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PARCIAL DOMICILIARIO
Consignas:
2.a. El crítico literario Terry Eagleton (Shakespeare, 1986) sostienen que tres
ejes son centrales para la obra de William Shakespeare, se refiere a: la ley, el deseo y la
naturaleza. Desarrollar cómo estos tres ejes se presentan y entrelazan en Sueño de una
noche de verano (1594-1595), ¿podrían decir que son esenciales en el desarrollo de la
trama? ¿podrían pensar qué personaje encarnaría mejor cada uno de los ejes? Justificar.
Citar al menos dos fragmentos de la obra para ejemplificar lo desarrollado.
Otro personaje que se ubica en el paradigma del fin justifica los medios, es el fraile
Timoteo. En su soliloquio aclara que sabe que ha sido engañado por Ligurio, el
sirviente de Messer Nicias, pero reconoce que ese engaño le fue útil: “Messer Nicias y
Calímaco son ricos, y de cada uno de ellos, por diversas atenciones, puedo sacar mucho;
conviene que la cosa se mantenga en secreto porque tanto les importa decirla a ellos
como a mí” (Maquiavelo, 2010: 41). Luego de este discurso, el fraile pone en marcha su
complicidad y habla con Lucrecia y su madre, Sostrata. Impulsado por el beneficio
económico que recibirá se empeña en convencerlas de que deben aceptar el plan para
concebir el hijo. En esta charla, con ambas mujeres, Timoteo cita la Biblia como parte
de un argumento irrefutable: “que las hijas de Lot, creyendo haber quedado solas en el
mundo, tuvieron relaciones con el padre; y dado que su intención fue buena no
pecaron” (ídem: 43) y aclara que es un cuento que sea pecado lo que hará Lucrecia,
pues la voluntad es la que peca y no el cuerpo. La adhesión de la Iglesia acompaña a la
mujer y se refuerza el plan, ella podrá yacer con un desconocido sin pecar, no arrastrará
la culpa del adulterio ya que se trata de una acción estrictamente corporal y no de una
adhesión voluntaria y moral.
Todo comienza cuando el Rey Lear, que divide su reino dándoselo a sus hijas Regan y
Goneril, deshereda a su hija menor, Cordelia. Lo hace en castigo por su franqueza y
sinceridad al demostrarle que el amor que siente por su padre es según su deber, es
decir, lo que le exige su vínculo natural exclusivamente, ser su hija. Esta sincera actitud
de Cordelia traerá enojo al rey y provocará el destierro de su servidor más fiel, el Conde
de Kent, el cual le contradice al rey y le pide que no sea desmesurado por el enojo con
su hija. A partir de aquí la vida de todos los personajes cambia drásticamente y se
instala el caos en la obra. La trama dejará en claro la distancia entre la mesura y la
desmesura. El rey pierde la cordura lentamente, y en esto lo acompañan Kent, Edgardo
(exiliado por Gloucester, su padre), y el Bufón. Las víctimas del exilio se constituyen
en un grupo particular y solidario entre ellos. Desde la cosmovisión isabelina
encontramos que este grupo representa una de las imágenes más recurrentes de
Shakespeare, el “mundo al revés” (Cerrato), donde la cadenas del ser2 (Tillyard, 1984)
se rompe y el orden estipulado se pierde. Un caso de contraste, en ese mundo al revés,
es el del Bufón, dotado con capacidad profética, y dueño de una coherencia que supera
al rey. En tanto Lear, quien ha legado sus bienes a sus hijas, ya no se ubica en la cima
de la cadena de los humanos, por el contrario, se encuentra en el contexto de los pobres,
con los sin techo.
1
Los personajes se pueden dividir en dos grupos; el bien: Rey Lear, Cordelia, Edgardo y Gloucester, y en el mal están
Goneril, Regan, Edmundo y Conrwall.
2
Tillyard plantea que esta cadena del ser acentuaban la dignidad de cada clase y, a su vez, formaban parte de un
gran todo, de un universo ordenado y relacionado.
Gloucester, es el antagonista que aprovecha el momento para su beneficio y el personaje
que mueve la trama. Procede con engaños que perjudican a su hermano Edgardo y a su
padre porque quiere quedarse con la herencia. La voluntad de Edmundo para conseguir
su objetivo material, y el poder que deja su padre, implica el destierro de su hermano, la
pérdida de los ojos de su padre y finalmente su muerte. Shakespeare alinea las
situaciones y los personajes para sostener férreamente la estructura del mundo al revés
y para esto desmantela los vínculos familiares. Es así como traiciona cualquier aspecto
de la cosmovisión isabelina referida a los vínculos de la familia. Anida en la
contradicción de los valores y resalta la construcción del enemigo fraudulento, un sujeto
capaz de cualquier acto demencial o criminal para lograr su deseo.
Shakespeare suma un aspecto caótico a partir del deseo de las hijas del rey. Se trata de
la atracción que ambas herederas sienten por Edmundo y que él aprovecha en su
beneficio:
A las dos hermanas he jurado amor. Cada una sospecha de la otra, igual que quien
ha sido picado por una víbora. ¿A cuál de las dos tomaré? ¿A ambas? ¿A ninguna?
No podré disfrutar de ninguna si ambas siguen viviendo: el que tome a la viuda
exaspera, enfurece a su hermana Goneril; Y difícilmente pueda realizar mis
ambiciones si su marido vive. Ahora usaremos su autoridad para la batalla; una vez
librada, que la que quiera deshacerse de él planee su pronto asesinato (Shakespeare,
2004: 135-136).
Shakespeare vuelve a enfocar las dos esferas posibles, en la voluntad ética del hombre,
contrastando a los hermanos, Edmundo y Edgardo. El personaje de Edgardo tiene que
sobrellevar el destierro ordenado por su padre y el engaño de Edmundo. Su estrategia es
fingir ser otra persona, Tom, un hombre colérico, demente que empatiza con el Rey
Lear a partir de su desgracia: “Él sufre por sus hijas, y yo por mi padre” (ídem: 94).
Edgardo es quien se solidariza y se alinea junto a todos los exiliados como él. Es el que
asiste a su padre ciego, Gloucester, en el tránsito de su duelo por el hijo desterrado, él
mismo.
Shakespeare concentra la idea del bien en Edgardo, resulta el personaje que finaliza con
el caos en el reino y el que cierra la historia con su parlamento: “El peso de este triste
presente debemos asumir, decir lo que sentimos y no lo que deberíamos decir. Los más
viejos han soportado más; nosotros, que somos jóvenes, no debemos de ver tantas cosas
ni de vivir tanto tiempo” (ídem: 152).
Finalmente la obra culmina con varios personajes muertos, entre estos están: el Rey
Lear, sus tres hijas, Edmundo y Gloucester. Quedarán “los jóvenes”, como dice
Edgardo, para reconstruir el mundo que quedó. El caos impuso muerte, sufrimiento y
locura, conduciendo al fin del mundo desde el cual se inició. Este final, propio de las
tragedias de Shakespeare, propone un mundo en el que se altera el orden, las cadenas
del ser se rompen y lo único que queda es el caos.
Bibliografía: