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Samantha Fabián H
Trataremos por tanto un ámbito que recoge habilidades muy diferentes, aunque complementarias, a
las capacidades exclusivamente cognitivas que se han medido por el cociente intelectual.
En este sentido, hay personas intelectualmente muy inteligente pero no necesariamente inteligentes
emocionalmente, ya que un cociente intelectual alto no implica una madurez emocional.
Es cierto que ya no nos encontramos con los mismos peligros, pero seguimos respondiendo igual a
nivel fisiológico (se nos acelera el corazón, se nos tensan los músculos, se nos dilatan las pupilas,
por ejemplo).
Además influyen en nuestra atención y en como percibimos las cosas. Ante una situación que
interpretamos como peligrosa, nuestra atención se concentra en esa posible amenaza, hasta el
punto de no darnos cuenta de otras cosas o quedarnos paralizados.
A través de las emociones nos comunicamos con los demás, a veces sin darnos cuenta, a
través de las manifestaciones no verbales de la emoción, como las expresiones faciales.
Nuestro cerebro recibe cada milésima de segundo millones de datos relativos a las emociones, lo
que influye en otras funciones cognitivas como la memoria o el lenguaje.
La palabra emoción viene del latín exmovere, que significa "aquello que te mueve hacia",
"movimiento o impulso” por algo externo. Por extensión, se refiere a lo que nos pone en
movimiento, tanto a nivel externo como interno.
1. Nivel Cognitivo o experiencial
2. Nivel Conductual o de acción
3. Nivel Fisiológico o corporal
1. Tono o Polaridad:
Como agradables, por ejemplo cuando sentimos ilusión o alegría, o desagradables al sentir enfado o
ansiedad.
2. Intensidad:
3. Duración:
1. Son Innatas:
Nadie nos enseña a tenerlas. Desde el momento en que nacemos damos muestra de ellas sin un
aprendizaje previo, por ejemplo el llanto o la sonrisa de un recién nacido.
2. Son Universales:
Existen en todos los seres humanos, independientemente del significado que cada persona les dé o
la cultura a la que pertenezca.
Nadie puede decirnos lo que estamos sintiendo en un momento determinado. Lo siento “yo”. Y cada
uno de nosotros tenemos esa subjetividad de qué sentimos y de cómo nos sentimos.
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Los sentimientos son más duraderos que las emociones, pero las emociones son más intensas.
Los sentimientos son resultado de las emociones. Son la elaboración a través de la razón. Son
la experiencia subjetiva.
En resumen...
Los sentimientos son la toma de conciencia de las emociones. Sirven para expresar, de
forma más racional, nuestro estado de ánimo.
Todas las emociones tienen una función, por tanto, sería erróneo clasificarlas como positivas o
negativas. ¡¡Todas sirven para algo¡¡.
Sin embargo, cuando la intensidad es tan fuerte que nos separa del presente y nos secuestra
emocionalmente, nuestra capacidad de respuesta a la situación queda muy reducida, ya que
nuestros recursos quedan bloqueados, atrapados (por ejemplo nuestra atención y memoria).
En sus trabajos, observó como los miembros de una cultura aislada eran capaces de identificar con
un alto grado de fiabilidad las expresiones emocionales al observar fotografías tomadas a personas
de otras culturas con las que nunca antes habían estado familiarizados.
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- Miedo:
Nos avisa de la existencia de un peligro, amenaza o daño a nivel psicológico, físico o social. Puede
ser presente o futuro, real o supuesto.
A nivel fisiológico, las pupilas se dilatan, aumenta el ritmo cardiaco y la secreción de hormona
vasopresina, entre otros efectos.
- Alegría:
A diferencia de la felicidad, la alegría es de corta duración. Sin embargo, podemos tener muchísimos
momentos alegres al día.
A nivel fisiológico, segregamos endorfinas -neurotransmisores que alivian el dolor físico y emocional-
y hormona oxitocina –que nos vuelve más afectuosos-.
- Ira:
Nos alerta de que hay algún obstáculo para alcanzar nuestras metas. Representa lo que hemos de
franquear o contra lo que hemos de alzarnos.
Los efectos físicos de la ira incluyen aumento del ritmo cardiaco, de la presión sanguínea y de los
niveles de adrenalina y noradrenalina.
-Tristeza:
No hay una amenaza (como en la ira), sino la sensación de que nuestra meta no se ha conseguido.
Es una emoción que favorece mucho la introspección y la toma de conciencia de lo que ha ocurrido.
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Nos hace estar más dispuestos a ayudar a otros a conseguir sus propios objetivos, a solidarizarnos
con las dificultades de otras personas.
- Sorpresa:
Indica que aparece algo inesperado. Nos moviliza, nos prepara para la acción.
La sorpresa es con frecuencia expresada por sólo una fracción de segundo. Puede ser seguida
inmediatamente por la emoción de miedo o alegría.
- Asco:
A nivel corporal, se puede expresar mediante náuseas, vómitos, sudores, descenso de la presión
sanguínea e incluso el desmayo.
Paul Ekman fue nombrado (2001) por la Asociación Americana de Psicología como uno de los
psicólogos más influyentes del siglo XX, y por la revista Time (2009) una de las 100 personas más
influyentes del mundo.
Como ya hemos visto, las emociones son innatas y están presentes a lo largo de toda nuestra vida.
Querer ignorar lo que sentimos, y por tanto, la información que nos están aportando nuestras
emociones, es una forma de engañarnos a nosotros mismos, ya que no van a desaparecer por no
hacerles caso o negarlas. Lo más probable es que a corto o largo plazo esos sentimientos vuelvan a
aparecer y reclamarnos atención.
Intentar vivir con los problemas y/o consecuencias vinculadas a lo que sentimos
Esta alternativa implica asumir y soportar el mal estar que pueden estar generándome ciertas
emociones y sentimientos en mi vida día a día. Al tiempo que nos mantiene en el mismo punto de
vista sobre lo que nos ha ocurrido.
Desde esta alternativa, puedo tomar conciencia de mis sentimientos y mis pensamientos para
decidir cuál es la forma más adecuada de responder a la situación que estoy viviendo. Y por
tanto, orientar lo que hago, lo que pienso y lo que siento hacia lo que quiero y elijo,
sintiéndome el responsable y el protagonista de mi vida.
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pero mi respuesta sí
Puedo aprender a gestionar mis emociones para mejorar mi relación conmigo mismo y mis
relaciones personales y profesionales
Todas las competencias que conforman la Inteligencia Emocional implican un cierto nivel de
habilidad en el terreno afectivo y en el terreno cognitivo.
La capacidad de responder efectivamente a una situación concreta que vivamos necesita del
registro emocional adecuado, algo que nuestras capacidades intelectuales no pueden conseguir por
sí mismas.
En el apartado siguiente expondremos su lista de ocho tipos de inteligencia, que incluye dos
modalidades de inteligencia personal: la inteligencia intrapersonal y la inteligencia interpersonal
o social.
-Peter Salovey y John Mayer presentaron por primera vez su teoría de la inteligencia emocional
en 1990. Definieron a la Inteligencia Emocional como la capacidad de controlar y regular los
sentimientos de uno mismo y de los demás, y utilizarlos como guía del pensamiento y la acción.
En uno de los siguientes epígrafes nos centraremos en exponer los cuatro grandes campos o
dominios donde se recogen las competencias emocionales que conforman su teoría: conciencia de
uno mismo, autogestión, conciencia social y gestión de las relaciones.
Del análisis de las distintas teorías elaboradas sobre este constructo, podemos concluir que todos
los modelos relativos a la Inteligencia Emocional tienen en común el referirse a aptitudes
para reconocer y regular las emociones en nosotros mismos y en los demás.
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Define una inteligencia como “el potencial biopsicológico para procesar información que puede
activarse en un entorno cultural a fin de resolver problemas o crear productos que tienen
valor en una cultura”.
Así mismo, hay muchas maneras de ser inteligente en cada categoría, y distintas combinaciones de
inteligencia.
Es la capacidad para percibir las relaciones que existen entre varias especies o grupos de
objetos y personas, así como reconocer y establecer si existen distinciones y semejanzas entre
ellos.
Tienen desarrollada la habilidad para reconocer y clasificar individuos, especies y relaciones
ecológicas, así como para interactuar con ellas.
Son personas que disfrutan en la naturaleza y competentes en reconocer plantas, especies y sus
características.
Inteligencia musical
Es la capacidad para percibir y expresarse a través de las diferentes formas musicales,
interactuar con instrumentos y aprender sus sonidos.
Destacan por distinguir y utilizar de manera adecuada el tono, el timbre y el ritmo de una melodía.
Les encanta cantar, silbar, canturrear y moverse al ritmo de alguna melodía.
Inteligencia corporal kinestésica
Es la capacidad para utilizar el propio cuerpo para realizar actividades o resolver problemas.
Estas personas piensan a través de sensaciones somáticas, al tiempo que disfrutan con bailar,
correr, saltar, construir, tocar y gesticular.
Muestran su destreza en coordinación, flexibilidad, velocidad y todas aquellas capacidades
relacionadas con las habilidades táctiles.
Aunque los términos usados varían de un investigador a otro, podemos relacionar estos cuatro
dominios con las teorías anteriormente señaladas.
Así mismo, otros autores distinguen entre inteligencia emocional e inteligencia social, considerando
la primera como capacidades personales de autogestión, y la segunda como habilidades de
relación.
Los dominios Conciencia de uno mismo y Autogestión determinan el modo en que nos
relacionamos con nosotros mismos, y conforman los dominios de Competencia Personal.
Los dominios de la Competencia social son la Conciencia social y la Gestión de las relaciones, y
determinan el modo en el que nos relacionamos con los demás.
«
Las investigaciones actuales, nos indican que las habilidades colectivas nos permiten predecir el
buen funcionamiento de una organización.
De entre ellas, nos gustaría pararnos a reflexionar sobre tres de ellas por ser consideradas
claves:
Conciencia de sí mismo
Control de las emociones
Motivación de logro
Supone poner luz a esos puntos ciegos apoyando a aquellas personas, que desde la
responsabilidad y compromiso con la organización, manifiestan o exponen de alguna forma la
situación para evitar que vaya a más y buscar soluciones efectivas que aporten a la obtención
de buenos resultados.
Puede ocurrir que en el organismo, que el temor a posibles represalias – que en ocasiones incluso
pueden llegar a la sanción o el despido – hace que personas conscientes de la situación y sus
efectos, decidan mantenerse en silencio, mientras presencian impotentes los negativos efectos de
una baja inteligencia emocional en su organización.
La solución a esta situación pasa por crear “un clima más sincero y abierto a las comunicación
internas de la organización”, para lo cual es necesario aceptar la verdad aunque pueda resultar
incómoda, y estar dispuestos a analizar todos los ámbitos de una determinada situación.
Esto sólo será posible cuando las personan sientan que pueden exponer y debatir lo que está
ocurriendo con libertad para ser sinceras sin miedo a posibles castigos o represalias.
Con ello, se pone de manifiesto que la conciencia emocional de una organización está
directamente relacionada con la accesibilidad, confiabilidad y efectividad de sus canales de
comunicación interna, permitiendo así que las personas puedan expresar con libertad sus
problemas y sus dudas, lo que permitirá encontrar soluciones eficientes desde el inicio de las
situaciones, sin favorecer que éstas se oculten o puedan ser camufladas ajustando los números que
necesariamente manejan todas las organizaciónes.
Ignorar las emociones en el mundo laboral tiene un alto coste humano, ya que cómo nos sentimos
afecta directamente a nuestra atención, concentración y rendimiento. Las estadísticas de bajas
por accidentes laborales reflejan este hecho muy bien.
Para ello, se hace imprescindible a su vez el reconocimiento de los propios sentimientos por
parte de cada uno de nosotros. Concretémoslo en un ejemplo.
Imaginemos que hemos pasado la noche sin dormir por la enfermedad de un hijo que nos hizo estar
en urgencias hasta hacerse de día. Nuestra capacidad de atención y reflejos para realizar ciertas
tareas – como la conducción de vehículos industriales – se verá considerablemente afectada, y por
tanto aumentará el riesgo de un accidente.
Si ante esta misma situación, un compañero se preocupa por saber cómo estamos y somos sinceros
diciéndole la verdad sobre lo que nos sucede, es posible que se busquen alternativas y podamos
hacer ese día otras tareas, dejando aquellas que implican la conducción de maquinaria para otro
momento en que ya hayamos podido descansar. De esta forma, la inteligencia emocional también
nos sirve para reducir el riesgo de siniestralidad laboral.
Con esto no estamos planteando que el trabajo se deba convertir en el espacio donde contar
nuestra vida y nuestros sentimientos, ya que es necesario diferenciar el ámbito laboral y el personal.
Lo que queremos transmitir es que en el trabajo, al igual que en la vida, nos relacionamos con
otras personas necesariamente, por lo que las emociones también están presentes y deben
ser tenidas en cuenta.
En este sentido, recordemos que las relaciones personales entre los miembros de un equipo
son el factor humano determinante de su éxito, por lo que la sensación de sentirnos apoyados
y reconocidos por nuestros compañeros es fundamental para el logro de los objetivos
comunes.
Motivación de logro
Como indicamos anteriormente, el sentido de logro en el contexto de una organización corresponde
a examinar el entorno en busca de datos cruciales y nuevas oportunidades para la
organización en sí. Y esto necesita de una base de confianza y comunicación donde se exprese lo
que pensamos y sentimos realmente.
Recordemos que es fundamental superar las reticencias- e incluso el miedo - a expresar lo que
pensamos y sentimos para generar un nivel de confianza y comunicación realmente bueno .
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Como es razonable, y real por la experiencia en empresas, lleva un tiempo crear ese ambiente de
sinceridad y apertura.
Este tratamiento emocionalmente más inteligente de las situaciones reales que se viven en el día a
día de las empresas, permite que los equipos dejen de competir entre sí y pasen a colaborar en
el logro de los objetivos fijados. Se consigue, por tanto, pasar de competir a colaborar para
lograr¡¡
“Todo se hace con personas”, así cuando ignoramos o damos la espalda al factor humano, las
cosas no funcionan como deberían. Las empresas que fomentan la colaboración entre sus
equipos y profesionales son las que han demostrado ser más competitivas y obtener los mejores
resultados.
Las habilidades de la inteligencia emocional resultan imprescindibles para la vida y el trabajo día a
día. Y estas competencias pueden ayudarnos, además de a competir más adecuadamente, a
disfrutar de nuestro trabajo en un entorno en continuo proceso de cambio.
Empatía y autoconsciencia
Introducción
Estar conectados con nuestros sentimientos nos aporta la información necesaria para
movernos en el camino de la vida.
Gracias a ellas captamos los mensajes procedentes de nuestro almacén interno de recuerdos
emocionales. Nuestro patrimonio personal de sabiduría y sensatez para afrontar la vida.
Esta habilidad se asienta en uno de los dominios que vamos a tratar en este módulo: la conciencia
de uno mismo.
Ser consciente del modo en que nuestras emociones afectan a todo lo que hacemos constituye una
competencia emocional fundamental.
Junto al autocontrol es una de las bases en que se apoyarán otras competencias como veremos a lo
largo del curso.
Nuestra mente mide el almacén emocional que poseemos de nuestras experiencias previas, y a
partir de ellas, crea una respuesta en forma de presentimiento o sensación visceral.
De igual forma que tenemos una corriente continua de pensamientos, también existe una
corriente continua de sentimientos.
Comprender los vínculos que existen entre sus pensamientos, sus sentimientos, sus
palabras y sus acciones
internas que nos permiten saber lo que estamos sintiendo y de saber utilizarlas como guía
que nos informa de continuo acerca del modo como estamos haciendo las cosas”.
Esta misma capacidad tiene importantes consecuencias en la mayor parte de los trabajos que
realizamos, especialmente en aquellos donde tenemos que tratar algunas cuestiones difíciles
mientras nos relacionamos con clientes o compañeros.
Como profesionales, ser más conscientes de nosotros mismos y empáticos nos permite
establecer relaciones de mayor confianza y más duraderas con nuestros clientes y equipos
de trabajo.
Este reconocimiento es lo que nos permite comprender el modo en que nuestros sentimientos
afectan también a los demás.
Las personas con una alta consciencia de sí mismos son conscientes de sus emociones en
todo momento, reconociendo con frecuencia el modo en que les afecta a nivel físico.
Además con capaces de expresar sus sentimientos de una forma socialmente correcta.
El ritmo rápido y la presión que caracteriza a la vida actual en nuestras sociedades, hacen que
nuestra mente esté principalmente ocupada por nuestro flujo de pensamientos.
Nuestros sentimientos nos acompañan continuamente pero casi nunca nos damos cuenta de
ellos.
A menudo nos pasa que no atendemos nuestras emociones hasta que se han desbordado. Y
entonces pueden hacerlo sin control¡¡
Necesitamos tiempo para ser introspectivos. Para asimilar lo que nos pasa, reflexionar y reaccionar
de una forma adecuada¡¡
Para que la presión mental no acalle nuestra voz interior, que es sin duda la mejor brújula para
navegar adecuadamente por la vida¡¡
Para no caer en la “sordera emocional”, que no es otra cosa que una conciencia muy difusa de
nuestros sentimientos, disponemos de una herramienta muy potente: Mindfulness
(“conciencia plena”, concepto psicológico basado en el término budista de atención plena) .
Esta herramienta nos permite establecer contacto con esa voz interior que son los
sentimientos, dejando por un momento las actividades orientadas a algún objetivo, y
haciendo algo que nos permita abrir nuestra mente a una sensibilidad más profunda y
silenciosa.
Las personas dotadas de esta competencia se caracterizan por (según Daniel Goleman):
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El primer paso para poder aumentar nuestra eficacia es identificar las necesidades de mejora que
tenemos, aunque nos pueda resultar difícil en algunos momentos.
Ser capaces de reconocer nuestros errores y debilidades muestra nuestra habilidad para
conocer nuestros límites, y por tanto, de poder trabajar sobre ellos para mejorarlos.
La necesidad de cambio que subyace en los párrafos anteriores no podemos considerarla como un
signo de debilidad o de fracaso. Todo lo contrario¡¡. La verdad nos permite progresar¡¡.
Todos compartimos la tendencia a la negación, una estrategia que nos protege del dolor
emocional. Y que puede adoptar muchas formas: minimizar la importancia de los hechos que
nos muestran esta necesidad, ignorar cierta información que no queremos ver o racionalizar
y buscar excusas.
Algunos de los puntos ciegos más frecuentes que se detectan en el entorno laboral son:
Estos puntos negros nos impiden conocernos a nosotros mismos, puesto que reconocerlos
– para eso los negamos- nos obliga a admitir nuestros propios errores, que no siempre
estamos dispuestos a reconocer.
Todos tenemos alguna carencia en un sentido u otro, y por tanto, podemos aprender a hacer
mejor las cosas.
Y para ello, es necesario desarrollar nuestra capacidad de ser más conscientes de nuestros
puntos fuertes y de nuestras debilidades.
El primer paso para cambiar esto es conocer el modo en que nuestros hábitos - la forma en que
solemos reaccionar o hacer las cosas – nos perjudica en nuestras relaciones con los demás.
Ser conscientes del efecto que tiene sobre nuestras relaciones es la principal motivación necesaria
para cambiarlos¡¡
Existen numerosos caminos para mejorar, y uno muy sencillo y accesible para todos es la
retroalimentación de los demás. Es decir, querer conocer sinceramente la opinión que los
demás tienen sobre el aspecto o ámbito que queremos mejorar.
Las personas que se conocen bien a sí mismas suelen ser también más capaces de corregir sus
fallos, precisamente por esa autoconciencia.
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Carecer de ella suele implicar carecer de suficiente convicción para afrontar las dificultades
que se nos presentan.
Esta percepción de su fortaleza interna les permite justificar mejor sus decisiones y acciones, así
como mantenerse firmes frente a las contrariedades que se encuentren.
En ambos casos, la autoconciencia es lo que nos permitirá tener una seguridad en nosotros
mismos basada en la realidad.
Las personas que cuentan con mucha confianza en sí mismas muestran carisma, y generan
confianza en los demás.
Confiar en nosotros mismos nos aporta la energía suficiente para tomar decisiones o
acometer nuevas tareas en las que uno cree, a pesar de las posibles opiniones en contra, o
incluso, con la desaprobación de alguna persona que represente autoridad para nosotros.
En este caso, el individuo permanece firme, sin mostrarse arrogante ni ponerse a la defensiva, y es
consecuente con sus decisiones.
Mindfulness
El termino Mindfulness es el vocablo inglés que se emplea para traducir el término pali
“sati” que significa conciencia, atención y recuerdo.
Por Mindfulness entendemos tres significados (según Germer 2005):
- un constructo teórico
- una práctica para desarrollar mindfulness -como es la meditación
- y un proceso psicológico de estar consciente o atento al enfocar la atención en un objeto
determinado, por lo general, la propia respiración.
En el ámbito científico Mindfulness no suele traducirse. Y se utiliza tanto este término
como Atención Plena.
La práctica de Mindfulness nos permite “calmar” la mente para ver con más claridad (según Vicente
Simon).
Este concepto tomó impulso en occidente con el Dr. Jon Kabat Zinn, profesor emérito de la
Universidad de Massachusetts, al aplicarlo para la reducción del estrés mediante el programa
llamado “Mindfulness Basado en la Reducción del Estrés” (MBSR) a finales de la década de los 70.
Una definición clásica en occidente es la del Dr. Kabat- Zinn. Para este investigador,
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Autorregulación emocional
La regulación emocional
La autorregulación emocional o autocontrol se refiere tanto a nuestra capacidad para controlar
los impulsos, como a nuestra capacidad para provocar intencionadamente una emoción, aunque
pueda resultarnos desagradable.
Nos referimos pues a una capacidad muy positiva y útil, que nada tiene que ver con reprimir o
negar nuestros verdaderos sentimientos.
Ni por supuesto con el exceso de control. Esperando eliminar así los sentimientos espontáneos¡¡.
Impedir que nuestros sentimientos se manifiesten eleva el ritmo cardiaco y puede llegar a
bloquear el funcionamiento normal de los pensamientos, modificando las funciones
intelectuales y dificultando la interacción equilibrada con otras personas.
Como ya sabemos, todas las emociones nos aportan información y por tanto, nos sirven,
incluso las que podemos valorar como desagradables o negativas, como el mal humor, el
enfado o la tristeza.
Nuestras emociones pueden llegar a ser una fuente de comunicación, energía e incluso creatividad¡¡
Por ejemplo, el enfado ante una determinada situación, que puede ser un impulsor o motivador para
ponernos en acción ante una situación injusta.
O también la tristeza, que hace que nos sintamos más unidos a otras personas.
¡¡La competencia emocional implica que tenemos la posibilidad de elegir cómo expresar nuestros
sentimientos¡¡
El autocontrol
El autocontrol es la capacidad de mantener bajo control las emociones e impulsos
conflictivos. (según David Goleman)
Esta capacidad nos aporta, entre otras cosas, la serenidad necesaria para expresarnos con
más claridad, en lugar de hacerlo de forma agitada y menos precisa. ¡¡Algo imprescindible en
nuestro día a día en todos los ámbitos¡¡
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Algunas manifestaciones muy significativas que lo caracterizan son no dejarse llevar por el estrés o
ser capaz de relacionarse con una persona enfadada sin enfadarnos.
Lo que hacemos a lo largo del día o durante nuestra jornada de trabajo muestra si nos atenemos a
la organización o agenda que hemos establecido, o si por el contrario no conseguimos resistirnos a
las distracciones que nos hacen perder el tiempo y efectividad.
Cuando estamos enojados, todos tendemos a recordar con más facilidad aquellos hechos o datos
que alimentan nuestra ira.
Como vemos, es sumamente útil y esencial para la vida superar el poder que sobre nosotros
pueden ejercer nuestros estados de ánimo.
En el módulo anterior vimos que era y para qué sirve Mindfulness, así como los 3 componentes
para la práctica de la meditación: la actitud, la respiración y la postura.
Lo único que se requiere es constancia en la práctica para poder obtener los excelentes resultados
que nos aporta.
Todas las personas que han desarrollado una buena capacidad para afrontar situaciones de tensión,
difíciles o que suponen un alto nivel de demanda, disponen de alguna técnica semejante a la
meditación.
Contar con alguna herramienta como la meditación no implica que vayamos a dejar de sentirnos
inquietos, nerviosos o alterados por cualquier motivo. Es natural que también nos sintamos así¡¡
Lo que aporta la práctica diaria de la meditación o de algunas técnicas de relajación es que nos
permite reajustar el punto crítico por el que se desencadena la señal de alarma de la amígdala.
Por tanto, el resultado es que disminuye nuestra vulnerabilidad a las situaciones tensas o difíciles
para nosotros, y además su duración será mucho menor al desarrollar nuestra capacidad de
reajuste.
El simple hecho de ser conscientes de los sentimientos que emanan en nuestro interior puede tener
efectos muy positivos sobre nuestra salud.
Cuando carecemos de una atención suficiente a lo que sentimos podemos ser completamente
inconscientes de las situaciones estresantes que vivimos en cualquier ámbito, especialmente el
laboral, por el número de horas que nos ocupa al día.
Cuanto mayor sea la precisión con que somos capaces de reconocer y definir nuestras alteraciones
emocionales, más rápidamente podremos recuperarnos de sus efectos que nos perturban.
¡¡La claridad emocional nos capacita para controlar nuestros estados de ánimo negativos¡¡
Cuando algo bulle en nuestro interior, aunque nos mantengamos imperturbables aparentemente, es
señal indudable de que todavía nos quedan cosas por hacer con el sentimiento conflictivo. (según
David Goleman)
Y no debemos olvidar, que disimular los sentimientos negativos, aunque socialmente pueda
aportarnos una imagen de tranquilidad, tiene un coste individual considerable, que pasa factura a
corto o largo plazo.
Esta implosión emocional - es decir, romper hacia dentro – tiene sus inconvenientes.
Las personas con esta tendencia no suelen emprender ninguna acción para mejorar su situación, lo
que evidentemente la alarga o empeora.
Y aunque puedan no mostrar ningún signo externo de secuestro emocional, sí que experimentan
internamente el colapso que esto supone en forma de jaquecas, insomnio o irritabilidad, entre otras.
A estas competencias emocionales se une la capacidad de comprometerse, de sentir que uno posee
el control de la situación y de afrontar el estrés más como un estímulo que como una amenaza.
Las personas más flexibles ante el estrés no afrontan los cambios como un obstáculo, sino como
una oportunidad para el desarrollo.
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Así, por muy agotador que pueda ser sin duda su trabajo, por ejemplo, son capaces de encontrar
algo que les merezca la pena en él, como las cosas nuevas que le pueda enseñar, logrando una
vida laboral más satisfactoria.
Esforzarnos por encontrar motivos que nos permitan superar las dificultades y obstáculos que
obviamente nos vamos encontrando, es una de las mejores formas para sobrellevar las situaciones
de estrés. La misma situación puede ser vivida por una persona determinada como una amenaza o
un peligro, mientras que otra, por el contrario, puede percibirla como un reto estimulante. (según
David Goleman)
Así pues, cuando disponemos de los recursos emocionales adecuados, lo que anteriormente nos
parecía amenazador o peligroso podemos abordarlo como un desafío, y afrontarlo con energía e
interés por lo que puede aportarnos y enseñarnos.
En resumen...
En resumen, las personas dotadas de autocontrol: (según David Goleman)
Gobiernan adecuadamente sus sentimientos impulsivos y sus emociones conflictivas
Permanecen equilibrados, positivos e imperturbables aun en los momentos más críticos
Piensan con claridad y permanecen concentrados a pesar de las presiones
Adaptabilidad
La competencia emocional que nos permite estar abiertos a ideas y enfoques nuevos, así
como lo suficientemente flexibles como para responder rápidamente a los cambios es la
adaptabilidad
Manejar adecuadamente las múltiples demandas, reorganizar con rapidez las prioridades y
adaptarse rápidamente a los cambios
Adaptar sus respuestas y tácticas a la circunstancias cambiantes
Tener una visión de los acontecimientos sumamente flexible
La adaptabilidad requiere que seamos capaces de interpretar correctamente los signos que nos
anuncian los cambios y no temer sus consecuencias.
Si hay algo seguro, es que todo cambia. Y adaptarnos a los cambios requiere de nuestra capacidad
de reacción emocional.
Las personas poco adaptables se ven atrapadas por el miedo, la ansiedad o un profundo malestar
personal cuando deben afrontar algún cambio.
Se hace necesario por tanto aprender a disfrutar con los cambios y sacar provecho de ellos.
Para conseguirlo hay que aprender a
renunciar a antiguas creencias y adaptarse a la nueva realidad,
sin que nos moleste o estemos incómodos en la incertidumbre que suele provocar lo
nuevo o lo desconocido hasta el momento,
además de estar dispuestos a arriesgarnos y buscar nuevas formas de hacer las
cosas.
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La resilencia
La resiliencia es la capacidad natural y universal de resistir y rehacerse ante las adversidades de
la vida.
Esta capacidad está en las personas y en los grupos, y nos permite seguir proyectándonos en el
futuro a pesar de vivir situaciones desestabilizantes o bastantes difíciles en nuestra vida.
Vamos a trabajar el concepto de resiliencia dentro del marco de la Psicología Positiva, que se
dedica al “estudio científico del funcionamiento humano óptimo”.
Es decir, nos centraremos en conocer que es y cuáles son los factores que nos permiten
desarrollarla, para tener herramientas con las que afrontar las situaciones más difíciles que se nos
presenten en la vida.
Desde este enfoque, consideramos que las personas somos activas y fuertes, y que
tenemos una gran capacidad para adaptarnos y encontrar sentido a lo que nos acontece,
incluso a las experiencias más difíciles.
Por tanto, una persona no es más o menos resiliente, lo que es resiliente es su evolución y su
proceso de encaje de las piezas que van componiendo su propia historia vital.
Así, la resiliencia nunca es total o para siempre, sino que es el resultado de un
proceso en constante desarrollo.
Es el fruto de la interacción entre la persona y su entorno. Entre cómo consigue mantenerse y
encajar lo que tiene que ir afrontando ante esa difícil o desestabilizante situación.