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OBJETIVOS DE APRENDIZAJE
RESUMEN
Resultan innegables las contradicciones entre las máximas educativas chilenas, el marco
legal, el curriculum y la evaluación que se realiza para establecer grados de calidad y
ordenación de las escuelas. Si bien en el discurso se establece la importancia del
reconocimiento, valoración y atención de la diversidad, el sistema funciona a partir de un
curriculum homogeneizante y de evaluaciones altamente estandarizadas. La brecha en los
resultados obtenidos entre los grupos socioeconómicos altos y los más desposeídos deja en
evidencia que la calidad en educación no es alcanzada por todos en la misma medida y que
por lo tanto la tan anhelada equidad aún no es una realidad. Se discute la necesidad de
considerar el capital cultural de los estudiantes como una riqueza posible de explorar e
incorporar al curriculum escolar y al trabajo docente en aula, a partir de un desempeño
marcado por la autonomía y la responsabilidad profesional.
Las máximas educativas del país se encuentran definidas en la Ley General de Educación,
LEGE (Ministerio de Educación, 2009). En dicho cuerpo legal la educación es definida
como:
“el proceso de aprendizaje permanente que abarca las distintas etapas de la vida de las personas
y que tiene como finalidad alcanzar su desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual,
artístico y físico, mediante la t personas y que tiene como finalidad alcanzar su desarrollo
espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico y físico, mediante la transmisión y el
cultivo de valores, conocimientos y destrezas. Se enmarca en el respeto y valoración de los
derechos humanos y de las libertades fundamentales, de la diversidad multicultural y de la paz,
y de nuestra identidad nacional, capacitando a las personas para conducir su vida en forma
plena, para convivir y participar en forma responsable, tolerante, solidaria, democrática y
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activa en la comunidad, y para trabajar y contribuir al desarrollo del país ”
Especial importancia reviste el hecho de que la diversidad multicultural sea uno de los
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Ley General de Educación, Ministerio de Educación, Chile, disponible en
http://www.leychile.cl/Navegar?idNorma=1006043
ROL DOCENTE Y CALIDAD EN LA DIVERSIDAD
Educación sobre diferentes cuerpos (legales-curriculares) una vez que estos están ya
configurados. Se desconoce cuánto de lo que surge en dichas consultas es incorporado en
las versiones finales.
Como puede observarse, ambos cuerpos legales si bien definen la educación como un
proceso complejo, multifactorial, luego lo limitan, a partir de la evaluación, al logro de los
estándares de aprendizaje. Se enfatiza en lo anterior dado la importancia que en la ley se da
a la diversidad y a la multiculturalidad, sin embargo tanto el curriculum como los
estándares de desempeño, se definen de forma igualitaria para todos los niños y niñas del
país.
La función docente en Chile es regulada, hasta la fecha, por el Estatuto Docente (Ministerio
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de Educación, 1997) y las modificaciones que han ido incorporando leyes posteriores. En
la versión actualizada de este documento se define la función docente como aquella “(…)
que lleva a cabo directamente los procesos sistemáticos de enseñanza y educación, lo que
incluye el diagnóstico, planificación, ejecución y evaluación de los mismos procesos y de
las actividades educativas generales y complementarias que tienen lugar en las unidades
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educacionales (…) ”
Ahora bien, el capital cultural o cultura de una comunidad, entendido como conocimientos,
prácticas, saberes, sentimientos y emocionalidades, que son propios a quienes pertenecen a
un grupo de personas que comparten la participación en un repertorio recurrente de
prácticas (Rogoff, 2003), puede ser considerado como una desventaja o como un potencial.
Para Rosas y Santa Cruz (2013), los niños y niñas más pobres, en los que se encuentran los
pertenecientes a pueblos originarios, presentan un pobre capital cultural que constituye una
desventaja y que por lo tanto la escuela debe compensar. Este pobre capital cultural, estaría
además asociado a bajas competencias cognitivas, las que al recibir una mala educación (a
única que pueden acceder los más pobres según los autores) permanecen estáticas sin la
posibilidad de avanzar o mejorar. En suma, el capital cultural de las familias, los escasos
recursos económicos y la mala educación parecen favorecer la inequidad.
El curriculum escolar favorece un conocimiento que resulta cercano para las clases medias
y acomodadas, ya que las tendencias epistemológicas predominantes han posicionados
ciertos saberes como válidos y los que no coinciden con ellos, son tildados de
“pre-científicos” o “míticos”. En este contexto, la escuela se convierte en el medio
fundamental de reproducción del orden social y de la mantención de los grupos de poder
(Bourdieu y Passeron, 2001), al incluir casi exclusivamente, los saberes que son propios de
la elite y más cercanos a las clase media, menospreciando aquellos saberes propios de los
grupos minoritarios. En este sentido, el sistema y la forma en que se evalúa, configurar un
falso déficit y esconden una falta de atención verdadera a la diversidad.
En la misma línea de los trabajos de Rogoff, Paradise (2011) analiza la distancia existente
entre la forma de aprender en la familia indígena y como se aprende en la escuela. En la
primera los niños se educan en actividades de la vida cotidiana, a través de la observación,
el acercamiento y la participación intensa en prácticas propias y recurrentes. La
experiencia de “compartir, colaborar y contribuir todos los días no solo llevan a la
acumulación de conocimientos y habilidades” (Paradise, 2011, p. 55), sino que refuerza la
motivación, el compromiso social y la responsabilidad. Surge aquí la necesidad de avanzar
a un concepto más amplio de educación, más allá de lo que se acostumbra a realizar en el
aula, de modo de ir transformando paulatinamente las prácticas para acercarlas a aquellas
actividades culturales comunes que tanto conocimiento desarrollan en el niño.
Frisancho, Moreno, Bravo y Zavala (2011), afirman, en base a sus revisiones, que las
personas que pertenecen a diferentes sociedades presentan diferentes formas de interactuar
y comunicarse, y eso define patrones de desarrollo cognitivo, que tienen un carácter activo
y culturalmente situado. Enfatizan además, que esas diferencias culturales y cognitivas
repercuten en la escolaridad de los niños, desde aspectos tan simples como los patrones de
atención, que en el contexto cotidiano se desarrollan de una forma y en la escuela se exigen
de otra.
Aunque los resultados de la prueba SIMCE puedan parecer limitados, en el sentido que
mide un aspecto parcial del proceso educativo, es el instrumento y son los datos existentes
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para definir una buena o mala calidad de enseñanza y de aprendizaje. Los resultados
SIMCE del año 2014 (Agencia de la Calidad, 2015), nuevamente dan cuenta de un logro
de aprendizaje, y por lo tanto calidad, lejana a lo que espera, y más aún sin equidad, ya que
precisamente los resultados más bajos son obtenidos por los alumnos y alumnas
pertenecientes a las clases sociales más bajas, a las cuales también pertenece gran parte de
los pueblos originarios y comunidades rurales.
Para Muñoz et al. (2013) los resultados de los grupos socioeconómicos más bajos, parte de
la diversidad cultural del país, esconden una falta de verdadera atención a dicha diversidad,
ya que los docentes tienen una presión por cumplir con el curriculum oficial y rendir en las
pruebas, que entre otras cosas provoca que al interior del aula la didáctica docente y su
discurso estén centrados en el curriculum, sin considerar el contexto ni el capital cultural de
los niños, niñas y jóvenes atendidos, predominando un tendencia a la invisibilización y no
valoración de la herencia cultural.
A juicio de estos autores la falta de consideración de esta herencia cultural propia de los
escolares y la ausencia de autonomía docente al momento de recontextualizar el
curriculum, está influida por “la presión que ejerce el propio sistema educativo a través del
curriculum escolar oficial, que releva ciertos contenidos y sujetos históricos sobre otros: los
que están vinculados esencialmente a los sectores dominantes de nuestra sociedad”
(Muñoz et al., 2013, p. 137). Tanto el curriculum como su evaluación, responden a
particularidades propias de la cultura simbólica predominante y que como tal, quienes la
poseen se ven beneficiados en los procesos escolares. Ambos instrumentos (curriculum y
evaluaciones estandarizadas), anulan la autonomía docente y constituyen elementos de
invisibilización de todo conocimiento divergente.
Abordar la mejora en la calidad de la educación, releva el papel del docente, quien desde su
autonomía puede tomar decisiones que incorporen los conocimientos previos de los
alumnos y alumnas generados en sus contextos (Muñoz et al., 2013), validando el
conocimiento propio, dando pertinencia al proceso, favoreciendo la comunicación y
aumentando la motivación de los escolares.
Sólo para reforzar la importancia del contexto, es posible revisar estudios como los
realizados por Carraher, Carraher y Schliemann (1995), los que evidencian empíricamente
que el fracaso en el aprendizaje, está situado en la Escuela y no en niños, niñas y jóvenes.
El descontextualizar los procesos disminuye los niveles de motivación e involucramiento
de los escolares y se obtienen menores desempeños de parte de ellos. Se releva
nuevamente la importancia de reconocer los contextos e incorporar en el proceso educativo
el bagaje cultural de los estudiantes.
En resumen, se postula que las brechas existentes entre los grupos acomodados y los que
no, se generan a partir de diferencias culturales de ambos y no de una deficiencia (cognitiva
y/o de capital cultural). Lo anterior porque los contenidos curriculares (ya sean estos
conceptos, aptitudes o habilidades) son considerados válidos y necesarios por convención
generalizada y como tal menosprecian los conocimientos que son propios de las diversas
comunidades y que por supuesto resultan minoritarios antes tal generalidad. Estos
contenidos y habilidades resultan más cercanos y pertinentes para las clases medias y
culturas ligadas a la tradición occidental.
La forma en que se mide la calidad educativa ayuda a marcar aún más esta invisibilización
de todo conocimiento divergente. La urgencia por cumplir con el curriculum y de rendir
positivamente en las pruebas estandarizadas obliga a las instituciones y a los docentes a
invertir mucho tiempo y energía en enseñar lo prescrito.
Sin desconocer la importancia que revisten, tanto la matemática, lenguaje, como las otras
asignaturas trabajadas en la escuela, para una inserción exitosa en la sociedad, en primer
lugar se debe reconocer los saberes que son propios de las comunidades educativas,
marcados por la cultura, entendida ésta como la participación intensa en prácticas culturales
diversas que le son propias y que generan conocimientos ricos, valiosos, que deben ser
explorados, conocidos, para desde ahí realizar un nexo con los saberes que requiere el
curriculum escolar nacional y que miden las pruebas estandarizadas. Puede ser este un
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proceso más lento, que requiere además una voluntad de no homogeneizar, de diversificar y
de flexibilizar la educación. Sin duda implicará recursos materiales y humanos, nuevas
formas de entender la educación y abordar los procesos de enseñanza aprendizaje, pero que
aportará a lograr la equidad y que todos verdaderamente reciban educación de calidad.
REFERENCIAS
Carraher, T., Carraher, D., & Schliemann, A. (1995). En la vida diez, en la escuela cero.
Siglo XXI.
Frisancho, S., Moreno, M., Ruiz, P. y Zavala, V. (2011). Introducción. En ED. Frisancho,
S., Moreno, M., Ruiz, P. y Zavala, V. (2011). Aprendizaje, cultura y desarrollo. Una
aproximación interdisciplinaria. Lima: Fondo Editorial de la PUCP.
Muñoz, C., Ajagan, L., Saéz, G., Cea, R., Luengo, H., (2013). Relaciones dialécticas
antagónicas entre la cultura escolar y la cultura familiar de niños y niñas de contextos
vulnerables. Universum, 28, 1, 129 – 148.
Paradise, R. (2011). ¿Cómo educan los indígenas a sus hijos? El cómo y el por qué del
aprendizaje en la familia y en la comunidad. En ED. Frisancho, S., Moreno, M., Ruiz, P. y
Zavala, V. (2011). Aprendizaje, cultura y desarrollo. Una aproximación interdisciplinaria.
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Rogoff, B. (2003). The cultural nature of human development. New York: Oxford
University Press.
Rosas, R., & Santa Cruz, C. (2013). Dime en qué colegio estudiaste y te diré que CI tienes:
Radiografía al desigual acceso al capital cognitivo en Chile. Santiago: Ediciones UC.