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Universidad Externado de Colombia

Daniela Beltrán Martínez- Antropología

La emoción del temor


“…el Oxford English Dictionary define la emoción como “cualquier agitación y
trastorno de la mente, el sentimiento, la pasión; cualquier estado mental vehemente o
excitado.” (Goleman, 1995: 331)

Cuando se habla acerca de qué son las emociones es muy difícil saber con certeza si
aquello que se siente es una emoción o más bien un desencadenante de sentimientos,
temperamentos según la personalidad o instintos que hacen que se categorice como una
emoción. De ese modo, a mi modo de interpretar, considero que las emociones abarcan
gran parte del proceso de pensamiento y de aprendizaje, no sólo del proceso cognitivo
sino también de factores sociales que hacen que los individuos tomen el impulso para
realizar alguna acción.
Según lo dicho anteriormente, “se dice que se existen emociones primarias, dentro de
las cuales se encuentra la ira, tristeza, temor, placer, amor, sorpresa, disgusto y
vergüenza junto con sus respectivas familias” (Goleman, 1995: 331, 332). Sin embargo,
en este caso me enfocaré en el temor.
Muchas veces se considera que el temor tiene un significado negativo, por lo que las
acciones con las que se expresa son desagradables, inquietantes e inseguras, ya que en
cierta medida los seres humanos vivimos con ‘la incertidumbre de…’, aunque eso no
quiere decir que subjetivamente se reconozca o no el grado de intensidad con que se
experimenta la emoción, con sus correspondientes sentimientos (“ansiedad, aprensión,
nerviosismo, preocupación, consternación, inquietud, cautela, pavor, miedo, terror…”
(Goleman, 1995:331)), ya que quien tiene la capacidad de reflexionar por sus actos
puede mirar desde otra perspectiva mucho más amplia la situación, no observándola
desde un punto correcto e incorrecto, sino replanteándose en las concepciones
vinculadas con el entorno social, al saber que se integran múltiples factores que hacen
que se manifieste el temor, al contrario de quien no entiende como se expresan, puesto
que a la vez que provocan problemas de interacciones en la vida social, también
ocasionan afectaciones internas en el cuerpo, desarrollando cambios que perjudican
cualquier tipo de enfermedad porque no saben controlar la intensidad con que viven
En efecto, el temor permanece constante con nosotros mismos por situaciones de
peligro que nos advierten o que simplemente nos motivan, pero por esos simples
acontecimientos no se puede dejar llevar por el exceso de impulso, sino más bien
examinar cual es el sentido concreto para poder reflexionar y manejar la emoción
cuando realmente se tiene que vivir.

Bibliografía
 Goleman, Daniel. (1995). La inteligencia emocional. Ediciones B, S.A de C.V.
2007 sello Zeta Bolsillo. México D.F.

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