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Reporte de lectura de “Pasado y presente de las lenguas indígenas de México”

de Manrique Castañeda
Hernández Padilla, Julio César
Lingüística 2: Historiografía lingüística de México
La revisión histórica sobre las lenguas indígenas de México que hace

Manrique abre el tema de discusión en términos muy generales para entender la

situación actual de los pueblos indígenas y los futuros pasos que hacen falta dar en

el desarrollo de programas específicos para que la mayoría de las lenguas se

conformen y paulatinamente se adjunten a toda una estructura social moderna en

comunidad con el español y no en desventaja.

Desde la conquista, debido al choque cultural con la llegada de los españoles

—el español y el náhuatl (lingua franca) Cortés y Moctezuma— ocurrieron diversos

procesos lingüísticos que dieron paso a la conformación de la cultura, sociedad e

idea de nación que hasta hoy se tienen. Así como el español hizo que el náhuatl se

extendiera a toda la república también lo desplazó, dominó e hizo que quedara

como segundo al mando, no bastó con la labor de los frailes de otorgarles

reconocimiento lingüístico a pueblos aborígenes mediante el aprendizaje de las

distintas lenguas porque el principal propósito fue cristianizarlos. La inclusión del

español fue lenta pero concisa, aunque para la época de la independencia existía un

mayor número de hablantes de una lengua indígena que del castellano.

El uso del español para los indígenas en los acontecimientos históricos más

importantes para el país, en la lucha de independencia y la revolución mexicana

mantuvo siempre en segundo lugar el tema de las lenguas porque no se

comunicaban en su lengua materna en los combates aunque sí fueron tomando

sitios de empoderamiento. Otros hechos como la explotación pasar de

encomendados a asalariados eran más atendidos. Con el triunfo de la Revolución y

puesto que Emiliano Zapata hablaba náhuatl muchas familias indígenas fueron
favorecidas, en general todo el país pudo obtener más situaciones de ventaja, y por

primera vez se crearon instituciones dedicadas en su defensa. No fue sino hasta

mediados del siglo XX cuando surgió verdaderamente la necesidad de reconocer

otras formas de pensamiento y de organización social, en especial por parte de la

SEP, de allí comenzó una ardua lucha por parte de investigadores, Estado y grupos

organizados indígenas para la conservación, el conocimiento y la difusión de

programas para toda la nación en el mayor número de lenguas posibles.

Actualmente la educación indígena es aún insuficiente en las escuelas,

debido a las situaciones de monolingüismo y bilingüismo, aun cuando se tienen

libros de textos que proporciona la SEP para las lenguas con más hablantes.

La falta de apoyo, el desprecio y las actitudes lingüísticas al considerarlos

inferiores por varios siglos repercutió en las actitudes lingüísticas por parte de los

mismos pueblos y comunidades indígenas por lo que ocultaron su lengua debido al

poder y prestigio que ejercía el español sobre todas las demás. Una de las ideas

que contribuyó a esto fue denominar dialecto a las lenguas indígenas en el siglo XIX

como manera despectiva. Por esta y muchas otras razones se fueron

desapareciendo dialectos, lenguas y familias enteras de la cuales hoy en día sólo se

conservan los nombres. Quedaron al margen de la sociedad tanto que actualmente

se siguen viendo como grupos marginales y minoritarios, lo que causa que se sigan

perdiendo lenguas. En los últimos años la consideración por parte del estado como

patrimonio cultural de México, los programas desarrollados por el estado, la

creación de centros y la aceptación de la sociedad por las lenguas indígenas ha

permitido que indígenas que se consideraban bajo el papel del relegado empiecen a

tomar por ellos mismos la aceptación en comunidad y no se vean tanto en una


situación de desventaja sino en donde comparten los mismos derechos, situación

que cada vez va más en avance aunque de manera aún muy lenta.

Manrique demuestra que la discusión de las familias lingüísticas

indoeuropeas es exactamente la misma para las familias lingüísticas indígenas de

México, encuentra puntos en común, por lo cual sería favorable en el estudio,

también desde el principio del texto nos habla de la lingüística comparada y las

técnicas de reconstrucción de lenguas que propone Mauricio Swadesh.

Posteriormente, presenta en estadísticas cuántas lenguas hay de acuerdo

con el censo de 1980; sólo se consideran como hablantes a los niños a partir de

cinco años. Elabora una clasificación de las mismas en el apéndice, a pesar de que

las estadísticas, cuadros y tablas muestran la realidad social sabe que no son del

todo fehacientes y que muestran una problemática en sí mismas pero está

convencida de que si el porcentaje de las lenguas indígenas que se pierden a través

de los año ha ido disminuyendo lo considera de valiosa gratificación al país.

Para finalizar, la comprobación de todo un sistema del español que sí

funciona junto con el crecimiento del empoderamiento de los pueblos indígenas los

ha motivado a querer más lugares y medios de comunicación en donde sean

escuchados en su lengua y para su lengua. El conocimiento de las herramientas

pedagógicas los ha impulsado por ellos mismos a realizar sus labores necesarias,

de esta manera los hablantes de lenguas no indígenas sólo fungen como ayudantes

o guías pero no como jefes puesto que no ameritaría la misma capacidad que

tendría un hablante de lengua materna indígena.

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