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•Introducción.
•Bibliografía
H istóricamente, las tareas que han girado alrededor del hilo y de la aguja
(coser, tejer, hilar), han sido las propias del universo femenino y se les
ha dotado de un significado consistente en representar las virtudes de
la mujer: delicadeza, humildad, silencio, paciencia, esmero... Y, al igual que los
dioses tenían sus atributos con los que eran reconocidos y valorados, también
las mujer laboriosa y recatada ostentaba los suyos: el huso y la rueca.
Frente al universo masculino, público y social, el espacio femenino queda
restringido a lo privado, al hogar, con la fidelidad y la castidad como máxima
expresión de la mujer ideal. En ese espacio claustral, las mujeres producían,
pero su trabajo no dejaba huella en la historia de la creación artística.
Por eso, en la construcción social de la feminidad (o de lo femenino, si se
prefiere) hay una sugerencia de un vínculo natural entre las mujeres, la
naturaleza y la artesanía. Las mujeres bordaban porque eran femeninas por
naturaleza y eran femeninas porque bordaban por naturaleza. Esta idea suscita
asimismo la imagen de una feminidad esencial/universal, una creencia en lo
que es inherentemente hembra o culturalmente femenino. (Deepwell, K. Nueva
crítica feminista de arte. Cátedra)
Pero también podemos ver algunas evidentes contradicciones en esta creación
social de la identidad femenina ligada al telar. Por un lado, la evidencia de que
tejer ha sido en algunos movimientos artísticos (Arts & craft) una dedicación
exclusivamente masculina frente a la calificación artesanal de la labor
femenina. Por otro, en ese espació propio, la mujer, sola o en compañía de
otras mujeres, no es un ser pasivo: piensa, comparte y transmite al mismo
tiempo que produce por necesidad o por placer. Además, la presencia de miles
de mujeres en los telares de las fábricas de la revolución industrial, muestra su
capacitación laboral y otorga a su trabajo una proyección social que les había
sido negada.
Llegados al siglo XX, especialmente en la segunda mitad, la pervivencia del
modelo clásico prácticamente desaparece (en el arte y en la vida real). Apenas
hay representaciones de Penélope y tampoco las mujeres reales tejen.
Producen obras artísticas con telas, el diseño y la costura pasan a ser
profesiones consideradas socialmente, pero la imagen que se proyecta no tiene
nada que ver con la heredada a través de los siglos. Un nuevo modelo de
mujer y ciudadana toma cuerpo y presencia en el mundo.
ARACNE: Era una joven lídia experta en las tareas de hilar y bordar. Tan
grande era su habilidad que se llegó a decir que era mejor que la propia
Atenea. La diosa, ofendida en su orgullo, se disfrazó de vieja y visitó a la joven
Aracne, advirtiéndole que no debía provocar la ira de la diosa Atenea ni
compararse con ella, pero este comentario irritó a la joven que retó a la diosa
hilandera a mostrar su habilidad en un concurso. Atenea se quitó el disfraz y
comenzó a hilar un tapiz en el que se representaba a ella misma arrebatándole
a Poseidón el patronazgo de la ciudad de Atenas. Aracne realizó un fantástico
tapiz, mejor incluso que el de la propia Atenea, en el que estaban
representadas algunas de las infidelidades de los dioses, lo que provocó la
furia de la diosa. Atenea reconoció que el trabajo de Aracne era mejor que el
suyo y por ello le perdonó la vida, pero no se libró de su castigo y la joven lídia
fue transformada en araña.
Atenea y Aracne. Jacopo Tintoretto.1475. Galeria de los Uffizzi, Florencia, Italia.
Las Moiras (en la mitología romana, Parcas), eran la personificación del destino
y en sus manos estaba el hilo que controlaba la vida de los humanos desde su
nacimiento hasta su muerte. El poder recibido por las Moiras de manos del
propio Zeus era tan inmenso que los mismos inmortales respetaban su
capricho.
Iconográficamente se representa a las Moiras como tres mujeres encabezadas
por Átropos, que representa lo “inexorable”. En sus manos lleva una tijera para
cortar el hilo de la vida. Átropos decide el momento y la forma del final, por ello
es la más temida; en la mitología romana es “Morta”. Le sigue Cloto, la
hilandera, que con su rueca hilaba el hilo de la vida; conocida como “Nona”
para los romanos. La tercera Moira es Láquesis, la que hecha la suerte, medía
la hebra de cada vida, su equivalente romana es la Décima.
En la obra de Camille Claudel vemos a Cloto, la
que hila, representada como una anciana
decrépita, enredada en la madeja de hilo que
ella misma hila en la rueca. Cloto, que en la
mitología griega es la más joven de las Moiras,
responde, en esta representación, al
sentimiento de fatalidad que envuelve la vida
de Camille Claudel. Su tormentosa relación,
profesional y amorosa, con el escultor Rodin va
a determinar su obra y su vida; en esta
representación de Cloto parece intuir la
desolación que tendrá que padecer en el
hospital psiquiátrico al que fue recluida hasta su
muerte.
En la división del trabajo, las mujeres quedan relegadas a las tareas dentro de
la casa y, la tejeduría es una de las labores que simbolizan los valores que los
hombres demandaban de las mujeres: virtud, sumisión y castidad, pero esta
labor supuso para muchas mujeres una forma ingeniosa y creativa de utilizar la
tela como un instrumento para conseguir sus fines. Así podemos destacar a
PENELOPE y a FILOMENA, dos mujeres que utilizaron su labor en el telar
como armas, una para burlar a sus pretendientes y la otra para denunciar a su
violador.
PENELOPE, joven espartana, hija de Icario de Esparta y de la ninfa Perinea,
prima de Helena de Troya y de Clitemnestra. Su padre la prometió en
matrimonio al pretendiente que venciera en una carrera, y el ganador fue Ulises
u Odiseo, que será el héroe de la Odisea de Homero.
Una vez casados, Ulises toma la decisión de llevar a Penélope a su país,
Ítaca, pero su suegro les ruega que no abandonen Esparta. Esposo y padre no
llegan a un acuerdo y dejan a Penélope que sea ella la que decida. La joven
esposa, en silencio, cubre su rostro y sigue a su marido y a partir de ese
momento será considerada el símbolo de la fidelidad conyugal.
En el emblema (se llama emblema a las imágenes enigmáticas que van
acompañadas de una frase que permite entender el valor moral oculto en las
imágenes y que tuvieron su momento de apogeo entre los siglos XV y XVII)
CXCVI, Alciato nos muestra el momento de la decisión de Penélope. Podemos
ver este emblema en la página de la Universidad de Glasgow.
Es la primera vez que Penélope siente la
soledad y la presión de tener que decidir
entre dos sentimientos: el amor por su padre
y el amor por su esposo. Pero Penélope está
destinada a la soledad y al silencio, al igual
que cualquier mujer en la sociedad de la
Grecia Clásica. Su propio hijo Telémaco,
después de oír a su madre reprochar el canto
a un aedo, la envía a sus habitaciones a
ocuparse de sus labores (el telar y la rueca),
recriminándole el hecho de hablar, que sólo
compete a los hombres. (Homero: Odisea, I,
356. Biblioteca clásica Gredos).
(http://www.mun.ca/alciato/)
Atenea le regala a Penélope la pericia en preciosas labores, el talento y la
astucia. Estos dones junto con la discreción y la prudencia son los valores con
los que Homero define a Penélope. Si la Odisea es un relato de las aventuras
Penelope. J.A.Jerichaü.
FILOMENA, Ovidio cuenta la historia de Filomena, hija del rey de Atenas,
Pandión, que después de ser violada por su cuñado Tereo, esposo de su
hermana Procne, fue torturada (le cortaron la lengua para que no pudiera
contar lo que le había pasado) y encerrada en una solitaria prisión en el
bosque, anunciando a Procne su muerte y desaparición. Ovidio cuenta como
Filomena tejió un tapiz en el que contaba su historia y cuando estuvo acabado
lo hizo llegar a su hermana que de esta forma supo del engaño y la traición de
su esposo.
La representación iconográfica del mito de Filomena no elige este momento de
la historia para representar a esta mujer que utilizó su ingenio para
comunicarse con su hermana y acusar de su crimen a Tereo, sino el episodio
sangriento en el que Procne, furiosa contra su esposo y como venganza por lo
ocurrido, asesina a Itis, el
hijo que había tenido con
Tereo, y se lo sirvió a su
esposo como comida en un
banquete. Al finalizar dicho
banquete, Procne y
Filomena muestran a Tereo
la cabeza de Itis
provocando la ira de Tereo.
Los dioses convirtieron a
Procne en golondrina, a
Filomena en ruiseñor y a
Tereo en gavilán.
s. V a.C.
Renacimiento:
A partir del siglo V la imagen de Penélope pierde interés y habrá que esperar a
que Boccaccio en su obra De claris mulieribus , escrita entre 1361 y 1362 y en
la que se da a conocer la biografía de algunas mujeres ilustres, vuelva a
retomar la iconografía de Penélope como ejemplo de castidad.
En la ilustración, aparece Penélope delante del telar, vestida con ricos vestidos
del siglo XIV y atenta a su trabajo. En el segundo plano se narra la matanza de
los pretendientes, respondiendo al esquema clásico de la época de contar
varios hechos que se suceden en tiempos diferentes en el mismo lienzo y en
planos diferentes.
Manierismo:
Jan Van der Strætó (llamado Stradanus o Stradano) nació en Brujas, en 1523 y
murió en Florencia, 11 de febrero 1605 . Stradano trabajó durante mucho
tiempo en Florencia decorando algunas estancias del Palazzo Vecchio. En este
fresco, el pintor manierista vuelve a la representación de la Odisea, tan
estimada en el siglo XVI.
Stradano nos presenta a Penélope en dos planos distintos: en el primer plano
se la muestra trabajando en la rueca y rodeada de sus sirvientas; en un
segundo plano, Penélope está sentada en el telar, concentrada en el hilado del
sudario de Laertes.
El fresco, de forma circular, permite al pintor enmarcar sus figuras a su
“manera”, forzando la posición en alguna de ellas, como es el caso de la joven
que, en el primer plano, ayuda a Penélope. Llama la atención el hecho de que
no exista en la composición ningún elemento que nos permita identificar la
escena como la que Homero narra en la Odisea si no fuera por el título que
Stradano le da al fresco. La figura principal, Penélope, la distinguimos por sus
ricas ropas, por su tocado y por el hecho de ser la que trabaja en la rueca y en
el telar. Mantiene la postura y el recato de una esposa fiel ( el perro que está a
sus pies en el primer plano así nos lo recuerda), pero ¿quién es la figura que la
acompaña en este primer plano? El vestido de la joven que mira hacia el
espacio del espectador esta tratado de forma diferente al de las otras mujeres,
parece de un tejido semitransparente y con un corte que recuerda a las figuras
clásicas. ¿Podríamos pensar que es Atenea, protectora del hogar y de las
labores de hilado, la que ayuda a Penélope? En la Odisea, la diosa otorga sus
favores a la esposa de Odiseo y es ella quién le sugiere a la heroína la
estratagema del arco, por lo que no sería descabellado pensar que Stradano
haya representado a Atenea junto a Penélope.
Un hecho a destacar por su importancia es el lugar en el que Stradano sitúa la
acción. La iconografía, la mayoría de las veces, representa a Penélope en la
intimidad del hogar, en el ámbito privado, que es donde las mujeres realizaban
sus tareas, pero en esta representación nos sorprende que la narración se
sitúe en una logia abierta a la ciudad y todavía más interesante es el hecho de
que la arquitectura fingida que actúa como patio, acabe en una balaustrada que
sirve de mirador para que la escena que se desarrolla en el telar sea
contemplada por algunas personas, dándole un carácter público al trabajo de
Penélope.
Manierismo- Barroco
Neoclasicismo:
(www.metmuseum.org)
Dora Wheeler
Dentro de nuestro recorrido por las expresiones artísticas que ha inspirado la
figura de Penélope, vamos a prestar especial atención al tapiz realizado por la
artista norteamericana Dora Wheeler en 1886.
Antes de hablar de Dora Wheeler, nos gustaría hacer referencia a su madre, la
artista e innovadora Candance Wheeler (1827-1923).
En el siglo XIX, el mundo del diseño estaba dominado por hombres, pero
Candance fue pionera en la industria textil y en la profesión del diseño de
interiores en los Estados Unidos. En 1887 fundó la Sociedad de Arte Decorativo
de Nueva York dedicada a la formación de mujeres creadoras de trabajos con
aguja “needleworks”, de calidad profesional, que les iba a permitir presentar a
la sociedad y al mundo industrial las obras que siempre habían realizado en la
intimidad del hogar. Esta Sociedad de Arte Decorativo supuso un gran avance
para las mujeres artesanas ya que sus obras pudieron venderse siendo
reconocida su creatividad y calidad, constituyendo, al mismo tiempo, una
independencia económica de estas mujeres artistas que siempre habían
dependido del salario de sus padres o esposos. Es importante señalar que con
esta iniciativa de producción textil, las mujeres retoman una actividad que
durante la Revolución Industrial había sido realizada por las mujeres de forma
casi exclusiva.
EL ACADEMICISMO
Antoine Bourdelle r e a l i z a u n a
escultura que también rompe con la
trayectoria icnográfica de Penélope ya
que nos presenta a una mujer de pie,
de cuerpo poderoso que adelanta una
pierna para marcar movimiento. De la
posición tradicional mantiene la
cabeza apoyada en la mano y el gesto
de su cara muestra la interiorización
de sus pensamientos, pero ha
desaparecido la aflicción y más bien se
le ve mirar decidida.
Émiñe-Antoine Bourdelle trabajó con
Rodin y en su Penélope encontramos
algunas semejanzas con el trabajo del
maestro. Al igual que Rodin, parece
inspirarse para Penélope, en las
“Tanagras” griegas del Louvre (figuras
femeninas, de pequeño tamaño y de
terracota, que eran utilizadas con fines
funerarios, rituales religiosos o como simple decoración); la elegancia y
delicadeza son sus mayores atributos. Bourdelle trabaja con la luz, de modo
que la superficie de la piel de Penélope o sus vestidos no están pulidos:
incisiones, protuberancias, entradas y salidas… permiten crear un juego de
luces y sombras que lo alejan de la escultura academicista que se estaba
haciendo en esa época. Penélope mide 120 x 43 x 37 cm y llama la atención la
diferencia con la que trata su rostro, dulce y melancólico, con sus brazos,
robustos y fuertes, como se intuye que es el resto de su cuerpo. El contraposto
de las caderas le da gracia y movimiento. Parece que Penélope dedica unos
momentos a traer a su mente el recuerdo del que está lejos, es como si
invocara a los dioses para forzar el regreso. Cubre el cuerpo de la heroína con
la técnica clásica de los paños mojados como las esculturas clásicas.
No muestra ninguno de los instrumentos de labor por lo que sólo el título de la
obra nos pone ante la heroína de Homero.
LOS PRERRAFAELITAS
Penélope y sus pretendientes. Jhon William Watherhouse. 1912 (Penélope and the Suitors).
(Aberdeen Art Gallery & Museums in Scotland)
Las Hilanderas o La fábula de Arácne. Diego de Velázquez. 1657. Museo del Prado Madrid.
http://www.wga.hu/index1.html
http://www.wga.hu/index1.html
Martín del Burgo afirma que Penélope está ante la rueca y lleva el huso en la
mano siendo la figura principal del cuadro, pero no es una vieja (Atenea
disfrazada) como se ha mantenido tradicionalmente, sino que como se afirma
en el Canto I de la Odisea “...ajustóse el esplendido velo, cubrió sus mejillas...”,
se cubría con un velo, lo que le da el aspecto de mujer de más edad, pero su
pierna descubierta y la belleza del rostro nos muestran a una mujer todavía
joven. Como sabemos el velo ha sido atributo de Penélope durante siglos .
Para apoyar con más fuerza su teoría, Martín del Burgo sostiene que
Velázquez tuvo como modelo para la creación de sus Hilanderas el fresco de
Giovanni Stradano “Penélope tejiendo” del Palazzo Veccio y no la Sixtina como
mantenía Angulo.
Bibliografía
HOMERO, La Odisea, Madrid, Editorial Gredos, 1986.
DEEPWELL,Katy, Nueva crítica feminista de arte. Estrategias críticas.
Madrid,Feminismos, Ediciones Cátedra, 1998.
SCHEUING, Ruth,Penélope y la historia desenmarañada, en DEEPWELL,Katy,
Nueva crítica feminista de arte. Estrategias críticas. Madrid,Feminismos,
Ediciones Cátedra, 1998.
PIQUER, Ruth, Penélope y el tejido del tiempo,Universidad Complutense de
Madrid, XVI Seminario de Arqueología Clásica.
BORNAY, Erika, Las hijas de Lilith,Madrid, Ensayos Arte Cátedra, 1990.
Catálogo Heroínas, Museo Thyssen -Bornemisza, Fundación Caja Madrid, 2011
MARTÍN, del Burgo, Lorenzo, De nuevo sobre el significado iconográfico de
Las hilanderas de Velázquez: ¿fábula de Aracne o Penélope hilando? 17-25
http://arbor.revistas.csic.es/index.php/arbor/article/view/3/3