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1 sociedad medio ambiente

1.1 Resumen de la tecnología

han representado grandes avances, no han sido su solución. Eso lo podemos comprobar a lo
largo de la historia internacional y nacional de las políticas ambientales. ¿Por qué intentar
dar una solución tecnológica a un problema social? ¿Cuándo surgió la participación social
en la historia? ¿Por qué decimos que la participación social es una solución a los problemas
ambientales? A éstas y más preguntas daremos respuesta en el presente trabajo, que forma
parte de una investigación que se está desarrollando en el Centro Interdisciplinario de
Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD) del Instituto
Politécnico Los instrumentos de política ambiental que se han diseñado hasta ahora se
basan en el mercado, porque éste es considerado como el mejor medio para enfrentar
problemas de largo alcance, como los problemas ambientales. Se termina así abordando el
tema como un asunto de competitividad. Sin embargo, ningún sector puede resolver por sí
mismo el problema del ambiente, ya que es un bien común, y los sectores forman parte del
problema y de la solución. Los problemas ambientales son multisectoriales: su solución
representa todo un reto para las diferentes disciplinas pues debe proporcionarse un
procedimiento integral, capaz de involucrar a todos los actores y conciliar los diferentes
intereses. Se precisa de un debate público que establezca los pasos prácticos para la
necesaria transformación de los modelos de producción y consumo, así como un cambio en
la forma en que nos relacionamos con el mundo natural y el poder de los Estados y el
capital. Entre los principales problemas ambientales, resultado de factores humanos, se
encuentran la contaminación atmosférica, el calentamiento global, los residuos peligrosos,
la contaminación y escasez del agua, la deforestación, la sobrepoblación, el cambio del uso
de suelo y la pérdida de la biodiversidad, entre otros. Partamos de lo siguiente: por un lado,
la modernidad exige una separación entre la naturaleza y la cultura, pues toma a la
naturaleza sólo como proveedor de recursos ilimitados que puede ser explotada para
satisfacer las necesidades sociales; por otro lado, existe una separación entre los tomadores
de decisiones que fijan los lineamientos de la política (y que basan su actividad en la
administración de las interacciones de la sociedad) y la ciencia (como única manera de
entender la vida y el mundo físico). La política y la ciencia están estrictamente separadas y
son independientes; sólo se comunican a través de una solicitud específica de información
para un determinado tema. Los problemas ambientales son siempre cuestión de cómo los
seres humanos interactúan con la naturaleza, y hay que reconocer que ambos forman un
colectivo y que lo que se requiere es que las nuevas políticas públicas conlleven una
mediación de trabajo con el fin de incorporar la naturaleza a las políticas. Esta mediación
no significa que esté en discusión el concepto de naturaleza que maneja la ciencia y las
diversas interpretaciones de lo que ocurre, pero sí la manera tan técnica en que lo comunica
hacia la sociedad en general. En un caso idóneo, las decisiones políticas se toman
democráticamente a través de una deliberación pública informada. Esta deliberación
pública hace posible definir un mundo común; es decir, un acuerdo temporal y revisable de
cómo pueden convivir la naturaleza y los seres humanos. Políticas públicas ambientales
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Hasta el momento, las políticas ambientales se han basado en la idea de que el humano1y la
naturaleza son incompatibles. Esto lo podemos ver en las decisiones que se toman para
conservar y restaurar los daños ocasionados a la naturaleza: se realizan políticas de

2 AVANCES TECNOLOGICOS

1.2 Avances tecnológicos

aplican políticas restauradoras “de vanguardia”, “del primer mundo”, “de alta tecnología”,
que conciben a la población como responsable de la degradación ambiental y por tanto no
la consultan para realizar las políticas, ni tampoco toman en cuenta sus necesidades, lo que
coloca en posiciones contrarias la conservación de la ecología y las necesidades de
subsistencia de los lugareños. La tendencia de las políticas ambientales debe basarse en
comprender la interacción entre el humano y la naturaleza: pensar en la naturaleza
interactuando con las necesidades de la sociedad. La participación social El tema
participación social está estrechamente ligado con los conceptos sociedad civil, ciudadanía
y democracia. La primera versión del concepto de sociedad civil aparece con Aristóteles
con el nombre de politicé kimona, sociedad/comunidad política. Éste es el término que los
latinos tradujeron como societas civilis; se definió a la politike koinonia como una
comunidad ético-política pública de ciudadanos libres e iguales en un sistema de gobierno
definido legalmente, cuyas bases eran valores que desarrollaran una serie de virtudes y
formas de interacción. Koinonia designaba en general a todas las formas de organización,
independientemente del nivel de solida En la década de 1970 en Francia se incorporó al
proceso de las políticas públicas la participación social en todo asunto relacionado con la
modificación o transformación de las zonas ambientales; pero no se incorporaron al final
sólo para que se votara sobre si un proyecto era aceptado o no: la participación social se
incluyó desde la concepción del proyecto, tomando en cuenta a todos los actores
involucrados. Sus necesidades, intereses y puntos de vista se incluyen en el diseño, y se
presenta para ser evaluado por los implicados, se ajusta para evitar en lo posible
reparaciones en el futuro, y se deja un margen de modificaciones interactivas al mostrar los
resultados finales. Para asegurar la participación social es necesario tener en cuenta tres
factores. El primero es la información al público: ¿sobre qué se realizará la consulta? La
información debe ser lo más clara posible, explicando el objetivo y su importancia,
evitando tecnicismos o información confusa; el segundo, que los canales de comunicación
entre las autoridades y el público por consultar sean los correctos; y el tercero, el plazo de
consulta debe estar diseñado de tal forma que contemple la lectura de la información, la
asimilación de la misma y la emisión de opiniones, todo ello de una manera didácticamente
adecuada. Se tienen dos hipótesis en caso de presentarse un interés bajo y una participación
social tardía. La primera atañe al público: su voluntad e interés por participar en decisiones
sobre el medio ambiente cuando se ofrece la oportunidad. Si el proyecto se percibe como
una cuestión técnica que requiera conocimientos expertos y se deja sentir que el proceso de
toma de decisiones es de arriba hacia abajo, se limitan las posibilidades de participación.
Por el contrario, si el tema ambiental se percibe como asunto vinculado a la vida cotidiana
de los ciudadanos, éstos podrán encontrar un verdadero interés en participar. Nuestra
segunda hipótesis está relacionada con la forma en que la autoridad política diseña esta

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Benito
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participación social: hay una enorme contradicción en sus discursos, donde se invita a la
sociedad a participar con instrumentos diseñados para que no participe. Esto se puede deber
a dos cosas: por un lado, a la inexperiencia en la realización de estos procesos incluyentes
y, por otro, a intereses perversos sobre el tema. El diseño de los instrumentos de
participación social debe hacer que la participación sea menos pasiva, más eficaz y útil;
conducir a modos activos de participación. Incluso, cuando la situación lo permita,

3 Medio ambiente tecnológico

1.3 Innovación tecnológica

acompañar de estímulos para mejorar la participación y resaltar el proceso de toma de


decisiones de abajo hacia arriba. En el transcurso de la participación social se encuentra la
transferencia de conocimientos científicos por parte de la academia hacia la sociedad. Las
cuestiones ambientales no sólo son asuntos técnicos que resuelven científicos o ingenieros;
se trata de decisiones colectivas que se realizan a través de procesos abiertos y
transparentes que implican a los seres humanos y a la naturaleza con la que hacen
compatibles sus condiciones bien el tema ambiental es reconocido por la sociedad como
importante, es responsabilidad política proporcionar los instrumentos necesarios para la
participación social en la propuesta de soluciones, y no operar unilateralmente, como ya
hemos visto, con soluciones importadas, técnicamente adecuadas pero socialmente
imposibles de desarrollar. La sociedad civil mexicana tiene el potencial de aportar
soluciones para los problemas ambientales, de cooperar en la elaboración de políticas
ambientales viables y, por qué no, de trabajar para que esta energía sea mejor aprovechada
en beneficio de nuestro país. Implementemos soluciones mexicanas en los problemas
ambientales, aprovechemos el recurso más valioso que tiene México: su gente. María
Concepción Martínez Rodríguez es doctora en política pública, egresada de la Escuela de
Graduados en Administración Pública y Política Pública del Instituto Tecnológico y de
Estudios Superiores de Monterrey. Cuenta con la maestría en administración pública y
políticas públicas por la misma institución, y la carrera de Ingeniero Químico Industrial por
el Instituto Politécnico Nacional. Es profesora investigadora del Centro Interdisciplinario
de Investigaciones y Estudios sobre Medio Ambiente y Desarrollo (CIIEMAD) del Instituto
Politécnico Nacional (IPN). Su experiencia profesional se ha desarrollado en el sector
académico como jefa de servicio externo y vinculación en el CIIEMAD-IPN; en el sector
gobierno en la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semana), como
subdirectora de Movimientos Transfronterizos y Asuntos Internacionales; y en el sector
privado, dentro de empresas transnacionalesEn el tema del medio ambiente, la ciencia y la
tecnología han jugado un doble papel en la forma de abordarlo. En primer lugar, se ha
culpado a la ciencia y a la tecnología de provocar la mayor parte de los problemas que
actualmente aquejan al planeta. En segundo lugar, se le otorga la responsabilidad de crear
soluciones para estos problemas, a partir de la creación de nuevas tecnologías, del cambio
en los patrones de consumo y de la exploración de alternativas para la satisfacción de las
necesidades de las personas. Este artículo hace una revisión desde la perspectiva CTS
(ciencia, tecnología y sociedad) de los principales temas en el estudio de la tecnología y el
medio ambiente. El movimiento CTS se orienta al estudio, desde la interdisciplinariedad,
de las relaciones entre la ciencia, la tecnología y la sociedad. El estudio de estas relaciones,
que se presentan de manera compleja y no lineal, da origen a dos perspectivas: la primera
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4 tecnología en control

1.4 Afectación del hombre

En el desarrollo industrial como derrames de petróleo o catástrofes nucleares, se comienza


a formar una concienciación colectiva acerca de los riesgos e impactos que podrían generar
una ciencia y tecnología fuera de control. Igualmente, fenómenos como el cambio
climático, la contaminación de las fuentes de agua y la pérdida de biodiversidad, entre
otros, han llamado la atención sobre la necesidad de desarrollar tecnologías que produzcan
mínimos daños al medio ambiente. A la vez que se privilegie el uso de estas tecnologías
frente aquellas que generan un alto impacto negativo al ambiente.

Como consecuencia, la ciencia y la tecnología se transforman en objeto de análisis y debate


político. Y las políticas científico-tecnológicas están siendo profundamente revisadas por
los gobiernos. Una revisión que hace énfasis en el control y la participación pública en el
desarrollo científico-tecnológico. Sin embargo, la pregunta que subyace a este
planteamiento es: ¿sobre quién recae la responsabilidad de orientar la ciencia y la
tecnología?, ya que en la mayoría de los casos los intereses de los investigadores, por un
lado, y de las sociedades, por el otro, no necesariamente coinciden (Antal, 2007).

Al hablar del control en el desarrollo, también cabe preguntarse: ¿cuáles son los criterios y
cuál es su fuerza o contundencia, para elegir determinada tecnología? ¿Serían
determinantes solamente los criterios ambientales y técnicos? Y, una vez seleccionada una
tecnología, ¿qué pasa con los impactos generados? ¿A quién se atribuyen los beneficios y
los riesgos asociados?

Con estas cuestiones de fondo, el propósito de este trabajo es presentar algunas de las
herramientas conceptuales, que desde el análisis de las relaciones de la ciencia, la
tecnología y la sociedad, se disponen para su tratamiento. El resultado se puede catalogar
como un panorama general, que le permita a un lector interesado encontrar los lineamientos
y los autores destacados en cada temática. 
Debe advertirse que, debido a la amplitud y complejidad del tema, este artículo no se
detiene explícitamente en el contexto regional, nacional ni mucho menos latinoamericano.
Este aspecto se espera abordar en una próxima indagación.

En la primera parte del artículo se describen las principales preocupaciones acerca del
medio ambiente y su relación con el progreso científico y tecnológico. En la segunda parte,
siendo el principal interés del trabajo, se presentan las tendencias y las categorías

5 Nivelación tecnologica
1.5 Actualidad tecnológica

materia diferenciada, podría considerarse como redundante. ¿No hay ya materias o


asignaturas de ciencias en el sistema educativo? ¿No se enseña también tecnología? ¿No se
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estudian además diversas materias de ciencias sociales o humanidades que se centran en la


comprensión de eso que llamamos sociedad? ¿Qué aporta de nuevo entonces CTS? Si CTS
fuera solamente la suma de unos resúmenes comprimidos de esos tres conceptos, las
objeciones anteriores estarían justificadas y no tendría, quizá, sentido su presencia
educativa diferenciada. Sin embargo, CTS es algo más que la suma de esos tres términos.
Supone una nueva aproximación o perspectiva sobre esos conceptos que pone el acento en
sus relaciones recíprocas, en las complejas interacciones que, especialmente en la
actualidad, se dan entre la sociedad, la tecnología y la ciencia.

Nuestro mundo es muy diferente al de hace cien o quinientos años. Esto es algo obvio y
comúnmente aceptado. Pero lo verdaderamente distinto, lo que hace nuestro mundo y
nuestro tiempo diferente de los anteriores, es el grado de desarrollo que ha alcanzado la
ciencia (hay quien habla del siglo XX como el siglo de la ciencia) y la tecnología, o, para
ser más exactos, la tecnociencia o el complejo científico-tecnológico, como también se las
conoce hoy. Bueno, ¿y qué? Alguien podría decir que en nuestro tiempo la ciencia y la
tecnología han avanzado mucho, pero que eso es lo normal. Eso es lo que le ha sucedido a
todas las ramas del saber y a otras muchas actividades humanas como la música, la pintura,
el cine, la arquitectura, la poesía, etc. Que la ciencia y la tecnología modernas hayan
avanzado mucho no debería extrañarnos, es lo normal cuando va pasando el tiempo; y no
debería ser considerado como algo singular, sucede en todos los ámbitos de la actividad
humana. Sin embargo, en el siglo XX ha sucedido algo muy especial con la ciencia y la
tecnología que no ha pasado con el resto de las actividades humanas. El desarrollo
tecnocientífico ha sido de tal magnitud y naturaleza que ha afectado radicalmente a las
formas de vida social. Alguien podría obviar el desarrollo en los diversos ámbitos del arte a
lo largo del siglo XX considerando que no ha afectado a su vida y quizá podría tener razón.
Pero nadie podría decir que no ha sido influido por el desarrollo de la ciencia y la
tecnología, porque éstas, a diferencia de otras actividades humanas, se imponen a todo el
mundo. Nadie que viva en sociedad puede escapar a los efectos del desarrollo que se ha
producido en la ciencia y la tecnología a lo largo del siglo XX. Independientemente de que
haya o no materias de ciencias y de tecnologías en las instituciones escolares y de que
existan o no en los currículos educativos contenidos específicos de CTS, todas las formas
de vida humana están y van a seguir estando afectadas por la tecno ciencia. Por ello, las
relaciones entre la ciencia, la tecnología y la sociedad deberían importar de una forma muy
directa a todos los ciudadanos al margen de las inclinaciones o afinidades personales que
puedan sentirse ante los contenidos que tratan. La sociedad está invadida por los productos
de la ciencia y tecnología. De entrada, la vida social está afectada por lo más obvio, lo que
se ve todos los días y a todas horas: los artilugios. El horno microondas, el teléfono celular,

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la televisión, la Internet, las naves espaciales, los medicamentos, los automóviles, como
tantas otras cosas, son ejemplos de artefactos tecnológicos actuales. En esto de los 3
6 la tecnología afecta nuestra vida diría

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1.6 Afectación de la tecnología en el ambiente


cacharros es donde quizá sea más evidente una de las ideas predominantes en nuestro
tiempo: la sociedad, o sea la gente, avanza. Suele considerarse que cada vez se vive mejor
porque cada vez se tienen más y mejores artefactos que liberan a los seres humanos de los
trabajos más duros y monótonos. De hecho, los grandes avances tecnológicos de la
medicina hacen que hoy se viva más y mejor que antes (o, al menos, así es en las
sociedades más desarrolladas, porque en el tercer mundo, al que esos progresos de la
tecnología sanitaria no llegan en el mismo grado, se sigue viviendo igual de poco e igual de
mal; incluso dentro de los países más ricos sigue habiendo quienes viven en su particular
tercer mundo, sin que les lleguen los dones benefactores del progreso tecnocientífico).
Pero, además de los artefactos y productos materiales derivados del desarrollo de la ciencia
y la tecnología que proporcionan bienestar a las sociedades (o a algunas sociedades) existen
también otros efectos de la tecnología y de la ciencia, no por menos visibles menos
importantes para la vida en sociedad. Hay también otras máquinas y otros artefactos
tecnológicos que no tienen una naturaleza material, pero que son tan artificiales y tan
construidos como los artilugios que se pueden ver y tocar. Las llamadas máquinas sociales
son también productos tecnológicos (en este caso, de las tecnologías de organización
social) que afectan a la vida en sociedad de manera tanto como los artefactos tangibles. En
una fábrica o en un ejército, además de las máquinas diseñadas para la producción y la
destrucción, respectivamente, hay otras máquinas también artificiales y no menos
importantes que las cadenas de montaje o las armas para el logro de los fines de cada una
de esas instituciones. El reparto de jerarquías y la organización de las funciones entre
obreros, ingenieros, supervisores y administradores en el caso de la fábrica o entre
soldados, mandos y estrategas en el del ejército, son tan importantes o más que la calidad
de los artilugios materiales de los que se disponga. Pero no son éstos los únicos ejemplos de
máquinas sociales o tecnologías de organización social que afectan cotidianamente a
nuestras vidas. Los restaurantes de comida rápida, las iglesias, los lugares de diversión, los
centros comerciales y hasta las mismas escuelas son escenarios artificiales en los que las
tecnologías de organización social producen notables efectos sobre las formas de vida de
los seres humanos. Esta frontera difusa entre las tecnologías materiales y la vida social sólo
se percibe cuando se amplían los conceptos de tecnología y de artefacto tecnológico a las
diversas formas posibles de organización social, las cuales son tan artificiales, tan
artefactuales, como los objetos materiales. Así, lo tecnológico es también lo que transforma
y construye la realidad social. La importancia de la tecnociencia en la vida social actual
podría seguir mostrándose indefinidamente a través de numerosos ejemplos más o menos
evidentes para todos. ¿Quién no ha oído hablar de clonación, de alimentos transgénicos, de
BIBLIOGRAFIA

Bibliografía
1. [ CITATION pau09 \l 9226 ]

Bibliografía
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londra, p. (2009). el tiempo. pereira: tu.

2.

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(Mario,) 2014

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[ CITATION jul18 \l 9226 ]

baltazar, j. (18 de julio de 2018). ciencis tecnologicas. medios, pág. 37.

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[ CITATION jos16 \l 9226 ]


arnulfo, j. (2016). tecnologia y evolucion. revista vea, 14.
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