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PSICOANÁLISIS E INSTITUCIÓN*
Y esto es muy importante, por que de ninguna manera se trata, tal como Freud lo
hace saber, de no ubicar los límites del psicoanálisis (esta postura también acarrea
efectos nefastos) sino de ubicarlos desde las dos perspectivas en que estos últimos
operan. .
Una perspectiva es de orden estructural y es la que refiere a la imposibilidad de
analizar todo (también, de educar todo, o de gobernar todo), en tanto siempre
quedará un resto que no se deja atrapar. En este sentido Freud es coherente con la
manera que define la cura: aquel proceso que dirige al sujeto de su “miseria
neurótica al infortunio corriente”, a lo real de la vida, o lo que es lo mismo,
aquello que de la vida resulta imposible de reducir.
La otra perspectiva desde la cual podemos hablar de límite es la que hace
referencia al análisis del analista, en tanto serán sus complejos no analizados los
que oficiarán de puntos ciegos en la percepción analítica.
En lo que refiere al dinero, más allá que cómo esté instrumentado el tema en
cada institución en particular, (gratuidad, bono cooperadora, bono contribución) el
paciente no le paga al analista.
Surge la legítima interrogación acerca de cuál sería el abordaje bajo estas
circunstancias.
Nuestra experiencia nos hace arribar que es el procedimiento analítico el que
mejor sabe convertir los obstáculos –si de esta manera se presentaran en la escena
transferencial- en motores de la investigación subjetiva.
El sufrimiento de quien consulta, más allá de donde nos consulte halla siempre su
razón de ser en fijaciones libidinales que por estar reprimidas son inmemoriales y por
esquivar la castración son incestuosas. Resultará muy probable, entonces, que si el
consultante es un sujeto cuya configuración pulsional reviste un corte
predominantemente anal, intente pagar un monto menor de lo que “objetivamente”
puede, en tanto el dinero es un equivalente simbólico de las heces, tal como Freud nos
lo enseñara.
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Sobre este punto nos vamos a detener más adelante.
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El analista sostenido desde su función –deseo de analista- que tanto difiere con el
de su persona, sólo por eso es abstinente, está en condiciones de leer la trama
cifrada de esta otra realidad: la realidad psíquica.
Desplegaremos ahora ¿de qué posición hablamos, la del analista, en los inicios
de un tratamiento, si de fundar el psicoanálisis se trata?
Para trabajar este concepto me ha servido de mucho releer a Freud en textos tales
como la Iniciación al Tratamiento y la lección número XXVII de Introducción al
psicoanálisis: La Transferencia. Tomaré tres párrafos, con el fin de interrogarlos.
.
a) “El ensayo previo (lo que hoy con Lacan llamamos entrevistas) ya es el
comienzo del psicoanálisis y tiene también una motivación diagnóstica”.
¿Desde dónde poder pensar genuinamente una afirmación fuerte como “en el
comienzo está el psicoanálisis”?
Freud decía que es sólo desde la experiencia que proporciona el análisis personal
(esa que situábamos como pilar de la formación) que se extrae la convicción de la
existencia del inconsciente. El analista sabe desde ahí que somos sujetos divididos
entre un saber que conocemos - y en este sentido es vivido como autónomo - y una
verdad que ignoramos y que a la vez nos determina, esa que apunta al carozo de
nuestro ser.
Si hay un analista, opera desde esta convicción (más allá de los tiempos de
formación en que se encuentre). Y es por este motivo que su escucha será desde el
comienzo analítica - si por tal entendemos aquella que se opone a la síntesis – y
por lo tanto le permitirá atender a hiancias, a las puntuaciones discontinuas de un
discurso, es decir, a aquello que apunta a lo que queda en los intersticios del decir.
.
Sigamos con el segundo párrafo haciéndonos la pregunta que le compete:
¿Desde dónde se puede pensar la pertinencia de la frase “hay que aclarar que la
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Sin esta ligazón progresiva que un analista intentará promover y que tenderá a
vincularse con el prestigio y el respeto (soportes del concepto de autoridad), NO
termina de armarse la condición necesaria (libidinal) para la apuesta analítica.
.
No sin la ligazón, no sin el tiempo para que se produzca.
Instituir las coordenadas de la dignidad humana, desde los inicios, es función del
analista, vía su presencia. Un primer acto analítico, en tanto agujerea la
mortificación que el sufrimiento psíquico inflige al sujeto. Herramienta potente
del psicoanálisis, desde donde el psicoanalista talla futuro porque puede usarla en
cada tiempo presente.
Miriam Mazover
Fundadora y Directora académica
Institución Fernando Ulloa