Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Luis Erneta
Los C U R S O S P S IC O A N A L ÍT IC O S D E J.-A. M lL L E R
T í t u l o s p u b lic a d o s
P r ó x im a m e n te en e s t a c o l e c c i ó n
(Títulos provisionales)
T e x t o e s t a b l e c id o po r
S il v ia E l e n a T e n d l a r z
PAIDÓS
Buenos Aires • Barcelona • México
Cubierta de Roberto G arcía Balza y Marcela González
Traducción: Nilda Prados
Transcripción y establecimiento de textos: Silvia Elena Tendlarz
Colaboración editorial: Claudia Tedeschi
Miller, Jacques-Alain
Los usos del lapso. - 1a ed. 2a reimp. - Buenos A ires: Paidós,
2010 .
520 p .; 22x16 cm. - (Los cursos psicoanalíticos de Jacques-
Alain Miller)
ISBN 978-950-12-8855-1
1. Psicoanálisis I. Título
CDD 150.195
I a edición, 2004
2a reimpresión, 2010
Impreso en Artesud,
Concepción Arenal 4562, Ciudad de Buenos Aires, en diciembre de 2 0 1 0
Tirada: 7 0 0 ejemplares
s
Indice
7
I
El tiempo en el psicoanálisis
Este año 1999-2000 el título de mi curso será Los usos del lapso, año
en el que nosotros, la humanidad, entraremos en el tercer milenio, aun
cuando los puristas, los pretenciosos, hayan señalado que el aconteci
miento, si se trata de tal cosa, no se produciría sino un año más tarde,
en el 2001.
Esta observación, por otra parte exacta, no puede contra un hecho
de orden aritmético, como es que la diferencia entre 2000 y 2001 no re
side sino en una sola cifra, todo está allí. Se trata de un cambio de ci
fra que se produce todos los años. Únicamente cada diez años son dos
cifras las que cambian. Sólo una vez cada siglo cambian tres y es sólo
una vez cada mil años que las cuatro cifras están destinadas a cambiar.
¡Una sola vez cada mil años! Por lo demás, para ser más exacto, la oca
sión precedente -no sé si ustedes estaban-, pasamos de tres a cuatro ci
fras: de 999 a 1000. El más uno del año 999 agregó una cifra, y el más
uno del año 1999 es el primero que modifica las cuatro.
Resulta especialmente notable la ecuanimidad con la cual se prepa
ra esta entrada sensacional en el tercer milenio. Hace mil años, ese pa
saje estaba amenazado por fantasías de apocalipsis. Hoy, todo cuanto
tenemos es el embrollo de las computadoras, sólo esperamos acciden
tes - y no habrán de faltar-. Es decir que el acontecimiento no es el fin
del mundo, no está situado en el nivel de Dios, sino en el de las máqui
nas. Qué grande sería la sorpresa si el I o de enero de 2000 el arcángel
Gabriel viniera a anunciar que el buen Dios, después de una experien
cia al fin de cuentas prolongada, considera que ya es suficiente y que
el juicio final ha llegado.
JACQUES-ALAIN MILLER
10
EL TIEMPO EN EL PSICOANÁLISIS
En Buenos Aires, donde estuve hace poco tiempo, fui invitado por
mi amigo Germán García a dar una conferencia, para la que me propu
sieron como título en español "¿Al fin y al cabo?", que equivaldría en
francés a algo así como Á la fin desfins, en définitive, tout com ptefait, y
por mi parte creí -algo que no era necesariamente su intención- que
me invitaba a dar un panorama del último milenio, desde el siglo XI al
XX. Intenté entonces hacerlo, una especie de broma. Pero uno se da
cuenta, cuando considera el último milenio, de que hay un corte entre
el período que se extiende desde el siglo XI al XV, en el que no ocurrió
gran cosa, y el que abarca desde el siglo XVI al XX, cuyo ritmo es por
completo diferente.
X I -X V
XVI - XX
El corte que pasa entre el siglo XV y el XVI está marcado, para no
sotros, por el Renacimiento. Si nos preguntamos cuáles son los aconte
cimientos que realmente contaron durante el último milenio, hay evi
dentemente cierto número de eventos regionales que en su momento
11
JACQUES-ALAIN MILLER
parecieron tener importancia, pero ¿qué fue lo que contó a nivel glo
bal? -y o estaba obligado a tomar esta línea de razonamiento en Bue
nos Aires, donde no tenía tan siquiera un libro a m ano- Lo que contó,
en definitiva, al fin y al cabo, es aquello que concierne al saber. El resto
son anécdotas.
Si tomamos esta concepción, lo que verdaderamente contó entre los
siglos XI y XV es la invención, entre el siglo XII y el siglo XÜI, del dis
curso de la universidad, que se difundió luego a todo el planeta, y des
pués, en la segunda mitad del siglo XVII, el discurso de la ciencia, la
física matemática, sus efectos y reformulaciones, desde Galileo y Des
cartes a Newton y Einstein.
Y también contó el discurso del capitalismo, cuya globalización es
un hecho probado, manifiesto a partir de 1989. Evidentemente, nos
gustaría agregar a esta lista del discurso universitario, de la ciencia y
de! capitalismo, el del psicoanálisis, pero no tenemos suficiente pers
pectiva para hacerlo a escala del milenio.
Y en esa escala milenaria, el siglo XX resulta muy notable; gran si
glo de masacres, pero también de una sorprendente aceleración del
tiem p o en lo que concierne a la ciencia. Hay más sabios en el siglo XX
que en el curso de todo el milenio, y el ritmo de las invenciones proce
dentes del discurso de la ciencia conoce, en el último siglo, su última
m itad o su último cuarto, una aceleración absolutamente sorprenden
te, sobre todo si se la compara con la tranquilidad de la existencia en
el siglo XI, en el que no pensamos suficientemente.
Todas estas son las circunstancias que han contribuido a que le die
ra por título al Curso de este año "L os usos del tiem po". Y finalmente
dije "Lapso".
Los usos los conocemos. Encontramos el término en la expresión
"U sos y costumbres", que data del siglo XII y califica los hábitos, las ma
neras de proceder tradicionales, pero también es un término que puede
ser empleado solo, como lo atestiguan los mejores autores, aun en el si
glo XX. Y como proviene de usus, al igual que usual, de costumbre
(d 'usage), es preciso escuchar en él la usanza, y en especial la vieja usan
za, aquella que se hizo habitual. Señalemos que el término no existe en
francés sino en plural (us) y por esa razón figura en mi título.
En cuanto al "lapso", data del siglo XIV; también derivado del la
tín: lapsus, que significa deslizamiento, fluir, transcurrir, y recién en el
siglo XIX, antes de Freud y después del verbo labi, caer.
Entonces, al parecer, no lo conocemos hasta hoy sino en la expre
12
EL TIEMPO EN EL PSICOANÁLISIS
13
JACQUES-ALAIN MILLER
S* » - S'1
14
EL TIEMPO EN EL PSICOANÁLISIS
S - — -------- ►S'
15
JACQUES-ALAIN MILLER
16
EL TIEMPO EN EL PSICOANÁLISIS
17
JACQUES-ALAIN MILLER
El triángulo de la transferencia
18
EL TIEMPO EN EL PSICOANÁLISIS
el saber Incc.
El analista, el analizante,
el saber inconsciente
19
JACQUES-ALAIN MILLER
S,
S2
20
I
EL TIEMPO EN EL PSICOANÁLISIS
En el discurso del amo, como ocurre, por otra parte, con los demás
discursos, salvo el del analista, el saber permanece separado de la ver
dad. ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que hay una verdad descon-
textualizada y eso le permite al saber acumularse y ser expuesto, mien
tras que la verdad no es sino un efecto fugaz, algo que Lacan describe
cuando ubica "el saber en el lugar de la verdad" en el discurso analíti
co. Allí es donde la verdad -aunque curiosamente-, que es por esencia
un efecto fugaz, se encontraría en condiciones de transformarse en sa
ber, de acumularse, pero sólo a título de supuesto.
Se ve claramente en qué términos el discurso analítico se opone
aquí a ese discurso de la universidad del siglo XII. Ese discurso de la
universidad está establecido según la exposición del saber; por lo de
más, el saber sólo tiene valor si se lo sabe exponer según cierta retóri
ca, que no es la misma en las ciencias que en las letras, pero según una
retórica hasta diría ritualizada; exige que se planteen tesis y que uno
sea capaz de defenderlas contra el asalto de los demás, que dicen "Pe
ro no, yo no estoy convencido", "Argumente mejor", etcétera.
Pues bien, cuando uno tiene esa relación con el saber, no aprecia lo
que el psicoanalista hace con el saber. A los universitarios no les gusta
lo que el analista hace con el saber.
En la universidad, uno se afirma a través de una posición sosteni
da contra las agresiones, mientras que el analista hace maniobras con
un saber oculto, bajo un velo, algo que no sale del consultorio del ana
lista; verdaderamente, maniobras quizá sucias, dudosas y que se deja
rían presentar como refiriéndose a una secta, aquella de quienes aman
lo inconsciente, de quienes tienen una transferencia al inconsciente,
una transferencia al saber bajo las especies del inconsciente, la secta de
los amantes de lo inconsciente.
Evidentemente, la universidad es el grupo formado por quienes
aman el saber expuesto, quienes aman las notas al pie de página, por
ejemplo. Un universitario les consagró un ensayo por cierto notable,
referido al origen de estas notas, esenciales en la afirmación del discur
so de la universidad.
Pero, indudablemente, se puede presentar a quienes practican el
psicoanálisis como analizantes o como analistas, a la manera de una
especie de secta que busca beber en una fuente inagotable de saber,
ubicándose unos y otros en la posición de sujeto dividido, trabajador,
y que por esa vía cada uno de ellos hace salir de sí mismo una especie
de secreción de saber dudosa, que sólo toma valor en ese contexto.
21
JACQUES-ALAIN MILLER
22
EL TIEMPO EN EL PSICOANÁLISIS
23
JACQUES-ALAIN MILLER
24
EL TIEMPO EN EL PSICOANÁLISIS
26
EL TIEMPO EN EL PSICOANÁLISIS
17 de noviembre de 1999
27
II
Gente del Secreto
29
JACQUES-ALAIN MILLER
13.30 horas —
45 -------
14.00 horas
_L
i ni
No voy a continuar con m i análisis en directo bajo esta forma; les
comunicaré mis ideas a medida que ellas vayan surgiendo en mí y po
drán constatar mis progresos a partir de este pequeño dispositivo.
Sectas
30
GENTE DEL SECRETO
31
r
JACQUES-ALAIN MILLER
32
r
GENTE DEL SECRETO
33
JACQUES-ALAIN MILLER
34
GENTE DEL SECRETO
En "La secta del Fénix", Borges comienza por describimos una sec
ta por demás lejana, al punto que queremos hacerla más próxima va
liéndonos de lo que di en llamar indicios, y después, en un desliz sen
sacional del párrafo siguiente, la extiende a la humanidad toda y reve
la la perspectiva según la cual la humanidad es en sí misma una secta.
Les leo su primer párrafo:
35
r
JACQUES-ALAIN MILLER
36
GENTE DEL SECRETO
Ese es el texto. Se trata del coito; Borges nos desorienta con algunos
adornos superfluos como la goma arábiga, que no resulta indispensa
ble para el acto, pero consigue literariamente hacer un enigma del coi
to. Es la razón por la cual tomo aquí como referencia una frase del tex
to, en el intento de hacer para nosotros un enigma de la sesión analíti
ca y describir según el modo sectario aquello que integra lo cotidiano
de algunos analizantes y de analistas.
Es el secreto del texto, y el texto se presenta a sí mismo como un sa
ber a descifrar. Nos preguntamos, en efecto, qué es lo que está en jue
go, si acaso la goma arábiga es absolutamente definitoria en ese rito. Si
podemos dejar eso de lado y captar de qué se trata, puesto que lo lee
mos, el texto está hecho para que nos preguntemos eso, de qué se tra
ta, cuál es la referencia.
Ahora bien, hacía mucho tiempo que conocía este texto y sabía de su
encanto, y me di cuenta, en la notable edición de La Pléiade, edición ver
daderamente científica que no existe en español, de que en el tomo I, pá
gina 1595, se encuentra una nota donde se indica que Borges develó el
secreto en una entrevista con un americano. Supongo que el americano
le dijo: "Vamos, de qué se trata, ya es hora de decirlo", y Borges confie
sa. Dice, precisamente;
La primera vez {para nosotros, por supuesto, los ecos son múltiples] que
escuché hablar de ese acto, cuando era un varoncito, quedé escandaíi-
37
JACQUES-ALAIN MILLER
38
GENTE DEL SECRETO
39
■
JACQUES-ALAIN MILLER
Importa haber sentido que nuestro plan, del cual más de una vez
nos burlamos [es gente de ¡as Luces, pese a todo, evidentemente el Congreso
del Mundo es una especie de punto limite del espíritu de las Luces, la univer
salidad sostenida por una conspiración, quefinalmente descubre su inutilidad]
existía realmente y secretamente y era el universo y nosotros.
40
GENTE DEL SECRETO
41
■
JACQUES-ALAIN MILLER
eso que es, ¡es demasiado decir! Podríamos decir, como Heidegger,
"hay...", el "hay".
El mundo, tal como aparece al concluir el Congreso, es el mundo
material, el que se percibe en el paseo; por supuesto, existen asimismo
las imaginaciones, las ensoñaciones, las ficciones, y todo eso también
está de un cierto modo. De se modo, Borges desemboca, en definitiva,
en la univocidad del ser. Es decir, eso también es, eso que es materia
de tus ensoñaciones, de tus sueños, la idea que te pasa por la cabeza,
el instante, es también todo eso.
Entonces, claro está, desde esta perspectiva, el tiempo se hace pro
blemático. Y Borges es el autor de un texto capital para nuestra inves
tigación de este año, texto que comporta una refutación del tiempo.
Por lo demás, Borges es el autor de dos refutaciones del tiempo, una
en 1944, la otra en 1946 -é l se encarga de decirlo-. Él hace llegar la ma
licia hasta publicar esos dos artículos, en su antología, al mismo tiem
po, e indicando bien sus fechas, 1944 y 1946, refutaciones del tiempo.
Por otra parte, el título exacto es "Nueva refutación del tiempo", al
go que indica, por supuesto, que hubo otras antes. La malicia, aquí, re
side en que el mismo título desmiente la tesis expuesta y el esmero con
el que presentara los artículos bajo la forma de 1944 y 1946.
Además, comienza por decir que no cree en esa refutación del tiem
po, pero que -según afirm a- ella viene a menudo a visitarlo durante la
noche o en la languidez del crepúsculo, con la fuerza ilusoria de una
verdad primera.
Entonces, ¿qué demuestra allí su texto? Que, de hecho, se ha refuta
do al tiempo. Numerosos filósofos lo hacen y las negaciones del tiempo
son refutaciones que pertenecen al idealismo filosófico, al imaginario o
a la literatura. ¿Por qué Borges lo hace de este modo, con pequeños frag
mentos que va a recoger de todos lados? Para mostrar que la negación
del tiempo es pensable, es decir que es el producto del pensamiento y de
la imaginación. Pero su efecto es el de aislar lo real del tiempo.
¿Qué demuestra la nueva refutación del tiempo de Borges? Que el
hecho de ser refutado, no le impide al tiempo ser. Y, además, refutarlo
lleva tiempo, el que le tomó entre 1944 y 1946 y, después, hasta que
reunió todo eso en 1955.
Eso no le impide al tiempo ser, el tiempo es, pese a la refutación, co
mo lo imposible. Y allí, hacia el final, encontramos esa frase tan bella
que podríamos hacerla servir de advertencia este año: el tiempo es la
sustancia de la que estoy hecho [en español en el original].
42
GENTE DEL SECRETO
43
JACQUES-ALAIN MILLER
lado del sum, soy tiempo. Y nadie como Borges -m e parece- marcó de
una manera tan pura y precisa la pertenencia del "yo soy" al tiempo.
Un "yo soy" que está hecho de tiempo, y como él lo expresa: el tiem
po, sustancia de lo que soy.
En este punto, resulta dem asiado simple decir: sólo soy Borges. Es
allí donde ese texto sobre la refutación del tiempo se completa con
otro, célebre, que es una simple página de Borges llamada "Borges y
yo", donde yo habla de ese Borges que no es yo, de quien lee el nom
bre, que hace montones de cosas, que tiene una vida apasionante, en
tanto yo se pasea por Buenos Aires y, además, todo cuanto hace es car
gado en la cuenta de Borges.
Entonces, evidentemente, ese "sólo soy Borges" con el que termina
la refutación del tiempo, em palidece ante esta sublime división, que es
exquisita. Es hacia el final de la refutación del tiempo, cuando dice: "El
tiempo es un río que me arrebata, pero yo soy el río; es un tigre que me
destroza, pero yo soy el tigre; es u n fuego que me consume, pero yo
soy el fuego".
Allí es donde dice soy Borges y soy aquello que devora a Borges.
No se trata simplemente de una división entre el ser y la apariencia, si
no que hay un aspecto Borges, el que tiene el nombre, el escritor, el ser
de lo simbólico y, al mismo tiem po, el actor cómico que el yo conside
ra un poco dudoso. Las cualidades de ese yo toman en Borges, según
dice él, un cierto acento teatral.
Por un lado, está Borges -m e parece que hay que entender esto-, el
Borges inmortal, y, por otro lado, estoy yo, el soporte, el material de
Borges. El yo mortal, como el texto lo dice:
44
GENTE DEL SECRETO
Esto quiere decir que Borges ubica el acontecimiento del lado del
significante, contrariamente a lo que la inmensa mayoría podría pen
sar, el acontecimiento se ubica del lado de lo inmortal, no del lado del
flujo temporal en el que simplemente me paseo Para que pase algo es
necesario estar del lado del significante.
45
!
JACQUES-ALAIN MILLER
46
GENTE DEL SECRETO
24 de noviembre de 1999
47
III
El inconsciente en la sesión analítica *
* Un extracto de esta d ase fue publicado con el título "D e la contingencia a la nece
sidad" en Freudiana 29 (2000).
49
■
JACQUES-ALAIN MILLER
La secta de la consecuencia
1. El autor aclara: "t" apostrofe, t'aime -"te amo"-, homófono en francés de théme "te
ma"-. [N. de la T.]
50
EL INCONSCIENTE EN LA SESIÓN ANALÍTICA
Intento entender esta pasión cuyas fases sinceras son siempre bellas.
Hay cuatro amores diferentes:
I o El amor pasión [...] 2° El amor p lacer [...] 3o El amor físico [...] 4“
El amor de vanidad.
51
JACQUES-ALAIN MILLER
52
EL INCONSCIENTE EN LA SESIÓN ANALÍTICA
mismo: un texto de fines del siglo XIX que, desde el punto de vista li
terario, tiene otro interés que el nuestro, quizá se trate de una ilusión
forjada desde la perspectiva contemporánea, pero lo dudo.
Se trata de un texto que al menos para mí, gracias a una sorpren
dente adivinación, anuncia y a la vez rechaza al psicoanálisis. Acabo
de presentar La soirée avec monsieur Teste [La velada del señor TesteJ, de
Paul Valéry. ¡Curiosa velada! -¡Yo me divierto, dije que me divertía!-.
Curiosa velada, curiosa sesión en el curso de la cual Valéry se conecta
con una imagen ideal de sí mismo, de su ideal del yo, podríamos de
cir, donde los rasgos de Stéphane Mallarmé y también de Degas, a
quien él quería dedicar la velada -algo que Degas no aceptó-, se su
perponen con los de Valéry, con su ambición, la ambición de alguien
que dejó de escribir, antes de volver a hacerlo como un esclavo de la III
República. Agrego, porque las referencias sobreabundan, que Paul Va
léry no fue del todo indiferente para Borges, de otro modo Pierre Mé-
nard, el autor del Quijote del siglo XX, no sería poeta y francés.
Por otra parte, Lacan, el joven Lacan, el Lacan de treinta años no ha
blaba sino de Valéry, hablaba todo el tiempo de él. Tenemos al respec
to el testimonio de una argentina que fue además mentora, protectora
de Borges, la señora Ocampo, que pescó en París a Roger Caillois y lo
importó durante la guerra hasta las costas del Río de la Plata.
En una carta que ha sido publicada, la señora Ocampo señala cómo
el joven Lacan hablaba todo el tiempo de Valéry, Valéry, Valéry... ¡has
ta bien avanzada la noche! -d ice-.
Ven cómo se teje todo, y si hiciéramos historia literaria tendríamos
con qué deleitarnos. Además, el mismo año en que se publica La soirée
avec monsieur Teste, Valéry fue a la primera representación de Ubu Rey
y consideró que el señor Teste hace yunta con Ubu Rey, son los dos ex
tremos: el señor Teste y el señor Tripe, pero les ahorro los desarrollos
al respecto porque nos alejarían de nuestro tema.
El señor Teste es también una broma acerca de quién vendría a pre
sentarse como dueño de su pensamiento, idea que enuncia Valéry de
nunciándola como un absurdo sentimental. En alguna parte -no en
contré la cita- dice que sería aquel que habría matado en la propia per
sona la marioneta humana.
El señor Teste es también una reedición hacia fines del siglo XIX de las
Cartas persas, uno y otras comparten un mismo espíritu, y, además, Va
léry consagró a las Cartas persas un prefacio que es, para mí, ya que es
toy en el registro de las joyas, la joya de su obra. La soirée avec monsieur
53
JACQUES-ALAIN MILLER
54
mam
55
JACQUES-ALAIN MILLER
noceremos, los pensamientos d el sueño del señor Teste, y hay que re
conocer que Valéry dijo tonterías en sus cuadernos, tanto sobre el sue
ño como sobre Freud, dijo verdades pero son tonterías.
Hasta aquí mi divertimento, para mi placer, para empezar.
56
EL INCONSCIENTE EN LA SESIÓN ANALÍTICA
repite varias veces por día. La señora corría de su habitación a otra ve
cina y allí se quedaba en un lugar determinado, cerca de la mesa ubi
cada en el centro, llamaba a su mucama, le daba una orden irrelevan
te o la reenviaba sin darle ninguna, y luego volvía al punto de partida,
varias veces por día. Y llega el señor Teste, si puedo decir así, que ates
tigua: cada vez que había preguntado a la enferma por qué hacía eso,
qué sentido tenía, ella había respondido: "no lo sé".
Aquí tenemos la escisión clara entre la acción que tiene lugar, bajo
un modo repetitivo, y el no-saber, el no-conocimiento.
57
JACQUES-ALAIN MILLER
58
r
EL INCONSCIENTE EN LA SESIÓN ANALÍTICA
¡Ah, sí, hay que encontrar el tono cuando uno lee las conferencias
de Freud!
Freud hace del inconsciente, como ya sabemos, una memoria. El
término está bien elegido puesto que nosotros tenemos los programas
que se desarrollan sin que el sujeto lo sepa y, precisamente, eso es lo
que Lacan llama un saber, que no es u n conocimiento, sino más bien
una articulación significante. Y eso e s lo que mostraría, asimismo, el
otro ejemplo capital que trae Freud a su público, aquel, célebre tam
bién, del pequeño almohadón y de la almohada, ceremonial una vez
59
JACQUES-ALAIN MILLER
más, rito que es una organización significante del espacio exigida por
el sujeto para dormirse. Es una escena de adormecimiento, que resul
taría útil comparar con aquella del señor Teste, en la que para que el
sujeto pueda abandonarse al sueño es preciso que el entorno se en
cuentre totalmente controlado, cada cosa fijada en su lugar, función ca
pital que Lévi-Strauss, algo sobre lo que volveremos en un rato, subra
yó después de Lacan.
Simplemente este inconsciente de Freud, este inconsciente que es
algo real, a partir de efectos qu e son por su parte perceptibles, que pro
ducen daños, extrañezas, que conducen a esta mujer al patetismo más
completo, ese algo real que no conocemos sino por sus efectos, el in
consciente, por este hecho m ism o, es supuesto. Es un real pero inferi
do a partir de sus efectos.
Esta inferencia es un descifram iento y esto quiere decir -tal es la
cuestión que él aporta- ¿qué quiere decir esto? La operación analítica,
en este punto, consiste en dar u n sentido a eso que se presenta como
desprovisto de sentido.
Para Freud, esto es un ord en de cosas, por un lado está la dimen
sión semántica y, por otro lado, hay otra, y son necesarios ocho, nueve
capítulos para elaborarla, otra que pertenece a un orden diferente, el
de la satisfacción libidinal.
Lo que se mantiene, entre esos dos puntos, entre su abordaje del in
consciente y su abordaje de la transferencia, es su doctrina del sínto
ma, esto es, tanto en la dim ensión semántica como en la dimensión li
bidinal el síntoma es un Ersatz, es decir, un sustituto.
Simplemente, de un lado opera la sustitución en cuanto al sentido,
y, del otro, la sustitución en cuanto a la satisfacción. Es allí donde
Freud habla de Ersatz Befriedigung, satisfacción sustituta.
Hay dos operaciones que corresponden a esas dos sustituciones, en
primer término la represión, cuando se trata del sentido, cuando se tra
ta del inconsciente, y la regresión cuando se trata de la libido.
Al mismo tiempo, esas dos dimensiones se anudan y en referencia a
esto Freud trae el término de transferencia. La libido -d ice- transfiere,
(iibertragt), el término Übertragung -transferencia- está allí. La libido
transfiere su energía a las representaciones bajo la forma de investidu
ras. Como ya no sabemos qué es la representación, piensen en el signifi
cante. La libido transfiere su energía a las representaciones bajo la forma
de investiduras, esas representaciones forman parte del sistema del in
consciente y están sometidas a la condensación y al desplazamiento.
60
EL INCONSCIENTE EN LA SESIÓN ANALÍTICA
Y por esa misma vía la libido, que transfirió su energía a esas repre
sentaciones sometidas a la condensación y al desplazamiento, a su vez
queda sometida a esos mismos mecanismos.
Es decir, hay en Freud, por supuesto, un paralelismo entre esas dos
dimensiones, pero el modelo del lenguaje, la estructura de lenguaje es
la que evidentemente prevalece, puede percibirse en la frase que aca
bo de leerles. Prevalece tanto más que es necesario señalar que la di
mensión libidinal siempre queda asociada por Freud al término de Be-
deutung, significación.
Es así como puede hablar de significación de satisfacción. Y es pre
cisamente eso lo que conducirá a Lacan, en un momento de su cami
no, a conceptualizar el deseo como un significado de la cadena signifi
cante inconsciente. En la medida en que Freud hace de la libido una
significación, hace de la Befriedigung una significación de la satisfac
ción, hace de la satisfacción libidinal una significación de satisfacción;
siguiendo esta vía Lacan conceptualiza la libido como deseo y hace del
deseo un significado de la cadena significante.
Entonces, lo real del inconsciente, si lo seguimos a Freud, ¿en qué
consiste? Consiste en esas representaciones investidas por una libido
transferida. Pero, para dar la respuesta en cortocircuito, para anunciar
lo, lo real del inconsciente consiste para Freud en el fantasma, que es
por excelencia el significante investido, el significante reprimido con
siderado como investido.
’¿A qué conduce, tal como nos lo presenta Freud, el análisis del sín
toma? Tal como Freud recompone en ese momento el camino, el aná
lisis parte de los síntomas y conduce al conocimiento de las experien
cias vividas, donde la libido resulta fijada y los síntomas se producen.
El camino del análisis va del síntoma al fantasma, para retomar un tí
tulo bajo el cual había comenzado en otro momento este curso.
Del síntoma al fantasma, algo de lo que ya tenemos un ejemplo a par
tir de la acción obsesiva, Freud nos conduce al trauma de la noche de bo
das, donde quedó fijada la libido de la paciente. Tenemos allí el ejemplo
de una experiencia vivida, que cumple esta función de fijar la libido. El
dice Erlebnis, "experiencia vivida", y la va a buscar más allá de la noche
de bodas del sujeto, la busca en la experiencia vivida en la infancia.
Evidentemente, en el caso de la paciente, no habrá experiencia de
la vivencia infantil del bebé que habría sido concebido con la ayuda de
ese ir y venir incesante durante la noche de una habitación a la otra,
puesto que justamente el señor es impotente. No habrá allí un fruto de
61
JACQUES-ALAIN MILLER
esta unión, que pudiera como Tristam Shandy, describir el coito inicial
Tristam Shandy comienza con la descripción del coito al que él debe su
propia existencia-.
Las experiencias infantiles, es allí donde para Freud se reúne lo real
del inconsciente, las experiencias infantiles vividas, investidas, cuya
representación es reprimida. En este punto no estamos todavía en el
fantasma. Estamos en el fantasma cuando Freud subraya, señala -algo
que ha sido discutido todavía recientemente-, que esas experiencias
vividas no son ciertas, cuando en efecto admite decir, al mismo tiem
po, que se trata allí de lo real del inconsciente y que ese real comporta
algo que no es cierto; Lacan lo retoma cuando habla de un real que só
lo puede mentir.
Entonces, se trata del fantasma. Allí donde echa el ancla el concep
to de fantasma, respecto del cual Freud señala que el sentido común
quisiera oponerlo a la realidad, que es, por un lado, lo que pertenece
al orden de la ficción, de la Erfindung, invención y, por otro lado, acon
tecimiento y estructura, lo que corresponde al orden de la Wirklichkeit,
de la realidad efectiva, de la realidad material.
A partir de allí se podría pensar, en consecuencia, que lo inconscien
te no tiene nada de real, que lo inconsciente es ficción. En ese momento
Freud trae lo que resulta esencial para asentar su concepto de incons
ciente, esto es, que hay una realidad de un orden particular, la realidad
psíquica, y que los fantasmas son algo real, no en la realidad de todo el
mundo, sino en la realidad que es una, como decía Heráclito: "Los hom
bres, cuando están despiertos, tienen un mundo único y común. En el
sueño, cada uno se vuelve a su propio mundo", eso queda por verse, pe
ro los fantasmas son algo real en el psiquismo. Es decir que Freud, tra
tándose del inconsciente, da a luz un nuevo real, el real fantasmático.
Los grandes fantasmas son depurados por Freud, la observación
del coito parental, al cual Borges hizo una especie de alusión, no dijo
que lo observó, se le hizo saber cómo ocurría. Concibió al respecto, vi
siblemente, una repugnancia que fue perdurable en él.
La seducción por parte de un adulto es la amenaza de castración.
No hago un comentario en detalle, sólo digo que se trata de despren
der de Freud, en ese punto, una doctrina del acontecimiento, ya que
esos fantasmas, tal como los enumera -la observación del coito, la se
ducción, la amenaza de castración-, son para él otros tantos aconteci
mientos, cosas que ocurren, simples acontecimientos extrañamente tí
picos y en las neurosis extrañamente necesarios.
EL INCONSCIENTE EN LA SESIÓN ANALÍTICA
63
f
JACQUES-ALAIN MILLER
64
EL INCONSCIENTE EN LA SESIÓN ANALÍTICA
65
í
JACQUES-ALAIN MILLER
Al leer este pasaje, Palomera se sorprende -si leí bien- de que Lévi-
Strauss no cite a Freud, puesto que hay allí una perspectiva freudiana so
bre la relación entre el acontecimiento y la estructura. Palomera encuen
tra ahí, de manera sensacional, lo que llama la primera intuición del fan
tasma en Freud en una carta a Fliess del 2 de mayo de 1897, un año des
pués de La soirée avec monsieur Teste y después de la representación de Ubu
rey, donde Freud dice exactamente, a propósito de la construcción del
fantasma: "Las fantasías provienen de lo oído, entendido con posterioridad,
y desde luego son genuinas en todo su material" ("Carta 61", página 288).
66
EL INCONSCIENTE EN LA SESIÓN ANALÍTICA
Palom era d ice que d e eso se trata p re c isa m e n te en los resto s fó siles
de un d iscu rso antiguo y que la lógica fre u d ia n a d e la re la ció n e n tre el
acontecim iento y la estru ctu ra es la q u e re v istió de n u ev o L év i-S tra u ss
con el ejem plo tópico d el bricolage.
Freud p ien sa la tran sferen cia, que e s u n a co n tecim ien to d e e stru c
tura, a p artir del sín tom a y a p a rtir de s u in cid e n cia sobre lo s sín to m a s.
Es decir que la tran sferen cia les su stra e su sig n ifica ció n o rig in a ria , su
Bedeutung o rigin aria y se reorg an iza e n to rn o a u n n u ev o sen tid o , ein
neuer Sinn que consiste e n su relació n c o n la tran sferen cia.
Para Freud , so n dos co sas b ie n d istin ta s, e l in co n scien te co m o s is te
ma de rep resentaciones rep rim id as, in v e s tid a s p o r cierto, q u e p ro d u ce
efectos y eso s efectos son p e rfe cta m e n te sen sib les e n la rea lid a d p o r la
disrupción que in trod u cen, en fu n ció n d e la cu al la d am ita, la lo ca e n a
m orada de su m arid o -a q u í tenem os a l a m o r lo c o - se fab rica u n a e n
ferm edad sen sacion al para que é l no te n g a v erg ü en za fre n te a la s m u
camas; y lu ego, p o r otro lado, h a y una tra n sfere n cia que te stim o n ia d e
una incid encia lib id in al q u e p ro d u ce la reo rg a n iz a ció n sem á n tica d e
los síntom as.
¿Qué hace Lacan cuando trae el sujeto supuesto saber? El sujeto su
puesto saber es una manera de decir lo inconsciente, y Lacan lo utiliza
más de una vez como su equivalente, pero esa formulación dice que lo
primero es el acontecimiento semántico, eso es lo que cuenta en primer
término, que los síntomas toman sentido en transferencia y que, a par
tir del momento en que se viene a contar su síntoma a alguien en la po
sición del análisis, hay una presuposición de sentido, el síntoma habla
do comporta una presuposición de sentido que el médico, cuando no
es analista, debe aplastar, pisotear. El sujeto supuesto saber implica
que el efecto de sentido transferencial, primario, es el que -e n términos
de Lacan- ocupa el lugar del referente aún latente.
El Sinn ocupa el lugar de la Bedeutung que advendrá y se revelará,
ocupa el lugar de la satisfacción, del principio de la satisfacción, ocu
pa el lugar de la significación de la satisfacción, todavía latente, que
terminará revelándose, que Lacan tomó del objeto a.
Por esa razón el camino va, para Lacan, como lo dice el título de
uno de sus seminarios, en otros tiempos mal impreso sobre la tapa. De
un Otro al otro, el primero con mayúscula y esto indica la vía del suje
to supuesto saber, es decir, la cualidad primaria de la transferencia co
mo acontecimiento semántico respecto de la aparición de la referencia
libidinal del a, que viene luego.
67
»
JACQUES-ALAIN MILLER
68
EL INCONSCIENTE EN LA SESIÓN ANALÍTICA
69
JACQUES-ALAIN MILLER
1 de diciembre de 1999
70
IV
El lapso , entre tiem po y espacio
71
JACQUES-ALAIN MILLER
72
EL LAPSO, ENTRE TIEMPO Y ESPACIO
Una lengua entre otras -n o s dice Lacan- no es otra cosa sino la in
tegral de los equívocos que de su historia persisten en ella. Es la veta en
la que lo real, el único para el discurso analítico que motiva su desen
lace, lo real de que no hay relación sexual, ha dejado su sedimento en
el curso de los siglos (página 63).
73
JACQUES-ALAIN MILLER
75
JACQUES-ALAIN MILLER
76
EL LAPSO, ENTRE TIEMPO Y ESPACIO
Idea / / Espuma
77
JACQUES-ALAIN MILLER
78
EL LAPSO, ENTRE TIEM PO Y ESPACIO
79
JACQUES-ALAIN MILLER
80
EL LAPSO, ENTRE TIEMPO Y ESPACIO
tar que ese adoquín, que se hubiera podido decir que era ilegible, se
ría un éxito.
Com o L acan lo subraya, no fue u n in ten to de lectu ra, p ero se com
pró, d esd e este pu nto de vista, fue lan zad o en e l b u en m om en to.
Lacan termina esta pequeña obertura, entonces, verdaderamente z'n
the jaws o f the press, en el momento mismo en que interviene la máqui
na de imprenta, cuando se imprime de inmediato eso que uno acaba
de escribir, y termina diciendo que con esos Escritos entiende -lo cito-
"[...] llevar al lector a una consecuencia en la que le sea preciso poner
de su parte" ("Obertura...", página 4).
Es decir que, precisamente, está obligado a decirlo y, además, no se
siente molesto por eso, no es tímido, busca la connivencia, invita al lec
tor a la colaboración y un poco más, lo invita a poner algo de su parte,
a pagar con su persona.
Si comparamos estas formulaciones de Lacan con las de Gide, ha
bría al respecto mucho para decir. Observen que Lacan, cuando un li
bro aparece en librería, sabe que es un libro, se dirige al lector; dice, al
igual que Gide: "buscar al lector". Punto en el cual no vale la pena vol
ver a la carga con aquello de "únicamente los psicoanalistas... ", ¡no! Es
un libro, un libro tiene lectores o no los tiene, en todo caso su partenaire
es el lector, a quien se dirige explícitamente Lacan.
Se puede decir que en ese caso, la consecuencia, llamada por él de
acción, no consiste exactamente en la connivencia emocional aludida
por Gide. Y, por otra parte, se podría decir también que es Gide quien
afirma la necesidad de colaboración por parte del lector, no Baudelaire,
en tanto Lacan fuerza un poco esa afirmación: considera que el lector
tiene que colaborar, subraya, lo fuerza un poco. Podría darlo a enten
der, quizá, antes que enunciarlo así, pero ése es Lacan, no permite dar
brincos, como él decía, no sé qué es la libertad.
Se puede decir que cuando se toman excesivas precauciones res
pecto de la libertad del otro, pues bien, es porque a uno no le importa
nada de ese otro. "Te dejo tu libertad", ¿qué quiere decir esto en fran
cés? Quiere decir: "Haz lo que quieras". Por el contrario, cuando al
guien importa, uno no le deja hacer necesariamente lo que él quiere. Si
respetáramos la libertad de los analizantes, ¿adonde iríamos a parar?
Están todo el tiempo diciéndoles que por tal razón ustedes no les gus
taron, les dijeron algo desagradable. La interpretación no está hecha
para complacerlos, entonces se pronuncian: "¡Si es así, no vendré
más!". ¿Ustedes van a responderles: "Tiene toda su libertad"? Pueden
í- I
I
JACQUES-ALAIN MILLER
i
hacerlo si piensan que eso, justamente, los hará volver. Pero en cuanto
concierne a la posición del analista, en efecto, encontramos esto que se
hace sentir a través de esa pequeña frase de Lacan, a saber: ¡se trata de
hacer ese trabajo seriamente, chicos! No vayan a creer que este libro es
tá hecho para recorrerlo, está hecho para ser leído.
Esta frase, además de su acento muy específico en cuanto al discur
so psicoanalítico, constituye un gran tópico literario. Ella daría lugar a
infinitos comentarios, conduciría al lector a una consecuencia donde
será necesario que él ponga algo propio porque hasta el enunciado
mismo de la regla analítica constituye ese género de proposición, de
encadenamiento del significante que obliga a poner algo propio.
Entonces, Gide continúa y aparece el lapso: "La aparente impropie
dad de los términos que irritará tanto a ciertos críticos, esta erudita
imprecisión que Racine usara ya como maestro" -por mi parte, soy sen
sible a esta alianza entre el uso y la gran habilidad-. Precisamente, la
figura de los maestros del uso evocada al comienzo muestra que el uso
concierne a la aplicación, no a la teoría. En ese registro, hay algo cuyo
aprendizaje sólo tiene lugar en contacto con un maestro, con alguien que
sabe arreglárselas con eso y que no se transmite como el saber teórico.
Algo de ese mismo registro encontramos en el psicoanálisis. Se ha
bla de supervisión. ¡Qué término! Allí, se tiene la impresión de que el
otro viene para ajustar los tornillos: "Muéstreme lo que hizo... No, no
es así, para nada, ¡fuera!". Eso que damos en llamar supervisión con
siste en referirse a alguien que debiera ser maestro del uso, pero, evi
dentemente, como se trata de lo inconsciente, acaso es preciso decir
cuál es el buen momento para los maestros...
Digamos que, aquí, "m aestro" es alguien que sabe arreglárselas con
el kairós, que sabe hacer allí con lo imprevisto. ¿Cómo se aprende esto,
es decir, este saber hacer con algo respecto de lo cual no se puede
enunciar una regla preestablecida? Cada vez que él diga esto, usted di
rá aquello, ¡y todo andará muy bien! No es así, uno debe deslizarse en
el momento, después se debe estar verdaderamente listo, con los mús
culos preparados para atrapar a la presa, el animal, cuando llegue ese
momento siempre imprevisible.
Se trata, precisamente, de capturar aquello que no responde a una
regla. En materia de arte, Kant situó bien la función en estos términos:
saber Hacer allí y hacer bien cuando no hay reglas.
Continúo: "[...] estaem d ita imprecisión que Racine usara ya como
maestro". Aquí se abre un bulevar delante de nosotros, la erudita im-
82
EL LAPSO, ENTRE TIEM PO Y ESPACIO
¡Muy bien! Fíjense dónde Gide, m aestro del uso moderno de la len
gua, usa el lapso y con qué valor. Lo utiliza yuxtapuesto a espaciamien
to, es decir que desplaza el término lapso, normalmente soldado al
tiempo en la lengua -suele decirse " u n lapso de tiem po"-; pues bien,
él lo toma y lo introduce en las connotaciones del espacio.
Hay abismos allí, porque un poco más tarde, dice que, cuando es
taba -creo y o - en la escuela, el profesor le decía: "Señor Gide, usted
ignora que en la lengua hay palabras que van juntas y las utiliza se
paradas unas de otras". Pues bien, a h í uno se dice: debe de haber un
cálculo en esa opción por el lapso que, ubicado normalmente, en el
uso regulado de la lengua del lado del tiempo, es desplazado del la
do del espacio.
83
1
JACQUES-ALAIN MILLER
Pero, al mismo tiempo, ese uso generalizado del lapso merece per
manecer como tal, válido tanto para el tiempo como para el espacio y
calificando, aquí, una distancia entre la imagen y la idea, entre la pala
bra y la cosa.
En el lapso está el deslizam iento, pero en cierta medida tomado, fi
jado y, de esa manera, espacializado. Me esforzaré para que este uso
gideano del término lapso, este uso generalizado, llegue a tocar aun
que más no sea un poco la lengua francesa, acordándole nuevo vigor
al lapso.
Cuando uno quiere hacer eso, fracasa siempre. Lacan. había queri
do, enojado como estaba con el director de la Escuela Normal Superior,
tuvo con él un mal gesto, que el nombre de ese director tomara el sen
tido, en la lengua francesa, de trapo de piso. Lo propuso a la misma Es
cuela Normal, algo que no pareció una cortesía.
Pero fracasó, eso no ocurrió. Yo recuerdo el nombre de ese director
-m e cuidaré mucho de pronunciarlo aquí-; se hubiera vuelto inmortal,
evidentemente, si ese intento hubiera tenido éxito, como ocurrió con el
señor Basura. Pero fracasó, ¡y quizá el lapso va a fracasar también!
Aquí no es cuestión de injuria, no se dice "¡Pequeña cabeza de lap
so!". Entonces, en este punto G ide busca, tal como él lo dice muy bien,
atrapar el efecto poético. Sitúa ese lapso entre las palabras y las cosas.
Son las palabras y las cosas las que componen, a través de cierta con
tingencia, el título del célebre libro de Michel Foucault. Él quería lla
marlo de otro modo, "El orden d e las cosas", pero era un título ya exis
tente y entonces optó por: Las palabras y las cosas.
Aquí se trata de las palabras, las cosas y el lapso. Quizá sea necesa
rio deslizar esto aquí. Gide apunta al uso no referencia! del lenguaje,
aquel que no permite encontrar la cosa, mientras que el valor esencial
del uso referencial es llegar a encontrarla, algo que puede resultar
complicado, como les di el ejemplo. Cuando se trata de indicar el ca
mino donde encontrar las cosas, no se puede tener una eradita impre
cisión, salvo si quieren que el m uchacho a quien indican el camino se
pierda, como ocurre con frecuencia aun cuando no lo sepan.
En el uso referencial uno trata, por el contrario, de reducir el lapso
entre la palabra y la cosa. Evidentemente, cuando intentamos hacer es
to, se producen ampulosidades terribles en el lenguaje. Resulta mucho
más natural para el lenguaje, finalmente, dejar que el lapso se instale
con tranquilidad. Es necesario, p o r cierto, retorcer el lenguaje y en ese
momento se hace visible que le ponemos un corsé para forzarlo a ser
84
EL LAPSO, ENTRE TIEMPO Y ESPACIO
Poesía y derecho
85
JACQUES-ALAIN MILLER
86
EL LAPSO, ENTRE TIEMPO Y ESPACIO
¡Y por qué con los jarros de vino y n o con las carreras, las canciones,
los violines! Ese con es un ripio, era necesario para continuar con la
enumeración; en tanto "China" figura allí en función de la rima. Tene
mos entonces una, dos, tres, cuatro, cinco faltas.
87
JACQUES-ALAIN MILLER
con unos y otros. Esto traduce de manera maravillosa, con una preci
sión conmovedora, justam ente, la existencia de las vibraciones de los
violines en las colinas. ¿Cómo es que hay violines en las colinas? Ocu
rre que hay un pequeño baile, un pequeño festejo, y la música vibran
te de los violines es interrum pida por el choque (choc) de los jarros
(.brocs), de los bosquecillos (bosquets) y del con (avec).
Allí, precisamente, ese avec tiene el sentido de al mismo tiempo, el
choque de los jarros acom paña la queja de los violines, por lo tanto no
se justifica decir que jam ás sabrem os responder acerca de los jarros,
por cuanto están animados de una voz. Lacan lo dice, Baudelaire pue
de decirlo también. Y, además, si bien se recuerda el paraíso, no es en
absoluto lo mismo recordarlo, en cuyo caso el paraíso se queda en su
lugar, que convocarlo,2 porque entonces el paraíso viene, responde a
ese llamado, se hace presente de nuevo.
A propósito de la China, no tuve todavía tiempo de pensar, pero al
go se me va a ocurrir al respecto seguramente.
Me queda apenas el tiem po suficiente para leerles la última frase de
este párrafo del texto de Gide que me interesó, que tanto me retuvo
hoy, pero creo que con él, pese a todo, señalamos un buen número de
temas por venir. La frase dice así: "Y si nada es más comprometedor
que este permiso de dejar de hablar claro, es muy precisamente porque
sólo el verdadero poeta logra hacerlo".
Hay muchas cosas, ¿no es cierto?, en este permiso para dejar de ha
blar con claridad. Gide entiende como tal el permiso que finalmente
el lenguaje acuerda al poeta d e desglosar, de hacer valer el lapso poé
tico entre la palabra y la cosa. E l lector concede esta autorización al
poeta.
Ustedes saben bien que el u so poético del lenguaje es, con todo, un
uso desviado, desviación que convoca una autorización implícita. Es
necesario aún así que el lector ceda, consienta, y que los textos se juz
guen también en función del objeto de ese consentimiento.
De eso mismo se trata en u r análisis, donde hay un uso desviado
del lenguaje, como hay también cierto tipo de lapso, diferente del poé
tico: el lapso psicoanalítico, freudiano.
Se trata de una desviación del uso normal del lenguaje y ella debe
ser autorizada; Lacan llama acto psicoanalítico a la autorización acor
2. "Se rappeler" = recordar / "Rnppeltr" = convocar, llamar a las filas. [N. de la T.]
88
EL LAPSO, ENTRE TIEMPO Y ESPACIO
8 de diciembre de 1999
89
V
El estatuto del inconsciente
91
JACQUES-ALAIN MILLER
Lapso de virtud
93
JACQUES-ALAIN MILLER
Lapso de virtud
1 - virtud
tiempo
2 - lapso (de tiempo) de virtud
* - 3 - lapso - de virtud
94
EL ESTATUTO DEL INCONSCIENTE
Eso es lo que cree Adeline, "la bella Adeline, ya que esta mujer era
siempre bella, pese a sus cincuenta añ os y sus pesadumbres, la bella
Adeline se equivocaba en esto: los libertinos, esa gente dotada por la
naturaleza de la preciosa facultad de amar más allá de los límites que
ella fija al amor", allí está todo. Hay alg o en el ser hablante que sobre
pasa los límites naturales - o supuestamente naturales-, "los libertinos
no tienen casi nunca su edad. Durante ese lapso de virtud, el barón ha
95
JACQUES-ALAIN MILLER
bía ido tres veces a la Rué du Dauphin y jamás allí había tenido seten
ta años", ese es el contexto.
Balzac no confía del todo en su lector y explica: "La pasión reani
mada lo rejuvenecía y hubiera entregado su honor a Valérie, su fami
lia, todo, sin un remordimiento". Es, por otra parte, lo que hace más
tarde en esta extraordinaria novela.
Veamos ahora cómo se construye eso que Balzac nos presenta en es
ta frase.
En primer término, tenemos el lapso de virtud, que llama la aten
ción al principio de la frase. Se entiende bien de qué se trata: el lapso
de virtud se define respecto del conjunto de la vida. En su horizonte se
sitúa el conjunto de la vida del barón, su lapso de vida, y después, en
el interior de ese lapso de vida, está el lapso de virtud -lo hago más
grande de lo que es en realidad, es aquí donde se sitúa.
( ... ( - ( •• ) • ) )
T t 1"
vicio virtud vicio
96
EL ESTATUTO DEL INCONSCIENTE
97
JACQUES-ALAIN MILLER
a tal punto que uno no puede dilucidarlo sin jugarse el todo por el
todo y el tiempo no es allí una circunstancia contingente, sino una afi
nidad esencial. Pero agrego de inmediato que es necesario prestar
atención para ubicarse al respecto, porque todo eso califica en Lacan al
inconsciente como fenómeno, al inconsciente-acontecimiento, en tanto
se inscribe como acontecimiento en la trama del tiempo.
Y hay entonces, sí, una oposición. Porque Freud habla de hipótesis
del inconsciente y Lacan de la suposición del sujeto. A decir verdad, el
término de "suposición" es la traducción latina del griego "hipótesis",
es el mismo término. Entonces, efectivamente, una y otra formulación
encajan. Sólo que Freud habla de hipótesis en tanto el inconsciente se de
duce, es inferido a partir de algunos efectos extraños, detonadores, de
los que sólo se puede dar cuenta infiriendo la existencia de procesos in
conscientes, puesto que el sujeto por sí mismo se muestra incapaz de si
tuarlos a partir de su proceso de pensamiento consciente, su argumen
tación, etcétera. Freud habla de hipótesis del inconsciente en tanto el in
consciente es inferido como estando ya ahí, produciendo efectos.
Freud sólo dice "hipótesis del inconsciente" para afirmar que no es
porque el inconsciente no se presenta nunca en persona, sino a partir
de las inferencias que hacemos, no por eso no es algo real, en el senti
do de la ciencia.
Para Freud se trata de salvar el carácter real del inconsciente, a pe
sar de que no se presenta en persona sino a través de una deducción,
que no es para Freud, por lo demás, menos cierta e indudable.
Para Freud la transferencia es de otro orden. Ella permite acceder a
ese inconsciente que ya está ahí e introducir transformaciones en ese
algo de real que es el inconsciente. Introduce esas transformaciones de
dos maneras: porque la persona del analista atrae hacia sí la libido in
vestida en los síntomas y, en segundo término, porque en la transferen
cia los síntomas adquieren un nuevo sentido, ein muer Sinn, como ya
lo consigné.
Evidentemente, el sujeto supuesto saber de Lacan procede de aque
llo que Freud designa en repetidas oportunidades "hipótesis del in
consciente" y es, sin embargo, una suposición de un orden bien distin
to. En primer término, porque se trata de una definición del incons
ciente a partir de la transferencia. Se trata de la perspectiva que da la
transferencia sobre el inconsciente y entra, más tarde, en la definición
del estatuto del inconsciente. Es una definición del inconsciente a par
tir del medio de su descubrimiento.
98
EL ESTATUTO DEL INCONSCIENTE
99
JACQUES-ALAIN MILLER
in co n scie n te transferencia
Por otra parte, esto permanece en el esquema que Lacan elabora ese
año de la separación y de la alienación. Demostré en otra oportunidad
que ese esquema es una transformación, aquí presentado bajo la forma
de una oposición, y luego presentado como una articulación.
inconsciente transferencia
100
EL ESTATUTO DEL INCONSCIENTE
101
m
JACQUES-ALAIN MILLER
102
EL ESTATUTO DEL INCONSCIENTE
103
JACQUES-ALAIN MILLER
El inconsciente no es un ser
104
EL ESTATUTO DEL INCONSCIENTE
jéry por excelencia, él terminó comido por los otros. Algo confirmado
r Gide en un escrito que hasta ese momento yo no conocía, donde
dialoga con Valéry:
T oda e s a g e n te d e m a s ia d o en ca n ta d o ra m e m a ta rá - d e c í a - . ¿U sted
sabe el e p ita fio q u e se rá n e ce sa rio g ra b a r so b re m i tu m b a ? ¡A q u í y ace
Paul Valéry, m a ta d o p o r lo s otros!
105
JACQUES-ALAIN MILLER
ética
ontología
ser
si no
107
tar
JACQUES-ALAIN MILLER
108
EL ESTATUTO DEL INCONSCIENTE
109
JACQUES-ALAIN MILLER
110
EL ESTATUTO DEL INCONSCIENTE
111
jJ P H
JACQUES-ALAIN MILLbR
112
EL ESTATUTO DEL INCONSCIENTE
s —>■
Se debe captar con esta forma que aquello que aparece como efecto
de sujeto se deposite y se acumule como saber. Eso es, precisamente, lo
que no se produce en la repetición, donde uno está, cada vez, como si
se tratara de la primera vez. En esto, la repetición es, justamente, la
anulación del tiempo. Es gracias al sujeto supuesto saber que la fun
ción del tiempo se introduce en el inconsciente. Este inconsciente a me
nudo es pensado como una memoria, de un pasado ciertamente acti
vo en el presente y en la transferencia. Consideramos que es el pasado
presentificado que es puesto en acto. Mientras que en la perspectiva
del sujeto supuesto saber, en cambio, lo primero que captamos es el fu
turo. Se trata de la dinámica de la realización de un inconsciente sos
tenido por un deseo y en procura del momento de concluir, momento
que no será nunca automático y que Lacan denomina "pase".
113
JACQUES-ALAIN MILLER
114
EL ESTATUTO DEL INCONSCIENTE
sión. Se hace entonces patente que hay algo que no cesa de no escribir
se y que no se logra hacer volver, llamado por Lacan la relación sexual.
Cuando logramos levantar la represión, en la experiencia analítica,
caemos sobre algo que no vuelve nunca a escribirse. Eso es lo real, lo
im posible.
Entonces, el desciframiento, la lectura del inconsciente es del orden
de lo contingente. El discurso psicoanalítico hace existir lo inconscien
te como real, mientras que lo real del que da testimonio lo inconscien
te es un imposible que no cesa de no escribirse.
Queda lo posible, que es siempre e l pobre de la partida, el que cesa
de escribirse. Lo que cesa de escribirse es lo que está reprimido. Preci
samente, lo que atormenta a los psicoanalistas a propósito del discur
so psicoanalítico como tal es que cese de escribirse.
De ahí la importancia para el próximo siglo -saludamos por antici
pado su llegada entre nosotros o la nuestra en é l- de que el discurso ana
lítico no cese de escribirse, algo que depende de un deseo lacaniano.
Eso es todo. ¡Hasta el siglo próximo!
15 de diciembre de 2000
115
VI
Las afinidades entre la fem inidad
y la voluntad
117
JACQUES-ALAIN MILLER
118
LAS AFINIDADES ENTRE LA FEMINIDAD Y LA VOLUNTAD
119
JACQUES-ALAIN MILLER
aquello de "hace falta tiem po". Allí es donde ustedes dan un paso no
hacia adelante, sino esencial, por cuanto arruina el concepto mismo de
análisis de sesión única.
A partir de allí se inscribe el sujeto supuesto de Lacan, en la medi
da en que, antes de ser saber realizado, el inconsciente es saber supues
to. Cuando distribuimos los elementos de manera tal que nos vemos
llevados a hablar de la realización del inconsciente -tal como en defi
nitiva lo hace Lacan desde el principio, a partir de "Función y campo
de la palabra y del lenguaje...", donde ya es un término esencial-, es
preciso dar un estatuto a lo que existía antes. A eso responde el con
cepto de saber supuesto.
Evidentemente, por otra vía se puede decir que el inconsciente es
tá allí, opera y gobierna, en efecto, a título de amo. El inconsciente
que programa ya está ahí, pero aquel que se descifra y busca realizar
se como saber descifrado, no está en el punto de partida. Sólo es su
puesto.
A partir de allí podemos designar el trayecto de un análisis, para
ir paso a paso, haciendo del análisis un camino que va de un punto a
otro, para designar luego este trayecto como aquel que va de la supo
sición a la realización. Podem os agregar una pregunta aferente: en
qué momento la suposición bascula en la realización y se encuentra en
cierto modo aspirada por ésta, p or lo realizado, cuáles son en el análi
sis las competencias entre suposición y realización, etcétera.
Puedo volver a decir algo ya adelantado la última vez -puesto que
el otro siglo también es la última vez-, en el sentido de que el así lla
mado dispositivo analítico es el que permite poner a trabajar los efec
tos de sujeto, los tropiezos, las lagunas, las discontinuidades, todo eso
que a partir de Freud aprendimos a aislar y que con Lacan llamamos
efectos de sujeto. Por supuesto, los efectos de sujeto también existen
fuera del análisis. El dispositivo permite ponerlos a trabajar, algo que
no ocurre en ningún otro sitio.
Los efectos de sujeto aparecen, con las dos ortografías;1 no son, en
su calidad de tales, productos del análisis, no son artefactos. Claro es
tá, son de una especie especial cuando aparecen en el espacio y el tiem
po del análisis, en el lapso del análisis, pero existen por fuera y hasta
existen con un valor de verdad, a veces incluso con un valor de verdad
120
LAS AFINIDADES ENTRE LA FEMINIDAD Y LA VOLUNTAD
121
JACQUES-ALAIN MILLER
¡Eso es la histérica que hace de amo! Hay más para decir al respec
to. Es lo que expresaba ayer mismo un sujeto obsesivo bajo una forma
que me pareció, en su simplicidad, teñida por un especial bien decir.
Designaba a las parejas femeninas que le habían caído en suerte a lo
largo de su existencia, las caracterizaba de la manera siguiente: "¡Mu
jeres locas y que quieren, quieren, quieren!".
Me pareció muy esclarecedor. Después hubo una pequeña recaída,
poique agregó -y o ya estaba transportado-: "¡Ellas no saben qué quie
ren!". Eso ya no me pareció tan bueno y al respecto me extendí un po
quito en exceso, sin duda, pero en ñn... Es una recaída, en primer tér
mino -n o lo voy a desarrollar ahora- Les diré mi convicción: es él mis
mo quien no sabe, en primera instancia, lo que ellas quieren. Es dema
siado cómodo decir "ellas no saben...". No saben, ¿qué? Es él quien no
sabe qué quieren ellas.
Esta forma de inmediato agresiva y misógina es una proyección.
Entonces, en segundo término, ellas tampoco saben, tenemos todas las
razones para suponerlo. Pero en primer lugar hay algo que sí saben,
con todo, muy bien. En ese no-saber, ellas saben muy bien -todos los
testimonios convergen al respecto- que quieren embarullarlo, ¡que
riendo, queriendo, queriendo!
Es la razón por la cual aquellas con quienes regularmente él tiene
que vérselas son, diría, sabiamente incoherentes.
Por otro lado, en estas así llamadas vacaciones de invierno, retomé
para acomodarlos algunos documentos, hoy históricos, que conciernen
a los malestares y crisis atravesados por ese conglomerado extraño lla
mado Asociación Mundial de Psicoanálisis. Me sorprendió, sobre todo,
hasta qué punto yo mismo y algunos otros estábamos perdidos ante las
incoherencias que se nos presentaban. Se aprecia una bella lógica impa
rable -hasta podría calificársela de inflexible-, pero perdida, en la me
dida en que tiene que vérselas con una espléndida incoherencia.
No me burlo de ese paciente sin extender la burla a la confrontación
general de los espíritus lógicos con eso que suscita, evidentemente, no
cualquier cosa, sino la incoherencia.
En tercer lugar, el paciente cree saber lo que ellas quieren: que él les
haga, cómo decirlo, el rito del Fénix. Pero está desorientado por cuan
to es eso, pero no es eso. El falo del que se trata no es precisamente ese
que él cree. Entonces diremos: por supuesto, no es el órgano que fun
ciona o no -p o r lo demás, en cuanto al señor que nos ocupa,, marcha
bastante bien-, es el falo simbólico. ¡No, no! El falo simbólico es el ce
122
LAS AFINIDADES ENTRE LA FEMINIDAD Y LA VOLUNTAD
tro, esto es, un vulgar significante amo, insignia del poder, aquel que
hace marchar las cosas, es el bastón de mando del agente de policía.
Lacan pone el significante amo en el lugar del agente, del flic [cana],
de la policía. Para cualquier uso eventual, preciso que "flic" no es una
injuria, sino una designación del lunfardo. Tuve también la ocasión en
estas vacaciones de recurrir al Dalloz en lo que concierne a la injuria,
la difamación, etcétera, sutileza extrema. Pues bien, la jurisprudencia
indica que si llaman “flic” a un agente de policía -n o les aconsejo h a
cerlo-, sin agregar ningún otro calificativo descortés -s i no dicen "M al
ditos canas", etcétera-, él no debe considerar eso como una injuria.
Hav una jurisprudencia de la Corte de Apelaciones que lo confirma.
Uno se queda contento sabiéndolo.
El significante amo, entonces, está en el lugar del cana. Y no es ese
bastón, con todo, el falo que le interesa al sujeto histérico. Hablo del
sujeto histérico, pero, todo sujeto lo es en su fase más profunda, según
Lacan. El falo que le interesa es, por el contrario, signo del no-dominio
del Otro, es decir, lo irreprimible, lo imprevisto, aquello que es suple
mentario y que, precisamente, perturba el orden, los dispositivos. Se
trata del falo como efecto de sujeto.
Entonces, si de eso se trata, ellas quieren aquello que no puede pe
dirse o sólo puede pedirse llamándolo, con muchos equívocos,
"amor".
La constancia de la voluntad
123
JACQUES-ALAIN MILLER
124
l As a f i n i d a d e s e n t r e l a f e m i n i d a d y l a v o l u n t a d
125
JACQUES-ALAIN MILLER
126
l a s a f in id a d e s e n t r e l a f e m in id a d y l a v o l u n t a d
127
fv?
■
JACQUES-ALAIN MILLER
L e y (deber)
Capricho
Esto permite, por otra parte, echar una pequeña mirada de soslayo
sobre el filósofo que, en otros tiempos, exaltara el deber, dándole a ese
concepto un resplandor sublim e. Me refiero a Immanuel Kant.
En este punto, lo siento por aquellos a quienes haré perder sus ilu
siones respecto de Kant; no sé si otros, además de yo mismo, las tenían,
pero encontré algo a tal extrem o singular, por cierto, tan increíble, tan
lacaniano acerca de Kant, que e s preciso que los lleve a ello.
Kant marcó los espíritus al producir una fórmula del deber única,
universal, una fórmula única lógicamente deducida, al menos de for
ma lógica. Hasta entonces, se hacía la lista de los deberes. Más aún,
cuando Dios tomó la iniciativa d e escribir las tablas, los mandamien
tos, nos dio un catálogo, no es la revisión de la revista La Redoute, pe
ro, es de temer ("redouter"). H izo un catálogo y después otro, y des
pués lo recitamos. Olvidamos u no y entonces se le agrega otro, no es
tá en su lugar... Todos ustedes vieron eso en el filme de Cecil B. de Mi-
lle, es impresionante. Uno lo v e, se escribe así. Y después llegó Kant,
tomó la goma, borró y dijo: "E s pura comedia". Y es cierto, pueden
constatar que la Biblia es pura comedia, retrospectivamente uno se da
cuenta que lo era, en tanto hasta hoy, pese a todo, nadie hizo un filme
con la Crítica de la razón pura. A llí reside la superioridad de la Crítica...
sobre la Biblia.
128
la s a f in id a d e s e n t r e l a f e m in id a d y l a v o l u n t a d
Obra de modo que tu máxima [es decir, el principio según el cual dic
tas tu voluntad] pueda valer siempre al mismo tiempo como principio
de una legislación universal.
129
t .cT*
JACQUES-ALAIN MILLER
bién una infinidad de otros, puesto que es una simple forma; como se
expresa Kant, es una matriz para verificar si el principio según el cual
uno se dirige podría ser válido para todo el mundo y para una socie
dad donde estuviera todo el mundo.
Se trata de algo que desaloja todo cuanto concierne al interés per
sonal: lo hago a escondidas -ojos que no ven, corazón que no siente,
todo eso, excluido-. Kant da a este enunciado, precisamente, la forma
de un imperativo que llama categórico, indicando así su incondiciona-
lidad. Vale para todos y no hay "si" que valga, no hay con qué soste
ner las pequeñas excusas, no se trata de "si eso me conviene", "si me
miran", "si no arriesgo mucho", es sin condición. Y toma la forma de
un imperativo, es decir, de la expresión de una voluntad. No es la for
ma de un teorema: si... entonces. Tampoco es pericoloso sporgersi [peli
groso asomarse]. Es un imperativo, es decir, una forma verbal bien es
pecífica que traduce la expresión de la voluntad.
Todo el mundo se dio perfectamente cuenta de que era con todo al
go bastante extraño. ¿Quién dice eso? Quien lo dice, actúa. Se sintió cla
ramente que había allí una escisión del sujeto más o menos implicada
por ese deber único y que esto tenía una pequeña cabeza de superyó.
El mismo Freud, por otra parte, que no debía haber consultado tan
to a Kant, pero, como todo hombre cultivado de su época tenía una idea
al respecto, lo dice: debe de haber una relación entre mi superyó y Kant.
Lo dice, si mal no recuerdo, en "El problema económico del masoquis
m o", texto que en su momento comenté. Allí mismo, además, encuen
tran una referencia de Freud a Sade, a propósito de la pulsión. Uno se
da cuenta que no es sólo a partir de los libros de filosofía y de literatu
ra del segundo estante que Lacan construyó su "Kant con Sade". Lo hi
zo a partir del "Problema económico del masoquismo" de Freud.
También Kant percibió que había una extraña escisión en juego en su
imperativo único y universal del deber, y lo encontramos más claramen
te formulado en las notas publicadas bajo el nombre del Opus poshimum,
obra postuma. Se juntaron todos los papeles de Kant desparramados y
se publicaron como se pudo, con todos los problemas de clasificación
que eso implica, como los hubo con Pascal. Pero Kant escribía, con todo,
mucho peor y, además, había dejado muchos más papeles. Entonces, se
gún creo, es por cierto sólo ahora que algo emerge de todos ellos.
Encontramos en las notas del Opus postumum de Kant, a propósito
del imperativo categórico, esta breve y valiosa observación. En cuanto
a ese "Obra de modo que...", dice:
130
LAS a f i n i d a d e s e n t r e l a f e m i n i d a d y l a v o l u n t a d
Hay un ser en mí, distinto de mí, q u e tiene poder sobre mí, que me
dirige interiormente. Y yo, el hombre, so y yo mismo ese ser. Esta dispo
sición interior inexplicable, se descubre por el hecho del imperativo ca
tegórico del deber.
131
JACQUES-ALAIN MILLER
132
l a s a f in id a d e s e n t r e l a f e m in id a d y l a v o l u n t a d
133
JACQUES-ALAIN MILLER
134
la s a f in id a d e s e n t r e l a f e m in id a d y l a v o l u n t a d
12 de enero de 2000
VII
Acontecim ientos del discurso
Sí, ya veo que pasa: se burlan de m í porque llego tarde. Pues bien,
les voy a decir algo: lo hice a propósito, porque de haber sido puntual
]a mitad de la sala no hubiera estado aquí. Hay, además, otra razón: un
retraso de un cuarto de hora es el retraso académico, universitario. Y
bien, justamente, pese a los semblantes, ¡no soy un universitario! En
tonces practico el retraso analítico.
¡Ah! Es fantástico ver que me toman en broma, cuando es por cul
pa de ustedes que llego tarde. Si llegara tarde bajo los abucheos que
merezco sería puntual. Pero sólo veo caras sonrientes que esperan,
además de m o rirse de risa, porque parece ser que los divierto. Pues
bien, de esta manera me alientan a llegar tarde.
Esto es un juego, un juego para provocarles un pequeño escalofrío,
para reprenderlos por ese lugar del analista donde ahora están uste
des, por el solo hecho de que me dirijo a ustedes desde el borde de la
ignorancia y, además, pagando con mi persona y aun con mi síntoma
temporal.
Cuando se asume la responsabilidad de escuchar semejantes cosas,
pues bien, se suscita precisamente en el sujeto paciente ese género de
reproches locos, como el que vengo de darles un bocadito.
Acontecimientos ritnaiizados
1.37
JACQUES-ALAIN MILLER
138
ACONTECIMIENTOS DEL DISCURSO
139
1ACQUES-ALAIN MILLER
140
ACONTECIMIENTOS DEL DISCURSO
142
ACONTECIMIENTOS DEL DISCURSO
143
JACQUES-ALAIN MILLER
tecedentes penales! ¡Usted no tiene por qué decirlo, eso se llama difa
mación! La difamación no consiste en absoluto en decir cosas falsas. Es
tanto más grave cuando dicen cosas verdaderas, porque la difamación
opera según los términos que utilicen, cómo sean dichos, cómo el Otro
lo dijo, según la función del campo de la palabra y del lenguaje. Así
atenían contra la reputación de alguien. Y atenían tanto más cuando
dicen una verdad desagradable sobre él. En consecuencia, no vuelvan
sobre las pruebas, no aporten otras. Entró en prisión a tal fecha, salió a
tal otra. Cuanto más cierto, peor, si se puede decir así.
Algo todavía más hermoso, además -indicativo de eso que damos
en llamar orden social-, es que si, acusados de difamación, se los hace
compadecer ante los tribunales, se presume en ustedes la mala fe. Es el
único caso. Esto es, se dice: ¡Oh! ¡oh! Ese señor tiene afinidades con la
verdad, es un mal signo.
Tienen entonces que hacer esfuerzos para probar la buena fe de us
tedes, algo que no quiere decir en absoluto que es exacto, sino que al
decir “El señor X tiene antecedentes penales" ustedes pensaban abso
lutamente en otra cosa, perseguían objetivos elevados que conciernen
a la salud pública, al buen funcionamiento de los servicios, etcétera.
Allí, quizá esa buena fe sea reconocida, lo cual quiere decir que pue
den haberse equivocado, pero fue con buenas intenciones.
La verdad en esta forma de discurso, esta estructura de discurso, y
en los acontecimientos de discurso que proceden de ella, no debe so
bre todo comparecer, y esto nuevamente se dice en latín -aunque hay
algunas excepciones-; pero es necesario que el tribunal tome la deci
sión en las formas según las cuales, por excepción, la verdad será con
siderada en ese caso de difamación como absolutoria, y para marcar
bien que no corresponde abusar de esto, se anuncia en latín: se trata de
la exceptio veritatis, la excepción de la verdad. Por excepción, la verdad
será autorizada a comparecer ante el tribunal.
Aquí tenemos lo que corresponde al orden del discurso, al orden de
las ceremonias, la disposición de esas ceremonias respecto de la ver
dad, algo que es necesario tener presente para captar en qué consiste
el escándalo de la sesión analítica.
No quisiera que se crea -ad em ás podría ser peligroso- que difamo
a la justicia y a los jueces que la administran, en nombre del pueblo
francés, bajo la autoridad del presidente de la República, él mismo in
mune a lo que hubiera p.odido hacer cuando era otro, según el mismo
principio.
144
ACONTECIMIENTOS DEL DISCURSO
A
$
A propósito de esto, me decía que, finalmente, salvo error de mi
parte que no he verificado, nunca fue revisado el asunto Dreyfus, don
JACQUES-ALAIN MILLER
146
ACONTECIMIENTOS DEL DISCURSO
147
JACQUES-ALAIN MILLER
148
ACONTECIMIENTOS DEL DISCURSO
149
JACQUES-ALAIN MILLER
150
ACONTECIMIENTOS D EL DISCURSO
hiciste eso?". Sin embargo, dijo: "Debe haber algo que no funciona
///
bien en mi .
Cuanto más encantadoras y más oportunas pueden parecer para él,
más se equivocan respecto de su persona.
Entonces, este tipo de error, este género de acontecimiento de dis
curso, regular en él, sintomático del lado de la mujer histérica, donde
es más frecuente encontrarlo bajo la forma de que el muchacho se
anuncia como (p y, después, el acontecimiento consiste finalmente en
reducirlo a o descubrir que la verdad del asunto es el "-<p" que
ocultaba cuidadosamente. Es el principio de una gran cantidad de dis
putas conyugales. Basta con haber leído a Courteline, La paz en casa.
Courteline, como en otra ocasión lo recordara, tuvo en mí una in
fluencia formadora. Cito de memoria la obra donde el señor y la seño
ra vuelven de un paseo y el señor dice:
151
JACQUES-ALAIN MILLER
M édico a palos
152
ACONTECIMIENTOS DEL DISCURSO
$ ^S.
Y lo obliga a producir un saber:
$
S.
153
JACQUES-ALAIN MILLER
154
ACONTECIMIENTOS DEL DISCURSO
155
JACQUES-ALAIN MILLER
tes. No se sabe quién es, no se sabe si ellas son viejas, jóvenes, seduc
toras, habla regularmente por teléfono con sus amigas.
Y es lo bastante insoportable como para que uno confíe a su psicoa
nalista: "¡Es verdaderamente intolerable, qué grosero! ¡Qué... !". Bue
no, viene la palabra, pura como el agua: "¡Yo no existo! ¡Mientras ha
bla de ese modo, yo no existo!". E s puro como el agua, porque es una
frase que se presta muy bien a esta posición de inexistencia que es la
del sujeto histérico. No se trata simplemente del hecho de que él no le
presta atención a ella mientras está allí, pendiente y suspendido del te
léfono. Ocurre que esto despierta en ella su inexistencia subjetiva y ése
es el efecto de sujeto en el discurso histérico, la inexistencia. ¡Ah! Por
supuesto, se puede decir: se trata de la exhibición, es todo... esos velos,
el decorado, etc., sí, sí, sí, de acuerdo.
Están todos los perifollos, todas los semblantes, pero en el corazón
de esos semblantes que pueden ser los de la autoridad implacable, co
mo la de la secretaria académica que impone respeto a todos los pro
fesores, los pone en fila, no queda ninguno que se mueva, pero detrás,
en el corazón de eso, ¿qué palpita? Que el pequeño movimiento cuya
presencia es necesario escuchar allí es el de la inexistencia.
Si hago tanto ruido, si me visto magníficamente, si gobierno mi servi
cio, mi país, Margaret Thatcher, el universo, si persigo a los criminales
hasta el fondo de su guarida, es porque todo eso es necesario para vestir,
para ocultar mi miseria, para vestir mi vacío, el que no puedo mostrar.
Se ve claramente también que el muchacho colgado todo el tiempo
en el teléfono no sabe que es esencial, necesario para que la pequeña
inexistencia se sostenga en el ser, no sabe que para existir un poquito
necesita ese significante amo. Y entonces... Ah, sí, es preciso que ese
significante amo se quede en su lugar, porque si se mueve, yo inexisto.
Entonces, ¡tú, el significante amo, no te muevas de allí donde estás!
Ese es el significante amo en su lugar, si puedo decirlo así. Esto quiere
decir que el momento en que llora y deplora, en el momento en que
viene al encuentro de su analista para decir hasta qué punto el otro es
el malvado, desconsiderado con sus sospechosas amigas, la pequeña
inexistente, como la pequeña vendedora de fósforos, tiene el mango en
la mano en cada segundo. Es preciso que el muchacho poseedor de la
insignia no crea, sin embargo, ser el amo. Se trata de lo contrario de res
judicata pro veritate habetur.
El cretino poseedor de la insignia no es tomado como el amo, es ne
cesario que se mantenga en su lugar. Esta es la razón por la cual ella le
156
a c o n t e c im ie n t o s d e l d is c u r s o
157
JACQUES-ALAIN MILLER
19 de enero de 2000
VIII
Capricho y voluntad
Caporiccio
160
CAPRICHO Y VOLUNTAD
hecho sobre todo para que uno capte el parentesco entre esos senti
dos-- Se distingue allí el capricho como voluntad súbita que emerge
sin razón alguna, primer sentido, muy bien formulado. Realza el ca
rácter imprevisto del capricho, donde la voluntad se manifiesta como
acontecimiento imprevisto y también irrazonado.
Es decir, cuando estamos en el universo del capricho, maravillosa
mente, estamos desanudados de eso que se llama, en el lenguaje del
psicoanálisis, la racionalización.
Un capricho no da sus razones, "-porque, y en primer término, en
segundo y en tercer lugar, teniendo en cuenta que, visto qu e...-". ¡No!
Y sobre esa base, siguiendo eso que se llama las motivaciones de un
juicio, para hacerles una mala jugada se dan todas las buenas razones
del mundo: el capricho se aligera [allege] de ese cortejo [cortege]. Nue
vamente una rima.
En segundo término -u n empleo que me parece un poco avejenta
do aquí-, el capricho designa, en la lengua más clásica que aquella ha
blada por nosotros, el relieve del espíritu y de la imaginación, en el
bueno o el mal sentido. Existen los autores que hacen planes, que se
preparan y después están aquellos que escriben por capricho.
Después, tercer sentido, dejo de lado el cuarto que concierne al car
bón, la hulla, pues existe el sentido de capricho donde el término de
signa las venas de la hulla que no son regulares. El tercer sentido es el
capricho como inconstancia, irregularidad, movilidad. Las referencias
son múltiples y, sin duda, ganaríamos mucho si fuéramos a ver en qué
consiste cada una.
La etimología es divertida. De origen italiano, en el Littré queda li
mitada a capra, la cabra; el capriccio es el salto de la cabra, cosa especial
mente inesperada si conocen a las cabras. Entonces, se trata por exce
lencia del acontecimiento imprevisto. El Robert Historique, más infor
mado, más divertido también, hace derivar capricho y capriccio de ca
po, la cabeza, una cabeza de cabra, algo por el estilo. Es decir, lo mis
mo que encontramos en la expresión española que había evocado: "Al
fin y al cabo". El Robert Historique, antes de llegar a capriccio, pasa por
caporiccio, que sería la cabeza erizada.
Cabeza rizada que reenviaba en el siglo XII al estremecimiento de
horror. Creo haberme referido al estremecimiento que en el siglo XVI
se habría convertido -en este punto es necesario consultar un diccio
nario etimológico italiano que no tenía a mi alcance- en súbito y extra
ño deseo que sube a la cabeza y que por esa vía también dio capito.
161
JACQUES-ALAIN MILLER
162
CAPRICHO Y VOLUNTAD
163
J ACQUES-ALAIN MIL.LER
que hay dantas conocidas por m í que conocen la obra. Para los demás
-que quizá la conocen, pero no la am an- diré que es una obra que cuen
ta la muerte de un hombre. Se trata del pobre Coelio, no sé, no estoy pa
ra nada seguro de cómo se pronuncia Coelio, Queilliot sin duda, sí, es él
quien muere; necesita dos actos, no más, para morir, y desde el comien
zo se ve que no goza de buena salud, se atormenta por Marianne y la
obra termina a los pies de su tumba, donde se encuentran Marianne y
el compañero de Coelio, Octavio, quien dice: "Soy yo quien está ente
rrado allí", toda la historieta romántica, de acuerdo.
Y Marianne, ¿quién es? Era astuto Musset, no vayan a creer que por
haberse dejado engañar por George Sand era un necio. Marianne es la
mujer de un juez, está casada con la ley, un viejo juez, como ella dice,
muy poderoso en su ciudad, hace falta entender que no lo es tanto en
otros lugares. Y ella se encapricha, ¿qué otra cosa se puede hacer cuan
do uno está casado con la ley?
Entonces, ella es tacaña, para hacer su capricho. El pobre Coelio que
está ahí quisiera que ella se equivoque en su favor, ¡pero no sabe pedirlo!
¡Y no sabe obtenerlo! Se confía a su compañero, Octavio, diciéndole que
Marianne es encantadora, etcétera. Pero, ¿qué espera entonces? Y Octa
vio toma la iniciativa de defender la causa de Coelio ante Marianne y es
to no ocurre en absoluto como quienes no han leído la obra podrían creer
lo. No es entre Octavio y Marianne que la cuestión se juega, no, en abso
luto. El buen compañero está allí hasta el final y por eso Coelio muere.
El buen compañero defiende anie Marianne, verdaderamente, la cau
sa del enamorado perdido. ¡Lo hace tan bien que Marianne lo mira con
mucho interés! Pero le dice: "Bueno, por cierto es necesario que tenga un
amante, pero no lo elegiré. ¡Aquí tiene mi echarpe! Déselo a quien usted
quiera; ¡aquél que venga esta noche con él será mi dueño", ¡Oh, oh!
Octavio, confuso por ese regalo d e su persona ofrecido por Marian
ne -lo formidable es que ella se emancipa entre el comienzo de la obra,
momento en el que es la mujer del juez, y el momento en el que dice:
"Tomaré al primero que llegue recomendado por usted como amante".
Está maravillosamente escrito y tiene un aspecto por completo natural.
En su estado de confusión, Octavio quisiera que ella elija a su amigo,
pero Marianne dice: "¡No, no, no! ¡Dije lo que dije!"
¡Ah! Es un capricho de bondad; él dice, por otra parte, una frase
-q u e cito aquí de memoria-, según la cual ese capricho de cólera que
la vuelve adorable constituye de hecho un pacto con todos los requisi
tos, está muy bien dicho.
164
CAPRICHO Y VOLUNTAD
El imperativo categórico
165
JACQUES-ALAIN MILLER
1. Juego por homofonía entre “culturelle" y "cul", cultural y culo [N. de la T.]
166
CAPRICHO Y VOLUNTAD
$ 0 a
167
JACQUES-ALAIN MTl LER
168
CAPRICHO Y VOLUNTAD
169
JACQUES-ALAIN MILLER
170
CAPRICHO Y VOLUNTAD
171
ja CQUES-ALAIN m il l e r
172
CAPRICHO Y VOLUNTAD
173
i
JACQUES-ALAIN MILLER
Geronte, el padre, dice: —¡Mi hija está hablando! ¡Oh, gran virtud
del remedio! ¡Oh, admirable médico! ¡Cuán agradecido Señor os estoy,
por esta curación maravillosa! ¿Qué puedo hacer por vos después de
tal servicio?
Sganarelle (paseándose por la escena y secándose el sudor): —¡He
aquí una enfermedad que me ha obligado a trabajar muchísimo!
Lucinda: —Sí, padre mío, he recobrado el habla; mas la he recobra
do para deciros que no aceptaré nunca a otro esposo que no sea Lean
dro y que intentaréis inútilmente entregarme a Horacio.
Geronte: —Pero...
Lucinda: —Nada ni nadie serán capaz de oponerse a la resolución
que he adoptado.
Geronte: —¿Cómo?
Lucinda: —En vano será que opongáis vuestras razones.
Geronte: —Si...
Lucinda: —Todos vuestros argumentos no servirán para nada.
Geronte: —Yo...
Lucinda: —Es algo respecto a lo que estoy firmemente decidida.
Geronte: —Pero...
Lucinda: —No hay poder paterno que pueda obligarme a casarme
en contra de mi voluntad.
Geronte: —Yo he...
Lucinda: —Serán inútiles todos los esfuerzos.
Geronte: —La...
Lucinda: —Mi corazón no podría someterse a vuestra tiranía.
Geronte: —Allí...
Lucinda: —Y me encerraré en un convento antes de casarme con un
hombre que no ame.
Geronte: —Pero...
Lucinda (en un tono altísimo): —No, de ninguna manera. Nada de
negocios. Perderéis el tiempo. No lo haré. Así lo he resuelto.
Geronte: —¡Ah! ¡Qué borbotón de palabras! No hay manera de re
sistirlo. (Dirigiéndose a Sganarelle): —Señor, os suplico que volváis a
dejarla muda.
Sganarelle: —Eso es imposible. Todo cuanto puedo hacer en vues
tro honor es dejaros sordo si queréis.
174
CAPRICHO Y VOLUNTAD
X |
175
JACQUES-ALAIN MILLER
176
CAPRICHO Y VOLUNTAD
Lo real caprichoso
177
JACQUES-ALAIN MILLER
Por eso Lacan podía decir que el acto analítico es un acto que no so
porta el semblante. Por supuesto, también proviene de allí, porque es
178
CAPRICHO Y VOLUNTAD
179
JACQUES-ALAIN MILLER
180
CAPRICHO Y VOLUNTAD
funcionario diría: "Los declaro unidos por los lazos del discurso analí
tico, de la transferencia y de la contra transferencia".
Y no es posible, en el psicoanálisis, disculparse en función de la for
ma; no se puede decir: "¡Ah! Bueno, eres mi analizante, mira el contra
to que firmaste ante el escribano público. Puesto que eres mi analizan
te me debes la verdad, si me dices mentiras, es una ruptura de contra
to. Debes ser puntual, debes pagar hasta el último centavo, de otro mo
do es una ruptura de contrato".
Esto puede ir en el otro sentido también: "Eres mi analista y por
consiguiente me debes dos interpretaciones por m es". En el discurso
analítico no hay nada de todo esto, por eso Lacan dijo que el semblan
te se encuentra especialmente desnudo, porque no está combinado con
ceremonias, y es terrible -sostiene- cuando el psicoanálisis se fusiona
con el semblante, cuando el psicoanalista se adhiere al semblante, es
lapso y relapso, motivo por el cual él habla del semblante impúdico,
aquel del psicoanalista cuando se fusiona con el semblante.
Se da entonces el semblante de la regulación cuantitativa de las se
siones, la duración, el número de sesiones, todo eso es el semblante im
púdico de nuestros colegas de la IPA, entre quienes es normal negociar
las nominaciones de los titulares, las nominaciones de quienes están
por debajo.
El Analista de la Escuela no existe allá, es el titular, francamente, el
AME, el asociado, eso se negocia, se vende. Para ellos es normal, son
los intercambios normales necesarios para que un grupo se sostenga,
¿qué tiene de malo? Y con ese semblante, dice Lacan, el psicoanálisis
intimida todo cuanto del mundo pone allí las formas.
Esto es un saber importante, el de saber poner allí las formas.
"Allí", en el mundo, introducir en el mundo formas, dirigirse a cada
uno como conviene, en su lugar, es el arte supremo del japonés, pues
to que allí, hasta las más pequeñas inflexiones varían según la persona
a quien van dirigidas.
Evidentemente, cada vez que hay algo que concierne a la verdad,
algo falta en la cortesía, es una ley y es allí donde es preciso saber mo
derar, poner frenos, por supuesto.
Esto es todo. Continuaré la próxima vez, ya que estoy obligado a
detenerme en el camino.
26 de enero de 2000
IX
El inconsciente en los discursos
183
JACQUES-ALAIN MILLER
¡Diviértete bien!
184
EL INCONSCIENTE EN LOS DISCURSOS
$
Si i
Hay entre los dos, una relación de reverso. Cuando el sujeto está
absorbido por su marca, no se distingue de ella, sólo se ve su marca.
Simplemente, es necesario llegar a percibir e incluso ampliar el lugar
de ese sujeto que no es nada en relación con su marca. Tienen la mar
ca, es todo lo que ven:
185
JACQUES-ALAIN MILLER
Algo queda, y es cuestión de saber qué es. Debo decir que es posi
ble que a partir del momento en que esta marca, aquí representada por
un círculo, ya no está, esto no tiene por qué ser, ya no es más tampo
co. Y cuando razonábamos acerca de las clases lógicas veíamos que só
lo puede constituirse una en la medida en que hay algo dentro, de otro
modo les dirán: no hay, no hay nada. Abren la puerta, ¡oh!, no hay na
die aquí, bueno, y la cierran. O bien son ustedes mismos quienes en
tran y son eso que hay adentro.
Lo que se modificó en esta concepción con la teoría de los conjuntos
es que, aun cuando no haya nadie aquí, sigue estando aquí el lugar en
donde constatan que no hay nada. Esto quiere decir que en la teoría de
conjuntos el vacío está ubicado, el vado también existe, el conjunto va
cío es una categoría operatoria. Y el conjunto vado es una categoría
operatoria porque cuenta como parte de todo conjunto, pero no como
elemento, de modo que -digámoslo así para ponerlo de manifiesto-
junto al elemento marca, siempre tienen el fantasma del conjunto vacío
que se puede hacer surgir a partir del momento en que se consideran
las partes del conjunto. Lacan aprovechó esto para que aprendamos a
distinguir la marca de este margen que es intrínsecamente el sujeto.
Esto nos ayuda al menos a captar que la pequeña letra que atribui
mos al sujeto puede ser abordada, al menos situada a partir de este
aparato lógico sin necesidad de recurrir a la metafísica, a la mística, a
la teología. Ese recurso lógico basta para dar a la falta un aspecto no
sólo pensable sino operatorio.
En efecto, es hacer surgir, aparecer, nombrar, manejar aquello que
hasta entonces aparecía como desconocido, invisible, olvidado. No
186
w
DA m D I
187
JACQUES-ALAIN MILLER
Por otra parte, como ahora todo eso ocurre muy lejos de aquí, pero
hay una especie de locura por unificarse que afecta al medio analítico
lacaniano -locura en la cual tengo algo que v er- locura de quererse
uno -basta esa palabra para mostrar que se trata de una locura-, esto
produce una globalización de las dificultades. Y por el momento no lo
gré todavía sustraerme, después de haberme distanciado, pues bien,
heredo algunas de esas dificultades.
Entonces, la soledad del analizante hace pareja con la del analista,
esto haría pensar que el inconsciente es sólo del orden del uno solo. In
consciente - un-con-scient- que además sabe cosas. En buena medida así
podríamos traducir el Unbewust de Freud.
Precisamente el punto de vista según el cual el inconsciente es un
discurso nos obliga a revisar esta concepción espontánea. Afirma, en
primer lugar, que el inconsciente es una combinatoria, porque un dis
curso es una combinatoria de térm inos y lugares, y en tanto que es un
discurso, como todo discurso, está gobernado por un semblante: el in
consciente.
Está gobernado por un significante amo o por un conjunto de sig
nificantes amos, puesto que Sj puede asimismo ser el nombre, la letra
que califica, refiriéndose a un conjunte de significantes, un Sj escrito
com o Lacan lo evocaba una vez, un enjambre (essaim) del inconscien
te, como son los semblantes. Allí es necesario acordar todo su valor a
la equivalencia entre esos dos discursos.
188
EL INCONSCIENTE EN LOS DISCURSOS
Si S2
$ ( a) ' r
Formaíizaciones de lo inconsciente
189
JACQUES-ALAIN MILLER
190
EL INCONSCIENTE EN LOS DISCURSOS
192
EL INCONSCIENTE EN LOS DISCURSOS
t S1 S2
t S1 S2 I
Esto hace que para la pregunta "¿Qué soy yo?" haya tres respues
tas a partir de este esquema. La primera es la de la identificación, la
respuesta por Sr Esto puede ir desde "Soy hijo de" hasta "Soy profe
sor", "Soy suboficial", "Soy empleado de correos", etcétera. Identifica
ciones donde soy aquel que recibió la palabra "¡Diviértete bien!", la
respuesta provista por el significante identificatorio.
A continuación, tenemos la respuesta por $, la respuesta "No soy
nada de todo eso", soy sólo la posibilidad. Se accede a esto enseguida
193
JACQUES-ALAIN MILLER
- Sj s2 %
42 (a) ' ' S¡ •"
/ \
En el discurso analítico, Freud comenzó en todo caso por distinguir
el inconsciente-verdad y el inconsciente-trabajo, y después, con su se
gunda tópica, destacó el inconsciente-amo, produjo el concepto de su-
peryó, principio de tu inconsciente, motor de tus síntomas, agente del
discurso del inconsciente. Y Freud lo hizo valer, además, como emble
ma del discurso del inconsciente, como su insignia. Es la lección que
194
EL INCONSCIENTE EN LOS DISCURSOS
195
JACQUES-ALAIN MILLER
196
EL INCONSCIENTE EN LOS DISCURSOS
que allí, en esa tela, han sido representados exactamente esos semblan
tes del poder que desfallecen cuando surge la palabra fatídica, escrita,
con valor de real respecto de esos semblantes.
"¡Diviértete bien!" En ocasiones se les dice a los chicos para sus
traerlos a los deberes, para decirles que la recreación está ahí, se los au
toriza a divertirse. Es lo opuesto de "Se acabó la risa". Quiere decir:
"Está permitido gozar", "Diviértete bien".
Evidentemente, cuando se les dice esto en esta circunstancia, esta
palabra amable y permisiva cobra una tonalidad de chirrido. Es un po
co: "Diviértete bien con lo que te dejo". Resultado: el sujeto no se ríe.
"Diviértete bien antes de m orir", es una palabra que revela su cara
de terror, de horror en ocasiones, la palabra misma del superyó, por
que lo que allí resuena no es sino ¡Goza! Y ese ¡Goza!, esa voluntad de
goce allí propuesta, es justamente pariente de la pulsión de muerte.
Que la madre, en su lecho de muerte, como última palabra diga
"Diviértete bien", es algo que no le deseo a nadie.
Por otra parte, es quizá solamente al ñnal de un análisis que se lle
ga a soportar la palabra "Diviértete bien", que puede ser una buena
palabra y, además, puede ser que si ese decir me impresionó hasta ese
punto es porque este año decidí divertirme bien, también aquí, sobre
todo aquí, donde desde hace cierto tiempo no me divertía muy bien
que digamos, especialmente el último año, cuando tuve la impresión,
al menos durante la primera mitad del año, de levantar la experiencia
de lo real, de un enorme peso.
Lo que permite captar las consideraciones que traigo es que la esen
cia del significante amo, el significante amo que viene solo, extraído de
un conjunto -incluso si forma un S j-, se trata de un Sx desparejo, de ahí
los conflictos de deberes que agitan el alma misma. Si todo eso se sos
tuviera, tales conflictos no existirían y eso es lo que Kant intentó resol
ver con su criterio universal.
La esencia del significante amo es, sin embargo, lo que puede dar
se en llamar su arbitrario: por qué ese y no otro. Decimos arbitrario, en
primer lugar, para hacer valer que no percibimos su carácter necesario
aun si, a continuación, se desprende de él una cadena necesaria, evi
denciada por la acción obsesiva o el síntoma. Precisamente lo que ha
ce esta esencia del significante amo es que sea excelentemente puesta
en valor a través del capricho.
A propósito del capricho, fui colmado esta semana. Recibí un regalo,
gracias a lo que había dicho la semana pasada -si tuviera siempre ese ti
197
JACQUES-ALAIN MILLER
198
EL INCONSCIENTE EN LOS DISCURSOS
se evoca aquí el título del poema en que Poe, por la gracia de la paro
dia, arrebata él hasta la epopeya, el rasgo secreto de su irrisoria apues
ta" (página 4). The lock es el riccio, el bucle, y allí a la bella Belinda un
descarado le corta un bucle. Y entonces se combate por el bucle roba
do de Belinda, que moviliza a todos lo s Dioses del Olimpo, quienes to
man partido a favor o en contra de Belinda y su ladrón. Como dice La
can, Poe pone de relieve la apuesta irrisoria de toda epopeya, como es
el hecho de que se debate por nada, com o lo muestran las guerras de
religión. Cuando existían -todavía existen en algunos rincones-, esas
guerras teman el mérito de hacer existir a Dios.
Hay también guerras psicoanalíticas que han tenido quizá, para al
gunos de nosotros, el mérito de hacer existir al psicoanálisis. Pero,
¿dónde está lo real en todo eso? Incluso allí son cosas sin importancia.
Lo real no está allí, noche, no está aquí, no che, ¿no está ahí? No ai:
nada, nada en absoluto. Todo eso, si m iram os de cerca, e incluso cuan
do este lugar es por excelencia el del semblante y este otro parece ser
el lugar de lo real, todos esos son semblantes, y un discurso es un apa
rato de semblantes. Si queremos ubicar un real en algún lugar, hay que
proceder según la vía indicada por Lacan: no es allá, no es allá, no es
allá, es necesario considerar que todo ese aparato y el circuito que se
puede hacer -éste, se pueden hacer otro s-, todo eso está hecho para
engarzar y evitar un real que no se encuentra amablemente alojado en
ninguno de esos lugares.
199
JACQUES-ALAIN MILLER
200
EL INCONSCIENTE EN LOS DISCURSOS
Quién es el amo
—La cuestión es —dijo Alicia—, si usted puede hacer que las pala
bras signifiquen tantas cosas distintas.
—La cuestión es —dijo Humpty-Dumpty—■saber quién es el amo
aquí. Eso es todo.
JACQUES-ALAIN MILLER
A
S,
Saber Kant
Witz Juvenal
202
EL INCONSCIENTE EN LOS DISCURSOS
203
JACQUES-ALAIN MILLER
2 de febrero de 2000
204
X
La sesión analítica,
entre repetición y sorpresa
La repetición de la sesión
(«-)
S2 // Sj
S, - a S 2
S, - > S 2
206
LA SESIÓN ANALÍTICA, ENTRE REPETICIÓN Y SORPRESA
(<-)
S2// Sj
interpretación
Aquí tenemos lo que distingo como dos estatutos diferentes del in-
consdente.
(1) (2)
(«-)
S, II Sj Sj S,
interpretación repetición
Esto supone un estatuto del sujeto diferente de S,, supone que dis
tinguimos, al lado de S,, invisible, fantasmático, el conjunto vacío del
sujeto, es decir, que el sujeto como tal e s distinto de sus identificaciones.
En la sesión analítica tomamos al sujeto como tal, distinto de sus
identificaciones, y, por ese hecho mismo, se puede decir que el incons
ciente emigra de su estatuto de repetición a su estatuto de interpretación.
(1) (2)
(<-)
S2//Sj Sj S,
interpretación ----- repetición
207
JACQUES-ALAIN MILLER
El discurso analítico produce S,, de los que diremos aquí que son
interpretaciones, cuyo efecto de verdad, que ubicamos a la izquierda,
es siempre aleatorio, indeducible.
(1)
(<c—)i-
S2 // Sj
interpretación
Por eso podemos decir, siguiendo este esquema, que Lacan formu
la que una interpretación cuyos efectos comprendemos no es una in
terpretación analítica.
Una interpretación analítica que tenga efectos es impensable. Atra
viesa esa doble barra de una manera que permanece inasequible. Es
verdaderamente la inversa del automatismo de repetición: aquí desfa
llecen los automatismos. Opongo entonces dos registros: repetición e
interpretación.
Si a partir de allí nos planteamos la cuestión de la sesión analítica,
¿de qué lado queda inscrita? Se inscribe en primer lugar del lado de la
repetición. Lacan asigna a la experiencia analítica una regularidad ca
si burocrática, como él se expresa.
La sesión analítica reproduce, parodia, procura igualarse a la repe
tición. Por lo demás, en ocasiones el analista está allí para inscribirse
como S,, aquel que manda que la sesión analítica sea del orden de la
repetición, e incluso del automatismo, con cierto "No quiero saber na
da de eso". Hubo inundaciones, un árbol cayó sobre mi auto, hay huel
ga", ¡puf!, todo eso son alegatos, racionalizaciones, falsos pretextos, ex
cusas respecto de esta exigencia.
Y, por lo tanto, tontería necesaria d el analista, amo ciego que mane
ja. Pero la sesión analítica, asentada en la repetición, especulando con
la repetición del inconsciente, es también el lugar -¡ah, el maravilloso
lugar!- donde se cumple la inversión del estatuto del inconsdente, la
inversión de la repetición en interpretación, de la necesidad en contin
gencia. Es decir, es ese lugar en el cual se produce el acontecimiento de
la interpretación, que no nos apuraremos a afectar al analista.
Esta bipartición que presento, que intento, constituye el fundamen
to de la definición que presenté el 19 de enero, en la séptima sesión del
Curso, al decir que la sesión analítica es el acontecimiento regular ins
tituido por el discurso analítico.
208
l a s e s ió n a n a l í t i c a , e n t r e r e p e t i c i ó n y s o r p r e s a
209
JACQUES-ALAIN MILLER
210
LA SESIÓN ANALÍTICA, ENTRE REPETICIÓN Y SORPRESA
espero el tren que debe llegar. ¿Por qué Heidegger espera el tren de es
te modo? Lo espera porque conoce los horarios de los ferrocarriles y ha
biendo leído que el tren de las 8:45 horas debe presentarse, se supone,
allí está él, un poquito antes y quizá el tren esté un poquito atrasado
respecto de su horario. Heidegger está allí pudiendo hacer la fenome
nología de la espera.
Quizás este ejemplo trivial baste para decir que el acontecimiento
' siempre está ligado a un discurso, precisamente al discurso que dispo
ne, y que dispone la espera. Eso es lo que formula Lacan. Lo cito: "No
hay acontecimiento [está dicho de un m odo un poco arcaico, respetemos él
enunciado] que no se sitúe en un discurso". Y siempre es preciso -hago
ahora el comentario- un discurso previo para situar un acontecimiento,
ya se trate de un acontecimiento regular que responde a la espera o que
se manifieste como irregular e imprevisto, calificativos que sólo pueden
venirle de la espera inducida, supuesta por un discurso.
Esto que Lacan dice del acontecimiento, lo dijo del acto. Y hay, evi
dentemente, una relación entre acontecimiento y acto. Un acto es un
acontecimiento del que suponemos que alguien es el agente. La cate
goría del acontecimiento, claro está, desborda la del acto, puesto que
hay también lo impersonal del acontecimiento: eso ocurre, pasa.
Un discurso no puede prescindir d e aconterimientos. Un discurso
se traduce en eso que ocurre, prescribe eso que pasa [arrice]. Parece ex
traño por lo demás ese arriver, término francés que viene del latín vul
gar, como muchos de los términos m ás distinguidos. Es necesario leer
lo para habituarse. Deriva de ad (a) y d e ripa, la orilla, el borde.
ad : a
ripa : orilla
211
JACQUES-ALAIN MILLER
El sacramento
212
LA SESIÓN ANALÍTICA, ENTRE REPETICIÓN Y SORPRESA
213
JACQUES-ALAIN MILLER
Sale de allí sólo un poco o en absoluto más limpio, por eso resulta
increíble que pueda, por esa vía, adquirir la eternidad. Pero lo juro, en
214
la s e s ió n a n a l ít ic a , e n t r e r e p e t ic ió n y s o r p r e s a
¿[...] acaso los espíritus impuros no cubren las aguas, imitando al Espí
ritu divino que llegó a ellas en los primeros días del mundo? Las fuen
tes sombreadas y los arroyos salvajes saben algo al respecto, y esas pis
cinas termales y esos acueductos y esos aljibes o esos pozos que tienen
en las casas la reputación de embrujar: lo hacen precisamente gracias al
poder de un espíritu maligno.
215
JACQUES-ALAIN MILLER
Allí está todo, está muy bien dicho. "Se trata de una acción corpo
ral cttyos efectos son espirituales."
Esa es la definición mínima del sacramento y sólo agrego para la
distracción la polémica final de Tertuliano que explica a quién corres
ponde proceder al sacramento:
Es una facilidad que les otorga. Los invito a la lectura de esas obras
de los padres de la Iglesia.
Notemos que Lacan se refiere a esto. Indica que esta operación es el
acontecimiento de discurso prescrito por el discurso de la religión, por
el olvido en el que esto caería en la religión. Y lo opone al psicoanáli
sis, que no tendría nada que olvidar. Explica ese término de olvido, que
evidentemente puede sorprender, puesto que el sacramento, lejos de
ser olvidado, es objeto de un discurso bien preciso. Cuando Lacan afir
ma que el psicoanálisis no tiene nada que olvidar, indica así que el psi
coanálisis no implica ningún reconocimiento de sustancia alguna res
pecto de la cual pretenda operar, ni siquiera la de la sexualidad. Se ve
bien por qué en una página, en algunos párrafos, introduce esta com
paración, y es para destacar que las palabras son el único fundamento
216
LA SESIÓN ANALÍTICA, ENTRE REPETICIÓN Y SORPRESA
217
JACQUES-ALAIN MILLER
218
LA SESIÓN ANALÍTICA, ENTRE REPETICIÓN Y SORPRESA
219
JACQUES-ALAIN MILLER
220
LA SESIÓN ANALÍTICA, ENTRE REPETICIÓN Y SORPRESA
Simbólico Imaginario
a-n'
Por eso dice esto que resulta una enormidad respecto de lo que ha
brá de seguir en su enseñanza: la transferencia es una entidad por
completo relativa a la contratransferencia. Avanza esta formulación
porque piensa la transferencia a partir de a-a', a partir de lo imagina
rio, en cuyo caso la transferencia es el revés de la contratransferencia.
Entonces reserva, excluye de la transferencia todo cuanto es la lógica
de esos desarrollos y de esos vuelcos totales de la verdad.
221
JACQUES-ALAIN MILLER
2 de marzo de 2000
222
XI
El acontecimiento imprevisto
223
JACQUES-ALAIN MILLER
224
EL ACONTECIMIENTO IMPREVISTO
indeterminación
certeza
ininterpretable
indeterminación
I certeza
ininterpretable
A
225
JACQUES-ALAIN MILLER
226
r
EL ACONTECIMIENTO IMPREVISTO
sujeto, que son siempre aberrantes, que están siem pre marcados de
extrañeza.
Así es como Lacan percibía el conejo blanco, aquel que Alicia cruza
para su sorpresa, el conejo blanco que enfila la carrera hacia su finali
dad misteriosa. Lacan decía que ahí está la experiencia de la absoluta
alteridad del pasante. Eso quiere decir que el Otro es verdaderamente
Otro. Es lo que se aprende en psicoanálisis, cuando se ejerce como psi
coanalista: todo cuanto afecta a un sujeto, aquello que lo apasiona, lo
ordena, aquello que constituye su problema y su desdicha, le pertene
ce a título personal, no es susceptible de generalidad alguna, le perte
nece verdaderamente a él. Aquello que es simple para uno será com
plicado para otro. Para alguno, hablarle a los demás es extremadamen
te fácil, en tanto el otro se sentirá ahogado por el público, se vuelve
mudo, se asfixia. Para alguno, la mujer es su pasión y para el otro su
horror, y no hay, ni para uno ni para otro, común medida en ese plano,
están en absoluta alteridad el uno respecto del otro.
Los puntos de certeza de cada uno son verdaderamente aquello
que a cada uno le pertenece en sentido propio. Siempre se puede cons
truir el concepto de humanidad como tal, pero lo que ese concepto no
borra es esta divergencia, este aislamiento, este encierro en el propio
mundo. Por eso se inventó el concepto de fantasma. Cuando esos pun
tos de certeza resultan aislados -escribam os los S j-, tenemos entonces
delimitado ante el sujeto lo ininterpretable.
/,
227
JACQUES-ALAIN MILLER
228
EL ACONTECIMIENTO IMPREVISTO
El tiempo epistemológico
230
EL ACONTECIMIENTO IMPREVISTO
231
JACQUES-ALAIN MILLER
232
EL ACONTECIMIENTO IMPREVISTO
que cuenta un mayor número de años, sino aquel que ha sentido más
la vida.
Entonces, en cortocircuito, les puedo introducir esa gran división
de los filósofos entre los empiristas y los otros. Los empiristas definen
esencialmente el tiempo por la sensación de la sucesión, definen el
tiempo en función de lo que pasa sucesivamente sobre esta flecha del
tiempo que hemos dibujado. Los otros, los idealistas, los trascendenta
les, son aquellos que hacen depender la experiencia de la sucesión y
del cambio de una conciencia originaria de la temporalidad. Afirman
que no se podría tener la experiencia de la sucesión si no se tuviera ya
una conciencia originaria del tiempo.
Esto es lo que conduce a Kant a elaborar un concepto del tiempo
que precede a toda experiencia de lo que ocurre, que considera que el
acontecimiento está condicionado por el a priori del tiempo.
Hay aún una tercera vía que es la de considerar que el tiempo es
una ilusión, que el tiempo es sólo un auxiliar de la imaginación. Esa es
la concepción de Spinoza, que ubica al tiempo, como al número, en el
rango de los imaginarios.
La causa sui
233
JACQUES-ALAIN MILLER
234
EL ACONTECIMIENTO IMPREVISTO
235
JACQUES-ALAIN .MILLER
por hacer de la tyche una diosa, la diosa de la fortuna, la diosa aun del
ilogismo, hasta terminar domesticándola cuando se la transformó en
destino. El acontecimiento escandaloso terminó por apagarse en el
destino, la diosa Tyche terminó por ser refrenada por la diosa Moira, la
necesidad personificada.
La tesis de Diano, en todo caso, es que en la filosofía tenemos como
resultado de ese binario el acontecimiento separado, contingente. ¿Es
el advenimiento de algo por completo distinto, o bien es siempre el de
un momento de un proceso? Por un lado, para los cínicos está el hecho
inmediato, el acontecimiento bruto, es lo real; mientras que para los es
toicos, el acontecimiento responde siempre a una providencia y, por
ese mismo hecho, se encuentra encadenado a la necesidad.
En ese contexto prestigioso se inscribe de manera singular el tiem
po lógico de Lacan. Ese tiempo lógico es lo contrario del tiempo psico
lógico. No es la modificación que afecta a un sujeto en su relación con
el tiempo, deja de lado el tiempo de la espera, el de la urgencia, el del
aburrimiento, por cuanto serían modalidades afectivas del sujeto. No
porque esas modalidades afectivas sean indiferentes, sino porque no
es allí donde apunta el tiempo lógico. No puede hacerlo puesto que
Lacan entiende que el sujeto se constituye en el curso de ese tiempo,
por consiguiente no hay un sujeto previo a ese tiempo, susceptible de
ser afectado. Hay un sujeto en vías de realización.
Cuando aborda ese tiempo lógico, Lacan hace eco, a sabiendas o no,
a la definición vulgar del tiempo, porque lo define como un movimien
to. Encuentran esto en la segunda página de su "Intervención sobre la
transferencia". Habla allí de un movimiento que califica de ideal, que
el discurso introduce en la realidad. Ese es el valor específico que hay
que dar a ese término "ideal": un movimiento dialéctico como movi
miento ideal.
El valor propio es que el tiempo es el efecto del significante y que
el sujeto debe pasar necesariamente por enunciados destinados a ser
desmentidos. Y entonces se perpetúa bien, en ese concepto, la noción
de sucesión. Pero se trata de sucesión de posiciones, de sucesión de te
sis que deben ser formuladas para ser desmentidas, como la letra S de
be ser escrita para ser tachada.
Bien, me voy a detener aquí porque es la hora. Aclararé esto la se
mana próxima.
8 de marzo de 2000
236
XII
El tiempo de la sesión*
Standard
237
JACQUES-ALAIN MILLER
238
EL TIEMPO DE LA SESIÓN
lista es una atracción no hay más que un paso. Supongo que es en fun
ción de esto que Lacan se vio conducido a aceptar producirse bajo el
título de "Fenómeno lacaniano". El fenómeno lacaniano era un fenó
meno de atracción. Se acudía a verlo y a escucharlo como si se tratara
de aquello que en el show business se da en llamar "una atracción". Al
guien entra en esa categoría en la medida en que atrae, en el períme
tro delimitado por su presencia, una gran cantidad de cuerpos. Se tra
ta de algo que consagra sobre todo a los cantantes. Son miles de perso
nas que acuden a su encuentro, según se dice, para asistir a su ser-en-
el-mundo, mucho más allá de aquello que la universidad puede pro
pulsar en alguien.
Si hacemos una descripción exterior de la sesión analítica, constata
mos que el curso de la vida de alguien resulta interrumpido periódica
mente por ese desplazamiento hacia una proximidad. Desplazamien
to que implica, por sí mismo, la renuncia a otras actividades, induce
una molestia en la vida corriente y justamente por eso acuerda un va
lor a ese encuentro.
Si representamos el tiempo como un vector, podemos situar en él
sucesivos lapsos consagrados a esa cita.
239
JACQUES-ALAIN MILLER
ciendo: para dar paso al paciente que sigue. Respuesta impecable que
admite ser glosada con la ayuda de la metapsicología que nos permi
tiría distinguir el tiempo que obedece al principio de placer de aquel
que responde al principio de realidad.
Se entiende que no podemos darnos por satisfechos con esta dife
rencia sumaria entre lo subjetivo y lo objetivo. Sin embargo, la utiliza
mos para introducir, sin mayor esfuerzo, la noción de que el tiempo no
es una cuestión simple, que el tiempo es susceptible de desdoblarse.
Esto lo aprendemos a partir de una descripción elemental, si no lo hi
cimos ya a partir de los impasses y de las paradojas de la filosofía en lo
que concierne al tiempo.
Consideremos ahora más de cerca esto que llamamos sintéticamen
te el tiempo subjetivo del analizante.
La sesión analítica está organizada para recortar en la continuidad
temporal una duración completamente especial para el analizante. Es
una duración especial porque nada ocurre allí, es un lapso sin aconte
cimiento exterior.
Siempre se producen acontecimientos exteriores: hay una sirena
que se deja oír, suena un teléfono, pero esos acontecimientos exteriores
son, en cierto modo, puestos entre paréntesis. El tiempo de la sesión,
del lado del analizante, es un tiempo durante el cual nada debe ocu
rrir. Normalmente, el sujeto está ocupado, cumple con sus ocupacio
nes, es un móvil y en su condición de tal, debe dirigirse, conducirse en
la realidad común, mantenerse en guardia, no hacerse aplastar cuando
cruza la calle.
Por consiguiente, según esta inspiración descriptiva que es hoy la
mía, hablemos de su campo de conciencia. En él penetran normalmen
te algunos inputs perceptivos que determinan por su parte ciertos out-
puts, movimientos, acciones. Si adoptamos este punto de vista drásti
co acerca de la realidad psíquica, la sesión está organizada para produ
cir una reducción de todos estos inputs, para asegurar una neutraliza
ción del campo perceptivo.
Digo neutralización para no decir anulación del campo perceptivo.
Podríamos hablar de acumulación del campo perceptivo si pusiéra
mos al sujeto adentro de una caja oscura y después lo dejáramos mari
nar, sustrayéndolo no al peso de su cuerpo, sino a una multiplicidad
de datos perceptivos; podría tratarse de un cajón oscuro donde el su
jeto se encontraría en estado de ingravidez. ¡Hasta el día de hoy, no se
practica el psicoanálisis de ese modo!
240
EL TIEMPO DE LA SESIÓN
241
JACQUES-ALAIN MILLER
242
t
EL TIEMPO DE LA SESIÓN
243
JACQUES-ALAIN MILLER
244
EL TIEMPO DE LA SESIÓN
Por ello, a menudo hay en los analistas un cansancio ante las objecio
nes hechas al inconsciente o a la práctica del psicoanálisis, del estilo:
"¡Comience por ponerse usted en ese lugar y después hablará al res
pecto!". Se puede pasar por oscurantista, pero se trata de la evidencia
inducida por la sesión analítica, en el sentido de que este emisor éxti-
mo tiene una realidad y se mide, se aprecia según su constancia, la per
manencia de sus mensajes.
Se trata de aquello que Lacan llamaba el disco, el disco de uso co
rriente [discourcourmt]A Un disco, se escucha en el tiempo, por eso es
necesaria la sucesión del tiempo. Pero, al mismo tiempo, todo está en
el disco, todo está inscrito, y entonces el disco aparece como fuera del
tiempo. Es un fenómeno del que dan testimonio los sujetos de una se
sión a otra; es como si el tiempo transcurrido entre sesiones no exis
tiera. Uno se maravilla, llegada la ocasión, del hecho de retomar en la
sesión siguiente exactamente en el punto en el que había quedado la
anterior.
Algo que ya sorprende cuando se trata de un día, un día para el
otro, pero cuando transcurre un mes, dos, seis meses entre las sesiones
y es exactamente igual, la noción de que hay un disco y de que hay una
realidad objetiva resulta muy difícil de negar.
Dicho de otro modo, el inconsciente-disco aparece como destempo
ralizado. Eso que llamamos inconsciente es un conjunto de elementos
des temporal izados: enunciados, imágenes, situaciones, acciones típi
cas, elementos que se encuentran condicionados en la vida del sujeto.
Esos acontecimientos son siempre intempestivos, es decir, están siem
pre desavenidos. Aquello que Freud nos enseñó a reconocer y que La
can inscribió bajo el rubro de formaciones del inconsciente, son siem
pre, cuando se manifiestan, acontecimientos intempestivos.
La sesión analítica, al mismo tiempo que pone ai sujeto en contacto
con este conjunto destemporalizado, constituye una operación de re-
temporalización, porque allí se escucha el disco. Es muy difícil dar su
estatuto a lo que he llamado fuera del tiempo. Es muy difícil de pen
sar y nos introduce en lo que se ha comentado de manera repetida, a
veces apasionadamente, como las paradojas del tiempo.
245
JACQUES-ALAIN MILLER
Un continente
El debate filosófico
246
EL TIEMPO DE LA SESIÓN
Podemos distinguir, por una parte, los discursos filosóficos para los
cuales, en definitiva, ese t2no es más que una ilusión. Son de buen gra
do aquellos que hacen del tiempo un ser. Si todo cuanto tiene un ser
está en el tiempo, si el tiempo es un ser, el tiempo mismo debe estar
dentro del tiempo. Mientras que t2siempre es susceptible, sospechoso
de ser un no-ser, de ser sólo una nada. Dicho de otro modo, los discur
sos filosóficos se reparten según se planteen una autoinclusión del
tiempo o bien que traten de elaborar un modo de ser especial para el
tiempo en tanto tal.
Existe cierto número de filósofos que no retrocedieron en conside
rar que t, era un no-ser. Para Parménides o para Spinoza, el tiempo
como tal no existe. Kant encontró otra solución, desdobló el tiempo
de modo eminente. Pensó a t2 como la condición de posibilidad de
los fenómenos, la condición de posibilidad de lo intratemporal, es
pecialmente en su polémica con los em piristas. Planteó que la idea
del tiempo no proviene de aquello que está dentro del tiempo, sino
que sólo contamos con la percepción del tiempo porque la tenemos a
priori, es decir, como fundamento de todas las intuiciones tempora
les. Conceptualizó así ese fuera del tiem po de t2 como una condición
de posibilidad del transcurso temporal, como una forma pura de los
fenómenos.
Evidentemente, este planteo de una forma pura, a priori, del tiem
po fue susceptible, a lo largo de los dos siglos que siguieron a esta ela
boración, de dos lecturas. Se pudo hacer del tiempo una pura regla a
priori, es decir, una especie de saber con el que contamos antes de cual
quier otra percepción, de modo tal que todo cuanto se presente será
temporal, a la manera de un saber anticipando que todo fenómeno se
presentará bajo una forma temporal. O bien se buscó inventar una con
ciencia originaria de la temporalidad.
247
JACQUES-ALAIN MILLER
Dicho de otro modo, tanto respecto del tiempo como de todas sus
elaboraciones, se pudo hacer de Kant una lectura lógica, a saber: es
una regla a priori, una anticipación fundamental en virtud de la cual
sabemos, antes de cualquier fenómeno particular, que transcurrirá en
el tiempo; o bien una lectura de tipo fenomenológico: existe una con
ciencia originaria de la temporalidad antes de cualquier cosa que se
presente como situada dentro del tiempo.
El logicismo de esta lectura, lo que puede tener de logicista, habla
por sí mismo para nosotros. Platón había encontrado el fenómeno de la
paradoja del tiempo ya en el Parménides, paradoja que el tiempo como
tal no es temporal. Aristóteles, en su "Tratado del tiempo", Libro IV de
la Física, en el que tuve que apoyarme en otra época para pasar el con
curso del profesorado en filosofía, centra todas las paradojas del tiempo
en el equívoco del "ahora". Descubre que el "ahora", el puro presente
instantáneo, es a la vez siempre el mismo y, a la vez, siempre otro, idén
tico y diferente, y por ello tiene un rasgo singular de modo de ser.
Aristóteles piensa la singularidad del ser del tiempo a partir de la
paradoja del "ahora", es decir, la paradoja del shífter "ahora", como de
cía antes. Retrocede en hacer del ahora un hypokéimenon, un sustrato fí
sico, un sujeto lógico. Desde su perspectiva, el ahora es un pseudo-ser.
No me detengo en este punto porque no puedo dejar de lado el he
cho de que no es una literatura ejercitada por la mayoría de mis audi
tores aquí, ni se trata de problemas que los hayan hecho palpitar.
Sólo les doy entonces las articulaciones esenciales de la cuestión, in
cluyendo la manera para que se sustraigan de las perturbaciones even
tuales que pudiera provocarles la cuestión.
Los resultados de una encuesta suficientemente cuidadosa acerca
de los tormentos del pensamiento a propósito del tiempo podrían en
contrar cómo pacificarse al considerar que el tiempo tiene una estruc
tura russelliana. El tiempo equivale a la estractura de un conjunto de
Russell, es decir, no es ni en sí mismo ni fuera de sí mismo, es lo uno y
lo otro. No hay filósofo que no haya sido conducido a querer reunifi-
car el tiempo y a estratificarlo a la vez.
Hay filosofías que lo estratifican, lo desdoblan, pero esto requiere
elaborar un modo de ser singular para t2; o bien unifican esos dos tiem
pos y entonces engendran un ser paradójico del que no hablan sino en
términos contradictorios -esto incluye la filosofía de Heidegger-,
Cuando Heidegger está verdaderamente en la pista del tiempo, dice,
a la vez, en un lenguaje kantiano, que el tiempo es una condición de
248
EL TIEMPO DE LA SESIÓN
posibilidad para que haya algo como el ser, y sostiene, al mismo tiem
po -lo que es contradictorio-, que el tiempo es especíñcamente el Da-
seiti mismo.
Dicho de otro modo, o bien desdoblamos o bien creamos un ser
contradictorio en sí mismo. Queda el hecho de que nada demuestra
que alguna vez haya sido pensado el tiempo efectivo, real, Wirklich, co
mo no sea bajo la forma de la sucesión, y es un hecho de que para la
sucesión no hay referencia que sea superior a la de la cadena signifi
cante misma.
Por lo demás, es lo que había conducido al filósofo Derrida, en su
lectura del Libro IV de la Física, a constatar que finalmente Aristóteles,
a partir de la paradoja del ahora, no hacía sino describir la cadena sig
nificante y la paradoja intrínseca al significante. Derrida se vio condu
cido a elaborar este análisis, algo que parece evidente, partiendo de su
abordaje de Lacan. Había entonces destacado en la teoría aristotélica
del tiempo, en realidad, la instancia operante de la letra.
Y es un hecho -en todo caso es de ese modo que nosotros nos orien
tam os- que el tiempo está siempre articulado con el significante. Por
ello se pueden ordenar las filosofías en función de una paradoja como
la de Russell. Las paradojas del tiempo se prestan a ser ordenadas se
gún una paradoja y una disposición puramente significantes, tales co
mo las que aquélla engendra.
Nos corresponde así completar la demostración que Lacan hace del
espacio, transponiéndola al tiempo. ¿Qué demuestra Lacan? Demuestra
que hablar genera al Otro como un lugar. Hablar supone una posición
de la palabra. Hablar se plantea siempre como verdad y, al hacerlo así,
la palabra se transporta por sí misma hada otro lugar, el lugar del Otro
que es, a la vez, el lugar de su dirección y el de su inscripción.
El concepto mismo de Otro en Lacan supone un desdoblamiento
del espacio, supone la posición de otro 'lugar. Si quisiéramos decirlo en
términos filosóficos, es un efecto puro de la cadena significante en tan
to articulada en la palabra. La cadena significante, según la demostra
ción de Lacan, plantea una exterioridad, hace existir al Otro como lu
gar de la palabra. Me limito a restituirles aquello que venimos balbu
ceando a partir de “Función y campo de la palabra y del lenguaje... ",
esto es que la función de la palabra se sustrae a partir del campo del
lenguaje y ese campo tiene valor de lugar del Otro. Además, es un lu
gar que se encuentra materializado por la escritura en la medida en
que demanda una superficie de inscripción, mientras que, inversa
249
JACQUES-ALAIN MILLER
250
EL TIEMPO DE LA SESIÓN
251
JACQUES-ALAIN MILLER
15 de marzo de 2000
XIII
El tiempo de Freud y el de Lacan
253
JACQUES-ALAIN MILLER
254
EL TIEMPO DE FREUD Y EL DE LACAN
2 55
JACQUES-ALAIN MILLER
256
EL TEM PO DE FREUD Y EL DE LACAN
do, para que, vía el análisis, los sufrimientos neuróticos acepten disi
parse. Este punto es particularmente notable en el análisis del Hombre
de los Lobos, donde Freud persigue el fantasma de la escena primitiva
hasta "Freud exige una objetivación total de la prueba" ("Función y
campo de la palabra...", página 246).
Lacan retoma y prolonga, desviándola, esa relación de Freud con la
temporalidad. Es el caso, por ejemplo, de lo que ocurre en "Función y
campo de la palabra...", cuando declara: "No se trata para Freud ni de
memoria biológica, ni de su mistificación intuicionista, ni de la param
nesia del síntoma, sino de la rememoración, es decir, de historia, que
hace descansar sobre el único fiel de las certidumbres de fecha la ba
lanza en la que las conjeturas sobre el pasado hacen oscilar las prome
sas del futuro" (página 246), o incluso cuando considera que "el in
consciente es ese capítulo de mi historia que está marcado por un blan
co u ocupado por un embuste" (página 249).
Para Freud, el período de su elaboración situado entre 1905 y 1915
plantea nuevamente la cuestión de la temporalidad de manera aguda.
Se trata de no perder de vista el origen sexual de las neurosis y de opo
nerse al punto de vista de Jung, que quisiera hacer prevalecer un ori
gen arquetípico de las neurosis y de las psicosis y, correlativamente,
borrar su relación con el goce sexual.
Freud se rehúsa a ceder respecto de la etiopatología sexual y se
mantiene siempre firme en esta posición: la de afirmar que el ser
humano busca siempre su satisfacción y, más exactamente, su satisfac
ción en el misterio del sexo. La teoría de los estadios (oral, anal y,
luego, genital) le permite conservar a la vez una teoría del deseo indes
tructible en tanto búsqueda de satisfacción y, al mismo- tiempo, admi
tir la pérdida progresiva de goce infantil supuestamente perverso po
limorfo. Que el paso del tiempo permita en principio observar que ca
da ser humano conoce esos estadios, no dice, sin embargo, nada acer
ca de la causalidad de las fijaciones ni del pasaje de un estadio al otro.
Mientras que los kleinianos insisten, siguiéndolo a Abraham, en el va
lor de esta periodización, Lacan la cuestiona al señalar que la sexuali
dad nunca alcanza el ideal genital. Se trata siempre de una satisfacción
de borde de órgano -incluso bajo sus formas más acabadas-, es decir,
una satisfacción del cuerpo -en su curso de 1998-99, Jacques-Alain Mi-
11er, da todo su alcance al concepto de acontecimiento del cuerpo-
E1 punto de vista de Freud acerca del problema del tiempo en el
análisis en este período de su elaboración se encuentra particularmen
257
JACQUES-ALAIN MILLER
Tausk señala, además, que este aspecto de las cosas ya fue tratado
por Freud en su teoría de la regresión.
Freud interviene en la discusión para dar las siguientes indicaciones:
[...] el sujeto debe componer según la gama bien templada de sus obje
tos, lo real, en cuanto cercenado de la simbolización primordial, está ya
("Respuesta al comentario de Jean Hyppolite", página 373).
258
EL TIEMPO DE FREUD Y EL DE LACAN
259
JACQUES-ALAIN MILLER
260
EL TIEMPO DE FREUD Y EL DE LACAN
261
JACQUES-ALAIN MILLER
El tiempo lógico
La conclusión del texto del tiempo lógico es la idea según la cual "el
aserto subjetivo anticipante es una forma fundamental de una lógica
colectiva". El término"lógica colectiva" tiene todo su precio ya que, co
mo Lacan lo indica, ese trabajo debía aparecer en la revista Les cahiers
d'Art, en 1945, que habían interrumpido su publicación durante el pe
ríodo 1940-1944 por razones "significantes para mucha gente".
El texto, además, apoyado en una paradoja lógica, está escrito en una
perspectiva que se aparta del artículo "Acerca de la causalidad psíqui
ca", que le precede de inmediato en los Escritos. Forma, con la "Interven
ción sobre la transferencia" -tal es la opción de Lacan-, la tercera parte
de los Escritos. Esos dos textos apelan a la lógica y sacan provecho de la
262
EL TIEMPO DE FREUD Y EL DE LACAN
263
JACQUES-ALAIN MILLER
Por ese motivo la relación del sujeto con el futuro no está constitui
da por todo lo posible, sino que es el fruto de una decisión que depen
de de cada uno de los otros, vinculada con el reparto operado desde el
Otro. Lacan evita así el obstáculo que encontraron los filósofos, inclui
dos los mejores, al privilegiar una lógica colectiva que logra tener en
cuenta las particularidades y que opondremos a la colectivización de
las lógicas individuales que, por su parte, niega la diferencia.
Rüdiger Safranski da de esta distinción una formulación sugestiva,
a propósito de las errancias de Heidegger:
265
JACQUES-ALAIN MILLER
267
JACQUES-ALAIN MILLER
La identidad coloreada
268
EL TIEMPO DE FREUD Y EL DE LACAN
B N
ooo/e*
3 < • • -► '
269
JACQUES-ALAIN MILLER
B N
OO •
2 < • -+ ®
270
EL TIEMPO DE FREUD Y EL DE LACAN
El otro, en cambio, tiene que haber visto al primero hacer algo pa
ra poder moverse. Eventualmente, la regla es: el primero sale de Sing-
Sing y el segundo permanece allí hasta el fin de sus días, a menos que
escape apelando a medios condenados por el director de la prisión.
Basta con simplificar aquí el problema para percibir que hay un
tiempo que se introduce, puesto que el segundo prisionero, en esta
configuración, no puede llegar a una conclusión sino después del pri
mero. El segundo tiene necesidad de que el primero concluya, es algo
absolutamente elemental.
¿Qué podemos advertir al respecto? Aquí vemos claramente dónde
se sitúa aquello que Lacan reconoce como un sofisma. Porque, ¿qué es
un problema lógico y el descubrimiento de su solución? Para constituir
el problema, tienen un conjunto de datos, D r A partir de esos datos
que ingresan en la máquina de pensamientos, hacen cierto número de
operaciones. Por ejemplo, hay cuatro colores. ¿Son necesarios más de
cuatro para colorear un mapa? Es muy complicado y, como no lo resol
víamos, dos muchachos metieron eso en la computadora, estudiaron
todas las configuraciones posibles, en su momento llevó un tiempo
considerable calcularlas, pero llegaron a agotarlas todas y aportaron
una conclusión con certeza.
D3
271
JACQUES-ALAIN MILLER
22 de marzo de 2000
273
XIV
Tres modalidades de conclusión *
1 Las clases XTV hasta la XVIII fueron publicadas ya con el nom bre de "E l tiem po
lógico" 1 y 2 en El P sicoanálisis, Revista de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis, n° 1 y
n° 2/3, respectivam ente, M adrid, 2001.
275
JACQUES-ALAIN MILLER
276
TRES MODALIDADES DE CONCLUSIÓN
D — ► — ► CQFD
(t)
278
TRES MODALIDADES DE CONCLUSIÓN
279
1
JACQUES-ALAIN MILLER
efecto, no se trata del tiempo que ustedes tienen como vivientes que
poseen conciencia de sí, y por esa misma razón del azúcar que se dilu
ye en la taza de Bergson -e n fin, no en la de Bergson, cuya experiencia
precisamente no tienen, sino de la que se diluye en la taza de ustedes,
la que tienen aquí-. Digo aquí puesto que ya estaba enterado, por otra
comunicación, que en este Curso se duerme, se come y, por lo tanto,
ciertamente, habrá otros que beben, en algún sitio, una taza de té con
un terrón de azúcar que se diluye adentro.
Evidentemente, el tiempo lógico no es el tiempo pasado, no es el de
la palpitación -salvo en el extremo final del segundo sofisma oculto en
el primero-. El tiempo lógico es el tiempo de entrar en la lógica -y, por
lo tanto, tiene una cabecita de lógica, por supuesto-. Por supuesto es
un tiempo naturalizado en la lógica, un tiempo con una nueva identi
dad de tiempo, una identidad que corresponde al pasaje de un vértice
a otro del grafo. "¡Oh! -van a decir-, ¡entonces, un tiempo así, uno no
lo quiere!" Bien, de acuerdo.
Entonces, para ser concilidor -hasta cierto punto, como siempre-,
admitamos que hay una diferencia que impone precisamente una pe
queña reflexión acerca del grafo. Hay una diferencia entre el tiempo y
la duración. Les dejo la duración, con la sensación de la duración, les
dejo el azúcar, me quedo con el grafo. M e quedo con la palabra tiem
po para el razonamiento. De todos modos, no soy yo quien la puso en
la lengua para que se diga "en un primer tiempo", "en un segundo
tiempo", en un primer tiempo del pensamiento, en un segundo tiem
po del pensamiento, etcétera.
Eso no es del orden del azúcar que se diluye o del cerebro en ebu
llición, como nosotros hace un rato. El tiempo lógico, en efecto, se dis
tingue de la duración psicológica. No es nada del otro mundo pero
muestra lo que hay de viciado, el carácter nocivo del sofisma que qui
siera hacer considerar el problema de la sesión analítica a partir de la
duración. Nos zumban las orejas con este asunto de la duración de las
sesiones. Y allí, hacer la diferencia entre el tiempo y la duración es to
talmente operatorio y esencial.
El tiempo discontinuo
280
TRES MODALIDADES DE CONCLUSIÓN
281
JACQUES-ALAIN MILLER
282
TRES MODALIDADES D E CONCLUSIÓN
por paso, demuestran bastante la relación del problema del tiempo ló
gico con la construcción del grafo.
La sesión analítica, para agregar un poquito al respecto, para Lacan
es la sesión lógica, esto es, una sesión va de un desplazamiento lógico
hacia una conclusión, un desplazamiento orientado por aquello que
designó como pase, lo que quiere decir que u n análisis se concluye co
mo un problema. Hasta se podría decir que si puso el acento en las en
trevistas preliminares es porque tenía la idea de que era necesario en
primer término reunir los datos.
Hay quienes dicen: "¡Oh, es una sesión corta!". Hay otros que quie
ren hacerse ver con buenos ojos, demostrar a los demás que son proli
jos con sus personas y dicen: "¡Pero no, en absoluto! ¡No se trata de la
sesión corta sino de la sesión variable!". No estoy inventando. Hay una
señora que es, ella sola, toda una compañía: "Roudinescom pañía". Ella
explica que es preciso no confundir. Están los blancos y los negros, los
lacanianos negros que practican la sesión corta y los lacanianos blan
cos que practican la sesión variable.
Todo eso sólo demuestra hasta qué punto la compañía acepta los
valores, el lenguaje, los conceptos de los otros. Que se trate de corta,
variable o fija, implica considerar la sesión sólo bajo el aspecto de la
duración, más o menos larga con la m ism a o distinta duración. Consi
dera esto bajo el aspecto de la cantidad y, en coherencia con esa pers
pectiva, es preciso reglamentar la cantidad de sesiones. ¡Es coherente
en la tontería, pero es coherente! ¿Una tontería coherente es superior a
una incoherente? Habrá que pensarlo. Se puede decir que la tontería
incoherente manifiesta pese a todo un remanente de inteligencia, pro
veniente de haberse abierto a Lacan. Pero esto no excluye que ella ha
bilite la demostración de cualquier cosa.
Esto no quiere decir pensar la sesión sub specie zternitatis, sino que
corresponde pensarla bajo su aspecto de tiempo lógico, por completo
abstraída de la duración.
No es la ocasión de hablar, porque veo que me demoro, de las con
secuencias extremadamente nefastas, hasta peligrosas, sobre todo pa
ra el practicante; nefastas para el paciente, peligrosas para el practi
cante, de la sesión larga y fija. En efecto, ella disminuye, tapona, difie
re el efecto lógico para el sujeto; precipita el efecto lógico de la sesión
para llenar el tiempo con una experiencia de la duración que resulta
entonces decorada con manifestaciones narrativas de dificultades psi
cológicas. Es una experiencia de orden psicológico que tapona, amor
283
JACQUES-ALAIN MILLER
tigua la lógica del recorrido, y la modulación del tiempo lógico que re
sulta entonces valorada es: yo chapoteo. Es lo que Lacan llamaba ma
cerar en el propio pantano. Y la sesión psicológica es peligrosa para el
practicante.
Quisiera llegar a decirles esto a los demás porque me invitan a ha
cerlo -perdónenlos, no saben forzosamente lo que hacen-. Quisiera lle
gar a decirles esto un día, a fin de año, para su bien: es antihigiénico
para el practicante, basta con verlos. Es decir, también ellos deben lle
nar la sesión, entonces hacen otra cosa. He tenido recientemente un
testimonio a propósito de esto, de alguien que frecuentó esos medios,
que recogió las confidencias de unos y otros. Hay uno que tiene una
computadora especialmente elegida por no hacer ruido y entonces du
rante los cincuenta y cinco minutos teclea en ella. Hay otro, célebre,
que llegaba a molestar un poco a sus analizantes limándose las uñas.
Parece que todo el mundo sabe esto en cierto medio. Por mi parte, ten
go el testimonio de alguien que concurría a otro que simplemente dor
mía y que, a diferencia del de la computadora, hacía ruido. Hasta cier
to momento, es algo que no lo molestó.
Agregaré a continuación de lo que ya narré aquí, el relato del señor
Rony Schaeffer en el Congreso de Barcelona, donde estuve, y que con
sistía en explicar al analista los métodos para no dejar que el espacio
psíquico sea invadido por el paciente. Tenía como clave la descripción
horrible de los estragos psíquicos producidos en el psicoanalista por el
paciente, algo que por lo demás me hizo decirle en la discusión que eso
me hacía pensar en Star Wars. El paciente era Dark Wader, pero no es
una idiosincrasia del tipo, son las consecuencias patológicas en el ana
lista de la sesión larga de duración fija. Creo que es un dato que es pre
ciso tener en cuenta para entender el trayecto de la institución funda
da por Freud.
Vamos a entrar ahora un poco más decididamente en el artículo de
Lacan, respecto del cual simplemente les señalaré que él mismo lo ubi
ca entre el antes y el después, como lo señala. En los Escritos, tienen
"La carta robada" como entrada. Y después los antecedentes de Lacan,
que cronológicamente se ordenan hasta 1950. Encuentran después
"Función y campo de la palabra y del lenguaje..." y, descolgado respec
to de la cronología, "El tiempo lógico...", que data de 1945, acompaña
do por, como ya lo indicara, la "Intervención sobre la transferencia",
que es de 1951.
284
TRES MODALIDADES DE CONCLUSIÓN
Carta rob. 45
Transí. 51
285
JACQUES-ALAIN MILLER
286
TRES MODALIDADES D E CONCLUSIÓN
287
JACQUES-ALAIN MILLER
t
Configuraciones subjetivas
2 pr. O O •
Mj M,
A B A B
O a O 0
? 7
A a (o) < • A B p (o) < o
?
B p (9 ) < 0
A — ► concluye y se va
t] AB —*■ permanecen
B —*■ permanece
t2 B — ► sale AB — ►salen
288
TRES MODALIDADES DE CONCLUSIÓN
Para cada prisionero escribo aquí un signo < que indica qué es lo
que él ve, ese es su mundo, más precisamente, esa es la configuración
subjetiva de su mundo. A decir verdad, la configuración subjetiva de
un mundo está constituida por todas las posiciones, pero ahí está de
terminada por dos posiciones: lo que ve -y porque lo ve, sabe-,
entonces, escribo una S, sabe si el otro es blanco o negro, suponemos
que tienen la amabilidad de darse vuelta puesto que tienen el disco en
la espalda. ¿Y si hay un prisionero que dice "No me daré vuelta de nin
gún modo"? ¿Hay espejos? Y, por otra parte, el disco que él mismo tie
ne en la espalda, lo marco como saber coronado por una barra que in
dica la negación (S).
Cuando hay dos prisioneros con marcas en la espalda, se trata de
una configuración subjetiva determinada por una fórmula con un sím
bolo binario, a saber, el disco que tiene en la espalda y que el prisione
ro no conoce, signo de pregunta, el disco que el otro ve.
Dados los datos del problema, hay dos configuraciones subjetivas
posibles, la configuración a , según la cual el sujeto en un comienzo no
sabe lo que tiene en la espalda, ve al otro negro; o bien la configuración
P, donde ve al otro blanco. En el caso en que el sujeto ve al otro blan
co, ¿qué debe concluir? No sabe si él mismo es blanco o negro, enton
ces se dice: "N o sé". Por el contrario, si el sujeto está en la configura
ción a , allí puede concluir que él es blanco. No hay nade más simple.
Más simple que esto, es un solo tipo con un disco en la espalda y que
no sabe cuál es.
Aquí hay un "yo sé" que tiene como consecuencia inmediata un
"yo veo". Entonces esto es insuperable, una vez que han escrito esto,
pueden dejar la tiza y partir. Por lo demás, yo estoy casi al final y voy
a durar más allá, así los veré irse unos después de otros. Esto es insu
perable y sabemos que la única configuración que permite concluir es
la configuración subjetiva a , ella es la que permite una conclusión in
mediata, esto es: "yo soy blanco". El resultado en esta configuración a
es que si hay uno de los sujetos -sólo puede haber uno- que se inclu
ya en ella, el negro dice: "yo no sé"; el blanco dice: "sé que soy blan
co", y el negro que no lo sabe, no puede concluir.
El resultado de las carreras es que hay un ganador y un perdedor.
Si hay uno que se incluye en la configuración a , hay un ganador y un
perdedor, es absoluto e insuperable.
Evidentemente, nos podemos detener aquí. Estudiemos ahora no
ya las configuraciones subjetivas sino las configuraciones objetivas.
289
JACQUES-ALAIN MILLER
290
TRES MODALIDADES D E CONCLUSIÓN
291
JACQUES-ALAIN MILLER
que no haya salido. Es ese "no haber salido" que ustedes introducen
en los datos del problema, y se hacen así los astutos porque resolvie
ron el problema en el tiempo t,. El problema en el tiempo t, no es el
mismo que en el tiempo q -a diferencia del problema de Fermat, que
es mucho más complicado.
Al estar en la configuración [i y sabiendo que A partió, ¿B puede sa
ber lo que es? Sí. Únicamente, los datos del comienzo, sabiendo que el
otro se fue primero, ¿puede saber quién es? Sí, sabe que es negro. Pe
ro si el otro no se fue, también se puede concluir que ambos son blan
cos, es decir, yo mismo soy blanco. Dicho de otro modo, en el primer
caso - M ,- se puede concluir, a partir de la salida del otro, que uno mis
mo es negro. Pero si el otro no se va M2, se puede concluir que uno mis
mo es blanco.
Evidentemente, es mucho más sorprendente en el segundo caso,
puesto que allí es el no-acontecimiento, el hecho de que no ocurra na
da, lo que autoriza una conclusión. Pero el hecho de que no pase nada,
el no-acontecimiento, es un acontecimiento, implica que pasa algo.
Esto supone, y es de aquí que Lacan hará surgir su segundo sofis
ma, en el interior del primero, pero no enseguida, todo esto descansa
en el hecho de que la conclusión debe manifestarse como movimien
to. En el caso M,, el movimiento de A se traduce para B por: "¡Ah!
Pues bien, entonces él sabe lo que es y entonces yo sé lo que él es, yo
sé que él sabe, si veo que A sale, comprendo que él sabe lo que tiene
en la espalda. Pero si lo veo que no se mueve, que permanece inmó
vil, entonces sé que no sabe; está por lo tanto en la misma posición
que yo y yo sé que soy blanco". Haya o no movimiento del otro, pue
do concluir en los dos casos. En el caso en que el otro se va, concluyo
que soy negro; en el caso en que el otro no se va, concluyo que soy
blanco como él.
Se ve bien que resulta esencial que vea lo que el otro hace. Imagi
nemos la misma historia, pero que el director de la prisión hubiera di
cho: "Cuando hayan encontrado lo que son, me lo dirán al oído". En
tonces, esto ya no funciona, si se trata de decírselo al oído cada uno va
a ignorar lo que el otro sabe o no sabe. E s preciso que el otro manifies
te que alcanzó o no su conclusión a través de su movimiento o de su
inmovilidad.
Dicho de otro modo, si agregara una cláusula de confidencialidad:
"Cuando sepan verdaderamente lo que tienen en la espalda, me lo di
rán al oído", esta cláusula anularía la manifestación de la conclusión
292
TRES MODALIDADES DE CONCLUSIÓN
M omentos de evidencia
1
—*> ■ t j ------------- ►a t 2
293
JACQUES-ALAIN MILLER
1
►■ ------►a
ti t2
Por supuesto, se puede hacer un simple grafo para decir que hay
conclusión en el tiempo t, o en el tiempo tr Pero si nos ocupamos del
tipo de conclusión que se alcanza, evidentemente hay algo engañoso
en esta representación, porque es como si hiciéramos simplemente un
cuadro de las posibilidades sincrónicas, mientras que aquí, espaciali-
zamos y, por consiguiente, hacemos homogéneos los tiempos t 2 y t,
-eso es espacializar estructuras internas temporales diferentes. Por su
puesto que es el tiempo t, y el tiempo t,, así los designo, entonces cuan
do puedo poner t,, t2, los vuelvo homogéneos, pero intrínsecamente si
gue habiendo entre ambos una diferencia de estructura y Lacan llega
294
TRES MODALIDADES D E CONCLUSIÓN
295
JACQUES-ALASEN MILLER
296
TRES MODALIDADES DE CONCLUSIÓN
OOO ® 9
Mj
A B C
O • •
297
JACQUES-ALAIN MILLER
bre C, es el caso de decirlo, sólo puede salir en el tiempo tres, una vez
que vio salir a los otros dos.
M2
AB C
OOI
c
(3 : A , B < • t2: A y B salen
M3
ABC
O OO
Y: AB C < O t3: A B C salen
298
TRES MODALIDADES DE CONCLUSIÓN
sión y del acto? Llama a eso "el acto"; podemos decir una acción, un
movimiento.
Porque lo que está presente, en efecto, es que la conclusión lógica
debe traducirse en un movimiento perceptible. Esto es lo que Lacan ex
plota. Explota lo que ocurre después, al plantearse la pregunta en los
últimos párrafos de la página 191: "¿Está justificado integrar en el va
lor del sofisma las dos mociones suspendidas aparecidas así?". Todavía
no dije cómo las hace aparecer. Pero s e pregunta de todos modos si es
tá justificado agregar, mirar, construir lo que ocurre una vez que han
concluido. En buen francés llamaríamos a eso un vals de vacilaciones
de los sujetos que una vez que han concluido no están seguros de lo
que han hecho. Lacan emplea el término de duda, pero también el de
vacilación, y encontramos allí algo d e lo que llamará en la última pá
gina de los Escritos, en "La ciencia y la verdad", el paso vacilante de la
neurosis [le pas-hésitation].
¿Cómo aparecen esas dos vacilaciones o cómo aparecen esas dos
detenciones momentáneas? Lacan señala bien que aquello a lo que
apuntan aparece después de la conclusión del proceso lógico, es decir,
una vez que pasamos por la conclusión del tj al t2 y al t3. Pues bien, no
tenemos resuelto el asunto, hay todavía dos vacilaciones y aún dos
conclusiones suplementarias.
Para esto, para entender bien de q u é se trata, es necesario volver al
problema de los dos prisioneros, al problem a simplificado donde ve
mos simplemente, en el mundo objetivo, donde ambos somos blancos
y vemos que el otro es blanco. En el tiem po q, nadie se mueve puesto
que si el otro es blanco, yo puedo m uy bien ser blanco o ser negro.
En el tiempo t2nos vamos. Ahí está el problema. ¿Cómo razoné en
el tiempo t5? Me dije: "El otro no se mueve, esto significa que ambos
somos blancos, que yo también soy blanco, aunque no vea mi disco. El
otro no se mueve, yo me voy. El otro se mueve. Me detengo". Aquí La
can introduce la suspensión.
Acá tenemos un nuevo problema. Concluí en el tiempo ty a partir de
ahí concluí en el tiempo t2, al considerar el hecho de que en el tiempo tj
el otro no se mueve y de pronto empieza a moverse. Entonces me deten
go y me digo: quizá no fue sincronizado, puede ser que haya concluido
demasiado rápido, supongamos que e l otro es parapléjico, etcétera, de
be salir, pero es más lento que yo, es necesario que tome algunos instru
mentos, etcétera, o es necesario que alguien venga a ayudarlo, entonces
me detengo. En ese punto, Lacan introduce un elemento por completo
2 99
35
JACQUES-ALAIN MILLER
300
w
Ahora, demos un paso más con Lacan, un esfuerzo más para ser la-
caniano. El momento en el que ustedes se detuvieron, con la pregunta
acerca de si no se habían equivocado, si el otro había continuado, ahí
podían estar seguros de ser un negro, porque si únicamente la salida
del otro estaba fundada -esto no es posible sino en el caso'3 - en la evi
dencia perceptiva, él tendría un tiempo de ventaja respecto de ustedes.
Por el hedió de que él se detiene al mismo tiempo que ustedes, pue
den concluir que tampoco él se funda en una evidencia perceptiva.
En el momento en el que él se detiene, hay dos puntos de vista so
bre el problema. Si tomamos un punto de vista sólo formal, el proble
ma es de nuevo insoluble, es decir, es circular y no se puede sino dar
vueltas en redondo: no me muevo / me muevo / no me muevo. Pero
si tienen en cuenta lo que ocurre, a saber, que el otro hace exactamen
te lo que hace, pueden concluir que son parecidos, es decir, que tam
poco el otro se basó en la evidenda de una conclusión inmediata sino
en una conclusión mediata -y en ese momento, se pueden ir después
de una sola vacilación, cuando hay dos prisioneros, o de dos, cuando
hay tres. Dos vacilaciones para obtener la configurarión conclusiva,
absolutamente conclusiva.
Esto es lo que hay que entender del pasaje un poquito complicado,
porque es eso lo que Lacan explica en la página 191. Aquí tomo con
los tres prisioneros la última moción donde parece vacilar:
301
JACQUES-ALAIN MILLER
302
TRES MODALIDADES DE CONCLUSIÓN
razonamiento tiempo t,, tiempo t2, ellos los llevaron de las narices has
ta tiempo t, y después se tragaron el tiempo t4y el tiempo t5. Pues bien,
se terminó, son ustedes los tragados p or la lógica, la lógica extraña de
Lacan que les muestra precisamente que aquí, precisamente, hay una
conclusión sólo válida a condición de que paguen con su persona y
que no basta con que miren los datos -instante de v e r- y reflexionen
-tiem po para comprender-, sino que es necesario, además, poner algo
de ustedes mismos. Sin esto no podrán nunca concluir, a menos que
agreguen como un dato de la situación la propia acción, esto es, lo que
todo el mundo sabe: que no es al ser espectador, puesto que siempre
habrá un dato que les faltará, a saber, la propia acción como engen
drando su certeza.
Bueno, me detengo aquí. No llegamos al final. Progresamos hasta
aquí. Les dejo ahora el cuidado de seguir las articulaciones de la se
gunda parte del artículo de Lacan y espero tener el tiempo de retomar
lo en abril. Continuaremos también con la conclusión del artículo que
abordamos. Les doy cita entonces para el 26 de abril, tienen mucho
tiempo para trabajar "El tiempo lógico...".
29 de marzo de 2000
303
w
XV
Tiempo y duración
305
JACQUES-ALAIN MILLER
O O ® AB
X < Y
? <
306
TIEMPO Y DURACIÓN
Esta disposición permite, en este caso, con el dato del comienzo que
es el número de discos, el número de prisioneros, señalar dos configu
raciones posibles, la configuración a o la configuración p:
X< Y cx:?<®
?< P :?<0
? < l (5 : ? < O
307
jACQUES-ALAIN MILLER
el otro tiene un disco negro. Cuando uno de los dos, el que aquí lla
mamos A, se encuentra en esta configuración, puede llegar a la con
clusión inmediata en cuanto a su propio color. Puesto que no hay si
no un disco negro disponible y es el otro quien lo tiene, entonces él es
blanco.
dos prisioneros
|O O * AB| + experiencia
308
TIEMPO Y DURACIÓN
tres prisioneros
a : ? < O © — ►A es blanco
P: ? < O®
y :? < 0 0
309
jACQUES-ALAIN MILLER
De lo insoluble a lo soluble
310
TIEMPO Y DURACIÓN
A
< O ---------------► insoluble
?
311
JACQUES-ALAIN MILLER
312
TIEMPO Y DURACIÓN
ISsIP
313
JACQUES-ALAIN MILLER
314
TIEMPO Y DURACIÓN
315
JACQUES-ALAIN MILLER
blema que yo, a saber, deducir su propio color. Por consiguiente, po
demos decir que aquí el tiempo lógico está esencialmente determina
do como un tiempo intersubjetivo, es un tiempo necesario para tener
en cuenta lo que hace el otro. Entonces, la lógica de la que se trata es,
esencialmente, intersubjetiva. Es un tiempo de lógica intersubjetiva.
Notemos bien que tenemos, en todos los casos de esta familia de
problemas, en primer lugar una combinatoria abstracta, la combinato
ria de los posibles; en segundo lugar, una combinatoria concreta, cons
tituida por la configuración tal como se da para mí. La combinatoria
abstracta es aquella que deducimos de los datos de estructura -núm e
ro de prisioneros, número y color de los discos. La combinatoria con
creta está hecha por dos partes: por un lado, la configuración efectiva,
a saber, lo que yo sé y lo que no sé. Por ejemplo, A, ve que el otro es
blanco. Y hay una segunda parte que es el conjunto de las configura
ciones posibles para el otro. Aquí, el sujeto A ve al sujeto B blanco. For
m an parte de la combinatoria concreta las configuraciones posibles
desde el punto de vista de B.
A < B B_ < A
O ? 9/ 0
3 16
r
TIEMPO Y DURACIÓN
Tres prisioneros
317
JACQUES-ALAIN MILLER
Configuración Configuraciones
efectiva posibles
A B C B C A
— < --------- --------- < ----------------- B concluye en ti —►A concluye en t;: "Soy negro"
? O © ? • O
C A
< -------------- ►B no concluye en ti —►A conduve en tr: "Sov blanco"
© O '
318
TIEMPO Y DURACIÓN
Configuración Configuraciones
efectiva posibles
C A
B < O O —*■ ti: B concluye — ►A concluye en t3: "Soy blanco"
(-1) < Vx pv N pv
320
TIEMPO Y DURACIÓN
Mociones suspensivas
321
JACQUES-ALAIN MILLER
322
TIEMPO Y DURACIÓN
323
JACQUES-ALAIN MILLER
324
TIEMPO Y DURACIÓN
to t j Í 2 detención salida
a— ■ & ......................l j ................................... e
325
JACQUES-ALAIN MILLER
Íq tj Í2 detención salida
»— ■— a 8
26 de abril de 2000
326
XVI
El tiempo para com prender
M ás de un instante
327
s
JACQUES-ALAIN MILLER
además, la situación de cada uno de ellos que no saben qué disco llevan
en la espalda puesto que frente a sí tienen un blanco. Tales son los datos
iniciales. Después está la pequeña historia del director de la prisión.
Segunda deducción
328
EL TIEMPO PARA COMPRENDER
329
JACQUES-ALAIN MILLER
Segunda deducción
Dis
D2 : ¡D¡ Dj] —y j j — ►Conclusión: problema soluble, "Soy blanco"
D3 : {Dj D] D 2) — ►| | — ►Solución
3 30
r -
K
U
EL TIEMPO PARA COMPRENDER
331
JACQUES-ALAIN MILLER
332
EL TIEMPO PARA COMPRENDER
333
JACQUES-ALAIN MILLER
334
EL TIEMPO PARA COMPRENDER
Djsi
|Dj D;s| — ► insoluble
Ü3
D ís 2
D4 — ► "Soy blanco"
335
JACQUES-ALAIN MILLER
o o o • •
A B C
a : ? < • • 7 < 0 0
B : ? < 0 • C A
< O •
y :? < 0 0 B C A
? < 0 0
Con los tres prisioneros, como lo vimos la última vez, tenemos una
combinatoria subjetiva de tres posibilidades: a, donde vemos dos ne
gros; p, donde vemos un blanco y un negro; y y, donde vemos dos
blancos. Esta es la combinatoria abstracta. En los hechos, el sujeto A,
que no sabe qué es, ve dos blancos. Entonces sabe que B ve o bien un
blanco y un negro -que sería el mismo A -, o bien ve dos blancos. Que
da como algo incierto. Pero A sabe que es alguna de estas dos configu
raciones, B, y, respectivamente. A sabe perfectamente que la configura
337
JACQUES-ALAIN MILLER
ción a está excluida, sabe bien que ninguno de los otros ve dos negros
puesto que él mismo ve dos blancos, por lo tanto sabe que B y C ven
por lo menos un blanco en el asunto.
En otras palabras, en el caso de los tres prisioneros no podemos
simplemente evaluar si otro se va de inmediato. A no puede evaluar si
otro se va de inmediato o no; sabe que, de todos modos, están obliga
dos a pensarlo, por lo tanto no hay cabida para la salida instantánea
que tenemos en la paradoja de los dos prisioneros. De todas maneras,
esto va a tomar cierto tiempo y, por consiguiente, de golpe estamos en
una evaluación subjetiva inquietante.
Al ver dos blancos, A sabe ya que ninguno de los otros dos va a sa
lir en un instante. No estamos entonces exactamente en el caso de los
dos prisioneros, donde temamos la posibilidad de salir en un instante
o en un poco más de un instante, de todas maneras vamos a salir en un
poco más de un instante. La cuestión es ahora saber si salimos precisa
mente en un poco más de o en un poco más de un poco más de tiem
po. A necesita el tiempo de ver si B y C salen o no. Para saber qué es
él, es preciso que tenga tiempo de ver si B y C se encuentran en la si
tuación |3 o en la situación y.
Si B ve un blanco y un negro, se le deja el tiempo de razonar. ¿Có
mo razona? Debe tener en cuenta, si A es negro, la salida o la no-sali
da de C, y al contastar que C no partió, como no lo hizo él mismo, en
tonces sale al mismo tiempo que C. Es decir, a los ojos de A, B se en
cuentra en la situación que habíamos visto con los dos prisioneros, la
situación de examinar si C sale en un instante. Si B ve que C no sale en
un instante, se dice: "C no está ante mí viéndome negro", por consi
guiente, él lo constata y en ese momento puede salir al mismo tiempo
que el otro, sabiendo que es blanco. Y es a partir del hecho de que ni B
ni C salgan que, en ese momento, A puede salir.
Evidentemente ahí, como ninguno de los tiempos del razonamien
to está marcado, las posibilidades de enredo son considerables. Cuan
do comienzan a salir, B puede preguntarse si C no sale en el tiempo tj
y A puede preguntarse si B y C no están saliendo en el tiempo t,, pues
to que ninguna de las fronteras está marcada.
A, en la configuración considerada -y -, está obligado a mirar lo que
hacen B y C; y A sabe que B mira si C sale, y que C mira si B sale. Y si
ni B ni C salen, entonces, en ese momento sale A.
La diferencia aquí, entonces, es que en el caso de los dos prisione
ros A tiene sólo que mirar a B. Y ahí, sale de inmediato o no. Es senci-
338
EL TIEMPO PARA COMPRENDER
339
JACQUES-ALAIN MILLER
340
EL TIEMPO PARA COMPRENDER
[...] la objeción lógica [...] va a presentarse otra vez igual con la reitera
ción del movimiento y a reproducir en cada uno de los sujetos la mis
ma duda y la misma parada.
341
JACQUES-ALAIN MILLER
342
EL TIEMPO PARA COMPRENDER
343
J ACQUES-ALAIN MILLER
344
EL TIEMPO PARA COMPRENDER
345
JACQUES-ALAIN MILLER
ambos son blancos, aunque no lo sepan, ya que cada uno ignora cuál
es su color. Entonces, solamente en el caso de los tres prisioneros existe
verdaderamente el tiempo para comprender.
Y es verdaderamente en el caso de los dos prisioneros donde se tie
ne esta función multiplicada de la duración, porque en el caso dos se tie
ne la duración equívoca que ustedes toman en cuenta para la primera
conclusión -esta duración resulta de inmediato reducida por el solo he
cho de la primera detención- Entonces, en el caso de los dos prisione
ros, la duración no hace sino una aparición verdaderamente minúscula,
la duración sólo aparece en el tiempo suplementario en el que observan
que el otro no se mueve, y después que se desvanece a partir de la pri
mera detención, ustedes salen. Sólo en el caso de los tres prisioneros us
tedes tienen una duración que se extiende, donde el tercero se detiene a
considerar qué reflexionan sus semejantes en sus cabezas.
Como dice Lacan, A objetiva, de ese tiempo, algo más que los datos
de hecho, y objetiva -d ice Lacan- en su sentido. ¿Qué quiere decir es
to? Objetiva el tiempo de meditación, de reflexión de los otros dos Y
el sentido del tiempo para comprender es esta meditación. Es el senti
do del tiempo de la espera.
Lacan se expresa en estos términos: "La objetividad de ese tiempo
se tambalea en su lím ite". Según la entiendo, esta es una expresión un
poquito retorcida para evitar el término duración. El tiempo para com
prender es un tiempo -com o Lacan lo subraya de manera ambigua, ve
lada- que puede dilatarse, pero que puede también reducirse casi al lí
mite del instante de la mirada.
El tiempo para comprender está, en cierto modo, arrinconado entre
el instante de referencia, "el instante de la mirada", y después eso que
veremos como !a modulación especial de la conclusión. Y, por consi
guiente, el sentido de ese tiempo está objetivado, pero, a la vez, tamba
lea en cuanto a su límite. Es decir, ese tiempo lógicamente debe tener lu
gar, es por eso que es objetivo a nivel del razonamiento lógico, es nece
sario un tiempo indirecto, es una etapa propia del razonamiento, pero
evidentemente su duración es incierta, mientras que a nivel del instante
de la mirada la duración es cierta puesto que la conclusión es inmedia
ta. Entonces, en el instante de la mirada la duración es cierta, aquí hay
precisamente una etapa del razonamiento. Es lo que Lacan indica cuan
do dice que ese tiempo tiene una objetividad -la objetividad de una eta
pa del razonamiento lógico- y, al mismo tiempo, tiene una duración in
cierta, quedando suspendidos cada uno de los dos sujetos por una cau
346
EL TIEMPO PARA COMPRENDER
salidad mutua, a saber, ¿el otro se va?, ¿me puedo ir? Y mi salida depen
de de lo que observo como movimiento o no-movimiento del otro.
Ai respecto, Lacan habla de un tiempo que se hurta. M e parece que
sobre ese tiempo que se hurta lo que está en cuestión es la imposibili
dad de una medida objetiva de la duración.
El tercer momento, el momento de concluir, se puede decir que tie
ne también un sentido diferente del anterior. El sentido del tiempo pa
ra comprender es la espera, mientras que el sentido del momento de
concluir es la urgencia.
Es preciso que A tenga en cuenta la evaluación que hacen los otros
dos. Si los otros dos ven en él un negro, allí hay un dato de hecho y,
pueden concluir antes que él, ya que él tiene que vérselas con una hi
pótesis: "Si yo soy negro..." . Y en ese caso, cuando ios tiempos no es
tán marcados, Lacan dice, página 196: "[...] si tal es el caso, los dos
blancos se le adelantan en el tiempo de compás [...]". Aquí, si hiera ne
gro, cada uno de los otros dos no estaría ante dos blancos, estaría ante
un blanco y un negro, y ganarían una etapa de razonamiento que se
traduciría en el hecho de salir más rápido. Si no concluyen antes que
él, es decir, si no salen, entonces él puede salir. Pero Lacan agrega que
si los otros no salen, es preciso que él salga. Es necesario que él salga,
porque si no saliera, los otros saldrían antes que él.
Aquí la urgencia es introducida por la desaparición de la marca ob
jetiva del tiempo. Nos decimos tranquilamente: si los otros dos no salen,
entonces yo salgo. Pero no se trata solamente de eso. La cuestión es que
si no salgo en ese momento y los otros salen, ya no podré concluir.
Hay un momento en el que el sujeto no debe dejar que se le adelan
ten en su conclusión, de otro modo no podrá llegar a ella. Dado que su
conclusión descansa en un dato transitorio, constato que él no sale si en
ese momento llega a su conclusión, tiene que traducirla, tiene que ac
tuar. La modulación propia de ese tiempo de conclusión no es la sereni
dad de la conclusión, no es la satisfacción de la conclusión, no es: "Vuel
ve a hacer bien todos tus cálculos para estar seguro de que no te equivo
caste". Esos son otros tantos modos psicológicos del tiempo que pode
mos introducir en el momento de tener la solución. Cuando tengas tu
conclusión, vuelve a pasar bien por todas las etapas de tu razonamien
to, pásalo en limpio y entrega la hoja. No. Aquí, es una conclusión que
se obtiene a causa de ciertos datos que van a ser modificados. Un instan
te después y los datos estarían modificados -en el sentido del imperfec
to subrayado por Guillaume-, Un instante más y los otros saldrían an-
347
JACQUES-ALAIN MILLER
tes que tú, y si salen antes que tú, tu razonamiento se derrumba, porque
no hay barrera del tiempo, no hay medida objetiva del tiempo.
Estamos exactamente aquí en el tiempo de la urgencia porque se
trata de una conclusión a la que no se puede llegar sino en un momen
to dado. Por consiguiente, es preciso comprender el valor que tiene
ahora el momento de concluir, que n o se sitúa en la objetividad del
tiempo donde tendrían un pequeño casillero que sería: "Señor, llegó el
momento de concluir". No está el O tro delimitándoles el espacio y el
momento en el que se los invita a concluir, por favor, y entonces habría
una casilla objetiva donde la conclusión vendría a inscribirse. Por el
contrario, aquí la conclusión está intrínsecamente ligada al momento
en el que se la alcanza, y si en ese m omento el sujeto deja pasar la oca
sión de concluir, no podrá ya concluir más válidamente.
Lacan procura extraer de este sofism a una urgencia que tiene un es
tatuto objetivo, es decir, una urgencia del proceso lógico como tal. El
sujeto no tiene más derecho a esperar para concluir y, en consecuencia,
el tiempo apremia, no en el sentido psicológico, sino porque los mis
mos datos del problema obligan a no retrasarse, porque el retraso en
gendra el error. Si ocurriera que los otros salen antes que él (que el su
jeto), no podría concluir válidamente que es blanco, estaría obligado a
concluir que es negro. Por ese hecho, a diferencia del tiempo preceden
te, podemos decir que el sujeto lógico es un sujeto que está en compe
tencia con los otros dos, y, por consiguiente, está aislado frente a su re
ciprocidad. Lacan irá incluso hasta ver en ello el ejemplo del nacimien
to del sujeto lógico fuera del a-a', del tiempo para comprender.
Tenemos aquí tres tiempos de estructura diferente: el tiempo del
instante, que marca el comienzo, la base del proceso lógico; la urgen
cia final y, en cierto modo arrinconado entre el instante y la urgencia,
ese tiempo para comprender que podría ser indefinido -cada uno pre
guntándose si el otro se mueve, dependiendo del reconocimiento que
el otro hace de él-. Y Lacan dice en u n momento que ese tiempo para
comprender queda "como aspirado entre el instante de un comienzo y
la prisa de un fin", y con el movimiento de la conclusión "estalla como
una pompa". El tiempo para comprender es como esa pompa de tiem
po, de reciprocidad, de bloqueo m utuo, que resulta perforada por la
urgencia de concluir en el buen momento... Un poco tarde.
3 de mayo de 2000
348
XVII
La pulsación del tiempo lógico
349
JACQUES-ALAIN MILLER
350
LA PULSACIÓN DEL TIEMPO LÓGICO
351
JACQUES-ALAIN MILLER
{movimiento, detención)
Esta propiedad resulta destacada a partir del caso de los dos prisio
neros. Recuerdan cuál era el razonamiento: dado que el otro no se va
de inmediato, concluyo que no soy negro y entonces soy blanco y me
voy. En ese momento, al constatar que la evidencia sobre la que me ha
bía fundado, a saber, que el otro no se movía, queda invalidada porque
el otro también se pone en movimiento, mi conclusión se desvanece,
yo me detengo. Cuando constato entonces que el otro se detiene en su
movimiento, debo concluir que su movimiento no estaba fundado en
la evidencia perceptiva de mi color, sino en el dato de mi inmovilidad,
en el dato de mi propia espera. A partir de ese momento, el mero he
cho de que el otro se haya detenido, el solo hecho de que se haya pro
ducido "movimiento, detención" del otro, basta para imponerme la
conclusión: si se detuvo, es porque soy blanco como él. Y a partir de
ese momento, después de haber marcado como el otro un tiempo de
vacilación, de detención, me lanzo, no vacilo más, salgo. Y ahí, como
lo subrayé la última vez, alcanzo una conclusión inmune a la acción
del otro.
Mi primera conclusión se fundaba en el hecho de que el otro no se
movía, por consiguiente estaba a merced del hecho de que el otro co
menzara a moverse. Mi primera conclusión dependía del otro, mien
tras que la segunda, después del tiempo de detención marcado, es in
mune a la acción. Esto que permite decir que la conclusión número
uno es subjetiva e incluso intersubjetiva, mientras que la conclusión
número dos ya no lo es, está objetivada.
Esto es lo que le interesa a Lacan en este sofisma de "El tiempo ló
gico...", esta transmutación de la conclusión, su cambio de estatuto, la
emergencia de esta división de la conclusión -que no invalida el hecho
de que la primera sea una conclusión, pero dispone un intervalo con
clusivo donde la primera conclusión resulta todavía sometida ella mis
ma a un proceso lógico-. Hay un proceso lógico propio a la conclusión
que se aloja en el intervalo entre las dos conclusiones.
352
LA PULSACIÓN DEL TIEMPO LÓGICO
353
JACQUES-ALAIN MILLER
354
LA PULSACIÓN DEL TIEMPO LÓGICO
355
JACQUES-ALAIN MILLER
356
LA PULSACIÓN DEL TIEMPO LÓGICO
priva de una parte del goce de la identidad. Hay derto aspecto de este
orden, máscara de hierro virtual, en la posición del analizante.
En la experiencia el sujeto siempre está con su disco negro -según
él cree, porque no lo ve, y esto se reduce, en definitiva, a atribuirse el
disco negro, lo que hace que los otros hayan salido desde hace ya lar
go tiempo, a parte del analista-, cuando sale, sale con su disco blanco,
sale "blanqueado", lavado de su pecado, sale esencialmente siendo co
mo todos los demás. Se reúne con los otros afuera. Es la diferencia en
tre la prisión de Lacan y la caverna de Platón. En la caverna estamos
con todos los demás cautivos de las apariencias, mientras que sólo el
filósofo llega a deslizarse fuera de la caverna de Platón. En la prisión
de Lacan, en cambio, se está solo, cada uno está solo con el Otro, que
no es sino la proyección, la exfoliación de su propio no-saber, y con
sombras de pequeños otros que uno arrastra consigo desde siempre. Y,
además, de la prisión de Lacan uno sale para estar con todos los otros,
para estar en la Wirklichkeit (realidad), la efectividad del discurso uni
versal. Allí están animados por un movimiento inverso.
Todo cuanto acabo de decir, que procuro hacerles pasar, es para lle
gar al pase, en tanto que obedece a la misma lógica que la del sofisma.
Ustedes llegaron a la conclusión, a su conclusión, no queda nada
por decir a ese que no existe, pero es preciso todavía que esa conclu
sión sea desubjetivada. Y por eso Lacan inventó ponerlos con otros
dos, el primer pasador, el segundo pasador. Inventó insertarlos enuna
temario para que vuelvan a dar una vuelta, en la segunda fase lógica
del proceso que, por muy breve que sea en relación con la primera fa
se que es el análisis como tal, es necesaria, sin embargo, para obtener
la desubjetivacion de la conclusión a la que llegaron. Claro está, no es
exactamente el sofisma de los tres prisioneros, puesto que es necesario
que haya aquí uno que explique a los otros dos cómo llegó a su con
clusión subjetiva. Esto lo distingue claramente de los otros dos. Sin
embargo, no resulta excesivo aproximar esta situación del pase -el pa
sante, los dos pasadores- al sofisma de los tres prisioneros, en la me
dida en que es esencial allí para Lacan que los tres sean parecidos, en
tanto que los tres resultan definidos por el mismo predicado de ser
analizantes. Tres analizantes juntos y se trata de que uno demuestre a
cada uno de los otros dos analizantes que cuenta con el saber que ellos
buscan acerca de sí mismos, es decir, que les demuestre que ya salió de
su prisión, de la prisión de su fantasma, mientras que cada uno de
ellos está aún en la suya propia, en su prisión.
357
JACQUES-ALAIN MILLER
pase
------- s
O V — __V
©
conclusión conclusión
anticipada desubjetivada
358
LA PULSACIÓN DEL TIEMPO LÓGICO
tica deslocalizada que inspira una producción muy a lo lejos del lugar
donde Lacan la inventó, al punto que, por lo demás, eso que se produ
ce en el mundo vuelve a Francia, a París, exigiendo que nos pongamos
al compás de lo que se practica en otros lugares. ¡Linda historia! Es ne
cesario constatar que hasta el presente en ningún sitio -n i siquiera el
propio Lacan- se pudo dejar que sean los pasadores quienes decidan
acerca del pase. Pero la lógica que expongo, evidentemente, comporta
que la conclusión de verificación sea alcanzada por los pasadores, de
jando al otro adelantárseles. Y ese era, sin duda alguna, el ideal lógico
de Lacan en cuanto al pase. Es así como podemos descifrar las indica
ciones que nos quedan sobre su primer movimiento, que debió conte
ner, ante los gritos airados del Comité de los Directores de Prisión. La
mutual de los Directores de Prisión dijo: "Si dejamos que los prisione
ros se entiendan entre ellos para salir, nos vamos a quedar sin trabajo".
Y entonces, por supuesto, se agregaron funciones, se le hizo un lugar a
la mutual, diciendo: "¡Bien! Los prisioneros -los que queden- tendrán
que contarles toda la historia, para que ustedes estén de acuerdo". To
da la historia, esencialmente la segunda parte del proceso lógico. Es
decir, tendrán que contarles cómo fueron convencidos en un sentido u
otro. Porque incluso con el agregado d e la mutual directorial, eso que
Lacan entendía que los pasadores transmiten, es su conclusión.
En la práctica esto se degradó. Otro tanto ocurre s¡ tratan de hacer
la experiencia de los tres prisioneros, n o hay ninguna oportunidad de
que resulte si no marcan por lo menos objetivamente los tiempos. En
todo caso, en cuanto a los tres prisioneros, no hay que contar con ellos.
Evidentemente, el proceso lógico d el pase, tal como Lacan lo in
ventó, se ha degradado; él mismo debió autorizar una degradación de
ese procedimiento. Los pasadores, además, en lugar de transmitir lo
que tienen que transmitir, esto es, su conclusión, tuvieron tendencia a
transmitir los datos, los datos objetivos del caso, y, por esa vía, evi
dentemente, el acento se desplazó sobre el jurado, que tomó más im
portancia. La naturaleza, el soporte lógico mismo del pase como tal se
vio alterado.
Para que el soporte lógico del pase sea -si tal cosa es concebible-
restituido, lo esencial son los pasadores. Son necesarios pasadores de
pura lógica. Son necesarios pasadores d e pura lógica que puedan apre
ciar si el pasante es también de pura lógica. Son pasadores, en efecto,
como lo subrayaba Lacan, que constituyen la pmeba del pase, no los
jurados. Es la inmersión del pasante en un ternario donde él es uno en
359
JACQUES-ALAIN MILLER
un grupo de tres, donde los otros dos son pasadores. En esa inmersión
de su condición, de su articulación, según la cual él es uno en un gru
po de tres, donde los otros dos son pasadores, en esa inmersión con el
par de pasadores, con B y C, es que existe el pase.
El jurado, en esta óptica -por supuesto exigente-, debería sólo san
cionar la conclusión de los pasadores, debería sólo marcar, registrar, eva
luar, pero, para poder evaluarla, sería necesario que se le presente una.
Entonces, tendría que validar el resultado de la prueba, mientras que, tal
com o se lo practica en todas partes, y sin duda desde siempre, el resul
tado de la prueba no se constituye a la salida del pasaje por el jurado.
Entonces, el problema planteado, y que hace del pase de Lacan un
sofisma, es el de la selección de los pasadores. Es el escollo al que se
llega, quizá, después de un tiempo suficiente de práctica, y que de
mandaría ser reconsiderado y estudiado.
Para paliar la delicadeza o las flaquezas de esta selección, el jurado se
adelantó en todos lados, pero modificando la naturaleza de la prueba.
? < •
? < O
360
LA PULSACIÓN DEL TIEMPO LÓGICO
? <OQ
? <o*
? <ÜO
Me digo que esos otros dos ven: o bien un blanco y un negro, o bien
dos blancos. Lo que sé de golpe cuando veo dos blancos es que no habrá
salida instantánea. Lo sé porque veo dos blancos y sé que ninguno va a
salir enseguida. La cuestión es cuando los otros dos -B y C - vean que no
hay conclusión instantánea, ¿saldrán? Si salen, entonces, es porque yo
soy negro, porque ¿qué se dirán para salir? "A es negro, si yo también lo
fuera, el tercero lo hubiera sabido de inmediato y se hubiera ido, y no lo
hizo." Por lo tanto, el sujeto sabe que no hay salida instantánea, lo que
tiene que observar es lo siguiente: qué hacen B y C después de haber vis
to que no hay salida instantánea, ¿acaso eso les permite salir?
Entonces, si B y C no salen después del "enseguida", es decir, des
pués de haber eliminado la hipótesis de la partida del tercero, es por
JACQUES-ALAIN MILLER
que soy blanco. Dicho de otro modo, como no hay tiempo objetivado,
si no salen antes que yo, entonces salgo. La fórmula muestra ya su fra
gilidad. Pero indica bien que hay tres salidas diferentes. Tenemos la
primera salida, la que no se produce en el caso en el que veo dos dis
cos blancos: la salida inmediata, llamémosla salida súbito. Esta no se
produce. A continuación, es necesario ver si se produce la salida post-
súbito. Constato que no se produce, entonces salgo en la salida post-
post-súbito. Evidentemente, pueden apreciar que esto reposa sobre cier
ta duración en la que evalúo... Aquello que tiene el aspecto más objeti
vo es la diferencia entre súbito y post-súbito. Mucho más compleja es la
diferencia entre post-súbito y post-post-súbito, porque se trata de la dife
rencia objetiva entre post-súbito y post-post-súbito. Ustedes ven que aquí
comienzo a encontrar un lenguaje más simple.
Los clásicos como Queneau, por ejemplo, se oponen y dicen: "Bue
no, hay que dejar de lado esta historia, no es posible resolverla porque
no se llegará nunca a hacer la diferencia entre el post-súbito y el post-
post-súbito, eso no existe". Lacan, por su parte, afirma que eso se pro
ducirá en un momento dado, y se producirá al mismo tiempo para to
dos, puesto que se trata de sujetos de pura lógica. Es necesario ver pa
ra qué sirve entonces el axioma según el cual "son sujetos de pura ló
gica". En ese punto, me llevó tiempo darme cuenta de este asunto, por
que el hecho de decir "son sujetos de pura lógica" reintroduce un sin
cronismo obligado entre los tres, que compensa el carácter no objetivo
de los tiempos del razonamiento.
Decir que son sujetos de pura lógica quiere decir que van a actuar
siempre juntos. No sabemos cuánto tiempo necesitan para razonar, pe
ro lo harán en un mismo tiempo. Entonces, finalmente, esto introduce
un sincronismo que reobjetiva la duración, sin que nos demos cuenta
de ello.
Las vacilaciones son las siguientes. Me detengo, por lo tanto con
cluí. Me detengo porque ellos no se movieron; si se movieron, me pre
gunto, en mi lenguaje, en mi metalenguaje, "¿los otros dos salen en
post-súbito o en post-post-súbitol". Por eso me detengo, porque esta eva
luación es discutible, muy discutible.
Sólo que, en ese momento, constato que también ellos se detienen.
Me digo entonces -v oy muy rápido, porque soy un sujeto de pura lógi
ca-: si es en post-súbito que los otros salieron, el solo hecho de que B se
haya detenido demuestra a C que él mismo no es negro -es decir, en ese
momento nos encontramos nuevamente en la situación de los dos pri
362
LA PULSACIÓN DEL TIEMPO LÓGICO
363
JACQUES-ALAIN MILLER
com o dice Lacan, aunque form alm ente se pueda, esto se hace muy di
fícil de objetivar a partir del momento en el que hay más de tres prisio
neros. A pesar de todo hay un m om ento en el que se van a quedar ahí
sin saber qué hacer.
Dicho de otro modo, la diferencia entre la detención y la duración
de la detención es la siguiente: la duración, en el sofisma de Lacan -p o
dríamos quedarnos con esto-, no es u n dato numérico. Lo sería si hu
biera un reloj que funcionara para decir que se terminó el round.
La duración, entonces, no es un dato numérico; el único dato numé
rico es el hecho de la detención. Entonces, el tiempo está, en cierto mo
do, dividido en dos. Está la parte no numérica -la duración- y la par
te numérica, que es el tiempo de detención.
En ese punto contamos cuántas veces se detienen. En el caso de los
dos prisioneros, se detienen una vez; eso basta para eliminar la ambi
güedad, como ya lo mostré. En el caso de los dos prisioneros se van a
detener dos veces y se llega, con dos, a la conclusión objetiva. Se cuen
tan las veces en que ellos se detienen.
Las mociones suspendidas, entonces, son diferentes en cada caso.
C on los tres prisioneros, la primera m oción suspendida dura mientras
que la segunda dura, es decir, la salida se hace en post-súbito. En la
segunda moción suspendida, en cam bio, la nueva partida se hace en
súbito.
Lacan señala esto diciendo que hacia el final reencontramos la ins
tancia de la mirada, reencontramos la salida en súbito, simplemente
después de la cuenta dos.
Hay allí una transmutación. Detenerse y ponerse en movimiento es
reversible. Pero el puro hecho de detenerse es irreversible como reali
dad contable. Esto es, hay un punto, tal como Lacan lo introduce, en el
que el tiempo vira hacia la contabilidad. Se trata de un viraje del que
Lacan hablará en otros contextos y que aquí podemos ubicar muy pre
cisamente. De allí Lacan extrae su doctrina del tiempo, según la cual,
por supuesto, el tiempo no es una sim ple sucesión cronológica, una
sim ple realidad susceptible de tomar diferentes cualidades psicológi
cas, aunque haya una psicología del tiempo.
Su conclusión, eso que procura demostrar, es que hay tiempos dife
rentes que son estructuras lógicas y subjetivas distintas. Se sirve de lo
que encontramos a lo largo de esta exploradón para mostrar que no hay
allí simplemente -como se sabe con la psicología- diferencias cualitati
vas del tiempo, sino que hay diferencias estructurales de los tiempos.
364
LA PULSACIÓN DEL TIEMPO LÓGICO
365
JACQUES-ALAIN MILLER
366
LA PULSACIÓN DEL TIEMPO LÓGICO
A B ó C
TPC TPC
367
JACQUES-ALAIN MILLER
La salida de la ambigüedad
[...] tiempo, en efecto, para que los dos blancos comprendan la situa
ción que los coloca en presencia de un blanco y de un negro, aparece
al sujeto que no difiere lógicamente del tiempo que él ha necesitado
p ara comprenderla, puesto que esa situación no es otra que su propia
hipótesis.
A B 0 C
368
LA PULSACIÓN DEL TIEMPO LÓGICO
rían antes que él, es decir, si él fuera negro ellos concluirían en vosi-sú-
bito y él un tiempo después. Dice Lacan:
[...] si esta hipótesis es verdadera, los dos blancos ven realmente un ne
gro, no han tenido pues que suponer ese dato. Resulta pues de ello que,
si tal es el caso, los dos blancos se le adelantan en el tiempo de compás
que implica en su detrimento el haber tenido que formar esa hipótesis
misma (página 196).
Lacan se ubica exactamente en este límite, que hasta hace reír, entre
el post-súbito y el post-post-súbito. Si esta hipótesis es verdadera, ellos
salen antes que yo; es preciso entonces que concluyan antes que yo. Si
lo hacen, si quedo en la estacada en cierto modo, entonces esta hipóte
sis es verdadera.
En otras palabras, debo concluir en ese momento, y se trata aquí de
una presión objetiva del tiempo. Es decir, una vez que verifiqué que se
superó el post-súbito, entonces es necesario que concluya. La conclu
sión resulta formulada entonces en una estructura temporal objetiva
que comporta la urgencia. En cierto modo, la estructura del tiempo
para comprender comporta la espera. La estructura objetiva del ins
tante de la mirada supone: "No me ocupo de nada y me voy", com
porta el instante. La estructura del tiempo para comprender, compor
ta el tiempo de espera. Mientras que la estructura temporal objetiva de
la conclusión comporta la urgencia por concluir, eso es lo que Lacan
llama el momento de concluir. Por lo tanto, esto concierne -quizá no
lo vi tan claramente antes- a la conclusión anticipada, la conclusión
número uno. No puede concernir sino a esta conclusión, puesto que la
segunda conclusión está objetivada, mientras que la primera depende
de lo que hacen los otros, la última no depende más de ella. La conclu
sión número dos no depende más de lo que hacen los otros. Entonces,
lo que Lacan llama el momento de concluir es una propiedad de la
conclusión número uno, de la conclusión anticipada. Y es el punto cul
minante de la tensión temporal, es decir, es el punto en el que se se
guirá la distensión del acto, a saber, ponerse en marcha, detenerse,
etcétera. El momento de concluir es el punto culminante de la tensión
temporal, a partir del cual tendrá lugar la distensión y su desarrollo
marcado por escansiones.
Entonces, al momento de concluir le corresponde una forma subjeti
va propia, una emergencia de la subjetividad bajo una forma distinta.
JACQUES-ALAIN MILLER
370
LA PULSACIÓN DEL TIEMPO LÓGICO
10 de mayo de 2000
371
XVIII
El momento de concluir
373
JACQUES-ALAIN MILLER'
del todo claro y es preciso dejar que repose antes de retomar el asun
to.
Tengo la impresión de haber encontrado, recién esta mañana, las
fórmulas simples, serenas, que me parecen del todo satisfactorias.
Quizás esto se relacione con el hecho de haber pasado la mayor
parte de la noche redactando algo del todo diferente, a saber, una car
ta interminable para nuestros colegas de Venezuela, que atraviesan un
momento crítico en el proceso de formación de su escuela. Es un ejer
cicio que reclamaba un buen conocimiento de los diferentes documen
tos que habían sido intercambiados entre ellos en el curso de la última
semana. Pero, evidentemente, todo el estudio que había podido hacer
de "El tiempo lógico..." me resultó, para esa redacción y para ese mo
mento que urgía, de suma utilidad. Tuve entonces la impresión de po
ner en acto, en tiempo real, el saber aparentemente abstracto que había
tratado de articular aquí.
Entonces, en cierto modo, estuve en el tiempo lógico durante siete
horas de tiempo, sin tocar esa cuestión y después, en definitiva, fue el
tiempo lógico el que vino a hablarme, y lo hizo con fórmulas simples
que parecían aislar exactamente aquello que constituye el hueso duro
de las afirmaciones de Lacan, a saber, el tercero de los tiempos que dis
tingue como tal y que es el momento de concluir.
374
EL MOMENTO DE CONCLUIR
375
JACQUES-ALAIN MILLER
ioria -que podría convertirse en mito, por qué no, del sofisma de Lacan-
los tres triunfan juntos. La historia nos cuenta el triunfo lógico de los tres
juntos, lo que pennite señalar de pasada ese rasgo de la historia sofísti
ca: no se trata de un juego de "suma cero". Lo que en la teoría de los jue
gos se llama "juego de suma cero" es un juego en el cual lo que uno ga
na el otro lo pierde. Y, por lo tanto, están en competencia obligada con
el otro o los otros, con el adversario. Por ejemplo, el poker es un juego a
suma cero. Ustedes pelan a los adversarios o ellos los pelan a ustedes.
Por el contrario, aquí, estamos en un modelo de juego que no es de
"suma cero". Aquí, esencialmente, cada uno juega contra el Otro del
problema mismo y pueden muy bien ganar -es lo que ocurre en la so
lución lacaniana- los tres la libertad que les concede el Otro, por lo tan
to ganan a expensas del Otro la libertad que está obligado a conceder
les como una ganancia del juego.
Sería del todo diferente si tuviéramos otro problema -sería necesa
ria otra formulación u otra distribución d e los discos-, en el que, por
ejemplo, quedara incluido que uno solo d e los tres ganará su libertad.
Es lo que ocurriría si los otros dos tuvieran un disco negro -entonces
habrían sido distribuidos todos los discos negros-, sólo uno tendría un
disco blanco y lo sabría de inmediato a la vista de los otros dos discos
negros. Si hubiéramos hecho una historia según el modelo de que uno
solo ganará su libertad, el segundo tendría una reducción de la pena y
el tercero quedaría en prisión hasta el fin d e sus días, se trataría de una
historia diferente. Esta historia, en cambio, es del siglo XX. El siglo XX
es una época muy remota, puesto que es y a más que hace poco, es an
taño, pero se ve bien la diferencia de esta época con el siglo XVII. Aquí,
precisamente, no se pelean entre ellos, au n cuando la historia instale
una tensión intersubjetiva.
Hacer que los prisioneros se peleen entre sí, ¡es un goce romano!
Era lo que organizaban los romanos en su circo, haciendo que los gla
diadores combatieran y obteniendo de a llí un goce formidable al ver
cómo los prisioneros se degollaban entre sí.
Algo de esa problemática de barbarie queda, por otra parte, en la
historia de los Horacios y de los Curiacios, puesto que se pone mucho
cuidado en explicarnos los lazos de fam ilia establecidos entre unos y
otros - y el placer consiste en introducir la guerra en ese pequeño nido
de am or-.
Al respecto, evidentemente, la historia d e los Horacios y los Curia
cios es lo contrario de Romeo y Julieta, donde, al comienzo, tenemos la
376
EL MOMENTO DE CONCLUIR
377
JACQUES-ALAIN MILLER
378
EL MOMENTO DE CONCLUIR
uno, sino tres, tallados según el mismo patrón, y se los puede contar, or
denar: uno, dos, tres. Y si agregan este ordenamiento, asignándoles or
dinales o -lo que viene a ser lo mismo—letras del alfabeto según su or
den canónico, A, B, C, obtienen una diferenciación relativa a la inter
vención de ustedes en la historia, pero en sí mismos ellos no cambiaron.
Al mismo tiempo, pongamos atención en el hecho de que cada uno
es un centro de perspectiva, y ese centro -y a tuve la ocasión, en otro
contexto, de hablar de ese centro o descentración posm oderna- es fun
damental en la historia, aun cuando se destruyan todos los centros que
se quieran. Era lo que traducía con m i pequeño símbolo que indicaba
cuál era el espectáculo del mundo que se ofrecía a cada uno y que ha
cía que cada uno sepa algo de los otros dos -e n el que cada uno inclu
so supiera todo lo que se puede saber d e los otros dos-, respecto al dis
co que ellos tienen, y que, al mismo tiempo, hay algo que no sabe res
pecto de sí mismo.
? <00
A B C
? <00
í B A
!----- < O 0
C A
< 0©
379
13
JACQUES-ALAIN MILLER
380
EL MOMENTO DE CONCLUIR
381
JACQUES-ALAIN MILLER
racios y los Curiacios. Tienen los tres prisioneros y los tres discos. To
do juega sobre las relaciones de los tres prisioneros y los tres discos, y
un disco oculto para cada uno. No es el mismo, pero de hecho en la
historia es lo mismo, es el disco blanco.
El disco blanco es sustancialmente el mismo y resulta sólo numéri
camente diferente, porque hay tres de ellos asignados a A, B y C. El
disco representa la identidad de pura lógica de cada sujeto.
Precisamente de eso se trata: alcanzar el tercer disco, el que tienen
en la espalda. Ven los dos, que son blancos. Hay que alcanzar el tercer
disco, el que tienen en la espalda, el tercer Horacio. Salvo que ese dis
co permanece tranquilamente en sus espaldas. El disco no pone sus
pies en polvorosa como no sea con ustedes mismos.
Dicho de otro modo, en esta historia, está la función del tercero, la
función del menos uno pero también la función del tercero. Se trata de
llegar al fondo del misterio que representa el tercer disco, ese que tie
nen pero no ven. Entonces cuentan un disco blanco, dos discos blancos
y tres. ¡Ah! No sé si es blanco o negro.
Este es precisamente el problema de los tres discos, como el de los
tres cofrecillos, en la medida en que el tercero es también una función
distinguida, no sólo el menos uno. Se trata de calar de una parte a otra
ese maldito tercer disco que llevan en la espalda. Por lo demás, es el
lugar normal de los discos -se dan en llamar así-. Se trata de calarlo
sin verlo, es decir, se trata de poner el saber en el lugar del ver, de lo
grar, a través de la mediación del saber, suplir esta inmediatez del ver,
que, en este caso, no les es acordada.
Verdaderamente es una metáfora donde queda indicado que el ver
se sustituye por el saber. Un proceso epistémico sustituye al dato per-
cetivo. Cada uno de los prisioneros es un cofrecillo en sí mismo, un co
frecillo que contiene un disco que no conoce. A los otros puede leerlos
como libros abiertos, él ha abierto el cofre -desde siempre es muy im
portante lo que hay en los cofrecillos-. Por otra parte, en la representa
ción de la Venus de Urbino, comentada por Daniel Arasse en una reu
nión, éste daba la mayor importancia al cofre que se abre al fondo, así
como consideraba la imagen que se ve en primer plano como la figura
que de hecho es dibujada en el cofre abierto al fondo.
En la historia de los tres prisioneros, cada uno de ellos es un cofre
para sí mismo. Los otros son cofres abiertos, él sabe lo que tienen en la
espalda, mientras que para sí mismo es un cofre cerrado, puede siem
pre preguntarse qué criatura van a hacerle a sus espaldas.
382
EL MOMENTO D E CONCLUIR
(a)
383
JACQUES-ALAIN MILLER
precisamente, para saber lo que uno m ism o tiene en el vientre, son ne
cesarios los otros. Es la época del psicoanálisis.
Es preciso que acelere. El sujeto de pura lógica aparece allí, en esa
zona que es la del aporte más específico de Lacan, el más verdadera
mente lacaniano, como el efecto de configuraciones lógicas sucesivas.
Es necesario ver eso. El sujeto emocional -comencemos por ah í- nece
sita de los otros, necesita el otro que lo hace llorar, reír, saltar de ale
gría, ahí nos damos bien cuenta. Nos decimos que el sujeto de pura ló
gica se burla de todo el mundo. ¡En absoluto!
El sujeto de Lacan, si !o tomamos com o corresponde, es un sujeto
estrictamente definido por la configuración lógica con la que se rela
ciona. Eso queda establecido. Tenemos, por ejemplo, para tomar lo
más simple, dos prisioneros. Uno ve el negro, el otro ve el blanco.
? < © ? < O
? < • ? < O
? < © •
Pues bien -lo dije un poco rápido la última vez porque estaba aún
tomado por la historia-, Lacan confirma esta configuración de un su
jeto. Es decir, detalla lo que comporta lo que nosotros traducimos por
una salida -el sujeto puede salir enseguida o no-. Lo detalla al señalar
que hay un dato, por ejemplo que no hay sino un disco negro en el jue
go, veo un disco negro -dato perceptivo: ver un disco negro- y conclu
yo que soy blanco. Esa es una configuración puramente significante
que les dará una perspectiva estructurada en una conclusión.
384
EL MOMENTO DE CONCLUIR
Ahora, como lo hice la última vez, ¿cuál es el tiempo lógico que es
tá en relación con esto? -pregunta que también es de Lacan- Pues
bien, el tiempo lógico del que se trata en este asunto tiene el mismo es
tatuto que el sujeto. Esto nos permite advertir la historia de "El tiem
po lógico...": el tiempo en sí mismo es un efecto de la estructura signi
ficante. Esto no fue dicho. El tiempo no es el contenido universal: se
van a despachar pedacitos bajo los auspicios del time is money. El tiem
po es un efecto de estructura. Lacan trae aquí la noción de tiempos
subjetivos diferenciados, articulados a la lógica de! significante. Desde
esta consideración podemos llamarlos estructuras temporales. Eso sig
385
JACQUES-ALAIN MILLER
386
EL MOMENTO D E CONCLUIR
387
JACQUES-ALAIN MILLER
388
EL MOMENTO DE CONCLUIR
389
JACQUES-ALAIN MILLER
La conclusión anticipada
390
EL MOMENTO DE CONCLUIR
premisa del razonamiento? Es: "Ellos n o salen antes que yo". Y la con
clusión es: "Yo salgo". Todo el resorte de "El tiempo lógico...", que no
alcanzaba a aislar, que escapa al intento de decirlo bien, se juega allí.
El momento de concluir, en el sentido d e Lacan, supone una configura
ción lógica, una estructura significante de implicación, que se puede
representar por la implicación lógica, donde la conclusión tiene una in
cidencia sobre la premisa.
La premisa es: "Ellos no salen antes que yo". Trato de explicarlo, es
por eso que me digo que debo andar cerca de la cuenta. No sé si uste
des lo van a captar, pero digo que hasta podría explicárselo a Quine así
-y que no podría salirse con sus trucos habituales, no me diría: "Se lle
van montones de porquerías al razonamiento lógico, retírenme eso de
ahí y déjenme tranquilo"-. ¡No! Así considerado, incluso él -yo imagi
n o- es un interlocutor. El valor de verdad de la premisa, a saber, "Ellos
no salen antes que yo", depende de la efectuación de la conclusión, por
que si yo no salgo, ellos habrán salido antes que yo. El valor de verdad
de la premisa depende del valor de verdad de la conclusión. Necesita
algo como esto para representar el mom ento de concluir.
1 1 ►
V V
391
JACQUES-ALAIN M1LLER
392
EL MOMENTO DE CONCLUIR
393
JACQUES-ALAIN MILLER
394
EL MOMENTO D E CONCLUIR
17 mayo de 2000
395
XIX
El sofisma de Lol V. Stein
Éric Laurent nos hablará hoy del tiempo lógico en el pequeño escri
to de Lacan cuyo título es "Homenaje dedicado a Marguerite Duras por
El arrebato de Lol V. Stein", novela de Marguerite Duras, disponible en la
colección de bolsillo de Folio (editada por Tusquets en español). El escri
to de Lacan fue publicado, salvo error, en diciembre de 1965, en los Ca-
hiers Renaud-Barrault, que en esa época eran publicados por la compañía
de teatro de Jean-Louis Barrault y Madeleine Renaud. Encontramos en
ese escrito diversas alusiones a los trabajos de la señora Mi chele Montre-
lay, psicoanalista de la École Freudienne de París, alumna de Lacan.
En ese pequeño escrito Lacan pone en evidencia una estructura ter
naria que nos ilustra una variante de los tres prisioneros, si se quiere,
si Éric Laurent quiere, un hombre, dos mujeres. La estructura de base
está hecha, si queremos representarla según el modelo de lo que había
propuesto para el sofisma, bajo esta forma que aquí se encama con
personajes: una mujer espía, está al acecho, considerando la pareja de
un hombre y de una mujer.
• <••
$ 0a
397
JACQUES-ALAIN MILLER
398
EL SOFISMA DE LO L V. STEIN
399
JACQUES-ALAIN MILLER
SO a
S ^palabra' S (A)
vestido
400
EL SOFISMA DE LOL V. STEIN
$ vestido
cuerpo cuerpo
401
JACQUES-ALAIN MILLER
402
EL SOFISMA DE LOL V. STEIN
co
Es este objeto, donde la abertura tiene la estructura de una banda
de Mcebius y el punto de cruce entre el derecho y el revés se encuen
tra aquí figurado torpemente.
Esto es lo que, en "El atolondradicho", Lacan dice así:
Una superficie ya picada por un punto que dije fuera de línea por
especificarse con un doble lazo. Superficie, de la que puede decirse que
está hecha de líneas sin puntos, por donde en todas partes su anverso
se cose con su reverso, en todas partes el punto adicional, al poder es-
fericizarse, puede ser fijado en un cross-cap (página 54).
El ego de Lol
403
JACQUES-ALAIN MILLER
r~\
Juega el rol del hombre, del hombre que pasa su tiempo en ver y ser
visto, pero que sólo ve fuego. Y en prim er lugar, dice Lacan, ocupa so
bre todo el lugar del sujeto, es decir, el lugar de la angustia. Porque
hasta aquí lo que resulta sorprendente e s que Lol se presenta fuera de
la angustia, fuera de! sufrimiento, fuera del cuerpo. La operación de
despersonalización que tuvo lugar en la escena uno, efectivamente la
deja así.
El tiempo del sujeto: hay en primer lugar angustia cuando percibe
a Lol frente a la habitación donde se va a acostar con su amante, que
404
EL SOFISMA DE LOL V. STEIN
Disimetría
1) Angustia
2) Reciprocidad pt
3) Da a ver
presenta la mirada
405
JACQUES-ALAIN MILLER
Hold Tatiana
Mirada
Desnudez
< Yo pienso Yo soy
406
EL SOFISMA DE LOL V. STEIN
407
JACQUES-ALAIN MILLER
que el artista sea supuesto saber no implica en modo alguno luego des
vanecimientos generalizados, él sabe más que nosotros, etcétera. Bas
ta, simplemente, con alcanzar vía el pensamiento, y a través de ese dis
positivo, algo de ese saber que era supuesto.
Pero es necesario proceder de m anera tal que no se llegue a moles
tarla con la conciencia de ser en un objeto. Lacan dice, por otra parte,
que no hay por qué preocuparse, puesto que si la sublimación se logra,
en suma, ella recupera este objeto a través de su arte.
Esto pone al abrigo del tipo de efecto que había producido, como
sabemos, Sartre comentando a Genet. Lo había hecho tan bien, que le
había quitado el aliento a Genet, quien había encontrado asqueroso
que se lo comentara así. Había sido encerrado en un objeto, se había
hecho de él una vida sartreana y a continuación, Genet hizo mucho pa
ra demostrar bien que no era de ningún modo así, y que su vida no te
nía nada que ver con lo que Sartre había dicho. Pero se encontró ence
rrado ahí. Lacan había dicho, al respecto, que ella no será cargada en
un objeto, puesto que ese objeto ya está recuperado.
Se trata de una concepción de la sublimación, una teoría traída por
Lacan, teoría de la sublimación en general que opera no por una aser
ción de certidumbre anticipada, sino por una especie de recuperación
anticipada de su objeto, puesto que dicho objeto ya fue recuperado a tra
vés de su arte, antes que resulte verificado por la interpretación analíti
ca. Ya que la interpretación de Lacan verifica que ella recuperó, el obje
to, al demostrar el lugar del objeto mirada y la manera con que gana.
Entonces esta teoría de la sublim ación traída por Lacan, por la cual
todo el final, el artículo en general, queda ligado a la teoría que acaba
de exponer en El seminario 11, es aquello que Miller en su artículo so
bre "Los paradigmas del goce" subraya como la operación particular
producida en El seminario 11, por la cual, gracias a la alienación-sepa
ración, Lacan recupera la significación del goce, que había sido la del
paradigma uno.
El hecho de que Lacan traiga aquí una teoría general de la sublima
ción y la manera según la cual el analista puede interpretar al respec
to, esto se confirma, digamos que se inscribe en la línea de El seminario
11, en el que algo del inconsciente funciona como el cuerpo y que de
montarse ese dispositivo casi lógico que monta el artista, del que el ar
tista dispone para recuperar el objeto que puede perderse, pues bien,
está estructurado de igual modo que la pulsión. Aquello que satisface
al artista de una manera particular.
408
EL SOFISMA DE LOL V. STEIN
409
JACQUES-ALAIN MILLER
410
EL SOFISMA DE LO L V. STEIN
411
JACQUES-ALAIN MILLER
nario 7, La ética dei psicoanálisis, al que Lacan se refiere aquí, para reen
viar al Heptamerón. Partimos de esos grandes héroes, de esos grandes
caballeros y esas grandes damas, uno más heroico que el otro, y aquí
pasamos al objeto a, a la presentación d e este objeto que nunca llega a
ubicarse en la unión del hombre y de la mujer y que, en el fantasma, cir
cula por diferentes lugares, pero que construye, en todo caso, un ser-de-
a-tres, que no se reduce al ser-de-a-dos, pero esa es la suerte común.
Lacan persigue de este modo, o introduce, al psicoanálisis y su ca
suística en esta serie de los cursos de amor, de la recopilación de los re
latos que en una época determinada son esas historias de amor que
pueden existir, que marchan bien o m al, muy mal, y que designan to
das un punto de impasse.
Es esta estructura, el psicoanálisis, como literatura erótica -o más
exactamente, técnica erótica-, hablando con propiedad, la que toma el
relevo. En ese momento, Lacan term ina esta instalación del psicoaná
lisis en una perspectiva atea, puesto que, no podemos, como tampoco
el autor, sostener que la discordancia entre el fantasma y el objeto, ese
ensamblaje y esa discordancia, no se lo pueda conducir a la discordan
cia del alma y del cuerpo, de la psyché y del cuerpo.
Por eso no podemos, como tam poco el autor, Marguerite, sostener
nos en el mito del alma personal. Normalmente el alma personal es
aquella encargada del trabajo. El alma personal es aquella que, desde
Aristóteles y Platón, está encargada de poner de acuerdo nuestro cuer
po con el Otro. Se ocupa de eso, ya se trate de la forma del cuerpo en
versión aristotélica o en versión platónica. Y por eso Lacan termina con
una referencia a las grandes virtudes teologales, la caridad, la esperan
za y la fe. Si ustedes leyeran la literatura cristiana, sabrían que las vir
tudes teologales adaptan las facultades del hombre en la participación
de la naturaleza divina. Ellas las refieren directamente a Dios. Ellas nos
conectan directamente con el Otro y se ocupan de esa conexión. Fun
dan, animan y caracterizan las acciones mortales del cristiano -cito au
toridades eminentes-.
En síntesis, esas virtudes teologales son las que enclavijan el alma
al cuerpo. Pues bien, justamente, no podemos hacer entrar esas peque
ñas clavijas en los agujeritos pero, en cambio, Lacan se aproxima a ello.
Nosotros nos ocupamos mucho más d e las nupcias de vida vacía con
el objeto indescriptible.
La vida vacía y el objeto indescriptible es una fórmula maravillosa,
y el materna de esta fórmula maravillosa es la que dio Jacques-Alain
412
EL SOFISMA DE LOL V. STEIN
413
JACQUES-ALAIN MILLER
414
EL SOFISMA DE LOL V. STEIN
415
JACQUES-ALAIN MILLER
416
EL SOFISMA DE LOL V. STEIN
417
JACQUES-ALAIN MILLER
4 18
EL SOFISMA DE LOL V. STEIN
tar el instante mágico en el que se revela el objeto del deseo del hom
bre. Y donde se revelaría, no tanto en su provecho, si se puede decir,
no en tanto que ella sería ese objeto sino en tanto lo es otra mujer.
Puedo hacer una comparación, pienso, hablando para Éric Laurent
especialmente, en relación con lo que vimos este domingo en la ciudad
de Turín en una exposición. Estuvimos en esa ciudad en función de fi
nalidades superiores del Campo Freudiano, pero no esta prohibido irse
de juerga, aunque no a ver las chicas sino a esta exposición sobre una
chica magistral de la historia, a saber, la Condesa de Castiglione, aque
lla que Cavour con todas sus letras pagó para que sedujera a Napo
león III. Y como aprendemos en el colegio, si hoy existe la um'dad italia
na, es porque ella -es por lo menos una de las razones- hizo muy bien
su trabajo cerca del Emperador, algo de lo cual ella misma quedó muy
satisfecha, por lo demás, puesto que conservó, como lo muestra la expo
sición, el vestido que llevó en ocasión de su primer encuentro en la cama.
Dijimos: “La Condesa de Castiglione y su tiempo" porque le bastó
aparecer por todos lados para ser reconocida como la más hermosa
mujer de su época. Dejó a todo el mundo con la boca abierta, hombres
y mujeres, un solo grito, es la más hermosa. Tenemos la carta de la em
peratriz Eugenia donde evoca las bellezas del Segundo Imperio, entre
quienes se incluye, diciendo: hay una que nos supera a todas, es la
Condesa de Castiglione.
Vemos que ella también tiene una relación con el cuerpo de la mu
jer, el suyo, que provoca la admiración universal. Ella está cautivada
por el espectáculo de su belleza cautivando al hombre. Pero es preciso
ver cuáles son las modalidades que le da a eso, a saber que el sujeto ba
rrado hombre que mira ese objeto a, ese objeto soberbio, para ella es un
sujeto barrado, es decir, no gran cosa, en tanto ella atrapó su objeto a.
Todo esto ocurre, además, en el palacio del Conde de Cavour, quien
habría dicho: "Voy a meter entre las patas de Napoleón III esta belleza
nuestra y espero de ello los mejores resultados", etcétera. Hay una car
ta sensacional de la Condesa de Castiglione, en respuesta a uno de sus
admiradores, donde le dice: "Dudo mucho que pueda imaginarme sin
mis ropas fel otro debió haberse mostrado un poco audaz] porque es del to
do imposible para quien fuere imaginar la perfección de las formas de
una Florentina de antigua familia". Entonces, ella dice, verdaderamen
te: "Por supuesto, usted me admira, pero usted es un cero, un cero re
machado, un menos que nada de sujeto barrado". No agrega "sujeto
barrado" porque no hace teoría en sus cartas.
419
JACQUES-ALAIN MILLER
Al final, una vez que ya pasaron para ella quizá sus más bellos años
-n o presté atención a la fecha exactamente, tengo que leer el catálogo-,
¿en qué pasará su tiempo? En fotografiarse y hacerse fotografiar en to
das las poses y vestidos, tomando aires de vengadora, de Venus. Su sa
tisfacción, allí, es pura mirada: se ofrece para ser vista, pero habiendo
hecho el impasse sobre el hombre que mira.
Yo hablaré enseguida de la Condesa de Castiglione con más entu
siasmo que de Lol V. Stein. Es una operación muy singular, pero se ve
bien, de cierta manera -hagam os clín ica- que la identificación narcisis-
ta no se cumplió en Lol V. Stein, quien para encontrar su cuerpo, e in
cluso hasta la imagen de sí, necesita pasar por el Otro. E incluso, más
allá de la imagen de sí, para encontrar su ser, es preciso que ella pase
por el otro, mientras que la Condesa d e Castiglione no necesita a na
die. Es como lo indica el refrán: "El soltero hace su chocolate él mis
m o", la Condesa de Castiglione hace su mirada ella misma, no necesi
ta a nadie para hacer su mirada.
Hay entonces razones para compararla con la Madona de Dresde...
Encadenaremos la próxima vez con Lol V. Stein que voy a releer y
trataremos de hacer una articulación con el tema del tiempo, porque
tenemos contado el tiempo.
24 de mayo de 2000
420
XX
Angustia y tiempo
Era necesario que fuéramos tres -uno, dos, tres-, era necesario que
termináramos por ser tres. Y lo somos. En efecto, recibí días atrás una
nota de Guy Trobas, colega, viejo amigo, sobre un punto de "E l tiem
po lógico..." que yo no había incluido en mi comentario ante ustedes,
que concierne a la angustia en "El tiempo lógico...", señalado por La
can. La pertinencia de esta nota me llevó a solicitarle a Guy Trobas que
le dé cuerpo, para poder presentarles aquí su perspectiva, y que tam
bién ella entre en el debate. Nuestro debate está en el punto donde, si
ustedes recuerdan, es cuestión de Lol V. Stein, dado que Éric Laurent
la última vez nos aportó una construcción respecto del tiempo lógico
en Lol V. Stein. Como no habíamos concluido nuestro diálogo en esa
oportunidad, le pedí que completara aquí nuestro ternario, señalándo
le el interés de Guy Trobas por el término "angustia" en "El tiempo ló
gico...", término que figura dos veces en e! texto de Lacan en homena
je a Marguerite Duras.
Tenemos aquí algo que nos permite enriquecer, complicar nuestra
problemática. Voy a comenzar aportando algunos complementos a mi
pequeño speech final de la última vez; Éric Laurent completará luego lo
que le parezca oportuno y escucharemos a Guy Trobas durante apro
ximadamente media hora, para retomar los tres el conjunto al final, y
si no concluimos esta vez, tendremos la próxima.
Antes de empezar, un pequeño anuncio. Tuve la ocasión de evocar
aquí, en varias ocasiones, a veces de improviso, las relaciones del dis
curso psicoanalítico y el derecho. Es a ese título, científico, que les co
munico la información siguiente. Una causa estará en litigio el jueves
421
m
JACQUES-ALAIN MILLER
® < 9 9
422
ANGUSTIA Y TIEMPO
El gran incógnito
423
JACQUES-ALAIN MILLER
Por otra parte, me estoy enam orando de Lol V. Stein. Desde la se
m ana pasada, a fuerza d e pensar en ella, y ver que estaba extremada
m ente compuesta, sobre todo que la estructura que resultaba puesta en
e v id e n cia era del todo fundamental. Dejemos de lado los afectos du
dosos suscitados por ciertos episodios y la impostura según la manera
del autor. Estoy listo a entregar las arm as y dejarme seducir también
yo por el arte de esta construcción.
De hecho, el incógnito se sitúa entre lo s dos. Más aún, el incógnito es
uno de los dos partenaires, y es por eso que Lacan nos invita a no iden
tificar la posición de Lol con la del voyeur - y a no creer que la mirada
se encuentre en ese lugar-. Allí donde e l empleo que hace Lacan del
término "mirada" es por cierto especial, técnico., acordándose una sig
nificación que le es propia. En la lengua hablada la mirada es atraída,
fascinada por tal espectáculo, la m irada se dirige a, yo dirijo mi mira
da hacia... Éric Laurent y Guy Trobas, p o r supuesto. Allí la mirada, allí,
es simplemente el movimiento de los ojo s de ustedes.
Ahora bien, Lacan no habla de m irada en ese sentido, en tanto está
fascinada por. Llama mirada a eso que fascina y no al fascinado, y por
eso puede hacer reconocer el origen de la mirada en la mancha, en lo
que hace mancha en el espectáculo del mundo. Por eso la mirada, en
el sentido común del término tiene un alcance electivo. Eventualmen
te, con un espíritu crítico, la señora lleg a con sus más bellos atuendos,
el señor dice: "Hay una mancha aquí". L a señora no está contenta y el
señor no puede dejar de decir que hay una mancha allí, seguramente
para prestar servicio. Pero ese "no puede dejar de decir", ese "es más
fuerte que yo", señala el hecho de que e s él quien, en primer lugar, es
m irado por la mancha. Por esa vía, la de ser mirado por ella, pues bien,
tiene los ojos encima.
También para esto pueden servirnos estos ejercicios, para ser un
poco más lacanianos -¡todavía un esfuerzo para ser lacanianos!-, y que
la iniciativa está en el Otro. La mirada n o es ver, no es mirar, mover los
ojos, la mirada está en primer lugar en el Otro. Es un principio cuyas
consecuencias hay que seguir hasta el final.
Es decir, la relación fundamental es aquella que inscribe al Otro en
el lugar de la determinación, y al su jeto barrado por esta determina
ción misma en el lugar de lo determ inado.
A ----------► $
424
ANGUSTIA Y TIEMPO
A -----------►£
(a ) --------- ►
425
JACQUES-ALAIN MILLER
de los tres prisioneros años más tarde, indica con una palabra esta di
ficultad patética.
Entonces, una de las formas -e l origen de la mirada- es la mancha,
y es lo que deja a cada uno potencialmente en posición de estar bajo la
mirada del mundo. La mirada no es sólo mi propiedad, por el contra
rio, la mirada está afuera y estoy cercado por un mundo omnivoyeur,
como se expresa Lacan en El seminario 22. Deslizándose en los análisis
fenomenológicos de Merleau-Ponty que en ocasiones retomara con
precisión, el origen es la mancha, la mirada es ya una metonimia de la
mancha, una variación, y hay todavía un tercer estadio, el de la belle
za. Así como la mancha puede ser el elemento repugnante del espectá
culo, pero por eso mismo aquel que es necesario reconocer, la belleza
es la forma sublime de la mancha y, por lo tanto, se la puede ubicar co
mo un tercer estadio, después de la mancha y la mirada.
Lol V. Stein se sitúa, como una novela de la belleza, de la captación
por la belleza, por la belleza de la mirada. El propio Lacan, hacia el fi
nal de su texto dice que Lol V. Stein se inscribe precisamente en la zo
na donde la mirada se transforma en belleza, con una referencia al en-
tre-dos-muertes, una referencia a la posición de Antígona, elaborada
en La ética del psicoanálisis -q u e sería precisamente la de entre-dos-
muertes-
Entonces, podemos decir que Lol es transportada, arrancada a sí
misma por la belleza, expulsada de su propio cuerpo, como lo decía
Éric Laurent la última vez. Desde el comienzo señala que es la belleza
la que opera. Hay en El arrebato de Lol V. Stein una operación de belle
za, una operación donde la belleza es el agente y es siempre bajo el lá
tigo de la belleza, verdugo sin piedad, si puedo decir parodiando a
Baudelaire, que se desarrolla lo patético de la aventura, al mismo tiem
po que la imagen de Lol nos arrebata, es por eso que ella es arrebata
dora, dice Lacan y que, tras ella, Duras para Lacan, nos arrebata, a la
arrebatadora y a los arrebatados; es, por lo demás, un personaje típico
de Marsella, en particular. Entre los santones de Marsella había un per
sonaje, en épocas pasadas lo compré, que se llamaba Lou Ravit, que se
presenta así, divertido por el espectáculo.
¿Qué es lo que cautiva a Lol? Es la pareja, lo que tiene lugar en la
pareja, donde Lacan reconoce las funciones del sujeto barrado y del
objeto a.
426
ANGUSTIA Y TIEMPO
© < m ®
($ o a)
t í
Lol ]. H o ld Tatiana
El ser-de-a-tres
427
II
JACQUES-ALAIN MILLER
428
m
ANGUSTIA Y TIEMPO
429
JACQUES-ALAIN MILLER
430
ANGUSTIA Y TIEMPO
431
JACQUES-AL AIN MILLER
El afloramiento de la angustia
Guy Trobas: Cada uno habrá sido sensible, imagino, al toque de ale
gría que marcó los desarrollos de Jacques-Alain Miller en ocasión de
su penúltimo curso, el del 17 de mayo.
Por mi parte, esa alegría tuvo por efecto transferinne cierta agita
ción en las meninges, una agitación trabajadora, al punto que quise
transmitirle los resultados bajo la forma d e una interrogación sobre un
aspecto subjetivo del tiempo lógico.
Este aspecto es el que permite reintroducir el registro del afecto y,
por consiguiente, el de lo libidinal. E n su respuesta, Jacques-Alain
M iller me propuso retomar ese cuestionamiento para ustedes, desarro
llándolo un poco, algo que le agradezco vivamente de nuevo.
Entonces, el punto de partida de mi reflexión me fue dado por esta
descomposición del tiempo para comprender que Jacques-Alain Miller
subrayó a partir del texto de Lacan. Es u na descomposición tanto me
nos evidente por cuanto la duración durante la cual los otros dos pro
tagonistas, los dos blancos, suspenden su decisión durante un momen
to de meditación que puede ser, como lo señala Lacan, tan breve como
el instante de la mirada, entonces, esos d os tiempos no presentan en su
obligación de diferencia una heterogeneidad objetivadle susceptible de
orientar el tiempo para comprender.
Recuerdo aquí esos dos momentos, inscriptos como a y b por
Jacques-Alain Miller. a es el tiempo de espera respecto de lo que el otro
hará; b es el tiempo de constatar que el otro también espera lo que yo
voy a hacer. Señalemos de paso dos cosas. La primera es la precisión
que esas formulaciones nos aportan, que ubican en un primer plano la
espera, acerca de lo que Lacan llama la tensión temporal, dirigiendo el
movimiento lógico del sofisma.
Esta tensión temporal no sólo está hecha de la urgencia de la situa
ción concluyente, sino también de la necesidad de que en esta ur-
432
T
ANGUSTIA Y TIEMPO
433
JACQUES-ALAIN MILLER
434
ANGUSTIA Y TIEMPO
4 35
JACQUES-ALAIN MILLER
[...] el juicio que concluye el sofisma no puede ser formulado sino por
el sujeto que ha formulado su aserto sobre sí, y no puede sin reservas
serle imputado por algún otro.
436
ANGUSTIA Y TIEMPO
437
JACQUES-ALAIN MILLER
438
ANGUSTIA Y TIEMPO
439
JACQUES-ALAIN MILLER
440
ANGUSTIA Y TIEMPO
441
JACQUES-ALAIN MILLER
442
ANGUSTIA Y TIEMPO
Guy Trobas: Esto es que, sí, es cierto, la posición del analista, por un
lado, alivia la angustia, pero se ve b ien que precisamente en el acto
analítico el deseo del analista, viniendo en cierto modo como x del de
seo de! Otro, por el contrario, aporta m uy a menudo una tensión an
gustiante en los vínculos analíticos, u na tensión en el sujeto, y hasta a
veces en el mismo analista, en la medida en que no anticipa...
443
JACQUES-ALAIN MILLER
444
ANGUSTIA Y TIEMPO
31 de mayo de 2000
445
-----------------
XXI
La angustia como condición del acto
447
JACQUES-ALAIN MILLER
"L a policía está abajo", dice Lol. "No la contradigo", dice el narra
dor, Jacques Hold. "Golpean a la gente en la escalera", dice Lol. "No la
contradigo", etcétera. Cuando uno se dirige a esas últimas páginas, en
448
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
esta dirección, nos damos cuenta de que, evidentemente, hay allí ele
mentos del todo seguros del delirio de Lol. En el momento en el que
ella está con ese Jacques Hold, el amante de Tatiana, el momento en el
que el hombre, dice, la obliga a desvestirse:
449
JACQUES-ALAIN MILLER
ñas". Se trata del mismo cliché que Stendhal distribuye sin motivo y
que de ese lado de los Alpes encontrarían profundamente inmoral. Le
yendo novelas francesas -llenas de " y yo te digo, ella dice adiós se
ñor", etcétera- alguien decía: "No veo por qué esos pobres enamora
dos franceses pasan tanto tiempo en arreglar algo que debe ser el asun
to de una mañana".
Balzac se apoya entonces en la autoridad de esta italiana para redu
cir el tiempo que pasa y decir solamente; "Madame de Beauséant y
Monsieur de Nueil habitaron durante tres años en la villa situada a ori
llas del lago de Ginebra, que la vizcondesa había alquilado". El acuer
do, allí, queda tomado en un paréntesis. No hay nada para describir.
"Se quedaron allí solos, sin ver a nadie, sin hacer hablar de ellos, pa
seando en bote, levantándose tarde, felices como todos soñamos serlo".
El término de "dicha" es objeto de u na decena de páginas en Lol V.
Stein, subrayada por Catherine Lazarus-Matet. Como se trata de Bal
zac, se les describe la casa, el lago y las nubes, y después no se les dice
nada, porque no hay nada para decir acerca de este acuerdo perfecto.
Esta pequeña casa era simple, con persianas verdes, rodeada por
anchos balcones adornados con toldos, una verdadera casa de amantes,
una casa con canapés blancos, tapices mudos, tinturas frescas, donde
todo brillaba de alegría [/os objetos]. E n cada ventana el lago aparecía
bajo aspectos diferentes; a lo lejos, las m ontañas y sus fantasías nebulo
sas, coloreadas, fugitivas; por encima de ellos, un hermoso cielo; por
delante de ellos, ¡una larga capa de agua caprichosa, cambiante! Las co
sas parecían soñar para ellos, y todo les sonreía.
Estos son los párrafos de los que había guardado el recuerdo del
tiempo suspendido donde se inscribía la historia. Y, es algo que se re
pite, se vuelve a poner en movimiento, hay un párrafo de movimien
to: "Los intereses graves los obligan a l cabo de tres años a dejar ese pe
queño paraíso". Todo un párrafo para decir que es necesario vender
las tierras, volver a comprar. Y, después, recomienzan la misma vida,
esta vez en Francia, y entonces encontramos esta frase, segunda escan
sión, esta frase extraordinaria que retuve pese a todo: "Durante nueve
años enteros experimentaron una dicha que es inútil describir".
Tenemos ahí la reducción, sin la cual se observan con lupa ciertos
momentos privilegiados, en los que la relación se anuda y va a desa
nudarse. El tiempo inmóvil del acuerdo perfecto está allí, a-a', el de la
reciprocidad de los sentimientos.
451
JACQUES-ALAIN MILLER
Todo ese tiempo suspendido está hecho para introducir el fin re
pentino. "Durante algunos meses liega a la comarca una joven herede
ra de veintidós años. La madre de Monsieur Nueil, que no aprecia su
vínculo apasionado con esta mujer de mayor edad que él, lo empuja a
casarse con esta joven mujer." Madame de Beauséant escribe una car
ta muy linda a Gastón y él se dice: "Bueno, es tiempo de sentar cabe
za". Se casa con la heredera y al cabo de siete meses, se aburre mortal
mente con ella, lo lamenta, reaparece en el entorno de Madame de
Beauséant, la mujer abandonada. Madame de Beauséant le dice: "Si da
un paso más, me tiro por la ventana". Él lo toma en serio, se va, vuel
ve a su casa, toma un fusil, se mata. Y termina la novela. Queda toda
vía una página de meditación acerca del acontecimiento, pero todo es
tá hecho para traer lo súbito, el instante de la muerte. Balzac, en su úl
timo párrafo, filosofa precisamente acerca de las relaciones que puede
tener la mujer con la pareja formada por su amante y otra mujer.
Es Lol V. Stein en el siglo XIX. Y Lol V. Stein en el siglo XIX es: no
estamos de acuerdo respecto de esta historia. En cuanto a Madame de
Beauséant, seguramente ella no creyó que la desesperación de su ami
go iría hasta el suicidio, después de haberlo colmado generosamente
de amor -ese es el estilo de Balzac- durante nueve años.
Quizá pensaba que sólo ella tenía que sufrir. Estaba por lo demás en
todo su derecho de rechazar la más envilecedora de las divisiones exis
tentes y que una esposa puede soportar, por causa de importantes ra
zones sociales, pero que una amante debe tener el derecho de rechazar,
porque en la pureza de su amor reside toda la justificación.
452
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
453
JACQUES-ALAIN MILLER
Correr espantado
454
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
te del sujeto. Es decir, un acto supone que uno responde por él. Enton
ces, en la idea de responsabilidad está esta respuesta que se debe apor
tar al juicio.
El Juicio Final no es uno de esos pequeños procesos por los cuales
un vano pueblo procura maniatar el acto del otro. Sino, en efecto, pre
senta un bosquejo, un esbozo de aquello que el sujeto culpable del ac
to tendrá que decir cuando comparezca ante su creador, representado
-e s lo que tenemos a nuestra disposición- por una cámara, una corte.
Toda la ventaja, por lo demás, de las cortes de justicia, es que exis
ten; en cuanto al creador, hay ciertas dudas acerca del hecho de que se
interese mucho por las razones que puedan tener para haber hecho lo
que hicieron. Para una razón deviniente no es seguro que exista y si
existe, que se interese en ustedes como se interesa por ustedes el próji
mo.
Pero, evidentemente, esto no cambia nada el asunto. ¿Acaso no di
ce Lacan que el acto se hace para responder al Juicio Final, pero en la
perspectiva del Juicio Final? El solo hecho de que intervenga el futuro
anterior, que exista este lazo, hace que exista la perspectiva del Juicio
Final. Incluso cuando no vayan a responder ante nadie. Si son presu
midos, dirán: "Respondo ante mí m ism o". Cuando el Otro no existe, la
perspectiva del Juicio Final sigue inscrita en la estructura de la tempo
ralidad subjetiva.
Y, al respecto, es una zona en la cual, sea como fuere, avanzamos
solos, como lo subraya Lacan. Avanzamos solos en esta zona donde se
trata para el sujeto de su propia modificación a través de su acto.
Evidentemente, la perspectiva es el punto en el que el sujeto no sea
ya el agente de ningún acto, es decir, el punto aislado por Mallarmé en
su "Tumba de Edgar Alian Poe", bajo la forma del primer verso: "Tal
que en él mismo por fin la eternidad lo cam bia".
Esto dice bien que a lo largo del tiempo, a medida que cumplimos
actos, si tenemos esa desgracia o esa suerte, se puede decir: "tal como
el tiempo lo cambia en otro". Y después, es sólo al final que lo mismo
que el sujeto se vuelve su propio significante, el significante que lo re
presenta. Desde este punto de vista, m orir para el sujeto es apagarse
en el significante que lo representa. D e modo que, en tanto sujeto, pues
bien, continúa.
Esto es precisamente lo que explica Mallarmé. Una vez que ha cam
biado en él mismo por la eternidad, ocurren montones de cosas, y el
poeta -¿cóm o dice exactamente?- "suscita con una espada desnuda su
455
JACQUES-ALAIN MILLER
456
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
guir al guía. Pero lo que Lacan aísla en el sofisma de los tres prisioneros i
es, por el contrario, una conclusión cuya validez sólo se plantea bajo re- i
serva del acto que la confirme. Tal es la fórmula que según creo capta, i
captura ese momento extraño, exquisito y difícil que intentaba aislar.
Es el intervalo entre la conclusión anticipada, cuya validez pueden ’
plantear, a condición de hacer el acto que permitirá confirmarla.
conclusión
confirmación
anticipada
acto
4 57
JACQUES-ALAIN MILLER
458
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
ti t2
459
JACQUES-ALAIN MILLER
texto está construido a partir de allí-, Lacan señala que el síntoma ten
drá el espacio y la angustia tendrá el tiempo. El síntoma es asunto de
objetos internos, en el interior del espacio del cuerpo, etcétera, mien
tras que i a angustia es esencialmente "la angustia tan humanamente
abordada por Freud -com o él dice en 1948- se desarrolla en la dimen
sión temporal" (página 115). Promete, además, poner en juego a
Bergson y a Kierkegaard. Bergson, podemos entender por qué. En
cuanto a Kierkegaard, supongo que es por su doctrina del instante,
que no tuve este año la ocasión de desarrollar. Lacan evoca el temor a
!a muerte, el amo absoluto según Hegel, en el mismo contexto; es pre
ciso agregar sin duda la angustia de muerte, a la cual Freud le asignó
un destino, la angustia del tiempo. La angustia de muerte podría que
dar subsumida bajo la categoría de la angustia del tiempo, y esto nos
permitiría acordarle un lugar a esta angustia bien contemporánea, en
todo caso, sobre todo porque da lugar a toda una industria que sólo es
tá en sus comienzos, destinada a proveer objetos susceptibles de pro
teger contra la angustia del envejecimiento. Con todo, es un sector que
está recién tomando vuelo. Evidentemente, el envejecimiento es una
modificación del cuerpo, pero que, a diferencia de las modificaciones
debidas al acto, son modificaciones sin acto.
La comunión espectacular
460
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
Esto que evoco implica que no existe simplemente el lugar del Otro,
sino el Lempo del Otro, e incluso, para completar la fórmula subraya
da por Guy Trobas en lo que yo expuse, a saber, que el tiempo es el
efecto de una estructura significante, diría que el tiempo es el tiempo
del Otro. Elaborar el tiempo es elaborarlo como tiempo del Otro. El
Otro no es inmóvil, el Otro no existe, no se plantea sólo como lugar,
precisamente porque el Otro no existe o está marcado por una falta.
Cuando decimos que llena una falta, esto supone que se pone en mo
vimiento. El momento de la angustia es el momento en el que el Otro
se pone en movimiento. De modo que nos damos cuenta que los tres
prisioneros están en una situación paranoica, una situación de compe
tencia. Esta situatión de competencia que el discurso actual, el discur
so económico, está hecho para poner al sujeto en esa situación. Es lo
461
JACQUES-ALAIN MILLER
que decía muy bien el genial Andrew Grave, quien creó a partir de na
da la sociedad Intel, inside de todas las computadoras, que produce
esos chips, que desde 1971 o 1972, cuando apareció el primer artículo,
lo leí y lo traje de inmediato. Todos íbamos tener nuestras computado
ras a domicilio. ¡Qué historia! En esa época eran unas máquinas enor
mes. Pues bien, ese tipo hizo sus memorias bajo el título Seuls les para-
noiacjues survivmt [Sólo los paranoicos sobreviven], y esa es la situación de
competencia en la cual se encuentran esos sujetos que se preguntan si
es el otro quien se va a ir antes y producir la máquina que irá más rá
pido que el resto, y eso ocurre una vez cada año y medio, según un
principio empírico constatado desde hace treinta años.
Evidentemente, al final de los tres prisioneros, eran los tres blan
cos, salen todos juntos y, además, se lo puede bendecir diciendo: final
mente, pueden quedar libres los tres, es imposible arreglárselas solo,
la única manera de arreglárselas es si cada uno hace exactamente lo
que tiene que hacer, y todo eso, ¡bella armonía! Es un texto publicado
en el alborozo de la liberación de Francia y que lleva las marcas del
momento.
No está desprovisto de interés mirar a los tres prisioneros así, por
que esto nos muestra qué ocurre con la clínica de Lol V. Stein, a saber,
cuando la paranoia se deposita allí. Hay una clínica de Lol V. Stein, a
saber, ella está suspendida de un episodio fuera del tiempo; no del
acontecimiento que, por su parte, está bien situado en el tiempo, el mo
mento en el cual se hizo arrebatar su novio, está fijado en el tiempo. Pe
ro luego queda suspendida de un episodio que está fuera del tiempo y
hay marcas de esto en la novela. Lacan señala muy bien el momento
en el que felicita a Janet por haber aislado los sentimientos de persecu
ción y haber mostrado que esos sentimientos de persecución son mo
mentos de relaciones sociales. En su tesis de la época, todo el mundo
es paranoico en las relaciones sociales, en un momento u otro, no hay
sociedad sin momento paranoico. Pero, al mismo tiempo que lo felici
ta, Lacan señala que Janet no aisló un rasgo esencial: en la paranoia se
produce un estancamiento de uno de esos momentos fenomenológi-
cos. Dice entonces: "[...] un estancamiento de uno de esos momentos,
semejante en extrañeza a la figura de los actores cuando deja de correr
la película" (página 104). La detención sobre la imagen, es precisamen
te allí donde se condensa el goce de Lol V. Stein, bajo la forma de una
fijación formal que introduce, como lo señala Lacan, una ruptura de
plan y una deslocalización del espectáculo.
462
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
Dicho de otro modo, si se quiere v er esto con una mirada fría, más
o menos fría del clínico, tenemos un sujeto que padece lo que Lacan
llamaba una captación especular, una absorción especular.
Lo que resulta divertido en la historia es que, como puede apreciar
se, está normalmente en el principio d e una competencia agresiva. La
can señala bajo forma de tríada: otro, yo (moi) y el objeto, el principio
de la rivalidad y de sus formas eventualmente de celos, de persecu
ción, etcétera. Alrededor del objeto, soy rival del otro que quiere lo
mismo, con los desplazamientos posibles respecto de amar al otro que
quiere lo mismo que yo, etcétera.
Lacan lo señala como una tríada en los tres prisioneros, tenemos es
ta tríada, completamente nivelada, puesto que son todos parecidos.
Pero es lo que volvemos a encontrar, bajo otra forma, en el ser-de-a-tres
de Lol, donde tenemos también: ella, e l sujeto hombre, el objeto mujer.
Podría retomar para este ser-de-a-tres que Lacan señala en 1955, la
fórmula que él había avanzado en 1948: "[...] la tríada del prójimo, del
yo y del objeto, que, estrellando el espacio de la comunión espectacular,
se inscribe en él [...]" ("La agresividad en psicoanálisis", página 106).
Ahora bien, esta comunión espectacular es verdaderamente la mejor
manera de traducir cuál es el contenido del arrebato de Lol V. Stein.
Simplemente, lejos de que en Lol sea vivido bajo la forma de la
competencia, es vivido bajo la forma del arrebato. Y es en el momento
en el que ella se encuentra sola con el hom bre que vemos en el texto de
Duras -e l extraordinario texto de D u ra s- surgir el delirio paranoico
descarnado.
Iremos un poco más allá de las tres horas y media, voy a terminar
con esto y les voy a dejar la palabra. Quiero quedarme sobre todo con
los tres prisioneros, donde la angustia se sitúa exactamente entre el
momento en el que todo el mundo está inmóvil, es decir, el móvil com
binado a dos, donde A no sabe todavía quién es, porque no hizo nada,
y después el movimiento en el que d ebe precipitarse a toda velocidad,
y no tranquilamente. Nadie puede h acer eso con pasos contados. En
ese momento hay que correr como u n galgo.
Pero ¿no les recuerda nada esto, este lazo estrecho no sólo entre la
angustia y el tiempo, sino entre la angustia y el movimiento? Es exac
tamente en ese punto donde se inscribe la angustia de Juanita, la an
gustia mayor, paradigmática en la historia del psicoanálisis. Eso es lo
que papá logra aislar cuando le dice: "¿Pero cuándo exactamente te
da miedo el caballo?". Y allí, en una sucesión A, B, C, D, Juanita re-
463
JACQUES-ALAIN MILLER
Lacan señala, con una precisión admirable, que para que haya ace
leración, es necesario sentir una parte de la inercia vencida por el mo
vimiento. Agrega entonces que todo eso e s el caballo, el animal al cual,
entre todos los demás, se le atribuye una subjetividad. Exagera quizá
un poco, pero a! fin dice que es "un animal destinado, a diferencia de
ios demás, a saberse existir". Dice que para Juanito, en todo caso, hay
algo del sujeto en el caballo, es decir, hay una distancia entre el elemen
to sujeto, vacío que huiría a la velocidad d e la luz, y debe arrastrar su
propio cuerpo de ser vivo -esto es lo que quiere decir saber que exis
te, que hay un desfasaje entre su ser vivo y lo que en él hay de sujeto.
Y entonces, él sabe que tiene que avanzar, pero es necesario todavía
que cargue con su propio cuerpo, y además, todo cuanto los humanos
ubican detrás de él: Madame de Beauséant, Gastón de Nueil, y todo
eso. La angustia surge en esa lucha del sujeto con la inercia que arras
r
tra con él. Y esa relación entre la inercia y la exigencia de rapidez re
sulta evidentemente el punto donde la angustia se inscribe, es decir,
¿iré lo bastante rápido como para tomar la delantera?
Lacan señala también que esta angustia es no sólo la de resultar
arrastrado por ese movimiento, sino la de ser abandonado, la de que
dar a la zaga. En ese abandono, el pobre sujeto erraría el tiro, el de los
tres prisioneros: si no llegara a vencer su propia inercia, es decir, a su
primir allí el peso que constituye para él su ser de ser vivo.
Entonces, los caballos que están aquí ligados, en la frase deliciosa,
cuando Gastón de Nueil se acerca a Madame de Beauséant y le dice
con un tono delicioso -nunca sabremos cuál, evidentemente, es algo
que no puede traducirse o transmitirse a través de la literatura, pue
den aprender la frase de memoria para decirla, de todos modos no cae
rá bien por los caballos... Pueden aprenderla de memoria, pero no cap
turarán nunca el elemento que falta.
Esta ha sido mi pequeña introducción. Quizá fue un poco larga.
Bracha Lichtenberg también será un poco larga, pero vamos a escu
charla. Será necesario prestar oídos para escuchar bien. Para darles
simplemente una referencia acerca de lo que dice, para escribirlo en el
pizarrón, su idea es la de oponer dos categorías, dos estatutos de la
mujer, el que ella llama la mujer-hija y, luego, hay varios que se agre
gan, la mujer-madre, Otro, Otra cosa, etcétera. Entonces construye una
dialéctica entre esos dos estatutos de la mujer y muestra que el hom
bre no tiene gran cosa que ver al respecto. Es decir:
465
JACQUES-ALAIN MILLER
Lacan señala, con una precisión admirable, que para que haya ace
leración, es necesario sentir una parte de la inercia vencida por el mo
vimiento. Agrega entonces que todo eso es el caballo, el animal al cual,
entre todos los demás, se le atribuye una subjetividad. Exagera quizá
un poco, pero al fin dice que es "un animal destinado, a diferencia de
los demás, a saberse existir". Dice que para Juanito, en todo caso, hay
algo del sujeto en el caballo, es decir, hay una distancia entre el elemen
to sujeto, vacío que huiría a la velocidad de la luz, y debe arrastrar su
propio cuerpo de ser vivo -esto es lo que quiere decir saber que exis
te, que hay un desfasaje entre su ser vivo y lo que en él hay de sujeto.
Y entonces, él sabe que tiene que avanzar, pero es necesario todavía
que cargue con su propio cuerpo, y además, todo cuanto los humanos
ubican detrás de él: Madame de Beauséant, Gastón de Nueil, y todo
eso. La angustia surge en esa lucha del sujeto con la inercia que arras
464
í
i
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
tra con él. Y esa relación entre la inercia y la exigencia de rapidez re
sulta evidentemente el punto donde la angustia se inscribe, es decir,
¿iré lo bastante rápido como para tom ar la delantera?
Lacan señala también que esta angustia es no sólo la de resultar
arrastrado por ese movimiento, sino la de ser abandonado, la de que
dar a la zaga. En ese abandono, el pobre sujeto erraría el tiro, el de los
tres prisioneros: si no llegara a vencer su propia inercia, es decir, a su
primir allí el peso que constituye para él su ser de ser vivo.
Entonces, los caballos que están aq u í ligados, en la frase deliciosa,
cuando Gastón de Nueil se acerca a M adam e de Beauséant y le dice
con un tono delicioso -nunca sabremos cuál, evidentemente, es algo
que no puede traducirse o transmitirse a través de la literatura, pue
den aprender la frase de memoria para decirla, de todos modos no cae
rá bien por los caballos... Pueden aprenderla de memoria, pero no cap
turarán nunca el elemento que falta.
Esta ha sido mi pequeña introducción. Quizá fue un poco larga.
Bracha Lichtenberg también será un poco larga, pero vamos a escu
charla. Será necesario prestar oídos p ara escuchar bien. Para darles
simplemente una referencia acerca de lo que dice, para escribirlo en el
pizarrón, su idea es la de oponer dos categorías, dos estatutos de la
mujer, el que ella llama la mujer-hija y, luego, hay varios que se agre
gan, la mujer-madre, Otro, Otra cosa, etcétera. Entonces construye una
dialéctica entre esos dos estatutos de la mujer y muestra que el hom
bre no tiene gran cosa que ver al respecto. Es decir:
465
JACQUES-ALAIN MILLER
466
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
467
JACQUES-ALAIN MILLER
468
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
469
JACQUES-ALAIN MILLER
te, que no nos conduce al fantasma, sino "más allá: ai puro real" (11 de
junio de 1974).
Las hebras de lo Real-Simbólico-Imaginario están entrelazadas en
la trenza no solamente en una tela intersubjetiva, sino también en una
tela cross-subjetiva. Si el nudo y el "lapsus del nudo" permanecen den
tro de los límites del individuo, ligando o fracasando al ligar diferen
tes dimensiones subjetivas, un trenzado a más-de-cuatro liga los rebor
des entre varios individuos. Si entonces una mujer exhibe interseccio
nes de nudos en una tela trans-individual, una mujer, por la trenza, no
es un Otro radical sino el Otro-límite, que no se puede abordar por un
universal, sino que se puede encontrar siguiendo sus cuerdas en la tra
ma y el tejido de la tela. En otros términos; si los nudos dan cuenta de
manera enigmática del fracaso de la inscripción del deseo femenino en
el paradigma siempre y hasta sus últimas consecuencias fálico, en el
trenzado y a través de las inscripciones de los rasgos de los vínculos-
límites de uno en el otro, del lado de lo femenino, un sentido quedaría
liberado/creado/inventado/revelado o develado en ocasión de los
próximos cruces de las hebras, a condición de poder leer entre las cuer
das de un trenzado a seis, oculto bajo un ser-de-a-tres, en un tejido
compuesto por nueve hebras.
Anudados en el RSI de manera individual, el corte de una brizna
traerá consigo el desprendimiento de los otros dos y, por consiguiente,
la psicosis. En un trenzado-de-a-varios, por el contrario, puede existir
el corte de una brizna e incluso de otra, sin que el tejido se disuelva. El
trenzado, temporario por definición, logra mantenerse pese a su fragi
lidad extrema, allí donde el nudo Borromeo, estructura más sólida y
durable, se quiebra. Vemos entonces, con la trenza "mujer" la posibili
dad de mantener en el mismo conjunto de una subjetividad tempora
riamente reunida, allí donde en el nudo, para el sujeto-"hombre", bien
separado de sus otros "arcaicos", ya habría psicosis. Podemos ver en
Lol una persona en búsqueda de compartir temporariamente una sub
jetividad así trenzada, suspendida fuera de la psicosis tan prolongada
mente como una trenza-entre-varios pueda sostenerse. De ese trenza
do, ella puede aun salir sólo neurótica, en ciertas condiciones. Pode
mos recordar las palabras tan justas de Marguerite Duras para descri
bir esta suspensión fuera de la locura, pero en sus bordes: "Lol es ap
ta para el asilo pero no está loca".
En ocasión de un encuentro con-en lo femenino concebido como
un trenzado-entre-varios, las huellas de lo inmemorial pueden ser
471
JACQUES-ALAIN MILLER
1. Parlétre, condensación entre parler, hablar, y étre, ser, que significa "ser que habla".
[N. de la T.]
472
r
473
JACQUES-ALAIN MILLER
474
-
475
JACQUES-ALAIN MILLER
Escansiones
476
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
477
JACQUES-ALAIN MILLER
478
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
que creo que es exactamente así como Lol es presentada. Aquí, funcio
na: Lol, de hecho, no es loca, lo será...
8 SO a
pardales SSSSSSSS no-mirada
Brocha Lichtenherg Ettinger: Es por eso que dije que en realidad po
demos interpretar a Lacan, pero quizá contra su voluntad, con aquello
que avanza años después, a partir de 1965...
479
JACQUES-ALAIN MILLER
Bracha Lichtenberg Ettinger: Quiero decir algo que parece muy im
portante y es una de las razones por las cuales quería intervenir. Es que
procuro decir que, en esta diferencia, si los miramos bajo el ángulo de
hija-madre y no de niño-madre, niño...
Bracha Lichtenberg Ettinger: No, pero Duras tiene esto que dice acer
ca de Anne-Marie Stretter, que era una madre, no-mirada y después
nada más...
480
LA ANGUSTIA COMO CONDICIÓN DEL ACTO
7 de junio de 2000
481
XXII
El instante eterno de Lol
483
JACQUES-ALAIN MILLER
bastara, esos tres jueces eran mujeres. Pude así apreciar en los hechos
aquello de lo que les hablé, este mismo año, acerca del capricho y la
ley, a saber, la asunción creciente del poder legal por parte de las mu
jeres, durante largo tiempo consagradas al capricho. Esto había sido
quizá su asunción del significante-amo como tal, con todo su entorno
de insignias y ceremonias gravitando alrededor de ese triunfo.
¿Qué decir al respecto? Debo decir que ellas se las arreglan muy,
pero muy bien. Bueno, por supuesto, dado lo que venía de exponer y
siendo al mismo tiempo un humilde justiciable -y hasta un justiciable
amenazado-, debo decir que había quedado bajo el efecto del encanto.
Creo, sin embargo, ser objetivo al decir que ellas están ¡verdaderamen
te en regla! He visto, en la práctica, cómo la señora Presidente del Tri
bunal interrogó a la parte adversa, ¡era una obra de arte! Y en todo ca
so, aprecié mucho el diálogo que gustosa ella tuvo conmigo. Espero
que ella lo haya apreciado también, evidentemente. Es indudable que
todo eso habría sido diferente si el juez hubiera sido un hombre. Esto
es algo que pude captar, allí lo experimenté.
Espero quedar también satisfecho con el juicio, que sólo dentro de
un tiempo será dado a conocer, evidentemente un juicio que es de otro
orden que el de esta escena de teatro, donde nadie podría prejuzgar.
Entonces, en ese punto estamos en otro orden de cosas.
Bueno, le dejo la palabra.
Catherine Lazanis-Matet:
tecimiento del salón de baile del casino de T. Beach. En ese breve inter
cambio, ella dice mucho: la desaparición brutal del amor, la profundi
dad de esta ausencia, el rol instantáneo de la mujer en el fin de ese
amor, el hecho de que ella no pide que Tatiana no cuente más para
Jacques Hold, que no hay palabras para decir que ella está más allá de
eso que él trata de captar.
Pero reduce todo a una palabra única, que no es enigmático en sí,
banal, ordinario, que Lol no discute, ella que corrige en él todas las ten
tativas de comprensión, siempre inexactas. Se trata de una palabra cu
ya significación se revelará extraña bajo su simplicidad: reemplazo.
Lacan retoma ese término en su "H om enaje dedicado a Marguerite
Duras...", cuando escribe que el hilo a seguir con Lol "[...] ¿Va más le
jos todo esto? Sí, hasta lo indecible de esta desnudez que se insinúa pa
ra reemplazar su propio cuerpo".
Cuando la novela comienza, Lol es una joven con un novio. Al fi
nal, es la amante de Jacques Hold, mujer adúltera; entre tanto, es espo
sa y madre y algunas frases pintan a la adolescente. Así es como me
dejé instruir, a lo largo de mi paseo con Lol, por aquello que Marguerite
Duras revela en cuanto a esas diferentes figuras femeninas, donde apa
rece un anudamiento entre temporalidad, lugar y feminidad, anuda
miento diferente según cuál sea el lugar, precisamente, de Lol, quien
habita o no esas figuras de mujer.
La estrategia histérica del deseo, como la enunció Jacques-Alain
Miller: una mujer haciendo de un hombre su testaferro ante otra mu
jer que concentra los misterios de la feminidad, esta estrategia parece
poder aplicarse a Lol, pero la significación singular que toma para Lol
el fenómeno de reemplazo da la idea de una estrategia diferente en un
sujeto no dividido.
Un pasaje del texto de Lacan resuena con ese reemplazo y concierne
al lugar de Lol. Se trata del pasaje que sigue a un resumen del baile:
485
JACQUES-ALAIN MILLER
486
EL INSTANTE ETERNO DE LOL
3. La expresión "qa vous regarde" significa algo te mira, algo te atañe. [N. de la T.]
487
JACQUES-ALAIN MILLER
Vuelve a mí a veces
Ese refrán burlón
Si tu corazón busca un corazón
Tu corazón es ese corazón
Y yo me dos
Estar solo
Etc...
488
EL INSTANTE ETERNO DE LOL
ella encuentra una apariencia de lugar y puede dejar que el tiempo pa
se. Y eso dura diez años, rodeada por otros muros, diferentes de los
que había querido levantar alrededor del baile.
Su casamiento le resultó conveniente. Su marido la eligió, ahorrán
dole -dice ella- haber tenido que traicionar el abandono ejemplar del
que había sido objeto y evitándole elegir ella misma un reemplazante
único de quien la abandonara.
Su marido ocupa un lugar preciso, al mismo tiempo que indiferen-
ciado, por el hecho de haber sido el primero que llegó. Ella sonreía a
todo el mundo en ocasión de la primera salida nocturna en la que él la
cruzó y él se creyó especialmente mirado por ella.
Después de esos diez años, la pareja vuelve a la ciudad natal de Lol.
Y es el momento en el que ella verá desde su jardín, detrás de un seto
-com o cuando estaba escondida detrás de las plantas de la sala de bai
le del Casino-, un hombre, todavía desconocido, Jacques Hold, besar a
una mujer que comienza sus deambulaciones cotidianas. Inventa el
paseo. "Lol debió de apropiarse el m érito de sus paseos de incógni
to..." -escribe Marguerite Duras-,
En ese preciso momento comienza el trabajo de construcción del
fantasma, del gesto del hombre quitándole el vestido a la mujer. Ese
beso recuerda confusamente algo a Lol, quien cree reconocer a la mu
jer. Un vago recuerdo emerge, sin m ás, pero la conduce a seguir al
hombre, quien será el hombre de la situación, mientras que la mujer
besada resulta ser la amiga de la infancia, Tatiana, cuya presencia cer
ca de Lol en el baile había sido olvidada.
Fuera de la casa, Lol vuelve a pensar en el baile. El marco de los
semblantes de la casa de familia se debilita lentamente, a medida que
avanza el pensamiento. Lol piensa todos los días en el baile.
Jacques Hold dice:
Dejándola sin voz y sin palabra, pero convencida de que algo ten
dría que haber advenido. "En ese preciso instante algo, pero ¿qué?
-escribe Marguerite Duras-, debió de haberse intentado, pero no se in
489
JACQUES-ALAIN MILLER
tentó". En ese preciso instante Lol aparece desgarrada, sin voz para pe
dir ayuda, sin argumento, sin la prueba de la inimporíancia del día
frente a esta noche, arrancada y arrastrada de la aurora a su pareja en
un enloquecimiento regular y vano de todo su ser.
Lol reconstituye en el transcurso de sus paseos el instante del final
del baile. Un largo pasaje de la novela describe el detalle de los pensa
mientos de Lol al respecto, y aquello que, diez años más tarde, inven
ta al final del baile (páginas 145-147).
Para Lol resulta inconcebible estar ausente del lugar donde se reali
zó ese gesto. Ese gesto no hubiera tenido lugar sin ella, está con él, car
ne con carne, forma con forma, los ojos cerrados a su cadáver. £1 cuer
po alto y delgado de la otra mujer aparecería poco a poco. Y en una pro
gresión rigurosamente paralela e inversa, Lol sería sustituida por ella
cerca del hombre de T. Beach.
Sigo citando:
Sustituida por esta mujer, de aliento próxim o. Lol retiene ese alien
to: a medida que el cuerpo de la mujer aparece ante ese hombre, el su
yo se borra, se borra, voluptuosidad, gente.
Tatiana dirá: "Así, ¿era para eso para lo que paseaba, para pensar
m ejor en el baile? [...] El baile recobra vida, se estremece, se aferra a
Lol. Lo abriga, lo protege, lo alimenta. Crece, sale de sus pliegues, se
despereza, un día está listo". "Entra en él. Entra en él cada día [...] dis
pone su verdadera morada", dirá Jacques Hold.
U n día, el baile está listo en el pensamiento de Lol, diez años des
pués. Tatiana no deja de interrogar a Lol a propósito de la felicidad de
la que habla. Lol no puede decir nada al respecto. Salvo cuando, en los
brazos de Hold, mira a Tatiana y dice: "M i felicidad está aquí". De a
tres. La felicidad no adviene sino con la construcción del fantasma. El
final del baile la había dejado sola y enloquecida, después del primer
tiempo del arrebato, sin voz. Pero por su trabajo de reconstitución del
instante del final, sólo queda -escribe D u ra s- "su tiempo puro, de una
blancura ósea".
El final del baile se completó con un después. En primer término,
"Y vuelve a empezar: las ventanas cerradas, selladas, el baile amura
llado en su luz nocturna los habrían contenido a los tres y sólo a ellos".
Prim er tiempo de la felicidad, en el suspenso del tiempo, que la deja
490
EL INSTANTE ETERNO DE LOL
[...] cada tarde, empieza a desnudar a una mujer que es Lo!, y cuando
aparecen otros senos, blancos, bajo el vestido negro, no pasa de ahí; em
belesado, un Dios agotado por ese desnudamiento, su única tarea.
JACQUES-ALAIN MILLER
El reemplazo
493
JACQUES-ALAIN MILLER
494
EL INSTANTE ETERNO DE LOL
495
JACQUES-ALAIN MILLER
496
r
!
envoltura
w
En la relación entre la envoltura corporal y ese objeto a se deslizan
eventualmente algunas perturbaciones que se debe diferenciar.
En el caso de Lol, la cuestión va todavía más lejos. Por eso que esta
metáfora del sujeto es del todo singular: en cierta forma, aquí, el sujeto
no tenía cuerpo. De tomarlo a la letra, lo que aparece, lo que es revela
do ya a través de la escena del baile y orquestado en una verdadera sin
fonía por su relación con Hold y Tatiana, es que, a la letra, ella nunca
tuvo cuerpo y esto le es revelado en el momento en el que aparece el
cuerpo sublime de otra mujer. Y entonces no es una metáfora como las
otras, no es en todo caso una metáfora histérica propiamente dicha.
Me pareció notable que usted aísle la expresión, para calificar al
h om bre del que se trata, del primer llegado, allí es cualquiera, y cuanto
más es cualquiera, menos se esfuerza por comprender -como usted lo
señala-, y tanto mejor puede ocupar su lugar cerca de Lol y conseguir
que Lol se mantenga cerca.
Ocurre que, efectivamente, Jacques Hold no es cualquiera. Jacques
Hold es el hombre que ella cree ver abrazar a una mujer que podría
ser su amiga Tatiana. Ella los mira detrás de un seto, como usted lo se
ñala, y esto repite lo que ella vio en la escena del baile, oculta detrás
de las plantas verdes, y a partir de allí se bosqueja la construcción del
fantasma.
Tatiana es un residuo del acontecimiento del baile. Es la amiga del
colegio que sostiene la mano de Lol mientras esta ve a su novio sedu
497
JACQUES-ALAIN MILLER
cido por la mujer fatal. Y como usted lo señala y resulta de gran valor,
ya en su adolescencia, antes de este acontecimiento -Tatiana ya se hi
zo grande-, Tatiana, su mejor amiga, le servía de soporte imaginario y
será puesta en función en el fantasma desarrollado. En un primer mo
mento, Lol estaba con ella en una relación a-a', en relaciones de iden
tificación imaginaria que se expresan como amistad y pueden dar lu
gar después a lo que conocemos en las amistades femeninas apasiona
das: la envidia, la rivalidad, etcétera.
Ahora, bosquejamos sobre Lol un diagnóstico clínico y decimos: es
una loca, una psicótica, dado que en lo que aparece al final de la nove
la, señalado por Catherine Bonningue, vem os elementos de un delirio
del que se dirá paranoico, paranoide, pero tan lejos va esta ausencia
respecto del cuerpo que lo encontramos esquizofrénica, esquizoide,
etcétera. ¿Se trata de una dementia paranoide como Schreber?
Podemos continuar así largo tiempo, tanto más cuanto que se trata,
con todo, de un personaje de novela, no lo olvidemos. Y por ese hecho
mismo, es preciso tener en cuenta, claro está, que hay algo en Lol que
habla a todas las mujeres, a todas las "m ujeres", entre comillas. Algo en
Lol parece decir algo de la feminidad y continúa ejerciendo su dominio
sobre todo el público -puesto que las mujeres reconocen allí algo de la
feminidad, los hombres van a compulsar la obra para entender algo-
Por esa razón pienso que no es inútil subrayar lo que hay aquí de
histeria o de homólogo de ella. Hay algo de homólogo a la histeria en
este llam ado hecho al cuerpo de otra mujer. Y hay algo de la histeria
que habla a la histeria en el público en esta descripción sutil, puesto
que estam os en los bordes de lo indecible. Es una escritura sostenida
por la relación con lo indecible y que a veces exagera un poco en el gé
nero. Sólo tenemos, en cierto modo, fragmentos, fragmentos de un via
je al borde de lo indecible.
Como saben, hay relatos de viajeros, m uy de moda hoy en día. En
general, el hombre se equipa, se calza las botas, se pone su parka,
etcétera, y después se va al país de los Japones, vuelve y cuenta: "En
contré lapones, son así...". Y después, remontando en la historia, nos
ofrecen otros relatos de viajeros. Todo eso con tecnicidad, un aspecto
opresivo, etcétera. Aquí también se trata de un viaje, pero es un viaje
hacia lo indecible. Este escrito... es lo que se llega a salvar cuando se va
a pasear del lado de lo indecible.
Me explico de este modo lo que esta escritura puede tener para los
gansos -n o para el escritor- de un poco inconsistente o sosa. Hay hom
EL INSTANTE ETERNO DE LOL
499
JACQUES-ALAIN MILLER
500
EL INSTANTE ETERNO DE LOL
Envoltura: i (a)
(a)
501
JACQUES-ALAIN MILLER
cierra, cien se abren...". En todo caso sienten como una especie de con
dena la ausencia de su amor. Lol, en absoluto. Es ella quien, cuando
su novio se va, experimenta una ausencia de amor fantástica, al mis
mo tiem po que una atención apasionada, volcada hacia las maniobras
de la pareja.
Entonces, en Lol no es así como esto se construye. ¿Cómo nos ex
plica Lacan el modo según el cual ocurre? ¡En una frase! Pero una fra
se de Lacan es una novela de Duras... ¡Oh, no! No hay que decir esas
cosas. Nos explica así. El baile era el arrebato del vestido de Lol. Muy
bonito. Esto evoca, por otra parte, un imaginario monacal, el mismo
que el de la casulla, del que habla dos años más tarde. El arrebato del
vestido de Lol: ella se vuelve allí una mujer galante. Tiene la edad -d ie
cinueve años-, en ocasión de su primer baile, de entrar en el torneo de
las relaciones amorosas. Es como el caballero que viene a ser armado,
según la tradición que hoy se perpetúa en las mejores familias, bajo la
forma del baile de los debutantes, que tiene lugar todos los años y cu
yas fotografías se exhiben en las revistas que ustedes no leen. El baile
de los debutantes tiene un aspecto de iniciación.
Lacan, para decir de Lol que es encantadora y está espléndida, se
ñala: "Tu puesta de largo y, con tu desnudez encima, para darle su es
plendor". ¿Qué nos indica así? Nos está señalando que no es exacta
mente lo mismo para Lol que para cada una. Que para el común de las
gentes que somos nosotros, existe el vestido y después, por debajo, el
cuerpo desnudo. Y entonces, cuando uno quita el vestido, afortunada
mente hay algo que queda. Algo que no se desvanece con el vestido co
mo en las historias fantásticas japonesas -o según el estilo del fantasma,
donde todo cuanto queda es la sábana. Normalmente hay algo. Aquí, en
el caso de Lol, el vestido es el cuerpo desnudo; es decir, el vestido es su
cuerpo porque ella no tiene cuerpo, ella no tiene otro cuerpo que eso que
es, vamos a decir, en la mirada del Otro, en el deseo del Otro. Entonces,
cuando eso le es retirado, este vestido, es decir, cuando le es retirada la
imagen de sí misma en el amor de su novio, lo que aparece es el vacío
del sujeto, como dice Lacan, la vacuidad. Pero no la vacuidad del sujeto
barrado: es que no hay nada. Allí vemos el valor, en ese estilo tan preci
so de Lacan, de decir: "El resplandor del vestido"; es decir, allí estaba, en
el vestido mismo, el a agalmático.
Dicho de otro modo, la figura propia que se presenta en Lol, es
aquella según la cual i (a) resulta equivalente a a y por debajo presen
ta un vacío.
502
EL INSTANTE ETERNO DE LOL
i (a) = (a)
vacío
503
mm
JACQUES-ALAIN MILLER
sistente de Lol que viene y lo que hace de Tatiana y del otro, es decir,
su instrumento y su objeto, que perturba su relación.
Lo que perturba el juego en el caso de Lol, es que el objeto a sube a
escena, cuando normalmente a no es sino el bastidor de la decoración
imaginaria. Es en esos términos que Lacan habla de él en un texto de
ese mismo año -o del siguiente- El objeto del psicoanálisis: el objeto a se
define allí como aquello que soporta la decoración, no está hecho para
que se vea quién es el que sostiene.
En cambio aquí, a está sobre el vestido, y la desnudez misma del
cuerpo se despliega sobre el vestido. Y el objeto a está también, tratán
dose de Tatiana -pero es lo m ism o- bajo el vestido, mientras que ella
es vista por Lol en su desnudez, desnuda bajo sus cabellos negros.
Desde este punto de vista podemos decir que el objeto a del que se
trata para ella, el objeto que está allí, apasionándole y persiguiéndola
al mismo tiempo, es la mancha. ¿Qué es la mancha? La mancha es lo
que atrae su mirada, como lo subrayé, es entonces mirarlo o lo visto,
es decir, lo que es pasivo. Miro, soy el espectador. El otro es mirado, la
mancha es mirada. Tonta como una mancha, pero precisamente esta
mancha no es tan pasiva, puesto que ejerce una acción sobre mí, atrae
mi mirada. Ella atrae, me atrae, es decir, me fuerza a mirarla. Y por eso
mismo, esta mancha quiere algo. Es decir, detrás de la mancha hay un
deseo. Y ese deseo es desconocido.
Tal es el problema que aísla Lacan: yo lo miro, pero ¿eso me mira?,
sin lo cual, estamos en la embriaguez del espectáculo del mundo. El
mundo es mi espectáculo. Y con un pequeño esfuerzo soy solipsista y
hasta me pregunto si ustedes existen como yo existo. "El mundo es mi
representación" -Schopenhauer-; "La vida es un sueño" -C alderón-
En lo que hace a las referencias, también tenemos la literatura fantás
tica. Más profunda que el filósofo, esa literatura fantástica está justa
mente hecha para explotar esto, el hecho de que la mirada esté por to
dos lados en el mundo. En ese mundo que miro y que parece estar bien
tranquilo en su lugar, la mirada está allí y es lo que Lacan llama, en El
seminario 11, el mundo omnivoyeur. Todo cuanto miro y atrae mi mirada,
por ese mero hecho supone el ejercicio de un deseo y hay una mirada
que está en el otro, otro de quien ignoro cómo me sitúa y lo que hace de
mí. Esto es lo que eventualmente la literatura fantástica explota cuando
muestra justamente lo inanimado habitado por un deseo que me atrapa.
En el registro cómico, es la historia de Juanito, contada por Lacan
en El seminario 11. Está con Juanito en el mar, Juanito le muestra una la
504
EL INSTANTE ETERNO DE LOL
ta de conserva y le dice: "¿Ves esta lata? ¿La ves? Pues bien, ¡ella, ella
no te ve!". Lacan recuerda esto decenas de años después y da una in
dicación acerca de su patología, en fin, de su patetismo, el suyo, el de
Lacan. Dice entonces: "él encontraba eso divertido, yo no tanto". Y
analiza: esa lata me mira a nivel del punto luminoso, en el nivel en el
que centro mi mirada sobre ella. Es el punto luminoso que me mira y
en ese momento me doy cuenta de que hago mancha, que soy el per
sonaje ridículo en ese decorado bretón. Soy el turista que viene a ha
cerse pasear por el proletario que se gana la vida con el sudor de su
frente, mientras que yo soy el niño bien que se pasea allí. Y como no
puede decírmelo así, me lo dice por intermedio de la lata de conserva:
"¡Mira, qué tonto que eres!". Y queda captado por el hecho de que en
tonces él está de más en el decorado, es supernumerario en el asunto.
En ese momento dice que no es tan divertido. Es un momento de an
gustia, llamémoslo por su nombre: no sé lo que soy en el deseo del
Otro. Es decir, no sé cuál es mi i (a), no sé cuál es mi imagen para el
otro, y allí encontramos el fenómeno que Lacan señala en su texto acer
ca de Duras: la mancha me mira sin mirarme. Es decir, me mira como
punto luminoso pero, sin embargo, mi i {a), mi imagen para ella sigue
siendo insituable para mí.
Lacan señala allí el efecto de angustia producido en Jacques Hold
cuando descubre a Lol acostada en el campo de centeno. Dice Lacan
que es el registro de lo cómico, el mismo registro que el de la historia
de Juanito.
Lo cómico, como lo vimos cuando retomamos el texto de Freud,
siempre se relaciona con la imagen de sí y todo el mido de la imagen
de sí. Cuando Lol juega a hacer la mancha no sabemos, está allí y no
sabemos lo que mira, no sabemos lo que ve y -com o lo señala Lacan
siguiéndola a D uras- Jacques Hold se tranquiliza diciéndose que ella
lo ve.
Se trata aquí de fenómenos que se pueden experimentar corriente
mente, fenómenos que encontramos en el grupo, cuando hay algo in
quietante que circula en él y que no llegan a situarlo, a detenerlo, a
nombrarlo -a veces eso se presenta justamente cuando se preguntan lo
que son para ellos, y está connotado de una dificultad subjetiva.
A veces se produce finalmente u n punto de basta en el cual, súbita
mente, descubren, en la exaltación, saben por fin lo que son para los
otros del grupo, descubren con alegría que son el hombre que se debe
eliminar.
5 05
JACQUES-ALAIN MILLER
La ley de Lol
5 06
EL INSTANTE ETERNO DE LOL
507
JACQUES-ALAIN MILLER
508
EL INSTANTE ETERNO DE LOL
509
JACQUES-ALAIN MILLER
510
EL INSTANTE ETERNO DE LOL,
511
JACQUES-ALAIN MILLER
14 de junio de 2000
512
Referencias
de los textos citados
513
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
514
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
515
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
516