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0. Introducción
1. Glosario
2. Competencias interculturales que facilitan la intervención
en contextos interculturales y en procesos migratorios
2.1. ¿Cómo configuramos nuestro “maletín profesional de bricolaje
intercultural”?
3. El trabajo terapéutico con personas que han vivido un
proceso migratorio. Técnicas y estrategias
3.1. MECA: Un enfoque multidimensional y de múltiples niveles
3.2. El concepto de resiliencia.
3.3. El concepto de nicho ecológico.
3.4. La narrativa migratoria.
4. Las pérdidas de las familias con inmigrantes y la
ambigüedad con la que se viven
4.1. La técnica de los rituales espontáneos, como elemento de
continuidad en medio del cambio.
4.2. Trabajando las fronteras ambiguas: las separaciones y los
reencuentros familiares.
4.3. Las separaciones familiares.
4.4. Los reencuentros familiares.
5. Una última reflexión
0. INTRODUCCIÓN
“Para qué llamar caminos a los surcos del azar”
Antonio Machado
Este baile de cifras nos sirve como encuadre para ir entendiendo como las
sociedades están viviendo una profunda transformación tanto en su
configuración, con la aparición de nuevas formas de familias (como las
familias trasnacionales o las familias mixtas), como en la construcción y
Del mismo modo, es fácil asimilar como las propias migraciones, así como la
adaptación a un nuevo entorno, afectan a los individuos, parejas y familias
que viven este proceso migratorio de forma directa e indirecta.
Cada vez más, estas personas van llegando a nuestros contextos laborales
y, como profesionales de la salud, debemos estar preparados para afrontar
estas realidades vitales que se van definiendo y redefiniendo
constantemente y que nos sitúan ante una perspectiva de dificultades y de
retos profesionales a los que debemos enfrentarnos. Debemos ser capaces
de entender, acompañar, confrontar, tratar y “curar” a toda persona
inmigrada sean cuales sean sus circunstancias, ya que, tanto las personas
que eligen voluntariamente irse de sus países, como aquellas que son
forzadas o directamente expulsadas de su país de origen sufren, en mayor o
menor medida, algún tipo de pérdida, pena o duelo.
1. GLOSARIO
Para este autor la psicología debía abordarse desde esta concepción dual.
Ya que para él era fundamental reconciliar las ciencias naturales y las
ciencias histórico- culturales, superando la dicotomía mente y cultura. Para
Wundt no existía tal dicotomía, ya que para su psicología dual mente y
cultura eran las dos caras de la misma moneda, estando ambas en la
génesis de la persona y siendo una producto de la otra.
Dentro del glosario hemos incluido una definición de lo que se entiende por
competencia intercultural. En ella, observábamos que la competencia
intercultural está compuesta por una serie de componentes que son: los
conocimientos, las habilidades o destrezas y las actitudes que todo
terapeuta debe ir desarrollando para realizar una buena intervención
intercultural.
Veamos a continuación a que nos referimos con cada uno de estos
componentes:
Una de las aportaciones técnicas que nos resulta más clarificadora, por su
capacidad de dar respuestas, así como más analítica a la hora de orientar a
los profesionales que trabaja con esta realidades interculturales es la que
nos proporciona Celia Falicov (1995, 1998) con su Enfoque comparativo
Ecosistémico Multidimensional: MECA.
Sólo por citar algunos de los sucesos estresantes a los que las personas
migrantes deben hacer frente, recordemos que a la separación y ruptura de
los lazos familiares, comunitarios y sociales, se van sumando un sinfín de
situaciones que van desde: los riesgos vividos durante el viaje, a las malas
condiciones de acogida, la precariedad laboral, las complejas y deficitarias
condiciones de vivienda, el desafío y la necesidad de sobrevivir en un
contexto desconocido caracterizado por una privación y aislamiento social,
junto a la desigualdad de derechos y discriminación social. No hay que
olvidar que en muchas ocasiones la salida del país no se ha dado de una
forma voluntaria ni planificada, lo que hace de este proceso migratorio,
como define Barudy (2005), una auténtica “carrera traumática de las
familias”.
Además, para agudizar esta sensación de ausencia de control, estos
estresores se caracterizan por darse en: un orden de multiplicidad, de
cronicidad y de modo muy intenso.
Aunque bien es cierto que son muchos los factores de riesgo y muchas las
limitaciones que se dan dentro de los procesos migratorios actuales. Como
terapeutas, debemos brindar la oportunidad de trabajar desde el enfoque de
la resiliencia, ya que como bien señala Walsh (2004), a través de la
resiliencia las familias (y las personas) crean su competencia y confianza en
sí mismas en una sucesión de pequeñas victorias. Nuestra tarea es señalar,
rescatar y hacer reconocer a las personas y familias todas aquellas fuerzas
internas y externas que pueden mitigar el riesgo de emigrar. Al mismo
tiempo, debemos ayudar a que nuestros clientes reconozcan todos aquellos
factores de protección o de resiliencia que reducen la posibilidad de
disfunción y de experiencias traumáticas dentro de sus vidas.
Al igual que los factores de riesgo asociados a la migración, dentro de los
factores de protección o de resiliencia, podemos distinguir tres niveles
(individual, familiar y social). Los cuáles también se pueden dar de modo
acumulativo y paralelamente. Exponemos a continuación, un cuadro con los
principales factores de protección y de resiliencia que se dan en los
procesos migratorios.
Es por este motivo, que será muy importante que ante esta ausencia de
factores protectores dentro de la sociedad, seamos capaces de tomar como
núcleo resiliente las propias capacidades individuales y familiares. El fin es
que la unidad familiar sea capaz de adaptarse a la realidad que le toca vivir.
Este proceso de reconocimiento y de capacitación de los factores
protectores que tiene la familia o persona, es aconsejable en muchas
ocasiones que, más que una técnica, se convierta en una actitud tanto de
la propia familia como del propio terapeuta a la hora de trabajar.
Una de las aportaciones que recoge MECA, y que nos parece más útil a la
hora de trabajar con familias migrantes, es la noción de nicho ecológico
de Falicov (2003). En este concepto, la autora defiende una visión
multidimensional y ecológica, tanto de las personas como de las familias,
donde se combinan y se superponen rasgos provenientes de muchos
contextos culturales, basados en las distintas variables que influyen en la
vida, como la etnicidad, la religión, la clase social, la estructura familiar, los
roles de género, etc. Desde esta idea cada familia tiene territorios comunes
-fronteras culturales- con los de otras familias, así como diferencias. Una
evaluación holística e inclusiva como la que ofrece el enfoque MECA, nos
permitirá comprender los verdaderos recursos y limitaciones de cada cual.
Es por este motivo, por el que todos estos sentimientos que acompañan a
las familias migradas, en muchas ocasiones, han sido equiparados con el
proceso de duelo que caracteriza a otro tipo de pérdidas. Sin embargo, y a
diferencia de otras pérdidas, en la migración estas privaciones que se dan
tienen una serie de particularidades que las hacen diferentes. Por una parte,
son múltiples (no es una única pérdida) y por otro lado son más reducidas,
en el sentido de nos son completas o irrevocables. Nada desaparece de por
vida como con la muerte. Siempre existe la posibilidad de imaginar o
fantasear con la idea de regresar o de que aquellos que extrañamos
también vendrán a vivir cerca. Al mismo tiempo, en la migración se dan
elementos compensatorios tales como una mejora en las condiciones de
vida, mayores oportunidades o más seguridad. Sin embargo, son estos
elementos compensatorios los que generan, en infinidad de ocasiones,
emociones contradictorias; al mismo tiempo un inmigrante puede sentirse
seguro porque no hay un conflicto bélico en el país de acogida pero triste
porque sus seres queridos sí que viven un conflicto étnico en su país de
origen. Este tipo de situaciones hace que la persona constantemente viva
en lo que la investigadora Pauline Boos (1990) llama una doble “pérdida
ambigua”. Doble porqué en la migración se da por un lado, la ausencia
física de los seres queridos, y al mismo tiempo, se encuentran
constantemente presentes en la mente del inmigrado. Mientras que, por
otro lado, podemos encontrar que existan personas migradas que
Será propósito nuestro, como terapeutas, señalar estas pérdidas y dar una
connotación y un sentido a las mismas, con el fin de despojar de
ambigüedad y de transitoriedad estos episodios que vive la familia. Para
combatir esta inconclusión y poder restablecer un sentido de coherencia y
de significado a las circunstancias adversas aconsejamos utilizar lo que se
conoce como Rituales espontáneos.
Los rituales de conexión (tanto por parte de los que se quedan como
de los que emigraron): como el uso de las nuevas tecnologías para
comunicarnos, el envío de remesas de dinero, etc.
no las hayan incorporado o que las han dejado de realizar. Pensemos que
estas prácticas cobran mucha relevancia ya que, permiten desarrollar un
sentido de coherencia narrativo a las vidas de estas familias, al mismo
tiempo que refuerzan la identidad familiar tanto de aquellos miembros
que están cercanos, como para los que están en la lejanía.
Para tratar de responder a esta difícil cuestión, Falicov (2007) nos plantea
el reto de configurar una “ecología de las relaciones resilientes en familias
transnacionales”.
Existen diferentes razones por las que las familias se separan; motivaciones
económicas, privación de libertades, privación de oportunidades, conflictos
bélicos, etc.
Otros motivos de consulta recurrentes que se dan en este periodo son, por
un lado, aspectos vinculados al reencuentro con la pareja (posibles
infidelidades, desconexión emocional, dificultades sexuales, desconfianza,
celos, dificultades comunicacionales, etc.) y, por otro lado, serias
dificultades para educar a los hijos reencontrados. Relacionado con lo
anterior, una demanda clásica en este periodo de reagrupación es la
dificultad que muestran muchos progenitores en marcar límites o el exceso
de privilegios que tienen con sus hijos, como medida “compensatoria” por
no haber estado a su lado durante todos estos años.
Una última dificultad, que suele ser motivo de consulta y consideramos que
es interesante mencionar, es la duda permanente que tienen muchas
personas inmigradas, o al menos alguno de los miembros que configuran
estas familias transnacionales, de volver o no al país de origen. La situación
se vuelve mucho más compleja si las posturas se polarizan entre los que
piensan y desean volver y los que no. En este caso, una buena prescripción
con la idea de no posicionamiento por parte del terapeuta es la utilización
de rituales de oscilación. A semejanza de la tarea de los días pares y días
impares de Mara Selvini (1996), este ritual propone a las personas
polarizadas que los días pares piensen, sientan y actúen “como sí”
regresaran y los días impares “como sí” se quedasen. La intención de estas
acciones alternativas es procurar una vivencia, una conexión y un sentido
de colaboración entre ellos, en lugar de una sensación de competencia entre
ellos.
Confiamos, del mismo modo que los ojos de los que se os cruzan, en
vuestra tarea y vuestro recorrido. Simplemente, permitid que vuestro
trayecto profesional ofrezca paradas que curen y reparen el dolor de
aquellos que se separaron y emprendieron un largo viaje.
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