En una encuesta hecha en 1959 entre científicos americanos, las dos terceras partes creían que el universo no tenía un comienzo. Era eterno, decían, repitiendo las enseñanzas de Platón y Aristóteles con 2,400 años de antigüedad. Sólo en el 1965 con el descubrimiento de Penzias y Wilson, acerca de los restos de la radiación del Big Bang, esa premisa básica cambió. La ciencia había descubierto el eco de nuestra creación y el hacerlo le había dado validez a la frase con la que empieza la Biblia. Si, hubo un “En el principio” (Génesis 1:1) a nuestro universo. La evidencia científica contundente es que hace más o menos 15 mil millones de años, tiempo/espacio/materia y las leyes naturales que constituyen nuestro universo se formaron aparentemente de la nada. (Véase la próxima pregunta) *** ¿Cómo pudo haber sido creado el mundo en seis días? El primer capítulo de Génesis recuenta, día tras día, los eventos claves de los seis días de la creación. Pero el sol no aparece hasta el cuarto día. Todos los sabios dicen que el término “día” se refiere a la duración de un tiempo, y esa duración era de 24 horas, más allá de la existencia o no del sol. Esos primeros seis días, dicen los sabios, “no eran más largos que los seis días de nuestra semana laboral, pero contenían todos los años y secretos del universo”. Días que contienen “años” suena extraño. Sin embargo, eso es lo que leemos dos veces en Génesis: «Estas son las generaciones de los cielos y la tierra, cuando fueron creados, en el día que D-os creó el cielo y la tierra» (Génesis 2:4). Y otra vez: “Este es el libro de las generaciones de Adam, en el día que D-os creó a Adam” (Génesis 5:1). Le tomó años a Einstein descubrir cómo los “años” pueden ser limitados a un día. Las leyes de la relatividad le enseñaron al mundo que el pasar del tiempo y la percepción del pasar del tiempo varía de lugar en lugar en nuestro increíble universo. Un minuto en el sol pasa más lento. La duración – entre los tics de un reloj, los latidos del corazón, el tiempo de maduración de las naranjas – se estrecha y se contrae. Donde sea que estés, el tiempo parece normal, porque tu cuerpo está a tono con tu ambiente local. Sólo elevándose y viendo por sobre las fronteras de un lugar relativo a otro lugar muy diferente, podemos observar la relatividad del tiempo. Si no puedes entender cómo esto puede ser posible no te desesperes. La mayoría de los 5 mil millones de habitantes del planeta tierra tienen las mismas dudas. Nosotros nos remontamos en el tiempo, estudiando la historia del universo. Desde nuestra perspectiva encontramos correctamente que mil millones de años han pasado, pero los sabios nos dijeron que la Biblia ve los seis días del Génesis desde el principio. Viendo los seis días desde ese comienzo, encontramos la respuesta a cómo nuestras generaciones entran en esos días. El universo en el que vivimos no es estático. Se está expandiendo. El espacio del universo se está expandiendo. Si hacemos un viaje mental al pasado, enviando información al momento desde el cuál Génesis ve el tiempo, el efecto de nuestro viaje mental será pasar a un tiempo donde el universo era mucho más chico, de hecho un millonésimo más chico de lo que es hoy. El espacio se hubiera reducido un millonésimo. Esta compresión de espacio, de la misma manera comprimiría la percepción de tiempo para cualquier serie de eventos. Esto es porque así como la cadena de información que describía esos eventos viajaba hacia atrás en el tiempo, el espacio por medio del cual estaban pasando se estaba reduciendo, comprimiendo la información cada vez más. Para calcular el efecto de esa compresión, divide los 15 mil millones de años que nosotros observamos, viendo hacia atrás en el tiempo por ese millonésimo. Te quedan seis días. Lo que el primer capítulo de Génesis ha aclamado por los últimos 3,300 años. Génesis y la ciencia tienen la misma cuenta, pero visto desde diferentes perspectivas. (Para una respuesta más detallada véase en nuestro sitio el artículo «La Edad del Universo») *** ¿ A la Biblia se le olvidó la evolución? La Biblia está por demás consciente de la evolución, aunque no está muy interesada en los detalles del proceso. Toda la evolución de los animales obtienen sólo siete enunciados (Génesis 1:20-26). Génesis nos dice que simples animales acuáticos fueron seguidos de animales terrestres, mamíferos y finalmente humanos. Eso es también lo que los restos de fósiles nos dicen aunque con mucho más detalle que lo que estos versículos bíblicos nos enseñan. La Biblia no hace aseveraciones acerca de lo que provocó el desarrollo de la vida, y la ciencia no nos ha dado aún una respuesta. En el récord paleontológico de la evolución, primero vino el descubrimiento de que la vida comenzó hace unos 4 mil millones de años, inmediatamente después de que el globo líquido se habría enfriado lo suficiente como para que el agua líquida se forme. Eso contradecía totalmente la teoría de la evolución gradual acerca de los mil millones de años en una alberca de nutrientes. El rápido origen de la vida continúa siendo un misterio. Después aprendimos que hace 550 millones de años, en lo que es llamada la explosión Cambriana, los animales con ojos ópticamente perfectos, branquias, miembros, articulaciones, bocas e intestinos aparecieron en la escena de los fósiles sin clave alguna en fósiles más viejos de cómo se desarrollaron. No es una sorpresa que Darwin en su “Origen de las Especies” repetidamente imploró a sus lectores (siete veces según mi cuenta) ignorar el registro de los fósiles si querían entender su teoría. El gran peso de evidencia nos dice que algo exótico ciertamente ocurrió para producir la vida como nosotros la conocemos.