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Citar para Qué es enseñar (en una situación emancipatoria)

Condiciones:

el sujeto es un militante. Militante de una verdad por venir, de la que no tiene el saber. Él es “a la
vez lo real del procedimiento y la hipótesis de lo que su inacabable resultado introduciría de
novedad en la presentación” 21

lo llamo forzamiento.2 Se puede forzar un saber mediante una hipótesis sobre el haber-tenido-
lugar de una verdad que está en curso. 254

Una institución filosófica es un procedimiento de conservación de un nudo en riesgo de un


corte que dispersaría sus componentes. Una buena institución es anudante, opaca, imposible de
desenredar. Una mala institución es segmentaria, dispersiva, parlamentaria. La primera, la buena,
es cerrada y oscura. La segunda, peligrosa, cuenta las voces y separa las funciones, que no reúne
generalmente sino bajo la forma especialmente poco filosófica del coloquio. Guardar un nudo es
difícilmente compatible con la gestión, a veces prudente, a veces violenta, del equilibrio de las
facciones.
¿De qué nudo se trata? Mi subtítulo lo anuncia: el nudo de la dirección, de la transmisión y
de la inscripción. ¿Qué decir de esos tres hilos del nudo, del que cada uno sostiene conjuntamente
a los otros dos, según la figura que mi maestro Jacques Lacan nos ha enseñado a meditar? Llamo
en primer lugar dirección de la filosofía no a aquellos a quienes o a aquello a lo que se dirige, sino
a la posición subjetiva de direccionamiento, que es la suya propia. Ahora bien, lo que caracteriza a
esta posición es ser lisa y llanamente vacía. […]Ningún enunciado de la filosofía es dirigido como
tal a alguien. Es lo que queremos decir cuando nos repetimos que lo que importa es la pregunta.
74 [POSICIÓN DE DIRECCION = POSICION DE MAESTRO IGNORANTE (¿?) ]

Llamo luego transmisión de la filosofía a la operación por la cual ella se propaga a partir del vacío
de la dirección. Todos saben que ella se propaga por el muy pequeño número de aquellos que
deciden, contra toda evidencia, que les está dirigida. Por consiguiente, aquellos que sobrellevan
en sí mismos el vacío de la dirección hacen en sí mismos tal vacío. [SÍ, SOBRELLEVAR EL VACÍO DE
LA DIRECCIÓN ES ESTAR EN POSICIÓN DE MAESTRO IGNORANTE] Ese pequeño número no
constituye nunca un público, puesto que un público es siempre precisamente lo que hace lo pleno
de la dirección. La filosofía no puede transmitirse por las vías de ese pleno, de ese demasiado-
pleno. De ahí que, desde siempre, su transmisión no está ligada en absoluto a la extensión de un
público, sino a la figura, restringida y no figurable, del discípulo. Discípulo es el que sobrelleva
coincidir con el vacío de la dirección. Discípulo es quien sabe que él no constituye un público, sino
que soporta una transmisión. 75

Llamo por último inscripción de la filosofía a todo lo que cambia el vacío de la dirección en marca
subsistente, todo lo que escribe la filosofía. La filosofía en sí misma, como dirección vacía, es
sustraída al escrito, sin ser no obstante consagrada a la voz. La filosofía es lo que, detenido en el
vacío de la dirección, obedece a la conminación temporalizada de las categorías del ser y del
acontecimiento, y ello más acá tanto de la voz como del escrito. Es en suma ese más-acá de la voz
y del escrito lo que nombramos, desde siempre, el pensamiento, y aquello a lo que se conforma el
vacío de la dirección. La inscripción es el marcaje de tal vacío, el procedimiento interminable de
una sutura subsistente a lo subsistente, la efectividad del vacío. La inscripción es abierta y ofrecida
a todos, a diferencia de la dirección, que es vacía, y de la transmisión, que es propuesta a algunos.
75
Esas tres instancias son también las del vacío (la dirección), la de lo finito (los discípulos) y la de lo
infinito (la inscripción y su glosa). Está claro que ese nudo es borromeo, desde el momento en que
se lo considera como fundador de la historicidad de la filosofía. Sin el nudo, la filosofía, reducida al
vacío de la dirección, no sería más que el punto de indistinción del pensamiento y del ser. En
efecto, sólo la inscripción entrega conjuntamente, en el tiempo, la dirección y la transmisión,
puesto que no es sino encontrando el libro, la inscripción, como un nuevo discípulo puede llegar al
lugar vacío que prescribe una antigua dirección. 76 [INSCRIPCIÓN = EMANCIPACIÓN (¿?)]

Todo el propósito de una institución filosófica es preservar el nudo. Ella es la guardiana no de la


filosofía, sino de su historicidad. Es por consiguiente guardiana de las filosofías. Es lo plural
anudado de las filosofías como resistencia en el tiempo, lo que quiere a menudo decir: resistencia
al tiempo. 76

En lo que concierne a la transmisión, está claro que la institución debe multiplicar las
oportunidades de ocupar como discípulo el lugar vacío de la dirección. Ella debe hacer proliferar a
los discípulos. Es necesario pues que sea una casa abierta, vacante, donde puedan pasar los que
están destinados al vacío de una dirección singular. Este paso general impone que no haya ningún
criterio de presencia o, como es regla en el Colegio Internacional, que la asistencia a los seminarios
sea absolutamente libre, que no exista ningún seminario cerrado. Permítaseme llamar a esta
segunda función de una institución para la filosofía su función de casa de paso. 77

Mi convicción es que la vieja palabra igualdad es hoy la mejor. Seamos aquí rigurosos. “Igualdad”
no será como tal un nombre de la política. La política se da en enunciados en situación, siempre
singulares, y está fuera de cuestión —porque sería una sutura— decir que es la voluntad de lo
igual. Pero “igualdad” puede ser un nombre filosófico para la composibilitación de la política de
emancipación. Porque “igualdad” no designa ni supone una totalidad ocurrida. “Igualdad”, desde
Cantor, se puede pensar en el elemento de lo infinito. 231, 232

Este nexo entre igualdad, existencia y razonamiento por el absurdo es una matriz subyacente a
todo pensamiento filosófico de la emancipación: para mostrar que una política filosóficamente
adversa es absurda, se supone que es portadora de la igualdad, y se muestra entonces una
contradicción formal. No se podría subrayar mejor que la igualdad no es un programa, sino un
axioma. Lo que Rancière, en Le maître ignorant, destaca con gran talento. 232

un acontecimiento no se sitúa nunca en la globalidad de la situación en que aparece, es “local”, tiene un


“sitio”,20 hace advenir a la situación –“presenta”– elementos que no estaban ahí presentados, salvo en la
opacidad de su sitio. De ahí resulta que “un sitio no es ‘acontecimental’* [...] sino en su calificación
retroactiva por el acontecimiento” 13

situación: averiguación arriesgada, limitada, pero fiel: el sujeto es un militante. Militante de una
verdad por venir, de la que no tiene el saber. Él es “a la vez lo real del procedimiento y la hipótesis de lo
que su inacabable resultado introduciría de novedad en la presentación” 21

Nada en ella es ontoteológico, y no hay para Lucrecio ningún ente supremo: el cielo está vacío [DESEO =
AUSENCIA DE CIELO, VACÍO DE CIELO ¡!!] 93

… para que advenga una localización del vacío, y por lo tanto un cierto tipo de asunción
intrasituacional del ser-en-tanto-ser, es necesario un disfuncionamiento de la cuenta, [un]
acontecimiento […] desde el cual el vacío de una situación es retroactivamente detectable. 71
Para que se inicie el proceso de una verdad, hace falta que algo ocurra. […] yo lo nombro
“acontecimiento”.179

[Lacan] Si una verdad no puede originarse en una donación, es forzoso que se origine en una
desaparición. A este desaparecer original […] yo lo llamo acontecimiento. 189

… no es tanto una verdad del sujeto como una verdad de la situación analítica misma. 190

la distinción crucial entre la verdad y el saber, que es también la distinción entre el pensamiento y
el conocimiento. 190

… la rara intervención del analista– el marcaje anticipante de lo que se habrá podido decir de
verídico, en el caso de que tal signo, tal acto, tal significante haya sido supuesto como
componente de la verdad.. 197 [el maestro emancipador hace un marcaje de los “posibles” puntos
de igualdad]

La inauguración del proceso de una verdad es exactamente lo que Lacan llama un “encuentro” […]
lo “súbito”. Es lo que yo nombro “acontecimiento”. El acontecimiento es indecidible. 270

El sujeto no es otra cosa, en su ser, que una verdad captada en su puro punto; una cantidad
evanescente de verdad, […] Esta evanescencia es el entredós de la indecidibilidad del
acontecimiento y la indiscernibilidad de la verdad. 270

no hay verdad de la verdad. 296

Teoría del Sujeto:

En la atomística antigua, se llama a esto el clinamen 79 [ENSEÑAR ES HACER MARCAJE DE LOS


PUNTOS DE CLINAMEN]

Un átomo se desvió, el mundo puede advenir. La súbita oblicuidad de una trayectoria rompe el
idéntico movimiento de los átomos, y produce un enganche de partículas del que nace, por último,
una multiplicidad combinada, una cosa, suficiente para un mundo. 80

¿Qué es este clinamen? Se reconoce en él enseguida, en el esplace de las trayectorias isótropas, el


horlieu de un movimiento inasignable, desreglado. De hecho, para desviarse, el átomo debe
sostener con el vacío una relación singular, exceptuándose de la ley que dispone de un solo golpe,
bajo el efecto unánime del vacío, la lluvia idéntica de las partículas. El átomo que se desvía marca
el vacío, ya que está afectado distintamente por el mismo, y no en su generalidad de átomo.
Sigamos bien el hilo de la operación. Si un átomo mantiene con el vacío una relación que no es la
de la generalidad de los átomos, puede funcionar como denotación atomística del vacío mismo. Es
aquí que la diferencia fuerte inicia su involución en diferencia débil, ya que la oposición, entre el
átomo que se desvía (o más bien entre el clinamen como acto de este átomo) y el átomo como
puro principio, reinscribe de átomo a átomo –luego, en la misma especie principal– la
heterogeneidad absoluta del vacío y del átomo 80

El clinamen es, desde luego, completamente embarazoso. No es ni el vacío, ni los átomos, ni la


acción causal de uno sobre los otros. No es tampoco un tercer componente, un tercer principio. Es
solamente aquello por lo que se puede llegar, de la diferencia cualitativa absoluta, afirmada
audazmente como principio, a la combinación de átomos como diferencia débil, con la que sólo se
aclara el mundo evidente de las cosas. El clinamen es la dialecticidad de los principios, la
diferenciación débil de la diferencia fuerte 81

El clinamen es el átomo como horlieu del vacío, dialectizando el vacío como lugar de los átomos.
Digamos, extrapolando, y lejos de los griegos, que el clinamen es sujeto, o más exactamente
subjetivación 81

El clinamen es a-específico, fuera de necesidad, absolutamente fuerade-lugar [hors-lieu],


«inesplazable» [«inesplaçable»], infigurable: el azar. No es en vano que este azar regrese como
categoría principal en Mallarmé. El azar es un concepto clave de toda dialéctica estructural. Para
Lacan, es nada menos, bajo el nombre de Fortuna, que lo real. 81

es absolutamente importante que el clinamen sea a su vez abolido. ¿Qué quiere decir esto? Que
ninguna explicación particular de ninguna cosa particular debe requerir el clinamen, aunque la
existencia de una cosa en general sea impensable sin el mismo; que ningún átomo debe ser jamás
reconocido como uno que se desvía, en ninguna combinación de átomos, aunque la existencia del
desvío condicione la existencia misma de una combinatoria. No bien tuvo lugar, el clinamen debe
ausentarse radicalmente de todos sus efectos sin excepción. Apenas marcó el vacío en el universo
de los átomos, debe ser el vacío absoluto de esta marca. A esta imperceptible emergencia de la
fuerza, para que el horlieu del clinamen haga ver el esplace de la combinación de los átomos, la
dialéctica estructural pretende anularla en su resultado. Segunda gran operación, aquella por la
cual, como dice Mallarmé, «el azar (es) vencido palabra por palabra», el clinamen abolido, el
desvío necesario barrado [barrée]: la operación del término evanescente. 83

El clinamen está fuera del tiempo [hors temps], no está en la cadena de los efectos. Todo efecto
está sometido a la ley. El clinamen no tiene ni pasado (nada lo introduce), ni futuro (no hay más
huella del mismo), ni presente (no tiene ni lugar, ni momento). No tiene lugar sino para
desaparecer, él es su propia desaparición84

En la subjetivación, la certeza es anticipada. En el proceso subjetivo, la consistencia es retroactiva.


Poner en consistencia la prisa de la causa: es el todo del sujeto 272

la anécdota muestra que es la interrupción de un algoritmo lo que subjetiva, no su efectuación.


En cuanto al proceso subjetivo, no existe sino por recomponer la consecución respecto de la
interrupción. Nunca es la persecución del algoritmo, pues la entrada en escena de la fuerza rompe
la ley ante la cual debe existir en su plaza 278

Un sujeto es aquel término que, sometido [asservi] a la regla que determina un lugar, le
puntualiza, sin embargo, la interrupción de su efecto. Su esencia subjetivante es esta interrupción
misma, por la cual el lugar, en que la regla está desreglada, consiste en la destrucción. Del mismo
modo, un sujeto es lo que hace proceso de recomponer, del punto de la interrupción, otro lugar y
otras reglas. El sujeto está sujetado [Le sujet est assujetti], en la medida en que no existe nada
pensable bajo este nombre, fuera de un lugar reglado [hors un lieu reglé], un esplace. Y también
en cuanto aquello de lo cual el sujeto es la destrucción, es esto mismo que lo determina a estar
emplazado. Que el proceso subjetivo sea del punto de la interrupción designa la ley del sujeto
como división dialéctica de la destrucción y de la recomposición. Ahí está lo que garantiza que el
proceso subjetivo escape parcialmente a la repetición. Se destruye el efecto de lo Mismo, y lo que
se instituye de esta destrucción es otro Mismo. 280
Un sujeto es aquel elemento de un álgebra de donde la ley de composición que él sufre deviene
azarosa. 281

Ustedes tienen cuatro lemas.


1.- Un sujeto está en posición algebraica de exclusión interna. Aunque
asignable a la ley, focaliza la interrupción de su efecto.
2.- Un sujeto está en posición de
exceso topológico en la plaza. Aunque perteneciente al esplace, como término singular, él
coadhiere, como término colectivizador, a vecindades que interfieren las plazas.
3.- Un sujeto es destrucción/recomposición, pues nunca hay no-lugar. El exceso
en la plaza ordena un re-emplazamiento [re-placement].
4.- La subjetivación designa el sujeto en la
dimensión principal de la interrupción, el proceso subjetivo de la recomposición 282

Todo esplace es así el l’après-coup de la destrucción de otro. La subjetivación es la anticipación


cuya estructura es la plaza vacía; el proceso subjetivo, la retroacción que emplaza [place] el
forzamiento. El sujeto es el esplace, en tanto que devenido mediante lo inexistente de lo que fue
destruido. 284, 285

todo sujeto constituye la unidad dividida de lo genérico y lo construible 292

Pensada como ruptura, la subjetivación está justamente en una lógica del forzamiento. El «¡No!»
de la rebelión no está implicado por las condiciones locales. Está forzado por la inexistencia de un
constreñimiento absoluto que forzaría la sumisión de manera trascendente a las condiciones
inmediatas. Entre la implicación formal y el forzamiento pasa toda la ambivalencia que introduce
la dialéctica en el viejo problema del determinismo. El surgimiento del sujeto es efecto de la
fuerza en el lugar. No resulta de ello que el lugar lo implique. 294

El ser y el acontecimiento

Supongamos que existe una parte genérica […] si esta “suposición” es para el ontólogo una certeza
[…] para el habitante [de la situación] es una fe teológica. 418

… nombrar aquello […] que es imposible discernir.


[…]
Los nombres deben poder designar hipotéticamente, sin más recursos que los de [la
situación], los elementos de [la situación suplementada con un múltiple genérico] 415

[la parte genérica] existe para el ontólogo exterior e inexiste para el habitante de [la situación] en
donde sólo es un objeto trascendente de la fe. La única cosa existente que toca a [la situación
ampliada con la parte genérica] en [la situación] son las condiciones. 415

Llamo fidelidad al conjunto de procedimientos por los cuales se discierne, en una situación, a los
múltiples cuya existencia depende de la puesta en circulación de un múltiple acontecimental. 259

Lo que nos enseña la doctrina del acontecimiento es, más bien, que todo el esfuerzo consiste en
seguir sus consecuencia, no en exaltar su ocurrencia. 235
… el sitio –esto es, un múltiple al borde del vacío-… 228

… el anonimato vacío que bordea al sitio... 232 [si el sitio está al borde del vacío, el vacío está al
borde del sitio]

… el múltiple es un sitio de acontecimiento, ya que i bien es presentado [en la situación


{nada de lo que le pertenece es, a su vez, presentado (en la situación {

… [el sitio] funda [la situación], ya que la pertenencia a [la situación] encuentra su punto de
detención en lo que presenta [el sitio]. 208

El sitio sólo es una condición de ser del acontecimiento. 202

[un sitio es] un primer-uno de esa situación, un múltiple “admitido” en la cuenta sin poder resultar
de cuentas “anteriores” […] los sitios de acontecimiento bloquean la regresión al infinito de las
combinaciones múltiples […] los sitios fundan la situación… 197 y 198

… que un sitios de acontecimiento está “al borde del vacío” queda claro si pensamos que, desde el
punto de vista de la situación, ese múltiple sólo está compuesto de múltiples no presentados. 197

Llamaré sitio de acontecimiento a un múltiple […] tal que ninguno de sus elementos está
presentado en la situación. 197

… pese a que un habitante de la situación no conoce nada de lo indiscernible –por consiguiente, de la


extensión– puede sin embargo pensar que la pertenencia de cierta condición a una descripción genérica
equivale a la veridicidad de cierto enunciado en esa extensión. Reconocemos que este habitante está en
posición de sujeto de una verdad: el fuerza la veridicidad al punto de lo indiscernible. Lo hace con los únicos
recursos nominales de la situación, sin tener que representar esa verdad… 452

Un sujeto, instancia finita de una verdad, realización discernida de un indiscernible, lengua autonímica, es
aquello que fuerza la decisión, descalifica lo desigual y salva lo singular. Por esas tres operaciones […] el
acontecimiento viene al ser. 450

Lo genérico es igualitario y todo sujeto, en última instancia, se dispone a la igualdad. 449

… los nombres que utiliza un sujeto […] no tienen en general referente en la situación. […]
La creencia se sostiene por el hecho de que, con los recursos de la situación, de
sus múltiples, de su lenguaje, un sujeto genera nombres cuyo referente están en el futuro anterior. 438

… el sujeto cree que hay una verdad y esta creencia se presenta bajo la forma de un saber. Llamo confianza
a esta creencia sapiente. 437

El sujeto está “entre” los términos que el procedimiento reagrupa, mientras que el saber es su totalización
retrospectiva.
El sujeto está propiamente separado del saber por el azar. 436

… el sujeto, en tanto configuración situada y local, no es ni la intervención ni el operador de fidelidad, sino


el advenimiento de su Dos, o sea, la incorporación del acontecimiento a la situación en el modo de un
procedimiento genérico. 433
Llamo subjetivación a la emergencia de un operador, consecutiva de una nominación de intervención. La
subjetivación es en la forma del Dos […] es la nominación de intervención desde el punto de vista de la
situación […] es una cuenta especial distinta tanto a la cuenta-por-uno en al que se ordena la presentación,
como de la reduplicación estatal […] cuenta lo que está conectado fielmente al nombre del acontecimiento.
432 y 433

… llamaré sujeto al proceso de ligazón entre el acontecimiento (por lo tanto, la intervención) y el


procedimiento de fidelidad (por lo tanto, su operador de conexión). […] … se puede reconocer en lo que
llamaba subjetivación al grupo de conceptos vinculados a la intervención y en lo que llamaba proceso
subjetivo, a los conceptos relacionados con la fidelidad. 266 y 267

Logica de los mundos

sea un sitio (un objeto afectado de autopertenencia) que es una singularidad (su intensidad de
existencia, por más instantánea y evanescente que pueda ser, es sin embargo máxima). Diremos
que ese sitio es una “singularidad fuerte”, o un “acontecimiento”, si el valor del acarreamiento
del valor (nulo) de su inexistente propio por el valor (máximo) del sitio mismo es, él mismo,
máximo. 417

Un cambio, si es una singularidad y no una simple consecuencia –una modificación–, no puede sobrevenir ni
según el orden matemático que funda el pensamiento de lo múltiple, ni según la regulación trascendental que
regla la coherencia del aparecer. Ciertamente, no hay más que el ser-ahí de los múltiples. Pero es posible que
el ser múltiple, comúnmente soporte de los objetos, suba “en persona” a la superficie de la objetividad. Es
posible que advenga un mixto de ser puro y de aparecer. Para ello, basta con que un múltiple aspire a aparecer
en tanto referido a sí mismo, a su propia indexación trascendental. En suma, basta con que le ocurra a un
múltiple jugar, en un mundo donde aparece, un doble rol. Por una parte, es objetivado, por la indexación
trascendental de sus elementos. Por otra, (se) objetiva, figurando entre sus propios elementos y siendo él
mismo capturado, así, en la indexación trascendental de la que es soporte de ser. La objetivación mundana
hace de ese múltiple una síntesis entre lo objetivante (soporte múltiple y referencial de una fenomenalidad) y
lo objetivado (perteneciente al fenómeno). Llamamos a tal ente paradójico “sitio”. 400

en adelante, puedo identificar fundamentalmente “sitio” y “multiplicidad acontecimiental” –


evitando así las aporías banales de la dialéctica entre estructura e historicidad–, y que economizo
todo recurso a una misteriosa nominación. Además, en lugar de la oposición rígida entre situación y
acontecimiento, despliego los matices de la transformación, desde la móvil-inmóvil modificación
hasta el acontecimiento propiamente dicho, pasando por la neutralidad del hecho. 401

Un múltiple que es un objeto de ese mundo –cuyos elementos son indexados sobre el trascendental
del mundo– es un “sitio” si le ocurre contarse a sí mismo en el campo referencial de su propia
indexación. O también: un sitio es un múltiple al que le ocurre comportarse en el mundo con respecto a sí
mismo como con respecto a sus elementos, de tal suerte que es el soporte de ser de su propia aparición.
Incluso si la idea es todavía oscura, se ve su contenido: un sitio soporta el posible de una singularidad, porque
convoca a su ser en el aparecer de su propia composición múltiple. Él se hace, en el mundo, el ser-ahí de su
ser. Entre otras consecuencias, el sitio se dota de una intensidad de existencia. Un sitio es un ser al que le
ocurre existir por sí mismo. 403

… la paradoja de esta autopertenencia y la extrema precariedad –de hecho, el desvanecimiento obligado– del
sitio. 407
Un sitio que no existe máximamente es sólo un hecho. Aunque ontológicamente identificable, no es, en el
aparecer, lógicamente singular. Hemos llamado modificación al simple devenir de un mundo, visto desde el
punto de un objeto de ese mundo. Interna a las correlaciones trascendentales establecidas, la modificación no
nombra ningún sitio. Llamaremos hecho a un sitio cuya identidad de existencia no es máxima. Llamaremos
singularidad a un sitio cuya intensidad de existencia es máxima. Henos aquí en posesión de tres grados
distintos del cambio: la modificación, ontológicamente neutra y trascendentalmente regular; el hecho,
ontológicamente supernumerario, pero existencialmente (y por ende, lógicamente) débil; la singularidad,
ontológicamente supernumeraria y de valor de aparición –de existencia– máximo. 413

Si le ocurre a un mundo estar al fin situado –por el hecho de que adviene ahí un sitio– y disponerse entre la
singularidad y el hecho, es a la red de las consecuencias a la que le corresponde, entonces, decidir 414

415

Las leyes del ser vuelven a cerrarse de inmediato sobre aquello que es su excepción. La autopertenencia se
anula desde que es forzada, desde que ocurre. Un sitio es un término evanescente: no aparece sino para
desaparecer. El problema es registrar sus consecuencias en el aparecer. 433

Se dirá que el sitio es un “hecho” si EA p, con p#M. Lo cual quiere decir también que la
pertenencia de A a A, desde el punto de vista del aparecer que norma al objeto (A, Id), no es
absoluta. Fue sólo “en el grado p” que el aparecer / desaparecer de A, como elemento de A, tuvo
realmente lugar. Un hecho es sin duda un aparecer del sitio, pero un aparecer mesurado, o medio

Llamemos “aislado”2 a un grado de intensidad positiva no mínimo tal que nada se le subordina, sino el
mínimum. Dicho en otros términos, no hay nada entre él y la nada. La lógica pura establecerá que un mundo
sin aislado es átono. Allí donde todo se comunica hasta el infinito, no existe ningún punto. Empíricamente, un
aislado es un objeto cuya intensidad de aparición es indescomponible. No es necesario, para evaluar su
pertinencia en una construcción de verdad, analizarlo, descomponerlo, reducirlo. Es un punto de detención en
el mundo. Tal punto de detención testifica que, al menos en un lugar, la atonía del mundo está expuesta al
fracaso, y que se requiere decidir, decir “sí” o “no” a un procedimiento de verdad. 464

Libro de Cerletti

[para Badiou] educar no es otra cosa que “disponer los saberes de manera tal que alguna verdad
pueda agujerarlos” (83)
… [en] El maestro ignorante, de Jacques Ranciêre, […] se pone de manifiesto con singular agudeza
cómo en el seno de una práctica educativa pueden tener lugar circunstancias inesperadas que, sin
embargo, permiten recomponer completamente, con una notable riqueza, lo que se decía y lo que
se hacía hasta entonces. Asimismo, el texto muestra, de manera eminente, otra faceta
fundamental del problema del desacople entre metaestructura y estructura: las dificultades que
aparecen cuando aquello que produjo una disrupción en el estado de normalidad intenta ser
institucionalizado. (170)

Por cierto, si uno pudiera hacerlo por sí mismo, no sería necesario el maestro. (173)

La experiencia inédita vivida por Jacotot le hizo constatar que es posible aprender sin un maestro
explicador, que si alguien quiere aprender puede ser capaz de disponer las relaciones con el otro
de una manera original y propia. Aprender sin un maestro explicador no quiere decir, sin embargo,
que se prescinda de todo maestro. (173)

… no se tratará de enseñar el propio saber (en rigor, ni siquiera hay que tenerlo: esa es justamente
la escandalosa posibilidad del maestro ignorante), sino de hacer explícito que el otro es capaz de
aprender lo que quiera. Lo que se enseña cuando se emancipa es a usar la propia inteligencia. La
función del maestro será plantear al alumno un desafío del que no pueda salir más que por sí
mismo. Es interrogar como igual y no como un conocedor que ya sabe todas las respuestas. El que
enseña emancipando sabe que él también está aprendiendo, y las respuestas del otro son nuevas
preguntas para él. La palabra circula entre todos y no en una sola dirección. […] que cada uno
hable, no como maestro o alumno, sino como hombre o mujer. Es decir, no como aquel que es
examinado en vista de una evaluación, sino como aquel de quien interesa lo que pueda decir. No
se trata de explicar lo que los científicos, los artistas o los filósofos dicen o hacen, sino de ser, en
alguna forma, científicos, artistas o filósofos. (174)

Desjerarquización = igualdad (175)

Esta condición de sostener la enseñanza y la emancipación en una singularidad -la construcción


del camino propio- tiene una derivación peculiar: la imposibilidad de institucionalizar un método
Jacotot. (175)

… cuando la educación en alguna medida falla, es cuando puede haber realmente educación. (184)

El maestro ignorante:

Los alumnos aprendieron sin maestro explicador, pero no por ello sin maestro. Antes no
sabían, y ahora sabían. Luego Jacotot les enseñó algo. Sin embargo, no les comunicó nada
de su ciencia. Por lo tanto no era la ciencia del maestro lo que el alumno aprendía. Él había
sido maestro por la orden que había encerrado a sus alumnos en el círculo de dónde podían
salir por sí mismos, retirando su inteligencia del juego para dejar que sus inteligencias se
enfrentasen con la del libro. (11)
Entre el maestro y el alumno se había establecido una pura relación de voluntad a voluntad:
una relación de dominación del maestro que había tenido como consecuencia una relación
completamente libre de la inteligencia del alumno con la inteligencia del libro –esta
inteligencia del libro que era también la cosa común, el vínculo intelectual igualitario entre
el maestro y el alumno–. (11)

enseñar lo que ignoraba. (12)

se puede enseñar lo que se ignora si se emancipa al alumno, es decir, si se le obliga a usar


su propia inteligencia. Maestro es el que encierra a una inteligencia en el círculo arbitrario
de dónde sólo saldrá cuando se haga necesario para ella misma. Para emancipar a un
ignorante, es necesario y suficiente con estar uno mismo emancipado, es decir, con ser
consciente del verdadero poder del espíritu humano. (12)

Se le pondrá solamente una condición imperativa: todo lo que diga, deberá mostrarlo
materialmente en el libro. Se le pedirá que haga las redacciones y las improvisaciones en
las mismas condiciones: deberá utilizar las palabras y los giros del libro para construir sus
frases; deberá mostrar en el libro los hechos a los que corresponde su razonamiento. En
definitiva, todo lo que diga, el maestro deberá poderlo verificar en la materialidad del libro.
(15)

No se sabe qué rumbo tomará el alumno. Pero se sabe de donde no saldrá, del ejercicio de
su libertad. Se sabe también que el maestro no tendrá derecho a estar por todas partes,
solamente en la puerta. El alumno debe verlo todo por sí mismo, comparar sin cesar y
responder siempre a la triple pregunta: ¿Qué ves? ¿Qué piensas? ¿Qué haces? Y así hasta el
infinito (17)

He aquí lo que quiere decir Todo está en todo: la tautología de la potencia. Toda la potencia del lenguaje
está en el todo de un libro. Todo conocimiento de sí como inteligencia está en el dominio de un libro, de un
capítulo, de una frase, de una palabra. Todo está en todo y todo está en Telémaco (18)

… siempre hay algo que el maestro puede pedirle que busque, sobre lo que le puede
preguntar y sobre lo que puede comprobar el trabajo de su inteligencia. (19)

Tales son, en efecto, los dos actos fundamentales del maestro: interroga, pide una palabra,
es decir, la manifestación de una inteligencia que se ignoraba o que se descuidaba.
Comprueba que el trabajo de esta inteligencia se realiza con atención, que esta palabra no
dice cualquier cosa para escapar de la coerción. (20)

quien quiere emancipar a un hombre debe preguntarle a la manera de los hombres y no a la


de los sabios, para ser instruido y no para instruir. Y eso sólo lo hará con exactitud aquél
que efectivamente no sepa más que el alumno, el que no haya hecho antes que él el viaje, el
maestro ignorante (20)
No verificará lo que ha encontrado el alumno, comprobará lo que ha buscado. Juzgará si ha
prestado atención. […]Lo que el maestro ignorante debe exigir de su alumno es que le
pruebe que ha estudiado atentamente. (21)

Quien busca siempre encuentra. No encuentra necesariamente lo que busca, menos aún lo
que es necesario encontrar. Pero encuentra algo nuevo para relacionar con la cosa que ya
conoce. Lo esencial es esta vigilancia continua, esta atención que no se relaja nunca sin que
se instale la sinrazón –esa en la que el sabio sobresale tanto como el ignorante–. Maestro es
el que mantiene al que busca en su rumbo, ese rumbo en el que cada uno está solo en su
búsqueda y en el que no deja de buscar. (22)

Toda la práctica de la enseñanza universal se resume en la pregunta: ¿qué piensas tú? Todo
su poder está en la conciencia de emancipación que actualiza en el maestro y suscita en el
alumno. (23)

Lo que puede por esencia un emancipado es ser emancipador: dar, no la llave del saber,
sino la conciencia de lo que puede una inteligencia cuando se considera igual a cualquier
otra y considera cualquier otra como igual a la suya. (25)

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