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El Carácter de la Iglesia

Cuando evaluamos la iglesia, nos solemos enfocar a menudo sobre los números, la variedad y
naturaleza de los programas, la cantidad de personas que entran en nuestro salón de reuniones,
los ingresos económicos y un sin número de temas logísticos y técnicos. Sin embargo, si la
espiritualidad de la iglesia se debilita quedará muy dificultado el crecimiento orgánico de los
miembros que componen la iglesia, con pocos o ningún logro eterno conseguido.

Una iglesia local, nuestra iglesia Casa de Amor permanece o cae, no por los programas, es más,
todos nuestros programas quedaron detenidos producto de la pandemia global, entonces una
iglesia permanece o cae por el carácter desarrollado en la vida de los miembros de la
congregación.

Un cristiano y una iglesia sin un carácter cristiano, carece del verdadero significado del mensaje
bíblico de la obra redentora de Cristo.
A lo largo de las Escrituras, la comunidad del pueblo de Dios es comparada a un cuerpo vivo. La
esencia del cuerpo no es su apariencia externa, sino su vida interna. Un espíritu puede sobrevivir
sin un cuerpo, pero un cuerpo no puede sobrevivir sin un espíritu.
De igual manera la naturaleza espiritual de la iglesia puede seguir adelante sin programas,
estrategias y técnicas de evangelismo, pero la iglesia, con sus planes, ministerio y deberes, no
puede sobrevivir sin la vida espiritual que proviene por medio de una relación íntima con Dios.
Una iglesia sin carácter se convierte en una institución social, no en el organismo vivo que Dios
desea que seamos.
El carácter es la naturaleza distintiva del individuo que sirve para gobernar sus actividades y
actitudes. El carácter abarca nuestro ser moral y ético, nuestra personalidad, valores y
comportamientos. El carácter involucra la condición interna de nuestro espíritu.
Es así, que nuestro carácter está formado por nuestra comprensión de Dios y nuestra respuesta
apropiada a Él. Por ello tenemos una Dependencia en Dios para desarrollar nuestro carácter y al
mismo tiempo una Responsabilidad individual y comunitaria de desarrollar del carácter cristiano.
Filipenses 2:12-13 “12 Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi
presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con
temor y temblor, 13 porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por
su buena voluntad.”
Entonces, la pregunta ineludible que debemos responder es ¿Cómo podemos desarrollar el
carácter cristiano que Dios espera de sus hijos?
A lo largo de las escrituras, desde el Génesis al Apocalipsis, vez tras vez Jesús se enfatiza el hecho
de que los creyentes deben enfocarse en ser imitadores de Dios.
Efesios 5:1 “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados.”
Pablo pide a los cristianos que seamos, o nos hagamos “imitadores de Dios como hijos amados”
La palabra griega que el apóstol Pablo utiliza para imitadores es “mimetes”, que es el término del
cual se deriva mímica y mimo.
El verbo que utiliza el apóstol expresa la idea de “llegar a ser” o “hacerse” y está en presente
imperativo, lo cual es un mandato de obligado cumplimiento.
Siendo un presente imperativo, no solo adquiere la condición de mandamiento, sino también de
continuidad, es decir, no se trata de ser imitador de Dios en algún momento, sino
permanentemente.
La idea central de esta palabra es aquella persona que constantemente emula y reproduce
característica específica de otra persona. Es por ello, que los cristianos han de imitar las
características de Dios. El todo de la vida cristiana es la reproducción del carácter de Dios.
Romanos 8:29 “porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.”
El plan eterno de Dios asegura que cada cristiano, al final, llegará a ser como Cristo. Seremos
transformados a su imagen y semejanza.
Entonces de aquí surge una serie de preguntas ¿por qué hablar de carácter cristiano? Si Dios ha
predestinado que seamos como Cristo ¿en dónde encaja en que nosotros debamos esforzarnos en
formar el carácter cristiano? ¿Por qué simplemente nos desplazamos hasta la prometida
semejanza a Cristo y nos olvidamos de la una vida disciplinada en caracter?
Aunque Dios nos concederá la semejanza a Cristo cuando Jesús vuelva, mientras tanto, él quiere
que crezcamos en ella. No debemos simplemente esperar la santidad; debemos buscarla.
Hebreos 12:14 “Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.”
Entonces, la segunda pregunta ineludible que debemos responder es ¿Cómo y qué aspectos del
carácter de Dios debemos imitar para desarrollar un carácter auténticamente cristiano?
Efesios 3:16 dice que necesitamos ser “fortalecidos con el poder en el hombre interior por su
Espíritu”.
La única manera en convertirnos en imitadores de Dios es que el Señor Jesucristo viva su vida
perfecta a través de nosotros y para ello, dependemos por completo de su Espíritu para llegar a
ser semejantes a él.
El poder espiritual no es un distintivo que se aplique a una clase especial de cristianos, sino que es
la marca de todo cristiano que se somete a la Palabra y el Espíritu de Dios.
Sin el poder del Espíritu, estamos condenados a fracasar en la vida cristiana. La obra de
santificación y formativo del carácter cristiano es posible solo por medio del poder del Espíritu
Santo obrando en nosotros. Solo el poder del Espíritu puede llevarnos a ser imitadores de Dios.
La obra del poder del Espíritu es la obra mediante la cual Él controla al creyente y le hace vivir una
vida espiritual, la cual se hace evidente con un crecimiento de santidad y madurez cristiana.
El poder del Espíritu en la vida de la iglesia del primer siglo los llevo a ser testigos del carácter de
Dios.
Hechos 1:8 “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me
seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”
La Palabra de Dios declara con claridad que el Espíritu Santo produce las características de Cristo
en nosotros. Con este desarrollo viene la madurez y la estabilidad en la vida de un cristiano en
todos los ámbitos de la vida.
La Biblia habla del fruto que el Espíritu Santo produce en el cristiano, y dice:
Gálatas 5:22 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
mansedumbre, templanza”.
En la versión “La traducción de la pasión”, esto es lo que dice:
“Pero el fruto que el Espíritu Santo produce en ti es amor divino en todas sus variadas
expresiones: gozo rebosante, paz victoriosa, paciencia que resiste, amabilidad en acción, una vida
llena de virtud, fe que prevalece, dulzura de corazón, fortaleza de espíritu”
Como comunidad de carácter, los cristianos debemos reflejar el fruto del Espíritu a los cuales se
nos ha llamado.
Tal como Jesús dejó en claro, la credibilidad del evangelio depende de aquellos que han sido
transformados por la gracia y la misericordia de Dios, y que demuestran esa transformación en
toda dimensión de la vida.
Juan 13:35 “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los
otros.”

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