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Titulo original: L 'ana~v.re stmcturtlle du réát, INTRODUCCION AL ANALISIS ESTRUCTURAL


Cornmunications, No. 8 DE LOS RELATOS
Traducción: Beatriz Dorriots del texto de Umberlo Eco y
Ana Nicole Vaisse del Dossier
ROLAND BARTHES
Primera edición: 1996, Ediciones Coyoacán, S. A. de C.V.
Sexta reimpresión: 2004

;,:¡ ,.
¡¡:. · . Innumerables son los relatos existentes. Hayt en primer lugar,
!\: : una variedad prodigiosa de géneros, ellos mismos distribuidos
· entre sustancias diferentes como si toda materia le fuera buena
al hombre para confiarle sus relatos: el relato puede ser SOP9~-
:f:~~óprhÍvil;· Ie¿~fj~~~giJti!~nfoffiiJ~~ 1·JH!it1!!Jai~!gt~~
d~sc· estaS' "1ttslancia/;···"estf·p~serite 'en' ''T·· ......tó · la leyenda~ la
fábula;· et-·,.,cuenw- ··•· f( ~é'" ~~.,;a···l--Dña·· Jtr t.t. , f;lia
·:nó'fer"··:·
el 'drarmr," ur·corÍleéiili·'· 1 :·~'atitó~.r.o,~r~ · i'l"'~.:':l;~fn+ .. do · ~ién~
se~ en·ta·Sanía·"trr~uÍ: ~e ·ca~~~oJ~,~~·Gil;'· ::f cine~ las
tira~···cómicas-, laa· notici88 · nnU~" 'llli; conv~-MRP.• Ademáe,
en estas formas casi 'tífiiiit:'~. ef'reJito·"..a··'~r:".'mllte; todos en
:ia:€l~rffi~ni¡ ··~ói~~IJºti!r:~~!~. .~n ..!9~-l.a\~a:t~ ,~~ ·
liiY'ñf'ha'·há'bido ]émas"'eñ':i>~·~~a··~ftfti>~~·i'elatos;
todas las clases, todos los grupos humanos, tienen sus rela-
tos y muy a menudo estos relatos son saboreados en c&mún
por hombres de cultura diversa e incluso opuesta:! el relato
se burla de la buena y de la mala literatura: internacional,
transhistórico, transcultural, el relato está allí, como la vida. Una
tal universalidad del relato, ¿debe hs.tcernos concluir que es algo
insignificante? ¿Es tan general que no tenemos nada que decir
de él, sino describir modestamente algunas de sus variedades,
' - ~- particulares, como lo hace a veces la historia literaria? Pero
estas variedades, ¿cómo manejárlas, cómo fundamentar
_______ derecho a distinguirlas, a reconocerlas? ¿Cómo oponer la
novela a la novela corta, el cuento al mito, el drama a la tragedia
(se lo ha hecho mil veces) sin referirse a un modelo común? Este
Reseroados todos los derechos conforme a la ley modelo está implícito en todo juicio sobre la máe particular, la
más histórica de las formas narrativas. Es pues legitimo que,
lejos de abdicar toda ambición de hablar del relato so pretexto
CEdiciones Coyoacán, S. A. de C. V.
. de que se trata de un hecho universal, haya surgido periódica-
:mente la preocupación por la forma narrativa (desde Aristóteles);
Hidalgo No. 47-b, Colonia del Carmen y es normal que el estructuralismo naciente haga de esta forma
~ueleg. Coyoacán, 04100 México, D. F. una de sus primeras preocupaciones: ¿acaso no le es propio in..
5659•71 17 y 5659•7978 Fax 5658•4282 tentar el dominio del infinito universo de las palabras para llegar
a describir «la lengua:. de donde ellas han surgido y a partir de
970-633-112-3 la cual se las puede engendrar? Ante la infinidad de relatos, la

7
.. -" .................... ··-·~- , .... ..,........ . ...... .

multiplicidad de puntos de vista desde los que se puede hablar r l. LA LENGUA Dl•:J, RELATO
de ellos (histórico, psicológico, sociológico, etnológico, estético,
etc.), el analista se ve un poco en la misma situación que Saussu-
re, puesto ante lo heteróclito del lenguaje y tratando de extraer 1. Más allá de la frase.
1 deJa anarquía aparente de los mensajes un principio de clasifi-
cación y un foco de descripción. Para limitarnos al periodo actual,
los formalistas rusos, Propp, Lévi-Strauss nos han enseñado a
Como es sabido, la lingüística se detiene en la frase: es la últi-
ma unidad de que cree tener derecho a ocuparse; si, en efecto, la
distiguir el siguiente dilema: o bien el relato es una simple repe- frase al ser un orden y no una serie, no puede reducirse a la
tición fatigosa de acontecimientos, en cuyo caso sólo se puede suma de las palabras que la componen y constituye por ello misN
hablar de ellos remitiéndose al arte, al talento o al genio del re· mo una unidad original, wn enunciado, por el contrario, no es
lator (del autor) -todas formas míticas del azar2--, o bien posee más que la sucesión de las frases que lo componen: desde el
en ·común con otros relatos una estructura accesible al análisis ¡ p.unto de vista de la lingüística, el discurso no tiene nada que no
por mucha paciencia que requiera poder enunciarla; pues hay ~1 cmcontremos en la frase: «La frase, dice Marinet, es el menor
Ull· abismo entre Jo aleatorio más complejo y la combinatoria más :; ~gmento que sea perfecta e integralmente representativo del dis-
simple, y nadie puede combinar (producir) un relato, sin referirse ¡¡ . QUXSO» 7 En la lingüística no podría, pues, darse un objeto superior
a un sistema implícito de unidades y de reglas. r .a la frase, porque más allá de la frase, nunca hay más que otras
~ónde, pues, buscar la· estructura del relato? En los relatos, k· frases: una vez descrita la flor, el botánico no puede ocuparse
sitl duda. ¿En todos los relatos? Muchos comentadores, que ad- ;: de describir el ramo.
miten la idea de una estructura narrativa, no pueden empero ~,} '· Y sin embargo es evidente que el discurso mismo (como con-
~e a derivar el análisis literario del modelo de las ciencias E~jpnto de frases) está organizado y que por esta organización
~. ; entales: exigen intrépidamente que se aplique a la narra- ¡f< ..parece como el mensaje de otra lengua, superior a la lengua de
•1úJHnétodo puramente inductivo y que se comience por estu- ;)_jlps lingüistas: 8 el discurso tiene sus unidades, sus reglas, su
diu todos los relatos de un género, de una época, de una socie-
f;i,~ c:hiti, para. pasar luego al esbozo de un modelo genera]. Esta pers-
itica»: más allá de la frase y aunque compuesto única-
de frases, el discurso debe ser naturalmente objeto de una
rlr. ~· de· buen sentido es utópica. La lingüística misma, que lingüística. Esta lingüística del discurso ha tenido du-
~-~ unalJ tres f:Dillenguas, no logra,hacerlo; prudentemen-
~t
¡;t¡~;
t4Hí~ttla hecho deductiva y es, por lo demas, a parttr de ese mo-
-Íb1 gue se ha constituido verdaderamente y ha progresado a
rnucho tiempo un nombre glorioso: Retórica; pero, a con-
acuen(!ias de todo un juego histórico, al pasar la retórica al cam-
de la literatura y habiéndose separado ésta del estudio del
.,....~ lfpnte, llegando incluso ~ prever hechos q~e. aún no
~1'¡ ~~iHdo C:lescubiertos. 3 ¿Qué dectr entonces deJ análists narra-
ha sido necesario recientemente replantear desde el co-
el problema: la nueva lingüística del discuso no está
~··
·n ~f ~tado ·a millones de relatos? Por fuerza está condenado desarrollada pero sí al menos postulada por los lingüistas
p,,· a:!'-•.,toae~n~ deductivo;_ se. ye obligado 9: C<!~cebir pri~ero msmos. 9 Este hecho no es insignificante: aunque constituye un
~~· un ~o htpotétJco de descnpc1on (que los lmgütstas amenca- autónomo, es a partir de la lingüística que debe ser estu-
~ ·llaUwl una «téoria:.)' y descender luego poco a poco, a partir
··,~
el discurso; si hay que proponer una hipótesis de trabajo
•~: hasta las especies que a la vez paíiicipan y se
es sólo a nivel de estas conformidades y de estas
análisis cuya tarea es inmensa y sus materiales infinitos,
razonable es postular una relación de homología entre las
~ que l'ei:uperará, munido entonces de un instrumento del discurso, en la medida en que una misma organiza-
la pluralidad de los relatos, su diversidad formal regula verosímilmente todos los sistemas semióticos,
_ cultural. 4 . sean sus sustancias y dimensiones: el discurso se-
-~~hir y· clasificar la infinidad de relatos, se necesita, gran «frase» (cuyas unidades no serían necesaria-
(en el sentido pragmático que acabamos de frases), así como la frase, mediando ciertas especifica-
en buscarla, en esbozarla en lo que hay que tra~ es un pequeño «discurso». Esta hipótesis armoniza bien
La elaboración de esta teorfa puede ser notable- ciertas proposiciones de la antropología actual: Jakobson y
~.'.
r·:·f si nos sometemos desde el comienzo a un modelo 11\ri-Strauss han hecho notar que la humanidad podía definirse
!ooorcione sus primeros términos y sus primeros princi- •.. de crear sistemas secundarios, «desmultiplicadores»
actual de la investigación, parece razonable6. 1 ~rram•emas que sirven para fabricar otras herramientas, doble
etdmcfuMJ . ~linvftflltica
...-::.r-::-_i_~- mistna como modelo fundador del análisis liiculación del lenguaje, tabú del incesto que permite el entre-
de las familias) y el lingüista soviético Ivanov su-
8
9
. 1;
'f: i l pone que los lenguajes artificiales no han podido ser adquiridos grarse en un nivel superior: un fonema, aunque perfectamente
1 j :
·sino· después del lenguaje natural: dado que lo importante para descriptible, en sí no significa nada; no participa del sentido más
1 los hombres es poder emplear varios sistemas de sentidos, el len- que integrado en una palabra; y la palabra misma debe inte-
guaje natural ayuda a elaborar los lenguajes artificiales. Es, pues, grarse en la frase. 14 La teoría de los niveles (tal como la enun-
legitimo. postular entre la frase y el discurso una relación «Se- ció Benveniste) proporciona dos tipos de relaciones: distribucio-
;
. éUildaria» -que llamaremos homológica, para respetar el carácter nales (si las relaciones están situadas en un mismo nivel),
1,. puramente formal de las correspondencias. integrativas (si se captan de un nivel a otro). Se sigue de esto

La lengua general del relato no es evidentemente sino uno de que las relaciones distribucionales no bastan para dar cuenta del
i los,idiomas ofrecidos a la lingüfstica del discurso, lO y se somete por . sentido. Para realizar un análisis estructural, hay, pues, que dis-
l
oonaiguiente a la hipótesis homológica: estructuralmente, el re- tinguir primero varias instancias de descripción y colocar estas
¡ lato participa de la frase sin poder nunca reducirse a una suma instancias en una perspectiva jerárquica (integradora).
'f' de lrlulest el relato es una gran frase, así como toda hase cons- Los niveles son operaciones. 15 Es nonnal, pues, que al pro-
tautiva es, en cierto modo, el esbozo de un pequefio relato. Aun- gresar la lingüística tienda a multiplicarlos. El análisis del dis-
1 ,qu~ dispongan en el relato de significantes originales (a menudo 'curso todavía no puede trabajar mas que en niveles rudimenta-
muy complejos), descubrimos, en él,'agrandadas y transformadas <rios. A su manera, la retórica había asignado al discurso al menos
j a. su medida, a las principales categorías del verbo: los tiempos, dos planos de desct'ipción: la dispositio y la elocutio. 16 En nut!S-
'1
l loa· aspectos, los modos, las personas; además, los «sujetos» mis- .tros días, en su análisis de l& estructura del mito, Lévi·Strauss
.1···
l mos opuestos a los predicados verbales no dejan de someterse al .. ya ha precisado que las unidades constitutivas del discurso mí-
-:.t modelo oracional: la tipología actancial propuesta por A. J. Grei- _;:.:tico (mitemas) sólo adquieren significación porque están agru-
maa 11 descubre en la multitud de personajes del relato las fun- :·_ipadas en haces y estos haces mismos se combinan; 17 y T. Todo-
ciónes. elementales del análisis gramatical. La homologfa que se .. · retomando la distinción de los formalistas rusos, propone
SUgiere aquí no tiene sólo un valor heurístico: implica una iden· wauajar sobre dos grandes niveles, ellos mismos subdivididos:
'~:.
~tidald entre el lenguaje y la literatura (en la medida en que ésta historia (argumento) que comprende una lógica de las acciones
.t ·~ea :'Uiia suerte de vehículo privilegiado del relato): ya casi no una «sintaxis» de los personajes, y el discurso que comprende
..
t:
w posible concebir la literatura como un arte que se desintere- tiempos, los aspectos y los modos del relato 18. Cualquiera
·SiDfá de toda relación con el lenguaje en cuanto lo hubiera usado el número de niveles que se propongan y cualquiera la de-
'1"·
ecmm un inlff;rumento para expresar la idea, la pasión o la belle- que de ellos se dé, no se puede dudar de que el relato
~j
Z.t ~}.'~guaje aco~paña continuam~te al discurso, ten~iéndole jerarquía de instancias. Comprender un relato no es sólo
ef::espeJO de su prop~a estructura: ~a. hterat~ra, y en especial. hoy, el desentrañarse de la historia, es también reconocer «es-
¿nO hace un lenguaJe de las condiciones mismas del lenguaJe? 13 », proyectar los encadenamientos horizontales del «hilo»
aarrativo sobre un eje implícitamente vertical; leer (escuchar) un
no es sólo pasar de una palabra a otra, es también pasar
2; Los· niveles de sentido. un nivel a otro. Pennítaseme aquí una suerte de apólogo: en
,::,;
Carta Robada, Poe analizó certeramente el fracaso del pre·
. : -Desde él comienzo la lingüística proporciona al análisis estruc- de policía, incapaz de recuperar la carta: sus investigado-
tural del J.lelato un concepto decisivo, puesto que al dar cuenta eran perfectas, di'ce, en la esfera de especialidad: el prefecto
~tamente de lo que es esencial en todo sistema de sen- omitía ningún lugar, «saturaba» por entero el nivel de la
. , , , , llber,·.su organización, permite a la vez enunciar cómo squisa:.; pero para ·encontrar la carta, protegida por su
relan> no es una simple suma de proposiciones y clasificar Videncia, había que pasar a otro nivel, sustituir la psico-
...._ enorme de elementos que entran en la composición de policía por la del encubridor. Del mismo modo, la
Este concepto es el de nivel de descripci6n. 18 realizada sobre un conjunto horizontal de relaciones
ee sabido, puede ser descrita lingüisticamente a por más completa que sea, para ser eficaz debe tam-
~~'
"tilvP.Jes (fonético, fonológico, gramatical, contextua}) ; «Verticahnente»: el sentido no está «al final del
r~~~
;¡ están en una relación jerárquica, pues si bien cada que lo atraviesa; siendo tan evidente como La Carta
!' . &Us propias unidades y sus propias correlaciones que ~ooaaa, no escapa menos que ella a toda exploración unilateral.
. ·a una descripción independiente para cada uno de ellos, tanteos serán aún necesarios antes de poder sentar
nbttfún nivel puede por sí solo producir sentido: toda unidad que seguridad niveles del relato. Los que vamos a proponer aquí
M~et!e a On criertb nivel sólo adquiere sentido si puede inte- :,onstituven un perfil provisorio cuya ventaja es aún casi exclu-
10 11
. sivauw.lttJ didáctica: peimiten situar y agrupar los problemas algo en él. Esto no es una cuestión de arte (por pa1te tlel uana-
sin t~siá~· ,;n desacue1·do, creemos, con algunos análisis que se dor), es una cuestión de estructura: en el orden del discurso,
han heého. 10 Pl'oponemos distinguir en la obra narrativa tres todo lo que está anotado es por definidón notable: aún cuando
. niveles de de.,cripción: el nivel de las funciones (en el sentido un detalle pareciera irreductiblemente insignificante, rebelde a
.·que esta palabra tiene en Pl'Opp y en Bremond), el nivel de las toda función, no dejaría de tener al menos, en última instancia,
acciones (en el sentido que esta palabra tiene en Greimas cuando el sentido mismo del absurdo o de lo inútil: todo tiene un sf!n ..
1 habla de los personajes como actantes) y el nivel de la narraci6n tido o nada lo tiene. Se podría decir, en otras palabras, que d
1¡ (que os, grosso modo, el nivel del «discurso» en Todorov). Recor- arte no conoce el ruido (en el sentido informativo del té:rmi-
¡! .demos que estos tres niveles están ligados entre sí según una ¡; no): 21 es un sistema puro, no hay, jamás hubo, en él unidad
in.t~gración progresiva: una función sólo tiene sentido si se ubica ' perdida, 22 por largo o débil o tenue que sea el hilo que la une
1 'en la acción general de un actante; y esta acción misma recibe 1, a uno de los niveles de la historia. 23
:'$_\1 sentido último del hecho de que es narrada, confiada a un 1 . La función es, evidentemente, desde el punto de vista lin-
.diéeurso que es su propio código. f¡ , güístico, una unidad de contenido: es «lo que quiere decir» un
.. 1' énunciado lo que lo constituye en unidad formal 24 y no la forma
¡ ~t ' l! ' . en que está dicho. Este significado constitutivo puede tener
¡:
li ,.;.
~1 •
Jk.l..AS FUNCIONES significantes· diferentes, a menudo muy retorcido: si se me enun-·
1 cia (en Goldfinger) que James Bond vio un hombre de unos cin-
1;, La determinaci6n de las unidades. p·1 cuenta años, etcétera, la información encierra a la vez dos fun~
1' / • <~ones de presión desigual: por una parte la edad del pe1·sonaje

: Dado que todo sistema es la combinación de unidades cuyas !1 ·se integra en un cierto retrato (cuya «utilidad» para el resto de
clases son ·conocidas, hay que dividir primero el relato y deter- · la historia no es nula pero si difusa, retardada) y por otra parte
.minar los ·segmentos del discurso narrativo que se puedan dis- significado inmediato del enunciado es que Bond no conoce a
[t tt1buir en un pequeño número de clases, en una palabra, hay
q(le; definir las unidades narrativas mínimas.
futuro interlocutor: la unidad implica, pues, una correlación
fuerte (comienzo de una amenaza y obligación de iden-
; Según la perspectiva integradora que ha sido definida aquí, ~icar). Para determinar las primeras unidades narrativas, es
1: el'análisis no puede contentarse con una definición puramente 1
· ''"'"'"0 S necesario no perder jamás de vista el carácter funcional de
·di$tribucional de las unidades: es necesario que el sentido sea segmentos que se examinan y admitir de antemano que no
,,dfide el primer momento el criterio de la unidad: es el carácter fatalmente con las formas que reconocemos tradicio-
,:fQneional,.de ciertos segmentos de la historia que hace de ellos en las diferentes partes del discurso narrativo ( accio-
unimtdes! de alll el nombre de «funciones:. que inmediatamente escenas, parágrafos, diálogos, monólogos interiores, etcétera),
se•le ha dado a estas primeras unidades. A partir de los forma· menos con clases «psicológicas» (conductas, sentimientos,
liltas: rusCM 20 se constituyen como unidad todo segmento de la ~tendones, motivaciones, racionalizaciones de los personajes).
biatoria que se presente como el término de una correlación. El Del mismo modo, puesto que la «lengua:. del relato no es la
alma de toda función es, si se puede decir, su germen, lo que del lenguaje articulado -aunque muy a menudo es sopor-
le·Pennite fecundar el relato con un elemento que madurará más por ésta-, las unidades narrativas serán ¡;¡ustancialmente
:t.U'de 1ll ·mismo nivel, o, en otra parte, en otro nivel: si, en Uñ de las unidades lingüísticas: podrán por cierto
cdflur simple, Flaubert nos hace saber en un cierto momento, .utctdlr, pero ocasionalmente, . no sistemáticamente; las fundo-
sin insistir mucho, que las hijas del subprefecto serán representadas ya por unidades superiores a la frase
·Pont-L'Ev&¡ue tenfan un loro, es porque este loro va a tener de frases de diversas magnitudes hasta la obra en su to-
una gran importancia en la vida de Felicité: el enunciado , ya inferiores (el sintagma, la palabra e incluso en la
detalle (cualquiera sea la forma lingüística) constituye, solamente ciertos elementos literarios); 25 cuando se nos
función, o unidad narrativa. que estando de guardia en su oficina del Servicio Secreto
en un relato, ¿es funcional? Todo, hasta el menor de- hiendo sonado el teléfono, Bond levantó uno de los cuatro
¿tiene un sentido? ¿Puede el relato ser íntegramente divi- , el monema cuatro constituye por sí solo una unidad
......~~..-~ unidades funcionales? Como veremos inmediatamente, hay :Ic1umu, pues remite a un concepto necesario al conjunto de la
¡;~ti'¡duda muchos tipos de funciones, pues hay muchos tipos de (el de una alta técnica burocrática); de hecho efecti-
~Ol:~cionett, lo que' no significa que un relato deje jamás de la unidad narrativa no es aquí la unidad lingüística
coMpuesto de funciohes: todo, en diverso grado, significa palabra), sino sólo su valor connotado (lingüísticamente, la

u 13
palaLta <'IUlfJu no {JUÍPn· del"ir en afy;oluto cuatm); ~~:;to expíica turalt•za en cÍt"rl:o modo vertical -rk rn:,: .rela<iotte~;, ;;on uuidad(•!;
que ;dgunaH unidaC:f~S funcionales puedan ¡;er inferimwl a la h·ase, verdaderamente sernimticw; puec;, t·ootrariamente a la~; dlm<·iorw::»
:>in dejar de pertenecer al discurso: NI e¡;p caso ellas denhordan, propiamente dichas, remiten a un ~:i~uificado, no a uno <<Opera
no a la frase, respecto de la que siguen siendo materialmente ción»; la sanción de los hHJicim: er> •<más alta», a vcceB .ú1chmo
infm·iores, sino al nivel de denotación, que pertenece, como la virtual, está fuera del nintag-ma explícito (d <<CaráctPI'» do un
frase, a la lingüística propiamente dicha. persona.;e nunca puede ser designado aunque sin cesar es objeto
de indicios). es una sanción paradigmátiea; por el contrario, !:o~
sanción de las ,, Funciones» siempre est.~l «tnÚf; allá», es una san··
2. Clases de unidades. ción sintagmática. 2'7 Funciones e Indicios abarcan, pues otra dü; ..
tinción clásica: las Funciones implican los relata metonímicos,
Estas unidades funcionales deben ser distribuidas en un pe- los Indicios, los relata metafóricos; las primeras corresponden a
queño número de clases formales. Si se quiere determinar i'Stas una funcional1dad de hacer y las otras a una funcionalidad del
clases sin recurrir a la sustancia del contenido (sustancia psico- ser. 28
lógica, por ejemplo), hay que considerar nuevamente los di- Estas dos grandes clases de unidades: Funciones e Indicios,
ferentes niveles de sentido: algunas unidades tienen como corre·· deberían permitir ya una cierta clasificación de los relatos. Algu
lato unidades del mismo nivel; en cambio para saturar otras hay nos relatos son marcadamente funcionales (como los cuentos po--
que pasar a otro nivel. De donde surgen desde un principio dos pulares) y, por el contrario, otros son marcadamente «indiciales''
grandes clases de funciones: las unas distribucionales, las otras (como las novelas «psicológicas»); entre estos dos polos se da
integradoras. Las primeras corresponden a las funciones de Propp, toda una serie de formas intermedias, tributarias de la historia,
retornadas en especial por Bremond, pero que nosotros conside- de la sociedad, del género. Pero esto no es todo: dentro de c:ada
ramos aquí de un modo infinitamente más detallado que estos una de estas dos grandes clases es posible determinar inrnedia-·
autores; a ellas Jeservaremos el nombre de funciones (aunque tamente dos subclases de unidades 11arrativas. Para retomar la
las otras unidades sean también funcionales). Su modelo es clá- clase de las Funciones, digamos que sus unidades no tienen todas
sico a partir del análisis de Tomachevski: la compra de un re- la misma «importancia»; algunas constituyen verdaderos «nu..
vólver tiene como correlato el momento en que se lo utilizará dos» del relato (o de un fragmento del relato); otras no hacen
(y Ri no se lo utiliza, la notación se invierte en signo de veleidad, más que «llenar>> el espacio narrativo que separa las funciones-
etcétera), levantar el auricular tiene como correlato el momento «nudo>>: llamemos a las primeras funciones cardinales (o núcleos)
en que se lo volverá a colgar; la intrusión del loro en la casa de y a las segundas, teniendo en cuenta su naturaleza complemen-
Felicité tiene como correlato el episodio del embalsamamiento, tadora, catálisis. Para que una función sea cardinal, basta que la
de la adoración. etcétera. La segunda gran clase de unidades, acción a la que se refiere abra (o mantenga o cierre ) una al-
de naturaleza integradora, comprende todos los indicios (en el ternativa consecuente para la continuación de la historia, en una
sentido más general de la palabra); 26 la unidad remite entonces, palabra. que inaugure o concluya una incertidumbre; si, en un
no a un acto complementario y consecuente, sino a un concepto fragmento de relato, suena el teléfono, es igualmente posible que
más o menos difuso, pero no obstante necesario al sentido de la se conteste o no, lo que no dejará de encauzar la historia por dos
historia: indicios caracterológicos que conciernen a los persona- vías diferentes. En cambio, entre dos funciones cardinales, siem-
ies, informaciones relativas a su identidad, notaciones de «atmós- pre es posible disponer notaciones subsidiarías que se aglomeran
feras>>, etcétera; la relación de la unidad con su correlato ya no alrededor de un núcleo o del otro .sin modificar su naturaleza al·
es en ton ces distribucional (a menudo varios indicios remiten al ternativa: el espacio que separa a sonó el teléfono de Bond aten-
mismo significado y su orden de aparición en el discurso no es dió puede ser saturado por una multiplicidad de incidentes me-
necesariamente pertinente), sino integradora; para comprender nudos o detalladas descripciones: Bond se dirigió al escritorio,
~<para que sirve» una notación indicional, hay que pasar a un ni- levantó el tubo, dejó el cigarrillo, etcétera. Estas catálisis siguen
vel superior (acciones de los personajes o narración), pues sólo siendo funcionales, en la medida en que entran en correlación
allí se devela el indicio; la potencia administrativa que está de- con un núcleo, pero su funcionalidad es atenuada, unilateral,
trás de Bond, de la que es índice el número de aparatos telefó- Parásita: es porque se trata aquí de una funcionalidaq puramen ..
nicos, no tiene ninguna incidencia sobre la secuencia de acciones te cronológica {se describe lo que separa dos momentos de la
en que Bond se ve comprometido al aceptar la comunicación; historia), mientras que en el lazo que une dos funciones cardi-
sólo adquiere su sentido al nivel df" una tipología general de los nales opera una funcionalidad doble, a la vez cronológica y lógica:
actantes (Bond está del lado del orden): los indicios, por la na- las catálisis no son unidades consecutivas, las funciones cardina··

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les son a la vez consecutiva¡.¡ y consecuentes. Todo hace pensar, el lect,Qr de aprendel' a conocer un carácter, una atmósfera; los
en efecto, que el resorte de la actividad narrativa es la confusión informantes pl'Opm·cionan uu conocimiento ya elaborado; su fun-
misma entre la secuencia y la consecuencia, dado que lo que cionalidad, coruo la de las catálisis, es pues débil, pero no es
viene después es leído en el relato como causado por; en este tltmpoco nula: cualquier sea su «inanidad:. con relación al resto
sentido, el relato sería una aplicación sistemática del error lógico ! •. de la historia, .al informante (por ejemplo, la edad precisa de un
denunciado por la Escolástica bajo la fórmula post hoc, ergo prop- personaje) sirve para autentificar la realidad del referente, para
ter hoc, que bien podría ser la divisa del Destino, de quien el relato enraizar la ficción en lo real: es un operador realista y, a título
no es en suma más que la «lengua»; y esta «fusión» de la lógica de tal, posee una funcionalidad indiscutible, no a nivel de la bis-
y la temporalidad es llevada a cabo por la armazón de las fun- . totia, sino a nivel del discurso. 31
ciones cardinales. Estas funciones pueden ser a primera vista .· Nudos y catálisis, indicios e informantes (una vez más, poco
i muy insignificantes; lo que las constituye no es el espectáculo in1portan los nombres), tales son, pareciera, las primeras clases
¡,
i (la importancia, el volumQ!l, la rareza o la fuerza de la acción · ml' que se pueden distribuir las unidades del nivel funcional. Es
enunciada), e8, si ~ puede decir, el riesgo del relato; entre estos lteCesario completar esta clasificación con dos observaciones. En
polos de alternativa, entre estos c.dispatchers», las catálisis dis- .ppmer luga~, una unidad pue~e pertenecer al mismo tiempo a
ponen zonas dQ, seguridad, descansos, lujos; estos dujos» no son, ~()S clases diferentes: beber whisky (en el hall de un aeropuerto)
sin embarJ(o, inútiles: desde el punto de vista de la historia, hay éS una acción que puede servir de catálisis a la notación ( cardi-
que repetirlo, , la catálisis puede tener una funcionalidad débil ·; nal) de esperar, pero es también y al mismo tiempo el indicio
pero nunca n~: aunque fuera puramente redundante (en rela- , de una cierta atmósfera (modernidad, distensión, recuerdo, etcé-
ción con su núcleo), no por ello participaría menos en la econo- iJ:~~): dicho de otro modo, algunas unidades pueden ser mixtas.
mía del me~saje; pero no es este el caso: una notación, en apa- · esta suerte puede ser posible todo un juego en la economía
riencia expletiva, siempre tiene una función dis<.'Ursiva: acelera, relato; en la novela Goldfinger, Bond, teniendo que investigar
retarda, da npevo impulso al discurso, resume, anticipa a veces cuarto de su adversario, recibe una credencial de su coman-
incluso despista: 29 puesto que lo anotado aparece siempre como : la notación es una pura función (cardinal); en el film,
notable, la catálisis despierta sin cesar la tensión semántica del detalle está cambiando: Bond quita bromeando el juego de
discurso, dice sin cesar: ha habido, va a haber sentido; la fun· a una mucama que no protesta; la notación ya no es sólo
ción .constante de la catálisis es, pues, en toda circunstancia, una es también «indicia!», remite al carácter de Bond (su
f'Wlción fática (para retomq.r la expresión de Jakobson): man- von.ura y su éxito con las mujeres). En segundo lugar, hay
ti~e el coptacto entre el narrador y el lector. Digamos que no destacar (cosa que retomaremos más adelante) que las cua-
,;. fH?8ible ~pJ;imir 'PI núcleo sin alterar la historia, pero que ·ciases de que acabamos de hablar pueden ser sometidas a
.~ es posible suprimir una catálisis sin alterar el discurso. distribución, por lo demás más adecuadas al modelo lingüís-
ltp qulllto a, la segunda gran clase de unidades narrativas (los Las catálisis, los indicios y los informantes tienen en efecto
Indicios), clase integradora, las unidades que allí se encuentran tlna .. &n~"'r común: son expansiones, si se las comprara con nú-
~en en común el no poder ser saturadas (completadas) sino núcleos (como veremos inmediatament.e) constituyen
a .nivel de los personajes o de la narración; forman, pues, parte finitos de términos poco numerosos, están regidos por
de .~ relación paramétrica, 30 cuyo segundo ténnino, implícito, son a la vez necesarios y suficientes; una· vez dada esta
.,.,.CQ.Dtinuo, exUU~sivo a un episodio, un personaje o a toda una otras unidades vienen a rellenarlo según ~n modo de
abra; sin ep1b~o. es posible distinguir indicios propiamente di- tiieraCion en principio infinito; como sabemos, es lo que su-
~9.id¡ue remiten a un carácter, a un sentimiento, a una atmós- con la frase, constituida por proposiciones simples, compli-
5m -(_POr e.iemplo de sospecha), a una filosofía, e informaciones, al infinito mediante duplicaciones, rellenos, encubrimientog,
q.. mrven para identificar, para situar en el tiempo y en el es- : al igual que la frase, el relato es infinitamente catali-
pilpio. Decir que ~nd está. de guardia en una oficina cuya ven- Mallanné conferia una importancia tal a este tipo de es-
t.na abierta deja v,r la luna entre espesas nubes que se deslizan, que con ella elaboró su pOema Jam.ais un coup de dés,
t\8 :.~.: el indicio de una noche de verano tormentosa y esta de-. bien se puede considerar, con sus «nudos:. y sus «vientres»,
du~ón misma constituye un indicio atmosférico que remite al pálabras-riudos::. y sus «palabras-encajeS:» como el blasón
~ma pesado, angustioso de una acción que aún no se conoce. relato, de todo lenguaje.
X. indi~os tieñen, p\les, siempre signifieados implícitos; los in-
ronnantes, por:~ c;:ontrario, no los tienen, al menos al nivel de la
his'l;oria,: son dat()s puros, inmediata.mente significantes. Los in-
diclos implican una actividad de desciframiento: se trata para
18 17

MM.-~.-~-.-..-.-~----~------.a--......-_._._._._...._wm.___,. ___ .
_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ......_"""""'-'f~,.-.,",,l'!o!flo.-Nt'l!..,..,,.,,,\ll<,~\oll~'t.fM¡,Ijo""'"'~~-.......- .......... _"

3. La sintaxi8 funcional. I:IVUU~lUfSJ'-'V, <a "Vt:.lUllU<t:J.Ul> Ut:UIJ,IU et; UHU. llll810ll fetCl.'()fiCIUI
«reahstu, como lo muestra e1 comentario de Propp y es a i,ítnl1;
¿Cómo, según qué «gramática:., se .encadenan un~s f3. ot~s de tal que debe tratarlo l~;t descripci?n estructural. 35
estas diferentes unidades a lo largo del smtagma narra.ttvo? ¿Cua- . . ¿Cuál es, pues, esa lógiCa que se 1mporw a las principales fun.
i' les son las reglas de la combinatoria funcional? Los mformantes ClOnes del relato? Es lo que activamente se trata de establecer
[, y los indicios pueden combinarse libremente entre sí: así sucede, Y .1<? que hasta aquí ha sido más ampliamente debatido. Nos ro~
por ejemplo, con el retrato, que yuxtapone sin co~erción _da~s nut:tremos, pues, a las co~tribucione~ d~ A. J. Greimas, Cl. Bl·eA
1: de estado civil y rasgos caracterológicos. Una relación de. un~h- , . rnond Y T. Tod'?rov, publicadas aqUl m1smo, y que tratan todas
•. 1
cación ~imple une las ca~s y los núcleo~: una ~tálisis Imphca · : , ' ace.~a de: la .lóg1ca de las fun?ones. Tres direcciones principales
de mvestig~c~ón, expues~s ma~ adelante por T. Todorov, se po·
11'

¡:
1

r. necesanamente la existenCia de una función cardmal a la. cual


cone~tarse, pero no.. recfprocamente..En cuan~ a. las funciones ne~ d~ marufiesto. La pnmer~ Vl8 ~Bre~ond) es más propiamente
1¡11¡

:J;; cardmales, eatán umdas por una relaCión de .sobdand~d: una fun- l~Jlca. se tl'!l~ de reconstrwr la smtax1s de los comportamientos
ción de este tipo oblila a otra del mismo tiJ?O .Y rec1pro~ent~. :;' líumanos u~zados por el relato, de volve~ a trazar el trayecto
Debemos detenemos un momento en esta ultima relación: pn· íf ; • l~s «~leccu~nes» a las que tal personaJe, en cada punto de
mero, porque eJia¡ define la armazón II}isma del relato (las ex- '· · ~:: bistona ~sta fatalmente SC?metido 3~ y de sacar así a luz lo
pansiones son suprbniblea, pero los nucleos no), luego porque q(lé se pod~a llamar una lóg¡ca energetica, 37 ya que ella capta
preocupa en ~al a los que tratan de estructur~r el relato. ¡¡ .~ personaJ~S ~n ~1 mome~to en que eli~en actuar. El segundo
Ya hemos señalado que por su e~tructura wsma t;l relato ¡, ~e!o es lmguí~tlco _(Léyi-Strauss, G~Imas): la preocupación
instituía una.eofusión entre la secuenCia y la c~:msecuenc1a, entre ;:; ~Clal de es~a I!lv:esbgación es descubnr en las funciones opo-
el tiempo y Ia./168ica. Esta _ambigüedad c~nsbtuy~ el problema ~~ /llCIOnes paradig~~bcas, las c~les, conforme al principio jakobso-
central de la sintaxis narrativa. ¿Hay detras del tiempo del re- ·4·~Z)~iano de lo «poetico», «se extienden:. a lo largo 61e la trama del
lato una l6Jd.ca intemporal? Este punto d~v_idia aún recientemente ¡;¡t¡?;;~to (veremos! sin emb~rgo, aquí mismo los nuevos desarrollos
a los investipdores. Propp, cuyos análisis, .como se sabe, han l.h.. P !os que Greimas co~ge o completa el paradigmatismo de las
abierto el camino a los estudios act~ales, def!ende absolutame!'te ¡¡;:¿..f~aones) .. La tercera VI~·. esbo~da por Todo~v, es algo dife-
la irreductibilidad del orden cronológ¡co: .el tiempo es, a sus OJOS, t. •:·' ,,te pues mst:aJa el anális1s a mvel de las «acciones:. (es decir,
lo real y, por eeta razón, parece necesano arraigar el cuento ~n . · )lOS persona_Jes). tratando de establecer las reglas por las que
el tiempo. Sin embargo, Aristóteles mismo, a.l op~mer la. t!aged1a /·~ ''¡.-Iato ~ombma, varia y transforma un cierto número de predi-
( definida por la unidad de la acr:ión) a la. histona ( d~fi~1da por ¡: .·.~ básicos. . . , .
la pluralidad de acciones y la umdad de tiempo), atnbUla ya la' .,,,N~ se tr&:ta de eleg¡r entre estas htpotes1s de trabajo, que no
primacía a lo lógico sobre los cro~ol.ógico. 32 Es lC? que hacen to- , ·. nvales sm~ concur~~tes y que por lo demás están hoy en
dos los investigadores actuales (LéVI-Strauss, Gre1mas, Bremond, , .. elaboración. El umco complemento que nos permitiremos
Todorov), todos los cuales podrlan su~c.ribir sin d_uda (au?que¡ r aquí ~on~~me a l~s dimensiones del análisis. Incluso si
divergiendo en otros puntos) la proposiCión de LéVI-Strauss. «el os los mdic10s, los mformantes y las catálisis, quedan to-
orden de sucesión cronológica se reabsorbe en una estructura ma- . en un relato (sobre todo si se trata de una novela y ya
tricial atemporal:.. 33 El análisis actual tiende, !!~ efecto, a «des·, . un cuento) un gra~ número de funciones cardinales; mu-
cronologizar:. el continuo narrativo y a «~log¡cizarlo», a sorne~; , ':no pueden ser m8:JleJadas por los análisis que acabamos de
terlo a lo que Mallarmé llamaba, a propóSito de la lengua fran-¡ .,; Y que han trabaJado hasta hoy con las grandes articula-
cesa tos rayos primitivos de la lógica. 34 O más exactamente -es .,· del relato. Sin embargo, es necesario prever una descrip-
éate' al menos nuestro deseo--, la. ta~a consiste .en llegar a d ... ·lo suficientemente ceñida como para dar cuenta de todas las
una descripción estructural de la tlust?n cronológ¡c~; correspond. des del relato, de sus menores segmentos; las funciones car-
a la lógica narrativa dar cuenta del tu:mpo narrab!o. Se podrl . , , . reco~démoslo, no pueden ser determinadas por su «im-
deeir de otra manera, que la temporalidad no es smo una cla , Cla:t, ~mo sólo por la naturaleza (doblemente implicativa)
te~Jtrudural del relato (del discurso), así como en la lengua: e .. relaciones: un «llamado telefónico:., por fútil que parezca,
thimpo sólo existe en forma de sistema: desde el p~nto de ,Vl8 ,,, .. parte comporta él mismo algunas funciones cardinales
del relato, lo aue nosotros llamamos el tiempo no extste o, !!• m ·, descolgar, hablar, volver a colgar) y por otra parte, to-
nos sólo existe funcionalmente. como elemento ~e un Sis~em · ; en bloque, hay que poder conectarlo, al menos mediati-
~iótico: el tiempo no pertenece al discurso proptamente ~~eh , .·. nte, con las grandes articulaciones de la anécdota. La
sino al referente; el relato y la lengua sólo conocen un tiem '• · a funcional del relato impone una organización de pau-

18 19
sas, cuya unidad de base no puede ser más que un pequeño grupo en un nombre, la secuencia misma constituye una unidad nueva,
de funciones que llamaremos aquí (siguiendo a Cl. Bremond) una pronta a funcionar como el simple término de otra secuencia más
secuencia. Una secuencia es una sucesión lógica de núcleos unidos amplia. He aquí una microsecuencia: tender la mano, aptetarla,
entre sí por una relación de solidaridad: 38 la secuencia se inicia soltarla; este Saludo se vuelve una simple función: por una par-
cuando uno de sus términos no tiene antecedente solidario y se te, asume el papel de un indicio (blandura de du Pont y repug-
cierra cuando otro de sus términos ya no tiene oonsecuente. Para ·nancia de Bond) y, por otra parte, constituye globalmente el
tomar un ejemplo intencionalmente fútil, pedir una consumición, término de una secuencia más amplia, designada Encuentro, cu-
recibirla, consumirla, pagarla: estas diferentes funciones consti- !! yos otros términos (acercarse, detenerse, interpelación, saludo,
tuyen una secuencia evidentemente cerrada, pues no es posible }! instalación) pueden ser ellos mismos microsecuencias. Toda una
hacer preceder el pedido o hacer seguir el pago sin salir del con- •¡ . red de subrogaciones estructura así al relato desde las más pe·
junto homogéneo «Consumición». La secuencia es, en efecto, 1:~ :; .queñas matrices a las mayores funciones. Se trata, por cierto, de
siempre nombrable. · Al determinar las grandes funciones del
cuento, Propp y luego Bremond, ya se han visto llevados a nom-
¡¡.:: una jerarquía que sigue. pertenecien~o al nivel fun~ional: s?lo
,¡ .. ···, .tuando el relato ha podtdo ser amphado, por sucestvas media-
brarlas (Fraude, Traición, Lucha, Contrato, Seducción, etc.) ; la ;, . , ciones, desde el cigarrillo de du Pont hasta el combate de Bond
operación nominativa es igualmente inevitable para las secuen- ;¡ :eontra Goldfinger, el análisis funcional está concluido: la pirá-
cias fútiles, que podríamos llamar «microsecuencias», las que for- i,': )nide de las funciones toca entonces el nivel siguiente (el de las
man a menudo el grano más fino del tejido narrativo. Estas no- " 'Acciones), hay, pues, a la vez, una sintaxis interior a la secuencia
minaciones ¿son únicamente del resorte del analista? Dicho de · :iy una sintaxis (subrogante) de las secuencias entre sí. El primer
otro modo, ¿son puramente metalingüfstica? Lo son sin duda, , ; :episodio de Golfinger adquiere de este modo un sentido «este-
puesto que se refieren al código del relato, pero es posible imaginar ¡-:. . ·. ·d:lático,. :
que forman parte de un metalenguaje interior al lector (al oyen-
te) mismo, el cual capta toda sucesión lógica de acciones como Requerimiento A !luda
un todo nominal: leer es nombrar; escuchar no es sólo percibir un -1
lenguaje, sino también construirlo. Los títulos de secuencia son ,- ... 1 1 ~--r-1
bastante análogos a estas palabras-cobertura ( cover-words) de Encuentro Solicitud Contrato VigHancia Captura Castigo
las máquinas de traducir que cubren de una manera aceptable 1
una gran variedad de sentidos y de matices. La lengua del relato,
que está en nosotros, comporta de manera inmediata estas rú-
bricas esenciales: la lógica cerrada que estructura una secuencia
está indisolublemente ligada a su nombre: toda función que inau-
gura una seducción impone desde su aparición, en el nombre que
hace surgir, el proceso entero de la seducción, tal como lo hemos etcétera
aprendido de todos los relatos que han formado en nosotros la
lengua del relato.
Cualquiera sea su poca importancia, al estar compuesta por Esta representación es evidentemente analítica. El lector per-
un pequeño número de núcleos (es decir, de hecho, de «dispat- una sucesión lineal de términos. Pero lo que hay que hacer
chers:.), la secuencia comporta siempre momentos de riesgo y es que los términos de varias secuencias pueden muy bien
esto es lo que justifica su análisis: podria parecer irrisorio cons- unos en otros: una secuencia no ha concluido cuando
tituir en secuencia la sucesión ló~ica de los pequeños actos que puede surgir el ténnino inicial de una nueva
componen el ofrecimiento de un cigarrillo (ofrecer, aceptar, pren- las secuencias se desplazan en contrapuntos; 40 fun-
der, fumar); pero es que precisamente en cada uno de estos pun- la estructura del relato tiene forma de «fuga•: por
tos es posible una alternativa y, por lo tanto, una libertad de relato «se sostiene» a la vez que «se prolonga:.. La im-
sentido: du Pont, el comanditario de James Bond, le ofrece fuego Ricación de las secuencias no puede, en efecto, cesar, dentro de
con su encendedor, pero Bond rehusa; el sentido de esta bifur- misma obra, por un fenómeno de ruptura radical, a menos
cación es que Bond teme instintivamente que el adminiculo en- los pocos bloques (o «estemas») estancos que, en este caso
cierre una trampa.39 La secuencia es. pues, si se quiere, una unidad · componen, sean de algún modo recuperados al nivel superior
lógica amenazada: es lo que la .iustifica a mínimo. Pero también las Acciones (de los personajes): Goldfinger está compuesto
está fundada a máximo: encerrada en sus funciones, subsumida tres episodios funcionalmente independiente, pues sus este-
20
21
-·-· .
-·---~·-----·- ------~- . . . _. . . ""'~ü~·~·~·

'¡¡1'

mas funcionales dejan por dos veces de comunicarse: no hay son muy numerosos, no pueden ser ni descritos ni clasificados
ninguna relación de secuencia entre el episodio de la piscina y en términos de «personas», ya se considere a la «persona» co-
1,
el de Fort-K.no:x; pero subsiste una relación actancial, pues los mo una forma puramente histórica, restringida a ciertos géneros
personajes (y por consiguiente, la estructura de sus relaciones) (por cierto, los que más conocemos) y que, en consecuencia, haya
'1"''
son los mismos. Reconocemos aquí a la epopeya («conjunto de que exceptuar el caso, amplísimo de todos los relatos (cuentos
fábulas múltiples•) : la epopeya es un relato quebrado en el pla- populares, textos contemporáneos) que comportan agentes, pero
i\, no funcional pero unitario en el plano actancial (esto puede ve- no personas; ya sea que se sostenga que la «persona» nunca
rificarse en la Odisea o en el teatro de Brecht). Hay, pues, que es más que una racionalización crítica impuesta por nuestra
coronar el nivel de las funciones (que proporciona la mayor parte é~ a simples agentes narrativos. El análisis estructural, muy
del sistema nanativo) con un nivel superior, del que, a través de ~uidadoso de no definir al personaje en términos de esencia
mediaciones, las unidades del primer nivel extraigan su sentido, ;psicológica, se ha esforzado hasta hoy, a través de diversas hipó-
,lli' y que es el nivel de las Acciones. .:~s, cuyo eco encontraremos en algunas de las contribuciones
l :., que siguen, en definir al personaje no como un «ser•, sino como
1
'l'i
:¡¡li ·''Un «participante». Para Cl. Bremond, cada personaje puede ser
'1'''
'¡ '
¡,¡ III. LAS ACCIONES ~1 agente de secuencias de acciones que le son propias (Fraude,
1~ :&ducción); cuando una misma secuencia implica dos personajes
t'~ l. Hacia una posición estructural de los personajes. · es el caso normal), la secuencia comporta dos perspectivas
1
J111; se prefiere, dos nombres (lo que es Fraude para uno, es
~¡.·
~: En la Poética aristotélica, la noción de personaje es secun-
daria y está enteramente sometida a la noción de acción: puede
''Mnllaño para el otro) ; en suma, cada personaje, incluso secun-
es el héroe de su propia secuencia. T. Todorov, analizando
11''
1'
1 ,¡¡ haber fábulas sin «caracteres», dice Aristóteles, pero no podría novela «psicológica» (Les üaisons dangereuses) (Las Rela·
~~
,,, haber caracteres sin fábula. Este enfoque ha sido retomado por peligrosas) parte, no de los personajes-personas, sino de
los teóricos clásicos (Vossius). Más tarde, el personaje, que hasta tres grandes relaciones en las que ellos pueden comprome-
1'~~
'1'1
,¡¡ ese momento no era más que un nombre, el agente de una y que llama predicados de base (amor, comunicación, ayu-
ill acción, 41 tomó una consistencia psicológica y pasó a ser un in· estas relaciones son sometidas por el análisis a dos clases
':1 dividuo, una «persona», en una palabra, un «ser, plenamente : de derivación cuando se trata de dar cuenta de otras
1¡11 constituido, aun cuando no hiciera nada y, desde ya, incluso an- laciones y de acción cuando se trata de describir la transfor-
\ estas relaciones a lo largo de la historia: hay muchos
tes de actuar; 42 el personaje ha dejado de estar subordinado a
'1111'11
la acción, ha encamado de golpe una esencia psicológica; estas IPUIUlJt:lt en Les liaisons dangereuses, pero «lo que se dice de
11
lt,1¡1 esencias podían ser sometidas a un inventario cuya forma más (sus predicados) se deja clasificar. Finalmente, A. J. Grei-
1·' pura ha sido la lista de los «tipos» del teatro burgués (la coqueta, propuso describir y clasificar los personajes del relato, no
! el padre noble, etc.). Desde su aparición, el análisis estructural lo que son. sino según lo que hacen (de allí su nombre de
~~1,1 se resistió fuertemente a tratar al personaje como a una esencia, , en la medida en que participen de tres grandes ejes
aunque más no fuera para clasificarla; como lo recuerda aquí T. que por lo demás encontramos en la frase (sujeto,
Todorov, Tomachevski llegó hasta negar al personaje toda im- complemento de atribución, complemento circunstancial)
portancia narrativa, punto de vista que· luego atenuó. Sin llegar son la comunicación, el deseo (o la búsqueda) y la prue-
a retirar los personajes del análisis, Propp los redujo a una ti- como esta participación se ordena por parejas, también el
pología simple fundada, no en la psicología, sino en la unidad infinito de los personajes está sometido a una estructura
de las acciones que el relato les impartía (Dador del objeto má- lfllOlgmática (Sujeto/Objeto, Donante/Destinatario, Ayudante/
gico, Ayuda, Malo, etc.). proyectada a lo largo del relato; y como el actante de-
A partir de Propp, el personaje no deja de plantear al análisis una clase, puede ser cubierto por actores diferentes, movili-
estructural del relato el mismo problema: por una parte, los per- según reglas de multiplicación, de sustitución o de ca-
sonajes (cualquiera sea el nombre con que se los designe: dra·
matis personae o actantes) constituyen un plano de descripción tres concepciones tienen muchos puntos en común. El
necesario, fuera del cual las pequeñas «acciones» narradas dejan es necesario repetirlo, es definir el personaje por su par-
de ser inteligibles, de modo que se puede decir con razón que no en una esfera de acciones, siendo esas esferas poco nu-
existe en el mundo un solo relato sin «pel'I!IOnajet!l» 43 o, al me- típicas, clasificables; por esto hemos llamado aquí al
nos, sin «agentes»; pero, por otra parte, estos «agentes», que nivel de descripción, aunque sea el de los personajes,

22 23
--- .... ,___,___ • .... - -.............-.---..-"")/.......... ......
~ J~.-- ............. ...-......
~

nivel de las Acciones: esta palabra no debe, pues, ser interpre·· misma esl:.rud ura simbólica que encontrarnos en la lcng·ua y l'm
tada acá en el sentido de los pequefíos actos que forman el tejido el relato: también el juego es una frase.47 Si, pues, conset>vamoB
del primer nivel, sino en el s~mtido de las grandes articulaciones una clase privilegiada de actores (el sujeto de la búsqueda, del
de la praxis (desear, comunicar, luchar). deseo, de la acción), es al menos necesario flexibilizarla sorne--
tiendo a este actante a las categorías mismas de la persona, no
psicológica sino gramatical: una vez más, habrá que acercarse
2. El problema del sujeto. a la lingüística para poder describir y clasificar la instancia perso--
nal (yo/tú) o apersonal (él) singular, dual o plural de la acción.
Los problemas planteados por una clasifi<:ación de los perso· Serán --quizá-- las categorías gramaticales de la persona (acce--
najes del relato no están aun bien resueltos. Por cierto hay coin- .;¡ sibles en nuestros pronombres) las que den la clave del nivel
cidencias acerca de que los innumerables personajes del relato 1', «acciona!». Pero como estas categorías no pueden definirse sino
pueden ser sometidos a reglas de sustitución y que, aun dentro de ~ l?or relación con la i.nstancia del disc~.trso, y no c~n la de ~a rea-
una obra, una misma figura puede absorber personajes diferen- l; lidad,48 los personaJes, en tanto umdades del mvel «acciOna!»,
tes;45 por otra parte, el modelo actancial propuesto por Greimas t -sólo adquieren su sentido (su inteligibilidad) si se los integra al
(y retomado desde una perspectiva diferente por Todorov) parece ;:, tercer nivel de la descripción, que Uamaremos aquí nivel de la
sin duda resistir a la prueba de un gran número de relatos: como Narración (por oposición a las Funciones y a las Acciones).
todo modelo estructural ·vale menos por su forma canónica (una
matriz de seis actantes) que por las transformaciones reguladas
(carencias, confusiones, duplicaciones, sustituciones), a las que tV. LA NARRACION
se presta, permitiéndonos así esperar una tipología actancial de
Jos relatos;46 sin embargo, cuando la matriz tiene un buen poder l. La comuntcación narrativa.
clasificador (como en el caso de los actantes de Greimas), da
cuenta insuficientemente de la multiplicidad de las participacio- · :,, Así como existe, en el interior del relato, una gran función
nes en cuanto éstas son analizadas en términos de perspectivas; y ::de intercambio (repartida entre un dador y un beneficiario), tam-
cuando estas perspectivas son respetadas (en la descripción de 'Jñén, homológicamente, el relato como objeto es lo que se juega
Bremond), el sistema de los personajes resulta demasiado parce- 'AQl una comunicación: hay un dador del relato y hay un desti-
lado; la reducción propuesta por Todorov evita ambos escollos, ...., · ·o del relato. Como sabemos, en la comunicación lingüística,
pero hasta ese momento recae solamente sobre un único relato. tú se presuponen absolutamente uno al otro; del mismo
Pareciera que todo esto puede ser armonizado rápidamente. La no puede haber relato sin narrador y sin oyente (o lector).
verdadera dificultad planteada por la clasificación de los perso- es quizá, trivial y, no obstante, está aun mal explotado. Cier-
najes es la ubicación (y, por lo tanto, la existencia) del sujeto te, el papel del emisor ha sido abundantemente parafra-
en toda matriz actancial, cualquiera sea su fórmula. ¿Quién es el (se estudia al «autor» de una novela sin preguntarse, por
sujeto (el héroe) de un relato? ¿Hay o no hay una clase privile- demás, si él es realmente el «narrador»), pero cuando pasamos
giada de actores? Nuestra novela nos ha habituado a acentuar lector, la teoría literaria es mucho más púdica. De hecho, el
de una u otra manera, a veces retorcida (negativa) a un perso- troblema no consiste en analizar introspectivamente los motivos
naje entre otros. Pero el privilegio está lejos de cubrir toda la narrador ni los efectos que la narración produce sobre el lec-
literatura narrativa. Así, muchos relatos enfrentan, alrededor de sino en describir el código a través del cual se otorga signi- ·
un objeto en disputa, a dos adversarios, cuyas «acciones» son al narrador y al lector a lo largo del relato mismo. Los
así igualadas; el sujeto es entonces verdaderamente doble sin que del narrador parecen a primera vista más visibles y más
se lo pueda reducir por sustitución; es esta incluso, quizás, una llmerosos que los signos del lector (un relato dice más a menu-
forma arcaica corriente, como si el relato, a la manera de ciertas ue tú); en realidad, los segundos son simplemente más
lenguas, hubiera conocido también él un duelo de personas. Este *'>reídos que los primeros; así cada vez que el narrador, dejan-
duelo es tanto más interesante cuanto q1,1e relaciona el relato de «representar», narra hechos que conoce perfectamente pero
con la estructura de ciertos juegos (muy modernos) en los que el lector ignora, se produce, por carencia de significación, un
dos adversarios iguales desean conquistar un objeto puesto en cir- de lectura, pues no tendría sentido que el narrador se diera
culación por un árbitro; este esquema recuerda a la matriz actan- mismo una información: Leo era el patrón de esta «boite», 49
cial propuesta por Greimas, lo que no puede asombramos si acep- dice una novela en primera persona: esto es un signo del lec-
tamos que el juego, siendo un lenguaje, también depende de la cercano a lo que Jakobson llama la función conativa de la

24 25
·---···~·~--··--.-...... -·--· .....•. .
--~-~....-.. ·-·--~-~,.···"'~·.

comunicación. Dado que carecemos de inventario, deja1·cmos por él al yo: en tanto esta operación no provoque ninguna otra alte.,
ahora de lado los signos de la recepción (aunque son igualmente ración del discurso salvo el cambio mismo de los pronombres gra-
importantes), para decir una palabra acerca de los signos de la ·maticales, es seguro que permanecemos en un sistema de la per-
narración. 60 sona: todo el comienzo de Goldfinger, aunque escrito en tercera
¿Quién es el dador del relato? Hasta aquí parecen haberse ·persona, de hecho está dicho por James Bond; para que la ins-
enunciado tres concepciones. La primera considera que el relato tancia cambie, es necesario que el «rewriting:. se vuelva imposí-
es emitido por una persona (en el sentido plenamente psicológico . ble; así la frase: «vio un hombre de unos cincuenta Años de as-
del término); esta persona tienen un nombre, es el autor, en pecto todavía joven, etc.», es perfectamente personal, a pesar
quien se mezclan sin cetiar la «personalidad» y el arte de un in- (Je él («Yo, James Bond, vi, etc.»), pero el enunciado narrativo
dividuo perfectamente identificado, que periódicamente toma la (él tintineo del hielo contra el vaso pareció dar a Bond una
pluma para escribir una historia: el relato (en particular la no- bl'Usca inspiración» no puede ser personal a causa del verbo «pa-
vela) no es entonces más que la expresión de un yo extepor a ; reter» que se vuelve signo de apersonal (y no él). Es cierto que
ella. La segunda concepción hace del narrador una suerte de ·j,:elr·apersonal es el modo tradicional del relato dado que la lengua
conciencia total, aparentemente impersonal, que emite la historia , ,~btr elaborado todo un· sistema temporal propio del relato ( articu-
desde un punto de vista superior, el de Dios!ill : el narrador es a la .,;;tado sobre el aoristo) ,54 destinado a suprimir el presente de quien
vez interior a sus personajes (puesto que sabe todo lo que suce- :*;habla: «En el relato, dice Benveniste, nadie habla». Sin embargo,
de en ellos) y exterior (puesto que jamás se identifica con uno temporal (bajo formas más o menos disimuladas)
más que con otro). La tercera concepción, la más reciente (Henry poco a poco al relato siendo contada la narración en
James, Sartre) señala que el narrador debe limitar su relato et nunc de la locución (definición del sistema personal) ;
a lo que pueden observar o saber los personajes: todo sucede .t: ••~mos hoy a muchos relatos, y los más corrientes, mezclar a un
como si cada persona fuera a su vez el emisor del relato. Estas extremadamente rápido, incluso en los límites de una mis-
tres concepciones son igualmente molestas en la medida en que frase, el personal y el apersonal; como por ejemplo esta frase
las tres parecen ver en el narrador y en los personajes, personas Goldfinger:
reales, «vivas:. (es conocida la indefectible fuerza de este mito
111111 literario), como si el relato se determinara originalmente en su 'Ojos
nivel referencial (se trata de concepciones igualmente «realis- personal
111
'azulado
1

tas:.). Ahora bien, al menos desde nuestro punto de vista, narra- ' apersonal
11
dor y personajes son esencialmente «seres de papeh; el autor fijos en los de du Pont que no sabía
(material) de un relato no puede confundirse para nada con el actitud adoptar personal
narrador de ese relato; 52 los signos del narrador son inmanentes, mirada fija encerraba una mezcla de candor,
al relato y, por lo tanto, perfectamente accesibles a un análisis ironía y de menosprecio por sí mismo
semiológico; pero para decidir que el autor mismo (ya se expon.. ' apersonal
ga, se oculte o se borre) dispone de «Signos» que diseminaría en mezcla de sistemas se siente evidentemente como un recur·
su obra, es necesario suponer entre la «persona» y su . Este recurso, exagerado, puede llegar a utilizarse
una relación signalética que haría del autor un sujeto pleno : una novela policial de Agatha Christie (Las cinco y
del relato la expresión instrumental de esta plenitud: a lo ) sólo manti~ne el enigma porque engaña sobre la
no' puede resolverse el análisis estructural: quien habla (en la narración: un personaje es descrito desde dentro,
relato) no es quien escribe (en la vida) y quien escribe i:truando es ya el criminal55: todo sucede como si en una mis-
qt~Mn existe.m hubiera una conciencia de testigo, inmanente al dis-
. Dé hecho, la narración propiamente dicha (o código del una conciencia de criminal, inmanente a lo referido: sólo
rrl.dor) no conote, como por otra parte tampoco la lengua, , _uete, abwdvo de ambos sistemas permite el enigma. Es
dOf,elstemas de signos: personal y apersonal; estos dos · · - ~"' ible, pues, que en el otro polo de la literatura se haga
Jt~}.!Uentan forzosamente marcas lingüísticas que aluuan del sistema elegido una condición necesaria de la obra;
perscJbli (yo) y a la no-persona (él) ; puede haber, por ejemol« siempre se pueda, sin embargo, respetarlo hasta el final.
~.·o al menos episodios, escritos en tercera persona y rigor --buscado por ciertos sistemas contemporáneos--
~a verdadera es, no obstante, la primera persona. ;, forzosamente un imperativo estético; lo que se llama una
decidir en este easo? Basta «rewriter:. el relato (o el pasaje) psicológica está extraordinariamente marcada por una mez-
ambos sistemas, movilizando sucesivamente los signos de
26
27
11:

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- - ---------·----'"''"~'~"""'--·~··· .......~... -·~-·'·'"'....,'•'•--.i"""'"''
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la no persona y de la persona; la «psicología» no puede, en efecto, relat?, en tanto relato, trasciende sus contenidos y sm·. tonrum
~¡:i:l
1

¡·J'
·---paradójicamente-- confmma1·se con un puro sistema de la per- propiamente narrativas (funciones y acciones). Esto explica que
·1'1 sona, pues al referir todo el relato sólo a la instancia del discurso, ¡ • el códico «narracional» sea el último nivel que pueda alcanztu
i~
1

1¡1 1 1
o si se prefiere al acto de locución, queda amenazado el cante- .rt:uestro análisis sin correr el riesgo de salirse del objeto-relato,
i 1 1' ' ~ !''
¡ nido mismo de la persona: la persona psicológica (de orden re- . es decir, sin transgredir la regla de inmanencia que está en su
1111il

:;::1• 1
ferencial) no tiene relación alguna con la persona lingüística, la . · ~e. La narración no puede, en efecto, recibir su sentido sino
11
¡,.11
.,i¡l!l' cual nunca es definida por disposiciones, intenciones o rasgos, sino i del mundo que la utiliza: más allá del nivel «narracional» co··
Ji'¡[''''
l¡li:l
sólo por su ubicación (codificada) en el discurso. Es de esta per· Jriienza el mundo, es decir, otros sistemas (sociales, económicos,
1

sana formal de la que hoy nos esforzamos en hablar; se trata de . : ~deológicos), cuyos términos. ya no son sólo los relatos, sino ele-
li.:l!;!l:i' una subversión importante (incluso el público tiene la impresión :;. rllentos de otra sustancia (hechos históricos, determinaciones,
1'' de que ya no se escriben «novelas») pues se propone hacer pasar i; Comportamientos, etc.). Así como la lingüística se detiene en la
! 1'!;~ 1
1
1

\~~':: trase, el análisis del relato se detiene en el discurso: inmediata ..


1
l/1' 1'
¡11/li¡l: el relato, del orden de la pura constatación (que ocupaba hasta
'1 ¡,;, hoy) al orden performativo, según el cual el sentido de una pa- ::: ·' .~ente después hay que pasar a otra semiótica. La lingüística
li'.li'''1 labra es el acto mismo que la profiere: 56 hoy, escribir no es «con- ·.cOnoce este tipo de fronteras, que ya ha postulado -ei no explo-
'!1111' '
tar:., es decir que se cuenta, y remitir todo el referente («lo que se !l • rada-- con el nombre de situación. Halliday define la «Situa··
'·11¡1
1¡¡ i' dice:.) a este acto de locución; es por esto que una parte de la Ir '~~» (en relación a una frase) como el conjunto de hechos }in-
¡/::!:: literatura contemporánea ya no es descriptiva sino transitiva y Ji, gUfsticos no asociados; 60 Prieto, como «el conjunto de los hechos
·¡'l'ilr se esfuerza por realizar en la palabra un presente tan puro que ~ .;·.~•.. .·.·.·. .co
. . .nacidos por el receptor en el momento del acto sémico e inde-
. 1' todo el discurso se. identifica con .el acto que lo c:rea, siendo así :-;~·:.~dientemente ~e éBU:»· 61 Se pue~e d~!r, del mismo modo, que
1[,1!
1f¡i,; todo el logos reducido --o entendido-- a una lexl8.5., ¡, .• .¡1',~0 relato es tr1butano de una «Situacwn del relato», conjunto
l
11·¡1, ;:~.~protocolos según los ?uales es ~onsu!DÍdo el ;{elato. En las SO··
':tledades llamadas «arcaicas», la situación del relato está fuerte-
l¡¡iljli 2. La situación del relato. codificada; en cambio, en nuestros días, sólo la literatura
Til vanguardia piensa aún en protocolos de lectura, espectacula-
11
11111
El nivel «narracionab está pues, constituido por los signos de en Mallarmé, quien quería que el libro fuera recitado en público
la narratividad, el conjunto de operadores que reintegran funcio- una combinatoria precisa, tipográficos en Butor que trata
nes y acciones en la comunicación narrativa articulada sobre su ..,.,mpañar al libro con sus propios signos. Pero, corrientemen-
l!i dador y su destinatario. Algunos de estos signos ya han sido
estudiados: en las literaturas orales se conocen algunos códigos
nuestra sociedad escamotea lo más cuidadosamente posible la
~ficación de la situación de relato: ya no es posible encontrar
1/ilill:l
de recitación ( f6nnulas lJ}étricas, protocolos convencionales de pre- ·procedimientos de narración que intentan naturalizar el relato
sentación), y se sabe que el «autor:. no es el que inventa las más fingiéndole una causa natural y, si se puede decir,
iJI'I\1 hennosas historias, sino el que maneja mejor el código cuyo uso urandolo»: novelas epistolares, manuS<íritos pretendida-
¡¡:1::: comparte con los oyentes: en estas literaturas, el nivel «narracio- autor que se ha encontrado.' con el narrador,
1 :rl/;1 nal:. es tan nítido, sus reglas tan imperativas, que es difícil con- um.:um su historia antes de la presentación del reparto.
¡1,:11,
1¡\!;[1¡
cebir un «cuento:. privado de los signos codificados del relato aversión a exhibir sus códigos caracteriza a la sociedad bur-
¡1' ~ 11
J ¡
(«había úne ven, etc.). En nuestras literaturas escritas, han sido· y a la cultura de masas que ha producido: una y otra ne-
1'1
1¡;¡1
fijadas muy tempranamente las «fonnas del discurso:. (que son signos que no tengan aparencia de tales. Esto no es, sin
1
'111
de hecho signos de narratividad) : clasificación de los modos de si se puede decir, niás que un epifenómeno estructural:
[¡:¡¡¡¡/
intervención del autor, esbozada por Platón y retomada por Dió- u:muuar, por rutinario que sea hoy el hecho de abrir una no··
[11
medes,58 codificación de los comienzos y los finales de los relatos, diario o de encender la televisión, nada puede impedir
definición de los diferentes estilos de representación (la oratio actor modesto instale en nosotros de un golpe e íntegra-
1'
directa, la oratio indirecta, con sus inquit, la oratio tecta), 59 es- código narrativo que vamos a necesitar. El nivel «na-
tudio de los cpuntos de vista», etc. Todos estos elementos for- » tiene, asf, un papel ambiguo: siendo contiguo a la
¡rl'j'·' man parte del nivel «narradonah, a los que hay que agregar~ de relato (y aun a veces incluyéndola) se abre al mundo,
¡1'" evidentemente, la escritura en su conjunto, pues su función no et1 ue el relato se deshace (se consume); pero, al mismo tiem-
¡::¡¡ «transmitir» el relato sino exponerlo. . coronar Jos niveles anteriores, cierra el relato y lo consti-
Es, en efecto, en una exposición del relato donde van a int;e.. definitivamente como palabra de una lengua que prevé e
l:il: grarse las unidades de los niveles 1nferiores: la forma última del au propio metalenguaje. 62.
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28 29
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V. EL SISTEMA DEL RELATO 11
su sentido final: la unidad está «apresada» por todo el relato,
.1 pero también el relato sólo «Se sostiene» por la distorsión y la
La lengua propiamente dicha puede ser definida por el con- 1!
\1
irradiación de sus unidades.
curso de dos procesos fundamentales: la articulación o segmenta- 1'
;! La distorsión generalizada da a la lengua del relato su sello
ción que produce unidades (es la forma, según Benveniste) y la propio: fenómeno de pura lógica, puesto que está basada en una
integración que reúne estas unidades en unidades de una orden relación, a menudo lejana, y que provoca una suerte de confianza
superior (es el sentido). Este doble proceso lo encontramos en la en la memoria intelectiva, sustituye sin cesar la copia pura y
lengua del relato;. ésta también conoce una articulación y una simple de los acontecimientos relatados por su sentido; según
integración, una fonna y un sentido. la «vida», es poco probable que en un encuentro, el hecho de
·sentarse no siga inmediatamente a la invitación a ubicarse; en el
relato, estas unidades, contiguas desde un punto de vista mimé-
l. Distorsión y expansión. tico, pueden estar separadas por una larga sucesión de insercio-
• .nes que pertenecen ·a esferas funcionales completamente diferen-
La forma del relato está esencialmente caracterizada por dos tes: así se establece una suerte de tiempo lógico, que tiene poca
poderes: el de distender sus signos a lo largo de la historia y 1 ~ción con el tiempo real, aunque la pulverización aparente de
el de insertar en estas distorsiones expansiones imprevisibles. Es- ::las unidades sea siempre mantenida con firmeza por la lógica que
tos dos poderes parecen como libertades; pero lo propio del relato ·:.--e los núcleos de la secuencia. El «suspenso» evidentemente no
es precisamente incluir estos «desvíos:. en su lengua.63 más que una forma privilegiada o, si se prefiere, exasperada de
La distorsión de los signos existe en la lengua, donde Bally la distorsión: por una parte, al mantener una secuencia abierta
estudia, a propósito del francés y del alemán; 64 hay distaxia en ~mediante procedimientos enfáticos de retardamiento y de reac-
la medida en que los signos (de un mensaje) ya no están simple- 'f:·,,:f.ivar.ión), refuerza el contacto con el lector (el oyente) y asume
mente yuxtapuestos, en la medida en que la linealidad (lógica) función manifiestamente fática; y, por otra parte, le ofrece
se ve alterada (si el predicado precede, por ejemplo, al su.ieto). ·amenaza de una secuencia incumplida, de un paradigma abierto
Una forma notable de la distaxia se da cuando las partes de un como nosotros creemos, toda secuencia tiene dos polos), es
mismo signo son separadas por otros signos a lo largo de la ca- de una confusión lógica, y es esta confusión la que se con-
dena del mensaje (por ejemplo, la expresión negativa ni siquiera y con angustia y placer (tanto más cuanto que al final siem-
el verbo mantenerse firme en la expresión ni firme siquiera se man- es reparada) ; el «Suspenso» es pues un juego con la estruc--
tuvo) : al ~star fracturado el signo, su significado se reparte en destinado, si se puede decir, a arriesgarla y a glorificarla:
varios significantes, distantes unos de otros y cada uno de los un verdadero «thrilling» de lo inteligible: al represen- 1

cuales es incomprensible tomado independientemente. Ya lo he- el orden (y ya no la serie) en su fragilidad, realiza la idea
mos visto a propósito del nivel funcional y es exactamertte lo mis- de la lengua: lo que aparece como lo más patético es taro-
mo que sucede en el relato: las unidades de una secuencia, aunque lo más intelectual: el «suspenso» atrapa por el «ingenio:. y
forman un todo a nivel de esta secuenda misma, pueden ser se- por la «emoción».66
paradas unas de otras por la inserción de unidades que provienen Lo que puede ser separado también puede ser conectado. Dis-
de otras secuencias: como ya dijimos, la estructura del nivel fun- tmdidos, los núcleos f~ci(>nales presentan espacios intercalares
cional tiene forma de duga~.65 ·pueden ser colmados casi infinitamente; se pueden llenar los
Según la tenninolo~ía de Bally, quien opone las lenguas sin- p;ersticios con. un número muy grande de catálisis; sin embar-
téticas en que predomina la distaxia (tomo en el alemán) a las aquf puede intervenir una nueva tipologia, pues la libertad
lenguas analíticas que resoetan más la linealidad lógica y la no- catálisis puede ser regulada según el contenido de las funcio-
mosemia (como el francés), el relato sería una lengua fuerte- (algunas funciones están mejor expuestas que otras a la catá-
mente sintética, basada esencialmente P-n una sintaxis de encasta- la Espera, por ejemplo),67 y según la sustancia del relato

~
miento& y de desarrollo: cada punto del relato irradia en varias escritura tiene posibilidades de diéresis -y, por lo tanto de
direcciones a la vez: cuando ,James Bond pide un whisky espe- ltálisis-- muy superiores a las del film: se puede «cortan un
rando el avión, este whisky. como indicio, tiene un valor polisé- , , _ relatado más fácilmente que el mismo gesto visualizado) .68
mioo, es una especie de nudo simbólico que reúne varios shmifi- poder catalítico del relato tiene como corolario su poder elíp-
cados t modernidad. rioueza; ocio) ; pero como unidad funcional, Por un lado, una función (se sirvió una comida sustancial)
1111¡ el pedido del whisky debe recorrer en sucesivas etapas, numero- economizar todas las catálisis virtuales que encierra (el
.:1
sos estadios (consumición, espera, partida, etc.), para alcanzar de la comida) ;69 por otro lado, es posible reducir una se-

30 31
----·-----·---~-----·--····---·-------···-·-··--·····-····--···--· .•

cuencia a sus núcleos y una jerarquía de secuencias a sus térmi- dor) da su isotopía a las unidades del nivel inferior y le impide
nos superiores, sin alterar el sentido de la historia: un relato al sentido oscilar -1o que no dejaría de producirse si no perci-
puede ser identificado, aun si se reduce su sintagma total a los biéramos el desajuste de los niveles-. Sin embargo, la integra-
actantes y a sus grandes funciones, tales como resultan de la ción narrativa no se presenta de un modo serenamente regular,
¡'1¡ asunción progresiva de las unidades funcionales. 70 Dicho de otro como una bella arquitectura que condujera por pasajes simétricos
.1 ,,
'11,
modo, el relato se presta al resumen (lo que antes se llamaba el de una infinidad de elementos simples a algunas masas comple-
argumento). A primera vista, esto sucede con todo discurso; pero . jas; muy a menudo una misma unidad puede tener dos correlatos,
,, cada discurso tiene su tipo de resumen; como el poema lírico, por i .uno en un nivel (función de una secuencia) y el otro en otro
!1
ill, ejemplo, no es sino la amplia metáfora de un solo significado, 71 · 1 nivel (indicio que remite a un actante); el relato se presenta así
resumirlo es dar este significado y la operación es tan drástica que COJnO una sucesión de elementos mediatos e inmediatos, fuerte-
desvanece la identidad del poema (resumidos, los poemas lfricos J'Dente imbricados; la distaxia orienta una lectura «horizontal»,
se reducen a los significados Amor y Muerte) : de allí la convic- jiero la integración le superpone una lectura «Vertical», hay una
ción de que es imposible resumir un poema. Por el contrario, el iúerte de «cojear estructural», como un juego incesante de poten-
resumen del relato (si se hace según criterios estructurales) man- éiales cuyas caídas variadas dan al relato su «tono::. o su ener-
tiene la individualidad del mensaje. En otras palabras, el relato gfa: cada unidad es percibida en su aflorar y en su profundidad
es trasladable (traducible), sin perjuicio fundamental: lo que no ·yt:es así como el relato «avanza»: por el concurso de estas dos
es traducible ( trasmisible) sólo se detennina en el último nivel, - la estructura se ramifica, prolifera, se descubre -y se reco-
el «narracionab: los significantes de narratividad, por ejemplo, -: lo nuevo no deja de ser regular. Hay, por cierto, una liber~
difícilmente pueden pasar de la novela al film, que sólo muy ex- del relato (como hay una libertad de todo locutor frente a su
cepcionalmente conocen el tratamiento personal;72 y la última I~W~tUa), pero esta libertad está literalmente limitada: entre el
capa del nivel narracional, a saber, la escritura, no puede pasar código de la lengua y el fuerte código del relato se abre,
de una lengua a otra (o pasa muy mal). La traductibilidad del posible decirlo, un vacío: la frase. Si tratamos de abarcar
1'.' relato resulta de la estructura de su lengua; por un camino inver- totalidad de un relato escrito, veremos que parte de lo más
Jj/1 so, seria pues posible descubrir esta estructura distinguiendo y ~ificado (el nivel fonemático o incluso merismático), se distien-
11

i¡l¡l
clasificando los elementos (diversamente) traducibles e intradu- ivamente hasta la frase, punto extremo de la libertad
cibles de un relato: la existencia actual de semióticas diferentes ~JIDDimnoria y luego vuelve a ponerse tensa, partiendo de peque-
:¡1¡1
y rivales (literatura, cine, tiras cómicas, radio difusión) facilita- grupos de frases (microsecuencias), todav1a muy libres, hasta
'1' ría mucho esta vía de análisis. grandes acciones que forman un código fuerte y restringido:
''1!¡:' ~--·creatividad del relato (al menos en su apariencia mítica de
;,1¡
1)11 ) se situaría así entre dos códigos, el de la lingüística y el
11: 2. Mímesis y sentido. translingüística. Es por esto que se puede decir paradójica-
1J,
¡1 que el arte (en el sentido romántico del término) es asunto
1

11:
En la lengua del relato, el segundo proceso importante es la enunciados de detalle, en tanto que la imaginación es dominio
integración: lo que ha sido separado a un cierto nivel (una se- código: «En suma, decía Poe, veremos que el hombre ingenio-
cuencia, y por ejemplo) se vuelve a unir la mayoría de las veces está siempre Ueno de imaginación y que el hombre verdade·
en un nivel superior (secuencia de un alto grado jerárquico, sig- bnente imaginativo nunca es más que un analista ... ». 73 Hay,
11
nificado total de una dispersión de indicios, acción de una clase '' que oponerse a las pretensiones de «realismo~ del relato.
de personajes) ; la complejidad de un relato puede compararse recibir un llamado teléfonico en la oficina en que está de guar-
'l! con la de un organigrama, capaz de integrar los movimientos de Bond «piensa», nos dice el autor: «Las comunicaciones con
Ntroceso y los saltos hacia adelante; o más exactamente, es la in- Lonsz:-Kon&r son siempre tan malas y tan difíciles de obtener:..
11
tlq!ación, en sus formas variadas, la que pennite compensar la ni el «pensamiento:. de Bond ni la mala calidad de
complejidad, aparentemente incontrolable de las unidadAs de un comunicaciones telefónicas son la verdadera información; esta
rtivel; es ella la que permite orientar la comprensión de elementos tingencia da quizá sensación de «realidad:., pero la verdadera
diacolitinuos, continuos y heterogéneos (tales como los da el sin- lformación, la que dará frutos más tarde, es la localización del
1 taJ!Ill8 que no conoce más que una sola dimensión: la sucesión); telefónico, a saber, Hong-Kong. Así, en todo relato, la imi-
1
si llamamos, con Greimas, isotopía a la unidad de significación es contingente; 74 la función del relato no es la de «repre-
(por e,iemplo, la que impregna un signo v su contexto), diremos $tarse», sino el montar un espectáculo que nos sea aún muy
que la integración es un factor de isotopía: cada nivel (integra- talgmático, pero que no podría ser de orden mimético; la «reali-

32 33
~~- •••' --··. ~-· -L----·-·-----·~-·~-~---··••• . . . . __ ,,~·~o.~-~ -·· ---'·~·~·-·~·- - · - - - · - - •---

dad» de tm:. secuencia no está en la sucesión <<natural» de las estructura. formal, pero que t•.sta de:--cn;.,cF)n ex1gín. pn·t¡ana:nte pro<'editnit·!ltu•, .}
acciones que la componen, sino en la lógica que en ellas se ex .. criterios adecuados y que en suma la realidad del ob.:eto no era scparnble •.lei
Jl)étodo 1uiecuadu para dcfinirio».
pone, se arriesga y se cumple; podríamos decir de otra manera .s. El carácter . aparentemente ,,abslm<'h>» de la' <'•>lllribuciones leúriuts <¡ue
que el origen de una secuencia no es la observación de la rea- siguen, en este numero. deriva de una ¡on·ocupaciún metodológica: la <le forma·
lidad, sino la necesidad de variar y superar la primera forma que lizar rápidamenl<> análisío •·uncret.os: la formalización no es una generalización ,..,.
se haya ofrecido al hombre, a saber, la repetición: una secuencia lllO las otras.
6. Pero no imperativo (vPase la contribución de Cl. Bremond, más lógi<'a <¡ue
es esencialmente un todo en cuyo seno nada se repite; la lógica lingüística).
tiene aquí un valor liberador -y, con ella, todo el relate~-; pue- 1. «Reflexiones sobre la frase)), en Language and .wciety (Mélanges Jansen),
de darse que los hombres reinyecten sin cesar en el relato todo Copenhague, 1961, p. 113.
lo que han conocido, lo que han vivido; pero al menos lo hacen 8. Es obvio, como lo ha hecho nolar Jakobson, que entre la frase y Sl! más
allá hay transiciones: la coordinación, por ejemplo, puede tener un alcance ma-
en una forma que ha triunfado de la repetición y ha instituido vor que la frase.
el modelo de un devenir. El relato no hace ver, no imita; la pa- • 9. Véase en especial; Benveniste, op. cit., cap. X. Z. S. Harris: «Discourse
sión que puede inflamarnos al leer una novela no es la de una Analysis», Languar;e. 1!8, 1952, 1-30. N. Ruwet; «Analyse structurale d'un poeme
«visión» (de hecho, nada vemos), es la del sentido, es decir, de fran.;ais», l.Anguistics, S, 1964, 62-88.
10. Sería precisamente una de las tareas de la lingüística del discurso fundar
un orden superior de la relación, el cual también posee sus emo- una tipología de los discursos. Provisoriamente, se pueden reconocer tres grandes
ciones, sus esperanzas, sus amenazas, sus triunfos: «lo que su- tipos de discursos: metonímico (relato), metafórico (poesía lírica, discurso senten-
cede» en el relato no es, desde el punto de vista referencial (real), cioso), entimemático (discurso intelectual;.
literalmente, nada; 75 «lo que pasa», es sólo el lengua,ie, la aven- 11. Cf. infra, III. l.
12. Debemos recordar aquí la intuición de Mallarmé nacida en el momento
tura del lenguaje, cuyo advenimiento nunca deia de ser festejado. en que proyectaba un trabajo de lingüística: «El lenguaje se le apareció como el
Aunque no se sepa casi nada más acerca del origen del relato instrumento de la fieción: seguirá el método del lenguaje (determinarla). El len-
que del origen del lenguaje, podemos admitir que el relato es guaje reflejándose. l'inalmeute la ficción le parece ser el procedimiento mismo del
contemporáneo del monólogo, creación, al parecer, posterior a la espíritu humano · · "' ella quien pone en juego todo método y el hombre se ve
reducido a la YolunUid»-- (Oeu¡;res, compUte.s, Pléyade, p. 851). Recordaremos que
del diálogo: en todo caso y sin querer forzar la hipótesis filoge· para ~lallarm,-· son sinónimos: «la :Ficción o la Poesia» (ib., p. 385).
nética, puede ser significativo que sea en el mismo momento (ha- 13. «Las de.-.cripciones lingüísticas nunca son monovalentes. Una descripción no
cia los tres años) cuando el niño «inventa» a la vez la frase, el es exacta o falsa, sino que es mejor o peor, más o menos útil». (J. K. Halliday:
relato y el Edipo. «Linguistique générale el linguistique appliquée)) Etudes de lingui8tique appli.quú,
1, 1962. p. 12).
14. Los niveles de integración han sido postulados por la Escuela de Praga
(v. J. Vachek: A Pra!¡ue School Reader in Língui.•tic.Y, Indiana, Univ. Press, 1964,
Escuela PTáctica de Alto., Estttdios, p. 468) y retomado luego por muchos lingüistas. Es, en nuestra opinión, Benveniste
Paria. quien ha realizado aquí el análisis más esclarecedor (op. cit., cap. X).
15. «En términos algo vagos, un nivel puede ser considerado como un sistema
de símbolos, reglas, etc.. que debemos emplear para representar las expresiones».
(E. Bach, op, cit., p. 57-58).
;-.; OTAS 16. La tercera parte de le retórica, la inventio, no concernía al lenguaje: se
ocupaba de las ns, no de los verba.
17. Anthropologfe ''tructurale, p. ~33 (Ed. castellana: Bs. As., Eudeba, 1968,
p. 191).
18. Aquí mismo, infra: d-as categorías del relato literario»·
l. Este no es el caso. recorclémoslo, ni <ie la poesía, ni del ensayo, tributarios 19. He puesto especial cuidado, en esta Introducción, de no interferir las in-
del nivel cultural de los consumidores. vestigaciones en curso.
~- Existe, por cierto, un ((arte» del narrador; es el poder de crear relatos ~0. Véase en particular, B. Tomachevski, Thérno.tique (19~5). en: Théorie de
(mensajes) a partir de la estructura (del código); este arte corresponde a la nocióv la Littérature, Seuil, 1965. Un poco después, Propp definía la función como «la
de pe"Tjo1nance de Chomsky, y esta noción está muy lejos del «genio» de un acción de un personaje, definida desde el punto de visUI de su significación para
autor, concebido románticamente corno un secreto individual, apenas explicable. el desarrollo del cuento en su totalidad>) ( Morphology of Folktale, p. !lO). Veremos
8. Véase la historia de .la a hitita, postulada por Saussure y descubierta efec- aquí mismo la definición de T. Todorov («El sentido [o la función] de un ele-
tivamente cincuenta años m!Íli tarde en; E. Benveniste: Probleme.• linguistique mento de la obra es su posibilidad de entrar en correlación con otros elementos
générale, Gallimard, 1966, p. 85. de esla obra y con la. obra total») y las precisiones aportadas por A. J. Greimas
4. Recordemos las condiciones actuales de la descripción lingüistica: « ...La que llega a definir la unidad por su correlación paradigmática, pero también por
estructura lingüística es siempre relativa no sólo a los datos del '"corpus" sino su ubicación dentro de la unidad smtagmática de la que forma parte.
también a la teoría general que describe esos datos» (E. Bach, An introduction U. Es en este sentido que no es «la vida», porque no conoce sino comuni-
tu tran3formational grantmars, l'<cw York. 1964, p. 29). y esto, de Benveuist~ (op. caciones confusas. Esta «Confusión>> (ese límite más allá del cual no se puede ver)
l'it., p. llll); « ...Se ha reconocido aue el lenl!"uaie debía ser descrito como una pu~e existir en arte, pero entonces a titulo de elemento codificado (Watteau.

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por ejemplo); pero incluso este tipo de «COnfusión» es desconocido para el código .
lii!.'
,,1¡1 CI!Crito: la escritura es fatalmente clara. l'sbozaron;. tamb1én se cons1gnaron las principales estructuras «retorcidas» de Iu
¡~jl¡l ii. Al menos en literatur!', do~de la li!>ert~d de notación (a consecuencia del frase (cf. mfro_, V. 1). . . .
ttj!·¡
r.arácter abstracto del lengua?e arlJculado) 1mphca una responsabilidad mucho ma- ;n. No olv1demo~ que la t~a clásica 110lo conoce «actores:. no «personajes».
yor que en las. arte.s «analóg¡cas~, tales com_o el cine. , 4!. ,El ,«personaJe-person~» rem~ en la novela burguesa; en La guerra 11 lo
1 !!8. ~ func1o~lidad ?e la umd~ narrativa es más o menos inmediata (y, por ; ; ~· N1~lás Ros.tov es a. pnmera v1sta un buen muchacho, leal, valeroso, ardiente;
il !il ende, VISible), segun el mvel en que JUega: cuando las unidades están en un mismo . :.
nivel (en el caso del suepe!lao, po! ejemplo). la f!mcionalidad es muy sensible; mu- ¡.
el .príncipe ~ndres, un anstócrata, desc:ncantado, etc.; lo que les sucede luego ilustra
8llS ~nalidadea, pero no. los constituye. •
¡ll¡i cho m~nos. c~and<! la fun~ón está saturada a mvel narrativo: un texto moderno, !.: ·~· Si una parte. de la ht.:rat\11'1!' con~mporanea ha atacado al «personaje» no
11 d~ dé~Jl SJIII!fiC&CJón a DJ~el de la anéedota, sólo. recupera una gran fuerza sig- ; ~;~¡do para destnudo (cosa 1mpos1b~e) smo ~ra deapersona~rlo, lo que es muy
ndicatJva. a mve~ de la ~ICflt~ra. ' diferente. Una novela aparentemente 5Jn personaJes, como J?rame de Philippe Sollers,
1'~,¡11~ 14. «~ uDJdadea smtáct¡cas (más allá de la frase) son de hecho unidades deslcha enteramen.te a la persona en provecho del lenguaJe, pero no por ello deja
.J.
cfe·contenJdo:. (A . Greim~a, Cour~ de Sémantique 1tructurale), ,curso roneotipado, . de . conservar u!! Juego fundam':lltal de actan~, frente a la acció!l misma de la
VI, .5). La explorac1ón de! mvel func1onal fonna parte, pues, de la semántica general. :·,;~· Esta literatura J?0111!e 111empre un csuJeto:., pero este «SUJeto;, ea a par-
li/·fi . 16. «No se dehe -pa,rt¡r de la palabra como de un elemento indivisible del arte , tlf de aquí el del lenltll&]e.
lite~o: tratar!? como el ladrillo, con el que se construye el edificio. La palabra . U. SémG~ique. ~t~turak, 1~66. t>. 1!9 ,SQ.
~1

e~~ dJVJstble en elementos verbales mucho más finos» (J. Tyni&nov, citado por T. ..... El ps1coanaluns ha acreditado ampliamente estas operac1onea de condensa-
~· Todorov, en: Lafl(JGgU: 6 ~· 18). . . ~· M&llarmé dec;fa Ya..a propósito de Hamlet: dComparsasf Son muy necesa-
!6. Todas eat:as ~estgnacJo~es, .oomo las que siguen, pueden ser provisorias. :,;) ...~. ~· en ~ pmtura u:le&l de la eacena todo se mueve ~ una reciprocidad
r¡ t7. Esto no 1mp1de que fnmlmente la exposición sintagrnática de las funciones ~~ ailllb6lica de tipos ya sea entre si o respecto de una sola figura;,. (Cmyonné au
!~ pueda abarcar relaciones paradigmáticas entre funciones separadas, como se lo 1~. , tWa,m, Pléyade, p. SOl).
a«J¡nite a partir de Uvi-Strauss y Greimas. 1 • ,¡.· 48. Por ejemplo: los relatos en los que el objeto y el sujeto se confunden en
~-
i8. No ea posible reducir las Funciones a acciones (verbos) y los Indicios a ! ·: :<<,• miemo personaje son relatos de la búsqueda de sí mimlo, de su propia iden-
¡
cualidades (adjetivos), porque hay acciones que son indicativa.~. al ser «signos:. ';,.Jl~ (L'AM d'or); relatos donde el suj(lto peuigue objetos sucesivos (Mado.m.~
de un carácter, de una atmósfera, etc. ¡! · .c¡¡¿~1'J), etc.
!9. Yalery hablaba de «Signos dilatorios:.. La novela policial hace un gran uso l {; ~·¡\, ¿, 1/1. El análisis del ciclo de Jamea Bond, hecha por U. Eeo, se refiere más al
de estas unidades «despistadoras». ¡ .;'¡'~'' iiMP que al lenguaje.
SO. N. Ruwet llama elemento paramétrico a ttn elemento que se mantenga a · :líir)8. Véanae loa análisis de la penona que hace Benveniate en ProbUmu de Lin--
lo. Jarso de la duración de una pieza musical (por ejemplo, el lempo de ·un allegro , , .· .. ' générak.
de Baeh, el carácter monódico de un solo). · ·~·· Doub/6 bafi(J a Bant~lwk (Doble golpe en Bangkok). La frue funciona como
SJ. Aquí mismo, G. Genette distingue dos tipos de descripciones: ornamental · · .'; ccuifiada:. dirigida al lector, como si uno se volviera hacia él. Por el con-
y ~gnifieativa.. lA: . descripción signific:ativa de~ ser referida al ~ivel de la his- · t' , el enunciado: cAn piUI, .L«J GCGbaba de I!Jlir:. es un sipo del narrador,
~ y U. d~npc1on ornamental al mvel del d1scurso, lo que exphca que durante · , ,. : forma parte de un razonanuento hecho por una cpenona:..
miidlo tiemj)O haya constituido un .:fragmento:. retórico perfeclumente codificado: '':(o. Aquí mismo. Todorov estudia ademú la imepn del narrador y la imagen
la ,~Cio o ek/nuil, ejercicio muy estimado por la neorretórica. ·
'ill: Poltieo, 14$9 a. · «&Cuándo se escribirá desde el punto de vista de una farH IUperior, es
SS. Citado por Cl. B~ond, cEI mensaje narrativo», en: La semiología, Bue- como Dios n011 ve desde arribaf::t (Flaubert, Pf'éface a la me d'krivain,
nol Aires, ~itorial Tiempo Contemporáneo, 1970, Colección Comunicacionu. 196ó, p. 91).
~. Qtu¡nt ali Livre (O~ttvr~• com.pUtu, Pléyade, p. 886). Distinción tanto más necesaria, al nivel que nos ocupa, cuanto que, his-
S.S. A su manera, como siempre perspicaz pero desaprovechada, Valery enunció llente, una masa considerable de relatos carece de autor (relatos orales, euen-
muy bién el status del tiempo Dari'ativo: «El creer al tiempo agente e hilo con- :.populares, epopeyas confiadas a aedas, a recitadores, etc.).
ductor se basa en el meooni.tno de la memoria y en el del discur&o combinado:..
(Tel Qtul, 11, 848); la bastardilla ea nuestra, en efecto, la ilusión es producida por
el discurso mismo. ,
,, Lacan: dEl sujeto del que hablo cuando hablo ea el mismo que el
E. Benveniste, Ofl cit.
SO. Elta concepción recuerda una opinión de Aristóteles: la p7oairuil, elec- ' Modo personal: cAun a Burnaby le parecía que nada ae notaba cambiado,
ciÓD racional de las acciones a acometer, . funda la p~. ciencia práctica que no ti procedimiento ea todavía más gro~ero en lA MIUf'tTe de Rogttr Akroyd (El
pnlduce ning11na obra distinta del agente, contrariamente a la poiui.t. En estos de Roger Akroyd), porque el criminal dice francamente yo.
ténnin~ ee dirá que el analista trata de reconstruir la praxis interior al relato. Sobre el performativo, cf. infm la contribución de T. Todorov. El ejemplo
87. ~ lógica, basada en la altemativa (lur.cer uto o aquello) tiene el de perfortnativo es el enunc1ado: yo declaro la fJtUf'TO, que no «COnstata:.
de dar ~enta del proceso de dramatización que ae da ordinariamente en el ibe:. nada, sino que agota su sentido en su propia enunciación (contra-
SS. En el sentido hjelmsleviano de doble implicación: dos ténninos se al enunciado: el rey ha tkcl4rndo la guemJ, que es comprobatorio y des-
~ .uno al otro. .
si. Ea muy posible descubrir, aun a este nivel infinitesimal, una oposición la oposición de logos y lezi8, véase más adelante el terto de G. Genette.
modelo paradipático, si no entre dos términos, al menos entre dos polos de Genw IJOtivum vel imitativum. (no intervención del narrador en el discurso:
sec\MQcia: la secuencia Ofrecimiento del cigarriUo preaenta, suspendiéndolo, el por ejemplo); gentu ennaf'l'atwum (sólo el poeta tiene la palabra: senten-
radi¡ma Peligro/Seguridad (descubierto por Cheglov en su análisia del ciclo lenlaa didácticos); genw commune (mezcla de dos géneros: la epopeya).
SheílcK$ Holmea), Soipu:IUJ/ Pf'oUcción, Agruividad/Am.Uto.tidad. H. Sürensen: Méla'fi(Ju Jamen, p. 1110.
..o. Bite ci:>ntrapunto fue presentido por los Formali8tas rueos, cuya J. K. Halliday: cLingületica general y lingüística aplicada;,, en Etulka de
e appliquk, no. J, 196!, p. 6.
J. Prieto: Principu de Noologie, Mouton et Co. 1964, p. 86.
86
37
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81. El cuento, ~rdaba L. Sebag, puede decirse en lodo momento y en todo ELEMENTOS PARA UNA TEORIA
lu¡ar, no aai el relato mltico. DE LA INTERPRETACION DEL RELATO MITICO
il¡i 88. Valeey: eL& novela se aproxima formalmente al suefío; podemos definir a
ambos por la consideración de esta curiosa propiedad: que todas 1&! de81!iaciones ,
1
le~ pert.~»· A. J. GREIMAS
lj!
111
Clt, Ch. Bally: Lingui8tique générale st linguistique fran91JÍ8e, Berna 4• edi- !' ,
111
ción. 1985.
86. Cf. Uvi-Strauss (Anthropologis strocturale, p. tS4; ed. cast., pgs. 191-19t): , En homenaje a CLAUDE LEVI-STRAUSS
«Desde el punto de vista diacrónico, las relaciones provenientes del mismo haz · '·
pueden aparecen separadas por largos intervalos .. ·» A. J. Greimas ha insistido
il sobl'e el diatanciamiento de las funciones (Sémantique Ntructurale).
86. J. P. Faye dice a propósito del Baphomet de Klossovski: cRaramente la
'1.1
11
ficción (o el relato) ha develado tan claramente lo que por fuerza siempre es: .· J,. LA TEORIA SE:MANTICA Y LA MITOLOGIA
1,;¡ una experimentación del 'pensamiento' sobre· la 'vida'»· (Tel Qu.el, no. ii, p. 88).
67. L& Eqera sólo tiene lógicamente dos núcleos: H el planteo de la espera:
IQ la satisfacción o la defraudación de· la misma; pero el pñmer núcleo puede ser
ili ampliamente catalilll&do, a veces, incluso, indefinidamente (Esperando 11 Godot): Los progresos realizados recientemente en las investigaciones

~
¡:' he aqui un jue10 mis, esta vez extremo, con la estructura.
68. Velery: «Proust divide -y nos da la sensación de poder dividir indefi· gracias sobre todo a los trabajos de Claude Lévi-
:¡'1
1 nidament.e- lo que los otros escritores han tenido por hábito saltar:.. constituyen un aporte de materiales y de elementos de
69. También aquí hay especificaciones según la sustancia: la literatura tiene <reflexión considerable para la teoría semántica que se plantea,
un poder elíptico inigualable -de que carece el cine-. sabemos, el problema general de la legibilidad de los tex-
i¡ill 70. Eeta reducción no corresponde forzosamente a la división del libro en ca·
pitulos; pareciera, por el contrario, que los capítulos tienen cada vez más como y trata de establecer un inventario de los procedimientos de
función introducir ruptura, es decir, suspenslts (técnica del folletln). :descripción.
71. N. Ruwet («Análisis estructural del poema francés»; Linguütics, n9 S, 11164, )Ahora bien, pareciera que la metodología de la interpretación
p. 81): cEl poema puede ser entendido como una serie de transformaciones apli- mitos se sitúa, a causa de su complejidad, fuera de los
cadas a la proposición 'Te quiero':.. Ruwet hace aqul alusión justamente al aná-
que en la hora actual asignan a la semántica las reorías
11 lillil del delirio paranoico hecho por Freud a propósito del Prellidente Schreber
·en boga en los Estados Unidos y, en especial, las de J. J.
(Cinco pftcoGn41Mit).
7t. Una ver; más, no hay relación alguna entre la cpersona:. gramatical del y de J. A. Fodor.
narrador y la cpereonalidach (o la subjetividad) que un di1eetor de escena in- Lejos le limitarse a la interpretación de los enunciados, la
yecta en 111 manera de p~tar una historia: la cámara-fO (identificada conti- semántica que pretendiera explicar la lectura de los mitos,
nuunmte con el ojo de un per110naje) es un hecho excepcional en la historia del cine.
'71. El ~ de ltJ ooUe Morgm.
operar con secuencias de enunciados articulados en relatos.
74. G. Genette tiene razón al reducir la mfm.ui.< a los fragmentos de diálogo Lejos de excluir toda referencia al contexto, la descripción
referidos (cf. itafm); incluso el diálogo eucierra siempre una función inteligible, 1. mitos se ve llevada a utilizar las informaciones extratex-
nomim~
75. Mallarmé (Cmgonné au tlWJtrs, Plegade, p. tOO): « ...Una obra dramática
sin las cuales el establecimiento de la isotopia sería im-
muestra la sucesiÓII de los perfiles exteriores del acto llin que en ningún moment01
guarde t'e&lidad y sin que suceda, al fin de cuentas, nada». sujeto parlante (el lector), finalmente, no puede ser con-
.,_.1¡:,;
como la invariante de la comunicación mitica, pues ésta
la· categoría de consciente vs. inconsciente. El objeto
1
,,11
descripción se sitúa al nivel de la transmisión. del texto-
l'1 ' y no al nivel de la recepción, del lector-variable.
vemos, en consecuencia, obligados a partir, no de una
semántica constituida, sino de un conjunto de hechos des-
Y de conceptos elaborados por el mitólogo a fin de ver:
en qué medida unos y otros pueden ser formulados en tér-
de una semántica general susceptible de dar cuenta, entre
cosas, de la interpretación mitológica;
qué exigencias plantean las conceptualizaciones de los
a una tal teoria semántica.
elegido, para hacer esto, el mito de referencias bororó
_;.
sirve a Lévi-Strauss, en Le Cru et le Cuit, de punto de par-

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