Sei sulla pagina 1di 7

1 El cohete de papel

Había una vez un niño cuya mayor ilusión era tener un cohete y dispararlo hacia la
luna, pero tenía tan poco dinero que no podía comprar ninguno. Un día, junto a la
acera descubrió la caja de uno de sus cohetes favoritos, pero al abrirla descubrió
que sólo contenía un pequeño cohete de papel averiado, resultado de un error en la
fábrica.

El niño se apenó mucho, pero pensando que por fin tenía un cohete, comenzó a
preparar un escenario para lanzarlo. Durante muchos días recogió papeles de todas
las formas y colores, y se dedicó con toda su alma a dibujar, recortar, pegar y
colorear todas las estrellas y planetas para crear un espacio de papel. Fue un trabajo dificilísimo, pero el
resultado final fue tan magnífico que la pared de su habitación parecía una ventana abierta al espacio sideral.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de papel, hasta que un compañero visitó su
habitación y al ver aquel espectacular escenario, le propuso cambiárselo por un cohete auténtico que tenía en
casa. Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el cambio encantado.

Desde entonces, cada día, al jugar con su cohete nuevo, el niño echaba de menos su cohete de papel, con su
escenario y sus planetas, porque realmente disfrutaba mucho más jugando con su viejo cohete. Entonces se dio
cuenta de que se sentía mucho mejor cuando jugaba con aquellos juguetes que él mismo había construido con
esfuerzo e ilusión.

Y así, aquel niño empezó a construir él mismo todos sus juguetes, y cuando creció, se convirtió en el mejor
juguetero del mundo.

2 El niño que insultaba demasiado

- ¡Oh, Gran Mago! ¡Ha ocurrido una tragedia! El pequeño Manu ha robado el elixir
con el hechizo Lanzapalabras.

- ¿Manu? ¡Pero si ese niño es un maleducado que insulta a todo el mundo! Esto es
terrible.. ¡hay que detenerlo antes de que lo beba!

Pero ya era demasiado tarde. Manu recorría la ciudad insultado a todos solo para
ver cómo sus palabras tomaban forma y sus letras se lanzaban contra quien fuera
como fantasmas que, al tocarlos, los atravesaban y los transformaban en aquello
que hubiera dicho Manu. Así, siguiendo el rastro de tontos, feos, idiotas, gordos y
viejos, el mago y sus ayudantes no tardaron en dar con él.

- ¡Deja de hacer eso, Manu! Estás fastidiando a todo el mundo. Por favor, bebe este otro elixir para deshacer el
hechizo antes de que sea tarde.

- ¡No quiero! ¡Esto es muy divertido! Y soy el único que puede hacerlo ¡ja, ja, ja, ja! ¡Tontos! ¡Lelos! ¡Calvos!
¡Viejos! - gritó haciendo una metralleta de insultos.

- Tengo una idea, maestro - digo uno de los ayudantes mientras escapaban de las palabras de Manu- podríamos
dar el elixir a todo el mundo.

- ¿Estás loco? Eso sería terrible. Si estamos así y solo hay un niño insultando, ¡imagínate cómo sería si lo hiciera
todo el mundo! Tengo que pensar algo.

En los siete días que el mago tardó en inventar algo, Manu llegó a convertirse en el dueño de la ciudad, donde
todos le servían y obedecían por miedo. Por suerte, el mago pudo usar su magia para llegar hasta Manu durante
la noche y darle unas gotas de la nueva poción mientras dormía.

Manu se despertó dispuesto a divertirse a costa de los demás. Pero en cuanto entró el mayordomo llevando el
desayuno, cientos de letras volaron hacia Manu, formando una ráfaga de palabras de las que solo distinguió
“caprichoso”, “abusón” y “maleducado”. Al contacto con su piel, las letras se disolvieron, provocándole un
escozor terrible.

El niño gritó, amenazó y usó terribles palabras, pero pronto comprendió que el mayordomo no había visto
nada. Ni ninguno de los que surgieron nuevas ráfagas de letras ácidas dirigidas hacia él. En un solo día aquello
de los hechizos de palabras pasó de ser lo más divertido a ser lo peor del mundo.

3 El elefante fotógrafo

Había una vez un elefante que quería ser fotógrafo. Sus amigos se reían cada vez
que le oían decir aquello:

- Qué tontería - decían unos- ¡no hay cámaras de fotos para elefantes!

- Qué pérdida de tiempo -decían los otros- si aquí no hay nada que fotografíar...

Pero el elefante seguía con su ilusión, y poco a poco fue reuniendo trastos y
aparatos con los que fabricar una gran cámara de fotos. Tuvo que hacerlo
prácticamente todo: desde un botón que se pulsara con la trompa, hasta un
objetivo del tamaño del ojo de un elefante, y finalmente un montón de hierros para poder colgarse la cámara
sobre la cabeza.

Así que una vez acabada, pudo hacer sus primeras fotos, pero su cámara para elefantes era tan grandota y
extraña que paracecía una gran y ridícula máscara, y muchos se reían tanto al verle aparecer, que el elefante
comenzó a pensar en abandonar su sueño.. Para más desgracia, parecían tener razón los que decían que no
había nada que fotografiar en aquel lugar...

Pero no fue así. Resultó que la pinta del elefante con su cámara era tan divertida, que nadie podía dejar de reir
al verle, y usando un montón de buen humor, el elefante consiguió divertidísimas e increíbles fotos de todos los
animales, siempre alegres y contentos, ¡incluso del malhumorado rino!; de esta forma se convirtió en el
fotógrafo oficial de la sabana, y de todas partes acudían los animales para sacarse una sonriente foto para el
pasaporte al zoo.

4 Los malos vecinos

Había una vez un hombre que salió un día de su casa para ir al trabajo, y justo al
pasar por delante de la puerta de la casa de su vecino, sin darse cuenta se le cayó
un papel importante. Su vecino, que miraba por la ventana en ese momento, vio
caer el papel, y pensó:

- ¡Qué descarado, el tío va y tira un papel para ensuciar mi puerta, disimulando


descaradamente!

Pero en vez de decirle nada, planeó su venganza, y por la noche vació su papelera
junto a la puerta del primer vecino. Este estaba mirando por la ventana en ese momento y cuando recogió los
papeles encontró aquel papel tan importante que había perdido y que le había supuesto un problemón aquel
día. Estaba roto en mil pedazos, y pensó que su vecino no sólo se lo había robado, sino que además lo había roto
y tirado en la puerta de su casa. Pero no quiso decirle nada, y se puso a preparar su venganza. Esa noche llamó
a una granja para hacer un pedido de diez cerdos y cien patos, y pidió que los llevaran a la dirección de su
vecino, que al día siguiente tuvo un buen problema para tratar de librarse de los animales y sus malos olores.
Pero éste, como estaba seguro de que aquello era idea de su vecino, en cuanto se deshizo de los cerdos
comenzó a planear su venganza.

Y así, uno y otro siguieron fastidiándose mutuamente, cada vez más exageradamente, y de aquel simple
papelito en la puerta llegaron a llamar a una banda de música, o una sirena de bomberos, a estrellar un camión
contra la tapia, lanzar una lluvia de piedras contra los cristales, disparar un cañón del ejército y finalmente, una
bomba-terremoto que derrumbó las casas de los dos vecinos...
Ambos acabaron en el hospital, y se pasaron una buena temporada compartiendo habitación. Al principio no se
dirigían la palabra, pero un día, cansados del silencio, comenzaron a hablar; con el tiempo, se fueron haciendo
amigos hasta que finalmente, un día se atrevieron a hablar del incidente del papel. Entonces se dieron cuenta
de que todo había sido una coincidencia, y de que si la primera vez hubieran hablado claramente, en lugar de
juzgar las malas intenciones de su vecino, se habrían dado cuenta de que todo había ocurrido por casualidad, y
ahora los dos tendrían su casa en pie...

Y así fue, hablando, como aquellos dos vecinos terminaron siendo amigos, lo que les fue de gran ayuda para
recuperarse de sus heridas y reconstruir sus maltrechas casas.
5 El hada fea

Había una vez una aprendiz de hada madrina, mágica y maravillosa, la más lista y
amable de las hadas. Pero era también una hada muy fea, y por mucho que se
esforzaba en mostrar sus muchas cualidades, parecía que todos estaban empeñados
en que lo más importante de una hada tenía que ser su belleza. En la escuela de
hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a una misión para ayudar a un niño o
cualquier otra persona en apuros, antes de poder abrir la boca, ya la estaban
chillando y gritando:
- ¡fea! ¡bicho!, ¡lárgate de aquí!.
Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había pensado hacer un encantamiento para
volverse bella; pero luego pensaba en lo que le contaba su mamá de pequeña:

- tu eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que es así por alguna razón especial...

Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo prisioneras a todas las hadas y magos.
Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó sus propios vestidos, y ayudada por su fea cara, se hizo pasar
por bruja. Así, pudo seguirlas hasta su guarida, y una vez allí, con su magia preparó una gran fiesta para todas,
adornando la cueva con murciélagos, sapos y arañas, y música de lobos aullando.
Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con un gran hechizo consiguieron encerrar a
todas las brujas en la montaña durante los siguientes 100 años.
Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la inteligencia del hada fea. Nunca más
se volvió a considerar en aquel país la fealdad una desgracia, y cada vez que nacía alguien feo, todos se
llenaban de alegría sabiendo que tendría grandes cosas por hacer.

Leyendas

1. El Holandés Errante
Algunas leyendas, como la del Holandés Errante, han servido
de inspiración en la cultura popular para algunas obras por
todos conocidas.

Si pensabas que era una obra de los creadores de Piratas del


Caribe o bien una ópera de Richard Wagner, te interesa saber
que se trata en realidad de una historia de hace siglos. Se dice
que el capitán Hendrik Van Der Decken viajaba rumba a las Indias Orientales, cuando su
barco fue azotado por una indómita tormenta. Ante una muerte tan aciaga, el capitán desafió a
Dios atreviéndose a cruzarla en lugar de d ar media vuelta. Tal fue su ofensa, que Dios castigó a
todo el barco a vagar sin rumbo por los siete mares.

Desde entonces, muchos marineros afirman haber visto a un barco fantasma que aparece
repentinamente en mitad de la noche, tripulado por almas en pena. Según la tradición
naval, cruzarse con el Holandés Errante es sinónimo de tragedia o mala suerte.
2. Baba Yaga
Baba Yaga es el nombre del espíritu de una anciana, de aspecto huesudo y
flacucha, que se vive en una chabola situada en los bosques de Rusia. Para
algunos, Baba Yaga es una vieja bruja que auxilia a los viajeros que se
pierden en lo profundo del bosque. Sin embargo, para otros, es un ser
maléfico que se dedica a comer niños.

3. La Santa Compaña, la procesión de las almas


Los lugareños de las aldeas y pueblos cercanos hablan de lo que allí
se conoce como “La Santa Compaña”, una procesión de almas en
pena que vaga por los bosques y calles de las provincias.

Si nos ceñimos a los relatos que se han ido contan do, las ánimas que
componen la Santa Compaña van ataviadas con túnicas blancas y
encapuchadas. A la cabeza de la procesión, se sitúa una persona
mortal que, durante la noche, entra en un estado de trance para
guiar a la compañía, portando una vela, una cruz o un caldero. De no
traspasar su cruz a algún incauto que se cruce con la Santa Compaña,
el maldito morirá.

4. Romasanta, el Hombre Lobo de Allariz


A finales del siglo XIX, se había esparcido por toda Europa la historia de
Manuel Blanco Romasanta, único caso del que se tiene constancia
sobre la licantropía clínica.

17 personas habían sido asesinadas y todo apuntaba a este hombre


menudo, que se había autoinculpado por los hechos. Sin embargo, decía
que por las noches era poseído por un instinto animal que lo convertía en
hombre-lobo y que lo impulsaba a matar. El caso Romasanta llamó la
atención de la Reina Isabel II de España, por lo que pasaría a convertirse en una leyenda
española muy famosa.

5. Nessie, el habitante incierto del Lago Ness


¿Habita bajo las frías aguas del Lago Ness un plesiosaurio, un
superviviente de la época de los dinosaurios? ¿o bien tiene otra
forma? No son pocos los testigos que dicen haber avistado una
criatura nadando en el lago. Nessie, como así han apodado al
supuesto “monstruo”, es sin duda una de las leyendas
escocesas más emblemáticas, sino la que más.

Fabula

La mosca y la polilla

Una noche cualquiera, una mosca se posó sobre un frasco rebosante de miel y comenzó a comerla alrededor del
borde. Poco a poco, se alejó del borde y entró desprevenida en el frasco, hasta quedar atrapada en el fondo. Sus
patas y alas se habían pegado con la miel y no podía moverse.
Justo en ese momento, una polilla pasó volando y, al ver la mosca
forcejear para liberarse, dijo:

—¡Oh, mosca insensata! ¿Era tanto tu apetito que terminaste así? Si


no fueras tan glotona estarías en mejores condiciones.

La pobre mosca no tenía cómo defenderse de las certeras palabras


de la polilla y siguió luchando. Al cabo de unas horas, vio a la Polilla
volando alrededor de una fogata, atraída por las llamas; la polilla
volaba cada vez más cerca de estas, hasta que se quemó las alas y no pudo volver a volar.

—¿Qué? —dijo la mosca—. ¿Eres insensata también? Me criticaste por comer miel; sin embargo, toda tu
sabiduría no te impidió jugar con fuego.

El león y el mosquito

Un león descansaba bajo la sombra de un frondoso árbol


cuando un mosquito pasó zumbando a su alrededor.
Enfurecido, el león de dijo al mosquito:

—¿Cómo te atreves a acercarte tanto? Vete, o te destruiré con


mis garras.

Sin embargo, el mosquito era muy jactancioso y conocía bien sus propias habilidades y las ventajas de su
diminuto tamaño.

—¡No te tengo miedo! —exclamó el mosquito—. Puedes ser mucho más fuerte que yo, pero tus afilados dientes
y garras no me harán el menor daño. Para comprobarlo, te desafío a un combate.

En ese momento, el mosquito atacó al león picándolo en la nariz, las orejas y la cola. El león, aún más enfurecido
a causa del dolor, intentó atrapar al mosquito, pero terminó lastimándose gravemente con sus garras.

Lleno de orgullo, el mosquito comenzó a volar sin mirar hacia a donde iba. Fue de esta manera que tropezó con
una telaraña y quedó atrapado entre los hilos de seda. Entonces, se dijo entre lamentos:

– Qué triste es mi final; vencer al rey de todas las bestias y acabar devorado por una insignificante araña.

El gallo y la joya

En la granja, un gallo muy hambriento escarbaba la tierra


buscando algo de comer para él y las gallinas con las que
compartía su gallinero, cuando descubrió un diamante
que la esposa del granjero había perdido.

—¡Qué desilusión! —dijo el gallo—. Sin duda eres una


prenda muy costosa y quien te perdió daría mucho por
encontrarte. Pero yo prefiero un solo grano de maíz o de
trigo antes que todas las joyas del mundo.

Tío Tigre y Tío Conejo

Una calurosa mañana, se encontraba Tío Conejo recolectando


zanahorias para el almuerzo. De repente, escuchó un rugido
aterrador: ¡era Tío Tigre!

—¡Ajá, Tío Conejo! —dijo el felino—. No tienes escapatoria, pronto


te convertirás en un delicioso bocadillo.
En ese instante, Tío Conejo notó unas piedras muy grandes en lo alto de la colina e ideó un plan.

—Puede que yo sea un delicioso bocadillo, pero estoy muy flaquito —dijo Tío Conejo—. Mira hacia la cima de la
colina, ahí tengo mis vacas y te puedo traer una. ¿Por qué conformarte con un pequeño bocadillo, cuando
puedes darte un gran banquete?

Como Tío Tigre se encontraba de cara al sol, no podía ver con claridad y aceptó la propuesta. Entonces le
permitió a Tío Conejo ir colina arriba mientras el esperaba abajo.

Al llegar a la cima de la colina, Tío Conejo gritó:

—Abre bien los brazos Tío Tigre, estoy arreando la vaca más gordita.

Entonces, Tío Conejo se acercó a la piedra más grande y la empujó con todas sus fuerzas. La piedra rodó
rápidamente.

Tío Tigre estaba tan emocionado que no vio la enorme piedra que lo aplastó, dejándolo adolorido por meses.

Tío Conejo huyó saltando de alegría.

Tío Tigre, Tío Conejo y los mangos

Una tarde de verano, Tío Tigre y Tío Conejo quisieron dejar a un


lado sus diferencias y dar un paseo por el campo. Al cabo de
varias horas, el calor se hizo insoportable y los nuevos amigos
decidieron sentarse a la sombra de un frondoso árbol de mangos.

Los mangos eran pequeños, pero dulces y jugosos. Tío Conejo y


Tío Tigre comieron muchas de estas frutas hasta quedarse
dormidos.

Al despertar, Tío Tigre levantó la vista hacia las ramas del árbol y le dijo a Tío Conejo:

—¡En este mundo todo está al revés! Este árbol tan alto tiene mangos pequeños, mientras que las enormes
sandías nacen de tallos en la tierra. Pasa lo mismo contigo Tío Conejo, eres bajo de estatura, pero bastante
orejón.

Al final de estas palabras, le cae a Tío Tigre un mango en la cabeza.

—¡Qué afortunado eres Tío Tigre! Si las sandías crecieran en los árboles, menudo golpe que te hubieras llevado
—dijo Tío Conejo, revolcándose de la risa.

Y fue así que Tío tigre y Tío conejo volvieron a enemistarse.

Los medios de comunicación

1. La televisión. Uno de los grandes protagonistas de nuestros tiempos. Existe un aparato de televisión en
prácticamente cada casa del mundo, emitiendo su contenido de variedades, noticias, entretenimiento y
publicidad a través de los millares de canales existentes.

2. La radio. La gran desplazada por el invento televisivo, ocupa hoy en día un lugar en los vehículos
de transporte que no pueden prescindir de la vista y la atención de su conductor, así como en la
formación de comunidades vintage de radioescuchas.

3. El periódico. Entre los medios de comunicación masiva más importantes y de más larga trayectoria, la
prensa escrita sigue siendo uno de los principales, si bien se acusa su gradual migración hacia formatos
digitales. Publicidad, información y opinión tienen cabida en su formato económico y desechable.
4. El teléfono tradicional. Creado en 1877, es un aparato en franco desuso, desplazado por el crecimiento
vertiginoso del teléfono móvil y de las comunicaciones por Internet. Responde a un modelo de
comunicación sonora y estática muy del siglo pasado.

5. Telefonía celular. Uno de los medios comunicativos en auge, de la mano de Internet, la telefonía celular
ha superado los esquemas tradicionales del teléfono casero, incorporando el envío de mensajes y de
información de toda índole a través de distintos servicios de intercambio a distancia.

6. Correo postal. Aún en uso en muchos países para compras y envío de comunicaciones oficiales, pero
totalmente desplazado por los medios de comunicación modernos. Gran Bretaña, de hecho, se jacta de
tener el mejor servicio de correos del mundo.

7. El fax. El fax (facsímil) fue un importante antecesor de las transmisiones de imagen contemporáneas.
Permitía el envío de imágenes convertidas en impulsos digitales a través de la red telefónica. Un híbrido
entre teléfono y fotocopiadora.

8. Redes sociales. Entre los más recientes aportes de la Internet están las redes sociales, unificando
diversos aparatos dotados de conectividad en una misma idea de comunidad virtual de intereses. Es una
tecnología tremendamente popular y en discusión, por las potencias y peligros de una exposición tan
grande como la que entrañan.

Potrebbero piacerti anche