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Articulo : la obesidad

infantil
Un aumento excesivo de peso a edades tempranas, fruto de una alimentación
desequilibrada, puede contribuir a sufrir uno de los mayores problemas de
carácter nutricional, la obesidad. Conocer los factores que predisponen a ella le
ayudará a prevenir su aparición desde la infancia.

La obesidad es la forma más frecuente de malnutrición en los países


desarrollados. Aparece cuando la ingesta de alimentos energéticos supera al
gasto de energía y por consiguiente, se almacenan en el organismo como tejido
graso.

Si se tiene en cuenta que una sobrealimentación excesiva durante la infancia


tiene una probabilidad del 60-80% de ser obeso cuando se es adulto, es
fundamental que tanto los pediatras, como padres y educadores tomen medidas
preventivas para que un sobrepeso en la infancia no se perpetúe en la vida
adulta.

La obesidad infantil de tipo nutricional puede generar complicaciones


ortopédicas, respiratorias y cutáneas. Los niños con sobrepeso corren el riesgo
de sufrir diabetes, colesterol e hipertensión. En definitiva, todas ellas conducen a
padecer de enfermedades cardiovasculares.

¿Genes o estilo de vida?

A finales de los años ochenta las teorías genetistas de la obesidad afirmaron


que la heredabilidad del peso corporal era de hasta un 40%.

En el genoma humano se han identificado diversos genes candidatos a la


predisposición genética de padecer obesidad (Gen de la petina, gen del
preceptor, gen de la proteína desacopladora y los genes reguladores de la
secreción de insulina). Aún así, no se debe descuidar el papel que juega el
ambiente porque el estilo de vida influye de manera decisiva en los hábitos
alimentarios:

Factores que predisponen a la obesidad

Un nivel socio-económico alto, ser hijo único, el pequeño de los hermanos o


pertenecer a una familia con un sólo progenitor aumenta la prevalencia de esta
enfermedad.

Ir al colegio en autobús, subir en ascensor, participar en las actividades


extraescolares sedentarias (manualidades, idiomas,..), junto a un exceso de
horas de televisión que incitan al niño a ingerir una gran cantidad de alimentos
con “calorías vacías”, generan un estilo de vida poco activo.

Otro aspecto a considerar son las actitudes que la familia del niño tiene hacia la
comida, puesto que en muchas ocasiones a los padres le satisface que sus hijos
coman mucho.

Dieta de supermercado

En esta línea, también es importante mencionar el tipo de alimentos que se


consumen ya que con frecuencia a los niños les gustan muy poco las verduras y
las frutas mientras les encantan las grasas animales y el azúcar.

Este tipo de hábitos de alimentación, denominada “dieta de supermercado” o


“comida basura”, conduce en muchas ocasiones a la desnutrición puesto que la
aportación de los nutrientes esenciales es nula. Al mismo tiempo contribuyen a
conseguir un aumento de peso.
Por estas razones, es fundamental que tanto los padres, desde el hogar, como
los educadores, en el comedor escolar, modifiquen los hábitos alimenticios de
los más jóvenes mediante dietas equilibradas.

La alimentación también se educa

La prevalencia de obesidad escolar oscila entre el 7% y el 10%. De aquí se


deduce el papel decisivo que tiene la educación desde los primeros años de
vida. Algunos aspectos “clave” sobre los que se debe incidir para conseguir
hábitos alimentarios saludables son:

Un buen desayuno. Es la primera comida del día que mayor incidencia tiene
sobre el rendimiento escolar.

Desarrollar el gusto por las verduras y las frutas. Para ello se sugiere mezclar
pequeñas cantidades de verduras con diferentes condimentos que disimulen su
presencia: ensalada de colores (pasta, tomate, maíz,..), croquetas de pescado
con tomate y zanahoria rayada, la pizza con vegetales, tortilla de espinacas...

Evitar que piquen entre horas. Hay que distribuir los alimentos durante el día de
manera racional.

No se recomienda que fuerce a comer cuando no tienen hambre.

Es conveniente acostumbrarles a masticar despacio y a levantarse de la mesa


sin sensación de hambre.

Medidas preventivas

Se recomienda cuando en la familia existe uno o varios miembros con obesidad


o con enfermedades cardiovasculares. Se considera necesario plantearse
programas de detección e intervención temprana en edades escolares mediante:
La visita del pediatra. Es capaz de detectar precozmente a los niños con
problemas de sobrepeso.

En casa. Es importante llevar un hábito de alimentación adecuado proporcional a


cada edad.

Tratamiento

Las medidas específicas de tratamiento que se adoptarán variarán en base a la


edad y el grado de obesidad.

Lactantes obesos

Se recomienda que durante los primeros seis meses de vida se evite someterles
a una pérdida de peso. La razón se basa en que tienden a adelgazar a medida
que comienzan a incrementar la actividad física y a introducir una alimentación
complementaria a la leche materna.

De 6 a 18 meses

No se aconseja someterles a ninguna dieta puesto que ésta puede provocar un


déficit a nivel nutricional y dificultar el crecimiento.

Se recomienda incrementar la actividad física puesto que si se mantiene activo


durante el juego contribuirá, sin ningún esfuerzo, a quemar el exceso de grasa
acumulada durante la lactancia.

Edad preescolar

No se aconseja perder peso sino que lo más saludables está en estabilizarse


mediante una dieta equilibrada. En cualquier caso, el ejercicio físico es una
buena alternativa que contribuye a mantener el peso adecuado a cualquier edad.

Niños escolares y adolescentes


Es conveniente que junto a una dieta baja en calorías, pero con alto contenido
nutritivo, participen de manera activa, es decir, con un alto nivel de implicación
personal en programas de apoyo psicopedagógico.

Durante la etapa escolar los niños suelen manifestar problemas vinculados a la


alimentación. Los más frecuentes son:

El sobrepeso que en ocasiones puede conducir a la obesidad. Con frecuencia,


se debe a una ingesta elevada de alimentos de alto nivel calórico y junto a un
escaso ejercicio físico.

Falta de interés hacía la comida. Suele deberse a una mala organización en el


reparto de las comidas o porque se pica entre horas e incluso esta inapetencia
puede deberse a problemas escolares o a dificultades de relación entre los
compañeros.

Rechazo de alimentos nuevos. Se debe a la monotonía en el consumo diario de


alimentos. La solución está en introducirlos gradualmente combinándolos con
otros ya conocidos. Para conseguir una dieta más variada y menos aburrida se
aconseja desarrollar el gusto desde los primeros años de vida.

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