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LA FILOSOFÍA EN EL CAOS CREADO POR EL CORONAVIRUS Y LA CUARENTENA

FILOSOFAR EN LA EMERGENCIA

La expresión latina, "Primum vivere, deinde philosophari" significa: Primero vivir,


después filosofar. En las emergencias parece que no hay tiempo, pues rige la perentoriedad.  Y
los pensadores, filósofos y científicos de los distintos sexos, se ven obligados a hablar, antes de
vivir y reflexionar. En la nota anterior sobre el tema se cuestionaba el problema de la
información: cómo estar bien informados. En esta se quiere avanzar un paso más; se
problematiza el rol del conocimiento para sobrevivir la crisis y afrontarla de la mejor manera.

LA FILOSOFÍA, ¿REFLEXIÓN DE LO ACONTECIDO O MODA DE ANUNCIAR EL


NUEVO DÍA? 

Al igual que dos siglos atrás, los filósofos actuales fluctúan entre dos
posturas: explicar lo sucedido o anticipar el futuro. La primera es la tesis
del filósofo alemán Georg Hegel: La filosofía como el búho de Minerva 
levanta el vuelo cuando  empiezan a caer las sombras  de la noche. La
segunda responde a la tesis de Karl Marx, discípulo del anterior quien  le
contrapone la suya: el búho de Minerva levanta el vuelo en el crepúsculo
porque anuncia el nuevo día.

Algunos pensadores se limitan a vincular la experiencia que están


viviendo en este momento con alguna vivida en el pasado.  Así lo hace el
filósofo Emililio Lledo Iñigo, nacido en España y formado en Alemania que
tiene hoy noventa y dos años. 

Dice así: 

“De repente, mi cabeza se ha llenado de recuerdos de la Guerra Civil. Yo


era un niño, pero me vienen imágenes muy vivas. La misma inseguridad.
Los hábitos del miedo: no salir a la calle, protegerse, ponerse a cubierto.
Sin embargo, aquel era un miedo concreto, sabíamos quién era el
enemigo. Este es un miedo abstracto, difuso, extraño. Por eso estamos tan
desconcertados. Estoy desconcertado. El desconcierto no ayuda a pensar
bien, cuando lo que más necesitamos en este momento es justo lo
contrario: la razón contra el caos”.
Las últimas palabras hacen  referencia al origen mítico de la
filosofía. El nacimiento de la  filosofía en Grecia  intenta poner orden en el
caos. 

Ya se sabe que el búho y la lechuza vienen  ligados a la filosofía


desde la antigüedad. Aún hoy, editoriales, congresos, y otros los eligen
como metáfora del saber filosófico. Ya Aristóteles, al comienzo del libro
segundo de su Metafísica, relaciona las capacidades filosóficas con  estas
aves: “Tan capaz es nuestro entendimiento para entender las cosas
altísimas y causas últimas de la naturaleza, como los ojos de la
lechuza para ver el sol.” 

  Sin embargo, estos animales rapaces  no son muy sinceros, y la


diosa Minerva, dueña y señora de estas mascotas, aunque sabia, dada su
naturaleza guerrera, tampoco es la más paciente del Olimpo. Además  la
avidez por afianzar su poder la conduce a enjuiciar duramente el
comportamiento de los seres humanos.  La crueldad de los padecimientos
vividos por los seres humanos en este momento y su relación con
epidemias del pasado es otro tema redundante entre los filósofos quienes
utilizan una lógica de lo peor.

Boaventura de Sousa Santos, sociólogo y  filósofo, en su libro La


cruel Pedagogía del Virus afirma la enseñanza que nos ha dejado el virus:

“Las pandemias muestran de forma cruel cómo el capitalismo neoliberal


incapacitó al Estado para responder a las emergencias. Las respuestas que
los Estados dan a la crisis varían de un Estado a otro, pero ninguno puede
disfrazar su incapacidad, su falta de previsibilidad en relación con las 
emergencias que se anunciaron como inminentes y muy probables.”

El pensador de moda, Yuval Noah Harari, sostiene que la única


forma de detener una pandemia es a través de la cooperación
internacional y de la ciencia.

  Sin embargo, parece haber entre los científicos una grieta similar a
la que los medios fomentan entre los políticos: vacuna sí, vacuna, no;
aislamiento, sí, aislamiento, no. Hasta en los posibles medicamentos
aparece esta grieta: hidroquinona, sí, hidroquinona, no.
Algunos  justifican la pugna por errores de medición producidos por
la situación de emergencia.  Por eso las consideraciones contradictorias
acerca del nivel y formas de contagio del coronavirus y otras.

El aislamiento, sin duda, parece evitar muertes y  disminuye  la


responsabilidad de los políticos por las muertes por coronavirus. Pero se
dejan de lado las estadísticas respecto a otras muertes, por hambre,
miseria, y otras enfermedades. Además están las muertes o la cantidad de
vidas invivibles que denuncian los movimientos de mujeres, a los que se
les puede llamar feministas o no. Muertes por violencia de género y otros.

Otra pensadora de moda es Judith Butler, y ella les trae  a los


lectores dos preguntas inquietantes en relación al futuro pos pandemia:
¿Qué constituye un mundo habitable? ¿Qué significa vivir una vida vivible?

“Si los humanos habitamos la Tierra sin ningún cuidado por la


biodiversidad, sin detener el cambio climático, sin limitar las emisiones de
carbono, estamos produciendo un mundo inhabitable.”

Calcular las huellas de carbono  y reducirlas es fundamental para


garantizar un mundo habitable, para todes tanto en el presente como en
el futuro.

La pregunta acerca de una vida vivible, parece ser, realmente, una


cuestión mucho más subjetiva. Sin embargo, se la podría formular de la
siguiente manera: ¿cuáles son las condiciones de vida que hacen posible el
deseo de vivir, de continuar viviendo de todas las personas?

Por todos lados se escucha el virus no discrimina, pero Butler


afirma: “El humano sí”. Cuando se piensa en una vacuna o en un
medicamento, tanto los gobiernos como los laboratorios piensan en
términos de dueños y de propiedad. Y, por supuesto de beneficios y de
beneficiarios, más que en vida vivible para todes.

Por eso parece necesario  citar a  a otro pensador de moda, Slavoj


Zizek. quien dice que necesitamos un virus que alcance a toda la
humanidad:

“EL VIRUS DE LA SOLIDARIDAD”.

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