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Armando de la Torre
Pues nunca parecemos caer por debajo del Ecuador ni tampoco poder escapar a la
planicie helada sobre la que se asienta el Everest… También la consecuencia, sea dicho de paso,
de una ubicación geográfica e histórica que nos han sido muy favorable. Y con el resultado
demográfico de una cultura mestiza otrora, quizás, demasiado violenta aunque desde hace siglos
no menos intrascendente para el mundo de hoy… o si se quiere, según otros, más bien digamos
Nos hemos hallado, pues, en medio de una mar tibio y tranquilo que a veces despierta de
muy mal humor, pero que hace las delicias de todos quienes en él nos sumergimos, aunque solo
sea por unos minutos. Encima que nos acaricia casi a diario con su sensualidad climática y
Pero estamos a los principios de otro milenio de historia aunque lo que muchos
En el mundo de la política interna de Guatemala, yo, por mi parte, y con cierta osadía
Pues las elecciones de noviembre de este año en los Estados Unidos nos llevan a esa
conclusión como un anillo al dedo. Dado que nos aseguran la cooperación pacífica de muchos
indecisos y también las decisiones más competitivas entre los más responsables de aquí y de allá
momento, pues así elegir políticamente a los nuevos gobernantes nos ha resultado simplemente
fácil.
Ahí han quedado, al margen por supuesto de la soberanía relativa de los Estados y a la
capacidad decisoria de sus élites electoreras, golpes ominosos, triturantes y ya sufridos por
muchos de nosotros y reiteradas veces también bajo otros climas. Por ejemplo, los arrebatos casi
asfixia terminal de la capacidad de razonamiento bajo los Castro y de sus repulsivos sepultureros
de tanta carne joven dentro y fuera de Cuba, o las monótonas estafas de una pareja matrimonial
de enfermos mentales que responden a los nombres de Rosario Murillo y de Daniel Ortega. Un
zoológico ya muchas veces visto por esto lares aunque, afortunadamente hoy para mí, desde algo
de lejos...
Donald Trump ha constituido una sorpresa para todos los electores, o de los muchos que
ahora quisieran serlo, dentro de los confines políticos de los Estados Unidos como también del
resto del planeta: Un hombre público que hace no menos públicas sus percepciones privadas.
Aunque para muchos, fuera de los Estados Unidos y muy dentro de Europa, muy a
destiempo.
Donald Trump resulta un “tycoon” al estilo del último tercio del siglo XIX.
menos un “Rough Rider” y un yankee original por excelencia pero con algunas variantes que nos
Igualmente su menosprecio por la alianza atlántica o cualquiera otra alianza, incluso con
la Corea del Norte; y no menos por su realismo económico y su insistencia en los puntos más
clave del mercado libre: por ejemplo, precio de contratación de la mano de obra libre
exactamente los mismos a los que se lograrían por cualquier negociaciones de un total libre
mercado; un respeto saludable por el poder real, político o militar, al margen totalmente de
evidenciada en valores monetarios enteramente libres; como un cruzado del siglo XI, pero
siempre dispuesto a actuar según el lema en el escudo nacional de Chile: “Por la razón o por la
fuerza”.
Resulta una expresión rutilante de una actitud de tiempos idos: la de cualquier pionero
que luchó durante tantas décadas por instaurar un Mundo Nuevo esencialmente capitalista sobre
principios evangélicos de respeto a la libre opinión ajena y del no menos libre mercado de la
propiedad privada, todo en la América del Norte. En una frase: el capitalismo de quien fuera su
antecesor, Calvin Coolidge. Otra razón por lo poco que se le entiende en Europa.
Pero aquí algunos creemos entenderlo y estamos de acuerdo con sus premisas, aunque su
estilo nos resulte algo rudo y simplista. Lo mismo digamos, por cierto, de Bolsonaro en Brasil…
Queda mucha tela por cortar, pero para un comienzo de año baste estas reflexiones
provisorias como “Food for thought” para un mundo que nos atenaza cada vez más.