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Resumen:
El presente trabajo tiene por objeto presentarles un dispositivo de capacitación- reflexión
que hemos implementado, desde el proyecto de extensión universitaria de la Facultad de
Psicología de la U.N.M.D.P, “Compartiendo Realidades” con cuidadoras y cuidadores de
hogares convivenciales y personal que trabaja con niños, niñas y adolescentes en situación
de vulnerabilización psicosocial.
El dispositivo que aquí presentamos busca crear espacios de reflexión sobre las
implicancias de la Ley (13.298) dado que su conocimiento constituye un factor de capital
importancia; sin embargo ello no basta para romper con la inercia de las prácticas
institucionales y los imaginarios instituidos acerca de los niños/niñas y adolescentes
vulnerabilizados y sus derechos.
La metodología del dispositivo presentado, intenta crear un espacio de deconstrucción que
permita, en el encuentro con otros/as, compartir experiencias acerca de su tarea como
cuidadoras y cuidadores, trabajar acerca de los sentires, visibilizar tanto los prejuicios desde
los cuales trabajan, como los atravesamientos de discursos e imaginarios sobre los/as
niños/as y adolescentes, y también sobre su propio trabajo. La posibilidad de poner palabra
sobre aquello que les pasa en el hacer cotidiano, de deconstruir su rol como adultos/as
cuidadores, abre a la generación de nuevos y múltiples modos de pensar y hacer.
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TrabajoLibre: De la Vulneración y el Desamparo a la Creación Colectiva. Acerca de
una experiencia de capacitación con cuidadores/as.
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Dificultades en las personas encargadas de los cuidados de niñas-niños y
adolescentes en situación de institucionalización, vinculadas con la interpretación de sus
necesidades emocionales, vinculares y del momento vital.
Para dar respuesta a esta necesidad, se decidió articular acciones entre el Proyecto
Compartiendo Realidades, el Servicio Zonal de Mar del Plata y la Mesa de Promoción de
Derechos y Autovalimiento Adolescente, a través del dispositivo Curso de
Capacitación/Reflexión que hoy compartimos con Uds.
Al poner nuestro foco en las personas que trabajan en estas organizaciones, destacamos el
valor del Sistema de Promoción y Protección Integral (en oposición al paradigma tutelar que
plantea superar), pero también el arduo proceso por el cual el cambio de legalidad compone
procesos sociales, y fundamentalmente se encarna en prácticas institucionales. De allí la
importancia de trabajar con las personas implicadas en el punto de inflexión entre viejas y
nuevas leyes, así como en la singularidad de su propia relación con los atravesamientos
institucionales y con el cotidiano contacto con niños, niñas y adolescentes y sus propias
realidades.
Al exponer nuestras experiencias, esperamos visibilizar las dificultades a las que se
enfrentan los cuidadores y cuidadoras en su rol, que comprende un apartado ínfimo en la
vastedad del sistema de promoción y de protección, pero no por ello menos central.
Asimismo, compartimos un dispositivo en constante revisión que no se basa solamente en
proporcionar información, sino que apuesta a generar un espacio en el que cuidadores y
cuidadoras compongan sus prácticas con ésta.
Para pensar nuestra propuesta fue necesario adherir a ciertas definiciones que marcan la
posición desde donde pensamos los encuentros. Por ello, inicialmente bordeamos la
definición de subjetividad, teniendo en cuenta las formulaciones producidas por M. Foucault,
quien entiende a la Subjetividad como las transformaciones, las variaciones que cada
sociedad presenta en la construcción de sus habitantes, en cierto momento histórico. Los
dispositivos, estrategias y tecnologías de un mismo período producen modalidades
subjetivas que distinguen a los diferentes grupos sociales que integran dicha sociedad y
crean las condiciones de circulación y apropiación de sus integrantes [1].
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O al decir de Galende (1997) “la subjetividad es cultura singularizada y la cultura es
[2]
subjetividad a partir de las significaciones y sentidos que la organizan” . Es decir que,
somos personas/sujetos producidos y productores de esta sociedad que habitamos, con sus
imaginarios, sus costumbres, sus decires, sus leyes y sus transgresiones.
Las problemáticas actuales en la infancia se presentan en niños con ciertos déficit en los
procesos de constitución psíquica, padres y madres con serias dificultades para acompañar
la crianza de sus hijos/as, e instituciones educativas que se cuestionan las formas de
abordar las diversas situaciones en la escolarización.
La infancia es una etapa de apertura de caminos y de armado de repeticiones. Las
identificaciones, los deseos, las normas y prohibiciones se van constituyendo en esta etapa.
Estas estructuraciones se dan en el vínculo con otros, que son los que libidinizan, otorgan
modelos identificatorios, transmiten normas e ideales, “ofrecen” un modo de subjetivación
que luego será singularizado por ese/a niño/a.
En la actualidad, la idea de tiempo se ha trastocado y la infancia ha dejado de ser un
periodo de crecimiento, para pasar a ser un tiempo de demostración de habilidades y
conocimientos. La urgencia rige en todos los ámbitos, “todo” debe resolverse “ya”,
desconociendo los tiempos propios de cada niño/a, y obturando el pensamiento tanto en los
que consultan como en los profesionales que trabajan con ellos.
Los niños/as y los/as adolescentes, se encuentran atravesados/as por la historia heredada
de sus antepasados, incluyendo en esta historia aquello que no ha sido simbolizado, que no
ha adquirido estatuto de relato. “Lo que se transmite en la transubjetividad de las
generaciones es también lo que falta, lo que no ha recibido inscripción” (Juris y Neymark,
2000) [3] , o como lo referencia S. Gomel (1997), lo no representado, lo no-ligado.
Pensando ahora la adolescencia, además de definirla como el modo de transitar el paso de
la niñez a la adultez, resulta necesario realizar algunas distinciones que nos permitan pensar
de una manera más abarcativa. Pensar la adolescencia es pensar en un proceso de
múltiples transformaciones, donde se ponen en juego los cambios biológicos y “la
retransformación pulsional propia del adolescente por sobre la radical transformación del
[4] [5]
contexto” . “Los nuevos modos de producción de subjetividad son situacionales” e
impulsan a pensar el proceso adolescente desde nuevas perspectivas y con nuevas
categorías conceptuales. Una de las categorías puesta en cuestión es precisamente la de
adolescencia, ya que se hace difícil unificar una descripción y hablar de adolescencia en
singular. En este sentido se retoma la propuesta que realiza Selener (2013) de considerar
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distintas adolescencias en contraposición a la adolescencia como categoría unificante. Esto
es visible en el hecho de que no todas las sociedades acogen un espacio y tiempo en la vida
de sus habitantes que quede signado como la transición entre la niñez y la vida adulta. Este
“paso hacia”, está marcado fundamentalmente por los procesos identificatorios con los
pares, pero esencialmente, con lo que Ramírez (2012) denomina Convocatorias, que
transmiten significaciones sociales que conforman el imaginario social. “Convocar implica un
eco, una escucha, una resonancia del lenguaje del deseo […] Convocar es reconocerse
cómplice de un llamado al cual uno atiende, identifica, y hace lugar en el espacio, en el
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propio tiempo subjetivo, en la ley […] y el deseo que nos gobierna” . Al referirnos a la(s)
adolescencia(s) y la(s) subjetividad(es) actuales, se hace preciso tener en cuenta las
actuales condiciones socioculturales de existencia y la incidencia de este contexto en las
subjetividades adolescentes actuales, pensar de qué manera transitan este período de la
vida los adolescentes argentinos.
En la niñez y adolescencia que pensamos aquí, que transitan muchas veces situaciones de
extrema vulnerabilización, es necesario además, pensar las instituciones y las personas que
en ellas trabajan.
Recibir es hacer sitio: abrir un espacio en el que lo que viene pueda habitar,
ponerse a disposición de lo que viene sin pretender reducirlo a la lógica que
rige en nuestra casa. (Larrosa, 2000)
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importante monto de angustia, dado tanto por la familiarización de los lazos que se
producen, como por la empatía con la historia sufriente, las identificaciones que pueden
producirse con su propia historia, y los procesos de elaboración que es necesario realizar en
los egresos, no siempre felices.
A ello se agregan los atravesamientos institucionales de la organización, el lugar (o no) de
reconocimiento de la tarea, la comunicación con los equipos técnicos y directivos, los
reconocimientos laborales en términos de nominaciones, derechos y obligaciones y su
efecto concomitante en el plano económico, etc.
Es a razón de lo antedicho que, a partir del y en consonancia con el trabajo realizado por la
Mesa de Promoción de Derechos y Autovalimiento Adolescente, presentamos un esquema
de capacitación-reflexión conformado inicialmente por cuatro encuentros, en función de los
tres temas con mayor resonancia, según las respuestas obtenidas de la consulta realizada a
estos/as trabajadores.
Parafraseando a Duschatzky y Corea (2002): “Si algo del orden de la intervención se
produce, estaremos introduciendo formas inéditas con capacidad de alterar tanto nuestra
posición de educadores (y cuidadoras/es) como la de los sujetos que transitan por las
(organizaciones y programas) escuelas a la espera de que alguna cosa acontezca” [7].
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Desnaturalizar el imaginario existente en los/as trabajadoras del sector en relación a
los niños/as y adolescentes.
Interrogar el deber/ser niño/a y adolescente en función de los/as niños/as y
adolescentes que asisten y habitan los programas y las organizaciones.
Identificar sus juicios previos e imaginarios y vincularlos a su implicación
personal/laboral.
Los encuentros fueron recorriendo algunas de las temáticas propuestas, siempre abiertas a
las inquietudes de los/as cursantes. Dichas temáticas fueron:
¿Cómo trabajamos?
Los encuentros eran de frecuencia mensual y de tres horas de duración, organizados con un
primer momento donde uno/a de los/as coordinadores/as del Equipo Interviniente realizaba
la apertura del encuentro, con una breve introducción disparadora del trabajo grupal
posterior. Se trabajaba en pequeños grupos con un/a coordinador/a por grupo, a fin de
facilitar la circulación de la palabra y la apertura a interrogaciones, relatos, pareceres y
padeceres, evitando los juicios valorativos y/o certezas que clausuran todo intercambio y
pensamiento posible. Finalmente, se establecía un último momento de trabajo plenario,
donde los distintos grupos compartían lo producido, coordinado nuevamente por un/a
integrante del equipo.
Es decir, se planificaba un dispositivo que privilegiaba el trabajo grupal y la elaboración
de los saberes existentes en los participantes, con la diversidad que ello implica.
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A partir de la experiencia de la primera edición del curso, se planificó para el siguiente año
su reedición. Además se propuso un nuevo curso como continuación, para el abordaje de
temáticas que habían sido demandadas por los cuidadores y cuidadoras.
El segundo nivel del curso se desarrolló en cuatro encuentros que versaron sobre los
siguientes ejes:
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Acuña y otros: Desamparo Social y subjetivo, algunos visibles e invisibles en el cuidar.
Presentado en el VII Congreso Marplatense de Psicología, Fac. de Psicología, U.N.M.d.P. Año 2016.
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cotidiana (a ser escuchados, no sólo por el juez; a la intimidad, a expresar libremente sus
ideas, aunque sean diferentes de lo que se cree que debe ser, a elegir).
Las construcciones que los/as participantes iban realizando, se encontraban elaboradas
desde dicha multiplicidad, considerando la institución a la que pertenecían, los
posicionamientos de los equipos técnicos y directivos, que demarcaban los
entrecruzamientos de los discursos técnicos, legales y disciplinares, siempre enlazado con
el deseo de cada cuidador/a puesto en juego en su hacer cotidiano.
La expectativa era que los y las participantes de las ediciones del curso de
Capacitación/Reflexión, lograran apropiarse de nuevas herramientas y construir otras
colectivamente, acordes a la realidad de su institución y de los Niños, Niñas o Adolescentes
que allí habitaban. De esta forma, ellos/as serán multiplicadores en sus respectivos trabajos
al compartir con sus compañeros/as lo aprehendido, producido, en los encuentros del curso,
posibilitando nuevas y creativas formas de intervención. Se estima que el atravesamiento
por estos dispositivos de capacitación-reflexión produzca efectos que se replicarán en sus
prácticas con las Niñas/Niños y Adolescentes, posibilitándoles la vinculación con las
niñas/os desde otro lugar, un lugar que habilita a la resignificación de su tarea con el otro.
Asimismo, en los vínculos interinstitucionales, observamos una acogida positiva y valorativa
de la lectura de las problemáticas y de las intervenciones que realizamos, lo que se ha
traducido en nuevas demandas; estos indicadores nos permiten suponer que los logros
alcanzados puedan sostenerse en el tiempo.
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Referencias
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