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PENSAMIENTO

Boaventura de Sousa: “La tragedia de nuestro tiempo es que la dominación está unida
y la resistencia está fragmentada”

El conocimiento occidental ha impuesto un programa en todo el


mundo basado en la imposibilidad de pensar otro mundo distinto al
capitalista. Boaventura de Sousa habla de “epistemicidio” para
definir cómo ese programa occidental ha subyugado el
conocimiento y los saberes de otras culturas y pueblos.

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Boaventura de Sousa Santos ha publicado su último libro en castellano con la


editorial Morata. DAVID F. SABADELL
PABLO ELORDUY
@PELORDUY

19 MAY 2018 07:04


Boaventura de Sousa (Coimbra, Portugal, 1940) estuvo en Madrid para presentar Justicia
entre Saberes. Epistemologías del Sur contra el epistemicidio (ediciones Morata) una
crítica a la jerarquía que el pensamiento occidental ha establecido contra los otros pueblos
del mundo. De Sousa saca una pequeña grabadora para registrar la conversación con El
Salto. Está acostumbrado a este tipo de conversaciones. No en vano, ha recorrido el mundo
como organizador del Foro Social Mundial, ha trabajado en la Universidad de Wisconsin-
Madison en Estados Unidos y la de Warwick, en Reino Unido. 

Me llama la atención una frase del libro, cuando dices que “no tenemos miedo pero
tampoco ilusión alguna”, ¿puedes explicarla?
Pienso que la idea del miedo viene en mi caso de Spinoza. Él habla mucho de los dos
afectos o sentimientos que todos nosotros tenemos o que debemos tener, que son el miedo y
la esperanza. Tiene que haber un cierto equilibrio entre miedo y esperanza porque el miedo
sin esperanza es la desesperanza, es la parálisis, es la muerte. Y la esperanza sin miedo es
un voluntarismo que puede ser también suicida. Entonces, hay que equilibrar eso. Pienso
que estamos en una época en la que el miedo predomina sobre la esperanza. Este momento
que podemos llamar un ciclo global reaccionario está en todo el mundo, comandado por el
neoliberalismo global y está creando sobre todo un sentimiento de miedo en todos los que
resisten.

Entonces, tenemos que tener miedo, porque la situación no es para menos, pero hay que
mantener la esperanza. Sabemos que nos quieren amedrentar, que quieren que el miedo
predomine, pero nosotros debemos tener la posibilidad de una esperanza. Esa esperanza
debe ser de una sociedad mejor, más justa, a través de otra epistemología, de otra manera
de conocer, de vivir, de articular la sociedad.

¿Qué es la justicia cognitiva de la que hablas también en el libro?


Es una cosa simple. Para nosotros hoy, para el modelo dominante de sociedad en que
vivimos, el conocimiento verdaderamente válido es el conocimiento científico. Para un
ciudadano, cada persona que no domine la ciencia es un ignorante, es una persona que no
tiene conocimientos válidos. Una persona ha vivido, tiene experiencias de vida, tiene su
trabajo, su familia, su sociedad, su comunidad en la que ha trabajado... y este conocimiento
no cuenta porque el conocimiento que cuenta es el conocimiento científico.

Eso ha creado un sistema que he llamado epistemicida: se ha destruido mucho porque no se


ha valorado suficientemente la sabiduría de la gente, los conocimientos populares,
vernáculos, que salen no de experimentos científicos, sino de experiencias de vida.
Experiencias que tenemos todos nosotros.

Por eso hay un desequilibrio muy grande en el mundo debido al hecho de que consideramos
—no desde hace mucho tiempo, desde el siglo XVII o XVIII— que el único conocimiento
válido es el conocimiento científico. Y, por eso, quien detenta el conocimiento tiene más
poder, porque el conocimiento es poder y el conocimiento más válido corresponde al poder
más fuerte. Hasta ahora ese conocimiento científico ha estado concentrado en los países del
norte geográfico, o sea, América del Norte, y Europa. La posición de fuerza desde los
tiempos coloniales del capitalismo moderno, sobre todo después del siglo XIX, parte de la
idea de que donde está la frontera científica y el conocimiento científico es donde está el
desarrollo más grande, y por tanto el más grande poder imperial en el mundo.

Es muy importante para el neoliberalismo la idea de


que todo está empezando ahora, que el pasado no
cuenta. La manipulación de la memoria, de la historia
Eso ha creado un desprecio por otras sabidurías y culturas —y no estoy hablando solo de
pueblos iletrados o de indígenas o afrodescendientes—, estoy hablando de China, de la
cultura india, que es una cultura riquísima y que han sido —sobre todo China— muy
humilladas. Obviamente también pasa con el Islam. El Islam del que todos dependemos,
porque parte de lo que sabemos de la cultura occidental nos ha sido transmitido por los
musulmanes, a partir del siglo IX.

Por eso se creó esa idea de que todo ese conocimiento que hay en el mundo no es válido y,
como no es válido, nosotros no tenemos que aprender. Tenemos que enseñar. El resto es
algo que podemos dominar, desarrollar, ayudar pero nunca aprender con ellos. Esto ha
creado una injusticia que no es simplemente cognitiva, es obviamente cognitiva en su base
pero después produce injusticias sociales, económicas y políticas, no solo entre países sino
también dentro de un mismo país.

¿Son menos libres los niños y niñas que se han educado después del triunfo del
neoliberalismo?
Sí, son menos libres. Diría que porque están siendo educados en un marco cognitivo
todavía más concentracionario. Porque no es simplemente la idea de que solo hay un
conocimiento válido, o el único que es válido y que es científico, viene del siglo XVII-
XVIII pero ahora tiene también un reflejo en la vida política y en la vida social.

Es la idea de que no hay alternativa, sobre todo después de la caída del Muro de Berlín. La
idea de que esta sociedad, el capitalismo, realmente es el fin de la historia. El libro de
Fukuyama puede haber sido desacreditado, pero la verdad es que en la política hoy, en las
finanzas internacionales, en las relaciones internacionales, incluso en la ONU, no ves
ninguna alternativa a la sociedad capitalista que nos domina.

Y por eso no hay libertad para ver esas alternativas, esas posibilidades de otros tipos de
desarrollo. Estamos en el proceso de reivindicar esa diversidad, valorando y trayendo a
nuestros estudios otros tipos de conocimiento que nos puedan ayudar, y para eso la
educación es fundamental; dar la idea de la diversidad cultural del mundo, la diversidad
epistémica, cultural, a partir de la cual podríamos tener una cultura verdaderamente
democrática. Ahora no la hay. Pongo como ejemplo esta versión restringida de democracia
que tenemos, que además es una democracia que es muy débil porque no se sabe defender
de los antidemócratas.

En esta situación, las personas, los jóvenes sobre todo, desconocen su historia. Por un lado,
es muy importante para el neoliberalismo la idea de que todo está empezando ahora, que el
pasado no cuenta. La manipulación de la memoria, de la historia. Por otro lado, es una
cultura que es simplemente la cultura de los vencedores. No hay vencidos. El
neoliberalismo te crea la idea de que hoy el gran vencedor es el rico. El rico que antes tenía
vergüenza de ser rico y tenía que ocultar su riqueza, ahora no, la ostenta y los periódicos
muestran la riqueza, dónde viven estos señores, y sus mansiones.

Es realmente una idea muy concentracionaria, muy reaccionaria: la idea de que no hay
alternativa a esto. Si no hay alternativa esto no es injusto, porque para que esto sea
considerado injusto por los jóvenes y para que se cree un poco de rebelión, es necesario
pensar que hay alternativa, que podría ser de manera distinta. Pero, por eso, esta política
tiene un valor epistémico, porque te dice, “otras alternativas no son válidas, son utopías,
son locuras. Deja eso para la poesía, pero no te preocupes, esta es la sociedad en la que
tienes que vivir”.

De alguna manera es un individualismo completamente obsesivo porque te dice que tú eres


un empresario de ti mismo, que eres emprendedor, y vas a ganar. Y si no ganas la culpa es
tuya. Yo no quiero ser emprendedor, ¿por qué lo voy a ser? Sobre todo porque sé que para
yo tener éxito, es necesario que alguien fracase. Mi amiga de al lado tiene que fracasar en
su proyecto en que estamos para que yo tenga éxito ¿qué tipo de sociabilidad es esta donde
no hay cooperación, solidaridad? ¿Por qué tengo que mirarme a mí mismo y en todos los
otros veo a mis enemigos?

Boaventura de Sousa durante la entrevista con El Salto en el Ateneo de Madrid. DAVID F.


SABADELL
 ¿Quiénes forman la retaguardia y por qué podemos depositar nuestra esperanza en
esa retaguardia?
Es el concepto que he avanzado y que es un poco polémico porque todo pensamiento
crítico, teórico, político, epistemológico, parte siempre de la idea de vanguardias
esclarecidas que están delante de su tiempo y que son capaces de ver lo que otros no ven, y,
si no ganan, la culpa no es suya, la culpa es de la práctica, de los ciudadanos.
A lo largo del siglo XX eso pasó mucho con todas las políticas y teorías críticas. Si las
cosas fracasan —y muchas veces fracasaron las opciones de izquierda o revolucionarias—
la culpa no es de la teoría, es de la práctica. La teoría va adelante siempre sin malestar,
completamente inmune e impune. Yo pienso que eso terminó.

Al contrario, en este momento, nosotros tenemos que ir por detrás de los que están
resistiendo a la dominación global que, de hecho, consiste no solamente en el capitalismo,
sino también en el colonialismo y en el patriarcado. O sea, nuestras sociedades no son
solamente capitalistas, son también colonialistas y son patriarcales. Es por eso que, a pesar
de todas las victorias del movimiento feminista, tú tienes feminicidios: la violencia sigue en
prácticamente todos los países. ¿Por qué? Porque esta sociedad necesita realmente que el
capitalismo sea complementado con el colonialismo, el racismo, la islamofobia, el
neocolonialismo, y obviamente el heteropatriarcado que lleva a cabo esta dominación.

Los que resisten a esta dominación triple tienen que unirse, articularse. Porque la tragedia
de nuestro tiempo es que la dominación está unida, es decir, el capitalismo actúa junto con
el colonialismo y el patriarcado, y la resistencia está fragmentada. Las mujeres luchan
contra el patriarcado pero se olvidan del colonialismo, del racismo o del capitalismo. Los
sindicatos, cuando luchan en contra del capitalismo, se olvidan del racismo y se olvidan del
patriarcado... Estamos muy fragmentados. Entonces, la teoría de retaguardia es el principio
que tenemos que acompañar los intelectuales, y ellos deben ser intelectuales y ser
activistas. Tienen que ir ayudando a los que resisten, a quienes van más despacio, a quienes
están resistiendo y tienen más dificultades. El subcomandante Marcos de los zapatistas lo
ha formulado alguna vez muy bien. Hay que seguir ayudando a los que están a punto de
desistir. Porque el neoliberalismo te crea tanto miedo y tanta esa idea de que no hay
alternativa que una de dos, o tienes miedo y te paralizas o como no tienes hambre, haces de
ti un cínico, y por eso convives con esta sociedad y crees que realmente es así, que no
puede ser de otra manera. Por eso hay que ayudar a crear esta semilla de rebelión en la
gente. Con otros principios, otros conocimientos, otras ideas, que te ayuden a mirar que otra
sociedad es posible. Si esas ideas no son reconocidas no es porque no sean válidas es
porque no tienen el poder que el capitalismo y el colonialismo y el patriarcado tienen hoy
globalmente para imponerse.

¿Qué te provoca, qué te sugiere, el concepto de la utopía? ¿Tenemos que seguir


hablando en esos términos o tenemos que olvidarnos de máximos?
Pienso que hay que retrabajar la idea de utopía, porque también parte del mismo principio
modernista de que hay un único conocimiento válido y por tanto una sola sociedad bella,
emancipada y liberada. Eso a mi juicio es un error. No hay utopía, hay utopías. 

Por otro lado, se ha pensado en términos maximalistas, o sea, en términos de ruptura total
en relación a lo que existe y no hemos utilizado otro tipo de concepto que existe, realmente
en nuestra sociedad: los que buscan lo que llamamos hoy utopías realistas. Utopías
concretas. Son los que, por ejemplo, reorganizan su vida, que crean cooperativas, sus
comunas, su manera de vivir... son las zonas liberadas que existen en nuestras sociedades
donde la gente busca una alternativa no para el futuro, sino para hoy.

Entonces, hay realmente una mentalidad utópica, pero no podemos pensar que lo que es
bueno para mí como unidad tiene que ser universalizado para todos. Porque además, si ves
las grandes utopías de Fourier o de Saint Simon, eran copias casi cuantitativas de lo que era
la sociedad capitalista de su tiempo. Era el mismo mecanismo de pensamiento. Tienes que
tener otro pensamiento que es mucho más plural. Si yo pienso de una manera más plural, si
yo pienso ‘con’ y no pienso ‘sobre’, entonces tengo que admitir que lo que es utópico para
mí o mejor no lo es para los otros y hay que dialogar y hay que buscar una ecología de
utopías si quieres. Si yo hablo por ejemplo con los pueblos indígenas, si les digo que la
utopía es el socialismo, responden fácilmente que es otra trampa blanca, porque realmente
la izquierda en América Latina, ha sido siempre muy racista.

Entonces, la idea de una sociedad mejor tiene varios nombres, varias maneras de
construirse. Lo que es importante, y lo que es utópico en nuestro tiempo, es pensar que esas
alternativas existen y que se pueden incluso aplicar hoy a un nivel, a tu escala, que no tiene
que ser la escala mundial, eso no va a ser posible, pero puede ser una utopía aquí. La utopía
la tienes que construir a partir de tu cotidiano, y de la vida de los que comparten tu
convivencia, tu comunidad, tu sociedad.

https://www.elsaltodiario.com/pensamiento/entrevista-boaventura-sousa-tragedia-nuestro-
tiempo-dominacion-unida-resistencia-fragmentada

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