinito es el que parecía alzarse como para sostener el cielo, aun­ á ese hombre abrumado de enfermedades y amargu­
el Terror, hahia comprado con algunas monedas que único campo que le conviene; le es grato perderse en que encorvada bajo el peso de la vida; todo aquel ser ras ; en vano me digo que la muerte es un bien para
an magestuoso aunque miserable, ¿no pensaba en él, que la llama, y que solo le resta un momento de
48 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL criStia'nismo. 49
vida; á pesar de todos mis ingeniosos subterfugios, mortalidad del alma y la existencia de un Dios venga­ preciar las riquezas, al mismo tiempo que nos vivifica cador, el Hijo de Dios ha establecido su religión como
oigo en mi interior una voz que clama con tal fuerza dor. Pero no ignoramos que el ateísmo, envuelto en y nos reviste, digámoslo así, de pasiones. Su caridad una segunda conciencia para el culpable que ha te­
contra la sola idea de semejante suposición, que no sus propias redes, ha recurrido á tan vergonzosa ne­ es inagotable especialmente para con el criminal: no nido la desgracia de perder la natural; conciencia
puedo dudar ni por un instante de la realidad.de la gativa. El sofista exclamaba, en los tormentos que le hay un hombre tan manchado, que no admita al ar­ evangélica henchida de piedad y dulzura, y á la cual
conciencia. causaba la gota: «¡ Oh dolor 1 nunca confesaré que repentimiento , ni leproso tan repugnante á quien no Jesucristo ha concedido el derecho de hacer gracia,
1 Es, por consiguiente, una necesidad harto triste eres un mal!» Mas aun cuando sea cierto que hay toque con sus inmaculadas manos. Para lo pasado que negó á la primera.
haber de negar los remordimientos para negar la in­ hombres bastante desgraciados para ahogar el grito pide el remordimiento; para el porvenir la virtud. Después de haber hablado del remordimiento que
Ubi autem abundavit delictum, dice, superabunda- sigue al crimen, supèrfluo seria pintar la satisfacción
vit grafía. «La gracia ha superabundado donde que acompaña á la virtud. El contento interior que se
abundó el delito.» Dispuesto siempre á advertir al pe- experimenta al hacer una buena obra, dista tanto de

DILUVIO UNIVERSAL.

ser una combinación de la materia, como el grito Dios el que no creyese en la realidad de la virtud, ni
acusador de la conciencia está lejos de ser el temor á en la verdad de las lágrimas ?
las leyes, cuando se perpetra la'iniquidad. Creeríamos ofender á nuestros lectores si nos detu­
Si los sofistas dicen que la virtud es un amor pro­ viésemos en demostrar hasta qué punto so prueban
pio disfrazado y la piedad un egoísmo, no les pre­ por esa voz interior llamada conciencia, la inmorta­
del remordimiento, ¿cuál será el resultado? No juz­ admirable religión de Jesucristo es una especie de su­ guntemos si alguna vez han sentido algo en su inte­ lidad del alma y la existencia de Dios. «Hay en el hom­
guemos al que tiene espedito el uso de sus miembros plemento á lo que falta á los hombres. Si se delinque rior, después de haber socorrido á un desgraciado, ó bre, dice Cicerón, un poder que inclina al bien y
por el paralitico á quien son inútiles los suyos ; el cri­ por exceso, por demasiada prosperidad, ó por violen­ si es el temor de volver á la niñez el que les mueve á desvia del mal, no solo anterior al nacimiento de los
men en su último grado es un veneno que cauteriza cia de carácter, acude á adverl irnos de la inconstancia favor de la inocencia del recien nacido. La virtud y pueblos y de las ciudades, sino tan antiguo como ese
la conciencia, pues al destruir la Religión se ha des­ de la fortuna y del peligro de esos arrebatos en que las lágrimas son para los hombres el manantial de la Dios por quien subsisten y son gobernados cielos y
truido el único medicamento que podia devolver la la razón enmudece. Si se peca por defecto, por carencia esperanza y la base de la fe; ¿cómo, pu es, creería en tierra; porque la razón es un atributo esencial de la
sensibilidad á las partes gangrenadas del corazón. La de bienes, ó por indiferentismo,' nos enseña á menos­
SO BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
EL GENIO DEL cristianismo. sí
inteligencia divina ; y esta razón , que reside en Dios, Habiendo dicho Cicerón, de acuerdo con Platón, eludir esta dificultad, sea posible atacarla por el fondo,
que no hay un pueblo donde no se haya hallado alguna dice que, por el contrario, no pudiendo el cuerpo so­
determina necesariamente el vicio y la virtud. siendo así que puede probarse que aun cuando el es­ portar los extremos del frió y del calor, hace degene­
idea de la Divinidad, este asentimiento universal de píritu sigue al parecer los accidentes del cuerpo, con­
las naciones, que los antiguos filósofos miraban como rar al alma, al degenerarse á sí mismo, esto será
CAPITULO III. serva los caracteres peculiares de su esencia. Lósateos tomar segunda vez el efecto por la causa. No es el
una ley natural, ha sido negado por los modernos in­ presentan por ejemplo con aire de triunfo la locura, las
crédulos, quienes han sostenido que ciertos salvajes vaso el. que obra sobre el líquido, sino este el que
QUE NO IIAY MORAL SI NO HAY UNA VIDA ULTERIOR. heridas en el cerebro, y el delirio en la calentura; es­ enturbia á aquel; y esos pretendidos efectos del cuer­
no tienen elmenor conocimiento de Dios. tos hombres se ven obligados á reclutar como auxilia­
Los ateos se atormentan en vano para encubrir la po sobre el alma son los efectos del alma sobre el
Conjetura en favor del alma, deducida del respeto del res de su caúsalas calamidades déla humanidad. Pues cuerpo.
hombre á los sepulcros.
debilidad de su causa, puesto que resulta de sus ar­ bien: esas fiebres y esa locura á que el ateismo, es de­
gumentos que su sistema se funda en meras excepcio­ La doble debilidad mental y física de los pueblos
cir, el genio del mal, apela con razón como una septentrionales y meridionales, y la melancolía de que
La moral es la base de la sociedad; pero si en noso­ nes, en tanto que el Deísmo sé ajusta ó la regla ge­ prueba de su realidad, ¿qué demuestran en último parecen afectados no pueden, "pues, ser atribuidos,
tros todo es materia, no hay realmente vicios ni virtu­ neral. Si se dice que el género humano cree en Dios, término? No sino una imaginación desarreglada, y en nuestra opinión , á una fibra muy laxa ó muy rígi­
des, y por consiguiente no hay moral. Nuestras leyes, el incrédulo cita primero á estos'ó aquellos salvajes, un entendimiento arreglado. El loco y el enfermo ven da, puesto que los mismos accidentes no producen los
siempre relativas y mudables, no pueden servir de luego á tal ó cual persona, y alguna vez á sí mismo. objetos que no existen; ¿pero discurren falsamente mismos resultados en las zonas templadas. Esa pro­
punto de apoyo á la moral, siempre absoluta é inva­ Si se sostiene que la casualidad no ha podido formar el acerca de ellos? No; deducen tan solo consecuencias pensión melancólica dolos habitantes del polo y de los
riable; es forzoso por lo tanto que tenga su origen en mundo, porque para ello no hubiera habido sino una sanas de una causa enferma.
eventualidad favorable contra innumerables imposi­ trópicos, es una verdadera tristeza intelectual, pro­
un mundo mas estable que el nuestro, y garantías Lo mismo sucede respecto del febricitante : su alma ducida por la situación del alma y por sus combates
mas sólidas que unas recompensas precarias ó unos bilidades, se responde que esta eventualidad existia; está ofuscada en la parte en que se reflejan las imá­ contra las fuerzas de la materia. “De esta manera ha
castigos pasajeros. Algunos filósofos han creido que la y en todo lo demás se advierte el mismo modo de ra­ genes, porque el estado morboso de los sentidos no le revelado Dios su sabiduría, no solo por medio de las
Religión había sido inventada para sostenerla, pero ciocinar. De esta manera, la naturaleza es para el ateo trasmite sino impresiones incompletas; pero la región utilidades que el mundo reporta de la diversidad de
no conocieron que tomaban el efecto por la causa. La un libro en que la verdad se halla siempre en las no­ de las ideas permanece ilesa é inalterable. Y á la ma­ latitudes, sino que al colocar al hombre on ésta escala,
Religión no se deriva de la moral, sino la moral dé la tos, nunca en el texto ; un idioma cuyos barbarismos nera que una llama encendida en un vil combustible nos ha demostrado casi matemáticamente la inmorta­
Religión, pues es cierto, como acabamos de decir, constituyen exclusivamente la índole y la esencia. no deja de ser un fuego puro, aunque en impuro pá­ lidad de nuestra esencia, pues el alma se iiaee sentir
que la moral no puede tener su principio en el hom­ Mas cuando se desciende al examen de esas preten­ bulo; el pensamiento, llama celestial, se levanta in­ mas allí donde la materia obra menos, y el hom­
bre fisico ó la simple materia; y es igualmente cierto didas excepciones, se descubre que consisten en cau­ mortal é incorruptible del seno de la corrupción y de bre disminuye allí donde mas se desarrolla la natu­
que cuando los hombres pierden la idea de Dios, se sas locales, y aun que entran en la ley establecida. la muerte. raleza inerte.
precipitan en todos los crímenes, á pesar de las leyes En el caso presente, por ejemplo, es falso haya salva­ Por lo que atañe á la influencia de los climas en el Disipemos la última objeción :
y de los verdugos. jes que no tengan nocion alguna de la Divinidad. Los espíritu, alegada también como una prueba de la ma­ «Si la idea de Dios está naturalmente impresa en
Una religión que intentó levantarse sobre las ruinas viajeros que aseguraron este hecho , han sido desmen­ terialidad del pensamiento, esperamos se tome en al­ nuestras almas, debe ser anterior á la educación, an­
del Cristianismo, creyéndose superior al Evangelio, tidos por otros mejor informados. Entre los incrédulos guna consideración nuestra réplica , porque en lugar ticiparse al raciocinio y mostrarse desde la primera ni­
estampó en nuestras iglesias este precepto del Decá­ de los bosques se citó ó las hordas canadienses; pues de resolver una objeción, vamos á deducir del mismo ñez; es así que los niños no tienen idea alguna de
logo : Hijos! honrad á vuestros padres y madres. bien , nosotros liemos visto á esos sofistas de la choza, hecho que se nos objeta una prueba déla inmortalidad Dios; luego, etc.»
Mas, ¿por qué los teofilántropos suprimieron la se­ que debían haber aprendido en el libro de la naturale­ del alma. Siendo Dios espíritu, y no pudiendo ser compren­
gunda parte del precepto, ó fin de que viváis largos za , como nuestros filósofos en los suyos, que no hay Se ha observado que la naturaleza se muestra mas dido sino por el espíritu, un niño, en quien el enten­
años? Suprimiéronlo porque una miseria oculta les Dios ni porvenir para el hombre; aquellos indios son lozana en el Norte y el Mediodía : en las regiones in- dimiento no se ha desarrollado aun, no puede conce­
decía que el hombre que nada posee, nada puede dar. unos bárbaros que ven el alma de un niño en una pa­ ter-tropicales se hallan los cuadrúpedos mas corpulen­ bir al Ser Supremo. No pidamos al corazón la mas
¿Cómo hubiera podido conceder años, quien no tiene loma ó en un ramillete de sensitivas. Entre ellos las tos , los mayores reptiles, las mas poderosas aves, los noble de sus funciones cuando no lia llegado á su per­
la seguridad de vivir dos momentos? ¡Me regaláis madres tienen la insensatez de derramar la leche de mas caudalosos ríos, las mas enhiestas montañas; en fección, cuando la maravillosa obra se halla aúnen
vida, hubiéraseles contestado, y no advertís que os sus pechos sobre la tumba de sus hijos, y les dan en los países septentrionales viven los-formidables cetá­ manos del Artífice.
reduciréis á polvo! Me aseguráis como Jehová una ella la misma actitud que tenia en el lecho maternal; ceos, y crecen la enorme seta y el pino gigantesco. Puede sin embargo, asegurarse que el niño tiene
larga existencia; pero, ¿disponéis acaso como él de la su objeto es enseñar por este medio que la muerte es Si todo es efecto de la materia , combinación de ele­ por lo menos el instinto de su Criador. Tomamos por
eternidad para producir nuevos y nuevos dias? ¡ Im­ una segunda madre que nos da una nueva vida. El mentos , fuerza del sol, resultado del frió y del calor, testigos sus aprensiones, sus inquietudes y temores
prudentes! ¡Ni siquiera os pertenece la hora en que ateismo no sacará el menor partido en favor.de sus de la sequedad y la humedad, ¿por qué el hombre es en la noche, y sil inclinación á levantar los ojos al
vivís, propietarios de la muerte! ¿qué os propondríais doctrinas, de unos pueblos que deben ála Providencia el único ser que exceptúa esta ley general? ¿Por qué cielo. Un niño enlaza sus tiernas manos, y recita ¡d
pues, sacar del fondo de vuestro sepulcro, si excep­ su albergue, sus vestidos y su alimento; por todo lo no se dilatan su capacidad física y moral, á la par del lado de su madre una oración al buen Dios'; ¿por qué
tuáis la nada, para remunerar mi virtud? cual le aconsejamos que desconfíe de esos infieles elefante bajo el Ecuador, y á la par de la ballena bajo aquel ángel de la tierra balbucea con tanto amor y tanta
Finalmente hay otra prueba moral de la inmortali­ aliados que reciben en secreto presentes de su ene­ el polo? ¿Se responderá que es como el buey un ani­ pureza el nombre de ese Ser Supremo á quien no co­
dad del alma, sobre la que debemos insistir: el res­ migo. mal de todos los paises? Pero el buey conserva su ins­ noce?
peto del hombre á los sepulcros. Aquí la vida se fija Otra objeción. tinto en todos los climas, y vemos que respecto del Ved á ese recien nacido en brazos de una nodriza.
en la muerte mediante una atracción invencible; aquí «Toda vez que el espíritu crece y mengua con la hombre sucede lo contrario. ¿Qué tiene para que inspire tanto júbilo á ese ancia­
la naturaleza humana se muestra superior al resto de edad; toda vez que sigue las respectivas faces déla Lejos de seguir la ley general de los seres; lejos de no, á ese hombre en todo su desarrollo y á esa mujer?
la Creación, y declara sus altos destinos. ¿Conoce el materia , es de naturaleza material, y por consi­ robustecerse allí donde se supone que la materia es Dos ó tres sílabas medio articuladas y por nadie en­
bruto la sepultura, y se inquieta al mirar las cenizas guiente divisible y perecedero.» mas activa, el hombre se debilita en razón del mayor tendidas : y ved ahí á unos seres razonables poseidos
de los individuos do su raza ? ¿ Qué le predicen los O el espíritu y el cuerpo son dos seres diferentes, ó desarrollo de la creación animal que le rodea. El indio, de alegría, desde el abuelo que sabe todas las cosas
huesos de su padre? diremos mas: ¿sabe por ventura no son sino uno. Si son aos, preciso será conceder que el peruano y el negro, en el Mediodía; el esquimal y de la vida, basta la madre primeriza que todavía las
uién es su padre, una vez terminadas las necesida- el espíritu está encerrado en el cuerpo; y en tal caso, el ¡apon en el Norte, ofrecen irrecusables pruebas de ignora. ¿Quién lia concedido tanto poder á la palabra
es de la primera face de su vida? ¿De dónde, pues, mientras dure ésta unión, el espíritu estará en cierto lo que decimos. Hay mas : la América, donde la mez­ humana? ¿Porqué su mero eco nos conmueve tan im­
se deriva la poderosa idea que tenemos de la muerte? modo sometido á los lazos que le sujetan , y parecerá cla de limo y de las aguas da á la vejetacion todo el periosamente? Lo que aquí nos subyuga es un miste­
¿Merecería nuestros homenajes un puñado de polvo? que se eleva ó amengua en las proporciones en que lo vigor de una tierra primitiva, es perjudicial á la espe­ rio que se relaciona con causas mas altas que el inte­
No, ciertamente; respetamos las cenizas de nuestros verifique la materia. cie humana, aunque de dia en día lo sea menos, á rés que puede excitar la edad de ese niño; hay aquí
antepasados, porque una voz íntima nos dice que no Esta objeción se desvanece en la hipótesis en que causa de la degeneración del principio material. El algo que nos dice que aquellas inarticuladas palabras
se ha extinguido en ellos todo su ser. Esta voz secreta el espíritu y el cuerpo sean considerados como aos hombre no desplega su energía sino en las regiones son los primeros ensayos de un pensamiento inmortal.
es la que consagra los honores fúnebres en todos los sustancias distintas. donde los elementos, menos activos, dejan mas expe­
pueblos de la tierra, pues todos so hallan igualmente En la suposición de que no son sino un mico todo, dito campo al pensamiento, y donde este, despojado por
persuadidos de que el sueño no es eterno ni aun en el que participa de la misma vida y de la misma muerte, decirlo así, de su envoltura terrestre, no encuentra CAPITULO V.
sepulcro, y que la muerte no es sino una gloriosa el materialista se verá obligado á probar su aserto. obstáculos que dificulten sus movimientos y sus fa­ Peligro é inutilidad del ateismo.
transfiguración. Pero está demostrado Iiá mucho tiempo que el espíri­ cultades.
tu es esencialmente distinto del movimiento y délas Debe pues, reconocerse aqui algo que choca direc­ Hay dos clases muy diferentes de ateos: los prime­
CAPITULO IV. propiedades da la materia, pues no es extenso ni di­ tamente con la naturaleza pasiva; este algo es nuestra ros, consecuentes con sus principios, declaran sin ti­
visible. alma inmortal, que repugna las operaciones de la ma­ tubear que no hay Dios, ni por consiguiente diferencia
De algunas objeciones.
Así pues, la objeción viene á tierra, y todo queda teria, que enferma y languidece cuando esta la estre­ alguna esencial entre el bien y el mal; que el mundo
Sin detenernos demasiado en las pruebas metafísi­ reducido á saber si la materia y el pensamiento son cha en demasía. Esta languidez del alma produce á su pertenece á los mas fuertes, á los mas astutos , etc.
cas, de que hemos procurado prescindir, respondere­ una y misma cosa; lo que no puede sostenerse sin in­ vez la debilidad del cuerpo; y este cuerpo, que si se Los segundos son la gente honrada del ateismo, los
mos no obstante á ciertas objeciones eternamente re­ currir en el absurdo. hubiera hallado solo se hubiese vigorizado bajo un sol hipócritas déla impiedad: hombres ridículos, que con
petidas. Ni se imagine que al emplear la prescripción para mas ardiente, cede á la postración del espíritu. Y si fingida mansedumbre se arrojarían á todos los excesos
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EL GENIO BEL CRISTIANISMO. 53
para defender su sistema, y que os llamarían sus her­ padre; protege al labrador y á las mieses; evita las la incredulidad, repele toda convicción. ¡Oh! ¡Cuán el cieno, se dirige á los reptiles y á los insectos, para
manos al degollaros ; Jy aunque sus labios pronuncian injusticias, y es una especie de ángel de la guerra profunda es la soledad, cuando la Divinidad y los hom-
sin cesar las palabras moral y humanidad, esos seres que Dios envía para mitigar este cruel azote. Las ciu­ que le suministren pruebas contra Dios.
bres se retiran á la vez! Esa mujer muere y espira La Religión no habla sino de la grandeza v de la
son triplemente perversos, porque unen á los vicios dades abren sus puertas al rumor de su justicia; las en brazos de algún mercenario, ó de un hombre has­ hermosura del hombre.
del ateo la intolerancia del sectario y el orgullo del murallas caen en presencia de sus virtudes; es el amor
autor. tiado de sus padecimientos, porque tal vez le parece El ateismo nos presenta siempre la lepra y la peste.
del soldado y el ídolo de las naciones; mezcla al valor que ha luchado largo tiempo con su enfermedad. Un
Esos hombres sostienen que el ateísmo no destruye del guerrero la caridad evangélica; su conversación La Religión deriva sus razones de la sensibilidad
la felicidad ni la virtud, y que no hay condición algu­ miserable ataúd encierra á la desventurada, en cuyos del alma, de los lazos mas dulces de la vida, de la
interesa é instruye; sus palabras son persuasivas y funerales no se ven ni una hija desolada , ni unos piedad filial, del amor conyugal y de la ternura ma­
na en que no sea tan útil ser incrédulo como ser reli­ sencillas ; todos se admiran al hallar tanta templanza
gioso : proposición que merece ser examinada. esposos, ni unos yernos, ni unos nietos llorosos, digno ternal.
en un hombre acostumbrado á vivir en medio de los séquito que, con la bendición del pueblo y el canto de
Si una cosa debe ser estimada en razón de su mayor peligros : así se oculta la miel bajo la ruda corteza de El ateismo lo reduce todo al instinto del bruto; v
los sacerdotes, acompaña al sepulcro la buena madre
6 menor utilidad, el ateísmo es harto despreciable, una encina que ha desafiado mil tempestades. por primer argumento de su sistema, pone de mani­
porque á nadie aprovecha. de familia. Acaso únicamente un hijo desconocido, fiesto un corazón incapaz de emociones.
Concluyamos, pues, que bajo ningún concepto es
Recorramos la vida humana, empezando por los po­ útil al guerrero el ateismo. que ignora el vergonzoso secreto de su nacimiento, Por último, en el culto del cristiano se nos asegura
bres y los desgraciados, pues constituyen la mayoría No nos parece que lo sea mas en el estado natural encuentra por casualidad aquel ataúd, y admirando que nuestros males tendrán un término; se nos con­
de los pobladores de la tierra. Ahora Bien , innume­ su abandono, pregunta el nombre del difunto á los que suela, se enjugan nuestras lágrimas, se nos promete
que en el social. Si la moral estriba enteramente en el
rable familia de los desgraciados: ¿ es á tí á quien van ó entregar á los gusanos el cadáver que les fue otra vida.
dogma de la existencia de Dios y de la inmortalidad prometido por la mujer atea.
el ateismo reporta ventajas? ¡Responde! ¡ni una voz! del alma, un padre, un hijo, ó unos esposos no tienen En el culto del ateo, los dolores humanos hacen
¡ni una sola voz 1 Oigo en cambio, un cántico de es­ ¡ Cuán diferente es la suerte de la mujer religiosa! humear el incienso, la muerte es el sacrificador, el
el menor interés en ser incrédulos. ¿ Cómo puede con­ sus dias están rodeados de alegría, el amor embellece altar una tumba, y la nada la divinidad.
peranza , y suspiros que suben hasta el Señor. ¡Ah! cebirse una mujer atea?¿Quién prestará apoyo á esta
estos creen; pasemos á los felices. su existencia; su esposo, sus hijos y sus criados la
caña, si la Religión no sostiene su fragilidad ? Ser el
Parécenos que el hombre dichoso no tiene interés respetan y la aman; todos depositan en ella una ciega
mas débil de la naturaleza, siempre en víspera de la confianza, porque creen firmemente en la fidelidad
alguno en ser ateo. ¡Es tan dulce para él pensar que muerte ó de la pérdida de sus atractivos, ¿ quién sos­ CAPITULO VI.
de la que es fiel á su Dios. La fe de esta cristiana se
sus dias se prolongarán mas allá del sepulcro! ¡ Con tendrá á este ser que sonríe y muere, si no coloca su fortifica por su felicidad, y esta por su fe; cree en FIN DE LOS DOGMAS DEL CRISTIANISMO.
cuánta desesperación no abandonaría este mundo, si esperanza mas allá de una existencia efímera? Por el Dios porque es feliz, y es feliz porque cree en Dios.
creyese separarse para siempre de la felicidad! En va­ mero interés de su hermosura, la mujer debe ser pia­ Basta que una madre vea sonreir á su hijo, para Estado de las penas y de. las recompensas en la otra
no se acumularían sobre su cabeza todos los bienes dosa. La dulzura, la docilidad, la amenidad y la ter­ 'ida.—Elíseo antiguo, etc.
convencerse de la realidad de una felicidad suprema.
terrenos, porque únicamente servirían para hacerle nura constituyen una parte de los encantos que el La bondad de la Providencia se muestra por entero
mas espantosa la nada. El rico puede también estar Criador prodigó á nuestra primera madre; la filosofía Una vez reconocida la existencia del Ser Supremo,
en la cuna del hombre. ¡ Cuán tiernas coincidencias! y concedida la inmortalidad del alma, no hay ya difi­
seguro de que la religión aumentará sus placeres, es mortal para esta clase de atractivos. ¿Y no serian sino un mero efecto de una insensible cultad, por lo que respecta al fondo, en admitir un
mezclando con ellos una ternura inefable; su corazón La mujer, naturalmente dotada del instinto de lo materia? Nace el niño, y el pecho que ha de alimen­ estado de recompensa y de castigos después de esta
no se endurecerá, ni se saciará por los goces, inevita­ misterioso; que se complace en ocultarse; que nunca tarle está lleno; la hoea del tierno convidado no está vida: los dos primeros dogmas producen como inde­
ble escollo de las largas prosperidades. La Religión descubre sino á medias sus gracias y su pensamiento;
evita la sequedad del alma; esto es lo que significaba armada, para que no lastime la copa del banquete clinable consecuencia, el tercero. Trátase, pues, úni­
que puede ser adivinada, pero no conocida; que está maternal; crece, y la leche se hace mas nutritiva; se camente de patentizar cuan moral y poético es este
aquel óleo santo con el cual el Cristianismo consagra­ llena de secretos, como madre y como doncella; que fe desteta, y la maravillosa fuente se agota. Aquella dogma en las opiniones cristianas, y'cuan superior se
ba el poder real, la juventud y la muerte, para im­ seduce sobre todo por su ignorancia; que fue formada
pedir que fuesen estériles. mujer, poco antes tan débil, ha adquirido súbita­ muestra también aquí la religión evangélica á todos
para la virtud y el sentimiento mas misterioso, el pu­ mente fuerzas bastantes á soportar fatigas que no pu­ los cultos de la tierra.
El guerrero, marcha al combate : ¿ seria ateo este dor y el amor; ¿la mujer, decimos, renunciará al diera resistir el hombre mas robusto. ¿Qué es lo que
hijo de la gloria? El que corre en pos de una vida sin dulce instinto de su sexo, é intentará levantar con En el Elíseo de los antiguos no se hallan sino héroes
la,despierta en medio de la noche, en el momento y hombres que habían sido felices ó notables en el
término, ¿transigirá con la muerte? ¡Presentaos sobre débil y osada mano el denso velo que cubre la Divi­
vuestras tonantes nubes, innumerables soldados, an­ mismo en que su hijo va á pedir el acostumbrado sus­ mundo; los niños, probablemente los esclavos y los
nidad ? ¿ A quién se propondría agradar con esfuerzo tento? ¿Dé dónde le procede ese tino ingenioso de hombres oscuros (es decir el infortunio y la inocencia),
tiguas legiones de la patria! Famosas milicias de la tan sacrilego? ¿Imagina que al juntar sus ridiculas
Francia , ora milicias del cielo, compareced y decid á que anteriormente carecía? ¡Cuál toca, sin romperla, tenían por morada los infiernos. ¿Y eran por ventura
blasfemias y su frivola metafísica con las imprecacio­ aquella delicada flor! Sus inteligentes desvelos pare­ dignas recompensas de la virtud aquellos banquetes
los héroes de nuestros dias, desde lo alto de la Ciudad nes de los Espinosa y con los sofismas de los Bayle, cen fruto dé la experiencia de toda la vida; ¡y no obs­ y aquellas danzas cuya eterna duración bastaría para
Santa, que el valiente no duerme por entero en la nos dará una alta idea de su talento? AI obrar así, no tante, aquel es su primogénito! El mas leve rumor hacer uno de los tormentos del Tártaro?
tumba, y que en pos de él queda algo mas que un puede proponerse hallar un esposo; porque, ¿qué asustaba á la doncella : mas, ¿dó están las armas, los
nombre vano. hombre de sano criterio querrá asociarse á una com­ Mahoma promete nuevos placeres. Su paraíso es
rayos y los peligros capaces de intimidar á la madre? una tierra de almizcle y de la harina del mas puro
Los grandes capitanes de la antigüedad han sido pañera impía? La doncella necesitaba una alimentación regalada, un trigo, regada por el rio de vida y por el Acavtar, rio
notables por su religión. Epaminondas, libertador de Una esposa incrédula conoce pocas veces sus debe­ traje esquisito, un blando lecho ; el mas leve soplo la que nace debajo de las raíces del Tuba, ó el árbol de
su patria, era tenido por el mas religioso de los hom­ res, porque pasa sus dias discutiendo acerca de la incomodaba : madre ahora, un pan grosero, un ves­ la felicidad. Unas fuentes cuyas grutas son de ámbar
bres; Jenofonte, guerrero filósofo, era el modelo de virtud sin practicarla, ó entregada á los placeres en tido tosco, un puñado de paja, la lluvia y los vientos, gris, y las márgenes de alóes, murmuran á la sombra
la piedad; Alejandro, eterno dechado de los conquis­ el torbellino del mundo. Su cabeza está vacía, y vacía nada le importan, mientras tenga en sus pechos de unas palmeras de oro. En las orillas de un lago cua-
tadores, se hacia pasar por hijo de Júpiter; entre los su alma; el tedio la devora, pues no tiene Dios ni cui­ una gota de leche para alimentar á su hijo, y en sus driláterohay mil copas fabricadas de estrellas, que sir­
romanos, los antiguos cónsules de la república, Cin- dados domésticos que llenen el abismo de sus horas. harapos un pedazo que baste á abrigarle.
cinato, Fabio, Papirio Cursor , Paulo Emilio y Esci- Pero el dia vengador se acerca : el tiempo llega, ven á las almas predestinadas para beber de sus aguas.
Siendo todo así, preciso seria ser harto pertinaz para Los elegidos, sentados sobre tapices de seda, á la en­
pion, cifraban todas sus esperanzas en la divinidad del conduciendo de la mano á la aterida vejez. El espec­ no abrazar el partido donde, no solo halla la razón el trada de sus tiendas, comen el globo de la tierra
Capitolio; Pompeyo marchaba á los combates invo­ tro de blancos cabellos, de encorvada espalda y manos mayor número de pruebas, sino aquel á donde la mo­ transformado por Allah en sabrosísima torta. Unos
cando la asistencia divina; César quería descender de de nielo, se sienta al dintel del hogar de la mujer in­ ral, la felicidad, la esperanza y el instinto mism» nos eunucos y setenta y dos doncellas de negros ojos les
una raza celestial; Catón, su rival, estaba convencido crédula, quien al descubrirlo, lanza un grito de ter­ guian naturalmente; porque si fuese verdad como es sirven en trescientos platos de oro el pez Nun, v las
de la inmortalidad del alma; Bruto, su asesino, creia ror. Mas, ¿quién puede oir su voz? ¿Un esposo? No falso, que el espíritu mantiene en su fiel la balanza costillas del,búfalo Balam. El ángel Israíil canta her­
en las potencias sobrenaturales; y Augusto, su suce­ lo tiene ya, pues bá mucho que se ha alejado del tea­ entre Dios y el ateismo, es igualmente cierto que se mosas canciones, y las hurís mezclan sus voces á sus
sor, no reinó sino en nombre de los dioses. tro de su deshonra. ¿Sus hijos? Perdidos por una inclinaría notablemente al lado del primero, porque conciertos, mientras las almas de los poetas virtuosos,
En las naciones modernas, ¿era un incrédulo Si- educación impía y por el ejemplo materno, ¿cúranse además de la mitad de su inteligencia, el hombre colo- ocultos en la garganta de ciertas aves que revolotean
cambro, el vencedor de Roma y de los galos, que acaso de su madre? Si mira álo pasado, solo descubre ca en el platillo de Dios todo el peso de su corazón.
postrándose á los piés de un sacerdote, fundaba el un desierto donde sus virtudes no han dejado la mas sobre el árbol de la felicidad, acompañan los coros
Nos convenceremos de esta verdad, si examinamos celestiales. Y para colmo de tales maravillas, unas
imperio francés? ¿Era un incrédulo San Luis, árbitro ligera huella. Su triste pensamiento se dirige al cielo el modo con que el ateismo y la Religión proceden en campanas de cristal, pendientes de las palmeras de
de los reyes, y respetado por los mismos infieles ? Du- por vez primera, y empieza á creer que le hubiera sus demostraciones.
guesclin, cuyo féretro ganaba ciudades; Bayardo, el sido harto mas dulce profesar una religión. ¡ Inútil La Religión no se sirve sino de pruebas generales: oro, son melodiosamente agitadas por un viento que
caballero sin temor y sin reproche, y el anciano con­ pesar! El último castigo del ateismo en este mundo procede del trono de Dios. Así nos lo dicen el Alcorán
juzga por la disposición de los cielos, por las leyes y los poetas árabes.
destable de Montmorency, que rezaba el rosario en es desear la fe, sin poder conseguirla. Cuando, ya al (leí universo; no ve sino las gracias de la naturaleza,
medio de los campamentos, ¿eran acaso unos hom­ fin de su veloz carrera, reconoce las mentiras de una Los deleiteá del cielo de los escandinavos eran san­
os admirables instintos de los animales, y sus rela­ grientos, pero había cierta grandeza en los placeres
bres sin fe? ¡Oh tiempos aun mas maravillosos, en que falsa lilolosofía; cuando la nada, á semejanza de un ciones con el hombre.
un Bossuet atraía á un Turena al seno de la Iglesia! astro funesto, empieza á levantarse sobre el horizonte que atribuían á las sombras guerreras pues estas
El ateismo no aduce sino vergonzosas excepciones;
No hay carácter mas admirable que el del héroe de la muerte, el ateo quisiera convertirse á Dios; mas concitaban las tempestades y dirigían los torbellinos-
'os, lLes“r(-leilcs) l°s pantanos, los volcanes, semejante paraíso era el resultado del género de vida
cristiano : el pueblo á quien defiende le mira como su ya no es tiempo, porque el espíritu embrutecido por animales dañinos; y como si intentase ocultarse en á que se entregaba el bárbaro del Norte. Errante en
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OÍ BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO.
unas playas salvajes, y prestando oido á esa voz inde­ difundida entre los magos. Los egipcios esperaban re­ tran el mas puro cristal; nunca deslumbra, sino que efectos del Cristianismo en la poesía. Tratando del
finible que sale del Océano, caía poco á poco en la sucitar después de haber pasado mil años en el sepul­ por el contrario fortalece los ojos, é introduce hasta el genio de esta religión, ¿cómo podríamos olvidar su
abstracción; perdido de pensamiento en pensamiento, cro; y los versos sibilinos hablan de la resurrección, fondo del alma cierta indefinible serenidad; los biena­ influencia en las letras y en las artes? Influencia que
como las olas de murmullo en murmullo, se mezcla­ del Juicio final, etc. venturados se alimentan exclusivamente de ella, sale lia cambiado, por decirlo así, el espíritu humano, y
ba, lleno de vagos deseos, á los elementos, subia á Plinio, burlándose de Demócrito, nos dice cual era de ellos y á ellos vuelve; los penetra y se les incorpora creado en la Europa moderna pueblos enteramente
las nubes que huían impelidas por el ábrego, se mecia la opinión de este filósofo respecto de una resurrec­ como los alimentos se nos asimilan. Laven, la sien­ diversos de los pueblos antiguos.
sobre los desnudos bosques, y volaba sobre los mares ción: Similis et de asservandis corporibus homi- ten , la respiran, y hace nacer en ellos un manantial _ Nuestros lectores se complacerán tal vez en extra­
en alas de las tempestades. num, ac reviviscendi promissa á Democrito vanitas, inagotable de paz y de alegría: están sumergidos en es­ viarse en el Oreb y el Sinaí, en las cumbres del Ida y
Los infiernos de las naciones infieles son tan capri­ qui non vixit ipse. te abismo de delicias como los peces en el mar; nada del Taigete, entre los hijos de Jacob y de Príamo, en
chosos como su cielo: hablaremos del Tártaro en la La resurrección está claramente expresada en unos mas anhelan , pues tienen todo sin tener cosa alguna, medio de los dioses y de los pastores. Una voz poética
parte literaria, de la que en breve nos ocuparemos. versos de Foclides, relativamente á las cenizas de los porque el gusto de luz pura aplaca el hambre de sus se eleva de las ruinas que cubren la Grecia y la Idu-
Sea como fuere, las recompensas que el Cristianismo muertos; hé aquí su traducción: corazones...........................................................................
mea, y grita desde lejos al viajero: «No hay en la his­
promete á la virtud, y los castigos que anuncia al cri­ «Es impío dispersar los restos del hombre, porque toria sino dos clases de nombres y recuerdos hermosos:
men se muestran al primer golpe de vista como las las cenizas y ios huesos de los muertos tornarán á ver Una,eterna juventud, una felicidad sin término, una los de los israelitas y los de los pelasgos.»
verdaderas. El cielo y el infierno de los cristianos no la luz, y serán semejantes á los dioses.» gloria enteramente divina están pintadas en sus sem­ Los doce libros que liemos consagrado á estas in­
tienen por base las costumbres particulares de un Virgilio habla con alguna oscuridad del dogma de blantes ; pero su alegría nada tiene de turbulenta ni vestigaciones literarias, componen, como ya hemos
pueblo, sino esas ideas generales que convienen á to­ la resurrección, en el libro sexto de la Eneida. de indecorosa; es una alegría dulce, noble, llena de dicho, la segunda y tercera parte de esta obra, y se­
das las naciones y á todas las clases de la sociedad. Mas, ¿cómo unos átomos dispersos en los elemen­ magestad, un gusto sublime de la verdad y de la vir­ paran los seis libros del dogma de los seis del culto.
Escuchad lo mas sencillo y sublime que se conoce, tos, podrán volver á reunirse para formar los mismos tud que les transporta; liábanse sin interrupción á cada Examinaremos primero los poemas en que la re­
en algunas palabras: cuerpos ? Há mucho tiempo que ha sido presentada momento en el mismo embeleso de corazón en que se ligión cristiana reemplaza á la mitología, porque la
« La felicidad del justo consistirá en la otra vida en esta objeción, y la mayor parte de los Padres han siente una madre que vuelve á ver al hijo querido á epopeya es la primera de las composiciones poéticas.
poseer á Dios con plenitud; la desventura del impío contestado á ella. «Esplícame cómo eres, dice Tertu­ quien llorara muerto; y esta alegría, tan breve en la Es verdad que Aristóteles estableció que el poema
será conocer las perfecciones de Dios, y verse eterna­ liano, y te diré cómo serás.» madre, no termina en el corazón de estos hombres.» épico está por entero en la tragedia; pero ¿no podría­
mente privado de ellas.» Nada hay mas asombroso y aterrador que el mo­ , Las páginas mas hermosas del Fédon son menos di­ mos creer, por el contrario, que el drama está por en­
Diráse tal vez que el Cristianismo no hace otra cosa mento de la consumación de los siglos, anunciado por vinas que esta pintura; y no obstante, Fenelon, en­ tero en la epopeya? La despedida de Héctor y Andró-
en este punto que repetir las lecciones de las escuelas el Cristianismo. cerrado en los estrechos límites de su fábula, no pudo maca; Príamo en la tienda de Aquiles; Dido en Cartago;
de Platón y Pitágoras. Si esto se objeta, se confiesa á En aquel tiempo se mostrarán pavorosas señales en atribuir á las sombras toda la felicidad que hubiera Eneas en casa de Evandro, ó arrojando el cadáver del
lo menos que la religión cristiana no es la de las al­ el cielo; abrirá sus bocas el pozo del abismo; los siete pintado en los verdaderos elegidos. jóven Palas; Tancredo y Herminia; Adam y Eva, son
mas vulgares, puesto que sus dogmas son los de los Angeles derramarán las siete copas llenas de la cólera Nuestro mas puro sentimiento en este mundo es la verdaderas tragedias en que solo falta la división de
sabios. de Dios; los pueblos se exterminarán recíprocamente; admiración ; pero la admiración terrena está siempre las escenas y el nombre de los interlocutores. Por
En efecto , los gentiles echaban en cara á los pri­ las madres oirán á sus fetos quejarse en su seno, y la mezclada de debilidad, bien sea en el que admira, otra parte, ¿la misma tragedia no ha nacido de la
meros fieles, que no eran sino una secta de filósofos; Muerte recorrerá los reinos en su pálido caballo. bien en el objeto admirado. Imaginad un ser perfecto, ¡liada, como la comedia nació Ael Margitesi Empero
pero aunque fuese cierto, lo que no está probado, En tanto, la tierra vacila sobre sus bases; la luna origen de todos los seres, en quien se vea clara y san­ si Caliope se adorna con las galas que ie presta Mel­
que la antigüedad hubiese tenido relativamente á un se cubre de un velo sangriento; los astros penden me­ tamente todo lo que fue, es y será; suponed al mismo pòmene, la primera tiene encantos que la segunda no
estado futuro las mismas nociones que el Cristianis­ dio desprendidos del firmamento; la agonía del mundo tiempo un alma libre de envidia y cíe necesidades, puede imitar, pues lo maravilloso, las descripciones
mo , son muy diferentes no obstante una verdad en­ empieza. Suena de improviso la hora fatal: Dios de­ incorruplible, inalterable, infatigable, capaz de una y los episodios no pertenecen al arte dramático. Todas
cerrada en un reducido círculo de discípulos escogi­ tiene las olas de la Creación, y el mundo ha pasado co­ atención sin término; figuráosla contemplando al To­ las clases de tonos, sin excluir el cómico, todas las
dos , y otra que ha llegado á ser el mana común del mo un rio seco. do-Poderoso, descubriendo sin cesar en él nuevos co­ armonías poéticas desde la lira hasta la trompa he-
pueblo. Lo que los eminentes genios de la Grecia ha­ Resuena entonces la trompeta del Angel del Juicio, nocimientos y nuevas perfecciones, pasando de admi­ róica, pueden caber en la epoyeya. Esta tiene partes
llaron mediante un gran esfuerzo de la razón, se en­ y exclama: ¡Levantaos, muertos! ¡surgite, mortui! ración en admiración, y no apercibiéndose de su de que el drama carece, y exige por esta circunstancia
seña públicamente en nuestras ciudades; y el humilde Estallan los sepulcros , el género humano sale de las existencia sino por el sentimiento prolongado de esta un talento mas universal, siendo por consiguiente una
artesano puede comprar fácilmente en el catecismo de tumbas, y las razas se congregan en el valle de Jo- misma admiración; concebid además á Dios como una obra mas completa que la tragedia. En efecto, puede
sus hijos los secretos mas sublimes de las antiguas safat. hermosura suprema y como principio universal de asegurarse con alguna probabilidad que es menos di­
sectas. El Hijo del Hombre se muestra en las nubes; las amor ; representaos todas las amistades de la tierra, fícil componer los cinco actos de un Edipo, que crear
Nada diremos ahora del purgatorio, porque lo con­ potestades del infierno suben del fondo del abismo para perdiéndose ó reuniéndose en ese abismo de senti­ los veinte y cuatro libros de una ¡liada. Una cosa es
sideramos en otra parte bajo sus relaciones morales y asistir á la última sentencia pronunciada sobre los mientos, como las gotas de agua en el mar, de manera producir una obra de algunos meses de trabajo , otra
poéticas. Por lo que respecta al principio que esta­ siglos; los machos cabríos son separados de las ovejas; que el alma afortunada ame á Dios únicamente sin es levantar un monumento que reclama las tareas de
blece este lugar de espiacion, está fundado en la los inicuos caen despeñados en el espantoso abismo; dejar de amar á los amigos que tiene en la tierra; per­ toda una existencia. Sófocles y Eurípides eran sin du­
misma razón, pues hay un estado de tibieza entre el los justos suben á los cielos; Dios vuelve á entrar en suadios por último que el predestinado abriga la con­ da grandes ingenios ; pero ¿han alcanzado en la serie
vicio y la virtud, que no merece las penas del infierno su reposo, y la eternidad reina en todas partes. vicción íntima de que su felicidad no habrá fin, y en­ de los siglos esa admiración, esa celebridad deque
ni las recompensas del cielo. tonces tendréis una idea, á la verdad muy imperfecta, tan justamente gozan Homero'y Virgilio? Por último,
de los deleites de los justos; entonces comprendereis si el drama es la primera de las composiciones, y la
CAPITULO VIH. que todo lo que los coros de los escogidos pueden ha­ epopeya la segunda , ¿ en qué consiste que desde' los
CAPITULO VIL cer oir, es este grito de reverente amor: ¡Santo! ¡San­ griegos hasta nosotros no se cuentan sino cinco ó seis
Felicidad de los justos.
Juicio final. to! ¡Santo! grito que espira y renace eternamente en poemas épicos, siendo así que no hay nación alguna
Pregúntase por algunos cuál es esa plenitud de feli­ el éxtasis eterno de los cielos. que no se envanezca de poseer muchas buenas tra­
Los Padres han abrigado diferentes opiniones acerca cidad celestial prometida ó la virtud por el Cristianis­ gedias ?
del estado inmediato del alma del justo, después de mo, y se lamentan de su excesivo misticismo. «A lo
su separación del cuerpo. San Agustín opina que va á
una mansión de paz mientras se reúne á su carne in­
menos en el sistema mitológico, se dice, podíase for­
mar una imágen de los placeres de las sombras felices; SEGUNDA PARTE. CAPITULO II.
CONSIDERACION GENERAL ACERCA DE LOS POEMAS EN QUE
corruptible. San Bernardo cree que es admitida en el ¿cómo, empero, comprenderla felicidad de los esco­ POÉTICA DEL CRISTIANISMO. LO MARAVILLOSO DEL CRISTIANISMO REEMPLAZA LA MI­
cielo, donde contempla la humanidad de Jesucristo, gidos?»
mas no su divinidad, de la que no gozará hasta des­
pués de su resurrección ; en algunos otros lugares de
Fenelon ha adivinado esta felicidad, cuando hace
bajar á Telémaco á la mansión de los Manes; su Eliseo
LIBRO PRIMERO, TOLOGÍA.

Exposición general de las epopeyas El infierno del Dante.—La Jerusalém libertada.


sus sermones asegura que entra inmediatamente en la es visiblemente un paraíso cristiano. Comparad su des­
plenitud de la bienaventuranza celestial; este es el cripción con el Eliseo de la Eneida, y vereis cuanto ha cristianas. Empecemos estableciendo algunos principios.
dictamen que parece adoptado por la Iglesia. hecho progresar el Cristianismo á la razón y al cora­ CAPITULO PRIMERO. En toda epopeya, los hombres y sus pasiones es­
Pero como es justo que el cuerpo y el alma que han zón humano. tán destinados á ocupar el primero y mas eminente
cometido ó practicado juntos la falta ó la virtud, su­ QUE LA POÉTICA DEL , CRISTIANISMO SE DIVIDE EN TRES
«Una luz pura y suave se derrama en derredor de los lugar.
fran ó sean recompensados á la par, la Religión nos cuerpos de estos'hombres justos, y los rodea con sus secciones: poesía, bellas-artes, literatura. Así, pues, todo poema en que se emplea una reli­
enseña que el que nós sacó del polvo nos reducirá de rayos cual un vestido; esta luz no se asemeja á la som­ gión como asunto y no como accesorio, y en que lo
nuevo á él para que comparezcamos á su tribunal. La bría claridad que alumbra los ojos de los míseros mor­ Que los seis libros de esta segunda parte tratan espe­
maravilloso constituye el fondo y no ’el accidente,
escuela estóica creía también, como los cristianos, en tales , y que solo es tinieblas; es mas bien una gloria cialmente de la Poesía.
peca esencialmente por su base.
el infierno, el paraíso, el purgatorio y la resurrección celestial que una luz, pues penetra los cuerpos mas La felicidad de los elegidos cantada por el Homero Si Homero y Virgilio hubiesen colocado sus es­
de los cuerpos; la idea confusa de este dogma estaba compactos mas sutilmente que los rayos del sol pene- cristiano, nos conduce naturalmente á hablar de los cenas en el Olimpo, es dudoso que hubiesen podido
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EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 57
sostener hasta el fin el interés dramático, á pesar de los antiguos se hacen reconocer casi por su sangre. Dios, revelado en la creación del mundo, y las primeras conservará su inmortalidad, pero perdiendo á su com"
su ingenio. Atendida esta observación, no debe atri­ Hálianse en ellos, menos que entre nosotros , algunos ideas del hombre al salir de manos del Criador. pañera, ya condenada al sepulcro. Adam puede recha"
buirse al Cristianismo la languidez que reina en el pensamientos brillantes en medio de muchas cosas vul­ Nada mas augusto ni interesante que este estudio zar el fruto; pero, ¿puede vivir sin Eva? El combate
poema cuyos principales personajes son seres sobre­ gares; así es que se advierte en su estilo una hermosa de los primeros movimientos del corazón del hombre. no es largo : ¡ el mundo entero es sacrificado al amor!
naturales; esta languidez radica en el vicio esencial de serie de ideas en mútua consonancia, y que presentan Adam despierta á la vida, sus ojos se abren, pero ig­ En lugar de abrumar á su esposa de reconvenciones,
la composición. En apoyo de esta verdad veremos que cierto aire de parentesco: su estilo es el grupo de los nora de donde sale. Mira al firmamento, y por un erró­ Adam la consuela, y toma de su mano la fatal man­
cuanto mas guarda el poeta en la epopeya, un justo hijos deNiobé, desnudos, sencillos, púdicos, ruborosos, neo movimiento del deseo, pretende lanzarse hacia esa zana. A esta consumación del crimen, nada se altera
medio entre las cosas divinas y las humanas, se hace asidos de la mano con dulce sonrisa, y ostentando bóveda, y se ve en pié con la cabeza levantada hácia en la naturaleza; ¡ mas ay 1 las pasiones desencadenan
mas divertido para hablar como Despreaux. Divertir por único adorno una corona de flores. el cielo. Toca sus miembros, corre, se detiene, quiere sus primeras tempestades en el corazón de la desven­
para enseñar es la primera condición en poesía. El que lea la Jerusalém habrá de convenir por lo hablar y habla. Nombra naturalmente todo lo que ve, turada pareja.
Prescindiendo de algunos poemas escritos en un menos en que puede hacerse algo digno de admiración y exclama: «;OA tú, sol, y vosotros, árboles, bosques, Adam y Eva se duermen, aunque ya sin esa inocen­
latin bárbaro, la primera obra que se nos presenta es sobre un asunto cristiano. Y ¿qué seria si el Taso'se colinas, valles, animales diferentes!» y los nombres cia que, aligera los sueños, pero no tardan en despertar
la Divina Comedia del Dante. Las bellezas de esta hubiese atrevido á emplear los grandes recursos del que les da son los verdaderos nombres de los seres. como se despertaría de un penoso insomnio. Enton­
caprichosa producción proceden casi enteramente del Cristianismo? Pero se ve que careció de la necesaria ¿Y por qué se dirige Adam al sol y á los árboles? «Sol, ces se les presenta el fantasma del pecado. ¿Qué he­
Cristianismo , al paso que sus faltas son hijas de su osadía. Esta timidez le obligó á valerse de los pequeños árboles, dice, ¿sabéis el nombre del que me ha creado? mos hecho? exclama Adam; ¿por qué estás desnuda?
siglo y del mal gusto del autor. En lo patético y en lo resortes de la magia, siendo así que pudo sacar un par­ Así, el primer sentimiento que el hombre experimenta Cubrámonos, para que no te nos sorprenda en este
terrible, el Dante ha igualado tal vez á los mas cé­ tido inmenso del sepulcro de Jesucristo, que apenas es el de la existencia del Ser Supremo; la primera ne­ estado. Pero el vestido no oculta su desnudez interior.
lebres poetas. Nós ocuparemos en breve de los por­ nombra , y de una tierra consagrada por tantos pro­ cesidad que manifiesta es la de Dios. ¡Cuán sublime es Al saberse la falta en el cielo, una santa tristeza se
menores. digios. La misma timidez le hizo mostrarse tan inferior Mílton en este pasaje! Pero, ¿se hubiera elevado áestas apodera délos ángeles; «pero esta tristeza mezclada de
En los tiempos modernos no hay sino dos asuntos en su Cielo; su Infierno tiene muchos rasgos de mal ideas, á no haber conocido la religión de Jesucristo? compasión, no altera su felicidad,» palabras cristia­
dignos de la entonación épica: las Cruzadas y el gusto. Añadamos que no se sirvió bastante del maho­ Dios se manifiesta á Adam: la criatura y el Criador nas que respiran una ternura sublime. Dios envía á su
Descubrimiento del Nuevo-Mundo. Malfilatre se pro­ metismo, cuyos ritos son tanto mas curiosos cuanto hablan entre sí: hablan de la soledad. Suprimimos Hijo para juzgar á los culpables; el Juez desciende, y
ponía cantar este suceso, y las Musas lloran todavía que son menos conocidos. Finalmente, hubiera podido las reflexiones acerca de esto, puesto que la soledad de llamando á Adam, le pregunta: ¿Dónde estás? Adam
que este joven poeta haya sido sorprendido por la dirigir una inirada á la antigua Asia, á ese Egipto tan nada sirve al hombre. Adam queda dormido, y Dios se oculta, y responde: «¡Señor 1 no me atrevo á mos­
muerte antes de realizar su proyecto. No obstante, famoso, á esa gran Babilonia, á esa soberbia Tiro, y á saca del seno mismo de nuestro primer padre una trarme átí, porque estoy desnudo.»—«¿Y cómo sabes
este asunto tiene para un francés la desventaja de ser los tiempos de Salomón y de Isaías. Es de admirar que nueva criatura, y se la presenta al despertar. Brillan que estás desnudo? ¿Hascomido por ventura del fruto
extranjero, puesto que es otro principio de eterna su musa haya olvidado el harpa de David al recorrer á la gracia en su pórte, el cielo en sus ojos, y la dig­ de ciencia?» ¡Que diálogo! Esto no es una invención
verdad que el poeta debe trabajar sobre un fondo an­ Israel. ¿No resuena ya en las cumbres del Líbano la nidad del amor en todos sus movimientos. Llámase la humana. Adam confiesa su culpa, y Dios pronuncia la
tiguo, ó que, si elige una historia moderna, debe can­ voz de los profetas? ¿No se dejan ver algunas veces sus mujer, y ha nacido del hombre. Este dejará por ella sentencia: «¡ Hombre 1 comerás tu pan en el sudor de
tar su nación. magestuosas sombras bajo los cedros y entre los pinos? á su padre y á su madre. «¡Desgraciado del que no tu frente; romperás trabajosamente el seno de la tierra,
Las Cruzadas traen á la memoria la Jerusalém li­ ¿No cantan ya los ángeles sobre el Gólgota, ó ha ce­ reconozca en esto á la Divinidad!» y formado del polvo , en polvo te convertirás. ¡Mujer!
bertada : este poema es un modelo perfecto de com­ sado de gemir el torrente Cedrón ? Es sensible que el El poeta prosigue desenvolviendo los grandes fines parirás con dolor.» Ved aquí la historia del género hu­
posición , pues en él puede aprenderse á mezejar los Taso no haya dedicado algún recuerdo á los patriarcas, de la naturaleza humana, sublime razón del Cristia­ mano en pocas palabras. No sabemos si al lector le
asuntos sin confundirlos : el arte con que el Taso nos pues la cuna del mundo baria un hermoso efecto en nismo. El carácter de la mujer se halla admirablemente causan tanta impresión como á nosotros, pues halla­
traslada de una batalla á una escena de amor, de esta las páginas de la Jerusalém. trazado en la funesta caída. Eva cae por amor propio, mos en esta escena del Génesis cierta cosa tan extraor­
áun consejo , de una procesión á un palacio mágico, pues juzgándose bastante fuerte para arriesgarse sola, dinaria, tan grande, que es superior á todas las expli­
de este á un campamento, de un asalto á la gruta de no quiere que Adam la acompañe al lugar en donde caciones del crítico; la admiración carece de palabras
un solitario, del tumulto de una ciudad sitiada á la CAPITULO III. cultiva flores. Esta hermosa criatura, que se conceptúa adecuadas, y el arte cae en la nada.
cabaña de un pastor; este arte, decimos, es admirable. invencible en razón de su misma debilidad, ignora que El Hijo de Dios vuelve al cielo, después de dejar un
La descripción de los caracteres no es menos digna de Paraíso perdido. basta una sola palabra para avasallarla. La Escritúranos vestido: á los culpables. Entonces empieza ese famoso
elogio: la ferocidad de Argante compite con la gene­ pintasiempre álamujer esclava desu vanidad. Cuando drama entre Adam y Eva , en el cual consagró Mílton,
rosidad de Tancredo ; la grandeza de Solimán con el Puede criticarse en el Paraíso perdido, como asi­ Isaías amenaza á las hijas de Jerusalém, les dice: «Per­ según se dice, un hecho de su vida, esto es, su recon­
brillo de Reinaldo; la sabiduría de Godofredo con la mismo en el Infierno del Dante, la misma falta de deréis vuestros pendientes, vuestras sortijas , vues­ ciliación con su primera esposa. Estamos persuadidos
astucia de Aladino; hasta el ermitaño Pedro forma un que acabamos de hablar; lo maravilloso es el asunto y tros brazaletes y vuestros velos.» Hemos visto en de que los grandes escritores han consignado su his­
hermoso contraste con el encantador Ismen , como lo no la máquina de la obra; pero hálianse en esos poe­ nuestros dias un palmario ejemplo de este carácter: toria en sus obras. Solo puede pintarse bien el propio
observa Voltaire. Por lo que respecta á las mujeres, mas bellezas de orden superior, debidas esencialmente muchas mujeres que durante la Revolución dieron re­ corazón ^tribuyéndolo á otro, pues la mejor parte del
la coquetería está pintada en Armida, la sensibilidad á nuestra religión. petidas pruebas de heroísmo, vieron estrellarse su vir­ genio se compone de reminiscencias.
en Herminia, y la indiferencia en Clorinda. El Taso El poema se abre en los infiernos; y no obstante, esta tud en el escollo de un baile, de un adorno, de un Adam se retira solo al llegar la noche á la sombra
hubiera recorrido el círculo entero de los tipos mo­ introducción en nada se opone á la regla de la sen­ espectáculo. Así se explica una de esas misteriosas de una espesura, pero la naturaleza del aire ha cam­
rales de la mujer, si hubiera representado la madre. cillez prescrita por Aristóteles. Edificio tan asombroso verdades ocultas en las Escrituras: al condenar á la biado,: fríos vapores y espesas nubes oscurecen los
La causa de esta omisión debe tal vez buscarse en la necesitaba un pórtico extraordinario para hacer entrar mujer á parir con dolor, Dios le ha dado gran fuerza cielos; el rayo ha calcinado los árboles; los animales
índole dé su talento, mas deslumbrador que intérprete al lector en ese mundo desconocido de que el hombre para sufrir los trabajos; pero al mismo tiempo, en huyen al aspecto del hombre; el lobo empieza á per­
de la verdad, mas brillante que tierno. no vuelve á salir. castigo de su falta , la dejó débil para resistirse al pla­ seguir al cordero, y el buitre á despedazar la paloma.
Homero parece haber sido especialmente dotado de Mílton fue el primer poeta que concluyó la epopeya cer. Por esta razón llama Mílton á la mujer hermoso Adam, presa de la desesperación, desea volver al seno
genio , Virgilio de sentimiento , y el Taso de imagi­ con la desgracia del protagonista, contra la regla ge­ defecto de la naturaleza. de la tierra, pero le asalta una duda sublime: ¿ habrá
nación. No puede titubearse respecto del lugar que neralmente adoptada. Séanos permitido creer que hay Digna es de exámen la manera con que el poeta in­ en él algún principio inmortal? ¿Será imperecedero el
el poeta italiano debería ocupar si hiciese algunas ve­ algo mas interesante , mas grave, mas análogo á la glés conduce la caida de nuestros primeros padres. Un soplo de vida que ha recibido de Dios? ¿Qué recursos
ces exhalar á su musa los suspiros del cisne de Man­ condición humana, en un poema que se desenlaza en talento vulgar hubiera desquiciado el mundo en el le ofrecerá lá muerte ? ¿ Estará condenado á ser eter­
tua. Empero el Tasó es casi siempre falso cuando ha­ un infortunio, que en el que termina en una felicidad. momento en que Eva acerca á su boca el fruto fatal; namente infeliz? La filosofía no puede pedir un género
ce hablar al corazón; y como los arranques del alma Y aun pudiera sostenerse que la catástrofe de la Iliada pero Mílton se limita á hacer exhalar un suspiro á la de bellezas mas elevadas y graves. No solo no funda­
son las verdaderas bellezas, se muestra necesariamente es trágica. Porque si el hijo de Peleo logra el objeto tierra que acaba de dar á luz la Muerte; y la sorpresa ron nunca los poetas antiguos una desesperación en
inferior á Virgilio. de sus deseos, no obstante, la conclusión del poema es tanto mayor cuanto que esto sorprende menos. estas bases, sino que los mismos moralistas nada tie­
Por lo demás, si la Jerusalém ofrece una flor de es- deja en el alma un profundo sentimiento de tristeza, ¡Cuántas calamidades no hace entrever para el por­ nen que compita con tanta grandeza.
quisita poesía; si en ella se respiran la edad tierna, el pues el lector acaba de ver los funerales de Patroclo, venir esa aparente calma de la naturaleza! Tertuliano, Eva oye los gemidos de su esposo, y se adelanta
amor y los placeres del hombre eminente y desgra­ a Príamo rescatando el cadáver de Héctor, el dolor de inquiriendo el por qué el universo no se desploma por hácia él; Adam la rechaza, mas ella se arroja á sus
ciado que compuso esta obra maestra en su juventud, Hécuba y de Andrómaca, y descubre en lontananza la las culpas del hombre, aduce una razón sublime: la piés y los baña en lágrimas; Adam se enternece y la
búllanse también los defectos propios de una edad muerte de Aquiles y la ruina de Troya. paciencia de Dios. levanta del suelo. Eva le propone vivir en la continen­
poco madura aun para la atrevida empresa de una epo­ El origen de Roma cantado por Virgilio, es cierta­ Cuando la madre del linaje humano presenta el cia, ó darse la muerte para salvar su posteridad. Esta
peya. Las octavas del Taso adolecen de cierta frialdad; mente un gran objeto; pero ¿qué diremos del asunto fruto de ciencia á su esposo, este no se arrastra en el desesperación, tan bien atribuida á una mujer, tanto
y sus versos, compuestos con demasiada rapidez, no de un poema que pinta una catástrofe de que nosotros polvo, ni se mesa los cabellos, ni prorumpe en gritos. por su exceso como por su generosidad , llena de sor­
sostienen una comparación ventajosa con los de Vir­ mismos somos la víctima, y que no nos muestra al Apodérase de él un súbito estremecimiento, no acierta presa á nuestro primer padre. ¿Quéva á responderá
gilio, caldeados cien veces al fuego creador de las Mu­ fundador de esta ó de aquella sociedad , sino al padre á articular una palabra, entreabierta la boca y fijos en su esposa? «¡Eva 1 La esperanza que cifras en el se­
sas. Debe advertirse además que las ideas del Taso no del género humano? Mílton no habla de batallas, ni de Eva los deslumbrados ojos. Descubre la enormidad del pulcro y tu desprecio á la muerte, me prueban que se
pertenecen á una familia tan hermosa como las del juegos fúnebres, ni de campamentos , ni de ciudades crimen: por una parte vé que si desobedece, quedará encierra en tí alguna cosa inmortal.»
poeta latino. Nos atreveríamos á decir que las obras de sitiadas, sino que describe el primer pensamiento de sujeto á la muerte; vé por otra, que si permanece fiel Los malhadados esposos se deciden á invocar á Dios,
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EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 39
y á recomendarse á su eterna misericordia. Arrodí- hallaba obligado á crear todas las maravillas, porque
bran los hechos de armas de los españoles en Arauco,
llanse, y levantan un corazón y una voz humildes al CAPITULO IV. basta hojear el Critias, las Cronologías de Eusebio y
valle del Perú. No es poco interesante ver á Ercilla,
que perdona al pecador arrepentido. Sus acentos pe­ algunos tratados de Luciano V de Plutarco, para hallar
De algunos poemas franceses y extranjeros. soldado, historiador y poeta, ora luchando conlos sal­
netran en las mansiones celestiales, y el Hijo se en­ abundante cosecha de ellas. Escalígero cita un frag­
vajes , ora cantando las proezas de sus compatriotas en
carga de presentarlos á su Padre. Admiramos con ra­ Aon cuando el Cristianismo no hubiera dado á la mento de Polihistor, acerca de ciertas tablas escritas
los breves ócios que una guerra tan irregular le con­
zón en la Iliada las Súplicas cojas que siguen á la poesía sino el Paraiso perdido ; aun cuando su genio antes del Diluvio, y conservadas en Sippary, que es
Injuria para reparar los males qué esta ha causado. No cedía (I). La Araucana está escrita en octavas, como
no hubiese inspirado ni la Jérusalem, libertada, ni el el Orlando y la Jerusalém. La literatura italiana ser­ robablemente la Sipphara de Tolomeo. Las Musas
obstante, Milton lucha aquí sin notable desventaja Politectes, ni la Ester, ni la Atalia, ni la Zaira, ni ablan y entienden todos los idiomas: y, ¡ qué de cosas
via entonces de pauta á la literatura europea. Ercilla
contra esta famosa alegoría: los primeros suspiros de la Alzira, pudiera defenderse que es favorable á las extraordinarias no leerían en esas tablas!
entre los españoles, y Spencer entre los ingleses, han
un corazón contrito que hallan el camino que en breve Musas. Colocaremos en este capítulo, entre el Paraiso imitado alAriosto hasta en la exposición. Ercilla em­
habían de seguir todos los suspiros del mundo; aque­ perdido y la Henriada, algunos poemas franceses y
llos humildes votos que vuelan á mezclarse con el pieza diciendo: CAPITULO V.
extranjeros, de que solo diremos algunas palabras.
incienso que humea delante del Santo de los santos; Los fragmentos notables esparcidos en el San Luis No las damas, amor, no gentilezas,
aquellas lágrimas penitentes que llenan de regocijo á La Henriada.
del padre Lemoine, han sido citados con tanta fre­ De caballeros canto enamorados;
los espíritus celestiales; lágrimas ofrecidas aÍEterno cuencia que no los repetiremos. Este informe poema Ni las muestras, regalos y ternezas Si un plan acertado, una narración viva y fácil,
por el Redentor del género humano; lágrimas que tiene, sin embargo, algunas bellezas que en vano se De amorosos afectos y cuidados: unos versos hermosos, una dicción florida, ün gusto
conmueven al mismo Dios (¡ tanto es el poder de la buscarían en la Jérusalem. Brilla en él cierta imagi­ Mas el valor, los hechos, las proezas
De aquellos españoles esforzados, puro y un estilo correcto, son las únicas cualidades
primera súplica del hombre arrepentido y desgracia­ nación sombría, muy á propósito para la pintura de indispensables en la epopeya, la Henriada es un poema
do !), todas estas bellezas reunidas encierran algo tan Que á la cerviz de Arauco no domada
ese Egipto lleno de recuerdos y de sepulcros, y que Pusieron duro yugo por la espada. acabado; pero esto no basta, puesto que se necesita
moral., tan solemne, tan tierno, que acaso no son os­ vió pasar alternativamente los Faraones, los Tolomeos, una acción heroica y sobrenatural. Mas, ¿cómo hu­
curecidas por las Súplicas del cantor de Ilion. los solitarios de la Tebaida y los soldanes de los bár­ La Luisiada era también un hermoso asunto de biera hecho un uso feliz de lo maravilloso del Cris­
El Altísimo se apiada y concede la salvación final baros. epopeya, y cuesta trabajo concebir cómo, un hombre tianismo Yoltaire, cuyos esfuerzos tendían sin cesar
del hombre. Milton se aprovechó con mucho tino de La Doncella de Chapelain, el Moisés salvado de del talento de Camoens no supo sacar de él mas par­ á destruir este maravilloso? Tal es, no obstante, el
este primer misterio de las Escrituras , intercalando Saint-Amand, y el David de Coras, no son conocidos tido. Poro es preciso no olvidar que fue el primer poeta poder de las ideas religiosas, que el autor de la Jíen-
en todas partes la historia de un Dios que desde princi­ sino por los versos de Boileau. Puede no obstante sa­ épico moderno, que vivía en un siglo bárbaro; que riada debe al culto que persiguió los trozos mas inte­
pio de los siglos se entrega á la muerte para rescatar carse algún fruto de la lectura de estas obras : el David hay rasgos tiernos y á veces sublimes en sus versos, resantes de su poema épico, así como le debe igual­
de ella al hombre. La caída de Adam es mas poderosa particularmente merece ser recorrido. y que después de todo fue el mas desgraciado de los mente las escenas mas hermosas de sus tragedias.
y trágica, al ver que sus consecuencias envuelven al El profeta Samuel narra á David la historia de los mortales. Es un sofisma digno déla dureza de nuestro Una filosofía prudente y una moral fría y grave con­
Hijo del Eterno. reyes de Israel : siglo el haber sostenido que las obras de mérito se vienen á la Musa de la historia; pero este espíritu de
Además de estas bellezas que pertenecen al fondo hacen en el infortunio; ¡no! no es cierto que se pueda severidad, aplicado á ia epopeya, es quizá un con­
del Paraíso perdido, hay otras muchas de pormeno­ Jamais, dit le grand saint, la fière tyrannie escribir bien cuando se padece. Los hombres que se trasentido. Así, cuando Yoltaire exclama en la invo­
res, que seria prolijo mencionar. Milton tiene especial­ Devant le Roi des rois ne demeure impunie: cación de su poema :
Et de nos derniers chefs le juste châtiment consagran al culto de las Musas se entregan mas fácil­
mente el mérito de la expresión. Sabidas son sus ti­ mente al dolor que los espírirtus vulgares; un genio
nieblas visibles, su silencio robado, etc. Pero estas En fournit â toute heure un triste monument. ¡ Baja, Verdad augusta, de los cielos!
poderoso gasta, por decirlo así, el cuerpo que lo en­
atrevidas locuciones, oportunamente empleadas, pro­ Contemple donc Héli, le chef du tabernacle, cierra , pues las grandes almas, á semejanza de los ríos incurre, á nuestro parecer, en un error. La poesía
ducen, á semejanza de ciertas disonancias en la música, Que Dieu fit de son peuple et le juge et l’oracle ; caudalosos, devastan con frecuencia sus orillas. épica se sostiene por la fábula y vive de la ficción. El
un efecto brillante, pues presentan una falsa exterio­ Son zele a sa patrie eut pu servir d’appui, La mezcla que Camoens hizo de la Fábula y del Taso que trabajaba sobre un asunto cristiano, com­
ridad de genio; pero es preciso evitar su abuso, pues S’il n’eùt produit deux fils trop peu dignes de lui. Cristianismo, nos,dispensa de hablar de lo maravi­ puso estos hermosos versos, ateniéndose á Platón y a
cuando se rebuscan se convierten en un juego pueril lloso de su poema. Lucrecio:
de vocablos, no menos perjudicial al idioma que al Mais Dieu fait sur ces fils, dans le vice obstinés,
Tonner l’arrêt des coups qui leur sont destinés; Klopstock incurrió en la falta de tomar lo maravi­ Sai, che ¡íi torre in mondo, ove piú versi
buen gusto. lloso del Cristianismo por asunto de su poema. Su
Et par un saint héros, dont la voix les menace, Di sue dolcezze il lusinghier Parnaso, etc.
Observaremos además que el cantor del Edem, á Leur annonce leur perte et celle de leur race. ■ protagonista es un dios; lo cual bastaría para destruir
ejemplo del cantor de la Ausania, supo mostrarse ori­ O ciel! quand tu lanças ce terrible décret, todo el interés trágico. A pesar de esto hay hermosos No hay poesía donde no hay mentira, dice Plu­
ginal apropiándose ajenas riquezas, porque el escritor Quel ne fut point d’Héli le deuil et le regret ! rasgos en el Mesías. Los dos amantes resucitados por tarco.
original no es aquel que á nadie imita, sino aquel á Mes yeux furent témoins de toutes ses alarmes, Cristo presentan un brillante episodio, que no hubie­ ¿Acaso esta Francia semi-bárbara no estaba bas­
quien nadie puede imitar. Et mon front bien souvent fut mouillé de ses larmes. ran podido producir las fábulas mitológicas. No recor­ tante cubierta de bosques, para hallar en su territorio
Este arte de apoderarse de las riquezas de antiguos damos otros personajes arrancados al sepulcro, entre algunos viejos castillos con almenas, subterráneos,
tiempos, para acomodarlas á las costumbres del siglo Estos versos son dignos de atención porque son los antiguos, que Alcestes, Hipólito y Heres de Pam- torres cubiertas de yedra, y llenas de maravillosas
en que se vive, fue singularmente conocido por el bastante hermosos como versos; y el movimiento con íilia. historias? ¿No podia bailarse algún templo gótico en
oeta de Mantua. Véase, por ejemplo, como pone en que terminan es digno de un gran poeta. La abundancia y la grandeza caracterizan lo mara­ un valle, en medio de los bosques? Las montañas de
oca de la madre de Enríale los lamentos de Andró- El episodio de Ruth, referido en la gruta sepulcral villoso del Mesías. Esos globos habitados por seres Navarra ¿no tenian aun algún druida, que bajo la
maca en la muerte de Héctor; Homero se muestra en donde están enterrados los antiguos patriarcas, encier­ diferentes del hombre; esa profusión de ángeles, de encina, á orillas del torrente y al murmullo de la tem­
este pasaje mas sencillo que Virgilio, á quien sumi­ ra cierta sencillez : espíritus de tinieblas, de almas por nacer, ó de almas pestad, cantase los recuerdos de las Calías, y llorase
nistró por otra parte todos los rasgos interesantes, co­ que han pasado ya sobre la tierra, abisman el espí­ sobre la tumba de los héroes? Estoy seguro de que
mo la labor que cae de las manos de Andrómaca, el On ne sait qui des deux, ou l’épouse ou l’époux,
Eut l’âme la plus pure et le sort la plus doux. ritu en la inmensidad. El carácter de Abbadona, el habia algún caballero del reinado de Francisco I que
parasismo, etc., (y hay algunos otros que no figuran ángel arrepentido, es una feliz concepción. Klopstock echaba de menos en su castillo los torneos de la anli-
en la Eneida, como el presentimiento de la catástrofe, ha creado también una clase de serafines místicos, ua córte, y aquellos tiempos en que la Francia se
y la cabeza que Andrómaca desgreñada asoma á través Finalmente, Coras brilla algunas veces en el verso desconocidos hasta allí. eclaraba en guerra contra los herejes y los infieles.
de las almenas). Pero en cambio, el episodio de Eu- descriptivo. Esta imágen del sol á mediodía, es bas­ Gcsner nos ha dejado en.la Muerte de Abel lina obra ¡ Qué de cosas no pudieran tomarse de esa revolución
riale es mas patético y tierno. Aquella madre que, tante pintoresca: llena de tierna magestad, aunque por desgracia está de los bátavos, contemporánea, y por decirlo así, her­
única entre todas las troyanas, quiere seguir los des­ afeada por ese colorido de sentimentalismo de que mana de la Liga 1 Los holandeses se establecían en las
Cependant le soleil, couronné de splendeur,
tinos de su hijo; aquellos vestidos ya inútiles con que Amoindrissant sa forme, augmentait son ardeur. adolecen casi todos los asuntos tomados de la Escritura Indias, y Felipe recogía los primeros tesoros del Perú.
ocupaba su amor maternal; su destierro, su vejez y por los alemanes. Sus poetas pecan contra una de las Coligny habia enviado una colonia á la Carolina, y el
su soledad, en el mismo momento en que el enemigo Saint Amand, casi elogiado por Boileau, que le principales leyes de la epopeya, la verosimilitud de caballero de Gourgue ofrecía al autor de la Henriada
paseaba la cabeza del joven bajo las murallas del cam­ concede genio, es sin embargo, inferior á Coras. El las costumbres, y convierten en inocentes pastores el mas interesante episodio : una epopeya debe abra­
pamento; y por último aquel fe-mineo ululatu, son ras­ Moisés salvado es lánguido, el verso flojo y prosáico, de Arcadia los reyes pastores del Oriente. zar el universo.
gos que solo pertenecen al alma de Virgilio. Las que­ y el estilo plagado de antítesis, es de mal gusto. No Por lo que respecta al autor del poema de Noé, debe La Europa presentaba al poeta, por el mas feliz de
jas de Andrómaca, mas extensas, pierden su fuerza; obstante, hállanse en él algunos fragmentos llenos de decirse que sucumbió bajo la riqueza de su asunto. los contrastes, el pueblo pastor en Suiza; el pueblo
pero las de la madre de Euriale, mas concisas, caen verdadero sentimiento, lo que sin duda mitigó el mal Y no obstante, para una imaginación vigorosa era un comerciante en Inglaterra; el pueblo artista en Italia;
con todo su peso sobre el corazón. Esto demuestra humor del cantor del Arte poética. hermoso campo, un mundo antediluviano; ni aun se la Francia se hallaba á su vez en la época mas favo­
que existía ya gran diferencia entre los tiempos de Inútil seria detenernos en hablar de la Araucana, rable para la poesía épica; época que es preciso elegir
Virgilio y los de Homero, y que en el siglo del primero con sus tres partes y sus treinta y cinco cantos origi­
habían adquirido mas perfección todas las artes, in­ (1) Hemos creído de nuestro deber separarnos un tanto en siempre, como lo hizo Voltaire, á fines de una edad
nales , sin olvidar los suplementarios de don Diego de este lugar de las ideas emitidas por el autor, por parecemos y áprincipios deotra, es decir, entre las antiguas y las
cluso el de amar. Santisteban Ojozio. En esta obra no hay maravilloso mas depresivas del mérito de la Araucana de lo que recla­ nuevas costumbres. La barbarie espiraba, y la aurora
cristiano, pues es una composición en que se cele- man la justicia y la importancia de su asunto. (N. del T. del siglo de Luis despuntaba en el horizonte de la civi-
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El. GENIO DEL cristianismo. • 61
lizaeion ; Malherbe había nacido, y este héroe, á la es épico, y solo produce bellezas sin acción ni movi­ y tomadas de las supersticiones de un siglo ignorante
vez bardo y caballero, podia conducir á los franceses para mostrarse cristiano; así, no bien toca laReligion,
miento. manantial de toda poesía, cuando sus raudales corren y desgraciado.
al combate, cantando himnos á la victoria. Algunos dudan que Ja verosimilitud de costumbres ¿No ha incurrido en algún error el poeta al trasla­
Todos convienen en creer que los caracteres en la en abundancia.
brille en la Ilenriada. Los héroes de este poema reci­ El juramento de los Diez y seis en el subterráneo y dar la filosofía al cielo? Su Eterno es sin duda un dios
Hcnriada son retratos; acaso se ha encomiado en tan líennosos versos, destinados á desenvolver los muy equitativo, que juzga imparcialmente al bonzo
demasía este arte de pintar, de que Roma presentó la aparición del fantasma do Guisa, que viene á armar
principios filosóficos de Voltaire; pero, ¿representan á Clemente con un puñal, son máquinas muy épicas y al derviche, al judió y al mahometano; pero , ¿era
en su decadencia los primeros modelos. El retrato no bien los guerreros del siglo diez y seis? Si los discur-

EMIGRACION DE LOS BISONTES,


LOS PATOS SILVESTRES.

sos de los partidarios de la Liga respiran el espíritu esto lo que de su musa se esperaba? ¿No se le pedían nuestros santos influencias tan altas como las de las
Hennada. Si no fuese conocido el malhadado sistema
contemporáneo, ¿ no podríamos creer que este espí­ poesía, un cielo cristiano, cánticos, Jehovah, y en antiguas diosas, y nombres no menos dulces que los
que helaba el genio poético de Voltaire, no podría fin, la mens divinior, la Religión? de las Gracias. ¡ Lástima grande que nada haya que­
ritu debía trasporar mas en sus hechos que en sus
palabras. El cantor de Aquiles no ha puesto la Iliada comprenderse cómo prefirió las divinidades alegóri­ Voltaire rompió la cuerda mas armoniosa de su lira rido decir do esas pastoras convertidas por sus virtu­
en arengas. cas a lo maravilloso del Cristianismo. des en bienhechoras divinidades; de esas Genovevas
Así es que únicamente imprimió algún calor á sus al negarse á cantar esa milicia sagrada de ángeles y de
Lo maravilloso es á nuestro parecer casi nulo en la mártires, de que sus talentos hubieran podido sacar que protegen con un cayado desde el cielo, el imperio
invenciones en los lugares en que dejó de ser filósofo, de Clovis y de Carlomagno! Paréccnos que las Musas
un partido admirable, pues hubiera hallado entre
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GASPAR Y R01G. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 63
se complacerían en ver al pueblo mas espiritual y va­ altura á que le llamaba la naturaleza, y que sus obras, sencillez de la composición. Mas, ¿cómo se verificará
liente, consagrado á la hija de la sencillez y la paz. ¿De exceptuadas sus poesías fugitivas, son inferiores á su CAPITULO II. el reconocimiento? Por medio del recuerdo de una
quien ha recibido la Galia sus trovadores, su carácter verdadero talento : ejemplo que debe asustar eterna­ circunstancia relativa al lecho nupcial. Y es una nueva
apacible y su propensión á las gracias, sino del canto mente á todo el que siga la carrera de las letras. Voltaire LOS ESPOSOS.
belleza ese lecho, obra de la mano de un rey, colocado
pastoril, de la inocencia y de la hermosura de su fluctuó entre tantos errores, entre tantas desigualda­ á la sombra de un olivo, árbol de paz y de sabiduría,
patrona? Ulises y Penélope.
des de estilo y de juicio, porque careció del poderoso digno por cierto de cobijar el tálamo no visitado por
Algunos críticos juiciosos han observado que hay contrapeso de la Religión, probando así que unas cos­ Habiendo Ulises dado muerte á los príncipes, Eu- otro hombre que Ulises. Los arranques de júbilo que
dos hombres en Voltaire : uno dotado de buen gusto, tumbres graves y un ánimo piadoso son mucho mas siguen al reconocimiento de estos esposos; el tierno
riclea corre á despertar á Penélope, que se niega por
de erudición y recto discernimiento ; y otro que necesarios en el comercio de las Musas, que un bri­ símil de una viuda que vuelve á hallar á su consorte,
largo rato á creer los prodigios que le refiere su no­
peca por la falta de estas cualidades. Puede du­ llante ingenio. con un marinero qne descubre la tierra en el momen­
driza. No obstante, se levanta, y « bajando las esca­
darse que el autor de la Herniada haya tenido tanto to del naufragio; la feliz pareja conducida al resplan­
leras salva el dintel de piedra y va á sentarse al res­
genio como Racine, pero tenia tal vez un talento mas dor de una antorcha al aposento teatro de su amor;
plandor del hogar en frente de Ulises, que sentado
ameno y una imaginación mas viva. Por desgracia,
no siempre lo que hacemos es la medida de lo que LIBRO SEGUNDO. también al pié de una columna, y con la vista fija en
el suelo, esperaba impaciente las primeras palabras de
los placeres de este seguidos de las alegrías del dolor,
ó del mútuo relato de las pasadas zozobras; la doble
podemos hacer. Si Yoltaire se hubiese sentido ani­ delicia de la felicidad presente y de los contratiempos
mado por la Religión, como el autor de rííató; si Poesia en sus relaciones con ios
su esposar. Pero esta permanecía muda, pues el asom­
hombres. —Caracteres. bro embargaba sus potencias.» que el porvenir anuncia; el sueño que acude á cerrar
hubiese estudiado como él los Padres y la antigüe­ gradualmente los párpados y los labios de Ulises,
dad; si no hubiese querido abrazar todos los géneros Telémaco increpa á su madre por su frialdad; Ulises
se sonríe y excusa á Penélope. La princesa duda aun, y mientras narra sus aventuras á Penélope, que atenta
y asuntos, su poesía hubiese sido mas robusta, y su le escucha, son otros tantos peregrinos rasgos del gran
prosa hubiese adquirido un decoro y una gravedad á • CAPITULO PRIMERO. para cerciorarse de si aquel desconocido era su esposo,
manda preparar el tálamo de Ulises fuera del aposento maestro, rasgos que nunca serán suficientemente
que muchas veces se muestra ajena. Aquel gran hom­ Caracteres naturales. admirados.
bre tuvo la desgracia de pasar, su vida en medio de nupcial. Al oir estas palabras, el héroe exclama pre­
suroso : « ¿ Quién ha trasladado mi lecho ? No está ya Pudiera hacerse sobre el particular un interesante
una turba de medianías literarias, que siempre dis­ estudio, cuyo objeto fuese descubrir de qué modo habría
De esta exposición general de las epopeyas, pase­ á la sombra del olivo en cuyo derredor habia mi mano
puestas á aplaudirle, no podían darle á conocer sus expresado ün autor moderno este pasaje de las obras de
mos á estudiar los detalles de las composiciones poéti­ fabricado una sala en mi patio ? »
desvarios. Es grato representarse á Yoltaire rodeado un autor antiguo. Puede muy bien suponerse que en el
de.los Pascal, de los Arnaud, de los Nicole, de los cas ; pero antes de examinar los caracteres sociales, Dice: y súbitamente siente Penélope que le faltan
cuadro de que hablamos, la escena, en lugar de ocurrir
Roileau y los Racine : entonces le hubiera sido pre­ como los del pastor, del guerrero, etc., consideremos su corazón y sus rodillas, al reconocer á Ulises en tan
en acción entre Ulises y Penélope, habría sido referida
los caracteres naturales, como los del esposo, del inequívoca señal. Corre desalada á él, vertiendo co­
ciso mudar de tono. Las chocarrerías y las blasfemias por el poeta, quien no hubiera dejado de atestar su
padre, de la madre, etc., y partamos de un principio piosas lágrimas, estrecha en sus brazos si cuello de
de Ferney hubiesen causado indignación en Port- incontrovertible. relato de reflexiones filosóficas, de versos muy sonoros
Royal, donde eran miradas con desprecio las obras su esposo, y besando su frente sagrada exclama: «¡No
El Cristianismo es, por decirlo así, una religion te irrites, tú que siempre te mostraste el mas pru­ y de frases ingeniosas. Mas acertado Homero, en lugar
hechas atropelladamente, pues allí se trabajaba en de recurrir á este medio brillante y laborioso, nos
doble : si se ocupa de la naturaleza del ser intelectual, dente de los hombres!»
conciencia, y no se hubiera querido, por cuanto en­ ocupase también de nuestra propia naturaleza; hace presenta dos esposos que vuelven á encontrarse des­
cierra el mundo, engañar al publico dándole un poema «....... No te irrites, ni te indignes, si he dudado
marchar de frente los misterios de la Divinidad y los arrojarme á tus brazos. Mi corazón se estremecía al pués de veinte años de ausencia, y que. sin prorumpir
que no hubiera costado á lo menos doce años de del corazón humano, pues al descubrir al verdadero en gritos, parece se han separado la víspera. ¿Dónde
tareas. Y es muy digno de notarse que en medio de -Dios, descubre al verdadero hombre. temor de que un extranjero viniese á sorprender mi
fe, valiéndose de artificiosas palabras. está, pues , la belleza de esta pintura? En la verdad.
tantas ocupaciones, aquellos hombres ilustres halla­ Los modernos son en general mas eruditos, mas
ban el secreto de cumplir los mas minuciosos deberes Esta religion debe ser mas favorable á la pintura de «....... Mas ya tengo una prueba segura de que eres
los caracteres que un culto que no penetra en el se­ mi esposo, en lo que acabas de decir de nuestro tála­ delicados, mas minuciosos, y aun muchas veces mas
de su instituto, al paso que introducían en la sociedad interesantes en sus composiciones que los antiguos;
la cortesanía propia de su gran siglo. creto de las pasiones. La mitad mas hermosa de la mo; ningún hombre sino tú lo ha visitado, y solo
poesia, esto es, la parte dramática, no recibía recurso lo conocemos los dos y la esclava Actoris, que mi pa­ pero estos son mas sencillos, mas solemnes, mas trá­
Hó aquí la escuela que Yol taire necesitaba. Digno es gicos , mas creadores, y sobre todo mas verídicos que
alguno del politeismo, puesto que la moral estaba des­ dre me dió cuando vine á Itaca, y ella, guarda las
en verdad de compasión por haber poseído ese doble los modernos. Tienen un gusto mas seguro y una ima­
terrada de la mitología. Ün diossubia á su carro, y un puertas de nuestro aposento conyugal. Tú restituyes
genio que obliga á la vez á admirarle y aborrecerle. ginación mas noble; aliénense únicamente al conjun­
sacerdote ofrecía un sacrificio; pero ni el dios ni el á mi corazón esa dulce confianza que le fue robada
Edifica y destruye; da los ejemplos y los preceptos mas to, y desdeñan los adornos accesorios; un pastor que
sacerdote enseñaban lo que es el hombre, de donde por las amarguras.»
contradictorios; ensalza hasta las'nubes el siglo de se lamenta, un anciano que refiere, un héroe que
Luis XIV, y ataca á renglón seguido una tras otra la viene, á donde va, ó cuales son sus inclinaciones sus Dice: y cediendo Ulises á su vez á la necesidad de
vicios y sus.fines actuales y ulteriores. verter lágrimas, llora sobre aquella casta y prudente combate : hé aquí para ellos todo un poema; y no se
reputación de los grandes hombres de este siglo; in­ En el Cristianismo, por el contrario, la Religion y sabe por cual arte este poema, donde nada hay á pri­
ciensa y denigra alternativamente la antigüedad; per­ la moral son una sola y misma cosa. La Escritura nos esposa, estrechándola sobre su corazón. Bien así como
los marineros contemplan la tierra deseada, cuando mera vista, está sin embargo mas lleno que nuestras
sigue en setenta y dos tomos lo que llama infame, y novelas, recargadas de incidentes y de personajes. Pa­
explica nuestro origen y naturaleza; los misterios cris­ Neptuno ha destrozado su raudo bajel, juguete délos
los fragmentos mas hermosos de sus escritos le fueron
tianos se refieren á nosotros; á cada paso nos vemos viento.« y de las olas inmensas: un escaso número, flo­ rece que el arte de escribir ha seguido las huellas de
inspirados por la Religión. Mientras su imaginación
pintados en ellos, pues el Hijo del Hombre se inmoló tando sobre el antiguo mar, nada, y cubierto de sa­ la pintura : la paleta del poeta moderno se cubre
nos embelesa, hace brillar una falsa razón que des­
en nuestro bien. Desde Moisés hasta Jesucristo ; desde lobre espuma, aborda lleno de alegría á las playas, li­ de infinita variedad de colores y matices : el poeta
truye lo maravilloso, rebaja el alma y limita la vista. los Apostóles hasta los últimos Padres de la Iglesia, antiguo compone sus cuadros con los tres colores de
Exceptuando algunas de sus obras maestras, solo des­ todo presenta el cuadro del hombre interior, todo se bro ya de la muerte: así Penélope fija sus amorosas
cubre el lado ridículo de las cosas y de los tiempos, miradas en Ulises, sin poder arrancar sus brazos del Polignoto. Los latinos, colocados entre la Grecia y
encamina á disipar la noche que le rodea ; porque uno cuello del héroe; la Aurora, la diosa del manto de ro­ nosotros, participan de ambos estilos: del griego, por
mostrando bajo un punto de vista repugnantemente
de los caracteres distintivos del Cristianismo es haber sas, hubiera visto las lágrimas de los tiernos esposos, la sencillez de sus argumentos; del nuestro, por el arte
jovial.el hombre al hombre. Encanta y hastía por su identificado constantemente al hombre con Dios, en
si Minerva no hubiese detenido al sol en el mar. . . de los pormenores. Esta feliz armonía de entrambos
movilidad; arrebata y disgusta; .no se acierta á adivi­ gustos constituye tal vez la perfección de Virgílo.
tanto que las falsas religiones han separado al Cria­
nar el estilo que lees propio; seria un insensato sino dor de la criatura. Veamos ahora el cuadro de los amores de nuestros
tuese tan sabio, y un perverso si su vida no estuviese 'ȃurinoma precede con una antorcha los pasos de
Los poetas hubieran debido notar esta incalculable Ulises y Penélope, y los conduce al aposento conyugal. primeros padres: Adam y Eva, pintados por el ciego
llena de rasgos de beneficencia. Puede observarse en
ventaja de la religion cristiana , en lugar de obstinarse de Albion, formarán un contraste bastante hermoso
medio de sus impiedades que aborrecía á los sofistas y
en satirizarla. Porque si es tan hermosa como el poli­ »Los esposos, después de haberse entregado á las con Ulises y Penélope, retratados por el ciego de Es­
que amaba naturalmente las bellas-artes, las letras y
la grandeza, y no es raro sorprenderle en una especié teísmo en lo maravilloso, ó en sus relaciones con las primeras emociones de su cariño, se entregaron á la mirna.
cosas sobrenaturales, como nos proponemos demostrar grata narración de sus recíprocos pesares.
■de admiración por Roma. Su amor propio le hizo repre­
mas adelante, tiene además una parte dramática y mo­
sentar toda su vida un papel para el cual no habia ral de que el politeismo carecía. CAPITULO III.
nacido, y al cual era muy superior; en efecto, nada »Ño'bien acabara Ulises las últimas palabras de su
Corroboremos esta verdad con ejemplos, y establez­ historia, cuando un sueño benéfico se insinuó en sus CONTINUACION DE LOS ESPOSOS.
tema decomunconlos Diderot, losRainaly Iosd’Alem-
bert.La elegancia de sus costumbres, sus finosmodales, camos paralelos que sirvan para hacernos ‘amable la fatigados miembros, concediendo amiga tregua á los
religión de nuestros padres, por medio de los encan­ desvelos de su alma.» Adam y Eva.
su afición a la sociedad, y especialmente su carácter hu­
manitario., le habrían hecho probablemente uno délos tos de Ja mas divina de las artes. Este reconocimiento de Ulises y Penélope es acaso
Empezaremos el estudio de los caracteres naturales una de las mas hermosas concepciones del genio anti­ Satanás ha penetrado en el Paraíso. En medio de
mas. acérrimos enemigos del régimen revolucionario. por el de los esposos, y opondremos al amor conyugal
Muéstrase muy decidido en favor del orden social, sin guo. Penélope sentada en silencio; Ulises inmóvil al los animales de la Creación,
advertir que lo socava por sus cimientos al atacar el de Adam y Eva el amor conyugal de Ulises y Penèlo­ pié de una columna; Telémaco acusando de tibieza á He saw
orden religioso. Lo mas favorable que de él puede pe. Yo se dirá que hemos elegido en la antigüedad su madre; la escena iluminada por la dudosa luz del Two of far nobler aspect erect and tall
decirse es que su incredulidad le impidió llegar á la asuntos de escaso mérito para hacer resaltar mas los hogar; hé aquí un cuadro formado como de intento
asuntos cristianos. para un pintor, cuadro en que la grandeza iguala la .................... • . of daughters, Eve,
64 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 6S
descubre dos seres de forma mas noble, de recta y biese resonado esta voz en el desierto : « El objeto
en Virgilio, al celebrar la fiesta de Hércules : Tu nu- nuevas órbitas; los ángeles son atraídos por estas ma­
elevada estatura, como la de los espíritus inmortales. que admiras, hermosa criatura, eres tú misma;
bigenas, invicte, bimembres, etc. «Tú venciste los ravillas; Dios contempla aun sus obras; y dos seres,
En todo el primitivo honor de su nacimiento , les cu­ contigo huye, contigo reaparece. Sígueme, que yo
bre una magestuosadesnudez; pudiera creérseles mo­ te conduciré á lugar donde una sombra falaz no bur­ dos centauros, hijos de una nube, etc.» medio espíritu y medio barro, al admirar sus cuerpos
Este himeneo es la última pincelada del cuadro de y aun mas sus”almas, hacen á la par el primer en­
narcas de aquel nuevo universo, y parecen dignos de le tus abrazos; á lugar donde halles al ser que es
Milton, y termina la pintura de los amores de nuestros sayo de sus primeros pensamientos y de sus primeros
serlo. A través de sus miradas llenas de nobleza, bri­ tu imagen; tuyo será para siempre, y tú le darás mul­
llan los atributos de su glorioso Criador : la verdad, titud de hijos semejantes á tí misma, y por ello serás primeros padres. amores.
la sabiduría y la santidad rígida y pura, virtud de que apellidada la Madre del género humano. No tememos que se nos acuse por la extensión de Para hacer perfecto este cuadro, Milton tuvo la feliz
esta cita. «En todos los demás poemas, dice Voltaire, ocurrencia de colocar en él al espíritu de tinieblas,
emana la autoridad real del hombre. No obstante, »¿Qué podia hacer después de oir estas palabras? Obe­ el amor es considerado como una flaqueza; soloen como una gran sombra. El ángel rebelde acecha á los
aquellas criaturas celestiales se diferencian entre sí, decer , y marchar invisiblemente conducida. No tardé
Milton es una virtud. El poeta ha sabido levantar con dos esposos, y al oir de sus labios el fatal secreto,
como lo declara su sexo : El ha sido formado para la en verte debajo.de un plátano. ¡Oh! ¡Cuán apuesto y
mano casta el velo que cubre en otros lugares los pla­ se regocija de su futura desgracia, pues toda esta
contemplación y el valor; Ella ha sido creada páralos gentil me pareciste! Y no obstante, te juzgué menos
ceres de esta pasión, y al trasladar al lector al jardín pintura de la felicidad de nuestros antiguos padres es
deleites y las gracias : Él para Dios solamente; Ella hermoso , menos tierno que el gracioso fantasma en­
de las delicias, parece hacerle gustar los puros delei­ realmente el primer paso hácia horrorosas calamida­
para Dios en El. La despejada frente y el sublime as­ cadenado en los movibles pliegues de las aguas. Quise
tes áque se abandonan Adam y Eva. No se eleva sobre des. Penélope y Ulises recuerdan un infortunio pasado,
pecto del primero anuncian el poder absoluto; sus huir, pero tú me seguiste, y alzando la voz exclamas­
la naturaleza humana, sino sobre la naturaleza huma­ al paso que Eva y Adam anuncian próximas desven­
cabellos, que se dividen sobre su cabeza, penden te '□<^ue‘ve’ encantadora Eva ; ¿sabes de quien hu­
noblemente en rizos á entrambos lados, pero sin flotar yes. Tu eres la carne y los huesos del ser de quien te na corrompida ; y como no hay otro ejemplo de seme­ turas. Todo drama peca esencialmente por su base, si
sobre sus anchos hombros. No así su compañera : esta alejas. Para darte la vida, la he sacado de mí mismo, jante amor, no lo hay de semejante poesia.» presenta alegrías sin mezcla de pesares pasados, ó en
Comparando ahora los amores'de Úlises y Penèlope perspectiva. Una felicidad absoluta nos causa hastio;
deja colgar, á semejanza de un velo de oro, sus largas tomándola de mi propio corazón, para tenerte eterna­
con los de Adam y Eva, veremos que la sencillez de una desgracia absoluta nos repugna ; la primera está
trenzas sobre su cintura, donde forman caprichosos mente ó mi lado. ¡ Oh mitad de mi alma, con cuánto
Homero es mas ingènua, y la de Milton mas magnífica. destituida de recuerdos y de lágrimas; lo está la se­
anillos : no de otro modo enrosca la viña sus tiernas amor te busco! Tu otra mitad te reclama.» Y así di­
Ulises, aunque rey y héroe, es no obstante algo, rús­ gunda , de esperanzas y de sonrisas. Cuando el poeta
cepas en derredor de un frágil apoyo; símbolo de la su­ ciendo , tu mano.estrechó la mia; ¡ cedí! y desde en­ sube del dolor al placer, como en la escena de Homero,
misión en que ha nacido nuestra madre; sumisión á un tonces he conocido cuán superiores son á las tímidas tico : sus astucias”, sus maneras y sus palabras tienen
un carácter agreste y sencillo. Adam , aunque apenas es mas tierno y melancólico, porque el alma no hace
cetro harto ligero; obediencia concedida por Ella, y re­ gracias una hermosura varonil y la sabiduría , única sino meditar en lo pasado y descansar en lo presente!
cibida mas bien que exigida por El; imperio cedido hermosura verdadera.» nacido y falto de. experiencia, es ya el acabado modelo
del hombre ; adviértese desde luego que no ha nacido si, por el contrario, desciende de la prosperidad al
voluntariamente, y no obstante con ciertas reservas, Así habló, la madre del linaje humano. Y entregán­ llanto, como en la pintura de Milton, es mas triste,
cedido con modesto orgullo y amorosas resistencias, dose. con miradas de amor á un tierno abandono, in­ de las débiles entrañas de una mujer, sino de las
manos vivas de Dios. Muéstrase noble, magestuoso, mas desgarrador, porque el corazón se detiene apenas
llenas de temor y de encantos. Ni tampoco vosotras, clinóse sobre Adam y le abrazó con dulce indecisión. en lo presente y. anticipa los males que le amenazan.
misteriosas obras do la naturaleza, estabais ocultas La mitad de su seno, en voluptuosa desnudez, tocó y á la vez lleno de inocencia y de genio : es tal cual le
pintan los libros santos, digno del respeto de los án­ Es, por consiguiente, indispensable unir siempre en
entonces, porque en aquellos dias eran desconocidas misteriosamente, al elevarse bajo el oro de las sueltas nuestros cuadros la prosperidad al infortunio, y pre­
toda vergüenza culpable, toda aspiración criminal. Hijo crenchas, el desnudo seno de su esposo. Adam, ven­ geles , y de pasear en la soledad con su Criador.
Por lo que respecta á las das esposas, si Penèlope sentar la suma de los males un poco mayor que la de
del pecado, Pudor impúdico, ¡cuántas veces has em­ cido por su hermosura y sus dóciles gracias, sonrió losbienes, porque así acontece en lanaturaleza. Diosha
ponzoñado las horas del hombre con una vana aparien­ con un amor sublime : tal es la sonrisa que el cielo es mas reservada, y luego mas tierna que nuestra
primera madre, esto consiste en que ha sido acrisolada mezclado dos licores en la copa de la vida, uno dulce,
cia de pureza! Tú has desterrado de nuestra vida lo deja caer en la primavera.sobre las nubes, para infun­ amargo el otro; pero la amargura del segundo se au­
único que constituye la verdadera vida, esto es, la dirles la vida cuando encierran fecundas la semilla de por la desgracia, y esta nos hace desconfiados y sen­
sibles. Eva, poreì contrario, se abandona, y es co­ menta con las heces que entrambos licores depositan
sencillez y.la inocencia. Así recorrían desnudos aque­ las flores. Adam imprime luego un beso purísimo en
municativa , seductora, y aun tiene cierto grado de en el fondo de aquella.
llos dos felices esposos el solitario Edem, no evitando los vivificantes labios de la madre de los humanos. .
las miradas de Dios ,ni las de los ángeles, porque no coquetería. ¿Y por qué se mostraría circunspecta y
prudente como Penèlope? ¿No le sonríe la Creación? CAPITULO IV.
conocían el mal; así paseaba asida de las manos la mas «El sol se habia ocultado en el horizonte de las
hermosa pareja que se unió en tiempo alguno con los Azores: ora sea que esta principal lumbrera del cielo Si el infortunio cierra el alma, la felicidad la dilata;
en el primer caso no hallamos desiertos que basten á EL PADRE.
lazos del amor : Adam, el mejor de todos los hombres hubiese girado con increíble rapidez hácia aquellas
que formaron su posteridad, y Eva, la mas hermosa playas, ora la tierra, menos rápida, retirándose al ocultar nuestros pesares ; en el segundo no encontra­
mos bastantes corazones á quienes comunicar nuestros Priamo.
de cuantas mujeres tuvo por hijas. Oriente por un camino mas corto, hubiese dejado al
Nuestros primeros padres se retiran á la sombra, astro del dia.á la izquierda del mundo. Ya habia re­ placeres. Sin embargo, Milton no quiso pintar perfec­
ta á su Eva, sino representarla irresistible por sus en­ Del carácter del esposo pasemos al del padre, con­
á la margen de una fuente, y toman su alimento en vestido de púrpura y de oro las nubes que flotan en siderando la paternidad en las dos situaciones mas
medio de los animales de la Creación, que se solazaban derredor de su trono occidental; la noche se adelan­ cantos , pero un tanto indiscreta y locuaz, para que
el lector previese desde luego la catástrofe en que sublimes y tiernas de la vida: la vejez y la adversidad.
en derredor de su rey y su reina. Satanás, oculto bajo taba tranquila, y un apacible crepúsculo envolvíalos Priamo, monarca derribado de la cumbre de la gloria,
la forma de uno de ellos, contempla los dos esposos, objetos en sus uniformes tinieblas. Las aves del cielo va á precipitarla este defecto. Por lo demás, los amo­
res de Penèlope y Ulises son puros y severos como y cuyos favores habían solicitado los poderosos de la
y siéntese' casi enternecido al aspecto de su hermosu­ descansaban en sus nidos, y los animales de la tierra tierra, dum fortuna fuit; Priamo, cubierta la cabeza
ra é inocencia, y por el presentimiento délos males en sus guaridas : todo callaba, exceptuando el ruise­ deben serlo los de los cónyuges.
Este es lugar oportuno de advertir que la mayor de ceniza y anegado en llanto el semblante, solo y en
con que se dispone á reemplazar tanta ventura.—Este ñor, amante de las sombras, que llenaba la noche con medio de la noche, ha penetrado en el campo de los
rasgo es admirable.—No obstante, Adam y Eva de­ sus amorosas quejas, embeleso del Silencio. Poco parte de los poetas antiguos se expresan, al pintar los
placeres, con una desnudez y una castidad que exci­ griegos. Postrado á los piés del implacable Aquiles,
parten con ánimo tranquiloá orillas déla fuente, y después el firmamento se tachonó de resplandecientes besa las manos terribles, las manos que devoran los
Eva razona de esta suerte con su esposo : tan la admiración. Nada es mas púdico que su pensa­
zafiros; la estrella vespertina, á la cabeza del ejército miento, nada mas libre que sus descripciones; noso­ hombres, y que humearon tantas veces con la sangre
That day I oftem remember, when fron sleep de los astros, se mostró largo rato la mas brillante, tros , por el contrario, contemporizamos demasiado de sus hijos, reclama el cadáver de su Héctor, y dice:
.......................... her silver mantle threw. hasta que levantándose magestuosa la reina de las no­ con los sentidos, y los alarmamos. ¿De dónde procede «Acuérdate de tu padre, ¡oh Aquiles, semejante á
ches á través de las nubes, derramó su dulce claridad esa magia de los antiguos , y por qué una Venus de los dioses! Tu padre está encorvado como yo bajo el
«Recuerdo muchas veces aquel dia en que, al salir y tendió su argentado manto sobre las sombras. eso de los años, y toca como yo al último término
Praxitcles, enteramente desnuda, seduce mas nuestro
del primer sueño, me encontré oculta entre las flores, »Adam y Eva se retiran al albergue conyugal, des­ e la vejez. Tal vez se ve en estos momentos acosado
espíritu que nuestra vista? La razón de este hecho es­
bajóla espesura, ignorando donde me hallaba, y cuán­ pués de ofrecer sus preces al Eterno. Penetran en la triba en que hay un bello ideal que afecta mas al alma or enemigos poderosos, sin tener á su lado un hom-
do y cómo habia sido traida á estos lugares. No lejos oscuridad de la espesura, y tiéndense sobre un lecho que á la materia. Entonces solo el genio,.que no el re animoso que le defienda. Y no obstante, cuando
de allí murmuraba una corriente en el hueco de un de flores...» sabe que estás lleno de vida, se regocija en lo íntimo
cuerpo, se enamora y arde en deseo de unirse estre­
peñasco. Aquel arroyuelo se desplegaba á la manera Al llegar aquí, Milton queda como á la puerta del chamente con aquella obra maestra. Todo fuego ter­ de su corazón; y espera todos los dias tornar á ver
de un lago, y luego detenia sus ondas puras como los mistirosio retiro, y entona á la faz del firmamento y del su hijo, de regreso de Troya. Mas yo, el mas infeliz de
reno se apaga, y es reemplazado por un amor divino;
espacios del firmamento. Adelantóme hácia aquel lu­ polo cargado de estrellas, un canto al Himeneo, y empie­ el alma apasionada se reconcentra en el objeto amado, los padres, no creo me quede uno de tantos hijos como
gar, cediendo á un vago pensamiento, y me senté za su magnífico epitalamio sin preparación, cediendo á contaba en la poderosa Ilion. Tenia cincuenta cuando
en las verdes márgenes para mirar las transparentes un movimiento inspirado, á estilo antiguo: y espiritualiza hasta los términos groseros de que se
ve precisada á valerse para expresar su pasión. los griegos desembarcaron en estas playas; diez y
aguas, que parecían otro cielo. No bien me incliné Pero ni el amor de Penèlope y Ulises, ni el de Dido nueve habían salido de las mismas entrañas, y dife­
sobre ellas, aparecióse una sombra en el líquido cris­ Hail, wedded love, mysterious law, true source
Of human offspring... por Eneas, ni el de Alcestes por Admeta, pueden ser rentes esclavas me habian dado los demás; la mayor
tal, inclinándose hacia mí como yo hácia ella. Me es­ parte ha sucumbido al poder de Marte. Pero aun me
tremecí , y se estremeció; adelanté segunda vez la comparados al sentimiento que recíprocamente se ins­
«¡Salve, amor conyugal, ley misteriosa, fuente de piran los dos nobles personajes de Milton : solo la ver­ quedaba uno que defendía á sus hermanos y á Troya;
cabeza, y la dulce aparición tornó á presentarse al la posteridad!» Así canta súbitamente el ejército grie­ mas tú acabas de darle muerte, combatiendo por su
punto, dirigiéndome miradas de simpatía y de amor. go, después dé la muerte de Héctor : «¡Hemos alcan­ dadera religión pudo imprimir el sello de tan santa,
de.tan sublime ternura. ¡Qué enlace de ideas! El patria... era Héctor; por él vengo á la flota de los
Fijos permanecerían aun mis ojos en aquella imagen; zado una gloria señalada! ¡ Hemos dado.muerte al griegos, y para recoger sus restos te traigo un inmenso
universo nace; los mares se asustan, por decirlo así,
Consumido hubiérame en un vano deseo, si no hu­ divino Héotor! Así los salios exclaman bruscamente rescate. Respeta álos dioses, ¡oh Aquiles! compadé-
de su propia inmensidad ; los soles titubean en sus
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GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 67
cete de mí y acuérdate de tu padre. ¡ Oh! ¡ cuán míse­ ni por la composición, ni por la fuerza de la pintura haced que mi hijo reine como yo sobre Ilion; que ob­
ro soy! Ningún desgraciado se vid reducido en tiempo ni por la belleza de la poesía; pero el triunfa del Cris­ CAPITULO VI. tenga el imperio entre los guerreros; y que al verle
alguno á tanto exceso de humillación : ¡ beso las ma­ tianismo será por esta misma razón mas brillante, pues volver cargado con los despojos del enemigo, todos ex­
nos que han dado cruda muerte á mis hijos!» por sí mismo y sin otro encanto que el de sus recuerdos, LA MADRE.
clamen: «¡ Es aun mas valiente que su padre!»
i Cuántas bellezas encierra esta súplica! ¡ Qué esce­ puede luchar contra todo el genio de Homero. El mismo Eneas dice á Ascanio:
na desplega á los ojos del lector! La noche, la tienda Voltaire no oculta que buscó el buen éxito de su trabajo Andrómaca.
de Aquiles, este héroe que llora á Patroclo al lado del en el poder de este encanto, pues escribe hablando de ............. Et te, animo repetentem exempla tuorum,
Focc in Rama audita est, dice Jeremías, ploratus Et pater Asneas, et avunculus excitet Héctor.
fiel Automedonte, Príamo que se presenta en medio Zaira :, «Procuraré hacer brillar en esta obra todo lo
et ululatus multus; Rachel plorans filios suos, et
de las sómbraselos carros cargados con los presentes mas patético é interesante que al parecer se encierra en La Andrómaca moderna se expresa casi en los mis­
noluit consolari quia non sunt. «Oyóse una voz en
del rey de Troya; y á escasa distancia, los desfigu­ Ja religión cristiana.» Un antiguo cruzado , lleno de mos términos que Virgilo respecto de los antepasados
Rama, acompañada de llantos y muchos gemidos;
rados restos del generoso Héctor yacen insepultos sin infortunios y de gloria, el anciano Lusiñan, que se de Astianax. Pero después de este verso,
honor en las playas del Helesponto. Raquel llora á sus hijos, y rechaza todo consuelo
mantiene fiel á su religion en los calabozos, suplica porque ya no existen.» ¡Cuán bello es este quia non
Estudiad el discurso de Príamo, y vereis que la a su jóven y enamorada hija que escuche la voz del Dis lui par quels esploits leurs noms ont eclaté,
sunt! Una religión que ha consagrado estas palabras,
segunda palabra que este desventurado monarca pro­ Dios de sus padres : escena magnífica, cuyo resorte añade:
conoce á fondo el corazón maternal.
nuncia es la de padre;.el segundo pensamiento en el estriba por entero en la moral evangélica v en los El culto á la Virgen y el amor de Jesucristo á los
mismo verso es.un elogio al orgulloso Aquiles : Aqui­ sentimientos cristianos : Plutot ce qu’ ils ont fait que ce qu’ ils ont eté.
niños prueban bastante que el espíritu del Cristianis­
les semejante á los dioses. Gran violencia debe ha­ En estos preceptos, directamente opuestos á la voz
mo tiene una tierna simpatía con el genio de las ma­
cerse Príamo al hablar así al matador de Héctor; en ¡Mon Dieu! j’ai combattu soixante ans pour ta gloire : dres. Nos proponemos abrir aquí un nuevo campo á del orgullo, se ve la naturaleza corregida , la natura­
todo esto brilla un profundo conocimiento del corazón J ai vu tomber ton temple, et périr ta mémoire; leza mas hermosa, la naturaleza evangélica. Esta hu­
humano. Dans un cachot affreux abandoné vingt ans,
la crítica, buscando en los sentimientos de una madre
pagana, pintada por un autor moderno, los rasgos mildad con que el Cristianismo ha sellado nuestros
El recuerdo mas tierno que podia ofrecerse al hijo Mes larmes t’imploraient pour mes tristes enfants : sentimientos, cambiando para nosotros la índole de
Et lorsque ma famille est par toi réunie, cristianos que este autor ha podido esparcir en su
de Peleo, después del de su padre, era sin duda la las pasiones, como en breve diremos, traspora en todo
edad de este. Hasta allí Príamo no se habia atrevido á Quand je trouve une fille, elle est ton ennemie!
cuadro, sin que él mismo se apercibiese de ello. Para
¡Je suis bien malheureux!—C’est ton pere, c’est moi, demostrar la influencia de una institución moral ó el papel de la moderna Andrómaca. Cuando la viuda
proferir una palabra acerca de sí mismo; pero de re­ C est ma seule prison qui t’a ravi ta foi... de Héctor se representa en la Diada el destino reser­
religiosa sobre el corazón del hombre, no se necesita
pente se le presenta una semejanza de que se apodera Ma fille, tendre objet de mes dernières peines, que el ejemplo que se aduce esté basado en la esencia vado á su hijo, en la pintura que hace de la futura
con tierna sencillez : toca como yo, dice, al último ..onge au moins, songe au sang qui coule dans tes veines: misma de esta institución, sino que basta que revele miseria de Astianax se advierte cierto carácter de ba­
término de la ancianidad. Así Príamo no habla de su C est le sang de vingt rois, tous chrétiens comme moi; jeza y de humillación; la humildad en nuestra reli­
su genio; así pues, el Eliseo en el Telémaco es visi­
persona sino confundiéndola con la de Peleo, obli­ C est le sang des héros, défenseurs de ma loi ; blemente un paraiso cristiano. gión está muy lejos de usar semejante lenguaje, pues
gando por este medio á Aquiles á ver su propiopadre en C est le sang des martyrs.—¡0 fille encor trop chère! Ahora bien: los mas tiernos sentimientos de la An­ es tan noble como tierna. El cristiano se somete á las
¿ Connais-tu ton destin? ¿Sais-tu quelle est ta mère?
un rey suplicante é infortunado. La imagen clel aban­ ¿bais-tu qu’a l’instant que son flanc mit au jour drómaca de Racine, sonensu mayor parte losde un poe­ mas duras condiciones de la vida, pero se echa de ver
dono del rey Peleo, tal vez acosado por enemigos Ce triste et dernier fruit d’un malheureux amour, que cede á ellas obedeciendo á un principio de alta
ta cristiane. La Andrómaca déla lliada es mas esposa
poderosos en la ausencia de su hijo; la pintura de sus Je la vis massacrer par la main forcenée, virtud, y que no se dobla sino bajo la mano de Dios,
que madre; la de Eurípides abriga á la vez un carácter
pesares súbitamente olvidados al saber que Aquiles Par la main des brigands á qui tu t’es donnée? no bajo ía de los hombres; conserva su dignidad en el
rastrero y ambicioso que desnaturaliza el carácter ma­
está lleno de vida; y por último, la comparación de les frères, ces martyrs égorgés á mes yeux, cautiverio, pues fiel sin cobardía á su Maestro, des­
ouvrent leurs bras sanglants, tendus du haut des cieux. ternal ; la de Virgilio es tierna y triste, pero también
las penas pasajeras de Peleo con los irreparables males recia unas cadenas cuyo peso no le abrumará sino
menos madre que esposa: la viuda de Héctor no pre­
de Príamo, presentan una mezcla admirable de dolor, ion Dieu que tu trahis, ton Dieu que tu blasphèmes, reves momentos, y clel cual le libertará la muerte;
l our toi, pour l’univers, est mort en ces lieux mêmes gunta : ¿Astyanax ubi est ? sino ¿Héctor ubi est ?
de previsión, de buen sentido y de dignidad. considera cual engañosos sueños las cosas de la vida, y
cri ces lieux ou mon bras Je servit tans de fois La Andrómaca de Racine es mas sensible, mas in­
¡Con cuán respetable y santa oportunidad inclina En ces lieux où son sang te parle par ma voix. teresante que la antigua. Este verso tan sencillo como sobrelleva la suerte impropicia sin lamentarse, porque
luego el anciano de Ilion al soberbio Aquiles á escu­ Vois ces murs, vois ce temple envahi par tes maîtres : la libertad y la opresión, la prosperidad y la desgracia,
afectuoso :
char tranquilamente hasta el elogio de Héctor! Abs- tout annonce le Dieu qu’ont vengé tes ancêtres, la diadema y el gorro del esclavo, se diferencian muy
tiénese primero con esquisito tacto de nombrar al tourne les yeux : sa tombe est prés de ce palais; Je ne 1’ ai point embrassé d’ aujourd’ huí, poco á sus ojos.
héroe troyano, y se limita á decir me quedaba un hijo; ç est ici la montagne où, lavant nos forfaits,
es el lenguaje de una esposa cristiana; esto no perte­
y solo nombra á Héctor á su vencedor después de ", voulut expirer sous les coups de l’impie; nece al gusto griego, y menos aun al romano. La An­
haberle dicho que acababa de darle muerte comba­ C est là que de sa tombe il rappela sa vie. CAPITULO VIL
tu ne saurais marcher dans cet auguste lieu, drómaca de Homero deplora las futuras desgracias de
tiendo por su patria; entonces pronuncia simple­ tu n y peux faire un pas sans y trouver tou Dieu-
Astianax, pero apenas se ocupa de él en lo presente; EL HIJO.
mente la palabra Héctor. Y nótese que este nombre Et tu n y peux rester sans renier ton père...
la madre, en nuestro culto, mas tierna sin ser menos
aislado ni aun está comprendido en el periodo poé­ previsora, olvida algunas veces sus pesares al besar á Guzman.
tico , pues relegado al principio de un verso cuya Una religion que brinda semejantes bellezas á su su hijo. Los antiguos no detenían mucho tiempo.su
medida corta, suspende el alma y el oido, y forma un enemigo, bien merece ser oida antes de ser condenada. vista en la niñez, pues parece hallaban una expresión También esta vez nos presenta Voltaire el modelo
sentido completo, aunque en nada se enlaza con lo La antigüedad no presenta en ninguna de sus obras demasiado sencilla en el lenguaje de la cuna. Solo el de otro carácter cristiano: el carácter del hijo. No ve­
que sigue. este interés, porque no tenia semejante culto. Como el remos en él al dócil Telémaco con Clises, ni al impe­
Dios del Evangelio se atreve á nombrar sin rubor á
Merced á tan delicados artificios, el hijo de Peleo politeísmo no refrenaba las pasiones, no podia producir tuoso Aquiles con Peleo, sino á un jóven apasionado,
los tiernos niños (parvuli), y á presentarlos como
se acuerda de su venganza antes que de su enemigo. esos combates interiores del aíma, tan comunes bajo cuyas inclinaciones combate y subyuga la Religión.
ejemplo á los hombres:
Si Príamo hubiese desde luego nombrado á Héctor, el yugo de la ley.evangélica, y origen de las mas in­ Alzira, á pesar de la escasa verosimilitud de las
Et accipiens puerum, statuiteumin medio eorum:
Aquiles habría pensado en Patroclo; pero no le pre­ teresantes situaciones. El carácter patético del Cris­ costumbres, es una tragedia muy interesante: vagase
quem cum complexus esset, ait aliis:
senta ya á Héctor, sino un cadáver mutilado, unos tianismo realza poderosamente el encanto de la tra­ «Quisquís unum ex hujusmodi pueris receperit en ella en esas, regiones de la moral cristiana, que
miserables despojos, presa de perros y buitres; y aun gedia Zaira. Si Lusiñan no hablase á su hija sino de in nomine meo, me recipit.» elevándose sobre la moral vulgar, es en sí misma una
así no se los presenta sino con una plausible excusa: dioses felices, de los festines y de las alegrías del Y habiendo tomado un niño, le sentó en medio de poesía divina. La paz que reina en el alma de Alvarez
combatía por su patria. El orgullo de Aquiles queda Olimpo , no lograría excitarle sino un escaso interés, y ellos, y después de abrazarlo les dijo: no es la mera paz de la naturaleza. Supóngase que
satisfecho de haber triunfado de un héroe que defendía tormana un duro contraste con las tiernas emociones «Todo el que reciba en mi nombre á un párvulo, Néstor procura moderar las pasiones de Anlíloco; pues
por sí solo á sus hermanos y á Troya. que el poetajntenta poner en juego. Pero los infortu­ me recibe á mí.» bien : empezará citándole muchos ejemplos de jóvenes
Finalmente, después de haber hablado délos hom­ nios de Lusiñan, su sangre y sus sufrimientos se mez­ Cuando la viuda de Héctor dice á Cefiso en Racine: que se perdieron por haber desoido á sus padres; y lue­
bres al hijo de Tetis, Príamo le nombra Jos justos clan con la sangre y los sufrimientos de Jesucristo. ¿Po­ go, uniendo á estos ejemplos algunas máximas trivia­
dioses, y le atrae por última vez á la memoria de Peleo. dría Zaira renegar de su Redentor en el mismo lugar Qu’il ait de ses a'íeux un souvenir modeste; les acerca de la indocilidad de la juventud y la espe-
El rasgo que da fin á la súplica del monarca de Ilion donde este se sacrificó por ella? La causa de un pa­ 11 est du sang d’Hector, mais il en est le reste: riencia de la ancianidad , coronará sus observaciones
es uno de los mas sublimes en el género patético. dre y la de un Dios se confunden; los cansados años de ¿quién no reconoce á la cristiana? Estas palabras son con su propio elogio, y echando de menos los tiempos
Lusinan y los tormentos de los mártires forman parte el deposuit potentes de sede. La antigüedad no se es- que fueron.
de la autoridad de la Religión ; el Gólgota y el Sepul­ plica en estos términos, porque únicamente imita los La autoridad á que Alvarez apela es de otro género:
CAPITULO V.
cro gritan; todo aquí es trágico: los lugares, el hom­ sentimientos naturales; pero los que se expresan en olvida su edad y su autoridad paterna para no hablar
CONTINUACION DEL PADRE. bre y la Divinidad. estos versos de Racine no están meramente en la na­ sino en nombre de la Religión. No trata de desviar á
turaleza, sino que violentan por el contrario la voz Guzman de un crimen particular, sino que le aconseja
Lusiñan.
del corazón. Héctor no aconseja á su hijo que conserve una virtud general, la Caridad, especie de humanidad
En Zaira hallamos un padre que oponer á Príamo. un modesto recuerdo de sus abuelos, sino que al ele­ celestial que el Hijo del Hombre lia hecho bajar sobre
var á Astianax al cielo, exclama: la tierra, y que no habitaba en ella antes del estable­
Es indudable que ambas esoenasno pueden compararse
«¡Oh Júpiter, y todos vosotros dioses del Olimpo! cimiento del Cristianismo^ Por último, Alvarez man-
68 BIBLIOTECA BE
GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 09
dando á su hijo como padre, y obedeciéndole como combate de una pasión contra un deber. De aquí se carácter del sacerdote ofrece mas variedad y grandeza
súbdito, es uno de esos rasgos de alta moral, tan su­ CAPITULO VIH. deriva la regla dramática de que es preciso fundar en nuestra religión que en el politeísmo. ¡Qué cuadros
perior á la de los antiguos cuanto es superior el Evan­ hasta donde sea posible, el interés de la tragedia, no no pueden bosquejarse, desde el cura de aldea hasta el
gelio á los diálogos de Platon, para la enseñanza de las LA HIJA.
sobre una cosa sino sobre un sentimiento, y que el pontífice que ciñe ia triple corona pastoral; desde el
virtudes. párroco de la ciudad hasta el anacoreta del peñasco;
Ifigenia. personaje debe hallarse distante del espectador por su
Aquiles mutila á su enemigo y le insulta después clase, pero cerca de él por su infortunio. desde el cartujo y el trapense hasta el docto benedic­
de haberle vencido. Guzman, tan terrible como el hijo Ifigenia y Zaira ofrecen para el carácter de la hija Podríamos buscar en el asunto de Ifigenia, tratado tino; desde el misionero y esa multitud de religiosos
de Peleo, atravesado de heridas por la mano de Za­ un interesante paralelo. Una y otra, bajo el yugo de la por Racine, los rasgos de un pincel cristiano; pero el consagrados al alivio de ios males de la humanidad,
mora , espirando en la flor de sus años, y perdiendo autoridad paterna, se inmolan por la religión de su lector se halla en e'l camino de estos estudios, y pue­ hasta el profeta de la antigua Sion! Las órdenes de
á la vez una esposa adorada y el mando de un vasto respectivo país, lis verdad que Agamenón exige de de seguirlos; solo nos detendremos en ellos para ha­ vírgenes no son menos variadas ni numerosas: esas
imperio, pronuncia el fallo que sigue contra su rival Ifigenia el doblejsacrificio de su amor y de su vida, al cer una reflexión. mujeres hospitalarias que consumen su juventud y sus
y asesino ; ¡ triunfo brillante de la Religion y del ejem­ paso que Lusiñan solo pide á Zaira que olvide su El padre Brumoy ha observado que Eurípides , al gracias al servicio de nuestras dolencias; esas pobla­
plo paterno sobre un hijo cristiano ! amor ; empero para una mujer enamorada el vivir y inspirar á Ifigenia eí horror á la muerte y el deseo de doras del claustro que educan al abrigo de los altares
renunciar al objeto de su pasión es quizá una con­ salvarse, ha interpretado mejor la naturaleza que Ra­ á las futuras esposas de ios hombres, felicitándose de
( A Alvarez.) dición mas cruel que la muerte. Ambas situaciones cine , cuya Ifigenia se muestra demasiado resignada. llevar las cadenas del mas amable de los esposos: toda
Le ciel qui veut ma mort et qui l’a suspendue,
pueden por consiguiente contrabalancearse en cuanto Esta observación es exaeta en el fondo; pero el padre esta inocente familia sonríe agradablemente á las nueve
Mom père, en ce moment, m’amène a votre vue. al interés natural : veamos si sucede lo mismo relati­ Brumoy no ha parado mientes en que la Ifigenia mo­ Hermanas de la Fábula. Un gran sacerdote, un adi­
Mon âme fugitive et prête a me quitter, vamente al interés religioso. derna es la Zwjía cristiana. El cielo y su.padre han ha­ vino, una vestal, una sibila: hé aquí todo lo que la
S’arrête devant vous... mais pour vous imiter. Agamenón al obedecer á lns dioses, no hace después blado, y no queda otro recurso lícito que la obediencia. antigüedad suministraba al poeta; y aun estos perso­
Je meurs, le voile tombe, un nouveau jour m’éclaire: de todo otra cosa que sacrificar su hija á su ambición. Racine no dió este valor á su heroína sino merced al najes no entraban sino accidentalmente en el argu­
Je ne me suis connu qu’au bout de ma carrière. ¿Por qué se inmola á Nepfur.o la joven griega? ¿No secreto impulso de una institución religiosa que ha mento, mientras el sacerdote cristiano puede repre­
J’ai fait, jusqu’au moment qui me plonge au cercueil, debe detestar á un tirano? El espectador se decide en introducido un cambio radical en la moral y en las sentar uno de los papeles mas importantes de la
Gémir l’humanité du poids de mon orgueil. favor de Ifigenia y en contra del cielo. La piedad y el epopeya.
Le ciel venge la terre : il est juste, et ma vie ideas. Aquí el Cristianismo va mas lejos que la natu­
Ne peut payer le sang dont ma main s’est rougie. terror se apoyan pues únicamente en esta situación en raleza, y por lo tonto está mas de acuerdo con esa Mr. de La Harpe ha demostrado en su Melania lo
Le bonheur m’aveugla, la mort m’a détrompé; el interés natural; y aunque fuese posible suprimir de bella poesía que engrandece los objetos y gusta un que puede llegar á ser el carácter de un simple pastor
Je pardonne â la main par qui Dieu m’a frappé: la pieza la Religión, es evidente que el interés teatral tanto de la exageración. La hija de Agamenón, aho­ cíe almas, manejado por un buen escritor. Shakes­
J’étais maitre en ces lieux, seul j’y commande encore, permanecería intacto. gando su amor y su apego á la vida, interesa mucho peare, Richardson y Goldsmith han puesto en escena
Seul je puis faire grâce , et la fais a Zamore. Pero si en Zaira se elimina la Religión, todo queda mas que cuando llora su muerte. No siempre nos in­ al sacerdote, con mas ó menos éxito. Respecto de las
Vis , superbe ennemi; sois libre, et te souviens destruido. Jesucristo no lia sed de sangre, ni impone teresan las cosas puramente naturales; muy natural pompas exteriores, nunca religión alguna las presentó
Quel fut et le devoir et la mort d’un chrétien. el sacrificio de una pasión. ¿Tiene el derecho de pedir por cierto es temer la muerte, y no obstante, una víc­ mas magníficas que las nuestras. El Corpus, la Na­
este sacrificio? ¿Cómo dudarlo? ¿No fue clavado á una tima que se lamenta, seca las lágrimas que por ella se vidad, ia Pascua y la Semana Santa, el dia de Difuntos,
(A Montèzo, que se arroja à, sus pies. ) cruz? ¿no sufrió las injurias, los desprecios y las in­ verterían. El corazón humano exige mas de lo que las exequias, ia misa y otras mil ceremonias propor­
Montèze, Américains, qui fûtes mes victimes, justicias de los hombres? ¿no bebió hasta las heces el puede dar de sí; siente cierta sed de admiración, pues cionan un asunto inagotable de descripción. En ver­
Songez que ma clemence a surpassé mes crimes; cáliz de amargura por rescatar á Zaira? ¿Y Zaira daría le aqueja una aspiración hacia esa hermosura desco­ dad , las Musas modernas que se quejan del Cristia­
Instruisez l’Amérique, apprenez a ses rois su corazón y su mano á los mismos que persiguen á nocida para la cual fue creado en su origen. nismo, no conocen sus riquezas. EÍ Taso describe
Que les chrétiens sont nés pour leur donner des lois. este Dios de caridad? ¿A los que inmolan diariamente La religión cristiana está tan sábiamente formada, una procesión en la Jerusale'm, que es uno de los mas
los cristianos? ¿A los que mantienen en dura esclavitud que es una especie de poesía, pues coloca los carac­ hermosos cuadros de'su poema. Por último, ni aun el
(A Zamora.) al sucesor de Bouillon, al defensor de la fe, al padre teres en el bello ideal, como lo prueban los mártires sacrificio antiguo está desterrado de la literatura cris­
de Zaira? Ciertamente , no es supèrflua aquí la Reli­ en nuestros pintores, los caballeros en nuestros poe­ tiana, porque nada es mas fácil, valiéndose ai efecto
Des dieux que nous servons connais la différence : gión : suprimidla, y habréis suprimido la pieza.
Les tiens t’ont commandé le meurtre et la vengeance, tas, etc. Por lo que respecta á la pintura del vicio, de un episodio, de una comparación ó de un recuerdo,
Et le mien, quand ton bras vient de m’assassiner, Por lo demás, parécenos que Zaira, como tragedia, puede tener en el Cristianismo el mismo vigor que la que intercalar un sacrificio de la antigua ley.
M’ordonne de te plaindre et de te pardonner. es aun mas interesante que Ifigenia, por una razón de la virtud, pues es indudable que el crimen aumenta
que trataremos de esplanar. Esto nos obliga á subir á en proporción del mayor número de vínculos que el
¿A qué religion pertenecen esta moral y esta muer­ los principios del arte. CAPITULO X.
criminal ha roto. Así las Musas, que rechazan el gé­
te? Reina aquí un ideal de verdad, superior á todo Es una verdad por nadie controvertida , que no se nero mediano y templado , deben avenirse perfecta­ CONTINUACION DEL SACERDOTE.
ideal poético. Cuando decimos un ideal de verdad, debe calzar el coturno sino á personajes de altas ca­ mente con una religión que muestra siempre sus per­
nada exageramos; sabido es que estos versos; tegorías sociales; estose funda en ciertas convenien­ sonajes superiores ó inferiores al hombre. LA SIBILA—JOAD.
Des dieux que nous servons connais lajdifference..., cias que las bellas-artes, de acuerdo con el corazón Para terminar el círculo de los caracteres naturales,
humano, saben descubrir. El cuadro de nuestros pro­ seria preciso hablar de la amistad fraternal; pero lo Paralelo entre Virgilio y Racine.
son las mismas palabras de Francisco de Guisa. Por lo pios infortunios nos aflige sin instruirnos» No necesi­
que respecta' al todo, hallamos en él un resúmen de tamos ir al teatro para saber los secretos de nuestra que hemos dicho del hijo y de la hija, se aplica igual­
la moral evangélica : mente á dos hermanos , ó á un hermano y una her­ Eneas va á consultar la Sibila: detenido á la boca
familia ; ni la ficción puede complacernos cuando la mana. Por lo demás, en la Escritura hallarnos la his­ de la caverna, espera las palabras de la profetisa:
Je ne me suis connu qu’ su bout de ma carrière. triste realidad se alberga en nuestro hogar. Por otra toria de Cain y Abel: grande y primera tragedia de
parte, ninguna moral se encierra en semejante imi­ .....................Cum virgo : Poseeré faln, etc.
J’ai fait, jusqu’ au moment qui me plonge aucercueil, que fue teatro el mundo; en otra parte hablaremos de
Gémir l’humanité du poids de mon orgueil. tación ; antes por el contrario, al ver el cuadro de José y de sus hermanos. Entonces gritó la virgen: «¡Es tiempo de interrogar
nuestro estado, ó caemos en la desesperación, ó envi­ En una palabra: el Cristianismo en nada desfigura al Destino! ¡El dios! ¡hé aquí al dios! Dijo, y... etc.
diamos el estado ajeno. Empero , conducid al pueblo los caracteres naturales, tales como podia represen­ Eneas dirige su súplica á Apolo; la Sibila lucha to­
Solo un rasgo no es cristiano en este fragmento : al teatro: allí no necesita ver á hombres que habiten tarlos la antigüedad, y ofrece además al poeta su in­ davía ; al fin el dios la domina, las cien puertas del
Instruisez l’Amérique, apprenez à ses rois cabañas, ni representaciones de su propia miseria; fluencia sohrc ellos. Aumenta, pues, necesariamente antro se abren mugiendo, y llenan los aires estas pa­
Que les chrétiens sont nés pour leur donner des lois. allí deben presentársele magnates que vistan la púr­ su poder, puesto que aumenta susmedios, y multiplica labras : Ferunt responsa per auras:
pura ; en su oido deben resonar nombres que simbo­ las bellezas dramáticas, al multiplicar las fuentes de
El poeta lia querido hacer prevalecer aquí la natu­ licen el poder, y su vista debe presenciar catástrofes O tándem magnis pelagi defuncte periclis!
raleza y el carácter orgulloso de Guzman: la intención de reyes. que proceden.
Ya no existen los peligros del mar; mas, ¡cuántos
dramática es oportuna, pero tomada como belleza ab­ La moral, la curiosidad, la nobleza del arte, la pu­
soluta, la idea expresada en este verso parece harto reza del gusto, y acaso la envidiosa naturaleza del riesgos en la tierra! etc.
CAPITULO IX. Nótese la celeridad de estos movimientos: ¡Deusl
pequeña en medio de los elevados sentimientos de que hombre, obligan al poeta á tomar á los personajes de
¡ecce Deusl La Sibila siente el poder del espíritu, que
está rodeada. Tal se muestra siempre la pura natura­ la tragedia en una condición elevada. Pero si la per­ CARACTERES SOCIALES.
leza al lado de la naturaleza cristiana. Voltaire fue la subyuga, y exclama: «¡El dios! ¡hé aquí al dios!»
sona debe ser distinguida, la desgracia debe ser co­ Estas palabras: Non vultus, non color unus , pintan
asaz ingrato al calumniar un culto que le prestó sus El sacerdote.
mún, es decir, de tal naturaleza que la sientan todos. admirablemente la turbación de la profetisa. Los giros
mas hermosos títulos á la inmortalidad. Hubiera de­
En esto nos parece que Zaira es mas interesante que Estos caracteres, que hemos denominado sociales, negativos son peculiares de Virgilio, y en general
bido recordar siempre este verso, compuesto por él sin Ifigenia.
duda en un movimiento de involuntaria admiración: se reducen para el poeta á dos: el sacerdote y el guer­ puede observarse que son muy numerosos en los escri­
El espectador no puede interesarse en el hecho de rero. tores de un género melancólico. ¿ Consistirá esto en
Quoi donc! les vrais chrétiens auraient tant de vertu! 9ue Ia hija de Agamenón muera para que zarpe una Si no hubiésemos consagrado á la historia del clero que las almas tiernas y tristes son inclinadas natural­
Ilota. En Zaira hay una razón mas poderosa de inte­ y de sus beneficios la cuarta parte de nuestra obra, mente á quejarse, á desear, á dudar y á expresarse con
Añadamos tanto genio. rés, puesto que todos pueden esperimentar el costoso nos seria fácil demostrar ahora hasta qué punto el cierta timidez, y en que la queja, eí deseo, la duda y
70 BIBLIOTECA DE GASPAR i ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 71

la timidez son privaciones de algún objeto? El hombre No obstante, Virgilio se muestra en toda la altura tensos y tristes; empero á través de su soledad distín­ El siglo de Homero se alejaba ya de esos primeros
á quien la adversidad ha hecho sensible á los pesares de su genio en laspinturas dulces y tiernas : Evandro, guese la mano metódica de las artes , y los vestigios tiempos. Atraviese un canadiense con sus flechas á
ajenos, no dice con seguridad : Conozco los males, al anciano rey de Arcadia , que vive en una cabaña de las pasadas grandezas: un corzo; desuéllelo en los bosques; extienda su víc­
sino como Dido : Non ignara malí. Por último, las defendida por dos perros de ganado, en el mismo lu­ tima sobre las llamas á que entregó una encina : todo
Je ne vois que de tours que la cendre a couverles,
imágenes favoritas de los poetas propensos á la medi­ gar en que los Césares, rodeados de pretores, anima­ Un fleuve teint de sang, des campagnes désertes. será poético en estas costumbres. Pero en la tienda de
tación, están tomadas en su casi totalidad de objetos ron un dia sus palacios; el jóven Palas, el hermoso Aquiles hay fuentes, asadores y vasos; algunos de­
negativos, como el silencio de la noche, la sombra de Lauso, Niso y Euriale son personajes divinos. Los cuadros de Virgilio, sin ser menos nobles , no talles mas, y Homero hubiera caido en la bajeza de
los bosques, la soledad de las montañas, la paz de Racine reconquista su superioridad en los caracteres se circunscriben á determinadas faces de la vida , sino las descripciones, ó bien hubiese entrado en la senda
los sepulcros, etc., que no son otra cosa que la au­ femeninos : Agripina es mas ambiciosa que Amata, y que representan la naturaleza en su soberbio conjunto: del bello ideal, empezando á ocultar alguna cosa.
sencia del ruido, de la luz, de los hombres y de las in­ Fedra mas apasionada que Dido. la espesura de los bosques, el aspecto de las montañas Así, á medida que la sociedad multiplicó las nece­
quietudes de la vida. No hablamos de Atalíaporque Racine, en esta pie­ y las playas del mar, donde las mujeres desterradas sidades de la vida, los poetas aprendieron que no de­
Sea cual fuere la hermosura de los versos de Virgi­ za, no puede ser comparado con nadie, pues es la miraban llorando la inmensidad de las olas: bían poner todo á la vista, como anteriormente ha­
lio , la poesía cristiana les es superior. El gran sacerdo­ obra mas perfecta del genio, inspirado por la Reli­ bían hecho, sino encubrir ciertas partes del cuadro.
Cunctceque, profundum Dado este primer paso, vieron además que era pre­
te de los hebreos, próximo á coronar á Joás, se siente gión. Pontum adspectabant flentes.
inspirado por el espíritu divino en el templo de Jeru- Pero por otraparteVirgilio tiene para ciertos lecto­ ciso elegir; y que además, la cosa elegida se prestaba á
salém : res una ventaja sobre Racine; su voz, si así puede de­ una forma mas hermosa, ó á un efecto mayor, colocada
CAPITULO IX. en tal ó en cual posición.
cirse, es mas dulce, y su lira mas quejumbrosa. Esto
Voila donc quels vengeurs s’arment pour ta querelle! no es decir que el autor de Fedra no hubiese sido ca­ Los poetas encontraron progresivamente, siempre
EL GUERRERO. ocultando y eligiendo, suprimiendo ó añadiendo,
Des prêtres, des enfants!... ó Sagesse éternelle! paz de hallar esa especie de melancolía de suspiros;
Mais si tu les soutiens, qui peut les ébranler? formas que', si no eran ya naturales, eran mas perfec­
el papel de Andrómaca, Berenice por entero, algunas Definición del bello ideal.
Du tombeau, quand tu veux, tu sais nous rappeler; tas que la naturaleza : los artistas denominaron estas
Tu frappes et guéris, lu perds et tu ressuscites. estrofas de los cánticos imitados de la Escritura, y
otras muchas de los coros de Ester y de Atalía , de­ Los siglos beróicos son favorables á la poesía, por­ formas el bello ideal. Este puede, por lo tanto, defi­
Ils ne s’assurent point en leurs propres mérites,
Mais en ton nom, sur eux invoqué tant de fois. muestran lo que hubiera podido hacer en este género; que presentan esa vejez é incertidumbre de tradición nirse así: el arte de elegir y de ocultar.
reclamadas por las Musas, naturalmente propensas á Esta definición se aplica indistintamente al bello
En tes serments jurés au plus saint de leurs rois, pero vivió demasiado en la ciudad, y muy poco en el
En ce temple où tu fais ta demeure secrée, retiro. La córte de Luis XIV, quede dió la magestad la ficción. Todos los dias presenciamos cosas extraor­ ideal moral y al físico. Este consiste en ocultar opor­
Et»qui doit du soleil égaler la durée. de las formas y la corrección de lenguaje, le perjudicó dinarias, sin que despierten en nosotros interés algu­ tunamente la parle innoble dolos objetos; el otro, en
Mais d’où vient que mon cœur frémit d’un saint effroi? tal vez bajo otros conceptos, pues le alejó demasiado no, al paso que nos complacemos en oir narrar hechos suprimir ciertas debilidades del alma, pues esta tiene
Est-ce l’esprit divin qui s’empare de moi?
de los campos y de la naturaleza. oscuros, separados de nosotros por el tupido velo de como el cuerpo necesidades vergonzosas y deplorables
C’est lui-méme: il m’échaufe; il parle; mes yeux s’ouvrent los siglos. Consiste esto en que los mayores aconteci­ bajezas.
Et les siècles obscurs devant moi se découvrent. Hemos observado ya que una de las primeras causas
mientos terrenos son pequeños en sí mismos; y nues­ No debemos dejar de advertir que solo el hombre
del estro melancólico de Virgilio fue sin duda el sen­
Cieux, écoutez ma voix; terre, prete l’oreille : timiento de las desgracias que acibararon su juventud. tra alma, que siente esta pequeñez, y tiende incesan­ puede ser representado mas perfecto de lo que es de
Ne dis plus, ó Jacob, que ton Seigneur sommeille ; Expulsado del hogar paterno, conservó eternamente temente á la inmensidad, se esfuerza por verlos en suyo, y como cercano á la Divinidad. Anadie le ocur­
Pécheurs, disparaissez; le Seigneur se réveille. el recuerdo de su Mantua; pero no era ya el romano cierta vaguedad para aumentar á su placer sus propor­ re pintar el bello ideal de un caballo, de un águila ó
ciones. de un león; esto es una prueba maravillosa de la gran­
de la república, amante de su país á la manera ruda y
Comment en un plomb vil l’or pur s’est-il changé?
agreste de los Brutos, sino el romano déla monarquía El espíritu’de los siglos heróicos es producto de la deza de nuestros fines y de la inmortalidad de nuestra
Quel est dans le lieu saint ce pontife égorgé?... confusa mezcla de un estado civil, grosero aun, y de alma.
Pleure, Jérusalem, pleure, cité perfide. de Augusto, el rival de Homero, el favorito de las La sociedad en que la moral llegó mas pronto á su
Musas. un estado religioso en el apogeo de su influencia. La
Des prophètes divins malheureuse homicide;
De son amour pour toi ton Dieu s’est dépouillé; Virgilio fomentó este gérmen de tristeza viviendo barbarie y el politeísmo fueron la cuna de los héroes desarrollo, debió llegar mas.pronto al bello ideal mo­
Ton encens a ses yeux est un encens souillé... solo en medio de los bosques. A esta circunstancia de­ de Homero; la barbarie y el Cristianismo crearon los ral , ó lo que es lo mismo, al bello ideal de los carac­
..............Où menez-vous ces enfants et ces femmes? caballeros del Taso. teres ; y ved aquí lo que imprime una fisonomia pecu­
ben acaso agregarse algunos accidentes particulares.
Le Seigneur á détruit la reine des cités; Nuestras faltas morales ó físicas influyen no poco en ¿Quiénes , esto es, los héroes ó los caballeros, me­ liar á las sociedades formadas en la religión cristiana.
Ses prêtres sont captifs, ses rois sont rejetés :
nuestro carácter, y suelen ser la causa del giro pecu­ recen la preferencia, ya en moral, ya en poesía? Cues­ Es extraño, y no obstante rigurosamente cierto, qua
Dieu ne veut plus qu’on vienne á ses solemnités. tión es esta que conviene examinar. mientras nuestros padres eran bárbaros en todo lo
Temple, renverse-toi; cèdres, jetez des flammes. liar que este adquiere. Virgilio pronunciaba con difi­
cultad, era de cuerpo débil y de rústico exterior. Pa­ Hecha abstracción del genio particular de entram­ demás, la moral se había elevado, merced al Evange­
Jérusalem, objet de ma douleur,
Quelle main en un jour t’a ravi tous tes charmes? rece que en su juventud se sintió animado de pasiones bos poetas, y entablando una mera comparación de lio, á su mas alto punto de perfección; de modo que
Qui changera mes yeux en deux sources de larmes, impetuosas, á las cuales pudieron suscitar obstáculos hombre á hombre, parécenos que los personajes déla se vieron hombres salvajes, si así puede decirse, por
Pour pleurer ton malheur? Jerusalém son superiores á los de la Iliada. el cuerpo, y civilizados por el atoa.
sus imperfecciones naturales. Así, los disgustos do­ Esto es lo que constituye la hermosura de los tiem­
mésticos, la afición á los campos, un amor propio so­ En efecto, ¡qué diferencia no se advierte entre unos
Estas bellezas no han menester de comentarios. metido al crisol de la prueba, y no satisfechas pasiones, caballeros tan ingénuos, tan desinteresados, tan huma­ pos caballerescos, y lo que les da la superioridad, así
Puesto que Virgilio y Racine figuran con tanta fre­ se unieron para inspirarle ese sentimiento de melan­ nos, y unos guerreros pérfidos, avaros y crueles, que sobre los tiempos heróicos, como sobre nuestros si­
cuencia en este nuestro juicio crítico, procuremos colía que tanto nos encanta en sus escritos. insultan los cadáveres ele sus enemigos, poéticos en fin glos.
formarnos una idea exacta de su talento y de su genio. por sus vicios, como aquellos lo son por sus virtudes! Si se trata de pintar las primeras edades de la Gre­
En Racine no se hallan el Diis aliter visum; el
Estos dos grandes poetas tienen tanta semejanza, que dulces moriens rcminiscitur Argos ; el Disce, puer, Si entendemos por heroísmo un esfuerzo contra las cia , en la misma proporción en que la sencillez de las
podrían engañar á las Musas, bien así como los geme­ virtutem ex me, fortunam ex aliis; el Lyrnessi aomus pasiones en favor de la virtud, el verdadero héroe es costumbres nos ofrezca cosas agradables , nos disgus­
los de laEneida,que causaban agradables equivocacio­ alta : sola Laurente sepulchrum, etc. Tal vez no sin duda Godofredo, y no Agamenón. Ahora bien: tará la barbarie de los caracteres, pues el politeísmo
nes á su madre. es inútil observarque estas tiernas palabras se hallan ¿por qué el Taso, al pintar los caballeros, trazó el mo­ nada ofrecía para cambiar la naturaleza salvaje y la in­
Entrambos liman sus obras con el mismo esmero; casi todas en los seis últimos libros de la Eneida, como delo del cumplido guerrero, siendo así que Homero, suficiencia de las virtudes primitivas.
al representar los hombres de los tiempos heróicos, Si al contrario, cantamos las edades modernas,
entrambos están dotados del mismo buen gusto, del asimismo los episodios de Evandro y de Palas, de Me-
mismo estro y de la misma naturalidad en la expresión; zencio y de Lauso, de Niso y de Euriale. Parece que creó una especie de monstruos? Porque el Cristianis­ nos será preciso desterrar la verdad, y lanzarnos á la
uno y otro son sublimes en la pintura del amor ; y co­ al acercarse al sepulcro, el cisne de Mántua da á mo ofreció desde su nacimiento el bello ideal mo­ vez á las regiones del bello ideal moral y del bello
mo sí se hubiesen seguido paso á paso, Racine, hace sus acentos un tono mas celestial, á semejanza de los ral, ó el bello ideal de los caracteres, y porque el ideal físico, porque si nos alejamos demasiado de la
oir en Ester esa suave melodía con que Virgilio selló cisnes del Eurotas, consagrados á las Musas, que go­ politeísmo no pudo dar esta ventaja al cantor de Ilion. naturaleza y de la Religión bajo todos aspectos, no
también su segunda Egloga, pero siempre con la di­ zaban antes de espirar, según dice Pitágoras, una visión Detendremos un poco al lector sobre este asunto, pues podremos representar fielmente el interior del hogar
ferencia que media entre la voz de la joven doncella y del Olimpo, y manifestaban sus transportes por medio se relaciona demasiado con el fondo de nuestra obra doméstico, y menos aun el fondo de nuestros cora-
la de la adolescente, entre los suspiros de la inocencia de armoniosos cantos. para que no procuremos darle toda la posible diluci­ zones.
dación. Solo la Caballería presenta la hermosa mezcla de la
y los de una pasión criminal. Virgilio es el amigo del solitario, el compañero de
Hé aquí tal vez los puntos de semejanza entre Vir­ las horas secretas de la vida. Racine es quizá superior Hay dos clases de bello ideal : el bello ideal moral, verdad y la ficción, porque por una parte, se puede
gilio y Racine; hé aquí tal vez en lo que se diferen­ al poeta latino, por haber sido autor de la Atalía, y el bello ideal físico; aquel y este son hijos de la so­ ofrecer el cuadro de las costumbres en loda.su sen­
cian. ciedad. cillez: un añoso castillo, un ancho hogar, los torneos,
pero el vate de Roma sabe conmover mas dulcemente
El segundo descuella en general sobre el primero en el corazón. El uno excita mas admiración, el otro mas El hombre muy 'próximo á la naturaleza, como el las justas, la caza, el sonido de la bocina y el es­
la invención de los caracteres. Agamenón, Aquiles, amor; el primero expresa unos dolores demasiado re­ salvaje, no lo conoce, y se limita en sus canciones truendo de las armas, nada presentan que repugne al
Orestes, Mitrídates y Acomato son muy superiores á gios , el segundo habla mas á todas las condiciones á trasladar fielmente lo que ve. Como vive en los gusto, nada que se deba elegir ú ocultar-, y por otra,
los héroes de la Eneida. Eneas y Turno no son intere­ sociales. Al recorrer los cuadros de las vicisitudes hu­ desiertos, sus pinturas son nobles, sencillas, y no el poeta cristiano, mas dichoso que Homero, no se ve
santes sino en dos ó tres momentos; solo Mezencioestá manas, pintadas por Racine, el lector cree vagar por revelan mal gusto; pero son monótonas, y las acciones precisado á manchar sus pinturas, dando cabida 'en
brillantemente retratado. que expresan no llegan hasta el heroísmo. ellas al hombre bárbaro ó al hombre natural, pues
los abandonados jardines de Versalles, jardines ex­
72 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL cristianismo. 73
el Cristianismo le proporciona el tipo del perfecto sentar la cantidad que necesita para su propio rescate. Nadie ignora cuan favorable es á la epopeya el ca­
héroe. CAPITULO XII. ¡Hermosas costumbres cristianas! Y no se replique rácter caballeresco. ¡Cuán amables son todos esos ca­
Así pues, si el Taso se mantiene en la naturaleza Continuación del guerrero. que esto es una mera ficción poética, pues hay nu­ balleros de la Jerusalém, ese Reinaldo tan brillante,
relativamente á los objetos físicos, se muestra supe­ merosos ejemplos de cristianos que se entregaron á ese Tancredo tan generoso, ese anciano Raimundo de
rior á ella con relación á los objetos morales. Cúmplenos ahora demostrar que esas virtudes del los infieles, orapara libertar á otros cristianos, ora Tolosa, siempre derribado, y en pié siempre! El lec­
En resúmen : lo verdadero y lo ideal son los dos caballero, que elevan su carácter hasta el bello ideal, porque no podían satisfacer la suma que al efecto ha­ tor se juzga entre ellos bajo las murallas de Solima,
manantiales del interés poético, es decir, de lo tierno son virtudes verdaderamente cristianas. bían prometido. y cree oir al joven Bouillon exclamar, refiriéndose á
y de lo maravilloso. Si solo fuesen meras virtudes morales, inventadas

ADAN Y EVA.

por el poeta, carecerían de movimiento y de acción, Agamenón declara brutalmente que ama tanto ¡i
como puede advertirse en Eneas, de quien hizo Vir­ Briseida como a su esposa, porque la iguala en mé­
gilio un héroe filósofo. rito.
Las virtudes puramente morales son frias por su Nunca se produce así un caballero.
esencia, pues nada añaden al alma, si bien suprimen Por último, el Cristianismo ha dado origen al honor
algoá la naturaleza; son la ausencia del vicio, mas no ó al valor de los héroes modernos, tan superior al de
la presencia de la virtud. los héroes antiguos.
Las virtudes religiosas tienen las alas de la pasión. La verdadera religión nos enseña que no se debe
No se limitan á abstenerse del mal, sino que aspiran á medir al hombre por la fuerza corporal, sino por la
practicar el bien; están dotadas de la enérgica activi­ grandeza del alma. De aquí procedía que el mas débil
dad del amor, respiran en una región mas alta y algún de los caballeros nunca temblaba delante de un ene­
tanto exagerada. Tales eran las virtudes de los caba­ migo ; y aunque tuviese la certidumbre de su muerte,
lleros. ni aun le asaltaba la idea de la fuga.
La fe ó la fidelidad , su principal virtud, es igual­ Esto valor de alta índole ha llegado áser tan común,
mente la primera virtud del Cristianismo. que el mas oscuro de nuestros modernos guerreros, L'." "
El caballero nunca mentía. —Hé aquí al cristiano. es mas valiente que los Ayax, que huían al aspecto de GODOFREDO DE BUILLON.
El caballero era pobre, y el mas desinteresado do los Héctor, que á su vez huía á la vista de Aquiles. Pol­
hombres, Hé aquí al discípulo del Evangelio. lo que respecta á la clemencia del caballero cristiano
El caballero recorría el mundo socorriendo á la viu­ para con los vencidos, ¿quién puede negar que emana
da y al huérfano. Hé aquí la caridad de Jesucristo. del Cristianismo? Armida : «¿Qué se dirá en la córte de Francia, cuan* at otro los héroes antiguos. El mismo Solimán no bri­
El caballero era tierno y delicado. ¿Quién le había Los poetas modernos han lomado multitud de nue­ do se sepa que hemos negado nuestro brazo á la be­ lla tanto sino porque el poeta le adornó con algunos
inspirado aquella dulzura, sino una religión humani­ vos rasgos del carácter caballeresco. En la tragedia, lleza?» Para apreciar debidamente la diferencia que de los rasgos de la generosidad del caballero; así pues,
taria, que mira siempre con respeto la debilidad? ¡Con basta nombrar á Bayardo, Tancredo, Nemours y Cou- existe entre los héroes de Homero, y los del Taso, bas­ el principal héroe infiel recibe del Cristianismo la ma-
cuánta benevolencia no habla el mismo Jesucristo á cy; Nerestan lleva el rescate de sus hermanos de ta dirigir una mirada al campamento de Godofredo y gestad con que se ostenta.
las mujeres, en el Evangelio! armas, y se entrega prisionero porque no puede pre- á las murallas de Sion. A un lado están los caballeros, Pero la obra maestra del carácter lieróico debe ad-
4
"¡i BIBLIOTECA DE GASPAB Y R01G. EL GENIO DEL CRISiTANlSJiO. 7§

mirarse en Godofredo. Si Eneas intenta sustraerse á cion religiosa, que no conociendo los ocultos móviles coloca en los lloridos campos de la esperanza. El goce mano. ¡Qué cuadro nos presenta Bourdalone de la am­
la seducción de una mujer, fija sus ojos en el suelo: del corazón, no obrase sobre nosotros sino por medio de los sentimientos legítimos en la tierra es la fruición bición! ¡ Cuán bien ha penetrado Masillon en el fondo
Immota tenebat lumina; oculta su turbación, y res­ de escenas exteriores. Pues bien: esta es la gran ventaja anticipada de las delicias en que un dia nos veremos de nuestras almas, y desenmascarado nuestras incli­
ponde con vagas palabras : «Reina, no niego tus bon­ que nuestro culto presenta sobre los cultos de la anti­ inundados. El principio de nuestras afecciones no re­ naciones y nuestros' vicios! «El carácter de esta pa­
dades; me acordaré de Elisa, » Meminisse Elisa. güedad : la religión cristiana es un viento celestial que side en este mundo: dos seres que se aman en él, es­ sión, dice el elocuente obispo, hablando del amor, es
No es tan irresoluto el lenguaje con que el capitán hincha las velas de la virtud, y multiplica en derredor tán solo en el camino del cielo, á donde llegarán á la llenar el corazón por entero, etc.; no puede ocuparse
cristiano rechaza los halagos de Armida : resiste ani­ del vicio las benéficas tempestades de la conciencia. par si la virtud les dirige, de manera que esta vehe­ sino de él; le domina y embriaga; hállalo por do quie­
moso, porque conoce cuan despreciables son los atrac­ Las bases de la moral han cambiado entre los hom­ mente frase de los poetas: exhalar su alma en la de ra; todo le reproduce su funesta imágen; todo le re­
tivos del mundo, y continúa remontándose al cielo, bres , á lo menos entre los cristianos, desde la predi­ su amigo, es literalmente verdadera para dos cristia­ cuerda sus injustos deseos; el mundo, la soledad, la
como el ave saciada, que no descienda á donde la cación del Evangelio. Entre los antiguos, la humildad, nos. Al despojarse de sus cuerpos, no hacen otra cosa presenciadla ausencia, los objetos mas indiferentes,
por ejemplo, pasaba por bajeza, y el orgullo por eleva­ (¡ue desasirse de un obstáculo que se oponia á su unión las ocupaciones mas graves, el mismo templo, los al­
llama un alimento engañoso:
ción de ánimo; no así entre los cristianos: la soberbia íntima, y sus almas vuelan á confundirse en el seno tares sagrados y los misterios terribles le traen á la
Qual saturo augel, che non si cali es para ellos el primero de los vicios, y la humildad del Eterno. memoria.»
Ove il cito mostrando altri l’invita. No creamos, sin embargo, que al descubrirlas bases «Es un desacierto, dice el mismo orador en la Peca­
una de las primeras virtudes. Esta sola diferencia de
sobre que descansan las pasiones, el Cristianismo ha dora, amar por sí mismo lo que no puede ser nuestra
Si es llegado el momento de combatir, de deliberar, principios presenta la naturaleza humana bajo un nue­
robado á la vida sus encantos. No; lejos de marchitar felicidad, ni nuestra perfección, ni por lo tanto nues­
de apaciguar una sedición, Bouillon se muestra'en vo punto de vista; debemos, por lo tanto, descubrir en la imaginación , haciéndole tocar y conocer todo , ha
todas partes grande y augusto. Ulises toca á Tersites las pasiones muchas relaciones de que los antiguos no tro reposo; porque amar es buscar nuestra felicidad
esparcido la duda y las sombras sobre las cosas inútiles en el objeto amado; es querer hallar en él todo lo que
con su cetro, y detiene á los griegos prontos á reem­ tenían nocion alguna. á nuestros fines; superior en esto á esa imprudente
barcarse : estas costumbres son sencillas y pintores­ Esto sentado, la raíz del mal es para nosotros la falta á nuestro corazón; es invocarlo para que llene
filosofía que se propone profundizar la naturaleza hu­ este vacio horroroso que sentimos dentro de nosotros,
cas. Pero ved á Godofredo, mostrándose solo á un vanidad, y la del bien la caridad; de manera que las mana y hallar la ciencia de las cosas. No siempre es
ejército amotinado [que le imputa el asesinato de un pasiones viciosas son siempre un compuesto de orgu­ y lisonjearnos con la idea de que será capaz de llenar­
conveniente arrojar la sonda en los abismos del cora­ lo; es mirarlo como el recurso de todas nuestras ne­
liéroe. ¡Cuán noble ytierna es la oración de este cau­ llo, y las pasiones virtuosas un compuesto de amor. zón , pues las verdades que en él se ocultan pertene­
dillo, en quien se ve brillar la conciencia de su virtud! Haced la conveniente aplicación de este principio, cesidades, como el remedio de todos nuestros males,
cen al número de las que reclaman un luz dudosa y como la fuente de todos nuestros bienes.,. Pero este
¡Cuánto se revela en su oración la intrepidez del ge­ y echareis de ver su exactitud. ¿ Por qué las pasiones el efecto de la perspectiva. Es una imprudencia aplicar
neral , que desarmado y con la cabeza desnuda, se que se relacionan con el valor son mas hermosas entre ¡unor á las criaturas tiene por séquito las mas crueles
los modernos que entre los antiguos ? ¿Por qué liemos á cada paso el compás del juicio á la parte afectiva de incertidümbres; dudamos siempre de si nuestro amor
presenta á una soldadesca desenfrenada! nuestro ser, y dar á las pasiones ei mustio colorido es debidamente correspondido; somos ingeniosos en
Un santo y magestuoso denuedo, desconocido á los dado otras proporciones al valor, y transformado en del raciocinio. Esta curiosidad conduce paulatinamen­ hacernos desgraciados, y en crearnos temores, sos­
guerreros de Homero y de Virgilio, anima en el com­ una virtud un impulso brutal ? Porque hemos apelado te á dudar de los rasgos generosos, seca la sensibili­ pechas y zelos; cuanta mayor es nuestra buena fó,
bate al paladín cristiano. Eneas, cubierto con sus ar­ á la virtud cristiana, directamente opuesta á este im­ dad, y mata, por decirlo así, el alma; los misterios tanto mas sufrimos; somos víctimas de nuestra propia
mas divinas, y en pié sobre la popa de su galera, que pulso , esto es, la humildad. De esta mezcla ha nacido del corazón son como los del antiguo Egipto: el pro- desconfianza; pero, harto lo sabéis : no debo venir á
se aproxima á la playa do Rútulo, aparece en heroica la magnanimidad ó la generosidad poética, especie de lano que intentaba descubrirlos, sin estar iniciado en
actitud. Agamenón, semejante á Júpiter cuando fulmi­ pasión (porque los caballeros la elevaron á esta cate­ este lugar á expresarme en el lenguaje de vuestras in­
ellos por la Religión, era al punto castigado de muerte. sensatas pasiones.»
na sus rayos, presenta una imagen llena de grandeza; goría), enteramente ignorada de los antiguos.
pero Godofredo no es inferior al padre de los Césares, Uno de nuestros mas dulces sentimientos, y tal vez Esta enfermedad del alma se declara con irresisti­
ble Impetu no bien se presenta el objeto que debe de­
ni al gefe de los Atridas, en el último canto de la Je- el único que pertenece absolutamente al alma es la CAPITULO IL
amistad, pues en los demás ejercen alguna interven­ sarrollar su germen. Dido se ocupa aun de los trabajos
rusalém. de su naciente ciudad, cuando la tempestad se desen­
El sol acaba de mostrarse: tos ejércitos están frente ción los sentidos, ya en su naturaleza, ya en su ob­ AMOR APASIONADO.
cadena, y trae un héroe. La reina se siente turbada;
á frente, las banderas se desplegan al viento, y los jeto. ¡Cuánto no lia aumentado el Cristianismo los un fuego oculto se inocula en sus venas; empiezan
vistosos plumajes flotan sobre los cascos; los marcia­ encantos de esta pasión celestial, al darlo por base la Dido.
las imprudencias, los placeres las siguen, y en pos
les arreos, los arneses, las armas, los colores, el oro y caridad! Jesucristo durmió sobre el pecho de Juan; y Lo que propiamente llamamos amor es un senti­ llegan el glacial desencanto y los punzantes remordi­
el hierro reflejan los primeros destellos del dia. Caba­ antes do espirar en la cruz, la amistad le oyó pronun­ miento del cual la antigüedad ignoró hasta el nombre. mientos. Dido no tarda en verse abandonada : mira en­
llero sobre rápido corcel, Godofredo recorre las filas de ciar estas palabras, dignas do un Dios: Mater, ecce Solo en los siglos modernos se ha visto formarse esta tonces con horror todo cuanto la rodea, y no ve sino
su ejército; habla, y su discurso es un modelo de elo­ [Mus tuus; discipule, ecce mater lúa. «Madre, lié ahí mezcla de los sentidos y del alma, esta especie de amor abismos. ¿Cómo vino á tierra el edificio de felicidad,
cuencia guerrera. Su cabeza y su rostro resplandecen á tu hijo; discípulo, lié ahí á tu madre.» cuya parte moral es la amistad. Al Cristianismo somos de que una imaginación entusiasta fuera el apasionado
con insólito brillo, el ángel dé la victoria le cubre in­ El Cristianismo, que ha revelado nuestra doble na­
deudores de ese sentimiento perfeccionado ; él, cuya arquitecto? ¡ Palacio de nubes, que momentáneo do­
visiblemente con sus alas. Reina en breve un profundo turaleza y patentizado las contradicciones de nuestro constante tendencia es depurar el corazón, consiguió rara un sol próximo á su ocaso! Dido vuela, busca,
silencio : las legiones se arrodillan y adoran al que der­ ser; que lia hecho ver la parte sublime y la parte mez­ imprimir un sello de esplritualismo en la inclinación llama á Eneas, y le dice :
ribó á Goliat por la mano de un joven pastor. Suena de quina de nuestro corazón; que á su vez está lleno de que menos capaz de él parecía. Hé aquí un nuevo re­
improviso la entusiasmadora trompeta: los soldados contrastes, como nosotros, pues nos presenta á un Disimulare etiam sperasti? etc.
curso de situaciones poéticas, suministrado por esa
cristianos se levantan, y animados del furor del Dios Hombre-Dios, á un Niño señor de los mundos; al Cria­ religión tan denigrada, á los mismos autores que la de­ «¡Pérfido! ¿Esperabas ocultarme tus destinos, y fu­
de los ejércitos, caen como una nube mensajera de dor del universo saliendo del seno de una criatura; el primen ; en multitud de novelas pueden verse las be­ garte clandestinamente de esta tierra? ¡Ni nuestro
muerte sobre los batallones enemigos. Cristianismo, decimos, considerado bajo al aspecto de
llezas que se han sacado de esta pasión semi-cristiana. amor, ni esta mano que te he entregado, ni Dido
los contrastes, es por excelencia la religión de la El carácter de Clementina, en Richardson, es por
amistad. Este sentimiento se robustece, así por las pronta á darse la muerte, pueden detener tus pa­
ejemplo, una obra maestra, cuyo modelo no presenta sos! etc.»
LIBRO TERCERO, oposiciones como por las semejanzas. Para que dos
hombres sean íntimamente amigos, deben atraerse y
la Grecia. Pero penetremos en este asunto, y antes de ¡ Qué perturbación, qué vehemencia, qué verdad
hablar del amor campestre, consideremos el amor brillan en la elocuencia de la vendida reina! Los sen­
Continuación »le la Poesía en sus rechazarse sin cesar por algún concepto; necesítase que apasionado. timientos se agolpan de tal modo en su corazón, que
relaciones con el liomtore. — Pa­ estén dotados de genios de igual fuerza, pero dedife- Este amor no es'tan santo como la piedad conyugal, los expresa de una manera confusa, incoherente, á
siones. rente especie; de opuestas opiniones, pero de princi­ ni tan grandioso como el sentimiento de los pastores; intervalos, cual se aglomeran en sus labios. Adviér­
pios semejantes; de odios y de amores diferentes, pero pero, mas intenso que aquel y este, devasta las al­ tanse las autoridades que en sus ruegos emplea. ¿ Ha­
de la misma sensibilidad en el fondo; de temperamen­ mas en que reina. No apoyándose en la gravedad del bla en nombre de los dioses, ó en nombre de un cetro?
CAPITULO I. tos contradictorios, pero de inclinaciones idénticas; matrimonio, ó sobreda inocencia de las costumbres ¡No! ni aun hace valer á Dido desdeñada; sino que
Que el Cristianismo lia cambiado la índole de las pasio­ en una palabra, de grandes contrastes de carácter y campestres; no añadiendo ningún otro prestigio al mas humilde, mas enamorada, solo implora a) hijo
nes, al cambiar las bases del vicio y de la virtud. de grandes armonías de corazón. suyo, es en sí mismo su propia ilusión , su propia lo­ de Venus con sus lágrimas, con la propia mano del fe­
Este calor con que la caridad vivifica las pasiones cura, su propia sustancia. Ignorada del artesano, harto mentido. Si á esto añade el recuerdo del amor, no lo
Pasemos ya del exámen de los caracteres al estudio virtuosas, les imprime un carácter divino. Entre los ocupado, y del labrador harto sencillo, esta pasión no hace sino extendiéndolo sobre Eneas :Por nuestro hi­
de las pasiones. Fácil es conocer que al hablar de los antiguos, el porvenir de los sentimientos no llegaba existe sino en esas clases de la sociedad en que el ocio meneo , por nuestra empezada unión :
primeros nos lia sido imposible no rozarnos un poco mas allá del sepulcro, en donde naufragaba. Amigos, njs sobrecarga con el peso de nuestro propio corazón,
con las segundas; poro nos proponemos tratar de ellas padres, hermanos y esposos, se separaban á las puer­ Per connulna nostra, per ¡aceptos liymenaios...
con su inmenso amor propio y sus eternas inquie­
con mas extensión. tas de la muerte, conociendo que esta separación era tudes. Invoca también los lugares testigos de su felicidad,
Si existiese una religión que se ocupase incesante­ eterna: el colmo de la felicidad entre los griegos y los . Es tan cierto que el Cristianismo proyecta una viví­ porque los desgraciados hán por costumbre asociar á
mente de poner un freno á las pasiones humanas, esta romanos se reducía á mezclar sus cenizas; mas, ¡ cuán sima claridad en el abismo de nuestras pasiones, que sus sentimientos los objetos que les rodean; abando­
religión alimentaria el juego de las pasiones en el triste no debia ser una urna que solo encerraba re­ los oradores eclesiásticos son los que han pintado con nados de los hombres, se afanan en crearse apoyos,
drama y en la epopeya, y seria mas favorable á la pin- cuerdos ! El politeísmo habia establecido al hombre en mas fuerza y energía los desórdenes del corazón hu­ animando con sus dolores los seres insensibles. Aquel
rura de los sentimientos que otra cualquiera institu— las desiertas regiones de lo pasado; el Cristianismo le 4*
76 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
techo, aquel hogar hospitalario, donde poco antes nias y arranques del alma, de que nunca tuvieron EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 77
acogiera al ingrato, son los verdaderos dioses de Dido. idea los antiguos. Entre estos se hallan meros bosque­ sidadme confunde, su justicia... Ha formado al hom­ quila que nos inspire fortaleza y nos haga partícipes de
Luego, con esa delicadeza propia de la mujer, y de jos de sentimientos, por decirlo así, pero pocas veces bre débil, y por esto es clemente sin dejar de ser justo; la calma de que disfruta, ¡cuánta delicia no será ha­
la mujer apasionada, recuerda alternativamente á un sentimiento acabado. Aquí se ve todo el corazón: el Dios de las venganzas es el Dios de los protervos.' blar de nuestras pasiones al Ser impasible á quien no
Pigmalion y á Yarbas, para despertar, ya la genero­ No puedo temerle por mí, ni implorarlo contra otro. pueden turbar nuestras confidencias, y de nuestras
C’est Venus tout entière a sa proie attachée!
sidad, ya los zelos del héroe troyano. Y . apelando á ¡ Oh Dios de paz y de bondad! Yo te adoro, porque flaquezas al Ser Omnipotente que puede comunicarnos
un rasgo postrero de pasión y de infortunio, la altiva y el grito mas enérgico que la pasión ha hecho oir en conozco que soy tu obra; y porque esporo hallarte en un poco de su fuerza ! Fácil es concebir los éxtasis de
reina de Cartago llega hasta desear que un tierno tiempo alguno, es tal vez este : el Juicio final tal coma hablas á mi corazón durante esos hombres santos que, retirados á la cumbre de las
Eneas, párvulas Eneas, quede á lo menos á su lado mi vida.»
Hélas! du crime affreux dont la honte me suit, montañas, ponian toda su vida á los piés de Dios ta­
para consolar su dolor, aunque sea en testimonio de Jamais mon triste cœur n’a recueilli le fruit.
¡ Cuan felizmente se adunan en este cuadro el amor ladraban á fuerza de amor las bóvedas de la eterni­
su afrenta. La infeliz imagina que tantas lágrimas, y la Religión ! Este estilo, estos sentimientos no tie­ dad, y conseguían contemplar la luz primitiva. Julia
tantas imprecaciones y tantos ruegos, serán razones á Brilla aquí una mezcla de sentidos y de alma, de nen modelo en la antigüedad. Preciso seria ser de­ se acerca sin saberlo á su fin, y las sombras del se­
que Eneas no podrá resistir; en tales momentos de desesperación y de furor amoroso , que sobrepuja toda mente para rechazar un culto que hace salir del co­ pulcro, que empiezan á entreabrirse para ella, permi­
locura, las pasiones, incapaces de abogar con buen expresión. Esta mujer, que se consolaría con una razón acentos tan tiernos, y que por decirlo así, ha ten brillar á sus ojos un rayo de la Excelencia divina.
éxito por su causa, creen hacer uso de todos sus me­ eternidad de sufrimientos, si hubiese gozado un ins­ añadido nuevas cuerdas al alma. La voz de esta mujer moribunda es dulce y triste ; son
dios, cuando tan solo hacen oir todos sus acentos. tante de felicidad; esta mujer que no se halla en el ¿Queréis otro ejemplo de este nuevo lenguaje de las los últimos rumores del viento que se retira de los
carácter antiguo, es la cristiana reproba, es la pe­ pasiones, desconocido del politeísmo? Pues oid á Cle­ bosques, los postreros murmullos de un mar que
cadora que ha caído viva en manos de Dios; sus pala­ mentina ; sus palabras son tal vez mas naturales, mas abandona sus playas.
CAPITULO III. bras son las palabras del precito. tiernas, y mas sublimemente sencillas que las de La voz de Heloisa es mas enérgica. Esposa de Abe­
CONTINUACION DEL ANTERIOR. lardo, vive, y vive para Dios. Sus desgracias han sido
«Accedo, señor, con todu mi corazón á que miréis tan imprevistas como terribles. Precipitada del mundo
CAPITULO IV. con ocho, con desprecio y horror á la desventurada
LaFedra de Racine. al desierto, ha entrado súbitamente y con todo su fue­
CONTINUACION DE LOS ANTERIORES.
Clementina; pero os suplico por el interés de vuestra go en la helada atmósfera de un monasterio. La Reli­
Pudiéramos contentarnos con oponer á Dido la Fe- alma inmortal, que os reconciliéis con la verdadera gion y el amor ejercen un imperio simultáneo sobre su
dra de Racine, mas apasionada que la reina de Carta­ Julia d’ Etange.—Clementina. Iglesia. ¿ Qué me respondéis señor? (siguiendo con su corazón. La naturaleza rebelde, aprisionada en todo
go , pues es en efecto una esposa cristiana. El temor encantador semblante el mió, que mantenía aun su vigor por la gracia, se debate en vano en brazos del
de las llamas vengadoras y de la eternidad formidable Nuestra paleta cambia de colores : el amor apasio­ vuelto, porque no me hallaba con fuerza para mi­ cielo. Dad un Racine, por intérprete á Heloisa, y el cua­
de nuestro infierno, trasp'ora en el papel de esta crimi­ nado y terrible en la Fedra cristiana no hace oir en la rarla). Decidme, señor, que venís en ello; siempre dro de sus sufrimientos borrará mil veces el de los in­
nal mujer, especialmente en la escena de los zelos, devota Julia sino melodiosos suspiros ; es una voz in­ os he creído dotado de corazón recto y sensible; de­ fortunios de Dido, merced al efecto trágico, al lugar
que, como es sabido, es una invención del poeta. El decisa que sale del santuario de paz, un grito de amor cidme que osrendis á la verdad. No os lo pido por mí, de la, escena, y á cierto carácter de solemnidad que
incesto no era tan raro y monstruoso entre los anti­ que prolonga, prestándole mas dulzura, el eco reli­ pues ya os he dicho que considero los desprecios como el Cristianismo imprime á los objetos que reviste con
guos, que excitase semejantes zozobras en el corazón gioso de los tabernáculos. patrimonio mió; no se dirá que os habéis doblegado á su grandeza:
del culpable. Es verdad que Sófocles hace morir á Yo- «El país de las quimeras es en este mundo el único Jas instancias de una mujer; no! solo vuestra concien­
casta en el momento en que sabe su falta, pero Eurí­ digno de ser habitado ; y tal es la nada de las cosas cia tendrá este honor. No os ocultaré lo que medito Helas! tels sont les lieux ou, captive, enchainée,
pides la hace vivir mucho tiempo después. Si hemos humanas, que exceptuando el Ser que existe por sí respecto de mí misma. Viviré en una paz profunda (y Je trains dans les pleurs ma vie infortunée.
de creer á Tertuliano , los infortunios de Edipo solo mismo, solo es hermoso lo que no es............................ se levantó con un aire de dignidad aumentado por Cependant, Abailard, dans cetaffreux séjour,
excitaban entre los macedonios las chanzonetas de los su espíritu de religión); y cuando el ángel do la Mon cœur s’enivre encor du poison de l’amour.
espectadores. Virgilio no coloca á Fedra en los infier­ »Una secreta languidez se oculta en el fondo de mi muerte se deje ver Je alargaré la mano, y le diré: Je n’y dois mes vertus qu’à ta funeste absence,
nos, sino solamente en aquellos bosquecillos desiertos, corazón : lo siento vacío é hinchado, como en otro Acércate, ¡ oh ministro de paz! Yo te sigo á las re­ Et je maudis cent fois ma punible innocence.
en aquellos campos de llantos, lugentes campi ,por tiempo decias del tuyo ; el cariño que profeso á lo que giones á que anhelo llegar,,y allí guardaré un puesto O funeste ascendant, 6 joug impérieux'
donde vagan esos amantes que ni aun en la muerte amo no basta para llenarlo, pues le sobra una fuerza al hombre para quien no lo deseaba poco há; pero á Quels sont donc mes devoirs, et qui suis-je en ces lieux’
se despojan de sus cuitas : inútil que no sabe en qué invertir. Este pesar es ca­ cuyo lado quiero estar eternamente sentada.» Perfide! de quel nom veux tu que l’on te nomme?
prichoso , no lo niego, mas no por ello es menos posi­ i Ah! el Cristianismo es un bálsamo para nuestras Toi, l’épouse d’un Dieu, tu brûles pour un homme!
caræ non ipsa in morte relinquunt. tivo. Soy demasiado feliz, amigo mió, y la felicidad tiendas, cuando las pasiones concitadas en nuestro Dieu cruel, prends pitié du trouble où tu me vois,
Asila Fedra de Eurípides, como la de Séneca, te­ me hastia.......................................................................... seno empiezan á aplacarse, ó por el infortunio ó por A mes sens mutinés ose imposer tes lois.
men mas á Teseo que al Tártaro. Ni aquella ni esta se la duración. Adormece el dolor, fortifica la resolución
Le pourras-tu ? grand Dieu ! Mon désespoir, mes larmes,
producen como la Fedra de Racine : »No encontrando, pues, en la tierra cosa alguna vacilante y evita las recaídas, combatiendo, en un Contre un cher ennemi te demandent des armes;
que le baste, mi alma busca con avidez en otra parte alma recien curada, el peligroso poder de los recuer­ Et cependant, livrée á de contraires vœux,
Moi jalouse! et Thésée est celui que j’implore! un objeto que la llene, remontándose al origen del dos ; nos rodea de paz y de luz, y restablece para no­ Je crains plus tes bienfaits que l’excès de mes feux.
Mon époux est vivant, et moi je brûie encore! sentimiento y del ser; allí pierde su sequedad y lan­ sotros esa armonía de las cosas celestiales que Pitá—
Pour qui? quel est le cœur où prétendent mes vœux? goras oia en el silencio de sus pasiones. Como promete
Chaque mot sur mon front fait dresser mes cheveux. guidez ; allí renace y se reanima; allí encuentra un Es imposible que la antigüedad produjese tal esce­
Mes crimes dérsormais ont comblé la mesure : nuevo resorte, y se siénte animada de una nueva exis­ siempre una recompensa porcada sacrificio, se cree na, porque no tenia tal Religion. En vano se tomará
Je respire á la fois l’iaceste et l’imposture ; tencia extraña á las pasiones del cuerpo, ó por mejor que nada se le cede al cederle todo; como ofrece á cada por heroína áuna vestal griega ó romana, pues nunca
Mes homicides mains, promptes á me venger, decir, que no está en mí misma, sino que reside por Paso un objeto mas hermoso á nuestros deseos, satis- se establecerá este combate entre la carne y el espíri­
Dans la sang innocent brûlent de se plonger. entero en el ser inmenso que contempla; y despren­ lace la natural inconstancia de nuestros corazones; el tu , que constituye el interés de la situación de Heloi­
Misérable! et je vis! et je soutiens la vue. dida por un momento, de sus lazos, se consuela, es­ alma se halla con su ayuda en el éxtasis de un amor sa , y que solo pertenece al dogma y á la moral del
De ce sacré soleil dont je suis descendue! perando que este ensayo de un estado mas sublime naciente; amor inefable, porque sus misterios son los Cristianismo. Recordad que aquí veis reunidas lamas
J’ai pour aïeul le père et le maître des dieux ; na la inocencia y la pureza.
Le ciel, tout l’univers est plein de mes aïeux: llegará algún dia á ser el suyo....................................... impetuosa de las pasiones, y una religion amenazado­
Où me cacher? Fuyons dans la nuit infernale. ra que jamás contemporiza con nuestras viciosas ten­
Mais que dis-je! mon père y tient l’urne fatale ; »Cuando pienso en todos los beneficios de la Pro­ CAPITULO V. dencias. Heloisa se abrasa de amor, pero en su der­
Le sort, dit-on, l’a mise en ses sévères mains : videncia, me avergüenzo de mostrarme sensible á tan redor se elevan muros de hielo; todo se extingue bajo
Minos juge aux enfers tous les pâles humains. ligeros pesares, olvidando tan grandes mercedes. . . CONTINUACION DE LOS ANTERIORES. los insensibles mármoles; allí esperan su caida ó su
Ah! combien frémira son ombre épouvantée, triunfo llamas eternas, ó recompensas sin fin. No hay
Lorsqu’il verra sa fille ases yeux présentée, »Cuando la tristeza me sigue á mi pesar á él (a su Abelardo y Heloisa.
Contrainte d’avouer tant de forfaits divers, que esperar transacción alguna, porque el Criador y
Et des crimes peut-être inconnus aux Enfers! oratorio), algunas lágrimas derramadas en presencia la criatura no pueden habitar juntos en una misma
de aquel que alivia todos los dolores, tranquilizan mi Julia, atraida á la Religión por medio de infortunios alma. Dido no pierde sino un amante ingrato ; ¡ mas
Quediras-tu, mon père, à ce spectacle horrible?
Je crois voir, de ta main tomber l’urne terrible; corazón al instante. Nunca mis reflexiones son amar­ comunes, permanece en el mundo; y precisada á ocul­ ah! Heloisa se siente atormentada de muy diferente
Je crois te voir cherchant un supplice nouveau; gas , ni dolorosas, y hasta mi arrepentimiento está tarle su pasión, recurre en secreto á Dios, porque sed. Le es indispensable elegir entre Dios y un aman­
Toi-méme de ton sang devenir le bourreau. exento de zozobras, pues mis culpas me inspiran ma­ '■lene la certidumbre do hallaren este padre indulgen­ te fiel cuya desgracia ha causado ; ui crea que podrá
Pardonne. Un dieu cruel a perdu ta famille : nos temor que vergüenza; tengo pesares, mas no re­ te ios consuelos que le negarían los hombres. Com­ consagrai en secreto á Abelardo la menor parte de su
Reconnais sa vengeance aux fureurs de ta fille. mordimientos. plácese en confesarse en el tribunal supremo, porque corazón, pues el Dios del Sinai es un Dios zeloso un
Hélas! du crime affreux dont la honte me suit, solo él puede absolverla; y también, acaso, ¡ involun­ Dios que quiere ser amado con preferencia, y que cas­
Jamais mon triste cœur n’a recueilli le fruit. »El Dios á quien sirvo es un Dios clemente, un pa­
dre; lo que me cautiva es su bondad, que hace desa­ tario resto de debilidad! porque al recurrir á él habla tiga hasta la sombra de un pensamiento, hasta el sue­
Esto incomparable fragmento presenta una grada­ parecer á mis ojos sus demás atributos; su bondad es a todas horas de su amor. ño que se dirige á otro.
ción de sentimientos, una ciencia de tristeza, {le ago- lo único que concibo. Su poder me admira, su inmen- Si hallamos tanto placer en revelar nuestras penas Creemos conveniente notar aquí un error de Colar-
«algún hombre superior, á alguna conciencia tran- deau, porque participa del espíritu de su siglo, y
BIBLIOTECA DE GASPAR y roig. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 79
puede proyectar alguna claridad sobre el asunto de Empero, como mas adelante hablaremos de los mo­ mas-. Mediante el juego de multitud de aa , y de una Ellas me abrazan 'con mas frecuencia que tú. Creo,
nasterios con alguna extensión, nos parece oportuno pronunciación larga y abierta, se cree sentir la calma pues, que me has encantado con tu bondad. Toma,
que tratamos. Su carta de Heloisa tiene cierto matiz de los cuadros de la naturaleza y oir el habla sencilla querida mía, esa rama de limonero en flor, que he co­
filosófico , que no se advierte en el original de Pope. detenernos aquí, para evitar enojosas repeticiones.
de un pastor. gido en el bosque, para que la coloques durante la no­
Después del fragmento citado, se leen estos versos : Obsérvesela naturalidad de las quejas del Cíclope. che cerca de tu lecho. Come este panal que he tomado
CAPITULO VI. Polifemo habla del corazón, y no puede dudarse ni un para tí en la punta de un peñasco; pero antes reclina
Chères sœurs, de mes fers compagnes innocentes,
Sous ces portiques saints, colombes gémissantes, AMOR CAMPESTRE.
momento quesus suspiros son la imitación do un poeta. tu cabeza en mi seno, y descansaré.»
Vous qui ne connaissez que ces faibles vertus Mas, ¡con cuán apasionada sencillez no hace el desven­ Virginia le respondía : «¡Oh hermano mió! Los ra­
Que la religion donne... et que je n’ai plus ; turado amante la pintura de su fealdad ! No hay cir­ yos del sol, al aparecer sobre esas rocas, me causan
Vous qui, dans les langueurs d’un esprit monastique, E! Cíclope y Galatea.
cunstancia, hasta la del ojo espantoso, de que Teócrito menos alegría que tu presencia...................................
Ignorez de l’amour l’empire tyrannique ; no haya sabido sacar un brillante partido; tan cierta
Vous enfin qui, n’ayant que Dieu seul pour amant, Tomaremos por objeto de comparación entre los an­
Aimez par habitude, et non par sentiment, tiguos , en los amores campestres, el idilio del Ciclope es la observación de Aristóteles, tan bien traducida por »¿Mepreguntas por qué me amas? Todos los seres
Que vos cœurs sont heureux, puisqu’ils sont insensibles ! y de Galatea. Este poema es una de las obras maes­ ese Despreaux, que tuvo genio á fuerza de tener que lian crecido juntos se aman. Mira si no, nuestros
Tous vos jours sont sereins , toutes vos nuits paisibles ; tras de Teócrito, y aunque el de la Maga le es quizá razón: pajarillos: criados en los mismos nidos, se aman co­
Le cri des passions n’en trouble point le cours. superior por la vehemencia de la pasión, es menos mo nosotros, y están siempre juntos como nosotros.
D‘ un pinceau delicat I‘artífice agreable
Ah ! qu’Héloïse envie et vos nuits et vos jours ! pastoril. , Du plus affreux objet fait un objet aimable. Escucha cómo se llaman y se responden de un árbol á
El Cíclope, sentado eu un peñasco, a orillas del otro. Del mismo modo, cuando el eco me hace oir los
Estos versos, que por otra parte no carecen de
mar de Sicilia, canta en estos términos sus penas, Sabido es que los modernos, especialmente los fran­ aires con que resuena tu flanta, yo los repito en este
abandono y dulzura , no son del autor inglés. Apenas ceses, han brillado poco en el género pastoril. No obs­ valle...............................................................................
se descubren en ellos algunos restos de este pasaje, recorriendo con 1a. vista las olas :
«¡ Encantadora Galatea 1 ¿ por qué rechazas los des­ tante, Bernardino de Saint-Pierre na excedido, en
que traducimos literalmente : velos de un amante, tú, cuyo rostro es tan blanco nuestro concepto, á los bucolistas de Italia y Grecia. »Ruego á Dios todos los dias por mi madre, por la
« ¡ Dichosa la virgen sin mancha que olvida el mun­ Su novela, ó por mejor decir, su poema de Pablo y Vir­ tuya, por tí y por nuestros pobres criados; pero cuan­
do, y á quien el mundo olvida! La eterna alegría de como la leche que encierran mis cestas de junco; tu,
mas tierna que el corderillo, mas voluptuosa que la ginia , pertenece al corto número de esos libros que do pronuncio tu nombre, me parece que mi devoción
su alma es saber que todas sus plegarias son escucha­
ternera, mas fresca que el racimo no sazonarlo aun adquieren en pocos años bastante antigüedad, para se aumenta, y pido fervorosamente á Dios que no te
das, todos sus votos cumplidos. El trabajo y el des­ que se pueda citarlos sin temer comprometer el juicio acontezca mal alguno. ¿Por qué vas tan lejos y á tanta
canso se distribuyen igualmente sus dias; su fácil por los rayos del sol ? Tú te deslizas por estas playas,
cuando eídulce sueño me aprisiona, buyes cuando el que sobre ellos se emita. altura á buscarme frutos y flores? ¿No tenemos bastan­
sueño cede sin esfuerzo al llanto y á las vigilias. Sus tes en el jardín? ¡Cuán cansado llegas 1 ¡Estás bañado
deseos son sensatos, y sus gustos siempre uniformes; dulce sueño se aleja de mí, y me temes como el cor­
dero teme al lobo encanecido por los años. Yo no he de sudor! »Y así diciendo, enjugaba con su blanco pa­
se consuela con sus lágrimas; y sus suspiros son para CAPITULO Vil. ñuelo la frente de Rabio, besándole una y otra vez.
el cielo. La gracia difunde en su derredor sus. mas dejado de adorarte desde el dia en que viniste con mi
madre á despojar la montaña de sus tiernos jacintos; Lo que importa examinar en esta pintura, no es el
tranquilos rayos; los ángeles le soplan en silencio los CONTINUACION DEL ANTERIOR.
por qué es superior al cuadro de Galatea, (superiori­
mas deliciosos ensueños. El Esposo prepara paia ella yo te trazaba el camino. Desde aquel momento, des­
pués de aquel momento y aun hoy, me, es imposible Pablo y Virginia. dad harto evidente para no ser de todos reconocida),
el anillo nupcial; las cándidas vestales entonan por vivir sin tí. Y no obstante, ¿te curas de mis ansias? sino el por qué debe su excelencia á la Religión; estu­
ella alegres cantos de himeneo; por ella florece la rosa El viejo, sentado en la montaña, cuenta la historia diemos, en una palabra, su sello cristiano.
de Edem , que no se marchita, y los serafines espar­ En nombre de Júpiter, ¿te curas de mis ansias?...
Empero, aunque soy tan horroroso, tengo no obstante de las dos familias desterradas, y refiere los trabajos, Es cierto que el encanto de Pablo y Virginia con­
cen los perfumes de sus alas. Muere en fin al sonido los amores y los desvelos de su vida. siste en cierta moral melancólica que brilla en la obra,
de las harpas celestiales, y se desvanece en las visio­ mil ovejas cuyas ricas ubres ordeña mi mano, y cuya
espumosa leche bebo. El verano, el otoño y. el invier­ «Pablo y Virginia no tenian relojes ni almanaques, y que’pudiera compararse con el uniforme resplandor
nes de un dia eterno. » no bailan siempre numerosos quesos en mi gruta, y ni libros de cronología, historia ó íiiosofía, por lo cual que la luna derrama sobre una soledad matizada de
No podemos comprender cómo un poeta ha podido los períodos de su vida se ajustaban á los de la natu­ llores. Cualquiera que baya meditado el Evangelio,
alucinarse hasta el punto de sustituir á esta descrip­ mis redes están siempre llenas de esquisita pesca.
Ningún cíclope podría, con mejor título que yo, can­ raleza. Conocían las horas del dia por la sombra de los debe confesar que sus divinos preceptos tienen preci­
ción una vulgaridad acerca de las languideces mo­ árboles; las estaciones por los tiempos en que daban samente este carácter de tristeza y de ternura. Ber­
násticas. ¿Quién no conoce cuán hermosa y dramática tarte en la flauta , ¡ oh virgen nueva! Ninguno podría
celebrar tus atractivos con tanto arte como yo, du­ sus llores ó sus frutos, y los años por el número de nardino de Saint-Pierre, que en sus Estudios de la
es esta oposición que Pope lia querido establecer en­ sus cosechas. Estas dulces imágenes daban el mayor naturaleza, se propone justificar los designios de
tre los pesares y el amor de Heloisa, y la paz y la cas­ rante la noche y las tempestades. .....
»Alimento por tí once ciervas próximas ájlar a luz atractivo á sus conversaciones. «Es hora de comer, de­ Dios, y probar la hermosura de la Religión, debió ali­
tidad de la vida religiosa? ¿Quién no conoce cuan cía Virginia á su familia, pues las sombras de los ba­ mentar su espíritu con la lectura de los libros santos.
agradablemente alivia esta transición el alma coraba^ sus cervatillos. Crio también cuatro pequeños osos,
robados á sus montaraces madres; ven, que tuyas se­ nanos están á sus piés; » ó bien: «La noche se acerca, Su égloga es tan interesante porque representa á dos
tida por las pasiones, y cuán nuevo precio da luego a pues los tamarindos cierran sus hojas.—¿Cuándo ven­ familias cristianas que viven á la vista del Señor, en­
rán tantas riquezas. Deja que el mar se estrelle ira­
los movimientos que renacen de estas mismas pasio­ drás á vernos? le preguntaban algunas amigas de la tre su palabra en la Biblia, y sus obras en el desierto.
nes? Si la filosofía es á propósito para algo, no lo será cundo en estas riberas; tus noches serán mas felices,
si las pasas á mi lado en mi caverna. Frondosos laure­ vecindad.—A las cañas de azúcar, respondía Virgi­ Agregúense á esto la indigencia y esos males del alma
ciertamente para la pintura de las tempestades del nia.—Tu visita nos será aun mas dulce y agradable cuyo único remedio es la Religión, y tendréis todo el
les y altos ciprcses murmuran á su. entrada, y la
corazón, pues lia sido directamente inventada para que ellas,» replicaban las jóvenes. Cuando le pregun­ asunto del poema. Los personajes son tan sencillos co­
aplacarlas. Heloisa, filosofando sobre las débiles vir­ negra yedra y la viña cargada de racimos cubren su
oscuro interior; no lejos murmura un fresco arroyuelo taban cuál era su edad y la de Pablo, decia: «Mi her­ mo el argumento : dos hermosos niños, cuya cuna y
tudes de la Religion, no habla como la verdad, ni
que el cano Etna derrama de sus nevadas cumbres y mano tiene la edad del gran cocotero de la fuente,, y sepulcro se ven, dos fieles esclavos y dos piadosas ma­
como su siglo, ni como la mujer, ni como el amor : en yo la del mas pequeño. Los plátanos han dado doce tronas. Aquellas honradas familias tienen un historia­
de sus laderas cubiertas de pardos bosques. ¡ Cómo!
tales frases solo se ve al poeta, y lo que. es aun peor, veces sus frutos, y los naranjos veinte y cuatro veces dor digno de su vida : un respetable anciano que ha
; Preferirías aun los mares y sus inconstantes olas ? Si
la edad de los sofismas y de la declamación. sus flores, desde que estoy en el mundo.» Su vida pa­ ermanecido solo en la montaña, y que, habiendo so­
mi erizado pecho ofende tu vista, tengo robustas en­
Véase pues como la irreligión destruye la verdad y recía identificada con la de los árboles, como la de los revivido á todo lo que amaba, narra á un viajero los
cinas , y un agradable fuego oculto en la ceniza ; que­
desfigura los movimientos de la naturaleza. Pope, que faunos y las dríadas. No conocían mas épocas históri­ infortunios de sus amigos, sobre los restos de sus ca­
florecía en mejores tiempos , no incurrió en la falta de ma, que todo me será dulce si procede de tu mano,
quema si quieres, hasta mi único ojo, este ojo que cas que las que comprendían las vidas de sus madres, bañas.
Colardeau. Este autor conservaba la buena tradición ni mas cronología que la de sus jardines, ni mas filoso­ Añadamos que estas bucólicas australes están llenas
del siglo de Luis XIV, del cual es una especie de tengo en mas que mi vida. ¡ Ah! ¿ Por qué no me dio
mi madre ligeros remos como al pez, para hender las fía que hacer bien á todos y conformarse con la voluntad de recuerdos de las Escrituras. En unas se ve á Ruth,
prolongación ó de reflejo el de la reina Ana. Torne­ de Dios............................................................ ................. en otras á Sófora, en otras el Edem y nuestros prime­
mos á las ideas religiosas, sí concedemos algún precio mansas ondas ? ¡ Oh! ¡ Cuán gozoso bogaría hacia mi
Galatea! ¡Con cuánto amor besaría su mano, si me ros padres; estas sagradas reminiscencias envejecen,
á las obras del genio; la Religion es la verdadera filo­ Algunas veces decia Pablo á Virginia , al regresar por decirlo así, las costumbres del cuadro, confundien­
sofía de las bellas-artes, porque no separa, como la negaba sus labios! Si; yo te llevaría ó blancas azuce­
nas , ó tiernas adormideras de purpurinas hojas; de sus trabajos : «Cuando me siento fatigado, tu vista do con ellas las del antiguo Oriente. La misa, las pre­
sabiduría humana, la poesia de la moral, y el amor restaura misfuerzas. Y cuando, desde la cima delmon- ces, los Sacramentos y las ceremonias de la Iglesia,
aquellas crecen en estío, florecen estas en invierno;
de la virtud. por esto no podría ofrecértelas al mismo tiempo.. .» te te descubro en el fondo de este valle, me pareces, que el autor menciona á cada paso, aumentan también
Por lo demás, pudiéramos hacer otras interesantes en medio de nuestros jardines, un capullo de rosa. . . las bellezas religiosas de la obra. Él sueño de madama
observaciones respecto de Heloisa, con relación al No de otro modo aplicaba Polifemo á la herida de
su corazón el díctamo inmortal de las Musas, aliviando «Aunque te pierda de vista por entre los árboles, no de La Tour está esencialmente enlazado con lo que
solitario albergue donde ocurre la escena. Aquellos
así su vida mas dulcemente que á beneficio de todo necesito verte para volver á hallarte; alguna parte de nuestros dogmas tienen de mas grande y tierno. Reco­
claustros, aquellas bóvedas, aquellos sepulcros y aque­ tí misma que no puedo expresar, queda para mí en el nócese además al cristiano en esos preceptos de resig­
llas austeras costumbres, en completo contraste con lo que se compra á peso de oro.
Este idilio respira amor. El poeta no podía hacer aire por donde pasas, y en la yerba donde te sientas. . nación á la voluntad de Dios, de obediencia filial, de
el amor, deben aumentar su intensidad y su tristeza. . «Dime: ¿cuál es el encantó con que has podido cau­ caridad para con los pobres, y en una palabra, en esa
Una cosa es consumir rápidamente la vida en una ho­ una elección de palabras mas delicadas y armoniosas.
El dialecto dórico añade á sus versos un tono de sen­ tivarme? ¿Es por ventura por tu talento?Nuestras ma­ dulce teología que respira ¿1 poema de Bernardino
guera , como la reina de Cartago, otra es abrasarse dres tienen mas que nosotros. ¿Será por tus caricias? de Saint-Pierre. Hay mas: la Religión es la que en
cillez que no puede conservarse en los modernos iuio-
con lentitud, como Heloisa, en el altar de la Religion.
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GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 81

realidad determina la catástrofe, pues Virginia muere sepulcro, libre de sus temores y dudas, vuela al lugar no se deja sorprender por las insidiosas persuasiones POLYEUCTE.
por conservar una de las virtudes mas recomendadas de vida, donde contempla durante una eternidad lo de su enemigo.» Eternelles clartés !
por el Evangelio. Absurdo hubiera sido hacer morirá que es verdadero, inalterable, y superior á la opinión. Esta pasión cristiana, esa lid eterna entre los amo­ PAULINE.
una griega, por no querer desnudarse desús vestidos. ¡Cuántos mártires no ha hecho esta esperanza de po­ res del cielo y los de la tierra, han sido pintados en Tu préférés la mort â l’amour de Pauline !
Pero la amante de Pablo es una virgen cristiana, y es­ seer á Dios! ¿Qué soledad no ha oido los suspiros de la siguiente escena del Polieuctes de Corneille, pues POLYEUCTE.
te hecho, ridículo en creencias menos puras, es subli­ esos rivales que se disputaban el objeto de las adora­ este eminente varón, menos descontentadizo que los
me en este caso. Vous préférez le monde á la bonté divine, etc., etc.
ciones de los serafines y los ángeles? Aquí vemos á genios del dia, no juzgó el Cristianismo inferior
Finalmente, este carácter del género pastoril no se un Antonio que erige un altar en el desierto, y que al suyo: Examínense estos admirables diálogos, á estilo de
asemeja á los idilios de Teócrito , ni á las églogas de durante cuarenta años se inmola, ignorado de los POLYEUCTE. Corneille, en donde la franqueza de las réplicas, la ra-
Virgilio, ni á las grandes escenas rústicas de Hesiodo, hombres; allí á un San Gerónimo, que abandona á Ro­ idez del giro y la elevación de los sentimientos em-
Homero y la Biblia; pero recuerda cierta cosa inefable, ma, atraviesa los mares, y va, como Elias, á buscar elesan siempre al espectador. ¡ Cuán sublime es Po­
como la parábola del Buen Pastor echándose de ver un retiro en las orillas del Jordán. El infierno que no Si mourir pour son prince est un illustre sort, lieuctes en esta escena! ¡Qué grandeza de alma, qué
que solo un cristiano pudo suspirar los evangélicos amo­ le deja tranquilo, le presenta la imágen de Roma con Quand on meurt pour son Dieu, quelle sera la mort! divino entusiasmo, qué dignidad ostenta! La mesura y
res de Pablo y Virginia. todos sus encantospara atormentarle; mas él resiste tan PAULINE. la nobleza del carácter cristiano se dejan ver hasta en
Tal vez se nos objete que no es el encanto tomado rudos asaltos, y combate cuerpo á cuerpo con sus pasio­ Quel Dieu ? esos vos, opuestos al tú de la hija de Félix ; esto solo
de los libros santos lo que da á Bernardino de Saint- nes. Son sus armas las lágrimas, los ayunos, el estudio, POLYEUCTE.
interpone todo un mundo entre el mártir Polieuctes
Pierre la superioridad sobre Teócrito, sino su talento la penitencia, y especialmente el amor; precipítase á los Tout beau, Pauline, il entend vos paroles; y la pagana Paulina.
para pintar la naturaleza. A esto responderemos que piés de la Hermosura divina, y le suplica acuda en su Et ce n’est pas un Dieu comme vos dieux frivoles,
En fin, Corneille desplegó el poder de la pasión cris­
este talento, ó á lo menos su desarrollo, es debido al auxilio. Algunas veces abruma sus hombros con pesadas Insensibles et sourds, impuissants, mutilés,
De bois, de marbre ou d’or, comme vous le voulez; tiana en este diálogo admirable y siempre aplaudido,
Cristianismo; porque él, desterrando las pequeñas di­ cargas, para domar su carne rebelde, y apagar en los
vinidades délos bosques y de las aguas, ha devuelto al C’est le Dieu des chrétiens, c’est le mien, c’est le vôtre : según dice Voltaire.
sudores los culpables deseos que asedian á la cria­ Et la terre et le ciel n’en connaissaient point d’autre. Félix propone á Polieuctes que sacrifique á los falsos
poeta la libertad de representar los desiertos en su tura. pÜÛLINE. dioses; pero el héroe se niega á ello:
magestad primitiva. Intentaremos probar nuestro aser­ Masillon exclama, al pintar este amor: «Solo el Se­
to cuando tratemos de la mitología; continuemos aho­ Adorez-le dans l’âme, et n’en témoignez rien.
ñor le parece bueno, verdadero, fiel, constante en sus FÉLIX.
ra nuestro exámen de las pasiones. promesas, amable en su indulgencia, magnífico en sus POLYEUCTE.
Enfin ma bonté cède â ma juste fureur :
dones, real en su ternura, clemente aun en su cólera; Que je sois tout ensemble idolâtre et chrétien : Adore-les, ou meurs.
el único bastante grande para llevar toda la inmensi­ PAULINE.
POLYEUCTE.
CAPITULO VIII. dad de nuestros corazones; el único bastante poderoso Ne feignez qu’un moment, laissez partir Sévere, Je suis chrétien.
para satisfacer todos sus deseos; el único bastante ge­ Et donnez lieu d’agir aux bontés de mon pere.
FÉLIX.
La religión cristiana, considerada como pasión. neroso para dulcificar todas sus amarguras; el único POLYEUCTE. Impie!
inmortal, á quien podrá amarse eternamente; por úl- Les bontés de mon Dieu sont bien plus à chérir. Adore-les, te dis-je, ou renonce á la vie.
La religión cristiana no se limita á aumentar el jue­ mo, el único á quien nos duele haber amado dema­ Il m’ôte des dangers que j’aurais pu courir; POLYEUCTE.
go de las pasiones en el drama y en la epopeya, sino siado tarde.» Et sans me faisser lieu de tourner en arriére ,
Sa faveur me couronne entrant dans la carrière; Je suis chrétien.
que es también una especie de pasión, que recibe sus El autor de la Imitación de Jesucristo recopiló de FÉLIX.
arranques, su fuego, sus suspiros, sus alegrías, sus lá­ San Agustín y de otros Padres todo lo que en el len­ Du premier coup de vent il me conduit au port,
Et, sortant du bâpteme, il m’envoie â la mort. Tu l’es? O cœur trop obstiné !
grimas y sus amores, del mundo y del desierto. Sa­ guaje del amor divino puede considerarse como mas Soldats, exécutez l’ordre que j’ai donné.
Si vous pouviez comprendre et le peu qu’est la vie,
bemos que el siglo llama á esto fanatismo,• pero pudié­ místico y fervoroso. Et de quelles douceurs cette mort est suivie ! PAULINE.
ramos responderle con estas palabras de Rousseau: «El «Ciertamente, el amor es gran cosa, el amor es un Où le conduisez-vous?
fanatismo, aunque sanguinario y cruel, es no obstan­ bien admirable, pues solo él hace ligero lo que es pe­ Seigneur, de vos bontés il faut que je l’obtienne, FÉLIX.
te , una pasión grande y poderosa, que eleva el cora­ sado, y sufre con inalterable tranquilidad los varios Elle a trop de vertu pour n’étre pas chrétienne ; A la mort.
zón humano, y le hace despreciar la muerte, que le accidentes de esta vida; sufre sin pena lo que es pe­ Avec trop de mérite il vous plut la former
Pour ne vous pas connaître et ne vous pas aimer, POLYEUCTE.
imprime una acción prodigiosa, y que solo se necesita noso, y hace dulce y agradable lo que es amargo.
dirigir para haceria producir las mas sublimes virtu­ Pour vivre des enfers esclave infortunée, A la glorie.
»El amor de Dios es generoso, impulsa las almas á Et sous leur triste joug mourir comme elle est née !
des, al paso que la irreligión, y en general el espíritu grandes hechos, y las excita á desear lo mas per­
razonador y filosófico, inspiran apego á la vida, afemi­ fecto. PAULINE. Estas palabras soy cristiano, dos veces repetidas,
nan, envilecen las almas, concentran todas las pasiones Que dis-tu, malheureux! qu’oses-tu souhaiter? igualan á las mas hermosas de los Horacios. Corneille,
»El amor aspira á la elevación, y no sufre verse en­ qúe tan á fondo conocía el género sublime, advirtió
en la bajeza del interés individual, en la abyección del cadenado por cosas mezquinas. POLYEUCTE.
yo humano, y minan de este moda en silencio los ver­ Ce que de tout mon sang je voudrais acheter. que el amor á la Religion podía elevarse al mas alto
»El amor quiere ser libre y ajeno á las afecciones grado de entusiasmo, pues el cristiano ama á Dios
daderos cimientos de toda sociedad; porque lo que los terrenas, por temor de que su luz interior se extinga PAULINE.
intereses particulares tienen de común es tan insigni­ Que plutôt!... como la suprema hermosura, y al cielo como su
ú oscurezca al soplo de los bienes ó los males del
ficante, que jamás equilibrará loque tienen de hostil.» mundo. POLYEUCTE. patria.
Pero no es esta la cuestión : no se trata ahora sino C’est en vain qu’on se met en défense ; Inténtese dar á un idólatra alguna parte del fervor
»Nada hay en el cielo ni en la tierra mas dulce ó de Polieuctes. ¿Se apasionará por una diosa impúdica,
de los efectos dramáticos. Pues bien : el Cristianismo, mas poderoso, ó mas alto, ó mas extenso, ó mejor que Ce Dieu touche les cœurs lorsque moins on y pense.
considerado como pasión, proporciona tesoros inmen­ Ce bienheureux moment n’est pas encore venu; ó correrá á la muerte por ui: dios abominable? Las re­
el amor, porque el amor procede de Dios, y elevándose Il viendra ; mais le temps ne m’en est pas connu. ligiones que pueden imprimir calor á las almas, son
sos al poeta. Esta pasión religiosa es tanto mas enér­ sobre tedas las criaturas, no puede descansar sino en
gica cuanto que se halla en contradicción con todas PAULINE. aquellas que se acercan mar, ó menos al dogma de la
Dios.
las demás; para que exista es preciso que las devore. Quittez cette chimère, et m’aimez. unidad de Dios; de otro modo, el corazón y el espíritu,
»El que ama está siempre rodeado de alegría; corre, repartidos entre multitud de divinidades, no pueden
A semejanza de todos los grandes afectos, tiene cierto vuela, es libre, y nada le detiene; da todo por todos, POLYEUCTE.
sello de gravedad y tristeza; nos lleva á la sombra de Je vous aime amar con pasión ni á unas ni á otras. No puede por lo
y posee todo en todos, porque descansa en ese bien
los claustros y á las montañas. La hermosura que el único y supremo que es superior á todo, y del que se Beaucoup moins que mon Dieu, mais bien plus que moi-méme. demás, existir un amor verdadero, sino tiene por ob­
jeto la virtud, pues la pasión dominante del hombre
cristiano adora no es una hermosura perecedera, sino derivan y proceden todos los bienes. PAULINE.
esa eterna perfección por cuyo goce se apresuraban será siempre la verdad; así es que cuando ama el error,
»No se detiene en los favores que se le hacen, sino Au nom de cet amour, ne m’abandonnez pas; es porque este error es considerado por él como una
los discípulos de Platón á dejar la tierra. No se muestra que se eleva con todo su corazón hácia el que se los POLYEUCTE.
á los que la aman sino cubierta con un velo, pues se verdad, en el momento en que lo abraza. No amamos
dispensa. Au nom de cet amour, daignez suivre mes pas. la mentira, aunque incurramos sin cesar en ella; esta
envuelve en los pliegues del universo como en un man­ »Solo el que ama puede comprender los gritos del
to; que si una sola de sus miradas cayese directamen­ PAULINE. debilidad reconoce como causa nuestra degeneración
amor, y esas palabras de fuego que un alma viva­ original: hemos perdido el poder, si bien conservamos
te sobre el corazón del hombre, no podría sostenerla, C’est peu de me quitter, tu veux donc me séduire?
mente llena de Dios, le dirige cuando dice: «Tú eres el deseo, y nuestro corazón busca aun la luz que
y espiraría de delicias. mi Dios, tú eres mi amor, tu eres todo mió, y yo soy POLYEUCTE.
Para llegar al goce de esta hermosura suprema, los C’est peu d’aller au ciel, je veux vous y conduire. nuestros ojos no tienen ya fuerza para sufrir.
toda tuya.
cristianos toman un camino diferente del de los filó­ La religion cristiana, al abrirnos, mediante los mé­
»Escucha mi corazón, para que te ame mas, y para PAULINE.
ritos del Hijo del Hombre, los luminosos caminos que
sofos de Atenas: permanecen en este mundo, áfin de que conozca por medio de un deleite interior y espi­ ■Imaginations !
multiplicar los sacrificios y de hacerse mas dignos del POLYEUCTE.
la muerte habia cubierto con sus sombras, nos ha de­
ritual cuán dulce es amarte, nadar y perderse, por de­ vuelto nuestros primitivos amores. Heredero de las
objeto de sus deseos, mediante una larga purificación. cirlo así, en el océano de tu amor. Célestes vérités!
Todo el que, según la frase de los Padres , tuvo con bendiciones de Jacob, el cristiano anhela entrar en es*
»El que ama generosamente, añade el autor de la PAULINE.
Sion celestial, á donde vuelan sus suspiros. Esta es la
su cuerpo el menor comercio posible, y bajó virgen al Imitación, se mantiene firme en las tentaciones, y Etrange aveuglement !
EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 83
BIBLIOTECA HE GASPAR Y ROIG. cuando los vientos duermen! ¡ qué voces desconocidas
nubes en las Geórgicas, á unos copos de lana impeli­
asion que nuestros poetas pueden cantar, á ejemplo desengaños. Empero en nuestros dias, cuando los mo­ dos por los vientos; las golondrinas gorgean en la resuenan en su seno cuando aquellos se levantan! Ca­
e Corneille; fecundo manantial de bellezas que los nasterios ó la virtud que conduce á ellos faltaron á Eneida en la cabaña del rey Evandro, ó pasan batien­ lla el observador, y todo enmudece; da un paso, y
antiguos tiempos no han conocido, y que no hubieran estas almas ardientes, se juzgaron solitarias en medio do con sus alas los pórticos de los palacios. Horacio, todo suspira. La noche se avecina, y las sombras.se
despreciado los Sófocles y los Eurípides. de los hombres. Disgustadas de su siglo, y alarmadas Tíbulo, Propercio y Ovidio han bosquejado también condensan; oye entonces el rumor de. los rebaños sil­
por su religión,, permanecieron en el mundo, sin en­ algunas vistas de la naturaleza; pero nunca, pasan de vestres que cruzan las tinieblas; la tierra, murmura á
CAPITULO IX. tregarse á él; viéronse entonces presa de mil quime­ una espesura favorecida de Morfeo, ó de un vallo a sus piés; y si algunos truenos hacen mugir los desier­
ras, naciendo entonces esa culpable melancolía, fruto que debe bajar Citercs, ó de una fuénte donde Baco tos , el bosque se estremece, los árboles se derrumban,
De lo vago de las pasiones. de Jas pasiones, cuando estas se consumen silenciosas descansa en el seno do las náyades. y un rio sin nombre corre á su vista. La luna se mues­
y sin objeto en un corazón solitario. (1) La época (ilosólica de la antigüedad ningún cambio tra al fin en el Oriente ; y á medida que pasa al pié de
Réstanos hablar de un estado del alma que en introdujo en esto punto. El Olimpo, en que uadiecrcia los corpulentos árboles, parece vagar delante de él en
nuestro juicio, no ha sido bien observado : el que pre­ ya, se refugió entre los poetas, y estos protegieron á sus copas, siguiendo tristemente sus miradas. El via­
cede al desarrollo de las pasiones, cuando nuestras jero se sienta en el tronco de una encina para espe­
facultades, jóvenes, activas y por entero, pero encerra­ LIBRO CUARTO. su vez los dioses que les habian protegido. Estacio y
Silo Itálico nada adelantaron respecto de Homero y de rar el dia, y contempla alternativamente el astro, de
das aun, no han ejercido su fuerza sino sobre sí mismas, Virgilio en poesía descriptiva; solo Lucano hizo algunos la noche, las tinieblas y el ignorado rio; siéntese.in­
sin determinadoobjeto. Cuanto mas avanzan lospueblos B5e I® maravillloso, ® de ïa Poesía en progresos en esta carrera, pues en su Farsalia se en­ quieto y agitado, cual si esperase algo desconocido;
en la civilización, mas aumenta este estado de vaguedad shs relaciones con los seres sobre­ un placer indefinible , un temor extraordinario le con­
naturales. cuentra la pintura de un bosque y de un desierto, en
délas pasiones, porque ocurre entonces un hecho asaz mueven , como si se hallase próximo a ser iniciado en
triste : el gran número de ejemplos que se presencian; que brillan los colores modernos.
Por último, los naturalistas se mostraron tan parcos algún gran secreto de la Divinidad; se encuentra solo
la multitud de libros que tratan del hombre y de sus CAPITULO 1. como los poetas, y siguieron casi la misma progresión. en medio de los bosques; pero el espíritu del hombre
sentimientos, procuran la sabiduría sin dar lugar á la llena fácilmente los espacios de la naturaleza, y todas
Así pues, Plinio yColuméla, últimos que florecieron,
experiencia; desengañan antes de haber gozado, y las soledades do la tierra son menos inmensas que un
Que la mitología rebajaba la naturaleza ; que los anti­ se ocuparon inas que Aristóteles en describir la natu­
respetando los deseos, destruyen las ilusiones. La guos no tenían poesía, propiamente llamada des­ raleza. Entre los historiadores y ídósofos, Jenofonte, solo movimiento de su corazón.
imaginación es rica, abundante, creadora, pero la criptiva. Sí; aun cuando el hombre renegase de la Divinidad,
Tácito, Plutarco, Platón y Plinio el Joven, se distin­
existencia pobre, seca y desencantada. Habítase con el ser pensador, aislado y sin testigos, se mostraría
guen por la belleza de algunos cuadros.
un corazón lleno de vida un mundo vacío; y sin haber En los libros anteriores hemos hecho ver que el No puede razonablemente suponerse que unos hom­ mas augusto en medio do los mundos solitarios, que
usado de cosa alguna, todo inspira tedio. Cristianismo ha multiplicado los resortes dramáticos, rodeado de las raquíticas divinidades de la Fábula; el
bres tan sensibles como los antiguos, hubiesen carecido
La amargura que esta situación moral derrama, por al imprimir su sello á las afecciones del alma. Lo re­ de ojos para contemplar la naturaleza y de talento desierto vacio presentaría algunas analogías con la ex­
decirlo así, en la vida es increíble, pues el corazón se petimos: el politeísmo no se ocupaba de los vicios y tensión de sus ideas, con la tristeza de sus pasiones, y
para pintarla, si no les hubiera cegado alguna causa
tortura y se replega de cien maneras, para dar algún de las virtudes, pues estaba enteramente separado de con el mismo disgusto de una existencia sin ilusiones
poderosa. Pues bien: esta causa era la mitología, que
uso á unas fuerzas cuya inutilidad siente. Los anti­ la moral. Y nótese aquí cómo la religion cristiana y sin esperanzas.
poblando el universo de elegantes fantasmas, despo­
guos conocieron muy poco esta secreta inquietud, esta abraza un horizonte mas inmenso que la idolatría. Agítase en el hombre un instinto que lo relaciona
ruda reacción de las pasiones ahogadas que fermentan jaba á la Creación de su gravedad, ele su grandeza y
Veamos, pues, si en lo que se llama lo maravilloso soledad. Fue preciso que el Cristianismo viniese .á ex­ con las escenas de la naturaleza. ¿Quién no lia pasado
á la vez : una gran existencia política, los juegos del rivaliza en belleza con la misma mitología. horas enteras sentado á orillas de un rio, viendo ab­
Gimnasio y del Campo de Marte, los negocios del Foro pulsar ese pueblo de faunos, de sátiros y de ninfas,
No desconocemos que tenemos que combatir aquí para devolver á las grutas su silencio y su magia á los sorto deslizarse sus aguas? ¿Quién no se ha complaci­
y déla plaza pública, ocupaban todos sus momentos, una de las mas antiguas preocupaciones de escuela. do en las playas del mar, mirandoá la espuma enca­
y no dejaban lugar alguno á las penas del corazón. bosques. Los desiertos presentan en nuestro culto un
Las autoridades militan contra nosotros, y se puede carácter mas triste, mas gravo, mas sublime; la bó­ necer el distante escollo? Dignos son de lástima los
Por otra parte, no eran inclinados á las exageracio­ citarnos veinte versos del Arte ‘poética, qué nos con­ antiguos, por no haber encontrado, en. el Océano sino
nes, á las esperanzas, á los temores sin objeto, á la veda de los bosques se ha levantado, y los rios lian ro­
denan : to sus pequeñas urnas, para no derramar sino las el eterno palacio de Neptuno y la indispensable, gruta
movilidad de las ideas y de los sentimientos, y á esa de Proteo: era en verdad cosa dura no ver sino las
Et quel objet enfin à présenter aux yeux, etc. aguas del abismo desde la cumbre de las montañas; el
perdurable inconstancia que no es otra cosa que un C‘est donc vainement que nos auteurs déçus, etc. consabidas aventuras de los tritones y las nereidas en
constante disgusto; disposiciones que adquirimos en verdadero Dios ha devuelto su inmensidad á la natu­
raleza, al tomar nueva posesión de sus obras. esa inmensidad de los mares, que parece darnos una
la sociedad de las mujeres, pues estas, además de la Como quiera que sea, no es imposible sostener que confusa medida de la grandeza de nuestra alma; en
pasión directa que hacen nacer en los pueblos moder­ El gigantesco espectáculo de la naturaleza no podía
la mitología, tan ensalzada, lejos de embellecerla na­ hacer sentir á los griegos y á los romanos las emocio­ esa inmensidad que hace nacer en nosotros un vago
nos, influyen también en los demás sentimientos. Hay turaleza, destruye sus verdaderos encantos; y creemos deseo de abandonar la vida, para abrazar la naturaleza
en la existencia de la mujer cierto abandono que tras­ nes que despierta en nuestras almas. En lugar de ese
que muchos ilustres literatos abrigan en la actualidad sol que, ya ilumina en su ocaso con sus prolongados y perdernos en el seno del Supremo Hacedor.
mite á ja nuestra, haciendo menos pronunciado nues­ esta opinion. rayos un bosque,. ya forma una tangente de oro sobre
tro carácter masculino; así es que nuestras pasiones, El mayor y principal defecto de la mitología era de­
enervadas por la mezcla de las suyas, adquieren á ¡a el arco dolos mares; en lugar de esos peregrinos ac­ CAPITULO II.
primir la naturaleza, desterrando de ella la verdad. cidentes de luz que nos reproducen todas las mañanas
vez cierto sello de indecisión y molicie. Una pruebaincontestable de este hecho es que la poe­ el milagro de la Creación, los antiguos solo veian en De la alegoría.
Finalmente, como los griegos y los romanos no ex­ sía que llamamos descriptiva fue ignorada de la anti­
tendían sus miradas mas allá de la vida, no concebían todas partes una invariable tramoya teatral.
güedad. Los mismos poetas que han cantado la natu­ Si el poeta se perdía en los valles del Taigelo., en las ¡ Cómo! se nos replicará; ¿no halláis belleza alguna
placeres mas perfectos que los del mundo, ni se sen­ raleza, como Hesiodo, Teócrito y Virgilio, no han en las alegorías antiguas?
tían inclinados como nosotros, á las meditaciones y márgenes del Esperquio, ó del Ménalo, caro á Orfeo,
hecho descripciones, en el sentido que damos á esta ó en los campos de Elora, solo encontraba, á pesar de Debemos hacer una distinción.
álos deseos, pues tal era el carácter de su culto. For­ palabra. Es verdad que nos dejaron admirables pintu­ La alegoría moral, como la de las Súplicas en Home­
mada para aliviar nuestras miserias y necesidades, la tan dulces nombres, los faunos, y no oia sino á las
ras de los trabajos, las costumbres y la felicidad de la dríada’s. Allí estaba Priapo sobre un tronco de olivo, ro , será hermosa en todos tiempos, países y religiones;
religión cristiana nos presenta sin cesar el doble cua­ vida rústica, pero apenas se hallan en sus escritos al- el Cristianismo no la ha desterrado. Podemos colocar,
dro de las amarguras de la tierra y de las alegrías ce­ y Vertumno y los céfiros se entregaban á sempiternas
unos rasgos relativos á esos cuadros de los campos, danzas. Los silvanos y las náyades pueden herir agra­ á nuestro placer, al pié del trono del Omnipotente las
lestiales ; y forma por este medio en el corazón un e las estaciones y de los accidentes del cielo, que dos urnas del bien y del mal; y aun tendremos la ven­
manantial de males presentes y de esperanzas lejanas, dablemente la imaginación, con tal que no se les pon­
tanto han enriquecido la Musa moderna. ga sin cesar á la vista, pues no es nuestro propósito taja de que Dios no obrará injustamente y al ciego
de ¡ que brotan inagotables quimeras. El cristiano se Es cierto que estos pocos rasgos no son menos ad­ acaso, como Júpiter; antes bien derramará las olas del
considera siempre como un viajero que cruza la tierra mirables que el resto de sus obras. Al describir Ho­ .................Chass'er les tritons de l’empire des eaux, dolor sobre la cabeza de los mortales, no por mero ca­
como un valle de lágrimas, sin que deba prometerse mero la gruta del Cíclope, no la tapiza de lilas y rosas, Ot’er á’Pan sa Ilute, aux Parques leurs ciseaux.... pricho, sino por un fin conocido de solo él. Sabemos
otro descanso que el del sepulcro. El mundo no es el sino que la adorna como Teócrito, de laureles y altos que nuestra felicidad acá abajo está subordinada á una
objeto de sus deseos, porquesabe que el hombre vive Pero en resúmen, ¿qué deja todo esto en el ánimo?
pinos. En los jardines de Alcinoo hace correr fuentes felicidad general, en una cadena de seres y de mundos
pocos dias, y que este objéto le abandonará en breve. ¿qué resultados ofrece al corazón? ¿ qué fruto puede
y florecer árboles útiles ; en otra parte habla de la co­ invisibles; ni se nos oculta que el hombre, en. armo­
Las persecuciones que experimentaron los primeros lina azotada por los vientos y cubierta de higueras, reportar de ello la inteligencia? ¡Oh! ¡Cuánto mas
favorecido se ve el poeta cristiano en la soledad donde nía con el universo, camina á par de él al cumplimiento
fieles aumentaron en ellos este disgusto hácia las co­ y representa elimino de los palacios de Circe alzándose de una revolución que Dios oculta en su insondable
sas de la vida. La invasión de los bárbaros lo llevó á sobre un bosque de encinas. Dios pasea con él! Libres de esas miríadas de dioses
su colmo, y el espíritu humano recibió á consecuencia ridículos qualos limitaban en todos sentidos, los bos­ eternidad.
La misma verdad se admira en las pinturas de Vir­ No obstante, si la alegoría moral existe siempre para
de aquella catástrofe, cierta impresión de tristeza, y gilio. Este poeta aplica al pino el epíteto armonioso, ques son el templo de una Divinidad inmensa. Los
dones de profecía y de sabiduría, el misterio y la Re­ nosotros, no sucede asi respecto de la alegoría física.
acaso cierto matiz de misantropía que nunca se han porque en efecto el pino produce una especie de dulce .
ligión residen eternamente en sus sagradas profundi­ Sean en buen hora, Juno el aire, y Júpiter el éter, y
borrado por completo. Eleváronse por do quiera con­ gemido cuando se agita blandamente ; y compara las
dades. sean de este modo el hermano y la hermana un esposo
ventos, á que se retiraron los infelices engañados por
el mundo, y las almas que preferian ignorar ciertos Penetrad en esos bosques americanos, contemporá­ y una esposa; ¿dónde está el encanto de tal personifi­
(t) Aquí se hallaba el episodio de René, que formaba el cación ? Hay mas: esta clase de alegoría choca con los
sentimientos de la vida, á exponerse á sufrir crueles cuarto libro de la segunda parte de esta obra.
neos del inundo; ¡cuán profundo silencio reina en ellos
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GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 8b

principios del buen gusto, y aun con las nociones de se consigue con dar á la piedra un nombre alegórico? jetos mudos é inmóviles; consiste esto en que en los género mediano, frió é incompleto, y se asemeja,
la sana lógica. Ahora bien: el alma, cuya naturaleza es la vida, está árboles, el agua y el aire hay un movimiento y un ru­ cuando mas-, á las hadas de los árabes, y á los genios
No se debe personificar, bajo ningún concepto, sino esencialmente dotada de la facultad de crear, de ma­ mor que pueden proporcionar una alegoría como el de los orientales.
una cualidad ó un afecto de un ser, pero no el mismo nera que cualquiera dé sus vicios ó cualquiera de sus movimiento del alma. Pero por lo demás, esta especie Por lo que respecta á esos dioses vagos que los an­
ser; de lo contrario deja de ser una verdadera perso­ virtudes pueden ser considerados como su hijo ó co­ de pequeña alegoría material, aunque algo menos tiguos colocaban en los bosques desiertos y en los lu­
nificación , y no se hace sino cambiar el nombre del mo su hija, puesto que en rigor los ha engrendrado. mala que la grande alegoría física, es siempre de un gares silvestres, eran sin duda de muy buen efecto,
objeto. Se puede hacer hablar á una piedra, pero; ¿qué Esta pasión, activa como su madre, puede á su vez

IMPRECACION PE SATANÁS AL SOL.

PABLO Y VIRGINIA.

pero no pertenecían al sistema mitológico; el espíritu naturaleza inculta no han dejado dé existir, pues los
humano caia en este punto en la religion natural. Lo bosques conservan aun para nosotros su formidable
crecer, desarrollarse, presentar rasgos bien definidos, pueda animar. ¿Puede hacerse unos seres alegóricos de
y convertirse en uii ser distinto. Pero el objeto físico, la dureza de un guijarro ó de la savia de una encina? que el viajero adoraba temblando al atravesar esas so­ divinidad.
ledades, era cierta cosa ignorada , cuyo nombre no Finalmente, es tan cierto que la alegoría física, ó
pasivo por su esencia, incapaz de placer y de dolor, Adviértase, además, que el espíritu repugna menos la los dioses de la Fábula destruían los encantos de la
que solo tiene accidentes mas no pasiones, y acciden­ creación de las dríadas y las náyades, de los céfiros y sabia, y á la que apellidaba la divinidad de aquel lu­
gar: algunas veces le dominaba Pan, y Pan era el naturaleza,'que los antiguos no han tenido verdaderos
tes tan inertes como él mismo, nada presenta que se los ecos, que la de las ninfas identificadas con los ob- pintores de paisaje, por la misma razón que no tenían
Dios universal. Las grandes emociones que inspírala
86 BIBLIOTECA DE
IASPAB Y ROIG.
poesía descriptiva, siendo así que en los demás pue­ EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 87
dad de la naturaleza cristiana. Cuando el espíritu hu­
blos idólatras que ignoraron el sistema mitológico, esta mano avanza un paso, todo camina necesarimente con Horacio y Píndaro distan mucho de esta poesía. , dramáticas y perversas como las de los antiguos, pues
poesía ha sido mas ó menos conocida, como lo atesti­ él; todo cambia con su luz ó con sus sombras; así es Hemos tenido, pues, razón al decir que Bernardino nuestro infierno reúne todas las pasiones humanas.
guan los poemas sánscritos, los cuentos árabes, los que en la actualidad nos cuesta trabajo admitir algu­ de Saint-Pierre debe al Cristianismo su talento para Nuestro sistema teológico nos parece mas hermoso,
Edda, y las canciones de los negros y los salvajes. nas insignificantes divinidades donde no vemos ya sino . pintar las escenas de la soledad; se lo debe, porque mas regular y sabio que la doctrina fabulosa que con­
Mas, como las naciones infieles han impregnado siem­ nuestros dogmas han devuelto la verdad y la mages- fundía dioses, hombres y demonios. El poeta baila en
grandes espacios. En vano colocaremos á la amante
pre de su falsa religión, y por consiguiente do su mal de Titon en un carro, y la cubriremos de llores y do tad al desierto, al desterrar las divinidades mitológi­ nuestro cielo seres perfectos pero sensibles, y dis­
gusto, sus obras, solo en tiempos del Cristianismo so rocío, porque nada bastará á impedir que no parezca cas ; se lo debe, porque halló en el sistema de Moisés puestos en una brillante gerarquía de amor y de poder,
ha sabido pintar la naturaleza en toda su verdad. desproporcionada al esparcir su débil resplandor en esos el verdadero sistema de la naturaleza. al paso que el abismo guarda sus dioses apasionados,
Pero aquí se presenta una nueva ventaja al poeta tan poderosos en el mal como los dioses mitológicos;
cielos infinitos que el Cristianismo ha desplegado; deje,-
cristiano: si su religión le ofrece una naturaleza soli­ los hombres ocupan el medio, y están en contacto con
pues, el cuidado de alumbrar el mundo al que lo ha
creado. taria, él puede procurarse una naturaleza habitada, el cielo por sus virtudes, con el infierno por sus vicios:
CAPITULO III. amados de los ángeles y aborrecidos de los demonios;
Esta poesía descriptiva italiana pasó á Francia, puesto que es dueño de colocar á los ángeles como
custodios de los bosques y de las cataratas del abismo, tristes objetos de una guerra que no terminará sino
Parte histórica de la poesía descriptiva entre los mo­ donde fue favorablemente acogida por Ronsard, Le-
dernos. moine, Coras, Saint-Amandy nuestros antiguos ro­ ó de confiarles la dirección de los soles y los mundos. con el mundo.
Esto nos lleva á tratar de los seres sobrenaturales, ó Estos recursos son grandes, y el poeta no tiene mo­
manceros. Pero los eminentes escritores del siglo de tivo alguno de queja. ‘Por lo que respecta á las accio­
No bien empezaran los Apóstoles á predicar el Evan­ Luis XIV, disgustados de unas pinturas en que no ha­ de lo maravilloso del Cristianismo.
gelio al mundo, cuando se vió nacer la poesía descrip­ llaban verdad alguna, la desterraron de su prosa y de nes de las inteligencias cristianas, no nos será difícil
tiva. Todo entró en la verdad en presencia de aquel sus versos; y uno de los caracteres distintivos de sus demostrar en breve que son mas vastas y enérgicas
que ocupa el lugar de la verdad en la tierra, según obras es que no se encuentra en ellas casi ningún ves­ que las de los dioses mitológicos. El Dios que rige los
CAPITULO IV. mundos, que creó el universo y la luz, que abraza y
dice San Agustín. La naturaleza dejó de hacerse oir tigio de lo que llamamos poesia descriptiva..
por el conducto falaz de los ídolos; sus fines fueron co­
comprende todos los tiempos; que lee en los pliegues
Rechazada de Francia, la Musa de los campos so Si las divinidades del paganismo son poéticamente su­ mas secretos del corazón humano; ¿ese Dios puede
nocidos , y se supo que habia sido formada en primer refugió en Inglaterra, donde Spenccr, Wallery Mílton periores á las divinidades cristianas.
lugar para Dios, y en segundo para el hombre. En la habían dado ya á conocer; y si bien perdió en dicho ser comparado á un dios que se pasea en un carro,
efecto, solo dice estas dos cosas: Dios es glorificado país sus afectadas maneras,cayó en otro exceso. Limi­ que habita un palacio de oro en una montaña, y que
Todos los objetos tienen un doble aspecto. Las per­ ni aun lee con claridad el porvenir ? Ni la pequeña
en sus obras; las necesidades humanas están satis­ tándose á pintar estrictamente la verdadera naturale­
fechas. sonas imparciales podrán decirnos: «Concedemos que ventaja de la diferencia de los sexos y de la forma vi­
za, quiso pintar todo, y recargó sus cuadros de objetos sible deja ele ser compartida por nuestras divinidades
Este descubrimiento hizo mudar de faz á la Crea­ harto triviales ó de caprichosas circunstancias. El mis­ el Cristianismo ha proporcionado en cuanto á los hom­
bres , una parte dramática que faltaba á la mitología, con las de Grecia, toda vez que tenemos santos y vír­
ción; por su parte intelectual, esto es, por esa idea mo Thomson, en su canto al Invierno, tan superior genes , y que los ángeles toman con frecuencia en la
de Dios que la naturaleza deja traslucir en todas par­ á los otros tres, desciende á pormenores de mortal y que ha producido además la poesía descriptiva. Reco­
tes, el alma recibió abundante alimento; y por la parte prolijidad. Tal fue la segunda época de la poesía des­ nocemos, no solo estas dos ventajas, sino que pueden Escritura la forma humana.
justificar, bajo cierto punto de vista, vuestros prin­ ¿Cómo, empero, preferir una,santa, cuya historia
material del mundo, el cuerpo advirtió que todo ha­ criptiva. ofende algunas veces la elegancia y el gusto, á una
bía sido formado para él. Los vanos simulacros que re­ De Inglaterra regresó á Francia con las obras de cipios y rivalizar con las bellezas de la Fábula. Em­
pero, ahora si obráis de buena fe, debeis confesar que náyade airosamente reclinada en el manantial de un
presentaban los seres inanimados, se desvanecieron, y Pope y del cantor de la Estaciones, aunque no dejó
las divinidades del paganismo, cuando,obran directa­ rio ? Es- preciso separar la vida terrena de la vida ce­
los peñascos se vieron en breve mucho mejor anima­ de costarle algún esfuerzo, porque fue combatida por
mente y por sí mismas, son mas poéticas y dramáti­ lestial de esta santa; en la tierra no fue sino una mu­
dos; las encinas pronunciaron oráculos mucho mas el antiguo género itálico, que Dorat y algunas otros
cas que las divinidades cristianas.». jer, y su carácter sobrehumano solo empieza con su
ciertos; y los vientos y las aguas alzaron voces mucho habían resucitado; triunfó, no obstante, siendo de­
Así pudiera juzgarse á primera vista. Los dioses de felicidad en las regiones de la eterna luz. Por otra par­
mas elocuentes cuando el hombre hubo hallado en su bida su victoria á Delille y á Saint-Lambert. La Musa te , no debe olvidarse que la náyade destruía la poesía
propio corazón la vida, los oráculos y las voces de la francesa la perfeccionó, y sometiéndose á las reglas los antiguos participaban de nuestros vicios y de nues­
tras virtudes, pues tenian, á semejanza nuestra, cuer­ descriptiva; que un rio, representado en su corriente
naturaleza. del buen gusto, llegó á su tercera época. natural, es mas agradable que en su pintura alegó­
Hasta allí la soledad habia sido mirada con horror; pos sujetos al dolor y pasiones inflamables como las
Digamos no obstante que se habia mantenido pura, rica; y que ganamos por un lado lo que al parecer per­
pero los cristianos supieron hallar en ella mil encantos. aunque ipgnorada, en las obras de algunos naturalis­ nuestras; se mezclaban con la raza humana, y deja­
Los anacoretas pintaron las dulzuras de los peñascos y tas del tiempo de Luis XIV, como Tournefort, y el ban en la tierra una posteridad mortal; tales dioses demos por otro.
no eran sino unos hombres superiores, en quienes se Relativamente á los combates, lo que se aduce con­
las delicias de, la contemplación: este fue el primer paso padre Dutertre, quien reunió á un carácter tierno y tra los ángeles de Mílton puede alegarse contra, los
de la poesía descriptiva. Los religiosos que publicaron melancólico una imaginación viva, y hasta se valió, co­ podían suponer los mismos actos que en, fos demás
hombres. Pudiera, pues, creerse que ofrecían mas re­ dioses de Homero: en una,y otra parte batallan divi­
las vidas de los Padres del desierto, se vieron preci­ mo La Fontaino, de la palabra melancolía, en el sen­ nidades por las cuales nada puede temerse, puesto que
sados también á trazar el cuadro de los diferentes asi­ tido que hoy.le damos. Así, pues, el siglo de aquel cursos á la poesía que las divinidades incorpóreas é
impasibles del Cristianismo; pero todo bien examina­ no pueden morir. Marte derribado, y cubriendo con
los donde aquellos ilustres anacoretas habían ocultado monarca no careció enteramente del verdadero género su cuerpo nueve yugadas de tierra, y Diana dando
su gloria. Vemos además en las obras de San Gerónimo descriptivo, como pudiera creerse á primera vista, do, se advierte que esta superioridad dramática queda
reducida á muy limitada esfera.. bofetones á Venus, son tan ridículos como un ángel
y San Atanasio algunas descripciones de la naturaleza, pues este género estaba oculto en las cartas de nues­ partido por medio, y que vuelve á unir sus dos mita­
que demuestran que sabían observar y hacer amar lo tros misioneros, de que hemos tomado esta especie de En primer lugar, en toda religión ha habido siem­
pre dos especies de deidades para el poeta y el filósofo. des, cual si fuera una serpiente. Las potestades sobre­
que pintaban. estilo que tan nuevo nos parece hoy.
Así, el Ser abstracto de quien Tertuliano y San Agus­ naturales pueden presidir los combates de la epopeya;
Este nuevo género, introducido en la literatura por Por lo demás, los cuadros esparcidos en la Biblia
tín lian hecho tan brillantes pinturas, no es el Jehovah pero opinamos que no deben venir á las manos sino en
el Cristianismo, progresó rápidamente, y se difundió pueden servir para probar con nuevos datos que la
de David ó de Isaías; lino y otro son muy superiores ciertos casos, cuya determinación pertenece únicamen­
hasta en el estilo histórico, como se echa de ver en la poesía descriptiva ha nacido, entre nosotros, del Cris­
al Theos de Platón, y al Júpiter de Homero. No es, te al buen gusto: lié aquí lo que la inteligencia supe-
colección llamada la Bizantina, y especialmente en tianismo. Job, los Profetas, el Eclesiástico, y espe­ perior de Virgilio conoció liá mas de mil ochocientos
las historias de Procopio. Propagóse asimismo, pero cialmente los Salmos, están llenos de magníficas des­ por lo tanto, rigurosamente cierto que las divinidades
poéticas de los cristianos estén privadas de pasiones. años.
corrompiéndose, entre los cancioneros griegos del Bajo- cripciones. El salmo Benedic, anima mea, es una obra Por lo demás, no es rigurosamente cierto que las
Imperio , y algunos poetas latinos de Occidente. El Dios de la Escritura se arrepiente, es zeloso, ama
maestra en este género. y aborrece, su cólera sube á manera de un torbellino; divinidades cristianas sean ridiculas en las batallas. Sa­
Habiendo caido Constantinoplá en poder de las tur­ «Bendice, alma mia, al Señor; Señor Dios mió, tanás, que se apresta á combatir con Miguel en el
cos, lormóse en Italia una nueva poesía descriptiva, ¡cuán grande sois en vuestras obras!......................... el Hijo del Hombre se compadece de nuestros sufri­
mientos ; la Virgen, los santos y los ángeles se con­ Paraiso terrenal, es un personaje magnífico; el Dios
Compuesta de los restos del género morisco, griego y »Extendéis las tinieblas, y la noche encapota la tier­ de los ejércitos, que marcha velado en una nube cali­
latino. Petrarca, el Ariosto y el Taso lo elevaron á un ra ; las bestias dedos bosques marchan entonces entre mueven al aspecto de nuestras miserias; y en general
el Paraíso se ocupa mucho mas de los hombres que ginosa al frente de las legiones fieles, no es una imá-
alto grado de perfección. Pero esta descripción carece las sombras; los leones llaman con sus rugidos la pre­ gen insignificante; la espada esterminadora que brilla
de verdad, pues se reduce á la incesante repetición de sa, y piden a Dios el alimento prometido á los animales. el Olimpo.
Hay, pues, pasiones en nuestras potestades celes­ de improviso á los ojos del impío, llena de asombro y
algunos epítetos, aplicados siempre del mismo modo. »Pero el sol ha brillado en el Oriente, y las bestias de terror; las santas milicias del cielo que minan los
Es imposible salir de un bosque frondoso, de una cue- salvajes se han retirado á sus guaridas.......................... tiales , y estas pasiones tienen, sobre las dedos dioses
del paganismo, la ventaja de que nunca envuelven una cimientos de Jerusalém, producen un efecto casi tan
va/rcsca, ó de las orillas de una fuente cristalina. ' »El hombre sale entonces para entregarse á su tra­ idea de desorden y de mal. Es admirable, sin duda, grande como los dioses enemigos de Troya, sitiando
El mundo se llenó de bosquecillos de naranjos y de bajo cotidiano, y cumple su tarea hasta que llega la
que al pintar la cólera ó la tristeza del cielo cristiano, el palacio de Príamo. Por último, nada es en Homero
laberintos de jazmines y rosas. Flora volvió con su noche............................................................. .
no pueda destruirse en la imaginación del lector el mas sublime que el combate de Emmanuel contra los
imprescindible canastillo, y los eternos céfiros volvie­
sentimiento de la tranquilidad y la alegría: ¡tanta san­ ángeles malos, en Mílton, cuando el Hijo del Hombre,
ron a acompañarla, pero no hallaron ya en los bosques »¡Cuán dilatado es eso mar que extiende á lo lejos precipitándoles al fondo del abismo, detiene á medias
a las náyades m á los faunos; y á no haberles ,salido tidad y justicia brillan en el Dios de nuestra religión!
sus espaciosos brazos! Muévense en su seno innume­ No es esto todo: porque, si se aspira á hacer á todo, sus rayos, por temor de aniquilarlos.
al paso las liadasi y los gigantes de los moros, hubie­ rables animales, los mas pequeños á la par de los ma­
ran corrido el peligro de perderse en la inmensa solc- yores, y las naves hienden sus olas.» trance del Dios de los cristianos un ser impasible, pu- ■
diéramos, aun así, tener divinidades apasionadas tan
88 BIBLIOTECA DE gaspar v ROIG. CRISTIANISMO. 89
Et GENIO DEL
padas nubes formaban en su derredor un ancho pabe­ justicia, sino que sus matices sean cárdenos y lívidos,1 bien de los hombres; ahora nos encerraremos en las
CAPITULO V. llón de tinieblas; pero el resplandor de su rostro las ha como los de la desesperación, y solo se muevan al im­ Escrituras, para no estraviarnos,en tan vasto éinte­
Carácter del verdadero Dios. disipado, y una lluvia de fuego ha caido de su seno. El puro soplo del rencor. Debe notarse en semejantes resante asunto. Josué, Elias, Isaías, Jeremías, Daniel
Señor ha tronado en las alturas de los cielos; el Altí­ tempestades una fuerza poderosa solamente para la y todos esos profetas que gozan de una eterna vida,
Es maravilloso que el Dios de Jacob sea también el simo ha hecho oir su voz, y su voz ha retumbado co­ destrucción, y adviértanse en esta esa incoherencia, ¿no podrían hacer oir en un poema sus sublimes la­
Dios del Evangelio; y que el Dios que fulmina el rayo mo una tempestad devastadora. Ha lanzado sus flechas, ese desorden y esa especie de energía del mal, cuyo mentaciones? ¿La urna de Jerusalémno puede llenarse
sea también el Dios de paz é inocencia. y dispersado á mis enemigos; ha redoblado sus rayos sello es la desproporción gigantesca peculiar del caos todavía con sus lágrimas? ¿No hay ya sauces en Babi­
No creemos necesitar pruebas para demostrar cuan y dado con ellos en tierra. Entonces las aguas lian de que se deriva. lonia, para suspender en sus ramas las mudas arpas?
superior es, poéticamente, el Dios de los cristianos al abandonado sus depósitos, los cimientos de la tierra Parécenos, aunque no somos poetas, que esos hijos
Júpiter antiguo. A la voz del primero, los ríos atrope­ se han mostrado al descubierto, porque tu los has ame­ de la visión formarían grupos Bastante hermosos en
llan su curso, el cielo se abre como un libro , los ma­ nazado, Señor, y han sentido el soplo de tú cólera.» CAPITULO VII. las nubes; los pintaríamos con una cabeza rodeadade
res dejan entrever sus abismos, las murallas délas «Confesemos, dice La Harpe, cuya traducción to­ esplendor; una argentada barba cubriría su pecho in­
De los santos.
ciudades vienen á tierra, los muertos resucitan, y mamos , que esta sublimidad dista tanto de cualquiera mortal , y el espíritu divino brillaría en sus miradas.
bajan sobre las naciones espantosas plagas. En él lo otra, como el espíritu de Dios dista del espíritu del Es indudable que los poetas no han sabido sacar de Pero ¿ qué multitud de venerables sombras despier­
sublime reside esencialmente, y. evita el trabajo de hombre. Aquí se admira la concepción de lo grande en lo maravilloso cristiano todo el partido con que brinda ta á la voz déla Musa cristiana en la caverna de Mano­
buscarlo. El Júpiter de Homero, estremeciendo eí cie­ su fuente, siendo lo demás una mera sombra; bien asi á las Musas. Búrlanse algunos de los santos y de los bré? Abraham, Isaac, Jacob, Rebeca y todos vosotros,
lo á un movimiento de sus eejas, es sin duda muy como la inteligencia creada es una débil emanación de ángeles; pero, ¿los antiguos no tenian sus semi-dioses? hijos de Oriente, reyes y patriarcas, abuelos de Jesu­
magestuoso; pero Jehovali desciende al Caos, y al la inteligencia creadora; bien así como la ficción, cuan­ Pitágoras, Platon y Sócrates recomiendan el culto de cristo , cantad la antigua alianza de Dios y de los hom­
pronunciar el Fiat lux, el fabuloso hijo de Saturno se do es hermosa, no es sino la sombra de la verdad, y esos hombres á quienes denominan héroes. Honra á bres! Repetidnos esa historia, grata al cielo, la historia
abisma y cae en la nada. deriva todo su mérito de un fondo de semejanza con los héroes llenos de bondad y de luz, dice el primero de José y sus hermanos. El coro de los santos reyes,
Si Júpiter se propone dar á los demás dioses una ella.» en sus Versos Dorados. Y para que nadie incurra en con David á su cabeza, y el ejército de los confesores
idea de su poder, Ies amenaza con atarles á una cade­ error, respecto de la palabra héroe, Hierocles la inter­ y los mártires, vestidos de túnicas resplandecientes,
na; Jehovah no há menester de cadenas, ni de casti­ preta exactamente como el Cristianismo explica la voz nos presentarían también su maravilloso.. Ellos, los
CAPITULO VI. mártires, presentan al pincel el género trágico en su
gos de este jaez:' santo. «Estos héroes llenos de bondad y de luz pien­
san siempre en su Criador , y resplandecen con la luz mayor elevación; y después de la pintura de sus tor­
De los espíritus de tinieblas.
Et quel besoin son bras a-t-il de nos secours? que despide la felicidad de que disfrutan.» Y mas mentos , diríamos lo que Dios hizo por esas víctimas,
Que peuvent contre lui tous les rois de la terre? y el don de los milagros con que honró sus sepulcros.
En vain ils s’uniraient pour lui faire la guerre: Siendo los dioses del politeísmo casi iguales en po­ adelante: uHéroe procede de una palabra griega que
der , participaban de los mismos odios y de los mismos significa amor, para indicar que, llenos de amor hácia Y al lado de estos ilustres coros colocaríamos los de
Pour dissiper íeur ligue, il n’a qu’a se montrer; las vírgenes celestiales : las Genovevas de Brabante,
II parle, et dans la poudre il les fait tous rentrer. amores. Si alguna vez se hallaban en recíproca pugna, Dios, los héroes no procuran otra cosa que ayudarnos
Au seul son de sa voix la mer fuit, le ciel tremble: esto ocurría solamente respecto de las discordias hu­ á pasar de esta vida terreste á otra divina, y. hacerse las Pulquerías, las Rosalías, las Cecilias, las Lucilas,
II voit comme un néant tout l’univers ensemble; manas ; pero no tardaban en reconciliarse y beber jun­ ciudadanos del cielo.» Los Padres de la Iglesia apelli­ las Isabeles y las Eulalias. Lo maravilloso del Cristia­
Et les faibles mortels, vains jouets du trépas, tos el néctar. dan á su vez héroes á los santos; y asi dicen que el nismo abunda en concordancias y delicados contrastes.
Sont tous devant ses yeux comme s’ils n’étaient pas. No así el Cristianismo: este, al instruirnos en la bautismo es el sacerdocio de los legos, y que hace de Sabido es cómo Neptuno, saliendo del fondo del mar,
(Racine, Ester.) verdadera constitución de los seres sobrenaturales, nos todos los cristianos unos reyes y sacerdotes de Dios. calma con una palabra las olas: nuestros dogmas pos
muestra el imperio de la virtud eternamente separado Y en verdad, son héroes esos mártires que domi­ brindan otro género de poesía. Un bajel está próximo
Áquiles va á mostrarse para vengar á Patroclo: Jú­ de los dominios del vicio. Al efecto, nos revela á los nando sus pasiones y arrostrando la iniquidad humana, á zozobrar : el capellán perdona á cada uno sus faltas,
piter declara á los inmortales que pueden tomar parte espíritus de tinieblas, tramando sin cesar la pérdida han merecido, merced á sus trabajos, subir á la ge- por medio de unas palabras que purifican las almas, y
en el combate, y al punto el Olimpo se conmueve: del género humano, y á los espíritus de luz ocupándo­ rarquía de las potencias celestiales. En tiempo del dirige al cielo la súplica en que, envuelta en el torbe­
ííEI padre de los dioses y los hombres hace retum­ se únicamente de los medios de salvarlo. De aqui pro­ llino , vuela el espíritu del naúfrago hasta el Dios de
politeísmo, los sofistas se mostraron algunas veces
bar el trueno, y Neptuno, concitando las olas, des­ cede un eterno combate, de que la imaginación puede las tempestades. Ya el Océano abre sus abismos, pron­
mas morales que la religión de su patria; pero entre
quicia la tierra inmensa ; el Ida sacude sus cimientos, sacar multitud de bellezas. tos á devorar los marineros; ya las ondas, levantando
nosotros, nunca filósofo alguno, por sabio que naya
y sus fuentes se desbordan; las naves de la Grecia y Este maravilloso, de carácter sublime, suministra sido, ha podido elevarse sobre la moral cristiana. su ronca voz entre los espumosos bajíos, empiezan sus
la ciudad de los troyanos vacilan sobre el inseguro otro de mas humilde género, la mágia. Los antiguos Mientras Sócrates honraba la memoria de los justos, cantos de muerte; de improviso, una ráfaga de luz
suelo...... i) la conocieron; pero en nuestro culto adquirió mas im­ el paganismo exponia á la veneración de los pueblos rasga la tempestad : la Estrella de los mares, María,
portancia y extensión como máquina poética. Debe, no la patrona del marino, aparece sobre las nubes, con
> Pluton baja de su trono, palidece y exclama: etc. unos malvados cuya única virtud era la fuerza corpo­
obstante, usarse de ella con suma prudencia, porque su Hijo en brazos, y aplaca con una sonrisa las desa­
ral : hombres manchados con toda clase de excesos.
Este trozo ha sido citado por los críticos como el no es de gusto muy puro, siendo así que carece de tadas olas. Encantadora es la religión que opone á lo
Si alguna vez se concedía la apeteosis á los buenos re­
último esfuerzo de lo sublime. Los versos griegos son grandeza, á causa de que, al tomar algo del poder hu­ que la naturaleza tiene de mas terrible lo que el cielo
yes, Tiberio y Nerón tenian también sus sacerdotes
admirables, y reproducen alternativamente el trueno mano , los hombres le comunican su pequeñez. y sus templos. ¡Vosotros, sagrados mortales á quienes tiene de mas dulce: ¡un tierno niño y una tierna ma­
de Júpiter, el tridente de Neptuno y el grito de Plu­ Otro rasgo distintivo de nuestros seres sobrenatu­ la Iglesia de Jesucristo nos manda honrar , no erais dre avasallan las tempestades del Océano!
ton. Parece que las gargantas del Ida repiten el fragor rales, especialmente en las potestades infernales, es la fuertes ni poderosos entre los hombres! Nacidos, por
de los truenos, porque las r y los consonantes en on atribución de un carácter. Veremos con frecuencia el lo regular en la cabaña del pobre, solo habéis mostrado CAPITULO VIII.
de que los versos están llenos, imitan el estruendo de uso que haceMílton del carácter del orgullo, atribuido á los ojos del mundo una existencia humilde é ignora­
aquellos, interrumpido por intérvalos de silencio, ex­ por el Cristianismo al principe de las tinieblas. Pudien- dos infortunios. ¿Cuándo dejaremos de _oir blasfemias De los ángeles.
presados por ciertos caracteres griegos: así espira y ao además el poeta suponer un ángel del mal en cada contra una religión que, deificando la indigencia, la
renace alternativamente en la profundidad de los bos­ vicio, dispone de un enjambre de divinidades infer­ Tal es el maravilloso que puede sacarse de nues­
adversidad, la sencillez y la virtud, ha hecho caer a sus
ques la voz del cielo, cuando ruge la tempestad. Un nales , teniendo así la ventaja de disponer de la ver­ tros santos, sin hablar de las diversas historias de su
piésla riqueza, la felicidad, la grandeza y el vicio.
silencio súbito y pavoroso, y algunas vagas y fantás­ dadera alegoría, sin la sequedad que la acompaña, pues vida; pero descubrimos luego en la gerarquía de los
¿Y qué tienen de repugnante para la poesía esos so­
ticas imágenes suceden al tumulto de los primeros estos espíritus perversos son unos seres reales, y tales ángeles, doctrina tan antigua como el mundo, mil
litarios déla Tebaida, con su báculo blanco y su ves­
movimientos; adviértese, después del grito de Pluton, cual la Religión nos permite creerlos. cuadros para el poeta, pues estos mensajeros del Al-
timenta de hojas de palmera? Las aves del cielo les
que se ha entrado en la región déla muerte: las pa­ alimentan, los leones son sus mensajeros, ó abren sus tísimo, no solo llevan sus órdenes de una á otra extre­
Pero si los demonios se multiplican tanto como los midad del universo; no solo son los invisibles custodios
labras de Homero pierden su colorido ; témanse frias, crímenes humanos, pueden también presidir á los sepulturas; y en familiar comercio con los ángeles,
mudas y sordas, y multitud de s que silvan al ser accidentes terribles de la naturaleza, perteneciéndoles llenan de milagros los desiertos donde un dia desco­ de los hombres, á toman las formas mas agradables para
pronunciadas, imitan el murmullo de la inarticulada todo cuanto hay de culpable é irregular en el mundo llara Memfis. Horeb y el Sinaí, el Carmelo y el Líbano, manifestárseles, sino que la Religión permite ademas
voz de las sombras. el torrente Cedrón y el valle de Josafat, repiten aun enlazar los ángeles protectores con la hermosa natura­
moral y en^t físico. Se procurará únicamente impri­
¿ Dónde buscar un paralelo á semejantes bellezas, mir un caiWícr magestuoso á las escenas en que se la gloria del habitante de la eelda y del atíacorcta del leza y con los sentimientos virtuosos. ¡ Que inumera-
dónde hallar en la poesía cristiana bastantes medios les haga figurar en los terremotos, en los volcanes y ble muchedumbre de divinidades viene a poblar sú­
peñasco. Es grato á las Musas meditar en esos monas­
para competir con ellas? Juzgue el lector. El Eterno en las sombras de un bosque. Es preciso que el poeta terios llenos de las sombras de los Antonios, los Paco- bitamente los mundos! .
se pinta á sí mismo: mios, los Benitos y los Basilios. Los primeros Apósto­ En las creencias de los griegos, el cielo terminaba
sepa hacer distinguir con esquisito criterio el trueno
«Su cólera ha subido como un torbellino de humo; del Altísimo, del vano rumor con que agita el aire un les , predicando el Evangelio á los primeros fieles en en la cumbre del Olimpo, y sus dioses no llegaban á
su rostro ha resplandecido como una llama, y su enojo espíritu mendaz; que nunca se encienda el rayo sino las catacumbas, ó bajo el datilero de Betania, no pa­ mas altura que los vapores de la tierra. Lo maravillo­
como un fuego abrasador. Ha rebajado la bóveda de en manos de Dios, y que nunca brille en una tempes­ recieron indignos del genio á Miguel Angel y á Rafael. so cristiano, de acuerdo con la razón, las ciencias y la
los cielos, ha descendido, y las nubes le servían de es­ tad concitada por el infierno; que esta sea siempre Mas adelante hablaremos de esos bienhechores de expansión de nuestra alma, se pierde de mundo en
cabel. Ha emprendido su vuelo sobre las alas de los sombría y siniestra; que nunca sus nubes sean enro­ la humanidad que fundaron los hospitales, so consa­ mundo, de universo en universo, en eso« espacios a
querubines, y se ha lanzado á los vientos. Las agru­ jecidas por la' cólera, é impelidas por el viento de la graron á la pobreza, á la peste, á la esclavitud, en cuyo aspecto retrocede y se abisma la asombrada ima-
9® BIBLIOTECA DÉ
ASPAR Y BOIG. EL genio dél cristianismo. Ô1
ginacion. En vano los telescopios escudriñan todos los ¡ Qué modo de tomar posesión de los abismos del hácia Gabriel, para conducirle hasta el Altísimo. El
luego haber sido creado en mas humilde gerarquía;
ángulos del cielo; siguen en vano al cometa mas allá infierno! Eterno le llama Elegido, y el cielo Eloa. Mas perfecto
de nuestro sistema, pues al fin se sustrae á sus in­ endureciéndose después en el crimen por orgullo, por
Habiéndose congregado el consejo infernal, el poeta vergüenza, y hasta por desconfianza de su carácter que todos los demás seres creados, ocupa el primer
vestigaciones, mas no se sustrae al arcángel que lo representa á Satanás en medio de su senado: lugar cerca del Ser infinito. Uno solo de sus pensa­
dirige á su no conocido polo, para volver á traerlo, ambicioso; y por último, encargándose del imperio
«Sus formas conservaban parte de su primitiva ma- del mal durante toda una eternidad, por único fruto mientos es tan hermoso como el alma entera del hombre,
por misteriosas vías, en el prefijado siglo, al foco de gestad; no parecía un arcángel caído, sino una gloria cuando, digno de su inmortalidad, medita profunda­
nuestro sol. de sus reflexiones, y como para espiar un momento de
algo oscurecida, como cuando el sol en su oriente, arrepentimiento: hé aquí ciertamente si no nos equi­ mente'. Su mirada es mas apacible que una mañana
Solo el poeta cristiano está iniciado en el secre­ lanza un rayo horizontal á través de las nieblas de la de primavera, mas dulce que la tibia claridad de las
to de tales maravillas. La cansada imaginación tor­ mañana; ó como cuando en un eclipse, oculto esto vocamos, una de las mas sublimes y patéticas concep­
ciones que ha brotado en tiempo alguno el cerebro de estrellas, cuando al brillar en su juventud, se me­
na á bajar al fin á la tierra, de globos en globos, de astro detrás de la luna, derrama sobre la mitad de los cieron cerca del trono celestial con todos sus torrentes
soles en soles, al par de los serafines, los tronos y pueblos un crepúsculo funesto, y atormenta á los re­ un poeta.
Asáltanos en este instante una idea que no pode­ de luz. Fue el primero á quien Dios creó, y tomó su
los potestades que rigen el mundo, á semejanza de un yes con el temor de terribles revoluciones. Tal parecía aéreo cuerpo en una gloria celestial. Al nacer, todo un
rio que ensancha en magnífica cascada sus olas de oro el arcángel: aunque oscurecido, brillaba sobre sus mos omitir. Todo aquel que no carezca de algún cri­
terio y buen sentido para la historia, podrá reconocer cielo de nubes flotó en su derredor ; el mismo Dios le
al aspecto de un radiante ocaso. Pasa entonces de la compañeros de caida ; no obstante, su rostro se mos­ levantó en sus brazos, y le dijo, al bendecirle: Cria­
solemne grandeza á la dulzura de las imágenes; re­ traba surcado por el rayo, y las amarguras eran ya que Mílton ha hecho entrar en el carácter de ,su Sata­
nás la perversidad de aquellos hombres que á princi­ tura, heme aquí.»
corre , á la augusta sombra de los bosques, el imperio muy antiguas en sus pálidas mejillas.» Rafael es el ángel exterior; Eloa el ángel interior:
del Angel de la soledad; halla en la apacible claridad pios del siglo XVII cubrieron de luto la Inglaterra; en
. Acabemos de conocer el carácter de Satanás. Ha­ ese carácter se echa de ver la misma obstinación, el los Mercurios y los Apolos de la mitología nos parecen
de la luna el Genio de los sueños del corazón; oye biendo huido del infierno, llega á la tierra, y sintién­ menos divinos'que estos genios del Cristianismo.
sus suspiros en murmullo de los bosques y en las que- dose poseído de negra desesperación al contemplar las mismo entusiasmo, el mismo orgullo, el mismo espí­
ritu de rebelión é independencia; el monarca del in­ Los dioses de Homero vienen muchas veces á las
Jas «e Filomela; las rosas de la aurora son la cabellera maravillas del universo, apostrofa en estos términos manos ; pero nada se encuentra en la Iliada superior
fierno trae á la memoria aquellos famosos niveladores,
del Angel de la mañana. El Angel de la noche des­ al sol: al combate que Satanás se apresta á presentar á Miguel
que abjurando la religión de su patria, sacudieron el
cansa en medio de los cielos, donde se asemeja á la «¡Oh tú, que coronado de inmensa gloria, dejas yugo de todo gobierno legítimo, rebeldes á la para Dios en el Paraíso terrenal, ni á la derrota de las legiones,
luna dormida sobre nacarada nube; cúbrense sus ojos caer tus miradas desde lo alto de tu solitaria domina­ heridas por el rayo de Emmanuel ; las divinidades pa­
y á los hombres. El mismo Mílton había participado
de una venda de estrellas; sus talones y su frente ción , cual dios de este nuevo universo: tú, en cuya ganas siguen muébas veces á sus héroes favoritos,
de este espíritu de perdición; y á fe que para imaginar
aparecen ligeramente enrojecidos con la púrpura de presencia Jas estrellas se ocultan humilladas, yo elevo un Satanás tan detestable, era preciso que el poeta cubriéndoles con una nube ; pero esta máquina ha sido
la aurora y la del crepúsculo; precédele el Angel del una voz hácia tí; no, empero, una voz amiga: no pro­ muy oportunamente aplicada por el Taso á la poesía
silencio, y le sigue el del misterio. No injuriemos á nunció tu nombre, ¡ oh sol 1 sino para decirte cuán odio­ hubiera visto su imagen en los reprobos que convir­
tieron durante tanto tiempo su patria en verdadero cristiana, cuando introduce á Soliman en Jérusalem.
los poetas creyendo que miran al Angel de los mares, sos me son tus rayos. ¡Ah! Ellos me recuerdan la al­ Aquel carro velado de vapores; aquel viaje invisible
al Angel de las tempestades y al Angel del tiempo y tura de que he sido despeñado, y cuán glorioso brillaba asilo de los demonios.
de'un encantador y de un héroe, por entre el campa­
al Angel de la muerte, como genios merecedores dél un dia, viendo tu esfera girar á mis piés! El orgullo y mento cristiano; aquella puerta secreta de. Heredes;
desden de las Musas. El Angel de los santos amores la ambición me lian precipitado, pues me atreví á de­ CAPITULO X. aquellos recuerdos de los antiguos tiempos, intercala­
da á las vírgenes una mirada celestial, y el Angel de clarar la guerra al Rey del cielo, en el cielo mismo. Y en dos en una rápida narración ; aquel guerrero que asis­
las armonías les prodiga sus gracias; eí hombre rec­ verdad que no merecía tan desleal recompensa, pues MÁQUINAS POÉTICAS.
te, sin ser visto, á un consejo, y que solo se descubre
to debe su corazón al Angel de la virtud, y sus labios me había hecho todo lo que era en una elevada gerar- para determinar á Solimán á los combates : todo este
al de la persuasión. Nacía- se opone á que se concedan quía... Colocado á tanta altura, me negué á la obe­ Venus en los bosques de Cartago.—Rafael en las fron­
dosidades del Edem, maravilloso, aunque del género mágico, es de singu­
á estos espíritus bienhechores los atributos ostensibles diencia, pues crei que un paso mas me llevaría al rango lar excelencia.
de sus respectivos poderes y cargos : el Angel de la supremo, y me descargaría en un momento de la in­ Hablemos ahora de algunos ejemplos de las máqui­ Objetarase tal vez que en las pinturas voluptuosas,
amistad, por ejemplo, pudiera adornarse con una mensa deuda de una gratitud eterna. ¡ Oh! ¿ Por qué nas poéticas. Venus, que se muestra á Eneas en los el paganismo debe á lo menos alcanzar la preferencia.
banda maravillosa en que se vieran fundidos, por su omnipotente voluntad no me creó en la categoría bosques de Cartago, es un fragmento acabado en el Si asi fuese, ¿qué haríamos de Armida?¿Diremos que
medio de un trabajo divino, los consuelos del alma, el de algún ángel inferior? Feliz sería aun, pues mi am­ género afectuoso: Cui mater media, etc. «A través carece de encantos, cuando inclinada sobre la frente
sublime desinterés, las palabras secretas del corazón, bición no se hubiese alimentado con una esperanza del bosque, y siguiendo el mismo sendero, su madre le del dormido Reinaldo, deja caer el puñal, trocada ya
las alegrías inocentes, los castos abrazos, la Religión, ilimitada... ¡Miserable! ¿Dónde huiré de una cólera salió al paso. Tenia el aspecto y el semblante de una en amor su venganza? ¿Acaso es preferible Ascanio,
el encanto de los sepulcros y la inmortal esperanza. infinita y de una infinita desesperación? El infierno doncella, y estaba armada como las jóvenes de Espar­ oculto por Venus en los bosques de Citeres, al joven
me acompaña á todas partes, yo mismo soy el infier­ ta, etc.» héroe del Taso, encadenado con flores , y llevado en
CAPITULO IX. no... ¡Olí Dios! ¡mitiga tus golpes! ¿No has dejado al­ Esta poesía es deliciosa; pero el cantor del Edem se una nube á las islas Afortunadas? Esos jardines, cuyo
gún camino al arrepentimiento y á la misericordia, lia acercado mucho á ella al pintar la llegada del án­ único defecto consiste en ser demasiado encantadores,
APLICACION DE LOS PRINCIPIOS ESTABLECIDOS EN LOS fuera de la obediencia ? ¡La obediencia! El orgullo me gel Rafael á la espesura habitada por nuestros prime­ y esos amores á quienes solo falta un velo, no son por
ANTERIORES CAPÍTULOS. prohíbe pronunciar esta palabra, que me avergonzaría ros padres. , „ cierto cuadros muy severos. En el episodio á que nos
ante los espíritus del abismo. No les seduje por medio «El serafín ostenta seis alas , para sombrear sus lor- referimos se baila hasta el ceñidor deVenus, tanto
Carácter de Satanás. de promesas de sumisión, cuando fui osado á ofrecer­ mas divinas. Dos de ollas, fijas á.su espalda, se en­ y tan justamente censurado. Por lo demás, si algunos
les que avasallaría al Omnipotente. ¡Ah! Mientras me corvan sobre su seno , como los pliegues de un manto críticos dcscontentadizos se obstinasen en. desterrar la
Pasemos de los preceptos á los ejemplos. Reanu­ adoran en el trono de los infiernos, ignoran cuán ca­ régio; las del medio se plegan en su derredor como magia, los ángeles de tinieblas pudieran hacer por sí
dando lo que hemos expuesto en los capítulos que pre­ ras pago aquellas palabras soberbias, y cuánto gimo una banda de estrellas; las dos últimas, teñidas de mismos lo que por su medio lleva á cabo Armida. Nos
ceden , empezaremos por el carácter atribuido á los - interiormente bajo el peso de mis dolores... Pero, ¿y esmaltado azul, balen sus rápidos talones, y las sacu­ autoriza á ello la historia de algunos de nuestros san­
ángeles malos, y al efecto citaremos el Satanás.dé si me.arrepintiese, ó si por un rasgo de la gracia divi­ didas plumas esparcen celestiales perlumes. . tos , pues el demonio de los placeres lia sido mirado
Mílton. na, reconquistase mi primitiva condición?... Una clase »Adelántase hácia el jardín de la felicidad, a través siempre como uno de los mas poderosos del abismo.
El Dante y el Taso pintaron, antes que el poeta in­ elevada volvería á excitarme en breve ambiciosos pro­ de bosquécillós de mirtos y de nubes de nardo e in­
glés, al monarca del infierno. La imaginación del Dan­ pósitos, y los juramentos de una fingida sumisión no cienso; soledades de aromas, donde la joven natura­ CAPÍTULO XI.
te, agotada por nueve círculos de tormentos, hizo de tardarían en ser desmentidos. El tirano lo sabe: y está leza se entrega á todos sus caprichos... Adain, sentado
Satanás un mónstruo abominable, aherrojado en el tan lejos de concederme la paz, cuanto yo lo estoy de ála sazón á la puerta de su frondoso albergue, descu­ CONTINUACION DE LAS MÁQUINAS POETICAS.
centro de la tierra, mientras el Taso lo hizo ridículo pedirle gracia. ¡Adiós, pues esperanza, adiós, temor bre al divino mensajero, y exclama gozoso: ¡Yen,
al armarle de cuernos. Arrastrado por estas autorida­ é importunos remordimientos! todo está perdido para Eva, ven á ver un objeto digno de tú admiración. Sueño de Eneas.—Sueño de Atalia.
des, Mílton tuvo por un momento el mal gusto de fijar luí... ¡Mal, sé tú mi único bien! A lo menos, merced, Mira al Oriente por entre esos árboles: ¿no descubres
dimensiones á su Satanás; pero en verdad que se le­ á tí, compartiré el imperio con el Rey del cielo, y aun esa forma gloriosa, que se dirige á nuestra gruta? Pu­ Réstanos solo ya hablar de dos máquinas poéticas:
vanta de su caída de una manera sublime. Escuchad tal vez reinaré sobre mas de la mitad del universo, diera creérsela una nueva aurora que se levanta en los viajes de los dioses, y los sueños. ~
al príncipe de las tinieblas exclamar, en la cumbre de como lo echarán de ver .en breve el hombre v esto medio del dia...» . Empezando por estos, eligiremos el sueno de Eneas,
la montaña de fuego desde donde por vez primera nuevo mundo.» Mílton, casi tan afectuoso en este pasaje como Vir­ en la noche fatal de Troya ; el héroe lo refiere asi á
contempla su imperio: . Por grande que sea nuestra admiración á Homero, gilio , le excede en santidad y grandeza. Rafael es mas Dido :
«¡ Adiós, campos afortunados , mansión de las debemos confesar que nada puede compararse con este hermoso que Venus; el Edem es mas encantador que
eternas alegrías! ¡Horrores! ¡yo os saludo! ¡Yo te sa­ pasaje de Mílton. Cuando, á la grandeza del asunto, á los bosques de Cartago, y Eneas es un frió y triste Tempus erat, etc. .....
ludo, mundo infernal! ¡Abismo! ¡recibe á tu nuevo la hermosura de la poesía y á la natural elevación de personaje al lado del magestuoso Adam. C’était l’heure oú du jour adoucissant les peines,
monarca, que te trae un espíritu que ni los tiempos los personajes se añade un conocimiento tan profundo Hé aquí un ángel místico de Klopstock: Le sommeil grâce aux dieux se glisse dans nos veines;
ni los lugares cambiarán jamas! A lo menos, aquí se­ de las pasiones, nada mas debe exigirse al genio.. Sa- Tout a coupj le front pale et chargé de douleurs,
remos libres,'aquí reinaremos; ¡ el reinar, aun en los tanas, arrepintiéndose á la vista de la luz que detesta, ..... Daun eil et der thronen. Hector, près de mon lit, a paru tout en pleurs,
infiernos, es digno de mi ambición!» porque le recuerda cuán superior le ha sido; deseando «Súbitamente, el primogénito de los Tronos baja Et tel qu’après son char la victoire inhumaine,
BIBLIOTEGA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 93
Noir de poudre et de sang, le traîna sur l’arène. como para ocultarse en él, y que se transforma de estas tenebrosas divinidades. Satanás se presenta á
Je vois ses pieds encore et meurtris et percés vuestros parientes! Finalmente, el silencio de Héctor, ellas sin temor, y Ies dice :
improviso en huesos y en carnes destrozadas, es una
Des indignes liens qui les ont traversés. y su suspiro seguido del Fuge, eripe flammis!... ha­ »Espíritus dei abismo, Caos, y tú, antigua Noche,
cen erizar ios cabellos. La última pincelada del cuadro de esas bellezas vagas, de esas circunstancias espan­
Hélas! qu’en cet état de lui-méme il différé! tosas propias de la verdadera naturaleza del fantasma. no vengo á inquirir los secretos de vuestros reinos...
Ce n’est plus cet Hector, ce guerrier tutélaire, mezcla ¡la doble’poesía de la vision y del sueño ; y al Indicadme el camino de la luz, etc.»
Qui, des armes d’Achille orgueilleux ravisseur, ver á aquella arrebatar la estátua de Vesta y el fuego El decrépito Caos responde mugiendo : «Te conoz­
Dans les murs paternels revenait en vainqueur, sagrado, se crse ver al espectro arrancando de la tierra CAPITULO XII.
Ou courant assiéger les vingt rois de la Grece, co, ¡oh extranjero! Un mundo nuevo está suspendido
a Troya. sobre mi imperio hácia el lado en que cayeron tus le­
Lançait sur leurs vaisseaux la flamme vengereuse. Este sueño ofrece por otra parte una hermosura de­ CONTINUACION DE LAS MÁQUINAS POÉTICAS.
Combien il est changé ! le sang de toutes parts giones. ¡ Vuela, y acelera el cumplimiento de tus altos
Souillait sa barbe épaisse et ses cheveux épars ; ducida de la naturaleza misma de las cosas. Eneas se destinos! Destrucción, catástrofes, ruinas, ¡vosotros
Et son sein étalait a ma vue attendrie regocija primero al ver á Héctor, á quien cree vivo; Viaje de los dioses homéricos.—Satanás marchando al
descubrimiento de la Creación. sois las esperanzas del Caos!
Tous les coups qu’il reçut autour de sa patrie. luego habla de las calamidades de Troya acaecidas des­ »Dice : y Satanás lleno de alegría... se remonta con
Moi-mème il me semblait qu’au plus grand des héros, pues de la muerte del héroe. El estado en que vuelve nuevo vigor, y atraviesa como una pirámide de fuego la
L’œil do larmes noyé, je parlais en ces mois; á verle no puede recordarle su destino; así es que Hemos llegado á la última de las máquinas poéticas,
es decir, á los viajes de los seres sobrenaturales. Esta atmósfera tenebrosa... Por último, la sagrada influen­
pregunta al hijo de Príamo donde ha recibido sus he­ cia de la luz empieza á hacerse sentir. Irradiado de las
«O des enfants d’Ilus la gloire et l’espérance ! es una de las partes de lo maravilloso en que Homero
Quels lieux ont si longtemps prolongé ton absence? ridas , y al mismo tiempo dice que se le vió de aque­ murallas del cielo, un rayo proyecta ó lo lejos en el seno
lla, suerte el dia en que fue arrastrado al rededor de se ha mostrado mas sublime. Ya pinta el carro del
Oh! qu’on t’a souhaité! mais, pour nous secourir, Dios volando como el pensamiento de un viajero que de las sombras una dudosa y trémula aurora: aquí em­
Est-ce ainsi qu’il nos yeux Hector devait s’offrir, Ilion. Tal es, en efecto, la incoherencia de los senti­ pieza la naturaleza, y el Caos se retira. Guiado por aque­
Quand il ses longs travaux Troie entière succombe ! mientos y de las imágenes en un sueño. recuerda en un instante los lugares que ha recorrido;
ya dice: llos inciertos albores, Satanás, semejante á un bajel
Quand presque touts les tiens sont plongés dans ia tombe ! Nos es en extremo grato hallar entre ios poetas
Pourquoi ce sombre aspect, ces traits défigurés. «Los intrépidos corceles de los inmortales salvan mucho tiempo combatido por la tempestad, reconoce el
cristianos algo que contrabalancee y tal vez exceda este puerto con vivo júbilo, y se desliza mas suavemente
Ces blessures sans nombre, et ces flancs déchirés?»
sueno: poesía, religion, interés dramático, todo es de un salto todo el espacio de cielo que alcanza á ver
un hombre sentado en una enhiesta roca á orillas del sobre las domadas olas. A medida que adelanta hácia el
Hector ne répond point ; mais du fond de son âme igual en ambas pinturas, y Virgilio se reproduce de dia, el Empíreo desplega á su vista sus resplandecien­
nuevo en Racine. mar.»
Tirant un long soupir: «Fuis les Grecs et la flamme, Sea cual fuere el genio de Homero y la magestad de tes torres de ópalo y sus vivientes zafiros.
Fils de Vénus, dit-il, le destin t’a vaincu; Ataba narra su sueño á Abner y á Mathan, bajo el »Finalmente, descubreálo lejos una fábrica gigantes­
Fuis, hâte-toi: Priam et Pergame ont vécu. pórtico del templo de Jerusalém : sus dioses, su maravilloso y su grandeza van á que­
dar eclipsados de nuevo por lo maravilloso del Cris­ ca , cuyos magníficos escalones suben hasta las murallas
Jusqu’en leurs fondements nos murs vont disparaître;
Ce bras nous eût sauvés si nous avions pu l’ètre. tianismo. del cielo... Perpendicular al pié de aquella mística gra­
C’était pendant l’horreur d’une profonde nuit; dería, se abre un paso que conduce á la tierra. Satanás
CherEnée! ah! du moins, dans ses dérniers adieux, Ma mere Jézabel devant moi s’est montrée, Satanás llega á las puertas del infierno que el Pe­
Pergame a ton amour recommande ses dieux! Comme au jour de sa mort pompeusement parée; cado y la Muerte le lian abierto, y se prepara á marchar se lanza al último escalón, y abismando sus miradas á
Porte au delà des mers leur image chérie, Ses malheurs n’avient point abattu sa fierté: al descubrimiento de la Creación: las profundidades que se extienden á sus plantas, des­
Et fixe toi près d’eux dans une autre patrie.» Même elle avait encor cet éclat emprunté, cubre con inmenso asombro todo el universo á la vez.»
U dit; et dans ses bras emporte a mes regards Dont elle eut soin de peindre et d’orner son visage, ......................Líke a furnace mouth La religión que ha suministrado un maravilloso
La puissante Vesta qui gardait nos remparts, Pour réparer des ans ¡’irréparable outrage de este género, y que ha inspirado además la idea de
Et ses bandeaux sacrés, et la flamme immortelle «Tremble ! m’a-t-elle dit, fille digne de moi ; ...................... ... . The sudden view
Qui veillait dans son temple, et brûlait devant elle. los amores de Adam y Eva, no puede parecer una
Le cruel Dieu des Juifs l’emporte aussi sur toi : Of all this vvorld at once. religión anti-poélica á los hombres imparciales. ¿Qué
(Traduc. de M. de Fontanes.) Je te plains de tomber dans ses mains redoutables,
Ma fille !» En achevant ces mots épouvantables,' «Las puertas del infierno se abren... vomitando vale Juno, marchando á los confines de ia tierra, en
.Este sueño es una especie de resúmen del genio de Son ombre vers mon lit a paru se baisser; como la boca de un horno negras bocanadas de humo Etiopia, comparada con Satanás, subiendo desde los
Virgilio, pues se encuentran en él, en un reducido Et moi, je lui tendais les mains pour l’embrasser; y de rojas llamas. Descúbranse repentinamente, á las antros del Caos basta las fronteras de la naturaleza?
cuadro, todos ios géneros de bellezas que le son pe­ Mais je n’ai plus trouvé qu’un horrible mélange miradas de Satanás, los secretos del antiguo abismo; Adviértese en el original un efecto notable que no he­
culiares. D’os et de chairs meurtris et traînés dans la fange, océano caliginoso y sin límites en que se pierden los mos podido trasladar, y que se enlaza, por decirlo
Des lambeaux pleins de sang, et des membres affreux así, con el tono general de este fragmento : los largos
Obsérveseen primer lugar, el contraste de este Que des chiens dévorants se disputaient entre eux. tiempos, las dimensiones y los lugares, y donde la
espantoso sueño con la hora tranquila en que los dio­ antigua Noche y el Caos, antepasados de la naturaleza, giros que hemos suprimido, parecen prolongar la es-
ses lo envían á Eneas. Nadie ha sabido señalar los mantienen una eterna anarquía en medio de una eterna cursion del príncipe dé las tinieblas, éinfunden en el
. Muy difícil seria decidirse aquí entre Virgilio y Ra­ lector un vago sentimiento de lo infinito de esos espa­
tiempos y los lugares con mas maestría que el vate de cine. Los dos sueños se cfÍHvan igualmente de las di­ guerra, y reinan por la confusión. Satanás, detenido
Mantua. Aquí presenta una tumba, allí una aventura ferentes religiones de los dos poetas : Virgilio es mas en el dintel del infierno, fija su vista en el anchuroso cios que acaba de atravesar.
tierna, para determinar los confines de un país ; una triste, Racine mas terrible; este hubiera faltado á su antro, cuna y tal vez sepulcro de la naturaleza, y cal­
ciudad nueva ostenta un nombre antiguo, y un rio objeto y desconocido el genio sombrío de los dogmas cula los peligros del viaje. Pero en breve, desplegando CAPITULO XIII.
'extranjero toma el nombre de un rio patrio. Por lo hebreos, si á ejemplo del primero, hubiese supuesto las potentes alas, y rechazando con la planta el fatal
que respecta á las horas, Virgilio hace figurar casi el sueno de Ataba en una hora pacífica; y como vaá dintel, se remonta envuelto en espesos torbellinos de El infierno cristiano.
siempre ia mas tranquila sobre el acontecimiento mas cumplir mucho, promete mucho en este verso: humo. Conducido en su nebuloso trono, sube durante
trágico. De este contraste, lleno de tristeza, resulta mucho tiempo con insolente audacia; pero los vapo­ Entre las muchas diferencias que distinguen el
esta verdad : que la naturaleza cumple sus leyes sin C’était pendant l’horreur d’une profonde nuit. res, que se disipan gradualmente, le abandonan en infierno cristiano del Tártaro, son dignos de atención
sentirse perturbada por las mezquinas revoluciones mediodelinconmensurable vacío. Así sorprendido,re­ los tormentos que sufren los demonios. Pluton, los
En Racine se advierte concordancia y en Virgilio jueces, las parcas y las furias no sufrían con los cul­
humanas. contraste de imágenes. dobla, mas ya en vano, los esfuerzos de sus alas, y
Pasemos á la pintura de la sombra de Héctor. Ese cae al fin despeñado cual un objeto que cede á su pro­ pables; pero los dolores de nuestras potestades infer­
La escena anunciada por la aparición de Hector, es nales son un medio mas para la imaginación, siendo
fantasma, que mira á Eneas en silencio; aquellos lar­ decir, la noche fatal de un gran pueblo y la fundación pio peso. . .
gos llantos, aquellos piés hinchados, son las minu­ del imperio romano, seria mas magnífica que la caída »El instante en que esto canto vería aun su caída, si por consiguiente una ventaja poética de nuestro in­
ciosas circunstancias que elige siempre el gran pintor de un solo reino, si Joás, al encender la antorcha de la violenta explosión de una nube de azufre y de fuego fierno sobre el de los antiguos.
no le hubiese lanzado & alturas iguales á las profundi­ En los Campos Cimmerianos de la Odisea, lo vago
para poner á la vista el objeto que describe. El grito David K no nos mostrase en lontananza al Mesías y la
de Eneas: ¡Quantum mutatus ab illo! es el grito de revolución de la tierra. dades á que había descendido. Arrojado á unas tierras de los lugares, las tinieblas, las incoherencia do
un héroe, que revela la dignidad de Héctor. Squalen- inseguras y trémulas, y á través de los elementos, los objetos, y la cueva ó donde las sombras acuden á
La misma perfección se echa de ver en entrambos beber sangre, dan al cuadro cierto carácter de horror
tem barbam, et concretos sanguine crines .* ved aquí poetas: no obstante, la poesía de Racine nos parece condensados ó enrarecidos... marcha, vuela, nada, se
arrastra. A favor de sus brazos, de sus piés yjle sus que tal vez se asemeja mas al infierno cristiano que el
al espectro. Pero Virgilio presenta de improviso un mas hermosa. Héctor se presenta á Eneas siempre el
alas, salva la sirtes, los estrechos y las montañas. En Ténaro de Virgilio, pues en este se advierten los pro­
rasgo propio de su estilo : Vulnera... tircurn plurima mismo, desde el principio hasta el fin; pero la pompa
fin, un rumor universal de voces y de sonidos confu­ gresos de los dogmas filosóficos de la Grecia. Las parcas,
muros accepit patrios. En estas palabras se encierran y el brillo prestado de Jezabel, el Cocito y la Estigia, vuelven á figurar en las obras de
el elogio de Héctor, los recuerdos de sus desventuras sos hieren violentamente sus oidos. Dirige al punto su
y de las de la patria en cuya defensa recibiera tantas Pour reparer des ans ¡’irreparable outrage, vuelo hacia aquel lado, resuelto á acercarse al espíritu Platón, en que se ve una distribución de castigos y de
heridas. Estas frases: /0 lux Dardaniæ ! ¡ Spes o seguidos súbitamente, no de una forma entera, sino desconocido del abismo, que reside en aquel estré­ recompensas, de que Homero no tenia la menor no­
ficlelissima Teucrum! están llenas de calor, y en el pito indefinible, para saber de él el camino de la luz. , ción. Ya hemos hecho observar que la desgracia, la
mismo grado en que conmueven el corazón hacen des­ ■....................Des lambeaux affreux »Descubre á poco el trono del Caos,.cuyo sombrío indigencia y la debilidad eran relegadas por los paga­
garradoras las siguientes palabras : ; Ut te post multa Que des chiens dévorants se disputaient entre eux, pabellón se extiende á lo lejos sobre el inmenso bára­ nos después de la muerte á un mundo tan calamitoso
tuorum fuñera... adspicimus! ¡Ah! esta es la histo­ tro. La Noche, velada en una túnica negra, está sen­ como el actual. La religión de Jesucristo no habla así
ria de todos los que han abandonado su patria; á su es una especie de cambio de estado, una peripecia que tada á su lado; bija primogénita de los seres, es la á nuestras almas. Nosotros sabemos que al abandonar
da al sueño pintado por Racine una belleza que no esposa del Caos. El Acaso, el Tumulto, la Confu­ este mundo de tribulaciones, hallaremos un lugar de
vuelta, se puede decirles como Eneas á Héctor: ¡De­
se advierte en el de Virgilio. Por último, esa sombra sión y la Discordia de mil fauces, ministros son de descanso, y que, y si hemos tenido sed de justicia en
bíamos tornar á veros después de los funerales de
de una madre que se inclina sobre el lecho de su hija,
04 , BIBLIOTECA DE aspar y roíg. Et. GENIO DEL cristianismo. 9S
el tiempo, nos saciaremos de ella en la eternidad: parecía su cabeza , ostentaba la apariencia de una tormentos, y los himnos de carne y sangre, bajad al entre el hijo vivo y el padre difunto, entre la madre
Sitiunt justitiam... ipsi safurabuntur. corona.» infierno del Dante. Aquí, las sombras son sacudidas y la hija, entre el esposo y la esposa, entre la vida y
Si la filosofía queda satisfecha, tal vez no nos será Nunca se lia representado un fantasma de una ma­ por los torbellinos de una tempestad; allí, los incen­ la muerte! ¡Cuantos tiernos sentimientos se encierran
muy difícil convencer á las Musas. Es verdad que no nera mas vaga y terrible. El origen de la muerte, re­ diados sepulcros encierran á los fautores de la herejía; en esta doctrina! Mi virtud, aunque mísero mortal,
tenemos un infierno cristiano, tratado de una manera ferido por el Pecado, y la manera con que los ecos del los tiranos están sumergidos en un rio de sangre tibia; es un patrimonio común á todos los cristianos; y así
acabada, pues ni el Dante, ni el Taso, ni Millón se infierno repiten el nombre terrible al ser pronunciado los suicidas, que desdeñaron la noble naturaleza del como me he visto envuelto en la culpa de Adam, mi
muestran perfectos en la pintura de los lugares de por primera vez; todo es una especie de sublime hor­ hombre, lian retrogradado hácia la planta, y lian sido justificación refluirá en beneficio de mis hermanos.
dolor. Sin embargo, algunos excelentes fragmentos ror , desconocido de la antigüedad. transformados en unos árboles raquíticos que crecen ¡Poetas cristianos! los ruegos de vuestros Nisos llega­
debidos á tan grandes maestros, prueban que si todas Internándonos en los infiernos, siguiremos á Eneas en una arena abrasada, y cuyas ramas arrancan sin rán á vuestros Euriales mas allá del sepulcro; vues­
las partes del cuadro hubiesen sido retocadas con al campo de las lágrimas, Ingentes campi; allí en­ cesar las harpías. Estas almas no volverán á unirse á tros ricos podrán repartir su sobrante con el pobre; y
igual esmero, poseeríamos infiernos no menos poéti­ cuentra ála sin ventura Dido, y la descubre entre las sus cuerpos el dia de la resurrección, sino que los además del placer que hallarán en esta sencilla y agrada-
cos que los de Homero y Virgilio. sombras de un bosque como se ve, ó como se cree ver arrastrarán por el espantoso bosque, para colgarlos bleaccion, Diosles recompensará sacando á sus padres
ála luna nueva levantarse á través de las nubes: de las ramas de los árboles á que están asidas. y madres de un lugar de penas. Es cosa que complace
............ Qualem primo qui surgere mense Si se objeta que un autor griego ó romano hubiera ver que se lia obligado al corazón del hombre á la prác­
CAPITULO XIV. tica de la virtud, mediante elatractivo del amor, y pen­
Aut videt, aut vidisse putat, per nubila lunam. podido hacer un Tártaro tan formidable como el in­
PARALELO ENTRE EL INFIERNO Y EL TÁRTARO. fierno del Dante, esto nada prueba contra los medios sar que la misma moneda que da el pan al desvalido,
Este trozo es magnífico; pero el Dante se muestra poéticos de la religión cristiana; pero basta por otra concede tal vez á un alma un eterno puesto en la mesa
Entrada del Averno.—Puerta del infierno del Dante.— tal vez no menos tierno en la pintura de los campos parte tener algún conocimiento del genio de la. anti­ del Señor.
Dido.—Francisca de Rímini.—Tormentos dolos ré- de llantos. Virgilio coloca á los amantes en bosque- güedad para conceder que el tono sombrio del infier­
probos. cilios de mirtos y en solitarias alamedas; el Dante no del Dante no se halla en la teología pagana, y que
supone á los suyos en un ambiente vago y en medio CAPITULO XVI.
pertenece á los dogmas amenazadores de nuestra fe.
La entrada del Averno ofrece, en el libro sexto de de tempestades que les arrastran eternamente; el uno El Paraíso.
la Eneida, estos versos inimitables: da al amor por castigo sus propias ilusiones, al paso
ue el otro le impone por suplicio la imagen de ios CAPITULO XV. El rasgo que distingue esencialmente el Paraíso
Ibant obscuri sola sub nocte per umbram, esórdenes que aborta. El Dante detiene á una pareja
Perque domos Ditis vacuas et inania regna. Del purgatorio. del Eliseo, es que en aquel las almas santas habitan
infortunada en medio de un torbellino: Francisca de el cielo con Dios y los ángeles, al paso que en este
Pallentesque habitant Morbi, tristisque Seneclus, Rímini, interrogada por el poeta, le narra sus desven­ Confesarase á lo menos que el purgatorio ofrece á las sombras felices están separadas del Olimpo. El sis­
Et Metus, et malesuada Fames, et turpis Egestas, turas y su amor : los poetas cristianos un género de maravilloso igno­ tema filosófico de Platón y de Pitágoras que divide el
Terribiles visu formas; Letumque Labosque, Noi leggevamo, etc. rado de la antigüedad. No hay tal vez cosa mas favo­ alma en dos esencias, la carne sutil que vuela basta
Tura consanguineus Leti Sopor, et mala mentís la luna, y el espíritu, que sube basta la Divinidad; este
Gaudia..... rable á las Musas que ese lugar de purificación, colo­
«Leiamos un día, en grato pasatiempo, cómo el cado en los confines'del dolor y de la alegría, en donde sistema , decimos, no es de nuestra competencia,
amor venció a Lanceíot. Hallábame sola con mi aman­ puesto que solo hablamos de la teología poética. En
se reúnen los confusos sentimientos de ja felicidad y
Basta saber leer el latin , para percibir la armonía te, y no abrigábamos la menor desconfianza; mas de del infortunio. La gradación de los sufrimientos, en muchos [lugares de nuestra obra hemos, ¡hecho ver
lúgubre de estos versos. Óyese primero retumbar y una vez palidecieron nuestros semblantes, y nuestros la diferencia que existe entre la felicidad de los
razón de las faltas pasadas; esas almas, mas ó menos
mugir la caverna por donde caminan la Sibila y Eneas: turbados ojos se encontraron; pero un solo instante felices, mas ó menos brillantes, según que sé aproxi­ elegidos y la de los manes del Eliseo. Una cosa es
Ibant obscuri sola sub nocte per umbram; después nos perdió á entrambos. Cuando el feliz Lanceíot reci­ man mas ó menos á la doble eternidad de los placeres vivir entre danzas y festines, y otra conocerla na­
se entra de repente en los espacios desiertos, en los bió al fin el anhelado beso, entonces el hombre que ó los castigos, podrían suministrar al pincel intere­ turaleza délas cosas, leer el porvenir, ver las revolu­
reinos del vacio: Perque domos Ditis vacuas et ina­ ya jamás me será arrebatado, unió sus labios á los santes asuntos. El purgatorio excede en poesía al cielo ciones do las esferas, y hallarse como asociado á la
nia regna. Siguen luego las sílabas sordas y pesadas, trémulos míos; y dejamos caer el libro que nos habia y al infierno, porque deja entrever un porvenir que omnisciencia, si no á la omnipotencia de Dios. Es no
que expresan de una manera admirable los penosos revelado el misterio del amor.» obstante, extraordinario que con tantas ventajas los
suspiros de los infiernos : Tristisque Senectus et Me­ falta á estos.
¡ Cuán admirable sencillez se advierte en la narra­ En el Elíseo antiguo, el rio Leteo, Labia sido in­ poetas cristianos se hayan mostrado tan inferiores en la
tus.—Letumque Labosque; consonancias que prue­ ción de Francisca! ¡Cuánta delicadeza brilla en el ventado con mucha oportunidad; pero no puede de­ pintura del cielo. Unos han pecado por timidez, como
ban que los antiguos no ignoraban la especie de her­ rasgo que lo termina 1 Virgilio no es mas púdico en cirse que las sombras que de nuevo recobraban la vida el Taso y Mílton; otros por excesivo esfuerzo, como
mosura propia de la rima. Los latinos, á imitación de el cuarto libro de la Eneida., cuando Juno da la señal, en sus orillas, presentasen la misma progresión poé­ el Dante; estos por abuso de la filosofía, como Voltaire;
los griegos, empleaban la repetición de los sonidos en dat signum. El fragmento cíe que nos ocupamos debe tica hácia la felicidad, que jas almas del purgatorio. aquellos per profusión, como Klopstock. Ocúltase en
las pinturas pastoriles y en las armonías tristes. también al Cristianismo una parte de su carácter pa­ El abandonar los campos de los manes felices era vol­ este asunto un escollo, sobre el que aventuraremos
El Dante vaga primero, como Eneas, por un bosque tético , puesto que Francisca de Rímini es castigada ver á entrar en el círculo del movimiento vital, tornar algunas conjeturas. Es innato en el hombre no simpa­
que oculta la entrada de su infierno; nada es mas es­ por no haber sabido resistir su amor, y por haber sido á nacer para tornar á morir, ver Jo que ya se ha­ tizar sino con las cosas que tienen relaciones con él, y
pantoso que esta soledad. Llega en breve á la puerta, infiel á la fe conyugal: la justicia inflexible de la bía visto. Todo aquello cuya extensión puede medir que le impresionan bajo cierto concepto, como por ejem­
en que se lee la célebre inscripción: Religión contrasta en el caso presente con la compa­ el espíritu, es pequeño: y aunque el círculo que entre plo , el infortunio. El cielo, mansión de una felicidad
sión que inspira una débil mujer. los antiguos servia de emblema á la eternidad, podia sin término, es harto superior á la condición humana,
Per me si va nella città dolente, para que el alma no mire con cierta indiferencia la
Per me si va nell’ eterno dolore: No lejos del campo de los llantos, Eneas ve el cam­ ser una imagen grande y exacta, nos parece que mata
Per me si va tra la perduta gente. po- de los guerreros, y en él encuentra á Deifobe, la imaginación, pues la obliga á girar incesantemente felicidad de los elegidos, pues el hombre no se inte­
cruelmente mutilado. Su historia es interesante; pero en su formidable circuito. La línea recta , indefinida­ resa por unos sores enteramente felices. Por esta ra­
Lasciate ogni speranza, voi cli’ entrate. el solo nombre de Ugolino recuerda un fragmento de mente prolongada, seria quizá mas significativa, por­ zón , los poetas lian brillado mas en la descripción de
muy superior mérito. Concíbese que Voltaire no haya que lanzaría la mente á las pavorosas regiones de un los infiernos, porque á lómenos se ve en ellos la
Hé aquí precisamente la misma clase de bellezas visto en las llamas de un infierno cristiano sino objetos vago ideal, haciendo caminar de frente tres cosas que humanidad, toda vez que los tormentos de los conde­
que en el poeta latino. No hay oido que no perciba la burlescos; empero, ¿no es preferible para el poeta ha­ al parecer se escluyen : la esperanza, la movilidad y nados nos traen á la memoria las penalidades denues-
cadencia de estas rimas duplicadas, en que parece re­ llar en ellas al conde de Ugolino, y adecuada materia tra vida. Compadecemos los infortunios ajenos á imi­
L eternidad.
tumbar y morir el eterno grito de dolor que sube del á unos versos tan hermosos y á unos episodios tan La relación que se establezca entre el castigo y la tación de los esclavos de Aquiles, que al derramar
fondo del abismo. En los tres per me si va se cree oír trágicos ? culpa puede producir en el purgatorio todos los encan­ copiosas lágrimas sobre el cadáver de Patroclo, llora­
el fúnebre doblar de la campana que anuncia la agonía Si de estos pormenores pasamos á considerar bajo tos del sentimiento. ¡Qué deingeniosas penas no pueden ban en secreto sus propios infortunios.
del cristiano. El lasciate ogni speranza es comparable un aspecto general el Infierno y el Tártaro, veremos reservarse á una madre demasiado tierna, á una jóven Para evitar la frialdad que resulta de la eterna y
al mas brillante rasgo del infierno de Virgilio. en este á los Titanes precipitados por los rayos de Jú­ demasiado crédula, á un joven demasiado impetuoso. siempre uniforme felicidad de los justos, pudiera in­
Mílton, imitando al poeta mantuano, colocó la piter; á Ixion amenazado con ser precipitado de un V en verdad, toda vez que los vientos, el fuego y los tentarse establecer en el cielo alguna esperanza, algún
Muerte á la entrada de su infierno (Letum), y el Pe­ peñasco; á las Danaides con sus toneles; á Tántalo hielos, prestan su violencia á los tormentos del infierno, vislumbre de una felicidad mayor, ó de una época
cado, que no es sino el mala mentís gaudia, las ale­ engañado por las aguas, etc. ¿por qué no hallar sufrimientos mas suaves en los desconocida en la revolución de los seres; pudiera
grías culpables del corazón, y describe en estos tér­ Mas, sea que al fin nos familiarizamos con la idea de cantos del ruiseñor, los perfumes de las flores, el hacerse un recuerdo mas frecuente de las cosas huma­
minos la primera: esos tormentos, sea que nada tengan en sí mismos nas, ya por medio de comparaciones, ya prestando
rumor de las fuentes, ó en las afecciones puramente
.................... The other shape, etc. que produzcan la sensación de lo terrible, porque se morales? Homero y Osian lian cantado los placeres afectos y aun pasiones á los elegidos: la Escritura nos
miden por penalidades conocidas en la vida, es lo cier­ del dolor. habla de las esperanzas y de las santas tristezas del
«La otra forma, si este nombro puede aplicarse á lo to que producen escasa impresión en el ánimo. Pero cielo. ¿Por qué, pues, no suponer en el Paraiso
Otro origen de poesía inherente al purgatorio, es el
que no tiene formas, estaba en pié a la puerta. Era si queréis sentiros profundamente conmovidos; si que­ lágrimas del género que los santos pueden verterlas?
sombría como la noche, y torva como diez furias; su dogma que nos enseña que las oraciones y buenas
réis saber hasta donde puede extenderse la imagina­ obras de los mortales aceleran la salvación de las al­ Merced á estos diferentes recursos, baríanse nacer no
mano esgrimía un dardo espantoso, y en la parte que ción del dolor; si queréis conocer la poesía de los pocas armonías entre nuestra limitada naturaleza y una
mas. Admirable es este comercio que se establece
96 BIBLIOTECA DE 3ASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 97
constitución mas sublime; entre nuestros rápidos fines y lo maravilloso cristiano en la poesía, puede á lo me­ Por lo demás, podíamos prescindir de poner al Cris- ; una manera .sencilla y concluyente; porque, aunque
las cosas eternas; así nos sentiríamos menos inclinados nos dudarse que lo maravilloso del paganismo tenga tianismoen parangón con la mitología, bajo el mero j fuese tan cierto como es dudoso, que el Cristianismo no
á mirar como una ficción una felicidad que, en el mero sobre aquel una ventaja tan grande como general­ aspécto de lo maravilloso, puesto que solo liemos en- ! pudo brindar un maravilloso tan rico como el de la
hecho de parecerse á la nuestra, tendría alternativas mente se ha supuesto. Colócase siempre á Mílton con trado en este exámen por superabundancia de me- j Fábula, siempre resultaria la verdad de que tiene cierta
de fruiciones y de lágrimas. sus defectos, frente á frente de Homero con sus belle- dios, y para poner de manifiesto los recursos de núes- ! poesía del alma, cierta imaginación del corazón, de
En vista de estas consideraciones acerca del uso de ; pero supongamos que el cantor del Edem hubiese Ira causa. Hubiéramos podido orillar la cuestión de 1 que ningún indicio se halla en la mitología. Por con-

ARRIDA Y REINALDO.

I RANCISCA DE RUMINI.

nacido en Francia, en el siglo de Luis XIV, y que poseamos sobro un asunto cristiano una obra tan per­
hubiese unido á la natural elevación de su genio, el fecta como lo son en su género las de Homero, podremos
gusto de Racine y deRoileau; pues bien: ¿qué no hu­ decidirnos en favor de lo maravilloso de la Fábula, ó
biera sido en tal caso el Paraíso perdido? ¿ Lo mara­ de io maravilloso de nuestra religion : hasta entonces i siguiente, las interesantes bellezas que brotan de este sido creado para el afina en las pinturas de la religión
villoso de este poema no hubiera igualado al de la nos será permitido dudar de la verdad de este precepto manantial constituirían por sí solas una cumplida com­ cristiana. ¡Qué encanto de meditación! ¡qué profun­
¡liada y la Odisea? Si juzgásemos de la mitología por de Roileau : pensación á las ingeniosas mentiras de la antigüedad. didad de pensamientos! Hay mas delicia en una de
la Farsalia,y aun por la Eneida, ¿tendríamos la bri­ Todo es máquina y resortes, todo es exterior, todo esas lágrimas que el Cristianismo hace derramar al fiel,
llante idea que de ella nos ha dejado el padre de las De la foi d’un chrétien les mystères terribles •*tá hecho para los ojos en los cuadros del paganismo; que en todos los risueños errores de la mitología. Con
Gracias, el inventor del ceñidor de Venus? Cuando D’ornements égayés ne sont point susceptibles. todo es sentimiento é idea, todo es interior, todo ha una Nuestra Señora de los Dolores, una Madre de
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98 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 9g
Misericordia y algún santo oscuro, patrono del ciego El origen del mundo y el anuncio de su fin; una estraordinaria admiración. Mas, cuando se consi­ El tercer aspecto bajo que pudiéramos considerar el
y del huérfano, puede un autor escribir una página La base de las ciencias humanas; dera, bajo el punto de vista cristiano, que la historia estilo histórico de la Biblia, es el carácter pastoril;
inas tierna que con todos los dioses del Panteón. ¡ Aquí Los preceptos políticos, desde el gobierno del padre de los israelitas, no solo es la historia real de los anti­ pero tendremos ocasión de hablar de él con alguna la­
hay poesía! ¡ aquí hay maravilloso! Pero si queréis un de familia hasta el despotismo; desde la edad pastoril guos dias, si que también la figura de los tiempos titud en los dos capítulos siguientes.
maravilloso mas sublime, contemplad la vida y los hasta el siglo de corrupción. modernos; que cada hecho es doble y contiene en sí Por lo que respecta ai segundo estilo general de las
dolores de Jesucristo, y acordaos de que vuestro Dios Los preceptos morales aplicables a la prosperidad y mismo una verdad histórica y un misterio; que - el santas letras, esto es, la poesía sagrada, concep­
se ha llamado Hijo del Hombre. Nos atrevemos á pre­ al infortunio, á las condiciones mas elevadas, y á las pueblo judío es un resúmen simbólico de la raza hu­ tuamos supèrfluo detenernos en este punto, amplia­
decirlo : vendrá un tiempo en que causará admiración mas humildes. mana, que representa en sus anales todo lo que ha mente tratado por multitud de críticos. ¿Quién no ha
que los hombres hayan podido desconocer las bellezas Finalmente, toda clase de estilos: estilos que for­ sucedido y todo lo que ha de suceder en el uni­ leído los coros de Ester y de Atalia, y las odas de Rous­
que existen solo eiílog nombres, solo en las palabras mando un cuerpo único de cien diferentes fragmentos, verso ; que Jerusalóm debe ser tomada siempre por seau y Malherbe? El tratado del doctor Lowth es co­
del Cristianismo; costará trabajo comprender cómo se no tienen semejanza alguna con los estilos de los otra ciudad , Sion por otra montaña, la Tierra Pro­ nocido de todos los literatos, y La Harpe ha publicado
ha podido hacer escarnio de esta religión de la inte­ hombres. metida por otra tierra, y la vocación de Abraham en prosa una apreciable traducción del Salmista.
ligencia y de la adversidad. por otra vocación; cuando se medita que el hombre Por ultimo, el tercer y último estilo de los Libros
Aquí terminan las relaciones directas del Cristia­ moral está oculto también en esta historia bajo el Santos es el del Nuevo Testamento. La sublimidad de
CAPITULO II. hombre físico; que la caida de Adam, la sangre de los profetas se cambia aqui en una ternura no menos
nismo con las Musas, pues hemos acabado de conside­
rarlo poéticamente en sus relaciones con los hombres, Que hay tres estilos principales en la Escritura. Abel, la desnudez cubierta de Noé y la maldición sublime; aquí habla el amor divino; aquí el Verbo se
y con los seres sobrenaturales. Coronaremos lo que de este padre contra su hijo, se manifiestan aun hoy nacr realmente carne. ¡Qué unción! ¡qué sencillez!
hemos dicho sobre el particular con un exámen gene­ Entre estos estilos divinos, descuellan tres: en el parto doloroso de la mujer, en la miseria y Cada evangelista tiene un carácter particular ex­
ral de la Escritura; tesoro de donde Millón, el Dante, 1. “ El estilo histórico, como el del Génesis, del el orgullo del hombre, en los rios de sangre que cepto San Marcos, cuyo Evangelio parece un compen­
el Taso y Racine han sacado parte de sus riquezas, Deuteronomio, de Job, etc.; inundan el globo desde el fratricidio de Cain, en dio del de San Mateo. No obstante, San Marcos era
bien así como los poetas de la antigüedad tomaron de 2. ° La poesía sagrada, tal como existe en los Sal­ las razas malditas descendientes de Cham , que habi­ discípulo de San Pedro, y muchos creen que escribió
Homero sus mas brillantes rasgos. mos, en los Profetas, en los tratados morales, etc. tan una de las mas hermosas comarcas de la tierra; dictado por el Príncipe de los Apóstoles, siendo digno
3. " El estilo evangélico. por ultimo, cuando se ve al hijo prometido á David de notarse que refirió también la falta de su maestro.
El primero de estos tres estilos imita con un encan­ venir al punto fijo á restablecer la verdadera moral y Parecenosun tierno y sublime misterio que Jesucristo
LIBRO QUINTO. to que no puede encarecerse, ya la narración de una
epopeya, como en la aventura de José; ya afecta los
la verdadera religión, reunir todos los pueblos, y sus­ haya escogido por cabeza de su Iglesia precisamente
tituir el sacrificio del hombre interior á los holocaustos , .U1í,lc.° . ,c|pulo que renegó de él. Todo el espíritu
Ij» Sibila y Homero. movimientos de la oda, como después del paso del de sangre,, faltan entonces palabras, ó nos sentimos del Cristianismo se encierra aquí : San Pedro es el
Mar Rojo; aquí suspira las elegías del santo árabe; inclinados á exclamar con el Profeta: «Dios es nuestro m , :l nueva ley ; es el padre culpable y arrepen­
allí canta con Ruth tiernas bucólicas. Todos los pasos rey anterior á todos los siglos.» Deus autern rex tido de los nuevos israelitas; su caida nos enseña ade­
CAPITULO I. del pueblo de Israel están señalados por grandes fenó­ noster ante soscula. mas que la religión cristiana es una religión de mise­
menos ; ese pueblo por quien se detiene el sol, el pe­ En Job toma el estilo histórico de la Biblia el tono ricordia, y que Jesucristo estableció su ley entre los
De la Escritura y de su excelencia. de la elegía, como ya hemos dicho. Ningún escritor hombres, sujetos á error, no tanto por la inocencia
ñasco brota puros raudales, y el cielo enviael maná;
Es en verdad una obra digna de atención la que ese pueblo no podia tener fastos ordinarios. Las formas ha llevado la tristeza del alma al grado á que la elevó como para el arrepentimiento.
empieza en el Génesis y concluye en el Apocalipsis; conocidas cambian respecto de él; sus revoluciones este santo árabe, ni aun Jeremías, único que puede El Evangelio de San Mateo es precioso por su mo­
que se anuncia con el estilo mas claro y termina con se refieren alternativamente con la trompeta, la lira igualar las lamentaciones á los dolores. Es verdad ral. Este aposlol nos ha trasmitido el mayor número
el lenguaje mas figurado. ¿No pudiera decirse que ..y el caramillo; el mismo estilo de su historia es un que las imágenes tomadas de la naturaleza meridional, de esos preceptos en sentimientos, que brotaban con
todo es grande y sencillo en Moisés, como la creación milagro continuo que patentiza la verdad de los mila­ las arenas ardientes del desierto, la palmera solitaria tanta profusión de las entrañas de Jesucristo.
del mundo y la inocencia de los hombres primitivos gros cuya memoria perpetúa. y la montaña estéril, se adaptan maravillosamente al San Juan es mas dulce y tierno. Reconócese en él
que nos pinta, y que todo es terrible y sobrenatural La Biblia llena el ánimo de asombro desde el prin­ lenguaje y á los sentimientos de un coraron desgra­ al discípulo amado de Jesús, al discípulo que este qui­
en el último profeta, como las corrompidas sociedades cipio basta el íin. ¿Hay algo comparable á las primeras ciado ; pero en la melancolía de Job se advierte cierto so tener ó su lado en el jardín de las Olivas, durante
y el íin del mundo que nos representa? líneas del Génesis? La sencillez de su lenguaje, en sello sobrenatural. El hombre individual, por mise­ su agonía. Distinción sublime sin duda, porque solo
Las producciones mas extrañas á nuestras costum­ razón inversa de la magnificencia de los hechos, nos rable que sea, no puede hacer exhalar á su alma tales el amigo de nuestra alma es digno de entrar en el mis-
bres , los libros sagrados de las naciones infieles, los parece el último esfuerzo del genio : suspiros. Además, corno en la Escritura todo tiene teiio de nuestros dolores. Juan fue también el único
Zend-Avesta de los parsis, el Veidamde los bracma- In principio crcavil Dbusccelum et terram. una relación final con la Nueva-Alianza, pudiera apóstol que acompañó al Hijo del Hombre hasta la
nes, el Alcoran de los turcos, los Edda de los escan­ Terra autern erat inanis et vacua, et tenebrer creerse que las elegías de Job se destinaban también cruz en la cual el Salvador le legó su madre: Mulier,
dinavos, las máximas de Confucio y los poemas sáns­ erant super faciein abyssi; et spiritus Dei ferebatur para los dias deluto de la Iglesia de Jesucristo; Dios ha­ ecce Filius tuus. Deinde dicit discípulo: Ecce Ha ter
critos, no nos causan sorpresa alguna, porque hallamos super aquas. cia componer á sus profetas cánticos fúnebres, dignos tua. ¡Palabras, celestiales é inefables! El discípulo
en ellos la serie de las ideas humanas, y tienen entro Dixitque Deus :Fiat lux. Et [acta est lux. El m- ue los difuntos cristianos, dos mil años antes que estos amado que habia dormido sobre el seno de su Maes­
sí recíprocos puntos de contacto, ya en la forma, ya dit Deus lucen quod esset bona : et divissit lucen sagrados difuntos hubiesen conquistado la vida eterna. tro, habia conservado una ¡mágen indeleble de él; asi
en la esencia. Solo la Biblia no so parece á ningún otro á tenebris. «¡ Ojalá no hubiese brillado el dia en que nací y la es que fue el primero que lo reconoció después de su
libro; es un monumento aislado de los demás. Espli- No puede esplicarse en qué consiste la hermosura noche en que fue dicho; «¡ Ha sido concebido un resurrección. El corazón de Juan no pudo equivocar
cadla á un tártaro, á un cafre, ó á un canadiense; de semejante estilo; y si alguno lo criticase, no áfe nombre!» las facciones de su divino amigo, y su fe procedió de
ponedla luego en manos de un bonzo ó de un derviche, acertaría á responderle. Nos limitaremos á observar que j Extraordinaria manera de condolerse ! Solo la Es­ su caridad.
y su asombro será igual. ¡Hecho que parece milagroso! Dios que ve la luz, y que, contento como un hombre, critura se, expresa en estos términos; Por lo demás, el espíritu de todo el Evangelio de
Veinte autores que vivían en épocas muy distantes de su obra, se felicita á sí mismo porparecerle buena, « Dormiré en el silencio, y descansaré en mi San Juan se encierra en la máxima que repetía en su
es uno de esos rasgos que no pertenecen á la serie de sueno.» J
entre sí, han trabajado en los libros santos, y aunque vejez: este apóstol, lleno de días y de buenas obras,
lian empleado veinte estilos diferentes, estos estilos, de las cosas humanas; esto no entra naturalmente en La frase descansaré en mi sueño, es admirable: de­ no pudiendo ya dirigir largos discursos al nuevo pue­
inimitables siempre, no se hallan en ninguna compo­ la esfera del espíritu del hombre. Homero y Platón, cid eZ sueño, y desaparecerá toda su hermosura. Bos- blo que nabia educado para Jesucristo, se contentaba
sición. El Nuevo Testamento, tan diferente del Anti­ que hablan de los dioses con tanta sublimidad, nada suet dijo : Dormid vuestro sueño, ricos de la tierra; con decirle: Hijos mios, amaos unos á otros.
guo por el tono , se asemeja no obstante á él en esta tienen que pueda compararse con esta imponente sen­ V permaneced en vuestro polvo. San Gerónimo dice que San Lucas era médico; pro­
asombrosa originalidad. cillez. Dios desciende al lenguaje de los hombres, «¿Por qué han recibido la luz el miserable, y la vi­ fesión tan noble y estimada en la antigüedad, y su
No es esta la única circunstancia extraordinaria que para hacerles comprender sus maravillas; pero siem­ da los que gimen en la amargura del corazón? Evangelio es la medicina del alma. El lenguaje de es­
los hombres convienen en hallar en la Escritura : los pre es Dios. Nunca han hecho salir mas doloroso grito de sus te apóstol es puro y elevado; y se echa de ver en él que
que niegan su asenso á la autenticidad de la Biblia, Cuando se reflexiona que Moisés es el mas antiguo profundidades las entrañas del hombre. era hombre versado en las letras, y que conocia les
creen sin embargo á su pesar en algo de ella. Deístas historiador del mundo; cuando se recapacita que nin­ «El hombre, nacido de la mujer, vive poco tiempo negocios y los hombres de su tiempo. Empieza su re­
y ateos, grandes y pequeños, atraídos por cierta-cosa guna fábula intercaló en sus narraciones; cuando J ®tá lleno de muchas miserias.» lación,á la maneta de los historiadores antiguos y se
desconocida, no dejan de bojear incesantemente esa se le considera como el libertador de un gran pueblo, La circunstancia nacido de la mujer, es una re­ cree oir áHerodoto: J
obra, admirada por unos y denigrada por otros. No hay como el autor de una de las mas hermosas legislacio­ dundancia magnífica; todas las enfermedades del hom- «Io. Como muchos han emprendido escribir la his­
una situación en la vida para la cual no pueda ballar- nes conocidas, y como el escritor mas sublime que lím cornPendian en las de su madre. El estilo mas toria de las cosas que han ocurrido entre nosotros-
se en la Biblia un versículo que parezca dictado al in­ han visto los tiempos; cuando se le ve flotar en su mado no pintaría la brevedad de la vida con la misma »2°. Siguiendo la narración que de ellas nos lian
tento. Difícil será persuadirnos deque todos los acon­ cuna de mimbres sobre el Nilo, ocultarse luego en los /;„erza,fIue es^as palabras : Vive poco tiempo, y está hecho los que las han visto desde el principio con sus
tecimientos posibles, ya prósperos, ya adversos, hayan desiertos por espacio de muchos años, presentarse mas «e«0 demuchas miserias.» propios ojos, y que han sido los ministros de la pa­
sido previstos con todas sus consecuencias en un libro tarde para dividir el mar, hacer brotar de un peñasco Por lo demás, todos conocen el pasaje en que Dios labra; 1
escrito por mano humana, pues en la Escriturase aguas vivas, hablar con Dios en la nube, y al fin de­ “c digna justificar su poder ante Job, confundiendo así «3.° He creído que debia también, carísimo Teófilo,,
encuentran : saparecer en la cima de una montaña, seesperimenta * razón humana; por esta causano hablamos aquí de él. después de haber sido exactamente informado de to-
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100 BIBLIOTEGA DE GASPAR Y ROIG.
EL GENIO DEL cristianismo.
das estás cosas desde su principio, escribirte, por or­ turas de ruidos, de carreras , de pasos, tan multipli- ' y local, establece el hebreo un sentimiento moral v
den toda su historia.» CAPITULO III.
cados en Homero. universal. J
Tan grande es hoy nuestra ignorancia, que acaso PARALELO ENTRE LA BIBLIA Y HOMERO. Nuestros términos de comparación serán :
hay hombres de letras que se admirarán de saber que ~ En Homero, los actos de la vida civil se desempe­
La sencillez.
San Lucas fue un eminente escritor, cuyo Evangelio Términos de comparación. La antigüedad de las costumbres. ñan con estrépito y ostentación : un juez, sentado en
respira el genio de la antigüedad griega y hebráica. meclio de la plaza pública, pronuncia en alta voz sus
La narración.
¿Hay algo mas hermoso que todo el fragmento que La Biblia ha sido objeto de tantos escritos y comen­ sentencias; Néstor hace sacrificios ó arenga á los pue­
La descripción. blos, a orillas del mar; una boda tiene antorchas,
precede al nacimiento de Jesucristo? tarios , que el único medio que quizá resta hoy para Las comparaciones ó las imágenes.
«En tiempo de Herodes, rey de Judea, había un sa­ dar á conocer sus bellezas, es compararla con los poe­ epitalamios y coronas colgadas á las puertas; un ejér­
Lo sublime. cito o todo un pueblo asisten á los funerales de un
cerdote llamado Zacarías, de la sangre de Abia; su mas de Homero. Consagrados por los siglos, estos Examinemos el primer término.
mujer descendía también de la raza de Aaron, y se lla­ poemas han recibido del tiempo una santidad que jus­ L° Sencillez. rey; un juramento se hace en nombre délas Furias
maba Isabel. tifica el paralelo y aleja toda idea de profanación. Si con terribles imprecaciones , etc., etc.
La sencillez de la Biblia es mas breve y grave; la Jacob, sentado al pió de una palmera, á la entrada
»Ambos eran justos en presencia de Dios... No te­ Jacob y Néstor no sonde una misma familia, á lome- de Homero nías larga y risueña.
nían hijos, porque Isabel era estéril, y ambos de edad nos entrambos pertenecen á los primeros dias del de su tienda, administra justicia á sus pastores : «Pon
La primera es sentenciosa, y repite las mismas lo­ la mano sobre mi muslo, dice Abraham á su criado,
provecta.» mundo, y se advierte que solo media un paso entre cuciones para expresar cosas nuevas.
Zacarías ofrece un sacrificio; un ángel se le aparece los palacios de Pilos y las tiendas de Ismael. La segunda se extiende en palabras, y repite con y jura que iras á Mesopotamia.» Dos palabras bastan
en pió al lado del altar de los Perfumes, y le predice Bajo qué aspecto la Biblia es mas hermosa que Ho­ para concluir un matrimonio, á orillas de una fuente
frecuencia en las mismas frases lo que ya acaba de El domestico trae la prometida al hijo de su amo ó el
que tendrá un hijo llamado Juan, que será el precur­ mero ; cuales son las semejanzas y las diferencias que decir. J
sor del Mesías, y que reunirá el corazón de los padres existen entre ella y las obras de este poeta : hé aquí lujo de este se obliga á guardar por espacio de ’siete
La sencillez de la Escritura es la de un antiguo sa­ anos los.rebaños de su suegro, para obtener su bija.
y los hijos. El mismo ángel se apareció luego á una lo que nos proponemos examinar en estos capítulos. cerdote que lleno de ciencia divina y humana, dicta Un patriarca es conducido por sus hijos, después de
doncella que vivia en Israel, y le dijo : Dios te salve, Consideremos estos dos monumentos, que á manera desde el fondo del santuario ios precisos oráculos de su muerte, á la cueva de sus padres, en el campo de
María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Ma­ de dos columnas solitarias, están colocados á la puerta la sabiduría.
ría se dirige á las montañas de Judea, donde encuen­ del templo del genio, y forman su sencillo peristilo. Efron. Estas costumbres son aun mas antiguas que
La sencillez del poeta de Chio es la de un viejo ora­ las homéricas, porque son mas sencillas; y tienen
tra á Isabel , y el niño que esta llevaba en su seno se Desde luego es un hecho bastante curioso ver lu­ dor que narra, al calor del hogar de su huésped, lo también una calma y una gravedad de que éstas ca­
estremece de gozo á la voz de la Virgen que debía dar char de frente las dos lenguas mas antiguas del mundo; que ha aprendido en el discurso de una vida larga y recen.
á luz al Salvador del mundo. Isabel, llena súbitamen­ lenguas en que Moisés y Licurgo promulgaron sus aventurera.
te del Espíritu Santo, alza la voz y exclama : Bendita leyes, y Píndaro y David cantaron sus himnos. 3.“ La narración.
2.° Antigüedad de las costumbres. La narración de Homero está interrumpida por di­
eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de El hebreo, conciso, enérgico y casi sin inflexión ~ Los hijos de los pastores de Oriente guardan reba­ gresiones, discursos, descripciones de vasos trajes
tu vientre. en sus verbos, expresa veinte matices del pensamien- ños, como los hijos de los reyes de Ilion; pero cuando armas y cetros, y por genealogías de hombres v de
«¿De dónde me procede la dicha de que la madre te por la mera adición de una letra, y anuncia el idio­ París vuelve á Troya, habita un palacio, entre escla­ cosas. Los nombres propios están recargados de epí­
de mi Salvador venga á visitarme?» ma de un pueblo que por medio de una notable alianza vos y placeres.
«Porque cuando me has saludado, no bien ha lle­ unió á la primitiva sencillez un profundo conocimiento tetos ; pocas veces deja un héroe de ser divino, seme­
Una tienda , una mesa frugal, y unos criados rús­ jante á los inmortales, ú honrado por los pueblos
gado tu voz á mi oido, mi hijo se ha estremecido de de los hombres. ticos : hé aquí lo que espera á los hijos de Jacob en la cual un dios. Una princesa tiene siempre hermosos
júbilo en mi seno.» El griego presenta en sus complicadas conjugacio­ casa paterna.
»Mana entona entonces el magnífico cántico: «¡Oh, nes , en sus inflexiones, en su difusa elocuencia, una brazos, es siempre como el tallo de la palmera de
Cuando se presenta un huésped en la morada de un Délos, y debe su cabellera á la mas joven de las Gra­
alma mia, glorifica a! Señor!» nación dotada de genio imitativo y sociable, una na­ prmcipe.de Homero, algunas mujeres, y algunas ve­ cias.
Sigue á esto la historia del Pesebre y de los 'pasto­ ción ligera y vana, sensible y pródiga de palabras. ces la misma hija del rey, conducen al extranjero al
res. Gran multitud del ejército celestial canta durante Cuando el hebreo quiere componer un verbo, bás­ . La narración de la Biblia es rápida, sin digresiones
bailo. Rodéasele de perfumes, preséntasele agua en m discursos; está sembrada de sentencias, y Jos per­
la noche : «Gloria á Dios en las alturas, y paz en la tale conocer las tres letras radicales que forman en el aljofainas de oro y plata, cúbresele con un manto de sonajes se nombran en ella sin lisonjas. Los nombres
tierra á los hombres de buena voluntad.» Palabras singular la tercera persona del pretérito; y tiene al
purpura, condúcesele á la sala del festin, y se le in­ se repiten innumerables veces, siendo reemplazados
dignas de los ángeles, y que son el epítome de la reli­ punto todos los tiempos y modos, añadiendo algunas vita á sentarse en un hermoso sillón de marfil, ador­ muy pocas por el pronombre; circunstancia que unida
gión cristiana. letras serviles, antes, después, ó éntrelas tres letras nado con un rico taburete. Los esclavos mezclan vino al uso frecuente de. la conjunción y, anuncia en esta
Creemos conocer un poco la antigüedad, y nos atre­ radicales. y agua en las. copas, y le presentan los dones de Ceres sencillez una sociedad mucho mas cercana al estado
vemos á asegurar que seria preciso consultar mucho Mucho mas embarasesa es la índole del idioma grie­ en un canastillo. El magnate le sirve los suculentos natural que la pintada por Homero. El amor propio
tiempo los ingenios mas brillantes de Grecia y Roma go. Es preciso atender en él ála característica, & la ter­ lomos de la víctima, de la que hace una parte cinco figura ya en los hombres de la Odisea, mas no se ha
antes de hallar cosa alguna tan sencilla y maravillosa minación, al aumento, y á la penúltima de ciertas veces mayor que la de los demás. Reina en la mesa desarrollado aun en los del Génesis.
á la vez. personas de los tiempos de los verbos: cosas todas ingenua alegría; la abundancia ha sustituido al ham-
tanto mas difíciles de conocer, cuanto que la caracte­ A.° Descripción.
Cualquiera que lea el Evangelio con un poco de óre, y terminado el. banquete, ruégase al caminante Las descripciones de Homero son largas, ya perte­
atención descubrirá á cada paso en él cosas admira­ rística se pierde, se traspone ó se carga de una letra que narre su historia. Por último, á su partida, hó­ nezcan al carácter tierno ó al terrible ya al triste ó al
bles, que pasan al pronto desapercibidas en razón de desconocida, según la letra misma delante de la cual censele ricos presentes, por humilde que naya podido ameno,. ya al fuerte ó al sublime.
su extremada sencillez. San Lucas, por ejemplo, que se halla. parecer su equipaje, porque todos creen que es un
Las dos conjugaciones hebráica y griega, aquella La Biblia no tiene generalmente en todos sus géne­
al hablar de la genealogía de Jesucristo, se remonta dios, disfrazado bajo aquellos vestidos, que ha venido ros sino un solo rasgo; pero este rasgo es culminante,
hasta el origen del mundo, al llegar á las primeras tan sencilla y breve, esta tan compuesta y larga, pa­ a sorprender el corazón de los reyes, ó bien un hombre y pone el objeto á la vista.
generaciones, y al continuar nombrado las razas, dice: recen presentar el sello del espíritu y de las costum­ que ha caido en el infortunio, y es, en este concepto,
bres de los pueblos que las han formado : la primera 5. “ Las comparaciones.
Cainam qui fuit Henos, qui fuit Setli, qui fuit Adam, el favorito de Júpiter.
indica el lenguaje conciso del patriarca que va solo á . Las comparaciones homéricas se prolongan por me­
qui fuit Del Las simples palabras qui fuit Dei, in­ En la tienda de Abraham, la recepción es muy di­ dio de circunstancias incidentales, que producen el
tercaladas aquí sin comentarios ni reflexiones, para visitar á su vecino al pozo de la palmera; la segunda ferente. El patriarca sale al encuentro de su huésped, efecto de unos pequeños cuadros suspendidos en der­
referir la creación, el origen, la naturaleza, los fines trae á la memoria la prolija elocuencia del pelasgo que fe saluda, y luego adora á Dios. Los jóvenes vecinos redor de un edificio, para distraer la vista de la ele­
y el misterio del hombre, nos parecen eminentemen­ se presenta á la puerta de su huésped. llevan sus camellos, y las jóvenes dan de beber á estos. vación de las bóvedas, atrayéndola á eseenas de pai­
te sublimes. Si se toma al acaso algún sustantivo griego ó he­ Lavanse los piés al viajero, que se sienta en el suelo, sajes y de costumbres campestres.
La religión del Hijo de María es la esencia de las breo , se descubrirá aun mejor el genio de entrambos Y come en silencio los manjares que le presenta la
idiomas. Nesher significa, en hebreo águila; derívase Las comparaciones bíblicas se expresan por lo regu­
diferentes religiones, ó lo que estas encierran de mas hospitalidad. Nadie se informa de su historia, ningu­ lar en pocas palabras :.son un león, un torrente, una
celestial. En algunas palabras puede pintarse el ca­ del verbo shur, contemplar, porque el águila mira de na pregunta se le dirige; peímanece allí, ó prosigue tempestad, un incendio, que ruge, cae, devasta, de­
rácter del estilo evangélico : es un tono de autoridad frente al sol. su camino, á su albedrio. A su partida, se contrae vora. No obstante, conoce también las comparaciones
paternal, mezclado con cierta indulgencia fraternal y Aguila, en griego es aistós, es decir, Duelo rá­ a lanza con él, y se levanta la piedra del testimonio; circunstanciadas; pero en estos; casos adopta un giro
cierta consideración á un Dios que se dignó hacerse pido. . , altar que debe decir á los siglos v’enideros que dos oriental, y personifica el objeto', como el orgullo pn
hijo y hermano de los hombres, para rescatarnos. Ahora bien : Israél fijó su atención en la propiedad nombres de los antiguos dias se encontraron en el ca­ el cedro, etc.
Por lo demás, cuanto mas se leen las Epístolas de mas sublime del águila : viola posar inmoble sobre la mino de la vida, y que, después de haberse tratado
cumbre de la montaña, y mirar al astro del dia, cuan­
6. ° Zo sublime.
los Apóstoles, especialmente las de San Pablo, mas como hermanos, se separaron para nunca tornar á . Finalmente, lo sublime en Homero procede ordina­
crece el asombro : no se sabe quién es este hombre do torna á mostrarse en oriente. verse, y para interponer dilatadas regiones entre sus riamente del conjunto de las partes, y llega ñor er-i-
que dice familiarmente, en una especie de discursos Atenas solo vióel vuelo del águila, su fuga impe­ tumbas.
tuosa, y el movimiento que tanto se adaptaba al pro­ dos á su término. ° r b
vulgares palabras sublimes, dirigiendo las mas pro­ Adviértase que el huésped deseonodido es un ex­ En la Biblia es casi siempre inesperado; brilla como
fundas miradas al corazón humano, explicando la na­ pio movimiento del genio griego. Tales son precisa­ tranjero en Homero, y un viajero en la Biblia. ¡Cuán un relámpago sobre el lector; este queda como hu­
turaleza del Ser Supremo, y prediciendo el porvenir. mente esas imágenes de sol, de fuego, de montañas, nnerente manera de considerar la humanidad! En lo meante y surcado por el rayo, antes de saber cómo
con tanta frecuencia usadas en la Biblia; y esas pin- que el griego consigna únicamente una idea política ha sido herido por él.
6"
102 BIBLIOTECA DE GASPAR V ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 103
En Homero, lo sublime se compone además de la encuentran en la Biblia. Ignórase ádonde lia ido á bus­ lir el sol, y ostentar su tallo en el jardín. Sus raíces Ulises, oculto en casa de Eumeo, se da á conocer á
magnificencia de las palabras, siempre en armonía car esta idea el espíritu humano, pues los caminos se multiplican sobre un monton de piedras, y se Telémaco; sale de la vivienda del pastor, desnúdase
con la magestad del pensamiento. que á esta sublimidad conducen son desconocidos. afianzan en ellas; pero si se le arranca de su lugar, de sus harapos, y recobrando su hermosura Aun golpe
En la Biblia, por el contrario, el mas elevado subli­ Así también llama la Escritura á la muerte el rey este le renunciará y le dirá: «¡No te he conocido!» de la vara de Minerva, vuelve á entrar fastuosamente
me procede por lo regular de un contraste entre la de los espantos ; así también dice, hablando del per­ ¡ Cuán admirable es esta comparación, ó por mejor vestido.
grandeza de la idea y la pequeñez, y aun en ciertos verso: Ha concebido el dolor, y parido la iniquidad. decir, esta figura! Así son renegados los protervos por «Su querido hijo le admira, y se apresura á desviar
casos , la trivialidad de la palabra que sirve para ex­ Cuando él mismo Job quiere ensalzar la grandeza esos corazones estériles, por ese monton de piedras, de él su vista, temiendo fuese un dios; haciendo em­
presarlos. De aquí resulta que el alma experimenta una de Dios exclama: El infierno se muestra desnudo á sobre que, en su culpable prosperidad, se arraigan pero un esfuerzo para hablar, le dirige rápidamente
conmoción , un estremecimiento increíbles, porque, sus ojos.—El detiene las aguas en las nubes. —El locamente. Esos guijarros que se animan y hablan, estas palabras: «¡Extranjero! Muy diferente me pa­
cuando exaltado por el pensamiento, el espíritu se quita el tahalí á los reyes, y ciñe sus riñones con presentan además una especie de personificación casi reces de lo que eras antes de vestir ese traje, y no te
lanza á las mas altas regiones, la expresión, lejos de una cuerda. desconocida del poeta de la Jonia. asemejas ya á tí mismo. Ciertamente, eres aleun ha­
sostenerlo, le deja caer súbitamente del cielo á la tier­ El adivino Teoclimeno queda estupefacto en el fes­ Ezequiel, profetizando la ruina de Tiro, exclama: bitante del secreto Olimpo; pero sénos favorable, y te
ra , y le precipita del seno de Dios al barro de este tín de Penéiope al oir los siniestros presagios que Ies «Los bajeles se estremecerán, ahora que estás po­ ofreceremos víctimas sagradas y obras de oro maravi­
mundo. Este género de sublime, el mas impetuoso de amenazan: seída de terror; y las islas se espantarán en el mar, llosamente trabajadas.
todos, conviene especialmente á un Ser inmenso y «¡Ah desventurados! ¿qué funesto accidente os viendo que nadie sale de tus puertas.» »El divino Ulises, perdonando á su hijo, le respon­
formidable, que abraza á la vez todas las cosas, así las ha sobrevenido? ¿Qué tinieblas están esparcidas sobre ¿Hay algo mas aterrador que esta imagen? El lec­ dió: No soy un dios. ¿Porqué me comparas á los dio­
mas grandes como las mas pequeñas. vuestras cabezas, sobre vuestros semblantes y al re­ tor cree ver esa ciudad, tan comerciante y populosa ses ? Soy tu padre, por quien sufres males sin cuento
dedor de vuestras débiles rodillas? Resuena un ahu- un dia, descollar aun con sus torres y edificios, y las injusticias de los hombres. Dice, y abraza á su
llido, y las lágrimas inundan vuestras mejillas. Las mientras que ningún ser vivo pasea sus calles solita­ hijo; y las lágrimas que corrían á lo largó de sus me­
CAPITULO IV. paredes y los artesones se miran cubiertos de sangre; rias , ó sale de sus abandonadas puertas. jillas , mojaban la tierra, pues habia tenido hasta allí
esta sala y este vestíbulo están llenos de larvas que Citemos algunos ejemplos de narraciones, y en fuerza bastante para reprimirlas.»
CONTINUACION DEL PARALELO ENTRE LA BIBLIA Y HOMERO.
bajan al Erebo, á través de las sombras. El sol se ellas hallaremos reunidos el sentimiento, la descrip­ Volveremos á hablar de este reconocimiento; pero
Ejemplos. oculta en el cielo, y la noche de los infiernos se le­ ción, la imagen, la sencillez y la antigüedad de las debemos hacer ver antes el de José y sus hermanos.
vanta. » costumbres. José, después de haber hecho colocar una copa en
Algunos ejemplos acabarán ahora de dilucidar este Por formidable quesea esta sublimidad, es inferior Los pasajes mas célebres, los rasgos mas conocidos el saco de Benjamín, manda detener á los hijos de Ja­
paralelo. Al efecto, seguiremos el órden inverso de á la visión del libro de Job: y admirados en Homero, se hallan casi textualmente cob, que quedan consternados; José finje que in­
« En el horror de una visión nocturna, y cuando el en la Biblia , y siempre con indisputable superioridad. tentaba prender al culpable: Juda se ofrece en rehenes
nuestras primeras bases, es decir que empezaremos por
sueño aletarga mas profundamente los hombres, Ulises asiste al festín del rey Alcinoo, y Demodoco por Benjamín, y refiere á José que Jacob lo habia di­
los pasajes de que puedan tomarse rasgos cortos y
aislados (como lo sublime y las comparaciones), para »Me sentí acometido de temor y estremecimiento, y canta la guerra de Troya y los desastres de los cho antes de marchar á Egipto:
el espanto penetró en mis huesos. griegos. «Ya sabes que he tenido dos hijos de mi esposa
concluir por la sencillez y la antigüedad de las eos-
»Un espíritu pasó á mi vista, y los píelos de «w «Ulises,.tomando en su poderosa mano una parte Raquel.
tuwibrss. de su rico manto de púrpura, escondía en él su noble »Habiendo uno de ellos salido á los campos, me
Hay en la Iliada un pasaje notable por lo sublime: carne se erizaron de horror.
es aquel en que Aquiles, después de la muerte de Pa- »Vi á aquel cuyo rostro no conocía. Aparecióseme semblante, para ocultar á los feacios las lágrimas que habéis dicho que una fiera le habia devorado; y hasta
trnclo, se presenta inerme en los atrincheramientos un espectro, y oí una voz semejante á un ligero de sus ojos brotaban. Cuando el cantor divino interrum­ ahora no ha regresado.
soplo.» pía sus versos, Ulises enjugaba su llanto , y tomando »Si te llevas á este, y le acontece algún desastre en
griegos, aterrando con sus gritos á los batallones tro-
yanos. La nube de oro que ciñe la frente del hijo de En este pasaje hay menos sangre, tinieblas y larvas una copa, hacia libaciones á los dioses. Cuando Demo­ el camino, abrumarás mi vejez con una aflicción que
que en Homero; pero ese rostro desconocido y ese doco tornaba á sus cantos, excitado á continuarlos por me llevará al sepulcro.
Peleo; la llama que solevanta sobre su cabeza; la »No pudiendo José dominar ya su emoción, y ha­
comparación de esta llama con una hoguera encendi­ soplo ligero son realmente mas pavorosos. los antiguos, á quienes encantaban sus palabras, Uli­
Por lo que respecta á esa sublimidad que~ resulta ses volvía á cubrir su cabeza , y á llorar.» llándose rodeado de muchas personas, mandó que to­
da en la noche en lo alto de una torre sitiada, y los
tres gritos de Aquiles, que esparcen tres veces el de- del choque de una gran idea con una pequeña imá- Bellezas de este género son las que han asegurado dos saliesen para que ningún extraño se hallase pre­
gen, presentaremos un hermoso ejemplo al hablar de de siglo en siglo á Homero el primer puesto entre los sente al darse á conocer á sus hermanos.
sórden en el ejército troyano : todo esto constituye »Entonces, derramando copiosas lágrimas, levantó
las comparaciones. mas eminentes genios. No oscurece, no, su memoria
esa sublimidad homérica que, como hemos dicho, se
Si al cantor de Ilior^rinta á un jóven derribado por el haber sido vencido en cuadros de esta naturaleza su voz, para que fuese oida de los egipcios y de toda
compone de la reunión de muchos accidentes hermo­
la lanza de Menelao, lo compara ó un tierno olivo cu­ por unos hombres que escribieron inspirados por Dios. la casa de Faraón.
sos y de la magnificencia de las palabras. Pero, vencido queda sin duda, de una manera que ño »Ydijoá sus hermanos: vo sov José: ¿vive todavía
Véase aquí una sublimidad de. muy diferente índole, bierto de flores, plantado en un vergel, lejos de los
rayos del sol, entre el rocío y los céfiros; mas de im­ permite el menor subterfugio á la crítica. mi padre ? Acercaos á mí; y habiéndose acercado á
y en que se advierte el movimiento de la oda en la
proviso , un viento impetuoso le derriba en el suelo Los que vendieron á José, los mismos hermanos de él, prosiguió: Yo soy José vuestro hermano, vendido
exaltación del delirio: este hombre poderoso, se acercan á él sin conocerle, por vosotros en Egipto.
«Profecía contra el valle de Vision : natal, al borde de las aguas que prestaban fecunda
savia á sus raíces. Hé aquí la larga comparación ho­ y le llevan al jóven Benjamín á quien habia pedido ver. »Nada temáis. No he sido enviado aquí por consejo
»¿Por qué causa subes en tropel á los tejados, « José les saludó, presentándoles un rostro afable, vuestro, sino por la voluntad de Dios. Apresuraos á
»Ciudad llena de tumulto, ciudad llena de pueblo, mérica , con estos encantadores detalles:
les preguntó: ¿Vuestro padre, ese anciano de quien traerme á mi padre.
ciudad vencedora? Tus hijos han sido muertos , y no KaXór, TrfaOaov’ ró S¿ re icvotai Sovsovac ablais, vive todavía, y goza de salud ? »...... Y habiéndose arrojado al cuello de su hermano
han sido muertos por la espada; no han caído por la Tiarroíav o.véfí(av , xat ti fípvtí (wQ¿L »Ellos ie respondieron: Nuestro padre, tu servidor, Benjamín, lloró, y Benjamín lloró también teniendo
guerra... El lector cree oir los suspiros del viento en el tallo vive todavía, y goza de salud;» ó inclinándose profun­ abrazado á José.
»El Señor os coronara con una corona de males, y damente , le adoraron. »José abrazó uno tras otro á todos sus hermanos, y
os arrojará como una pelota en un campo ancho y es­ el tierno olivo: Quam flatus motant omnium ven-
irum. »José levantó sus ojos y vió á Benjamín, su her­ lloró sobre cada uno de ellos. »
pacioso. En él moriréis; y á esto quedará reducido el Hé aquí la historia de José; historia que no se halla
La Biblia no tiene mas que un rasgo para esta pm- mano, hijo de su madre Raquel, y les dijo: ¿Es este
carro de vuestra gloria.» el mas jóven de vuestros hermanos, de quien me ha­ en la obra de algún sofista, (porque nada de lo que
¡ A qué mundo desconocido nos lanza súbitamente ira: « El impío, dice, se marchitará como la tierna
iña, como el olivo que deja caer su flor.» béis hablado? Hijo mío, añadió, pido á Dios que te procede del corazón y de las lágrimas pertenece á ios
el poeta! ¿A dónde nos lleva? ¿Quién habla y á quién sofistas); hállase en el libro que sirve de base á una
se habla ? El movimiento sigue al movimiento, y cada »La tierra, exclama Isaías, vacilará como un hom- sea siempre propicio.
re ébrio, y será trasladada como una tienda levan- »Y se apresuró á salir, porque sus entrañas se ha­ religión despreciada por los incrédulos, y que pudiera
versículo es inas admirable que el versículo anterior. La bían conmovido al ver á su hermano, y no podía re­ á justo título devolverles desprecio por desprecio. Vea­
ciudad no es sino un conjunto de edificios, es una mu­ ida para una noche. ,
lié aquí lo sublime en contraste. A la frase sera primir sus lágrimas; pasando, pues, a otro aposen­ mos ahora cuan superior es el reconocimiento de José
jer, ó un personaje misterioso, porque no se determina to, lloró. y sus hermanos al de Ulises y Telémaco.
su sexo. Sube á ios tejados para sollozar; y el Profeta, 'asladada, el espíritu queda suspenso y espera _al-
una grandiosa comparación, cuando el Profeta ana- Y después de haberse lavado el rostro, volvió y Homero incurrió á nuestro parecer, en un error al
participando de su desorden, le dice en singular: ¿Por haciéndose violencia, dijo á sus servidores: « Servid emplear lo maravilloso. En las escenas dramáticas,
qué subes?... y añade." en tropel, colectivo. Os arro­ e: como una tienda levantada para una noche-
.quí vemos la tierra, que nos parece tan vasta, des­ la comida.» cuando las pasiones están en movimiento, y todos los
jará como una pelota en un campo espacioso, y á
legada en los aires á manera de. un pequeño pabellón, Hé aquí las lágrimas de José en oposición con las de milagros deben salir del alma, la intervención de una
esto quedará reducido el carro de vuestra gloria. Hé Ulises; hé aquí bellezas parecidas, y no obstante ¡ cuán divinidad enfria la acción, imprime á los sentimientos
aquí una extraordinaria alianza de palabras y de poe­ luego arrebatada por el Dios fuerte que la lia des­
legado , y para quien la duración de los siglos es diferente es su carácter patético! José, que llora en el sello propio de la Fábula, y revela la ficción del
sía. Homero tiene mil maneras sublimes de pintar una presencia de sus hermanos ingratos . y del jóven é poeta, donde el ánimo se prometía hallar únicamente
muerte violenta; pero la Escritura lia excedido á todas penas como una noche rápida. .
La segunda especie de comparación que hemos atn- inocente Benjamín; ese modo de pedir nuevas de un la verdad. Ulises, haciéndose reconocer bajo sus lia-
en estas solas palabras: «El primogénito de la muerte padre; esa adorable sencillez; esa mezcla de amargura rapos, por alguna muestra natural, hubiese sido mas
uido á la Biblia, esto es, la larga comparación, se
devorará su hermosura.» Y.de dulzura, son inefables; las lágrimas arrasan los interesante. Homero lo conoció así, puesto que el rey
El primogénito de la muerte, por decir la muerte alia también en Job:
«Vereis al impío cubierto de humedad antes de sa- ojos, y se siente cierto impulso de llorar como José. de Itaca se descubre á su nodriza Euriclea, por medio
mas horrorosa, es una de esas figuras que solo se
104 BIBLIOTECA DE GASPAR ¥ ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. IOS
de una antigua cicatriz, y á Laertes por la circuns­ Otros muchos trozos de narración, no menos her­ preparan el trigo y la cebada, y hacen canastillos de institución que sirve para purificar el alma, para ale­
tancia de los trece perales, que este anciano habia mosos que el de José, hallaríamos en la Escritura; junco, primorosamente entretejidos, porque preveen jar de ella la perturbación y las disonancias, y para,
dado á Ulises i en su infancia. Es grato ver que las en­ pero el lector puede compararlos con los pasajes do que aquella lluvia va á reblandecer la tierra, y á ha­ hacer nacer en ella la virtud, es, por esta misma
trañas del destructor do las ciudades están formadas Homero. Fácil le será comparar, por ejemplo, el libro cerla propia para recibir los preciosos dones de Ceres; cualidad, propicia á la mas hermosa música, ó á la
como las del resto de los hombres, y que solo los de Ruth con el de la recepción de Ulises en casa de así las palabras de Ruth ablandan, cual una ligera mas perfecta imitación de lo bello. Pero si esta insti­
afectos constituyen su fondo. Eumeo, pues Tobías presenta tiernas semejanzas con lluvia, el corazón de Noemi.» tución es además de naturaleza religiosa, posee enton­
El reconocimiento está mejor manejado en el Géne­ algunas escenas de la Iliada y de la Odisea: Priamo Ved aquí tal vez la sombra del estilo de Homero, ces las dos condiciones esenciales á la armonía, esto
sis : colócase una copa, por un artificio de la mas ino­ es conducido por Mercurio, bajo la forma de un joven, en cuanto nuestro escaso talento nos ha permitido es, lo bello y lo misterioso. Los ángeles nos han lega­
cente venganza, en el saco de un joven é inocente como el hijo de Tobías lo es por un ángel, bajo la imitar á este genio inmortal. ¿Pero el versículo de do el canto, porque el manantial de los conciertos
hermano; los hermanos criminales se desconsuelan misma exterioridad. No debe olvidarse el perro que Ruth, desleído de este modo , no ha perdido ese en­ está en el cielo.
ensando en la aflicción de su padre; la imágen del corre á anunciar á unos padres ancianos el regreso de canto original que tiene en la Escritura? ¿Qué poesía La Religión es la que hace gemir en el silencio de
olor de Jacob dilacera súbitamente el corazón de Jo­ un hijo querido, y ese otro perro que habiéndose puede valer en tiempo alguno tanto como este solo la noche á la vestal, bajo sus tranquilas bóvedas; la
sé , y le obliga á descubrirse antes de lo que habia mantenido fiel entre unos servidores ingratos, cumple giro: Populas tuus populas meus; Deus tuus Deus Religión es la que canta tan dulcemente al borde del
proyectado. Por lo que respecta á las palabras Yo soy sus destinos cuando reconoce á su dueño bajo los ha­ meas. Fácil será ahora tomar un pasaje de Homero, lecho del infortunado. Debióle Jeremías sus lamenta­
José, sabido es que hacían llorar de admiración al mis­ rapos del infortunio. Nausicaa y la hija de Faraón y borrar su peculiar colorido, dejando su fondo á la ciones, y David sus sublimes penitencias. Mas altiva
mo Voltaire. El Soy tu padre de la Odisea es muy van á lavar sus vestidos á los rios donde la una en­ manera de la Biblia. bajo la Antigua-Alianza, no pintó sino los dolores de
inferior al Ego sum Joseph. Ulises encuentra en Telé- cuentra á Ulises, y la otra á Moisés. Esperamos haber dado á conocer á nuestros lecto­ los monarcas y los profetas; mas modesta, aunque no
maco un hijo sumiso y fiel; pero José, que habla á Hay especialmente en la Escritura ciertas locucio­ res (por lo menos hasta donde nos lo han permitido menos régia en la Nueva-Ley, sus suspiros son igual­
unos hermanos que le han vendido, no les dice: Soy nes mas tiernas, en nuestro concepto, que toda la nuestras fuerzas), algunas de las innumerables belle­ mente á propósito para los poderosos y los débiles,
vuestro hermano, sino únicamente: Soy José, y todo poesía de Homero. Si este se propone pintar la vejez, zas de los libros santos; ¡felices nosotros si hemos pues ha encontrado en Jesucristo la humildad unida
se encierra para ellos en la palabra José. Siéntense dice: conseguido hacerles admirar esa grande y magestuosa á la grandeza.
turbados como Telémaco; pero no es la magestad del «Néstor el orador de los habitantes de Pilos, el de piedra que sostiene la Iglesia de Jesucristo! Añadamos que la religión cristiana es esencialmente
ministro de Faraón lo que les afecta, sino la voz que labios elocuentes, cuyas palabras eran mas dulces que Oigamos á San Gregorio el Magno : «Si la Escri­ melodiosa, por la única razón de que ama la soledad.
se levanta en el fondo do su conciencia. la miel, se levantó en medio de la asamblea. Ya habia tura encierra misterios capaces de ocupar á los mayo­ No es esto decir que sea enemiga del mundo, pues
Ulises dirige á Telémaco un largo discurso para pro­ embelesado con sus discursos á dos generaciones de res ingenios, contiene también verdades sencillas, á lejos de ser así, se muestra muy amable; pero esta
barle que es su padre ; José no necesita decir tantas hombres, entre quienes habia vivido en la gran Pilos, propósito para alimentar á los mas humildes y los celestial Filomela prefiere los asilos ignorados. Es un
palabras a los hijos de Jacob. Los llama á su lado, y reinaba á la sazón sobre la tercera.» menos sabios; tiene en lo exterior con qué amaman­ poco extranjera bajo el techo de los hombres, pues pre­
porque si ha levantado bastante la voz para ser oido Esta frase es de la mas hermosa antigüedad y de la tar los niños, y en sus mas ocultos repliegues con fiere los bosques, que son los palacios de su padre y
de toda la casa de Faraón, cuando les dice Soy José, mas dulce melodía. El segundo verso imita la dulzura que llenar de admiración los espíritus mas subli­ su antigua patria. En ellos levanta su voz al firma­
sus hermanos deben ser los únicos que oigan la ex­ de la miel, y la expresiva elocuencia del anciano. mes. Aseméjase á un rio cuyas aguas son tan bajas mento , en medio de los conciertos de la naturaleza:
plicación que va á añadir en voz baja: Ego sum Jo­ Habiendo Faraón preguntado á Jacob -cual era su en ciertos lugares, que un cordero podría vadearlas, esta publica sin cesar las alabanzas del Criador, y
seph, FRATER VESTER, QUEM VEND1DISTIS 1N ./liGIPTUM. edad, el patriarca le respondió: y tan profundas en otros, que un elefante nadaría nada hay mas religioso que los cánticos que cantan,
No pueden rayar mas alto la delicadeza, la generosidad «Há ciento treinta años que soy viajero. Mis dias en ellas.» acompañados del viento, las encinas y las cañas del
y la sencillez. han sido breves y calamitosos, y no han igualado los desierto.
No olvidemos la bondad con que José consuela á de mis padres.» Así, pues, el músico que quiere seguir la Religión
sus hermanos; ni las escusas que de ellos hace di­ Hé aquí dos clases harto diferentes de antigüedad: en sus relaciones, está obligado á aprender la imita­
ciendo que lejos de haber labrado su desgracia, son la la una está expresada en imágenes, lo está la otra en ción de las armonías de la soledad. Es preciso que
causa de su brillante fortuna. Nunca deja de colocar sentimientos; una despierta risueñas ideas, la otra
la Escritura á la Providencia en la perspectiva de sus pensamientos tristes; al representar una al caudillo
TERCERA PARTE. conozca los sones que producen los árboles y las aguas;
preciso es que haya oido el rumor del viento en los
cuadros. Esa infinita previsión con que Dios conduce de un pueblo, solo muestra al anciano relativamente_á claustros, y esos murmullos que reinan en los templos
BULLAS ARTES Y LITERATURA. góticos, en la yerba de los cementerios y en los sub­
los negocios humanos, cuando mas á merced parecen una posición determinada de la vida; la otra lo consi­
de los caprichos del acaso, llena de asombro el ánimo. dera individualmente y por entero; en general, Ho­ terráneos de los muertos.
El hombre ama esa mano oculta en la nube, que sin mero hace reflexionar mas sobre los hombres, y la Bi­
cesar se hace sentir en lodo cuanto le rodea; le es blia sobre el hombre.
LIBRO PRIMERO. El Cristianismo ha inventado el órgano y hecho
suspirar al insensible metal. Él salvó la música en los
grato creer en les proyectos de la Sabiduría, y cono­ Homero habla con frecuencia de las alegrías de dos Mellas-Artes. siglos bárbaros; donde quiera que ha establecido su
cer que el momento ele nuestra vida es un bosquejo esposos : ¿pero lo hace alguna vez en estos términos? trono, allí se formó un pueblo que cantaba natural­
de la eternidad. «Isaac hizo entrar á Rebeca en la tienda de su ma­ mente como las aves. Para civilizar los salvajes, se
Todo es grande con Dios, todo pequeño sin él; esto dre Sara, y la tomó por esposa; y recibió tanto rego­ CAPITULO PRIMERO. valió de la mágia de sus cánticos; así, el iroqués que
se extiende hasta los sentimientos. Supóngase que cijo en ella, que sintó mitigarse el dolor que habia MÚSICA.
no habia cedido á sus dogmas, cedió á sus concier­
todo ocurre en la historia de José como se refiere en experimentado por la muerte de su madre.» tos. ¡ Religión de paz! Tú no has dictado á los hom­
el Génesis; admítase que el hijo de Jacob es tan bueno Daremos fin á nuestro paralelo y á nuestra poética De la influencia del Cristianismo en la música. bres, como los demás cultos, preceptos de odio y de
y sensible como lo es, pero que es filósofo, y que en cristiana, con un ensayo que hará conocer al punto la discordia, sino que les ha enseñado únicamente el
lugar de decir: «Estoy aquí por la voluntad del Se­ diferencia que existe entre el estilo de la Biblia y el Hermanas de la poesía, las bellas-artes serán ahora amor y la armonía.
ñor,» dice: «La fortuna me ha sido favorable; » su­ de Homero; al efecto, tomaremos un fragmento de la el objeto de nuestros estudios; identificadas, por de­
póngase , repetirnos, todo esto, y el círculo, se es­ primera, para pintarlo con los colores del segundo. cirlo así, con los pasos de la religión cristiana, la CAPITULO II.
trechará , los objetos disminuirán , y lo patético Ruth dice á Noemi: feconocieron por su madre no bien apareció en el
desaparecerá al desaparecer las lágrimas. «No te opongas á mi, obligándome á dejarte y mar­ mundo; ellas le prestaron sus encantos terrenales, y Del canto gregoriano.
Finalmente José abraza á sus hermanes como Ulises charme; á cualquier lugar donde vayas, iré contigo; ella les comunicó su divinidad: la música dió notas
á Telémaco; pero empieza por Benjamín. Un autor moriré donde tú mueras; tu pueblo será mi pueblo, tu á sus cantos; la pintura la representó en sus dolorosos Sí la historia no probase que el canto gregoriano es el
moderno no hubiera dejado de hacerle arrojarse pri­ Dios será mi Dios.» triunfos; la escultura se complació en meditar á su restó de aquella música antigua de que tantos prodi­
mero al cuello del mas culpable do sus hermanos, Tratemos de traducir este versículo en lenguaje lado en los sepulcros, y la arquitectura le erigió tem­ gios se refieren, bastaría examinar su escala para
para que su héroe fuese un verdadero personaje de homérico : plos tan sublimes y misteriosos como su pensamiento. convencerse de su remoto origen. Antes de Gui-Aretin
tragedia. Pero la Biblia, conociendo mejor el corazón «Lía hermosa Ruth respondió á la sabia Noemi, hon­ Platón ha definido de una manera maravillosa la no se elevaba sobre la quinta, empezando por el ut,
humano, ha sabido dar su justo valor á esa exagera­ rada de los pueblos como una diosa : «Cesa de opo­ naturaleza de la música. re, mi, fa, sol; estos cinco tonos son la gama natu­
ción del sentimiento, por la cual parece siempre que nerte á lo que una divinidad me inspira; yo te diré «No se debe juzgar, dice, de la música por el pla­ ral de la voz, y dan una frase musical llena y agra­
un hombre se esfuerza en llegar á lo que juzga un gran la verdad cual la sé, y sin disfraz alguno. He resuelto cer, ni preferir aquella que solo tenga á este por ob­ dable.
rasgo, ó en decir lo que conceptúa una brillante fra­ seguirte. Viviré á tú lado, ya sea que permanezcas jeto , sino la que contiene en sí misma la semejanza Mr. Rurette ha conservado algunos aires griegos,
se. Por lo demás, la comparación que Homero hace de entro los moabitas, hábiles en el manejo del dardo, ya de lo hermoso.» en los que, comparados con el canto llano, se reco­
los sollozos de Telémaco y de Ulises con los gritos de regreses al país do Judá, tan fértil en olivos. Contigo En efecto, la música, considerada como arte, es noce el mismo sistema. La mayor parte de ios salmos
un águila y sus aguiluchos (comparación que hornos pediré hospitalidad á los pueblos que respetan á los su­ una imitación de la naturaleza; su perfección consiste, son sublimes por su gravedad, particularmente el.
suprimido), nos parece ajena á este lugar. Y arro­ plicantes. Nuestras cenizas se mezclarán en la misma pues, en representar la mas hermosa naturaleza Dixit Dominas Domino meo, el Confitebor tibí y el
jándose al cuello de Benjamín, para abrazarle, urna, y haré siempre sacrificios agradables al dios que posible. Pero el placer es cosa convencional que varia Laúdate pueri. El In exitu, arreglado por Rameau,
lloró; y Benjamín lloró también, teniendo abrazado te acompaña.» con los tiempos, las costumbres y ios pueblos, y que es de un carácter menos antiguo; tal vez es del tiempo
á José: esta es la única magnificencia de estilo propio «Dijo : y como cuando el violento céfiro trae una no puede ser lo bello, pues este es uno, y existe del Ut queant laxis, es decir, del siglo de Cario
de tales ocasiones. benigna lluvia del lado de Occidente, los labradores de una manera absoluta. Síguese de aquí que toda Magno.
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soplo ardiente del genio levanta sobre el vulgo de los Las historias del Antiguó Testamento han llenado
El Cristianismo es circunspecto como el hombre, festividades cristianas: álos Vinci, los Leo, los Hasse, hombres. nuestros templos de cuadros de este género; y nadie
y hasta su sonrisa es grave. Nada es tan hermoso los Galuppi y los Durante, educados, formados ó pro­ En el imperio de los godos y los lombardos, el Cris­ ignora cuan favorables son al pincel las costumbres
como los suspiros que nuestros males arrancan á la tegidos en los oratorios de Venecia, de Nápoles, de tianismo continuó alargando una mano protectora á los patriarcales, los trajes del Oriente , la vigorosa natu­
Religión. El Oficio de difuntos es una obra maestra: Roma, y en la córte de los sumos pontífices, talentos. Estos esfuerzos se advierten especialmente raleza de los animales y de las soledades de Asia.
creése oir en él los sordos rumores del sepulcro. Si en las iglesias construidas por Teodorico, Luitprando El Nuevo Testamento cambió la índole de la pin­
hemos de creer una antigua tradición, el canto que CAPITULO III. y Didier. El mismo espíritu de religión inspiró a Cario tura. Sin suprimir cosa alguna á su sublimidad, le
libra á los difuntos, como le apellida uno de nues­ Magno, pues la iglesia de los Apostóles, levantada imprime mas ternura. ¿Quien no lia admirado cien
tros mejores poetas, es el mismo que se cantaba en Parte histórica de ia pintura entre los modernos. por orden de este gran príncipe en Florencia, pasa veces las Navidades, las Vírgenes y el Niño, la Fuga
las pompas fúnebres de los atenienses, en tiempo de aun actualmente por un monumento de bastante al desierto, la Coronación de espinas, los Sacramen­
Pendes. Refiere la Grecia que viendo una doncella la som­ mérito. tos , las Misiones de los Apóstoles, el Descendimiento
En el Oficio de Semana Santa es notable la Pasión bra de su amante en una pared, diseñó sus contornos. Por último, hacia el siglo xm, la. religión cristiana, de la cruz y las Mujeres al pié del santo sepulcro?
de San Mateo. El recitado del historiador, la gritería De este modo, una pasión versátil creó el arte de las después de haber luchado con mil obstáculos, volvió ¿ Pueden las bacanales, las fiestas de Venus, los rap­
del pueblo judío y la dignidad de las respuestas de mas acabadas ilusiones. á traer en triunfo á la tierra el coro de las Musas. Todo tos y las metamorfosis, mover el corazón tanto como
Jesús, forman un'drama patético. La escuela cristiana ha buscado otro maestro, y lo se hizo para las iglesias, y mediante la protección de los cuadros tomados de la Escritura ? El Cristianismo
Pergolesso desplegó en el Stabat Mater toda la ri- reconoció en el Artista que, amasando un poco de los príncipes religiosos. Bouchet, griego de origen, nos muestra en todas partes la virtud y el infortunio,
ueza de su arte; ¿pero ha excedido al simple canto barro en sus hábiles manos, pronunció estas palabras: fue el primer arquitecto, Nicolás el primer escultor, y al paso que el politeísmo es un culto de crímenes y de
e la Iglesia? Varió la música en cada estrofa, y no Hagamos al hombre á nuestra imagen. El primer Cimabué el primer pintor, que exhumaron de las rui­ prosperidad. Nuestra religión es nuestra historia; por
obstante, el carácter esencial de la tristeza consiste rasgo del dibujo ha existido, pues, para nosotros en la nas de Grecia y Roma el gusto antiguo. Desde enton­ nosotros ha presenciado el mundo tantos espectáculos
en la repetición del mismo sentimiento, y por decirlo idea eterna de Dios, y la primera estátua que vió el ces llegaron las artes, en diferentes manos y por di­ trágicos : somos personajes de las escenas que el
así, en la monotonía del dolor. Diversas razones pue­ mundo fue aquella famosa arcilla animada por el soplo ferentes genios, al siglo de Leon X, en que brillaron pincel pone á nuestra vista, pues las armonías mas
den motivar el llanto, pero este tiene siempre una del Criador. cual dos soles Rafael y Miguel-Angel. morales y mas tiernas se reproducen en los asuntos
amargura igual : por otra parte, es raro que se llore Hay una fuerza de error que obliga al silencio, no Ya se deja conocer que no entra en nuestro plan es­ cristianos. ¡Eternamente glorificada seas, religión de
á la vez por muchos males, pues cuando son muchas de otro modo que la fuerza de verdad; una y otra, cribir toda la historia del arte. Lo que nos cumple Jesucristo, tú que, habías representado en el Louvre
las heridas, siempre hay una mas dolorosa que las de­ llevadas al último grado , producen convicción; la demostrar es que el Cristianismo es mas favorable á la al Bey de reyes crucificado, el Juicio final en el techo
más y que termina absorviendo todos los demás dolo­ primera, negativa, la segunda, afirmativamente. Así, pintura que cualquiera otra religión. Ora bien: es fácil de las salas de nuestros tribunales, una Resurrección
res. Esta es la razón del encanto de los romances an­ cuando se oye sostener que el Cristianismo es enemi­ probar tres cosas: l.° Que siendo la religion cristiana en el hospital general, y el Nacimiento del Salvador
tiguos. Ese canto parecido , que se reproduce en go de las artes, se experimenta gran asombro, porque de naturaleza especial y mística, ofrece á la pintura un en la casa de esos huérfanos abandonados por sus pa­
cada estrofa sobre las palabras diferentes, imita per­ al instante se presentan á la memoria Miguel-Angel, bello ideal mas perfecto y divino que el que procede dres y madres!
fectamente la naturaleza : el hombre que padece re­ Rafael, Carrachio, Dominico, Lesueur, Pousin, Cos- de un culto material; 2.° Que corrigiendo la fealdad Por lo demás, podemos decir aquí acerca de los
corre así diferentes imágenes, mientras el fondo de tou, y tantos otros artistas cuyos nombres llenarían de las pasiones, ó combatiéndolas con fuerza, da to­ asuntos de los cuadros lo que hemos dicho de los asun­
sus dolores subsiste invariable. volúmenes. nos mas sublimes á la figura humana; 3.° Que ha su­ tos de los poemas : el Cristianismo lia creado para el
Pergolesso ha desconocido, pues, esta verdad que A mediados del siglo iv, el imperio romano, inva­ ministrado á las artes asuntos mas hermosos, mas pintor una parte dramática muy superior á la de la
se enlaza con la teoría de las pasiones, al pretender dido por los bárbaros, y desgarrado por la herejía , se ricos, mas dramáticos é interesantes que los asuntos mitología. La Religión es la que nos lia dado los Clau­
que ni un suspiro del alma se pareciese al que le ha­ arruinó en todas partes. Las artes no hallaron enton­ mitológicos. dios de Lorena, como también los Delille y los Saint-
bía precedido. Dende quiera hay variedad hay distrac­ ces otro asilo que el que los cristianos y los empera­ Las dos primeras proposiciones lian sido latamente Lambert. Sobran , empero, tantos raciocinios: recór­
ción , y donde quiera hay distracción no reina la tris­ dores ortodojos les concedieron. Teodosio eximió á los dilucidadas en nuestro examen de la poesía; ahora ranse las galerías y museos enriquecidos por el pincel
teza. ¡Tan necesaria es la unidad al sentimiento! ¡Tan pintores, en virtud de una ley especial, del pago de nos ocuparemos de la tercera. cristiano, y dígase luego, si posible es decirlo, que
débil es el hombre, aun en esa misma parte donde todo tributo y de alojamientos militares. Los Padres el genio del Cristianismo es poco favorable á las bellas-
radica toda su fuerza, es decir, en el dolor! de la Iglesia son inagotables en sus elogios á la pin­ artes.
CAPITULO IV.1
La lección de las lamentaciones de Jeremías pre­ tura. San Gregorio se expresa de una manera digna
senta un sello particular, pues aunque ha sido reto­ de atención: Vidi scepius inscriptionis imaginera , et De los asuntos de cuadros. CAPITULO V.
cada por los modernos, su fondo nos parece hebraico, sine lacrymis transiré non potui, cum tam efficaciter
porque no se asemeja á los aires griegos del canto ob oculos poneret historian¡ el santo se referia á un Verdades fundamentales: Escultura.
llano. El Pentateuco se cantaba en Jerusalém como cuadro que representmia el sacrificio de Abraham. San 1.“ Los asuntos antiguos han quedado en manos de
las Bucólicas, sobre un tono lleno y dulce; las profe­ Basilio avanza mas, pues dice que los pintores hacen los pintores modernos; así, además de las escenas mi­ Lo que acabamos do decir de la pintura se aplica
cías se recitaban en un estilo rudo y patético ; y los tanto con sus cuadros como los oradores con su elo­ tológicas , tienen las escenas cristianas. igualmente á la escultura, salvas algunas diferencias
salmos tenían un modo extático que les estaba parti­ cuencia. Un monge llamado Metodio, pintó en el si­ 2;° Lo que prueba que el Cristianismo habla mas al que so enlazan con la parte técnica del arle.
cularmente consagrado. Aquí volvemos á esos grandes glo vni ese Juicio final que convirtió á Bogoris, rey genio que la Fábula, es que en lo general nuestros La estátua de Moisés, por Miguel-Angel en Roma;
recuerdos que el culto católico despierta en todas par- de los búlgaros. Los sacerdotes habían reunido en el grandes pintores han sido mas felices al manejar asun­ Adam y Eva, por Baccio en Florencia; el grupo del
tps. Moisés y Homero, el Líbano y el Citeron, Solima colegio de la Ortodojia, en Constantinopla, la mas her­ tos sagrados que al ocuparse de los profanos. Juramento de Luis XIII, por Coustou en París; el San
y Roma, Babilonia y Atenas han legado sus despojos mosa biblioteca del mundo y las obras maestras de las 3." Las costumbres modernas se prestan poco á las Dionisio del mismo; el sepulcro del cardenal de Biche-
á nuestros altares. artes ; entre otras, veíase allí la Venus de Praxiteles; artes de imitación; pero el culto católico ha propor­ lieu, obra del doble genio de Le Brun y Girardon; el
Por último, el entusiasmo fue el que inspiró el Te lo que prueba á lo menos que los fundadores del culto cionado á la pintura costumbres tan nobles como las monumento de Colbert, ejecutado por los dibujos de
Deum. Cuando, detenido en unas llanuras teatro de católico no eran unos bárbaros destituidos de gusto, y tie la antigüedad. Le Brun , por Coyzevox yTuby; el Cristo, la Virgen
la victoria, en medio de los rayos y de la sangre hu­ entregados á una absurda superstición. Pausanias, Plinio y Plutarco nos han conservado la de la Misericordia, los ocho apóstoles de Bouchardon,
meante aun, al bélico son de los clarines y las trom­ Ese colegio fue demolido por los emperadores ico­ descripción de los cuadros de la escuela griega. Zeu­ y otras muchas estatuas del género piadoso, demues­
petas , un ejército, surcado por el fuego de la guerra, noclastas, y sus profesores fueron quemados vivos ; y xis habia tomado por asunto de sus tres principales tran que el Cristianismo sabe animar con igual maes­
doblaba la rodilla y entonaba el himno de la gratitud, solo con grave riesgo de su vida, lográron los cristia­ obras, á Penélope, á Helena y al Amor. Polignoto ha­ tría el mármol y el lienzo.
al Dios de las batallas; ó bien, cuando en medio de nos salvar la piel de dragón, de ciento veinte pies de bía trazado en las paredes del templo de Delfos el sa­ Seria, no obstante, de desear que los escultores
las lámparas y de las mazas de oro, de los cirios, y de longitud, en que estaban escritas en letras de oro las queo de Troya y la bajada de Ulises á los infiernos. desterrasen en lo sucesivo de sus composiciones fúne­
los perfumes, á los prolongados suspiros del órgano, obras de Homero. Los cuadros de las iglesias fueron Enfanor pintó los doce dioses, á Teseó dictando leyes, bres esos esqueletos que colocan en los sepulcros,
al alegre repique de las campanas, á la sorda vibración presa de las llamas. Unos heresiarcas.estúpidos y fre­ y las batallas de Cadmea, de Leuctres y Mantinea; pues no se ve en ellos el genio del Cristianismo, que
de los bajos, ese himno hacia resonar las vidrieras, néticos , bastante parecidos á los puritanos de Crom- Apeles representó á Venus Anadiomena bajo las fac­ tan hermosa para el justo pinta la muerte.
los subterráneos y las cúpulas de una grandiosa basí­ well, destruyeron á sablazos los mosáicosde la iglesia ciones de Campaspe; Etion las bodas de AJejandro y Es preciso también abstenerse de representar cadá­
lica, no habia entonces un solo hombre que no expe­ de Nuestra Señora de Constantinopla y del palacio de Roxana, y Timanto el sacrificio de Ifigenia. veres (por grande que sea el mérito de la ejecución),
rimentase algún movimiento de ese delirio que divini­ de las Slaquernas. Las persecuciones llegaron tan le­ Comparad estos asuntos con los cristianos, y adver­ ó la humanidad sucumbiendo á largas enfermedades.
zaba á Píndaro en los bosques de Olimpia, y á David jos que envolvieron á los mismos pintores, pues les tiréis su inferioridad. El sacrificio de Abraham, por Un guerrero que espira en.el campo ile batalla en todo
en el torrente Cedrón. fue prohibido bajo pena capital continuar sus estudios. ejemplo, es igualmente tierno, y de un gusto mas el vigor de la edad, puede ser soberbio; pero un
Por lo demás, al no hablar sina de los cantos grie­ El monge Lázaro tuvo el valor de ser mártir de su sencillo que el de Ifigenia; en él iio hay soldados , ni cuerpo quebrantado por la enfermedad , es una imá-
gos de la Iglesia, échase bien de ver que no emplea­ arte. En vano le hizo Teófilo quemar las manos para grupos, ni tumulto, ni ese movimiento que sirve para gen rechazada por las artes, á no ser que se mezcle
mos todos nuestros recursos, pues podríamos mostrar impedirle el manejo del pincel. Oculto en el subter­ alejar el ánimo de la escena. Todo se reduce á la cima algún milagro, como en el cuadro do San Carlos Bor­
á los Ambrosios, los Dámasos, los Leones y los Gre­ ráneo de la iglesia de San Juan Bautista, pintó con de una montaña, á un patriarca que cuenta sus anos ro meo. Coloquénse pues, en la sepultura de un cris­
gorios, trabajando por sí mismos en el restableci­ sus dedos mutilados el gran santo cuyo suplicante era; por siglos, á una cuchilla levantada sobre un hijo tiano , á un lado el llanto de su familia y el dolor de
miento del arte músico; podríamos citar esas obras digno ciertamente de ser el patrón de los pintores, único ■ y al brazo de Dios que detiene el brazo paterno. los hombres; y al otro, la sonrisa de la esperanza y
maestras de la música moderna, compuestas para las y de ser reconocido en esa familia sublime á quien el
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las alegrías celestiales: un sepulcro á cuyos dos bor­ | El Cristianismo lia restablecido en la arquitectura, interior , el bullicio decrece por grados , y al fin se i supresiones inconvenientes. El oro del comercio ha
des se viesen las escenas del tiempo y las de la eterni­ como en las demás artes, las verdaderas proporciones. pierde en la iglesia, donde reina un profundo silencio. levantado las soberbias columnatas del hospital de
dad , seria admirable. La muerte podría figurar tam­ Nuestros templos, ni tan pequeños como los de Ate­ Este edificio religioso está á la espalda de las' cons­ Greenwich en Inglaterra; pero en la masa de los In­
bién , pero bajo las facciones de un ángel, á la vez nas, ni tan gigantescos como los de Memfis, ostentan trucciones militares: es la imágen del reposo.y de la válidos se nota un sello que lo hace aparecer como
benigno y severo, porque la tumba del justo debe esa sabiduría de proporciones en que reinan lo hermo­ esperanza, en el fondo de una vida llena de agitación mas altivo é imponente. Bien se echa de ver que la
siempre hacer exclamar con San Pablo: ¡Óh muerte! so y el gusto por excelencia. Por medio de la cúpula, y de peligros. nación que ha construido semejantes palacios para la
¿ dónde está tu victoria ? ¿ qué has hecho de tus desconocida de los antiguos, la Religión ha mezclado- El siglo de Luis XIV es acaso el único que conoció ancianidad de sus ejércitos, ha recibido el poder de
armas ? oportunamente el atrevimiento del orden gótico á la bien esas analogías morales, y que hizo siempre en la espada y el cetro de las artes.
sencillez y elegancia de los órdenes griegos. las artes lo que debia hacerse, sin superfluidades ni
CAPITULO VI. Esta cúpula, que se cambia en campanario en la
mayor parte de nuestras iglesias, imprime á nuestras
ARQUITECTURA.
aldeas y ciudades un carácter moral que no podían
El cuartel de Inválidos. tener las ciudades antiguas. Los ojos del viajero se
fijan desde luego en esa flecha religiosa, cuyo aspecto
Al tratar de la influencia del Cristianismo en las despierta multitud de sentimientos y de recuerdos;
artes, no so necesitan ni sutileza, ni elocuencia, toda ella es la pirámide fúnebre en cuyo derredor duermen
vez que los monumentos se encargan de responder á sus antepasados ; es el monumento de alegría donde
los detractores del culto evangélico. Basta, por ejem­ el bronce sagrado anuncia la vida del fiel; allí se unen
plo, nombrar á San Pedro de Roma, á Santa Sofía de los esposos; allí se arrodillan los cristianos al pió de
Constantinopla y á San Pablo de Londres, para probar los altares: el débil para pedir fuerza á Dios; el cul­
que somos deudores á la Religión de las tres obras pable para implorar al Dios de misericordia ; el ino­
maestras de la arquitectura moderna. cente para cantar al Dios de bondad. Si un paisaje

CLISES EN CASA DE ALC1NOO.

parece desnudo, triste y desierto, colocad en él un Tres cuerpos, que forman con la iglesia un largo
campanario campestre,. y todo se animará al punto; cuadro, componen el edificio de los Inválidos. Pero,
las gratas ideas del pastor y del rebaño, de asilo para ¡qué gusto reina en esa sencillez! ¡cuánta hermosura
el viajero, de limosna para el peregrino, y de hospi­ se advierte en ese patio, que no es, sin embargo, sino
talidad y de caridad cristiana, brotarán en todas un claustro militar, en que el arte ha mezclado ó las
partes. ideas guerreras las ideas religiosas, y enlazado la ima­
Cuanta mas piedad y Te han tenido las edades que gen de un campamento de veteranos con los tiernos JOSÉ Y SUS HERMANOS.
han erigido nuestros monumentos, mas sorprendentes recuerdos de un hospicio! Ese palacio militar es á la
han sido estos por la grandeza y la nobleza de su ca­ vez el monumento del Dios de los ejércitos y del Dios
rácter. Vemos un ejemplo notable de esta verdad en del Evangelio. El orin de los siglos que empieza á ¡ siste esto en que el espíritu de análisis, al destruir la
los Inválidos y en la Escuela militar, pudiendo de­ cubrirlo, le presta nobles relaciones con esos vete­ CAPITULO VII.
imaginación, mina, digámoslo así, los cimientos de las
cirse que el primer monumento ha hecho subir sus ranos, ruinas animadas que pasean bajo sus antiguos Versalles. ■ bellas-artes. Creen algunos ser mas sabios porque
bóvedas al cielo á la voz del siglo religioso, y que el pórticos. En los patios exteriores, lodo retrata la idea
segundo se ha inclinado á la tierra á la palabra del de los combates: fosos, glacis, murallas, cañones, La pintura, la arquitectura, la poesia v la doeueneia j destruyen ciertos errores de física (que reemplazan
siglo ateo. tiendas de campaña y centinelas. Si se penetra en el han degenerado siempre en los siglos lilosólicos. Con- | con todos los de la razón); y en realidad se retrocede,
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EL GENIO DEL CRISTIANISMO. H1
porque se pierde una de las mas bellas facultades del la Divinidad. El espíritu se ve repentinamente trasla­
Entendemos aquí por Filosofía el estudio de toda Pero también es cierto que la moderna Roma se
espíritu. dado ¿i los tiempos en que los cenobitas, después de
clase de ciencias. mostró mas sabia, puesto que el mismo tribunal ecle­
En Versalles se han reunido las grandezas de la edad haber meditado en los bosques de sus monasterios,
El lector verá que al defender la Religión, no ata­ siástico que condenó primero el sistema de Copérnico,
religiosa'de la Francia. Apenas ha trascurrido un si­ iban á postrarse ante el altar á cantar las alabanzas
camos la sabiduría , pues estamos muy lejos de con­ permitió seis años después enseñarlo como hipótesis.
glo, y esosbosquecillos que resonaban con el estruendo del Señor, en la calma y el silencio de la noche. La
antigua Francia parecía resucitar; creíase ver aquellos fundir el orgullo sofístico con los sanos conocimientos Por otra parte, ¿debían esperarse mas conocimientos
de las fiestas, so ven únicamente animados por la voz astronómicos de un sacerdote romano que de Tycho-
de la cigarra y del ruiseñor. Ese palacio , que puede extraños trajes , aquel pueblo tan diferente de lo que del espíritu y del corazón. La verdadera filosofía es la
inocencia de la vejez de los pueblos, cuando han ce­ Brahé, que continuaba negando el movimiento de la
ser considerado como una vasta ciudad; esas escaleras os actualmente , y venían á la memoria sus revolu­
sado de tener virtudes por instinto, y las tienen por tierra? Por último, un papa Gregorio, reformador del
de mármol que parecen subir á las nubes; esas es­ ciones, sus trabajos y sus artes. Cuanto mas distaban
razón; esta segunda inocencia es menos segura que la calendario ; un monge Bacon, quizá inventor del teles­
tatuas , esos estanques y esos bosques., se muestran de nosotros esos tiempos, mas mágicos nos parecían;
primera, pero cuando se puede llegar á ella, es mas copio ; un cardenal Cuza y un sacerdote Gassendi, ¿no
hoy ó ruinosos ó cubiertos de musgo, ó secos ó derri­ mas nos llenaban de esos pensamientos que terminan
bados; y no obstante, nunca esta régia mansion ha sublime. han sido, ó los protectores ó las antorchas de la astro­
siempre con una reflexión acerca de la nada del
Sea cual fuere el punto de vista bajo que se consi­ nomía?
parecido mas pomposa ni menos solitaria. Todo estaba hombre y la celeridad con que trascurre la vida. Platon, genio tan apasionado por las ciencias subli­
vacío en otro tiempo en esos lugares, pues la pequenez El orden gótico, á pesar de sus proporciones bár­ dere el culto evangélico, se ve que engrandece el
pensamiento y que es adecuado á la expansión de los mes, dice terminantemente en una de sus mejores
de la córte anterior (antes de tener en su favor la baras , tiene una hermosura peculiar. obras, que los estudios elevados no son útiles á todos,
grandeza de su infortunio), parecía hallarse fuera de Los bosques han sido los primeros templos de la sentimientos. Sus dogmas no se oponen en las ciencias
á ninguna verdad natural ;%su doctrina no prohíbe sino tan solo á un reducido número; y añade esta
su centro en los vastos recintos de Luis XIV. Divinidad, y en ellos han tomado los hombres las pri­ reflexión, robustecida por la experiencia : «Una igno­
Cuando el tiempo ha dado un golpe de muerte á meras nociones de la arquitectura. Este arte ha de­ ningún estudio. Entre los antiguos, un filósofo encon­
traba siempre alguna divinidad en su camino, y era rancia absoluta no es el mal mayor ni el mas temible;
los imperios, algun nombre grande se identifica con bido, por consiguiente, variar según los climas. Los lo es mucho mas un cúmulo de conocimientos mal
sus despojos y los cubre con su prestigio. Si la noble griegos tornearon la elegante columna corintia con su condenado bajo pena de muerte ó de destierro por los
sacerdotes de Apolo, á ser mirado como un visionario digeridos.»
miseria dej guerrero sucede actualmente en Versalles capitel de hojas , sobre el modelo de la palmera. Los Así, pues, si la Religión hubiese menester de jus­
á la magnificencia de los patios; si los cuadros de mi­ enormes pilares del antiguo estilo egipcio representan toda su vida. Pero como el Dios de los cristianos no
ha elegido por su estrecha morada un sol, ha entre­ tificación respecto de este asunto, no careceríamos de
lagros y de mártires lian sido reemplazados por pro­ el sicómoro, la higuera oriental, el banano y la mayor autoridades entre los antiguos, ni aun entre los mo­
fanas pinturas, ¿por qué habría de ofendérsela sombra parte de los árboles gigantescos del Africa y del gado los astros á las vanas investigaciones de los sa­
bios: Ha puesto el mundo á su vista, como un esti­ dernos. ílobbes ha escrito muchos tratados para pro­
de Luis XIV? Este monarca dió lustre á la Religion, Asia. bar la incertidumbre de la ciencia mas cierta de todas,
á las artes y al ejército; y se ve con placer que las Los bosques de las Galias pasaron á su vez á los mulo á sus disputas. El físico puede pesar el aire en
su tubo , sin temor de ofender á Juno. No de los ele­ es decir, de las matemáticas. En el que liá por título:
ruinas de su palacio sirven de abrigo á las ruinas del templos de nuestros padres; nuestros bosques de en­ Contra Geómetras, sive contra phaslum Professo-
ejército, de las artes y de la Religion. cinas conservaron de este modo su origen sagrado. mentos de nuestro cuerpo, sino de las virtudes
de nuestra alma, nos pedirá cuenta un dia el Juez rum , censura una ó una las definiciones de Euclides,
Esa bóveda en que el cincel ha trazado espesos fo­ y patentiza lo que tienen de falso, de vago ó de capri­
llajes; esos piés derechos que sostienen las paredes y Supremo. _ , , , ,
CAPITULO VIII. Sabemos que se nos citarán algunas bulas de la choso. Es de notar la manera con que se anuncia:
terminan bruscamente á manera de troncos rotos; la Itaque per hanc epistolam hoc ago ut ostendam Ubi
frescura de las bóvedas, las tinieblas del santuario, las Santa Sede, ó algunos decretos de la Sorbona , que
De los templos góticos. non minorem esse dubitandi causam in scriptis ma-
naves oscuras y las puertas bajas , retratan los labe­ condenan este ó aquel descubrimiento filosófico; pero
¡ cuántas decisiones de la córte de Roma pudieran _ ci­ thematicorum,quam in scriptis phisicorum, ethico-
Cada cosa requiero su puesto: verdad trivial, en rintos de los bosques en la iglesia gótica; lodo hace rum , etc. «Te liaré ver en esta carta que no hay me­
fuerza de ser tan repetida, pero sin la cual nada puede sentir el religioso horror , los misterios y la Divinidad. tarse también en favor de estos mismos descubrimien­
tos! ¿ Es esto decir otra cosa sino que los sacerdotes nor causa de duda en los escritos de los matemáticos,
llegar á la perfección. Un templo egipcio en Atenas no Las dos soberbias torres, colocadas á la entrada del que en los de los físicos, moralistas, etc.»
hubiera agradado mas á los griegos, que un templo templo , descuellan sobre los olmos y los tejos del ce­ son hombres como nosotros, y que se lian mostrado
mas ó menos instruidos, según el curso natural de los Bacon se expresa con un lenguaje aun mas enér­
griego en Memfis á los egipcios. Si estos dos monu­ menterio, y producen un efecto pintoresco destacán­ gico contra las ciencias, pareciendo que adopta su
mentos cambiasen de lugar, perderían su principal dose sobre el vivo azul del cielo. Ora el sol naciente siglos? Basta que el Cristianismo , como institución,
nada pronuncie contra las ciencias, para que sosten­ defensa. En concepto de este eminente varón, está
hermosura, ó lo que es lo mismo, sus relaciones con ilumina sus gemelos vértices ; ora se muestran coro­ probado que una ligera tintura de filosofía, puede indu­
las instituciones y las costumbres de entrambos pue­ nados con un magnífico capitel de nubes; ora aumen­ gamos con fundamento nuestro primer aserto.
Por lo demás, observemos que la Iglesia ha prote­ cir al hombre á desconocer á Dios, pero que un saber
blos. Aplicamos esta reflexion á los monumentos del tados á través de una atmósfera vaporosa. Los mismos profundo le acerca á él.
Cristianismo. Y es digno de notarse que en esto siglo pajarillos parecen equivocarse y tomarlas por los ár­ gido casi siempre las artes, aunque algunas veces ha
desalentado los estudios abstractos, mostrando en esto Si esta idea es verdadera, ¡cuán terrible es! porque
incrédulo los poetas y novelistas se complacen en re­ boles de sus bosques; las cornejas revolotean sobre por cada genio capaz de llegar á esa plenitud de saber
troceder naturalmente á las costumbres de nuestros sus calados remates y poSan en sus galerías. Súbita­ su acostumbrada sabiduría. En vano se atormentarán
los hombres, puesto que nunca entenderán la natura­ exigida por Bacon, y en la que, según Pascal, se
antepasados, en introducir en sus ficciones los sub­ mente resuenan confusos rumores en sus alturas v tropieza en otra ignorancia, ¡ cuántas medianías no
terráneos, los fantasmas, los castillos y los templos ahuyentan á las asustadas avecillas. Aspirando á gloria leza , porque no son ellos los que han dicho al mar:
Llegarás hasta aqui, no avanzarás mas, y aquí se la alcanzarán jamás, y permanecerán en esas nubes
góticos ; ¡tan poderoso es el encanto de los recuerdos mayor que la de construir bosques, el arquitecto cris­ de la ciencia que ocultan la Divinidad!
queso enlazan con la Religion y la historia de la patria! tiano ha querido imitar en cierto modo sus murmullos; estrellará el orgullo de tus olas. Los sistemas se su­
cederán eternamente, pero la verdad permanecerá El orgullo será siempre triste causa de perdición
Las naciones no se despojan de sus tradicionales cos­ y por medio del órgano y del suspendido bronce ha para la multitud, pues nunca se logrará persuadirla
tumbres, cual do un antiguo vestido. Puedéseles ar­ unido al templo gótico hasta el rumor de los vientos siempre ignorada: ¿Por qué no abre un aia la natu­
raleza su seno? exclama Montaigne ; ; Oh Dios! ¡qué deque ignora todo, cuando cree saber todo. Solo los
rancar alguna parte de él, pero quedan girones que y de los truenos que ruedan sordos en la profundidad grandes hombres pueden apreciar ese último punto de
forman un absurdo contraste con los nuevos ves­ ele los bosques. Los siglos, evocados por aquellos re­ de errores, que de falsos juicios hallaríamos en
los conocimientos humanos, en que vemos con dolor
tidos. ligiosos sonidos, levantan su decrépita vez en el seno nuestra escasa ciencia!
Los antiguos legisladores, de acuerdo en este pun­ desvanecerse los tesoros que habíamos allegado, y en
En vano se construirán templos griegos, muy ele­ de las piedras, y suspiran melancólicos en la espaciosa que tornamos á encontrarnos á merced de nuestra
gantes y bien iluminados para reunir el pueblo de basílica; el santuario muge como la caverna de la an­ to, como en otros muchos, con los principios de la
religión cristiana, se oponían á los filósofos, y colma­ original pobreza. Y ved aquí el por qué la mayoría de
San Luis, y hacerle adorar á un Dios melalísico, pues tigua sibila; y mientras el bronce se columpia con es­ los sabios ha opinado que los estudios filosóficos son
siempre echaiá de menos esas Nuestra Señora de truendo sobre la cabeza del creyente, los abovedados ban de honores á los artistas. Esas pretendidas per­
secuciones del Cristianismo contra las ciencias, deben, asaz peligrosos para el vulgo. Locke consagra los tres
Reims y de París; esas enmohecidas basílicas llenas subterráneos de la muerte enmudecen profundamente primeros capítulos del cuarto libro de su Ensayo
de las generaciones que fueron y de las almas de sus á sus piés. pues, extenderse á los antiguos, en quienes, sm
embargo, reconocemos tanta sabiduría. El año de Ro­ acerca del entendimiento humano, á precisar los
padres; siempre recordará el sepulcro de algun señor límites de nuestra inteligencia, harto tristes en ver­
de Montmorency, sobre el que acostumbraba arrodi ma 591, el senado expidió un decreto en que se des­
dad , por ser tan estrecho el círculo que abrazan. Oi­
liarse durante la misa, sin olvidar las sagradas fuentes
á que fue llevado al nacer. Sucede así, porque todo
LIBRO DÉCIMO, terraba de la ciudad á los filósofos: y seis años deso­
piles , Catón se apresuró á proscribir á Carneades, gámosle :
embajador de los atenienses, «por temor, decía, de «Hallándose nuestra mente circunscrita en tan re­
esto está esencialmente enlazado con nuestras cos­
tumbres; porque un monumento no es digno de ve­
Filosofía. que lajuventud perdiese la sencillez de las costumbres ducida esfera como he demostrado, acaso no será
antiguas, aficionándose á las sutilezas de los griegos.» supèrfluo, para mejor apreciar el actual estado de
neración sino en cuanto está impresa en sus bóvedas, nuestro espíritu... conocer nuestra ignorancia, lo
ennegrecidas por los siglos, una larga historia de lo Si el sistema de Copérnico fue desconocido de la córte
CAPITULO PRIMERO. de Roma, ¿no le cupo igual suerte entre los griegos? que... puede servir de mucho para dar fin á las dis­
pasado. lié aquí porque nada hay de maravilloso en putas... si, después de haber descubierto hasta qué
un templo que hemos visto construir, y cuyos ecos y «Aristarco, dice Plutarco, opinaba que los griegos
Astronomía y Matemáticas. punto tenemos ideas claras... no descendemos á esc
cúpulas se han formado á nuestra vista. Dios es la ley debían condenar jurídicamente á Cleanto de Samos
por blasfemo y como dislocador del centro del uni­ abismo de tinieblas (en que nuestros ojos nos son en­
eterna: su origen, pues, y todo lo queá su culto con­ Consideremos ahora los efectos del Cristianismo en teramente inútiles, y donde nuestras facultades no
cierne, debo perderse en la noche de los tiempos. verso; tanto mas, cuanto que tratando de salvar las
la literatura en general. Esta puede ser clasificada en pueden hacernos percibir cosa alguna), infatuados,
. No es posible entrar en una iglesia gótica sin expe­ estos tres principales ramos: Filosofía, Historia y Elo­ apariencias, suponía que el cielo permanecía inmóvil
y que la tierra se movía por el círculo oblicuo del como lo estamos, en la necia idea de que nada es
rimentar cierta conmoción y un vago sentimiento de cuencia. superior á nuestra comprensión.
zodaico, girando en derredor de su eje.»
112 BIBLIOTECA DE GASPAR Y R0IG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 113
Finalmente, sabido es que, disgustado Newton del hasta que esto suceda, debemos contar con los erro­ pertenece al natural progreso de la sociedad. Puesto caso en una especie de máquina geométrica que eje­
estudio de las matemáticas, se negó por espacio de res, El que no quisiera sufrir el rigorismo geométrico que los brazos y los animales rústicos se han multi- cuta por sí misma operaciones complicadas, como la
muchos años á oir hablar de ellas; y aun en nuestros en las relaciones sociales, se trocaría en el mas estú­ licado, las manufacturas y los productos de la tierra máquina aritmética de Pascal. En las cienas, el
dias, Gibbon, apóstol durante tanto tiempo de las nuevas pido ó el mas perverso de los hombres. an debido aumentar y mejorar proporcionalmente. último que las cultiva es siempre el mas instruido: lié
ideas, escribió : «Las ciencias exactas nos acostum­ Las matemáticas, por otra parte, lejos de probar la Ventaja grande por cierto es tener arados mas ligeros aquí por qué cualquier escolar de nuestros dias está
bran á mirar con menosprecio la evidencia moral, tan extensión del talento en la mayor parte de los hombres y máquinas mas perfectas para los oficios; pero darse mas adelantado que Newton en matemáticas; hé aquí
fecunda en bellas sensaciones, y cuyo objeto es deter­ que de ellas se valen , deben de ser consideradas co­ á pensar que el genio y la sabiduría humana se encier­ por qué el que pasa hoy por sabio, será tratado de
minar las opiniones y las acciones de nuestra vida.» mo el apoyo de su debilidad, como el suplemento de ran en un círculo de invenciones mecánicas , fuera ignorante por la generación futura. Aferrados, á sus
En efecto, muchas personas han abrigado la opi­ su insuficiente capacidad, como un método de abre­ incurrir en un grosero error. cálculos, los geómetras-máquinas miran con ridiculo
nión de que la ciencia en mano de los hombres seca el viación propio para clasificar los resultados en una Por lo que respecta á las matemáticas propiamente desprecio las artes de imaginación , y sonríen de lás­
corazón, roba á la naturaleza sus encantos, induce las cabeza incapaz de llegar á ellos por sí misma, puesto dichas, está demostrado que se puede aprender en un tima cuando se les habla de literatura, de moral y de
almas débiles al ateísmo, y de este al crimen; al paso que en realidad no son otra cosa que unos signos tiempo bastante breve todo lo que es útil saber para Religión; conocen , dicen, la naturaleza. Pero,.¿no es
que las bellas-artes , por el contrario, embellecen generales de ideas, que nos ahorran el trabajo de ser un buen ingeniero. Mas allá de esta geometría preferible la ignorancia do Platón, que llama á la na­
nuestros dias, hacen mas sensibles nuestras almas, tenerlas, unas etiquetas ó rótulos numéricos de un práctica, no hay mas que una geometría especula­ turaleza una misteriosa poesía ?
acrecientan nuestra fe en la Divinidad, y guian por el tesoro no contado, unos instrumentos con que se tra­ tiva, con sus juegos, sus superfluidades, y por de­ Por fortuna, hay otra geometría, una geometría
sendero de la Religión , á la práctica de las virtudes. baja, mas no las cosas sobre que se trabaja. Supon­ cirlo así, sus romances, como las demás ciencias. «Es intelectual. Esta es la que se necesitaba saber para
No citaremos á Rousseau, cuya autoridad pudiera gamos que un pensamiento está representado por A, preciso hacer una distinción , dice Voltaire , entre la entrar en la escuela de los discípulos de Sócrates; ella
ser sospechosa aquí; pero Descartes se expresó de una y otro por B; ¡ cuán prodigiosa diferencia no existirá geometría útil y la geometría divertida...... Cuadrad ve á Dios detrás del círculo y del triángulo; ella ha
manera harto singular respecto do la ciencia que cons­ entre el hombre que desenvuelva estos dos pensa­ unas curvas cuanto os plazca, y mostrareis gran sa­ creado á Pascal, Leibnitz, Descartes y Newton. Ge­
tituyó parte de su gloria: mientos en sus diversas relaciones morales, políticas gacidad ; al hacer esto, os pareceréis á un aritmético neralmente hablando, los geómetras inventores han
«Nada hallaba efectivamente, dice el sabio autor y religiosas, y aquel que con la pluma en la mano, que examinase las propiedades de los números, en sido religiosos.
de su vida, que le pareciese menos sólido que el ocu­ multiplique una y otra vez su A y su B, hallando com­ lugar de calcular su fortuna. Cuando Arquímedes l¿a- Pero no podemos ocultar que esta geometría de los
parse de meros números y de figuras imaginarias; binaciones curiosas, sí, pero sin tener otra cosa de­ lló el peso específico de los cuerpos, hizo un servicio grandes hombres es muy escasa. Para un solo genio
como si fuese preciso atenerse á estas bagatelas, sin lante de su espíritu que las propiedades de dos esté­ algénero humano; ¿pero de qué servir á hallar tres nú­ que camine por las vias sublimes de la ciencia, ¡cuán­
dirigir la vista mas allá. Veia en esto algo aun mas riles letras 1 meros que representen la diferencia de los cuadrados tos se pierden en sus inextricables senderos! Obsér­
inútil: creía peligroso ocuparse con formalidad en esas Empero, si con exclusión de toda otra ciencia, se de dos, y que sumada con el número tres, constituya vese aquí una de esas reacciones tan comunes en las
demostraciones superficiales que la industria y la ex­ instruye á un niño en esta, que suministra pocas siempre un cuadrado, y que la suma de las tres dife­ leyes de la Providencia: las edades irreligiosas con­
periencia suministran con menos frecuencia que la ideas, se corre el peligro de agotar el manantial de rencias , añadida al mismo cubo, continúe formando ducen necesariamente ó las ciencias, y estas traen ne­
casualidad. Su máxima era que esta aplicación nos sus mismas ideas, de viciar el mas bello carácter, de un cuadrado ? Nugce difíciles.» cesariamente las edades irreligiosas. Cuando en un si­
aleja insensiblemente del uso de nuestra razón, y nos esterilizar la imaginación mas fecunda, y de limitar Por amarga que sea esta verdad á los matemáticos, glo impío llega el hombre á desconocer 1.a existencia
expone á desviarnos del camino que su antorcha nos el mas vasto entendimiento. Hinchiráse la juvenil ca­ preciso es decirla: la naturaleza no les ha ¡¿echo para de Dios, como esta es, sin embargo, la única verdad
traza.» beza de un fárrago de nombres y de figuras que nada ocupar el primer puesto. Exceptuando algunos geóme­ que posee á fondo, y siente una imperiosa necesidad
Digna es por cierto de notarse esta opinión del autor absolulamente le representan; acostumbrarásela á tras inventores, han sido condenados á una triste os­ de verdades positivas, procura crearse otras nuevas,
de la aplicación del álgebra á la geometría. darse por satisfecha con una suma prefijada; á no curidad ; y aun esos genios inventores están expuestos y cree hallarlas en las abstracciones científicas. Por
El padre Castel parece complacerse también en de- caminar sino al apoyo de una teoría, á no hacer jamás á caer en 'el olvido, si el historiador no se encarga de otra parte, es natural que los espíritus vulgares ó los
rimir la materia sobre que ha escrito. «En general, uso de sus fuerzas, á aliviar su memoria y su inteli­ anunciarlos al mundo; Arquímedes debe su gloria á jóvenes irreflexivos, al encontrarlas verdades mate­
ice, se concede demasiado valor á las matemáticas... gencia con operaciones artificiales; á no conocer, y Polibio, y Voltaire ha creado entre nosotros la cele­ máticas en el universo; viéndolas en el cielo,.con
La geometría contiene altas verdades, asuntos poco por último, á no amar sino esos principios inflexibles bridad de Nevvton. Platón y Pitágoras viven como Newton, en la química con Lavoisier, y en los mine­
dilucidados y consideraciones mal definidas. ¿Por y esas verdades absolutas que subvierten la sociedad. moralistas y legisladores, y Leibnitz y Descartes son rales con Haüy; es natural, decimos, que las tomen
qué disimularlo? Encierra paradojas, apariencias de Báse dicho que las matemáticas sirven para recti­ acaso mas conocidos como metafísicos que como geó­ por el principio mismo de las cosas, y que nada vean
contradicción, conclusiones de sistema y de conce­ ficar en la juventud los errores del raciocinio. Pero metras. D’ Alembert no gozaría actualmente mejor mas allá. Esta sencillez de la naturaleza, que debiera
sión, oponiones de secta, basta conjeturas y hasta háse respondido con igual ingenio que solidez, que para suerte que Varignon y Dubamel, cuyos nombres, aun hacerles sospechar como á Aristóteles, la existencia
paralogismos. clasificar las ideas era preciso, en primer lugar, te­ respetados de la escuela , solo existen ya para el mun­ de un primer móvil, y como á Platón un eterno geó­
Si liemos de dar asenso á Buffon, las que se llaman nerlas; y que pretender arreglar el entendimiento de do en los elogios académicos, si á la reputación de metra, surte, teca solo'para estraviarlos. Así discur­
verdades matemáticas, se reducen á identidades de un niño, era querer arreglar una aposento vacío. Dadle sabio no hubiese agregado la de escritor. Un poeta riendo , Dios no tarda en ser para ellos sino, el conjunto
ideas y á ninguna realidad. Por último, el abate de primero ideas claras de sus deberes morales y reli­ pasa con algunos versos á la posteridad, inmortaliza de las propiedades de los cuerpos; y la misma cadena
Condillac, mirando á los geómetras con el mismo des­ giosos ; enseñadle las letras humanas y divinas; y lue­ su siglo, y trasmite al porvenir los hombres á quienes de los números les oculta la Gran Unidad.
recio que Hobbes, se expresa en estos términos, al go , cuando hayais concedido los necesarios desvelos se ha dignado cantar sobre su lira; mas el sabio, co­
ablar cíe ellos: «Cuando abandonan sus cálculos para á la educación del corazón de vuestro alumno; cuando nocido apenas durante su vida, queda olvidado el dia CAPITULO II.
entrar en investigaciones de diferente naturaleza, no su cerebro se halle bastantemente enriquecido de ob­ después de su muerte. Ingrato á su pesar, nada puede
se halla en ellos ni la misma claridad, ni la misma jetos de comparación y de principios ciertos, meto­ hacer en favor del gran hombre, del héroe que le ha Química é historia natural.
exactitud, ni la misma extensión de talento. De cuatro dizadlos en buen hora, por medio de la geometría, si protegido. En vano colocará su nombre en el hornillo
célebres metafísicos, Descartes, Malebranche, Leib- así os place. del químico, ó en la máquina del físico; ¡ apreciables Excesos son estos que han dado no pequeñas ven­
nitz y Locke, solo este no fue geómetra; y, ¡cuán Además : ¿ es cosa indudable que el estudio de las esfuerzos, de que sin embargo nada ilustre resultará! tajas á los enemigos do las ciencias, y hecho nacer las
superior es á los demás!» matemáticas sea tan necesario en la vida ? Si son pre­ La gloria ha nacido sin alas: y le es forzoso, tomar las elocuentes declamaciones de Rousseau y sus secuaces.
Este juicio es inexacto. En metafísica pura, Malc- cisos magistrados, ministros y clases civiles y religio­ de las Musas cuando pretende volar á los ciclos. Cor- Nada es mas admirable, dicen, que los descubrimien­
branche y Leibnitz han ido mucho mas lejos que el sas, ¿qué provecho reportarán estas profesiones de las neille, Racine, Boileau, los oradores, los historiado­ tos de Spallanzani, de Lavoisier y Lagrange; pero lo
propiedades de un círculo ó de un triángulo ? No se res y los artistas han inmortalizado á Luis XIV mucho que destruye todo son las consecuencias que los hom­
filósofo inglés. Es cierto que los espíritus geométricos
suelen ser falsos en la práctica ordinaria de la vida; quiere ya, se dice, sino cosas positivas. ¡ Cielo santo! mas' que los sabios que también florecieron en su si­ bres de espíritu inexacto pretenden deducir de ellos.
¿ Hay algo menos positivo que las ciencias cuyos glo. Todos los tiempos y países ofrecen el mismo ejem­ ¡Cómo! ¿Porque se haya llegado á demostrar la senci­
pero esto procede de su extremada exactitud, pues
quieren encontrar en todas partes verdades absolutas, sistemas cambian muchas veces en cada siglo? ¿Qué plo. Cesen, pues, los matemáticos de lamentar que llez de los jugos digestivos, ó á conocer los órganos do
mientras que en moral y en política toda verdad es importa al agricultor que el elemento de la tierra no los pueblos, cediendo á un instinto general, antepon­ la generación; porque la química haya aumentado, ó si
relativa. Es de rigurosa certidumbre que dos y dos son sea homogéneo, ó al leñador que la madera tenga una gan las letras á las ciencias. Consiste esto en que el se quiere, disminuido el número de los elementos;
cuatro; pero no lo es tanto, que una ley sabia en Ate­ sustancia piroleñosa? Una página elocuente de Bos- hombre que ha legado á la tierra un solo.precepto mo­ porque la ley de la gravitación sea de todos conocida;
nas sea igualmente sabia en París. Es incuestionable suet acerca de la moral, es mas útil y mas difícil de ral , un solo sentimiento tierno, es mas útil á la socie­ porque un niño pueda balbucear figuras de geometría;
que la libertad es preciosa; pero ¿se deberá derramar escribir que un volúmen de abstracciones filosóficas. dad que el geómetra que ha descubierto las mas her­ porque este ó aquel escritor sea un sutil ideólogo,
torrentes de sangre para establecerla en un pueblo en Pero se replica : Los descubrimientos científicos se mosas propiedades del triángulo.. deberemos deducir que no hay Dios ni verdadera reli­
aplican á las artes mecánicas. Mas es el caso que esos Por lo demás, no juzgamos difícil poner de acuerdo gión? ¡Qué abuso del raciocinio!
un grado inconveniente?
En matemáticas solo debe atenderse al principio, y grandes descubrimientos científicos casi nunca produ­ á los que declaman contra las matemáticas , y los que Otra observación ha robustecido en las almas tími­
en moral á la consecuencia. La una es una verdad cen el esperado efecto. La perfección de la agricultura las prefieren á todo. Esta diversidad de pareceres pro­ das el disgusto hácia las ciencias filosóficas, pues di­
simple, la otra una verdad complexa. Por otra parte, en Inglaterra, es menos el resultado de algunos expe­ cede del vulgar error que confunde, un gran con un cen : « Si estos descubrimientos fuesen ciertos é inva­
nada trastorna el compás del geómetra, al paso que rimentos científicos que del trabajo lento de la indus­ hábil matemático. Ilay una geometría material que se riables, podríamos concebir el orgullo que inspiran,
todo perturba el corazón del filósofo. Cuando el ins­ tria del arrendatario, eternamente obligado á ator­ compone de lineas, dé puntos, y de A-t-B; con tiem­ no á los hombres dignos de aprecio que los han hecho,
trumento de este sea tan seguro como el de aquel, mentar un suelo ingrato. po y perseverancia, puede hacer en ella prodigios el sino á la multitud que disfruta de ellos. No obstante,
podremos prometernos conocer el fondo de las cosas; Falsamente atribuimos á nuestras ciencias lo que entendimiento mas mediano,pues se convierte en tal ¿en las ciencias apellidadas positivas, el experimento
llí BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. US
de hoy no destruye el de ayer? Los errores de la física misma; que no debemos emplearlas sino cuando no La Iglesia no podía tomar en una cuestión que ha vando el pensamiento para esta materia y el raciocinio
antigua tienen sus partidarios y defensores; pero una podemos prescindir de ellas, y que debemos temer dividido la tierra, sino el partido que ha adoptado: de­ para aquella otra. De aquí resulta que nuestras obras
buena obra de literatura subsiste en todos tiempos, y siempre que nos sean insuficientes cuando intentemos tener ó aflojar las riendas, atendiendo al espíritu de no tienen trabazón, y que nuestro espíritu, dividido,
los siglos le añaden nuevo lustre. Pero las ciencias aplicarlas al edificio.» las cosas y délos tiempos; oponer la moral al abuso que digámoslo así, en capítulos, preséntalos inconvenien­
que solo se ocupan de las propiedades de los cuerpos, Estas observaciones son juiciosas; pero nos parece el hombre hace de sus conocimientos, y procurar con­ tes de esas historias en que cada asunto se trata á parte.
ven caducar en un instante su mas famoso sistema. En que hay en las clasificaciones un peligro mayor. ¿ No servarle, para su felicidad, un corazón sencillo y una Mientras damos principio á un nuevo artículo, olvida­
química, por ejemplo, se creia tener una nomencla­ debe temerse que ese prurito de referir nuestros cono­ mente humilde. mos el anterior; dejamos de ver mútuo enlace de los
tura regular, y ahora se advierte el error. Y si cuando cimientos á signos físicos, y de no ver en las diferen­ Concluyamos diciendo que la falta de nuestros dias hechos; caemos en la confusión á fuerza de método; y
se haya recogido mayor número de hechos, será pre­ tes razas sino dedos, dientes y picos, lleve insensi­ consiste en separar tal vez demasiado los estudios abs­ la multitud de conclusiones parciales nos impide lle­
ciso renunciar á la química moderna, ¿qué se habrá blemente la juventud al materialismo ? V no obstante, tractos de los literarios. Aquellos pertenecen al espíri­ gar á la deducción general.
ganado entonces con cambiar los nombres , llamando si hay alguna ciencia en que los inconvenientes de la tu, pertenecen estos al corazón; por consiguiente, es Cuando se trata, como en la obra de Clacrke, de im­
al aire vital oxigeno, etc. ? Las ciencias son un labe­ incredulidad se hagan sentir en toda su plenitud, es preciso evitar el escollo de cultivar los primeros á ex­ pugnar á los hombres que se jactan de raciocinadores,
rinto en que el hombre se extravia mas en el mismo la historia natural. Marchítase entonces todo lo que se pensas de los segundos, y de sacrificar la- parte que y á quienes es preciso demostrar que se raciocina tan
momento en que cree salir de él. » toca: los perfumes, el brillo de los colores y la ele­ ama á la parte que discurre. Merced á una feliz com­ bien como ellos, es muy conveniente emplear la mane­
Estas objecciones son espinosas, pero no se refieren gancia de las formas, desaparecen en las plantas para binación de conocimientos físicos y morales, y espe­ ra firme y severa del doctor inglés; pero en los demás
mas á la química que á las demás ciencias. Acusarla el botánico que no las enlaza con idea alguna de mo­ cialmente mediante el concurso de las ideas religiosas, casos, ¿por qué habrá de preferirse esta sequedad á
porque se desengaña á sí misma por medio de sus ex­ ralidad y ternura. Cuando no se tiene Religión, el se conseguirá devolver , á nuestra juventud aquella un estilo claro, aunque animado? ¿Por qué no apelar
perimentos, es acusarla por su buena fé, y por no co­ corazón es insensible, y toda hermosura se desvanece, educación que formó en otro tiempo tantos eminentes al corazón, asi en una obra seria, como en un libro de
nocer el secreto de la esencia de las cosas. Pero , im- porque la hermosura rio es un ser que existe fuera de varones. No debe creerse que nuestro suelo está ago­ mero pasatiempo? Si se lee todavía la metafísica de Pla­
parcialmente hablando, ¿ quién conoce ese insondable nosotros; los encantos de la naturaleza residen en el tado, pues el hermoso suelo de la Francia no necesita, tón no es á fe por otra cosa sino porque presenta el
arcano sino esa Primera Inteligencia, anterior á los corazón del hombre. para producir nuevas cosechas, sino ser cultivado un colorido de una imaginación lozana. Nuestros últimos
siglos? La brevedad de nuestra vida, la debilidad de Por lo que respecta al que estudia los animales, poco á la usanza de nuestros padres : es una de esas ideólogos han incurrido en un craso error al separar la
nuestros sentidos, la grosería de nuestros instrumen­ ¿(pié otra cosa hace, si es incrédulo, que estudiar re­ tierras venturosas donde reinan esos genios protectoees historia del espíritu humano de la historia délas cosas
tos y medios, se oponen al descubrimiento de esa pugnantes cadáveres? ¿A dónde se conducen sus in­ de los hombres, y ese soplo divino, que en.sentir de divinas, sosteniendo que esta á nada positivo conduce,
fórmula general, que Dios nos oculta eternamente. vestigaciones? ¿Cuál puede ser su objeto? ¡Ah! El Platón, anuncia los climas favorables á la virtud. y que solo aquella es de un uso inmediato. ¿Dónde,
Sabido es que nuestras ciencias descomponen y re­ pues, radica la necesidad de conocer las operaciones
ha formado esos gabinetes, escuelas donde la Muerte,
componen , pero que no pueden componer. Esta im­ del humano pensamiento, si no se trata de referirlas á
armada con la segur, es el catedrático; ¡ cementerios CAPITULO III.
posibilidad de crear descubre el lado débil y la nada Dios? ¿Qué me importa saber que recibo ó no mis ideas
en que se han colocado relojes para contar minutos á
del hombre. Haga lo que quiera, nada puede, todo le los esqueletos, para fijar horas á la eternidad! DE LOS FILÓSOFOS CRISTIANOS.
por medio de los sentidos? Condillac dice: «Los meta-
opone resistencia, no le es dado doblegar á sus usos En esos sepulcros donde la nada ha reunido sus físicos que me han precedido se han perdido en mun­
la materia, sin que esta se lamente y gima: ¡ parece maravillas, donde los restos del mono insultan los del Metafísicos. dos quiméricos; solo yo he dado con la verdad, y mi
que comunica sus suspiros y su tumultuoso corazón á hombre, debe buscarse la razón de este fenómeno: ciencia es altamente útil. Voy á deciros lo que son la
todas sus obras! un naturalista ateo, á fuerza de respirar en la atmós­ Los ejemplos se presentan en apoyo de los princi­ conciencia, la atención y la reminiscencia.» Mas, ¿de
En la obra del Criador, por el contrario, todo está pios : y una religión que reclama á Bacon, Newton, qué me servirá esto? Una cosa no es buena ni positiva
fera de los sepulcros, ha contaminado su alma con la
mudo porque no hay en ella esfuerzo alguno; todo Bayle, Clarke, Leibnitz, Grocio, Pascal, Arnauld, Nico- sino en cuanto encierra una intención moral; por con­
muerte.
está sumiso. El Gran Ser habló y enmudeció el Caos; le, Malébranche, La Bruyere, (sin hablar de los Padres siguiente , toda metafísica que no es teología, como, la
Cuando la ciencia era pobre y solitaria; cuando va­
y los globos se deslizaron sin ruido en el espacio. Las déla Iglesia, ni de Bossuet, ni de Fenelon, nicle Mas- de los antiguos y la de los cristianos; toda metafísica
gaba por el valle y el bosque; cuando observaba al ave que, abriendo un abismo entre el hombre y Dios, sos­
fuerzas unidas de la materia son á una sola palabra de que llevaba el sustento á sus hijuelos, ó al cuadrúpedo sillon, ni de Bourdaloue, á quienes no. queremos con­
tar aquí sino como oradores); esa.religión, decimos, tiene que no siendo este otra cosa que tinieblas, no de­
Dios, como la nada es al todo; como las cosas creadas que volvía á su madriguera; cuando su laboratorio era
puede lisonjearse de ser favorable á la Filosofía. bemos ocuparnos de él, es frívola y peligrosa, porque
son á la necesidad. Ved al hombre en sus trabajos: ¡ de la naturaleza y su anfiteatro los cielos y -los campos;
qué portentoso aparato de máquinas no se rodea! Bacon es deudor de su celebridad á su tratado, On carece de objeto.
cuando era sencilla y maravillosa como los desiertos No así la otra : esta al asociarnos á la Divinidad, al
Aguza el hierro, prepara el veneno, llama en su auxi­ en que pasaba su ignorada vida; entonces era religiosa. the Advancement of learning, y á suNovum orga-
num scientiarum. En el primero examina el círculo darnos una noble idea de la grandeza y perfección de
lio los elementos; hace mugir el agua, silbar el aire, Sentada á la sombra de una encina, y coronada con las
délas ciencias, clasificando cada objeto bajo su respec­ nuestro ser, nos dispone á pensar y obrar bien. Los
y sus hornos se encienden. Armado ya del fuego, ¿qué flores que habia cogido <at la montaña, contentábase
tiva facultad; facultades de que enumera cuatro : el fines morales se enlazan mediante este eslabón con esa
va á intentar este nuevo Prometeo? ¿Va á crear un con pintar las brillantes escenas que la rodeaban. Sus metafísica que es entonces un camino mas sublime
nuevo mundo? ¡No 1 ¡ va á destruir, porque solo puede libros no eran sino unos catálogos de remedios para alma ó la sensación, la memoria, la imaginación y
el entendimiento. Reduce las ciencias á tres: la poe- para llegar á la virtud. Esto es lo que Platón llamaba
engendrar la muerte! combalir las enfermedades del cuerpo, ó colecciones por excelencia la ciencia de los dioses, y Pitágoras
Ora sea efecto de nuestra educación, ora de nues­ de cánticos cuyas palabras aplacaban los dolores del sía, la historia, y la filosofía. . .
En la segunda obra rebate la manera de raciocinar la geometría divina. Cuando salva estos límites, la
tra costumbre de vagar por los desiertos, y de no alma. Empero, cuando se formaron corporaciones de
por medio de silogismos, y propone la física experi­ metafísica se convierte en un microscopio, que descu­
aplicar sino el corazón al estudio de la naturaleza, con­ sabios; cuando los filósofos, buscando la celebridad, bre á nuestra curiosidad algunos pequeños objetos
fesamos que nos causa cierta pesadumbre ver dominar ue no la naturaleza, intentaron hablar de las obras mental por único guia en la naturaleza. Es grato aun
leer la profesión de fe del ilustre canciller de Inglater­ imperceptibles á la simple vista, pero.que pueden ser
el espíritu de análisis y de clasificación en las ciencias e Dios sin haberlas amado, la incredulidad nació con
ra, y la oración que acostumbraba recitar antes de en­ ignorados ó conocidos sin que formen ó llenen un vacío
amables en que no se debería buscar sino la hermo­ el amor propio, y la ciencia degeneró en pequeño ins­
sura y la bondad de Dios. Si nos es permitido decirlo, tregarse al trabajo. Muy tierna es esta sencillez cris­ en la existencia.
trumento de una pequeña reputación.
parécenos muy triste hallar hoy al hombre mamífero, Nunca la Iglesia ha hablado con tanta severidad tiana en un gran hombre. Cuando Nevvton v Bossuet
colocado en el sistema de Linneo entre los monos, contra los estudios filosóficos como los diferentes filó­ descubrían humildemente sus augustas cabezas,. al CAPITULO IV.
los murciélagos y los perezosos. ¿No hubiera sido mas sofos que hemos citado en estos capítulos. Si se la pronunciar el nombre de Dios, eran tal vez mas dig­
acertado dejarle á la cabeza de la Creación, donde le acusa cíe haber desconfiado un poco de esas letras que nos de admiración que cuando el primero, pesaba esos CONTINUACION DE LOS FILÓSOFOS CRISTIANOS.
habian colocado Moisés, Aristóteles, Buffon y la na­ nada curan, como dice Séneca, será también preciso mundos, cuyo polvo enseñaba el segundo á despreciar.
turaleza? Tocando con su alma los cielos, y con su condenar esa multitud de legisladores, de hombres de Clarke, en su Tratado de la existencia de Dios, Publicistas.

cuerpo la tierra, era grato verle formar en la cadena Estado y de moralistas, que se han expresado con Leibnitz, en su Teodicea, y Malebranche¡en so Inves­
tigación de la verdad, se remontaron á tanta altura Mucho hemos encarecido en los últimos tiempos
de los seres el eslabón que enlaza el mundo visible con mucha mayor energía que la religión cristiana contra el nuestra ciencia política; en vista de ello, pudiera de­
el invisible, el tiempo con la eternidad. peligro, la incertidumbre y la oscuridad de la ciencias. en metafísica, que nada han dejado que hacer des­
cirse que nunca habia oido el mundo moderno hablar
«En este mismo siglo, dice Buffon, en que parece ¿ Dónde descubrir la verdad? ¿ Será en Locke, tan pués de ellos. . , ,
Es bastante singular que nuestro siglo se. haya de libertad, ni de las diferentes formas de gobierno.
que las ciencias se cultivan con ahinco, creo que es ensalzado por Condillac, ó en Leibnitz, que tan débil Acaso por esto mismo las liemos ensayado todas suce­
fácil advertir que la Filosofía es tenida en poco, y acaso en ideología juzgaba á Locke, ó en Kant, que lia ata­ conceptuado superior en metafísica y en dialéctica al
siglo anterior. Los hechos deponen contra nosotros, sivamente, con tanta oportunidad como feliz éxito. No
en menos que en siglo alguno; las artes que se quiere cado en nuestros días á Locke y á Condillac ? Daremos obstante, Maquiavelo, Tomás Moro, Mariana, Bodin,
llamar científicas han alcanzado un conveniente lugar; asenso á Minos, Licurgo, Catón, J. J. Rousseau, que por cierto que Condillac, que nada nuevo ha dicho,
no puede igualar por sí solo á Locke, Descartes, Ma­ Grocio, Puffendorf y Locke, filósofos cristianos, se
los métodos de cálculo y de geometría, los de botánica destierran las ciencias de sus repúblicas, ó adoptaremos ocuparon de la naturaleza de los gobiernos mucho
é historia natural; en una palabra, las fórmulas y los el parecer de los legisladores que las toleran ? ¡ Cuán lebranche y Leibnitz, pues no hace sino tergiversar
al primero, y extraviarse cuantas veces camina sin él. antes que Mably y Rousseau.
diccionarios ocupan á la generalidad; se cree haber espantosas reflexiones si se dirige la vista en derredor! No nos detendremos en el análisis de las obras
llegado al pináculo del saber, porque se ha aumentado ¡ Cuán vasto asunto de reflexiones no ofrece la historia Por lo demás, la metafísica moderna se diferencia de
la antigua en que separa hasta donde le es posible, de estos publicistas, de cuyos nombres basta hacer
el número de jas expresiones simbólicas y délas frases del árbol de la ciencia, que produce la muerte! Siem- mención para probar que todos los géneros de gloria
sabias; y nadie reflexiona que estas artes no son sino re los siglos filosóficos lian precedido á los siglos de la imaginación de las percepciones abstractas. Hemos
aislado las facultades de nuestro entendimiento, reser­ literaria pertecen al Cristianismo; en otra parte demos­
ensayos para llegar á la ciencia, mas no la ciencia estruccion.
116 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 117

traremos lo que la libertad del linaje humano debe á para el hombre : nacer, vivir y morir. No tiene noti­ os cónicos, que se habia visto desde la antigüe- . resto de los hombres? ¡Cuán supina ignorancia es la
esa religión, acusada de haber predicado la escla­ cia de su nacimiento, sufre la muerte, y olvida su ad; que á los diez y nueve redujo á una máquina una j suya, y cuán fácil seria confundirlos, si, tan débiles co­
vitud. vida.» Pascal pinta con mas viveza nuestra nada. «El ciencia que reside por entero en el entendimiento; mo jactanciosos, no temiesen ser instruidos! Por qué,
Seria de desear, si renaciesen los escritos de polí­ último acto es siempre sangriento, por hermoso que que á los veinte y tres demostró los fenómenos de la ¿imaginan haber visto mejor las dificultades, por haber
tica (lo que no permita Dios), que se empleasen en sea el resto de Ja comedia. Al fin se arroja un puñado pesantez del aire, y destruyó uno de los grandes erro­ sucumbido á ellas, y los demás que las han visto las
esta clase de obras los atractivos que les prestaban los de tierra sobre la cabeza del hombre, y todo concluye res de la antigua física; que en una edad en que los han despreciado? Nada han visto, nada entienden, y ni
antiguos. La Cyropedia de Jenofonte, la Repiíblica para siempre.» ¡Cuán espantosa es esta última pala­ demás hombres empiezan apenas á nacer, habiendo aun tienen sobre qué establecer la nada en que espe­
y las Leyes de Platón, son á la vez graves tratados y bra! Primero se ve la comedia, luego la tierra, y al acabado de recorrer el círculo de las ciencias huma­ ran después de la presente vida, pues nada les garan­
libros llenos de encantos. Platón brilla en el arte de fin la eternidad. La especie de descuido con que se ha nas, echó de ver su nada y dirigió sus pensamientos tiza ese miserable patrimonio.»
dar un giro maravilloso á las discusiones mas estéri­ estampado esa frase, patentiza el ningún valor de la á la Religión; que desde aquel momento hasta el de ¿Y qué relaciones morales, políticas ó religiosas, se
les, pues sabe hacer agradable hasta la fórmula de vida. ¡Cuán amarga indiferencia reina en esta brevey su muerte, acaecida á sus treinta y nueve años, siem­ han ocultado á Pascal? ¿qué aspecto de las cosas ha de­
una ley. Aquí se ve á tres ancianos que discurren glacial historia del hombre! pre débil y valetudinario, fijó la lengua que hablaron jado de tomar en cuenta? Si considera la naturaleza
yendo de Gnossio á la caverna de Júpiter, y que des­ Como quiera que sea, La Bruyere es uno de los Bossuet y Racine, ofreció el modelo, así de la mas humana en general, hace de ella esta pintura, tan co­
cansan á la sombra de los cipreses, en risueñas pra­ excelentes escritores del siglo de Luis XIV. Ningún perfecta jovialidad como del mas severo raciocinio; y nocida y admirable : «Lo primero que se presenta al
deras; allí un homicida involuntario hace libaciones otro ha sabido dpr mas variedad á su estilo, mas diver­ por último, que en sus breves intérvalos de salud, hombre cuando se mira, es su cuerpo, etc.» En otro
á Neptuno con un pié en el mar; mas allá, un poeta sidad de formas á su lenguaje, mas movimiento á sus resolvió por abstracción uno de los mas intrincados lugar dice: «El hombre es una caña que piensa, etc.»
extranjero es recibido con cantos y perfumes; apelli- ideas. Desciende de la elevada elocuencia á la dicción problemas de la geometría : este portentoso talento se Preguntamos : ¿Se ha mostrado Pascal un pensador
dásele hombre divino, coronásele de laureles, y se familiar, y pasa del estilo festivo al severo raciocinio, llamaba Blas Pascal. vulgar, en todo esto?
le acompaña con todo honor y decoro fuera del ter­ sin nunca ofender al decoro ni al lector. La ironía es Difícil es no sentirse poseído de estupor, cuando al Mucho se han extendido los escritores modernos
ritorio de la república. De este modo tiene Platón su arma favorita; y no menos filósofo que Teofrasto, hojear los Pensamientos del filósofo cristiano, se tro­ acerca del poder de la opinión, pero Pascal es el pri­
cien medios ingeniosos de emitir sus ideas y de ate­ su mirada abraza un número mayor de objetos, siendo pieza en los seis capítulos que tratan de la naturaleza mero que lo observó. Una de las cosas mas terminan­
nuar hasta las sentencias mas severas, considerando sus observaciones mas originales y profundas. Teo- del hombre. Las opiniones de Pascal son dignas de aten­ tes que Rousseau aventuró en política, se lee en el
los delitos bajo un punto de vista religioso. fjasto conjetura, La Rocliefoucaúld adivina; pero ción, especialmente por la profundidad de su tristeza y Discurso acerca de la desigualdad de las condicio­
Obsérvese que los publicistas modernas han ensal­ La Bruyere demuestra lo que pasa en el fondo de los por cierta indefinible inmensidad: el alma queda sus­ nes: «El primero, dice, que habiendo cercado un ter­
zado el gobierno republicano, al paso que los escri­ pensa en medio de esos sentimientos, como en el infi­ reno, osó decir: Ésto es mió, fue el verdadero funda­
corazones.
tores políticos de la Grecia concedieron generalmente Inmenso triunfo es para la Religión contar entre nito. Los metafísicos Hablan de ese pensamiento abs­ dor de la sociedad civil.» Ahora bien : esta es casi
su preferencia al régimen monárquico. ¿ Por qué así? sus filósofos á un Pascal y á un La Bruyere. En vista tracto , que no tiene propiedad alguna de la materia, literalmente la espantosa idea que el solitario de Port-
porque unos y otros aborrecian lo que tenían y ama­ de estos ejemplos, justo seria no aventurar con tanta que toca á todo sin cambiar de lugar, que vive por sí Royal expresa, si bien con mucha mayor energía: «Es­
ban lo que no tenian: no es otra, en verdad, la historia ligereza que solo los espíritus limitados pueden ser mismo, que no puede perecer porque es invisible, y te perro es mió, dijeron unos pobres niños; este es mi
de todos los hombres. cristianos. que prueba terminantementela inmortalidad del alma: lugar al sol; lié a"uí el principio y la imágen de la
Por lo demás, los sabios de la Grecia consideraban «Si mi religión fuese falsa, dice el autor de los Ca­ esta definición del pensamiento parece haber sido su­ usurpación de toda la tierra.»
la sociedad en sus aspectos morales, siendo así que racteres , confieso que este seria el lazo mejor tendido gerida álos metafísicos por los escritos de Pascal._ Y hé aquí uno de esos pensamientos que hacen tem­
nuestros últimos filósofos la han examinado en sus que se puede imaginar : imposible es no dar en él. Hay un monumento curioso de la filosofía cristiana blar por Pascal. ¿Qué no hubiera sido este gran hom­
relaciones políticas. Los primeros querían que el go­ ¡ Qué magestad! ¡ qué brillo de misterios! ¡ Qué tra­ y de la filosofía moderna: los Pensamientos de Pascal, bre, si no hubiese sido cristiano? ¡Cuán adorable freno
bierno se derivase de las costumbres ; los segundos bazón y enlace en toda su doctrina! ¡ Cuán eminente comentados por los editores. Créese ver en ellos las es esa religión, que sin impedirnos dirigir atrevidas
aspiran á que estas sean producto de aquel. La filo­ razón! ¡ Qué candor é inocencia de costumbres! ¡ Cuán ruinas de Palmira, soberbios restos del genio y del miradas en nuestro derredor, nos impide precipitarnos
sofía de unos tenia por base la Religión, la de los invencible é irrecusable fuerza de testimonios, pre­ tiempo, á cuyo pió ha construido su mezquina cabaña en el abismo!
otros se apoya en el ateísmo. Platón y Sócrates de­ el árabe del desierto. El mismo Pascal ha añadido : «Tres grados de ele­
sentados sucesivamente durante tres siglos, por mi­
cían álos pueblos: «Sed virtuosos, y sereis libres;» llones de personas, las mas sabias, las mas morigera­ Voltaire dijo : «Pascal hubiera sido sublime, sihu- vación del polo trastornan toda la jurisprudencia. Un
nosotros les decimos: «Sed libres, y sereis virtuo­ biese nacido un siglo después.» meridiano decide de la verdad ó de la breve fecha de
das que á la sazón poblaban la tierra, y á quienes el
sos.» La Grecia fue venturosa con tales sentimien­ Harto se comprende lo que significa ese siglo des­ una posesión. Las leyes fundamentales cambian, el de­
sentimiento de una misma verdad sostenía en el des­
tos. ¿Qué lograremos nosotros con los principios pués. Pero una sola observación bastará para hacer recho tiene épocas señaladas; ¡singular justicia, cuyos
tierro , en los calabozos, y hasta en presencia de la
opuestos ? muerte!» ver que Pascal, sofista, hubiera sido muy inferior á límites son un río, ó una montaña, y en cuya virtud,
Pascal, cristiano. lo que es verdad á este lado de los Pirineos, es error al
Si La Bruyere resucitase, muy sorprendido queda­
ría al ver á esa religión* cuya hermosura y excelencia ¿En qué lugar de sus escritos descuella sobre los ma­ opuesto.»
CAPITULO V. yores genios el solitario de Port-Royal? En sus seis ca­ Ciertamente, el mas osado pensador de este siglo,
confesaban los grandes hombres de su siglo, tratada
de infame, de ridicula y de absurda. Creyendo sin pítulos relativos al hombre. Pues bien: esos seis capí­ el escritor mas resuelto á generalizar las ideas para
MORALISTAS.
tulos, que tratan 'enteramente da la caida original, no subvertir el mundo, no se hubiera expresado con tan­
duda que los que así la denuestan son hombres muy
existirían si Pascal hubiese sido incrédulo. ta vehemencia contra la justicia de los gobiernos y
La Bruyere. superiores á los escritores que les han precedido, y
Debemos dar cabida aquí a una importante observa­ las creencias déla naciones.
que ante ellos son autores adocenados Pascal, Bos­
Los escritores de un mismo siglo, por diferentes ción. Entre las personas que han abrazado las opiniones Los insultos que hemos prodigado por filosofía á la
suet , Fenelon y Racine, abriría sus obras con un res­
que sean relativamente al genio, tienen, no obstante, filosóficas, unas no cesan de tronar contra el siglo de naturaleza humana, han sido mas ó menos tomados
peto mezclado de temor. Nos parece verle esperando
cierta analogía entre sí. Reconócese á los de la her­ Luis XIV, mientras otras, haciendo alarde de impar­ de los escritos de Pascal. Pero suprimiendo de este ra­
hallar en cada línea algún gran descubrimiento del es­
mosa época de la Francia en la firmeza de su estilo, píritu humano, algún pensamiento sublime, y aun tal cialidad, le conceden los dotes de la imaginación, ne­ ro genio la miseria humana, no hemos podido descu­
en el desaliño de sus locuciones, en la sencillez de sus gándole las facultades del pensamiento. El siglo pensa­ brir tan bien como él su grandeza. Bossuet y Fenelon,
vez algún hecho histórico anteriormente desconocido,
giros, y en cierta sintaxis greco-latina, que sin perju­ dor por excelencia, dicen, es el xvm. el primero en su Historia universal, en sus Adverten -
que pruebe de una manera inconcusa la falsedad del ciasy en su Política derivada de la Sagrada Escritu­
dicar al genio déla lengua francesa, revela los mode­ Cristianismo. ¿Qué pensaría, qué diría en su segundo Pero el hombre imparcial que lea con atención los
los de que hicieron su preferente estudio. escritos del siglo de Luis XIV, no tardará en descubrir ra, y el segundo en su Telémaco, han dicho todas las
asombro, que no tardaría en seguir al primero? cosas esenciales acerca de los gobiernos. El mismo
Además, los literatos se dividen, por decirlo así, La Bruyere nos falta, pero la revolución ha reno­ que nada se ha ocultado á su vista, sino que, contem­
en partidos que siguen á este ó aquel maestro, á esta plando los objetos á mayor altura que nosotros, han Montesquieu no ha hecho muchas veces otra cosa que
vado el fondo de los caracteres. La avaricia, la igno­ desenvolver los principios del obispo de Meaux_, como
ó aquella escuela. Así, los escritores de Port-Royal rancia y el amor propio se muestran bajo un nuevo despreciado las sendas en que nosotros hemos entrado;
se distinguían de los de la Sociedad; así, Fenelon, sendas á euyo fin su ojo perspicaz habia vislumbrado se ha notado con harta razón. Pudieran escribirse vo­
aspecto. Estos vicios, que se amalgamaban con la Re­ lúmenes de los diferentes pasajes favorables á la li­
Massillon y Flechier, coinciden en algunos puntos, y ligión y la urbanidad en el siglo de Luis XIV, con­ un abismo.
Pascal, Bossuet y La Bruyere en algunos otros. Estos Podemos apoyar este aserto en mil pruebas. El ha­ bertad y alamor de la patria, que se encuentran en
fúndense actualmente con la impiedad y la grosería de
son notables por cierta especie de rudeza de pensa­ las formas; debian tener, por lo tanto, colores mas ber sido religiosos tantos hombres superiores, ¿consis­ los autores del siglo xvii. .
miento y de estilo, que les es peculiar. Pero es preciso tirá en haber ignorado las objeciones aducidas con­ ¿Y qué no se intentó en este siglo? La igualdad de
finos y matices mas delicados en el siglo xvn; podían los pesos y medidas, la abolición de los trajes provin­
confesar que La Bruyere, que imita voluntariamente á ser ridículos entonces, hoy son odiosos. tra la Religión? No olvidemos que Bayle publicaba en
Pascal, debilita algunas veces las pruebas y la índole de la misma época sus dudas y sofismas. ¿Quién no sabe ciales, la reforma del código civil y criminal, la repar­
que Clarcke y Leibnitz se ocupaban en combatir lain- tición igual de los tributos: todos estos proyectos de
este genio eminente. Cuando el autor de los Caracteres,
queriendo demostrar la pequeñez del hombre, dice: CAPITULO IV. credulidad, que Pascal quería defender la Religión, que nos envanecemos han sido propuestos, examina­
«Estás colocado ¡ oh Lucilo! sobre una parte de este que La Bruyere escribía su capítulo titulado Los Espí­ dos y hasta realizados, cuando se ha creido quejas
Continuación de los moralistas. ventajas de la reforma han contrabalanceado sus in­
átomo, etc.,»dista mucho de este fragmento del autor ritus fuertes, y Massillon su sermón la Verdad de una
de los Pensamientos : «¿Qué es un hombre en el infi­ vida futura, y por último, que Bossuet lanzaba sus convenientes. ¿No ha llegado Bossuet hasta el punto
Hubo un hombre que á los doce años creó las ma­ de pretender reunir la Iglesia protestante á la Iglesia
nito? ¿Quién puede comprenderle?» temáticas con barras y esferas; que á los diez y . seis palabras de fuego sobre los ateos? «¿Qué han visto, ex­
clamaba, esos raros genios, qué mas han visto que el romana? Al recordar que Bagnoli, LeMaitre, Arnauld,
La Bruyere añade : «Solo hay tres acontecimientos compuso el mas profundo tratado acerca de los cuer­
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EL GENIO DEI. CRISTIANISMO. H9
Nicole y Pascal se consagraron á la educación de la sean aclaradas; para que quede materia á esas tenta­ interiormente la Francia, un espíritu de salvación la tante, que no suministran al historiador ese conjunto
juventud, costará sin duda algún trabajo creer que es­ ciones y á esas pruebas que forman los santos y los protegía en lo exterior. Solo tenia prudencia y gran­ de cosas y esa elevación de lecciones que hacen de
ta educación sea mas hermosa y sabia en nuestros dias. mártires. deza en sus fronteras; todo en su interior estaba aba­ la historia antigua un todo completo y una pintura
Nuestros mejores libros clásicos son aun los de Port- tido, todo triunfaba en lo exterior. La patria, que no acabada. No han empezado por el primer paso, no se
Royal; y no haciendo otra cosa que repetirlos, oculta­
mos por lo regular nuestros plagios en nuestras obras LIBRO TERCERO. se hallaba ya en sus hogares, sino en un campamento
sobre el Rbin, como en los tiempos de la raza de Me-
lian formado gradualmente a sí mismos, sino que han
sido trasladados desde los bosques y el estado salvaje,
elementales. roveo, presentaba la imagen del pueblo judío, espul- á las ciudades y al estado civil; son unas ramas jóve­
Nuestra superioridad queda, pues, reducida á algu­ Historia. sado de la tierra de Gessen, y subyugando en el de­ nes engertas en un tronco antiguo. Así pues, todo es
nos progresos en los estudios naturales; progresos que sierto las naciones bárbaras. tinieblas en su origen; vemos en ellos grandes vicios
pertenecen al trascurso del tiempo, y que no com­ CAPITULO PRIMERO. Tal combinación de hechos no tiene un principio y virtudes; una grosera ignorancia y vivos destellos
pensan en manera alguna la pérdida de imaginación natural en los acontecimientos humanos. Solo el es­ de luz; nociones vagas de justicia y de gobierno, y
que es su indeclinable consecuencia. El pensamiento Del Cristianismo, en ia manera de escribir la Historia. critor religioso puede descubrir aquí un profundo de­ una mezcla confusa do costumbres y de lenguaje; esos
es el mismo en todos los siglos, y le acompañan mas signio de! Omnipotente; si las potencias coaligadas pueblos no pasaron, ni por ese estado en que las bue­
particularmente, ó las artesólas ciencias, pero no Sí el Cristianismo ha hecho progresar tanto las ideas solo se hubiesen propuesto hacer cesar las violencias nas costumbres forman las leyes, ni por ese otro en
presenta su grandeza poética y toda su hermosura mo­ filosóficas, debe necesariamente ser favorable al genio de la revolución, y dejar luego á la Francia el cui­ que las buenas leyes forman las costumbres.
ral sino al influjo de las primeras. de la Historia, pues esta no es otra cosa que un ramo dado de reparar sus males y sus errores, quizá lo hu= Cuando esas naciones se sientan sobre las ruinas
Empero si el siglo de Luis XIV concibió las ideas li­ de la filosofía moral y política. El que rechace las su­ hieran logrado. Pero Dios vió la iniquidad de las cor­ del mundo antiguo, otro fenómeno detiene al histo­
berales, ¿por qué no hizo de ellas el mismo uso que no­ blimes nociones que la Religión nos da acerca de la tes, y dijo al soldado extranjero: a Romperé la espada riador : todo se presenta súbitamente arreglado, todo
sotros? En verdad que no debemos envanecernos, de naturaleza y de su Autor, se priva voluntariamente en tu mano , y no destruirás el pueblo dé San Luis.» ofrece un aspecto uniforme; monarquías en todas
nuestro ensayo. Pascal, Bossuet y Penelon fueron mas de un recurso fecundo de imágenes y pensamientos. Así conduce la Religión á la explicación de los he­ partes, y apenas algunas pequeñas repúblicas que se
perspicaces que nosotros, pues conociendo tan bien, En efecto, el que mejor conocerá á los hombres será chos mas incomprensibles de la Historia. Además, transforman por sí mismas en principados, para ser
aun mejor que nosotros, la naturaleza de las cosas, el que haya meditado mas largo tiempo sobre los de­ hay en el nombre de Dios un poder colosal que sir­ absorvidas por ios reinos vecinos. Al mismo tiempo so
an conocido los peligros inherentes á la innovaciones. signios de la Providencia; el que pueda desenmasca­ ve para imprimir al estilo cierta maravillosa ento­ desarrollan las ciencias y las artes, pero tranquila­
Aun cuando sus obras no probasen que abrigaron ideas rar la sabiduría humana será el que haya penetrado nación ; de modo que el escritor religioso es casi mente, pero en las sombras. Prepáranse, por decirlo
filosóficas, ¿se podría creer que estos grandes hom­ las miras de la sabiduría divina. Los proyectos de los siempre el mas elocuente. Sin Religión se puede te­ así, destinos humanos, y dejan de influir en la suerte
bres no habían advertido los abusos que se insinúan reyes, las abominaciones de las ciudades, las vias ini­ ner talento, pero es difícil tener genio. Añadamos de los imperios. Relegadas á una clase de ciudadanos,
por donde quiera, y que no conocían el lado débil y el cuas y tortuosas de la política, la agitación de los co­ que en el historiador de fe se advierte cierto tono , y conviértense mas bien en un objeto de lujo y de cu­
lado fuerte de los negocios humanos ? Su máxima era razones al secreto móvil de las pasiones, esas inquie­ por decirlo así, cierto sabor de honradez, que induce riosidad, que en un nuevo sentido de las naciones.
que no debe hacerse un pequeño mal, ni aun para tudes que se apoderan algunas veces de los pueblos, á dar asenso á lo que narra, siendo así que se descon­ Así se consolidaron los gobiernos á la vez, y una
conseguir un gran bien, especialmente por sistemas esos tránsitos del poder del monarca al vasallo, del fía del historiador sofista, porque presentando casi balanza religiosa y política estableció el nivel en las dife­
cuyo resultado es casi siempre espantoso. No se atri­ noble al plebeyo, del rico al pobre: todos estos resortes siempre á la sociedad bajo un punto de vista repug­ rentes partes de Europa; nada mas se destruyó, y el
buya á falta de talento que Pascal, que como hemos quedarían sin explicación satisfactoria, á no haber nante, nos sentimos inclinados á mirarle como un mas humilde Estado moderno puedo prometerse una
demostrado, conocía tan á fondo el vicio de las leyes asistido, por decirlo así, al consejo del Altísimo, con duración igual á la de los imperios de Ciro y de los
perverso ó un impostor.
en el sentido absoluto, dijese en el sentido relativo: esos diferentes espíritus de fuerza, de prudencia, de Césares. El Cristianismo, áncora á que se asieron
«¡Cuán prudente es distinguir á los hombres por sus debilidad y de error, que envía á las naciones que se tantas naciones inseguras, retiene en el puerto á esos <
cualidades exteriores! ¿Quién pasará de nosotros dos? propone salvar ó perder. CAPITULO II. Estados, que se estrellarán tal vez si rompen la amarra .
¿Quién cederá el puesto al otro? ¿El menos entendi­ Coloqúese la eternidad en el fondo de la historia de común á que la Religión ios mantiene sujetos.
CAUSAS GENERALES QUE HAN IMPEDIDO Á LOS ESCRITORES
do? Pero yo lo soy tanto como él; será, pues, preciso los tiempos, y refiérase todo á Dios, como á la causa Al comunicará los pueblos esta uniformidad, y por
batirse por esto. No obstante, él tiene cuatro lacayos, MODERNOS BRILLAR EN LA HISTORIA.
universal. Ensálcense cuanto se quiera al que, diri­ decirlo así, esta monotonía de costumbres que las leyes -
y yo solo tengo uno; esto no admite duda, pues basta giendo los secretos de nuestros corazones, hace bro­ imprimían al Egipto, é imprimen aun á la India y á la
contarlos: debo, pues, cederle el paso, y seré un men­ Primera causa: bellezas de los asuntos antiguos.
tar los mas trascendentales acontecimientos de los mas China, el Cristianismo ha debilitado necesariamente
tecato si se lo disputo.» oscuros manantiales. Dios, atendiendo á los reinos de Presentase aquí una objeción: si el Cristianismo los colores de la Historia. Esas virtudes generales,
Esto responde á volúmenes de sofismas. El autor de los hombres; la impiedad, esto es, la ausencia de las es favorable al genio de la Historia, ¿ por qué los es­ como la humanidad, el pudor y la caridad, que lia sus­
los Pensamientos, sometiéndose á los cuatro lacayos, virtudes morales, considerada como razón inmediata critores modernos son generalmente inferiores á los tituido á las dudosas virtudes políticas; estas virtudes,
es un filósofo asaz diferente de esos pensadores á quie­ de las calamidades de los pueblos: hé aquí, en nues­ antiguos en esta profunda é interesante parte de las decimos, representan también un papel menos impor­
nes han irritado los cuatro lacayos. tro concepto, una base histórica mucho mas noble, y letras? tante en el teatro del mundo. Como son verdaderas
En una palabra, el siglo de Luis XIV se mantuvo mucho mas cierta también que la primera. Empezamos replicando que el hecho que en esta virtudes, evitan la luz y el estrépito; por esta razón
tranquilo, no porque hubiese desconocido tal ó cual Y para exhibir un ejemplo en nuestra revolución, objeción se supone no es de rigurosa verdad, toda hay en los pueblos modernos cierto silencio y cierta ,
cosa, sino porque al verla, la penetró hasta el fondo; digásenos si fueron causas ordinarias las que en el vez que uno de ios mas hermosos monumentos histó­ abstracción do negocios que desconcierta al histo­
porque examinó todos sus aspectos y peligros. Si no discurso de algunos años desnaturalizaron nuestras ricos que existen entre los hombres, el Discurso riador. No nos lamentemos de ello, toda vez que el
se arrojó á las ideas hoy dominantes, consiste en que inclinaciones, y afectaron entre nosotros la sencillez acerca, de la Historia universal, ha sido dictado por hombre moral es entre nosotros, muy superior al
le fue superior: no tomemos su poder por debilidad, y la grandeza que caracterizan el corazón humano. hombre moral délos antiguos. Nuestra razón no está
el espíritu del Cristianismo. Pero, prescindiendo por
pues su secreto y el nuestro se encierran en este pen­ Habiéndose retirado del pueblo el espíritu de Dios, pervertida por un culto abominable, ni adoramos
un momento de esta obra, las causas ¡de nuestra in­
samiento de Pascal : solo quedó fuerza en el pecado original, que recobró mónstruos; el impudor no camina con la cerviz er­
ferioridad en Historia, si tal inferioridad existe, me­
«Las ciencias tienen dos extremidades que se to­ su imperio, como en los dias de Caín y de su raza. guida entre ios cristianos; no tenemos gladiadores ni
recen ser examinadas.
can : la primera es 1a. pura ignorancia natural en que Todo aquel que aspiraba á hacer uso de su razón, sen­ esclavos. No bá mucho que la sangre nos horrorizaba.
Estas causas nos parecen de dos clases: unas se re­
nace el hombre; la segunda es aquella á que llegan tía en si cierta impotencia para el bien; todo aquel fieren á la Historia, otras al historiador. ¡Ah! No envidiemos á los romanos su Tácito, si liemos
las grandes almas , que habiendo recorrido la órbita que extendía una mano pacífica, la veia secarse súbi­ La historia antigua presenta un cuadro, nunca re­ de comprarlo á precio de su Tiberio.
de todo lo que los hombres pueden saber, conocen que tamente; la bandera roja tremolaba en las murallas de producido por los tiempos modernos. Los griegos son
nada saben, y se encuentran en la misma ignorancia las ciudades; declaróse la guerra á las naciones, y en­ notables por la grandeza de ios hombres, al paso que
de que partieron; pero esta es una ignorancia sabia, tonces se cumplieron las pavorosas palabras del Pro­ CAPITULO III.
los romanos lo son por la grandeza de las cosas. Ate­
que se conoce á sí misma. Algunos de los que salen feta : Los huesos de los reyes de Judá, los huesos de nas y Roma salieron del estado natural para llegar al CONTINUACION DEL ANTERIOR.
de la ignorancia natural, y no pueden llegar á la otra, los sacerdotes, y los huesos de los habitantes de Je- último grado de civilización, y recorrieron toda la es­
tienen una ligera tintura de esa ciencia jactanciosa, y rusalém serán arrojados fuera de sus sepulcros. Cul­ cala de Jas virtudes y los vicios, de ia ignorancia y do Segunda causa: los antiguos han apurado todos los gé­
blasonan de entendidos. Ellos trastornan el mundo , y pable para con los recuerdos, el pueblo pisó las ins­ las artes. En eHas se ve crecer al hombre y su pensa­ neros de Historia, excepto el género cristiano.
juzgan peor que todos los demás. El pueblo y los sa­ tituciones antiguas; culpable para con las esperanzas, miento : primero, niño, luego presa de las pasiones
bios determinan por lo regular la marcha del mundo; nada fundó en provecho de la posteridad; los sepul­ juveniles; fuerte y sabio en su edad madura, débil y A esta primera causa de inferioridad de nuestros
los demás los desprecian y son despreciados por ellos.» cros y los niños fueron igualmente profanados. En historiadores, derivada de la naturaleza misma de los
corrompido en su vejez. El Estado sigue al hombre,
Al ¡legar aquí, no podemos dejar de hacer una triste esta linea de vida que nos ha sido trasmitida por nues­ objetos, es preciso agregar otra, relativa al modo con
pasando del gobierno real ó paternal al gobierno re­
reflexión sobre nosotros mismos: Pascal babia proyec­ tros antepasados, y que prolongaremos mas allá de que los antiguos lian escrito la Historia; agotados por
publicano, v cayendo en el despotismo en su de­
tado dar id mundo la obra de que hoy publicamos una nosotros, solo se apreciaba el punto presente; y cada ellos todos sus colores, si el Cristianismo no le hubiese
tan pequeña y humilde parte. ¡Qué obra tan acabada crepitud.
cual, consagrándose á su propia corrupción, como ' Aunque los pueblos modernos presentan, como en suministrado un carácter nuevo de reflexiones y pen­
no hubiera producido tal maestro 1 Si Dios no le per­ á un abominable sacerdocio, vivía como si nada le breve diremos, algunas épocas interesantes, algunos samientos , la Historia hubiera quedado eternamente
mitió dar cima á su propósito, consiste quizá en que hubiese precedido, como si nada debiese sucederle. reinados famosos, algunos retratos brillantes, algunas cerrada á los modernos.
no conviene que ciertas dudas concernientes á la fe, í En tanto que este espíritu de perdición devoraba acciones sorprendentes, debemos confesar, no obs- Jóven y brillante en tiempo de Herodoto, presentó
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á los ojos de la Grecia la pintura del nacimiento de la Finalmente, la corrupción humana y los reinados de vio, y seria elocuente sino fuese afectado. Dávila, Guic­ mas ó menos las huellas de Salustio y Tácito; pero
sociedad y de las primitivas costumbres de los hom­ Tiberio y Nerón hicieron nacer el último grado de la ciardini y fray Pablo ostentaron mas sencillez, y este historiador ha producido dos hombres tan emi­
bres. Tenia entonces la ventaja de escribir los anales Historia, esto es, el género íilosóíico. Las causas de Mariana en España desplegó no vulgares talentos; nentes como él : Maquiavelo y Montesquieu.
de ía Fábula, al escribir los de la verdad. Bastábale los sucesos buscadas por Herodoto entre los dioses, pero por desgracia este ardiente jesuíta deshonró un Tácito debe ser elegido por modelo, aunque con
saber pintar, pues eran superfluas las reflexiones, ha­ fueron halladas por Tucídides en las constituciones género de literatura cuyo principal mérito es la impar­ precaución : menos inconvenientes hay en seguir á
llándose los vicios y las virtudes de las naciones en su políticas, por Jenofonte en la moral, por Tito Livio en cialidad (1). Hume, Roherstony Gibbon han seguido Tito Livio. La elocuencia del primero le es demasiado
edad poética. la reunión de estas diferentes causas, y por Tácito en
A otros tiempos sucedieron otras costumbres. Tu- la perversidad del corazón humano.
cídides careció de esos cuadros del origen del mundo, No es esto decir que tan eminentes historiadores
pero entrando en un campo aun no cultivado por la brillen exclusivamente en el género que nos hemos
Historia, retrató con severidad los males causados por permitido atribuirles, sino que nos ha parecido que es
las discordias políticas, dejando á la posteridad ejem­ el dominante en sus escritos. Entre estos caracteres
plos que nunca utiliza el hombre. primitivos de la Historia, hállanse mátices que no
Jenofonte descubrió á su vez una nueva senda. Sin fueron desaprovechados por los historiadores de un
caer en la prolijidad, y sin perder nada de la antigua orden inferior. Así es que Polibio figura entre el po­
elegancia, dirigió una mirada benévola al corazón hu­ lítico Tucídides y el filósofo Jenofonte; Salustio parti­
mano, y se hizo el padre de la historia moral. cipa á la vez del estilo de Tácito y del de Tito Livio;
Colocado en un teatro mas espacioso, y en el único pero el primero le excede en fuerza-de pensamiento, y
país donde se conocieron dos clases de elocuencia, la el segundo en la hermosura de la narración; Suetonio
de la política y la del Foro, Tito Livio las empleó en escribió sin comentarios y sin disfraz; Plutarco añadió
sus narraciones: fue el orador de la Historia, así como la moralidad; Veleyo Patérculo aprendió á generalizar
Herodoto había sido su poeta. la Historia, sin desfigurarla; Floro hizo de ella un rc-

SOCRATES Y PLATON-

súmen filosófico; por último, Diodoro de Sicilia, Tro- histórico no recorrido pudieran emprender los mo­
gue-Pompéyo, Dionisio de Halicarnaso, Cornelio Ne­ dernos? Estos no podían dejar de imitar, y aun en
pote, Quinto Curcio, Aurelio Victor, Amiano Marcelino, estas imitaciones, muchas causas les impedían llegar
Justino, Eutropio v otros que omitimos ó no recor­ á la altura de sus modelos. Como poesia, el origen de
damos, lleváronla Historia á los tiempos en que cayó loscattos, délos teucterosvdelos mattiacos, nada pre­
sentaba de ese brillante Olimpo, de esas ciudades cons­ LOS PADRES DE LA IGLESIA.
en mano de los autores cristianos; época en que todo
cambió en las costumbres humanas. truidas al son de la lira, y de osa niñez encantada de
No sucede con las verdades lo mismo que con las ilu­ las Helenas y los Pelasgos' ; como politica, el régimen
siones: estas son inagotables, al paso que el círculo de feudal se oponía á las grandes lecciones; como elo­
las primeras es limitado; la poesía es siempre nueva, cuencia, no se conocía sino la del pùlpito; como filo­ Peculiar para ser ensayada por quien no esté dolado , formado una escuela peligrosa, introduciendo esas
sofía, los pueblos no eran aun bastante desgraciados de su genio. Tácito, Maquiavelo y Montesquieu han ¡ palabras atrevidas, esas frases descarnadas y esos gi­
porque el error nunca envejece, y esto constituye su
encanto á los ojos de los hombres. Pero en moral y en ni bastante corrompidos para que hubiese empezado . (I) El autor, que tan parcial suele mostrarse al tratar de todo I ros rápidos que haco cierta apariencia de laconismo,
Historia, no se puede salir del reducido campo de la á brillár. 10 que atañe á su país, no es, en nuestro concepto, la autor!- , adolecen do oscuridad y mal gusto.
verdad, y es preciso, aunque lo contrario se intente, No obstante, se imitó con mejor ó peor éxito. Ben- uad mas competente para juzgar de la imparcialidad del P. ! Dejemos, pues, tal estilo á esos genios inmortales
tivoglió en Italia , calcó su estilo sobre el de Tito Li- Mariana. N. del T. I que, merced á diferentes causas, se lian creído un gé-
descender á observaciones conocidas. ¿Qué sendero
EL GENIO DEL CRISTIANISMO. )23
l22 biblioteca de gaspar y roig.
sapercibida para nosotros; no reflexionamos sobre ella cas peripecias. Pero el punto de vista interesante para en Historia casi á la misma perfección que en los
nero á parte, que solo ellos pueden sostener y que es ej historiador moderno, es el cambio que el Cristia­ demás ramos de la literatura.
peligroso imitar: No olvidemos que los escritores de sino á fuerza de talento y como por casualidad, y cuan­ nismo ha llevado á cabo en el órden social. Al dar
los buenos siglos literarios lian ignorado esa atectada do somos exactos, anunciamos menos un hecho obser­ nuevas bases á la moral, el Evangelio modificó el ca­
concisión de ideas y de lenguaje. Los pensamientos de vado que una mera adivinación. rácter de las naciones, creando en Europa hombres CAPITULO VI.
los Tito Livio y los de Bossuet son fecundos, y se en­ Concluyamos, pues, que el escaso éxito de jos mo­
enteramente diferentes de los antiguos, por las opinio­
lazan mutuamente; cada palabra brota en ellos de dernos en Historia, debe atribuirse á las vicisitudes nes, los gobiernos, los trajes, los usos, las ciencias y Voltaire, historiador.
la palabra anterior y es el germen de la siguiente. de los acontecimientos humanos, á un diferente orden las artes.
de cosas y de tiempos , á la dificultad de hallar nue­ «Voltaire, dice Montesquieu, nunca escribirá una
Los ríos caudalosos, si se nos permite esta imagen, no ¡A qué rasgos característicos no presentan las nue­ buena historia, porque es como los frailes, que no
vas sendas en moral, en política y en filosofía; y por
corren á saltos, ni á intérnalos, ni en línea recta, sino vas naciones! Aquí vemos á los germanos, pueblos escriben para el asunto de que tratan, sino para
lo que á los franceses concierne, Ja causq de la sin­
que arrastran desde su lejano manantial sus aguas, donde la corrupción de los magnates nunca influyó la gloria de su órden. Voltaire escribe para su con­
gularidad de no tener en general sino buenas Memo­
que aumentan sin cesar ; su corriente es anchurosa en sobro la muchedumbre, y en donde la indiferencia de vento.»
las llanuras; abraza en sus rodeos inmensos las ciu­ rias , debe hallarse en su propio carácter. os primeros hácia la patria no impidió que aquella
dades y los bosques, y tributili al enriquecido Oceano Háse querido ver la razón de este hecho en causas Este juicio, aplicado al Siglo de Luis XIV y ¿ Ia
de índole política, y se ha dicho que si la Historia A™Jas®> pueblos donde el espíritu de la revolución y Historia de Carlos XII, es demasiado severo, si bien
raudales capaces de llenar sus abismos. no se ha remontado en Francia á la altura á que llego fidelidad, de esclavitud y de independencia, no se ha
es justo relativamente al Ensayo acerca de las cos­
entre los antiguos, consiste en que su genio indepen­ desmentido desde los dias de Tácito. tumbres de las naciones. Dos nombres asustan espe­
CAPITULO IV. diente se ha visto siempre encadenado. Parecenos Allí se dejan ver esos bátavos, dotados de talento cialmente á los impugnadores del Cristianismo : Pascal
que semejante aserto choca directamente con los he­ por buen sentido, do genio por industria, de virtu­ y Bossuet. Era, pues, preciso atacarlos, y procurar
¿Por qué ios franceses solo tienen Memorias? chos. Eli ningún tiempo, en ningún país, sea cual des por frialdad, y de pasiones por raciocinio. destruir indirectamente su autoridad. De esta nece­
La Italia, con sus cien príncipes y sus brillantes sidad ha nacido la edición de Pascal con notas v el
Hii aquí una cuestión que afecta esclusivamente ¡i fuere su forma de gobierno, ha sido mas lata la libei- recuerdos, forma un extraño contrasto con la oscura Ensayo que se pretendía oponer al Discurso acerca
tad.de pensar que en la Francia monárquica. Es ver­
los francess : ¿por qué no tenemos sino Memorias en dad que pudieran citarse algunos actos de opresión, y republicana Suiza. de la Historia Universal. Nunca, empero, el partido
vez de Historia, y por qué estas son en su mayor par­ algunas censuras rigurosas ó injustas, mas no equiy La España, separada de las demás naciones, pre­ anti—religioso, muy sagaz por otra parte, incurrió en
te excelentes? . , . , , valdrían al número de ejemplos contrarios. Abranse senta á la Historia un carácter aun mas original : la tamaña falta, ni proporcionó triunfo mayor al Cris­
El francés lia sido en todos tiempos, aun en los de nuestras Memorias, y en ellas se hallarán en cada especie de quietismo en que reposa, le será tal vez tianismo. ¿ Cómo Voltaire, hombre dotado de tan buen
la barbarie, vano, ligero y sociable. Reflexiona poco página las verdades mas duras, y no pocas veces las útil algún dia; pues cuando la corrupción habrá gan- gusto y de un criterio tan exacto, no comprendió el
sobre el conjunto délos objetos, pero observa minu­ mas depresivas, fulminadas contra los reyes, los no­ grenado los pueblos europeos, esa nación podrá mos­ peligro de una lucha cuerpo á cuerpo con Bossuet y
ciosamente sus pormenores, porque su golpe de vista bles y el clero. Nunca han doblado servilmente los trarse de nuevo con brillo en la escena del mundo, 1 asc.al. Sucedióle en Historia lo mismo que le ocur­
es rápido, seguro y perspicaz : necesita hallarse siem­ franceses su cuello bajo el yugo; lejos de ello, se lian porque el fondo do las costumbres subsiste en ella.
pre en escena, y‘no puede avenirse, ni aun como desquitado siempre, merced á la independencia cíe ría siempre en poesía .- al declamar contra la Religión,
Mezcla de la sangre alemana y francesa, el pue­ sus mas jiermosas páginas son páginas cristianas, como
historiador, á desaparecer por entero. Las Memorias sus opiniones, de las restricciones que les imponían las blo inglés revela en todas partes su doble origen. Su lo acredita este retrato de San Luis :
le dejan en libertad de entregarse á su genio, pues en formas monárquicas. Las Cuentos deRabelais, el tra­ gobierno, ála vez monárquico y aristocrático; su re­ «Luis IX parecía un príncipe llamado á reformar la
ellas refiere sus propias observaciones, siempre deli­ tado de la Esclavitud voluntària de La Boecio, los ligión menos pomposa que la católica, aunque mas Europa, si hubiese poditlo serlo; á hacer triunfar la
cadas y algunas veces prefundas, sin abandonar el Ensayos de Montaigne, la Sabiduría de Charron, brillante que la luterana; su milicia, á ¡a vez pesada Francia civilizándola, y á ser en todo el modelo de
teatro ¿lelos hechos. Complácese en decir: Me hallaba las Repúblicas de Bodin, los escritos en favor de la y activa; su literatura, sus artes, su idioma, sus los hombres. Su piedad , que era la de un anacoreta
alli .. El rey me elijo... Supe del principe... Acon­ Liga y el tratado en que Mariana llega hasta defender el lacciones, y hasta las formas del cuerpo, todo parti­ no le robo ninguna de las virtudes propias de un mo­
sejé: Previ el bien y el mal. Su amor propio so da regicidio, prueban harto satisfactoriamente que no es cipa de las dos fuentes de que procede. Reúne á la narca, y una prudente economía en nada perjudicó su
por satisfecho con esto ; se espontánea al lectoi, y su solo en nuestra época cuando se permite examinar sencillez, á la calma, al buen sentido y á la lentitud liberalidad. Supo combinar una política profunda con
deseo de mostrarse ingenioso pensador suele con­ germánicas, la brillantez, el entusiasmo y la viveza una exacta justicia, y es tal vez el único soberano
todo. Si el título de ciudadano es el que, con pre­
ducirle á pensar bien. Además, en este genero de ferencia al de vasallo, constituye exclusivamente ai del carácter francés. acreedor a este elogio. Prudente y firme en el consejo,
historia no se ve en la precisión de renunciar a historiador, ¿por qué Tácito, el mismo Tito LiviO, Los ingleses brillan por su espíritu público, los intrépido en Jos combates, sin dejarse arrebatar, com­
sus pasiones , de las que no se desprende fácilmente. franceses por su honor nacional; las bellas cualidades pasivo cual si siempre hubiera sido desgraciado, no
y entre nosotros el obispo de Meaux y Montcsquu.
Se entusiasma por esta ó aquella causa, por este 6 han hecho oir sus severas lecciones bajo el cetro (le del genio francés, mas son dones del favor divino que es dado al hombre llevar mas allá la virtud...... Aco­
aquel personaje; y ora insultando al partido contra­ los reyes mas absolutos de la tierra? Cierto, que ai frutos de una educación política; los franceses, á metido de la peste ála vista de Túnez... se hizo acos­
rio , ora burlándose del en que milita, desahoga a la condenar los vicios y al elogiar la virtud, esos bri­ semejanza de los semi-dioses, participan menos de tar sobre ceniza, y espiró á los cincuenta y cinco
vez su venganza y su tendencia satírica. llantes genios no creyeron que la libertad de escribir la tierra que del cielo. anos de su edad con la piedad de un religioso y el de­
Desde el señor de Joinville hasta el cardenal de Retz; consistiese en atacar los gobiernos y trastornar las liase, Hijos primogénitos déla antigüedad, romanos por nuedo de un gran hombre.»
desde las Memorias del tiempo de la Liga hasta las su genio, son griegos por su carácter. Inquietos y
del deber; yen verdad que si tan pernicioso uso hubie­ En este retrato, por otra parte tan elegantemente
del tiempo de la Fronda, este carácter se revela en to­ sen hecho de su talento, Augusto, Trajano y Luis le. versátiles en la prosperidad, constantes ó invencibles escrito, ¿se propuso Voltaire rebajar su héroe, al com­
das partes., advirtiéndose hasta en el circunspecto hubieran condenado al silencio; ¿pero esta especie < en el caso adverso, formados para las artes, y civili­ pararlo con un anacoreta ? No es posible ocultarlo;
Sully. Mas, cuando se traía de emplear en la Historia zados hasta el exceso durante la calma del Estado; ¡pero, ved qué error! El doble contraste de las vir­
dependencia no es mas un bien que un mal. Luant
este arte de los pormenores, las relaciones cambian y groseros y salvajes en los disturbios políticos; iluc- tudes religiosas con las virtudes guerreras, y do la
Voltaire se sometió á una censura legítima, nos til) •
ios ligeros matices desaparecen en los grandes cua­ Carlos XI l y El Siglo de Luis XIV; mas cuando rom­ tuantes cual bajeles sin lastre, á merced del viento humanidad cristiana con la grandeza real, constituye
dros cual las leves arrugas que rizan la superficie del de las pasiones; ahora en ios cielos, y un momento aquí precisamente la parte dramática y la hermosura
pió todo freno, solo acertó á producir su Ensayo sobre
Océano. Obligados entonces á generalizar nuestras las costumbres. Verdades hay que son la fuente de lo- después en los abismos; entusiastas por el bien y por del cuadro.
observaciones, tropezamos en el escollo del espíritu mas graves desórdenes, porqué concitan las pasiones, el mal; practicando el primero sin exigir remunera­ El Cristianismo encumbra necesariamente el brillo
sistemático. Por otra parte, no pudiendo hablar espli­ ción, y el segundo sin sentir remordimientos; dando de las pinturas históricas, haciendo, digámoslo así,
citamente de nosotras mismos, nos ocultamos detrás
y no obstante, á no ser que una justa autoridad no
selle los labios, son precisamente las que mas nos com­ al olvido sus crimines y virtudes; amantes pusiláni­ que los personajes se destaquen del lienzo, y que los
de nuestros personajes. Somos secos y minuciosos placemos en emitir, porque satisfacen á la vez la ma­ mes de la vida en la paz, y pródigos de ella en las vivos colores do las pasiones resalten sobre un fondo
en la naracion, porque hablamos mejor que referi­ batallas; vanos, sarcásticos , ambiciosos'; á la vez tranquilo y suave. Renunciar á su tierna y triste mo­
lignidad de nuestros corazones, corrompidos por <
mos; y pequeños ó vulgares, en las reflexiones gene­ caida, y nuestra primitiva inclinación á la verdad. rutineros é innovadores; despreciadóres de todo lo ral , sería renunciar al único medio nuevo de elocuen­
rales, porque solo conocemos á fondo al hombre de extranjero; individualmente los mas amables de los cia que los antiguos han dejado á nuestra disposición.
nuestra sociedad, . hombres, y colectivamente los mas desagrables de No dudamos que si Voltaire hubiese sido religioso,
Por último, la vida privada de los franceses es poco CAPITULO V. todos; encantadores en su propio país, é insoportables hubiera brillado en la Historia; fáltale tan solo la gra­
favorable al geniodela Historia. La paz del alma es in­ en los extraños; alternativamente mas inofensivos é vedad, pero á pesar de sus imperfecciones, es acaso,
dispensable á todo el que se propone concienzudamente Aspecto hermoso de la historia moderna-
inocentes que el cordero, y mas implacables y feroces después de Bossuet, el primer historiador de la
hablar acerca de los hombres ; pero nuestros literatos, que el tigre : tales fueron los antiguos atenienses, Francia.
Justo es ahora considerar el reverso de las cosas, y
que en su mayor parte viven sin familia ó lejos de ella, y tales son los franceses modernos.
que ostentan en el mundo pasiones turbulentas y días demostrar que la historia moderna pudiera llegar a sei Así, después de haber pesado las ventajas y las des­ CAPITULO VII.
miserablemente consagrados á los triunfos riel amor interesante, si fuese tratada por un ingenio esciait ventajas de la historia antigua y de la historia mo­
propio, se hallan, en virtud de sus costumbres, en cido. El establecimiento de los francos en las Lalia,
Cario Magno, las Cruzadas, la Caballería, una bata derna , es tiempo Je consignar que si los historiado­
Felipe de Confines y Rollin.
contradicción abierta con la gravedad histórica. El ha­ res de la antigüedad son en general superiores á los
de Bouvines, un combate de Lepanto, un Coiatli Un cristiano posee en grado eminente las cualidades
bito de encerrar nuestra existencia dentro de un cir­ nuestros, esta verdad experimenta, no obstante, gran­ que un antiguo exige del historiador: un buen sentido
culo, limita necesariamente nuestra vista y amengua en Nápoles, un Enrique IV en Francia, y un (.ai 10. des excepciones. Vamos á demostrar que, merced al para las cosas del mundo, y una expresión agra­
nuestras ideas. Ocupados en demasía de una natura­ en Inglaterra, simbolizan épocas memorables, co ­ genio del Cristianismo, el talento francés ha llegado dable.
leza convencional, la verdadera naturaleza pasa de- lumbres singulares, acontecimientos famosos y I rag "
6*
.j9| BIBLIOTECA DE G. ASPAR Y ROIG.j

'como escritor de Vidas, Felipe de Cominges se que le alimentaba consentimientos igualmente gene­
tamoien, en nuestro sentir, en el lenguaje del sacerdo­ , . . ; izo
asemeja mucho á Plutarco, pero su sencillez es mas rosos y libres. te cristiano. Dice así: los principales motivos de Ja elocuencia antigua solo
franca que la del biógrafo antiguo; Plutarco, que no »Bajo el nombre de libertad, los romanos, a seme­ son para ella razones secundarias; las ve desde las al­
janza de los griegos, concebian un estado en que na­ «Ese largo encadenamiento de causas particulares
tiene por lo regular sino el buen criterio de mostrarse que tundan y destruyen los imperios, dependen de los turas en que domina, bien.así como el águila deseu-
sencillo corre voluntariamente tras el pensamiento, die era súbdito sino de la ley, y en que esta era mas ÍS fifis" ,J'11 '»
secretos designios de la divina Providencia. Dios em­
siendo un agradable impostor que se vale de giros sin poderosa que todas.»
Ai oir cuanto se declama contra la Religión, pudiera puña en las alturas de los cielos, las riendas de todos
afectación. . L , , Lo que distingue la elocuencia cristiana de b pin
creerse que un sacerdote es necesariamente un escla­ ios reinos, y tiene en su mano todos los corazones. Ya
Es cierto que su instrucción es mas vasta que la de entrena las pasiones, ya les suelta la brida, y por su cuencia griega y romana, es esa tristeza evanoMca
Cominges, y no obstante, el antiguo señor galo, con vo, y que nadie, antes de nosotros, ha.sabido, discur­
medio conmueve al género humano... Conoce nuestra
el Evangelio y su fe en los ermitaños, nos legó, a rir dignamente acerca de la libertad; quien tal imagine,
lea el artículo de Bossuet acerca de los griegos y sabiduría, siempre limitada por algún lado; y ora la
pesar de su ignorancia, Memorias Herías de enseñan­ ilumina y dilata sus alcances, ora la abandona á sus
zas. Entre los antiguos era preciso ser docto para es­ romanos. . .
¿Quién ha hablado mejor que él de los vicios v las en ores. La ciega, la precipita, la confunde por sí mis­
cribir ; pero entre nosotros, un solo cristiano, cuyo ma; entonces . queda envuelta y presa en la red de
virtudes? ¿ Quién ha juzgado con mas exactitud los
único estudio es el amor á Dios, suele componer un sus propias sutilezas, y hasta sus precauciones se le con­
libro admirable: esto es lo que hizo decir á San Pa­ acontecimientos humanos? Do tiempo en tiempo hace
brillar algunos de esos rasgos que no tienen modelo en vierten en nuevos lazos...... Dios prepara estos efectos
blo: «£/ que desnudo de la caridad, imagine ser en las causas mas lejanas, y descarga esos terribles gol­
la elocuencia antigua, y que proceden del mismo ge­ dores de la antigüedad
instruido, nada sabe.» nio del Cristianismo. Por ejemplo, después de haber pes cuyo rechazo se hace sentir á tanta distancia... maravilloso criterio reflexionan los santos dóctoeS-
Rollin es el Fenelon de la Historia, pues embellece Mas, no se engañen los hombres: Dios encarrila, cuan­
como este el Egipto y la Grecia. Los primeros tomos admirado las pirámides de Egipto, añade : «Por ex­ bre las vanidades mundanas! «Toda vuestra vida di
traordinarios que sean los esfuerzos del hombre, su tío asi le place, el estravíado sentido; y el que insultaba
de su Historia antigua respiran el genio de la anti­ la ceguedad de los demás, caeá su vez en las tinieblas diaén correr en ÍS? “'i dÍa7 empleais
güedad ; la narración del virtuoso rector es robusta, nada se muestra en todas partes. Estas pirámides eran r U1 correr en pos de las mas locas ilusiones • »Hmi-
sepulcros; pero los reyes que las hicieron construir no mas densas, sm que por lo regular se necesite para ello
sencilla y tranquila; y el Cristianismo, hablando por otra cosa que verse rodeado de largas prosperidades.» vuesOtrosavotostevf 06 qU® J,?Sais al CoImo d® todos
medio de su pluma, le presta la facultad do conmover tuvieron el poder de hacerse enterrar en ellas, y no Za snb rmlc ’ y que g3zals de todos vuestros deseos:
pudieron gozar de su sepulcro.» ¡Luán poco vale la elocuencia de la antigüedad,
profundamente. En sus escritos se descubre el hombre comparada con esta elocuencia cristiana! 3 ’ emPeradores y árbitros de la tierra-
de bien cuyo corazón es una fiesta continua, según No sabemos decir si es aquí mayor la grandeza del pues bien, ¡un momento después, la muerte habrá’
pensamiento que la valentía de la expresión. La pala­ °EsUO£,AOdaS e,stas n,adas.con vuestra propia nada!»
la maravillosa frase de la Escritura. No conocemos bra gozar, aplicadaá un sepulcro, declara á la vez la Este genero de meditaciones, tan grave y solemne
obras que brinden al alma mas grato solaz. Rollin ha
derramado sobre los crímenes humanos la calma de magnificencia de este, la vanidad de los Faraones que LIBRO CUARTO. tan naturalmente adaptado al género sublime f “e dé
lo construyeron, la rapidez ele nuestra existencia, y
una conciencia pura, y la persuasiva caridad de un
apóstol de Jesucristo. ¿Será que nunca veremos re­ por último, la increíble nada del hombro, que no pu- Eíoeweneia. todo punto desconocido de los oradores de la antigüe­
dad. Los paganos se consumían tras las sombras de
diendo poseer en la tierra otra realidad que la .del se­ la vida , porque ignoraban que la verdadera existen­
nacer aquellos tiempos en que la educación de la ju­
pulcro, se ve privado algunas véces de este estéril pa­ CAPITULO PRIMERO. cia empieza en la muerte. Solo la religión cristiana
ventud y la esperanza de la posteridad estaban conda­
trimonio. . fundó esa gran escuela de la tumba, en que sS
dos átan dignos varones? Obsérvese que Tácito ha hablado de las Pirámides, Del Cristianismo en la elocuencia. mnyb™T,St01 de’ Evangel¡0- Si Demóstenes y Cice­
y que su filosofía no le sugirió nada comparable á la rón Jun sido eminentes oradores, consiste en aue
reflexión que la Religión ha inspirado á Bossuet; in­ El Cristianismo suministra tantas pruebas de su fueron religiosos, al paso que los miembros Ae la
CAPITULO VIH. fluencia harto ostensible del genio del Cristianismo en excelencia, que cuando se cree que sólo hay un asun­ Convención solo presentaron talentos incompletos v
el alma de un gran hombre. , to de qué tratar, de repente se brinda á la pluma otro
Bossuet, historiador. girones, por decirlo así, de elocuencia, porque ata­
El retrato mas hermoso de cuantos trazo faeno, nuevo. Hablábamos de los filósofos, y lié aquí á los caron la fe de sus padres, privándose de este modo de
es el de Tiberio; pero queda borrado por el de Crom- oradores que vienen á pedirnos no les pasemos en si­ las inspiraciones del corazón.
A besar de lo expuesto, la obra en que puede ad­ lencio. Razonábamos acerca del Cristianismo en las
mirarse la influencia del Genio del Cristianismo sobre well, porque Bossuet se muestra también historia­
dor en sus Oraciones fúnebres, ¿Y qué diremos del ciencias y en la historia, y el Cristianismo nos llama­
el de la Historia, es el Discurso sobre de la Historia grito de regocijo en que prorumpe Tácito, al hablar ba ya para que presentemos al mundo los mayores CAPITULO II.
universal. Político como Tucídides, moral como Je­ electos que se conocen de la elocuencia. Los moder­
nofonte, elocuente como Tito Livio, y tan profundo y de los bructeros, que se degollaban á la vista de un
campamento romano? «Mediante el favor de los dio­ nos, deben á la religión cristiana este arte déla pala­ DE LOS ORADORES.
gran ptotor como Tácito, el obispo de Meaux emplea bra, que, si hubiese faltado á nuestra literatura, hu­
ses, tuvimos el placer de contemplar este, combate,
además un lenguaje grave y unos giros sdbbmes «e biera dado al genio antiguo una decidida superioridad Los Padres de la Iglesia.
sin tomar parte en él. Meros espectadores, vimos, ¡ca­
que no hay ejemplo en parte alguna, exceptuando el sobre el nuestro. Este es uno de los mas brillantes
so admirable! á sesenta mil hombres degollarse a La elocuencia de los doctores de la Iglesia tiene
principio del libro de los Macabeos. . nuestra vista, para nuestro pasatiempo. ¡Ojalá, ojaa triunfos de nuestro culto; y á pesar de todo cuanto se alS° de imponente y augusto, cuya autoridad conton­
Bossuet es mas que un mero historiador: es un mga en elogio de Cicerón y Demóstenes, Massillon y ee ¿ debiyi’^i ’ P°rque se conoce ?ue su misión pro­
que las naciones, si no nos profesan amor, abngen a lo
Padre de la Iglesia, es un sacerdote.inspirado, sobre menos en sus corazones un recíproco y eterno abor­ Bossuet pueden sin temor competir con ellos.
cuvá frente, como sobre la del legislador de los he­ cede de lo alto, y que enseñan por mandato expreso
recimiento!» Los antiguos no conocieron sino la elocuencia fo­
breos , resplandece con frecuencia el rayo ele luz. ¡Que del Omnipotente. No obstante, en medio de estas
Oigamos ahora á Bossuet: rense y política, puesto que la moral y política, es
exáme’n hace de la tierra! Hállase en mil lugares a a
«En las épocas posteriores al Diluvio se dejaron ver £ ecu, la elocuencia de todos tiempos, gobiernos y geSC1°neS’ SU genÍ° C°nSerVa la caíma T i® ma­
vez. Patriarca bajo la palmera de Tofel; ministro en la países, no brilló en la tierra hasta la aparición del
esos devastadores de las provincias, llamados conquis­ can Ambrosio es el Fenelon de los Padres de la
córte de Babilonia; sacerdote en Memns; legislador Evangelio. Cicerón defiende á un cliente; Demóste­ Iglesia latina. Es florido, fácil, abundante; y prescin­
tadores, que impulsados por la única sed de mando,
en Esparta; ciudadano en Atenas y en Roma, cambia nes impugna á un enemigo, ó trata de reanimar el diendo de ciertos defectos propios de su siglo sus
esterminaroná tantos inocentes... Desde entonces la
á su albedrío de tiempos y lugares, pasando asi con amor patrio en un pueblo degenerado; uno y otro solo obras ofrecen una lectura tan amena como instructiva-
ambición se burló, sin límite alguno, de la vida de los
la rapidez y la magestad de los siglos. Armado con la saben excitar las pasiones, y fundan la esperanza de
hombres, llegando al extremo de darse recíproca mur-
vara de la ley, é investido de una autoridad increíble,
te, sin aborrecerse;pues el colmo déla gloria y la mas conseguirlo en la agitación á que entregan los corazo­ para convencerse de ello basta leer su Tratado de la
Virginidad, y el Elogio de los Patriarcas.
empuja en confuso tropel á los judíos y los gentiles al nes. La elocuencia sagrada ha buscado su victoria en
hermosa de las artes fue destruirse unos á otros.»
sepulcro; cierra personalmente la muchedumbre de
Imposible parece no adorar una religión que tan dia­ nías alta región: propónese atraer el alma combatien­ ?de,ada110 "1 rí03, a un santo> n°s asalta al punto la
.?. “r'frailo grosero y fanático, entregado por
las generaciones, y apoyándose en Isaías y en Jere­ do sus movimientos, y hacerse oir de ella aplacando imbecilidad o por carácter á una superstición ridicula
metral diferencia establece entre la moral de Bossuet
mías levanta sus lamentaciones prnféticas á través sus pasiones. Dios y la Caridad: hé aquí su texto,
y la de Tácito. .
del polvo y de las ruinas del género humano. .
El historiador romano, después de referir que Ira- siempre el mismo, inagotable siempre. No há menes- Agustín ofrece sm embargo, muy diferente cuadro-'
La primera parte del Discurso sobre de la Historia
sillo había predicho á Tiberio que sena emperador, er los bastardos manejos de una bandería política ni un jóven impetuoso y dotado de talento, se abandona
universal es admirablepor lo que respecta á la narra­ á sus pasiones; pero saciado en breve de todos los
añade: «En vista de estos hechos y de algunos otros, as conmociones populares, ni grandes circunstancias
ción; la segunda por la sublimidad del estilo, y la ele­ placeres se admira de que los amores de la tierra no
ignoro si las cosas de esta vida... están sujetas a la 1 ara brillar, puesto que en la paz mas profunda y en
vada metafísica de las ideas; y la tercera por la profun- sean poderosos á llenar el vacío de su corazón irtoe
leyes de una inmutable necesidad, ó si únicamente i?. del lnas.oscuro ciudadano sabe hallar sus al cielo su alma inquieta, pues una voz desconocida le
didad de las miras morales y políticas. ¿ Tito Livio y as sublimes movimientos, y excitar el interés en fa- dice que en el reside esa suprema hermosura pirque
Salustio han escrito algo mas hermoso acerca de los dependen del acaso.»
Siguen á estas palabras las opiniones de los tiloso- rmo e una Vrtu? ignorada, haciendo correr las láari- suspira; Dios le habla interiormente, y este bomTre
romanos, que estas palabras del obispo de Meaux? [n„s por Tn '10n)bre de quien nunca se ha oido hablar. mundano a quien el mundo no habia podido sUbfa
«El carácter del romano era, por decirlo así, el amor fos, que Tácito refiere con suma gravedad, dando bien
á entender que creía en las predicciones de los astró­ mcapaz de temor y de injusticia, da lecciones á los cer, halla al fin el descanso y la ptoniB de sus dt
á su libertad y á su patria; una de estas cosas le hacia pn3 s’ pero Sln up-raJarios, y consuela al pobre, sin
amar la otra, porque en el mero hecho de amar su li- logos. , seos en el seno de la Religión.
La razón, la sana moral, y la elocuencia se hallan lao iemP°nzar con sos vicios. No ignora la política ni Y ^°Usseau ,nos"han dado sus Confesio-
bertad amaba también su patria como ó una madre cosas terrenas; pero estos asuntos, que constituían
nes, pero el primero se burló de sus lectores' v el
EL GENIO DE CRISTIANISMO. 127
|gg BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. toria de la doctrina evangélica; no llamaremos en
muy elocuentes : San Crisòstomo y San Basilio. Las
secundo reveló vergonzosas torpezas, proponiéndose defensa en favor de la Religion pudiera servir aun boy homilías del primero acerca de la Muerte, y sobre la nuestro auxilio ni las sabias composiciones de Flecbier,
aljuicio de Dios como un modelo de virtud. En las en la misma causa. ¡ Cosa por cierto extraña es que Desgracia de Eutropio son obras maestras. La locución ni la brillante imaginación del último de los oradores
Confesiones de San Agustín Se aprende á conocer al el Cristianismo se vea actualmente en la necesidad de de San Crisòstomo es castiza, pero difícil, pues fatiga cristianos, el abate Poulle. ¡Oh, Religión! ¡Cuán gran­
hombre cual es realmente. El santo no se confiesa a la defenderse delante de sus hijos, como se defendía su estilo á lamanera de Isocrates ; por esta razón, Li­ des son tus triunfos! ¿Quién podría dudar do tu her­
tierra sino al cielo, y nada oculta al que ve todo; es antiguamente delante de sus verdugos, y que la Apo­ bado le confiaba su cátedra de retórica antes que el mosura , cuando Fenelon y Bossuet ocupaban tus púl-
un cristiano arrodillado en el tribunal de la penitencia,logética para los gentiles haya llegado á ser la Apo­ joven orador se convirtiese á las creencias cristianas. pitos, cuando Bourdaloue instruía con voz grave á un
(iue llora sus faltas y las descubre para que el medico logética para los cristianos! San Basilio, mas sencillo y menos elevado que San monarca, á la sazón feliz, y para cuyos infortunios
aplique á la llaga el conveniente remedio. No teme Lo mas digno de atención en esta obra es el desar­ Crisòstomo, se mantiene casi siempre en el tono mís­ reservaba el misericordioso cielo al bondadoso Mas­
cansar con los pormenores de sus dolencias al que dijo rollo del espíritu humano: éntrase al leerla en un nue­ tico y en la paráfrasis de la Escritura. sillon ?
vo orden de ideas, y se echa de ver que lo que allí se San Gregorio Nazianceno, llamado el Teólogo, ade­ No es esto decir que el obispo de Clermont no tu­
estas palabras sublimes: Es paciente, porque es eter­
no. ¡Y qué retrato nos hace del Dios á quien conüa oye no es ya la primera antigüedad ó el primer ensa­ más de sus obras en prosa, nos dejó algunos poemas viese otros dotes que la dulzura del genio, pues sabe
yo de la palabra humana. acerca de los misterios del Cristianismo. también hacer oir vigorosos y varoniles acentos. Pa-
sus errores! ..... , Tertuliano habla como un moderno; las causas
«Vos sois infinitamente grande, dice, infinitamente «Vivia continuamente, dice Fleury, en su soledad récenos que se lia ensalzado harto exclusivamente su
bueno, infinitamente misericordioso, infinitamente de su elocuencia están tomadas en el círculo de las de Arianzo, su país natal, donde constituían todas Pequeña Cuaresma, pues si bien es cierto que su
justo; vuestra hermosura es incomparable, vuestra verdades eternas, que no en las apasionadas razones sus delicias un jardin, una fuente y los árboles que Je autor manifiesta en ella gran conocimiento del cora­
ó en las circunstancias del momento, empleadas en la daban sombra. Ayunaba y oraba con copiosas lágri­ zón humano, observaciones exactas acerca de los vi­
fuerza irresistible, vuestro poder sin límites. Siempre
en acción, siempre en descanso, sostenéis, llenáis y tribuna romana, ó en la plaza pública de Atenas. Estos mas... Estas santas poesías fueron la ocupación de San cios de las cortes, y máximas morales escritas con una
progresos del genio filosófico son evidente fruto de Gregorio en sú último retiro, y en él escribió la historia elegancia no incompatible con la sencillez, es igual­
conserváis el universo; amais sin pasión, sois zeloso
nuestra religion. Sin la absoluta proscripción de los de su vida y sufrimientos... Oraba, enseñaba, explicaba mente cierto que brilla con una elocuencia mas robus­
sin inquietudes, y al cambiar vuestras operaciones, falsos dioses y el establecimiento del verdadero culto,
jamás cambiáis vuestros designios... Pero ¿que os los misterios y daba máximas para mejorar las cos­ ta, un'estilo mas atrevido, movimientos mas patéticos y
digo aquí, Dios mió, y qué puedo decir hablando de el hombre hubiera envejecido en una infancia intermi­ tumbres... Su objeto era proporcionar á los aficionados pensamientos mas profundos en algunos de sus demás
nable , porque manteniéndose siempre en el error, re­ á la poesía y á ¡a música asuntos útiles para su pasa­ sermones, como en los de la Muerte, la Impenitencia
VOS ? )) . . r
El mismo hombre que trazó esta brillante imagen lativamente al Primer Principio, el resto de sus no­ tiempo , y para no dejar á los paganos la ventaja de final, el Escaso número de los elegidos, la Muerte
del verdadero Dios, va á hablarnos ahora con la mas ciones hubiérase resentido mas ó menos de este vicio creer que ellos eran los únicos que podian brillar en del Pecador, la Necesidad de una vida futura, y la
ingenua sencillez de sus errores juveniles: fundamental. . . las bellas artes.» Pasión de Jesucristo. Leed por ejemplo esta pintura
«Partí al fin para Cartago, mas no bien hube lle­ Los demás tratados de Tertuliano, y en particular Por último, el que era llamado el último délos Pa­ del pecador moribumdo:
gado á esta ciudad, me vi asediado de multitud de los de la Paciencia, de los Espectáculos, délos Márti­ dres antes del nacimiento de Bossuet, es decir, San «Por último, en medio de estos tristes esfuerzos, sus
res, de los Adornos de las mujeres y de la Resurrec­ Bernardo, reúne á un gran talento una gran doc­ ojos se fijan, sus facciones se demudan, su semblante
culpables amores, que por todas partes se me presen ción de la carne, abundan en hermosos rasgos. «No
taban... Parecíame insufrible un estado tranquilo , y trina. Brilla especialmente en la pintura de las cos­ se desfigura, sus lívidos labios se entreabren por si
sé, dice el orador (increpando por su lujo á las mujeres tumbres, y tenia algo del genio de Teofrasto y La mismos, todo su espíritu se estremece; y mediante
solo buscaba los caminos llenos de lazos y precipicios. cristianas), no sé si unas manos acostumbradas á los
«Pero mi felicidad hubiera consistido no menos en Bruyere. este supremo esfuerzo, su alma se arranca á su pesar
brazaletes, podrán soportar cl peso de las cadenas, «Él orgulloso, dice, tiene ¡a palabra alta y el silen­ de ese cuerpo de cieno, y se encuentra sola al pié del
ser amado que en amar, pues queremos hallar la vida
ni si unos piés adornados de cintas se acostumbraran cio sombrio; es disoluto en la .alegría, furioso en la tribunal de la penitencia.»
en lo que amamos... Caí al fin en las redes en que de­
al dolor de los grillos. Mucho temo que una cabeza tristeza, impúdico en su vida privada, y decente en A este cuadro de la muerte del impío, unid el de la
seaba verme envuelto: fui amado, y poseí lo que an­ rodeada de sartas de perlas y diamantes, no deje lu­
helaba. Mas, ¡oh, Dios mió! Entonces me hiciste público; marcila con la frente erguida, es áspero en nada de las cosas humanas:
conocer vuestra bondad y misericordia, abrumándome gar alguno á la cuchilla.» sus respuestas, siempre fuerte para el ataque, débil «Mirad el mundo cual le habéis visto en vuestros
Estas palabras, dirigidas á unas mujeres a quienes siempre para la defensa ; cede con repugnancia, é im­ primeros años, y tal como le veis hoy: una nueva cór­
de amarguras, pues en lugar de las delicias que me
diariamente se conducía al cadalso, brillan por su va­ portuna para lograr lo que anhela; no hace lo que te ha sucedido á la que vió vuestra niñez; la escena
había prometido , tan solo conocí zelos, sospechas,
temores, cólera, discordias y frenesí. lor y su fe. , ,. puede y debe hacer, sino que está pronto á hacer lo está ocupada por nuevos personajes ; los principales
El tono sencillo, triste y apasionado de esta des­ Duélenos no poder citar íntegra la epístola a ios que no debe ni puede.» papeles son desempeñados por nuevos actores: nuevos
Mártires, que adquirió mas interés para nosotros des­ No olvidemos esa especie de fenómeno del siglo xm, acontecimientos, nuevas intrigas, nuevas pasiones,
cripción ; esa conversión á la Divinidad y a la calina
del cielo, en el momento en que el santo parece ha­ pues déla persecución de Robespierre. «¡Ilustres con­ el libro intitulado : Imitación de Jesucristo. ¿Cómo nuevos héroes, así en la virtud como en el vicio, son
fesores de Jesucristo ! exclama Tertuliano, un cristia­ pudo un fraile, encerrado en su claustro, hallar esa actualmente objeto de las alabanzas, del escarnio y de
llarse mas agitado por las ilusiones de la tierra y por
no encuentra en su prisión las mismas delicias que medida de expresión, y adquirir ese delicado conoci­ la censura pública. Nada subsiste, todo cambia, todo
el recuerdo de los errores de su vida; esta mezcla de los profetas encontraban en'ol desierto... No le llamáis
pesar v de arrepentimiento está llena de encantos, fso calabozo, sino soledad. Cuando el alma habita el cielo, miento del hombre, en un siglo en que las pasiones se gasta, todo se desvanece; solo Dios permanece in­
conocemos palabras llenas de mas delicada ternura que el cuerpo no siente el peso de las cadenas, y arrastra eran groseras, y el gusto aun mas grosero ? ¿ Quién mutable. El impetuoso torrente de los siglos corre
estas: «Mi felicidad hubiera consistido no menos en ser le reveló en su soledad esos misterios del corazón y á sus piés, y ve con indignación que los débiles mor­
amado que en amar, pues queremos hallar la maa en pos á todo el hombre.» de la elocuencia? Un solo maestro : Jesucristo. tales, arrebatados por esa rápida corriente, le insul­
en lo que amamos.» San Agustín es quien dijo tam­ Esté rasgo final es sublime. tan al pasar.»
Bussuet tomó del sacerdote de Cartago este pasaje El ejemplo de la vanidad de las cosas humabas, to­
bién estas palabras: «Un alma contemplativa se cons­ CAPITULO III.
tan terrible y admirable : «Nuestra carne cambia pron­ mado clel siglo de Luis XIV, que acababa de espirar (y
tituye á sí misma en una soledad.» La Ciudad ele to de naturaleza, nuestro cuerpo toma otro nombre;
Dios, las Epístolas y algunos tratados del mismo l a Massillon. citado quizá en presencia de los ancianos que habían
ni aun el de cadáver , dice Tertuliano , porque aun visto su gloria), es harto patético. Las palabras que
dre abundan en pensamientos de esta clase, oan Ge­ nos muestra alguna forma humana, le dura mucho
rónimo brilla por la lozanía de su imaginación, que tiempo, sino que se transforma en un objetó que no Si ahora salvamos muchos siglos, llegaremos á unos terminan este fragmento parecen proferidas por Bos­
no habia podido apagar una erudición inmensa. La tiene nombre en ningún idioma', ¡tan cierto es que oradores cuyos nombres desconciertan ¡i ciertas gen­ suet sin deliberación: ¡tanta es su franqueza y subli­
colección de sus epístolas es uno de los monumentos todó muere en él, hasta esas palabras funebres con tes , porque conocen que no bastan los sofismas para midad!
mas curiosos de la literatura de los Padres. I ero, a que se designan sus desventurados restos!» destruir la autoridad con que resplandecen Bossuet, Citaremos ahora otro ejemplo de ese género enérgico
imitación de San Agustín, tropezó en el escollo de Fenelon, Massillon, Bourdaloue, Flechier, Mascaron de elocuencia que alparecer se niega á Massillon, en el
Tertuliano era muy sabio, aunque se acusa de ig­ y el abate Poulle. mero hecho do hablarse únicamente de su abundancia
los mundanos deleites. norancia, pues en sus escritos sellaban detalles acerca
San Gerónimo se complace en pintar la natura eza de la vida privada de los romanos, que en vano se bus- Muy sensible nos es haber de pasar rápidamente so­ y dulzura. Esta vez trasladaremos aquí un pasaje en
y la soledad. Desde el fondo de su gruta de Belem carian en otra parte, si bien los frecuentes barbaris­ bre tantas riquezas, sin poder detenernos en ninguno que el orador abandona su estilo favorito, es decir, el
vió la caida del imperio romano: ¡vastísimo asunto de mos y una latinidad africana deshonran las obras uc de estos oradores. ¿Cómo, empero, elegir entre tan­ sentimiento y las imágenes, para mostrarse tan solo
reflexiones para un santo anacoreta! Asi es que la este eminente orador. Suele también caer en la decla­ tos tesoros? ¿Cómo citar al lector cosas que le sean argumentador. En el sermón de la Verdad de una vi­
muerte y la celeridad de nuestra vida ocupan incesan­ mación, y su estilo nunca es seguro. «El estilo tic desconocidas? ¿No aumentaríamos demasiado estas da futura, estrecha cuestos términos al incrédulo:
temente la imaginación del santo. páginas, recargándolas con estas ilustres pruebas de «¿Qué mas diré? Si todo fenece con nosotros, los des­
Tertuliano es de hierro, decia Raalzac, pero contese la hermosura del Cristianismo? No empiaremos, pues velos que concedemos al nombre y á la posteridad
« Morimos y cambiamos a cada momento , escribe
mos que con este hierro forjó armas de hermoso todas nuestras armas, ni abusaremos de nuestras ven­ son asaz frívolos; los honores tributados á la memoria
á uno de sus amigos, y no obstante, vivimos cual si
fuésemos inmortales. El tiempo que empleo en estam­ templo. » . ,. „„
Según Lactancio, llamado el Cicerón cristiano,
tajas , apurando en demasía la evidencia, por temor de de los varones ilustres, un error pueril, puesto que es
par estas palabras, debe ser restado del numero de San Cipriano es el primer Padre e/ocueníe «e la igle­ arrojar á los enemigos del Cristianismo en la obstina­ no poco ridículo honrar lo que no existe; la religión de
mis dias. Nos escribimos con frecuencia, mi querido sia latina. Pero San Cipriano imita casi siempre « ción, último refugio del espíritu sofístico, llevado al los sepulcros es una ilusión vulgar; las cenizas (le
Heliodoro, y nuestras cartas atraviesan los mares; Tertuliano, disminuyendo, así las faltas eomo ta extremo. nuestros padres y amigos, un vil polvo que es preciso
pero á medida que la nave huye, cada ola nos roba bellezas de su modelo. Tal es el juicio de La Harpc, Asi, pues, no aduciremos en apoyo de nuestro ra­ esparcir al viento, pues que anadie pertenece; los pos­
un momento de existencia.» , , . ciocinio, ni á Fenelon, tan lleno de unción en las me­ treros deseos de los moribundos, tan sagrados aun
cuya autoridad debe ser citada siempre en critica. ditaciones cristianas; ni á Bourdaloue, fuerza y vic- en los pueblos mas bárbaros, no son otra cosa que el
Bien así como San Ambrosio es el 1' enelon de los Entre los Padres de la Iglesia griega, solo son üos
Padres Tertuliano es su Bossuet. Una parte de su
¿28 BIBLIOTECA DE GASPAR ¥ ROIG. EL GENIO DEL cristianismo.

funda? Veámoslo. «Y ahora, dice, estas dos almas madama Enriqueta; mas cuando hemos leido madura­
último sonido de una máquina que se rompe; y para él un todo; y las reflexiones ó sea la mirada de águila mente este discurso; cuando hemos visto al orador
decirlo en una palabra, si todo muere con nosotros, acerca de las causas del suceso de que se trata. Y con piadosas (Miguel Le Te.llier y Lamoignon), poseídos en
la tierra del deseo de hacer reinar las leyes, contemplan empuñar la trompa ópiea durante la mitad de su pe­
las leyes son una inmensa esclavitud; los reyes y los frecuencia, esta lumbrera de la Iglesia esparce la cla­ roración, y componer como al azar un canto homérico;
soberanos, unos fantasmas encumbrados por la nece­ ridad en las discusiones que se relacionan con la mas al descubierto las leyes eternas , de que las nuestras
son una mera emanación ; y si algún ligero vestigio de cuando, retirándose á Chantilly con Aquiles en des­
dad de los pueblos; la justicia, una usurpación atenta­ alta met.afísicaó con lamas sublime teologia, pues na­ canso, vuelve á entrar en el hogar evangélico, donde
da se oculta para él en las sombras. El obispo de nuestras mezquinas distinciones se muestra aun en
toria á la libertad humana; la ley relativa al matrimo­ halla de nuevo los grandes pensamientos y las reflexio­
nio, un vano escrúpulo; el pudor, una preocupación; el Meaux ha creado una lengua, tan solo hablada por él y visión tan sencilla y clara, adoran á Dios en calidad
de justicia y de regía.» nes cristianas que llenan sus principales oraciones fúne­
honor y la probidad, quimeras vanas; los incestos, los en la que comunmente la palabra mas sencilla, la idea bres; cuando, después de haber depositado áCondé en el
parricidios y las negras perfidias, caprichosos juegos mas sublime, la frase mas trivial y laimágen mas ter­ ¡Y cuántos otros géneros de bellezas, de sublimidad,
de amenidad ó de tristeza, se advierten en medio de ataúd, llama á los pueblos, á los príncipes, á los pre­
de la naturaleza, y nombres sin sentido, inventados rible sirven, como en la Escritura, para darle dimen­ lados y á los guerreros al catafalco del héroe; cuando,
por la política de los legisladores. siones sorprendentes. esta teología! Véase el cuadro de la Fronda: «La mo­
narquía agitada hasta sus cimientos, la guerra civil, por último, avanzando con sus nevados cabellos y ha­
»Ved aquí á lo que se reduce la sublime filosofía de Así, cuando exclama, mostrando el ataúd de Mada­ ciendo oir los acentos del cisne , muestra Bossuet un
ma: ¡ Ved ahí, á pesar de su gran corazón, á esaprin- la guerra internacional, el fuego en lo interior y lo
los impíos ; ved aquí esa fuerza, esa razón y esa sabi­ pié en la tumba y el siglo de Luis, cuyos funerales
duría de que sin cesar blasonan. Admitid'sus máxi­ cesa tan admirable y tan querida! ¡ Vedla ahí, tal co­ exterior. ¿Era tal estado una de esas tempestades con
que el cielo necesita alguna vez desahogarse , ó una parece presidir, próximo á hundirse en la eternidad:
mas, y el universo entero volverá á caer en un es­ mo la muerte nos la ha hecho! ¿por qué produce un áeste postrer esfuerzo de la elocuencia humana, nues­
pantoso caos; todo se verá confundido sobre la tierra; involuntario extremecimiento esta palabra tan senci­ concepción laboriosa de la Francia, próxima á dar á
luz el reinado prodigioso de Luis? «Siguen á.estas pa­ tros ojos han derramado lágrimas de admiración, y el
destruidas quedarán todas las nociones del vicio y de lla: tal como la muerte nos la ha hecho? Por la oposi­ libro ha caido de nuestras manos.
ción que resulta entre este gran corazón y esta prin­ labras algunas reflexiones acerca de la falacia de las
la virtud; las masinviolablesleyes sociales se desvane­
cesa tan admirada, y el inevitable accidente de la amistades terrenas, que «huyen con los años y los in­
cerán; perecerála disciplina de las costumbres; el go­
muerte, que le sobrevino como á la mas desvalida de tereses,» y acerca déla oscuridad del corazón del CAPITULO V.
bierno de los Estados é imperios carecerá de regla; ven­
las mujeres; y porque el verbo hacer, aplicado á la hombre, «que nunca sabe lo que querrá, que con fre­
drá á tierra toda la armonía de les poderes políticos, y el Que la incredulidad es la causa principal de la deca­
género humano se convertirá en un tropel de insensa­ muerte, que deshace todo, produce una contradicción cuencia no sabe lo que quiere, y que no es menos
misterioso, ni menos impostor respecto de sí mismo dencia del gusto y del genio.
tos, de bárbaros, de felones y de seres desnaturaliza­ en las palabras y un choque en las ideas que conmue­
dos , sin mas ley que la fuerza, sin mas freno que sus ve el alma; como si para pintar aquella catástrofe los que de los demás.»
Pero la trompeta resuena,' y Gustavo se presenta: Lo que hasta aquí hemos dicho, ha podido con­
pasiones y el temor de la autoridad, sin mas lazo que términos hubiesen cambiado su acepción gramatical, ducir al lector á esta reflexión : Que la incredulidad
y el lenguaje se hubiese conmovido como el corazón. «Déjase ver á la Polonia vendida y juguete de la trai­
la irreligión y la independencia, sin mas dioses que sí es la causa principal de la decadencia del gusto y
mismos: ¡hé aquí el mundo de los impíos! Si este plan Hemos observado que á excepción de Pascal, Bos­ ción, como un león que ostenta en sus garras la presa
que se dispone á despedazar. ¿Qué es de aquella for­ del genio. Cuando nada se creyó en Atenas y en Roma,
de gobierno merece vuestra aprobación, formad si po­ suet, Massillon y La Eontaine, los escritores del siglo los talentos desaparecieron con los .dioses, y jas Musas
déis una sociedad compuesta de semejantes monstruos; de Luis XIV ignoraron , por no haber vivido bastante midable caballería que se ve precipitarse sobre el ene­
migo, con la celeridad del águila? ¿ Qué se hicieron entregaron á la barbarie á los que no tenian ya fe
y nada mas nos quedará que deciros sino que sereis dig­ en la soledad, esta especie de sentimiento melancólico
aquellas armas guerreras, aquellos martillos estraté­ en ellas.
nos de ocupar un lugar entre ellos.» de que tanto se abusa en nuestros dias. No puede calcularse hasta qué punto las buenas
Compárese á Cicerón con Massillon, y á Bossuet con ¿Cómo, empero, rodeado siempre de las pompas de gicos tan celebrados, y aquellos arcos nunca tendidos
en vano? ¡Ni los caballos son ya veloces, ni los hombres costumbres dependen del buen gusto, y el buen gusto
Demóstenes, y se hallarán siempre en su respectiva Versalles, conoció el obispo de Meaux esta profundidad se relaciona con las buenas costumbres. Las obras de
elocuencia las diferencias ya indicadas: en los orado­ de meditación? Porque halló una soledad en la Reli­ idóneos sino para huir delante del vencedor!»
Prosigo, y la voz de un profeta resuena poderosa Racine, que adquirían mayor pureza á medida que el
res cristianos brillan un órden de ideas mas general, gión; porque si su cuerpo habitaba el mundo, su es­ autor se hacia mas religioso, terminan en la Atalia.
un conocimiento mas intimo del corazón humano, un píritu era morador del desierto; porque había puesto en mis oídos. ¿Es por ventura Isaías ó Jeremías el que
apostrofa la isla de la Conferencia y las pompas nup­ Nótese, por el contrario, cómo la impiedad y el genio
encadenamiento mas sólido de raciocinios, y por últi­ sif corazón á la sombra de los tabernáculos secretos de Voltaire se revelan á la par en sus escritos por una
mo, una elocuencia religiosa y triste, ignorada de la del Señor; porque (como él dijo de María Teresa de ciales de Luis?
«¡Fiestas sagradas, fausto himeneo, velo nupcial, mezcla de cosas esquisitas y de cosas repugnantes. El
antigüedad. Austria), «se le veía correr á los altares para disfrutar mal gusto, cuando es incorregible, es.una falsedad de
Massillon compuso algunas oraciones fúnebres, pe­ en ellos con David de un humilde reposo y encerrarse bendición, sacrificio, ojalá mezcle yo hoy vuestras ce­
remonias y vuestra suntuosidad con estas pompas fú­ juicio, una desviación natural en las.ideas; y como el
ro son inferiores á sus demás discursos. Su Elogio de en su oratorio; y porque á pesar del tumulto de la espíritu obra sobre el corazón, es difícil que las aspi­
Luis XIV no es notable sino por su primera frase: «So­ córte, hallaba el Carmelo de Elias, el desierto de Juan, nebres , y el colmo de las grandezas con el colmo de
sus ruinas!» raciones de este sean rectas, no siéndolo las de aquel.
lo Dios es grande, hermanos mios. ¡Hermosas son estas y la montaña que oyó tantas veces los gemidos de El que ama la fealdad en un tiempo en que mil obras
palabras, pronunciadas á la vista del féretro de Luis el Jesús.» El poeta (perdónesenos aplicar á Bossuet un titulo
que constituye la gloria de David), el poeta continúa maestras pueden dirigir y rectificar su gusto, no esta
Grande! No todas las Oraciones fúnebres de Bossuet son de lejos de amar el vicio , pues el hombre insensible á la
igual mérito, pero todas son sublimes por algun con­ haciéndose oir; no pulsa ya la cuerda de la inspiración,
sino que templando su lira hasta entono de que Sa­ belleza puede fácilmente desconocer la virtud.
cepto. La pronunciada por la reina de Inglaterra es El escritor que se niega á creer en un Dios autor del
CAPITULO IV. una obra acabada, de estilo, y un modelo de escritos lomón se sirvió para cantar los rebaños del monte Ga-
laad, suspira estas tranquilas palabras: «En la soledad universo y juez de los hombres, cuy a alma inmortal lia
Bossuet, orador. filosóficos y políticos. formado, destierra de sus obras lo infinito, y encierra
La de la duquesa de Orleans es la mas admirable, de Santa Fara, tan apartada de la voz del siglo que
su ventajosa situación la aisla de todo comercio con el su pensamiento en un círculo de cieno, de que ya no
¿Y qué diremos de Bossuet, como orador? ¿Con porque es una obra exclusivamente producida por el le es dado salir. Nada le parece noble en la naturaleza,
genio. En ella no figuran esos cuadros de los disturbios mundo; en esa santa montaña escogida por Dios desde
quién le compararemos? ¿Qué discursos do Cicerón y en la que todo se opera, á su juicio, por medios impu­
de las naciones, ni esa explanación de los negocios há mil años, donde las esposas de Jesucristo hadan
Demóstenes no se eclipsan delante de sus Oraciones ros de corrupción y de regeneración. El abismo no es
públicos, que sostienen la voz del orador. El interés florecer la hermosura de los antiguos dias; donde las
fúnebres? Para el orador cristiano parecen escritas es­ alegrías de la tierra eran desconocidas; donde las huellas para él otra cosa que un agua bituminosa; las. monta­
tas palabras de un rey: El oro y las perlas son bastan­ que excita una princesa que deja de existir en la flor ñas son protuberancias do piedras calcáreas ó vitrifi­
de su edad, parece debe agotarse en breve, pues lodo de los hombres mundanos, de los curiosos y de los va­
te comunes; pero los labios del sabio son un vaso ra­ gabundos, no se veian impresas en los caminos de_ la cables; y ese cielo en que. la luz pinta una inmensa
ro y sin precio. Ocupado sin cesar del sepulcro, y co­ se reduc-e á algunos contrastes vulgares de la hermo­ soledad, como para servir de campo al ejército de los
sura, de la juventud y la grandeza, con lo terrible déla santa abadesa, que así sabia dar la leche á los niños
mo inclinado sobre los abismos de otra vida, Bossuet como el pan á los fuertes; en esa soledad, los principios astros que acompañan en silencio á la noche; ese cielo,
se complace en dejar caer de sus labios esas grandes muerte; y no obstante, sobre este fondo estéril erigió decimos, no es otra cosa á sus ojos que una estrecha
Bossuet uno de los mas hermosos monumentos do la de la princesa Ana eran venturosos.»
palabras de tiempo y de muerte, que retumban en Esta página, que parece extractada del libro de bóveda momentáneamente suspendida por la mano
los silenciosos abismos de la eternidad. Se sumerge, se elocuencia; este fue su punto de partida para mostrar caprichosa de la Casualidad.
la miseria del hombre por su lado perecedero, y su Ruth, no agota el pincel de Bossuet; quédale aun bas­
anega en inexplicables tristezas y en inconcebibles tante de ese antiguo y suave colorido para pintar una Si el incrédulo se halla así limitado en las cosas de
dolores. lia trascurrido mas de un siglo, y aun resue­ grandeza por su lado inmortal. Empieza por rebajarlo la naturaleza, ¿cómo pintará con elocuencia al hom­
hasta el nivel de los gusanos que le devoran en el se­ muerte feliz: « Miguel Le Tellicr, dice, empezó el
na en los corazones este famoso grito: ¡Madama se himno do las divinas misericordias: Misericordias Do- bre? Las palabras carecen para él de riqueza, pues cer­
muere, Madama ha muerto! ¿Han recibido alguna pulcro, para pintarlo luego glorioso con la virtud de rados le están los tesoros ele la expresión. Contemplad
mini in aeternum cantabo : Cantaré eternamente las
vez los reyes semejantes lecciones? ¿Se expresó algu­ los reinos incorruptibles. ese cadáver en el fondo del sepulcro, esa estátua de
No se sabe con cuál genio descendió en la oración misericordias del Señor. Espiró pronunciando estas
na vez la filosofía con tanta independencia? Nada vale la nada, envuelta en una mortaja: ¡ved ahí el hombre
fúnebre de la princesa Palatina hasta la interpretación dulces palabras, y prosiguió con los ángeles el sagra­
la diadema á los ojos del orador; para él el pobre es del ateo! Feto nacido del cuerpo impuro de la mujer,
de un sueño , sin ofender la magestad del arte ora­ do cántico.»
igual al monarca, y el mas absoluto potentado del glo­ _ Hablamos creido durante algún tiempo que Ja ora­ inferior á los animales relativamente al instinto; polvo
bo se ve en la precisión de oir, en presencia de miles torio, al mismo tiempo que desplegó en este discurso como ellos, y disolviéndose como ellos en polvo; no
su alta capacidad para las abstracciones filosóficas. ción fúnebre del príncipe de Condé, á excepción del
de testigos, que sus grandezas son vanidad, que su po­ dotado de pasiones, sino de apetitos; no obedeciendo
Si respecto de María Teresa y del canciller de .Fran- movimiento que la termina, era generalmente dema­
der es un sueño, y que su persona es polvo, discur- siado elogiada, pues juzgábamos era mas fácil, como á las leyes morales, sino ú ciertos resortes físicos;
Tres cosas se suceden continuamente en los cia no se admiran los movimientos de los primeros viendo en perspectiva, por esclusivo fin el sepulcro y
elogios, ¿las ideas del panegirista están tomadas en un en efecto lo es, llegar á las formas de elocuencia del
sos de Bossuet: la brillantez del genio ó de elocuencia; los gusanos: ¡hé aquí al ser que animado se décia de
círculo men.os extenso ó en una naturaleza menos pro- principio de este elogio que á las del panegírico de
las ritas, tan en armonía con el texto que forman con
EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 131
i3ü BIBLIOTECA DE GASPAR Y RO1G.
locución esmerada, de aspecto guerrero y clásico, do, pues acontece que la ciencia en su mas alto grado
un soplo inmortal! No nos habléis de esos misterios sombra de Religión, y tenia fe en una cosa, que si no conquistador é inspirado por las artes? No, no los es la ignorancia, y que las artes perfectas son la natu­
del alma, ni de las secretas delicias de la virtud; ¡gra­ era Jesucristo, era por lo menos el Evangelio; este hallamos ya por mas que los busquemos. Hombres raleza.
cias de la niñez, amores de la juventud, noble amis­ fantasma de Cristianismo ha prestado algunas veces no pequeños y oscuros pasean cual pigmeos bajo los so­ Esta naturaleza, ó sea' la naturaleza social, es la
tad, elevación de la inteligencia, encantos del se­ poco interés á su genio. El, que con tanta fuerza tronó berbios pórticos de los monumentos de otra edad; hom- mas hermosa : en ella el genio es el instinto, y la vir­
pulcro y de la patria, todos vuestros prestigios se contra los solistas, ¿no hubiera procedido mas acerta­ bresen cuya dura frente se pintan el egoísmo y el des­ tud la inocencia, porque el genio y la virtud del hom­
desvanecen! damente , abandónanse á la ternura de su alma, que precio de Dios, perdieron la dignidad del traje y la bre civilizado no son otra cosa que el instinto y la ino­
La incredulidad trae además consigo el espíritu ra­ perdiéndose como ellos en sistemas, cuyos vetustos pureza del habla; tomárseles pudiera, no ya por los hi­ cencia perfeccionados del salvaje. Pero nadie puedo
zonador, las definiciones abstractas, el estilo científico errores so limitó á rejuvenecer? jos, sino por los farsantes de la gran raza que les ha comparar un indio del Canadá á Sócrates, aunque
y el neologismo, cosas mortales para el gusto y la elo­ Nada faltaría á Buffon si hubiese tenido tanta sen­ precedido. aquel sea, rigurosamente hablando, tan moral como
cuencia. sibilidad como elocuencia. lié aquí la reflexión que Los discípulos de la nueva escuela marchitan la este; ó bien seria necesario sostener que la paz de las
Es posible que la suma de talentos repartidos á los tenemos lugar de hacer á cada paso, que repetimos imaginación con cierta verdad que no es la verdad. pasiones no desarrolladas en el niño, tiene la misma
autores del siglo xvih sea igual á la que recibieron los hasta la saciedad, y de que nunca convenceremos bas­ Su estilo es seco, su expresión carece de franqueza, excelencia que la paz de las pasiones dominadas en el
del siglo xvn. ¿Por qué pues este siglo es superior tante al siglo: sin Religión no hay sensibilidad. Buffon y en su imaginación no brillan el amor ni el fuego; no hombre, y que el ser dotado de meras sensaciones es
al primero? Porque, tiempo es ya de hablar sin amba­ sorprende por su estilo, pero pocas veces logra en­ tienen unción,ni facundia, ni sencillez. No se advier­ igual al ser pensador, lo que equivaldria á decir que
ges , los escritores de nuestra edad han sido, general­ ternecer. Lóase su admirable artículo del perro; todos ten en sus obras pensamientos robustos y vigorosos; la debilidad es tan hermosa como la fuerza. Un peque­
mente hablando, colocados á demasiada altura. Si hay los perros están descritos en él: el perro cazador, el ni respira en ellas la inmensidad, porque falta la Divi­ ño lago no devasta sus orillas, y nadie se admira de
tanto que censurar, como todos confiesan, en las obras perro pastor, el perro salvaje, el perro del poten­ nidad. En lugar de esa tierna religión, de este armo­ ello, pues su impotencia produce su reposo; pero la
de Rousseau y de Voltaire, ¿qué diremos de las de tado, el perro del elegante, etc. ¿Qué perro falta en nioso instrumento de que los autores del siglo de calma complace en el mar, porque este tiene el poder
Raynal y Diderot ? Háse ensalzado, y en verdad no él? El del ciego. Pues bien: un cristiano se hubiera Luis XIV se servían para hallar el tono de su elocuen­ de desatar las tormentas, y admiramos el silencio del
sin razón, el método de nuestros últimos metafísicos; acordado desde luego do este perro. cia, los escritores modernos hacen uso de una filosofía abismo porque procede de la misma profundidad de
pero hubiérase , no obstante, debido advertir que hay Generalmente hablando, las relaciones tiernas se mezquina que todo lo divide, que mide á compás los sus aguas.
dos géneros de claridad : la una pertenece á un órden ocultaron á Buffon. Y no distante, hagamos justicia sentimientos, que somete el alma al cálculo, y reduce Entre los siglos del estado natural y los de la civi­
vulgar de ideas, pues una idea trivial se explica fácil­ el universo, sin excluir á Dios, á una pasajera sus­ lización, hay otros que hemos apellidado siglos de bar­
á este gran pintor de la naturaleza: su estilo presenta
mente ; pertenece la otra á una admirable facultad de tracción de la nada. barie, y que fueron ignorados de los antiguos. Com-
una rara perfección. Para ajustarse tan exactamente
concebir y expresar distintamente un pensamiento á todas las consideraciones dignas de respeto; para no Así, pues, el siglo xviu disminuye diariamente en pónense de la reunión súbita de un pueblo culto y de
enérgico y complexo. Los guijarros del fondo de un la perspectiva, mientras que el xvn parece elevarse un pueblo salvaje; estas edades deben ser notables pol­
colocarse nunca ni muy alto ni muy bajo, preciso es
arroyo se divisan sin trabajo, porque sus aguas no son á medida que nos alejamos do él; el uno baja, elotro la corrupción del gusto. Por un lado, el hombre salva­
tener mucha regularidad en el espíritu y en la con­
profundas; pero el ámbar, el coral y las perlas atraen sube á los cielos. Vano empeño seria el de deprimir je, al apoderarse de las artes, no tiene bastante delica­
ducta. Sabido es que Buffon respetaba todo lo digno
las miradas del escudriñador á profundidades inmen­ de respeto y que no creia que la filosofía consistiese en el genio de Bossuet y el de Hacine, pues representa deza para llevarlas hasta la elegancia; y por otro, el
sas, bajo las transparentes olas del abismo. hacer público alarde de la incredulidad, insultando esa colosal figura de Homero que se vislumbra á tra­ hombre culto no tiene bastante sencillez para descen­
Esto sentado, si nuestro siglo literario es inferior los altares de veinte y cuatro millones de hombres. vés de las edades: algunas veces queda oscurecida por der de nuevo á la mera naturaleza.
al de Luis XIV, debemos buscar la causa de ello en Era exacto en el complimiento de sus deberes cristia­ el polvo que levanta un siglo al desplomarse ; pero no Nada puede entonces esperarse de puro sino en los
nuestra religión. Hemos demostrado ya que Voltaire nos , y servia do ejemplo á sus criados. Rousseau, bien desaparece la impura nube, se ve reaparecer la objetos donde obra directamente una causa moral, con
hubiera ganado tanto siendo cristiano' que disputaría inagestuosa figura, que ha agigantado sus proporcio­ independencia de las temporales. Por esta razón, los
ateniéndose al fondo y rechazando las formas exterio­
hoy la palma de las Musas á Itacinc. Sus obras pre­ nes para dominar las nuevas ruinas.. primeros solitarios, entregados al gusto delicado y se­
res del culto, hace ver en sus escritos la ternura de
sentarían ese colorido moral sin el cual nada hay per­ guro de la Religión, que nunca engaña cuando nada
la Religión con el mal tono del solista; en Buffon, por
fecto ; ofrecerían también esos recuerdos de los tiempos extrañóse mezcla á él, eligieron en las diferentes par­
el contrario, se advierte la sequedad de la filosofía, á
que fueron, cuya ausencia forma en ellas tan gran la par do las fórmulas de la Religión. El Cristianismo LIBRO QUINTO, tes del mundo los sitios mas notables para fundar en
ellos sus monasterios. No hay ermitaño que no sepa,
vacio. El que reniega del Dios de su patria, casi nunca colocó en el fondo dél estilo del primero el encanto,
profesa respeto á la memoria de sus padres; ningún Armonías «le la religión cristiana tan bien como Claudio de Lorena ó Lenotre, el pe­
el abandono y el amor; y en el exterior del estilo del
interés encierran para él los sepulcros; las institucio­ con las escenas «le la naturaleza y ñasco en que debe establecer su gruta.
segundo, el órden, la claridad y la magnificencia. Así,
nes de sus antepasados le parecen costumbres bárba­ las pasiones «leí eorazon humano. Yénse aquí y acullá en la cadena del Líbano mu­
las obras de estos dos hombres célebres presentan en
ras , ni encuentra placer alguno en traer á la memoria chos conventos maronitas, construidos sobre los abis­
bien y en mal;el sello de lo que escogieron y rechaza­ mos. Penétrese en unos por medio de largas caver­
las sentencias, la sabiduría y las inclinaciones de su ron ele la Religión. CAPITULO PRIMERO. nas, cuya entrada se cierra con enormes piedras, y á
madre. Al nombrar á Montesquieu, nombramos al verda­
División de las armonías. otros no puede subirse sino por medio de una cesta
Y sin embargo, es indudable que la mayor parte del dero gran hombre del siglo XVIII. El espíritu de las
colgante. El rio santo salo del pié de la montaña; el
genio se compone de esta clase de recuerdos. Las co­ Leyes, y las Consideraciones sobre las causas de la bosque de negros cedros domina el cuadro, y está a su
sas mas hermosas que un autor puede consignar en grandeza y decadencia de los romanos, vivirán cuan­ Antes de pasará la descripción del culto, debemos
examinar algunos asuntos que no hemos podido desen­ vez dominado por las redondeadas cumbres que la nie­
un libro son los sentimientos que le inspiran las remi­ to viva la lengua en que están escritas. Si en una obra
niscencias, siempre gratas, de los primeros dias de su volver cumplidamente en los libros anteriores. Estos ve cubre con su blancura. El prodigio no termina has­
de su juventud, lanzó Montesquieu contra la Religión
juventud. Voltaire desconoció no poco estas reglas de asuntos se relacionan con el aspecto físico ó el moral ta el momento en que se llega al monasterio, en cuyo
algunas de las sátiras con que ridiculizaba nuestras
crítica, tan dulces por otra parte, al hurlarse sin cesar de las artes. Así, pues, las localidades de los monas­ interior se ven viñas, arroyos y bosqueçillos, y en su
costumbres, esto fue un error pasajero ó una especie
terios, las ruinas de los monumentos religiosos, etc., exterior se admira una naturaleza horrorosa, y la tier­
de las costumbres y de los trajes de nuestros mayores. de tributo pagado a la corrupción de la Regencia. Pero
se refieren á la parte material de la arquitectura, mien­ ra que se pierde y huye con sus ríos, sus campos ysus
¿En qué consiste que lo que halaga á los demás hom­ en el libro que colocó á Montesquieu en lacategoría de
tras que los efectos de la doctrina cristiana atañen á mares en las azuladas profundidades. Alimentados pol­
bres, es precisamente lo que repugna al incrédulo? los hombres ilustres, reparó de una manera brillante
la parté dramática y descriptiva de la poesía, á la par la Religión, entre la tierra y el firmamento en aquellas
La Religión es el móvil mas poderoso del amor pa­ sus extravíos, haciendo el elogio del culto que habia escarpadas rocas, los piadosos solitarios emprenden
trio, y los escritores piadosos han hecho brillar siem­ tenido la imprudencia de atacar. Su edad madura y de las pasiones del corazón humano y de los cuadros
de la naturaleza. su vuelo liácia los cielos como las águilas de sus mon­
pre en sus producciones este noble sentimiento. ¡Con el mismo interés de su gloria le hicieron comprender
Estos son los asuntos que reunimos en este libro, tañas.
cuánto respeto, con cuán alta opinión hablan siempre que para erigir un monumento duradero, era preciso Las celdas redondas y separadas de los conventos
de la Francia los escritores del siglo de Luis XIV! abrir sus cimientos en un terreno menos movedizo bajo el título general de Armonías, etc.
egipcios están encerradas en el recinto de una muralla
¡Guay del que insulta a su país! Cánsese la patria de que el polvo de este mundo : su genio, que abarcaba que les defiende de los árabes. Desde la cúspide de la
sernos ingrata, antes que nosotros nos cansemos de todos los tiempos, se apoyó en la única religión áque CAPITULO II. torre que descuella en medio de.estos conventos, des-
amarla; ¡sea nuestro corazón mayor que sus injus­ ha sido prometida la plenitud de los tiempos. cúbrense vastas llanuras de arena sobre las que se le­
ARMONÍAS FÍSICAS.
ticias ! Dedúcese de estas reflexiones, que los escritores del
vantan los pardos vértices de las Pirámides, ó los mo­
Si el hombre religioso ama á su patria, atribuirse debe siglo XVIII deben la mayor parte de sus defectos á un
Continuación de los monumentos religiosos, conventos jones que indican el camino al viajero. Tal vez, u.na
á que su espíritu es sencillo, y á que los sentimientos falso sistema de filosofía, y que si hubiesen sido mas caravana abisinia ó algunos beduinos errantes cru­
naturales que nos unen á los campos de nuestros abue­ religiosos, se hubieran acercado mas á la perfección. de maronitas, coitos, etc.
zan á lo lejos uno de los horizontes de la movible ex­
los son en cierto modo el fondo y el hábito de su cora­ Ha habido en nuestra edad, salvas algunas escasas tensión ; tai vez, el viento meridional oscurece la má­
zón. Da la mano á sus padres é hijos, y está plantado en excepciones, una especie de aborto general de talen­ Hay en las cosas humanas dos clases de naturaleza,
colocadas, una al principio, y otra al fin de la socie­ gica perspectiva en una almósfera ¿e polvo. La luna
el suelo natal como la encina que ve hundirse en la tos. Y aun pudiera decirse que la impiedad, que este­ ilumina un suelo desnudo, donde las mudas brisas no
riliza todo, se manifiesta también en el empobreci­ dad. Si así no fuese, el hombre, alejándose siempre
tierra sus añosas raíces, mientras ostenta en su copa encuentran ni una brizna de yerna en que formar.
miento de la naturaleza física. Dirigid, sino, la vista de su origen., hubiérase trocado en una especie de
los nacientes retoños que se elevan al cielo. una voz. El desierto sin árboles se muestra por do
á las generaciones posteriores al siglo de Luis XIV. monstruo; pero, mercedá una ley providencial, cuan­
Rousseau es uno de los escritores del siglo pasado quiera sin sombra , y solo en las adyacencias del mo­
¿ Dónde están aquellos hombres de magestuoso y tran­ to mas se civiliza, mas se acerca á su primitivo esla-
cuyo estilo tiene mas encanto, porque ésto hombre,
singular por sistema , se había creado á lo menos una quilo semblante, de noble apostura y vestido, de
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nasterio se ve algún efecto del manto de la noche. ambos ofrecen á las meditaciones el doble cuadro de tor ha hecho en él tan radicales variaciones, que pue­ Fuyez, bruyants remparts, pompeuses Tuileries,
En el istmo de Panamá, en la América, el cenobita la calma y la tormenta. de considerarse una obra nueva. Estos hermosos ver­ Louvre, dont le portique à mes yeux éblouis
puede contemplar desde lojilto de su convento los Los conventos situados en los Andes ven aplanarse sos probarán á los poetas que su númen ganarla mas Vante après cent hivers la grandeur de Louis,
en lontananza las olas del Océano Pacífico, tln cielo en meditar en los claustros que en hacerse eco de la Je préfère ces lieux où l’àme, moins distraite,
dos mares que bañan las dos costas del Nuevo-Mundo: Même au sein de Paris peut goûter la retraite :
agitado por lo regular el uno cuando el otro descansa, transparente rebaja el círculo de sus horizontes sobre impiedad. Intitúlense : La Cartuja de París. La retraite me plaît, elle eut mes premiers vers.
Déjà, de feux moins vifs éclairant l’univers,
Septembre loin de nous s’enfuit et décolore
Vieux cloître où de Bruno les disciples cachés Cet éclat dont l’année un moment brille encore.
Renferment tous leurs vœux sur le ciel attachés ; Il redouble la paix qui m’attache en ces lieux ;
Cloître saint, ouvre-moi tes modestes portiques! Son jour mélancolique, et si doux fi nos yeux,
Laisse-moi m’égarer dans ces jardins rustiques Son vert plus rembruni, son grave caractère,
Où venait Catinat méditer quelquefois, Semblent se conformer au deuil du monastère.
Heureux de fuir la cour et d’oublier les rois. Sous ces bois jaunissants j’aime à m’ensevelir,
Couché sur un gazon qui commence fi pâlir,
Je jouis d’un air pur, de l’ombre et du silence.
J’ai trop connu Paris : mes légères pensées,
Dans son enceinte immense au hasard dispersées, Ces chars tumultueux où s’assied l’opulence,
Veulent enfin rejoindre et lier tous les jours Tous ces travaux, ce peuple fi grands Ilots agité,
Leur fil demi-formé, qui se brise toujours. Ces sons confus qu’élève une vaste cité,
Seul, je viens recueillir mes vagues rêveries. Des enfants de Bruno ne troublent point l’asile ;

ORNAMENTOS LA IGLESIA,

Le bruit les environne, et leur âme est tranquille. C’est l’airain qui, du temps formidable interprète,
Tous les jours, reproduit sous des traits inconstants, Dans chaque heure qui fuit, â l’humble anachorète
Le fantôme du siècle emporté par le temps Iteijit en longs échos : Songe au dernier moment !
Passe et roule autour d’eux ses pompes mensongères. Le son sous cette voûte expire lentement;
Mais c’est eu vain : du siècle ils ont fui les chimères; Et quand il â cessé, l’fime en frémit encore.
Hormis l’éternité tout est songe pour eux. La Méditation qui, seule dés l’aurore.
VUELTA DEL PEREGRINO. Vous déplorez pourtant leur destin malheureux! Dans ces sombres parvis marche en baissant son œil,
Quel préjugé funeste à des lois si rigides A ce signal s’arrête, et lit, sur un cercueil,
Attacha , dites-vous, ces pieux suicides? L’epitaphe â demi par les ans effacée,
Ils meurent longuement, rongés d’un noir chagrin : Qu’un gothique écrivain dans la pierre a tracée.
L’autel garde leurs vœux sur des tables d’airain; O tableaux éloquents ! oh ! combien â mon cœur
la tierra y los mares, y parece encerrar el edificio re­ las encinas. Losmonumentos vulgaresreciben su gran­ Et le seul désespoir habite leurs cellules. Plaît ce dôme noirci d’une divine horreur,
ligioso dentro de un globo de cristal. La capuchina deza de los convecinos paisajes; la religión cristiana, Et le lierre embrassant ces débris de murailles
reemplaza la yedra religiosa, y borda con sus cifras de por el contrario, embellece el teatro e n que coloca sus Hé bien ! vous qui plaignez ces victimes crédules, Où croasse l’oiseau chantre des funérailles ;
escarlata los muros sagrados; el lamaz vadea el torren­ altares y suspende sus santas decoraciones. Hemos ha­ Pénétréz avec moi ces murs religieux: Les approches du soir, et ces ifs attristés
te sobre un puente flotante de lianas, y el infeliz pe­ N’y respirez-vous pas l’air paisible des cieux ? Où glissent du soleil les dernières clartés;
blado de los conventos europeos en la historia defíené, Et ce buste pieux que la mousse environne,
ruano va á orar al Dios de Las-Casas. y pintado algunos de sus efectos en medio de las Vos chagrins ne sont plus , vos passions se taisent,
Et du cloître muet les ténèbres vous plaisent. Et la cloche d’airain à l’accent monotone ;
Todos han visto en Europa las antiguas abadías ocul­ escenas de la naturaleza; ahora, para acabar de hacer Ce temple où chaque aurore entend de saints concert»
tas en los bosques, donde solose descubren al viajero ver al lector estos monumentos, trasladamos aquí un Mais quel lugubre son, du haut de cette tour, Sortir a’un long silence et monter dans les airs;
por sus campanarios que se pierden entre las copas de precioso fragmento que debemos á la amistad. Su au­ Descend et fait frémir les dortoirs d’alentour? Un martyr dont l’autel a conservé les restes,
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Il entre déguisé sous les voiles du deuil ; EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 135
Et le gazon qui croit sur ces tombeaux modestes
Où l’heureux cénobite à passé sans remord Au Dieu consolateur en pleurant il se donne: sol que las al iludirá caerá un diado la bóveda en que
Du silence du cloître à celui de la mort ! A Comminge, à Raneé, Dieu sans doute pardonne : gira? El que lo colocó en ios cielos es el único soberano ' CAPITULO IV.
A Comminge, á Raneé, qui ne doit quelques pleurs ? cuyo imperio no admite ruinas.
Cependant sur ces murs l’obscurité s’abaisse, Qui n’en sait les amours? qui n’en plaint les malheurs? EFECTO PINTORESCO DE LAS RUINAS.
Et toi, dont le nom seul trouble l’ame amoureuse, Estas son de dos clases : unas son obra del tiempo,
Leur deuil est.redoublé, leur ombre est plus épaisse ;
Les hauteurs de Meudon me cachent le soleil, Des bois du Paraclet vestale malheureuse, otras lo son de los hombres; las primeras nada tienen Ruinas de l’almira, de Egipto, etc.
Le jour meurt, la nuit vient: le couchant, moins vermeil Toi qui, sans prononcer de vulgaires serments , de desagradable, porque la naturaleza trabaja á la par
Voit pâlir de ses feux la dernière étincelle. Fis connaître à l’amour de nouveaux sentiments; de los años : si estos aglomeran escombros, aquella Las ruinas consideradas bajo el aspecto pintoresco,
Tout à coup se rallume une aurore nouvelle Toi que l’homnle sensible, abusé par lui-même , siembra llores; si ellos abren un sepulcro, ella coloca embelesan mas en un cuadro que el monumento en­
Qui monte avec lenteur sur les dômes noircis Se plait à retrouver dans la femme qu’il aime; en él el nido do una paloma, pues ocupada sin cesar en tero y reciente. En los templos no maltratados por los
De ce palais voisin qu’éleva Médicis (1) ; Héloïse ! à ton nom quel cœur ne s’attendrit? reproducir, rodea la muerte con las inas plácidas y ri­ siglos, las paredes ocultan una parte del paisaje, é
Elle en blanchit le faîte, et ma vue enchantée Tel qu’un autre Abailard ton amant te chérit. impiden que se perciban las columnas yTnolduras del
Que de fois j’ai cherché, loin d’un monde volage, sueñas ilusiones déla vida.
Reçoit par ces vitraux la lueur argentée. Las .segundas son mas bien devastaciones que edificio; pero cuando se desploman, no queda de ellos
L’astre touchant des nuits verse du haut des cieux L’asile où dans Paris s’écoula ton jeune age!
Sur les tombes du cloître un jour mystérieux, Ces vénérables tours qu’allonge vers les cieux, ruinas, y solo ofrecen la imagen de la nada, sin otra cosa que unas masas aisladas, entre las cuales se
Et semble y réfléchir cette douce lumière La cathédrale antique où priaient nos aïeux, la acción' de un poder reparador; obra de la desgra­ descubren por lo alto y á lo lejos, los astros, las nubes,
Qui des morts bienheureux doit charmer la paupière. Ces tours ont conservé ton amoureuse historie. cia , que no de ios años, parecen unos cabellos blan­ las montañas, los bosquesy los rios. Entonces, por un
Ici, je ne vois plus les horreurs du trépas : Là tout m’en parle encor (1) : là revit ta mémoire ; cos en una cabeza juvenil. Las destrucciones de los efecto natural de la óptica, se retiran los horizontes, y
Son aspect attendrit et n’épouvante pas. Là du toit de Fulbert j’ai revu les débris. hombres son por otra parte mucho mas violentas y las galerías suspendidas en el aire se dividen sobre el
Me trompé-je? Ecoutons: sous ces voûtes antiques On dit même, enees lieux, par ton ombre chéris, fondo del cielo y de la tierra. Estos bellos efectos no
Qu’un long gémissement s’élève chaque année completas que las de los años; estos minan, pero
Parviennent jusqu’à moi d’invisibles cantiques, fueron desconocidos de los antiguos, pues levantaban
Et la Religion, le front voilé, descend : A l’heure ou se forma ton funeste hyménée. aquellos derriban. Cuando Dios, por arcanos superio­
Elle approche : déjà son calme attendrissant, La jeune fille alors lit, au déclin du jour, res á nuestra comprensión , quiere apresurar las rui­ circos sin macizos, para dar paso á todas las ilusiones
Jusqu’au fond de votre <lme en secret s’insinue ; Cette lettre élocuente ou brûle ton amour : nas del mundo, manda al Tiempo entregar su hoz al de la perspectiva.
Entendez-vous un Dieu dont la voix inconnue Son trouble est aperçu de l’amant qu’elle adore, hombro, y entonces mira el Tiempo con espanto cómo Tienen también las ruinas conformidades particu­
Vous dit tout bas : Mon fils, viens ici, viens à moi ; Et des feux que tu peins son feu s’accroît encore. este arruma en un instante lo que él hubiera necesi­ lares con sus desiertos, según el estilo de su arqui­
Marche au fond du désert, j’y serai prés de toi? Mais que fais-je, imprudent ? quoi ! dans ce lieu sacré tado muchos siglos para destruir. tectura , sitios donde se hallan colocadas, y reinos de
J’ose parler d’amour, et je marche entouré, la naturaleza en el meridiano que ocupan.
Maintenant, du milieu de cette paix profonde, Des leçons du tombeau, des menaces suprêmes ! * Paseándome un dia á espaldas del palacio de Lu-
Tournez les yeux : voyez, dans les routes du monde, Ces murs, ces longs dortoirs, se couvrent d’anathêmes, xemburgo, me halló en aquella misma Cartuja des­ En los paises cálidos, poco favorables á las yerbas
S’agiter les humains que travaille sans fruit De sentences de mort qu’aux yeux épouvantés cripta por filr. de Fontanes. Vi una iglesia cuyo techo y musgos, se ven desnudas de las yerbas que adornan
Cet espoir obstiné du bonheur qui les fuit. L’ange exterminateur écrit de tout côtés; estaba hundido, arrancados los plomos de sus venta­ ñuestros castillos y vetustas torres; pero también los
Rappelez-vous les mœurs de ces siècles sauvages Je lis à chaque pas: Dieu, T enfer, la vengeance. nas , y cerradas sus puertas con tablas derechas. La mas corpulentos vejetales se unen á los mayores mo­
Où , sur l’Europe entière apportant les ravages,* Partout est ia rigueur, nulle part la clémence. mayor parte de las obras de este monasterio no exis­ delos de su arquitectura, En Palmira, la palma divide
Des Vandales obscurs, de farouches.Lombards, Cloitre sombre, où l’amour est proscrit par le ciel ; las cabezas de hombre y de león que sostienen los ca­
Où l’instinct le plus cher est le plus criminel, tía. Recorrí largo rato las piedras sepulcrales de már­
Des Goths sê disputaient le sceptre des Césars. piteles del templo del 'Sol. La palma reemplaza con
La force était sans frein, le faible sans asile: Déjà, déjà ton deuil plait moins à ma pensée. mol negro esparcidas por el suelo, algunas de las
Parlez, blamerez-vous les lien jît, les Basile, I/imagination, vers tes murs élancée, cuales estaban del todo rotas, mientras otras conser­ su columna la columna derribada, y el albérebigo,
Qui, loin du siècle impie, en ces temps abhorrés, Chercha le saint repos, leur long recueillement; vaban aun varios restos de epitafios. Entré en el claus­ que los.antiguos consagraban á Harpocrates, se eleva
Ouvrirent au malheur des refuges'sacrés? Mais mon ame a besoin d’un plus doux sentiment. tro interior, donde vi dos ciruelos silvestres que cre­ en el retiro del silencio. Aun se ve allí una especie de
Déserts de l’Orient, sables, sommets arides, Ces devoirs rigoureux font trembler ma faiblesse. cían entre escombros y altas yerbas. En las paredes árboles, cuyas desaliñadas hojas y blancos frutos pre­
Catacombes, forêts, sauvagesThébaïdes, Toutefois quand le temps, qui détrompe sans cesse, se conservaban unas pinturas medio borradas que re­ sentan con los inseguros escombros los mas bellos
Oh! que d’infortunés votre noire épaisseur Pour moi des passions détruira les erreurs, presentaban la vida de San Bruno, y junto al alero de contrastes de tristeza. Una caravana que descansa en
A dérobés jadis au fer de l’oppresseur ! Et leurs plaisirs trop courts souvent mêlés de pleurs? estos desiertos, multiplica sus efectos pintorescos. El
C’est là qu’ils se cachaient ; et les chrétiens fidèles, Quand mon cœur nourrira quelque peine secréte, la iglesia subsistía un reloj de sol; pero en el santua­
Dans ces moments plus doux et si chers au poète, rio, en lugar de aquel himno de paz que se cantaba traje oriental hermana bien su nobleza con la detestas
Que la religion protégeait de ses ailes,
Vivant avec Dieu seul dans leurs pieux tombeaux, Où , fatigué du monde , il veut, libre du moins, algún dia en honor de los difuntos, se oia tan soio el ruinas, y los camellos y dromedarios parecen agigan­
Pouvaient au moins prier sans craindre les bourreaux. Et jouir de lui-même, et rêver sans témoins, instrumento del operario que serraba los sepulcros. tarse, cuando tendidos entre los enormes escombros,
Le tyran n’osait plus y chercher ses victimes. Alors je reviendrai, solitude tranquille, Mis reflexiones en aquel lugar están al alcance do no dejan ver sino sus rojas cabezas y sus gibosas
Jît que dis-je ? accablé de ¡’horreur de ses crimes, Oublier dans ton sein les ennuis de la ville, cualquiera. Salí de allí con el corazón lacerado, y,en­ espaldas.
Souvent dans ces lieux saints l’oppresseur désarmé Et retrouver encor, sous ces lambris déserts, Las ruinas en Egipto cambian de carácter: por lo
Les mêmes sentiments retracés dans ces vers. tré en el arrabal vecino, sin saber á donde me dirigía.
Venait demander grâce aux pieds de l’opprimé.. común presentan en un corto espacio todas las espe­
D’héroïques vertus habitaient l’ermitage. Acercábase ya la noche, y al pasar entre dos altas pa­
redes de una calle desierta, oí de repente el sonido do cies de arquitectura y de memorias. La Esfinge, y las
Je vois dans les débris de Thébes, de Carthage,
Au creux des souterrains, au fond des vieilles tours, CAPÍTULO III. un órgano que salía de una iglesia vecina (que cele­ columnas del antiguó estilo egipcio se elevan al par
D’illustres pénitents fuir le monde et les cours. braba la octava del Corpus), y las palabras de aquel de la elegante columna corintia; un trozo de orden
La voix des passions se tait sous leurs cilices ; LAS RUINAS EN GENERAL. cántico de triunfo: Laúdate Deminum omnes gentes.. toscano se uno á una torre árabe, y un monumento
Mais leurs austérités ne sont point sans délices : No me es posible pintar el efecto que hicieron en mí del pueblo pastor se confunde con una construcción
Celui qu’ils ont cherché ne les oublira pas; Que las hay de dos especies. estos cánticos; me pareció oir una voz del cielo que romana.
Dieu commande au désert de fleurir sous leurs pas. Las Esfinges, los Annubis, las estátuas rotas y los
Palmier, qui rafraîchis la plaine de Syrie, me decía; «Cristiano sin fe, ¿.por qué pierdes la espe­
Del examen de las localidades de los monumentos mutilados obeliscos lian rodado basta el Nilo, y se
Ils venaient reposer sous ton ombre chérie! ranza? ¿Piensas acaso que mudo mis designios como
cristianos, pasamos á tratar de los efectos de sus mi­ los hombres, ó que abandono porque castigo? En vez ocultan en la tierra ó bajo la yerba, y en derredor se
Prophétique Jourdain, ils erraient sur tes bords !
Et vous, qu’un roi charmait de ses divins accords, nas, pues estas ofrecen al corazón magestuosos recuer­ de censurar mis decretos, procura imitar á estos siervos extienden campos cubiertos de habas y trébol. Algu­
Cèdres du haut Liban, sur votre cime altière, dos, y filas artes interesantes composiciones. Consagre­ fieles que bendicen los golpes de mi mano, hasta debajo nas veces, en los desbordamientos del rio, estas rui­
Vous portiez jusqu’au ciel leur ardente prière! mos algunas páginas á esta poética de los muertos. de las ruinas con que les abrumo.» nas se asemejan á una gran Ilota; otras, las nubes,
Cet antre protégeait !eur paisible sommeil; Todos los hombres experimentan una secreta atrac­ Entré en la iglesia al tiempo que el sacerdote echaba fingiendo vistosas ondas á entrambos lados de las Pi­
Souvent le cri de l’aigle avança leur réveil ; ción á la vista de las ruinas; este sentimiento procede rámides, las dividen en dos mitades. El chacal, colo­
Ils chantaient l’Eternel sur le roc solitaire, la bendición. Unos ancianos, unas pobres mujeres,
de la fragilidad de nuestra naturaleza, y de una oculta y algunos niños, estaban postrados en tierra ; imí­ cado sobro un pedestal abandonado , extiende su
Au bruit sourd du torrent dont l’eau les désaltère, conformidad entre esos derruidos monumentos y la
Quand tout à coup un ange, en dévoilant ses traits, teles : y vertiendo copiosas lágrimas, dije en lo íntimo hocico de lobo por detrás del busto de un Pan con ca­
Leur porte, au nom du ciel, un message de paix. brevedad de nuestra existencia. Unese además á estas de mi corazón: «Perdóname, Señor, si lie murmu­ beza de carnero: la gacela, el avestruz y el ¡bis saltan
Et cependant leurs jours n’étaient point sans orages. causas una idea que consuela nuestra pequenez, al entre los escombros, y la gallina sultana so mantiene
rado al ver la desolación de tu templo, y perdona mi
Cet éloquent Jérôme, honneur des premiers âges, ver que pueblos enteros y hombres algunas veces tan inmoble, como una ave geroglífica do granito ó de
famosos, no lian podido .vivir, sin embargo, mas allá de escasa razón; el hombro no es otra cosa que un edi­
Voyait, sous le cilice et de cendres couvert, ficio arruinado, un resto del pecado y He la muerte: pórfido.
Les voluptés de Rome assiéger son désert. los escasos dias señalados á nuestra oscuridad. Así es El valle de Tempe, los bosques del Olimpo, las cos­
Leurs combats exerçaient son austère sagesse. su amor tibio, su vacilante fe, su limitada caridad,
que las ruinas esparcen una gran moralidad en las es­ tas de Atica y del Peloponeso, presentan por todas
Peut-être, comme lui, déplorant sa faiblesse, . sus imperfectos sentimientos, sus mezquinos pensa­
cenas naturales; y cuando están colocadas en un cua­ partes las ruinas de la Grecia. Allí principian á descu­
Un mortel trop sensible habita ce séjour. mientos, y su corazón, juguete de mil encontrados
Hélas ! plus d’une fois les soupirs de l’amour dro, inténtase en vano dirigir la vista á otra parte, pues brirse los musgos, las plantas trepadoras y las flores
se presentan irresistiblemente á ella. ¿Y por que no afectos, son en él otras tantas ruinas.
S’élevaient dans la nuit du fond des monastères ; llamadas saxátiles; una guirnalda do jazmín abraza á
En vain le repoussant de ses regards austères, pasarían las obras de la mano del hombre, cuando el una Venus antigua, como para devolverle su ceñidor;
La pénitence veille à côté d’un cerceuil : unos filamentos de musgo blanco bajan de la barba de
(1) Heloisa vivía en el convenio de Nuestra Señora, y aun se ve una Hebe, y la amapola crece sobre las hojas del libro
(J) El Luxemburso. la rasa de su lio, el canónigo Fulberto.
de Mnemosina, verdadero símbolo de la pasada faina,
136 BIBLIOTECA DE GASPAR 'v ROIG. EL GENIO DEl CRISTIANISMO. 137
y del presente olvido de estos lugares. Las ondas del ta de Fingal, cerca de los respiraderos del Océano, males no se curan por medio de una cinta consagrada! ciados suspendan alguna vez sus vestidosen su templo.
Egéo, que vienen ó espirar bajo estos pórticos der­ creian oir esta voz que decia á Job : «¿Sabes quién ha El peregrino llega á su aldea, y los primeros que le La muerte, tan patética porque toca las cosas in­
rumbados ; Filomela que se queja, Alción que llora, encerrado el mar en sus diques, cuando se desborda­ salen al encuentro son su mujer regocijada, el hijo mortales, y tan misteriosa en razón de su silencio,
Cadmo que estrecha entre sus anillos un altar; el cis­ ba del seno de su madre, quasi de vulva procedens? que llorara perdido, y su rejuvenecido padre. tenia mil maneras de anunciarse al pueblo. Ya una
ne que hace su nido en el seno de una Leda : todos Cuando las tempestades del invierno se desencadena­ ¡ Felices, tres y cuatro veces felices los que creen defunción se hacia preveer por el tañido de una cam­
estos accidentes producidos como por las Gracias, ro­ ban durante la noche; cuando los torbellinos envolvían que no pueden sonreír sin sonreir siempre, ó que no pana que sonaba por sí misma; ya el hombre que ha­
dean de encanto las ruinas poéticas. Creerse pudiera el monasterio, los tranquilos cenobitas, retirados en pueden llorar sin creer que se acercan al' término de bia de morir hacia resonar tres golpes en el pavimen-
ue un soplo divino anima aun el polvo de los templos sus celdas, se adormían al murmullo de las tempes­ sus lágrimas! Su llanto no es perdido, pues la Reli­ tode su cuarto. Una religiosa de San Benito, próxima
e Apolo y de las Musas; y todo aquel paisaje bañado tades , considerándose felices por haberse embarcado gión lo recibe en su urna y lo presenta al Eterno. á abandonar la tierra, hallaba una corona de espino
por el mar, parece el hermoso cuadro de Apeles con­ en esa nave del Señor, que jamás zozobrará. Los pasos del verdadero creyente nunca son soli­ blanco en el dintel de su celda; y si una madre perdía
sagrado á Neptuno, y colgado á sus orillas. ¡Sagrados restos de los monumentos cristianos! tarios; un ángel bueno le custodia, le envía consejos á su hijo en remotos países, tenía al punto noticia del
¡Vosotros no traéis á la memoria, como tantas otras en sus ensueños, y le protege contra el ángel malo. triste caso, por medio de un sueño. Los que niegan
ruinas, la sangre vertida, ni las injusticias y las vio­ Este amigo se sacrifica por él hasta el punto de des­ los presentimientos, nunca conocerán los secretos ca­
CAPITULO V. terrarse en la tierra.
lencias consumadas! Solo narráis una historia tran­ minos por donde dos corazones que se aman se comu­
Ruinas de los monumentos cristianos. quila ó los misteriosos sufrimientos del Hijo del Hom­ ¿Había entre los antiguos algo mas admirable que nican, del uno al otro confin del orbe. Y no pocas ve­
bre. Y vosotros, santos ermitaños, que para llegar á multitud de antiguas prácticas de nuestra religión? ces, el difunto querido salia del sepulcro, y se presentaba
Las ruinas délos monumentos cristianos no ofrecen mas venturosos retirosos desterrásteis á los hielos Si en una sinuosidad del bosque se hallaba el cuerpo á su amigo para encargarle le dedicase algunas ora­
la misma elegancia, pero bajo otros aspectos pueden del polo, ahora gozáis el fruto de vuestros sacrificios. de un hombre asesinado, plantábase una cruz en aquel ciones, que le rescatasen de las llamas y le conduje­
bien competir con ella. Las inas hermosas que se co­ Si hay entre los ángeles, como entre los hombres, cam­ lugar, en señal de misericordia; aquella cruz pedia al sen á la felicidad de escogidos. Asi, la Religión habia
nocen , se encuentran en Inglaterra á orillas del lago pos habitados y lugares desiertos , así como sepultas­ samaritano una lágrima para un infortunado, y al ha­ hecho á la amistad partícipe del hermoso privilegio
de Cumberland, en las montañas de Escocia, y aun teis vuestras virtudes en las soledades de la tierra, bitante de la ciudad fiel, una plegaria para su her­ que tiene Dios de conceder una felicidad de bienaven­
en las Oreadas. Los costados bajos del coro, los 'arcos habréis sin duda elegido las soledades del cielo para mano. ¡ Y acaso aquel viajero era tal vez un extran­ turanza. '
de las ventanas, las cinceladas obras de las bóvedas, ocultar vuestra incomprensible felicidad. jero que habia dejado de existir lejos de su país, como Otras opiniones de diferente índole, pero siempre
las pilastras de los claustros, y algunos paredones del aquel ilustre desconocido, sacrificado por la mano do carácter religioso, inspiraban á la humanidad, sien­
campanario, son las únicas partes que han resistido á de los hombres, lejos de su patria celestial! ¡ Sublime do tal su sencillez, que rodean al escritor de cierta di­
las injurias del tiempo. CAPITULO VIL comercio entre Dios y nosotros! ¡ Cuánta, elevación no ficultad de expresarlas. Tocar el nido de una golondri­
. En los órdenes griegos, las bóvedas y los centros ARMONÍAS MORALES. añadía esto á la naturaleza humana! Y, ¡cuán admi­ na , dar muerte á un pitirojo, á un reyezuelo, á un
siguen paralelamente los arcos del cielo, de modo que rable era atreverse á hallar analogías entre nuestros grillo, huésped del hogar campestre, ó á un perro en­
sobre un pardo pabellón de nubes, ó sobre un paisaje Devociones populares. perecederos dias y la eterna existencia del Señor de vejecido al servicio de la familia, era una especie de
oscuro , se pierden en el espacio. En el orden gótico los mundos! impiedad que nunca dejaba, en la popular creencia,
las puntas contrastan con la redondez de los cielos y Abandonando las armonías físicas de los monumen­ No hablaremos de esos júbilos sustituidos á los jue­ de atraer algún castigo sobre el culpable. En virtud
la curvatura del horizonte. Además, componiéndose de tos religiosos y de las escenas de la naturaleza, hable­ gos seculares, que bañaban á los cristianos en la pis­ de un admirable respeto ó la ancianidad, se creía que
vanos el orden gótico, se decora mas fácilmente con mos ya de las armonías morales del Cristianismo. Pre­ cina del arrepentimiento, rejuvenecían las concien­ las personas de edad provecta eran de feliz agüero en
yerbas y llores que los macisos de los órdenes griegos. ciso es colocar en primer término esas devociones cias, y llamaban á los pecadores á la amnistía de la una casa, y que un antiguo criado era mensajero de
Los duplicados filetes de las pilastras, y las bóvedas populares, que consisten en ciertas creencias y ciertos Religión. Tampoco diremos cómo en las calamidades faustos sucesos para su amo. Aquí se encuentran algu­
recortadasá manera de hojas, ó ahuecadas, figuran unas ritos practicados por la multitud, sin hallarse ni abso­ públicas, los poderosos y los humildes iban descalzos nos indicios del tierno culto de los Lares, y se recuer­
cestas donde los vientos llevan con el polvo las semi­ lutamente sancionados ni proscritos por la Iglesia, de iglesia en iglesia, procurando desarmar la cólera da á la hija de Laban, llevando consigo sus dioses pa­
llas de los vejetales. La siempreviva se arraiga en los pues en realidad son meras armonías de la Religión y divina. El pastor les precedía con lina cuerda al cue­ ternos.
cimientos; los musgos rodean los desiguales escom­ la naturaleza. Cuando el pueblo cree oir la voz de los llo, víctima humilde que se sacrificaba por la salva­ El pueblo estaba persuadido de que nadie comete
bros con su elástica borra; la zarza hace salir sus cír­ muertos en los vientos; cuando habla de las fantas­ ción del rebaño. una acción aviesa sin condenarse á tener á la vista, du­
culos oscuros en el hueco rasgado de una ventana, mas de la noche; cuando va en peregrinación para El pueblo no temia estas plagas cuando guardaba rante el resto de su vida, espantosas apariciones. La
y la yedra, extendiéndose á lo largo de los claustros alivio de sus males, es evidente que todo esto no es el crucifijo de ébano, el laurel bendito, ó la imágen antigüedad, mas sabia que nosotros, hubiérase abste­
septentrionales, pende en graciosos festones sobre otra cosa que unas tiernas relaciones entre algunas del santo, patrono de la familia. ¡ Cuántas veces no nido de destruir estas armonías de la Religión, la
los arcos. escenas naturales, ó algunos dogmas sagrados y la se arrodillaba delante de estas reliquias, para alcanzar conciencia y la moral. Ni hubiera rechazado esa otra
No hay ruina alguna de efecto mas pintoresco que miseria de nuestros corazones. Síguese de aquí que de ellas Jos auxilios que no obtuviera de los hombres! opinión, en cuya virtud se tenia por cierto que todo
estos escombros. Bajo de un cielo nebuloso, en medio cuantas mas devociones populares tiene un culto, mas ¿Quién no conoce á Nuestra Señora de los Bosques, aquel que disfrutaba de una prosperidad ilegítima, ha­
de los vientos y las tempestades, y á la orilla del mar poético es, puesto que la poesía se funda en los movi­ habitadora del tronco de un añoso espino, ó del mus­ bia hecho un pacto con el espíritu de tinieblas y lega­
cuyas tormentas cantó Osian, su arquitectura gótica mientos del alma y los accidentes de la naturaleza, goso hueco de una fuente? Célebre es su nombre en do su alma á los infiernos.
presenta algo de grande y sombrío, como el Dios de revestidos de cierto misterio, mediante la intervención la aldea por sus milagros. ¡ Cuántas matronas os dirán Por último, los vientos, las lluvias, los soles, las es­
Sin ai, cuya memoria perpetúa. Sentado el viajero en de las ideas religiosas.- ue sus dolores de parto han sido menos intensos taciones, las faenas agrícolas, las artes, el nacimiento,
lasOrcadassobreun altar destrozado, admira la tristeza Compasión deberíamos excitar si, queriendo some­ esde que invocaron á la buena María de los Bos­ la niñez, el matrimonio, la vejez y la muerte, tenian
de estos lugares. Un océano salvaje; unas sirtes cubier­ ter todo á las reglas de la razón, condenásemos con ques! Las doncellas que perdieron á su futuro esposo, sus santos é imágenes, y nunca pueblo alguno se vio
tas de espesas nieblas; unos valles en que se levantan rigor unas creencias que ayudan al pueblo á soportar han visto, á la claridad de la luna, su alma en aquel mas rodeado de divinidades amigas que el pueblo cris­
sepulcrales piedras; los torrentes que ruedan por entre las amarguras de la vida y le enseñan una moral que solitario lugar, y reconocido su voz en los suspiros de tiano.
los matorrales, y algunos pinos parduzcos disemina­ nunca le enseñarían las mejores leyes. Es conve­ la fuente. Las palomas que beben sus aguas, tienen No tratamos de examinar rigurosamente semejantes
dos sobre un desierto cubierto de nieve, es todo lo niente y hermoso, aunque lo contrario se sustente, siempre huevos en sus nidos, y las llores que crecen creencias. Lejos de prescribir cosa alguna respecto de
que á la vista se ofrece. Gira el viento en las ruinas, y que todas nuestras acciones estén llenas de Dios, y en sus orillas, ostentan en sus tallos perennes capu­ ellas, la Religión servia por lo Contrario para precaver
sus innumerables grietas.se convierten en otros tan­ que sus milagros nos rodeen incesantemente. llos. Era conveniente que la Santa de los bosques su abuso y corregir su exceso. Nuestro único objeto es
tos conductos que exhalan lastimeras quejas. Menos El pueblo es mucho mas sabio que los filósofos. Cada hiciese milagros tan agradables como los musgos en. saber si su fin es moral, y si son mas á propósito que
dulce suspiraba un dia el órgano bajo aquellas religio­ fuente, cada cruz en un camino, cada suspiro del vien­ que habita y las aguas'que la velan. las mismas leyes para conclucir á la muchedumbre á la
sas bóvedas. Las largas yerbas se estremecen en las to en la noche, encierra un prodigio, pues para el hom­ En los grandes acontecimientos de la vida es cuan­ virtud. ¿Y qué hombre sensato puede dudarlo? A fuer­
hendiduras de las cúpulas, y á través de ellas se ve bre de fe, la naturaleza es una constante maravilla. do las costumbres religiosas ofrecen sus consuelos á za de declamar contra la superstición, se llegará á
huir la nube, ó volar el ave de las regiones boreales. Si sufre, ora ante su pequeña imagen y queda con­ los que de ellos hán menester. En cierta ocasión pre­ abrir el camino á todos los crímenes. Lo que debe ad­
Perdido alguna vez el derrotero, oculto un bajel en sus solado. Si necesita volver á ver un pariente ó un amigo, senciamos un naufragio: al saltar á la playa, los mari­ mirar á los sofistas es que en medio de los males que
redondeadas velas, bien así como un espíritu de las hace un voto; toma el báculo y el bordon del pere­ neros se desnudaron, no conservando sino sus pan­ causan, ni aun tengan la satisfacción de ver mas in­
aguas cubierto con sus alas, surca las abandonadas grino, atraviesa los Alpes ó los Pirineos, visita á talones y sus mojadas camisas, pues habían hecho un crédulo al pueblo. Si este dejara de someter su espíritu
olas; y á impulso del Aquilón parece inclinarse á cada Nuestra Señora de Loreto, ó á Santiago de Galicia; voto á la Virgen durante la tempestad; hecho esto, se á la Religión, se entregaría á las mas monstruosas opi­
paso para saludar los mares que bañan los restos del arrodíllase, y pide al santo le devuelva un hijo (pobre encaminaron procesionalmente á una pequeña capilla niones, y se sentiría dominado de un terror tanto mas
templo de Dios. marinero, acaso perdido en los mares), que le salve dedicada á Santo Tomás. El capitán marchaba á su extraño, cuanto que desconocería su causa; temblaría
Por estas ignoradas playas pasaron aquellos hombres su esposa ó prolongue los dias de su padre, y su cabeza, y el pueblo les soguia cantando con ellos el en un cementerio en que se hubiera grabado que la
que adoraban la Sabiduría, que un dia paseó omnipo­ corazón se siente aligerado. Regresa á su cabaña: Ave maris stella. El sacerdote celebró la misa de los muerte es un sueño eterno; y mientras aparentase des­
tente bajo las ondas. Ora, en sus solemnidades, se cargado de conchas, hace resonar las aldeas al sonido naúfragos, y los marineros colgaron en ex voto sus preciar el poder divino, iría á interrogar á la gitana, ó
adelantaban á lo largo de las playas, cantado con el de su bocina, y canta en sencillas trovas la bondad ropas empapadas en el agua del mar, en las paredes á escudriñar sus destinos en los delirios del arte de la
Salmista : «¡Cuán vasto es ese mar que extiende á lo de María, madre de Dios. Todos quieren tener algún de la capilla. La filosofía puede henchir sus páginas adivinación.
lejos sus espaciosos brazos!« Ora, sentados en la gru- I objeto que haya pertenecido al peregrino. ¡ Cuántos de palabras magníficas, pero dudamos que los desgra­ El hombre necesita lo maravilloso, un porvenir y
CRISTIANISMO. 13?
EL GENIO DEL
138 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
tuliano les mostró, que ellos mismos usaban de esta dirigir humildes ruegos al Rey de los reyes , ¿no era
la esperanza, porque se siente formado para la in­ de la selva, como la que, para alejar la tempestad, echa natural que se le hablase en el mas hermoso idioma de
señal en sus haces de armas. La actitud que la cruz
mortalidad. Los conjuros y la nigromancia no son otra á vuelo en nuestros campos un religioso temor, y la hizo tomar al Hijo del Hombre es sublime: el cuei- la tierra, en aquel mismo en que, postradasJas nacio­
cosa en los pueblos que el instinto religioso, y una de que por la noche se tañe en algunos puertos de mar nes, dirigían sus humildes súplicas á los Césares?
po pendiente y la cabeza inclinada forman un con­ Es además cosa notable que las oraciones en lengua
las mas irrefragables pruebas do la necesidad de un para dirigir al piloto á través de los escollos, tienen en traste divino con los brazos extendidos al cielo. ¿Que latina parecen aumentar el sentimiento religioso de la
culto. Muy cerca se está de creer todo cuando en na­ sus confusos rumores sus encantos, y maravillas. El mas? La naturaleza, menos delicada que losincie-
da se cree; hay adivinos cuando no hay profetas; sorti­ repique armónico de las campanas en nuestras fiestas, multitud de los fieles, sin duda por un efecto natural
dulos, ha grabado la cruz en muchas de sus obras, de nuestra inclinación á lo secreto. El hombre, en el
legios cuando se prescinde do las ceremonias religio­ parece aumentar la alegría y el regocijo público, ex­ hallándose una familia entera de flores que pertenecen
sas; y las cavernas de los hechiceros se abren cuando presándose el gozo en una escala de sonidos inmensos, tumulto de sus pasiones, y en el fondo de la miseria
á esta forma, y distinguiéndose por su inclinación a
se cierran los templos del Señor. así como por el contrario, en las grandes calamidades la soledad: la mano del Omnipotente lia grabado tam­ de su vida, al pronunciar palabras poco familiares y
se hace pavoroso suretumbo. Todavía se erizan los ca­ aun desconocidas, juzga que pide todo lo que le falta,
bién la señal de nuestra redención entre los astros. y lo que ignora : lo indeterminado de su oración es
bellos á la memoria de aquellos dias de incendio y de
La urna que en nuestros templos contiene los per­
muerte, en qué la campana vibraba los lúgubres cla­ lo que le agrada y satisface, y su alma inquieta, que
CUARTA PARTE. mores de alarma. ¿Quién ha olvidado aquellos ala­
ridos, aquellos penetrantes gritos, interrumpidos tal
fumes, imita la forma de una navecilla, y exhala olo­
rosos vapores que fluctúan sobre un vaso pendiente
apenas sabe lo que desea, so goza en formar votos tan
misteriosos como sus necesidades.
CULTO, vez por algunos fusilazos, por algunas lamentables y
solitarias voces, y, sobre todo, por los sordos ecos de
de largas cadenas. Por una parte so ven los candela
bros de bronce dorado, imágen de los candelabros Réstanos examinar lo que se llama la barbarie délos
místicos del Rey-Poeta; las Virtudes Cardinales sostie­ cánticos sagrados.
la campana de rebato, ó por el reloj que marcaba tran­ nen el facistol triangular; las liras adornan sus lados, Es opinion generalmente admitida que los hebreos
LIBRO PRIMERO, quilamente la hora transcurrida? corónalo un globo terráqueo; y una aguila de metal,
exceden á los demás pueblos de la antigüedad en el
En una sociedad bien dirigida, el toque de rebato colocada sobre aquellas bellas alegorías, parece llevar género lírico ; y así la Iglesia, que canta todos los dias
Iglesias, ornamentos, cautos, ora­ excita la piedad y el terror, y despierta.de esta mane­ los salmos y las“ lecciones de los profetas, es la primera
sobre sus tendidas alas nuestras oraciones a los cielos.
ciones , solemnidades, etc. ra las dos fuentes de las grandes emociones trágicas. que presentó unos cánticos de fondo precioso. No com­
Ofrécense á la vista por todas partes pulpitos “ger­ prendemos qué puedan tener de ridiculo ni de bárba­
Estos son los sentimientos que producen las campa­ men te colgados, vasos cubiertos de llamas; baIcones
nas de nuestros templos : sentimientos tanto mas be­ y balaustradas de mármol, altos blandones, sillas ele ro «No las siguientes palabras :
CAPITULO PRIMERO. llos , cuanto que llevan siempre consigo un recuerdo esperemos, alma mia, en las promesas del mun­
coro fabricadas por escultores famosos, P/es paradas
De las campanas. confuso del cielo. Si las campanas se hubieran desti­ lámparas, elegantemente torneados, y custodias deru do, etc.
nado á cualquier otro monumento que á las iglesias, »Despierte la tierra á los acentos de mi voz, etc.»
bies diseñadas por eminentes artistas. A'8unas
Ocupémonos ahora del culto cristiano, pues este habrían perdido su simpatía moral con nuestros cora­ los despojos de los templos de los falsos dioses servían »He visto mis tristes dias
asunto es cuando menos tan rico como el cíe las tres zones. Empero no ha sido así. Dios es quien manda al para decorar el templo del Dios verdadero ; las pilas »Declinar hacia su ocaso, etc.»
primeras partes, con las que forma un todo completo. ángel de las victorias voltear las campanas para que Aun en los Evangelios y epístolas do los Apostóles
del agua bendita de San Sulpicio eran dos urnas se­ encuentra la Iglesia otro manantial para sus cantos.
Mas ya que nos preparamos para entrar en el tem­ publiquen nuestros triunfos, ó al ángel de la muerte pulcrales, traidas de Alejandría; las bandejas, las pate­
plo, hablemos desde luego de la campana que á él nos para que anuncie la partida del alma que acaba de Racine, creyendo, como Malherbe y Rousseau, que
nas y el agua lustral recordaban á cada paso los sa estas prosas eran dignas de su musa, procuró imitar­
llama. remontarse á su trono, Así se comunica una sociedad
crificios antiguos, mezclándose siempre, pero sin las. San Crisòstomo, San Ambrosio, Santo Tomás de
Es cosa que maravilla ver cómo se ha hallado un cristiana con la Divinidad por medio de mil voces se­ confundirse, la memoria de lo que tuvieron de mas Aquino, Cofíin y Santeuil por su parte lucieron reso­
medio seguro de producir en un mismo instante, mer­ cretas, y sus instituciones van á confundirse miste­ bello la Grecia é Israel.
ced á un golpe de martillo, un mismo sentimiento en riosamente con la fuente de todo misterio. nar otra vez la lira griega y latina sobre las tumbas
En fin, las lámparas y las flores que adornan nues­ de Alceo y dé Horacio. Atenta la Iglesia á las alabanzas
mil corazones diferentes, obligando á los vientos y á Dejemos, pues, que las campanas congreguen á tras iglesias, perpetúan la memoria de aquellos tiem­ del Señor, mezcla sus conciertos matinales con los de
las nubes á hacerse intérpretes de los pensamientos los fieles, porque la voz del hombre no es bastante pos de persecución, en que los fieles se congregaba
humanos. Considerada luego como armonía, la campa­ pura para convocar al pió de los altares el arrepenti­ en los sepulcros para orar. Creíase ver aquellos prime­ la aurora:
na es de esa belleza de primera clase que los artistas miento , la inocencia y el infortunio. Entre los salva­ ros cristianos, encendiendo clandestinamente sms ha eSplendor paterna gloriai......
denominan lo grande. El fragor del trueno es subli­ jes de la América, cuando el viajero so presentaba á chas bajo las bóvedas fúnebres, y alas don°flas.! d Al ocaso, canta :
me, y lo es tan solo por su magostad; lo mismo aconte­ la puerta de una cabaña, un niño le introducía en el flores para adornar el altar de las catacumbas, un p aCceli Deus santissime......
ce respecto del estrépito de los vientos, de los ma­ liogar de su padre : conveniente sería, si se nos pro­ tor, tan pobre de bienes temporales como ncode bue­ No carece de hermosura esta música de Israel en la
res, de los volcanes, de las cataratas y déla voz de todo hibiesen las campanas, elegir un niño para que nos lira de Racine, pues mas que un sonido real, parece
nas obras, consagraba estos dones al Señor. oirse aquella voz interior melodiosa, que, como dice
un pueblo. llamase á la casa del Señor. verdadero reino de Jesucnstro, del Dios de los peque­ Platon, despierta por la mañanaálos amantes de la vir­
Si Pitágoras prestaba atento oido á los martillazos ños y miserables, cuyo altar era tan pobre como sus tud cantando con toda su fuerza en sus corazones.
de un herrero, ¡con cuánto placer hubiera escuchado CAPITULO II. mismos siervos: mas si los cálices eran de madera, los
el sonido denuestrascampanas,en la víspera de una so­ Pero aun sin recurrir á estos signos, las oraciones
sacerdotes eran de oro, según la expresión de San Bo­ mas comunes de la Iglesia son admirables, no impi­
lemnidad! El alma puede conmoverse con las consonan­ De la vestidura de los sacerdotes, y de los ornamentos nifacio; que nunca brillarán tantas virtudes entre los
cias de una lira, pero no se llenará de entusiasmo como de la Iglesia. diéndonos sentir toda su belleza sino el habito de re­
cristianos, como en aquellas felices edades en que, para
cuando el rayo de los combates la despierta, ó cuando bendecir al Dios de la luz y de la vida, era forzoso ocul­ petirlas desde nuestra infancia. Por todas partes reso­
un alegre repique proclama en la región de las nubes Se declama continuamente contra las instituciones narían las aclamaciones, si se encontrase en Platón o
tarse en las sombras de la noche y de la muerte. en Séneca una profesión de fe tan sencilla, tan puia,
los triunfos del Dios de las batallas. de la antigüedad, sin reflexionar que el culto evangé­
No es este, sin embargo, el carácter mas notable del lico es la única reliquia que de ella ha llegado hasta tan clara como esta : . , , „ . , „ ,,
« Creo en un solo Dios todopoderoso, Ci (ador del
sonido de las campanas, pues tiene con nosotros mil nosotros. En la Iglesia, todo recuerda aquellas remotas CAPITULO III.
»cielo y de la tierra, y de todas, las cosas visibles é
relaciones secretas. ¿Cuántas veces en el silencio de la edades, que, aunque abandonadas mucho bá por los De los cantos y las oraciones.
noche, el fúnebre toque de agonía, semejante á las len­ hombres, son todavía objeto de sus pensamientos. Si »invisibles.» n.
La oración Dominical es obra del mismo Dios, que
tas pulsaciones de un corazón moribundo, lia sorpren­ se fija la consideración en el sacerdote cristiano, Se reprueba en el culto católico el uso de una lcn- conocia todas nuestras necesidades : medítense bien
dido á una esposa adúltera que lo escuchaba? ¿Cuántas de repente nos vemos trasladados á la patria de los cua extraña al pueblo, como si se le predicara en latín,
veces llegaron basta el ateo, que en su vigilia impía Numas, de los Licurgos, ó de los Zoroastros. La tiara ó no estuviese traducido el Oficio divino en todos sus palabras : , • ,
osaba-tal vez escribir contra la existencia de Dios? La nos recuerda al medo errante por las ruinas de Suza « Padre nuestro que estás en los cielos, n
los libros de la Iglesia. Por otra parte, si la Religión
pluma abandona su mano, y cuenta con espanto los y deEcbatana. El alba, cuyo nombre latino significa Reconocimiento de un Dios único.
hubiera sido tan inconstante como los hombres, mu­
golpes de la muerte, que parecen decirle: ¿Por ventura el rayar del clia y la virginal blancura, ofrece gratas- « Santificado sea el tu nombre. »
dando de idioma con ellos, ¿cómo hubiéramos conoci- Culto debido á la divinidad : vanidad de las cosas
no hay Dios? ¡Ah! ¡No fue otro el ruido que pertur­ analogías con las ideas religiosas, y los ornamentos de dolas obras de la antigüedad? ’"X“ humanas : Dios solo merece ser santibcaclo.
bó el sueño de nuestros tiranos! ¡ Admirable es la Reli­ nuestros altares excitan siempre un magestuoso re­ de nuestra condición, que censuramosaquellas
gión, quesolo al golpe de un mágico metal, puede tro­ cuerdo , ó una agradable armonía. aVenga á nos el tu reino. »
mas costumbres á que debemos parte de nuestras Inmortalidad del alma. , , ,
car en tormentos los placeres, conmover al ateo, y ¿Por qué el altar cristiano, semejante á un sepul­
cro antiguo, y la imagen del sol vivo encerrado en CÍMasT noPStoando los usos déla Iglesia romana uHágase tu voluntad, asi en la tierra como en el
hacer caer el puñal de una mano asesina!
Aun despierta sentimientos mas dulces el sonido nuestros tabernáculos, nos complacen tanto? Nues­ sino bajo sus inmediatas relaciones, no comprende ^Palabras sublimes que comprenden todos los atri­
de las campanas. Cuando en el tiempo de siega, y al tros cálices buscaron sus nombres éntrelas plantas, y mos que la lengua de Virgilio (y en algunos tiemp butos de la Divinidad : resignación santa, que abraza
rayar el alba, se oye con el canto fie la cogujada, el la azucena les prestó su forma: graciosa concordancia v limares la de Homero), sea desagradable. Creemo.
grato repique de las campanas de nuestras aldeas, entre el Cordero y las flores. gSk» .mis« >Sise todo el órden físico y moral del universo.
Bien así como la señal mas directa de la fe es la uEl pan nuestro de cada dia, dánosle lioy. »
nos parece que el ángel de las mieses, para despertar con los sidos, se adapta muy bien al culto clei &ei ¡ (lue unción y fondo de filosofía ! La única necesi­
á los trabajadores, suspira en algún instrumento he­ cruz, así también lia sido el objeto mas ridículo para Eterno incomprensible é inmutable; ademas deque dad real del hombre es un poco do pan : necesítale so-
breo la historia de Sófora ó de Noemi. Tanto esa cam­ algunos. Los romanos, igualmente que los nuevos ene­ Endones el conocimiento de nuestros males a
pana agitada por las fantasmas en la antigua capilla migos del Cristianismo, se burlaron de ella; pero Ter-
440 BIBLIOTECA DE EL GENIO DEL CRlüTIANtSííO. f-íí
GASPAR Y ROtG.
lamente para hoy (hodie), porque, ¿existirá acaso ciso inferir que solo el pueblo cristiano, que tiene un
En la visita á los enfermos, decia el sacerdote al en­ CAPITULO IV. culto real, es el que conserva una inmolación.
mañana ? trar : Paz á está casa y á los que la habitan, y des­
« Y perdónanos nuestras deudas, asi como noso­ pues á la cabecera del enfermo: DE LAS SOLEMNIDADES DE LA IGLESIA.
Admitido este principio, acaso se pretenderá impug­
tros perdonamos á nuestros deudores.» nar Ja forma; mas si toda la objeción se reduce á esto,
«Padre de misericordia, conserva y manten á este no será difícil probar que la misa es el mas bello, el
Hé aquí la moral y la caridad en dos palabras. »enfermo en el gremio de tu Iglesia, como uno de sus Del Domingo.
«No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos »miembros. Atiende á su contrición, recibe sus lágri- mas misterioso y divino de todos los sacrificios.
de mal.» Ya hemos dado á conocer la belleza de ese séptimo Una tradición universal nos enseña que la criatura
»mas y alivia sus dolores.» dia, que corresponde al del descanso del Criador; di­ se hizo en tiempos pasados culpable contra el Cria­
Hé aquí el corazón humano por entero: hé aquí el Despues leia el salmo In te, Domine : « En tí he
hombre y toda su fragilidad. No pide fuerzas para »esperado, Señor, líbrame por tu justicia.» visión de tiempo conocida en la mas remota -antigüe­ dor, resultando de tal creencia que todas las naciones
vencer, no pide no ser tentado, ni dejar de sufrir. dad. Poco importa saber si esto era una tradición lian procurado apaciguar el cielo; todas juzgaron que
. ¡ Cuanto mas divinas aun parecen estas considera­ oscura de la Creación, trasmitida al género humano era necesaria una víctima, y se lo persuadieron de tal
Solo quien hizo la naturaleza humana pudo conocerla ciones al recordar que aquellos á quienes iba á visitar
tan bien. por los hijos de Noe, ó si la inventaron los pastores manera que empezaron ofreciendo en holocausto al
de este modo el sacerdote, eran casi siempre unos des­ mediante la observación de los astros; lo cierto es, que hombre mismo, siendo el salvaje quien recurrió desde
No hablaremos de la Salutación angélica, llena ver­ validos , cuyo techo era de humilde paja!
daderamente de gracia, ni de aquella confesión que es la mas perfecta de que se. sirvió jamás legislador luego á este terrible sacrificio, como que era por su
Todos conocen las excelentes oraciones de los Ago­ alguno. Prescindiendo de sus exastas relaciones con la naturaleza el mas inmediato á la sentencia original,
hace el cristiano cada dia á los piés del Eterno. Jamás nizantes. En primer lugar se lee la oración Proficis­
reemplazarán las leyes la moralidad de semejante cos­ cere : « Salid, alma cristiana, de este mundo; » des­ fuerza de los hombres y de los animales, tiene aque­ que pedia la muerte del hombre.
tumbre. Considérese bien el freno que es para el hom­ pues este lugar de la Pasión : En aquel tiempo salió llas grandes armonías geométricas que procuraron A las víctimas humanas sustituyóse después ia san­
bre esta confesión humilde, que renueva dia y noche: Jesús hacia el monte Olívete, etc.; luego el salmo establecer siempre los antiguos entre las leyes parti­ gre de los animales; pero en las grandes calamidades
Pequé de pensamiento, palabra y obra. Pitágoras Miserere mei; en seguida esta lección del Apocalip­ culares y generales del universo : esta división señala se tornaba, á la primitiva costumbre. Los oráculos pe­
había recomendado á sus discípulos una confesión se­ sis : En aquellos dias vi á muchos muertos, qrandes seis dias para el trabajo; y el seis, por medio de dos dían á los hijos mismos de los reyes: la hija de Jepté,
mejante; pero estaba reservado al Cristianismo reali­ y pequeños, que comparecieron ante el Trono , etc.; sencillas multiplicaciones, produce los trescientos se­ Isaac é Ifigenia fueron reclamados por el cielo irrita­
senta dias del año antiguo, y los trescientos sesenta do : Curcio y Codro se sacrificaron por Roma y Atenas.
zar estos, sueños de virtud de los sabios de Roma y y, en fin, la lamosa visión de Ezequiel: La mano del
Atenas. grados de la circunferencia. Podíase, pues, encontrar No obstante, el sacrificio humano fue el primero
Señor estuvo sobre mí, y habiéndome conducido magnificencia y filosofía en la ley religiosa que di­ que los pueblos abolieron, porque pertenecía al esta­
En efecto, el Cristianismo parece al mismo tiempo fuera por el espíritu del Señor, me dejó en un cam­
una especie de secta filosófica, y una antigua legisla­ po cubierto de huesos. Entonces el Señor me dijo: vidía el círculo de nuestros trabajos de la misma ma­ rlo de la naturaleza , en que el hombre es casi entera­
nera que el que recorren los astros en su revolución; mente físico-, continuóse por largo espacio de tiempo
ción.. De él proceden las abstinencias, los ayunos, y Profetiza al espíritu ; hijo del hombre, di al espíri­ inmelando diferentes animales; pero cuando la socie­
las vigilias, pues no solo se encuentran vestigios de tu : Venid de los cuatro vientos, y soplad sobre es­ como si el hombre no tuviese otro término á sus fa­
tigas que la consumación de los siglos, ni menores dad empezó á envejecer, y se reflexionó sobre el ór-
esto en las antiguas repúblicas, sino que lo vemos tos muertos para que revivan, etc.
espacios que llenar con sus dolores que la duración de den de las cosas divinas, echóse de ver la insuficiencia
practicado por las escuelas sabias de Ja India, del También habia oraciones determinadas para los in­ los tiempos. del sacrificio material; comprendióse entonces que la
Egipto y de la Grecia; de manera que cuanto mas se cendios, las pestes y toda clase de calamidades. No sangre de los machos de cabrío y de las terneras no
examina el. fondo de la cuestión, es tanto mayor el olvidaremos, mientras existamos, haber oido leer, El cálculo decimal puede convenir á un pueblo, mer­
cantil; pero nada tiene de hermoso ni cómodo para las podia en manera alguna rescatar á un ser inteligente
convencimiento de que la mayor parte de los insultos durante el inminente riesgo de un naufragio, el sal­
demás relaciones de la vida, ni para las grandes ecua­ y capaz de virtud. Buscóse, pues, tina hostia mas dig­
lanzados contra el culto cristiano, hieren de rechazo mo Confitemini Domino : « Confesad al Señor, por­
la antigüedad. Pero volvamos á las oraciones. ciones celestes. La naturaleza lo emplea raras veces, na de la naturaleza humana. Ya enseñaban los filóso­
que es bueno»...... pues violenta, digámoslo así, el año y el curso del sol; fos que los dioses no se movían por las hecatombes,
Los actos de fe, esperanza y caridad, y el de .con­ «El lo manda, y levantándose el viento de latem- y la ley de la gravitación (única ley acaso del uni­ y que solo aceptaban la ofrenda de un corazón humi­
trición , disponían asimismo el corazón á la virtud; »pestad, se arremolinan las olas»....... llado, y Jesucristo confirmó estas vagas nociones déla
las oraciones de diversas ceremonias cristianas, relati­ verso), se verifica por el cuadrado y no por el quin­
«Entonces los marineros claman al Señor en su con tuplo de las distancias. Ni se adapta mas al desarro­ razón. “ El Cordero místico, sacrificado por la salva­
vas á objetos civiles ó religiosos, ó á simples acci­ nieto, y él los libra del peligro. ción de la humanidad, reemplazó las primicias de las
dentes de la vida, ofrecian congruencias perfectas, llo, germinación y vejetacion de las especies, porque
«Avasalla la tormenta, conviértela en calma, y las casi todas las hembras llevan el tres, el nueve y el ovejas, y á la inmolación del hombre físico se susti­
pensamientos elevados , grandes recuerdos, y un es­ »olas del mar se aplacan. » tuyó para siempre la inmolación de las pasiones, ó el
tilo igualmente sencillo que magnífico. En la misa doce , que corresponden al calculo seximal.
En la Pascua, Jeremías levantábase de entre el polvo Sin embargo, la experiencia prueba que el quinto es sacrificio del hombre moral.
nupcial leia el sacerdote la epístola de San Pablo: de Sion para llorar al Hijo del Hombre. La Iglesia es Cuanto mas se profundiza el Cristianismo , mas se
« Hermanos mios, estén las mujeres sujetas á sus ma- cogía lo mas hermoso, patético y melancólico que hay un dia muy inmediato, y el décimo demasiado dis­
tante para el descanso; y el Terror jamás pudo preci­ advierte que no es otra cosa que la ilustración de la
»ridos como al Señor;» y en el Evangelio: «En aquel en los Santos Padres, y en el Antiguo y Nuevo Tes­
sar al aldeano á observar la década, porque hay para razón natural, y el resultado necesario de la vejez de
»tiempo se llegaron los fariseos á Jesús para tentarle, tamento, para componer los cánticos de esta semana,
ello una impotencia absoluta en las fuerzas humanas, la sociedad. ¿Quién podria sufrir hoy la sangre infecta
»y le digeron: ¿Puede el hombre abandonar su mu- consagrada al mayor y mas doloroso de todos los mis­ de los animales enrededor de un altar, y creer que los
»jer ? Y les respondió: Está escrito que abandonará terios. Hasta las Letanías exhalaban suspiros y excla­ y también en las de los animales. El buey no puede
trabajar nueve dias consecutivos , y al cabo del sexto despojos de un buey nos hacían propicio el cielo? Lo
»el hombre á su padre y á su madre, para unirse á su maciones admirables, como lo manifiestan estos versí­ que se concibe con facilidad, es que una víctima
»mujer.» pide con sus mugidos las horas .señaladas por el Cria­
culos de las Letanías de la Providencia: dor para el reposo general de las criaturas. espiritual, ofrecida diariamente por los pecados de los
En la bendición nupcial, despues de haber repetido «Providencia de Dios, consuelo del alma pere­ El domingo reunía todas las ventajas, porque era a hombres, puede ser acepta á los ojos del Señor.
el celebrante las palabras que el mismo Dios pronunció grina;
sobre Adam y Eva, Crescite et multiplicamini, anadia: un mismo tiempo un dia de placer y de religión. Es en Sin embargo, para la conservación del culto exte­
» Providencia de Dios, esperanza del pecador de­ verdad necesario que el hombre descanse de sus tra­ rior habia necesidad de un signo sensible, símbo­
« ¡ Oh Dios! unid, os suplicamos, los espíritus samparado ;
de estos esposos, y derramad sobre sus corazones bajos; pero como la ley civil no puede extenderse á las lo de la víctima moral. Jesucristo, antes de dejar la
»Providencia de Dios, calma de las tempestades; horas de su descanso, el eximirle también en este tierra, no olvidó la grosería de nuestros sentidos, que
una verdadera amistad. Mirad con ojos propicios á »Providencia de Dios, descanso del corazón, etc.; no pueden carecer de objeto material: al efecto ins­
vuestra sierva... Haced que su yugo sea un yugo de tiempo de la ley religiosa, seria librarle de lodo freno,
»Ten piedad de nosotros.» sumergirle de nuevo en el estado de la naturaleza, y tituyó la Eucaristía, en la cual, bajo las especies
amor y de paz, que, casta y fiel, siga siempre el Por último, nuestros antiguos cánticos y aun los visibles de pan y vino, ocultó la ofrenda invisible de
ejemplo de las mujeres fuertes; que se haga amable villancicos de nuestros abuelos, no carecían de mé­ lanzar repentinamente á un salvaje en medio de la so­
ciedad. Para evitar semejante peligro, hicieron tam­ su sangre y de nuestros corazones. Tal es la explica­
á su marido como Raquel; que sea sabia como Re­ rito , pues se percibían en ellos la sencillez y el ver­ ción del sacrificio cristiano, que no ofende, por cier­
beca ; que goce de larga vida, y sea fiel como Sara... dor, digámoslo así, de la fe. ¿Y porqué sino, en nues­ bién los antiguos del dia de descanso un día religioso;
ejemplo consagrado por el Cristianismo. to, ni al buen sentido ni á la filosofía; y si el lector
que logre una dichosa fecundidad; que guarde una tras misiones del campo nos enternecíamos cuando los quiero meditarla un tanto, acaso le brindará algunas
vida pura é irreprensible , para que llegue al des­ labradores cantaban: nuevas reflexiones sobre los abismos santos de nues­
canso de los santos, y al reino del cielo. Haced, Se­ CAPITULO V. tros misterios.
ñor, que vean entrambos los hijos de sus hijos hasta Adoremos todos ¡oh misterio inefable!
la tercera y cuarta generación, y que lleguen á una Explicación de la misa.
¿A un Dios encubierto, etc.?
venturosa vejez.» CAPITULO VI.
Cuando salia la recien parida á misa se cantaba el Hay un argumento tan sencillo y natural en favor
No era sino porque habia en estas voces campestres de las ceremonias de la misa, que es extraño se baya Ceremonias y oraciones de la misa.
salmo Nisi Dominus-. «Si el Eterno no edifica la casa,
un acento. irresistible de verdad y convencimiento. ocultado á los católicos en sus controversias con los
»en vano trabajan los que la edifican.» Réstanos justificar los ritos del sacrificio. Supon­
Los villancicos que pintaban las escenas rústicas, te­ protestantes. ¿Qué es lo que constituye el culto en
En la ceremonia de la conminación, ó anuncio de
man en boca de la aldeana un estilo lleno de gracia; cualquiera'religión? El sacrificio. La religión que no gamos, que la misa es una ceremonia antigua, cuya
la cólera divina al principio de Cuaresma, se pro­
y, cuando acompañaba su canto con el rumor del huso, lo tiene, carece de culto propiamente dicho. Esta.es descripción y oraciones se hallan en los juegos se­
nunciaban estas maldiciones del Deuteronomio: y sus hijos apoyados sobre sus rodillas escuchaban culares de Horacio, ó en algunas tragedias griegas:
«Maldito sea el que ha despreciado á su padre y á una verdad incontestable, porque en todas las nacio­
su madre. < J con suma atención la historia del niño Jesús y del nes de la tierra lian nacido las ceremonias religiosas ¡ cuánto no admiraríamos el siguiente diálogo, con que
Pesebre, hubiérase en vano buscado aires mas dul— del sacrificio, y no este de aquellas. De aquí es pre­ se inaugura el sacrificio cristiano!
»Maldito sea el que aparta al ciego del camino, etc.» I
1 ces, ni religión mas conveniente á una madre.
142 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. F.L GENIO DEL CRISTIANISMO. 143

—Me acercaré al aliar de Dios. Cántase el Prefacio sobre el antiguo recitado de la to de aquellos esposos de la soledad, de aquellos hijos hijos, y las doncellas dejan los busos, los ganados y
—Del Dios, que regocija mi juventud. tragedia griega , invitando á las Dominaciones, á las del yermo, cuya antigua vestidura renuévala memo­ las fuentes para venir á celebrar la festividad.
—Envía tu luz y tu verdad; ellas me condujeron Potestades, á las Virtudes, á los ángeles y á los se­ ria de otras costumbres y de otros siglos. Sigue el clero Reúnense en el cementerio de la parroquia, sobre
á tu monte santo y á tus tabernáculos. rafines á que desciendan con la gran víctima , y áque secular á estos solitarios, cuyo religioso séquito cier­ los sepulcros de sus abuelos, cubiertos de verdor. Acu­
— Me acercaré al altar de Dios, del Dios que re— repitan con el corazón de los fieles el triplicado'Sanc- ran tal vez ios prelados re vestidos «ion la púrpura ro­ de luego del lugar vecino todo el clero destinado á la
gocija mi juventud. tus, y el Hosanna que llena eternamente los ámbitos mana. Aparece solo al fin, el pontífice do la fiesta lle­ ceremonia, que por lo regular se reduce á un anciano
— Cantaré con el arpa tus alabanzas, ¡oh Señor! del cielo. vando en sus manos la imagen de la radiante Eucaris­ pastor, conocido solamente por el nombre de párroco;
pero, alma mia ¿por qué estás triste y por qué me Llégase en fin el momento terrible. Acaba de abrir­ tía, que se deja ver bajo un palio al término de la ma- nombre respetable y digno de veneración, en que
se el Cánon, en que está grabada la ley eterna; há- gestuosa pompa, á la manera que algunas veces se lia venido á confundirse el suyo propio, y quemas
conturbas?
— Esperad en Dios, etc. cese la consagración con las palabras de Jesucristo, y muestra el sol bajo una resplandeciente nube de oro, que el ministro del templo, indica el padre laborioso
Este diálogo es un verdadero poema lírico entre el el sacerdote, inclinándose profundamente dice: «Señor! á la extremidad de una alameda iluminada por sus del rebaño. Sale, pues, de su retiro, construido junto
sacerdote y el catecúmeno : el primero, lleno de dias sea agradable á tus ojos la hostia santa como los do­ rayos. á la morada de los difuntos, cuyas cenizas custodia, y
v de experiencia, llora la miseria del hombre por quien nes del justo Abel, como el sacrificio de nuestro pa­ Entre las filas de la procesión se ven también inte­ donde está constituido como un centinela avanzado
va á ofrecer el sacrificio; el segundo, lleno de espe­ triarca Abraham, y como el de tu sumo sacerdo­ resantes grupos de niños : unos presentan canastillos en las fronteras de la vida, para recibir á todos los que
ranza y de juventud, canta la víctima por la cual ha te Melquísedec ; te suplicamos mandes que estos do­ de flores, otros vasos de perfumes. A la señal del que entran y á todos los que salen de este reino de dolo­
nes sean llevados á tu sublime altar por manos de tu dirige la procesión, los coristas se vuelven hácia la res. Un pozo, unos álamos, una parra al rededor de
de ser rescatado. su ventana, y algunas palomas componen toda la he­
Sigue el Confíteor, oración admirable por su mo­ ángel, en presencia de tu Magestad divina. » imágen del Sol eterno, y hacen volar las rosas desho­
ralidad. El sacerdote implora la misericordia del Om­ Pronunciadas estas palabras, el misterioso cumple, jadas por donde aquella lia de pasar. Los Levitas, ves­ rencia de este rey de los sacrificios.
y el Cordero desciende para ser inmolado. tidos de blancas túnicas, mecen delante del Altísimo Este apóstol del Evangelio, vestido con una sencilla
nipotente para sí y para el pueblo. sobrepelliz, congrega sus ovejas delante de la puerta
El diálogo prosigue de este modo: los incensarios. Elévansc entonces piadosos cánticos
O moment solennel ! ce peuple prosterné, á lo largo de las santas filas: el ruido de las campa­ de la iglesia, y les dirige un discurso, hermoso sin
— ¡Señor, escucha mi oración! Ce temple dont la mousse a couvert les portiques, duda alguna, si le juzgamos por las lágrimas de los cir­
— Y mis clamores lleguen á tí. _ nas y el estampido del cañón anuncian á las nacio­
Ses vieux murs, son jour sombre et ses vitraux gothiques; nes de la tierra que el Omnipotente lia salido del cunstantes. Oyésele repetir con frecuencia : Hijos
Sube entonces el sacriíicador al altar, se inclina y Cette lampe d’airain qui, dans l’antiquité, míos, mis amados hijos; que tal es todo el secreto
besa con respeto el ara sagrada, que en tiempos anti­ Symbole du soleil et de l’éternité, umbral de su templo. Las voces y los instrumentos en­
Luit devant le Très-Haut, jour et nuit suspendue ; mudecen por intérvalos; y un silencio tan magestuo- de de la elocuencia del Crisòstomo campestre.
guos contenia los huesos de los mártires, tici no i c— Después de la exhortación, empieza la asamblea á
cuerdo de las catacumbas. La majesté d’un Dieu parmi nous descendue ; so como el de los grandes mares en un dia de calma,
Les pleurs, les vœux, l’encens qui monte vers l’ante!, reina en la sagrada multitud: nada se escucha ya sino destilar cantando . «Vosotros saldréis con placer, y
Penetrase el sacerdote en este momento de un luego sere.is recibidos con alegría: las colinas se conmove­
Et de jeunes beautés qui, sous l’œil maternel, sus graves y mesurados pasos.
divino : entona como los profetas de Israel el cántico Adoucissent encor par leur voix innocente rán j y os oirán con gozo.» El estandarte de los santos
que cantaron los ángeles sobre la cuna del Salvador, ¿ A dónde va ese Dios formidable, cuya magestad
De la religion la pompe attendrissante ; proclaman las potestades de la tierra? A reposar bajo y la antigua bandera de los tiempos caballerescos abre
v del cual ovó Ezequiel una parte dentro de la nube: Cet orgue qui se tait, ce silence pieux, el camino ai rebaño, que le sigue en tropel con su
«¡Gloria á Dios en la alturas del cielo, y paz en la L’invisible union de la terre et des cieux, las tiendas de lino y los arcos de ramaje que le ofre­
cen, como en tos dias de la Antigua Alianza , tem­ pastor. Entran en caminos sombríos y profundamente
tierra á los hombres de buena voluntad! ¡Te ado­ Tout enflamme, agrandit, émeut l’homme sensible :
Il croit avoir franchi ce monde inaccessible, plos inocentes y retiros campestres. Los humildes de cortados por las pesadas ruedas de los carros ; salvan,
ramos, te bendecidos, te alabamos, rey del cielo, las altas barreras, formadas con solo un tronco de en­
en tu gloria inmensa ete.d» , _ Où sur des harpes d’or l’immortel séraphin corazón, los pobresy los niños le preceden; los jueces,
Aux pieds do Jéhovah chante l'hymne sans lin. los guerreros y los potentados le siguen. Así caminan cina, y caminan á lo largo de una hilera de espinos don­
Al cántico se sigue la Espistola. El amigo del re­ Alors de toutes parts un Dieu se fait entendre; de zumba la abeja y silban los mirlos. Los árboles es­
dentor del mundo, Juan, hace oír sus palabras llenas entre la sencillez y la grandeza, y él se muestra á los
1! se cache au savant, se révéle au cœur tendre: hombres como el hermoso mes que lia escogido para tán cubiertos de flores ó adornados de nacientes hojas.
de dulzura; ó el sublime Pablo, desaliando á la muer­ Il doit moins se prouver qu’il ne doit se sentir (I). Los bosques, los valles, los rios y las rocas oyen
te descubre los misterios de Dios. Al leer el Evange­ su fiesta, estación de flores y de tempestades.
Las ventanas y las tapias de la ciudad están corona­ alternativamente los’ himnos de los labradores. Admi­
lio, el sacerdote se detiene, y suplica á Dios purifique rados de estos cánticos, los alados huéspedes de los
sus labios con el ascua con que tocó los do Isaías. Re­ das de habitantes, cuyos corazones se dilatan en esta
CAPITULO VII. fiesta del Dios de la patria : el recien nacido extiende campos salen de las nuevas mieses y se detienen ¡i
suenan entonces las palabras de Jesucristo en el con­ alguna distancia para ver pasar la pompa aldeana.
curso cristiano : unas veces se recuerda la sentencia La festividad del Corpus. sus tiernos brazos al Jesús de la montaña, y el ancia­
no, inclinado hácia el sepulcro, se siente repentina­ La procesión vuelve, enfili, á entrar en la aldea,
de la mujer adúltera; otras vemos al Samaritano ver­ y cada cual torna á sus tareas, pues la Religión no lia
tiendo el bálsamo sobre las llagas del caminante, y No so parecen las fiestas cristianas á las ceremonias mente libre de sus temores, pues una esperanza se­
creta de vida le colma de inmensa alegría á Invista del querido que el dia en que se piden á Dios los bienes
otras á los párvulos bendecidos por su inocencia. del paganismo; no se lleva en ellas un buey-dios, ni de la tierra, fuese un dia de ocio. ¡Con cuán lisonjeras
¿Qué pueden hacer el sacerdote y los beles, des­ un macho cabrío sagrado en triunfo, ni hay obligación, Dios vivo. , . esperanzas no se introduce la reja en les surcos, des­
pués de haber oido semejantes palabras? Declarar que so pena de ser despedazado, de adorar un gato, un co­ Las solemnidades del Cristianismo oslan enlazadas
de un modo admirable con las escenas de la natura­ pués de haber implorado al que dirige el sol, y guar­
creen firmemente la existencia de un Dios que dejó codrilo, ó de tenderse ebrio por las calles, prorum- da en los tesoros de su poder los vientos .del Medio­
ejemplos tales al mundo; por esto se canta en triun­ piendo en alaridos, y cometiendo todo género de abo­ leza. La fiesta del Criador llega en el momento en que
la tierra y el cielo declaran lodo su poder; en que los dia y las templadas lluvias! Para acabar bien un dia
fo á continuación el símbolo de la fe. La filosofía, que minaciones por Venus, Flora y Baco: en nuestras so­ tan santamente comenzado, los ancianos de la feli­
se precia de aplaudir las cosas grandes, debiera haber lemnidades todo es esencial mente moral. Si la Iglesia lia bosques y los campos pululan en generaciones nuevas,
todo está unido con los vínculos mas dulces : no hay gresía acuden al anochecer á conversar con el párroco,
advertido que esta es la primera vez que todo un pue­ desterrado de ellas las danzas , es porque conoce las que cena bajo los álamos de su patio. La-luna esparce
blo lia profesado públicamente el dogma de la unidad pasiones que encubre este placer, en apariencia inocen­ una sola planta viuda en los campos.
Por el contrario, la desnudez de las plantas y el lulo las últimas armonías sobre esta fiesta, que renuevan
de Dios : Credo in unum Deum. te; ei Dios délos cristianos no pide mas que los deseos cada año el mes mas apacible y el curso delastro mas
del corazón, y los movimientos tranquilos de un alma de la creación anuncian la fiesta de los difuntos al
El sacrificado!' prepara después la hostia inmacu­ misterioso. Creóse oir por todas partes germinar las
lada, por si, por los vivos y por los difuntos, y des­ que se ajusta' al apacible concierto de las virtudes. hombre que cae como las hojas de los árboles.
En la primavera, emplea la Iglesia en nuestras aldeas semillas en la tierra, nacer y crecer las plantas, y mur­
pués ofrece el eáliz diciendo : «Señor, te ofrecemos el ¿Qué solemnidad pagana podrá rivalizar con la fiesta murar desconocidas voces en el silencio de los bosques,
en qué celebra la Iglesia el nombre del Señor? muy diferente aparato. La fiesta del Corpus conviene
cáliz de nuestra salud.» Bendice el pan y el vino, y mas al esplendor de las cortes, y las rogativas, a la como el blando coro de esos ángeles campestres, cu­
dice: «Venid, Dios eterno, y bendecid este sacrificio.» No bien anuncia la aurora la fiesta del Rey del mun­ yo socorro so ha implorado; en tanto, los suspiros del
do, cúbrense las casas de ricos tapices, siémbranse sencillez de los lugares. El campesino siente con ale­
Y lava sus manos. gría abrirse su alma á las benignas influencias de la ruiseñor resuenan en los oidos de los ancianos, sen­
«Lavaré mis manos entre los inocentes ¡ Olí Señor! las calles de flores, y el gozoso clamor de las campanas tados no lejos de los sepulcros.
llama al templo á la innumerable multitud de los fieles. Religión , y sus terrones al rocío del cielo. ¡Dichoso
no permitas que termine mis dias entre los sangui­ aquel que produzca mieses útiles, y cuyo humilde cora­
narios.» Memoria de las antiguas persecuciones. Dada la señal, conmuévese todo, y empieza á des­
filar la religiosa procesión. zón se incline al peso de sus propias virtudes, como el CAPITULO IX.
Preparado todo, se vuelve el celebrante al pueblo,
Muéstrense en primer lugar los gremios, conducien­ tallo del trigo, al del grano precioso de que está car­
y dice: DE ALGUNAS FESTIVIDADES CRISTIANAS.
«Orad, hermanos míos.» do en hombros las imágenes de sus protectores y gado!
El pueblo responde: algunas veces las reliquias de aquellos que nacidos La Navidad, Reyes, etc.
«Reciba el Señor este sacrificio de tus manos.» en ínfima clase, lian merecido por sus virtudes ser CAPITULO VIII.
Enmudece el sacerdote por un momento, y después venerados de los reyes: lección sublime que solo la Los que nunca han vuelto sus corazones hácia aque­
anunciando de repente la eternidad, exclama: Per religión cristiana lia dado al mundo. De las rogativas. llos tiempos de fe en que un acto de religión era la
omnia saecula sceculorum: Brilla luego el estandarte santo de Jesucristo, no
ya cual insignia de dolor , sino como señal de alegría: Al sonar las campanas de la aldea, abandonan los fiesta de una familia; los que desprecian los placeres
¡ Levantad vuestros corazones!
a pasos lentos se adelan ta en dos filas un largo séqui- rústicos su trabajo. El viñador desciende de la colina, en que solo se encuentran sencillez é inocencia, son
Y responden infinitas voces :
el labrador corre por el llano, el leñador sale del mon­ ciertamente dignos de compasión. Mas, al privarnos de
Habcmus ad Dominum: estos sencillos solaces, ¿se nos ofrecerán otros mejores?
u Los elevamos hasta el Señor.» (1) El ¡lia de difuntos, por Mr. de Fontanes. te; las madres, cerrando sus cabañas, llegan con sus
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EL GENIO DEL cristianismo. 145
[Ah! Harto le liemos oxperimenta'do. ¡Cosa extra­ dad en el momento mismo en que su culto podía cau­ bogar paterno. Sus nietos, que después de mucho regocijo se sorteaban aquellas dignidades reales que
ña! ¡Los hombres poderosos que hablaban en nom­ sar la muerte! Concluyamos, pues, que solo aquella tiempo no soñaban en otra cosa que en la esperada no costaban suspiros ni lágrimas; contentábanse con
bre de la igualdad y do las pasiones, no han podido fiesta que tenga conexión con la Religión, las cos­ fiesta, abrazaban sus rodillas, y le rejuvenecían con su aquellos cetros que no pesaban en las manos de los
fundar jamás una fiesta; y el sanio mas oscuro, que tumbres y la memoria de los beneficios, será subsis­ juventud. Todos los semblantes respiraban alegría, que los empuñaban. Muchas veces, un fraude que re­
nunca había predicado sino pobreza , obediencia y tente y durable. No basta decir á los hombres Regoci­ todos los corazones se dilataban; la sala del festín es­ doblaba la alegría de los súbditos, y solo excitaba las
desprecio á los bienes de la tierra, tenia su solemni­ jaos, para que.se regocijen, porque no se establecen taba maravillosamente adornada, y todos estrenaban quejas de la reina, hacia caer la suerte á la hija de
vestidos. En medio de los brindis, de la algazara y del la casa y al hijo del vecino, recien venido del ejérci—

ANTIGUOS SEPULCROS DE EGIPTO.


SEPULCROS DE OTAITI.

dias de placer como de luto, ni es tan fácil mandar cristiana, y la Religión mezclaba amigable algún goce
entre tanta tristeza; los corazones sencillos no re­ to. Los dos jóvenes se sonrojaban, y no sabían qué con otros socorros. Los juegos del tiempo antiguo, y
reir como hacer llorar. hacer de su corona, mientras sonreían las madres, un baile cuyo primer músico era algún antiguo cria’do,
Mientras la estatua do Marat reemplazaba la de San cuerdan sin enternecerse aquellas horas de desahogo los padres se hacían señas, y el abuelo bebia á la sa­ prolongaban los placeres nocturnos; y nodrizas, ni­
Vicente de Paul, y mientras se celebraban todas aque­ y sociedad, en que se juntaban alrededor de las tortas lud de la nueva soberana.
llas pompas, cuyos aniversarios están señalados en que traían á la memoria los presentes de los Magos. ños, arrendadores, criados y amos, bailaban juntos
nuestros fastos como dias de eterno dolor , alguna El abuelo, retirado lodo el año en el rincón de su Presente el cura á la tiesta, recibía aquella pri­ la antigua rueda.
piadosa familia celebraba en secreto una devota tiesta aposento, salia aquel gran dia, como la divinidad del mera parte llamada de los pobres, para distribuirla Estas escenas se representaban en toda la cristian-
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146 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROÍG.
EL GENIO DEL CRISTIANISMO, 447
dad, desdo el soberbio palacio basta la humildé choza; la cruz del camino, ó del santo de.' la roca se to­
y no habia labrador que no encontrase medio de lle­ CAPITULO. X. CAPITULO XI. maba un breve descanso, seponia el féretro so’bre una
nar en este dia los deseos del Bearnés. ¡Qué sucesión piedra, y se invocaba á la Virgen del campo á cuyos
de felices dias! ¡Navidad, Año nuevo, la fiesta de los Funerales del guerrero; séquito de los ricos, cos­
FUNERALES. tumbres, etc. piés el difunto labrador habia pedido en tantas ocasio­
Magos, el Carnaval! En ellos renovábanlos arrendado­ nes una dichosa muerte, ó una abundante cosecha.
res sus arrendamientos, los trabajadores recibían sus Exequias de los potentados. ¡Cuán noble sencillez presidia las exequias del guer­ Allí solia poner al medio dia sus bueyes á la sombra,
salarios; este era el tiempo de los matrimonios, de rero cristiano! Cuando aun habia alguna creencia, se mientras que rodeado de su familia tomaba su frugal
los presentes, de las limosnas, de las visitas; el clien­ veia con placer á un capellán en la tienda de un cam­ alimento de leche y pan moreno, al canto de las cigar­
te veia al juez, y el juez al cliente; los gremios, las Si se recuerda lo que dijimos en la primera parte de pamento, celebrar una misa de difuntos sobre un altar ras y de las avecillas. ¡ Cuán diferentemente descansa
cofradías, los cabildos, los juzgados, las universida­ esta obra sobre el último sacramento de los cristianos, formado de tambores. Hermoso espectáculo era ver al ahora! Mas, álo menos aquellos surcos no serán ya re­
des y los ayuntamientos, se reunían al uso de los galos se confesará que en esta sola ceremonia hay mas belle­ Dios de los ejércitos bajar en todo su poder á la voz gados con su sudor; su seno paternal lia perdido to­
y de las ceremonias antiguas: el enfermo y el pobre zas que en todo lo que conocemos del culto de los fi­ de un sacerdote sobre las tiendas de campaña, mien­ dos sus afanes, y por aquel mismo camino que tantas
eran socorridos. La obligación de recibir á su vecino nados, entre los antiguos. No considerando la religión tras los ancianos guerreros, que habían arrostrado tan veces le guiara á la iglesia en los dias festivos, va ahora
en esta época, hacia que se fraternizase con 61 todo cristiana en el hombre sino su naturaleza moral, ha tas veces la muerte, doblaban sus rodillas delante al sepulcro entre los interesantes monumentos de su
el resto del año, reinando por este medio la paz y la multiplicado los honores en torno del sepulcro, va­ de un féretro, de un altar y de un ministro de paz. vida: sus virtuosos hijos, y sus inocentes mieses.
unión en la sociedad. riando sus pompas según la clase y destinos del difun­ Al redoble de los enlutados tambores, á las inter­
No puede dudarse que estas instituciones religiosas to, y haciendo á todos mas dulce por este medio ese rumpidas salvas del canon, llevaban los granaderos el
servían eficazmente para conservar las costumbres, duro, aunque saludable pensamiento de la muerte, cadáver de su valiente capitán á la fosa que le habían CAPITULO XII.
manteniendo la sinceridad y amor entre los parientes: con que ha querido alimentar nuestra alma; así la abierto con sus bayonetas. Al salir de estos funerales
nosotros estamos ya muy distantes de aquellos tiem­ tierna paloma reblandece en su pico la semilla que lia no se iba en buscade las trípodes, de las dobles copas, De las oraciones porlos difuntos.
pos en que una mujer, al fallecer su marido, buscaba de dar ó sus hijuelos. ni de las pieles de león con uñas de oro, como se bus­
á su lujo mayor, le entregaba las llaves, y le daba las ¿Debe la Religión hacer los funerales de algún po­ caban á porfia en medio de los combates y juegos fúne­ Entre los antiguos, se abandonaba casi sin honor al­
cuentas de la casa como á cabeza de familia. Perdimos deroso de la tierra? pues no temáis que le falte grande­ bres, sino que, en palestra mas gloriosa, y sin inmolar guno el cadáver del pobre ó del esclavo; pero entre
ya la alta idea de la dignidad del hombre, que nos inspi­ za. Cuanto mas desgraciado baya sido el objeto del llan­ una becerra negra á los manes del héroe, se derramaba nosotros, el ministro de los altares, así debe atender al
raba »1 Cristianismo. Madres é hijos prefieren deber to , tanta mayor pompa mostrará alrededor de su en su honor la sangre menos estéril de los enemigos humilde ataúd del aldeano, como al soberbio mausoleo
todo á las condiciones de un contrato, que fiar en tumba; tanto mas elocuentes serán sus lecciones; solo de la patria. del monarca. El indigente del Evangelio, al exhalar su
los sentimientos de la naturaleza, y ha llegado gene­ ella podrá medir la elevación y la caida, y manifestar ¿Hablaremos de aquellos entierros que se hacían en último aliento, se convierte repentinamente, ¡cosa su­
ralmente á sustituirse la ley á las costumbres. aquellas cumbres y abismos, de donde se precipitan y nuestras ciudades á la luz de las antorchas, de aque­ blime! en un ser sagrado y augusto.
Y estas festividades eran tanto mas agradables, adonde van á parar los reyes. llos túmulos, de aquella dilatada fila de carros colga­ No bien el mendigo , objeto de nuestro desprecio,
Cuanto mas antiguas, porque al recorrer las edades Abierta la urna de los dolores, y llena ya de las la­ dos de negro, de aquellos caballos adornados con plu­ ha abandonado esta vida, la Religión nos obliga ó in­
pasadas, se veia con placer que nuestros abuelos se grimas de los monarcas y las reinas, y cuando las mas y mantillas fúnebres, de aquel profundo silencio clinarnos ante él, pues establece una igualdad formi­
liabian regocijado en la misma época que nosotros. ilustres cenizas y las grandes desgracias han reduci­ interrumpido por los versículos del himno de la cólera, dable, ó por mejor decir, nos prescribe respetar á un
Habiéndose multiplicado bastante estas solemnidades, do su doble vanidad á un estrecho ataúd, reúne la Re­ ,el Dies ira# La Religión conducía en esas comitivas justo rescatado con la sangre de Jesucristo, y que,
resultaba que, no obstante los pesares de la vida, ha­ ligión á los fieles en algún templo. Las bóvedas de la de los grandes á los pobres huérfanos, bajóla librea del de una condición os.cura y miserable , acaba de subir
bia encontrado la Religión el medio de proporcionar, iglesia, los altares, las columnas, los santos se cubren infortunio: por este medio hacia sentir á los niños que á un trono celestial; así, pues, el gran nombre de cris­
de sucesión en sucesión, algunos momentos de dicha con velos fúnebres. En medio de la nave se levanta no tenían padre, cierto sentimiento que podia consi­ tiano nivela todo en la muerte , sin que el orgullo del
y de consuelo á millones de desgraciados. un túmulo rodeado de soberbios flameros, y celébrase derarse como un hermoso reflejo delapiedad filial; en­ mas poderoso potentado pueda lograr de la Religión
En la noche del nacimiento del Mesías ofrecian una la misa de los funerales al pié de aquel que ni nació, señaba á los ricos que no hay mediación mas poderosa otra oración que la misma que ofrece por el humilde
a llena de inocencia y de magostad las cuadri- ni morirá jamás. Un sacerdote en pié en la cátedra de para con Dios que la inocencia y el infortunio; mostra­ aldeano.
S e niños que adoraban el Pesebre, la iluminación
y adorno de las iglesias llenas de flores, el pueblo que
la verdad, vestido de blanco'en medio del lulo gene­
ral, calva la frente, pálido el rostro, cerrados los ojos,
ba en fin, á la indigencia lo que valen en el sepulcro
las grandezas humanas.
Mas, ¡ cuán admirables oraciones! Unas veces son
exclamaciones de dolor, otras , gritos de esperanza:
se acercaba á porfía a la cuna de su Dios, los cristia­ las manos cruzadas sobre el pecho, está recogido en En el fallecimiento de los clérigos habia una cos­ el difunto se queja, se regocija, tiembla, confia, gime
nos que en una capilla retirada hacían paz con el cielo, profunda meditación : óbrense de repente sus ojos, tumbre particular: se les enterraba con el rostro des­ y suplica:
los gozosos alleluya, y el ruido del órgano y de las despléganse sus manos, y salen de sus labios estas pa­ cubierto, pues al pueblo le parecía leer en el semblan­ Eccibit spiritus ejus, etc.
campanas. labras: . i te de su pastor el juicio del Supremo Juez, y observar «El dia en que exhalan su espíritu, vuelven á su tier­
Al último dia de júbilo, seguía la ceremonia formi­ »Aquel que reina en los cielos, de quien dependen la alegría del predestinado por entre las sombras de ra original, y todos sus vanos pensamientos perecen.»
dable déla ceniza, bien así como la muerte sigue dios todos los imperios, á quien únicamente pertenecen la una santa muerte, así como en la oscuridad de una Delicia juventutis mece, etc.
placeres. ¡ Oh hombre! «decía el sacerdote, ¡acuér- gloria, la magestad y la independencia, es también noche serena se descubre la magnificencia del cielo. «No os acordéis, Señor, de los delitos de mi juven­
vdate que no eres mas que polvo, y que te convertirás el solo que se gloria en imponer la ley ó los reyes, y Lo mismo se practicaba en los conventos. Vimos en tud, ni de mis ignorancias.»
ven polvoln El oficial que recordaba á los reyes de en darles, cuando le place, grandes y terribles leccio­ cierta ocasión á una joven religiosa, tendida de este Los llantos del Rey-Profeta se interrumpen por los
Persia que eran mortales, ó el soldado romano que nes: ora eleve los tronos, ora los derríbe ó comunique modo en el féretro: su frente se confundía por su pali­ suspiros del santo árabe:
abatía el orgullo del vencedor , no daban lecciones su poder á los príncipes, ó les despoje de él, no deján­ dez con la toca de lienzo con que estaba medio cubier­ «¡Cesa, Dios mió, de afligirme, porque mis dias nada
mas enérgicas. doles sino su propia debilidad, siempre les enseña sus ta; una guirnalda de rosas blancas coronaba su cabe­ son! ¿Quién es el hombre para que tú le engrandezcas,
Un tomo entero no bastaría para pintar detenida­ deberes de un modo soberano y digno de él... za,)' una vela misteriosa ardía en sus manos; pasadas y por qué pones en él tu corazón?
mente las ceremonias de la Semana Santa. Sabido es «¡Cristianos, á quienes la memoria de una gran rei­ algunas horassecerróel ataúd, y se depositó en la bóve­ »Y si me buscares mañana, no subsistiré.
cuán magníficas eran en la capital del mundo cristia­ na, hija, esposa y madre de reyes tan poderosos y so­ da fúnebre. No se salvan de la muerte las gracias y la »La vida me es enojosa; me abandono al llanto y á
no, y asi no nos detendremos en describirlas. Aban­ berana de tres reinos, llama á esta triste ceremonia! az del corazón: así se marchitan las azucenas ó pesar la amargura... Señor, ¿por ventura son tus dias como
donamos á los pintores y á los poetas el encargo de Este discurso pondrá á vuestra vista uno de esos ter­ el candor de su seno y de la tranquilidad de los va­ los de los mortales, ó tus años eternos, como los pa­
representar dignamente aquel clero enlutado, aque­ ribles ejemplos querevelan por entero nuestra vanidad. lles en que habitan. sajeros del hombre?
llos altares , aquellos templos velados, aquellas cam­ En una sola existencia vereis todos los contrastes de Por lo demás, la sencillez de los funerales se reser­ »¿Por qué aportas,' Señor, de mí tu rostro , y me
panas mudas, aquella música sublime, aquellas voces las cosas humanas: la felicidad sin límites, á la par del vaba tanto para el labrador, como para el defensor de tratas como á enemigo? ¿Deberás mostrar todo tu po­
celestiales , cantando los dolores de Jeremías, aquella infortunio; un dilatado y penoso goce de una de las la patria. Cuatro segadores precedidos del cura con­ der contra una hoja que arrebata el viento, y perseguir
Pasión mezclada con los mas incomprensibles mis­ mas nobles coronas del universo; lodo lo mas glorioso ducían en hombros al hombrede los campos al sepulcro á una paja seca?
terios, aquel santo sepulcro rodeado de un pueblo do­ que pueden producir el nacimiento y la grandeza acu­ de sus padres. Si pasaba el entierro cerca de algu­ »El nombre, nacido de la mujer, vive poco tiempo,
lorido , aquel pontífice lavando los piés de los pobres, muladas en una sola frente, expuesta luego á todos los nos labradores, estos suspendían sus trabajos, y des­ y gime abrumado de miserias; huye como una som­
aquellas densas tinieblas, aquel silencio interrumpido ultrajes 'de la adversidad; la rebelión, mucho tiempo cubriendo su cabeza se inclinaban profundamente, y bra, que nunca permanece en el mismo estado.
por ruidos formidables, aquel grito victorioso que sa­ reprimida, victoriosa al fin; sin freno la licencia, las honraban con la señal de la cruz al difunto compañe­ »Mis años vuelan rápidos, y recorro un camino por
lía repentinamente del sepulcro, y en fin, aquel Dios leyes abolidas; la magestad regia violada con atentados ro, que llevara la suya sin quejarse. Así camina­ donde jamás volveré.
triunfante que abriendo el camino del cielo á las al­ inauditos; un'trono indignamente derrocado...; ved ba el cadáver por medio de las amarillentas mieses, »Pasaron mis dias, desvaneciéronse todos mis pen­
mas rescatadas, deja al cristiano virtuososobre la tier­ aquí las saludables enseñanzas con que Dios alecciona acaso sembradas por su mano en la heredad de sus samientos, y todas las esperanzas de mi corazón se
ra, una religión divina é inagotables esperanzas. los reyes.» abuelos. Veíase á lo lejos el ataúd, cubierto con un pa­ disiparon. Digo al sepulcro: Tú serás mi padre, y
¡Recuerdos de un gran siglo, de una princesa des­ ño mortuorio, balancearse como una adormidera ne­ á los gusanos: Vosotros sereis mi madre y mis her­
graciada y de una revolución memorable, ¡cuan tier­ gra sobre los dorados trigos y sobre las flores de púr­ manos.»
nos y sublimes os ha hecho la Religión, al trasmitiros pura y azul. Unos niños y una viuda llorosa formaban De vez en cuando, el diálogo del sacerdote y del coro
á la posteridad! el piadoso acompañamiento. Al pasar por delante de interrumpe la serie de los cánticos.
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j48 biblioteca de GASPAR Y ROlG. EL GENIO DEL cristianismo. 149
«El sacerdote. Mis dias se han desvanecido como ó la corona, para pasar por la baja y humilde puerta berto y de un veterano á los manes de Pompeyo; cer­ oyeron en las laderas de Slímora. Extendiéronse débi­
el humo, y hánse convertido mis huesos en polvo. del sepulcro. En el dia solemne en que se celebran los ca de las ruinas de Cartago se veia sobre un peñasco les sonidos á lo largo de los bosques, y los silenciosos
»El coro. Mis dias han declinado como la sombra. funerales de la familia entera de Adam, el alma mezcla la estátua armada consagrada á la memoria de Catón; valles de la noche se regocijaron. Así, en el silencio
—¿Qué es la vida? un leve vapor. sus dolores por los antiguos muertos, con las penas que en las costas de Italia, el mausoleo de Escipion seña­ del medio dia, cuando Osian está sentado en el valle,
—Mis dias han declinado como la sombra. siente por los amigos recien perdidos . Revístese el pe­ laba el lugar donde este gran hombre murió en el des­ el murmullo de la abeja de la montaña llega á su
—Los muertos duermen en el polvo. sar, por medio de esta unión, de cierta,hermosura tierro ; y el sepulcro de Cicerón indicaba el paraje oido; muchas veces el céfiro lleva á su paso el leve
—Ellos resucitarán, unos en la eterna gloria, otros inefable, así como un nuevo dolor adquiere el ca­ donde este padre de la patria fue indignamente ase­ rumor; mas renaciendo de nuevo, vuelve á embele-
en el sempiterno oprobio. rácter antiguo, cuando ol que le expresa ha formado sinado. i sar á Osian.»
—Todos resucitarán, mas no como antes. su genio en las antiguas tragedias de Homero. Solo Pero, en tanto que la fatal Roma erigía en las orillas El hombre, en la tierra, es semejante al ciego Osian,
—Resucitarán.» la Religión es capaz de ensanchar el corazón humano del mar estos tristes monumentos de su injusticia, la sentado sobre los sepulcros de los reyes de Morven: á
A la comunión de la misa, dice el sacerdote: «Di­ de tal modo que pueda contener tantos suspiros y Grecia, para consuelo de la humanidad, hermoseaba do quiera que extiéndala mano, toca las cenizas de
chosos aquellos que mueren en el Señor; descansan afectos, cuantos son los finados cuya memoria debe las mismas playas, con mas risueños recuerdos. Los sus padres.
desde ahora de sus trabajos, porque sus buenas obras honrar. discípulos de Platón y Pitágoras, dirigiéndose al Egip­
les siguen.» to , á donde iban á instruirse en las cosas divinas, pa­
saban delante de la isla de lo, á la vista del sepul­ CAPITULO V.
Al levantar el ataúd se entona el salmo de los do­
lores y dé las esperanzas: «Señor, yo clamo á tí del LIBRO SEGUNDO. cro de Homero. Era justo que el cantor de Aquiles
descansase bajo la protección de Tetis; y podía su­
Otaíti.
fondo del abismo; ¡lleguen á tí mis clamores!»
Al llevar el cadáver á la sepultura, se vuelve á em­ Sepulcros. ponerse que la sombra del poeta se complacía en nar­
rar las desventuras de Ilion á las Nereidas, ó que, en
Cuando los navegantes surcaron por la primera ver
pezar el diálogo: Qui dormiunt: « duermen en el pol­ el Océano Pacífico, solo vieron extenderse á lo lejos
vo.—Resucitarán.» las tranquilas noches de la Jonia, disputaba á las Si­ unas olas acariciadas continuamente por aromáticas
CAPITULO PRIMERO. renas el premio del canto. brisas. Levantáronse luego del seno do la inmensidad
Si el entierro es de un sacerdote, se añade: «Una
víctima se ha inmolado con gozo en el tabernáculo SEPULCROS ANTIGUOS. muchas islas desconocidas. Unos bosquecillos de pal­
del Señor.» CAPITULO III. meras mezcladas de corpulentos árboles, cubríanlas
Al colocar el cuerpo en el hoyo: « Devolvemos la El Egipto. costas y bajaban hasta el mar formando un vasto anfi­
tierra á la tierra, la ceniza á la ceniza, el polvo al SEPULCROS MODERNOS. teatro ; las azules cimas de las montañas coronaban
polvo.» Muy tristes serian los últimos obsequios tributados magestuosamente estos bosques. Aquellas islas, rodea­
En fin, al tiempo de echar la tierra sobre él, ex­ á los hombres, una vez despojados del sello de la Re­ La China y la Turquía. das de un círculo de corales, parecían mecerse como
clama el sacerdote con las palabras del Apocalipsis: ligión. Admirable cosa es que la voz de la esperanza unos bajeles anclados en medio de las mas tranquilas
Oyóse una vos del cielo que decía: ¡bienaventurados se levante del fondo de la tumba, y que el sacerdote Los chinos tienen una costumbre que respira ter­ aguas : la ingeniosa antigüedad hubiera creído que
los muertos! , . del Dios vivo custodie en ella las cenizas del hombre: nura , pues entierran á sus parientes en los jardines. Venus habia rodeado con su ceñidor aquellas nuevas
Empero, no son estas grandes oraciones las únicas lo cual representa en cierto modo la inmortalidad, ¡Es tan dulce oir en los bosques la voz de las sombras Cíteres, para defenderlas de las tempestades.
que oirece la Iglesia por los difuntos; que si tiene marchando al frente de la muerte. paternas, y conservar siempre en el desierto algunos En medio de tan ignoradas espesuras, la naturaleza
coronas de flores para el féretro de los ñiños, y velos Los funerales nos conducen á hablar de los sepul­ recuerdos! habia colocado un pueblo tan hermoso como el cielo
tan puros como su inocencia, usa también de oracio­ cros, que tan gran lugar ocupan en la historia humana. En la opuesta extremidad del Asia, tienen los turcos que le habia visto nacer. El vestido de los ota'itianos
nes análogas á la edad y al sexo de la víctima. Cuan­ Y para que mejor apreciemos el culto con que los casi la misma costumbre. El Estrecho de los Dardane- se reducía á un tejido de corteza de higuera; habita­
do cuatro doncellas, vestidas de lino y adornadas honran los cristianos, examinemos lo que eran en los los ofrece un espectáculo harto filosófico. Por un lado ban bajo techos construidos con hojas de morera, sos­
de guirnaldas de flores, llevan el cadáver de una pueblos idólatras. se levantan los pr'omontorios de la Europa con todas tenidos en pilares de olorosas maderas, y hacían volar
compañera á una nave colgada de cortinas blancas, Hay un país en la tierra, cuya celebridad procede sus ruinas, y por otro se dilatan las costas del Asia, sobre las ondas las canoas de velas de junco , bande­
canta el sacerdote en alta voz sobre las cenizas de la en parte, de sus sepulcros. Atraído dos veces por la cubiertas de cementerios islamitas. ¡Qué costumbres rolas,' flores y plumas ; tenían danzas y reuniones
doncella un himno á la virginidad. Unas, veces es el hermosura de sus ruinas y recuerdos, los franceses se tan diversas animaron estos parajes! ¡ Cuántos pueblos consagradas á los placeres, y no les eran desconoci­
cántico Ave maris stellas, lleno de lozanía, y en que han encaminado á esta región : el pueblo de San Luis yacen allí, desde que la lirado Orfeo reunió en ellos los das las canciones y,escenas amorosas. Todo respiraba
se representa la hora de la muerte como el cumpli­ siente interiormente cierto noble instinto que le obli­ salvajes, hasta los diasen que estas célebres comarcas allí la molicie de fa vida, en dias llenos de calma, y
miento de la esperanza; otras, reproduce imágenes ga á mezclarse en las cosas grandes como él, en todos volvieron á la barbarie! Pclasgos, helenos, griegos en noches cuyo silencio nada interrumpía; tenderse
tiernas y poéticas sacadas de la Escritura: «Pasó como los ángulos del mundo. No obstante, ¿es cierto que meonios, pueblos de Ilion, de Sarpedon, de Eneas, á la márgen de los arroyuelos, rivalizar en molicie
ol heno de los campos; por la mañana florecía en toda unas mómias sean objetos dignos de curiosidad? Pare­ habitantes de Ida, del Tmolo, del Meandro y del Pac- con las ondas, y andar con sombreros y mantos de
su gracia, y por la tarde la vimos secarse. ¿No es esta ce que el antiguo Egipto temió que la posteridad ig­ tolo, súbditos de Mitridates, esclavos de los Césares, hojas: tal era la existencia de los felices salvajes de
la flor que herida por la reja del arado se marchita, la norase algún día qué cosa era la muerte, y quiso que romanos, vándalos, tribus de godos, de huimos, fran­ Ota'iti. Los cuidados que ocupan los penosos dias de
amapola que inclina su cabeza, abatida por la lluvia de á pesar de los tiempos llegasen á ella algunas mués- cos y árabes, vosotros establecisteis en esas costas el los demás hombres, no eran conocidos entre aquellos
una tempestad? PIuvícb cum forte gravanturae.» tras de cadáveres. culto de los sepulcros, y en esto solo fueron iguales isleños, que vagando por los bosques encontraban la
¿Y qué diremos de la oración fúnebre que pronuncia Ni un solo paso puede darse en este país sin hallar vuestras costumbres. La muerte, burlándose á su ar­ leche y el pan en las ramas de los árboles.
el sacerdote en la muerte de un niño, cuyo féretro le un monumento. ¿Veis por ventura un obelisco? Es un bitrio de las cosas y destinos humanos, ha prestado la Tal se mostró Otaiti á los Coks y Bougainvilles; pero
presenta su madre anegada en lágrimas ? Entona el sepulcro. ¿Los trozos de una columna? Son un sepul­ tumba de un emperador romano á los despojos de un al acercarse á sus costas, distinguieron algunos mo­
himno que los tres niños hebreos cantaban en el hor­ cro. ¿Un subterráneo? Es otro sepulcro. Y cuando la oscuro tártaro, y ha depositado en el sepulcro de un numentos de las artes, que se relacionaban con los de
no, y repite la Iglesia al amanecer del domingo: ¡Ben­ luna, levantándose por detrás de la Gran Pirámide, Platón las cenizas de un mollah. la naturaleza: los pilares de Morai. ¡Oh vanidad de los
brilla sobre el vértice de aquel sepulcro inmenso, placeres humanos! El primer pabellón que se descu­
digan al Señor todas sus obras! La Religión bendice
parece verse el faro de la muerte, y que se yaga so­ bre sobre aquellas playas encantadoras es el de la
á Dios porque ha coronado al infante por medio de la CAPITULO IV.
bre las orillas donde un dia el barquero del infierno ha­ muerte, que descuella sobre todas las felicidades ter­
muerte, y librádole de los pesares de la vida; convida
cia pa sar las sombras. La Caledonia ó antigua Escocia. renas.
á toda la naturaleza á que se regocije alrededor de la
Empero, no creamos que en esos lugares donde á
tumba de la inocencia, y hace resonar, no ya cárnicos
Cuatro piedras cubiertas de musgo señalan en las primera vista solo se advierte una vida insensata, sean
de dolor, sino voces de júbilo y alegría. Animada del CAPITULO II.
mismo espíritu,canta el Laúdate, pueri, Dominum, malezas de la Caledonia el sepulcro de los guerreros desconocidos los graves sentimientos, necesarios á
de Fingal. Pasaron Oscar y Malvina, pero nadaba todos los hombres. Tienen los otaitianos sus ritos re­
y lo termina con aquel versículo: Qui habitare facit Los griegos y romanos.
mudado en su solitaria patria. El montañés de Esco­ ligiosos y ceremonias fúnebres, como los demás pue­
sterilem in domo: matrem filiorum Icetantem. «El
Estos enterraban ordinariamente sus difuntos vul­ cia se complace aun en repetir las canciones de. sus blos, y creen queen la muerte se esconde un alto mis­
Señor que hace fecunda una casa estéril, y que la
gares á la entrada de las ciudades, ó á largo de los antepasados: aun es valiente, sensible y generoso; terio. Cuando se lleva algún esclavo á Morai, todos
madre se regocije en sus hijos...» ¡ Qué cántico para
caminos públicos, porque los sepulcros son los verda­ sus costumbres modernas son el agradable recuerdo huyen del paraje por donde ha de pasar, y el que di­
los afligidos padres! La Iglesia les muestra al hijo que
deros monumentos del hombre viajero. de sus costumbres antiguas. No es ya la mano del bar­ rige la comitiva pronuncia en voz baja algunas palabras
acaban de perder, viviendo en la mansión de la bien­
Esta especie de señales fúnebres, que anunciaban do, permítasenos esta figura, la que se oye sobre el al oido del difunto. Al llegar al sitio destinado para
aventuranza , y les promete otros hijos en la tierra. su reposo, no se entierra el cadáver, sino que se pone
Por último, no satisfecha la Religión con estos des­ á lo lejos al navegante la costa y el escollo, le ofrecían harpa, sino aquel leve rumor de las cuerdas produci­
sin duda un asunto de reflexiones harto graves ¡Oh! do por el contacto de una sombra, cuando anunciaba en una cuna suspendida, y se cubre su rostro con una
velos prodigados á cada individuo, ha coronado las co­ canoa boca abajo , símbolo del naufragio de la vida.
sas de la otra vida con una ceremonia general, en que El mar debía parecerle un elemento seguro y fiel en por la noche en una sala desierta la muerte de un
aquellas playas donde la tormenta habia roto tantas héroe. Algunas veces acude una mujer á llorar cerca de Mo­
reúne la memoria de los innumerables habitantes del
fortunas gigantes, y devorado tantas vidas ilustres. No «Carril acompañaba su voz. Su música, llena de dul­ rai ; siéntase introduciendo sus piés dentro del mar? y
sepulcro: inmensa comunidad de muertos, en que el
lejos de la ciudad de Alejandro, descúbrese el pequeño zura y de tristeza, se asemejaba al recuerdo de las pa­ bajando la cabeza, cubre su semblante con sus cabellos
grande está al lado al pequeño; república de perfecta
monton de arena levantando por la piedad de un li- sadas alegrías, y las sombras de los bardos muertos la en desorden: las olas acompañan el canto de su dolor,
igualdad, en donde no sé entra sin quitarse el casco
7**
4S0 BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIC.
EL GENIO DEL cristianismo. 1S1
y su voz, al par de la de la tumba y la del Océano
CAPITULO Vil. aquel sepulcro cubierto de polvo, sobre que está ten­ tesoros de la Francia estaban á sus puertas; el Sena
Pacífico, sube al trono del Omnipotente. dida la figura gótica de algun obispo, revestido de sus corría á la extremidad de su llanura ; muchos parajes
Cementerios campestres. vestiduras pontificales, enlazadas las manos, y cer­ célebres llenaban á corta distancia todos aquellos
rados los ojos; detienese también en aquel monu­ sitios de hermosos nombres,)' todos los campos deher­
CAPITULO VI. mosos recuerdos ; la ciudad de Henrique IV y de Luis
Los antiguos no tuvieron unos lugares mas agrada­ mento en que un clérigo, reclinado sobre el codo, y la
bles para su sepultura que nuestros cementerios cam­ cabeza apoyada en la mano, parece meditar en la el Grande, descollaba en las cercanías, y el panteón
Sepulcros cristianos.
pestres. Los prados, los campos, las aguas, los bos­ muerte! El'sueño del prelado y la actitud del sacer­ real de San Dionisio se hallaba en el centro de nues­
ques , formaban una alegre perspectiva, y unían sus dote ofrecen algo de misterioso : el primero parece tro poder y de nuestro lujo, como un tesoro en que
Al hablar del sepulcro en nuestra religión se eleva
imágenes sencillas con los sepulcros de los labradores. profundamente ocupado con lo que ve en los sueños se arrojaban los despojos del tiempo, y la supera­
el tono, se fortifica la voz, y se conoce que él es el
Era grato ver el corpulento tejo, que solo vejetaba de la tumba, y el segundo, un caminante que no quie­ bundancia de las grandezas del imperio francés.
verdadero sepulcro del hombre. La tumba del idólatra Allí iban á sumergirse unos tras otros los reyes do
por su corteza, los manzanos del presbiterio, los ála­ re descansar enteramente. ¡ Tan próximo está el mo­
solo nos habla de lo pasado, pero la del cristiano nos Francia. El último que bajaba á aquellos abismos, que­
descubre el porvenir. El Cristianismo ha hecho siem­ mos, los olmos que daban sombra á los muertos, y las mento en que debe despertar!
cruces, símbolos de consuelo y gracia. No se oia allí ¿Y quién es aquella gran señora que allí yace, junto daba en las escaleras del subterráneo, como para
pre en todo lo mejor posible, y nunca ha tenido aque­ convidar á su posteridad á que descendiese. Sin em­
sino el canto de los paiarillos y el rumor de las ovejas á su esposó? Uno y otro se muestran vestidos con toda
llos medios conceptos tan frecuentes en los demás bargo, Luis XIV esperó en vano á sus dos últimos hi­
que rumiaban la yerba de la tumba de su antiguo la pompa gala; un cogin sostiene sus cabezas, tan
cultos; así es que, despreciando las ideas interme­ jos , pues el uno se precipitó al fondo de la bóveda
pastor. pesadas con el sueño de la muerte , que han llegado
dias relativas á determinados lugares y circunstan­ dejando á su padre en el umbral, y el otro desapareció
Las diferentes sendas que atravesaban la bende­ a doblar su almohada de piedra : ¡ dichosos esos es­
cias , se distingue de las demás religiones por una cos­ en una tempestad, como Edipo. ¡ Cosa digna de eterna
cida cerca, terminaban en la iglesia ó en la casa del posos si no han tenido que hacerse en el tálamo de su
tumbre sublime, colocando las cenizas de los fieles á la meditación! El primer monarca que encontraron los
cura para el pobre y el peregrino, que iban á orar al fúnebre himeneo algunas penosas confidencias! En el
sombra de los templos ilel Señor, y depositando los enviados déla justicia divina fue aquel Luis, tan famo­
Dios de los milagros, ó ¿pedir el pan de la limosna fondo de aquella retirada capilla pueden verse cuatro
muertos en el seno del Dios vivo. escuderos-de mármol, armados de piés á cabeza, so por la obediencia que le tributaran las naciones.
Licurgo no temió establecer los sepulcros en medio al hombre del Evangelio, pues el indiferente ó el rico
no pasaban sobre estos sepulcros. enlazadas las manos, y de rodillas á los cuatro ángu­ Todavía habitaba intacto su ataúd. En vano pareció
de Lacedemonia, porque pensó, como nuestra religión, los del sepulcro. ¿Es por ventura aquel Bayardo que levantarse para defender su trono con la magestad de
que las cenizas de los padres, lejos de abreviar los dias No se leian allí otros epitafios que Guillermo ó Pa­
rescataba á las doncellas para que se casasen? ¿Es su siglo, y una retaguardia de ocho siglos de reyes:
de los hijos, prolongan realmente su existencia, y les blo nació en tal año y murió en cual; y en algunos
no habia ningún nombre. Yace olvidado en la muerte acaso Beaumanois que bebia su propia sangre en el en vano, su actitud amenazadora aterró los enemigos
enseñan la moderación y la virtud, que conducen á los de los muertos, cuando precipitado á una huesa co­
el labrador cristiano, como los vejetales útiles entre combate de los Treinta? ¿Oes algun otro caballero el
hombres á una venturosa vejez. Las razones humanas que allí duerme ? Parece que estos escuderos, piden mún , cayó sobre el seno de María de Médicis. ¡ Todo
alegadas contra estas, de índole divina, están muy que ha vivido: la naturaleza no graba el nombre de
las encinas sobre sus troncos derribados en los bos­ con fervor, porque á pesar de su arrojo, estos guer­ fue aniquilado! El Señor habia jurado en su cólera
lejos de ser convincentes. ¿Se muere menos en reros temían á Dios en el fondo de su corazón. Gri­ castigar á la Francia. No busquemos sobre la tierra
Francia que en el resto de Europa, en qué los cemen- ques.
Sin embargo, recorriendo un dia un cementerio tando Montjoie et Saint Denis, arrancaban la Fran­ las causas de tales acontecimientos, porque es mas
-terios están aun en las ciudades? cia á los ingleses, y hacían portentos de valor por la alto su origen.
Cuando en Francia se arrancaron los sepulcros á campestre, leimos un epitafio latino sobre una piedra
que anunciaba el sepulcro de un niño. Acerquéme Iglesia, su dama y su rey. ¿ No hay algo de maravillo­ En tiempo de Bossuet apenas podía depositarse en
las iglesias, el pueblo, menos temeroso que ciertas el panteón de aquellos principes anonadados el cuer­
para admirar la erudición del cura de la aldea, y leí so en aquellos tiempos de los Rolandos, de los Godo-
gentes, y no teniendo los mismos motivos que ellas fredos, y de los señores Couci y de Joinville, y en los po de madama Enriqueta : ¡ Panto se han estrechado
para temer el fin de su vida, se opuso á la altera­ estas palabras del Evangelio:
Sinite párvulos venire ad me. de los moros , de los sarracenos y los reyes de Je­ los sepulcros ! exclama el mas elocuente de los orado­
ción de la antigua costumbre. Y en efecto, ¿ qué rusalem y de Chipre? ¿En aquellos tiempos en que res. ¡Cuan prontamente llena la muerte estos ni­
ventajas tenían los nuevos cementerios sobre los an­ «Dejad que los párvulos se acerquen á mí.»
Los cementerios de la Suiza suelen hallarse sobre el Oriente y el Asia trocaban sus armas y costumbres chos'. » A vista de las edades, cuyas olas murmuran
tiguos?. ¿Dónde estaban sus yedras, sus caducos te­ con la Europa y el Occidente, y cuando, en fin, Ti­ aun en aquellas concavidades, el espíritu cede al poso
jos, y sus céspedes alimentados desde tantos siglos con las rocas, dominando los lagos, los precipicios y los
valles. El ciervo y el águila fijan allí su residencia, y baldo cantaba , y los trobadores se mezclaban con las de los pensamientos que le agovian, y se extremecc
los bienes del sepulcro? ¿Podían acaso mostrar es­ armas, las danzas con la religión, y los torneos con al contemplar tanta nada y tanta grandeza.
tos los huesos sagrados de los abuelos, el templo, la muerte crece sobre estos sitios escarpados como
los sitios y las batallas? Cuando se buscan frases bastante magníficas para
la casa del médico espiritual, y todo aquel aparato aquellas plantas de los Alpes, cuya raiz está sumer­
gida bajo hielos perennes. El difunto aldeano de Gla­ Maravillosos eran sin duda aquellos ya pasados pintar lo que hay allí de mas elevado, se advierte que
de religión que prometía, y aun aseguraba, una pró­ tiempos. La Religión habia enseñado á los caballeros todo aquello exige los términos mas humildes para
xima resurrección? En lugar de esos cementerios cis ó de San Gall, es llevado por su pastor á aquellos
la vanidad de las cosas humanas cuando después de expresar cuanto hay de mas vil. Aquí, sé abaten las
frecuentados, se nos señaló en un arrabal alguna cer­ enhiestos lugares. La pompa fúnebre del entierro es
una larga enumeración de titulos pomposos, añadía: sombras délas envejecidas bóvedas para confundirse
ca solitaria, abandonada de los vivos y de todo recuer­ la magestad de la naturaleza, y su música son los ai­
res bucólicos que sobre las ásperas cumbres de los Poyad por él, pobre pecador. Hé aquí la nada. con las de los antiguos sepulcros; allí una verja de
do, y en donde la muerte, despojada de todo signo Los sepulcros subterráneos reservábanse general­ hierro rodea inútilmente aquellos féretros, pues no
exterior de esperanza, parecía había de ser eterna. Alpes .recuerdan al suizo desterrado su padre, su
madre , sus hermanas, y los balidos de los ganados de mente para los reyes y religiosos. puede defender á la muerte de los asaltos de los hom­
No se dude de ello: cuando se llega á tocar á estas Si alguno quería alimentar su espíritu con útiles y bres. ¡Escuchad el sordo trabajo del gusano del sepul­
bases fundamentales del edificio religioso y moral, su montaña. cro, que parece hilar las indestructibles redes de la
La Italia ofrece al viajero sus catacumbas, ó el hu­ graves pensamientos, érale preciso bajar á las bóvedas
vienen á tierra los reinos. ¡Y si se hubieran contentado de los1 conventos, y contemplar aquellos solitarios su­ muerte ! Todo anuncia que se ha bajado al imperio de
con mudar solamente el lugar de las sepulturas! Mas, milde sepulcro de un mártir en los jardines de Mece­
nas y de Lúculo. La Inglaterra viste de lana sus muer­ midos en eterno sueño, y no menos tranquilos en sus las ruinas; y al percibir cierto olor de antiguo polvo ex­
no contentos con dar este primer golpe á las costum­ tendido por aquellos arcos fúnebres, parece se respi­
tos , y siembra sus sepulcros de reseda: en estos fúnebres moradas, que sobre la tierra. ¡ Sea profundo
bres , desenterráronse las cenizas de nuestros padres, ran, por decirlo así, las emanaciones de los tiempos
cementerios, nuestros ojos han leido arrasados en lá­ tu sueño bajo esas bóvedas, hombre de paz, que re­
del mismo modo que el villano saca en su carro partiste tu herencia mortal á tus hermanos , y que, á que fueron.
la basura de nuestras ciudades. grimas alguna vez un nombre francés entre los epi­
semejanza de aquel héroe de la Grecia, que marchaba ¡Lectores cristianos! Perdonad las lágrimas que
Reservado estaba á nuestro siglo el ver en Francia tafios extranjeros. Pero hablemos ya de los sepulcros
á la conquista de otro universo, no te reservaste sino abrasan nuestros ojos, cuando vagamos entre esta
lo que los antiguos miraban como la mayor calamidad, de la patria. familia de San Luis y Clovis. Si arrojando repentina­
la esperanza!
como el último suplicio con que se castigaba á los mente la mortaja que los cubre , se levantaran esos
malhechores: la dispersión de sus cenizas; y, lo que CAPITULO VIH. monarcas en sus atahudes, y fijarán en nosotros sus ojos
es mas, ver aplaudido este hecho como la gran con­ CAPITULO IX. á la luz de la lámpara sepulcral! ¡Si! Vemos incorpo­
quista de la filosofía. ¿ Qué delitos cometieron nues­ Sepulcros en las iglesias. rarse esos espectros regios, los reconocemos y nos
tros abuelos para que así se tratasen sus restos, sino San Dionisio.
atrevemos á preguntar á estas magestades del sepul­
el de haber engendrado unos hijos como nosotros? Recordad por un instante los antiguos monasterios
Veíanse en otro tiempo, no lejos de París, las mas cro : ¡ Pueblo real de fantasmas! decidnos : ¿ Quer­
Pero escuchad el fin de todo esto, y vereis la crueldad I ó las catedrales góticas, cual un tiempo existían. Recor­
famosas sepulturas que han fabricado los hombres, y ríais ahora resucitar para ceñiros una corona ? ¿ Am­
de la sabiduría humana. En algunas ciudades de Fran­ red su coro, sus naves oscuras, sus claustros que servían
los extranjeros que iban en gran número á visitar las bicionáis el trono ?......Pero ¿ por qué tan profundo
cia se construyeron calabozos sobre los cementerios, ¡ de asilo á los muertos, y aquellos santuarios llenos de
maravillas de San Dionisio, regresaban diciendo como silencio? ¿Por qué enmudecéis bajo esas bóvedas?
fabricándose prisiones sobre el campo mismo en que sepulcros. En ese laberinto de tumbas, ¿cuáles excitan
San Gregorio : En verdad, esta nación es la mayor Sacudís las régias cabezas, y desciende una nube de
Dios decretara el fin de toda esclavitud; se edificaron mas la atención ? ¿ Son por ventura aquellos monu­ polvo; vuestros ojos tornan á cerrarse, y os reclináis
mentos modernos recargados de figuras alegóricas, entre todas. Pero levantóse un furioso huracán en
lugares de dolor para reemplazar las moradas en que derredor del palacio de la muerte ; estrelláronse con­ otra vez lentamente en vuestros sepulcros!
deben terminar todas las penas; y por única seme­ que abruman con sus helados mármoles unas cenizas
tra él las olas de los pueblos, y asombrados los hom­ ¡ Ah ! ¡ Si hubiéramos preguntado á esos muertos
janza, espantosa á la verdad, entre estas prisiones, y no menos heladas? ¡Vanos simulacros, que parecen
bres , se preguntan aun : ¿ Cómo ha desaparecido el campestres, cuyas cenizas visitamos no há mucho,
aquellos cementerios se pronunciaron los juicios ini­ participar del doble letargo del sepulcro y del de los co­
razones mundanos que los han erigido! ¡Aun así, casi templo de Ammon bajo las arenas de los desiertos? hubieran separado suavemente ios céspedes de sus
cuos de los hombres en el sitio mismo en que Dios No faltaba magestad al edificio gótico donde se reu­ sepulturas, y saliendo de la tierra cual resplande­
habia dictado las sentencias de su inviolable justicia. i nadie fija en ellos su vista; pero esta se detiene en
nían estos grandes vasallos de la muerte, porque los cientes vapores, nos hubieran respondido: «Si Dios
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CRISTIANISMO. ’ 83
EL GENIO DEL
1S2 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
y desgraciadas turbas , saca sus bienaventuranzas : tu voluntad! Entonces pronunciaron sus laidos estas
»lo dispone así, ¿por qué no resucitar? ¿Por qué no primeras, sus virtudes morales para las segundas, y '.Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán palabras, que expresan toda la sublimidad del dolor:
»pasar con resignación algunos dias mas en nuestras para todas su misericordia y su caridad, eran otros consolados; bienaventurados los que hán hambre y «¡Triste está mi ánima hasta la muerte!» ¡Ah! si
»chozas ? Nuestras tareas no eran tan pesadas cual tantos medios de salvación de que se valia el cielo; sed de justicia, porque ellos serán hartos, eíc.Los la moral mas pura y el corazón mas tierno, unidos á
»juzgáis, y nuestros sudores tenían sus dulzuras, cuan- medios tan eficaces que dos siglos después de Jesu­ que observan sus preceptos y los que los desprecian, una vida consagrada á combatir el, error y aliviar
»do los enjugaba una tierna esposa, ó los bendecía la cristo , decia ya Tertuliano á los jueces de Roma: son comparados á dos hombres que edifican dos casas, los males de los hombres, son los atributos de la divi­
»Religión.» «Somos de ayer , y ya llenamos todo, vuestras ciuda­ una sobre la dura roca, otra sobre una arena movedi­ nidad, ¿quién osará negar la de Jesucristo? Modelo
Mas ¿á donde nos lleva la descripción de esos sepul­ des , vuestras islas, vuestras fortalezas, vuestros cam­ za; según algunos intérpretes, mostraba al expresarse de todas las virtudes, la amistad le ve dormido en, el
cros , borrados ya de la faz de la tierra? ¡ Los huesos pos , vuestras colonias, vuestras tribus, vuestras de­ así, un lugarcillo floreciente en lo alto de una colina, seno de Juan , ó eneomendando su Madre á este dis­
de los poderosos monarcas han servido de juguete á curias, vuestros consejos, el palacio, el senado, el y á su pie las cabañas destruidas por una inundación. cípulo; la caridad le admira en el juicio de la mujer
los niños; San Dionisio está desierto , y objeto de la foro : solo os dejamos templos. Sola relinquimus tem­ Cuando pidió el agua á la Samaritana, le pintó su adúltera; respira la piedad, y bendice las tribulaciones;
profanación, crece la yerba en sus derribados altares. pla.» doctrina baje la hermosa imágen de una fuente de agua su inocencia y su candor resplandecen en su'amor á
En lugar del cántico de la muerte que resonaba en sus A la grandeza de los preparativos naturales se unió los niños; la fortaleza de su alma se muestra superior
bóvedas, solo se escuchan ya las gotas de la lluvia, viva. .
el esplendor de los milagros ; los verdaderos oráculos Nunca los mayores enemigos de Jesucristo han osa­ á los tormentos de la cruz, y su último suspiro es un
que penetran por su roto y descubierto techo; la caí­ mudos, largo tiempo había en Jerusalém, recobraron la do impugnar su persona. Celso, Juliano y Volusiano, suspiro de misericordia: ¡aspiración divina en favor
da de alguna piedra que se desprende de sus ruinosas voz, y las falsas sibilas enmudecieron. Manifestóse confiesan sus milagros, y Porfirio cuenta que los orá­ de la humanidad!
paredes, ó el sonido de su relój que recorre pavoroso una nueva estrella en el Oriento; descendió Gabriel á culos mismos de los paganos le llamaban hombre ilus­
los sepulcros vacíos, y los devastados subterráneos. María, y un coro de espíritus bienaventurados cantó tre por su piedad; Tiberio quiso colocarlo en la clase
durante la noche en lo alto de los cielos : ¡Gloria á CAPITULO n.
de los dioses. Según Lampndio, Adriano le había eri­
Dios, paz á los hombres! Cunde de improviso el ru­ gido templos, y Alejandro Severo le reverenciaba á la
LIBRO TERCERO. mor de que ha nacido el Salvador en la Judea; había par de las imágenes de las almas santas, entre Orfeo CLERO SECULAR.
nacido, sí, mas no en la púrpura, sino en el humilde y Abraham. Plinio exhibió un ilustre testimonio de la
Silera general «leí clero. asilo de la indigencia ; no anunciado á los grandes y á inocencia de aquellos primeros cristianos, que se­ Gerarquia.
los soberbios, sino revelado por los ángeles á los pe­ guían de cerca los ejemplos del Redentor. No hay n-
CAPITULO PRIMERO. queños y á los sencillos; no congregando en deredor lósofo alguno de la antigüedad, á quien no se acrimi­
de su cuna á los afortunados del mundo, sino á los Dadas por Jesucristo las postreras instrucciones á
ne por algún vicio, y los mismos patriarcas incurrie­
De Jesucristo y su vida. desvalidos , y declarándose desde el primer acto de su ron en flaquezas; sólo Jesucristo brilla sin sombra de sus discípulos, subió al Tabor y remontóse á los cielos.
vida el Dios protector de los miserables. Desde aquel momento subsistió la Iglesia en los Após­
mancha alguna, y es la mas sublime copia de esa her­
Cuando el Redentor se hallaba próximo á aparecer Detengámonos aquí para hacer una reflexión. Des­ toles, y se estableció á un mismo tiempo entre judíos
mosura soberana que reside sobre el trono de los cie­
sobre la tierra, las naciones esperaban saludar á al­ de el principio de los siglos vemos á los reyes, los los. Puro y sagrado como el tabernáculo del Señor,
y gentiles. San Pedro, en solo un sermón, convirtió
gún famoso personaje. «Extendídose había en el héroes y los hombres famosos, convertidos en dioses cinco mil hombres en Jerusalém , y San Pablo recibió
respirando solo amor á Dios y á los hombres, é infini­
Oriente, dice Suetonió, una constante y antigua tra­ délas naciones. Mas. lié aquí al hijo de un carpintero, su misión para las naciones infieles. De allí á poco el
tamente superior, por la elevación de su alma, a la Príncipe de los apóstoles echó los fundamentos del
dición de que nacería un hombre en la judea, llama­ en un rincón de la Judea, mostrándose un modelo de mezquina gloria del mundo, presigue á través de los
do á obtener el imperio universal. » Tácito refiere el dolor y de miseria; es infamado públicamente en un poder eclesiástico. Reinaban todavía los primeros Cé­
dolores el gran negocio de nuestra redención, obligan­ sares, y confundíase con la multitud, ya al pié de su
mismo hecho casi en las mismas palabras. Según este suplicio; escoge sus discípulos entre las clases mas do á los hombres, merced al ascendiente de sus virtu­
historiador, «la mayor parto de los judíos estaban con­ humildes; predica solo el sacrificio, la renunciadelas trono él sacerdote incógnito que debía reemplazarles
des, á abrazar su doctrina, y á imitar una vida que no
vencidos, por un oráculo contenido en los antiguos li­ pompas del mundo, del deleite y del poder; prefiere en el Capitolio. La gerarquia comenzó : Lino sucedió
podian menos de admirar. á Pedro, Clemente á Lino ; y esta serie de pontífices,
bros de sus sacerdotes, de que en aquel tiempo (el el esclavo al señor, el pobre al rico, el leproso al sa­ Su carácter era amable y tierno, su caridad no co­
reinado de Vespasiano), prevalecería el Oriente y que herederos de la autoridad apostólica, no, interrumpida
no ; todo lo que llora, todo lo que padece, todo lo nocía límites. El Apóstol nos da una exacta idea de
un hijo de la Judea, reinaría sobre el mundo.» en el trascurso de mas de diez y ocho siglos, nos une
que se mira abandonado del mundo , y de lo que hu­ ella en dos palabras: Iba haciendo bien. Su resigna­
Hablando Josefo de la ruina de Jerusalém, refiere yen los hombres, es objeto de sus delicias; el poder, la ción ó la voluntad de Dios resplandecía en todos los á Jesucristo.
que los judíos se determinaron principalmente á la Con la dignidad episcopal vemos establecerse desde
fortuna y la dicha, blanco son de sus amenazas; tras­ momentos de su vida; amaba y conocía laamistad, Lá­ el principio las otras dos grandes divisiones de la ge-
revolución contra los romanos, por una oscura profe­ torna las nociones comunes delamoral; establece nue­ zaro, á quien sacó del sepulcro, era su amigo; su ma­
cía que les anunciaba que en aquella época se levan­ rarquía : esto es, el sacerdocio y el diaconado. San
vas relaciones entro loshombres, un nuevo derecho de yor milagro tuvo por objeto el mas dulce sentimiento de Ignacio exhorta á los habitantes de Magnesia á obrar
taría un hombre de entre ellos, y dominaría el uni­ gentes, y una nueva fe pública. Be este modo eleva su ía vida. Fue también un modelo del amor á la patria:
verso. en conformidad con su obispo, que ocupa el lugar de
divinidad , triunfa de la religión de los Césares , sién­ «¡Jerusalém! ¡Jerusalém!» exclamaba pensando en el
En el Nuevo Testamento hay también algunos pasa­ Jesucristo, con sus sacerdotes que representan a los
tase sobre su trono, y llega á sojuzgar la tierra! Aun terrible juicio que amenazaba á esta ciudad culpable: apóstoles, y con sus diáconos encargados del cuidado
jes relativos á esta esperanza, á la sazón difundida por cuando la voz del mundo entero se levantara contra lie querido juntar á tus hijos , como la gallina junta
ísraél : la multitud que corre al desierto pregunta á de los altares. Pío, Clemente Alejandrino, Orígenes
Jesucristo; aun cuando todas las luces de la filosofía sus polluelos bajo sus alas, pero has sido rebelde! Di­
San Juan Bautista, si él es el Mesías , el Cristo de y Tertuliano confirman estos grados.
se reuniesen contra sus dogmas , no se nos persua­ rigiendo sus tristes miradas desde lo alto de, una co­ Aunque no se haya hecho mención de los metro­
Dios, el esperado tanto tiempo; y los discípulos de diría que una religión fundada sobre tan asombrosa lina sobre esta ciudad, condenada por sus crímenes, a
Emaus quedan llenos de tristeza al reconocer que Juan politanos ó arzobispos, antes del concilio de Nicea,
base, sea una religión humana. El que pudo hacer una horrible destrucción, no pudo contener sus lá­ este concilio habla de la citada dignidad como de un
no era el hombre destinado á rescatar á Israel. Las Se­ que se adorase una cruz; el que ofreció á los hombres grimas : ¡ Vió la ciudad, dice el Apóstol, y lloro! No
tenta Semanas de Daniel, ó los cuatrocientos y no­ grado gerárquico establecido muy de antiguo ; Ata-
por objeto de su culto la humanidad pacientey la vir­ fue menos notable su tolerancia , cuando, rogándole nasio y San Agustín citan metropolitanos anterio­
venta años después de la restauración del templo se tud perseguida, no puede menos de ser un Dios. sus discípulos hiciera bajar fuego del cielo sobre un res á este concilio. Desde el segundo siglo esta ca­
habían cumplido ya: en fin , Orígenes, después de ha­ Jesucristo se muestra entre los hombres lleno de pueblo samaritano que le habia negado hospitalidad, lificada Lyon de ciudad metropolitana, y San Ireneo,
ber referido todas estas tradiciones de los judíos, aña­ gracia y de verdad : la autoridad y dulzura de su pa­ respondió con indignación: ¡No sabéis lo que me
de « que gran número de ellos confesaron á Jesucristo su obispo, gobernaba toda la Iglesia galicana.
labra cautivan las almas. Viene para ser el mas des­ Algunos autores han opinado que los arzobispos
como el libertador prometido por los profetas.» graciado de todos los mortales, y todos sus prodigios ^sfel Hijo del Hombre hubiera bajado del cielo ro­
son también de institución apostólica; y en efecto, Eu­
Entretanto, preparaba el cielo los caminos del Hijo son en favor de los miserables. «Sus milagros, dice deado de toda su virtud y poder, ciertamente hubie- sebio y San Crisòstomo dicen que Tito , obispo, era
del Hombre. Las naciones, tanto tiempo desunidas en Bossuet, brillan mas por su bondad que por su po­ rale costado escaso esfuerzo la práctica de tantas vir­ cabeza reconocida de los obispos de la isla de Creta.
costumbres y gobierno, fomentaban enemistades he­ der. » Para inculcar sus preceptos, escoge el apólogo tudes: mas en esto .se cifra la gloria del misterio. Las opiniones acerca del origen del patriarcado va­
reditarias; mas, cesa repentinamente el fragor de las ó la parábola , que se graba fácilmente en el espíritu Jesucristo sentía dolores, su corazón se enternecía rían. Baronio de Marca, y Riquerio hacen subir esta
armas, y los pueblos, reconciliados ó vencidos, vienen de, los pueblos. Da lecciones divinas caminando por como el de un hombre, y nunca se le advirtió señal dignidad hasta los apóstoles ; parece sin embargo
á confundirse con el pueblo romano. los campos ; al ver las flores, exhorta á sus discípulos alguna de cólera, sino contra la dureza del alma y la que no se estableció en la Iglesia sino en 385, cua­
Por un lado , la religión y las costumbres habian á que. esperen en la Providencia que sostiene las dé­ insensibilidad. Repetía continuamente : Amaos unos tro años después del concilio general de Constanti-
llcgadc á aquel grado de corrupción que producen biles plantas, y alimenta á las avecillas ; y al mirar á otros. Padre mió, exclamaba, ya en poder de los
forzosamente Jas vicisitudes humanas ; por otró,los los frutos de la tierra, enseña á juzgar al hombre por verdugos, Padre mió, perdónalos, porque no saben n°EÍ nombre de cardenal se aplicó al principio indis­
dogmas de la unidad de Dios y de la inmortalidad del sus obras. Si se le presenta un niño, recomienda su lo que hacen. Próximo á separarse de sus amados dis­ tintamente á los primeros titulares de las iglesias.
alma empezaban á esparcirse por el mundo. Abriéron­ inocencia; si se halla entre los pastores se da á sí cípulos prorumpió en llanto ; sintió los horrores del
Como estos cabezas del clero eran regularmente hom­
se de este modo por todas partes los caminos á la doc­ mismo el título de Pastor ele las almas, y se repre­ sepulcro v las angustias de la cruz; un sudor de san­
bres distinguidos por sus virtudes y ciencia, los papas
trina evangélica, y una lengua universal iba á propa­ senta llevando sobre sus hombros la oveja descarriada. gre corrió por sus divinas mejillaa , y lamento que les consultaban los negocios delicados, y llegaron á
garla. En la primavera siéntase en la cumbre cíe una monta­ le hubiese abandonado su Padre. Cuando el ángel le ser poeo á poco el consejo permanente de la Santa
El imperio romano se componía de naciones, unas ña , y deduce de los objetos que le rodean ingeniosos presentó el cáliz, dijo: «¡Olí Padre mío! si es posible, Sede , hasta que pasó á ellos el derecho de elegir
salvajes, cultas otras, pero la mayor parte infinita­ medios para instruir á la multitud que atónita le ro­ aparta de mí este cáliz; pero si debo beberlo, hágase ,
mente desgraciadas : la sencillez de Cristo para las dea ; del espectáculo mismo que le ofrecen las pobres
184 BIBLIOTECA DE GASPAR Y R01G. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 155

pontífices cuando la comunión de los fieles se hizo de­ la fortaleza de la cristiandad; es decir, los concilios y tía en los tiempos bárbaros; y como esta investidura exasperado su carácter, y la propiedad le ha robado
masiado numerosa para poder congregarse. las persecuciones. «Traed ávuestra memoria, dice La envolvía una responsabilidad inmensa, así en esta vida la inocencia del salvaje; es tímido, grosero, des- •
Las mismas causas que dieron origen á los carde­ Bruyere, aquel grande y primer concilio, en que cada como en la otra, estaba lejos de ser solicitada por me­ confiado, avaro, y mas que todo ingrato; pero mer­
nales cerca de los papas, produjeron los canónigos uno de los Padres que ló componían se distinguía por dio de la intriga. Los Basilios y ¡los Ambrosios huian al ced ó un milagro, este hombre, naturalmente per­
cerca de los obispos ; los canónigos eran unos sacer­ algún miembro mutilado, ó por las cicatrices que desierto, temiendo ser elevados á una dignidad, cuyos verso, es benévolo y recto en manos de la Religión.'
dotes que componían la córte episcopal. Aumentando revelaban los furores de la persecución, y que parecía . deberes intimidaban á sus mismas virtudes. Su pusilanimidad se torna en valor, su inclinación
los negocios de la diócesis , los miembros del sínodo les daban derecho á sentarse en aquella asamblea No solo estaba obligado el obispo á cumplir sus de­ á la doblez en una fidelidadá toda prueba, su ingrati­
se vieron obligados á distribuirse el trabajo. Los unos general de toda la Iglesia.» beres religiosos,' esto es, enseñar la moral, administrar tud en un agradecimiento sin límites, y su descon­
se llamaron vicarios, los otros grandes vicarios, etc., ¡Deplorable espíritu de partido! Voltaire, que en los Sacramentos y conferir las Órdenes, sino que acep­ fianza en una seguridad absoluta. Compárense aquellos
según la extensión de sus respectivos cargos. El con­ todo manifiesta horror á la sangre, y amor á la huma­ taba también el peso de las leyes civiles y de los de­ aldeanos impíos que profanaban las iglesias, devasta •
sejo entero tomó el nombre de cabildo, y cada indi­ nidad , se esfuerza en persuadir que hubo pocos már­ bates políticos, para apaciguar un príncipe , evitar ban las propiedades, y quemaban á fuego lento las mu­
viduo el de canónigo, que significa administrador tires en la primitiva Iglesia; y como si jamás hubiera una guerra, ó defender una ciudad. El obispo de París, jeres, los niños y los sacerdotes, con esos habitantes
canónico. leido los historiadores romanos, llega casi hasta negar en el siglo íx, salvando con su valor esta capital, im­ de la Vendée, que defendían el culto de sus padres,
Los simples sacerdotes, y aun los legos nombrados aquella primera persecución, de que Tácito nos ha pidió acaso que la Francia sucumbiese al yugo de los únicos libres cuando toda la Francia se doblegaba al
por el obispo para la dirección de una comunidad re­ hecho tan espantosa pintura. El autor de Zaira, que normandos. yugo del Terror; compárese, y adviértase la enorme.
ligiosa , dieron origen al órden antiguo de los abades. conocía el poder de la desgracia, temió que los ánimos «Era tal el convencimiento, dice d’ Hericourt, de tliferencia que la Religión establece entre los hom­
Mas adelante veremos cuán útiles fueron las abadías á se conmoviesen á la descripción de los sufrimientos que la obligación de recibir á los extranjeros era un bres.
las letras, á la agricultura, y en general á la civilización de los cristianos, y quiso arrancarles una corona que cargo inherente al episcopado, que San Gregorio Hase culpado á los curas de ciertas preocupaciones de
europea. tanto los recomendaba á los corazones sensibles, y quiso, antes de consagrar á Florentino, obispo de An­ estado ó de ignorancia; pero la sencillez del corazón, la
Las parroquias se formaron en la época en que se arrebatarles hasta el prestigio de sus lágrimas. colia, se expresase si habia sido por imposibilidad ó santidad de la vida, la pobreza evangélica y la caridad '
subdividieron los órdenes principales del clero. Siendo Hemos descrito la gerarquia apostólica: unid á ella por avaricia el no haber ejercido hasta allí la hospi­ de Jesucristo, les constituían en una de las clases mas
ya demasiado vastos los obispados, para que los sacer­ el clero regular, de que vamos á nablar, y tendréis la talidad con los extranjeros.» respetables de la nación. Viéronse muchos, que mas
dotes de la metrópoli pudiesen administrar los socorros Iglesia entera de Jesucristo. No tememos decir que Exigíase del obispo que aborreciese el pecado, que hombres parecían espíritus benéficos bajados del
espirituales y temporales á los puntos extremos de la ninguna otra religión presenta tal sistema de be­ mas no al pecador; que sostuviese al débil, y abrigara cielo, en bien de los desvalid&s. ¿Cuántas veces se pri­
diócesis, se erigieron iglesias en los campos. Los mi­ neficios, previsión de fuerza, mansedumbre, y leyes un corazón paternal para con los pobres. Debia no varon del sustento para darlo á los necesitados, y se
nistros destinados á estos templos campestres tomaron morales y religiosas. Nada hay mas sabiamente orde­ obstante, guardar cierta medida en sus dones, para no despojaron de sus vestidos para cubrir al desnudo?
el nombre de curas, del latin cura, que significa cui­ nado que estos grados, que empezando en el último fomentar profesiones peligrosas ó inútiles, como los ¿Y habrá quien se atreva á denostar á estos hombres,
dado , fatiga. El nombre no es pomposo, y se de­ cantor de la aldea, van elevándose hasta el trono pon­ farsantes y cazadores, verdadera ley política, que re­ por alguna severidad en su opinión? ¿Quién de nues­
biera haberlo excusado, pues tan bien llenaban las tificio que sostienen y los corona. De este modo, me­ frenaba por una parte el vicio dominante de los roma­ tros soberbios filántropos querría que en el rigor del
condiciones de su cargo. diante sus diferentes órdenes, tocaba la Iglesia todas nos, y por otra el de los bárbaros. invierno se le despertase á media noche, para admi­
Además de estas iglesias parroquiales, se constru­ nuestras necesidades: artes, letras, ciencias, legisla­ Si el obispo tenia parientes pobres, le era permitido nistrar los Sacramentos en lo mas distante de los cam­
yeron también capillas sobre el sepulcro de los már­ ción, política, institutos literarios, civiles y religiosos, preferirlos álos extraños, mas no enriquecerlos; «por­ pos, al moribundo que espira sobre la paja? ¿Quién de
tires y solitarios. Estos templos particulares se lla­ fundaciones filantrópicas, todos estos magníficos be­ que, dice el canon, debe atender en tal caso á su in­ nosotros querría sentir continuamente partido de do­
maban martyrium ó memoria; y por una idea aun neficios nos procedían de los órdenes superiores de digencia , mas nunca á los vínculos de la sangre.» lor su corazón al aspecto de la miseria, que no puede
mas dulce y filosófica, se les llamaba también cemen­ la gerarquia, mientras los pormenores, por decirlo así, ¿Y sería extraño que con tanta virtud los obispos se socorrer, viéndose rodeado de una familia , cuyos de­
terios, de una palabra griega que significa sueño. de la caridad y de la moral se difundían por medio de captasen la veneración popular ? Inclinábase la cabeza macrados semblantes y hundidos ojos revelan el hor­
En fin, los beneficios eclesiásticos seculares de­ los grados inferiores hasta las últimas clases del pue­ para recibir su bendición ; cantábase á su vista el Ho­ ror del hambre y de todas las necesidades? ¿Nos seria
bieron su origen á los ágapes ó comidas de los pri­ blo. Si antiguamente fue pobre la Iglesia, desde el pri­ sanna; llamábaseles muy santos y muy amados de grato acompañar á los curas de París, ángeles de la
meros cristianos. Cada fiel llevaba algunas limosnas mero hasta el último escalón, atrihúyase esto áque Dios, siendo estos títulos tanto mas magníficos, cuanto humanidad, á la mansión del crimen y del dolor, para
para el sustento del obispo, del sacerdote y’del diá­ eran justamente adquiridos. consolar al vicio bajo las formas mas repugnantes, y
toda la cristiandad era tan indigente como ella. Em­
cono, y para el socorro de los enfermos y extranjeros. Civilizadas ya las naciones, los obispos, mas cir­ derramar el bálsamo de la esperanza en un corazón
pero no era justo exigir que el clero subsistiese en la
Los ricos , los príncipes y ciudades enteras dieron cunscritos (ín sus deberes religiosos, gozaron de los desesperado? ¿Accederíamos á separarnos del mundo
indigencia, cuando la opulencia crecía en su derre­
después tierras á la Iglesia', en lugar de aquellas in­ dor. Hubiera perdido todo su ascendiente, y ciertas bienes que habían hecho á los hombres, y procuraron de los dichosos, para vivir eternamente entre los sufri­
ciertas limosnas. Divididos estos bienes en diferentes clases de la sociedad , con las que no hubiera podi­ dispensarles otros nuevos, aplicándose mas particular­ mientos, no recibiendo al morir por única recompensa
porciones, por el consejo de los superiores eclesiás­ mente á conservar la moral, á las obras de caridad y á á tantos beneficios, sino la ingratitud del pobre y las
do alternar , se hubiesen sustraído á su autoridad
ticos, tomaron el nombre de prebendas, canonicatos, los progresos de las letras. Sus palacios fueron el asilo calumnias del rico?
moral. La Cabeza déla Iglesia era príncipe, para poder
encomiendas, beneficios curados, beneficios simples hablar á los príncipes; los obispos, iguales á los grandes, de la urbanidad y las artes. Llamados por sus soberanos
ó claustrales, etc., según los grados gerárquicos del al ministerio publico, é investidos con las primeras CAPITULO III.
se atrevían á instruirlos en sus deberes; los sacerdotes
administrador á cuyo cargo se confiaron. seculares y regulares, exentos de ciertas necesidades dignidades de la Iglesia, desplegaron talentos que
CLERO REGULAR.
Respecto de los fieles en general, el gremio de sociales, se mezclaban con los ricos y reformaban sus excitaron la admiración de Europa. Hasta estos últi­
cristianos primitivos se distinguía en creyentes ó fieles, costumbres; y en fin, el simple párroco se acercaba al mos tiempos, los obispos de Francia han sido ejemplos Origen de la vida monástica.
Y en catecúmenos. El privilegio de los creyentes era obre, á quien por su destino debía aliviar con sus de moderación y doctrina; y aunque pudieran ale­
el ser recibidos á la santa mesa, asistir á todas las ora­ eneficios y consolar con su ejemplo. garse algunas excepciones, sin embargo, mientras los Si es cierto que una cosa es poéticamente hermosa
ciones de la Iglesia, y pronunciar la Oración Dominical, No es esto decir que el mas indigente sacerdote no hombres sean sensibles á las impresiones de la virtud, en razón de su antigüedad, espreGiso confesar que la
que San Agustín llama por esta razón Oratio fidelium. pudiese también instruir á los grandes del mundo, é recordarán que mas de sesenta obispos católicos han vida monástica tiene derecho á nuestra admiración,
Los catecúmenos no podían asistir á todas las cere­ inducirlos á la virtud, mas no podía seguirle en sus vagado fugitivos por los pueblos.protestantes, y que á puesto que se pierde en las primeras edades del mun-
monias, ni se trataba de los misterios delante de ellos, costumbres como el clero superior, ni usar el conve­ pesar de las preocupaciones religiosas, y de las preven­ d®. El profeta Elias, huyendo de la corrupción de Is­
sino con oscuras parábolas. niente lenguaje. La misma estimación de que gozaba, ciones que suelen militar contra el desgraciado, se rael , se retiró á las orillas del Jordán, donde con al­
El nombre de lego se inventó para distinguir al emanaba en parte de los órdenes superiores de la Igle­ han conciliado la veneración y respeto de aquellos gunos discípulos, se sustentaba de yerbas y raíces. Sin
hombre que no pertenecía al cuerpo general del clero. sia. Es, por otra parte, necesario que los grandes pue­ pueblos ; recordarán que el discípulo de Lutero y de necesidad de retroceder mas en la historia, parécenos
El título ue clérigo se formó al mismo tiempo, y las pa­ blos tengan un culto grandioso, y altares donde el Calvino han ido á oir predicar en algún oscuro retiro al bastante maravilloso este origen de las órdenes reli­
labras laici et xAí/hxoí se leen en cada página de los miserable pueda encontrar los debidos socorros. prelado romano desterrado, el amor á la humanidad giosas. ¿Qué no hubieran dicho los poetas de la Gre­
antiguos autores. Usábase de la denominación de ecle­ Por lo demás, nada hay mas excelente en la historia y el perdón de las ofensas; recordarán, en fin., que cia , si hubiesen encontrado por fundador de estas sa­
siástico, así para hablar de los cristianos por oposición de las instituciones civiles y religiosas, que todo lo tantos nuevos Ciprianos, perseguidos por su religión, gradas congregaciones, á un hombre arrebatado al
á los gentiles, como para designar el clero con relación concerniente á la autoridad, obligaciones é investi­ y tantos animosos Crisóstomos se despojaron del título cielo en un ‘carro de fuego, y que ha de aparecer de
á los fieles ; por último , el título de católico ó uni­ dura del prelado, éntrelos cristianos. En ellas se des­ que ocasionaba sus combates y labraba su gloria, á una nuevo sobre la tierra, el dia de la consumación de
versal, se atribuyó á la Iglesia desde su origen. Euse- cubre la perfecta imágen del pastor de los pueblos, y simple insinuación de la Cabeza de la Iglesia. ¡Dicho­ los siglos?
bio, Clemente Alejandrino y San Ignacio, dan testi­ del ministro de los altares. A ninguna clase de hom­ sos , por haber sabido sacrificar á la paz de su rebaño Desde Elias, la vida monástica desciende, por una
monio de esta verdad. Habiendo preguntado el juez, bres ha honrado mas la humanidad que á los obispos, el brillante mérito de doce años de infortunio y su herencia admirable, por entre los profetas y San Juan
Poleimon al mártir Pionos, de qué Iglesia era, el y en ninguna seria posible hallar mas virtudes, gran­ antigua prosperidad! Bautista hasta Jesucristo, que huia frecuentemente
confesor le respondió: De la iglesia católica, porque deza é ingenio. En cuanto al clero inferior, no es dudoso que á él se del mundo, é iba á orar á las montañas. Los Tera- .
Jesucristo no conoce otra. El jefe apostólico debia no tener defectos corporales, debian esas buenas costumbres que brillaban aun en peutas, abrazando poco después la perfección del re­
No olvidemos en la explicación de esta gerarquia, y ser tan irreprensible como el sacerdote sin man­ la multitud, tanto de las ciudades como de los cam­ tiro , ofrecieron cerca del lago de Mceris en Egipto,
que San Gerónimo la compara á la de los ángeles; no cha descrito por Platón, en sus Leyes. Elegido por el pos. El rústico sin religión es una fiera, sin freno de los primeros modelos de los monasterios cristianos,
olvidemos los medios que enaltecieron la sabiduría y pueblo, era tal vez el único magistrado legal que exis­ educación ni de humano respeto: una vida penosa ha hasta que en tiempo de San Antonio y San Pacomio
156 BIBLIOTECA DE GASPAR V ROIG.
EL GENIO DEL CRISTIANISMO.
aparecieron aquellos famosos solitarios de la Tebaida, ras. Vése á las puertas de Jerusalém un monasterio 157
. que llenaron el Carmelo y el Líbano de grandes de­ sobre el solar dé la casa de Pilotos; en el monte Sinaí, Por lo demás, es constante que las persecuciones tunados en los mas inaccesibles lugares. El salvaje
chados de penitencia. Levantóse entonces una voz de el convento de la Transfiguración, que señala el lu­ de los romanos contribuyeron primero á poblar las poseia las llanuras fértiles que no sabia cultivar, al
gloria y admiración en las mas espantosas soledades; gar formidable en que Jeliovab dictó sus leyes á los soledades ; los bárbaros inundaron luego el imperio, y mismo tiempo que sobre las áridas cimas de los mon­
■ mezcláronse músicas divinas con el ruido de las casca­ hebreos; y mas allá descuella otro convento sobre la rotos los vínculos sociales, no quedó á los hombres tes habitaba otro mundo, que en aquellas rocas es-
das y de las corrientes; los serafines visitaron al ana­ montaña en que Jesucristo desapareció de la tierra. otra esperanza que Dios, ni otro‘refugio que los de­ I carpadas habia salvado, como de un nuevo diluvio,
coreta del peñasco , ó arrebataron su alma resplande­ ¡Y qué de cosas admirables nos muestra el Occidente siertos. Formáronse entonces congregaciones de infor- las reliquias de las artes y de la civilización. Y así
ciente sobre las nubes; los leones le servieron de men­ en la fundación de nuestros conventos, monumentos
sajeros , y los cuervos le llevaron el maná celestial; de nuestras antigüedades galas, lugares consagrados
las ciudades vieron envidiosas caer su reputación an­ por acontecimientos importantes, ó por actos de hu­
tigua, y el desierto cobró alta fama. manidad! La historia, las pasiones del corazón, y la
Caminando así de maravilla en maravilla, en el esta­ beneficencia, se disputan el origen de nuestros monas­
blecimiento de la vida religiosa, hallamos otra clase, terios. Ved en una garganta de los’ Pirineos el hospi­
de principio ú origen, que llamareriios local, esto tal de Roncesvalles, fundado por Carlomagno en el
es, ciertas fundaciones particulares de órdenes y con­ mismo sitio en qué Roldan, flor de los caballeros de
ventos, no menos curiosas ni poéticas que las prime- Francia, dió íin á sus proezas : un asilo de paz y de

SEPULCROS EN LAS IGLESIAS.

socorro consagra dignamente el sepulcro del valeroso qué monasterio es el que se descubre en la cumbre de
caudillo que defendió al huérfano, y murió por su pa­ la colína, y os responderá que es el priorato do los
tria. En las llanuras de Bovines, delante de aquel pe­ dos Amantes : «un joven noble so enamoró de una
queño templo del Señor, se aprende á menospreciar doncella, hija del castellano deMalmain, que vino en
los arcos triunfales de los Marios y los Césares, y se dársela, á condición de que pudiese llevarla basta lo
contempla con entusiasmo el convento que vió al rey alto del monte; aceptó el caballero la propuesta, y
de Francia proponer la coronaalmas digno. Mas, si se cargando con su dama, subió hasta la cumbre de la
anhela otra clase de ideas, una mujer de Albion, sor­ colina, pero al llegar á ella murió de fatiga ; penetrada
prendida por un sueño misterioso, cree ver la luna de dolor la jóven, falleció á poco, y entonces los pa­
que se inclina hacia ella : nácele en breve una hija dres les dieron una misma sepultura en aquel lugar, y
JESUCRISTO.
tan casta y melancólica como la lumbrera de la no­ fundaron en él la abadía que veis.»
che , y que fundando un monasterio, brilla cual astro Por último, los corazones tiernos hallarán en el ori­
encantador de la soledad. gen de nuestros conventos ancho campo á sus estu­
Se nos inculparía que intentábamos sorprender el dios , no menos que los anticuarios y los poetas. Veánse como las fuentes corren desde los sitios elevados para
oido con sonidos dulces, si hablásemos do los conven­ tos son hoy unos retiros inútiles. Pero ¿ han cesado
aquellos retiros de la Caridad, de los Peregrinos, fertilizar los campos, los primeros anacoretas descen­
tos de Agua-Sella, Sel-monte, Valle-Umbroso ó de la Agonizantes, Hospitalarios, Expósitos, etc., y anó­ estas causas? Por ventura, ¿no hay ya'huérfanos, ni
dieron poco á poco de sus alturas para llevar á los enfermos, ni caminantes, ni desgraciados? ¡Ah, ¡Pa­
Paloma, así llamado porque su fundador,,paloma ce- tese, si es posible, en el largo catálogo de las miserias bárbaros la palabra de Dios, y brindarles las dulzuras
lestal, vivia en los bosques. La Trapa y el Paracleto humanas, una sola enfermedad del alma ó del cuerpo, saron, es verdad, los males de los tiempos bárbaros,
de la vida. pero la sociedad, tan hábil en atormentar los espíri­
conservaban el nombre y la memoria de Cominges y para la que no haya fundado la Religión un lugar de Dirase acaso, que no existiendo ya entre nosotros las
de Eloisa. Preguntad al rústico de la antigua Neustria hospedaje ó de consuelo. tus, y tan ingeniosa en el dolor, lia sabido producir
causas que produjeron la vida monástica, los conven­ otras mil causas de adversidad, que nos arrastran al
138 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL CRISTIAN1SM0. 159

retiro. ¡Cuántas pasiones iludidas, cuántos ocultossen- monasterios occidentales; ni en la de San Francisco, sino una especie de comunidades, donde el hombre se mos desde luego un principio. Donde quiera reinen
tiraientosmal correspondidos, cuántosdisgustos amar­ observada por las órdenes mendicantes, comprende­ encontraba ligado desde el nacimiento por votos per-mucho misterio , mucha soledad , mucha contempla­
gos nos arrancan todos los dias al mundo! Dulce era, remos todos los institutos religiosos en una pintura ción , mucho silencio, muchas ideas de Dios, muchas
pétuos. Allí el ciudadano se veía condenado á una exis­
por cierto, encontrar en esas casas religiosas un asilo general, en que procuraremos describir sus trajes, tencia uniforme y monótona, y sujeto á reglas enojo­cosas venerables en trajes y costumbres, ha de encon­
seguro contra los golpes de las tempestades del propio costumbres, vida activa y contemplativa, y los innu­ sas, que se extendían hasta su alimento y descanso; trarse abundante cosecha de bellezas. Si esta obser­
corazón. Una huérfana abandonada de la sociedad, en merables servicios prestados por ellos á la sociedad. vación es exacta, veremos que sin duda alguna se
no pocha disponer, ni de las horas, ni de las edades de
una edad en que la belleza y la inocencia se ven ase­ Pero ante todo, debemos hacer una observación: adapta estrictamenteal objeto deque tratamos.
su vida; exigiáseleun sacrificio rigoroso de sus apetitos;
diadas por seducciones crueles, sabia á lo menos que esta es, que hay personas que, ó por ignorancia ó por érale preciso amar, pensar, y obrar según el texto de Volvamos álos solitarios de la Thebaida: habitaban es­
allí tenia un asilo donde no seria víctima de la perfi­ preocupación, desprecian esas constituciones, bajo tos unas celdillas llamadas lauras; unos vestían como su
la ley; en una palabra, se le había despojado de su vo­
dia. ¡ Cuán grato era á esta pobre y huérfana oir el las cuaíes ha vivido muchos siglos gran número de luntad para hacerle dichoso. fundador Pablo, ropas de hojas dépalmera; otros, unos
tierno nombro de hermana ! ¡ Cuán numerosa y bené­ cenobitas. Este desprecio es muy filosófico, sobre cilicios tejidos de pelo de gacela; algunos, como el so­
El voto perpétuo, esto es, la sujeción á una regla in­
vola familia le daba la Religión ! Un padre celestial todo, en un tiempo en que todos se precian de cono­ litario Zenon, cubríanse con la piel de las fieras, y el
violable, lejos de sumergirnos en el infortunio, es una
le abría su casa, y la recibía en sus brazos. cer y estudiar á los hombres. El religioso que sin mas anacoreta Serapion se envolvía en su propia mortaja. Los
disposición favorable para nuestra felicidad, especial­
Es una filosofía bárbara y una política asaz cruel, auxilio que un cilicio y un saco, llegó á reunirmilla- mente cuando este voto no tiene otro fin que el de religiosos maronitas en las soledades del Líbano; los
obligar al desgraciado á que viva en medio del mundo. res de discípulos, no es un hombre vulgar; y sus me­ defendernos contra las ilusiones del mundo, como su­ermitaños nestorianos extendidos á lo largo del Tigris;
¿ A dónde podrá retirarse á gemir sin que sea oido? dios dé acción y el espíritu que en sus instituciones cedía en las órdenes monásticas. Las pasiones no se los de la Abisinia en las cataratas del Nilo y en las cos­
Los hombros no dudan hacer comunes sus placeres y domina, bien merecen la pena de ser examinados. , sublevan por lo regular en nuestros corazones has­ tas del mar Rojo, observaban una vida tan extraordi­
deleites, pero la adversidad tiene un egoismo mas no­ Digno de notarse es que entre todas las reglas monás­ ta la edad de veinte años, y á los cuarenta están yanaria como los desiertos en que la ocultaban. El mon-
ble, pues ocúltase siempre para gozar de sus placeres, ticas liavan sido siempre las mas rígidas, las mejor extinguidas ó desengañadas; de manera, que el jura­ ge copto renuncia al entrar en su monasterio á todos
que son sus lágrimas. Si hay lugares destinados para la observadas. Los cartujos lian dado al mundo el único mento indisoluble nos priva cuando mas de algunos los placeres; consagra su tiempo al trabajo, álos ayu­
salud del cuerpo, ¿ por qué no permitir que los tenga ejemplo de una congregación que ha existido por nos, ála oración y á la práctica de la hospitalidad; se
años de deseos, para hacernos después dichosos, v pa­
también la Religión para la del alma, sujeta á en­ espacio de setecientos años, sin necesidad alguna de acuesta en el suelo; duerme pocos instantes; y bajo el
ra arrancarnos durante el resto de nuestros dias, á los
fermedades mas dolorosas, largas, y de harto mas di­ reforma. Esto prueba que cuanto mas combate el pesares y remordimientos. Además, si se colocan en hermoso cielo del Egipto, hace resonar su voz noctur­
fícil curación que las de aquel ? legislador las incíinaciones naturales, tanto mas ase­ una balanza los males que producen las pasiones, y na en las ruinas deThebas y de Memfis. Ora el eco de
Háse proyectado fundar retiros nacionales para los gura la duración de su obra ; no así aquellos que las Pirámides repite á la sombra de los Faraones los
los breves instantes de alegría que su satisfacción nos
que lloran. ¡ Cierto que estos filósofos conocen á fondo pretenden erigir sociedades, empleando las pasiones cánticos de este hijo de la familia mística de José;
brinda, veremos que el voto perpétuo es, aun en la flor
la naturaleza, y pueden gloriarse de profundizar los sen­ como materiales del edificio: estos hombres se ase­ de la juventud, un bien grande y positivo . ora canta por la mañana las alabanzas del verdadero
timientos del corazón humano! Quieren confiarla des­ mejan al necio arquitecto que, para construir un Supongamos por otra parte que una religiosa puedeSol en el mismo lugar en que unas estátuas misterio­
gracia á la piedad de los hombres, y poner las tri­ palacio, se valiese de una clase de piedra que se pul­ salir del claustro á su albedrio. ¿Será por esto massas suspiraban por la venida de la aurora. Allí busca
bulaciones bajo la protección de los mismos que las verizase á la impresión del aire. dichosa? A breves años de retiro encontraria tro­ al europeo extraviado en la investigación de aquellas
causan. Necesaria es una caridad muy superior á la Las órdenes religiosas lian sido, bajo muchos pun­ cada la faz de la sociedad. Si en el espectáculo delruinas famosas; allí, salvándole de la cuadrilla árabe,
nuestra para aliviar los ocultos dolores del infortunio. tos de vista, unas sectas filosóficas, semejantes álas mundo, volvemos un instante los ojos, veremos nue­ le sube á su alta torre, y privándose del propio susten­
Solo Dios es bastante rico para prodigarle los tesoros de los griegos. En los primeros tiempos, los monges to,lo ofreceal desconocido huésped Los sabios seapre;
vas decoraciones, derruidos los palacios, tristes desier­
del consuelo. eran llamados filósofos, porque usaban del mismo traje tos y desconocidos actores. suran á visitar las reliquias del Egipto;mas, ¿por qué
Ráse también creído hacer un gran servicio á los é imitaban sus costumbres y aun algunos habían escogi­ Veríamos incesantemente la locura del mundo in­ no imitan á estos monges cristianos á quienes despre­
religiosos y religiosas, precisándoles á abandonar sus do por su única regla el Manual Epitecto. San Basilio cian, ni van á establecerse en medio de todas las pri­
troducirse por mero capricho en los conventos, y salir­
retiros; pero ¿cuál ha sido el resultado? Las mujeres fue el primero que estableció los votos de pobreza, se también de ellos porpueril capricho. Los corazonesvaciones en aquellos mares de arena para alargar un
que han podido encontrar asilo en los conventos ex­ castidad y obediencia: ley profunda que abarcaba agitados no subsistirían mucho tiempo cerca de los vaso de agua al caminante, y librarle del alfanje del
tranjeros , se han refugiado á ellos ; otras se han todo el genio de Licurgo. beduino?
tranquilos, para participar de su reposo; y estos per­
reunido entre sí para formar monasterios en medio del En la regla de San Benito, se prescriben hasta los derían muy pronto su calma con el comercio de los cora­ ¡Dios de los cristianos! ¡cuán grandes son tus mara­
mundo, y no pocas han muerto de pesar; y los monges pormenores de la vida, como la oración, la cama, el villas! A cualquier parte que dirijamos los ojos, se yen
zones turbulentos, triste campo de procelosas pasiones.
de la Trapa, tan dignos de compasión, lejos de apro­ sustento, el paseo, la conversación, etc, A los débi­ los monumentos de tus beneficios. La Religión ha dis­
En lugar de devorar en silencio sus pasadas amarguras,
vecharse de los encantos de la libertad y de la vida, les seles destinaba á trabajos ligeros, y á mas penosos tribuido en las cuatro partes del mundo sus milicias,
al abrigo de los claustros, los desgraciados narraríanse
han ido á proseguir sus maceraciones á los matorrales á los robustos : en una palabra, la mayor parte de recíprocamente sus naufragios. Mujer del mundo ó de y colocado sus centinelas en pro de la humanidad.
de Inglaterra y á los desiertos de Rusia. Debemos creer estas leyes religiosas revelan un conocimiento increí­ Él monge maronita llama con el sonido de dos plan­
la soledad, la esposa infiel de Jesucristo no seria á pro­
ble en el arte do gobernar los hombres. Platón no hizo chas de metal, suspendidas de la copa de un árbol, al
pósito parala soledad ni para el mundo: e! flujo y re­
que no todos liemos nacido igualmente para manejar
la azada ó el mosquete, y que hay hombres de una sino soñar repúblicas, sin lograr fundar una; pero extranjero á quien la noche ha sorprendido en los pre­
flujo de las pasión es, unos votos alternativamente pro­
delicadeza particular, formados para el trabajo men­ los agustinos, los benitos y los basilios, lian sido ver­ cipicios del Líbano: aquel pobre é ignorado artista no
feridos y quebrantados, desterrarían de los monasterios
daderos legisladores y patriarcas de muchos grandes toda paz, toda subordinación, todo decoro, y los sa­ tiene mas ostentoso instrumento para hacerse oir. El
tal, así como otros lo han sido para el corporal. No
dudemos que hay en nuestro corazón mil motivos que pueblos. monge abisinio espera al viandante entre los tigres, y
grados retiros; lejos de ofrecer un puerto seguro con­
nos inclinan á la soledad : unos son llevados á ella por Mucho se ha declamado en estos últimos tiempos el misionero americano vela por su vida en sus inmen­
tra nuestras inquietudes, serian tan solo unos lugares
un espíritu propenso á la contemplación ; otros, por contra la perpetuidad de los votos; pero no es difícil adonde iríamos a llorar por un momento las incons­ sos bosques. Si un naufragio os arroja áunas costas des­
cierto tímido pudor , gustan de habitar dentro de sí hallar en su favor poderosas razones, deducidas de tancias ajenas, y á meditar por nuestra parte otras, conocidas, veis de improvisouna cruz sobre las rocas.
mismos; hay, en fin, almas tan privilegiadas, que la naturaleza de las cosas, y de las necesidades mis­ en daño de los demás. ¡Infelizdel caminante á quien esta señal de salvación
buscando en vano en la naturaleza otras almas dignas mas de nuestra alma. Lo que hace muy superior este voto perpetuo de lano haga verter lágrimas! Está en país amigo: ¡allí son
de su sociedad, so ven al parecer condenadas á una es­ La causa principal de las desventuras del hombre es cristianos! ¿Qué importa que el naúfrago sea trances,
Religión al género de voto político dei espartano y del
su inconstancia, y el abuso de ese libre albedrio, que y aquellos hombres benélieos, alemanes, españoles ó
cretense, es que sale de nosotros mismos: nadie nos lo
pecie de virginidad moral, ó de eterna viudez.
Para estas almas solitarias, había principalmente os á un mismo tiempo su gloria y su mal, y que cau­ impone y concede al corazón una cumplida compensa­ ingleses ? ¡ Todos pertenecen á la gran familia de Jesu­
sará su condenación. Fluctúa siempre de sensación en cristo! Ellos le reconocen por hermano; y le convidan
ción por los afectosterrenos que sacrifica. Todo es gran­
erigido la Religión sus retiros.
sensación, de pensamiento en pensamiento; sus amo­ por medio de aquella cruz; nunca le han visto , y no
de en esta alianza de una alma inmortal con el Principio
res tienen la misma movilidad que sus opiniones, y estas Eterno, porque con ella se identifican en cierto modoobstante le aman, y lloran de gozo al salvarle del de­
CAPITULO IV. la misma versatilidad que aquellos. Esta inquietud le dos naturalezas de índole tan diversa. Es cosaque ma­sierto.
abisma en una miseria de que no puede salir sino cuan­ ravilla ver al hombre libre por su condición, buscar El viajero de los Alpes no se halla aun a la mitad
De ¡as constituciones monásticas. de su carrera. Acércase la noche: solo y extraviado, da
do una fuerza superior le liga á un solo objeto. Entonces en vano la felicidad en su voluntad propia; y fatigado
Entiéndase bien que no escribimos la historia par­ se le ve arrastrar con alegría su cadena, porque, aunque algunos pasos, y se abisma; la nieve desciende en
después, al no hallar sobre la tierra cosa digna de él,
ticular de las órdenes religiosas, sino únicamente su infiel, aborrécela infidelidad ; así, el artesano es mas jurarse amar al Señor eternamente, y crearse, co­ densos remolinos al borde de un precipicio; no pue­
dichoso que el desocupado, porque está sujeto á un mo Dios, «na Necesidad en su propio juramento. de ir adelante, ni osa retroceder. Penétrate pronto el
historia moral.
Así, pues, sin hablar de San Antonio, padre de los trabajo imperioso, que le libra dej todo estímulo del va­ frió, entorpécensele sus miembros , un sueño funesto
nos deseos, ó de la inconstancia. La misma sumisión al cierra sus ojos, y consagra sus últimos pensamientos á
cenobitas, ni de San Pablo, primer ermitaño, ni de CAPITULO V.
Santa Sindètica, fundadora de los monasterios cíe mon­ poder constituye la dicha do los niños; y la ley que sus hijos y á su esposa. Pero ¿qué es esto? ¿No hiere sus
prohíbe el divorcio, tiene menos inconvenientes para oidos el sonido de una campana ? ¿ O es acaso la voz
jas ; sin detenernos en la órden de San Agustín, que CUADRO DE LAS COSTUMBRES Y DELA VIDA RELIGIOSA.
comprende todas las comunidades conocidas bajo el la paz de las familias, que la que lo autoriza. pavorosa de la muerte lo que su aterrada imaginación
nombre de Regulares; ni en la de San Basilio, adoptada Los antiguos legisladores reconocieron la necesidad Monges, cophtos, maronitas, etc. cree oir en medio de los vientos ? No; sonidos reales
por los religiosos y las religiosas del Oriente; ni en la de imponer al hombre algún yugo: por esta causa las son, ¡ pero inútiles! porque sus yertos piés carecen de
regla San Benito, que reúne la mayor parte de los repúblicas de Licurgo y cíe Minos no eran en realidad Hablemos ahora déla vida religiosa, y establezca­ acción... Suena otro rumor : ladra un perro sóbrelas
160 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
EL GENIO DEL cristianismo. Id
nieves, se acerca, llega, ladra de alegría: un solitario ■ elevan al cielo , en señal de deseo y de esperanza. salpicarte con la sangre délos criminales, mostrándole
Una túnica de lana parda es preferible á los suntuosos de sus sandalias, ibanse en las tinieblas de la noche
le sigue. su último amigo! Véase aquí uno de los mas sublimes
trajes comprados á costa de la virtud, y el pan de la en busca de la cabaña del labrador. Si por el contrario
No bastaba haber expuesto veces mil su vida para espectáculos déla tierra : álo's dos ángulos del cadalso
caridad es mas salutífero que el de la prostitución. ¡De eran recibidos, despues de haberles servido agua para
salvar á los hombres, y haberse retirado para siempre están en’piela justicia humana y la divina. Implacalile
cuántos pesares no libraba á esas vírgenes el sencillo lavarse, al uso de los tiempos de Jacob y de Homero,
en el centro délas mas espantosas soledades. Era pre­ launa, se apoya sobre una cuchilla, y la desesperación
velo que se interponía entre ellas y el mundo 1 iban á sentarse al hogar. Imitando la costumbre de los
ciso aleccionar á los animales, y convertirlos en ins­ la acompañadla otra, con un velo empapado en lágri­
Necesario era un talento superior para describir dig­ antiguos siglos, y áfin do granjearse el favor de los
trumentos de esas obras sublimes, inflamándoles, por mas, se deja ver entre la piedad y la esperanza: aque­
namente los objetos que se ofrecen á la consideración. señores , y amando también como Jesucristo á los ni­
decirlo así, en la ferviente caridad de sus dueños; lla tiene por ministro á un hombre sanguinario, esta á
El mas cumplido elogio de la vida monástica, seria ños, empezaban por acariciar álos de la casa, y les
sus ladridos en las cumbres de los Alpes, debían hacer un hombre de paz ; la una condena, la otra absuelve.
el catálogo de los trabajos que lian sido su objeto. La daban estampas y reliquias. Los niños, que asustados
repetirá los ecos los milagros de nuestra religión. «Inocente ó culpable, dice la primera á la víctima,
Religión , abandonando á nuestro corazón el cuidado al pronto habían huido, atraídos luego por estas ma­
Y no se diga que la mera humanidad pueda produ­ ¡muere!» La segunda le grita: « ¡Hijo de la inocen­
de nuestras alegrías, solo ha tomado parte, cual una ravillas , se familiarizaban hasta jugar entro las rodi­
cir tales portentos; porque, ¿en qué consiste que na­ cia ó del arepentimiento, sube al cielo!»
tierna madre, en nuestros dolores; pero en obra tan in­ llas de los buenos religiosos. Sus padres contemplaban
da se encuentra parecido á ellos en esa antigüedad, con una sonrisa llena de ternura , tan sencillas es­
por otra parte tan sensible ? ¡ Y se habla de la filantro­ mensa como difícil, llamó en su ayuda á todos sus hijos
é hijas. Confió á unos el cuidado de nuestras enfermeda­ cenas, y el admirable contraste de la graciosa juven­
pía! Solo la religión cristiana es filántropa por exce­ tud de sus hijos, con la respetable ancianidad de sus
lencia. Inmensa y sublime es la idea que hace del cris­
tiano de la China un tierno amigo del cristiano de la
des, como á esa multitudde religiosos y religiosas desti­
nados al servicio de los hospitales; cometió á otros el huéspedes. LIBRO CUARTO.
La lluvia, y la ráfaga de viento de los muertos,
Francia, y del salvaje neófito un sincero hermano del de los pobres, como ú las Hermanas de ia Caridad. El
azotaban por fuera las ventanas, las chimeneas y las
monge egipcio! Ya no somos extranjeros en la tierra, padre de la Redención, que se embarca en Marsella,
almenas del gótico castillo, y el mochuelo chillaba so­
ni podemos ya extraviarnos en ella.'Jesucristo nos ha ¿ dónele vá solo con su breviario y su báculo ? Este
bre el tejado. Cave un ancho bogar se sentaba la fa­
restituido la herencia que el pecado de Adam nos ro­ conquistador marcha al ráscate de la humanidad, y los CAPITULO PRIMERO.
ejércitos que le siguen son invisibles. Con los recursos milia á la mesa: el convite era cordial, y afectuosos
bara. ¡ Cristiano! Ya no hay mares ni desiertos igno­ los modales. La bija del señor dirigía tímidas pregun­
rados para tí; en todas partes hallarás el idioma de tus materiales de la caridad en la mano, corre á desafiar la Idea general délas misiones.
tas á sus huéspedes, y estos alababan con gravedad
abuelos y la cabaña de tu padre! peste, el martirio y la esclavitud. Acércase al bey de Ar­
su belleza y modestia. Los buenos religiosos divertían
gel, y le habla en nombre del Rey celestial, de_quien Véase otra de aquellas grandes y nuevas ideas pe­
á toda la familia con sus agradables conversaciones;
es embajador. Atónito el bárbaro, al ver al extraño eu­ culiares á la religión cristiana. Los cultos idólatras no
CAPITULO VI. narraban alguna interesante historia, porque habían
ropeo , que arrostrando los mares y las tempestades, conocieron el entusiasmo divino que anima abapóstol
aprendido cosas notables en sus remotas misiones en­
se atreve á ir solo á reclamarle los cautivos, cede á del Evangelio. Ni aun los antiguos filósofos abandona­
CONTINUACION DEL ANTERIOR. tre los salvajes de América, ó en los pueblos de la
una fuerza desconocida y acepta el oro que le presenta; ron jamás las hermosas alamedas de Academo, ni las
y elhéróico libertador, 'satisfecho por haber restituido Tartaria. AI mirar la larga barba y el ropaje del an­
Trapeases, cartujos, monjas de Santa Clara , padres de tiguo Oriente, y al considerar cómo pedían hospitali­ delicias de Atenas, movidos de un sublime impulso,
ia Redención, misioneros, Hijas de la Caridad, etc. ¡os infelices á su patria, regresa á pié, obscuro é igno­ para ir á domar la ferocidad del salvaje, instruir al igno­
dad, renovábase la memoria de aquellos tiempos en que
rado á su monasterio. rante, sanar al enfermo, vestir al desnudo, y estable­
Vemos por donde quiera el mismo espectáculo : el las Tales y los Anacarsis viajaban de esta manera por
Tales son las costumbres de algunas órdenes religio­ cerla concordia y la paz entre enemigas naciones. Pues
ministro que parte á la China, encuentra en el puerto el Asia y la Grecia.
sas de la vida contemplativa; pero estas cosas no son Terminada la cena, la señora del castillo llamaba á bien: esto es lo que han hecho los religiosos cristianos,
agradables, sino en cuanto están unidas á la oración y á otro que vuelve del Canadá, mutilado y glorioso , la y lo que hacen todos los dias. No les detienen ni los
hermana do la Caridad corre á socorrer ál indigente en sus sirvientes, y se invitaba á uno délos padres á rezar­
meditación; suprímanse de ellas el nombre y la presen­ en común ias acostumbradas oraciones; retirábanse mares, ni los hielos del polo, ni el fuego dpi trópico;
cia de Dios, y se destruirá casi enteramente todo lo que su choza , el capuchino vuela al incendio ; el herma­ luego los religiosos, deseando toda suerte de prosperi­ viven con los esquimales en su odre de piel de vaca
tienen de maravillosas. no hospitalario lava al caminante los piés; el agoni­ dades á sus bienhechores. Por la mañana buscábase á marina ; se alimentan de aceite de ballena con los de
¿ Queréis ahora trasladaros á la Trapa, y contemplar zante consuela al moribundo ; el enterrador carga los ancianos caminantes, que ya se habían ausentado, Groenlandia; con eljártaro ó el iroqués, recorren la sole­
aquellos monges, que vestidos de un saco, abren sus con el cadáver del pobre que ha fallecido ; la herma­ dad; cabalgan en el dromedario del árabe, ó siguen al
no de otro modo que aquellas santas apariciones que
propias sepulturas? Vedles vagar cual una sombra por na de la Caridad sube el último piso á prodigar el visitaban alguna vez al hombre justo en su retirada cafre errante por los abrasados desiertos ; los chinos,
el extenso bosque de Mortagne, yá orillas de aquel oro, el vestido, y la esperanza ; aquellas hermanas los japones y el indio, han llegado á ser sus neófitos;
llamadas con tanta razón hijas de Dios;íneny llevan mansión.
solitario estanque. Observan un silencio profundo, y si Si ocurría algo funesto, ó algún encargo que los hom­ no íiay isla ni escollo en el Océano, oculto á su celo;
hablan á su encuentro, es solo para decirse : Herma­ de una parte á otra caldos, hilas y medicamentos : y como en otro tiempo faltaban reinos para la ambi­
bres enemigos de las lágrimas se negarían á aceptar,
nos, morir habernos. Estas órdenes rigorosas del Cris­ la bija del Buen Pastor tiende sus brazos á la prosti­ ción de Alejandro, taita hoy tierra á la caridad de es­
temiendb acibarar sus placeres, cometíase el caso A los
tianismo eran unas escuelas de moral en acción, y tuta, y le dice: / No he venido á llamará los justos, hijos del clausto, especialmente á los padres del órden tos fervorosos conquistadores.
ofrecían en medio do los placeres del siglo, altos mo­ sino á lo's pecadores! El huérfano encuentra un padre, de San Francisco, pues se suponía que unos hombres Una vez regenerada la Europa, y viendo en ella es­
delos de penitencia, y continuos ejemplos de la mise­ el doliente un médico , el ignorante un maestro. Todos que se habían consagrado á la miseria, debían ser na­ tos predicadores de la fe úna gran' familia de herma­
ria humana á los ojos del vicio y de la prosperidad. estos obreros de obras celestiales se apresuran y esti­ turalmente losberaldos déla desgracia. Quién llevabaa nos, volvieron los ojos hacia aquel las remotas regiones,
¡Qué espectáculo el de un monge de la Trapa mo­ mulan recíprocamente-, mientras la Religión con una lafamilialá desastrosa noticia de la pérdida de su fortu­ donde perecían aun tantas almas en las tinieblas de la
ribundo! ¡qué sublime filosofía, y qué lección para corona inmortal en la mano les grita: « ¡Animo, hijos na; quién comunicaba la del fallecimiento de un hijo idolatría. Movidosá compasión al ver esta degradación
los hombres! Tendido sobre un poco de paja y ceniza míos, ánimo! ¡ Daos prisa , sed mas veloces que los único. El gran Bourdalone cumplió también esta triste del hombre, sintiéronse animados de un deseo inmen­
en el santuario de la iglesia, sus hermanos á su der­ males en la carrera de la vida! mereced la corona que obligación : presentábase en silencio á la puerta del so de verter su sangre por la salvación de aquellos
redor y en profundo silencio, se mueven á la virtud, os preparo, y que os redimirá de todos los males padre, cruzaba las manos sobre el peche, se inclinaba pobres extranjeros. Al efecto, era preciso penetrar es­
en tanto que la campana fúnebre anuncia la agonía. y de todas ias necesidades, » pesas selvas, atravesar lagunas impracticables, rios pe­
profundamente, y se retiraba en silencio, como la muer­
Los vivos exhortan al enfermo á dejar animosamente En medio de tantas pinturas, cada una de las cua­ ligrosos, é inaccesibles rocas; arrostrar naciones crueles
les merece volúmenes de descripciones y elogios, ¿en te, cuyo intérprete era.
la vida; pero el moribundo habla de la muerte sin ¿Se creerá que estas cosas causaban placeres (es suspicaces y supersticiosas; vencer en unas la igno­
inmutarse. Ya á las puertas de la eternidad, de­ qué escena detendremos particularmente nuestra con­ decir placeres al estilo del mundo), muy gratos á un rancia de la barbarie, y en otras las preocupaciones
be conocerla mejor que otro alguno, y con una voz sideración? Hemos hablado de los hospitales estableci­ descalzo, á un carmelita, ó un franciscano, cuando de lá civilización; mas t amaños obstáculos no les dete-
que resuena entre los cadáveres y sepulcros , excita dos por la Religión en los desiertos de las cuatro en medio de las prisiones tenian que ir á anunciar la nian. Los que han renunciado ála religión de sus pa­
con autoridad á sus compañeros, y aun á sus supe­ partes del mundo: examinemos ahora otros objetos. sentencia al criminal, oirle, consolarle, y sentir dias dres confesarán, á lómenos, que si el misionero está
riores , á la penitencia. ¿ Quién no se enternece vien­ Hombres hay para quienes el nombre da capuchino firmemente persuadido deque no hay salvación sino en
enteros traspasada el alma por las mas dolorosas es­
do al religioso que vivió tan san lamente, dudaraun de es objeto de risa; lo cierto es, no obstante, que un cenas? Háse visto en estos actos piadosos caer hilo a ia religión cristiana, el acto por el cual se condena á
su salvación a! acercarse el momento terrible ? El Cris­ religioso del órden de San Francisco era por lo común hilo el sudor de la frente de estos compasivos religio­ males inauditos para salvar á un idólatra , es el mayor
tianismo lia tomado del Sepulcro su divina moralidad. un personaje noble y sencillo. ¿ Quién de nosotros no de cuantos sacrificios pueden llevarse á cabo.
ha visto á'dos hombres venerables, viajar por Jos sos y mojar su capilla, haciéndola elernamenlc sagra­
Por la muerte alecciona la vida; que si el hombre ac­ da, á pesar de los sarcasmos déla filosofía. Y no obs­ No es ile admirar que un hombre, á la vista de lodo
tual hubiese permanecido inmortal, nunca tal vez, se campos hacia el dia de los Difuntos al acercarse el in­ un pueblo, y á la de sus padres y amigos, se esponga á
tante, ¿québonor, qué provecho los resultaba de tantos
hubiera conocido la virtud. vierno, y en tiempo de vendimia? Pidiendo hospedaje la muerte por su patria, pues trueca algunos dias de
sacrificios, sino ia burla de los mundanos, y las inju­
Así la Religión ofrece en todas partes las mas ins­ por los antiguos castillos, llegaban al anochecer ambos vida por siglos de gloria, ilustra su familia y le granjea
rias de los mismos presos á quienes consolaban? Pero
tructivas é interesantes escenas : allí unos santos peregrinos á uno de ellos, subían el desgastado esca­ honores y riquezas. Pero el pobre misionero, cuya
á lo menos, por ingratos que fuesen los hombres, ya
mudos practican los trabajos de la siega y la vendi­ lón, dejaban sus báculos y alforjas detrás de la puer­ vida so consume en el centro de los bosques; que aca­
habían confesado su impotencia para los grandes con­
mia; aquí las bijas de Clara pisan con blanco y des­ ta, llamaban y pedían hospitalidad. Si el dueño se la ba sus dias tal vez con espantosa muerte, sin especta­
tratiempos de la vida, abandonándolos á la Religión,
nudo pié las heladas tumbas de su claustro. No se negaba, estos'huéspedes del Señor le hacían una hu­ dores, sin aplausos, sin ventajas para los suyos; oscuro,
único verdadero sosten en el último grado del infortu­
las crea, sin embargo , desgraciadas en medio de sus milde cortesía, se retiraban en silencio, volvían á to­ despreciado, tenido por loco, necio y fanático, y lodo
nio. ¡ Oii apóstol de Jesucristo! ¡ De qué catástrofes no
austeridades: sus corazones son puros, y sus ojos se mar las alforjas y los báculos, y sacudiendo el polvo esto por proporcionar una felicidad eterna á un des-.
eras testigo, cuando al lado del verdugo no temias
EL GENIO DEL cristianismo. 163
162 BIBLIOTECA DE gaspar r R01G. los últimos sacramentos á ochenta y seis personas.
hácia la Grecia, un pobre sacerdote cristiano? disfrazado
conocido salvaje......¿qué nombre tienen esta muerte sen repugnantes ó pueriles ; en la China se hacia de turco, se arroja en un esquife , desembarca en un Durante el dia nada me asusta; pero á la noche, du­
y este sacrificio ? mandarin y letrado; y cazador y salvaje entre el miserable asilo construido bajo unos trozos de colum­ rante el breve tiempo de reposo que puedo tomar,
Consagrábanse á las misiones diversas congregacio­ iroqués. nas, consuela sobre un montón de paja al descendiente siento mi espíritu lleno de pavorosas ideas. El mayor
nes religiosas : los dominicos, los franciscanos, los Casi todas las misiones francesas fueron estableci­ de los vencedores de Jerjes, distribuye limosnas en riesgo que he experimentado y acaso experimentaré,
jesuítas, los agustinos y los sacerdotes de las misio­ das por Coibert y Louvois , que comprendieron cuán nombre de Jesucristo, y practicando el bien, como se ha consistido en verme en la bodega de un buque, de
nes extranjeras. ventajosas eran á las artes, las ciencias y el comer­ practica el mal, es decir, en las sombras, vuelve en ochenta y dos cañones. Los esclavos, de acuerdo con los
Había cuatro clases de misiones. cio. Los padres Fontenay , Tachard, Gerbillon, Le secreto á su desierto. centinelas, me hicieron entrar alli para que los confe­
Las del Levante, que comprendían el Archipiéla­ Comte, Bouvet y Visdelon fueron enviados á las In­ El sabio que va á estudiar los restos de la antigüe­ sase aquella noche y les dijese misa á la madrugada.
go, Constantínopla, la Siria, la Armenia, la Crimea, dias por Luis XIV : todos eran matemáticos, y el rey dad, en los desiertos del Africa y Asia, tiene no esca­ Estuvimos encerrados con candados dobles, según se
la Etiopia, la Persia y el Egypto. mandó se les incorporase á la Academia de Cien­ sos derechos á nuestra gratitud ; pero es mas digno de acostumbra. De cincuenta y dos esclavos á quienes
Las de América, empezando desde la bahía de cias , antes de su partida. admiración el ignorado Bossuet que explica la palabra confesé, doce estaban enfermos, y tres murieron an­
Hudson, y subiendo por el Canadá, la Luisiana, la El padre Bredevent, conocido por su Disertación de los profetas sobre las ruinas de Tiro y Babilonia. tes de mi salida ; juzgad que ambiente respiraría en
: California, las Antillas y la Guayana , hasta las famo­ fisicu-matemática, murió desgraciadamente recor­ Dios permitía fuese abundante tal semilla: la mies, un sitio cerrado y sin ventilación. Dios, que por su
sas Reduciones ó tribus del Paraguay. riendo la Etiopia ; pero se lia salvado parte de sus tra­ en suelo tan fecundo , no podia ser estéril. « Salimos bondad me ha salvado en este caso, me salvará en
Las de la India, que incluían el Indostán, la pe­ bajos : el padre Sicard visitó el Egypto con dos deli­ de Serió, dice el padre Javier, mas consolados que otros muchos.»
nínsula de uno y otro lado de! Ganges, y se extendían neadores que le acompañaron, por disposición de Mr. pudiera explicar ; el pueblo nos colmaba de bendicio­ Un hombre que se encierra voluntariamente en un
hasta Manila y las nuevas Filipinas. de Maurepas. Escribió una importante obra intitulada nes , y daba mil gracias á Dios, porque nos había ins­ calabozo en tiempo de peste ; que confiesa ingenua­
Por último, las de la China, á las cuales se agrega­ Descripción del Egipto antiguo y moderno ; precioso pirado el designio de venir á buscarlo en medio de sus mente sus terrores, y sin embargo los vence por cari­
ban las de Tong-liing, de la Cochinchina y del Japón. manuscrito, que depositado en la Casa profesa de escarpadas rocas.» dad ; que se introduce después á costa de dinero, co­
Contábanse además algunas iglesias en Islandia y los jesuítas, fue sustraído, sin que baya podido descu­ Las montañas del Líbano, y las arenas de la Te­ mo si fuera á gozar de placeres ilícitos, en lo profundo
entre los negros del Africa. Los ministros presbiteria­ brirse el culpable. Nadie podia nacernos conocer me­ baida eran testigos del celo de estos misioneros, de una embarcación de guerra, para asistir á unos es­
nos han intentado en estos tiempos predicar el Evan­ jor la Persia y al famoso Tomás-Koulikan, que el mon- hombres dotados de raro ingenio para realzar las mas clavos apestados, ese hombre no sigue un impulso na­
gelio, pero sin éxito alguno. ge Bazin, primer médico de este conquistador, y que le insignificantes circunstancias. Si describen, por ejem­ tural : aquí hay algo mas que la humanidad. Los mi­
Cuando los jesuítas dieron áluz la correspondencia siguió en todas sus expediciones. El padre Cœur-Doux plo, los cedros del Líbano, hablan de cuatro altares de sioneros lo conocen así, y no se atribuyen á sí mismos
conocida bajo el nombre de Cartas edificantes, fue publicó excelentes noticias sobre las telas y los tintes piedra que se veian á su pié, donde los monges maro- estas obras sublimes : « Dios nos da esta fuerza, dicen
citada y buscada por todos .los autores. Apoyábanse indios; la China nos fue tan conocida como la Francia, nitas celebraban una misa solemne el dia de la Trans­ á cada paso, y ningún mérito nuestro hay en ello.»
en su autoridad, y los hechos que contenían se mira­ pues nos llegaron los manuscritos originales, y las figuración. Escúchanse aun los acentos religiosos que Un misionero jóven, no aguerrido aun contra los
ban como positivos; pero la moda desacreditó lo que traducciones de su historia, herbarios, geografías y se confunden con el murmullo de aquellos bosques, peligros, como aquellos ancianos cargados de fatigas
matemáticas chinas ; y para que nada faltase á la cantados por Salomón y Jeremías al estruendo de los y palmas evangélicas, se admiró de haberse librado del
tanto había admirado. Estas cartas estaban escritas por
unos sacerdotes cristianos: ¿cómo habían de valer cosa singularidad de esta misión, el padre Ricci escribió torrentes que de las montañas se despeñan. primer peligro, y temiendo hubiese sido por alguna cul­
alguna? Se prefiere ó se finge preferir, á los Viages de libros de moral en la lengua de Confucio, y aun es te­ Al hablar del valle por donde corre el rio santo, pa suya, se mostró humillado. Después de hacer á su
los Dutertres y los Charlevoix, los de un Baron de la nido en Pékin por un autor elegante. dicen : « Estas rocas encierran grutas profundas, an­ superior la relación de una peste, en que frecuente­
Hontan, ignorante ó inexacto. Unos sabios que ha­ Los jesuítas del Canadá y de la Luisiana excitaron tiguas celdas de gran número de solitarios, que las mente se habia visto precisado á aplicar su oido á la
bían regido los primeros tribunales de la China ; que la industria de los colonos al cultivo y descubrimiento habían escogido para que fuesen en la tierra los únicos boca de los enfermos para entender sus apagadas
habían vivido treinta y cuarenta años en la misma de nuevos objetos de comercio para los tintes y la me­ testigos de su penitencia. Las lágrimas de estos peni­ palabras, añade : «No he merecido, reverendo pa­
córte de los emperadores ; que hablaban y escribian dicina. Connaturalizando en Europa los insectos, las tentes han dado al rio que acabamos de mencionar el dre mió, que Dios haya aceptado el sacrificio de mi
la lengua indígena ; que trataban con los pequeños, y aves y las plantas exóticas, han aumentado riquezas a nombre del rio santo, pues nace en las montañas del vida. Os ruego que oréis al Señor para que olvide mis
vivían familiarmente con los grandes ; que habían nuestras manufacturas, placeres á nuestra mesa y nue­ Líbano. La vista de las grutas y del rio, en tan espan­ pecados, y me dispense la gracia de morir por él.»
recorrido , visto y estudiado las provincias, las cos­ vos árboles á nuestros bosques. toso desierto, inspiran compunción, amor á la peni­ El padre Bouchet escribe desde las Indias : «Nues­
tumbres, la religion y las leyes de tan vasto imperio; Ellos escribieron los anales elegantes ó sencillos de tencia y compasión á las almas sensuales y mundanas, tra misión florece mas que nunca, annquehemos tenido
sabios, cuyos numerosos trabajos han enriquecido las nuestras colonias. ¡Quehistoria la délas Antillas, por que prefieren algunos dias de placer y alegría á una cuatro grandes persecuciones este año,»
Memorias de la Academia de Ciencias, fueron trata­ el padre Dutertre, ó la de la Nueva Francia, por Char- eternidad de bienaventuranza.» Este mismo padre envió á Europa las tablas de
dos de impostores por un hombre que no había salido levoix ! Las obras de estos hombres están llenas de Esto nos parece perfecto, asi en lo relativo al esti­ los bracmas, de que se sirvió Mr. Bailly en su His­
del Cuartel de ios Europeos en Canton; que no conocía ciencia : eruditas disertaciones, pinturas de costum­ lo , como respecto de las ideas. toria de la Astronomía. La sociedad inglesa de Cal­
el chino, y cuyo mérito consistía en contradecir gro­ bres, planes de mejoras, asuntos útiles, reflexiones Tenían los misioneros un instinto maravilloso para cuta no ha dado á luz hasta ahora monumento alguno
seramente las narraciones de los misioneros. Las em­ morales, sucesos interesantes, todo se halla en ellas. seguir las huellas del infortunio, y forzarle, por de­ de las ciencias indias que no hubiesen descubierto ó
bajadas enviadas por naciones poderosas á costa de in­ La historia de una acacia ó de un sauce de la China, cirlo así, hasta en su última morada. Los presidios y indicado los misioneros franceses , siendo asi que los
mensos gastos, ¿ nos han enseñado algo que no nos se mezcla con la de un gran emperador, precisado á las galeras inficionadas de la peste vieron brillar tam­ sabios ingleses, y los soberanos de grandes reinos,
hubiesen dicho ya los Duhaldo y los Le Comte? quitarse la vida; y la conversion de un paria, se enla­ bién su ingeniosa caridad : oigamos al padre Tanllon dueños de todos los recursos del arte y del poder,
Un misionero debe ser un viajero excelente; porque, za con un tratado acerca de las matemáticas de los en su carta á Mr. Pontchartrain : debían disponer de mas extensos medios que un po­
precisado á hablar el idioma de los pueblos donde pre­ bracmas. El estilo de estas relaciones, alguna vez su­ «Los servicios que hacemos á estas pobres gentes bre jesuita, solo, errante y perseguido. «Si nos pre­
dica el Evangelio, á conformarse con sus usos, á vivir blime, suele ser admirable por su sencillez. (los esclavos cristianos en Constantínopla), consisten sentásemos libremente en público , escribe el padre
largo tiempo entre todas las clases de la sociedad, á La astronomía y la geografía recibieron también en mantenerlas en el temor de Dios y en la fe; en pro­ Royer, se nos reconocería desde luego por el color del
introducirse en los palacios y en las chozas, por esca­ nuevas luces de estos apóstoles. Un jesuita encontró porcionarles socorros de la caridad de los fieles; en rostro. Así es que, para no suscitar á la Religión mayor
en Tartaria una hurona á quien había conocido en el asistirles en sus enfermedades; y en fin, en ayudarles persecución, permanecemos ocultos todo lo posible.
so que sea su talento, llegara no obstante á recoger
Canadá, y por este estraño caso adivinó la existencia á bien morir ; y aunque esto acarrea no poca sujeción Yo paso dias enteros en un barco, de donde no salgo
multitud de preciosas noticias. No así el que pasa rá­
de aquel estrecho, que mucho después ha hecho la y trabajo, puedo asegurar que Dios nos remunera con sino de noche para visitar los lugares próximos á la
pidamente con un intérprete, que ni tiene el tiempo
ni la voluntad de exponerse á mil peligros para conocer gloria de los Bering y de los Cook. Gran parte del grandes consuelos.......................................................... playa, ó bien retirado en alguna casa distante.»
las costumbres : por grande y esacto que sea su genio Canadá y toda la Luisiana fueron descubiertas por los
observador, no puede adquirir sino conocimientos su­ misioneros , quienes conquistaron aquellas costas En tiempo de epidemia, como es preciso hallarse en CAPITULO III.
perficiales sobre unos pueblos que desaparecen á su donde se enriquecía el comercio. Esta es una pe­ disposición de poder socorrer á los pestilentes, y solo
vista casi instantáneamente. queña parte de los servicios prestados por aquellos tenemos aquí cuatro ó cinco misioneros, nuestra cos­ Misiones de la China.
El jesuita tenia sobre cualquier otro viajero la ven­ hombres. tumbre es que solo un padre entre en las mazmorras y
taja de la sabiduría, pues los superiores exigían mu­ permanezca en ellas mientras dura la enfermedad ; el Dos religiosos franciscanos, el uno polaco, francés
chas cualidades en los alumnos destinados á las misio­ que obtiene para ello el permiso del superior, se dis­ el otro, fueron los primeros europeos que penetraron
CAPITULO II. pone espiritualmente con algún dia de retiro, y se en la China á mediados del siglo XII. Marcos Pablo,
nes. Para recorrer el Levante, los alumnos debían
' poseer el griego, el cophto, el árabe, el turco, y algunos despide de sus hermanos, ¡cual si hubiera de morir. Al­ veneciano, y Nicolás y Mateo Pablo, de la misma ór-
Misiones del Levante. den, verificaron mas tarde dos viajes ála misma región.
conocimientos de medicina; para la India y la China, de­ gunas, veces consuma su sacrificio, pero otras se sus­
bían ser astrónomos, matemáticos, geógrafos y mecáni­ Cada misión tenia un carácter peculiar , y un gé­ Habiendo descubierto los portugueses el derrotero de
trae á la muerte.»
cos ; la América se reservaba á los naturalistas. Y ¿ á nero propio de tribulaciones. Los misioneros del Le­ El padre Santiago Cachod escribe al padre Tanllon: las Indias, se establecieron en Macao, y el padre Ric-
cuántos ingeniosos disfraces, piadosos ardides y mu­ vante ofrecían un espectáculo harto filosófico. ¡Cuán «Ya no me inspiran temor alguno las enfermedades ci, de la Compañía de Jesús, resolvió penetrar en aquel
danzas de vida y costumbres, no les era preciso recurrir poderosa era la voz cristiana que resonaba en los se­ contagiosas: mediante el favor de Dios no sucumbiré vasto imperio del Catay, de que tantas maravillas se
para anunciar la verdad á los hombres? En Maduré pulcros de Argos, y en las ruinas de Esparta y de á ellas, después de los azares y peligros que acabo de contaban, y dedicarse al estudio de la lengua china,
el misionero se vestía de indio penitente, adoptaba Atenas ! En las islas de Naxos y de Salamina, cuna de arrostrar, Salgo del calabozo en que he administrado una de las mas difíciles que se conocen. Su constan-
sus usos, se sometía á sus austeridades, siquiera fue­ aquellas brillantes teorías que hacían volver los ojos
164 biblioteca dé óaspár t ROIG. ÉL GENIO DEL cristianismo. 'lCS
cía venció todos ios obstáculos, y después de muchos i Sobre uñado las dos columnas del peristilo, Sé leía: Y cuáles eran los eminentes genios que tales ma­ el breviario bajo el brazo izquierdo, úna cruz en la ma­
peligros y repulsas obtuvo de los magistrados chinos ! « El es infinitamente bueno ó infinitamente justo; ravillas reproducían? Unos simples Jesuítas, contra­ no derecha, y sin mas previsión que su confianza en
en 1682 el permiso de establecerse en Chouaclien. ilumina, mantiene, y dirige todo con autoridad supre­ riados frecuentemente en sus designios por la avaricia Dios, abréndóse camino por entre las selvas, caminan­
Ricci, discípulo de Gluvio, y hábil matemático, se ma y soberana justicia.» de sus compatriotas. do por tierras pantanosas, con el agua á la cintura,
atrajo protectores entre los mandarines; ayudado por La última columna estaba cubierta con estas pala­ Era costumbre en la América española, destinar á trepando escarpadas rocas, y deslizándose en las cue­
esta ciencia, y dejando el vestido de los bonzos, tomó bras : los indios á los trabajos de las minas. En vano había vas y precipicios, á riesgo de encontrar serpientes ó
ci de los letrados. Daba lecciones de geometría en que « El no ha tenido principio ni tendrá fin ; ha pro­ protestado el clero secular y regular contra una medi­ fieras en lugar de los hombres que buscaban.
intercalaba con arte las mas preciosas nociones de la ducido todas las cosas desde el principio ; él las go­ da tan impolítica como bárbara. Resonaron en los Muchos murieron de hambre y fatiga, otros fueron
moral cristiana. Pasó sucesivamente á Chouachen, bierna y es el verdadero Señor de ellas.» tribunales de Méjico y del Perú y en la córte de Ma­ devorados por los salvajes. El padre Lizardi fue halla­
Nemchem, Pekin y Nankin; unas veces maltratado, El pueblo, los mandarines y los letrados abrazaban drid, las quejas de los misioneros. « No pretendemos, do sobre una roca atravesado á flechazos, maltratado
otras recibido con alegría, oponía á todos los reveses la nueva doctrina, y las ceremonias del culto eran decían á los colonos, oponernos á la utilidad que po­ por las aves de rapiña, y á su lado el breviario abierto
una paciencia invencible, sin perder la esperanza de acogidas por_ ellos con especial predilección. «Antes dáis reportar de los indios, por medios legítimos; pero por el Oficio de difuntos. Cuando un misionero hallaba
hacer fructificar la palabra de Jesucristo. En fin, ad­ de la comunión, dice el padre Premaro, citado por harto sabéis que nunca ha sido la intención del rey así las reliquias de uno de sus compañeros, le dispen­
mirado el emperador de las virtudes y conocimientos el padre Fouquet, pronuncié en voz alta losados que que los miréis como esclavos, y que la ley de Dios os sábalos honores fúnebres, ylleno de alegría, entonaba
del misionero, le permitió residir en la capital, y le preceden á la administración de este divino sacra­ lo prohíbe...... No creemos sea permitido atentar á su un Te Deum solitario sobre la tumba del mártir.
concedió también, como á sus compañeros de trabajos, mento ; y aunque la lengua china se presta poco á la Estas escenas, á cada instante renovadas, admiraban
libertad, á la que tienen un derecho natural, que por
muchos privilegios. Los jesuítas mostraron gran dis­ expresión de los afectos, fueron muy bien recibidos, ninguna autoridad puede serles disputado. á los bárbaros, que algunas veces se detenían en derre­
creción, y un profundo conocimiento del corazón hu­ y advertí en el semblante do aquellos buenos cristianos Quedaba aun al pié de las Cordilleras y á la parte dor del desconocido sacerdote que les hablaba de Dios,
mano, pues respetaron los usos de los chinos, y se con­ una devoción que jamás habia visto. que mira al Atlántico, entre el Orinoco y el Rio de la y miraban al cielo, que el apóstol les mostraba; otras,
formaron con ellos en cuanto no eran contrarios á las »Loukang, añade ei mismo misionero, me habia Plata, un país inmenso, poblado de salvajes, en cuyos liuian de él como de un encantador, poseídos de ex­
leyes evangélicas. Pero por todos lados se les suscita­ inspirado ahcion á las misiones campestres. Salí del espesos bosques se propusieron los misioneros formar traordinario espanto, pero el religioso les seguía exten­
ron obstáculos. « Pronto corrompió la envidia, dice citado lugar, y encontré á muchos trabajadores á uno una república cristiana, y proporcionar á un pequeño diéndoles los brazos en nombre de Jesucristo, y cuando
Mr. Voltaire, los frutos de su sabiduría; y ese disgusto y otro lado; me acerqué á uno de ellos, y le hablé de número de indios la felicidad de que no habían podido no podía detenerlos, plantaba su cruz en un paraje
y malevolencia con que son mirados en Europa la Dios. Me pareció que no le habia disgustado lo que le rodear á todos. descubierto y se ocultaba en el monte; entonces, los
instrucción y los talentos, dieron en tierra con los dije, pues me invitó á ir á la Sala de los Antepasados, Al efecto, empezaron consiguiendo de la córte de salvajes se acercaban poco á poco al estandarte de
mas vastos designios.» que es lamas hermosa y común á todos los habitantes, España la libertad de todos los salvajes que llegasen a paz levantado en su soledad, 'atraídos al parecer por
Ricci bastaba para todo. Respondía á las acusacio­ orque habiendo observado muy de antiguo la costum- reunir. Los colonos se sublevaron, y solo á fuerza de cierto secreto imán hácia el emblema déla Redención.
nes de sus enemigos en Europa, velaba sobre las re de no casarse fuera de su país, todos son parien­ ingenio pudieron los jesuítas librarse de la muerte en El misionero salía de la emboscada, y aprovechando
nacientes iglesias de la China, daba lecciones de mate­ tes en el dia, y tienen los mismos abuelos. Allí, de­ los desiertos del Nuevo-Mundo. Vencedores al fin de su sorpresa, les convidaba á trocar una vida miserable
máticas, escribia en chino libros de controversia con­ jando muchos el trabajo, accedieron á oir la santa la codicia y de la malignidad humana, meditaron uno por las dulzuras de la sociedad.
tra los letrados que le combatían, cultivaba la amis­ doctrina.» de los mas nobles designios, y se embarcaron para el Reunidos ya por los jesuítas algunos indios, valié­
tad del emperador, se conducía con acierto en la córte, ¿No es esta una escena de la Odisea ó mas bien de ronse de otro medio para cautivar las almas. Habían
Rio de la Plata.
y se hacia amar de los grandes por su política. El peso la Biblia ? En este rio confluye otro, que ha dado su nombre observado que aquellos salvajes eran muy aficionados
de tantas fatigas aceleró el fin de su vida, y terminó su Un imperio, cuyas inalterables costumbres desafia­ al país y á las misiones cuya historia describimos. Pa­ á la música; y aun se dice que las aguas del Paraguay
carrera en Pekin á los cincuenta y siete anos de edad, ron por espacio de dos mil años el tiempo, las revolu­ raguay, en lengua salvaje, signilica el rio pavona­ hacían sonora la voz. Embarcáronse, pues, con sus
habiendo invertido la mitad en los trabajos del aposto­ ciones y las conquistas, mudó de faz á la voz de un do, porque nace en el lago Jarayes, que le sirve como nuevos catecúmenos en piraguas, y subieron á lo largo
lado. monge cristiano, que saliera sin amparo de algún rin­ de corona. Antes de engrosar con sus aguas las del de los rios, cantando cánticos sagrados, que los neófi­
Después de ,1a muerte del padre Ricci, la misión cón de Europa. Las preocupaciones mas arraigadas, Rio de la Plata, recibe las del Parama y del Uruguay. tos repetían; asi, los reclamos del cazador cantan
quedó interrumpida por las revoluciones de que fue los mas antiguosusos, y una creencia religiosa consa­ Unos bosques que ocultan otros de inmemorial ca­ para atraer á sus redes las aves. Cayeron los indios en
teatro la China. Pero cuando el emperador tártaro grada por los siglos, se desvanecieron al nombre del ducidad, lagos inmensos, llanuras inundadas por las tan dulce lazo, y bajando de sus montañas, corrían á
Cun-Chi subió al trono, nombró al padre AdamSchall Dios del Evangelio. En el momento en que escribimos, lluvias y altas montañas que levantan desiertos sobre la orilla de los rios para escuchar aquellos acentos, y
presidente del tribunal de las Matemáticas. Murió Cun- en el momento en que el Cristianismo se ve persegui­ desiertos, forman una parte de las inmensas regiones muchas veces se arrojaban al aguífy seguian á nado la
Chi , y durante la edad de su hijo Cang-Hi, la religión do en Europa, se propaga por la China. El fuego que riega el Paraguay, abundantes en todo género encantada nave. Caian el arco y la flecha de la mano
cristiana se vió expuesta á nuevas persecuciones. que se creyera apagado, háse avivado, pues asi acon­ de caza, tigres y osos; los bosques están llenos de del salvaje , que empezaba á sentir en su alma confu­
Mas, como ó la mayoría del emperador, se hallase tece siempre después de las persecuciones. Esto abejas que fabrican una cera muy blanca, y una miel sa el anticipado amor á las virtudes sociales, y ¡i las
el calendario en gran confusión, fue preciso volver á prueba cuánto han desconocido el espíritu del Cristia­ muy aromática; abundan también en aquellas feraces primeras dulzuras de la humanidad; veia á su mujer
llamar á los misioneros, y el joven príncipe se adhirió nismo los que creyeron aniquilarlo y extinguirlo ape­ comarcas, aves de brillante plumaje, que parecen gran­ é hijos llorar con desconocida alegría, )' subyugado
al padre Verbiest, sucesor deSchall, hizo examinar el lando á la violencia. La verdadera religión se acre­ des flores rojas y azules sobre el verdor de los arboles. por un atractivo irresistible, caia á los piésde la cruz,
Cristianismo por el tribunal délos Estados del imperio, cienta en la adversidad, muy al contrario de lo que Un misionero francés hace de estas soledades la pin­ mezclando torrentes de lágrimas con las aguas rege­
y copió la memoria de los jesuítas. Después de un acontece respecto de las cosas humanas. Dios le impuso tura siguiente: r neradoras que bañaban su cabeza.
maduro exámen, los jueces declararon que la religión el mismo sello que á la virtud. «Proseguí mi camino, sin saber a donde iba, y sm Así realizaba la religión cristiana en las selvas de
cristiana era buena, y que en nada contrariaba la pu­ hallar persona que me sirviese de guia, admirando América la hermosa fábula de los Anfiones y Orfeos;
reza de las costumbres, ni la prosperidad de los im­ algunas veces encantadores paisajes. Todo cuanto el reflexión tan natural ocurrió también á los misione­
perios. CAPITULO IV. estudio é industria de los hombres han imaginado ros: ¡tan cierto es que referimos una verdad, aunque
¡ Digno de los discípulos de Confucio era tal fallo en para hacer ameno un sitio , no iguala las bellezas con al parecer describamos una ficción!
MISIONES DEL PARAGUAY.
favor de la fe de Jesucristo! Poco después llamó ei qué la naturaleza ha enriquecido aquellas selvas.
padre Verbiest á aquellos sabios jesuítas, que han CAPITULO V.
Conversión de los salvajes. »Estas me renovaron mis ideas de otro tiempo, al leer
honrado el nombre francés en Asia. las vidas délos antiguos solitarios,de la Tebayda; me CONTINUACION DE LAS MISIONES DEL PARAGUAY.
El jesuíta que marchaba á la China, se armaba del Mientras el Cristianismo brillaba en medio de los asaltaron pensamientos de pasar allí el resto de mis días,
telescopio y del compás, y se presentaba en la córte adoradores de Fo-Hi; mientras otros misioneros lo República cristiana. Felicidad de los indios.
pues crei, que la Providencia me había conducido pa­
de Pekin con toda la urbanidad de la de Luis XIV, anunciaban á los nobles japoneses, ó lo introducian en ra atender Tínicamente al negocio de mi salvación, lejos
rodeado del brillante séquito de las ciencias y las la córte de los sultanes, se le vió penetrar, por decir­ de todo comercio humano; pero como no era dueño Los primeros salvajes que se reunieron á la voz de
artes. Desenvolviendo mapas, haciendo girar globos y lo así, hasta en los nidos de las selvas del Paraguay, de mi destino, debiendo considerar las órdenes de mis los jesuítas, fueron los Guaranis, pueblos extendidos
trazando esferas, enseñaba á los asombrados manda­ para civilizar aquellas naciones indias, que vivían superiores como dictadas por el Señor, deseche este á lo largo del Paranapané, del Pirayie y del Uruguay,
rines el verdadero curso de los astros, y el nombre como pájaros en las ramas de los árboles. Maravilloso propósito como una ilusión.» y compusieron una numerosa tribu bajo la dirección
verdadero del que los dirige. Disipaba los errores de por cierto es el culto que reúne, cuando quiere, las fuer­ Aquellos indios presentaban un aspecto espantoso. de los padres Maceta y Cataldino, cuyos nombres de­
la física, para disipar los de la moral; imprimía al co­ zas políticas á las morales, y que por su riquéza de Raza indolente, estúpida y feroz, mostraba en toda su ben ser conservados entre los bienhechores de los
razón la sencillez que desterraba del espíritu, éinspí— medios crea gobiernos no menos sabios que los de deformidad al hombre primitivo, degradado por su hombres. Esta tribu se llamó Loreto; y al paso que
raba con sus costumbres y sabiduría una profunda Minos y Licurgo. Cuando la Europa no poseía aun sino caída. Nada prueba mas la degeneración de la natura­ iban erigiéndoselas iglesias indias, fueron comprendidas
veneración hácia Dios, al mismo tiempo que una gran constituciones bárbaras, formadas por el tiempo y la leza humana que la pequeñez del salvaje en la grande­ bajo el nombre general de Reducción. En pocos años
estimación á su patria. casualidad, la religión cristiana hacia revivir en el llegaron á treinta, y formaron aquella célebre Repúbli­
za del desierto. ca cristiana, que parecia un resto de la antigüedad,
En 1711, el emperador déla China dió álos jesuítas Nuevo-Mundo los milagros de las legislaciones anti­ Habiendo llegado los misioneros a Buenos-Aires,
tres inscripciones, compuestas por él para una iglesia guas : las hordas errantes de ios salvajes del Paraguay volvieron á subir el Rio de la Plata, y entregándose descubierto en el Nuevo-Mundo, confirmando asi en
que se constriña en Pekin. La del frontispicio decia: fijaban su domicilio, y ó la palabra de Dois surgía una á las aguas del Paraguay, se dispersaron por los bos­ nuestros tiempos la grande verdad reconocida por
«Al Principio de todas las cosas.» república evangélica del seno de los desiertos. ques. Las relaciones antiguas nos los representan con Roma y Grecia : esto es, que no se civilizan los
EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 167
166 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.

teles, y cada uno de estos tenia un celador. Como ios era tétrica como Esparta, ni frívola como Atenas ; el que la representan en toda su perfección y hermosu­
hombres, ni se fundan los imperios con principios abs­
indios son naturalmente indolentes é imprevisores, ciudadano no se veia agoviado con el trabajo, ni afe­ ra, ó, por mejor decir, está allí viva, porque sobre
tractos de filosofía, sino mediante el establecimiento
habia un encargado de vigilar todo lo concerniente á la minado por el placer. En fin, limitando los misioneros las flores y las ramas de los árboles que forman los
de la Religión. arcos triunfales por donde pasa el Santísimo Sacra­
Cada lugar se gobernaba por dos misioneros, que agricultura, que examinaba los arados, y obligaba á la atención de la multitud á las primeras necesidades
de la vida, supieron distinguir en su rebaño á los ni­ mento , se ven revolotear infinitos pájaros de todos
dirigían los negocios espirituales y temporales de las los cabezas de familia á sembrar sus tierras.
ños aquellos a quienes la naturaleza habia dotado de colores, atados por las patas con unos hilos tan largos,
pequeñas repúblicas, en que ningún extranjero podia Si alguno infringia las leyes, se le reprendía en se­
disposición para mas altos destinos, y atentos al con­ que parece están sueltos, y que han venido libremente
permanecer mas de tres dias; y para evitar todo co­ creto la primera falta; la segunda era castigada con
sejo de Platon, separaban á los que descubrían talento, á mezclar sus gorgeos con el canto de los músicos y
mercio que pudiese corromper las costumbres de los penitencia pública en las puertas de la iglesia, como
para instruirles en las letras y las ciencias. Estos ñi­ de todo el pueblo, y á bendecir á su modo á aquel,
nuevos cristianos, habíase prohibido aprender á hablar entre los primeros fieles , y la tercera con azotes; no
ños escogidos llamábanse la Congregación, y eran cuya providencia jamás les falta.................................
la lengua española, que todos los neófitos sabían leer obstante, apenas hay ejemplar en siglo y medio que
y escribir correctamente. duró aquella república, de que indio alguno hubiese educados en una especie de seminario, donde se les
hacia observar con toda rigidez el silencio y el retiro, »De trecho en trecho hay tigres y leones bien suje­
En cada Reducción habia dos escuelas: una de pri­ menester de semejante castigo. «Todos sus defectos
sometidos á los estudios de los discípulos de Pilágoras. tos para que no turben la fiesta, y hermosísimos peces
meras letras, otra de baile v música. Este último arte, son pueriles, dice el padre Charlevoix; y aunque lo que nadan en unos estanques; en una palabra, allí
fundamento de las leyes de las antiguas repúblicas, son en muchas cosas durante toda su vida, tienen por Reinaba entre ellos tal emulación, que bastaba ame­
nazarles con que serian enviados á las escuelas co­ asisten seres de todas clases, como diputados de sus
era particularmente cultivado de los Guaranis, que otra parte todas las buenas cualidades.» respectivas especies, para prestar el debido homenaje
sabían construir órganos, harpas, flautas, guitarras, Los perezosos eran condenados á cultivar una por­ munes, para que cualquier discípulo se entregase á la
desesperación. De esta escogida grey salieron, andando al Hombre-Dios en su augusto Sacramento. . . .
é instrumentos militares. ción mas extensa del campo común, convirtiendo así
Al llegar un niño á la edad de siete años, los dos con sabia economía los mismos defectos de aquellos el tiempo, los sacerdotes, los magistrados, y los héroes
de la patria. »Ni faltan allí esas cosas que nos sirven en los gran­
religiosos observaban su genio. Si les parecía idóneo hombres inocentes en provecho de la pública pros­ des regocijos; las primicias de todos los frutos para
para los oficios mecánicos, se le destinaba á uno de peridad. Las Reducciones ocupaban un territorio bastante
dilatado, regularmente á la orilla de un rio, ó en una ofrecerlas al Señor, y la semilla que ha de sembrarse
los talleres de la Reducción para que aprendiese el Procurábase casar pronto á los jóvenes para evitar para que le bendiga. El canto de las aves, el rugido
oficio á que se inclinaba, pues los primeros jesuítas el libertinaje. Las mujeres sin hijos se retiraban du­ hermosa situación. Las casas eran de idéntico aspecto
y de un solo piso, y las calles anchas y rectas. En el de los tigres y los leones, se oyen sin confusión, for­
habían aprendido las artes útiles para enseñarías á los rante la ausencia de sus maridos á una casa particular
centro de la población se veia la plaza pública, formada mando un solo concierto.................................
indios, sm necesidad de extranjeros recursos. llamada Casa de Refugio. Los dos sexos estaban se­
Los jóvenes inclinados á la agricultura se incluían parados casi del mismo modo que en las repúblicas por la iglesia, la casa de los padres, el arsenal, el gra­
nero común, la casa de refugio, y el hospicio para los »Luego que el Santísimo Sacramento enlra en la
en el gremio de labradores, y los oue aun conservaban griegas, y en la iglesia tenían bancos distintos y puer­ iglesia, se presentan álos misioneros todos los man ja­
afición á su primer género de vida errante, vagaban tas diferentes, por donde salían sin confundirse. extranjeros. Las iglesias eran hermosas, muy adorna­
das, y sus paredes estaban cubiertas de cuadros separa­ res que han estado expuestos en la carrera. Lo mejor
vigilando los ganados. Todo estaba ordenado, hasta el vestido adecuado á se lleva á los enfermos, y lo demás se distribuye en­
Las mujeres trabajaban separadas de los hombres, la modestia sin perjuicio de las gracias. Las mujeres dos con festones de flores y hojas de un verde natural.
Los dias de fiesta se vertían aguas olorosas en la nave, tre el pueblo. Por la noche hay fuegos artificiales,
en sus casas. Al principio de la semana se les distri­ llevaban una simple túnica blanca, ceñida por la cin­ como en todas las grandes solemnidades y en los dias
buía una cantidad determinada de lana ó algodón, que tura; sus brazos y piernas se mostraban al descubierto, y el santuario estaba cubierto de lianas deshojadas.
El cementerio , á espalda destemplo, lormaba un de público regocijo.»
debian entregar labrada en la noche del sábado; y y su tendido cabello les servia de velo. Nadie extrañará, que con un gobierno tan paternal
en las horas de ocio se ocupaban en proporción á sus Los hombres vestían como los antiguos castellanos: cuadrilongo cercado de paredes á la altura del pecho.
Alrededor habia una calle de palmeras y cipreses, y y conforme al carácter sencillo y pomposo del salvaje,
fuerzas en las faenas agrícolas. cuando iban al trabajo, cubrían tan noble traje con un ios nuevos cristianos fuesen los mas puros y venturo­
No habia mercados públicos, porque en señalados saco de tela blanca; pero los que se habían distinguido dentro le atravesaban otras de limoneros y naranjos:
la de en medio conducía á una capilla, en donde todos sos de los hombres. La mudanza de sus costumbres
dias se repartía á cada familia lo necesario para la vi­ por algun rasgo de valor ó de virtud, lo llevaban de era un milagro patente al Nuévo-Mundo. Ese espí­
da, y uno de los misioneros cuidaba de que la reparti­ ios lunes se celebraba una misa por los difuntos.
color de púrpura. ritu de crueldad y venganza, ese abandono á los vi­
Desde la extremidad de las calles partían lilas de
ción se adaptase al número de moradores de cada cabaña. Los españoles, y especialmente los portugueses cios mas groseros, que caracterizan las tribus indias,
Los trabajos empezaban y acababan á son de cam­ los árboles mas hermosos y corpulentos, hasta llegar
del Brasil, hacian algunas escursiones por las tierras liabiánse trocado en mansedumbre, paciencia y casti­
pana , la que se tañia al rayar el alba, y al punto se á otras capillas construidas en el campo, que se veían
de Ta República cristiana, y solian llevarse algunos dad. Juzgúese si no de sus virtudes por la expresión
reunían los niños en la iglesia, donde su matutino desgraciados que reducían á esclavitud. Deseando los en perspectiva: estos monumentos religiosos servían
de término á las procesiones en los dias de grandes sencilla del obispo de Buenos-Aires 1 «Señor, escribía
concierto duraba cemo el de los pajarillos, hasta salir jesuítas remediar estos males, obtuvieron con astucia, á Felipe V, en estas numerosas tribus, compuestas de
el sol. Hombres y mujeres asistían después á la misa, de la córte de Madrid licencia para armar sus neófitos. solemnidades. . , , , ,
El domingo, después de la misa se celebraban los indios naturalmente inclinados á todo género de vicios,
desde donde iban á sus labores, y al declinar el día, Proveyéronse, pues, de las primeras materias , esta­ reina tal inocencia, que no creo se cometa en ellas
desposorios y los matrimonios, y por la tarde se ad­
la campana llamaba otra vez á los nuevos ciudada­ blecieron fundiciones de artillería, fábricas y molinos un solo pecado mortal.»
nos al templo, y se cantaba la oración de la tarde á ministraba el bautismo á los catecúmenos y a los nirios.
de pólvora, y adiestraron para la guerra á unos hom­ Estos bautismos se practicaban como en la primi­ Entre aquellos salvajes cristianos no habia que de­
dos coros y con gran música. bres á quienes no se quena dejar en paz. Reuníase plorar litigios ni querellas, ni se conocían el tuyo
tiva Iglesia mediante las tres inmersiones, con los
Como la tierra estaba dividida en muchas porciones, .todos los lunes una milicia regular para maniobrar y ni el mió, pues, como observa Charlevoix, el que se
cada familia cultivaba una,para ocurrir á sus necesi­ mismos cantos, y vestidos de litio. .
pasar revista ante un cacique, habiéndose señalado Las principales fiestas de la Religion se anunciaban llalla siempre dispuesto á partir lo poco que tiene con
dades. Había además un campo público llamado la premios para los ballesteros, portalanzas, honderos, los que lo necesitan, nada tiene suyo. Provistos con
Posesión de Dios, cuyos frutos estaban destinados con extraordinaria pompa. La víspera se encendían
artilleros y mosqueteros. Cuando los portugueses vol­ hogueras en señal de regocijo, se iluminaban las calles, abundancia de las cosas necesarias á la vida; gober­
ara suplir las malas cosechas, mantener las viudas, vieron á presentarse, en lugar de algunos labradores nados por los mismos hombres que los habían sacado
uérfanos y enfermos, y servir de recurso en tiempo y los niños bailaban en la plaza pública. Al despuntar
tímidos y dispersos, hallaron batallones que los des­ de la barbarie, y á quienes miraban con razón como
de guerra. Si al fin del año quedaba algún remamente trozaron y persiguieron hasta el pié de sus fortalezas, ¿1 dia, se presentaba la milicia sobre las armas, prece­
dida del cacique de guerra cabalgando en un arrogante una especie de divinidades; gozando en sus familias y
del tesoro público, se aplicaba al culto y al pago del echándose de ver que la nueva tropa no retrocedia, y en su patria de los sentimientos mas dulces de la na­
tributo del escudo de oro que cada familia pagaba al caballo, y caminando bajo el dosel quedos caballeros
que se reunia sin confusión bajo el fuego enemigo. turaleza; conociendo las ventajas de la vida civil, sin
rey de España. llevaban á sus lados. Al medio dia, después de los
Tal era su ardor en los ejercicios militares, y se en­ haber salido del desierto, y los encantos de la socie­
Oficios divinos, se daba un banquetea los extranjeros,
El cuerpo militar,civil y político de estas Reduccio­ tusiasmaba de manera, que muchas veces fue nece­ dad, sin haber perdido los de la soledad; aquellos
si los habia en la república, y se permitía beber un
nes se componía de un cacique ó jefe de guerra, de un sario contenerlos para evitar algun descalabro. indios podían jactarse de gozar una felicidad sin
poco de vino. Por la tarde habia carreras de sortija, a
corregidor para la administración de justicia, y de los Era, pues, el Paraguay un estado sin los inconve­ que asistían los dos jesuítas para distribuir los premios ejemplo en la tierra. La hospitalidad, la amistad, la
regidores y alcaldes para la policía y dirección de los nientes de una constitución enteramente guerrera, á los vencedores; y al anochecer daban la señal, y justicia y las tiernas virtudes brotaban naturalmente
trabajos públicos. Estos magistrados eran nombrados como la de los lacedemonios, y sin los de una sociedad de sus corazones á la voz de la Religión, bien así
entonces aquellas venturosas familias iban a gozar
por la asamblea general de los ciudadanos, aunque del todo pacífica , como lo era la fraternidad de los como el olivo deja caer sus maduros frutos al soplo
parece no podían ser elegidos sino de entre los sujetos délas dulzuras del sueño. .
Cuákeros. Resolvióse el gran problema político: vié- Pero el espectáculo mas extraordinario en aquel de apacibles vientos. Mnratori pintó exacta y lacóni­
propuestos por los misioneros: ley tomada del senado ronse reunidas la agricultura que funda, y las armas camente aquella república cristiana, intitulando la
pueblo antiguo por su organización, aunque moder­
y del pueblo romano. Habia además un jefe llamado que conservan, pues los Guaranis eran cultivadores descripción que hizo de ella : II Cristianesimo felice.
fiscal, especie de censor público elegido por los an­ no por su origen, era el de la fiesta del Santísimo Sa­
sin ser esclavos, y guerreros sin ser feroces. Inmensas cramento. Los jesuítas habían introducido las danzas Parecenosquealleer esta historia, se despertará un
cianos, encargado de un registro de los hombres útiles sublimes ventajas debidas á la religión cristiana, y solo deseo: el de atravesar los mares, y alejarse de
en ellas á uso de los griegos, porque nada debía te­
para el manejo de las armas. En teniente cuidaba de e que no pudieron gozarbajoel politeísmo, losgriegos la agitación y las revoluciones para correr en busca de
los niños, los conducía á la iglesia, y acompañaba á las merse respecto de las costumbres de unos cristianos
ni los romanos. de tal inocencia. Insertaremos aquí, la descripción una vida oscura en las cabañas de los salvajes, y de
escuelas con una varita larga en la mano, debiendo Observábase en todo, ese sabio término medio, un apacible sepulcro á las sombras de las palmeras
además dar cuenta á los misioneros de sus observacio­ puesto que la República cristiana ni era exclusiva­ del padre Charlevoix. . ,
«He dicho que ningún objeto de valor intrínseco se de sus cementerios. Mas. ¡ah! Los desiertos no son bas­
nes acerca de las costumbres, carácter, cualidades y mente agrícola, ni enteramente belicosa, ni carecía tante profundos, ni harto dilatados los mares para
defectos de sus discípulos. ve en esta fiesta; pero todas las bellezas de la natu­
de los beneficios de las letras y del comercio: nada se raleza contribuyen á ella con tanta sencillez y variedad librar al liombre de los dolores que le asedian. Siem-
Por último, estaba dividida la tribu en muchos cuar- habia olvidado en ella, y solo abundaba en fiestas. No
168 BIBLIOTECA DE
GASPAR Y ROIG.
pre que se refiere la historia de la felicidad de un pue­ salvajes, reunidos á 'costa de tantas fatigas vagan de EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 169
blo, os forzoso terminarla con su catástrofe. En medio nuevo po_r los bosques, ó se ven sepultados vivos en sufrimientos un lugar en aquella república de los san­ otras que aunque ignoradas, no son menos importantes.
de las mas halagüeñas pinturas, se ve oprimido el las entrañas de la tierra. ¿ Es posible que un estableci­ tos , á donde no pueden alcanzar las inicuas persecu­ El Rey de los reyes, se complaco enderramar las rique­
corazón del que Ja escribe ante esta triste reflexión, miento del Cristianismo y una mies fecundada con la ciones de los hombres. zas do su gracia y de sus milagros en la oscura caba­
que se le ofrece sin cesar : ¡Nada de esto existe ya! sangre de los apóstoles, no haya de merecer sino el ña, y sobre la humilde tumba del pobre. Subiendo
Las misiones del Paraguay han sido destruidas, y los odio y el desprecio? Y no obstante, mientras triunfá- CAPITULO VI. hacia el Norte, desde el Paraguay hasta el centro del
Misiones de la Guayan«-. Canadá, se encuentra multitud de pequeñas mi­
siones , en las cuales no era el neófito civilizado quien
Si estas misiones admiran por sus grandezas, hay séguia al Apóstol, sino qué este se hacia salvaje para

LOS RELIGIOSOS DEL MONTE SAN BERNARDO.

MUERTE DEL PARRE DANIEL.

hamos, viendo á los desgraciados indios en el Nuevo- dad , si en ellas detuviésemos la vista. Confesemos que
Mundo caer otra vez en dura esclavitud, la Europa somos débiles; que los juicios de Dios son inescru­
repelía la fama de nuestra filantropía, y de nuestro tables, y que quiere probar á sus siervos. Mientras seguir á aquel. Los religiosos franciscanos regían estas los negros y salvajes. Los padres Lombard y Ramet-
•amor á la libertad. Estos vergonzosos caprichos de gemimos aquí, los sencillos cristianos del Paraguay, iglesias errantes., rodeadas de peligros y de instabi­ te, siguiéndolas huellas de aquel santo varen, se
la naturaleza humana, entregada á sus turbulentas sepultados ahora en las minas del Potosí, adoran sin lidad. entraron por las lagunas do la Guayana, y haciéndose
pasiones, abaten el alma, é inducirían á la perversi­ dúdala mano que los ha herido, y conquistan con sus El jesuíta Créuilli fundó las misiones fie Cayena , y amar delosiudios (¿alibis, á fuerza de socorrerlos y de
excede al esfuerzo humano lo que hizo para socorrer á tomar parte en sus dolores, pudieron conseguir les
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470 BIBLIOTECA DE GASPAR V ROIG.
EL GENIO DEL CRISTIANISMO.
confiasen algunos hijos, á quienes educaron en la re­ melitas, los capuchinos y los jesuítas se consagraron á 171
Religión se muestra aquí tan hermosa, como horrible i Nuevo-Mundo nos han hecho observar todas las for-
ligión cristiana. Cuando estos jóvenes civilizados vol­ la instrucción de los caribes y de los negros, y á los la avaricia.
vieron á los bosques, predicaron el Evangelio á sus demás trabajos que exigían las nacientes colonias mas políticas de los pueblos civilizados : los natchez
El lenguaje tierno y religioso con que los misione­ I déla Luisiana nos mostraron el despotismo en el esta­
ancianos padres salvajes, que se dejaron vencer fá­ de San Cristóbal, la Guadalupe, la Martinica y Santo ros hablaban de los negros, era el único adecuado á la
cilmente de la elocuencia cíe los nuevos misioneros. Domingo. do natural; los creckesde la Florida, la monarquía, y
razón y á la humanidad. El hacia mas piadosos á los los iroqueses del Canadá, el gobierno republicano.
Reuniéronse los catecúmenos en un lugar llamado Kou- No hay historia de las Antillas mas completa que señores, y mas virtuosos á los esclavos; favorecía la
la del padre Dutertre, misionero de la congregación de Estos representaban en su condición salvaje á los
rou, donde el padre Lombard habia construido una causa del género humano sin daño de la patria, ni del
San Luis. Su estilo ofrece una sencillez llena de atenienses y lacedemonios. Los hurones eran hombres
casa, con dos negros. Aumentando de dia en dia la po­ órden, ni de las propiedades; pero en nuestros dias se
gracia. de claro entendimiento, alegres, ligeros, disimulados,
blación, determinaron construir una iglesia; pero ofre­ lia perdido todo con pomposas palabras, y se ha ex­
»Los caribes, dice, son muy pensativos; su fisono­ valientes y elocuentes: gobernados por las mujeres,
cióse un obstáculo casi insuperable, porque el arqui­ tinguido hasta la piedad, porque, ¿quién osaría hoy
mía es triste y melancólica; pasan los dias casi por en­ soportaban mal la fortuna adversa y abusaban de la
tecto, carpintero de Cayena, pedia mil y quinientos defender la causa de los negros., después de los crí­ próspera. Los iroqueses, divididos en cantones regi­
francos para los gastos déla empresa. Sin embargo, no tero sentados en la punta de una roca ,ó en la playa, menes que han perpetrado? ¡Tanto es el mal que he­
fijos los ojos en la tierra ó en el mar, sin proferir pa­ dos por unos ancianos ambiciosos, políticos, tacitur­
desistieron de su propósito, pues el misionero y sus mos causado, perdiendo las causas mas nobles y las
neófitos, aunque los mas pobres de todos los hombres, labra.................................................................................. nos , severos, capace.s de los mayores vicios y de las
cosas mas admirables! mayores virtudes, sacrificaban todo á la patria, y eran
eran ricos en virtudes. La fe y la caridad son ingenio­ Respecto de la historia natural, el padre Dutertre, los hombres mas feroces é intrépidos.
sas: los Galibis obligáronse á construir siete piraguas, »Su carácter es benigno, afable, y tan compasivo describe algunas veces un animal con solo una pala­
que en muchas ocasiones han llorado por nuestros Cuando se dejaron ver los franceses y los ingleses
que el arquitecto se convino en tomar en cuenta, al pre­ bra: al pájaro-mosca le llama una flor celestial, al en aquellas costas, los hurones se unieron por un
cio do doscientas libras cada una. Para completar el males: no son crueles sino con sus enemigos. modo que el padre Commire dice de la mariposa :
»Las madres aman tiernamente á sus hijos, y vigi­ instinto natural á los primeros, y los iroqueses á los
resto de la suma, las mujeres hilaron todo el algodón Florcm putares nare per liquidum cethera. segundos, no por amor, sino á fin de proveerse por
necesario para hacer ocho hamacas, y veinte salvajes lan solícitas para evitarles todo accidente funesto; ca­ «Las plumas del flamenco, dice en otra parte, son su medio de armas, pues cuando sus nuevos aliados
se hicieron voluntariamente esclavos de un colono, si siempre los llevan á sus pechos, aun por la noche; encarnadas , y cuando vuela hácia el sol, resplandece llegaban á ser bastante poderosos, los abandonaban, y
por todo el tiempo que cedió dos negros, que se ocu­ y es de maravillar que acostándose en camas suspen­ tanto que parece una ráfaga de luz. » volvían á unírseles cuando los franceses obtenían la
paron en cortar tablas para cubrir el edificio. Todo arre­ didas, que son muy incómodas, no sofoquen á ningu­ Mr. de Buífon no pintó mejor el vuelo de una ave victoria. Vióse entonces á un puñado de salvajes ma­
glado así, erigióse á Dios un templo en la soledad. no.... En todos sus viajes, sea por mar ó por tierra, que el historiador de las Antillas. Dice así : «A este nejarse con el mayor tino entre dos grandes naciones
El mismo Dios que preparó desde la eternidad todas los llevan consigo bajo sus brazos en una camilla de pájaro (la fragata) le cuesta mucho levantarse sobre civilizadas , procurando destruir la una por medio de
las cosas, del modo mas conveniente á sus altos fines, algodón, sujeta con una banda atada á la espalda, á las ramas; pero al tomar vuelo, hiende el aire con tal la otra; y no pocas veces casi realizaron su proyecto
acaba de manifestarnos en estas regiones uno de aque­ fin de tener siempre á la vista el objeto de su soli­ serenidad, que apenas mueve sus alas, ni se fatiga. Si de hacerse á la vez dueños y libertadores de aquella
llos designios profundos, que ocultándose á la pene­ citud.» el peso de la lluvia ó el viento le molestan alguna vez, parte del Nuevo-Mundo.
tración de los hombres, solo llegan ó comprenderse Esto se parece á un fragmento de las obras de Plu­ burlándose entonces de las nubes, se remonta hasta la El desacertado gobierno del Canadá, la mala fe de
en el momento mismo en que se verifican. Cuando el tarco, traducido por Amyot. región media del aire, y se sustrae á la vista de los los gobernadores y una política mezquina y opresora
padre Lombard estableció, há mas de un siglo su mi­ Propenso naturalmenteá considerarlos objetos ba- hombres.» desconcertaban mas las buenas intenciones de los je­
sión entre los Galibis, no sabia que preparaba á los ' jo un aspecto sencillo y tierno, el padre Dutertre es in­ A la hembra del colibrí la representa así, fabrican­ suítas que la oposición del enemigo, pues si presen­
salvajes para que acogiesen algún dia los mártires de teresante cuando habla de los negros: sin embargo no do su nido: taban los planes mas sabios para la prosperidad de la
la fe, ni que improvisaba en ios desiertos una nueva los representa como los mas virtuosos de los hombres, « Carda todo el algodón que le lleva el macho , y lo patria, se alababa su celo pero se seguía otro rumbo,
Tebaida á la Religión perseguida. ¡Qué campo tan vas­ y hace la pintura de sus costumbres con tanto jui­ desenreda casi pelo por pelo con sus patas y pico; hasta que llegando los negocios á ser arduos en dema­
to de reflexiones I ¡ Billaud de Varcnne y Pichegrú, el cio, con tal sensibilidad é ingenuidad, que cautivan forma después su nido, no mayor que medio cascaron sía , se recurría á ellos, y se les empleaba en las nego­
tirano y la víctima, habitáronla misma barraca en Syn- el alma. de un huevo de paloma, y al paso que va levantando ciaciones mas arriesgadas , sin detenerse en los peli­
namary, sin que su extremada miseria pudiese recon­ »Se ha visto, dice, en la Guadalupe á una jóven ne­ el pequeño edificio, da mil vueltas a su nido, pulien­ gros á que se les exponía ; la historia de la Nueva-
ciliar sus corazones! ¡I.os odios implacables vivían en­ gra tan persuadida de la miseria de su condición, que do con el cuello sus bordes, y el interior con su cola. Francia ofrece de esto un notable ejemplo.
tre los compañeros do los mismos grillos; y los gritos jamás pudo su amo que se casase con un negro que »Nunca he podido advertir qué es lo que lleva en Habiendo estallado la guerra entre franceses é iro­
de algunos desgraciados, próximos á despedazarse, se le presentaba.................................................................. el pico á sus hijuelos, sino solo que les da á chupar la queses , victoriosos estos habían avanzado hasta los
mezclaban con los rugidos de los tigres, en los bosques «Esperó á que el sacerdote la preguntase (en el lengua; creo la lleva impregnada con el jugo que muros de Quebec, matando y devorando á los habitan­
del Nuevo-Mundo! altar) si quería á N. por su marido, y entonces res­ extrae de las flores.» tes do los campos, y todo al parecer estaba perdido.
Empero, ved, en medio de esta lucha de las pasio­ pondió con una fortaleza que nos llenó de admiración: Si la perfección en pintura consiste en dar una exac­ Hallábase á la sazón el misionero Lamberville entre
nes la calma y la serenidad evangélica de los confeso­ «No, padre mió, no quiero ni á ese ni á otro, pues me ta idea de los objetos, presentándolos bajo un punto los iroqueses , y aunque en un continuo é inminente
res de Jesucristo, arrojados á laGuayana entre sus neó­ basta mi propia miseria, sin dar hijos al mundo mas de vísta agradable , no podrá negarse qué el misione­ riesgo de ser quemado vivo por los vencedores, no
fitos, y que hallan en irnos cristianos bárbaros la piedad infelices que yo, y cuyas penas me serian mas sensi­ ro de las Antillas ha alcanzado esta perfección. quiso retirarse, esperando reducirlos á tratar de paz,
que les negaban los franceses; ved á unas pobres reli­ bles que las mias.» Siempre permaneció soltera, y se y salvar los restos de la colonia, pues los ancianos le
giosas hospitalarias, que parecía no haber sido dester­ la llamaba ordinariamente la Doncella de la isla. » amaban y le habían protegido contra los guerreros.
radas ó un clima destructor sino para oir en él á un El padre Dutertre sigue describiendo las costumbres CAPITULO VIH.
Así las cosas, recibió una carta el gobernador del
Collot d’ Herbois, en un lecho de muerte y prodigarle de los negros, y el sencillo ajuar de sus casas, haciendo Misiones déla Nueva Francia. Canadá, en que le suplicaba hiciese los posibles es­
todos los socorros de la caridad cristiana; aquellas admirar la ternura de su cariño hácia sus ínjos, é in­ fuerzos con los salvajes á fin de que enviasen emba­
santas mujeres confundían, en su amorá la humani­ terrumpiendo tal vez el hilo de su narración con las No nos detendremos en las misiones de la Califor­ jadores al fuerte de Calarocouy para tratar de la paz.
dad, vertiendo lágrimas por todos, al inocente y al cul­ sentencias de Séneca, que hablan de la sencillez de nia , porque no ofrecen rasgos peculiares , ni tampoco Corre el misionero en busca de los ancianos; va á sus
pable, y pedían ¡i Dios que socorriese á los enemigos las cabañas en que vivían lospueblos de la edad de oro; en las de la Luisiana, porque se confunden con aque­ casas , les ruega, les exhorta ó importuna tanto, que
de su nombre, y á los mártires de su culto : ¡qué lec­ ■citatambien'á Platon ó masbien á Homero cuando dice llas terribles misiones del Canadá, en que brilló en al fin los determina á aceptar la tregua y diputar sus
ción! ¡qué cuadro! ¡Cuán infelices son los hombres, y que los dioses roban al esclavo la mitad de su razón: toda su gloria la intrepidez de los apóstoles de Jesu­ principales gefes. Acudieron estos al sitio señalado
cuán hermosa es la Religión! Dirnidium mentis Jupiter lilis aufert. Compara al ca­ cristo. parala entrevista, pero al llegar fueron aherrojados y
ribe salvaje gozando de su libertad, y al negro salvaje- Cuando los franceses, capitaneados por Champelain, enviados á las galeras de Francia.
reducido ala servidumbre, y demuestra cuanto ayuda subieron el rio de San Lorenzo, hallaron los bosques El padre Lamberville ignoraba el secreto designio
CAPITULO VII. el Cristianismo al segundo para tolerar con resignación del Canadá habitados por unos salvajes muy diferentes del gobernador, y así habia obrado tan de buena fe
Misiones de las Antillas. sus males. de los descubiertos hasta entonces en el Nuevo-Mun­ que se habia quedado entre los salvajes; mas cuando
Ha sido moda acusar á los sacerdotes de partidarios do. Eran estos unos hombres robustos, valientes, supo lo ocurrido, se creyó perdido , esperando de un
' Ei. establecimiento de colonias francesas en las An­ de la esclavitud y la opresión; mas es lo cierto que ufanos con su independencia, capaces de discurso y justante á otro una muerte horrorosa. Ocupado con
tillas, ó Ante islas, así llamadas porque son las prime­ nadie ha levantado la voz tan enérgicamente, ni con cálculo; no admiraban las costumbres ni las armas de estos pensamientos,fue llamado por los ancianos, á
ras que se encuentran á la entrada del golfo de, Méji­ tanto valor en favor délos esclavos, de los pequeños los europeos, y lejos de excitar su atención como á los quienes halló en el consejo, con semblantes severos y
co, dala desde el año de 1627, en cuya época Mr. do y de los pobres, como los autores eclesiásticos, que sencillos caribes, miraban los usos europeos con tedio amenazadores. Uno de ellos le refirió indignado la
Enambuc construyó un fuerte, y dejó algunas familias han defendido constantemente que la libertad es un y menosprecio. traición del gobernador, y añadió :
en la isla de San Cristóbal. derecho imprescriptible del cristiano; de manera, que El imperio del desierto estaba dividido en tres na­ « Nadie puede negarnos que nos hallamos autoriza­
Era entonces costumbre enviar misioneros para pár­ convencidos de esta verdad los colonos protestantes, ciones : la algonquina, que aunque la mas antigua de dos para tratarte como á enemigo, pero estamos muy
rocos de los establecimientos remotos, a fin ríe que la y queriendo conciliar su codicia con la conciencia, no todas era aborrecida por su poder, y se hallaba próxi­ distantes de ello. Te conocernos lo bastante para per­
Religión adquiriese en cierto modo ese espíritu ele in­ bautizaban los negros hasta el artículo de la muerte, y ma á sucumbir á las armas do las otras dos; la hurona, suadirnos que tu corazón no ha tenido parteen la vi­
trepidez que. caracterizaba á los primeros que iban en aun muchas veces, temiendo que si se libraban de y la iroquesa. llana traición de que somos victimas; ni somos tan
liusca de fortuna al Nuevo-Mundo. Los Hermanos la. enfermedad reclamasen después á título de cristia­ No eran tribus errantes, sino que tenian estableci­ injustos que te castiguemos por un crimen de que te
predicadores de la congregación de San Luis, los car­ nos su libertad, los dejaban morir en la idolatría: la mientos fijos y gobiernos regulares; los indios del juzgamos inocente, y que sin duda detestas tanto como
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BIBLIOTECA DE GASPAR Y RÓIG. ■ ' , .
ñaña, y permanecían en oración basta las ocho, único horribles tormentos á que los iroqueses sometían sus Mr. de Sainte-Palaye pretende al parecer separar
nosotros.... sin embargo, no conviene que permanez­ tiempo que tenían disponible para sus piadosos ejerci­ la caballería militar de la religiosa, pero todo induce
cas aquí pues acaso los demás no te harían la misma prisioneros.
cios A las ocho, cada uno iba á cumplir sus respecti­ No lejos del padre Brebreuf era atormentado otro á confundirlas. Cree que la antigüedad de la primera
justicia; V si nuestros jóvenes llegan á cantar la guer­
vos cargos : unos visitaban los enfermos, otros acom­ misionero, el padre Lallemant, recien entrado en la no llega al siglo xi, pero esta es precisamente la época
ra te mirarán como a un pérfido que lia entregado
pañaban en el campo á los trabajadores, y otros pasa­ carrera apostólica. El dolor le arrancaba alguna vez de las Cruzadas, que dieron origen á los Hospitalarios,
nuestros gefes á dura y penosa esclavitud, y en su
ban á las poblaciones vecinas que carecían de pastor. involuntarios gritos, y pedia fuerzas á un anciano após­ á los Templarios, y á la orden Teutónica. La ley formal
furor nos seria imposible librarte de sus manos.» Todo esto producía muy buenos efectos, porque casi por la cual la Caballería se obliga ú defender la fe; la
tol , que no pudiéndole ya hablar, le inclinaba la
Dichas estas palabras, obligaron al misionero a sa­ ningún niño moría sin bautismo, y aun los adultos semejanza de sus ceremonias con las de los sacramen­
cabeza, y sonreía con sus labios mutilados para ani­
lir de allí, dándole guias que le condujesen por cami­ tos d.e la Iglesia; sus ayunos, sus abluciones, sus con­
nos apartados hasta mas allá de la frontera. Cuando que se habían negado á instruirse en estado de salud, mar al joven mártir. El humo de las dos hogueras,
se convertían al verse enfermos, pues no podían re­ subia al cielo, y afligía y regocijaba á los ángeles. fesiones, sus oraciones y sus votos monásticos, paten­
Luis XIV supo la felonía cometida con los indios, sistirse á la industriosa y constante caridad de sus tizan que todos los caballeros tenían el mismo origen
Rodearon al padre Brebceuf de hachas encendidas, y le
mandó les fuese devuelta su libertad. El cacique que religioso. Ni se opone á ello el voto del celibato, que es­
dirigióla palabra al padre Lambervillese convirtió poco médicos.» , , . cortaron pedazos de carne que devoraban con bárbara
Si en el Telémaco se encontraran iguales descrip­ ansiedad. En fin, después de haber sufrido otros mu­ tablecía al parecer, una diferencia esencial entre los hé­
después y se retiró á Quebec, y no es dudoso que ciones, ¡ cuanto se ponderaría el gusto sencillo y pate- roes castos y los guerreros, que solo hablan de amor,
su conducta en aquella ocasión fue el primer fruto de chos tormentos que no nos atrevemos á referir, el pa­
tico de estas cosas1 Alabaríamos con entusiasmo la dre Brebceuf exhaló su espíritu y voló á la mansión de porque este voto no era general en las órdenes militares
las virtudes del Cristianismo, que empezaban a brotar cristianas. Los caballeros de Santiago podían casarse,
ficción de poeta, y somos insensibles á la verdad, aun aquel que sana todas las llagas de sus siervos.
en su corazón. „ . , • . y en la órden de Malta no habia obligación a renun­
Y ¿qué diremos de aquellos hombres inmortales presentando esta los mismos atractivos. Acontecía esto en el Canadá en 1049, época en que
ciar al vínculo conyugal, sino cuando se obtenían las
que regaron con su sangre las heladas tierras de la No eran empero estos los mayores trabajos de esos la Francia gozaba de su mayor prosperidad, y duran­
hombros evangélicos, pues unas veces seguían a los te las fiestas de Luis XIV : triunfaba entonces el mi­ dignidades, ó se entraba en posesión de los beneficios
Nueva-Erancia? En cierta ocasión hallé á uno de es­ de la Orden.
salvajes en sus cacerías, que duraban muchos anos, y sionero y el soldado.
tos apóstoles en las soledades de América. Caminan­ En sentir del abate Giustiniani, ó según el testimo­
en que se veian obligados á comer basta sus propios Los que miran a los sacerdotes con aborrecimiento
do una mañana por los bosques, vi acercarse a un an­ vestidos, y otras expuestos á los caprichos de los in­ nio mas cierto, aunque menos agradable, del hermano
v desprecio, se alegrarán de estos tormentos. Los sa­
ciano de blanca barba, vestido de una larga túnica, dios , que á manera ele niños ceden al primer impulso Helyot, se cuentan treinta órdenes religiosas militares:
bios dirán, afectando prudencia y moderación, que
leyendo atentamente un libro, y apoyándose en un de su imaginación ó su deseo. Mas, los misioneros se nueve bajo la regla de San Basilio, catorce bajo la de
los misioneros eran víctimas de su fanatismo, y pre­
báculo; iluminábale la tibia luz del crepúsculo matu­ juzgaban pagados de sus trabajos, si durante sus largos San Agustín, y siete que se ajustan al instituto da
guntarán con una piedad soberbia, ¿qué iban á hacer
tino , que penetraba á través de la espesura. Asemeja- sufrimientos habían ganado una alma á Dios, abierto los religiosos en los desiertos de la América? Confesa­ San Benito. Solo hablaremos de los principales, es de­
base á Termosíris saliendo del bosque sagrado de las el cielo á un niño, aliviado á un enfermo, ó enjugado cir , de los Hospitalarios ó caballeros de Malta en el
mos que no iban á poner en ejecución ningún plan sa­
Musas, en los desiertos del Alto-Egipto; y era tan solo Oriente, de los Teutónicos en Occidente, y de los ca­
las lágrimas de un desgraciado. bio, ñipara hacer grandes descubrimientos filosóficos,
un misionero de la Luisiana, que venia de la Nueva Movido el cielo por sus virtudes, concedió a muchos balleros de Calatrava, comprendidos los de Alcántara
sino que solo obedecían al Maestro que les habia dicho:
Orleans, v regresaba á los illineses, adonde dirigía un aquella dichosa palma que tanto habían deseado, ele­ y Santiago, al Mediodía de Europa.
ald y enseñad.» Docete omnes gentes; y obedeciendo
rebaño de franceses y salvajes cristianos. Acompañó­ vándolos á la dignidad de los primeros apóstoles. La Si los autores son exactos, pueden contarse mas de
me muchos dias; inas, por muy diligente que me aldea de hurones donde residía el padre Daniel fue este mandamiento, abandonaban humildes las delicias
de su patria, para revelar á costa de su sangre á un otras veinte y ocho órdenes militares, que por no es­
mostrase á la mañana, encontraba siempre al ancia­
sorprendida por los iraqueses en la mañana del -í ele bárbaro, á quien no habían visto jamás...—¿Qué? Na­ tar sujetas á reglas particulares, solo se lian conside­
no caminante rezando y paseando por el bosque Este julio de 1648, hallándose ausentes los jóvenes guer­ rado como unas ilustres cofradías religiosas : estas son
santo hombre había sufrido mil trabajos, contaba con reros. El jesuíta,-que decia misa á la sazón á sus neó­ da, según el mundo, casi nada : ¡La existencia de
Dios y la inmortalidad del alma: ¡Docete omnes aquellos caballeros del León, de la Media-Luna, del
discreción las penalidades de su vida, hablaba sin as- Dragón, del Aguila-Blanca, del Lirio, del Hierro de
fitos apenas tuvo tiempo para terminar la consagra­ gentes!
pereza ni placer, pero con serenidad: no he visto ción ’ y corriendo al sitio donde resonaban los gritos, Oro, y Caballeros del Hacha, cuyos nombres recuer­
sonrisa tan apacible como ia suya. Citaba versos de dan á losRolandos, Royers, Clorindas, Bradamantes,
se ofreció á su vista la escena mas lastimosa: mujeres CAPITULO IX.
Virgilio y aun de Homero, y los aplicaba a las escenas niños y ancianos confusamente mezclados, yacían mo­ y todos los prodigios de ha Tabla-Redonda.
que se presentaban á nuestra vista, ó á los pensamien­ ribundos. Los que vivian aun se postraron á sus pies Fin de las misiones. Algunos comerciantes de Amalfi en el reino de Ná­
tos que se nos ofrecían. Parecióme dotado de no vul­ pidiéndole el bautismo : Daniel empapa un paño en poles, obtuvieron de Romensor, califa de Egipto, el
gares conocimientos, pero ocultaba su ins trucción bajo Hemos indicado ios diferentes caminos de cada mi­
agua, sacúdele sobre la multitud y proporciona la vida sión ; caminos de sencillez, de ciencia, de legislación permiso de construir una iglesia latina en Jerusalém,
su sencillez apostólica; bien así como los apostóles, que á ia cual añadieron un hospital para los extranjeros y
del cielo á los que no podia librar de la muerte tem­ y de heroísmo. Bien pudiera engreírse la Europa, y
sabían todo, aparecían unos ignorantes. Hablamos un poral. Recordó entonces haber dejado en sus caba­ peregrinos, gobernados por Gerardo de Provenza. Las
dia sobre larevolucion francesa, causándonos no esca­ nas algunos enfermos, que aun no habían recibido el especialmente la Francia, de donde partía el mayor
número de misiones, al ver salir todos los años de su Cruzadas empiezan; llega Godofredo de Bouillon, y
so placer el recordar la agitación de los hombres en sello del Cristianismo; vuela allá y les rescata; vuelve cede algunas tierras á los nuevos Hospitalarios. Boyant-
los parajes mas tranquilos. Estábamos sentados en un á la capilla, esconde los sagrados vasos, echa una seno unos hombres que iban á iluminar con las ma­
ravillas de las artes, de las leyesde la humanidad y Roger sucede á Gerardo, y Raimundo Dupuy á Ro-
valle á orillas de un rio de ignorado nombre, que des­ absolución general á los hurones refugiados al altar, ger. Toma Dupuy el título de gran-maestre; divide
del valor, las cuatro partes de la tierra. De esto nacia
pués de muchos siglos refrescaba con sus aguas aquel las ínstales á que huyan, y para darles tiempo, salególo los hospitalarios en caballeros, con destino á la segu­
desconocidas regiones. El anciano se enterneció a esta al encuentro de los enemigos. Atónitos los barbaros la alta idea que formaban los extranjeros de nuestra
nación, y de su Dios. Los pueblos mas remotos que­ ridad de los caminos, y para pelear contra los infie­
reflexión, y sus ojos se arrasaron en lágrimas ante es­ viendo al sacerdote que avanzaba solo contra un ejer­ les ; en capellanes, consagrados al servicio del altar,
ta imagen de una vida ignorada y consumida en el rían entablar alianza con nosotros, y el embajador del
cito, se detienen y retroceden algunos pasos, y no salvaje del Occidente encontraba en nuestra córte al y en hermanos sirvientes, que debían también es­
desierto, en la práctica de oscuros beneficios. osando acercarse al santo, le disparan sus flechas, grimir las armas, cuando las circunstancias lo requi­
El padre Charlevoix describe en estos términos los atravesándole el cuerpo : «Estaba cubierto de ellas, de las naciones orientales. No blasonamos de profetas;
pero bien puede asegurarse, y ia experiencia lo cor­ riesen.
misioneros del Canadá : dice Charlevoix, y aun hablaba con acción ¡mara­ roborará , que los sabios que se dirigen á esos lejanos La Italia, España, Francia, Inglaterra, Alemania y
« El padre Daniel, ya muy cerca de Quebec, quiso villosa , ya á Dios, ofreciéndole su sangre por su reba­ Grecia, que unas veces unidas y otras separadas lle­
aises, armados de instrumentos y programas aca-
visitarla antes de seguir el camino de su misión. . . ño ya á sus matadores amenazándoles con la ira del émicos, no llevarán á cabo en tiempo alguno lo gaban á las costas de Siria, fuefón sostenidas por los
cielo; pero asegurándoles al mismo tiempo que encon­ que un pobre fraile, que saliendo á pié de su conven­ valientes Hospitalarios. Mas, trocada la fortuna, aun­
trarían propicio al Señor, y los recibiria en su gracia to , supo realizar, sin otros recursos que su breviario que no el valor, Saladino vuelve á tomar á Jerusalcm,
»Llegó al puerto en una canoa, remando ó la par si recurrían á su clemencia?» Muere, y salva parte de y Acre ó Ptolemaida llega á ser el único puerto libre á
de tres ó cuatro salvajes; iba descalzo, exhausto de y su rosario.
sus neófitos, deteniendo á los iroqueses á su derredor. las Cruzadas en Palestina. Hallábanse allí los reyes de
fuerzas con la camisa podrida y una sotana desgana- Igual heroísmo mostró el padre Garniel' : era aun Jerusalém y Chipre, de Nápoles y Sicilia; el de Armenia,
da pero con un semblante^alegre por la vida que pasa­ muv joven, y acababa de desasirse de los brazos y las
ba’, e inspirando con su aspecto y discursos el deseo lágrimas de su familia, para salvar las almas en el Ca­
LIBRO QUINTO. el príncipe de Antioquía, el conde Jaffa, el patriar­
Ordenes militares ó Caballería. ca de Jerusalém, los caballeros del Santo Sepulcro,
de ir á participar de una cruz que el Senoi rodeapa nadá. Herido por dos balas en el campo de batalla, ca­ el legado del Papa, el conde de Trípoli, el prín­
^EstaTson^ueKasalegríasylágrimas que Jesucristo yo exánime en tierra, y un iroqués, que le creyó cipe de Galilea, los Templarios, los Hospitalarios, los
muerto, le despojó de sus vestidos. CAPITULO PRIMERO. caballeros Teutónicos, los de San Lázaro, los venecia­
prometió á sus escogidos. El historiador de la Nueva- Poco después volvió de su parasismo, y levantando nos, los genoveses, los pisanos, los florentinos, el
Caballeros de Malta-
Erancia prosigue : la cabeza, vió á corta distancia un hurón moribundo; príncipe de Tarento, y. el duque de Atenas. Todos es­
«No podía ser mas apostólica la vida que profesa­ tos príncipes, todos estos pueblos, todos estos órdenes
hizo entonces un esfuerzo para absolver al catecúme­ No hay un recuerdo hermoso ni una institución ad­
ban (los misioneros éntrelos hurones) pues no había no , y volvió á caer en tierra; advirtiólo un bárbaro, tenían cada uno su cuartel separado, en donde vivian
mirable en los siglos modernos, que el Cristianismo ¡
momento de ella que no-estuviese señalado con algu­ acudió presuroso y le descargó dos hachazos. «Espi­ independientes los unos de los otros: «de manera, dice
na acción beróica, ó por conversaciones piadosas ó por ró, dice Charlevoix, en el ejercicio, y por decirlo asi no reclame. Los únicos tiempos heróicos de la historia
moderna, esto es, los tiempos caballerescos, le perte­ el abate Fleury, que allí había cincuenta y ocho tribu­
sufrimientos que miraban como verdaderas y justas en el seno mismo de la caridad.» El padre Breboeut, nales que juzgaban en causas de muerte.»
expiaciones, cuando sus trabajos no habían producido necen también, pues la verdadera religión creó todos
tio del póeta del mismo nombre, fue quemado con los los encantos de esa maravillosa época. I Era indispensable que las rivalidades estallasen
el anhelado fruto. Levantábanse, á las cuatro delama- g»*
EL1 GENIO DEL cristianismo. 1'
BIBLIOTECA DE GASPAR ï ROIG. ron á dedicarse al cultivo de los campos y á abrazar la la desconocemos, la juzgamos la mentira , y preferi­
174 míenos, los hartos y los natangos, aseguraron la nave­ vida social. Crisbourgo, Bartenstein,Wisemburgo,We- mos, como los pueblos polaresnuestros tristes y ári­
eDtre tantos hombres de diferentes costumbres é in­ dos desiertos, á aquellos deliciosos campos, en que
gación de los mares del Norte. sel, Brumberg, Thorn, y la mayor parte de las ciuda -
tereses valfinllegaronálasmanosen la ciudad, au- Los caballeros de Porte-Glaive, que habían también des de la Prusia, de la Curlandia y la Semi-Galia fue­ La térra molle, e lieta, e dilettosa,
mentando no poco la confusión Carlos de Anjou y trabajado en la conquista de los países septentriona­ ron fundadas por esta órden; y así como puede gloriar­ Simili a se gli abitator produce.
Hnnn Til rev de Chipre, que aspiraban al trono de les, se reunieron á los Teutónicos, y les revistieron de
Jerusalém. Aprovéchase el soldán Melec-Mesor de se de haber asegurado la existencia de Francia y de
un poder verdaderamente real. No obstante, los pro­ Inglaterra, puede también envanecerse de haber civi­ La educación del caballero, empezaba á los siete
estas discordias intestinas, y avanzó con un poderoso gresos de la Orden se retardaron, á causa de la divi- años. Duguesclin , niño aun, se divertía con los cam­
ejército resuelto á arrancar á los Cruzados su ultimo lizado el norte de la Germania.
sion que reinó mucho tiempo entre ios caballeros y los Quedaba aun otro enemigo mas peligroso que turcos pesinos de su edad, en remedar asedios y combates
asilo pero murió envenenado por uno de sus emires obispos de Livonia. Finalmente, sometido ya todo el en las inmediaciones de la quinta de su padre. Corría
ai salirse Egipto; no obstante, antes de espirar hizo y prusianos, porque se hallaba en el centro de la Euro-
Norte de Europa, Alberto, marqués de Brandeburgo, a. Los moros se lian visto repetidas veces próximos por los montes, luchaba con los vientos, saltaba an­
jurar á su hijo que no daría sepultura a las cenizas de abrazó el luteranismo, arrojó á los caballeros de su chos fosos, escalaba los olmos y las encinas, y anun­
subyugar la cristiandad; y si bien mostraban mas
su nadre hasta conquistar la Tolemaida. gobierno, y se hizo único señor de la Prusia, que en­ cultura que los otros bárbaros, su religión, que auto­ ciaba ya en los arenales de la Bretaña al héroe llamado
Melec-Seraph cumplió religiosamente la ultima vo­ tonces tomó el nombre de Prusia Ducal, hasta que á salvar á la Francia.
luntad de su padre, puso sitio á Acre, y la tomó por riza la poligamia y la esclavitud, y su temperamento
en 1701 este nuevo ducado se erigió en remo, en tiem­ despótico y envidioso, eran un obstáculo invencible, Pasábase luegoal oficio de paje en la casa de algún ba­
asalto el 18 de mayo 1291. Unas reigiosas dieron rón, donde se adquirían las primeras lecciones acerca de
en esta ocasión un asombroso ejemplo de castidad po del abuelo del gran Federico. así para su ilustración, como para la felicidad de la
Aun subsisten en Alemania los restos de la orden la fe que debía guardarse á Dios y á las damas^ Muchas
cristiana, maltratándose el rostro: halláronlas en este humanidad.
Teutónica, siendo actualmente su gran-maestre el Las órdenes militares de España, peleando sin tre- veces, enamorado el pajecillo de la hija del señor, sen­
estado los infieles, y horrorizados al verlas, diéron- tía uno de aquellos durables afectos que le impelían a
príncipe Carlos. ua contra estosinfieles, evitaron no menosque la or­
las muerte. • en Teutónica y la de San Juan de Jerusalém terribles esos milagros de valor, inmortalizados por la fama. Los
Tomada Tolemaida, los Hospitalarios se retiraron vastos castillos góticos, las añosas selvas, los grandes
á la ista de Chipre, donde permanecieron diez y ocho CAPITULO 1H. catástrofes. Los caballeros cristianos reemplazaron en
Europa los ejércitos regulares , pues formaron una y solitarios estanques, fomentaban con su aspecto ro­
años. Sublevada Rodas contra Andrómco, emperador mancesco unas pasiones inextinguibles.
del Oriente, llamó á los sarracenos á sus muros. Vi- Caballeros de Calatrava y de Santiago. especie de milicia reglada, que marchaba adonde mas
inminente era el peligro. Los reyes y barones, obliga­ Lle.no de amor y denuedo, continuaba el paje aque-
llaret, gran maestre de los Hospitalarios, obtuve'de La Caballería hacia los mismos progresos en el cen­ líos varoniles ejercicios que le abrían el camino del
dos ádar las licencias á sus vasallos, al cabo de algu­
Andrómco el gobierno de la isla, en caso de lograr honor. Perseguía sobre indómito corcel los animales
tro de Europa, que en sus dos extremidades. nos meses de servicio, habían sido sorprendidos mu­
substraerla al yugo mahometano; y valiéndose sus ca­ En 1147, Alfonso el Batallador,rey de Castilla, ganó i chas veces por los bárbaros, que sabían aprovechar montaraces en lo mas intrincado de las selvas, ó atra-
balleros del ardid de cubrirse con pieles de ovejas, y los moros la plaza de Calatrava, en Andalucía. Ocho toda favorable coyuntura; y lo que ni la experiencia yendo al balcón, señor de los espacios, forzaba a este
mezclarse entre un rebaño, andando sobre pies y manos, añosdespues, siendo rey don Sancho, sucesordeAuonso, ni el talento alcanzaran, lo ejecutó la Religión, aso­ tirano de los aires á venir tímido y sumiso á posarse
se introdujeron en la ciudad durante una espesa me" quisieron aquellos recobrarla y empezaron á hacer sus ciando unos hombres que juraron en nombre de Dios en su mano segura. Tal vez , imitando á Aquiles en
bla y apoderándose de una desús puertas, degollaron preparativos. Intimidado Sancho, mandó publicar que su infancia, hacia volar por la llanura los caballos,
la guardia; y merced á tal estratagema entró en la pía- derramar su sangre en defensa de la patria. Viéronse
concedería la plaza al que quisiese defenderla. Nadie se entonces libres los caminos, purgadas las provincias lanzándose ya sobre uno, ya sobre otro, montán­
za el resto del ejército cristiano. atrevió á presentarse sino un benedictino del Listel, dolos de un salto, y treparlo armado por una mal segura
Cuatro veces intentaron los turcos recuperar la isla de los malhechores que las infestaban, y los ene­
don Diego Velazquez, y su abad Raimundo, que en­ escala, prorumpia en gritos de guerra, creyéndo­
de Rodas del poder de los caballeros, pero lueron otras migo exteriores encontraron un inexpugnable baluar­
traron en Calatrava con los paisanos y las familias que se sobre la brocha. En la córte de su barón recibía
tantas rechazados. En la tercera tentativa duró el sitio te, en que se estrellaron sus esfuerzos y ambiciones.
dependían de su monasterio de Fitero, y haciendo Háse acusado á los Caballeros de haber ido á buscar las instrucciones y ejemplos propios para formar su
cinco años, y en la cuarta, Mahomet batió los muros con empuñar las armas á los hermanos conversos, lortili- vida. Allí concurrían muchos caballeros, conocidos o
diez y seis cañones de un calibre nunca visto en Eu- á los intieles hasta en sus propios bogares, porque no
caronla amenazada ciudad. Noticiososdeello, los mo­ incógnitos, que dedicados á las peligrosas aventuras
se medita que esto fue una justa represalia contra unos
ros desistieron de su empresa, y la plaza quedó por el pueblos que liabian sido los primeros en atacar á los de su profesión, venían solos desde los reinos de Ca­
10 Libres apenas aquellos caballeros del poder otoma­ tay de los confines del Asia, y de aquellos increíbles
abad Raimundo, y los hermanos conversos se trocaron cristianos. Los moros exterminados por Carlos Martel
no se declararon sus protectores. Un principe llama­ justificaban las Cruzadas. ¿Acaso los discípulos del lugares donde daban á los agravios cumplida satislac-
en caballeros llamados de Calatrava. cion y peleaban denodados contra los infieles.
do Zizimo, hijo de Mahomet II, que batiera poco an­ Estos hicieron en lo sucesivo muchas conquistas a Corán permanecieron inofensivos, en los desiertos de
tes las murallas de Rodas, imploró el socorro de los los moros de Valencia y de Jaén: Favera, Maella, Ma­ «Veíanse, dice Froissard, hablando de la casa del
Arabia? ¿No llevaron acaso su ley y sus estragos has­
caballeros contra Bayaceto, su hermano, que le había caron, Valdetormo,laFrejeneda,Valderobles,Lalanda, duque de Foy, pasear por salas y estrados á muchos
ta las murallas del Dellii y las fortalezas de Viena.
usurpado su herencia. Temiendo Bayacetounaguara Aquavivay Ozpipa, cayeron sucesivamente en su po­ caballeros y escuderos de honor, y se les oía hablar
¿Debíase esperar á que las cuevas en que se guarecían
civil se apresuró á hacer la paz con la Orden, y se dra" pero en la batalla de Atareos, ganada por los de armas y de amores; allí habitaba el honor, y allí
aquellas fieras, se poblasen de nuevo? ¿Será que tal em­ se sabían las noticias de todo país ó reino porque de
convino en pagarle todos los años cierta suma como moros ele Africa en 1195, la Orden recibió un terrible presa no fue justa ni necesaria, porque se marcho
pensión de Zizimo; viniendo á ser, por uno de esos ra descalabro, pues perecieron casi todos los caballeros contra ellos á la sombra de la bandera de la Religión? todas partes acudían atraídos por la celebridad del
ros caprichos de la fortuna, un poderoso emperador señor.» , „ • -r
de Calatrava con los de Alcántara y Santiago. ¿Teutales, Odin y Alá, hubieran sido mas aceptables
de los turcos, tributario de un corto numero de Hospi No hablaremos detalladamente de estos, pues su ins­ El paje pasaba á escudero, y la Religión presidia
que Jesucristo? siempre estos nuevos grados. Unos padrinos poderosos
talarios cristianos. ,i,. i> no tinto fue también pelear contra los moros, y protejer
Por último, siendo gran-maeste Vilhers de 1 lie á los caminantes contra las incursiones de los infieles. y unas hermosas madrinas prometían ante el altar, en
Adam, Solimán se apoderó de Rodas, después de per­ CAPITULO IV. nombre del futuro héroe, religión, fidelidad y amor.
der cien mil hombres. Retiráronse los caballeios a Mal­ Basta recorrer someramente la historia en la época
de la institución de la caballería religiosa, para cono­ Los servicios del escudero en tiempo de paz, se redu­
ta, cedidapor Carlos V, y allifueron atacados de nuevo Vida y costumbres de los caballeros. cían á trinchar y servir las viandas en la mesa, y
cer los importantes servicios que prestó á la sociedad.
por los turcos; mas merced á su valor, quedaron en La órden de Malta protegia en el Oriente el comercio presentar agua á los convidados para layarse, como los
Los objetos que mas hablan á la imaginación no
pacífica posesión de la isla, bajo cuyo nomore son aun y la navegación que renacía, y durante mas de un si­ guerreros deHomero. Los principales señores no creían
son tan fáciles de describir, ya porque la imágen
conocidos. glo, fue el único baluarte que impidió a los turcos ar­ vaga, que en conjunto representan, produce una rebajarse al desempeñar tales cargos..
rojarse sobre la Italia. La órden Teutónica, «^yugando El escudero seguía al caballero á la guerra , le
impresión mas maravillosa que cuantas descripciones
en el Norte los pueblos errantes de las costas del Bal llevaba la lanza y el yelmo sobre el arzón de la silla,
CAPITULO 11. pudieran hacerse, ya porque la mente camina siem­
y conducía sus caballos del diestro. Su obligación en
tico, apagó el volcan de aquellas terribles erupciones pre aun mas allá de lo que se le pinta. Lomo quiera
Orden Teutónica. que tantas veces desolaran la Europa, y dió tiempo duelos y batallas era proveer de armas á su caballero,
quesea, la palabra Caballería, ó el nombre de un ilustre levantarlo cuando caia, darle caballo de refresco, y
para propagar la civilización, y perfeccionar esas nu e­ caballero, es una maravilla superior á toda descrip­
Fn la otra extremidad delaEuropa, la caballería re­ vas armas que nos defenderán eternamente de los Ala- reparar los golpes que recibía, mas no podía pelear
ción, pues comprende, así las fábulas de Anostocomo
ligiosa echaba los fundamentos de unos Estados, que por sí mismo. , , ,
licos y los Atilas. . . „„„u» las hazañas de los verdaderos paladines; asi los pala­ En fin, cuando no le faltaba prenda ni cualidad
lian llegado á ser reinos poderosos. . No parecerá esto una vana conjetura, si seiecapacita cios de Alcino y de Armida, como las torrecillas de
El ór8den Teutónico tuvo su origen en el primer ase­ alguna, era admitido á los honores de la Caballería.
que las correrías de los normandos no cesaron a. Coeuvre y de Anet.
dio de Acre por los cristianos, en 1190. Llamólo mas el siglo x, y que los caballeros Teutónicos, á su llega­ Un torneo, un campo de batalla, el foso de un casti­
tarde el duque de Masovia y de Polonia a la defensa de No es posible hablar históricamente de la Caballe­ llo ó la brecha de una torre, eran muchas veces el hon­
da al Norte, encontraron una población rePara'lj.> ría , sin recurrir á los trovadores que la cantaron; bien
sus Estados contra las invasiones de los prusianos Es­ innumerables bárbaros. Los turcos, oriundos del Oi ien roso teatro donde se le conferia la órden délos valientes
así como es necesario valerse de la autoridad de Ho­
tos pueblos bárbaros, que salían de tiempo en tiempo te, los livonios, prusianos y pomenanos, oriundos ou y esforzados. En la confusión de una batalla se arrodi­
mero en todo lo relativo á los antiguos héroes, según llaban los bravos escuderos á los piés del rey ó del gene­
de sus bosques para devastar las vecinas comarcas, Occidente y del Septentrión, hubieran íc ■ - lo han reconocido los mas severos críticos; pero en
habían reducido la provincia de Culm a un espantoso Europa, mal repuesta de su largas calamidades, ral que dándoles por detrás tres espaldarazos con la es-
desierto, sin dejar en pié en el Vístula sino el castillo este caso, mas parece que se escribe una novela que pada, les armaba caballeros. Cuando Bayardo confirió
escenas de los liunnos y de los godos. oorv¡cio verdaderos hechos, porque, acostumbrados á la des­
de Plotzko. Los caballeros internáronse poco a poco UscaballerosTeinto^s Uórden de Caballería á Francisco I, dijo ó su espada:
enlosbosques j1 AláJuOSCauaiierus a ou«m*yw Ktawd^ m-,
, fnryíl anda y estéril verdad, si la vemos con algún atavío,
fortaleza^; y déla Prusia, dónete
subyugando construyeron
'sncesivamento algunas
á los war- humanidad, pues domando úlosbárbaros,le.
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EL GENIO DEL CRISTIANISMO.
176 BIBLIOTECA DE GASPAR Y R01G.
francés, mostrándose siempre tan denodados como humilde y piadosa, descansaba sobre su pecho, pare­
« Muy dichosa eres, en haber dado hoy el órden de como el valiente Héctor de Troya, como reinase en ti ciendo que pedia perdón á Dios......
generosos.
la Caballería á tan apuesto y poderoso monarca; y asi, el orgullo, lo destruiría todo.» Los únicos campeones que podian competir con los » Otro milagro excitó en breve mi atención:
espada mia, te miraré como una reliquia, y te pre­ Comprendiendo por estas palabras el atemorizado »En el sitio donde yacia mi amo, surgió de repente
de Francia eran loo caballeros ingleses, que tenían
feriré á cualquiera otra.» Y después, añade el historia­ caballero que sus visiones eran castigo de sus faltas, además la ventaja de verse favorecidos por la fortuna, del seno de la tierra un vasto sepulcro,.que abrazando
dor, dió dos saltos, y envainó su espada.» trabajaba en hacerse irreprensible y esforzado, sin el cuerpo del joven príncipe , se cerró sobre él........
porque nosotros nos destruíamos en guerras civiles.
Apenas armado el caballero con todas sus armas, se miedo ni bajeza. La batalla de Poitiers, tan funesta á la Francia, fue »Una breve inscripción recuerda al caminante el
sentía inflamado del deseo de señalarse por medio de Montando, pues, en su caballo, daba fin con rail nombre y las virtudes del héroe. No podia apartar los
sin embargo muy honrosa á la Caballería. El príncipe
alguna hazaña digna de prez. Recorría montes y va­ encuentros y batallas famosas á todas aquellas por­ Negro, que por respeto, jamás quiso sentarse á la mesa ojos de aquel monumento, contemplando, ya los carac­
lles en busca de peligros y aventuras; atravesaba tentosas aventuras cantadas por los antiguos poetas, del rey Juan su prisionero, le dijo: « Me parece que teres de su epitafio, ya el mármol fúnebre.
caducas selvas, espesos matorrales y pro fundos desier­ y vetustas crónicas. Libraba princesas encarceladas debeis dar por bien empleado que la suerte se haya »Aquí', dijo el anciano, descansará el cuerpo.de tu
tos. Acercábase al llegar la noche á un castillo, cuyas en ásperas grutas, castigaba á los malvados, socorria hoy declarado contra vos, pues habéis conquistado la general cerca de sus fieles amigos, al mismo tiempo
solitariastorres descubría, imaginando ser aquel algún á los huérfanos y á las viudas , y se defendía de la fama de valiente con vuestras proezas, y sido uno de que sus almas dichosas gozarán, amándose en los
lugar en donde su valor habia de dar cima á alguna perfidia de los "enanos y de la fuerza de los gi­ los mas esforzados de vuestro ejército: no lo digo, cielos , de gloria y honor eterno.»
no vista proeza. Bajaba su visera, y encomendándose gantes. No menos conservador de las costumbres ainado señor, por adularos , pues todos los nuestros, El caballero que habia contraído en su juventud
á la dama de sus pensamientos, solia oir el sonido de que protector de los desvalidos, cuando pasaba por la que han visto á unos y otros, piensan en justicia del aquellos vínculos heróicos, que ni aun en la muerte se
una bocina, y advertir que ponían un yelmo sobre las casa de una dama de dudosa conducta, desdeñaba mismo modo, y os conceden la ventaja y la palma..» rompían , no debia temer perder la vida en los de­
almenas del castillo, anuncio de la morada de un hos­ entrar en ella, y miraba la puerta con desprecio. Mas, El caballero de Ribaumont, en una acción sostenida siertos, porque á falta de los milagros del cielo le se­
pitalario caballero. Bajábanse los puentes levadizos, si por el contrario la dama tenia gracia y virtud, la en las puertas de Calais , hizo arrodillar dos veces á guían los de la amistad. Acompañado constantemente
y el aventurero caminante entraba en el apartado asilo. gritaba: «Mi buena amiga, ó mi buena señora ó don­ Eduardo lfl, rey de Inglaterra; pero volviéndose siem­ de su hermano de armas , encontraba en él una ma­
Si quería guardar el incógnito, cubría su escudo con cella, pido á Dios se digne manteneros con ese bien y pre á levantar este monarca, forzó en fin á Ribaumont no que abría su sepulcro, y un brazo que lo ven­
un velo verde, ó se valia de algún otro medio. Las honor en el número de las buenas, porque debeis ser á que le entregase la espada, y vencedores los ingleses gaba. Estas uniones se confirmaban por medio de
damas acudían presurosas á desarmar al caballero, honrada y loada.» entraron en la ciudad con sus prisioneros. Acompañado terribles juramentos : algunas veces los dos amigos se
presentándole ricos vestidos, y sirviéndole precio­ Llegaba algunas veces el honor de estos caballeros sacaban sangre de las venas y la mezclaban en la
Eduardo del príncipe de Gales, dió una espléndida
sos vinos en vasos de cristal. Algunas veces encon­ al exceso de virtud que se admira y detesta en los comida á los caballeros franceses, y acercándose á Ri­ copa en que bebían, y llevaban por prenda ó testimonio
traba al castellano rodeado de regocijo. «El señor primeros romanos. Cuando la reina Margarita, esposa baumont le dijo : «Sois el caballero que mas valerosa­ de su fe mutua, un corazón de oro, una cadena, ó una
Amanieu de Escás, después de comer en invierno al de San Luis, hallándose en Damieta próxima á su mente he visto en mi vida acometer á sus enemigos.» sortija. El amor, tan sagrado para los caballeros, solo
amor déla lumbre, en una sala muy abrigada, rodeado alumbramiento, supo la derrota del ejército cristiano Tomó el rey el rosario que llevaba sobre la cabeza, ejercia en semejantes casos el segundo derecho sobre
de sus escuderos, departía de armas y de amor, pues y la captura del rey su esposo, se arrodilló á los piés que era precioso y rico , y lo puso sobre la de Eusta­ sus almas, pues prestaban su apoyo al amigo con prefe­
hasta los últimos pajes se llamaban ó la parte en estas de un caballero de ochenta años de edad, y le dijo: quio, diciéndole: «Mi señor Eustaquio, os entrego este rencia á la dama.
materias.» «Os pido por la fidelidad que me habéis jurado, que si Solo la enemistad de sus respectivos países era lo
rosario porque habéis sido hoy el mejor combatiente.
Estas fiestas de los castillos eran siempre algo enig­ los sarracenos se apoderan de esta ciudad, me cortéis Sé que sois alegre y enamorado,, y que apasionareis ;! que podia romper estos lazos, cesando la unión de dos
máticas : unas veces eran el festín del unicornio, otras la cabeza antes que caiga en sus manos.» El caba­ damas y doncellas, si por do quiera que vayais decís hermanos de armas de diferentes naciones, cuando
el voto del •pavo-real ó del faisan. Ni eran menos llero replicó : «Estad segura que lo haré d*muy buen que yo os le he dado. Os doy por libre de vuestra estas se declaraban la guerra. Hue de Carvalav, caba­
misteriosos los convidados : caballeros del Cisne, del grado, pues mi intención era daros muerte antes que prisión, y podéis partir mañana.» llero inglés, amigo'de Beltran Dug.uesclin, cuando
Escudo-Blanco, de la Lanza de Oro, del Silencio; os aprisionasen.» Juana de Arco reanimó el espíritu caballeresco en el príncipe. Negro rompió las hostilidades, contra el
guerreros solo conocidos por las divisas de sus bro­ Las empresas solitarias servian al caballero como Francia , y se asegura que su brazo estaba armado rey Enrique de Castilla, se vió precisado á separarse
queles, y por las penitencias á que se sujetaban. de eslabón para llegar al apogeo de la gloria. Cuando de aquel, y le dijo al despedirse:
con la famosa espada de Carlo-Magno, que había en­
Los trovadores, adornados de plumas de pavo-real, tenia noticia de los torneos.que.se preparaban en contrado en la iglesia de Santa Catalina de Fierbois, « Noble señor, debemos separarnos. Hasta aquí he­
entraban en la sala al fin de la fiesta, y cantaban los Francia, acudia sin demora á la cita de los valientes. mos vivido siempre en buena armonía , habiendo
Ya prevenidas las lides, y colocadas las damas en unos en Turena. sido nuestras cosas y dinero comunes. Creo que he
ayes de amor. , Si alguna vez nos fue contraria la suerte, jamas nos
La principal máxima de la profesión déla Caballería, tablados en forma de anfiteatro, buscaban con la vista faltó el valor. Enrique IV en la batalla de lyn gritaba recibido mas que vos, y os pido hagamos la cuenta
era «mucho ruido en el campo, y grande alegría en la á los esforzados guerreros, adornados con la divi­ á sus soldados que cejaban: «Volvedla cabeza, sino por partes iguales......Éso es necedad, replicóle Bel­
posada.» Mas no siempre encontraba el caballero.tales sa de sus colores, en tanto que los trovadores canta­ para pelear, para que ine veáis morir.» Los guerreros tran ; nunca lie pensado en tal cuenta...... réstanos
festejos al llegar al castillo, pues algunas veces solia ser ban sentidas cantinelas de amor y batallas. franceses han podido repetir siempre en sus derrotas solo obrar bien : la razón exige que sigáis á vuestro
este la habitación de una dama sin ventura que gemía Súbito, resuena un grito: ¡Honor á los hijos de los aquellas palabras que inspiró el carácter nacional al señor, pues asi debe hacerlo todo hombre honrado;
en la prisión á que el furor de un zeloso la habia re­ valientes! Suenan los clarines, óbrenselas barreras, y último caballero francés en Pavía: «Todo esta perdido, un afecto leal formó nuestra amistad, y con el mismo
ducido; y el bizarro y apuesto paladín á quien se ne­ cien caballeros avanzan como relámpagos, délas extre­ menos el honor.» ,
nos separaremos , por sensible que este me sea. Be­
gaba la entrada, pasaba la noche al pié de una torre, midades del palenque, y se encuentran frente á frente. Dignas eran de eterna, prez tantas, virtudes, bi el sóle entonces Beltran, como asimismo todos sus com­
desde donde oia los suspiros de alguna Gabriela, que Vuelan las lanzas en astillas, chocan los caballos, y héroe moria en los campos de su patria, enlutada toda pañeros, siendo muy tierna esta separación.»
llamaba en vano al valeroso Couci. El caballero, no ruedan por tierra. ¡Dichoso el héroe que dirigiendo con la Caballería, le honraba con fastuosos funerales; mas, El desinterés y la grandeza de alma con que algu­
menos compasivo que esforzado , juraba por su fiel acierto sus botes, y no hiriendo, áfuer deleal caballero, sLperecia en empresas remotas y no le quedaba nin­ nos caballeros adquirieron el glorioso renombre de
espada y su veloz caballo , desafiar á singular batalla sino desde la cintura al hombro, ha derribado á su ad­ gún hermano de armas, ni un escudero que le diese irreprerasióíes, coronará la pintura de sus virtudes
al cruel que así atormentaba á la desconocida hermo­ versario sin herirlo! Todos los corazones se entusias­ sepultura, el cielo le enviaba al efecto alguno de cristianas. El mismo Duguesclin, flor y nata de la
sura, infringiendo villano todas las leyes del honor y man en su favor, y todas las damas aspiran á porfía á en­ aquellos solitarios que á la sazón habitaban los de­ caballería francesa, siendo prisionero del príncipe Ne­
de la Caballería. viarle nuevas divisas que adornen sus armas. Los gro, rivalizó en magnanimidad con Poro, cuando
siertos , y que cayó en manos de Alejandro. Habiéndole el príncipe
Mas si era recibido en fortalezas tan sombrías, bien heraldos mientras, gritan al caballero: ¡No olvides de
habia menester de todo su esfuerzo. Unos pajes mudos quien eres hijo, y no degeneres! Justas, pasos de ....... Su’l Líbano spésso, c su’l Carmelo. encargado que valuase su rescate , señaló tan excesiva
quele miraban con vista feroz, le introducían por lar­ armas y batallas entre muchos, hacen brillar alterna­ In aera magion fan diiaoranza. suma, que atónito el héroe inglés le preguntó: «¿Y de
gas y oscuras galerías al cuarto solitario que se le des­ tivamente la fuerza, el valor y la destreza de los com­ dónde sacareis tanto oro?—De entremis amigos, res­
tinaba. Solia ser este un antiguo torreón que conser­ batientes , al rumor de los gritos que, mezclados con Esto inspiró al Tasso su episodio de Suenen. Un pondió el altivo condestable, porque no hay. hilandera
vaba la memoria de alguna peregrina historia, y se el estruendo de las armas, suben á los cielos. Cada solitario de la Tebaida ó un ermitaño del Líbano re­ en Francia que no redoble su tarea por librarme de
llamaba la cámara del rey Ricardo, ó de la dama de dama anima á su caballero, y le arroja un brazalete, cogía diariamente las cenizas de algún caballero vuestras manos.» .
las Siete Torres. El techo estaba pintado de antiguos un rizo ó una banda. Un Sargino, hasta entonces ale­ muerto por los infieles: el cantor de Solana presta a Admirando la reina de Inglaterra las virtudes de Du­
escudos de armas, y sus paredes cubiertas de tapices jado del campo de la gloria, si bien transformado en la verdad el lenguaje de las. Musas. guesclin, fue la primera que le dió una crecida suma
que representaban personajes cuyos ojos parecían se­ héroe por el amor, ó algun valeroso incógnito que «Vi descender de improviso de aquel hermoso globo para contribuir al pronto rescate del mas formidable
guir al caballero, y servian para ocultar unas puertas combatió sin armas ni vestidos, y á quien solo se dis­ ó sol de la noche, unrayo que prolongándose como un enemigo de su patria.—«¡Ah! señora, exclamó enton­
secretas. A media noche oíase un ligero rumor, mo­ tinguió por su camisa ensangrentada , eran procla­ destello de oro, iba á dar sobre el cuerpo del héroe. ces el caballero bretón, arrojándose á sus piés, ha­
víanse los tapices, apagábase la lámpara del paladín, mados vencedores de la justa, y se les gritaba, al re­ bíame tenido basta aquí por el hombre mas feo de la
y se levantaba un ataúd al lado de su cama. cibir un beso de su dama: «¡Amor á las damas, muerte «No yacia el guerrero con el rostro en tierra, sino Francia, pero de hoy mas empiezo á juzgarme con
Siendo inútiles contra los muertos la maza y la lan­ á los infieles, gloria y prez á los caballeros!» que así como en otro tiempo todos sus deseos se diri­ menos severidad, puesto que tales presentes recibo de
za, el caballero recurría á los votos de peregrinación. En estas fiestas brillaban el valor y cortesanía de gían á las estrelladas regiones, sil rostro miraba al las hermosas damas.»
Libre al fin por el favor divino, iba á consultar el ex­ los La Tremouille y los Bayardos, cuyos altos hechos cielo, objeto de su única esperanza. Su mano derecha
traño caso con el solitario ermitaño que le decía: «Si hicieron probables las hazañas de los Perceforest y estaba cerrada y su brazo encogido; apretaba fuerte­
poseyeras tanto como el rey Alejandro; si tuvieras tan­ Lancelot. En las guerras del reinado, de Carlos VI, mente el acero, en ademan de herí?; la otra mano, mas
to entendimiento como Salomón, y fueras tan caballero Sampi y Boucicault sostuvieron por sí solos el honor
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Recibíase en ellas á los míseros leprosos, que abando- corazón se ve herido sin cesar, pues para una alma un ha supuesto autor. El doctor Robertson, inglés, pro­
LIBRO SEXTO. nadosdesus parientes, desfallecían en las calles y plazas
de las ciudades, causando universal horror. Estos
tanto elevada, la vida es en tal caso un eterno tormento. testante , y hasta ministro presbiteriano, ha vindica­
do plenamente en este punto la Iglesia romana. «Con
¿Qué harán, pues, las desgraciadas doncellas, lujas de
Servicios de que la sociedad es deu­ hospitales estaban servidosporreligiososdelaórden de tales familias? ¿Irán á casa de unos ricos y soberbios pa­ mas injusticia aun, dice, han atribuido muchos escri­
dora al elero y » la religión» cris­ San Basilio. rientes á transigir con todo género de desprecios, ó tores el esterminio de los americanos al espíritu de in­
tiana en general. Hemos hecho mención de los Trinitarios ó padres de abrazarán un arte ú oficio á que las preocupaciones tolerancia de la religion romana, y han acusado á los
la Redención de cautivos. Diremos ahora que San Pe­ sociales ó su natural delicadeza no les permiten entre­ eclesiásticos españoles de haber excitado á.sus com­
CAPITULO PRIMERO. dro Nolasco imitó en España á San Juan de Mata en garse? La Religion obvió tan tristes inconvenientes. patriotas á dar muerte á aquellos pueblos inocentes,
Francia. No es posible leer sin enternecerse las auste­ Nuestra Señora de la Misericordia .abre á estas pia­ como á idólatras y enemigos de Dios. Los primeros
Inmensidad de los beneficios del Cristianismo. ras constituciones de estas órdenes. Su primera regla dosas y sensibles mujeres sus respetables claustros. misioneros, aunque sencillos é ignorantes, eran hom­
rohibia á los Trinitarios comer otra cosa que legum- No há mucho que no hubiéramos osado hablar de San bres piadosos, y prohijando la causa de los indios, los
Nada sabríamos si solo de una manera vaga supié­ res y lacticinios. ¡, Y por qué tan rigorosa vida ? Por­ Ciro, porque entonces se creía que las pobres doncellas defendieron de las calumnias con que procuraban in­
semos los beneficios del Cristianismo : lo que debe que cuanto mas cercenaban lo necesario para la vida, nobles no merecían asilo ni piedad. famarles los conquistadores, suponiéndoles incapaces
conocerse á fondo es el arte con que ha llevado á cabo mas tesoros recibían los bárbaros; y porque si la Dios empero tiene diferentes vias para llamar á sus de reducirse y de comprender los principios de la Reli­
estos beneficios, diversificando sus dones, difundiendo cólera del cielo debia aplacarse por medio de vícti­ siervos. El capitán Carrafa pretendía en Nápoles el gion , y presentándolos como una especie imperfecta de
sus auxilios, distribuyendo sus tesoros, sus remedios y mas , esperábase que el Omnipotente aceptaría las ex­ premio de sus servicios á España. Dirigiéndose un dia hombres marcados por la naturaleza con el sello de la es­
sus luces. La Religión ha sabido dirigir nuestros sen­ piaciones de estos religiosos como indemnización de á palacio, entró por casualidad en la iglesia de un mo­ clavitud. Lo que lie dicho del celo constante de los mi­
timientos delicados, nuestro amor propio y hasta nues­ los males de que libraban á los cautivos. nasterio; allí oyó cantar á una joven religiosa, y sin­ sioneros españoles en defensa y protección del rebaño
tras debilidades, brindando á todos los males y flaque­ La órden de la Merced dió muchos santos al mundo. tióse tan conmovido á la dulzura de su voz, que sus que les estaba encargado, los presenta bajo un aspec­
zas un saludable consuelo. Ello es cierto que tantos San Pedro Pascual, obispo de Jaén,después de inver­ ojos se arrasaron en lágrimas, y juzgó que el servicio to digno de sus funciones ; ministros fueron de paz
rasgos de beneficencia, tantas fundaciones admirables, tir todas sus rentas en rescatar cautivos y en socor­ de Dios debia estar lleno de delicias, puesto que con para los indios, y se encaminaron á arrancar la vara
tantos inconcebibles sacrificios, hacen creer que este rer á los pobres, pasó á Turquía donde fue encarce­ tan suaves acentos regalaba á los que le consagraban su de hierro de mano de ios opresores. A su poderosa
solo mérito del Cristianismo basta para espiar todos lado. El clero y pueblo de su Iglesia le enviaron recursos vida. Volvió al punto á su casa, y arrojando al fuego mediación debieron los americanos todos los regla­
los crímenes humanos : culto celestial, que nos obli­ para su rescate, pero « el santo, dice Helyot, le re­ todas las certificaciones de sus servicios, cortó sus ca­ mentos dirigidos á mitigar el rigor de su suerte; así
ga á amar á la triste humanidad que lo calumnia. cibió con mucho agradecimiento, si bien, lejos de em­ bellos, abrazó la vida monástica, y fundó el órden de es que los indios miran aun á los eclesiásticos secula­
Poco es lo que vamos á decir respecto de 'o que será plearle en conseguir su libertad, rescató á muchas Obreros piadosos, cuyo instituto es socorrer las hu­ res y regulares en los establecimientos españoles como
forzoso callar, pues ni aun la seguridad tenemos de ha­ mujeres y niños, de quienes temia que por su debili­ manas dolencias;1 Este órden hizo pocos progresos, á sus naturales defensores, y á ellos recurren para re­
ber elegido lo mas digno de mención; pero en la impo­ dad abandonasen la religión cristiana, y permaneció porque en una peste que hubo en Nápoles murieron chazar las exacciones y violencias á que se ven expues­
sibilidad de describir minuciosamente tantos y tan ad­ en poder de los bárbaros, que le martirizaron en i 300.» todos los religiosos, asistiendo á los apestados, excep­ tos. »
mirables beneficios, recogemos casi á la casualidad las También se formó en esta órden una congregación to dos sacerdotes y tres legos. Estas palabras son terminantes, y tanto mas con­
ideas que sobre el particular vamos á emitir. de mujeres, dedicadas al socorro de los pobres extran­ Pedro de Betancourt, franciscano, hallándose en vincentes cuanto que antes de sentar esta conclusion,
Para formar desde luego cabal juicio de la inmen­ jeros. Una de las fundadoras de esta tercera órden fue Goatemala, ciudad y provincia de la América espa­ el ministro protestante aduce las pruebas en que funda
sidad de estos beneficios, debe suponerse á la cristian­ una señora principal de Barcelona , que repartió todos ñola, se compadeció de la suerte infeliz de los escla­ su opinion. Cita varios informes de los dominicos
dad como una vasta república, en que lo que se refiere sus bienes a los desgraciados: su apellido no ha lie— vos, que no tenían asilo alguno en sus enfermedades. en favor de los caribes, pues no era solo Las-Casas
de una parte de ella, ocurre también en las demás; así, ado hasta nosotros, y solo es conocido bajo el nombre Habiendo conseguido de limosna un mezquino alber­ quien tomaba su defensa, sino.toda su Orden y los
al hablar de los hospitales, las misiones y los colegios e J/flHfflDEL Socorbo, que ios pobres le dieron. gue, donde antes tenia una escuela para los pobres, demás eclesiásticos españoles. El doctor inglés añade
de Francia, se hace mención de los de Italia, España, La órden de Religiosas penitentes instituidas en di­ edificó él mismo una especie do enfermería, que cu­ á esto las bulas de los papas y las ordenanzas de los
Alemania, Rusia, Inglaterra, la América , Africa y ferentes épocas, en España, Alemania y Francia, brió con paja, para recoger en ella á los esclavos fal­ reyes expedidas á instancias del clero para suavizar la
Asia; debemos representarnos que doscientos millones alejaba del vicio á las desventuradas prostitutas, ex­ tos de todo abrigo. No tardó en encontrar una negra suerte do los americanos, y poner freno á la crueldad
de hombres, por lo menos, practican iguales virtudes puestas á perecer en lá miseria después de haber vivi­ maltratada y abandonada por su dueño; púsola sobre de los colonos.
y sacrificios ; recuérdese asimismo que há mil ocho­ do en el desorden. Era en verdad cosa divina ver á la sus hombros, y lleno de gloria condújola al alber­ Por lo demás, el silencio de la filosofía acerca de
cientos años que se repiten idénticos actos de caridad. Religión sufrir semejantes desvelos por un exceso de gue á que daba [el nombre de hospital, y recomo este pasaje de Robertson, es harto singular. Cítase
Calcúlese ahora, si el espíritu, no se confunde cuál será caridad, y hasta exigir completa justificación del vicio, la ciudad mendigando para su pobre negra. No sobre­ sin cesar á este autor, excepto en el hecho que
el número de individuos socorridos é ilustrados por el temiendo no se defraudasen los altos fines de sus insti­ vivió esta á tan acendrada caridad; pero derramando presenta bajo un nuevo aspecto la conquista de la
Cristianismo en tantas naciones, y durante tan culata­ tuciones , si usurpaba la inocencia bajo la máscara de sus lágrimas postreras prometió áBetancourt celestiales América, y destruye una de las mas atroces calum­
da sucesión de siglos. arrepentimiento, un retiro no establecido para ella. «Sa­ recompensas, que obtuvo sin duda alguna. nias deque se lia hecho culpable la historia. Los so­
béis, dice Juan Simón, obispo deParís, en las consti­ Muchos ricos, conmovidos por tales virtudes, dieron fistas han querido hacer responsable a la Religion de
tuciones de esta órden, que algunas doncellas han pre­ á Betancourt cuantiosos recursos,, con los cuales la un crimen que no solo no cometió, sino que miró
CAPITULO II. tendido ingresar á sugestión de sus padres y madres siempre con horror. No de otro modo han acostum­
choza de la negra se trocó en magnífico hospital. Este
Hospitales. que intentaban deshacerse de ellas; así, pues, manda­ religioso murió joven, pues el amor á la humanidad con­ brado los tiranos acusar á sus víctimas.
mos que si alguna desea entraren vuestra congregación, sumiera su corazón. No bien se divulgó la nueva.de su
La caridad, virtud exclusivamente cristiana, y por sea interrogada, etc.» muerto, los pobres y los esclavos corrieron precipita­
lo tanto ignorada de los antiguos, nació con Jesu­ Los nombres mas dulces y misericordiosos servían damente al hospital para ver por última vez á su bien­ CAPITULO 111.
cristo ; esta es la virtud que le distinguió principal­ para encubrir los pasados errores de estas pecadoras. hechor. Besaban su piés, cortaban pedazos de sus ves­
mente de los demás mortales, y fue en él el sello de la Llamábaselas hijas del Buen Pastor ó hijas de la Mag­ tidos, y hubiéronle mutilado para llevarse algunas Hospital del Hotcl-Dieu.—Hermanas de la Caridad.
renovación de la naturaleza humana. Los Apóstoles, dalena, para significar su arrepentimiento y el perdón reliquias, á no rodear de guardias el féretro. A prime­
á imitación de su divino Maestro, ganaron en breve que les esperaba. Soto hacían votos simples, y aun se ra vista parecía un tirano, presa del furor del pueblo; Llegamos yaála época en queda Religión, por medie
los corazones, atrayendo á los hombres por medio de procuraba casarlas si lo deseaban, proporcionándoles ¡y era tan solo un oscuro religioso, á quien se defendía de un solo rasgo y bajo un solo punto de vista, quiso
esta virtud. un modesto dote. Y para que hasta en los objetos ex­ del amor y de la gratitud de los pobres! patentizar que no había humano sufrimiento que no
Instruidos en ella los primeros fieles , formaban en teriores reinasen pensamientos de pureza y recato, su Propagóse la Orden del hermano Betancourt, y la se atreviera á remediar, ni miseria que sobrepujara su
proporción de sus recursos un depósito común, con vestido era blanco, denominándose también por eso América se llenó de sus hospitales, servidos por reli- amor. .
que se socorría á los pobres, á los caminantes y en­ Hermanas blancas. En algunas ciudades se les po­ giosos que tomaron el nombre de Bethleemitas. Hé La fundación del hospital llamado Hotel-Jhcu se
fermos , y hé aquí el origen de los hospitales. Ya opu­ nía una corona y se cantaba : Veni sponsa Christi. aquí la fórmula de sus votos: «Yo el hermano.......... remonta al tiempo de San Landry, octavo obispo de
lenta la Iglesia, fundó para los desgraciados, unos esta­ «Ven, esposa de Jesucristo.» Muy tiernos eran estos hago voto de pobreza, de castidad, y hospitalidad, París. El edificio se fue ensanchando progresivamente
blecimientos dignos de ella. Desde aquel momento las contrastes y esa delicadeza digna de una religión que obligándome á servir á los pobres enférmos, aunque por el cabildo de Notre-Dame que era propietario del
obras de misericordia no conocieron límites, y la cari­ socorre sin ofender, y se ajusta á las debilidades del sean infieles y se vean acometidos de enfermedades hospital; por San Luis, por el canciller Duprat y por
dad se desbordó, por decirlo así, sobre los desvalidos, corazón humano, arrancándoleá sus vicios. Eneihos- contagiosas. » Enrique IV ; de manera que puede decirse que aquel
hasta entonces abandonados por los felices del mundo. pital del Espíritu Santo do Roma esta prohibido seguir Si ia Religion nos ha esperado en la cumbre de las asilo de todos los males fue creciendo al par que estos
Acaso se preguntará cómo ocurrían á estas necesidades á los que, exponen los huérfanos á la puerta del Padre montañas, también ha bajado á las entrañas de la se multiplicaban, y que la caridad creció al compás de
los antiguos, que carecían de hospitales. Dos medios, Universal. tierra, inaccesibles al sol, para buscar en ellas á los los dolores.
ignorados de los cristianos, les servían para deshacer­ Ocúltase en la sociedad una clase de infelices de desgraciados : los hermanos bethleemitas tienen una El hospital fue en un principio servido por religio­
se de los pobres y desgraciados : el infanticidio y la quienes nadie se ocupa, porque, descendiendo de pa­ especie de hospitales en el fondo de las minas de Méji­ sos agustinos de ambos sexos; mas há ya mucho
esclavitud. dres honrados pero indigentes, se ven precisados á ro­ co y del Perú. El Cristianismo se ha esforzado en el que quedó exclusivamente á cargo de las religiosas.
Las enfermerías de San Lázaro para la lepra, fueron dearse de la exterioridad de la decencia en medio de las Nuevo-Mundo en neutralizar los males causados en él «El cardenal de Vitry, dice Helyot, quiso sin duda ha­
al parecer las primeras casas de refugio en el Oriente, mayores estrecheces. No hay situación mas cruel: el por los hombres; males de que tan in justamente se le blar de las hermanas del hospital Hotel-Dieu, cuando
51 f 180 BIBLIOTECA DE GASPAR V R01G. El. GENIO DEL ClUSTlANISMO. 181
dijo que había algunas que haciéndose violencia su­ arrostrándola en medio dé los hediondos miasmas pro­ admirar por su caridad, de los mismos que estaban Los de una vasta propiedad ? A nada de eso iban : su
frían con alegría, y sin repugnancia el asqueroso as­ ducidos por el gran numero de enfermos.» familiarizados con esos actos sublimes, acaecían en objeto se reducía á fundaren medio de las. selvas y
pecto de todas las miserias humanas, y que le parecía No dudamos de las virtudes que inspira la filoso­ París otras maravillas : señoras de gran. tono, se des­ los horrare? de la guerra, hospitales para los salvajes
que ningún- género de penitencia era comparable con fía; pero resaltarían mucho nías á los ojos del públi­ terraban de la ciudad y de la-córte, y partían para el enemigos. .
este especie de martirio. » co, si la filosofía pudiera ostentar tales modelos de Canadá. ¿Iban por ventura á adquirir fincas, á restau­ En Europa, el cañón hace salvas en señal de alegría
«Al ver á .las religiosas del HotehDieu, prosigue di­ abnegación. A pesar de esto, dista mucho la .sencilla rar una fortuna mal parada, ó á establecer los eimjen- para anunciar la destrucción do algunos millares de
ciendo el citado autor, no solo vendar y limpiar á los pintura de Helyot de dar una idea completa de los sa­
enfermos y arreglar sus lechos, sino romper, el hielo crificios dé aquellas mujeres cristianas ;, no habla
del arroyo que pasa por el centro del edificio, metién­ aquel historiador ni del abandono de los placeres, de, la
dose hasta la mitad del cuerpo en su corriente para vida, ni de.la pérdida de la juventud y belleza, iii’dé
lavar los lienzos llenos de asquerosidad ó inmundi­ haber renunciado á una familia, y á la esperanza dé
cia, no puede menos de considerárselas como unas- un esposo y de posteridad ; tampoco habla de todos
santas víctimas, que por un exceso do amor y caridad los sacrificios del corazón, ni de haber sofocado los
al prójimo se Ofrecen espontáneamente á la muerte, mas dulces sentimientos, del alma, menos la piedad,

II,
I ■

I I SAN VICENTE PAUL-

que en medio de tantos dolores se convierte en' un naña.¡Qué interesante era ver una mujer, jóyen,her­
tormento mas. mosa y compasiva, ejercer en nombre de Dios las veces
¡Pues bien! Hemos visto enfermos, locando ya en de medico cerca del rústico habitante del campo! No
la hora postrera, incorporarse en el lecho, y haciendo hace mucho tiempo que nos-enseñaban cerca de un
.un'ùltimo esfuerzo, insultar á aquellas mujeres ange­ molino, bajo unos sauces, en una pradera una casita

I■’ licales qüe les asistían. ¿Y por qué ¡Porque eran cris­
tianas! ¡ Ah! ¡Desgraciados! ¿Quién os podría servir, no
siendo unas cristianas ? Otras hermanas, semejantes
donde habían vivido tres hermanas de la Caridad. Des­
de este campestre asilo volaban á cualquier hora de la
noche, á cualquier hora del dia á socorrer á los la­
á estas y.que morecian altares, han sido públicamente bradores. En ellas, así como en todas sus hermanas, se
azotadas, no disfrazaremos la palabra. Después de tal echaba de ver aquel aire de-limpieza y de alegría, que
recompensa por tamaños beneficios, ¿quién os el que anuncia que así el cuerpo como el alma se hallan libres
aun hubiera querido volver á cuidar do los miserables? de mancha : rebosaba la dulzura en su ademan, mas
¿Quién? ¡Ellas! si, ¡ellas! Ellas, que han venido desa­ no por eso les faltaba firmeza para sostener la vista de
EL MUNGE ALCU1NO, INSTRUYENDO Á CARLO MAGNO-
ladas á la primera señal, ó hablando con mas propie­ las enfermedades, y para hacerse obedecer de los en­
dad, ellas, que siempre se han mantenido firmes en su fermos. Eran particularmente diestras en restablecer
puesto. lié aquí reunidas la naturaleza humana reli­ los miembros dislocadospor caídas ú otras casualidades
giosa , y la naturaleza humana impía : juzgad acerca tan comunes en los labradores. Mas lo que verdade­
de ellas. ramente era do un precio inestimable era que la her­ hombres-; pero en los establecimientos nuevos y leja­ de. alegría á toda la colonia. «El dia de la llegada de
No siempre era el interior de un recinto pestífero mana de la Caridad por nada dejaba de repetir el nos, donde se toca mas de cerca la desgracia y la na­ unas personas tan ardientemente deseadas, dice Char­
donde la hermana de la Caridad y otras do institutos nombre de Dios al oido del que con su sudor alimenta turaleza , no se manifiesta regocijo sino por lo que en levoix, fue'un.diade fiesta pura toda la ciudad: cesaron
análogos ejercían su piadoso ministerio : alguna vez á la patria, y que nunca la moral halló medio de in­ realidad es digno de bendiciones, es decir, por actos todos los trabajos y cerráronse las puertas de todas
transpiraban sus virtudes como delicado aroma y se sinuarse en el corazón humano bajo formas mas di­ de beneficencia y de humanidad. Tres pobres herma­ las tiendas. El gobernador recibió á las heroínas en
extendían por las campiñas : alguna vez iba también vinas. nas hospitalarias, conducidas por madama de La Pel- la playa al frente de la tropa sobre las armas y en
á buscar al pobre labriego enfermo en su solitaria ca- En tanto que estas hermanas hospitalarias se hacían tric al desembarcar en las costas del Canadá, llenaron medio del estampido del cañón : hechos los primeras
182 BIBLIOTECA DE GASPAR ï ROIG. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 183

obsequios, las condujo entre las aclamaciones del pue­ á él se debe la fundación del hospital de los niños ni ellos mismos sabían que lo eran, y cuya virtud lle­ go en Escocia; Leipsik, Tena y Tubinga en Ale­
blo al templo, donde se cantó el Te Dcum... expósitos, del de los pobres ancianos, del de los presi­ gaba al extremo de no conocerse á sí misma. » mania ; Leyden , Utrec y Lovama, ~en los Países-
«Estas santas hermanas por su parte, y su generosa diarios de Marsella, del colegio de clérigos de la Mi­ Bajos; Alcalá y Salamanca en España, todos esos
conductora quisieron, en el primer arrebato de su ale­ sión, de las cofradías de la Caridad en las parroquias, focos de luz atestiguan los inmensos trabajos del Cris­
gría besar una tierra por la que tanto tiempo habían de las juntas do señoras para el servicio del Ilotel- CAPITULO V. tianismo. Pero dos son las órdenes que han cultivado
suspirado, y que con toda certeza se prometían regar Dieu, de las Hermanas de la Caridad que asisten á los EDUCACION.
particularmente las letras , los benedictinos y los
con su sudor, no perdiendo la esperanza de teñirla acaso enfermos, y finalmente de los asilos para los que de­ jesuítas. Durante el año 540 de nuestra era, San Be­
con su sangre. Los franceses, mezclados con los salva­ sean elegir un estado de vida, y no se han decidido á Escuelas, colegios, universidades, benedictinos y nito puso enelMonte Casino (Italia), los cimientos de
jes, y los infieles, confundidos con los cristianos, prosi­ hacerlo. ¿De dónde toma la caridad todas esas institu­ jesuítas. la célebre órden que debia merecer la triple gloria de
guieron varios dias sin cansarse dando gritos de ale­ ciones, toda esa previsión? convertir la Europa, desmontar sus desiertos, y en­
gría y bendiciendo el nombre del único que puede San Vicente do Paul fue poderosamente auxiliado Consagrar su vida á consolar nuestros dolores es cender en su seno la antorcha de las ciencias.
inspirar, tanto valor, tanta firmeza á unas personas tan por la señorita Legras, que de acuerdo con él insti­ la primera de las buenas obras, y la segunda, ¡lustrar­ Los benedictinos, particularmente los de la Con­
delicadas. Al ver las choz.as de los salvajes á donde tuyó las Hermanas de la Caridad. También tuvo á su nos. También son sacerdotes supersticiosos los que gregación de San Mauro, establecida en Francia hacia
fueron las hermanas conducidas al dia siguiente, sin­ cargo la dirección del hospital del Nombre de Jesús, nos han curado de nuestra ignorancia, y se han se­ el ano 549 , produjeron aquellos varones cuya ciencia
tiéronse arrebatadas de un nuevo transporte de ale­ que habiendo primeramente sido fundado nada mas pultado desde hace diez siglos en el polvo de las es­ se ha hecho proverbial, y que con infinito trabajo en­
gría : la pobreza y la absoluta falta de aseo que domi­ que para cuarenta pobres, fue el origen del hospital ge­ cuelas para librarnos de la barbarie. No es cierto que contraron los manuscritos antiguos sepultados en el
naba en aquellas moradas no les causaron repugnancia; neral de París. Por emblema y recompensa de una vida teman la propagación de la luz, pues ellos fueron los polvo de los monasterios. Su empresa literaria mas
su celo se sintió nuevamente inflamado por los mismos consumada entre los trabajos mas penosos, pidió la que desembarazaron sus raudales , no pensando mas espantosa (pues así puede llamarse), es la edición
objetos que debían entibiarlo, y por consiguiente señorita Legras que sobre su tumba pusieran una pe­ que en comunicar al mundo la claridad, que aventu­ completa de los Padres de la Iglesia. Si el imprimir
mostraron suma impaciencia por principiar cuanto queña cruz con este mote: Spesmca. Su voluntad fue rando su vida, habían podido recoger entre los restos correctamente un solo tomo en su propio idioma es
antes ó desempeñar sus funciones. cumplida. de Roma, y las ruinas de la Grecia. difícil, júzguese lo que será una edición completa de
«Madama de LaPeltrie, que nunca había deseado ser Así es como unas piadosas familias se disputaban El benedictino que todo lo sabia, el jesuíta que co­ los Padres griegos y latinos, que compone mas de 150
rica, y que tan gustosamente se habia empobrecido en nombre de Jesucristo el placer de hacer bien á la hu­ nocía la ciencia y el mundo , el oratoriano y el doctor tomos en folio : apenas puede la imaginación abarcar
por Jesucristo , no omitía circunstancia alguna para manidad. La esposa del canciller de Francia y madama de la universidad, son acaso menos acreedores á nues­ esos enormes trabajos. Recordar á Ruinart, Lobineau,
procurar la salvación de las almas. Su celo llegó al Fouquet pertenecian á la congregación de las señoras tra gratitud que aquellos humildes hermanos que se Calmet, Fassin, Samí, d’Acheri, Marténe, Mabillon
punto de hacerlo labrar la tierra con sus propias ma­ de la Caridad. Cada cual tenia su dia destinado para habían consagrado á la enseñanza gratuita de los po­ y Montfaucon, es recordar prodigios de ciencias.
nos, para tener con qué remediar las necesidades de ir á instruir, y exhortar á los enfermos y hablarles de bres. aLos clérigos regulares de las escuelas pias se No es posible impedir que se echen de menos aque­
sus pobres neófitos. Fuese en pocos dias despojando un modo interesante y familiar acerca de las cosas habían obligado á enseñar por caridad á leer y á es­ llas corporaciones de maestros, únicamente ocupadas
de todo lo que tenía reservado para su uso particular, necesarias para la salvación. Cierto autor dice que mas cribir al pueblo bajo, principiando desde el abeceda­ en indagaciones literarias y en la educación de la ju­
basta reducirse á carecer de lo mas preciso, para ves­ de 700 calvinistas volvieron á entrar en el gremio de rio, aritmética y cálculo, hasta saber llevar libros de ventud. Después de una revolución que ha relajado
tir los niños que le presentaban casi desnudos; final­ la Iglesia, porque en las obras de una caridad tan ar­ partida en casas de comercio y oficinas.» Siguen aun los lazos de la moral é interrumpido el curso de los
mente, toda su vida, que duró bastante, no fue mas diente y lata no pudieron menos de reconocer la ver­ enseñando, y no solo la retórica y las lenguas latina y estudios, es indudable que una corporación religiosa
que un tejido de los mas heroicos actos de caridad.» dad de su doctrina. ¡Santas señoras de Miramion, de griega, sino que además tienen en algunas ciudades al par que científica, aplicaria un remedio positivo al
¿Hay en la historia antigua algo que sea tan intere­ Chantal, de LaPeltrie, y de Lamoignon, vuestras obras cátedras de filosofía y teología escolástica y moral, de origen de nuestros males. En las demás formas, de
sante , algo que baga derramar lágrimas de ternura han sido pacíficas! Los pobres han acompañado vues­ matemáticas,de fortificación y de geometría... Al salir instituciones no puede haber aquel trabajo metódico,
tan dulces y tan puras? tras féretros; se lo han arrancado á los que los lleva­ los alumnos de la clase, regresan por cuadrillas á sus ni aquella rigurosa aplicación á un mismo objeto, que
ban, para tener el honor de conducir vuestras cenizas casas acompañados de un religioso , para que no se reina entre los solitarios, y que en fuerza de una asi­
sobre sus hombros; la pompa de vuestros funerales lian distraigan enjugar por las callesy pierdan el tiempo.» duidad de muchos siglos,'concluye por producir mi­
CAPITULO IV. lagros.
sido sus gemidos; y al espirar vosotras hubiérasc creí­ Siempre es sumamente grata la sencillez de estilo,
Niños expósitos, Señoras de la Caridad, rasgos de benefi­ do que con los vuestros habían dejado de latir todos y cuando va unida, por decirlo así, á la sencillez de Los benedictinos eran sabios, y los jesuítas literatos:
cencia. los corazones generosos. los beneficios, llega á ser tan admirable como inte­ unos y otros fueron en la sociedad religiosa lo que
Terminemos por medio de una observación esencial resante. eran para el mundo: dos ilustres academias.
Preciso, es escuchar por un momento á San Justino este artículo de las instituciones del Cristianismo en Después de esas primeras escuelas fundadas por la La órden de los Jesuítas estaba dividida en tres cla­
el filósofo, que en su primera Apología dirigida al em­ favor do la humanidad doliente. Dícese que en el caridad cristiana siguen las congregaciones científicas ses ó grados: novicios, coadjutores y profesos. El
perador, le habla en estos términos: monte de San Bernardo es de tal condición el aire, que dedicadas á las letras y educación de la juventud por postulante tenia por de pronto que pasar diez años de
«Expónehse en vuestro imperio los recien nacidos gasta los resortes de la respiración, y rara vez deja du­ artículos expresos de su instituto. Tales son los reli­ noviciado, en cuyo tiempo se le ejercitaba la memoria
á la caridad pública. Hay personas que crian á estos rar la vida mas de diez años: de manera que el monge giosos basihos en España que alguna vez tuvieron sin permitir que se dedicara á ningún estudio en par­
niños para prostituirlos, lin todas las naciones no se que se encierra en aquel hospicio puede calcular con nada menos que cuatro colegios por provincia. Tam­ ticular ; y esto se hacia para conocer hácia donde le
encuentran mas que niños destinados á los usos mas poca diferencia el número de dias que ha de permane­ bién poseían uno en Soissons (Francia) y otro en Pa­ impelía su disposición natural. Al cabo de este periodo
exccjables, criados absolutamente como si fueran un cer sobre la tierra : todo lo que ha de ganar al ingrato rís , que era el colegio de Beauvais, fundado por el asistía á los enfermos durante un mes en el hospital,
rebaño de animales; vos mismo habéis impuesto una servicio de los hombres, se reduce á saber con alguna cardenal Juan de Dormán. Desde el siglo ix, Tours, hacia una peregrinación á pié pidiendo limosna, y esto
contribución sobre estos niños...- y sin embargo, los certeza el momento de su muerte, cosa desconocida Corbeil, Fontenelle, Fuldes, Saint-Gall, Saint-Denis; tenia por objeto acostumbrarle al espectáculo de los
mismos que de tal manera abusan de aquellos pobres para los demás humanos. Asegúrase también que casi Saint-Germain d’Auxerre, Ferrière, Aniane, y el dolores humanos, y prepararle para las fatigas de las
inocentes, además del crimen que cometen para con todas las hermanas del Dotel-Dieu tienen una conti­ Monte Casino en Italia, figuraban como célebres es­ misiones.
Dios, acaso, bien pudiera suceder, acaso abusan de sus nua y lenta calentura, efecto de la infestada atmósfera cuelas. Los clérigos de la vida común en los Paises- Entonces acababa sus profundos ó brillantes estu­
propios hijos..., Nosotros los cristianos abominamos se­ en que habitan, que insensiblemente va consumiendo Bajos se ocupaban del arreglo de originales en las dios. Sino tenia mas que las gracias de la sociedad, y
mejantes horrores : no nos casamos sino para educar la llama de su vida; los religiosos que viven en las mi­ bibliotecas, y del restablecimiento del texto en los ma­ esas elegantes maneras que agradan al mundo, lo pre­
nuestra familia, óbien renunciamos al matrimonio para nas del Nuevo-Mundo, en cuyo fondo, donde nunca nuscritos. sentaban en la capital y le introducían en la córte y
vivir en la castidad.» penetra la luz del cielo, lian establecido hospitales pa­ Todas las universidades de Europa han sido esta­ casas de los magnates. Si tenia el genio de la soledad,
Tales eran, pues, las casas de beneficencia que el ra los desgraciados indios que trabajan en ellas, tam­ blecidas ó por príncipes religiosos, ó por obispos, ó lo retenían en las bibliotecas y en el interior de la
politeísmo tenia destinadas para los huérfanos. ¡ Olí bién abrevian su existencia, porque los vapores metá­ por sacerdotes, y todas han sido también dirigidas Compañía. Si se anunciaba como orador, su elocuencia
venerable Vicente de Paul! ¿Dónde, donde estabas tú licos se la envenenan; finalmente, los padres que se por órdenes cristianas. Aquella famosa universidad de hallaba fácil acceso al púlpito; si su entendimiento
que no repetías á las matronas romanas las palabras encierran en las pestíferas prisiones de Constantino- París, desde donde se difundió la luz sobre toda la era claro, recto y sufrido, lo destinaban para profesor
que decías á las piadosas francesas que te asistían en pla, llamadas baños, se consagran también aun pronto Europa moderna, se componía de cuatro facultades. en los colegios; si era entusiasta, intrépido, lleno de
tus obras: «Ea, mis señoras, veamos si queréis cuidar martirio. Su origen se remontaba hasta Cario Magno, hasta los celo y de fe, iba á morir bajo la cimitarra del mahome­
á vuestra vez de esos pequeños inocentes, de quienes Dispensemos el lector si no entramos en las refle­ tiempos aquellos en que el monge Alcuino, luchando tano' ó entre las flechas de los salvajes; si manifes­
os habéis hecho madres según la gracia, supuesto que xiones que de tales hechos se deducen. Confesamos solo contra la barbarie, quería convertir la Francia taba el talento á propósito para gobernar, lo en­
han sido abandonados por sus madres según la natura­ nuestra incapacidad para alabar semejantes acciones en una Atenas cristiana. Allí dieron lecciones Bu- viaban al Paraguay á ejercitarlo en sus bosques, ó
leza.» Pero en vano es que álos cultos idólatras pida­ del modo que se merecen: lágrimas y admiración es dé, Casaubon, Grenan, Rollin, Coííin y Lebeau, y quedaba en la Compañía para dirigir los estableci­
mos el hombre de la misericordia. cuanto tenemos, para ensalzarlos. ¡Quédignos son de allí se educaron Abelardo, Amyot,.de Thou y Boi- mientos.
El siglo ha perdonado á San Vicente de Paul su lástima los que se empeñan en destruir la Religión, leau. En Inglaterra, Cambridge vió salir á un New­ El general de la Compañía residia en Roma. Los
cristianismo: la filosofía ha derramado lágrimas al oir los que no hallan placer en la dulzura de los frutos ton de su seno, y Oxford presenta con los nombres padres provinciales, en Europa, tenian obligación de
su historia. Sabido es que habiendo sido primero pas­ del Evangelio! « El estoicismo, dice Yoltaire, no lia de Bacon y Tomás Moro, su biblioteca persa, sus ponerse en correspondencia con él una vez mensual­
tor, y luego esclavo en Túnez, llegó á ser un sacerdo­ producido mas que un solo Epitecto, y la filosofía manuscritos de Homero , sus mármoles de Arundel mente. Los gefes de las misiones extranjeras le escri­
te ilustre por su ciencia y su conducta; sabido es que cristiana ha dado al mundo millares de Epitectos, que y sus ediciones de los clásicos ; Glascow y Editnbur- bían cada vez que los buques ó caravanas atravesaban
CRIST1ANTSMO. 183
EL GENIO DEL
184 BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG.
Los que presentan el Cristianismo como una bar­ noble ardor por adquirir y recompensar los esfuerzos gion , supuesto que en el idioma de Homero y de
las soledades de! mundo. Además, páralos casos urgen­ Virgilio explicaron los Padres los principios de la fe;
rera para el progreso de las luces, contradicen evi­ del genio. Los pacíficos obispos de Roma reunían en
tes, liabia misioneros que iban de Pekín á Roma, de la sangre de los mártires, que fue la semilla de los
dentemente los testimonios históricos. Por todas par­ sus casas de campo (villa), los preciosos restos de todas
Roma á Persia, á Turquía, Etiopia, Paraguay y á cual­ cristianos, hizo al mismo tiempo crecer el laurel del
tes ha caminado la civilización en pos del Evangelio, las edades. En los palacios de los Borgias y Farnesios
quiera otro punto de la tierra. el viajero podia admirar las obras maestras de Praxi- orador y del poeta.
Irreparable es la pérdida que la Europa científica muy al contrario de las religiones do Mahoma, Bra­
ma y Confucio, que han limitado los progresos de la teles y Fichas: papas fueron los que á peso de oro com Roma cristiana ha sido para el mundo moderno lo
lia tenido con los jesuítas : la educación no ha vuelto que Roma pagana fue para el antiguo , un lazo uni­
sociedad haciendo que el hombre envejeciera en praroñ las estatuas de Hércules y de Apolo ; papas
á reponerse enteramente desde su caida. Ellos sabían versal : esta capital de las naciones cumple todas las
su infancia. también los que para conservar las ruinas harto in­
el modo de hacerse singularmente agradables á la ju­ condiciones de su destino , y parece ser realmente ha
Era Roma cristiana coíno el gran puerto a que se sultadas de la antigüedad, las cubrían con el manto
ventud, despojando con sus finos modales la enseñan­ ciudad eterna. Acaso llegará un dia en que á pesar, de
acogían todos los restos del naufragio de las artes. de la Religión. ¿Quién no admirará la piadosa indus­
za, del tono pedantesco que tanto repugna á los niños. todo se conocerá que la institución del trono pontifi­
Apenas Constantinopla rinde su cerviz al yugo de los tria de aquel pontífice que colocó imágenes cristianas
Como la mayor parte de sus profesores eran literatos cal fue una grande idea y una magnífica institución.
turcos, ya está la Iglesia abriendo mil honrosos asilos sobre los preciosos restos de las Termas de Diocleciano?
que gozaban de favor en la buena sociedad, los jóve­ El padre espiritual, colocado en medio de los pueblos,
á los ilustres emigrados de Atenas y Bizancio. Si la No existiría el Panteón á no haber sido consagrado
nes, al recibir sus lecciones, creian hallarse en una por el culto de los Apóstoles; no se vería erguida la adunaba las diversas partes de la cristiandad. ¡ Que
ilustre academia. Habían también sabido establecer imprenta se ve proscripta de Francia , la Italia la con­
vida con su protección. Los cardenales consumen sus columna Trajana si no ostentase por corona la estatua brillante papel el de un pontífice verdaderamente ani­
entre sus alumnos do diferentes fortunas, una especie mado del espíritu apostólico! Como pastor general del
de patronazgo que redundaba en pro de la ciencia. recursos pecunários en escudriñar las ruinas de la del Príncipe de los Apóstoles.
Grecia y en adquirir manuscritos. El siglo de Leon X Este espíritu conservador resplandecía en todos los rebaño puede contener á los fieles en el límite de sus
Semejantes vínculos, contraidos en la edad que el deberes ó defenderlos de la opresión. Sus Estados, son
parecía'tan hermoso al sabio abate Barthelemy, que órdenes de la Iglesia. Mientras que los. despojos que
corazón da cabida á los sentimientos generosos, no bastante grandes para asegurarle la independencia, v
lo prefirió al de Pericles por lo tocante á su grande adornaban el Vaticano excedían las. riquezas de los
se rompían ya en lo sucesivo, y establecían entre el antiguos templos, ciertos pobres religiosos protegían demasiado pequeños para que á nadie puedan infundir
príncipe y eíliterato aquellas antiguas y nobles amista­ obra: á la Italia cristiana, era á donde pretendía con­
en el recinto de sus monasterios las ruinas délas casas recelo sus esfuerzos; nada le deja mas que el poder
des, como la que reinó entre los Escipiones y los Lelios. ducir un moderno Anacarsis.
«En Roma, dice aquel autor, un viajero tiene ocasión de Tibur y de Túsculo, y acompañaban al viajero á de la opinión : poder admirable cuando no abarca en
También sabían sacar partido de aquellas venera­ que paseara por los jardines de Cicerón y de Hora­ su imperio mas que obras de paz, de beneficencia y
bles relaciones de discípulo y maestro, tan apreciadas de ver á Miguel-Angel levantando la cúpula de San
Pedro; á Rafael pintando las galerías del Vaticano ; a cio. Un cartujo era quien daba á conocer.el laurel caridad.
en las escuelas de Platón y Pilágoras. Toda la Com­ que extiende sus ramas sobre la tumba de Virgilio , y El daño que algunos malos pontífices han hecho,
pañía se mostraba ufana dé haber preparado el talento Sadolety Bembo, que luego fueron cardenales, des­
empeñando entonces el puesto de secretarios cerca de un papa coronaba al Taso en el Capitolio. desapareció con ellos, al paso que cada dia experimen­
del hombre que se distinguía por su ciencia, y todos Asi es como al cabo de 1300 años la Iglesia pro- tamos aun la influencia de los bienes inmensos é ines­
reclamaban una parte de su celebridad. Voltaire, de­ Leon X; al Trisino representando por primera vez en
la Sofonisbe, con laque un moderno se abría la carrera tegia las ciencias y las artes, sin haberse entibiado su timables que el mundo entero debe á la córte de Ro­
dicando su Mérope al padre Porée, y llamándole su celo en ninguna época. Si en el siglo vui el monge ma , que casi siempre ha sabido mostrarse superior á
querido maestro, es uno de esos hechos amables que inmortalizada por Eurípides; á Boroald, bibliotecario
del Vaticano , ocupándose en publicar los Anales de Alcuino enseñaba la gramática á Carlo-Mágno , otro su siglo. Todo seguía sepultado en las tinieblas de las
la educación moderna no se halla ya en el caso de instituciones góticas, cuando aquella córte tenia ya
Tácita, que acababan de ser descubiertos en Westfalia, fraile industrioso y sufrido descubrió el modo de des­
presentar. Naturalistas, químicos, botánicos, mate­ ideas de legislación y de derecho público, y conocía las
máticos, mecánicos, astrónomos, poetas, historiado­ y que Leon X liabia adquirido mediante una suma arrollar los manuscritos de Herculano: si Gregorio
ile 300 ducados de oro; al mismo papa proponiendo de Tours describió en 740 las antigüedades dé las bellas-artes, las ciencias y la política. No se reservaba
res, traductores, anticuarios,periodistas, no hay una exclusivamente para sí propia la luz ; antes por el con­
puestos ventajosos á los sabios de todas las naciones Galias, el canónigo Mozzochi explicó en 1734 las ta­
sola rama del saber humano que los jesuítas no hayan trario la difundía sobre todos: su mano arrancaba las
que quisiesen fijar la residencia en sus Estados , y re­ blas legislativas de Heraclea. La mayor parte de los
cultivado con fruto. Bourdaloue recuerda la elocuen­ barreras que las preocupaciones babian levantado en-
compensas brillantes á todos los que le presentaran descubrimientos que han cambiado la faz del mundo
cia romana; Brumoy introducía la Francia en el teatro civilizado han sido hechos por miembros de la Iglesia. las naciones , y afanosa buscaba medios de dulcificar
de los griegos; Gresset seguía las huellas de Moliere; manuscritos desconocidos... Por todas partes se orga­
nizaban universidades, colegios, imprentas para toda La invención de la pólvora y acaso la del telescopio nuestras costumbres, librarnos de la ignorancia y
Lecomte, Parennin, Charlevoix, Ducerceau, Sana- se deben al fraile. Rogerio Bacon ; otros atribuyen el arrancarnos á nuestros hábitos groseros ó feroces.
don, Duhalde, Noel, Bouhours, Daniel, Tournemi- clase de lenguas y ciencias, y bibliotecas continuamen­
te enriquecidas con las obras que se publicaban, y con descubrimiento de la pólvora á un fraile aloman lla­ Los papas, entre nuestros antepasados, fueron los mi­
ne, Maimbourg, Larue, .Jouvency, Rapin, Vaniere, mado Bertoldo Schwartz; las bombas fueron inven­ sioneros de las artes enviados á los bárbaros, y legisla­
Commire, Sirmond , Bougeant y Petau, han legado los manuscritos recientemente traídos, de países en
tadas por Calen, obispo de Munster; el diácono Flavio dores en un pueblo de salvajes. «Solo el reinado de
nombres que no carecen de honor. ¿Dé qué se pue­ que la ignorancia liabia conservado su imperio. Mul­
tiplicábanse de tal modo las academias, que en Ferrara deGioia, napolitano, descubrió la brújula; el fraile Garlo-Magno, dice Voltaire, tuvo una vislumbre de
de acusar á los jesuítas? De algo de ambición, cosa Despina los anteojos, y Pacífico, arcediano de Verona, urbanidad que probablemente fue el resultado del via­
tan natural al talento. «Siempre será hermoso, dice, liabia 10 ó 12, en Bolonia cerca de 14, y en Siena 16,
ocupándose todas en las ciencias, la ¡iteratura, los ó el papa Silvestre 11, el reloj de ruedas. ¡Cuántos sa­ je á Roma.»
Montesquieu, hablando de estos padres, gobernar bios, de cuya mayor parte hemos hecho mención en Es, pues, un hecho generalmente reconocido que la
álos hombres haciéndoles felices.» Pesad la masa del idiomas, la historia y las artes. En dos de estas acade­
mias, de las que una estaba simplemente dedicada á el curso de esta obra, no han ilustrado los claustros ó Europa debe á la Santa Sede su civilización, una par­
bien que los jesuítas han hecho; recordad los autores aumentado consideración álos puestos eminentes de la te de sus mejores leyes , y casi todas sus ciencias y
eminentes que su corporación ha dado á la Francia, oíos Platon, y la otra á su discípulo Aristóteles, se discu­
tían las opiniones de la filosofía antigua, y se presentían Iglesia! ¡Cuántos escritores famosos! ¡Cuántos litera­ artes. Los Sumos pontífices van en la actualidad á
que se han educado en sus aulas; traed á la memoria tos ilustres! ¡ Cuántos viajeros distinguidas! ¡Cuántos abrirse nuevos caminos para seguir siendo útiles á los
los reinos enteros que con sus sudores, su destreza las de la moderna. En Bolonia, así como en Venecia,
una de estas sociedades cuidaba de la imprenta, de matemáticos, naturalistas, químicos, astrónomos y hombres: una nueva carrera les está esperando, y
y su sangre han conquistado á nuestro comercio; lijad nosotros presagiamos que sabrán recorrerla con gloria.
la hermosura del papel, fundición de caracteres, cor­ anticuarios! ¡Cuántos oradores célebres! ¡Cuántos
vuestros recuerdos en los milagros de sus misiones Roma ha vuelto á remontarse á la pobreza evangélica
rección de pruebas, y sobre todo cuanto podia con­ hombres de Estado eminentes! Hablar de Suger , de.
en el Canadá, en el Paraguay, en la China, y vereis Jiménez, de Alberoni, de Richelieu, deMazaríno y de que componía todo su tesoro en los antiguos tiempos.
que el poco de mal que se les imputa, no contraba­ tribuir á la perfección de las ediciones nuevas... Las
capitales y hasta las ciudades menos considerables de Fleury, ¿no es recordar á un mismo tiempo los mas Por una notable semejanza hay también ahora genti­
lancea los servicios que ha hecho á la sociedad. hábiles ministros y las cosas de mas importancia de la les que convertir, pueblos que atraer á la unidad,
cada Estado, se mostraban sumamente ambiciosas de
instrucción y de gloria, y casi todas ofrecían observa­ Europa moderna? odios que sofocar, lágrimas que enjugar, y heridas
CAPITULO VI. torios á los astrónomos, anfiteatros á los anatomicos, En el mismo momento en que vamos rápidamente que cicatrizar, que están reclamando todos los bálsamos
jardines á los naturalistas, á todas los literatos, colec­ trazando el cuadro de los beneficios dispensados por do la Religión. Si Roma se penetra bien de su posi­
Papas y córte romana- Descubrimientos modernos, etc. ción , jamás se le ha ofrecido una prospectiva de mas
ciones de libros, medallas y monumentos antiguos, y la Iglesia, tributa la Italia cubierta de luto un intere­
finalmente distinguidas señales de consideración., de sante testimonio de amor y gratitud a los restos mor­ altas esperanzas , ni de mas brillantes destinos. Deci­
Antes de hablar de los servicios que la Iglesia ha mos esperanzas, porque contamos las tribulaciones en
prestado ála agricultura, recordemos lo que los papas reconocimiento y respeto á todos los géneros de ilus­ tales de Pió VI. La capital del mundo cristiano espera
tración. .. Los adelantos de las artes favorecían el gusto el féretro del desgraciado pontífice, que por me­ el número de los deseos de la Iglesia de Jesucristo. El
han heclio en beneficio de las ciencias y bellas-artes. mundo degenerado pide una segunda publicación del
En tanto que lasórdenessuperiorestrabajabanen toda de los espectáculos y de la magnificencia. El estudio dio de trabajos dignos de Augusto y Marco Aurelio, ha
de la historia y de los monumentos de los. griegos y desecado pantanos infectos, ha vuelto á consagrar al Evangelio ; el Cristianismo va á renovarse y á salir
Europa en la educación de la juventud, descubri­ victorioso del mas terrible délos asaltos que el infierno
miento de manuscritos y explicación de la antigüedad, romanos inspiraba ideas de decoro , de unidad y per­ servicio del público la vía de los Cónsules, y restau­
fección que hasta entonces no habían sido cono­ rado los acueductos de los primeros monarcas de le ha dado hasta el presente. ¿Quién sabe si lo que
los pontífices romanos, prodigando á los sabios re­ creíamos una caida de la Iglesia será su reedificación?
compensas y hasta los honores del sacerdocio, eran cidas. Habiendo sido Julián de Médicis, hermano de Roma. Por último rasgo de este amor á, las artes., tan
Leon X, proclamado ciudadano romano, fue acompa­ natural en los gefes de la Iglesia, el sucesor de Pió VI, Iba pereciendo en la riqueza y el reposo, y no se acor­
el alma de aquel movimiento general Inicia las luces. daba ya de la cruz; la cruz vuelvé á brillar: ¡ segura es
Grande es ciertamente la gloria de la Iglesia, en que ñada esta proclamación de diversiones públicas, y al mismo tiempo que devuelve la paz á los fieles, ha
sobre un vasto teatro construido cerca de la plaza del encontrado en medio de su honrosa indigencia ele­ la victoria!
un papa haya dado su nombre al siglo que inauguró
la era de la Europa civilizada, y que surgiendo de Capitolio, se representó por dos,dias seguidos una co­ mentos para reponer con nuevas estátuas fas obras
entre las ruinas de la Grecia, fue á empaparse en la media de Plauto, cuya música y extraordinario aparato maestras que Roma, protectora de las bellas-artés, ha
claridad del siglo de Alejandro, para reflejarla luego excitaron una admiración general.» cedido á la heredera de Atenas. Sobre todo, el progreso
No dejaron los sucesores de Leon X apagar este do las letras era inseparable del prograso de la Reli-
sobre el de Luis.
i 86 BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG. EL GENIO DEL cristianismo. 187
hilar, y arrancar espinos del bosque á imitación de poblaciones cuya fundación se debe á las órdenes mo­ nos sedentario. La guerra le hacia acudir á las banderas
CAPITULO VIL Laon, y de todos los religiosos de Clairvaux.» násticas ó militares. Las ciudades que mas pronto se de su señor, y la Religión le obligaba á ir á paises le­
En España, los benedictinos desplegaron la misma libraron de la barbarie fueron las que estuvieron some­ janos. Si pudiésemos ver á uno de aquellos antiguos
Agricultura. actividad. Compraron terrenos incultos cerca de To­ tidas á príncipes eclesiásticos. La Europa debe la mi­ vasallos que nosotros nos representamos como una
ledo y fundaron un convento, después de haber plan­ tad de sus monumentos y fundaciones útiles á la mu­ especie de esclavo estúpido, acaso quedaríamos sor­
También es al clero secular y regular á quien debe­ tado viñas y árboles frutales en las inmediaciones. nificencia de los cardenales, de los abades y los obispos. prendidos al encontrar en él mas buen sentido é ins­
mos la restauración de la agricultura en Europa, así El Monte Casino, en Italia, no era mas que una Mas, acaso se dirá que semejantes trabajos nada mas trucción que en los aldeanos libres de nuestros
como le somos deudores de la fundación de los co­ árida soledad; cuando San Benito se retiró á él, cam­ atestiguan que la inmensa riqueza de la Iglesia. tiempos.
legios y hospitales. Desmontes de terrenos, líneas de bió de aspecto en muy breve tiempo, y la nueva aba­ No ignoramos que por lo general siempre se procura Antes de partir para los extranjeros paises, el viaje­
caminos, engrandecimiento de aldeas y ciudades, día llegó á ser tan opulenta por medio de su trabajo, atenuar los servicios, y que el hombre aborrece la gra­ ro se dirigía á su obispo que le daba una carta apos­
establecimientos de mensajerías y posadas, artes y que pudo en 1057 defenderse contra los normandos titud. El clero encontró tierras inmensas ó hizo que tólica con la que podia caminar seguramente por toda
oficios, manufacturas , comercio interior y exterior, que le declararon guerra. produjeran pingües cosechas, y cuando en fuerza de su la cristiandad. La fórmula de estas cartas variaba se­
leyes civiles y políticas: en una palabra, todo procede San Bonifacio con los religiosos de su órden em­ trabajo llegó á ser opulento, aplicó sus rentas á edi­ gún el rango y profesión del portador, por cuya ra­
originariamente de la Iglesia. Nuestros antepasados prendió el cultivo en los cuatro obispados de Baviera. ficios públicos. Si le echáis en cara unos bienes tan zón se llamaban formatee. De manera que laReligion
fueron unos bárbaros á quienes el Cristianismo tuvo Los benedictinos de Fu,de desmontaron entre Hesse, noblemente adquiridos, tanto en su empleo como en no se ocupaba mas que en reanudar el hilo social que
que enseñar hasta el modo de alimentarse. la Franconia y Turingia un terreno de 8,000 pasos su uso, le acusáis á la vez del crimen de los dos be­ la barbarie rompía sin cesar.
La mayor parte de las concesiones hechas á los mo­ geométricos, 24,000 pasos, ó sean 16 millas francesas de neficios que hizo. En general, los monasterios eran una especie de hos­
nasterios, en los primeros siglos de la Iglesia, consistían circunferencia: á poco tiempo contaban con 18 alque­ No había en toda Europa ni carreteras ni posadas; pederías, donde los viandantes hallaban mesa y cu­
en terrenos incultos que los monges tuvieron que cul­ rías en Baviera y la Suavia. Los monges de San Be­ los bosques estaban llenos de salteadores, las leyes bierto. Aquella hospitalidad que tanto se admira en los
tivar con sus propias manos. Bosques, pantanos im­ nito Polironne, cerca de Mantua, empleaban mas carecían de vigor, ó por mejor decir, no habia leyes; antiguos, y de la que se conservan aun vestigios en
practicables y vastos arenales, iueron el origen de de 3,000 bueyes en la labor. solo la Religión, como una robusta columna en medio Oriente, fue muy honrada por parte de nuestros reli­
aquellas riquezas que tanto hemos echado en cara al Conviene tener presente que la regla, casi general de las ruinas góticas, ofrecía hospitalidad y puntos de giosos : muchos de ellos, con la denominación de
clero. En tanto que los canónigos premostratenses la­ que prohibía comer carne á las órdenes monásticas, comunicación entre los hombres. Hospitalarios, se consagraban particularmente á esta
braban los desiertos de la Polonia y parte del bosque provino sin duda, en primer lugar de un principio de Habiendo la Francia caido en la mas profunda anar­ interesante virtud, que se manifestaba en todo el es­
de Coucy en Francia, los benedictinos fertilizaban en economía rural. Habiéndose en aquella época multi­ quía en tiempo de los reyes de la segunda dinastía, plendor de su antigua belleza por medio del lavatorio
el mismo país varios retamales. Molesme, Colan y plicando extraordinariamente las sociedades religiosas, ocurría á cada paso que los viajeros eran detenidos, de piés, el fuego del bogar y las dulzuras de la mesa
Citeaux cuüiertos en la actualidad de viñas y doradas tantos hombres que no se alimentaban mas que de despojados y degollados, particularmente al paso de y el lecho. Si el viajero era pobre, le daban algunas
espigas, eran en aquellos tiempos campos únicamente pescado, huevos, leche y legumbres, debieron favo­ los rios. Entonces hubo unos monges tan hábiles co­ veces vestidos, víveres y algún dinero para que pudie­
poblados de retamas y brezos, donde los primeros re­ recer particularmente la propagación de los rebaños. mo valerosos, que tomaron por su cuenlael remediar se llegará otro monasterio, donde volvia á reponerse
ligiosos tuvieron que habitar en chozas construidas De modo, que las campiñas tan florecientes en la ac­ tamaños males. Formaron entre sí una asociación de sus necesidades. Las altas damas, montadas en sus
con ramaje, como los americanos en medio de sus des­ tualidad, son deudoras en gran parte de sus cosechas llamada de Hospitalarios pontoneros, ó constructores palafrenes, los valientes buscando aventuras, óacaso
montes. y rebaños al trabajo y á la frugalidad de los monges. de puentes, obligándose por su instituto á defender á los mismos reyes extraviados en las cacerías, llama­
San Bernardo y sus discípulos cultivaron los esté­ Además, el ejemplo, que á veces no consigue en la mano armada á íos viajeros, componer las vías públi­ ban en medio de la noche, á la puerta de las antiguas
riles valles que les abandonó Thibaut, conde de Cham- moral todo el resultado que podría prometerse, porque cas, construir puentes y á dar hospitalidad á los pa­ abadías, y participaban de la hospitalidad que sedaba
. Fontevrault fue una verdadera colonia, esta- las pasiones destruyen sus buenos efectos, ejerce un sajeros en edificios que 'levantaron á la orilla de los al oscuro peregrino. Alguna vez se encontraban reu­
E a por Roberto de Arbrissel en un país desierto,
confinante con el Anjou y Bretaña. Familias enteras
gran poder sobre la'parte material de la vida. El es­
pectáculo de muchos miliares de religiosos cultivando
riós. Estableciéronse por de pronto cerca del Durance, nidos en el mismo recinto , dos caballeros que se pro­
en un paraje peligroso, que entonces se llamaba el fesaban mútua enemistad; reprimían, sin embargo,
pasaron á buscar un asilo bajo la dirección de aquellos la tierra, desvaneció poco á poco aquellas bárbaras mal paso (Maupas ), y que gracias á los generosos durante la noche, su acerbo encono : acaso la pasaban
benedictinos : allí se formaron monasterios de viudas, preocupaciones que miraban con desprecio el arte que monges no tardó en tomar el nombre AeBuen paso, en agradables pláticas, y al despuntar la aurora cor­
de jóvenes, de legos, de enfermos y de soldados vete­ alimenta á los hombres. El hombre del campo apren­ el mismo que aun conserva en la actualidad. Esta rían á encontrarse con espada en mano, y en reñi­
ranos. Todos se hicieron labradores, todos trataron de dió en los monasterios á dar vueltas á la tierra, y á misma corporación religiosa fue la que levantó el puente da pelea sustentaban la superioridad de su dama ó de
seguir el ejemplo de los padres que con sus propias fertilizar el surco. El noble principió á conocer que la sobre el Ródano, en Aviñon. Sabido es quelas.men- su patria. Boucicault, al volver de la cruzada de Pru­
manos cortaban árboles , guiaban el arado, sembra­ tierra encerraba tesoros mas positivos que los que él se sajerias y las postas, perfeccionadas por Luis XI, sia, se hospedó en un monasterio donde habia también
ban y enriquecían aquella parte de la Francia con las procuraba por medio de las armas. Los monges fueron fueron establecidas primeramente por la universidad buscado asilo una porción de caballeros ingleses, con­
ingues cosechas que hasta entonces nunca habia pro- pues realmente los padres de la agricultura, tanto por de Paris. tra todos los cuales sostuvo que cierto caballero esco­
ucido. los trabajos que con sus propias manos hicieron, co­ Sobre una encumbrada y áspera montaña de Ro- cés, atacado por ellos en un bosque, habiasido muer­
No tardó la colonia en tener que desprenderse de mo por los que enseñaron á hacer. Aun en nues­ uergue, cubierta de nieblas y nieve durante ocho me­ to á traición.
una parte de sus habitantes y ceder á otros terrenos tros tiempos no habían perdido del todo este espí­ ses del año, se ve un monasterio edificado bácia el En esas hospederías de la Religión, se creia hacer
lo superfluo de sus industriosas manos. Raoul de la ritu de utilidad. Los cultivos mas esmerados, los año f 120 por Alard, vizconde de Flandes. Volviendo mucho honor á un príncipe, proponiéndole que se to­
Futaye, compañero de Roberto, se estableció en el labradores mas ricos, mas bien nutridos y menos este señor de una peregrinación, fue atacado en aquel mase algún cuidado por los pobres que la calamidad
bosque llamado Nid-du-Merle, y otro benedictino, Vi­ vejados, los atelages campestres mas completos, los sitio por unos salteadores, é hizo voto, si salia libre de habia traído al mismo silio. El cardenal deBorbon,
tal, en el bosque de Savigny. Él bosque de Orges en rebaños mas gordos, y las propiedades rústicas mas 6us manos, de fundaren aquel desierto un hospital para cuando volvia de acompañar á España á la desgracia­
la diócesis de Angers; Chaufournois, que hoy se llama bien administradas, eran las de las abadías. En vista de los viajeros, y limpiar el monte de bandidos. Habién­ da Isabel, se detuvo en la hospedería de Roncesvalles
Chantenois en Turena; Beltay, en la misma pro vin- todo esto, creemos que por este lado no habia motivo dose salvado del peligro, cumplió fielmente su prome­ en los Pirineos: sirvió la mesa á trescientos peregri­
cio; la Puie, en el Poitou; el Encloitre, en el bosque de dirigir inculpación alguna al clero. sa, y el hospital de Abrac ó de Aubrae se levantó in nos, y dió á cada uno de ellos tres reales para ayuda
de Gironda; Gaisne, á pocas leguas de Loudun; Lu- loco horroris et vastte solitudinis, como lo refiere el del viaje. El Pusino es uno de los últimos viajerosque
zon, en el bosque del mismo nombre; la Landa en las acta de fundación. Alard estableció en él clérigos para se aprovecharon de aquella costumbre cristiana : fue
CAPITULO VIII. el servicio de la iglesia, caballeros hospitalarios para á Roma de monasterio en monasterio, pintando cuadros
landas de Garnache; la Magdalena, sobre el Loire;
Borbon, en el Limousin ; Cadouin, en Perigord, y por Villas y ciudades, puentes, carreteras, etc. que escoltasen á los viajeros, y ciertas señoras de ca­ para los altares en premio de la hospitalidad que re­
último, Haute-Bruyére, cerca de París, fueron otras lidad para que lavasen los pies á los peregrinos, Ies cibía , renovando así la aventura de Homero entre los
tantas colonias de Fontevrault, y que de terrenos in­ Empero si el clero desmontó los campos de la Euro­ hiciesen las camas, y tuvieran cuidado de sus ves­ pintores.
cultos que eran en su mayor parte, se transformaron pa salvaje, también multiplicó las aldeas, y ensanchó tidos.
en opulentas campiñas. y dió nueva belleza á las ciudades. Diversos barrios de En los siglas de barbarie las peregrinaciones eran CAPITULO IX.
Molestaríamos al lector si tratásemos de nombrar to­ Paris, como por ejemplo el de Santa Genoveva y de muy útiles, pues aquel principio religioso que hacia salir
dos los campos que el arado de los benedictinos surcó San Germán, el Auxerrois se edificaron en gran parte á los hombresde sus hogares, servia poderosamente al Arles y oficios; comercio.
en las Galias salvajes. Maurecourt, Longpré, Fontai- á expensas de las abadías del mismo nombre. General­ progreso de la civilización y de las luces. El año del
ne, le Charme, Colinance, Foici, Beilomer, Cousa- mente hablando, donde quiera que se encontraba un gran jubileo no entraron menos de440,500 extranjeros Nada hay mas contrario á la verdad histórica que el
nie, Sauvement, les Epines, Eube, Vanassel, Pons, monasterio allí se reunía un centro de población; la en el hospital de San Felipe Neri en Roma: cada uno representarse los primeros frailes como unos hombres
Charles, Vairville, y otros cien parajes en la Bretaña; Chaise-Dieu, Abbeville y otras muchas poblaciones de ellos fue alimentado, hospedado y cubiertas todas ociosos que á expensas déla superstición humana, vi­
Anjou, Berry, la Auvernia, Gascuña, Langüedoc y la llevan aun en sus nombres el distintivo de su origen. sus necesidades, durante tres dias. vían en la abundancia. Por de pronto esta abundancia
Guiena, atestiguan sus inmensos trabajos. San Co- La ciudad de San Salvador, al pié del Monte Casino en No habia peregrino que no volviese á su pueblo con nada tiene de positivo. La comunidad, por medio de
lombano hizo florecer el desierto de Vaúge; hasta las Italia, y las aldeas inmediatas son obra de los religiosos alguna preocupación menos y alguna idea mas. sus trabajos podia haber adquirido riquezas, pero es
hermanas benedictinas, á imitación de los padres de de San Benito. En Fulde, Mayenza y en todos los dis­ Todo queda contrabalanceado en el curso de los siglos: muy cierto que el religioso en particular vivía en la
su Orden, se consagraron al trabajo; las de Montreuil- tritos eclesiásticos de Alemania; en Prusia, Polo­ ciertas clases de la sociedad via jan ahora menos acaso mayor estrechez. Todas las ponderadas comodidades
les-Dames «se ocupaban, dice Hermann, en coser, nia , Suiza, España é Inglaterra, lia y una multitud de que otras veces; pero por otra parte el aldeano es me- - delcláustro se reducían, aun en nuestro tiempo, á
CR(STIANISW). 189
ÉL GENIO DEL
¿88 BIBLIOTECA DE GAÍPAR Y ROÍL.
recer hacen que la peste y la barbarie fijen su asiento Además, los concilios se componían de prelados de eos. El concilio de Sárdícaredactó una ley mandando
una angosta celda, á unas prácticas desagradables, y á los obispos interponer su mediación en las sentencias
en la patria de Fidias y Eurípides. ¿Que mal habría todos los países, y por lo tanto tenían la inmensa ven­
á una comida muy sencilla, por no decir algo mas. taja de ser como extranjeros para los pueblos en cuyo de confinamiento y destierro. A esta caridad cristiana
Luego, es falso que los frailes no fuesen mas que habido en que el Egipto fuese desde el tiempo de San
obsequio se instituían las leyes. Aquellas animosida­ debia pues el desgraciado no solamente su vida, sino
unos piadosos holgazanes, supuesto que no habiendo Luis una colonia de la Francia, y en que los descen­
dientes de los caballeros franceses reinasen en Cons- des , simpatías y preocupaciones feudatarias que por lo que aun es mas precioso, la dulzura de respirar el
sus numerosos hospicios, sus colegios, sus bibliote­ lo general acompañaban al legislador, eran desconoci­ aire natal.
cas, sus trabajos campestres, ni todos les demás ser­ tantinopla, Aténas, Damasco, Trípoli, Cartago, Tiro y
das á los Padres de los concilios. Un obispo francés es­ Estas otras disposiciones de la jurisprudencia cri­
vicios que hemos referido, ocupado enteramente su Jerusalém? minal francesa están también sacadas del derecho ca­
Por lo demás, aunque el Cristianismo marchó soloá. taba bastante enterado en los asuntos de su patria para
tiempo, buscaron otros medios de ser útiles, y se combatir cualquier cánon que lastimase las costum­ nónico: 1.’ No debe condenarse á un ausente que
consagraron á las artes mecánicas, y extendieron el esas lejanas expediciones, no ha sido difícil conocer
que los desórdenes délas Cruzadas no eran obra suya, bres ; pero no tenia bastante influencia cerca de los pueda tener medios legítimos de defensa. 2.a Ei acu­
comercio por el interior y el exterior de Europa. prelados italianos, españoles ó ingleses, para hacerles sador y el juez no pueden servir de testigos. 3.“ Los
La congregación déla Orden Tercera deSan Fran­ sino del arrebato de los hombres. Nuestros misioneros
adoptar un reglamento injusto : de manera que tenia grandes criminales no pueden ser acusadores. 4.a Cual­
cisco, se dedicó á tejer paños y galones al mismo tiempo nos han abierto vias de comercio sin tener que derra­
mar mas sangre que la suya, de la que verdaderamen­ completa libertad para obrar bien, y se hallaba entera­ quiera que sea la dignidad de una persona, no basta su
que enseñaba á leer á los niños de ios pobres , y cui­ mente limitado para hacer mal. Maquiavelo nos parece sola declaración para condenar á un acusado.
daba de los enfermos. La compañía.de los Pobres her­ te han sido pródigos. El lector puede ver lo que sobre
propone que se haga redactar por un extranjero la Puede verse en Hericourt la serie de las leyes que
manos zapateros y sastres, se instituyó conelmismo este particular hemos dicho en el libro de las Misiones.
constitución de un Estado. Pero este extranjero po­ confirman lo que acabamos de decir, esto es que las
objeto. Los conventos de gerónimos en España, te­ dría estar vendido al interés, ó ignorar la índole de la mejores disposiciones del código francés, civil y crimi­
nían también varias manufacturas ; la mayor parte de CAPITULO X. nal, se deben al derecho canónico. Este derecho es en
nación cuyo gobierno trataba de establecer: dos gran­
los primeros religiosos eran albañiles, y agriculto­ Leyes civiles y criminales. general mas benigno que las leyes civiles, y ya en al­
des inconvenientes que el concilio no tenia , supuesto
res. Los benedictinos constriñan sus conventos con que por sus riquezas estaba libre de corrupción, y era gunos puntos hemos rechazado su indulgencia cristia­
sus propias manos, como puede verse por la historia Indagar cual ha sido la influencia del Cristianismo na. Por ejemplo, el séptimo concilio de Cartago esta­
sóbrelas leyes y los gobiernos, así como lo liemos he­ al mismo tiempo conocedor de las inclinaciones parti­
de los conventos de Monte-Casino, de Fontevrault culares de una nación, por los diversos miembros de blece que si el acusador, en el caso de haber muchos
v varios otros. . cho por lo tocante á la moral y la poesía, seria asunto cargos de acusación, no pudiese probar el primero, no
de una obra muy hermosa. Indicaremos solamente el ella que contaba en su seno.
Por lo tocante al comercio interior, diremos que Como la Iglesia tomaba siempre por base la mo­ se le admitiera á la prueba de los demás: las costum­
muchas ferias y mercados pertenecían á las abadías y camino y presentaremos algunos resultados, á fin de
ral con preferencia á la política (como puede verse bres lo han ordenado de Otra manera.
habían sido instituidas por ellas. La célebre feria de compendiar la suma de los beneficios de la Religión. Esta grande obligación que el sistema civil francés
Basta fijar la vista en cualquier página de los con­ en las cuestiones de rapto, divorcio y adulterio), sus
I-andyt, en San Dionisio debia su origen á la univer­ providencias debían tener un fondo natural de recti­ debe á los reglamentos del Cristianismo es una cosa
sidad de París. Las religiosas hilaban una gran parte cilios, del derecho canónico, de las bulas y rescriptos muy seria, muy poco observada, y sin embargo muy
de la córte romana, para convencerse de que las anti­ tud y de universalidad. Efectivamente, la mayor parte
de las telas de Europa. Las cervezas de Flandes, y la de los cánones no son meramente relativos á este ó digna de serlo.
mayor parte de los vinos generosos del Archipiélago, guas leyes .francesas recogidas en las Capitulares de Finalmente, las jurisdicciones señoriales, en tiempo
Cario Maguó, en las Fórmulas deMarculfo, y en las Or­ aquel país, sino á toda la cristiandad. Siendo la cari­
Hungría, Italia, Francia y algunos de España, eran dad y el perdón de las ofensas base de todo el Cristia­ del feudalismo, fueron necesariamente menos vejato­
elaborados por congregaciones religiosas ; la exporta- denanzas de los reyes de Francia, han tomado una por­ rias bajo la dependencia de las abadías y prelaturas,
ción de reglamentos déla Iglesia, ó que la mayor parte nismo, y hallándose estas virtudes particularmente
c on é importación de cereales, sea para el extranjero recomendadas al sacerdocio , debia la acción de este que en el círculo de competencia de un conde ó barón.
sea para los ejércitos, dependían en su mayor parte de han sido redactadas por sabios sacerdotes, ó asambleas El señor eclesiástico estaba obligado á guardar ciertas
eclesiásticas. carácter sagrado sobre las costumbres, participar de su
ios grandes propietarios eclesiásticos. Las iglesias da­ iuíluencia. La historia nos está presentando continua­ virtudes que el guerrero no se creia obligado á prac­
ban valor al pergamino, cera, lino, seda, mármoles, Desde tiempos inmemoriales, los obispos y metropo­ ticar. No duró mucho la época en que los abades
litanos han tenido derechos bastante considerables en mente al sacerdote orando por los desgraciados, im­
obras de platería, tejidos de lana, tapicerías y mate­ plorando perdón para el culpable, é. intercediendo, en acompañaban al ejército, y por lo tanto sus vasallos
rias primeras de oro y plata ; allá en los tiempos bái— materias civiles. A su cargo estaba la promulgación de pudieron convertirse en pacíficos agricultores. San
las órdenes imperiales relativas á la tranquilidad pú­ favor del inocente. El derecho de asilo en las iglesias,
liaros solo las iglesias daban alguna ocupación á los por abusivo que fuese, era una prueba de la tolerancia Benito de Aniano, reformador de los benedictinos en
artistas que hacían venir expresamente de Italia, y blica ; tomábaseles por árbitrosen varios proeesos; ve­ Francia, recibía los terrenos que le ofrecían, mas nun­
nían á ser una especie de jueces de paz naturales que que el espíritu religioso habia introducido en la justi­
hasta del fondo de la Grecia. Losreligiosos cultivaban cia criminal. Sintiéronse los dominicos animados de ca quiso aceptar siervos, y en el acto les devolvía la li­
también personalmente las bellas-artes, y eran los la Religión Babia dado á los hombres. Habiendo los bertad: ¡bien admirable es este ejemplo de magnani­
emperadores cristianos encontrado establecida ya es­ esta piedad evangélica al denunciar con energía las
pintores , escultores y arquitectos de la edad gótica. crueldades que en el Nuevo-Mundo cometían sus con­ midad en medio del siglo décimo, y es un monge el
Si sus obras nos parecen toscas en la actualidad, no ta costumbre, la juzgaron tan saludable que la confir­ que lo daba!
maron por medio de artículos en sus códigos. Cada quistadores. Finalmente, habiendo sido formado nues­
debemos perder de vista que ellas forman el eslabón tro código en tiempos de barbarie, y siendo en aquella
que une los tiempos antiguos con los siglos modernos, ordenado, desde el subdiácono hasta el Sumo pontí­ CAPITULO XI.
época los sacerdotes únicas personas que tenían al­
que sin ellos, la cadena déla tradición délas letras y de fice, ejercía una pequeña jurisdicción, de modo que
el espíritu religioso obraba por mil puntos y de mil mo­ guna instrucción, no podían ejercer en las leyes mas Política y gobierno.
las artes , hubiera quedado totalmente interrumpida; que una influencia saludable, poniendo en juego las lu­
y por último, no debemos dar lugar á quela delicadeza dos sobre las leyes. ¿Pero era esta influencia favorable La costumbre que concedía el primer puesto al cle­
ó perjudicial páralos ciudadanos? Nosotros la creemos ces de que carecían los demás ciudadanos. . .
de nuestro gusto nos haga incurrir en ingratitud. Cítase un hermoso ejemplo del espíritu de justicia ro en las asamblas de las naciones modernas, tenia re­
A excepción de aquella pequeña parte del Norte, favorable. que el Cristianismo intentaba introducir en los tribu­ lación con el gran principio religioso que la antigüe­
comprendida en lalínea de las Ciudades Anseáticas, se Por el pronto, la sabiduría del clero, por lo tocante á dad entera consideraba como base de la existencia
nales. San Ambrosio observa que, si bien en materias
hacia en otros tiempos el comercio exterior por el Me­ lo que se llama administración, ha sido reconocida política: «No sé, dice Cicerón, si destruir la piedad
constantemente hasta por los mismos escritores mas criminales estaban los obispos obligados por su carácter
diterráneo. Los griegos y losárabesnos traían las mer­ á implorar la clemencia del magistrado, no debian in­ hacia los dioses, seria lo mismo que destruir la buena
cancías del Oriente, transportándolas desde Alejandría. opuestos al Cristianismo. Cuando un Estado goza de fe, la sociedad del humano linaje y la mas excelente
tranquilidad, los hombres no hacen el mal por solo el tervenir de ningún modo en las causas civiles no
Empero las Cruzadas hicieron pasar á manos de los dependientes de su jurisdicción : «Porque no. podéis, de las virtudes: la justicia.» Haudscio an, pietate ad­
francos este manantial de riquezas. «Las conquistas placer de hacerlo. ¿ Qué interés puede tener un con­ versas déos subiata, fides etiarn, et societas humani
decía el santo, abogar por una de las partes sin dañar
de los cruzados, dice el abate Fleury, les aseguraban cilio en redactar una ley inicua, en lo relativo al órden á la otra, y haceros culpables acaso de una grande in­ generis , et una excedentísima virtus, justicia, to-
la libertad de comercio para las mercancías de Grecia, de sucesión y sobre las condiciones de un matrimo­ llatur.
nio? ¿por qué razón, un funcionario, un simple sacer­ justicia.» . .
Siria y Egipto, y por consiguiente para las de la In­ ¡Admirable espíritu déla Religión! Supuesto que hasta en nuestros dias se ha creido
dia que tampoco llegaban á Europa por otro camino.» dote, admitido á dar su opinión sobre un punto de No es menos notable la moderación de San Gnsós- que la Religión es la base de la sociedad civil, no acri­
Él doctor Robertson, en su excelente obra sobre el derecho había de prevaricar? Si es cierto que la edu­ tomo. «Dios, dice este gran santo, permitió á un minemos á nuestros padres por haber pensado como
comercio de los antiguos y modernos en la IndiaOrien- cación y los principios que se nos han inculcado en la hombre repudiar su mujer por causade adulterio, pero Platón, Aristóteles, Cicerón, Plutarco y por haber
tal confirma con los mas curiosos detalles , esta opi­ juventud influyen en nuestro carácter, generalmente- no por causa de idolatría. Según el derecho romano, colocado el altar y sus ministros en el mas eminente
nion de Fleury. Génova, Venecia, Pisa, Florencia y hablando, los ministros del Evangelio debían, dejarse los infames no podían ser jueces. San Ambrosio y San puesto del órden social.
Marsella debieron sus riquezas y poder á las empresas llevar de un espíritu de dulzura y de imparcialidad: Gregorio llevaron aun mas adelante el espíritu de es­ Empero, si nadie nos disputa sobre este particular
de un celo exagerado que el verdadero espíritu del pongamos si se quiere una restricción, y digamos en ta hermosa ley, pues no querían que los que hubiesen la influencia de la Iglesia en el cuerpo político, no fal­
Cristianismo ha reprobado hace ya tiempo. Empero todo lo que no era concerniente á su orden, ó perso­ cometido grandes faltas pudieran ser jueces, por te­ tará acaso quien sostenga que esta influencia fue per­
no puede menos de tenerse presente que la marina y nas. Por otra parte, el espíritu de corporación que, mor de que al condenar á los otros no se con denasen niciosa á la felicidad y libertad públicas. Sobre este
el comercio moderno debieron su origen á aquellas fa­ considerado en conjunto, podia. ser malo, es siempre vasto y profundo objeto nos limitaremos á una sola
bueno en el individuo en particular. Es de presumir á sí mismos•
mosas expediciones. Lo que hubo de bueno en ellas Negábase el prelado á tomar parte en la substan­ reflexión; remontémonos por un instante á los prin­
pertenece á la Religion; lo demás es puramente obra que un miembro de una gran sociedad religiosa se ciación de las causas criminales, porque la Religión cipios generales desde donde conviene siempre partir
de las pasiones humanas. Por otra parte, si los cruza­ distinguirá hallándose colocado en un puesto civil, mas tiene horror á la sangre. San Agustín alcanzó por me­ para obtener alguna verdad.
dos hicieron mal en querer quitar á los sarracenos la bien por su rectitud que por sus prevaricaciones, aun dio de sus ruegos la vida de los Circunciliones, con­ La naturaleza, en el órden moral y físico, parece no
Siria y el Egipto , no nos lamentemos al ver aquellas cuando no fuese mas que por el honor de su órden, y vencidos de haber asesinado á unos sacerdotes católi- emplear mas que un solo medio de creación que con-
hermosas regiones en poder de los turcos, que al pa­ por el yugo que esta le impone.
190 BIBLIOTEGA DE GASPAR Y BOIC. EL GENIO DEL CRISTIANISMO. 491
siste en combinar, para producir , la fuerza con la fueron muertos por los nobles ó encarcelados por la muchos privilegios que no tonian los Estados genera­
córte, sufriendo así alternativamente las venganzas les de la segunda, ni los Parlamentos de la tercera, CAP1LUL0 XII.
dulzura. Su energía al parecer reside en la ley gene­
ral de los contrastes. Cuando la violencia se une con monárquicas, aristocráticas y populares. y que el pueblo mas libre ha caido bajo el'gobierno Recapitulación general.
la violencia, ó la debilidad con la debilidad, lejos de Si se considera en mayor escala la influencia del mas absoluto. Por otra parte, los ingleses, que casi se
producir algo, no hace mas que destruir por exceso ó Cristianismo sóbrela existencia política de los pueblos hallaban reducidos ala servidumbre, fueron avanzando No sin experimentar una especie de temor, tocamos
por falta. Todas las legislaciones de la antigüedad pre­ de Europa, se verá que prevenia el hambre y salvaba hácia la independencia, y los franceses, que no eran el término de nuestra obra. Las graves ideas.que nos
sentan ese sistema de oposición que engendra el cuer­ á nuestros antepasados, proclamando aquellas paces ni muy libres ni muy esclavos, se estacionaron casi la lian hecho emprender, la peligrosa ambición que lie­
po político. llamadas Paz de Dios, durante las cuales se recogían en un mismo punto. mos tenido, do resolver, en cuanto de nosotros depen­
Una vez admitida esta verdad, es preciso buscar los las mieses y se practicaban las vendimias. Y ocurrió En fin, grande y fecunda idea política fue la divi­ día, la cuestión sobre el Cristianismo, todas estas consi­
puntos de oposición , que á nuestro parecer residen no pocas veces en las conmociones políticas, que los sión de los tres órdenes. Siendo totalmente descono­ deraciones nos alarman. Difíciles descubrir hasta qué
principalmente, uno en las costumbres del pueblo, y papas se mostraron como príncipes muy eminentes, cida de los antiguos, ha producido entre los modernos unto Dios apruebaque los hombres tomen en sus dé-
otro en las instituciones que á este pueblo se hayan pues amonestando á los reyes, dando el grito de alar­ el sistema representativo, que puede ser colocado en iles manos la causa de su eternidad, haciéndose ato­
de dar. Si este fuese de un carácter tímido y débil, ma y entablando alianzas, evitaron que el Occidente el número de los tres ó cuatro descubrimientos que han ados del Criador en el tribunal de la criatura, y tratan-
sea su constitución vigorosa y robusta; si por el con­ cayese en manos de los turcos. Solo este servicio he­ creado otro universo. Añádase para gloria de nuestra o de justificar con razones humanas esos consejos que
trario es altivo, impetuoso ¿inconstante, adáptesele cho al mundo por la Iglesia, merecería altares. Religión, que el sistema representativo se deriva en bandado la vida al universo. Solo, pues, con una ex­
una forma de gobierno blando, moderado é invariable. Cuando unos hombres indignos esterminaban los parte de las instituciones eclesiásticas; tanto porque tremada desconfianza, motivada por la insuficiencia de
Así es que la teocracia no fue buena para los egipcios, ueblos del Nuevo-Mundo, la córte de Roma fulminaba la Iglesia ofrece su primera imagen en sus concilios, nuestro talento, nos atrevemos á presentarla recapi­
sino que les esclavizó sin inspirarles las virtudes que ulas para evitar tamañas atrocidades; y cuando la compuestos del Sumo pontífice,dolos prelados, y de tulación general de esta obra.
les faltaban: era una nación pacífica que carecía de esclavitud fue reconocida como legitima, la Iglesia no los diputados del clero inferior, cuanto por que, no ha­ Toda religión tiene misterios; toda la naturaleza es
instituciones militares. conocía esclavos entre sus hijos. Los mismos exce­ biéndose los sacerdotes cristianos separado del Estado, un secreto.
La influencia sacerdotal produjo por el contrario en sos de la córte de Roma sirvieron para difundir los dieron origen á un nuevo arden de ciudadanos, que Los misterios cristianos son los mas hermosos po­
Roma efectos admirables, y esta reina del mundo debió principios generales del derecho de los pueblos. Cuan­ uniéndose á los demás, llevó en pos de sí la represen­ sibles ; son el archetipo del sistema del hombre y del
su grandeza á Numa, que supo colocar la Religión en do los papas ponían en entredicho a los reinos, y cuan­ tación del cuerpo político. mundo.
la primera categoría en un pueblo guerrero, pues el do obligaban á los emperadores á ir á dar cuenta de No debemos omitir una reflexión que corrobora los Los sacramentos son una'legislación moral, y cua­
que no teme á los hombres debe temer á los dioses. su conducta ála Santa Sede, se abrogaban sin duda hechos anteriores, y prueba que el espíritu del Evan­ dros llenos de poesía.
Lo que acabamos de decir del pueblo romanó se un poder que no era el suyo; pero al herir la magestad gelio es eminentemente favorable á la libertad. El Cris­ La fe es una fuerza, la caridad un amor, la espe­
aplica al francés, que no necesita ser excitado, sino del trono, hacían quizá mucho bien á la humanidad, tianismo estableció en dogma la igualdad moral, única ranza toda una felicidad, ó como dice la Religión toda
contenido. Hablase de los peligros de la teocracia; pero pues los reyes, mas circunspectos, conocían que te­ que sin trastornar el mundo puede predicarse. ¿En una virtud.
¿en qué nación belicosa ha conducido un sacerdote al nían un freno, y el pueblo echaba de ver que le cubría Roma trató el politeísmo de persuadir al patricio que Las leyes de Dios son el código mas perfecto de
hombre á la esclavitud? una egida. Los rescritos pontificios mezclaban siempre no era de un polvo mas noble que el plebeyo? ¿ Qué la justicia natural.
Débese, pues, partir de este gran principio general la voz de las naciones y el interés general á las quejas pontífice se atrevió á pronunciar tales palabras dolante La caída de nuestro primer padre es una tradición
para juzgar de la influencia del elero en nuestra an­ privadas: «Nos han llegado noticias de que Felipe de Nerón ó Tiberio? No hubiera lardado en verse el universal.
tigua constitución, y no de algunos pormenores parti­ Fernando ó Enrique, oprime á su pueblo etc.» Tal era cadáver del imprudente vate en el carro de los con­ Puede encontrarse una nueva prueba de esa ver­
culares de índole local y accidental. Todas las decla­ con corta diferencia el encabezamiento de todas esas denados á muerte. Pues sin embargo, esas son las pa­ dad en la constitución de! hombre moral, que contra­
maciones contra la riqueza de la Iglesia son diminutos decisión°s de la córte de Roma. labras que los potentados cristianos están viendo sin dice la constitución general délos seres.
aspectos de un asunto inmenso; es considerar apenas Si existiese en el corazón de Europa un tribunal que cesar en aquella cátedra tan justamente llamada do La prohibición de tocar el fruto de la ciencia es un
la superficie de los objetos, sin dirigir una ojeada se­ juzgase en nombre de Dios á las naciones y á los monar­ la verdad. precepto sublime , y únieo digno de Dios.
gura á su profundidad. El Cristianismo era en el cuer­ cas , y que previniese las guerras y las revoluciones, En general el Cristianismo es particularmente ad­ Todas las supuestas pruebas de la antigüedad de la
po político de la Francia como los instrumentos reli­ este tribunal seria la obra maestra de la perfección so­ mirable por haber convertido el hombre físico en tierra pueden ser combatidas.
giosos de que los espartamos se servían en las batallas, cial; pues bien; ios papas han estado próximos á rea­ hombre moral. Todos los grandes principios de Roma Dogma de la existencia de Dios, demostrado perlas
y cuyo objeto era, no tanto animar al soldado, cuanto lizar este hermoso sueño, mediante la influencia qus y de Grecia, ia igualdad y la libertad se encuentran maravillas del universo; designio visible déla Provi­
moderar su arrojo. sobre el mundo cristiano ejercían. en nuestra Religión; pero aplicados al alma y al talen­ dencia en los instintos de los animales; encantos de
Si se consulta la historia de los Estados generales Montesquieu ha demostrado que el Cristianismo s« to , y considerados bajo un punto sublime. la naturaleza.
franceses, se verá que el clero ha representado siempre opuso por espíritu y por consejo al poder incondicio­ Los consejos del Evangelio forman al verdadero filó­ Unica prueba moral la inmortalidad del alma. El
el hermoso papel de regulador, pues calmaba los espí­ nal , y que sus principios alcanzan mas que el honor sofo, y sus preceptos al verdadero ciudadano. No hay hombre desea la dicha, y es el único ser que no puede
ritus y evitaba las resoluciones extremas. Solo la Igle­ en las monarquías, que la virtud en ¡as repúblicas, un so'lo pueblo cristiano en cuya compañía no sea alcanzarla: hay pues una felicidad mas allá de la villa,
sia poseía instrucción y oxperiencia , cuando unes ba­ y que el temor en los estados despóticos. ¿ No existen mas dulce habitar que en el pueblo antiguo mas fa­ porque no so desea lo que no existe.
rones orgullosos, y unos ignorantes pecheros no acaso repúblicas cristianas que parecen mas identifi­ moso, excepto Atenas que fue una ciudad encanta­ El sistema del ateísmo no se funda sino sobre ex­
conocían otros recursos que las facciones y una obe­ cadas con su religión, que las monarquías? ¿No se for­ dora, pero horriblemente injusta. Hay una paz supe­ cepciones : no es el cuerpo el que obra sobre el alma,
diencia servil ; solo ella, merced á las prácticas mó también bajo la ley evangélica ese gobierno, cuya rior en las naciones modernas, un continuo ejercicio sino esta sobre aquel. El hombre no sigue las leyes
adquiridas en sínodos y concilios, sabia hablar y deli­ excelencia parecía tan alta al mas grave de los historia­ de las virtudes mas tranquilas, que no fue conocido generales de la materia: disminuye en donde' el
berar ; solo ella tenia dignidad, cuando todo en su dores, que lo oreia impracticable entre los hombres? en las orillas del iliso ni del Tiber. Si la república animal aumenta.
derredor careeia de este sentimiento. Así es que la En todas las naciones , dice Tácito, gobiernan, ó el de Bruto ó la monarquía de Augusto se nos presenta­ Para nadie es bueno el ateísmo; ni para el desgra­
vemos alternativamente oponerse á las demasías del ueblo, ó los nobles, ó uno solo, y la forma de go- ran de repente á la vista, nos causarian horror. No ciado á quien roba la esperanza; ni para el venturoso,
pueblo, presentar á los reyes observaciones que reve­ ierno que se compusiera de los tres órdenes á la vez, hay mas que representarse las fiestas de la diosa Flo­ cuya felicidad agota; ni para el soldado á quien vuel­
laban su independencia, y arrostrar la cólera délos seria una brillante quimera. ra, ó aquella continua matanza do gladiadores, para ve tímido; ni para la mujer, cuya ternura y belleza
nobles. La superioridad de sus luces, su genio conci­ Tácito no podia adivinar que esta especie de mila­ comprender la enorme diferencia que el Evangelio lia mancilla; ni para la madre, que puede perderá su hijo;
liador , su misión pacífica, y la naturaleza misma de gro se realizaría un dia entre los salvajes, cuya histo­ colocado entre nosotros y los paganos: el último de ñipara los gobernantes, que no tienen mejor garantía
sus intereses debian inspirarle en política ideas mas ria nos ha dejado. Las pasiones hubieran derrocado los cristianos, riendo hombre honrado, es mas moral do la fidelidad de los pueblos que la Religión.
generosas que á los otros dos órdenes. Colocada entre en breve, bajo el politeísmo , un gobierno que solo que el primero de los filósofos de la antigüedad. Los castigos y recompensas que el Cristianismo
ellos, debía temerlo todo de los grandes y nada del se conserva por el equilibrio de los contrapesos. El fe­ Por último, dice Montesquieu, debemos al Cris­ promete en la otra vida, están en armonía con la razón
pueblo, cuyo defensor natural era por esta sola razón. nómeno de su existencia debía ser la obra de una re­ tianismo un cierto derecho político, y en la guerra y la naturaleza del alma.
Vérnosla, por consiguiente, en las épocas turbulentas ligión, que al paso que mantiene el mas perfecto equi­ un cierto derecho de gentes, que la naturaleza huma­ Por lo tocante á la poesía, los caracteres son mas
votar con preferencia á la par de este. Lo mas digno de librio moral, permite establecer la mas perfecta balanza na nunca podría agradecer como es debido. hermosos y las pasiones mas enérgicas bajo Ja reli­
respeto en los Estados generales, era el banco ocupado política. «Su derecho es el que hace que la victoria entre gión cristiana que bajo el politeismo. Este no pre­
por los ancianos obispos, que con sus insignias pasto­ Montesquieu vió el principio del gobierno inglés en nosotros deje á los pueblos vencidos estas grandes co­ sentaba la parte dramática,, ni los combates de las in­
rales defendían alternativamente al pueblo contra los los bosques de la Germania, pero acaso era mas sencillo sas : la vida, ia libertad, las leyes y los bienes, y clinaciones naturales y las virtudes.
grandes, y ai soberano contra unos magnates re­ descubrirlo en la división de los tres órdenes; división siempre la Religión, cuando el vencedor, no se obceca.» La mitología disminuía la naturaleza; y los anti­
beldes. conocida de todas las grandes monarquías de la Eu­ Para coronar tantos beneficios, añadamos ol.ro que guos carecían por esta razón de poesía descriptiva. El
Estos prelados fueron muchas veces víctimas de su ropa moderna. en los anales de la filosofía debería estar escrito en Cristianismo volvió al desierto sus perspectivas y so­
abnegación , y el odio de los nobles contra el clero ra­ La Inglaterra principió como la Francia y la España letras de oro: ledades. •
yó tan alto á principios del sigo xm, que Santo Domin­ por sus Estados generales: la España pasó á ser una Lo maravilloso cristiano puede sostener el paralelo
go se vió precisado á predicar una especie de cruzada monarquía absoluta, la Francia á una monarquía tem­ La ABOLICION DE LA ESCLAVITUD. con lo maravilloso mitológico. Los antiguos funda­
para revindicar los bienes de la Iglesia del poder de plada, y la Inglaterra, á una mixta. Lo que merece ob­ ron su poesiato Homero, y los cristianos en la Biblia:
los barones que los habian usurpado. Muchos obispos servarse es, que las Cortes de la primera gozaban de las bellezas de esta exceden á las de aquel.
jtò BIBLIOTECA DE GASPAR Y ROIG. EL GENIO DEL cristianismo. lg3
.Al Cristianismo deben las bellas-artes sú renaci­ en el.cementerio campestre, hasta el monarca en el salvajes; que sus caballeros han contribuido podero­ de salteadores. Sobre eso fue feroz, injusto, avaro
miento y perfección. sarcófago del panteón; todo duerme entro el polvo samente á salvar la Europa de una invasión de nuevos
En filosofía, no so opone á ninguna verdad natural.. poético. íob y David, reclinados sobre la tumba del bárbaros, y que el género humano le debe :
Si alguna vez lia combatido las ciencias, lia seguido cristiano, alternan cantando la muerte en las puertas El culto de un solo Dios ; derLramrteánIÍIÍr0Si *° hollaroJn baJ° sus plantas; Mario
el espíritu de su siglo y la opinión de los mas grandes de la eternidad.- ’ ; ' El dogma mas fijo de la existencia del Ser Supremo;
n,, hi Ó Pla°er la sangre de los nobles, y Sila la del
legisladores de la antigüedad. Acabamos do ver lo que deben los: hombres al clero .. ,La *Joctrina menos vaga y mas cierta de la inmorta-
.secular y regular, á las instituciones y al génio del. lidad del alma, así como la de las penas v recompen- dtotA torJ U tlm° T5“1?’ abíuró Públicamente la
En historia, nós hubiéramos quedado inferiores a nremeHd; conJa,iados de Catilina le habian com-
los. antiguos sin el nuevo carácter de imágenes, re-, > Cristianismo. . • sas en la otra vida ;
Piá/oef farn?das’ y consideraron como una
flexiones y pensamientos que la religión cristiana ha Si Shoonbe.ck, Bonnani, Gyustinianíy Helyot, hu­ Mas humanidad entre los hombres ;
biesen empleado mas orden en sus laboriosas indaga­ Una virtud completa que vale porsi sola tanto como Vno.irtÍU 3 trastecon aquella magestad romana
hecluo nacer: la elocuencia moderna está sujeta ála. vim?v r?i1 S<5 pWma comprar. Siguen los triun-
misma ohservácion. ciones, podríamos presentar aquí el catálogo completo todas las obras : la caridad;
de los servicios hechos por la Religión ala humanidad. Un derecho político y de gentes, desconocidos de los SJmenJ^sc"í’ci,ones- Augusto mandó quitarse
Restos de, las bellas-artes, soledades de los monas­ mutuamente Ja vida á un padre v á un hiin v pl na—
terios, encantos "de las ruinas, inocentes devociones Principiariamos.enumerando las calamidades que.Abru­ pueblos antiguos, y sobre todo eso, la abolición de la íadl ví|hÍ¿° °bedecier?n- ,E1 senado se nJstró dema-
del pueblo, armoniás del corazón de la Religión y de man el alma ó el cuerpo del hombre, y á cada dolor esclavitud. Ítlu «ffu TÍberÍ0- EI dios Neron
los .desiertos, son tos que conducen al examen del asignaríamos- el' orden cristiano que sé dedica á miti- ¿ Quién no se sentirá conmovido por Ja hermosura y las nrinpfr bi3b ar de íos delatores oriundos de
garlo.-Nd. es éxajeracion : discúrrase una miseria, sea grandeza del Cristianismo ? ¿ A quién no hará doblar 3 PT?j 68 fa™has Patn.clas; dejando á un lado
■ culto. ' ' . la que quiera, y es indudable que la Religión habrá
Por todas partos el culto cristiano, la pompa y la la rodilla esa masa enorme de beneficios ? Lniifndn d® “ "“S"13 consPlraci°n, delatándose y de-
magostad van unidas á las intenciones morales y A las adivinado él pensamiento y preparado el remedio. Hé
aquí lo que liemos podido averiguar según un cálculo f sin tratar de representar
oraciones edilicjnt.es ó sublimes. El sepulcro vive y sé CAPITULO XIII V ÚLTIMO. á los filósofos discurriendo sobre la virtud en medio
anima en nuestra religión : desde el labrador que yace hecho-con la mayor exactitud que nos ha.sido posible. de las orgias de Nerón; á Séneca escusando un parri­
Cual serla en la actualidad el estado de la sociedad, si el
Cristianismo no hubiese aparecido sobre la tierra. cidio; a Burro alabándolo y lamentándolo á un mismo
tiempo; sm tratar de indagar en tiempos de ¿alba,
Daremos fin á esta obra examinando la importante Vitelio, Domiciano y Cómodo aquellos actos de baje­
cuestión que constituye el epígrafe de este último ca­ za que hemos leido cien veces y siempre nos han
pítulo, procurando indagar lo que seriamos probable­
llenado de admiración, un solo rasgo nos bastará para
mente en la actualidad, si el Cristianismo no hubiese pintar la infamia romana : Plaucio, ministro de Severo,
iluminado la tierra, pues de este modo apreciaremos todo al casar su luja con el primogénito del emperador hizo
lo que debemos á esa divina religión. mutilar cien romanos libres, entre los cuales habla
Augusto llegó al imperio por una carrera de críme­ algunos casados y padres de familia,para que su hija,
nes, y supo reinar á la sombra de las virtudes. Se sentó dice el historiador, tuviese en su comitiva eunucos
en un trono que acababa de ser desocupado por un dignos de una reina de Oriente.
conquistador, y á fin de distinguirse, procuró vivir A esta bajeza de carácter, debe añadirse una espan­
en paz.
tosa corrupción de costumbres. El grave Catón asistía
No pudiendo ser un grande hombre se esforzó en pa­ a las prostituciones de las fiestas de Flora. A pesar de
recer espléndido : daba festines á sus vasallos, y pro­ hallarse su mujer Marcia en estado de gestación, la
curó adormecerlos en un inmenso foco de corrupción; cede a Hortensio; muere este de allí apoco, y habien­
la calma de su reinado se llamó prosperidad. Augusto do Marcia quedado heredera de sus bienes, Catón la
tuvo el talento de las circunstancias, y el arte'de vuelve a tomar en perjuicio del hijo de Hortensio. Ci­
aprovecharse del fruto del verdadero genio : supo ir cerón repudia á Terencia para casarse con su pupila
en pos de él, pero nunca caminó á su par. Publiiia. Séneca nos refiere que habia mujeres que no
Tiberio despreció demasiado á los hombres, y sobre contaban los años por el numero de cónsules, sino
todo hizo demasiado alarde de este desprecio. Este por el de los maridos que habian tenido; Tiberio in-
sentimiento que es el único que expresó con franque­ ventó los scellarii y los spintrice: Nerón se casó pú­
za, es el único que debió haber disimulado; pero para blicamente con el liberto Pitágoras, y Eiiogábalo cele­
él era á modo de una exclamación de alegría, un ala­ bró bodas con Hierocles.
rido que no podia reprimir al ver al pueblo y al senado El mismo Nerón, tantas veces citado, fue el que
romano, mas humillados que la propia bajeza de su co­ instituyó las fiestas Juvenales, en las que los caba­
razón. lleros, senadores y mujeres de la mayor distinción te­
Al ver al pueblo-rey prosternarse ante Claudio y ado­ man que salir, á imitación del emperador, al teatro y
rar al hijo de Enobarbo, pudo juzgarse que le había cantar canciones obscenas, remedando el ademan de
honrado guardando con él alguna consideración. Roma historiadores. Para el festín de Tigelino, sobre la la­
amó áNeron. Después de la muerte de este tirano, sus guna de Agripa, se habian edificado casas ai borde del
fantasmas hacian palpitar el imperio de esperanza y agua, donde las mas ilustres romanas estaban coloca­
UN MISIONERO CONFI SAND1 APESTADOS, placer. Aquí es donde debemos detenernos para con­ das al frente de cortesanas enteramente desnudas.
templar las costumbres romanas. Ni Tito, m Antoni­ Al llegar la noche se encendió una iluminación, á
no , ni Marco Aurelio pudieron cambiarlas en cuanto fin de que la disolución tuviera un sentido mas y un
á su fondo : solo un Dios pudo hacerlo. velo menos. J
cuya enseñanza tiene.la Religión a. su cargo en los di
Existen sobre la superfìcie de la Europa cristia­ El pueblo romano fue siempre un pueblo horrible: La muerte formaba una parte esencial de aquellas
na 4,300 ciudades v villas, poco mas órnenos.. versos Estados de ¡a cristiandad. , ' no es posible degradarse hasta los vicios que manifestó
Es'dc advertir que no figuran en su cálenlo los hos­ antiguas diversiones, como para presentar un con­
De estas 4,300"piudes y villas, hay 3,204 de la bajo sus emperadores, sin tener cierta perversidad traste y realizar los placeres de la vida. Para distraer
primera, segunda, tercera y cuarta magnitud. pitales v colegios cristianos «en las otras tres partes natural y algún defecto congènito en el corazón. Ate­
del muiido', ni la educación dada por las monjas á las. el tiempo, se hacian alternar Guadrillas de gladiadores
Suponiendo en cada una de ellas un hospital (cal­ nas, en medio de su corrupción nunca fue execra­ con otras de cortesanas y tocadores de flauta. Al de­
culo inferior día verdad), resultarán 3,294 hospitales, niñas. . , ble ; aun abrumada de cadenas, no pensaba mas
Añádase á estos resultados el diccionario de los hom­ sasirse de los brazos de una infame, corrían á ver
casi instituidos por el gònio del Cristianismo, dotados que en gozar, y llegó á decir que sus vencedores no cómo una fiera se saciaba de sangre humana; del es­
con bienes de. la Iglesia y servidos por corporaciones bros.célebres que ha producido la Iglesia, 'y que con la habian despojado enteramente, supuesto que aun
corta diferencia forman, las dos terceras-partes de los pectáculo de la prostitución se pasaba á contemplar
religiosas. ... conservaba el templo de las Musas. las convulsiones de un hombre moribundo. ¡ Qué pue­
Tomando un medio proporcional,, y suponiendo solo varones eminentes de los tiempos modernos, y sera Roma tuvo virtudes, pero fueron virtudes contra la
preciso confesar , como ya lo liemos dicho, que la blo aquel, que habia encontrado un lugar de oprobio
cien camas á cada uno de estos establecimientos, ó sj naturaleza. El primer Bruto degolló á sus hijos; el en el nacimiento y en la muerte, elevando sobre un
se. quiere , una para cada dos enfermos , se verá regeneración de las ciencias, artes y letras , es debida segundo asesinó á su padre. Hay virtudes de circuns­
á la iglesia; que la mayor parte de. los deséubrimien- teatro estos dos grandes misterios de la naturaleza,
que la Religión, adcinásde la inmensa multitud de po- ■ tancias que se toman facilmente por virtudes genera­ para deshonrar de un solo golpe toda la obra de Dios!
bres que sostiene, consuela y alimenta diariamente,- tos.modernos, como.la pólvora , los roloj os, los anteo­ les, y que sin embargo no son mas que meros resulta-
jos , la brújula, yen política el sistema representativo, Los esclavos que labraban la tierra estaban conti­
desdó hace mas de do.s mil años, cerca de 329,400 doslocales. Roma, en tiempo de su libertad fue frugal, nuamente con grillos: su alimento era pan agua v
le pertenecen también; que la agricultura, el comer­
hombres. porque no tuvo recursos ; fue un pueblo denodado por­ sal, y por la noche se les encerraba en subterráneos
Un cálculo casi igual puede hacerse respecto ilo los cio , las leyes y el gobierno le deben inmensas obliga­ que sus instituciones le obligaban á no soltar las armas
ciones; que sus' misioneros lian traillo las ciencias y á donde no penetraba el aire sino por alguna abertura
colegios y universidades, pudiéndose en vista do 61 de la mano, y porque acababa de salir de una caverna practicada en la bóyeda de la mazmorra. Había una
las artes á los pueblos civilizados, y leyes á las.hordas
admitir qué por- lo menos son 300,000 los jóvenes
EL GBNIO DEL CRISTIANISMO. 13
biblioteca de GASPAR Y ROIG.
existencia de los dioses, que es la que da pábulo á la á Jesucristo, hubiesen tributado culto á Priapo, Ve­ no era buena mas que para difundir una especio da
lev que prohibía quitar la vida á los leones de Africa, nus y Baco, nadie puede ni formarse idea de la impiedad, que sin acabar de destruir el culto de los
destinados para los espectáculos públicos. (Jn hombre virtud entre los hombres, alimentaba la corrupción horrible confusión que hubiera resultado de la san­ ídolos, engendraba los crímenes'y las calamidades del
entre los paganos, y parecia eternizar el crimen dán­
vulgar que hubiese disputado su vida al furor de al­ dole un principio de eterna duración. grienta religión de Odin y de las licenciosa fábulas de ateismo en el pecho de los poderosos, y la superstición
guna de aquellas fieras, habría recibido un severo cas­ la Grecia. en el pueblo. ¿Había adelantado algo el humano lina­
Tradiciones nos han quedado de la perversidad de
tigo. Cuando un desgraciado perecía en la arena, des­ los hombres y de las terribles catástrofes que siempre Era el politeísmo tan poco á propósito para conservar je, porque Nerón no creyera en los dioses del,Capito­
garrado por una pantera, ó traspasado por las astas han venido en pos de la depravación de costumbres. cosa alguna, que él mismo iba cayendo en fragmentos lio , y porque mancillase con desprecio las estatuas do
de algún ciervo, corrían ciertos enfermos a bañarse ¿No seria posible que Dios hubiera combinado el órden por todas partes, y Maximino quiso hacerle tomar las los dioses?
en su sangre, y á recibirla sobre sus ávidos labios. Ca- físico y moral del universo de manera que el trastorno formas cristianas para sostenerlo. Este César estable­ Tácito asegura que aun habia alguna moralidad en
lígula deseaba que el pueblo romano no tuviera mas de este último ocasione necesariamente grandes alte­ ció en cada provincia un ministro de su falso culto el fondo de las provincias; empero era por que estas
que una sola cabeza para cortársela de un solo golpe. que correspondía á un obispo, y un gran sacerdote principiaban á ser cristianas, y nosotros estamos dis­
raciones en el otro, y que los grandes crímenes pro­
Este mismo emperador, en tanto que llegaban las fun­ duzcan necesariamente grandes revoluciones? El pen­ análogo al metropolitano. Juliano fundó conventos de curriendo en la suposición de que el Cristianismo no
gentiles, é hizo predicará los ministrosdeBaal en sus hubiese aparecido, y los bárbaros no hubieran trasli­
II. ciones del Circo, mandó alimentar con carne humana samiento obra de un modo inexplicable sobre el
á los leones, y Nerón estuvo á punto de mandar de­ cuerpo: acaso el hombre no es mas que el pensa­
vorar hombres vivos á un cierto egipcio conocido por miento del gran cuerpo del universo, Esto simplifica­
templos. Esta mezquina parodia del Cristianismo, mitado sus desiertos. Por lo tocante á los ejércitos
como que no estaba sostenida por un espíritu de vir­ romanos, que verosímilmente hubieran desmembra­
su voracidad. Tito, para celebrar el natalicio de su ria mucho la naturaleza y engrandecería prodigiosa­ tud, ni tenia el apoyo de las buenas costumbres, no do el imperio, hay que advertir que estaban tan cor­
padre Vespasiano, hizo arrojar tres mil judíos a las mente la esfera del hombre; esto sería una clave para tardó en derrumbarse. rompidos como eí resto de los ciudadanos, y aun lo
lieras. Aconsejaban á Tiberio que mandara ciar muerte la explicación de los milagros que en ese caso entra­ La única clase respetada por los bárbaros fueron hubieran estado mucho mas ano haber sido reclutados
á uno de sus antiguos amigos que desfallecía en una rían en el curso ordinario de los sucesos. Si los dilu­ los sacerdotes y religiosos. Cada monasterio se con­ por los godos y los germanos. Todo lo que puede con­
prisión. «No me he reconciliado aun con el,» res­ vios , las erupciones, la ruina de los Estados, tuvie­ virtió en un foco donde se conservó la sagrada llama jeturarse es, que después de largas guerras civiles, y
pondió el tirano, representando con estas palabras sen sus causas secretas en los vicios del hombre; si el de las artes, juntamente con el idioma griego y latino. de una sublevación general que habría durado muchos
todo el genio de Roma. . crimen y el castigo fuesen los dos pesos motores colo­ Habiéndose los primeros ciudadanos de Roma y Ate­ anos, la raza humana se habria encontrado reducida á
Era cosa común que se degollaran cinco mil, diez mil cados en los platillos de la balanza moral y física del nas refugiado en el sacerdocio cristiano, evitaron de algunos hombres errantes sobre ruinas. Mas, ¡cuántos
ó veinte mil personas, de cualquiera edad, sexo y con­ mundo, hermosas serian sus relaciones, y no se pre­ este modo la muerte ó la esclavitud á que hubieran años no habrían sido precisos para que este nuevo ár­
dición por una simple sospecha del emperador, y los sentaria mas que un solo conjunto de una creación sido condenados con el resto del pueblo. bol de los pueblos hubiese podido extender sus ramas
parientes de las víctimas adornaban sus casas, besa­ que al primer golpe de vista parece doble. Puede juzgarse del abismo en que hoy nos veríamos entre tanto desmoronamiento i ¡Cuánto tiempo no
ban la mano al dios, y asistían á sus fiestas. La hija Puede pues haber sucedido que la corrupción del sumergidos, si los bárbaros hubieren sorprendido el habrían tenido que gastar las ciencias perdidas ú olvi­
de Seyano, de edad de nueve años, que decía que no imperio romano hubiese atraído del fondo de los de­ mundo bajo el politeísmo, por el estado actual de las dadas para volver á renacer! ¡ Cuál seria e, estado de
lo volvería á hacer y que pedia que fe diesen azotes siertos á los bárbaros, que poniéndose en marcha sin naciones en que el Cristianismo se ha extinguido. To­ infancia en que la sociedad se hallaría en el momento
cuando la conducían á la prisión, fue violada por el conocer la misión de destruir que la Providencia les dos nosotros seríamos ó esclavos turcos, ó alguna otra presente!
verdugo antes de ahorcarla; ¡tan grande era el respeto conferia, se apellidaron por instinto Azote de Dios. cosa aun peor, pues el mahometismo tiene por lome- Así como el Cristianismo salvó á la sociedad de una
que aquellos virtuosos romanos teman a las leyes. En ; Qué hubiera sido del mundo, si la grande arca del nosun fondo de moral tomado de lareligion cristiana, destrucción total, convirtiendo álos bárbaros y reco­
tiempo de Claudio ocurrió ( y Tácito lo refiere como Cristianismo no hubiese salvado de este nuevo diluvio de la que en último resultado no viene á ser mas que giendo los restos de la civilización y de las artes, así
un hermoso espectáculo), que diez y nueve mil hom­ los restos del linaje humano? ¿Con que probabilida­ una secta muy distante. Así como el primer Ismaél lúe también habria salvado al mundo romano de su propia
bres se degollaron sobre el lago Fucino para divertir des contaba la posteridad? ¿Dónde se hubieran con­ enemigo del antiguo Jacob, así el segundo es perse­ corrupción, si este mundo no hubiera sucumbido Jiajo
al populacho romano: los combatientes, antes de aco­ guidor del nuevo. ... , ,. las armas extran jeras : solo una religión puede reno­
meterse saludaron al emperador, diciendo : / Salve servado las luces ? ,
Los sacerdotes del politeísmo no formaban una cor­ Visto está, pues, que sin el Cristianismo hubiera el var en su fondo á un pueblo. La religión del Crucifica­
César! los que van á morir te saludan. Palabras poración de hombres científicos, sino en Persia y en naufragio de la sociedad y de las luces sido completo. do restableció todas las bases de la moralidad. Los an­
llenas de tanta bajeza como de patético interés. No es posible calcular ouántos siglos habrían sido ne­ tiguos admitían el infanticidio y la disolución del
Egipto; pero los magos y los sacerdotes egipcios, que
La falta absoluta de moralidad es lo que daba a los tampoco comunicaban sus ciencias al vulgo, no exis­ cesarios al género humano para salir de la ignorancia matrimonio, que efectivamente no es mas que el pri­
romanos aquella facilidad de morir que tan insensa­ tían va como corporación al ocurrir la invasión de los de la barbarie corrompida en que debia en. tal caso mer vínculo social ; su probidad y su justicia eran
tamente se ha admirado. En todo pueblo corrompido bárbaros Por lo tocante á las sectas filosóficas de Ate­ aber quedado sumido. Nada menos que una inmensa relativas á la patria, y no pasaban de los limites de su
abundan los suicidas. El hombre, reducido a la condi­ nas y Alejandría, estaban casi enteramente encerra­ corporación de solitarios esparcidos sobre las tres par­ país. Los pueblos en globo profesaban otros principios
ción de bruto, muere con la misma indiferencia que el. das en esas dos ciudades, y consistían, cuando mas, en tes del globo, trabajando para un mismo objeto, fue me- que el ciudadano en particular. E, pudor y la huma­
No hablaremos aquí de los demás vicios de los roma­ algunos centenares de retóricos que hubieran sido de­ nestor para conservar las chispas que han vuelto á en­ nidad no figuraban en el número de las virtudes ; la
nos; del infanticidio autorizado por una ley deRómulo gollados con el resto de los ciudadanos. r cender entre los modernos la antorcha de las ciencias. clase mas numerosa era esclava; las sociedades flota­
v confirmado por la de las Doce Tablas, ni de la sór­ Ño fue conocido entre los antiguos el espíritu de Otra vez lo volvemos á decir: ningún órden político, ban eternamente entre ,a anarquía popular y el despo­
dida avaricia de aquel célebre pueblo. Scaptius había proselilismo : ningún ardor hubo entre ellos para en­ filosófico ni religioso del paganismo, hubiera podido tismo : estos eran los males que el Cristianismo iba á
prestado algunas cantidades al senado de Salamma, señar, ni tuvieron la menor idea de retirarse al desier­ prestar tan inapreciable servicio en defecto de la re­ curar de un modo radical, como lo demostró librando
que no habiéndolas podido devolver al plazo conve­ to para vivir con Dios y salvar las ciencias. ¿Qué ligión cristiana. Hallándose los. escritos de los anti­ de ellos á las sociedades modernas. Hasta el rigor de
nido, se vió sitiado por tropas enviadas por Scaptius, pontífice de Júpiter se hubiera apersonado con Atila guos, dispersos en los monasterios, se libraron la ma­ las primeras austeridades de los'cristianos era nece­
v muchos senadores perecieron de hambre. Teniendo para contenerle? ¿ Qué vate hubiera aconsejado a yor parte de la destrucción de los godos. Finalmente, sario ; preciso era que hubiese mártires de castidad, en
el estoico Bruto algún asunto con este concusionario, Alarico que retirase su ejército de Homar Los barba- el politeísmo no era tampoco una especie de religión donde la prostitución se habia arrancado todos los ve­
se interesó por él cerca de Cicerón, que no pudo me­ ros que entraban en el imperio eran ya medio cristia­ científica, permítasenos ¡a expresión, como el Cristia­ los; penitentes cubiertos de cilicios y de ceniza, en
nos de manifestar su indignación. nos • empero los vemos marchar bajo la sangrienta nismo , porque en sus dogmas religiosos no iba unida donde la ley autorizaba los mayores crímenes contra
Si los romanos cayeron en la esclavitud, solo á sus bandera del Bios de la Escandinavia ó de los tártaros, la metafísica ni la moral, como sucede con este. La las costumbres ; héroes de caridad , donde seufanaban
costumbres deben achacarlo. La bajeza es lo que no presentando en su tránsito ni una fuerza de opi­ necesidad que los sacerdotes cristianos tuvieron de pu­ impunes los mónstruos de la barbarie; finalmente, era
por de pronto produce la tiranía, y luego esta a su nión religiosa que les obligue á respetar algo, ni un blicar por sí mismos varias obras, seapara propagar la preciso que, para arrancar á todo un pueblo encenaga­
vez prolonga el reinado de aquella. No nos lamente- cierto fondo de costumbres que en aquella época em­ fe, sea para combatir la herejía, contribuyó poderosa­ do en los abominables combates del Circo y de la are­
mos pues, del estado actual de la sociedad . el pue pezó á renovarse entre los romanos , merced al Cris­ mente á la conservación y ai renacimiento de las na , la Religión hiciera glorioso alarde de sus atletas y
blo moderno mas corrompido es un pueblo de sabios, tianismo ; no lo dudemos; no hubieran los barbaros luces. de sus espectáculos en los desiertos de la Tebaida.
si se compara con el de las naciones paganas dejado cosa alguna libre de asolación. Este fue el pro­ En todas las hipótesis imaginables se ve. siempre Puede, pues, Jesucristo, ser llamado Salvador
Aun suponiendo por un momento que el órden po­ yecto de Alarico : «Siento en mi interior decía este que el Evangelio ha prevenido la destrucción de la del mundo en toda la acepción material de la palabra.
lítico de los antiguos fuese mejor que el nuestro su rey bárbaro, algo que me incita á prender fuego a Ro­ sociedad, pues aun suponiendo que no hubiera,apare­ Su tránsito sóbrela tierra, humanamente hablando,
órden moral no llega con mucho al que el Cristia- ma.» Este hombre, sobre su pedestal de ruinas, parece cido sobre la tierra, y que por otra pártelos barbaros es el mas interesante acontecimiento que ha presen­
nismo ha producido entre nosotros. "V como la moral no hubieran salido del fondo de sus bosques, era su­ ciado la humana raza, supuesto que desde ,a predica-
es en último resultado la base de toda institución so­ 8'DetoTdiversos pueblos que cayeron sobro el impe­ ficiente la corrupción del mundo romano para haber cacion del Evangelio cambió enteramente de aspecto
cial jamás podremos llegar, cu tanto que seamos rio, los godos eran los que al parecer teman el genio acarreado una espantosa disolución. la faz del mundo. Altamente notable es el momento de
cristianos, á la depravación de los antiguos. menos devastador. Teodorico, vencedor de Odoacro ¿Se habrían sublevado los esclavos? Pero hay que la venida de, Hijo del Hombre: un poco antes, su
¿Qué freno les quedó á los hombres, cuando se fue un gran principe, pero era cristiano, y Boecio, tener presente que eran tan perversos como sus due­ moral no hubiera sido absolutamente necesaria , pues
rompieron en Roma y Grecia los lazos políticos? ¿Po- su primer ministro, era un literato cristiano; esto elu­ ños; que participaban de su mismo desenfreno y de su los pueblos se sostenían aun por sus antiguas leyes; un
dia el culto de tantas infames divinidades mantener de todas las conjeturas. ¿Qué hubieran hecho los go­ misma ignominia; que tenían el mismo culto, y este, poco mas tarde, e, divino Mesías no se hubiera presen­
I costumbres que las leyes no habían podido sostener. dos idólatras ? Arruinarlo todo como hicieron los de­ lleno de pasiones, destruía toda esperanza de cam­ tado sino después del naufragio de la sociedad.
Lejos de remediar la corrupción, aquel culto se con­ más bárbaros. Por otra parte, hay que advertir que;se bio en los principios morales. Las luces lejos de avan­ Hacemos en este siglo alarde de filosofía; pero en
virtió ea uno de sus agentes mas poderosos. Por un corrompieron muy pronto, y que si en vez de adoiar zar se iban oscureciendo; las artes decaían. La filosofía verdad que la ligereza con que tratamas las mstítucio-
excés» de miseria que,ie «erroriza la misma idea de la
196 BIBLIOTECA DE GASPAR T ROIG. EL GENIO DEC CRISTIANISMO. 197

nes Cristianas de nada tiene menos que de filosofía. El 1 los hombres acerca de su propia felicidad y sus ver­ puede penetrar en la casa del pobre y se contenta con Por sus principios, la Filosofía no puede hacer bien
daderos intereses. La ciencia política es extremada­ habitar en los salones de los poderosos , deje por lo ALGUNO QUE LA RELIGION NO PUEDA HACER MUCHO MAS
Evangelio ha cambiado bajo todos aspectos á los hom­
bres , y les ha hecho dar un inmenso paso hácia ia mente limitada : el último grado de perfección a que menos las cabañas,á la Religión, ó siendo mejor diri- FACILMENTE; y LA RELIGION HACE MUCHOS BIENES QUE
perfección. Consideradle como una grande institución nuede llegar, es el sistema representativo, originado, »ida y haciéndose mas digna de su nombre, haga la LA FILOSOFÍA NO CONSEGUIRIA HACER.

religiosa por medio de la cual la raza humana ha sido como ya lo hemos patentizado, del Cristianismo; em­
pero una religión, cuyos preceptos son un código de
regenerada', y en ese caso desaparecerán de vuestra moral y de virtud, es una institución que puede su­
i
filosofía caer con sus propias manos la barrera que
habia intentado levantar entre el hombre y su Criador. «Nuestros modernos gobiernos deben indisputable­
mirada todas esas mezquinas objecciones, todas esas Apoyemos nuestras últimas proposiciones, con au­ mente al Cristianismo su mas sólida autoridad, y el
nimias sutilezas de la impiedad. Lo cierto es que las plir á todo y convertirse en las manos de santos y de toridades que no podrán ser sospechosas a los tilo— que sus revoluciones no sean tan frecuentes; él es
sabios en un medio universal de felicidad. Acaso algún también quien los ha hecho menos sanguinarios, y esto
naciones paganas se hallaban en una especie de infancia
dia las diferentes formas de gobierno, excepto el. des­ b°«Poca filosofía, dice Bacon, hace desviar de la Re­ puede demostrarse comparándolos con los gobiernos
moral con relación al estado en que nos hallamos; y potismo, parecerán indiferentes, y no se hara caso
algunos hermosos rasgos de .justicia escapados, digá­ mas que de las leyes morales y religiosas que son el ligión y mucha nos impele hácia ella ; nadie niega antiguos. La Religión, mejor comprendida, desvane­
moslo así, á ciertos pueblos de la antigüedad , no des­ que hay Dios, sino el que está interesado en que no lo ciendo el fanatismo, ha comunicado mas dulzura á
fondo permanente de las sociedades , y el verdadero las costumbres cristianas. Este cambio no es obra de
truyen esta verdad, ni alteran el fondo de las cosas. hU«Segun Montesquieu, el decir que la Religión no es las letras, pues por do quiera que estas han brilla­
El Cristianismo nos ha traido indudablemente nuevas gobierno I de los hombres. ... ,
Los que andan discurriendo sobre la antigüedad y
luces; es el culto que conviene á un pueblo sazonado un motivo reprimente porque no siempre reprime, do, la humanidad no ha sido mas respetada; las
propenden llevarnos á sus instituciones, seolvidan de equivale á decir que las leyes civiles tampoco lo son... crueldades de los atenienses, de los egipcios, de los
por el tiempo; es, si nos atrevemos á decirlo, la reli­
que el órden social ni es ni puede ser siempre¡el
gión natural en la edad presente del mundo, así como La cuestión no consiste en saber si valdría mas que cier­ emperadores de Roma y de los chinas, lo acreditan, al
mismo. En defecto de un gran poder moral, es por lo to hombre ó cierto pueblo no tengan religión ó abusen paso que «¡ cuántas obras de misericordia se deben
el reinado de las figuras ó símbolos.era el que conve­
nia en la infancia delsraél. En el cielo no ha colocado menos necesaria una gran fuerza coercitiva. En las de la que tienen, sino en averiguar si es menor mal al Evangelio!»
masque un solo Dios; sobre la tierra ha abolido.la repúblicas de la antigüedad, la multitudl, co“.o
el mundo sabe, era esclava, el hombre que^c«ltl™ba
que se abuse alguna vez de la Religión, ó que no la Por lo que á nosotros toca, estamos convencidos de
esclavitud. Por otra parte, si consideráis sus misterios la tierra pertenecía á otro hombre : había pueblos, que el Cristianismo triunfará de la terrible prueba que
haya absolutamente. _ , ,, ,
como el archetipo de las leyes de la naturaleza, según »La historia de Sabaccon, anade el hombre celebre acaba de purificarle : lo que nos induce á. pensar de
nosotros,o hemoshecho, nada habrá en esto que pue­ pero no habia naciones. . que acabamos de citar, es admirable. El dios de Tebas este modo es el ver cuán perfectamente sostiene el exá-
da causar aflicción á un espíritu eminente, supuesto El politeísmo, religión de todos modos imperfecta, se le apareció en sueños, y le ordenó que ,mandara men de la razón, y que cuanto mas se le profundiza,
que las leyes del Cristianismo, lejos de exigir sumisión podía por lo tanto convenir á aquel estado imperfecto quitar la vida á todos los sacerdotes del Egipto , por mas parece que sé aleja su fondo. Sus misterios dan
por parte de la razón, reclaman por el contrario su de la sociedad , porque cada señor era una especie de lo cual Sabaccon juzgó que los dioses no miraban ya la explicación del hombre y de la naturaleza ; sus obras
ejercicio mas sublime.
magistrado absoluto , cuyo terrible despotismo .con­ propicios su reinado, supuesto que le. mandaban cosas se apoyan en sus preceptos; su caridad, bajo mil for­
tenia en su deber al esclavo, y suplía por medio de tan contrarias á su voluntad, y se retiró a.®tl0Pla‘” mas, lia reemplazado á la crueldad dé los antiguos; na­
Esta observación es tan exacta, y esta religión cris­
tiana que algunos se han atrevido á decir que era la cadenas el vigor de que carecia la moral religiosa;y «Finalmente, exclama J. J. Rouseau, huid de los que da hay perdido de sus pompas primitivas, y su culto
relirion de los bárbaros, es por el contrario tan esen­ como por otra parte el paganismo no tenia elementos á pretesto de explicar la naturaleza inculcan desola­ satisface cada vez mas al corazón y al pensamiento; á
cialmente el culto de los filósofos, que puede decirse para inspirar virtudes al pobre, le dejaba tratar como doras doctrinas en el corazón humano, y cuyo aparente él debemos todo, letras, ciencias, agricultura y bellas-
artes ; él enlaza la moral con la Religión y al hombre
que Platón llegó casi á adivinarla. No. solo la moral, si fuera un malhechor. escepticismo es cien veces mas afirmativo y dogma
sino hasta la misma doctrina de este discípulo de Só­ Mas, /seria posible en el estado actual de cosas re­ tico que el tono decidido de sus adversarios. Con ia con Dios ; Jesucristo, Salvador del hombre moral, lo
crates, tiene admirables relaciones con el Evangelio. frenar una enorme masa de pueblo libre y distante de altanera escusa de que ellos únicamente son ilustra­ es también del hombre físico; y él, finalmente, apa­
Dacier la resume del modo siguiente:
la acción de la autoridad? ¿Podríais en los arrabales dos , sinceros y de buena fe, nos someten imperiosa­ reció como el mas fausto suceso para contrabalancear
«Platón prueba que el Verbo es quien arregló é hi­ de una ciudad populosa prevenir los crímenes de un mente á sus incisivas decisiones, y pretenden darnos el diiuvio.de los bárbaros y la corrupción general .de
zo visible este universo; que el conocimiento de este populacho independiente, sin una religión que predi- , por verdaderos principios de las cosas los ininteligi­ costumbres. Aun cuando se negaran al Cristianis­
mo sus pruebas sobrenaturales , permanecería en
Verbo proporcionaba la dicha en este mundo y la feli­ case el cumplimiento de los deberes v la virtud a to- bles sistemas que se han fraguado en su ímaginacio
cidad después de la muerte.
¡ das las condiciones de la vida? Destruid el culto evan­ Y en tanto, destruyendo y dando al traste con todo lo todo el esplendor de la sublimidad de su moral, en la
inmensidad desús beneficios, en lahermosuradesus
»Que el alma era inmortal, y que los muertos resu­ gélico , y en cada aldea tendréis que organizar una que los hombres respetan , quitan a los atl o
citarán; que habrá un juicio final donde cada cual policia, cárceles y verdugos. Si alguna vez, por un ultimo consuelo de su miseria, ya los poderosos y ricos pompas; v podría, con tan brillantes datos demostrarse
tendrá que comparecer con sus buenas ó malas obras suceso nunca oido, volvieran á levantarse los altares el único freno de sus pasiones; arrancan de! fondo de evidentemente que es el culto mas divino y puro que
para ser juzgado según ellas, y recibirá el premio ó I de los apasionados dioses del paganismo entre el pue- los corazones el remordimiento del crimen y la^espe han practicado los hombres.
1 blo moderno ; si en un órden de sociedad en que la ranza de la virtud, y se jactan de ser los bienhechores «Con los que manifiestan repugnancia hácia la Re­
el castigo eterno. .
»Finalmente, sigue diciendo el sabio traductor, Pla­ I servidumbre está abolida , se adorara á Mercurio el del género humano. Nunca es perjudicial dicen ligión , dice Pascal, es preciso principiar demostrán­
tón tenia una idea tan grande y exacta de la soberana ladrón, ó á Venus la prostituida, bien puede ase­ revelar la verdad á los hombres: asi lo creo tambcn doles que en nada es contraria á la razón; en seguida
hacerles ver que es venerable y digna de respeto; lue­
justicia, y conocia tan á fondo ,a corrupción de los gurarse que el linaje humano habia llegado a su y esto en mi concepto es una prueba de que I
go hacérsela amable é inspirarles deseos de que fuese
hombres, que llegó á demostrar que si un hombre so­ ^Ten esto consiste el grande error de los que alaban ellos enseñan no es la verdad. „.jáa fiin- verdadera; y en pos de esto patentizarles que es.verda-
beranamente juslo viniera á la tierra, hallaría tanta «Uno délos sofismas mas familiares al partido Ido
dera por medio cíe pruebas incontestables, haciéndoles
oposición por'parte del mundo que. seria aprehendido, el politeísmo por haber separado las fuerzas morales sófico consiste en oponer un pueblo que suponen
abofeteado, escarnecido, y por último crucificado, por délas fuerzas religiosas, y critican al. mismo tiempo formado de buenos filósofos, a otro pueblo de ma­ ver su antigüedad y santidad, poniéndoles á la vista
los mismos, que á pesar de estar Henos de injusticia, a, Cristianismo por haber seguido el sistema opuesto. los cristianos ; como si fuera mas fácil hacer un su grandeza y elevación.»
Este es el camino que trazó aquel gran hombre , y
se empeñaban en ser tenidos por justos.» Los detrac­ /No echan de ver los que así piensan, que el paganismo pueblo de verdaderos filósofos ., que de verdaderos
del que nosotros hemos tenido cuidado de no separar­
tores del Cristianismo no pueden, menos de conocer se dirigía á un inmenso rebaño de esclavos, y que por cristianos. Ignoro si entre los individuos., es el uno nos. Hemos empleado los argumentos comunes de los
que se hallan en una falsa posición : si dicen que la lo tanto, temiendo que la raza humana se ilustrara, mas fácil de hallar que el otro; pero se muy bien
apologistas del Cristianismo; pero también podemos
religión de Cristo es un culto formado por los godos y debía darlo todo á los sentidos, y no hacer nada en que en tratándose de un pueblo es preciso suponer jue
vándalos, se les prueba con facilidad que las es­ beneficio de la educación del alma? El Cristianismo, así abusarían de la filosofía sin religión, como los nues­ caminar á la misma conclusión por otra serie de prue­
bas que serán el resultado de esta obra.
cuelas de ,a Grecia tuvieron nociones bastante Ca­ por el contrario, como que se empeñó en destruir la tros de la religión sin filosofía : esto me parece que El Cristianismo es perfecto; los hombres son imper-
ras de los dogmas del Cristianismo; si por e, contrario, I esclavitud, reveló á los hombres la dignidad de cambia bastante la cuestión.
sostienen que la doctrina evangélica no es otra cosa I turaleza, y les enseñó los dogmas de la razón y de la «Por otra parte, no hay cosa mas fácil que estampar fcctos. Una consecuencia perfecta no puede derivarse de un
mas que la doctrina filosófica de los antiguos, ¿por qué virtud. Puede decirse que el culto evangélico es el bellas máximas en los libros; pero lo importante es
I culto de un pueblo libre, por la sola razón de que aduna saber si están en consonancia con la doctrina, y si se principio imperfecto:
razón esos nuevos filósofos la desprecian? Los mismos Luego el Cristianismo no se deriva de los hom-
que en el Cristianismo no ven mas que antiguas ale­ la moral á la Religión. , derivan necesariamente de ella, y esto es lo que hasta
gorías del cielo, de los planetas y de los signos, no Tiempo es ya de que nos infunda algún temor, el el presente no hemos tenido ocasión do ver. 1' alta sa­ bres. Si no se deriva de los hombres, solo puede derivarse
destruyen tampoco ,agrandeza de esta Religión, pues estado en que liemos vivido algunos años. Fíjese bien ber si la filosofía á su vez, al hallarse cómodamente
de todos modos resultaria que era profunda y magnifi­ la vista en la raza que en las aldeas y campiñas fran­ sentada en el trono, sabría tener á raya la vanagloria, de Dios.
Si se deriva de Dios, los hombres no han podido co­
ca en sus misterios , y antigua y sagrada en sus tra— cesas va creciendo , como malhadados vástagos des­ el interés, la ambición y las mezquinas pasiones del
nocerlo sino por revelación:
diciones, y que por este nuevo camino irían también a arrollados durante una tempestad, sin haber nunca hombre; y si, por decirlo de una vei, practicaría esa
Luego el Cristianismo es una religión revelada.
perderse en la cuna del mundo. ¡Cosa extraña es. sin oido hablar de Dios, ni de la inmortalidad de su alma, humanidad tan dulce que sabe ponderarnos con la
duda que todas las interpretaciones de la incredulidad ni de los premios y recompensas que les esperan en pluma en la mano.
no alcancen á dar nada de pequenez ó de mediocridad la otra vida; no se pierda de vista lo que semejante
I generación podría llegar á ser sino se aplicase un pronto
al Cristianismo! FIN DEI. GENIO DEL CRISTIANISMO,
Por lo que toca á la moral evangélica, todo el mun­ remedio; empiezan ya á manifestarse los crímenes
do está conforme en reconocer su hermosura; y cuanto mas alarmantes; la edad déla inocencia ha sido man-
mas sea conocida y practicada, tanto mas se ilustrarán I chada con mas de «na enormidad. Ya que la filosofía no
índice. 499
PÁG.
Pag.

LIBRO PRIMERO.—Exposición general da las cas.—Viaje de los dioses homéricos.—Satanás


mar cliando al descubrimiento do la Creación. 93
epopeyas cristianas. . . . id.
Capítulo primero. Que la poética del Cristianis­ Cap. XIII. El infierno crisliano.
mo se divide en tres secciones : poesía, bellas- Cap. XIV. Paralelo entre el infierno y el Tárta­
artes, literatura. — Que los seis libros de esta ro.—Entrada del Averno.—Puerta del infierno
segunda parte tratan especialmente de la poesía. 55 del Dante.—Dido.—Francisca de Rimini.—
Tormentos de los Reprobos. 94
Cap. II. Consideración general acerca de lospoe- 95
mas, en que lo maravilloso.del Cristianismo Cap. XV. Del purgatorio.
Cap. XVI. El Paraíso. id.
reemplaza la mitología.—El infierno del Dan—
id. LIBRO QUINTO.—La Biblia y Homero.
te.—La Jerusalém libertada.
56 Capitulo primero. De la Escritura y de su exce­
Cap. III. Paraíso perdido.
Cap. IV. De algunos poemas franceses y extran­ lencia.
58 Cap. II. Que hay tres estilos principales, en la
jeros. Escritura. id.
Cap. V. La Henriatla. . 59
Cap. III. Paralelo entre la Biblia y Homero.—Tér­
LIBRO SEGUNDO. —Poesía en sus relaciones 100
minos de comparación.
con los hombres.—Caracteres. Cap. IV. Continuación dei paralelo entre la Biblia
ÌNDICE. Capítulo primero. Caracteres naturales.
Cap. II. Los esposos.—Ulises y Penelope. 63 y Homero.—Ejemplos. 102
Cap. III. Continuación de los esposos. Adam
id. TERCERA PARTE.
y Eva. 65
Cap. IV. El padre.—Pnamo. _ Bellas artes y literatura.
Cap. V. Continuación del padre.—Lusman. 66
67 LIBRO PRIMERO.—Bellas artes.
Cap. VI. La madre.—Andrómaca. Capitulo primero. Música.—De la influencia del
Cap. VII. El hijo.—Guzman. id.
68 Cristianismo en la música. 105
Cap. VIII. La hija.—Iíigenia. Cap. II. Del canto gregoriano. id.
Cap. IX. Caracteres sociales.—El sacerdote 69
Cap. III. Parte histórica de la pintura entre los
Cap. X. Continuación del sacerdote.—La Sibila. 106
PÁG. PÀC-
—Joad. Paralelo entre Virgilio y Ráeme. id. modernos.
71 Cap. IV. De los asuntos de cuadros. 107
Cap. XI. El guerrero.—Definición del bello ideal. id.
LIBRO QUINTO.—Existencia de Dios, demos- Cap' XII. Continuación del guerrero. 72 Cap. V. Escultura.
Prefacio. 3 Cap. VI. Arquitectura.—El cuartel de Inválidos. 108
trada por las maravillas de la naturaleza. LIBRO TERCERO.—Continuación de la poesía 109
PRTIHERA PARTE- Capítulo primero. Objeto de este libro. id. en sus relaciones con el hombre.—Pasiones. Cap. VIL Versalles.
Cap. Vil!. De los templos góticos. no
Cap. II. Espectáculo general del universo. 33 Capitulo primero. Que el Cristianismo ha cam­
DOGMA Y DOCTRINA.
Cap. III. Organización de los animales y las LIBRO SEGUNDO.—Filosofía.
LIBRO PRIMERO.—Misterios y Sacramentos. biado la índole de las pasiones, al cambiar las id.
74 Capitulo primero. Astronomía y matemáticas.
Capítulo primero. Introducción. . 4 plantas. 19- bases del vicio y de la virtud. Cap. II. Química é historia natural. 413
Cap. IV. Instinto de los animales. 34 Cap. II. Amor apasionado.—Dido. 75
Cap. II. De la naturaleza del Misterio. . 6 Cap. III. De los filósofos cristianos. —Metafísicos. 445
Cap. III. De los misterios cristianos.—De la Tri- Cap. V. Canto de de las aves; tiene por objeto Cap. III. Continuación del anterior.—La reara
70 Cap. 1Y. Continuación de los filósofos cristia­
nidad. 7 el hombre; ley relativa á los gritos de los ani­ de Racine. , , • „ mu-, id.
males. 3o Cap. IV. Continuación de los anteriores. Julia nos.—Publicistas.
Cap. IV. De la Redención. 8 id. Cap. V. Moralistas.—La Bruyere. 416
Cap. V. De la Encarnación. 10 Cap. VI. Nidos de las aves. 36 d’ Etange.—Clementina. _ *k„i,. id.
Cap. VIL Emigraciones de las aves.—Aves acuá­ Cap. VI. Continuación de los moralistas.
Cap. VI. Los Sacramentos.—El Bautismo y la Cap. V. Continuación dolos anteriores.—Abeiar-
ticas; sus costumbres; bondad de la Provi­ 77 LIBRO TERCERO.—Historia.
Confesión. Cap. VL Amor campestre.—El Cíclope y Galatea. 78 Capitulo primero. Del Cristianismo, en la ma­
Cap. VIL De la Comunión. 13 dencia. , 33 118
Cap. VIH. Aves marítimas; en cuanto son útiles Cap. VIL Continuación del anterior.—Pablo y
nera de escribir la historia.
Cap. Vili. De la Confirmación, el Orden y el Ma- 79 Cap. 11. Causas generales que han impedido á los
trinomio. — Examen del voto de celibato, bajo al hombre.—Que las emigraciones de las aves
Cap^VIILLs religión cristiana considerada co­ escritores modernos brillar en la Historia.—
sus relaciones morales. _ 14 servían de calendario á los labradores en los Primera causa: bellezas do los asuntos antiguos. 449
antiguos dias. 39 80
Cap. ÍX. Continuación del anterior.—Del sacra­ mo pasión. 82 Cap. III. Continuación del anterior.—Segunda
mento del Orden. . 16 Cap. IX. Continuación de las emigraciones.— Cap. IX. De lo vago de las pasiones. causa: los antiguos han apurado todos ios géne­
Cap. X. Continuación del anterior. — El Matri­ Cuadrúpedos. 30 LIBRO CUARTO.—Délo maravilloso, o de la ros de Historia, excepto el género cristiano. id.
Cap. X. Anfibios y reptiles. 41 poesía en sus relaciones con los seres sobre- Cap. IV. ¿Por qué los franceses solo tienen Me­
monio. , Cap. XI. De las plantas y sus emigraciones. 42
Cap. XI La Extrema-Unción. 19 122
Cap. XII. Dos perspectivas de la naturaleza. 43 Capitulo primero. Que la mitología rebajaba la morias? , , ,. . ,
LIBRO SEGUNDO.—Virtudes y leyes morales. Cap. V. Aspecto hermoso de la historia moderna. id.
Capítulo primero. Vicios y virtudes, según la Cap. XIII. El hombre físico. 44 naturaleza; que los antiguos no teman poesía 123
Cap. XIV. Instinto de la patria. id. id. Cap. VI. Voltaire, historiador.
Religión. propiamente llamada descriptiva. Cap. Vil. Felipe de Comines y Rollin. id.
LIBRO SEXTO. —Inmortalidad del alma, pro­ 83
Cap. II. De la Fe. 20 clf Ílí Dparle'blsSrica ¿o la poesía descriptiva Cap. VIII. Bossuet, historiador. 124
bada por la moral y el sentimiento. id.
Cap. III. De la Esperanza y la Candad. id. 86 LIBRO CUARTO.—Elocuencia.
Cap. IV. De las leyes morales ó del Decálogo. 21 Capitulo primero. Deseo de felicidad en el hom­ C,e,'"vtoS“ÍSidadcs del mji». ~ Capitulo primero. Del Cristianismo en la elo­
«•LIBRO
. TERCERO".—Verdad de Ha loo urne1
las Escrituras; bre. 46 125
Cap. II. De los remordimientos y de la con­ poéticamente superiores á las divinidades cus- cuencia. , , , , , •
caída del hombre. 87 Cap. II. De los oradores.—LosPadresdelaíglesia. id.
Capítulo primero. Superioridad de la tradición ciencia. . 47 tlRIlRS 127
Cap. III. Que no hay moral, si no hay una vida Cap.' V. Del carácter del verdadero Dios. 88 Cap. 111. Massiilon.
de Moisés sobre todas las demás cosmogonías. 23
ulterior.—Conjetura en favor del alma, dedu­ id. Cap. IV. Bossuet, orador. . . 128
Cap II. Caída del hombre; la serpiente; una Cap. VI. De los espíritus de tinieblas. Cap. V. Que la incredulidad es la causa princi­
cida del respeto del hombre á los sepulcros. 50 89
palabra hebrea. . 24 Cap. VIL De los santos. id. pal de la decadencia del gusto y del genio. . 129
Cap. III. Constituciones primitivas del hombre. Cap. IV. De algunas objeciones. id. Cap. VIII. De los ángeles. _ . . LIBRO QUINTO.—Armonías déla religión cris­
—Nueva prueba del pecado original. 26 Cap. V. Peligro é inutilidad del ateísmo. 51 Cap. IX. Aplicación de los principios establo ci­ tiana con las escenas de la naturaleza y las pa­
LIBRO CUARTO.—Continuación de las verda- Cap. VI. Fin de los dogmas del Cristianismo.— óos en los Canteriores capítulos.—Caiácter de
90 siones del corazón humano.
desde la Escritura.—Objeciones contra el sis­ Estado de las penas y de las (recompensas en Capitulo primero. División de las armonías. 131
la otra vida.—Elíseo antiguo, etc. 63 CAmT^Iáquinas poéticas.—Venus enlosbos-
tema de Moisés. Cap. II. Armonías físicas.—Continuación de los
Cap. VII. Juicio final. 64 ^ues^de Cartago.—Rafael en las frondosidades monumentos religiosos : conventos de maro-
Capítulo primero. Cronología. _ _ 27 91
Cap. VIII. Felicidad de los justos. id.
Cap. II. Logografía y hechos históricos. 28 Cap' XI. Continuación de las máquinas poéti— nitas, coftos, etc. , « , . j id.
Cap. III. Astronomía. 33 id. Cap. III. Las ruinas en general.—Quo las hay de
Cap. IV. Continuación del anterior.— Historia SEGUNDA PARTE. cas.-Sueño de Eneas.-Sueno de Ataba. 134
dos especies.
natural ; el Diluvio. 31 Cap. XII. Continuación de las maquinas poeti-
Cap. V. Jijventhd y vejez de la tierra. 32 Poética del Cristianismo.
20® ÍNDICE.

PÁG. PÁG.
Cap. IV. Efecto pintoresco délas ruinas.—Rui­ Cap. VI. Continuación del anterior. —Trapenses,
nas de Palmira, Egipto, etc. 133 cartujos, monjas do Santa Clara, padres de la
Cap. V. Ruinas de los monumentos cristianos. 136 Redención , misioneros, Hijas de la Cari­
Cap. VI. Armonías morales.—Devociones popu­ dad, etc. 160
lares. id, LIBRO CUARTO.—Misiones.
Capitulo primero. Idea general de las misiones. 161
CUARTA PARTE. Cap. II. Misiones del Levante. 162
Cap. III. Misiones de la China. 163
Culto. Cap. IV. Misiones del Paraguay.—Conversión de
LIBRO PRIMERO.—Iglesias, ornamentos, can­ los salvajes. 164
tos , oraciones, solemnidades, etc. Cap. V. Continuación de las misiones del Para­
Capitulo primero. De las campanas. 138 guay.—República cristiana.—Felicidad délos
Cap. II. De la vestidura de los sacerdotes, y de indios. 165
los ornamentos de la Iglesia. id. Cap. VI. Misiones de la Guayana. 169
Cap. 111. De los cantos y las oraciones. 139 Cap. VIL Misiones de las Antillas. 170
Cap. IV. De las solemnidades de la Iglesia.—Del Cap. VIII. Misiones de la Nueva-Francia. 171
Domingo. 444 Cap. IX. Fin de las misiones. 173
Cap. V. Explicación de la misa. id. LIBRO QUINTO.— Ordenes militares ó Caba­
Cap. VI. Ceremonias y oraciones de la misa. id. llería.
Cap. VII. La festividad del Corpus. 142 Capitulo primero. Caballeros de Malta. id.
Cap. VIII. De las rogativas. 143 Cap. II. Orden teutónica. 474
Cap. IX. De algunas festividades cristianas.—La Cap. III. Caballeros de Calatrava y Santiago. id.
Navidad, Reyes, etc. id. Cap. IV. Vida y costumbres de los caballeros. 175
Cap. X. Funerales.—Exequias délos potentados. 146 LIBRO SEXTO.—Servicios de que la sociedad
Cap. XI. Funerales del guerrero.—Séquito délos es deudora al clero y á la religión cristiana en
ricos, costumbres. 147 general.
Cap. XII. De las oraciones por los difuntos. id. Capitulo primero. Inmensidad de los beneficios
LIBRO SEGUNDO.—Sepulcros. del Cristianismo. 478
Capitulo primero. Sepulcros antiguos. — El Cap. II. Hospitales. ¡q
Egipto. 148 Cap. III. L‘Hotel-Dieu.— Hermanasde laCarídad. 179
Cap. II. Los griegos y romanos. id. Cap. IV. Nmos expósitos: señoras de la Caridad:
Cap. III. Sepulcros modernos.—La y China la rasgos de beneficencia. 182
Turquía. 149 Cap. V. Educación.—Escuelas, colegios, univer­
Cap. IV. La Caledonia ó antigua Escocia. id. sidades, benedictinos y jesuítas. 183
Cap. V. Otai'ti. id. Cap. VI. Papas y córte de Roma: descubrimien­
Cap. VI. Sepulcros cristianos. 150 tos modernos, etc. 484
Cap. VIL Cementerios campestres. id. Cap. VIL Agricultura. J86
Cap. VIII. Sepulcros en las iglesias. id. Cap. VIII. Ciudades, aldeas, puentes, caminos
Cap. IX San Dionisio. 151 reales, etc. j,j.
LIBRO TERCERO.—Idea general del clero. Cap. IX. Artes y oficios: comercio. 187
Capitulo primero. Jesucristo y su vida. 152 Cap. X. De las leyes civiles y criminales. 188
Cap. II. Clero secular.—Gerárquía. 153 Cap. XI. Política y gobierno. 489
Cap. III. Clero regular.—Origen de la vida mo­ Cap. XII. Recapitulación general. 191
nástica. 155 Cap. XIII y último. ¿Cuál seria actualmente el
Cap. IV. De las constituciones monásticas. 158 estado de la sociedad, si el Cristianismo no hu­
Cap. V. Cuadro de las costumbres y de la vida biese aparecido en la tierra. Conjeturas: con­
religiosa.—Monges coitos, maronitas, etc. 159 clusión. 4Q3

FIN,

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