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El comandante Chávez y la doctrina

bolivariana
Víctor Pavón dice que el "bolivarianismo", que pretende ser de alcance
regional, consiste en socavar el derecho de la propiedad privada y en
reemplazar la democracia representativa con la participativa.
“Lo que en Venezuela ocurra de aquí a 100 años dependerá de las elecciones
presidenciales del 7 de octubre. Es una batalla memorable, por eso que nadie baje
la guardia, nos estamos jugando la vida de la patria y los próximos 100 años de
Venezuela” —Hugo Chávez, días antes de las recientes elecciones
El bolivarianismo ha vuelto a ganar en Venezuela. Luego de conocer los
resultados, el reelecto presidente prometió a su pueblo que la revolución puesta en
marcha hace más de una década se profundizará al punto del no retorno, esto es,
que el sistema político y económico llevado a la práctica desde que asumió al poder
ya no podrá ser reformado hasta terminar con la sociedad capitalista liberal.
El extremismo de Chávez no es de ahora. Fue incrementándose a medida que
pasaba el tiempo. Al comienzo de su carrera política, tenía en su cabeza una serie
de ideas inconexas entre sí. Estaba confundido. Hay que recordar que antes de
ganar su primera elección no estaba muy convencido de la idea marxista cuando
durante la campaña electoral dijo: “No tengo la intención de atacar la propiedad
privada, ni la grande ni pequeña, porque eso no está contemplado en la
Constitución”, a lo que agregó que estudiaría la posibilidad de nacionalizaciones o
expropiaciones, lo que demuestra aquella confusión.
Las dudas del comandante Chávez, sin embargo, pronto se disiparían. Faltaba algo
que “ordenara” su ideas. Y lo logró mediante una corriente filosófica que
sustentaría a partir de ahí sus discursos y propuestas. El llamado "socialismo del
siglo XXl" se convirtó en su herramienta intelectual. En 1996, el filósofo
alemán Heinz Dietrich Steffan lanzó al mundo izquierdista un salvavidas que
apaciguaría los desanimados ánimos de los marxistas que vieron caer
al comunismo en 1991 ante sus propios ojos.
Y como no podía ser de otro modo, fue aquí en Latinoamérica —conocida como el
cementerio en el que resucitan las malogradas ideologías— que aquel salvavidas fue
abrazado con la fuerza de un aprendiz ávido de poder.. Por primera vez y a nivel
internacional, el denominado socialismo del siglo XXl fue expuesto por el
comandante Chávez en el V Foro Social Mundial realizado en Brasil en el año 2005.
En esa ocasión afirmó: "En Venezuela andamos en la búsqueda de un ensayo, de un
experimento".
Este experimento al que se refería Chávez ya tenía su tubo de ensayo. Pero no era
cualquier tubo, en su interior se hallaban sus compatriotas, los venezolanos, a
quienes había que agitarlos como se hace en los laboratorios. Dietrich Steffan, de
este modo, había encontrado a su hijo pródigo. Su propuesta fue tan cautivante que
encegueció al comandante. La razón de esta seducción no es difícil de entender.
Además de proponer un Estado socialista revolucionario fundado en la filosofía y la
economía marxista —que en el fondo en nada difiere al sistema que cayó en la ex
Unión Soviética — Dietrich incluía tres temas que le cayeron como del cielo al
comandante.
El primero consiste en modificar la propiedad privada por la propiedad que
ahora se llamaría “social”, es decir, la que es controlada indirectamente por el
Estado. Esto le permite justificar las nacionalizaciones y expropiaciones que hace el
comandante Chávez. El segundo tema se refiere al sistema democrático. En lugar
de la democracia representativa que para Dietrich es una mera invención
liberal, ahora los bolivarianos deben aplicar la democracia participativa.
Esta propuesta, por cierto nada original, tiene la característica de esconder las
verdaderas intenciones de la revolución. En efecto, en lugar de la representación
que origina los cargos electivos, como diputados, senadores, intendentes etc. —el
“nuevo” socialismo incentiva la participación ciudadana por medio de los
denominados Consejos Comunales y los Consejos Locales de Planificación Pública.
De esta manera, la administración y el control del poder se van centralizando en el
Ejecutivo o lo que es lo mismo en el comandante Chávez.
El tercer tema guarda relación con el sistema político. Este sistema debe traspasar
las fronteras, debe ser regional. Este proyecto que va más allá de la Venezuela
bolivariana tiene como propósito expandir la revolución hacia otras latitudes del
continente, como se está haciendo por medio, por ejemplo, de la Unión de
Naciones Suramericanas (Unasur) y del mismo Mercosur, bloque del cual es
miembro espúreo.
En este aspecto, la historia latinoamericana le permitió al comandante Chávez
encontrar la veta por la cual transitar. Su ícono de imagen sagrada, Simón
Bolívar (1783-1830), fue un militar y político venezolano como él, figura
destacada de la emancipación frente al Imperio Español que contribuyó a la
independencia de las actuales Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y
Venezuela.
No es de sorprendernos que la revolución del comandante Chávez, por tanto, reciba
el nombre de “bolivariana” o que Venezuela hoy tenga el nombre de República
Bolivariana. El bolivarianismo es toda una doctrina. La misma se sustenta en
aquellos tres temas anteriormente citados y en hacer realidad la gran patria
latinoamericana, donde la democracia representativa capitalista, liberal y hasta
social demócrata es un obstáculo a sortear —mejor dicho eliminar— por la
democracia popular participativa.
La revolución bolivariana está en marcha recorriendo el continente. Es como un
fantasma que acecha a la libertad. Es un proyecto autoritario con simpatizantes en
varias partes de esta región que se caracterizan por el culto al poder, un mal
proveniente de los lejanos años de la colonia, una época que detestan
paradógicamente los bolivarianos por estar signada por la sumisión al monarca.
Conocida la noticia de la reelección de Chávez, el delegado del Partido
Comunista chileno dijo: “Se trata de una poderosa señal de la plena vigencia y
madurez de los ideales de la izquierda”.
Aquí en Paraguay no podemos sustraernos de esta realidad, de la idea que la
fundamenta, de sus causas y efectos. Como sabemos, el comandante Chávez llegó al
poder por primera vez en Venezuela porque capitalizó el descontento popular
causado por la corrupción y las políticas implementadas por los supuestos
demócratas que mintieron al pueblo. Aquí debemos tomar nota de ello porque
muchos, quizás demasiados de nuestros políticos, también actúan como aquellos a
los que el comandante hace años defenestró.
Este artículo fue publicado originalmente en ABC Color (Paraguay) el 15 de
octubre de 2012.

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