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Semana 3: Un viaje hacia los orígenes de la vida.

“Lo esencial es invisible a los ojos”


El Principito, Antoine De Saint Exupéry

Aprendizajes esperados:

- Analizar la causa de la vida en los organismos, según los niveles de vida.

- Reflexionar respecto de las características del alma humana.

Conceptos claves: vida - alma - inmaterialidad - subsistencia.

1. Los seres de la naturaleza y el movimiento

Si volvemos ahora a contemplar la naturaleza, nos daremos cuenta de que existen una
infinidad de seres. Los hay de todos los tamaños, colores y en todas las latitudes. Unos poseen
unas características y otros poseen otras. Sin embargo, es posible advertir que existe una gran
diferencia entre dos grandes grupos. Existen los seres inanimados, carentes de vida, y los
seres vivos. ¿Cómo podemos distinguirlos? Aristóteles dispuso como criterio para
distinguirlos la presencia del movimiento. Pero esto nos enfrenta a un problema: hay seres
inanimados que se mueven, como un volcán, y seres animados que parecen no moverse, como
un coral. Por ello es necesario precisar el tipo de movimiento que atestigua la presencia de
vida, y este es el llamado automovimiento. Cuando un ser puede moverse por sí mismo,
podemos decir que está vivo. Es importante señalar que existen diversos tipos de
movimientos. Normalmente cuando usamos la palabra movimiento nos estamos refiriendo al
desplazamiento, del cual son capaces los animales y los humanos. Sin embargo, existe
también el movimiento aumentativo, que es el hecho de crecer en tamaño. Este movimiento
le es posible, por ejemplo, a las plantas y vegetales. Si bien no se desplazan, aumentan su
tamaño, pierden sus hojas, dan flores y frutos, algunos mudan su corteza, etc., que son formas
de cambio y movimiento. Así, y como veremos en esta clase, distintos tipos de movimientos

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nos atestiguan que estamos en presencia de distintos tipos de seres, con distintos niveles de
vida.

Hace muchos siglos, los filósofos se preguntaron de dónde nacía la posibilidad de moverse;
de dónde adquirían los seres vivos la capacidad de estar vivos. A lo largo de la historia han
existido diversas respuestas, unas más certeras y cercanas a la realidad, y otras no tanto.
Algunos filósofos se preguntaron si era posible explicar la vida a partir de la materia, lo que
es imposible, pues no existiría materia sin vida, es decir, no habría seres inanimados. Luego
se preguntaron si era la reunión de los órganos vitales los que le daban vida a los seres
animados. Si analizamos esta postura nos daremos cuenta que también es errónea, pues
cuando los seres vivos mueren, siguen teniendo sus órganos vitales, y perecen de igual forma.
Además, si hacemos el experimento de reunir diversos órganos de personas o animales, y los
juntamos en un solo cuerpo, no vive. Si hacemos el mismo experimento que el Dr.
Frankestein, llegaremos al mismo problema: la simple reunión de órganos no es sinónimo de
vida. Así, la filosofía volvió a preguntarse de dónde adquirían la vida los seres vivos. Y los
pensadores llegaron a la siguiente conclusión: tiene que haber un algo, distinto de la materia,
que haga que los seres vivos estén, de hecho, vivos. De lo contrario no existirían seres vivos
en la naturaleza. Ese algo, desconocido para ellos, no debía depender de lo material y debía
estar más allá de las determinaciones del cuerpo. A ese algo lo llamaron “anima”, una palabra
latina que significa simplemente “aquello que mueve, que da vida”. El anima del latín es lo
que en castellano conocemos como alma.

2. Definición de alma y tipos de alma

Sabemos que hace siglos los filósofos sostuvieron que había algo llamado alma que guardaba
relación con la vida. Pero, ¿cómo podemos definirla? La mejor definición del concepto de
alma es “principio inmaterial que vivifica el cuerpo”. Analicemos a continuación esta
definición.
En filosofía, un “principio” es algo que constituye a una cosa. Si el alma es parte constitutiva
de un ser, se dice que es su principio. Como dijimos, el cuerpo humano es también
constituyente del ser humano, por lo que el cuerpo es también un principio del hombre. De

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hecho, cuerpo y alma unidos son los principios que explican la constitución del hombre. No
somos solo cuerpo o solo alma, sino una unión de ambos.
El concepto “inmaterial” hace referencia a aquello que no posee materia, pero que de igual
forma existe. Estos nos parece un poco extraño, porque estamos acostumbrados a reconocer
la existencia de aquello que podemos ver y tocar, pero rara vez nos hemos preguntado por la
existencia de aquello que no tiene una realidad corpórea; pero si lo pensamos un poco, nos
daremos cuenta que esos conceptos existen y que los utilizamos diariamente. Pensemos, por
ejemplo, en los números. Los usamos todos los días, pero jamás nos encontraremos con el
número 42 sentado al lado en clases de antropología, o el 28 comprando en el supermercado.
O, si pensamos, en el amor de una madre por el hijo ausente o que ha fallecido… Sabemos
que es una realidad que existe fuera del plano material, aunque se manifiesta en él (mediante
las lágrimas, por ejemplo; o el cuidado con el que conserva la foto del hijo). Con el alma
sucede lo mismo. Existe fuera del plano material, aunque se manifiesta en él (cuando
pensamos, cuando escogemos, cuando amamos, cuando creamos una obra de arte, cuando
rezamos…). Si es aquello que da vida al cuerpo, no puede ser una parte del cuerpo ni estar
en él. Debe superar la materialidad y no depender de ella. Por ello es que se afirma que es un
principio “inmaterial”.
Finalmente, se dice que “vivifica al cuerpo”. Ya dijimos que el cuerpo por sí mismo no vive
ni se mueve. Necesita de ese principio inmaterial para poder moverse y vivir. Por ello el alma
se considera como aquello que le da la vida a la dimensión corporal.

Esto nos conduce a una pregunta fundamental:


No sólo el ser humano está vivo. Vemos que en la naturaleza hay una gran diversidad de
seres que también se mueven, crecen y se desplazan: ¿significa, entonces, que todos ellos
tienen alma también? Efectivamente. Todos los seres animados tienen un alma que los anima.
Sin embargo, una simple observación constata que son muy distintos y diversos. ¿Cómo se
puede explicar esa diversidad si todos tienen alma? ¿El ser humano y los corales comparten
el mismo tipo de alma? Los filósofos han llegado a una conclusión vital: no todos los seres
vivos tienen el mismo tipo de alma, o dicho de otro modo, dependiendo de las características
o capacidades que los seres posean, será el tipo de alma que tengan. De acuerdo al nivel de

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complejidad de vida que posea el ser, será distinta el alma que anime a su cuerpo. Así,
podemos agrupar los seres en tres niveles de vida, poseyendo cada uno un tipo de alma
distinta.

En un primer nivel encontramos a los vegetales y plantas. Su tipo de movimiento está


estrictamente ligado a su ciclo natural de vida: nacen, crecen, se reproducen y mueren. Esto
está determinado por los estímulos que reciben del mundo exterior: fundamentalmente la
presencia de luz, agua y depredadores. Estos movimientos básicos son dados por el tipo de
alma más simple, el “alma vegetal”.

En un segundo nivel encontramos a los animales. Su tipo de movimiento es más complejo


que el de las plantas, pues además de poseer la capacidad de moverse según el ciclo natural
de vida, pueden hacerlo a partir de la información que le entregan sus sentidos. Así, el caballo
se desplaza hacia el agua para beberla, o se ubica bajo la sombra cuando hace calor. De la
misma forma se aleja del fuego y de sus depredadores pues los reconoce como algo dañino.
Esto es posible gracias a las percepciones de sus sentidos. Por ello, el alma que anima a este
tipo de seres recibe el nombre de “alma sensitiva” o “alma animal”.

Finalmente encontramos a los seres humanos. El movimiento que presentan es el más


complejo de todos, pues no sólo se mueven de acuerdo al ciclo de la vida natural y según la
información que se le entregan sus sentidos, sino que además se mueven de una manera muy
especial, según lo que dicta su voluntad. El alma humana es la única que le entrega al ser que
la posee la capacidad de moverse de acuerdo a los designios personales, pudiendo incluso
contravenir lo que le dictan sus instintos. Es tu alma la que te permite elegir estar en clases
en lugar de ir, instintivamente, a comer algo; eso es una acción voluntaria que puedes llevar
a cabo por el tipo de principio que anima a tu cuerpo. A este tipo de alma se le conoce como
“alma humana”. El hecho de que el hombre tenga las mismas capacidades de movimiento
que los animales y los vegetales (ciclo natural y percepción sensorial) no quiere decir que
posea los tres tipos de alma, sino que posee una sola alma, y que ella posee las capacidades
de los tres niveles de vida.

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Podemos resumir entonces, los tres tipos de alma y el movimiento que compete a cada una
de la siguiente forma:
a) Alma vegetal: permite al ser que la posee el movimiento relacionado al ciclo de la
naturaleza.
b) Alma sensitiva: permite al ser que la posee el movimiento relacionado al ciclo de la
naturaleza y el desplazamiento según sus percepciones sensoriales.
c) Alma humana: permite el ciclo de la naturaleza, el desplazamiento según las
percepciones sensoriales, y el movimiento a voluntad.

3. Las notas esenciales del alma

Por su particularidad y complejidad, el alma humana posee ciertas características o notas que
la hacen la más especial y elevada de todas. Ya dijimos que el alma humana es inmaterial,
pues el origen de la vida debe estar más allá de la materia. Para complementar este argumento,
profundizaremos un poco más en él. Hemos dicho que el ser humano está compuesto de
cuerpo y alma. El cuerpo corresponde a la dimensión animal y el alma a la dimensión
racional. Lo más propio de la parte racional del hombre, como estudiaremos en las clases
siguientes, es la capacidad de pensar, y está ligado al alma. ¿Cuál es el resultado del acto de
pensar? Es claro: los pensamientos. ¿Has visto alguna vez un pensamiento? ¿Has podido
tocarlo, sentirlo, olerlo? Nadie lo ha hecho en la historia de la humanidad, pues los
pensamientos son inmateriales, al igual que los números y el amor. Lo que podemos observar
de ellos es el resultado que tienen en las acciones de las personas. Así por ejemplo, si alguien
escribe un libro, sabemos lo que piensa, pues vemos plasmados en palabras sus pensamientos,
pero con los ojos no percibimos propiamente sus pensamientos. O si veo que una persona
levanta los brazos de alegría y grita, debe ser por el gol que acaba de anotar la selección
chilena. Puedo entender que está pensando en el gol y en la victoria, pero no puedo percibir
a través de los sentidos sus pensamientos. Si el resultado de la obra de pensar es inmaterial,
también debe serlo aquello que piensa, y puesto que hemos dicho que el alma es aquello que
lleva a cabo el acto de pensar, el alma ha de ser inmaterial. Podría aquí pensarse que lo que
piensa es el cerebro. Aunque es una observación muy común, como profundizaremos más

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adelante, el cerebro es un instrumento para pensar, no el origen del pensamiento, tal como
las manos son los instrumentos del pintor, pero no el origen de su capacidad creativa y su
habilidad para representarse los cuadros antes de pintarlos. Así, la inmaterialidad del alma es
su primera nota esencial.

La segunda nota esencial del alma humana tiene que ver con su inmortalidad, a veces también
llamada subsistencia. El alma, siendo inmaterial, no obedece a los mismos parámetros que
los cuerpos. Son los cuerpos los que tienen una vida orgánica. Ya que el alma no tiene un
cuerpo, parece ilógico pensar que esta muera. Dado que la muerte es el fin de la vida natural,
en la cual el cuerpo se corrompe (deja de ser lo que es), y puesto que el alma no puede
corromperse porque no tiene materia, podemos concluir que el alma no muere. Por su propia
naturaleza, el alma trasciende la realidad corporal del hombre y no deja de existir cuando su
vida natural acaba. Siendo aquello que le da vida al cuerpo, esta no muere cuando el cuerpo
lo hace. Las capacidades del hombre, que estudiaremos en las clases siguientes, abren al
hombre a una dimensión de la realidad que no acaba con la materialidad; el conocimiento y
la capacidad de elegir son lo que hace al humano propiamente humano, y es con base en
aquello que el hombre vive su humanidad, no estando, entonces, limitado por su corporeidad.

En esta clase hemos establecido entonces que el alma es el principio que anima el cuerpo,
que existen diversos tipos de alma, y que es el alma humana la más compleja de todas,
poseyendo notas esenciales que la caracterizan y la ponen por encima de los demás niveles
de vida, haciendo del hombre el ser más elevado de la naturaleza.

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