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Algunos aportes de Winnicott para la reflexión en torno al rol de

la madre
* Analia Stutman Zapata

Psicóloga Clínica Universidad Católica de Chile


Magister en Psicoanálisis Universidad Andrés Bello y docente de esa misma
Universidad, facultad de Psicología.

E.Mail.– analiastutman@hotmail.com

Tomando en cuenta los diferentes aportes que se han construido – desde la perspectiva de las
relaciones objetales –quisiera reflexionar acerca del rol de la madre, desde la particular visión de D.
Winnicott.
A mi parecer, Winnicott al igual que todos los psicoanalistas teóricos y clínicos, está interesado en
conocer los procesos y fenómenos involucrados en la constitución, desarrollo y funcionamiento que
ocurren en el aparato psíquico de un individuo, así como también sus posibles desviaciones que dan
origen a las patologías, desde su experiencia como pediatría.

Creo que esta doble fuente desde donde nutre su pensar, le dará un sello particular, su capacidad de
observar al niño, pero entendiéndolo como miembro de una primera unidad indivisible madre – hijo, la
que sufrirá cambios a lo largo del desarrollo, la que luego incluirá al padre como tercero, que además les
trae y ofrece la cultura y la posibilidad de separarse sanamente, siempre que esa díada madre-hijo haya
recorrido de manera suficientemente buena las etapas previas.

Él decía, que no existe bebe sin su madre y luego agrega que no hay madre capaz de cumplir con todos
los requerimientos del bebé en sus primeras etapas, si no hay un padre o tercero que haga la función de
contener a esa madre [1]. Es decir, un bebé atendido por una “madre corriente devota” [2] volcada a él y
el padre como sostenedor de este vínculo desde su inicio [3].

Mi apreciación personal, es que se constituye desde la más temprana y decisiva relación con la madre (o
su sustituta, como Winnicott siempre aclara) y se enriquece en los futuros vínculos y relaciones.

Para ir revisando de una manera más ordenada estas ideas que quiero plantear, me parece útil volver a
algunos textos y enunciados que Winnicott propone respecto a estos temas. Conceptos como la madre
suficientemente buena, madre corriente devota, espacio potencial, ambiente facilitador,
preocupación maternal primaria y las tres funciones maternales o del ambiente [5] serán
elementos centrales con los que iré tratando de proponer una visión que sintetice sus aportes, en
relación al rol de la madre.

Tareas y funciones que Winnicott asigna a los padres y/o cuidadores de los niños
Desde el inicio de la vida del bebé, Winnicott se refiere a la necesidad de que el ambiente provea al niño
de las condiciones mínimas para que pueda darse tanto su crecimiento y desarrollo físico como
emocional. Desde recién nacido el bebé está en una relación de dependencia absoluta y requiere de
estabilidad y continuidad ambiental.

El primer introyecto de ambiente que hará el bebé – aunque al inicio ni siquiera lo distinga como tal –
será la madre y para esa primera etapa Winnicott ya nos plantea varias tareas que debe realizar y
disposiciones mentales que requiere tener la madre para favorecer el sano desarrollo de su hijo.

En el libro “El papel del espejo de la madre y la familia en el desarrollo del niño” [6] él plantea 3
funciones específicas que debe cumplir la madre para ayudar al bebé a subjetivarse, a habitar su
cuerpo, comenzar a conocer para luego reconocer-se, conocer y reconocer a la madre y todos los
objetos que la madre le irá presentando, en simultaneo a la vivencia de él, de ir creándolos (que es una
de la funciones parentales, a la que luego me referiré).
1-. La primera de las funciones es el Holding, o sea la capacidad de sostener emocionalmente al niño,
en todo momento y en todos los estados por los que pueda atravesar su afectividad y su impulsividad.
Naturalmente habrá emociones placidas y otras altamente displacenteras y ahí requerirá que la madre le
preste su capacidad de contención y sostén para que él logre sobrevivir a la intensidad de lo vivenciado.

Bion (19) propone el concepto de la madre, como la capacidad de contención emocional. El diría que se
espera que la madre en primera instancia y también el padre sean capaces de recibir las angustias,
molestias y llantos del niño y transformarlos, devolviéndolos descargados de angustia, de una forma más
apropiada en que sí puedan ser toleradas y recibidas por el niño. A partir de estas buenas experiencias
con su medio el niño aprende a desarrollar sus primeras concepciones acerca del amor, el bienestar, la
comprensión, etc. Es decir, el niño requiere de un estado anímico de los padres, abierto a recibir
cualquier vivencia de sus hijos. En este sentido, el Holding apunta a estas mismas destrezas parentales,
teniendo como meta la capacidad de integración psicológica del bebé [7]. También el concepto de
Preocupación Maternal Primaria, apunta a la necesaria sensibilidad que la madre debe disponer en las
primeras etapas para captar las experiencias inconfortables del bebé y poder actuar para
contrarrestarlas.

Antes de referirme a la segunda función, quiero exponer mi permanente doble lectura sobre estos
contenidos en cuanto a las funciones parentales y lo que para mi serían – salvando las naturales
diferencias – las funciones del psicoterapeuta infantil. Es más, me podrían decir con justa razón que
también el de adultos, pero en el caso del trabajo con niños es increíblemente fuerte el modo en que
somos invitados por los niños a ubicarnos en estos roles de ser capaces de acogerlos, contenerlos y
sostenerlos en sus aspectos más primitivos, regresivos o frágiles. Esta doble mirada no es creación
mía[8], ya lo había trabajado Winnicott por ejemplo en “la teoría de la relación entre progenitores –
infante”, donde él propondrá al igual que en otros escritos, lineamientos para la clínica a partir de la
observación de las relaciones tempranas padres e hijo.

En mi opinión personal, muchas veces más que la capacidad de dar interpretaciones verbales de mucha
lucidez, los niños necesitan que estemos ahí intactos, sin vernos dañados por sus agresiones para poder
elaborar qué es de ellos y qué es de sus padres u otros adultos a su cargo, tal vez frágiles o con
dificultades para recibir sus aspectos rabiosos o impulsivos, y poder así discriminar que no es su
agresión la que mata o daña sino que hay veces en que no los han podido contener y eso es lo que ha
distorsionado su autoimagen. En otros casos evidentemente, el trabajo va en la línea opuesta, ayudarlos
a apropiarse de su agresión para así poder controlarla mejor, sin tener que proyectarla.
“Cuando la madre no cumple su función de sostén del yo, lo que surge es esta angustia impensable,
portadora entonces de una amenaza de anonadamiento cuyas principales variantes se exponen a
continuación: 1) Fragmentarse, 2) Vivir una impresión de caída sin fin, 3) Sentirse elevado a cumbres
infinitas, 4) Carecer de relación con el propio cuerpo y, por último, de orientación espacio temporal”[9]
(esencia de las angustias psicóticas).

2-. La segunda función es el Handling, se refiere más a los soportes y cuidados concretos y reales que
el niño necesita, al estar sintonizados y atentos a sus necesidades de manipulaciones de alivio sobre su
cuerpo real: mirarlo, tocarlo, acariciarlo, limpiarlo es decirle “te quiero, me importas, tu vales, mereces,
eres objeto de mi amor” en el lenguaje del cuerpo, dejar de hacerlo es dar el mensaje contrario. El logro
psicológico que permite un buen Handling es la vivencia de personalización, de habitarse a sí mismo
(incluida la pulsión), de sentirse una unidad desde lo psicológico, con el Holding y desde lo corporal con
el Handling.

Con respecto a estas dos funciones, Winnicott dirá que al examinar a un niño uno puede ver si ha sido
bien sostenido física y emocionalmente o no. O sea habrá una confiabilidad garantizada respecto de su
desarrollo o no, con la posible presencia de angustias impensables. “Esto dividirá el mundo de los bebés
en dos categorías:

1.- Los bebés que no han sido significativamente dejados caer en la infancia y cuya creencia en la
confiabilidad los lleva hacia la adquisición de una confiabilidad personal. Estos bebés tienen continuidad
existencial, conservan la capacidad para avanzar y retroceder y llega a ser capaces de afrontar todos los
riesgos porque están bien asegurados.
2.- Los bebés que han sido significativamente dejados caer en una oportunidad o dentro de una pauta de
fallas ambientales, llevan consigo la experiencia de una angustia impensable o arcaica. Saben lo que es
estar en un estado de confusión aguda o conocen la agonía de la desintegración. Saben qué significa
que se los deje caer, qué significa la caída perpetua o escindirse en la desunión psicosomática. En otras
palabras, han experimentado un trauma” [10]

3-. La tercera función, se refiere a la Presentación del objeto, Apunta a cualidad especial que
debieran desarrollar las madres y que tiene que ver con la posibilidad de crear una ilusión el niño. Es
decir, el objeto es presentado porque existe, la madre lo conoce y en el caso puntual del pecho o la
mamadera (como 1° objeto), lo posee: Sin embargo, el asunto consiste en poder presentarlo en sintonía
con un momento en que el niño lo está deseando o necesitando y de esta manera para el niño, el pecho
llega porque él lo creó. Juan David Nasio (1994), dice al respecto: “Al ofrecer el pecho en el momento
aproximadamente oportuno, procura al bebé la ilusión de que él mismo ha creado el objeto cuya
necesidad siente confusamente. Al darle la ilusión de esta creación, la madre posibilita al bebé una
experiencia de omnipotencia, o sea que el objeto en el momento de ser esperado, adquiere una
existencia real.” [11].

Sobre este punto quisiera detenerme, por la cotidiana y dolorosa experiencia a la que uno tiene acceso
de ver cómo madres, padres, profesores y adultos en general en nuestra sociedad, transgreden esta
función, la pisotean y no acusan recibo del daño que esto tiene para el menor.

 “Mira mamá!!, magia!!…No hijo eso no es magia, ¡¡lo tienes debajo de tu


zapato!!”
 “No cierto Miss que yo fui el primero en ocurrírseme hacer un paseo al
museo? ¡No, Tomás! Raúl ya lo había propuesto antes sólo que tu no estabas atento”
 “Mira lo que inventé!!…no mientas, no lo inventaste estaba en la revista
que viste cuando fuimos al dentista, te acuerda?”. NO, no solo no se acuerda, sino que lo registró
seguramente en su preconsciente y para apropiárselo, lo dibuja y prueba su destreza de recrear algo con
la ilusión de que lo está creando. ¿Será esto muy difícil para una mente adulta o es la venganza por la
propia desilusión en la infancia?
 
La meta de esta función es lograr la realización del bebé, la sensación de su gran capacidad de creación,
es la ilusión omnipotente necesaria y sana, que luego dará pasó a la creatividad.

En simultaneo a estas tres funciones desarrolladas por Winnicott, él hace hincapié en que en un inicio el
bebé se relaciona con la madre en dos formas muy diferentes y muy necesarias para un buen desarrollo.
Una es la madre ambiente, la madre del Holding y el Handling, la madre que sostiene desde lejos y no
interrumpe al bebé ni es atacada por éste. Es la madre presente cuando el bebé está en calma.

La otra, su opuesto complementario, es la madre objeto (de la pulsión), es la madre que será atacada
y usada, es la madre que el bebé querrá devorar, la que recoge las excitaciones del bebé (la crueldad
primitiva, su aspecto despiadado, no intencionado). A medida que la madre sobrevive reiteradamente a
estas experiencias, va creando en el bebé una confianza de que el objeto va a poder sobrevivir y así, él
podrá ir integrando su agresión y podrá a su vez ir integrando a ambas madres (alrededor de los 4
meses, entrando a la posición depresiva).[12] La experiencia de sobrevivencia reiterada de la madre, va
a permitir al niño: aceptar como propios los sentimientos y pensamientos ligados a la experiencia
pulsional (no necesita proyectarlos); distinguirlos progresivamente de lo que sucede en la realidad
exterior; vivir la experiencia de una relación de excitación pulsional no destructiva ni desestructurante. J,
D. Nasio (1994).

El Rol de espejo de la madre y la familia

Otra función que Winnicott propone [13]. En el caso de Winnicott, él propondrá que la mirada de la
madre le devuelve al bebé su propia imagen, a través del embelesamiento que él provoca en ella y del
amor con que ella lo mira. En realidad, lo que él ve es la reacción de amor de ella y como se refleja en
una mirada colmada y satisfecha. Cuando la madre está ausente emocionalmente, deprimida, fatigada o
no responde a su mirada, él niño ve eso, el estado de ánimo de ella o su ausencia. Esto afecta el
intercambio del niño con su ambiente, no logra encontrar significado a sus experiencias, no les puede
dar sentido, no hay sintonía con el ambiente.

Existe una función que a mí me resulta particularmente interesante, por su acento en la constricción del
actuar, por sobre el hacer algo. Las madres tendemos a pensar que nuestra tarea es hacer cosas para
nuestra familia y en este caso Winnicott nos invita a pensar en la utilidad de la inhibición de la conducta
materna activa. Por ejemplo, cuando el bebé necesita “estar solo en compañía de” [14], o también lo
menciona con otro énfasis y lo llama El cuidado materno satisfactorio, no advertido [15]. En este
punto, lo que propone es que un buen cuidado justamente se notará por la ausencia de consecuencias
negativas o catastróficas, donde el niño sostendrá una sensación de continuidad del ser, no interrumpida
desde el ambiente sin intrusiones (impringment) que alteren el curso de sus acciones, incursiones y
creaciones, o quizás habrán intrusiones que podrán elicitar una adecuada reacción en el niño, sin que
signifiquen mayor daño a su estado de continuidad existencial[16] Esto es lo que constituirá la base de la
fuerza del yo. En el caso contrario dice Winnicott, “Tales interrupciones constituyen el aniquilamiento y
están evidentemente asociadas con un sufrimiento de calidad e intensidad psicóticas. En el caso
extremo, el infante sólo existe sobre la base de una continuidad de reacciones a la intrusión y
recuperaciones después de tales reacciones” (Pág. 67 – 68).

En cuanto a la capacidad del bebé de “estar solo en compañía”, habría que darle un nombre a la
capacidad de abstención de la madre, por ahora la llamaré (a título personal) como la capacidad de ser
compañía. Esta, apunta a la misma idea de una madre capaz de ponerse de telón de fondo de las
experiencias del bebé, hasta el punto en que éste puede representarla a través de objetos y espacios
transicionales y no la necesite físicamente cerca. Una madre que no interrumpe el libre curso de la
indagación y curiosidad y que acompaña con abnegada dedicación mientras para el bebé es necesaria.
Esta experiencia tan simple, que algunos padres saben llevar a cabo exitosamente, de manera intuitiva,
en otros casos, tan cotidianos como lo anterior, uno como observador casual, se encuentra con
situaciones verdaderamente dramáticas. Padres que fuerzan una separación temprana cuando el niño
no se siente preparado, que finalmente sólo quedará por ejemplo en el relato de “fue un niño que le costó
entrar al jardín, se resistía, …era súper exigente, aunque jugaba solo no quería que uno se fuera de la
pieza, como si yo no tuviera otras cosas que hacer…” y también las situaciones opuestas de padres
intrusivos o inseguros, desconfiados, que se quedan cuando ya no los necesitan pasando a ser un
estorbo y casi un bochorno, o que interrumpen la creatividad de los niños al jugar saliendo con
propuestas, tal vez más eficientes o sofisticadas pero que atacan directamente la experimentación y
creación lúdica del niño. Es decir, en ambos casos con dificultades para captar las distancias
emocionales necesarias del niño a cada etapa. La posibilidad de que los padres se abstengan, posibilita
que el niño experimente una auténtica capacidad de estar solo y de encontrase frente a los desafíos del
crear y la creatividad.

Una madre insuficientemente buena será aquella que para el bebé resulta imprevisible, que
pasa de una actitud a otra de manera súbita, sin que el niño pueda confiar en ella ni prever sus
conductas [17]. Un elemento muy destacable de su postura, es que él no se niega a la posibilidad obvia
de que los padres cometan errores, omitan cuidados, se equivoquen. Winnicott siempre rescatará la idea
de que a medida que el niño crece, existe un monto de displacer, dolor o incomodidad cada vez mayor
que el niño podrá soportar, el punto está en que en cada momento estas experiencias desagradables no
sobrepasen cierto umbral de tolerancia, que es dado a cada uno por sus experiencias positivas con el
ambiente y también por su potencial heredado. En este sentido Winnicott ofrece un planteo muy
esperanzador a los padres, que radica en la creencia – producto de su observación de díadas – de que
las experiencias de cuidado y amor enmiendan la estructura del yo en formación, recuperan al niño de
sus transitorias vivencias de desintegración, discontinuidad, fragmentación etc. Por lo tanto, bastaría una
madre suficientemente buena capaz de aprender de la experiencia y de reparar, para que las
experiencias cotidianas negativas, no dejen un sello traumático.

Otras funciones que la madre debe ir desarrollando, tienen que ver con algunos conceptos introducidos
por otros autores seguidores de los conceptos de Winnicott, como lo son Renata Gaddini[18] y Taylor[19]
que se refieren a la función materna de facilitar e introducir la experiencia con “objetos precursores”
Concretamente me refiero a los objetos que el niño usa y de los que dispone inicialmente (por
ofrecimiento materno) para que cumplan funciones apaciguadoras de las angustias impensables,
desestabilizadoras. Es decir, los objetos precursores y transicionales. que luego den paso a la
creación de objetos transicionales.

Taylor y Gaddinni, advierten sobre las madres que no permiten el surgimiento de estos objetos porque
sólo quieren que el niño interactúe con lo que ellas ofrecen, o porque no soportan que exista algo distinto
de ellas (miedo a ser desplazadas o sustituidas).

Haciendo una breve síntesis del camino que recorre el bebé desde su nacimiento en su relación
temprana con la madre, diría que la madre cumple funciones reguladoras, incluso suplementarias
mientras el bebé no tiene los recursos para hacerse cargo de ellas, pero para ejercerlas a plenitud, tiene
que impedir que se turbe la continuidad en el ser, para que el verdadero self pueda anidarse y se
produzca el crecimiento en la psique soma. Cuando es más pequeño esto se logrará a través de una
adaptación casi perfecta de la madre a las necesidades del niño, facilitada por la identificación primaria
[20] para luego ir fallando progresivamente.

Así mismo el facilitar el acceso a espacios potenciales, tendrá que ver con la experiencia de la díada
de ir juntos creando espacios intermedios que den a niño en desarrollo, la sensación de que existen una
realidad inmaterial compuesta por las vivencias de creación y disfrute de estados y espacios que son y
no son parte de la realidad compartida. Espacios que tienen todos los componentes de una vivencia
material, donde se usan objetos de la realidad compartida pero que tienen un uso particular ligado a la
experiencia de creación, de juego, de un uso singular que dan paso a la experiencia de ser y hacer
“como si”, función central en la estimulación y desarrollo de la creatividad posterior e introducción en la
cultura del pequeño en formación.

Un importante problema en el desarrollo del niño, podría derivar de la falta de acceso a estos espacios
potenciales (más desarrollados por Thomas Ogden en sus trabajos posteriores) y se refiere a la posible
rigidización en su conducta y personalidad con que el niño respondería cuando la madre y los cuidadores
en general, le impiden la posibilidad de crear y acceder a estos espacios. Esto resultaría de la vivencia
de falta de espacios para ser y experimentar con la realidad, con la coartación de la fantasía y la
intrusión excesiva de los cuidadores en cuanto a sus intentos de gobernar y moldear los posibles
esfuerzos del niño por independizarse y por conocer más allá de lo que sus progenitores permiten y
esperan.

Para finalizar, quisiera puntualmente referirme a una función menos explicitada por Winnicott en sus
escritos, pero que ha sido tomada por otros autores a partir de su trabajo y se refiere a la adquisición de
la capacidad de autorregulación que sería el pasaje de aquello dado y ofrecido por la madre para que
el niño pueda conectar su mente con su cuerpo, a través de las emociones, tal como lo plantea Regina
Pally[21] hasta cierta autonomía en esos procesos[22]. Par ello requerirá ser capaz de recibir del
ambiente aquello que es ofrecido para su tranquilidad y bienestar, para luego pasar a los momentos en
que por si solo descubre y crea aquello que lo calmará y luego prescinde ello porque ha
internalizado la función de autosostén, de autorregulación.

* Analia Stutman Zapata


Psicóloga Clinica Universidad Católica de Chile
Magister en Psicoanalisis Universidad Andres Bello y docente de esa misma
Universidad, facultad de Psicología.
E.Mail.– analiastutman@hotmail.com

[1] En mi opinión, esta particular visión a la que se dedicó y estudió: observando, atendiendo y escribiendo, le permitió proponer algunos postulados –
acerca del niño, la madre como su ambiente más inmediato, el padre y luego el desarrollo de la creatividad e incorporación de la cultura – que
muestran una visión que sin ser su intención manifiesta permite ser leída también, como una aproximación que converge en algunos puntos con la
teoría sistémica. En ella, ningún subsistema es plenamente independiente de otro ni del contexto más global, y entre todos se producen intercambios
de necesidades, expectativas, soportes, estímulos etc.
[2] ”The ordinary devoted mother” (1966) en Los bebes y sus madres (1988).
[3] en “La teoría de la relación entre progenitores e infante (1960)”, en Los procesos de maduración y el ambiente facilitador (1965)
[4] Y tal vez también personal, ya que hay un autor José Waksman que plantea que no hay analista infantil, que no tenga un niño interno al cual
reparar. (en El doble diálogo del psicoanalista de niños”)
[5] Holding, Handling y la Presentación del objeto, en “Papel del espejo de la madre y la familia en el desarrollo del Niño”, en Realidad y Juego (1971).
También se encontrarán en “Desarrollo emocional temprano” (1945) en DPAP(1958)
[6] Realidad y Juego 1971
[7] La tendencia a integrarse también será asistida por las técnicas de cuidado, o sea el Handling, y las experiencias instintivas que desde dentro,
tiendan a reunir la personalidad. Esto a mi parecer es una nueva oportunidad de apreciar en Winnicott, una visión sistémica del funcionamiento
psicológico
[8] Aunque así quise creerlo cuando lo pensé, pero ya había sido postulado por Winnicott en varios de sus escritos. Pero al igual que un bebé debo
reconocer, que por un tiempo creí que era una interesantísima invención mía
[9] J.D. Nasio en “Introducción a la obra de Winnicott”, Pág. 23, en Grandes Psicoanalistas (1994)
[10] “La experiencia de mutualidad entre la madre y el bebé” Pág. 309 (1969) en Exploraciones psicoanalíticas I (1989)
[11] “Introducción a la obra de Winnicott”, pag. 19, en Grandes Psicoanalistas (1994)
[12] Este punto nuevamente se topa con la proposición de Bion de “Reverie” y sus conceptos de “Continente-Contenido”, en cuanto que exista una
madre receptáculo de sus agresiones, ansiedades y otras sensaciones, capaz de contener sus contenidos dañinos y luego devolverle la experiencia
de tranquilidad al “digerirlos”, sin la carga de angustia inicial. Bion (19 )
[13] Realidad y juego. 1971
[14] En “La capacidad para estar solo” (1958) en PMAF (1965).
[15] En “La teoría sobre la relación entre progenitores – infante” (1960), en PMAF (1965)
[16] En “La preocupación maternal primaria”(1956), en Escritos de Pediatría y Psicoanálisis (1958)
[17] Para la tranquilidad de todos quienes somos padres, Winnicott quiere implicar en estos conceptos, no solo a los padres, sus sustitutos y
cuidadores sino también las experiencias intencionales o casuales, que en sí pueden ser o no suficientemente buenas.
[18] Gaddinni “Los orígenes del objeto transicional y el síntoma psicosomático” en Bekey 19xx
[19] Taylor “The transitional object and disorders of regulation” en “Psychosomatic medicine and contemporary psychoanalysis” 19xx
[20] Preocupación maternal primaria. Winnicott (19 )
[21] Pally, R. capitulo 4:“Emotional processing. The mind and body connection”, 2000
[22] Que nunca será total según lo planteado por Winnicott, ya que siempre mantendremos cierto grado de necesidad y dependencia emocional del
otro. 

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