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Familia

y política
soda
Manue
Ribeiro Ferreira

idad, muchos países manifiestan signos, en ocasiones alarmantes, de


desasosiego familiar. Con frecuencia escuchamos a los demás hablar sobre la crisis y
la desintegración de la familia, a tal grado que ya forman parte de nuestro lenguaje
activo. Para muchas personas —sobre todo, las de mayor edad—, la familia "ya no
es lo que era", y están convencidas de que el fenómeno de desintegración es
relativamente reciente.
Basta una simple mirada a los medios de comunicación de masas para percatarse de
la existencia de muchos conflictos y dificultades en el seno de la familia: aumento
sin precedentes en el número de divorcios; existencia de un buen número de niños
maltratados; incremento en las cifras de jóvenes farmacodependientes; delitos y
abusos sexuales entre parientes; hijos desadaptados; ancianos abandonados;
conflicto entre generaciones, etc.
Para cumplir bien sus funciones y responsabilidades, las familias deben poseer los
recursos necesarios o poder recurrir a los de su parentela o a los de la sociedad. La
misión de la familia será más fácil en la medida en que los vínculos entre sus
Fam a y política soc a
miembros sean más sólidos y durables, si ella es apoyada por su red familiar y si l.i
sociedad le ofrece servicios de apoyo.
NUEVA EDICIÓN, REVISADA Y AMPLIADA
Este libro revisa a fondo la relación que debe haber entre el desarrollo de las famili'
/ las políticas sociales.
Manuel Ribeiro Ferreira

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:OLECCIÓN POLÍTICA, SERVICIOS Y TRABAJO SOCIAL COLECCIÓN PüLl IICA, SERVICIOS Y TRABAJO SOCIAL
Familia y política social
Manuel Ribeiro Ferreira

Familia y política social

Nueva edición corregida y aumentada

LUMEN-HVMAMTAS
Grupo Editorial LUMEN
Buenos Aires - México
Colección: Política, servicios y trabajo social.
Dirección: Ezequiel Ander-Egg

Ribeiro Ferreira, Manuel


Familia y política social. - 2." ed. - Buenos Aires : Lumen, 2009.
304 p.; 22x15 cm. - (Política, servicios y trabajo social / Ezequiel Ander-Egg)

B B N 978-987-00-0842-2

1. Sociología. 2. Política Social.


CDD301

A mi hija Stéphanie,
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento
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der a esta obra desde el lugar y en el momento que cada uno elija, o por otros
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L I B R O D E EDICIÓN A R G E N T I N A
PRINTEDIN ARGENTINA
Introducción

La familia es, sin duda, la más antigua de las instituciones socia-


les y m u y probablemente la más universal de todas.i La mayoría
de los seres humanos nacemos y nos criamos en una familia y,
eventualmente, formamos nuestra propia familia de procrea-
ción. En ella se construye buena parte de los procesos vitales de
socialización, de integración normativa y valoral, de formación
de la identidad sexual, etc., por lo que la familia representa u n
espacio único y esencial para la construcción del bienestar i n d i -
vidual y social.
Las personas pueden realizar mejor sus funciones vitales y
desarrollar mejor su afectividad cuando su propio elemento
esencial, que es la familia, satisface adecuadamente sus necesi-
dades sociales, psicológicas, físicas, espirituales y económicas.

^ E l tema de la universalidad de la familia ha sido discutido y hay quienes —basándose


en la observación de algunas sociedades pre-modernas que presentan modos de organi-
zación que difieren enormemente de los que predominan en Occidente— afirman que di-
cha universalidad no puede ser demostrada (cf. Gough, 1984). No obstante, la mayoría
de los investigadores opinan que la enorme diversidad de estructuras familiares no se
opone a la universalidad (cf. Ribeiro, 1991).
C'iKindo los padres se consagran adecuadamente a sus hijos, és- En esta obra se analiza la pertinencia de poner en marcha una
tos se desarrollan mejor, se vuelven adultos más competentes, política social enfocada a la familia y se sugieren pistas sobre al-
productivos y amados. Durante la vejez, los últimos años de la gunas de las dimensiones que se encuentran entre las más i m -
vida de las personas también se vuelven más productivos y sa- portantes para una acción concertada a favor del bienestar
tisfactorios cuando sus familias cuentan con los recursos necesa- familiar.
rios para proporcionarles apoyo y para cuidar de ellas y de sus
necesidades.
En este orden de ideas, el Concilio Nacional de Relaciones Fa- Importancia de la familia
miliares (National Councü of Family Relations, NCFR), de los
Estados Unidos, en su declaración relativa a las familias y la po- En diciembre de 1989, la Asamblea General de la Organización
lítica familiar, declara que: de las Naciones Unidas proclamó que 1994 sería el Año Interna-
cional de la Familia. El principio fundamental subyacente en es-
Las familias constituyen las imidades básicas de la sociedad y nues-
te acto era que "la familia constituye la unidad básica de la
tro más valioso recurso. Las familias saludables y que funcionan
sociedad", razón por la cual se le debe garantizar una atención
bien proporcionan a sus miembros, de todas las edades, relaciones
especial y proporcionarle la más amplia protección y asistencia
afectuosas y les premian con el apoyo mutuo que se mantiene a lo
posibles para que pueda asumir plenamente sus responsabilida-
largo de toda la vida. Las familias son las mayores productoras y
consumidoras de bienes y servicios. Ellas contribuyen de manera des. Entre los principales propósitos del Año Internacional de la
fvtndamental al presente de la nación y a la mano de obra futura, y Familia estaban: a) enfatizar la importancia de la familia y fo-
refuerzan la calidad de nuestra sociedad. Del mismo modo, la socie- mentar la mejor comprensión de sus funciones y de sus proble-
dad tiene un efecto crítico sobre las familias. Por consiguiente, es mas; b) promover el conocimiento de los procesos económicos,
esencial que los responsables de las políticas familiares reconozcan demográficos y sociales que afectan a las famüias y a sus inte-
las influencias recíprocas que las familias y la sociedad tienen en ca- grantes, poniendo énfasis en los derechos y las responsabilida-
da uno de nosotros (NCFR, 2001). des de sus miembros; c) fortalecer las instituciones nacionales
para la formulación y el desarrollo de políticas sociales, respe-
N o obstante el reconocimiento generalizado respecto de la i n - tando los derechos y la intimidad de las famiUas; d) realizar es-
valuable aportación de la familia, por razones que discutiremos fuerzos para responder a los problemas que afectan la situación
más adelante, muchos países han excluido a la familia de sus de las familias, desarrollando programas enfocados a las fami-
proyectos públicos de construcción del bienestar social y otros — lias. Esta proclamación partía de una premisa básica: el recono-
que sí cuentan con tma política f a m i l i a r — han reducido signifi- cimiento que todos los países del mtmdo otorgan a la familia
cativamente sus aportaciones destinadas a apoyar a las familias. como una institución de primera importancia.
Arlene Skolnick (2000) señala que la familia y la economía son
A lo largo de la historia, todos los pueblos han reconocido la
partes de i m mismo sistema; lo que le sucede a una afecta a la
enorme contribución de la familia para el bienestar i n d i v i d u a l y
otra y viceversa. En la medida en que hemos transitado hacia
colectivo. Desde los manifiestos más antiguos, como el Rig-Veda
vma nueva era de globalización de los mercados, los intercam-
de la India, que data de unos 3.500 años, o el Código deManú y los
bios entre la familia y la economía se han desbalanceado, ya que
escritos bíblicos de principios de la era cristiana (cf. Goode,
cada vez se exige más a las familias y se les otorga menos.
1966), hasta las modernas declaraciones de derechos humanos.

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se encuentra siempre resaltada la importancia que se le concede a yor desarrollo y aceptación. Es más, avin entre diversos pensado-
la familia. Sin embargo, debemos señalar que también han existi- res radicales existe una tendencia que se inclina más bien hacia
do algunas corrientes de pensamiento que apxintan en el sentido el conservadurismo cuando el tema de análisis es la familia. Así,
contrario. Así, en 1971 apareció en el mercado de libros The Death por ejemplo, el anarquista francés del siglo X V I I I Proudhon pue-
ofthe Family (La muerte de la familia), obra polémica de David Coo- de ser colocado en esta materia m u y cerca de los tradicionalistas,
per que fue objeto de muchas discusiones y controversias. Este como Le Play y De Bonald, para quienes la familia deriva de u n
trabajo puede ubicarse dentro de la corriente antipsiquiátrica que orden natural perfecto y divino, y que como tal constituye la "cé-
floreció particularmente en Inglaterra en las décadas del sesenta y lula básica de la sociedad" (cf. Brechon, 1976). En cuanto a Marx y
el setenta, y tuvo como principales representantes, además de a Engels, nos atrevemos a afirmar que nxmca pusieron en duda
Cooper, a Laing y a Esterson. la necesidad y la importancia de la familia. Estos autores lanza-
ron duras críticas a la familia de clase burguesa como tal, pero
N o es de extrañar que esta publicación, como otras en esta nunca a la esencia misma de la agrupación famiHar. De hecho, el
misma línea, haya provocado una violenta reacción entre los lec- propio Marx, refiriéndose al matrimonio, señaló en una ocasión:
tores de todo el mundo, ya que todas las sociedades siguen reco-
nociendo, a pesar de todo, que la familia desempeña funciones L a satisfacción del instinto sexual por medio de la exclusividad, el
de importancia capital. Hablar de la muerte de la familia resulta- refrenamiento del instinto por medio de la ley, la belleza moral que
ba entonces equivalente a referirse a la desaparición de los valo- hace del mandamiento de la naturaleza algo ideal bajo la forma de
res más esenciales de toda sociedad. un vínculo emocional, [ésta es] la "esencia espiritual del matrimo-
N o obstante, el debate sobre la familia no era nuevo. Esta ins- nio" (chapitre de marriage, citado por Mitchel, 1985).

titución ha sido el foco de múltiples disputas ideológicas duran-


te varias generaciones. Ya G o d w i n (Une enquéte sur la justice Pero dejemos de lado por u n momento a los grandes intelec-
politique et sur son influence sur la vertu et le bonheur universel; cita- tuales de las ciencias sociales y dirijámonos al m u n d o del senti-
do por Brechon, 1976), en 1793, condenaba el matrimonio porque do común, al sencillo nivel de lo cotidiano. Todo parece indicar
"aniquilaba" la autonomía individual y porque constituía "la que, en la actualidad, para la mayoría de la gente, para una gran
peor de las leyes" y "la peor de las propiedades". Las diversas parte de los millones de actores sociales que nunca han oído ha-
doctrinas que han cuestionado a la familia han estado asociadas, blar de Cooper n i de Reich, la familia sigue conservando t m l u -
en su gran mayoría, a concepciones anarquistas (o próximas al gar prioritario en la escala de valores. Nuestra cultura está
anarquismo). Así, por no citar más que unos pocos. Charles Fou- todavía impregnada de una orientación profamiLística sin lugar
rier, Emile Henry, James Guillaume, Wilhelm Reich y hasta Her- a dudas. A u n en las sociedades más desarrolladas de Occidente,
bert Marcuse han puesto u n símbolo de interrogación al en donde las altas tasas de divorcio parecen reflejar u n descenso
matrimonio y a la familia. Su cuestionamiento a estas institucio- en la importancia que las personas otorgan a la institución del
nes deriva de u n cuestionamiento radical al orden social del cual matrimonio y a la familia, las encuestas muestran que al menos
forma parte la familia. el 90 % de los individuos colocan a la familia entre sus valores
más importantes (cf. Baker, 1994a).
Ahora bien, si hacemos un balance entre las doctrinas profa-
milísticas y las antifamilísticas, la conclusión es que las segundas Quizás por este valor tan grande que se le reconoce a la fami-
han sido marginales, mientras que las primeras han tenido ma- lia, cuando se presentan situaciones de crisis, de conflicto o de

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inadaptación, se m a n i f i e s t a cierto t e m o r c o n respecto a l p o r v e n i r ¿Debemos considerar a la famiUa en la construcción del
de esta institución. La f a m ü i a c o n s t i t u y e u n l u g a r p r i v i l e g i a d o bienestar social?
p a r a e l d e s a r r o l l o de las personas, p a r a la socialización de los n i -
ños, p a r a l a c o o p e r a c i ó n y p a r a e l m a n t e n i m i e n t o d e los lazos E n general, c u a n d o h a b l a m o s de política social, h a c e m o s refo-
afectivos entre sus m i e m b r o s . S i n e m b a r g o , sucede q u e d i v e r s o s rencia a l c o n j u n t o de i n s t r u m e n t o s a través de los cuales se p o n e
factores p u e d e n c o m p r o m e t e r e l e q u i l i b r i o de las f a m i l i a s y afec- e n m a r c h a y se actualiza e l Estado de bienestar. 2 D e t a l suerte,
tar sus capacidades de c u m p l i r sus f u n c i o n e s satisfactoriamente.
L a p o b r e z a , l a f a l t a de a p o y o , e l d e b i l i t a m i e n t o d e las redes d e la Política Social viene a ser la ejecución del concepto de Bienestar
parentesco y c o m u n i t a r i a s , l a d i f i c u l t a d d e a d a p t a c i ó n a u n e n - Social mediante vin conjunto de acciones tendientes a mejorar las
t o r n o c a m b i a n t e que i m p a c t a l a e s t r u c t u r a f a m i l i a r m i n a n las condiciones de vida en lo social, económico y jurídico, de manera
fuerzas de m u c h a s f a m i l i a s y las hacen m á s v u l n e r a b l e s . que se favorezca la igualdad entre los ciudadanos. A grandes ras-
gos, implica la mejora de la calidad de vida y de la gestión de las ac-
E n l a a c t u a l i d a d , m u c h o s p a í s e s m a n i f i e s t a n signos, e n oca-
tuaciones políticas, así como de laS posibilidades de desarrollo
siones a l a r m a n t e s , de i m desasosiego f a m i l i a r . C o n frecuencia
personal y de satisfacción de necesidades (Diez, 1994, p . 110).
escuchamos a los d e m á s h a b l a r sobre la crisis y l a d e s i n t e g r a c i ó n
de l a f a m i l i a , a t a l g r a d o que y a f o r m a n p a r t e de n u e s t r o l e n g u a -
D e a c u e r d o c o n esta definición, u n a política social de l a f a m i -
je a c t i v o . Para m u c h a s personas —sobre t o d o , las de m a y o r
lia consistiría e n l a p r o m o c i ó n d e l bienestar f a m i l i a r , l o q u e i m -
e d a d — , l a f a m i l i a " y a n o es l o que e r a " , y están c o n v e n c i d a s d e
plicaría necesariamente e l r e f o r z a m i e n t o de la institución
q u e e l f e n ó m e n o d e desintegración es r e l a t i v a m e n t e reciente.
f a m i l i a r , la p r o m o c i ó n d e l d e s a r r o l l o i n t e g r a l y e q u i t a t i v o de sus
Basta u n a s i m p l e m i r a d a a los m e d i o s de c o m u n i c a c i ó n d e m a -
m i e m b r o s , y la satisfacción d e sus necesidades.
sas p a r a percatarse de l a existencia de m u c h o s c o n f l i c t o s y d i f i -
cultades e n e l seno de l a f a m i l i a : a u m e n t o s i n precedentes e n e l E n este s e n t i d o , l a experiencia nos m u e s t r a q u e , a l o l a r g o d e
n ú m e r o d e d i v o r c i o s , existencia de u n b u e n n ú m e r o d e n i ñ o s las ú l t i m a s d é c a d a s , d i v e r s o s países (sobre t o d o , los m á s i n d u s -
m a l t r a t a d o s , i n c r e m e n t o e n las cifras de j ó v e n e s f a r m a c o d e p e n - triaUzados) h a n establecido — d e m a n e r a m á s o m e n o s explíci-
dientes, d e l i t o s y abusos sexuales entre p a r i e n t e s , h i j o s desadap- t a — políticas f a m i l i a r e s (o c u a n d o m e n o s a l g u n o s elementos d e
tados, viejos a b a n d o n a d o s , c o n f l i c t o entre generaciones, etc. políticas o p r o g r a m a s de atención a la f a m i l i a ) . De esta m a n e r a ,
lejos d e c o n s i d e r a r la f a m i l i a c o m o u n espacio estrictamente p r i -
Para c u m p l i r a d e c u a d a m e n t e sus f u n c i o n e s y r e s p o n s a b i l i -
v a d o , los Estados de estos países h a n r e c o n o c i d o — c a d a i m o a s u
dades, las f a m i l i a s d e b e n poseer los recursos necesarios o d e b e n
m a n e r a — q u e l a f a m i l i a es u n a e s t r u c t u r a e l e m e n t a l y necesaria
p o d e r r e c u r r i r a los de s u p a r e n t e l a o a los d e la s o c i e d a d . L a m i -
de l a sociedad ( L e s e m a n n y N i c o l , 1994, p . 131).
sión d e l a f a m i l i a será m á s fácil e n la m e d i d a e n q u e los v í n c u -
los e n t r e sus m i e m b r o s sean m á s sólidos y d u r a b l e s , s i e l l a es Pero n o t o d o s los países c u e n t a n c o n u n a política f a m i l i a r ex-
a p o y a d a p o r s u r e d f a m i l i a r y si l a sociedad le ofrece servicios plícita o d e t a l l a d a . E n l u g a r de e l l o , los ideales y v a l o r e s relacio-
de a p o y o .

Y es p r e c i s a m e n t e e n este contexto d e l a p o y o q u e l a sociedad


2 No es nuestra intención aquí hacer un análisis profundo del concepto de bienestar so-
p u e d e ofrecer a las f a m i l i a s d o n d e se u b i c a l a c u e s t i ó n d e u n a p o - cial, ya que ello supone una tarea compleja y rebasa los objetivos que nos hemos pro-
lítica social enfocada a l a f a m ü i a . puesto en este trabajo. Para una revisión más a fondo del concepto de bienestar social,
véase Diez (1994).

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m u l o s con la f a m i l i a se e n c u e n t r a n implícitos d e a l g u n a m a n e r a
Q u i z á s l a p r e g t m t a m á s c r u c i a l e n este s e n t i d o sea: ¿cuiil de-
en i ' I derecho (legislación sobre l a f a m i l i a , e l m a t r i m o n i o y l a i n -
be ser e l p a p e l d e l Estado c o m o m e d i a d o r d e las políticas f a m i -
íiincia) y en p r o g r a m a s que d e r i v a n de otras políticas sectoriales,
liares? O b i e n : ¿hasta q u é p u n t o p u e d e e l Estado entrometerse en
c o m o las de e d u c a c i ó n , s a l u d , p o b l a c i ó n y fiscal. Esto se debe a
la v i d a p r i v a d a de los i n d i v i d u o s ? Porque f i n a l m e n t e l a caracte-
que, p a r a m u c h o s , l a f a m i l i a es considerada e l l u g a r p r i v i l e g i a d o
rística f u n d a m e n t a l de l a f a m i l i a es ésa: e n ella se desarrolla la
d o n d e se d e s a r r o l l a la v i d a í n t i m a d e los i n d i v i d u o s , p o r l o q u e
c o t i d i a n i d a d d e la v i d a p e r s o n a l y p r i v a d a de cada u n o de los
el Estado n o p u e d e , n i debe, entrometerse e n la v i d a p r i v a d a de
q u e la c o n f o r m a n . Pero, s i m u l t á n e a m e n t e , esa p r i v a c i d a d escon-
las personas. D e b e m o s señalar, s i n e m b a r g o , q u e a u n q u e e n d i -
de u n a c o m p l e j a p r o b l e m á t i c a que, e n ocasiones, afecta e l bienes-
versos p a í s e s n o exista u n a política famüiar d e f i n i d a c o m o t a l , es
tar d e las personas y atenta contra los derechos i n d i v i d u a l e s . ^
u n h e c h o q u e sus g o b i e r n o s h a n i n c o r p o r a d o de u n a u o t r a f o r -
m a p r o g r a m a s sociales, acciones y leyes que d i r e c t a o i n d i r e c t a - E n u n s e n t i d o i d e a l , p o d r í a decirse q u e u n a política f a m i l i a r
m e n t e afectan a las famiUas. A s í , p o r e j e m p l o , los p r o g r a m a s debe ser neutra, y a que e l vínculo entre la f a m ü i a y e l Estado es
d e s t i n a d o s a atender a las personas de l a tercera e d a d se v i n c u - m u y c o m p l e j o y p l a n t e a u n a relación de a n t a g o n i s m o entre e l o r -
l a n c o n l a r e a l i d a d f a m i l i a r e n l a m e d i d a e n q u e los ancianos d e n p ú b l i c o y e l o r d e n p r i v a d o ( C o m m a i l l e , 1987; Robert, 1990).
t a m b i é n f o r m a n p a r t e (o h a n f o r m a d o parte) d e u n a f a m i l i a , y En consecuencia, e l solo hecho de m e n c i o n a r a la f a m i U a c o m o el
d a d o que los c a m b i o s que s u f r e n las estructuras f a m i l i a r e s t i e n e n objeto d e u n a política social que emana d e l g o b i e r n o suscita i n -
i m i m p a c t o d i r e c t o sobre sus condiciones existenciales. q u i e t u d e s e n e l s e n t i d o de que t o d a intervención g u b e r n a m e n t a l
e n l a f a m i l i a p u e d e atentar contra e l derecho i n d i v i d u a l a la v i d a
S e g ú n L e s e m a n n y N i c o l (1994), existen dos g r a n d e s m o d e l o s
p r i v a d a . P r o b a b l e m e n t e p o r esta r a z ó n quienes d i s e ñ a n las polí-
de i n t e r v e n c i ó n p ú b l i c a e n m a t e r i a de política social. E l p r i m e r o
ticas de i n t e r v e n c i ó n e n l a f a m i l i a aseguran q u e e l p a p e l d e l Es-
de ellos, a l q u e p o d e m o s l l a m a r i n t e r v e n c i o n i s t a , es e n e l c u a l
t a d o es e l de a p o y a r a las f a m i l i a s p a r a e l m e j o r l o g r o d e sus fines
p u e d e n ser i n s c r i t o s los p r o y e c t o s f a m i l i a r e s p r i v a d o s ; e l s e g u n -
y p a r a la c o n s e c u c i ó n de u n a m e j o r c a l i d a d de v i d a , y n o e l de d i -
d o , a l q u e p o d e m o s calificar de p r i v a t i s t a , t r a t a de a b o r d a r e l
r i g i r , c o n t r o l a r o s u s t i t u i r a las f a m i l i a s , excepto e n c i r c u n s t a n -
p r o b l e m a d e l bienestar social s i n referencia explícita a l a f a m i l i a .
cias excepcionales ( G o b i e r n o de Quebec, 1984).
En los p a í s e s q u e h a n s e g u i d o e l m o d e l o i n t e r v e n c i o n i s t a , e l c u a l
se i d e n t i f i c a frecuentemente c o n e l tipo de políticas sociales d e - S i n e m b a r g o , d e j a n d o de l a d o u n a visión i d e a l i s t a de las polí-
sarrolladas e n Francia, generalmente existen políticas f a m i l i a r e s ticas sociales, es p o s i b l e constatar q u e : 1) las políticas f a m i l i a r e s
expresadas c l a r a m e n t e . E n c a m b i o , e n los países e n los q u e se h a n o s o n t a n n e u t r a s c o m o se p r e t e n d e , y 2) q u e la i n t e r v e n c i ó n g u -
d e s a r r o l l a d o e l m o d e l o p r i v a t i s t a — m á s r e p r e s e n t a t i v o d e l esti- b e r n a m e n t a l e n m a t e r i a f a m i l i a r n o sólo tiene u n a f u n c i ó n de
lo b r i t á n i c o y e s t a d o u n i d e n s e — , se n o t a la ausencia d e políticas a p o y o , s i n o t a m b i é n n o r m a t i v a . E n este o r d e n de ideas, l a i n t e r -
f a m i l i a r e s explícitas, pues se considera q u e l a i n t e r v e n c i ó n d e l v e n c i ó n d e l Estado i m p l i c a t a n t o u n a lógica n o r m a t i v a ( a u t o r i t a -
Estado e n m a t e r i a f a m i l i a r amenaza p o t e n c i a l m e n t e l a l i b e r t a d ria) c o m o u n a social; e n el p r i m e r caso, e l Estado despliega y
de los i n d i v i d u o s . D e t a l suerte, e n ese c o n t e x t o , las políticas so- recurre a d i s p o s i t i v o s jurídicos, m i e n t r a s q u e e n e l s e g u n d o d e -
ciales se o r i e n t a n hacia e l bienestar de los i n d i v i d u o s , y supues- s a r r o l l a p r o g r a m a s de a p o y o social a l a f a m i l i a (cf. Robert, 1990).
t a m e n t e n o t o c a n a las f a m i l i a s s i n o e n la m e d i d a e n que los
beneficiarios de los p r o g r a m a s de bienestar social, e n t a n t o i n d i -
Precisamente por ser la familia una institución del ámbito privado de los individuos,
v i d u o s , g e n e r a l m e n t e f o r m a n p a r t e de u n g r u p o f a m i l i a r . muchos problemas —como la violencia doméstica— se vuelven relativamente invisibIt'N
y resulta difícil evaluar su magnitud e incidir sobre ellos.

16
»7
C u a n d o aseguramos que las políticas f a m i l i a r e s n o s o n n e u - i m p l i c a c i o n e s políticas, a t i n aquellas q u e se m u e s t r a n m á s I t ^ n l
tras (o a l m e n o s n o c o m p l e t a m e n t e n e u t r a s ) , l o d e c i m o s p o r q u e cas. A s í , e n cada m o m e n t o , y de acuerdo c o n e l c o n t e x t o socio
resulta m á s q u e e v i d e n t e que las acciones y los p r o g r a m a s que político d o m i n a n t e , e l Estado t o m a r á e n cuenta las situacionoH
d e r i v a n de tales políticas c o n l l e v a n i m p l í c i t a m e n t e u n t r a s f o n d o relacionadas c o n e l f e n ó m e n o f a m i l i a r de m a n e r a d i f e r e n t e , p r i v i -
i d e o l ó g i c o . D e hecho, esta afirmación se aplica a c u a l q u i e r p o l í - l e g i a n d o , s e g ú n sea e l caso, la n a t a l i d a d y la n u p c i a l i d a d o e l c o n -
tica social y n o sólo a las destinadas a las f a m i l i a s : t r o l n a t a l y e l retraso de la e d a d p a r a e l casamiento, p o r ejemplo.

Para i l u s t r a r l o anterior, t o m e m o s e l caso de la n a t a l i d a d . Si


La política social ha sido históricamente una fuerza activa en el orde- b i e n ésta c o n s t i t u y e u n f e n ó m e n o e m i n e n t e m e n t e d e m o g r á f i c o ,
namiento de las relaciones sociales, que se enfrenta a sus propios y c o m o t a l se c o n t e m p l a d e n t r o de la política d e p o b l a c i ó n , s i -
efectos en la estructura de clases; no es u n simple agregado en la ges-
m u l t á n e a m e n t e c o n s t i t u y e u n factor de carácter f a m i l i a r , y a que
tión pública destinado a atender las necesidades de la sociedad, sino
e n la m a y o r í a de los casos los n a c i m i e n t o s se p r o d u c e n d e n t r o
una acción modeladora del orden social (Icháustegui, 1996, p. 91).
d e l á m b i t o d e la f a m i l i a o establecen e l n a c i m i e n t o de n u e v a s f a -
miUas .4 A h o r a b i e n , en s u definición de políticas famiUares y d e -
Para e l caso específico de l a f a m i l i a , t a m b i é n p o d e m o s a f i r -
m o g r á f i c a s , e l Estado p u e d e a d o p t a r t i n a p o s i c i ó n a b i e r t a m e n t e
m a r que n i n g u n a política f a m i l i a r es n e u t r a :
p r o n a t a l i s t a o, a l c o n t r a r i o , d e f i n i t i v a m e n t e a n t i n a t a l i s t a . C l a r o
está q u e , f r e c u e n t e m e n t e , la t e n d e n c i a (preferencia) d e l Estado
[la política familiar] privilegia una o algunas concepciones de la fa-
p u e d e estar e n c u b i e r t a bajo u n d i s c u r s o de respeto a las l i b e r t a -
milia; ella refiere a una visión de la vida humana, de la persona, de
des i n d i v i d u a l e s , reflejado en l a p r e m i s a n e o l i b e r a l d e l " d e r e c h o
las relaciones interpersonales y de la sociedad en general; estas con-
cepciones vehiculan u n cierto número de valores que se consideran i n a l i e n a b l e a l a a u t o d e t e r m i n a c i ó n i n d i v i d u a l " . Pero, e n l a p r á c -
importantes: valores económicos, sociales, culturales y morales; va- tica, los o p e r a t i v o s que se d e s p l i e g a n ( y que de h e c h o c o n s t i t u -
lores que son operacionalizados a través de los reglamentos, de las y e n l a " o p e r a c i o n a l i z a c i ó n " de la política) p u e d e n orientarse
políticas o de las legislaciones particulares que guían las interven- hacia la p r o m o c i ó n de la n a t a l i d a d o, a l c o n t r a r i o , hacia l a U m i -
ciones en este campo (Grupo de Investigación Ethos, 1988; citado tación de los n a c i m i e n t o s . A s í , en el caso de los p a í s e s m á s desa-
por Conseil de la Famille, 1988). r r o l l a d o s d e O c c i d e n t e , d o n d e la n a t a l i d a d es g e n e r a l m e n t e m u y
baja, existen p r o g r a m a s que aUentan u n a m a y o r f e c u n d i d a d y
L a d i n á m i c a social de la f a m i l i a se c o n s t r u y e , e v i d e n t e m e n t e , q u e se traducen tanto en asignaciones directas d e recursos eco-
a p a r t i r de la e v o l u c i ó n de las prácticas de los actores sociales n ó m i c o s a las f a m i l i a s p o r cada h i j o que t i e n e n , c o m o e n estrate-
que la f o r m a n ; ésta d e p e n d e en b u e n a m e d i d a de la t r a n s f o r m a - gias d e s a l u d , e d u c a c i ó n , v i v i e n d a , etc., que p r o c u r a n q u e los
ción de las c o s t u m b r e s ; p e r o n o h a y que o l v i d a r q u e t a m b i é n se hijos n o representen u n a carga e c o n ó m i c a m u y f u e r t e p a r a las fa-
c o n s t r u y e a p a r t i r d e l "abordaje s o c i a l " , es decir, de l a m a n e r a e n milias. E n cambio, en países menos desarrollados que, como en
que las situaciones y los p r o b l e m a s f a m i l i a r e s se v u e l v e n objeto
de i n t e r v e n c i o n e s sociales.
* No pretendemos afirmar que los nacimientos se producen siempre en el seno de las
Consecuentemente, la c o n c e p c i ó n de la " c u e s t i ó n f a m i U a r " familias, o que son resultado de uniones conyugales, puesto que en muchas sociedades
está estrechamente relacionada c o n las p o s t u r a s políticas y socia- se ha disociado la sexualidad (y eventualmente la reproducción) del matrimonio. Sin
embargo, en la mayoría de los casos, el nacimiento de un niño establece vínculos que
les de cada é p o c a . A s e g u r a Peter W a r d (1989) que las d e p e n d e n - constituyen la unidad más universal de la institución familiar: la diada madre-hijo (cf.
cias y b u r o c r a c i a s n o o p e r a n e n u n v a c í o político: t o d a s t i e n e n Fox, 1985).

18 19
de l a m a y o r í a ) , o de aquellos e n los cuales existen barreras lóen-
la m a y o r í a de los l a t i n o a m e r i c a n o s , t i e n e n a ú n índices d e n a t a l i -
les p a r a la r u p t u r a d e l v í n c u l o c o n y u g a l , el hecho es q u e , de c u a l -
d a d m u y elevados, se h a n creado c a m p a ñ a s i n t e n s i v a s d e p l a n i -
q u i e r m a n e r a , la decisión de las a u t o r i d a d e s repercute sobre In
ficación farmliar, p o n i e n d o a disposición d e las personas, de
v i d a de las personas. D e t a l suerte, c u a n d o l a institución d e l d i -
m a n e r a accesible — y m u c h a s veces g r a t u i t a — , los recursos y
v o r c i o es reconocida y aceptada, s o n las a u t o r i d a d e s civiles q u i e -
m é t o d o s p a r a l i m i t a r los n a c i m i e n t o s ; tales c a m p a ñ a s se a p o y a n
nes d e t e r m i n a n las circunstancias bajo las cuales se puede
f u e r t e m e n t e e n consignas p u b l i c i t a r i a s que reflejan de m a n e r a
p r o d u c i r l a r u p t u r a , así c o m o las consecuencias jurídicas q u e é s -
clara la p o s t u r a ideológica: "pocos hijos p a r a darles m u c h o " , " l a
ta i m p l i c a : l a asignación de responsabilidades tales c o m o la t u t e -
f a m i l i a p e q u e ñ a v i v e m e j o r " , etc.
la o la obligación de d a r a l i m e n t o s , la aplicación de sanciones
A través de la n o r m a t i v i d a d jurídica, se hace e v i d e n t e t a m - penales o civües ( c u a n d o e l caso así l o a m e r i t a ) . Pero, i n c l u s o e n
b i é n esta f a l t a de n e u t r a l i d a d d e l Estado e n las cuestiones rela- las sociedades e n las que e l d i v o r c i o n o es r e c o n o c i d o , ello tiene
cionadas c o n l a f a m i l i a . E l m a t r i m o n i o c i v i l , p o r e j e m p l o , es u n a i m p l i c a c i o n e s p a r a la v i d a de las personas, p u e s revela l a d i s p o -
f o r m a clara de r e g l a m e n t a r las decisiones i n d i v i d u a l e s ; e l Esta- sición d e l Estado e n t r a t a r de m a n t e n e r u n i d a s a parejas q u e y a
d o d e t e r m i n a los límites d e n t r o de los cuales p u e d e realizarse la h a n s u f r i d o u n d e s m o r o n a m i e n t o m a t r i m o n i a l y que p o s i b l e -
u n i ó n c o n y u g a l , así c o m o los elementos de l i c i t u d d e l m a t r i m o - m e n t e v i v a n e n u n eterno c o n f l i c t o , t o d o e l l o e n n o m b r e d e l " i n -
n i o , los i m p e d i m e n t o s p a r a l l e v a r l o a cabo y las causas que p u e - terés p o r e l bienestar de los h i j o s " , e l " i n t e r é s c o m ú n " y e l " o r d e n
d e n d a r o r i g e n a s u disolución o a s u n u l i d a d . social".
L a m a y o r í a de las legislaciones d e f i n e n e l m a t r i m o n i o c o m o N o es n u e s t r o p r o p ó s i t o hacer a q u í j u i c i o s sobre l a " b o n d a d "
u n a " u n i ó n l i b r e y c o n t r a c t u a l entre u n h o m b r e y i m a m u j e r " , y o sobre l a p e r t i n e n c i a de todas estas leyes y n o r m a s que r e g u l a n
n o r m a l m e n t e se l o considera la " f o r m a l e g a l d e c o n s t i t u i r a l a f a - la v i d a de las f a m i l i a s . N u e s t r o l i n i c o interés es m o s t r a r q u e : a)
m i l i a " (cf. M o n t e r o - D u h a u l t , 1964). L a definición m i s m a e x c l u y e la relación entre e l Estado y las famiUas es m u y v a r i a d a y m u y
la p o s i b i l i d a d de u n i o n e s " l e g í t i m a s " entre personas d e l m i s m o c o m p l e j a , y b ) e n s u p a p e l de r e g u l a d o r de l a v i d a colectiva, e l
sexo, i m p o n i e n d o de esta m a n e r a restricciones a u n a p a r t e de l a Estado i n t e r v i e n e s i e m p r e , de m a n e r a directa o i n d i r e c t a , e n la
p o b l a c i ó n e n función de sus preferencias sexuales. Pero, a d e m á s , esfera p r i v a d a de los i n d i v i d u o s y de sus famiUas.
estas leyes establecen l a e d a d m í n i m a a la q u e u n a p e r s o n a p u e -
de casarse, i m p o n e n i m p e d i m e n t o s e n relación c o n la e n d o g a - Bajo tales p r e m i s a s , n o s parecen inaceptables los a r g u m e n t o s

m i a ( m a t r i m o n i o entre parientes c o n s a n g u í n e o s e n u n cierto q u e s e ñ a l a n q u e e l Estado debe e v i t a r i n c o r p o r a r a la f a m i l i a e n

g r a d o ) , c o n l a p o l i g a m i a ( m a t r i m o n i o de i m a p e r s o n a d e u n se- e l d e s a r r o l l o de sus políticas públicas. N o obstante, d a d a l a p r i -

x o c o n varias personas d e l sexo opuesto), o e n f u n c i ó n de l a sa- v a c i d a d de los espacios d o m é s t i c o s , es preciso c o n s i d e r a r que e n

l u d de quienes desean u n i r s e e n m a t r i m o n i o ( p a d e c i m i e n t o s de la f o r m u l a c i ó n de las acciones orientadas a las f a m i l i a s h a b r á que

e n f e r m e d a d e s de t r a n s m i s i ó n sexual o h e r e d i t a r i o s ) , y general- ser m u y selectivos y r e s t r i n g i r las i n t e r v e n c i o n e s directas a aque-

m e n t e d e c i d e n sobre las causas que p u e d e n s e r v i r de base p a r a llas situaciones e n las q u e se tenga suficiente c l a r i d a d sobre los

n u l i f i c a r u n m a t r i m o n i o o p a r a solicitar el d i v o r c i o . efectos potenciales e n e l bienestar de las f a m i l i a s y de las perso-


nas que las c o m p o n e n , s i n menoscabo de los derechos e l e m e n t a -
Por s u p a r t e , las leyes sobre e l d i v o r c i o t a m b i é n i m p l i c a n u n a
les d e l a c o n v i v e n c i a f a m i l i a r ( L ó p e z , 1996). E n este s e n t i d o , e n
i n t r o m i s i ó n d e l Estado e n l a v i d a p r i v a d a de las f a m i l i a s . Ya sea
sus p l a n t e a m i e n t o s sobre política f a m i l i a r , l a C o m i s i ó n N a c i o n a l
q u e se trate d e p a í s e s e n los que e l d i v o r c i o es aceptado (el caso

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20
lie l.i i'timilia en C h i l e ha e s t i m a d o q u e , p a r a g a r a n t i z a r la ade- ciaknente a l a f a m i l i a p o r q u e n i n g ú n o t r o aspecto de la v i d a NO
( i 1.1 da protección y e l f o r t a l e c i m i e n t o de la f a m i l i a , se debe esta- c i a l está t a n p r o f u n d a m e n t e e n r a i z a d o en nuestra v i d a p r i v i u i . i
b l f c o r u n a relación entre ésta y e l Estado sobre l a base de los c o m o éste.
p r i n c i p i o s de solidaridad y subsidariedad ( Z a m b r a , 1995). L a p r i - Para a l g u n o s , el t é r m i n o " f a m i l i a " es u n a abstracción, u n con-
mera hace referencia a l deber d e l Estado de p r o c u r a r las c o n d i - cepto c u y o s c o n t o m o s n o están b i e n d e f i n i d o s ( M o r a l e s , 1996, p .
ciones de e q u i d a d necesarias para que todos tengan la 35). S e g ú n L e G a l l y M a r t i n (1987), d i c h o t é r m i n o nos refiere —a
o p o r t u n i d a d de c o n s t i t u i r u n a f a m i l i a e n c o n d i c i o n e s materiales cada u n o de n o s o t r o s — a u n a experiencia p a r t i c u l a r y concreta,
y c u l t u r a l e s adecuadas y de m e j o r a r constantemente s u c a l i d a d t a n e v i d e n t e que conduce c o n frecuencia a o l v i d a r q u e m á s allá
d e v i d a . L a s u b s i d a r i e d a d hace referencia a q u e , e n l a o r i e n t a c i ó n de esta r e a l i d a d p r i v a d a existe o t r a , l a de la definición social o
de sus políticas sociales, e l Estado debe reconocer l a l i b e r t a d e p ú b l i c a de la f a m i l i a . E n esta r e a l i d a d social, n o s ó l o se t r a t a de
i n i c i a t i v a que t i e n e n las f a m i l i a s p a r a d e c i d i r sus destinos ( Z a m - las prácticas de los actores sociales n i de sus m a n e r a s de v i v i r , s i -
b r a , 1995). n o de l o que l a sociedad m i s m a percibe c o m o i n s t a n c i a legítima
Por s u p a r t e , L ó p e z (1996) a f i r m a que, e n políticas p ú b l i c a s re- de l a p r o d u c c i ó n y de l a r e p r o d u c c i ó n social.
feridas a l a f a m i l i a , es p o s i b l e d e l i n e a r a l m e n o s c u a t r o v e r t i e n - Tanto la h i s t o r i a c o m o la geografía nos m u e s t r a n que eso a l o
tes: e l f o m e n t o de la e q u i d a d entre los m i e m b r o s d e l g r u p o que l l a m a m o s f a m i l i a a d q u i e r e m u c h a s c o n f i g u r a c i o n e s d i f e r e n -
f a m i l i a r , l a defensa de los derechos h u m a n o s y r e p r o d u c t i v o s , e l tes s e g ú n l a é p o c a y e l l u g a r a l que h a g a m o s referencia. A s í , y s i n
a p o y o a l a tarea d é los padres y la p r o m o c i ó n de l a s o l i d a r i d a d . p r e t e n d e r c o n s t m i r a q u í u n a vasta tipología, p o d r í a m o s decir
que existen f a m i l i a s m o n o g á m i c a s y p o l i g á m i c a s ; patriarcales y
m a t r i f o c a l e s ; p a t r i l i n e a l e s y matrilíneales; extensas, s e m i e x t e n -
¿Qué es una familia? s sas y nucleares; biparentales y m o n o p a r e n t a l e s , etc. R o n a l d
L a i n g dice a l respecto:
A n t e s d e h a b l a r de u n a política social d e l a f a m i l i a , creemos
que p r i m e r o d e b e r í a m o s d e f i n i r qué es u n a f a m i l i a . Para la m a - Hablamos de familias como si todos nosotros supiéramos qué son.
y o r í a de las personas, esto p o d r í a parecer inútil, d a d o q u e cada Damos el nombre de tales a grupos de personas que viven juntas
u n o de n o s o t r o s tiene (o cree tener) u n a idea bastante clara de l o durante determinados períodos y se hallan vinculadas entre sí por
que es l a f a m i l i a , idea elaborada a p a r t i r de n u e s t r a p r o p i a expe- el m a t r i m o n i o o por el parentesco de sangre. Cuanto más estudia-
riencia e n u n e n t o r n o f a m i l i a r . Sin e m b a r g o , u n análisis d e t a l l a - mos la dinámica de la familia, más difícil nos resulta distinguir en
d o p u e d e m o s t r a m o s que e l t é r m i n o es m u c h o m á s c o m p l e j o d e qué se asemeja y en qué se diferencia de otros grupos que no reci-
l o q u e parece a p r i m e r a v i s t a . ben el nombre de familias, incluso si dejamos de lado las diferencias
que presentan las familias entre sí (Laing, 1971, p. 15).
E l e s t u d i o científico de las relaciones sociales d e l a v i d a c o t i -
d i a n a presenta d i f i c u l t a d e s peculiares, y a q u e v i v i m o s i n m e r s o s
Por s u p a r t e . Salles y Luirán señalan q u e :
e n ellas y n o s i e m p r e resulta sencillo c o n t e m p l a r l a s desde e l ex-
terior. E n e l á m b i t o social, estas consideraciones se a p l i c a n esen-
Las familias constituyen ámbitos de relaciones sociales de naturale-
za íntima, donde conviven e interactúan personas emparentadas, de
géneros y generaciones distintas. En su seno se construyen fuertes
Para una discusión más amplia sobre la definición de la familia, véase Ribeiro (1991).

22 23
lii/.os dv solidaridad; se entretejen relaciones de poder y autoridad; h e r m a n o s y h e r m a n a s q u e v i v e n s i e m p r e bajo e l m i s m o techo
se n-iiiuMi y distribuyen los recursos para satisfacer las necesidades (cf. G o u g h , 1984).
l).1sic'as de los miembros del grupo; se definen obligaciones, respon-
Pero, p a r a d e s c u b r i r la c o m p l e j i d a d de l a tarea de d e f i n i r la fa-
sabilidades y derechos de acuerdo con las normas culturales, la
m i l i a , n o es necesario remontarse a é p o c a s lejanas n i buscar for-
edad, el sexo y la posición en la relación de parentesco de sus inte-
grantes (Salles y Tuirán, 1996, p. 47). mas complejas d e organización f a m i l i a r q u e s o n m á s frecuentes
e n aquellas sociedades a las que l l a m a m o s p r i m i t i v a s y que es-
tán alejadas d e los m o d e l o s de organización q u e p r e d o m i n a n e n
Las diversas concepciones de l o que es l a f a m i l i a h a n v a r i a d o
Occidente.
al través d e l t i e m p o . Frecuentemente se la concibe c o m o u n g r u -
p o de parentesco q u e tiene s u o r i g e n en e l m a t r i m o n i o . Es p r e c i - A u n e n las sociedades m á s avanzadas d e l p l a n e t a , l a r e a l i d a d
so hacer n o t a r , s i n e m b a r g o , q u e e l concepto d e parentesco es n o s m u e s t r a q u e l a e v o l u c i ó n social reciente, m a r c a d a p o r la m o -
m u y d i s t i n t o d e l de f a m i l i a (cf. Levi-Strauss, 1967), y q u e n o t o - d e r n i d a d , h a p r o v o c a d o cambios e n la e s t r u c t u r a de las f a m i l i a s
das las f a m i l i a s t i e n e n necesariamente s u o r i g e n e n e l m a t r i m o - que —lejos de u n l v e r s a l i z a r l a — l a hacen cada v e z m á s c o m p l e -
n i o . T a m b i é n se la h a d e f i n i d o c o m o e l g r u p o d e p a r i e n t e s que ja, h e t e r o g é n e a y p l u r a l . E l l o se debe, entre otras cosas, a l a e v o -
h a b i t a n bajo e l m i s m o techo (cf. F l a n d r i n , 1979); esta i d e a d e co- l u c i ó n de las c o s t u m b r e s y las prácticas f a m i l i a r e s y sexuales, a
rresidencia h a s i d o a m p l i a m e n t e c r i t i c a d a , y a q u e se a p r o x i m a la presencia de n u e v a s tecnologías de r e p r o d u c c i ó n , a la existen-
m á s a l concepto de hogar o de unidad doméstica.^ A l g u n o s , c o m o cia d e t e c n o l o g í a s anticonceptivas que d i s o c i a n s e x u a l i d a d y
M u r d o c k (1949), l a h a n d e f i n i d o p o r sus f u n c i o n e s , a u n q u e cabe p r o c r e a c i ó n , a l a especialización de las f u n c i o n e s y l a t r a n s f e r e n -
hacer n o t a r q u e las f u n c i o n e s de la f a m i l i a v a r í a n e n o r m e m e n t e cia de otras a agencias e x t e m a s a l a u n i d a d d o m é s t i c a , a l a m o -
de u n a é p o c a a o t r a y de vm contexto c u l t u r a l a o t r o . dificación que está s u f r i e n d o l a e s t m c t u r a de papeles conjmgales
y a l a cada v e z m a y o r desacralización y s e c u l a r i z a c i ó n de la v i -
L a v a r i e d a d de organizaciones f a m i l i a r e s q u e e n c o n t r a m o s e n
d a c o t i d i a n a . Las m á s claras manifestaciones de estos f e n ó m e n o s
las diversas sociedades es t a n g r a n d e , que eUo d i f i c u l t a la tarea
p u e d e n apreciarse e n e l n ú m e r o creciente de d i v o r c i o s y de m p -
de d e f i n i r c o n precisión l o que es l a f a m i U a . P o d e m o s e n c o n t r a r
t u r a s c o n y u g a l e s , e n e l i n c r e m e n t o de los hogares m o n o p a r e n t a -
g r u p o s h u m a n o s , c o m o e l de los n u e r de l a I n d i a , e n los q u e e l
les, e n e l a u m e n t o de famiUas r e c o n s t i t u i d a s y e n e l i n c r e m e n t o
m a t r i m o n i o u n e a dos mujeres, cada u n a de las cuales e n g e n d r a
de hogares s i n hijos.
hijos c o n v a r o n e s q u e n o f o r m a n p a r t e de la i m i d a d d o m é s t i c a
(cf. Fox, 1985), u otros c o m o el de los n a y a r de la I n d i a , e n los q u e D e n t r o de t o d o este contexto c o m p l e j o d e m u l t i p U c i d a d de
el m a t r i m o n i o n o existe o es, c u a n d o m á s , xm r i t u a l s i m b ó l i c o f o r m a s d e o r g a n i z a c i ó n famiUar, p o d e m o s retener a l g u n o s as-
que n o c u m p l e las f u n c i o n e s q u e n o r m a l m e n t e le a t r i b u i m o s e n pectos q u e , p o r s u n a t u r a l e z a , parecen ser los m á s universales
O c c i d e n t e , y e n los que la u n i d a d f a m i l i a r alberga a g r u p o s de p a r a caracterizar a la f a m i l i a . E n p r i m e r l u g a r , e l hecho de q u e ,
a u n q u e e n l a m a y o r í a de los casos la u n i d a d f a m ü i a r b á s i c a está
c o m p u e s t a p o r u n g r u p o n u c l e a r c o n y u g a l (la pareja y sus hijos;
° Henry Selby y sus colaboradores (1994) consideran que el hogar es una categoría ana- Levi-Strauss, 1984), e l g m p o v e r d a d e r a m e n t e b á s i c o , u n i v e r s a l e
lítica, en tanto que la familia representa una categoría cultural. E n este sentido, el hogar
resulta una categoría práctica que, como construcción analítica, permite abordar la corre- i r r e d u c t i b l e es e l c o n s t i t u i d o p o r la m u j e r y su(s) hijo(s) (Fox,
sidencia de las personas desde la perspectiva de su reproducción material cotidiana. Pe- 1985). A d e m á s , es p o s i b l e constatar que, entre l a a m p l i a g a m a de
ro, en nuestro caso, el concepto de hogar no resulta útil para abordar el análisis de la
f u n c i o n e s q u e c u m p l e n las diversas f o r m a s de o r g a n i z a c i ó n fa-
familia y de su problemática.

24
núliiir, las m á s universales son, s i n d u d a , l a c o o p e r a c i ó n e c o n ó - p r o d u c c i ó n biológica, p o d r í a m o s s e ñ a l a r la crianza y Ki m-
mica, la reproducción de l a especie y la socialización p r i m a r i a de cialización p r i m a r i a d e los n i ñ o s (reproducción sociiil), l«i
los niños. satisfacción d e las necesidades afectivas y d e s o g u r i d i i d
A p a r t i r d e estas constataciones, p o d e m o s elaborar u n c o n - ( L i n t o n , 1972, p . 25), y e l desarroUo de l a i d e n t i d a d psicoUV
cepto q u e , a r m q u e l i m i t a d o e n s u d i m e n s i ó n s o c i o a n t r o p o l ó g i c a , gica y social.
p u e d a ser fácilmente o p e r a c i o n a l i z a d o p a r a ser a p l i c a d o d e n t r o
d e l m a r c o de u n a política f a m i l i a r . D e t a l suerte, p o d e m o s e n t o n -
ces d e f i n i r l a f a m i l i a c o m o "un grupo primario formado por padre(s) Cambio social y cambio familiar
e hijo(s), y eventualmente otros parientes, unidos entre sí por lazos
múltiples y variados, que se apoyan y ayudan de manera recíproca y que L o s c a m b i o s v i o l e n t o s que s u f r e n las sociedades desde hace ya
cumplen diversas funciones en beneficio mutuo y de la sociedad". varias d é c a d a s h a n i m p a c t a d o f u e r t e m e n t e a las f a m i l i a s , provo-
E n esta definición existen diversos elementos sobre l o s q u e c a n d o c o n e l l o m o d i f i c a c i o n e s sustanciales e n las f o r m a s de or-
vale l a p e n a hacer u n a b r e v e reflexión: g a n i z a c i ó n f a m i l i a r , e n l a d i n á m i c a i n t e r n a d e las f a m i l i a s y en
sus p a t r o n e s d e interacción.
a. N o s r e f e r i m o s a los padres e n u n s e n t i d o m u y a m p l i o : p a - N o se p u e d e n e g a r q u e , a m e d i d a que las sociedades avanzan,
dres b i o l ó g i c o s o a d o p t i v o s ; d e n t r o o f u e r a d e l a casa; p a - las estructuras sociales se a c o m o d a n a las n u e v a s c o n d i c i o n e s
dres ú n i c o s ( f a m i l i a s m o n o p a r e n t a l e s ) o e n pareja ( f a m i l i a s prevalecientes. A p a r e c e n n u e v a s i n s t i t u c i o n e s , otras desapare-
biparentales). cen y u n a s m á s se m o d i f i c a n y se especializan. H i s t ó r i c a m e n t e ,
b . A l h a b l a r d e l a presencia d e otros p a r i e n t e s , reconocemos la f a m ü i a h a i d o t r a n s f o r m a n d o s u c o n f i g u r a c i ó n ; l a a p a r i c i ó n de
q u e n o todas las f a m i l i a s son nucleares. E x i s t e n t a m b i é n fa- n u e v a s i n s t i t u c i o n e s le h a arrebatado m u c h a s d e sus f u n c i o n e s ,
m i l i a s extensas, semiextensas y compuestas. c o m o e n e l caso d e l a escuela, l a c u a l absorbe g r a n p a r t e d e l pa-
p e l e d u c a d o r y f o r m a d o r d e l a f a m ü i a . Pero t a l vez n u n c a en la
c. C u a n d o h a b l a m o s d e lazos m ú l t i p l e s y v a r i a d o s , h a c e m o s
h i s t o r i a d e l a h u m a n i d a d l o s cambios h a y a n s i d o t a n v i o l e n t o s
a l u s i ó n a v í n c u l o s legales ( c o m o e l m a t r i m o n i o o l a a d o p -
c o m o los que se i n i c i a r o n e n l a é p o c a d e l a r e v o l u c i ó n i n d u s t r i a l
ción) y v í n c u l o s d e hecho (como l a u n i ó n consensual); a l a -
y q u e c o n t i n ú a n hasta nuestros días.
zos b i o l ó g i c o s ( c o n s a n g u i n i d a d ) , afectivos y e d u c a t i v o s ; a
lazos c u l t u r a l e s y d e valores. E n este s e n t i d o , los p a í s e s p i o n e r o s e n l a c o n s t r u c c i ó n d e po-
líticas d e a t e n c i ó n a l a f a m i U a r e s p o n d i e r o n — c a d a u n o en su
d . F i n a l m e n t e , c u a n d o i n d i c a m o s que l a f a m ü i a c u m p l e f u n -
m o m e n t o — a las presiones que los cambios s o c i o f a m ü i a r e s ejer-
ciones e n b e n e f i c i o m u t u o y d e l a sociedad, aceptamos e l
c i e r o n sobre las condiciones d e v i d a d e las personas. Así, por
v a l o r e n o r m e q u e esta institución tiene p a r a e l d e s a r r o l l o
e j e m p l o , l a i n c o r p o r a c i ó n m a s i v a d e las m a d r e s d e f a m ü i a a la
social y p e r s o n a l d e l o s i n d i v i d u o s y, e n consecuencia, d e
p o b l a c i ó n e c o n ó m i c a m e n t e activa e n l o s p a í s e s m á s desarroUa-
las sociedades. Y, a u n q u e sabemos que las f u n c i o n e s v a r í a n
dos p r o v o c ó l a creación d e leyes y p r o g r a m a s p a r a a p o y a r a las
m u c h o d e u n t i p o d e f a m i l i a a o t r o , existen a l g u n a s q u e ,
m a d r e s trabajadoras y relacionadas c o n l a f a m i U a : p e r m i s o s la-
a d e m á s d e ser universales, son vitales p a r a los g r u p o s h u -
borales p a r a personas c o n responsabilidades f a m i l i a r e s ( i n c l u -
m a n o s . A s í , a d e m á s de la c o o p e r a c i ó n e c o n ó m i c a y de l a re-
y e n d o las licencias p o r m a t e r n i d a d ) , creación d e servicios

26 27
(.•iilifni.iinontalcs de guarderías i n f a n t i l e s , leyes p a r a g a r a n t i z a r
Viabilidad de una política social de la familia
h) I g u a l d a d de o p o r t u n i d a d e s , etc.

D u r a n t e los a ñ o s cuarenta y cincuenta, las sociedades occi- Si la f a m i l i a es u n a institución t a n i m p o r t a n t e para las persona.s
i lenta les o b s e r v a r o n u n a u m e n t o i m p o r t a n t e de l a n u p c i a l i d a d y p a r a las sociedades, entonces p o d r í a m o s j u s t i f i c a r la necesidad
C-) de cada 10 personas se casaban antes de l a e d a d d e 50 a ñ o s ) . de u n a política familiar específica, d i s t i n t a y c o m p l e m e n t a r i a de las
Las u n i o n e s e r a n estables, c o n m e n o s m o r t a l i d a d c o m p a r a d a otras políticas sociales enfocadas a los i n d i v i d u o s o a los grupos
con a ñ o s anteriores y pocas r u p t u r a s v o l u n t a r i a s (la e d a d de o r o sociales. Sin e m b a r g o , e l p r o b l e m a central que se p l a n t e a en este
d e l m a t r i m o n i o ) ( D a n d u r a n d , 1991, p . 27). E n E u r o p a , p o r ejem- c o n t e x t o es e l de d e f i n i r l o que es e s p e c í f i c a m e n t e f a m i l i a r . E n es-
p l o , desde p r i n c i p i o s de los años setenta, e l c o m p o r t a m i e n t o de te s e n t i d o , p o d e m o s decir que todas las políticas sociales influ-
la p o b l a c i ó n e u r o p e a frente a l m a t r i m o n i o se h a m o d i f i c a d o . Los y e n de u n a m a n e r a u o t r a sobre las f a m i l i a s p e r o , c u a n d o
c a m b i o s h a n afectado a l c o n j u n t o de los c o m p o r t a m i e n t o s f a m i - h a b l a m o s e s p e c í f i c a m e n t e de u n a política f a m i l i a r , n o s r e f e r i m o s
liares: baja de l a n u p c i a l i d a d y de l a f e c u n d i d a d , a u m e n t o d e l d i - a l a b ú s q u e d a y realización de objetivos y de valores c o m u n e s
v o r c i o , de los n a c i m i e n t o s f u e r a d e l m a t r i m o n i o y n u m e r o s a s c o n e l p r o p ó s i t o de resolver los p r o b l e m a s sociales de las f a m i -
u n i o n e s libres. lias ( Z i m m e r m a n , 1992; c i t a d o p o r Baker, 1994a). L a política f a -
A c t u a l m e n t e , las f a m i l i a s — o a l m e n o s u n a b u e n a p r o p o r - m i l i a r se refiere a l p a p e l que d e s e m p e ñ a e l Estado e n l a v i d a
ción de e l l a s — a s u m e n las m i s m a s r e s p o n s a b i l i d a d e s q u e las f a m i l i a r de los i n d i v i d u o s y a los p r o g r a m a s r e l a t i v o s a l m a t r i -
de antes e n r e l a c i ó n c o n sus m i e m b r o s , p e r o e n g e n e r a l p o r p e - m o n i o , a l d i v o r c i o , a la procreación, la filiación, la e d u c a c i ó n y el
r í o d o s m á s l a r g o s , a causa de l a m a y o r d u r a c i ó n d e l a estancia bienestar de los n i ñ o s , los c u i d a d o s a los ancianos; e n s u m a , a t o -
de los h i j o s e n l a escuela y d e l a u m e n t o g e n e r a l i z a d o d e l a es- dos los aspectos v i n c u l a d o s directa o i n d i r e c t a m e n t e c o n e l b i e -
peranza de v i d a . nestar f a m i l i a r .

T a m b i é n las f a m i l i a s r e c o n s t i t u i d a s , m o n o p a r e n t a l e s o d e E l e s q u e m a I representa gráficamente las d i m e n s i o n e s m á s


o t r o s t i p o s n o t r a d i c i o n a l e s , h a n l l e g a d o a ser n u m e r o s a s , c o m - i m p o r t a n t e s de l o q u e consideramos las c o n d i c i o n e s m í n i m a s
p a r a d a s c o n las f a m i l i a s nucleares f o r m a d a s p o r u n a pareja, p a r a e l bienestar f a m i l i a r . H e m o s d i v i d i d o estas c o n d i c i o n e s e n
d o n d e los d o s m i e m b r o s n o se casan m á s d e u n a v e z e n t o d a l a dos grandes a p a r t a d o s : las condiciones materiales y las c o n d i c i o -
vida. nes psicosociales.

T o d o s é s t o s , y m u c h o s o t r o s c a m b i o s q u e o p e r a n e n l a rea- E n t r e las c o n d i c i o n e s materiales se destacan aquellas que t i e -


l i d a d d e las f a m i l i a s , e n s u f o r m a c i ó n y e n s u f u n c i o n a m i e n t o , n e n q u e v e r c o n la d i s p o n i b i l i d a d de u n a v i v i e n d a d i g n a , c o n el
p l a n t e a n l a n e c e s i d a d de q u e e l E s t a d o d i s e ñ e y p o n g a a f u n - acceso a l a e d u c a c i ó n y a l e m p l e o , c o n la s a l u d , la recreación y e l
c i o n a r p o l í t i c a s y p r o g r a m a s q u e , a d e m á s d e ser p r o g r e s i s t a s y acceso a los servicios; cada u n a de estas c o n d i c i o n e s c o n s t i t u y e
coherentes, sean t a m b i é n d i n á m i c o s y flexibles, para poder e l objeto de u n a política social sectorial. E n c a m b i o , entre las c o n -
c o n t r i b u i r a l b u e n d e s a r r o l l o de las f a m i l i a s y d e los i n d i v i - d i c i o n e s psicosociales están l a p a r e n t a l i d a d , l a c o n y u g a l i d a d , la
duos. s e x u a l i d a d , la c o m u n i c a c i ó n , la planificación f a m i l i a r y l a p a r t i -
c i p a c i ó n a l i n t e r i o r de la f a m i l i a ; es decir, los aspectos específica-
mente familiares.

28
29
ESQUEMA I Es h a b i t u a l que los p l a n i f i c a d o r e s d e l bienestar social c o n i i -
b a n políticas destinadas a las personas, s i n c o n s i d e r a r la r e a l i d a d
Condiciones materiales
famüiar. A l d i s e ñ a r estrategias de intervención social, se debe to-
m a r e n cuenta q u e las personas g e n e r a l m e n t e f o r m a n p a r t e de
u n a f a m i l i a . L o s p r o g r a m a s de atención a la m u j e r , p o r e j e m p l o ,
d e b e n c o n s i d e r a r q u e l a m a y o r í a de las mujeres s o n , a d e m á s ,
m a d r e s , esposas e hijas.

ESQUEMA 2

Condiciones psicosociales

A d i c i o n a l m e n t e , y d a d o que las f a m i l i a s están f o r m a d a s p o r


i n d i v i d u o s c o n características relacionadas c o n e l g é n e r o , c o n l a
e d a d y c o n las f u n c i o n e s que d e s e m p e ñ a n , ' ' las políticas enfoca-
das a l a f a m i l i a d e b e n t o m a r e n cuenta estos aspectos, cor\side-
rando la existencia de subsistemas familiares específicos
(parental, c o n y u g a l , f r a t e r n a l , etc.).

' Esto, por supuesto, no significa contemplar a la familia como un mero agregado de in-
dividuos. Se trata de incorporar la fenomenología específica de edad y de género en las
consideraciones del ámbito familiar.

30 3»
U i i i i política f a m i l i a r , e n consecuencia, debe plantearse dos el que se d e s a r r o l l a s u v i d a e m o c i o n a l y afectiva. Pero, d a d o que
grandes objetivos generales: 1) i n c i d i r sobre a q u e l l o s aspectos las f a m i l i a s n o son todas iguales, y que, p o r e l h e c h o de pertene-
(|iie son específicamente familiares y q u e n o están c u b i e r t o s p o r las cer a g r u p o s socioculturales diferentes, sus c o s t u m b r e s t a m b i é n
otras políticas sociales; 2) asegurarse de q u e e l E s t a d o t o m e en son d i f e r e n t e s , u n a política de v i v i e n d a debe adecuarse a las ne-
cuenta a la f a m i l i a e n e l c o n j u n t o de sus políticas sociales, y a q u e cesidades de los t i p o s p r e d o m i n a n t e s de f a m i l i a s y d e los contex-
todas las políticas públicas, n o i m p o r t a s i a p a r e n t e m e n t e están tos q u e las r o d e a n . L a m e n t a b l e m e n t e esto n o suele o c u r r i r así.
d e s v i n c u l a d a s de l a v i d a f a m i l i a r , d e b e n evaluarse p o r sus i m - E n los p a í s e s m e n o s desarrollados e n general, y e n L a t i n o a m é r i -
pactos — i n t e n c i o n a l e s o i m p r e v i s t o s — e n e l f v m c i o n a m i e n t o de ca e n p a r t i c u l a r , las acciones g u b e r n a m e n t a l e s e n m a t e r i a de v i -
las f a m i l i a s . v i e n d a y d e d e s a r r o l l o u r b a n o presentan u n g r a n rezago. Los
p r o g r a m a s p a r a a y u d a r a las f a m i l i a s y a las personas p a r a que
E n e l p r i m e r caso, resulta m á s q u e e v i d e n t e q u e existen aspec-
t e n g a n u n a h a b i t a c i ó n d i g n a n o alcanzan n i d e lejos a c u b r i r las
tos e s p e c í f i c a m e n t e f a m i l i a r e s y que n o están c o n t e m p l a d o s e n
d e m a n d a s sociales.
las otras políticas sectoriales. U n e j e m p l o de e l l o l o c o n s t i t u y e e l
derecho de f a m i l i a , e l c u a l debe ser c o n t i n u a m e n t e r e v i s a d o y ac- U n p r o b l e m a serio relacionado c o n la asistencia q u e e l Estado
t u a l i z a d o p a r a que las leyes r e s p o n d a n e f i c i e n t e m e n t e a las ne- debe o p u e d e b r i n d a r a las f a m i l i a s se relaciona c o n l a limitación
cesidades cambiantes que p l a n t e a esta institución e n p e r m a n e n - de los recursos financieros apUcables a los p r o g r a m a s de asisten-
te t r a n s f o r m a c i ó n . A s i m i s m o , p o d r í a m o s i n c l u i r e n este p r i m e r cia social. E l hecho es q u e u n a política de acción e n b e n e f i c i o de
o b j e t i v o c u a l q u i e r t i p o de acción o p r o g r a m a ( p a r t i c u l a r m e n t e las f a m i l i a s i m p l i c a el d e s a r r o l l o de p r o g r a m a s específicos que
de t i p o e d u c a t i v o ) q u e b r i n d e a p o y o a las f a m i l i a s p a r a l a conse- a t i e n d a n necesidades de los n i ñ o s , de las mujeres, de los ancia-
cución de sus fines y l a realización de sus f u n c i o n e s . A q u í p o - nos, y e l l o cuesta m u c h o d i n e r o ( p o r e j e m p l o , u n sistema e f i c i e n -
drían entrar, entre m u c h a s otras cosas, p r o g r a m a s de asesoría te de g u a r d e r í a s i n f a n t i l e s que a p o y e a las mujeres p a r a q u e
p r o f e s i o n a l (a padres de f a m i l i a , a c ó n y u g e s ) , d e asesoría l e g a l p u e d a n e n f r e n t a r sus necesidades profesionales e n c o n d i c i o n e s
(para casos de a d o p c i ó n , de d i v o r c i o , de v i o l e n c i a d o m é s t i c a , de m a y o r i g u a l d a d c o n respecto a los varones). S i n e m b a r g o , las
etc.), de e d u c a c i ó n sexual, de orientación p a r a l a p l a n e a c i ó n de tendencias e c o n ó m i c a s observadas actualmente e n casi t o d a s las
las etapas y metas de l a v i d a f a m i l i a r , de m e d i a c i ó n y t e r a p i a p a - regiones d e l m u n d o n o ofrecen u n p a n o r a m a m u y alentador, y a
ra los c o n f l i c t o s f a m i l i a r e s , etc. que los recursos g u b e r n a m e n t a l e s se d e s t i n a n p r i n c i p a l m e n t e a
a c t i v i d a d e s que t r a t a n de r e f o r z a r l a p r o d u c t i v i d a d i n t e r n a y l a
E n c u a n t o a l s e g u n d o o b j e t i v o , y p a r t i e n d o de s u carácter
c o m p e t i t i v i d a d e n los mercados internacionales, r e s t á n d o l e s i m -
m u l t i s e c t o r i a l , la política f a m i l i a r debe p l a n t e a r l a n e c e s i d a d de
p o r t a n c i a a los p r o g r a m a s de bienestar social. I n c l u s o entre los
que l a f a m i l i a — c o n s u g r a n p l u r a l i d a d — sea t o m a d a e n c u e n t a
p a í s e s europeos y n o r t e a m e r i c a n o s q u e se e n c u e n t r a n a l a v a n -
e n l a definición y e l d e s a r r o l l o de las otras políticas sociales. A s í ,
g u a r d i a d e las políticas sociales y c o n u n a f u e r t e presencia de u n
p o r e j e m p l o , e n su definición de la política de v i v i e n d a , e l Esta-
"Estado b e n e f a c t o r " , se n o t a u n retroceso e n e l d e s a r r o l l o de los
d o debe c o n s i d e r a r n o ú n i c a m e n t e el h e c h o q u e las personas ne-
p r o g r a m a s asistenciales d e b i d o a la a c t u a l crisis e c o n ó m i c a m i m -
cesitan u n techo p a r a guarecerse d e las inclemencias d e l t i e m p o ,
d i a l (cf. D a n d u r a n d , 1992; Payne, 1994; R o y 1990). D e hecho, la
sino f u n d a m e n t a l m e n t e que u n a casa c o n s t i t u y e e l escenario
c o y i m t u r a e c o n ó m i c a m u n d i a l parece e x i g i r que se le o t o r g u e u n
d o n d e se d e s a r r o l l a la v i d a c o t i d i a n a de la f a m i l i a , e l l u g a r d o n -
p a p e l cada v e z m á s p r e p o n d e r a n t e a l a eficacia, a l r e n d i m i e n t o .
de las personas i n t e r a c t ú a n y que c o n f o r m a p a r a ellas e l hogar e n

32 33
,1 lii descentralización y a l a participación d e l sector p r i v a d o e n metas de m a y o r e q u i d a d social; t a m b i é n j u e g a n u n p a p e l i m p o r -

el f i n a n c i a m i e n t o d e los p r o g r a m a s g u b e r n a m e n t a l e s ( G r u p o de tante e n la l e g i t i m a c i ó n de los sistemas políticos, e n l a r e p r o d u c -


ción social y e n e l m a n t e n i m i e n t o d e l o r d e n p ú b l i c o . Es, quizás,
Investigación Ethos, 1990).
p o r este m o t i v o p o r l o q u e pocos p a í s e s l a t i n o a m e r i c a n o s h a n
Las políticas sociales e n c u e n t r a n s u m á x i m a e x p r e s i ó n e n e l
p o d i d o i n t e g r a r poUticas de a p o y o a l a f a m i l i a y m á s b i e n h a n ca-
Estado benefactor (Welfare State). E n este s e n t i d o , l a a c t u a l crisis
naUzado sus recursos (casi s i e m p r e insuficientes) hacia e l " c o m -
e c o n ó m i c a m u n d i a l y las tendencias hacia l a eficiencia d e l a p r o -
b a t e " a la pobreza y hacia la provisión de servicios, i n f r a e s t r u c t u r a
ducción, r e s u l t a d o d e l proceso d e globalización d e las econo-
básica, e d u c a c i ó n y s a l u d (no o l v i d e m o s q u e estas acciones t a m -
mías, presionan fuertemente para u n a menor participación del
bién t i e n e n c o n frecuencia u n p r o p ó s i t o electoraUsta).
Estado e n todas las esferas de l a v i d a social y m u y p a r t i c u l a r -
m e n t e en los p r o g r a m a s de asistencia y de bienestar social. Esto Las p o l í t i c a s nacionales de l a f a m i U a y los p r o g r a m a s corres-
se m a n i f i e s t a e n u n a t e n d e n c i a a r e d u c i r e l c r e c i m i e n t o de las f i - p o n d i e n t e s enfocados a las f a m i l i a s se v e n d i r e c t a m e n t e afecta-
nanzas p ú b l i c a s respecto d e l c r e c i m i e n t o d e las necesidades so- dos p o r las c o n d i c i o n e s s o c i o e c o n ó m i c a s . P o r t a l r a z ó n , d e b e n
ciales (Roy, 1990). ser establecidos e n e l c o n t e x t o m á s a m p l i o de p o l í t i c a s y p r o g r a -
mas sociales q u e abarcan c a m p o s c o m o e l de la p o b l a c i ó n , la
H a b r í a , q u e s e ñ a l a r s i n e m b a r g o , que l a d i s p o s i c i ó n d e r e c u r -
p r o t e c c i ó n y l a s e g u r i d a d social, e l e m p l e o , l a s a l u d y l a n u t r i -
sos o l a p r o s p e r i d a d e c o n ó m i c a n o es suficiente p a r a l a e x p a n -
ción, l a h a b i t a c i ó n , l a a g r i c u l t u r a y l a r e f o r m a a g r a r i a , l a p l a n i -
sión de los p r o g r a m a s sociales; así, p o r e j e m p l o , e n los Estados
ficación r e g i o n a l y u r b a n a , l a i n d u s t r i a l i z a c i ó n , e l d e s a r r o l l o
U n i d o s , a pesar d e l a p r o s p e r i d a d q u e este p a í s t u v o d u r a n t e
r u r a l , etc. Todas estas políticas sectoriales d e b e n t o m a r e n c u e n -
los a ñ o s sesenta, n u n c a se p u s i e r o n e n m a r c h a p r o g r a m a s d e
ta a la f a m i l i a c o m o u n i d a d . C a d a f a m i l i a es u n a u n i d a d de v i -
s e g u r i d a d social r e l a t i v o s a l a s a l u d , l a m a t e r n i d a d o e l e m p l e o ,
d a social y p e r s o n a l . L a f a m i l i a n o es u n a s i m p l e y u x t a p o s i c i ó n
p r e f i r i e n d o i n v e r t i r sus recursos e n l a defensa m i l i t a r , e n l a ex-
de i n d i v i d u o s ; es, de a l g u n a m a n e r a , l o que s o n los i n d i v i d u o s
p l o r a c i ó n espacial, e n carreteras (Baker, 1994b). D e t a l m a n e r a ,
q u e l a c o m p o n e n , las relaciones q u e establecen entre ellos, e l
i n d e p e n d i e n t e m e n t e de l a d i s p o n i b i l i d a d de recursos f i n a n c i e -
g r u p o q u e ellos f o r m a n , los valores que c o m p a r t e n o q u e d i s p u -
ros, e n a l g u n o s países se h a n p u e s t o e n m a r c h a p r o g r a m a s y p o -
t a n , los contactos y redes que m a n t i e n e n c o n otras f a m i l i a s y
líticas d e atención a la f a m i l i a a pesar de sus g r a n d e s costos,
g r u p o s , e l techo bajo e l q u e h a b i t a n , las estrategias q u e d e s a r r o -
m i e n t r a s q u e e n otros se h a dejado que las famiUas a s u m a n s u
l l a n p a r a v i v i r , sus p a s a t i e m p o s , etc. ( G o b i e r n o de Quebec, 1984,
r e s p o n s a b i l i d a d y se " a y u d e n a sí m i s m a s " , c o n u n a p o y o m í n i -
p . 48). L o s p r o g r a m a s concebidos e n f u n c i ó n de los m i e m b r o s
m o d e l sector p ú b l i c o .
de l a f a m i l i a , c o m o las mujeres, los n i ñ o s , los j ó v e n e s , los viejos,
A t e n d i e n d o l a r e a l i d a d e c o n ó m i c a de los p a í s e s m e n o s desa- las personas c o n discapacidades, d e b e r í a n i n s i s t i r sobre e l h e -
r r o l l a d o s e n general, y de los l a t i n o a m e r i c a n o s e n p a r t i c u l a r , cho d e q u e las f a m i l i a s s o n u n i d a d e s caracterizadas p o r u n a d i -
vino p o d r í a p r e g u n t a r s e : ¿ c u á n d o es m á s p r o b a b l e q u e los g o - n á m i c a p r o p i a y q u e c o n s t i t u y e n recursos primarios para
b i e r n o s o f r e z c a n p r o g r a m a s d e bienestar social?, ¿ d u r a n t e p e r í o - satisfacer sus necesidades; s i las políticas sociales y los p r o g r a -
dos d e r e l a t i v a p r o s p e r i d a d e c o n ó m i c a , o e n t i e m p o s de crisis, mas de a t e n c i ó n n o t o m a n e n cuenta este e l e m e n t o , e s t á n d e s t i -
p a r a c o m p e n s a r los efectos adversos de las m e d i d a s g u b e r n a - nadas a l fracaso ( O N U , 1987).
m e n t a l e s (cf. W a r d , 1989)? Resulta m á s que e v i d e n t e q u e las p o -
líticas d e bienestar social n o sólo se h a n d i s e ñ a d o p a r a l o g r a r

34 35
¿Una política social desde la base? p r o g r a m a s d e bienestar social. Las políticas p ú b l i c a s q u e i n c i d e n
en los espacios f a m i l i a r e s d e b e n c o n t r i b u i r a crear las c o n d i c i o -
Un general, las f a m i l i a s aparecen n o r m a l m e n t e c o m o objeto de nes p r o p i c i a s p a r a q u e las f a m i l i a s p u e d a n p o t e n c i a r y a r t i c u l a r
planeación y d e política social. Pero, c o m o s e ñ a l a L e ñ e r o (1996), sus recursos materiales, h u m a n o s y c u l t u r a l e s (Salles y Tuirán,
cabe p r e g u n t a r : ¿ q u i é n diseña l a política enfocada a la f a m i l i a ? , 1996).
¿qué p a p e l j u e g a n las f a m i l i a s e n l a política social?, ¿ d e b e n ser
entidades receptivas solamente o p r o t a g o n i s t a s de las políticas? Y, La política pública dirigida a las familias debería tomar en cuenta
si son p r o t a g o n i s t a s , ¿ c ó m o f o m e n t a r l a p a r t i c i p a c i ó n de las f a - condiciones que permitan potenciar los recursos disponibles en el
grupo y lograr ima mejor y más equitativa distribución entre sus
m i l i a s e n l a e l a b o r a c i ó n de dichas políticas desde sus p r o p i o s i n -
miembros (López, 1996, p. 30).
tereses y necesidades? Estas p r e g u n t a s n o t i e n e n respuestas
fáciles e i n m e d i a t a s . De hecho, l a construcción m i s m a d e l a polí-
Para ser eficaz, u n a política de la f a m i l i a debe sustentarse e n
tica f a m i l i a r debe p a r t i r de estos c u e s t i o n a m i e n t o s .
la c o n s u l t a y l a concertación. E l g o b i e r n o n o p u e d e n i debe ac-
H a b í a m o s s e ñ a l a d o que, p a r a g a r a n t i z a r l a p r o t e c c i ó n y e l t u a r solo; es i n d i s p e n s a b l e u n esfuerzo c o l e c t i v o p a r a a p o y a r y
f o r t a l e c i m i e n t o de la f a m i l i a , se debe establecer u n a relación e n - a c o m p a ñ a r a las m a d r e s y a los padres e n sus responsabilidades
tre ésta y e l Estado sobre la base de los p r i n c i p i o s d e solidaridad y parentales y asegurar e l b u e n d e s a r r o l l o de los n i ñ o s ( L ó p e z ,
subsidiariedad ( Z a m b r a , 1995). L a subsidiariedad se refiere a q u e , 1996, p . 32). Las f a m i l i a s d e b e n i n v o l u c r a r s e desde l a definición
en l a orientación d e sus políticas sociales, e l Estado debe recono- m i s m a d e l a p r o b l e m á t i c a f a m i l i a r , y a que s o n ellas quienes la
cer l a l i b e r t a d e i n i c i a t i v a que t i e n e n las f a m i l i a s p a r a d e c i d i r sus confrontan cotidianamente.
destinos.
Por l o t a n t o , es preciso i n v o l u c r a r a las p r o p i a s f a m i l i a s y a las
E n este s e n t i d o , es absolutamente necesario q u e se r o m p a n organizaciones c o m u n i t a r i a s en la definición d e los m m b o s que
los esquemas verticales de intervención g u b e r n a m e n t a l q u e h a n la m i s m a política debe seguir, así c o m o e n los p r o g r a m a s y las ac-
caracterizado d u r a n t e m u c h o t i e m p o a casi t o d o s los p a í s e s l a t i - ciones q u e m e j o r r e s p o n d a n a sus necesidades.
n o a m e r i c a n o s y a m u c h o s otros que están e n vías d e d e s a r r o l l o .
S i n e m b a r g o , l a m o d e m i z a c i ó n que se v i v e a c t u a l m e n t e e n los
U n a política f a m i U a r eficiente debe p a r t i r desde l a base, p u e s s ó -
p a í s e s de e c o n o m í a s emergentes, c o m o es e l caso de los de la re-
lo así p u e d e rescatar las d e m a n d a s legítimas y auténticas de l a
gión l a t i n o a m e r i c a n a , h a p r o d u c i d o , a d e m á s de la secularización
p o b l a c i ó n . D i c h o de o t r o m o d o , l a política social es t a m b i é n u n
y desacralización de l a v i d a familiar, t t n proceso cada vez m á s
asunto d e l a sociedad c i v i l y p o r ello la sociedad c i v i l debe asu-
acentuado de individualización, n o sólo a l i n t e r i o r de la f a m i U a ,
m i r su parte de responsabilidad.
s i n o t a m b i é n e n e l á m b i t o c o m i m i t a r i o . Esto e v i d e n t e m e n t e obs-
Esto i m p l i c a que se debe considerar a las f a m i l i a s n o c o m o e l t a c u l i z a l a c o o p e r a c i ó n c o m i m i t a r i a y l a i n t e r f a m i U a r . E l l o nos
objeto, s i n o c o m o el sujeto a c t i v o de las políticas q u e l a afectan, presenta u n p a n o r a m a d e atomización f a m i l i a r q u e hace m u y d i -
p r o m o v i e n d o l a g e n e r a c i ó n de a u t o i n i c i a t i v a s p a r a l a s o l u c i ó n fícil e l i n v o l u c r a m i e n t o real y c o n j u n t o de las f á m u l a s p a r a l a sa-
de sus p r o b l e m a s . tisfacción de sus necesidades. L o a n t e r i o r es m á s cierto c u a n d o
N o es p o s i b l e h a b l a r de u n a política f a m i l i a r para las f a m i l i a s , h a b l a m o s de l a c o o p e r a c i ó n i n t e r f a m i l i a r q u e de l a c o o p e r a c i ó n
c o m o s i éstas f u e r a n entidades pasivas que se c o n s t i t u y e n e n re- i n t r a f a m i l i a r . E n r e a l i d a d , a pesar de que se h a n o t a d o vtn cierto
ceptoras d e la acción de las agencias e x t e m a s encargadas de los d e b i U t a m i e n t o d e las redes de parentesco extenso, c u a n d o u n a

36 37
persona tiene u n p r o b l e m a , s u f a m i l i a generalmente se i m p l i c a n e n , y e n ella se tejen lazos p r i v i l e g i a d o s q u e t i e n e n con.se-
lie una u o t r a f o r m a . Frecuentemente, las f a m i l i a s se v e n afecta- cuencias d u r a n t e t o d a l a v i d a de los i n d i v i d u o s .

das en f o r m a directa p o r los p r o b l e m a s de c u a l q u i e r a d e sus 3. L a f a m ü i a a p o r t a u n a contribución i n d i s p e n s a b l e a l desa-


m i e m b r o s , y d e b e n i m p l i c a r s e e n la b ú s q u e d a de soluciones. r r o l l o e c o n ó m i c o , social y c u l t u r a l de u n a s o c i e d a d . A c a m -
b i o , ella debe p o d e r contar c o n e l a p o y o que necesita. Toda
Para L e ñ e r o (1996), estamos frente a t t n p a n o r a m a de d e s c o m -
la sociedad debe m a n i f e s t a r u n a g r a n s o l i d a r i d a d hacia las
posición d e l a a n t i g u a e s t r u c t u r a c o m i m i t a r i a y d e inexistencia
familias.
de u n a n u e v a r e d de interacción social. E l r á p i d o proceso d e u r -
b a n i z a c i ó n , q u e caracteriza a casi t o d o s los p a í s e s de e c o n o m í a s 4. Los p a d r e s s o n los p r i m e r o s responsables d e l d e s a r r o l l o y
emergentes, h a r o t o las c o m u n i d a d e s de b a r r i o , d e j a n d o u n v a - e l bienestar de sus hijos, p e r o la sociedad debe reconocer
cío o r g a n i z a c i o n a l úiterfamiliar y c o m i m i t a r i o , d o n d e existe a u - t a m b i é n q u e tiene u n a p a r t e i m p o r t a n t e de esa responsabi-
sencia d e c o o p e r a c i ó n y las relaciones sociales se caracterizan lidad.
p o r la desconfianza m u t u a .
5. L o s lazos entre padres e hijos d e b e n ser p r e s e r v a d o s , i n d e -
E l d e s a f í o , entonces, n o sólo es p o n e r en m a r c h a acciones p a - p e n d i e n t e m e n t e d e la f r a g i l i d a d de la pareja c o n y u g a l . Es
ra atender a l a f a m i l i a ; d e b e n hacerse esfuerzos e n e l n i v e l c o m u - necesario g a r a n t i z a r las fvmciones parentales a u n c u a n d o
n i t a r i o p a r a i n v o l u c r a r a las f a m i l i a s y p o t e n c i a r las capacidades se r o m p a e l v í n c u l o c o n y u g a l .
de éstas p a r a e n f r e n t a r la satisfacción de sus necesidades y la so- 6. L o s p r i n c i p i o s de e q u i d a d entre h o m b r e s y mujeres d e b e n
lución d e sus p r o b l e m a s , f o m e n t a n d o e l d e s a r r o l l o de g r u p o s y aplicarse de m a n e r a concreta e n las relaciones a l i n t e r i o r d e
organizaciones faixüliares de a u t o a y u d a y de c o o p e r a c i ó n . la f a m i l i a , entre e l p a d r e y la m a d r e , e l h e r m a n o y l a h e r m a -
n a ; estos p r i n c i p i o s de i g u a l d a d d e b e n g u i a r t o d a la o r g a -
n i z a c i ó n d e l a f a m i l i a y e l ejercicio de sus f u n c i o n e s , de
Principios de acción y objetivos de una política social m a n e r a q u e se favorezca e l r e p a r t o j u s t o d e las tareas d o -
de la familia m é s t i c a s entre los m i e m b r o s de la f a m i l i a y e l a r r e g l o p a c í -
f i c o d e los c o n f l i c t o s .
Los p r i n c i p i o s sobre los q u e debe reposar l a a c c i ó n d e l Estado
7. L a d i v e r s i d a d f a m i l i a r es u n a r e a l i d a d q u e n o p u e d e pasar
e n m a t e r i a de política f a m i l i a r son los siguientes:
d e s a p e r c i b i d a . A d e m á s de las f a m i l i a s b i p a r e n t a l e s , se re-
conoce l a existencia de f a m i l i a s m o n o p a r e n t a l e s y de f a m i -
1 . E l r e c o n o c i m i e n t o d e que la f a m i l i a es l a u n i d a d f u n d a m e n -
lias r e c o n s t i t u i d a s , e n diversas etapas d e l ciclo f a m i l i a r , c o n
t a l d e la sociedad y e l m e d i o n a t u r a l p a r a e l c r e c i m i e n t o y
diferentes n i v e l e s de acceso a los recursos.
bienestar de sus m i e m b r o s . C a d a f a m i l i a es u n a u n i d a d de
v i d a social y p e r s o n a l . 8. E l a p o y o q u e p u e d e ser o f r e c i d o a las f a m i l i a s y a sus m i e m -
b r o s es u n asunto de interés g e n e r a l q u e i m p l i c a a o r g a n i -
2. L a f a m i l i a p r o p o r c i o n a e l soporte afectivo y m a t e r i a l i n d i s -
zaciones p ú b l i c a s y p r i v a d a s (organizaciones f a m i l i a r e s ,
pensable a los n i ñ o s . Ella preserva y t r a n s m i t e los v a l o r e s
s i n d i c a t o s , empresas, m v i n i c i p a l i d a d e s , escuelas, servicios
c u l t u r a l e s . Ella sostiene a los ancianos y a quienes s u f r e n a l -
d e s a l u d , agencias g u b e r n a m e n t a l e s y n o g u b e r n a m e n t a -
g ú n t i p o d e d i s c a p a c i d a d . E l l a genera u n m e d i o p r o p i c i o
les, etc.). Por t a l m o t i v o , l a política f a m ü i a r debe ser m u l t i -
p a r a la a y u d a m u t u a y e l bienestar de quienes l a c o m p o -

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sectorial, es decir, debe desarrollarse a p a r t i r d e l a i n t e g r a - "política f a m i l i a r " genera u n t e m o r c o m p r e n s i b l e sobre lu
ción de l a d i m e n s i ó n f a m i l i a r d e la v i d a de las personas e n p o s i b i l i d a d de que e l Estado i n v a d a este espacio p r i v i l e g i a -
todos los sectores sociales, p o r q u e l a f a m i l i a c o n s t i t u y e u n d o de i n t i m i d a d .
m e d i o de v i d a que está p r o f u n d a m e n t e r e l a c i o n a d o c o n los
otros contextos de la v i d a social ( G o b i e r n o d e Quebec, Por s u l a d o , los p r i n c i p a l e s objetivos de u n a política f a m i l i a r
1984, p . 23). E l l o s i g n i f i c a que l a política f a m i l i a r c o m o l a d e b e r í a n ser, entre otros:
que a q u í se p r o p o n e debe hacer u n l l a m a d o a l a concerta-
ción a t o d o s los sectores e c o n ó m i c o s , políticos y sociales, y
debe i n v o l u c r a r t a m b i é n a l sector p r i v a d o . • Reconocer a la f a m i l i a c o m o t i n v a l o r colectivo f u n d a m e n t a l .

9. E l g o b i e r n o debe reconocer l a c o m p e t e n c i a de las f a m i l i a s y • Favorecer l a realización de investigaciones sobre la f a m i l i a ,


sobre su d i n á m i c a i n t e r n a y sus necesidades, así c o m o so-
de las organizaciones q u e se interesan e n l a institución fa-
bre los factores que i n f l u y e n e n s u p r o b l e m á t i c a .
m i l i a r p a r a que se i m p U q u e n e n l a e l a b o r a c i ó n y e n la p u e s -
ta en m a r c h a de p r o g r a m a s y de m e d i d a s susceptibles de • Reconocer q u e la f a m i l i a es u n a r e a l i d a d e n c o n t i n u a t r a n s -
m e j o r a r las condiciones de v i d a de las f a m i l i a s . formación.

10. Las políticas, los p r o g r a m a s y las p r á c t i c a s d e b e n estar • C o n t r i b u i r a l a c o h e s i ó n y e s t a b i l i d a d de la f a m i l i a , consi-


a d a p t a d o s a las necesidades de los d i v e r s o s t i p o s de f a m i - d e r a n d o la g r a n d i v e r s i d a d de t i p o s de f a m i l i a existentes.
lias y d e b e n r e s p o n d e r p r i o r i t a r i a m e n t e a las f a m i l i a s q u e • A u x i l i a r y o r i e n t a r a los padres de f a m i l i a e n la tarea d e f o r -
p r e s e n t a n necesidades m a y o r e s . L a política f a m i l i a r debe m a c i ó n y e d u c a c i ó n d e sus hijos, y c o n t r i b u i r de esta m a n e -
estar d i r i g i d a a todas las famiUas, i n d e p e n d i e n t e m e n t e de ra a asegurar el d e s a r r o l l o a r m o n i o s o d e los n i ñ o s y d e los
s u c o m p o s i c i ó n , t a m a ñ o o clase social, a u n q u e p o r razones adolescentes.
o b v i a s las f a m i l i a s de sectores pobres y m a r g i n a d o s s o n
• F o m e n t a r e l d e s a r r o l l o i n t e g r a l de la m u j e r y establecer ac-
quienes son susceptibles de r e c i b i r e l m a y o r i m p a c t o .
ciones o r i e n t a d a s a ofrecerle i g u a l d a d de o p o r t u n i d a d e s e n
11. L a famiÜa se h a t r a n s f o r m a d o r a d i c a l m e n t e a l o l a r g o d e l t o d a s las esferas de la v i d a social.
s i g l o X X , p e r o las políticas sociales n o h a n estado a l a a l t u -
• D e s a r r o l l a r p r o g r a m a s de p r e v e n c i ó n de p r o b l e m a s asocia-
ra d e esos cambios (Baker, 1994a, p . 3). Por t a l m o t i v o , los
dos c o n l a d e s o r g a n i z a c i ó n y la r u p t u r a famiUar, así c o m o
p r o g r a m a s y las acciones o r i e n t a d o s hacia e l bienestar f a -
acciones que f a v o r e z c a n la estabiUdad de las parejas y de
m i l i a r d e b e n considerar e l e n t o r n o s i e m p r e c a m b i a n t e e n e l
sus f a m i l i a s .
que se d e s e n v u e l v e l a f a m i U a .
• I m p u l s a r l a puesta e n m a r c h a de p r o g r a m a s o r i e n t a d o s a l
12. E l p a p e l d e l Estado debe ser a p o y a r y n o d i r i g i r . U n o de
bienestar de los ancianos y s u integración f a m i l i a r .
los temas delicados de la política f a m i U a r es q u e genera i n -
q u i e t u d e s e n ciertos sectores d e la p o b l a c i ó n acerca d e la • P r o p o n e r r e f o r m a s y adiciones a las leyes q u e afectan a la
p o s i b i U d a d de q u e e l Estado i n t e r v e n g a d i r e c t a m e n t e e n l a mujer, al menor y a la familia, y d i f u n d i r información per-
v i d a p r i v a d a de los i n d i v i d u o s . E n efecto, es b i e n s a b i d o t i n e n t e sobre la legislación v i g e n t e que sea de interés p a r a
q u e l a f a m i l i a es e l l u g a r p r i v a d o p o r excelencia, e n e l q u e las f a m i l i a s .
las personas v i v e n s u i n d i v i d u a l i d a d . T a n s ó l o l a e x p r e s i ó n

40 4»
• P r o m o v e r la planificación d e l a f a m i l i a , e n t e n d i d a ésta n o
sólo c o m o l a regulación de la f e c u n d i d a d , s i n o t a m b i é n co-
m o u n proceso i n t e g r a l de p l a n e a c i ó n de las etapas y los c i -
clos de l a v i d a famiUar.
• P r o m o v e r e l d e s a r r o l l o de u n a sexuaUdad sana, c o m p l e t a y
Reconocer a la familia como un valor
satisfactoria.
colectivo fundamental
• P r o m o v e r l a d i s m i n u c i ó n de la v i o l e n c i a , n o sólo e n e l seno
d e las f a m i l i a s s i n o t a m b i é n de los m e d i o s d e c o m u n i c a c i ó n
de masas.
• Facultar y p r o m o v e r la práctica d e a c t i v i d a d e s c u l t u r a l e s ,
turísticas, d e p o r t i v a s y recreacionales e n f a m i l i a .

• Favorecer l a conciliación entre e l trabajo y la f a m i l i a , p r o -


m o v e r u n a m a y o r participación de los v a r o n e s a l i n t e r i o r
de l a f a m i U a y u n a m e j o r repartición d e tareas d o m é s t i c a s
entre e l h o m b r e y l a m u j e r .

Establecer v í n c u l o s c o n otras poKticas sociales, c o n e l p r o p ó - Sin l u g a r a d u d a s , e l f u n d a m e n t o m á s i m p o r t a n t e y p i m t o d e


sito de a r t i c u l a r los esfuerzos d e l Estado e n l a c o n s t r u c c i ó n d e l p a r t i d a d e u n a poUtica social de la f a m i l i a debe ser e l r e c o n o c i -
bienestar social y f a m i l i a r . m i e n t o d e l a contribución que esta institución hace a l d e s a r r o l l o
de los i n d i v i d u o s y de la c o l e c t i v i d a d .
E n los siguientes apartados, anaUzaremos c o n m á s detalle l o
Es v e r d a d q u e la sociedad m o d e r n a n o p u e d e e x i s t i r s i n e l Es-
que s i g n i f i c a cada u n o de estos objetivos.
t a d o , n a d i e l o d u d a , p e r o n o m e n o s cierto es que t a m p o c o p u e d e
p e r p e t u a r s e s i n la f a m i U a . A pesar de que, e n e l proceso d e e v o -
l u c i ó n social, e l Estado h a i d o a b s o r b i e n d o p o c o a p o c o las f u n -
ciones q u e t r a d i c i o n a k n e n t e le c o r r e s p o n d í a n a l a f a m i l i a , e n l a
p r á c t i c a es p o s i b l e observar que ésta sigue j u g a n d o t o d a v í a un
p a p e l esencial e n la v i d a de las personas y d e las sociedades.

D e b e m o s señalar, e n p r i n c i p i o , que la f a m i U a y l a sociedad es-


tán i n t e r r e l a c i o n a d a s d e m u c h a s y m u y v a r i a d a s m a n e r a s . D i c e
W i l l i a m G o o d e (1966) q u e es a través de l a f a m i U a c o m o l a socie-
d a d p u e d e sacar al i n d i v i d u o s u necesaria c o n t r i b u c i ó n a l o r d e n
social, p e r o q u e , e n c a m b i o , la f a m i l i a s ó l o p u e d e c o n t i n u a r s i es
sostenida p o r l a sociedad a l a c u a l pertenece.

42 43
I Vrc), a u n q u e la f a m i l i a es u n a institución m o l d e a d a p o r la so- a l proceso de socialización. Por ello, es necesario que el sistemu
c i e d a d , sabemos que c u m p l e u n a i m p o r t a n t í s i m a f u n c i ó n e n e l f a m i l i a r sea objeto d e l a reproducción. Pero las f a m i l i a s c o n s t i t u -
establecimiento y la estructuración de la civilización, p o r q u e , si y e n u n i d a d e s complejas q u e f o r m a n p a r t e de i m m i s m o contex-
b i e n es c i e r t o que las pautas f a m i l i a r e s d e p e n d e n d e l a c i v i l i z a - to social, a s u vez c o m p l e j o y cambiante. L a f a m i l i a debe a d a p -
ción de l a q u e f o r m a n p a r t e , n o se p u e d e negar q u e las p a r t i c u - tarse a l e n t o r n o q u e la e n v u e l v e y c a m b i a r e n l a m e d i d a e n que
l a r i d a d e s estructurales de cada civilización r e s u l t a n de la f o r m a las fuerzas e x t e m a s l o exijan. Así, la f a m i l i a debe asegurar la re-
concreta e n que se o r g a n i z a la f a m i l i a e n u n a é p o c a y e n u n l u - p r o d u c c i ó n de l a c o n t i n u i d a d social, p e r o i n c o r p o r a n d o i n n o v a -
gar específicos (Schrecker, 1970). ciones e n cada g e n e r a c i ó n .

E n este s e n t i d o , p o d e m o s decir que la i m p o r t a n c i a estratégi- De a l g u n a m a n e r a , p o d e m o s decir que l a f a m i l i a , c o m o i n s t i -


ca de la f a m i l i a se encuentra e n s u función m e d i a d o r a d e n t r o de tución encargada de m ú l t i p l e s y diversas tareas, surge d e l hecho
xma sociedad m á s extensa, y a que es ella l a q u e enlaza a los i n d i - b i o l ó g i c o de l a l a r g a d e p e n d e n c i a d e l n i ñ o , e n u n proceso de
v i d u o s c o n l a e s t r u c t u r a social a m p l i a d a . D e t a l suerte, p a r a p o - c o m p l e j a interacción entre l a sociedad y e l i n d i v i d u o (Benedek,
d e r s o b r e v i v i r , c u a l q u i e r sociedad debe satisfacer ciertas necesi- 1970). P o r esta r a z ó n , s u función m á s i m p o r t a n t e consiste e n la
dades elementales, c o m o l a p r o d u c c i ó n y l a distribución d e i n t e g r a c i ó n d e l recién n a c i d o e n l a c u l t u r a d u r a n t e sus a ñ o s de
a l i m e n t o s , la protección de los n i ñ o s y de los ancianos, los c u i d a - f o r m a c i ó n , es decir, e n s u a c o n d i c i o n a m i e n t o a las n o r m a s y a las
dos a los e n f e r m o s , e l respeto y l a obediencia a las leyes, la socia- pautas v i g e n t e s en l a respectiva civilización; e n consecuencia, la
lización d e los j ó v e n e s , etc. f a m i l i a o p e r a , e n t o d o t i e m p o y lugar, c o m o e l m e j o r i n s t m m e n -
t o de t r a n s m i s i ó n de las t r a d i c i o n e s y las convenciones, p e r m i -
Por esta r a z ó n , las f a m i l i a s s o n , y s i e m p r e h a n s i d o , e l e m e n -
t i e n d o así l a i n c o r p o r a c i ó n d e l n i ñ o a l a sociedad, y g a r a n t i z a n d o
tos f u n d a m e n t a l e s de l a sociedad. E n ellas reposa l a r e s p o n s a b i -
al m i s m o t i e m p o l a c o n t i n u i d a d de d i c h a sociedad p u e s , c o m o
l i d a d de l a r e p r o d u c c i ó n b i o l ó g i c a de los i n d i v i d u o s , de los
s e ñ a l a M e r t o n (1972), "la familia es la principal correa de transmisión
c u i d a d o s materiales hacia los n i ñ o s d u r a n t e e l p e r í o d o de c r i a n -
para la difusión de las normas culturales en la generación siguiente".^
za y de la socialización p r i m a r i a . E n ellas t a m b i é n t i e n e n l u g a r e l
a c o p i o y l a distribución de los recursos materiales p a r a la super- H i s t ó r i c a m e n t e , los i n d i v i d u o s h a n p r i v i l e g i a d o , e n s u r e p r o -
v i v e n c i a d e l g r u p o d o m é s t i c o y, e n general, p u e d e decirse que d u c c i ó n c o t i d i a n a , las relaciones que se d a n e n e l á m b i t o de l a v i -
c u m p l e n f u n c i o n e s de soporte físico y e m o c i o n a l de sus m i e m - d a d o m é s t i c a y p a r e n t a l . Las f a m i l i a s h a n j u g a d o u n p a p e l
b r o s (cf. Parsons y Bales, 1955). f u n d a m e n t a l e i n s u s t i t u i b l e p a r a e l d e s a r r o l l o d e los i n d i v i d u o s .
C o m o espacios p r i v i l e g i a d o s que son p a r a l a t r a n s m i s i ó n de v a -
Resulta, p u e s , i n d u d a b l e que, p a r a subsistir, las sociedades
lores, t a n t o i n d i v i d u a l e s c o m o colectivos, h a n g u i a d o a las gene-
t i e n e n n e c e s i d a d de r e p r o d u c i r s e . A s i m i s m o , es t a m b i é n i n d i s -
raciones e n s u v i d a d i a r i a y en su r e p r o d u c c i ó n ( L ó p e z e I z a z o l a ,
c u t i b l e q u e u n o de los p r i n c i p a l e s agentes de l a r e p r o d u c c i ó n de
1994, p . 3). E n todas las c u l t u r a s , la f a m i l i a h a c u m p l i d o s i e m p r e
u n a sociedad es l a f a m i l i a . A través de ésta, las sociedades b u s -
can asegurar e l r e e m p l a z o de la p o b l a c i ó n (y d e la m a n o de
obra), p e r o t a m b i é n t r a t a n de r e p r o d u c i r la c u l t u r a , los valores y
° No queremos decir con esto que, gracias a esta reproducción social, las sociedades se
los m e c a n i s m o s c u l t u r a l e s de c o n t r o l social, p a r a g a r a n t i z a r l a mantienen estáticas; evidentemente existe una dinámica social que hace que todas las so-
c o n t i n u i d a d y l a s o b r e v i v e n c i a . L a f a m i l i a llega a ser u n a u n i d a d ciedades evolucionen constantemente. Pero, aun en esa evolución, la participación de las
familias es esencial, pues en ellas se gestan simultáneamente muchas de las conductas In-
r e p r o d u c t i v a de l a n o r m a t i v i d a d social, tarea q u e realiza gracias
novadoras.

44 45
iiiiii función socializadora f u n d a m e n t a l , t r a n s m i t i e n d o las n o r -
mas y los valores societales a sus m i e m b r o s y, m e d i a n t e s u a s i m i -
lación, p r e p a r a n d o a s u descendencia para funcionar en el Favorecer la realización de investigaciones
m u n d o social ( M o n t e n e g r o , 1995). sobre la familia, sobre su dinámica interna
Es p o r eUo p o r l o q u e , e n p r á c t i c a m e n t e t o d a s las c u l t u r a s , la y sus necesidades, así como sobre los
f a m i l i a h a s i d o v a l o r i z a d a c o m o u n a e s t r u c t u r a social v i t a l . A p e -
factores que influyen en su problemática
sar de q u e e n diversas é p o c a s h a n s u r g i d o d o c t r i n a s antifamilís-
ticas, c o m o las expuestas p o r la corriente antipsiquiátrica r e p r e -
sentada p o r Cooper, L a i n g y Esterson,^ l o cierto es q u e éstas h a n
s i d o p r á c t i c a m e n t e m a r g i n a l e s , c o m p a r a t i v a m e n t e c o n las i d e o -
logías e n f a v o r de la institución f a m i l i a r . E l l o se debe, i n s i s t i m o s ,
a que las sociedades reconocen e l i m p o r t a n t e p a p e l q u e j u e g a es-
ta institución e n la r e p r o d u c c i ó n social. Pero t a m b i é n se debe a
q u e , e n l a v i d a c o t i d i a n a de l a m a y o r í a de las personas, se c o n -
c e p t u a l i z a a la f a m i l i a c o m o el r e f u g i o í n t i m o y p e r s o n a l c o n t r a
las v i c i s i t u d e s d e la v i d a d i a r i a y c o m o e l á m b i t o de e x p r e s i ó n d e
la v i d a afectiva.
Desde hace t i e m p o , los gobiernos de a l g i m o s p a í s e s e n d e s a r r o -
C a d a f a m i l i a es i m a u n i d a d de v i d a p e r s o n a l . C o m o y a h e m o s l l o h a n r e a l i z a d o esfuerzos — m u c h a s veces f u n d a d o s e n un p o -
s e ñ a l a d o , cada f a m i l i a es l o q u e s o n los i n d i v i d u o s q u e l a c o m - b r e c o n o c i m i e n t o d e la r e a l i d a d s o c i o f a m i l i a r — p a r a e n f r e n t a r l a
p o n e n , e l g r u p o q u e f o r m a n , las relaciones que establecen entre creciente p r o b l e m á t i c a que presentan las f a m i l i a s c o m o conse-
ellos, los valores q u e c o m p a r t e n o se d i s p u t a n , l o s contactos q u e cuencia de sus d i f i c u l t a d e s de adaptación a u n e n t o r n o e n c o n t i -
t i e n e n c o n otras f a m i l i a s , c o n otras personas y c o n otros m e d i o s n u o proceso de t r a n s f o r m a c i ó n .
de v i d a , sus a c t i v i d a d e s d e subsistencia, sus d i v e r s i o n e s , etc.
Las perspectivas q u e presenta a c t u a l m e n t e l a institución f a -
Gracias a esta r e d de experiencias y d e m ú l t i p l e s aprendizajes,
irühar s o n , s i n d u d a , e x t r e m a d a m e n t e complejas y v a r i a d a s , y l a
los n i ñ o s se c o n v i e r t e n e n c i u d a d a n o s . Por t a l m o t i v o , u n a p o l í -
p r o b l e m á t i c a q u e encierra h a p r o d u c i d o considerables i n q u i e t u -
tica f a m i l i a r es, ante t o d o , e l r e c o n o c i m i e n t o que el Estado hace
des e n t o d o s los sectores de la sociedad. E n este s e n t i d o , s i d e n -
de este hecho social y h u m a n o .
t r o de los p r o p ó s i t o s de u n a poMtica f a m i l i a r está e l b r i n d a r a p o -
y o a las f a m i l i a s p a r a l o g r a r e l sano y a r m o n i o s o d e s a r r o l l o d e
t o d o s y cada u n o de sus m i e m b r o s , entonces d e b e n plantearse
estrategias y p r o g r a m a s q u e a t i e n d a n sus necesidades. Pero
¿ a c a s o es p o s i b l e d i s e ñ a r tales estrategias y elaborar planes y
p r o g r a m a s s i n o se tiene u n c o n o c i m i e n t o s u f i c i e n t e m e n t e p r o -
f u n d o de l a r e a l i d a d f a m i l i a r ? D e t a l suerte, d e b e r í a m o s p r e g u n -

9 E l lector interesado puede consultar: Cooper (1971), Laing (1971), y Laing y Esterson
t a m o s : ¿ q u é t a n t o sabemos acerca de los d i v e r s o s procesos que
(1967). encierra la o r g a n i z a c i ó n f a m i l i a r ? , ¿hasta q u é p u n t o h e m o s acu-

46 47
Ululado u n c o n o c i m i e n t o suficientemente a m p l i o sobre la p r o b l e - las m i g r a c i o n e s , los mercados de trabajo, la d i n á m i c a d e m o g r á -
mática que d e r i v a de los cambios que e n f r e n t a n a c t u a l m e n t e fica, la p a r t i c i p a c i ó n c i u d a d a n a , etc. Pocos h a n s i d o aquellos que
nuestros países y sobre la repercusión que éstos t i e n e n sobre la d i - h a n a d o p t a d o l a f a m ü i a c o m o eje c e n t r a l d e sus líneas de i n v e s -
n á m i c a i n t e r n a de las familias? E n e l C o n c i l i o N a c i o n a l d e Rela- tigación, r e s u l t a n d o de e l l o u n a e n o r m e p o b r e z a d e c o n o c i m i e n -
ciones Familiares de los Estados U n i d o s , se considera q u e la i n - to acerca d e l f e n ó m e n o f a m i l i a r .
vestigación sobre las f a m i l i a s p u e d e a y u d a r a i d e n t i f i c a r aquellos
Resulta, p u e s , de s u m a i m p o r t a n c i a que se realicen y se f o -
aspectos de política pública que son necesarios p a r a crear las c o n -
m e n t e n p r o g r a m a s y p r o y e c t o s de investigación q u e p u e d a n
diciones sociales y f a m i l i a r e s m á s adecuadas p a r a g a r a n t i z a r l a
p r o p o r c i o n a m o s u n a v i v a i m a g e n de l a r e a l i d a d f a m i U a r e n ca-
protección a las f a m i l i a s y a los i n d i v i d u o s ( N C F R , 2001). E n c o n -
d a región, c o n s i d e r a n d o s i e m p r e su p l u r a l i d a d . Para e l l o es n e -
secuencia, es necesario conocer a f o n d o l a r e a l i d a d f a m i l i a r espe-
cesario reconocer l a aportación que p u e d e b r i n d a r la i n v e s t i g a -
cífica q u e es el objeto de u n a política de intervención d e l Estado,
ción p a r a l a confección de u n a política social enfocada a la
p a r a así p o d e r d e f i n i r l a especificidad de l a política famüiar.
f a m i l i a . D e t a l suerte, u n a de las f u n c i o n e s de t o d a política f a m i -
L o cierto es q u e nuestra experiencia nos d e m u e s t r a q u e los Uar debe ser la de alentar a las u n i v e r s i d a d e s , a los centros d e i n -
países e n d e s a r r o l l o h a n c o n c e d i d o hasta ahora m u y poca i m p o r - vestigación y a los o r g a n i s m o s g u b e m a m e n t a l e s y n o g u b e r n a -
tancia a la investigación, y esto es v e r d a d p a r t i c u l a r m e n t e e n e l mentales p a r a que se creen f o n d o s de investigación y se le o t o r g u e
área de las ciencias sociales. N o queremos d e c i r c o n esto q u e n o u n a p r i o r i d a d especial a la temática relacionada c o n la f a m i U a .
se hace investigación, sino que la parte p r o p o r c i o n a l d e l P r o d u c -
L a p r o b l e m á t i c a que e n f r e n t a n nuestras f a m i l i a s es m u y v a -
to I n t e r n o B r u t o que la m a y o r í a de estos países d e s t i n a n a a c t i v i -
r i a d a . H e a q u í algunas pistas y temas que, s i n p r e t e n d e r agotar
dades científicas y tecnológicas es m u y r e d u c i d a , c o m p a r a t i v a -
los m ú l t i p l e s aspectos d e l f e n ó m e n o e n cuestión, a m e r i t a n i m a
m e n t e c o n l o que i n v i e r t e n los países m á s desarrollados. A d e m á s ,
a t e n c i ó n especial e n t é r m i n o s de investigación:
dadas las l i m i t a c i o n e s e c o n ó n ü c a s que e n f r e n t a n t o d o s los países
de l a región, y l a orientación frecuentemente tecnocrática de los
• T r a n s f o r m a c i o n e s f a m i l i a r e s y crisis; a d a p t a c i ó n de las f a -
gobiernos, d e n t r o de los escasos recursos destinados a l a mvestí-
m i l i a s a los v i o l e n t o s cambios que o c u r r e n a s u alrededor.
gación, m u y pocos se apUcan a l á m b i t o de l o social. A s í , si p u d i é -
L a m a n e r a e n que las condiciones e x t e m a s r e p e r c u t e n so-
semos hacer e n este m o m e n t o t i n balance sobre e l peso r e l a t i v o
bre la d k i á m i c a f a m i U a r y sobre la estabiUdad d e l g m p o f a -
que tiene l a investigación social y h u m a n í s t i c a e n los d i v e r s o s
miUar. C a m b i o s e n l a e s t m c t u r a f a m i l i a r y e n las t r a d i c i o n e s
países l a t i n o a m e r i c a n o s , seguramente d e s c u b r i r í a m o s q u e , c o n
famiUares. Emergencia de nuevas f o r m a s d e o r g a n i z a c i ó n
contadas excepciones, éste es m u y bajo.
d e l a f a m i U a . Las m o d i f i c a c i o n e s de las f u n c i o n e s f a m i l i a -
A d i c i o n a l m e n t e , y a d i f e r e n c i a de l o q u e o c u r r e e n los Estados res y de los papeles conyugales.
U n i d o s —^país q u e p r o d u c e m á s d e la m i t a d d e las i n v e s t i g a c i o -
• Repercusiones de la p o b r e z a y de las crisis e c o n ó m i c a s so-
nes sobre l a f a m ü i a e n t o d o e l m u n d o — , e n los p a í s e s l a t i n o a m e -
bre las relaciones famüiares. ¿ H a s t a q u é p u n t o los p r o b l e -
ricanos l a t e m á t i c a de la f a m ü i a n o h a f o r m a d o p a r t e de las i n -
m a s de m a r g i n a l i d a d y las d i f i c u l t a d e s de subsistencia eco-
q u i e t u d e s d e l a m a y o r í a de los i n v e s t i g a d o r e s , y los temas
n ó m i c a i n f l u y e n sobre la d e g r a d a c i ó n y d e s o r g a n i z a c i ó n
p r i v ü e g i a d o s p o r d e m ó g r a f o s , sociólogos y a n t r o p ó l o g o s h a n te-
d e l n ú c l e o f a m i l i a r ? Estrategias de s o b r e v i v e n c i a f a m i l i a r .
n i d o m á s relación c o n los p r o b l e m a s v i n c u l a d o s c o n l a p o b r e z a .
I n c o r p o r a c i ó n de los menores a l a a c t i v i d a d e c o n ó m i c a .

48 49
Necesidades b á s i c a s p a r a e l sano d e s a r r o l l o social e i n d i v i - • A s p e c t o s relacionados c o n la n i ñ e z y la j u v e n t u d . C o n f l i c -
d u a l : v i v i e n d a , s a l u d , educación, trabajo, recreación. Redes tos e n t r e padres e hijos. Socialización y f o r m a c i ó n de los jó-
sociales y f a m i l i a r e s d e a u t o a j m d a y s u p e r a c i ó n . I n g r e s o , venes. Construcción de la i d e n t i d a d y de las representacio-
gasto y p a t r o n e s de c o n s u m o de los hogares. Efectos d e l ca- nes sociales. Relación entre e l a m b i e n t e f a m i l i a r y las
p i t a l social f a m i l i a r y d e l c a p i t a l h u m a n o sobre d i v e r s o s as- p r i n c i p a l e s manifestaciones d e p a t o l o g í a s sociales que
pectos de l a v i d a c o t i d i a n a de las f a m i l i a s y de sus m i e m - afectan a la j u v e n t u d . P a n d ü l e r i s m o y d e l i n c u e n c i a . Drogas
bros. y a l c o h o l . U s o d e l t i e m p o libre (recreación). O p o r t u n i d a d e s
de empleo y educación. N o v i a z g o y m a t r i m o n i o . M a l t r a t o
Desajuste e n las relaciones conyugales. C o n f l i c t o c o n y u g a l ,
a m e n o r e s . M e n o r e s a b a n d o n a d o s . M e n o r e s e n situación
a b a n d o n o y r u p t u r a . Consecuencias psicosociales y socioe-
especial. Problemas relacionados con la ausencia de i m o de
c o n ó m i c a s d e l d i v o r c i o . R e p e r c u s i ó n de l a r u p t u r a c o n y u -
los p r o g e n i t o r e s . A c t i v i d a d e c o n ó m i c a d e l o s m e n o r e s . A s -
g a l e n l a c o n d u c t a d e los hijos. Segundos m a t r i m o n i o s .
pectos generales de las relaciones entre la f a m i l i a y l a escue-
Interacción entre hijos y p a d r e s v u e l t o s a casar. P r o b l e m a s
la. I m p a c t o d e las condiciones e n la deserción escolar y e n
d e c o m u n i c a c i ó n y d e interacción en l a pareja. Causas y
el a p r o v e c h a m i e n t o a c a d é m i c o .
consecuencias de l a v i o l e n c i a c o n y u g a l .
• Temas sobre s e x u a l i d a d . N e c e s i d a d de u n a e d u c a c i ó n se-
C o n d u c t a r e p r o d u c t i v a . Estrategias de r e g u l a c i ó n de la n a -
x u a l i n t e g r a l . I n c o m p a t i b i l i d a d sexual y relaciones de p a r e -
t a l i d a d que r e s p o n d a n a necesidades d e las parejas. O b s t á -
ja. F r i g i d e z , i m p o t e n c i a . V i o l e n c i a y abuso sexual. P a t o l o -
culos socioculturales p a r a los p r o g r a m a s d e r e g u l a c i ó n de
gías sexuales. M i t o s y tabúes sexuales. S e x u a l i d a d en la
l a n a t a l i d a d . I n f e r t i l i d a d y a d o p c i ó n . N u e v a s técnicas d e
adolescencia. E m b a r a z o e n las adolescentes. Relaciones ex-
r e p r o d u c c i ó n y s u i m p a c t o sobre la m a t e r n i d a d , la p a t e r n i -
t r a c o n y u g a l e s . S a l u d sexual y r e p r o d u c t i v a . E l V I H - s i d a y
d a d y la filiación. M a d r e s solteras y f o r m a c i ó n de hogares
las e n f e r m e d a d e s sexualmente t r a n s m i s i b l e s , y s u i m p a c t o
monoparentales.
en la familia.
P r o b l e m a s de organización e interacción q u e trae consigo e l
• Aspectos generales de la s a l u d . Problemas de s a l u d m e n t a l
c a m b i o de r o l y de estatus de la m u j e r . Estrategias y políti-
d e n t r o d e l á m b i t o f a m i l i a r . A n o m a l í a s f u n c i o n a l e s y estabi-
cas d e i g u a l d a d d e o p o r t u n i d a d e s . I g u a l d a d s e x u a l e n t o -
l i d a d e m o c i o n a l . S a l u d física y nutrición. P a r t i c i p a c i ó n de
das las esferas de l a v i d a social. M e r c a d o d e trabajo y v i d a
la f a m i l i a e n los procesos de s a l u d - e n f e r m e d a d . Alcances,
f a m i l i a r . M o d i f i c a c i ó n de pautas d e i n t e r a c c i ó n entre l o s es-
p e r t i n e n c i a y d i s p o n i b i l i d a d de los servicios de s a l u d . Es-
posos. A c t i t u d e s y percepciones sobre la a c t i v i d a d e c o n ó -
trategias f a m i l i a r e s e n c u a n t o a s a l u d y m e d i c i n a a l t e r n a t i -
m i c a de las mujeres. Participación p a r e n t a l e n e l á m b i t o
v a . I m p a c t o d e las enfermedades c r ó n i c o - d e g e n e r a t i v a s de
d o m é s t i c o y e n la crianza d e los hijos.
u n m i e m b r o de l a f a m i l i a sobre los otros f a m i l i a r e s . C u i d a -
A n c i a n i d a d . R e c o n c e p t u a l i z a c i ó n sociológica de l a vejez.
dos e n e l h o g a r de e n f e r m o s crónicos.
R e v a l o r i z a c i ó n de l a tercera e d a d . Problemas que afectan e l
bienestar de los ancianos. C r e a c i ó n d e o p o r t u n i d a d e s d e
A d i c i o n a l m e n t e , c o m o a p o y o a esta tarea d e i n v e s t i g a r l a rea-
e m p l e o y fuentes de ingreso p a r a los ancianos. E l p r o b l e m a
l i d a d f a m i l i a r , es d e s u m a i m p o r t a n c i a q u e las agencias n a c i o n a -
d e l abandono y la soledad.
les encargadas de los censos, de las estadísticas y d e l registro

51
c i v i l r e v i s e n sus estrategias de captación d e l a i n f o r m a c i ó n p a r a
que — e n l a m e d i d a de l o p o s i b l e — i n c l u y a n e n sus registros l o s
datos p e r t i n e n t e s y confiables sobre las u n i d a d e s d o m é s t i c a s y
sobre los procesos fanrüliares.
Reconocer que la familia es una realidad
en continua transformación

S e ñ a l a m o s e n l a p r i m e r a p a r t e de este trabajo que l a f a m i l i a es


u n a e n t i d a d e n c o n t i n u a t r a n s f o r m a c i ó n . E n este a p a r t a d o , q u e -
r e m o s presentar algunas breves reflexiones sobre l a e v o l u c i ó n
q u e h a s u f r i d o l a f a m i l i a o c c i d e n t a l y sobre l a m a n e r a e n que d i -
cha e v o l u c i ó n se inserta d e n t r o de i m c o n t e x t o social m á s a m -
p l i o . E n este s e n t i d o , n u e s t r a p r i m e r a c o n s i d e r a c i ó n es q u e la
f a m i l i a es u n f e n ó m e n o histórico y debe ser c o n s i d e r a d a u n fe-
n ó m e n o social t o t a l , inseparable de l a sociedad g l o b a l . D e t a l
suerte, los c a m b i o s v i o l e n t o s que s u f r e n las sociedades desde h a -
ce y a v a r i a s d é c a d a s h a n i m p a c t a d o f u e r t e m e n t e a las farriilias,
p r o v o c a n d o c o n e l l o m o d i f i c a c i o n e s sustanciales e n las f o r m a s
de o r g a n i z a c i ó n f a m i l i a r , en l a d i n á m i c a i n t e r n a d e las f a m i l i a s y
e n sus p a t r o n e s d e interacción.

E n este i n t e n t o de describir las m u t a c i o n e s que h a s u f r i d o l a


f a m i l i a , n u e s t r a p r i m e r a d i f i c u l t a d consiste e n q u e n o p o d e m o s
h a b l a r t e ó r i c a m e n t e de la f a m i l i a e n general, s i n o ú n i c a m e n t e d e
t i p o s de f a m i l i a t a n n u m e r o s o s c o m o las regiones, las é p o c a s , las
clases sociales y los s u b g r u p o s d e n t r o de cada sociedad (cf. M i -
chel, 1974). A s í , t a n t o l a h i s t o r i a c o m o l a geografía nos m u e s t r a n

52 53
i j i i c oso a lo que l l a m a m o s f a m i l i a a d q u i e r e m u c h a s c o n f i g u r a - turales q u e le s o n p r o p i o s y que l a d i s t i n g u e n de las otras socie-
ciones diferentes s e g i i n la é p o c a y e l l u g a r a l que h a g a m o s refe- dades, desde q u e la e n t r a d a a la era i n d u s t r i a l se convirtió en una
rencia. r e a l i d a d p a r a los p a í s e s de Occidente, cada v e z es m á s fácil des-
c u b r i r s i m i l i t u d e s , t a n t o en los m o d o s de v i d a c o m o e n las rela-
L a d i v e r s i d a d de la organización f a m i l i a r es de g r a d o t a l que
ciones sociales. Esto se debe a l hecho de q u e e l estilo de
n o sólo hace difícil d e f i n i r l o que es l a f a m i l i a , i o s i n o q u e i n c l u s o
d e s a r r o l l o q u e h a s i d o e l e g i d o p o r estos países los coloca en una
h a p u e s t o e n tela de j u i c i o su i m i v e r s a l i d a d , " Por este m o t i v o ,
vía m u y p r ó x i m a u n o s de otros, p e r o , sobre t o d o , p o r q u e cada
h e m o s d e c i d i d o c i r c u n s c r i b i r este artículo a l análisis d e los c a m -
u n a de estas c u l t u r a s se v u e l v e m á s v u l n e r a b l e frente a l a i n t r o -
bios s u f r i d o s p o r l a f a m i l i a o c c i d e n t a l d u r a n t e l a s e g u n d a m i t a d
d u c c i ó n d e la tecnología e n la v i d a c o t i d i a n a y p o r q u e los m o d e r -
d e l s i g l o X X . A u n q u e e l concepto m i s m o de " f a m i l i a o c c i d e n t a l "
nos m e d i o s de c o m u n i c a c i ó n y el avance e n e l c a m p o d e l
n o deja de ser m u y a m p l i o , p r e t e n d e m o s hacer u n esfuerzo de
t r a n s p o r t e d e b i l i t a n las fronteras c u l t u r a l e s .
generalización.^^ E r i este s e n t i d o , estamos de a c u e r d o c o n l a p r o -
p o s i c i ó n d e l d e m ó g r a f o H e r v é Lebras (1983), q u i e n asegura que
e n m a t e r i a d e cambios f a m i l i a r e s t o d o s los p a í s e s d e s a r r o l l a d o s
h a n s i d o alcanzados p o r los m i s m o s s í n t o m a s , y eso i n d e p e n -
Interacción entre la familia y la sociedad
d i e n t e m e n t e d e las p a r t i c u l a r i d a d e s de s u situación e c o n ó m i c a ,
La f a m i l i a y la sociedad están interrelacionadas d e m u c h a s y
de su política de la f a m i l i a o de s u e s t r u c t u r a f a m i l i a r . N o obstan-
m u y v a r i a d a s maneras. A u n q u e p u e d a parecer p a r a d ó j i c o , la f a -
te, es necesario recordar que esos cambios n o se h a n p r o d u c i d o
m i l i a , s i e n d o l a u n i d a d social m á s p e q u e ñ a , tiene u n i m p o r t a n t e
s i e m p r e e n las m i s m a s condiciones n i a l m i s m o t i e m p o , y a que
i m p a c t o e n la sociedad y e n e l Estado. W i U i a m G o o d e (1966) se-
cada u n o de esos países cuenta c o n premisas s o c i o c u l t u r a l e s p a r -
ñ a l a b a , hace y a v a r i o s a ñ o s , q u e es a través de l a f a m i l i a c o m o la
ticulares, y la inserción a l proceso de industrialización h a s e g u i -
sociedad p u e d e sacar a l i n d i v i d u o s u necesaria c o n t r i b u c i ó n a l
d o c a m i n o s diferentes e n cada caso.^^
o r d e n social, p e r o q u e , e n c a m b i o , la f a m i l i a sólo p u e d e c o n t i -
A u n q u e sabemos que en el proceso de e v o l u c i ó n social cada n u a r s i es sostenida p o r la sociedad a l a c u a l pertenece. L a socie-
sociedad d e s a r r o l l a rasgos m u y p a r t i c u l a r e s , aspectos s o c i o c u l - d a d , c o m o sistema social, debe p r o p o r c i o n a r a la f a m i l i a , c o m o
u n subsistema social m á s p e q u e ñ o , las c o n d i c i o n e s necesarias
para su supervivencia.
'•^ Para una discusión más amplia del concepto de familia, véase Ribeiro (2000).
E n un artículo publicado hace ya varios años, Kathleen Gough (1984), haciendo refe- A l e s t u d i a r e l f e n ó m e n o f a m i l i a r e n O c c i d e n t e , p o d e m o s fá-
rencia a los nayar de la India, cuestionó la idea de la universalidad de la familia.
c i l m e n t e constatar q u e la f a m i l i a h a s u f r i d o t r a n s f o r m a c i o n e s
Según Colette Moreaux (1981), el imperialismo sociológico de la cultura occidental im- i m p o r t a n t e s e n e l curso de su d e s a r r o l l o h i s t ó r i c o . L a e v i d e n c i a
puso la relación pareja-hijos estadísticamente y moralmente "normal" como el prototipo
de la "familia", aceptando o rechazando —según el caso— los tipos de relación que le pa- p r o p o r c i o n a d a p o r diversas d i s c i p l i n a s sociales, c o m o l a h i s t o -
recían presentar o no analogías aparentes con la familia nuclear occidental. r i a , la s o c i o l o g í a y l a a n t r o p o l o g í a , n o s s e ñ a l a q u e l a f a m i l i a
Así, por ejemplo, los cambios en relación con la fecundidad y los comportamientos n u n c a p e r m a n e c e i g u a l , sino q u e c o n s t i t u y e u n a e n t i d a d e n c o n -
matrimoniales, que fueron observados en los países escandinavos a partir de los años se-
t i n u a t r a n s f o r m a c i ó n . E n este s e n t i d o , t i e n d e s i e m p r e a a d a p t a r -
senta, se produjeron diez años más tarde en los países del sur de Europa; es necesario ha-
cer notar que, en ciertos casos, como España, se actualizaron de una manera rápida se a la p e r m a n e n t e e v o l u c i ó n d e las sociedades. L a sociedad
(Barreré Maurisson, 1992). E n Canadá, después de la persistencia de un tradicionalismo constituye u n entorno, u n contexto dentro d e l cual evoluciona
más enraizado que en cualquier sociedad occidental, Quebec presenta un caso extremo
de modemización acelerada (Moreaux, 1981). l a v i d a f a m i l i a r ; la e s t r u c t u r a y la o r g a n i z a c i ó n d e la f a m i l i a se

54 55
e n c u e n t r a n e n u n a estrecha i n t e r a c c i ó n c o n las c o n d i c i o n e s so- r i a . E n ellas t a m b i é n t i e n e n l u g a r e l a c o p i o y l a d i s t r i b u c i ó n de
ciales p r e d o m i n a n t e s . A s í , s i l a f a m i l i a c a m b i a , e l l o es e l r e s u l t a - los recursos m a t e r i a l e s p a r a l a s u p e r v i v e n c i a d e l g r u p o d o m é s -
d o de la i n t e r a c c i ó n que o p e r a entre esta i n s t i t u c i ó n y l a tico y e n g e n e r a l p u e d e decirse que c u m p l e n f u n c i o n e s d e so-
sociedad m á s a m p l i a , de l a c u a l f o r m a p a r t e . Si l a s o c i e d a d se p o r t e físico y e m o c i o n a l de sus m i e m b r o s (cf. Parsons y Bales,
t r a n s f o r m a s i n cesar, n o p u e d e entonces r e s u l t a r e x t r a ñ o q u e l a 1955).
f a m i l i a — c o m o e l resto d e las i n s t i t u c i o n e s s o c i a l e s — e v o l u c i o -
Resulta, p u e s , i n d u d a b l e q u e , p a r a subsistir, las sociedades
ne t a m b i é n e n u n constante proceso h o m e o s t á t i c o d e adecua-
t i e n e n necesidad de r e p r o d u c i r s e . A s i m i s m o , es t a m b i é n i n d i s -
ción a las c o n d i c i o n e s cambiantes. Y, a t i n c u a n d o reconocemos
c u t i b l e q u e u n o de los p r i n c i p a l e s agentes d e la r e p r o d u c c i ó n d e
que la f a m i l i a m m c a h a s i d o estática, n o p o d e m o s i g n o r a r e l h e -
u n a sociedad es la f a m i l i a . A través d e ésta, las sociedades b u s -
c h o d e q u e sus m á s radicales t r a n s f o r m a c i o n e s se h a n m a n i f e s -
can asegurar e l r e e m p l a z o de la p o b l a c i ó n (y de l a m a n o de
t a d o p r i n c i p a l m e n t e d u r a n t e las ú l t i m a s c u a t r o d é c a d a s , y a q u e
o b r a ) , p e r o t a m b i é n t r a t a n de r e p r o d u c i r l a c u l t u r a , los valores y
h a s i d o e n este p e r í o d o c u a n d o se h a hecho m á s p a t e n t e e l i m -
los m e c a n i s m o s c u l t u r a l e s de c o n t r o l social, p a r a g a r a n t i z a r la
p a c t o de l a " m o d e m i z a c i ó n " y de l a r e v o l u c i ó n t e c n o l ó g i c a (cf.
c o n t i n u i d a d y l a s o b r e v i v e n c i a . L a f a m i l i a llega a ser u n a u n i d a d
D a n d u r a n d , 1990a).
r e p r o d u c t i v a d e l a n o r m a t i v i d a d social, tarea q u e realiza gracias
Pero, a u n q u e , c o m o h e m o s s e ñ a l a d o y a , l a f a m i l i a es i m a i n s - al proceso de socialización. Por ello, es necesario q u e e l sistema
titución m o l d e a d a p o r l a sociedad, sabemos que c u m p l e u n a i m - f a m i l i a r sea objeto de la reproducción.
p o r t a n t í s i m a f u n c i ó n e n e l establecimiento y l a e s t m c t u r a c i ó n de Pero las f a m i l i a s c o n s t i t u y e n u n i d a d e s complejas que f o r m a n
la civilización; p o r q u e , s i b i e n es c i e r t o q u e las p a u t a s f a m i l i a r e s p a r t e de u n n ü s m o contexto social, a su vez c o m p l e j o y c a m b i a n -
d e p e n d e n d e l a civilización de l a que f o r m a n p a r t e , n o se p u e d e te. L a f a m i l i a debe adaptarse a l e n t o r n o q u e la e n v u e l v e y c a m -
negar q u e las p a r t i c u l a r i d a d e s e s t m c t u r a l e s d e cada civilización b i a r e n l a m e d i d a e n que las fuerzas e x t e m a s l o e x i j a n . A s í , l a
r e s u l t a n de l a f o r m a concreta e n que se o r g a n i z a l a f a m i l i a e n u n a f a m i l i a debe asegurar la reproducción d e l a c o n t i n u i d a d social,
é p o c a y e n u n l u g a r específicos (Schrecker, 1970). p e r o i n c o r p o r a n d o i n n o v a c i o n e s e n cada g e n e r a c i ó n .
E n este s e n t i d o , p o d e m o s d e c i r q u e l a i m p o r t a n c i a e s t r a t é g i - D e a l g u n a m a n e r a , p o d e m o s decir que l a f a m i l i a , c o m o i n s t i -
ca d e l a f a m i l i a se e n c u e n t r a e n s u f u n c i ó n m e d i a d o r a d e n t r o tución encargada d e m ú l t i p l e s y diversas tareas, surge d e l hecho
de u n a s o c i e d a d m á s extensa, y a q u e es ella l a q u e e n l a z a a los b i o l ó g i c o d e la l a r g a d e p e n d e n c i a d e l n i ñ o , e n u n proceso de
i n d i v i d u o s c o n l a e s t r u c t u r a social a m p l i a d a . D e t a l suerte, p a - c o m p l e j a interacción entre l a sociedad y e l i n d i v i d u o (Benedek,
ra p o d e r s o b r e v i v i r , c u a l q u i e r s o c i e d a d debe satisfacer ciertas 1970). Por esta r a z ó n , s u función m á s i m p o r t a n t e consiste e n l a
necesidades elementales, c o m o l a p r o d u c c i ó n y l a d i s t r i b u c i ó n i n t e g r a c i ó n d e l recién n a c i d o e n la c u l t u r a d u r a n t e sus a ñ o s de
d e a l i m e n t o s , l a p r o t e c c i ó n de los n i ñ o s y d e los a n c i a n o s , los f o r m a c i ó n , es decir, e n s u a c o n d i c i o n a m i e n t o a las n o r m a s y a las
c u i d a d o s a l o s e n f e r m o s , e l respeto y l a o b e d i e n c i a a las leyes, pautas v i g e n t e s e n l a respectiva civilización; e n consecuencia, la
la s o c i a l i z a c i ó n d e los j ó v e n e s , etc. Por esta r a z ó n , las f a m i l i a s familia opera, en t o d o t i e m p o y lugar, como el mejor i n s t m m e n -
s o n , y s i e m p r e h a n s i d o , e l e m e n t o s f u n d a m e n t a l e s d e l a socie- t o de t r a n s m i s i ó n de las t r a d i c i o n e s y las convenciones, p e r m i -
d a d . E n ellas reposa l a r e s p o n s a b i l i d a d de l a r e p r o d u c c i ó n b i o - t i e n d o así l a i n c o r p o r a c i ó n d e l n i ñ o a la sociedad, y g a r a n t i z a n -
lógica d e los i n d i v i d u o s , d e l o s c u i d a d o s m a t e r i a l e s h a c i a los d o a l m i s m o t i e m p o l a c o n t i n u i d a d de d i c h a sociedad pues,
n i ñ o s d u r a n t e e l p e r í o d o de c r i a n z a y de l a s o c i a l i z a c i ó n p r i m a - c o m o s e ñ a l a M e r t o n (1972), " l a f a m i l i a es la p r i n c i p a l correa d e

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Iransmisión p a r a l a difusión de las n o r m a s c u l t u r a l e s e n l a gene- Los cambios en la familia
ración s i g u i e n t e " . i 4

H i s t ó r i c a m e n t e , los i n d i v i d u o s h a n p r i v i l e g i a d o , e n s u r e p r o - Si h a y algo que p o d e m o s a f i r m a r c o n certeza es que la fanülia es


d u c c i ó n c o t i d i a n a , las relaciones que se d a n e n e l á m b i t o de la v i - u n a e n t i d a d e n c o n t i n u a t r a n s f o r m a c i ó n . De hecho, los estudios
d a d o m é s t i c a y p a r e n t a l . Las f a m i l i a s h a n j u g a d o u n p a p e l f u n - históricos, a n t r o p o l ó g i c o s y sociológicos h a n m o s t r a d o , c o n t o d a
d a m e n t a l e i n s u s t i t u i b l e p a r a e l d e s a r r o l l o d e los i n d i v i d u o s . c l a r i d a d , q u e la f a m i l i a n u n c a permanece i g u a l ; es u n a c o l e c t i v i -
C o m o espacios p r i v i l e g i a d o s que s o n p a r a la t r a n s m i s i ó n d e v a - d a d en constante proceso de c a m b i o . E n este s e n t i d o , t i e n d e
lores, t a n t o i n d i v i d u a l e s c o m o colectivos, h a n g u i a d o a las gene- s i e m p r e a adaptarse a l a p e r m a n e n t e e v o l u c i ó n de las socieda-
raciones e n s u v i d a d i a r i a y e n s u r e p r o d u c c i ó n ( L ó p e z e I z a z o - des. Pero ¿ q u é pasa c u a n d o los cambios de las c o n d i c i o n e s exte-
la, 1994, p . 3). E n todas las c u l t u r a s , la f a m i l i a h a c u m p l i d o riores son t a n b r u t a l e s q u e las fanrülias t i e n e n d i f i c u l t a d p a r a
s i e m p r e i m a f u n c i ó n socializadora f u n d a m e n t a l , t r a n s m i t i e n d o adaptarse? C u a n d o esto sucede, y a n o se h a b l a d e e v o l u c i ó n f a -
las n o r m a s y los valores societales a sus m i e m b r o s y, m e d i a n t e s u m i l i a r , s i n o de crisis y d e s o r g a n i z a c i ó n de l a f a m i l i a .
asimilación, p r e p a r a n d o a s u descendencia p a r a f u n c i o n a r e n e l
E n l a m e d i d a e n que u n a sociedad se m o d e r n i z a y se hace m á s
m u n d o social ( M o n t e n e g r o , 1995).
u r b a n a , t a m b i é n r o m p e c o n m o d e l o s estáticos d e f i n i d o s p o r l a
Es p o r e l l o p o r l o que p r á c t i c a m e n t e todas las c u l t u r a s h a n v a - c u l t u r a t r a d i c i o n a l . L a p e n e t r a c i ó n de n u e v o s m o d e l o s de refe-
l o r i z a d o a la f a m i l i a c o m o u n a e s t r u c t u r a social v i t a l . A pesar de rencia, p a t r o n e s de c o m p o r t a m i e n t o , valores y n o r m a s , y e l flujo
que e n diversas é p o c a s h a n s u r g i d o d o c t r i n a s antifamilísticas, de u n m a y o r y m á s v a r i a d o v o l u m e n de i n f o r m a c i ó n r o m p e n o
c o m o las expuestas p o r l a corriente antipsiquiátrica representa- d i s l o c a n las f o r m a s t r a d i c i o n a l e s , p r o v i d e n c i a l i s t a s y hasta fata-
d a p o r C o o p e r , L a i n g y Esterson,^^ \o cierto es q u e éstas h a n s i d o listas d e p e r c i b i r la existencia h u m a n a y las relaciones sociales.
p r á c t i c a m e n t e m a r g í n a l e s , c o m p a r a t i v a m e n t e c o n las i d e o l o g í a s E n esa m e d i d a , la r i g i d e z se c a m b i a p o r flexibilidad, y la u n i c i -
e n f a v o r de la institución f a m i l i a r . E l l o se debe, i n s i s t i m o s , a q u e d a d p o r p l u r a l i d a d . A u n q u e esta t r a n s f o r m a c i ó n n o es instantá-
las sociedades reconocen e l i m p o r t a n t e p a p e l q u e j u e g a esta i n s - nea, s i n o q u e c o n s t i t u y e u n proceso l e n t o y c o m p l e j o , p r o v o c a
titución e n la r e p r o d u c c i ó n social. Pero t a m b i é n se debe a q u e , e n u n a transición c u l t u r a l desde sistemas m á s b i e n m o n o l í t i c o s h a -
la v i d a c o t i d i a n a de l a m a y o r í a de las personas, se conceptuaUza cia otros de carácter m á s p l u r a l , p a s a n d o p o r estados d e a m b i v a -
a l a f a m i l i a c o m o e l r e f u g i o í n t i m o y p e r s o n a l c o n t r a las v i c i s i t u - lencia y a m b i g ü e d a d .
des de l a v i d a d i a r i a y c o m o e l á m b i t o de e x p r e s i ó n de l a v i d a
E n l a f a m i l i a , esto se h a t r a d u c i d o e n c a m b i o s e n s u e s t r u c t u -
afectiva.
r a y en s u organización, p o r l o q u e la n a t u r a l e z a d e l a interacción
de los m i e m b r o s de la f a m i l i a t a m b i é n se h a m o d i f i c a d o . Por e l l o ,
n o debe s o r p r e n d e m o s l a e n o r m e d i f e r e n c i a q u e d i s t i n g u e a las
f a m i l i a s d e h o y de c o n las de hace c i n c u e n t a o c i e n a ñ o s .
No queremos decir con esto que, gracias a esta reproducción social, las sociedades se
mantienen estáticas; evidentemente, existe una dinámica social que hace que todas las
Sabemos b i e n q u e l a e s t m c t u r a d e las sociedades o c c i d e n t a -
sociedades evolucionen constantemente. Pero, aun en esa evolución, la participación de
las familias es esencial, pues en ellas se gestan simultáneamente muchas de las conduc- les resintió de m a n e r a p e c u l i a r l a v i o l e n t a t r a n s f o r m a c i ó n p r o -
tas innovadoras. v o c a d a p o r la r e v o l u c i ó n i n d u s t r i a l y q u e , desde entonces, las
15 El lector interesado puede consultar: Cooper (1971), Laing (1971), y Laing y Esterson i n n o v a c i o n e s t e c n o l ó g i c a s h a n r e p e r c u t i d o o s t e n s i b l e m e n t e en
(1967).

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loil.iH las esferas de la v i d a social. C u a n d o se i m p l a n t ó l a i n d u s - Se favoreció así l a n u c l e a r i z a c i ó n i ^ de la f a m i l i a y, j i m t o con ello,
trialización, se o b s e r v ó en e l m u n d o o c c i d e n t a l u n i m p o r t a n t e u n a r u p t u r a c o n m u c h a s de las costumbres, valores y n o r m a s
c a m b i o e n las estructuras sociales y e n los estilos d e v i d a d e los que hasta entonces regían la institución f a m i l i a r . L a f a m i l i a deja-
i n d i v i d u o s . L a p r o d u c c i ó n i n d u s t r i a l significó, antes q u e n a d a , ba p a u l a t i n a m e n t e de ser u n a u n i d a d de trabajo y se c o n s o l i d a -
u n a m o d i f i c a c i ó n r a d i c a l de los m o d o s de p r o d u c c i ó n y u n a ba cada vez m á s c o m o u n a u n i d a d d o m é s t i c a r e d u c i d a : se
f u e r t e c o n c e n t r a c i ó n de la p o b l a c i ó n e n las c i u d a d e s : c o n e l n a - convirtió d e u n i d a d de p r o d u c c i ó n p a r a c o n v e r t i r s e e n u n a u n i -
c i m i e n t o de la i n d u s t r i a , la p r o d u c c i ó n m a s i v a e x i g í a l a p a r t i c i - d a d de consumo.i''
p a c i ó n d e i m p o r t a n t e s c o n t i n g e n t e s h u m a n o s , m o t i v o p o r el Estos f e n ó m e n o s t u v i e r o n , a s u vez, \m g r a n i m p a c t o sobre las
c u a l se t u v o q u e acelerar el proceso de c o n c e n t r a c i ó n u r b a n a d e otras variables d e m o g r á f i c a s ( n a t a l i d a d y m o r t a l i d a d ) y f a m i l i a -
la p o b l a c i ó n . res ( a u m e n t o d e la e d a d a l casamiento, d i s m i n u c i ó n d e l a f e c u n -
Los procesos d e industrialización y d e u r b a n i z a c i ó n que h a n d i d a d , c a m b i o en los p a t r o n e s d e interacción d e l a pareja y de la
caracterizado e l estilo de v i d a de las sociedades occidentales d u - f a m i l i a , a c e n t u a c i ó n en la división de las esferas p ú b l i c a y p r i v a -
rante las ú l t i m a s d é c a d a s h a n acentuado l a v e l o c i d a d c o n l a q u e d a de l a f a m i l i a , etc.). Estos cambios n o se p r o d u j e r o n d e m a n e -
se p r o d u c e n los cambios sociales. L a u r b a n i z a c i ó n , p o r e j e m p l o , ra i n m e d i a t a , sino que se trató de procesos q u e se fueron
i m p l i c a m u c h o m á s q u e la m e r a c o n c e n t r a c i ó n d e l a p o b l a c i ó n c o n s t r u y e n d o a m e d i d a que la sociedad se i n d u s t r i a l i z a b a . E l
e n las c i u d a d e s . Supone, de acuerdo c o n Burgess (1973), l a co- n u e v o " m o d e l o " de f a m i l i a se i m p l a n t ó de m a n e r a m á s sóUda e n
mercialización de las a c t i v i d a d e s , l a especialización d e las v o c a - la é p o c a a n t e r i o r a l a Segtmda G u e r r a M u n d i a l , y se c o n s o l i d ó a l
ciones y de los intereses, e l d e s a r r o l l o de n u e v o s m e d i o s de t é r m i n o de ésta, a m e d i a d o s d e l a d é c a d a d e l cuarenta, presen-
c o m u n i c a c i ó n . Pero t a m b i é n s u p o n e la m o d i f i c a c i ó n de los m o - t á n d o s e c o m o e l m o d e l o de la f a m i l i a feliz ( D a n d u r a n d , 1990c).
dos t r a d i c i o n a l e s de p r o d u c c i ó n e c o n ó m i c a , u n a m a y o r h e t e r o - Q u i z á s p o r esta r a z ó n , hasta la d é c a d a d e l c i n c u e n t a , l a m a y o r
g e n e i d a d de los valores y de las costumbres d e los i n d i v i d u o s , p a r t e d e l a sociología de la f a m i l i a en los Estados U n i d o s p o n í a
u n m e n o r apego a la tradición y u n m á s a m p U o m a n e j o d e l a i n - el acento e n el concepto d e estabilidadfamiliar (cf. Parsons y Bales,
formación. 1955). Pero la g r a n t r a n s f o r m a c i ó n f a m i l i a r q u e se estaba o p e r a n -

Los i n v e n t o s y desarrollos tecnológicos p e r m i t i e r o n e l desa-


r r o l l o de m o d e r n o s m e d i o s de t r a n s p o r t e , los cuales f a c i l i t a r o n a
^ Si bien es derto, como afirma Konig (1970), que la familia nuclear no surgió con el in-
s u vez e l d e s p l a z a m i e n t o t e r r i t o r i a l de los i n d i v i d u o s . M u c h o s dustrialismo, sino que ha existido desde épocas remotas, también sabemos que este tipo de
aparatos i n v a d i e r o n los hogares e i n f l u y e r o n e n l a c o t i d i a n i d a d familia predomina en las sociedades industriales. E n contrapartida, la familia extensa o ex-
tendida tiene mayores posibilidades de predomirúo en los lugares donde la agricultura es
de la v i d a f a m i l i a r , y a sea faciUtando las tareas d e l hogar, c o m o la principal ocupación. Según Ninkoff y Middieton (1960, p. 225), las familias más peque-
f u e e l caso d e los electrodomésticos, y a sea i r r u m p i e n d o e n la i n - ñas predominan en las economías de caza y recolección y en la sociedad industrial moder-
na: " E l cazador es móvil porque persigue la caza; el trabajador industrial, el empleo."
t i m i d a d d e las relaciones f a m i l i a r e s , c o m o f u e e l caso de l a tele-
I ' ' E n la sociología occidental se ha manejado la idea de que la familia ha dejado de ser
visión. L a p r e p o n d e r a n c i a de l o i n d u s t r i a l y de l o c o m e r c i a l
una unidad de producción para convertirse en una unidad de consumo. No obstante, al
sobre las a c t i v i d a d e s e c o n ó m i c a s t r a d i c i o n a l e s (agrícolas, gana- referirnos a los países de América latina y a otros de regiones menos industrializadas, de-
deras, extractivas, etc.) y la atracción n a t u r a l d e l m o d e r n i s m o bemos ser precavidos con esta idea, pues no hay que olvidar que muchos de estos países
aún tienen una gran proporción de población rural de autosubsistencia, y que la extrema
p r o v o c a r o n l a m o v i l i z a c i ó n de m u c h a s personas, las cuales d e - pobreza que afecta a buen número de familias urbanas provoca que muchas de ellas es-
b í a n alejarse de sus padres y abuelos, tíos, p r i m o s y h e r m a n o s . tén insertas en los sectores informales de la economía y que, de alguna manera, todavía
constituyan unidades productivas.

6o 61
d o llevó e n 1948 a o t r o s o c i ó l o g o n o r t e a m e r i c a n o , E m e s t W . B u r - que —lejos de u n l v e r s a l i z a r l a — l a h a n hecho cada vez m á s c o m -
gess (1973), a sugerir que e l clásico concepto f u n c i o n a l i s t a de esta- pleja, h e t e r o g é n e a y p l u r a l .
b i l i d a d debería ceder su l u g a r a l concepto de adaptabilidad, puesto
L a f a m i l i a y a n o c o n t r o l a e n general la e d u c a c i ó n , el ocio, el
que la f a m i l i a debía ser capaz de adaptarse a l r á p i d o ritmo d e l
trabajo n i e l c o m p a ñ e r i s m o social. Los p a d r e s esperan que sus
c a m b i o social que se estaba gestando. Este a u t o r h a b í a n o t a d o que
hijos los sobrepasen e n e d u c a c i ó n , c o n o c i m i e n t o s , técnicas y es-
la f a m i h a n o p o d í a ser estática e n vma sociedad d i n á m i c a .
tatus. Las f a m i l i a s s u f r e n u n a g r a n d e s i n t e g r a c i ó n y, c o n f r e c u e n -
O t r o f e n ó m e n o q u e t u v o i m p o r t a n t e s repercusiones e n los cia, se e n c u e n t r a n separadas p o r e l espacio g e o g r á f i c o , a u n q u e
c a m b i o s q u e se p r o d u j e r o n e n las f a m i l i a s f u e la p u e s t a e n m a r - t a m b i é n p o r la distancia social. P r e d o m i n a l a pareja u n i g e n e r a -
cha d e l Estado benefactor. Por u n l a d o , l a m e j o r a e n las c o n d i - c i o n a l , q u e d u r a n t e t m breve lapso, d u r a n t e la m i n o r í a d e e d a d
ciones generales d e v i d a d e la p o b l a c i ó n c o n t r i b u y e r o n a elevar de los h i j o s , cobra carácter b i g e n e r a c i o n a l , y l u e g o r e t o m a a l a
el c o n s u m i s m o , a c e n t u a n d o los procesos d e i n d i v i d u a l i z a c i ó n y g e n e r a c i ó n ú n i c a c u a n d o los j ó v e n e s a b a n d o n a n e l hogar.
de secularización, y m o d i f i c a n d o con ello la i m a g e n m i s m a de
Veamos a h o r a , de m a n e r a sintética, cuáles h a n s i d o las p r i n c i -
la f a m i l i a , de las r e s p o n s a b i l i d a d e s , l o s c o m p r o m i s o s y las o b l i -
pales t r a n s f o r m a c i o n e s d e l a f a m i l i a .
gaciones entre sus m i e m b r o s . Por o t r o l a d o , l a p a r t i c i p a c i ó n d e l
Estado e n los servicios sociales d e s p l a z ó a otras agencias, espe-
c i a l m e n t e d e carácter r e l i g i o s o , d i s m i n u y e n d o e l peso r e l a t i v o d e
Panorama general de las principales
tales i n s t i t u c i o n e s e n l a v i d a de las personas y d e sus f a m i l i a s .
transformaciones familiares
D e l m i s m o m o d o , e l i m p a c t o de las políticas sociales, p a r t i c u l a r -
m e n t e e n los sectores d e la s a l u d y d e l a e d u c a c i ó n , i n f l u y ó enor-
Si t o m a m o s e l caso de los p a í s e s m á s d e s a r r o l l a d o s d e O c c i d e n -
m e m e n t e e n la e s t r u c t u r a de las f a m i l i a s a l d i s m i n u i r las tasa de
te, p o d e m o s r e s u m i r las m o d i f i c a c i o n e s famiUares m á s recientes
m o r t a l i d a d , a l favorecer la declinación de las tasas de f e c u n d i -
de la s i g u i e n t e m a n e r a :
d a d , a l e x t e n d e r la esperanza de v i d a d e las personas y a l a m -
p l i a r e l t i e m p o q u e los n i ñ o s y los j ó v e n e s p a s a n en la escuela.
T o d o esto c o n t r i b u y ó a q u e m u c h a s famiUas i n c r e m e n t a s e n e l
Especialización de la familia
p e r í o d o d u r a n t e e l c u a l se establecían responsabiUdades entre
A m e d i d a que las sociedades avanzan, las estmcturas sociales se
sus m i e m b r o s (ocuparse de los hijos y de los ancianos), a u n q u e
a c o m o d a n a las nuevas condiciones prevalecientes. A p a r e c e n n u e -
cabe s e ñ a l a r q u e e n e l caso de los ancianos — e n u n a s e g u n d a fa-
vas instituciones, otras desaparecen y rmas m á s se m o d i f i c a n y se
se—, e l p r o p i o sistema de s e g u r i d a d c o n l l e v ó a l d e s e n t e n d i -
especiaUzan. Históricamente, la famiUa h a i d o t r a n s f o r m a n d o s u
m i e n t o d e las f a m i l i a s c o n respecto a sus viejos, y a sea p o r l a
configuración; la aparición de nuevas instituciones le h a arrebata-
creación d e i n s t i t u c i o n e s y albergues p a r a l a vejez, y a sea p o r l a
d o m u c h a s de sus funciones, c o m o e n e l caso de la escuela, la cual
m a y o r a u t o n o m í a q u e los sistemas de pensiones ofrecía a las p e r -
absorbe g r a n parte d e l p a p e l educador y f o r m a d o r de la f a m i l i a .
sonas de l a tercera e d a d p a r a p o d e r seguir v i v i e n d o solas e n s u
propio domicilio. S e g ú n L ó p e z (1996) la h i s t o r i a reciente d e la f a m i l i a está i n s -
crita sobre u n a serie de r e l e v a m i e n t o s en los que otras i n s t i t u c i o -
M á s recientemente, l a e v o l u c i ó n social, m a r c a d a p o r l a m o -
nes, p ú b l i c a s o p r i v a d a s , e n procesos crecientes d e especiaUza-
d e r n i d a d , h a p r o v o c a d o cambios e n la e s t r u c t u r a de las famiUas
ción, a s u m e n fimciones y responsabilidades que e n otros t i e m p o s

62 63
pertenecían a la familia. Esto significa que la familia ha cedido La sacralización famüiar había incluido casi todos los a c t O N
tma buena parte de sus ftmciones tradicionales a otras agencias básicos de regulación de la vida doméstica y de la vinculación
más especializadas (escuela, hospital, guardería infantil, indus- parental: nacinüento, diversas etapas del desarrollo personal,
tria, etc.). muerte, unión conyugal, relaciones sexuales, embarazo, gesta-
Pero el surgimiento de nuevas instituciones es, al mismo ción y parto, paternidad, educación, filiación y fraternidad. Todo
tiempo, el resultado de los estilos de vida urbanos y modernos: ello se ha llegado a concebir como algo sagrado, que pertenece a
en las familias tradicionales rurales los miembros del hogar se Dios, y que a los hombres sólo les toca respetarlo y consagrarlo
ocupaban de casi todo (preparación de alimentos, confección de para contar con la bendición divina (Leñero, 1987, p . 50).
vestidos, cuidado de los enfermos y de las personas ancianas, La secularización de la familia relativiza muchos de los valo-
etc.). En cambio, en el m u n d o moderno, las exigencias de espe- res que sustentaban a la familia tradicional, los conceptos de lo
cialización en los oficios, la disminución de los precios de m u - bueno y lo malo, lo normal y lo anormal. Además, los nuevos va-
chos artículos debido a la producción en masa, las facilidades lores se orientan hacia la búsqueda del confort, de la individua-
tecnológicas que invaden los hogares, el valor que se le otorga al lización (la cual es fuertemente acentuada por el sistema
tiempo de ocio, la aparición de programas y servicios públicos educativo), de competencia, de consumo, de estatus en función
que derivan del Estado benefactor, etc., propician que dichas de los bienes adquiridos.
funciones ya no sean realizadas en las familias, porque, en térmi-
La secularización está estrechamente relacionada con otras
nos de costo beneficio, ya no son rentables, y porque son percibi-
variables del cambio de las familias; tal es el caso de la reducción
das como cargas adicionales de trabajo poco gratificantes.
en el número de hijos, ya que la procreación es percibida progre-
Por no citar más que t m ejemplo, podemos observar cómo, en sivamente como u n acto volitivo, de responsabilidad personal y
los países más desarrollados en los que se sintió con mayor fuer- social, y no como una consecuencia sagrada de respeto a una ley
za la presencia del Estado benefactor, las personas de la tercera natural también sacralizada, fuera de la voluntad humana (Le-
edad cada vez dependían menos de sus famüias de procreación ñero, 1970, p . 121).
(de sus hijos) y más de los ingresos que recibían de sus fondos de
El proceso de secularización ha producido también la desa-
pensiones y de instituciones públicas creadas para albergar a
cralización del vínculo matrimonial y ha hecho adquirir una d i -
aquellos que ya no podían v i v i r de manera autónoma.
mensión humana que hace sentir que la responsabilidad de la
unión conyugal es obra de la voluntad personal y no de la de
Secularización de ta familia Dios. Esto se relaciona con el incremento en el número de r u p t u -
ras conyugales. El prototipo unívoco de familia, sancionado con
Sin duda, uno de los cambios sustantivos de las sociedades mo- u n criterio sacral, poco a poco está desapareciendo y ha dado lu-
dernas que ha afectado a las familias es el proceso de seculariza- gar a una pluralidad de pautas de conducta. Los conflictos laten-
ción. La secularización ha hecho que la vida familiar sea cada vez tes o reales que existen en el seno familiar salen entonces a la luz,
más profana; la Iglesia ha ido perdiendo progresivamente el mo- sin la inhibición de lo sagrado, y se pueden reconocer diversos ti-
nopolio de la autoridad moral y la sociedad política ha retomado pos reales de familia, ya sin el peso de la sanción divina (Leñero,
el control de esta autoridad moral, sustituyendo la normatividad 1983, p p . 120-121).
institucional sacralizada por una normatividad legal y laica.

65
mentó se ha producido prácticamente en todos los países doNU-
Pluralidad en los modos de conyugalidad
rroUados, aunque, como resulta obvio, no en todos ha alcanzado
la misma magnitud.
La mayoría de los países occideritales han observado, durante las
últimas tres o cuatro décadas, cambios importantes frente a la Ciertamente, el divorcio, en tanto fenómeno social, no es nue-
conyugalidad, no solamente en lo que se refiere a la mayor fragi- vo; en los Estados Unidos, por ejemplo, las tasas de divorcio em-
lidad de las parejas, sino también en cuanto a la celebración mis- pezaron a elevarse rápidamente,desde la década de 1920 (cf.
ma de los matrimonios. En Europa, por ejemplo, desde principios Reiss, 1972), aunque siguieron aumentando durante la época de
de los años setenta, el comportamiento de la población europea la posguerra. En otros países, los altos índices empezaron a no-
frente al matrimonio se ha modificado. Los cambios han afectado tarse u n poco más tarde; tal es el caso de la región de Quebec, en
al conjunto de los comportamientos familiares: baja en la nupcia- Canadá, donde los matrimonios se mantuvieron estables hasta la
lidad y la fecundidad, aumento de los índices divorcio y de naci- década del sesenta, después de lo cual las rupturas matrimonia-
mientos fuera del matrimonio, y numerosas xmiones libres. les se multiplicaron vertiginosamente hasta alcanzar a seis de ca-
da diez matrimonios (cf. Dandurand, 1988).
Los Estados Unidos son todavía una sociedad más fiel en re-
lación con el matrimonio (las parejas continúan casándose), pero En los Estados Unidos, la proporción de hombres divorciados
conservan el primer lugar en el divorcio y en volverse a casar. con respecto a la población total masculina de 15 años y más pa-
Suecia es el país que tiene el mayor porcentaje de uniones libres só del 3,5 % en 1970 al 10,1 % en el año 2000. Para las mujeres, d i -
y de nacimientos fuera del matrimonio (correspondientes a casi cha proporción pasó, en el mismo período, del 5,7 % al 12,16 %.
la mitad de las parejas), en tanto que países como Francia y Ca- La mayor parte de los divorciados son mujeres: en marzo de 2000
nadá se sitúan entre estos dos modelos (cf. Dandurand, 1990b). en los Estados Unidos, de los 19.881.000 divorciados, el 43 %
También las familias reconstituidas, monoparentales o de otros eran varones, y el 57 % eran mujeres (U.S. Bureau of the Census,
tipos no tradicionales han llegado a ser numerosas, comparadas 2001a). La diferencia por sexo se debe a la mayor facilidad que
con las familias nucleares formadas por una pareja, donde los tienen los varones para volver a casarse. En este país, se estima
dos miembros no se casan más de ima vez en toda la vida. que el número de personas que se divorcian cada año es de 2,5
millones, y que la proporción de primeros matrimonios que ter-
Así, en pocas décadas, pasamos de una situación en la que u n
minan en divorcio es del 50 % (Divorce Magazine.com, 2002).
solo modelo matrimonial era estadísticamente dominante y so-
ciológicamente normal, a una situación en la que la pluralidad En Canadá, se estima que el 37 % de los matrimonios celebra-
de modos de organización de la vida privada es reconocida y dos en 1996 podrían terminar en divorcio (Institut Vanier sur la
aceptada (Bawin-Legros, 1988, p . 13). Famille, 2001).
En Australia, el número de divorcios producidos al año ha
Aumento en los índices de divorcio crecido sin cesar a \m ritmo varias veces superior al del creci-
miento poblacional, pasando de 7.184 divorcios en 1948 a 52.466
en 1996 (United Nations, 1999).
Quizás uno de los aspectos más sobresalientes de la transforma-
ción de la familia en el curso del siglo XX sea el fenómeno del i n - En ItaÜa, en u n lapso de apenas diez años, entre 1988 y 1998,
cremento en los índices de rupturas matrimoniales. Dicho incre- el número de separaciones anuales casi se duplicó, pasando de

66 67
37.224 a 62.737, mientras que los divorcios crecieron en este pe- les, los individuos no podían hacer otra cosa; el sometimiento
ríodo de manera mucho más moderada, pasando de 30.778 en el económico determinaba el conjunto de las estructuras sociales y
año 1988 a 33.510 en el año 1998 (ISTAT, 2000). de la cultura en las sociedades tradicionales (Moreaux, 1981).

En Escocia, las cifras de 1999 equivalen a i m divorcio por cada Según Dicks (1970), en la familia tradicional, cada miembro
dos primeros matrimonios, mientras que en 1970 dichas cifras conocía su lugar y su estatus, y se ajustaba a eUo. La familia cons-
arrojaban dos divorcios por cada 17 primeros matrimonios (Scot- tituía u n mtindo estrecho y quizás opresivo, pero emocional-
tish Social Statistics, 2001). En Inglaterra y Gales, las tasas de d i - mente seguro, porque no había elección y, por lo tanto no existía
vorcio han aumentado constantemente desde los años sesenta la posibilidad de conflicto. De hecho, en la medida en que cada
hasta mediados de la década del ochenta, momento a partir del actor aceptaba e internalizaba su rol (y su consiguiente estatus),
cual se han mantenido estables, aunque m u y elevadas, con una ci- toda posibilidad de conflicto desaparecía. Posiblemente hubiera
fra anual de alrededor de 13 divorcios por cada 100 matrimonios insatisfacción por parte de algunos miembros pero, dado que le-
(National Statistics, 2000). En estos dos países, la proporción de gitimaban su posición dentro de la estructura familiar, también
divorciados se incrementó en 50 % entre 1989 y 1999: entre la po- la aceptaban. Moreaux (1981) señala que, aun cuando las tensio-
blación de 16 años y más, los varones pasaron de 44 divorciados nes y las pasiones no faltaban en u n medio tan cerrado, las con-
por m i l habitantes a 66 por mü, y las mujeres, de 52 divorciadas diciones propias de la vida cotidiana tendían a absorber estos
por mü habitantes a 75 por m i l (National Statistics, 2000). Incluso factores no-armónicos: la comvinidad de trabajo y de intereses
en España, el número de disoluciones matrimoniales anuales ha callaba los antagonismos; la intensidad del trabajo físico dejaba
crecido a una velocidad mucho mayor que la población, pasando poco tiempo para la introspección, para los intercambios verba-
de 59.538 divorcios en 1990 a 88.998 en 1997 (INE, 1999). les; la diversidad de relaciones posibles al interior del grupo ali-
geraba la pesadumbre de cada uno de eUos; la precisión y el
Cabe señalar que las cifras de divorcio no siempre reflejan la
automatismo de los roles evitaban la exasperación de las subjeti-
verdadera dimensión de las rupturas de unión, ya que durante
vidades. La familia tradicional estaba marcada por u n carácter
los últimos años se han multiplicado las uniones libres, las cua-
de necesidad, en tanto que las familias modernas lo están por la
les, cuando se terminan por una separación, no siempre son re-
ausencia de este carácter.
gistradas. En consecuencia, el número real de rupturas conyuga-
les es m u y superior —en casi todos los países desarrollados— al Para Bawin-Legros (1988), las razones de lo que ella llama el
que muestran las cifras oficiales de divorcio. La magnitud de es- desmoronamiento matrimonial durante la segunda mitad del si-
te fenómeno ha sido de grado tal, que nos hace pensar que la m o - glo XX refieren, principalmente, a dos factores exógenos. Uno de
nogamia característica de la familia occidental está dejando su ellos alude al hecho de que el confinamiento doméstico no p u d o
lugar a una forma de poligamia en serie. resistir los grandes movimientos de democratización que toca-
ron a las sociedades industriales en la mitad del siglo XX. Cada
Muchos argumentos pueden ser utilizados para tratar de ex-
miembro de la famiUa buscó sus espacios de libertad y de auto-
plicar el incremento de los divorcios. Uno de ellos, sin duda, alu-
nomía bajo la influencia de movimientos sociales, entre los cua-
de al proceso de secularización, ya que, como acabamos de
les el más importante fue, sin duda, el movimiento feminista. E l
señalar, contribuyó a desacralizar el vínculo matrimonial. Pero, al
otro factor está ligado a lo que Kellerhals y sus colaboradores
mismo tiempo, las famüias no tenían mucha elección: en las fami-
(1982) llaman "la tensión entre el nosotros y el y o " , es decir, la
lias campesinas, de artesanos, comerciantes u obreros tradiciona-

68 69
confrontación de aspiraciones individualistas y aspiraciones co- del 59,7 % al 52,3 % (U.S. Bureau of the Census, 2001a). En Fran-
munitarias de la familia con}njgal. En este sentido, la pareja esta- cia, la nupcialidad ha disminuido en forma constante durante
ble fue cuestionada con violencia creciente, cuando los actores los últimos años, con excepción de 1999 y 2000, cuando se dio un
sociales percibieron, durante los años sesenta, que disponían de pequeño repunte. Así, el número de matrimonios en 1980 fue de
suficientes recursos económicos y culturales para ser cotizados 334.400, pasando a 254.700 en 1995 y a 304.300 en el año 2000; la
al exterior del hogar. lasa bruta de nupcialidad disminuyó de 7,8 % en 1970 a 4,4 % en
1994 (cf. Doisneau, 2001; Kerjosse, 2000; Launay, 1996). De hecho,
Otra causa importante la constituye el debilitamiento de la fá-
en Francia, la proporción de parejas no casadas se ha incrementa-
mula patriarcal, debido —en buena m e d i d a — al ingreso masivo
do significativamente en las últimas décadas, pasando del 2,9 %
de las mujeres al mercado de empleos (lo que disminuyó su de-
de todas las parejas en 1962 al 12,5 % en 1990 (Daguet, 1996).
pendencia económica del marido), pero también a la aparición
de las nuevas ideologías de género. Moreaux (1981) señala: En Italia, la tasa de nupcialidad ha disnúnuido de 7,9 matri-
monios cada m i l habitantes en 1961 a 4,8 en 1999 (ISTAT, 2000).
Anteriormente, tin marido autoritario era visto como un inconve- En Escocia, el número de matrimonios celebrados anualmente se
niente relativamente soportable, porque el hombre era el jefe legíti- desplomó de 43.000 en 1970 a menos de 30.000 en 1999 (Scottish
mo de la familia; porque la existencia estaba "normalmente" hecha Social Statistics, 2001). Del mismo modo, en Inglaterra y Gales^ la
de un poco de alegría y mucho de pena, y porque, sobre todo, los tasa de nupcialidad disminuyó de 13,7 %o en 1989 a 10 %o en 1999
dolores terrestres presagiaban felicidades futuras. Estas "sabidu- (National Statistics, 2000).
rías", fundadas o no, aligeraban efectivamente los dolores de las
Una de las principales expUcaciones de por qué ha disminui-
mujeres, en tanto que las ideologías actuales acentúan los mismos
do la nupciahdad es el hecho de que, en casi todos los países, las
problemas revelando el despotismo congenital del hombre, el dere-
cho a la alegría femenina, etc. En el primer caso, la ideología contri- personas, particularmente las más jóvenes, están optando por
buía a la docilidad de las mujeres; en el segundo, acentúa o provoca unirse libremente en vez de buscar t m vínculo institucional. Sin
comportamientos de oposición. embargo, u n elemento importante para considerar en el análisis
de la nupcialidad es el retraso de la edad al primer matrimonio.
En Inglaterra y Gales, dicha edad en 1989 era de 31,1 años para
Disminución de la nupcialidad e incremento en el número de los varones y de 28,5 años para las mujeres; para 1999, dichas eda-
uniones consensúales des correspondieron a 34,4 años para los hombres y 31,8 para las
mujeres (National Statistics, 2000). Incluso en España, país medi-
En muchos países, el matrimonio legal ha ido perdiendo su ca-
terráneo que incorporó más tardíamente muchos de los cambios
rácter universal ya que, cada vez más, las parejas que se forman
sociales y familiares, la edad media al matrimonio se ha ido incre-
no se casan. La importancia cuantitativa de las parejas casadas
mentando sin cesar durante los últimos años, llegando a 30,8
ha declinado en Europa desde 1960 (Rothenbacher, 1995). Algo
años para los varones y 27,8 para las mujeres en 1997 (INE, 1999).
similar se observa en Canadá y, en menor medida, en los Estados
Unidos. Actualmente, en Canadá, el 11 % de las familias están forma-
das por parejas en unión libre (Institut Vanier sur la Famille,
En los Estados Unidos, las cifras de casados disminuyeron en-
2001), aunque en la provincia de Quebec esta cifra es mucho más
tre 1970 y 1990; en dicho período, los hombres casados pasaron
elevada. Allí, desde mediados de los años sesenta, el índice de la
del 65,4 % al 56,1 %, mientras que las mujeres casadas pasaron

70 71
I iK'ncia de matrimonios comenzó a disminuir rápidamente, de 450.000 en 1975, a 830.000 en 1982, a 1.720.000 en 1990, y pimx
suerte que dicho índice, en 1990, no representa sino el 40 % del 1996 se estimaba en 2.200.000 (Launay, 1996). Este incremento re-
que existía en 1970 (Lapierre-Adamcyk, 2001). Para dar una idea presenta varias veces el crecimiento poblacional de Francia en
de la magnitud del fenómeno, basta decir que en Quebec, actual- ese mismo lapso.
mente, más de la mitad de los niños que nacen son fruto del vín-
En el caso de Noruega (aunque en 1995 había sido clasificada
culo de padres que viven en unión libre (Lapierre-Adamcyk,
por Rothenbacher dentro de u n segundo grupo), los datos más
2001).
actuales muestran que se ha posicionado con una de las tasas más
En Estados Unidos, a pesar de que el fenómeno de la cohabi- altas de cohabitación, m u y cercanas a las de Suecia. Así, para el
tación es menos importante que en Canadá, se detectó u n total año 2000, la cuarta parte de las parejas vivían en vmión libre, aun-
de 4,2 millones de hogares compuestos por parejas no casadas en que, si consideramos únicamente a las parejas más jóvenes (de
1998 {DivorceMagazine.com, 2002). menos de 35 años), observamos que poco más de la mitad (54 %)
En la mayoría de los países de Europa occidental, particular- cohabitan sin estar casadas; esto se refleja en el número de niños
mente desde la década del setenta, se ha observado u n creci- nacidos fuera del matrimonio, que actualmente alcanza al 49 %
miento sostenido en las tasas de cohabitación. De hecho, existen del total (Statistics N o r w a y 2001).
dos tipos de cohabitación: el primero es la cohabitación juvenil,
en la cual dos personas jóvenes de diferente sexo que nunca se Aumento en el número de hogares monoparentales
han casado viven en unión libre, ya sea como u n estadio prelimi- encabezados por una mujer
nar al matrimonio, ya sea como una forma sustituía del matri-
monio. El segundo tipo de cohabitación es el posmarital, que
Contrariamente a lo que los adultos de la actualidad conoci-
cada vez es más importante. Evidentemente, la importancia de la
mos durante nuestra juventud, hoy m u l t i t u d de niños viven en
cohabitación no es idéntica en todos los países.
hogares monoparentales. El número de hogares monoparentales
Rothenbacher (1995) clasificó a los países europeos en tres se ha incrementado sin cesar en casi todos los países. Ello depen-
grupos, de acuerdo con la magnitud del fenómeno. En el primer de, por una parte, del aumento en el número de madres solteras
grupo se encuentran Suecia, Dinamarca e Islandia, en donde las y, por otra, del incremento en el número de rupturas de uniones.
tasas de uniones libres son mayores y en donde la cohabitación Anteriormente, los hogares monoparentales estaban principal-
se ha convertido en u n comportamiento socialmente aceptado, mente compuestos por mujeres viudas; hoy, la mayoría están
incluso desde antes de 1960. El segundo grupo, en el que la co- formados por mujeres divorciadas o por madres solteras.
habitación está creciendo y cobrando cada vez mayor importan-
En Quebec, Canadá, y en los Estados Unidos, el fenómeno de
cia, está compuesto por países tales como Austria, Finlandia,
la maternidad adolescente no ha dejado de evolucionar y de i n -
Noruega, Gran Bretaña, Francia, Holanda, Suiza y Alemania. Fi-
quietar durante los últimos treinta años. Actualmente, en los Es-
nalmente, en el último grupo, compuesto principalmente por
tados Unidos, se reporta que cerca de u n millón de adolescentes
países mediterráneos, no existen estadísticas en este sentido o el
se embarazan cada año, de las cuales más de la mitad escogen la
fenómeno no ha sido aún detectado.
maternidad (Levine-Coley y Chase-Lansdale, 1998). En Quebec,
En Francia, en los años sesenta, el número total de uniones l i - Canadá, todas proporciones tomadas en cuenta, se observa una
bres era de aproximadamente 300.000; esta cifra aumentó a situación similar. Los nacimientos vivos de madres de menos de

72 73
veinte años constituyen el 5,1 % del total de nacimientos de Que-
Incremento en el número de hogares reconstituidos
bec. La gran mayoría de esas madres jóvenes (90 %) conservan a
(segundas nupcias)
su hijo (Moreau, en prensa).
En Canadá, los hogares monoparentales corresponden al 15 % En diversos países, se ha notado u n incremento constante en el
del total, y en ellos vive el 15,7 % de todos los niños canadienses; número de matrimonios constituidos por personas previamente
el 83 % de estos hogares están encabezados por una mujer sola divorciadas. Tal situación ha provocado que la mayoría de los es-
(Institut Vanier sur la FamiUe, 2001). En Estados Unidos, en el tudiosos de la familia afirmen que el creciente número de r u p t u -
año 2000, el 14,4 % de todos los hogares eran monoparentales: el ras matrimoniales no pone en tela de juicio la institución misma
12,2 % encabezados por vma mujer y el 4,2 % encabezados por vm de la familia o de la imión conyugal, ya que u n alto porcentaje de
varón. Ello se debe, en buena medida, a que después del divor- personas que se divorcian se vuelven a casar. En Canadá, por
cio es generalmente la madre quien queda a cargo de los niños, ejemplo, u n tercio de todos los matrimonios incluye al menos a
y eso dificulta en ocasiones que se vuelva a casar. A u n cuando las una persona que ya había estado casada (Institut Vanier sur la
tasas de segundos matrimonios y imiones son elevadas, existe FamiUe, 2001). En los Estados Unidos, el 43 % de todos los matri-
i m mayor número de mujeres que permanecen sin casarse. Así, monios incluyen a tma persona que previamente se había divor-
en Canadá, en 2001, los datos muestran que existían en todo el ciado (Divorce Magazine.com, 2002).
país 868.037 mujeres divorciadas y sólo 641.734 varones divor-
N o obstante, otros países, particularmente aquellos que han
ciados (Statistique Canadá, 2002). En el caso de Francia, la pro-
v i v i d o una reducción dramática de la nupcialidad, en los últi-
porción de hogares monoparentales es mayor que en Norteamé-
mos años han enfrentado una disminución sensible en el núme-
rica: en 1999, 1 de cada 5 hogares, es decir, el 20 %, eran
ro de casamientos de personas divorciadas, no tanto como reflejo
monoparentales (Cristofari y Labarthe, 2001).
de vma disminución real en las uniones, sino como producto del
En los Estados Unidos, las famiUas encabezadas por una ma- incremento en el número de uniones consensúales. Tal es el caso
dre sola se incrementaron de 3 millones en 1970 a cerca de 10 m i - de Inglaterra y Gales, donde las tasas de nuevos matrimonios pa-
llones en el año 2000; en el caso de las familias monoparentales ra hombres divorciados se redujeron de 77,3 %o en 1989 a 42,3 %o
encabezadas por varón, las cifras también aumentaron significa- en 1999, y para mujeres divorciadas, de 60,2 %o a 36 %o en el mis-
tivamente, de 393.000 en 1970 a 2 millones en el año 2000 (Fields mo lapso. A pesar de ello, durante 1999, el 27,3 % de todas las
y Casper, 2001). mujeres que se casaron eran divorciadas, y el 2,4 %, viudas; las
En el caso de Suecia, los datos son aún más impresionantes, cifias para los varones fueron m u y similares durante ese año
ya que para el año 1999 la proporción de hogares monoparenta- (National Statistics, 2000).
les correspondía al 24 % del total (20 % encabezados por una m u - Cabe señalar que las mujeres casadas que por alguna razón
jer y 4 % encabezados por u n v a r ó n ) . E s t a situación, juntamen- ven terminado su matrimonio encuentran mayores dificultades
te con el elevado número de madres solteras, explica por qué que los hombres para reconstruir i m hogar. Los datos censales de
actualmente la mitad de todos los niños suecos nacen fuera del diversos países evidencian proporciones mucho mayores de m u -
matrimonio (Swedish Institute, 1999). jeres divorciadas, viudas y separadas que de hombres en las mis-
mas circunstancias. Si a esto agregamos el hecho de que en la
1" Dato proporcionado, vía correo electrónico, por Lotta Perssen (del programa Demo- enorme mayoría de los casos de divorcio y separación las muje-
graphic Analysis and Gender Equality, Statistics Swedendel).

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ii's conservan la tutela de los hijos, podemos imaginar cuánto ellos son hogares en los que vive una sola persona (cf. U.S. Bu-
más difícil es para ellas rehacer su vida en pareja. reau of the Census, 2001b). Aunque parezca asombroso, poco
más de la cuarta parte de todos los hogares de los Estados U n i -
Incremento en el número de personas que permanecen célibes dos son unipersonales {Divorce Magazine.com, 2002; Cassan, M a -
zuy y Clanché, 2001).
Tanto en América del Norte como en Europa, el número de ma-
En Francia, la proporción de personas que viven solas se d u -
trimonios desciende rápidamente. Ello se debe, principalmente,
plicó entre 1962 y 1999, pasando del 6,1 % al 12,6 % de la pobla-
a que cada vez más personas optan por la unión libre, aunque
ción total (Chaleix, 2001). En términos de la proporción de
también refleja en parte el hecho de que la edad al casamiento se
hogares unipersonales, para 1999, en Francia, el 31 % de todos
retrasa cada vez más y sin que mayor el número se personas op-
los hogares estaban formados por una sola persona. Tal situación
tan por permanecer solteras.
está íntimamente relacionada con el fenómeno de envejecinaien-
Así, por ejemplo, en los Estados Unidos, la proporción de to de la población, ya que en más la mitad de todos estos hoga-
hombres mayores de 15 años que nunca se han casado pasó del res unipersonales viven personas mayores de 60 años (Flipo,
28,1 % en 1970 al 31,3 % en 1990; para las mujeres, la misma pro- 1999). Aunque menor que en Francia, esta cifra alcanzó en Esco-
porción aumentó del 22,1 % al 25,1 % en el mismo período (U.S. cia, en 1999, u n 14,8 % de todos los hogares (Scottish Social Sta-
Bureau of the Census, 2001a). tistics, 2001), y en la Gran Bretaña constituyó, en el mismo año,
En Canadá, el número de personas solteras pasó de 12.726.339 el 12 % de los hogares (National Statistics, 2002).
en 1997 a 13.344.138, aumentando a u n ritmo significativamente Los casos más extremos están representados por Suecia (Sta-
más rápido que el de la población total (Statistique Canadá, tistics Sweden, 2000a) y por Noruega (Statistics Norway, 1998),
2002). En Francia, 3 de cada 10 personas de 18 años o más viven ya que en ambos países cuatro de cada diez hogares albergaban
actualmente sin pareja; esto equivale a 14 millones de personas, a una sola persona; en el caso de Noruega, es importante resaltar
de las cuales el 44 % nimca han vivido en pareja (Cassan, M a z u y que en Oslo, su capital, el 55 % de todos los hogares están com-
y Clanché, 2001). puestos por una sola persona.
Es importante hacer notar que, en general, la mayoría de las
Incremento en el número de hogares no familiares personas que viven solas son mujeres. Ello se debe, por una par-
y particularmente en el número de hogares en los que te, a que las mujeres tienen ima esperanza de vida mayor que los
vive una persona sola hombres y a que en la mayoría de las parejas las mujeres son más
jóvenes; en consecuencia, hay más viudas que viudos. Por otra
En Canadá, después de la Segunda Guerra M i m d i a l , observa-
parte, se debe al hecho de que, en casi todos los países, las muje-
mos u n aumento en el número de hogares no familiares (forma-
res viudas, separadas o divorciadas tienen muchas menos posi-
dos sobre todo por jóvenes y personas de edad avanzada). Entre bilidades de volver a casarse que los hombres (cf. Cassan, Mazuy
1961 y 1986, la proporción de estos hogares pasó de 8 % a 26 % y Clanché, 2001).
(Dandurand, 1991, p . 30).
Actualmente, en los Estados Unidos, el número de hogares no
familiares corresponde al 31,9 % del total hogares. La mayoría de

76 77
Cambio en la estructura de roles conyugales, con una mayor cher, 1962). El tipo predominante de famiÜa, descrito por l'nr-
participación de las mujeres y el ingreso de éstas al mercado sons como el que mejor se adaptaba a la sociedad industrial, crn
de trabajo el que se fundamentaba en vina división de papeles sexuales,
dándole al varón la posibilidad de adquirir sus roles instrumen-
Teóricamente, la transición de la familia occidental moderna i m - tales y asignándole a las mujeres los roles expresivos (cf. Par-
plica —entre otras cosas— el paso de una estructura de división sons y Bales, 1955).
del trabajo, fundamentada en atribuciones sexuales, hacia otra
N o obstante, la segunda mitad del siglo XX fue testigo de im-
de tipo igualitaria, en la que hombres y mujeres comparten tan-
portantes cambios en la familia, minando las estructuras patriar-
to las funciones internas como las extemas. Aunque la evidencia
cales y abriendo mayores espacios para las mujeres. Diversas
nos muestra que en ninguna sociedad la familia moderna es to-
han sido las interpretaciones para explicar este fenómeno, aim-
talmente igualitaria, lo cierto es que, en el transcurso de las cua-
que la mayoría de los argumentos refieren a dos factores princi-
tro últimas décadas, la condición de la mujer ha evolucionado
pales: la aparición de los movimientos fenünistas y el ingreso
favorablemente, al menos en los países de Occidente.
masivo de las mujeres al mercado de empleos. Sin temor a equi-
En las sociedades tradicionales, la mayoría de los hogares se vocamos, podemos asegurar que la tendencia observada en las
componían de u n grupo familiar que era, al mismo tiempo, la últimas décadas hacia u n mayor involucramiento de las mujeres
i m i d a d de producción de los bienes necesarios para la existencia en esferas extradomésticas y particularmente en el trabajo no do-
(agricultura o pequeño comercio). Según Dandurand, las parejas méstico, ha constituido uno de los factores intemos que mayor-
se asociaban frecuentemente en la explotación familiar, donde el mente han favorecido el cambio sociofamiliar actual.
hombre y la mujer realizaban tareas diferentes. Es necesario no
Las cifras de diversos países occidentales nos muestran que,
olvidar que estas familias tradicionales estaban caracterizadas en general, no fue sino hasta la época posterior a la Segunda
por el modelo patriarcal de dominación masculina. En el caso de Guerra M u n d i a l cuando las tasas de participación femenina en
que la mujer y los hijos realizaran tareas no domésticas en la or- la fuerza laboral empezaron a aumentar significativamente. Así,
ganización familiar, esto no quería decir que la condición feme- por ejemplo, en Canadá, al igual que en los Estados Unidos, la
nina fuese más privilegiada que en el modelo "proveedor-ama llegada de u n gran contingente de mujeres a los empleos remu-
de casa". El control de los recursos económicos correspondía al nerados se produjo desde los albores de la década del cuarenta
hombre y con esto el poder en la familia (Dandurand, 1990b, p . como consecuencia, entre otras cosas, de la Segunda Guerra
23-24). M u n d i a l . La guerra había estimulado la prosperidad económica
La noción tradicional de la familia siempre puso el acento en en América del Norte poniendo término a la larga depresión de
la autoridad paternal. El padre era descrito como jefe de la co- los años treinta. La industria de guerra provocó u n aumento sin
m u n i d a d fanüliar, la figura dominante rodeada de respeto y su- precedentes en la producción de las fábricas, a tal p u n t o que los
misión. La madre, así como los hijos, estaban subordinados a empleadores se vieron en la necesidad de contratar a toda la ma-
esta autoridad. En la división de tareas, el padre estaba exento no de obra disponible que no había sido movilizada p o r la Ar-
de los trabajos domésticos y, al mismo tiempo, la figura de la mada. Este suceso contribuyó enormemente a la inserción
madre estaba fuertemente valorizada como el alma del hogar, masiva de las mujeres en el mercado de trabajo (Vinet y otros,
sobre la que reposaban la unidad y la solidez de la familia (Ro- 1982, p . 24).

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A u n cuando el final de la guerra significó el regreso masivo Desde la década del sesenta, se hizo común en casi toda Eu-
de las mujeres a sus hogares^^ (Descarries-Bélanger, 1980, p . 47), ropa que las mujeres combinaran el cuidado de los hijos con un
la coyuntura económica favorable de la posguerra, asociada con I rabajo renumerado. Actualmente, las tasas de participación eco-
el florecimiento del sector terciario, contribuyó a atraer nueva- nómica de las mujeres son relativamente elevadas en todo el
mente y retener a las mujeres en los empleos (Vinet y otros, 1982, mundo occidental, aimque en ningún país han llegado a ser
p. 25). Otros factores económicos y sociales también favorecieron i'quivalentes a las de los hombres. En Suecia, que es el país con
el mantenimiento de la actividad económica de las mujeres: la mayor proporción de población económicamente activa femeni-
evolución de la tecnología doméstica, el surgimiento de las comi- na, la proporción de mujeres en empleos remunerados con res-
das preparadas y de los vestidos de fibras artificiales de fácil Lim- pecto a la población total de 16 años y más con u n empleo
pieza, la reducción de la semana laboral y, u n poco más tarde, la remunerado pasó del 42 % en 1975 al 48 % en 1990 (Statistics
disminución de los niveles de fecundidad y el arribo de ideolo- Sweden, 2000c). Axmque, como vemos, la cifra de mujeres alcan-
gías nuevas sobre la condición de la mujer. za ya casi a la de varones, aún queda u n pequeño margen de d i -
lerencia. A esto debemos añadir que, en el caso de las mujeres,
Entre los primeros obstáculos encontrados por las pioneras
una proporción elevada todavía trabaja a tiempo parcial.
de la actividad económica, uno de los principales fue la hostili-
dad que hacia ellas manifestaba la sociedad tradicional, ancla- U n aspecto importante de la evolución del trabajo femenino es
da en una cultura masculina. Las ideas prevalecientes a este cl que se refiere a su estado civil. En Quebec, por ejemplo, hasta
respecto en casi todas las sociedades se oponían firmemente a la década del sesenta, la mano de obra femenina estaba compues-
cualquier modificación de los roles sexuales asignados a las ta mayoritariamente por mujeres solteras (62,7 % de todas las tra-
mujeres. En consecuencia, esto produjo que las condiciones en bajadoras en 1961). Hacia finales de los años ochenta, esta
las que evolucionaba el trabajo femenino fuesen difíciles y de- proporción se invirtió, y las casadas constituían el mayor contin-
siguales, situación que fue ampliamente denunciada por la lite- gente de empleadas (62,2 % en 1987) (Paquette, 1989, p . 17). La
ratura feminista de las últimas décadas: reproducción en el misma situación ha sido observada en prácticamente todas las so-
plano social de las tareas domésticas, salarios más bajos que los ciedades industrializadas. El caso más sobresaliente es el de Sue-
de los hombres en circunstancias y actividades similares, d i f i - cia, donde actualmente el 80 % de las mujeres suecas con hijos en
cultad de acceso a los puestos de dirección, etc. (cf. D a v i d , 1986, edad preescolar se encuentran en la fuerza laboral, aunque m u -
p. 9). Por ejemplo, en 1985, en Canadá, de acuerdo con los da- chas de ellas trabajan a tiempo parcial (Swedish Institute, 1999).
tos censales, el ingreso medio de todas las trabajadoras de la
Pero, si bien las mujeres han penetrado el mercado de em-
provincia de Quebec correspondía al 58,8 % del de los hombres,
pleos, la participación de los esposos en las tareas domésticas ha
y entre las que trabajaban tiempo completo, la relación de i n -
evolucionado lentamente; tal es el caso de los Estados Unidos
greso mujer/hombre era de 65 % (Motard y Tardieu, 1990, p p .
(Pittman y Blanchard, 1996). La rrüsma observación ha sido he-
170-171).
cha en Europa (Kluwer, Heesink y Van Den Vliert, 1996). Greens-
tein (1996) señala que, a pesar de que en los Estados Unidos se
ha duplicado el número de madres casadas que trabajan a tiem-
Debemos recordar que, después de la guerra, disminuyeron sensiblemente las activi- po completo desde 1970, la división del trabajo doméstico no ha
dades económicas, y que muchos hombres que habían participado en esta confrontación
fueron reinstaladas en sus empleos y desplazaron a buena parte de la mano de obra fe- cambiado demasiado y los hombres casados siguen partícipan-
menina.

8o 81
do poco en las labores del hogar. Dandurand (1990c) señala que, En Francia, por ejemplo, aunque en el año 2000 se notó un pe-
en Canadá, los hombres, padres y maridos, son todavía reticen- queño repunte de los nacimientos (que equivale a u n 4,7 % más
tes en asumir su parte de la carga doméstica más allá de su con- con respecto al año anterior), la disminución de las tasas de na-
tribución al sostenimiento económico. talidad ha sido constante, lo mismo que las tasas de mortalidad
(Doisneau, 2001; Kerjosse, 2000). En este mismo país, la mitad de
En los Estados Unidos, las mujeres realizan la mayor parte del
las parejas que forman u n hogar viven solas, sin hijos, ya sea por-
trabajo doméstico, aun cuando tienen u n empleo de tiempo com-
que nunca los tuvieron, ya sea porque los hijos abandonaron el
pleto (Robinson y Milkie, 1998). Algunas investigaciones han
hogar (Cristofari y Labarthe, 2001).
mostrado que, aunque las mujeres que tienen empleo trabajan
menos horas en la casa que las que no lo tienen, siguen haciendo Muchas son las causas asociadas con la disminución de la fe-
la mayoría de los trabajos domésticos (Berk, 1985; Geerken y Go- cundidad. Una de ellas, sin duda, es el retraso en la edad a la
ve, 1983; Pleck, 1985, citados por Manke, Seery, Crouter y M c H a - unión, que, como hemos señalado, se produjo en prácticamente
le, 1994). todos los países desarrollados. Pero existen otras causas que es-
tán vinculadas con los valores sociales y con el contexto ambien-
Reducción significativa en el tamaño medio de los hogares tal. En las familias rurales y en las urbanas marginales más
tradicionales, la procreación abundante constituyó una forma de
La reducción en el tamaño medio de los hogares se ha debido asegurar la vejez. Cuando la familia era una unidad de produc-
fundamentalmente a una drástica reducción de la fecimdidad, ción, los hijos —^por quienes los padres se sacrificaron— se con-
aunque también al aumento del número de hogares monoparen- vertían en deudores de sus progenitores y en trabajadores dentro
tales (que, en promedio, tienen menos hijos que las familias com- del ámbito familiar. Así, los valores derivados de u n contexto r u -
pletas) y al incremento sin precedente en el número de hogares ral exaltaban los principios de lealtad de los hijos y de procrea-
unipersonales no familiares. Según Rothenbacher (1995), la ma- ción abundante de los padres. En las sociedades urbanas y
yoría de los países europeos tenían hogares que albergaban u n modernas, los hijos dejan de ser percibidos como u n "capital" fa-
número promedio de entre 4 y 6 personas en 1850. Para 1990, d i - miUar y representan u n costo adicional para las familias; ello no
cho promedio se ubicaba entre 2 y 3,4 personas. significa que los hijos pierdan su valor, sino que su valor adquie-
re una dimensión distinta, en la que ya no es la cantidad de los
En prácticamente todos los países desarrollados, y en buena
hijos la que importa, y en la que los padres ya no esperan mucho
parte de aquellos que se encuentran en vías de desarrollo, la fecxm-
de sus hijos. Adicionalmente, u n número elevado de hijos no re-
didad ha disminuido sensiblemente. Prácticamente no existe u n
sulta m u y compatible con las expectativas de la vida moderna n i
solo país occidental desarrollado que no haya experimentado ima
con las perspectivas de trabajo extradoméstico de las mujeres.
disminución importante en la fecundidad. En algunos de ellos, co-
mo Francia, la baja en las tasas de natalidad se dio desde finales del Los cambios en el comportamiento reproductivo, juntamente
siglo pasado, en lo que algunos demógrafos han llamado la prime- con la declinación de la mortaHdad, el incremento de la esperan-
ra ola de la transición demográfica (cf. Carleton, 1970); dicha reduc- za de vida, el aumento en los índices de rupturas matrimoniales
ción se empezó a producir mucho antes de la aparición de las y el incremento en el número de hogares monoparentales, han
modernas tecnologías anticonceptivas y—según los expertos— re- contribuido a reducir el tamaño promedio de los hogares. Así
flejaba la voluntad de las parejas de tener menos hijos. por ejemplo, en Italia, el número promedio de personas por ho-

82 83
gar disminuyó de 3,6 en 1961 a 2,7 en 1998 (ISTAT, 2000), mien-
prometiéndose primero a garantizar una educación básica uni-
tras que en Suecia disniinuyó de 2,8 en 1960 a 2,1 en 1990 (Statis-
versal y extendiendo luego el concepto de educación básica has-
tics Sweden, 2000b). En los Estados Unidos, entre 1970 y 2000, los
ta lo que antes era concebido como educación media. En casi
hogares con cinco miembros o más diminuyeron del 21 % al 10 %;
todos los países, la asistencia a la escuela se volvió obligatoria y
durante el mismo período, la proporción de hogares con uno o
el Estado exigió a los padres la responsabilidad de vigilar que
dos miembros creció del 46 % al 59 % y el número promedio de
sus hijos acudieran a eUa.
personas por hogar pasó de 3,14 a 2,62 (Fields y Casper, 2001).
Pero, en las sociedades modernas concurrir a la escuela no es
Prolongación de la dependencia de los hijos y un incremento percibido como una obHgación o u n compromiso, sino más bien
en el tiempo que pasan en la escuela como u n privilegio y una estrategia de las personas para alcan-
zar posiciones sociales favorables. Por ello, en la medida en que
En la actualidad, las familias — a l menos va\a buena proporción las sociedades se desarrollaban, más y más niños completaban
de ellas— asumen las mismas responsabiUdades que las de an- los ciclos básicos de escolaridad y cada vez mayores proporcio-
tes en relación con sus miembros, pero en general por períodos nes de jóvenes accedían a las universidades. A ello debemos
más largos, a causa de la mayor duración de la estancia de los h i - agregar que el "patemalismo de Estado" favoreció —en nombre
jos en la escuela. de la protección de los derechos del n i ñ o — la modificación de las
legislaciones laborales, prohibiendo que los menores participa-
La presencia de los hijos en las familias ha cambiado radical-
sen en los mercados de trabajo. Tal situación contribuyó a la per-
mente en las últimas décadas, no sólo en términos del número
manencia de los hijos en los hogares, ya que, por u n lado, no
promedio de hijos por familia, sino también por la función que
podían incursionar en el mercado laboral, y por otro, se trataba
tienen los hijos y el valor que éstos representan para sus padres;
de prolongar su permanencia en la escuela.
al mismo tiempo que las tasas de natalidad se han reducido drás-
ticamente, las sociedades occidentales les han otorgado a los n i - En diversos países europeos, la sahda de los hijos del hogar
ños u n enorme valor expresivo y afectivo, y han definido la tiene lugar, en promedio, después de los 24 años. En Inglaterra,
infancia de una manera casi mítica y sagrada (cf. Ouellette y Sé- on 1999, el 56 % de los varones de entre 20 y 24 años vivían con
guin, 1994). Ello ha propiciado que se relajaran las relaciones de sus padres, lo mismo que el 24 % de quienes tenían entre 25 y 29
autoridad formal dentro de la famüia. Las familias tienen menos años. Las mujeres en dicho país abandonan más rápidamente el
hijos, pero quieren darles mucho; las nuevas ideologías sobre la hogar paterno: en ese año, sólo vivían con sus padres el 38 % de
infancia ponen el acento sobre la protección de los derechos de las mujeres de entre 20 y 24 años (National Statistics, 2002). C i -
los niños y los Estados han intervenido fuertemente para tratar fras m u y similares se presentan en los Estados Unidos, donde el
de garantizarla. En consecuencia, muchas parejas no quieren te- 56 % de los varones y el 43 % de las mujeres de entre 18 y 24 años
ner hijos si no están seguros de garantizar su desarrollo sano y viven en el hogar de sus padres, o de uno de sus padres (Fields
su bienestar. y Casper, 2001). En Francia, debido a la precariedad de los em-
pleos para los jóvenes, la proporción es mucho mayor en 1996,
Adicionalmente, los efectos del Estado de bienestar y de las
alcanzó al 71 % de los varones de entre 20 y 23 años, y al 34 % de
políticas sociales en gran parte de los países desarrollados favo-
quienes tenían entre 24 y 27 años (Flipo, 1999).
rece el accionar de las instituciones de educación superior, com-

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85
Envejecimiento de la población y disminución iiuyendo al aumento de hogares pequeños, sin hijos, en los que
viven ancianos, frecuentemente jubilados. Pero la diferencia en
de la responsabilidad de los hijos para con los padres
la esperanza de vida de hombres y mujeres provoca que exista
A medida que los países se han ido desarrollando, se han redu- un número cada vez mayor de hogares unipersonales en los que
cido sustanciaknente las tasas de natalidad y de mortalidad, al vive una mujer sola.
tiempo que se han incrementado las expectativas de vida. A l ha- La problemática de los ancianos está estrechamente relaciona-
ber menos nacimientos y más personas que alcanzan edades da con la esfera familiar, ya que, en la medida en que se amplían
avanzadas, se presenta el fenómeno de "envejecimiento de la po- las políticas de bienestar por parte del sistema, disminuye el es-
blación". Tal es el caso, actualmente, de los países industrializa- fuerzo familiar y viceversa. A lo largo de la historia, mientras
dos de Occidente, y con seguridad, tarde o temprano, los países prevalecieron distintas formas de economía agrícola, tanto jóve-
de economías emergentes —como los de Latinoamérica— pron- nes como ancianos eran mantenidos por la familia. Con el avan-
to llegarán a esta situación.20 ce económico y la urbanización, la participación familiar en el
Las personas nacidas después de la Primera Guerra M u n d i a l sostén de los ancianos tendió a disminuir, emergiendo en su l u -
en Europa y Norteamérica han tenido mayores perspectivas de gar la seguridad social.^i La respuesta al mantenimiento de la
vida que las generaciones anteriores. Los avances en la medici- población inactiva ha tomado, pues, dos dimensiones: mientras
na y el mejoramiento de las condiciones de vida de la población que el soporte de los niños permanece acotado dentro del ámbi-
de los países más desarrollados han contribuido a la disminu- to familiar, el de los ancianos se ha socializado (Redondo, 1990,
ción de la mortalidad, lo que ha favorecido la prolongación de p.21).
la esperanza de vida de las personas. Pero el fenómeno de dis- Antiguamente, para soportar económicamente a las personas
minución de la mortalidad no se ha quedado estático. Año tras que envejecían, no había otra alternativa más que la familia. Ase-
año, las tasas de mortalidad han seguido disminuyendo y el nú- guran Rein y Tumer (1997) que, en el pasado, las personas se-
mero de años que una persona puede llegar a v i v i r sigue au- guían trabajando mientras eran capaces de v i v i r de manera
mentando. Así, por ejemplo, en Francia, la tasa de mortalidad autónoma y después cohabitaban con uno de sus hijos adultos,
disminuyó de 10,2 a 9,1 entre 1980 y 2000, y la esperanza de v i - ya fuese en su propia casa o en la del hijo. Con los cambios pro-
da se incrementó en el mismo período de 70,2 años a 75,2 años ducidos por la industrialización, diversos países tuvieron que
para los varones y de 78,4 a 82,7 años para las mujeres (Dois- crear sistemas de pensiones, como parte de los beneficios de la
neau, 2001). En muchos otros países, la esperanza de vida sobre- seguridad social. Así, progresivamente, el papel del Estado se
pasa los 80 años de edad. fue acrecentando: comenzó por medidas tradicionales de asis-
El incremento en la vida de las personas repercute de diver-
sas maneras sobre la organización familiar. Cada vez son más las La concepción de la vejez ha asociado con frecuencia la condición social de los viejos
parejas que sobreviven a la salida de sus hijos del hogar, contri- con la pobreza. Según las Naciones Unidas, el incremento en el número de ancianos no
productivos ha sobrecargado los sistemas de seguridad social, provocando que, en casi
lodos los países envejecidos, los ancianos constituyan uno de los grupos más pobres (Re-
dondo, 1990, p. 21). Pero las evidencias obtenidas en países industrializados parecen con-
Para dar un ejemplo de cómo está creciendo la población de ancianos, tomemos el ca- tradecir esta opinión. Según Lesemann (1997), la situación de las personas viejas en los
so de Quebec, Canadá, donde se estima que, hacia el año 2011, la población de personas países industrializados ha mejorado mucho en lo económico durante los últimos treinta
de 65 años en adelante será más numerosa que la de jóvenes de 15 o menos (Darveau, años, y ello se debe a las pensiones de retiro y a las medidas complementarias de ayuda
1993). gubernamental.

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loncia municipal, seguidas por programas estatales de seguri- ja dejaron a los padres ancianos en una posición ambigua; según
dad social y de seguros para la vejez, como el instaurado en Ale- este autor, las personas ya no aceptaban sin discutir la obligación
mania por Bismarck en 1889, o el régimen no contributivo de de cuidar a los ancianos en el propio hogar. 22
pensiones para la vejez instituido en la Gran Bretaña en 1905 y Sin embargo, no todos están de acuerdo con este postulado
en los Países Bajos en 1913 (Rein y Tumer, 1997, p . 102). Con el que señala que uno de los cambios más importantes que ha su-
paso del tiempo, algunos sistemas se hicieron híbridos, inclu- frido la familia contemporánea de los países industrializados ha
yendo, además de la contribución del Estado, aportaciones de consistido en una pérdida de la solidaridad. Según Ulysse y Le-
los patrones y de seguros privados de ahorro. semann (1997, p . 43), el mito del abandono de los viejos por los
En los lugares donde predominaba la familia extendida, se más jóvenes no resiste las pmebas empíricas ofrecidas por la l i -
desarrollaban, al interior de las unidades domésticas, redes de teratura en esta materia. Así, a pesar de las transformaciones es-
cooperación basadas en u n principio de solidaridad familiar. En tmcturales que han impactado a la familia —dicen—, ésta no ha
tales contextos, los padres albergaban a algimo o algunos de sus cesado de constituir tma fuente importante de interacciones y de
hijos ya casados, permitiéndoles así formar su propia familia de apoyo para la mayoría de la población. Apoyándose en u n estu-
procreación al interior de la casa paterna y gozar de los recursos dio longitudinal efectuado en los Estados Unidos entre 1971 y
comunes. Cuando los padres envejecían, los hijos que vivían con 1991, Bengston y Giamsso (1995) trataron de demostrar que, d u -
ellos asumían la responsabilidad de ocuparse de ellos. En cam- rante esos veinte años, la manera en que las diversas generacio-
bio, donde predomina la famiUa nuclear, tiende a debilitarse la nes percibían la solidaridad afectiva casi no había evolucionado;
solidaridad familiar y no existen reglas claras acerca de la obU- estos autores concluyeron que, a pesar de las profundas muta-
gación de los hijos para hacerse cargo de los padres cuando éstos ciones de las estmcturas familiares y el desarrollo de los sistemas
ya no pueden valerse por sí mismos. Claro está que, aun en con- púbhcos de protección social, los lazos entre padres e hijos man-
textos en los que predominan los hogares nucleares, no existe u n tienen a través del tiempo toda su fuerza y significado; la solida-
total abandono a los viejos, siempre y cuando sean fuertes los la- ridad afectiva intergeneracional permanece siempre como una
zos de parentesco extenso. prioridad importante en la sociedad contemporánea. Otro estu-
dio realizado en Canadá por Coimidis (1989), mostró que la ma-
Ya en la década del setenta, u n artículo aparecido en el Time
yoría de los ancianos mantienen contacto con algún hijo en el
Magazine señalaba que los cambios producidos por la industria-
que se apoyan en caso de necesidad, aunque descubrieron que,
lización habían provocado que la mayor parte de los ancianos en
en mayor medida, el esposo o la esposa constituían el recurso
los Estados Unidos estuviesen lejos de sus hijos y nietos, que el
más importante. También encontraron que, en la mayoría de las
contacto con sus familias se había reducido considerablemente y
situaciones, uno de los hijos habitaba cerca de donde vivía la per-
que, para la mayoría, el período después de los 65 años signifi-
sona anciana. Basándose en éstos y en otros estudios norteame-
caba incertidumbre y aislamiento. En dicho artículo, se citaban
ricanos y canadienses, Ulysse y Lesemarm (1997) concluyen que
palabras de la antropóloga Margaret Mead a este respecto: "La
familia moderna, en su presente forma, no está equipada para
cuidar a las personas viejas." Por su parte, W i l l i a m Goode (1966)
Un ejemplo de esta situación puede ser observado en Quebec, Canadá, donde, sn 1990,
apuntaba que la familia independiente neolocal y los valores que
la proporción de abuelos que vivían en la misma casa que sus hijos y nietos era d« tntra
la acompañan y que conciben xma vida separada para cada pare- 2 % y 3 % (Conseil de la Famille, 1994). Asimismo, en Inglaterra, Phillipson (1997) neAa-
la que la probabilidad de vivir solo se incrementa con la edad.

88 89
la familia no sólo es una alternativa a los cuidados instituciona- [careciendo, n i siquiera que se ha desinstitucionalizado,23 pero sí
les, sino que juega u n papel central en u n entorno en el que cada que se ha transformado radicalmente. En vez de transitar hacia
vez son más escasos los servicios públicos en esta materia. Por su i m modelo genérico de familia, estamos presenciando la apari-
parte, Phillipson (1997) señala, para el caso de Inglaterra, que, a ción de nuevos tipos familiares en u n ambiente de mayor flexi-
pesar de la tendencia ampliamente observada en las personas bilidad. Los comportamientos familiares que hubieran p o d i d o
mayores de v i v i r de manera autónoma, mantienen muchos con- ser percibidos como desviados hace 25 ó 30 años aparecen hoy
tactos con sus parientes, y que la ayuda y los cuidados forman i'omo modelos alternativos de vida familiar y conyxigal. Nuestra
parte de esas relaciones. sociedad evoluciona hacia u n modelo familiar pluralista. En la
En este contexto de grandes transformaciones, desde u n p u n - sociedad posindustrial, la familia no está en vías de desapari-
to de vista funcional, se espera que la familia se adapte, se aco- (. ion, sino que se diversifica.
mode a las circunstancias siempre cambiantes que la rodean, Es posible que para muchos "la familia ya no sea lo que solía
modificando su organización interna, sus funciones, su tamaño ser". La nostalgia por i m a comunidad en la cual reinen la armo-
y sus procesos. Pero la evolución de los países occidentales hacia nía, la igualdad, la paz y la u n i d a d seduce tanto a los científicos
la posmodemidad ha sido tan abrupta, que ha perturbado gran- romo a las personas ordinarias. Las ideas de amor y de seguri-
demente a la familia, a tal grado que algunos autores han llega- dad que oponemos a la inestabilidad y al caos h a n hecho que la
do a preguntarse si estamos siendo testigos de la desaparición de familia tradicional sea más atractiva, y la organización o la bús-
la famüia, del parentesco y del matrimonio. En el m u n d o occi- i|iicda de otras formas de sociabilidad afectiva sean más proble-
dental moderno, no podemos hablar solamente de adaptabili- iiuíticas (Bawin-Legros, 1988, p . 14). N o obstante, bajo nuevos
dad; la familia está sufriendo cambios que no podían ser imagi- esquemas y con nuevos rostros, la familia permanece. A pesar de
nados por los sociólogos de la década del cincuenta. Todos estos los fenómenos "desintegradores" de la vida famüiar, lo cierto es
cambios han hecho que algunos hablen de la "desinstitucionali- que, en prácticamente todos los países occidentales, el valor de
zación" del hecho familiar (Kellerhalls y Roussell, 1987, en Dan- l.\a sigue siendo m u y importante.^^
durand, 1990c). Frente al fuerte aumento de las familias mono-
Vale la pena señalar que frente, a este panorama de grandes
parentales en el transcurso de los últimos años, así como de la
t ransformaciones sociales y familiares, América latina n o ha sido
tasa de divorcio y de segundas nupcias, podríamos concluir que
una excepción, aunque debemos reconocer que los cambios no
la familia se desintegra. Pero u n examen más profvmdo de los he-
han sido idénticos n i se han producido al mismo ritmo que los
chos revela otra cosa: el modelo familiar único de generaciones
observados en los países más industrializados. El hecho, sin em-
precedentes ha dejado lugar a nuevas estructuras. Con base en
bargo, es que estamos asimilando u n estüo de desarrollo que,
estadísticas actuales de demografía social, es plausible predecir
flimque parte de premisas culturales m u y distintas, está p r o d u -
que al menos una familia sobre tres, de aquéllas fundadas en los
años ochenta, se separará por causa de divorcio, mientras que las
otras durarán hasta la muerte de uno de los cónyuges. Sin em- UN cierto que muchos aspectos de la familia son menos institucionales que antes (el ma-
bargo, es necesario considerar que separación y divorcio darán Irlinonio, la autoridad, losritualesmatrimoniales, las normas y los roles tradicionales, etc.).
frecuentemente lugar a ima nueva unión libre u oficial (Gauthier, Hlll embargo, no podemos decir que la familia se ha desinstitucionalizado por completo,
" A manera de ejemplo, en Francia y en Bélgica las encuestas más recientes indican que
1986). De tal suerte, no podemos decir que la familia está desa- di Vrtii.r familia figura a la cabeza de los valores esenciales, incluso entre los más jóvenes
tí» 1.1 «iciedad (Bawin-Legros, 1988, p. 33).

90 9»
H o y en día, por ejemplo, la proporción de hogares compues-
riiMido resultados similares, sobre todo entre los estratos socioe-
tos por una mujer sola y su(s) hijo(s) es más elevada en la mayo-
conómicos medios y altos. La migración interna en Latinoaméri-
ría de los países latinoamericanos de lo que era hace veinte o
ca se ha acrecentado durante las últimas décadas, no sólo con u n
treinta años; ello es el resultado —además de la v i u d e z — del i n -
flujo rural-urbano, sino también urbano-urbano (movilidad resi-
cremento del número de madres solteras y de mujeres divorcia-
dencial); nuestras familias tienen, en su gran mayoría, una es-
das, separadas o abandonadas; segxin ciertos estudios (cf. Chant,
tructura más bien de tipo conyugal-nuclear que extensa o se-
1988, p . 182), el número de hogares urbanos de bajos ingresos
miextensa, y no hay duda de que cada vez se debilitan más los
con una mujer a la cabeza varía entre u n 20 % y u n 50 % en Lati-
lazos extensos de parentesco (de lo cual puede testificar una le-
noamérica. Por otra parte, la cantidad de hogares con ancianos
gión creciente de ancianos que se quejan de la ingratitud de sus
solos está aumentando como consecuencia del incremento gene-
hijos); el proceso de emancipación de la mujer está en marcha y,
ralizado de la esperanza media de vida de las personas, ya que,
aunque podemos decir que todavía existen muchas ambigüeda-
en mayor o menor medida, en todos los países de la región se ha
des culturales, las investigaciones recientes (cf. Ribeiro, 1989,
dejado sentir el impacto de las políticas de salud que brindan a
1994, 1995a; Leñero, 1983; Elu, 1975a, 1976) nos indican que las
la población la oportunidad de vivir más años (atmque no nece-
mujeres ya no aceptan tan pasivamente (como antes lo hacían) el
sariamente "mejores años"). Además, cada día se hace más evi-
rol interior de sumisión y abnegación que la sociedad les ha ads-
dente la presencia de matrimonios de homosexuales que, aunque
crito; u n porcentaje cada vez mayor de mujeres está ingresando
en la mayoría de los casos no son reconocidos formalmente, son
al mercado laboral, y esto repercute necesariamente sobre la dis-
una realidad patente que no podemos dejar de considerar.
tribución de los papeles conyugales. Además, cada vez es mayor
la proporción de parejas que utilizan la anticoncepción, notándo- Pero es preciso señalar que en este escenario de grandes trans-
se una caída bastante significativa en las tasas de fecundidad. formaciones sociales existe una gran diversidad. Es cierto que la
Por otro lado, es posible observar la manifestación de u n menor mayoría de los países de América latina están entrando en la mo-
control de los hijos por parte de sus padres y una pérdida consis- dernidad; ello se refleja en sus procesos de industrialización, de
tente de la función patriarcal, con una mayor horizontalidad en las terciarización de la economía, de rápida urbanización y de glo-
relaciones padres-hijos y una mayor autonomía de los jóvenes. balización (no sólo económica, sino también cultural). Sin em-
bargo, es bastante claro que la modernización no ha seguido las
Aludiendo al caso chileno, Bemales refiere así los cambios
mismas pautas que las observadas en los países norteamericanos
producidos por la modernidad y que se relacionan con las es-
y europeos; existen enormes variaciones en los ritmos y en las
tructuras familiares:
modalidades con que los diversos grupos sociales se incorporan
... cambios en los hábitos de trabajo, incorporación de la mujer al tra- a dichos procesos.
bajo remunerado, cambios en las pautas de conducta sexual, aumen- Por esta razón, en vez de hablar de m o d e r n i d a d , debería-
to en el número de separaciones matrimoniales, aumento en la mos más bien hacer alusión a una cuasi-modernidad o una seudo-
cantidad de hijos ilegítimos, aumento de las familias reensambladas modernidad, ya que en todos los países de la región el acceso a
y de las uniones de hecho, disminución de la fecundidad de la mu- los recursos, a la tecnología y a los servicios depende de varia-
jer adulta y aumento relativo del embarazo adolescente, aumento de
bles socioeconómicas y socioculturales. De tal suerte, podemos
la importancia del mercado, cambios en los hábitos de consumo, tec-
encontrar desde categorías de población privilegiada cuyos esti-
nologización y globalización de la sociedad..., etc. (Bemales, 1995).

93
92
loH lie vida se asemejan a los que predominan en Occidente, has-
1.1 otros cuyas estructuras apenas si han variado en los últimos
cien años. En i m extremo están aquellas personas de estratos so-
cioeconómicos más favorecidos, pertenecientes a medios urba- Contribuir a la cohesión y estabilidad de la
nos, que tienen acceso a la educación superior, a la salud, a la familia, considerando la gran diversidad
tecnología doméstica, a los servicios y a la información; en el
de tipos de familia existentes
otro, se encuentran aquéllas de medios rurales o suburbanos
marginados, que no tienen acceso al empleo, a la educación, a la
salud y a los servicios, y que frecuentemente conforman unida-
des de producción y autoconsumo. Las diferencias entre estas ca-
tegorías, que constituyen u n continuo a lo largo de las escalas de
estratificación social, se proyectan evidentemente en las varia-
bles demográficas (natalidad, mortalidad, migración), en las re-
ferentes a la estructura fanüliar (tamaño y composición de las
unidades domésticas, distribución de papeles domésticos, patro-
nes de autoridad en la familia), en las pautas de interacción (co-
mvmicación), pero también en las esferas culturales y de valores
(significado y valor de los hijos, "cosmovisión" de la vida coti- Apoyar a la familia en su diversidad
diana, expectativas y actitudes, etc.).
Si, como hemos dicho, la famüia es una institución de gran impor-
tancia para los individuos y para las sociedades, entonces resulta
perfectamente comprensible que el Estado trate de brindarle apo-
yo para que tenga cohesión y para que funcione adecuadamente.
Sin embargo, la realidad cambiante de las familias y su gran
diversidad sociocultural exigen una respuesta dinámica, aimque
flexible, de los "planificadores sociales". En ocasiones, los profe-
sionistas y los planificadores de las políticas sociales tienen una
perspectiva limitada de lo que es la fanülia. Lejos de concebirla
como una institución plural, dinámica y cambiante, estiman que
es una unidad estable, única y casi inmutable. Posiblemente, la
imagen más difundida acerca de esta institución corresponda al
modelo pequeño burgués de famüia conyugal-nuclear que fue
m u y popular en los Estados Unidos durante la década del cin-
cuenta.25 Sin embargo, este modelo de famüia, compuesto por

Según Moreaux (1981), el imperialismo sociológico de la cultura occidental impuio la

94 95
una tríada padre-madre-hijos, no es la única forma de agrupación
de intervención en materia familiar, dejando de lado a las "otras
familiar, y en ocasiones n i siquiera la más representativa. Aunque
familias", además de que frecuentemente provoca que esas otras
algunos piensen que la modernización conduce a una homoge-
familias sean percibidas como casos desviantes e incluso patoló-
neización cultural, en la práctica podemos descubrir que cada vez
gicos. En otras palabras, la promoción de u n modelo familiar
más existe una multiplicidad cultural (Morrison, 1994, p . 48). A
considerado normal puede provocar la marginalización de es-
pesar de las modernas telecomunicaciones, de la globalización de
tructuras famiUares diferentes.
las economías y de la penetración de modos de vida "occidenta-
les", cada vez son más numerosas las formas de organización so- Una política social sustentada por una visión familística que
cial, las conductas, los valores, etc., dado que el acceso de los reduce la concepción de la normalidad familiar a u n modelo úni-
diversos grupos a la modernidad es variado (Zambra, 1995). co establece una normatividad y una legalidad fundadas en ese
solo modelo. Quedan, pues, excluidas otras estructuras, como las
Uno de los riesgos que puede implicar el desarrollo de tina po-
monoparentales, que encierran una problemática m u y específica
Utica familiar es precisamente que el Estado se dedique a la promo-
y pocas veces atendida por los programas de bienestar social.
ción de u n tipo específico de familia en detrimento de otros. Si
tomamos como ejemplo el caso de Francia —^país pionero en mate- En su afán de proteger a la familia, el Estado interviene no só-
ria de política famüiar—, podemos ver que sus primeros esfuerzos lo a través de sus programas de apoyo, sino también mediante
durante la década del cuarenta se desarrollaban dentro de u n con- las leyes y los procedimientos civiles y penales, concebidos todos
texto en el cual el término mismo de "famúia" tenía u n sentido uní- ellos dentro de i m marco ideológico. Pueden en consecuencia
voco, excluyendo de los posibles beneficios de sus programas a desarrollarse medidas políticas y jurídicas enfocadas, por ejem-
cualquier otra forma de organización de la unidad doméstica: plo, a reducir las tasas de natalidad, a tratar de mantener a las
mujeres dentro del hogar o a dificultar e incluso prohibir el d i -
se definía [...] el modelo familiar dominante constituido por im hom- vorcio vincular. Sin embargo, es preciso reconocer que los con-
bre y una mujer, casados entre sí, criando a sus hijos legítimos; al pri- textos político-ideológicos en los que se ubican estas políticas de
mero le correspondía el papel de "buen proveedor", a la segvmda el bienestar social no son inmutables, puesto que la dinámica de la
de la madre en el hogar (Le Gall y Martin, 1987; traducción del autor). sociedad provoca cambios en su orientación, al igual que en la de
los discursos que sustentan los modelos familiares. Por ello, las
Esta misma concepción de la familia " n o r m a l " prevalece aún mismas instancias políticas que promovían en u n momento da-
en muchos países del mundo, y m u y particularmente en Lati- do una postura pronatalista pueden, en otro momento, desarro-
noamérica. Aunque la imicidad del modelo simplifica la elabo- llar estrategias de control de la fecundidad, independientemen-
ración de las políticas que atienden a las famiUas, al mismo tiem- te de los valores demográficos de la población.
po aleja cualquier posibilidad de interrogarse sobre "la fanulia" U n ejemplo m u y claro de lo anterior es el caso de la participa-
misma. Lamentablemente, tal situación tiene serias implicacio- ción laboral de las mujeres en los Estados Unidos durante la dé-
nes, puesto que la unicidad del concepto de familia restringe la cada del cuarenta. Hasta antes de la Segimda Guerra M u n d i a l , el
concepción de las políticas y limita el alcance de los programas Estado norteamericano se caracterizó por establecer medidas
que favorecían la permanencia de las mujeres en sus hogares,
sociación pareja-hijos estadística y moralmente "normal" como el prototipo de la "fami- cumpliendo sus funciones tradicionales de amas de casa, espo-
lia", aceptando o rechazando —según el caso— los tipos de sociación que le parecían pre-
sentar o no analogías aparentes con la familia nuclear occidental. sas y madres. Tales medidas encontraban su fundamento en la

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97
concepción unívoca de la familia conyugal-nuclear basada en la Contribuir a la estabilidad no es forzar la permanencia
división sexual del trabajo y en una moral tradicional, así como
las presiones de los sindicatos de obreros que veían en el trabajo En otro orden de ideas, cuando afirmamos que una de las funcio-
femenino una competencia amenazadora que ponía en riesgo los nes de una política familiar debe ser contribuir a la cohesión y a
niveles salariales y algunas de sus conquistas laborales. La incor- la estabilidad de la familia, ello no quiere decir sin embargo que
poración de los Estados Unidos a esta confrontación bélica i m - el Estado deba procurar, a toda costa, preservar a las familias y a
plicó el desplazamiento de grandes contingentes de hombres los matrimonios. Si tomamos como ejemplo el caso del divorcio,
que debían dejar sus trabajos para unirse al ejército. El gobierno podemos entender que la participación del Estado y la imagen
norteamericano hizo u n llamado a las mujeres para que, en n o m - que éste se haga acerca de lo que es —o de lo que debe ser— una
bre de la patria y de sus deberes cívicos, salieran de sus hogares familia puede afectar seriamente el bienestar de aquellos que
para cubrir las vacantes que sus esposos habían dejado y para forman la unidad doméstica.
encargarse de las actividades productivas que la guerra había es- Sabemos que el Estado es el que determina si el divorcio pue-
timulado. A l término de la guerra, la situación cambió nueva- de celebrarse, las causas que pueden justificarlo, y los efectos lega-
mente y se trató de facilitar el retomo de las mujeres a sus les que tiene para los involucrados (tutela de los hijos, repartición
hogares; no obstante, aunque hubo temporalmente una reduc- de bienes, perisión de alimentos, etc.). EUo se debe a que el matri-
ción significativa en el número de mujeres casadas en el merca- monio se ha definido en las legislaciones civiles como u n contra-
do de empleos, en términos generales la posguerra significó u n to, ya que constituye el acuerdo de dos voluntades y crea conse-
cambio importante para las mujeres norteamericanas en cuanto cuencias jurídicas. Pero es i m contrato de naturaleza m u y especial
a su participación en las actividades productivas. para el interés público, por lo cual la ley no permite que operen la
En resumen, podemos decir que, independientemente de las rescisión o revocación como formas de extinción comunes en los
condiciones sociales, políticas y económicas, el papel de una política demás contratos civiles (Montero-Duhault, 1964, p . 197).
social de la familia no debe consistir, bajo ninguna circunstancia, en tra- Con frecuencia, el divorcio es percibido —tanto p o r las auto-
tar de sostener un modelo único de organización familiar en detrimento de ridades civiles como por la población en general— como u n ele-
las formas emergentes de familia que se diferencian muy claramente del mento negativo que atenta contra la institución de la familia y
prototipo de familia conyugal nuclear. En este sentido, cualquier pro- la del matrimonio. Ello resulta de que la sociedad moderna eva-
grama o política de la famüia debe partir del reconocimiento de lúa a la familia por la contribución que ésta aporta a la vida so-
una pluralidad familiar y de una diversidad de normas, valores y cial, especialmente a través de la socialización primaria de los
pautas de comportamiento, y en consecuencia debe dar respuestas niños y del control social. De ahí se deriva el principio de que
específicas a necesidades diferenciadas, respetando siempre la los matrimonios deberán ser preservados (Broom y Selznick,
identidad y la autonomía de las unidades familiares. De tal suerte, 1971, p . 511).
si el Estado pretende proporcionar vin soporte a las familias, debe
El hecho es que la familia conyugal no es sólo la forma predo-
contemplar sus necesidades en función de cuando menos: a) el ti-
minante de agrupación familiar en las sociedades occidentales
po de familia (biparental, monoparental, reconstruida, extensa, n u -
contemporáneas; constituye en sí misma u n ideal en cuanto se
clear, etc.); b) la posición de la familia en la sociedad (urbana o rural,
plantea como monogamia perpetua y en cuanto se fundamenta
grupo étnico, de estrato alto, medio o bajo, etc.), y c) el ciclo de vida
en la diada esposo-esposa para completarse con la tríada padre-
por el que pasa la familia (inicial, de procreación, terminal, etc.).

98 99
cibe —^por ellos mismos y por la sociedad— como u n compromi-
madre-hijos. En consecuencia, la ruptura legal del vínculo que so de unión para toda la vida, "hasta que la muerte los separe",
soporta la estructura familiar (la imión conyugal) es vista como
Pero, cuando la posición que adopta el Estado está revestida
u n atentado contra la estabilidad de la institución familiar mis-
por i m tradicionalismo familístico extremo, que percibe a la fa-
ma, por lo que los sectores más tradicionales de la población pre-
milia como una entidad unívoca —como si se tratase de vina ins-
vén que el aumento de los índices de disolución conyugal provo-
titución homogénea— y cuando en nombre del interés mismo de
carán vm acercamiento hacia la promiscuidad generalizada. Sin
las familias y de la colectividad trata de obstaculizar o incluso
embargo, la fragilidad de los matrimonios individuales no debe
prohibir la ruptura del vínculo matrimonial, su respuesta no se-
confundirse con el debilitamiento de la institución, aun cuando
rá indefectiblemente la que mejor responda a las necesidades de
sí pueda entenderse como resultado de cambios en su naturale-
la población.
za. La continua institucionalización del matrimonio se ve atesti-
guada por la elevada tasa de reiteración del matrimonio entre las Se dice que el texto que sigue estaba inscrito en grandes carac-
personas divorciadas (Harris, 1986, p . 258), por lo que puede teres sobre la puerta principal de la ciudad de Agrá en Indostán:
concluirse que lo que se cuestiona es el matrimonio i n d i v i d u a l
de cada pareja, y no la institución misma del matrimonio. En re- Durante el curso del reinado del rey Julief, dos mil parejas casadas
sumen, el hecho de que u n buen número de divorciados vuelva fueron separadas por los magistrados, por mutuo consentimiento.
a casarse puede interpretarse como u n deseo de enmendar el A l enterarse de esto, el emperador se indignó de tal manera, que abo-
error cometido. lió el privilegio del divorcio. En el transcurso del siguiente año, el nú-
mero de matrimonios disminuyó en tres mil en Agrá; el número de
En realidad, aunque la gran mayoría de las sociedades reco- adulterios aumentó en siete mil; trescientas mujeres fueron quema-
nocen el divorcio, no hay sociedad que lo apruebe en principio. das vivas por haber envenenado a sus maridos; setenta y cinco hom-
El matrimonio ideal, en cualquier parte, es aquel en que sus bres fueron quemados por haber asesinado a sus esposas; y los
miembros permanecen unidos durante toda la vida. Aún más, el muebles rotos y destruidos en el interior de las casas privadas fueron
matrimonio podría ser definido como "una unión socialmente re- evaluados en tres millones de rupias. El emperador reestableció el
conocida entre personas de diferente sexo. Difiere primordialmente de privilegio del divorcio (citado por Freed y Foster, 1970, p. 196).
las relaciones sexuales no maritales por este factor de reconocimiento
social y por la mayor duración de tiempo que supone tal reconocimien- En cierta forma, es posible afirmar que el divorcio no sólo no
to" (Linton, 1959, p . 178). De tal suerte, cualesquiera que sean los amenaza al matrimonio, sino que su existencia confirma de algu-
requisitos que las diversas sociedades establezcan para conside- na manera la importancia que éste tiene para las personas y para
rar legítima la unión conyugal, siempre es posible observar que los grupos sociales. La institución del divorcio implica el recono-
uno de sus fundamentos es la perdurabilidad del vínculo. A u n - cimiento de que la afinidad y la dicha son aspectos esenciales en
que esto no quiere decir que se excluya la posibilidad de extin- las relaciones del matrimonio. Constituye una expresión de los
ción del matrimonio por medio del divorcio, traduce la tenden- valores básicos del matrimonio tanto como puede serlo la institu-
cia hacia la estabiUdad del matrimonio y hacia la permanencia de ción misma. El divorcio es u n procedimiento por el cual los i n d i -
la estructura f amiUar de la que es origen. Así pues, de manera ge- viduos que no han podido encontrar tales valores en una unión
neral, podemos afirmar que la mayoría de las parejas no se casan quedan libres para buscarlos en otra (Linton, 1959, p . 180).
pensando en que poco después van a divorciarse; la boda se con- Es verdad que existe una problemática compleja vinculada

101
loo
con el divorcio y que sus consecuencias son sumamente impor- Por todo lo que acabamos de plantear, creemos firmcmi'nli'
tantes tanto para el bienestar de los individuos como para la so- que la participación del Estado en esta materia debe, más que
ciedad en su conjunto. Pero no menos cierto es que tratar de obstaculizar los trámites de divorcio, procurar ofrecer servicios
evitar los divorcios a través de impedimentos legales no es nunca de mediación conyugal. Tales servicios de mediación deben ofre-
una solución real, ya que puede empujar a la población a buscar al- cerse a todas las parejas que están en proceso de ruptura, de
ternativas que —como la separación— pueden tener peores con- suerte tal que puedan conciliar sus divergencias, para que de es-
secuencias desde un punto de vista socio-jurídico y lesionan más ta manera logren tener acceso a los hijos, que los hijos a su vez
los intereses de las partes interesadas; particular y habituaknen- tengan acceso a sus dos padres y que puedan ser determinadas
te, los de la mujer y los hijos. Rheiastein (citado por Konig, 1981) las condiciones de tutela más convenientes y apropiadas. Simul-
ha mostrado cómo, en Italia habituaknente —^país en que hasta táneamente, la mediación debe también ayudar a la pareja a es-
hace m u y poco tiempo se instituyó el divorcio—, la inexistencia tablecer acuerdos financieros, mobiliarios e inmobiliarios.
jurídica del divorcio produjo que cerca de 1.160.000 matrimonios Los servicios de mediación conyugal, ofrecidos por expertos
(es decir, 2.300.000 personas) se hubiesen separado; si a esto aña- en psicología, sociología, derecho y trabajo social, se hacen esen-
dimos que las parejas separadas inician con frecuencia nuevas ciales debido, fundamentalmente, a la situación conflictual que
uniones "ilegales", y que muchas de estas parejas tenían hijos, po- caracteriza a la mayoría de las rupturas. Aunque casi no existen
día estimarse que por lo menos cinco millones de personas vivían estudios a este respecto, parece que son m u y pocas las parejas
en situaciones familiares irregulares, en las que, insistimos, los que logran tener u n divorcio exitoso y amistoso, es decir, a tra-
más afectados eran las mujeres y los niños 26 (cf. Kónig, 1981). vés de una negociación equitativa para ambas partes y median-
te el reconocimiento y el respeto a la coparentalidad. Cuando no
El divorcio se presenta, entonces, como una alternativa para
es así, es decir, cuando el divorcio es bien negociado, las parejas
aquellas parejas que no han tenido éxito en su relación con)mgal,
ponen generalmente a sus hijos por encima de sus intereses y de
pues les permite — a l menos teóricamente— quedar libres para
sus rencillas particulares, no los manipulan en contra del otro y
buscar la felicidad y la reaHzación personales en vm segundo ma-
reconocen que no son sino el fruto de una relación que fracasó y
trimonio. Pero, aunque la ruptura se pacta entre los esposos, y no
en la que, a pesar de todo, seguirán siendo hijos de los dos.
entre éstos y sus hijos, la reaUdad nos muestra que la mayoría de
las veces una de las consecuencias del divorcio es precisamente la En el contexto de una eventual ruptura de los lazos conyuga-
paulatina retirada del padre de família.27 Ello se debe a múltiples les, es imperativo, pues, que los padres puedan beneficiarse de
factores, aunque tal vez el más importante de todos es que el divor- servicios que los ayuden a conciliar sus intereses divergentes pa-
cio es con frecuencia u n "divorcio destructivo", en el que la guerra ra que puedan ejercer mejor sus responsabilidades parentales.
iniciada durante la vida en común del matrimonio se prolonga más Los acuerdos logrados a través de la mediación pueden conferir
allá de la ruptura, durando frecuentemente toda la vida. una mayor estabilidad a las relaciones padres-hijos a pesar de la
ruptura conyugal.
Diversos estudios (Ribeiro y López, 1994; Dandurand, 1988, Dandurand y Saint-Jean, Los servicios de mediación conyugal deberían ser ofrecidos a
1990) han mostrado la vulnerabilidad de las mujeres y de los hijos frente al divorcio. De todas las familias en proceso de ruptura, en todas las regiones de
hecho, los análisis de género han puesto el acento en el empobrecimiento económico que
sufren las mujeres después de la ruptura conyugal. u n país y en forma gratuita, pues de otra manera quedarían al
Como se sabe, la madre es quien habitualmente se queda con los hijos (cf. Bemales,
margen las parejas cuyos recursos financieros les impidieran te-
1995; Ribeiro, 1991).

102 103
l U T ncceso a tales servicios. Evidentemente, u n programa de es-
li) ndtiiraleza resulta costoso, pero debemos considerar que, si
los problemas y conflictos de este tipo no son resueltos de mane- Auxiliar y orientar a los padres de familia en la tarea
ra satisfactoria para los dos padres, y sobre todo en función de la de formación y educación de los hijos y contribuir
satisfacción de los hijos, se pone en riesgo el sano desarrollo de de esta manera a asegurar el desarrollo armonioso
éstos. Una situación así podría acarrear más tarde una mayor de los niños y de los adolescentes
presión de servicios sociales que, entre otras cosas, sería más cos-
tosa aún, tanto en el plano social como en el económico.

En prácticamente todas las sociedades, las familias son las res-


ponsables de proporcionar los cuidados y las atenciones que ne-
cesitan los niños para sobrevivir y para desarrollarse. Además,
cada familia es también responsable de la formación y de la edu-
cación de sus niños. De alguna manera, podemos decir que los
niños (los hijos) constituyen el corazón de la familia (Godbout y
Charbormeau, 1994). El vínculo entre padres e hijos pone en evi-
dencia u n fenómeno hasta ahora poco estudiado: el hecho de
que existe una dependencia obligada de los hijos en relación con
sus padres.28

En general, los padres de familia tienen la libertad de cuidar


y de educar a sus hijos de la manera que juzguen más convenien-
te, y resulta prácticamente inconcebible que el gobierno se irunis-
cuya en este aspecto tan privado de la vida de las personas. Sin

2° Aunque para Commaille (1982) la intervención del Estado en las relaciones padres-
hijos no hace más que provocar una transferencia de la dependencia, a pesar de que los
discursos tratan de hacer creer que los niños se han convertido actualmente en sujetos
del derecho m á s bien que en objetos del derecho.

104 105
embargo, dado que la tarea de cuidar y formar a los hijos es per-
yos cuidados son responsabilidad exclusiva de los padres, piii-N-
cibida como el aporte más substancial de la familia a la sociedad
to que, de alguna manera, ellos constituyen el reemplazo d i ' los
(formación de los nuevos ciudadanos), y tomando en cuenta que
adultos de una sociedad. En este sentido, el Estado debe asumir
una de las funciones principales del Estado es la de procurar que
su parte de responsabilidad en la tarea de educar y formar a los
se respeten los derechos individuales, los padres de familia son
futuros ciudadanos, no únicamente castigando a los progenito-
considerados los responsables de sus hijos ante la sociedad y an-
res cuando no cumplen adecuadamente su papel de padres, sino
te la ley. Por tal motivo, con frecuencia los gobiernos asumen la
brindando todo el apoyo necesario a estos padres para que pue-
responsabilidad de "calificar" el desempeño de las funciones pa-
dan asumir adecuadamente esta función.
ternas y de intervenir cuando se juzga que dichas funciones no
están siendo cumplimentadas adecuadamente. En cierto modo, Cuando una joven pareja tiene hijos, su vida se transforma ra-
puede decirse que los padres están solos con los problemas de dicalmente; tanto el hombre como la mujer tienen que hacer
crianza de sus hijos; pero, a pesar de ello, se les exige que rindan cambios importantes en su vida cotidiana. Aunque la llegada de
cuentas a la sociedad. Avm. en los países menos intervencionistas u n hijo puede ser motivo de gran júbilo para los nuevos padres,
en materia fairüliar, existen leyes orientadas a la protección de al mismo tiempo representa hacer sacrificios: ajustes a sus patro-
los menores, que pueden llegar incluso al extremo de retirar la nes de interacción en pareja, modificación del ritmo de vida, re-
tutela a los padres cuando se demuestra que éstos no satisfacen ducción del tiempo personal dedicado al esparcimiento y, en
las expectativas de educadores para u n sano y armonioso desa- algunos casos, abandono de la actividad e c o n ó m i c a . D a d a la
rrollo del niño (por ejemplo, en casos de maltrato físico y/o men- importancia que los niños representan para la sociedad, se esti-
tal, en casos de abuso sexual, cuando no se lo cuida adecuada- ma que el Estado debe completar el esfuerzo de los padres y asis-
mente, cuando se lo explota económicamente o no se lo envía a tirlos en su tarea de educadores. Entre las diversas acciones que
la escuela) .29 el Estado puede hacer están:

En general, la mayoría de las personas están de acuerdo en


• Promover la educación para la vida familiar y para ejercer bien las
que tener hijos deriva de una decisión personal. N o obstante, he-
responsabilidades parentales. Se trata de proporcionar infor-
mos visto que la familia constituye una institución cuya impor-
mación y orientación a los padres de familia para que ad-
tancia no sólo se estima en relación con los individuos que crecen
quieran las herramientas y habilidades que les permitan ser
y viven en ella, sino que también cumple funciones sociales f u n -
más eficientes en su tarea pedagógica y para confrontar
damentales para la sobrevivencia de la sociedad. Es por ello por
más adecuadamente las necesidades de sus hijos en cada
lo que, cuando hablamos de los niños, no podemos verlos única-
una de las etapas de su evolución, desde la primera infan-
mente como los hijos de ima familia, como u n "bien p r i v a d o " cu-
cia hasta la adolescencia.
• Ofrecer servicios de guarderías infantiles. Una de las caracte-
" E n la práctica, sabemos que las leyes no siempre se traducen en acciones. Si en casi to- rísticas de la desigualdad familiar actual es el difícil acceso
da Latinoamérica las leyes prohiben (o al menos regulan) el trabajo de los menores, en la
realidad sabemos que en todos estos países muchos menores trabajan en condiciones di-
ferentes de las que han sido reglamentadas. E l hecho es que, en relación con los proble-
mas de los menores en situación extraordinaria (niños de la calle, sin hogar, niños Queda fuera de toda discusión el hecho de que la parentalidad es mucho más exigen-
maltratados, explotados, etc.), los esfuerzos de los gobiernos latinoamericanos (como te para las mujeres que para los hombres. Por regla general, son ellas quienes deben con-
muchos de otras regiones del planeta) han sido hasta ahora ineficaces e insuficientes. ciliar sus exigencias de trabajo y de maternidad. EUo se debe, fundamentalmente, a la
tradición de la estructura familiar basada en la división sexual del trabajo.

106
107
de las mujeres con hijos pequeños al mercado de empleos y,
consecuentemente, la limitación de su vida profesional. blemas relacionados con el envejecimiento de la población;
Más y mejores guarderías infantiles accesibles a las familias por lo tanto, no sería una medida compatible con la reaU-
de todas las clases sociales es una cuestión básica del apo- dad de los países que aún mantienen tasas relativamente
yo que el Estado puede ofrecer para apoyar a las madres elevadas de crecimiento demográfico. Quizás la manera
trabajadoras y garantizar el cuidado de sus hijos. más justa y sencilla en la que t m gobierno puede ayudar a
las familias es a través de políticas fiscales que tengan cuen-
• Ofrecer servicios de mediación para los miembros de las familias
ta del número de hijos y que reembolsen una parte de los
en conflicto. Cualquier familia puede confrontar —a lo largo
gastos provocados por los servicios de guardería y de edu-
de su existencia— conflictos entre sus roiembros que pue-
cación.
den llegar a ser graves y poner en peligro la estabilidad de
las familias o su bienestar emocional y, en consecuencia, el • Poner en marcha medidas para ayudar a las familias a prevenir
bienestar de los hijos. A u n cuando es deseable que la acción los problemas de consumo de drogas. En este sentido, el Estado
del Estado se enfoque más hacia servicios preventivos que debe ofrecer servicios educativos a los padres y a los jóve-
curativos, no pueden pasar desapercibidos los problemas nes, desarrollar campañas publicitarias intensivas y ofrecer
que se generan en las familias; por lo cual, las instituciones servicios curativos y terapéuticos para aquellos que ya son
y los organismos familiares deben ofrecer servicios de me- víctimas de alguna adicción.
diación accesibles a todos los sectores de la población para
facilitar la resolución de los conflictos.
• Proporcionar servicios a familias que tienen hijos con discapaci-
dades. Si la tarea de ser padres es de por sí difícil, cuando se
trata de criar hijos con algún tipo de discapacidad, esto re-
sulta aún más complicado. El Estado puede ofrecer servi-
cios de orientación y capacitación a los padres para que
puedan lidiar con los problemas derivados de ciertos tipos
de enfermedades o problemas de discapacidad; puede tam-
bién ofrecer servicios educativos especializados, ayudar f i -
nancieramente a las familias más desprotegidas para que
puedan adquirir los equipos requeridos, las medicinas o los
implementos necesarios para enfrentar el problema.
• Ayudar financieramente a las familias de más bajos recursos. En
algunos países, existen programas de ayuda financiera a las
familias, en forma de asignaciones familiares mensuales
por cada hijo que se tiene. Esto, sin embargo, ha sido desa-
rrollado en países que han experimentado una reducción
drástica de la natalidad y que enfrentan actualmente pro-

108
109
Fomentar el desarrollo integral de la mujer y
establecer acciones orientadas a ofrecerle
igualdad de oportunidades en todas las esferas
de la vida social

A pesar de que muchas de las sociedades contemporáneas, a lo


largo de u n constante y paulatino movimiento de democratiza-
ción en todas las esferas de lo social, han mostrado avances i m -
portantes en la reducción de muchas inequidades, lo cierto es
que, aún hoy, las mujeres no gozan de u n estatuto iguaUtario con
respecto al de los varones. Las investigaciones nos muestran que
la condición de las mujeres está estrechamente relacionada con
las estructuras familiares, las cuales, en prácticamente todo el
mundo, se han caracterizado a lo largo de la historia por la pre-
dominancia de una organización patriarcal con una fuerte d o m i -
nación de los varones y una marcada dependencia femenina. Ello
ha sido el resultado —entre muchas otras cosas— de un acentua-
do proceso de socialización diferencial en función del sexo.
Así, en u n estudio internacional realizado hacia fines de la dé-
cada del ochenta en 99 países (Population Crisis Committee,
1988), se p u d o observar claramente que en ningún país del m u n -
do las mujeres han logrado conquistar i m estatuto de plena
igualdad con los varones. En dicha investigación, que cubrió al
92 7o de la población femenina mundial, se utilizaron 20 indica-

111
llores para medir el bienestar de las mujeres en cinco sectores: sa- en su análisis sobre la estructura de la famiUa moderna. Ta Icol l
lud, educación, nupcialidad y fecundidad, empleo e igualdad Parsons consideraba hace unos años que la familia nuclear en la
social. El cómputo del ptmtaje total obtenido a partir de dichos que existe una división del trabajo, y en la que el varón/provee-
indicadores permitió clasificar a los países en siete categorías so- dor cumple los papeles instrumentales y la mujer madre/esposa
bre la condición femenina, desde "excelente" hasta "extremada- los papeles expresivos, es la que mejor se adapta al contexto de
mente deficiente". En los resultados obtenidos, se destaca que las sociedades industriales (cf. Parsons y Bales, 1955).
ningún país del m u n d o recibió u n puntaje que permitiera colo- Sabemos que el modelo de familia nuclear conyugal que refle-
carlo en la categoría de excelente; sólo 7 países (el 6,3 %) se clasi- ja esta teoría parsoniana de la familia ha sido objeto de severas
ficaron como m u y buenos. Suecia obtuvo el puntaje más alto (87 críticas (cf. Michel, 1974), puesto que a pesar de que, pretende ser
puntos), mientras que Bangladesh obtuvo el más bajo (21,5 p u n - "funcional" en una sociedad industrializada, al fundamentarse
tos). En la región de América latina y el Caribe, ningún país ob- en la división sexual del trabajo, provoca que la mujer sea mar-
tuvo puntaje de " m u y bueno", y sólo Jamaica, Barbados y U r u - ginada de cualquier otra actividad extradoméstica y excluye al
guay se clasificaron como "buenos", mientras que, en la gran varón de vma participación más activa y estrecha en el m u n d o i n -
mayoría de los países latinoamericanos, la condición social de la terior de la familia.
mujer puede ser calificada como "regular" o "deficiente". En es-
En términos generales, podemos afirmar que la cultura ha re-
ta región, los países en los que las mujeres se encuentran más
legado a la mujer a una segvmda posición, confiriéndole el este-
desfavorecidas son Solivia, Guatemala y Haití, mientras que Mé-
reotipo de u n ser pasivo que necesita protección, y asignándole
xico se ubica en una posición intermedia (cf. Population Crisis
la responsabilidad de la educación y del cuidado de los hijos. De
Committee, 1988).
ahí que la única función que se le reconoce socialmente, y la úni-
La noción tradicional de la familia siempre ha puesto el acen- ca que es valorada, es la maternidad. Paradójicamente, esta va-
to en la autoridad paternal. A l padre se lo describe normalmen- lorización de su función " n a t u r a l " ha constituido la base de su
te como el jefe de la comimidad familiar, como la figura sujeción y u n impedimento para que sea aceptada su igualdad
dominante rodeada de respeto y sumisión. La madre, así como social. Además, a las mujeres no se las ha estimulado para el lo-
los hijos, siempre han estado subordinados a la autoridad del va- gro de su independencia; al contrario, hemos persistido en el
rón proveedor. En la división de tareas, el padre generalmente mantenimiento de una actitud paternaUsta que considera a la
está exento de los trabajos domésticos, mientras que la figura mujer u n ser "frágil y débil". La sociedad las ha colocado en una
materna es fuertemente valorizada como el alma del hogar, so- situación desfavorable en casi todas las esferas.
bre la que reposan la vmidad y la soUdez de la famiUa. Es preci-
En este orden de ideas, dice Gail Sheehy (1986, p . 187) que los
samente en este plano de relaciones afectivas, donde la madre
hombres, después de los 20 años de edad, deben canalizar sus
juega u n papel dominante, reforzando y manteniendo los víncu-
energías para abrirse camino independiente en el m u n d o . Entre
los familiares a través de las relaciones afectivas.
los 20 y los 40, deben hacer todo su esfuerzo para obtener las re-
La separación entre lo doméstico y lo productivo ha contri- compensas de la sociedad. Para lograr el éxito, deben ser fieles e
buido, en buena medida, al establecimiento del modelo de fami- infinitamente atentos con su auténtica amada: su profesión. Las
Ua nuclear-conyugal fundado en la división de roles sexuales, mujeres, en cambio —afirma—, no tienen que encontrar la inde-
como el paradigma prototípico de la familia moderna. De hecho. pendencia en ese período de sus vidas. Tienen otras alternativas:

112 "3
pueden unirse a personas más fuertes, pueden transformarse en fuerte y dominante.^i La valorización social de los atributos ge-
hacedoras de bebés y amasadoras de panecillos, en portadoras néticos masculinos ha contribuido al establecimiento de u n sis-
del sueño de sus maridos. tema de estratificación social basado en el sexo, en el que todas
las mujeres son consideradas inferiores a los varones y según el
Persisten aún argumentos sexistas que tratan de reafirmar la
cual la disparidad de roles y de posiciones que les son atribuidos
frase aquella de que "detrás de todo gran hombre, existe una
implica u n acceso diferente a los recursos, a los derechos y a los
gran mujer", pero que niegan a la mujer el derecho de llegar a ser
privilegios (Descarries-Bélanger, 1980, p. 22).
grande. La situación social de la mujer se convierte así en una
cuestión de falta de oportvmidades, ya que el m u n d o construido Sin embargo, en la sociedad moderna, particularmente en los
por los hombres la circunscribe exclusivamente a dimensiones países más desarrollados, se percibe una clara tendencia hacia
relacionadas con su hogar y con su familia. Se trata de justificar una mayor participación de la mujer en las distintas esferas de lo
el discurso sexista en nombre del "bienestar emocional del gru- social. El análisis de la familia contemporánea nos muestra que
po doméstico", bienestar que, en última instancia, constituye el modelo famüiar basado en la división del trabajo está perdien-
una responsabilidad casi exclusiva para la mujer, dejando para el do su vigencia. Hablar de la situación social de la mujer implica
marido "jefe del hogar", la responsabilidad del bienestar econó- referimos a una situación de transición, en la cual, al igual que
mico. Se trata de convencer a la mujer de que su lugar está ahí, en cualquier otro proceso de cambio social, se establece una l u -
en el hogar, pues ella constituye la espina dorsal de la familia ( A n - cha entre los factores que propician el cambio y otros que se opo-
son y Roa, 1966), y sólo ahí puede realizarse como mujer. Como nen a él. El cambio de la situación de la mujer está relacionado,
dijo el padre Fraise en u n discurso ante mujeres profesionales en por u n lado, con las circunstancias sociales que pueden alentar o
la Universidad de Lovaina: favorecer una mayor participación, y por otro, con los factores
culturales que dictan —en función de la tradición y de la costum-
... cuánto siento tener que decir, ante las mujeres universitarias que bre— normas y valores que evolucionan m u y lentamente. Uno
me escuchan, que las madres de familia que he visto más felices, de los hechos más significativos en este contexto ha sido, sin l u -
más conscientes de sí mismas, con una personalidad más equilibra- gar a dudas, el ingreso masivo de las mujeres al mercado de em-
da, son aquellas que lavaban los platos, que cosían la ropa de su fa- pleos, fenómeno producido desde la década del cuarenta.32 en
milia, que ponían todos los días las cosas en su sitio y que Europa y en Norteamérica, y u n poco más tarde y más lentamen-
afrontaban todos los problemas, profesionales, económicos, familia-
te en muchos de los países de la región latinoamericana, donde
res, de amistades, desde el centro de su hogar, y ese centro les per-
mitía adentrarse y lanzarse a las aventuras más apasionantes de la
vida sin perder nada de su personalidad, nada de su feminidad...
^ No es una casualidad que esta descripción válida para el contexto estadounidense pre-
(citado por Leclercq, 1967). sente una asombrosa semejanza con la que hace Gissi (1975) para Latinoamérica.

Los datos de diversos países occidentales nos muestran que fue después de la Segun-
Los esposos O ' N e i l (1974, p. 164) decían hace unos años que, da Guerra Mundial cuando las tasas de actividad económica femenina empezaron a cre-
cer rápidamente. Además del efecto directo que tuvo la guerra en la contratación de
en los valores de la cultura norteamericana, ser femenina (o es- mano de obra femenina, la época de la posguerra significó para Occidente un auge y un
posa) equivalía a ser pasiva, dócil, emocional, temperamental, crecimiento económico sin precedentes, que contribuyeron al mantenimiento de la acti-
vidad económica de las mujeres. Adicionalmente, otros factores económicos y sociales
amorosa, mansa, receptiva y maternal. Por el contrario, ser mas-
también incidieron en la inclusión de las mujeres en la fuerza de trabajo; tal fue el caso,
culino significaba ser duro, competitivo, valiente, sereno, firme. entre otros, de la evolución de la tecnología doméstica, de la disminución de los nivelcN
de fecundidad y del arribo de las nuevas ideologías sobre la condición de la mujer.

114 115
también hemos podido observar una modificación en la situación ciado el hecho de que, para la cultura conservadora, el trabajo fe-
de las mujeres, aunque dicha evolución no se ha presentado al menino pone en peligro el equilibrio de la vida tradicional y el
mismo tiempo n i al mismo ritmo que en los países desarrollados. proceso de dependencia de la mujer. Particularmente entre las
capas más desfavorecidas de la sociedad, es el hombre quien de-
Teóricamente, la transición de la familia moderna implica
be proveer y satisfacer las necesidades de la familia; de no ser así,
—entre otras cosas— el paso de una estructura de división del
su virilidad es cuestionada. Tal situación, m u y común en Améri-
trabajo, fundamentada en atribuciones sexuales, hacia otra de t i -
ca latina, se encuentra estrechamente vinculada con el fenómeno
po igualitaria, en la que hombres y mujeres comparten tanto las
del "machismo". Partiendo de diversos estudios llevados a cabo
funciones internas como las extemas. Quizás el aspecto más so-
en Latinoamérica sobre la condición femenina, Gissi (1975) con-
bresaliente de dicho cambio sea el rompimiento de la frontera
cluye que el hombre se opone al trabajo de la mujer porque "de-
que separa la esfera pública (vida económica y social) de la p r i -
jar que su mujer trabaje es como reconocer públicamente que no es un
vada (mundo de lo doméstico). Esto significa que en nuestras so-
hombre", y porque "la única manera de asegurarse de la fidelidad de
ciedades han empezado a presentarse las condiciones estmctu-
una mujer consiste en mantenerla económicamente dependiente". Esta
rales que permiten u n mayor involucramiento de las mujeres en
percepción de la virilidad, ligada al papel de proveedor, ha sido
esferas extradomésticas, lo cual se ha convertido en xmo de los
descrita también en Canadá: "El trabajo de la mujer sustrae a ésta de
factores intemos que mayormente han favorecido el cambio so-
¡a autoridad del marido (la hace independiente), al mismo tiempo que le
ciofamiliar y la transformación de la posición de las mujeres en
arrebata a éste la prueba más importante de su masculinidad..." (For-
la sociedad.
tín, 1967, p . 64, citado por Dandurand, 1988, p p . 27-28; traduc-
Pero, si bien es cierto que en la actualidad, gracias a los proce- ción del autor).
sos de industrialización y de urbanización, se han establecido
Ha pasado ya u n cuarto de siglo desde que se celebró en la
condiciones estmcturales que han favorecido el ingreso paulati-
ciudad de México la Conferencia Internacional con motivo del
no de u n mayor número de mujeres a los mercados de empleos,
"Año Intemacional de la Mujer". Aunque en todo este tiempo
no menos cierto es que las estmcturas familiares siguen constitu-
hemos podido observar algunas modificaciones en cuanto a la
yendo u n obstáculo serio para el desarrollo profesional de las
situación social y familiar de las mujeres, la verdad es que tales
mujeres. Como señala Francine Barry (1977), la problemática del
cambios no han sido producto de una verdadera política famiUar
trabajo femenino parece estar articulada alrededor de u n eje dia-
ni de u n proceso planificado de intervención social del Estado.
léctico cuyas coordenadas son la industrialización por una parte
La evolución observada hasta ahora más bien ha sido el resulta-
y las tradiciones familiares, por la otra.
do de una inercia social en la que n i la cultura n i las instituciones
Entre los primeros obstáculos encontrados por las pioneras pueden permanecer estáticas frente a la violenta revolución tec-
de la actividad económica, uno de los principales fue la hostili- nológica que incide en nuestros estilos de vida y en la forma en
dad que hacia ellas manifestaba la sociedad tradicional, anclada la que interpretamos nuestra propia existencia. Queda claro que,
en una cultura masculina. Las ideas prevalecientes a este respec- no obstante la ligera evolución favorable en la condición de las
to en casi todas las sociedades se oponían firmemente a cual- mujeres latinoamericanas, el panorama actual aún deja mucho
quier modificación de los roles sexuales asignados a las mujeres. que desear y es más lo que resta por hacer que lo que hasta aho-
Las investigaciones referentes a la familia y al trabajo de la ra se ha logrado.
mujer (Leñero, 1968; Elu, 1975a; Vkiet y otros, 1982) han eviden-

li6 «7
Ahora bien, nosotros creemos que muchas de las acciones que A continuación presentamos algunas consideraciones de or-
las sociedades modernas deben emprender para construir una den general, las cuales pueden constituir pistas globales para
mayor igualdad de género pueden insertarse dentro de una po- una acción concertada en favor de la mujer y de su contexto fa-
htica social de la familia, ya que uno de los aspectos centrales de miliar.
una política social orientada a la fanulia se refiere precisamente
a la condición de las mujeres en la familia y en la sociedad. Po-
dría en principio pensarse que los programas orientados hacia el Carencia de investigaciones
mejoramiento de la situación de la mujer no deben formar parte
necesariamente del contexto de una política familiar, dado que En primer lugar, cabe destacar que — a l igual que en la mayoría
se refieren a una categoría específica de la población. N o obstan- de los temas relacionados con la f a m i l i a — existe una gran insu-
te, como ya lo hemos señalado, la mayoría de las mujeres son, ficiencia de investigaciones sobre la mujer. Aunque la experien-
además, madres, esposas o hijas, y en buena medida su situación cia profesional y académica nos permite hacer algunas hipótesis
social desfavorecida está condicionada por las estructuras fami- y planteamientos con respecto a estos problemas, lo cierto es que
Uares vigentes (cf. Ribeiro, 1994; García y OUveira, 1994; Barrére- no existe suficiente evidencia científica sobre muchas de las cir-
Maurisson, 1992; Bawin-Legros, 1988). Olga Rojas (1998) señala cunstancias que enfrentan las mujeres en la cotidianidad de la v i -
que, dado que los contextos de lo familiar y lo doméstico han si- da familiar. Fenómenos tales como el de madres solteras, hoga-
do tradicionalmente considerados espacios femeninos, no resul- res monoparentales, violencia conyugal, discriminación y acoso
ta extraño que la vida adulta de las mujeres quede definida fre- sexual no han sido abordados suficientemente en la literatura
cuentemente por el matrimonio y por la maternidad, así como científica, y existen pocas evidencias empíricas que fundamen-
por sus papeles de madres, esposas y amas de casa. Además, al- ten su anáUsis. Resulta, pues, de capital importancia que se rea-
gunas de las variables relacionadas con la situación femenina, Hcen proyectos concretos de investigación social acerca de todos
como el trabajo extradoméstico, están íntimamente relacionadas los problemas famiUares, particularmente de aquellos que invo-
con otros aspectos de lo que puede ser una política de la familia: lucran los problemas de género. Para ello es necesario que exista
servicios de guardería para las madres que trabajan, permisos de un común acuerdo entre las agencias gubernamentales y los cen-
maternidad, permisos de paternidad,33 valoración del salario fe- tros de investigación científica y de educación superior, y que se
menino (considerado no sólo \m salario de "apoyo"), etc. Las po- estimule y fomente con recursos financieros el desarrollo de ta-
líticas orientadas hacia la famiUa deben promover una mayor les líneas de investigación.
igualdad y t m espíritu democrático entre hombres y mujeres en
el seno de los hogares.
Ideologías sexistas

Si las nuevas ideologías sobre la familia ponen el acento en el concepto de igualdad: lis evidente que las actividades relacionadas con el "quehacer"
entre los sexos, es importante que las acciones y los programas gubernamentales refuer-i de la casa (lavado de ropa y vajilla, planchado, cocina, etc.) son
cen estas acciones. E n vez de hablar exclusivamente de permisos de maternidad, podría
plantearse la necesidad de establecer permisos de paternidad, bajo el supuesto de que lo» de dominio casi exclusivo de la mujer. A pesar de que cada vez
cuidados que requieren los niños y los recién nacidos no son una tarea exclusiva de la? son más los hombres que participan de alguna manera en los tra-
madres, sino también de los padres. E n Suecia, por ejemplo, existe un permiso parentaí,
tanto para los hombres como para las mujeres (Barrére-Maurisson, 1992, p. 31).
bajos de la casa, la ideología sexista dominante continúa defi-

n8 "9
niendo estos trabajos como femeninos. En la mayoría de las fa- que se construye el género (Manke, Seery, Crouter y Mcl lale,
milias latinoamericanas, los esposos constituyen en general una 1994), y en que uno de los signos más visibles de este proceso OH
figura periférica, y habitualmente no se ocupan de otra cosa que la manera en que el trabajo doméstico está distribuido entre los
no sea el sostenimiento económico del grupo. Si entre los mayor- miembros del grupo familiar.
mente instruidos la figura del "macho" se presenta con menor Por otro lado, el trabajo doméstico está universaLmente des-
intensidad que entre quienes tienen una escolaridad escoba, pa- valorizado. Ha sido caracterizado popularmente como u n traba-
ra todos ellos en general lo doméstico es asunto de las mujeres jo tedioso, aburrido y que no proporciona satisfacción, además
(cf. Vega, 2002). Si cada vez es más frecuente escuchar a esposos de que no goza de prestigio (cf. Robinson y Milkie, 1998). Pode-
de los estratos medios decir " y o ayudo a m i mujer a lavar los pla- mos decir que el trabajo doméstico es ampliamente considerado
tos", la frase no esconde la idea subyacente de que la responsa- u n "no-trabajo", o al menos no u n trabajo verdadero, porque no
bilidad de lavar la vajilla corresponde siempre a la mujer, aun en se considera productivo y porque tradicionalmente ha sido i m
los casos en los que ellas — a l igual que ellos— ocupen u n em- trabajo de mujeres. En nuestra experiencia como investigadores,
pleo de tiempo completo fuera del hogar. Estudios realizados en es m u y frecuente oír a las mujeres entrevistadas decir " y o no tra-
todo el mvmdo34 muestran claramente esta situación, tanto entre bajo" para referirse al hecho de que no tienen empleo remunera-
aquellas mujeres que ejercen una actividad remunerada como en- do fuera de su casa. Lo mismo sucede con los varones: muchos
tre las que se dedican de manera exclusiva a las tareas de la casa. dicen " m i esposa no trabaja", lo cual parecería indicar que las
El estigma social de la madre-esposa coloca sobre los h o m - muchas horas invertidas en planchar, lavar, limpiar cocinar y
bros de la mujer toda la responsabilidad de la vida familiar. La cuidar a los hijos no constituyeran u n verdadero trabajo.
mayoría de las familias latinoamericanas es eminentemente ma- Las ideologías sexistas que se reproducen en buena medida
trifocal y los trabajos domésticos siguen siendo una función ex- en el seno mismo de la familia son reforzadas también por otras
clusivamente femenina en la generalidad de los hogares; y esto instituciones, particularmente por la escuela y por los medios
es cierto aun en los casos en que las mujeres desempeñan una ac- masivos de comunicación. Resulta, entonces, de primera impor-
tividad productiva fuera del hogar. Esto quiere decir que la ma- tancia orientar esfuerzos hacia la creación de una nueva ideolo-
yor responsabilidad de conducir la vida emocional, afectiva y gía, fundamentada en la igualdad sexual, que siente las bases
formativa de los miembros que la componen recae principal- para la construcción de u n tipo iguaHtario de estructura familiar.
mente en la figura materna. El padre de familia todavía se i m p l i - Para ello es preciso no sólo fomentar la concientización de las
ca poco en la cotidianidad del grupo familiar y en muchos casos mujeres acerca de sus capacidades y alternativas, sino que tam-
sólo constituye una figura periférica. Es innegable que la familia bién es imprescindible promover la participación de los varones
sigue reforzando el modelo de separación de roles sexuales al interior del grupo doméstico. Dicha promoción constituye en
(hombre proveedor-mujer ama de casa), y que, en tales condicio- reaUdad u n proceso educativo permanente en el que, de alguna
nes, el panorama de desarrollo para las mujeres presenta gran- forma, deben estar involucradas todas las agencias que partici-
des limitaciones. Los académicos feministas están de acuerdo en pan en el proceso socializador de los individuos (escuela, medios
que la familia constituye uno de los principales escenarios en los masivos de comvmicación, etc.). En resumen, es preciso construir
una "cultura de género".
^ Véanse, por ejemplo: Debaréde (1988), Ribeiro (1989,2002), Leñero (1968), E l u (1975a),
Gissi (1975), Sheehy (1986), Barrére-Maurisson (1992), entre otros.

120 121
División sexual del trabajo más industrializados el porcentaje de madres de familia que \\ .\
bajan es mayoritario, no es menos cierto que su ingreso es perci-
La separación de papeles sexuales y la desventajosa posición de bido —en la mayoría de los casos— como u n salario de apoyo
la mujer en prácticamente todas las esferas de lo social están en (complementario), ya que éste es en promedio inferior al de los
buena medida fundamentadas en lo imaginario, en la manera en hombres. Además, se sabe que las madres que trabajan no cuen-
que las personas —hombres y mujeres— interpretan su identi- tan con u n sistema accesible de guarderías infantiles que les per-
dad de género. La familia, como gran parte de las agencias de so- mita comprometerse sin temor en empleos de tiempo completo.
cialización, reproducen todavía una imagen tradicional de lo Finalmente, debemos añadir que las leyes, aun cuando han evo-
"masculino" y de lo "femenino". Muchos de los diferentes as- lucionado en casi todos los países con respecto a las observadas
pectos relacionados con la estigmatización de lo masculino y de durante la década del cincuenta, todavía no han logrado propor-
lo femenino son percibidos como algo "normal", como algo que cionar a las mujeres y a los hombres las mismas posibilidades de
proviene de una especie de "orden natural". Como decía N e w - compartir igualmente el "exterior" como el "interior".
comb (1967, p . 490) hace algunos años: "La mayoría de nosotros
creemos que los hombres están 'hechos'de una manera y las mujeres de
otra, y que las diferencias de rol son consecuencia de estas diferencias Favorecer la conciliación entre la familia y el trabajo
'innatas'." Axm cuando sabemos que los estereotipos son genera-
hzaciones no científicas que unos grupos formulan a propósito Los datos disponibles reflejan que, en todas partes, la proporción
de otros grupos, ellos contienen una parte de verdad en la medi- de mujeres en el mercado de empleos es menor que la de varo-
da en que las características atribuidas a los miembros de u n gru- nes y que, en algunos países, es prácticamente marginal. Ello es
po son el resultado de presiones sociales reales que son puestas resultado de la conjunción de diversos factores, todos ellos v i n -
en evidencia. O, como señala Moreaux (1981, p . 18), las ideolo- culados con la condición femenina, pero que en gran medida es-
gías "reflejan posiblemente menos la realidad que pretenden describir tán fuertemente asociados con la "misión" que nuestra sociedad
que la que contribuyen a instaurar". le impone como ama de casa y madre de familia. Las investiga-
La mayoría de los estudios muestran que las mujeres hacen la ciones reaUzadas hasta ahora nos han mostrado cómo el matri-
mayor parte de los trabajos de la casa, incluso cuando ellas tie- monio significa, para muchas mujeres, el abandono del empleo
nen u n empleo de tiempo completo (Manke y otros, 1994). y la dedicación casi exclusiva a las tareas domésticas (Elu, 1975a;
Greenstein (1996) señala que, si bien en los Estados Unidos se ha Leñero, 1968,1983; Ribeiro, 1989,1995a). Como señala Harris:
duplicado el número de madres casadas que trabajan a tiempo
completo desde 1970, la división del trabajo doméstico casi no se El matrimonio es, entre otras cosas, im contrato. El matrimonio en
tanto institución será percibido como opresivo, cualquiera sea su
ha modificado y los hombres casados siguen participando poco
forma, mientras los recursos de las partes contratantes, extemos a la
en las labores del hogar.
relación, sean desiguales. Es de esperar que, por grande que sea la
Además de la reticencia de los hombres a asumir su parte de igualdad formal entre los cónyuges, el sentimiento de desigualdad
las cargas domésticas, las condiciones de trabajo de las mujeres de las mujeres en el matrimonio persistirá mientras no puedan,
no han alcanzado u n nivel óptimo de igualdad con respecto a las cualquiera sea la razón de ello, participar en el mercado de trabajo
de los varones. Por una parte, si bien es verdad que en los países en las mismas condiciones que los varones (Harris, 1986, p. 262).

122 123
Lo cierto es que, a pesar de la relativa apertura de los merca- gilidad, particularmente cuando, por divorcio, separación, aban-
dos de empleos a las mujeres, éstas siguen siendo consideradas dono o viudez, ellas deben encabezar ima familia. A pesar de h\
las principales depositarlas de la vida familiar. De tal suerte, la escasez de datos provenientes de investigaciones, es posible
mayoría de las esposas enfrentan la dificultad de compatibilizar plantear la hipótesis —ya confirmada en muchos países indus-
sus aspiraciones (o necesidades) laborales con sus funciones do- trializados— de que, cuando una mujer tiene que enfrentar sola
mésticas. todas las funciones famiUares, regularmente hace frente a u n
En tales circunstancias, para favorecer el desarrollo de las m u - proceso de empobrecimiento económico (cf. Dandurand y Saint-
jeres, se hace necesario i m cambio radical en la organización y es- Jean, 1990).
tructura de las familias, lo que implica, entre otras cosas, t i n
mayor involucramiento de los esposos en los cuidados de la ca-
sa y en la crianza de los hijos. Pero, como los cambios estructura- Estructura de autoridad en la familia
les y culturales son de largo plazo, deben tomarse medidas
inmediatas que suavicen el problema que para las esposas repre- Para RogeUo Díaz-Guerrero (1988), la supremacía indiscutible
senta la dualidad trabajo-hogar. Ello implica, por ejemplo, hacer del padre es una de las premisas básicas sobre las que se funda-
reformas legislativas que permitan una mayor flexibilidad en los menta la estructura de las familias en México. Lo mismo podría-
empleos, crear u n número suficiente de guarderías infantiles a mos decir para la mayoría de los países latinoamericanos y para
precios accesibles, ampliar los períodos de receso laboral por muchos otros en gran parte del mundo. Aunque en casi toda la
maternidad, etc. Incluso no sería descabellado revisar a fondo la región latinoamericana se percibe u n cambio significativo con
idea de legislar para que el trabajo doméstico realizado por las respecto a las normas tradicionales, muchas famiUas aún mues-
esposas reciba una remuneración obligatoria. tran la existencia de u n cierto tipo de patriarcalismo. El hecho de
que la mayoría de las mujeres casadas o unidas no cuenten con
u n ingreso propio les impide tener una fuerza suficiente de ne-
Reconstrucción de la vida de pareja gociación conyugal.
La subordinación femenina parece estar en relación inversa
La mujer casada que por algtina razón ve terminado su matri- con el papel desempeñado por las mujeres en la producción; és-
monio encuentra serias dificultades para reconstruir u n hogar. tas disfrutan de mayor poder cuando contribuyen de forma i m -
Los datos censales evidencian proporciones mucho mayores de portante a la producción de materias primas y están más subor-
mujeres divorciadas, viudas y separadas que de hombres en las dinadas cuando se dedican fundamentalmente a preparar la
mismas circunstancias. Si a esto agregamos el hecho de que, en carne y otros alimentos que proveen los hombres (Gough, 1984).
la enorme mayoría de los casos de divorcio y separación, las
Es por ello por lo que la promoción de la equidad de género
mujeres conservan la tutela de los hijos, podemos imaginar
depende, en buena medida, de la construcción de oportunidades
cuánto más difícil es para ellas rehacer su vida en pareja. Ade-
y de la apertura de los mercados para la incorporación de las
más, el hecho de que la mayoría de las mujeres casadas concen-
mujeres casadas a empleos en igualdad de circunstancias con
tren su vida alrededor de la familia y mantengan una situación
respecto a los varones.
de dependencia económica con respecto a sus esposos (provee-
dores) las coloca en una condición desventajosa y de mucha fra-

124 125
Nupcialidad temprana Igualdad de oportunidades

El matrimonio precoz limita las posibilidades de desarrollo per- Se percibe rma posición desventajosa de la mujer en práctica-
sonal y de consolidación de la personalidad adulta. Para em- mente todas las esferas de lo social (educación, empleo, acceso al
prender u n proyecto de vida de familia, sin olvidarse del crédito, etc.). Tal situación se encuentra estrechamente correla-
proyecto de vida personal, es necesario que las parejas hagan cionada con la estructura de la familia pues, además de que de
uso de todos sus recursos psicológicos y materiales, situación alguna manera constituye u n claustro para las mujeres, en ella se
que generalmente no es posible cuando los matrimonios se efec- producen y reproducen buena parte de las normas y los valores
túan precozmente, porque en tales circunstancias la mayoría de sexistas que limitan a la mujer. Por ello, así como en su momen-
ellos no han acumulado n i la experiencia, n i la madurez, n i las to se hizo necesaria la creación de la Comisión de los Derechos
herramientas necesarias para hacer frente a la responsabilidad Humanos, creemos que es preciso que se establezcan comisiones
de lo que será su vida futura. Por este motivo, debe promoverse de los derechos de las mujeres. Ciertamente, una de las tareas
ima nupcialidad más tardía. más importantes para dichas comisiones debería ser la de elabo-
rar propuestas de ley que favorezcan la igualdad de oportunida-
des para las mujeres, así como la vigilancia del respeto hacia
Reproducción dichas leyes.

Sabemos que, a pesar de la disminución que ha sido observada


durante los últimos años en las tasas de fecundidad, ésta sigue Aspectos jurídicos
siendo elevada, acentuando el proceso de dependencia de la
mujer, atándola con mayor fuerza a sus responsabilidades pa- Aunque la constitución política de la mayoría de los países seña-
rentales y exponiéndola a u n riesgo mayor en términos de sa- la claramente que hombres y mujeres gozan de los mismos dere-
l u d reproductiva (Elu y Ribeiro, 1992). Abordar el problema de chos y obligaciones, y que ambos son iguales ante la ley, lo cierto
la mujer y de la familia es también hacer alusión a todos los as- es que los códigos civiles aún reflejan una situación desfavorable
pectos de salud reproductiva. Conceptos tales como "planifica- para la mujer, tratándola como una "menor de edad" y priván-
ción f a m i l i a r " deben ser vistos y promocionados en todas sus dola de los mismos derechos y obligaciones de los varones. Por
dimensiones y no sólo en cuanto se refieren al control de la na- otro lado, es evidente que existen lagunas importantes en las le-
talidad. Claro que la reducción de la fecundidad es importante gislaciones relacionadas con esta temática, particularmente en lo
para que la mujer casada y madre de familia tenga mayores que respecta a igualdad de oportunidades y a los mecanismos
oportunidades de independencia y de desarrollo, pero no deja para hacer que se cumpla el principio de plena igualdad. U n
de ser importante el concepto de planificación de la familia en simple ejemplo de ello —que a algunos pudiera parecerles banal
el contexto mismo de la evolución del grupo doméstico: definir pero que es u n síntoma de la desigualdad— es el hecho de que
metas y elaborar estrategias para cada uno de los ciclos de vida aún no se cuestiona la "patrilinealidad" de los sistemas familia-
familiar. res; es decir, el hecho de que sean sólo los hombres quienes trans-
miten su apellido, mientras que el apellido materno se pierde en
la segunda generación. En consecuencia, es necesario hacer una

126 127
revisión concienzuda de las leyes en cuanto se refieren a aspec- recurrir más fácilmente a ayuda profesional o legal. Sin embar-
tos de género. En relación con lo anterior, es importante que los go, la realidad nos muestra que la mayoría de las mujeres que su-
responsables de legislar se famüiaricen con la problemática que fren la violencia de sus maridos no la encauzan por vías legales
enfrenta la mujer en su familia y en su entorno social para res- sino, por el contrario, la asumen con una actitud de resignación,
ponder efectivamente a sus necesidades. ya sea porque tal actitud forma parte del r o l sociocultural asig-
nado a la mujer, o bien porque "aguantar" es la única forma de
retener al esposo y el ingreso que éste aporta al hogar (cf. Gon-
Violencia conyugal zález de la Rocha, 1986,1988).
Una de las medidas que han sido tomadas en ciertos países
La violencia doméstica constituye u n fenómeno cuyas dimensio- desarrollados con respecto al problema de la violencia conyugal
nes son, sin duda, difíciles de conocer. EUo se debe a que gran ha consistido en la creación de albergues para mujeres violenta-
parte de lo que ocurre en el seno de los hogares es completamen- das por sus maridos. Si bien tales albergues constituyen u n pa-
te invisible ante los ojos de la sociedad, dada la privacidad que liativo de corto plazo pues brindan ima solución inmediata a
los caracteriza. Incluso los investigadores sociales encuentran se- aqueUas mujeres que dependen financieramente de sus maridos,
rias dificultades para estudiar este tema, que constituye una es- y que por la misma razón no disponen de autonomía para esca-
pecie de tabú, ya que los informantes enfrentan presiones tanto parse de su "infierno doméstico", en realidad no son una solu-
de tipo legal como social. ción integral al problema y deben complementarse con otros
Las pocas investigaciones que sobre la violencia doméstica se programas de capacitación para el trabajo y con guarderías i n -
han realizado hasta la fecha han partido principalmente de me- fantiles que permitan a tales mujeres incorporarse a una activi-
todologías cualitativas, tales como los análisis de casos o las his- dad productiva, alcanzar la independencia económica y rehacer
torias de vida, y en la mejor de las situaciones las cifras sus vidas de manera autónoma. Por otro lado, la existencia de es-
disponibles provienen de aqueUos hechos en los que se ha de- tos albergues encierra una situación paradójica, pues hace saUr
mostrado judicialmente la existencia de alguna forma de violen- de los hogares a las víctimas y permite que en ellos permanezcan
cia. Aunque tales estudios tienen la v i r t u d de proporcionar una los agresores.
descripción detallada y profunda del fenómeno, no permiten ha- Evidentemente aquí, como en cualquier otro aspecto de la fe-
cer estimaciones mediante las cuales se pueda delirrütar la am- nomenología familiar, la política social debe poner más el acen-
p l i t u d estadística del problema. Sin embargo, sobra decir que la to en la prevención de los problemas que en la búsqueda de so-
experiencia en el terreno de aquellos profesionistas que intervie- luciones o el establecimiento de sanciones; ello puede realizarse
nen en el seno de las familias y de las comunidades pone de ma- mediante campañas y programas de educación y de orientación
nifiesto que la violencia fanüliar, particularmente aquella que familiar, así como a partir de otio tipo de acciones orientadas a
victimiza a las mujeres y a los niños, adquiere dimensiones cada favorecer la emancipación de las mujeres. Además, es preciso i n -
día más alarmantes. cidir combativamente sobre aqueUos aspectos de la cultura que
Cuando el abuso o la violencia victimizan a las mujeres (espe- son susceptibles de favorecer la presencia de la violencia domés-
cialmente a las esposas), la problemática adquiere matices dife- tica. Así, por ejemplo, en América latina, donde buena parte de
rentes, pues como personas adultas se supone que pueden las unidades domésticas se caracterizan por estructuras basadas

128 129
en una fuerte división del trabajo y por rasgos machistas, la vio-
lencia física, sexual y verbal es utilizada cotidianamente por los
hombres para reforzar su lugar doixúnante y para reafirmar la dis- Desarrollar programas de prevención de
ciplina famihar asimétrica (González de la Rocha, 1986, p. 126). De problemas asociados con la desorganización y la
tal suerte, en la medida en que tales estructuras persistan, será ruptura familiar, así como acciones que favorezcan
m u y difícil modificar los patrones de violencia conyugal.
la estabilidad de las parejas y de sus familias

Organización familiar

Ya señalamos anteriormente que el concepto predominante y ge-


neralmente aceptado de lo que es una familia corresponde al m o -
delo de la familia nuclear completa compuesta por el padre, la
madre y los hijos. Pero sabemos bien que la realidad es otra: exis-
ten otras formas no nucleares de organización familiar, una de
las cuales, significativamente importante desde el punto de vis- En otro apartado, habíamos señalado que la industrialización
ta estadístico, es la familia monoparental (casi siempre con una provocó que los países occidentales enfrentaran importantes
mujer como jefe de familia). Ahora bien, muchos de los progra- transformaciones en la vida famiUar: aumento de la edad al ca-
mas gubernamentales y no gubernamentales de desarrollo fami- sarse, declinación gradual de las tasas de fecundidad, cambio de
liar, agrícola, comunitario, etc., están diseñados para las " f a m i - patrones de interacción en las parejas y en las familias, separa-
Uas" y no contemplan una perspectiva de género, y en muchos ción acentuada de las esferas piiblicas y privadas, migración ha-
casos son los varones jefes de familia quienes se implican y bene- cia las ciudades, etc. Tal situación "perturbó" a la famiUa que
fician con tales proyectos, dejando al margen a las mujeres y los estaba en transición hacia u n nuevo modelo, el cual se estableció
hogares encabezados por mujeres. Por su naturaleza vulnerable, de manera más sólida en la época anterior a la Segunda Guerra
los hogares monoparentales —especialmente aqueUos cuya ca- M u n d i a l , y que en la posguerra se presentó como una familia
beza es una m u j e r — deben constituir una de las categorías de fa- ideal, estable y feliz. Desde entonces, la evolución hacia la pos-
milia que mayor apoyo reciba por parte del Estado .35 modernidad ha provocado nuevamente fuertes cambios en la fa-
milia y ha generado diversos síntomas de u n malestar famiUar.
"Es por esta razón que podemos pensar que la transición hacia una so-
ciedad posindustrial, como aquella de la industrialización, juega cierta-
mente un papel en la explicación de las perturbaciones actuales de la
35 L a observación de las tendencias actuales en los índices de divorcio y separación, jun-
to con el aparente incremento en el número de madres solteras, permiten plantear hipó-
vida familiar" (Dandurand, 1990b, p . 54).
tesis en el sentido de que cada vez será mayor el número de familias monoparentales a
cargo de mujeres. Resulta paradójico que el modelo familiar que las culturas latinoame- Desde u n punto de vista funcional, se espera que la familia se
ricanas siguen privilegiando corresponda aún al de tipo patriarcal, con una marcada ten- adapte, se acomode a las circunstancias siempre cambiantes que
dencia hacia la separación de las funciones sexuales.

130 131
la rodean, modificando su organización interna, sus funciones,
fican vm aumento de las fallas funcionales, lo que a su vez con-
su tamaño y sus procesos. Pero la evolución de los países occi-
duce hacia una mayor desorganización de la famiUa.38 Así, a me-
dentales hacia la posmodemidad ha sido tan abrupta que ha per-
dida que los cambios sociales son más rápidos e intensos, los
turbado grandemente a la familia, a tal grado que algvmos auto-
sistemas famiUares también tienden hacia u n cambio acelerado,
res han llegado a preguntarse si estamos siendo testigos de la
lo que provoca mayores niveles de disfunción. Esto es porque al-
desaparición de la familia y del matrimonio. En el m u n d o m o -
gunos miembros de la famiHa aceptan nuevos modos, pero otros
derno no podemos hablar solamente de adaptabilidad; la fami-
no, lo que conduce a la posibilidad de desacuerdo y de conflicto.
lia está sufriendo cambios que no podían ser imaginados por los
Quizás por esta razón es más notoria la presencia de elementos
sociólogos de la década del cincuenta. N o podemos llegar a de-
disfuncionales en familias urbanas que en las rurales, o bien en
cir que la familia está desapareciendo, n i siquiera que se ha de-
aqueUas famiUas que emigran del campo hacia la ciudad y que
sinstitucionalizado,36 pero sí que se ha transformado radical-
súbitamente deben "adaptarse" a condiciones completamente
mente... En vez de transitar hacia u n modelo genérico de familia,
distintas de las que estaban acostumbradas.
estamos presenciando la aparición de nuevos tipos familiares en
u n ambiente de mayor flexibilidad y pluralidad. Basta una simple mirada a los medios de comunicación de
masas para percatarse de la existencia de muchas dificultades en
A medida que la sociedad se transforma y la tecnología se i n -
el seno de la familia: aumento sin precedentes en el número de
filtra en la vida cotidiana, las violentas modificaciones que sufre
divorcios; existencia de u n buen número de niños maltratados;
la familia le producen tensiones, conflictos y desorganización. La
incremento en las cifras de jóvenes farmacodependientes; delitos
introducción de la electricidad en ima comimidad rural, por
y abusos sexuales entre parientes; hijos desadaptados; ancianos
ejemplo, modifica los patrones respecto al horario y las activida-
abandonados; conflicto entre generaciones, etc. Estos hechos,
des de la familia: la luz artificial permite llevar a cabo activida-
junto con muchos otros, han Uevado precisamente a algunos au-
des nocturnas que antes no eran concebibles. El ingreso de la
tores a cuestionar la vigencia de esta agrupación. Y surge enton-
televisión al hogar, además de "romper el mundo íntimo del hogar"
ces la pregimta: ¿está muriendo la familia?
(Sánchez Azcona, 1974, p . 86), proporciona a los miembros de la
familia nuevas ideas; alienta la aparición de costumbres y patro-
nes de comportamiento diferentes, propicia el cambio de valores,
Crisis de la familia y del matrimonio
reemplazando los más conservadores por otros más "modernos y
progresistas".
N o podemos negar que actualmente existen signos, en ocasiones
Debido a que las modificaciones fundamentales en los siste- alarmantes, de u n desasosiego famüiar. Reiteradamente escu-
mas famiUares introducen nuevos valores,^^ generalmente signi- chamos a los demás hablar sobre la crisis y la desintegración de
la familia, a tal grado que dichos términos ya forman parte de
36 E s cierto que muchos aspectos de la familia son menos institucionales que antes (el ma- nuestro lenguaje activo. Para muchas personas —sobre todo, las
trimonio, la autoridad, los rituales matrimoniales, las normas y roles tradicionales, etc.).
Sin embargo, no podemos decir que la familia se ha desinstitucionalizado por completo.
^"^ Uno de los cambios de valores que afectan la estabilidad de la familia es, sin duda, la
pérdida del valor dado al principio de solidaridad grupal — m á s allá de la transacción in- ^° L a desorganización familiar puede definirse como "el rompimiento de la unidad fa-
terindividual— frente a los derechos y valores cada vez más enfatizados en el desarrollo miliar, la disolución o fractura de una estructura de funciones sociales, cuando uno o más
de las personas, consideradas individuos autónomos (Leñero, 1987, p. 79). miembros dejan de desempeñar adecuadamente sus obligaciones funcionales" (Goode,
1966; p. 200).

132
de mayor edad—, la familia "ya no es lo que era", y están con- Frederic Leplay no podían concebir los cambios que la familin
vencidas de que el fenómeno de desintegración es relativamente estaba experimentando, y vaticinaron el f i n de la familia y
reciente. A pesar de que cada vez se habla con mayor insistencia junto con é s t a — de la sociedad de la cual era fundamento (Bre-
de "la crisis de la familia contemporánea", ello no significa nece- chen, 1976).
sariamente que la familia esté destinada a desaparecer. Para En este orden de ideas, Moreaux señala que las dificultades
Dicks (1970), la principal función socio-biológica de la familia no de la vida famüiar, sea al interior de la pareja, sea entre padres e
puede ser anulada aunque su estructura cambie y se simplifi- hijos, no son en sí peores que antes, pero se hacen rápidamente
que .3^ Por su parte, Pierre Gauthier escribe: insoportables desde el momento en que no aparecen como la
contraparte necesaria de las finalidades esenciales ligadas, por
Frente al fuerte aumento de las familias monoparentales en el trans- ejemplo, a la satisfacción de necesidades primarias; en lugar del
curso de los últimos diez años, así como también de la tasa de divor- acomodamiento, de la sumisión, del silencio a los que estaban
cio y de segundas nupcias, podríamos concluir que la familia se dispuestos los tradicionales, el hombre moderno exaspera los
desintegra. Pero im examen más profundo de los hechos revela otra conflictos familiares por la convicción de que u n fracaso de la pa-
cosa: el modelo familiar único de generaciones precedentes ha deja- reja o la partida prematura de los hijos no les impide vivir, y que
do lugar a nuevas estructuras. Sobre la base de estadísticas actuales
la separación es siempre una mejor solución que la coexistencia
de demografía social, es plausible predecir que al menos una fami-
conflictual. Comportarse como buen padre, como buen esposo,
lia sobre tres, de aquellas fimdadas en los años ochenta, se separará
como buen hijo necesita entonces esfuerzos en los cuales no se
por causa de divorcio, mientras que otras durarán hasta la muerte
miden bien las razones y los efectos, porque ellos no son com-
de uno de los cónyuges. Sin embargo, es necesario considerar que
separación y divorcio darán frecuentemente lugar a una nueva pensados por gratificaciones (Moreaux, 1981, p . 16).
unión libre u oficial (Gauthier, 1986). Dado que el regulador exterior —que era la institución del
m a t r i m o n i o — ha desaparecido, o al menos porque sólo se le
Nuestra sociedad evoluciona entonces hacia u n modelo fami- otorga una realidad formal, es necesario que la pareja misma de-
liar pluralista. En la sociedad posindustrial, la familia no está en fina sus expectativas, que haga elecciones; y esto no es fácil. N o
vías de desaparición, sino que se diversifica. Lo que ha sucedido es fácil, porque cada cónyuge no puede siempre tener las mis-
es que en unas cuantas décadas hemos pasado de u n modelo fa- mas expectativas que el otro. Habrá, entonces, en la pareja una
miliar que era estadísticamente dominante y sociológicamente negociación permanente, a diferencia de la pareja de nuestros
normal a una situación de pluralidad de modos de organización abuelos, en la que las cosas estaban arregladas de antemano: que
familiar. él fuese u n buen marido, que aportase el dinero de su salario,
Si echamos u n vistazo al pasado histórico de la institución que no bebiese, que fuese gentil con los niños, y ¿qué otra.cosa?,
familiar, podemos percatarnos de que, desde hace mucho tiem- que fuese, desde el punto de vista de la sexualidad, u n hombre o
po, se ha hecho referencia a la crisis de la familia. Así, p o r ejem- una mujer normal. Pero eso era todo. H o y en día, es necesario
plo, en la época posrevolucionaria en Francia, Luis de Bonald y definir y redefinir lo que uno espera del otro, y esto es el objeto
de una negociación incesante que se confronta con una d i f i c u l -
tad radical: la existencia simultánea de dos objetivos, que son
Los valores de la familia tradicional aún persisten, de modo muy palpable, en nuestro — a l menos en apariencia— inconciliables. El primero es aquél
ideal inconsciente de lo que es el medio significativo para el niño que crece (Dicks, 1970,
p. 37).

135
cli' la solidaridad afectiva de una intensidad fuerte. El segundo cimiento, diversas etapas del desarrollo personal, muerte, uniOn
es la voluntad de no ser cautivo del otro (Roussell, 1986, p . 22). conyugal, relaciones sexuales, embarazo, gestación y parto, patorni
dad, educación, filiación y fraternidad. Todo ello se ha llegado ,\
Todos los matrimonios comprenden una fase de socialización
concebir como algo sagrado, que pertenece a Dios, y que a los hom-
que puede, en ciertos aspectos, ser comparada con la infancia o
bres sólo les toca respetarlo y consagrarlo para contar con la bend i-
la adolescencia, pero que es diferente en la medida en que cada
ción divina (Leñero, 1987, p. 50).
cónyuge está ya socializado. Cada cónyuge deberá, entonces, en
cualquier situación, si quiere tener éxito en su proyecto, colabo-
El proceso de secularización produce la desacralización del
rar con el otro, con los otros, negociar, arreglar las diferencias. La
vínculo matrimonial y conduce hacia la adquisición de una d i -
vida cotidiema implica esfuerzos diarios que pueden explicar
mensión humana que hace sentir que la responsabiUdad de la
que ciertas parejas se separen, enfrentadas con la incapacidad
unión conyugal es obra de la voluntad personal y no de la de
psicológica, cultural y material para asumir el proyecto de "bue-
Dios. El prototipo tmívoco de familia, sancionado con i m criterio
na familia" en la cual se han comprometido (Bawin-Legros, 1988,
sacral, poco a poco está desapareciendo y dando lugar a una p l u -
p. 104).
ralidad de pautas de conducta. Los conflictos latentes o reales
Estas situaciones, propias de la vida "modema",^^ están estre- que existen en el seno familiar salen entonces a la luz, sin la inhi-
chamente ligadas con el acrecentamiento de la secularización. bición de lo sagrado, y se pueden reconocer diversos tipos reales
Según Leñero (1987), la relativización de la fe religiosa se en- de famiUa, ya sin el peso de la sanción divina (Leñero, 1983, p p .
cuentra en una relación estrecha con el proceso de secularización 120-121). Ello se traduce, entre otras cosas, en u n aumento de las
que afecta directamente a la familia, la cual —dice este a u t o r — rupturas formales de los vínculos conyugales, fenómeno que
es cada vez menos sacralizada, no sólo en el nivel de la vida co- ocurre incluso en los hogares cuyos miembros están afiliados a la
tidiana interna, sino también en el de su validez pública. El pro- religión católica (la cual mantiene ima postura rígida en cuanto
ceso de secularización ha hecho que la vida familiar sea cada vez a la no disolución conyugal, pues se fimdamenta en el principio
más profana; la Iglesia ha ido perdiendo progresivamente el m o - de que " l o que Dios ha unido no debe separarlo el hombre".
nopolio de la autoridad moral, mientras que la sociedad política
ha tratado de retomar el control de esta autoridad moral, sustitu-
yendo la normatividad institucional sacralizada por una norma- Fracaso matrimonial
tividad legal y laica, legitimada en su fundamentación científica.
Uno de los síntomas más sobresalientes de la actual crisis famiUar
es, sin duda, la ampUtud del fenómeno del divorcio, el cual pre-
La sacralización familiar había incluido casi todos los actos básicos
senta tasas crecientes en casi todo el mundo. Strean (1986) repor-
de regulación de la vida doméstica y de la vinculación parental: na-
ta que, para fines de los años setenta y principios de los ochenta,
se producía en los Estados Unidos más de i m divorcio por cada
dos matrimonios. En Canadá, en los años noventa, seis de cada
Puede parecer paradójico que precisamente en los países que han alcanzado un ma- diez matrimonios terminaron en divorcio (Dandurand, 1990c).
yor desarrollo es donde se observa con mayor persistencia la crisis de la familia. Además,
parece que, incluso en los países menos desarrollados, dicha crisis familiar se manifiesta
En Latinoamérica, las tasas de divorcio son todavía muy con-
más abiertamente entre las gentes que han tenido mayor acceso al modernismo y a los servadoras, si las comparamos con las de los países más indus-
valores occidentales.
trializados. Si bien en la mayoría de los casos las cifras de ruptu-

136 »37
ras matrimoniales no son tan alarmantes como en Europa o Nor- Edad al matrimonio
tea mérica, sabemos que empiezan a incrementarse con rapidez;
el número de divorcios aumenta a u n ritmo mucho más acelera-
Léete (1979, citado por Harris, 1986) observó en Inglaterra que
do que el de matrimonios, y todo parece indicar que las rupturas las tasas de divorcio parecían crecer más rápidamente mientras
maritales seguirán creciendo a velocidades cada vez mayores más bajas eran las edades. También notó que, cuanto más jóve-
(debemos añadir que la cantidad de parejas que se separan sin nes eran los contrayentes, más tempranamente se producía el d i -
disolver su vínculo conyugal es relativamente grande y equiva- vorcio.
le a poco más del doble que la de divorciados, por lo que el total
Según K o n i g (1981, p . 146), el descenso de la edad al contraer
de parejas virtualmente desunidas es bastante mayor que el que
matrimonio se refleja en las estadísticas de divorcio, puesto que
se percibe a primera vista).
los matrimonios contraídos a temprana edad presentan mayor
Frecuentemente, se ha considerado que esta alza brutal del d i - frecuencia de divorcio que los que se celebran tardíamente. Y es-
vorcio es una consecuencia del liberalismo en las costumbres, o to es aplicable por igual a la Unión Soviética y a los Estados U n i -
incluso una insatisfacción súbita de la vida conyugal. La situa- dos. A este respecto, Gail Sheehy señala:
ción es en realidad mucho más compleja: durante las últimas dé-
cadas, las parejas no pasaron de la noche a la mañana de la Para hallarse en condiciones de dar y aceptar la verdadera intimi-
armonía a la discordia conyugal. Es necesario observar que ante- dad , es necesario haber conseguido un razonable sentido de la iden-
riormente las presiones jurídicas, religiosas y económicas man- tidad personal. E l matrimonio temprano a menudo interrumpe la
tuvieron a una parte de las parejas unidas frente a la sociedad, tarea de los jóvenes sobre sí mismos a medida que se ven inmersos
pero desunidas en el seno del hogar (Dandurand, 1988). en una red de obligaciones para actuar como cónyuges y padres
(Sheehy, 1987, p. 160).
Desde ima perspectiva microsocial, las razones que con más
frecuencia se mencionan en cuanto a los fracasos matrimoniales
intromisión de los parientes
son: inmadurez afectiva, incompatibilidad de caracteres,^! con-
cepción romántica del matrimonio, diferencia de personalidad,
Dice Kónig (1981, p . 143) que, si reconocemos que aun en la fa-
irresponsabilidad, dificultades con la suegra, alcoholismo, m o v i -
milia moderna siguen jugando cierto papel los padres de los cón-
lidad social, anonimato urbano, disminución de las influencias
yuges y otros grupos de parentesco extenso, entonces es posible
religiosas, industrialización, dificultades financieras, etc. En su-
suponer que la intromisión de los padres en el matrimonio de
ma, todos los traumatismos, las fuerzas, las tensiones y las cir-
sus hijos puede ser una causa del desmoronamiento de éste. De
cunstancias de la vida urbana se combinan para atacar la calidad
hecho, este factor ha sido citado con regular frecuencia en los es-
de la vida familiar y la salud afectiva (Freed y Foster, 1970, p .
tudios sobre factores que propiciaron el divorcio (cf. Ribeiro y
192). Revisemos brevemente algunos de estos factores.
Cepeda, 1991).

Entre aquellos grupos en los que el modelo de familia n u -


Bajo el término "incompatibilidad de caracteres" pueden esconderse muchos problemas
clear-conyugal ha sido intemaHzado y aparece como el modelo
de interacción conyugal que la pareja no ha podido definir con claridad. Son las situacio-
nes que aparecen como subjetivas y en las que lo que siente cada uno de los esposos es que " n o r m a l " de organización doméstica, se espera que las jóvenes
"algo anda mal". Existe un deterioro y un desgaste en la armonía conyugal que les impide parejas formen su propio hogar y que mantengan una cierta i n -
ser felices y que no resulta tan evidente como en el caso de conflictos manifiestos o conduc-
tas reprobadas por una de las partes, como pueden ser el adulterio o el alcoholismo. dependencia —tanto afectiva como económica— en relación con

138 139
sus respectivas familias de origen. Sin embargo, en la práctica es- todo se vuelve menos intrigante y disminuye el motivo para Im-
to no ocurre siempre así. Muchas parejas contraen matrimonio cerlo. Lo mismo sucede con otras esferas de la interacción: al
antes de haber alcanzado una independencia económica, lo que principio, lo que le sucede al esposo en la oficina es nuevo para
las fuerza a depender de los padres de uno de ellos e incluso a v i - la esposa, pero con el tiempo la comxmicación puede hacerse mo-
vir en la misma casa. Cuando esto sucede en familias que no se nótona.
rigen por una estructura del tipo extenso, la situación puede ge-
nerar fácilmente problemas en la interacción entre los esposos y ... mientras que el noviazgo gana intensidad con la inseguridad, el
la familia de origen, lo que a su vez puede ser causa de conflic- matrimonio pierde intensidad cuando parece estar seguro. Las per-
tos serios en la pareja. sonas casadas cometen el error de pensar que ya han llegado y en-
cuentran que la meta es menos emocionante que la lucha por
En ocasiones, la dependencia no es económica, sino afectiva; alcanzarla (Blood y Blood, 1980, p. 211).
cuando i m o de los cónyuges no ha alcanzado la madurez emo-
cional que le permita establecer con claridad los límites afectivos El vínculo conyugal se traduce, principalmente, en el encuen-
y de interacción entre su familia de origen y su familia de pro- tro de dos historias personales, de dos problemáticas que en n i n -
creación, lo más probable es que se susciten situaciones proble- gún caso pueden ser idénticas. Una pareja se ve, obligada con el
máticas con su pareja. tiempo, a hacer frente a numerosas dificultades: problemas eco-
nómicos, vivienda defectuosa, incompatibiUdad con los suegros,
Duración de la unión falta de entendimiento sexual, para citar sólo algunas. Todas es-
tas dificultades pasan a través del prisma de dos caracteres que
Aseguran Bob y Margaret Blood (1980, p . 208) que el matrimonio se oponen, caracteres forjados desde la infancia y que los m i e m -
promedio corre cuesta abajo y que, mientras más dura, más se bros de la pareja, una vez pasado el período de euforia inicial,
hunde. En u n estudio realizado en Detroit con una muestra de descubren a veces con estupor (Tordjman, 1988, p . 39).
mujeres casadas, Blood y Wolfe (1960) encontraron que el 52 % En u n estudio realizado en la década del sesenta, Luckey
de los esposos se calificaban como " m u y satisfechos" durante los (1966, citado por Blood y Blood, 1980) observó que, mientras
dos primeros años de matrimonio, pero sólo el 6,6 % se calificó más tiempo ha durado el matrimonio, menos se observan las
de esa manera después de veinte años de casados. Por su parte, cualidades favorables y más las negativas en el cónyuge. Entre
Pineo (1960, citado por Blood y Blood, 1980) estudió a u n grupo las virtudes que se opacaron están el afecto, la consideración, la
de parejas durante u n intervalo de veinte años y encontró que cooperación, el agradecimiento y la camaradería; en cambio, se
tanto los hombres como las mujeres habían sufrido una declina- percibe al compañero como egoísta, enojón, duro, frío, sin senti-
ción de su amor conyugal. mientos.
Según el matrimonio Blood (1980, p p . 217, 218), una de las Asimismo, decrece la cantidad de interacción. Pineo (1960, ci-
causas del deterioro matrimonial es el aburrimiento. A f i r m a n tado en Blood y Blood, 1980) encontró que la mayoría de las pa-
que algunas actividades son atractivas cuando nuevas, pero que rejas pasan menos tiempo libre juntos en los años intermedios de
se vuelven menos interesantes cuando la novedad se acaba. Así, su matrimonio que cuando son jóvenes. Por su parte, Harold
cuando la pareja establece sus primeras relaciones sexuales, se Feldman (1968) descubrió que las parejas pasaban menos tiem-
exploran y experimentan pero, una vez que han experimentado. po juntos a medida que transcurrían los años. Este autor conclu-

140 141
yó, en una investigación entre 850 matrimonios norteamericanos, La gran dificultad del diagnóstico reside en determinar en
que la llegada del primer hijo era acompañada por una dismi- qué momento y con qué grado de desviación comienza la fase
nución de la satisfacción marital. Con frecuencia, la aparición de crítica que termina en el derrumbamiento y en la separación por
los hijos complica la relación de pareja, aunque éstos sean desea- divorcio. Por lo demás, hay que reconocer que, a pesar de tantas
dos y amados por sus padres. El hecho es que la cantidad de investigaciones que se han hecho en los países industrializados
atención y cuidados que los hijos requieren provoca una dismi- a este respecto, en reaUdad es poco lo que se sabe a ciencia cier-
nución en el tiempo real que cada cónjoige puede dedicarle al ta sobre los factores determinantes del derrumbamiento conyu-
otro. En u n estudio anterior, Feldman (1960, p . 210) concluyó que gal. Dice Konig (1981) que "sólo sabemos con seguridad una cosa:
el nacimiento del primer hijo recortó la mitad del tiempo de con- que los motivos aducidos en el proceso judicial de divorcio, subsiguien-
versación entre esposos, y que los temas de conversación cam- te a la quiebra matrimonial, apenas han jugado un papel real en una in-
biaron de los personales a los relacionados con los hijos. Se significante minoría de los casos". Por esta razón, podemos recalcar
volvieron padres en primer lugar y sólo secundariamente una el poco valor asertivo que tienen las estadísticas oficiales en
pareja de casados. cuanto reflejo de las verdaderas causas del divorcio.
Por su parte, Dizard (1968) observó que, a medida que las pa-
rejas pasaban de los primeros años de matrimonio a los interme- Alcoholismo
dios, se separaban en la toma de decisiones, debido a la domina-
ción de uno u otro. Lo mismo encontraron Blood y Wolfe (1969, El alcoholismo constituye, sin duda, uno de los problemas más
citado por Blood y Blood, 1980, p . 216). En cuestiones relaciona- serios y tangibles que afectan a la institución de la familia y al
das con la fanulia, fueron las mujeres quienes empezaron a do- matrimonio. M u y frecuentemente está asociado con violencia
minar, ya que eran ellas quienes tenían mayor interés. Dizard doméstica contra la mujer y los hijos. Las personas que padecen
descubrió además que, al disminuir la toma de decisiones en esta enfermedad presentan a menudo problemas de inestabili-
conjunto, también declinaba el acuerdo entre esposos, lo cual ha- dad en el empleo, de irresponsabilidad en las obligaciones labo-
cía sentir inseguros a los cónyuges sobre si deberían o no seguir rales y domésticas y, en consecuencia, dificultades econónaicas
casados. que se suman a las complicaciones que la conducta alcohólica
provoca en la unidad famiUar.
Paralelamente a la disminución de las decisiones conjuntas,
sobreviene una disminución en la participación conjunta en las Fromm y Maccoby (1973) analizaron diversos factores relacio-
tareas domésticas. Entre los matrimonios norteamericanos, exis- nados con el alcoholismo en u n poblado campesino del estado
te al parecer una amplia participación de los maridos en algunas de Morelos, en México. Como era de suponerse, descubrieron
de las labores del hogar, al menos durante los primeros años de que el alcoholismo trae como consecuencia violencia doméstica
casados. Con el paso del tiempo, esta participación también tien- y familias desunidas.
de a decrecer y los matrimonios se van haciendo más tradiciona- El efecto que produce la embriaguez sobre las relaciones fami-
les en la forma en que distribuyen sus papeles sexuales (Blood y liares es m u y destructivo. N o en balde diversas legislaciones lo
Blood, 1980, p p . 216-217). consideran u n impedimento para la celebración del matrimonio,
así como causal de su disolución. El problema del alcoholismo
mantiene relaciones complejas con el fenómeno familiar, ya que,

142 143
i\tk>i"nás de los efectos negativos que tiene la conducta del alco- Adulterio
hólico sobre la armonía familiar, también es posible encontrar u n
vínculo entre la estructura de la familia y la vulnerabilidad fren-
lil adulterio es también u n problema tangible que afecta severa-
te a esta enfermedad. Así, entre los diversos factores que F r o m m
mente a muchos matrimonios y que, en ocasiones, contribuye a
y Maccoby (1973) señalan como favorecedores del alcoholismo,
su derrumbamiento.
se encuentra la existencia de una estructura patriarcal minada;
manejan la hipótesis de que el colapso de dicha estructura hace En prácticamente todas las sociedades modernas prevalece la
al hombre vulnerable al alcoholismo y sostienen que en México monogamia, y se considera que ésta constituye la única alterna-
ésta se debilitó por la conquista española. Aseguran que, en ca- tiva m o r a l y legal de formar el matrimonio. Los discursos tradi-
sos en los que la estructura de la familia refleja u n claro patriar- cionales acerca de que el hombre es u n animal "polígamo por
cado o matriarcado, no existe una guerra manifiesta entre los se- naturaleza" han quedado obsoletos, y las ideologías actuales se
xos, por lo que no hay razón para que u n sexo mine al otro y, por orientan hacia valores más democráticos y de mayor igualdad
consiguiente, no existe necesidad de evadirse en el alcohol. M a - entre los sexos. Sin embargo, en la mayoría de las sociedades to-
nejan la idea de que el machismo del alcohólico es consecuencia davía prevalece una mayor participación de los varones casados
de la reacción de su temor a las mujeres y una compensación por en relaciones extraconyugales.42 A medida que las mujeres avan-
su sentimiento de debilidad, dependencia y pasividad. Estos zan en las conquistas de género por una relación más igualitaria
autores concluyen que la embriaguez aumenta notoriamente si con respecto a los hombres, también son menos tolerantes frente
la autoridad del hombre se ve disminuida o debilitada. A pesar a la infidelidad de sus esposos. En este sentido, Moreaux señala:
de la vulnerabilidad psicológica que u n hombre pueda tener, si
su esposa lo consiente y no ataca su sentido de hombría, existen Anteriormente, un marido autoritario era visto como un inconve-
pocas posibilidades de que se vuelva alcohólico. niente relativamente soportable, porque el hombre era el jefe legíti-
mo de la familia; porque la existencia estaba "normalmente" hecha
De tal suerte, el problema que vincula al alcoholismo con la de un poco de alegría y mucho de pena y porque, sobre todo, los do-
familia tiene una doble perspectiva: por u n lado, la conducta del lores terrestres presagiaban felicidades futuras. Estas "sabidurías",
alcohólico es u n factor de capital importancia en el proceso de- fundadas o no, aligeraban efectivamente los dolores de las mujeres,
sintegrador de la familia; por otro, una estructura familiar anó- en tanto que las ideologías actuales acentúan los mismos problemas
mica (en la que prevalece el conflicto entre hombres y mujeres) revelando el despotismo congenital del hombre, el derecho a la ale-
parece favorecer la tendencia hacia el alcoholismo d e l varón. El gría femenina, etc. En el primer caso, la ideología contribuía a la do-
problema fundamental, creemos, radica en que no hemos sido cilidad de las mujeres; en el segundo, acentúa o provoca comporta-
mientos de oposición (Moreaux, 1981, p. 17).
capaces de integrar el cambio de roles sexuales en una nueva es-
tructura familiar que, siendo más igualitaria, sea capaz de redu-
cir los conflictos entre los sexos. Además, el hecho de que cada vez más mujeres casadas for-
man parte del mercado de empleos proporciona a muchas espo-

^2 Aunque en los países más desarrollados de Occidente se hace referencia a una explo-
sión de la infidelidad conyugal en los dos sexos, en los países menos desarrollados todo
parece indicar que la infidelidad es una conducta que se manifiesta principalmente entre
los hombres.

144
sas una mayor independencia económica, lo que favorece su ca- matrimonio. Una de las características más sobresalientes en es-
pacidad negociadora y puede conducir, incluso, a la ruptura del te sentido era que las parejas más felices hablaban más a menu-
vínculo conyugal. do de las cosas agradables que habían sucedido durante el día
que las parejas menos fehces. También discutían más los intere-
Desde otra óptica, dice Herbert Strean (1986) que una aventu-
ses comunes y hablaban de sus "creencias más sagradas" sin res-
ra extraconyugal es vista por muchos autores como u n escape
tricciones o inhibiciones. Por su lado, Andrée Michel (1970) con-
para liberar la tensión acumulada en el matrimonio, con el obje-
cluyó, en una investigación con esposas parisinas, que aquellas
to de preservar la relación. Sin embargo —señala—, existen otros
cuyos esposos acostumbraban preguntarles cómo habían pasado
medios de escape de los conflictos matrimoniales, como u n com-
el día eran las que estaban más satisfechas con la comprensión de
promiso exagerado con el trabajo, el involucramiento en aficio-
sus maridos; pero las esposas más satisfechas de todas eran
nes, etc. En u n estudio de orientación psicoanalítica sobre la
aquellas en cuyos matrimonios se practicaba una comunicación
infidehdad conyugal, Strean (1986, p . 10) afirma: "A medida que
recíproca, con lo que p u d o concluir que los mejores matrimonios
avanzaba en el estudio del significado inconsciente de la actividad ex-
eran los que tenían mayor comunicación conyugal.
traconyugal de pacientes psicoanalíticos, resultaba más claro que en to-
dos los casos existía un matrimonio con problemas." Sin embargo, hay evidencias de que la comunicación conyu-
gal también se degrada con el paso del tiempo. En una investiga-
De esto se deriva que para Strean la infidehdad resulta de ma-
ción realizada en Detroit por Blood y Wolfe (1960, citado por
trimonios con problemas. Sin embargo, es posible argüir que en
Blood y Blood, 1980, p. 215), se observó que los esposos comen-
los matrimonios pueden surgir problemas debido a la infideli-
taban sus experiencias del día con sus esposas casi diariamente
dad. En realidad, no es posible argumentar una relación directa
durante los primeros años de matrimonio, y que al transcurrir el
de causa-efecto entre ambos fenómenos, debido a la dificultad
tiempo empezó a declinar su comunicación de manera constan-
para establecer el orden temporal de cada uno de ellos. Más bien,
te hasta llegar a la jubilación. Sin embargo, no sólo los esposos
podemos argumentar la existencia de una asociación en la que
compartían cada vez menos con sus esposas; en la misma inves-
ambos fenómenos interactúan.
tigación se descubrió que también las mujeres mermaban su co-
Debemos considerar, además, que existen diversos factores municación a medida que pasaban los años.
socioculturales que escapan al anáfisis de Strean; desde una
perspectiva psicosocial, por ejemplo, es posible analizar la con-
ducta extramarital (sobre todo de los varones) como conse- Consecuencias de la ruptura conyugal
cuencia del machismo, del deseo de reafirmar la identidad
sexual, etc. Son diversas y m u y variadas las consecuencias y los problemas
que provoca el divorcio o la separación de los cónyuges. De una
Degradación de la comunicación manera m u y general, podríamos decir que entre los más fre-
cuentes están los siguientes:
La comimicación conyugal ha sido siempre considerada una
condición básica para el éxito matrimonial. N a v r a n (1967, citado • Habitualmente, el ingreso familiar disminuye.
por Blood y Blood, 1980, p. 241) observó que ciertos tipos de co-
• El padre que queda tiene que cambiar su papel. Asume más
mimicación permitían a las parejas mantener en buen estado su

146 147
funciones relacionadas con el cuidado de los hijos y s u m i - jos, la separación de los niños respecto a uno de sus progenitores,
nistra lo necesario para la supervivencia d e l núcleo f a m i - generalmente el padre. Algunos estudios relacionados con la au-
liar. sencia del padre sugieren la existencia de diversos problemas en
• Los hijos mayores a veces se ven empujados a asumir algu- el desarrollo emocional de los hijos, particularmente en lo que se
refiere a los aspectos de identificación. Cuando la figura del pa-
nos de los papeles del padre ausente.
dre no está presente, se priva a los hijos de u n modelo de apren-
• La presencia de u n nuevo compañero puede generar u n i m -
dizaje de los roles sexuales. En tales condiciones, los hijos pueden
pacto fuerte en la relación con los niños. desarrollar conductas exageradamente "masculinas" (como la
agresividad) o "femeninas", ya que el aprendizaje del comporta-
Sin embargo, es posible argumentar que, en la mayoría de los miento del rol sexual es incompleto (Grkider, 1986, p . 378).
casos, son las mujeres y los niños los más vulnerables. Veamos
brevemente algunas consideraciones a este respecto. Se aduce que la monoparentalidad provocará en el hijo u n
sentimiento de abandono y de culpabilidad, y que obstaculizará
seriamente los procesos de identificación. Además, se supone
Los hijos en el divorcio
que esto afectará negativamente el aprendizaje de roles sociales
con la posibilidad de impedir las relaciones de amistad, sociales
Una de las cuestiones que más preocupan al Estado en relación
y amorosas. La ausencia de padre en particular (situación m u y
con la institución del divorcio es la situación de los hijos de las pa-
frecuente) tiene el riesgo de provocar u n "síndrome de carencia
rejas que ponen término a su relación conyugal. A medida que cre-
de autoridad", caracterizado por:
cen las tasas de divorcio, también crece el número de niños que se
separan de vmo de sus padres y que enfrentan las dificultades i n -
herentes a la ruptura.43 Las pregimtas más frecuentes a este res- a. La debilidad y la inconsistencia de una personalidad de al-
pecto son: ¿qué tanto afecta el divorcio a los hijos?, ¿sufren guna manera m a l conjuntada.
mayores consecuencias los hijos de matrimonios disueltos o los de b. El aislamiento afectivo, acompañado de una incapacidad
aquellos que permanecen unidos pero que viven en u n intermina- para las uniones durables.
ble conflicto? De hecho, las opiniones están divididas; por u n la- c. El sentimiento de inseguridad.
do, están los que consideran que los hijos de quienes se divorcian
sufren grandes tribulaciones y que los efectos de la ruptura de sus d. La mala estructuración del esquema en el horizonte tem-
poral.
padres pueden marcarlos profundamente, y por otro lado, quie-
nes aseguran que los impactos del divorcio en los hijos no son tan
graves como se cree y que los resultados pueden ser peores cuan- N o obstante, son muchas las condiciones que deben ser toma-
do se mantiene el matrimonio en vm clima de conflicto. das en cuenta al analizar esta situación, puesto que el impacto de
la ausencia del padre no es el mismo en los diferentes estratos, n i
El divorcio implica la separación de los cónyuges y, si hay h i - entre niños pequeños, púberes o adolescentes.
Landis (1953) estudió la relación del ajuste de los adolescen-
43 Para 1980, casi uno de cada cinco niños norteamericanos menores de 18 años iba a la tes al ambiente de los hogares rotos. Dio a marcar una lista de
casa de sólo uno de sus padres, la gran mayoría a causa del divorcio (Bird Francke, 1990,
p, 15). Según esta autora, en 1980, el promedio de niños afectados por la ruptura conyu-
problemas a más de 4.000 estudiantes de secundaria y comparó
gal fue de 1.189.000. las respuestas de niños cuyos padres viven juntos y otros cuyos

148 J49
hogares fueron rotos por la separación, el divorcio, la muerte, tante de esta cuestión es no sólo la existencia de una ruptura es-
etc. Los problemas relacionados con la situación económica fue- tructural del hogar (como en el caso del divorcio), sino que afir-
ron marcados con más frecuencia por los niños de hogares rotos ma que deben considerarse también los hogares rotos psicológi-
que por aquellos que viven en hogares completos. Estos niños camente (aunque físicamente estén completos), ya que en este
también señalaron más problemas personales y familiares que tipo de familias los efectos sobre la personalidad de los niños
los demás. Sin embargo, no hubo diferencias significativas en pueden ser más dañinos. Este autor considera además que la po-
cuanto a la relación de los dos sexos, los problemas escolares y sibilidad de que u n joven se vea envuelto en una conducta delic-
las relaciones con la moral, la religión y el futuro. tiva está directamente relacionada con las presiones extemas (del
medio ambiente). En este sentido, tanto los hogares rotos como la
Por su parte, McCord y sus colaboradores (1962) investigaron
delincuencia predominan en sectores de estratos bajos y margina-
algunos efectos de la ausencia del padre sobre niños varones. Pu-
dos, que constituyen áreas socialmente desorganizadas.
dieron observar que casi la mitad de los niños presentaba una i n -
tensa angustia sexual, pero la cual parecía ser la respuesta a u n Varios estudios prueban que, en las zonas donde hay muchos
medio ambiente inestable y no a la ausencia del padre per se. hogares deshechos, es alto el porcentaje de delincuencia juvenil,
Aunque parece que la delincuencia en pandillas no se relaciona pero no forzosamente son los hijos de los hogares deshechos
con la ausencia del padre, se presenta con más frecuencia en los quienes que son delincuentes juveniles (Herzog y Sudia, 1972).
hogares rotos en los que el padre o la madre han sido sustituidos. En esos ambientes, es más bien la carencia de recursos y de opor-
En general, los autores concluyeron que muchos de los efectos en tunidades de trabajo lo que parece provocar la delincuencia j u -
la conducta de los hijos que con frecuencia se atribuyen a la au- venil y la disolución de los matrimonios.
sencia del padre podían ser mejor explicados por otros factores,
Cuadro 1.
tales como conflictos intensos, rechazos y descarrío, mucho más
comunes en hogares rotos. Posición marital de los padres y características de los hijos adolescentes

Otros estudios han sugerido una relación importante entre la Padres en Padres separados
Características del adolescente conflicto (%)
existencia de hogares rotos y la delincuencia juvenil, aunque no 0 divorciados (%)
han podido establecer con exactitud una relación causal entre
El hijo se siente rechazado en cuanto a valores 47 26
ambos fenómenos. Es preciso señalar que el término "hogares
rotos" implica fundamentalmente la ausencia de uno de los pa- : El hijo se siente rechazado por el padre 69 40
dres (principalmente el varón), aunque se incluyen bajo este con- El hijo y el padre difieren en cuanto a valores 53 34
cepto diversas razones de rompimiento que no sólo abarcan el
Padecimientos psicosomáticos 50 31
divorcio y la separación, sino también el abandono y la muerte
de uno de los cónyuges. Algunos autores, como Monahan (1957), El hijo rechaza al padre 55 37
no creen que existan diferencias importantes entre niños de ho- Delincuencia 48 39
gares socialmente rotos y niños huérfanos, ya que opinan que el
El hijo se siente rechazado por la madre 55 44
aspecto crucial para el niño, en lo referente a la conducta delicti-
El hijo rechaza a la madre 42
va, es el hecho del rompimiento del hogar y no la naturaleza de 35
éste mismo. Para Smith (1955, citado en Powell, 1975), lo impor-
Fuente: Nye, 1957 (citado por Blood y Blood, 1980).

150 151
Diversos estudios argumentan que, aunque ambas situacio- gar, y a que d i s m i n u y e la tensión existente antes de la separación
nes son desfavorables para los hijos, el caso de los hogares en (Blood y Blood, 1980).
conflicto donde los padres permanecen juntos parece provocar
L o s esposos Blood (1980, p. 253) concluyen que "quizás debie-
mayores tribulaciones a los hijos. Así, en u n estudio realizado
ra haber más divorcios por el bien de los hijos, que tantos matrimonios
por N y e (1957, citado por Blood y Blood, 1980, p . 252) entre estu-
prolongados por su bien".
diantes de tres preparatorias del estado de Wahington, se obser-
v ó que, en todas las características que fueron consideradas, los
Situación de la mujer frente al divorcio
porcentajes de adolescentes con problemas eran mayores entre
aquellos cuyos padres vivían juntos en conflicto que entre aque-
Si el divorcio presenta u n a situación difícil para las parejas —pues-
llos cuyos padres estaban separados y donde la m a y o r í a se había
to que deben enfrentar el fracaso de s u relación matrimonial—, la
casado nuevamente.
compleja problemática que emana de la ruptura tiene implicacio-
Según H e r z o g y S u d i a (1972), en las familias s i n padre los mo- nes diferentes para cada uno de los cónyuges según sean hombres
delos de rol masculino no están tan ausentes como h a n sugerido o mujeres. Ello deriva del hecho de que las personas cumplen dis-
otros autores. tintas funciones sociales de acuerdo con el género al que pertene-

Burchinal (1964) llevó a cabo u n a investigación en m á s de cen. N i la familia en particular n i la sociedad en general otorgan los

1.500 familias rotas, no rotas y reconstruidas. L a s únicas diferen- mismos privilegios y obligaciones a los hombres y a las mujeres, y

cias significativas que encontró entre los adolescentes se relacio- eUo no es producto necesciriamente de las diferencias biológicas bá-

n a n con la ausencia escolar, y a que los jóvenes de hogares no sicas que distinguen a los sexos, sino de una concepción ideológi-

rotos habían faltado menos a clase. Este autor c o n c l u y ó que la d i - ca sociaknente construida.

solución de la familia no es u n factor de influencia abrumadora E n general, cuando se trata de la d e m a n d a de u n solo c ó n y u -


sobre la v i d a de los jóvenes. Por s u parte, Babu (1979, citado por ge, las demandas femeninas rebasan siempre las masculincis; tal
Bawin-Legros, 1988) destacó hace unos años que en el estudio situación parece estar relacionada con la desigual distribución
del desarrollo escolar no fue posible destacar diferencias signifi- de privilegios y de recursos en función del sexo. E n los Estados
cativas entre los hijos de parejas divorciadas en relación con i m a U n i d o s , generalmente es la esposa la que pide e l divorcio, acu-
muestra de hijos de familias unidas. sando al esposo de haber echado a perder el matrimonio (Blood

L a tesis de Rheinstein (citado por K o n i g , 1981, p. 138) es que y Blood, 1980, p. 248). E n Francia, Festy (1987) observó que 73 %

lo que afecta realmente a los niños de matrimonios divorciados de las demandas de divorcio eran hechas por mujeres ( B a w i n -

no es el divorcio en sí mismo, sino la quiebra m a t r i m o n i a l que lo Legros, 1988, p p . 125-126). E n C a n a d á , en al menos dos de cada

precedió. A n t e s , al contrario, u n a investigación realizada en S u i - tres casos, son las mujeres quienes toman la iniciativa de la r u p -

za (Hafter, 1960, citado en K o n i g , 1981) sugiere que el divorcio tura, y el relato de s u v i d a conyugal anterior deja ver, la m a y o r

constituye u n a mejora de la situación de los niños en estas f a m i - parte de las veces, las relaciones desiguales entre los esposos

lias rotas. A u n q u e la ausencia del padre por divorcio o separa- ( D a n d u r a n d y Saint-Jean, 1988).

ción puede ser considerada causa de impacto negativo sobre la E s v e r d a d que para ambos c ó n y u g e s el divorcio implica gene-
conducta de los hijos, es importante señalar que en m u c h o s ca- ralmente u n gran sufrimiento y u n sentimiento de frustración y
sos esta ausencia puede acarrear mejoras en el ambiente d e l ho- de fracaso. S i n embargo, la cotidianidad familiar es v i v i d a de

152 153
m o d o diferente por fiombres y mujeres, como de hecho h a sido
s u permanencia en el mercado de empleos se caracteriza por una
frecuentemente señalado en investigaciones y ensayos socioan-
gran inestabilidad (en relación con los ciclos de fecundidad; Wai-
tropológicos y psicosociales. N o puede e x t r a ñ a r n o s entonces
n e r m a n y Recchini, 1981), y sus ingresos no son j a m á s compara-
que la situación que experimentan las mujeres y los hombres bles a los de los hombres.
cuando p o n e n término a sus relaciones matrimoniales sea desi-
Desde el punto de vista financiero, el equilibrio entre los cón-
gual. Para los hombres, por ejemplo, la ruptura d e l matrimonio
yuges es raramente logrado, y a que la mujer casada se encuentra
suele significar la renuncia a u n contacto permanente con los h i -
con frecuencia en u n a situación de dependencia frente a s u m a -
jos, puesto que las tradiciones jurídicas favorecen generalmente
rido. D e u n a manera general, se acepta que el divorcio significa
que sea la mujer quien obtenga s u custodia (a menos que se tra-
u n empobrecimiento de la pareja, pero éste tiene m a y o r inciden-
te de u n divorcio necesario en el que la mujer aparezca como la
cia en el caso de la mujer. N o es raro observar que la m a y o r par-
parte culpable). Esta situación, sin embargo, refleja u n a distin-
te de ellas, n u e v a s cabezas de familia, tengan que habérselas con
ción específica en términos de género, puesto que la cultura j u -
ingresos m u y bajos, sobre todo inmediatamente d e s p u é s de la
rídica en casi todas partes exalta la función reproductora
ruptura y durante el trámite de divorcio.
femenina y valora a la mujer sobre todo a través de s u papel de
madre y de esposa. C o m o ejemplo de esto último, podemos afirmar que en los E s -
tados U n i d o s , donde la situación es m á s favorable para las m u -
Tradicionaknente para la mujer, sometida a u n a cultura que
jeres que en otros países, sólo a u n 14 % de ellas se les concedió
coarta s u desenvolvimiento a u t ó n o m o antes y durante el matri-
judicialmente u n a pensión, y a m á s de la m i t a d no le resulta fá-
monio, la ruptura significa u n a posición m á s difícil de enfrentar
cil que se la paguen ( N e w l a n d , 1979, p. 220). A s i m i s m o , en este
que para el hombre. Esto se debe fundamentalmente a que la es-
país, sólo cuenta con a y u d a para los hijos el 44 % de las mujeres
tructura prototípica de la famüia acentúa la separación de pape-
divorciadas con niños pequeños, y las dos terceras partes h a n en-
les familiares en función del sexo, asignando a la mujer las
tablado pleitos judiciales por falta de pago. M á s del 40 % de las
funciones expresivas de soporte emocional y afectivo, restrin-
mujeres americanas con niños deja de percibir todo tipo de a y u -
giéndola a la esfera de lo privado y otorgándole la responsabili-
da al a ñ o de estar divorciadas (Shelton, 1975; C a l l a b a n , 1977). E n
d a d exclusiva de la gestión doméstica. Mientras que el hombre,
Quebec, D a n d u r a n d (1988) reporta que las familias monoparen-
como proveedor y vínculo con la sociedad m á s amplia, constitu-
tales encabezadas por mujeres divorciadas se cuentan entre las
ye — p o r así d e c i r l o — u n a figura periférica del grupo dom és tic o,
m á s pobres de todo C a n a d á .
la mujer encuentra en la v i d a familiar s u principal r a z ó n de exis-
tencia, poniendo en ella todos sus "huevos emocionales". A m é n de los problemas relacionados con u n a situación finan-
ciera desfavorable, las parejas que se divorcian deben enfrentar
A esto habría que agregar que, al reducir s u participación a la
el problema de los hijos. A q u í también se presentan diferencias
esfera familiar, la mujer se aleja total o parcialmente de otras es-
entre los hombres y las mujeres, y a que — c o m o hemos d i c h o —
feras sociales relacionadas con el mercado de trabajo y la v i d a
en general es la madre quien conserva la tutela. E n los divorcios
profesional, a l contrario de s u contraparte masculina, c u y a v i -
judiciales de tipo voluntario, es c o m ú n que se otorgue la custo-
vencia y experiencia le permiten abordar mejor s u n u e v o estado
dia de los hijos menores a la mujer, y en la m a y o r í a de los divor-
posmatrimonial. Ellas abandonan m á s fácilmente s u profesión
cios necesarios ocurre lo m i s m o , a menos que l a mujer sea
(si alguna v e z tuvieron una) y, cuando trabajan fuera del hogar.
acusada de u n a falta grave. A h í donde se produce la desunión de

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padres, los hijos sor\s a las madres en cuatro de cada tratan de regular las condiciones bajo las cuales se produce el d i -
cinco casos, y los padres se desinteresan frecuentemente de s u vorcio y algunas de las implicaciones que la ruptura t e n d r á para
progenitura (de hecho, la m a y o r í a de ellos cesa de visitarlos y de los miembros de la famüia (por ejemplo, la asignación de u n a
darles las pensiones alimenticias; D a n d u r a n d , 1991, p. 29). pensión de alimentos o la decisión de quién se q u e d a r á con los
niños).
Así, el divorcio implica, a d e m á s de la separación de los c ó n y u -
ges, la separación de los hijos, generalmente del padre. Esto trae N o obstante, m á s allá de s u tradicional tarea reguladora, cree-
consigo u n a situación difícil para la mujer que conserva la tutela. mos que el Estado y las instituciones que lo componen p u e d e n
A pesar de que hay evidencias que muestran la inexistencia de ofrecer servicios de apoyo a las parejas y a las famüias para que
problemas importantes en relación con los modelos de rol mascu- éstas logren alcanzar las metas de convivencia a r m ó n i c a que les
lino en las familias s i n padre (Herzog y Sudia, 1972), así como d i - dieron origen, respetando siempre el derecho inalienable de a u -
ferencias no significativas en el desarrollo escolar de los hijos de todeterminación de las personas.
parejas divorciadas (Babu, 1979, citado por Bawin-Legros, 1988), E n este sentido, u n a política social de la familia debería:
es preciso destacar que las condiciones de la v i d a material y c u l -
tural son determinantes en el desarrollo de las familias monopa- • Promover el retraso de la edad al contraer matrimonio.
rentales (Bawin-Legros, 1988, p. 183). E n este sentido, u n a
Si, como h a sido ampliamente demostrado, los matrimonios
pau p e ri z a c i ón en las condiciones económicas de las mujeres fa-
precoces corren u n mayor riesgo de fracaso, deberían desarro-
v o re c e rá el deterioro de sus relaciones con los hijos.
llarse estrategias orientadas hacia la p r o m o c i ó n del retraso de la
edad al contraer matrimonio. Esto podría hacerse mediante cam-
p a ñ a s educativas y publicitarias, programas de planificación fa-
El papel del Estado miliar, brindando mayores y mejores oportunidades de educa-
ción superior a los jóvenes, e incluso mediante reformas a las
Quizás uno de los aspectos m á s sensibles y m á s controvertidos legislaciones civiles.^-*
de u n a política familiar sea el que se refiere a la participación del
Estado en las esferas privadas de la interacción familiar. E v i d e n - H a y quienes señalan que debería alentarse la cohabitación j u -
temente, n i n g u n a institución ajena a la familia tiene la capacidad venil, p u e s sugieren que así se p u e d e n evitar compromisos m a -
moral de indicar a las personas la forma en la que deben v i v i r s u trimoniales prematuros con alto riesgo de divorcio. S i n embargo,
v i d a . D a d o que la decisión de romper el vínculo conyugal es en los hechos, tanto la cohabitación como el matrimonio son
asunto exclusivo de los c ó n y u g e s , el Estado no puede intervenir uniones que tan sólo se distinguen por la sanción legal. Desde el
directamente para impedirlo (excepto en los pocos casos de paí- punto de vista sociológico, lo que m á s nos interesa es el aspecto
ses en los que a ú n no existe el divorcio vincular). de la ruptura de la pareja y la problemática que puede despren-
derse de esta ruptura. E n el caso de las parejas que cohabitan s i n
S i n embargo, d a d a la importancia que la fanülia tiene p a r a l a
pasar por los ritos del matrimonio, la ruptura no es considerada
sociedad, e l Estado sí regula diversos aspectos de l a v i d a c o n y u -
gal y de la relación entre padres e hijos, e interviene en casos en
los que se demuestra que existe alguna violación a los derechos
elementales de los individuos. D e tal suerte, existen leyes que E n algunos países latinoamericanos, los códigos civiles permiten que el matrimonio se
celebre a edades más tempranas que la adquisición de niveles de educación adecuados.

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como u n divorcio, pero con frecuencia presenta los m i s m o s pro- nión de Bob y Margaret Blood (1980, p. 252), cuando el matrimo-
blemas de empobrecimiento de sus miembros (sobre todo, de las nio y a está realmente deteriorado, seguir con él sólo prolonga la
mujeres), de conducta y tutela de los hijos o de pensión de ali- agonía. E l costo para los miembros de la familia es mayor cuan-
mentos. D e hecho, en países como C a n a d á , en los que la cohabi- do se arrastra u n a relación destructiva.
tación conyugal es m á s frecuente que el matrimonio formal, los
E n el contexto de u n a ruptura conyugal, es de gran importan-
hijos nacidos de uniones libres tienen el doble de posibilidades
cia que los padres p u e d a n beneficiarse de servicicxs de mediación
de enfrentarse con la ruptura con5mgal de sus padres (Marcil-
que les permitan conciliar sus divergencias, con el propósito de
Gratton, 1996, p. 18).
que p u e d a n ejercer adecuadamente sus responsabilidades fren-
te a sus hijos. Si el matrimonio resultó u n fracaso, al menos se de-
• Promover el retraso de la llegada de los hijos en el matrimo-
bería brindar a los c ó n y u g e s la posibilidad de celebrar u n
nio para que la pareja p u e d a asentarse y sea capaz de asumir
"divorcio exitoso". A u n q u e el término " b u e n d i v o r c i o " o " d i v o r -
con m a y o r m a d u r e z y mejores recursos las responsabilidades
cio exitoso" puede parecer paradójico y contradictorio, significa
parentales.
que la ruptura debe presentarse como u n remedio que ponga fin
U n o de los aspectos fundamentales de la planeación familiar a u n a situación destructiva e intolerable. E l p a p e l de la política
es el que se refiere a la decisión de cuántos hijos tener y en qué familiar sería, en este sentido, el de ofrecer servicios profesiona-
momento tenerlos. Evidentemente, u n a de las mayores respon- les de psicólogos y trabajadores sociales que p u e d a n a y u d a r a las
sabilidades que u n a persona puede tener en el transcurso de s u parejas a resolver sus conflictos y diferencias p a r a que logren p a -
v i d a es la de criar y educar a sus hijos. Quienes f u n d a n u n a fa- sar a t r a v é s del proceso de ruptura con el menor coste posible p a -
milia deben darse el tiempo para madurar, para crecer e integrar- ra todos los integrantes del grupo familiar.
se como pareja, y para consolidar — e n la m e d i d a de sus
Los rasgos esenciales, del b u e n divorcio serían:
p o s i b i l i d a d e s — las condiciones materiales de existencia. Todo
ello, con el propósito de contar con los recursos adecuados para
a. U n a " b u e n a r u p t u r a " supone u n a decisión conjunta frente
asumir la responsabilidad que implica procrear hijos. A u n q u e
al fracaso de la pareja. N o h a y u n culpable y u n a víctima,
por razones obvias no es posible que el Estado intervenga direc-
sino la constatación de u n fracaso. L a crisis conyugal es re-
tamente p a r a regular esta cuestión, sí es posible que participe en
lativamente corta y no v a m á s allá de la ruptura. E l l a se cir-
s u p r o m o c i ó n mediante c a m p a ñ a s educativas y programas de
cunscribe a los dos esposos y no es extensiva n i a los hijos
ed u c a c i ón sexual y de planificación familiar.
n i a la familia extensa.

• Ofrecer servicios de mediación conyugal, tanto a parejas en b. L a pareja y a no existe en tanto pareja conyugal, pero se pro-
conflicto como a parejas divorciadas, para que p u e d a n asumir longa en tanto pareja de padres. Si h a y hijos, ellos serán
mejor s u s responsabilidades parentales. educados en concertación.

Evidentemente, el "mejor divorcio" es el que n u n c a se p r o d u - c. L a justicia y las instancias legales de regulación intervienen
ce. S i n embargo, en la práctica, muchos matrimonios alcanzan tal poco en este modelo voluntarista: ellas se circunscriben a
grado de deterioro en sus relaciones, que difícilmente logran re- las decisiones tomadas por los c ó n y u g e s . L a forma jurídica
construir la a r m o n í a y el afecto que les dieron origen. E n la opi- de esta ruptura normalizada es el divorcio por consenti-
miento mutuo.

158 159
il. I'l divorcio es "ligero" igualmente desde el punto de vista debería, en p r i n c i p i o , afectar a los hijos; lamentablemente, esto
de sus consecuencias materiales. L a desunión no provoca no es así: a u n q u e el divorcio surge a raíz de problemas en la re-
dificultades financieras pasajeras, cada u n o puede reco- lación c o n y u g a l , por regla general éste afecta directamente a los
menzar haciendo como si nada hubiera pasado. niños, no sólo en s u a d a p t a c i ó n a u n a n u e v a situación familiar
y al dolor que significa l a s e p a r a c i ó n física de u n o de s u s pro-
e. L o s e x c ó n y u g e s tienen tendencia a reconstituir, s i n esperar,
genitores, sino t a m b i é n , e n m u c h o s casos, porque c o n frecuen-
nuevas unidades familiares (Bawin-Legros, 1988, p. 132) .^5
cia son utilizados por los padres como instrumentos de s u s
conflictos.
A l contrario, el m a l divorcio, el divorcio patológico, estaría ca-
racterizado por la permanencia del conflicto conyugal y parental.
• A d e c u a r la legislación vigente en materia de divorcio y sepa-
ración.
• Ofrecer servicios de terapia y consejería matrimonial.
Ya hemos hecho referencia en otro apartado a la necesidad de
L a m a y o r í a de las personas que se casan y forman u n a fami-
modernizar las leyes para que sean capaces de responder a las
lia v i v e n , en algún momento del curso de sus v i d a s , situaciones
nuevas dimensiones que presenta la d i v e r s i d a d d e l f e n ó m e n o
de crisis y de conflictos. Frecuentemente, las parejas p u e d e n en-
familiar. Resulta claro que la legislación civil concebida en tomo
frentar solas tales crisis y lograr resolverlas, pero no todos cuen-
a u n modelo único o imiversal de familia está experimentando
tan con los recursos necesarios para encarar satisfactoriamente
serias dificultades para resolver l a problemática derivada de la
los problemas; es cuando p u e d e n sobrevenir el desmoronamien-
multiplicidad de formas de organización familiar y de las nue-
to y la ruptura de la relación. E n estos casos, l a intervención de
vas situaciones que se presentan. Nuestro propósito aquí consis-
u n terapeuta o de u n consejero matrimonial puede contribuir a
te tan sólo en señalar brevemente algunas cuestiones sobre las
que las parejas logren resolver sus diferencias. D e hecho, la a y u -
que es preciso reflexionar acerca de determinados aspectos rela-
d a que el Estado puede ofrecer a las familias que v i v e n proble-
cionados con la m p t u r a de las uniones y sus consecuencias.
m a s de desorganización, disfuncionalidad y conflicto no debería
circunscribirse a los casos de familias rotas. E n otras palabras, s i Así, por ejemplo, en la m a y o r í a de los países, se observan l a -
puede haber u n a intervención de agencias extemas a la familia gunas importantes en relación con las nuevas situaciones fami-
para ayudarla, ¿ p o r qué esperar a que la situación sea intolera- liares que se presentan d e s p u é s de la m p t u r a d e l vínculo
ble y c o n d u z c a a la ruptura definitiva? conyugal. C a d a vez m á s padres —varones sobre t o d o — no v i v e n
en el m i s m o cuadro doméstico que sus hijos y sus hijas o no h a -
• Promover la estabilidad de l a "pareja parental". cen v i d a c o m ú n con ellos m á s que u n a p e q u e ñ a parte del tiem-
po; otros adultos participan cotidianamente e n el cuidado y la
L a fragilidad creciente de los matrimonios a m e n a z a el com-
educación de los hijos de sus c ó n y u g e s , sintiéndose con frecuen-
promiso parental. Pero s i el compromiso con)mgal p u e d e fraca-
cia en situación de padres, s i n que algún vínculo de derecho re-
sar, no debe ser así con el compromiso parental. E l hecho de que
conozca la realidad de tales relaciones (Ouellette, 1994, p . 182).
se p r o d u z c a u n a ruptura no significa que el Estado v a a asumir
C a d a v e z son m á s los padres y las madres vueltos a casar que so-
la responsabilidad de los padres. E l conflicto entre l a pareja no
licitan o desean que u n lazo formal por adopción legal sea crea-
do entre sus hijos y s u n u e v a pareja, lo que implica que se rompa
Bawin-Legros califica de voluntarista y psicologizante el concepto de "buen divorcio". primero el lazo de filiación con el otro padre biológico.

i6o i6i
I'or otro lado, en algunos países la ley impone como sanción liecho, p r á c t i c a m e n t e todos están de acuerdo en que la familia es

al c ó n y u g e culpable (en el juicio de divorcio) la p é r d i d a de la p a - la institución m á s importante a la que u n i n d i v i d u o puede per-

tria potestad sobre sus hijos, o la suspensión de ésta mientras v i - tenecer a lo largo de s u v i d a y que, por lo m i s m o , representa uno

v a el c ó n y u g e inocente. Parece no tomarse en cuenta que el de los compromisos que requieren mayor responsabilidad. L a -

hecho de haber fracasado como c ó n y u g e no i m p l i c a necesaria- mentablemente, poco es lo que se hace en esta materia, y la m a -

mente que se h a y a fracasado como padre o madre. yoría de nosotros debemos asumir nuestros papeles familiares
guiados ú n i c a m e n t e por nuestra intuición y por lo que hayamos
A s i m i s m o , hablando del divorcio vincular, es frecuente que la
vivido en nuestras propias familias de origen.
legislación sea concebida en términos de confrontación de la p a -
reja, en la que se trata de buscar u n a parte culpable y otra inocen- C o n frecuencia escuchamos, en los foros que analizan los pro-
te. E n la práctica, este enfoque tiende a d a ñ a r a ú n m á s las y a blemas de la familia, propuestas para crear "escuelas para p a -
deterioradas relaciones familiares. A u n q u e es v e r d a d que en a l - dres" o "escuelas para la v i d a familiar". L a s reflexiones en tomo
gunos casos p u e d e n existir razones de peso que i n d u z c a n a uno a esta cuestión son controvertidas, y a que la e d u c a c i ó n de lo fa-
de los c ó n y u g e s a acusar al otro, no menos cierto es que general- miliar tiene implicaciones ideológicas y morales, y las institucio-
mente el divorcio significa la culminación del desmoronamiento nes públicas temen asumir este compromiso. ¿ E s acaso posible
del matrimonio formado por dos personas. enseñar a alguien a ser esposo o padre? ¿ Q u é es lo que debería
enseñarse? ¿Quién p o d r í a enseñarlo?

• Promover la tutela compartida en los casos de ruptura conyugal. Nosotros creemos que sí es posible abordar la e d u c a c i ó n para
L a s personas que se divorcian, por ese hecho m i s m o , dejan de la v i d a famiUar, ofreciendo servicios de orientación a jóvenes p a -
ser esposos; pero si tienen hijos, no dejan de ser padres. E n casi rejas casadas o que deseen casarse, pero debería evitarse hacer
todo el m u n d o , el divorcio obliga a uno de los padres a alejarse juicios morales, indicar caminos únicos o dar "recetas de cocina"
de sus hijos y le permite tener contacto con ellos tan sólo e s p o r á - acerca de la conyugalidad o la parentalidad. L o que puede ofre-
dicamente. E n los países desarrollados de Occidente, es cada vez cerse es, por u n a parte, la información pertinente acerca de los
m á s frecuente encontrar la m o d a l i d a d de tutela compartida, de cuidados básicos de los niños, de las necesidades emocionales de
acuerdo con la c u a l los hijos v i v e n unos días en casa de s u padre las personas, de los ciclos famiUares, de las etapas d e l crecimien-
y otros en la de s u madre. Se puede argumentar que tal situación to h u m a n o , etc.; por otra parte, u n a guía de reflexión sobre las d i -
puede provocar inestabilidad en el desarrollo de los p e q u e ñ o s ; versas dimensiones de la conyugalidad y de la parentalidad,
sin embargo, presenta la gran ventaja de mantener u n i d o s a los para que las personas, por ellas m i s m a s , p u e d a n elaborar s u pro-
niños y de no verse obligados a renunciar a la convivencia con pio p l a n de desarrollo familiar y establecer sus objetivos y metas
sus padres. en el corto, mediano y largo plazo.

• Promover la educación para la v i d a conyugal y p a r a la paren- • Brindar a las mujeres divorciadas, separadas y v i u d a s cursos
talidad. de capacitación y de actualización para el trabajo, así como
servicios de guarderías.
Refiriéndose al problema del incremento de divorcios, Freed
y Foster (1970, p . 196) dicen que debería acordarse m a y o r impor- Sabemos que en todo el m u n d o la condición de las mujeres no
tancia a la e d u c a c i ó n y a la preparación para el matrimonio. D e es equitativa con respecto a la de los varones. E n los países lati-

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noamericanos, esta situación es a ú n m á s grave. U n porcentaje
mayoritario de mujeres casadas no participa en el mercado de
empleos y, cuando lo hace, es en circunstancias desfavorables.
Diversos estudios h a n mostrado que cada vez m á s mujeres jóve- Impulsar la puesta en marcha de programas
nes se incorporan a u n empleo, pero que lo abandonan cuando orientados al bienestar de los ancianos y su
se casan (cf. Ribeiro, 1989), o que s u permanencia en el trabajo ex-
integración familiar
tradoméstico es inestable y está relacionada con sus ciclos de fe-
c u n d i d a d (cf. Wainerman y Recchini, 1981). E n tales circunstan-
cias, cuando sobreviene la ruptura, la m a y o r í a de las mujeres
están en desventaja para ingresar a u n empleo adecuado y obte-
ner xma r e m u n e r a c i ó n satisfactoria, y a sea porque n u n c a hicie-
ron carrera, porque la interrumpieron, o simplemente porque no
h a n p o d i d o actualizarse ( a d e m á s , obviamente, que las mujeres
suelen sufrir discriminación en el mercado de trabajo, sobre to-
do s i tienen hijos p e q u e ñ o s ) . Este problema, como es fácil enten-
derlo, no es exclusivo de las mujeres que se divorcian, sino de to-
das aquellas que encabezan hogares monoparentales.

Por ello es importante, en beneficio de las mujeres que enca- E n todas las sociedades, el envejecimiento es parte del proceso

bezan u n a familia y de sus hijos, que se pongan en m a r c h a pro- vital de los individuos; siempre lo h a sido, p u e s l a vejez es inhe-

gramas que, a d e m á s de brindar capacitación p a r a el trabajo, rente a la v i d a m i s m a , a menos que ésta se vea interrumpida pre-

otorguen a estas mujeres la posibilidad de incorporarse ventajo- cozmente. Por tal motivo, se puede decir que es u n f e n ó m e n o

samente a u n empleo, y a sea mediante el servicio de bolsas de universal. N o obstante, las características y el significado del en-

trabajo o a t r a v é s de ayudas para generar microempresas. vejecimiento no son estáticos, sino que adquieren formas especí-
ficas de acuerdo con el contexto social donde se produce. L a
definición m i s m a de la vejez puede variar enormemente de u n a
sociedad a otra y de u n momento histórico a otro pues, como d i -
cen U l y s s e y L e s e m a n n (1997), "no se envejece h o y como se en-
vejecía ayer", a lo que p o d r í a m o s agregar que no se envejece
igual en el campo que en la ciudad n i tampoco en África o N o r -
teamérica. Esto es así porque, a d e m á s d e l deterioro corporal que
caracteriza el envejecimiento, existen dimensiones sociales, cul-
turales y psicobiológicas que a c o m p a ñ a n el proceso.

D e tal suerte, en algunos contextos sociohistóricos la vejez


puede ser considerada exclusivamente u n estado de deterioro,
u n sinónimo de obsolescencia, mientras que en contextos dife-
rentes puede ser interpretada como u n a v i r t u d , un privilegio.

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líl hecho es que, de manera general, los procesos de industria-
Así, por ejemplo, en el curso de la historia, m u c h o s pueblos a d -
lización, urbanización y m o d e r n i z a c i ó n que, e n m a y o r o menor
quirieron modelos gerontocráticos de organización, y recono-
MK'dida, h a n venido afectando a prácticamente todas las socie-
cían que aquellos que alcanzaban la vejez contaban con una
tl.ides h a n propiciado modificaciones sustanciales e n la esperan-
experiencia y sabiduría que sólo la edad les proporcionaba. En
za de v i d a de las personas y en sus estilos de v i d a . D e tal suerte,
contraste, e n ciertas sociedades c o n t e m p o r á n e a s industrializa-
f i K o n t r a m o s h o y u n a estrecha relación entre el grado de desa-
das y en otras e n vías de desarrollo, algunos sugieren que se des-
I i-oUo s o c i o e c o n ó m i c o de los países y la esperanza de v i d a , ob-
valoriza a las personas mayores cuando éstas dejan de ser
si-rvando que e n los países m á s industrializados las personas
productivas.
pueden esperar v i v i r ochenta años o m á s . Este alargamiento de
¿ C u á n d o es vieja una persona? A i m q u e no h a y definiciones l.i vida se h a a c o m p a ñ a d o también de u n mejoramiento de las
formales sobre el momento en que se inicia la vejez, parece cosa i ondiciones generales de s a l u d , lo que h a provocado que u n a
c o m ú n asociar el concepto de entrada a la vejez con u n a edad persona que actualmente tiene 60 ó 65 años muestre u n deterio-
cronológica, ubicada generalmente entre los 60 y los 65 a ñ o s . La ro físico menor que el que individuos de la m i s m a e d a d tenían
visión dominante que presidió el establecimiento de estos p a r á - Imce tan sólo unas d é c a d a s .
metros de e d a d deriva de u n a concepción tradicional del enveje-
Imaginemos, por ejemplo, a u n a persona de 60 a ñ o s a p r i n c i -
cimiento que tiende a asociar la vejez con la decrepitud física, la
[lios del siglo X X , en u n contexto en el cual la expectativa de v i -
dependencia y u n estado de s a l u d deficitario (Ulysse y Lese-
lla difícilmente sobrepasaba las seis d é c a d a s en los países m á s
m a n n , 1997). E l "sentido c o m ú n " nos sugiere que el paso del
desarrollados y entre cuatro y cinco d é c a d a s , cuando m u c h o , en
tiempo, m e d i d o por el calendario, es u n indicador confiable de
los países e n desarrollo. E n tales condiciones, u n a persona de esa
los cambios que ocurren e n nuestra mente, e n nuestro cuerpo, en
edad era considerada vieja, no sólo por haber alcanzado o reba-
nuestras facultades y en nuestras limitaciones. Esto, por supues-
sado la esperanza m e d i a de v i d a del grueso de la población, s i -
to, es falso.
no porque se encontraba en u n escenario d e m o g r á f i c o e n el cual
Lamentablemente, este criterio casi u n i v e r s a l de la vejez no abundaban los jóvenes y los niños. Esta reflexión nos conduce a
parece tomar e n cuenta las mutaciones sociales, y no hace u n a sugerir que la vejez está retrocediendo. S i hasta ahora h a habido
distinción entre el envejecimiento cronológico, el biológico y el consenso e n definir los 65 años como la " e d a d m á g i c a " para se-
social. Pero, e n l a práctica, el criterio cronológico (que correspon- ñalar la entrada a la vejez, ahora algunos estadígrafos de las so-
de a la definición operacional que ofrece la O r g a n i z a c i ó n de las ciedades desarrolladas tienden a cambiarla a 75 a ñ o s , pues ello
Naciones U n i d a s para determinar la vejez y que se refiere a la parece tener m á s sentido en términos de las expectativas de v i d a
edad de 60 años) está correlacionado con dos hechos significati- y de las características de las personas que alcanzan o sobrepa-
vos para la definición social de la vejez: por u n lado, el cese de la san esa edad (cf. K a s t e n b a u m , 1980).
inserción laboral, materializado a t r a v é s de la jubilación, y por el
E n la actualidad, cada v e z m á s la p r i m e r a fase d e l envejeci-
otro, el cambio de las funciones familiares e n relación con el ci-
miento se disocia del estereotipo tradicional de la vejez, s e g ú n el
clo de v i d a familiar, materializado por la s e p a r a c i ó n e indepen-
cual los viejos son personas que h a n visto debilitadas sus aptitu-
dencia de los hijos. Así, la p é r d i d a de la obligación laboral y la
des cognitivas, d i s m i n u i d a s sus capacidades físicas funcionales,
disminución de las obligaciones domésticas caracterizan l a tran-
que h a n perdido la capacidad de cuidarse a sí m i s m a s y que de-
sición de la adultez hacia la vejez (Redondo, 1990).

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IH'iiden d e los d e m á s . U n estudio efectuado en los Estados U n i - blación". Tal es el caso actualmente de los países industrializa-
d o s con una muestra de cerca de 2.000 sujetos m o s t r ó que i m a dos de Occidente; y, con seguridad, tarde o temprano los países
tercícra parte de los viejos de 70 años obtuvieron mejores resulta- de e c o n o m í a s emergentes —como los de L a t i n o a m é r i c a — pron-
dos en las pruebas de inteligencia que los jóvenes adultos (Papa- to llegarán a esta situación.
lia y O l d s , 1989; citado por Conseil de la Famille, 1994, p. 14).

C o m o dice Bourdelais (1997), a los 60 ó 65 a ñ o s , las personas Los viejos, el mercado de trabajo y la jubilación
hoy no necesariamente son viejas o están fatigadas. Así, e l con-
cepto de la "tercera e d a d " se deslinda de u n concepto de l a Sabemos que, mientras que l a incorporación de las personas al
"cuarta e d a d " , aludiendo el primero de ellos a l p e r í o d o que mercado de trabajo se produce a lo largo de u n gran tramo de
transcurre entre l a jubilación y "los últimos años de l a v i d a " edad, p u e s ello depende de múltiples variables sociales, g e o g r á -
(cuarta edad). También es preciso señalar que e l envejecimiento ficas y culturales, el retiro se verifica en u n lapso relativamente
no es u n proceso uniforme; difiere s e g ú n el sexo, el n i v e l socioe- corto, y a que la edad de retiro está prescrita e n los marcos jurídi-
c o n ó m i c o y e l n i v e l de escolaridad. cos, lo que le d a bastante uniformidad (Redondo, 1990). Tales
marcos no toman en consideración que la respuesta i n d i v i d u a l al
L o cierto es, s i n embargo, que el proceso de envejecimiento
proceso de envejecimiento es distinta y que por ello no parece ser
implica necesariamente cambios importantes en l a v i d a cotidia-
correcto establecer i m a e d a d fija para la jubilación. Fvmdamen-
n a de las personas. A t m cuando podemos afirmar que sea cual
tándose de manera estricta en las observaciones clínicas y en las
fuere la etapa de desarrollo de i m individuo (infancia, adolescen-
investigaciones, K a s t e n b a u m (1980) afirma que no h a y r a z ó n a l -
cia, etc.) siempre h a b r á cambios asociados con s u s ciclos vitales,
guna que obligue a señalar la edad cronológica de 65 años como
en el caso de la vejez muchos de estos cambios suelen ser perci-
el momento p a r a retirarse. Pero, a pesar de todo, en las socieda-
bidos como adversos, como p é r d i d a s — a l g u n a s reales y otras
des modernas, con condiciones limitadas de expansión de sus
ficticias—, por ejemplo, de contactos familiares y sociales, de la
mercados laborales, existen fuertes presiones p a r a que las perso-
o cup a c i ón laboral y el ingreso e c o n ó m i c o s que la a c o m p a ñ a ,
nas viejas se retiren de sus empleos y dejen el lugar a las nuevas
a d e m á s de deterioro fisiológico y de la s a l u d , decremento del es-
generaciones. Surge así u n a paradoja que consiste en que en es-
tatus social y cultural, disminución de la autoestima, p é r d i d a de
te p a n o r a m a tenemos, por un lado, a grandes contingentes de jó-
la independencia y la a u t o n o m í a , etc. (Antequera-Jurado y Blan-
venes que no p u e d e n encontrar u n empleo y que exigen — c o n
co, 1998).
justificada r a z ó n — vma oportunidad para ganarse la v i d a , y por
el otro, a tma población de adultos a los que se les exige que se
jubilen a u n a e d a d en la que a ú n cuentan con todas sus capaci-
Envejecimiento de la población dades físicas y sus aptitudes mentales, y c u y a experiencia no ca-
rece de valor.
A m e d i d a que los países se h a n ido desarrollando, se h a n r e d u -
A nuestro juicio, el problema principal reside básicamente en
cido sustancialmente las tasas de natalidad y mortalidad, al m i s -
la incapacidad de los mercados para generar nuevos empleos; de
m o tiempo que se h a n incrementado las expectativas de v i d a . A l
hecho, la r á p i d a tecnologización de las e c o n o m í a s está despla-
haber menos nacimientos y m á s personas que alcanzan edades
zando grandes contingentes de mano de obra, cerrando las opor-
avanzadas, se presenta el f e n ó m e n o de "envejecimiento de la p o -
tunidades a las nuevas generaciones y dejando s i n oportunida-

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lii's a los m á s viejos. S i anteriormente la jubilación se concebía
envejecimiento de la población. L a realidad de los países di'NH-
como u n derecho de los trabajadores después de u n a v i d a de ser- rroUados nos muestra con claridad que e l cambio en las estruc-
vicios, cada v e z m á s se obliga a quienes alcanzan d i c h a edad a turas d e m o g r á f i c a s está colocando sobre las espaldas de u n
retirarse d e l empleo, a u n cuando p u e d a n y quieran seguir traba- sector productivo, cada v e z m á s reducido, la responsabilidad de
jando.46 Incluso, en algunos países desarrollados se están ejer- soportar a u n a p r o p o r c i ó n creciente de población "no producti-
ciendo presiones p a r a el "pre-retiro" a edades a ú n m á s tempra- v a " . E n tales circunstancias, algunos temen las presiones que
nas que las oficialmente establecidas por las legislaciones p a r a una población creciente de viejos puede ejercer sobre los siste-
jubilarse. mas de s e g u r i d a d social y sobre e l costo financiero que los siste-
E n este o r d e n de ideas, debemos tomar en c o n s i d e r a c i ó n que mas de s a l u d tienen por ser solicitados intensivamente por las
en las sociedades agrícolas la representación social de los ancia- personas mayores (las cuales y a no contribuyen a l financiamien-
nos es sustancialmente diferente de la que p r e d o m i n a en las so- to de tales sistemas).
ciedades m o d e r n a s . Mientras que en las p r i m e r a s l a jerarquía
Ante los embates d e l neoliberalismo, los gobiernos participan
social reposa sobre la n o c i ó n de anterioridad ( a l u d i e n d o a los
cada v e z m e n o s e n e l financiamiento d e l retiro de las personas.
m á s viejos; cf. M e i l l a s o u x , 1977), en las segundas prevalece la
Se están creando en muchos países sistemas que son financiados
n o c i ó n de i n n o v a c i ó n . E l saber de los ancianos, grandemente
por los propios trabajadores y por sus empleadores, quienes a lo
apreciado e n las sociedades agrícolas por s u valor experiencial
largo de s u v i d a laboral deben establecer un fondo de ahorro p a -
y a c u m u l a t i v o , es d e s d e ñ a d o e n las sociedades i n d u s t r i a l i z a -
ra el retiro, el cual es administrado por instituciones bancarias
das donde el saber se transforma permanentemente. L a cons-
p r i v a d a s , pero reglamentadas por e l gobierno.
tante r e v o l u c i ó n científica y tecnológica, p r i o r i d a d de toda
sociedad m o d e r n a y base de s u competitividad en u n m u n d o N o s enfrentamos aquí a i m a paradoja: las personas tienen

c a d a v e z m á s globalizado, hace d e l saber d e l a n c i a n o u n saber que ahorrar durante treinta a ñ o s de v i d a laboral para poder v i -

" d e s a c t u a l i z a d o " y " a n a c r ó n i c o " (Redondo, 1990, p. 19). A s í , vir de m a n e r a independiente d e s p u é s de s u retiro. Pero, d a d o

las p o s i b i l i d a d e s de los ancianos de conseguir o mantener u n que la v i d a d e s p u é s d e l retiro se está prolongando c a d a v e z m á s ,

empleo se v e n limitadas no ú n i c a m e n t e por la estrechez d e l la pregunta que surge es: ¿alcanza el ahorro de u n 5 % ó 7 % d e l

mercado laboral, s i n o t a m b i é n p o r la d e s v a l o r i z a c i ó n de que salario de u n trabajador durante treinta años p a r a cubrir s u s ne-

son objeto. cesidades durante otros 15,20 ó 25 años m á s ? Se supone que los
fondos p a r a el retiro se invierten durante la v i d a activa laboral
Adicionalmente, en u n contexto de globalización e c o n ó m i c a del trabajador p a r a hacerlos crecer; pero la v e r d a d es que, en los
y de retiro paulatino del Estado benefactor, existe u n a preocupa- p a í s e s e n v í a s de desarrollo, la experiencia n o s m u e s t r a que las
ción por los costos sociales y económicos que puede significar el altas tasas de inflación, las sorpresas devaluatorias de las mone-
das ( a c o m p a ñ a d a s por p e r í o d o s hiperinflacionarios) con fre-
cuencia d e g r a d a n el ahorro a tal grado que, en v e z de ganar
46 Debemos considerar aquí que, además de la función económica del trabajo, éste juega
un papel muy importante en la autoestima de los individuos; dicen Davies y Schackleton valor, lo pierden. ¿ C u á l es entonces la alternativa? E n los países
(1982) que el trabajo contribuye al amor propio de dos maneras principales: primero, por- m á s desarrollados, los fondos públicos p a r a e l retiro se comple-
que gracias al trabajo el ser humano puede adquirir dominio sobre sí mismo y sobre el
ambiente; segundo, porque, al dedicarse a la producción de bienes y servicios que son va- mentan frecuentemente c o n ahorro p r i v a d o voluntario; en el
luados por otros, cada persona puede revisar la evaluación de sí misma contra la evalua- tercer m u n d o , esto es casi imposible para los sectores mayorita-
ción que otros hacen de él, obteniendo así el sentido de su valor personal.

170 »7»
rios do población, pues los niveles salariales son tan bajos que la Los viejos y la salud
m a y o r í a de las personas no ganan lo suficiente como p a r a gene-
rar u n ahorro. A d e m á s , en m u c h o s países en desarrollo — y es- C o m o y a hemos adelantado, cuando hablamos de la vejez la aso-
to es particularmente cierto e n la mayor parte de A m é r i c a ciamos m u y fácilmente con u n estado de s a l u d deficitario, lo
latina—, m u c h a s personas trabajan en la agricultura o en los cual no siempre es tan evidente, al menos no en las primeras fa-
sectores informales de la e c o n o m í a y están a l m a r g e n de los pro- ses de la vejez.
gramas de seguridad social y los sistemas de jubilaciones. E n ta-
Ciertamente, con el paso de los años los organismos v a n s u -
les circvtnstancias, aparece el tema de la pobreza como u n o de
friendo cierto grado de deterioro físico y no podemos decir que
los aspectos que se relacionan estrechamente con el f e n ó m e n o
las condiciones globales de salud son las m i s m a s p a r a quienes y a
de l a vejez.
han pasado el u m b r a l de los 65 años que para los m á s jóvenes;
pero no menos cierto es que los adelantos de l a m e d i c i n a moder-
Ancianidad y pobreza na y los cambios en los patrones de v i d a y de trabajo h a n logra-
do que las personas, a d e m á s de prolongar s u v i d a , también
L a c o n c e p c i ó n tradicional de l a vejez h a asociado con m u c h a
alarguen el p e r í o d o durante el c u a l s u s a l u d es relativamente sa-
frecuencia l a c o n d i c i ó n social de los viejos con u n a situación de
f^-tisfactoria.
pobreza. S e g ú n las Naciones U n i d a s , el incremento en el n ú m e -
ro de ancianos no productivos h a sobrecargado los sistemas de N o podemos negar, sin embargo, que a medida que las perso-
s e g u r i d a d social, provocando que, en casi todos los p a í s e s en- nas envejecen las necesidades de atención médica también crecen,
vejecidos, los ancianos constituyan uno de los grupos m á s po- sobre todo porque, con el paso de los años, se hacen m á s frecuen-
bres (Redondo, 1990, p. 21). Pero algunas evidencias obtenidas tes las enfermedades crónicas y degenerativas. Esto provoca que
en países industrializados parecen contradecir esta opinión ge- los sistemas de salud tengan que ofrecer, cada vez m á s , servicios
neralizada. S e g ú n L e s e m a n n (1997), la situación de las perso- geriátricos especializados, los cuales son bastante costosos.
nas viejas h a mejorado m u c h o en lo e c o n ó m i c o durante los E l m a y o r problema en este contexto se presenta cuando las
úl t i mos treinta a ñ o s , y ello se debe — s e g ú n el a u t o r — a las p e n - personas llegan a " l a cuarta e d a d " , que es cuando sus necesida-
siones de retiro y a las m e d i d a s complementarias de a y u d a gu- des no sólo requieren visitas al m é d i c o o ingestión de medica-
bernamental. N o obstante, el análisis de L e s e m a n n se aplica mentos, sino que con frecuencia necesitan cuidados m á s intensi-
b á s i c a m e n t e a las condiciones imperantes en los países i n d u s - vos y constantes, en la m e d i d a en que dejan paulatinamente de
trializados de E u r o p a y de N o r t e a m é r i c a ; difícilmente pode- valerse por sí mismos. E s aquí cuando se agrava el problema de
m o s i m a g i n a r que d i c h a situación sea u n a r e a l i d a d e n los las instituciones hospitalarias y de los costos financieros asocia-
países en vías de desarrollo. Redondo (1990), q u i e n hace s u dos a los cuidados exhaustivos de las personas.
análisis a partir de datos obtenidos m á s que n a d a en A r g e n t i n a ,
Así, por ejemplo, en casi toda Latinoamérica — c o m o en mu-
asegura que e n p r á c t i c a m e n t e todo e l m u n d o l a a n c i a n i d a d se
chos países en desarrollo—, a d e m á s de la fanülia existe un siste-
relaciona con problemas m u y serios, sobre todo en lo e c o n ó m i -
ma de instituciones dedicadas a albergar a los ancianos y a
co, en la s a l u d y en lo afectivo.
brindarles cuidados médicos: por u n lado, h a y u n número insu-
ficiente de instituciones públicas caracterizadas en su mayoría
por carecer de recursos y en las que las condiciones de los ancia-

172 »73
nos son p o r lo general deplorables, y p o r otro lado, u n a cantidad procreación a l interior de la casa paterna y gozar de los n;curw)N
aún m á s p e q u e ñ a de instituciones p r i v a d a s , con mejor calidad comunes. C u a n d o los padres envejecían, los hijos que vivían con
en sus servicios, enfocadas a atender a u n a élite de ancianos c u - ellos a s u m í a n la responsabilidad de ocuparse de ellos. E n cam-
y a situación e c o n ó m i c a está m u y por e n c i m a d e l promedio. E n bio, donde la familia nuclear predomina, tiende a debilitarse la
tales circunstancias, la fairúlia es llamada a d e s e m p e ñ a r u n p a - solidaridad familiar y n o existen reglas claras acerca de la obli-
p e l m u y importante, y a que históricamente h a constituido el l u - gación de los hijos para hacerse cargo de los padres c u a n d o é s t o s
gar privilegiado para ocuparse de los ancianos. Por desgracia, y a no p u e d e n valerse por sí mismos. C l a r o está que, a u n en con-
existen evidencias que sugieren que cada v e z menos las familias textos en los que predominan los hogares nucleares, n o existe u n
están dispuestas a seguir asumiendo esta función. abandono total a los viejos, siempre y cuando sean fuertes los l a -
zos de parentesco extenso.

E n l a d é c a d a d e l setenta, u n artículo aparecido en el Time Ma-


Senectud y familia gazine, y reproducido en u n a compilación hecha por A r l e n e S k o l -
nick y Jerome Skolnick (1977), señalaba que los cambios
A u n q u e las personas de la tercera e d a d s o n frecuentemente s u -
producidos por la industrialización habían provocado que la
jetos de otras políticas sociales sectoriales, lo cierto es que tam- mayor parte de los ancianos en los Estados U n i d o s estuviese le-
bién deben ser sujetos de xma. política de l a familia. L a m a y o r í a jos de s u s hijos y nietos, que el contacto c o n s u s familias se había
de los ancianos s o n padres y madres, abuelos y abuelas. S i e n l a reducido considerablemente y que, para la m a y o r í a , el tiempo
familia tradicional los ancianos estaban a cargo de sus hijos a d u l - d e s p u é s de los 65 años significaba incertidumbre y aislamiento.
tos, los cambios que sufre actualmente l a familia están p r o d u - E n dicho artículo se citaban palabras de la a n t r o p ó l o g a Margaret
ciendo que u n n ú m e r o creciente de ancianos tenga que enfren- M e a d a este respecto: " L a familia moderna, en s u presente for-
tarse con u n debilitairúento de los lazos de solidaridad familiar. m a , n o e s t á equipada p a r a cuidar a las personas v i e j a s . " Por s u
E n los países ricos —^por ejemplo—, está creciendo el n ú m e r o de parte, W i l l i a m Goode (1966) apuntaba hace tres d é c a d a s que la
instituciones especializadas en cuidar de las personas de la ter- famüia independiente neolocal y los valores que la a c o m p a ñ a n
cera edad fuera del contexto de la familia. de u n a v i d a separada para cada pareja dejaron a los ancianos p a -
Se h a dicho reiteradas veces que, entre las m u c h a s funciones dres e n u n a posición ambigua; s e g ú n este autor, las personas y a
que tradicionaknente cumplía la familia, u n a de ellas, s i n d u d a , no aceptaban, s i n discutir, la obligación de c u i d a r a los ancianos
era la de ocuparse de los ancianos. E n la familia tradicional, las en el propio hogar.47
mujeres e r a n las principales responsables de ocuparse de los m á s
Sin embargo, no todos están de acuerdo con este postulado
viejos miembros de la u n i d a d d o m é s t i c a , particularmente cuan-
que señala que uno de los cambios m á s importantes que h a s u -
do estaban enfermos o n o p o d í a n valerse por sí solos.
frido la f a m ü i a c o n t e m p o r á n e a de los países industrializados ha
E n los lugares donde predominaba l a familia extendida se de- consistido e n u n a p é r d i d a de l a solidaridad. S e g ú n U l y s s e y L e -
sarrollaban, al interior de las unidades d o m é s t i c a s , redes de coo-
p e r a c i ó n basadas en u n principio de solidaridad familiar. E n
tales contextos, los padres albergaban a alguno o algunos de s u s U n ejemplo de esta situación puede ser observado en Quebec, Canadá, donde en ^9^H)
Ui proporción de abuelos que vivían en la misma casa que sus hijos y nietos era de entro
hijos y a casados, permitiéndoles así formar s u p r o p i a familia de 2 % y 3 % (Conseil de la Famille, 1994). Asimismo, en Inglaterra, Phillipson (1997) luifín-
U\e la probabilidad de vivir solo se incrementa con la edad.

174 Í75
semann (1997, p . 43), el mito del abandono de los viejos por los
N o s enfrentamos, pues, a u n a aparente contradicción ontrt'
más jóvenes no resiste las pruebas empíricas ofrecidas por la l i -
líos posturas ideológicas sobre la vejez: por u n lado, el discurso
teratura en esta materia. Así, a pesar de las transformaciones es- I radicional emanado de la sociología norteamericana de los años
tructurales que h a n impactado a la familia — d i c e n — , ésta no h a sesenta, setenta y ochenta (cf. Goode, 1966; Skolnick y Skolnick,
cesado de constituir vina fuente importante de interacciones y de 1977), s e g ú n el cual los vínculos familiares intergeneracionales
apoyo p a r a l a m a y o r í a de la población. se han ido debiUtando, forzando así al Estado a intervenir cada
A p o y á n d o s e en u n estudio longitudinal efectuado en los E s - vez m á s p a r a atender a i m a creciente población de viejos; por
tados U n i d o s entre 1971 y 1991, Bengston y G i a r u s s o (1995) tra- otro lado, este n u e v o discurso que insiste en que — a pesar de las
taron de demostrar que durante esos veinte a ñ o s la m a n e r a en mutaciones sociales y f a m i l i a r e s — la familia sigue constituyen-
que las diversas generaciones perciben la solidaridad afectiva do el principal recurso de los ancianos.
casi no evolucionó; estos autores concluyeron que — n o obstante
L a descripción que hemos podido obtener de los estudios an-
las profundas mutaciones de las estructuras familiares y el desa-
tes citados es insuficiente y no nos muestra con precisión y clari-
rrollo de los sistemas públicos de protección s o c i a l — los lazos
dad hasta qué grado llega la solidaridad intergeneracional, y si
entre padres e hijos mantienen a través del tiempo toda s u fuer-
(vsta se prolonga con la m i s m a intensidad hasta la llamada "cuar-
za y significado; la solidaridad afectiva intergeneracional per-
ta e d a d " . Habría que describir con exactitud la forma y cantidad
manece siempre como u n a prioridad importante en l a sociedad
de interacciones que forman parte de los vínculos intergenera-
contemporánea.
eionales: ¿el apoyo brindado por los hijos a sus padres ancianos
Otro estudio realizado en C a n a d á por C o n n i d i s (1989) mos- so circunscribe a lo afectivo, o también a lo e c o n ó m i c o y a los cui-
tró que la m a y o r í a de las personas viejas mantienen contacto con J a d o s físicos?, ¿cuál es la proporción de hogares que c u i d a n y se
algún hijo en el que se apoyan en caso de necesidad, aunque se ocupan de sus ancianos en sus propias casas hasta que éstos
descubrió que, en la mayor parte de los casos, el esposo o espo- mueren? Son m u c h a s las preguntas que deberían ser respondi-
sa constituía el recurso m á s importante. También se e n c o n t r ó das para poder determinar s i efectivamente los lazos de paren-
que, en la m a y o r í a de las situaciones, uno de los hijos habitaba tesco extenso se h a n debilitado con la m o d e r n i d a d o s i persisten
cerca de donde vivía la persona anciana. B a s á n d o s e e n estos y en con la m i s m a intensidad que antes.
otros estudios americanos y canadienses, U l y s s e y L e s e m a i m
L o que sí es u n hecho, al menos en los países m á s industrializa-
(1997) concluyen que la familia no sólo es u n a alternativa a los
dos, es que durante las décadas de la posguerra el Estado benefac-
cuidados institucionales, sino que juega u n p a p e l central en u n
tor intervino de manera variada e intensificada para "absorber"
entorno en el que cada v e z son m á s escasos los servicios públi-
.ilgunas de las funciones que — e n relación con los v i e j o s — c u m -
cos en esta materia.
plía tradicionalmente la familia. E l período posterior a la segunda
Por s u parte, Phillipson (1997) señala, para el caso de Inglate- gran guerra fue testigo de otros cambios que incidieron sobre la
rra, que, a pesar de la tendencia ampliamente observada de las estructura famiUar y sobre la condición de los abuelos:
personas mayores en cuanto a v i v i r de manera a u t ó n o m a , m a n -
tienen m u c h o s contactos con sus parientes, y que la a y u d a y los a. u n descenso importante en las tasas de natalidad (lo que
cuidados forman parte de esas relaciones. dejaba en manos de menos hijos la responsabilidad de ocu-
parse de los padres cuando llegaban a la vejez);

176
»77
b. la creación (o ampliación) de los planes y servicios —tanto Así, la problemática de los ancianos está estrechamente rcla-
públicos como p r i v a d o s — de jubilación (lo que aumentaba i ionada con la esfera familiar, y a que, en la m e d i d a en que se am-
la posibilidad de las personas de mayor e d a d de permane- plían las políticas de bienestar por parte del sistema, parece dis-
cer independientes desde el punto de vista e c o n ó m i c o ) ; minuir el esfuerzo familiar y viceversa. A lo largo de la historia,
mientras prevalecieron distintas formas de e c o n o m í a agrícola,
c. la disminución de las tasas de mortalidad y el agranda-
Uinto jóvenes como ancianos eran mantenidos por la familia.
miento de la esperanza de v i d a (lo que p r o v o c ó que u n m a -
C'on el avance e c o n ó m i c o y la urbanización, la participación fa-
yor n ú m e r o de ancianos llegaran a edades tan avanzadas
miliar en el sostén de los ancianos tiende a reducirse, emergien-
como p a r a no poder ocuparse de sí m is m os );
do en s u lugar la seguridad social. L a respuesta al mantenimien-
d. el incremento de la m o v i l i d a d geográfica (lo que c a u s ó que to de la población inactiva ha tomado pues dos dimensiones:
m u c h o s hijos se alejaran físicamente de la casa paterna); mientras que el soporte de los niños permanece acotado dentro
e. el crecimiento e c o n ó m i c o sin precedente de los años cin- del ámbito familiar, el de los ancianos se ha socializado (Redon-
cuenta (que produjo que u n a gran p r o p o r c i ó n de familias do, 1990, p. 21).
p u d i e s e n construir u n a situación de estabilidad e c o n ó m i c a
Antiguamente, para soportar en lo econóiiüco a las personas
y de patrimonio para la vejez);
t]ue envejecían, no había otra alternativa m á s que la familia. A s e -
f. la incorporación m a s i v a de las mujeres al mercado de em- guran R e i n y T u m e r que en el pasado las personas seguían tra-
pleos (lo que generaba u n a contradicción de roles, dado liajando mientras eran capaces de vivir de manera a u t ó n o m a , y
que eran principalmente las mujeres las encargadas de pro- después cohabitaban con uno de sus hijos adultos, y a fuese en s u
digar los cuidados y atenciones a los viejos). propia casa o en la del hijo. C o n los cambios producidos por la
industrialización, diversos países tuvieron que crear sistemas de
N o debemos, sin embargo, caer en la trampa de u n a generali- pensiones, como parte de los beneficios de la seguridad social;
zación absoluta como si el fenómeno de la ancianidad fuese algo iisí, progresivamente, el papel del Estado se fue acrecentando, a
h o m o g é n e o . E n los hechos, la ancianidad constituye u n fenóme- partir de medidas tradicionales de asistencia m u n i c i p a l , segui-
no tan heterogéneo como la sociedad en la que se da; l a condición das por programas estatales de seguridad social y de seguros p a -
de los ancianos varía en términos de la posición socioeconómica, ra la vejez, como el instaurado en A l e m a n i a por Bismarck en
del nivel de instrucción, del sexo. Así, por ejemplo, Ulys s e y L e - 1889, o el r é g i m e n no contributivo de pensiones para la vejez ins-
semann (1997) refieren —^para el caso de C a n a d á — que los padres tituido en G r a n Bretaña en 1905 y en los Países Bajos en 1913
de clase obrera reciben de sus hijos mayor a y u d a que los de clase (Rein y Tumer, 1997, p. 102). C o n el paso d e l tiempo, algunos sis-
media, y que entre los primeros la ayuda adopta m á s la forma de lemas se hicieron híbridos, incluyendo, a d e m á s de la contribu-
servicios, mientras que entre los segundos es m á s c o m ú n la a y u - ción del Estado, la de los patrones y seguros privados de ahorro.
da e c o n ó m i c a y en regalos. Adicionalmente, las abuelas de clase
Entre los países que m á s desarrollaron sus sistemas públicos de
obrera son m á s susceptibles de irse a vivir a la casa de sus hijos
seguridad social y sus políticas sociales, el Estado benefactor vino
que las de clase media. L a s personas de edad a v a n z a d a en las cla-
a suplir en buena parte a la familia en la función de ocuparse de
ses medias mantienen el contacto con sus hijos y nietos sobre to-
los ancianos, mientras que, entre los países menos industrializa-
do por medio del teléfono y del correo.
dos, la injerencia del Estado nunca llegó a ser tan importante, de-

178 179
jiindo sobre la familia la principal responsabilidad de ocuparse .sobresalientes d e l cambio sociofamiliar es el debilitamiento de
de sus viejos. Esto no significa que el m u n d o menos industriali- los lazos de parentesco extenso y u n a tendencia marcada a que
zado no contase con sistemas de jubilación, pero éstos eran redu- las familias nucleares se ocupen cada vez menos de los cuidados
cidos y frugales, y no cubrían m á s que a u n a p e q u e ñ a parte de la y la sobrevivencia de los abuelos, el bienestar de las personas de
población, por lo que no eran suficientes para garantizar el reti- f d a d a v a n z a d a se ve comprometido. Esto resulta particularmen-
ro digno de la m a y o r í a de los ancianos. te importante en i m contexto en el cual n i los programas de jubi-
lación son suficientes y adecuados, n i existen instituciones
Pero las cosas están cambiando r á p i d a m e n t e . Por u n lado, te-
públicas que p u e d a n responder a las necesidades de esta pobla-
nemos los países de e c o n o m í a s m á s desarrolladas, que están en-
ción creciente .49
frentando graves problemas para mantener sistemas que
aseguren los últimos años de u n n ú m e r o creciente de jubilados
que v i v e n m á s años;48 por otro lado, los países de e c o n o m í a s
Ancianidad, familia y política social
emergentes se están transformando tan r á p i d a m e n t e que y a no
p u e d e n confiar sólo en la familia para hacerse cargo de esta ta-
lll papel fundamental de una política social de la familia, en con-
rea. E l panorama no es pues m u y alentador porque, entre los paí-
cordancia con la situación de las personas de la tercera y de la
ses m á s desarrollados, el retiro paulatino del Estado benefactor
cuarta e d a d , consiste en fomentar la revalorización d e l papel so-
difícilmente p o d r á ser compensado por u n retomo de la familia,
cial y familiar de los ancianos, y propiciar s u bienestar físico,
sobre todo en lo que se refiere a los cuidados físicos en la última
mental y emocional.
parte de la v i d a , cuando las personas difícilmente p u e d e n valer-
se por sí m i s m a s . Y entre los países menos desarrollados — d o n - Según Redondo (1990), la dependencia económica y de cuida-
de no se h a n implementado sistemas satisfactorios de seguridad dos constituye uno de los aspectos primordiales en el análisis de
para la v e j e z — el impacto de la m o d e r n i z a c i ó n y a h a empezado la subordinación social de la vejez. Pero la relación que se estable-
a dejar sentir sus efectos sobre las familias; y es de esperarse, i n - ce enfre el fenómeno de la vejez y de la familia no puede ser vista
dependientemente de que persista la solidaridad emocional en- tan sólo de manera mecánica, en el sentido de tener que ocuparse
tre sus miembros, que cada vez menos ancianos habitarán bajo el de los ancianos. Si, al menos entre los países menos desarrollados,
mismo techo que sus familias de procreación. la relación entre ancianidad y pobreza es u n hecho ampliamente
observado, no menos cierto es que las necesidades de los ancianos
A diferencia de lo que sucedió en los Estados U n i d o s , C a n a d á
están lejos de circimscribirse sólo a la dimensión económica o a la
o en los países de E u r o p a occidental, donde la p é r d i d a de funcio-
necesidad de atención médica. Quizás uno de los mayores proble-
nes familiares se vio compensada en buena m e d i d a por la parti*'
mas que enfrentan muchas personas al envejecer es el profundo
cipación del Estado benefactor, en el m u n d o en desarrollo esto»
sentimiento de soledad y la sensación de ser inútiles. E n esta d i -
no h a ocurrido así. D e tal suerte, s i u n a de las características m á s '
mensión, la familia juega u n papel que no puede ser transferido a
ninguna otra institución. Esto es así porque, para todos los seres
'^^ No olvidemos que, cuando se crearon los sistemas de retiro en los países más indus-
trializados, el número de personas que llegaban a esta edad era reducido y su esperar»-
za de vida después del retiro era muy corta. Hoy en día, el número de ancianos está Para dar un ejemplo de cómo está creciendo la población de ancianos, tomemos el ca-
creciendo rápidamente y éstos viven cada vez más años después de su salida del merca- so de Quebec, Canadá, donde se estima que hacia el año 2011 la población de personas
do laboral, por lo que los costos financieros asociados con el fenómeno del envejecimien- de 65 años en adelante será más numerosa que la de jóvenes de 15 años o menos (Dar-
to se incrementan sustancialmente. veau, 1993).

180 i8i
liiiiiuinos, oí sentimiento de amar y ser amado, de ser respetado y poren al mercado de empleos, l a solidaridad de las familias \u\
.Ki'ptado, y de ser útü y tener proyectos, contribuye enormemen- (la sus viejos se v e r á d i s m i n u i d a .
te a la autoestima y a la imagen positiva que tienen de sí mismos; Vistos desde otra perspectiva, los viejos no son sólo "solicita-
estos factores descansan en relaciones afectivas y sociales satisfac- dores" de servicios, sino que también juegan u n p a p e l importan-
torias y en la participación activa en la comtmidad. L a calidad de te en muchas familias como soporte emocional y como
los vínculos afectivos, familiares y sociales que mantienen las per- complemento (y a veces sustituto) de sus hijos en la tarea de ocu-
sonas con sus semejantes inciden de manera importante sobre s u ltarse de los nietos. C u a n d o los contactos intergeneracionales
bienestar físico y psicológico: algimas investigaciones h a n demos- persisten con intensidad, los abuelos son u n valioso recurso pa-
trado que existe i m a estrecha relación entre el bienestar físico y ra las familias en cuanto proveedores de afecto hacia los niños,
psicológico de los ancianos y s u capacidad de realizarse como per- pero t a m b i é n como apoyo indispensable para m u c h a s madres
sonas. Así, los ancianos que no tienen intercambios afectivos sig- trabajadoras que no cuentan con servicios de guardería o que no
nificativos, que se sienten profundamente solos o inútües poseen desean "encerrar" a sus hijos en instituciones durante p e r í o d o s
m á s posibilidades de tener mala salud que aquellos que pueden que con frecuencia p u e d e n sobrepasar ocho o diez horas diarias.
llenar estas necesidades (Champagne y otros, 1992, p. 101).
Según Salvarezza (1998), la enfermedad de los viejos tiene re-
Lamentablemente, existe cierta evidencia de que cada v e z son percusiones en s u entorno familiar. N o es ú n i c a m e n t e el viejo
m á s los ancianos que no cuentan con u n apoyo sólido por parte quien necesita a y u d a , sino también la familia, y a que m u c h a s de
de sus familias. Si b i e n es cierto, como y a s e ñ a l a m o s , que algu- ellas sienten que n o tienen las habilidades n i la tolerancia para
nas investigaciones en países desarrollados muestran que a ú n ocuparse de s u s ancianos cuando éstos llegan a u n estado de de-
existe u n b u e n grado de solidaridad entre las familias y sus an- terioro físico y mental. L a s familias frecuentemente manifiestan
cianos, no menos cierto es que dichas investigaciones provienen la necesidad de contar con ajoida profesional de m é d i c o s , psicó-
principalmente de países en los que los sistemas de bienestar so- logos, psiquiatras o enfermeras, para atender mejor a sus viejos
cial cubren u n a buena parte de las necesidades de los ancianos, y para descargar en ellos parte de la responsabilidad abrumado-
y los vínculos estrechos que se mantienen entre las personas y ra y, en ocasiones, de la c u l p a que les genera sentir que el ancia-
sus familias no siempre significan que estas últimas a s u m a n no es u n a carga difícil de tolerar.
completamente las responsabilidades asociadas con l a vejez de
D e tal suerte, no podemos desarticular la problemática de los
sus miembros. E n regiones menos desarrolladas — c o m o es el ca-
ancianos de l a realidad famiUar. Entre las diversas acciones que
so de L a t i n o a m é r i c a — , la familia sigue constituyendo, hasta
u n a política famiUar debería promover en este sentido, podemos
ahora, el p r i n c i p a l soporte de las necesidades de los viejos; es po-
contemplar las siguientes:
sible suponer que, en la m e d i d a en que los estilos de v i d a moder-
nizantes de las grandes ciudades latinoamericanas favorezcan
• Revalorizar la imagen social y el aporte familiar de los an-
m á s los hogares neolocales y la a u t o n o m í a de las n u e v a s parejas,
cianos.
y en la m e d i d a en que cada v e z m á s mujeres casadas se incor-
• Fomentar la interacción entre los ancianos y sus familias.

Decimos esto porque, en casi todos los países latinoamericanos, dada la predominan- • Revisar la legislación fiscal para proporcionar descuentos a
cia de estructuras de tipo patriarcal y la deficitaria condición social de las mujeres, han las familias que toman a cargo a los ancianos.
sido éstas, más que las familias, las principales responsables de los cuidados prodigados
a los ancianos.

182 183
Desarrollar m á s ampliamente los servicios geriátricos y po^
nerlos al alcance de las personas de todas las clases socialeii
Rescatar la valiosa experiencia de las personas viejas en lol
Proponer reformas y adiciones a las leyes que afectan
proyectos comunitarios y de desarrollo institucional. ala mujer, al menor y a la familia, y difundir
Propiciar la creación de clubes y centros sociales para an* información pertinente sobre la legislación vigente
cianos. y que sea de interés para las familias
Desarrollar actividades turísticas y recreativas para ancianos,

A m p l i a r las oportunidades de trabajo p a r a las personas dc


la tercera e d a d .

A b r i r espacios para el trabajo voluntario de los ancianos.

Fomentar la creación de habitaciones especiales p a r a ancia-


nos, en las que p u e d a n vivir de manera a u t ó n o m a pero sin
dejar de estar atendidos en sus necesidades básicas; por'
ejemplo, condominios horizontales, con áreas verdes y
áreas recreativas comunes, y con la presencia continua de
personas (enfermero, trabajador social) que p u e d a n aten- lín p r á c t i c a m e n t e todas las sociedades, u n a parte d e l Derecho se
der necesidades específicas de aquellos ancianos que, por i'specializa en las situaciones familiares. E l derecho de familia es
u n a r a z ó n u otra, no tengan posibilidades de v i v i r con sus , el conjtmto de normas jurídicas que regulan la constitución, la
propias familias. organización y la disolución de las relaciones familiares que,
.1 un que suelen formar parte d e l derecho p r i v a d o , s o n considera-
A p o y a r mediante capacitación, provisión de servicios es-
das como de interés público. Esto es así precisamente por el v a -
pecializados y de soporte psicológico a aquellas familias
lor que las sociedades otorgan a la institución familiar, sobre
que cuentan entre sus miembros a personas de e d a d a v a n -
lodo en cuanto a que en ella se forman los nuevos ciudadanos. E l
z a d a y con desórdenes fisiológicos o psicológicos, p a r a que
derecho familiar determina los deberes y derechos que existen
estén en posibilidades de enfrentar los problemas de natu-
entre las personas que pertenecen a u n a familia, es decir, que es-
raleza diversa que en ocasiones genera la presencia de es-
tán ligados entre sí por lazos de matrimonio, de filiación o de p a -
tas personas en los hogares.
rentesco (Montero-Duhault, 1964).

L o s marcos jurídicos de la familia tienen la función de regular


los diversos aspectos de la v i d a familiar: la institución y la diso-
lución de los matrimonios; las uniones libres; la filiación y la
adopción; los regímenes patrimoniales; las figuras penales y pro-
cesales en relación con el matrimonio, con la filiación, con los
menores, con la violencia doméstica, con las pensiones de ali-
mentos, etc. Todas estas funciones son vitales p a r a las familias y

185
p.uii liis sociedades, pues constituyen u n principio fundamental culturas, abriendo así u n a brecha entre el n i v e l del discur-
para el orden social y famüiar. Pero en ocasiones sucede que las so ideológico y la realidad social.
normas jurídicas no se ajustan a l a realidad o son rebasadas por
c'sta; por ello decimos que uno de los objetivos de la política fa- Revisemos m u y brevemente cada uno de estos postulados:
miliar debe consistir en proponer las reformas y modificaciones
necesarias para que las leyes cumplan de manera m á s satisfacto- E n líneas generales, los marcos j u r í d i c o s no han podido de-
ria s u cometido.51 Evidentemente, toda política social debe ape- sarrollar una capacidad de a d a p t a c i ó n a un contexto social di-
garse al Derecho, pues la ley es xmo de los instrumentos básicos námico en continua t r a n s f o r m a c i ó n
de cualquier política social; pero, indudablemente, el papel de las
p o M c a s sociales también consiste en retioalimentar al Estado pa- Si, como hemos dicho, la familia es i m a institución que se
ra proponer reformas, modificaciones y adiciones a las leyes, con transforma s i n cesar, entonces sería de esperar que el derecho de
el propósito de que éstas respondan mejor a las situaciones de familia también evolucionase constantemente. N o obstante, es
i m a realidad dinámica, en continua transformación. posible constatar que, en términos generales, la m a y o r í a de las
D e manera m u y general, y haciendo particular alusión a los legislaciones no h a n podido desarrollar u n a capacidad de adap-

países de A m é r i c a latina,52 creemos que existen ciertas circuns- tación a u n contexto social dinámico que se transforma incesan-

tancias que limitan el alcance de las leyes dirigidas hacia las fa- temente, por lo que n o siempre hay u n a correspondencia entre

milias: los marcos jurídicos y la realidad social que pretende ser regula-
da. D i c h o en otras palabras, a pesar de que en casi todas partes

1. E n líneas generales, los marcos jurídicos no h a n podido de- la famüia c o n t e m p o r á n e a está sufriendo u n cambio s i n prece-

sarrollar u n a capacidad de adaptación a u n contexto social dentes en s u organización y en s u estructura, las disposiciones

d i n á m i c o en continua transformación. legislativas relacionadas con el derecho de familia no siempre


responden a las necesidades de las " n u e v a s famiHas".
2. N o h a y u n a correspondencia entre los marcos jurídicos y la
realidad social que pretende ser regulada. E n este sentido, nos atrevemos a asegurar que l a m a y o r í a de
las legislaciones en A m é r i c a latina h a n manifestado cierta reti-
3. E n t é r m i n o s generales, las leyes no h a n sido capaces de dis-
cencia a aceptar que l a sociedad y la familia h a n cambiado. L o s
tinguir la p l u r a l i d a d y diversidad de m o d o s de v i d a y de
marcos jurídicos se fundamentan habitualmente en u n a " m o r a l
tradicional" y siguen considerando que la familia es u n a institu-
ción " n a t u r a l " y u n a "célula básica de la sociedad". D e tal suer-
51 Cada época construye una definición simbólica de la familia y del matrimonio, la cual
es —por regla general— idealizada. E s esta idealización la que ordinariamente inspira a te, se continúa favoreciendo u n a visión tradicional de la mujer,
los legisladores cuando hacen las definiciones jurídicas de las relaciones maritales y filia- de la familia y del menor, y las leyes no siempre evolucionan al
les. E n los hechos, sin embargo, la vida familiar contradice regularmente los modelos re-
conocidos por la legislación, y la realidad concreta de las familias se opone a las formas m i s m o ritmo que las otras instituciones sociales.
rígidas del Derecho. L a creciente evolución del individualismo derivado de la moderni-
dad refuerza cada vez más esta tendencia (cf. Noreau, 1996).
C u a n d o comparamos la dinámica social de la familia con la
del Derecho, podemos corroborar que la primera evoluciona rá-
52 Está claro que en América latina existen grandes diferencias en los marcos jurídicos y
en las realidades que pretenden ser reguladas. Nuestro propósito aquí no es más que ha- pidamente, ajustándose a los violentos cambios que ocurren a su
cer unas breves reflexiones generales sobre la problemática jurídica que afecta a las fami- alrededor, mientras que el segundo es m u c h o m á s estático. E n
lias, sabiendo que se aplican más en unos casos que en otros.

186 187
ronsi'cuencia, no es raro que exista u n desfase entre los f e n ó m e - dimientos es el que se refiere a los descubrimientos e innovacio-
nos sociales (en este caso, familiares) y l a legislación que procu- nes en la procreación h u m a n a . Desde hace algunos años, han
ra regular dichos fenómenos. Incluso podemos afirmar que con aparecido en el panorama m i m d i a l diversas e irmovadoras tec-
frecuencia el derecho civil contribuye a mantener i m a visión uní- nologías de reproducción, que implican entre otras cosas la inse-
voca de la familia, encasillándola dentro de u n concepto m u y l i - minación artificial, la fecundación in vitro, los implantes dc
mitado y no reconociendo la vasta p l u r a l i d a d de modos de embriones e n madres "portadoras", etc., y no existen los cuadros
organización familiar. jurídicos formales que regulen las situaciones generadas por
Así, por ejemplo, en casi todos los códigos civiles latinoameri- esas n u e v a s tecnologías y que establezcan las consideraciones
canos se concibe la familia como una institución social que surge necesarias p a r a la filiación biológica, lo que puede causar confu-
del matrimorúo. E n general, los matrimonios son considerados le- siones e incluso perturbaciones importantes p a r a los niños. Sur-
gítimos cuando se celebran ante autoridades públicas (y, en algu- gen así situaciones vinculadas con la filiación que n u n c a antes
nos casos, religiosas). Sin embargo, la realidad nos muestra que habían sido siquiera imaginadas. N o es el propósito de este libro
existen cada v e z m á s uniones de hecho en las que no m e d i a u n con- juzgar los beneficios o los inconvenientes de tales tecnologías, y
trato legal entre las partes. S i actualmente diversos países recono- mucho menos pretendemos hacer juicios morales sobre ellas.
cen en sus legislaciones las uniones consensúales y les conceden N u e s t i o único interés es destacar que tales tecnologías existen,
muchos de los privilegios con los que generalmente cuentan los que h a n empezado a utilizarse en diversos países y que por ello
matrimonios legales, en la práctica sabemos que es m u y difícil p a - no se puede postergar la necesidad de iniciar reflexiones profun-
ra las personas que se encuentran en tales situaciones hacer valer das que nos permitan adecuar las leyes a estas n u e v a s situacio-
sus derechos, y esto es particularmente cierto en el caso de las m u - nes. E n este sentido, urge que se desarrolle u n marco jurídico y
jeres y de los lúños. L a circ\mstancia de no contar con vin contrato ético que encuadre estas nuevas tecnologías de r e p r o d u c c i ó n y
legal hace que las personas que v i v e n en unión consensual enfren- que ayude a estatuir la filiación de los niños que nacen en tales
ten problemas legales en casos de ruptura o de abandono, pues circunstancias.
para reclamar cualquier beneficio legal no sólo deben ser capaces Veamos u n ejemplo m á s , esta vez en relación con la adopción.
de demostiar el hecho jurídico de que hubo u n a v i d a en c o m ú n A u n q u e e n p r á c t i c a m e n t e todas las legislaciones se estipula que
por xm tiempo determinado, sino que con frecuencia s u situación el adoptante puede ser u n hombre solo o u n a mujer sola (cf.
les impide presentar u n litigio frente a i m tribimal. Montero-Duhault, 1964), en la práctica se favorece que la adop-
D a d o que el f e n ó m e n o de las uniones consensúales es estadís- ción la lleven a cabo matrimonios, pues la tradición jurídico-moral
ticamente considerable en casi toda Latinoamérica, y que en m u - generalmente sólo considera n o r m a l a l a familia biparental. D e
chos países está creciendo r á p i d a m e n t e , es importante que se tal manera, las personas solteras, o aquellas que h a n sufrido a l -
revisen las leyes para proteger a las personas que v i v e n en estas guna ruptura conyugal, v e n disminuidas sus posibilidades de
circunstancias y p a r a que p u e d a n hacer valer s u s derechos al adoptar u n hijo, y a que frecuentemente son víctimas de la sospe-
m i s m o título que quienes v i v e n en familias fundadas a partir del cha. Y ello se debe a que el valor que sustenta la tradición jurídi-
matrimonio legal. ca no toma en cuenta que el modelo de n o r m a l i d a d familiar ha
dejado de ser absoluto. L o m i s m o sucede con las parejas unidas
Otro ejemplo que nos muestra que en general las instancias
libremente, y a que, a pesar de que en esta materia l a ley otorga a
legales h a n quedado atrasadas en s u formulación y en sus proce-
las parejas no casadas los mismos derechos y obligaciones que a

188 189
las casadas, en realidad existe u n a ideología que percibe este ti- yes, al interior de mejorar la situación de la mujer, la protogi'ii, c o

po de uniones como irregulares y no adecuadas p a r a el sano de- locándola en la m i s m a situación de tm menor y dando bases ynww

sarrollo de los niños. mantener el estereotipo de dependencia, fragilidad y debilidad.

De ello resulta que en los Códigos Civiles se mantengan leyes


No hay una correspondencia entre los marcos jurídicos y la que, tratando de proteger a las mujeres, las mantienen sujetas a
realidad social que pretende ser regulada u n estado de dependencia. Por ejemplo, en lo que se refiere a su
situación en el seno del hogar, en el C ó d i g o C i v i l para el estado
A d e m á s de la inercia que registran las leyes, es posible obser- de N u e v o León, Méxi co (Gobierno del estado de N u e v o León,
var que las legislaciones frecuentemente no se aplican o que pre- 1982), encontramos lo siguiente:
sentan lagunas importantes, situación que nos hace pensar que
en diversas áreas los marcos jurídicos h a n fracasado en s u inten- • E l artículo 163 señala que la mujer debe vivir al lado de su ma-
to por regular la realidad social. Podemos ejemplificar lo anterior rido (obviamente n u n c a se menciona lo contrario, es decir,
con algunos aspectos de la situación jurídica de las mujeres y de que el marido debe v i v i r al lado de s u esposa).
los menores. A u n q u e los individuos como tales escapan al d o m i -
• E l artículo 164 obliga al marido a dar alimentos a la mujer y ha-
nio específico de u n a política de la famüia, la situación legal de
cer todos los gastos necesarios para el sostenimiento del hogarp
las personas en función de s u edad y de s u sexo también reviste
lo que refuerza la estructura patriarcal de la famüia y el p a -
aspectos importantes en cuanto a s u vinculación con la familia.
pel de proveedor del varón.
E s por ello por lo que nos interesa aquí hacer unas breves refle-
xiones a este respecto. • E l artículo 168 dice que estará a cargo de la mujer la dirección
y el cuidado de los trabajos del hogar.
Tomando como ejemplo la igualdad jurídica de las mujeres,
• E l artículo 169 señala que la mujer p o d r á d e s e m p e ñ a r u n
particularmente al interior de l a familia, podemos decir que, a
empleo, ejercer u n a profesión, industria, oficio o comercio,
pesar de que cada v e z es m á s universal el reconocimiento públi-
cuando ello no perjudique la misión que le impone el artículo 168,
co que se d a a la igualdad entre los sexos, con frecuencia las le-
es decir, cuando s u trabajo ext radomést i co no interfiera en
yes siguen contribuyendo a conceptualizar a las mujeres como
la realización de sus tareas domésticas.
seres débiles y dependientes. E n M é x i c o , por ejemplo, aunque la
Constitución de 1917 a c o r d ó a l a mujer la i g u a l d a d en cuanto a • E l artículo 170 determina que el marido podrá oponerse a las
los derechos individuales, no le concedió la facultad de votar s i - actividades a que se refiere el artículo anterior ( d e s e m p e ñ o de
no hasta 1953. A d e m á s , a pesar de que el artículo 4." de la C o n s - actividades productivas extradomésticas), siempre que él
titución de este país expresa claramente que el v a r ó n y la mujer subvenga a todas las necesidades del hogar.
son iguales ante la ley, señala que la ley no h a propuesto u n a
igualdad sexual en s u sentido biológico, pues ello resulta lesivo
para l a mujer. E n s u artículo 123, la Constitución mexicana rea-
firma la igualdad jurídica de hombres y mujeres, pero aclara que ^•^ Aunque debemos reconocer que este artículo también señala que "si la mujer tuviere
"por respeto a la dignidad humana contiene ciertas prerrogativas en fa- bienes propios o desempeñase algún trabajo, o ejerciere alguna profesión, oficio o comercio, deberá
también contribuir para los gastos de la familia, siempre que la parte que le corresponda no exce-
vor de la mujer" debidas a razones biológicas con referencia a la da la mitad de los gastos, a no ser que el marido estuviere imposibilitado para trabajar y careciere
maternidad (Gobierno de México, 1990). D e tal suerte, estas le- de bienes propios...".

190 191
Evidentemente, tales señalamientos jurídicos están lejos de de 5 a ñ o s era de 50 por 1.000, la tasa de mortalidad infantil
favorecer el desarrollo de las mujeres, s u i g u a l d a d en el matri- (0-1 años) era de 39 por 1.000 y los nacimientos con bajo pe-
so constituían el 11 % de todos los nacimientos (UNICEF,
monio, y contradicen el principio constitucional de igualdad en-
1994).
tre los sexos. Por ello, u n a de las orientaciones básicas de toda
política familiar debe ser la de reconocer la igualdad entre los es- c. A u n q u e l a m a y o r í a de los países h a n suscrito los acuerdos
posos en el matrimonio, haciendo compatible la declaración de de la Organización Internacional del Trabajo en cuanto a la
este principio fundamental con las normas y disposiciones esta- prohibición d e l trabajo de los menores, en todos ellos exis-
blecidas en las leyes civiles, penales, laborales, etc., y desarrollar ten grandes contingentes de niños que ejercen actividades
estrategias p a r a que tales normas se ctimplan. e c o n ó m i c a s , muchas veces en condiciones insalubres e i n -

E n lo que se refiere a la situación de l a infancia, t a m b i é n po- convenientes para s u sano desarrollo fi'síco y emocional.
Lamentablemente, no existen datos confiables sobre la can-
demos observar situaciones en las que la legislación no concuer-
tidad de niños que trabajan, y ello se debe a la escasez de
d a con la realidad.
estudios sobre el tema y a que la m a y o r í a de los menores
C a s i todos los países de A m é r i c a latina, a u n aquellos que se
trabajadores lo hacen por s u cuenta, en actividades que por
encuentran en estadios de desarrollo menos avanzados, h a n sus-
s u naturaleza escapan al cálculo estadístico.
crito los últimos acuerdos internacionales e n materia de a y u d a y
de protección a la niñez; se h a legislado en la materia y, en gene-
Así, y a u n q u e actualmente se manifiesta tma seria preocu-
ral, los marcos jurídicos establecen normas dirigidas a garantizar
pación en t o m o a los derechos de los niños, en la p r á c t i c a v e -
que todos los niños tengan acceso a la s a l u d , a l a e d u c a c i ó n y al
mos que las n o r m a s y los procedimientos jurídicos no h a n sido
bienestar. S i n embargo, a pesar de la creciente importancia que
capaces de modificar la realidad. E l p r o b l e m a e s t á estrecha-
se le otorga a la protección a la infancia, los indicadores socioe-
mente relacionado con las condiciones de extrema pobreza en
c o n ó m i c o s y sociodemográficos dejan t o d a v í a m u c h o que de-
las que subsiste u n a gran p r o p o r c i ó n de la p o b l a c i ó n latinoa-
sear. Así, por no citar m á s que unos cuantos ejemplos, podemos
mericana.
observar que:

E n términos generales, las leyes no han sido capaces de dis-


a. E n todos los países de la región, las leyes señalan l a obliga-
tinguir la pluralidad y diversidad de modos de vida y de cultu-
toriedad de la e d u c a c i ó n formal, al menos del n i v e l básico,
ras, abriendo así una brecha entre el nivel del discurso
pero en ninguno de estos países se h a logrado que todos los
ideológico y la realidad social
niños asistan a la escuela y que completen la instrucción
elemental. D e tal suerte, la tasa de finalización de la escue-
U n a de las características m á s sobresalientes de las leyes es s u
la p r i m a r i a era de tan sólo el 9 % en Haití e n 1988, y el pro-
homogeneidad, es decir que, en el contexto de u n a sociedad na-
medio para toda A m é r i c a latina era en ese m i s m o a ñ o , de
cional, al menos teóricamente, se aplican a todos los i n d i v i d u o s
apenas 48 % ( U N I C E F , 1994).
y a todas las familias s i n distinción de raza, sexo, afiliación reli-
b. A pesar de que en casi todos los países las leyes tratan de giosa o política, etc. Podemos ver en este principio de uniformi-
garantizar el acceso de los niños a la s a l u d , en la región l a - dad una v i r t u d , y a que trata de garantizar la igualdad jurídica
tinoamericana, en 1992, la tasa de mortalidad de menores para todos los que forman i m a sociedad. Sin embargo, la com-

192 193
visión occidental54 en la que la niñez adquiere u n valor por sí
pleja realidad social nos muestra que, en todas partes, las condi-
misma, es sacralizada y no se pone en d u d a ninguno de los p r i n -
ciones y las necesidades de las personas y de las familias son dis-
cipios establecidos en la Carta de los Derechos del N i ñ o . N o obs-
tintas de acuerdo con s u pertenencia étnica, s u cultura, sus
tante, en la práctica, el valor y la representación que los niños tie-
creencias religiosas, s u situación socioeconómica, etc. D e ello re-
nen dentro de s u contexto sociofamiliar varía enormemente de
sulta que, en algunas ocasiones, el sentido y la función que tiene
un g m p o social a otro.
u n a ley específica puede atentar contra ciertos principios y nece-
sidades básicas de grupos particulares. P o d r í a m o s así pregun- L a ideología de protección a la infancia está investida de u n a
tarnos, por ejemplo, s i en Brasil las leyes — d e manera específica trascendencia simbólica; el trabajo de los menores h a sido "sata-
las que intentan regular la v i d a familiar—, p u e d e n ser aplicadas nizado", y tanto las sociedades civiles como las autoridades p ú -
indistintamente a las personas que v i v e n en Río de Janeiro y a los blicas consideran que u n a famiUa que permite que sus niños
y a n o m a m i de la cuenca a m a z ó n i c a . ejerzan alguna actividad e c o n ó m i c a no cumple adecuadamente
sus funciones, por lo que las leyes estipulan sanciones que pue-
L a d i v e r s i d a d étnica en A m é r i c a latina es m u y grande y, entre
den llegar incluso a arrebatar a los padres la tutela de los hijos.
los m u c h o s grupos de indígenas, h a y quienes se h a n integrado
relativamente bien a la cultura urbana y modernizante, como es E s preciso considerar, s i n embargo, que la cuestión del traba-
el caso de algunos otomíes en la parte central de M é x i c o , y otros jo infantil es m u c h o m á s compleja de lo que p u e d e parecer a p r i -
que h a n permanecido casi totalmente al margen de los procesos mera vista. E s evidente que muchos niños que trabajan h a n sido
de m o d e r n i z a c i ó n y urbanización, como los achuar y los siona con frecuencia víctimas de la explotación y no gozan de las ga-
del E c u a d o r y de C o l o m b i a . E s cierto que en algunos países s u - rantías que normalmente ofrecen las leyes a los trabajadores.
damericanos la presencia de grupos étnicos es insignificante, co- A d e m á s , c o m o s u trabajo es ilegal, no están registrados, por lo
mo en Argentina y en U r u g u a y ; pero la etnicidad no es el único que no tienen derecho a prestaciones de s a l u d n i a cualquiera de
componente de las diferencias culturales que p u e d e n hacer que los d e m á s derechos que marcan las leyes laborales. A l hacer re-
las leyes sean incompatibles con las necesidades h u m a n a s . L a ferencia a los menores que trabajan, existe tma tendencia a p e n -
clase social y las preferencias religiosas, entre m u c h o s otros, son sar en estos niños como explotados. Pero, al parecer, no se toma
factores de d i v e r s i d a d cultural. en cuenta que este f e n ó m e n o no puede ser circunscrito de mane-
ra exclusiva dentro del marco de la explotación. Aparentemente,
E n esta sección, queremos desarrollar brevemente u n ejemplo
la consideración de que el trabajo infantil es u n problema social
que deriva de las desigualdades socioeconómicas y que muestra
surge cuando éste se convierte en asalariado, es decir, cuando los
que la u n i f o r m i d a d de la normatividad legal no siempre respon-
niños e m p i e z a n a trabajar para empleadores ajenos a sus fami-
de a las necesidades de los grupos sociales: el caso d e l trabajo de
lias (MendeUevich, 1980, p. 3).
los menores.

E n toda A m é r i c a latina, en m a y o r o menor m e d i d a , las leyes,


laborales regulan el trabajo de los niños. E n general, en estas le-
E n Occidente, la transición desde un modelo económico en el que la mayoría de las fa-
yes se establecen las edades m í n i m a s para incorporarse a l a acti-; milias constituían unidades de producción hacia otro en el que las familias se convirtie-
v i d a d productiva y algunas restricciones sobre tipos y condicio- ron mayoritariamente en unidades de consumo tuvo como consecuencia un cambio
importante en la valoración de los niños y en las funciones que éstos desempeñan al in-
nes de trabajo para ciertos grupos de edades. E n general, el terior de la familia. Los cambios sociales favorecieron el desarrollo de una imagen sacra-
discurso oficial en tomo a la infancia se aproxima m u c h o a u n a . lizada del niño (Ouellette, 1994).
Tradicionalmente, en muchas familias — e n particular en los
Evidentemente, los gobiernos latinoamericanos no tienen xma
sectores rurales, aunque también en los urbanos—, los hijos h a n
tarea fácü p a r a regular el trabajo de los menores, y a que, por u n
jugado u n p a p e l importante como parte de las estrategias de s u -
lado, el trabajo infantü está legalmente prohibido, pero por el
pervivencia e c o n ó m i c a ; como lo señala xm informe de la O I T :
otro, las sociedades latinoamericanas no están en condiciones de
asegurar p a r a todos los niños (ni para todas las fanúlias) los m e -
... en todas las sociedades, los niños han participado y participan, en
dios m í n i m o s de subsistencia. Si los gobiernos se apegan en for-
mayor o menor grado, en los procesos de producción, intercambio
ma estricta a las disposiciones del C o n v e n i o 138 de la O I T y
y servicios que son necesarios para la supervivencia del grupo al
que pertenecen (Mendelievich, 1980). aplican firmemente las normas laborales, p r i v a n a u n gran por-
centaje de familias de la función del apoyo de los niños como
parte de sus estrategias de supervivencia e c o n ó m i c a ; pero si, al
E n los medios urbanos, particularmente en las clases m á s po-
contrario, se v u e l v e n tolerantes y no se entrometen en esos a s u n -
bres, los niños también representan xma mano de obra familiar i m -
tos que " c o n c i e m e n principalmente a las propias familias", co-
portante, sobre todo en los hogares monoparentales encabezados
mo de hecho sucede, entonces dejan u n a puerta abierta para que
por mujeres, los cuales manifiestan niveles de v i d a m u y bajos
la barata m a n o de obra infantü p u e d a ser explotada y quede al
(Lomrütz, 1985, p. 76). Según u n reporte reciente de la U N I C E F ba-
margen de las conquistas laborales de los adultos (süidicatos, ga-
sado en i m estudio realizado en nueve países latinoamericanos, la
rantías de empleo, garantías de indemnización, seguros contra
pobreza aumentaría entre u n 10 % y i m 20 % si fueran eliminadas •
enfermedad y accidentes, vacaciones, salarios legales, etc.).
las aportaciones económicas que los menores trabajadores de en-
tre 13 y 17 años hacen a sus famüias ( U N I C E F , 1997). L a b ú s q u e d a de fórmulas jurídicas que se a d e c ú e n a las nece-

E n contextos de pobreza extrema, como los que caracterizan a sidades de las familias de las diversas categorías sociales y c u l -

amplios sectores de la población en A m é r i c a latina, la i m i d a d do- turales no debe fundarse exclusivamente en la experiencia

méstica tiene que ser entendida como u n a i m i d a d e c o n ó m i c a parcial de los "expertos" en materia jurídica, sino que debe enri-

que envía personal al mercado de trabajo para recibir u n salario, quecerse desde i m punto de vista pluridisciplinario. E n este sen-

y a d e m á s mantiene personal en el hogar para que realice activi- tido, creemos que es vital que las reflexiones que c o n d u z c a n a

dades esenciales para la subsistencia y se dedique a producir ar- cualquier tipo de reformulación de las leyes deben hacerse con la

tículos en industrias domésticas (González de la Rocha, 1986). participación de sociólogos, antropólogos, psicólogos, educado-
res y trabajadores sociales, y fundamentarse siempre en el cono-
E l problema está estrechamente relacionado con las condicio-
cimiento de l a realidad sociocultural que se atiende. E n este
nes de extrema pobreza en las que subsiste u n gran porcentaje de
mismo orden de ideas, no sería vano realizar frecuentemente fo-
la población. Mientras tales condiciones persistan, será casi impo-
ros de consulta popular para involucrar a la población en estos
sible modificar la situación actual, pues las familias seguirán ne-
procesos y arrancar de esta manera el carácter de verticalidad y
cesitando el trabajo de los niños para poder sobrevivir, y a sea al
de patemalismo que c o m ú n m e n t e arrastra l a tradición jurídica.
interior m i s m o de sus unidades domésticas o enviándolos fuera
para conseguir xm salario de apoyo. D e hecho, entre las recomen- E n todo este contexto, no debemos olvidar c u á l es l a función
daciones de la O I T para facultar la aplicación de los principios del de la ley y cuáles son sus límites. E l propósito de l a ley es regu-
C o n v e n i o 138, se estipula que deberán adoptarse medidas para lar xma realidad d a d a no definirla. E n otras palabras, debemos
lograr el pleno empleo de los adultos (Mendelievich, 1980). reconocer que la legislación por sí sola no es capaz d e modificar
la realidad social.

196
197
Así, por ejemplo, en casi todos los países donde hay i m a legis-
Difundir información sobre la legislación que sea de interés
lación sobre el divorcio y la separación, existen leyes destinadas
para la familia a proteger a l a mujer y a los hijos menores mediante u n a pensión
de alimentos. S i n embargo, la poca escolaridad que caracteriza a
¿Qué debe hacer u n a mujer que es víctima de violencia d o m é s t i - la m a y o r í a de las personas en los países menos desarrollados y
ca? ¿ Q u é puede hacer u n a madre cuyos hijos son víctimas de la p r á c t i c a m e n t e n u l a difusión de las normas jurídicas provocan
abuso sexual por parte de s u esposo? ¿ Q u é instituciones canali- que m u c h a s mujeres separadas y divorciadas no conozcan sus
z a n las demandas de divorcio? ¿ P u e d e u n a mujer que es depen- derechos y —^por lo m i s m o — no los hagan efectivos. L o m i s m o
diente del m a r i d o tomar la decisión de separarse de él s i n temor p o d r í a m o s decir de las personas que v i v e n situaciones extremas
de no contar con recursos e c o n ó m i c o s para atender las necesida- e intolerables de maltrato, de abuso o de crueldad mental: al no
des de sus hijos? ¿ A d ó n d e p u e d e n recurrir estas personas en ta- conocer sus derechos no p u e d e n recurrir a las instancias legales
les casos? ¿ Q u é opciones tienen? que p u e d e n a}mdarlas, o simplemente no hacen n a d a porque se
sienten dependientes, temerosas o impotentes para cambiar s u
Estas preguntas, como muchas otras relacionadas con temas
situación.
de la v i d a doméstica, se las hacen diariamente rrdles de personas
que no conocen las alternativas y los derechos que la ley les otor- M u c h a s y m u y variadas son las acciones que p u e d e n realizar-
ga. Lamentablemente, la ignorancia en esta materia p u e d e tener se para c u m p l i r con este objetivo. Básicamente, se trata de u n a ta-
graves consecuencias en la v i d a de los i n d i v i d u o s , no sólo por- rea de educación en materia de derecho, y m á s particularmente
que p u e d e n incurrir, s i n saberlo, en actos sancionados por la ley, en lo que se refiere a los diversos aspectos familiares de los códi-
sino porque p u e d e n permanecer en u n a situación difícil o grave gos civiles que regulan el matrimonio, el divorcio, la filiación, la
que p o d r í a haber sido modificada. E n este sentido, es m á s que tutela, etc. Tales acciones de p r o m o c i ó n p u e d e n hacerse median-
claro que, p a r a que las leyes sean eficaces, deben ser conocidas. te foros comunitarios, programas de televisión y radio, carteles,
D e otra manera, ¿ c ó m o p o d r í a u n a persona defender sus dere- programas de educación de adultos e, incluso, incorporando las
chos o conocer sus obligaciones? cuestiones m á s importantes de este tema en los contenidos curri-
E n los países de e c o n o m í a s emergentes, y m u y particular- culares de los programas de educación cívica en las escuelas de
mente en A m é r i c a latina, la m a y o r í a de las personas son pobres educación básica y media.
y no cuentan con los recursos e c o n ó m i c o s para contratar los ser-
vicios de abogados que p u e d a n brindarles la orientación que ne-
cesitan. A d e m á s , en estos sectores mayoritariamente pobres, los
niveles de e d u c a c i ó n son por lo general m u y bajos y con frecuen-
cia existen altas tasas de analfabetismo. E n tales circunstancias,
las personas v i v e n frecuentemente al margen de los marcos jurí-
dicos, no sólo porque éstos no se a d e c ú a n a sus necesidades rea-
les o porque los sujetos mismos constituyan casos de extremo
i n d i v i d u a l i s m o o desviación social, sino porque simple y llana-
mente no tienen los medios para aprovechar los recursos que las
leyes p u e d e n ofrecerles.

198 199
Promover la planificación de la familia, entendida
ésta no sólo como la regulación de la fecundidad, sino
como un proceso integral de planeación de las etapas
y los ciclos de la vida familiar

E l concepto de "planificación familiar" (o planeación familiar)


ha sido ampliamente utilizado —^tanto por las agencias guberna-
mentales como por la población en g e n e r a l — como u n sinónimo
de control de la natalidad. Si bien la regulación del n ú m e r o de h i -
jos que u n a pareja puede tener a lo largo de s u v i d a en c o m ú n
constituye u n aspecto central en el contexto de la planeación fa-
miliar, en reaUdad el concepto m i s m o de planeación v a m u c h o
m á s allá, pues implica que la pareja identifique y defina sus ob-
jetivos en cuanto a la famiUa que quiere construir y, en conse-
cuencia, planifique las m á s importantes dimensiones de s u v i d a
familiar y de sus ciclos de v i d a . E n este sentido, la planeación de
la v i d a de la familia debe iniciarse desde el noviazgo, pues des-
de ese momento las personas que entablan u n a relación amoro-
sa en vistas de fundar u n a familia deben procurar definir con
claridad sus expectativas de v i d a , no sólo en el plano doméstico,
sino también en el plano profesional.

Así, por ejemplo, tma joven pareja que decide casarse debería
hacerse algunas pregimtas y tratar de definir conjuntamente las
respuestas: ¿ c u á n d o iniciar la etapa de reproducción?, ¿cuántos

201
iMJos tendrán y en qué intervalos de tiempo?, ¿qué esperan de
mo el noviazgo, el período previo a la llegada de los hijos, la
sus hijos?, ¿cómo educarán a sus hijos?, ¿trabajarán ambos cón-
crianza de los hijos, la salida de los hijos del hogar, la vejez de la
yuges o únicamente el esposo?, ¿con qué recursos cuentan para
pareja y la disolución por muerte de uno de los cónyuges. Para
iniciar la vida en familia y cuáles son sus expectativas futuras?,
cada uno de estos estadios, el tamaño y la composición de las fa-
¿cómo manejarán el gasto fanúliar?, ¿quién tomará las decisio-
milias sufren transformaciones que tienen importantes efectos
nes?, ¿cómo utilizarán su tiempo libre?, ¿con quién van a pasar
económicos y sociales en áreas tales como la vivienda, lo.s patro-
las fechas importantes para la familia (Navidad, año nuevo, fies-
nes de consumo, la incorporación o desincorporación de las m u -
tas, aniversarios)?, ¿establecerán o no límites respecto a sus fami-
jeres al mercado de empleos, etc., que requieren ajustes por parte
lias de origen, y de qué tipo?, ¿qué clase de prácticas sexuales les
de los miembros de la unidad familiar.
parecen convenientes y adecuadas a su relación?
Otros, como García, Muñoz y De Oliveira (1982), estiman que
Evidentemente, cuando dos personas deciden emprender
esta forma de concebir el ciclo doméstico tiene limitaciones, ya
juntas u n proyecto "para toda la v i d a " , es por demás importan-
que se fundamenta en tma concepción estrecha de lo que es la fa-
te que tengan lo más claro posible lo que pueden esperar uno del
milia (que asume que todas son nucleares), porque parece olvi-
otro y si sus metas son coincidentes o no.
dar que hay fanülias que no completan el ciclo (por ruptura o
Claro está que el intercambio de información y el estableci- viudez) y porque considera exclusivamente a las parejas con h i -
miento de metas famüiares no constituyen ima garantía total para jos, sin tomar en cuenta que hay quienes no pueden o no quieren
el éxito de la pareja, aunque estamos seguros de que una planea- tenerlos. Ante tal situación, se proponen modelos para distinguir
ción adecuada de la relación puede aumentar significativamente estas etapas, los cuales no se fundamentan en lo biológico, sino
las posibilidades de triunfo. Pero la planeación no sólo se hace al más bien en lo económico, y consideran que los ciclos domésti-
inicio de la vida en común, sino que constituye u n proceso conti- cos no son necesariamente unilineales (cf. González de la Rocha,
nuo que debe acompañar a las familias durante su evolución. A 1986). De tal suerte, se establecen fases de la vida doméstica en
medida que la vida familiar transcurre, las circimstancias cam- función de la expansión, de la consolidación y de la dispersión
bian, así como la situación de la familia y las personas mismas, y del grupo doméstico, que se vinculan con la incorporación de
su experiencia de vida familiar les da mía dimensión nueva de lo nuevos miembros al grupo (hijos que nacen o parientes que vie-
que es y de lo que puede ser su vida familiar; por ende, también nen a v i v i r jimtos) y con la separación eventual de estas personas
se modifican algunas de sus expectativas y de sus aspiraciones. de la unidad; también se relacionan con la mayor o menor parti-
Esto último se relaciona con el concepto de ciclos o etapas de cipación de los miembros del grupo doméstico en la econoim'a
la fanülia. El concepto de ciclo familiar ha sido ampliamente doméstica, tanto en lo que se refiere a la provisión de recursos,
abordado desde diversas ópticas, todas las cuales ponen el acen- como a las tareas reproductoras de las condiciones materiales de
to en el hecho de que la familia posee vm sentido dinámico. existencia.

Algunos autores, como Lauro Estrada (1994), se refieren al ci- A pesar de la diversidad de enfoques teóricos que son y han si-
clo " v i t a l " de la familia y centran su análisis en la comparación do utilizados para analizar la cuestión de los ciclos familiares, una
con las células vivas de los organismos, las cuales nacen, crecen, cosa es común a todos ellos: el reconocimiento a este aspecto dia-
se reproducen y mueren; sobre la base de esos ciclos biológicos, crónico que hace de la familia ima entidad dinámica en la cual cam-
se definen etapas o estadios que atraviesan las familias, tales co- bian las circimstancias y necesidades con el transcurrir del tiempo.

202
203
Tero, aun cuando exista el deseo de planear la vida familiar y Es cierto que la utilización de las nuevas tecnologías de anti-
considerar estos aspectos de la dinámica doméstica, no siempre concepción permiten disociar la sexualidad y la procreación. Las
es fácil para las personas que forman parte de una familia ver las parejas pueden, en consecuencia, separar sus relaciones amoro-
cosas con objetividad. Con frecuencia, no cuentan con la infor- sas de sus proyectos de hijos, brindándoles la oportunidad de
mación necesaria para tomar decisiones; en ocasiones, existen gozar más plenamente de su intercambio sexual y simultánea-
conflictos de intereses entre dos o más miembros de una familia mente planear el número y espaciamiento de hijos. Sin embargo,
en cuanto a u n aspecto central de su vida en común; otras veces como señala Leñero, la anticoncepción tiene que ser vista como
simplemente no pueden ser lo suficientemente reflexivos y obje- u n fenómeno que produce y genera diversos efectos en la vida
tivos para planear algunas situaciones que para ellos pueden ser familiar y social, los cuales van más allá de la simple reducción
vitales, o simplemente ciertos rasgos particulares de la cultura de las tasas de natalidad.
tradicional chocan con algunas pautas emergentes de la vida
conyugal o familiar, produciendo estados de ambivalencia o am- Considerar que la anticoncepción depende fvindamentalmente de la
bigüedad. Por esto, es importante que las instituciones que ins- técnica anticonceptiva y de la accesibilidad física a los servicios mé-
dicos es una simplificación del problema que conduce a una inade-
trumentan las políticas familiares ofrezcan los servicios de
cuada perspectiva (Leñero, 1983, p. 250).
expertos en orientación y consejería famüiar, no únicamente pa-
ra atender las necesidades de aquellas familias que presentan se-
De hecho, en el análisis de la fecimdidad, los factores socioeco-
rios conflictos y severos síntomas de desorganización, sino para
nómicos y socioculturales juegan u n papel determinante para mo-
las familias "normales", para orientarlas en la solución de sus
dificar el comportamiento reproductivo. Deben considerarse las
pequeños conflictos y diferencias cotidianas, para proponerles
normas, valores y expectativas de los pobladores, como también
una metodología que les permita definir sus metas en el corto,
sus necesidades y la manera en que es concebido el papel de la re-
mediano y largo plazo, y las estrategias para alcanzarlas, para
producción y el valor de los hijos. El comportamiento reproducti-
ayudarlas a hacer más eficientes los recursos familiares.
vo tiene que ver con la manera en que los miembros de i m grupo
conceptualizan la sexualidad y el papel sociofamiliar de las muje-
res y de los niños. De hecho, en los países más desarrollados de
Natalidad
Occidente, que vivieron la "primera ola" de la transición demo-
gráfica (Carleton, 1970), no existían métodos anticonceptivos efi-
La mayoría de los países de América latina aún presentan tasas
caces, por lo que las parejas —motivadas suficientemente para
de natalidad relativamente elevadas, incluso cuando desde hace
reducir su fecundidad— recurrieron con éxito al ritmo y al coito
algunos años se han registrado reducciones importantes en los
interrumpido para alcanzar sus metas familiares. Esto nos coitfir-
niveles de fecundidad. En casi todos los países de la región exis-
ma que lo más importante en el contexto de la reducción de la na-
ten programas de planificación familiar, cuyos objetivos están
talidad no es la disporübüidad de métodos modernos y variados,
frecuentemente impregnados de una orientación antinataÜsta.
sino la volimtad de limitar los nacimientos. Como dice RousseU:
Muchos de estos programas han operado de una manera mecá-
nica, promoviendo la anticoncepción universal, y se han basado
Imaginemos, por ejemplo, que hubiésemos podido encontrar me-
en la "eficacia" de los métodos anticonceptivos. dios anticonceptivos eficaces alrededor de 1900. ¿Podríamos acaso

204 205
suponer que los cambios actuales se hubiesen producido?... ¡No!,
ton para la vejez (Ribeiro, 1993), xxn refuerzo de los lazos de soli-
porque esta innovación se habría situado en un contexto cultural de
daridad grupal (Leñero, 1979) y u n valor de identidad sexual
normas rígidas y eficientes. Aunque hubiésemos descubierto los
(Ribeiro, 1995b).
instrumentos para manipular la fecundidad, la difusión habría esta-
do legalmente prohibida y sexualmente estigmatizada (RousseU, En tanto que en las clases medias y en los estratos económica-
1986, p. 20). mente más favorecidos los hijos casi n o intervienen en la activi-
dad económica de la familia, en los sectores marginados los
El fenómeno de la natalidad está estrechamente relacionado niños son llamados a participar intensamente desde la edad de 8
con el contexto sociofamiliar; consecuentemente, en el análisis años (Selby, 1995). En este sentido, constituyen u n importante re-
de la antíconcepción es preciso considerar los múltiples tipos de curso de la pobreza. Las familias pobres de medios urbanos, par-
familias existentes. En este sentido, podemos decir que para ca- ticularmente las m u y pobres que se encuentran en el sector
da tipo específico de familia el control de la fecundidad tiene u n informal de la economía, deben responder al carácter relativa-
significado distinto, p o r lo que en cada caso existen circunstan- mente escaso de los empleos y a la carencia total de garantías
cias que pueden favorecer u obstaculizar su regulación. Así, por exógenas para su reproducción, mediante la maximización de la
ejemplo, la restricción de la natalidad tiene u n sentido diverso fuerza de trabajo de que disponen. Entran aquí en juego dos ele-
según se trate de familias urbanas o rurales, pobres o ricas, de t i - mentos: a) el número de personas en condiciones de trabajar, y b)
po extenso o nuclear, en etapa inicial, intermedia o terrrúnal, etc. la maximización de su uso como productores de ingreso (Margu-
lis, 1989). Para el primero, la unidad doméstica sólo puede actuar
Por ejemplo, sabemos que las necesidades y los problemas de
aumentando su tamaño (por extensión o por fecundidad);^^ pa-
las familias varían de acuerdo con su posición socioeconómica;
ra el segundo, se deben tomar decisiones respecto a la edad a la
para las más pobres, las necesidades más apremiantes se relacio-
que los hijos comienzan a trabajar, a la posibilidad de que los h i -
nan con su subsistencia cotidiana básica (alimentación, vivien-
jos estudien o no y a las actitudes respecto del trabajo femenino
da), mientras que para las familias de estratos medios y altos sus
(Margulis, 1989).
principales preocupaciones son asegurar su equilibrio psicológi-
co, su expansión económica y mejorar estatus y prestigio social Algo similar podría decirse en función del ciclo de vida fami-
(Leñero, 1983). En relación con estas necesidades, la percepción liar, pues no es lo mismo adoptar la anticoncepción en familias
de la natalidad se manifiesta diferentemente en unas y otras fa- jóvenes recientemente constituidas que en familias que se en-
milias: para las más pobres, no tener hijos significa renunciar a cuentran en una etapa avanzada de su vida doméstica. Para
los beneficios que éstos constituyen en términos de recursos pa- quienes se hallan en la etapa inicial de procreación, la regulación
ra la subsistencia del núcleo familiar y para garantizar los cuida- de la natalidad está en función de sus planes a mediano y corto
dos de los padres cuando éstos lleguen a ser viejos; para las más; plazo, y significa regular su reproducción presente y futura. Pa-
favorecidas económicamente, tener pocos hijos puede contribuir, ra quienes se encuentran en una etapa más avanzada, puede sig-
a favorecer el equilibrio conyugal y emotivo de la familia. Así,
mientras que en algunos grupos la llegada de u n hijo representa
u n costo mayor, pues implica u n consumo suplementario de bie- E n este punto es importante destacar la incompatibilidad entre la política de control
nes y servicios, para otros representa u n beneficio, dado que i m - demográfico y las expectativas y necesidades de los grupos económicamente mai^ina-
dos, cuyos patrones de reproducción no se ajustan necesariamente a las "prioridades" de
plica fuerza de trabajo suplementaria (Margulis, 1989), u n bas- los programas gubernamentales. Esto se aplica de manera más particular a los grupo» in-
dígenas (cf. Leñero, 1977).

206
Í07
nificar poner u n alto total a su función reproductiva. Los méto- Las agencias que intervienen directa o indirectamente en la
dos anticonceptivos deben ser diferentes para unos y otros como promoción del control de la natalidad deben tomar en cuenta to-
diferentes también son sus motivaciones y circunstancias. dos estos factores al orientar a las parejas sobre el número y es-
De igual manera, el significado de la anticoncepción varía en paciamiento de los hijos que desean tener. Y deben también
función del grado de urbanización y de modernización, de la i n - considerar que la regulación de la fecundidad puede no ser ade-
corporación de la madre de familia a u n empleo remunerado, de cuada cuando estamos ante familias aún no urbanizadas, de cul-
la composición de la unidad doméstica, etc. tura de subsistencia y economía de autoconsumo, de clases
populares marginales, de tipo consanguíneo y extenso tradicio-
Por ejemplo, una mujer profesional puede decidir retardar su
nal, con una situación de integración m u y formalizada, con una
proyecto de tener hijos, o simple y sencillamente no tenerlos
rígida división del trabajo en función del sexo (madre en el ho-
nunca porque siente que la maternidad podría obstaculizar sus
gar), sin seguridad social institucional, con u n funcionamiento
aspiraciones de carrera profesional. En cambio, en u n contexto
de la familia como unidad de producción (Leñero, 1983).
campesino, una mujer sin instrucción que ha asumido su papel
adscrito por una cultura tradicional anclada en u n modelo pa-
triarcahsta puede encontrar en una fecundidad temprana y ele-
Nupcialidad
vada una gran satisfacción, pues ella es definida por la sociedad
tradicional más como una madre que como una mujer o como
Uno de los aspectos que más afectan la posibilidad de planear
una esposa. N o obstante, y dado el proceso acelerado de urbani-
adecuadamente la vida familiar es la nupcialidad temprana. De
zación que se vive en los países en desarrollo, es posible plantear
acuerdo con u n informe del Departamento de Salud, Educación
hipótesis en el sentido de que una gran fecundidad puede l i m i -
y Bienestar Social de los Estados Unidos, los matrimonios de
tar las expectativas de las mujeres para lograr u n desarrollo per-
adolescentes tienen el doble de posibilidades de terminar en d i -
sonal y una mayor independencia. Ya hemos dicho que las
solución que los contraídos en edades más avanzadas.^^ En I n -
familias latinoamericanas son eminentemente patriarcales, pero
glaterra, Léete (1979, citado por Harris, 1986) observó que las
al rmsmo tiempo son matricéntricas y colocan sobre los hombros
tasas de divorcio crecían más rápidamente mientras más bajas
de las mujeres toda la responsabilidad del cuidado de los hijos;
eran las edades. También notó que, cuanto más jóvenes eran los
en consecuencia, en la medida en que una mujer tenga u n núme-
contrayentes, más tempranamente se producía el divorcio. Para
ro mayor de hijos, sus posibiUdades reales de lograr metas extra-
estar en condiciones de fundar una familia, es indispensable que
familiares se verán reducidas, pues deberá dedicar todo su
las personas hayan conseguido u n razonable sentido de identi-
tiempo y su energía a cuidar y educar a los niños. Así, por ejem-
dad personal y de madurez afectiva; los matrimonios precoces
plo, diversos estudios (Elu, 1975a; Leñero, 1968; Ribeiro, 1989,
con frecuencia interrumpen el proceso de maduración de los jó-
Kempeneers y Saint-Pierre, 1992) sugieren que existe una rela-
venes y limitan sus posibilidades de crecimiento, en la medida
ción inversa entre el trabajo remimerado extradoméstico de la
en que se ven sumergidos en una red de obUgaciones para asu-
mujer y la fecvmdidad. Además, se ha demostrado que existe una
mir sus responsabilidades conyugales y parentales.
relación significativa entre las actitudes conservadoras de las
mujeres frente a su papel sociofamiliar y u n elevado número de
hijos (Ribeiro, 1989). ^" Informe del Departamento de Salud, Educación y Bienestar Social de los Estados U n i -
dos: Teenagers: Marriages, Divorces, Parenthood and Mortality, 1973 (citado por Siicchy,
1986, p. 130).

208 209
I ,ii nupcialidad temprana obstaculiza habituabnente las posi- La nupcialidad temprana está estrechamente relacionada con
l)ilidades de desarrollo de los jóvenes y, de manera más particu- la fecimdidad. En las sociedades que no practican la anticonccp-
lar, de las mujeres. El casamiento a una edad temprana suele ción, y donde los valores morales o reHgiosos prohílicMi la inte-
forzar a los jóvenes a abandonar sus estudios y, de esta manera, rrupción voluntaria de la gestación, los factores que afectan d i -
limita desde el principio sus posibilidades de desarrollo profe- rectamente la exposición al coito son los más importantes p a r a
sional. En el caso de las mujeres, esta situación es aún más evi- explicar la magnitud de la fecimdidad. Dentro de este g r u p o de
dente, ya que, dada la estructura predominante de los hogares y factores, quizás el más fundamental sea el que determina la edad
la tradicional manera de repartir las tareas domésticas, las muje- de inicio de las uniones sexuales. Ya el Plan M t m d i a l do Acción
res se convierten en madres y esposas antes que en personas que emitido en la Conferencia M u n d i a l de Población de Bucarost, en
pueden expandir sus potencialidades. 1974, manifestaba u n marcado interés sobre la unidad familiar y
particularmente sobre el proceso de formación de la familia co-
La edad a la que las personas se tmen maritalmente depende
mo parte de los procesos demográficos. Entre las diversas varia-
de varios factores y pueden plantearse diversas hipótesis en este
bles que se mencionaban en dicho documento, destacaba el fenó-
sentido. Johnson (1960) afirmaba hace ya varios años que en los
meno de nupcialidad y se hacían recomendaciones relacionadas
países desarrollados existía una tendencia a casarse más tardía-
con la necesidad de fijar una edad mínima para contraer matri-
mente entre las personas que tenían u n mayor nivel de instruc-
monio (Leñero, 1984). De hecho, la mayoría de las legislaciones
ción. Leñero (1983) considera que la propensión temprana al
incluyen en sus códigos civiles los criterios relativos a esta edad
casamiento, fenómeno fundamentalmente sociocultural, está pa-
mínima para casarse. Lo que algunos analistas proponen en rea-
ralelamente relacionada con la escolaridad en su referencia con
lidad es aumentar la edad que la ley señala, pensando que de es-
la fecundidad final y sugiere que se explore más esta relación.
ta manera no sólo se reducirá la fecundidad final de las parejas,
Por otro lado, todo parece indicar que existe una estrecha rela-
sino que aumentarán sus posibilidades de construir matrimo-
ción entre la estructura familiar y la edad en la primera unión: en
nios sólidos; no obstante, los legisladores dudan con frecuencia
las familias extensas, los matrimonios se llevan a cabo a más
acerca de los resultados de esta medida, pues temen que el resul-
temprana edad que en las familias nucleares; ^7 además de los
tado final sea más bien el incremento en el número de uniones
factores culturales característicos de las familias extensas y que
consensúales.
favorecen las uniones tempranas, los matrimonios jóvenes tie-
nen la posibilidad de habitar en la casa de sus padres, lo que fa- En relación con el vínculo entre la nupcialidad y la fecundi-
cilita la unión, puesto que se reducen los obstáculos económicos dad, existe u n problema metodológico para conceptuaÜzar y
para que ésta se produzca. medir lo que podemos llamar una "unión sexual". Sabemos per-
fectamente que el coito no se limita al matrimonio, sino que pue-
de darse en otro tipo de uniones maritales, e incluso fuera de
ellas. Aunque prácticamente todas las sociedades tienen normas
^7 Sabemos que, en general, es más frecuente la existencia de familias extendidas en el
que regulan y sancionan los tipos de uniones maritales conside-
medio rural que en el medio urbano, lo que puede explicar hasta cierto punto que las
gentes de las ciudades tienen a retardar su nupcialidad en comparación con las gentes del rados legítimos y para los cuales se aprueba y se prescribe la re-
campo. Además, es posible argumentar que, en muchos países del tercer mundo, en las producción, es posible observar que en muchas de éstas se
zonas más rurales y marginadas, la esperanza de vida es menor, por lo cual la unión ma-
rital a temprana edad es un recurso tradicionalmente utilizado para garantizar el reem-
manifiestan ciertas formas de relación en las que la reproducción
plazo de la población (cf. Davis y Blake, 1967, p. 164). es condenada. Existen sociedades, por ejemplo, donde la sexua-

210 211
lidad prenupcial es alentada y favorecida, y otras donde es acep-
tada o al menos tolerada, y aimque en muchas de ellas no s e
aprueba la reproducción, siempre es probable que se presenten
nacimientos "ilegítimos". En el caso de los países latinoamerica-
nos, parece evidente que la sexualidad prenupcial es tabii para la
Promover el desarrollo de una sexualidad sana,
mujer, aunque no así para el hombre. A pesar de esta situación,
diversas investigaciones muestran que la proporción de jóvenes;
completa y satisfactoria
madres solteras es bastante significativa, y que dicho fenómeno
es producto, entre otras cosas, de la carencia de una adecuada
educación sexual.
Ahora bien, independientemente del número de nacimientoi.
que se producen fuera de la unión marital, es evidente que, cuaní
do la mujer se casa (o une) siendo m u y joven, se produce u n alar*
gamiento del período de riesgo de embarazo, lo que aumenta 1
posibilidades de una mayor fecundidad. Únicamente cuand
una sociedad (o u n grupo) ha adoptado de manera regular
práctica del control de la natalidad, es posible que se neutrali
el efecto demográfico de una nupcialidad a temprana edad. S Un la sociología clásica de la familia, particularmente en la de
embargo, los datos disponibles nos muestran que, en Latino orientación funcionaUsta, la sexualidad humana siempre fue
rica, existe ima relación bastante estrecha entre estas dos varia contemplada como una de las funciones básicas de la institución
bles. En otras palabras, la proporción de mujeres con al' familiar. Junto con los aspectos económicos y psicosociales —co-
fecundidad es mayor entre aquellas que se han unido a tempr mo la socialización primaria de los niños, la estabilización de la
na edad que entre las que se unen a una edad mayor. personalidad adulta, la transmisión de la propiedad privada y la
cooperación económica—, la reproducción de la especie y el i n -
Una política social de la familia debería promover el aumeri
tercambio sexual "legítimo" siempre han sido considerados en-
to de la edad para la unión, con el objeto de que quienes for
tre las funciones más universales de la familia.
una familia tengan la posibilidad de contar con mayores reci
sos —tanto psicoafectivos e intelectuales como materiales— p Aunque el concepto de lo que es "legítimo" en términos de i n -
ra construir una base más sólida para su nueva familia. N o di. tercambio sexual varía mucho de u n lugar a otro y de una época
tante, dada la precocidad con la que se están presentando n otra, lo cierto es que hasta hace poco tiempo era posible obser-
relaciones sexuales, debe promoverse también una educación: var una tendencia generalizada, en la mayoría de las sociedades,
xual para que las personas, tanto dentro como fuera del ma a considerar lícitas las relaciones sexuales que se dan al interior
monio, puedan manejar adecuadamente su sexualidad y d" de la unión conyugal, independientemente de la forma y com-
ciarla efectivamente de sus proyectos de procreación. plejidad que adquieran los matrimonios en cada sociedad.58 N o

Recordemos que existen grupos humanos en los que el matrimonio se aleja mucho de
nuestra concepción "occidental", como los nayar (cf. Gough, 1984) o los nuer (cf. Fox,
1985) de la India.

212 213
obstante, desde hace algunas décadas, las sociedades que se en- Debido a que todos los hombres y mujeres somos personas se-
cuentran a la vanguardia de la urbanización y de la industriali- xuadas, cuando una persona es incapaz de integrar en su vida
zación han ido incorporando poco a poco nuevos valores y acti- una sexualidad sana, completa, armoniosa y bien informada,
tudes con respecto a la conducta sexual y a la familia, lo que ha pueden presentarse problemas de m u y diversa naturaleza que
provocado una ruptura paulatina con las concepciones tradicio- limitan seriamente sus expectativas de desarrollo personal, con-
nales, casi monolíticas, sobre la familia, el matrimonio y la sexua- yugal y familiar.
lidad. De tal suerte, cada vez es más notorio el divorcio entre la La desinformación, los tabúes y los prejuicios culturales pro-
institución del matrimonio y el intercambio sexual, lo cual, si pician que, en vez de que la sexualidad contribuya al bienestar,
bien no debe ser contemplado en sí mismo como i m problema, sí la felicidad, la salud y el crecimiento integral de las personas,
debe ser analizado en tanto que encierra una compleja proble- provoque malestar, resentimiento, desafecto y enfermedad. To-
mática.59 davía en la actualidad, cierta educación religiosa obliga a m u -
La palabra "sexualidad" está generalmente asociada con la chos individuos a integrar la sexualidad en sus vidas sólo como
palabra "sexo". Sin embargo, su significado real es mucho más un m a l menor, como u n pecado marcado por la impureza y la
amplio y no se limita a la relación sexual n i a los órganos genita- bestialidad (Tordjman, 1988, p. 78). La inadecuación del desarro-
les, sino que se traduce en nuestro estilo de vida, en nuestro que- llo sexual está relacionada con problemas de salud mental y
hacer como hombres y como mujeres, en las formas en que emocional, de desajuste afectivo, embarazos no deseados, ma-
expresamos nuestros afectos y, también, en nuestro comporta- ternidad en la adolescencia, abuso y maltrato sexual, desajustes
miento erótico. Más aUá de la reproducción y del placer orgásmi- y rupturas conyugales, enfermedades sexualmente transmisi-
co, la sexualidad impregna los sentimientos, los pensamientos, bles, entre muchos otros.
las actitudes y los comportamientos de las personas en su vida Así, por ejemplo, como señala Tordjman (1988, p . 81), muchas
cotidiana (Morgan, 1987, p . 12). Para André MoraH-Daninos madres infelices en su ámbito doméstico tienen la idea de que los
(1968, p . 7), la sexualidad "conduce a dos individuos al más alto gra- hombres no valen nada, de que sus actos y pensamientos sólo se
do de comunión que es accesible al ser humano". articulan en t o m o a una sexualidad desenfrenada y repugnante.
La sexualidad, entonces, además de sus aspectos de genitaÜ-r Y con frecuencia inculcan en sus hijas el precepto de que hay que
dad y de reproducción biológica, también tiene que ver con lo someterse a la bestialidad de los hombres, pero sin participar
que somos y con lo que sentimos. La sexualidad es ima parte i n - nunca en ella.
tegral de nuestras vidas; a través de la socialización aprendemos N o pretendemos establecer aquí que el sexo es la piedra angu-
desde m u y pequeños lo que debe ser u n hombre y lo que debe lar del entendimiento de la pareja. Según Tordjman (1988), el tiem-
ser una mujer, la manera en que cada uno de ellos debe compor^ po total dedicado a las relaciones sexuales por una pareja casada
tarse y la manera en que se espera que incorporen los sentimien- no supera los dos días por año. Para él, la comunicación conyugal
tos relacionados con la sexualidad en su vida psicoafectiva. se desarrolla en otros planos y es más bien la armonía conyugal la
que da lugar al placer sexual de calidad. De tal suerte, no podemos
sostener la hipótesis de una relación de causa-efecto entre satisfac-
Nuestro propósito aquí no es detenemos a reflexionar sobre las consideraciones moj ción sexual y felicidad conyugal. Sin embargo, sí queremos insis-
rales de los cambios en la sexualidad, sino más bien subrayar algunas de las consecuen- tir sobre el hecho de que la sexualidad es una parte importante de
cias que la sexualidad puede tener en el desarrollo social y psicoafectivo de las personas!

2íít 215
la totalidad de la pareja y que, para lograr ui\ vida conyugal instinto maternal, la dulzura y la pasividad. En estas condicio-
plena en todas sus dimensiones, es esencial que la pareja logre nes, se estimula una visión del matrimonio como finalidad de la
conjugar el plano sexual con el afectivo. existencia femenina y se socializa a las niñas para que desarro-
llen las cualidades y rasgos femeninos que son apreciados en
una buena esposa y ima buena madre. La mujer que desea hacer
Formación de los roles sexuales algo distinto, como ocupar u n empleo no tradicional, se ve obli-
gada a desarrollar rasgos que se consideran "masculinos", en un
Habíamos adelantado en otro apartado que, en general, las per- contexto que prescribe el abandono de los rasgos "femeninos".
sonas creen que los hombres estamos hechos de una manera y las De tal manera, la formación de los papeles sexuales ha constitui-
mujeres de otra, y que las diferencias de r o l son consecuencia de do uno de los factores más importantes que refuerzan una es-
tales diferencias biológicas. Sin embargo, el pertenecer biológica- tructura familiar de tipo patriarcal y que contribuyen a mantener
mente a xm sexo no significa de manera necesaria que el modo de a las mujeres en una condición desfavorable y sin muchas opor-
comportarse socialmente esté determinado por ese hecho. Evi- tunidades de lograr independencia y autonomía.
dentemente, estamos forzados a reconocer que existen diferen- Pero en esta socialización diferencial no sólo las mujeres están
cias sexuales básicas entre los hombres y las mujeres, pero en desventaja. A l querer reforzar las actitudes de fuerza, de co-
sabemos que hay evidencia de sobra para demostrar que tales d i - raje y de valentía, se priva a los niños varones de la posibilidad
ferencias no determinan el comportamiento social. de expresar sus sentimientos, su pasión y su ternura. N o se les
Una de las cosas más obvias que sabemos es que el sexo es he- permite llorar porque "deben aprender a ser hombres"; en la es-
redado; parecería entonces que los niños no necesitan que se les cuela deben mostrar una conducta agresiva, ocultar el miedo y
enseñe a cuál sexo pertenecen. Esto es en parte cierto y en parte ser bravucones, pues de otra manera corren el riesgo de que se
falso. Fisiológicamente el sexo es heredado, pero esto no es acom- los califique como afeminados. Así, los estereotipos sexuales si-
pañado inevitablemente por modelos de conducta determinados guen ejerciendo una influencia preponderante sobre los papeles
(Kirby y Radford, 1983). sexuales. Los hombres y las mujeres se ven sometidos a esta i n -
fluencia desde el principio de su sociahzación. La educación pa-
La mayoría de los rasgos de comportamiento que asociamos
rental diferente para las niñas y para los niños, la religión, los
con cada sexo no están determinados biológicamente, sino que
manuales escolares, las representaciones de la mujer en los me-
son construidos socialmente. Así, la sociedad, cualquiera que ésta
dios de comunicación de masas, la publicidad, los juguetes que
sea, desarrolla pautas culturales sobre las diferencias sexuales,
se les dan a los niños y a las niñas, el color de la ropa muestran
las cuales son transmitidas a los niños, quienes aprenden lo que
bien esta manera diferencial de socializar en función del sexo.
significa ser u n hombre o una mujer y lo que socialmente se es-
pera de ellos. El principal estereotipo sexual está relacionado con el m i t o de
En la mayoría de las sociedades, prevalece xma cultura basa- la v i r i l i d a d y de la superioridad biológica, psicológica, jurídica y
da en la diferenciación de los papeles sexuales. En general se espiritual del hombre. La imagen femenina está impregnada de
considera que los hijos varones deben ser activos y afirmar su afectividad y de amor; ella completa las cualidades del hombre.
personalidad, a la imagen del padre. En cambio, las niñas deben Es la historia de una Eva salida de la costilla de Adán.
aprender a identificarse con sus madres, adquirir y cultivar el

216 217
Desde épocas m u y antiguas, la concepción de lo que significa realizadas en los Estados Unidos sobre la influencia hormonal en
la feminidad ha tenido u n carácter negativo y de inferioridad. Pa- las diferencias de temperamento entre los sexos sugieren u n apo-
ra Pitágoras había u n principio bueno que había creado el orden, yo m u y limitado de la participación hormonal sobre el desarro-
la luz y al hombre, y xm principio malo que había creado el caos, llo del r o l del comportamiento sexual (cf. Booth, 1982). Además,
las tinieblas y a la mujer. Las leyes de Manú la definían como vm tales estudios demostraron que la identidad sexual (sexo con el
ser v i l a quien convenía tener en estado de esclavitud. El Levítico que se identifica cada sujeto) estaba únicamente determinado
la asimilaba a las bestias de carga que poseía el patriarca. Las le- por la forma en que los niños son educados.
yes de Solón no le conferían derecho alguno. El código romano la
Los estudios más famosos al respecto son los de la antropólo-
colocaba bajo tutela y proclamaba su "imbecilidad". El derecho
ga norteamericana Margaret Mead, realizados durante la década
canónico la consideraba la "puerta del diablo". El Corán la trata-
de 1930 en Nueva Guinea. Los tres pueblos estudiados por Mead
ba con el desprecio más absoluto (De Beauvoir, 1972, p . 107).
(1966) presentaban características de personalidad que diferían
El valor social que se ha dado a los atributos genéticos mascu- notablemente de las de los países occidentales. Así, entre los ara-
linos ha contribuido al establecimiento de u n sistema de estratifi- pesh de las montañas, tanto hombres como mujeres mostraban
cación social basado en el sexo, según el cual todas las mujeres rasgos emocionales que en las sociedades industriales serían eti-
son consideradas inferiores a los hombres y en el cual la dispari- quetadas como femeninas; ambos sexos eran entrenados para
dad de papeles y posiciones que les son atribuidos impüca m\- ser cooperadores, no agresivos, no competitivos, gentües y sen-
ceso diferencial a los recursos, derechos y privilegios (Descarries- sibles a las necesidades de los otros. Entre los mundugumor, ca-
Bélanger, 1980). zadores de cabezas, las mujeres, igualmente que los hombres,
Cabe señalar que, a pesar de la evolución que han sufrido las eran violentas, agresivas, crueles y competitivas. Finalmente, en-
sociedades, éstas ideas aún persisten en la actualidad. Recorde- tre los tchambulli, eran las mujeres quienes detentaban el poder
mos lo que apuntaba Esther Vilar en su polémico libro El varón y eran las responsables de pescar; ellas eran más frías, imperso-
domado hace u n par de décadas: nales, prácticas, eficientes y autónomas, mientras que los h o m -
bres, que se dedicaban a la producción artesanal y a los cuidados
Se considera probado que los varones y las mujeres nacen con las domésticos, eran más graciosos, frivolos, estéticos, emocional-
mismas predisposiciones intelectuales, esto es, que no hay ninguna mente sometidos, tímidos y sensibles.
diferencia primaria entre las inteligencias de los dos sexos. Pero no
Si ciertas actitudes que consideramos tradicionalmente aso-
menos probado está que las predisposiciones que no se ejercitan y
ciadas con el temperamento femenino —como la pasividad, la
desarrollan se atrofian; las mujeres no ejercitan sus disposiciones in-
sensibilidad o el amor a los hijos— pueden ser ampliamente tí-
telectuales, arruinan caprichosamente su aparato pensante y, tras
unos pocos años de irregular entrenamiento del cerebro, llegan final-
picas en los hombres de otras sociedades, entonces no tenemos
mente a un estado de estupidez secundaria irreversible (Vilar, 1973). razón alguna para creer que están irrevocablemente determina-
das por el sexo del individuo. Refiriéndose a los estudios de
Diversos estudios psicológicos, antropológicos y sociológicos Margaret Mead, Tony Booth dice:
han demostrado que la mayoría de las características oréticas
Si subgrupos dentro de una sociedad o grupos de otra sociedad son
(emocionales y motivacionales) de la masculinidad y la femini-
capaces de adoptar patrones diferentes de comportamiento de rol
dad son aprendidas (Kirby y Radford, 1983). Así, investigaciones
sexual, entonces esto implica que el patrón particular de comporta-

2l8 219
miento en nuestra sociedad no está fijado por la biología individual Veamos brevemente algunos datos que pueden damos una
(Booth, 1982, p. 24). idea de la magnitud de estos problemas.

Y no queda duda algiina con respecto a tal afirmación; aun en Los adolescentes y las enfermedades sexualmente
las sociedades occidentales contemporáneas se perciben cam- transmitidas
bios importantes en las conductas y papeles de los niños cuando
se introducen situaciones innovadoras en el escenario familiar La Organización M i m d i a l de la Salud calcula que, cada año, uno
donde éstos se socializan. Así, por ejemplo, u n estudio llevado a de cada veinte adolescentes contrae una enfermedad sexualmen-
cabo en los Estados Unidos hace dos décadas (Vogel y otros, te transmisible. Como ejemplo de la gravedad que ha alcanzado
1970) había mostrado que en las familias en las que la mujer y el el problema, en los Estados Unidos, en 1994, se notificaron 76.077
hombre trabajaban fuera de la casa, los hijos desarrollaban una casos de gonorrea en niños y niñas de entre 10 y 14 años de edad
definición más amplia y menos rígida de lo "masculino" y de lo (OMS, 1989).
"femenino". En el seno de dichos hogares, muchachos y mucha-
En la actualidad, muchos casos de sida se producen en el g r u -
chas se consideraban a sí mismos con los atributos y cualidades
po de menores de 25 años, lo cual significa que muchas de estas
de ambos sexos, mucho más que entre aquellos cuyas madres es-
personas se infectaron antes de cumplir los 20 años. La infección
taban exclusivamente dedicadas al m i m d o doméstico.
por V I H y sida ha afectado en especial a mujeres jóvenes. A
A este respecto, Morali-Daninos (1968, p . 64) señala que la " i n - principios de la década de 1990, en Zambia, el 12 % de las ado-
ferioridad" psicofisiológica de la mujer frente al hombre se está lescentes de las aldeas mrales eran seropositivas para el V I H ; en
modificando rápidamente, lo que conduce a pensar que la mayo- Uganda se han notificado tasas aún mayores. En Tailandia, las
ría de las diferencias entre los sexos son de naturaleza cultural. mujeres infectadas por el V I H son entre 10 y 15 años más jóve-
nes que los varones con dicha infección (Advocates for Youth,
1995).
Sexualidad en los adolescentes
A principios de la década de 1990, el Centro Internacional so-
bre Fecundidad adolescente ofrecía los siguientes datos sobre el
En América latina, los adolescentes tienen relaciones sexuales por
problema de las enfermedades de transmisión sexual en adoles-
primera vez a ima edad media aproximada de 17 años en el caso centes (ICAF, 1991a):
de las mujeres y de 15 años en el caso de los varones. A los 19 años,
más del 90 % de los varones y entre el 45 % y el 60 % de las muje-
• En Yurimanuas, Perú, según u n estudio realizado en 1989,
res han tenido relaciones sexuales (cf. Morris, 1989; Zeidenstein,
el 92 % de los varones de escuelas secundarias entrevista-
1989; Singh y Wulf, 1990). Si las tendencias continúan y la influen-
dos habían tenido relaciones sexuales, y el 23 % de ellos ha-
cia de la modernización sigue creciendo, es posible que cada vez
bían padecido una enfermedad sexuaknente transmisible
más jóvenes se inicien en la actividad sexual a más temprana
(ICAF, 1991a).
edad. Cuando tales conductas se presentan en u n escenario de po-
ca o nula educación sexual, se incrementan los problemas asocia- • Estudios realizados en África central revelaron que, en algu-
dos con embarazos no deseados, abortos clandestinos, mortalidad nas comunidades, hasta u n tercio de las mujeres en edad fér-
matemo-infantil, enfermedades de transmisión sexual, etc. t i l son estériles, y que el 80 % de los casos de esterilidad se

220 221
debe a las enfermedades sexualmente transmisibles (ICAF, • En estudios limitados se ha encontrado que el nivel de reac-
1991a). ciones positivas en las pruebas de determinación del V I H
• En u n dispensario de planificación familiar de Nueva Ze- es del 2 % al 10 % entre los jóvenes de ambos sexos que v i -
landa, el 40 % de las mujeres con infecciones de clamidia te- ven en la calle, en los Estados Unidos, Brasil, República Do-
minicana y México (ICAF, 1991b).
nían menos de 20 años (ICAF, 1991a).
• En los Estados Unidos, todos los años se infectan con una • El Instituto de Estudos de Religiáo. Programa Prostituijáo e
enfermedad sexualmente transmisible 2,5 millones de ado- Direitos Civis, de Brasil, señalaba en 1989 que en ese país
lescentes; este número representa aproximadamente uno sudamericano había 500.000 muchachas menores de 20
de cada seis adolescentes sexualmente activos y i m 20 % de años que practicaban la prostitución (comunicación trans-
los casos de enfermedades sexualmente transmisibles en mitida al Center for Population Options).
todo ese país (ICAF, 1991a).
Embarazos en adolescentes
Abuso y explotación sexual
Se estima que en América latina 8 % de las adolescentes de entre
De acuerdo con datos del Centro Internacional sobre Fecundi- 15 y 19 años dan a luz anualmente; esta cifra varía desde u n 15 %
dad Adolescente (ICAF): en El Salvador y Grenada, hasta u n mínimo de 6 % en Chile y
Uruguay. Además, la nrvitad de todas las mujeres ya tienen u n h i -
• En Tailandia, según el Centro para la Protección de los De- jo al cumplir los 20 años (Morris, 1989; Sing y Wulf, 1989).
rechos Humanos de Bangkok, se estima que 80.000 niñas En prácticamente toda América latina ha aumentado signifi-
menores de 20 años practican la prostitución. Los propieta- cativamente el número de nacimientos entre adolescentes d u -
rios de los prostíbulos compran a estas jóvenes por aproxi- rante los últimos 25 años. Dicho aumento se percibe tanto en
madamente el equivalente de lo que gana en u n año i m números absolutos como en el porcentaje de total de nacimientos
trabajador agrícola pobre de ese país (ICAF, 1991b). (Zeidenstein, 1989). En general, se trata de nacimientos no desea-
• En Nigeria, las adolescentes entrevistadas por el personal dos: el 60 % de las madres adolescentes encuestadas en México
del I C A F y del Population Crisis Conunittee declararon hubiesen preferido no tener su último hijo, al igual que el 50 % de
que, a causa de las dificultades económicas, u n número cre- las adolescentes de El Salvador, Perú, RepúbHca Dominicana y
ciente de niñas de su edad mantienen relaciones con h o m - Trinidad y Tobago (Sing y Wulf, 1989).
bres mayores que les ofrecen regalos a cambio de sus Algunas razones dadas por las adolescentes para explicar el
favores sexuales (ICAF, 1991b). embarazo son: el deseo de afirmar su identidad; el deseo de sen-
• En Perú, la Asociación Germinal informa que en Lima hay tirse personas adultas, por rebelión, como compensación por no
casi tantos niños varones como niñas dedicados a la prosti- sentirse amadas. Además, las altas tasas de embarazos adoles-
tución. En su mayoría, estos jóvenes viven en la calle a cau- centes son endémicas en sociedades como las latinoamericanas,
sa de la pobreza, el hacinamiento de las viviendas y el en las que la condición de la mujer es desfavorable y la materni-
maltrato sexual que sufren en sus hogares (ICAF, 1991b). dad representa una de las pocas oportunidades para sentirse va-
loradas (Zeidenstein, 1989; Atkins, 1989).

222
El hecho es que pocos adolescentes latinoamericanos decla- Abortos
ran haber practicado la anticoncepción en su primera relación se-
xual. En u n estudio sobre los jóvenes latinoamericanos de 15 a 24 Como el aborto es ilegal en América latina (excepto en Cuba y
años de edad, la tasa de uso de anticonceptivos fluctuaba entre Puerto Rico), no se sabe cuántas jóvenes mueren cada año por
u n 7 % entre los jóvenes de Quito, Ecuador, hasta u n 30 % entre abortos inducidos. Pero el 36 % de las defunciones maternas re-
los de San Paulo en Brasil (Morris, 1989). gistradas en Chile y el 35 % de las de Argentina son el resultado
De los pocos adolescentes que emplean métodos anticoncep- de abortos ilegales o clandestinos Gacobson, 1990).
tivos, una buena proporción recurre al retiro y al r i t m o , cuya ta- Se cree que la tasa de abortos inducidos es más alta entre las
sa de eficacia es m u y baja. En Brasil, por ejemplo, el 75 % de adolescentes que entre el resto de la población femenina, porque
quienes practicaban el control de la natalidad en su primera re- éstas tienen una tasa más baja de uso de anticonceptivos. Tam-
lación sexual empleaban uno de estos métodos (Henriques y bién es más alto el porcentaje de abortos inducidos sépticos, por-
otros, 1989; Femando, Singh y Wulf, 1989; Prada, Singh y Wulf, que demoran más en practicarse el aborto y porque generalmente
1989). no pueden pagar los altos precios pedidos por los abortos realiza-
Pese al uso relativamente elevado de métodos anticoncepti- dos en condiciones de seguridad (Singh y Wulf, 1989).
vos naturales, pocos adolescentes saben qué parte del ciclo feme- Las adolescentes que dan a luz también corren peligro: hay
nino es más fértil. En vm estudio efectuado en Quito con jóvenes mayor probabilidad de que tengan complicaciones como ane-
de entre 15 y 24 años, sólo el 17 % de las mujeres y el 26 % de los mia, toxemia, hipertensión e infecciones urinarias (Morris, 1989;
varones sabían cuál era el período fértil de la mujer (Proaño, Singh y Wulf, 1989).
1989).
Las bajas tasas en el uso de anticonceptivos entre los adoles-
centes casados y no casados están relacionadas con el acceso l i -
mitado a la planificación familiar y a la educación sexual, y
también con factores culturales, incluida la falta de responsabiü- Se ha hablado de la importancia de una educación sexual básica
dad en la adopción de decisiones relativas a la vida sexual (Proa- para la pubertad y la adolescencia, ya que éstos son períodos de
ño, 1989; Morris y otros, 1987; Castellanos, Conde y Monterroso, transición en los que los jóvenes sufren transformaciones impor-
1989; Asociación Demográfica Salvadoreña, 1989; Atkins, 1989). tantes en su anatomía y en su manera de sentir y de ver las co-
Lo importante aquí radica en que sabemos bien que la prácti- sas. Empero, la educación sexual no debe ser vista como
ca de la anticoncepción aumenta con la educación sexual. En necesaria sólo para aquellas personas que están en proceso de
Guatemala, por ejemplo, las mujeres de 15 a 24 años que recibie- maduración hacia la adultez. Desde que nacemos y hasta que
ron educación sexual tenían cinco veces más probabilidad de morimos, pasamos por diversas etapas de crecimiento, por ciclos
usar la anticoncepción en su primera relación sexual que quienes de vida a través de los cuales se modifica sustancialmente nues-
no recibieron esta educación (Castellanos, Conde y Monterroso, tra posición en el m i m d o y la percepción que tenemos de nues-
1989). En México, las mujeres que habían recibido educación se- tro contexto y de nosotros mismos. A lo largo de nuestra
xual tendían dos veces más a practicarla (Morris y otros, 1987). evolución, debemos aprender a v i v i r cada nueva etapa y cada si-

224 225
tuación que con ella se presenta. La niñez, la pubertad, la adoles- Además, mediante los programas de educación sexual se tra-
cencia, la adultez y la vejez también están relacionadas con los ci- taría de:
clos de vida familiar y con la forma en la que participamos en la
famiUa: como hijos, como padres y madres, como esposos y es- • Favorecer el desarrollo de xma paternidad responsable.
posas. Cada ciclo requiere cambios, ajustes y modificaciones pa- • Evitar los embarazos no deseados, especialmente entre
ra que podamos adaptamos y sacarle xm mayor provecho a adolescentes.
nuestra vida. La educación de nuestra sexualidad puede ayudar-
• Reducir el riesgo de mortalidad matemo-infantil.
nos a pasar a través de cada una de estas etapas y obtener de
ellas el mayor crecimiento y satisfacción posibles. • Prevenir las enfermedades de transmisión sexual.

Los propósitos básicos de u n programa de educación sexual • Combatir y protegerse de la violencia y de los abusos se-
deberían ser que las personas puedan: xuales.
• Evitar la desinformación y combatir los prejuicios sexuales.
• Desarrollar y consolidar xm concepto integral de sexualidad. • Favorecer la integración conyugal.
• A d q u i r i r u n mayor conocimiento acerca de sí mismos que • Re valorizar la sexuaHdad en la tercera edad.
les ayude a xma mejor comunicación e interacción con su fa-
milia y con los demás.
• A d q u i r i r una mayor confianza y seguridad en sí nüsmos.
• Expresar libremente sus pensamientos y emociones.
• Valorar el intercambio sexual como xm aspecto humano
trascendental.
• Reconocer algunos elementos culturales que influyen en el
desarrollo de la sexualidad.
• Aprender a potencializar sus capacidades más allá de xma
connotación estrecha del r o l sexual adquirido.
• Reafirmar su asertividad.
• Desarrollar actitudes de respeto y comprensión por la se-
xualidad propia y ajena.
• Desarrollar u n profundo sentimiento de responsabilidad
en relación con la conducta sexual.
• Comprender las diferencias entre cada xma de las etapas
del desarrollo humano.

226 227
Promover la disminución de la violencia, no sólo en el
seno de las familias sino también en los medios de
comunicación de masas

La violencia doméstica constituye xm fenómeno cuyas dimensio-


nes son, sin duda, difíciles de conocer. Ello se debe a que gran
parte de lo que ocurre en el seno de los hogares es completamen-
te invisible ante los ojos de la sociedad, dada la privacidad que
los caracteriza. Incluso los investigadores sociales encuentran se-
rias dificultades para estudiar este tema, pues constituye una es-
pecie de tabú, ya que los informantes enfrentan presiones tanto
de tipo legal como social.
Las pocas investigaciones que sobre la violencia doméstica se
han realizado hasta la fecha han partido principalmente de me-
todologías cualitativas, tales como los análisis de casos o las his-
torias de vida, y en la mejor de las situaciones las cifras disponi-
bles provienen de aquellos hechos en los que se ha demostrado
judicialmente la existencia de alguna forma de violencia. Axm-
que tales estudios tienen la v i r t u d de proporcionar xma descrip-
ción detallada y profunda del fenómeno, no permiten hacer esti-
maciones mediante las cuales se pueda delimitar la amplitud
estadística del problema. Sin embargo, sobra decir que la expe-
riencia en el terreno de aquellos profesionistas que intervienen

229
durante xm período dado (por ejemplo, 15 días). Evidentemente,
en el seno de las famiÜas y de las comunidades pone de mani-
tal medida excluye completamente otras formas de violencia no
fiesto que la violencia familiar, particularmente aquella que vic-
física, como el maltrato psicológico, el abuso sexual o la crueldad
timiza a las mujeres y a los niños, adquiere dimensiones cada día
mental; pero al mismo tiempo se presenta como una forma rela-
más alarmantes.
tivamente extrema de definir la violencia, pues sabemos que m u -
En la mayoría de los países, la violencia doméstica (o el mal- chos castigos severos y violentos no siempre dejan marcas, y
trato doméstico) es condenada moralmente, aunque también j u - cuando lo hacen, éstas no necesariamente perduran mucho tiem-
rídicamente. Es frecuente que este tópico se incluya en la po. Además, las autoridades judiciales encaran otros problemas
legislación penal y que se establezcan sanciones para quienes i n - que obstaculizan el cumplimiento de sus funciones: en la prácti-
fringen la ley. Sin embargo, las legislaciones tienen que hacer ca, es m u y difícil demostrar que ha existido maltrato o abuso i n -
operativo el concepto de violencia para poder ejercer acción pe- fantil, pues éste ocurre regularmente en la privacidad del hogar
nal y para poder intervenir en el seno de las familias, y ello no es y m u y raramente es denunciado por algún familiar o vecino. En
tarea fácil, puesto que el concepto mismo puede encerrar cierto cuanto a los menores que son víctimas, ellos difícilmente pueden
grado de ambigüedad. Así, por ejemplo, si hablamos de violen- convertirse en acusadores de sus propios padres, ya sea por mie-
cia hacia los niños, ¿podemos considerar que es violenta la acti- do o por el amor que, pese a todo, sienten por sus progenitores.
t u d de u n padre que castiga a su hijo con una nalgada? Unos
Cuando el abuso o la violencia victimiza a las mujeres 60 (es-
opinan que sí; otros, que no. A u n entre los expertos en pedago-
pecialmente a las esposas), la problemática adquiere matices d i -
gía, no hay u n consenso en este sentido: para algunos, "más va-
ferentes, pues como personas adultas se supone que pueden
le una nalgada a tiempo que m i l reprimendas"; otros, en cambio,
recurrir más fácilmente a ayuda profesional o legal. Sin embar-
dirán que cualquier forma de castigo físico es reprobable.
go, la reaUdad nos muestra que la mayoría de las mujeres que su-
Pero el asunto se vuelve más delicado cuando no sólo se pre- fren la violencia de sus maridos no la encauzan por vías legales,
tende evaluar la aceptación o el rechazo de este tipo de "estrate- sino, por el contrario, la asumen con una actitud de resignación,
gias" de educación familiar, sino que se trata de legislar y de ya sea porque tal actitud forma parte del rol sociocultural asig-
determinar si el Estado tiene el derecho de intervenir en la vida nado a la mujer, o bien porque "aguantar" es la única forma de
famihar. En tales circunstancias, ¿podría el Estado retirar a los retener al esposo y el ingreso que éste aporta al hogar (cf. Gon-
padres la tutela del niño para protegerlo del maltrato, cuando és- zález de la Rocha, 1986,1988).
te consiste en u n ligero azote? O bien, ¿hasta qué p u n t o debe lle-
Una de las medidas que han sido tomadas en ciertos países
gar el castigo corporal para ser considerado maltrato? ¿Es
desarrollados con respecto al problema de la violencia conyugal
posible para u n Estado establecer una "escala de medición" de
las sanciones que imponen los padres de familia y determinar el
punto preciso en que tales castigos dejan de ser "tolerables" e inr.
Si bien en este apartado hacemos alusión más específica a la violencia contra las espo-
fringen la ley? sas y contra los menores, no queremos decir con ello que no exista violencia hacia los va-
rones. Aunque aparentemente menos frecuentes en sociedades que se caracterizan por
En algimos países, por ejemplo, la forma de operacionalizar estructuras familiares de orientación patriarcal y machista, existen también manifestacio-
en la ley el concepto de "maltrato" a los menores implica que és- nes de violencia de las mujeres hacia los hombres, que pueden ir desde el plano físico
hasta el psicológico. Por otro lado, en algunos países se han empezado a denunciar casos
tos presenten marcas físicas que puedan constituir una eviden-
de violencia en los que los padres son las víctimas, y los hijos, los victimarios; tales situa-
cia de dicho maltrato, siempre y cuando tales marcas perduren ciones ocurren más a menudo cuando los padres son ancianos.

231
230
hií consistido en la creación de albergues para mujeres violenta- • Los hijos más grandes pueden ser lastimados al tratar de
tias por sus maridos. Si bien tales albergues constituyen u n pa- proteger a sus madres.
liativo de corto plazo pues brindan una solución inmediata a • Los niños en estos hogares donde prevalece la violencia
aquellas mujeres que dependen financieramente de sus maridos pueden ser dañados "indirectamente". Pueden ser heridos
y que por la misma razón no disponen de autonomía para esca- por objetos que se lanzan los padres o por armas, cuando
parse de su "infierno doméstico", en realidad no son vma solu- éstas son utilizadas. Los niños pequeños pueden lesionarse
ción integral al problema y deben complementarse con otros cuando el agresor ataca a la madre y ésta tiene a su hijo en
programas de capacitación para el trabajo y con guarderías i n - los brazos.
fantiles que permitan a tales mujeres incorporarse a una activi-
• Los hombres que golpean a sus esposas utilizan con fre-
dad productiva, alcanzar la independencia económica y rehacer
cuencia a sus hijos para controlar el comportamiento de sus
sus vidas de manera autónoma. Por otro lado, la existencia de es-
compañeras. Por ejemplo, u n marido violento puede ame-
tos albergues encierra ima situación paradójica, pues hace salir
nazar o intentar dañar a su hijo para evitar que su mujer lo
de los hogares a las víctimas y permite que en ellos permanezcan
abandone.
los agresores.
De acuerdo con cifras del Departamento de Servicios H u m a - Aun cuando los niños cuyos padres maltratan a sus madres no sean
nos de Texas (Texas Department of H u m a n Services, 1994), en los maltratados físicamente, con frecuencia sufren traumas emocionales
Estados Unidos de América, se estima entre tres y cuatro millo- por habitar en hogares donde prevalece la violencia doméstica.
nes el número de mujeres que son violentadas cada año por sus
maridos o compañeros. Se cree que la violencia doméstica es el • Aunque en ciertos casos los niños no observan directamen-
deUto común más reportado en ese país. Además, dado que la te la violencia, generalmente están conscientes de que ésta
mayoría de las mujeres que son víctimas de violencia en sus ho- ocurre.
gares son también madres, sus hijos reciben con frecuencia da-
• En algunos casos, la violencia puede interferir en los hábi-
ños físicos y emocionales. La experiencia en los Estados Unidos
tos de comida y de sueño de los menores, y puede provo-
(Texas Department of H u m a n Services, 1994) ha mostrado que:
carles problemas de descanso y de nutrición.
• Los niños de hogares violentos están privados de u n am-
Más de la mitad de los niños cuyas madres son violentadas están su- biente familiar sano que favorezca su desarrollo saludable.
jetos a recibir algún tipo de abuso físico ellos mismos. Estos niños presentan con frecuencia síntomas físicos asocia-
dos al estrés, como dolores de cabeza, úlceras y erupciones.
• En las familias en las que las mujeres son maltratadas por
• El estrés provocado por la violencia doméstica puede gene-
sus esposos, la tasa de abuso o negÜgencia contra los niños
rar en los niños una regresión del comportamiento que se
es 1.500 % superior al promedio nacional.
manifiesta en chuparse el dedo, morderse las uñas u orinar-
• En estas familias, la posibilidad de que el padre abuse de se en la cama.
sus hijos es tres veces superior a la de los hogares donde no
• Los niños de este tipo de hogares con frecuencia presentan
se registra violencia contra las mujeres.
depresión, ansiedad, miedo y culpa. Ellos viven cotidiana-

232 233
mente con miedo del daño que se le puede causar a su ma-
Por otra parte, debemos tener conciencia de que la violencia
dre y a ellos mismos. Pueden sentirse culpables y confun-
no sólo se presenta en el interior de las xmidades domésticas. Las
didos por la combinación de sentimientos contradictorios
sociedades contemporáneas se han caracterizado, entre otras co-
(amor-odio) que sienten hacia la persona que los maltrata,
sas, por los grandes índices de violencia que se reflejan en sus al-
recriminarse a sí mismos por sentir que ellos son la causa
tas tasas de criminalidad. H a y diversas formas de violencia:
de la violencia o sentirse completamente desvalidos sobre
racial, criminal, sexual, verbal. Pero también existe xma forma
la posibilidad de detener la violencia.
más "institucional" de violencia que se manifiesta en las grandes
urbes modernas, donde la agresividad, el aislamiento, la apatía
Evidentemente aquí, como en cualquier otro aspecto de la fe- y la individuaHdad son las características comxmes de la vida co-
nomenología familiar, una política social de la familia debe poner tidiana. Tales actitudes se ven reforzadas por el impacto de los
más el acento en la prevención de los problemas que en la búsque- medios masivos de comunicación; las grandes masas de consu-
da de soluciones o el establecinúento de sanciones; ello puede rea- midores de cine y televisión en el mxmdo occidental (y en Amé-
lizarse mediante campañas y programas de educación y de rica latina en particular) orientan sus preferencias hacia aquellos
orientación familiar, así como a través de otro tipo de acciones programas que incluyen acción y violencia, a tal grado que pare-
orientadas a favorecer la emancipación de las mujeres. Además, es ciera que el éxito de xma película se mide por el número de muer-
preciso incidir combativamente sobre aquellos aspectos de la cul- tos y de situaciones violentas (disparos, explosiones, peleas,
tura que son susceptibles de favorecer la presencia de la violencia accidentes, persecuciones, etc.).
doméstica. Así, por ejemplo, en América latina, donde buena par-
te de las unidades domésticas se caracterizan por estructuras ba- Aunque no hay suficientes estudios sociales que muestren
sadas en xma fuerte división del trabajo y por rasgos machistas, la una evidencia concluyente sobre el impacto que la violencia en el
violencia física, sexual y verbal es utilizada cotidianamente por los cine y en la televisión tiene sobre el desarrollo de actitudes vio-
hombres para reforzar su lugar dominante y para reafirmar la dis- lentas y agresivas o sobre la incidencia de problemas de crimina-
ciplina familiar asimétrica (González de la Rocha, 1986, p . 126). De lidad, creemos que es posible establecer hipótesis claras acerca
tal suerte, en la medida en que tales estructuras persistan, será de su relación. Cuando menos es factible suponer que el contac-
m u y difícil modificar los patrones de violencia conyugal. to cotidiano que la población tiene con la violencia televisiva (es-
pecialmente los niños y los jóvenes) puede repercutir sobre su
N o obstante, además de los programas de educación y de sensibilidad frente a los verdaderos problemas relacionados con
apoyo a las familias, es importante considerar el papel crucial la violencia (guerras, asesinatos, terrorismo, violaciones, etc.).
que juegan las leyes encaminadas a proteger a las personas. A pe- Existen hechos específicos que pueden ayudamos a argumentar
sar de las dificultades que implica legislar sobre estos delicados en favor de tales hipótesis, como es el caso del homicidio de u n
aspectos de la vida privada, es fundamental que los esfuerzos bebé cometido en Inglaterra por dos niños menores de 10 años,
para establecer xma política de la familia incluyan investigacio- en el que los menores reprodujeron paso a paso el asesinato que
nes y reflexiones profundas sobre el concepto de violencia, sobre se mostraba en una película de terror m u y popular en esa época.
la forma de medirla, sobre las herramientas disponibles para
proteger a las personas y a las familias, tratando de establecer A pesar de que prácticamente existe consenso entre los cientí-
con claridad los límites del respeto a la autonomía y a la vida p r i - ficos sociales acerca de los efectos negativos de la violencia en los
vada de los individuos. medios de comxmicación de masas, m u y poco se ha hecho para

234
235
controlar el problema. N i aun los países más avanzados que se ser posible, se tomen medidas para regular y limitar los progra-
encuentran a la vanguardia en el desarrollo de las políticas de mas de violencia en los medios de comunicación de masas.
bienestar social han logrado avances sustantivos en esta materia.
La violencia contra las personas dentro de las familias, donde
Ello se debe, probablemente, a que por una parte los intereses
las mujeres y los niños son las principales víctimas, es u n mal so-
económicos subyacentes a los medios de comunicación tienen
cial que debe ser combatido, que debe hacerse visible y que de-
mayor fuerza que los intereses colectivos relacionados con la ar- be ser considerado una falta criminal grave.
monía y la paz social, y por otra parte, a que no hemos podido
lograr u n consenso en lo que se refiere a lo que debe entenderse
como "libertad de expresión". Quienes pregonan este derecho a
la libertad de expresión, y en su nombre se oponen a toda forma
de control en materia de difusión de violencia en los medios de
comunicación,^! deben entender que el derecho que tienen las fa-
milias a u n ambiente social sano es también m u y importante y
que, en consecuencia, se deben buscar fórmulas para conciliar lo
mejor posible ambos derechos. N o se trata de irse hacia estilos
arcaicos y autoritarios de control y de censura, sino de definir co-
lectivamente lo que es aceptable en una sociedad que se respeta
a sí misma y que desea cultivar su salud mental y afectiva.
Hay también quienes argumentan que el problema real no es-
triba en lo que se difunde en los medios de comunicación de ma-
sas y que no se trata de una cuestión de censura, sino de
educación. Se afirma que son los padres de familia quienes de-
ben ejercer al interior de cada famiHa el control que consideren
adecuado. Pero tal posición es ima falacia, pues precisamente
son con frecuencia los padres mismos quienes mantienen la pre-
ferencia por este tipo de programas. Además, los padres tienen
el derecho de que les sea facilitada su tarea de educadores y por
lo tanto de no ser invadidos al interior de sus hogares por condi-
cionamientos negativos que provienen del exterior.
Como quiera que sea, e independientemente de los instrumen-
tos que cada país elija para promover el descenso de los índices
de violencia, se hace indispensable que se establezcan acciones
para orientar a la opinión pública sobre este grave problema y, de

L a misma reflexión podría aplicarse para el caso de la pornografía.

236 237
Facilitar y promover la práctica de actividades culturales,
turísticas, deportivas y recreacíonales en familia

Es m u y común que las actividades relacionadas con la cultura,


con la recreación, con el deporte y con el turismo sean percibidas
como u n lujo y no como una necesidad, como algo que se hace
en los períodos de ocio y que se contrapone al trabajo y a las res-
ponsabilidades importantes de las personas. N o obstante, es ne-
cesario señalar que tales actividades no son u n simple producto
de consumo y que pueden en realidad constituir instrumentos
privilegiados para favorecer el desarrollo de las personas y de
las familias.
La idea de que la recreación es antagónica a las actividades
productivas deriva de una visión parcial de la realidad humana
y del enorme valor que las sociedades le han dado al trabajo. Es
verdad que el trabajo es esencial para la vida de las personas y
de las sociedades, nadie puede negarlo. Además de su importan-
cia para la supervivencia física, el trabajo contribuye frecuente-
mente al amor propio de los individuos de dos formas principa-
les: primero, porque gracias al trabajo el ser humano puede
adquirir dominio sobre sí mismo y sobre su ambiente; segundo,
porque al dedicarse a la producción de bienes y servicios que son

239
valuados por otros cada individuo puede revisar la evaluación mente en productividad. Por otro lado, la promoción del depor-
de sí mismo contra la evaluación que otros hacen de él, obtenien- te por parte de las autoridades gubernamentales y de otras agen-
do así el sentido de su valor personal (Davies y Schackleton, cias no sólo favorece y refuerza los objetivos de las políticas de
1982). Pero debemos reconocer que el trabajo no es la única d i - salud, sino que genera una dinámica conductual que se opone a
mensión en la que se desarrollan las personas. Las actividades la aparición de comportamientos que frecuentemente son califi-
culturales, por ejemplo, proporcionan al ser humano u n instru- cados de desviantes, en especial entre la población de jóvenes y
mento más de su humanidad; lo ponen en contacto con el arte, de adolescentes. En este sentido, el deporte cumple una función
con la ciencia, con la historia; en la búsqueda de su esencia, le de formación y de disciplina.
permiten reencontrar su naturaleza, descubrir sus raíces y su
Tomando en cuenta que estas actividades se realizan fuera del
identidad; elevan su espíritu. Los deportes y el recreo, por su
tiempo normal consagrado al trabajo, es decir, durante el tiempo
parte, contribuyen de manera fundamental a la salud física y
"libre" de las personas, ellas pueden constituir u n canal m u y
mental de las personas; implican una función lúdica y constitu-
apropiado para la interacción positiva de los miembros de la fa-
yen ima válvula de escape para la liberación de las tensiones co-
milia. De hecho, no debemos olvidar que las familias mismas son
tidianas; ayudar a romper con la monotonía de la vida cotidiana,
el primer lugar de crecimiento y de aprendizaje de sus miembros
pero también permiten aprender, sociabilizar e interactuar con
on el plan cultural y de recreación. Por esta razón es importante
los otros.
que los organismos y las agencias especializadas en fomentar y
Las famihas, en tanto famihas, deben tener acceso a la diver- difundir la cultura, el deporte, la recreación y el turismo desarro-
sión, al deporte y a la cultura. Es de temerse, sin embargo, que en llen estrategias que no vayan enfocadas solamente a los i n d i v i -
tiempos de dificultad y de crisis económica como los actuales las tluos como personas físicas, sino a las famüias en conjunto. Para
autoridades gubernamentales no se inclinen a considerarlas ello se debe favorecer la creación y la multiplicación de los espa-
esenciales y que, por lo mismo, no se comprometan a soportar- cios recreativos y deportivos, para las familias en sus barrios o
las financieramente. Resulta paradójico por ejemplo que, aun en cercanos a ellos (parques, canchas de juego, pistas deportivas,
situaciones de restricciones presupuestarias, los gobiernos i n - etc.); se deben establecer tarifas famiHares accesibles que permi-
viertan más dinero en las actividades deportivas de competencia tan la participación de todos los miembros de las familias en las
(como los juegos olímpicos, maratones, etc.) y m u y poco en las actividades culturales, recreacíonales, deportivas y desarrollar
que no son de competencia, por lo que parece necesario que se (()rmulas de vacaciones familiares accesibles para todas las fami-
haga una revisión de la orientación del gasto público en esta ma- lias. Además, se pueden tomar medidas que permitan hacer
teria y que se busque u n mejor equilibrio en la distribución de los i'oincidir los períodos vacacionales de los adultos con los perío-
fondos invertidos en el deporte. ilos de las vacaciones escolares de los niños.
Ante la frugalidad de las condiciones económicas de los go- A l mismo tiempo, es fundamental que se promocionen las ac-
biernos y la escasez de recursos aplicados a estos renglones, sur- lividades culturales colectivas (fiestas populares, teatros abiertos,
ge la necesidad de que se impliquen en la promoción de este tipo i'tc), implicando a las propias familias de las diversas comunida-
de actividades otros organismos no gubernamentales e incluso iles en la planeación y organización de tales eventos.
las empresas mismas. A l bivertir en recreación y cultura para sus
Es de capital importancia que en la realización de programas
empleados y para sus familias, las empresas invierten indirecta-
il i rígidos a la ocupación del tiempo libre de las personas y de las

240 241
1.1111 i lias se tomen en cuenta las desigualdades sociales, económi-
cas, físicas y sexuales. Es incuestionable que las familias más fa-
vorecidas en el plano económico dependen menos de las Favorecer la conciliación entre la familia y el trabajo,
agencias extemas que las familias pobres para practicar algún promover una mayor participación de los varones al
deporte, para acceder a las actividades artísticas y culturales o interior de la familia, así como una mejor repartición
para pasear por lugares turísticos.
de tareas domésticas entre los hombres y las mujeres
También son evidentes las disparidades entre los miembros
de una misma familia, porque las actividades que se desarrollan
son planeadas habitualmente en función de los jóvenes y de los
adultos varones, más que en función de las mujeres; en función
de las personas sanas, más que de las enfermas o de las discapa-
citadas.

A lo largo de la evolución histórica, las famihas de todo el m u n -


do han adquirido múltiples rostros, diferentes fisonomías y m u y
diversas y complejas estmcturas y formas de organización. Es tal
la complejidad del fenómeno familiar que hasta el momento ac-
tual sigue siendo difícil proporcionar una definición adecuada
que sea capaz de englobar todas sus características y su esencia
(cf. Laing, 1971; Le Gall y Martin, 1987; Morales 1996; Ribeiro,
2000). N o obstante, en toda su diversidad podemos detectar al-
gunos rasgos que tienen u n carácter prácticamente universal:

a. en todas las sociedades, las familias constituyen u n espacio


privilegiado para el desarrollo de la vida privada de las
personas;
b. las familias siempre se han caracterizado por constituir una
forma básica de división del trabajo;
c. la división del trabajo (doméstico y extradoméstico) ha es-
tado, por lo general, asociada a la diferenciación por sexo y
por edad, y a las mujeres se les ha confinado con frecuencia
al ámbito doméstico, y

242 243
d. sea cual fuere la configuración específica que adquiera una Uno de los aspectos centrales de dichas mutaciones se refiere,
familia en u n lugar y tiempo dados, las mujeres nunca han sin duda algima, al cambio que han sufrido los papeles conyuga-
gozado de u n estatuto de igualdad y usualmente han esta- les y al efecto que ello ha tenido en la condición social de las m u -
do subordinadas a la autoridad de los varones. jeres. Por ello hemos sostenido que el modelo familiar basado en
la división del trabajo está empezando a caducar, principalmen-
Habíamos señalado al comienzo de este trabajo que los p r i n - te en los países más desarrollados. La cuestión nos parece rele-
cipios tradicionales de la familia siempre pusieron el acento en la vante, ya que, como ha sido señalado, la familia constituye uno
autoridad del padre, en la división del trabajo y en la subordina- de los principales escenarios en los que se construye el género
ción femenina. Mientras que el padre ha fungido generalmente (Manke y otros, 1994), y todo parece indicar que uno de los sig-
como jefe de la comunidad familiar, la madre y los hijos han es- nos más visibles de este proceso es la manera en que el trabajo —
tado siempre sometidos a su autoridad. Asimismo, la estructura tanto el doméstico como el extradoméstico— está distribuido
prototípica de la familia en prácticamente todas las sociedades se entre los miembros del grupo familiar.
ha fundamentado en una división del trabajo en función del se-
En este contexto, ya lo dijimos, xmo de los hechos más sobre-
xo, en la que los hombres desempeñan funciones instrumentales
salientes ha sido el ingreso masivo de las mujeres al mercado de
de vínculo con la sociedad más amplia, mientras que a las muje-
trabajo. La incorporación creciente de las mujeres a los empleos
res se les asignan papeles expresivos y se las circunscribe funda-
no sólo ha contribuido a provocar cambios relativos a su condi-
mentalmente al m u n d o interno de la familia.
ción social, sino que ha tenido u n importante efecto en la noción
Pero también señalamos que, en la actualidad, particularmen- que tenemos de la familia y del matrimonio. El hecho de que ca-
te en los países más desarrollados, se ha delineado una clara ten- da vez más mujeres (particularmente mujeres casadas) se en-
dencia hacia una mayor participación de las mujeres en distintas cuentren en el mercado de empleos resulta una variable de suma
esferas de lo social. Sabemos que la evolución reciente de la fa- importancia para entender las nuevas configuraciones de lo fa-
milia, sobre todo en países industrializados, ha implicado i m - miliar, ya que dicha participación rompe con el patrón tradicio-
portantes modificaciones que están afectando la división fami- nal que hacía a los hombres responsables exclusivos del
Har del trabajo, al tiempo que auspician la construcción de sostenimiento económico del hogar, característica fundamental
escenarios más favorables para la equidad de género.^^ jua- de la estructura tradicional de la familia. En unas cuantas déca-
nera particular, la segunda mitad del siglo XX fue testigo de i m - das, diversos países transitaron de u n modelo rígido de familia
portantes cambios en la familia, debiÜtando las estructuras pa- en el que predominaba la división del trabajo en función del se-
triarcales y abriendo mayores espacios para las mujeres. xo a otro en el que cada vez es más común el matrimonio de do-
ble carrera (cf. Dandurand, 1994).
Así, por ejemplo, en los Estados Unidos, el número de matri-
°2 Diversas han sido las interpretaciones para explicar este fenómeno, aunque la mayo-
monios de doble carrera ha crecido vertiginosamente. Según
ría de los argumentos refieren a dos factores principales: la aparición de los movimien- Brennan, Bamett y Gareis (2001), se estima que el 78 % de todos
tos feministas y el ingreso masivo de las mujeres al mercado de empleos. Sin temor a
los trabajadores están casados con esposas que trabajan, y que,
equivocarnos, podemos asegurar que la tendencia observada en las últimas décadas ha-
cia un mayor involucramiento de las mujeres en esferas extradomésticas y particular- en las tres cuartas partes de dichos matrimonios de dos salarios,
mente en el trabajo no doméstico ha constituido uno de los factores internos que han la mujer trabaja tiempo completo.
favorecido en mayor medida el cambio sociofamiliar actual.

244 245
I'oro, aunque paulatinamente se han ido estableciendo condi- la mujer se caracteriza por una gran irregularidad, y sus inte-
ciones estructurales favorables para que i m mayor número de rrupciones están frecuentemente asociadas con cambios en su ci-
mujeres tengan acceso al empleo, las estructuras famihares aún clo vital (casamiento, nacimiento de hijos, ingreso del último hijo
constituyen u n serio impedimento para el desarrollo laboral de al sistema escolar, etc.; Wainerman y Recchini, 1981, p p . 26-27;
las mujeres, ya que —como hemos señalado insistentemente—, Kempeneers y Saint-Pierre, 1992).
a pesar de todo, las actividades relacionadas con las tareas de la La matemidad constituye, de lejos, el principal problema que
casa siguen siendo, para todos fines prácticos, exclusivamente
deben afrontar las mujeres trabajadoras ^3 (Corbeil y otros, 1992).
femeninas.
La problemática de la matemidad empieza, en muchas ocasiones,
La relación entre famiUa y trabajo nos conduce a plantear se- desde la discriminación que sufren las mujeres en el mercado de
rias cuestiones, específicamente con respecto a la situación de las empleos cuando tienen hijos, dado que la estmctura de dicho mor-
mujeres. A diferencia de los hombres, para muchas mujeres la cado no ha tenido la aptitud para conciliar las exigencias profesio-
única alternativa real es la de obtener u n empleo de tiempo par- nales de las mujeres y sus responsabilidades familiares, y dado
cial, y para otras, la de ejercer una actividad económica en el i n - que —como hemos dicho— la mujer casada es la única que asume
terior de su hogar, ya que de alguna manera tienen que hacer las obhgaciones familiares asociadas con su papel reproductivo.
compatible su papel reproductivo con el productivo. Por tal m o - En muchos países se ha observado que las mujeres poseen meno-
tivo, no es poco frecuente que tengan que escoger entre una vida res oportunidades de emplearse cuando tienen hijos, indepen-
de familia y una carrera profesional; como dice Gail Sheehy dientemente de lo que se estipule en las leyes laborales, porque los
(1986, p . 358): "La mayoría de las mujeres se sienten obligadas a esco- empleadores no quieren enfrentar el ausentismo que puede oca-
ger entre el amor y los hijos o el trabajo y la realización. Si a los hom- sionar la responsabilidad maternal en casos de urgencia o de en-
bres se les presentara semejante elección, ¿habría maridos?" Además, fermedad. Además, las mujeres que consagraron varios años de
es de sobra conocido el hecho de que, cuando la mujer desempe- sus vidas a la crianza de los hijos y que por esa razón se alejaron
ña una actividad económica extradoméstica, ella debe asumir del mercado laboral (o nunca ingresaron a él) enfrentan graves d i -
una doble jomada de trabajo, pues, como acabamos de señalar, ficultades cuando quieren conseguir u n empleo. Amén de la difi-
los hombres se implican poco en la vida interna de la famiHa y en cultad misma que para encontrar i m empleo representa su sexo
las responsabilidades de la crianza de los hijos. femenino, cuando llega el momento de la reinserción laboral (o
primer ingreso, primera vez, a u n trabajo remunerado), estas m u -
Otro problema importante en este contexto es el que se refie-
jeres generalmente han alcanzado una edad que les dificulta la ob-
re a la discontinuidad profesional de las mujeres. Sabemos que,
tención del empleo (la mayoría de las empresas desean gente
en general, la mayoría de los varones en edad activa permanecen
joven), no tienen suficiente capacitación para el trabajo, o si la tie-
en el mercado laboral desde que ingresan en él hasta que se reti-
nen no están actualizadas, dado el rápido avance de la tecnología
ran, salvo situaciones excepcionales. En cambio, es bien sabido
y su impacto sobre los métodos y procedimientos de trabajo.
que para las mujeres la situación es sustancialmente diferente:
primero, porque el número de mujeres que se emplean fuera del
hogar es más bien reducido, y segundo, porque las que trabajan 63 Aunque hacemos aquí alusión específica a la matemidad por ser el más importante
efectúan a lo largo de su vida diversas entradas y saUdas del factor de la problemática que rodea al fenómeno de la relación trabajo-familia, no debe-
mos olvidar que existen otras responsabilidades familiares que normalmente correspon-
mercado de trabajo. En otras palabras, la actividad económica de den también a la mujer, como el cuidado de adultos enfermos, de discapacitados o de
personas de la tercera edad.

246 247
A partir de las características que hemos señalado, podríamos doméstico. Pero para ello es también necesario flexibiUzar las de-
decir entonces que, si las mujeres contaran con "esposas" que les mandas del mercado de trabajo, establecer programas de ayuda
atendieran la casa, que se quedaran en el hogar, que cuidaran a a las personas y a las famihas, promover la creación de guarderías
sus hijos, que manejaran las finanzas domésticas, que escucharan infantiles en los lugares de trabajo,^^ desarrollar modalidades de
los problemas de todos y cuidasen a los ervfermos, que remenda- trabajo flexibles y desarrollar procedimientos que garanticen el
ran la ropa y prepararan los alimentos, entonces podríamos ima- cumplimiento de las leyes laborales, específicamente en cuanto a
ginar las posibilidades de expansión que tendrían: la cantidad de igualdad de oportunidades se refiere.
libros que escribirían, las empresas que crearían, los cargos polí- Con el propósito de permitir que los padres (varones) ejerzan
ticos que ocuparían... Las mujeres que han logrado algo así —en sus responsabilidades en el momento del nacimiento de un hijo,
su mayoría— o nimca se casaron n i tuvieron hijos, o han contado y bajo la perspectiva de ima repartición equitativa de las tareas
con personal doméstico que ha tomado a cargo buena parte de es- parentales, es necesario que los hombres puedan gozar también
tas tareas. Es más, podríamos aventurar la hipótesis de que m u - de permisos de ausencia en el trabajo por paternidad. En Suecia,
chas de las mujeres más exitosas que sí tuvieron hijos han tenido por ejemplo, donde las tasas de actividad femenina son casi tan
que soportar u n sentimiento de culpabilidad, porque los procesos altas como las masculinas (más del 80 % de todas las mujeres),
de socialización diferencial en función del sexo han provocado existe una incapacidad parental por el nacimiento de los hijos a
que sean ellas quienes deben asumir e intemaUzar el compromi- 90 % del salario, apHcable tanto a las mujeres como a los esposos,
so y la obHgación moral de criar y cuidar a sus hijos. lo que eleva las posibilidades de ambos cónyuges de ocuparse de
Con el propósito de alentar y favorecer la igualdad de las m u - los hijos (Barrére-Maurisson, 1992, p . 31).
jeres en la penetración de los mercados laborales, es necesario
que se fortalezca el desarrollo de instituciones que —como las
guarderías infantiles— atenúen las dificultades que enfrentan, Oposición entre trabajo doméstico y extradoméstico
las mujeres casadas para participar en las esferas extradomésti-
cas. Pero el problema es más de fondo. Dice Greenstein (2000) En una revisión reciente de la Uteratura sobre los matrimonios de
que la cuestión fimdamental en el estudio de la división sexual doble carrera, Spain y Bianchi (1996, citados por Becker y Moen,
del trabajo es por qué, frente al dramático cambio que enfrenta la 1999) notaron que el "problema" de los matrimonios en los que
sociedad con respecto al empleo femenino, el trabajo doméstico ambos cónjmges trabajan ha sido típicamente percibido como u n
sigue siendo u n trabajo de mujeres. problema de las mujeres para equilibrar sus actividades labora-
Para poder hacer más compatibles las necesidades familiares les y domésticas. Ello se debe a que, incluso en sociedades en las
y las del mercado de trabajo de las mujeres, es necesario romper que el trabajo femenino es más frecuente y considerado "nor-
con los modelos estáticos de división sexual del trabajo al inte- m a l " , aún no es posible disociar la imagen femenina de las fun-
rior de la familia. La evolución de la organización familiar hacia ciones internas de la familia.
estructuras más justas, más equitativas y más democráticas exi-
ge no solamente una participación más activa de las mujeres en
las esferas púbUcas, sino también, y simultáneamente, tma ma- ^ Los servicios de guardería infantil son instrumentos esenciales para permitir a los pa-
yor implicación de los hombres en la esfera privada del hogar dres conciliar su responsabilidad parental con sus obligaciones laborales, y para hacer
posible y mantener el empleo o el acceso al empleo.

248 249
I'or su parte, Milkie y Peltola (1999) dicen que probablemen- Greenstein (1996) apunta que, a pesar de que en los Estados
k' el mayor desafío para las mujeres en la actualidad es tratar de Unidos se ha duplicado el número de madres casadas que traba-
equilibrar las demandas del trabajo remunerado y las del traba- jan a tiempo completo desde 1970, la división del trabajo domés-
jo doméstico. Evidentemente, hasta donde sabemos, nadie ha tico ha cambiado m u y poco, y que los hombres casados siguen
hecho una declaración similar en relación con las fíxnciones y pa- participando escasamente en las labores del hogar. En Canadá,
peles de los hombres. Resulta que aún hoy, sigue estando vigen- Dandurand (1990) asegura que los padres y maridos aún son re-
te lo que Gail Sheehy (1986) señalaba hace casi veinte años: que ticentes a asumir su parte de la carga doméstica, más allá de su
la mayoría de las mujeres se sienten obligadas a escoger entre la contribución al sostenimiento económico; algunos investigado-
vida familiar, por una parte, y el trabajo fuera de la casa, por otra res de ese país han notado que los esposos se implican poco en la
parte. Ello se debe, principalmente, a que no obstante la mayor vida doméstica y en la reaHzación de los quehaceres del hogar
participación de las mujeres en el sostenimiento de los hogares, (Le Bourdais y otros, 1987; Mercier, 1990, citados por Dandu-
la tradición cultural y la visión estereotipada de " l o femenino" rand, 1992), situación que impone a las mujeres una doble joma-
siguen constituyendo i m obstáculo que impide disociar los pa- da de trabajo y con frecuencia el acceso a empleos de tiempo
peles expresivos del hecho de ser mujer. parcial. En México, la creciente incorporación dé las mujeres al
mercado de trabajo tampoco ha llevado aparejada una distribu-
ción más equitativa de las tareas domésticas en el hogar (INEGI,
Participación masculina en el trabajo doméstico 1998). En este país, el INEGI (2001) señala que el 93,6 % de las
mujeres mayores de 20 años participa en actividades cotidianas
La creciente incorporación de las mujeres al mercado de trabajo de trabajo doméstico dentro de su hogar, mientras que la cifra
no ha llevado aparejada una distribución más equitativa de las para los varones es de 41,9 %.
tareas domésticas en el hogar. La evidencia nos muestra que, de
Según indica Sánchez Gómez (1989, citado en García y de O l i -
alguna manera, los cambios sociales que han favorecido la parti-
veira, 1994), la mayoría de las investigaciones sobre el trabajo
cipación de las mujeres en la fuerza laboral no han podido aún
doméstico en México concluyen que la participación de los varo-
modificar en forma sustancial la división del trabajo intradomés-
nes en actividades de trabajo doméstico es escasa, variable y en
tico entre hombres y mujeres, y esto es igualmente cierto en paí-
ocasiones nula. Cuando la mujer desempeña actividades remu-
ses desarrollados como en aquellos que están en vías de desarro-
neradas, es posible esperar algunos cambios en cuanto al traba-
llo. Así, por ejemplo, en el caso de los Estados Unidos, a pesar de
jo doméstico; sin embargo, lo más común es que las mujeres con
que las mujeres americanas han ingresado en el mercado de em-
actividad remimerada reciban apoyo de los integrantes de su ho-
pleos, la participación de los esposos en las tareas domésticas ha
gar, pero sobre todo de las hijas mayores de 11 años. Tal afirma-
evolucionado lentamente (Pittman y Blanchard, 1996). La mayo-
ción está respaldada por los datos de la investigación de Benería
ría de los estudios realizados en los Estados Unidos muestra que
y Roldan (1987), quienes reportan que son las hijas mayores y
las mujeres hacen la mayor parte de los trabajos de la casa, inclu-
otras famihares las que se responsabilizan de tareas específicas
so cuando ellas tienen u n empleo de tiempo completo (Manke,
dentro del hogar.
Crouter y McHale, 1994; Robinson y Milkie, 1998). La misma ob-
servación ha sido hecha en Europa (Kluwer, Heesink y Van Den Aunque en términos generales es común asociar la escasa
Vliert, 1996). participación masculina en el hogar con los estratos socioeconó-

250 251
micos más populares, la evidencia muestra que incluso en secto- sa 18,1 horas en promedio.65 En contraste, en México, de acuer-
res menos populares y más escolarizados se observa una partici- do con cifras del I N E G I (2001), si medimos la participación de
pación masculina m u y marginal. Así, en una investigación hombres y mujeres en la realización de tareas domésticas, ob-
realizada a finales de la década de 1990 en la ciudad de México servamos que éstas dedican en promedio casi 49 horas semana-
con parejas de imiversitarios en las que tanto las esposas como los les contra sólo 13 horas de los varones. Otro estudio, realizado
esposos tem'an empleo (Saucedo, Ortega, Pérez y Yoseff, 1998), se en la ciudad de Monterrey (cf. Ribeiro, 2002), informó que los
encontró que, aunque los maridos se involucraban en los queha- varones casados participan, en promedio, sólo 6 horas a la se-
ceres domésticos, las mujeres seguían siendo las principales res- mana.
ponsables de lo doméstico. Es decir que, aunque muchos de estos Para García y De Oliveira (1994), todavía no es posible hablar
varones lavan, planchan y Hmpian, lo hacen en menor cantidad de xm cambio importante en la división intrafamiliar del trabajo
que sus esposas. En esta investigación se observó que un 64 % de doméstico. La participación masculina en estas actividades casi
las mujeres entrevistadas aseguró que su compañero era coopera- siempre asume la forma de " a y u d a " o "colaboración". Se trata
tivo, u n 13 % dijo que su esposo participaba aunque era desorde- de una participación esporádica que los maridos llevan a cabo
nado, u n 9,6 % indicó que su marido nimca participaba y u n 6 % cuando tienen tiempo libre, durante los fines de semana o las va-
que lo hacía m u y poco; a pesar de ello, el 40 % de las mujeres con- caciones, o cuando las esposas están enfermas. U n buen número
sideró que tenía episodios de conflicto con su esposo a causa del de maridos asume esta postura de que "él ayuda", queriendo
incumplimiento de éstos en la reaUzación de las tareas domésti- con esto señalar que se trata de una concesión hacia su esposa y
cas. Siete de cada diez mujeres tmiversitarias entrevistadas seña- por consiguiente dicha ayuda no implica obligatoriedad n i cons-
laron que, cuando exigían a su esposo que participara, él se tancia (Saucedo y otros, 1998). Esto significa que para los varo-
disgustaba, no hacía lo que le pedía, la ignoraban o postergaban nes la actividad doméstica sigue siendo concebida como una
la tarea. En contraste, los hombres universitarios que ayudan en actividad por naturaleza femenina.
las tareas de la casa consideran que el trabajo doméstico que rea-
Se ha sugerido que las mujeres hacen más trabajos domésticos
lizan, a pesar de ser menor que el que hacen sus esposas (quienes
porque son económicamente dependientes. Pero existe eviden-
también trabajan fuera del hogar), es suficiente y lo perciben co-
cia de que las mujeres también hacen más labores en la casa que
mo una demostración positiva de afecto hacia su cónyuge (Sauce-
sus maridos aun en los casos en los que ellas ganan más que
do y otros, 1998).
ellos 66 (Atkinson y Bowles, 1984, citado por Greenstein, 1996),
En términos generales, la participación doméstica de los va- así como en los hogares en los que el marido no tiene empleo
rones en México parece ser mucho menor que la de los esposos (Brayfield, 1992, citado por Greenstein, 1996).
norteamericanos, si bien la de estos últimos dista m u c h o de ser
igualitaria con respecto a la de sus esposas. El estudio de
Greenstein (1996) muestra que, en una investigación en la que 6^ Otras investigaciones arrojan datos inferiores a los encontrados por Greenstein. Por
fueron entrevistados 2.719 matrimonios norteamericanos, las ejemplo, Robinson (1988, citado por Gupta, 1999) asegura que la participación de los ma-
ridos americanos en las labores del hogar pasó de 4,6 horas en promedio en 1965 a 10 ho-
mujeres empleaban u n total de 37,6 horas a la semana en tareas
ras en 1985.
domésticas, mientras que los hombres sólo trabajaban en la ca-
66 Según la Oficina de Estadísticas de Trabajo en los Estados Unidos, en 1997 el 23 % de
las mujeres de matrimonios de doble carrera ganaban tanto o más que sus espo.sos (Bren-
nan y otros, 2001).

253
252
A d e m á s de la diferencia en la cantidad de participación do- M u c h o s otros estudios para países desarrollados y en desa-
mestica entre mujeres y hombres, también es notable que las ta- rrollo dejan en claro que la responsabilidad de las mujeres en la
reas realizadas en el hogar estén fuertemente segregadas por el realización d e l trabajo doméstico se h a mantenido, y m u y poco
sexo. E n u n a amplia revisión de literatura sobre el tema en los se h a logrado en cuanto a la participación sistemática de los cón-
Estados U n i d o s , Greenstein (1996) encontró que las tareas feme- yuges en dichas labores (cf. García y D e Oliveira, 1994). E n u n es-
ninas tradicionales siguen siendo cocinar, lavar, l i m p i a r la casa, tudio realizado en l a c i u d a d de M é x i c o entre 1985 y 1986 sobre
mientras que los hombres se ocupan del patio y d e l manteni- patrones de división del trabajo doméstico, Mercedes Blanco
miento del auto. Adicionalmente, en u n estudio realizado en los (1989) e n c o n t r ó que la compra de víveres era la única actividad
Estados U n i d o s con hombres y mujeres que encabezaban hoga- d o m é s t i c a e n l a que intervenían — d e manera m u y r e l a t i v a — los
res monoparentales (Hall, Walker y Acock, 1995), se e n c o n t r ó esposos de los grupos de mujeres que ella estudió. A l g o similar
que, aunque no había diferencias en el tiempo que los padres so- h a b í a m o s encontrado nosotros en i m estudio realizado en el área
los y las madres solas dedicaban a sus hijos, sí había ciertas dis- metropolitana de Monterrey a fines de la d é c a d a de 1980 (Ribei-
crepancias en el n ú m e r o de horas dedicadas a aquellos trabajos ro, 1989), en el que los datos obtenidos a partir de u n a muestra
domésticos que tradicionaknente h a n sido considerados femeni- de 2.132 hogares permitieron concluir que los varones se impli-
nos: las madres solas dedicaban en promedio 29,8 horas a estas caban m u y poco en las actividades domésticas tradicionales y
actividades, mientras que los padres solos dedicaban 22,5 horas. que principalmente se ocupaban de las reparaciones del hogar,
Sin embargo, también se n o t ó u n a p e q u e ñ a diferencia en el n ú - aunque también se notaba u n porcentaje importante de esposos
mero de horas dedicadas a "actividades m a s c u l i n a s " , en las cua- que participaban en la compra de víveres y que se ocupaban de
les los hombres dedicaban 4,5 horas semanales en promedio sus hijos.
contra 2,3 horas de las mujeres. L a s u m a total d e l tiempo sema-
Este último aspecto, dedicar tiempo a los hijos, h a sido desta-
n a l invertido en la casa refleja u n total de 40,3 horas p a r a las m u -
cado en diversos estudios. E n los Estados U n i d o s se está incre-
jeres y 34,2 horas p a r a los varones. Resulta interesante observar
mentando el n ú m e r o de padres que afirman que quieren
que la participación masculina en las tareas de l a casa, aunque
ocuparse m á s de sus hijos y que frecuentemente se sienten cul-
siempre m á s reducida que la femenina, es m a y o r en los hogares
pables cuando no lo hacen ( L a Rosa, 1988, citado por Glass,
en los que falta la madre.
1998). D e hecho, las investigaciones muestran que, efectivamen-
E n M é x i c o , entre las parejas de universitarios entrevistados te, algunos padres h a n incrementado el tiempo que dedican a
por Saucedo y sus colaboradores (1998), se e n c o n t r ó que la par- cuidar de sus hijos en los últimos años*''' (Glass, 1998). E n M é x i -
ticipación de los varones en lo doméstico se concentraba en acti- co, y a L e ñ e r o (1967) había advertido, en s u investigación sobre la
vidades tales como tirar la basura, comprar víveres, pagar los familia hace m á s de tres d é c a d a s , que el área en la que mayor-
servicios y hacer las reparaciones del hogar. Sánchez G ó m e z mente participaban los varones dentro del hogar era o c u p á n d o -
(1989, citado en García y de Oliveira, 1994) asegura que en diver- se de sus hijos. E n s u reciente investigación con parejas de
sas investigaciones se señala que las actividades e s p o r á d i c a s que universitarios. Saucedo y sus colaboradores (1998) encontraron
d e s e m p e ñ a n los hombres están m á s relacionadas con el ámbito
extemo; es decir, son las menos rutinarias y m o n ó t o n a s y las me-
nos tipificadas como actividades femeninas. Parece ser que el involucramiento de los padres en tareas asociadas con la crianza y el
cuidado de sus hijos se relaciona con el hecho de que la mujer trabaje fuera del hogar, pe-
ro también con el hecho de que la famiha enfrente dificultades económicas (cf. Glass, 1998).

254 255
t|iio, en el caso de los hijos, se prioriza el ejercicio de la responsa-
trabajo d o m é s t i c o sigue siendo u n trabajo de mujeres. D i c h o a u -
bilidad compartida entre los esposos.
tor señala que u n a de las teorías m á s desarrolladas p a r a explicar
E n otro orden de ideas, parece ser que en los Estados U n i d o s la división sexual del trabajo argumenta que las mujeres hacen
los esposos de las mujeres que tienen empleo contribuyen m á s m á s trabajo doméstico porque ellas aportan menos recursos al
horas en la realización del trabajo doméstico que los esposos de hogar. S i n embargo, s i esto fuese cierto, cabría esperar que, a me-
las mujeres que no tienen empleo (Greenstein, 1996). A u n así, el dida que las mujeres h a n ido conquistando mejores niveles de
reparto de tareas domésticas es desigual y las mujeres, con y sin ingreso, también habría disminuido la cantidad de trabajo do-
empleo, hacen la mayor parte de los trabajos de la casa. M a n k e y méstico que efectúan, situación que no es corroborada por los
sus colaboradores (1994) afirman que, cuando la mujer trabaja datos de investigación (Greenstein, 2000).
fuera de la casa, los maridos participan u n poco m á s para ayudar-
De hecho, algunos estudios (Greenstein, 1996) señalan que la
les en las tareas domésticas, pero también sus hijos lo hacen, y de
variable clave para entender esta cuestión es l a ideología de g é -
manera m á s específica las hijas. De hecho, en los hogares ameri-
nero. Desde esta óptica, se sugiere que, en la m e d i d a en que las
canos a las niñas se les asignan m á s tareas domésticas que a los
mujeres y los hombres asimilan u n a ideología m á s igualitaria, la
niños (Goodnow, 1988; White y Brinkemoff, 1981, citados por
división d e l trabajo doméstico y extradoméstico en función del
M a n k e y otros, 1994), lo cual parece perpetuar este fenómeno.
sexo es menos acentuada y m á s equitativa.^s Quizás por esta ra-
zón a ú n en sociedades industrializadas como los Estados U n i -
dos las mujeres siguen haciendo la mayor parte de los trabajos
Ideología de género y trabajo doméstico
de la casa, y a que, como lo demostraron Robinson y Milkie
(1998), la m a y o r í a de las mujeres que trabajan fuera de s u casa y
A pesar de la tendencia que se observa en cuanto a i m a d i s m i n u -
que hacen la m a y o r parte de los quehaceres del hogar perciben
ción de la separación de las esferas domésticas y extradomésticas
en realidad poca inequidad y poco conflicto por esta distribución
en función del sexo, muchos hombres y mujeres siguen prefirien-
de las tareas d e l hogar.
do que sean las mujeres quienes d e s e m p e ñ e n la m a y o r parte del
trabajo d o m é s t i c o (Major, 1993, citado por K l u w e r y otros, 1996). L a s sociedades actuales ofrecen múltiples mecanismos de so-
Parece ser que esto está vinculado con las ideologías de género y cialización, algimos de los cuales actúan en el sentido de mante-
con las expectativas y opiniones que, tanto hombres como muje- ner y reforzar los estereotipos tradicionales, y otros que presionan
res, tienen respecto de sus vidas familiares. en sentido opuesto, mostrando imágenes de hombres y mujeres
menos diferenciadas. Así, por u n lado, muchas familias, particu-
Robert y Margaret Blood (1980) señalaban hace poco m á s de
larmente las m á s populares y menos escolarizadas, reproducen
dos d é c a d a s que el fracaso de los maridos en compartir los que-
todavía tma imagen tradicional de lo " m a s c u l i n o " y de lo "feme-
haceres d e l hogar constituye u n a queja casi u n i v e r s a l de sus es-
n i n o " . A pesar de que hace y a tiempo se h a n instaurado leyes que
posas. L a situación es a ú n peor cuando las propias mujeres
d e s e m p e ñ a n alguna actividad e co n ó m ica al exterior d e l hogar.
° ° Aunque Greenstein (1996) afirma que, si bien la literatura sobre el tema sugiere que la
Para Greenstein (2000) la cuestión fundamental en el estudio de
ideología de género (es decir, la manera en que una persona se identifica en términos de
la división sexual del trabajo es por qué, frente al d r a m á t i c o cam- los papeles conyugales y familiares) se relaciona con la división del trabajo doméstico, en
bio que enfrenta la sociedad con respecto al empleo femenino, el realidad la ideología de género, por sí sola, no es suficiente si no se considera la interacción
entre la ideología del esposo y la de la esposa. Así, sólo cuando ambos cónyuges tienen una
ideología igualitaria, ello se reflejará en la participación masculina en las tareas del hogar.

256
257
tradición masculina establece que el trabajo doméstico "es cosa
favorecen la igualdad jurídica de las mujeres en relación con los
de mujeres". Cabe especificar que no sólo los hombres comparten
varones, los estereotipos sexuales siguen ejerciendo u n a gran i n -
esta percepción, sino que tanto para hombres como para mujeres
fluencia sobre la percepción de los papeles sexuales. Sigue pre-
la tradición cultural h a planteado que el ámbito familiar y d o m é s -
d o m i n a n d o u n a imagen que presenta al v a r ó n como el provee-
tico constituye u n a responsabilidad exclusivamente femenina
dor p r i n c i p a l , como el jefe, fuerte y con autoridad, mientras que
( E l u , 1975a; Leñero, 1967,1992; Jelin, 1984; Ribeiro, 1994). Así, por
el perfil femenino está impregnado de afectividad, de ternura y
ejemplo, en u n a investigación reciente (Rojas, 1998), las mismas
de amor matemal.69 E n contraste, el estereotipo femenino de la
mujeres consideraban que el trabajo doméstico es u n a actividad
madre-esposa-en-el-hogar se confronta con figuras alternas que
primordiaknente femenina.
frecuentemente son transmitidas por los diversos m e d i o s de co-
m u n i c a c i ó n de masas: la mujer ejecutiva, la mujer policía, la L a cultura de diferenciación sexual, evidentemente, abarca
mujer valiente, la mujer fuerte y decidida... Incluso s i las figuras otras esferas de la v i d a familiar, como es el caso de las relaciones
estereotipadas en los medios de c o m u n i c a c i ó n comparten cada de poder. E n u n estudio realizado hace unos a ñ o s por Rogelio
vez m á s estas i m á g e n e s con otras que muestran u n a visión m á s i Díaz Guerrero, se les p r e g u n t ó a los entrevistados: ¿cree usted
v a r i a d a y menos rígida de lo masculino y lo femenino, es nece- que el lugar de las mujeres es el hogar? E l 91 % de los hombres y
sario reconocer que la cultura fomentada por los medios m a s i - el 90 % de las mujeres respondieron afirmativamente. E n el m i s -
vos de información continúa reforzando las ideas preconcebi- mo estudio, el 85 % de los varones y el 78 % de las mujeres dije-
das sobre las "características sexuales de los i n d i v i d u o s " . Sin ron que creían que en los hogares los hombres debían "llevar los
embargo, lo que nos parece realmente importante es que, desde pantalones" (es decir que éstos deben m a n d a r en el hogar).
hace irnos pocos años, y a no existe u n único modelo de referen- Por s u parte. D e Barbieri (1984, citada por García y De O l i v e i -
cia de lo m a s c u l i n o y otro de lo femenino, sino que se h a n crea- ra) señala que las mujeres de clase media y las obreras a m e d i a -
do espacios en la cultura que dejan entrever las alternativas p a - dos de los a ñ o s setenta consideraban que el hombre tenía la
ra el cambio. obligación de mantener a la familia, y la mujer, la responsabili-
Adicionalmente, es posible pensar que el incremento en el n ú - d a d de las actividades domésticas. Estudios m á s recientes tam-
mero de mujeres que se h a n incorporado a los mercados de em- bién i n d i c a n que las mujeres de sectores populares consideran
pleos durante las últimas d é c a d a s esté contribuyendo a transfor- que el trabajo de la casa debe ser realizado por ellas m i s m a s (Be-
m a r y a s u a v i z a r las ideologías de género, situación que y a ha nería y R o l d a n , 1987; Rubalcava y Salles, 1992, citado por García
sido observada en otros países (cf. Vinet y otros, 1982). y De Oliveira). García y De Oliveira (1994), de igual forma, en-
contraron que las entrevistadas de los sectores populares no es-
Pero, incluso en este contexto de cambios, todo parece Índice
peraban que la contribución del marido al trabajo d o m é s t i c o
que la c o n c e p c i ó n de género sigue siendo conservadora y que'.
fuese sistemática.

C o m o señala O l g a Rojas (1998), hoy en día parece que la d i v i -


Según Leñero (1992), el primer reducto legitimado del machismo está referido al i sión de roles no se encuentra peleada con l a participación e c o n ó -
tenimiento de los roles tradicionales de las mujeres en el seno del hogar. Este autor as
gura que el cambio de los roles implica un desequilibrio institucional y gene
m i c a de las mujeres, sobre todo en unidades d o m é s t i c a s que
inseguridad en el hombre. No resulta extraño entonces que, a pesar de las dificultad enfrentan serias dificultades para sobrevivir y en contextos eco-
económicas que enfrentan muchos hogares, gran cantidad de maridos se opongan a que
n ó m i c o s que ofrecen un amplio panorama de oportunidades p a -
ellas trabajen fuera de la casa, argumentando que su empleo implica el descuido de lo»
hijos y de la casa.

258 259
ra las mujeres. N o obstante, para lograr i m a verdadera equidad, Trabajo y exigencias del neoliberalismo
no basta que se abran oporttinidades para que las mujeres, sobre
todo las casadas, p u e d a n incursionar en el mercado de empleos, A d e m á s de los problemas de género, existen otros aspectos de la
sino que dichas oportunidades deben ser equitativas con respec- relación entre la fanúlia y el trabajo que deben ser abordados por
to a las que tienen los hombres, y todo ello debe estar anclado en u n a política social familiar.
u n a n u e v a cultura de género.
Desde hace algunos años, la globalización de los mercados y
L a participación en el mercado de empleos en iguales circuns- el enfoque neoliberal de las e c o n o m í a s h a n forzado a muchas
tancias no depende sólo de las mujeres, n i depende tampoco ex- empresas a adaptarse a las nuevas circunstancias para lograr ha-
clusivamente del mercado de trabajo o de la legislación laboral. cer frente a la cada vez m á s difícil competencia de los mercados
Estamos convencidos de que la estructura de la familia y las mundiales. Tal situación h a provocado que las empresas exijan
ideologías que segregan los sexos siguen constituyendo los p r i n - de sus empleados m á s dedicación, u n m a y o r d i n a m i s m o y una
cipales obstáculos. Hasta ahora, las políticas laborales de algu- m a y o r productividad. L a transformación del trabajo en este nue-
nos países desarrollados h a n tratado de promover la i g u a l d a d v o contexto e c o n ó m i c o y las tensiones que provocan estos cam-
mediante tímidas medidas que buscan flexibilizar el mercado de bios exigen m u c h o de los empleados y de sus familias.
empleos p a r a las mujeres, y que buscan hacer compatibles las L a presión que ejerce la necesidad de conciliar las tareas pro-
exigencias de la v i d a familiar con las del trabajo e x t r a d o m é s t i c o . fesionales y las familiares está vinculada, por ejemplo, con las
Sin embargo, la única forma de promover dicha igualdad es fa- tensiones (estrés) que sufren los empleados. E n general, el estrés
voreciendo vina tréinsformación radical de las ideologías de g é - resultante de las obligaciones profesionales y familiares se expli-
nero y p r o m o v i e n d o vin mayor involucramiento de los varones ca de dos maneras: por u n lado, por la interferencia de roles fami-
en el interior de las familias. liares y profesionales que p u e d e n entrar en conflicto, y por otro
E n los esfuerzos que desarrollan los pueblos modernos para lado, por la sobrecarga de tareas que deben ser c u m p l i d a s , lo que
construir sociedades cada vez m á s justas, m á s libres y m á s de- conduce frecuentemente a la fatiga y el agotamiento. A m b o s fe-
mocráticas, no debemos olvidar que u n a de las inequidades m á s n ó m e n o s p u e d e n hacer que tanto la v i d a familiar como la activi-
universales sigue siendo, a pesar de todo, la inequidad de géne- d a d profesional sean m u y difícües para los trabajadores, y los
ro, pues vuhrera los derechos m á s elementales de la mitad de la empleadores p u e d e n también padecer las consecuencias.
población. A pesar de los avances — q u e h a n sido significati- E l hecho es que puede existir u n a interferencia entre el m u n -
v o s — e n el mejoramiento de la condición social de las mujeres, do del trabajo y l a esfera familiar. Por u n lado, l a entrega total al
aún hoy, en pleno siglo X X I , n i n g u n a sociedad h a logrado ofre- trabajo y la b ú s q u e d a del éxito profesional por encima de cual-
cer a las mujeres las mismas oportunidades que a los varones. L a quier otra cosa puede afectar seriamente la integración de los
verdadera solución no consiste únicamente en abrir cada vez empleados en sus familias e interferir con s u s funciones al inte-
m á s oportunidades de empleo p a r a las mujeres, p u e s estamos rior del grupo doméstico, y por otro lado, los trabajadores que
convencidos de que la raíz del problema reside fundamental- manifiestan dificultades para enfrentar sus obUgaciones familia-
mente en la organización interna de las famüias, en la manera en res p u e d e n encontrarse con la dificultad de alcanzar u n rendi-
que éstas distribuyen sus funciones y sus tareas. miento ó p t i m o en el trabajo.

260 261
E s de absoluta necesidad que se mejoren tanto las condiciones
Si, como h a sido ampliamente reconocido, los recursos h u m a - colectivas como las individuales de los trabajadores y de las tra-
nos constituyen los recursos m á s importantes de cualquier orga- bajadoras, tomando en cuenta la función social de los padres. S i
nización, y sabiendo que los trabajadores generalmente forman la maternidad es u n acto social que debe ser protegido, la educa-
parte de u n a familia, entonces los empleadores deben establecer ción y el cuidado de los hijos deben ser contemplados desde u n a
políticas en sus empresas o modificar las y a existentes p a r a que n u e v a relación de distribución de responsabiUdades entre los
respondan m á s adecuadamente a las necesidades de los trabaja- padres y las madres. Ello supone que se adapten las condiciones
dores y de sus familias. de trabajo, que se modifiquen las leyes y que se creen programas
Para ello es necesario conocer a fondo la situación real de los de apoyo a los padres. L a s madres no p u e d e n y no deben asumir
trabajadores: sus necesidades básicas, la m e d i d a e n que los e m - solas la tarea de educar y de criar a sus hijos.
pleados sufren de tensiones ligac|tas con el problema de conciliar E n s u p a p e l de rectoría de u n a política social de la familia, el
sus obligaciones familiares y profesionales, las causas de tales Estado no sólo debe promover estructuras familiares m á s iguali-
tensiones, el grado de responsabilidad de los trabajadores con
tarias y justas, sino también crear las condiciones contextúales y
respecto a otros miembros de la familia (hijos, ancianos, etc.), s u
jurídicas que respondan a las nuevas realidades familiares y que
opinión respecto de las modalidades de trabajo, etc.
apoyen a las parejas en el ejercicio de sus responsabilidades p a -
E l establecimiento de tm equilibrio entre las responsabilida- rentales.
des profesionales y familiares tiene repercusiones importantes
sobre la productividad de los empleados y, por extensión, sobre
la s a l u d de la empresa. L o s empresarios que reaccionan de m a -
nera positiva a la instauración de este equilibrio no lo hacen so-
lamente por altruismo, sino para acrecentar l a eficiencia, a u m e n -
tar el rendimiento (por ejemplo, reduciendo el ausentismo que
frecuentemente se origina por problemas en el m e d i o familiar) e
incrementar con todo ello la productividad de los trabajadores.

Desde que el concepto de calidad total e m p e z ó a diseminar-


se, los especialistas en los procesos productivos h a n ido descu-
briendo que no se puede alcanzar el objetivo de calidad total en
la p r o d u c c i ó n de bienes y servicios s i los recursos h u m a n o s que
forman las organizaciones no tienen u n a b u e n a caUdad de v i d a .
Pero el concepto de calidad de v i d a de tm trabajador no puede
aislarse, bajo n i n g u n a circimstancia, del concepto de calidad de
v i d a famñiar, por el simple hecho de que la m a y o r í a de las per-
sonas, de i m a u otra forma, son miembros de u n a familia. E n tal
sentido, la calidad de v i d a familiar no puede ser entendida sola-
mente como u n concepto de bienestar e c o n ó m i c o .

263
262
Establecer vínculos con otras políticas sociales,
con el propósito de articular los esfuerzos del Estado
en la construcción del bienestar social y familiar

U n a política social de la familia no debe preocuparse ú n i c a m e n -


te de los problemas que normalmente enfrentan las familias.
Debe t a m b i é n contemplar a las familias como fuerzas v i v a s , a u -
t ó n o m a s , c u y o d i n a m i s m o es esencial al bienestar colectivo.
Q u i z á s p o r tal motivo todo aquello que se refiere a l a e d u c a -
ción, a l empleo, a la habitación, a la s a l u d física y mental, a la
recreación, al medio ambiente ganaría m u c h o s i fuese contem-
p l a d o desde u n a perspectiva familiar ( C o n s e i l de la F a m i l l e ,
1988, p . 11).

L a familia juega u n papel m u y importante en el proceso de


b ú s q u e d a de u n a mejor calidad de v i d a para los i n d i v i d u o s y p a -
ra las sociedades. Pero no hay que olvidar que la familia es tribu-
taria de otras fuerzas sociales que h a y que saber reconocer con
realismo. C o n esto queremos decir que no es u n a institución ais-
lada, o —^para usar la expresión de Renée D a n d u r a n d (1994)—
"lafamilia no es una isla", pues ella se encuentra en estrecha inte-
racción con otras agencias sociales: escuelas, medios de trabajo,
agentes e c o n ó m i c o s , medios masivos de comxmicación, etc. Por
ello, es preciso que dichas acciones se articulen con los otros pro-

265
gramas que derivan de políticas sociales sectoriales: s a l u d , e d u -
estructuras de interacción familiar que caracterizan la v i d a de
cación, población, v i v i e n d a , empleo, etc.
casi todas las personas.
Ya hemos señalado que la complejidad del f e n ó m e n o familiar
Por tal motivo, creemos que no es posible concebir las políti-
y la enorme variedad de problemáticas que éste encierra h a n da-
cas sociales por separado. L a concepción del bienestar no puede
do lugar al surgimiento de programas asistenciales cuyo propósi-
estar desagregada en esferas distintas, sino que debe acercarse
to es el de proveer u n soporte a la familia, considerada ésta vma
cada v e z m á s a u n ideal de integración. Así, no podemos conce-
unidad fundamental para el bienestar de los individuos y de la co-
bir i m a política de educación aislada de los planes de desarrollo
lectividad. S i n embargo, con frecuencia los programas destinados
para la infancia o de equidad para las mujeres. D a d o que la fami-
a la familia se encuentran desarticulados unos de otros, como si
lia está presente en la v i d a cotidiana de las personas, es de la m a -
cada uno de ellos atendiera a u n a realidad distinta y diferenciada.
yor importancia que sea tomada en cuenta en l a confección de
Quizás uno de los problemas m á s comunes que enfrentan los cualquier otra política sectorial destinada a incrementar el bie-
gobiernos y las instituciones que desarrollan programas de aten- nestar de los i n d i v i d u o s .
ción a la familia es que sus acciones están "atomizadas"; es decir,
E n este apartado queremos hacer unas m u y breves reflexio-
lejos de abordar la problemática fanüliar desde u n a perspectiva
nes sobre ciertos aspectos de algunas de las m á s importantes po-
global, se enfocan m á s bien a aspectos m u y particulares de la fe-
líticas sectoriales de bienestar social y s u relación con la familia.
nomenología familiar

E n los Estados modernos, cada ciudadano es objeto de u n a


p r e o c u p a c i ó n por s u bienestar y se beneficia — e n m a y o r o me- Política de habitación
nor m e d i d a — de las acciones gubernamentales que d e r i v a n de
las políticas sociales. N o obstante, es preciso reconocer que la H e m o s señalado anteriormente que la habitación no puede, en
construcción d e l bienestar i n d i v i d u a l y colectivo no puede h a - sentido estricto, ser considerada u n simple " l u g a r " , u n espacio
cerse s i n tomar en cuenta los compromisos que v i n c u l a n a los i n - ordinario, y a que ella constituye u n escenario importantísimo de
dividuos en el marco de sus relaciones familiares. E s c o m ú n ver la v i d a h u m a n a . A d e m á s de sus funciones evidentes de abrigar
el desarrollo de políticas dirigidas a las mujeres, a los niños o a y proteger de la intemperie a las personas, la habitación repre-
los ancianos s i n que éstas hagan referencia a l a familia. Pero senta u n espacio de apropiación que es necesario p a r a e l desarro-
¿acaso p u e d e n los planes y programas destinados a la infancia llo de las funciones elementales de los i n d i v i d u o s y de las
cubrir satisfactoriamente sus propósitos s i n considerar que los familias (Salgado, 1995).
niños y las niñas son también hermanos y hermanas, hijos e h i -
Si se h a dicho con insistencia que l a familia es u n a institución
jas, nietos y nietas? ¿ C ó m o p u e d e n satisfacerse los intereses de
de p r i m e r a importancia por la contribución que hace a la socie-
las mujeres s i n tomar en cuenta que la m a y o r í a de ellas son hijas,
d a d a t r a v é s de sus funciones, entonces podemos entender el v a -
esposas o madres? L a necesidad de soportar a la familia de m a -
lor que la casa tiene para las familias y para las sociedades, pues
nera coherente exige que las políticas y los programas orientados
es en ellas donde las familias realizan tales funciones vitales. E l
hacia los i n d i v i d u o s sean completados por otros orientados h a -
hogar familiar es el primer lugar donde son sociaHzados los n i -
cia el soporte de los lazos afectivos, hacia la solidaridad en las re-
ños, donde se realizan las principales interacciones entre las per-
laciones de interdependencia material y hacia el refuerzo de las
sonas, el escenario en el que se desarrolla la v i d a cotidiana de la

266
267
f a m i l i a . E n ella se reposa, se prepara la comida, se come y se políticas de habitación se h a puesto el acento en tratar de propor-
duerme. E n la casa se d a n las relaciones sexuales, l a reproduc- cionar v i v i e n d a a l a m a y o r í a de las familias. Pero, dados los
ción, buena parte de la educación de los niños y de la interacción enormes y crecientes costos de la construcción y los magros re-
entre los esposos; en ella se construye la identidad de las perso- cursos financieros destinados a los programas de habitación, los
nas. L a casa es también, en cierta medida, la respuesta a la b ú s - esfuerzos en esta materia no h a n alcanzado a satisfacer la cre-
queda de u n a i m i d a d social adaptada al m o d o de v i d a de tma ciente d e m a n d a de viviendas y el rezago es cada vez m a y o r E n
civilización (Salgado, 1995, p. 5). E n cierto sentido p o d r í a decirse los países de A m é r i c a latina, los grupos urbanos m á s pobres y
que la casa abriga los valores fundamentales de los individuos y marginados se hacinan con frecuencia en barrios s i n servicios, en
de las sociedades (Rapoport, 1972, p. 42); o para decirlo de otro habitaciones m u y reducidas, construidas c o m ú n m e n t e con m a -
modo: "La casa es depositaría de nuestros recuerdos y de nuestros sue- teriales de desperdicio.
ños, de nuestros deseos y de nuestras ilusiones; la casa es también tribu-
L a crisis e c o n ó m i c a , el rápido crecimiento d e m o g r á f i c o y el
taria de nuestras tradiciones y de nuestras costumbres" (Salgado, 1995).
excesivo proceso de concentración urbana de la población, fenó-
E n la jerarquía de las necesidades primarias de las personas, menos que afectan a casi todos los países de la región, h a n cons-
la casa y el contexto en el cual está la casa están en los primeros tituido factores que contribuyeron a mantener, e incluso a incre-
lugares, junto con la alimentación y el vestido. A ella se dedica mentar, el déficit habitacional. Ello h a forzado a m u c h o s Estados
generalmente la mayor proporción del presupuesto de u n a fami- latinoamericanos a abordar el problema desde u n a perspectiva
lia (Conseil de l a Famille, 1991). de cantidad y no de calidad, es decir, tratar de hacer el m a y o r n ú -
Adicionalmente — y en m u y estrecha relación con el concep- mero posible de viviendas a partir de los magros recursos dispo-
to de alojamiento—, el medio ambiente en el c u a l está la casa nibles. S i n embargo, es importante insistir e n que u n a óptica p u -
también es sumamente importante para las familias, en particu- ramente cuantitativa es insuficiente para responder a las
lar para las que tienen hijos; después de la familia, y junto con l a necesidades vitales de las famiÜas. Por tal motivo, nos parece de
escuela, el barrio es quizás el lugar m á s importante para la socia- la m a y o r importancia que en el diseño de planes y acciones en
lización de los niños. Este contexto comtmitario se v u e l v e p r i - esta materia se tomen en cuenta aspectos tales como el t a m a ñ o
mordial para las familias con hijos, en función de la presencia de de la casa, s u diseño, s u calidad material, en función de los hábi-
otros niños en la vecindad, de espacios verdes, de vías públicas tos culturales y de las necesidades de privacidad y de conviven-
seguras, de la existencia de servicios tales como escuelas, par- cia de los diversos tipos de farmUas. Pero, a d e m á s , es necesario
ques recreativos y deportivos, bibliotecas, guarderías, etc. considerar factores geográficos, como el cHma, la disponibilidad
de los materiales, los servicios existentes, por lo cual es esencial
A pesar de la importancia que tiene la habitación en la v i d a de
que estas políticas se entiecrucen también con las de planificación
los seres h u m a n o s , en muchos países se vive desde hace tiempo
y desarrollo regional, planteando alternativas relacionadas inclu-
u n a fuerte "crisis de alojamientos". L a crisis de habitación está
so con l a desconcentración de l a población o con l a creación de
evidentemente relacionada con problemas de pobreza, de creci-
nuevos polos de desarroUo.^o
miento urbano desmesurado, de falta de empleos, de poca dis-
ponibilidad del suelo urbano, etc.
'O Muchos países latinoamericanos se han caracterizado, desde hace un par de décadas,
A h o r a bien, de manera m u y general es posible afirmar que por vivir un crecimiento urbano centralizado y frecuentemente falto de planeación. Una
entre los países menos desarrollados que h a n logrado establecer política de la familia debe retroalimentar la de urbanización para que en los planes de
desarrollo urbano se tome en cuenta la realidad de las familias.

268 269
Es cierto que el hombre se adapta con aparente facilidad a la Pero, a d e m á s de la habitación en sí m i s m a , la política de v i -
vivienda, a las formas y a los espacios que le son propuestos. Pe- vienda, en s u relación con l a familia, debe contemplar el contex-
ro, m á s allá de esta capacidad "física" de a d a p t a c i ó n , p u e d e h a - to en el cual está la habitación. De hecho, es de sobra evidente
ber problemas de adaptación psicosocial con respecto a l espacio que p a r a u n a familia con niños pequeños el medio en el cual se
construido real, que no representa necesariamente lo m i s m o que encuentra s u casa es m u c h o m á s importante que para la m a y o r í a
el espacio habitable ideal. Por ello, es posible afirmar que uno de de las otras unidades domésticas. E n efecto, d e s p u é s de la casa
los principales problemas en materia de habitación es el conflic- familiar, el contexto que la rodea se convierte en el segundo l u -
to que p u e d e existir entre las necesidades afectivas del ser h u m a - gar m á s importante de socialización para los niños antes de que
no y la rigidez formal del espacio construido (Salgado, 1995). éstos frecuenten l a escuela. E l contexto comxmitario se vuelve
primordial p a r a estas familias en términos de la presencia de
E l alojamiento de u n a familia no es u n m e c a n i s m o ordinario. C o n s -
otros niños en el barrio, de la existencia de áreas verdes, de vías
tituye u n todo coherente, u n a estructura que debe expresar la es-
públicas seguras y de servicios como la escuela, parques de jue-
tructura de la familia y permitirle v i v i r armoniosamente, teniendo
go y deportivos, guarderías infantiles, centros comerciales, etc.
e n cuenta n o sólo la función de cada u n o a c a d a instante, sino tam-
E n este sentido, podemos decir que el lugar donde habita la fami-
bién s u p a p e l en relación con los otros ( C h o m b a r t de L a u w e , 1963).
lia es m á s importante que el lugar en el que sus miembros traba-
Por todo esto, en los programas destinados a dotar de habita- jan. A d e m á s , las familias confieren \m valor simbólico al habitat
ción a las familias deben contemplarse tanto los aspectos^nczo- en el que se desenvuelven, y a que en él se desarrolla la parte m á s
nales de la habitación como los aspectos sociales relacionados esencial de la v i d a famiUar
con la habitabilidad. Desde el punto de vista funcional, la habita-
ción debe contar con:
Política de educación
a. espacios m í n i m o s adecuados al t a m a ñ o de la familia;
L a escuela debe ser u n elemento dinámico del cambio de xma so-
b. espacios especializados para las diversas actividades fanü-
ciedad. L a s expectativas sobre la función de la escuela y sobre los
Hares (cocina, baño, r e c á m a r a s , etc.);
beneficios sociales que puede arrojar siempre h a n sido grandes,
c. materiales idóneos (duraderos, resistentes, disponibles,
razón por la cual muchos países h a n colocado la educación a la
propicios p a r a las circunstancias climáticas, etc.);
cabeza de todas las políticas sociales, al menos en lo que se refie-
d. servicios básicos (agua, drenaje, electricidad). re a la proporción del presupuesto gubernamental total asignado
a este renglón. S i n embargo, en este caso, como en el de las otras
E n cambio, desde el punto de vista de la habitabilidad, la v i - poKticas de bienestar social, los esfuerzos realizados se orientan
vienda debe satisfacer ciertas exigencias: con frecuencia hacia metas de cantidad m á s que de calidad.

E n general, podemos decir que la escuela es considerada, des-


a. exigencia de intimidad;
p u é s de la familia, u n lugar privilegiado para la sociahzación de
b. exigencia de apropiación;
los niños, para la transmisión de los valores compartidos por u n a
c. exigencia de adaptación al modo de v i d a y a la cultura; sociedad y para la adquisición de habilidades y destrezas esen-
d. exigencia de equipamiento. ciales p a r a el desarrollo próspero de los i n d i v i d u o s y de la socie-

270 271
con la orientación valoral que se imparte, con la formación
dad. E n este sentido, la escuela es algo m á s que u n lugar en el que
de adultos, etc.
.se adquieren conocimientos, y educar es algo m á s que u n simple
proceso de transmisión de l a información. c. Generalmente sólo se llama a los padres en circunstancias
excepcionales, cuando la situación a c a d é m i c a de sus hijos
E n u n sentido ideal, se supone que la escuela y la familia com-
es deficiente o cuando presenta algún problema específico
parten la importantísima tarea de socializar a las n u e v a s genera-
de comportamiento. E n raras ocasiones se invita a los pa-
ciones, de convertir a los niños en futuros ciudadanos, de hacer-
dres a participar y a comimicarse con los maestros para
los partícipes de xma cultura, de integrarlos dentro de u n marco
asuntos que no sean considerados u n " p r o b l e m a " .
valoral, de formarlos para que sean personas sanas, creativas,
útiles, independientes y autosuficientes. E n l a p r á c t i c a , sabemos
que esto no siempre ocurre así, pues es m u y c o m ú n que ambas C o m o quiera que sea, el panorama actual de la educación for-

instituciones funcionen separadamente y que los padres se i m - m a l se presenta desde u n a perspectiva de divorcio con la esfera

pliquen poco en la dinámica escolar. familiar, desaprovechando de esta manera u n valioso espacio
para la formación y el desarrollo de los niños.
C o n relativa frecuencia, los maestros y los fimcionarios de las
E n otro orden de ideas, a u n cuando consideramos que la es-
instituciones escolares se quejan de que no existe i m real interés
cuela c u m p l e u n a fimción fundamental en la d i n á m i c a evolutiva
por parte de los padres de familia en los asuntos relativos a la
de u n a sociedad, debemos reconocer que también es susceptible
ed u c a c i ón formal de sus hijos; en cierta m e d i d a , es posible que
de jugar u n p a p e l importante en el reforzamiento de prejuicios y
tengan r a z ó n . Pero al m i s m o tiempo sabemos que existen diver-
de estereotipos que se contraponen a las aspiraciones de m a y o r
sas circimstancias que obstruyen la participación de los padres
equidad y justicia social. Por no citar m á s que u n ejemplo, refe-
de familia en la v i d a a c a d é m i c a de sus hijos:
rimos el estudio realizado hace algimos años en C a n a d á por Lise
D u n n i g a n (1975), quien d e m o s t r ó que l a escuela, a través de los
a. Por u n a parte, los horarios que generalmente se establecen
manuales escolares, vehiculaba valores sexistas que reforzaban
para las visitas de los padres a las escuelas rara vez son
los estereotipos masculinos y femeninos y la separación de roles
compatibles con el tiempo disponible con el que cuentan
en función d e l sexo, y que m a n t e n í a n u n a imagen desvalorizada
aquellas personas que ejercen u n a actividad e c o n ó m i c a de
de lo femenino.
tiempo completo; como señalamos en el apartado anterior,
no es fácil conciliar los requerimientos del empleo con los E n cuanto a s u función en la sociedad, pareciera ser s u f i -
asuntos de l a v i d a familiar. cientemente claro que la e d u c a c i ó n formal constituye u n a par-
te importante de las estrategias globales d e l bienestar social.
b. Por otro lado, en l a m a y o r í a de los casos, l a participación
H i s t ó r i c a m e n t e , la e d u c a c i ó n formal h a s i d o p e r c i b i d a como
que se espera de los padres de familia se circunscribe exclu-
u n c a n a l p r i v i l e g i a d o de la c a p i l a r i d a d social; es decir, se h a es-
sivamente a situaciones relacionadas con el desarrollo aca-
timado que constituye u n m e d i o a t r a v é s d e l c u a l los sectores
d é m i c o de sus propios hijos. N o existen otros espacios para
m á s pobres y desfavorecidos de u n a p o b l a c i ó n p u e d e n ascen-
que los padres se involucren activamente e n la d i n á m i c a es-
der e n la escala s o c i o e c o n ó m i c a . S i n embargo, n u m e r o s a s i n -
colar, y es poco frecuente que se solicite a los padres que se
vestigaciones (Boudon, 1973; Bourdieu y Passeron, 1964;
i m p l i q u e n en cuestiones vinculadas con los programas y
Bourdieu, 1970; C o l e m a n y cois., 1966; M e l l o u k i y Ribeiro, 1983)
las actividades a c a d é m i c a s , con los aspectos p e d a g ó g i c o s .

272 273
hiin tratado de demostrar que, en realidad, la escuela contribuye N o s parece evidente que la escuela no es de ningxma manera

más a mantener las injusticias sociales que a favorecer la igualdad el origen de estas desigualdades económicas o sexuales, aunque

social, y que la idea de que la escuela sirve para la m o v i l i d a d so- es posible que s u estructura contribuya a acentuarlas. Por todo

cial no es otra cosa que el reflejo de u n a ideología extremadamen- ello, nos parece sumamente importante que las políticas de e d u -

te conservadora que se basa en los principios de la meritocracia (a cación consideren la realidad y diversidad sociofamiliar y que

cada quien lo que merece). S i bien estas tesis h a n sido amplia- involucren a las propias familias como actores activos en el dise-

mente criticadas y no hay todavía u n consenso al respecto (cf. M e - ñ o de las estrategias y planes de educación. A d e m á s , si, como he-

llouki, 1983), lo que parece ser cierto es que no todas las personas mos dicho, l a escuela cumple también funciones de formación y

gozan de las mismas oportunidades y que el origen socioeconó- no sólo de información, entonces podemos esperar que ella se

mico de las familias, así como s u capital sociofamiliar, influyen de abra m á s a la participación de los padres y de otros miembros de

manera importante en las posibilidades de éxito a c a d é m i c o y de la familia, pues las funciones de ambas instituciones son comple-

éxito económico de los individuos (cf. Boudon, 1973). mentarias; en la escuela se transmiten también valores relativos
a la solidaridad fanüliar.
Si uno de los propósitos de toda política educativa es — e x p l í -
cita o i m p l í c i t a m e n t e — la construcción de la equidad, resulta i n - Podemos añadir que las escuelas pueden también convertirse
dispensable que en el diseño de sus programas se contemplen no —mediante los servicios de educación a los a d u l t o s — en lugares
sólo las dimensiones relacionadas con la oferta educativa (escue- importantes de aprendizaje para los padres. E n ella se puede i n -
las, infraestructura, formación de docentes, curricula, etc.), sino vitar a la reflexión sobre las formas de compartir e intercambiar
también aquellas vinculadas con la demanda de educación, es los papeles y las responsabilidades familiares y parentales, así
decir, las que tienen que ver con los estudiantes y sus familias, como al cuestionamiento de los estereotipos sexistas; en ella es
con s u origen socioeconómico y con las variables asociadas con posible que los padres y los maestros trabajen conjuntamente so-
éste (niveles de capital h u m a n o y familiar, trabajo infantil, con- bre los hneamientos de tma educación sexual adaptada a las ne-
diciones de s a l u d , niveles de aspiraciones y expectativas educa- cesidades de los jóvenes y sobre la necesidad de establecer
tivas, valor que se asigna a la escuela, disponibiUdad en el hogar relaciones armoniosas entre padres e hijos, etc.
de libros y materiales educativos, etc.).

Pero no sólo las diferencias socioeconómicas juegan u n papel


Política de población
en este escenario. E s fácil darse cuenta que en p r á c t i c a m e n t e to-
do el m u n d o la escuela no h a logrado hasta ahora brindar opor-
E n términos m u y generales, u n a política de población puede ser
tunidades iguales a hombres y a mujeres. Si en diversos países
entendida como "un conjunto de medidas tomadas por los gobiernos,
latinoamericanos (Cuba, Jamaica, Costa Rica, Brasil, Paraguay,
mediante las cuales se afectan las variables demográficas"; al menos
México, P e r ú ) las estadísticas de la matrícula d e l n i v e l de educa-
así fue estipulado en Bucarest en 1974 durante la Conferencia
ción básica muestran que existe u n a proporción de mujeres igual
M u n d i a l de Población.''! A u n q u e en el Pl an M u n d i a l se estable-
o casi igual a la de varones ( U N I C E F , 1994), lo cierto es que en los
niveles superiores se nota aún u n a fuerte sub-representación de
estudiantes del sexo femenino, particularmente en lo que se re- Plan Mundial de Acción sobre Población, Conferencia Mundial de Población, Buca-
fiere a las cifras de ingreso a la universidad. rest, Organización de las Naciones Unidas, edición publicada en México por el Consejo
Nacional de Población, 1974. Citado por Leñero (1987).

274 275
ció que la política de población no era u n a política meramente
demográfica sino u n a parte fundamental del contexto de las po- n i los que mejor responden a las necesidades de las personas y

líticas globales para el desarrollo, en la práctica, el m a y o r v o l u - de las familias, y con frecuencia son ineficaces porque difícil-

m e n de programas y estrategias que h a n derivado de los planes mente integran u n a dimensión cultural y sociofamiliar

de población se h a n orientado hacia objetivos vinculados casi ex- E s cierto que en varios países, y de manera m u y particular en
clusivamente con la regulación de la fecimdidad, e n particular algunos de Latinoamérica — q u e desde hace veinte o veinticinco
en los países en vías de desarrollo. años adoptaron programas de "planificación de l a f a m i l i a " — , se
h a n registrado descensos significativos en los niveles de fecun-
Si las "otras variables" que, al menos teóricamente, deberían
d i d a d ; pero no podemos establecer ingenuamente u n a relación
formar parte de las políticas de población, tales como las relacio-
de causa-efecto entre ambos fenómenos por s u simple concomi-
nadas con la formación y disolución de las familias, con s u es-
tancia. Recordemos que en muchos de estos países, la introduc-
tructura y composición, con la situación de la mujer y d e l menor,
ción de los programas de control de l a fecundidad coincidió con
etc., n o h a n sido incorporadas suficientemente en los programas
otras variables importantes en el contexto del desarrollo e c o n ó -
derivados de tales políticas, ello se debe en buena m e d i d a a que
mico y que a s u vez pueden estar asociadas con tma disminución
los gobiernos de los países menos desarrollados, que en general
de la fecundidad: migración m a s i v a de las áreas m r a l e s a las ur-
no h a n logrado completar la "transición d e m o g r á f i c a " , h a n re-
banas y r á p i d o crecimiento de las ciudades (lo que modifica sus-
sentido desde hace varios años fuertes presiones ejercidas por las
tanciahnente las condiciones de v i d a familiar y sus estrategias de
altas tasas de crecimiento demográfico. Por tal motivo, h a n con-
supervivencia); incorporación de u n v o l u m e n cada vez m á s i m -
centrado sus esfuerzos en programas que tratan de frenar la n a -
portante de mujeres al mercado laboral; incremento en la matrí-
talidad. A d e m á s , muchos de los programas en esta materia se
cula escolar (especialmente de las niñas) y aumento de la
gestaron durante la d é c a d a del setenta, cuando abundaban los
escolaridad m e d i a de la población; disminución de la mortaU-
recursos financieros destinados a actividades en materia de po-
d a d general; influencia a través de los medios de c o m u n i c a c i ó n
blación para los países en desarrollo; estos fondos provenían, en
de u n a cultura modernizante que implica u n a m a y o r seculariza-
su m a y o r í a , de agencias internacionales c u y a orientación, si no
ción y consecuentemente u n a disminución relativa del control
necesariamente neomalthusiana, al menos manifestaba u n a seria
ideológico de la religión (particularmente de la religión católica
p r e o c u p a c i ó n por el rápido crecimiento de la población m u n d i a l ;
que predomina en A m é r i c a latina y c u y a orientación es abierta-
evidentemente, tales condiciones imprimían u n sello particular
mente pronatalista); etc.
a los programas apoyados por tales fuentes de financiamiento.
Recordemos que, en la d é c a d a del setenta, el discurso sobre la Pero, insistimos, los objetivos de u n a política poblacional no
población giraba en tomo al tema de los limitados recursos m u n - deben circunscribirse exclusivamente al ámbito estrecho de la fe-
diales que tarde o temprano se agotarían por la d e m a n d a cre- c u n d i d a d . Creemos que es legítimo que cada país establezca me-
ciente de u n a población que no cesaba de aumentar; u n ejemplo tas relacionadas con el t a m a ñ o y la dinámica de s u población para
claro de ello es el famoso " C l u b de R o m a " y s u clásica obra Los hacer m á s viables sus proyectos nacionales de desarrollo; pero
límites del crecimiento ( M e a d o w s y otros, 1972). también creemos que es fundamental que se entienda que " e l de-
sarrollo" no depende únicamente de la dinámica demográfica y
N o obstante, como y a lo señalamos, los programas de regula-
que el encauzamiento de ésta debe tomar en cuenta la multiplici-
ción de la fecundidad no necesariamente son los m á s adecuados
d a d de factores socioeconómicos y sociofamiHares que forman

276
277
esas políticas, y que se entienda que la familia, y no las personas
parte del contexto dentro del c u a l se gestan las políticas y los
como entes aislados, conforman la u n i d a d social m á s significati-
programas sociales.
v a en relación con los fenómenos poblacionales.
E n otro orden de ideas, nos atrevemos a afirmar que es c o m ú n
encontrar que el análisis demográfico, realizado formalmente
sobre las variables de la población, se fundamenta con relativa
Política de empleo
frecuencia en u n a concepción ontológica de lo social e n la que la
propia sociedad es percibida como i m mero agregado de i n d i v i - L a s políticas de empleo son concebidas generalmente como par-
duos. D e ello se deriva u n equívoco, refrendado por la ideología te de las políticas m a c r o e c o n ó m i c a s , y pocas veces se las relacio-
liberal individualista, que supone que las manifestaciones de- n a con la famiUa. S i n embargo, diversos aspectos d e l m u n d o del
mográficas son el resultado de actos voHtivos i n d i v i d u a l e s u n
trabajo están estrechamente vinculados con las familias y con s u
tanto a u t ó n o m o s del contexto social y familiar (Leñero, 1987).
bienestar.
Sin embargo, la m a y o r í a de las personas no existen solas y no to-
Primeramente, está la cuestión que y a hemos mencionado
m a n de m a n e r a aislada sus decisiones. E n este sentido, parece
acerca de que es necesario favorecer la conciliación entre las ne-
ser evidente que es la familia, y no el i n d i v i d u o , l a que conforma
cesidades familiares y profesionales. Pero resulta m á s que evi-
la u n i d a d social m á s inmediata y m á s significativa de l a conduc-
dente que, antes que otra cosa, las personas deben tener acceso a
ta d e m o g r á f i c a :
u n trabajo, por lo c u a l los gobiernos — a fravés de sus políticas de
e m p l e o — deben desarrollar esfrategias que c o n d u z c a n a la gene-
. . . la n a t a l i d a d y l a mortalidad, y sus f e n ó m e n o s concomitantes (re-
ración de empleos suficientes y bien remunerados.
lación sexual, n u p c i a l i d a d y u n i ó n marital; e m b a r a z o , g e s t a c i ó n y
parto; nacimiento, lactancia, c r i a n z a y uso de anticonceptivos; e n - E n este contexto, es preciso tomar en cuenta t a m b i é n las dife-
fermedad y muerte; así como la m i g r a c i ó n , la a d o p c i ó n de u n a resi- rencias que tradicionalmente h a n existido en la m a y o r í a de las
dencia y de u n trabajo, etc.), ocurren todos ellos dentro de la familia sociedades y que hacen m á s difícil el acceso a empleos por parte
o e n referencia m á s o menos directa a ella ( L e ñ e r o , 1987, p p . 21-22).
de las mujeres:

Todos estos aspectos relacionados con la conducta d e m o g r á - a. Por u n lado, a ú n quedan rezagos importantes de las ideo-
fica no surgen e s p o n t á n e a m e n t e de la conducta i n d i v i d u a l , sino logías sexistas que consideran que debe favorecerse el em-
que son el resultado de tma interacción compleja entre los m i e m - pleo de los hombres porque son ellos los principales pro-
bros d e l grupo familiar y se ventilan mediante negociaciones, veedores de las familias, y que el lugar de la mujer es el
acuerdos y desacuerdos, conflictos y consensos, e n los que m u - hogar, donde debe ocuparse ella sola de la crianza y el cui-
cho tiene que v e r el tipo y composición de l a famiUa, s u ciclo v i -
dado de los hijos.
tal, s u estructura de autoridad y de separación de funciones
b. Por otro lado, se h a denunciado repetidamente la reticencia
sexuales, etc.
de m u c h o s empleadores a contratar mujeres a causa de la
Por todo lo anterior, no es posible que u n a política de pobla- maternidad, pues no quieren lidiar con los problemas que
ción sea concebida ú n i c a m e n t e como i m conjunto de programas p u e d e n ocasionarles las incapacidades laborales por ese
de control de la natalidad. E s vital que se comprenda que la po- motivo; de tal suerte, m u c h a s mujeres temen perder s u e m -
blación y s u d i n á m i c a social constituyen el objeto y el sujeto de

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278
pleo cuando se embarazan o, cuando menos, las atemoriza vir; en este sentido, debemos insistir en que el trabajo infantil
ver reducidas sus posibilidades de progresar en s u carrera no se d a ú n i c a m e n t e bajo u n a perspectiva de e x p l o t a c i ó n y que,
profesional. en contextos de extrema pobreza, el problema no p u e d e ser

c. Finalmente, se observa i m a inequidad salarial entre h o m - simplificado.


bres y mujeres, l a c u a l está definitivamente influenciada
por la desigualdad en el reparto de responsabilidades do-
mésticas. A la distancia salarial entre los sexos, se a ñ a d e n
los prejuicios que sugieren que el salario de las mujeres es
menos importante porque n o constituye m á s que u n " i n -
greso complementario" o de apoyo al del m a r i d o . N o se to-
m a e n cuenta n i la tendencia a u n a m a y o r democracia
familiar, n i e l reconocimiento de l a i g u a l d a d entre hombres
y mujeres, n i m u c h o menos el hecho de que cada v e z u n
m a y o r n ú m e r o de hogares son monoparentales y encabeza-
dos por mujeres.

E n este sentido, las legislaciones laborales deberían promover


u n a m a y o r i g u a l d a d entre hombres y mujeres, favorecer la incor-
poración de u n m a y o r n ú m e r o de madres al mercado de trabajo,
ampliar los servicios de guarderías infantiles, garantizar los de-
rechos de las mujeres cuando se ausentan por incapacidad y san-
cionar a los empleadores que discriminen a las mujeres.

A d i c i o n a l m e n t e , las legislaciones deben tomar en cuenta


otros aspectos de la actividad laboral y que se relacionan c o n l a
familia, como es el caso m u y frecuente de la p a r t i c i p a c i ó n labo-
ral de los menores. N o se trata sólo de establecer c o n c l a r i d a d
los límites de e d a d y las condiciones de s e g u r i d a d e n el trabajo
infantil, sino t a m b i é n de crear u n sistema de v i g i l a n c i a p a r a
que se respeten las leyes y los derechos de los n i ñ o s . Pero en es-
te escenario no debemos olvidar, como y a lo h e m o s s e ñ a l a d o ,
que el trabajo de los menores n o p u e d e ser a n a l i z a d o ú n i c a -
mente bajo l a l u z de u n espíritu de p r o t e c c i ó n a u n a infancia ca-
d a v e z m á s s a c r a l i z a d a , sino que se debe considerar que los
niños t o d a v í a constituyen u n recurso s u m a m e n t e importante
para las familias m á s pobres y m a r g i n a d a s que b u s c a n sobrevi-

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and Over by Age and Sex. Census 75-Census 90 (http://www.scb.se/eng/
befovalfard/befolkning/fob/ forvarvtab.asp).
Statistique Canadá (2002): Familles, ménages et logement (http://www.statcan.ca/
francais / pgdb /people/famili_f.htm #eta).

299
298
índice

Introducción 9
Importancia de la familia 11
¿Debemos considerar a la familia en la construcción
del bienestar social? 15
¿Qué es una familia? 22
Cambio social y cambio familiar 27
Viabilidad de una política social de la familia 29
¿Una política social desde la base? 36
Principios de acción y objetivos de una política social
de la familia 38
Reconocer a la familia como un valor
colectivo fundamental 43

Favorecer la realización de investigaciones sobre la


familia, sobre su dinámica interna y sus necesidades,
así como sobre los factores que influyen en su
problemática 47

301
Reconocer que la familia es una realidad en continua
Desarrollar programas de prevención de problemas
transformación 53
asociados con la desorganización y la ruptura familiar,
Interacción entre la familia y la sociedad 55 así como acciones que favorezcan la estabilidad de las
Los cambios en la familia 59 parejas y de sus familias 131
Panorama general de las principales transformaciones Crisis de la familia y del matrimonio 133
familiares 63 Fracaso matrimonial 137

Contribuir a la cohesión y estabilidad de la familia, Consecuencias de la ruptura conyugal 147


considerando la gran diversidad de tipos de familia El papel del Estado 156
existentes , - 95
Impulsar la puesta en marcha de programas orientados
A p o y a r a la familia en su diversidad 95
al bienestar de los ancianos y su integración familiar 165
Contribuir a la estabilidad n o es forzar la permanencia 99
Envejecimiento de la población 168
Auxiliar y orientar a los padres de familia en la tarea Senectud y familia 174
de formación y educación de sus hijos y contribuir de Ancianidad, familia y política social 181
esta manera a asegurar el desarrollo armonioso de los
niños y de los adolescentes 105 Proponer reformas y adiciones a las leyes que afectan
a la mujer, al menor y a la familia y difundir
Fomentar el desarrollo integral de la mujer y información pertinente sobre la legislación vigente
establecer acciones orientadas a ofrecerle igualdad y que sea de interés para la familia 185
de oportunidades en todas las esferas de la vida social 111
En líneas generales, los marcos jurídicos no han p o d i d o
Carencia de investigaciones 119 desarrollar luia capacidad de adaptación a u n contexto
Ideologías sexistas 119 social dinámico en continua transformación 187

División sexual del trabajo 122 N o hay una correspondencia entre los marcos jurídicos
y la realidad social que pretende ser regulada 190
Favorecer la conciliación entre la familia y el trabajo 123
En términos generales, las leyes n o han sido capaces
Reconstrucción de la vida de pareja 124
de distinguir la pluralidad y diversidad de modos de
Estructura de autoridad en la familia 125 vida y de culturas, abriendo así una brecha entre el
Nupcialidad temprana 126 nivel del discurso ideológico y la realidad social 193

Reproducción 126 D i f u n d i r información sobre legislación que sea de


interés para la familia 198
Igualdad de oportunidades 127
Aspectos jurídicos 127 Promover la planificación de la familia, entendida
Violencia conyugal 128 ésta no sólo como la regulación de la fecundidad, sino
como un proceso integral de planeación de las etapas
Organización familiar 130
y los ciclos de la vida familiar 201
Natalidad 204
Nupcialidad 209

302 303
También en Lumen-Hvmanitas

• Evaluación de servicios y programas sociales

Promover el desarrollo de una sexualidad sana, Bzequiel Ander-Egg y María José Aguilar Idáñez

completa y satisfactoria 213 • El barrio como unidad operativa para el desarrollo local

Formación de los roles sexuales 216 Joaquín Gallastegui Vega


Juan Galea Alarcón
Sexualidad en los adolescentes 220
• El trabaje social internacional
Promover la disminución de la violencia, no sólo en Jean-Pierre Deslauríers e Wes Hurtubise (din.l
el seno de las familias, sino también en los medios
de comunicación de masas 229 • El origen de los prejuicios
Arnoid M. Rose

Facilitar y promover la práctica de actividades


• Palabras y espejos
culturales, turísticas, deportivas y recreacionales
Bringiotti y Palazzo
en familia 239
Favorecer la conciliación entre la familia y el trabajo, • Introducción a (a planificación estratégica

promover una mayor participación de los varones • Formación para el trabajo social
Ezequiel Ander-Egg
al interior de la familia, así como una mejor repartición
de tareas domésticas entre los hombres y las mujeres 243
• Guía para preparar monografías
Oposición entre trabajo doméstico y extradoméstico 249 y otros textos expositivos
(nueva edición)
Participación masculina en el trabajo doméstico 250 Ezequiel Ander-Egg y Pablo Valle

Ideología de género y trabajo doméstico 256


• Los caminos de la ciencia
Trabajo y exigencias del neoliberalismo 261 Car/os Sabino

Establecer vínculos con otras políticas sociales, con • Historia del Trabajo Social

el propósito de articular los esfuerzos del Estado (nueva edición)


Jorge Torres Díaz
en la construcción del bienestar social y familiar 265
Política de habitación 267 • Diccionario especializado en familia y género
Ángela María Quintero Velásquez
Política de educación 271
Política de población 275 Metodología de intereención en trabajo social

Cristina De Kotiertis
Política de empleo 279
La intemención colectiva en trabajo social
Bibliografía 283 Cristina De Robertis y Henri Pascal

• Yo, trabajadora social


María Cecilia Foix

Se terminó de imprimir en el mes de mayo de 2009 en el Establecimiento Gráfico LIBRIS S. R. L.


MENDOZA 1523 (B1824FJI) LANÚS OESTE • BUENOS AIRES • REPÚBLICA ARGENTINA

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