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Unidad 4

1 //Escenario
Escenario28
Lectura Fundamental

Anatomía
Etapas de un
funcional
plan de comunicación
estratégica

Contenido

1 Organización básica del sistema nervioso (SN)

2 Sistema nervioso central (SNC)

3 El cerebro

Palabras clave:
Sistema nervioso, el cerebro, lóbulos cerebrales.
1. Organización básica del sistema nervioso (SN)
La totalidad de las funciones vitales del cuerpo humano se realizan bajo la perfecta coordinación
del sistema nervioso (SN). Este es una estructura que se especializa en la regulación de funciones
somáticas, endócrinas y viscerales; recibir estímulos sensoriales provenientes del interior y exterior del
organismo; emitir impulsos motores o eferentes; permitir que el ser humano interactúe con el medio;
y es responsable del procesamiento cognitivo.

El SN posee dos principales componentes que están divididos anatómicamente, pero que se
relacionan funcionalmente: sistema nervioso central (SNC) y sistema nervioso periférico (SNP). El
SNC se localiza en el cráneo y columna vertebral, mientras que el SNP se sitúa fuera de estos. El
SNC consta del encéfalo y la médula espinal y el SNP se compone del sistema nervioso autónomo y
el sistema nervioso somático (Pinel, 2006) (Figura 1).

Sistema nervioso central

Cerebro

Médula espinal

Sistema nervioso periférico


Nervio periférico

Figura 1. Sistema nervioso


Fuente: Elaboración propia

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Portellano (2005) asegura que el SNP está compuesto por ganglios y nervios, cuya función es co-
municar al SNC con el resto del organismo. Los nervios son un conjunto de fibras nerviosas ubicadas
fuera del SNC; los hay de dos tipos: craneales y espinales. Los nervios craneales son 12 pares que
surgen del tronco cerebral y los nervios espinales son 31 pares que emergen de la médula espinal. Por
su parte, los ganglios son neuronas que se localizan en los nervios.

Del mismo modo, el sistema nervioso se puede clasificar en sistema nervioso autónomo y sistema
nervioso de actividad voluntaria. El sistema nervioso autónomo o vegetativo coordina las actividades
que no se realizan conscientemente o de forma voluntaria, como es el caso de las funciones del
sistema endocrino, el funcionamiento visceral y los reflejos. Este a su vez, se divide en sistema
simpático y parasimpático (Giudice, 2009). El primero se activa ante las situaciones de alerta o
peligro, permitiéndole al organismo actuar. Por el contrario, el sistema parasimpático tiene una
función antagónica; es decir, equilibra las respuestas que emite el organismo y conserva energía.
Estos dos sistemas actúan conjuntamente para lograr la homeostasis del organismo (Garin, 2009).

En lo que respecta al sistema de la actividad voluntaria, este se ubica en las estructuras del SNC. Se
encarga de las actividades que se realizan deliberadamente como las cognitivas, motoras y sensoriales
(Patrone, 2009). En complemento, para Clark, Boutros y Méndez, (2012), el SN es dividido
anatómicamente en el SNC y en SNP. Mientras que fisiológicamente se divide en sistema nervioso
autónomo o visceral y somático (Tabla 1).

Tabla 1. División del sistema nervioso. Modificado de Portellano, (2005)

Corteza cerebral
Cerebro
Subcórtex
Cerebelo
Encéfalo Mesencéfalo

Tronco cerebral Protuberancia

Bulbo raquídeo
Sistema nevioso central
Cervical

Dorsal

Médula Espinal Lumbar

Sacra

Coccigea

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I Olfatorio

II Óptico

III Óculomotor

IV Troclear

V Trigémino

Nervios craneales VI Abducens

(12 pares) VII facial

VIII Vestibulo- coclear


Sistema nevioso
periferico IX Glosofaringeo

X Vago

XI Accesorio espinal

XII Hipogloso
8 Cervicales

12 Dorsales
Nervios espinales
5 Lumbares
(31 pares)
5 Sacros

1 Coccígeo

Fuente: Elaboración propia

2. Sistema nervioso central (SNC)


Como ya se mencionó, el SNC está constituido por el encéfalo (localizado al interior del cráneo), la
médula espinal (ubicada en el conducto vertebral) y millones de células especializadas denominadas
neuronas. El SNC dirige un sin número de funciones motoras, sensoriales, cognitivas, entre otras. Sin
duda alguna, una de las funciones más sobresaliente del SNC tiene que ver con el comportamiento
humano (Baña, Bovalina, Di Diego, González, Postorivo & Valmaggia, 2009).

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2.1. Protección del SNC

De acuerdo con Oterino (2014), el encéfalo y la médula espinal son las estructuras más protegidas
del organismo; cuentan con protección meníngea y ósea. Las vértebras y el cráneo conforman
la cubierta ósea, mientras que las tres meninges (duramadre, aracnoides y piamadre) protegen
internamente y dan sostén al encéfalo y la médula espinal.

De estas membranas, la más externa es la paquimeninge o duramadre, la cual está compuesta por
tejido conjuntivo. La piamadre se localiza más internamente y está constituida por fibras elásticas
finas y reticulares, y posee vasos sanguíneos (Giúdice, 2009). Entre estas dos capas (duramadre
y piamadre) se ubica la aracnoides, que está igualmente compuesta por fibras reticulares. Esta se
adhiere a la duramadre −con la que tiene semejanza estructural−, por lo cual se le llama leptomeninges.
Sumado a esto, entre estas dos meninges se encuentra el espacio subaracnoideo, a través del cual el
líquido cefalorraquídeo (LCR) circula al ser sintetizado por los ventrículos (Muñiz, 2015) (Figura 2).

Piel
Aponeurosis
Periostio
Hueso

Meninges

Duramadre
Aracnoides
Piamadre

Las meninges son las membranas que


recubren el cerebro y la médula espinal.

Figura 2. Meninges
Fuente: Elaboración propia

De igual forma, el LCR brinda protección al SNC actuando como amortiguador ante traumatismos y
proporciona soporte hidroneumático, el cual permite nivelar la presión intracraneal. Funciona como trans-
portador de nutrientes, elimina residuos, agentes nocivos y facilita el diagnóstico de enfermedades neuro-
lógicas (punción lumbar). El LCR es producido en los plexos coroideos y circula a través de los ventrículos
laterales, el espacio subaracnoideo y el canal ependimario. Es reabsorbido hacia la sangre a través de vellos
aracnoideos, que se despliegan hasta el seno sagital superior (Aragort, 2009).

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¿Sabía qué...?
Salomón Hakim fue un neurólogo e investigador colombiano que
sobresalió por sus grandes aportes en la comprensión de la hidrodinámica
del SNC. Igualmente, descubrió el síndrome de hidrocefalia normotensiva
y desarrolló la válvula de Hakim para su tratamiento.

De acuerdo con Carlson (2005), el cerebro tiene cavidades llenas de LCR conocidas como
ventrículos. De estas cavidades, los ventrículos laterales (primero y segundo) son los más grandes
y se conectan con el tercer ventrículo, el cual está ubicado en la línea media del cerebro. A su vez,
este se conecta con el cuarto ventrículo, gracias al acueducto cerebral. Cuando los niveles de este
líquido se alteran al interior del SNC, suelen aparecer patologías como la hidrocefalia, la hipertensión
e hipotensión intracraneal. Por ejemplo, Mogrovejo, Pichilingue, Bazán y Quintanilla (2011) refieren
que la hidrocefalia, significa agua dentro del cerebro y consiste en la dilatación de los ventrículos
cerebrales y el aumento de la presión intracraneal por acumulación del LCR.

Por último, la barrera hematoencefálica (BHE) es otro mecanismo de protección del SNC, que
imposibilita el paso de sustancias toxicas, medicamentos, sustancias psicoactivas, etc., desde la
sangre hasta el cerebro. Esta barrera consta de vasos sanguíneos que están formados por células
endoteliales (Pinel, 2001).

2.2. Orientación anatómica

Antes de entrar en materia con la explicación del encéfalo y médula espinal, es preciso saber
orientarse en el sistema nervioso, ya que este presenta una compleja organización y, por lo tanto, es
necesario ubicar de forma precisa las diferentes estructuras y su lugar con respecto a las otras. Para
Redolar, Moreno, Soriano y Vale (2010), la localización u orientación del SN se interpreta desde el
neuroeje, que es una línea supuesta o imaginaria que se traza desde el centro de la médula espinal
hasta el área frontal del encéfalo. Para ilustrar, se toma como referencia un animal como la rata
que tiene un neuroeje recto. Carlson, (2005) describe que al trazar una línea recta desde los ojos
que continúa por la mitad de la médula espinal, se distingue el área cerca al rostro o frontal, que se
denomina anterior o rostral, y la cola del animal, llamada posterior o caudal. A la parte posterior de la
cabeza se le llama dorsal y a la parte superficial o delantera, ventral.

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Otros términos indispensables para entender localización son homolateralidad o ipsilateral, que hacen
referencia a las estructuras situadas en un mismo lado del cerebro. Por el contrario, cuando las estructuras
están ubicadas en el lado contrario del cerebro se emplea la palabra contralateral. Ahora bien, para ver al
interior del SN, este se debe fraccionar o seccionar de forma transversal (frontal o coronal), horizontal o
sagital (Redolar, Boixadós, Moreno, Portell, Robles, Soriano, Torras, Vale & Vives, 2014).

2.3. Médula espinal

Cómo mejorar...
Las fibras ascendentes son sensitivas y conducen impulsos que reciben de
la piel, los músculos y las articulaciones, a las distintas zonas cerebrales.

Las fibras descendentes son motoras y conducen impulsos que provienen


de los centros superiores del cerebro a otros que radican en la médula, o
bien a los músculos y las glándulas.

La médula espinal es una unión compleja de neuronas que comunica al cerebro con el resto del
cuerpo. Además, posee el control de la mayoría de los músculos y estructuras vegetativas. Aragort
(2009) define esta estructura como una masa enrollada o cilíndrica, que está ubicada en el canal
vertebral y de ella emergen nervios espinales (31 pares), de los cuales 12 son torácicos, 5 lumbares, 8
cervicales, 5 coccígeo y sacros. Asimismo, la médula está conformada por dos sustancias: la gris (en
forma de H) y la blanca. La primera, a su vez está compuesta por los cuerpos neuronales o soma; y la
segunda, está compuesta de fibras mielinizadas descendentes y ascendentes.

En la sustancia gris hay ensanchamientos o astas (dorsales y ventrales). Las astas dorsales poseen
neuronas que tienen la función de controlar las respuestas motoras provenientes del SN autónomo.
Por su parte, las astas ventrales están formadas por neuronas motoras con axones que concluyen en
los músculos del sistema somático (Amarilla, 2009). Sumado a esto, Giúdice (2009) puntualiza que
en medio de la sustancia gris se encuentra un canal pequeño lleno de LCR.

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Otro aspecto anatómico sobresaliente de la médula, es que las neuronas allí presentes conectan fibras
motoras y sensitivas, lo que da origen a respuestas reflejas que no requieren ser ordenadas desde el
cerebro. Para concluir, la médula espinal es, en primer lugar, un foco asociativo, que permite que se
realicen los actos reflejos; y, en segundo lugar, es una vía o ruta bidireccional. Es decir, es sensitiva
(que se extiende de la periferia a los centros cerebrales) y motora (que se extiende de los centros
cerebrales a la periferia) (Velayos & Diéguez, 2015) (Figura 3).

Materia gris

Canal central Materia blanca


Ganglio de la
raíz dorsal
Espina dorsal

Raíz ventral Piamadre


Meninges
Aracnoides
espinales
Duramadre

Figura 3. Médula espinal


Fuente: Abbas, s.f. y Kaulitzki, s.f.

2.4. Encéfalo

Como ya se mencionó, el encéfalo es la parte del SNC y se encuentra dentro de la cavidad craneal.
Se reconocen tres divisiones: tallo cerebral, cerebelo y cerebro. Por su parte, Pinel (2006) asegura
que el SNC adulto se divide embriológicamente en el prosencéfalo y el tallo cerebral. En primer
lugar, el prosencéfalo es la subdivisión más rostral y está compuesta por el telencéfalo y el diencéfalo.
El telencéfalo lo conforman los hemisferios cerebrales, el cuerpo estriado y los núcleos basales. En
cuanto al diencéfalo, está conformado por el tálamo, hipotálamo y epitálamo. En segundo lugar, el
tallo cerebral se ubica caudalmente al prosencéfalo y se encuentra constituido de la siguiente manera:
el cerebro medio o mesencéfalo y el rombencéfalo, que lo componen el metencéfalo (puente y
cerebelo) y el mielencéfalo (Pinel, 2001).

Según Clark, Boutros y Méndez, (2012), el tallo o tronco cerebral (Figura 4) es una prolongación de
la médula. El foramen magno (agujero ubicado en la base del cráneo) es el punto donde confluyen
estas dos estructuras, lo cual permite conectar la médula espinal, el cerebelo y el cerebro, y a su vez
transportar información sensorial y motora. El tallo cerebral se divide en: médula oblonga o bulbo
raquídeo, protuberancia y mesencéfalo.

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Ahora bien, Portellano (2005) asegura que las funciones más sobresalientes del tallo cerebral son:
A. Acoger información sensorial proveniente de la piel y del rostro, cuello y cabeza
B. Controlar los movimientos de músculos del cuello y el rostro
C. Tomar información sensorial de los órganos de los sentidos y del equilibrio
D. Enviar información sensitiva y motora a los centros superiores e inferiores del SN desde las vías
ascendentes y descendentes
E. Interferir en los estados de alerta
F. Ejecuta acciones autónomas y reflejas, primordiales para la supervivencia.

Tronco cerebral

Se encuentra por debajo del tálamo y mide cerca de siete centimetros de largo. Regula funciones
vitales, entre las que se incluyen la presión sanguínea y ciertas acciones reflejas, como tragar.

Tálamo

Mesencéfalo o cerebro medio

Protuberancia

Bulbo raquídeo o médula oblonga

Tronco cerebral

Médula espinal

Figura 4. Tronco cerebral


Fuente: Elaboración propia

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El bulbo raquídeo o médula oblonga se localiza en la fracción inferior del tallo cerebral y superior a la médula.
Dirige funciones como la frecuencia cardíaca y la respiración. En cuanto a la protuberancia o puente de
Varolio, se sitúa en la parte intermedia del tallo cerebral; aquí se produce la decusación o cruce de las
vías o rutas nerviosas. Por último, el mesencéfalo, al ser la parte superior del tronco, es el cimiento de los
hemisferios. Contiene neuronas que componen la formación reticular que regula los niveles de alerta,
coordina actividades sensitivas y motoras; aquí surgen los pedúnculos cerebrales (Patrone, 2009).

En lo que respecta al cerebelo, Center (2009) lo describe como una estructura nerviosa ubicada en
la parte posterior del cerebro. Tiene una apariencia ovoide, voluminosa, levemente aplanada y con
una hendidura en el centro. En su línea media está situado el vermis y a lado y lado los hemisferios
cerebelosos, que están cubiertos de sustancia gris. El cerebelo se une al tronco cerebral mediante
fibras aferentes, permitiéndole transmitir impulsos nerviosos. Se conecta con la protuberancia, a
través de pedúnculos medios; y con el bulbo raquídeo, gracias a los pedúnculos inferiores. Aunque se
encuentra separado del cerebro por un fragmento de duramadre denominado tienda del cerebelo,
estos dos se comunican mediante los pedúnculos superiores (Ibarra, 2009) (Figura 5).

Vermis

Pedúnculo superior

IV ventrículo

Pedúnculo medio

Pedúnculo inferior

Figura 5. Cerebelo
Fuente: Elaboración propia

En cuanto a las funciones del cerebelo, Toro (2010) puntualiza que está implicado en actividades
motrices que inician en otras porciones del SN. Por ejemplo, participa en el control de movimientos
voluntarios previéndolos de coordinación, velocidad y precisión; regula la contracción de los músculos;
inhibe movimientos innecesarios; antecede las posiciones; y resulta fundamental para el equilibrio
y postura corporal. En complemento, Muñiz (2015) explica que el cerebelo también participa
en el procesamiento cognitivo, la toma de decisiones, la planeación visoespacial, la memoria y la
inteligencia; y al interactuar con los lóbulos frontales, tiene injerencia en el funcionamiento ejecutivo.
De lo anterior se deduce que un daño en el cerebelo provocaría principalmente serias dificultades en
la ejecución de movimientos, alteración en la coordinación y pérdida del equilibrio.

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3. El cerebro
Patrone (2009) afirma que el cerebro es una masa blanda de color gris o beige rosado, y en los
humanos adultos pesa 1,3 kilogramos, aproximadamente. Lo conforman millones de neuronas y de
manera general es el órgano que controla las acciones y reacciones del organismo. El cerebro está
divido, por la fisura longitudinal, en dos partes llamadas hemisferios cerebrales, los cuales están
conectados entre sí por una comisura interhemisférica denominada cuerpo calloso. Este último es
un grupo de fibras nerviosas que además de conectarlos, permiten la transmisión de información del
hemisferio izquierdo (HI) al derecho (HD) y viceversa (Redolar, Boixadós, Moreno, Portell, Robles,
Soriano, Torras, Vale & Vives, 2014).

En la superficie del cerebro se encuentran cuerpos neuronales colocados en disposición laminar que, junto
a una multitud de neuroglias, conforman la corteza cerebral. Aragort (2009) manifiesta que la corteza es
un tejido de color gris, que recubre los hemisferios. Consta de una capa de tres o seis milímetros de grosor
y contiene millones de cuerpos neuronales. A su vez, la corteza se subdivide en alocórtex e isocórtex. El
primero comprende el 10% de la cobertura gris del cerebro y sitúa en la cara interna de ambos lóbulos
temporales. Por su parte, el isocórtex o neocórtex, comprende el 90% de la corteza y la conforman seis
capas (molecular o plexiforme, granular, piramidal externa, granular interna, piramidal interna y fusiforme)
de neuronas que van desde la piamadre hasta la sustancia blanca.

La siguiente figura representa los hemisferios cerebrales (izquierdo y derecho), la estructura que los une
(cuerpo calloso), la cisura central (cisura o fisura de Rolando) que separa el lóbulo frontal del parietal,
y la cisura lateral (cisura o fisura de Silvio) que divide el lóbulo temporal de los lóbulos parietal y frontal.
Rodríguez, Broglio & Durán 2006.

3.1. Hemisferios y asimetría cerebral

Hemisferio izquierdo

Hemisferio derecho

Cuerpo calloso

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Cuerpo calloso

Cisura de Rolando

Cisura de Silvio

Figura 6. Hemisferios cerebrales


Fuente: Elaboración propia

¿Sabía qué...?
Korbinian Brodmann, partiendo de las diferencias estructurales, dividió
la corteza cerebral en aproximadamente 47 áreas, las cuales son
denominadas las áreas de Brodman (AB).

La parte interior de los hemisferios está formada por sustancia blanca subcortical, que al agruparse
crea fibras nerviosas cuya función es brindar conectividad y facilitar la transmisión de impulsos a nivel
cerebral. La sustancia blanca básicamente está conformada de haces compuestos de dendritas y
axones de neuronas que, a su vez, forman fibras nerviosas (sensoriales y motoras) y fascículos, como
el cuerpo calloso (Gómez, 2008).

Continuando con el tema de los hemisferios, el estudio del daño cerebral unilaterales ha puesto de
manifiesto la existencia de asimetrías funcionales entre el HD y HI; es decir, diferencias entre las
funciones de los hemisferios cerebrales. Es importante agregar que esta asimetría es sinónimo de
maduración cerebral.

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 12
Ahora bien, el HI es llamado el hemisferio verbal, por su dominancia en el lenguaje oral y escrito. Entre sus
funciones más sobresaliente se aprecia el procesamiento de la información de forma deductiva, abstracta y
proposicional. También, es dominante para la expresión de emociones (positivas), para el manejo numérico
y operaciones matemáticas (Rosselli, 2003). En cuanto a las funciones del hemisferio derecho, este es
considerado el hemisferio no verbal o espacial, por su dominancia en actividades visoespaciales, como la
orientación y memoria espacial. También, es dominante en el control atencional y procesa la información de
manera intuitiva, imaginativa, concreta y emocional (Ardila & Rosselli, 2007).

En resumidas cuentas, hablar de asimetría cerebral es hacer referencia a que los hemisferios son
cualitativamente diferentes, ya que procesan la información de un modo particular. Para Portellano
(2005), mientras que el HI posee un método analítico, caracterizado por la utilización de estrategias, el
HD es holístico e intuitivo.

3.2. Lóbulos cerebrales

Como se expuso en el apartado anterior, la corteza cerebral puede dividirse en dos mitades o hemisferios.
Ahora se explicará cómo estos pueden subdividirse en cuatro lóbulos: frontal, parietal, temporal y occipital.
Estos poseen áreas primarias y asociativas, que se especializan en recibir y procesar información de orden
sensorial y, por ende, están preparadas para dar una respuesta motora o comportamental. Según Redolar,
Blázquez y González (2013), las áreas asociativas (secundarias y terciarias) ocupan un mayor espacio en
la corteza cerebral. Las áreas secundarias se encargan de codificar la información proveniente de áreas
primarias o sensoriales y programar secuencias motoras. Las lesiones en estas áreas producen praxias y
gnosias; es decir, déficit motor y perceptivo, respectivamente (Figura 6).

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 13
Áreas de Brodmann

Lóbulo frontal

Lóbulo parietal

Lóbulo occipital

Lóbulo temporal

Figura 6. Lóbulos y áreas de Brodmann


Fuente: Elaboración propia

En relación con las áreas terciarias o áreas de integración, estas son la base de las actividades
complejas y están involucradas en la integración de la información heteromodal. Estas áreas se sitúan
en la corteza prefrontal, en el sistema límbico y el área occipito-parieto-temporal (Redolar, Moreno,
Soriano & Vale, 2010).

El lóbulo occipital ocupa la parte posterior de los hemisferios cerebrales y, en tamaño, es el más pequeño
de los cuatro lóbulos. Escobar y Pimienta (2006) afirman que los lóbulos occipitales fueron divididos por
Brodmann en tres áreas 17, 18 y 19; aunque existe otra división anatomofuncional (V1, V2, V3, V4, V5,
V6), que corresponden a la corteza visual primaria, secundaria y terciaria. El área 17 o corteza visual primaria
unifica información procedente de los ojos y la analiza en relación con la orientación o colación del estímulo
en el campo visual. Estas áreas reconocen parámetros como el brillo, color y movimiento de los estímulos
visuales (Redolar, Blázquez & González, 2013).

En cuanto a las áreas 18 y 19 o corteza visual secundaria y terciaria respectivamente, la primera participa en
la elaboración y síntesis de información visual. En la segunda se lleva a cabo la unificación multimodal de la
información visual, auditiva y sensorial. Además, se relaciona con la memoria visual juntos a zonas del lóbulo
temporal (Kolb & Whishaw, 2003). De acuerdo con Portellano (2005), la información visual pasa por
dos vías nerviosas: la vía del dónde o flujo dorsal (ubicación de los estímulos visuales) y la vía del qué o flujo
ventral (identificación o de los estímulos visuales).

POLITÉCNICO GRANCOLOMBIANO 14
Nogales, Donoso y Verdugo (2005) mencionan que al presentarse lesiones occipitales, el paciente
podría experimentar alguna de las siguientes patologías: defectos de los campos visuales, ceguera
cortical, escotoma, agnosias visuales y alucinaciones. Cabe resaltar, que las patologías dependerán de
la topografía y etiología de la lesión.

El lóbulo parietal se ubica bajo el hueso parietal y, según Latarjet y Ruiz (2006), la parte anterior de del
lóbulo parietal está delimitada por la cisura de Rolando y su parte ulterior por la cisura parietooccipital. Este
lóbulo consta de tres áreas: la corteza somatosensorial primaria (áreas de Brodmann 1,2 y 3), el parietal
superior (áreas de Brodmann 5 y 7) y el lóbulo parietal inferior (áreas de Brodmann 39 y 40).

El giro poscentral corresponde a la corteza somatosensorial primaria (áreas de Brodmann 1,2 y 3), que recibe
sensaciones del tacto, la temperatura, el dolor, la propiocepción, entre otros. Hay una representación
somatotópica, o mapa del cuerpo, llamado homúnculo sensitivo, en el que se muestra la ubicación y el
espacio de corteza dispuesto para cada parte del cuerpo (Redolar, Moreno, Soriano & Vale, 2010).

Las áreas de Brodmann 5 y 7 componen el lóbulo parietal superior y su función es integrar sensaciones
multimodales. Por ejemplo, fusiona sensaciones del tacto y la propiocepción con sensaciones
auditivas y visuales. Participa en la planeación y realización de movimientos de alcance orientados
visualmente (Clark, Boutros y Méndez, 2012). De igual forma, esta área se activa cuando se exploran
objetos a través del tacto, cuando se imaginan movimientos manuales y al cambiar el foco atencional
de un estímulo visual a otro (Toro, Yepez & Palacios, 2010). Finalmente, el lóbulo parietal inferior
que corresponde a los giros angular (área 39) y supramarginal (área 40). Aquí se acogen e integran
sensaciones provenientes del tacto, la visión y la propiocepción, para establecer la identidad de los
objetivos. Se reconoce como el área donde se almacenan y evocan los sucesos visuales y motores
(Nieuwenhuys, Voogd & Van Huijzen, 2008).

Al presentarse lesiones parietales, el paciente podría experimentar alguna de las siguientes patologías:
negligencia espacial, apraxia, agnosia, síndrome de Gerstmann, inatención y síndrome de Balint
(Nogales, Donoso & Verdugo, 2005). Cabe resaltar, que las patologías dependerán de la topografía y
etiología de la lesión.

El lóbulo temporal se sitúa por debajo de la cisura de Silvio y está limitando por su zona posterior
con el lóbulo parietal y occipital. Este lóbulo se divide en dos áreas: dorsolateral y ventromedial.
El área dorsolateral o neocorteza es el cimiento de los procesos cognitivos asociados con diversas
modalidades sensoriales, como es el caso del lenguaje (Clark, Boutros & Méndez, 2012).

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Con respecto al área ventromedial, esta abarca las partes más características del sistema límbico, por lo
tanto, aporta significativamente a la actividad emocional. También, se reconoce la participación destacada
de este lóbulo en la comprensión del lenguaje, el análisis auditivo y en la comunicación (Toro, Yepez
& Palacios, 2010).

Brodmann dividió el lóbulo temporal dorsolateral en varias áreas (41, 42, 22, 37, 38). El giro de Heschl o
área 41 es la corteza auditiva primaria, la cual está encargada de recibir y procesar información auditiva.
El área 42 de Brodmann es el área de asociación auditiva vinculada con la comprensión de los sonidos,
especialmente los del habla. El área 37 o giro fusiforme participa en el reconocimiento de los rostros.
El polo temporal o área 38 desempeña funciones de asociación sensorial multimodal con información
emocional y social. El área 22 o área de Wernicke es el centro del lenguaje receptivo y de asociación
auditiva (Nieuwenhuys, Voogd & Van Huijzen, 2008).

Al presentarse lesiones en este lóbulo, el paciente podría experimentar alguna de las siguientes patologías:
alteraciones emocionales, afasia de Wernicke, prosopagnosia, dilexia, etc. (Nogales, Donoso & Verdugo,
2005). Cabe resaltar, que las patologías dependerán de la topografía y etiología de la lesión.

Por último, el lóbulo frontal ubicado en la parte anterior del cerebro y que constituye la tercera parte de
la corteza cerebral, es el lóbulo más extenso e importante para los humanos, ya que controla los procesos
cognitivos superiores. Se divide en la corteza motora y la prefrontal (áreas de Brodmann 4, 6, 44 y 45). La
corteza motora controla las acciones motoras y voluntarias del organismo, entre ellas el lenguaje expresivo
y escrito. A su vez, esta área se divide en la corteza motora, premotora y el opérculo o área de Broca
(Peña-Casanova, 2007).

Por su parte, Flores y Ostrosky (2012) aseguran que la corteza prefrontal es el reflejo preponderante
del desarrollo cerebral humano, siendo la responsable de control cognitivo, conductual y emocional, que
se denomina funcionamiento ejecutivo. La corteza prefrontal, a su vez, se subdivide en las áreas: orbital,
dorsolateral y cingulada (Tabla 2).
Tabla 2. División del lóbulo frontal. Modificado de Portellano, (2005)

Área dorsolateral
Corteza Área prefrontal 8, 9, 10, 11, 44, 45, 46, 47
(flexibilidad mental)
prefrontal
Funcionamiento Área cingulada
(granular) ejecutivo, (Motivación y atención 8, 9, 10, 12, 24,32
sostenida).
Mitad anterior planificación de la
conducta Área orbitaria
del lóbulo frontal 10, 11, 13, 47
(regulación emocional)
Fuente: Elaboración propia

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En cuanto a las funciones ejecutivas, aquí convergen diferentes procesos cognitivos que organizan la
conducta y permiten resolver situaciones complejas. Estas funciones incluyen tanto procesos cognitivos
como emocionales, entre ellos: el control atencional, la planeación cognitiva, automonitoreo de
tareas, anticipación, flexibilidad cognitiva, fluidez, abstracción, memoria de trabajo, teoría de la mente,
metacognición y cognición social (Bausela, 2013).

Por otro lado, al lesionarse el lóbulo frontal los pacientes pueden experimentar fallos en el control del
pensamiento, baja velocidad de procesamiento, dificultad motora −especialmente en la producción del
lenguaje (afasia de broca)− y alteración en el control emoción. Cabe resaltar, que si el área lesionada es
la prefrontal, se produce el síndrome disejecutivo, que dependiendo cual sea el área lesionada (orbital,
dorsolateral y cingulada) el síndrome tendrá una sintomatología propia (Peña-Casanova, 2007) (Tabla 3).

Tabla 3. Síndromes disejecutivos. Modificado de Portellano, (2005)

Área lesionada Sintomatología


Incapacidad para generar nuevas hipótesis.
Dificultad para la resolución de problemas complejos.
Pérdida de flexibilidad mental y acusada tendencia a perseverar.
Disminución de la Fluidez Verbal .
Pérdida de estrategias para realizar nuevos aprendizajes.
Dorso Lateral
Deficiencias para iniciar la programación motora.
Dificultad para realizar actividades motoras alternantes.
Alteración del recuerdo temporal de acontecimientos.
Trastornos pseudodepresivos.

Reducción de la actividad espontánea.


Apatía y pérdida de iniciativa.
Alexitimia
Cingular Hipolalia y restricción del lenguaje
Laconismo en las respuestas verbales, con frecuencia monosilábicas
Trastornos pseudodepresivos

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Área lesionada Sintomatología
Trastornos pseudopsicopáticos
Cambios de personalidad
Desinhibición
Irritabilidad
Agresividad
Ecopraxia
Orbitaria
Incapacidad para adaptarse a las normas sociales
Conducta emocional inadaptada a la situación
Euforia
Hipomania
Sindrome anético

Fuente: Elaboración propia

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Psicobiología
Unidad 4: Embriología y anatomía funcional del
Sistema Nervioso
Escenario 8: Anatomía funcional

Autor: Okendy Melissa Martelo Ortiz

Asesor Pedagógico: Luisa Esperanza Rincón Jiménez


Diseñador Gráfico: Kelly Yohana Valencia Forero
Asistente:Laura Andrea Delgado Forero

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