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Condiciones:
el sujeto es un militante. Militante de una verdad por venir, de la que no tiene el saber. Él es “a la
vez lo real del procedimiento y la hipótesis de lo que su inacabable resultado introduciría de
novedad en la presentación” 21
lo llamo forzamiento.2 Se puede forzar un saber mediante una hipótesis sobre el haber-tenido-
lugar de una verdad que está en curso. 254
Llamo luego transmisión de la filosofía a la operación por la cual ella se propaga a partir del vacío
de la dirección. Todos saben que ella se propaga por el muy pequeño número de aquellos que
deciden, contra toda evidencia, que les está dirigida. Por consiguiente, aquellos que sobrellevan
en sí mismos el vacío de la dirección hacen en sí mismos tal vacío. [SÍ, SOBRELLEVAR EL VACÍO DE
LA DIRECCIÓN ES ESTAR EN POSICIÓN DE MAESTRO IGNORANTE] Ese pequeño número no
constituye nunca un público, puesto que un público es siempre precisamente lo que hace lo pleno
de la dirección. La filosofía no puede transmitirse por las vías de ese pleno, de ese demasiado-
pleno. De ahí que, desde siempre, su transmisión no está ligada en absoluto a la extensión de un
público, sino a la figura, restringida y no figurable, del discípulo. Discípulo es el que sobrelleva
coincidir con el vacío de la dirección. Discípulo es quien sabe que él no constituye un público, sino
que soporta una transmisión. 75
Llamo por último inscripción de la filosofía a todo lo que cambia el vacío de la dirección en marca
subsistente, todo lo que escribe la filosofía. La filosofía en sí misma, como dirección vacía, es
sustraída al escrito, sin ser no obstante consagrada a la voz. La filosofía es lo que, detenido en el
vacío de la dirección, obedece a la conminación temporalizada de las categorías del ser y del
acontecimiento, y ello más acá tanto de la voz como del escrito. Es en suma ese más-acá de la voz
y del escrito lo que nombramos, desde siempre, el pensamiento, y aquello a lo que se conforma el
vacío de la dirección. La inscripción es el marcaje de tal vacío, el procedimiento interminable de
una sutura subsistente a lo subsistente, la efectividad del vacío. La inscripción es abierta y ofrecida
a todos, a diferencia de la dirección, que es vacía, y de la transmisión, que es propuesta a algunos.
75
Esas tres instancias son también las del vacío (la dirección), la de lo finito (los discípulos) y la de lo
infinito (la inscripción y su glosa). Está claro que ese nudo es borromeo, desde el momento en que
se lo considera como fundador de la historicidad de la filosofía. Sin el nudo, la filosofía, reducida al
vacío de la dirección, no sería más que el punto de indistinción del pensamiento y del ser. En
efecto, sólo la inscripción entrega conjuntamente, en el tiempo, la dirección y la transmisión,
puesto que no es sino encontrando el libro, la inscripción, como un nuevo discípulo puede llegar al
lugar vacío que prescribe una antigua dirección. 76 [INSCRIPCIÓN = EMANCIPACIÓN (¿?)]
En lo que concierne a la transmisión, está claro que la institución debe multiplicar las
oportunidades de ocupar como discípulo el lugar vacío de la dirección. Ella debe hacer proliferar a
los discípulos. Es necesario pues que sea una casa abierta, vacante, donde puedan pasar los que
están destinados al vacío de una dirección singular. Este paso general impone que no haya ningún
criterio de presencia o, como es regla en el Colegio Internacional, que la asistencia a los seminarios
sea absolutamente libre, que no exista ningún seminario cerrado. Permítaseme llamar a esta
segunda función de una institución para la filosofía su función de casa de paso. 77
Mi convicción es que la vieja palabra igualdad es hoy la mejor. Seamos aquí rigurosos. “Igualdad”
no será como tal un nombre de la política. La política se da en enunciados en situación, siempre
singulares, y está fuera de cuestión —porque sería una sutura— decir que es la voluntad de lo
igual. Pero “igualdad” puede ser un nombre filosófico para la composibilitación de la política de
emancipación. Porque “igualdad” no designa ni supone una totalidad ocurrida. “Igualdad”, desde
Cantor, se puede pensar en el elemento de lo infinito. 231, 232
Este nexo entre igualdad, existencia y razonamiento por el absurdo es una matriz subyacente a
todo pensamiento filosófico de la emancipación: para mostrar que una política filosóficamente
adversa es absurda, se supone que es portadora de la igualdad, y se muestra entonces una
contradicción formal. No se podría subrayar mejor que la igualdad no es un programa, sino un
axioma. Lo que Rancière, en Le maître ignorant, destaca con gran talento. 232
situación: averiguación arriesgada, limitada, pero fiel: el sujeto es un militante. Militante de una
verdad por venir, de la que no tiene el saber. Él es “a la vez lo real del procedimiento y la hipótesis de lo
que su inacabable resultado introduciría de novedad en la presentación” 21
Nada en ella es ontoteológico, y no hay para Lucrecio ningún ente supremo: el cielo está vacío [DESEO =
AUSENCIA DE CIELO, VACÍO DE CIELO ¡!!] 93
… para que advenga una localización del vacío, y por lo tanto un cierto tipo de asunción
intrasituacional del ser-en-tanto-ser, es necesario un disfuncionamiento de la cuenta, [un]
acontecimiento […] desde el cual el vacío de una situación es retroactivamente detectable. 71
Para que se inicie el proceso de una verdad, hace falta que algo ocurra. […] yo lo nombro
“acontecimiento”.179
[Lacan] Si una verdad no puede originarse en una donación, es forzoso que se origine en una
desaparición. A este desaparecer original […] yo lo llamo acontecimiento. 189
… no es tanto una verdad del sujeto como una verdad de la situación analítica misma. 190
la distinción crucial entre la verdad y el saber, que es también la distinción entre el pensamiento y
el conocimiento. 190
… la rara intervención del analista– el marcaje anticipante de lo que se habrá podido decir de
verídico, en el caso de que tal signo, tal acto, tal significante haya sido supuesto como
componente de la verdad.. 197 [el maestro emancipador hace un marcaje de los “posibles” puntos
de igualdad]
La inauguración del proceso de una verdad es exactamente lo que Lacan llama un “encuentro” […]
lo “súbito”. Es lo que yo nombro “acontecimiento”. El acontecimiento es indecidible. 270
El sujeto no es otra cosa, en su ser, que una verdad captada en su puro punto; una cantidad
evanescente de verdad, […] Esta evanescencia es el entredós de la indecidibilidad del
acontecimiento y la indiscernibilidad de la verdad. 270
Un átomo se desvió, el mundo puede advenir. La súbita oblicuidad de una trayectoria rompe el
idéntico movimiento de los átomos, y produce un enganche de partículas del que nace, por último,
una multiplicidad combinada, una cosa, suficiente para un mundo. 80
El clinamen es el átomo como horlieu del vacío, dialectizando el vacío como lugar de los átomos.
Digamos, extrapolando, y lejos de los griegos, que el clinamen es sujeto, o más exactamente
subjetivación 81
es absolutamente importante que el clinamen sea a su vez abolido. ¿Qué quiere decir esto? Que
ninguna explicación particular de ninguna cosa particular debe requerir el clinamen, aunque la
existencia de una cosa en general sea impensable sin el mismo; que ningún átomo debe ser jamás
reconocido como uno que se desvía, en ninguna combinación de átomos, aunque la existencia del
desvío condicione la existencia misma de una combinatoria. No bien tuvo lugar, el clinamen debe
ausentarse radicalmente de todos sus efectos sin excepción. Apenas marcó el vacío en el universo
de los átomos, debe ser el vacío absoluto de esta marca. A esta imperceptible emergencia de la
fuerza, para que el horlieu del clinamen haga ver el esplace de la combinación de los átomos, la
dialéctica estructural pretende anularla en su resultado. Segunda gran operación, aquella por la
cual, como dice Mallarmé, «el azar (es) vencido palabra por palabra», el clinamen abolido, el
desvío necesario barrado [barrée]: la operación del término evanescente. 83
El clinamen está fuera del tiempo [hors temps], no está en la cadena de los efectos. Todo efecto
está sometido a la ley. El clinamen no tiene ni pasado (nada lo introduce), ni futuro (no hay más
huella del mismo), ni presente (no tiene ni lugar, ni momento). No tiene lugar sino para
desaparecer, él es su propia desaparición84
Un sujeto es aquel término que, sometido [asservi] a la regla que determina un lugar, le
puntualiza, sin embargo, la interrupción de su efecto. Su esencia subjetivante es esta interrupción
misma, por la cual el lugar, en que la regla está desreglada, consiste en la destrucción. Del mismo
modo, un sujeto es lo que hace proceso de recomponer, del punto de la interrupción, otro lugar y
otras reglas. El sujeto está sujetado [Le sujet est assujetti], en la medida en que no existe nada
pensable bajo este nombre, fuera de un lugar reglado [hors un lieu reglé], un esplace. Y también
en cuanto aquello de lo cual el sujeto es la destrucción, es esto mismo que lo determina a estar
emplazado. Que el proceso subjetivo sea del punto de la interrupción designa la ley del sujeto
como división dialéctica de la destrucción y de la recomposición. Ahí está lo que garantiza que el
proceso subjetivo escape parcialmente a la repetición. Se destruye el efecto de lo Mismo, y lo que
se instituye de esta destrucción es otro Mismo. 280
Un sujeto es aquel elemento de un álgebra de donde la ley de composición que él sufre deviene
azarosa. 281
Pensada como ruptura, la subjetivación está justamente en una lógica del forzamiento. El «¡No!»
de la rebelión no está implicado por las condiciones locales. Está forzado por la inexistencia de un
constreñimiento absoluto que forzaría la sumisión de manera trascendente a las condiciones
inmediatas. Entre la implicación formal y el forzamiento pasa toda la ambivalencia que introduce
la dialéctica en el viejo problema del determinismo. El surgimiento del sujeto es efecto de la
fuerza en el lugar. No resulta de ello que el lugar lo implique. 294
El ser y el acontecimiento
Supongamos que existe una parte genérica […] si esta “suposición” es para el ontólogo una certeza
[…] para el habitante [de la situación] es una fe teológica. 418
[la parte genérica] existe para el ontólogo exterior e inexiste para el habitante de [la situación] en
donde sólo es un objeto trascendente de la fe. La única cosa existente que toca a [la situación
ampliada con la parte genérica] en [la situación] son las condiciones. 415
Llamo fidelidad al conjunto de procedimientos por los cuales se discierne, en una situación, a los
múltiples cuya existencia depende de la puesta en circulación de un múltiple acontecimental. 259
Lo que nos enseña la doctrina del acontecimiento es, más bien, que todo el esfuerzo consiste en
seguir sus consecuencia, no en exaltar su ocurrencia. 235
… el sitio –esto es, un múltiple al borde del vacío-… 228
… el anonimato vacío que bordea al sitio... 232 [si el sitio está al borde del vacío, el vacío está al
borde del sitio]
… [el sitio] funda [la situación], ya que la pertenencia a [la situación] encuentra su punto de
detención en lo que presenta [el sitio]. 208
[un sitio es] un primer-uno de esa situación, un múltiple “admitido” en la cuenta sin poder resultar
de cuentas “anteriores” […] los sitios de acontecimiento bloquean la regresión al infinito de las
combinaciones múltiples […] los sitios fundan la situación… 197 y 198
… que un sitios de acontecimiento está “al borde del vacío” queda claro si pensamos que, desde el
punto de vista de la situación, ese múltiple sólo está compuesto de múltiples no presentados. 197
Llamaré sitio de acontecimiento a un múltiple […] tal que ninguno de sus elementos está
presentado en la situación. 197
Un sujeto, instancia finita de una verdad, realización discernida de un indiscernible, lengua autonímica, es
aquello que fuerza la decisión, descalifica lo desigual y salva lo singular. Por esas tres operaciones […] el
acontecimiento viene al ser. 450
… los nombres que utiliza un sujeto […] no tienen en general referente en la situación. […]
La creencia se sostiene por el hecho de que, con los recursos de la situación, de
sus múltiples, de su lenguaje, un sujeto genera nombres cuyo referente están en el futuro anterior. 438
… el sujeto cree que hay una verdad y esta creencia se presenta bajo la forma de un saber. Llamo confianza
a esta creencia sapiente. 437
El sujeto está “entre” los términos que el procedimiento reagrupa, mientras que el saber es su totalización
retrospectiva.
El sujeto está propiamente separado del saber por el azar. 436
sea un sitio (un objeto afectado de autopertenencia) que es una singularidad (su intensidad de
existencia, por más instantánea y evanescente que pueda ser, es sin embargo máxima). Diremos
que ese sitio es una “singularidad fuerte”, o un “acontecimiento”, si el valor del acarreamiento
del valor (nulo) de su inexistente propio por el valor (máximo) del sitio mismo es, él mismo,
máximo. 417
Un cambio, si es una singularidad y no una simple consecuencia –una modificación–, no puede sobrevenir ni
según el orden matemático que funda el pensamiento de lo múltiple, ni según la regulación trascendental que
regla la coherencia del aparecer. Ciertamente, no hay más que el ser-ahí de los múltiples. Pero es posible que
el ser múltiple, comúnmente soporte de los objetos, suba “en persona” a la superficie de la objetividad. Es
posible que advenga un mixto de ser puro y de aparecer. Para ello, basta con que un múltiple aspire a aparecer
en tanto referido a sí mismo, a su propia indexación trascendental. En suma, basta con que le ocurra a un
múltiple jugar, en un mundo donde aparece, un doble rol. Por una parte, es objetivado, por la indexación
trascendental de sus elementos. Por otra, (se) objetiva, figurando entre sus propios elementos y siendo él
mismo capturado, así, en la indexación trascendental de la que es soporte de ser. La objetivación mundana
hace de ese múltiple una síntesis entre lo objetivante (soporte múltiple y referencial de una fenomenalidad) y
lo objetivado (perteneciente al fenómeno). Llamamos a tal ente paradójico “sitio”. 400
Un múltiple que es un objeto de ese mundo –cuyos elementos son indexados sobre el trascendental
del mundo– es un “sitio” si le ocurre contarse a sí mismo en el campo referencial de su propia
indexación. O también: un sitio es un múltiple al que le ocurre comportarse en el mundo con respecto a sí
mismo como con respecto a sus elementos, de tal suerte que es el soporte de ser de su propia aparición.
Incluso si la idea es todavía oscura, se ve su contenido: un sitio soporta el posible de una singularidad, porque
convoca a su ser en el aparecer de su propia composición múltiple. Él se hace, en el mundo, el ser-ahí de su
ser. Entre otras consecuencias, el sitio se dota de una intensidad de existencia. Un sitio es un ser al que le
ocurre existir por sí mismo. 403
… la paradoja de esta autopertenencia y la extrema precariedad –de hecho, el desvanecimiento obligado– del
sitio. 407
Un sitio que no existe máximamente es sólo un hecho. Aunque ontológicamente identificable, no es, en el
aparecer, lógicamente singular. Hemos llamado modificación al simple devenir de un mundo, visto desde el
punto de un objeto de ese mundo. Interna a las correlaciones trascendentales establecidas, la modificación no
nombra ningún sitio. Llamaremos hecho a un sitio cuya identidad de existencia no es máxima. Llamaremos
singularidad a un sitio cuya intensidad de existencia es máxima. Henos aquí en posesión de tres grados
distintos del cambio: la modificación, ontológicamente neutra y trascendentalmente regular; el hecho,
ontológicamente supernumerario, pero existencialmente (y por ende, lógicamente) débil; la singularidad,
ontológicamente supernumeraria y de valor de aparición –de existencia– máximo. 413
Si le ocurre a un mundo estar al fin situado –por el hecho de que adviene ahí un sitio– y disponerse entre la
singularidad y el hecho, es a la red de las consecuencias a la que le corresponde, entonces, decidir 414
415
Las leyes del ser vuelven a cerrarse de inmediato sobre aquello que es su excepción. La autopertenencia se
anula desde que es forzada, desde que ocurre. Un sitio es un término evanescente: no aparece sino para
desaparecer. El problema es registrar sus consecuencias en el aparecer. 433
Se dirá que el sitio es un “hecho” si EA p, con p#M. Lo cual quiere decir también que la
pertenencia de A a A, desde el punto de vista del aparecer que norma al objeto (A, Id), no es
absoluta. Fue sólo “en el grado p” que el aparecer / desaparecer de A, como elemento de A, tuvo
realmente lugar. Un hecho es sin duda un aparecer del sitio, pero un aparecer mesurado, o medio
Llamemos “aislado”2 a un grado de intensidad positiva no mínimo tal que nada se le subordina, sino el
mínimum. Dicho en otros términos, no hay nada entre él y la nada. La lógica pura establecerá que un mundo
sin aislado es átono. Allí donde todo se comunica hasta el infinito, no existe ningún punto. Empíricamente, un
aislado es un objeto cuya intensidad de aparición es indescomponible. No es necesario, para evaluar su
pertinencia en una construcción de verdad, analizarlo, descomponerlo, reducirlo. Es un punto de detención en
el mundo. Tal punto de detención testifica que, al menos en un lugar, la atonía del mundo está expuesta al
fracaso, y que se requiere decidir, decir “sí” o “no” a un procedimiento de verdad. 464
Libro de Cerletti
[para Badiou] educar no es otra cosa que “disponer los saberes de manera tal que alguna verdad
pueda agujerarlos” (83)
… [en] El maestro ignorante, de Jacques Ranciêre, […] se pone de manifiesto con singular agudeza
cómo en el seno de una práctica educativa pueden tener lugar circunstancias inesperadas que, sin
embargo, permiten recomponer completamente, con una notable riqueza, lo que se decía y lo que
se hacía hasta entonces. Asimismo, el texto muestra, de manera eminente, otra faceta
fundamental del problema del desacople entre metaestructura y estructura: las dificultades que
aparecen cuando aquello que produjo una disrupción en el estado de normalidad intenta ser
institucionalizado. (170)
Por cierto, si uno pudiera hacerlo por sí mismo, no sería necesario el maestro. (173)
La experiencia inédita vivida por Jacotot le hizo constatar que es posible aprender sin un maestro
explicador, que si alguien quiere aprender puede ser capaz de disponer las relaciones con el otro
de una manera original y propia. Aprender sin un maestro explicador no quiere decir, sin embargo,
que se prescinda de todo maestro. (173)
… no se tratará de enseñar el propio saber (en rigor, ni siquiera hay que tenerlo: esa es justamente
la escandalosa posibilidad del maestro ignorante), sino de hacer explícito que el otro es capaz de
aprender lo que quiera. Lo que se enseña cuando se emancipa es a usar la propia inteligencia. La
función del maestro será plantear al alumno un desafío del que no pueda salir más que por sí
mismo. Es interrogar como igual y no como un conocedor que ya sabe todas las respuestas. El que
enseña emancipando sabe que él también está aprendiendo, y las respuestas del otro son nuevas
preguntas para él. La palabra circula entre todos y no en una sola dirección. […] que cada uno
hable, no como maestro o alumno, sino como hombre o mujer. Es decir, no como aquel que es
examinado en vista de una evaluación, sino como aquel de quien interesa lo que pueda decir. No
se trata de explicar lo que los científicos, los artistas o los filósofos dicen o hacen, sino de ser, en
alguna forma, científicos, artistas o filósofos. (174)
… cuando la educación en alguna medida falla, es cuando puede haber realmente educación. (184)
El maestro ignorante:
Los alumnos aprendieron sin maestro explicador, pero no por ello sin maestro. Antes no
sabían, y ahora sabían. Luego Jacotot les enseñó algo. Sin embargo, no les comunicó nada
de su ciencia. Por lo tanto no era la ciencia del maestro lo que el alumno aprendía. Él había
sido maestro por la orden que había encerrado a sus alumnos en el círculo de dónde podían
salir por sí mismos, retirando su inteligencia del juego para dejar que sus inteligencias se
enfrentasen con la del libro. (11)
Entre el maestro y el alumno se había establecido una pura relación de voluntad a voluntad:
una relación de dominación del maestro que había tenido como consecuencia una relación
completamente libre de la inteligencia del alumno con la inteligencia del libro –esta
inteligencia del libro que era también la cosa común, el vínculo intelectual igualitario entre
el maestro y el alumno–. (11)
Se le pondrá solamente una condición imperativa: todo lo que diga, deberá mostrarlo
materialmente en el libro. Se le pedirá que haga las redacciones y las improvisaciones en
las mismas condiciones: deberá utilizar las palabras y los giros del libro para construir sus
frases; deberá mostrar en el libro los hechos a los que corresponde su razonamiento. En
definitiva, todo lo que diga, el maestro deberá poderlo verificar en la materialidad del libro.
(15)
No se sabe qué rumbo tomará el alumno. Pero se sabe de donde no saldrá, del ejercicio de
su libertad. Se sabe también que el maestro no tendrá derecho a estar por todas partes,
solamente en la puerta. El alumno debe verlo todo por sí mismo, comparar sin cesar y
responder siempre a la triple pregunta: ¿Qué ves? ¿Qué piensas? ¿Qué haces? Y así hasta el
infinito (17)
He aquí lo que quiere decir Todo está en todo: la tautología de la potencia. Toda la potencia del lenguaje
está en el todo de un libro. Todo conocimiento de sí como inteligencia está en el dominio de un libro, de un
capítulo, de una frase, de una palabra. Todo está en todo y todo está en Telémaco (18)
… siempre hay algo que el maestro puede pedirle que busque, sobre lo que le puede
preguntar y sobre lo que puede comprobar el trabajo de su inteligencia. (19)
Tales son, en efecto, los dos actos fundamentales del maestro: interroga, pide una palabra,
es decir, la manifestación de una inteligencia que se ignoraba o que se descuidaba.
Comprueba que el trabajo de esta inteligencia se realiza con atención, que esta palabra no
dice cualquier cosa para escapar de la coerción. (20)
Quien busca siempre encuentra. No encuentra necesariamente lo que busca, menos aún lo
que es necesario encontrar. Pero encuentra algo nuevo para relacionar con la cosa que ya
conoce. Lo esencial es esta vigilancia continua, esta atención que no se relaja nunca sin que
se instale la sinrazón –esa en la que el sabio sobresale tanto como el ignorante–. Maestro es
el que mantiene al que busca en su rumbo, ese rumbo en el que cada uno está solo en su
búsqueda y en el que no deja de buscar. (22)
Toda la práctica de la enseñanza universal se resume en la pregunta: ¿qué piensas tú? Todo
su poder está en la conciencia de emancipación que actualiza en el maestro y suscita en el
alumno. (23)
Lo que puede por esencia un emancipado es ser emancipador: dar, no la llave del saber,
sino la conciencia de lo que puede una inteligencia cuando se considera igual a cualquier
otra y considera cualquier otra como igual a la suya. (25)
Lengua materna
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[…] 48
50
52
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55
56
[…]
57
[…]
61, 62
68
69
75
91
[…]
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[…]
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149
151
152
[…]
156
[…]
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207
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[…]
[…]
286, 287
291
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307
311