Sei sulla pagina 1di 2

Estos son los paraísos

de Buenaventura que usted no conoce


Lejos de la carretera que en días de derrumbes y trancones, pone aún más lejos
a Buenaventura, queda el mar brujo que rodea uno de los lugares más
biodiversos del mundo: el Parque nacional Natural Uramba. Viaje a la
Buenaventura virgen.
- Jorge Enrique Rojas

La buena ventura del mar


El Capi. Cuando no está pescando sino transportando gente, hay gente
que le termina diciendo Capi conforme van pasando las olas por debajo
de su lancha, un bote gris delfín, motor-60 y nombre Mi Pez. Sobre el
mar brujo del Pacífico, una embarcación sin bautizo vendría siendo como
un alma en pena, y ningún tipo que se dedique a sortear sus aguas
quiere atravesar el purgatorio de quedarse con semejante compañía en
la inmensidad más bella del mundo. Pero bautizado, el bote tiene vida.
Esa es la razón de algunos nombres tan profundos surcando el océano,
así como ocurre con Mi Pez, que de este lado de Colombia tiene una
traducción universal entre los lazos afectivos que se construyen en la
calle, en el barrio, sobreviviendo el día a día: Mi Pez/Amigo.
El Capi nació frente al mar de Pizarro, en el Bajo Baudó Chocoano,
donde sus papás le pusieron Manuel Eusebio Conrado Murillo, y
donde creció hasta los 16, que fue cuando desembarcó en las
playas de Juanchaco y Ladrilleros para rebuscársela. De esa
manera terminó transportando turistas y desarrollando la pericia de
navegar lanchas de pasajeros con el motor fuera de borda, algunas
similares a la que hoy conduce a los 49 años y con la que se dedica
a recorrer las esquinas del vecindario por el que se hizo hombre. A
bordo de Mi Pez, El Capi ha llegado a confines donde el Pacífico
más revuelto se adentra dócil en los esteros. Ya no azul petróleo
entonces, con pelícanos lanzándose desde las nubes a la caza de
sardinetas, ya no gris picado espumoso como lo fotografían las
postales más comunes, sino verde manso laguna, verde cielo, verde
árbol, transparente en forma de cascadas y nacimientos de agua
dulce que saltan de la selva.
Y así hay caminos que de repetirlos se conoce como las manos. Y
caminos que lleva en las manos, como la cicatriz que le quedó cuando
tendió un calandro de un día para otro al frente de Isla Palma. En la
trampa compuesta por un nylon armado con una seguidilla de anzuelos,
le picó un pargo de 65 libras y al momento de irlo a desenganchar, a
unos 40 minutos en bote desde Juanchaco, su ayudante no vio al Capi
con el pez en los brazos y siguió recogiendo el nylon desde la otra punta
de la embarcación. Su ayudante, cuenta El Capi, era un sobrino mudo
que por consiguiente tampoco alcanzó a escuchar el grito que le pegó
cuando uno de los anzuelos se le ensartó en medio de los jalonazos. 14
puntos de sutura. En alguna parte de El viejo y el Mar, poema a la
determinación humana en forma de novela, Hemingway escribió en 1951
que el océano es dulce y hermoso, pero puede ser cruel.
Casi siempre mas hermoso que cruel en todo caso, sus formas más
bellas han guiado al Capi hasta lugares insospechados para las
pequeñas imaginaciones que lejos de allí solo suponen al Pacífico como
un larguero de líos, y playas cubiertas de desechos plásticos arrastrados
mañana tras mañana a la orilla. Los hay. Las hay. Pero más bien
retiradas de los predios de este hombre y su pez, Mi Pez, navegantes
frecuentes de los alrededores del Parque Nacional Natural Uramba-
Bahía Málaga, que a hora y media de Buenaventura ha sido definido por
la ciencia como una de las zonas con mayor biodiversidad del mundo.

Potrebbero piacerti anche