Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Capítulo 1
La Crítica de la razón pura es uno de esos libros que sabes que es importante,
sabes que debes leerlo, pero ahí permanece en el estante.
La obra de Kant hace algo muy parecido, aunque el cosmos que nos hace ver no
es un mundo de objetos físicos como planetas, sino un mundo de ideas.
Cualquiera que haya cursado la carrera en filosofía sabe que Kant resolvió el
conflicto entre las ideas del racionalismo y las del empirismo con respecto a la
naturaleza del conocimiento. Sin embargo, la filosofía de Kant es mucho más que
un capítulo en la historia de la epistemología. El mundo conceptual que crea, al
igual que las ecuaciones de Newton, recoge los diversos valores, ideas, prácticas e
instituciones que habían surgido en los últimos 200 años y los pone en órbita
alrededor de unas ideas centrales, creando así el baile celestial que conocemos
hoy en día como la Ilustración. Para apreciar a fondo el logro de Kant y el alcance
de este gran libro, hay que entender el contexto histórico de los problemas y
conflictos, tanto intelectuales como sociales, que hicieron necesarias sus ideas.
1
Darin McNabb
Es relativamente fácil entender las ideas de esta síntesis pero mucho más difícil
ponernos en los zapatos de un hombre medieval común y corriente para saber
cómo percibía su mundo. Una diferencia clara entre su mundo y el nuestro es la
tecnología: tenemos coches, aviones y computadoras. Pero eso no es el único ni el
más importante cambio que ha habido en los últimos 800 años. Es decir, no somos
simplemente hombres medievales volando en aviones. La diferencia más profunda
es la cosmovisión. Para ellos, el mundo se experimentaba como una unidad sólida
y segura en el que todo se relacionaba como las piezas de un rompecabezas, cada
parte en su lugar señalando algún aspecto del plan divino. Nosotros en cambio
vivimos en un pluralismo a veces caótico y muy cambiante que no manifiesta
ningún sentido claro y evidente. ¿Qué pasó con esa gran síntesis de Sto. Tomás
para que llegáramos hoy en día tan transformados?
2
Kant: Crítica de la Razón Pura
Kant decía: “Sapere aude” – “Atrévete a saber”. Es interesante que utilice ese
verbo “atreverse” como si el uso de la razón requería de valor.
Bueno, en aquel entonces sí. Anteriormente, todo lo que uno tenía que saber, de
Dios o del mundo que le rodeaba, lo dictaba la iglesia.
3
Darin McNabb
4
Kant: Crítica de la Razón Pura
Ahora bien, uno diría que Leibniz estaba haciendo metafísica y Newton ciencia y
que por tanto deberíamos confiar en los resultados de Newton. Pero no es así. Si
uno dice que el tiempo es absoluto e infinito y el otro dice el contrario, ¿qué posible
experimento podría falsear esas hipótesis? Ninguno. Son cuestiones propiamente
metafísicas que ningún dato empírico puede justificar. Entonces, tenemos dos
descripciones racionales de la realidad, productos del ejercicio de la razón, que
llegaron a conclusiones opuestas. El problema es que los argumentos racionales
de la teología natural, que apoyaban la existencia de Dios, se encontraban ahora
amenazados por un uso científico de la razón. La autoridad de la iglesia al menos
era única e incuestionable. El ejercicio de la razón que tomó su lugar empieza a
verse algo endeble, o al menos no tan apodíctico como la palabra de Dios.
El mundo, según su empirismo, sólo nos dice lo que es el caso, más no lo que
debería ser.
5
Darin McNabb
que pudieran ser frutos de la razón. Como vimos en mi serie de vídeos sobre
Rousseau, la razón es un instrumento calculador que crea divisiones y jerarquías
artificiales que sólo sirven para disolver los lazos sociales y a esclavizar al hombre
en un espejismo de individualidad y competencia. Rousseau responde a este
problema planteando una sociedad basada en la voluntad general, la cual la
posibilita no la razón sino el sentimiento humano.
6
Kant: Crítica de la Razón Pura
francés junto con alemanes como Herder y Jacobi señalaban las consecuencias
negativas de la razón y resaltaban el lado afectivo del individuo. La vía del
sentimiento es una forma de recuperar cuestiones religiosas y morales, pero al
costo de debilitar la razón científica.
7
Darin McNabb
8
Kant: Crítica de la Razón Pura
i
Capítulo 2
Pues aquí tengo el gran libro; mira lo grueso que es - ¡casi 6 cm! ¡Creo que esto va
a ser una larga serie de vídeos! Por el complejo contexto histórico que vimos en el
primer vídeo, no extraña que Kant ocupa tantas cuartillas, aunque la verdad es que
su inquietud es muy sencilla. En el prólogo, dice: “La cuestión que se plantea aquí
es la de cuánto puedo esperar conseguir con la razón si se me priva de todo
material y de todo apoyo de la experiencia”. En otras palabras, si razonamos sin
acudir a la experiencia, ¿podemos alcanzar algún conocimiento? Antes de
empezar con la respuesta de Kant, preguntemos primero ¿por qué quiere privarse
de la experiencia? ¿por qué quiere tratar la razón aislada de la experiencia? Pues
porque ya existe una forma muy exitosa de pensar que se basa en la experiencia;
se llama la ciencia, en especial la física. Newton es el gran ejemplo.
9
Darin McNabb
libro y es por ello que se fija en la pura razón privada de toda relación con la
experiencia empírica.
Con todo esto podemos entender lo que significa el título de su libro: Crítica de la
razón pura. “Crítica” no significa para Kant “destruir” o “echar por abajo” sino más
bien un análisis del alcance y los límites de algo. Imagínate que compraras un
vehículo pensado que fuera capaz de volar. Antes de pagar hay que analizar sus
componentes para saber qué puede hacer. Eso es lo que Kant hace en este libro:
analiza los componentes y capacidades de la razón. Más adelante vamos a hablar
de diferentes acepciones de esta palabra “razón” y cómo se distingue del
entendimiento pero de momento la podemos entender como el lado conceptual de
la cognición, a diferencia de lo perceptual. Para conocer nuestra realidad hay que
no sólo abrir los ojos y percibirla sino usar conceptos para pensarla. Los conceptos
que usamos cuando razonamos pueden ser de dos tipos. Por un lado están los
conceptos empíricos como los de “casa”, “libro” o “perro”, pero tenemos esos
conceptos debido precisamente a nuestra experiencia de casas, libros y perros. En
la terminología de Kant, conceptos empíricos de este tipo son a posteriori, es decir,
vienen después o a causa de la experiencia. Pero si su análisis va a privarse de la
experiencia, entonces el único tipo de concepto que le queda es el a priori,
aquellos que no dependen de la experiencia o que sean previos a ella. El uso de la
razón en el que se emplean conceptos a priori Kant lo llama un uso puro, a
diferencia de un uso empírico. Y aquí volvemos a la cuestión de la metafísica. Si
queremos hablar de planetas y sus órbitas, empleamos la razón de forma empírica
y hacemos física. Si queremos hablar de Dios o la libertad, cosas que no figuran
sensiblemente en la experiencia, por lo que no les corresponde concepto empírico
alguno, tenemos que emplear la razón de forma pura y hacemos por tanto
metafísica. Kant quiere ver en qué medida eso sea viable.
10
Kant: Crítica de la Razón Pura
Bueno, vamos a hablar un poco del libro y su estructura. Salió publicado en 1781 y
una segunda edición en la que trató de mejorar la exposición del argumento salió
en 1787. Estas ediciones son conocidas como la A y la B, respectivamente.
11
Darin McNabb
Por cierto, la palabra “estética” aquí no tiene nada que ver con belleza sino con la
palabra griega de la que se acuña – aisthesis – la cual significa percepción.
Pasando a la Lógica trascendental, esta sección del libro trata del elemento
intelectivo de la cognición. Es un poco más complicada que la Estética
trascendental ya que consta de dos partes: la Analítica y la Dialéctica. En la
Analítica Kant habla de los conceptos a priori del entendimiento que, junto con el
espacio y el tiempo de la sección anterior, posibilitan todo conocimiento. Además,
habla de algo que se llama el “esquematismo” lo cual explica cómo se aplican los
conceptos del entendimiento a las intuiciones de la sensibilidad.
12
Kant: Crítica de la Razón Pura
Eso, a grosso modo, es la estructura del libro. Sus tres partes fundamentales son
la Estética trascendental, la Analítica trascendental y la Dialéctica trascendental.A
estas tres partes corresponden tres elementos o facultades: la sensibilidad, el
entendimiento y la razón, que tratan respectivamente de las intuiciones, los
conceptos y las Ideas. A pesar de todas las divisiones y secciones que componen
el libro, podemos entender el argumento global de la Crítica en términos de una
división entre lo que se puede conocer y lo que no. La Estética y la Analítica se
juntan para explicar cómo la dinámica entre intuiciones y conceptos produce
conocimiento, el conocimiento científico del mundo natural. Como veremos, el
concepto metafísico de la causalidad es necesario para dar cuenta de este tipo de
conocimiento, por lo que en esta parte del libro Kant reivindica una metafísica de la
experiencia. Por el otro lado tenemos la Dialéctica en la que las Ideas de la razón
hacen referencia a objetos fuera de la experiencia y producen ilusiones. La
metafísica implícita ahí, una metafísica trascendente, Kant lo juzga como ilegítima.
Mucha información ¡ya sé! Pero ahora que hemos visto cual es la preocupación
fundamental de Kant, cómo estructura su libro para responder a esta inquietud y
algunos conceptos clave como “lo trascendental” y la distinción entre lo empírico y
lo puro, verás que no será tan difícil. En el próximo vídeo empezamos con la
introducción y la Estética trascendental.
13
Darin McNabb
14
Kant: Crítica de la Razón Pura
Capítulo 3
Hoy vamos a empezar nuestra lectura detenida de la Crítica. Por cierto, estoy
usando la traducción de Manuel García Morente en esta edición de Porrúa. Voy a
hacer referencia a los capítulos y secciones que voy tratando pero si menciono un
número de página, es de esta edición.
Continúa diciendo: “pero todos los ensayos, para decidir a priori algo sobre éstos,
mediante conceptos, por donde sería extendido nuestro conocimiento,
aniquilábanse en esa suposición”. Es algo denso este texto pero lo que dice es que
si aceptamos la suposición empirista, entonces no hay nada que los conceptos
pueden decir a priori sobre los objetos de la experiencia, es decir, no habrá ningún
aspecto de nuestra experiencia del que podemos afirmar algo de forma universal y
necesaria.
15
Darin McNabb
Sin embargo, el sol sí va a subir mañana, si suelto esta piedra sí va a caer, y las
demás leyes de la naturaleza van a obedecerse ¿no? Pues eso es lo que piensa
Kant. Para dar cuenta de las leyes de la naturaleza y de la universalidad y
necesidad de las matemáticas, no podemos aceptar que el conocimiento sea
regido por los objetos sin más.
Por ilustrativo que sea esta comparación con Copérnico, hay una diferencia
importante. Copérnico desechó la cosmovisión de Ptolomeo, pero Kant no desechó
el empirismo de Hume sin más. Pasando del prólogo al primer párrafo de la
introducción Kant dice: “ningún conocimiento precede en nosotros a la experiencia
16
Kant: Crítica de la Razón Pura
y todo conocimiento comienza con ella”. Con eso afirma que no es un mero
racionalista. Los objetos tienen que incidir en nuestro conocimiento. Sería como si
una paloma, cansada de la resistencia del viento y la gravedad, pensara que sería
más fácil volar en el puro espacio. El problema es que, llegando ahí, se da cuenta
de que ya no puede volar; no puede más que flotar. Entonces regresa a la
atmósfera de la Tierra con el viento y la gravedad. Aunque el viento y la gravedad
sean una condición de su vuelo, no lo son todo. La paloma tiene que aportar algo
al batir las alas. Si no lo hiciera, caería al suelo. Es por eso que Kant continúa
diciendo: “Mas si bien todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, no
por eso originase todo él en la experiencia”. El sujeto, como la paloma, tiene que
aportar algo. Y con esto afirma que tampoco es un mero empirista.
Kant supera estas dos grandes tradiciones en una síntesis muy poderosa que se
llama el idealismo trascendental. El idealismo de Kant nace con su revolución
copernicana que dice, como vimos, que los objetos tienen que conformarse a
nuestro modo de conocerlos. Por un lado, esto rechaza el realismo de alguien
como Hume. Para Hume, si uno tiene conocimiento sobre un objeto, eso se debe a
la naturaleza de ese objeto, a lo que el objeto impone. Para Kant, esta relación de
conocimiento es al revés. Lo que mejor explica nuestro conocimiento del objeto no
es la naturaleza del objeto sino la del sujeto, es decir, la forma en que el sujeto
conforma o constituye el objeto que conoce. Ahora bien, si el idealismo de Kant
rechaza el realismo en el que el sujeto es pasivo ante el objeto, tampoco va al otro
extremo de alguien como el Obispo Berkeley. Decir que el sujeto constituye el
objeto no quiere decir que lo crea. El único que podría crear objetos al nada más
pensarlos sería un Dios.
Entonces, ¿qué quiere decir Kant cuando dice que los objetos tienen que
conformarse a nosotros, que el sujeto constituye el objeto? En la Introducción, Kant
indica los contornos generales de su síntesis al hablar de las diferentes formas de
conocimiento y cómo la suya que propone surge a partir de ellas. Ya hemos
hablado de estas formas: el a priori y el a posteriori. Leibniz se refiere a esta
distinción al hablar de verdades de la razón y verdades sobre los hechos. Hume
17
Darin McNabb
Universal en el sentido de que todo soltero tiene que ser no casado, sin excepción,
y eso de forma necesaria, no por mera casualidad.
Bueno, con toda esta información vamos a ver la transformación que efectúa Kant.
Primero, vamos a alinear todos estos conceptos en dos columnas para tener todo
claro. En el racionalismo, el conocimiento es a priori y puro en vez de a posteriori y
empírico como en el empirismo. Su verdad es analítica, derivándose de relaciones
18
Kant: Crítica de la Razón Pura
19
Darin McNabb
20
Kant: Crítica de la Razón Pura
Capítulo 4
Hoy por fin vamos a empezar con la Estética trascendental. Recuerda que
“estética” aquí no tiene nada que ver con “belleza” sino con la “percepción”. En
esta primera parte del libro, Kant va a tratar el lado sensible de la cognición. De
aquí en adelante, convendría tener en cuenta que cuando Kant habla de la razón
humana, utiliza la palabra “razón” en un sentido más amplio del que la usamos hoy
en día. Se refiere no sólo al aspecto intelectivo, es decir, nuestra capacidad de
pensar con conceptos, sino también al aspecto sensible, es decir, nuestra
capacidad de intuir objetos. La razón humana, entonces, consta de dos facultades
básicas: la sensibilidad y el entendimiento.
Ahora bien, si sabes algo de Kant, sabes que divide el mundo de los objetos en
dos: el objeto como fenómeno y como noúmeno. El objeto en sí mismo ahí en el
21
Darin McNabb
Bueno, entonces ¿en qué consiste la forma de la experiencia sensible? Cuenta con
dos elementos: el espacio y el tiempo. Kant habla de estas dos formas como
sentidos. El espacio es nuestro sentido externo a través del cual representamos
objetos como fuera de nosotros. Y el tiempo es el sentido interno, es decir, intuimos
nuestros estados mentales como estando en el tiempo, en función de relaciones
temporales. Los dos, dice Kant, tienen su debido ámbito; el tiempo no puede ser
intuido como algo exterior y el espacio no puede ser intuido como algo dentro de
nosotros. Sin duda, experimentamos los objetos exteriores como en el tiempo, pero
22
Kant: Crítica de la Razón Pura
eso sólo porque son representados por nuestros estados mentales, los cuales son
representaciones internas.
Ahora, eso suena bastante extraño porque el sentido común nos dice que el
espacio y el tiempo están allá afuera. Los objetos y nosotros mismos están en el
espacio y atraviesan el tiempo. ¿Cómo pueden el espacio y el tiempo estar en
nuestra mente? Si no están objetivamente en el mundo ¿son reales o meras
ficciones?
Kant responde a esta inquietud hablando primero del espacio. Ahora, el espacio es
una representación o intuición. La pregunta es el origen de esta intuición;
¿intuimos el espacio como intuimos objetos como perros y árboles, de forma a
posteriori, o es a priori, una intuición pura? Fíjate que el concepto de “perro”, por
ejemplo, es uno que derivamos de la experiencia. Vemos muchos perros
individuales y así surge el concepto. Es un concepto empírico. Kant dice que el
espacio no puede ser un concepto empírico. Imagínate que junto al perro y el árbol
también tuvieras que intuir el espacio como un objeto más. El problema, dice Kant,
es que para que ciertas sensaciones (como las que asociamos con perros y
árboles) sean referidas a algo fuera o distinto de mí, hay que presuponer ya la
representación del espacio. Es decir, no percibo el perro junto con el espacio que
ocupa porque la misma posibilidad de la percepción del perro, la condición de que
aparezca como fenómeno, ya presupone de antemano su ubicación en el espacio.
Aunque Kant dice que el espacio sea una intuición a priori y no un concepto
derivado de la experiencia, obviamente podemos formar conceptos del espacio,
por ejemplo, el espacio que ocupa una cancha de fútbol o el espacio que ocupa un
litro de agua. Formamos esos conceptos al delimitar el espacio primordial que
intuimos, un espacio que es uno e infinito. Podemos hablar de diversos espacios
sólo con base en la presuposición de un único y mismo espacio, uno intuido a
23
Darin McNabb
priori. Ahora, de los diversos espacios que podemos conceptualizar, cada uno
forma una parte de la totalidad del espacio. Curiosamente, no podemos decir lo
mismo de otros conceptos como el de “perro”. Las diferentes instancias de un
perro no forman partes de algo que se llamara Perro con P mayúscula.
Esto para Kant indica que el espacio es a priori, y no intuido como un objeto a
posteriori.
Kant ofrece dos argumentos más para defender su posición, uno que acude a la
geometría y otro que se basa en el fenómeno de lo que llama “las contrapartes
incongruentes”. Primero, la geometría. Un objeto geométrico, como un triángulo,
ocupa espacio. Sabemos que sus tres ángulos internos se suman a 180 grados, lo
cual es cierto no sólo de este triángulo sino de cualquiera, por lo que resulta ser un
juicio universal y necesario. Kant pregunta por la base de esta certeza. ¿Qué es lo
que la posibilita? Para empezar, su respuesta reconoce que este juicio sobre los
ángulos del triángulo no es más que un juicio sobre el espacio. Podemos girar los
ángulos en el espacio y ver que describen un arco de 180 grados. Pero el carácter
apodíctico de nuestro juicio depende de cómo representemos el espacio. Hay tres
posibilidades: la de Kant que dice que es una intuición a priori; también puede ser
una intuición empírica o a posteriori, lo cual implicaría que el espacio fuera un
objeto en el mundo como perros y árboles; y como final puede que representemos
el espacio no mediante una intuición sino por medio de un concepto. A ver qué
sucede con cada uno de estos tres. Como vimos en un vídeo anterior, los juicios
analíticos son los cuya verdad se basa sobre un análisis de conceptos. Sin
embargo, por mucho que analicemos los conceptos de línea y ángulo en nuestro
juicio, no llegamos a la suma de 180 grados. Por tanto, los juicios geométricos no
son analíticos y el espacio no puede representarse como un mero concepto. Hace
falta una intuición, sin embargo la intuición no puede ser empírica porque como
sabemos los juicios empíricos no encierran necesidad y universalidad; son más
24
Kant: Crítica de la Razón Pura
Ahora, Kant rechaza la posición de Newton porque, como vimos, no puede dar
cuenta de la universalidad y necesidad de las matemáticas y la geometría. También
rechaza la posición de Leibniz, por dos razones: la que ya vimos de que los juicios
geométricos no son analíticos y también por la siguiente razón que ilustra con eso
de las contrapartes incongruentes. Si sostuvieras tu mano derecha frente a un
espejo, verías su reflejo en él. Imagínate que esa mano que ves en el espejo (el
reflejo de tu mano derecha) saliera del espejo y su pusiera al lado de su mano
derecha. Desde un punto de vista conceptual (es decir, leibniziana), estas dos
manos son idénticas, hasta su más pequeño detalle. Sin embargo, por mucho que
intentes, no puedes superponer la una sobre la otra para que las dos ocupen el
mismo espacio. Aquí tenemos una diferencia que no es reducible al concepto. Si el
espacio fuera conceptual, no podríamos dar cuenta de la diferencia en orientación
de las dos manos. Aunque una mano sea el reflejo idéntico del otro, no son
25
Darin McNabb
Hasta ahora, hemos tratado los argumentos de Kant sobre el espacio. No voy a
hablar sobre el tiempo aquí porque en general los argumentos son los mismos, al
menos formalmente.
Bueno, por interesantes y contundentes que sean estos argumentos, nos sigue
chocando la idea de que el espacio y el tiempo no sean reales como los perros y
los árboles. Si el contrario de lo real es lo ilusorio, es importante entender que Kant
no piensa que son meras ficciones inventadas como los unicornios. De hecho, dice
que el espacio y el tiempo son empíricamente reales pero trascendentalmente
ideales.
¿Qué quiere decir eso? Bueno, al decir que son empíricamente reales, lo dice en el
mismo sentido en que dice que las cosas en sí mismas, los noúmenos, son reales,
que existen independientemente de nosotros. Kant afirma la realidad de los
noúmenos, no son ilusorios, es sólo que no podemos tener conocimiento de algo
tal y como es en sí mismo. Lo mismo sucede con el espacio y el tiempo. Son
empíricamente reales pero a la vez trascendentalmente ideales. Con eso Kant
quiere decir que los objetos que conocemos son meras apariencias: fenómenos.
Cuando representamos un objeto a nosotros mismos en una intuición, lo que
conocemos de ese objeto, es decir, su constitución y las propiedades que podemos
predicar de él, dependen de nuestro modo de conocerlo. No tienen esas
propiedades independiente de nuestra cognición.
26
Kant: Crítica de la Razón Pura
27
Darin McNabb
28
Kant: Crítica de la Razón Pura
Capítulo 5
Hoy por fin vamos a empezar con la Estética trascendental. Recuerda que
“estética” aquí no tiene nada que ver con “belleza” sino con la “percepción”. En
esta primera parte del libro, Kant va a tratar el lado sensible de la cognición. De
aquí en adelante, convendría tener en cuenta que cuando Kant habla de la razón
humana, utiliza la palabra “razón” en un sentido más amplio del que la usamos hoy
en día. Se refiere no sólo al aspecto intelectivo, es decir, nuestra capacidad de
pensar con conceptos, sino también al aspecto sensible, es decir, nuestra
capacidad de intuir objetos. La razón humana, entonces, consta de dos facultades
básicas: la sensibilidad y el entendimiento.
29
Darin McNabb
Ahora bien, si sabes algo de Kant, sabes que divide el mundo de los objetos en
dos: el objeto como fenómeno y como noúmeno. El objeto en sí mismo ahí en el
mundo es el noúmeno. Ese mismo objeto, tal y cómo aparece a nuestra
sensibilidad en una intuición, es el fenómeno. Tenemos conocimiento únicamente
de objetos fenoménicos. Kant trata esta distinción con detalle en el tercer capítulo
de la Analítica Trascendental, pero aquí en la Estética toca el asunto al decir que el
objeto de una intuición empírica es un fenómeno. Entonces, de aquí en adelante
que tengamos claro que cuando Kant habla del objeto y nuestro conocimiento de
él, está hablando del fenómeno y no de la cosa en sí misma más allá de nuestra
cognición.
Bueno, entonces ¿en qué consiste la forma de la experiencia sensible? Cuenta con
dos elementos: el espacio y el tiempo. Kant habla de estas dos formas como
sentidos. El espacio es nuestro sentido externo a través del cual representamos
objetos como fuera de nosotros. Y el tiempo es el sentido interno, es decir, intuimos
nuestros estados mentales como estando en el tiempo, en función de relaciones
temporales. Los dos, dice Kant, tienen su debido ámbito; el tiempo no puede ser
30
Kant: Crítica de la Razón Pura
intuido como algo exterior y el espacio no puede ser intuido como algo dentro de
nosotros. Sin duda, experimentamos los objetos exteriores como en el tiempo, pero
eso sólo porque son representados por nuestros estados mentales, los cuales son
representaciones internas.
Ahora, eso suena bastante extraño porque el sentido común nos dice que el
espacio y el tiempo están allá afuera. Los objetos y nosotros mismos están en el
espacio y atraviesan el tiempo. ¿Cómo pueden el espacio y el tiempo estar en
nuestra mente? Si no están objetivamente en el mundo ¿son reales o meras
ficciones?
Kant responde a esta inquietud hablando primero del espacio. Ahora, el espacio es
una representación o intuición. La pregunta es el origen de esta intuición;
¿intuimos el espacio como intuimos objetos como perros y árboles, de forma a
posteriori, o es a priori, una intuición pura? Fíjate que el concepto de “perro”, por
ejemplo, es uno que derivamos de la experiencia. Vemos muchos perros
individuales y así surge el concepto. Es un concepto empírico. Kant dice que el
espacio no puede ser un concepto empírico. Imagínate que junto al perro y el árbol
también tuvieras que intuir el espacio como un objeto más. El problema, dice Kant,
es que para que ciertas sensaciones (como las que asociamos con perros y
árboles) sean referidas a algo fuera o distinto de mí, hay que presuponer ya la
representación del espacio. Es decir, no percibo el perro junto con el espacio que
ocupa porque la misma posibilidad de la percepción del perro, la condición de que
aparezca como fenómeno, ya presupone de antemano su ubicación en el espacio.
Aunque Kant dice que el espacio sea una intuición a priori y no un concepto
derivado de la experiencia, obviamente podemos formar conceptos del espacio,
por ejemplo, el espacio que ocupa una cancha de fútbol o el espacio que ocupa un
litro de agua. Formamos esos conceptos al delimitar el espacio primordial que
31
Darin McNabb
Esto para Kant indica que el espacio es a priori, y no intuido como un objeto a
posteriori.
Kant ofrece dos argumentos más para defender su posición, uno que acude a la
geometría y otro que se basa en el fenómeno de lo que llama “las contrapartes
incongruentes”. Primero, la geometría. Un objeto geométrico, como un triángulo,
ocupa espacio. Sabemos que sus tres ángulos internos se suman a 180 grados, lo
cual es cierto no sólo de este triángulo sino de cualquiera, por lo que resulta ser un
juicio universal y necesario. Kant pregunta por la base de esta certeza. ¿Qué es lo
que la posibilita? Para empezar, su respuesta reconoce que este juicio sobre los
ángulos del triángulo no es más que un juicio sobre el espacio. Podemos girar los
ángulos en el espacio y ver que describen un arco de 180 grados. Pero el carácter
apodíctico de nuestro juicio depende de cómo representemos el espacio. Hay tres
posibilidades: la de Kant que dice que es una intuición a priori; también puede ser
una intuición empírica o a posteriori, lo cual implicaría que el espacio fuera un
objeto en el mundo como perros y árboles; y como final puede que representemos
el espacio no mediante una intuición sino por medio de un concepto. A ver qué
sucede con cada uno de estos tres. Como vimos en un vídeo anterior, los juicios
analíticos son los cuya verdad se basa sobre un análisis de conceptos. Sin
embargo, por mucho que analicemos los conceptos de línea y ángulo en nuestro
juicio, no llegamos a la suma de 180 grados. Por tanto, los juicios geométricos no
son analíticos y el espacio no puede representarse como un mero concepto. Hace
32
Kant: Crítica de la Razón Pura
falta una intuición, sin embargo la intuición no puede ser empírica porque como
sabemos los juicios empíricos no encierran necesidad y universalidad; son más
bien particulares y contingentes. Por tanto, el espacio no puede representarse
como una intuición empírica, como los árboles y perros. La única alternativa es que
el espacio sea una intuición pura o a priori, algo con el que el sujeto ordena los
datos particulares de la sensación material. Pasamos ahora al último argumento
sobre el así llamado “contrapartes incongruentes”. Kant plantea este argumento en
el contexto de un debate entre Newton y Leibniz sobre la naturaleza del espacio.
Newton y Leibniz están de acuerdo en que el espacio (y también el tiempo) son
constituyentes reales del mundo, objetivos e independientes de los sujetos. La
diferencia entre los dos estriba en que para Newton, el espacio es absoluto, es
decir, las propiedades de los objetos (su ubicación y medición) requieren de un
trasfondo espacial absoluto. Para Leibniz, el espacio es relativo, es decir, el
espacio no está objetivamente en el mundo, sino que emerge como consecuencia
de las relaciones que se dan entre los objetos. Si no hay objetos, no se puede
representar el espacio. Lo importante es que estas relaciones pueden
determinarse completamente por conceptos. Entonces tenemos a Leibniz y a
Newton como representantes de nuestras dos alternativas. Para Leibniz el espacio
es un concepto y para Newton es un constituyente real del mundo como los perros
y los árboles.
Ahora, Kant rechaza la posición de Newton porque, como vimos, no puede dar
cuenta de la universalidad y necesidad de las matemáticas y la geometría. También
rechaza la posición de Leibniz, por dos razones: la que ya vimos de que los juicios
geométricos no son analíticos y también por la siguiente razón que ilustra con eso
de las contrapartes incongruentes. Si sostuvieras tu mano derecha frente a un
espejo, verías su reflejo en él. Imagínate que esa mano que ves en el espejo (el
reflejo de tu mano derecha) saliera del espejo y su pusiera al lado de su mano
derecha. Desde un punto de vista conceptual (es decir, leibniziana), estas dos
manos son idénticas, hasta su más pequeño detalle. Sin embargo, por mucho que
intentes, no puedes superponer la una sobre la otra para que las dos ocupen el
mismo espacio. Aquí tenemos una diferencia que no es reducible al concepto. Si el
33
Darin McNabb
Hasta ahora, hemos tratado los argumentos de Kant sobre el espacio. No voy a
hablar sobre el tiempo aquí porque en general los argumentos son los mismos, al
menos formalmente.
Bueno, por interesantes y contundentes que sean estos argumentos, nos sigue
chocando la idea de que el espacio y el tiempo no sean reales como los perros y
los árboles. Si el contrario de lo real es lo ilusorio, es importante entender que Kant
no piensa que son meras ficciones inventadas como los unicornios. De hecho, dice
que el espacio y el tiempo son empíricamente reales pero trascendentalmente
ideales.
¿Qué quiere decir eso? Bueno, al decir que son empíricamente reales, lo dice en el
mismo sentido en que dice que las cosas en sí mismas, los noúmenos, son reales,
que existen independientemente de nosotros. Kant afirma la realidad de los
noúmenos, no son ilusorios, es sólo que no podemos tener conocimiento de algo
tal y como es en sí mismo. Lo mismo sucede con el espacio y el tiempo. Son
empíricamente reales pero a la vez trascendentalmente ideales. Con eso Kant
quiere decir que los objetos que conocemos son meras apariencias: fenómenos.
Cuando representamos un objeto a nosotros mismos en una intuición, lo que
conocemos de ese objeto, es decir, su constitución y las propiedades que podemos
predicar de él, dependen de nuestro modo de conocerlo. No tienen esas
propiedades independiente de nuestra cognición.
34
Kant: Crítica de la Razón Pura
35
Darin McNabb
36
Kant: Crítica de la Razón Pura
Capítulo 6
37
Darin McNabb
Más concretamente, ¿de qué se trata esta última síntesis? Antes de ver qué dice
Kant, debo decirles que lo que he dicho sobre las síntesis, especialmente las
primeras dos, lo he tomado del texto de la primera edición del libro. La traducción
de Morente que estamos utilizando es de la segunda edición, por lo que he
traducido esos pasajes a partir de la traducción inglesa que tengo. Eso nunca es
buena idea; siempre hay que traducir a partir del original, pero mi manejo del
alemán no es lo suficiente entonces lo he traducido usando la versión inglesa.
Bueno, vamos a ver qué dice Kant sobre la síntesis del reconocimiento: “Si no
estuviéramos conscientes de que lo que estamos pensando es la misma cosa que
pensamos hace un instante, toda reproducción en la serie de presentaciones sería
fútil. Ya que lo que estamos pensando sería, en el estado actual, una nueva
presentación, la cual no pertenecería en absoluto al acto mediante el cual se
supone que sería producida poco a poco. Por lo tanto, lo múltiple de la
presentación jamás constituiría una totalidad”. (A 103)
38
Kant: Crítica de la Razón Pura
usar un concepto. El concepto las relaciona, conceptos como los categóricos que
encontramos en su tabla (número, cualidad, modalidad) y también el propio
concepto empírico del objeto, sea ‘perro’, ‘árbol’ o lo que sea.
Además, vemos que la síntesis trata no sólo del lado del objeto, es decir, de unir
los elementos de lo múltiple en una totalidad, sino también del lado del sujeto.
Para entender lo que quiere decir, vamos a dejar la primera edición y pasar al
argumento de la deducción en la segunda edición. En la §16 elabora esta idea de
estar consciente de la totalidad que presenta una intuición. Dice: “El yo pienso
tiene que poder acompañar a todas mis representaciones; pues, si no, sería
representado en mi algo que no podría ser pensado, lo cual significa tanto como
decir que la representación sería, o bien imposible o al menos nada para mí”.
Más adelante en la misma sección dice que si las cosas no fueran así: “tendría un
yo tan abigarrado y diferente como representaciones tuviese conscientes”. Este yo
abigarrado es precisamente el yo que describe Hume. Hume busca el yo por todos
lados, pero por mucho que revise sus sensaciones e ideas no encuentra un yo ahí,
ni arriba ni aparte de ellas. Dice: “La mente misma, lejos de ser un poder
independiente, no es más que ‘un conjunto de percepciones’ sin unidad ni cualidad
cohesiva”.
39
Darin McNabb
necesariamente con el ‘yo pienso’, con una única consciencia unida. Dice Kant:
“Esa representación [o sea, la apercepción] es empero un acto de la
espontaneidad, es decir, que no puede ser considerada como perteneciente a la
sensibilidad”.
Tengamos muy claro estas dos formas de conocernos. Por un lado podemos
conocernos como el objeto de una representación en el sentido interior. Cuando
digo: “Tengo hambre”, “Estoy triste” o “Quiero un coche nuevo” lo que conocemos
son estados fragmentarios, puras apariencias que en su conjunto son abigarradas.
En este sentido, nos conocemos de la misma forma que conocemos cualquier otro
objeto que se nos aparece, de forma receptiva y pasiva. Pero hay otra forma de
conocernos: la apercepción. En otro libro sobre la antropología, Kant dice que la
apercepción pura es una consciencia no de lo que sufrimos al ser afectado por un
objeto, sino consciencia de lo que estamos haciendo, específicamente, lo que
hacemos cuando representamos objetos. El acto de representar se hace no al
recibir intuiciones pasivamente, sino al sintetizarlas. Eso, como dice en la última
cita, es un acto de espontaneidad. Si digo: “Hay un manzana verde sobre la mesa”,
estoy consciente de un objeto al reconocer la unidad de sus múltiples elementos
en una intuición, pero al mismo tiempo estoy consciente del acto de representar
ese objeto, y por tanto del sujeto que ve la manzana. Ése es un acto de
apercepción. Kant dice que es pura para distinguirla de una consciencia
meramente empírica; que es una consciencia unida, es decir, es la misma e
idéntica consciencia que representa todos los objetos de mi experiencia; y como
final que es trascendental, por lo cual quiere “señalar la posibilidad de que nazca
de ella conocimiento a priori”.
40
Kant: Crítica de la Razón Pura
Esto se debe al acto de apercepción que se lleva a cabo. Kant dice que el trabajo
de la apercepción es el principio “más alto en todo el conocimiento humano”.
Recuerda que Kant introdujo la apercepción al decir: “El yo pienso tiene que poder
acompañar a todas mis representaciones”. Si esto que plantea Kant es verdad,
podría verse como una sencilla proposición analítica ya que básicamente expresa
lo siguiente: “Todo lo que pienso tiene que ser algo que pienso”. La consciencia de
esta verdad, sin embargo, implica un trabajo previo de síntesis. Es decir, uno
puede darse cuenta de la unidad de la consciencia sólo al combinar diversas
presentaciones en una sola presentación unida. A través de esta unidad puede uno
presentar la unidad del yo.
41
Darin McNabb
A estas alturas la pregunta es: ¿Cuáles son esas reglas de síntesis a priori? La
respuesta, y los últimos dos pasos del argumento, se encuentran en la §20, que es
de un sólo párrafo. Vamos a revisarlo en su totalidad: “Lo múltiple dado en una
intuición sensible está necesariamente sujeto a la unidad sintética originaria de la
apercepción, porque sólo mediante ésta es posible la unidad de la intuición.
Aquella acción del entendimiento, por medio de la cual lo múltiple de
representaciones dadas es reducido bajo una apercepción en general, es la
función lógica de los juicios. Todo lo múltiple pues, en cuanto es dado en una
intuición empírica, está determinado con respecto a una de las funciones lógicas
en los juicios, por medio de la cual es reducido a una consciencia en general”. Aquí
tenemos el cuarto paso del argumento:
“Mas las categorías no son otra cosa que esas mismas funciones en los juicios, en
cuanto lo múltiple de una intuición dada está determinado con respecto a ellas”.
42
Kant: Crítica de la Razón Pura
Bueno, hemos terminado la parte más difícil, pero aún no terminamos la Analítica
trascendental. Falta tratar lo que Kant llama el esquematismo. Hemos visto que las
categorías se aplican necesariamente a las intuiciones, pero no hemos visto
concretamente cómo. El esquematismo es su interesante respuesta y es lo que
veremos en el próximo vídeo.
43
Darin McNabb
44
Kant: Crítica de la Razón Pura
Capítulo 7
Cuando hablamos de la percepción, sabemos que hay algo que percibe: el ojo, por
ejemplo. Por lo tanto, si hablamos de la apercepción, debería haber algo que
apercibe, ¿no? ¿No sería el sujeto? Pues sí, pero el problema es que queremos
convertir al sujeto en una cosa, una sustancia que se ubique en el espacio y el
tiempo. Para Kant, el sujeto no es una cosa, tal como infirió Descartes en sus
meditaciones sobre el cogito. De hecho, el error de Descartes y el error implícito en
nuestra pregunta sobre el sujeto es algo que Kant trata directamente en la
Dialéctica trascendental cuando habla de los paralogismos de la razón pura. Ahí
pregunta: “¿En qué consiste una cosa que piensa?”. Ésa es la misma pregunta que
me hicieron en los comentarios. Desafortunadamente, tendremos que esperar al
vídeo sobre la Dialéctica trascendental para ver la respuesta.
Sin embargo, podemos comentar algunas cosas para prepararnos para esa
discusión. Para empezar, Kant utiliza el término “sujeto” en un sentido muy distinto
al que lo utilizamos nosotros. Mi diccionario da diversas acepciones, entre las
cuales se encuentra una filosófica y una lógica. La filosófica es: “una entidad
pensante o sentiente; la mente consciente; el ego; la sustancia o meollo central de
algo, a diferencia de sus atributos”. La idea básica aquí es de una entidad o
sustancia mental. Estamos pidiendo a Kant que esclarezca la naturaleza de esa
cosa, esa sustancia. Sin embargo, no entiende “sujeto” en ese sentido, sino en su
acepción lógica, la cual es, según mi diccionario: “la parte de una proposición
45
Darin McNabb
Vamos a ver qué dice para entender mejor el problema que tenemos al entender a
Kant.
Por ejemplo, la clase de los perros está contenida en la clase o género de los
animales, que es más abarcadora. Recuerda que un género es aquello al que se
predican cualidades. Si decimos: “Los perros ladran”, “perro” es el género al que se
predica “ladrar”, pero ese género puede utilizarse a su vez como una cualidad o
predicado de otro género, por ejemplo: “Este animal es un perro”. Una de las
preguntas de Aristóteles es si hay géneros últimos, es decir, géneros o clases o
sujetos que no se predican de ningún otro sujeto, sino que todo es predicado de él.
46
Kant: Crítica de la Razón Pura
“Pienso, luego soy”, Descartes no sólo infiere la existencia sustancial de esa cosa
pensante, sino que la coloque a la base de cualquier conocimiento.
Ahora bien, ¿cómo figura Kant en todo esto? Kant reconoce el gran descubrimiento
de Descartes del “yo pienso”, de la auto-consciencia y el papel que juega en el
conocimiento. Los animales cuentan con consciencia; conocen en cierta forma los
mismos objetos físicos que nosotros, pero no tienen consciencia de sí mismo, la
auto-consciencia. Kant dice: “El estar consciente de mí mismo es un pensamiento
que ya contiene un yo dual”, por lo cual quiere decir que el yo es pensado tanto
como un objeto de intuición y como aquello que lo piensa. Las distinciones que
hemos visto hasta hora en la obra de Kant nos ayudan a entender cómo concibe el
yo. Hay un yo tanto empírico como trascendental, un yo psicológico y lógico, un yo
considerado como objeto y el yo como sujeto. Por razones que hemos visto
múltiples veces, Kant no confunde estos dos lados. Podemos conocer nuestro yo
como objeto de una intuición, pero el yo que lo conoce, el sujeto, no lo podemos
conocer.
47
Darin McNabb
Dado que el esquema es una regla, es algo general y por tanto tiene afinidad con
el concepto. Y la imagen que produce, al ser particular, tiene afinidad con la
intuición a la que ha de aplicarse la categoría.
Ahora, habíamos dicho que tiene que haber cierta homogeneidad entre intuición y
concepto, algo que comparten en común, para que éste se aplique a aquél. Lo que
cualquier intuición y cualquier concepto, sea empírico o puro, tienen en común es
48
Kant: Crítica de la Razón Pura
49
Darin McNabb
En uno de los pasajes más líricos del libro, Kant dice que hemos recorrido todo el
territorio del entendimiento humano que hace posible el conocimiento. Dice que
este territorio es una isla, “la tierra de la verdad [...] rodeada por un inmenso y
tempestuoso mar, albergue propio de la ilusión, en donde los negros nubarrones y
los bancos de hielo, deshaciéndose, fingen nuevas tierras y engañan sin cesar con
renovadas esperanzas al marino”. Los límites de la isla son los límites del mundo
fenoménico. ¿Habrá alguna tierra firme más allá de la isla en el mar tempestuoso?
Kant responde al introducir la noción del noúmeno. Si los fenómenos son objetos
sensibles, pareciera que los noúmenos son objetos inteligibles. Etimológicamente
esa es la idea ya que el término proviene del griego “nous” que para Platón era
nuestra manera de conocer al mundo inteligible de las ideas. Sin embargo, Kant no
se permite seguir a Platón en este sentido. El único que podría intuir objetos
inteligiblemente sería Dios. Nuestra forma de intuición es forzosamente sensible.
Entonces, ¿cómo puede Kant plantear la existencia de una esfera de cosas más
allá de su aparición en una intuición sensible?Una posibilidad sería que Kant
razonara de la siguiente manera: “Si hay apariencias (es decir, fenómenos), tiene
que haber algo que sea la causa de esas apariciones, algo tal y cómo es en sí
mismo sin tener en cuenta su forma de aparecer a nuestra sensibilidad”. Pues Kant
no hace ese argumento porque caería en el mismo error que Descartes cuando
infiere la existencia sustancial de una cosa que piensa.
50
Kant: Crítica de la Razón Pura
51
Darin McNabb
52
Kant: Crítica de la Razón Pura
Capítulo 8
No sé si te has dado cuenta, pero estamos analizando una obra que se llama la
Crítica de la razón pura, y casi no hemos hablado de la razón. Mucho sobre la
sensibilidad y el entendimiento, las intuiciones y los conceptos. ¿Y la razón, que es
supuestamente el tema principal?
Bueno, Kant utiliza la palabra “razón” en dos sentidos, uno amplio que él llama la
razón teórica y el otro más delimitado que llama la razón especulativa. Por razón
teórica Kant entiende la operación general de nuestro intelecto en la producción de
conocimiento. En otras palabras, es lo que queremos decir cuando hablamos de
razonamiento. Cuando alguien razona, infiere una conclusión a partir de premisas.
La conclusión es el juicio que emite, por lo que Kant también habla de la razón
teórica como la facultad del juicio. Vamos a resumir todo lo que hemos visto hasta
ahora en la imagen del silogismo. En su totalidad, el silogismo es un argumento. El
argumento está compuesto de proposiciones (que son las premisas y la
conclusión), y las proposiciones se componen de términos. Ahora bien, la
sensibilidad nos da la materia prima para el razonamiento al presentar objetos a
través de intuiciones.
Estos objetos son los predicados o cualidades que forman los términos digamos
del silogismo. El entendimiento con sus conceptos, tanto empíricos como puros,
relacionan estos objetos o términos en proposiciones, predicándoles cualidades y
poniéndolos en relaciones de causa y efecto, etc. Pero el verdadero poder del
intelecto humano consiste en tomar esas proposiciones e inferir algo nuevo a partir
de ellas. La organización conceptual y la inferencia lógica es el trabajo de la razón
en su sentido amplio, la razón teórica.
53
Darin McNabb
54
Kant: Crítica de la Razón Pura
Ahora bien, al principio dije que Kant habla de la razón en dos sentidos, uno amplio
que ya hemos tratado, la razón teórica, y otro más restringido, la razón
especulativa. El funcionamiento de la razón en este segundo sentido produce lo
que Kant considera ilusiones, a saber, la ilusión de que podemos conocer objetos
que trascienden las condiciones de la sensibilidad. En la última gran sección del
libro, la Dialéctica trascendental, Kant habla de cómo esta ilusión se da. Por cierto,
se llama la Dialéctica porque Kant consideraba que los antiguos griegos utilizaban
ese término para referirse al arte de la argumentación sofística, es decir, engañosa
o ilusoria. En todo caso, en la Estética trascendental Kant trata de la sensibilidad y
las intuiciones que produce; en la Analítica trascendental del entendimiento y los
conceptos que se aplican a las intuiciones; y en la Dialéctica trascendental trata de
la razón y cómo genera ciertas ideas que ilusoriamente pensamos que podemos
emplear para producir conocimiento.
55
Darin McNabb
¿Por qué? Porque la premisa mayor: “Todos los hombres son mortales”, tampoco
es autosuficiente. Esta condición también puede verse como condicionado por una
condición o premisa superior. De esta manera, la premisa mayor de nuestro
silogismo, “Todos los hombres son mortales”, sería la conclusión de un silogismo
anterior, por ejemplo:
Como puedes imaginar, nuestra nueva condición o premisa mayor, “Todos los
animales son mortales” tampoco es autosuficiente. La razón sigue su ascenso,
56
Kant: Crítica de la Razón Pura
Ahora, una conclusión se infiere con base en las formas en que las premisas se
relacionan entre sí, cosa que si te acuerdas Kant reflejó en su tabla de juicios del
entendimiento bajo el rubro de “relación”. Ahí vimos que son tres formas básicas:
silogismos categóricos, hipotéticos y disyuntivos. Las categorías que derivó de
estas formas de juicio son: Sustancia, Causalidad y Comunidad. Ahora bien, si la
razón teórica tiene como objeto las intuiciones y su síntesis a través de las
categorías, la razón especulativa tiene como su objeto las categorías mismas y su
síntesis o unificación en lo incondicionado. El resultado de esta unificación son lo
que Kant llama Ideas de la razón. Son tres, correspondiendo a las tres categorías
del entendimiento. Vamos a ver cómo las deriva.
57
Darin McNabb
Llueve. Por lo tanto las plantas crecen”. Lo que esto expresa es una relación de
causa y efecto. La razón teórica, utilizando la categoría de la causalidad, sintetiza
este tipo de relación entre los objetos proporcionados por la sensibilidad. Sin
embargo, cualquier causa dada es condicionada en el sentido de que puede
considerarse como el efecto de una causa anterior. Por ejemplo, la lluvia es la
causa del crecimiento de las plantas, pero la lluvia es a su vez un efecto con su
propia causa, y así sucesivamente. Lo que la razón especulativa busca, entonces,
58
Kant: Crítica de la Razón Pura
es una causa no condicionada, cosa que no sería más que la totalidad de todas las
secuencias causales. Esta totalidad de causas es el mundo o cosmos en su
totalidad y es la segunda idea de la razón, correspondiendo, dice Kant, a la
cosmología trascendental.
59
Darin McNabb
¡Ya no voy a decir más! Han de estar muy cansados; ¡yo también lo estoy! Sé que
el tema de este vídeo fue muy denso, pero ni modo, así es Kant. Lo bueno es que
su análisis del alma, el cosmos y Dios es muy interesante. Aguántenme tantito más
que ya casi llegamos al final. Como siempre, ¡gracias por acompañarme, hasta la
próxima y buen provecho!
60
Kant: Crítica de la Razón Pura
Capítulo 9
¿Qué podemos saber al margen de toda experiencia? Los empiristas dicen que
nada y los racionalistas dicen que mucho. Hasta ahora en el libro Kant ha sido más
racionalista que empirista. El sujeto aporta los elementos que hacen que el
conocimiento científico sea universal y necesario, elementos que no se derivan de
la experiencia. Sin embargo, Kant no es totalmente racionalista; no podemos andar
pensando y juzgando cosas que trascienden el mundo fenoménico de la
experiencia, es decir, cosas que jamás podrían aparecer en una intuición. Sin
embargo, como vimos en el último vídeo, la razón se cree capaz de hacerlo debido
a su impulso de buscar las condiciones incondicionadas del conocimiento. Vimos
que son tres: el alma, el cosmos en su totalidad, y Dios. Lo que distingue a estos
conceptos de la razón de los conceptos del entendimiento es que el entendimiento
trata experiencias particulares en la que sintetiza los elementos de la intuición para
producir conocimiento. La razón, en cambio, no se contenta con una experiencia
particular, sino que busca el fondo incondicionado de toda posible experiencia.
Pasa a considerar la experiencia en su totalidad, pero el problema para Kant es
que una totalidad absoluta nunca puede darse en la experiencia. Ninguna
experiencia nuestra es incondicionada, por lo que estos conceptos de la razón no
pueden aplicarse en la experiencia. Debido a esta peculiaridad, Kant no los llama
conceptos, sino ideas. En la última gran sección del libro, la Dialéctica
trascendental, Kant pone límites al alcance de la razón y por lo tanto a la tradición
racionalista.
61
Darin McNabb
Si te acuerdas, Kant también habla del “yo pienso”. Dice que si el “yo pienso” no
pudiera acompañar a todas nuestras representaciones, entonces la propia
experiencia sería imposible. Sería fragmentada y no unitaria. Kant llama el yo
pienso la apercepción, que no es más que la conciencia de la unidad lógica de
nuestras representaciones. Hablando de la unidad de apercepción, dice: “Tengo
conciencia de mí mismo, no cómo me aparezco ni tampoco cómo soy en mí
mismo, sino solamente de que soy”. Esto que dice Kant, que en la apercepción o
yo pienso, estoy consciente de que soy, se parece mucho a lo que dice Descartes
cuando dice: “Pienso, luego existo”. La diferencia estriba en que Kant distingue
entre estar consciente de algo y tener conocimiento del mismo. Para conocer el
ego o alma tendríamos que tener una intuición de él a la que se aplicaría la
categoría de sustancia. Sin embargo, las únicas intuiciones que tenemos de
nuestro yo son diversos estado mentales, el yo empírico. El punto es que el yo que
unifica todas estas diversas representaciones de nuestros estados mentales
empíricos no puede aparecer en una intuición. No es un yo empírico sino
trascendental. A diferencia de Descartes, su unidad no es sustantiva sino sólo
lógica. Para conocerlo como una sustancia, el yo tendría que aparecer en una
intuición y ser sometido a la categoría de sustancia.
62
Kant: Crítica de la Razón Pura
Entonces, el error principal que cometen los racionalistas como Descartes es que
no cuentan con una intuición, sino que razonan a partir de un mero pensamiento.
Recuerda que para Kant todo juicio encierra 4 aspectos: expresan una cantidad,
una cualidad, una relación y una modalidad. La categoría de la sustancia se
encuentra bajo el rubro de “relación”. Pero además de hablar de un alma
sustancial, la psicología racional dice que el alma es simple, idéntico y existente.
Kant analiza los paralogismos involucrados en esas afirmaciones de una manera
parecida al que hemos visto, entonces vamos a dejar los paralogismos de la razón
y pasar a las antinomias.
63
Darin McNabb
Estas opiniones contrarias no le hubieran extrañado a Kant, dado que las dos
posturas son igualmente defendibles.
64
Kant: Crítica de la Razón Pura
Entonces, ¿cuál de las dos es correcto, la tesis o la antítesis? Ninguna, dice Kant.
Esto no quiere decir que las dos sean incorrectas, sino sólo que la pregunta misma
no tiene sentido. No tiene sentido porque estamos buscando una condición que
rebasa los límites de la experiencia posible. Psicológicamente, podemos formar un
concepto del cosmos en su totalidad o del alma, pero semejante concepto es inútil
para formar juicios y producir conocimiento.
65
Darin McNabb
Con respecto a la idea del alma como sustancia, la razón utiliza un argumento,
como hace Descartes, que según Kant es falaz. Comete un error lógico. En el caso
de la idea del cosmos como una totalidad, la idea misma produce antinomias
irresolubles, las cuales imposibilitan cualquier conocimiento real al respecto. En
cuanto a la idea de Dios, la idea en sí misma no es ilógica, ni tampoco produce
antinomias, sin embargo se puede mostrar como inválidos los argumentos que se
han hecho para demostrar su validez. Estos argumentos clásicos son el argumento
teleológico, el argumento cosmológico y el argumento ontológico.
66
Kant: Crítica de la Razón Pura
67
Darin McNabb
¿Tú crees? ¡Ya hemos llegado por fin al final de esta gran obra! No ha sido fácil, ya
sé, pero se vuelve más digerible con el tiempo y la práctica. Llegará el momento en
que dejarás de ver los árboles y empiezas a ver el hermoso bosque que
constituyen. La crítica de la razón pura ha tenido una influencia enorme. En el
campo de la filosofía tenemos a Schelling, Fichte, Hegel y el desarrollo del
Idealismo Alemán. Luego está Schopenhauer y su influencia en Nietzsche. Dos
filósofos que yo trabajo mucho, C. S. Peirce y Gilles Deleuze, tienen a Kant y esta
obra como un interlocutor primordial. La centralidad del sujeto en la constitución del
conocimiento, la unidad de la consciencia y la experiencia, y su distinción entre
intuiciones y conceptos, se reflejan todos en las ciencias cognitivas actuales. Yo
siempre he dicho a mis alumnos que Kant es el primer posmoderno debido a su
revolución copernicana. El conocimiento no se descubre, sino que se construye. Lo
que le salva del relativismo de los así llamados posmos de hoy en día es que el
sujeto que construye el conocimiento cuenta con facultades con las que todos
disponen. Los posmos critican esa pretensión de Kant, y puede que en ello tengan
razón, pero ese mismo hecho sirve para confirmar el gran alcance e impacto que
han tenido las ideas de Kant.
68
i