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Serie de Sermones – La Riqueza del Cristiano

Sermón N°14 – Enriquecidos en la imagen de Dios


Por: Jorge Betancur

La Carta a los Efesios es uno de los documentos más influyentes en la vida del cristiano. Es
consistentemente teocéntrica y trinitaria. Su mensaje acerca de la Gracia y el Amor de Dios es alentador
y gratificante para la vida del creyente.

Nos muestra que Dios no es un ser remoto, sino que, desde el principio de la carta nos dice que hemos
sido concebidos para pertenecer a Dios y que él ha estado y está obrando para hacer que nuestra
relación con él sea una realidad.

En Cristo y por medio del Espíritu Santo, Dios nos conduce a sí mismo y nos da lo que necesitamos para
vivir. Nos ha dado las abundantes riquezas de su gracia.

En esta mañana, el sermón lleva por título “Enriquecidos en la imagen de Dios”.

Efesios 5:1 “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.”

A lo largo de las escrituras, desde el Génesis al Apocalipsis, vez tras vez Jesús se enfatiza el hecho de que
los creyentes deben enfocarse en ser imitadores de Dios.

Pablo pide a los cristianos que seamos, o nos hagamos “imitadores de Dios como hijos amados”

La palabra griega que el apóstol Pablo utiliza para imitadores es “mimetes”, que es el término del cual se
deriva mímica y mimo.

El verbo que utiliza el apóstol expresa la idea de “llegar a ser” o “hacerse” y está en presente imperativo,
como un mandato de obligado cumplimiento.

Siendo un presente imperativo, no solo adquiere la condición de mandamiento, sino también de


continuidad, es decir, no se trata de ser imitador de Dios en algún momento, sino permanentemente.

La idea central de esta palabra es aquella persona que constantemente emula y reproduce característica
específica de otra persona.

Es por ello, que los cristianos han de imitar las características de Dios. El todo de la vida cristiana es la
reproducción del carácter de Dios.

Entonces, la pregunta ineludible que debemos responder es ¿Cómo podemos imitar a quien ni siquiera
podemos comprender o conocer en su totalidad?

Para saber cómo es Dios debemos estudiar su Palabra, su revelación y su gran presentación de sí
mismo. Al hablar del carácter de Dios, debemos centrarnos en sus atributos o virtudes.

1 Pedro 2:9 habla de las "virtudes” de Dios y usa la palabra griega “areté” que comunica precisamente
esta idea.

La esencia o el ser de Dios consiste en la totalidad de sus virtudes. Para tener una comprensión de los
atributos o virtudes de Dios, déjenme explicar brevemente un tecnicismo teológico para poder definir lo
que es un atributo (virtud, excelencia) de Dios, siguiendo básicamente la definición del teólogo Luis
Berkhof:

“Los atributos de Dios son las perfecciones que son reveladas del ser divino en las Escrituras o que son
visiblemente puestos de manifiesto por Dios en las obras de su creación, providencia y redención.”

Es así que Luis Berkhof y la tradición teológica reformada, divide en dos clases el carácter de Dios, los
cuales son los atributos incomunicables y comunicables.

Los atributos incomunicables son atributos que carecen de cualquier analogía en la creación
(inmensidad, eternidad, omni-potencia, etc.). Los atributos comunicables cuentan con cierta analogía
(imperfecta por supuesto) en los seres humanos (santidad, justicia, amor, misericordia).

No obstante, cuanto más aprendemos del carácter de Dios más aprendemos cuán lejos estamos de
alcanzar el mandato de ser imitadores de él, de tener perfección absoluta como la suya en nuestras
vidas.

Sin embargo, la obediencia al mandamiento de imitarle es, después de todo, posible. Esto es así por las
siguientes razones: a) somos creados a imagen suya; b) el poder Espíritu que capacita mora en nosotros;
y c) por medio de su gracia regeneradora y transformadora hemos llegado a ser sus hijos, vale decir,
imitadores.

a) Somos creados a imagen suya

En Génesis 1:26 nos dice que desde el principio Dios estableció que nosotros, como seres creados por él,
manifestáramos su semejanza en carácter en toda la creación, pero ello, se quebró producto del acto
desobediente de Adán.

Sin embargo, Dios nunca abandono su plan para su creación y estableció su plan redentor en base a uno
de sus atributos comunicables. En Levíticos 19:2 Dios demanda para el pueblo de Dios una vida santa, en
semejanza de la santidad de Dios que los había separado para ser su pueblo.

Dios había establecido en su Palabra que su pueblo fuese perfecto delante de él.

Deuteronomio 18:13 “Perfecto serás delante de Jehová tu Dios.”

Esta santidad no quiere decir, en modo alguno, que debemos ser perfectos en Santidad como lo es Dios,
sino que, se refiere a vidas que alcanzan realmente una verdadera madurez espiritual que corresponde
al carácter de quienes son hijos de Dios. Son aquellos que ya no andan conforme a la carne, sino que
conforme al Espíritu.

1 Pedro 1:14-16 “14 como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando
en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en
toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.”

b) El poder del Espíritu que capacita mora en nosotros

Efesios 3:16 dice que necesitamos ser “el ser fortalecidos con el poder en el hombre interior por su
Espíritu”.

La única manera en convertirnos en imitadores de Dios es que el Señor Jesucristo viva su vida perfecta a
través de nosotros y para ello, dependemos por completo de su Espíritu para llegar a ser semejantes a
él.
El poder espiritual no es un distintivo que se aplique a una clase especial de cristianos, sino que es la
marca de todo cristiano que se somete a la Palabra y el Espíritu de Dios.

Sin el poder del Espíritu, estamos condenados a fracasar en la vida cristiana. La obra de santificación es
posible solo por medio del poder del Espíritu Santo obrando en nosotros. Solo el poder del Espíritu
puede llevarnos a ser imitadores de Dios.

La obra del poder del Espíritu es la obra mediante la cual Él controla al creyente y le hace vivir una vida
espiritual, la cual se hace evidente con un crecimiento de santidad y madurez cristiana.

El poder del Espíritu en la vida de la iglesia del primer siglo los llevo a ser testigos del carácter de Dios.

Hechos 1:8 “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis
testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”

c) por medio de su gracia regeneradora y transformadora hemos llegado a ser sus hijos, vale decir,
imitadores.

Es natural que los hijos sean semejantes a sus padres. Tienen la naturaleza de sus padres y de manera
instintiva imitan las acciones y conducta de sus padres.

Nosotros, por medio de Jesucristo, Dios no ha dado el derecho de llegar a ser sus hijos. Como Pablo
declaró al principio de esta carta, Dios ya nos había “predestinado para ser adoptados hijos suyos por
medio de Jesucristo según el puro afecto de su voluntad” (Efesios 1:5)

Debido a que nuestro padre celestial es santo, nosotros hemos de ser santos. Porque el es benigno,
debemos ser benignos. Porque el es perdonador, debemos ser perdonadores. Porque el es amor,
nosotros como sus hijos amados debemos andar en amor.

Es así, que ser sus hijos, nos da la capacidad de mirar a nuestro Padre celestial e imitar su carácter.

Conclusión

Canción de Marcos Witt

“Yo quiero ser como Tú.

Yo quiero ser como Tú.

Yo quiero ser un vaso de tu amor.

Yo quiero ser como Tú.”

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