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ADORACIÓN AL SANTÍSIMO SACRAMENTO

Y todas las creaturas que existen en el cielo y sobre la tierra y debajo de


la tierra y en el mar, y todo cuanto en ellos se contiene, oí que decían:
«Al que se sienta en el trono y al Cordero la alabanza, el honor, la gloria y
el poder por los siglos de los siglos.»
Y los cuatro seres respondían:
«Amén.»
Y los ancianos cayeron de hinojos y rindieron adoración al que vive por
todos los siglos. (Apocalipsis, 5, 13-14).
En rojo, negrita y cursiva tendremos indicaciones acerca de qué haremos en
cada momento y cómo lo haremos, incluyendo cuando estaremos de pie,
cuando haremos la señal de la cruz (✙), cuando estaremos sentados, cuando
guardamos el sagrado silencio, cuando repetimos la antífona (Ant.) y cuando
una oración es responsorial (V./R.). Nada en rojo se dice o recita.
Todos harán la señal de la cruz, desde la frente hasta el pecho y desde el
hombro izquierdo al derecho:
a) al comienzo de las Horas, cuando se dice Dios mío, ven en mi auxilio;

b) al comienzo del cántico evangélico de Vísperas, el Magníficat (✙


Proclama mi alma...) (cf. OGLH 266).

Rezaremos despacio, descubriendo el sentido cristológico de los salmos,


meditando y dejando al Espíritu Santo mostrarnos la manera de orar como
conviene. Dos diagonales (//) indican que un texto está dividido en versos y
entre versos debe hacerse una pequeña pausa.

«Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien


coma de este pan vivirá siempre. El pan que
yo doy para la vida del mundo es mi carne»
(Jn 6, 51).

«El Señor está en su santo templo: ¡silencio


en su presencia todo el mundo!» (cf. Hab 2,
20).
CANTO INICIAL Y EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO
DE RODILLAS

ANTÍFONA INICIAL Y ORACIÓN INICIAL:

«Derramaré sobre vosotros un agua pura y os infundiré mi espíritu, y


haré que caminéis según mis preceptos» (Ezequiel 36, 23-28).
Silencio Sagrado

Lectura tomada de la primera carta del apóstol San Juan (1, 6-7.9):

Si decimos que estamos unidos a Dios,


mientras vivimos en la oscuridad,
mentimos con palabras y obras.
Pero si vivimos en la luz,
lo mismo que él está en la luz,
entonces estamos unidos unos con otros,
y la sangre de su Hijo Jesús
nos limpia los pecados.
Pero, si confesamos nuestros pecados,
él, que es fiel y justo,
nos perdonará los pecados
y nos limpiará de toda injusticia.
SILENCIO SAGRADO

LECTOR INVITA A HACER UN EXAMEN DE CONCIENCIA Y A PENSAR


EN NUESTRAS ACCIONES, PARA COMPROBAR SI ESTAMOS UNIDOS A
DIOS O NO Y REFLEXIONAR EN LA PREGUNTA: ¿ESTARÍAMOS
PREPARADOS PARA RECIBIR AL SEÑOR SI EL VINIERA HOY?

SILENCIO SAGRADO
LUEGO REZAMOS TODOS:

Oh Corazón clementísimo de Jesús, divino propiciatorio, por el


cual prometió el Eterno Padre que oiría siempre nuestras
oraciones: yo me uno contigo para ofrecer a tu Eterno Padre
este mi pobre y mezquino corazón, contrito y humillado en su
divino acatamiento, y deseoso de reparar cumplidamente sus
ofensas, en especial las que tu recibes de continuo en la
Eucaristía, y señaladamente las que yo, por mi desgracia,
también he cometido. Quisiera, divino Corazón, lavar con
lágrimas y borrar con sangre de mis venas las ingratitudes con
que todos hemos pagado tu tierno amor. Junto mi dolor,
aunque tan leve, con aquella angustia mortal que te hizo en el
huerto sudar sangre a la sola memoria de nuestros pecados.
Ofrecéselo, Señor, a tu Eterno Padre, unido con tu amabilísimo
Corazón. Dale infinitas gracias por los grandes beneficios que
nos hace continuamente, y supla tu amor nuestra ingratitud y
olvido. Concedeme la gracia de presentarme siempre con gran
veneración ante el acatamiento de tu divina Majestad, para
resarcir de algún modo las irreverencias y ultrajes que en tu
presencia me atreví a cometer, y que de hoy en adelante me
ocupe con todo mi conato en atraer con palabras y ejemplos
muchas almas que te conozcan y gocen las delicias de tu
Corazón. Desde este momento me ofrezco y dedico del todo a
dilatar la gloria de este sacratísimo y dulcísimo Corazón. Le elijo
por el blanco de todos mis afectos y deseos, y desde ahora para
siempre constituyo en él mi perpetua morada, reconociéndole,
adorándole y amándole con todas mis ansias, como que es el
Corazón de mi amabilísimo Jesús, de mi Rey y soberano dueño,
Esposo de mi alma, Pastor y Maestro, verdadero Amigo,
amoroso Padre, Guía segura, firmísimo Amparo y
Bienaventuranza. Amén.

TODOS CANTAMOS Y LUEGO HACEMOS EL SAGRADO SILENCIO

Lectura tomada la carta del apóstol san Pablo a los Efesios (4, 23-
32):
Hermanos: Aprendisteis a renovaros en la mente y en el espíritu y a
vestiros de la nueva condición humana, creada a imagen de Dios:
justicia y santidad verdaderas.
Por tanto, dejad la mentira, hable cada uno con verdad a su prójimo,
porque como miembro dependemos unos de otros. Indignaos, pero
sin llegar a pecar; que la puesta del sol no os sorprenda en vuestro
enojo; y no dejéis lugar al diablo.
El ladrón que no robe más, que trabaje dura y honrada mente con
sus propias manos, para poder compartir con el necesitado. Malas
palabras no salgan de vuestra boca; lo que digáis sea bueno,
constructivo y oportuno, así hará bien a los que lo oyen.
No pongáis triste al Espíritu Santo de Dios con que él os ha marcado
para el día de la liberación final. Desterrad de vosotros la amargura,
la ira, los enfados e insultos y toda la
maldad. Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros
como Dios os perdonó en Cristo.

SILENCIO SAGRADO Y ORACIÓN


I VÍSPERAS (Oración de la tarde)
INVOCACIÓN INICIAL (DE PIES)

V. Dios mío, + ven en mi auxilio


R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

Himno: JESUCRISTO, PALABRA DEL PADRE (TODOS)


Jesucristo, Palabra del Padre, //
luz eterna de todo creyente: //
ven, Señor, porque ya se hace tarde, //
ven y escucha la súplica ardiente. //

Cuando el mundo dormía en tinieblas, //


en tu amor, tú quisiste ayudarlo //
y trajiste, viniendo a la tierra, //
esa vida que puede salvarlo. //

Ya madura la historia en promesas, //


sólo anhela tu pronto regreso; //
si el silencio madura la espera, //
el amor no soporta el silencio. //

Con María, la Iglesia te aguarda //


con anhelos de esposa y de Madre //
y reúne a sus hijos, los fieles, //
para juntos poder esperarte. //

Cuando vengas, Señor, en tu gloria, //


que podamos salir a tu encuentro //
y a tu lado vivamos por siempre, //
dando gracias al Padre en el reino. Amén. //

SALMODIA (SENTADOS)

Ant 1 (Todos). Alégrate, Jerusalén, porque viene a ti el


Salvador. Aleluya.

Salmo 112 - ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR


(HOMBRES PRIMERO Y LUEGO MUJERES).

Alabad, siervos del Señor,


alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre:
de la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,


su gloria sobre los cielos.
¿Quién como el Señor Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra?

Levanta del polvo al desvalido,


alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo;
a la estéril le da un puesto en la casa,
como madre feliz de hijos.

(Todos) Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. Amén.

Ant (Todos). Alégrate, Jerusalén, porque viene a ti el


Salvador. Aleluya.

SILENCIO SAGRADO

Ant 2 (Todos). Yo soy el Señor: mi hora está cerca; mi


salvación no tardará.

Salmo 115 - ACCIÓN DE GRACIAS EN EL TEMPLO


(MUJERES Y LUEGO HOMBRES)

Tenía fe, aun cuando dije:


«¡Qué desgraciado soy!»
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos.»

¿Cómo pagaré al Señor


todo el bien que me ha hecho?
Alzaré la copa de la salvación,
invocando su nombre.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo.

Vale mucho a los ojos del Señor


la vida de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
siervo tuyo, hijo de tu esclava:
rompiste mis cadenas.

Te ofreceré un sacrificio de alabanza,


invocando tu nombre, Señor.
Cumpliré al Señor mis votos
en presencia de todo el pueblo,
en el atrio de la casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.

(Todos) Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. Amén.

Ant (Todos). Yo soy el Señor: mi hora está cerca; mi


salvación no tardará.

SILENCIO SAGRADO

Ant 3. Envía, Señor, al Cordero que dominará la tierra


desde la peña del desierto al monte de Sión.

Cántico: CRISTO, SIERVO DE DIOS, EN SU MISTERIO


PASCUAL - Flp 2, 6-11
(TODOS JUNTOS)

Cristo, a pesar de su condición divina,


no hizo alarde de su categoría de Dios,
al contrario, se anonadó a sí mismo,
y tomó la condición de esclavo,
pasando por uno de tantos.

Y así, actuando como un hombre cualquiera,


se rebajó hasta someterse incluso a la muerte
y una muerte de cruz.

Por eso Dios lo levantó sobre todo


y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo
y toda lengua proclame:
Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

(Todos) Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. Amén.

Ant (Todos). Envía, Señor, al Cordero que dominará la


tierra desde la peña del desierto al monte de Sión.

SILENCIO SAGRADO

LECTURA BREVE 1Ts 5, 23-24

(UNO LEE Y TODOS PARTICIPAN DEL RESPONSORIO)

Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente y que


todo vuestro ser -espíritu, alma y cuerpo- sea custodiado
sin reproche hasta la Parusía de nuestro Señor Jesucristo.
Fiel es a sus promesas el que os ha convocado; y él las
cumplirá.

SILENCIO SAGRADO
RESPONSORIO BREVE

V. Muéstranos, Señor, tu misericordia.


R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

V. Y danos tu salvación.
R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


R. Muéstranos, Señor, tu misericordia.
CÁNTICO EVANGÉLICO (DE PIE Y CANTADO)

Ant (Todos). Antes de mí no existía ningún dios y después


de mí ninguno habrá; porque ante mí se doblará toda
rodilla y por mí jurará toda lengua.

Cántico de María. ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR Lc 1,


46-55

Proclama mi alma + la grandeza del Señor,


se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,


porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

El hace proezas con su brazo:


dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,


acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

(Todos) Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.


Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de
los siglos. Amén.
Ant (Todos). Antes de mí no existía ningún dios y después
de mí ninguno habrá; porque ante mí se doblará toda
rodilla y por mí jurará toda lengua.

PRECES

Invoquemos a Cristo, alegría y júbilo de cuantos esperan su


llegada, y digámosle:

R. Ven, Señor, y no tardes más.

Esperamos alegres tu venida, ven, Señor Jesús. R.

Tú que existes antes de los tiempos, ven y salva a los que


viven en el tiempo. R.

Tú que creaste el mundo y a todos los que en él habitan,


ven a restaurar la obra de tus manos. R.

Tú que no despreciaste nuestra naturaleza mortal, ven y


arráncanos del dominio de la muerte. R.

Tú que viniste para que tuviéramos vida abundante,


ven y danos tu vida eterna. R.

Se pueden añadir algunas intenciones libres

Tú que quieres congregar a todos los hombres en tu reino,


ven y reúne a cuantos desean contemplar tu rostro. R.

Pidamos ahora con grande confianza la venida del reino de


Dios, con las palabras que Cristo nos enseñó:

Padre nuestro cantado...


ORACION

Señor, que ves a tu pueblo esperando con gran fe la


solemnidad del nacimiento de tu Hijo, concédenos celebrar
la obra tan grande de nuestra salvación con cánticos
jubilosos de alabanza y con una inmensa alegría. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de
los siglos. Amén.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve


a la vida eterna.
R. Amén.

CANTO FINAL

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