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EGIPTO
Durante los varios reinos de los faraones egipcios, los recaudadores de impuestos eran
conocidos como escribas. En un período los escribas impusieron un impuesto en el aceite
de cocina. Para asegurarse de que los ciudadanos no estaban burlando el impuesto, los
escribas auditaban las cantidades apropiadas de aceite de cocina que eran consumidas, y
que los ciudadanos no estaban usando residuos generados por otros procesos de cocina
como sustitutos para el aceite gravado.
GRECIA
IMPERIO ROMANO
César Augusto fue considerado por muchos como el más brillante estratega fiscal del
Imperio Romano. Durante su gobierno como “Primer Ciudadano”, los publicanos fueron
virtualmente eliminados como recaudadores de impuestos por el gobierno central.
Durante este período se dio a las ciudades la responsabilidad de recaudar impuestos.
César Augusto instituyó un impuesto sobre la herencia a fin de proveer fondos de retiro
para los militares. El impuesto era de 5% para todas las herencias, exceptuando
donaciones para hijos y esposas.
En el año 60 D.C., Boadicea, reina de la Inglaterra Oriental, dirigió una revuelta que puede
ser atribuída a corruptos recaudadores de impuestos en las islas británicas. Se afirma que
su revuelta ocasionó la muerte de todos los soldados romanos en cien kilómetros a la
redonda, ocupó Londres y ocasionó más de 80,000 muertos. La Reina pudo reclutar un
ejército de 230,000 hombres. La revuelta fue aplastada por el Emperador Nerón, y
ocasionó el nombramiento de nuevos administradores para las Islas Británicas.
GRAN BRETAÑA
Lady Godiva
La Sra. Godiva fue una mujer anglosajona que vivió en Inglaterra durante el siglo XI. De
acuerdo con la leyenda, el esposo de la Sra. Godiva, Leofric, Barón de Mercia, prometió
reducir los altos impuestos que había establecido sobre los residentes de Coventry,
cuando ella accedió a cabalgar desnuda por las calles de la ciudad.
Cuando cayó Roma, los reyes sajones impusieron impuestos, conocidos como Danegeld,
sobre tierras y propiedades. Los reyes impusieron asimismo sustanciales derechos de
aduana.
La Guerra de los cien años (el conflicto entre Inglaterra y Francia) comenzó en 1337 y
terminó en 1453. Uno de los factores claves que renovó la lucha en 1369 fue la rebelión
de los nobles de Aquitania contra las opresivas políticas fiscales de Edward, El Príncipe
Negro.
Los impuestos durante el siglo XIV eran muy progresistas. La encuesta sobre el impuesto
de 1377 mostró que el impuesto sobre el Duque de Lancaster era 520 veces mayor que el
que gravaba al campesino corriente.
Bajo los primeros esquemas fiscales se impusieron impuestos a los acaudalados, los que
tenían cargos públicos, y el clero. Se gravó a los comerciantes con un impuesto sobre los
bienes muebles. Los pobres pagaban poco o ningún impuesto.
Carlos I fue finalmente acusado de traición, y decapitado. Sin embargo, sus problemas
con el Parlamento resultaron a causa de un desacuerdo, en 1629, sobre los derechos de
imponer impuestos otorgados al Rey y los otorgados al Parlamento.
El mandato real establecía que a los individuos se les gravaría de acuerdo con su
posición y recursos. De ahí que la idea de impuesto progresivo sobre los que tenían
capacidad para pagar se desarrolló muy temprano.
Otros impuestos notables impuestos durante este período fueron los de la tierra y otros
diversos sobre consumo. Para pagar al ejercito mandado por Oliver Cromwell, el
Parlamento, en 1643, impuso impuestos sobre consumo de artículos esenciales (granos,
carnes, etc.) Los impuestos por el Parlamento allegaron aún más fondos que los
impuestos por Carlos I, especialmente de los pobres. El impuesto sobre el consumo fue
muy regresivo, pesando tanto sobre los pobres que ocasionó los motines de Smithfield en
1647. Los disturbios ocurrieron porque los nuevos impuestos disminuyeron la capacidad
que tenían los trabajadores rurales de comprar trigo, al extremo de que una familia de
cuatro moriría de inanición. Además del impuesto sobre consumo, fueron cercadas las
tierras comunes usadas por los campesinos para cazar, y les fue prohibido hacerlo.
(¡Viva Robin Hood!)
Un precursor del impuesto moderno que hoy conocemos, fue creado por los británicos en
1800, para financiar la guerra contra Napoleón. El impuesto fue abolido en 1816, y sus
oponentes, que pensaban que sólo debía ser usado para financiar guerras, querían que
todos los informes sobre el impuesto fueran destruídos, junto con su abolición. Los
informes fueron quemados públicamente por el Secretario del Tesoro, pero se
conservaron copias en los sótanos del Tribunal de Impuestos.
AMERICA COLONIAL
Los colonos pagaban impuestos según la Ley de Melados, que fue modificada en 1764
para incluir derechos de importación sobre melados extranjeros, azúcar, vino, y otros
artículos. La nueva legislación fue conocida como Ley del Azúcar.
Debido a que la Ley del Azúcar no rendía cantidades sustanciales de ingresos, se añadió
la Ley del Timbre de 1765. La Ley del Timbre imponía impuesto directo sobre todos los
periódicos impresos en las colonias y la mayoría de los documentos comerciales y
legales.
Fue en 1812 que se sugirió el primer impuesto en Estados Unidos. El impuesto estaba
basado en la Ley Británica de Impuestos de 1798 y aplicaba tasas progresivas a los
ingresos. Las tasas eran de .08% en ingresos superiores a 60 libras esterlinas, y 10% en
ingresos superiores a 200 libras esterlinas. El impuesto se elaboró en 1814, pero nunca
se impuso, porque el Tratado de Ghent fue firmado en 1815, terminando las hostilidades y
la necesidad de ingresos adicionales.
La ley de impuestos de 1861 proponía que “se gravará, recaudará y pagará, sobre el
ingreso anual de todas las personas residentes de Estados Unidos, que se derive de
cualquier tipo de propiedad, ocupación profesional, empleo, o vocación efectuada en
Estados Unidos o cualquier otro lugar, o de cualquier otra fuente.”
La Ley de Impuestos de 1861 fue aprobada, pero nunca implementada. Las tasas según
la ley eran de 3% sobre ingresos de más de $800.00, y de 5% sobre individuos viviendo
fuera de Estados Unidos.
La Ley de Impuestos fue aprobada y firmada por el Presidente Lincoln en Julio 1o de
1862. Las tasas eran de 3% sobre ingresos mayores de $600.00 y de 5% sobre ingresos
mayores de $10,000.00. La renta o valor de renta de su hogar podía ser deducida de los
ingresos para determinar la obligación tributaria. El Comisionado de Impuestos declaró “El
pueblo de este país lo ha aceptado con júbilo, para afrontar una exigencia temporal, y no
ha provocado serias quejas en esta Administración”. La aceptación fue debida
mayormente debido a la necesidad de ingresos para financiar la guerra civil.
Aunque la gente aceptó el impuesto de buena gana, no fue alto su cumplimiento. Las
cifras dadas después de la guerra civil, indicaban que 276,661 personas llenaron en
realidad las declaraciones de impuestos en 1870, (el año que tuvo más declaraciones),
cuando la población del país era de aproximadamente 38 millones.
La ley de impuestos de 1864 fue aprobada para allegar ingresos adicionales en apoyo de
la guerra civil.
La tasa de impuestos para la Ley de Impuestos de 1864 era de 5% para ingresos entre
$600.00 y $5,000.00, 7.5% para ingresos entre $5001.00 y $10,000, y de 10% para
ingresos mayores de $10,000.00. La deducción de renta o valor de renta fue limitada a
$200.00. Se permitió una deducción para reparaciones.
1930s
Durante los 1930, los impuestos federales individuales nunca fueron mayores del 1.4%
del PDB. Los impuestos a las corporaciones nunca fueron más del 1.6 % del PDB. En
1990, esos mismos impuestos eran 8.77 y 1.9% del PDB respectivamente.
Tiempos coloniales
La necesidad que tuvo Inglaterra de pagar sus guerras con Francia la condujo a imponer
una serie de impuestos sobre las colonias americanas. En 1765, el Parlamento inglés
aprobó la Ley del Timbre, que fue el primer impuesto gravando directamente a las
colonias americanas, y después el Parlamento impuso un impuesto al té. Aunque los
colonos estaban forzados a pagar esos impuestos, carecían de representación en el
Parlamento Inglés. Esto condujo al grito de movilización de la Revolución Americana –
“Impuestos sin representación es tiranía” y estableció una preocupación persistente en
cuanto a impuestos como parte de la cultura americana.
La era post revolucionaria.
Cuando la Constitución fue adoptada en 1789, los padres fundadores reconocieron que
ningún gobierno podía funcionar si dependía completamente de otros gobiernos. Para sus
recursos, pues, se concedió autoridad al Gobierno Federal de establecer impuestos. La
Constitución dotó al Congreso con el poder de “establecer y recaudar impuestos,
derechos, impuestos sobre consumo, pagar deudas y proveer a la defensa y bienestar
general de Estados Unidos”. Siempre en guardia contra el poder del Gobierno Central
para eclipsar el poder de los Estados, la recaudación de impuestos quedó como
responsabilidad de los gobiernos estatales.
Aunque las políticas sociales a veces gobernaron el curso de las políticas fiscales aun en
los días tempranos de la República, la naturaleza de esas políticas no se extendió a la
recaudación de impuestos a fin de igualar ingresos y fortunas, o con el propósito de
redistribuir ingresos o fortuna. Según escribió Thomas Jefferson refiriéndose a la cláusula
del “bienestar general”:
Con el establecimiento de la nueva nación, los ciudadanos de las varias colonias tenían
ahora una adecuada representación democrática, sin embargo, muchos americanos aún
se oponían y resistían impuestos que estimaban injustos o impropios. En 1794, un grupo
de granjeros del suroeste de Pennsylvania se opuso físicamente al impuesto del whiskey,
forzando al Presidente Washington a enviar tropas federales para extinguir la rebelión del
whisky, estableciendo así el importante precedente de que el gobierno federal estaba
decidido a imponer sus leyes fiscales. La rebelión del whisky también confirmó, sin
embargo, que la resistencia a impuestos injustos o más altos, que condujo a la
declaración de independencia, no se evaporaba con la formación de un gobierno nuevo,
representativo.
El gobierno federal impuso los primeros impuestos directos en los propietarios de casas,
tierras, esclavos, y haciendas. Estos impuestos eran llamados directos porque son
impuestos recurrentes pagados directamente al gobierno por el contribuyente, basado en
el valor del artículo que es la razón del impuesto. El tema de los impuestos directos, en
oposición a los indirectos, jugó un papel crucial en la evolución de la política de impuesto
federal en los años siguientes. Cuando Thomas Jefferson fue electo presidente en 1802,
los impuestos directos fueron abolidos y por los siguientes 10 años no hubo impuestos de
ingresos internos más que los impuestos sobre consumo.
Para allegar dineros para la guerra de 1812, el Congreso impuso impuestos adicionales
sobre consumo, elevó ciertos derechos aduanales, y allegó fondos mediante la emisión de
bonos de tesorería. En 1918 el Congreso abolió esos impuestos y por los siguientes 44
años el Gobierno Federal no recaudó ingresos internos. En su lugar, el Gobierno recibió
los más de sus ingresos a través de altos derechos de aduana y la venta de tierras
públicas.
La Guerra Civil.
Cuando estalló la Guerra Civil, el Congreso aprobó la Ley de Ingresos de 1861, que
restauró anteriores impuestos sobre consumo e impuso impuestos sobre ingresos
personales. El impuesto dispuso un gravamen de 3% sobre todos los ingresos superiores
a $800.00 al año. Este impuesto sobre ingreso personal fue una nueva dirección para un
sistema de impuesto federal basado principalmente en impuestos sobre consumos y
derechos de aduana. Ciertas inconveniencias del impuesto fueron rápidamente
reconocidas por el Congreso y por tanto ninguno fue recaudado hasta el año
siguiente.
Hacia la primavera de 1862 se hizo claro que la guerra no terminaría rápidamente y con la
deuda de la Unión aumentando a un ritmo de $2 millones diarios, fue igualmente claro que
el Gobierno Federal necesitaría ingresos adicionales. En Julio 1, 1862, el Congreso
aprobó nuevos impuestos sobre consumo en artículos como juegos de naipes, pólvora
para armas, plumas, telegramas, hierro, cuero, pianos, yates, mesas de billar, drogas,
medicinas de patentes, y whisky. Muchos documentos legales fueron también gravados, y
se cobraron derechos de licencia sobre casi todas las profesiones y ocupaciones.
La ley de 1862 hizo también importantes reformas al impuesto federal sobre ingresos, que
presagiaron rasgos importantes del impuesto actual. Por ejemplo, se legisló una
estructura de dos niveles, con tasas de gravamen de 3% sobre ingresos de hasta
$10,000.00, e ingresos mayores gravados a un 5%. Se aprobó una deducción normal de
$600.00 y una variedad de deducciones fueron hechas adecuadas a cosas como rentas
de alquiler, reparaciones, pérdidas, y otros impuestos pagados. Además, a fin de asegurar
una recaudación puntual, los impuestos fueron “retenidos en la fuente” por los
empleadores.
La Enmienda 16.
De acuerdo con la Constitución, el Congreso sólo podía gravar con impuestos directos si
eran decretados en proporción a la población de cada Estado. De tal manera que cuando
un impuesto federal uniforme fue promulgado en 1894, fue inmediatamente impugnado y
en 1895 el Tribunal Supremo lo declaró inconstitucional, porque era un impuesto directo
no proporcionado de acuerdo a la población de cada Estado.
Careciendo de los fondos de un impuesto sobre ingresos y con rígida resistencia contra
toda otra forma de impuestos internos, desde 1896 hasta 1910 el Gobierno Federal
dependía fuertemente de altas tarifas para sus recaudaciones. La Ley de Ingresos de
Guerra de 1899 trató de levantar fondos para la Guerra Hispano-americana mediante la
venta de bonos, impuestos sobre instalaciones de recreo usadas por los obreros, y
prodigó impuestos sobre la cerveza y el tabaco. Inclusive se creó un impuesto para la
goma de mascar. La ley expiró en 1902, de manera que las entradas de impuestos
federales descendieron de un 1.7% a un 1.3% del PDB.
Uno de los problemas con la ley de impuesto sobre ingresos fue cómo definir ingreso
“legítimo”. El Congreso resolvió este problema enmendando la ley en 1916 y suprimiendo
la palabra “legítimo” al definir ingresos. Como resultado, todos los ingresos estaban sujeto
a gravamen, aunque fuera obtenido por medios ilegales. Algunos años después el
Tribunal Supremo declaró que la quinta enmienda no podía ser usada por contrabandistas
y otros que derivaban ingresos con actividades ilegales, a fin de eludir el pago de
impuestos. En consecuencia, muchos que infringieron varias leyes asociadas con
actividades ilícitas, y pudieron escapar a la justicia por esos crímenes, fueron
encarcelados por evasión de impuestos.
Impulsado por la Guerra y mayormente financiado por el Nuevo impuesto sobre ingresos,
hacia 1917 el Presupuesto Federal era casi igual al presupuesto total de todos los años
entre 1791 y 1916. Con necesidad de aún más ingresos, la Ley de Ingresos de Guerra
disminuyó las exenciones y aumentó grandemente las tasas de impuestos. En 1916, un
contribuyente necesitaba un ingreso gravable de $1.5 millones para pagar una tasa de
15%. Hacia 1917, un contribuyente con sólo $40,000.00 afrontaba una tasa de 16% y el
individuo con $1.5 millones. afrontaba una tasa de impuestos de 67%.
Otra ley sobre ingresos fue aprobada en 1918, que una vez más aumentó los impuestos,
esta vez elevando la tasa más baja hasta un 6%, y la más alta a un 77%. Estos cambios
aumentaron el ingreso de $716 millones en 1916 a 3,600 millones en 1918, que
representaba alrededor de un 25% del PDB. Sin embargo, aún en 1918, sólo un cinco por
ciento de la población pagaba impuestos sobre ingresos, y aun así el impuesto sobre
ingresos cubría una tercera parte del costo de la guerra.
La economía floreció durante los 1920s, a lo que siguieron recaudaciones crecientes del
impuesto sobre ingresos. Esto permitió al Congreso disminuir los impuestos cinco veces,
finalmente regresando a la tasa menor de un 1% y a disminuyendo la mayor a un 25%,
reduciendo la carga del Presupuesto Federal como parte del PDB a un trece por ciento. Al
disminuir las tasas de gravámenes, y declinar las recaudaciones de impuestos, la
economía se fortaleció aún más.
Otro rasgo importante que cambió en el impuesto sobre ingresos fue la vuelta a la
retención de ese impuesto como se había hecho en la Guerra Civil. Esto facilitó
grandemente la recaudación del impuesto tanto para el contribuyente como para la
Oficina de Ingresos Internos. Sin embargo, también redujo grandemente la percepción del
contribuyente de la cantidad de impuesto que estaba siendo recaudada, es decir, redujo la
transparencia del impuesto, lo que facilitó aumentar impuestos en el futuro.
Comenzando en los finales de los 1960s., y continuando a través de los 1970s., Estados
Unidos experimentó persistentes y crecientes tasas de inflación, llegando últimamente a
un 13.3% en 1979. La inflación tiene un efecto destructor en muchos aspectos de la
economía, pero también puede crear caos en un sistema de impuestos sobre ingresos, a
menos que se tomen precauciones adecuadas. Específicamente, a menos que las
coordenadas del sistema de impuestos, es decir, los niveles impositivos y sus exenciones
determinadas, deducciones y créditos, sean reguladas para la inflación, un alza continua
del nivel de precios moverá a los contribuyentes a más altos niveles de contribución al
reducir los valores de sus exenciones y deducciones.
Durante este tiempo los impuestos sobre ingresos no tenían regulados los indices de
inflación y, movidos por una inflación creciente, y a pesar de repetidas leyes de
disminución de impuestos, la carga de impuestos se elevó de un 19.4% del PDB a un
20.8% del PDB. Combinados con altas tasas de impuestos, inflación creciente, y una
pesada carga regulatoria, esta alta carga de impuestos causó que la economía
disminuyera seriamente su actuación, todo lo cual creó las bases para la rebaja de
impuestos de Reagan, también conocida como La Ley de Recuperación Económica de
1981.
Hacia 2001, los ingresos totales de los impuestos habían producido un supuesto superávit
unificado de presupuesto federal de $281,000 millones, con un acumulado superávit
proyectado de $5.6 billones. Mucho de este superávit reflejaba una creciente carga
impositiva como parte del PDB, debido a la interacción de resonancias crecientes de los
ingresos y una estructura de progresivas tasas de impuestos. En consecuencia, bajo la
dirección del Presidente Bush, el Congreso detuvo los proyectados aumentos futuros de
la carga de impuestos, aprobando la “Ley de Alivio de Impuestos y Reconciliación” de
2001. La pieza central de la rebaja de impuestos de 2001 fue la recuperación de algo del
terreno perdido en los 1990s en cuanto a menores tasas de interés de impuestos. Aunque
la tasa de reducciones tendría efecto en un período de varios años, la máxima tasa de
interés caerá de un 39.6 a un 33 por ciento.
"La participación promedio de PIT en los impuestos totales aumentó del 24,1% en 2014 al
24,4% en 2015, mientras que las respectivas acciones de los SSC y los impuestos sobre
los bienes y servicios (incluido el IVA) disminuyeron ligeramente", según el informe
Revenue Statistics 2017 de la OCDE.
También reveló que los impuestos a las ganancias corporativas, que habían disminuido
significativamente durante la crisis financiera, no se han recuperado y permanecen
estables en torno al 8,9% de los ingresos totales.
"En conjunto, la relación entre impuestos promedio y PIB aumentó nuevamente en 2016 a
34,3%, comparado con el 34% de 2015. Se observaron niveles crecientes de impuestos
en términos del PIB en 20 de los 33 países de la OCDE, mientras que los niveles de
impuestos cayeron en los 13 países restantes", analizó un artículo publicado en la web del
organismo multilateral.
Asimismo, sea confirmado con diversos informes económicos que "tres tendencias
emergentes en la estructura fiscal promedio de la OCDE desde la crisis financiera
mundial", señaló el artículo. "En primer lugar, la participación de PIT en los impuestos
totales cayó inicialmente, del 23,7% en 2007 a un mínimo del 23,2% en 2010, antes de
aumentar constantemente y llegar a 24,4% en 2015; en segundo lugar, y por el contrario,
la participación de los CSE y los impuestos a los bienes y servicios aumentaron
inicialmente a máximos de 26,6% en 2009 y 33% en 2010, antes de disminuir
constantemente hasta 2015, llegando a 25,8% y 32,4% respectivamente; y finalmente, la
participación de los ingresos tributarios corporativos cayó durante la crisis del 11,2% en
2007 a un mínimo de 8,8% en 2010, y desde entonces se ha mantenido relativamente
estable, en 8,9% en 2015", repasó.
Por otra parte, al considerar los tributos como una proporción del ingreso nacional bruto
per cápita, se halló que "en promedio, los impuestos representaron el 82% de los ingresos
totales en (los países de) la OCDE en 2015". "La proporción de impuestos en los ingresos
totales sigue siendo más baja que antes de la crisis financiera".
Recuperado de https://www.neoliberalismo.com/impuestos.htm
Recuperado de https://www.elcomercio.com/cartas/historia-impuestos-opinion-ecuador.html
Recuperado de https://negocios.elpais.com.uy/crecen-mundo-impuestos-renta-
personal.html